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Letras SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 29 DE MARZO DE 2014 | DE CAMBIO [ Letras ] Octavio Paz y los infrarrealistas FORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES JAIME MARTÍNEZ JAIME MARTÍNEZ JAIME MARTÍNEZ JAIME MARTÍNEZ JAIME MARTÍNEZ | PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6 Primavera a la vista CREACIÓN CREACIÓN CREACIÓN CREACIÓN CREACIÓN OCTAVIO PAZ| PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 Juan Gelman Poesía de un dolor sin nido, al intemperie MIGUEL ÁNGEL TOLEDO | PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 José Emilio y mis batallas en el desierto MANUEL NOCTIS | PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 El joven Pacheco MIGUEL ÁNGEL FLORES| PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 Wagyu. La atención A LA SAZÓN A LA SAZÓN A LA SAZÓN A LA SAZÓN A LA SAZÓN NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS | PAG. 3 PAG. 3 PAG. 3 PAG. 3 PAG. 3 Hannibalismo EL TERCER OJO EL TERCER OJO EL TERCER OJO EL TERCER OJO EL TERCER OJO SYLVAIN PROVILLARD| PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7 PAG. 7

Letras 29 de marzo

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LetrasSUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 29 DE MARZO DE 2014 |

DE CAMBIO[Letras]Octavio Pazy los infrarrealistasFORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES JAIME MARTÍNEZ JAIME MARTÍNEZ JAIME MARTÍNEZ JAIME MARTÍNEZ JAIME MARTÍNEZ | PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6

Primavera a la vistaCREACIÓNCREACIÓNCREACIÓNCREACIÓNCREACIÓN OCTAVIO PAZ| PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8

JuanGelmanPoesía de undolor sin nido,al intemperieMIGUEL ÁNGEL TOLEDO | PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2

José Emilioy mis batallasen el desiertoMANUEL NOCTIS | PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4

El jovenPachecoMIGUEL ÁNGEL FLORES| PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5

Wagyu. La atenciónA LA SAZÓNA LA SAZÓNA LA SAZÓNA LA SAZÓNA LA SAZÓN NETZAHUALCÓYOTL

ÁVALOS ROSAS | PAG. 3 PAG. 3 PAG. 3 PAG. 3 PAG. 3

HannibalismoEL TERCER OJOEL TERCER OJOEL TERCER OJOEL TERCER OJOEL TERCER OJO SYLVAIN PROVILLARD|PAG. 7PAG. 7PAG. 7PAG. 7PAG. 7

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2 2 2 2 2 | LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN SÁBADO 29 DE MARZO DE 2014

Juan GelmanPoesía de un dolor sin nido, a la intemperiePOR MIGUEL ÁNGEL TOLEDOPOR MIGUEL ÁNGEL TOLEDOPOR MIGUEL ÁNGEL TOLEDOPOR MIGUEL ÁNGEL TOLEDOPOR MIGUEL ÁNGEL TOLEDO

Para Daniela Morales Becerra, con amor,por el color y las alas de su corazón, quetiembla y vuela como un beso de luz en mib o c a

uan Gelman se pregunta en “Carta ami madre”: ¿Por qué escribo versos?/ ¿para volver al vientre donde todapalabra va a nacer? / ¿por hilo te-nue? / ¿la poesía es simulacro de vos?

/ (…) siempre conmigo fuitre doble / tehacía falta y me echaste de vos / ¿paraaprender a sernos otros?

La vida es en sí misma dispersión, senace y se hacen las distancias, se podríadecir que nacer es dispersarse, que naceres caer a la intemperie, como pájaros de ladesdicha, sin más vuelo ni canción que lasangre, que todo nacimiento es volver areconstruir desde el vacío nuestro propionido: y es justamente lo que el poeta ar-gentino hace con su poesía, en la quese(nos) -o nos(se)- propone construir loinconstruible, ante la pérdida del “nos” laantítesis, la ensoñada voz del “vos”, quees la nostalgia, la multitud que se añora enese reconstruido canto del “vostú” la adap-tación de lo disperso, la paradoja como uncandil roto tras la puerta donde aguarda“la palabra que no decís delgada/ comosueño”. Se propone construir “su verdad/su cuento/ su telita”. Su poesía es el oficiodel no/olvido, trabajo amoroso e imposi-ble “como velita ardiendo en/ lo más vio-lento de los vientos/ cada hora es trabajode vos/ o me trabajo para hacerte”.

Por eso, durante su vida exiliar por paí-ses y patrias, su verso vosfruto creció altocomo un dolor sin nido, un dolor a la in-temperie hecho nido, a la vista de todosnosotros, de vos y de mí.

Todo poema nace de un no poder más.La creación misma es un no contener, nopoderse contener y volar y nidar en buscade “otra región / tan diferente de esta /fabricación de vos / salida sobre / sí mis-ma / fuera de sí misma”. Se elabora un ver-so y otro y otro, cada día, día a día, por-que el mundo mismo es creador de distin-tos discursos, el poema es también un dis-curso totalizante que permite rechazar larealidad, equiparándola al discurso mis-mo. Se nace y el mundo se dispersa, cadapalabra es un nuevo mundo desde la len-gua que las exilia, donde las palabras serompen en fusión, el más allá de la identi-dad, la trascendencia del uno y del otro,mundo del “vosmí” que es en sí un totali-zador juego circular de los pronombres,central en la mayoría de los poemas delpoeta Juan Gelman, fallecido el pasadomartes 14 de enero en la capital mexicanaa los 83 años de edad.

Gran poeta, gran ser humano, conside-rado uno de los más destacados autoreshispanoamericanos del siglo XX, recono-cido también por su activismo político, acausa del cual tuvo que exiliarse de Argen-tina en 1975, tras la instauración de la dic-tadura militar, poeta humano en medio deldolor como César Vallejo, a quien admiró

Esta es la verdad, nació y murió en unconstante mundo disperso del exilio, na-ció y escribió casi vivo poemas y versosque antes de serlo habían sido llorados,que antes de ser leídos ya habían sidotemplados y temblados por su alma. Aquíla realidad, que también es dispersa, estáen su verdad, y la verdad que se dispersatambién es circular como esa geografíaHistórica, suya y nuestra, fragmentada yescrita en la derrota. Juan Gelman sabe quees el hombre mismo quien se dispersa a símismo al dividirse en los otros, pero igual-mente conoce la amenaza y siente la penaaltísima de las reuniones o encuentros:toda unión es fugaz y muy largo el olvido.Amor grande de hijo, de padre, de amigo,de poeta, con los ojos abiertos a la muertepara poder vencer y emigrar los límites dela individualidad, para superar el cercocarcelario de la palabra y del tiempo.

Porque es el tiempo, junto a las distan-cias, lo que debe ser reconstruido. El granenemigo de todo, tal como lo conocemos,es el tiempo, cuando cada cosa nace omuere ya está ahí, y de este discurso quenace fatal surge la linealidad que todo lodivide y lo dispersa, el curso de la palabray de los ríos que no se juntan ni en “el solomar oscuro”, ni en el instante redondo delhombre que es el vértigo circular de lo quese añora nido. En la poesía gelmanianatodo, poema, cielo, tierra, amor, es circu-lar como un nido que cae permanentemen-te a la intemperie, toda realidad es pari-dora de los destierros, de las distancias ylas derrotas. Todo es circular. El olvidomismo es circular porque es un nido vacío,perfecto, sin recuerdos, suspendido con-tra la intemperie de la Historia.

Juan Gelman propone a lo largo y an-cho de su obra duplicar el sumvuelo,sumjuego es una labor de escultor o albañilque ayunta palabras y hojas de árboles,“como piedras que caen / de vos amonto-nando muros / estos muros de vos comopalabras / que me piedran” “resequedadesde arder en la herramienta / que labra elalma como piedra”. Trabajo obsesionadodel poeta Gelman, reiterativo, circular,como un abecedario que colinda todo en“vos”, “vosmí”. De vocabulario concentra-do y escueto, palabras repetidas comoconjuros contra la distancia, como un mis-mo conjuro a la muerte y al olvido. Músi-ca de la letanía, golpes constantes y rápidosa la puerta del cielo, y murmullos conti-nuos a la puerta del alma.

Este modo de concentrar lo esencial es,más que un juego, un vuelo circular de lospronombres, personas que van y vienen,un juego modular constante de murmullosdel “vos”. El “vos” es el canto y llamamien-to del poeta, es la claridad que busca, labondad que nombra, el poema, el consue-lo, la mujer, la patria, el amigo, el país, “Hierro que morás mi corazón como yerradel alma”, “agua reunida donde nadiesabe”. El “vos” es el “vosmí” que se nom-bra y escribe para no olvidar ciertos frag-mentos de un cuerpo, “cierta como tu

y a quien Gelman le debe tanto, poeta-obrero que construye no castillos ni moli-nos de viento en la voz sino poeta-obrerode la humanidad, que nos enseña que delhorror nace la belleza y se dispersa.

Poeta que (a decir de quienes lo cono-cieron y trataron) pese a los reconocimien-tos que recibió como el Cervantes en2007, no perdió nunca la humildad ni elsentido humano, aspecto que quienes nolo tratamos podemos inmediatamenteapreciar en su poesía, además del compro-miso político y social que, desafortunada-mente, lo llevó a padecer la tragedia de suhijo Marcelo, asesinado durante la dicta-dura argentina, junto a su nuera María Clau-dia, y el nacimiento de su nieta Macarena,de la que supimos 25 años después, nacidaen cautiverio tras el asesinato de sus pa-dres, a la cual Gelman buscara incansable-mente hasta encontrarla. Poeta comprome-tido, de una profunda coherencia ética yestética, cuya dignidad y honestidad haciala verdad y la justicia deberían ser un ejem-plo para todos los que, en mayor o menormedida, formamos parte de la república delas letras, de la pequeña patria individualque construimos con la palabra.

J

Juan Gelmanpropone a lolargo y anchode su obraduplicar elsumvuelo,sumjuegoes una laborde escultoro albañilque ayuntapalabrasy hojas deárboles

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SÁBADO 29 DE MARZO DE 2014 LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 33333

mano, puesta sobre mi vida”… “tu hermo-sura / apretada bondad/ señora”. El “vos”gelmaniano es un intento de reconstruc-ción, es la unión lograda de la persona y elpoema. El “vos” es en principio y fin siem-pre circular.

Todo tiene un centro, toda flor y tododolor tienen un centro en común, crecenla distancia y el abrazo en un mismo cen-tro, violentamente: “crece violentamentela flor unitiva” de la metáfora, “como ca-lor del corazón / donde la mundo se amu-jera”. O “los esposos que no se puedenapartar / secreta unión en el centro / muyinterior del alma / criatura juntadita a micriatura / piel a mi piel / médula que meardés / en llama única donde vosmí / cre-pitamos al sol de la justicia”.

En la poesía de Gelman no hay una tradi-ción única ni persona verdadera. No hayuna única poética válida para nombrarse,sino una “vosque” y un “vosque”, un círcu-lo donde nace y anida la noche, y en el queJuan Gelman pertenece al “manzano delamor crecido”, al “árbol regado con la san-gre del admirable amor”. Su “vos” viene dela reconstrucción poética con la solidez dela herencia de los siglos, el “mí” en cambioseñala la precariedad del nido de cada poe-ta. El “mí” de la propia incertidumbre acu-ñándose en la recia fronda de la lengua,aquel “Crean en mí” del Quijote: el “mí” esel rostro exiliar del nidar como único espe-jo de la poesía “para que el vuelo sea posi-ble”, comprobando “a cada instante sulentitud / y cómo se desangra y lo que hayque trabajar”. Poética del ayuntar pajitas ylodo, superando la desolación del “fondode la noche donde cada palabra es astrofrío”.

Este desesperado intento de construirun lugar desde la lengua que anule la his-toria, está condenado constantemente alfracaso. Juan Gelman lo reconoce en losdos últimos poemas que cierran Com/ po-siciones de 1983. Son “el fénix” y “cuan-do”. En el primero afirma “confundí tubondad con candor / tu candor con des-cuido del mundo”. La realidad no será su-primida por la letra, ni el destino de estepoeta (ni de ningún otro) es el del ave querenace de su nido. Ambos poemas afirmanla historia de la muerte frente al intentopoético. Esa madre y esa patria que ex-pulsan al hijo poeta (el mundo es un nidoque expulsa) lo obligan a ser el otro, paraque en su destierro busque el cordón quelo reúna por la saliva al origen.

Y cuando Gelman, desde su exilio, seinterroga si la salida del refugio maternofue su verdadero exilio y gran adiós a lapalabra, no nos está negando otras verda-des, es más bien un repensar la misma poé-tica desde la dialéctica del oficio de leer yde la escritura.

Gelman padeció muchos exilios -Roma,París, Madrid, Nueva York, México- y unmismo camino: la defensa de la libertad yla justicia, trabajada humana y magistral-mente en su obra poética, en la que entranen juego todas las potencialidades del len-guaje, incluidas siempre su función comu-nicativa y social.

El poeta Juan Gelman acaba de nacer ypartir a su último exilio, acompañado nopor la muerte sino por la vida que tambiénparte, se ha ido y ahora sí para siempre.

Los verdaderos poetas no nacen, seconstruyen a la intemperie, fuera del nido:los poetas como Gelman no nacen sino queson seres que se autoconstruyen y nuncamueren. ¿Por qué escribo versos?/ ¿paravolver al vientre donde toda palabra va anacer?

WAGYU

La atenciónA LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSASA LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSASA LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSASA LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSASA LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS

s un acto que enamora. De hecho, ErichFromm, en su ensayo El arte de amarseñala al hecho de poner atención, alser u objeto amado, como fundamentoactivo de amar. Dedicar atención y tra-

bajo, por el auténtico gusto de hacerlo, soningredientes viables en el sustento del amorautónomo, libre y culminante.

Amar no se limita a un vínculo dependientee interpersonal, puede ser una actitud gene-rosa, una aportación a la integridad de la e-xistencia mutua. El amor se manifiesta consolo prodigarlo y puede hacerse en diversasformas: erótico, fraternal, amistoso, a unomismo, a la comunidad, a la naturaleza, alarte, al cultivo, a la comida.

La atención implica observar deseos y ne-cesidades de la persona u actividad de nues-tros afectos: cuidarla, comprenderla, arre-glarla, curarla, acomodarla, hacerla trascen-der; poner énfasis en los detalles, intuir an-helos, elegir adecuadamente; proponer sutil-mente, sorprender. Ponerle sabor a los mo-mentos en común.

Cocinar puede y debe ser un acto amorosoen varios sentidos: la elección del platillo y delos ingredientes más bellos y saludables, laorganización ingeniosa de los insumos e ins-trumentos; la mesura y paciencia invertidos;y muy importante, la atención detallada quese obsequia a todos los procesos, siempremadurando en la generosidad hacia los demás.

Otra parte nutritiva es servir la mesa: cu-brirla con un cálido mantel y adornarla, dis-poner de una vajilla y cubiertos agradables yacomodarlos de forma comedida y estética;acercar los condimentos, especias, salsas yaderezos; dar temperatura, tiempo y orden,adecuados, al servir cada sopa, vianda o postre.

Existen, además, algunos seres consenti-dos para que resulten en comida colmada-mente agradable, tal es el caso de un tipo deternera reconocida por aprovisionar la me-jor carne del mundo. Su nacionalidad es ja-ponesa. De hecho, su nombre refiere a su ori-gen. Se llama wagyu; sencillamente signifi-ca: vaca japonesa. Curiosamente, el prefijowa implica armonía, por eso dicho vocablotambién se le atribuye al espíritu de toda laNación nipona.

Este ganado se cultiva con todos los cuida-dos habidos y por haber; digamos que conamor. Se creé en la posibilidad de otorgarleuna vida cómoda para que desarrolle unaesencia deliciosa. El cuerpo y la sangre delwagyu son una ofrenda para dar alegría y vi-talidad a parte de la humanidad.

Aunque cada ganadero tiene rituales secre-

Etos de crianza, las atenciones generales quereciben estás geishas vacunas son portento-sos: paseos relajados, sesiones de músicarefinada, baños tibios, masajes perfumadoscon sake (el alcohol de arroz por excelencia),lechos de paja en establos inmaculados, desa-yunos con cerveza para abrir apetito y bajarel colesterol; y por supuesto, comilonas concereales y pastos orgánicos de alta propiedad.

El resultado de los cuidados, y el sacrificiode estas bellas rumiantes, es una carne de unsino marmoleado de salud y sabrosura; esdecir, con fina y reducida grasa entreveradaentre eminente masa muscular. Lo que sepuede disfrutar es el máximo sazón para unacarne tierna, suculenta (jugosa), plena deminerales, y de nutrientes conspicuos comoproteínas, y grasas insaturadas (grasas bue-nas), las que ayudan a reducir el exceso dañi-no de colesterol.

Masticar un pedazo de wagyu es como unasuave secuencia de bombas de sabor que,estrato a estrato, van revelando acentos: cro-cante, mineral, jugoso, graso… pulposo. Lue-go de probar tal manjar, sólo puedo decir:gracias por el empeño y la dedicación en elcultivo de este virtuoso producto.

Alimentarnos de otros seres vivos (anima-les, vegetales, hongos o bacterias) no es unacto cruel; es concurrir a la violenta y revo-lucionaria reintegración vital. Si nuestrosancestros no hubieran incluido la carne ensu dieta, su cerebro, y por ende nuestra inte-ligencia, no se habría desarrollado como paraatender una buena crianza y a una muerterápida y piadosa de algunos seres vivos quenos ayudan a bien vivir. Simplemente noreconoceríamos la diferencia. Así es la para-doja de la existencia humana.

LA NOTA, LA RECETA O EL REMEDIOCocinar un solomillo de wagyu implica tacto,sutileza y respeto. En principio es una carnede consumo temprano (debe evitarse sucongelación). Asarla, es un acto deprestidigitación, y sensibilidad respecto a suaspecto optimo: hay que tener las brasassosegadas, recostarla suavemente parasellarla; dejarla escasos minutos (hastareconocer su adecuado color y olor) y voltearcon delicadeza para terminar de sellar y dejarsus jugos intactos en el interior.Inmediatamente se emplata junto con unaensalada tipo oriental. Nada más. El costo deun corte de dos kilos de carne de wagyu, de lamáxima calidad, alcanza los cuatro mil yenes,el equivalente a 380 euros; unos seis milpesos mexicanos.

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José Emilio Pacheco ymis batallas en el desiertoCRÓNICA CRÓNICA CRÓNICA CRÓNICA CRÓNICA :: POR MANUEL NOCTISPOR MANUEL NOCTISPOR MANUEL NOCTISPOR MANUEL NOCTISPOR MANUEL NOCTIS

e de empezar diciendo que no me gus-ta la poesía. Aunque mis primeros pi-ninos se dieran queriendo escribir can-ciones y después “poesía”, no soy muyadepto a lo que actualmente dentro de

este género se escribe (me fastidian la mayo-ría de los poetas). Aunque bien, si puedo ase-verar algo, como ya lo dije en otra ocasión,“lo que más me gusta es la poesía rompe ma-dres, sórdida; la que te revienta el hocico deun madrazo…”.

Corría el año 2006 (lo digo así para vermemás pro como algunos periodistas lo hacen) yestaba a mitad de mi carrera universitaria. Larevista chafona que dirijo cumplía dos años yen la edición conmemorativa habíamos dedi-cado un espacio a la señora que quiso ser se-cretaria de cultura con López Obrador: Ponia-towska. El Encuentro de Poetas del MundoLatino se celebraba en la ciudad y a mí me im-portaba un comino que esto se llevara a cabo.

Yo era un muchacho aún imberbe en laedición, la escritura y el periodismo no sediga: era un pendejazo, para que me entien-dan. Pero quise ir al Teatro Ocampo a la últi-

H ma mesa de lectura que se celebraría dentrode ese Encuentro porque recién había leídoLas batallas en el desierto y quería saberquién era aquel detrás de esa pequeña nove-la (no lo conocía personalmente, más allá deque los carteles mostraban su rostro).

Con un ejemplar de mi revista bajo el bra-zo, llegué al citado teatro. Varios periodistasdesesperados deambulaban por doquier bus-cando y preguntando por el homenajeado enturno. Yo solamente veía sus rostros desen-cajados porque estaba a unos minutos de co-menzar el evento y no encontraban por nin-gún lugar a Pacheco. Ahora lo entiendo, to-dos querían tener la primicia y el afamadoescritor al parecer no andaba por ahí.

No sabía si entrar o regresar a casa, así queme instalé en las escaleras que dan hacia elcafé del lugar. Hojeaba la revista y me pre-gunté qué jodidos hacía ahí, pues ni me ani-maba a entrar ni me decidía irme a casa. Meparé y me dirigí hacia la puerta última delteatro, quise entrar, pero me lo negaron: Yaestá totalmente lleno, no puedes pasar. Porpendejo, me dije, y regresé al lugar donde

antes me encontraba.Si no quería estar ahí y no me habían deja-

do entrar, no entendía por qué había vueltoa situarme en esas escaleras. Cuando todosse encontraban dentro, una persona alta ymedio encorvada rondaba por ahí y se sentóa mi lado. No le di mayor importancia. El si-lencio llegó, los minutos pasaron y se acercómi amigo Roberto Lázaro Melo (el primeroen esta faz de la tierra que se atrevió a publi-carme en su periódico Epígrafo de Morelia).Charlamos un rato y pareció darse cuenta dequién a mi lado estaba. ¡Maestro!, le dijo.

¿Ya conoces a José Emilio Pacheco? Mepreguntó Lázaro Melo. Le dije –sin voltear aver-: Sí, acabo de leer su libro de Las batallasen el desierto y vine a ver qué chingadosdecía en su homenaje, pero no me gusta lapoesía, es más, los poetas me parecen unaflotilla llena de mamonería. Ambos soltaronuna risotada y el señor de al lado me tocó elhombro izquierdo y sin dejar de reír me dijo:“Te pareces tanto a ese chamaco (el de LasBatallas) que hasta me recordaste que yo tam-poco quería estar en este evento”.

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SÁBADO 29 DE MARZO DE 2014 LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 55555

En ese momento me di cuenta que eraJosé Emilio Pacheco. Al señor le castrabanlos periodistas y se había escondido en unaparte del lobby para evitarlos. No meentusiasmé tanto como lo hubiera hechoun fan pero me conmovió un tanto su co-mentario. En ese momento salió una per-sona y le dijo que ya era hora. Se marchóaludiendo con la mano y una sonrisa en elrostro… Yo tampoco quería estar ahí, peroaún no tenía la suficiente “edad”, si no,hubiera invitado al mismísimo José Emi-lio al Mukai Bar, lugar que en ese enton-ces se la rifaba con aquello de las chelas yla botana.

Manuel Noctis. (Morelia, Michoacán. 1985)Periodista y escritor. Licenciado en Lengua yLiteraturas Hispánicas con especialidad enEstudios Literarios (UMSNH). Director de larevista Clarimonda Cultura ContraCultura(www.clarimonda.mx). Columnista en ElSilabario (www.silabario.com). Autor del libroDos diseñadoras indie en la cocina (ClarimondaDrunk Ediciones, 2011). Síguelo en Twiter:@ManuelNoctis

El joven PachecoARTÍCULO :: MIGUEL ÁNGEL FLORES*ARTÍCULO :: MIGUEL ÁNGEL FLORES*ARTÍCULO :: MIGUEL ÁNGEL FLORES*ARTÍCULO :: MIGUEL ÁNGEL FLORES*ARTÍCULO :: MIGUEL ÁNGEL FLORES*

l 11 de noviembre de 1965 el joven es-critor José Emilio Pacheco comparecióante un público ansioso de conocer alas celebridades literarias del momen-to. Había sido invitado por su colega,

Antonio Acevedo Escobedo, entonces direc-tor de literatura del Instituto Nacional deBellas Artes (INBA), a cerrar el ciclo Los na-rradores ante el público.

El director del INBA era el también escri-tor José Luis Martínez, quien deseaba así con-tinuar aquella mítica serie de pláticas de losaños cincuenta, en la que los escritores des-tacados del momento le platicaban al públi-co sobre los escritores que habían conocidoy las revistas en las que habían colaborado.

En los años de la mitad de la década de lossesenta, el país había consolidado las políti-cas de modernización industrial impulsadasen forma acelerada por Miguel Alemán. Elperiodismo había evolucionado ante unamasa de lectores de mayor nivel educativo,lo que implicaba un interés creciente en lasartes y las letras, una exigencia mayor en losproductos culturales.

Personajes como Fernando Benítez y JuanRejano habían contribuido a la elaboraciónde un periodismo cultural, cuya máxima exi-gencia era el rigor de la prosa en la que loscolaboradores debían expresarse y la calidadde lo que debía comentarse, haciendo de ladocualquier tipo de complacencias.

La década de los 60 marcaba el ascenso dela producción en medio de una signatura pen-diente: la corrección de la distribución delingreso. Se mejoraban las condiciones de vidade la clase media, pero se ahondaba la zanjaque dividía a ricos y pobres.

José Emilio Pacheco era un joven de tansólo 26 años, pero la solidez de su incipienteobra como narrador, poeta, traductor y pe-riodista cultural constituía la base de su po-der de convocatoria. Ese joven era un mode-lo de precocidad, comparable sólo a escrito-res como Alfonso Reyes, Jaime Torres Bodety Salvador Novo. Desde la primera línea quepublicó se advertía el dominio de su instru-mento de expresión, y la humildad con queaceptaba sus dones para la creación litera-ria. Reconoció las deudas con los mayores yadvirtió de los peligros de la infatuación y lasoberbia .

En su prosa busca mimetizarse con los an-helos, sueños, temores, felicidades y angus-tias de sus lectores. Edificó con su prosa, ysobre todo con su columna de información yreflexión cultural, una ágora para estableceruna conversación con los lectores.

Él aplicó al pie de la letra lo que siempre haquerido su amigo Gabriel Zaid para la letraescrita: hacer de ésta una conversación quenos enriquezca en el conocimiento de noso-tros mismos a través de los frutos culturales.

Su sincera actitud humanista le ganó lec-tores. Su regla, de la que nunca se apartó, erala de que cuanto escribía tuviera una inten-ción didascálica. Su posición ética ante la li-teratura y el mundo fue irreprochable: reco-noció las deudas intelectuales y otorgóméritos a quienes los merecían. La mejor he-rencia que nos deja es la de acercar a los lec-tores a los libros y respetar el trabajo ajeno.

En el ámbito de la crítica jamás pretendióempañar el éxito de quien triunfa ni hacermás amargo el fracaso del que falla. La ecua-

E

nimidad fue la máxima en su vida. Una cuali-dad nada desdeñable.

Su poesía tiene altibajos, Cervantes nosiempre escribió Quijotes, la parte más valio-sa pertenece a su primera etapa; como narra-dor es impecable y como crítico y reseñistaalcanzó altísimos niveles de calidad. La cró-nica que fue su columna “Inventario”, en larevista Proceso, sólo puede ser comparable alas páginas escritas por Novo en sus cróni-cas. Leídas en conjunto se verá que nos dejóel mejor testimonio de cuanto ha sucedido enel mundo de la cultura y la política en los últi-mos cuarenta años, no sólo en México (eneste renglón aventaja a Novo), sino en el mun-do. Y lo supo hacer asumiendo una voz co-lectiva, en el que el “yo”, que distingue a No-vo, pasa a ser el nosotros, que somos los lec-tores y protagonistas de los trabajos y los días.

Hubo siempre un tono pesimista y som-brío en sus juicios, pues no se engañaba antelas debilidades de la condición humana. In-voluntariamente fue el profeta del desastre.Hizo sonar las trompetas del apocalipsis.Muere cuando el país vive su peor crisis devalores y la industria editorial suprime losespacios, sobre todo, de la poesía. Pero siem-pre depositó una inquebrantable confianzade que, al final, la letra escrita permanecerá.

* Premio Nacional de Poesía.

Muere cuando el país vive su peorcrisis de valores y la industriaeditorial suprime los espacios,sobre todo, de la poesía

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Octavio Paz y los infrarrealistasFORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES FORMAS BREVES :: Octavio Paz tuvo muchos enemigos literarios a lo largo de su dilatada vida de poeta. Los infrarrealistas fueron los más singulares. POR JAIMEPOR JAIMEPOR JAIMEPOR JAIMEPOR JAIME

MARTÍNEZ OCHOA MARTÍNEZ OCHOA MARTÍNEZ OCHOA MARTÍNEZ OCHOA MARTÍNEZ OCHOA [email protected]

lo largo de su vida, Octavio Paz tuvomuchos enemigos literarios. Muerto,los sigue teniendo, pues la amarguray el resentimiento son sentimientosque nunca pasan de moda y que se

acentúan, sobre todo si uno no tiene la cabe-za bien puesta.

Contrario a todo tipo de fanatismo, demó-crata hasta la intolerancia, Paz apostó prime-ro por las causas populares sociales y des-pués se decantó por toda crítica a lo que fue-ra totalitarismo, especialmente los de izquier-da, lo que sin duda le granjeó agudas críticasde una buena parte de la intelectualidad lati-noamericana.

Tuvo rivales poderosos y otros de pacotilla,que se escudaban en partidos políticos espu-rios y organizaciones estudiantiles de pocamonta. En el ámbito intelectual también cul-tivó el odio de grandes detractores, quienesle reprocharon su acercamiento con Televi-sa y sus nexos con el poder.

Sin embargo, quizá los enemigos más sin-gulares de Paz fueron los infrarrealistas.

Este grupo de choque literario, encabeza-do por Roberto Bolaño, solía tener una ideabastante particular de lo que era la poesía.

Ubicados en las antípodas del credo pacia-no, los infrarrealistas abogaban por una poe-sía marginal, tremendista, de un surrealismobarriobajero que no entendía de exquisitecesy, por el contrario, se explayaba en la descrip-ción de un mundo decadente y prostibulario.

No eran buenos poetas, como lo prueba elhecho de que ninguno de ellos, ni siquieraMario Santiago Papasquiaro, el famoso UlisesLima, el único que ha gozado de la protec-ción de editoriales oficiales, han logrado des-pertar ya no la simpatía sino la atracción delos posibles lectores.

Que Roberto Bolaño haya triunfado en lanarrativa prueba que lo suyo, más que la epo-peya lírica de una generación tránsfuga, erauna epopeya de tipo épico, con soldados vo-ciferantes que clamaban su odio a los cuatrovientos, especialmente contra aquéllos queconsideraban vacas sagradas.

Mal vestidos y mal leídos, con sus poemasy proclamas escritos en servilletas de papel,los infrarrealistas solían tomar por asalto lasinstituciones en las que se oficiaban talleresliterarios gubernamentales o solían reventaraquellas lecturas en las que los poetas consa-grados leían sus textos.

Era un tiempo extraño ese, donde turbasignorantes solían ir a machacar a las figurasestablecidas sólo porque cierto fanatismo deizquierda mal entendido los obligaba a demos-trar que eran más audaces que sus víctimas.

Cuesta trabajo decirlo, pero Octavio Pazera el reaccionario de moda, al que había quetumbar del pedestal pese a que algunos desus libros de poesía, Ladera Este o Salaman-dra, por ejemplo, tuvieran más rebeldía enun verso que la que podían tener en las venastodos aquellos revoltosos de greña larga,morral de yute y pocas luces.

Orientalista y erótico, palabrero, Paz eravisto como un embajador de los ideales nor-teamericanos y poco importaba que esto fue-ra falso, pues ya se sabe que para los intole-rantes la fe es un instrumento de plomofundido más que una constancia de veracidad.

A

Así que los infrarrealistas decidían boico-tear todo intento de lectura de Paz, a quiendesdeñaban pero a quien no podían dejar delado, con esa extraña mezcla de odio y amorque suelen despertar las grandes figuras.

Extraño y curioso ese mundo en el quedecías representar una forma de hacer poe-sía, pero estabas bastante preocupado en cul-tivar el desdén a tu ogro filantrópico favorito.

Seamos serios, de todos modos y digamosque los infrarrealistas, pese a todo su vigor ysu salvajismo de criaturas nocturnas ydrogadictas, jamás pudieron escribir un solopoema que compitiera con alguno de Paz. Dehecho, el propio Paz tenía poemas (sobretodo en Libertad bajo palabra) que podríanhaber sido no solo el santo y seña de los in-frarrealistas, sino su mismo punto de parti-da. Véase, si no, el poema Las palabras:

Dales la vuelta,cógelas del rabo (chillen, putas),azóta las ,dales azúcar en la boca a las rejegas,ínflalas, globos, pínchalas,sórbeles sangre y tuétanos,séca las ,c á p a l a s ,písalas, gallo galante,tuérceles el gaznate, cocinero,d e s p l ú m a l a s ,destrípalas, toro,buey, arrástralas,hazlas, poeta,haz que se traguen todas sus palabras.

La vida da vueltas, sin embargo y ese Pazvilipendiado, aborrecido, al que querían des-truir Bolaño y compañía se convirtió, con eltiempo, en alguien a quien se le podían reco-nocer ciertos méritos.

No es que de repente los infrarrealistashubieran caído en la cuenta de que lucharcontra Paz era emprender una batalla perdidade antemano, que nadie les había pedido,

además, y que quedaba, para la historia de laliteratura, en una anécdota chusca para con-tar en cafés marginales.

Ocurrió que Bolaño, rebelde hasta el finalde sus días, comprendió que no siempre sepuede mantener el estilo cuando se pelea con-tra pesos pesados de la literatura (otra can-ción es Isabel Allende). Por más que hayamantenido intacta su capacidad de provoca-ción, en algún momento hubo un punto deinflexión que lo obligó a repensar las cosas.

Este reconocimiento surgió, cómo no, enLos detectives salvajes, en cuyas páginasOctavio Paz es un santón de sonoras palabrasque impone el silencio, pero también un sabiomisterioso con quien se puede disentir aun-que no ningunear.

Octavio Paz aparece en uno de los segmen-tos de Los detectives y lo hace de maneraoblicua, a través de la visión de una secreta-ria bastante melindrosa. También apareceUlises Lima y esta escena está rodeado porun halo de violencia que parece que va a re-solverse en un asesinato (o poeticidio, diga-mos) en donde brillarán la sangre y los sesos.Casi podemos ver al poeta tumbado en el pas-to del parque, con los huesos rotos por lapaliza del otro poeta, el marginal. Pero al fi-nal todo se resuelve en buenos términos yOctavio Paz y Ulises Lima se dan un apretónde manos que puede simbolizar muchas co-sas, entre ellas que el viejo pleito generacio-nal ha dejado de ser una opción. Vemos a unPaz interesado en los infrarrealistas y a unlíder de estos poetas dejando que el tiempocure el ardor de las antiguas batallas.

Podemos decir, en esencia, que así fue conPaz y que todos sus enemigos serios tarde otemprano terminaron por descubrir algo queera cierto: Más allá de sus posiciones políti-cas, de sus vaivenes ideológicos, de su intole-rancia de patrón de las letras, Paz es el escritormayor de este país y uno de los grandes poetasy ensayistas universales de los últimos tiem-pos, estrella polar de una literatura mayor.

Octavio Paz.

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SÁBADO 29 DE MARZO DE 2014 LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 77777

esucitar en una serie el personaje deculto que es Hannibal Lecter parecemuy riesgoso, tomando en cuenta quelas cuatro novelas de la saga de Tho-mas Harris ya fueron adaptadas para

la pantalla grande, y que todos los especta-dores asocian al inhumano doctor con An-thony Hopkins, quien dio vida al villano másespeluznante de la historia del cine. Según unaencuesta del American Film Institute, Hanni-bal aventaja en maldad a Norman Bates, elasesino de Psicosis, personaje que es tambiénactualmente el objeto de una serie tituladaBates motel. Si incluimos también a Dexter,The following y Those who kill (basada en unaserie danesa), es evidente que los asesinos enserie están de moda y que los canales de tele-visión explotan a ultranza la fascinación delos espectadores por sociópatas homicidas.

En 1999, Jonathan Demme dirigió El silen-cio de los inocentes, en la cual Hopkins logróconvertir a Lecter en un ícono cultural. Elactor galés volvió a aterrorizarnos 13 añosdespués, en la precuela Dragón rojo. La serieHannibal está justamente basada en el prin-cipio de esta novela, la primera de la tetralo-gía. Narra el encuentro entre Will Graham (in-terpretado por Edward Norton en el filme),detective sumamente inteligente pero ines-table. Graham es capaz de infiltrarse en dra-matizaciones de crímenes para ponerse en lapiel de los asesinos y descubrir sus paraderos.Actúa eficientemente como consultante delFBI para resolver asesinatos en serie, sinembargo, su fragilidad mental y emocionallleva a su jefe, el agente especial Jack Craw-ford (Laurence Fishburne en la serie), a acudira los servicios del mejor psiquiatra de la ciu-dad de Baltimore, el doctor Hannibal Lecter.El actor inglés Hugh Dancy interpreta al jo-ven perturbado, el cual se vuelve una ame-naza para Lecter, ya que siente que podríadescubrir que el asesino en serie que buscanes él mismo.

La primera temporada de Hannibal se cen-

R tra en esta intensa y ambigua relación duran-te 13 episodios que llevan nombres de plati-llos de la cocina francesa, mientras que loscapítulos de la segunda parte de la serie tie-nen títulos relacionados con la comida japo-nesa. El refinamiento gastronómico de Lecterestá representado de manera espectacular,ya que los manjares que el gourmet sociópataprepara a sus invitados se ven exquisitos,incluso para los espectadores que sabemosque la carne preparada no es animal sino hu-mana: ser invitado a la mesa (o, a veces, so-bre la mesa) del doctor es un honor que mu-chos persiguen. ¿Quién no estaría agradeci-do de poder asistir a estos banquetes de altacocina? Con las recetas de Lecter, que en larealidad son obras del español José Andrés(uno de los mejores chefs del mundo, discí-pulo de Ferrán Adrià), más de un vegetarianose podría volver aficionado de tripas, cabe-za, corazón, hígado, riñones y pulmones.

Para interpretar a Hannibal, los producto-res decidieron juiciosamente confiar en elinmenso talento de Mads Mikkelsen. Quizá sunombre no les suena pero su rostro deberíade serles familiar: interpretó al rey Arturoen la versión de Jerry Bruckemheimer, y a LeChiffre, el villano en la película de James BondCasino Royale. ¿Quién mejor que el actordanés y su frialdad escandinava para inter-pretar a este gourmet antropófago impasi-ble? Mikkelsen forma, sin duda, parte de losmejores actores del momento. Su recién Pre-mio al Mejor Actor en Cannes por su inter-pretación de un maestro de primaria falsa-mente acusado de pedofilia en La caza, es unaprueba de su aura internacional.

Mads Mikkelsen empezó su carrera en supaís natal, actuando en la serie de películasPusher, del director Nicolas Winding Refn, elcual se hizo famoso después con cintas comoBronson (con Tom Hardy), Drive y Only Godforgives (ambas con Ryan Gosling). Mikkel-sen volvió a trabajar con Refn en 2010 enValhalla rising, en la cual interpreta a un

HannibalismoEL TERCER OJO EL TERCER OJO EL TERCER OJO EL TERCER OJO EL TERCER OJO :: La serie Hannibal, en su segunda temporada, describe los primeros años del psiquiatra Hannibal Lecter, el famoso antropófago creado por el novelista

Thomas Harris. El danés Mads Mikkelsen encarna al refinado monstruo. POR SYLVAIN PROVILLARDPOR SYLVAIN PROVILLARDPOR SYLVAIN PROVILLARDPOR SYLVAIN PROVILLARDPOR SYLVAIN PROVILLARD [email protected]

esclavo vikingo tuerto viviendo en Escociaen al año mil, y que se escapa para unirse alas Cruzadas. La primera vez que vi a Mikkel-sen fue en la bellísima película de SusanneBier llamada Después de la boda, y desde en-tonces he tratado de ver todas sus obras. Mi-kkelsen puede mostrarse a veces bestial yenergético, o bien apático y flemático, y so-bre todo logra convencer en los papeles másdifíciles, es decir los que consisten en inter-pretar a un hombre común y corriente, conel cual se tiene que identificar el espectador.

Mikkelsen era inicialmente muy escépticosobre este papel, ya que pensaba que Hop-kins había retratado a Lecter a la perfección.Así describe el danés su visión del personajeque encarna: “No es un psicópata típico, tam-poco un asesino en serie típico. Creo que estan parecido a Satanás como es posible, elángel caído. Ve la belleza en la muerte. Y cadadía es un nuevo día, lleno de oportunidades”.Al ver la serie, uno resiente que Lecter es unser único, que convive y tiene afinidades porlos humanos pero que es distinto, que no for-ma parte de ellos, sino que juega con ellos,como un Lucifer tentador.

Hannibal es la cuarta serie creada porBryan Fuller, después de Tan muertos comoyo, Wonderfalls y Pushing daisies, que fue-ron éxitos críticos pero que no lograron pa-sar de la segunda temporada. Esperemos quesu última producción dure más tiempo, yaque el personaje de Lecter y el universoatrevido, oscuro y retorcido de la serie valenla pena ser desarrollados por lo menos unastemporadas más: es respetuosa con la mito-logía del personaje, sin tampoco ser esclavade ella. Después de unos capítulos, uno lograolvidar las películas anteriores para dejarsesumergir en el universo de la serie. Hanni-bal, gracias a destacadas actuaciones y unarefinada cinematografía, logra vencer losretos de la adaptación y convencer a losescépticos. Es sin duda un programa de si-niestra belleza.

Mads Mikkelsen, protagonista de Hannibal.

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Pulida claridad de piedra diáfana,

lisa frente de estatua sin memoria:

cielo de invierno, espacio reflejado

en otro más profundo y más vacío.

El mar respira apenas, brilla apenas.

Se ha parado la luz entre los árboles,

ejército dormido. Los despierta

el viento con banderas de follajes.

Nace del mar, asalta la colina,

oleaje sin cuerpo que revienta

contra los eucaliptos amarillos

y se derrama en ecos por el llano.

El día abre los ojos y penetra

en una primavera anticipada.

Todo lo que mis manos tocan, vuela.

Está lleno de pájaros el mundo.

CREACIÓNCREACIÓNCREACIÓNCREACIÓNCREACIÓN

Primavera a la vistaOctavio Paz