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1 ¡ES TIEMPO PARA EL HOMBRE! En el contexto de un nuevo tema de estudio: La Ecología Humana Por Peter Mario Saldarriaga S. M. Medellín. Año 2009

¡ES TIEMPO PARA EL HOMBRE - valenciad.com · 1.3.3 La Cultura de la Vida: La liberación del espíritu humano de ... 10.6.0 La cultura olmeca 10.6.1 La cerámica olmeca 10.8.2 La

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1

¡ES TIEMPO PARA EL HOMBRE!

En el contexto de un nuevo tema de estudio:

La Ecología Humana

Por Peter Mario Saldarriaga S. M.

Medellín. Año 2009

2

CONTENIDO DE TODA LA OBRA

INTRODUCCION

LIBRO 1

ÉTICA

La necesidad de una ética práctica para, llegar al entendimiento de

los seres humanos entre sí y de ellos con la Naturaleza.

CAPÍTULO 1

PROYECCIONES DE LA NATURALEZA HUMANA

1.1.0 El orden social del prehomínido. El orden social de la

manada

1.2.0 La “historia” de Adán y Eva es todavía una realidad vigente

1.1.1 La Razón, el nuevo ingrediente de la Creación.

1,2.2 ¿Cuál es el papel de la razón en el ordenamiento de la Vida?

1.2.3 El dilema fundamental para el ser humano en relación con la

Naturaleza: ¿Relación de Poder o de liderazgo?

1.2 4 Síntoma de dominación del líder: El Carisma

1.2 5 Síntomas del efecto sinergético de la acción del líder: La fe

de sus seguidores

1.2 6 Consecuencias de la experiencia de la fe: La autoridad del

líder o, en caso contrario, su negación: El escepticismo

1.2.7 La autoridad del líder, consecuencia de la fe: Origen del

orden social eficaz, de la disciplina auténtica dentro del orden

establecido

1.2.8 ¿Es posible forjar nuevos usos, nuevas costumbres, nuevos

órdenes, nueva cultura?

1.3.0 La Ética

1.3.1 El lenguaje, expresión del carácter, camino del

entendimiento.

1.3.2 La solución verbal de los conflictos.

3

1.3.3 La Cultura de la Vida: La liberación del espíritu humano de

las garras del primitivo animal prehomínido

1.3.4 La liberación del espíritu humano de la tiranía, de la

hegemonía, de la dependencia, del dominio indiscriminado de los

hombres poderosos.

1.3.5 La liberación del espíritu humano de los condicionamientos,

de los determinismos de la Cultura.

1.3.6 El pensamiento utópico, como herramienta para la

liberación del espíritu humano.

CAPÍTULO 2

DEL MITO A LA RAZON

2.1.0 El principio de la razón.

2.2.0 Respuesta humana a sus retos vitales.

2.3.0 La noción de deidad

2.3.1 la imagen de los dioses en la mente humana de la

modernidad.

2.3.2 La deificación de los fenómenos de la Naturaleza, y su

relación con la experiencia inmediata del hombre al entrar en

contacto con ellos

2.3.3 ¿Son razonables las luchas religiosas, desde el punto de

vista del presupuesto de la fe?

2.4.0 La sustitución en las sociedades secularizadas del

pensamiento religioso por el pensamiento ideológico.

2.5.0 ¿Es posible la construcción de una ética universal?

2.6.0 El trabajo de desarrollar las herramientas idóneas para la

interacción social justa.

2.7.0 El Estado moderno y sus compromisos humanos.

LIBRO 2

GLOBALIZACIÓN ECONOMICA

¿Oportunidad o frustración?

4

CAPÍTULO 3

TEMA ESTRATÉGICO DE FONDO EN LA POLITICA

CONTEMPORÁNEA

3.1.0 La política internacional.

3.2.0 El tema de la Globalización.

3.2.1 La globalización bipolar.

3.2.2 La globalización del Mundo en los tiempos finales del

Imperio Castellano.

3.2.3 La globalización anglosajona

3.2.4 La globalización mirada desde un ángulo moderno.

3.0.0 ¿Tiene o no tiene la Vida su propio sentido?

3.1.0 El eje de la respuesta: La propuesta del Amor

3.5.0 El proceso de la energía

3.6.0 La consciencia de la realidad actual

CAPÍTULO 4

LA CONSCIENCIA DE SÍ MISMO

4.1.0 Las preguntas fundamentales.

4.2.0 ¿Puede la Ciencia afrontar el reto de proponer las bases

físicas de una humanidad sostenible?

4.2.1. La navegación oceánica.

4.2.2 Otros horizontes de la Ciencia

4.2.3 La visión del conflicto.

4.3.0 ¿Podemos contar con el apoyo de la Ciencia en el esfuerzo

serio de prescindir de la Guerra?

4.3.1 Algunas consecuencias de los cambios en el

comportamiento de la Naturaleza Humana por acción del

Hombre.

4.3.2 La herencia de su vieja condición animal.

4.3.3 ¿Podría ser la globalización, como ha sido planteada, acaso

un enorme e imprático absurdo?

4.3.4 El etiquetado de los hombres, ¿un sofisma de distracción?

5

4.3.5 La globalización al estilo propuesto por las grandes

potencias económicas del Planeta.

4.4.0 El inhóspito medio siberiano modela muchas de nuestras

viejas costumbres y tradiciones políticas.

4.4.1 Los tonguses

4.4.2 Los vogules, los ostiakos y los samoyedos, los mongoles,

los tchouktche, los koriakos. Los kamtchadalos.

4.4.3 Los turcómanos.

4.4.4 Los kirguishes.

CAPÍTULO 5

LAS CONDICIONES CIVILIZADAS DE VIDA

5.1.0 La Realidad

5.2.0 El conocimiento de la Realidad

5.3.0 El pensamiento científico

5.4.0 Derribando paradigmas científicos

5.5.0 El legado imperecedero de la cultura cristiana occidental a

los pueblos americanos.

5.6.0 De cara a un cambio de actitud frente a las propuestas éticas

de la civilización moderna occidental

5.7.0 Influencia del conflicto generado entre el mundo moderno y

la ciencia contemporánea en el desempeño del técnico y del

ingeniero

5.8.0 La crisis del ingeniero en Colombia

5.9.0 Consecuencias del rompimiento del eje cultural de

Occidente en la cultura contemporánea

5.10.0 Una consecuencia de los descubrimientos científicos de la

actualidad: La necesidad de un nuevo encuentro del Hombre con

la Naturaleza

5.11.0 El origen del comportamiento de los occidentales y su

forma de hacer cultura.

5.12.0 ¿Son o no una realidad, la madurez mental de la Ciencia,

de la Cultura Occidental?

5.13.0 ¿Qué podría significar todo aquello para el científico, el

técnico, el ingeniero actuales?

6

5.14.0 Cambios importantes en la mentalidad de Occidente

generados por la experiencia científica

5.15.0 Una mirada retrospectiva. Una mirada dentro de nosotros

mismos

5.16.0 Una utopía digna de realización

5.17.0 Una noción de ecología humana, consecuencias de su

aplicación a la vida humana

5.18.0 Avances científicos que abren nuevos horizontes en el

conocimiento de la Realidad.

LIBRO 3

EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO

OCCIDENTAL

CAPÍTULO 6

ORIGEN, APLICACIONES

6.1.0 Introducción al pensamiento científico

6.1.1 Qué es el pensamiento científico

6.1.2 La lógica científica

6.1.3 El lenguaje científico

6.1.4 La experimentación. Los modelos experimentales

6.1.5 El desarrollo y significación de los instrumentos de

observación

6.2.0 La dinámica del pensamiento científico. El rompimiento de

paradigmas del pensamiento científico.

6.2.1 El origen humilde de la Ciencia

6.2.2 El mundo que supera la Ciencia como disciplina reconocida

6.3.0 Empieza a romperse el eje de la Cultura

6.4.0 La Gran Controversia

6.5.0 El gran conflicto ético entre la Reforma y la Contrarreforma

6.6.0 La extraordinaria obra misional de los jesuitas en América y

Asia

6.7.0 Influencia del pensamiento científico en la vida cotidiana

7

CAPITULO 7

LA TECNOLOGÍA

7.1.0 La Técnica

7.2.0 La dinámica de la tecnología

7.3.0 El valor de la tecnología Obsolescencia de los modelos

científicos y tecnológicos. El rompimiento de paradigmas

7.4.0 El aporte de la técnica a la vida cotidiana

7.4.1 La Revolución Industrial

7.4.2 El espíritu de los hombres que lograron la Revolución

Industrial

7.4 3 El movimiento obrero. Antecedentes de la Revolución Rusa

de Octubre de 1917

7.4.4 La transformación de las sociedades tradicionales en

sociedades urbanas

CAPITULO 8

LA INGENIERIA

8.1.0 La Ingeniería interpretada como el conjunto de técnicas

destinadas a la solución práctica de los problemas humanos por

medio del uso racional de los recursos naturales

8.2.0 La Ingeniería y su propósito de optimizar el uso de los

recursos naturales en la Industria Humana. Los modos de su uso.

La instrumentación de la Industria. La reutilización y reciclaje de

deshechos. El equilibrio Ecológico

8.3.0 El manejo de la Crisis por los Ingenieros. La crisis de la

Ingeniería

8.4.0 La influencia de la Ingeniería en la vida cotidiana

8.4.1 El proyecto de ingeniería más grande en 4.000 años desde

Keops, cambia la suerte de una nación

LIBRO 4

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

8

CAPÍTULO 9

DEL GENIO HUMANO

9.1.0 Cómo eran las raíces del europeo que partió la Historia

Universal en dos con el descubrimiento y la colonización de

América; del que dio origen a la civilización contemporánea.

9.2.00 De la caza, la pesca, la rueda, el manejo de metales, la

guerra y la navegación a la compleja economía de la sociedad

humana de hoy

9.2.1 De la caza y la pesca.

9.2.2 La Rueda

9.2.3 El manejo de los metales

9.2.4 La Guerra

9.2.5 La Navegación

9.3.0 De Stonehengue al urbanismo actual. El desarrollo

industrial

9.3.1 En la Europa antigua

9.3.2 En la América primitiva

9.3.3 La evolución de las culturas americanas hasta su

reencuentro con el Viejo Mundo

9.4.0 El desafío que representa para el científico el medio social

actual

9.5.0 El establecimiento de estructuras sociales humanas para el

desarrollo de empresas colectivas

9.6.0 Reparos a la “ciencia ficción” como medio eficaz para la

ambientación de las mentes jóvenes al mundo moderno

9.7.0 El nuevo reto de las Ciencias: Darle las oportunidades al

Hombre, no quitárselas

9.8.0 El Hombre tiene habilidades para moverse en los espacios

del espíritu. Es esencialmente espiritual

LIBRO 5

EL HOMBRE EN AMERICA

9

CAPITULO 10

LAS CULTURAS DE MESOAMÉRICA

10.1.0 Los pueblos originarios

10.2.0 Los huastecos y otros pueblos inmigrantes

10.3.0 Las culturas superiores de Mesoamérica

10.4.0 Los Aztecas

10.5.0 Las culturas de Zacatenco y Ticomán

10.6.0 Las culturas de Coloma y Nayarit

10.7.0 El pueblo tarasco

10.7.1 La cultura tarasca

10.7.2 La cerámica tarasca

10.6.0 La cultura olmeca

10.6.1 La cerámica olmeca

10.8.2 La escultura olmeca

10.8.3 El país olmeca

10.8.4 La arquitectura y el urbanismo

10.8.5 Los tesoros artísticos

10.9.0 La cultura teotihuacana

CAPÍTULO 11

EL IMPERIO AZTECA

11.1.0 El significado de la religión

11.2.0 Algunos aspectos de la vida material

11.3.0 Algunos aspectos de la vivienda y el urbanismo

11.4.0 La escultura azteca.

11.5.0 La pintura

11.6.0 Aspectos de su estructura política

11.7.0 Aspectos de la industria artesanal

11.8.0 La metalurgia y los trabajos en plumas, piedra y otros

CAPITULO 12

LA CULTURA MAYA

10

12.1.0 El Medio Natural. La Economía. Su área de dispersión

12.2.0 La historia maya

12.2.1 El Viejo Imperio y su cultura

12.2.2 El urbanismo

12.2.3 La población y su legado cultural

12.2.4 El Clan, base de la organización social

12.2.5 Las demandas de su vida cotidiana tipifican su industria

12,2.6 La agricultura y el espacio para la civilización

12.2.7 Copán: El centro científico. La Meca del arte y la

civilización maya

12.8.0 La lectura de los jeroglíficos mayas

12.2.9 La decadencia del Viejo Imperio

12.2 10 El testimonio arqueológico

12.2.11 El testimonio documental

12.2.12 El Nuevo Imperio maya

12.2.13 Significado universal de la cultura maya

12.2.14 La religión de los mayas

CAPÍTULO 13

LAS ANTIGUAS CULTURAS DEL PERÚ

13.1.0 La era incipiente

13.1.1 El período pre – agrícola

13.1.2 El período agrícola antiguo

13.2.0 La era del desarrollo

13.2.1 El período formativo

13.2.2 El período cultista

13.2.3 El período experimental

13.3.0 La era floreciente

13.4.0 La era climática

13.4.1 El período expansionista

CAPÍTULO 14

EL IMPERIO INCA

14.1.0 La historia

11

14.2.0 La vida económica

14.2.1 La caza y la pesca

14.2.2 La cría de animales domésticos

14.2.3 La agricultura

14.2.4 La preparación de los alimentos

14.2 5 El vestido

14.2.6 El ciclo de la vida de las personas

14.2.7 La arquitectura y el urbanismo

14.2.8 Otras obras de ingeniería: Caminos, puentes y obras de

riego

14.2.9 El uso de los caminos. El transporte. Las comunicaciones.

14.2 10 La mayor expresión de plenitud artística peruana: Los

textiles

14.2.11 La cerámica. La metalurgia. Otras artes menores

14.3.0 La organización social

14.4.0 La organización política

14.5.0 La Religión

14.5.0 Algunos aspectos de la vida intelectual

CAPITULO 15

LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN SEPTENTRIONAL

OCCIDENTAL DE SUR AMÉRICA

15.1.0 Panorama humano general

15.2.0 Las migraciones y las interacciones entre las poblaciones

aborígenes en Sur América septentrional

15.3.0 La Arquitectura, La vivienda.

15.4.0 La Agricultura El transporte. Las vías. Las comunicaciones

15.5.0 El transporte, las vías, las comunicaciones.

15.6.0 La Metalurgia.

15.7.0 Los hilados y tejidos. El Arte rupestre. La cerámica. La

Escultura. Otras artes

15.7.1 El arte rupestre

15.7.2 La cerámica.

15.6.3 La escultura.

15.8.0 La organización social. La familia. El parentesco

15.9.0 Algunos aspectos de la organización política

12

15.10.0 La visión religiosa y el culto

15.11.0 Similitudes con las culturas peruanas

15.12.0 Extensión de la memoria americana sobre su tradición.

Testimonios Sobre su vida cotidiana y acerca de su proyección

espiritual.

CAPÍTULO 16

EL CHOQUE DE DOS MUNDOS

16.1.0 ¿Acaso tienen alma los indios americanos?

16.2.0 A pesar de la oposición de los intereses creados las

misiones jesuitas demostraron que es posible el rescate del

Hombre; Todavía más, que debería ser considerado un proyecto

político inaplazable

16.3.0 El mundo feliz posible

16.4.0 Hacia la búsqueda de un sincretismo cultural

LIBRO 6

LA ENERGÍA; COMBUSTIBLE DE LA VIDA

CAPÍTULO 17

NUESTRO HOGAR UNIVERSAL

17.1 0 El impulso primigenio y la evolución del Universo.

17.1.1 El Big Bang

17.1.2. La formación del primer elemento de la Tabla Periódica:

El Hidrógeno

17.1 3 Las primeras generaciones de estrellas

17.1.4 La formación de los elementos más pesados. La formación

de los sistemas estelares de segunda generación

17.1.5 La Materia: ¿Una forma de “condensación” de la Energía?

El proceso de la Evolución.

17.1.6 El Universo: Colosal escenario de la Vida

17.1.7 La Vía Láctea: Nuestra galaxia

13

17.1.8 Nuestro sistema solar. Desarrollo local del proceso de la

Energía

17.2.0 El Ciclo del Carbón: El sistema fundamental de la

economía de la Vida.

17.2.1 El “Árbol” de la Vida, y la interacción de sus “ramas” en

cada hábitat. La ecología natural. Mantenimiento y regeneración

del Medio Ambiente. La Ecología Natural. Simbiosis con la

especie humana. Relaciones con su “liderazgo” interespecífico.

17.2.2 La Economía Humana vista como un capítulo de la

Economía Natural

17.2.3 El proceso de la evolución con rostro humano

17.3.0 Las Leyes de la Termodinámica. El concepto de Entropía.

17.3.1 Aplicaciones generales de las leyes de la Termodinámica

17.3.2 Aplicaciones de las leyes de la termodinámica a la

economía de la Vida y a la economía humana

CAPÍTULO 18

EL SIGNIFICADO CÓSMICO DEL TRABAJO HUMANO

18.1.0 La visión del Trabajo desde el punto de vista de la

Ergonomía

18.1.1 El funcionamiento del cuerpo como “instrumento” de

trabajo del sujeto humano.

18.1.2 El rendimiento en el trabajo y en el deporte. Los deportes

de alto rendimiento

18.1.3 La Ergonomía como materia interdisciplinaria de la

Ingeniería y la Medicina

18.1.4 La Energía, su obtención y disposición: Propósitos básicos

del Trabajo

18.1.5 La movilización y transformación de los recursos naturales

18.1.6 El Trabajo visto como una opción de “encuentros” <<no

fortuitos>> del Hombre con los demás seres de la Naturaleza.

18.2.0 Algunas categorías económicas expresadas en términos

ergonómicos. Aplicación del cálculo vectorial al estudio del

balance económico. Efectos a corregir, en las aplicaciones

perversas de la tecnología electrónica a los conceptos

14

desactualizados de la Economía Clásica: La deformación y el

empobrecimiento de la visión de la persona humana.

18.2.1 La unidad de medida del valor económico del Trabajo: El

Ergio.

18.2.2 Valor económico – social de la salud física y mental.

18.2 3 Especificaciones de las cargas de trabajo.

18.2.4 Los requerimientos nutricionales. Las condiciones

ambientales para los altos rendimientos

18.2.5 El cuerpo humano como “activo” básico para aprovechar

en el Trabajo.

18.3.0 La estructura social vista como un “supracuerpo”.l

18.3.1 El cálculo económico del valor de los riesgos.

18.4 0 La noción de Industria

18.4.1 Cálculo del costo.

18.4.2 Las líneas de abastecimiento

18.4.3 El “Mercado”. Estructura, dinámica, personalidad.

Tendencias, modas, relaciones con la Cultura

18.4.4 Los problemas que soluciona la Industria

18.4.5 El control ciudadano de la actividad pública, Una

“auditoría” muy singular.

18.4.6 Infraestructura Industrial, infraestructura de poblamiento.

Desarrollo urbanístico y de infraestructura

18.4 7 El manejo económico y el liderazgo de la gestión industrial

18.4 8 El apoyo estratégico del Trabajo y el desarrollo de la

consciencia del consumidor

CAPÍTULO 19

LA INDUSTRIA ALIMENTARIA: UN ENFOQUE

NOVEDOSO DEL TEMA

19.1.0 No hay una identidad clara ni una visión integral de la

Industria de Alimentos

19.1.1 Hay millones de empresas que ofrecen “comida” para

cubrir la “demanda” de alimentos

19.1.2 La noción del consumidor acerca de sus necesidades

nutricionales. Racionalización de la educación, desde el punto de

vista de la nutrición optima.

15

19.1.3 Las tendencias económicas en la evolución de la demanda.

La nueva consciencia del bienestar.

19.1.4 Necesidad para el empresario de conocer acerca de los

requerimientos nutricionales de su cliente

19.1.5 El ajuste de la oferta industrial de alimentos con los

requerimientos nutricionales del consumidor

19.2.0 La salud a partir de la buena nutrición

19.2.1 Presupuesto de vida, de rendimiento ocupacional,

requerimientos de servicios de salud y seguridad social

19.2.2 Optimización de la inversión en los recursos humanos, en

el aparato productivo y en la seguridad social

19.3.0 El desarrollo de un plan coherente de ofertas para una

industria de alimentos con visión global

19.3.1 Desarrollo de fuentes de abastecimiento primarias

confiables en la tierra y en el mar

19.3.2 Influencia de las formas de tenencia de la tierra en la

eficiencia de su uso como fuentes de recursos primarios para la

alimentación.

19.3.3 Requerimiento de la planificación integral vertical de los

empresarios a lo largo de toda la cadena de abastecimiento.

LIBRO 7

POR EJEMPLO…

CAPÍTULO 20

DEL CAOS, DE LA ANARQUÍA AL ORDEN

20.1.0 El lenguaje que uso, por naturaleza, el que usa todo ser

humano, es un lenguaje simbólico

20.2.0 La implementación de una ética práctica

20.3.0 La “Psicología de la Forma” y la visión en profundidad de

la Realidad

20.4.0 El Enfoque técnico fundamental: El aprovechamiento de

las fuentes energéticas del Sistema Solar

16

APÉNDICE:

Encíclica “Caritas in Veritate” de Benedicto XVI. Ver:

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/docu

ments/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate_sp.html

17

INTRODUCCIÓN

Luego de unos cuantos años de reflexionar sobre el transcurso de

mi vida, me doy cuenta cuán pobre fue siempre el fundamento de

mis decisiones, cuán flojas las bases de mis opiniones, cuán

ingenua la elección de mis referentes, cuán etérea, difusa,

insustentable mi visión, cuán errados muchos de los caminos

escogidos, cuán gigantescos los escollos, cuán poderosas la

fuerzas encontradas a superar, cuántos velos, cuantas humaredas,

cuantas sombras interpuestos en el camino escondían mis mejores

opciones, cuán maliciosa la multitud de seducciones encaminadas

a buscar la hipoteca de mi vida, el compromiso de mis energías en

la consecución de logros ajenos. En medio de toda aquella

confusión, sin embargo, escogí de buena fe, fui decidido en la

conquista de mis logros, traté de darle buen ejemplo a los que me

rodean y mi obra no fue, en la mayoría de los casos, resultado de

premeditaciones perversas, sino de mis mejores propósitos, de

aspiraciones sinceras y razonables. Ahora, ya maduro, quiero yo

entender mejor mis motivos, mis motores, mis sueños, explicarme

mejor la razón profunda de mis acciones, de mi manera de pensar,

de mi contexto social y su historia, al menos sus aspectos más

relevantes, de los conflictos que se daban en su medio, de las

perturbaciones que aquellos generaban, etc.

Nunca me consideré una persona especial. Me consideré alguien

del común, digamos de clase media, de una familia corriente

aunque bien constituida por un padre trabajador y juicioso y una

madre hacendosa y amorosa; con comodidades económicas y con

la oportunidad de estudiar una carrera técnica, como los de mi

generación, nacido en una ciudad de provincia, pero destinada a

ser una gran ciudad, un gran centro de vida típicamente urbana,

quizás, donde se percibían, de manera especial, las consecuencias

de los eventos de importancia mayor en un mundo que cambiaba

de un día para otro y cuyos elementos constitutivos se acercaban,

entre sí, más y más cada día, por efecto del desarrollo tecnológico

de los medios de comunicación, sin que ello significara,

finalmente, mayor cercanía entre los seres humanos, sino

18

definiendo en conjunto, más bien una vida humana, un proceso

social cada vez más conflictivos.

Pero en mis indagaciones, aún siendo joven, encontré que mi

visión, mis dificultades, mis escogencias erróneas no eran un

problema solamente mío, mi visión y mi mentalidad no eran un

asunto que me afectaba a mí solamente. Entre la gente que vivía

alrededor mío, aún estando cerca, había distancias insuperables

que no entendía. En un mundo de libertades aparentes, de

“independencias” personales, de opciones “ciertas”, todos, mis

vecinos y yo caminábamos como en medio de un gran rebaño de

ovejas por caminos trazados por otros, cumpliendo expectativas

sembradas por otros, enfrentando conflictos manipulados por

otros que no lográbamos entender cabalmente.

¡Era increíble, para mí, darme cuenta, que la mayor parte de mi

vida no fui realmente dueño de mí mismo! Mis resultados no

estaban determinados necesariamente por mi voluntad, incluso ni

siquiera por mi arduo trabajo; mis esfuerzos estuvieron muchas

veces, orientados a neutralizar, a conjurar los efectos de acciones

extrañas, que interferían mi labor y que no sabía si eran inocentes

o perversas. Lo que en el argot de la política se denomina,

“apagar incendios” que tenían muchas veces el significado de

amenazas serias contra mi suerte, contra mi vida, provocados

incesantemente por otros. Veía que a quienes me rodeaban

también les ocurría lo mismo. Todavía más, veía cómo en mi país,

en mi ciudad, en mi sociedad, ni siquiera el estar lejos y aislados,

aparentemente, de los Medios donde, parece, se toman las grandes

decisiones en el Mundo, donde, parece, se urden los planes que se

ponen en marcha para controlar, para asegurarse de la

participación en los resultados de la gestión productiva ajena, en

los beneficios globales del Trabajo, difícilmente ha podido

evitarse que nuestras vidas dejen de depender y estén

condicionados decididamente por los designios de otros, que

nuestras aspiraciones, por modestas y justas que sean, deban estar

en último lugar como motivo primario para alentarnos en nuestro

propio trabajo, y que no dejen de ser meros asuntos locales, sin

mayor trascendencia al nivel global. Esa convicción me condujo

19

a elegir la disciplina técnica que finalmente elegí, la Ingeniería

Administrativa, algo así como un “Management Engineering”,

luego de haber cursado dos tercios de la Ingeniería Civil y,

eventualmente, me condujo a mejorar mis habilidades de

observador social, lo cual fue de gran ayuda durante mi vida

posterior en mi lid de autodidacta. De ahí también se deriva el

título de esta obra: ¡Es Tiempo para el Hombre!, que más que

título simple, es una afirmación vehemente que me permite el

desahogo de un “taco” contenido por muchos años, que intenta

mover en el público, en cada lector, el despertar de una

consciencia de sí mismo, mover a su lucha por conseguir y

mantener el respeto al derecho de <<ser uno mismo>>, del

derecho a la autogestión de los hombres, individual y

colectivamente considerados.

Una de las cosas que me llamó siempre la atención, era la

tendencia de los especialistas en mi área, que es, básicamente, el

manejo de la planificación industrial, del comercio, y su

implementación, a elegir referencias muy cercanas históricamente

y muy simples para sustentar sus trabajos, que consisten, en gran

parte, en labores de predicción de resultados, apoyada en técnicas

de manejo matemático de curvas que los describen, el uso de

referencias provenientes de trabajos experimentales realizados

antes sobre el tema, o modelos matemáticos ya evaluados, que

permiten ciertas proyecciones, dentro de márgenes de error

aceptables. Aún a pesar de los logros obtenidos hoy por el uso de

esos métodos de sistematización de la observación, considerados

rigurosos, ¡y lo son!, me sorprende hoy, sin embargo, el apego a

tales herramientas y la manera como muchos técnicos se resisten

a agotar las fuentes de referencia inmediatos y se apegan, para sus

estudios técnicos, sólo a ciertos aspectos <<de “alto nivel

profesional”>> en su visión vital, esenciales sí, como los aspectos

económicos, financieros, de los materiales a usar, de las

características del suelo a servir de apoyo a las infraestructuras

necesarias, de los procesos de manufactura a elegir, del diseño de

los puestos de trabajo, de la calidad y especificaciones de las

obras civiles a desarrollar, etc., sin atreverse a ampliar sus

perspectivas de observación más allá, (¿por falta de visión

20

comprehensiva, por demasiado “pudor” profesional al tener que

considerar aspectos “demasiado profanos” de la realidad

cotidiana, o con los que profesionalmente y consuetudinariamente

nada creía tener?), hasta perder, en sus intentos inquisitoriales, la

perspectiva humana requerida, la proyección histórica de muchos

de sus temas de estudio, el conocimiento del sujeto al cual sirven,

de sus aspiraciones, de sus frustraciones, de los riesgos que

representan sus proyectos respecto de sus fines humanos , etc.

Con una ingeniería incursionando cada día más, desde mediados

del siglo XX en campos antes específicos de las humanidades, e

interesándose más en temas que tienen qué ver con la aplicación

del rigor científico en áreas en que antes parecía suficiente el

manejo un poco más especulativo, me pareció que valía la pena

avanzar más en la consideración de los estudios históricos y en

otras áreas manejadas hoy con base en la investigación científica,

como la Geología, la Antropología, la Sociología, la Economía,

etc. En mi opinión, ello enriquecería y le daría más solidez a la

respuesta de cualquier cuestionamiento que pudiera hacerme. Así

es como, aún no siendo rigurosamente sistemático, planeé abordar

el tema de este trabajo, en el entendimiento de que hallaría no

pocas novedades de proyección histórica que le darían relieves y

sentido inesperados a las explicaciones que yo buscaba.

Dentro de las preocupaciones que me embargaban, era entender el

origen, las raíces de muchos aspectos de nuestra visión de la

Realidad, de de nuestra mentalidad, de muchas de las costumbres

y usos comunes en nuestra sociedad de hoy, que afectan

profundamente nuestra vida, muchos de los cuales son verdaderos

paradigmas que nos separan insidiosamente de un aceptable nivel

de vida, de una real armonía de vida, hoy, con otros seres

humanos, por decirlo de alguna manera, de otras culturas. Fue

sorprendente para mí enterarme que una inmensa porción de las

poblaciones del planeta, incluidas las sociedades más avanzadas,

viven como lo hacían hace mil, mil quinientos, dos mil o más

años atrás. Para mí es obvio, que en esas circunstancias su

adaptación a las instituciones modernas es insuficiente. Muchos

actos humanos parecen plenamente reprobables, perversos en sí

21

mismos, mirados desde nuestra perspectiva actual; muchas

costumbres, por ejemplo, merecen la sanción social, y aún, la

sanción legal de los sectores más avanzados de la sociedad

moderna y de sus instituciones. Es obvio, que una sociedad

urbana, con aspiraciones de ser ampliamente democrática, como

la nuestra, va a encontrar muchas dificultades si no se enfrenta

con objetividad el problema. Hoy, me atrevo a pensar, que los

difíciles circunstancias de violencia que afrontan Colombia y

muchas otras naciones del planeta se relacionan con esta

situación, que no hemos logrado comprender cabalmente.

El que sean adoptados hábitos respetuosos de la democracia en

sociedades habituadas a la aceptación de formas de liderazgo

primitivo como el caudillismo, como la de los discursos que

excitan a la acción mediante la inflamación emocional, como la

intimidación de la fuerza sobre la razón, donde imperan toda clase

de movimientos hostiles a las instituciones sociales, donde pocos

se preocupan por la concordia y la armonía social, por el bien

común, sino por su predominio hegemónico, donde los conflictos

no se enfrentan con el debate sino con la amenaza de ruina, con

las armas, es más un acto de fe que la aceptación de una realidad

social. En los sistemas democráticos el Poder no está detrás del

fusil ni de la propiedad del Capital; está detrás de la <<Opinión

Pública>>. No detrás de una opinión pública inexistente,

deformada, superficial, artificial, como la opinión de los

“consumidores” sometidos a un bombardeo despiadado de la

publicidad comercial, sino detrás de una opinión pública mirada

en profundidad, que encierra elementos del carácter humano, de

su consciencia, de su subconsciente, de su inconsciente,

construidos a través de generaciones y de interacciones culturales

e interacciones con el Medio Natural donde creció cada

personalidad, y que han dejado en cada persona un rastro propio,

unos valores singulares, fuente muy importante de riqueza

patrimonial de las culturas que han de desarrollarse en el porvenir.

El valor de la Democracia reside, en su mayor parte, en su poder

de preservación de aquellos patrimonios humanos, en su poder de

permitir la elección de nuevos caminos concretos, la búsqueda de

otros destinos, de refinar la cultura, de mejorarla como

22

instrumento de desarrollo de la consciencia. El poder de la

Democracia, en este sentido, puede oponerse al poder de la

Fuerza, al poderío económico, pero puede ser coherente con ellos.

Todavía más, puede conjugarse con ellos.

En las mentes visionarias la esperanza en la Democracia parte de

la Fe, de la confianza en que es posible disfrutar de aquel

patrimonio cultural que todos los humanos hemos heredado, y que

define básicamente nuestras identidades, en que puede construirse

sociedad, comunidad, esferas públicas, sin que dejen de

permanecer las diferentes esferas privadas, en que pueden

conjugarse las aspiraciones de todos para obtener las aspiraciones

comunes, en que puede trabajarse en común para escoger el

camino que han de seguir las sociedades humanas, las

comunidades. El desarrollo científico y tecnológico es una

promesa en cuanto ayuda a generar una consciencia objetiva de la

realidad, en este campo. Ese desarrollo serviría como una base

muy fuerte para construir y redoblar la confianza en el

aprovechamiento de las opciones que ofrece la Democracia. Ello,

sin embargo, no “blinda” esas suertes de la Democracia, frente a

los malos usos de quienes no se comprometen con ella, con el

Hombre tal como lo muestra la experiencia: El aprovechamiento

del desarrollo tecnológico no ha sido eficaz en su aplicación a las

telecomunicaciones; en no pocos casos, ese aprovechamiento ha

sido algo perverso:

La necesidad de mantener el <<crecimiento económico>> como

un índice elocuente de Progreso, la necesidad de <<conquistar>>

nuevos mercados, entre otras cosas, asumidos como propósitos

ideales de los empresarios modernos, como exigencias, “sine qua

non” es imposible mantener su autoestima y su confianza en el

Porvenir, han hecho, que ellos, en el marco de la Economía

Liberal, apoyados en el desarrollo tecnológico de las

comunicaciones y de los medios, sobrepasen sutilmente las

fronteras de la esfera privada del público consumidor, y lleguen a

pretender <<prefabricar>> la opinión pública, crear nuevas

necesidades humanas, generar expectativas, que, más que

favorecer la adaptación de la Sociedad al Medio la desadaptan

23

más, incluso enajenan sus decisiones de “consumo”,

<<justifican>> los modelos de consumo propuestos en las

percepciones de la persona, en vez de respetar y mantener la

autonomía vital del público, todo ello en orden a su propio, pero

privado interés. La sociedad “liberal” moderna no solamente está

cada vez más desarticulada, sino que esta experiencia y las

consecuencias que de ella ha derivado la gente, han hecho que las

personas mayores, para las que es importante todavía su tradición,

se vuelvan, como ocurre en Colombia, más desconfiadas y más

recelosas, que se divorcien, que se distancien más de la manera de

pensar de la juventud indefensa, que abraza sin reservas esa

influencia, sin tener claridad frente a la opción de su propia

enajenación, incluso, de la pérdida de su propia identidad,

convirtiéndose en una víctima explotada y envilecida, en un

verdadero <<autómata>> proveedor de renta de la Sociedad de

Consumo.

Esa práctica, dentro del contexto de la Globalización Económica,

ha conducido a una verdadera encrucijada económica: No se trata

ya de la inseguridad que pueda generase en ciertos lugares del

Planeta para los grandes conjuntos económicos multinacionales, y

pueda asegurarse la integridad del conjunto, con el apoyo de su

actividad en los lugares donde la Globalización ha logrado

consolidarse, o que su gran escala preserve su capacidad de

competencia, sino que sus factores internos de inestabilidad

puedan generarse dentro de aquellas gigantescas estructuras

centralizadas, de manera semejante a como se dio la crisis

económica de 1930 que se propagó con sus efectos en todo el

Mundo. ¿Es válida aquella pretensión inicial para las masivas

privatizaciones de las empresas públicas, para las fusiones y las

liquidaciones masivas de empresas que vivimos los últimos diez

años de neoliberalismo? La crisis económica, que se empieza a

manifestar durante este año del 2008 en los EE. UU. de Norte

América, que empieza a extenderse por todo el Mundo afectando

las expectativas de crecimiento económico de las naciones, es una

muestra evidente, de los problemas que nos esperan en el futuro,

y tiene todas las de convertirse en una verdadera catástrofe. La

codicia de algunos dirigentes bancarios los movió a conceder

24

préstamos impagables para la compra de vivienda a clientes

insolventes y a asegurar su recuperación, negociando en otras

agencias financieras las hipotecas. El resultado acumulado es que

esas agencias tuvieron qué recibir un número inusual de

propiedades de vivienda, se sobrecargó la oferta de las mismas y

se cayeron los precios que sustentaban el retorno de esas

hipotecas. El Gobierno ha tenido que lanzar un plan de apoyo

financiero de US$ 700.000 millones de dólares (a cargo de los

contribuyentes), pero los ingresos de aquellos dirigentes que se

volvieron millonarios, de la noche a la mañana, quedó intacto y en

sus manos, al menos hasta ahora. Ello ha generado muchos

comentarios: Es “el fin del Capitalismo”, al menos del

Neoliberalismo. En lo político, dado que las elecciones para

presidente de los EE. UU., se realizan en este contexto, parece

que va a darse un giro de 180 0 en el cual, la política

intervencionista del partido Demócrata tomará el puesto de la

absolutamente liberal del partido Republicano, procurando

<<llenar el espacio>> dejado por una ética que desde hace

trescientos años no hace acto de presencia.

Otra de mis preocupaciones era entender cómo podían afectar

nuestra vida actual las relaciones que nuestros antepasados

llegaron a tener con otros pueblos, en qué medida sus éxitos y sus

fracasos en este campo hubieran generado en ellos cierta actitud

de discriminación contra nosotros, de cierta consciencia de

“inferioridad”, de una pobre autoestima que he descubierto en

nosotros, de cierto complejo sobre nuestra capacidad para

alcanzar altos niveles de desempeño en nuestra vida productiva,

de una baja estima de lo nuestro, de cierto estado depresivo que

nos agobia, entre otras cosas, todo lo cual percibo claramente en

el ambiente que me rodea, algo que me parece absolutamente

injustificado, que me siento inclinado a rechazar íntimamente y

que me llena de profunda indignación.

Algo que me parece casi impensable y que me angustia, es

sentirme viviendo en un mundo manejado por gente que ignora y

desconoce tercamente, el significado profundo de la imagen de la

Realidad que nos han legado los pensadores humanos de todos los

25

tiempos y de todas las latitudes del planeta, particularmente los

modernos, de los que hemos heredado toda la estructura del

pensamiento científico de que disfrutamos hoy, y que nos aporta

una visión extraordinaria, panorámica y en profundidad, de lo que

es nuestro Universo, y de lo que podemos entender, somos

nosotros dentro de ese contexto que es nuestro hogar.

La Globalización Económica, estructurada institucionalmente

sólo sobre conceptos económicos y financieros propuestos por la

Economía Clásica, representa un riesgo de gran alcance. La crisis

económica mundial que se empieza a desencadenarse en estos

meses (primer semestre del 2008), como fruto de los actos

reprobables de hombres codiciosos con influencia suficiente en

EE. UU., que lo demuestra. Pero lo más delicado es que ese

modelo desconoce, riñe en la práctica con el sentido global y el

poder de la Naturaleza, que dispone de sus propios conceptos de

globalidad, que impone sus condiciones y su propia dinámica

evolutiva, querámoslo o no, y cuando nos salimos de la disciplina

que ella exige, nos pasa la factura en términos de perjuicios de

magnitud inconmensurable. Una de esas facturas corresponde al

proceso de calentamiento global, cuyas consecuencias no hemos

logrado estimar en toda su magnitud.

Frente a la experiencia de los últimos doscientos años, es preciso

entender que la visión burguesa de la vida humana es demasiado

parcial, no ofrece las garantías que por tanto tiempo esperamos

ver plasmadas como fundamento de la seguridad de nuestra

economía, de nuestra civilización, de nuestra identidad, de nuestra

independencia. La sociedad burguesa y sus principales dirigentes

tienen el poder, pero no el conocimiento necesario para lograrlo y

sostenerlo. La idea de establecer una economía humana general,

suficientemente sana, una cultura, sólo sobre el criterio propio de

los Negocios, sin haber construido antes una esfera social de lo

público y otra de lo privado, o sin mirar las diferencias

fundamentales entre ellas y lo que deben ser sus interrelaciones

institucionales, permitiendo la invasión desde uno de esos

espacios, indistintamente al otro, lo que ha pretendido en un

momento dado la vertiente política neoliberal, no solamente

26

señala algo incompleto en las percepciones del profesional de

nuestro tiempo, sino que puede ser ruinoso, particularmente

cuando se toman decisiones erróneas desde el punto de vista

estratégico, lo que exige una amplia perspectiva de carácter

humano. Nadie puede negar hoy, que la experiencia en el manejo

de los asuntos globales, de gobierno, de educación, de cultura

humana como un todo, como son el deporte, las artes, la lengua,

los asuntos de seguridad social, etc., van mucho más allá de los

negocios y el efecto de sus carencias tiene, indudablemente, un

costo económico demasiado alto para la población humana, objeto

de la intervención del técnico y del profesional.

¿Quién podría decirle a los autosuficientes grandes magnates,

grandes estadistas, grandes fabricantes de ideologías, en especial

si gozan de gran prestigio, que podrían estar equivocados cuando

lo están? Es sabido que muchas de las grandes fuerzas humanas

desencadenadas por ellos no sólo no están concebidas para

beneficiar al ser humano, sino que pueden sumarse a los efectos

de los accidentes naturales para originar gran devastación entre

los seres humanos. Las afectaciones actuales en un mundo

superpoblado y desequilibrado fisiológica y psíquicamente, las

consecuencias pueden ser mortales, y… ¡de hecho lo son!

¡Alguien va a tener que decirlo!

Y los argumentos probablemente no van a ser teológicos ni

filosóficos: Los efectos en el medio ambiente terrestre ya son

elocuentes: La concentración de CO2 en la atmósfera terrestre

superan las concentraciones existentes hace dos millones de años;

ello puede desencadenar un efecto invernadero inusual. Pero no

sólo eso: la contaminación en la alta atmósfera junto con el calor

inusual amenaza la capa de ozono dañándola o destruyéndola

totalmente, haciendo que la radiación ultravioleta del Sol se

vuelva letal para la Vida. Por otra parte, el aumento de

temperatura global de sólo 5 o C puede desencadenar

consecuencias inesperadas: Cuando la temperatura del fondo del

mar encuentre su equilibrio unos grados más altos que los

actuales se va a presentar la evaporación del hidrato de metano

del fondo de los mares cercanos a las costas, lo cual acrecentaría

27

el calentamiento general del Planeta; ello haría inhabitables vastos

territorios terrestres donde la temperatura diurna podría llegar a

60 o C y más; grandes masas acuáticas se evaporarían de los

mares y provocarían grandes tormentas eléctricas, y por si fuera

poco, una nueva forma de ellas, las tormentas de rayos gama, -de

gran actividad radiactiva-, que podrían hacer arder toda clase de

materia orgánica, incluso la humana. Y todo eso, consecuencia de

los desafueros humanos acumulados, va a tener que decirlo, en

nuestro tiempo, probablemente no un filósofo, un humanista,

quizás tampoco un confesor que pretende absolver y ayudar a un

hombre contrito, arrepentido de sentirse culpable de un desastre

no imaginado, sino tal vez, sino un técnico, un científico

adecuadamente preparados. Esa experiencia no es nueva en

nuestro Planeta Tierra. Hace entre 252.3 y 251.4 millones de años

más o menos 300.000 años, en el período Pérmico del Triásico

(PT), se dio, en un período geológicamente pequeño, de un millón

de años, la extinción del 95% de la vida marina y el 70% de la

vida terrestre vertebrada. Parece posible, por indicios hallados en

Siberia, que las ondas de choque de un gran meteorito que cayó

en lo que es hoy nuestro polo sur se difundieron a lo largo de los

meridianos terrestres y se encontraron en Siberia (las antípodas)

provocando una actividad volcánica que desencadenó el proceso

de calentamiento global, de transferencia de CO2 y de metano de

los volcanes y del fondo del mar. Ello produjo la devastación casi

total de la Vida en la Tierra

(es.wikipedia.org/wiki/Extinción_masiva_del_Pérmico-Triásico).

¡En Colombia, curiosamente al menos, los teólogos, los filósofos,

los humanistas, los grandes empresarios, los políticos y estadistas

no han despertado! Y los grandes centros educativos y

universitarios colombianos, olvidándose de formar y mantener

coherente consigo misma la personalidad del joven dentro de los

marcos éticos que les señala nuestra propia cultura, mandándolos

a dormir el “sueño de los justos” en el “cuarto de San Alejo”, los

introducen con tremenda ingenuidad y sin que haya mediado el

más mínimo debate, la más mínima consideración, en un mundo

secular, laico, casi extraño, podríamos decir urbano, “universal”

como le dicen ahora, donde pierden su identidad, abrazan los

28

nuevos valores culturales que posan de modernos, pero que

uniforman la personalidad de los humanos, le mutilan a la

consciencia del estudiante sus propias proyecciones históricas y

futuristas, le hacen una nueva reseña y lo “conectan” con el

exterior, le dan una nueva etiqueta y le siembran una nueva idea

de “progreso” desconectada con los valores de su medio social;

luego se dedican a la tarea de producir y adiestrar a grande escala,

a los profesionales que “demanda” la Sociedad, dentro del marco

de las “exigencias de los estatus técnicos internacionales” con lo

cual procuran y consiguen su homologación y reconocimiento.

Mientras tanto: <<las razones políticas, en el medio político,

entre nosotros, siguen estando por encima de las razones

técnicas>>. ¡Definitivamente, casi doscientos años de profunda

discordia y desacuerdos y ochenta años de guerra casi continua

(incluida la cruenta guerra no declarada entre liberales y

conservadores entre los años 1930 y 1953) han logrado socavar

profundamente nuestra cultura dentro del imaginario colectivo

nacional! ¡Tal vez, por eso, nuestras gentes buscan fuera los

referentes que necesitan para darle sentido a sus vidas y que no

pueden encontrar dentro de su sociedad!

Las profesiones liberales, la Técnica, en general, no han logrado

tampoco superar las barreras de su inmediato utilitarismo entre

nosotros. Por eso entre nosotros no se lleva a cabo una

investigación pura, <<todo nuestro bagaje científico y técnico o

casi todo él es importado>>. Nuestros referentes técnicos y

científicos son casi todos de apellidos impronunciables en

castellano. Nada o casi nada de eso es nuestro y el costo de

nuestro acceso a él hay que pagarlo a un precio humano

inconmensurable. Nosotros dependemos de lo que investigan

otros casi en un 100%. En ese sentido, somos minusválidos y

dependientes de las instituciones que hacen investigación y

avanzan en grandes obras en el exterior.

De la misma manera que en la sociedad europea de la Edad Media

la formación académica y universitaria eran un privilegio

exclusivo de la aristocracia, <<dado que se suponía que a ella

solamente le competía la dirección de la Sociedad>>. Luego, la

29

idea de prepararse para esa labor, debió suponer para la burguesía

una exigencia propia del ejercicio exclusivo del mismo, cuando

hubo de conseguir el acceso al Poder después de la Revolución

Francesa, a despecho de la nobleza, de los príncipes y los

monarcas. Instituciones como la Escuela Pública y la Universidad

Pública para la formación del Pueblo, debieron convertirse en

instituciones urgentes, imprescindibles; mientras tanto que pasaba

la zozobra y la confusión del proceso revolucionario, la falta de

experiencia por parte de la burguesía debió tener sus

consecuencias: Por ejemplo, inicialmente debió generarse un

empobrecimiento de la visión, del horizonte estratégico y político

prácticos, en el Estado Republicano incipiente, como institución,

lo que probablemente condujo a la asunción del Poder en Francia

por parte del Despotismo Ilustrado, con el acceso de Napoleón

Bonaparte al Poder; en la Edad Moderna, no pocas veces, la

presencia de Occidente en el mundo se muestra a menuda

ingenua, interesada y sin un peso específico notable tal como lo

han expresado muchos tratadistas del tema, particularmente en

otras culturas, cuando se refieren a esa presencia en el resto del

mundo. En política exterior, Occidente solamente ha sabido

mostrar como elemento relevante en sus relaciones

internacionales, no sus valores fundamentales con intenciones de

interacción con otras culturas pura y simple, de igual a igual, los

que sólo esgrime como argumentos de superficie, sino, en el

fondo, sus intereses de supremacía en los aspectos económico y

financiero; muestra también sus intereses militares y estratégicos-

políticos inmediatos, todos los cuales tienen la perspectiva de

alcanzar sobre su contraparte, un mayor control sobre todas sus

iniciativas. Desde fuera es visible apenas su “corteza” económica,

en su orientación geopolítica de carácter público-privado,

enfocada primordialmente en sus conveniencias, hacia los

negocios y las finanzas (como expresiones de su concepto de la

Libre Empresa) y, por otro, en su “corteza” científica, por medio

de la cual, no sólo tiene oportunidad de desarrollar y modernizar

todo su arsenal y procedimientos de carácter militar, sino dar a

conocer su creciente capacidad competitiva, de dominio de la

globalidad.

30

Esa manera mezquina de considerar al otro, debería quedar

eclipsada con las muestras de universalidad y aceptación de las

diferencias en el plano de unas relaciones con equidad, tal como

queda claro en el lanzamiento, en Medellín, del nuevo diccionario

de la lengua castellana por parte de las academias de habla

hispana, <<entre ellas la española>>, en el año de 2007, con la

inclusión de las voces y de los nuevos modos de hablar de las

poblaciones marginadas del continente latinoamericano. Se trata

de un evento de singular importancia para nuestra cultura, pero a

la que la propaganda comercial vulgar no tiene nada que

ofrecerle, sino tal vez <<olvido>>. En marzo del 2007 se clausuró

en Medellín, con presencia, por primera vez en la Historia, del

Rey de España, un evento de gran magnitud protagonizado por

todas las academias de la lengua de habla hispana, y se publicó un

nuevo diccionario que actualiza, a la fecha, nuestro idioma, que es

el fundamento de nuestras comunicaciones interpersonales y de

nuestra cultura, con los aportes lingüísticos de todos los pueblos

que componen nuestra comunidad cultural. Al destacar esa labor

que tiene para nuestros pueblos, un valor incuestionable, aunque

muchos de nosotros no tengamos la consciencia de ello, el

Monarca se refirió expresamente a la labor callada de los

académicos y al alcance inusual, hoy, de su cometido, que

<<probablemente no sea pecuniariamente muy productiva, al

menos a corto plazo (en otras palabras no cae en el limbo de las

actividades utilitarias): Pero que, a pesar de todo, tiene un

resultado imperecedero: Nada menos que acogernos a todos

nosotros y a nuestros aportes lingüísticos populares de cada una

de nuestras regiones, en espíritu, incorporar a la Comunidad todas

las expresiones de nuestra mentalidad, y <<establecer las bases

populares de una cultura que estamos en el deber de fomentar y

aclimatar al contexto universal>>. Esa tarea, logré entender, la

desempeñan personalidades ilustradas con pleno conocimiento de

sus compromisos universales, en un espacio laboral que, como

fue expresamente afirmado, no tiene nada que ver con los

negocios (palabra, que etimológicamente significa, la negación

del ocio), sino con el <<ocio>>, que no es, de ninguna manera un

espacio improductivo, un espacio para la holgazanería, según el

sentido que se ha generalizado entre nosotros, sino un espacio

31

creador de cultura, donde se abren nuevas opciones vitales,

valiosas para el ser humano, aunque probablemente no

intercambiables o convertibles, a corto plazo, a valores

económicos.

Nosotros, la población humana del planeta, ya a principios de este

siglo XXI está sufriendo las consecuencias de una sociedad

moderna establecida a la fuerza, con engaño y apresuradamente

sobre bases conceptuales muy efímeras. El Renacimiento, que

representa como la palabra lo dice, un renacimiento de las

múltiples facetas del espíritu, de la personalidad humana en

Occidente, también representa, la novedad del cuestionamiento

del hombre, como hechura del sometimiento del ser humano a los

poderes monárquicos apoyados en una explicación dogmática de

la Realidad, del significado de la vida del Hombre y del Mundo

que, como decíamos arriba, le sirve de hogar, todo lo cual se

desarrolló, a plenitud, en la cultura de la Edad Media.

Pero es preciso entender que nuestra desgracia no viene

exclusivamente de allí: Eventos históricos, como los grandes

enfrentamientos entre las culturas orientales y Occidentales, que

se originan en las luchas ancestrales de los pueblos asiáticos por

alcanzar una economía segura en un medio inusualmente hostil,

como se daba en los territorios de Asia Central, afectan

gravemente la suerte de Europa. Europa, en un momento dado en

edades más antiguas (entre hace 300.000 años y 70.000 años), ha

sido invadida por dos ramas de homínidos, (primero por el

“Neandertal” y luego por el “Cromañón” o Hommo Sapiens).

Luego en edades más modernas fue invadida por tribus bárbaras

provenientes de Asia, empujadas por los grandes poderes

orientales y liberada sucesivamente por el imperio más fuertes de

Europa como fue el Imperio Romano, mientras le fue posible,

hasta su caída definitiva en la centuria quinta de nuestra Era.

Años más tarde, Europa fué plenamente cercada por los Imperios

Orientales a mediados del primer milenio de nuestra Era. El

comercio con Oriente se interrumpió, la navegación en el

Mediterráneo era casi imposible y solamente una férrea disciplina

y una vida austera y llena de estoicismo, que sólo pudieron ser

32

articuladas sobre la autosuficiencia de la producción agrícola y

ganadera locales, permitieron la posibilidad de mantener un

precario equilibrio económico y una supervivencia difícil. Ese es

el verdadero origen de la manera de ver el Mundo de la cultura de

la Edad Media.

Las cruzadas lograron frenar aquel bloqueo militar y económico.

Abrieron la navegación por el Mediterráneo y permitieron

nuevamente el desarrollo de relaciones comerciales con otros

pueblos. La sociedad europea se abrió a una transformación de

costumbres practicadas durante varias centurias y aquello no se

llevó a cabo sin conflictos, rebeliones, relajamiento de la moral,

cismas religiosos y muchas otras consecuencias, como fue el

mismo Renacimiento, que muchos autores relacionan con un

verdadero cuestionamiento general sobre el significado de la vida

humana misma en el Mundo para los europeos.

El Renacimiento no sólo produce obras de arte famosas, no sólo

tiene el significado de una realización del espíritu humano inédita;

modela también el espíritu de los hombres. Particularmente, el

descubrimiento de América y su conquista, son realizados por

espíritus humanos europeos profundamente influidos por el

Renacimiento. Y el producto de su acción evangelizadora, la

experiencia del contacto de esos hombres con el mundo

americano ha merecido mucha controversia. Podría decirse que

generaron problemas humanos cuyas consecuencias vivimos aún,

que generaron grandes discusiones teológicas y jurídicas que

enriquecen inmensamente nuestra cultura americana y que

merecen un lugar especial en nuestra memoria. El Renacimiento

representa también las raíces de nuestra cultura actual, la promesa

de un mundo mejor, pero es preciso, para modificar la suerte del

hombre moderno, que reiniciemos y llevemos a buen término

aquel debate universal que empezó hace casi seiscientos años y

que aún no ha terminado.

Todos esos acontecimientos producen, entre muchos otros, un

efecto particular en la disponibilidad del poder económico: El

sentido comercial despierta la codicia y refuerza la costumbre ya

33

de uso común en la Guerra, del afán de lucro, del derecho al

disfrute del “botín de guerra” en bien del triunfador y de su

soldadesca. Los tesoros ocupados en Oriente, el producto del

saqueo en América, el producto económico de la Guerra del Opio,

sirven para mantener para Europa el balance comercial con

Oriente; igualmente son una fuente de capital que sirve de firme

base financiera para lo que vendría más adelante: La construcción

de la Industria que se desencadena con el advenimiento de la

Revolución Industrial. En Gran Bretaña se inicia con la

desestabilización de la población campesina bajo la presión de la

demanda de tierras por comerciantes de propiedad raíz con

“visión”. Luego esa población va a ser, y por fortuna lo es, la

proveedora de “mano de obra” de los primeros talleres textiles de

Manchester y Londres. De no ser así, aquello se hubiera

convertido, más de lo que fue, en una verdadera catástrofe social.

Otro fenómeno que se perfila es que la interacción, la

convivencia, entre las burguesías de diferentes culturas es difícil.

No todas las burguesías del Planeta son comparables. La

democracia es un ideal a realizar, no es una realidad en sí misma.

La diplomacia entre poderes, el protocolo, están destinados a

reforzar los lazos entre los jerarcas de los diferentes Estados, a

evitar susceptibilidades maliciosas, a reforzar el mensaje de

amistad con acciones simbólicas adecuadas y no tiene su par en la

sociedad burguesa; no se ha tenido experiencia suficiente para

visualizarlos, al menos como para entender el significado de la

“informalidad” que se sale del orden establecido, de la legalidad,

y cuyo modelo se difunde a través de lo que se llama la <<doble

moral>>. Cuando menos, lo que se practica es una acartonada y

burda imitación de los modales monárquicos, con miras a la

exaltación del ego del interlocutor. De la maraña de sentimientos

y actitudes que surgen de las relaciones comerciales conforme al

trato mutuo, a la lealtad demostrada, al respeto a lo acordado, se

deduce que el Comercio se convierte en la vía burguesa expedita

para sustituirlos, y es de la poca seriedad en el trato comercial de

donde surgen, principalmente la intolerancia con las diferencias y

las enemistades en la base popular de la población.

34

Los revolucionarios franceses creadores de las instituciones

públicas de la República, entre sus tres poderes del Estado, tienen

dos que tienden a busca bases de opinión para empezar los

esfuerzos de integración de los elementos dispersos que llegarán a

formar la Nación, a partir de lo que ya une: el lenguaje común, la

mentalidad, la religión, entre otros valores. Esos dos poderes son

el poder Legislativo y el poder Judicial. Como dice sabiamente

Fernando Savater: El “Parlamento” es el lugar donde se

establecen los términos de la tregua en la “guerra civil” de hecho

que se da entre las diferentes facciones de la ciudadanía; El poder

Judicial, por su parte, juzga el cumplimiento ciudadano del orden

establecido. Todo ello tiene que ver con la Ética, <<de una nueva

ética>> que se va construyendo en el ámbito de la Nación, pero

no, todavía, con una realidad de respeto por las diferencias, una

común valoración positiva del otro, con el reconocimiento de la

visión de la riqueza, de opciones políticas que se dan en una

sociedad heterogénea donde la experiencia humana presenta

variados aportes. A veces, el proceso retrocede y aparecen la

Violencia u otros problemas diversos. La concordia deberá venir

con la madurez de la personalidad de los ciudadanos en el

ejercicio de la vida social. Y todo ello sin considerar que, a veces,

la realidad institucional y humana no se dan tanto por la

racionalidad de los actos, lo juicioso de las decisiones, sino por la

fuerza ingobernable de los encontrados sentimientos y emociones

que las interacciones sociales desencadenan, es decir la

animalidad humana, que puede ser el mayor motor de los

aconteceres de la Historia, <<una seria interferencia a los

quereres racionales de los hombres>>. Así podemos entender,

impotentes, como esa animalidad ha producido en países como el

nuestro, Colombia, una realidad aciaga que tendremos que

superar de alguna manera.

La lucha por nuestra independencia en las naciones

latinoamericanas tiene un significado, de fondo, de valor

indeclinable: La lucha por la libertad de nuestros pueblos de la

tiranía absolutista del sistema monárquico europeo, y del Imperio

de los dogmas del pensamiento imperante, impuestos al calor de

la hoguera por las autoridades religiosas romanas. Pero significa

35

para muchos de nuestros pueblos otras cosas también: Nuestras

naciones pasan a formar parte de la esfera de dominio de la

cultura anglosajona, según las suertes de la política y la guerra de

durante los siglos XVI y XVII.

Ello significó que se interrumpía un proceso de evolución

cultural de una profundidad difícil de comprender en el mundo de

hoy, y del cual formaba parte nuestra experiencia americana en

términos del trato del europeo (generalmente español)

renacentista, con sus fortalezas y debilidades, y el nativo

americano, igualmente con sus fortalezas y debilidades. Esa

experiencia provocó una controversia de significado universal, en

el transcurso del siglo XVI en Europa, que definió lineamientos

jurídicos capitales, asiento del nuevo Derecho de Gentes en

América. Significó, además, para nuestra población indígena, la

consolidación de una empresa explotadora de los hijos de los

antiguos encomenderos en conflicto con la metrópoli española,

que, al menos, mientras duró la regencia de la casa de Austria, no

claudicó nunca de su misión evangélica y de exaltar su valor

igualitario con los súbditos europeos, como súbditos, también, de

las provincias americanas, y sus derechos fundamentales. Esa

experiencia pesa hoy, de manera singular, en las relaciones

sociales, entre la dirigencia formada en los esquemas del

modernismo occidental y el pueblo de base en nuestras naciones,

que conservan muchas de sus costumbres arcaicas de vida, igual

que al nivel de nuestras relaciones internacionales regionales,

alimentando conflictos de importancia política que tenemos

urgencia en superar.

El hecho de que avance el debate que mencionamos arriba,

encierra una promesa para el futuro de la Humanidad: La apertura

espiritual, la comprensión, entre sí, la posibilidad de una sincera

cooperación, la unidad, el sincretismo progresivo de de todas las

culturas de la familia humana. En economía podremos hablar de

la unidad en la diversidad, que conducirá a organismos sociales

humanos cada vez más complejos; algo que contradice la

uniformidad tan predicada hoy, que conduce a los conglomerados,

a las masas humanas. Esos organismos, para mantenerse

36

adaptados al Medio Natural, tendrán que mantenerse adaptados o

adaptarse a la vida animal y a la vida vegetal, a los ecosistemas

existentes del Planeta o constituir otros nuevos, para integrarse

con sus respectivos reinos y aprender a disfrutar en común del

grandioso sistema termodinámico que aporta la relación

astronómica de nuestro Sol y la Tierra, y que es, por encima de

todas las fuentes energéticas terrestres, la más colosal fuente de

energía, de riqueza, de la que podremos nunca disponer en

nuestro Mundo. Ese es el gigantesco “premio de consolación” que

nos espera al final de nuestro esfuerzo, de nuestro recorrido.

Como puede verse, el que sea incorporada esa visión a los

propósitos de los líderes de la Humanidad, el que esa visión sea

reproducida en la mentalidad de los seguidores humanos que

enfrenten los compromisos y las tareas propias de semejante

empresa, va a generar cambios sustanciales en los proyectos

políticos que habrán de conformar mañana nuevas realidades, que

serán necesariamente diferentes a las de hoy. La flexibilidad de la

mentalidad ciudadana, la dinámica de la evolución cultural y, por

lo tanto de la Sociedad, se van a ver beneficiadas por la

introducción de referentes utópicos en la formación de proyectos

personales y sociales. Muy pocas personas actúan hoy con

referencias utópicas; los sueños o están archivados o sepultados

bajo el peso de la dominación y los condicionamientos externos, o

los propósitos que se asumen, con relativa independencia, se

refieren a situaciones, a modelos de vida actuales que se desea

cambien, pero hacia otros formatos típicos, también, de la vida

presente. Así, solamente se logra repetir los mismos resultados

que se consiguen hoy. ¿Y cuales son ellos? Pues anarquía,

discordia, enfermedad, angustia, incertidumbre, una vida sin

sentido expreso, una lucha sin cuartel contra el caos que nos

abruma, la seria probabilidad de sucumbir, la incapacidad por

generar un saldo económico positivo, entre las energías que

logramos recaudar en la denodada lucha por la vida y las pérdidas

de toda suerte que se nos presentan.

37

I UNA EXPERIENCIA, UNA MEMORIA, MUCHOS

CUESTIONAMIENTOS, MUCHA REFLEXION

En un diálogo muy íntimo, quizás por motivos que surgieron

durante nuestra conversación, mi hija Silvia María me propuso

que escribiera las memorias de mi vida. De acuerdo con el tema,

era obvio que ella, dado su descontento con el legado defectuoso,

realmente, según su concepto, recibido de nosotros en nuestra

tarea formativa de ella y de los otros tres hermanos, hubiera

querido encontrar una explicación que le permitiera, en un

momento dado, entender un poco a papá y a mamá, su relación

personal, sus problemas de orden familiar, nuestro sentido de la

vida como padres, nuestra preparación para abrirnos paso en la

lucha cotidiana, las dificultades del Medio en que nos tocó vivir y

quizás, mis dificultades para asegurar el cumplimiento de mis

compromisos de padre, particularmente el de proveedor del

Hogar. Parecía evidente, para ella, que nosotros estábamos

desenfocados respecto de muchos criterios que, en su concepto

estaban vigentes y que definían el perfil de la sociedad en que

ellos crecían y se desarrollaban.

Era obvio que en casa se vivía la zozobra de la inseguridad. El

diálogo posterior con Margarita, el tercer hijo y con Juan Miguel,

el cuarto y último, ha sacado a relucir opiniones muy serias acerca

de diferentes aspectos del mismo tema. Mi acceso a Mario, el

mayor, en diálogos de tal profundidad casi se interrumpió desde

que salió del hogar para hacer su propia vida, en 1985, viajando

un poco prematuramente a Alemania cuando tenía apenas unos

veintiún años, es decir, hace veinte años. Sus planes eran terminar

allí sus estudios, empezar a trabajar y tal vez, formar allí su

propio hogar, como efectivamente hizo. Yo diría que su opinión

es bastante coherente con la de sus hermanos, incluso más radical

todavía. Entre las conclusiones podrían mencionarse, un futuro

ensombrecido por la Violencia, que nos golpeó directamente,

nuestra tendencia a una paternidad autoritaria, una herencia

cultural desactualizada e inútil para su tiempo, la comisión de

errores estratégicos básicos en la planificación económica de mi

38

vida, teniendo en cuenta solamente las oportunidades que tuve de

ubicarme, en mi mocedad, en un medio de trabajo estimulante,

seguro y prometedor en términos de ingresos y buenas

oportunidades de trabajo. El recrudecimiento de la violencia

revolucionaria me conducirían, más tarde, a riesgos incalculables

para las finanzas de mi familia y para mi vida, en momentos en

que mis obligaciones familiares se hacían más exigentes.

El desenlace final de la historia vivida en mi entorno social

durante los últimos diez lustros, es a grandes rasgos así: Me

gradué como ingeniero administrador en la Escuela de Minas de

Medellín, me casé con mi esposa Silvia, de origen alemán, a

mediados de 1963, tuvimos nuestros hijos, los formamos y se

independizaron, hice mi fortuna y la perdí. Esto último fue lo más

diferente a mis expectativas de lo que nunca hubiera podido

imaginar. Podría decir, con certeza, que lo ocurrido en nuestro

caso, se ha repetido por doquier en la geografía de nuestra nación,

con su réplica a lo ancho de todo el Mundo, lo que sembró de

incertidumbres el camino de los hombres de trabajo, como yo,

haciendo mucho más difícil de resolver, no sólo la suerte de una

familia como la mía, sino la de muchas otras familias, aún de

naciones enteras, de pueblos que vieron sacrificadas generaciones

de personas en el vórtice de la guerras suscitadas en la época. No

obstante los logros han sido patentes. Hoy por hoy, me siento

satisfecho de la suerte de mis hijos, de nuestros nietos, lo que se

debe a su esfuerzo, con la labor difícil y heroica que les ha tocado

realizar.

Me doy cuenta, contemplando la experiencia de mi vida, que

quienes querían que yo desistiera de elegir vivir mi propia vida

como yo quería vivirla, con mi actividad independiente, como

empresario del Campo, que yo tomaba entonces a mucho honor,

quizás tenían razón. Una razón reforzada, finalmente, por la

opinión de mis propios hijos, ninguno de los cuales se resolvió a

acompañarme en mi camino. En el fondo, quise seguir la senda

sembrada en mí por mis propios padres, él de origen campesino

de clase media, ella, perteneciente a una de las familia de origen

aristocrático de mi país. En cierta forma, me marcó el amor a la

39

Naturaleza y a la vida de campo que ellos sembraron en mi

corazón.

Cuando los hijos estaban ya adolescentes, ya me había dado

cuenta, con inmenso dolor, que en mi familia había triunfado la

fuerza atractiva de la vida urbana, de la vida burguesa sobre los

valores de mi tradición campesina paterna, que yo amaba

entrañablemente abrumada por la incertidumbre que se cernía

poco a poco con la Violencia, a medida que se extendía ésta por

doquier, en nuestros campos. Aquella dura experiencia era

condimentada, muy a menudo con sentidas amonestaciones de

allegados cuyas “lecciones” recibía yo frecuentemente a

regañadientes y con profundo desengaño: “Mario, no te olvides,

el Campo ennegrece, embrutece y empobrece”. Yo tomaba ese

dicho como un indicio de la irresponsable y desobligada actitud

con que eran tomados en el medio urbano el campesino sencillo y

su Medio Ambiente. Nunca tomé aquella lección como una

amigable amonestación. ¡La tomaba siempre como una afrenta!

Me sentía inmensamente lastimado, y lo peor: Las enseñanzas que

me ofrecía mi propia experiencia, tal como llegué a interpretarla,

movido quizás por una terca postura personal hacia la vida del

Campo, como yo la entendía, tal como la había conocido, me

hicieron pensar que aquellos valores eran algo contradictorio,

opuesto y difícil de conciliar, con los valores que se me habían

inculcado desde la orilla de la Urbe.

Era evidente que todavía no había percibido ni tenía consciencia

del profundo conflicto cultural que vivían y viven hoy las culturas

campesinas tradicionales y la cultura urbana en nuestro país, con

el enfrentamiento soterrado unas veces y franco otras, y que

afecta profundamente las relaciones de la gente del Campo y la

gente de las ciudades, con la pérdida irreparable de un inmenso

patrimonio cultural, como consecuencia, al ser, simplemente,

sustituidas aquellas, por la imposición de los criterios urbanos, sin

mediar una discusión razonable, el más mínimo debate. Es sabido,

como lo demuestran abundantes testimonios antropológicos, que

el desarrollo de todas las artes productivas de la cultura

tradicional, campesina como autóctona, han necesitado para

40

forjarse cientos, miles de años y representan un conjunto de

conocimientos, de altísimo valor patrimonial, cuya pérdida puede

significar el origen de la desaparición de no pocos contingentes de

población humanos. De esa manera, por razones de “mercado”,

estamos olvidando industrias artesanales de gran valor

antropológico, como ciertas artes del tejido textil, el cultivo de

frutos tradicionales como la chirimoya, los madroños, las ciruelas

jobas y otros, el cultivo de ciertos granos como la avena, la

cebada, el trigo, de maderas preciosas como la caoba, el cedro

amarillo, el carreto, el ébano, el santa cruz o diomato, el nazareno

o brasilete entre muchos otros y muchas cosas más que

aprendimos de nuestros aborígenes y de nuestros colonizadores.

Finalmente, quise seguir la recomendación de mi hija Silvia

María, pero con fines didácticos e ilustrativos. Quizás también

con la intención de encontrar la forma de canalizar una catarsis

personal, y por qué no también de mi entorno humano,

profundamente afectado por la Violencia. No escribo mis

memorias, sino la memoria de una experiencia vista desde un

punto de vista insólito: Soy consciente que nuestras frustraciones

son las mismas frustraciones de generaciones de hombres, como

yo, que hubieran dado mucho más a la Humanidad de lo que

pudieron, así fuera anónimamente, si las condiciones en que les

tocó vivir no se lo hubieran impedido. Esa sola afirmación es el

producto de una lección de mi Vida, una lección que, estoy

seguro, debería conmover la consciencia de los medios

científicos, de los estadistas y dirigentes modernos, la de los

ingenieros de última generación, de los filósofos, humanistas y

teólogos contemporáneos. Una lección, acerca del espantoso

desperdicio de los recursos humanos al que se enfrenta la

humanidad actual, del mayor tesoro imaginado por ser humano

alguno, que hemos recibido con profusión, y que hemos

menospreciado tradicionalmente desde tiempos inmemoriales.

Les doy toda la razón a mis hijos, cuando eligieron una vida muy

diferente a la mía. Pero, vi, además, que debería asumir la bandera

de la defensa de todas aquellas generaciones de hombres, de todos

los tiempos, que creyeron en el Hombre, a pesar de haber sufrido

41

toda clase de mutilaciones físicas y espirituales en sí mismos, en

sus familias, en sus comunidades, que tuvieron que buscar un

refugio, tal vez demasiado inhospitalario en las grandes ciudades,

que se vieron sometidos a sufrir el desdén de compatriotas más

afortunados, aunque su sacrificio haya sido incapaz de mover de

su sitio las absurdas decisiones políticas de quienes han manejado

los asuntos públicos de los diferentes pueblos, a lo largo y ancho

del Mundo entero durante todos los tiempos. Este trabajo obedece

a una visión, como decía arriba, insólita: Es la de un campesino

con su consciencia formada en el seno de una cultura raizal de un

país suramericano, ampliamente influida por la visión cósmica de

la cultura grecorromana heredada de los españoles y percibida con

los sentidos propios de un ingeniero de escuela. Mi formación

espiritual dentro de esta cultura, en las disciplinas científicas que

enmarcan mi profesión técnica y la percepción del conocimiento

que me ha deparado mi propia experiencia, me han infundido gran

confianza en el valor humano universal de algunos valores

aprendidos en mi propia cultura. Entre ellos puedo mencionar el

reconocimiento de una dignidad específica y de unos derechos

fundamentales que distinguen al ser humano de los demás seres

de la Creación, a la necesidad del respeto recíproco de nuestras

respectivas dignidades entre los hombres, al principio de la Libre

Empresa personal, individual, de la Libre Empresa también, al

nivel comunitario, pero eso sí, sustancialmente comprometida con

el ser humano como tal; igualmente a la práctica de ciertas

virtudes fundamentales, entre las cuales podría mencionar, la

honestidad, la transparencia, la integridad ética, la humildad, la

responsabilidad y el compromiso con los otros, la solidaridad, la

capacidad de visión, la tolerancia con las diferencias, la

laboriosidad, etc.

Mis aspiraciones, respecto del crédito que pueda merecerle a los

lectores este trabajo, son: Que sea considerado como la reflexión

de una vida vivida seriamente con espíritu emprendedor, es decir,

atreviéndome a vivirla intensamente con plena consciencia de los

riesgos que habría de enfrentar, con un compromiso personal

pleno, con los ojos bien abiertos, calculando cada paso tan bien

como me fuera posible hacerlo, considerando las incertidumbres

42

que se cernían delante de mi tarea, de los medios muy parcos de

que disponía para asegurar el control sobre mi vida y el

cumplimiento de mis compromisos, pero definitivamente, con una

visión optimista de la Vida.

A pesar de los nubarrones que ocultaban lo que podría llegar a ser

aquel “viaje”, yo lo asumí y lo enfrenté con decisión, como un

reto. Tenía plena confianza en mí mismo, en los medios de que

fui dotado en mi formación profesional, en los valores que

aprendí en mi casa para sortear las “dificultades del camino”. No

pocas veces me sentí estimulado por la recia voluntad de los

navegantes españoles y portugueses que se hicieron a la mar en el

siglo XVI para realizar sus empresas descubridoras, por la

audacia de los pioneros de la Revolución Industrial, fundadores

de la industria moderna, que tuvieron muchas veces qué pagar,

por su aprendizaje, un alto precio. Así, con su inspiración enfrenté

mis propias empresas, así enfoqué los descubrimientos de las

oportunidades de que podía disponer a lo largo de mi vida; así

miré los escollos que podían cerrar mis vías de acceso a ellas, ya

generados por razones fortuitas, ya por actitudes descuidadas o

perversas que podrían conducirme definitivamente al fracaso o a

la ruina: Confié en mí mismo, confié en la Providencia de Dios,

pensando que mi tarea tenía una trascendencia particular, aunque

conjugada con las tareas que cumplían otros empresarios, como

yo, sabiendo que formaría parte de una gran empresa que los

hombres de mi país pondrían en marcha para bien de la

humanidad y que sería justamente valorada y reconocida.

De mi trabajo, debía derivar mis ingresos igual que la fortuna

necesaria para mantener a mi propia familia y educar a mis hijos.

En otras palabras, sabía que en aquel “viaje” debería encontrar las

oportunidades de hacerlo. Debería ser cuidadosamente preparado,

pero sabía que esa preparación no garantizaba definitivamente el

éxito. No era consciente, del valor inmediato de circunstancias

políticas que estaban en marcha hacía mucho tiempo, que me

impresionaban hondamente, y que habían avanzado

profundamente en la geografía planetaria, pero que yo todavía

consideraba lejanas. En particular, dada mi calidad de empresario

43

independiente, me convertiría más pronto de lo que imaginé, en

“objetivo militar” de una empresa política destinada a traer la

revolución socialista a mi país. Muchas decisiones deberían ser

tomadas en la marcha y muchas de ellas tendrían que ser tomadas

sin un conocimiento completo de las circunstancias del momento,

sabiendo, por otra parte, que carecía, en absoluto, del apoyo

estratégico que requería mi empresa en épocas difíciles. Enfrenté,

pues, solo mi tarea, tal como la tienen que enfrentar en mi país

cualquier empresario. Era consciente de mis responsabilidades,

pero sabía, que no tendría por qué culparme si no acertaba todas

las veces. Todavía no era el momento de desistir, por lo tanto

asumí, un poco más avanzada mi vida, la decisión de establecer

prioridades en su realización. Así, cuando me pareció imposible

seguir adelante en mi empresa ganadera, dados los riesgos que

representaban para mí y para mi compromiso familiar, renuncié a

mi empresa ganadera y me concentré, como fuera, con los

recursos de que disponía, en la educación de mis hijos y su

establecimiento en sus propias vidas. Felizmente en ello tuve

éxito, y ese éxito cifra en mí la satisfacción de haber logrado mi

propia cosecha.

No es este trabajo un medio para señalar culpables de todo lo

malo que ocurre, un intento de alimentar la conspiración contra el

orden establecido, el fraude, la traición, con una engañosa

presentación del tema. Quiero ser sincero, decir lo que realmente

me parece que he percibido. En primer lugar quiero dar una

respuesta honesta, con plena responsabilidad, a los interrogantes

de mis propios hijos. Más que nadie, ellos y mi esposa son los

directos beneficiados o perjudicados por las acciones de que,

quizás, yo me tenga que arrepentir, o del daño que sin consciencia

de hacerlo o perversamente hubieran recibido de otros. En

segundo lugar, mi experiencia, tal como yo la percibí, tal vez

podría ayudar a otros a evitar las consecuencias de decisiones mal

tomadas como las que yo tomé o de acciones capaces de

perjudicar a otros, tales como las que mi familia y yo sufrimos.

No tengo el menor interés en la polémica, no intento demostrar

nada, no me propongo demoler argumentos de otras personas en

pro o en contra de sus determinadas tesis prácticas o teóricas. No

44

me propongo provocar el derrumbe de ideologías políticas de

tesis filosóficas, o de alguna fe religiosa de quienes se sientan

tentados a asumir la posición de contendores frente a mis

afirmaciones en un probable debate. Probablemente, en muchas

cosas podría estar viendo lo que no es real y debería preocuparme

por ajustar mi visión; podría estar equivocado y debería pensar

seriamente en enmendar mis errores. Lo admito. Pero estoy

seguro que eso puede arreglarse con un intercambio constructivo

con otras personas, con debates abiertos y cordiales, con el

esfuerzo invertido conscientemente en la búsqueda y el

descubrimiento de la Verdad. Esencialmente, sólo busco al

Hombre, tal como es, deseo entender su trascendencia,

comprender cómo puede llegar a ser su vida en el futuro y como

puedo ayudar en eso.

Quiero expresar sí, para empezar, que la sociedad humana está

todavía en “obra negra”, sé que allí hay “madera” para “trabajar”,

que aún a mi nivel de vida, relativamente sencillo, hay

sentimientos y emociones reales, como miedos odios, envidias,

esperanzas, frustraciones; también hay opinión, fe, confianza; el

genio humano abunda en expresión, también se puede escribir

historia, también hay sensibilidad suficiente, consciencia de la

realidad suficiente, amor por la vida suficiente como para

desarrollar, incluso, las obras de artes más sublimes. De hecho

ello ya se ha dado históricamente entre nosotros.

Con una visión globalizada, de fondo, macroscópica, apoyado en

la evidencia científica, hago el intento de mostrar una realidad de

la vida humana casi imposible de percibir desde el punto de vista

del aislamiento en que vivimos los hombres hoy, aún contando

con los medios mecánicos y electrónicos de comunicación de que

disponemos, máximo cuando, como ocurre casi siempre, es

apenas interrumpido por la información tendenciosa y amañada

que se difunde en todas partes. No debemos olvidar, que en su

momento, nuestra cultura occidental tuvo su visión integral de la

Realidad muy elaborada a partir de su pensamiento religioso, y a

partir de la reflexión sobre el Hombre que se dio en el momento

del Renacimiento. Esa visión integral fue rota desde el

45

advenimiento de la llamada Reforma, en tiempos de Calvino,

rotura que, luego, cuando aparece el sistema republicano como

consecuencia de la Revolución Francesa, de la Ilustración, da

paso a una transformación tumultuosa errática y desordenada de

la vida humana en Occidente. Esta visión pierde su perfil en la

consciencia de mucha gente, como efecto de la “disolución de la

personalidad” al nivel colectivo, de la pérdida de la identidad, del

sentido de orientación de la Cultura en Occidente, cuando se da el

proceso de su secularización, y casi, su aislamiento de su entorno

natural. Al nivel colectivo parece darse en la consciencia

occidental, en especial al nivel de lo urbano, un proceso de

transformación “esquizofrénica”, algo comparable con los

problemas de salud mental del ser humano al nivel individual,

algo que podría ser considerado patológico, sin correr muchos

riesgos de error, y que afecta a la vida humana, en la edad

moderna, de manera radical.

Desde el punto de vista científico, aún cuando cada nuevo

conocimiento descubre nuevas incógnitas, cada vez de más difícil

solución, es posible definir ya el perfil de un Universo colosal

frente a cuyas fuerzas potenciales y desencadenadas, nuestro

planeta, el escenario de nuestra vida, puede parecer un

insignificante punto de referencia, y la acción humana más ruda y

poderosa, un intrascendente e inocente balbuceo de niños. Por

más soberbio que sea, por más libre que piensa que es, sus

libertades, solamente las puede disfrutar en ese pequeñísimo

espacio de ese Universo que es nuestro planeta Tierra, por el

momento, y solamente si paga el precio con su propio esfuerzo,

con su trabajo; de otra manera, cualquier atrevimiento solamente

lograría, en medio de su inconsciencia de la Realidad, cavar su

propia tumba.

Históricamente, en diversas culturas humanas, el reconocimiento

de la capacidad de aquellas fuerzas naturales de interferir la vida

humana, ha conducido a la formación de diversas maneras de ser

del pensamiento religioso, si tomamos en cuenta su aspecto

antropológico, expresado, a su vez por medio de diversos

lenguajes míticos, ciertas prácticas ceremoniales y no pocas

46

expectativas de carácter mágico. Así se establece, y

tradicionalmente en muchas de aquellas culturas humanas, se ha

establecido así una visión cósmica integral de amplia aplicación

práctica, que ha regido los usos, las costumbres y muchos valores

de las culturas. Muchas de aquellas manifestaciones del

pensamiento religioso son consideradas formas de idolatría o de

simple superstición por quienes descalifican aquellas maneras

diferentes de ver el Mundo o por quienes han perdido

definitivamente su visión integral del mismo. La espada, la horca

y la hoguera acallaron el producto de la buena fe de muchos

hombres. Hoy se impone por el ostracismo deliberado o forzado,

la mala información, la calumnia y la intimidación, un modelo

teórico, económico – político de visión global terriblemente

pobre, que desconoce las variables humanas más elementales

tomándolas como simples caprichos superables como producto de

su ignorancia. De esa manera solamente se logra mutilar el cuerpo

y el espíritu de los hombres, de sus comunidades, de sus

instituciones. De esa manera se le cierra toda posibilidad al

desarrollo holístico se una sociedad humana superior, promovida

por el esfuerzo de todos los hombres conjugado.

Este trabajo es un intento de promover la reflexión sensata, de

reivindicar al Hombre que todos los seres humanos llevamos

dentro, de reivindicar su obra. Es consecuencia de consentir en la

tentación de sentirme vocero de un clamor popular que no ha

tenido respuesta, particularmente en mi país. Es la consecuencia

de la búsqueda de opciones a la solución de un problema de

relaciones humanas global, que, si no se resuelve, precipita

inexorablemente a la Especie Humana como un todo, por no decir

a la Vida entera, a un terrible fin. Tengo la convicción de que la

Humanidad nunca logrará adaptarse a la Naturaleza si no logra el

éxito en sus esfuerzos por integrarse orgánicamente a sí misma,

en términos satisfactorios para todos los pueblos. Y este reto no es

solamente técnico o científico: ¡Es integral!

Si no logra integrarse, la Especie Humana terminará aniquilando

todo rastro de vida. Para empezar a corregir su conducta, tiene

que renunciar a los beneficios particulares de la Guerra, de la

47

Violencia, de la explotación humana en todas sus formas, que por

miles de años han dado la pauta en la formación de los caracteres

de su personalidad, en la formación de sociedades humanas no

sostenibles, esclavistas, explotadoras del trabajo servil. Ello, en

pos de una sociedad humana integral, seguramente incertada en su

Medio, donde el ser humano cumpla, como debe cumplir, una

amplia labor de liderazgo, a lo largo y ancho del Planeta en bien

de toda la Vida como un todo.

II CUESTIONAMIENTO, HIJO DE UNA ACIAGA

EXPERIENCIA

Pido disculpas al lector por incluir en este trabajo, de sentido

plenamente académico, científico y didáctico, varias referencias

de carácter personal. La verdad es que, a pesar de ser un trabajo

académico, posee un contenido emocional que se relaciona con la

fuente de mucha de su información. La elección del tema a tratar

no es algo que se da dentro de una miríada de temas posibles con

absoluta indiferencia de tipo personal, como suele suceder en

estos casos. Es el producto de una vida de observación, no

siempre sistemática ni rigurosamente científica, de hechos y

sucesos en los cuales tuve alguna participación personal, de los

cuales, de alguna manera, tal vez bastante singular, yo he sido

testigo. Es el producto de una vida de observación sobre temas

que me comprometen íntegramente al nivel emocional, porque he

encontrado que han afectado profundamente mi vida y la vida de

los míos, porque afectan de manera íntima y sustancial la vida de

mis vecinos, del pueblo de mi Nación, a la que he amado

profundamente. Tal vez obedezca a una visione muy subjetiva de

los “paisajes”, unas veces agrestes, otras estimulantes, otras

lúgubres y depresivas del entorno en que me moví. A pesar de

todo, esa observación le aporta a las consideraciones académicas,

al trabajo científico, un afincamiento en la vida real,

conscientemente, responsablemente asumido. Se trata de un tema

científico, es cierto, pero que me compromete afectivamente, con

pasión.

48

Soy consciente que el tema a tratar responde a inquietudes que

fueron tomando forma desde mi niñez, y que en algún momento

de mi vida, consideré de relieve, no sólo para mi vida, sino quizás

para la vida de un pueblo como el nuestro, vapuleado y

escarnecido, sin piedad, no pocas veces con justa razón, pero que

indudablemente aprendí a amar, y a cuya redención quiero

contribuir.

III ALGUNOS DE MIS PRIMEROS CONTACTOS CON

EL MUNDO REAL.

Mi nacimiento se dio en una ciudad verdaderamente provinciana

de Colombia: Medellín. En 1938 tendría, si acaso 192.000

habitantes (hoy tiene 2.5 millones). El país entero tendría una

población de unos 8.000.000 de habitantes (hoy tiene 47

millones). Sesenta años después Medellín es una ciudad, quizás la

segunda de Colombia en población. En su área metropolitana

(incluidos los 8 otros municipios del valle de Aburrá) habitan el

80% de la población actual del Departamento de Antioquia, el

más poblado de Colombia: unos 5.000.000 de habitantes. Eso

significa que hay un contraste impresionante entre las realidades

humanas de entonces y las actuales en esta ciudad. Entonces

vivíamos en una villa apacible, completamente aislada, por tierra,

del resto del país. Los viajes solamente podían hacerse por medio

del incipiente servicio aéreo de transporte, prestado por la única

empresa disponible, Avianca, o en mula por los caminos de

herradura. Una excepción era el Ferrocarril de Antioquia, que

conectaba a Medellín con el área destinada al cultivo del café en

la región suroccidental del Departamento y con Puerto Berrío,

puerto fluvial de importancia capital en el comercio del grano,

sobre el río Magdalena. Esa feliz circunstancia determinó en la

región el desarrollo económico é industrial, que generaría el

primer proceso de acumulación de capital en Colombia,

disponible para la Revolución Industrial del país. Ahora vivimos

en una ciudad desarrollada como tal, conectada con el exterior,

sometida también a nuevas fuerzas sociales y humanas

desencadenadas por múltiples motivos, algunas de ellas capaces

49

por sí solas de aplastarla si no son afrontadas con valor o de

redimirla si sabemos aprovecharlas con inteligencia.

Cuando desde la niñez, en un medio social apacible como aquel,

se viven experiencias de horror, cuando esperaba que el mundo de

los adultos fuera un mundo lúcido, cuando aún la naturaleza

infantil, tal vez porque en medio de su inocencia uno tiene aún la

intuición de que la armonía debería reinar en el mundo espiritual

del adulto, se rebela, en silencio, sin saber lo que hace y sin

entender plenamente lo que le sucede, contra las causas de

semejante dolor y sufrimiento, contra la realidad tozuda que se

siente imponerse sin la menor consideración. Así empecé a tejer y

a vivir en un mundo interno de ensueño más acogedor. Me retraje

a mi interior empeñándome en vivir mi vida íntima, aislada de mi

entorno social, inmensamente celoso de todo intento de invasión

externa de mi propio territorio, al sentirme extraño, quizás no

aceptado en el mundo hostil que mal me parecía que me recibía,

optaba por atrincherarme dentro de las fronteras de mi propia

individualidad, tal vez acumulando resentimientos, y odios contra

las causas a las cuales le atribuía esa hostilidad, aprestándome en

mis fantasías infantiles a la emboscada, a la retaliación cuando las

circunstancias llegaran a favorecerme. Sin saberlo, entré en un

mundo en que incursionan los hombres para construir sus sueños,

para darles forma antes que tengan que confrontarlos con el

mundo físico. Es allí donde se construye el arte, donde se

maquinan las ideas bellas o las ideas perversas; donde puede

dialogar el hombre, donde se gestionan las alianzas o los actos

destructivos de la sociedad, donde se cuece el mañana o donde se

frustra; donde se pueden planear los mecanismos para asegurar el

porvenir del Hombre; donde se puede negociar su participación,

antes que todo aquello sean hechos cumplidos.

A los tres años quizás, ignorante de lo que ocurría ante mis ojos,

sentado en el suelo en el patio de mi casa, todavía de pañales,

observaba a lo alto manojos de hermosos aeroplanos, cuatro, seis,

ocho de ellos, con barriga azul y alas amarillas que “berreaban” y

se desplazaban lentamente como exhibiendo su pintoresco

colorido. A los seis años, oía, a hurtadillas, noticias de radio, de

50

historias que no parecían de la vida real. Contemplaba

estremecido, aterrorizado, sin aliento, sin palabras, sorprendido,

con miedo de expresar sinceramente mis sentimientos aún frente a

papá y mamá que no imaginaban siquiera que a una edad tan

temprana aquellas cosas fueran comprensibles para un niño como

yo. Son no obstante experiencias reales de quien esto escribe.

Entremezclaba esas imágenes mentales con lo que imaginaba que

podía ser la “catástrofe universal” con las fantasías de mis juegos

infantiles, sabiendo que más allá de la voz entrecortada de las

emisiones de onda corta de la BBC de Londres y de las revistas

que muestran los “cadáveres vivientes” que salían de los campos

de concentración recientemente liberados por las fuerzas aliadas,

como Dachau, Aushwitz, y otros, había una realidad humana

trágica, muy distinta de la apacible y aparentemente efímera que

reinaba en mi sencillo hogar de provincia colombiana.

A los nueve años de edad, esa consciencia, infantil todavía, es

sacudida el 9 de abril de 1948, a las 2: 30 p. m. con una noticia

que ha desencadenado la asonada, que hace colapsar al Estado

Colombiano, algo que no había formado parte nunca de mi

mundo real: El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán una hora antes

en Bogotá. Ello ocurre en el ambiente enrarecido por los gases

lacrimógenos, por las calles con gentes pálidas, vociferantes y de

semblantes desencajados de la furia, que blanden palos,

herramientas y machetes, y que se van acumulando en las zonas

céntricas de la ciudad, a través de las cuales tenemos que

movernos los pequeños estudiantes buscando llegar a casa, cuanto

antes.

El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, parece ser un evento

deliberado, nada inocente, que marca profundamente mi vida, y

luego, según me he dado cuenta en mi adolescencia, la vida de

nuestra sociedad, quedando indeleblemente marcado en los

recuerdos de esa consciencia juvenil, al lado de una sensación

insoportable de impotencia frente a fuerzas desconocidas que

corrido el tiempo vapulean y amenazan la seguridad de mi hogar,

que amenazan interferir mi propia vida, haciéndola parecer como

una pavesa de polvo echada al viento. No entendía, entonces, que

51

ese no era más que el abrebocas de toda una época de guerra y

violencia que marcaría, no sólo una, sino millones de vidas,

obligadas a asumir las responsabilidades cotidianas, la crianza y

formación de los hijos en la edad adulta, en un medio social de

altos e imponderables riesgos. ¿Qué clase de información atiborra

mi mente? ¿Quién responde por los “resortes”, por las verdaderas

“catapultas” que han sido armadas en mi cerebro, en mi

inconsciente sin mi consentimiento y que en un momento de

angustia o desesperación pueden disparar mis motores reflejos de

defensa, hacerme enloquecer de furia, de miedo, y producir una

catástrofe? ¡Sólo en mi edad adulta pude entender aquello! Estoy

convencido que la historia que se vive en nuestro país, y no sólo

en él, sino en gran parte de las naciones del planeta, es el producto

de acciones deliberadas inmensamente irresponsables, cuyos

maquinadores y ejecutores, a todos los niveles sociales, llevan a

cabo sin considerar las consecuencias humanas que traen y el

daño trascendental que le causan a la Humanidad. Ya siendo un

hombre maduro, con mucho dolor, pero cuando pude, calculando

que podría ser de valor otra experiencia diferente para los hijos,

hice lo posible para su salida del país, además, con interés de que

ellos pudieran palpar, por sus propios medios, las circunstancias

de vida propias del país de su madre. Como consecuencia, dos se

quedaron para realizar su vida allí y dos se quedaron finalmente

en Colombia.

Con la convicción de que las experiencias vividas no son

experiencias extremas ni excepcionales, de que en las diversas

oportunidades, en las diversas circunstancias concretas vividas, en

escenarios o lugares diferentes, hay correspondencia emocional,

con muchos otros niños de generaciones contemporáneas o

posteriores, empecé a ser consciente de los efectos que aquellos

acontecimientos producían en mí y en el ambiente infantil que me

rodeaba. Ello puede dar una idea de los “motores” que

impulsaban la respuesta inadecuada a aquellos estímulos externos

en la edad adulta. Si cada uno contempla desde fuera su caso

particular, podría dar testimonio de la responsabilidad de aquel

entorno social, modificado y manipulado por personas adultas que

dadas sus propias circunstancias, no quisieron, o no pudieron,

52

generar estímulos más adecuados a la convivencia civilizada, a la

armonía de la vida humana.

Siendo, a mi edad actual una persona plenamente realizada, a

pesar de muchas de las circunstancias difíciles vividas, quizás si

hubiese podido vivir una vida de éxitos, así como se entiende en

nuestro mundo moderno, me hubiera dedicado, probablemente, al

disfrute de mi fortuna, y no se me hubiese ocurrido detenerme y

adentrarme en las reflexiones acerca de un tema tan polémico

como éste. Sí, porque la polémica surge de la naturaleza del tema,

no del posible interés del autor, en defender una postura

determinada, que es, por otra parte, bastante neutral respecto de

las diferentes tendencias ideológicas del momento, especialmente,

si se considera su propósito didáctico. Esto es cierto, aún en

medio de los cruentos conflictos que en el devenir de la vida

cotidiana actual se suscitan y de la violencia y falta de respeto a

las distintas maneras de pensar con los cuales se suelen abordar y

definir su solución, entre nosotros, paradójicamente y muy

especialmente, al más alto nivel de nuestra dirigencia. Podría

decir que me mueve una expectativa diferente, más profunda y

trascendental. El motivo que mueve mis esfuerzos es visceral, es

de pura supervivencia, es solidario con la suerte de un prójimo

que siento próximo, a veces anónimo, pero que veo a menudo

personificado y representando en innumerables hojas de vida

buscando empleo, en las gentes que se mueven en su

desplazamiento forzoso en busca de seguridad hacia los centros

urbanos, en las hordas de mendigos que se estacionan en los

semáforos implorando comprensión y ayuda, en la multitud de

viciosos y negociantes que caen en el crimen víctimas del mal

ejemplo, del engaño, lo que les frustra de por vida su hoja de vida.

Pienso que mi propia suerte pudo haber sido, perfectamente, una

versión más de la de aquellos desgraciados. Yo tuve muchas

oportunidades de responder violentamente a mis dilemas

personales, incluso fui invitado a participar de una organización

que ha cometido toda clase de atrocidades en nombre de una

supuesta “legítima defensa”. Sin embargo no quise responder

nunca a la violencia con más violencia. Hubo algo en mi

53

consciencia que me apartó de aquellas sendas y que me encaminó,

más bien, hacia una reflexión que arrojase luces útiles en la

solución de mis conflictos, mis discordias, de mis incertidumbres,

mi confusión, que en un principio consideraba algo personal y

luego vi cómo era un problema colectivo, no sólo de alcance

doméstico sino incluso, más allá de nuestras fronteras patrias. Así

quise yo buscar seguridad para mí, mis seres queridos, la gente

próxima a mí, mediante esa reflexión que me ha permitido

visualizar nuevos motivos de esperanzas, que expreso en el título

de esta obra: “Es tiempo para el Hombre”. Los desarrollos que ha

logrado el conocimiento contemporáneo de la Realidad, nos

infunden un nuevo ánimo.

IV LAS PRIMERAS INQUIETUDES PROFESIONALES.

Mis experiencias, en la niñez y en la juventud, más íntimas y

entrañables, fueron en el Campo, como lo decía atrás, y en

aquello que con él se relacionaba. De niño amaba a los animales.

Tendría unos cuatro o cinco años cuando llegué a criar en el cajón

de mi mesa de noche mi primera mascota: Un pequeño ratoncito

blanco que encontré en la calle, todavía sin abrir los ojos, y que

escondí allí sin conocimiento de mis padres. Primero le di gotitas

de leche y luego aprendió a comer. Yo aseaba el lugar pero el

berrinche detectó su presencia. Cuando se enteraron del asunto,

me obligaron a tirarlo con mucha pena de mi parte, por la tasa del

inodoro.

Mi primera experiencia en ingeniería se dio en la industria textil

durante seis años. Trabajé un año en Pepalfa, fabricante de

prendas íntimas femeninas, ya desaparecida, Charles e Imperial,

fabricante de camisería fina para hombre, ya desaparecida y

Fabricato, empresa textil, durante cuatro años, donde fundé uno

de los primeros departamentos de mercadeo conocidos en el país,

allá en el año de 1966, y aporté mi experiencia para ayudar a

orientar los primeros pasos de una nueva empresa productora de

fibra sintética textil: Enka de Colombia.

54

No obstante, el eje de mis conflictos se refiere principalmente a la

aplicación de la ingeniería industrial en la medición del trabajo. A

principios de l963, unos pocos meses antes de mi matrimonio,

contando apenas 25 años de edad, y habiendo terminado mis

estudios de Ingeniería Administrativa en la Escuela de Minas de

Medellín fui contratado por el ingeniero industrial Carlos Enrique

Botero Olarte, finado en su juventud en un accidente aéreo uno y

medio años después, para instalar en una empresa de

confecciones, Charles e Imperial de los señores Adolfo y Rafael

Restrepo de Medellín, su departamento de Ingeniería Industrial.

La labor duró un año largo, hasta el accidente aéreo. Hice el

trabajo en coordinación con mi jefe tal como me lo había pedido y

quedó prácticamente terminado. No obstante quedaron flotando

no pocas inquietudes respecto de la labor cumplida.

Particularmente no me parecía justo ni razonable, mirar el

cuidado, la atención, la meticulosidad, el “amor” se diría hoy, con

el que trabajaban algunas operarias, en contraste con la

generalidad, mucho de cuyo trabajo tenía que ser rechazado por

descuidado. Nosotros habíamos evaluado (¿?) el trabajo del

personal, habíamos hecho una planificación de los oficios, otra de

la planta en su conjunto y elaborado también un plan de pagos e

incentivos. Sobre esa base se podían calcular los costos indirectos

de cada prenda elaborada y era posible establecer un precio de

venta mínimo, referido a los costos de producción.

Mis inquietudes giraban alrededor del parámetro tomado en

cuenta, como único a considerar en los costos de mano de obra: El

tiempo. Habíamos usado un método de análisis de la aplicación

de la mano de obra, en términos de acciones sencillas de las

manos, los brazos, el cuerpo, las piernas, etc., cuyo cómputo,

correctamente conjugado, permitía saber el tiempo de operación

por cada pieza cortada, ensamblada, etc. Ese método era una

novedad entonces: El MTM (o Medida del Tiempo de los

Métodos). La empresa colocaba sus productos en un mercado

muy seleccionado y muy exigente de la calidad. Yo entonces no

alcanzaba a percatarme del significado de lo que habíamos hecho,

pero apreciaba las dificultades para mantener la calidad de la

producción, y algo más preocupante: Las niñas que trabajaban

55

bien, habían sufrido una reducción de sus ingresos y se

encontraban bastante desengañadas, con justa razón.

Particularmente teníamos dos indígenas cunas cuyo trabajo era

especialmente pulido, eran casi unas artistas, y la empresa, sin

saberlo cabalmente, había desechado un factor productivo, el más

valioso que tenía. Nosotros carecíamos, yo especialmente, de una

clara consciencia de su significación, por falta de experiencia,

quizás, y por razones “prácticas” o comerciales, que entendería

mucho después. Antes trabajé en Pepalfa, y guardaba en la

memoria una iniciativa que empecé a desarrollar allí y que

hubiera sido una buena solución. A mi retiro de Pepalfa, por

razones ajenas a mi actividad, todo se quedó sin terminar y,

desgraciadamente, en Charles e Imperial no caí en cuenta de

proponerla.

Sobre la base de los conceptos conjugados de Calidad-Cantidad,

pretendía yo desarrollar un plan de incentivos, para empezar a

aplicar a las máquinas de tejido plano, para medias de vena, de

manera que la remuneración del trabajador fuera la máxima,

contando con la máxima producción posible, cruzando el dato con

el máximo número de revientes y añadidos aceptables por unidad

de superficie del tejido. La máquina debería ser ajustada en su

velocidad, para cada operario, según la capacidad de supervisión

de cada uno de ellos.

Unos años después, realicé un curso de actualización en el área de

la Ergonomía, con el doctor Jorge Forcadas Feliu, fundador y

profesor de la facultad de Ingeniería Industrial de la Universidad

Nacional en Medellín, con sede en la Escuela de Minas. El curso,

referido particularmente a las condiciones del puesto de trabajo,

como cantidad de luz, de ruido, de calor, etc., encaminadas a la

optimización de los rendimientos del trabajador, fue para mí un

descubrimiento y un estímulo a mis observaciones en todas mis

actividades posteriores, especialmente cuando siendo empresario

del campo, constituyó un fundamento importante en la

interpretación de mis observaciones prácticas destinadas a

mejorar los resultados de mi trabajo y el de mis empleados. Le

daba entonces vueltas en la cabeza a una inquietud, cuya

56

respuesta podría cerrar el círculo abierto desde Charles e Imperial,

cuando no me sentía satisfecho con el uso del parámetro tiempo,

como base de la medida del trabajo de las personas: ¿Por qué no,

abordar la medición del trabajo, la proyección de los rendimientos

del trabajo, desde este nuevo punto de vista, el de la Ergonomía?

Aunque no lograba entender todavía cómo podría hacerlo útil

universalmente, como técnica de medición, como técnica

productiva, había pensado en la semejanza de un ingeniero

industrial haciéndolo, con los médicos deportivos, que buscan el

potenciamiento de los deportistas con el uso de dietas adecuadas

al alto rendimiento, que eligen las disciplinas adecuadas a los

deportistas, según sus condiciones anatómicas y anímicas, etc. Sin

que lo hubiera tenido muy claro, desde el principio, ya había

logrado un buen avance en cuanto a mi preparación técnica para

el siguiente paso, el más decisivo de mi vida: La que habría de ser

mi más fructífera oportunidad de entender el significado universal

de una unidad productiva, un equipo de trabajo y mi propio

esfuerzo, en la empresa ganadera que iniciaba. No sabía, al

principio, que iba a quedar situado, como los campesinos, en la

avanzada de la industria humana para el aprovechamiento directo

e inmediatamente de los recursos naturales, el más importante de

los cuales, sin contar al mismo hombre, era la energía solar.

V LA NATURALEZA, LA GENTE DEL CAMPO,

LA VIDA Y EL TRABAJO EN EL CAMPO

COMO FUENTES DE INSPIRACION.

Los mejores años de mi vida los invertí en el Campo. Por razones

familiares y por una estrecha relación cotidiana con él, me

familiaricé con el Campo, y aprendí a trabajar con varios tipos de

cultivos, con la ganadería tanto de carne como de leche y el

cultivo de distintos tipos de pasto, en todos los climas. Sin

embargo, tuve la oportunidad de contratar a un magnífico

administrador de haciendas ganaderas, gran conocedor de la

industria, al nivel tradicional, de magníficas relaciones humanas

con todo el mundo y gran maestro de su arte: Don Gabriel Gil

Madrid, oriundo de Ituango Antioquia. A papá, ya finado, le

aprendí el amor al Campo y su gente. A don Gabriel le aprendí

57

además de su arte, la manera de abordar con dignidad, respeto,

cariño y delicadeza, a muchos campesinos sencillos, por lo que

pudieron ser cultivadas, entre nosotros, no sólo gran lealtad

recíproca, sino una amistad sincera y duradera. La experiencia,

cruzada con la disciplina científica, aún sin ser demasiado

avanzada, me lanzó en mis reflexiones, a la lectura y a la consulta

de fuentes de información más y más profundas, incluso, poco a

poco, hacia una concepción diferente del Mundo, de la vida

humana, de la Realidad, del significado del trabajo empresario, de

las instituciones sociales, algo que apenas unos veinte años

después empieza a tomar los perfiles de una definida “forma

corporal” en mi consciencia.

VI EL PASO DE UNA CONCEPCIÓN TRADICIONAL

A UNA CONCEPCIÓN MODERNA

DE EMPRESA PRODUCTIVA.

Partiendo de un establecimiento sencillo pero productivo, en que

se cumplían meticulosamente las condiciones productivas

tradicionales, empezó una metamorfosis, que, en quince años sin

que fuera algo muy notorio, a primera vista, permitía duplicar la

producción, en kilos de carne por hectárea, sin cambiar

substancialmente la forma como estaba implementada la

producción. Entonces reflexionaba constantemente sobre nuestros

reales costos de producción, si consideraba la empresa tal como

una empresa fabril. Había una consideración importante qué

hacer: ¿Cuál podría ser el valor de la energía solar fijada en la

biomasa vegetal con que alimentábamos el ganado? Todo

dependía, hasta entonces, del precio al que pudiéramos venderla

transformada en carne. Pero ya teníamos un dato importante:

Sabíamos cuanta energía nos costaba producir cada kilo de

proteína cárnica que colocásemos en el Mercado.

No había duda: Nuestra ganadería, era una unidad económica de

avanzada, una de miles de “células” transformadoras de energía

solar en un recurso de uso humano directo e inmediato: La carne.

Nuestra ganadería era una célula transformadora que, en nuestro

caso, era usada eficientemente en orden a ese fin, pero que

58

también podría ser sustraída del Inventario productivo, para servir

como tantas otras, como terreno destinado a la especulación

económica, al “lavado” de moneda extranjera, con lo que

cambiaría radicalmente su significación. Por lo pronto, era una

unidad económica incorporada decididamente al sistema

productivo humano, que se implantaba firmemente en el gran

sistema económico natural, al Sistema Sol - Tierra, a través de lo

que hoy se llama la “cadena de abastecimiento”, conectada con

otras unidades productivas y de servicio como la nuestra.

Las lamentables condiciones de seguridad que se fueron dando en

los años finales de la década de los setenta, particularmente,

cuando fueron evidentes luego del asalto del 5º. Frente de las

FARC en Agosto de l979 al corregimiento de Callejas en el

Departamento de Córdoba, nos obligaron a darle fin al proyecto.

Callejas está ubicado a veinte kilómetros al norte de Valencia,

donde estaba también ubicada Troya, nuestro establecimiento.

Luego de una gestión reconocida, incluso, por fuera de la región,

de una inmensa frustración y tremendo desengaño, fue preciso,

por razones familiares, liquidar la idea y cuando apenas se daba

término al montaje del mismo, vender el inmueble en condiciones

inoportunas y con consecuencias funestas para el patrimonio

familiar. Valga la pena decir, que precisamente esas magníficas

tierras productivas, igual que muchísimos otros activos que

podrían prestar invaluables servicios productivos al país, cayeron

en el vórtice de la especulación, tal como puede apreciarse hoy en

la región, como consecuencia de las actividades del narcotráfico y

de los grupos de autodefensa paramilitar.

VII LA IDEA DE UN TRABAJO ACADÉMICO CON

OBJETIVOS DIDÁCTICOS

Mi vida de trabajo, particularmente en el área del Campo, como

ocurría en aquella época en mi país, significaba aislarse, casi por

completo, del ambiente de la Ciudad, mucho más del ambiente

académico. Aparte de los efectos de una larga violencia, en el

Campo no se veía bien la intervención de zootecnistas,

agrónomos y otros profesionales de formación universitaria,

59

cuyos intentos, tenían generalmente un carácter imperativo que

descalificaba, de entrada, la sabiduría campesina, lograda,

obviamente con experiencias vividas de manera rústica e

interpretadas con medios y referencias no menos rústicas, pero sin

que se llevara a cabo un diálogo constructivo con ellos, para

convenir un accionar interactivo conjunto formativo en el proceso

productivo. Por tal razón la tecnología no fue recibida con

aprecio, sino resistida y rodeada del mayor escepticismo. Aquella

situación ha sido superada con el tiempo, al menos parcialmente,

pero sembró de dificultades caminos como el mío, en que,

habiendo sido universitario tuve que acreditarme y ser recibido

como “hombre de negocios” calificado y de fiar, en el medio

campesino, solamente después de haber probado mi capacidad de

iniciativa, de elegir acertadamente las opciones efectivas de las

que no conducen a ninguna parte, de sortear exitosamente los

retos que surgen, de los albures que se corren diariamente en

medio de toda clase de mentiras que se tejen para confundir al

incauto, para disfrazare la realidad; para identificar las propuestas

razonables que se deben hacer en los diferentes tipos de

negociación que se dan, por ejemplo, en áreas como la ganadería,

en que se practican toda clase de simulaciones ficticias y engaños

para “justificar” las posturas de los negociantes, en la

presentación de sus presupuestos en costos de producción, en

costos de comercialización, en costos de transporte, en costos de

mano de obra, etc. Es un medio en que la gente se arruina por

falta de malicia, de astucia, de visión, de excesiva confianza,

además de porque ignore los presupuestos económicos y

financieros reales de su oficio en un “juego” “competitivo” que

tiene sus reglas y en el que se empeñan la “vida” y el “crédito”

personal en cada partida. Es un medio en que tanto el Estado

como los distintos contendores de la lucha política se inmiscuyen

y se valen del mayor disimulo y la mayor sutileza para interferir y

torcer en beneficio propio el juego en actividades que se

consideran muy rentables, cuartando las libertades básicas y

alterando las reglas que lo regulan fatal pero imperceptiblemente,

sembrando el desconcierto general y afectando generalmente el

costo humano de esas actividades, para perjuicio de toda la

población.

60

Durante mucho tiempo, quizás unos veinte años, me mantuve tan

actualizado en mi materia profesional como pude, participando

incluso en algunos seminarios de actualización. En mi área de

trabajo fui, realmente, de avanzada y tuve la suerte de gozar de la

mejor asesoría técnica con que puede contar un empresario en mi

área de trabajo en Colombia. Por medio de la lectura estuve al

tanto, aunque no siempre en detalle, de mucho del avance

tecnológico y científico aún por fuera de mi campo de trabajo, lo

que me permitió encajar mi labor productiva dentro de un

contexto conceptual general que me permitió percibir el inmenso

valor del conocimiento no siempre reconocido, que tienen los

campesinos de los distintos hábitats, de los distintos oficios y, por

extensión de nuestros artesanos y sus artes, y la trascendencia de

su labor como fundamento de la riqueza, del patrimonio de las

sociedades, de las naciones, y, por qué no, de la humanidad

entera.

De ese valor no somos muy conscientes, particularmente, en

sociedades de clase, de corte muy aristocrático como la nuestra,

en que la clase dirigente se va formando con personas muy

conscientes de sus propios derechos, de sus privilegios y sus

“conquistas” sociales, con personas que miran solamente en

términos de su interés hacia los “incentivos” económicos

inmediatos, por ejemplo, los que provienen de la disminución del

precio de las ofertas de trabajo; con personas con aspiraciones

arribistas que se olvidan de considerar las recompensas morales

que promete la Cultura a los dirigentes de pueblos que por su

intercesión logran su redención. De ese valor no somos muy

conscientes los que vivimos en sociedades en que se acostumbra

limitar la difusión de la Cultura en todas las capas de la Sociedad

para mantener la incompetencia de los más débiles, los más

pobres, los más ignorantes, con lo cual se aseguran “bajos los

costos” en el ejercicio del Poder.

Me di cuenta que mi visión de la Realidad cambiaba radicalmente

a medida que maduraba, que ampliaba mi campo visual, y

observé cómo creció en mi interior el afán por comunicar aquella

61

experiencia. Tuve la convicción de que mediante esa

comunicación podría animar a muchos otros a moverse hacia la

procura de cambios de fondo en las condiciones de pobreza en

que vivían. Con esos cambios cambiaría también en gran medida

el nivel de riesgo nuestro de caer también en ella. ¿Cuántas

oportunidades de progreso perdemos, solamente porque

mantenemos en la ignorancia a quienes podrían ser nuestros leales

colaboradores, solamente porque no queremos competidores

mejores que nosotros? ¡Así se han enseñoreado la corrupción y la

mediocridad de nuestra sociedad!

De ser originalmente una reflexión y un trabajo completamente

aislado e íntimo, pasó a ser una labor apoyada por amigos capaces

de ayudarme en la tarea de darle un perfil adecuado de calidad

académica. Resuelto ese problema, quedaba la necesidad de

aclarar si era pertinente plantear el tema en el medio universitario,

como parte de la materia de estudio de las ingenierías, teniendo en

consideración la responsabilidad de ésta disciplina en el prospecto

de desarrollo sostenible de la vida humana contando con los

recursos que le aporta el medio físico. Me tocó presentarle la idea

a un comité de decanos del área docente de Ingenierías de la

Escuela de Minas de Medellín, dependencia de la Universidad

Nacional seccional de Medellín, en el mes de marzo del 2003, por

invitación de la ingeniera Norma Lucía Botero, entonces

profesora de esa conocida institución.

Plantee la idea de que, para hacerlo posible, era preciso que la

sociedad humana se volviera de nuevo hacia la Naturaleza y

empezara a concebir su economía como parte constitutiva de la

economía natural del planeta, la cual depende del funcionamiento

correcto del gran sistema termodinámico formado por la relación

Sol – Tierra, y de los mecanismos de intercambio de energía que

se dan entre el conjunto de las especies que tienen el poder de

“fijar” o “condensar” energía solar en forma de biomasa, útil

como “alimento” o “materia prima” para las demás especies,

como es el Reino Vegetal, y los demás reinos de la naturaleza que

dependen de esos alimentos o materias primas, como son el Reino

Animal y la Especie Humana. No sólo resultó pertinente el tema,

62

sino que, con sorpresa, me enteré, era coherente con las

inquietudes que se ventilaban y debatían ampliamente en el medio

universitario en ese momento. Por fortuna mi plan de trabajo

había pasado también ese test. Ya solo me restaba poner manos a

la obra. A medida que avanzaba en mi trabajo surgieron nuevas

inquietudes.

Me preguntaba, por ejemplo, si, ¿era posible concebir la cultura

humana como un conjunto de actos colectivos, deliberados,

conscientes, armónicos, quizás promovidos por líderes

comprometidos en la consecución de un fin común de

conveniencia general? Ello debería estar precedido de un esfuerzo

masivo de formación de espíritus creativos, y del prospecto de un

soporte físico suficiente y dinámico. ¿Podrían los ingenieros

aportar el diseño de ese soporte? La respuesta, me pareció,

conllevaba a una ilustración suficiente respecto de dos

experiencias que permiten avanzar sustancialmente en su

definición:

En la historia de la América Española del siglo XVI, se contempla

una proeza cultural sin precedentes en el Mundo, ampliamente

difundida en su época, pero hoy olvidada gracias a la práctica en

la Guerra de los mecanismos de propaganda política por parte las

potencias mundiales vencedoras (anglosajonas) destinadas a

borrar el crédito de la potencia vencida (el Imperio Español). Se

refiere a la actividad misional de la Compañía de Jesús en los

Llanos Orientales de Colombia y con los pueblos guaraníes de

Paraguay y Uruguay, no contando con su colosal intento de llevar

la Cultura Occidental a la India y a China. En el término de una

generación fue posible la transformación de pueblos nómadas de

las selvas suramericanas en pueblos sedentarios que habían

asimilado de manera grandiosa, muchos valores de fondo de la

Cultura Occidental.

La otra experiencia, casi tan insólita como la anterior, pero no ya

histórica, se refiere a lo que parece ser una realidad, y que fue

observada y comentada por el Dr. Gabriel Jaime Gómez actual

director del Planetario Municipal de Medellín, con una autoridad

63

científica alemana en uno de sus viajes, en este caso a la

Universidad de Heidelberg. En su visita a un destacado profesor

de física de dicha universidad, miró sobre su escritorio la obra de

un autor del Taoísmo, conocida religión del Lejano Oriente. A la

manifestación de su curiosidad, recibió poco más o menos la

siguiente respuesta: “Los frentes de investigación en varias de las

diferentes áreas de la Ciencia, ya empiezan a avanzar en terrenos

que se confunden con lo que ha sido del dominio de los místicos”

(referencia verbal del doctor Gabriel Jaime Gómez director del

Planetario Municipal de Medellín, dentro del contexto del

simposium sobre la obra de Albert Einstein reunido en Medellín

entre el 14 y el 15 de octubre del 2005).

Ello no significa otra cosa, que la Ciencia no es un sustituto de

otras formas del pensamiento humano. Quizás, está madura ya

para aportar un soporte más sólido a la intuición desplegada en

otras disciplinas del saber humano. Significa que desconocer el

valor de los aportes de los saberes milenarios de las diversas

tradiciones culturales vivas y muertas u “olvidarlos”, es

despreciar un patrimonio humano invaluable. Sus testimonios

merecen investigación, estudio, mucho diálogo y mucha reflexión

alrededor de ellos. Se puede prever que las disciplinas técnicas

que se desenvuelven dentro del contexto de la Ciencia y aún, se

derivan en sus conocimientos, de ella, como la ingeniería, y la

medicina, entre muchas otras, se beneficiarán inmensamente del

conocimiento muy objetivo de aquella realidad. Y una

consecuencia muy importante: El conocimiento de la Naturaleza,

que le interesa a la Ciencia, mejora las posibilidades de

adaptación del ser humano en su medio, le permite entenderse

mejor, y entender mejor sus relaciones con los otros seres con los

que comparte su espacio. Así podría quedar resuelta, por el

momento, la pregunta.

Pero hay un efecto, que parece necesario, debe ser logrado. Uno

de tantos, como consecuencia de las reflexiones que propongo: Es

la superación definitiva de un paradigma ético terrible que desvía

nuestra visión del cieno de donde provenimos y nos hace alzar la

mirada al Cielo donde está definitivamente nuestro “verdadero

64

potencial de vida”, que señala el sentido del “progreso” tal como

nos lo plantea el sentido ético que nos ha sido insinuado

tradicionalmente dentro de nuestra cultura, y de otras, en virtud de

una visión no muy afortunada, desde el punto de vista

paleontológico. De un paradigma que condiciona totalmente

nuestra visión del Mundo, que condiciona tajantemente los

objetivos de nuestra civilización actual, de sus instituciones,

haciendo que su visión alterada se duplique de padres a hijos, sin

remedio; que nos hace ver unos tesoros que tuvieron un

significado en su tiempo pero que nos hace despreciar el valor

real de otros, los más valiosos, que todavía no comprendemos.

El sentido que ancestralmente se le dio al progreso de la

humanidad, cuando todavía no se conocía ni se aceptaba la

realidad de la Evolución, estaba dado por el “ascenso” de la

consciencia humana del animal, hacia las alturas de la “razón”.

¿Qué intuición humana señala este sentido como el sentido a

buscar en la materialización de la Cultura, por el trabajo de hacer

crecer la consciencia humana? ¿Por qué ascenso? ¿Por qué altura

de la razón? ¿Es la especie humana privilegiada? ¿Qué sabemos

nosotros acerca de cómo miran y entienden otros seres, el

Universo, nuestro mundo, que solamente entendemos y pensamos

desde el punto de vista de nosotros mismos? Es cierto que el

hombre camina erecto, pero ¿por qué motivo? Si nos vemos a

nosotros mismos integralmente, no podemos menos que

reconocer que todo nuestro organismo es coherente con la

totalidad y cada una de las funciones que cumple en conjunto

cada órgano; cada órgano ha sido modificado y acondicionado

para su nueva función de proteger y apoyar la misión de todos de

la manera más eficiente. Según Georges Bataille,… ”la función

del pie humano consiste en darle un asiento firme a esa erección

de la que el hombre se siente tan orgulloso (el dedo gordo deja de

servir para la prensión eventual de las ramas y se aplica al suelo

en el mismo plano que los demás dedos)” (Georges Bataille. El

dedo Gordo. “El Lugar del Hombre en el Universo”. Centro de

Educación Continua Departamento de Humanidades. Universidad

Eafit. Octubre del 2007. Profesor Hilderman Cardona Rodas. P

10)

65

Erróneamente, según el mismo autor “Aún cuando dentro del

cuerpo la sangre fluye en igual cantidad de arriba hacia abajo y de

abajo hacia arriba, [ha ocurrido algo absurdo,] se ha tomado el

partido de lo que se eleva y la vida humana se considera

erróneamente como elevación. La división del universo en

infierno subterráneo y en cielo completamente puro es una

concepción indeleble. El barro y las tinieblas son los principios

del mal del mismo modo que la luz y el espacio celeste son los

principios del bien: con los pies en el barro pero con la cabeza

cerca de la luz los hombres imaginan obstinadamente un flujo que

los eleva sin retorno en el espacio puro. La vida humana implica

de hecho la rabia de ver que se trata de un movimiento de ida y

vuelta, de la basura al ideal y del ideal a la basura [con la muerte],

una rabia que resulta fácil dirigir hacia un órgano tan bajo como

un pié” (Idem. P. 10). Se habla así de “bajezas” cuando se habla

peyorativamente de pensamientos o acciones “inmorales”, lo cual

se asocia también con aquellos seres que viven “cerca” del suelo,

o se arrastran, como las serpientes, los lagartos y otros seres que

se asocian con “demonios”. Desde este punto de vista hay partes

del cuerpo nobles, como la cabeza, las manos y otras innobles

como los pies. El manejo de las relaciones entre los hombres, -

mujeres y hombres-, en las que se manejan algunas formas

diferentes de seducción, cuando ésta se refiere a la atracción por

“altos” motivos, se considera encomiable, cuando se refiere a

“bajos” motivos se considera obsena (Idem. P. 11).

Se asocia esta concepción ética pues, en el fondo, con la erección

del cuerpo humano sobre su tren trasero, es decir sus dos pies,

acción que señala el movimiento de la cabeza hacia las “alturas”,

hacia el cielo, “señalando” el destino del Hombre. Por otra parte

se desprecia la “bajeza” del barro donde los pies soportan el

cuerpo. Los conflictos entre las diversas doctrinas referidas a la

aparición del hombre en Occidente, por ejemplo entre los

“creacionistas” y los “evolucionistas” se dan bajo el influjo del

enfrentamiento de ánimos muy caldeados de tipo ideológico y

religioso, y de criterios muy particulares y curiosos que impiden

el acceso a explicaciones razonables que podrían significar algún

66

tipo de conciliación. En el primer caso el hombre aparece, como

aparecen los animales, tal como son; así piensa Linneo (¿?). Me

parece pertinente desde mi punto de vista, que reconozco

completamente subjetivo, hacer algunas preguntas un tanto

ingenuas: ¿Pero quiénes somos nosotros, -seres insignificantes en

medio de este colosal Universo e incipiente resultado todavía de

un aparentemente prometedor horizonte evolutivo- para

considerarnos jueces competentes para juzgar la Obra de Dios?

¿Hay algo que impida que ambos caminos sean, precisamente el

mismo?

La expresión de nuestros ideales civilizados se da en símbolos

que provienen de esa realidad sentida de los hombres. En virtud

de esos mismos símbolos se discriminan mutuamente las capas de

las sociedades humanas. Los campesinos, los nativos de otras

culturas que viven todavía en medio de la Naturaleza sin haberla

dominado merecen ser despreciados, olvidados, reprobados; El

pobre está “condenado”, el rico y poderoso está redimido, tal

como lo predica la doctrina de un conocido movimiento religioso

de tendencia cristiana. La Naturaleza, en su bajeza, es

despreciable para los altos propósitos de la Humanidad.

Pero las consecuencias no sólo son etéreas y de proyecciones

ideales. Son prácticas y de efectos reales y más contundentes de

lo que debería esperarse: Me refiero aquí al significado del oro,

del concepto actual de riqueza, del sentido del bien y del mal,

porque los vemos, los sentimos y los pensamos a través del

sentido simbólico que se nos ha sugerido tradicionalmente para

que los interpretemos, algo que probablemente vamos a tener qué

cambiar, ya que parece, ha pervertido nuestra visión del orden y

del desorden, nuestros criterios éticos y mortales, nuestros

propósitos políticos, lo cual determina definitivamente la

perversión de las estrategias de la gestión económica social y

política modernas, tanto al nivel de las personas individualmente

consideradas, como de las sociedades, de los estados, en general.

La especie humana, apoyada en la ciencia y la tecnología

occidentales, es verdad, está construyendo con arrogancia, con

autosuficiencia, un estereotipo de universo propio,

67

“independiente” que se “eleva” sobre el “despreciable” origen que

le ha dado la vida, obviamente sobre la base de sus concepciones

simbólicas de la Realidad, haciendo caso omiso de su entorno

natural, de su constitución física, de su medio ambiente, cuyos

comportamientos, finalmente, - no se da cuenta - están totalmente

fuera de su control. ¿No será mejor que salvemos a la Ciencia y a

la Técnica de sus pervertidas aplicaciones, aprovechando esos

recursos mejor, en la explicación más objetiva de las relaciones

reales del Hombre con su medio natural, con su Creador? ¡Estoy

seguro que con esa nueva óptica se despejará un estimulante

panorama de la Realidad que nos animará a nuevas formas de

relación con el Mundo, con la Vida y a disfrutar inmensamente de

los frutos de nuevas relaciones de intercambio entre nosotros!

Es tal la fuerza de esa perversión, verdadero paradigmas de la

visión humana actual, que, frente al optimista panorama que

consideramos antes, puede observarse que hoy se exigen

sacrificios a la especie humana absolutamente inadmisibles, desde

el punto de vista humano, y se destruyen recursos naturales,

opciones de vida nuevas que no conocemos, como son los

bosques inmensos de la región amazónica, la ultima reserva

natural substancial del Reino Vegetal que queda en el planeta, en

aras de la posesión del “tesoro” que no representa, por mucho, el

valor de lo perdido. El conocimiento de esta destrucción colosal

no es del dominio de mucha gente, como parece que sí lo es, el

saqueo colosal de la riqueza de los pueblos nativos americanos

por la acción depredadora de los conquistadores españoles y

portugueses, durante los siglos de la Conquista.

Hoy se pretende un saqueo más amplio: De riqueza y de

oportunidades, y esta vez no de los pueblos de América sino de

todo el mundo, “incentivando” nuestro retraimiento, nuestra

timidez, intimidándonos para que salgamos por la “puerta chica”

del escenario de la “lucha por la vida”, contentándonos con la

oferta de puestos de trabajo diseñados para nuestra explotación

económica, o resignándonos a morir lentamente, pero

inexorablemente por inanición, dejando nuestro espacio y

nuestros recursos a la disposición de nuestros verdugos y

68

depredadores, sin luchar en contra de ello. Los hombres, y los

occidentales más que todos, estamos acostumbrados a mirar

siempre hacia la “cabeza” de la Sociedad, a desear ser parte de

ella, a disfrutar del Poder, del privilegio de pertenecer a ella, de la

posibilidad que esa participación ofrece de construir grandes

fortunas, aunque esas fortunas estén expresadas en valores muy

subjetivos, como ideales, no siempre muy realistas, que nos llevan

a menudo a sacrificar lo más por lo menos. Pero despreciamos sus

“pies”, su basamento, su soporte, el sostén de los sectores

humanos que producen, las demás especies vivas de las que

dependemos, verdadera riqueza natural, tan importantes como la

parte alta del cuerpo, como la cabeza, o como todos los órganos

de su cuerpo, en conjunto; haciendo cada vez más endeble, más

inestable su equilibrio.

La superación de ese paradigma es necesaria para evitar pérdidas

irreparables mayores. Si el oro americano, metal indestructible,

sedujo por su brillantez y lustre permanente, no era, por ejemplo,

lo más valioso de los tesoros acumulados por sus pueblos

aborígenes. Las obras de arte fundidas para facilitar el transporte

de los lingotes de su materia prima, nos dan una idea de la

“ceguera” de aquellos codiciosos “hombres” capaces de cambiar

lo más, por lo menos. Ellos nos frustraron el disfrute de aquellos

tesoros y a sus artífices, del derecho a disfrutar del honor de ser

conocidos universalmente como sus creadores. Es necesario

renunciar a ese paradigma de la riqueza y a todas sus

consecuencias conceptuales en el campo de las disciplinas

humanas, para empezar a construir una nueva cultura sobre las

cenizas de los grandes errores ancestrales y actuales. Solo

entonces podremos entender el significado funesto de la Guerra y

de la Violencia y de su influencia maligna en las civilizaciones

humanas pasadas y actuales. Allí está el umbral de una nueva

Humanidad que puede abrirse hacia horizontes verdaderamente

ilimitados.

Aunque pudiera parecer reiterativo, quiero afirmar otra vez, que

un trabajo académico donde no quepa el testimonio personal de su

autor, no está completo. Quiero decir, de un testimonio acerca de

69

algo que ha sido vivido por el testigo, que ha hecho estremecer las

más íntimas fibras de su consciencia. Algo que lo ha afectado a él

mismo, en persona, de la misma manera que ha afectado a

muchos otros. En otras palabras, debe caber aquí la expresión de

la sensibilidad humana sin que tenga que ser descalificada como

inadecuada para el trabajo científico, ya que tiene un lugar

importante en la personalidad del ser humano, que es el

protagonista del tema, y que es aquel quien demanda una

solución.

Pero ello no solamente significa que la historia que hemos escrito

podría ser muy diferente, quizás más honrosa para la imagen de

ciertas personas de relieve social, de ciertas clases o estamentos

sociales, de ciertas naciones o de ciertas culturas. Pero es que

precisamente, no es ese el problema. El problema reside en las

pérdidas de vidas humanas irreparables, de patrimonios

universales invaluables, en el dolor inmenso generado, en las

lágrimas y la sangre derramadas sin piedad, en la incertidumbre

colosal que enfrentamos muchos seres humanos, que hemos

sufrido y seguiremos sufriendo, si las cosas no cambian, para que

unos pocos egoístas puedan seguir disfrutando de las

extravagancias de su vanidad mundana a un precio demasiado alto

para la Humanidad.

Ese precio es inherente a la naturaleza del ser humano, cuyo

conocimiento da en nuestro tiempo un paso más, que quizás le

ofrezca la posibilidad de una nueva apertura al horizonte del

conocimiento, a una nueva liberación: El ser humano no

solamente es un ser racional, como se considera en Occidente,

para efectos prácticos, apenas desde hace unos trescientos años.

Es un ser que piensa y sus percepciones, su pensamiento, su

cultura, su experiencia y su expresión y comprensión están

codificados en forma de símbolos, que según Ernst Cassirer, y

según el criterio que hoy se reconoce comúnmente en el medio

científico, no son, esencialmente los objetos mismos, sino una

representación interpretada de ellos. Sin embargo por el

desconocimiento generalizado de esa faceta del carácter de la

personalidad humana, y como resultado de las prácticas agresivas

70

e invasivas del fuero ajeno, particularmente de los débiles

practicadas ancestralmente, se han generalizado la Guerra y la

Violencia como norma de las relaciones entre los hombres, a

todos los niveles sociales de la vida humana en el Mundo. Dice

François Jacob: “No es sólo el interés lo que hace que los

hombres se maten entre sí. Es también el dogmatismo. Nada es

tan peligroso como la certidumbre de tener la razón. Nada causa

tanta destrucción como la obsesión de una verdad considerada

absoluta. Todos los crímenes de la historia son consecuencia de

algún fanatismo. Todas las masacres han sido realizadas con

virtud, en nombre de la religión verdadera, del nacionalismo

legítimo, de la política idónea, de la ideología justa; en pocas

palabras, en nombre del combate contra la verdad del otro, del

combate contra Satán. La objetividad y frialdad que se les

reprocha en muchas ocasiones a los científicos puede ser menos

inconveniente que la fiebre y la subjetividad con que se tratan

ciertos asuntos humanos, ya que las ideas de la ciencia no

engendran las pasiones, más bien las pasiones utilizan a la ciencia

para sostener su causa. La ciencia no conduce al racismo y al

odio. Es el odio el que hace uso de la ciencia para justificar su

racismo. Se puede reprochar a ciertos científicos la fogosidad con

que defienden sus ideas. Pero ningún genocidio ha sido todavía

perpetrado para hacer triunfar una teoría científica. En la

actualidad debería estar claro que ningún sistema [de

pensamiento] explica el mundo en todos sus detalles. [Innecesario

por demás, ya que el ser humano solamente cuenta con cinco

sentidos para percibirlo, y aún con los instrumentos más

modernos solamente puede tener consciencia de un manojo de sus

aspectos bien limitado]". (Carlo Chimal. Entrevista con Francios

Jacob. “La araña, la mosca y nosotros” Centro de educación

continua Departamento de Humanidades. Universidad Eafit.

Octubre 2007. Profesor Hildeman Cardona Rodas. P. 9). Ni

siquiera dentro del sistema democrático moderno entendemos los

hombres el significado de sociedad pluralista. Tampoco

entendemos el fenómeno de masificación de la población que se

provoca en la Ciudad, donde se desconoce la complejidad de las

diferentes personalidades humanas que convergen en ella, como

en el caso colombiano, muchas veces cargadas de traumas por el

71

maltrato y el desplazamiento forzado, tratando de vivir su vida,

pero cayendo finalmente en la miseria, el olvido, el abandono y la

muerte.

La visión humana codificada en símbolos circunscritos a cada

cultura particular, es la clave para entender que seis mil millones

de hombres, cientos de culturas diferentes de todos los tiempos,

tengan visiones completamente diferentes y singulares del

Mundo, que nos hallamos enfrentado en guerras y luchas

fratricidas por imponer nuestra manera de ver la realidad objetiva,

por imponer nuestros propios intereses y descalificar los ajenos.

La afinación que hace la Ciencia, día a día, en sus aproximaciones

al conocimiento del Mundo, la extensión de sus disciplinas a

todos los niveles sociales, a través de la aplicación de

innumerables de sus principios a la solución de problemas

prácticos, como es, por ejemplo, el de la interconexión física entre

los hombres, y otros desarrollos de la tecnología para hacer

posible la vida ordenada y el mantenimiento de grandes

contingentes de población, como los que hoy existen, han hecho

que la gente se gane su confianza y que el lenguaje científico se

vulgarice y se extienda por todas las capas sociales por su utilidad

común. El pensamiento científico es, en buena parte, el que

resulta de la codificación matemática, tan rigurosa como sea

posible, de su método experimental, de sus experiencias, de los

criterios que de ellas se derivan y de sus relaciones. Su mundo, el

mundo científico no es un mundo cerrado. En verdad tiene sus

propios paradigmas, pero éstos se discuten abiertamente sin

prevenciones de ningún tipo. El lenguaje científico, y su creciente

extensión, representa para la humanidad, hoy, pues, un buen

recurso para recuperar en Occidente la visión integral del Mundo,

del Universo, de que un día disfrutó, y quizás las cosmovisiones

que las diferentes “familias” en que se gestó la humanidad

llegaron a desarrollar, lo que hizo posible sus diversas culturas

particulares, en busca de una universalidad que nunca se pudo

lograr con anterioridad. La verdad es que el desarrollo

tecnológico nos ofrece una cantidad inmensa de experiencias y

conocimientos extraños en cualquier otra cultura, pero sobre los

que se basa cada vez más claramente la civilización

72

contemporánea. Se trata de algo inédito en otros tiempos, ajeno a

sus espacios culturales, “intraducible” en otros términos, y que ha

producido resultados indiscutibles, asimilados poco a poco por

culturas tradicionales que han venido desarrollándose sobre una

indiscutible base científica, como son las actuales civilizaciones

occidentales, y otras de viejas tradiciones como la civilización

japonesa, la China, la India y la Indostánica.

La sociedad burguesa al moverse por el afán de lucro, no

encuentra en ese sentido de su acción su principal escollo. Éste se

encuentra en otra parte: Los primeros empresarios que se

iniciaron en la Revolución Industrial, una vez hubieron tenido en

sus manos plena libertad de acción, no asumieron otros objetivos

diferentes a la imitación de la opulencia en el gasto, la

dilapidación y la irresponsabilidad en el manejo de la riqueza que

caracterizaron el comportamiento de la nobleza y las monarquías

en las naciones europeas durante la Edad Media, y cuyas

concepciones son otra consecuencia de la mentalidad simbólica

del ser humano. Tal vez, ellos mismos no crearon un mundo

nuevo, con sus propios afanes, no rompieron tajantemente con el

pasado. Siguieron apegados a viejos símbolos, a viejas directrices,

que determinaron el mundo burgués en sus inicios quizás, y sigue

determinando muchas facetas de la vida humana en la actualidad.

Unos símbolos determinantes en la significación de la riqueza

para los pueblos de todo el mundo, han sido el “oro”, y el dinero;

sin embargo, no son realmente la riqueza misma. De la misma

manera, las grandes posesiones, materiales y el derroche de

grandes fortunas en bienes suntuarios, son usos que simbolizan

los diferentes estatus de Poder en la actual sociedad burguesa.

Hoy sabemos que el comportamiento de la nobleza y de las cortes

monárquicas de la época pre – burguesa, orientado a hacer alarde

de su solidez económica y a demostrar su poder, fue muy

importante entre los motivos que produjeron el colapso de la

sociedad que aquellos estamentos sociales generaron. Y esa

costumbre discutible, trasciende hasta nosotros y se refuerza, con

el impulso de la Sociedad de Consumo.

73

VIII LA NECESIDAD DE UNA CATARSIS SOCIAL

A GRAN ESCALA

Este trabajo tiene el significado, además, de una labor de catarsis

llevada a cabo al nivel personal. El “viaje” de mi vida, igual que

los de muchísima gente, han tenido que ser realizados bajo la

acción de fuerzas muy poderosas, de todo orden, salidas

definitivamente de nuestro control y el precio pagado ha sido

demasiado alto en términos humanos. Estoy hablando de fuerzas

puestas en acción al amparo de la crisis general, por gentes

inescrupulosas, por la falta de nuevas opciones de vida, de

trabajo, generada por la política global de las grandes potencias

financieras del Planeta, al amparo del desorden, de la anarquía

general, de la falta de decisión de las autoridades legalmente

constituidas para aplicar la ley, al amparo de la osadía, del

atrevimiento de los criminales que utilizan su creciente poder para

imponer su propia forma de vivir, sus propios valores, su propia

para - sociedad, su propio Para - Estado.

Para realizar mi propia “limpieza” me he apoyado seriamente en

valores que, a pesar de la experiencia vivida, demuestran su

extraordinario significado como sostén de la esperanza de ver

algún día realizado el giro que la realidad humana tiene que dar

para que ésta sea digna de vivirse. Su consideración no es un

sueño más, sino la expectativa de una realidad que puede

cristalizarse en hechos y que puede ser construida sobre la base de

los aportes que el Hombre ya está haciendo en beneficio de su

propia cultura. Frente a esta gran opción, es una calamidad que

unos cuantos personajes de gran poder estén pretendiendo

construir una sociedad humana sobre su sola “corteza”

económico-técnica de nuestra civilización, olvidándose de la parte

sustancial, que tiene un alto valor patrimonial y representa el

conocimiento acumulado en la experiencia vivida por la

humanidad durante muchos miles de años. Nuestra historia

pasada no puede ser borrada de nuestra memoria, olvidada, o aún

tergiversada, por aciaga que sea, por dura que sea, ni siquiera para

conservar la buena memoria de hombres públicos de gran estima

que se equivocaron leve o gravemente. Sin su referencia es

74

imposible verificar el significado comparativo de las grandes

empresas futuras, llegar a la certidumbre de que debemos

rectificar nuestra conducta.

Ahora me resta solamente dar los más efusivos agradecimientos a

las personas que de diferentes maneras me han brindado su apoyo

en la realización de este trabajo. Y ese apoyo quiero transmitirlo a

todos aquellos que lo necesiten para inspirar su propia esperanza

respecto del Porvenir. Espero que este sea el primer paso de una

catarsis general a gran escala que nos anime a la mayoría de los

humanos a salir de nuestro retraimiento, de nuestra depresión y

salgamos a la luz del día, a pensar y a labrar pacientemente pero

resueltamente nuestro porvenir. No juguemos tampoco el juego

del Crimen, por afán de eludir nuestras dificultades existenciales:

El se nutre de nuestras miserias humanas. Nosotros somos el

platillo fuerte que le sirve en bandeja de plata la altiva e

inconsciente Sociedad de Consumo. Movidos por la ansiedad y la

frustración somos el mercado de su variada oferta: Alcohol,

estupefacientes, prostitución, explotación infantil, etc. Y es así

como con nuestra propia ruina fortalecemos sus finanzas y

hacemos colectivamente más difícil la salida de nuestra difícil

condición subhumana.

75

IX ¿QUÉ PERSPECTIVAS LE OFRECE AL MUNDO LA

CULTURA OCCIDENTAL EN SU PROCESO DE

EVOLUCIÓN?

¿Por qué buscar en un terreno tan vasto como el que me he

propuesto explorar, los fundamentos de una reflexión relacionada

con la razón de ser de la suerte que la cultura moderna, de origen

occidental, le está deparando al Hombre, tal como puede

observarse en el desenvolvimiento actual de su vida cotidiana, en

todas las latitudes del Planeta? ¿Es la experiencia del hombre

colombiano una muestra representativa de los resultados reales de

aquel proceso, que se desarrolla a marchas cada vez más forzadas

y más duras? ¿Qué cabría esperar, para la sociedad humana del

mañana, según esa experiencia y de muchas otras semejantes, de

seguir el orden de las cosas, tal como va dándose, dentro del

contexto histórico que nos está tocando vivir? ¿Qué riesgos

representa para el género humano esa situación, con relación a sus

posibilidades de permanecer en la plena posesión de uso de sus

facultades, en una sociedad para la cual el Hombre es cada vez

más un objeto, que ignora lo que significa su existencia, que no se

preocupa de su integridad física y mental, que más bien procura

servirse de él, “cercarlo” para inmovilizarlo, reducirlo a la

impotencia y así explotarlo a su antojo?

Lo hago, porque tengo la convicción de que si no agotamos los

recursos de que disponemos para conocernos, en especial los más

rigurosos y sistemáticos, como los que nos proporciona la

Ciencia, no estaremos en capacidad de entender al Hombre, tal

como es, al menos, tal como podemos descubrirlo en el contexto

histórico que ha dejado plasmado como recuento de su

experiencia, a lo largo de su vida, al menos como nos lo presentan

la visión que con mucho esfuerzo hemos logrado desarrollar

dentro de la escasa discusión interdisciplinaria actual. La historia

vivida por el pueblo colombiano, mi pueblo, que por haber vivido

siempre dentro de su contexto es el que más conozco, plantea la

convergencia de fuerzas humanas internas y externas históricas

que se han conjugado para definir el perfil de un presente que no

76

ha sido satisfactorio para muchos, que en los últimos años parece

estar dando un giro de 180 0 y que, de no consolidarse, nos estaría

mostrando, más bien, un futuro amenazador.

Agotar esos recursos significa, en este caso, atreverse a avanzar a

adentrarse en el estudio y consideración de experiencias humanas

universales que influyeron decisivamente y definitivamente en la

vida presente, como es el caso colombiano que hemos

considerado y como ha ocurrido en muchas otras sociedades,

otras comunidades, otras culturas del planeta, para el bien o para

mal del ser humano. Significa tomar consciencia de que la

relación entre las experiencias que viven hoy nuestras

comunidades humanas y las experiencias universales del Hombre

en el pasado, tal como se dieron en la vida real, están íntimamente

relacionadas en su significado.

Entre otras cosas, el mundo antiguo sobrevive, paradójicamente,

en nuestro mundo presente, queramos aceptarlo o no. En todo el

planeta, incluso en las naciones más desarrolladas, hay

comunidades humanas que viven ancladas, incluso en un pasado

milenario. Esto ocurre hoy, tanto en los pueblos de Asia Central,

como de Europa Meridional, como en la América aborigen, y en

muchos barrios deprimidos de las grandes ciudades, para

mencionar solamente algunos casos. La Tecnología, a pesar del

progreso de los medios de comunicación, no ha trascendido lo

suficiente para generar un desarrollo humano sostenido y

completo.

Otro aspecto del asunto se relaciona con las bases antropológicas

de la tecnología moderna: Es del consenso de los científicos, que

el proceso de desarrollo de la tecnología, incluso la más moderna,

tiene como soporte el conocimiento que parte de la experiencia

humana de miles de años atrás. El desarrollo de la agricultura, y

las actividades pecuarias actuales, por ejemplo, parten del trabajo

realizado, incluso, por nuestros campesinos en todos los tiempos

pasados. Una visión en perspectiva amplia y profunda de las

diferentes culturas, incluso la nuestra, le muestra a los estudiosos

modernos y a los técnicos formados en las disciplinas científicas,

77

algo muy diferente de lo que se observa en perspectivas muy

estrechas y poco profundas, como las que se utilizan

cotidianamente en proyectos de toda índole, muchos de ellos de

“alta ingeniería”, de aparente poca trascendencia para merecer un

cuidado mayor.

Erróneamente, está difundida la idea de que el carácter humano

no cambia, de que es inmutable, y se transmite infaliblemente de

padres a hijos. Esto es cierto. Sin embargo, si se tiene una idea

correcta de cómo evoluciona el Universo, y aplicamos el patrón

natural a la evolución del mundo humano, nos quedaría faltando

considerar la segunda fase del proceso evolutivo: La Naturaleza

se encargará de eliminar del escenario de la vida los caracteres

que carecen de la posibilidad de sobrevivir en el mundo que le

toca a la Especie vivir, en términos de las interacciones que tienen

que darse dentro del contexto particular de los diferentes

conglomerados humanos.

Valga la pena anotar que, a partir de nuestro tiempo, nuestras

comunidades estarán definitivamente integradas a la vida social

del planeta, y estarán irremediablemente sujetas a la influencia

extranjera de cualquier manera que sea, ya por los canales de las

relaciones legales e institucionales, ya por los canales informales,

espontáneos, ilegales y clandestinos, forjados por toda clase de

voluntades, desde las más altruistas hasta el crimen organizado

internacional, sin que parezca que hay la menor opción de

eludirlos.

En mi juventud conocí todavía un mundo feliz, comunidades

pequeñas, sencillas y, quizás, pobres, en términos de la cultura

moderna, que habían vivido muchos años aisladas de un

protagonismo que había hecho del mundo exterior, incluso

considerando los centros urbanos colombianos como tal, algo

muy diferente, pero donde la gente tenía todo cuanto creía

necesitar. Si en algún lugar habían logrado establecerse el

pensamiento escolástico y las disciplinas correspondientes, al

nivel moral, patrocinados decididamente por la Iglesia Católica,

fue en estas tierras. Ese era un motivo de discordia con otras

78

regiones colombianas donde habían anidado el pensamiento de la

Ilustración y la ideología liberal radical.

Definitivamente la apertura, significó a principios del siglo XX, a

medida que se abrían las primeras vías, para nuestra gente, un

deterioro inconmensurable de su calidad de vida, la entrada en un

mundo angustioso, insolidario, traicionero, mentiroso, cuando la

Violencia exterior irrumpía sin piedad, sembrando la ruina y la

muerte por doquier. El Ferrocarril de Antioquia, la primera gran

vía férrea, es tan dañino para el ambiente “monacal” de nuestra

sociedad campesina como las vías carreteables, pero nos muestra,

desde que fue construido, una nueva concepción de la “buena

vida”, de la riqueza, del lucro, que ha servido y servirá de

fundamento, de eje de la cultura industrial en que hemos

avanzado durante todo el siglo XX y que se avecina con la

“globalización económica”, al impulso de fuerzas económicas

locales y foráneas compulsivas que actúan inicialmente a través

del comercio, y que se interesan en la explotación económica de

recursos naturales poseídos y aprovechados tímida e

ineficientemente por nuestra gente.

Esa apertura ha entrado por las carreteras, por la radio, por la

televisión y fue anunciada con alarma y dolor por los curas

párrocos de los pueblos en los púlpitos de hace un siglo. Pocos de

los que recuerdan aquellos días viven todavía, y la juventud se

lanza temerariamente lanza en ristre contra sus tradiciones

paternas, enfrentada ciegamente a su mojigata tradición, bien

atrasada frente al avance avasallador de la “tecnología moderna”,

que impone sus condiciones en esa llamada “globalización”, sin

consultar con nadie, sin el menor concierto y consideración,

arremetiendo de frente, en nombre de “los intereses de la

mayoría”, contra el patrimonio común de nuestro pueblo,

precisamente aquel que nos había permitido antes vivir en medio

de verdadera paz y armonía.

Hasta 1948, en las comunidades campesinas antioqueñas se vivía

trabajando y en paz, algo que no podía decirse ya de otras

comunidades colombianas afectadas por el manejo que nuestros

79

dirigentes le daban a la política interna, como las de las provincias

santandereanas, Boyacá y Cundinamarca, Cauca y el Valle del

Cauca. Desde las ciudades colombianas, ya durante la Colonia y

cuando se instituyó la República, era patente que las instituciones

colombianas servían de caja de resonancia a los conflictos

europeos. Las credenciales de diferentes fuerzas políticas y

sociales cuyos artífices se movían entre nosotros, eran presentadas

de manera sugestiva con el fin de sensibilizar a la población y

seducirla e incorporarla a los movimientos de acción política que

se suscitaban dentro de las clases dirigentes y que perseguían

propósitos claramente asumidos por los líderes provenientes de

ellas. El liderazgo logrado por nuestros hombres públicos

surgidos de allí, alcanzó, ya a mediados del siglo XX, retraer

sectores sustanciales de nuestra población de sus actividades

agrícolas y pecuarias tradicionales productivas, y movilizarlas

hacia la actividad política suya, hacia sus empresas, en el plan de

terciar a su favor en los grandes conflictos políticos suscitados

durante este siglo. De suerte, que, mientras otras naciones, dentro

de las que se cuenta E.E. U.U de Norteamérica, se consagraban a

desarrollar su estructura productiva industrial para hacer que su

trabajo fuera más competitivo dentro del contexto de la economía

mundial, la nuestra se dedicaba a forcejear violentamente para

imponer el imperio y la hegemonía de diversas ideologías,

sustrayendo iniciativa y fuerza de trabajo muy importantes de la

producción de riqueza, y afectando gravemente el trabajo

productivo de las restantes.

Poco a poco, y desde entonces, la identidad y los soportes de la

vida social en aquellas apacibles comunidades campesinas, han

ido desapareciendo y nuestra gente ha tenido que enfrentarse a las

consecuencias del “progreso”, tal cual les ha sido ofrecido, en

“bandeja de plata” a través de todos los medios disponibles de

promoción de la “Sociedad Industrial” actual. Es preciso hablar

de ese progreso, en términos de su significado material, pero

definitivamente, la caída del nivel de vida no cesa. Más aún, ha

irrumpido la pobreza, hasta niveles nunca imaginados antes, del

orden del 64% del total de la población. La población marginada

y desplazada, por causa de la violencia y de los conflictos

80

políticos de todo orden, ha crecido a niveles increíbles,

desfigurando, por completo el orden urbano en las principales

ciudades, donde se han generado agudos problemas de

desempleo, de inseguridad, de crimen organizado, etc.

Es evidente, sin embargo, que nuestra crisis no es solamente

nuestra. Es, más bien, el reflejo de la crisis ideológica global que

se desencadena con el rompimiento del eje de la Cultura

Occidental como consecuencia de la Reforma y del hundimiento

de la potencia española que lo sustenta hasta ese entonces, como

primera potencia que era, de Occidente en su época. Su

consecuencia más dramática, la Revolución Social que se da con

la emancipación de la nación norteamericana, la Revolución

Francesa, revolución política, que se da con el hundimiento de la

monarquía francesa y la Revolución Industrial, que se da en

Inglaterra, las tres revoluciones burguesas que se suscitan en

cascada, ampliamente lideradas por las cabezas del movimiento

de la Ilustración en Francia y por las potencias anglosajonas, en

un liderazgo que se extiende hasta nuestro tiempo, le abren las

puertas a la civilización moderna tal como la conocemos hoy día.

Sin embargo, entre los pliegues de sus triunfos, se adivinan

también las tensiones que generarán el afán desmedido del lucro,

y el dominio de la economía mundial intentado por las grandes

potencias occidentales, articulados forzosamente, como están en

la Edad Moderna, a través del comercio internacional, del

respaldo que su poderío militar le brinda a sus políticas de Estado,

de la desestabilización política de las naciones más débiles y de

los grandes conflictos ideológicos promovidos por los

movimientos de izquierda a lo ancho del mundo entero,

particularmente en el transcurso del siglo XX.

Es evidente que el mundo moderno no ha conseguido identificar

una directriz de común aceptación, capaz de servir de “eje

director” de su actividad económica política y social, y tampoco

ha logrado establecer un objetivo a conseguir, a realizar en un

momento dado que nos conduzca a un futuro predecible. Las

sociedades burguesas actuales, aún en su propósito de involucrar

a todos los pueblos del mundo en su empresa económica, parecen

81

padecer de algunas patologías crónicas: Se comportan como

sociedades de espíritu compulsivo, los seres humanos se sienten

cada vez más aislados, sienten asediado, y aún violado su espacio

personal cada vez con más vehemencia e irrespeto por sus

personas. Es como si tales sociedades se sintieran invadidas por

un espíritu de insolidaridad, que no pocas veces raya en la

esquizofrenia, y como si la debilidad de los individuos aislados

invitara a la persecución de los más fuertes, al desconocimiento

de una dignidad reconocida institucionalmente, generando miedo

y estados patológicos de la consciencia y reacciones de tipo

paranoico. Surgen así la violencia en el trato político, la

arrogancia y la prepotencia frente al enemigo indefenso, la

intolerancia y la persecución; y la defensa adquiere perfiles

dramáticos y se apoya en medios inusuales, como el trato con las

grandes organizaciones criminales del planeta que hacen, a su

modo, sus propios negocios.

Y mientras tanto la población humana crece desbordando toda

posibilidad de sustentación física y el medio natural se degrada

irremediablemente ante la agresión incontrolable de la masa

humana hambrienta, ante el embate de los monopolios de fuera

que invaden los espacios interiores arruinando a sus contendores

comerciales con el “dumping” y la especulación como armas

mortales, generando movimientos desesperados de fusiones

empresariales, aceleradas alianzas estratégicos entre grupos de

antiguos competidores, lanzando a la calle verdaderos ejércitos de

desocupados. De continuar esta situación sin cambio, la

Humanidad se verá tarde o temprano frente a su peor encrucijada

histórica. En este año de 2008 el espectro del hambre se muestra

más indómito que nunca: Los precios del petróleo han llegado a

precios sin precedentes, como US$ 145 por barril y sigue

subiendo, cuando el costo parece no superar los US$ 20. Todo se

debe, hoy, a la demanda creciente de dos sociedades orientales

que se occidentalizan dentro de los patrones establecidos por

autoridades económicas privadas que operan independientemente

de los Estados de Occidente: China e India, obviamente apoyada

por sus autoridades interesadas por mejorar los bajos niveles de

vida de sus pueblos; lo que significa, por otro lado, pingüe

82

negocio, e incomparable oportunidad de acumulación de activos y

poder económico para los empresarios que han emprendido la

tarea de industrializar la región, donde los niveles tradicionales de

ingresos por el trabajo ha sido demasiado bajo.

Ello ha traído, como consecuencia, un incremento de la demanda

de recursos alimenticios nuevos y una demanda adicional de

combustibles para mover su nueva civilización automotriz, que ya

no se mueve a pedal sino con motores de gasolina. Un reto será,

generar los cambios necesarios, aumentar la producción haciendo

más presión sobre las fuentes naturales de recursos naturales del

Planeta o aceptar el riesgo de que la comida deje de llegar a

muchas bocas en el resto del Mundo y mucha gente padezca

hambre. Otro reto es aprender a pensar diferente. Con total

irresponsabilidad estamos usando un recurso bueno en sí mismo:

Estamos aprovechando los recursos renovables para la producción

de biocombustibles, lo que podría mejorar sustancialmente las

fuentes tradicionales de trabajo, pero lo estamos haciendo

olvidándonos de los requerimientos inmediatos de los más

humildes, afectando gravemente el precio de los víveres, su fuente

básica de sustento. Habremos de pensar diferente: Los

desequilibrios económicos, la acumulación indebida de capital

especulativo, sólo para atesorar más poder, la irresponsabilidad de

provocar el sometimiento de grandes sectores de población en

otras regiones del planeta a duras pruebas de supervivencia, a la

incertidumbre sobre su futuro, sin el menor apoyo, sin la menor

posibilidad de adaptarse a los cambios, todas prácticas

tradicionales para hacerse al control, en mayor extensión, de las

vidas humanas, deben ser consideradas como lo que son: armas

económicas de destrucción masiva, son a la vez semillas de mayor

discordia, de nuevos conflictos, de nuevos dolores de cabeza

políticos, en un mundo ya, de por sí dividido, violento, desafiante

del orden establecido. Si: Habremos de pensar diferente si

queremos resultados diferentes.

El trabajo que sigue es el producto de nuestra reflexión acerca de

aquel tema. Nuestro propósito es dar el primer paso, que será

seguido por muchos otros pasos de mucha gente, en el esfuerzo de

83

una toma de consciencia de la Realidad, necesaria para que

nuestro pensamiento cambie y logre generar cambios diametrales

en nuestra acción. Un aporte muy significativo debe provenir de

quienes laboran en el campo de la Ciencia, de los ingenieros, de

los estadistas, de los educadores, quienes están en capacidad de

liderar la movilización humana en la búsqueda de un soporte

físico adecuado a las necesidades de una supervivencia digna para

la Especie Humana.

84

X UNA VISIÓN CIENTÍFICA DE LA VIDA HUMANA

COTIDIANA

Mi propósito en los párrafos que siguen es el de mirar y abordar

el estudio de lo que muchos han visto, con referencia a economía,

sociedad y política, pero con una óptica, probablemente, muy

poco común: La óptica científica. Sin embargo, no planeo

referirme a un público de reconocida formación científica, no me

propongo rebatir teorías científicas. Deseo hacer un intento por

ayudarle a un gran público a cambiar su visión de temas que yo

consideraría cotidianos, sólo porque adoptamos enfoques que ya

son de trajín cotidiano en la Ciencia, y han conducido a ésta a

una verdadera revolución de su pensamiento. Creo que, en gran

proporción, puede cumplirse este objetivo, aunque ese gran

público no tenga un gran dominio de la Ciencia y de la Técnica,

ni sea experto, necesariamente, en otras disciplinas. Espero sí, en

especial, que mi interlocutor tenga conocimientos, esté interesado

en informarse o esté avanzando en sus estudios, al menos, en

alguna de las ramas de la ingeniería.

La Ciencia y la Técnica han avanzado en las últimas décadas de

manera impresionante. El gran público entre muchas cosas sólo

ve los cambios que se dan en los medios de transporte, en las

telecomunicaciones, en la implementación de profesiones como

la medicina, en la implementación electrónica del cálculo

numérico, en el manejo automático robotizado de procesos

industriales, comerciales y de diferentes tipos de servicios, en la

investigación en todos los campos prácticos cotidianos al nivel

físico. La Ciencia y la técnica hacen al Hombre, por ese camino

mucho más poderoso… aunque también más débil. En el medio

caótico moderno urbano, representado, en cierta forma, en la Gran

Ciudad, no siempre tienen su aplicación en provecho del Hombre;

no pocas veces se usa en pro del bien de unos pocos, y no solo

eso, se aplica en pro del sometimiento y utilización de las grandes

mayorías: La vida humana, en términos de su significado como

activo laboral, como bien lo afirma Carlos Marx (1818 – 1882),

se ha vuelto mercancía y su precio está relacionado con la oferta y

85

la demanda del “mercado”, en este caso, del mercado laboral.

Esto parece una consecuencia del enfoque económico desde el

cual se interpreta, hoy día, el valor intrínseco de la Fuerza de

trabajo humana, quizás del tiempo durante el cual el empresario la

usa. Esta es, según lo entienden muchos, la raíz de muchas

injusticias, el origen de mucha de la gran pobreza que azota a la

humanidad hoy. Vale la pena entonces que nos ocupemos de otros

enfoques del tema que pueden ofrecer horizontes insospechados

de avance en el conocimiento del tema del Trabajo, y quizás, de

donde se pueda sacar una solución técnica definitiva al problema

de la pobreza.

Ese gran público ve, ciertamente, cómo el Planeta se ha achicado;

ve cómo en los mismos espacios en que se conducía, en una

suerte de vida íntima, en las viejas comunidades, ya convergen

poblaciones muy diferentes, en el plan de interactuar como

vecinos inmediatos….y cuántas veces de imponer con sus medios

de fortuna, con sus exhibiciones de poder, su dominio arrogante,

de forzarlos al desplazamiento ya apoyados en toda clase de

artificios, desde las más inocentes demandas de conveniencias

extrañas, hasta la intimidación y las amenazas armadas; ve que

pierde, no pocas veces, su independencia, el control sobre su

propia vida, la misma que otros toman en sus manos sin que

medie el más ínfimo debate, teniendo que someterse a

condiciones que nunca ha negociado; ve que sus habilidades de

trabajo, que sus destrezas empiezan a no serle útiles, a no

aportarle los medios de subsistencia que antes le reportaban, ve,

que se ha recrudecido el clima, que el medio ambiente lo castiga

más a menudo con las sequías, las inundaciones, los vendavales, y

lo sume más profundamente en la mayor incertidumbre, le niega

con más crueldad su cobijo, su sustento, su paz. Esa es, ni más ni

menos que la experiencia del Caos. Esa es, ni más ni menos, que

la experiencia sufrida por las comunidades en que vivió el pueblo

colombiano hasta el Siglo XX en su proceso de urbanización,

igual que ha sido vivido por muchos otros pueblos en vías de

“industrialización” en este período. Esa es una experiencia que no

debió estar reñida con la esperanza popular de un mundo mejor.

De un mundo mejor que pudo cifrarse en expectativas de progreso

86

económico y social, pero que desgraciadamente sí están reñidas

con él por un uso desenfrenado y perverso del Poder y las

expectativas que debieron realizarse no se han cumplido.

Hay muchos aspectos de la extraña transformación de su entorno

social que ese gran público no ha estado en condiciones de ver, de

entender: La tecnología ha transformado, por completo, los

medios de comunicación, el transporte, el urbanismo, la oferta de

bienes de consumo; sin embargo, particularmente en la Gran

Ciudad, hacia donde han tenido que emigrar aquellos que han

visto sucumbir sus comunidades raizales en medio de la

Violencia, se sienten más solos, más indefensos, más aislados que

nunca, la visión cósmica que le dio sentido a su vida en su cuna

raizal se ha relativizado allí, en la Ciudad, por completo; su aporte

social se juzga con referencia a escalas de valoración

completamente desconocidas, con varios agravantes: Hay poca

apertura para la interlocución, los medios de comunicación

masivos no permiten sino la comunicación en un solo sentido, la

discrepancia es ofensiva, la agresividad entre quienes comparten

los espacios urbanos se dispara inesperadamente. El delincuente

asecha en muchos lugares a la vuelta de la esquina, está pendiente

del menor descuido ciudadano para asaltarlo. La presión

irreflexiva del medio urbano, las demandas irracionales de

muchos vecinos necesitados, agobiados, angustiados, casi

desesperados, les induce a soluciones de la más variada factura,

en semáforos, en sitios de parqueo de vehículos, en sitios de

mucha afluencia de gente, etc., y es para muchos insoportable,

desconsiderada, despiadada; el trato de mucha gente denuncia la

presencia de patologías como la esquizofrenia colectiva, la

paranoia, y genera altas tensiones, -stress-, neurosis, depresión y

muchas otras patologías de la conducta. Muchos juicios denotan

estados alterados de la consciencia, y se dan adicciones colectivas

a sustancias psicoactivas como el alcohol y las drogas, que

entumecen o embotan los sentidos, que permiten la evasión de

una realidad invivible, de un estado de angustia existencial

insuperable, de una vida ingobernable. En Occidente, según la

OMS (Organización Mundial de la Salud), 30% de la población

consume antidepresivos.

87

Quien tiene acceso a organizaciones como AA y Alanón, donde

se congregan los adictos y sus familiares que tienen la

determinación de luchar, en común, apoyándose unos a otros,

contra el flagelo de las adicciones y las perturbaciones de la

personalidad a la que se llega por contagio u otros caminos, se da

cuenta del daño humano amplio y profundo que esas drogas

producen: Exacerban las neurosis y los desequilibrios

emocionales en el carácter, de cuyos efectos el adicto se quiere

librar angustiosamente, logrando entrar sólo en una espiral que lo

hunde en estados cada vez más deprimentes de consciencia, de

mayor escape de la Realidad, de mayor ingobernabilidad de su

vida, por la impotencia sentida, ya que pierde poco a poco la

capacidad de control consciente sobre su propio comportamiento.

Al exterior de esas organizaciones reina la indiferencia de las

autoridades y del público en general, frente a un problema que se

extiende ad infinitum afectando la suerte de comunidades enteras,

cuyos miembros se vuelven más y más vulnerables, estimulado

por la renta gigantesca que el comercio de estupefacientes

produce. Esas organizaciones se han extendido por múltiples

países de Occidente, marcando el paso de verdadero heroísmo

marcado por el coraje de hombres mujeres y niños, los cuales, sin

más ayuda que la que se proporcionan ellos mismos, se enfrentan

a uno de los “jinetes del Apocalipsis” más inicuos que alimenta

el egoísmo humano. Allí se pueden conocer testimonios

espeluznantes acerca de las condiciones angustiosas que viven

muchos adictos que hay en el Mundo, sus familias y sus seres

queridos. La ciencia médica ha prestado su valiosísimo aporte: Ha

definido las adicciones como consecuencia de una enfermedad

real, que afecta al sujeto en su cuerpo, en su alma y en su sistema

emocional. <<Ha determinado, que se trata de un problema de

salud, que se ha vuelto de salud pública>>. El alcohol, que se

expende libremente, por ejemplo, es un tóxico que desencadena y

hace crecer la enfermedad, que es de por sí incurable y que

compromete seriamente la conducta de las personas y sus juicios.

Es una enfermedad contagiosa a las personas allegadas

emocionalmente al enfermo, progresiva y mortal si no se

administra correctamente. Y ello conlleva la abstención del

consumo de alcohol, el trabajo de los allegados por su propia

88

recuperación, en total, un esfuerzo mayúsculo que realizan las

personas afectadas, en medio del Caos social que los rodea. Es así

como logramos descubrir que todas las sociedades planetarias

enteras están agobiadas por un mal que casi todos se niegan a

reconocer y que afecta fundamentalmente sus decisiones, incluso

a niveles estratégico-políticos, en especial, aquellas decisiones

que les exigen la urgencia de acciones mancomunadas para buscar

la supervivencia y la superación de los estados sociales de

enfermedad, desequilibrio y destrucción desde su interior.

Movidos por intereses insolidarios, anárquicos, cada vez más

independientes, más autosuficientes y menos comprometidos con

los asuntos de interés común, en un contexto de competencias

desleales, de búsquedas de supremacías decisorias, de dominación

de espacios, de fuentes de recursos vitales, de seguridad

financiera, de capacidad competitiva, en el mundo burgués se está

dando una transformación estructural que está favoreciendo la

concentración del poder, el incremento de su control sobre la vida

de comunidades antes independientes, con franco desmedro de su

autonomía, de su soberanía, de su libertad de acción. Los

patrocinadores de la llamada “Globalización Económica” están

generando nuevas formas de monopolio, de justificaciones para

su accionar sin trabas legales, por motivos de lucro, y ha

conducido, al reconocimiento de parte de multitud de poderes

menores, que carecen de medios de defensa contra su desmedida

ambición, en razón de la lógica de los argumentos económicos,

pero en contravía de sus principios fundamentales, y contra la

lógica del derecho de los pueblos a aspirar libremente a su propio

destino.

La coyuntura que representa para la población inmigrante al

medio urbano, que es poco consciente de lo que significa

patrimonialmente su identidad cultural, el paso de un mundo

encaminado al caos es verdaderamente demoledora; la presión

que ejercen sobre él las opciones extrañas que le ofrece el nuevo

medio de vida, que redunda en el abandono de su escala de

valores raizal, por la que ya no se rige, hacen que ceda,

finalmente, ante los halagos de un medio laxo, que no le exige

89

mayor disciplina sino fidelidad a las pautas publicitarias que le

impone.

Esa evolución de la sociedad burguesa la está haciendo

merecedora de muy duros cuestionamientos, y no son pocas los

movimientos de todo orden, especialmente políticos, que han

adoptado la posición de luchar frontalmente contra su estructura,

incluso con la fuerza, como forma práctica y efectiva de buscar la

redención del Hombre, en contra de sus maléficos designios. Un

caso patético de esa lucha, que es hoy casi un “lugar común”, es

la lucha revolucionaria de los movimientos marxistas –leninistas,

que, de actuar en nombre ciertamente de una causa altruista, como

ocurre en Colombia, se ha transformado en un proyecto político

populista, dispuesto a la corrupción, cuya lucha tiránica por el

Poder, que se desarrolla sobre la base del aprovechamiento de

todos los medios físicamente disponibles que contribuyan a la

victoria, incluso los contrarios al orden legítimo, se ha degradado

hasta niveles de infamia inaudita, habiéndose dedicado a cometer

toda clase de atrocidades. Hoy, ese populismo afecta no sólo los

movimientos de izquierda sino los de derecha, cuyos líderes

aspiran al control hegemónico del Poder para tomar en sus manos

el manejo de los erarios públicos de las naciones y volverse

millonarios con el manejo de los presupuestos oficiales. Las Farc

ya no luchan por la toma del Poder para fines filantrópicos; se han

corrompido y transformado en un negocio planetario gracias a sus

conexiones internacionales que los proveen de “mercado” para

sus “exportaciones”: Es el cartel de la Droga mayor del Mundo.

Su acceso al Poder, si lo lograran, significaría la fundación (de

hecho aunque posiblemente, no de derecho) de un nuevo narco-

Estado interconectado a los intereses económicos de escala

global.

Percibir aquella situación de contradicción desde mi juventud,

desde el principio de mi vida productiva, en que los actores,

sabedores de lo que les ocurre, llegan a tales niveles de

desconfianza pública y llegan cínicamente a prescindir de todo

diálogo civilizado, en que ninguno de los actores está en

capacidad de ofrecer una salida digna al conflicto, fue casi

90

traumático para mí. Sentía cómo si mi ciudad, antes un sano

pueblo de provincia, en su crecimiento, como si mi país, antes

hospitalario y acogedor, en su dolorosa agonía, ya no fueran ni mi

patria chica ni mi patria grande. Me sentía como si yo fuera un

extraño en mi propia tierra; como si ya nadie reconociera los

derechos que habían sido tan duramente defendidos, para el

beneficio de nuestros ciudadanos en nuestras gestas guerreras

desde hace doscientos años, por los próceres de nuestra

emancipación, que yo aprendí a mirar como héroes. Mi ciudad se

volvió en 70 años una megaciudad cuyas autoridades luchan con

poco éxito por rescatarla para sus habitantes; mi país ha sido

tomado literalmente por poderosas fuerzas exteriores que antes

sentía lejanas, pero que hoy, enfrentadas en un conflicto terrible,

se ocupan en hacer trizas nuestro patrimonio económico y cultural

para hacernos más accesibles a su dominación. Y como corolario,

el abandono y la indigencia empujan a grandes masas de

población, en especial las más vulnerables, como los jóvenes, a la

terrorífica y destructiva acción del Crimen, de la subversión, junto

a otra fuerza polarizadora, experimentada ya desde hace casi

trescientos años, de gran trayectoria, y extendida hoy por doquier

en el Mundo con el advenimiento de la famosa Revolución

Industrial, que se nutre con el aporte humano que deja, en el caso

de nuestro país, el proyecto nefasto de la violencia con fines

políticos, y el despojo sistemático del poderío económico de

nuestra Industria, ahora casi toda ella en manos de las grandes

corporaciones creadas por la Globalización Económica.

La experiencia que me tocó vivir me expuso a lo que podría

considerarse solamente la “punta del iceberg” de algo mucho más

profundo y complejo de lo que pudiera haber imaginado antes.

Algo imperceptible, en principio, para mí, dentro de la corta

visión del ciudadano individualizado, aislado, informado

amañadamente, aparentemente libre pero definitivamente

apresado, inmovilizado dentro de las tramas de la red tejida por

los más poderosos, dentro de las definiciones de la competencia

económica, de la Guerra en términos económicos, tal como me

tocó vivirla, siendo tan devastadora, tan ruinosa, tan cruel y

cruenta como las que se libran con armas en campos de batalla

91

militares; dentro de una revolución y de unos movimientos de

autodefensa, que, ante la debilidad y el desconcierto de un Estado,

pésimamente manejado, como fue el nuestro por mucho tiempo,

se volvieron los actores de primer plano en nuestro escenario

político y volvieron el país una “colcha de retazos”, dentro de los

esquemas de una vida moderna establecidos por una clase

dirigente muy consciente de sus intereses particulares, armada de

un bagaje ético pobre, de unos recursos técnicos apenas

suficientes para establecer unos, casi incipientes, delineamientos

estratégicos y un sistema institucional acorde con el orden que el

caudillo de turno querían afincar. Así operaba, entre nosotros una

clase dirigente que, supuestamente, ganó para nosotros un puesto

en la sociedad occidental, venciendo en coyuntura afortunada,

nuestra dependencia del caduco imperio español y su vieja

sociedad colonial, pero que nunca pudo ponerse de acuerdo

consigo misma, que se traicionó con irresponsabilidad crasa,

pagando un precio pírrico por sus desplantes, que se enfrentó en

la guerra civil durante doscientos años sin lograr establecer y serle

leal a un proyecto político estable de vida social, a un contrato

social básico único de orden, de aceptación común, a un plan de

desarrollo económico e industrial sólido destinado a servir de

fundamento al desarrollo de nuestra cultura regional.

La visión científica y técnica del tema, cuyos enfoques pueden

facilitarnos su aproximación a una interpretación más realista de

los resultados obtenidos, puede solucionar en gran parte nuestra

confusión. No todos son síntomas de fracaso, de nuestra

incapacidad de avanzar en el orden que nos permita salir del caos

en que hemos vivido. De hecho ya hemos emprendido la tarea de

redimirnos, pero vale la pena revisar el reto que nuestro país, que

la Humanidad como un todo, tienen por delante para alcanzar el

sueño de mejorar sustancialmente su forma y su nivel de vida.

Hoy estamos en capacidad de entender mejor la naturaleza de la

realidad física en que se sitúa nuestra existencia, las posibilidades

del fenómeno que somos, del proceso evolutivo que describimos

sobre nuestro planeta, de los medios casi infinitos con que

podemos contar para cumplir ampliamente nuestra tarea, del papel

de la cultura humana en la tarea de nuestra propia supervivencia,

92

de las actitudes que nos exige el entender mejor aquellas cosas,

porque la solución de los problemas que nos plantean nuestros

retos sólo nos corresponde a nosotros mismos darlas.

XI EL ESPÍRITU DE LA CIENCIA

No deberíamos extrañarnos del caso de que, el rigor lógico del

pensamiento científico, en un recorrido ya, de más de trescientos

años de existencia, se vea ya conducido, a su sintonización, a su

alineación, convergiendo decididamente con experiencias vividas

en otros aspectos de la vida humana, incluso en otras culturas no

tan especializadas o diferenciadas como la nuestra, como las que

asociamos, a los aspectos religiosos de la vida, en nuestras

sociedades secularizadas modernas. Entre ellas podríamos

mencionar el Tao, el budismo, el judaísmo, el cristianismo, y el

islamismo, entre otros.

El caso es entender si estamos en capacidad de implementar

nuestra civilización, con los recursos descubiertos y desarrollados

por la Humanidad, a lo largo de toda su experiencia vital, y qué

significan, desde nuestro punto de vista, desde el que hemos

enfocado el tema, aquellos recursos humanos. Y esta cuestión no

me la planteo solamente como humanista, como filósofo, como

ideólogo, como científico, sino principalmente como ingeniero,

interesado en contribuir a la construcción de una estructura de

carácter humano, como puede ser una sociedad humana sólida,

estable, sostenible, poderosa, imitando, quizás duplicando el

proyecto de la Naturaleza en la constitución de todas las

estructuras físicas, en cuyo orden ascendente ha producido como

resultado el espécimen que caracteriza toda nuestra especie. Sé

que la visión integral de la Naturaleza, incluyéndonos dentro de

ella, no como un fenómeno aislado, sino como un proceso

complementario, asociado a, e interactuando así con muchos otros

procesos naturales, ofrece un aporte invaluable a ese

entendimiento.

Mirada así, nuestra especie, podemos comprender mejor el papel

del Hombre en el Mundo, cuando busca sobrevivir él mismo, y el

93

significado de su cultura en esa búsqueda. Y algo muy

importante: lo que significa él mismo, en el Mundo, como su

principal recurso de supervivencia.

Es claro para mí que mi compromiso, como ingeniero, no es

solamente con el pueblo colombiano. Como ser humano que soy,

se extiende a la Humanidad entera, con la certeza de que, cuanto

haga por el pueblo colombiano, por extensión, lo estoy haciendo

también por la humanidad como un todo, porque sé que mi país

se convertirá en un gran aliado, en un soporte, digno de tenerse en

cuenta, para la vida de todos los hombres.

Mi compromiso es con el “Hombre Universal”, con todo respeto,

con el Hombre utópico, como prototipo del Hombre consciente

de su individualidad, de su temporalidad, de sus colectividades

considerado, mínimo en cinco dimensiones, incluida la dimensión

temporal y la dimensión espiritual, que sabe soñar y plasmar sus

sueños en realidad, que sabe compartirlos con sus prójimos y

hacer equipo con ellos para realizarlos en conjunto. Para mí el

Hombre es un proyecto de vida en plan de realización. Para mí,

ese es el verdadero significado de la política: Construir el hombre

que vivirá mañana. El Hombre pleno es aquel que se consigue

cuando se procrea y se forma con amor, cuando se zanjan sus

disputas, cuando logra los acuerdos, cuando le da la mano a su

potencial enemigo. Mi compromiso no es con un concepto

abstracto de hombre, con el extracto ideal del estereotipo humano,

de algo realmente inexistente, subjetivo. Para mí el Hombre se

frustra cuando se alienta en él la violencia, la discordia, la

contradicción en la controversia, cuando se toma partido en contra

de él en las discusiones, cuando se interponen barricadas en su

diálogo, cuando se encubren los caminos su encuentro, cuando se

le pone mordaza a su palabra, cuando se usa ésta como arma

ofensiva contra él, cuando se bloquean las posibilidades de su

concordia.

Creo que se logrará el ideal del Hombre Integral, cuando

venzamos el espíritu de la Guerra, y su cultura de la muerte;

cuando el conflicto, la discrepancia y la controversia tengan el

94

significado de verdaderos viajes más allá de nuestras fronteras

exteriores, el significado de verdaderas promesas, de verdaderas

fuentes de iluminación de nuestra consciencia íntima, y no de

ofensa, de descalificación, de confrontación violenta, de amenaza

irresponsable e irrespetuosa, de afán de imposición por encima

del carácter del interlocutor, de conspiración contra el orden

establecido, de dominación, de hegemonía, de imperio sobre el

otro, todos originados en diversas formas del pensamiento

dogmático. Miremos lo que nos dice François Jacobs:

“No es solo el interés lo que hace que los hombres se maten entre

sí. Es también el pensamiento dogmático. Nada es tan peligroso

como la certidumbre de tener la razón. Nada causa tanta

destrucción como la obsesión de una verdad considerada absoluta.

Muchos crímenes históricos son consecuencia de algún fanatismo.

Muchas masacres han sido realizadas por razones poderosas, en

nombre de algún “valor” que mueve a los actores, en nombre de

la “religión verdadera”, del “nacionalismo legítimo”, de la

“política idónea”, de la ”ideología justa”; en pocas palabras, en

nombre del combate contra la verdad del otro, del combate contra

“Satán”. La objetividad y frialdad que se les reprocha en muchas

ocasiones a los científicos pueden ser menos inconvenientes que

la fiebre y la subjetividad con que se tratan ciertos asuntos

humanos, ya que las ideas de la ciencia no engendran las

pasiones, más bien las pasiones utilizan a la ciencia para sostener

su causa. La ciencia no conduce al racismo y al odio. Es el odio

racial el que hace uso de la ciencia para “justificar” su racismo. Se

puede reprochar a ciertos científicos la fogosidad con que

defienden sus ideas. Pero ningún genocidio ha sido todavía

perpetrado para hacer triunfar una teoría científica. En la

actualidad, debería estar claro para todos que ningún sistema

explica el mundo en todos sus aspectos y detalles. Haber

contribuido a romper con la idea de una verdad intangible y eterna

quizás sea una de las mayores glorias de la ciencia” (Carlos

Chimal. Entrevista con François Jacob. http://

www.letraslibres.com/index.php?art=6113. Extracto tomado por

el profesor Hilderman Cardona para el Centro de Educación

Continua. Departamento de Humanidades. Universidad Eafit año

95

2007. P 9). “Jacob es una leyenda viva de la ciencia francesa.

Junto con la figura controversial de Jacques Monod, creó todo un

estilo de investigar en nuestros días. Diez años de intenso trabajo

los condujo a un modelo real de lo que los sociólogos de la

ciencia llaman “sistemas experimentales”, unidades esenciales

de investigación donde los escasos investigadores de la época

(1950 – 1960) pueden sentar las bases de una nueva hiperciencia,

en este caso la genética molecular que, según algunos, deberá

maravillarnos en el siglo XXI”.

“le pregunto al profesor Jacob sobre los límites de la ciencia, de

su ciencia, y me responde: “Hay quienes no soportan el desafío

del conocimiento, y se asustan de que la ciencia parezca ser, una

carrera desenfrenada hacia el mañana”. En 1997 Jacob publicó un

libro donde resume sus experiencias en la construcción de la

biología molecular. La Souris, la mouche et l´home es una

muestra de economía literaria y coraje. En él anuncia que, a los

ochenta años de edad, cambiará de campo de investigación e

iniciará una nueva aventura científica” (Idem. P 8).

“La suerte favorece a los mejor preparados, decía Pasteur. Poco

más de cien años después de su muerte la ciencia vuelve a

enfrentar enormes desafíos en materia de salud pública. ¿Cree

usted que ante el resurgimiento de viejas enfermedades y la

aparición de nuevas y terribles calamidades la suerte está de

nuestro lado? ¿Nuestro espíritu está preparado?”.

“Hablemos de su idea del “bricolaje” en la evolución de los

seres vivos.”

“Creo que aún no sabemos lo suficiente sobre procesos

biológicos. Estamos preparados, sí, para mirar lo que queremos

ver, y ese es el sentido de la frase de Pasteur. Sólo pensando

fuerte en algo puede descubrirse su significado. Y eso sólo lo ha

logrado el método experimental” (Idem. P 8).

“Durante mucho tiempo se dijo que la evolución y la selección

natural trabajaban como un ingeniero [con un sentido claro del

96

fin, de las opciones, del costo del proceso, es decir, plenamente

planificado] y no es así……..No. Esto se parece más a la

actividad del bricoleur, que toma los objetos que encuentra a su

mano, los colecciona y los modifica un poco. La gran diferencia

con el bricoleur es que la evolución no sabe lo que hace, su punto

de partida es el azar y las cosas suceden más o menos

automáticamente; el bricoleur sabe lo que hace cuando toma la

cortina de su abuela para fabricar una falda a su pequeña hija.

Pero la evolución no funciona con la eficacia del ingeniero, la

evolución utiliza lo que está disponible, lo alarga, lo modifica, lo

corta y reproduce algo nuevo sin intención. En efecto, se parece

más al bricolaje que al diseño ingenieril”. (Idem. P 8).

“Hace treinta años estaba gestándose lo que se llama “la nueva

síntesis” de las ideas evolucionistas. En su opinión, ¿cuáles son

los resultados de esas ideas?”

“Las consecuencias están contenidas en los grandes principios de

la teoría darviniana, a saber, que los organismos derivan unos de

otros, y que todos los organismos que viven hoy en esta Tierra

derivan de lo que habría sido un protoorganismo [o más

protoorganismos diferentes exitosos] que se formó [que se

formaron] hace unos tres mil millones de años. Ahora bien, los

detalles de la selección natural, por ejemplo, si la velocidad ha

sido lenta, con pequeños golpes agregados, o bien brusca y con

saltos repentinos, aún está por verse. Hay muchas discusiones. Es

probable que todos tengan un poco de razón y que de todos

tomemos un poco. Los evolucionistas hasta 1950 pensaban que

los organismos estaban esculpidos por la selección natural, hasta

en los detalles mínimos. Hoy se considera que, en efecto, la

selección natural juega un gran papel (no es por azar que los

pájaros tienen alas y los peces aletas) pero que, al mismo tiempo,

la parte que el azar juega es mucho más importante de lo que se

pensaba” (Idem. P 9)

.

Ahora, como parte de mi cosecha personal, propongo que

observemos dos aspectos muy importantes del tema: La colosal

dimensión de los números y la inconmensurable medida del

97

tiempo cósmico: Si se observa con absoluta consternación, en

cualquier selva tropical una imponente ceiba tolúa de 60 metros

de altura, y quizás, cuatro o cinco abarcaduras, como los que

fueron derribadas, en una de las propiedades de mi familia,

arrumadas y quemadas por nuestros mayores para plantar pasturas

para el ganado en aquellos terrenos, se podría preguntar uno:

¿Cuál es la probabilidad de que la conjunción de los factores

naturales necesarios se diera, para hacer posible la existencia de

ese maravilloso espécimen? Si nos regimos por la opinión de

Carsten Bresch, acerca del tema, que maneja maravillosamente en

su obra “La Vida, un Estado Intermedio”, tendríamos que

reconocer, que deberíamos ser completamente escépticos acerca

de su existencia, porque su probabilidad de existencia es

impresionantemente minúscula. ¡Y sin embargo allí estaban,

porque yo las vi! Pero también estamos acostumbrados a los

millones de variedades diferentes de insectos que vuelan y se

mueven en nuestros campos, animales mayores que caminan,

procrean nos dan sus productos y mueren, a seres humanos de

muy diversas edades, géneros, razas, que se preparan para la vida,

que trabajan, ¿cuál debería ser su probabilidad de ser? Sin duda,

aún menor que la de la ceiba tolúa. ¿Qué podría significar toda

aquella realidad que se burla de los magros cálculos, de las

insignificantes opiniones, de la pobre visión, de la arrogante

ignorancia y estupidez, de seres como nosotros, que habitamos un

planeta de un sistema solar situado en un lugar perdido en la Vía

Láctea de ese colosal Cosmos, que contiene incontables galaxias

y sistemas solares como el nuestro? Tal vez sólo una cosa: ¡Esa

insignificante probabilidad, en miles de millones de años, logró la

definición de una “ruta crítica” que condujo al éxito! ¡A esa

escala, la interacción, la conjunción estructural y de los demás

factores naturales que determinan las condiciones ambientales que

le sirven de escenario al fruto culminante de la evolución

universal, a la Vida, a las especies superiores, al ser humano,

tienen el significado de una empresa segura! ¿Es acaso ese que

llamamos azar, el campo del juego consciente del Creador, difícil

de ver desde la perspectiva de un “mundo plano, no

suficientemente trascendente”, tal cual es, el mundo en que se está

moviendo la inteligencia humana en nuestra cultura moderna?

98

He querido puntualizar el ejercicio de introducción en el tema de

reflexión general, en tres factores que, a mi manera de ver, en

calidad de ciudadano común en primer lugar, con una formación

científica verdaderamente limitada, reducida a las bases que exige

la formación de un ingeniero, pueden transformar radicalmente,

en la mente del hombre común, la manera tradicional de ver el

Mundo, de ver la Cultura, de verse a sí mismos, y de contemplar

los retos que la vida le presenta cotidianamente, escueta y

frontalmente, para que los asuma y triunfe en la realización de su

vida:

- El significado simbólico de los productos de la cultura.

- La experiencia del caos. El paso del Principio de causalidad

a la Teoría del Caos.

- El significado del pensamiento utópico.

XII EL SIGNIFICADO SIMBÓLICO

DEL PRODUCTO DE LA CULTURA HUMANA.

Los logros alcanzados, hasta ahora, por el trabajo científico de

investigación sistemática en multitud de centros de investigación

repartidos en el planeta entero, y el valor que la experiencia que

aquel les reporta a los pensadores modernos, verdaderos filósofos

de nuevo cuño, en sus reflexiones, muestran la profundidad de los

cambios que se van a dar, casi como una cascada, cada vez más

amplia y definitiva, en las formas tradicionales de interpretación

de la Realidad. Ello va a hacer posible una mayor comprensión de

las diferencias en nuestras formas de pensar, va a permitir la

profundización del diálogo a niveles nunca alcanzados hasta hoy,

va a permitirnos cambiar valores que nos tienen atados a

paradigmas inadmisibles, en el fondo, que nos están conduciendo

por el camino equivocado en la búsqueda de nuestras aspiraciones

legítimas a una vida mejor, que nos mantienen en una encrucijada

que tenemos que superar si queremos cambiar nuestros

estereotipos de vida, si queremos afinar nuestro juicio para

escoger el camino correcto en la formulación de un porvenir

sostenible para la Humanidad, si queremos aprovechar eficaz y

99

eficientemente los recursos que la Naturaleza ha puesto en

nuestras manos para mantenernos y desarrollarnos, si queremos

cambiar nosotros mismos para permitirnos el ejercicio pleno del

potencial de nuestra naturaleza, y, porqué no, si pensamos

seriamente en nuestra disponibilidad para que las Fuerzas

Creadoras del Universo puedan inaugurar su incursión hacia

nuevos horizontes aprovechables para el desarrollo de la Vida, a

partir de las promesas que, quizás, nos cuesta entender hoy

todavía, pero que se encuentran encerradas en el potencial

evolutivo de nuestra estructura corporal, como punto de partida de

nuevas expresiones de su vitalidad. Veamos lo que piensa Ernst

Cassirer de las inquietudes del biólogo alemán Johanes von

Uexküll (Ernst Cassirer. “La clave de la naturaleza del Hombre:

El símbolo”. Tomado por Hilderman Cardona de “Antropología

Filosófica, Introducción a una filosofía de la Cultura” Bogotá.

FCE. 1976 ps. 43 – 49, para el Centro de Educación Continua,

Depto. de Humanidades, Universidad Eafit 2007):

El biólogo alemán Johanes von Uexküll ha encontrado motivos

serios para emprender una revisión crítica de los principios de la

Biología. Según él, la biología es una ciencia natural cuyo estudio

debe abordarse, estrictamente, con métodos empíricos: La

observación y la experimentación. La increíble complejidad de las

estructuras biológicas hace que el pensamiento biológico no

pueda, realmente, articularse por medio de relaciones precisas

como los pensamientos físico y químico, sino, más bien, a partir

de correlaciones estadísticas. “Uexküll es un resuelto campeón del

vitalismo y defiende el principio de la autonomía de la vida”.

“La vida, para él, es una realidad última y depende de sí misma,

no puede ser descrita o explicada en términos de física o química.

Partiendo de ese punto de vista, Uexküll desarrolla un nuevo

esquema general de investigación biológica. Como filósofo es un

idealista fenomenista, pero su fenomenismo no se basa en

consideraciones metafísicas o epistemológicas, sino más bien en

principios empíricos. Como él mismo señala, representaría una

forma ingenua de dogmatismo, suponer que hay una realidad

absoluta de cosas que fuera la misma para todos los seres

vivientes. La realidad no es una cosa única y homogénea; se halla

100

inmensamente diversificada, poseyendo tantos esquemas y

patrones diferentes cuantos organismos hay. Cada organismo es,

por decirlo así, un ser gonádico. Posee un mundo propio, por lo

mismo que posee una experiencia particular. Los fenómenos que

encontramos en la vida de una determinada especie biológica no

son transferibles a otras. Las experiencias y, por tanto las

realidades de dos organismos diferentes, no son mensurables

entre sí, unas en función de las otras. En el mundo de una mosca,

dice Uexküll, encontramos sólo “cosas de mosca”, en el mundo

de un erizo de mar encontramos solo cosas de erizos de mar”.

La única clave, según él, para entender la vida animal nos la

proporcionan los hechos de la anatomía comparada; si conocemos

la estructura anatómica de una especie animal estamos en

posesión de todos los datos necesarios para reconstruir su modo

especial de experiencias. Un estudio minucioso de la estructura

del cuerpo animal; del número, calidad y distribución de los

diversos órganos de los sentidos y de las condiciones del sistema

nervioso, nos proporciona una imagen perfecta del mundo interno

y externo del organismo. Cada organismo, hasta el más ínfimo, no

solo se halla adaptado en un sentido vago, sino enteramente

coordinado con su ambiente. A tenor de su estructura anatómica,

posee un determinado sistema “receptor” y un determinado

sistema “efector”. El organismo no puede sobrevivir sin la

cooperación y equilibrio de esos dos sistemas: El receptor, por el

cual recibe los estímulos externos y el efector por el cual

reacciona ante los mismos se hallan siempre estrechamente

entrelazados. Son eslabones de una misma cadena, que es descrita

por Uexküll como “círculo funcional”.

Ernst Cassirer tratando el tema de la especie humana plantea, en

su caso, la siguiente pregunta: ¿Es posible emplear el esquema de

Uexküll para una descripción y caracterización del mundo

humano? Es claro que este mundo no constituye una excepción de

esas leyes biológicas que gobiernan la vida de todos los demás

organismos. Sin embargo, en el mundo humano encontramos una

característica nueva que parece constituir la marca distintiva del

hombre. Su círculo funcional no solo se ha ampliado

101

cuantitativamente, sino que ha sufrido también un cambio

cualitativo. El hombre, dijéramos, ha descubierto un nuevo

método para adaptarse a su ambiente. Entre el sistema receptor y

el efector que se encuentran en todas las especies animales,

hallamos en él un eslabón intermedio algo que podemos llamar

“sistema simbólico”. Esta nueva adquisición transforma la

totalidad de la vida humana. Comparado con los demás animales,

el hombre no solo vive en una realidad más amplia, sino, por así

decirlo, en una nueva dimensión de la realidad. Ese

comportamiento corresponde a la aparición de una desarrollada

corteza cerebral capaz de reflexionar, con una “lenta” respuesta

comparada con la que se logra cuando el estímulo sólo llega hasta

el cerebelo, o “centro reptil”, o cuando llega hasta el centro

emocional, la “almendra” o “amígdala cerebral”, o cerebro

mamífero. ¡Representa esto un positivo progreso de nuestra

Especie, o ¿esa “demora” representa una pérdida neta evolutiva

del hombre? Parece algo absurda esta pregunta, dentro del

contexto de nuestra costumbre “homocéntrica” de ver el mundo.

“Uexküll, sin embargo, se niega a hablar de formas inferiores y

superiores de vida. “La vida es perfecta por doquier”.

Aquellas consideraciones de Cassirer ameritan sondear un poco

las consecuencias prácticas de ello: Existe, pues, y sin embargo,

una diferencia innegable entre las reacciones orgánicas y las

respuestas humanas conscientes, sea cual sea la valoración que le

demos a tal diferencia. Algunos filósofos han puesto sobre aviso

al hombre acerca de ese pretendido progreso, el del desarrollo de

su corteza cerebral. “El hombre que medita, dice Rousseau, “es un

animal depravado”: Sobrepasar los límites de la vida orgánica no

representa una mejora de la naturaleza humana sino su deterioro”

(Idem. P 16).

Sin embargo, Michael Serres se refiere a una particularidad que

permite adentrarse en la discusión acerca de si realmente aquella

“demora” en la respuesta humana representa, netamente una

pérdida, o, realmente, abre un horizonte nuevo a explotar, por la

evolución de la Vida: Serres aborda el tema tomando otra madeja

de la experiencia técnica actual: ¿Cuáles consecuencias cognitivas

102

se siguen de las nuevas tecnologías (refiriéndose a las nuevas

aplicaciones de la electrónica que sustituyen muchas funciones

del cerebro humano)? (Michel Serres. “Nuevas Tecnologías y lo

Virtual”. Grupo HEC Management. Acta de intervención de

Michel Serres. Taller de reflexión filosófica del 5 de marzo del

2002. Internet. Traducción de Luis Alfonso Palau. 2004. Extracto

de Hilderman Cardona para el Centro de Educación Continua,

Departamento de Humanidades. Universidad Eafit. 2007. P 73).

Se refiere entonces a un fenómeno emblemático: La pérdida de la

memoria. Las consecuencias de las nuevas tecnologías sobre lo

cognitivo son numerosas y las que operan sobre la memoria son

de las más dramáticas (Idem. P 76). Los diversos almacenes

“exteriores al cuerpo” donde se guarda la información que antes

se llevaba en el cerebro, representa una de las grandes pérdidas

funcionales del cerebro humano. La demora entre el estímulo y la

acción es aquí evidente, la labor de reflexión de quienes

“procesan cerebralmente” el producto de los estímulos exteriores

de los sentidos que se almacena en las bibliotecas, en la memoria

de los computadores, como los filósofos, los escritores, los

intelectuales, los investigadores, también lo es.

Vale la pena traer a colación una actitud nueva que aparece entre

los jóvenes de nuestras ciudades (al menos puedo hablar de la

experiencia en Colombia) bien constatada en los centros de

formación escolarizada, no sólo de Primaria sino del nivel

universitario: El interés por aprender y prepararse para trabajar

bien, para adaptarse al medio en que les toca vivir, <<está

desapareciendo>>. En especial en la Gran Ciudad, los niños <<no

quieren estudiar>>, además, “todo lo que es preciso saber para

vivir está en Internet” piensan en seguir dependiendo, mientras

puedan de papi y mami; en otros casos, la presión de familiares

holgazanes (en especial padrastros o madrastas) que no responden

por ellos los obliga a desempeñar oficios fáciles y bien

remunerados, que, además del sustento de la familia les

proporciona lo que colma sus aspiraciones y sin mucho esfuerzo,

<<plata, moto, novia y rumba>>: trabajar como correos de las

“bandas” transportando droga, dinero y armas, prestarles servicio

103

en el área del sicariato, del cobro de “vacunas”- extorsión-, como

“tropa” en el monte o en los barrios marginados, como “mulas”

en el narcotráfico, etc. Nuestra juventud pierde cada día más y

más, su sentido de familia, de patria, de sus raíces, de su prójimo,

de su perspectiva histórica y cultural de donde debería obtener sus

referentes para actuar en su vida, su fidelidad a ellos. Su vida

pierde más y más sentido si es que en algún momento lo ha

tenido. Vive cada día sin importarle el ayer y menos el mañana.

Aprovecha ya todas las oportunidades que la vida le ofrece para

su disfrute, no tiene planes, no se forja sueños ni los realiza. No

da nada, no ofrece nada, no comparte nada, no se compromete

con nada. Es egoísta y solitaria. Podría preguntarse uno: ¿Acaso

con la educación escolarizada como se practica hoy

institucionalmente entre nosotros, cuando pretendemos evitar la

explotación infantil por parte del adulto y se le niega al niño la

opción de practicar algunas formas de labor adecuadas para la

formación de su consciencia, y mantenerlo espiritualmente

integrado a la vida de su comunidad natural, lo que estamos

haciendo no será, más bien, <<desconectar al joven de su

contexto cultural, comunitario, de su entorno social, familiar

inmediato, de la dinámica de su comunidad, de sus referencias de

vida, etc., de raíz? ¿Acaso lo estamos lanzando nosotros mismos

al vacío? ¡Podría ser que nuestras normas educativas de la

juventud estén apenas completando la destrucción humana de la

consciencia del ciudadano del mañana, que ha comenzado con la

destrucción de nuestras comunidades campesinas por la

Violencia, el desarraigo forzoso, masivo y la migración

desordenada a la Ciudad, en busca de refugio! Este mal nos afecta

en Colombia desde hace unas dos o tres generaciones y todavía

parece que estemos lejos de solucionarlo.

Antes de la difusión democrática de la escritura la memoria estaba

casi por entero “colocada en el cuerpo” de las gentes y era pues

considerada como fiable; así era considerada la “tradición oral”; o

la de los estudiantes de la Edad Media que eran capaces de repetir

su curso de memoria durante muchos años. No se podía contar,

como hoy, con toda una serie de soportes que tienen el lugar de la

memoria. Hoy el papel de la memoria se ha desplazado al papel, a

104

los archivos de computador. Hay una frase célebre de épocas de la

invención y desarrollo de la imprenta, que se le atribuye a

Montaigne: Prefiero una cabeza bien hecha que una cabeza llena”.

Esto muestra un cambio radical de actitud en las prioridades

intelectuales. Más que una “cabeza bien llena”, se buscaba

constituir bibliotecas personales que permitieran tener espíritus

amplios y espíritus capaces de regular bien sus pensamientos

(Idem. P 76)

“La “pérdida” aparece así como uno de los caracteres profundos

del progreso de la evolución humana. “Así ha ocurrido con el

milagro evolutivo de la mano durante el millón de años en que el

hombre pasó de cuatro patas a dos pies; al volverse inútil en la

perspectiva del apoyo, la mano “servía para todo porque no servía

para nada”. Lo mismo ocurrió con la palabra: perdemos la función

prensora de la boca, ganamos la palabra. Lo que se pierde se

compensa con una ganancia formidable…..”Nuestras “pérdidas”

de sentido no deben pues suscitar ni pesar ni nostalgia, son

constitutivas de la naturaleza del hombre y de su dimensión

cultural” (Idem. Ps. 76 y 77). En su camino, el Hombre hace la

técnica y luego, la técnica hace al Hombre.

Aunque ese proceso de “pérdidas” lo valoramos negativamente,

ya no hay salida, a pesar de todo, de esa reversión del orden

natural. Pero si se hace plenamente consciente de él, no le queda

otro remedio al hombre que adoptar las condiciones de su propia

vida; “el hombre no puede escapar a sus propios logros”. Y en

tales circunstancias, ya no vive solo en un universo físico puro

sino en un universo simbólico”. Según Ernst Cassirer, el lenguaje,

el mito, el arte, y la religión constituyen parte de ese universo

simbólico que sobrepasa los límites de sus propias fronteras

físicas: “forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la

urdimbre complicada de la especie humana. Todo progreso en

pensamiento y experiencia afina y refuerza esta red. El hombre no

puede enfrentarse ya con la realidad de un modo inmediato; no

puede verla, dijéramos, cara a cara. La realidad física parece

retroceder en la misma proporción que avanza su actividad

simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto

105

sentido conversa constantemente consigo mismo. Se ha envuelto

en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos

míticos, o en ritos religiosos, de tal forma que no puede ver o

conocer nada sino a través de la imposición de ese medio

artificial. Su situación es la misma en la esfera teórica que en la

práctica. Tampoco en ésta vive en un mundo de crudos hechos o a

tenor de sus necesidades y deseos inmediatos. Vive, más bien en

medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y

desilusiones imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus

sueños. Lo que perturba y alarma al hombre –dice Epicteto-, no

son las cosas sino sus opiniones y figuraciones sobre las cosas”

(Ernst Cassirer. “Una clave de la Naturaleza del Hombre: El

Símbolo. Tomado de “Antropología Filosófica” por el profesor

Hilderman Cardona para el Centro de Educación Continua.

Universidad Eafit 2007. P 17).

Estas reflexiones nos plantean el reto de modificar

fundamentalmente los criterios sobre los que se asentaba la

opinión de muchos filósofos, humanistas y sociólogos sobre lo

que es, realmente, el mundo de la Cultura humana, con todo su

contenido, las ideologías y las más diversas formas del

pensamiento; entre otras cosas, lo que es la misma Ciencia, la

tecnología, lo que son las disciplinas diversas como la ingeniería,

la medicina, la jurisprudencia, entre otras, sus mutuas relaciones

entre sí, el significado que tienen en los más heterogéneos medios

humanos, etc., y las relaciones de todas ellas con la realidad

física.

Aquello no dejará de tener profundas consecuencias en las

posturas típicas asumidas o que asumirán los hombres que

manejan y tienen serias responsabilidades en las áreas de lo

económico, lo social y lo político en las sociedades humanas que

sobrevivan mañana. Particularmente me quiero referir a las

interpretaciones y al manejo que se les dé al pensamiento de

carácter ideológico, al pensamiento de carácter religioso, entre

otros, los cuales pueden perder toda su significación doctrinal,

cuando se sacan de su contexto cultural; igual podría ocurrir con

su valor relativo en las relaciones entre conjuntos humanos de

106

diversidad ideológica y religiosa. Otra consecuencia será la

separación que habremos de hacer entre lo que son, el signo y la

cosa significada, por ejemplo, entre el dinero, símbolo que

representa la riqueza, y la riqueza, como tal. Sólo así podremos

conformar propósitos conjuntos razonablemente comprendidos

por todos, hablar lenguajes correspondientes a lo que queremos

decir, encontrar el significado de los lenguajes distanciados, no

solo socialmente sino en el tiempo. Igual ocurrirá cuando se

busque la realización de la concordia y de la armonía de vida

consigo mismos, con otras comunidades humanas, con el resto de

la Vida, con la Naturaleza, con Dios, como ideal supremo.

Me atrevo a creer que estas consideraciones nos permitirán la

superación de muchos malentendidos, de las intrincadas

confusiones que nos han mantenido marginados de la unidad, en

un mundo superpoblado desde hace milenios, sumido en

conflictos interminables, insolubles, maltratándonos y

explotándonos con crueldad increíble, mediante la guerra y la

violencia, agregándole a los motivos mecánicos, representados en

las diferencias simbólicas que hacen aparecer diferentes muchos

pensamientos semejantes, otros motivos emocionales que hacen

más difícil la aproximación al diálogo, como son la frustración, el

sentirse engañados, los odios, la envidia, los sentimientos de ser

explotados, de ser engañados, de ser traicionados, los deseos de

venganza, etc.

Dentro de los malentendidos más relevantes hay dos de

importancia capital en nuestro tiempo: En nuestra fe religiosa y en

nuestra valoración de la riqueza, cuyas interpretaciones nos han

precipitado en los conflictos más cruentos de la historia humana.

En su nombre se han levantado las fronteras más difíciles de

sobrepasar entre los hombres, las persecuciones más sangrientas e

inhumanas, los regímenes políticos más tiránicos, la explotación

económica más inicua del hombre, con el mayor irrespeto por su

vida, por su patrimonio, por su dignidad.

Los occidentales que creemos poder vanagloriamos de tener la

civilización más avanzada del planeta, la cultura más amplia y

107

comprensiva, no nos damos cuenta que a pesar de todo no hemos

dejado de lado las posturas típicas de quien dependía sólo del

producto espontáneo del Medio, o en su defecto del trabajo ajeno

y no aportaba mucho en la parte creativa para su manutención

igual que los pueblos cazadores, los pueblos de pescadores y los

recolectores de frutos en los que nuestra especie sobrevivía con el

sólo disfrute de los frutos naturales; además, nunca dejamos de

ser idólatras y fetichistas, también igual que las más primitivas

poblaciones humanas del mundo, de los períodos preagrícolas.

Lo más curioso es que la gran revolución agrícola que abre una

dimensión diferente en la vida humana en la que los pueblos

agricultores contribuyen decisivamente con su espíritu creador a

la labor de la Naturaleza en los procesos de la construcción de la

Vida, de los que derivamos los hombres nuevas perspectivas de

desarrollo poblacional, no logró marcar la consciencia de nuestra

cultura. Para nuestra sociedad moderna, los principios del Bien y

del Mal concebidos por Zoroastro para entender el conflicto entre

la usanza y el principio de la “recolección”, base primitiva de la

supervivencia humana, y la nueva usanza y el principio de la “agri

- cultura” <<verdadera creadora de valor económico>>, los

cuales llegaron hasta nosotros a través del aporte del cristianismo,

son borrada con el codo en toda su significación, en los códigos

“morales” de nuestra autosuficiente y arrogante cultura.

Cuando en la sociedad persa se daba el conflicto en sus períodos

iniciales entre las pretensiones del pastor, prototipo del hombre

nómada, entonces “libre”, que buscaba en las estepas

centroasiáticas, sin fronteras, el pasto natural para sus ganados, y

las primeras sociedades sedentarias, que aprendieron a cultivar la

tierra, un trabajo considerado por los pueblos nómadas como

trabajo de esclavos, y a trabajar <<hombro a hombro con los

elementos naturales>> para obtener sus cosechas, nadie podría

adivinar: Primero, que esa revolución de la agricultura pudiera ser

el origen de nuevas formas de vida humana muchísimo más

desarrolladas, y más aún, el origen de las grandes culturas

superiores humanas que vienen floreciendo desde hace unos seis

mil años en Egipto y Mesopotamia. Y segundo, que tal conflicto

108

haya persistido hasta nuestro tiempo, aunque la acomodaticia

moral de nuestro tiempo quiera tender una cortina de humo y

borrar para siempre en la consciencia humana los principios del

Bien y del Mal. Es por eso que muchos humanos persisten, en

nuestro tiempo, en seguir viviendo, como “parásitos”, no ya de la

Naturaleza, que ha sido explotada al límite, sino de las sociedades

humanas actuales, a través de las diferentes formas de fráude, de

hurto, de asalto a mano armada, de explotación humana, llegando

hoy a extremos tales, que amenazan la sostenibilidad de las

sociedades humanas planetarias que han logrado su

autosuficiencia.

La expresión actual de esos anacronismos es, la codicia sin

limitaciones, el amor al dinero por encima de todo amor, el afán

de lucro por encima de todo afán. Así pues, en la economía

moderna, el ser humano ha perdido, por completo, el buen sentido

que debería animar su trabajo y su sana interacción con el otro,

revalidando los valores primitivos que la Biblia deslegitima en su

historia de “Caín y Abel”, como expresión, en el pueblo hebreo,

del viejo conflicto ilustrado antes por Zoroastro.

El principal motor de nuestra economía es la codicia, el amor al

dinero, el afán de lucro. Nuestra ceguera no solo nos genera

conflictos que no tienen por qué existir, sino que nos conducen a

presupuestos absurdos, que hacen que invirtamos inmensos

recursos, enormes cantidades de energía, de esfuerzos, -verdadera

riqueza- en propósitos insulsos, como atesorar cosas inútiles,

olvidándonos, a menudo, de lo que es más significativo para

asegurar un buen nivel de vida, de lo que son nuestras verdaderas

necesidades. Los arquetipos de la civilización moderna y la

cultura occidental, se basan en una gran proporción, en una

equivocada escala de valores económicos.

XIII LA EXPERIENCIA DEL CAOS. EL PASO DEL

PRINCIPIO DE CAUSALIDAD A LA TEORÍA DEL CAOS

No trataremos aquí de discutir profundamente el tema, desde el

punto de vista filosófico o científico, para tomar posturas

109

definitivas respecto de cualquiera de estas formas de percibir la

dinámica evolutiva del mundo natural, de la Cultura. Nuestro

interés reside en el escrutinio de la visión moderna de los

procesos naturales y de la Cultura, en el descubrimiento

contemporáneo de la complejidad de los factores naturales y

culturales que convergen en múltiples escenarios e interactúan

entre sí para producir diversos resultados, dentro de los cuales

podemos contemplar, por ejemplo, la incontable variedad de

estructuras minerales y organismos vivos que hay a nuestro

rededor, y finalmente y en particular la vida humana.

Le dedicaremos un área completa al estudio del proceso de la

energía que se inicia hace 13.200 millones de años con el “Big

Bang” o Gran Explosión, fenómeno colosal de donde parte el

impulso inicial que, parece, mueve al Universo en un proceso

expansivo que se conoce en algún detalle desde hace ya un siglo,

aunque los astrofísicos siguen encontrando motivos de

incertidumbre o, aún, en contra de tal hipótesis, aunque todavía se

considera una forma perfectamente válida para entender la

Realidad del Universo. Desde principios del siglo pasado Einstein

y otros prestantes hombres de ciencia de la época dedicaron y

vienen dedicando mucho esfuerzo, incluso, a plantearse una ley

matemática que exprese fielmente el proceso expansivo del

Universo. Desde hace más de 70 años se están buscando dos

constantes que deben quedar determinadas y que completan el

cuadro de la solución, aparentemente definitiva. Se trata de la

constante de Hubble Por el momento, y con el propósito de evitar

confusiones innecesarias, vamos a asumir, como lo está haciendo

la Ciencia en la actualidad, que aquella hipótesis es correcta.

Aquel contexto puede explicarnos algo que apenas hoy empieza a

despejarse: El filósofo griego Heráclito pensaba que “lo único

estable en el Universo era el cambio”. Hoy, incluso, podemos

pensar, como algo plausible, que el impulso de todo el proceso

evolutivo universal, dentro del cual se inscribe el de nuestro

mundo, procede del Big Bang. De allí procede todo impulso

creador, cuyo efecto, decía, al menos dentro de lo que podemos

experimentar nosotros, florece a todo nuestro rededor. Nosotros

110

mismos procedemos de él. Con ello no me propongo hacer acopio

de motivos para reforzar una teoría creacionista, o una simple

teoría evolucionista a la cual sería muy dada la opinión actual,

dentro de la sociedad secular en que vivimos. Esa discusión está

en el tapete obviamente, pero el asumir posturas frente a ella me

parece se sale de nuestro interés.

Esas nociones de la realidad van a tener, sin embargo, unas

consecuencias contundentes en la manera en que hemos de

concebir la vida humana y el Medio que le sirve de habitación. Y

dentro de las circunstancias que, parece pertinente considerar,

tenemos una de capital importancia: Para entender los fenómenos

que se están suscitando como consecuencia de aquel impulso

inicial, en todo el Universo, pero lo que es más de interés nuestro,

los que se suscitan en nuestro propio planeta, corresponden a

procesos de interacción de factores naturales, y culturales en lo

que atañe a la misma vida humana, de una complejidad

absolutamente impresionante; algo que se sitúa a “años luz” de la

ingenua simplicidad con que se apreciaba el estudio de la

Naturaleza en tiempos de Newton.

Dentro de esa circunstancia vamos a situarnos, y desde nuestro

lugar de observación podemos apreciar los ajustes que el antiguo

“Principio de Causalidad” ha requerido para llegar hoy a entender

el significado de los conceptos de Orden y de Desorden, cuyo

estudio se aborda en la Teoría del Caos, y que se consideran

claves en el estudio de la Vida en general, de la cultura humana,

en particular, y de los objetivos que el ser humano se pone como

bases para darle significado tangible a sus civilizaciones, para

alcanzar a manejarlas eficazmente, igual que para entender la

relación entre todos los fenómenos de la Naturaleza, incluido el

suyo mismo.

La más antigua experiencia relativa al Caos conocida en cuanto a

relaciones humanas, tal como vamos a entenderla aquí, sucede en

Babilonia (Babel en lenguaje hebreo), más o menos en el año

4.500 antes de Cristo. Describamos un poco el escenario, sobre la

base del conocimiento actual, en que se da esa experiencia, que

111

parece diferir bastante del escenario planetario en que nos

movemos actualmente. Luego refirámonos un poco a aquella

experiencia:

Esa historia empieza, desde tiempos muy antiguos, en los cuales

es difícil precisar fechas, cuando se establecen entre los ríos

Éufrates y Tigris algunos grupos nómadas de las vecindades,

aportando todavía, apenas, una pequeña población. Primero

vienen los asentamientos y luego las poblaciones, generalmente

construidas alrededor de los templos dedicados a sus dioses. El

territorio denominado Mesopotamia (“entre dos ríos”), se dividía

posteriormente en Asiria al Norte y Babilonia (del que tomó

posteriormente su nombre la Ciudad) al Sur, también conocida

como Caldea. La región de Mesopotamia, habitada por un

conglomerado de pueblos diversos de origen nómada, se

consolida, por primera vez en el Mundo sobre la base de

tecnologías neolíticas (entrando de lleno en la Edad Neolítica) de

agricultura y ganadería, apoyadas en el regadío de la tierra entre

los años 6.000 y 5.000 antes de Cristo. Allí se inventa la rueda, y

el arado.

El desarrollo de los primeros asentamientos urbanos existentes en

el Planeta viene posteriormente: Buqras, Umm, Dabaghiyah y

Yarim, y más adelante Tell-es-Sawwan y Choga-Mmami, que

formaron la Cultura Umm-Dabaghiya entre el 5.600 y el 5.000

antes de Cristo, sustituída posteriormente por la cultura Hassuna-

Samarra y por la Cultura Halafa entre el 5.000 y el 4.000 antes de

Cristo.

En el año 3.000 antes de Cristo se desarrolla la primera gran

civilización sumeria, y en ella se inauguran las primeras formas

de escritura, la llamada escritura cuneiforme. Igualmente, en su

seno, en la región meridional de Mesopotamia son construidas las

primeras ciudades – estado: Uruk, Lagas, Kis, Umar Ur (cuna de

Abraham). De todas maneras en un principio la escritura sirve

para registrar las novedades en el orden comercial. Las primeras

relaciones de reyes y crónicas históricas fueron elaboradas sólo en

el siglo XVII antes de Cristo, parece, por la voluntad de algunos

112

de ellos de perpetuar sus genealogías, aunque adolecen de algunas

imprecisiones, según han descubierto los arqueólogos, pues en

ellas hay nombres de personajes de los que no se conocen

registros y faltan los nombres de otros bien conocidos por los

arqueólogos. Allí se estructura, por primera vez, el Estado

alrededor de las actividades de intercambio y cada una de ellas

posee su propio terreno de cultivo.

A partir del 2.500 antes de Cristo, en el Oriente Medio, en el

territorio del actual Irak se asientan estirpes venidas del

Occidente, pues, en los territorios de Mesopotamia, que según la

Biblia hablaban y se entendían en una sola lengua. En otras

palabras debían proceder de una misma estirpe cultural,

probablemente árabes hebreos y sirios.

Más tarde, la posesión del agua se convierte en motivo de

disputas y así empiezan las guerras entre ellas. En 2.340 usurpa el

Poder Sargón el Grande y se toma el Poder en Uruk y desde allí

ataca a las demás ciudades, las controla y funda el primer Imperio

conocido en el Mundo como tal en el sur de Mesopotamia.

Los episodios de las historias referidas en la Biblia y en el Torá,

relativas al Diluvio Universal y a la construcción de la Torre de

Babel ocurren allí (es.wikipedia.org/wiki/Mesopotamia

y www.Youtubee.com/watch?v=H9Eye6utwwHs).

La versión bíblica afirma que unos cien años después del Diluvio,

en la llanura de Senaar, que no es otra cosa que Sumeria, un grupo

de orientales se dedica a elaborar ladrillos y a construir un

zigurat, suerte de templo piramidal para honrar al dios Marduk de

los babilonios que es una pirámide, o torre suficientemente alta

para alcanzar el Cielo. El autor bíblico le atribuye a Nimrod

(bisnieto de Noé) hijo de Cush, hijo de Cam, rey cazador y

enemigo de Yaveh, la construcción de la Torre de Babel más o

menos unos 4.500 años antes de Cristo, para demostrar el poderío

y autosuficiencia de los hombres, porque fue quien los instó a su

construcción. Nimrod fue cambiando su manera de gobernar en

una tiranía, al no hallar otra manera de apartar a la gente del

113

temor de Dios. Cuando Dios se dio cuenta de la intención de la

Obra confundió sus lenguas, los constructores no se entendieron y

fue el fin de ella y el caos por doquier

(es.wikipedia.org/wiki/Nimrod).

Todo eso se da poco tiempo después del Diluvio, fenómeno que

registran casi todas las culturas planetarias, es decir, que parece

afectó prácticamente todo el Planeta. Es difícil ubicar con

precisión la fecha y el origen de tal fenómeno. El fin del último

período glacial que se inicia más o menos 110.000 años antes, se

ha situado hoy a unos 12.000 o 15.000 años anteriores a Cristo.

No es claro todavía, pero parece que pudo ser un fenómeno

climático derivado de ese período. La atmósfera del Planeta antes

del Diluvio, parece, era mucho más húmeda y fresca (si no fría),

el planeta estaba cubierto de nubes de agua y el clima reinante,

era más uniforme, respecto de las latitudes que el actual.

Probablemente el Sol se mantenía cubierto y no llovía o las

lluvias se repartían mejor en toda la superficie planetaria. Se han

encontrado evidencias de que el Sahara tenía vegetación y de que

antes de formarse la capa de hielo en la Antártida hubo vegetación

abundante (posiblemente en el intermedio de las dos últimas eras

glaciales). Hace 20.000 años los continentes norteamericano y

europeo estaban cubiertos, casi todos de hielo y el nivel del mar

era tan bajo que Bering era un istmo entre Asia y América, Japón

y Corea estaban unidos, las islas de Indonesia estaba unidas entre

sí y con el continente, Australia estaba unida a Tasmania, etc.

(tomasenlinea.com/2010/07/antes-del-diluvio/ y

es.wikipedia.org/Último_período_glacial). Parece ser que el fin

del último período glacial fue un poco abrupto.

Podríamos decir entonces que, el escenario de vida humana que

nos ocupa tiene diferencias muy grandes con el escenario en que

se mueve la Humanidad hoy. Babilonia era una ciudad

cosmopolita, la más importante capital del Oriente. Ganó su

independencia durante la Edad Oscura de la Cultura Sumeria y se

convirtió luego en el Imperio de Hamurabi en 1.800 años antes de

Cristo. Era un nudo de caminos donde se hablaban muchos

idiomas.

114

Sin embargo, parece ser que el autor bíblico se sitúa miles de años

atrás y señala que la población de la época sólo hablaba una sola

lengua (parece obvio que se refiere a la época de la migración

semita mencionada atrás, hacia el Oriente), y no siendo una

población muy nutrida, ésta escogió asentarse, construir su ciudad

y quedarse en ella y no regarse por toda la Tierra y poblarla como

era la voluntad de Dios (parece obvio que el autor bíblico al

referirse a toda la Tierra, se refiere solamente a un área limitada

que tiene fronteras con regiones y pueblos completamente

desconocidos). Asume, además el autor bíblico, la actitud de

Nimrod (rey de Babilonia muy anterior a Hamurabi) que la

califica como de desobediencia, de rebeldía, en contra de la

voluntad de Dios (y parece ser que, con esa actitud, está

relacionado el significado de su nombre). Y cuando se dio cuenta

Dios de cuál era el propósito de aquella empresa, decretó la

confusión de lenguas de los constructores haciéndola imposible.

De la misma manera trasmite la idea de que los pueblos que

habitaban la Tierra entonces se dividen en dos: Los pueblos

semitas (hijos de Sem, hijo de Noé) de cuya simiente ha de nacer

el Mesías, -Jesús- (que debe ser preservada) y los pueblos

enemigos de Dios (los pueblos descendientes de Cam y Jafet,

hijos también de Noé).

Esa historia muy antigua ha trascendido hasta nuestro tiempo

como una expresión de importancia capital en el judaísmo y el

cristianismo para entender la dinámica del Mundo, en la cual se

expresa la lucha entre el Mal (personificado en el demonio) que

pretende, en aquel tiempo frustrar la venida del Mesías,

terminando con la línea clara de su estirpe semita, y el Bien,

personificado en Yahveh directamente, quien se ocupa de

construirla y mantenerla segura (es.wiki.org/wiki/Torre_de

_Babel).

No podemos olvidarnos que las rivalidades y las ambiciones que

aparecen en Mesopotamia tempranamente, alcanzan finalmente a

sus culturas, a sus pueblos, a sus religiones y a sus dioses, que

compiten con toda su capacidad por la supremacía propia, tal

115

como sigue ocurriendo posteriormente. El destino de los dioses de

pueblos menos fuertes es el de desaparecer o llegar al Olimpo de

los pueblos más fuertes. Ello no es extraño, ni siquiera para el

Dios de Israel, Yahveh, pueblo, cuya interpretación de la

Divinidad logra que prevalezca y para luego fructificar en el

cristianismo. Esa actitud hacia las divinidades persiste a pesar del

tiempo: Mucho más adelante, ya en el siglo V de nuestra Era,

Clodoveo (466-511), rey de los francos y cabeza de la dinastía

merovingia, unifico a su pueblo, se sintió favorecido por el Dios

cristiano en la batalla de Tolbiac hacia el año 496 de nuestra Era,

contra los “alamanes”, la que dio un giro inesperado luego de que

la tenía perdida y se convirtió al cristianismo por insinuación de

su esposa Clotilde, hija del rey de los bungundíes, ya cristiana.

Pero sigamos ahora la consideración de aquella actitud humana

prepotente y arrogante, que se manifiesta más tarde, ya en la

modernidad del siglo XVIII:

La ciencia decimonónica “<<era lo suficientemente joven para

saberlo todo>>”, sentencia Isaac Asimos acerca de una pretensión

de los jóvenes que creen saberlo todo; y cita a Pedro Simón de

Laplace (1749 – 1827), astrónomo y matemático francés, que a

principios de ese siglo afirmaba << Si en un instante determinado

conociésemos la situación y la velocidad exactas de todas las

partículas del Universo, podríamos deducir por cálculos todo lo

pasado y lo futuro del mismo>>” (Isaac Asimos. “El Electrón es

Zurdo y otros ensayos científicos”. Alianza Editorial Madrid

1981. P 159).

Esa frase pronunciada con la seguridad con la que fue

pronunciada, deja una sensación de autosuficiencia un tanto

arrogante, que se ha manifestado, como “punto común” del

autorreconocimiento, en diversas circunstancias posteriores,

cuando han sido llevadas a cabo empresas que fueron reconocidas

como hitos del poderío de la Ciencia y de la Técnica en su

constante encumbramiento de las capacidades intelectuales

humanas: Uno de ellos, memorable, la botadura del

“insumergible” trasatlántico Titanic, hundido en su viaje

116

inaugural Liverpool – Nueva York, en 1912, al chocar con un

témpano de hielo en el Atlántico Norte, donde perdieron la vida

más de mil quinientos pasajeros y tripulantes.

Entonces los hombres de ciencia no sospechaban siquiera el

problema de números a los que se enfrentaban, menudo detalle

que determinaba la absoluta imposibilidad de aquella pretensión,

algo que, quizás, nunca sea posible, y que compromete al ser

humano a obviarla, sin que ello le haga imposible un

conocimiento de la realidad razonablemente preciso. Ese

problema lo abordó Werner Heissemberg (1901 – 1976), físico

alemán, premio Nóbel de 1932, quien desarrolló el Principio de

Incertidumbre, que considera, no solo la influencia del observador

y sus instrumentos de cualquier fenómeno físico, sino las

dificultades que existen para obviar cierto margen de error, en su

medición.

Ni Laplace ni los hombres de ciencia pensaron en la magnitud del

problema práctico que se les presentaba. ¿A quién se le podría

ocurrir, sensatamente, que es posible contar los granos de arena

del mar? Pero esto solamente sería el principio: Hacia 1987, los

telescopios habían alcanzado a cubrir una profundidad en el Cielo

suficiente para observar lo que se calculaba podrían ser unos

100.000 millones de galaxias. La nuestra, la Vía Láctea, está

compuesta por aproximadamente 150.000 millones de soles

semejantes al nuestro.

Y lo mismo que ocurre en el mundo de lo mayor, de lo colosal,

ocurre en el mundo de lo pequeño, de lo ínfimo, a nuestros ojos:

Ocurre con los cristales, con las células, con las moléculas, con

los átomos, con las partículas de que éstos se componen, todo lo

cual conforma las grandes estructuras organizadas conocidas.

Nuestro cuerpo posee billones de células que estructuran nuestros

órganos; cualquier pedazo del tamaño de un puño de materia

mineral está compuesta por trillones de átomos compuestos, a su

vez, por protones y electrones cuyo diámetro no supera la medida

de 1/1011 centímetros. Nosotros no somos capaces de describir, en

detalle, todo lo que pasa en los procesos que se dan en la

117

Naturaleza. Sólo tenemos la posibilidad de un control relativo, la

visión parcial, entre otras cosas, de ciertos resultados globales.

Para ilustrar un poco el caso, veamos la sencilla reacción de

combustión del hidrógeno con oxígeno y su expresión analítica:

O2 + 2H2 = 2H2O + Δ

Esa ecuación tan simple, sólo nos proporciona información sobre

el principio y el fin de un proceso complejo que se lleva a cabo a

lo largo de más de veinte reacciones distintas: Un átomo de

oxígeno se integra a dos átomos de hidrógeno para formar dos

átomos de agua, y de allí se desprende calor.

Esas cifras impresionantes nos disuaden, definitivamente, de

identificar y medir, una por una, las relaciones de causa y efecto

de las diferentes cadenas de procesos naturales, que en diferentes

circunstancias llegan a desencadenarse y que se dan en la

Naturaleza entre la indescifrable maraña de interacciones que se

da entre los diferentes elementos activos existentes. Sobre esos

elementos activos tienen los científicos algunas consideraciones

que tienen gran trascendencia en la vida cotidiana (sin contar la

que ya se les atribuye en el ámbito científico):

Su acción es ejercida con plena independencia de unos elementos

en relación a otros. Ello se da a todos los niveles estructurales: El

polvo cósmico conformado por partículas en todas las situaciones

imaginables y de todos los tipos que queramos, conforman un

conglomerado que se va condensando, en virtud de los campos

gravitacionales que surgen, en cuerpos cósmicos como nuestro

sol, nuestro planeta. Los seres vivos de todas las clases, ya del

Reino Vegetal como del Reino Animal, convergen en los

diferentes hábitats, formando “cadenas alimenticias”, ecosistemas

en que se incorpora, sin excepción, la totalidad de las especies,

llegando a un “equilibrio ecológico”, en términos de número de

individuos.

Esta acción se conjuga con otras incontables en los diferentes

escenarios de convergencia y “encuentro”. El número y la

118

heterogeneidad de los factores naturales que convergen es, en un

escenario, como podría ser un hábitat o nicho ecológico, un

planeta como el nuestro, un sistema solar como el nuestro, son

materialmente incalculables. La ciencia adopta soluciones

aceptables, no totales, para llegar a un conocimiento incompleto,

aunque útil de la realidad. Una de ellas es el muestreo estadístico

con márgenes de error calculable y muchos otros. Si a estos

factores naturales agregamos los factores culturales que

caracterizan la vida humana, la dificultad crece sin cesar.

Los efectos de aquellas complejísimas causas conjugadas son casi

imposibles de identificar todavía a largo plazo. Las simulaciones

computarizadas más complejas, los modelos matemáticos mejor

diseñados por ejemplo en el área de la meteorología logran cierto

orden de información a dos o tres semanas vista; de allí en

adelante, las inconsistencias en los datos, su imprecisión, la

dificultad para recoger información suficiente o que agote las

fuentes, introduce multitud de factores cuyo comportamiento se

desconoce pero que afectan los resultados.

Estos hallazgos científicos que hemos tomado como ejemplos

relevantes, y muchos otros, afectan profundamente la visión del

Mundo, de lo que somos nosotros, de la imagen que presenta la

Cultura observada desde esta perspectiva. La consolidación de un

conocimiento, que podríamos considerar afectado ya por estas

circunstancias conocidas en la Ciencia, no dudamos, tiene que ver

con el arribo, por ejemplo en la Política del reconocimiento y la

consolidación de legitimidad de fórmulas como las sociedades

plurales, la democracia efectiva, la existencia y aceptación de

opinión pública (y de todas las diferencias individuales de que

ésta pueda provenir), y otras fórmulas institucionales, como

fundamentos de los que pueden ser los mejores proyectos de

civilización humana, de construcción de naciones, o de cualquier

otro proyecto de estructura organizacional humana. Estos hechos

del pensamiento moderno contrastan radicalmente con las

expectativas de los filósofos de formación científica de unos

cientos de años atrás, cuyas doctrinas puestas en práctica en la

modernidad por seres humanos de mentalidad definitivamente

119

atrasada, acomodada a la ética del lucro a toda costa, y con la

ayuda del desarrollo técnico actual sin mayor compromiso

humano, trabajan, con total irresponsabilidad y falta de

consciencia, en un nuevo holocausto humano de consecuencias

inéditas.

El enunciado más antiguo conocido sobre el Principio de

Causalidad fue de Demócrito:” Todas las cosas que fueron, son y

serán, están preordenadas por la necesidad”. Aristóteles

profundizó en la solución del problema distinguiendo entre causa

formal, material, eficiente y final, volviéndose insoluble el

problema en medio de terrible confusión, ya que él enfocaba el

planteamiento hacia sus causas parciales, nunca únicas. En la

Edad Media los listados de causas que podía tener un evento eran

tan inmensos para distintos eventos que hoy parecería absurdos,

ridículos. Sin embargo, sirve aquello de ejemplo para apreciar

que, sea cual sea la longitud de tal lista de las causas que generan

los diferentes eventos, estas serían verdaderamente interminables.

(Henry Margenau. La Naturaleza de la Realidad Física. Ed.

Tecnos. Madrid 1970. P 356).

Las afirmaciones de Simón de Laplace simplemente se entienden

porque las hacía ampliamente entusiasmado por los trabajos del

inglés Isaac Newton, quien planteó los principios de la Mecánica

Clásica, hoy superados por las teorías relativistas y la Física

Cuántica, y que le sirvieron a él para calcular los movimientos de

las lunas de Júpiter y Saturno, entre otros. Ocurre, entonces, que

hoy, al nivel de la vida cotidiana, la gente no está familiarizada

con la visión moderna de la Ciencia, que no ha trascendido,

quizás porque su lógica riñe contundentemente con aquellas

lógicas en las que hemos sido formados, y con las cuales estamos

acostumbrados, y, tal vez aquello a hecho que, a pesar de sus

logros, siga imperando una visión de las cosas, tal cual era la

visión que se tenía unos trescientos años atrás. Esos cambios en

las perspectivas de la visión, en cada uno de nosotros, que se

plantearían, simplemente, como cambios en nuestra consciencia

de la realidad, pueden transformar la vida social, económica y

política de todas las sociedades del Planeta. Pienso sinceramente

120

que es el camino para salir de la encrucijada en que nos han

metido multitud de conceptos políticos y religiosos, que se

fundaban, más bien en la imposición de creencias, de valores

étnicos, de dogmas doctrinales, de ideologías artificiales, que

generaban facciones opuestas y enfrentadas en el seno de la

sociedad, terribles y cruentos conflictos como hemos conocido a

lo largo de toda la historia humana, y que justificaron la

construcción de grandes aparatos represivos, de letales

organizaciones clandestinas, para llevar a cabo ese propósito, o

para defenderse de él.

Esas transformaciones van a hacer posible una sociedad diferente,

tal vez más representativa de las aspiraciones humanas, más sana,

más justa, más eficaz. Quizás, va a ser el principio de la

depuración de las técnicas de relaciones humanas, de acción

política para lograr una humanidad más ecuánime, más feliz y en

la cual se pueda dirigir la atención, más directamente, a las

soluciones de los problemas verdaderamente fundamentales,

como son los de la supervivencia y desarrollo de la Especie, los

de adaptación al medio natural dividido y subdividido en hábitats,

en micromedios de toda especie y que está cambiando hoy,

desordenadamente, por efecto de la acción irresponsable del

Hombre.

Un reto muy importante, es el reto que tiene el hombre actual para

mantener su acceso a recursos naturales suficientes, para

mantener y desarrollar una industria que minimice sus efectos

sobre el clima. Y entre esos recursos, uno de los más importantes,

si no el que más, es su disponibilidad de energía. Esta es la que le

permite moverse; su disponibilidad en cantidad, y de la calidad

necesaria para todos, puede marcar la diferencia entre una vida

activa y suficiente y la muerte. Y en el desarrollo de sus fuentes,

el desarrollo de la ingeniería y de sus aplicaciones, quizás, en

campos donde no era usual, va a ser vital. Y de una vez tenemos

qué decir: Es vital la consideración de una economía humana

integrada a la Naturaleza: No solo las asociaciones del hombre

consigo mismo son importantes en ese propósito económico. Lo

son también las asociaciones, las alianzas estratégicas suyas con

121

toda la Vida, particularmente, con el Reino Vegetal, intermediario

obligado de las infinitas fuentes cósmicas de energía, como la

energía que nos viene del Sol.

De la misma manera que de las “cenizas” cósmicas que dieron

origen a nuestro sistema solar, - base caótica original -, se

levantaron nuestros mundos, así de la base caótica de un mundo

de Vida que se equilibra, en sus efectos, en un “status quo”, en un

frágil equilibrio biológico y ecológico, altamente sensible a los

cambios en los efectos de los factores naturales ambientales

presentes, puede levantarse un orden al nivel planetario,

armónico, liderado, no dominado por el ser humano, capaz de

aprovechar eficazmente los recursos naturales que este medio nos

ofrece para disfrutar nuestra vida.

Sin saber su real significado ni el origen de su fuerza, los

navegantes aprovecharon, por milenios, los vientos y las

corrientes marinas, originadas por la radiación solar y por fuentes

de energía tectónica, todavía misteriosas, para viajar entre los

continentes e impulsar su comercio; los agricultores hacen todo lo

necesario para aprovechar el clima, las lluvias, el agua

subterránea, el agua de deshielo de los montes, los recursos

minerales del suelo, su capacidad de soporte, etc., para

aprovechar, al máximo, la dinámica natural que hace que broten

las semillas de las plantas, que las hace crecer y producir su

cosecha, sus frutos; el hombre moderno ha aprendido a usar la

energía química que se encierra en el seno de los combustibles

fósiles para transformarla en movimiento y ahora tiene frente a sí

la posibilidad de aprovechar las mayores fuentes de riqueza que

jamás soñó:

El sistema termodinámico más colosal, por su escala, que

humano alguno podría concebir, que le permite disponer de la

energía termonuclear que el Astro Rey pone a su disposición, con

la ayuda del complejo y abigarrado “equipo vital” formado por

multitud de seres vivientes, muchos de cuya existencia ni siquiera

tenemos muchos hombres la menor consciencia, empeñados,

incluso simbióticamente en sobrevivir, que pertenecen a todos los

122

reinos de la Naturaleza, desde los más simples hasta los más

complejos, sin dejar de contar con el mismo hombre. Ese

conjunto de socios, muchos de ellos, hoy, apenas potenciales, son

imprescindibles y sin ellos toda esperanza podría ser nula y todo

esfuerzo inútil. Las especies vivas del Reino Vegetal, con su

habilidad innata de transformación de la energía solar en materia

prima básica, tejidos vegetales y animales (verduras, legumbres,

frutos, granos y carne, leche, quesos, etc.), mediante la

fotosíntesis.

La tarea de hacer posible la construcción de aquel colosal equipo

de trabajo, es el mayor reto que haya tenido el ser humano en toda

su historia. Ese reto le exigirá revisar, por completo, todo cuanto

ha sido capaz de construir hasta ahora; le hará reflexionar sobre

todos los valores y las decisiones que le han permitido construir

empresas estables, sociedades estables, fortunas, prosperidad,

riqueza, sociedades y civilizaciones estables, gente feliz, y lo que

no ha podido construir también.

Este trabajo intenta ser solamente un tímido llamado a considerar

el primer paso hacia una epopeya humana, quizás, la de mayor

magnitud de todas aquellas a las que fue jamás algún hombre

conducido desde la época de Alejandro Magno. Epopeya que nos

exigirá no solo el aprovechamiento, a fondo, de toda la tecnología

desarrollada hasta ahora, sino de nuevas actitudes, nuevos

destinos humanos, nuevas formas de liderazgo, nuevos

desarrollos organizacionales, nuevos fundamentos éticos, que nos

permitan rescatar a la Humanidad de la encrucijada a que se dirige

actualmente con sus proyectos de globalización económico -

digital, con el desperdicio de recursos naturales, técnicos,

humanos inapreciables, con la destrucción de la juventud, de

todas sus riquezas, sus esperanzas, sus aspiraciones y sueños en

aras del lucro, en aras del poder económico de unos pocos, que se

dedican, mirando irrespetuosamente a la dignidad del ser humano,

al trabajo sacrílego de construir nuevos bastiones imperiales,

nuevas formas de “estandarización” de los caracteres de la

personalidad, por no decir de su desintegración total, porque

conviene a la producción en masa, al enriquecimiento sin

123

fronteras, al uso despótico del poder, a la eliminación del

diferente, en el concierto social.

Si no se logra cambiar el proceso, en pocas generaciones nos

espera una sociedad, de “derechas”, más terrible que la vivida por

la Humanidad durante el régimen hitleriano de la Alemania nazi,

que conmovió al Mundo hasta la movilización general para su

defensa, a toda costa, en la II Guerra Mundial, tan monstruoso

como el régimen estalinista soviético de “izquierdas” de la URSS,

denunciado por el escritor ruso Alexander Solsenitzin en su

“Archipiélago Gulag”, que colapsó bajo la presión de las etnias

locales y la corrupción del régimen central. Es preciso evitar que

nazca una nueva época de oscurantismo, una nueva Edad Media,

poblada por nuevas clases de siervos y esclavos, destruidos por la

intoxicación de sus cuerpos, por su utilización abusiva, y por

nuevas clases de verdugos y tiranos dispuestos a sacrificar a todo

el género humano por lograr la realización de sus perversos

proyectos. Es preciso evitar en el mundo entero el suicidio

colectivo iniciado ya en nuestro tiempo en Colombia, por quienes

por valores irrisorios, a la mano ya, subastaron, empresas que nos

habían costado a los colombianos cien años para construirlas y de

duro trabajo durante todo el siglo XX; por quienes con malos

manejos o apegados a una inicua y codiciosa exigencia pecuniaria

hicieron quebrar instituciones emblemáticas nuestras como los

Ferrocarriles Nacionales de Colombia, los Puertos de Colombia,

las compañías de navegación fluvial, nuestra Flota Mercante

Grancolombiana, y muchas otras grandes empresas de sectores,

como el industrial, el financiero, que han pasado al dominio de

manos extranjeras.

Es importante desarrollar nuevas técnicas que nos permitan

evaluar, entre muchas otras cosas, más objetivamente la

contribución del Trabajo a la riqueza general y el pago justo por

él. Desde principios del siglo XX se hicieron los primeros

esfuerzos por medir el valor monetario de la mano de obra

industrial. De los trabajos de Federico Taylor y de sus seguidores

surgieron en su tiempo las técnicas contables actuales, las técnicas

de auditoría y la medición del trabajo de las diferentes

124

operaciones industriales, pero con un agravante, algunos de los

objetos perseguidos por ellas despertaron controversias agudas

que caracterizan no pocos de los conflictos laborales entre obreros

y empresarios actuales que nunca se han resuelto. La Ingeniería

Industrial y sus métodos fueron puestos por entredicho en muchos

medios obreros en Colombia.

No obstante aquellos inconvenientes, esta disciplina es una

promesa inapreciable en los cálculos de valor para hacer más

justo el intercambio económico. Desde la década de 1930 empezó

a investigarse en la Universidad de Leipzig en Alemania sobre la

aplicación de enfoques científicos, para avanzar en el estudio del

Trabajo y sus aportes sociales. Prácticamente se fundó una nueva

disciplina que se acostumbra homologar, impropiamente, con la

Ingeniería Industrial clásica y con el concepto de Ingeniería

Humana desarrollado en Norteamérica, y que en Europa ha

recibido la denominación de Ergonomía. Aunque las técnicas

básicas de cálculo están ya establecidas, es muy importante la

extensión de sus aplicaciones a todo el cálculo económico y el

desarrollo experimental de la Economía. Ello contribuirá al

establecimiento de unas condiciones más equitativas en el

intercambio económico. En este trabajo le dedicaremos un

espacio adecuado a ilustrar al lector sobre este tema.

Es importante evitar la frustración y el desperdicio de medios y

riquezas reales útiles en el desarrollo de la vida humana. Es

importante evitar las consecuencias que pueden esperarse de la

férrea acción que las llamadas “sociedades de control” están

empezando a ejercer sobre ciudadanos inermes, confusos e

ignorantes del proceso global que se cierne sobre ellos. Ese es un

reto mayúsculo, sí. Es un reto para todos los seres humanos, para

los líderes políticos y sociales, para los ingenieros, especializados

en la construcción, en este caso, no ya de obras civiles, de vías, de

ferrocarriles, de represas, de acueductos, de redes de energía

eléctrica, sino de relaciones sociales, de redes productivas, de

distribución y de servicios, de estructuras sociales capaces de

soportar el peso de aquellos retos, capaces de competir, de

desarrollarse y crecer, de ofrecer a la humanidad el soporte físico

125

suficiente para serias oportunidades de una vida digna sin

necesidad de pisotear los derechos del prójimo, sin necesidad de

utilizarlo, de defraudarlo, de intimidarlo para arruinarlo,

empobrecerlo, paralizarlo, para ejercer hegemonía sobre él,

someterle, enajenarle su poder de decisión, de violentarlo, de

hacerle la guerra, de destruirlo.

Pero para llegar a ser beneficioso para el Hombre ese poderoso

arsenal de medios para el desarrollo, es preciso vacunarle, salirle

al paso a su utilización, a la monopolización de ellos para la

conquista de los poderes económicos de nuevos contingentes de

humanidad, y hacerlos adictos a los valores que aquellos les

imponen, en el plan, no ya de hacerlos “proletarios”, dadores de

masas humanas de trabajadores rasos, para pagarles mal, para

explotarlos como todavía hoy se hace en las aparentemente

modernizadas economías asiáticas emergentes, e igual como

ocurría a principios de la Revolución Industrial, sino

<”monetarios”>, dadores de renta, como fuente financiera de los

más diversos, incluso los más alocados proyectos financieros que

se desarrollan en el Mundo, como testimonio máximo del

egoísmo, de la soberbia humana, con pleno desconocimiento de la

suerte, en conjunto, de la Especie, incluso a corto plazo.

La tecnología está aportando nuevos medios de comunicación

social que le permiten a sus usuarios multitud de objetivos

insoñables hace poco tiempo, que vale la pena destacar aquí, no

solamente con el propósito de su aplicación masiva al desarrollo

de una consciencia humana plena de la realidad, a la construcción

de personalidades humanas capaces de representarse a sí mismas,

capaces de opinión al nivel público, fundamento “sine qua non”

es imposible soñar con una sociedad democrática plural, donde

puedan expresarse todos sus contenidos culturales, todas sus

tradiciones, todos sus sueños y canalizarse institucionalmente

hacia la construcción de las más diversas sociedades, sino porque,

incluso antes que ésto, están siendo utilizados masivamente, ya,

por los poderes que rigen la vida económica “globalizada” del

Planeta y que maneja, a su arbitrio, la Sociedad de Consumo

moderna, en la conformación de una estructura económica

126

jerarquizada y discriminatoria de dimensiones planetarias, según

los valores de clase, de estamento, de casta, de posición

económica, etc., destinada, básicamente, a consolidar la seguridad

de permanencia del vértice superior de la pirámide del Poder,

sobre la base de nuevos hábitos- símbolo de consumo sugeridos al

consumidor, sobre la base de nueva valoración acomodaticia de

los productos y servicios de consumo que denotan las

“posiciones” de clase y otras de “alto nivel”. Porque se está

usando, ya, para construir una “Sociedad de Control” globalizada,

sin compromiso humano expreso, sobre la base hipotética de

necesidades humanas subjetivas de consumo que distan de

cualquier presupuesto racional de satisfacción, y que pueden

disparar la demanda de recursos no solamente a niveles

imposibles de satisfacer, sino amenazar a corto plazo y

definitivamente la calidad de vida de la humanidad marginada,

igual que alejar de su vista toda posibilidad de redención. En

opinión de los expertos, el acceso de toda la población humana

actual a la plenitud de los niveles de vida en los altos estratos

sociales actuales requeriría la producción, al menos, de tres o

cuatro planetas semejantes a nuestra Tierra para abastecerla.

Mientras esto ocurre es importante anotar también, que en

diferentes medios del Planeta, muy particularmente, en ciertos

medios académicos, se avanza muy positivamente en la reflexión

acerca del futuro del sistema democrático en el mundo

occidentalizado moderno y sobre la posibilidad real de

establecerlo firmemente y consolidarlo. Algo que podría ser de

incalculable valor para la incorporación a la Civilización de

infinidad de comunidades campesinas, países con riquísimas

tradiciones no asociados todavía a los procesos de desarrollo

económico occidentales, de sectores de población aborigen que

llevan una vida indigna, sumida en el abandono, etc., todos los

cuales poseen un patrimonio cultural, un conocimiento técnico,

unas industrias adaptadas a los más increíbles “nichos” o hábitats

naturales, que podrían servir perfectamente como soportes físicos

humanos de una sociedad humana compleja, incorporada en su

conjunto, a la Naturaleza, al “medio cósmico terrestre”, a su

“medio vital”, como la “copa” de un gran árbol cuyas raíces

127

hacen que pueda aprovechar más eficaz y eficientemente todas

sus oportunidades de vida y adaptarse, cada vez más firmemente,

cada vez más plenamente a ellas. El punto de partida de su

consideración técnica, no sólo histórica, pues la democracia en su

aplicación moderna parte de las ideas del liberalismo ilustrado y

algunas de sus consecuencias, representa la posibilidad de la

participación ciudadana en pleno; representa la mejor opción,

hoy, de la existencia del elemento clave y esencial para su

existencia y desenvolvimiento: de una efectiva <opinión

pública>.

Ella no se da de la noche a la mañana. Ello conlleva establecer el

espacio público adecuado donde aquella pueda operar con

eficacia. Para ello es preciso que las fuerzas sociales que

convergen en cada lugar específico, para nuestro caso especial en

la época moderna, la Gran Urbe, debatan las condiciones básicas

para hacerlo efectivo, algunos tipos de acuerdo básicos, el

establecimiento de objetivos cada vez más ambiciosos, entre otras

cosas. La evolución de los medios de comunicación, el desarrollo

de la tecnología aplicable a ellos, permite la apertura de un

horizonte que le daría vigencia a estructuras sociales de tipo

democrático, pluralistas complejas y redes de éstas, que podrían

ser el producto de opciones de expresión que carecen de

precedentes en cuanto a sus posibilidades de manifestación; que

podrían surgir del debate, de la controversia, encaminadas a

restablecer, por consenso, el Bien Común, a emprender la

depuración de las costumbres, de las prácticas políticas, del orden,

de una ética efectiva que haga posible la realización de la

Justicia; de formas de liderazgo y facilitación de nuevo cuño,

contrarios al ejercicio tiránico, al abuso del Poder.

Alfonso Maya Salazar en su conferencia“¿Qué es la Opinión

Pública?” Seminario Tríptico. Saberes de Vida. Universidad

EAFIT) cita a Haberlas, quién la asocia a la existencia de un

espacio público burgués diferente de la representación del Poder

de las Cortes y, además, paralelo a la afirmación del sistema

económico capitalista.

128

Pudiera pensarse, a primera vista, que eso puede ser así, y darse

paralelo al sistema económico capitalista, quizás y, ¿por qué no?,

conteniéndolo. Sin embargo, cualquier concepto de opinión

pública, para ser suficientemente comprehensivo, desbordaría,

definitivamente la anarquía que reina en la vida, la dispersión de

criterios, el aislamiento del individuo moderno, la manipulación

de que es objeto y las perspectivas de preeminencia del sistema

capitalista económico, respecto de los medios urbanos.

Pero dentro del contexto de la moderna cultura urbana, es

posible seguir el rastro dejado por los viejos pobladores,

particularmente en las más antiguas regiones y poblaciones del

Viejo Mundo y no pocas de América, sacadas del misterioso

mundo de las antiguas civilizaciones amerindias, con una vetusta

tradición cuya cultura inconmovible riñe con la superficialidad y

susceptibilidad típicas de la vida moderna. Es importante

entender el contexto interno social que ha sido tejido a través de

la historia en aquellas ciudades y las expresiones tradicionales de

sus habitantes, sus actividades cotidianas, sus instituciones

sociales, sus rituales y costumbres, con su arte, su visión, su

lenguaje, que definen contextos sociales claros y concretos con

sus formas convencionales de regular las relaciones entre las

personas, donde se ha desarrollado el espíritu propio de las

verdaderas comunidades. Todo ello, aparte del mundo de las altas

jerarquías sociales, de la Cortes, del mundo político, que se

mueve en las altas esferas del Gobierno, del Estado, aunque,

obviamente afectado por los eventos que allí se suscitan.

Ciudades como Nápoles, Florencia, Venecia, Cádiz, Viena, París,

Estambul, Bagdad, Atenas, Alejandría, Londres, París, Roma,

Barcelona, Marsella, Jerusalén, Colonia, forman parte de una lista

inmensa de ciudades y pueblos memorables por las más diversas

tradiciones. En ellas se respira una personalidad propia y singular,

algo que se extiende al carácter de sus habitantes; algo que no

puede ser desdeñado, porque vive realmente en el corazón de sus

habitantes. Algo mucho más sólido y firme que la volátil o sutil

idea de una “opinión pública”, que si no es prefabricada por

medio de los medios publicitarias, puede ser una utopía en los

medios cosmopolitas urbanos modernos, particularmente en

129

aquellos centros urbanos donde convergen los desplazados de

regiones enteras, por la Violencia, las guerras, los descalabros

económicos, la persecución ideológica o religiosa, etc., como es el

caso de nuestros centros urbanos colombianos, y como está

sucediendo en Europa con las migraciones, especialmente de

Europa Oriental, de Asia y África.

La personalidad original de muchas de aquellas viejas ciudades

fue vulnerada, trastornada, afectada profundamente, no pocas

veces en el pasado. Esos eventos forman parte de su memoria e

indirectamente, hacen parte de mucho de nuestro acervo

tradicional a través de los pobladores europeos que nos

colonizaron. Los españoles que vinieron a América desde el siglo

XV son definidos en su personalidad, como hijos del

Renacimiento. Por mucho tiempo se movió en nuestro medio la

especie de que América había sido poblada con presidiarios

españoles, denigrando siempre de la dignidad de la tarea

conquistadora y colonizadora, llevada a cabo, con la más perversa

de las intenciones, por esa potencia europea. ¡Pero esa es una

soberana mentira! ¡Es una especie proveniente de la propaganda

militar, con el fin de doblegar el espíritu del vencido en la Guerra!

Todos sabemos que quien carga con la victoria es quien escribe la

Historia, y que al perdedor sólo le queda esperar pacientemente la

hora de su reivindicación. En el prólogo de la segunda edición de

su obra, “La España que conquistó al Nuevo Mundo”, El Ancora

Editores, Bogotá 1989, Rodolfo Puiggrós, afirma: “el

descubrimiento del Nuevo Mundo fue empresa comercial y

mediterránea, originada en el lugar de Europa del siglo XV con el

máximo desarrollo de la economía mercantil – manufacturera,

mientras que su conquista colonizadora trasladó las formas de

producción, las relaciones de clase y el sistema de creencias, ideas

y costumbres del feudalismo ibérico en decadencia”. Fue una

tarea conducida, en gran parte, por su pequeña nobleza, por sus

hidalgos, con el invaluable aporte de muchos de sus artesanos y

comerciantes, de marinos de guerreros, de sacerdotes, entre otros;

de hombres hijos de una región cosmopolita ya con suficiente

tradición comercial, con pueblo heterogéneo proveniente de viejas

raigambres orientales y mediterráneas, donde la Guerra, la derrota

130

y la esclavitud, emparejaron la sangre “azul” de príncipes, de

reyes, portadora de viejos sueños truncados, de viejas tradiciones,

con la sangre de siervos y de esclavos.

En las viejas ciudades – estados, como ocurre en la antigua

Grecia, hablar de la “Polis” es hablar de una ciudad con

personalidad definida, cuyos habitantes poseen un sentido moral y

un sentido ético definidos. Es hablar, además, de una cultura

completa, de un pueblo plenamente consciente de sí mismo, de

una verdadera estructura social, en el sentido más moderno, más

científico, de la palabra. Es hablar de una ciudad – nación, en el

mismo sentido del concepto moderno de Nación, es hablar de un

pueblo con sentido de pertenencia a una “Patria”, en el sentido

que usamos hoy. Allí es posible encontrar ciudadanos con

capacidad de opinión expresable públicamente, de formar

contextos de opinión, cercana al concepto que se pretende usar

hoy, como base para el establecimiento de la participación

ciudadana en las democracias participativas: la opinión pública.

Pero se generan conflictos con los nuevos pobladores. Se dificulta

su “asimilación”, que más que eso puede ser su “aceptación”. Se

genera caos, tal como ocurre en las ciudades con grandes niveles

de inmigración; puede llegar a ponerse en entredicho la

“legitimidad” del contexto cultural original y el modelo

democrático puede ser desestimado como herramienta de

consenso, pues éste puede no existir, ni los recursos de lenguaje

necesarios para interactuar. Como consecuencia se forman

verdaderos “gettos”, o barrios, a los cuales se circunscribe la vida

de los recién llegados. Se genera la discriminación, la

descalificación, la intolerancia con ellos, se genera la respuesta

violenta, la asimilación al crimen, que pulula por todas partes.

Desde finales de la década de los años sesenta, puede decirse que

la capacidad de sinergia para la evolución cultural, el liderazgo

del desarrollo pasa de la sociedad rural a la sociedad urbana. En

esa época, en el año de 1968, en el que se dan, al mismo tiempo,

la “Primavera de Praga”, o la exaltación en Checoeslovaquia de

su línea de “socialismo de rostro humano”, y la huelga estudiantil

en Paris contra los dormitorios sólo para hombres o sólo para

131

mujeres, invocando el derecho del estudiante a su vida privada y

al uso de su libertad sexual, se da el “punto de inflexión”, donde

en la población total del globo la población urbana empieza a

superar a la población rural. A partir del año de 1968, son las

ciudades que lideran la Cultura humana, son las que marcan el

paso del desarrollo. Y es importante, que, desde este punto de

vista, consideremos el papel de las grandes ciudades en el cambio

del modo de vida de la especie humana. Por eso, tampoco puede

echarse de lado la pretensión de las sociedades urbanas modernas,

ampliamente influidas por la personalidad del burgués, del

burgués moderno, de liderar los procesos políticos globales, sólo,

que es importante reconocer el valor de los presupuestos de la

Tradición, como aportes para la definición del Futuro. Eso es lo

que hace relevante el tema que estamos tratando.

Lo que hoy día se llama “espacio público” es un espacio que

encierra singulares promesas a los proyectos de la civilización

humana, siempre y cuando se considere el valor de las

tradiciones, tal y como definen el carácter de los hombres, de los

<<ciudadanos>> que, en un momento dado lo ocupan, pero que

hoy están en proceso de ser suplantados, y su espacio, de ser

tomado, ocupado, usado subrepticiamente, desdeñados por ciertos

poderes económicos de tipo capitalista, por ciertos sujetos con

ambiciones de hegemonía en el orden económico y político, a

través de estructuras de poder destinadas a introducir diversas

formas de control social, a construir opiniones sesgadas que les

permite “fabricar” una demanda, un <mercado>, que convienen a

sus intereses, a construir las llamadas Sociedades de Consumo,

excluyentes, discriminatorias, generadoras de una nueva

estratificación social de clases, en función del lucro, sobre la

base, no ya de una estrategia de fuerza como la de cualquier

vulgar despotismo, sino de la conformación de una “opinión

pública” falsificada, engañada, dócil, dependiente, sujeta,

obediente a valores artificiosos que sólo le convienen a sus

propósitos de masificación de los consumos, de la producción en

masa, del gigantismo, corrupción, ineficacia e ineficiencia

operativa de sus instituciones, entre muchos otros problemas. El

asalto irrespetuoso de ese espacio, <<”espacio público”>>, se da

132

de las más diversas maneras: Una de las más conocidas entre

nosotros, invadiéndolo a lo ancho y largo de los espacios urbanos.

Pero además, de manera sutil y no menos contundente,

manipulando los medios de formación de la consciencia

ciudadana (Edwin Vélez. “Los Medios Audiovisuales” Notas

sobre conferencia en Saberes de Vida. Universidad Eafit. 24 de

Julio del 2008)

El asalto de los medios de comunicación, de la prensa, de la radio,

de la televisión y de otros medios de propaganda, aprovecha la

ignorancia general sobre el tema, para afectar directamente,

incluso el inconsciente de los sujetos que se convierten en su

objeto, subvirtiendo su orden íntimo sin que éste se de cuenta

siquiera de ello. Así atacan, se combaten, se socavan desde el

mismo interior de los hogares, de las comunidades campesinas, de

los barrios urbanos, su identidad, sus tradiciones, sus valores, sus

sueños, etc., y se implantan otros, usando estrategias perversas

apoyadas en los últimos descubrimientos tecnológicos, copiando

experiencias aciagas como la de Goebbles, ministro de

propaganda de Adolfo Hitler en la Alemania Nazi, como la

montada sistemáticamente por el régimen político de la URSS

para penetrar en Occidente a la opinión pública, y ampliamente

utilizada en la Guerra Fría por jerarcas del sistema soviético como

Joseph Stalin, durante la primera mitad del siglo XX, y emulando

a lo que ocurría en los campos de batalla clásicos militares, donde

se montaban nuevas estrategias de intimidación o destrucción

masivas, para confundir al enemigo, cambiar su opinión de la

realidad, y aún, para aniquilar o inclinar a favor la voluntad de

resistencia del enemigo, como se dio en la clásica y controvertida

destrucción de las dos ciudades de Hiroshima y Nagasaki con la

bomba atómica, en Japón, al final de la Segunda Guerra Mundial

en 1945 ( Gonzalo Medina. Notas sobre la conferencia “Los

Medios Escritos” dictada en el Seminario tríptico. Saberes de

Vida. Universidad Eafit. 23 de julio del 2008).

“El juego” [entendido como el ejercicio de sus interacciones con

sus semejantes], es una cualidad sustancial del ser humano. El

Hombre es un animal político, Allí se cuaja la vida relacional de

133

los hombres. Es lo que nos permite trascender de lo individual a

lo común. La constitución etimológica del pronombre personal

<nosotros>, (nos – otros), indica cómo los hombres, mirados

desde el punto de vista antropológico, requerimos de la condición

de <alteridad>. Según Ana Aren, citada por Alfonso Maya

Salazar en su conferencia, afirma: “A los seres humanos nos

define una condición: Nos necesitamos unos a otros” (Alfonso

Maya Salazar. Notas sobre conferencia dictada en Saberes de

Vida. Universidad Eafit, 22 de Julio del 2008).

Es importante que tengamos aquí una consideración: Aunque

aporta claridad con el proceso que estudiamos, ese texto reduce, a

todo el fenómeno humano, en términos de su situación, a algo

“plano”, mecánico, sin profundidad, sin trascendencia, como si

los elementos que formaran, por milenios, el carácter de la

consciencia humana, fueran irrelevantes. Según la evolución del

pensamiento moderno, según, entre otros, de los desarrollos de la

Psicología de la Gestalt, podemos interpretar a las diversas

personalidades de los hombres como verdaderas <<formas>> o

estructuras talladas sobre la naturaleza básica humana por los más

diversos eventos y experiencias a través de las diferentes historias

vividas. Puede decirse que no hay un ser humano idéntico a otro.

Las diferencias de personalidad hacen verdadera diferencia entre

sus diversas consciencias de proyección espiritual, que hacen a

los hombres, más que la suma de los factores que afectaron su

consciencia, haciendo que trasciendan las realidades anteriores a

medida que crecen. En otras palabras, no es propio, siempre,

hablar de “animal” (político), porque la evolución de los

caracteres humanos significa una transformación, una

transfiguración del sujeto, en alguien diferente, de otra condición,

obviamente, convergiendo socialmente, en el plan de compartir su

vida con otros.

Según Alfonso Maya Salazar, en Occidente los pensadores

aceptan que la base sustantiva de las sociedades occidentales es

la sociedad griega. Y en ésta, la vida social se divide en dos

esferas separadas: la esfera propia de los individuos, del

<<”Aiko”>> y la esfera propia de lo público, de la polis. La

134

política se ubica en la vida pública. El oiko está estructurado

verticalmente; allí no funciona la política. Es la esfera de la

Economía –oikonomía-, de la lucha por la supervivencia personal.

Es, por tanto desigual. La polis es horizontal, es la esfera de los

iguales –de los pares- (Adolfo Maya Salazar. Idem). Eso sucede

al nivel formal, institucional, como una manera de separar

espacios, derechos soberanos, intereses, para evitar conflictos.

Pero a mi manera de ver, esa separación de espacios es algo que

corresponde a un hecho histórico particular, singular: a la historia

griega, y a un “modus operandi” legal, a la separación formal de

los fueros propios de los derechos público y privado. Hoy la

Política, contradiciendo esa afirmación, expresamente en la

sociedad burguesa, se desempeña básicamente en términos

económicos. Eso significa que la esfera económica, en nuestra

sociedad moderna ha invadido, por completo, el espacio público,

ejerciendo, verdaderamente, sobre él su poder despótico. El

planteamiento de la “globalización económica”, como estrategia

de control económico, pretende la necesidad de un control

monopolístico de parte de los poderes económicos mundiales, con

el desarrollo de nuevas formas de tiranía, que desconocen las

realidades humanas, y es, hoy, la mayor empresa estratégica de

desarrollo económico en el contexto de la sociedad burguesa

occidental.

“La Democracia, no fue pensada, ni siquiera desde los tiempos de

los griegos, como un <<mecanismo>> político, sino como un

<<estilo de vida>>”…. Los griegos pensaban así y siguen siendo

un referente de primer orden. “Es la mejor manera de vivir

juntos” (Adolfo Maya Salazar. Idem). Su aclimatación a la vida

institucional moderna, a la vida de la polis moderna, la de la Gran

Ciudad, y eventualmente extendida hasta donde su cultura logre

avanzar, llenaría un vacío institucional evidente, encubierto por

el desastre emocional que sufre nuestra población urbana y que la

conduce a la Violencia, pero también por la presión impresionante

de la propaganda realizada cotidianamente a través de los medios

de comunicación, con fines económicos. Se calcula que en

Medellín, ciudad colombiana, el ciudadano promedio es

“bombardeado” más o menos por 3.000 avisos publicitarios por

135

día. Tal bombardeo deja, obviamente rastros subliminales y frena,

por consunción de espacio, la iniciativa y la creatividad propias;

su efecto es peor en la infancia y en los jóvenes (Edwin Vélez

Vásquez. “Los medios Audiovisuales. Conferencia en Saberes de

Vida, Universidad Eafit, Junio24 de 2008).

Según Adolfo Maya Vélez, “la <<palabra>> es el medio de

vínculo en la esfera pública. La palabra [uno de los productos de

la Cultura], es la que define el perfil, la condición de la

naturaleza humana”. Fritz Peris, quien se apoya en los trabajos de

Köhler en 1917 y 1920 en la que emplea monos antropoides y que

concluye: “el comportamiento inteligente depende directamente

de los datos perceptivos en su conjunto, más que de las partes que

contribuyen a ese conjunto”, parte a su vez, de una premisa de la

percepción de la que deduce una conclusión básica: “la naturaleza

humana se organiza en formas o totalidades y es vivenciada por el

individuo en estos términos y puede ser comprendida únicamente

en función de las formas o totalidades de las cuales aquella se

compone” (Marcelo Godoy. De la psicología de la forma o la

psicología del gestáltica. File:///A:/tema-11%20

Marcelo%20Godoy.htm) Si el mensaje de la palabra se expresa

en esas totalidades, y si éstas no se comprenden sólo porque

podamos “hilar” las sílabas en palabras, y éstas en frases, pero sin

alcanzar a trascender hacia la “lectura” que es posible hacer de

ellas, se entiende otra afirmación de Maya: Quien carece de la

capacidad de palabra, de discurso, de opinión, [de comunicación,]

no puede vivir con otros. En realidad, allí, donde es imposible

para cada uno, entre ellos ese quién, establecer posturas amigables

coherentes mutuamente referidas empieza el riesgo de la

Violencia. Carecer de opinión es estar fuera [del contexto social].

[Las posturas personales ciudadanas, sean expresadas o no, o sea]

la opinión es [o tiene trascendencia] pública. La palabra permite

establecer vínculos entre las personas y sus opiniones, es lo que

nos permite trascender de lo individual hacia lo común.

Y si hablamos de los amargos efectos del silencio de las almas y

del grito de las armas, y de su larga tradición entre nosotros, es

obvio que su conjuro es un compromiso de todos. De allí se

136

entiende que “la felicidad es un compromiso público”. El sentido

de todo Estado, sociedad, es construir seres abiertos”. Pero ese

sentido es de difícil entendimiento sin una adecuada

incorporación de todos los individuos a la Cultura por medio de

su toma de consciencia de lo que han sido y son los caminos de

esa cultura, sus instituciones, su pensamiento, su historia, su

lenguaje, objetivos que se consiguen a través de la buena

educación, y no de su olvido o sustitución por otros. Además, es

preciso el amparo de la tolerancia hacia el otro y de parte del otro,

la aceptación de las diferencias, la necesidad de la concordia y

aún de la cooperación. Aprender a hablar, a leer y escribir es, por

lo tanto, su propia lengua, como mínimo, la lengua que comunica

a cada uno con su medio, es el principio de una tarea de

trascendencia colosal en la aclimatación de la democracia en

todos los pueblos del planeta. En la modernidad el individuo, el

ciudadano, se vuelven protagonistas [de su propia historia]. La

opinión expresada públicamente, y no resguardada en actitud de

emboscar, de confundir, de atacar al otro, es la que induce a las

personas a incluirse en una nación, [-extensión de la vieja polis o

ciudad estado griega-], como parte activa de su desarrollo y

progreso.

Muchos piensan que la opinión pública, [desde este punto de

vista,] es sólo un dato. Pero no es sólo eso: es la expresión de la

personalidad de toda una estructura humana superior, de mayor

peso y diferente de las personas que la componen. En principio,

el <<orden>> surge en el medio caótico original y apoya el

mantenimiento y supervivencia de esa estructura; la palabra es

usada como medio para buscar la articulación, la concordia, la

relación social prometedora. Entonces, en su plenitud: “la

sociedad [urbana] no es ya un simple conglomerado, empieza a

ser una verdadera red de individuos, quizás, como en el Viejo

Mundo, anclada en una tradición cargada de sabiduría y buen

sentido. La Política, expresadas por medio de la palabra, es, por

otra parte, el medio articulador entre el gobernante y el

gobernado. El Poder [mejor, o más rigurosamente, la capacidad

de dominio], por lo tanto, no nace ahora de la fuerza sino de la

capacidad de construir vínculos entre los ciudadanos. Es, al

137

mismo tiempo, la capacidad de construir decisiones concertadas

que comprometan el interés colectivo. El Estado, entre otros, se

convierte en un concepto de interés común. Por eso, la Política,

que pertenece a la esfera de lo común, no es, en este sentido, la

que genera un individuo sino un pueblo. La opinión, así

entendida, es la que permite construir el nosotros, dinamizar el

concepto de la Patria. Uno no tiene alternativa y tendrá que ser un

“idiota”, un súbdito, o un esclavo, según los griegos, si no posee

la palabra. La democracia, [que se desenvuelve por medio de la

palabra] es un ejercicio entre iguales. Si uno se cree menos, lo

único que puede hacer es implorar; si se cree más, tiene la

tentación de ordenar. Una apuesta por la modernidad es una

apuesta por la democracia. Una apuesta por la democracia es una

apuesta por una opinión ciudadana genuina.

La opinión públicamente expresada no equivale a opinión

ideológica partidista. Para llegar a la modernidad no tenemos

tampoco que vivir los mismos procesos que vivieron otras

sociedades que llegaron primero a la modernidad que nosotros.

Hay muchos caminos para llegar a ella. Es posible señalar que, la

comunicación [que se materializa con el uso de la palabra]

antecede a la política y esta antecede y se hace hacedora del

Derecho. Este es el producto de un <<”pacto”>>, es un

<<”corpus normativo”>> que debe pasar por la consideración del

orden político. Voltair se convierte en un referente de opinión

pública que carcome la teoría política que soporta el viejo orden

monárquico, no sólo en Francia. La opinión pública. –entendida

como opinión ciudadana públicamente expresada-, es sujeto y

objeto. Su ejercicio permite tomarle el pulso a la calidad del

sujeto; el construirla puede ser el objeto de su artífice. La

racionalidad de la democracia demanda sujetos pensantes y no

individuos numéricos. Esta situación, según Kant, plantea algunas

condiciones citadas por Maya:

Han de pensar por sí mismos.

Han de aprender a ponerse en el lugar del otro.

Han de entender que los absolutos no admiten la razón del otro.

138

“Los seres humanos somos multifacéticos como un poliedro,

somos de por sí, distintos, diferentes. Lo único que tenemos en

común es que tenemos nuestras diferencias, nos valoramos

distinto, por lo cual somos conflictivos. La política sirve, no para

solucionar conflictos, sino para transformarlos. Adolfo Maya

Salazar cita a Estanislao Zuleta quien afirma al respecto: “Una

sociedad no es mejor que otra por tener menos conflictos sino

mejores conflictos”. La Violencia y los conflictos no son algo

equivalente, la violencia puede ser algo cuya dinámica se entiende

con referencia a sus actores individuales, los conflictos son

relacionales. La Violencia es el resultado de no poder resolver o

transformar los conflictos. Ya sabemos que nosotros somos

palabra [y la palabra tiene estrictamente un carácter simbólico] y

ello nos permite “fundar” el Mundo [o nuestra visión de él] a

“nuestra imagen y semejanza”. Si careciéramos de palabra el

Mundo tendría que ser fundado a partir de cero. Ya la teología

cristiana nos habla del valor trascendental de la Palabra. Es allí

donde se define la dimensión democrática del ser que somos. Por

eso estamos los humanos en capacidad de referir nuestra

Historia”.

“Los griegos, de quienes heredamos muchas de nuestras

percepciones de la Realidad, fueron gente racional. No tuvieron

textos sagrados como los judíos o como los árabes, y a pesar de

ello fueron muy creyentes. Nadie tuvo más dioses que ellos,

puesto que cuando incorporaban a un pueblo a sus imperios

integraba sus dioses a su Olimpo. Lo que ocurre es que ellos se

plantearon un mundo antropocéntrico al nivel público. La

Religión, para ellos era un asunto privado, individual. A la

carencia de un texto sagrado, el alcanzar un nivel suficiente de

conocimientos se volvió una necesidad. La necesidad los mete en

el campo de buscar explicaciones, de avanzar en la exploración de

la Realidad. De allí que la modernidad, con los mismos afanes,

trae la posibilidad de la racionalidad. Los “juegos” de la

democracia tienen, por lo tanto, reglas de juego racionales. Al

diferenciar el dogma de la opinión, ellos le asignaron a la opinión

pública aquello que es públicamente transparente, abierto,

luminoso, que es a lo que compromete el interés público.

139

Comparativamente podríamos afirmar, desde este punto de vista,

como se ha hecho ya históricamente, que la Edad Media es una

época de oscuridad, porque allí no hubo opinión, solo había

dogma. Por eso la Cultura engendró allí una sociedad cerrada. El

brujo es un rebelde, la bruja está excluida de la “sociedad” de

machos y de guerreros”. Allí no hay público que pueda tener

opinión. Su experiencia de vida está relacionada con la creencia,

que incorporaba al creyente a la Sociedad, y con la herejía, que

discriminaba, aislaba y, mediante la Inquisición, “asaba” en la

hoguera al asar al no creyente. Su orden es un orden recibido [de

manera semejante a lo que ocurre a los seguidores actuales de las

ideologías de los distintos partidos políticos decimonónicos, de

las facciones, de las asociaciones secretas como la masonería, de

los partidos socialistas del siglo XX, de los pensamientos

religiosos de los distintos movimientos fundamentalistas, de

multitud de sectas existentes en el mundo]. ¿Por qué soy esclavo,

siervo? ¡Porque para eso he nacido! Su orden es recibido, todo lo

contrario de lo que ocurre en la modernidad: el orden social tiene

que ser construido. En la Edad Media se da un proceso

sacralizante. En la modernidad se da un proceso secularizante. De

allí que, en la modernidad, el individuo, como ciudadano, capaz

de opinión y dueño de su palabra, se vuelve protagonista al nivel

público, obviamente, a través de él todo el bagaje de las culturas

tradicionales, incluidos los valores religiosos, sale a la luz del día.

La opinión pública re - humaniza a la Política, cuyo apoyo, hasta

entonces, está más referido al uso de la fuerza. <<No es suficiente

que haya instituciones; tiene que haber ciudadanos>>. Para los

totalitarismos la opinión pública es la “piedra en el zapato”. Las

etapas del crecimiento y reconocimiento de la opinión pública son

también las del declive del absolutismo. El poder absoluto, el

monopolio del poder, las formas de representación y el discurso

premodernos, se enfrentan al poder, a las formas de

representación y el discurso soportados en la visión, en las

promesas de una opinión pública formada por la conjugación del

pensamiento de todos los ciudadanos. Es importante tener en

cuenta que, el consenso no es la unanimidad, sino la capacidad de

140

tomar decisiones desde las diferencias. La mayor pobreza que

puede azotar a un país, es la carencia de opinión pública, de

discurso, de argumentos, de palabra. Eso impide participar”.

Como una solución práctica de la Guerra, los griegos inventaron

las Olimpíadas para hacer la “guerra simbólica” sin hacer daño.

No ganaba el atleta, ganaba la ciudad de donde provenía; Hoy

ganarían el país, las sociedades, la cultura de donde vienen los

triunfadores. Estas posturas contradicen la tesis de un teórico

moderno de la Guerra: Klauswitz: “La Guerra no es la Política por

otros medios”. Es otra política con otros fines. Igual, contradicen

los fundamentos de legitimidad adoptados por muchos

movimientos políticos modernos, apoyados en sus propias tesis

teóricas, y en su capacidad física de imponerlas, y no en el juego

de la opinión pública de ciudadanos maduros y conscientes de sus

propios retos vitales. Como consecuencia, podríamos tener un

nuevo concepto de autoridad: La autoridad no está soportada en la

fuerza sino en la credibilidad, en la obediencia [de quien sabe por

qué obedece].

Resumiendo y usando las mismas palabras de Adolfo Maya

Salazar: “No hay democracia si la Sociedad no logra desarrollar el

concepto de lo público, de lo que es de todos, no de lo que es de

nadie”. De la misma manera, si la cultura no ha logrado que

avanzasen hacia todos los núcleos de población las prácticas del

lenguaje, de las artes, de la música, de la danza y todos los medios

básicos de comunicación intracomunitaria, que, al mismo tiempo

son soportes simbólicos del conocimiento de las realidades

vividas en las distintas comunidades donde éstos se han generado,

si no se logra su proyección exterior, su comprensión, no hay

comunicación posible. Como anécdota, vale la pena recordar

cómo en los lejanos días del siglo XVI, cuando los jesuitas

penetraron a los selváticos territorios de los guaraníes y a la parte

más oriental de los Llanos Orientales de Colombia, poblada por

pueblos nómadas, lograron encontrar una forma de entenderse, al

principio: A través de la música.

141

Los antecedentes nos dicen que la experiencia de la modernidad

podría representar una efectiva revolución de amplias

consecuencias humanas que es preciso entender, que ha avanzado

a medias y que son el principio de una nueva forma de vivir de los

hombres. Según Maya, “la opinión pública es inédita en

sociedades que anteceden a la modernidad”. En la Edad Media,

como veíamos atrás, ni siquiera había sociedad, sólo dogmas que

tenían que ser creídos. Yo discrepo de esa opinión, y creo que en

el submundo de los “plebeyos” efectivamente se desarrollaron

culturas cerradas, como ya lo vimos, con sus propios caracteres,

que fueron las que asumieron el nuevo papel directivo después de

las llamadas Revoluciones burguesas. Como consecuencia,

obviamente, a partir de sus actitudes intransigentes, las clases

aristocráticas, la nobleza y las monarquías, volcadas hacia su

exterior, montaron su poder absoluto sobre la base de su contexto

cerrado, en que se descalificaba cualquier discrepancia. Así

nacieron los Imperios. Y si nos referimos al carácter de las

instituciones que tienen que ver con la vida pública en nuestro

país, Colombia, con plena seriedad y profundo sentido de

responsabilidad, es preciso realizar serias reflexiones sobre ellas

sobre su carácter abierto, sobre su disposición al diálogo, al

intercambio de ideas, a la conciliación ciudadanas. Aquí se siente

la urgencia de ir más velozmente, de tener menos vacilaciones en

el proyecto de desarrollar a la nación colombiana y de

incorporarla más intensamente a la vida regional, a la vida

continental, junto con sus pueblos hermanos.

“Nosotros hemos vivido en una sociedad de ciudadanos de “baja

intensidad” [de baja participación]. Es preciso pasar a otra de

mayor intensidad, donde la participación sea considerada como un

“derecho” ciudadano. Colombia es la democracia de mayor

inequidad en toda América Latina. El hecho de que nos

reconozcamos iguales ante la Ley no debería reportarnos ningún

derecho [como en la práctica se da]; parece ser que, por razones

diversas, los colombianos no vivimos el siglo XVIII [y los

cambios en la consciencia humana que entonces fueron vividos en

las sociedades occidentales del Viejo Mundo]. Nuestra actitud, o

la de los “constructores” de nuestra nacionalidad, [masacrados sus

142

mejores elementos por Pablo Morillo, “cortadas las alas” de

nuestra nacionalidad, y trabajando a espaldas de las expresiones

populares de un pueblo “sin cabeza”] desestimaron,

estigmatizaron, satanizaron el valor humano de sus bases sociales,

de su “materia prima humana”, de sus raíces, de sus expresiones

culturales, e impusieron por encima de aquel patrimonio

insustituible su hegemonía, sus propios privilegios, sus propios

pensamientos; se olvidaron del reto de la Libertad con la que

soñaron nuestros próceres para un proyecto político que la cifró,

sólo en términos de la liberación de la Metrópoli. Unos y otros,

tradicionalistas (conservadores) y “radicales” (liberales),

enjuiciaron mutuamente sus posturas políticas, se odiaron y se

combatieron duramente con sevicia. La modernización y la

apertura social hacia lo público, se presentaron en una de las

orillas del conflicto como un síntoma de degeneración social. El

Arte, en una de las tantas expresiones como la de la pintura fue,

así mismo, satanizado, como en el caso de Débora Arango. Lo

propio le tocó al filósofo antioqueño Fernando González. “Matar

liberales no es pecado” predicaba el obispo de una ciudad

colombiana importante en la época de la Guerra de los Mil Días y

otro durante la violencia política de 1948 en adelante. A mi

propio padre, según afirmaba con amargura, le fueron negados los

sacramentos durante veintitrés años, en su juventud por ser

liberal.

“En Colombia el Estado fue primero que la Nación. Por eso es

importante que nuestra independencia, nuestro proceso

emancipador, deben ser repensados al nivel de la academia, al

nivel del actual conocimiento científico [para ser mejor

comprendidos]. En Colombia, después de la emancipación, y aún

desde antes, la opinión pública empezó a construirse no en las

iglesias, quizás, ni en las pocas universidades existentes, sino en

los cafés, en las tertulias; el género coloquial fue practicado por

muchos autores de carácter político: le entregaban sus textos a los

amigos para ser leídos antes de publicarlos. Allí se encuentran los

iguales. La lengua castellana debió ser objeto de veneración y

orgullo nacional. “¡Allí se debió generar la “masa crítica

pensante” para debatir los asuntos públicos y crecer!”. Pero entre

143

nosotros no se dio ese proceso de manera completa, por lo cual el

lineamiento de los dos partidos tradicionales [y lo propio sucede

con cualquier nuevo partido incluidos los movimientos

socializantes del siglo XX] producen muchas colombias

contrapuestas.

Cabe aquí una pregunta: ¿Qué fue lo que entonces ocurrió?

¿Quisimos, acaso, construir una nación con lo que, de pronto,

consideramos los deshechos de la Colonia? ¡A la hora de la

verdad no tuvimos una visión utópica, no sabíamos hacia dónde

ir! El resultado, hasta hoy, es que no hay Estado Nacional. Hay

partidos nacionales. Apenas ahora se empieza a vislumbrar la

nacionalidad. “La modernidad, entendida como la consecuencia

de la Ilustración, de los procesos revolucionarios del siglo XVIII,

pueden aportar con qué construir efectivamente los “espacios

públicos” donde se mueve el ciudadano y a la Nación, según sus

propios presupuestos; ¿pero corresponden efectivamente éstos a la

visión popular? Desde el punto de vista de lo que fue un

consenso, una “opinión pública” casi inexistente, completamente

aislada, en un territorio accidentado y relativamente poco

poblado, llegaron a ser más importantes los personajes, sus caras,

[sus caudillos] que sus mensajes. Hoy lo propio es discutir y

luego tomar las decisiones. ¡Nosotros hemos decidido primero,

hemos asumido nuestro partido, nuestra facción, hemos montado

toda nuestra estrategia de lucha, hemos forzado, y quizás, hemos

presumido el acuerdo al nivel de partido, de facción. ¡Luego, no

discutimos,… nos matamos! Es preciso que adoptemos la

convicción que nos haga cambiar profundamente de actitud, y

hacerla coherente, precisamente en la dirección inversa: El

debatir, el discutir los asuntos públicos, el establecer una postura

frente a los temas públicos, el ponernos de acuerdo en el espíritu

antes que actuar, el conformar, construir una opinión pública, -no

“prefabricarla”, no disfrazarla, no controlarla-, antes que

“materializar” los conflictos, antes que confrontarnos

cruentamente, son cosas que los que manejan la Política deben

permitir <<que sean prerrogativa, que sean competencia de la

ciudadanía>>. En otras palabras, es más sano, es una “vacuna”

contra la corrupción rampante, hija del populismo, que la

144

delegación de poderes vaya cediéndole terreno poco a poco al

ejercicio de la participación ciudadana.

Esta reflexión nos pone sobre aviso, acerca del camino a adoptar

para alcanzar la paz en el Mundo y particularmente en Colombia,

donde la hemos visto muy esquiva, en especial en los últimos

cincuenta años de historia, para entrar definitivamente en la senda

del Progreso, para salir del estado de profunda confusión e

incertidumbre en las que hemos vivido desde hace doscientos

años, luego de que, por derecho, asumimos nuestra independencia

de poderes extraños; y para ponernos en posición de elaborar una

crítica constructiva de nuestras instituciones sociales actuales,

sacadas de diversas fuentes, experiencias y nichos sociales

diferentes, pero mal incorporadas y mal adaptadas a la que es, y a

la que se espera debería ser la vida de nuestros pueblos.

Hoy, cuando hemos encontrado los límites en la capacidad de

soporte de nuestro medio ambiente planetario, cuando lo hemos

afectado profundamente, cuando los recursos naturales,

particularmente las fuentes energéticas parecen escasear, hasta el

punto en que somos incapaces de prever las consecuencias, el

desarrollar una estructura social humana sostenible no es

solamente un asunto de armonía con la Naturaleza sólo por

motivos estéticos o artísticos. ¡Es un imperativo de supervivencia!

La consideración de los nuevos escenarios de investigación

científica, el reconocimiento de estados de la Realidad antes

desconocidos, como es el Caos, permiten entender la diversidad e

ingente complejidad de factores que afectan a la vida humana y a

sus instituciones sociales, así como afectaron la materia en que se

sustenta la vida humana y la Vida en general, y la seguirán

afectado por tiempo desconocido. Aislarse del mundo real es una

estupidez, pero prepararnos para afrontarlo es digno de la

inteligencia del ser humano. Ello hace que sea prudente revisar

nuestros presupuestos actuales sobre nuestro propio conocimiento

y extender nuestros hallazgos y ponerlos en uso para que el

destino de la Humanidad se despeje.

145

El reto no es sólo la renovación, la depuración de nuestras

instituciones; no es sólo aprender la utilización de la mayoría

posible de nuestras fuentes de recursos naturales, las más

importantes de las cuales no sabemos usar todavía, su

racionalización, manufacturación, y distribución equitativa de

ellos; no es sólo la protección, y quizás, el establecimiento de

medios ambientes naturales y artificiales en el Planeta y en los

otros mundos que lleguemos a colonizar que se adecuen a la

calidad de vida a la que aspiramos. No: ¡Es el reto de atrevernos a

cambiar nosotros mismos! Necesitamos, entre muchas cosas,

trascender el poder significante de los signos que

tradicionalmente hemos usado en nuestra palabra para llegar hasta

la consciencia de los otros; necesitamos reconocer los verdaderos

tesoros, de cuya consciencia carecemos por la torpeza de nuestras

actitudes, por la dureza de nuestro corazón, por el tenaz cerrojo

que hemos puesto frente a nuestra intimidad; necesitamos

alcanzar a reconocer que, por milenios, la posesión de reinos

ajenos, de las vidas ajenas para la explotación del sexo, para su

esclavización en pro de nuestro lucro, el brillo del oro, el de las

piedras preciosas, el lustre del dinero en las cuentas bancarias, la

posesión de bienes para simbolizar nuestro poder de seducción, el

embrujo de la espada y el fusil nos han confundido, nos han

doblegado, nos están frustrando cada día más patéticamente;

representan el testimonio de nuestras mentes obtusas, hacen de

nosotros verdaderos, dóciles, e irracionales “idólatras”. Porque

hemos tomado para nuestro uso práctico el sentido que le hemos

otorgado a esos símbolos, en vez de reconocer, en ellos, a la cosa

verdaderamente significada.

La verdadera riqueza está frente a nosotros, aunque no hayamos

sido capaces de visualizarla: Está en la incalculable riqueza que

representa el contenido de materiales y las propiedades de aquella

ceniza cósmica que aportó a nuestro mundo y a nosotros mismos

el fundamento mismo de nuestra existencia; está en las

misteriosas leyes, algunas de las cuales, apenas comprendemos

superficial y elementalmente, como es, por ejemplo, el campo

gravitacional de la materia, que hizo que aquella ceniza dispersa

se congregara, se calentara, se amalgamara en mundos habitables

146

y nos deparara las posibilidades de disfrutar de su energía

vivificante; está en el inmaculado mundo de la Vida que sirve de

intermediario a nuestras fuentes más preciadas y ricas de

vitalidad; está en la energía que, como consecuencia, emana del

interior de nuestro mundo, de su arquitectura representada en

sendas placas continentales que generan la inconmensurable

riqueza que nutre la vida marina, que podría nutrirnos, con el

tiempo, a nosotros mismos, y que genera gran parte de las

corrientes marinas que sirvieron de “motor” a los antiguos

navegantes para el transporte de sus mercancías, y podrán

servirnos a nosotros, eventualmente, de mil otras maneras con una

implementación más eficiente; está en la fuente inagotable de

energía de todas las frecuencias y longitudes de onda de nuestro

astro solar central, que inocentemente han aprendido a aprovechar

los hombres del Campo desde la más lejana antigüedad, como

recolectores, cazadores pastores y luego como agricultores,

agregándole valor al trabajo de la Naturaleza, sin saber lo que

hacían; está en las corrientes de aire que la energía calórica del

Sol mueve, y que podríamos utilizar en diversas formas, por

ejemplo, del “vuelo a vela” para comunicarnos; está en las masas

de humedad que esa energía extrae de los mares y otras fuentes

terrestres para originar las lluvias y las caudalosas fuentes de agua

que irrigan y enriquecen nuestros terrenos agrícolas; pero lo más

importante: Está en la abigarrada y diferenciada presencia human

en el planeta, adaptada a sus casi infinitos hábitats naturales, está

en ese complejísimo e inusual instrumento de reflexión que es su

cerebro, está en las redes sociales a través de las cuales el ser

humano puede compartir infinitas formas de apreciar, de disfrutar

y de compartir su vida. Para ser exploradas, halladas,

aprovechadas y disfrutadas, esas fuentes de riqueza sólo nos

exigen una condición: Que reconozcamos, que aceptemos la

existencia de los números casi infinitos que determinan las

ofertas casi infinitas que nos hace la Naturaleza, de los caminos

casi infinitos, de las oportunidades casi infinitas, con que

contamos para alcanzar nuestras aspiraciones. ¡Ese es el reto

mayúsculo que tenemos los humanos para superar los niveles de

pobreza que sufrimos, de una pobreza que no tiene ninguna

justificación, para sobrevivir a niveles dignos de vida! Ese es el

147

reto mayúsculo que enfrenta la humanidad para abrir las puertas

de una vida apenas soñada: Entender que tiene que romper con

paradigmas poderosísimos con que él mismo se ha cerrado el

paso, y que irá descubriéndolos a medida que gana en experiencia

y conocimiento.

XIV EL PENSAMIENTO UTÓPICO

Entre la mentalidad del antiguo habitante de los bosques

recolector de frutos, la del pastor de animales y la del agricultor,

hemos propuesto ya, que pueden diferenciarse, en principio, dos

actitudes: La del hombre desprevenido, atenido sólo a sí mismo,

que busca, hasta encontrar, las fuentes de su sustento, las fuentes

de sustento para sus animales, que es como buscar las fuentes del

sustento propio; y la del hombre que ha logrado incorporar su

vida a los procesos creadores de la Naturaleza, confiado en la

promesa de una cosecha abundante que se encierra en las semillas

depositadas en el surco fecundo, en principio, con la conjugación

de su labor de agricultor con complejos factores naturales

favorables, como el poder germinador del agua, de un buen

suelo, de la luz solar, y con otros desfavorables como las plagas,

los depredadores, los posibles ladrones, etc. El origen de esas dos

actitudes está relacionado, en primer lugar con los referentes de su

consciencia: Relativos a su experiencia, a sus conocimientos, lo

que determinan la naturaleza de sus expectativas, y en segundo

lugar el contenido de su forma de actuar.

Según el neurocientífico colombiano, Dr. Rodolfo Llinás (Bogotá,

1934 -), Director de la Escuela de Medicina de Nueva York, sólo

quedan dos opciones de respuesta al Hombre, luego de ser

afectado por algún estímulo externo: <<“Generar secreciones o

moverse”>>. Eso significa para el sujeto sentirse impulsados

hacia la acción, y moverse efectivamente en un sentido

determinado. Cuando un niño pasea con su padre por el parque y

se siente estimulado por una golosina que ve en el carrito de un

vendedor ambulante, “sueña” poder poseerla y disfrutar de ella; se

figura degustándola, su boca se le hace agua y se siente movido a

pedirle a su papá que se la compre. Cuando un hombre decide

148

respecto de referencias que se hallan en el mismo plano cotidiano,

se limitan a escoger entre todas las posibilidades de movimiento

de que puede disponer en ese plano. Cuando entre las referencias,

algunas aluden a algo inexistente, todavía no real pero posible, -

no están en el plano de lo cotidiano-, aunque pueden ser

coherentes, consecuentes con el sentido de la acción, la respuesta

no se limita, entonces, a soluciones localizadas en el plano

cotidiano, sino que pueden ser halladas en cualquier situación

espacial fuera de él. Podríamos decir, que tienen un significado

innovador.

Ese es el atributo que caracteriza al pensamiento utópico: la

naturaleza de las referencias que le sirven de orientación. Los

filósofos y los antropólogos se preguntan qué ha motivado en el

hommo sapiens el proceso innovador de su cultura, qué ha hecho

que crezca, que se desarrolle su civilización, lo que ya veíamos, y

que se da aparte de la evolución de su medio natural. Su

inconformidad con el balance de su situación actual, puede

hacerlo mover hacia otra situación más favorable. En particular,

con el hombre ocurre algo específico: A la aniquilación de sus

piezas de casa acostumbradas, a su debilidad física comparativa,

desde el principio de sus tiempos tiene que adoptar conductas

consecuentes para no perecer. Esos cambios de conducta tienen el

significado de desarrollos de la técnica, a los cuales, a su vez se

acomoda él mismo; no caza solo; estructura partidas de caza,

mejora las puntas de sus flechas y lanzas, inventa nuevas armas.

Y así, por extensión, llegamos a las civilizaciones modernas

altamente tecnificadas y, por lo tanto, de cuyas técnicas el hombre

se hace más y más dependiente. Ese proceso se muestra evidente

en el estudio de las diversas culturas humanas, objeto primordial

de la Antropología. De ese hecho ya hemos hecho algunas

anticipaciones, algunas observaciones preliminares. Sin embargo,

en culturas más avanzadas se observa la actitud contraria:

En el Oriente, miles de años atrás, particularmente en culturas

como la China y la India, que Eric Kahler considera equiparables

en su contenido y dimensiones a nuestra cultura tradicional, el

ideal de la armonía con la Naturaleza parte de la idea de una

149

Naturaleza estable, inmóvil; su orden ético se refiere a

prescripciones normativas, a rituales, a preceptos, que hoy, dentro

del contexto de nuestra cultura secularizada, pendiente solamente

de consideraciones profanas, incluimos en la esfera propia de la

Religión, en no pocas ocasiones para prescindir de sus

afectaciones, aunque entonces pertenecían a la esfera

indiferenciada de la Cultura, en su conjunto.

Hasta no hace mucho tiempo, allí se consideraba cualquier

innovación tecnológica, cualquier cambio en las costumbres, un

atentado contra la moralidad de los actos humanos

Esta actitud puede describirse con un relato de Chiang Tzu, un

pensador chino que vivió en el año 300 a. de C.:

“Cuando Tzu Kung fue por el sur hacia el estado de Ch´u de

canubi para el estado de Chin, pasó por Han – Yin. Vio allí a un

viejo dedicado a hacer un surco para unir un huerto con un pozo.

Tenía un jarro en la mano con el cual sacaba agua y lo vertía en el

surco. Duro trabajo y de muy pocos resultados.

“Si tuvieras aquí una máquina –le dijo Tzu Kung- podrías regar

en un día una extensión cien veces mayor que la actual. El trabajo

necesario para hacerla es insignificante comparado con el

rendimiento que produces. ¿No te gustaría tener una? “

““¿En qué consiste tal máquina?” preguntó el hortelano”.

“Es un aparato de madera –contestó Tzu Kung- pesado en la parte

trasera y liviano en la delantera. Saca agua igual que tú lo haces

con las manos, pero formando una corriente constante. Se llama

noria”.”

“Entonces el hortelano se arrebató y dijo: “He oído a mis

maestros decir que quienes usan instrumentos arteros, son arteros

en sus tratos, y quienes son arteros en sus tratos tienen el corazón

artero, y los que no son puros y limpios tienen el espíritu inquieto,

y quienes tienen el espíritu inquieto no son vehículos de Tao [esto

es, en términos muy generales, el principio de la armonía]. No es

150

que yo desconozca estas cosas. “Pero me avergonzaría de

emplearlas.” (Erick Kahler, filósofo polaco. Historia Universal

del Hombre. Fondo de Cultura Económica. México 1947. P. 30).

“Este mismo argumento lo repitió hacia el año 1900 d. de C. un

escritor chino moderno, Ku Hung Ming, quien llama “mentalidad

de zorra” a la de la moderna civilización europea y, ataca con

violencia a los europeos por obligar a su pueblo a aceptar los

métodos comerciales modernos y a construir ferrocarriles” (Idem.

P 31).

Es cierto, sin embargo, que la cultura occidental moderna es más

que secularizada, más que profana, más que materialista, -se ciñe

a contar solamente con aquello que se pueda observar, medir, y

tocar-, orientada a desconocer, y aún descalificar todo criterio que

se derive de consideraciones acerca de la dimensión de lo

espiritual. Pero sus propuestas sobre los cambios de actitud se

justifican en la medida en que son necesarios nuevos datos nuevo

conocimiento, en la búsqueda de nuevos horizontes que hagan

menos dura, en el futuro, la suerte de los hombres, determinada,

en gran medida, por la falta de apertura de muchas mentes

humanas, por la dureza de los contextos sociales en que se mueve

su vida. La existencia de esos ciertos y determinados contextos

afectan, claro, de diversa y variada manera las forma como la

gente concibe sus sueños, elabora sus proyecciones, define sus

metas, y objetivos: Si los móviles que nos inspiran no se salen de

ellos, los resultados de nuestras acciones siempre estarán situados

dentro de su mismo plano, nuestra política, la visión de nuestro

destino nuestras metas y proyecciones estarán inscritas en esos

contextos y serán las que puedan ser descritas con los parámetros

de esos contextos. Nada entonces cambiará verdaderamente, nada

será distinto substancialmente. Todo seguirá prácticamente igual.

Si lanzamos una ojeada, aunque sea rápida, sobre la población de

base de multitud de sociedades humanas, alrededor del planeta, no

solo urbanas, sino campesinas, por modernas que sean, puede

observarse que muchas de ellas viven en contextos sociales que

no han cambiado, que se han estancado en su evolución cultural,

que han perdido su dinámica evolutiva, a veces por milenios,

151

desde cuando cesó la acción de liderazgo que ejercían sobre ellas

sus antiguas autoridades culturales. Es patético el estado, por

ejemplo, de algunas comunidades situadas en la zona del

Mediterráneo francesa, donde mucha gente vive, todavía, en

aldeas construidas en piedra, sin acueducto, sin alcantarillado, sin

energía eléctrica. En América Latina se destaca el caso de pueblos

descendientes de antiguas civilizaciones muy florecientes, las del

antiguo México y Mesoamérica como los aztecas, los mixtecas,

los zapotecas, los mayas, las de los Andes centrales, como los

incas, los aimaraes, y muchos otros. En Brasil, donde por diversas

circunstancias sociales y económicas, como ocurre en la región

amazónica, muchos pueblos nómadas selváticos, han tenido que

abandonar sus tradiciones para trasladarse a vivir en condiciones

infrahumanas y tremendo aislamiento sicológico, a los tugurios de

Manaos y otras ciudades regionales.

Pues bien, ese ensimismamiento, ese encierro en sí mismos lo

rompe Jesús de Nazareth cuando en el seno de la última cena

anuncia el undécimo mandamiento y la Nueva Alianza: “Hijitos

míos, por un poco de tiempo aún estoy con vosotros. Vosotros me

buscareis; y así como dije a los judíos: a donde voy no podréis

venir vosotros eso mismo os digo a vosotros ahora. Entre tanto,

un nuevo mandamiento os doy, y es: Que os ameis unos a otros; y

que del modo como yo os he amado a vosotros, así también os

ameis recíprocamente”. Por aquí conocerán todos que sois mis

discípulos, si os teneis tal amor unos a otros (Juan, Cap. 14, vers.

33, 34, 35). Jesús nos hace una propuesta que trasciende su

tiempo, valga o no la calidad de la naturaleza Divina que los

cristianos pretendamos reconocer en su persona, sea cual haya

sido la controvertida actitud de la jerarquía de la Iglesia Católica

Romana, que durante siglos, con su Inquisición, pareció “borrar

con el codo lo que hacía con la mano” en su tarea evangelizadora,

la que quizás, como consecuencia del juego de los poderes que se

daba en el contexto de su tiempo, parecía desfigurarse, dejándose

involucrar en el juego político que primaba en el ambiente que

predominaba en la Europa de entonces, y en el cual se movió

hasta finales de la Edad Media. Dadas esas circunstancias que

para muchos siembran muchas dudas, el mensaje que Jesús hace

152

llegar hasta nosotros, por intermedio de la Iglesia, un mensaje que

parece a los escépticos inverosímil, paradójico, no obstante ¡llega!

Y nos invita a todos los hombres de los contextos laberínticos y

absurdos de todo medio social cerrado y dogmático, a abrirnos, a

salir y a superar la falta de solidaridad con el hermano, con el

prójimo, en que la sociedad de su tiempo, de su país, sometidos a

los romanos, había caído.

Un nuevo mandamiento institucionaliza Jesús, que <<completa>

la normativa del Decálogo de la Ley Mosaica, de Moisés, aquel

extraordinario legislador hebreo de la antigüedad, una nueva

propuesta que justifica la adición y complementación del Viejo

Testamento con el Nuevo, y que enriquece más todavía la visión

humana del Porvenir del Hombre y el camino para conseguirlo.

Allí reside, ni más ni menos, el valor doctrinal fundamental de los

autores que dieron origen al pensamiento escolástico, que,

hombro con hombro con otros pensadores universales,

considerados <<iluminados>> por muchos estudiosos modernos,

promovieron un pensamiento que predica el valor del Amor, de la

armonía entre los hombres, como acicate para transformar sus

sociedades, profundamente clasistas, de casta, valor cuya

plenitud, dentro del cristianismo medieval, y dentro de las

sociedades humanas actuales puede apreciarse, y aunque para

muchos puede ser un pensamiento caduco, superado, brilla en la

Suma Teológica de Tomás de Aquino.

El mensaje de Jesús, que trasciende todas las vicisitudes acaecidas

en las formas de vida de la Edad Media, que accedió a nuestra

tierra americana en lo que se llamó más tarde la América

Española, forma parte de un capítulo de importancia singular, no

solo en nuestra historia sino en la historia de la cultura de

Occidente, considerada en su totalidad, y <<señala la ocurrencia

de un “punto de inflexión”>> en la aplicación a las políticas de

Estado de trascendencia planetaria de los principios cristianos,

patentes cuando la Corona Española reconoce a los americanos

como súbditos suyos, al mismo nivel de los peninsulares; cuando

la Compañía de Jesús se preocupa por mostrar en China la

universalidad de los principios morales cristianos, e intenta iniciar

153

el sincretismo de ambas culturas, la Occidental y la China, punto

de inflexión desgraciado que se da con el declive de la potencia

española y el ascenso de la anglosajona, por la cual, lo que

debería haber sido no pudo ser, razón por la cual, el Mundo

apenas si logró conocer en el siglo XVII la cara amiga de

Occidente, algo radicalmente diferente de la cara inquisidora que

conoció en el siglo XX, todo lo cual ha sido reducido casi al

olvido, por razones estratégico – políticas, aún entre nosotros los

americanos.

El acceso del mensaje de Jesús se da en América por la acción

misional de hombres abnegados y comprometidos con la

humanidad, auspiciados y apoyados directamente por la Corona

Española, con un celo que los hace merecedores de que sus

nombres queden inscritos, al lado de los más famosos en la gesta

de fundación de nuestra civilización, algunos de esos nombres son

bien conocidos, como Fray Bartolomé de las Casas, Ignacio de

Loyola, Francisco Javier, Pedro Claver, Fray Antonio de

Montesinos y muchos otros que dedicaron y, aún, sacrificaron sus

vidas en aquella inolvidable epopeya, que eso fue, a pesar de toda

la perversidad que reinó en los procesos de conquista y

colonización, por parte de los inmigrantes españoles. Su mensaje

logró penetrar, en nuestro continente, en sus expresiones más

sencillas, hasta las capas más humildes del Pueblo. El testimonio

de ello lo tenemos en la comunidad antioqueña, que a principios

del siglo XX, aún en medio de su pobreza, ya mostraba todas las

condiciones de una comunidad perfectamente estructurada

alrededor de la cultura originada en la labor evangelizadora de los

peninsulares.

Esa tarea evangelizadora, que asumió con plena responsabilidad y

compromiso la Corona Española, con sus “súbditos de ultramar”,

tuvo sus momentos de crisis, hasta el punto de que los conflictos

surgidos con los capitanes del nuevo poblamiento, casi hacen

perder el dominio de la monarquía sobre sus colonias americanas.

Las sesudas y monumentales controversias que se dieron, a una

altura humanística, y jurídica inusuales para su tiempo, con

154

consecuencias doctrinales, no siempre prácticas, a los ojos de hoy,

son revolucionarias y actuales, aún para nuestra época.

Su memoria debería ocupar un espacio muy amplio en los anales

de nuestra historia, porque encierran referencias a valores

universales de la Cultura Humana trascendentales e inolvidables.

Valores perdidos quizás, en gran medida, enredados en los

pliegues de otra historia sesgada, contada posteriormente con el

propósito de completar la destrucción de la autoestima del

Imperio derrotado en aquellos lejanos tiempos del siglo XVII,

cuando a las potencias anglosajonas, triunfadoras en la Guerra, les

tocó asumir el control estratégico de la política internacional

occidental.

Ese mismo mensaje, renovado en sus formas de expresión, para

hacerlo más inteligible a la mentalidad actual y más coherente con

las costumbres y el lenguaje actual, podría llegar a presidir, como

eje espiritual, con plena autoridad, la renovación espiritual de

nuestros pueblos de base, imprimiéndole un nuevo dinamismo a

sus culturas. Probablemente la expresión actualizada y accesible

al vulgo de hoy, de esos principios, la haga merecedora de su

paso por un serio trabajo de carácter antropológico, para llegar a

una interpretación fiel de los símbolos, por medio de los cuales

están consignados los mensajes, ya en los textos antiguos, en los

rituales religiosos, particularmente a los más antiguos, entre otros,

a los cuales solemos darles, en nuestra ignorancia, si es que les

damos, simplemente un sentido mágico.

Errores muy comunes están relacionados con la actitud simplista

de llegar a la interpretación acomodaticia de los textos bíblicos.

Esa pretensión conduce, definitivamente, a gran confusión. El

movimiento protestante se ha dividido en miríadas de sectas

diferentes por ese motivo entre nosotros. No me refiero aquí, a

que la doctrina que impere deba ser la doctrina oficial”, la

doctrina ortodoxa, me refiero a una fórmula, que debe estar, tan

cerca de lo que quiso decir su autor, como sea posible. Hoy día

hay otro error relacionado con la creencia extendida en nuestra

sociedad secular de nuestro tiempo, de que la Religión solamente

155

tiene valor, en cuanto a sus propuestas, en el plano místicos, para

encontrar, solamente en este plano, alguna forma de realización

humana, quizás, en el plan de evadir una realidad física y

material, desgraciadas. Sobre este tema “hay mucha tela qué

cortar”, y no corresponde al tema que tratamos. ¡Se trata, no

obstante, de propuestas con aplicaciones prácticas en el mundo de

los mortales! Se trata de propuestas que, conjugadas con muchas

otras, particularmente en los planos técnico y científico, son

capaces de transformar radicalmente las condiciones de vida

físicas lamentables, e injustificadas, en que vive la mayoría de la

población humana del Planeta.

Se ha extendido la opinión, en nuestro tiempo, que la Reforma

Protestante rompió en el siglo XVII el monopolio del Poder

Político de la Iglesia Católica Romana, y, por tanto, su monopolio

en la dirección estratégica de la Cultura Occidental. Eso es cierto.

Sin embargo, el sentido de ese efecto no se queda allí. Se rompe

el eje de la Cultura, al mismo tiempo, se diluye éste en medio de

los conflictos político – religiosos, y de una guerra religiosa que

da cuenta de un tercio de la población europea. En aquel epílogo

de corrupción moral, que provoca, en parte, el cuestionamiento

acerca del significado de la vida humana surgido del

Renacimiento, allí mismo nace el germen de la anarquía que

perdura hasta nuestro tiempo, y que ha movido a muchos hombres

a forjar nuevos imperios económicos poderosos para esclavizar

nuevamente al Hombre.

La Reforma Protestante rompió el monopolio del Poder de la

Iglesia Católica Romana; es cierto. Pero con el concurso de las

potencias anglosajonas se ha deslizado en la práctica de la Política

un principio religioso que, para Indalecio Liévano Aguirre,

escritor colombiano, tiene inmensa trascendencia estratégica en la

mentalidad occidental que ha generado el orden capitalista

moderno, y que, tal vez niega, de plano, la significación que tiene

el pensamiento utópico.

Se trata acá del <<principio de la Predestinación>>, que, según

sus promotores y practicantes predetermina la suerte de los

156

hombres. Es, pues, un principio determinista que tiene su origen

en algunas culturas orientales, entre ellas la cultura hebrea. En ese

principio tiene sus raíces la práctica de considerar a la gente

afortunada como “predestinada” a una vida superior, a la

“salvación”, en términos acostumbrados en el lenguaje religioso

cristiano, son <<“santos visibles”>>. De la misma manera, los

humildes, los indigentes, los pobres, son “condenados en vida”.

Esa concepción afecta seriamente el significado y el valor del

liderazgo de las personas de fortuna en la consejería económica,

haciendo avanzar ese valor hasta una esfera religiosa que se

desconoce hoy en día entre muchos de nosotros. Las raíces del

Estado Occidental moderno están clavadas en la misma tradición

religiosa: El Estado Burgués de Derecho, el Estado puritano que

caracterizó, desde un principio, la personalidad de las tradiciones

públicas norteamericanas, y no le daba opciones, como votantes, a

las personas desposeídas. Adam Smith, teórico reconocido como

creador de los principios actuales de la Economía Clásica fue

primero pastor protestante. Como consecuencia se genera un

sistema social que se hace más dependiente de la aspiración

calvinista del lucro, orientado al enriquecimiento de los

poderosos, a la lucha por la supremacía económica, al abandono,

justificado religiosamente, de los desafortunados. Aquí el

progreso se da en el sentido mencionado. No tiene nada que ver

con la evolución global de la cultura humana, menos tiene que ver

con la evolución natural del mundo natural. (Indalecio Liévano

Aguirre. “Conflictos Sociales y Económicos de Nuestra Historia”.

Capítulo IX El conflicto entre la Ética Católica y la Ética

Protestante. Editada por capítulos en Semana y La Nueva Prensa).

El tema es tratado también por el Dr. Alfonso López Michelsen

conocido político liberal y expresidente colombiano en su novela

“Los Elegidos”.

Aunque no es unánime tampoco dentro de la doctrina de la Iglesia

Católica Romana, tenemos un principio ético diferente que orienta

a la actividad de la Contrarreforma, promovida, particularmente

por la Compañía de Jesús y que se opone, de plano al principio

protestante: <<El principio del libre albedrío>>. Mediante éste,

reconoce que el ser humano tiene la opción de salvarse o

157

condenarse, según su voluntad. El efecto pues, depende de la

escogencia del sujeto. El esfuerzo puede orientarse hacia el

objetivo de buscar y realizar el ideal de la salvación. Movido por

este principio ético, que colisiona con las opiniones, incluso de

otros pensadores católicos, Ignacio de Loyola y sus seguidores

emprenden la trascendental actividad misionera en Asia y

América, que los conduce a realizaciones civilizadoras famosas y

que poseen un significado humanístico de trascendencia

universal. Muchas realizaciones en el mundo actual, en las cuales

se usa este principio ético como eje rector de la acción humana,

representan un giro real innovador que parte de la ética calvinista

y avanza hacia la ética ignaciana, con resultados que resultan

igualmente memorables en la ética de la evolución social y

cultural (Idem.).

La “Libertad de Empresa”, principio que anima a muchos para

luchar por una vida digna en términos económicos, se basa en ese

principio del “libre Albedrío”. Otra aplicación de ese principio

ético, se da hoy en el Mundo entero, en la vida cotidiana, a la

lucha de los adictos por superar el dominio sobre su persona que

ejercen las adicciones como el alcohol, por superar su esclavitud,

a la labor de superación de los estados depresivos típicos

generados por esas adicciones, ya del alcohol ya de otros

fármacos. Su aplicación a la recuperación de vidas humanas en

instituciones como Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos

y otras arroja un balance muy positivo, muy prometedor. En todos

estos casos, el referente es el Ser Superior de la manera como lo

conciba el paciente. Así, el paciente puede redefinir su vida,

encontrar la fortaleza y la justificación de sus esfuerzos, dado el

reconocimiento que reasume, la ganancia en autoestima acerca del

valor significativo de sí mismo, como persona humana. Así, lucha

por mantenerse sobrio y enfrentar el reto de su propia

recuperación.

La perspectiva evolutiva de la consciencia humana, de su proceso

de maduración, tal como se nos muestra históricamente, nos

permite apreciar cómo ésta lo dota con el tiempo, dentro de

ciertos límites, de la capacidad de actuar en beneficio del control

158

de su propia suerte, permitiéndole ser <parte activa> en el

desarrollo de su cultura y de sí mismo. Si tal perspectiva fuera

pesimista, no sería del caso tratar temas como el del pensamiento

utópico, como el de la perspectiva de la Política, en el sentido

aquí propuesto, puesto que el ser humano permanecería, en tal

caso, en la condición de total dependencia de las fuerzas naturales

que actúan localmente sobre él, como actuarían cualquier planta,

animal o de cualquier ser viviente, <<con la única posibilidad de

ser actor pasivo de su vida>>. Esta afirmación es preciso tomarla

con reservas, puesto que sabemos cómo cada ser viviente,

inclusive animales y plantas, superan su condición en cada

instante de su vida, al ponerse en acción para buscar su alimento.

Los animales buscan la energía que necesitan en el forraje verde,

en su presa o en otras fuentes; las plantas crecen buscando la

fuente de luz que las nutre.

XV EL LIBRE ALBEDRÍO EN EL HUMANO:

PRODUCTO DE SU MADUREZ, DE LA EVOLUCIÓN DE

SU CONSCIENCIA, DE SU EMPODERAMIENTO PARA

MANEJARSE A SÍ MISMO, DE SUS CONVICCIONES

ACERCA DE LA EFICACIA DE SU ACCIÓN.

El debate acerca del tema ético relacionado con la idea de la

“Predestinación”, mediante la cual los actos humanos están

determinados desde antes por fuerzas poderosas desconocidas o

con un carácter reconocido por los pensadores antiguos, se da a

través de centurias, hasta llegara los tiempos de la

Contrarreforma, en la cual se da un giro efímero pero

infinitamente prometedor, que consiste en el reconocimiento del

<<”Libre albedrío”>>, principio que tiene directa relación con

cierto nivel de madurez de la consciencia humana y

empoderamiento para la acción, en los cuales el Hombre puede

darse el “lujo” de obrar con plena libertad y plena responsabilidad

con las consecuencias de sus actos.

En la Edad Media se discutía sobre la eficacia de la Gracia, -

predisposición proveniente de Dios que actúa iluminando la

consciencia y disponiendo la voluntad del Hombre para el bien

159

obrar-. Podría decirse que aquel cuestionamiento sobre la Gracia

representa un progreso definitivo sobre la postura predominante

en las culturas más primitivas y, aún en las más avanzadas de

Oriente, que reconocen la absoluta impotencia humana frente a

las fuerzas eternas e inmutables del Bien y del Mal, que

representan la expresión de la fatalidad cósmica en relación a sus

consecuencias sobre la vida Humana (Indalecio Liévano Aguirre.

Los Grandes Conflictos Sociales y Económicos de Nuestra

Historia. Revista Semana y La Nueva Prensa (publicándose por

capítulos. 1970?. Vol. 2 Ps. 17, 18, 19).

El “genio religioso hebreo se rebeló contra el fatalismo de las

religiones orientales y en lugar de atribuir un carácter eterno e

inmutable al mal, lo interpretó como el producto de un

acontecimiento histórico, la Caída del Hombre [el Pecado

Original], caída que introdujo, en un mundo inocente y feliz, las

dramáticas desventuras del Mal”. Se necesitó, sin embargo, de

una profunda revolución en el mismo ámbito de la religión judía

para que la humanidad pudiera dar el paso siguiente, el más

decisivo, y desembocar en la grandiosa doctrina de la Redención.

La vida y la muerte de Jesús pusieron término a la idea oriental de

la inevitabilidad del mal y los Padres de la Iglesia, al reducir a

términos teológicos el significado del sacrificio de Cristo,

ofrecieron a la humanidad un nuevo y grandioso credo religioso,

en el cual el gran misterio de la Redención privó de su carácter

fatalista a las injusticias y viejas formas de opresión que las

doctrinas orientales juzgaban inherentes al orden divino del

cosmos” (Idem. P 19).

Este hecho optimista, una vez que hubo emancipado al Hombre

de sus culpas, por los méritos de Cristo, hizo pensar a no pocos

espíritus, dentro de los siguiente tres siglos de la muerte de Jesús,

que la sola imitación de su vida era suficiente para salvarse.

Muchos llegaron a pensar que sobraban la liturgia, toda ayuda,

todo apoyo sacerdotal, la práctica de los sacramentos para

alcanzar a ser bienaventurados. Y esa fue la doctrina que predicó

Pelagio (¿360 – 422?). Se cernía, entonces, una grave amenaza

sobre el proceso de expansión del cristianismo, por lo que

160

algunos autores del pensamiento cristiano, como San Agustín,

obispo de Hipona, adoptó un cambio doctrinal en su pensamiento,

regresando a las tesis de la predestinación, acercándose

nuevamente a la idea del fatalismo oriental. “La Gracia, pues, o

sea el sostén divino necesario para que éste paralítico espíritu [de

los hombres] estire sus miembros contraídos, es un don

enteramente gratuito y la salvación, el fruto de un decreto

infalible de la voluntad divina”. Y anota Liévano: “No obstante

las exageraciones agustinianas, inevitables en una áspera

controversia de veinte años, ellas cumplieron una altísima misión

histórica en el proceso del pensamiento cristiano. A través de los

siglos, podemos reconocer fácilmente que, si hubiese prevalecido

el pelagianismo, el organismo eclesiástico, en cuanto medio e

instrumento de distribución de los carismas, de los cuales se

alimenta la vida espiritual de los fieles, hubiera quedado cortado

de raíz” (Idem. P. 20).

La doctrina de la Gracia fue la solución que ofreció la Teología

medieval para resolver el dramático problema planteado por

Pelagio. “De acuerdo con ella, el hombre, marcado por el pecado,

no podía salvarse por sus propias obras sino por la acción de la

Gracia Divina, que, “sin méritos ni proporción”, le otorgaba Dios

para alcanzar la Bienaventuranzas. <<Dios escoge a los hombres

y no los hombres a Él>>, decían los teólogos medievales. “La

Escolástica, es verdad, trató de salvar la libertad del hombre y el

valor del albedrío, haciendo la distinción forzada entre Gracia

suficiente, que permitía el concurso del albedrío, y Gracia eficaz,

que disfrutaba de plena operancia sobre la voluntad. Esta

distinción tenía, no obstante, un carácter meramente

intelectualista y el sentido profundo de la Teología medioeval se

orientaba a reducir al mínimo la acción de la voluntad en la

economía de la salvación. La contradictoria definición del

problema dada por Tomás de Aquino, muestra que el intento de

armonizar la Omnipotencia de Dios con la libertad del hombre

sólo se consiguió a costa de colocar en un segundo plano al

albedrío. << De que nada resiste la voluntad divina –dice Santo

Tomás- resulta que no solo deviene lo que Dios quiere, sino que

adviene, sea libremente, sea necesariamente>>. El dogma de la

161

Gracia así concebido, se amoldaba perfectamente a un tipo de

sociedad, como el de la Edad Media, en que la vida terrena tenía

el sentido de mera preparación ascética para el logro de la

bienaventuranza” (Idem. P 21).

Cuando Tomás de Aquino termina de escribir su obra cumbre, la

“Suma Teológica” ya se empezaba a producir el fermento que

terminaría en tres grandes procesos revolucionarios de la Cultura

Occidental, cuyas consecuencias terminarían generando toda una

época de convulsión social que engendraría una nueva serie de

revoluciones que irían transformando, por saltos, a la sociedades

occidentales hasta llegar a lo que son hoy día, produciendo, al

mismo tiempo, cada uno de ellos, un prototipo humano de

consciencia, que es el que predomina en los períodos culturales

que se van sucediendo. Esos grandes procesos son: El

Renacimiento, la Reforma y la Contrarreforma. Por tal motivo,

aquella magna obra, que pudo servir de “preludio a una nueva

época, sólo alcanzó a ser el epílogo de la Edad Media”.

Cuando se analiza aquel proceso de viraje radical de la Cultura

puede llegar uno a hacerse algún cuestionamiento. Tal vez una de

las preguntas más simples podría ser: ¿Cómo puede explicarse

que durante centurias, el hombre medieval aceptara el freno que la

ética le impuso a sus instintos más espontáneos de lucro? Es una

pregunta que se hace dentro del contexto de un conflicto vivo de

primer orden: El problema de la usura, en que se denota la

conjugación de varios componentes: Uno, una de las expresiones

más primarias de la personalidad humana, su deseo de

enriquecimiento. Otro, la acción imperativa de un poder

dogmático impuesto por la Iglesia, como máxima autoridad

espiritual y temporal de la Sociedad Occidental. Y Otro, tres

voluntades que convergen, la del hombre, la de la Iglesia, la de

Dios (como personaje “invitado”), cuya puja habría de producir

algún resultado. Pero el problema no solamente puede definirse

contando con ese número simple y muy limitado de componentes:

Debemos contar también con muchos otros motivos, no sólo de

orden ético, sino económico y político, obviamente, entre otros.

162

La respuesta se encuentra según Liévano Aguirre “en la

naturaleza misma de las grandes religiones mesiánicas, entre las

cuales figura, en primer plano, el cristianismo” (Idem. P 12).

La gran vivencia religiosa del mesianismo domina toda la Edad

Media, influyó profundamente en el pueblo y se manifiesta en las

concepciones de la Parusía, del Milenio y tantas otras, que

representaban las sucesivas elaboraciones intelectuales de la

creencia en el fin del mundo (Idem. P13). Pero otras

circunstancias predisponen al pueblo a sus pesimistas

perspectivas, con la tremenda desarticulación introducida en el

mundo clásico, en el cuerpo geográfico de la Cristiandad. Se trata

del tremendo cerco que la invasión de las tribus bárbaras,

incluidas las que provenían del Norte y la ofensiva del Islam en el

Mediterráneo, con consecuencias catastróficas. Cita Liévano: <<

La Europa Occidental –dice Pirenne-, volvió al estado de región

exclusivamente agrícola. La tierra fue la única fuente de

subsistencia y la única condición de la riqueza. Los bienes

muebles ya no tenían uso económico alguno>> [el subrayado es

mío] (Idem- P 14).

Entonces desaparecieron muchas industrias y el comercio. “El fin

de la actividad económica dejó de ser la simple ambición de lucro

para contraerse a la satisfacción de las necesidades esenciales. El

atesoramiento de bienes materiales se miró con desconfianza,

juzgándolo síntoma de avaricia y se trató que la actividad

económica se rigiera por la súplica evangélica: <<El pan nuestro

de cada día dánosle hoy>>. La producción, el uso del dinero, la

propiedad, los contratos, etc., fueron sujetos al fin superior de la

salvación y la economía, como tal, debió someterse a la Ley

Moral. La teoría de los precios se vinculó a los costos de

producción y no a la acción de la oferta y la demanda, y se intentó

acomodar el salario a las necesidades de los obreros y a los

requerimientos de los productores”

En semejantes circunstancia, aislada de sus antiguos contactos

comerciales, con la economía dislocada y empobrecida al

extremo, con la terrible incertidumbre de lo que le deparaba el

163

futuro a aquella sociedad que había perdido ya gran parte del

dominio sobre su propia suerte, era natural que la urgencia de la

protección de los más desvalidos influyera para que toda

actividad, en todos los órdenes, estuviera sometida a un control

draconiano y que los debates acerca de la ética económica

medieval se centrara en la usura. Los Concilios ecuménicos de

Lyon, en 1274 y de Viena, en 1312, promulgaron la más severa

legislación contra los usureros. Cobrar por ayudar al prójimo y

servirse de la miseria y las necesidades ajenas para derivar

utilidades, se consideró un pecado capital. Obvio que la existencia

de duros principios normativos reflejara, exactamente, la realidad

social de la Edad Media, incluso, muchos eclesiásticos no eran

ajenos a tales prácticas. La lucha de la Iglesia contra ellos fue

tenaz. Sería un error no reconocerlo históricamente porque

produjo efectos increíbles: “Los bárbaros que salieron de los

bosques del Norte o de las planicies desérticas de Asia y se

precipitaron como fieras de presa, sobre el mundo occidental,

adoptaron gradualmente, gracias a la profunda religiosidad de la

Edad Media, unos principios éticos que otorgaban protección a

los humildes contra los abusos de los poderosos (Idem. Ps. 14, 15,

16). “El ideal de la Edad Media, fundado en el principio de que la

sociedad es una entidad espiritual y no una máquina económica,

fue sistematizado en las trascendentales disposiciones del

Derecho Canónico sobre la usura, y en sus definiciones del “justo

precio”, “el salario necesario”, y “la ganancia legítima”. Su

expresión más completa, se da en la “Suma Teológica de Tomás

de Aquino”.

Las circunstancias que provocaron aquella situación, y una de sus

consecuencias, el delicado equilibrio económico – social de la

Edad Media empezaron a cambiar cuando las Cruzadas lograron

contener la ofensiva del Islam y reabrir los contactos entre Europa

y Oriente y pudo reanudarse el comercio por el Mediterráneo.

“Un mundo que había estado privado largamente de la abundancia

y del lujo, absorbió con voracidad los productos de civilizaciones

más refinadas y a través de ellos adquirió un concepto distinto de

la riqueza. El precio justo, la ganancia legítima y el interdicto de

la usura perdieron su eficacia restrictiva y la balanza comercial de

164

Europa con Oriente se tornó deficitaria y hubo de compensarse

con el flujo de metales preciosos que venían de América. El

comercio dio origen a gigantescas fortunas y los Fúcar

[españolización de los Fugger], los Welser y los Médicis, para no

citar sino los principales, convirtieron el oficio de los usureros de

la Edad Media en el núcleo central de la actividad económica de

la nueva época. La tierra reseca de la Edad Media, azotada por

vientos de espiritualismo ascético, se vio humedecida, irrigada,

por una corriente de vitalidad hedonística, por una desenfrenada

gula de bienes materiales. Esa tierra reseca se convirtió en selva y

de esa selva emergió de nuevo el hombre sin frenos éticos, la

magnífica bestia de presa, cuyos modelos serían los

“condottieros” italianos, los conquistadores españoles, los piratas

ingleses, los negreros portugueses y los comerciantes y banqueros

alemanes e italianos. El proceso llegó a su culminación cuando

un miembro de la familia Médicis, de esa familia que hizo fortuna

y construyó su poderío con la práctica de la usura, se ciñó la Tiara

Pontificia y se sentó en el trono de San Pedro. Fue Giovanni de

Médicis quien gobernó a la Iglesia como León X- el autor de la

famosa Bula, de l517, en la que se autorizó la venta de

Indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San

Pedro” (Idem. Ps. 16 y 17).

El Renacimiento presenta dos facetas bien distintas al historiador

y al cronista de su época: De un lado, el florecer de las artes, el

espléndido lujo de las minorías enriquecidas en la especulación

comercial y en la banca financiera; del otro lado la extrema

miseria de las multitudes. Una miseria bien diferente a la antigua

pobreza de la Edad Media, ya no como resultado de la estrechez

general de una época sombría que había llegado a su fin, sino de

la franca explotación de los desposeídos por los nuevos ricos, que

ahora se servían de los remanentes del feudalismo para acelerar el

proceso de concentración y atesoramiento de la riqueza (Idem. P

17).

Ese explosivo contraste entre el lujo y la miseria condujo, poco a

poco, a un estado de malestar general, y por doquier empezaron a

conmoverse, con inusitada violencia los fundamentos

165

tradicionales del orden. Los levantamientos campesinos en

Alemania, por ejemplo, dieron testimonio de que aparecían

síntomas inequívocos de una explosiva insurgencia social que,

“de seguir su curso, iban a anegar, en una inmensa marejada

revolucionaria, todas las estructuras jerárquicas de la sociedad”

(Idem. P 18).

La rebelión general de los hombres del Renacimiento contra el

espíritu de la Edad Media se traduce, por tanto, en dos tipos de

reacciones bien distintas: En primer lugar, “los estamentos

acaudalados pretenden desembarazarse de las restricciones éticas

que durante siglos encadenaron el espíritu de lucro”; y, en

segundo lugar, “la multitud de los desposeídos aspira

confusamente a crear un orden social en el que reine la justicia y

desaparezca la miseria. La “comunidad de bienes”, atribuida a las

sectas primitivas cristianas, se entrevé como una esperanza de

todos los humildes y esa esperanza alcanza a contagiar a algunos

de los teólogos católicos del Renacimiento y da motivo a obras

monumentales, como la “Utopía” de Tomás Moro y la “Ciudad

del Sol” de Campanella. En ellas se describe el modelo de una

sociedad comunista, de la que ha desaparecido la propiedad

privada y se rige por los principios esenciales del Cristianismo”

(Idem. P 18).

“Si la Teología medioeval se vio impotente para oponerse al

doble embate del Renacimiento, ello no quiere decir que el

espíritu renacentista fuera capaz de convencer a los hombres de la

legitimidad de los cambios revolucionarios que estaban

cumpliéndose. La consciencia de frustración que se percibe en

todo movimiento intelectual renacentista se debe a la incapacidad

de los Humanistas para ofrecer una teoría capaz de legitimar el

anhelo general de disfrutar plenamente de este mundo y de

construir en él una morada amable para el ser humano, en

contraposición con el espíritu ascético de la Edad Media. [¿Es, o

no es éste, acaso, un síntoma cierto de que los niveles de

consciencia de la realidad vivida, a los que habían llegado,

incluso las mentes profanas más ilustradas (que ya no se

fundaban en una creencia recibida, sino, quizás en pobres criterios

166

de consciencia), no bastaban para proporcionar motivos

poderosos a la voluntad de los seres humanos para aplicarse

eficazmente y con plena responsabilidad, en comprender mejor el

papel de los otros en el concierto del intercambio social y en logro

de un mejor estado de bienestar de cada uno?, en el significado

del crecimiento espiritual personal de cada uno para conseguir el

éxito en el plan del crecimiento espiritual general?; en el valor de

ese crecimiento espiritual para consolidar el compromiso de cada

hombre en la lucha, hombro a hombro, con su prójimo, por la

mejora de las condiciones de vida imperantes?] Como resultado

de ese fracaso se introdujo una radical dicotomía entre las

convicciones y el comportamiento. Las actividades económicas

de la época se desenvuelven sin tener en cuenta los antiguos

preceptos sobre usura, el precio justo, el salario necesario o la

ganancia legítima, pero sobre la conducta de los banqueros y

comerciantes pesa todavía el rechazo público, la sanción moral de

las antiguas doctrinas. Los hombres del Renacimiento se

enriquecen, es verdad, pero no pueden estar orgullosos de su

riqueza, ni mucho menos de los medios empleados para

adquirirla” (Idem. P 18).

“Destruida la antigua armonía entre la fe y la conducta, los

grandes bastiones de la dogmática católica se vieron asediados

por una masa de fuerzas oscuras y repentinamente se cuarteó

aquel de los dogmas de la Iglesia en el que los pensadores

cristianos habían tratado de ofrecer una solución definitiva para el

más profundo y decisivo de los problemas a que deben

enfrentarse todas las religiones: el problema del Mal” (Idem. P

18).

Desde tiempos muy remotos el hombre buscó una explicación

satisfactoria a la capacidad probada, en la práctica, de hacerle el

mal a sus semejantes, igual que a todas las formas de desventura

que en el mundo se traduce en dolor, miseria, enfermedad y

muerte. ¿Son éstos males el producto de una fatalidad cósmica?

¿Son, acaso, el producto legítimo de uno de los principios

divinos que regían, desde toda la eternidad, la marcha del

Cosmos? ¿Son realmente, algo insuperable por la voluntad

167

humana? Evidentemente, se trata de preguntas que deben

responderse dentro del contexto que venimos tratando. Valgan,

por tanto aquí, otras preguntas relacionadas: ¿Es legítimo que el

hombre haga el intento, al menos, de darles a aquellos problemas

una solución? ¿Es la respuesta un asunto de legitimidad, de ética,

de simple visión y acción humana, o de poder físico para

conseguirlo? La respuesta, muy probablemente, habrá de ser un

asunto relacionado con la visión que le permita al Hombre un

nivel de experiencia humana suficiente, con un nivel de

consciencia humano de la Realidad, suficiente; con un nivel de

conocimiento suficiente, que, en nuestro tiempo pueden sin duda,

relacionarse con suficiente desarrollo en el conocimiento

científico, con desarrollo suficiente de la tecnología. La respuesta

no es, como se visualiza hoy, un asunto de legitimidades divinas.

La Naturaleza le pone a la Especie humana condicionamientos

ambientales que tiene que superar mediante artificios técnicos,

artificios que tienen, también, el significado de paradigmas,

autoacondicionamientos, que tiene que superar cuando encuentra

mejores soluciones a sus problemas. La Especie tuvo su infancia:

África fue su cuna (por lo que parece), pero emigró y tuvo que

readaptarse a nuevos, y en ocasiones hostiles ambientes naturales.

Si decide trascender sus límites terrestres tradicionales, habrá de

implementar su vida de modo que pueda afrontar los retos que los

nuevos medios ambientes le impongan. El Hombre tiene que

responder a los retos de su propia supervivencia, y ha sido dotado,

a través de su evolución activa, tanto la natural como la cultural,

de herramientas formidables para asegurarse su crecimiento

personal y dotarse de medios, cada vez más eficaces, para sentirse

seguro de su supervivencia y desarrollo. No obstante todo esto,

que es visible hoy, el debate, hace quinientos años, se dio al nivel

de la legitimidad divina de los designios que, de alguna manera

afectaban la suerte de los hombres en esta tierra.

El primer paso de aquel complejo fenómeno llamado la Reforma

(protestante) lo dio Martín Lutero (1483 – 1546), monje agustino

nacido en Eisleben, Sajonia. Su genio teutón, de “una pieza”, se

rebelaba contra la idea del Papa León X de recaudar fondos para

la construcción de la Basílica de San Pedro con la venta de

168

Indulgencias. Era, como ya lo habíamos visto, hijo de la familia

italiana de los Médicis, con su genio latino más laxo de

consciencia, proveniente de una familia de fortuna, fogueada en el

comercio y las finanzas, que se había movido también en un

amplio medio cosmopolita no muy comprometido con la ética a la

hora de hacer dinero. En principio, para combatir el dogma de la

Gracia al negar su poder salvador y cerrar toda posibilidad al libre

albedrío, Lutero se apoyó en la doctrina de la Predestinación de

San Agustín, empleada por éste en su histórica controversia con

Pelagio, aunque asumió una postura mucho más radical que los

escolásticos, negando el valor del albedrío en la economía de la

salvación. Para él sólo la fe era eficaz para salvarse. Y lo cita

Liévano: “<<La fe –decía- es cosa completamente distinta del

libre albedrío>>. El hombre no tiene libertad <<al igual que un

tronco, que una piedra, que un montón de barro que una estatua

de sal….El testimonio de nuestra razón nos dice que no puede

haber voluntad libre ni en un hombre, ni en un ángel, ni en un ser

viviente alguno>>” (Idem. P. 21).

Lutero tornó más dramática la dependencia espiritual del hombre,

pero, en su actitud, terminó cortando la conexión de los fieles con

el cuerpo de la Iglesia porque al negar la eficacia salvadora de la

Gracia que el creyente obtenía por la práctica de los sacramentos,

hizo innecesaria la presencia del sacerdote, y convirtió el asunto

de la salvación en algo que se resolvía en el diálogo íntimo de

cada fiel con Dios. “Fue su audaz y arrogante negativa a

reconocer la legitimidad del cuerpo material de la Iglesia, y no su

teología el motivo que produjo el estallido revolucionario de la

Reforma”…”El guante de desafío lanzado por él a la Silla

Pontificia, ocupada entonces por un miembro de la familia

Médicis, y su rechazo rotundo a permitir la venta de Indulgencias,

provocaron la revuelta social que venía incubándose en Alemania.

Los campesinos se levantaron en masa y se dio comienzo al asalto

sistemático de los Castillos medioevales. El odio entre siervos y

barones empapó de sangre el suelo germano y, como lo advierten

los cronistas de la época, en las noches podían verse las campiñas

iluminadas por inmensas hogueras en las que se consumían las

fortalezas de los señores feudales. Los siervos, formados en

169

ejércitos improvisados –como acaeció después de la Revolución

Francesa y en la Revolución Rusa-, tomaron cruenta venganza de

de sus antiguos señores y los jefes de los campesinos, Karlstadt, y

Tomás Munster- confiados en el apoyo de Lutero -, propusieron

soluciones que lindaban prácticamente con el comunismo.

……<<Lutero, dice uno de sus biógrafos, procedía realmente de

abajo; era una fuerza eruptiva salida de la tierra, un cráter que

estalló súbitamente, y que vertió su lava ígnea sobre Alemania,

incendiándola; era un volcán que arrojó rabiosamente sus piedras

contra la lejana Roma; y que, con sus erupciones, causó incendios

en el resto de Europa” (Idem. P. 22).

Lutero se sintió aterrado con aquella erupción “y terminó por

entregarse a los Príncipes Electores y a los barones, traicionando a

las multitudes que le veneraban y creían en él. <<Era lo

suficientemente prudente –dice su panegirista Alfred Weber-,

para saber que su nueva fe sólo podría conseguir un apoyo y más

tarde una forma eclesiástica, mediante la protección y los

intereses de los poderes estatales que entonces surgían>>. Con la

bendición y el estímulo de Lutero, los señores feudales de

Alemania masacraron en forma brutal a los campesinos y la

revuelta luterana se redujo, desde entonces, al saqueo de las

tierras de la Iglesia por los Príncipes Electores y su cauda de

voraces barones. El luteranismo dejó de representar la gran

esperanza de redención humana que había encarnado en su

alborada y de él, sólo quedó en realidad, lo que necesitaban las

clases dirigentes alemanas: la repudiación del Papado. Fue

principalmente una religión de los alemanes para los alemanes”

(Idem. P. 23).

Si la Reforma se hubiera reducido a las consecuencias del

movimiento de Lutero, sus alcances habrían sido menores. “pero

la insurgencia iniciada por Lutero se transformó en una doctrina

demoledora cuando la dirección del movimiento reformista pasó a

manos de un hombre excepcional, dotado de un genio frío e

implacable y quien poseía, es verdad, una gran versación

teológica, pero carecía de verdadero espíritu religioso: Juan

Calvino [nacido en Noyon, Francia (1509 – 1564)]. El

170

comprendió, mejor que Lutero, las potentes fuerzas que se

agitaban en el subfondo de la cultura occidental y se propuso

utilizar la Teología no para apaciguar los conflictos de su espíritu,

sino para dar a la revolución económica del Renacimiento la

justificación moral que le faltaba. En su obra monumental “Las

Instituciones Cristianas”, el penetrante genio de Calvino salvó a la

Reforma de ser un mero episodio y la convirtió en un movimiento

formidable, que habría de transformar profundamente el mundo.

Su aspiración fue justificar, con la religión, el derecho de los

lobos a andar, sin ningún género de trabas, en medio del rebaño

de las ovejas. Para conseguir este fin, Calvino ancló en el centro

de su Teología la tremenda doctrina de la Predestinación, como lo

hizo Lutero, y de ella dedujo consecuencias éticas que darían

origen a un tipo de sociedad, en la cual sería difícil reconocer los

valores clásicos del cristianismo. Y cita Liévano a Calvino:

<<Dios no sólo previó –escribió Calvino- la caída del primer

hombre… sino que lo determinó todo por su propia

voluntad…Ciertos individuos que El escoge como sus Elegidos,

están predestinados a salvarse desde toda la eternidad, por

merced gratuita e independiente de todo mérito; los demás han

sido destinados a la condenación eterna por un justo e

irreprochable, aunque incomprensible, juicio divino>>. No se

limitó Calvino a fundar su Teología en un principio que dividía

tajantemente a la humanidad entre los elegidos y los réprobos,

sino que dio, a continuación, el paso revolucionario en que

consistía su aporte a la Predestinación: La doctrina de la

Comprobación. Con esta doctrina se propuso Calvino satisfacer el

explicable anhelo, de los hombres, de conocer si pertenecían o no

al grupo de los Elegidos y formular una nueva ética, contraria y

distinta a la medieval” (Idem. P. 23).

“¿Cuáles eran los síntomas infalibles que consideraba Calvino

como “comprobación” de que una persona formaba parte del

grupo de los Elegidos de Dios? El Reformador juzgaba que las

virtudes salvadoras eran la sobriedad, el ahorro, la diligencia, la

frugalidad, el repudio de los placeres sensuales y, en completo

acuerdo con el espíritu del Renacimiento, miraba el éxito

económico como señal característica de los predestinados. Así la

171

adquisición de riqueza se convirtió para el creyente en el más

elevado deber moral y en auténtico requisito de salvación”…..”El

enriquecimiento como vocación del creyente y la práctica de las

virtudes que conducían al atesoramiento de dinero, como

exigencia par pertenecer al grupo de los Elegidos, he ahí la

esencia de la ética calvinista, designada admirablemente para

transformar a la naciente burguesía occidental en una fuerza

activa y disciplinada”…..Luego, rompiendo con todas las

tradiciones canónicas, declaró legítima la usura” (Idem. P. 24).

“Su Iglesia se ensanchó entonces con las conversiones

“repentinas” de los grandes banqueros, comerciantes y

especuladores de la época –de la alta y media burguesía del

Renacimiento-, que largamente habían esperado una doctrina

moral que legitimara sus riquezas y los medios empleados para

adquirirlas”. Cita Liévano a Henri Pirenne:…”<<El capitalismo

dice Henri Pirenne- estorbado por las restricciones que puso la

Iglesia al comercio del dinero y a la especulación, le procuró a los

calvinistas la adhesión de un buen número de negociantes y

empresarios”….”Hacia 1550 es ya considerable en la plaza de

Amberes el número de los recientemente convertidos entre el

mundo de la Bolsa”……”También la nobleza suministra desde el

principio un numeroso contingente de adeptos>>. Este entusiasmo

estaba sobradamente justificado porque Calvino, con su religión,

convirtió a los ricos en “santos visibles”, como desde entonces

comenzaron a llamarse los burgueses de Londres, de Ginebra, los

países bajos y Alemania” (Idem. P 25).

“Como el fin de toda ética, digna de ese título, es la “crianza” de

un tipo de hombre, debemos considerar, así sea someramente, las

cualidades del tipo humano criado por la moral calvinista; el

burgués puritano” (Idem. P 26).

“Para modelar su arquetipo histórico sobre la frágil masa de la

arcilla humana, Calvino organizó en Ginebra, y lo mismo hicieron

sus seguidores en Inglaterra y Norte América, una verdadera

inquisición, cuya finalidad era imprimir a los creyentes las

virtudes que Calvino situó en el centro de su sistema moral: la

172

sobriedad, el ahorro, la diligencia y el repudio de los placeres de

los sentidos. En Ginebra, como después en la Nueva Inglaterra, se

estableció una feroz “policía de las costumbres” y todas las

acciones de los particulares fueron objeto de acuciosa vigilancia y

de sanciones draconianas. El presupuesto familiar, los gastos

menores, las diversiones, el modo de vestir, el atuendo de las

mujeres, las oraciones y los deberes conyugales, fueron sometidos

a la permanente y alerta intervención de la nueva Iglesia. En sus

observaciones sobre este aspecto del calvinismo dice Max Weber:

<<La concupiscencia aneja al coito, es considerada como

pecaminosa, inclusive en el matrimonio y, según opinión de

Spencer, es consecuencia del pecado, que convierte un hecho

natural y querido por Dios en algo indisolublemente unido con

sensaciones pecaminosas y por tanto en un

pudendum>>”…..”Para anclar la moral burguesa en el alma de los

creyentes, Calvino prendió las hogueras de la Inquisición

protestante. Su alma de moralista sádico gozaba presenciando los

castigos que decretaban los “santos” contra los infractores de las

severas restricciones exigidas por su “moral de la avaricia”.

Centenares de víctimas fueron torturadas en las cárceles de

Ginebra y llevadas a la hoguera, bajo la mirada febril del nuevo

Papa de los protestantes. El caso del sabio español Miguel Server,

a quien se debe el descubrimiento de la circulación de la sangre,

fue uno entre tantos, famosos apenas por la celebridad de la

víctima”…….(Idem. P. 26).

“La moral calvinista tuvo dramáticas consecuencias para el

destino de la humanidad. Por ella, el espíritu de lucro se convirtió

en sinónimo de santidad y la pobreza en síntoma anticipado de

reprobación. <<Un cristiano –reza un proverbio calvinista- no

puede ser un mozo de cuerda o un holgazán, y ser

bienaventurado>>. <<Si el hombre –agrega otro- es grande y rico,

el hará una armonía más dulce y melodiosa en los oídos de Dios,

que si fuese pobre y de baja condición>>. Las naciones, cuyas

clases altas se impregnaron de la ética puritana, dejaron de

considerar la explotación del pobre como hecho censurable y la

juzgaron como una virtud del rico, <<Ya Calvino –observa

Weber- había dicho que “el pueblo”, es decir, la masa de los

173

trabajadores y artesanos, sólo obedece a Dios cuando se mantiene

en la pobreza; esta afirmación sería “secularizada” por los

holandeses en el sentido de que los hombres sólo trabajan cuando

la necesidad los impulsa a hacerlo, y la formulación de ese Leith-

motiva de la economía capitalista condujo más tarde a construir la

teoría de la “productividad” de los salarios bajos>>” (Idem. P 27).

Del concepto de los ricos predestinados se pasó pronto al de los

pueblos y las razas predestinadas. Las grandes colonizaciones

anglosajonas en los siglos XVI y XVII se efectuaron por adeptos

de sectas calvinistas y los crímenes y depredaciones que

cometieron los famosos “peregrinos” puritanos contra los nativos

se justificaron con citas de la Biblia, que oportunamente

invocaban sus Pastores”……”Calvino y sus sucesores

comprendieron que el Nuevo Testamento representaba una

revolución contra el espíritu de la casta de negociantes judíos –

simbolizada por los fariseos, los publicanos y los rabinos –y sus

predilecciones fueron, por tanto, para el Antiguo Testamento.

Jehová, el Dios terrible, el Dios del “pueblo escogido”, reemplazó

en la mente del puritano a Jesús, quien no tenía Elegidos, había

venido a redimir a todos los hombres y arrojó a los mercaderes

del templo, porque <<mi casa es casa de oración y no cueva de

ladrones>>. En el alma del puritano se repitió el drama del

Calvario; Jesús no triunfó sobre Jehová, sino Jehová sobre Jesús y

la ética dio un salto atrás de dos mil años”.

“Renació entonces en el mundo, como era natural que sucediera,

la esclavitud, institución que la Iglesia casi había logrado

extinguir. Los continentes de color se vieron asaltados por las

“naciones predestinadas”, por los “pueblos elegidos”, los cuales

renovaron la monstruosa piratería de la trata de negros. Y como si

todo eso fuera poco, en el curso de corto lapso, las naciones

occidentales pasaron de la ética que prohibía la usura a la

institucionalización de la prisión por deudas. Así se resolvió, en

parte, el problema de la escasez de mano de obra en las colonias

de Norte América. <<los deudores de la plutocracia inglesa

fueron enviados a los dominios, encadenados como esclavos, para

174

pagar las sumas adeudadas con el producto de su venta, como

siervos, a los plantadores del Nuevo Mundo>>” (Idem. P. 28).

“Sólo en un país dominado por la ética puritana, como Inglaterra,

podía concebirse la posibilidad de que se dictaran leyes llamadas

“de pobres”, para perseguir deliberadamente a los pobres. Sólo

ese tipo de ética podía explicar la existencia, en las ciudades

inglesas, de esas infames bastillas, llamadas Casas del Trabajo, en

las que se amontonaban los desocupados no para recibir un alivio

sino para ser “castigados” por estar sin trabajo. Sólo bajo el

régimen de la burguesía puritana podían explicarse las doctrinas

que, en los siguientes términos, describe el historiador inglés

Lagny: << Se quejaban los empresarios de que, en comparación

con los holandeses, los obreros ingleses eran indulgentes y vagos.

Que de ello se deducía la conveniencia de los altos precios, los

cuales no eran una desgracia sino una fortuna, porque de esa

forma se compelía a los asalariados a ser más industriosos; que

los altos salarios, lejos de ser una bendición, eran una desgracia,

porque ellos conducían a las “orgías semanales”. Cuando estas

doctrinas se aceptaron generalmente, fue natural que los rigores

de la explotación económica se predicaran como un deber público

y, con pocas excepciones, los escritores de la época difieren

solamente en los métodos por los cuales la severidad debía ser

ventajosamente organizada….Todos estaban de acuerdo en que,

tanto en el campo moral como en el económico, era vital que los

salarios fueran reducidos…. Cuando los filantropiotas se

preguntaron si sería conveniente como les parecía, restablecer la

esclavitud, nadie esperaba que los sufrimientos de los desposeídos

despertara en sus corazones un sentimiento de compasión. El

rasgo más curioso de todo este debate, fue la absoluta negativa a

aceptar que la sociedad tenía alguna responsabilidad en las causas

de la miseria general>>” (Idem. P. 28).

“Sería inadecuado continuar este estudio sin tratar de inquirir cuál

era el tipio de Estado que la dinámica de la ética calvinista

propendía engendrar. “El problema tiene particular interés,

porque numerosos historiadores y tratadistas, inclusive católicos,

suponen que la organización dada por Calvino a su Iglesia,

175

condujo, por secularización, nada menos que al Estado

Democrático” (Idem. P. 29). Sin embargo esa afirmación parece

carecer, por completo de validez. Esta concepción de la

“democracia” nada tiene que ver con la democracia griega, de

cuyos valores institucionales y de su carácter se va nutriendo cada

vez más la nuestra. Se refiere luego Liévano, entonces, a muchos

elementos de juicio que le hacen pensar que esa opinión es

incorrecta. Más adelante tocaremos más ampliamente el asunto, y

sólo anotaremos un motivo que es más aplicable al tema del que

nos ocupamos. Para ello se apoya en el sociólogo protestante

norteamericano Perry Millar, y su obra “Los Puritanos y la

Democracia”. El habla de las organizaciones políticas que, a

través de sus Iglesias, establecieron las sectas calvinistas en

Norteamérica: “Nos referimos –dice Liévano- a la Iglesia

puritana, concretamente a la Congregacioncita, porque esa Iglesia

constituyó el verdadero Estado de los Puritanos y de ella se

derivó, gradualmente, el orden político propio de la ética

calvinista” (Idem. P 29).

“<<….En Hartford, Connecticut , uno de los colegas del gran

Thomas Hooker, el más completo teórico del Congregacionalismo

puritano, resumía el sistema diciendo que el Congregacionalismo

significaba una democracia silenciosa en frente de una

aristocracia activa>>…”Del Estado Burgués de Derecho, cuyos

principios llevaron a la realidad los puritanos ingleses y los

constituyentes norteamericanos, dice Harlod Lasky con sobrada

razón: <<Su Estado no es más que un contrato entre un grupo de

negociantes que forman una compañía de responsabilidad

limitada cuya ley consecutiva prohíbe a los consejeros todas

aquellas prácticas de las que, hasta su época, los Estuardo habían

sido culpables…..El buen ciudadano es el hombre que ha logrado

o está logrando la prosperidad; la ley debe ser la que él concibe

como necesaria. Las libertades que busca son las libertades que

necesita. De la crisis moral del siglo XVII emergió, en efecto, un

liberalismo, pero acordado a las implicaciones de la religión del

éxito. No es una religión que difiera profundamente de una época

a otra. Es el credo del fariseo que hace de las posesiones externas

la prueba del carácter, y asocia el mérito social con una ley que él

176

ha modelado para sus propios fines….Habiendo hecho de la

desigualdad un artículo implícito de su fe (la Predestinación),

invita luego a la libertad a quienes se les niegan los medios para

alcanzarla” (Idem. P 31),

Aquí vemos algunos pocos de los elementos en que resume James

Madison, uno de los principales autores de la Constitución

norteamericana, su concepto sobre el Estado Burgués de Derecho,

expuestos en su discurso pronunciado en la Convención

Constituyente de Filadelfia:”<<Actualmente prevalecen los

intereses de los terratenientes; pero con el andar del tiempo,

cuando el número de éstos sea comparativamente pequeño, ¿no

perderán la preponderancia en las elecciones venideras? Y, si no

se toman medidas adecuadas para impedir esto, ¿qué será de

nuestro gobierno? En Inglaterra, hoy en día, si se le diese el

derecho de votar a gentes de toda clase, la propiedad de los

terratenientes no tendría seguridad: se establecería la ley

agraria. Si estas observaciones son justas, nuestro gobierno debe

dar seguridad contra toda innovación de los intereses permanentes

del país…. El gobierno de be constituirse de manera que proteja

a la minoría opulenta contra las mayorías>>” (Idem. P 31).

“En el Campo económico el proceso de secularización de la ética

puritana tuvo desarrollos no menos significativos. Los llamados

Economistas Clásicos se encargaron de convertir en supuestas

leyes científicas las cuatro falacias que el calvinismo apuntaló,

con su moral, en el siglo XVI” (Idem. P. 32). De ellas hablaremos

en un próximo capítulo detalladamente.

“El verdadero paso revolucionario frente al ascetismo del

medioevo no lo constituyó la Ética de Calvino sino la postura de

de quienes se propusieron entonces introducir en el ámbito de la

teología, la política y la economía tradicionales, los radicales

cambios que parecían indispensables para emancipar la riqueza de

conceptos morales anticuados y hacer de ella un mero instrumento

para el beneficio de minorías supuestamente bendecidas por Dios,

sino el elemento esencial y necesario para construir un orden

nuevo en el mundo, desembarazado de la convicción agustiniana

177

de una ineludible contradicción entre la Ciudad de Dios y la

Ciudad del Hombre” (Idem P. 34).

“Gracias al genio de la raza española se iba a explorar esta nueva

alternativa y en el curso de esa experiencia habría de constatarse

que la Humanidad no estaba fatalmente obligada a oscilar entre la

influencia constrictora de la doctrina medieval de la Gracia y la

sola emancipación de un grupo de “predestinados”. Que existía el

camino obvio de libertar a todos los hombres, camino que los

humanistas del Renacimiento trataron de reivindicar para la

cultura, pero cuyo hilo perdieron entre las ruinas y los

empolvados manuscritos del mundo clásico. Para que este acto

histórico de liberación general tuviera plena eficacia, debería

operarse en el mismo campo de la Teología, donde las doctrinas

de la Predestinación y de la Gracia habían modelado al hombre

de la Edad Media y se preparaban a forjar al burgués puritano. A

esta empresa se la ha llamado, en nuestro concepto

equivocadamente, la Contrarreforma y ella se debe al genio de un

gran español, Ignacio de Loyola” (Idem. P. 34).

“Loyola, a diferencia de sus émulos contemporáneos, -Lutero y

Calvino-, no se quedó en la mitad del camino sino que frente a la

doctrina de la Predestinación y al dogma de la Gracia, dio el paso

revolucionario –uno de los gestos más audaces de la historia-, de

reivindicar el libre albedrío, es decir la libertad del hombre, frente

a las doctrinas que tradicionalmente la habían sojuzgado. <<No

debemos hablar –decía Loyola- tan largo e instando tanto a la

Gracia que se engendre veneno para quitar la libertad. De

manera que de la fe y de la Gracia se puede hablar, mas no de tal

suerte, ni con tales modos, mayormente en nuestros tiempos tan

peligrosos, que las obras del libre arbitrio reciban detrimento

alguno, o por nihilo se tengan”…. “fue la tajante afirmación de

Loyola, la cual constituía, frente a la Teología medioeval, una

declaración más revolucionaria que las de Lutero y Calvino,

según Liévano. (Idem. P. 35).

“Loyola no liberta al hombre con el fin de emanciparlo de Dios,

sino para situarlo en este mundo, embriagado de energías, que

178

apareció en el Renacimiento. Los valores esenciales del

cristianismo son sus metas, pero esos valores no deben

conseguirse por medio de una actitud contemplativa y de

renuncia, sino impregnando de esencias cristianas el orden

auténticamente terrenal que los hombres aspiran a construir para

su beneficio y bienestar”……..”La ética de Loyola, toma el hilo

perdido de la revolución abandonada y traicionada por Lutero y se

propone rehacer el mundo, no para establecer el reinado de los

Elegidos, sino para crear un orden social en el que puedan tener

cabida las legítimas aspiraciones de los oprimidos y de los

humildes, cuya defensa fue el objetivo central de las prédicas de

Jesús…….Los males que entonces combatieron los jesuitas se

parecen, en muchos aspectos, a los que invaden también los

tiempos actuales: mendicidad, paro, infancia abandonada, y

prostitución” (Idem. P 37).

Cita Liévano a Toynbee: “<<En el momento extremo de la crisis

–dice Arnold Toynbee en su “Estudio de la Historia”- la Iglesia

Católica fue arrancada de las garras de la destrucción por la

acción decisiva de una banda de santos que eclipsaron

completamente a los respetables pero prosaicos padres de

Constanza y Basel y cuya grandeza no tenía pares en la Iglesia

occidental desde que San Luis murió, en 1270, en la última

Cruzada y Santo Tomás, en 1274, se puso en camino para el

Concilio de Lyon. San Ignacio de Loyola capturó la audacia

intelectual de la Italia del Renacimiento, la cual había fomentado

el orgullo mundano del Papado en los tiempos en que Giovanni

de Médicis reinaba como León X y Loyola puso esa audacia al

servicio de una reforma total de la Iglesia, sujetándola a unja

estricta disciplina……Esos superhombres realizaron una tarea en

el mundo occidental la cual aún opera y la cual aún no ha dado

todos los ricos frutos que de ella pueden esperarse.”…… (Idem.

P 39).

“Tiene, por tanto, particular interés estudiar la manera como

Ignacio de Loyola y la Orden militante fundada por él,

propusieron rehacer el mundo. Porque su batalla contra la

dogmática medieval del catolicismo y sus aportes revolucionarios

179

a la organización política y económica de la sociedad, no

obedecieron a fútiles resabios teológicos, sino que fueron el más

grandioso esfuerzo realizado en la historia del catolicismo para

dar a la sociedad una verdadera textura cristiana” (Idem. P, 39).

“Correspondió al gran teólogo de la Orden, el español Luis de

Molina, el mérito de elaborar, en forma acabada, la doctrina

teológica del libre albedrío, como lo hizo en su tratado

“Concordia Liberia arbitri cum gracia donis, divina praesentia et

divina praedestinatione”, considerada, con razón, como la más

demoledora crítica a la Teología agustino – tomista”. Su

compleja argumentación sobrepasa las finalidades de Liévano,

por tanto solo nos consigna el propósito de su obra:

proporcionarle un fundamento teológico a la libertad del hombre

frente a la magna realidad de la Omnipotencia de Dios. Molina

elabora, para el efecto, su famosa doctrina del probabilismo,

doctrina que describe el vasto campo de las decisiones humanas

como regido por la ley de las probabilidades, que Dios conoce

pero no determina. De acuerdo con Molina, cuando el hombre

toma una decisión lo hace seleccionando entre numerosas

alternativas [opciones], todas posibles y probables” (Idem. P 39).

“Las doctrinas de este libro monumental fueron sometidas desde

el principio, a la más despiadada oposición por parte de los

teólogos que defendían la Teología agustino – tomista. Dos

Pontífices pensaron seriamente en prohibirlo por herético y los

luteranos y calvinistas fueron igualmente agresivos en la

manifestación de su rechazo. La idea del libre albedrío, base

esencial de la ética ignaciana, sufrió golpes no menos rudos en el

siglo XIX, cuando los progresos de la Ciencia de la Naturaleza

dieron aparente fundamento a la doctrina teológica de la

Predestinación. La causalidad y el determinismo, propios de la

Física Clásica, y la teoría de la evolución de las especies, de la

cual se deriva la creencia de que la naturaleza sólo deja supervivir

a los más fuertes, otorgaron aparente comprobación a la ética de

los Elegidos. Sólo cuando la Ciencia abandonó el estudio de

superficie de los fenómenos naturales y se adentró en el átomo,

fue posible a los sabios descubrir, no sin sorpresas, que en la base

180

esencial de la naturaleza no regía la determinación sino el

probabilismo. Lincoln Bernett, en su resiente estudio “El

Universo y el Doctor Einstein”, resume así las revolucionarias

conclusiones de la Física atómica: <<La Física de los “quantum”

–dice- ha demolido los dos pilares de la ciencia tradicional, la

causalidad y la determinación>>. Porque tratando, como se trata

en el átomo, en términos estadísticos y de probabilidades, se ha

abandonado toda idea de que la naturaleza presenta una

inexorable secuencia de causa y efecto. Y por la admisión

inevitable de márgenes de incertidumbre se ha renunciado a la

antigua esperanza de que la Ciencia, dado el presente estado y

velocidad de cualquier cuerpo material en el universo, puede

prever la historia del Cosmos para todos los tiempos. El resultado

de la pérdida de esa esperanza ha sido un nuevo argumento en

favor de la existencia del libre albedrío” (Idem. P 40).

Posteriormente a todo aquel proceso, sigue una historia bastante

conocida por nuestros contemporáneos. La caída del Imperio

Español marca el fin de los poderes políticos que rigieron, en gran

parte la suerte de Occidente hasta finales del siglo XVII, que

sostuvieron en alto el orden tradicional de la Edad Media, y los

designios de la Iglesia Católica Romana en el contexto político

europeo y en muchas de sus colonias; aunque no sólo eso, quizás

cambió la suerte del Mundo, en su conjunto, al frustrar los

desarrollos políticos globales, en grande escala, que se gestaban

dentro del espacio estratégico abierto por la aparentemente mal

denominada, Contrarreforma , y que proyectaban instituciones

como la Compañía de Jesús. Tal vez el mundo hubiera sido muy

diferente del actual. Marca el acceso al podio mundial de nuevos

poderes políticos, nuevos estilos de liderazgo, nueva orientación

estratégica, que se basaba, de manera muy perfilada, en los

principios propios de la ética calvinista. Es el tiempo de la cultura

anglosajona y de sus maneras típicas de afectar a los hombres.

Marca el principio del fin de los regímenes monárquicos, anuncia

la Revolución Francesa, la emancipación de Norteamérica de la

metrópoli inglesa, la Revolución Industrial. Nacen el Estado

Republicano, y la Urbe adquiere una nueva dimensión económica:

Nace en ella la nueva Sociedad Industrial. Dentro de este nuevo

181

contexto estratégico–político se desarrollan la Ciencia y la

Técnica. Ya en el siglo XX se produce la primera revolución

exitosa del movimiento socialista europeo, destinado a reivindicar

los derechos de los obreros de los abusos de los patronos; se da a

mediados del mismo siglo el movimiento “hippie” entre la

juventud norteamericana y se extiende a todo el mundo con su

propuesta de apelar a la alternativa del Amor, como solución

radical a la orgía de sangre que se vive en todo el mundo. Se da el

grito de libertad de los estudiantes franceses de la Universidad de

la Sorbona de París en 1968 que se sienten injustamente limitados

por la reglamentación de los dormitorios estudiantiles que

prohíben la convivencia de parejas en ellos, grito con el cual

reclaman el derecho a la “propiedad de su propio cuerpo”, al

derecho de dictarse, a sí mismos, la razón de su propio

comportamiento. Irrumpe y es sofocada con tanques, ese mismo

año, en Checoeslovaquia la “Primavera de Praga”, en la cual el

pueblo checo declara que se siente oprimido por el poderío

soviético y reclama su derecho a proclamar un socialismo

independiente, con rostro humano. Todas esas experiencias hacen

notar que en el mundo actual la población humana ha logrado

niveles de madurez nunca alcanzados antes, que el hombre ha

ganado mucho en responsabilidad y en la consciencia de que a

nadie más que a él le compete resolver el problema de asegurar

mejor la suerte que le espera en el Porvenir.

Dos referentes pueden alimentar nuestra visión acerca del camino

a seguir en la persecución de nuestra genuina realización como

seres humanos, pueden enfocar el impulso de las energías que

comprometamos en la consecución de ese propósito, pueden

mover nuestra atención hacia objetivos que logren remover

nuestra vida, proyectarla más decisivamente, trascender los

paradigmas que nos tienen atados, hoy, a formas de vida abyecta

que anhelamos superar, y que han sido construidas sobre bases

bien deleznables tomadas de épocas de confusión, de violencia

inenarrables, de Imperios, de hegemonías, de usurpación, de

suplantaciones, que han elevado la infamia, la mentira, el abuso, a

la categoría de argumentos suficientes para legitimar

reconocimientos de autoridad, de derechos, so pretexto de

182

merecer la ruina, de padecer el genocidio, de ser víctimas de la

muerte masiva y total como “precios” a pagar por la osadía de

querer ser nosotros mismos; de ese comportamiento que ha sido

el “sello emblemático” de gran parte de las luchas políticas en

Colombia, en nuestro país, desde el más humilde caudillo popular

hasta los grandes líderes partidistas; ese comportamiento ha

determinado nuestro destino como “sociedad”, en medio de la

frustración general, de los odios despertados, del absurdo

desconocimiento de los más elementales derechos del “enemigo

político”, de quien piensa distinto, de quien acaricia otros sueños

personales, todo lo cual significa sólo amenaza, agravio, reto de

vida o muerte; de ese comportamiento que es característico del

espíritu, de la visión de muchos de nuestros líderes, de nuestros

hombres de empresa, de nuestros estadistas; porque sabemos, por

experiencia, para muchos de ellos, sólo la Victoria total sobre sus

contendores, sobre el “enemigo”, su reducción, su sumisión

absoluta, son objetivo digno de cualquier lucha política. Esos

referentes son: nuestros niños, nuestros hijos, cuyo bienestar,

cuya realización debería formar parte de nuestra visión de futuro,

de nuestros desvelos. El otro, que aún en las sociedades

secularizadas modernas, debería ser objeto de respeto, de

consideración de aquellos que no lo toman como un “medio” para

alcanzar una visión más digna de su vida en favor quienes sí lo

hacen: es Dios. Esos dos referentes pueden hacer dinámica

nuestra vida, darle un sentido trascendente a nuestra evolución

cultural, pueden permitirnos cifrar nuestras esperanzas en motivos

distintos a la Violencia, a la Guerra, para salir del “círculo

vicioso” de la caótica tragedia que vivimos en la actualidad.

El mundo moderno, aunque sea secularizado no tiene que ser

materialista, no tiene que ser agnóstico, no tiene que ser ateo, así,

la visión sobre la que se asienta gran parte de la cultura moderna,

se origine en la reducción, casi inverosímil, del ángulo de la

visual de la realidad humana aportada por una ética mezquina,

como es la ética del lucro. Hoy, luego de doscientos años de

experiencia, desde luego, los perfiles de esa ética han sufrido

cambios, han sido permeados por doctrinas de pensamiento más

humanizadas que hacen que su aplicación sea menos radical.

183

Pero, dentro de las circunstancias actuales, es preciso reconocer,

que la relación del Hombre con Dios es diferente: Para muchos

su presencia no tiene mucho significado; pero para otros es un

referente de singular valor utópico, que se mira más allá de todo

paradigma; es ni más ni menos que un destino cierto para muchos

seres humanos, un “pastor que ama y apacienta sus ovejas” no

como en la antigüedad, un Dios tirano, dueño de la vida y muerte

de sus hijos. Aún así, falta mucho camino que recorrer para

restablecer el equilibrio en las relaciones entre el Hombre y Dios,

entre el significado de lo que es un mundo sólo de humanos y

para humanos y lo que es un mundo de humanos que busca

trascender su visión, su realidad actuales, tan tristes como son,

por su redención efectiva, su tránsito real hacia estadios más

universales, a través de la búsqueda de Dios. Espero sinceramente

que este trabajo sea de ayuda para aquellos que deseen emprender

y emprendan efectivamente y seriamente ese camino soñado.

Seguramente, luego de la lectura de este texto, se le va a ocurrir a

nuestros lectores, una, o quizás, muchas preguntas, sobre el

propósito del autor con el planteamiento de este tema.

Anticipándome un poco, empecemos, al menos con algunas:

¿Acaso es importante reivindicar unos valores culturales que

dieron su fruto, pero que, aparentemente, ya carecen de toda

posibilidad de proyección social? ¿Tal vez valga la pena exaltar

los ánimos del lector, profundizar en el conocimiento de los

conflictos actuales, hacerlos más solubles? ¿Sería de valor

encender un debate sobre hechos históricos trasnochados,

superados, y por tanto, que a nadie le interesan? ¿Sería razonable,

sensato, alzar la bandera de una causa cuyo “cuarto de hora” ya

pasó, atizar la hoguera, hurgar heridas todavía no suficientemente

cicatrizadas? ¿O sería más pertinente demoler, de cualquier

manera, como lo hacen los fanáticos y fundamentalistas, la

institucionalidad social actual, desencadenar una nueva

hecatombe humana, abrirle espacio a una nueva edición

revolucionaria, de guerras y violencia, de caos, agregarle un

nuevo ingrediente explosivo a las nada fáciles circunstancias de

conflicto que hoy nos acosan? ¡La respuesta categórica es que ese

no es, definitivamente, el propósito! La visión de una situación

184

tan difícil, tan dramática, como la vive el mundo de hoy, no

puede ser descrita en términos que encubran del dolor humano, la

angustia de los hombres, tal cual es vivida. Tampoco que

induzcan a la indiferencia frente a las tragedias del prójimo,

máximo si se originan en la ignorancia de los efectos que, el

mismo hombre ha generado con sus maneras de pensar, con sus

maneras de actuar. Si queremos un mañana mejor, éste lo tenemos

que construir con los elementos que tenemos a mano hoy, que

difieren, definitivamente, de aquellos en los cuales confiaron

nuestros antepasados para construir nuestro mundo de hoy, entre

los cuales, la promoción de la Violencia y de la Guerra, ha

asumido una posición preponderante, procesos que ascendieron,

con la teoría de Clauswitz, a la dimensión de teoría política.

¡Hemos de tomar la iniciativa sobre la base de la propuesta de

Jesús, <<El Amor>>.

Mis propósitos son pues, muy diferentes: Puedo enumerar

algunos de ellos: Mis indagaciones estaban orientadas, en primer

lugar, a una mayor comprensión de mi propia situación actual, de

mis experiencias directas, de mis aprendizajes, de mis maestros y

profesores de toda la vida, de mis fuentes de información frente a

las circunstancias históricas concretas que, indirectamente o

personalmente, me tocó vivir, y que afectaron y siguen afectando

muy positivamente mi consciencia, mi suerte y la suerte de

quienes, de alguna manera, se relacionaron conmigo,

particularmente mi familia, las personas que trabajaron o siguen

trabajando conmigo, las personas que me rodearon que me

inspiraron o no, mis vecinos, etc.

Ello me permitió enriquecer sustancialmente mi consciencia y

darme cuenta que, el entorno social, el medio comunitario en que

yo me crié, en el que me formé como persona, en los que crecí y

sigo creciendo, en los que viví y sigo viviendo, su historia, su

patrimonio cultural con sus valores y carencias, no sólo afectaron

la calidad de los ambientes sociales en que he vivido, sino a mí

mismo de manera contundente, y también a mi capacidad de

adaptación a nuevas circunstancias vitales, a mi capacidad de

establecer nuevas formas de relación social, a mi voluntad de

185

apertura, a mis capacidades de participar con otras personas en

proyectos de vida comunes, a mis propias posibilidades de

crecimiento personal, con el fin de hacer posible en mi lo que

antes no era posible.

Con ello logré entender, cómo detrás de lo que yo soy, de lo que

yo pienso, de lo que yo aspiro, de lo que son mis vecinos en mi

entorno, de lo que piensan, de lo que sueñan, hay toda una

historia de dolor humano, de perversidad, de equivocaciones, de

aciertos, de frustraciones y realizaciones, de pérdidas y de

ganancias, que a unos abochornan, a otros exaltan, a otros

enorgullecen, a otros enlutan, a otros frustran, a otros llenan de

esperanzas, según sea la vertiente, o los conjuntos de las

vertientes de la cultura humana que han incidido, que se han

conjugado, en la formación de nuestro carácter. Cada vez que

alguien es asesinado, que una economía es defraudada, que una

menor de edad es violada, que un hombre afortunado es

secuestrado, que una persona honrada es asaltada en su buena fe,

que se da un asalto armado a un pueblo, que se acomete una

masacre masiva, que se desata una estela de horror, de dolor, de

odios, de deseos de venganza, se frustran vocaciones completas,

empresas y familias enteras, se tuerce la suerte que debía ser para

hijos potenciales, para futuras madres de familia, para futuros

hombres de empresa, para linajes enteros de seres humanos, de

comunidades, de naciones. Muchos antes de mí, antes de los que

hoy habitan mi país, el planeta, por no decir que muchos

contemporáneos míos y nuestros, tuvieron que pagar el precio de

lo que yo soy, de lo que son los hombres de hoy, con su sangre,

con la pérdida de su patrimonio, con la frustración de sus

aspiraciones, hayan sido ellos señores o siervos, reyes, nobles,

plebeyos, potentados, villanos, campesinos, comerciantes,

empresarios, industriales, artesanos, indigentes, pordioseros,

mendigos, guerreros, delincuentes, pertenezcan o no a la cultura

occidental, o pertenezcan a cualquier cultura raizal europea,

asiática, africana, americana o australiana. ¿Sabe Dios cuál

hubiera sido su suerte en otras circunstancias? De todas maneras

nos queda difícil saberlo. Sin embargo su experiencia nos deja

una lección de vida, a veces dulce y a veces amarga. Pero el valor

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de esa lección es invaluable, es imperecedera, forma parte de

nuestro patrimonio cultural actual. Ellos han pagado, también, el

costo del mundo en que estamos situados, del nivel de vida del

que, tal vez, nos enorgullecemos de disfrutar y exige que nuestra

memoria se nutra con sus recuerdos, con nuestro respeto, con

nuestro agradecimiento, y en su nombre, nos propongamos la

construcción de un mundo mejor, más justo, más acogedor, más

ecuánime, más digno.

Otro de mis propósitos es compartir esa visión, animar a otros a

que trabajemos sinceramente, diligentemente, en borrar de la faz

de la tierra ese dolor humano, esa frustración, ese sentimiento de

impotencia, esa desconfianza que nos abruman a veces, que nos

deprimen, que nos paralizan, sin que tengamos que esperar que a

nosotros nos corresponda cosechar, para nosotros, todos los

frutos. Queramos o no, la experiencia ya nos dice, que la

“cosecha” no es sólo del sembrador. Las aves del campo también

se lucran de su trabajo, se guarecen bajo los árboles de su granja,

colocan sus nidos bajo los alares de su cabaña. Las creaciones del

más egoísta empresario, por fuerza de las leyes de la Naturaleza,

no solo lo benefician exclusivamente a él; debe compartir el fruto

de su trabajo, de sus iniciativas, de sus experiencias, aunque se

proteja con cualquier suerte de derecho intelectual, de marca; a

veces, benefician a generación tras generación de sucesores, de

empleados y obreros, de nuevos hombres de negocios, etc. Igual

ocurre con los estadistas. El Estado representa, igual que las leyes,

las costumbres, la cultura, el conocimiento, dentro de éste, lo

científico, lo técnico, etc., y el acervo de instituciones sociales y

políticas, todo un patrimonio humano que permanece y sus

usuarios lo reciben como una herencia positiva de quienes

llegaron a promoverlos. El reconocimiento de esa realidad, me ha

permitido entender, que, más que el aislamiento del otro, que la

discriminación del otro, que el repudio del otro, a pesar de las

diferencias, o más bien, por razón de ellas, debemos orientar

nuestra vida a compartirla conscientemente con los otros, a

enriquecernos mutuamente, a llenarnos de motivos para hacer de

nuestra vida algo más útil, más versátil, más valioso para los

demás.

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Históricamente, por lo que hemos observado, el Burgo, la Urbe, la

Gran Ciudad, el medio urbano y sus instituciones, están

destinados a ser el escenario donde se diseñe el mundo humano

del mañana, donde el Hombre pueda proyectar su bienestar o su

desgracia. De ello creo tener consciencia. Allí, en su mundo

cosmopolita, van a converger y a conjugarse los múltiples

caracteres culturales, las múltiples experiencias que han forjado el

alma humana de nuestros contemporáneos y se están forjando, en

parte, el alma humana de quienes nos sucedan. Esa sociedad

urbana de múltiples facetas, de pluralidad reconocida, de

instituciones democráticas ya experimentadas, posee los medios

más prometedores de los que nunca disfrutó en el pasado ninguna

sociedad humana, para asegurar su suerte en condiciones dignas.

Eso es cierto, entre otras cosas, al nivel del conocimiento humano

de sí mismo y de los recursos que le proporciona su Medio

Natural, al nivel de la dinámica evolutiva de su Cultura, incluidas

la Ciencia y la Tecnología.

Todo lo anterior vale como argumento para cualquier persona, a

la hora de tomar decisiones, acerca de lo que vaya a hacer con su

vida. Por ejemplo, si seguir echándole leña al fuego de la

Violencia; si seguir destruyendo vidas haciendo negocios con la

salud ajena, abriéndole nuevos espacios a actividades

perjudiciales como el tráfico de estupefacientes, el tráfico de

niños, el trafico sexual, la trata de blancas, los juego de azar; si

seguir terciando en pro del establecimiento de nuevas formas de

dependencia social, económica, política, y aún criminal, de viejos

o nuevos amos, por interés propio, estorbándole decididamente al

crecimiento y desarrollo efectivos de la Sociedad, de la vida

humana en general, si seguir interfiriendo el desarrollo de la vida

pública, haciendo que el interés público carezca de espacio

suficiente, de recursos suficientes, o lo contrario, bloqueando el

legítimo derecho al trabajo, a la creación empresarial,

interfiriendo la esfera de lo privado con la intervención ilegítima

de lo público; o bien, consagrarse, más bien a apoyar el

crecimiento de sí mismo, de aquellos con quienes comparte su

espacio, a apoyar el desarrollo de la sociedad en que vive y

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comparte su vida, de suerte que mejoren los niveles de vida, de

comunicación, de integración social, a procurar aportarle nuevas

ideas productivas, nuevas instituciones, nuevas fuentes de trabajo,

nuevos horizontes industriales, de servicios, de asentamiento y

poblamiento, a encontrar los medios de lograr mantener un

equilibrio económico adecuado, a desarrollar nuevas estructuras

sociales, a mejorar la eficacia de su función, nuevos medios de

comunicación, a reforzar los vínculos en todos los órdenes con

otras sociedades, etc.

La transferencia directa de tal cantidad de texto tiene dos motivos:

El primero, evitar perder la contundencia conceptual del autor y la

precisión de lo que él pretende afirmar; segundo, sería muy difícil

reproducir tal densidad de mensaje, en un ejercicio de redacción

aún menos compacto que el suyo. Quiero dejar sentado, además,

la necesidad de que el lector pueda asignar la autoría de muchas

opiniones a la persona que, realmente, tiene por origen. Muchas

de mis opiniones provienen, ciertamente, de la detenida lectura de

las fuentes que he usado y, curiosamente, como ocurre en los

últimos textos transferidos, el enlace con otras áreas de este

trabajo se da, magistralmente, haciendo que los temas tratados se

complemente a veces con alusiones directas de los autores

consultados, las que aporten su apoyo argumental, casi de la

misma manera en que yo lo haría.