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CRITICÓN, 81-82, 2001, pp. 353-367. La interlocución en prólogos de libros de relatos (1613-1624) Fernando Copello Universidad de Tours El prólogo del Siglo de Oro español ha sido estudiado en el siglo xx por una serie de críticos. Desde los trabajos pioneros de Alberto Porqueras Mayo hasta los más recientes de Anne Cayuela, el prólogo como género literario no deja de sorprender e intrigar 1 . Me propongo mirar hoy más detalladamente los aspectos conversacionales del prefacio. Estos participan de propósitos didácticos —el prólogo es un género argumentativo—, pero no dejan de incluir finalidades literarias 2 . El corpus que he seleccionado es bastante amplio aunque se limite a obras publicadas entre 1613 y 1624. Se trata de colecciones de relatos breves, relatos en los que lo ficticio aparece con claridad. Sin embargo, no me he dedicado a delimitar aspectos genéricos por una razón muy simple: algunas colecciones de relatos incluyen un material muy heterogéneo que va del apólogo esópico a la novela a la italiana, del relato picaresco a la mininovela de aventuras 3 . El año 1613 es un momento particularmente significativo porque en él se publican las Novelas ejemplares de Cervantes que van a convertirse en una especie de modelo español de lo que es una 1 Cito los trabajos de conjunto que me parecen fundamentales: Porqueras Mayo, 1957, 1965 y 1968; Laurenti, 1971 y 1992; Cayuela, 1996. En este último libro puede consultarse la rica bibliografía. No quiero dejar de mencionar, por un lado la intuición enriquecedora de Amezúa y Mayo sobre lo que serían los estudios sobre el prólogo en su estudio de 1951 y, por otra parte, el libro que nutre gran parte de la reflexión actual sobre el tema: Genette, 1987. 2 Me inspiro en el estudio de Vian, 1992 y 1988b. 3 Trabajo sobre estos temas en mi tesis, 1990.

La interlocución en prólogos de libros de relatos (1613-1624)

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CRITICÓN, 81-82, 2001, pp. 353-367.

La interlocución en prólogosde libros de relatos

(1613-1624)

Fernando CopelloUniversidad de Tours

El prólogo del Siglo de Oro español ha sido estudiado en el siglo xx por una serie decríticos. Desde los trabajos pioneros de Alberto Porqueras Mayo hasta los más recientesde Anne Cayuela, el prólogo como género literario no deja de sorprender e intrigar1.Me propongo mirar hoy más detalladamente los aspectos conversacionales del prefacio.Estos participan de propósitos didácticos —el prólogo es un género argumentativo—,pero no dejan de incluir finalidades literarias2.

El corpus que he seleccionado es bastante amplio aunque se limite a obraspublicadas entre 1613 y 1624. Se trata de colecciones de relatos breves, relatos en losque lo ficticio aparece con claridad. Sin embargo, no me he dedicado a delimitaraspectos genéricos por una razón muy simple: algunas colecciones de relatos incluyenun material muy heterogéneo que va del apólogo esópico a la novela a la italiana, delrelato picaresco a la mininovela de aventuras3. El año 1613 es un momentoparticularmente significativo porque en él se publican las Novelas ejemplares deCervantes que van a convertirse en una especie de modelo español de lo que es una

1 Cito los trabajos de conjunto que me parecen fundamentales: Porqueras Mayo, 1957, 1965 y 1968;Laurenti, 1971 y 1992; Cayuela, 1996. En este último libro puede consultarse la rica bibliografía. No quierodejar de mencionar, por un lado la intuición enriquecedora de Amezúa y Mayo sobre lo que serían losestudios sobre el prólogo en su estudio de 1951 y, por otra parte, el libro que nutre gran parte de la reflexiónactual sobre el tema: Genette, 1987.

2 Me inspiro en el estudio de Vian, 1992 y 1988b.3 Trabajo sobre estos temas en mi tesis, 1990.

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colección de relatos. En ese mismo año aparece también el Fabulario de Sebastián Mey,libro heterogéneo que incluye un tipo de relato breve —que en muchos casos es unafábula esópica— y novelas de tipo italiano, como si la obra de este valencianodespidiera una modalidad narrativa y abriera el paso a otra. Tiempo de cambios esteaño de 1613 en el que tanto Mey como Cervantes dan la espalda al modeloboccacciano y nos presentan colecciones de relatos no enmarcados4. En cuanto al año1624, en el que se publican en una obra miscelánea tres novelitas de Lope de Vegafrancamente paródicas, pienso que es el momento que cierra una serie de búsquedasliterarias en torno a un relato breve de tipo español5.

En este período de once años aparecen varias colecciones de relatos más o menosapegadas al modelo cervantino o boccacciano o volcadas hacia otro tipo de búsquedas,lo que permite intuir que había un rico debate en torno a lo que iba a acabar por ser la«novela corta». En las páginas preliminares de estas colecciones encontramos siempreun texto de presentación que suele llamarse prólogo o proemio. La situación particularde las novelitas de Lope de Vega nos llevará a tomar en cuenta una excepción, ya queno existe un prólogo específico para estos relatos. Las poesías laudatorias queencabezan algunos de nuestros libros cumplen a veces con funciones semejantes a lasdel prólogo, pero hoy no las tomaremos en cuenta.

Al mencionar las obras que forman parte de nuestro corpus, las iré ordenando segúnel emisor que se presenta como autor del prólogo6. En la mayor parte de los casos—aunque la mención no sea explícita— el emisor del prólogo es el autor de la obra o larepresentación de éste7. Tal es el caso del «Prólogo» del Fabulario de Sebastián Mey(1613), del «Al Lector» de Diego Rosel y Fuenllana en su Parte Primera de variasaplicaciones y Transformaciones (1613), del «Prólogo al lector» de Miguel deCervantes en sus Novelas ejemplares (1613), de la «Epístola al Lector» de Ambrosio deSalazar en sus Clavelinas de recreación (1614), del «Au Lecteur Salut» del mismo autoren su Espejo general de la gramática en diálogos... (1614), del «Al Vulgo» de AlonsoJerónimo de Salas Barbadillo en su Casa del placer honesto... (1620), del «Al Lector»de Diego Agreda y Vargas en sus Novelas morales útiles por sus documentos (1620),del «Al Lector» de Juan Cortés de Tolosa en su Lazarillo de Manzanares con otras

4 Sobre el peso de la novela corta cervantina en el contexto de la novela corta española véasefundamentalmente la obra de Jean-Michel Laspéras, 1987. La bibliografía sobre la novela corta cervantina esextremadamente amplia. En cuanto al Fabulario de Sebastián Mey, le he dedicado varios trabajos. En elprimero de ellos (en prensa) sobre «Fiction et jeune public...», introduzco el tema y cito la bibliografíaespecífica. En cuanto al abandono del marco narrativo en colecciones como las de Cervantes o Mey, lasituación es más compleja de lo que parece. Los relatos sumamente breves que podríamos asimilar a loscuentos se publican a menudo sin marco; las novelas cortas están en general enmarcadas a pesar de que elmodelo cervantino vaya por otros senderos. Véase Gómez, 1998, pp. 27-28.

5 He pensado a menudo que un texto como Guzmán el Bravo de Lope es a la novela corta lo que elQuijote a los libros de caballerías, Sin embargo, se siguieron escribiendo novelas cortas después de 1624.Véase Copello, 1987. Últimamente vuelve sobre este texto de Lope, Redondo, 1999.

6 Me baso en la clasificación de Genette, que me parece la más clara, aunque la simplifico en torno anuestro textos áureos (1987, p. 169).

7 Véase un análisis más fino de la cuestión en Cayuela, 1996, p. 244. Me interesa este comentario dePhilippe Lejeune: «¿Quién es el autor del "paratexto"? El lector no se plantea la cuestión pero por lo generalreacciona como si se tratara sencillamente del propio autor del texto. Eso con toda seguridad» (1994,p. 153).

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cinco novelas (1620), del «Proemio al Lector» de Francisco de Lugo y Dávila en suTeatro popular: novelas morales... (1622), del «Al Lector» de Gonzalo de Céspedes yMeneses en sus Historias peregrinas y ejemplares (1623), del «Proemio al Lector» deJosé Camerino en sus Novelas amorosas (1624), del «Prólogo» de Juan Pérez deMontalbán a sus Sucesos y prodigios de amor (1624), del «A Todos» de Juan de Pinaen sus Novelas ejemplares y prodigiosas historias (1624). También en este apartado meparece lógico incluir las dedicatorias que ofician de prólogo en las Novelas a MarciaLeonarda de Lope de Vega, novelitas que fueron incluidas en dos obras diferentes: «Lasfortunas de Diana» en La Filomena, con otras rimas, prosas y versos (1621), «Ladesdicha por la honra», «La prudente venganza» y «Guzmán el Bravo» en La Circe,con otras rimas y prosas (1624).

A otro grupo pertenecen los que considero prólogos ajenos, los que en laterminología de Gérard Genette se llaman préfaces allographes8. Se trata de los textossiguientes: «Al Lector» de Francisco de Lugo y Dávila que presenta Corrección de viciosde Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo (1615), del «discurso apologético» deMaximiliano de Céspedes que introduce la Guía y avisos de forasteros que vienen a laCorte de Antonio Liñán y Verdugo (1620), del mensaje «a los lectores» que DionisioDávila y Lugo, hermano del autor, antepone al prólogo propiamente dicho en Teatropopular: novelas morales ... (1622). En este último caso nos encontramos con dosprefacios, uno del autor y otro ajeno; el prólogo del hermano del escritor se justifica porser un prólogo ulterior y tardío9. La escasa presencia de prólogos ajenos corresponde alo que ya analiza Porqueras Mayo: « En el Siglo de Oro se usa en contadas ocasionesdel prólogo ajeno»'10.

Un tercer grupo, siempre según nuestra clasificación de los proemios según elemisor, está constituido por el «Prólogo» que lleva por subtítulo «El Curial al Lector»,que presenta El Curial del Parnaso de Matías de los Reyes (1624). Este curial es elprotagonista del marco narrativo de la obra. Nos encontramos entonces ante lo queGérard Genette llama prologue actorialn, en el que un personaje de la acción es elautor del prefacio.

Esta larga enumeración nos permite ya vislumbrar los tipos de emisores de nuestrosprólogos: el prólogo «autógrafo» ocupa el primer lugar. El título de estos prefacios, quea menudo retoma un vocativo inicial, permite también distinguir diferentes tipos dereceptores, aunque aquí la distinción sea mucho más borrosa. En once casosencontramos la palabra «lector» (en los libros de Rosel, Cervantes, las dos obras deSalazar, la Corrección de vicios de Salas, las colecciones de Agreda y Vargas, Cortés deTolosa, Lugo y Dávila, Céspedes y Meneses, Camerino, Matías de los Reyes). En untítulo encontramos la palabra «vulgo» (Casa del placer honesto de Salas Barbadillo).Por su parte Juan de Pina se dirige a «todos» (Novelas ejemplares y prodigiosashistorias). La palabra «prólogo» a secas aparece en dos colecciones de relatos: el

8 Genette, 1987, p. 169, 174.9 Dionisio Dávila y Lugo explica que su hermano debió alejarse de España y dejó en sus manos el texto

que él ahora se ocupa de hacer publicar {Teatro popular..., 1622, p. 17 s/p).10 Porqueras Mayo, 1957, p. 112. Genette señala la aparición del prólogo ajeno en Francia en el siglo xvi

(1987, p. 242).H Genette, 1987, p. 169.

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Fabulario de Mey y los Sucesos y prodigios... de Pérez de Montalbán. Sin embargo, eltexto de Montalbán comienza con el vocativo «Lector amigo». El discurso apologéticode Maximiliano de Céspedes en la Guía y avisos... de Liñán y Verdugo sólo emplea enalgún momento la palabra «lector», pero en tercera persona12. Ningún título introduceel diálogo entre el narrador (que se confunde con el autor) y la lectora de las Novelas aMareta Leonarda de Lope; tanto en La Filomena como en La Circe el narrador de lasnovelitas se dirige a un lector en particular: «vuestra merced», que designa a MarciaLeonarda13. Si consideramos que nuestros prólogos pertenecen a dieciocho coleccionesde relatos, podemos afirmar que el 61 % de los títulos de los prefacios hacen referenciaal lector como destinatario esencial de estos textos. Tal referencia pone en primer planola concepción de un receptor al que se llega a través de un mensaje escrito. Latransmisión escrita de los prólogos podría oponerse a una concepción mucho más libredel receptor del material narrativo14. Otro elemento que llama la atención es la ausenciade la palabra lectora en los títulos de estos prólogos de libros de relatos.

La presentación más aparente de los textos prológales nos sitúa ya en el centro de laproblemática que pretendemos analizar: la de la interlocución. El diccionario de MaríaMoliner define de manera escueta el término interlocución: «Diálogo»15. La palabrainterlocutor aparece más desarrollada: «(Del latín tardío "interloqui", conversar [...])Con respecto a una persona, otra que dialoga con ella [...] Cada una de las personasque toman parte en una conversación...»16. La conversación bastante particular que seestablece en los prólogos es la que ocurre entre el emisor de éstos —que en general es elautor del libro o su representación— y el receptor —que en general aparecemencionado como lector. Este intercambio es a primera vista irreal e inexistente, yhasta podríamos hablar de los prefacios como diálogos monológicos. Pero si bien losprólogos son casi siempre monólogos, son monólogos que dejan huellas y tienen undestinatario claro en el cual pretenden suscitar una reacción.

Ciertamente, todo discurso es un discurso dialogístico, pero como dice AnneCayuela: «La dimensión dialogística, cooperativa, interactiva que supone todo discursoliterario está particularmente marcada en el texto prologal»17. Veamos entonces cómofunciona esta interacción. El prólogo «pone en escena» a un personaje que tiene unamisión determinada: desea —en nuestro caso— presentar una serie de relatos o teorizar

12 «... recíbala el lector [...] ni aquí busque demasiada golosina ...» (ed. 1980, p. 45).13 Sobre la complejidad de esta obra, y en particular sobre el problema del receptor femenino, véase el

trajo de Rallo Gruss, 1989. Cayuela habla de «prólogo» al referirse a la introducción de una de las novelasde Lope (1996, p. 120). Y el mismo Lope habla de «proemio» en la introducción de La desdicha por lahonra: «... este advertimiento que a manera de proemio introduce la primera fábula ...» {Novelas a MarciaLeonarda, ed. 1968, p. 75).

14 Véase el estudio de Frenk, 1982. Justamente señalan como un caso interesante de título prologal, tantoPorqueras Mayo como Cayuela, el prefacio de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo a su El curioso y sabioAlejandro (1634): «A los que leyeren, y también a los que escucharen leer a otros, que es una gente con quienhasta ahora no han hablado los prólogos y ha sido una muy prolongona descortesía» (Porqueras Mayo,1957, p. 173; Cayuela, 1996, p. 217).

15 Moliner, 1990, p. 155a, art. interlocución.16 Ibid. , p. 155 a, art. interlocutor.17 Cayuela, 1996, p. 240. La traducción es nuestra.

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sobre el género literario al que éstos pertenecen18. Tal personaje puede ser laencarnación del autor mismo; en este caso se encontrará algo incómodo al tener quedefender su propia obra y recurrirá a una serie de tópicos que las reglas de buenaeducación le exigen: deberá encontrar un equilibrio entre la humildad que pregona y lapromoción de su obra. El ejercicio resulta mucho más simple en el caso de que el«protagonista» del prólogo no sea el autor de la obra. Se trata de la situación queencontramos en los prólogos ajenos. Aquí el emisor se expresa a sus anchas y puede nosólo defender y alabar la obra del escritor sino que incluso puede caer en una actitudtotalmente propagandística. El prólogo ajeno, como ya lo hemos dicho, no abunda en elSiglo de Oro, pero cumplen con la misma función los múltiples poemas laudatorios queaparecen en los preliminares de los libros. Sin embargo, el prólogo, en general en prosa,despojado aparentemente de características «literarias», constituye un discurso másrealista y convincente. La profesionalización de la literatura, el peso que va cobrando ellibro como objeto comercial acentuarán el protagonismo del prólogo. Pero me pareceinteresante evocar el caso, ya en 1615, de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo: otroescritor, Francisco de Lugo y Dávila, escribe el prólogo de Corrección de vicios19. Nosólo se trata de un tercero que puede alabar la obra con total libertad, sino que tambiénse trata de un hombre de letras que avala la obra de un escritor contemporáneo. Elmismo Lugo se encontrará recompensado en las páginas preliminares de su Teatropopular: novelas morales... por un texto de Salas Barbadillo titulado «Alonso Jerónimode Salas Barbadillo en alabanza del Autor»20. Existe entonces todo un sistema dealianzas y amistades que impregna los textos prológales, dedicatorias, etc. y que tiene supeso en el mercado editorial.

Cuando el emisor del prólogo es el propio autor del libro, cabe interrogarse sobre lasrelaciones entre prólogo y autobiografía. No voy a ahondar en este tema que ya ha sidoestudiado2-1 sino para extraer una noción que me resultará fructífera más adelante: elprólogo es, a pesar de todo, el texto menos ficcional de todos los que integran un librode relatos, aquél en el que el autor se muestra o pretende mostrarse más auténtico,como un hombre de carne y hueso prácticamente similar al lector. No es casual que enese territorio liminar en que se sitúa el prólogo, en el umbral del libro, el emisor parezcasalirse del papel para instalarse en la realidad del receptor.

Pero, a su manera, el prólogo ajeno es también un texto autobiográfico: aquél en elque un lector privilegiado —el primer lector después del autor del libro que es tambiénun lector— expresa, con la sinceridad discutible de todo discurso autobiográfico, susopiniones sobre la obra en cuestión. Hay aquí una relación especular entre elprologuista de una obra ajena y el lector o receptor real: ambos son extraños con

1 8 En la mayoría de los casos se trata de los temas más habituales en los prólogos. El aspecto moralcuenta también muchísimo en estos textos preliminares. Sobre la temática de los prólogos véase: PorquerasMayo, 1957, pp. 114-117.

19 Cayuela señala el caso de este autor cuyas primeras obras llevan prólogos ajenos o ningún tipo deprólogo. A partir de 1620 Salas Barbadillo escribe prólogos a sus obras y éstos son de una gran originalidad(1996, pp. 216-217).

2 0 Teatro popular..., p. 7 s/p.2 1 Véase Cayuela, 1996, pp. 165-173. Con respecto, específicamente, al prólogo de Cervantes a sus

Novelas ejemplares, que muchos consideran como antiprólogo, véase el trabajo de Canavaggio, 1977. Meparece enriquecedor, después de los trabajos de Phillipe Lejeune, un breve artículo de López Alonso, 1992.

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respecto a la creación emprendida por el escritor. Cuando Lugo y Dávila en el prefaciode la obra de Salas Barbadillo llama a su receptor «lector», se pone en un plano deigualdad22. Y lo mismo ocurre en el caso de Maximiliano de Céspedes al prologar laGuía y avisos... de Liñán23. En cuanto al prólogo de Dionisio Dávila y Lugo al libro desu hermano, se interesa más por noticias biográficas de Francisco que por el libro ensí24, apenas se presenta como lector de la obra y la ilusión especular entre lector real yprologuista se esfuma.

Un análisis especial merece el emisor del prólogo de El Curial del Parnaso de Matíasde los Reyes. Aquí lo ficcional impregna el texto prologal que se confunde con el marconarrativo. Esto otorga al emisor del prólogo una enorme libertad. El autor «se disfraza»de Curial del Parnaso y no sólo dice despreocupadamente los tópicos habituales25 sinoque se permite incitar al lector a pagar y no sólo a leer la obra:

Si con este servicio te obligas, te remitiré otros, dándome vida el Cielo, el año que viene. Estoconoceré en la liberalidad con que pagares al Librero el porte déstos, y el de seis Comedias,que tras éstos saldrán, y en tanto, Vale. El Curial26.

El lector se siente aquí más alejado del emisor del prólogo. Este prefacio ficcional noestablece el puente habitual entre el mundo imaginado y el mundo real. En este casopodríamos decir que el umbral del libro es más la portada que el prólogo.

Pero ¿cómo se establece el puente entre los interlocutores del prólogo? ¿cómo se creaesa ilusión de fuerte afectividad que caracteriza a muchos prefacios? Voy a empezar porevocar el caso que a mi entender se presenta como más frío e impersonal. Me refiero alprólogo del Fabulario de Sebastián Mey. El título del texto, «Prólogo», a secas, noestablece ningún tipo de relación con el receptor. Por otro lado, en el interior del libro,la ausencia de marco narrativo impide crear un acercamiento al lector. Pero hay en ladefinición misma de esta obra un elemento que merece ser analizado. El Fabulario es unlibro destinado a los niños y a los jóvenes. Como suele ocurrir incluso hoy en libros deliteratura infantil, el prólogo de la obra no se dirige al mismo público que la obra en sí.Quien elige y compra el libro es un lector adulto. Quien lee o escucha los relatos es unreceptor juvenil. A lo largo de este prefacio ningún vocativo, ningún pronombrepersonal permiten establecer un acercamiento con el lector. Un texto serio, casi diríacientífico, explica el interés que tiene poner esta obra en manos de los niños27.

En cambio, en los otros textos prológales, la apelación, tan característica de lostextos interactivos y dialogísticos, está muy presente. Tomemos el breve prólogo deJuan Pérez de Montalbán a sus Sucesos y prodigios de amor. A pesar de sus apenas

2 2 Jerónimo de Salas Barbadillo, Corrección de vicios..., 1615.23 Maximiliano de Céspedes, sin embargo, se distancia un poco del lector al nombrarlo en tercera persona

(ed. 1980, p. 45).2 4 Teatro popular..., p. 17 s/p.2 5 «... No seas, suplícotelo, de tan perniciosa secta, celebra los ajenos estudios, que si ya lo

experimentaste, sabrás lo que cuesta de desvelos y desconfianzas, sacar al teatro del mundo (no digo unLibro) un Soneto...» (E/ Curial del Parnaso, 1624, fol. 5 vo. s/f).

26 Ibid., fol. 5 vo. s/f.2 7 No me extiendo sobre este prólogo al que he dedicado un artículo (en prensa).

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ciento setenta vocablos, el autor dice lo esencial y sin rodeos: su obra es original28. Sólouna cita clásica, de Quintiliano, adorna el texto. Sin embargo, la presencia del lector esindiscutible a lo largo de todo el prefacio a través del vocativo inicial, de lospronombres personales de segunda persona, de los verbos en segunda persona,particularmente de algún imperativo que pretende activar al receptor:

Lector amigo: ahí te presento ocho novelas [...] Ellas te dirán lo que son, y de ti fío que lasdarás [...] Sólo quiero que me agradezcas que no las has de haber visto en la lengua italiana[...] Lo que te suplico es que si hallares algunos defectos [...] los mires piadosamente,disculpándome [...] Y si acaso te agradaren [...] sírvete de darme toda la alabanza porque,como te he dicho...29

Unas quince palabras cumplen con esa función apelativa tan propia de los prólogos enun texto sumamente breve. Se trata de lo que Porqueras Mayo llama un «prólogoafectivo», que intensifica la técnica de diálogo con el lectorio. Aparece también unacaracterística que es un verdadero tópico de los prólogos: el tuteo. De los prólogos queestudio, hay once en los que el tuteo se manifiesta31.

Esta presencia de lo afectivo y de lo dialogístico aparece con mayor complejidadcuando el emisor del prólogo se dirige a más de un tipo de lector. Examinemos la«Epístola al Lector» de Ambrosio de Salazar en Las clavelinas de recreación. Se trata deun texto sumamente largo: casi mil palabras. En el título, la palabra «lector» aparece ensingular. Sin embargo Salazar se dirigirá a dos tipos de lectores. Aunque el vocativoinicial, «Amigo Lector», instaura un clima agradable, de inmediato aparecerá unaatmósfera hostil:

Amigo Lector, cuando leyeres este librillo o parte del, no digas mal de las historias [...] [El]mal que dijeres no me morderá [...] ruégote no decir siempre la verdad poque amarga aunqueella de sí sea buena, dígolo porque podrías morder en algún panal que no te sabrá bien, y noes la miel para la boca del asno, y podrán reptarte tu ignorancia, quitándote parte de tu honrasi tienes alguna ...32

2 8 «Sólo quiero que me agradezcas que no las has de haber visto en la lengua italiana...» (ed. 1992, p. 9).También añade: «... no tiene parte en ellas ni Bocado ni otro autor extranjero» (ibid., p. 10). Se trata de untópico clásico, bien explicado por Curtius, 1986, I, p. 158: «Dès l'Antiquité grecque, on trouve [dansl'exorde] le topos "je rapporte ici des choses inédites" [...] Horace promet des chants "que nul n'a encoreentendus" {Odes, III, 1, 2)». Es lo que también dice Cervantes en su prólogo a las Novelas ejemplares y Lopeen la introducción de Las fortunas de Diana.

W Ed. 1992, pp. 9-10. El subrayado es nuestro.3 0 Porqueras Mayo, 1957, p. 117.3:1 Se trata del prólogo de Diego Rosel, del de Cervantes, del de A. de Salazar a sus Clavelinas, del prólogo

de Lugo y Dávila a Corrección de vicios de Salas Barbadillo, del prefacio del propio Salas a su Casa delplacer..., del de Cortés de Tolosa a su Lazarillo de Manzanares con otras cinco novelas, del de Francisco deLugo y Dávila a su Teatro popular..., de los de Céspedes y Meneses, José Camerino y Pérez de Montalbán.También en el prólogo de El Curial del Parnaso se tutea al lector. Se trata de un 61 % de nuestras obras. Unmismo escritor puede elegir variar. Así, el mismo Ambrosio de Salazar, que tutea al lector de Las clavelinas...,se muestra más distante en el prólogo de su Espejo general de la gramática... dirigido a su «amigo Lector»:«... ruego al Lector me dirá ...» (Espejo..., 1614, fol. 16 s/f). Sobre el tuteo, véase Porqueras Mayo, 1957,p. 123.

3 2 Las clavelinas de recreación..., 1614, p. 10 s/p.

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Esta presencia de lo «afectivo-negativo» es también una característica de los prólogos33.Pero, de inmediato, Salazar cambia de tono y se dirige a los lectores discretos: «Agorasuplico a los discretos ...»34. Este plural va a transformarse luego en singular para crearuna mayor intimidad con su interlocutor y para que funcione mejor el argumentopersuasivo: «... (amigo Lector) [...] yo te ruego recibir esta obrecilla, y leerla [...] lee,vee, oye, recibe, gusta y calla si hallares faltas en la impresión, que no es mía laculpa ...»35.

Se crea así un tipo de prólogo doble dirigido a dos tipos de receptores: el lectormaldiciente y el lector discreto. El emisor funciona de manera diferente con respecto acada uno de ellos, mostrando su afectividad36. En un prólogo también sumamente largo(casi mil palabras), Diego Rosel establece concretamente la diferencia entre los dos tiposde receptores. Se dirige primero al lector malicioso a quien llama «atrevido censurador»porque se acerca al libro «... más con celo de le argüir y deshacer, que no de gusto yutilidad ...»37. A éste se opone el «discreto lector»38. Lo que me interesa es que Roselnos dice que el prólogo está más bien destinado al lector censurador, ya que el lectordiscreto no tiene necesidad de advertencias: «... para el discreto Lector con quien seahorran razones, para el cual hice el libro y para Momo mordaz hice libro yprólogo...»^. Los epítetos dirigidos al lector censurador («Momo mordaz», luego«mosca») no incitan a una lectura crítica de la obra y crean una situación de verdaderaantipatía entre el autor y el receptor, pero sirven también para poner de realce al lectoramable otorgándole un lugar privilegiado. Este juego de claroscuro será lo propio devarios prólogos. Por otra parte, el autor de la obra se cura en salud.

Dos de los prólogos que pertenecen a mi corpus se dirigen exclusivamente al lectormalicioso con una actitud verdaderamente agresiva. Se trata del prólogo de SalasBarbadillo «Al Vulgo», que introduce su Casa del placer honesto, y del prólogo «AlLector» de Cortés de Tolosa en su Lazarillo de Manzanares con otras cinco novelas. Esinteresante notar que el prefacio de Salas es el único en que la palabra vulgo aparece enel título40. Porqueras Mayo ya ha destacado la marcada preferencia de Salas Barbadillopor dirigirse al vulgo4'1. Salas desprecia a este lector crítico y no se interesa porestablecer relación alguna con el lector amable: «Hermano Vulgo, aunque sé que erespoco agradecido, y siempre despreciador de las obras ajenas, te entretengo porentretenerme, sin pretender tus alabanzas ...»42. En el caso de Cortés de Tolosa, hay

33 Porqueras Mayo, 1957, p. 117.34 Las clavelinas..., p. 11 s/p.3 5 Ibid., pp. 11-14 s/p.36 La crítica ya ha señalado la importancia de los dos prólogos de la primera parte del Guzmán de

Alfarache [1599] de Mateo Alemán: «Al Vulgo» y «Del mismo al discreto Lector» (ed. 1967, pp. 91-94). Lasegunda parte contiene un único prólogo titulado «Lector» {ibid., pp. 465-468). Véase Porqueras Mayo,1968, p. 10.

3 7 Diego Rosel y Fuenllana, Parte Primera de Varias Aplicaciones y Transformaciones..., 1613, pp. 8-9s/p.

38 Ibid., p. 9 s/p.39 Ibid., p. 9 s/p. El subrayado es nuestro.4 0 En otro caso veremos la palabra vulgo en el texto mismo: en el prólogo de Diego Rosel.4 1 Porqueras Mayo, 1957, p. 158.4 2 Casa del placer honesto..., 1620, fol. 4 ro s/f.

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más un desprecio por el prólogo como ejercicio obligado que por el lector en sí, pero laatmósfera que se crea es francamente antipática: «Cristiano lector, o lo que eres, ¿quiénme mete a mí en enfadarte con un Prólogo [...] disculpándome en unas cosas y dándotea entender otras, que si tú las quieres condenar, no importa gaste yo todo el papel deGenova en defenderlas?»43. Creo que debemos analizar el ambiente negativo de estosdos prefacios en relación con la contaminación por el texto al que preceden. Los relatosde Salas y de Cortés de Tolosa tienen una evidente connotación picaresca y el autor delprólogo no puede independizarse completamente de la atmósfera general del libro.Joseph Laurenti, quien estudia en particular el prólogo de la novela picaresca, señala lafrecuente permeabilidad entre prólogo y texto en este género literario. Y como laexpresión antiheroica es lo propio de la novela picaresca, también los prólogos de estasobras tendrán elementos irreverentes, paródicos y humorísticos 44.

El sentido lúdicro del prefacio de Cortés de Tolosa a su Lazarillo de Manzanares de1620 aparece con mayor claridad cuando lo comparamos con el «Prólogo al Lector» desus Discursos Morales, obra que aparece en 1617 y en la que se incluyen algunas de lasnovelas de Lazarillo de Manzanares... Este prólogo lleva por subtítulo: «Es muynecesario para entender este libro el leerlo»45. Como acabamos de ver, tres años mástarde, introduciendo un material narrativo similar, dice todo lo contrario. Tambiéntiene un sentido completamente paródico y humorístico el prólogo de Juan de Pina asus Novelas ejemplares y prodigiosas historias. Lleva el título de «A todos», peroningún vocativo se dirige a un público amplio y el estilo es sumamente elitista yhermético: «El Prólogo se introduce a suma de lo impreso, dilatado nunca visto de laociosidad. Las novelas ejemplares y prodigiosas historias deste libro dicen la brevedadque afectan, como el prólogo»46. No hay aquí interlocución alguna, lo que nocontradice el proyecto de Pina, que es el de escribir para un público selecto.

Porque lo que sí es cierto es que el prólogo es, ante todo, un puente hacia el público.Y eso lo van a sentir cada vez más los escritores. Cervantes va a resolver de maneramagistral el ejercicio de dirigirse de manera amable a un público amplio y heterogéneo.Emplea dos vocablos sumamente agradables («lector amantísimo», «lector amable»)47 yresponde por anticipado a las objeciones que se le puedan hacer sin agredir al lector.Dicha tendencia será la más frecuente y es la que vemos en el prólogo ya citado de Pérezde Montalbán a sus Sucesos y prodigios de amor... así como también en el prefacio deCéspedes y Meneses a sus Historias peregrinas y ejemplares. Los escritores le hablan aun lector único que puede ser a la vez censor y amigo, incluso cuando, como en el casode José Camerino, existe cierto temor: «... puedes mostrarte el mismo que sueles, perono ofenderlas [las novelas], aunque es cierto que no habrá agradecimiento que baste silas dejares de perseguir...»48. Francisco de Lugo y Dávila se expresa con amable

4 3 Lazarillo de Manzanares con otras cinco novelas, ed. 1974,1, p. 9.4 4 Véase Laurenti, 1971, p. 20, p. 24.4 5 Discursos Morales, 1617, fol. 7 ro s/f.4 6 Novelas ejemplares..., 1624, fol. 4o vo s/f. Cayuela le dedica un subcapítulo a este escritor enigmático:

«Juan de Pina ou la proclamation de l'élitisme» (1996, pp. 118-120).4 7 Novelas ejemplares , ed. 1982,1, pp. 62-63. Sobre los prólogos de Cervantes, véase el trabajo ya citado

de Canavaggio, 1977, y también el estudio de Molho, 1992.4 8 Novelas amorosas, ed. 1955, p. 19.

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moderación: «Espero tu censura, no dictada de la malicia, sino de la correcciónsabia...»49. Es evidente que, como género argumentativo, el prólogo va a encontrar elcamino más directo hacia lo persuasivo50. Y esto será lo más habitual en los prólogosmenos originales, que son los que más me interesan por mostrar las tendencias másgenerales.

Pero si hay algo que llama la atención en estos proemios de libros de relatos, es laausencia de una invocación a la mujer como interlocutora. Creo que ha quedadodemostrado que las receptoras tienen un peso cierto entre el público de la novelacorta51; sin embargo, su presencia aparece a veces en el marco narrativo yfundamentalmente en las historias mismas, pero no en los textos liminares que estudio.Maria Zerari, quien ha estudiado la novela corta posterior a la época a la que merefiero, y que ha prestado particular atención a la imagen de la mujer, llega a laconclusión siguiente: «... ningún prólogo se dirige específicamente a una lectora»52.

De manera muy poco «ortodoxa» decidí incluir en mi material de trabajo lasintroducciones a las cuatro novelas cortas de Lope. No constituyen estos textosprólogos propiamente dichos y, sin embargo, en libros tan heterogéneos y misceláneoscomo La Filomena y La Circe, la función de estos preámbulos tiene mucho de textoprologa!. Ciertamente, tipográficamente no se trata de pre-textos y la característicaficcional de la relación entre el narrador y Marcia Leonarda puede alejarnos delconcepto más canónico de prólogo. Pero, como en el prefacio de El Curial del Parnaso,nos encontraríamos en el último de los casos ante lo que Genette llama prologueactorial, y hasta esto sería sumamente discutible, ya que el narrador se identifica aquímuy claramente con el autor. En todo caso, el matiz ficcional de estos textos otorga alescritor una gran libertad. Y por esta razón se puede poner en primer plano a una mujercomo lectora. Lo primero que notamos, desde el punto de vista interlocutivo, es elempleo riguroso de «vuestra merced» en la primera línea de cada uno de estos«prólogos», mostrando así la distancia y el respeto evidentes con que su autor habla a

4 9 Teatro popular..., p. 23 s/p.5 0 Esto no invalida el hecho de que algunos prólogos, pretendiendo sorprender o buscando originalidad,

se alejen de los caminos trazados. Pero tales proemios son los menos y ya han sido señalados por la crítica.Pienso en el prólogo de Quevedo a los Sueñas estudiado por Étienvre, 1992, pp. 115-127. Pienso en unprólogo muy anterior y que tampoco pertenece al género que estudio y ni siquiera a la literatura española,pero que muestra las posibilidades estilísticas del proemio: me refiero al «Prologue de l'auteur» de Gargantuade François Rabelais. Porqueras Mayo considera que en los prólogos del Barroco hay más violencia en eltrato con el lector y que durante el Renacimiento se trata con amabilidad a los lectores (1965, p. 5, 22). Creoque esta apreciación se debe al hecho de que Porqueras incluye en sus estadísticas varias novelas picarescas.Al analizar la novela corta, pienso que la percepción del problema es diferente.

5 1 En un trabajo anterior (1994) reviso la bibliografía sobre este tema y también algunos textos literarios.5 2 Zerari, 1998, II, p. 534. La traducción es nuestra. Añade luego: «D'une façon normative, le masculin

régit le titre du texte liminaire. La plupart de ces "avant-textes" s'adressent donc à un lecteur "ami", "bienintentionné", ou, à l'inverse, "mal intentionné"» {ibid., II, p. 534). La referencia crítica a la mujer lectora enel prólogo de Maximiliano de Céspedes a la Guía y avisos de forasteros de Liñán y Verdugo (éd. 1980, p. 44)no corresponde a lo que llamamos interlocución y se inscribe en una tradición muy presente en este libro(véase Copello, 1995).

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una mujer*3. En esta obra, como en otras, Lope de Vega adopta una actitudrenovadora, con suma cautela.

Hemos dicho que la relación entre el narrador y Marcia Leonarda que constituye elpreámbulo de las novelitas de Lope puede considerarse, según un criterio, como marconarrativo de los relatos, según otro criterio, como prólogo. Si esta ambigüedad existe esporque los límites entre prólogo y marco narrativo no aparecen siempre con claridad.En su prólogo a Prólogos. Con un prólogo de prólogos, Jorge Luis Borges dice losiguiente:

El [prólogo] de muchas obras que el tiempo no ha querido olvidar es parte inseparable deltexto. En Las mil y una noches [...] la fábula inicial del rey que hace decapitar a su reina cadamañana no es menos prodigiosa que las que siguen; el desfile de los peregrinos que narrarán,en su cabalgata piadosa, los heterogéneos Cuentos de Canterbury, ha sido juzgado pormuchos el relato más vivido del volumen.54

Los prólogos a los que Borges hace referencia constituyen para nosotros el marconarrativo de Las mil y una noches y de los Cuentos de Canterbury. Sin embargo, alrevisar las ediciones inglesas de los cuentos de Chaucer, nos encontramos en efecto conlos títulos siguientes: «Prólogo general», «Prólogo del molinero», «Prólogo de la mujerde Bath», etc.5^ Estos prólogos introducen los relatos y permiten acercar las historias allector integrándolo en una atmósfera interlocutiva.

La referencia de Borges y el ejemplo del libro de Chaucer nos permiten imaginar unahipótesis. Los marcos narrativos dialogados de nuestras colecciones de relatos sontambién, a su manera, prólogos. Pero al revisar los textos de nuestro corpus nos damoscuenta de que no son tantas las obras en las que hay un marco narrativo dialogado: lasAplicaciones... de Diego Rosel, el Espejo general... de Ambrosio de Salazar, Correcciónde vicios y Casa del placer honesto de Salas Barbadillo, Teatro popular... de Lugo yDávila, Guía y avisos... de Liñán y Verdugo, El Curial del Parnaso de Matías de losReyes. Gonzalo de Céspedes y Meneses recurre a un marco narrativo diferente en susHistorias peregrinas... a través de un elogio de las ciudades españolas. Lope, por suparte, reúne en un mismo texto marco y prólogo. Los demás escritores, comoCervantes, publican sus novelas «ensartadas unas tras otras como procesión dedisciplinantes»^6. Es decir que nos encontramos en estos años de 1613 a 1624 con unatendencia importante (un 50 %) a abandonar el empleo de un marco narrativo.

Si analizamos los casos en los que el marco narrativo está presente nos encontramoscon obras en las que lo dialogístico aparece en tres grados diferentes: en los relatospropiamente dichos donde los personajes dialogan en situaciones más o menospróximas del lector (sin embargo lo extraordinario suele ser moneda corriente); en los

5 3 «No he dejado de obedecer a vuestra merced...»; «Pienso que me ha de suceder con vuestra merced...»;«Prometo a vuestra merced...»; «Si vuestra merced desea que yo sea su novelador...» (Novelas a MarciaLeonardo..., ed. 1968, pp. 27, 73, 107, 143). Sobre los tratamientos en el Siglo de Oro, véase la claraexplicación de Dupont, 1987, p. 9.

54 Borges, 1975, p. 8." The Canterbury taies , ed. 1991, pp. 23-36, 66-67, 105-116.5 6 La expresión pertenece a Tirso que critica así la ausencia de marco narrativo en el libro de Cervantes

(Cigarrales de Toledo, ed. 1954, p. 28).

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marcos narrativos en donde unos personajes que representan idealmente a los lectoresse entretienen en amenas tertulias57; en el prólogo en donde el autor o un lectorprivilegiado invitan al receptor a leer unos relatos.

El prólogo estaría recreando un marco narrativo en el que el diálogo se establece enlos límites del libro y de su entorno. Se destruye una ilusión y a la vez se la crea de lamanera más osada. Algo así como lo que ocurre con Las Meninas de Velázquez,explicado de esta manera por Edward Riley: «"¿Pero dónde está el marco?", exclamabaGautier al ver el cuadro. El comentario de Picasso fue: "Nos hallamos ante el auténticopintor de la realidad"»58. En la época que estamos estudiando, el marco narrativodesaparece en una buena parte de los casos, pero no el prólogo. El prólogo sobrevive,entre otras causas, porque constituye el marco interlocutivo de los libros de relatos, esetexto que establece el puente entre las historias y el lector —absolutamente obligatoriocuando desaparece el marco narrativo.

En esos prólogos hay un elemento que ha llamado la atención: la ausencia de unaapelación clara a la lectora, al público femenino. Creo poder interpretarlo de la manerasiguiente: el vocablo lector, que es el más frecuente, debe interpretarse como términoneutro que engloba a los receptores de ambos sexos. Lo digo porque hay otro elementoneutro en los prólogos de nuestras colecciones de relatos: el elemento social. Si bien nosencontramos con adjetivos que aplicados al lector designan sus cualidades morales o sugrado de cultura, en ningún momento se nos habla de un lector aristocrático o noble59.Tal neutralidad estamental —que contrasta con las referencias sociales de los marcosnarrativos— muestra una tendencia literaria y comercial amplia en el movimientocultural que significa la novela corta entre 1613 y 1624. Lo conversacional, tal comoaparece representado en los prólogos de libros de relatos, parece guiarnos por estecamino: los relatos breves están escritos para un público cada vez más extenso.

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5 7 Lo más frecuente es que nos encontremos con personajes aristocráticos. He estudiado este tema en mitesis de 1990.

5 8 Riley, 1981, p. 85.5 9 La aparición de la palabra «vulgo» en el título de Salas Barbadillo y en alguna referencia de Diego

Rosel no la interpreto con un sentido sociológico. Su matiz insultante y antiheroico engloba a los lectores queno son discretos. Ya expliqué la presencia escasa del vocablo «vulgo» en relación con la permeabilidad entreel prólogo y ciertos textos de tipo picaresco. Por otro lado, Cayuela (1996, p. 65) interpreta en un sentidoaristocrático («... jeunes nobles...») la siguiente afirmación de Maximiliano de Céspedes en el prólogo a laGuía y avisos... de Liñán: «... [los temas tratados son] convenientes y necesarios a forasteros, recién venidos aMadrid, y a negociantes, y pretendientes poco experimentados en él» (ed. 1980, p. 43). Pienso que laafirmación de Céspedes es bastante abierta y no integra solamente a forasteros de origen noble.

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Resumen. Aspectos interlocutivos del prólogo a través del estudio de prefacios de libros de relatos publicadosentre 1613 y 1624. Un acercamiento a estas cuestiones ilumina otros problemas como el de la recepción de lanovela corta y también el de las relaciones estructurales entre el prólogo, umbral de la obra, el marconarrativo de los relatos y los relatos propiamente dichos.

Résumé. Quelques aspects de l'interlocution dans le prologue à travers l'étude de préfaces de récits publiésentre 1613 et 1624. Avec les implications que cette perspective d'étude fait découvrir sur la réception de lanouvelle ainsi que sur les relations structurelles entre le prologue —ou seuil de l'œuvre—, le cadre narratif desrécits et les récits proprement dits.

Summary. Interlocutive aspects of prologue are studied in préfaces of short story books published between1613 and 1624. This study can explain other problems as réception of the novella or structural relationsbetween prologue, narrative frame and taies.

Palabras clave. Interlocución. Novela corta. Paratexto. Prólogo. Recepción. Relato. AGREDA Y VARGAS,Diego. ALEMÁN, Mateo. CAMERINO, José. CERVANTES, Miguel de. CÉSPEDES Y MENESES, Gonzalo. CORTÉSDE TOLOSA, Juan. LIÑAN Y VERDUGO, Antonio. LUGO Y DAVILA, Francisco de. MEY, Sebastián. PÉREZ DEMONTALBAN, Juan. PINA, Juan de. REYES, Matías de los. ROSEL Y FUENLLANA, Diego. SALAS BARBADILLO,Alonso Jerónimo de. SALAZAR, Ambrosio de. VEGA, Lope de.

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Felipe B. Pedraza Jiménez

Calderón.Vida y teatro

El libro de bolsilloLiteraturaAlianza Editorial

Calderón y su

escuela dramática

Ignacio Arellano