67
1 LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña Tijuana) LA CACERÍA EL HOMBRE EN EL RIO Ensenada, Baja California, diciembre del 2006

Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

  • Upload
    others

  • View
    2

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

1

LOS FANTASMAS DE DOUGLAS

DE VIRGINIA HERNANDEZ

MIRAMAR

LOS ÁNGELES

CALERA

HUACHINANGO

PURE

SOUTH WEST

MISA DE SEIS

EL DESIERTO

TECÚN UMAN

(La pequeña Tijuana)

LA CACERÍA

EL HOMBRE EN EL RIO

Ensenada, Baja California, diciembre del 2006

Page 2: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

2

A mi madre

María Elena López viuda de Hernández, de quien aprendí a imaginar.

Page 3: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

3

MIRAMAR

-I-

El hombre había alcanzado la mitad del río. Llevaba a cuestas a su hijo que contaba con

siete años a lo sumo. Iban solos, rezagados de un grupo mayor que al parecer había

logrado cruzar. Un día antes, le habían dejado un croquis y algunas provisiones. Le

recomendaron también que dejara al niño en algún lugar, que era difícil continuar con

él, pero el hombre se rehusó. Ahora estaba allí, a la mitad del río, resuelto a alcanzar la

otra orilla, de la misma manera que resolvió dejar su tierra y buscar un mejor futuro en

otra, extraña; tal como enfrentó el infortunio de la muerte de su mujer. El hombre

estaba allí, orgulloso también por no haber cedido a la insistencia del grupo para

separarse de su hijo.

-¡Agárrate bien, no te sueltes Jacinto, un poquito más y alcanzamos a cruzar!

¡No te duermas, no te me duermas Chinto…Chintito!

Mira mijo, cómo se ven las luces de la ciudad; si hasta parecen luceros colgados

del firmamento. Como racimos de mangos…

¿Te acuerdas de los mangotes que daba el árbol del camino a Miramar? Eran de

lo de Gertrudis Sánchez. Las ramas salían a encontrarnos al camino… y pos si a los

mangos se les antojaba cruzarse los linderos, uno no tenía la culpa.

¡Ándale, mételos en el morral! También los verdes, esos son los más buenos con

sal y limón…

“¡Órale, maloras!” Gritaba la Sánchez con la escopeta en la mano y ¡patas pa’

cuándo son!…Nos hacía pegar tremenda carrera, ¿te acuerdas, Chinto? Pero ya traíamos

cargadas las alforjas, repletas de mangos maduros y verdes pa’ hartarnos en el camino.

¿Te acuerdas Chinto? ¿Te acuerdas de los festines con mangos?

Page 4: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

4

No te duermas, hazme una seña pa’ saber que no estás dormido. Chapaléale al

agua pero despacito, no nos vayan a oír. Chapaléale pa’ que te desentumas.

El hombre realizó algunos movimientos queriendo desembarazarse del fango que sentía

bajo los pies.

-Mira nomás qué lunota. ¿Ya la viste Chinto? Como la de la canción esa que le

gustaba cantar a tu mamá, la de la luna de octubre… ¿En qué mes estamos?... Ya ni me

acuerdo.

¡Pérate que estoy oyendo ruidos! ¡Quédate quieto! Mete la cabeza y resuella por

la rama del carrizo como te enseñé. ¡Que no nos vean, que no nos vean!

El hombre se sumergió con el carrizo en la boca. Permaneció bajo el agua por algunos

minutos. Luego salió a la superficie aspirando una gran bocana de aire fresco.

-Ora sí, parece que ya pasaron. ¿Me oíste?, ya puedes salir a respirar.

¡Chapaléale al agua pa’ saber que me oíste!

-II-

El grupo que patrullaba la zona del río del lado americano había pasado, pero el hombre

no pudo nadar. Se había atascado. El lodo, la basura y las ramas podridas del fondo, le

impedían avanzar pero no le dijo nada a su hijo. Permaneció allí, tratando de no

moverse, de mantenerse a flote, en espera de que las mismas corrientes que sentía,

furiosas, bajo sus plantas, le liberarán. Permaneció sereno, guardando para sí el miedo

que no quiso compartir.

- ¿Qué te estaba diciendo? ¡Ah sí! A tu mamá le gustaba mucho esa canción,

todo el día la entonaba y por las noches le gustaba cantármela al oído y entonces yo

sabía que traía antojo de caricias.

Page 5: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

5

Nomás empezaba con su voz de trino, se acercaba y luego, luego sentía yo el

escalofrío bajo la panza, como cuando te echas el primer trago de mezcal y te corre el

calor por todo el cuerpo. Nunca se me quitó ese escalofrío cuando sentía tan cerquitas a

tu madre. Dicen que cuando ya llevas muchos años de casado, pos que ya no es lo

mismo, que ya no se siente igual. Pero yo no, a mí nunca se me quitaron los escalofríos.

¿Te acuerdas de las olas de Miramar? Enormes… como de dos metros de altura y te

revolcaban hasta la orilla. Pues ella era así, sabía a agua salada y me arrastraba con su

vértigo. “¡Mujer, eres una mujer marina, canto de sirena!”, le decía. Luego me contaba

de uno que vagaba perdido por el mar porque Dios le había impuesto esa penitencia, y

que un día las sirenas quisieron perderlo, pero que él se amarró al mástil de su barco y

se tapó los oídos para no escucharlas. “Canto de sirena”, le decía y me perdía en ella

hasta encontrar su centro.

-III-

Habían trascurrido quince minutos desde la última vez que pasó la Patrulla Fronteriza,

pero ahora el hombre no tuvo tiempo de sumergirse. Tampoco se percató de su

presencia, ni de los gritos que le proferían desde la orilla, porque había entrado en un

delirio febril que le arrastraba los sentidos y que era más poderoso que el remolino que

se había formado bajo sus pies.

- No te canses Chinto, levanta la cabeza que ya mero cruzamos. Pos si es como

nadar en el estero de La Bocana, y aquellos son dos kilómetros.

¡Qué nos dura este charco fangoso con olor a muerto! ¿Verdad mijo? ¡Un mar

que nos pongan como al hombre del cuento!

Si ya lo estamos cruzando, ¿verdad? ¿Oyes el canto de las sirenas Chinto? ¿Lo

oyes?

Page 6: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

6

¡Mira las luces del puerto! Pero abre los ojos, si no cómo las divisas! ¡Ándale,

no te hagas el dormido!

¡Ayúdame, Chinto, ayúdame!, como si llenáramos los morrales con mangos. Si

ellos terquean en cruzarse los linderos y el camino a Miramar es de todos, los mangos

son nuestros, mijo. ¡Son nuestros!

Los balazos dieron en el blanco, pero el hombre seguía allí, a la mitad del río, porque si

se dio cuenta de la muerte de su hijo, víctima de la insolación en el desierto, de la suya

misma, no se enteró.

Page 7: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

7

LOS ÁNGELES

- Traía yo mi cobija bien amarrada a la espalda, pero con el apuro del tren y los jaloneos

pa’ alcanzar a subirnos, pos no supe dónde se me zafó.

Dijo la mujer, mientras desanudaba una servilleta blanca, bordada de flores rojas

y azules con que cubría sus alimentos.

-¿Tienes hambre?- Le preguntó al hombre que abría su cobija para recostarse un

momento, mientras esperaba la señal del pollero. Se había apartado un poco del grupo

pero no tanto como para no darse cuenta de cualquier movimiento.

- Dicen que hay muchas ciudades por allá. Hay una que le nombran Los

Ángeles, a esa voy. Dicen que hay muchos mexicanos, más que gringos, y yo digo que

tiene que ser porque con un nombre tan bonito que nos recuerda a Dios, pos por lo

menos debe estar más cerca del cielo ¿O tú qué crees?

Los Ángeles… Me imagino que ahí están todos los angelitos de la guarda. Allí

voy a ir a buscar al mío; y cuando lo encuentre le voy a decir: oye Ángel de mi Guarda,

te estuve esperando en el puente pa que me auxiliaras en el cruce, porque así es como

aparece en los calendarios: los niños van cruzando y el Ángel les va indicando el

camino pa que se fijen y no pisen el tablón que está roto.

¿Te acuerdas de ese calendario? Yo lo recorté y le puse su marco y su vidrio…

¡y claro que le puse su veladora y no dejé que se apagara, no! Cuando se iba

consumiendo, rápido le encendía su vela nueva con la misma flama pa que tuviera

continuidad.

El día que me dejó, lo tengo muy presente, bien grabado en la mollera. Ese día

fue que se me acabó el amor. Me acuerdo que fue en Enero porque hacía harto frío. La

helada había quemado la siembra. No había quedado nada, ni siquiera pal diario, pero

Page 8: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

8

yo me resigné, ¿pos qué otra le queda a una? Total, no era la primera vez que me iba a

trabajar a las casas grandes del pueblo. Ya en varias me conocían y les gustaban mis

modos, porque habiendo con qué, lo que guise me queda bien sabroso. ¡Y no lo digo yo!

Me doy cuenta por las cazuelas que quedan vacías por las repetidas.

Tanto gustan mis guisos que a veces no alcanzo ni yo, y pos ni modo. A la hora

de lavar los trates, embarro una tortilla con lo que quedó en la cazuela. Yo no agarro

plato cuando trabajo en las casas grandes porque pos ya sabes, la gente rica es muy

delicada y pos luego… no le vayan a tener asco a una.

Yo siempre ando bien limpia. Llego bañada y con ropa limpia, bien peinada…

No como ahora que pos, no hay donde y hay que aguantarse los olores…

Sé hacer unas calabacitas con queso fresco y epazote. Esas son las que más le

gustan a mi Juan, y fue lo que le hice pal desayuno aquella vez que te comento. Le

guisé calabazas con queso pa ver si se le quitaba la mohína por la helada.

Pues vieras que me sorprendió que ni siquiera volteara a verlas; ni un ojo le echó

a mis calabacitas.

Así estuvo toda la mañana, sin decir nada. Nomás piense y piense, sentado frente

al plato que ya estaba frío de tanto esperar.

Luego se puso a esculcar entre la ropa limpia que yo acababa de quitar del

tendedero. Nunca lo había visto así, entonces supe que algo andaba mal.

“No quiero que te enojes conmigo; o si hice algo malo, o te causé algún

disgusto, pos dímelo. Descarga el coraje conmigo si quieres, pa eso soy tu mujer ¡Ay

Juan!, pos yo ¿qué te he hecho?”

Mi Juan seguía callado, arreglando sus cosas.

Luego yo me fui rápido al pozo y saqué un cubo de agua y me lo eché encima, y

luego otro y otro. Me restregué las carnes con el romero que estaba echando sus flores

Page 9: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

9

azules. Bien untadas aquí en el pecho y entre las piernas. Estaba haciendo mucho frío

afuera del jacal, como ahorita aquí en el monte, pero yo estaba sudando y más se

alborotaba el romero con la piel mojada, y me le presenté: “Juan, aquí estoy. Mírame.

Tiéntame.”

Lo sentí crecer, empujando entre mis piernas…

Luego estuvimos largo rato, juntos, quietos, sin decir nada.

Cuando desperté, Juan ya no estaba…nomás el plato de calabazas, abandonado,

frío…mosqueado.

Ya ni quise volver a las casas grandes, ¿pa qué? Capaz que me despreciaban la

comida también.

Dirás que no me importó que Juan se fuera, pero sí me importó, aunque más

coraje me dio que me dejara sin decir nada. Será que ya no me quería, será que ya no le

gustaban mis guisos o ¿qué fue lo que pasó, si yo nunca le falté?

No creas que lo vengo siguiendo, ni sé pa dónde jaló, y la mera verdad, y te lo

digo en confianza, no me importa. ¡Total, que le vaya bien!

Lo que no puedo entender y por eso es que estoy ahora aquí, esperando, es el

otro abandono…Por eso voy a Los Ángeles, a pedirle cuentas: del marco, del vidrio, de

las velas; y a que me explique por qué me dejó colgada en el cruce. ¿Por qué me

abandonó? O por lo menos que me hubiera ayudado a bien morir, ¿no crees tú?

Eran las cuatro de la mañana cuando la voz imperiosa del pollero obligó a

levantar apresuradamente los tendidos. El grupo reanudó su marcha.

Con los ánimos exaltados por la inmediatez del cruce, nadie se percató del

hombre que había quedado, allí, tendido en el monte, recostado en su cobija a cuadros,

con los ojos cerrados y una mano apretada sobre el pecho.

Page 10: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

10

Tampoco se notó la ausencia de la mujer porque nunca había sido parte del

grupo.

Cuando el hombre fue descubierto por las patrullas que recorren el lado

mexicano, recogieron junto con el cadáver, una servilleta blanca, bordada de flores rojas

y azules.

Page 11: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

11

CALERA

Llegar desde Calera hasta acá no es cosa fácil; primero hay que bajar de la sierra hasta

Zacatecas, la capital. En esos tiempos en que nos vinimos eran dos o tres días de

camino… ¡a pata, pos claro! Cómo se lleva uno el burro, luego con qué se quedan

allá…

Calera es un llano rodeado por las montañas. Son montañas calizas, de ahí su

nombre. La ciudad de Zacatecas le debe mucho a Calera, pos cómo no, si ahí se

quemaba la cal que sirvió pa su construcción. Pero no vaya a creer que tenemos pura

cal, no señor, si allá también tenemos lo nuestro. Dicen que cuando los españoles

llegaron a Zacatecas, luego lueguito se pusieron a excavar para sacar la plata. Ahora ya

no hay nada, nomás los puros hoyos dejaron.

También nos dejaron la parroquia, pa qué es más que la verdad. Allá se venera al

Santo Niño de Atocha. Dicen que fue traído de España hace muchos años por el

dueño de la mina de Plateros. El Santo Niño anda por colinas y valles, ayudando al

necesitado. También protege a los viajeros, a los encarcelados injustamente y a los que

están en peligro. Su santuario está en Fresnillo, pero ¡hombre! Si el Santo Niño es

peregrino, a él no le gusta estar sentado como lo tienen en la iglesia; anda de arriba

abajo, de un lado a otro, porque así es como anda la gente, ya va, ya viene… aunque

muchos se quedan allá, del otro lado…

Dicen que mucha gente de Zacatecas anda por estos rumbos, yo creo que sí, ¡pos

aquí estoy! Pero también ha de ser por la naturaleza del santo patrono. ¡Pos si es niño!,

¡cómo cree que se va a estar quieto!

¿Ya le llegó el calor? ¡Hágase pa acá, pa la sombrita! ¡No quiere una cerveza?

Están bien heladas.

Page 12: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

12

Aquí estamos en el paraíso, la gente se queja del calor, pero lo que es por allá,

¡esos sí son calores!, apretados como granadas… ¿y cuál sol?, ¡puras brasas!

Humito nomás le salía al camino de tierra y piedra suelta. Y cuando hacía frío y caían

las granizadas, ¡escóndete porque un granizazo de esos te rompe la mollera! No le

miento: granizos del tamaño de una pelota de béisbol, ¡sí señor!

Allá qué esperanzas que jugara uno al béisbol, como acá. ¡No, qué va!, si ni se

conocía. ¡No qué va! Puro trabajo: la siembra, el arado, la yunta, las mulas, unas

tortillas con chile de molcajete, el sotol y párale de contar.

¿Conoce usted el sotol? Ese se hace con la lechuguilla. ¡Hombre pero lo que

más añoro es el aguamiel!

Verá usted: se saca el meollo que es el centro del maguey y allí, en la vasija que

quedó, le raspa con el machete, y allí se espera a que sude el líquido; luego, al otro día,

de madrugada, va usted y saca el jugo y ¡salud¡. ¡Viera usted qué reconfortante el

aguamiel! Pero si usted la pone en la hornilla y bate y bate y bate hasta que se consuma,

¡esa es la miel de maguey! Ya la puede combinar con un quesito fresco, o así, con la

pura tortilla, a tacos.

A mí antes no me gustaba el béisbol, pero ahora sí. Será porque ya me hice más

a estas costumbres…

A veces hasta nos echamos una cascarita mis amigos y yo cuando salen del shift.

Ahí tenemos el campo junto a la vía, ¿ya lo ve usted?

Bueno pues a mí me gusta batear, en eso sí soy bueno, y es que en Calera,

cuando estábamos chamacos, jugábamos con las resorteras, ¡buen tino que tenía!, en eso

nadie me ganaba, modestia aparte.

Cuervo que se paraba por ahí, cuervo que caía, así fuera a cincuenta metros o

más, por eso era respetado por todos, por mi puntería.

Page 13: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

13

Mire, estas resorteras que ve aquí, pos yo las hago. No son para vender, no. Son

de exhibición. Verá, una resortera tiene su chiste: hay que encontrar una buena rama, no

cualquier rama, las mejores son las del manzano, ¿lo conoce? Es un palo rojizo y muy

macizo. Claro que también se hacen con el pirul o el mezquite, pero hay que tener

cuidado de escoger la rama verde pa poder moldearla.

Si tiene su chiste; hacer una resortera tiene su chiste, así como el béisbol,

también tiene su chiste.

Puede usted cargarla con lo que sea: la cáscara de naranja o de limón, pa las

guerritas, porque no descalabran; la piedra pequeña pa matar pájaros.

Buenas guerras que se organizaban en Calera… y luego a recoger las cáscaras

que anaranjeaban el patio y al final, todos comiendo las naranjas con el lodo que

escurría por las manos llenas de tierra y zumo y ni nos enfermábamos.

Aquí ya está muy adelantada la medicina, a los niños se les vacuna del

sarampión o la viruela negra.

En aquellos tiempos y allá en el rancho, ¡qué va! Si las mujeres veían a sus

chamacos con tamaña panzota, pa pronto nos atragantaban con aceite de ricino y ahí

estábamos al poco rato, el chamaquero en el corral de los puercos con tamañas

lombrices colgando de la cola, y ellas que se querían devolver y nosotros a puje y puje

queriéndolas echar. Luego, cuando ya estábamos cansados, pos ahí nos ayudábamos

unos a otros, en veces nos quedábamos con el pedazo de lombriz chicoteando entre las

manos y luego, ¡córrele que viene la marrana! Y allí íbamos todos los chiquillos

corriendo con la lombriz bien agarrada y el puerco detrás.

También pa la carrera soy bueno, pues con tanta práctica en los chiqueros, difícil

que me hagan un aute. Soy bueno pa robar bases.

Page 14: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

14

Este es un juego que trajeron los gringos o que nos trajimos nosotros porque yo

estuve viviendo mucho tiempo del otro lado, pero no me gustó mucho la vida por allá.

Acá como que me siento más libre, pos es mi casa; y allá, pos todo está muy bien y

muy novedoso, pero ni así…

Aquí trabajaba en el ferrocarril, éste que va veredeando entre los dos lados. A

veces me tocaba trabajar allá y otras acá.

Ahora radico aquí, a la mitad de “la línea”; que llega el paisano, pos aquí tiene

dónde pernoctar, qué regresa o lo echan, pos aquí se reconforta. Ellos ya saben. Pos si

ya tengo mi fama, ya me procuran. Dirá que le estoy haciendo competencia al Santo

Niño, pero no. Si no soy blasfemo. Nomás me gusta ayudar y que me traigan noticias,

de los dos lados, pos ya he estado en ambos.

Ni extraño ni lo necesito. Aquí ya me aclimaté y si me da la gana pos puedo ir de

vacaciones a Calera, o a San Bernardino o a San Diego… soy como más libre.

Cuando me agarra la nostalgia por el sur, pos me pongo a hacer mis resorteras y

aquí no se acostumbra el sotol pero sí las cervecitas bien heladas y un partidito de

béisbol al caer la tarde.

Yo pienso que es cuestión de costumbres, ¿no cree usted?

Page 15: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

15

HUACHINANGO

-I-

Huachinango fue en un tiempo un pueblo muy próspero; las generosas lluvias le

proveían una espesa vegetación y las cosechas eran abundantes.

Aunque sólo contaba con unas cuantas calles de tierra aplanada, la gente vivía

tranquila y feliz, mientras que en muchas otras regiones, daba inicio la gran emigración

hacia los Estados Unidos.

Nadie hubiera creído por esos tiempos, que la gente de Huachinango no tardaría

en sumarse a las filas de tantos paisanos en busca del sueño americano y pocos supieron

a ciencia cierta lo que desató la huida de sus moradores, hasta dejarlo sumido en el

abandono y la tristeza.

Todo comenzó la tarde en que Alminta, la hija menor de don Ladislao Peinado y

doña Refugio Alcántar, tuvo la mala idea de treparse al tamarindo de las Monteón, una

de las familias más respetables del pueblo.

Los Peinado tenían además otros dos hijos: Roque, el mayor, que contaba con

catorce años y Manuel, con trece. Don Ladislao acariciaba la idea de que sus hijos

continuaran con la tradición y los había preparado desde pequeños en las labores del

campo; aunque su parcela no era muy grande, confiaba en que sus hijos sabrían hacerla

crecer y aumentar su patrimonio.

Doña Refugio instalaba todas las noches la cenaduría en el portón de su casa.

Ahí llegaban todos a eso de las seis de la tarde, al pozole, las tostadas, los sopes y las

enchiladas; mientras Roque y Manuel hacían lo suyo activando el tocadiscos y el

aparato de sonido que don Ladislao había traído de Guadalajara y que hacía de la

apetitosa cena toda una fiesta pueblerina.

Page 16: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

16

En ocasiones permitían que Alminta pasara los saludos de los enamorados por

micrófono; o los principales chismes del día que hacían más placentera la sobremesa.

Alminta era una chiquilla escurridiza y morena de ojos saltones y resuelta

siempre a la aventura. Su naturaleza silvestre hacía desesperar a su madre, que trataba

infructuosamente de inculcarle modales de señorita fina y educada, como correspondía a

la ya muy buena posición económica que estaban adquiriendo; y que sin lugar a dudas,

la harían un buen partido para algún joven y rico citadino que seguramente conocería,

pues tenía la ilusión de mandar a la chiquilla a educarse en algún buen internado de la

Capital.

Había dispuesto un mejor futuro para su hija en donde ella misma se veía en una

gran casa palaciega rodeada de lo más selecto de la sociedad tapatía; por tanto, rabiaba

al ver a la chiquilla corriendo de un lado a otro descalza por toda la casa.

-Ven acá, Alminta, ponte los zapatos que se te van a ensanchar los pies. ¡Mira

nada más cómo tienes los talones todos agrietados! Las niñas educadas usan zapatos

¡Muchacha, por Dios, los zapatos!-

Todo resultaba inútil porque mientras doña Refugio insistía en calzarla, más

rápido ella salía corriendo de la casa como alma que lleva el diablo y dejaba a la mujer

con los zapatos en la mano.

-Parece una chiva loca subiendo y bajando veredas-, comentaba su padre,

orgulloso de la tenacidad de la chiquilla que igual trepaba a los árboles, o tiraba a palos

los panales de abejas, pegando tremenda carrera para no ser alcanzada por los

venenosos aguijones de los despojados y furiosos insectos.

Aunque por esa época, tenía cinco años, hubiera sido muy buena corredora

profesional de no ser por la mala hora en que se le ocurrió treparse al tamarindo de las

Monteón.

Page 17: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

17

Parecía que Alminta sabía muy bien, a pesar de su corta edad, lo que iba a

suceder, porque resultaba prácticamente imposible mantenerla con los zapatos puestos,

argumentando una terrible picazón “por los miles de animales que vivían allí dentro”

Siendo la hermana menor y en su calidad de mujer, Roque y Manuel nada

querían saber de la chiquilla greñuda que intentaba competir con ellos, a más de latosa y

chillona cuando la hacían presa de sus “inocentes juegos”, que eran verdaderos actos de

tortura.

Rudas pruebas había superado, como las peleas de box donde sus hermanos le

amarraban las manos con cojines, a manera de guantes y donde ineluctablemente recibía

fuertes golpizas. También estaban las guerras entre indios y soldados, donde la pequeña

podía quedar por mucho tiempo amarrada a algún árbol en espera de que la salvara la

caballería; o el juego del escondite donde en un dos por tres los muchachos

desaparecían sin dejar huella, dejando a Alminta con los ojos cerrados contando

números.

Con todo, Alminta seguía fielmente los pasos de sus hermanos que, fastidiados

debían cargar con ella por lo menos un rato en lo que doña Refugio organizaba la

cenaduría.

-II-

El accidente ocurrió una semana antes del cumpleaños de Alminta.

Su madre inició un revuelo con invitaciones impresas y bolsas con encaje para

los dulces que encargó de Guadalajara. Quería que su hija luciera como princesa de

cuento de hadas y revisó cuidadosamente los catálogos de modas. Cuando se decidió

por un vestido de organza tapizado de holanes, llevó a su hija a tomarse medidas a casa

Page 18: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

18

de Leonorcita Monteón, la bella, que a sus diecinueve años había decidido quedarse a

vestir santos, y que hacía primores en la costura y era famosa por las sábanas bordadas

que regalaba a sus amigas en las bodas.

Para evitar que la niña se quitara los zapatos mientras duraba la visita, su madre

se los amarró a los tobillos con nudos ciegos.

De nada valieron las rabietas de Alminta. Ese día traería zapatos hasta que a

doña Refugio se le ablandara el corazón y le cortara los nudos con las tijeras.

No bien había permitido Alminta que le tomaran las medidas para su vestido de

holanes, salió disparada hacia el patio interior de la casa, correteó a los patos y fue a

visitar a los perritos que tenían casi un mes de nacidos no sin antes echar una mirada a

“La Reina”, que la observaba a prudente distancia y que ya acostumbrada a que los

chiquillos se acercaran a sus cachorros, le tomó interés sólo por un momento y volvió a

dormitar entre el pasto fresco y el lodo del estanque de los patos.

La chiquilla traía uno en brazos, como arrullándolo, reconociendo con esta

acción el instinto materno nato en casi toda mujer.

El cachorro, fastidiado del ajetreo y los empalagosos besos de Alminta, comenzó

a chillar y retorcerse hasta zafarse finalmente del amoroso pero feroz abrazo de la niña.

Todavía Alminta alcanzó a sacar algunas lombrices del jardín y hacerlas

picadillo para ofrecerlas a los pollos, invitados a la comidita. Había preparado un gran

festín con trozos de lombrices, pastel de lodo y hojas verdes y jugosas del tamarindo.

Alminta quiso ser aún más espléndida y trepó al árbol a buscar la fruta para

ofrecer a sus comensales.

Escalaba trabajosamente porque a cada paso resbalaba debido a la superficie lisa

de la suela de sus zapatos que, a pesar de que su padre se los había traído hacía meses de

Guadalajara, prácticamente estaban nuevos.

Page 19: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

19

En esos trabajos estaba, mientras Leonor y su madre se entretenían en pláticas de

mayores, tomando café a sorbos y degustando galletitas de naranja, porque Leonor

poseía también la cualidad de hacer de la harina y un poco de mantequilla, deliciosos

manjares que hacían agua la boca.

No faltaban en esa reunión como en tantas otras, los impertinentes comentarios

de doña Refugio sobre la importancia de casarse y tener hijos que, “al fin y al cabo esa

es la ley de Dios” y otros tantos tópicos que igual se ventilaban durante las tardes de

visita de sus amigas sobre los hombres; y la oportunidad que ella misma se negaba, y

los placeres de la noche de bodas… terminando siempre con el colofón:

“¡Qué lástima que ese estuche de monerías que era Leonorcita, tan bella y

delicada, tan hacendosa, no fuera para ninguno de los muchísimos pretendientes del

pueblo que se plantaban de tarde en tarde frente a su balcón!”

Sufría Leonor las eternas cantaletas mientras esperaba pacientemente el fin del

discurso para agradecerles cortésmente su preocupación y ofrecerles otra tanda más de

sus deliciosas galletas de naranja, dando a las mujeres como respuesta sobre su

resolución de morir soltera y sin descendencia, un insondable silencio que ellas sentían

más bien como una patada de mula en plena cara, pero que Leonor disfrazaba sonriente

y agradecida con sus dulces y sus encajes.

Leonor vivía con su madre, Paz Monteón, viuda desde hacía tiempo. Sus

hermanas Beatriz y Margarita vivían felizmente casadas en Guadalajara, así que doña

Paz no podía entender el proceder de su hija menor y murió esperanzada de que algún

día Leonor cambiara de opinión y le diera muchos nietos que alegraran el caserón,

legado de su difunto esposo.

La víspera de la visita de doña Refugio y Alminta, doña Paz había tenido que

salir al patio en varias ocasiones porque “La Reina” no dejaba de ladrar. Por más que

Page 20: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

20

buscaba doña Paz el motivo por el cuál la perra se mostraba tan inquieta, no pudo

descubrir nada anormal.

Creyendo que se trataba de algún animal del monte que hubiera cruzado la cerca,

revisó cuidadosamente el gallinero, el estanque de los patos y el chiquero y se dio

todavía una vuelta por el corral de las vacas, pero no encontró nada.

Cuando volvía a la casa, tras haber reprendido a “La Reina”, vio cómo de las

ramas del tamarindo surgían destellos. Por un instante le pareció que el árbol ardía en

llamas. Los destellos entonces comenzaron a tomar la forma de un cuerpo desnudo de

mujer.

Un viento helado le corrió por todo el cuerpo y apresuradamente y sin decir nada

a su hija que continuaba en su labor, cerró con doble seguro la puerta del patio y fue a

sentarse frente a Leonor.

Un largo rato pasó en silencio. La mujer, muda y pálida sólo acertó a decir:

¡malo!

–¿Malo qué?- le preguntó Leonor. Acto seguido, doña Paz se levantó, dio a su

hija las buenas noches y se encerró en su cuarto, pero no durmió; inició un rosario que

no acabó hasta el día en que la encontraron tendida en su cama, vestida y lista para su

entierro y la esperanza perdida de que un día su hija Leonor le diera nietos que alegraran

la casa.

La joven nunca se dio cuenta de lo que le sucedió a su madre porque a la mañana

siguiente, el día de la visita de Alminta, antes de tocar a la puerta de la recámara de

doña Paz para avisarle del desayuno, escuchó débilmente las oraciones de su madre y

prefirió no interrumpir; así también evitaría los reclamos de: “Un día más que se va y tú

sin resolverte a dar el sí a tanto buen mozo que te pretende”

Page 21: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

21

Sin el eterno reclamo, pasó la hora de la comida. Leonor se metió luego a la

cocina a preparar las galletas optando por no alterar el ambiente de tranquilidad que

reinaba en la casa.

La visita de doña Refugio se había prolongado y contra la acostumbre, Leonor

se mostraba impaciente, no tanto por la charla que ya conocía de memoria, sino por su

madre que no daba señales de querer salir del cuarto. Más de una vez se acercó a la

puerta y la escuchaba rezando; luego volvía con la visita en espera del momento en que

decidiera marcharse.

Sumida en estos pensamientos no se dio cuenta que doña Refugio abandonó su

mullido asiento para precipitarse hacia la puerta del patio al escuchar el grito de Alminta

seguido por los ladridos de “La Reina”, y el cacareo de las gallinas que, asustadas,

corrían de un lado a otro produciendo remolinos de plumas.

Cuando Leonor salió al patio, vio a doña Refugio sosteniendo a la niña al pie del

tamarindo, llorando desconsoladamente.

Le frotaron la cabeza con alcanfor sin que Alminta reaccionara con el fuerte olor

del bálsamo. La acomodaron en el sofá de la sala, entre cojines de seda y encaje y la

cobijaron, mientras algún vecino piadoso avisaba al sobador, que hacía las veces de

médico en Huachinango.

Esa noche no hubo cena en casa de los Peinado, en lugar de mesas y bancas en el

portón, la pequeña estancia se llenó de flores silvestres y veladoras.

La música empezó a sonar a eso de la una de la mañana, y no paró hasta otro día

por la tarde en que despidieron el alma de Alminta con la canción del angelito.

Page 22: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

22

Leonor trabajó toda la noche en el vestido de holanes y le robó tiempo al tiempo

para confeccionarle una corona con flores de azahar. Quiso además ser la madrina de

Alminta que no había alcanzado a hacer su primera comunión en vida y que era

necesaria para que su alma no vagara en el limbo por toda la eternidad.

Doña Refugio y Leonor mudaron a la niña con su vestido nuevo. Cuando Leonor

preguntó por los nudos en los zapatos de Alminta, que habiendo provocado una terrible

hinchazón, estaban encarnados en sus tobillos, doña Refugio sintió el peso del

remordimiento como latigazo sobre su cabeza.

Intentó desatar los nudos con tal desesperación que los cordones se perdían cada

vez más en las carnes de Alminta.

Después de muchos esfuerzos y a pesar de la ayuda de don Ladislao y de algunas

otras gentes que se acercaron a auxiliar, Alminta tuvo que ser enterrada con sus zapatos

por el peligro de ser mutilada.

El Padre Felícitas introdujo en la boca amoratada de Alminta la hostia, dando así

por concluida la ceremonia de comunión y concediéndole su lugar en el cielo.

En casa de los Peinado no se encontraba el sosiego por ninguna parte; doña

Refugio recorrió la casa de arriba abajo y no paró hasta formar con todo el montón de

zapatos, entre botas, huaraches, chanclas y sandalias de su familia, una hoguera que

ardió por varias horas. Roque y Manuel, alcanzaron a salvar de las voraces llamas un

único par que escondieron entre los sacos del maíz.

Al día siguiente doña Refugio se levantó más temprano que de costumbre; se

bañó, se arregló, dio desayuno a su familia, limpió con mucho esmero la casa; encaló

los pretiles y las hornillas y agarró camino pintando sus pies descalzos sobre la tierra

suelta de Huachinango.

Page 23: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

23

Su familia esperó todo ese día a que regresara; luego salieron a buscarla

preguntando aquí y allá sin que nadie pudiera dar razón.

Algunos dicen que la vieron camino a Talpa; otros refirieron que habían oído

hablar de una mujer que se metía a las casas para quemar cuanto zapato se encontraba;

otros, más perspicaces, inventaron la historia de la mujer que iba por los caminos

llorando y buscando a sus hijos, y que si se encontraba a algún niño que no estuviera en

su casa al caer la noche, se lo llevaba; que algunos ya habían desaparecido y que

solamente encontraban los zapatos como advertencia a los niños desobedientes que

querían seguir jugando a la hora de dormir. No se volvió a saber de doña Refugio.

Al paso del tiempo la gente de Huachinango olvidó el incidente; sólo don

Ladislao que seguía con la esperanza, cubrió con sábanas la cama y la cómoda y cerró

la puerta de su recámara. Por último, sacó la mecedora de mimbre al portón de la

cenaduría y se sentó a esperar a su mujer.

-III-

Habían transcurrido tres días después del entierro de Alminta, de la quemazón de

zapatos y la huida de doña Refugio, cuando Leonor Monteón fue despertada por los

gritos de los vecinos que, - alarmados ya por los aullidos de “La Reina” y el

nerviosismo de los animales en el patio- decidieron entrar a la casa para ver lo que

pasaba.

Leonor no se explicaba cómo había podido dormir tanto e instintivamente corrió

hacia el dormitorio de su madre. La encontró en su cama, lista para su entierro, con el

rosario entre las manos y un fuerte olor a tamarindo que inundaba el lugar.

Page 24: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

24

El velorio fue poco concurrido, no porque la difunta fuera poco apreciada por los

vecinos, sino porque a duras penas se soportaba el olor del cítrico.

Las malas lenguas pronto hicieron correr el rumor de que en la casa de las

Monteón se había instalado “El Malo”; y que la prueba de ello era, además de las

muertes tan seguidas, el penetrante olor a tamarindo que de tan intenso, asfixiaba.

Otro suceso ayudó a fortalecer esta creencia, y es que, durante el entierro de

doña Paz, el tamarindo se quemó sin motivo aparente.

Los ruegos de sus hermanas no lograron convencer a Leonor de que abandonara

la casa y se fuera a vivir con ellas a Guadalajara. Las despidió con su habitual

amabilidad, las dotó de una buena cantidad de galletas de naranja; les obsequió todas

las sábanas bordadas que tenía terminadas y las acompañó hasta la puerta que cerró

inmediatamente después que el coche de alquiler se perdió entre la polvareda.

A partir de ese día, la vida de Leonor Monteón cambió para siempre. Su leyenda

iba de boca en boca y ya ningún mozo se atrevió a parar frente a su ventana.

Muy pronto se corrió el rumor de que Leonor, la bella que había rechazado a

cientos de jóvenes, era ahora la prometida del diablo; y se decía además, que todo aquél

que se atreviera a cruzar palabra con la joven, tenía un trágico final; que sus bordados y

sus galletas de naranja estaban malditos; que había sido castigo divino por su soberbia y

su excesivo orgullo. Tanto se ventiló el asunto que hasta ella misma lo creyó así. Cerró

con cuatro llaves el cuarto de costura; dejó en libertad a los animales y se dispuso a

esperar todas las noches, desnuda bajo la luna, abrazada al tamarindo calcinado, la visita

de su amante.

Todo en Huachinango iba de mal en peor. La gente apenas sí se saludaba y a las

seis de la tarde las calles estaban vacías, las puertas y las ventanas cerradas.

El insomnio se hizo colectivo.

Page 25: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

25

Cualquier ruido extraño desataba el sobresalto de las jóvenes casaderas, de las

casadas y de sus maridos prestos a la defensa de sus esposas por el temor de escuchar

los cascos “del maldito” que rondaba el pueblo, -decían- en busca de una nueva víctima.

Sólo Leonor Monteón permanecía inmutable bajo el tamarindo.

La muerte de la joven no trajo el sosiego a Huachinango. El Padre Felícitas y

algunos ancianos se echaron a cuestas la tarea de avisar a las hermanas de Leonor, rogar

por su descanso y enterrarla al pie del tamarindo como había sido especificado en una

nota que le encontraron en su mano apuñada.

El Padre Felícitas roció con agua bendita la tumba para santificar el lugar y dejó

todo en manos de Dios.

Muchos años después, cuando en el pueblo vagaban sólo los fantasmas, el

tamarindo empezó a echar retoños con flores blancas, como de azahar.

-IV-

Cuando don Ladislao decidió sentarse a esperar a su mujer y dejar la cosecha en

manos de sus hijos, ya nada se pudo hacer. Los Jinetes del Apocalipsis habían dado por

fin con ese lugar paradisíaco.

A la escasez de lluvias, sobrevinieron otras tantas calamidades: las cosechas se

perdieron, los costos de la semilla y el fertilizante eran ya inalcanzables. Los animales

morían de hambre y de sed y en todas partes se encontraban reses y caballos secos hasta

los huesos, mientras la ola de emigrantes amenazaba con desbordar la línea divisoria en

la frontera norte.

Page 26: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

26

Cinco años de malas cosechas fueron mucho tiempo para que unos chamacos

como Roque y Manuel pudieran salvar aunque fuera un saco de semilla, porque el

gorgojo, la falta de agua y los negros ventarrones que azotaron a Huachinango y que

tanta plaga y enfermedad soltaron, acabó con la resistencia del más bragado de los

hombres del pueblo.

La idea de un mejor futuro en los Estados Unidos comenzó a sonar en la cabeza

de los lugareños como única esperanza.

Roque y Manuel, después de la muerte de su hermana, de la desaparición de su

madre y del hermetismo de su padre, se hicieron cargo de la casa y la parcela.

Hacía tiempo que la tierra estaba seca y agrietada y la bodega del grano vacía.

Habían tenido que malbaratar en Guadalajara una a una sus pertenencias.

Lo primero fue el tocadiscos y el aparato de sonido con lo que el pueblo se

sumió en un espantoso silencio, le siguió la cama de latón y la cómoda de sus padres,

pues don Ladislao dormía en una hamaca en el portón.

También las mesas y las bancas de la cenaduría, las grandes ollas donde se

hacían el pozole y el menudo y las cazuelas de las enchiladas. Juntaron por último en

una caja: platos, vasos y jarros separados cada uno con papel periódico y se los llevaron

a vender. Sólo dejaron lo indispensable para el uso personal.

Roque quiso probar suerte en la capital y se marchó con los pocos centavos que

quedaban. Manuel tuvo que quedarse a cuidar a su padre. Fue la primera vez que se

separaron. Con una inmensa tristeza, los dos hermanos, hombres ya, se desearon buena

suerte. Uno emprendió el camino y el otro, se quedó mirando cómo se alejaba y se hacía

un punto en la distancia.

Page 27: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

27

-V-

Tiempo después Manuel conoció a Rosario, una joven tres años menor que él,

que había crecido sin darse cuenta durante todo ese tiempo de infortunios.

Rosario vivía con su madre a dos calles de los Peinado. La muchacha hacía

dulces de arrayán y los vendía en el cuadro del pueblo. Últimamente regresaba con su

canasta casi intacta.

Aunque pasar por la casa de los Peinado, implicaba dar un rodeo para llegar al

cuadro, ella seguía diariamente esa ruta. Pasaba por las mañanas y regresaba por las

tardes. Manuel estaba junto a su padre y ella le mandaba un saludo que éste contestaba

inclinando el sombrero.

La acción rutinaria iba haciendo mella en el ánimo de Manuel y sin darse cuenta

esperaba ansioso el paso de la joven. Comenzó por mirarse al espejo, decidió rasurarse y

acicalarse lo mejor posible.

Quince minutos antes de la aparición de Rosario, los estremecimientos en el bajo

vientre lo mantenían inquieto. Por las noches hacía rendir durante horas el recuerdo de

los breves momentos entre el saludo, la mirada coqueta y el cadencioso andar de la

joven. Este nuevo sentimiento, tardío ya para un joven de su edad, comenzó a desplazar

los sinsabores de su adolescencia, los problemas familiares y la precaria situación

económica, por lo que ni siquiera se percató de cuándo los hombres de Huachinango

comenzaron a engrosar las filas del éxodo hacia la tierra prometida.

Hubieran podido permanecer así quién sabe cuánto tiempo de no haber sido por

una mañana en la que, Rosario, fuera de lo acostumbrado, no apareció. Manuel supuso

que la ausencia de la joven se debía a algún percance sin importancia y se sentó a

Page 28: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

28

esperar la caída de la tarde; así lo encontró la noche y la mañana y la tarde siguientes.

Esperó durante tres días con sus noches, junto a su padre, hasta que finalmente tomó

camino rumbo al cuadro.

La encontró en una de las esquinas del jardín, intentando vender sus dulces de

arrayán. No le dijo nada. Se sentó frente a ella en una banca de madera y se miraron por

largo rato. Al caer la tarde, ella recogió su canasta y tomó camino rumbo a su casa. Así

pasó un tiempo: ella ofreciendo los dulces de arrayán y él observándola desde la banca

de enfrente.

Un buen día, cuando Rosario terminó su jornada y contra la costumbre, caminó

hacia él tendiéndole la mano. Manuel, sin poder dar crédito a lo ocurrido, dudó por unos

segundos y finalmente tomó en su mano la de ella.

Caminaron en silencio con rumbo a la casa de Manuel. Don Ladislao seguía

sentado en la mecedora. Los jóvenes penetraron el umbral y sin decir nada se

abandonaron a la pasión que les hacía hervir la sangre. La madrugada amenazaba con

nublar los destellos de la luna cuando Rosario abandonó el lecho.

Siete días repitieron el gozo silencioso de sus amores. La ausencia de palabras

otorgaba a los amantes un halo de misterio, era como un pacto secreto.

La séptima noche, Rosario rompió el silencio. Tuvo que hacer un esfuerzo

mayúsculo para pronunciar las palabras. La voz se le atoraba en la garganta,

resistiéndose a salir por la fuerza de la costumbre:

-Mañana me voy- dijo Rosario con una voz cantarina de la cuál él no había

tenido registro.

-¿A dónde?

-A la capital. Mi madre y yo vamos a servir en una casa de ricos.

Page 29: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

29

Este fue el primero y el último diálogo entre los dos. Rosario se vistió

lentamente, como si quisiera eternizar el momento para que nunca se diera la despedida.

Él la dejó hacer. Miles de ideas le bullían en la cabeza. Hubiera querido gritarle que se

quedara, que juntos podían exorcizar el maleficio de Huachinango con su amor que era

puro y sincero, que juntos arrancarían las raíces del infortunio y sembrarían nuevos

campos de esperanza; pero no pudo porque en ese momento don Ladislao comenzó a

reír, divertido con las ocurrencias de Alminta que bailaba y brincaba a su alrededor con

su vestido de holanes y sus zapatitos blancos que él le había traído desde Guadalajara. –

¡Tu hermana es como una chiva loca; mira nada más qué brincos da!

Manuel miró a su padre. Hacía tanto tiempo que no lo miraba que creyó estar

frente a un extraño. El tiempo, la pena y el abandono que se había auto infligido, le

habían robado la fortaleza de antaño. Era ahora un hombre minúsculo, escuálido; la

débil sonrisa que asomaba en su rostro apergaminado, alcanzó apenas a desprender un

destello de luz que nubló brevemente la tristeza asentada en sus ojos grisáceos.

Manuel abrazó a su padre y lloró largo y quedo. Pagó con ello la deuda de llanto

que tenía con su hermana, lloró también el abandono de su madre y la ausencia de

Roque. Lloró de pena por su padre. Lloró por ese amor silencioso, tan frágil y tan pobre

que se contuvo en la garganta.

Rosario terminó de vestirse mientras esperaba que él le dijera: “vámonos

juntos, a otra parte, a empezar una nueva vida.”

No quiso interrumpir el abrazo fraternal. Se fue en silencio. Desapareció calle

arriba, rumbo a su casa, con su andar cadencioso como tantas otras veces lo había

hecho. Dejó impresas, como despedida, las huellas de sus pasos que el viento se encargó

de borrar casi inmediatamente.

Page 30: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

30

-VI-

Un año después, mientras Manuel se empecinaba en el barbecho, intentando

levantar los terrones secos y agrietados, sedientos de lluvia, Roque regresó a

Huachinango. Algunos curiosos comentaron a su paso: “¡Ahí viene Roque Peinado. Ya

llegó Roque. Ya regresó Roque!”

La noticia cundió como reguero de pólvora y cuando Manuel llegó al portón de

su casa, Roque ya estaba ahí, abrazando a su padre.

–¡Hermano!- dijo Manuel

-¡Hermano!- contestó Roque y se sentaron junto a su padre.

Disfrutaron los hermanos una tarde agradable y placentera. No se habló ahí de

cómo le había ido a Roque en la capital. Era por demás. Llegó ojeroso, flaco y con unos

cuantos centavos que se le perdían en los bolsillos del pantalón. Manuel le arrimó a su

hermano un plato de frijoles, tortilla y chile que Roque dejó intacto, recordó como caso

curioso, que hacía días que no le daba hambre.

- Tal vez sea un empacho- le dijo Manuel.

- Puede ser. Luego me doy una vuelta con el yerbero-

Continuaron platicando. Rememoraron mejores tiempos y hasta don Ladislao

intervino en alguna ocasión.

Recordaron las travesuras y los lloriqueos de Alminta, las noches en la

cenaduría, los chismes del pueblo que se ventilaban a través del aparato de sonido; hasta

recordaron a doña Refugio sin ningún asomo de tristeza o rencor.

Por la noche, los hermanos caminaron calle abajo. Manuel conducía a su

hermano como si éste hubiera borrado de su mente los recuerdos del pueblo:

Page 31: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

31

-Allí está la escuela, ¿te acuerdas Roque? Ese era mi salón y el de la esquina era

el tuyo, ¿te acuerdas?

- Sí, sí me acuerdo, Manuel.

Paso a paso, llegaron hasta la cantina donde algunos hombres se entretenían con

juegos de azar.

En una mesa, en solitario, frente a su copa de licor, estaba el Padre Felícitas.

Manuel y Roque saludaron cortésmente y se acomodaron en una mesa del rincón;

pidieron, para celebrar, una botella de tequila.

–¡Mira, Roque!- dijo Manuel, señalando con un movimiento de cabeza, - ese que

viene entrando es Sebastián González, el de la casa azul que está frente al cuadro, ¿te

acuerdas? Dijeron que se había ido al Norte, pero no sabía que ya había regresado.

Sebastián González entró a la cantina y fue directamente a sentarse a la mesa del

Padre Felícitas. Pidió un trago y cruzó con su interlocutor dos o tres frases. Después

habló y habló.

Durante las dos horas que duró su discurso, ninguna de sus palabras dio con los

oídos de nadie, excepto con los del Padre que, atento, lo escuchaba con la mirada fija en

la mesa, como en un acto de confesión.

Fue por eso que ninguno de los presentes supo que Sebastián González era ya de

otro mundo, que había venido arrastrando su alma hasta Huachinango para encontrar, en

el pueblo que lo vio nacer, la tranquilidad y el sosiego que necesitaba para descansar en

paz, después de haber sido encontrado muerto de asfixia, junto con otros tantos, en un

vagón de ferrocarril con rumbo al Norte.

De regreso a su casa, los hermanos pasaron por la propiedad de las Monteón. Era

costumbre de la gente dar un rodeo para evitar el caserón maldito, pero Manuel y

Roque, exaltados por la bebida y la alegría de estar otra vez juntos, no se percataron del

Page 32: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

32

incidente, hasta que estuvieron frente a sus puertas. Unas cuadras antes su plática iba

más o menos así:

- Allá en la capital no hay trabajo, la gente se está muriendo de hambre como

aquí y en todos lados. Lo único es jalar pal Norte.

-¿Y allá cómo le hacemos?- replicó Manuel.

-Pues… ya cuando uno esté establecido pues… empieza a ganar dinero y manda

una parte para acá. Así le hacen muchos y les va bien. Lo único es pasar el río, pero eso

es fácil…

Súbitamente Roque se quedó parado mirando hacia el caserón que se erguía ante él.

- Esta es la casa de las Monteón. Aquí fue donde se accidentó la Alminta, ¿te

acuerdas, hermano?- dijo Manuel

-De allí empezaron todas las broncas - respondió Roque sin despegar los ojos de

la vieja construcción. Serían como las dos de la mañana. No había una sola alma, ni

siquiera los perros se atrevían a pasar por ahí.

-¿Vamos a ver el tamarindo? -, dijo Roque.

-Mejor vámonos, no hay que perturbar a los muertos-, argumentó Manuel

-Esas son supercherías de la gente. Vente. Vamos a entrar.

Sin esperar respuesta de su hermano, Roque saltó la barda del patio trasero y se

perdió en la oscuridad del jardín. Fueron apenas unos minutos que a Manuel le

parecieron una eternidad. Estaba decidido a continuar el camino cuando vislumbró la

silueta de Roque y le volvió el alma al cuerpo.

-¿Qué pasó?

-Nada. Todo está abandonado. Vámonos.

Page 33: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

33

Siguieron el camino rumbo a su casa. En silencio. Si algo vio Roque en el patio,

nunca se lo dijo a su hermano.

Ya recostados cada uno en su camastro y a oscuras, Manuel narró su breve

historia amorosa con Rosario pero Roque no alcanzó a oírla porque lo venció el sueño.

Después de esa noche y durante los días siguientes, Manuel y Roque

experimentaron en su ánimo un profundo desasosiego. Por las mañanas salían a la labor,

infructuosa por la tierra estéril, y por la tarde regresaban al lado de su padre. Pasaban las

horas en silencio, cada uno ocupado en sus propios pensamientos. Miraban al viejo,

adormilado en su mecedora, eternizado en el momento en que decidió sentarse a

esperar a su mujer porque aunque habían pasado casi siete años, para él seguía siendo

lo mismo. El tiempo había dejado de transcurrir. Era la espera de doña Refugio la que lo

mantenía con vida y las visitas de Alminta que llegaba de cuando en cuando a

acurrucarse en sus piernas.

Manuel no encontraba sosiego, ni en la dureza de la tierra seca que aporreaba

durante la mañana, ni en el rellano de la tarde en el portal, porque la idea de salir de una

vez por todas de Huachinango, le cundió como mala yerba y le sorbió el seso. Le

inquietaba considerarlo siquiera, viendo a su padre, perdido, necesitado de cuidados, sin

dar señales de vida, porque para Manuel su padre había muerto hacía mucho tiempo. El

día que a Alminta se le ocurrió trepar al tamarindo de las Monteón. Su alma estaba

encerrada en la pequeña tumba de su hija, pero su cuerpo físico, desgastado a fuerza de

la inútil espera, se le había encomendado a él y eso no podía cambiarlo, pero le pesaba

el hecho de que a sus diecinueve años no sabía nada de la vida. No conocía mundo.

El temor a lo desconocido le invadía el pecho y sentía una opresión, como de

ahogo.

Page 34: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

34

Su breve historia empezaba y terminaba en siete noches exactas, en las que

conoció el amor con Rosario. Recordaba su aliento fresco y su piel lisa y olorosa a

arrayán. Se descubrió sin carácter y le dio rabia ¿Cómo fue que no pudo detenerla?

¿Cómo podría él emprender un viaje tan azaroso?

La solución era que los dos hermanos se fueran. Era un pensamiento que se le

agolpaba en las sienes y que amenazaba salir por su garganta, pero que la presencia de

su padre le obligaba a contener.

-VII-

Para Roque las cartas estaban echadas. A todas horas su pensamiento volaba al

tamarindo de las Monteón como si una fuerza extraña se hubiera apoderado de su

persona que le urgía a regresar.

Una noche, Roque esperó un tiempo prudente para aprovechar el sueño de su

hermano y salió corriendo calle abajo.

La luna grande y redonda le iluminaba el sendero y le abría paso. Dos o tres

perros registraron su presencia y luego se sumieron en el silencio. El corazón de Roque

amenazaba con salírsele del pecho cuando llegó frente al tamarindo. Allí estaba Leonor,

bella y desnuda, descansando bajo el árbol calcinado y una guirnalda de flores de azahar

en la cabeza.

-Tenía miedo que no vinieras- Le dijo Leonor invitándolo a recostarse junto a

ella.

-¡Leonor!- respondió Roque y se perdió en su cuerpo.

Manuel nunca supo de las escapadas nocturnas de su hermano porque pasaba los

días rumiando una sola idea en su cabeza, buscando la punta de la maraña en que se

había convertido su vida a fuerza de querer vivirla de otro modo.

Page 35: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

35

La noche que Roque se descubrió atravesando la barda de las Monteón. No fue

la aparición de Leonor lo que lo llenó de desasosiego como se hubiera creído. Era que

hasta ese momento se dio cuenta de su naturaleza, el recuerdo de su propia muerte en

Guadalajara, se le vino como chorro de agua helada, pero no quiso dar a su hermano

una pena más.

Un día Manuel ya no fue al barbecho. Resuelto le dijo a Roque –Vámonos al

Norte, hermano, de una buena vez.

-Vete tú, Manuel. Yo ya tuve mi oportunidad. Ya estoy en paz.

-VIII-

La mañana en que Manuel tomó las riendas de su vida, se despidió de su

hermano con un fuerte abrazo, llevó flores silvestres a la tumba de Alminta, arregló un

atillo de ropa y llegó frente a su padre.

-Mire, padre, si usted quiere seguir así, está bueno. Yo ya nada puedo hacer.

Pero lo que sí le digo es que yo me voy de aquí. Este pueblo está maldito, dejado de la

mano de Dios. Ya casi todos se han ido, ¿a qué espero, a hacerle compañía a la

Alminta? Mi madre no va a regresar, ya pasó mucho tiempo. Déjese de esperanzas y

olvide. Allá en el Norte de seguro que me va a ir bien, dicen que hay progreso, ya ve

usted que aquí la lucha se le hizo.

Don Ladislao apenas sí se movió, estiró las piernas entumidas y emitió una

bendición que más parecía una exhalación. Manuel le arrimó su vaso de sotol, tortillas,

chile seco y agarró camino.

Page 36: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

36

Tan contento iba con su primera aventura que no se dio cuenta cuándo se cruzó

con doña Refugio, que regresaba después de tanto peregrinar a cumplir con sus votos de

esposa y madre.

-Que te vaya bien, Manuel- le dijo.

-Gracias, señora.- Contestó el joven mientras se levantaba el sombrero y dirigía

una mirada a la mujer, pero sólo logró ver sus pies descalzos que parecían flotar por la

rapidez que llevaba.

-IX-

Esa misma tarde don Ladislao se levantó a duras penas de su mecedora, se echó

un poco de agua en la cabeza y se alisó la encanecida cabellera. Bajó la calle rumbo a la

iglesia. Encontró al Padre Felícitas oficiando la misa de seis. Despacio llegó hasta el

altar donde el cura había dejado inconclusa la oración por la sorpresa.

-Vengo a que me dé la bendición, Padre, porque ya vinieron por mí.- Dijo el

anciano con una voz que sonó extraña hasta para él mismo.

Inmediatamente después de haber recibido la absolución, don Ladislao atravesó

el pueblo a paso ligero como en sus años de juventud; brindó algunos saludos a los

conocidos que encontró a su paso y que extrañados, lo vieron perderse en la nube de

polvo que se levantaba con su rápido andar.

Dejó tras de sí su casa, sin mirarla siquiera y sólo se detuvo frente a la tumba de

Alminta, limpia y adornada con las flores silvestres de Manuel. Doña Refugio lo estaba

esperando. Allí se dispuso a jugar con la chiquilla y cuando se cansó de tanto ajetreo,

se recostó en el regazo de su mujer y se quedó dormido.

Page 37: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

37

El Padre Felícitas dispuso el entierro de don Ladislao junto a la tumba de

Almimnta, mientras una vecina caritativa cerró el portón y colocó un moño negro sobre

el marco de la puerta de los Peinado.

-X-

Manuel logró llegar a la frontera. No sin pasar antes por muchos apuros. Reunió

algunos centavos en trabajos rudos y mal pagados. Viajó a pie y otras veces de aventón.

A partir de aquí su historia no fue diferente a la de muchos y su suerte tampoco.

Roque había muerto en Guadalajara, en una pelea de cantina, dicen que lo

provocaron para robarle lo poco que había juntado con su trabajo de albañil. Lo

encontraron tirado entre los matorrales, la desgracia lo siguió hasta acá y lo devolvió a

Huachinango.

Dicen que cuando el féretro llegó al pueblo, los últimos que se lo encontraron en

el camino, porque ya iban de salida, decían para sus espaldas como queriendo avisar:

-¡Ya llegó el cuerpo de Roque Peinado! ¡Ya regresó el cuerpo de Roque!

El Padre Felícitas lo enterró bajo el tamarindo, junto a Leonor Monteón. Ya en

espíritu había bendecido sus amores. Fue en ese tiempo que el tamarindo empezó a

echar retoños con flores blancas como de azahar.

-¿Y qué pasó con Manuel?-, preguntó el hombre curioso de saber cómo acababa

el relato.

-A mí no me encontraron, aunque buscaron por varios días y dragaron el río, no

me encontraron, creyeron que había logrado cruzar. De esto que le confieso ya pasaron

siete años.

Page 38: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

38

-¿Y qué está haciendo aquí, entonces?- Preguntó el hombre, que tenía ya rato

platicando con Manuel, matando el tiempo en espera de la señal del “pollero” para

continuar el viaje. Debían atravesar todavía el desierto. Para llegar a la frontera todavía

quedaba mucho camino por recorrer.

-Yo ya voy de regreso a Huachinango.

Antes de que el hombre pudiera volver a preguntar, la voz del “pollero” desvió

su atención: “Ya es hora! Levanten todo y vámonos. Aquí adelante los están esperando

¡Usté amigo, apúrese que se queda!”

El hombre no podía dar paso. Un temblor le corría por todo el cuerpo, porque de

Manuel Peinado no quedó huella. Los dos tacos de frijoles que le había invitado se

encontraban intactos, y la botella de tequila estaba a medias, justo la cantidad que el

hombre ingirió durante la vigilia.

-XI-

Hacía tiempo que en el pueblo dejaron de escucharse los lamentos nocturnos de

las mujeres solas, desde que los caminos se aplanaron de tantas pisadas con dirección

al Norte; porque los rezos del Padre Felícitas fueron cada vez más fuertes, y es que

casi sin sentirlo, Huachinango volvió a tener la misma población que al principio. Lo

insólito es que el paso de los recién llegados no dejaba huella.

Así fue como el Padre Felícitas comenzó a frecuentar la cantina del pueblo,

rendido ante el tumulto de tantas almas que regresaban pidiéndole la confesión.

Page 39: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

39

Decidió emprendió un vía crucis por todo el pueblo y fue de casa en casa y de

calle en calle rociando agua bendita, desgranando cuentas de rosarios que no acababan

de terminarse.

Cuando todos recibieron la absolución, el Padre Felícitas se quitó la sotana vieja

y descolorida, pidió perdón ante la sagrada imagen del Cristo y cerró tras de sí las altas

y gruesas puertas de la iglesia de Huachinango. Se fue a la cantina y se sentó frente a su

copa de licor, en espera de su propia muerte.

Page 40: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

40

PURE

Cuando el hombre encapuchado terminó su discurso, prendió fuego a la hoguera…

SOUTH WEST

“Si quiere venir de vacaciones al sol, venga a uno de los ranchos del South West, traiga

park, su trailer park, sus binoculares, traiga cable y patrulle durante su estancia en el

rancho y vigile cuando crucen los indocumentados”

Paso del Norte. Martes 13 de junio del 2000

-¡Héroes! ¡Defensores del país y de la propiedad privada! ¡Eso son los rancheros

de Douglas! Nadie va a venir a decirnos cómo protegernos del vandalismo y las drogas

que quieren acabar con la integridad de esta gran nación.

La tierra es nuestra por derecho, por una compra legal que se le hizo a su

presidente Santana en tiempos de la revolución.

Aquí no hay ni mala fe, ni despojos como han argumentado los mexicanos. Si

quieren explicaciones, pídanselas a su gobierno ¿Por qué debemos pagar nosotros por la

corrupción de sus líderes, que provoca el hambre y la miseria de sus pueblos

subdesarrollados?

Esta nación se ha construido con el esfuerzo y el trabajo de la raza blanca.

¿Qué puede obtener un indio que se la pasa durmiendo bajo los magueyes como

ellos mismos se han plasmado en las estampas?

Page 41: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

41

Arizona, Texas y California es nuestra tierra, porque la hemos cuidado y hemos

sabido cosechar sus frutos. Es una tierra próspera porque así lo hemos querido.

¿Qué fue en sus manos sucias y descuidadas, sino desierto y abandono? ¿Por qué

habríamos de tener lástima de la miseria que ellos mismos se han provocado?

¡Raza cruel y sanguinaria que fue bendecida por la llegada de los españoles, que

intentaban civilizarlos; que los enseñaron a vivir como gente!

Lástima de trescientos años de cultura que nada les ha valido. ¿Por qué dar rosas

a los cerdos?

Su historia se ha escrito con traición y sangre, muestra de ello fue la brutalidad

de sus antepasados. Ahora vienen aquí, a invadirnos como plaga de ratas, con su sucia e

infecta presencia.

Una alambrada no basta, ni un río, ni una muralla, ni una cortina de acero.

¡Douglas ha puesto el ejemplo!-

Las texanas volaron por los aires y un grito ensordecedor salido de todas las

gargantas ahí congregadas, inundó el espacio. Luego, tranquilamente, dispusieron sus

cómodas sillas de sol en dirección al sur, las hieleras bien abastecidas, los rifles de caza

entre las manos, y se sentaron a esperar… Caía la noche.

Page 42: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

42

MISA DE SEIS

Hacía rato que el Padre José María había cerrado la iglesia. Pasaba de las ocho de la

noche y se había quedado a leer en la sacristía. Cuando los ojos le ardieron de sueño,

decidió retirarse a su dormitorio.

La misa de seis fue poco concurrida, de no ser por Juancho y Calixto, los

monaguillos que le auxiliaban a la hora de la comunión y a cantar el Padre Nuestro, y

las hermanas Carrasco, dos venerables ancianas que habían quedado solas hacía ya

mucho tiempo, después que la vida les impuso la penitencia de enterrar a sus

respectivos esposos e hijos y que al paso de los años decidieron vender sus propiedades

para hacerse compañía la una a la otra en el viejo caserón que antes había sido de sus

padres. Aunque a decir verdad, hacía ya tiempo que a las tres misas que se oficiaban en

la Iglesia del Sagrado Refugio, asistían ineluctablemente las mismas personas.

El Padre José María, había tenido que dejar a medias el sermón de la tarde

porque Lichita Carrasco, intempestivamente y fuera de lo acostumbrado, interrumpió

para puntualizar dos o tres cosas que el Padre había omitido, porque en las misas

anteriores el sermón se había dicho completo.

No fueron tanto las risillas burlonas de Juancho y Calixto los que acabaron con

la misa, sino el soberano pellizco que Aída Carrasco propinó a su hermana y que

provocó la rabieta de Lichita que ya no quiso seguir escuchando y salió tan rápidamente

como sus setenta y cinco años le permitían, seguida de Aída que cargaba poco más o

menos la misma edad, y que entre disculpas y santiguadas salió tras la hermana porque

Lichita traía el juego de llaves de la casa, que si no, con mucho gusto se quedaba a

terminar la misa, que “ya usted disculpará, padre, pero esta criatura es muy capaz de

Page 43: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

43

dejarme fuera”, pero que mañana muy tempranito vendrían ella y su hermana a

confesarse.

Tal vez por eso no le extrañaron los insistentes golpes en la puerta. Creyendo el

Padre que Aída no había podido adelantarse a su hermana y se había quedado fuera de

su casa, masculló un “¡Sea por Dios!”, y se resignó a abrir.

-Ayúdeme Padre, que estoy en pecado mortal –dijo la mujer, penetrando al

sagrado recinto como torbellino y dirigiéndose al confesionario dejando a su paso

verdaderos charcos de agua. Iba completamente empapada y su cara y sus labios

azulaban de frío.

Durante el tiempo que la mujer estuvo en el reclinatorio no dejó de escurrir, era

como si le estuvieran arrojando a la cara baldazos de agua helada.

El Padre ocupó su lugar, levantándose un poco la sotana para evitar el río que se

estaba formando por el piso de ladrillo que al contacto con el agua, producía un tono

rojizo como de sangre. Por un momento creyó que la mujer estaba herida, pero no tuvo

tiempo de preguntar siquiera, porque ya estaba iniciada la confesión:

-No pude hallar a mis hijos. Entre tanto alboroto se me soltaron de las manos y

no los pude encontrar, por eso vine sola. ¡Bendígamelos, Padre, porque ellos no tienen

culpa de nada, ni siquiera saben lo que es el pecado! Albita nomás tiene dos años y

Jaime, siete, pero le aseguro que es buen niño. Me ayuda mucho en la casa y con la

niña.

Tenemos ya varios días en el camino, la entrada al territorio se puso muy difícil,

con tanto soldado armado; pero lo logramos, bendito sea Dios, y los niños se supieron

comportar, hubiera visto usted, Padre: la Albita venía callada en el vagón del tren en

que nos treparon, como si supiera que no tenía que hacer ruido porque si no, nos

bajaban y nos devolvían pa trás, de regreso a El Salvador que es de donde venimos.

Page 44: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

44

Comentaban los compañeros, todos ellos buenas gentes que nos tocaron, que la guerrilla

está muy dura en Chiapas, por eso tanto soldado.

También el hambre está dura en mi país, Padre, por eso estamos acá. Mi

hermana me dijo: “¡déjame a los niños Elba, ¿pa qué los expones a tanto peligro?, aquí

por lo menos un taco no les ha de faltar”!

Y yo los veía y se me partía el corazón, y ellos nomás a chille y chille. Pos cómo

cree que los iba a dejar. No crea que no me daba pendiente, pero total que me resolví a

traérmelos. Nunca me han estorbado y ahora no iba a ser la ocasión.

Yo no quiero que crezcan con la idea de que su madre los abandonó, le dije a mi

hermana. La suerte que yo he de correr será su suerte, pos si son sangre de mi sangre.

Se vienen o se quedan, les pregunté. Se les iluminaron los ojos de alegría y me

los traje, ¿qué podía yo hacer?

Corrimos con muy buena suerte y yo me dije para mis adentros: es buena señal,

¡nos va ir bien, nos va a ir bien! Con eso me alentaba a seguir andando.

Cuando divisamos el río, esperamos allí hasta que anocheciera, les estuve

diciendo a mis hijos: mira Albita, mira Jaime, ya casi llegamos; nomás es cuestión de

cruzar por aquí, por el río, pero está bajito no hay por qué tener miedo. Nos vamos a ir

bien agarraditos y despacito pa no resbalarnos.

Mejor duérmete tú Albita, le dije a m’ija, al fin que yo te llevo en brazos y ni

siquiera te vas a mojar.

La pobre, pos qué va a saber, si hasta tenía rato queriendo meterse al agua pa’

bañarse, porque a ella le gusta mucho el agua, cuando la baño ni llora como otros niños.

Jaime nomás me miraba serio. No tenga miedo, ¿pos qué le va a pasar?, ¿no

estoy yo aquí que soy su madre?, ¿qué no me tiene confianza?, ¿cuándo le he dicho yo

alguna mentira?

Page 45: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

45

Le hablaba seria, como enojada, pa que sintiera que lo que yo estaba diciendo,

eso tenía que ser. Así hablaba su padre cuando vivía, y el Jaime, chiquitito como estaba,

luego lueguito que le obedecía. Por eso yo le hablé así a mi hijo, como si su padre le

estuviera hablando.

El hombre me dijo que era muy peligroso pasar con los niños y que por qué no

les buscaba yo acomodo aquí en el pueblo, mientras que podía mandar por ellos. ¡Qué

va!, le dije, si no los dejé con la familia, usted cree que los voy a encargar con

desconocidos.

El Jaime me preguntó que si nos íbamos a ahogar y yo le dije otra mentira, otra

más de las que ya les había estado diciendo desde que salimos de El Salvador.

Yo creo que ya no me cupieron en el cuerpo porque a la mitad del río y con el

agua en el buche, la Albita llorando de frío y el Jaimito tragando agua y lágrimas de

seguro, porque aunque no hiciera ruido, yo sabía que estaba llorando; pos ya no pude

más, se me salieron las mentiras por la boca, por los ojos, por los oídos, y ya no pude

seguir.

Los tres estábamos gritando y nos quisimos devolver. Después, no supe cómo

pasó, se nos unieron otros gritos, todos estábamos desesperados, luego unos rayos de

luz que encandilaban, sonidos fuertes como metralletas y perros ladrando y gente que

gritaba cosas raras en un idioma que yo no entendía, pero que eran palabras furiosas,

como de odio…

No vengo a que me absuelva de tanta mentira, Padre. Vengo a que me haga el

favor de rezar una oración por el alma de mis hijos y que si los encuentran, me los

entierren en campo santo.

Page 46: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

46

Nada más dijo la mujer, así como llegó, se fue, dejando al Padre José María

sentado en el confesionario y el agua que ya le llegaba a los tobillos. Nunca escuchó las

campanadas que llamaban a misa de seis, que Calixto y Juancho hacían tañer

diariamente en punto de las cinco y media de la mañana. Ni siquiera se percató de la

presencia de las hermanas Carrasco, que puntualmente, como todos los días, cruzaron

el atrio.

-¡Juancho, Calixto! Hagan el favor de sacar el agua con las escobas.

-¿Cuál agua, Padre?

El silencio invadió el lugar. Miró a su alrededor, reparando en cada una de las

imágenes de santos que custodiaban la nave, luego posó su mirada en el Cristo

crucificado que pendía en medio del altar.

Después de unos momentos, el Padre anunció:

- “¡Hoy no habrá misa de seis!”

Y salió de la iglesia, en dirección al río.

Page 47: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

47

EL DESIERTO

En esta región poblada de cactos y chaparrales, de clima extremoso y tierra árida; la

serpiente, el coyote y el negro batir de las alas del cuervo, señorean como dueños

absolutos del paisaje. Aquí estoy. Solo. Sentado en la cima de una loma arenosa,

levantada apenas unos cuantos metros de la planicie.

En el aburrimiento de las tres de la tarde, bajo el rayo inclemente del sol,

comparado tan sólo con los calores que se han de sentir en el infierno, observo el vuelo

circular y parsimonioso de los zopilotes en busca de alimento.

Allá van los dos amigos, creo que lo son porque caminan juntos, no porque a mí

me conste. No los conozco, nunca antes los había visto; supongo que es la primera vez

que ellos se aventuran por estos lugares. La amistad en el desierto es algo tan preciado

como el agua. Nunca es suficiente. Se atesora cada gota, al igual que una palabra de

aliento.

El primero es joven, vigoroso, lleva puestas unas polvosas botas que lo protegen

de los animales ponzoñosos y un sombrero de paja, igual que el otro. El segundo es

más bajo y grueso pero no lleva botas, son zapatos de tela.

Imagino que le ha de pesar más el calor y el cansancio porque se ha quedando

rezagado. Se detiene, se inclina sobre sus rodillas y por unos instantes observa al

primero continuar su marcha acompasada. -¡Vale!- lo escucho gritar, y el primero se

vuelve sobre sus pasos. Cruzan dos o tres frases.

El primero se quita el sombrero y con su tela roja se limpia el sudor que le corre

por la cara.

Page 48: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

48

Juntos otra vez, el segundo apoyado en el hombro del primero, reinician la

marcha, pero esta vez no siguen la ruta trazada, sino que buscan en las inmediaciones la

débil sombra de los cactos.

Sentados, con las cabezas metidas entre las rodillas, permanecen en silencio.

Ahora sí puedo estar seguro. Los hombres son amigos. Ningún gesto de consternación o

enfado se dibujó en el lacerado rostro del primero. Ningún intento de abandono.

Sólo la enorme extensión del desierto en llamas y algunos habitantes curiosos

que se asoman desde sus guaridas, conocieron el acto de lealtad de un hombre hacia su

semejante, sin otro interés que el de compartir una suerte común, o diré más bien, el de

compartir sus propias soledades.

Cerca de tres horas han debido transcurrir sin que ninguno de los dos intentara el

más leve movimiento. Las sombras vegetales crecen a su alrededor, mientras el cielo se

tiñe de anaranjado y algunas nubes violáceas se perfilan en el horizonte. Ya pronto, los

fuertes vientos nocturnos entibiarán el fogón del mediodía.

La noche cae de lleno cuando los hombres improvisan con ramas secas un

círculo de fuego a su alrededor; los animales noctámbulos espían sus movimientos.

Han sobrevivido a la claridad para reiniciar la batalla con las sombras.

Uno duerme mientras el otro vigila. Son periodos cortos que se eternizan bajo el

lento transcurrir de la noche.

Sus cantimploras están casi vacías. Las provisiones se acabaron dos leguas atrás.

Quedarse mucho tiempo en un mismo lugar es peligroso, pero caminar a la deriva, sin

brújula, con el cansancio a cuestas, es lo mismo.

Ellos también tienen un sueño común. Yo lo sé, lo he oído de otros tantos que

han transitado por estos caminos arenosos. Muchos se han quedado a hacerme

Page 49: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

49

compañía. Se han vuelto parte del paisaje y han alimentado con sus cuerpos el voraz

apetito del desierto.

No me mal interpreten, yo no decido la suerte.

Yo sólo soy esto que ven: arena, cactos, matorrales, tierra seca y polvorienta.

Esto soy yo.

Allá, a lo lejos, tras la alambrada de púas con que han partido en dos la

geografía, bajo el incandescente sol de este tórrido verano que no acaba de terminar,

cientos de hombres quedarán tendidos boca arriba, con sus ojos fijos en el infinito.

Page 50: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

50

TECÚN UMÁN

(La pequeña Tijuana)

Fue un día como tantos otros en Tecún Umán, y no hubiera sucedido nada

extraordinario de no ser por el jaleo de las mujeres que hacían la caridad a la Toña,

llevándole un vaso de agua o preparándole un poco de caldo de pollo. Aunque nada de

extraordinario tenía el hecho de que alguna de estas mujeres muriera o enfermara, caso

tan común en estas regiones dejadas de la mano de Dios.

Sería porque la Toña había sabido ganarse la buena voluntad de sus compañeras

o porque su enfermedad les daba motivo para salir de la rutina y tener algo de qué

hablar, lo cierto es que todas anduvieron alborotadas desde las seis de la mañana, yendo

y viniendo de un lado a otro, y hasta en algún momento le pensaron alguna oración.

Con los ánimos exaltados y la preocupación que les había nacido, ya sea por una

u otra causa, decidieron dar conocimiento a la seño Torina sobre la gravedad de su

compañera:

-¡Seño, Torina!, la Toña sigue mala, ta ardiendo en calenturas y el dolor de

panza no se le quita, ya la atiborramos con el te de estafiate y no se le quita. Se está

quejando mucho la Toña, no se nos vaya a morir.-

-¡Con una chingada!, nomás falta que quieran convertir el putero en hospital-

dijo la seño Torina, que en verdad le hacía honor a su nombre por lo descomunal de su

rollizo cuerpo y su metro noventa de estatura. Levantó de golpe las tres últimas cajas de

cerveza de media que recién le habían llegado y fue a estibarlas en el cuartucho que le

servía de almacén en donde guardaba, en filas bien organizadas, los artículos

domésticos, la despensa y la latería que al igual que la cerveza y todo lo que a Tecún

Page 51: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

51

Umán llegaba, pasaba de contrabando, por el cauce del río Suchiate que sirve de

frontera con Ciudad Hidalgo, Chiapas.

La seño Torina, con sus cincuenta años a cuestas pero con la vitalidad de una

chamaca de quince y la fuerza del más fornido de aquellos lugares, se ocupaba ella

misma de guardar las provisiones, hacer el inventario y llevar las cuentas del putero,

como le daba en nombrar a su prostíbulo.

Torina la grande, fue en sus tiempos la flor más bella de Guaraparí, su tierra

natal. Trigueña de ojos aceitunados y de una estatura poco común, nunca fue bien vista

por su padre de quien sólo obtuvo regaños, golpes y malos tratos.

Sabiéndose traicionado y sin haber obtenido jamás el nombre del “cabrón, hijo

de puta” con el que su mujer lo engañara, y sin poder más con el peso de la burla de que

era objeto a cada momento en Guaraparí, un buen día, agarró a la muchacha de las

greñas y sin decir nada vino a venderla a unos fuereños que había conocido en la

cantina del pueblo y que esa tarde partían con rumbo desconocido. Muchos años rodó

Torina de un lado a otro, vendida innumerables veces al mejor postor, así que cuando

vino a caer a Tecún y conociendo el teje y maneje de los prostíbulos, no tardó en

establecerse en el pueblo, que al cabo de algunos años, como ella misma lo predijo al

conocer sus características y darse cuenta de sus múltiples posibilidades, florecería

como uno de los principales centros de prostitución de Centroamérica.

Por eso, y por su conocimiento de la naturaleza humana, en cuanto a estos

tópicos se refiere y bien aleccionada por la vida, nunca dejó la seño Torina que nadie le

ayudara en los asuntos de dinero, ni siquiera a su hombre le permitía meter mano en su

negocio, mucho menos al almacén, para evitar así, decía, “tener que matar al cabrón o a

la puta que tuviera la intención de robarle.” Tú a tus asuntos, le decía al Güilo, el tipo

enclenque que tenía por marido y que también le hacía honor a su apodo.

Page 52: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

52

Todos en Tecún sabían por qué el Güilo había caído en las manos de la seño

Torina, o más bien, había ido a meterse con todo y cabeza bajo las enormes faldas del

mujerón y afanarse, aunque sudando a chorros, por arrancarle los escandalosos gemidos

que se escuchaban de aquí hasta la casa de las Salvatierra, que era la más alejada del

pueblo y de la que jamás se les vio salir. Era, según tengo entendido, el único lugar en

donde se rezaba el rosario por las tardes y a donde no había llegado todavía la

prostitución, el narcotráfico y el vandalismo que señoreaban por todo Tecún, desde que

se descubrió como el lugar ideal para estos menesteres debido a la afluencia de tanto

indocumentado venido de todas partes de Sudamérica con el sueño guajiro de llegar a

los Estados Unidos.

Y es que el Güilo, siendo como era, nunca hubiera podido llegar ni siquiera a

atravesar el río por el miedo a que se volteara la balsa, hecha de cámaras de camión y

unas cuantas tablas amarradas; mucho menos aventurarse a cruzar una extensión tan

grande y peligrosa como era el territorio mexicano.

Recién desempacado de Colombia, prefirió despedirse de sus amigos que lo

habían arrastrado literalmente hasta acá y después de desearles la mejor de las suertes,

buscó colocarse en uno de los cincuenta prostíbulos de La Pequeña Tijuana, como ya

era conocida la precaria ciudad, que a la fecha contaba con más de cuarenta mil almas,

mitad residentes y mitad de paso.

Los buenos manejos que el Güilo hacía de las flácidas y sebosas carnes de la

seño Torina, le valieron quedarse en Tecún bajo la protección de su mujer a quien todos

los habitantes respetaban por no decir que le temían.

Page 53: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

53

La seño Torina puso cerrojo al tablón viejo y apolillado que le servía de puerta al

almacén, pasó la cadena y cerró el enorme candado que custodiaba las preciadas

mercancías y se dirigió como alma que lleva el diablo al inmundo cubículo de la Toña.

Un pasillo hediondo a orines, sin un agujero que sirviera de ventila y con una

única puerta al fondo que daba al corral donde las mujeres hacían sus necesidades y se

bañaban de vez en cuando, dividía los siete cubículos de las siete putas que ahí

trabajaban, que más bien eran chiqueros con piso de tierra aplanada.

El mobiliario de los cubículos comprendía unas tablas viejas sostenidas por

cuatro ladrillos a manera de cama, sobre las tablas una colchoneta apestosa y

enchinchada con visibles muestras de haber absorbido centenares de veces los fluidos

corporales tanto de hombres como de mujeres que hubieron retozado sobre el

nauseabundo relleno; había también rastros de sangre seca, causa del periodo menstrual

o la muerte a traición de algún cristiano, que en mala hora llegó a interrumpirle el goce,

o podía deberse también como era más común por el desflore de alguna chamaca,

porque llegaban ahí como enjambre de moscas, por montones; unas por su propia

voluntad, intentando completar con la miseria de sueldo que obtenían, el costo del

pasaje… con el paso del tiempo y olvidando sus sueños de cruzar la frontera, ya sea por

olvido solamente o porque era mejor no acordarse de las cosas, se quedaban a vivir en el

putero. Otras, llegaban como prenda de empeño para obtener a cambio cincuenta

dólares, que era lo que la seño Torina pagaba -y era bien pagado-, por las que

alcanzaban los diez años; las más grandecitas valían menos. Las tarifas ya estaban

establecidas y no había forma de regatear, así que los familiares de las chamacas se

tenían que conformar con la cotización y buscar por otro lado el resto de la cantidad que

los polleros exigían a los indocumentados para poder transportarlos hasta la frontera

Page 54: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

54

norte, que era el destino común de todos los que ahí llegaban, hombres y mujeres que

venían huyendo de la miseria, las guerrillas o la represión.

Las tarifas a los indocumentados dependían mucho del lugar de procedencia; por

ejemplo, para los lugareños el cobro era de dos mil quinientos dólares, los hondureños

pagaban tres mil, los colombianos debían pagar seis mil dólares y si de casualidad

llegaba, y claro que llegaba, algún embarque de orientales, la cuota por persona

ascendía hasta los doce mil dólares.

Cuando la seño Torina recibía las chamacas de siete u ocho años, las mantenía

un rato como sirvientas hasta que estuvieran más maduritas y pudieran aguantar los

salvajes empujes de sus parroquianos.

Yo no comercio con niñas- decía la gigantesca mujer cuando le llegaban con esta

mercancía- pero déjemela aquí a ver en qué puede ayudar por mientras, pero que conste

que nada más se la acepto para ayudarle a usted con su pasaje. Las escuinclas así de

chiquitas son muy delicadas y hay que cuidarlas mucho.

Cuando alguna caía enferma, mandaba al Güilo a dejarla por ahí, abandonada a

las márgenes del río, donde Los Salvatruchas -que así se les conocía a los asaltantes de

indocumentados que estaban en contubernio con los polleros y los narcos-, la hacían

presa fácil de sus instintos. Hasta diez o quince Salvatruchas podían caer sobre la infeliz

sin que propios o extraños quisieran darse cuenta de lo que ahí pasaba.

Esa era la ley en Tecún Umán y la de tantas otras fronteras en el mundo: la del más

fuerte, la de la supervivencia, la de la rapiña, la del abuso y la corrupción.

Para las que se morían en el putero, era más fácil por así decirlo: envueltas de

pies a cabeza con su propia sábana maloliente y percudida, quedaban en la fosa común

del único panteón que estaba en las orillas del pueblo y en donde el Tambuco, un negro

Page 55: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

55

de las Antillas que había parado ahí quién sabe cómo, y que sufría un severo retraso

mental, la hacía de enterrador.

Era un trabajo que le causaba gran alegría. Sentado a la entrada del panteón, con

su pico y su pala al lado, se le veía al Tambuco diariamente esperando ansioso a sus

difuntos. Quién sabe qué pasaba por la limitada mente de aquél negrazo cuyos únicos

amigos eran los muertitos, aunque alguna vez se le oyó decir en las pocas pláticas que

tenía con los vivos, -“es que ellos no pegan”- y se daba golpes en la cabeza, enfatizando

así su respuesta, insistiendo en que quedara muy clara y sin temor a dudas, luego abría

desmesuradamente la boca de labios negros y gruesos emitiendo un sonido como de

chillido de rata que era su carcajada, dejando al descubierto las enormes encías, presas

ya de una avanzada piorrea, que sostenían a duras penas una pobre hilera de dientes

diminutos, mal formados y verdosos y otros que lo habían sido, pero que ahora eran

sólo pedazos que colgaban tercamente de la purulenta carne.

Cuando las ganas de mujer le llegaban, aunque esto sucedía muy de vez en vez,

y no desahogaba él mismo la urgencia y la mente se le despejaba, bajaba a la calle de

los prostíbulos con todo y pala. Las mujeres no querían acostarse con él argumentando

la peste a muerto que traía impregnada no en las ropas, sino en el cuerpo.

La Toña, era una chamaca de escasos quince años, que como tantas otras había

quedado en empeño en el putero de la seño Torina desde los doce, logrando sobrevivir a

un centenar de hombres que ya habían acabado con su inocencia y le habían extinguido

el perfume natural de sus carnes.

Permanecía la chamaca acostada en el camastro cuando la seño Torina descorrió

la raída cortina que servía de puerta al cubículo de la enferma, pero ya no tuvo tiempo

de echarle su perorata plagada de maldiciones y palabras altisonantes, porque mientras

la inmensa mujer echaba llave y candado al almacén, la Toña exhalaba su último

Page 56: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

56

suspiro, víctima de un dolor de estómago y una calentura que le llegó a los cuarenta y

cinco grados según cuentan sus compañeras; otras dicen que fue por la visita del

Tambuco que vino a parar con ella después de tocar puertas a los otros cuarenta y nueve

prostíbulos de Tecún Umán en donde lo echaron hasta con orines de borracho y como la

seño Torina no hacía diferencia entre sus parroquianos, le enjaretó la encomienda de

hacer gozar al enterrador a la Toña que como ya se sabía, estaba enferma, motivo por el

cuál no había atendido cliente en varios días; y creyendo la seño Torina que el mentado

dolor y la fiebre no eran mas que pretextos para tomarse unos días de vacaciones, fue y

se lo refundió en el cubículo con la advertencia de cumplir con su trabajo como era

debido. Lo cierto es que el putero de la seño Torina gozaba de enorme prestigio de

entre los demás, como uno de los que brindaban mejor servicio al cliente.

Creían las mujeres que aquél hedor a difunto que despedía el Tambuco, se

penetraba en el cuerpo de la que se arriesgara y que era como una maldición de muerte.

Discutían todas a la hora del almuerzo, único alimento del día, sobre estas posibles

causas del fallecimiento de la Toña, compañera querida y apreciada por todas porque

siempre fue muy callada y nunca echó pleito con ninguna, ni peleó cliente, ni llevó

chisme ni se metió en lo que no le importaba.

Cierto o no, lo que yo creo es que a la Toña no la mató la fiebre ni sus entrañas

putrefactas, ni siquiera el olor a muerte del Tambuco, sino la carga de tanto hombre que

se le trepó encima, los sudores que se bebió, los resuellos que tuvo que respirar, las

babas, las vomitadas y la mierda que le dejaron por dentro y que le llegó hasta el alma.

-¡Orale, cabronas, a trabajar! Se escuchó la voz de trueno de la seño Torina,

¡cuánto amor les entró de repente! La Toña no es la primera puta que se muere ni será la

última, ya estuvo bueno de tanto alboroto. El muerto al pozo y el vivo al gozo y aquí se

Page 57: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

57

viene a gozar. Así que se me apuran que ya llegaron los hombres y si te vi, ni me

acuerdo. ¡Bonita la chingadera!

Reanudaron sus actividades, se acabó la congoja y todo volvió a la normalidad.

La Armida, una chamaca de trece años que ya no tuvo tiempo de crecer, dejó el

trapo de limpiar y la escoba y ocupó el cubículo de la Toña media hora después de que

la sacaron envuelta en su sábana y el Güilo se la llevó al Tambuco.

Cuando se vio sola, frente al hombre que había ganado el derecho de ser el

primero en la mesa de apuestas, se echó a la cama boca arriba con las piernas abiertas,

cerró los ojos y lloró en silencio, no tanto por lo que le estaba pasando que al fin y al

cabo, lo sabía de sobra, sino por la Toña, la única que le había brindado su amistad y a

la que le debía el poder garabatear mínimamente su nombre. Y es que la Armida quería

algún día llegar a escribir todas esas cosas que poblaban su mente y que le contaba a la

Toña en los pocos ratos que se robaba, cuando la seño Torina se encerraba con sus

cuentas.

Lloró por todo eso y por su desamparo. Cuando se le secaron los ojos, cerró con

ellos un capítulo de su vida y nunca más volvió a pensar en sus historias.

Al poco tiempo, se supo que el Antillano en su locura, aunque más bien creo

que fue en un momento de lucidez, se había cavado él mismo su propia fosa, se había

enterrado como pudo y se quedó plácidamente dormido bajo de la tierra.

Los habitantes de Tecún Umán, La Pequeña Tijuana como se le conoce, por ser

ésta, dicen, tan parecida a su homónima del norte, no resintieron jamás la muerte de la

Toña, pero sí lograron inquietarse al perder al único enterrador que no cobraba por sus

servicios, en un lugar en donde hasta el papel higiénico pasa de contrabando en las

balsas que transitan el río Suchiate, y que hace frontera con Ciudad Hidalgo, Chiapas.

Page 58: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

58

LA CACERÍA

No era más que un galerón oscuro y sucio que permanecía cerrado con candado durante

el día, y en donde el grupo de hombres pasaba la mayor parte del tiempo dormitando en

espera de la llegada de la noche. Eran hombres venidos de distintas partes, algunos

llegaron juntos y otros se conocieron en el galerón.

Esa tarde trajeron a Lupe, un chamaco como de trece años que había viajado en

solitario desde Veracruz, y como no tenía dinero para pagar a los polleros, se las

ingenió para subirse de mosca a los trenes; otras veces pedía aventón a los camioneros.

Pensaba Lupe lo inteligente que había sido al llegar hasta la frontera sin haber

soltado un cinco, con el que además no contaba, y que qué tontos los que tuvieron que

pagar por un viaje tan inseguro, por lo que sabía de oídas sobre tantos casos de

indocumentados que se morían asfixiados en los vagones, o victimados por los propios

Coyotes.

También pensó que, siendo que no lo habían matado cuando lo agarraron los

gringos en territorio americano, si no lo devolvieron ni lo entregaron a las autoridades,

de seguro lo dejarían quedarse allí a trabajar, pues era joven y tenía buenos brazos y

piernas, muy preciados en las labores del campo.

Si tuvo miedo -y sí que lo tuvo-, cuando le apuntaron los jinetes con sus rifles

de alta precisión y mira telescópica, decidió echar fuera los negros pensamientos y se

dispuso a seguir las órdenes de los custodios que le indicaban a señas la marcha a seguir

con rumbo desconocido.

No bien habían pasado unos cuantos minutos cuando los jinetes frenaron sus

cabalgaduras, y uno, que parecía ser el jefe del grupo, enorme y fuerte como toro, lentes

oscuros y bigote rubio y bien recortado, desmontó ágilmente, a pesar de los sesenta y

Page 59: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

59

tantos años que ya se le veían en el rostro y en el cabello grisáceo por el área de las

sienes, y vino a pararse junto a él. Le cruzó el pesado brazo por los hombros y descansó

el M16 sobre la tierra seca, los dos miraron hacia el punto rojo de la cámara fotográfica

que, divertido, accionaba el más joven del grupo.

Lupe sonrió a la lente como por costumbre, pero luego liberó su risa chillona y

gruesa de adolescente, aunque sin entender ni un ápice de lo que ahí se platicaba,

mientras los jinetes dejaban escapar sus sonoras carcajadas.

Entró al galerón todavía encandilado por la brillante luz del día que acababa de

dejar tras la puerta que se cerró violentamente y que sirvió para permitir la entrada de un

poco de aire fresco que los hombres allí reunidos, agradecieron e inhalaron

ruidosamente.

Unos momentos todavía quedó Lupe, parado junto a la puerta, dando tiempo a

que sus ojos se acostumbraran a la penumbra.

Estaban allí, mirándolo en silencio, seis hombres, todos ellos jóvenes y fuertes,

diría que entre los veinte y los treinta y cinco años. La pestilencia del olor a sobaco, a

pies y orines penetró por sus narices y le volteó el estómago, aunque sólo liberó la

acidez, porque no había probado bocado desde hacía varios días.

Uno de ellos, rompiendo el silencio le dijo: - Ya pronto te vas a acostumbrar-

dicho lo cual, los hombres perdieron el interés por el recién llegado y continuaron con

sus asuntos.

Lupe no comprendió de momento el por qué de un recibimiento tan frío por

parte de los que ya consideraba sus compañeros. Hubiera querido narrar tantas y tantas

aventuras que protagonizó durante su travesía, único patrimonio con el que contaba,

pues había sido huérfano de padre y madre desde antes de que tuviera uso de razón,

sobreviviendo de milagro en los muelles de Veracruz como tantos otros.

Page 60: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

60

Temiendo ser imprudente y conociendo el dicho de que a la tierra que fueres haz

lo que vieres, prefirió tumbarse en el lecho de paja y tierra que amontonó en una

esquina y se dispuso a descansar, convencido de que ya en otra ocasión, ellos mismos le

cuestionarían sobre cómo es que siendo tan joven, había logrado llegar a cruzar la

frontera él solo desde Veracruz.

Aunque estaba muy cansado, no pudo conciliar el sueño por la excitación de los

sucesos recientes. Sus pensamientos volvían una y otra vez al momento del cruce y

luego repasaba en cada detalle la caminata con sus guardianes, la fotografía junto al que

supuso el amo, la carcajada de la broma incomprensible y hasta disfrazó con su propia

fantasía algunos pasajes que le parecieron poco importantes o bochornosos.

Su impetuosa imaginación volaba tan rápido y sin saber cómo se vio envuelto en

un sueño ideal en donde se miraba trabajando alegremente entre las matas de algodón,

junto con sus seis compañeros que le sonreían y cantaban canciones de añoranza al

cuidado amoroso y amigable de los cuatro jinetes, que usaban sus rifles sólo para

defenderlos de los coyotes o de algún león de montaña que merodeaba desde hacía

varias semanas la plantación.

Las comidas, vastas y apetitosas a base de carne y tortillas hechas a mano, se

degustaban en el galerón, único lugar del que tuviera memoria, pero que bien limpio y

ventilado y con mesones gruesos y bien pintados, cubiertos con manteles a cuadros

rojos y blancos, como él imaginaba las mesas donde comían los gringos, o como las

había visto en alguna revista campestre, donde destacaban sendos jarrones con flores

silvestres y rostros rosados y felices…

Pasaría a lo sumo media hora, cuando Lupe se levantó de su improvisado lecho y

dirigiéndose al hombre más próximo le cuestionó sobre la hora de la comida, a lo que el

hombre contestó: -Fue a las tres-, y le volvió la espalda.

Page 61: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

61

El quejido del séptimo hombre que yacía apartado del resto y por tanto no había

tenido ocasión de descubrir, le dio la oportunidad de continuar la charla.

-¿Está enfermo?- Un ¡Ajá!, como única respuesta acabó la conversación.

Otro, fuera de lo esperado se levantó a darle una vuelta al enfermo, cruzó unas

cuantas palabras, que a Lupe le parecieron como de aliento, y lo volvió a cubrir con la

vieja chamarra que le servía de cobija.

Animado por la acción, se dirigió a éste, que parecía menos hermético. –Vengo

de Veracruz, ¿está muy enfermo el señor?, ¿qué tiene?

El hombre lo observó unos momentos, los ojos negros y brillantes de Lupe, su

mirada franca e inocente, le arrancaron por fin las palabras: -¡Ah qué chamaco!

¿Cuántos años tienes?-

- Trece… creo, por lo menos esos me dicen que aparento.

- ¿Cómo te llamas?

- Lupe, bueno, así me pusieron los cuates del muelle.

El hombre no quiso ahondar, aunque a leguas se miraba que el chamaco tenía en

la punta de la lengua la explicación que le permitiría relatar sus aventuras.

- Oiga, ¿y a su amigo qué le pasó?

- Lo mordieron los perros.

- ¡Híjole qué gacho! A mí una vez me correteó uno, mire, aquí tengo todavía las

marcas, ¿las ve? ¡Pa su mecha, me pusieron como cincuenta jeringazos en el Centro de

Salud. ¡Pinche perro, tenía la rabia!... La ñora del perro luego me echó la culpa a mí que

porque lo andaba cucando. ¡Coño! Si yo ni le hice nada, a su pinche perro maricón, le

dije.

- ¡Ay madre mía de Guadalupe!- exclamó el enfermo.

Page 62: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

62

- Por eso me pusieron Lupe los cuates, por la medallita que traigo aquí en el

pescuezo, mire.

El enfermo se incorporó dejando al descubierto las carnes desgarradas y

sanguinolentas de la espada, cuello y brazos.

- Tate sosiego, Chava, no te muevas, pa’ que te cicatrices más rápido.

- Mátame Rubén, mátame mejor. Tú Pedro, acuérdate del favor que me debes

hermano, de cuando se llevó la crecida a la Juanita. Tú no estabas, yo me tiré al río y te

la traje viva. Pos ahora te pido que me hagas el favor de quitarme de este sufrimiento,

por tu hijita que se te andaba ahogando, hazme la caridad, hermano.

- Tas loco, ¿cómo me pides eso, Chava?. Pídeme lo que quieras, mi vida si eso

te place, pero no me impongas esa penitencia. Mira Chava, aquí ante todos, te juro que

te vas a aliviar. Lo peor ya pasó, ya ves, ¡volviste!. Les ganaste a estos gringos, en su

ley y en su terreno. Luego que te pongas bien te voy a llevar pa’ tu casa, con la comadre

y con tus hijos, Chava. Nomás quédate quieto pa’ que te alivies más pronto. Duérmete

otro rato, hermano.

El hombre se volvió a acostar, será que ya no pudo continuar hablando por los

intensos dolores o porque no quiso contradecir la buena voluntad de las palabras de su

compadre, o que al fin y al cabo, aquello ya no tenía remedio.

Lupe ya no quiso hablar, se fue a su rincón y se quedó quieto, repasaba con su

mano la imagen labrada de la virgen de Guadalupe de su cadena de alpaca, tampoco

volvió a soñar despierto. Fue como si el cuerpo macerado de aquél infeliz que

imploraba la muerte, lo hubiera lanzado a otro mundo, a otra realidad, a un galerón

oscuro y fétido en una tierra que no era la suya y un idioma que tampoco era el suyo,

donde estaba prisionero junto con siete hombres que hablaban su misma lengua pero

que no los entendía y era lo mismo.

Page 63: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

63

No sabía extrañar a nadie porque nunca tuvo a nadie a quien extrañar, por eso

tuvo un sentimiento muy raro, como de abandono. Recordó los muelles de Veracruz y

se le hizo nudo la garganta.

Los tenues rayos de luz que se filtraban por las paredes de lámina del galerón

desaparecieron. La oscuridad era total, el silencio fue interrumpido por el ladrido de

perros y el galopar de los caballos que se acercaban cada vez más.

Hasta este momento los hombres comenzaron a dar señales de vida, inquietos,

caminaban a tientas y cruzaban frases con palabras que Lupe no entendía o no quería

entender. Su corazón latía tan aceleradamente que creyó por un momento que se le iba a

salir, por eso presionó sus manos fuertemente contra su pecho.

La puerta se abrió y una imagen familiar se recortó bajo la claridad de la luna.

Allí estaban los cuatro jinetes, montados en sus espléndidos caballos, pero esta vez

venían acompañados por dos enormes mastines amarrados a gruesas correas que

difícilmente podía controlar el hombre que les hablaba en español: “¡Quieto Blac,

quieto! ¡Tranquila Mileidi!”

A la voz de trueno del amo, los furiosos animales acallaron sus ladridos,

echándose sobre la tierra tibia aún, después del calor de cuarenta y dos grados del

mediodía.

Varias lámparas ciegas iluminaron el lugar. La luz sobre los cuerpos de los

hombres que cubrían sus rostros del hiriente rayo, parecía divertir a los jinetes, era un

juego cruel que les provocaba verdadera excitación.

- ¡Rubén Martínez, venga por acá!-, ordenó el amo en un español masticado.

Rubén se persignó y caminó hacia la entrada. Los hombres apretaron fuertemente su

mano como señal de despedida.

Page 64: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

64

Los perros, sintiendo la proximidad del extraño, comenzaron a ladrar, mostrando

sus afilados colmillos, gruñendo como endemoniados.

- ¡Ey, chamaco, que cómo te llamas, pregunta Mister Yordan-, dijo el hombre de

los perros.

- ¡Lupe!-, se apresuró a contestar en un chillido.

- ¿Lupe, qué?

- ¡Lupe nomás!-, le contestó perdiendo el equilibrio para caer sentado entre la

paja como si alguien le hubiera golpeado las corvas.

- ¡Que tú también vienes!, escuchó.

- ¿A dónde?, ¿pa, qué?- , preguntó mientras caminaba trabajosamente.

- ¡Cerdos, hijos de perra!- , se escuchó en el fondo del galerón.

- ¿Quién dijo eso? – Nadie contestó.

- Que dice Mister Yordan, que mañana no hay comida.

Luego de esto, la puerta se cerró.

Los hombres del galerón escucharon alejarse a los perros, a los jinetes, al

hombre que hablaba español a Rubén y a Lupe, un chamaco que no se habían dado

tiempo de conocer porque era mejor así. Tampoco lo prepararon para lo que le iba a

pasar, porque también era mejor así.

El hombre herido dijo para nadie: ¡Ojalá y no vuelvan!...

Rubén no volvió, pero sobrevivió de milagro, con un balazo en el cuello y

múltiples mordidas de perros por todo el cuerpo. Lo habían dado por muerto y lo habían

arrastrado hasta el lado mexicano donde lo abandonaron. Todavía pudo arrastrase y

pedir auxilio en una casa cercana, antes de perder el conocimiento y estar así por casi

una semana.

Page 65: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

65

Fue por él que se supo de esto. Aunque cuando las autoridades americanas

tomaron cartas en el asunto y pudieron examinar el galerón de Mister Jordan, no

encontraron nada, ni un rastro, ni una seña de que ahí pudieran haber estado prisioneros

seis hombres y un chamaco de Veracruz, al que le decían Lupe.

Lo cierto es que Lupe salió del galerón junto con él, pero no lo llevaron a la

cacería porque cuando a Rubén lo atraparon los perros y se le echaron encima y le

metieron el balazo en el pescuezo, solamente iban dos jinetes, los otros quién sabe

dónde andaban.

Dos meses después, Rubén, convaleciente todavía, escuchó la noticia de que a

pocos kilómetros, en el desierto de Arizona, se habían encontrado los restos humanos

de un ilegal, al parecer de doce o trece años con claros indicios de haber sido violado

numerosas veces, sin señas particulares ni identificación, sólo una medalla de la virgen

de Guadalupe que traía colgada al cuello.

Page 66: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

66

EL HOMBRE EN EL RIO

“Y los discípulos, viéndole andar

sobre el mar, se turbaron diciendo:

¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.

S. Mateo 13,14, 26

Yo lo vi, nadie me lo contó, lo vi con mis propios ojos: El hombre era alto, bien

portado, de piel tostada por la labranza. Estuvo mirando mucho rato el agua, no le

despegó la vista ni un momento mientras se ocultaba el sol.

Luego, cuando pardeaba la tarde y los ruidos de los animales se acallaron, creí

que se había ido, pues con el reflejo del sol entre las ramas se me desapareció, pero no,

el hombre seguía ahí. Yo creo que estaba pensando en cómo cruzar. Luego creí que se

había arrepentido porque ya eran muchas horas de espera.

Ya me había encaminado pa la casa… porque yo vivo acá, pero trabajo allá. ¡Si

no es delito!, somos muchos que así le hacemos y nos va bien, pa que es más que la

verdad.

Yo no reniego de mi país, es el hambre que nos tiene harta mohína y ahí nos trae

como pendejos de un lado a otro, acechándonos, esperando a que nos descuidemos pa

tirar el zarpazo. Es el hambre, la desgracia, que no nos deja en paz.

Pero les estaba diciendo que ya había yo agarrado camino, cuando de repente

que volteo. No sé por qué… a veces creo que fue como que me habló. Aunque quien

sabe, porque en todo ese rato que estuvo ahí, parado, y yo viéndolo desde el otro lado,

ni cuenta se dio que yo estaba ahí.

Mis papeles están en regla, así que yo me puedo pasear por los dos lados, aunque

a los güeros de por acá se les frunza.

Page 67: Los fantasmas de Douglas€¦ · LOS FANTASMAS DE DOUGLAS DE VIRGINIA HERNANDEZ MIRAMAR LOS ÁNGELES CALERA HUACHINANGO PURE SOUTH WEST MISA DE SEIS EL DESIERTO TECÚN UMAN (La pequeña

67

Bueno, pues de repente, este hombre, que se empieza a encuerar, y yo pensé: se

va tirar.

“¡No haga eso, estas aguas así como las ve de tranquilas, son muy traicioneras,

hay mucho lodo allí abajo, la corriente es muy fuerte!”

¡Válgame Dios santísimo! ¡Hermano, fue un milagro! ¡Se los digo tal como

sucedió!

El hombre atravesó el río, flotando. Caminó sobre las aguas sin que una sola

gota lo mojara. Yo lo vi y no estoy borracho ni estoy loco. Sé lo que vi y así mismo tal y

como pasó se los digo.

No, si no es broma, me río porque ahora que lo pienso tantito, de nada le valió a

Douglas la vigilia.