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DIOCESIS DE PASTO En estado permanente de Misión DOMINGO VIGESIMO TERCERO TIEMPO ORDINARIO - CICLO B Jesús vuelve a dar al pueblo el don de la Palabra

Lectio Divina Domingo 23

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AMBIENTACION Si el hecho de reunimos en Asamblea para celebrar la Misa supone un olvido de los

problemas de la vida, quiere decir que no hemos comprendido el sentido de lo que hacemos. El cristiano no deja «fuera» la vida, viene a celebrar su vida. Y esta vida es Cristo. Siempre que conmemoramos su muerte y resurrección, recordamos nuestra propia salvación, los compromisos que con El hemos hecho para ser protagonistas de la liberación del hombre.

La tarea del cristiano es una tarea de salvación, de lucha por la liberación de toda

esclavitud humana. Nuestros propios egoísmos e injusticias nos dicen que hay mucho

camino por andar. La Palabra de hoy nos anima a «ser fuertes» y a confiar en el Señor

Jesús que «todo lo ha hecho bien»

1. PREPARACION: Invoquemos AL ESPIRITU SANTO

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia

en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.

Crea en nosotros el silencio

para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas,

sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,

podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo

en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz.

Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María,

que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. LEAMOS LA PALABRA: ¿QUÉ DICE el texto?

Is. 35, 4-7a: «Sean fuertes y no teman»

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Uno de los peligros del hombre es el abochornarse o acomplejarse ante las mil dificultades y problemas de la vida: opresión, enfermedad, escasez de medios humanos... Esto es lo que le pasó también al pueblo de Israel en el destierro (Is. 43).

En estas circunstancias Isaías, profeta de la liberación, se dirige al pueblo para sacarlo

de su desánimo, para abrirlo a la esperanza y anunciarle la intervención liberadora de Dios.

Una liberación que abarca al hombre integralmente, sin aceptación de parcelas que

quedan al margen: con su fortaleza libera a los angustiados y abatidos (Is 40, 29-31; 61,

1-3; 57, 18-19); con su intervención personal sana a los ciegos, a los cojos y a los

sordos, no sólo dándoles la salud, sino también liberándolos de toda opresión (Is 40, 5-8;

cfr. Lc. 4) material y espiritual. Y como signo o imagen de esta liberación insospechada propone la imagen árida del

desierto infructuoso, convertido en vergel surcado por aguas fertilizantes (v. 7; cfr. Is

41, 17-20; 43, 16-21; Jn 4, 1). La venida del Salvador transformará el desierto en Paraíso,

las maldiciones de Adán en bendición liberadora de Dios (cfr. Gn. 3).

Isaías propone lo insospechado como realidad para el futuro y como fuerza dinámica

para el presente. Si la esperanza es firme, nadie puede recortar su poderío liberador.

Cuando el Dios de la Biblia se manifiesta como un Dios liberador, que hace justicia

a los oprimidos, que da pan a los hambrientos, que libera a los cautivos (Sal 145) el hombre creyente comprende cuál debe ser el objeto de su esperanza y el objetivo de su actuación.

Sal. 146(145): «Alaba, alma mía, al Señor»

El salmo 146(145) está estructurado así: 1. Invitación a la alabanza: vv. 1-2 2. Cuerpo del salmo y motivaciones: vv. 3-9 3. Conclusión: v. 10 La aclamación litúrgica Aleluya ini y concluye cada uno de estos últimos poemas del

salterio, que son doxologías o cantos de alabanza. Todos los instrumentos de la creación, todas las voces de los hombres forman una hermosa sinfonía que no acabará nunca: es la pregustación y el preludio de las aclamaciones que tendrán lugar en el cielo.

La alabanza expresada en este salmo se fundamenta en el poder creador de Dios y en

su bondad para con los pobres y oprimidos. La alabanza a Dios llena la vida entera. Alabar a Dios es precisamente la plenitud del existir humano. Pero a Dios sólo puede alabarle el que confía en él y esto significa que no deposita su confianza en los poderes de este mundo.

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El salmo tiene tono hímnico pero su carácter es didáctico. El salmista, que se invita a sí mismo a la alabanza, aconseja a los demás que no confíen en los poderosos. El hombre está situado ante dos opciones: o confiar en el hombre, en su ser frágil y mortal, o esperar en el Señor, Dios eterno y fiel.

El salmista ha encontrado la felicidad en su Dios y quisiera ahorrar a los demás la

equivocación de buscarlo en otra parte.

Stg. 2,1-5: «No junten la fe en nuestro Señor glorioso con la acepción de personas»

Todo mensaje de liberación tiende a convertirse en actuación liberadora. Y esta

actuación consiste para el Apóstol Santiago en ser fieles a la Palabra, en visitar a los

huérfanos y a las viudas (Stg.1, 19-27), en optar claramente por el servicio a los pobres

y humildes (Stg. 1, 9-11; 2, 5-9).

Toda discriminación entre pobres y ricos, todo clasismo social es contradictorio

con este mensaje. Y si esta discriminación tiene lugar en la misma asamblea cristiana debe de ser totalmente reprobable (Stg. 2, 5-7).

Todo culto que no sea expresión o que no conduzca a una vida social justa, sin

opresiones de ningún tipo, es condenable por ser contradictorio con la voluntad y la actuación de Dios (cfr. Am. 2, 6-7; Is. 1, 23; cfr. 7, 1-11).

La predilección por los pobres y humildes de que hablaron los profetas, es la que

expresa Santiago en su carta (cfr. Os. 14, 4; 5, 28).

Para que el cristiano adopte una actitud liberadora es preciso que él mismo se libere de los falsos criterios del mundo y acepte los verdaderos criterios de Dios (Stg. 2, 4-9).

El mundo obra y juzga según los valores del dinero, el poder, la ostentación. Dios juzga

según los valores de la sencillez, la disponibilidad para el Reino, la fidelidad a su mensaje.

Mc. 7,31-37: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los

mudos»

EVANGELIO DE JESUCRISTO

SEGUN SAN MARCOS

31 Después salió de la región de Tiro, pasó por Sidón y se dirigió al lago de Galilea atravesando los montes de Decápolis. 32 Le llevaron un

hombre sordo y tartamudo y le suplicaban que pusiera las manos

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sobre él. 33 Lo tomó, lo apartó de la gente y, a solas, le metió los dedos en los oídos; después le tocó la lengua con saliva; 34 levantó la vista al cielo, suspiró y le dijo:

–Effatá –que significa ábrete–. 35 [Al momento] se le abrieron los oídos, se le soltó el impedimento

de la lengua y hablaba normalmente. 36 Les mandó que no lo dijeran a

nadie; pero, cuanto más insistía, más lo pregonaban. 37 Estaban

llenos de admiración y comentaban: "Todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Re-leamos LA PALABRA para interiorizarla

La liturgia de este domingo nos pone delante a Jesús que cura un sordomudo en la

tierra de la Decápolis y recibe del pueblo este elogio: «¡Todo lo ha hecho bien; a los

sordos hace oír y a los mudos hablar!. Este elogio se inspira en algunas frases de Isaías (Is. 29,8-19; 35,5-6; 42,7) y

demuestra que el pueblo estaba viendo en Jesús la venida de los tiempos mesiánicos.

Jesús mismo había usado esta frase para responder a los discípulos de Juan: «Vayan y

contad a Juan lo que habéis oído y visto: Los ciegos ven, los sordos oyen, los mudos

hablan» (Mt. 11,4-5).

Los primeros cristianos usaban la Biblia para aclarar e interpretar las acciones y

conductas de Jesús. Hacían esto para expresar su fe de que Jesús era el Mesías, aquél que debía realizar la promesa y para poder entender mejor todo lo que Jesús había hecho y enseñado en aquellos pocos años que Jesús había pasado en medio de ellos en Palestina.

Claves para leer el evangelio de Marcos

a) El Evangelio de Marcos es una narración.

Una narración es como un río. Recorriendo el río en barca, no se perciban las

divisiones de las aguas. El río no tiene divisiones. Es un solo fluir, desde el principio hasta el fin. En el río, las divisiones las haces tú a partir de la orilla. Por ejemplo, puedes decir: “ ¡Qué bello espacio de río el que va de aquella casa en la curva, hasta aquella palmera que está tres curvas después!” Pero en el agua no se ve ninguna división.

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La narración de Marcos fluye como un río. Sus divisiones las encuentran los oyentes en la orilla, o sea en los lugares por los que Jesús pasa, en las personas que Él encuentra, en los caminos que recorre. Estas indicaciones en las márgenes ayudan a los oyentes a no perderse en medio de tantas palabras y acciones de Jesús y sobre Jesús. El cuadro geográfico ayuda al lector, o lectora, a caminar con Jesús, paso a paso, de la Galilea hasta Jerusalén, del Lago hasta el Calvario.

b) El Evangelio de Marcos ha sido escrito para ser leído de una sola vez.

Los hebreos así leían los libros pequeños del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en la noche de Pascua leían de una sola vez todo el libro del Cantar de los Cantares.

Algunos expertos creen que el Evangelio de Marcos ha sido escrito para ser leído de

una sola vez todo entero en la noche de Pascua. Ahora bien, a fin de que los oyentes no se cansaran, la lectura debía tener sus divisiones, sus pausas. Porque, cuando una narración es larga, como la del Evangelio de Marcos, su lectura debe interrumpirse de vez en cuando. Se debe tener pausas en algunos momentos. Si no, los oyentes se pierden.

Estas pausas ya estaban previstas por el mismo autor de la narración. Estaban

señaladas con pequeños sumarios entre una lectura larga y otra. Estos sumarios son como bisagras que recogían lo que se había leído antes y abrían el camino a lo que venía después. Esto permite pararse y empezar de nuevo, sin interrumpir la secuencia de la narración. Eso ayuda al oyente a situarse dentro del río de la narración que fluye.

El Evangelio de Marcos tiene muchas de estas pausas que permiten descubrir y seguir

el recorrido de la Buena Noticia de Dios que Jesús reveló y que Marcos nos cuenta. En total hay seis bloques de lecturas más largas, intercaladas de pequeños bisagras o sumarios, donde es fácil hacer una breve pausa.

Basándonos en estas claves, presentamos aquí una estructura del Evangelio de

Marcos. Otros lo dividen diversamente. Cada división tiene su marca distintiva y su valor. El valor de una organización es aquél de abrir uno de los muchos modos de entrar en el texto, de ayudarnos a descubrir algo de la Buena Nueva de Dios y de llevarnos a percibir el camino que Jesús abrió para nosotros hacia Dios y hacia los hermanos.

b) Una Estructura del evangelio de Marcos

. Introducción: Mc 1,1-13: Comienzo de la BUENA NUEVA

Prepara el anuncio

Sumario: 1,14-15

1) Mc. 1,16 - 3,16 : Crece la Buena Nueva - Aparece el conflicto

Sumario: 3,7-12

2) Mc. 3-13 - 6,6: Crece el conflicto - Aparece el Misterio

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Sumario: 6,7-13

3) Mc. 6,14 - 8,21: Crece el Misterio - Aparece el no entendimiento

Sumario: 8,22-26

4) Mc. 8,27 - 10,45: Crece el no entendimiento - Aparece luz obscura de la Cruz

Sumario: 10,46-52

5) Mc. 11,1 - 13,32: Crece la luz obscura de la Cruz - Aparecen la ruptura y la

muerte

Sumario: 13,33-37

6) Mc. 14,1 - 15,39: Crecen la ruptura y la muerte - Aparece la victoria sobre la

muerte

Sumario: 15,40-41

Conclusión: Mc. 15,42 - 16,20: Crece la victoria sobre la muerte

Reaparece la BUENA NUEVA

En esta estructura los títulos son importantes. Indican el soplo del Espíritu Santo, de la

inspiración, que recorre todo el Evangelio. Cuando un artista se siente inspirado, trata de expresar esta inspiración en una obra de arte. La poesía o la imagen que resulta lleva en sí esta inspiración.

La inspiración es como una fuerza eléctrica que corre invisible entre los hilos y

enciende las lámparas en nuestras casas. Así, la inspiración corre invisible en las palabras de la poesía o en la forma de las imágenes para revelar o encender dentro de nosotros una luz igual o casi igual a la que brilló en el artista. Es por este motivo por el que las obras de arte nos atraen tanto. Lo mismo sucede cuando leemos o meditamos el Evangelio de Marcos.

El mismo Espíritu o la Inspiración que mueve a Marcos a escribir el texto, queda

presente en el hilo de las palabras de su Evangelio. A través de su lectura atenta y orante, este Espíritu entra en acción y comienza a obra en nosotros. Así, poco a poco, descubrimos el rostro de Dios que se reveló en Jesús y que Marcos nos comunica en su libro.

d) Una estructura del texto para ayudar a la lectura: Mc. 7,31: descripción geográfica: Jesús está en un territorio fuera de la Judea Mc. 7,32: la situación del hombre: sordomudo Mc. 7, 33-34: el gesto de Jesús para curar al hombre Mc. 7,35: el resultado de la acción sanadora de Jesús Mc. 7,36: la recomendación del silencio no es obedecida Mc. 7,37: el elogio del pueblo

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e) Re-lectura del texto:

Mc.7,31: Jesús en la tierra de la Decápolis El episodio de la curación del sordomudo es poco conocido. Marcos no dice

claramente dónde se encuentra Jesús. Da a entender que está fuera de la Palestina, en tierra de paganos, atravesando una región llamada Decápolis: «Decapolis» significa, literalmente «Diez ciudades». Era pues una región de diez ciudades al sudeste de Galilea, cuya población era pagana, marcada por la cultura helenista.

Mc.7,32: Un sordomudo es llevado a Jesús. Aun cuando no estaba en su propia tierra, Jesús es conocido como uno que puede

curar enfermos. Por esto el pueblo le lleva un hombre sordo que habla con dificultad. Se

trata de una persona que no puede comunicarse con los otros. Es la imagen de muchas

personas que hoy viven masificadas en las grandes ciudades en completa soledad, sin la posibilidad de comunicación

Mc.7,33-34: Una curación diferente El modo de curar es diferente. El pueblo deseaba que Jesús impusiese simplemente

las manos sobre el enfermo. Pero Jesús va mucho más allá de la petición. Jesús lleva al

hombre lejos de la gente, pone los dedos en los oídos y con la saliva le toca la

lengua y miró al cielo, suspiró profundamente y dijo: «Effetá», que significa

«¡Ábrete!».

- El dedo en los oídos recuerda la frase de los magos de Egipto que decían:

«Aquí está el dedo de Dios» (Ex. 8,15) y también la frase del salmista: «¡Abriste mis oídos!» (Sal. 40,7).

- El toque de la lengua con la saliva restablece en ella la facultad de hablar. En

la opinión del pueblo de aquel tiempo, la saliva tenía un poder medicinal.

- La mirada hacia lo alto indica que la curación viene de Dios.

- El suspiro es un modo de súplica.

Mc.7,35: El resultado de la curación

En el mismo instante, los oídos del sordo se abrieron, la lengua se soltó y el hombre comenzó a hablar correctamente.

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¡Jesús desea que el pueblo abra los oídos y suelte la lengua! ¡También hoy! En muchos lugares, a causa del comportamiento del poder mal utilizado, el pueblo está callado y no habla. Es muy importante que el pueblo pueda recuperar la palabra dentro de la Sociedad y de la Iglesia para poder expresar su experiencia de Dios y así enriquecerse todos, incluso los dirigentes religiosos.

Mc.7,36: Jesús no quiere publicidad

Jesús ordena que no cuenten lo que ha sucedido. Algunas veces se exagera la

importancia que el evangelio de Marcos atribuye a la prohibición de divulgar la curación, como si Jesús tuviese un secreto que debía mantener. De hecho, algunas veces Jesús ordena no divulgar la curación (Mc. 1,44; 5,43; 7,36; 8,26).

Aquí, Él pide silencio, pero obtiene el resultado contrario. Cuanto más prohíbe, tanto

más la Buena Nueva se difunde (Mc. 1,28.45; 3,7-8; 7,36-37). Por otra parte, en la mayoría

de los casos, o sea en todas las otras veces que Jesús obra un milagro, no pide silencio. Es más, una vez pide publicidad (Mc. 5,19).

Mc.7,37: El elogio del pueblo Todo el pueblo quedó admirado y dijo: “¡Todo lo hizo bien!” Esta afirmación hace

recordar la creación: «Dios vio que todo lo que había hecho era muy bueno» (Gn. 1,31).

A pesar de la prohibición, las personas que asisten a la curación empiezan a proclamar lo que habían visto, resumiendo la Buena Noticia de Jesús con estas palabras:

«¡Todo lo ha hecho bien!».

Es inútil prohibir hablar. ¡La fuerza interna de la Buena Nueva es tan grande que se divulga por sí misma! ¡Quien ha hecho la experiencia de Jesús, lo cuenta a los

demás lo quieran o no!

3. MEDITEMOS LA PALABRA: ¿QUÉ NOS DICE el texto?

- Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en

nosotros e iluminar nuestra vida.

- Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración:

a) ¿Cuál es la conducta de Jesús frente al sordomudo y de frente al pueblo? ¿Cómo

entiendes tú los gestos de Jesús: le puso los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua; mirando después al cielo, emitió un suspiro y dijo: «Effetá»?

b) ¿Cómo entender la preocupación de Jesús que lleva al hombre lejos de la gente?

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c) ¿Por qué Jesús prohíbe la divulgación? ¿Cómo entender la desobediencia del pueblo al mandato de Jesús?

d) ¿Qué otros textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento se evocan o

subyacen en el fondo de este texto?

Mensaje para hoy: Lo que había sido anunciado, se cumple. Jesús que se había aplicado la profecía de

Isaías (Lc. 4), actúa como verdadero liberador del hombre en su enfermedad y en su pecado. Si la ceguera y la sordera son signos de castigo (Mc. 4, 10-12), la curación de la

vista y el oído son signos de salvación, de liberación. El relato de Marcos es una réplica al de Is. 35, 4-7. Si al pueblo en el Exilio se le

promete la salvación, esta salvación vemos que se realiza ahora con la curación del sordomudo en un país pagano. De este modo, el gesto de Cristo se convierte en juicio para los mismos israelitas que lo escuchan y lo ven, y no quieren aceptar su palabra o comprender sus signos.

El mutismo está ligado a la falta de fe (Is. 28, 7-13; Ez. 3, 22-27), la proclamación al

reconocimiento y la fe (Lc. 2, 27-29; Mc. 7, 36-37) de aquéllos que han comprendido que la

era mesiánica ha llegado. El comportamiento «ritual» de Jesús hay que entenderlo atendiendo al significado de

los gestos y a la intención de Marcos (cfr. Mc. 8, 22-26). Hay diversas interpretaciones. Es

interesante notar que si Jesús lleva al enfermo «fuera» de la multitud, es para indicar que

ésta por su manera de pensar y de ver no puede comprender lo que hace. Hay que aceptar a Cristo para comprender su liberación.

4. OREMOS CON LA PALABRA: ¿QUE LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS?

Dios, Padre nuestro, Tú no admites diferencias ni discriminaciones.

Por eso, en nuestra oración, no queremos recordar a unos y olvidar a otros,

sino que nuestra plegaria sincera sea por todos.

En tus manos divinas de Padre ponemos los esfuerzos de nuestro País

por la paz para todos, con comunión y reconciliación.

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Concede a la Iglesia que proclame siempre la salvación liberadora de Cristo

y se comprometa a realizarla en nuestro mundo, particularmente en nuestra Patria.

Que nuestros gobernantes y líderes sociales

no busquen sus intereses, sino el servicio en la justicia a la comunidad humana.

.

Que todos los hombres y mujeres que luchan por la verdad y la justicia

encuentren en nosotros un apoyo sincero.

Que en la comunidad cristiana no haya discriminaciones y nuestro culto responda a una vida social según el Evangelio.

Padre, que nos has creado a todos iguales,

para que nos amemos y ayudemos, danos tu fuerza para luchar contra toda discriminación e injusticia,

de manera que un día lleguemos a la liberación plena.

Dios poderoso y justo, que enviaste al mundo a tu Hijo para dar vista a los ciegos y oído a los sordos;

para liberar a los pobres de la opresión y sacar de la cárcel a los presos.

Tú que conoces nuestras esclavitudes e injusticias abre nuestros oídos para escuchar tu Palabra,

y danos tu luz para que comprendamos nuestra misión liberadora en el mundo.

Por Jesucristo, Nuestro Señor...

Amén.

5. CONTEMPLEMOS LA PALABRA Y COMPROMETÁMONOS: ¿QUÉ NOS PIDE HACER la PALABRA?

Ser libres para amar...

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Con frecuencia, nos hallamos bajo el signo de la opresión. El miedo esclaviza los corazones. Las enfermedades oprimen el cuerpo. Dios quiere liberar nuestro corazones angustiados, pero debemos dejarnos sanar, debemos dejarnos liberar.

Que no nos de miedo caminar con la verdad... dejar de ser cómplices del mal con

nuestro silencio... y que actuemos siempre con libertad y responsabilidad. La realización práctica del mensaje cristiano -y, por lo tanto, el crecimiento de la nueva

vida-, radica para Santiago en ponernos generosa y desinteresadamente al servicio de los desheredados de la fortuna y, al mismo tiempo, en saber mantenernos protegidos contra los falsos criterios del mundo.

Debemos, por tanto, revisar nuestros intereses, nuestras intenciones, nuestro afán de

protagonismo, de favoritismos, de dinero fácil... Ajustar nuestros caminos a los caminos de Dios, nuestros criterios a los criterios de Dios, si queremos ser realmente liberados y libres.

Compromiso de liberación El cristianismo «no parte de cero». No tiene necesidad de inventarse el camino ni de

copiar de otras ideologías para luchar por la liberación. Dios nos ha dicho su voluntad y nos ha precedido Cristo con su ejemplo.

Lo mismo que Cristo, nuestra actuación en el mundo debe ser liberadora de toda

opresión, de toda injusticia entre los hombres, por un compromiso real en la transformación del mundo que nos rodea.

Cuando los signos de nuestra fe sean los compromisos por la liberación de todo mal y

egoísmo humanos, entonces comprenderán los hombres de hoy nuestro lenguaje y nuestra vida.

El culto verdadero no puede compaginarse con la discriminación y la humillación de los

pobres, ni dentro ni fuera de la asamblea cristiana. Cuando la vida social está establecida sobre una brutal diferencia de clases y reina la injusticia, las manifestaciones cultuales de quienes sustentan esta situación son una injusticia contra el evangelio de Cristo.

Cristo es el centro de la liberación plena, porque ha vencido la raíz última de toda

opresión: el pecado. Sólo desde la fe pueden comprenderse sus signos y aceptar sus compromisos.

Para orar y vivir la Palabra:

«Alabaré al Señor mientras viva»

La alabanza es la reacción espontánea del hombre ante las maravillas realizadas por Dios en la creación o en la historia. Es una manera bonita y

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elegante de decirle a Dios: ¡Qué grande eres! ¡Qué magnífico! ¡Qué fabuloso!...

Yo, Señor, he nacido para alabarte. Cuando te alabo, te bendigo, te doy gracias, me reafirmo en mi ser de hombre. Cuando más te alabo soy más hombre. La alabanza, cuando es auténtica, me lleva a sintonizar con los gustos de Dios; por eso me inclina a preocuparme por tantos hermanos míos, amados por Dios.

Señor, yo te alabaré mientras viva. Yo quiero encontrar en la alabanza el sentido último de mi vida y, lo mismo que el ruiseñor muere cantando, yo también quiero morir alabándote.

«El martirio es una gracia que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro».

(Mons. Oscar Romero)

Algunas preguntas para meditar durante la semana 1. Este salmo comienza y termina con un aleluya. En medio del mismo hay un interés

por los pobres, las viudas y los huérfanos. ¿Sé conjugar la alabanza a Dios con el compromiso con los hermanos?

2. El Señor mantiene siempre su fidelidad. ¿Me fío yo de los hermanos de mi

comunidad? ¿Existe en m i comunidad un clima de confianza? 3. El Señor ama a los justos. ¿Me siento profundamente amado de Dios? El amor de

Dios ¿me incentiva a amar a quienes tienen ideas distintas de las mías?

P Carlos Pabón Cárdenas, CJM.