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10 enero 2011 La publicación Tabbloid de hoy NOTICIAS PERSONALES PARA [email protected] 1 ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO FRANCÉS BRUNO Cuida tu instrumento: La humedad 29 NOV 2010 04:00A.M. Si hay algo que afecta de verdad a la salud de un instrumento de arco, eso es la humedad. Cuántas veces nos ha pasado que, al cambiar de manera brusca el ambiente en el que nos encontramos, hallamos nuestro instrumento desafinado y con un sonido distinto. Pues bien, esos son sólo dos de los problemas más leves que podemos tener por culpa de la humedad. La madera, debido a la estructura de sus fibras, es un elemento altamente higroscópico, es decir que absorbe o pierde humedad para intentar equilibrar su nivel de contenido de agua con el del ambiente en el que se encuentra. Esto se traduce en cambios morfológicos que afectan a la estructura de la madera. Pero ¿Cómo afecta la humedad a un instrumento?. Las distintas partes que componen un instrumento de arco reaccionan de manera distinta ante la humedad. El abeto de la tapa, el arce, el ébano, la cola que une las juntas, todo reacciona a distinta ”velocidad” ante los cambios de humedad y esta diferencia de reacciones produce tensiones que pueden llegar a ser peligrosas. Los excesos son, como pasa con todo, desaconsejables. Tan perjudicial puede ser un exceso como un defecto de humedad. Lo mejor es mantener el instrumento entre el 40% y 55% de humedad relativa ambiente. Fuera de estos límites, las condiciones ambientales se vuelven insalubres para el instrumento y, cuanto más nos acercamos a los extremos de la escala, peor. Pero pasemos a los detalles. Con el fin de prevenir futuros problemas, las maderas con las que están hechas los instrumentos se manipulan de manera diferente a las que son destinadas para otros fines. De todos es sabido que la madera, después de cortada, sigue “trabajando” durante años. Se llama “trabajo de la madera” a las variaciones de forma y estructura que ésta sufre a lo largo del periodo de secado. ¿Quién no ha visto como se alabea y retuerce un tablón o cómo se agrieta un tronco después de cortado?. Todo esto es debido a la manera en que la madera pierde el agua que contiene. Si este secado no se hace de forma continua, paulatina, entonces vienen los problemas. Como ya he dicho, para prevenir estos problemas, se intentan poner remedios desde antes de construir el instrumento. Se comienza por

Luthería sin secretos

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10 enero 2011

La publicaciónTabbloid de hoyNOTICIAS PERSONALES PARA [email protected]

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ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

Cuida tu instrumento: Lahumedad29 NOV 2010 04:00A.M.

Si hay algo que afecta de verdad a la salud de un instrumento de arco,

eso es la humedad.

Cuántas veces nos ha pasado que, al cambiar de manera brusca el

ambiente en el que nos encontramos, hallamos nuestro instrumento

desafinado y con un sonido distinto. Pues bien, esos son sólo dos de

los problemas más leves que podemos tener por culpa de la humedad.

La madera, debido a la estructura de sus fibras, es un elemento

altamente higroscópico, es decir que absorbe o pierde humedad para

intentar equilibrar su nivel de contenido de agua con el del ambiente

en el que se encuentra. Esto se traduce en cambios morfológicos que

afectan a la estructura de la madera.

Pero ¿Cómo afecta la humedad a un instrumento?. Las distintas

partes que componen un instrumento de arco reaccionan de manera

distinta ante la humedad. El abeto de la tapa, el arce, el ébano, la cola

que une las juntas, todo reacciona a distinta ”velocidad” ante los

cambios de humedad y esta diferencia de reacciones produce

tensiones que pueden llegar a ser peligrosas.

Los excesos son, como pasa con todo, desaconsejables. Tan perjudicial

puede ser un exceso como un defecto de humedad. Lo mejor es

mantener el instrumento entre el 40% y 55% de humedad relativa

ambiente. Fuera de estos límites, las condiciones ambientales se

vuelven insalubres para el instrumento y, cuanto más nos acercamos a

los extremos de la escala, peor.

Pero pasemos a los detalles. Con el fin de prevenir futuros problemas,

las maderas con las que están hechas los instrumentos se manipulan

de manera diferente a las que son destinadas para otros fines. De

todos es sabido que la madera, después de cortada, sigue “trabajando”

durante años. Se llama “trabajo de la madera” a las variaciones de

forma y estructura que ésta sufre a lo largo del periodo de secado.

¿Quién no ha visto como se alabea y retuerce un tablón o cómo se

agrieta un tronco después de cortado?. Todo esto es debido a la

manera en que la madera pierde el agua que contiene. Si este secado

no se hace de forma continua, paulatina, entonces vienen los

problemas.

Como ya he dicho, para prevenir estos problemas, se intentan poner

remedios desde antes de construir el instrumento. Se comienza por

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elegir maderas estables y que no den excesivos problemas en el

secado. El arce y el abeto son maderas que no plantean muchos

inconvenientes en su etapa de curación. En segundo lugar, la manera

en que se cortan es la que más estabilidad proporciona: para las tapas

y los mangos se elige siempre el corte al cuarto o también llamado

radial y en los fondos y aros, casi siempre. Este tipo de corte hace que

las fuerzas que actúan sobre la estructura de la madera conforme ésta

se seca se contrarresten unas con otras evitando deformaciones graves

y dándoles estabilidad. Por último, el sistema de secado es

completamente natural. En un primer momento, las piezas de madera

se guardan apiladas en hangares y tenadas al aire libre

y resguardadas de la lluvia, en condiciones climatológicas similares a

aquellas de las zonas donde se cortaron, hasta que se estabilizan

parcialmente. Luego pasan a almacenes cerrados donde esperan un

mínimo de 5 años hasta que están en condiciones de ser utilizadas.

Este sistema de secado natural deja intactas las propiedades acústicas

de la madera y le da más estabilidad. El secado en hornos está

desaconsejado porque, primero, malogra las propiedades acústicas del

instrumento y, segundo, hace que las fibras de la madera pierdan agua

con excesiva rapidez, haciéndolas menos estables.

Por supuesto que estas medidas, aunque ayudan, no solucionan el

problema de la humedad y hemos de seguir teniendo cuidado. Si

nuestro instrumento es de nueva factura será más sensible a los

cambios de humedad que uno antiguo ya que, con el paso del tiempo,

la madera va cristalizando y pierde higroscopicidad. Si bien es cierto

que un instrumento antiguo corre más peligro ante los cambios de

humedad que uno nuevo debido a que la madera se ha vuelto menos

flexible y las tensiones le afectan más.

¿Qué le pasa a un instrumento si hay cambios de humedad? Si un

instrumento se mantuviera durante toda su vida en el mismo nivel de

humedad relativa que existía en el lugar donde se construyó y

lográramos que ésta no variara nunca, no habría peligro de ningún

tipo, ya fuera ésta muy alta o muy baja, ya que la madera estaría

“acostumbrada”. Otra cosa es cómo sonaría, pero peligro no correría.

Pero para eso tendríamos que tenerlo guardado en un lugar

totalmente aislado y no sacarlo nunca. El problema viene cuando el

instrumento se ve sometido a cambios de humedad.

¿Cómo responde el instrumento a estos cambios? En situación de una

humedad relativa de 40-55%, el instrumento se mantiene estable y la

respuesta de las maderas es la óptima, luego es la ideal a mantener,

como ya hemos dicho. En cuanto nos apartamos de este nivel óptimo

de humedad comienzan los problemas. Conforme el ambiente va

siendo más húmedo, las células de la madera se van cargando de agua,

aumenta el peso relativo y se vuelve un poco más blanda en su

estructura, el sonido tiene más dificultad en propagarse y la madera

ya no vibra como antes, lo que se traduce en un sonido menos claro. A

esto hay que añadir que el instrumento se hincha, crece, por decirlo de

alguna manera y, si la puesta a punto no es la idónea, el alma no

ajustará de igual forma, afectando negativamente a la sonoridad y

pudiendo, incluso, llegar a caerse. Cuanto mayor es la humedad más

se agravan estos problemas. No obstante un exceso de humedad no

llegará a suponer un peligro para la integridad del

instrumento, únicamente no llegará a sonar del todo bien.

Todo lo contrario pasa cuando la humedad es escasa. En

circunstancias de humedad relativa baja, la madera libera agua y su

estructura pierde flexibilidad, el sonido se vuelve más áspero, menos

redondo. Pero, al contrario de lo que puede suceder con el exceso de

humedad, un exceso de sequedad puede llegar a ser peligroso. Cuando

hablamos de niveles por debajo de 20-25%, la madera empieza a

perder el remanente de agua que, de forma natural, retiene en su

interior y esto empieza a crear tensiones internas, propias de la

estructura de cada pieza de madera. A ello hay que añadir que

el instrumento se “encoge” , lo que genera tensiones que podríamos

llamar externas, es decir, las que se crean sobre el total del conjunto al

moverse cada parte según sus tensiones internas. Estas tensiones,

unidas a la disminución de la flexibilidad, llegan a producir

desencoladuras, roturas y grietas que pueden dar al traste con un

instrumento. Las más comunes y menos graves son las

desencoladuras de tapas y fondos en su unión con los aros. Las más

graves y por desgracia también frecuentes, son las grietas producidas

en las tapas armónicas, al ser la madera de abeto, por su estructura,

más propensa a las roturas en dirección a la veta. Otra consecuencia

nefasta de la falta de humedad es la derivada de una mala puesta a

punto. Si el alma no está bien ajustada y se encuentra colocada con

mucha tensión, al encoger el instrumento por la sequedad del

ambiente el alma quedará más apretada todavía, dando lugar a daños

en la zona donde apoya.

Para lograr mitigar los efectos de la humedad deberemos poner en

práctica las soluciones que estén a nuestro alcance. En primer lugar,

mantener el instrumento guardado en su estuche siempre que no se

esté usando; es donde mejor protegido está. Cuando la humedad baje

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de los niveles óptimos, es aconsejable utilizar un humidificador

especial, de los que existen múltiples modelos en el mercado, bien de

los que se colocan en el interior del instrumento, tipo Dampit, y que

irradian humedad directamente al instrumento, o bien de los que se

colocan dentro del estuche, que aportan humedad al entorno cuando

el instrumento está guardado. Si el instrumento no se va a utilizar

durante algún tiempo es aconsejable destensar las cuerdas para evitar

tensiones añadidas. Cuando la humedad es alta la solución es un poco

más complicada, ya que los productos desecantes que se encuentran

en el mercado muchas veces no son apropiados para los instrumentos

musicales. Una solución casera, que da buenos resultados aunque no

es efectiva del todo, es la de llenar una bolsita de material transpirable

(p.e. algodón) con gel de sílice e introducirla en el estuche.

Está claro que una buena prevención nos evitará disgustos

innecesarios.

-o-o-o-o-o-o-

Cuida tu instrumento: La humedad es un artículo de Eduardo

Francés Bruno publicado bajo Licencia Creative Commons de

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ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

Cremona: la época dorada dela lutería – Tercera parte25 NOV 2010 04:00A.M.

Si en el anterior artículo tratábamos sobre los inicios de la Escuela de

Cremona, con la familia Amati como eje central, nos centraremos

ahora en los continuadores de la obra de Nicolò Amati. Grandes

figuras de la lutería que continuaron con la labor llevada a cabo por su

maestro, evolucionando y, en muchos casos, mejorando el trabajo

hecho por aquel.

Es cierto que Nicolò Amati llevó el violín a tal grado de perfección

acústica y estética, que pocas posibilidades tenían sus sucesores, no

siendo el buscar nuevos rumbos o evolucionar el modelo de su

antecesor.

La práctica totalidad de los lutieres que siguieron en el tiempo a

Nicolò Amati utilizaron como base de sus creaciones el modelo que

éste estableció, evolucionándolo con el tiempo según el criterio

personal de cada uno. No obstante este es un tema, la evolución

morfológica, que, por su amplitud, trataremos en otro artículo.

Como vimos en el anterior artículo, a Nicolò Amati le sucedió en el

negocio familiar su hijo Gerolamo, que aún haciendo instrumentos de

cierta calidad, terminó fracasando en su empresa de continuar la

labor de su padre. Pero Amati dejó una herencia mucho más valiosa:

la gran cantidad de asistentes que aprendieron el oficio con él y fueron

capaces de continuarlo con éxito.

Entre ellos podemos destacar, por su importancia, a Andrea Guarneri,

Giacomo Gennaro, Giovanni Battista Rogeri y, aunque este termino

no está muy claro como ya vimos, a Antonio Stradivari.

Andrea Guarneri (1623-1698) es el fundador de una de las más

reconocidas dinastías de lutieres, que se mantuvo activa por un

periodo de más de un siglo. Trabajó siguiendo fielmente el modelo

Amati, buscando, no obstante, dar un estilo propio a su trabajo,

consiguiendo instrumentos de gran calidad. Los datos que de él se

conservan dan a entender que no era originario de Cremona y que

pudo ser la mano derecha de Nicolò Amati durante mucho tiempo.

Dos de sus hijos continuaron con su labor: Pietro (1655-1720) y

Giuseppe (1666-1740). El primero, Pietro, dejó el taller familiar y se

instaló en Mantua, alcanzando gran prestigio y una acomodada

situación económica. Es conocido como Pietro Guarneri “de Mantua”.

El segundo, Giuseppe, al que se conoce como “filius Andreae“,

continuo trabajando en el taller familiar y sucedió a su padre a la

muerte de éste, dando muestras de un buen saber hacer y un gran

dominio del oficio. Ninguno de los descendientes de Pietro continuó

con el oficio paterno, en cambio dos de los hijos de Giuseppe

siguieron la labor de su progenitor: Pietro (1695-1762) y Giuseppe

(1698-1744). Pietro marchó a Venecia, donde no alcanzaría el éxito

deseado. Aún así sus instrumentos son de buena calidad. Se le conoce

como Pietro Guarneri “de Venecia”, para diferenciarlo de su tío. Por

contra, su hermano Giuseppe continuó en el taller familiar, donde

aprendió bien el oficio, alcanzando una maestría tal que sus

instrumentos sólo son comparables a los del gran Stradivari. Es

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conocido como Giuseppe Guarneri “del Gesù”. Como curiosidad

diremos que el apelativo “del Gesù” (“de Jesús”) se debe a que en

todas sus etiquetas figuraba impreso “IHS”, monograma del nombre

de Jesucristo.

Giacomo Gennaro fue otro de los alumnos avezados de Amati. Vivió

entre 1624 y 1701 y, aunque no se conoce su lugar de nacimiento, se

sabe que no era de Cremona. O al menos eso es lo que se deduce del

hecho de que viviera en casa de su maestro entre los años 1641 y 1647,

año este en el que pasó a vivir en una casa cercana a la de su maestro.

No hay constancia alguna de que Gennaro se independizara y abriera

su propio taller, lo que hace suponer que permaneció durante toda su

carrera en el taller de su maestro, trabajando para él y, de vez en

cuando, haciendo sus propios instrumentos. Su obra es

escasa, conservándose muy pocos ejemplares, y su factura es muy

similar a la de su maestro, lo que refuerza la teoría expuesta

anteriormente. Aun así, las cosas no debieron irle del todo mal y su

posición económica fue desahogada, como atestiguan varios

documentos de la época.

De Giovanni Battista Rogeri no se sabe mucho. Nació hacia 1642, se

cree que en Bolonia, pues en sus etiquetas figuraba

la abreviatura ”bon” de “bononiensis“. En torno a 1661-1662 se

encuentra ya trabajando para Nicolò Amati, viviendo además en la

casa de éste, pues así lo recoge la lista de asistentes del maestro

cremonés, en la cual está inscrito como “Gio Batta Ruggieri“. Se

puede afirmar que esta anotación contiene una errata al confundir

Rogeri por Ruggieri, pues en las etiquetas de sus violines su nombre

aparece como “Gio Battista Rogeri”, por tanto no habría relación

alguna entre la familia Ruggieri y Rogeri. Hacia 1675, Rogeri

abandona el taller de su maestro, trasladándose a Brescia, donde

establece su taller y continúa su labor con cierto éxito. De hecho, sus

instrumentos, basados en el modelo “Grand Amati”, son de muy

buena calidad. A la muerte de Rogeri, acaecida hacia 1710, le sucede

su hijo Pietro Giacomo, del que no se tiene ninguna referencia.

Para completar el panorama de la lutería cremonesa en sus años

dorados nos quedan dos nombres: Ruggieri y Stradivari. Aunque

ambos están, en algún modo, relacionados con Nicolò Amati, ya sea a

través de relaciones personales o por las similitudes estilísticas de su

trabajo, no hay evidencias de que ninguno de ellos fuera instruido en

el taller de Amati.

De la familia Ruggieri poco sabemos. El patriarca de la familia era

Francesco, del que no sabemos ni fecha ni lugar de nacimiento, sólo

que murió en 1698. Francesco, apodado “il Per“, como figura en las

etiquetas de sus instrumentos, tenía como asistentes a sus hijos

Vincenzo (1663-1719), Giacinto (1661-1697), Carlo (1666-1697) y

Giovanni Battista (1653-1711), aunque sólo han llegado hasta nosotros

instrumentos de Vincenzo y Carlo, aparte de los del cabeza de familia,

Francesco. A Vincenzo le sucedió su hijo Francesco, lo que prueba que

el taller estuvo activo hasta bien entrado el siglo XVIII. Del taller de

Ruggieri salieron gran cantidad de instrumentos, lo que conduce a

pensar que fue un taller de cierta fama en su época, aunque ni con

mucho se acercaba a la del que era el referente entonces, Nicolò

Amati, como se puede deducir del precio de los instrumentos: Los

Amati se pagaban a 20 Ducados y los Ruggieri a 4 Ducados. Sus

instrumentos son de gran calidad, destacando algunos de los cellos de

Francesco, de tamaño no excesivamente grande, muy apreciados hoy

día.

De Antonio Stradivari poco se puede decir que no se haya dicho ya.

Nació hacia 1644, aunque este hecho no está probado, así como su

lugar de nacimiento, que no se conoce con certeza, y murió en 1737.

Su primera etapa productiva, que se extendería desde mediados de la

década de 1660 hasta finales de la década de 1680, se caracteriza por

una clara inspiración en el modelo Amati, lo que hizo suponer a

muchos que formara parte de los aprendices de Nicolò. Hacia 1680

establece su taller en una casa de la Piazza San Domenico, con

anterioridad a esa fecha no hay constancia administrativa de ningún

otro taller de su propiedad. La producción de Stradivari fue enorme,

más de un millar de instrumentos, y su trabajo, basado en una

constante investigación y evolución, llego hasta tan altas cotas de

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calidad acústica y estética, que no ha sido superada por ningún otro

lutier hasta el día de hoy. Sólo Giuseppe Guarneri “del Gesù”, como ya

hemos visto, llegó a igualarle en ciertos casos. Antonio fue sucedido

por sus hijos Francesco (1671-1743) y Omobono (1679-1742), que

continuaron con la labor de su progenitor, aunque su trabajo no llegó,

ni de cerca, a la calidad del de su padre. Su tercer hijo, Paolo (1708-

1776), que era marchante de tejidos, sacó buen rédito con la venta de

los instrumentos de su padre que aun quedaban en el taller.

Si en el siglo XVI se sentaron las bases sólidas de lo que sería el violín,

la llegada del siglo XVII significó el climax de una escuela de lutería

que no ha sido igualada al día de hoy. La figura de Nicolò Amati

dominó esta centuria. Durante décadas, él fue el maestro que regía el

único taller de lutería en Cremona cuya fama traspasaba fronteras y

que recibía pedidos desde todo el continente. Su trabajo

influenció toda la lutería durante años. El punto álgido de esta escuela

de Cremona, a partir del cual comienza su declive, se da entre 1680 y

1700 y, paradójicamente, el mejor trabajo de Stradivari está por llegar

y Giuseppe Guarneri apenas acababa de nacer.

-o-o-o-o-o-o-

Bibliografía:

Hargrave, R.G.- “The amati Method”. Consorzio Liutai A. Stradivari.

Cremona. 2000

Chiesa, C.- “The rise of cremonese violin making”. Consorzio Liutai A.

Stradivari. Cremona. 2000

HUBER, J: The violin market. Verlag E. Bochinsky. Frankfurt 1995.

HILL et al.: Antonio Stradivari. His life and work. Dover Ed.

CONTAMINE; BOMPAIRE; SARRAZIN: La economía medieval. Ed.

Akal.

-o-o-o-o-o-

Cremona: la época dorada de la lutería – Tercera parte por Eduardo

Francés Bruno es un artículo publicado bajo Licencia Creative

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rodeada, durante mucho...

ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

Cremona: la época dorada dela lutería – Segunda parte17 NOV 2010 05:00A.M.

Continuando con la cuestión que nos ocupaba en nuestro anterior

artículo, algunos historiadores y luthieres del pasado atribuían a

Andrea Amati al invención del violín tal y como lo conocemos, ya que

los más antiguos violines que se conservan son de su autoría. Hoy

podemos afirmar que no hay nada más lejos de la realidad. Nadie

discute hoy en día que la historia de los comienzos de la lutería en

Cremona y de la figura de Andrea Amati han de ser vistas desde una

perspectiva totalmente independiente del enfoque orientado al

estudio genérico del surgimiento del violín. Así, poco o nada

conocemos de manera fehaciente sobre la “prehistoria”, por así

llamarlo, del violín en Cremona, es decir, del papel

que determinados artesanos locales pudieron tener en el desarrollo de

violín propiamente.

El único nombre asociado a la construcción de violines del que

tenemos noticia con anterioridad a Andrea Amati es el de su posible,

aunque improbable, maestro: Giovanni Leonardo da Martinengo. Hijo

de un judío converso, su figura sigue sin estar clara, ya que no se ha

encontrado ningún documento que pruebe que se dedicaba a la

construcción de violines. La única información de que se tiene noticia

que relacionaría a Andrea Amati con Martinengo es un documento

datado en 1529 en el que este último, a petición del Comune di

Cremona, declara las personas que tiene a su cargo en su domicilio, y

en ese documento aparece el nombre de Andrea, sin más. Carlo

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Bonetti, autor de “A genealogy of the Amati family of violin makers,

1500-1740“, afirma rotundamente que este Andrea se trata de Andrea

Amati. Esta afirmación es un tanto atrevida, ya que no hay pruebas

fehacientes de ello.

De lo que no hay duda es de que, en la segunda mitad del S. XVI,

existía en Cremona una serie de artesanos especializados en la

construcción de instrumentos. La historia nos ha dejado constancia de

dos nombres: Amati y Cironi. El primero, fundador de una gran saga,

con mucha influencia en el desarrollo de la lutería. El otro apenas es

conocido.

El fundador de la familia Amati y de la escuela de Cremona, como hoy

la conocemos, es el ya mencionado Andrea Amati. No tenemos

constancia de su fecha de nacimiento, aunque se considera que debió

ser en la primera década del 1500. Ya a mediados de siglo aparecen

evidencias escritas del prestigio alcanzado por Andrea en la

construcción de instrumentos musicales y, a su muerte, acaecida en

1577, su negocio de construcción de instrumentos estaba plenamente

establecido. De su autoría nos han llegado varios violines, violas y

algún cello, que son claro ejemplo de lo que fueron los inicios de la

familia del violín.

La labor de Andrea Amati fue continuada por sus dos hijos Antonio y

Girolamo, conocidos como “los hermanos Amati”. Antonio, del que

poca cosa se sabe, nació con anterioridad a 1540. En un documento

fechado en 1559 aparece como “Magistro Antonio che fa i liuti“. Su

hermano Girolamo nació hacia 1550, aunque otras fuentes lo datan en

1561. A la muerte de su padre (1577) se hicieron cargo del taller de éste

y trabajaron juntos hasta su separación, que debió tener lugar hacia

1588. Antonio abandona el taller familiar, estableciéndose por su

cuenta.

Si Andrea Amati estableció las bases del violín tal como lo conocemos

hoy día, son sus hijos, y en especial Girolamo, quienes comienzan a

hacer cambios y a evolucionar el modelo de su padre en busca de una

mejora en el sonido.

Antonio muere en 1608. Girolamo ha conseguido, a estas alturas,

consolidar el negocio familiar y su taller da empleo a un buen número

de artesanos. Hacia 1620 se incorpora a la actividad del taller su hijo

Nicolò (1596-1684), quien pronto se convertirá en su principal

asistente. Será Nicolò quien sucederá a su padre a la muerte de éste,

ocurrida en 1630 por causa de la peste.

Continuando con el buen hacer de su padre, Nicolò conduce el taller

familiar a través de las vicisitudes del momento, logrando convertirlo

en un negocio más próspero, si cabe, consiguiendo para sí una fama y

un reconocido prestigio que traspasó las fronteras. Su figura es clave

en el desarrollo del violín en general y de la escuela de Cremona en

particular. Consiguió desarrollar el instrumento hasta cotas nunca

vistas hasta el momento, tanto desde el punto de vista estético como

acústico, convirtiendo a sus instrumentos en el referente de la lutería

durante los dos siglos siguientes.

Las circunstancias personales de Nicolò Amati influyeron

decisivamente en el devenir de la historia de la lutería en Cremona.

Casado a una edad muy tardía, su hijo Gerolamo II no nacerá hasta

1649. Es por ello que Nicolò, a falta de familiares que le ayuden en sus

tareas, ha de buscar fuera a los asistentes idóneos para tal fin. La lista

de asistentes, de la que se tiene constancia, que entrarán en el taller a

partir de 1640 es impresionante. La mayoría de ellos es de fuera de

Cremona, algunos, pertenecientes a familias de constructores de

instrumentos como Jägger, Reilich o Pasta. De entre sus pupilos

más destacados encontramos a Andrea Guarneri, Giacomo Gennaro y

Giovanni Battista Rogeri.

Saldrá de ojo el no haber citado a Antonio Stradivari, pero no se ha

podido constatar que formara parte de ese grupo de asistentes del que

se rodeó Nicolò Amati, salvo una etiqueta que reza “Antonius

Stradiuarius Cremonensis Alumnus Nicolaii Amati, faciebat anno

1666” cuya autenticidad es del todo dudosa. Fue el conde Cozio di

Salabue el primero en aseverar el hecho de que Stradivari fuera

alumno de Amati ya que afirmaba que la autoría de varios de los

violines de Amati fechados desde 1665 hasta los primeros años de la

década de 1680 era de Stradivari. Pero este punto no ha sido probado.

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Los hermanos Hill, en su libro “Antonio Stradivari. His life and work”

aunque dan por cierto este hecho, no dan prueba alguna del mismo y

se limitan a suponer que debió de ser así.

Nicolò Amati fallece en 1684, dejando el taller en manos de su hijo

Gerolamo II, que hereda un negocio centenario, con una reputación

que traspasa fronteras. Aun así, no será capaz de continuar la labor de

su padre y el taller entrará en crisis, llegando a cesar la producción de

instrumentos recién comenzado el nuevo siglo, varios años antes de la

muerte de Girolamo, acaecida en 1740. Termina así una saga que,

durante cerca de doscientos años marcó las pautas en la construcción

de violines y que extenderá, durante un siglo más, su influencia por

todo el Continente.

En el siguiente artículo hablaremos de los pupilos de Nicolò Amati y

de su papel en el desarrollo de la lutería en Cremona.

-o-o-o-o-o-o-

Bibliografía:

Hargrave, R.G.- “The amati Method”. Consorzio Liutai A. Stradivari.

Cremona. 2000

Chiesa, C.- “The rise of cremonese violin making”. Consorzio Liutai A.

Stradivari. Cremona. 2000

HUBER, J: The violin market. Verlag E. Bochinsky. Frankfurt 1995.

HILL et al.: Antonio Stradivari. His life and work. Dover Ed.

CONTAMINE; BOMPAIRE; SARRAZIN: La economía medieval. Ed.

Akal.

-o-o-o-o-o-o-o-o-

Cremona: la época dorada de la lutería – Segunda parte es un

artículo de Eduardo Francés Bruno publicado bajo Licencia Creative

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dorada de la lutería cremonesa ha estado

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ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

Cremona: la época dorada dela lutería – Primera parte27 OCT 2010 10:30A.M.

La época dorada de la lutería cremonesa ha estado

rodeada, durante mucho tiempo, de cierto halo de leyenda y sus

especiales circunstancias han sido presentadas como si de un mito se

tratara. Afortunadamente, recientes trabajos historiográficos, hechos

desde una perspectiva más realista, comienzan a colocar este hecho

histórico en el lugar que le corresponde.

Como afirma R. G. Hargrave en su ensayo “The Amati method”, el que

Cremona emergiera como el más importante centro de la lutería de

todos los tiempos fue un accidente histórico y geográfico. Este éxito

es un fenómeno derivado de determinadas contingencias acaecidas en

un momento concreto de la Historia, así como la característica

división política del norte de Italia.

Cómo, cuándo y dónde surge el primer violín son cuestiones todavía

sin resolver. Es cierto que el trabajo llevado a cabo por determinados

artesanos en distintos lugares, llevó al nacimiento del violín en la

forma que hoy lo conocemos. No se trata, por tanto, del invento de un

determinado lutier, como en ocasiones se ha pretendido. Así, pruebas

de los orígenes del violín pueden ser encontradas en diversos lugares

de Europa: Allgäu, Bohemia, Polonia y, en el norte de Italia, ciudades

como Venecia, Brescia y Cremona. De hecho, características de lo que

será el violín pueden apreciarse tanto en instrumentos como en

iconografía anteriores a los primeros violines cremoneses que han

llegado hasta nuestros días. Aun así, toda evidencia de la construcción

de violines previa a los primeros ejemplares cremoneses que

actualmente se conservan permanece, al día de hoy, en la más

absoluta oscuridad.

¿Qué hace, por tanto, que Cremona se convierta en el centro de la

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Page 8: Luthería sin secretos

La publicación Tabbloid de hoy NOTICIAS PERSONALES PARA [email protected] 10 enero 2011

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lutería clásica? Para que el negocio de la lutería surja, y evolucione

hasta el punto de ser una actividad plenamente rentable, es necesario

que exista, a su alrededor, una red comercial bien desarrollada. Esa

red comercial debía ser capaz de proveer de los más diversos

materiales, desde madera, resinas, aceites, pigmentos, herramientas,

productos químicos, cuero y un largo etcétera. Cualquier objeto que

no pudiera ser producido debía ser susceptible de ser importado. Y no

sólo era necesario que existiera la capacidad de importar materiales,

lo más importante a tener en cuenta eran las ventas. Era necesario

poder llegar a los diferentes mercados alejados del centro de

producción.

Pues bien, ya desde el siglo IX, Venecia había comenzado a sentar las

bases de unas relaciones comerciales con países lejanos, cuyo eje

fundamental era el oro de países musulmanes. Los venecianos

suministraban madera, armas y esclavos a los países musulmanes a

cambio de oro, que luego empleaban en traer sedas y especias a través

de Constantinopla. Venecia asentó su supremacía económica en varios

productos autóctonos, entre los que destacaron la sal y el vidrio. Este

establecimiento de Venecia como potencia comercial a partir del S. X

hace que el Valle del Po se convierta en el centro vital del comercio de

Europa. Una economía boyante que hace que surjan grandes ciudades

en esta zona, Milán, Turín, Génova, Bolonia, Venecia, y un incipiente

tejido industrial (armas, tejidos, manufacturas, etc.). Y es en el

corazón de esta Pianura Padana , este importante centro

económico, donde se asientan dos de las ciudades más relevantes en

la historia de la lutería clásica: Cremona y Brescia.

Ya desde tiempos lejanos, existen documentos referidos a la

exportación de instrumentos musicales desde ciudades como Venecia,

Brescia y Cremona. Esto da prueba de la existencia de un asentado

sector de construcción de instrumentos, con una estructura y una

producción perfectamente consolidadas. Los estilos de construcción

de la escuela de Cremona, con la familia Amati, y la de Brescia, con

Gasparo da Salò y Maggini, aún siendo distintos, tienen éxito en la

comercialización de instrumentos. Pero en la pugna por la supremacía

luterística de la época, Cremona sale claramente vencedora: A la

muerte de Maggini en 1630, no queda ningún exponente de la luthería

bresciana digno de mención. Muchos son los factores que pudieron

determinar este resultado, uno de ellos pudo ser la terrible plaga de

peste que asoló Europa en la década de 1630, que provocó

desplazamientos de población en busca de mejores condiciones de

vida. La explicación que J. Huber da en su libro “The violin market” se

refiere a aspectos económicos y no deja de ser interesante. Brescia era

un centro importante en lo que a la producción y transformación del

hierro se refiere y estaba influida por los intereses comerciales de

Venecia desde el S. XV. Alimentado por esta tradición metalúrgica,

tuvo lugar un rápido desarrollo de la industria armamentística, más

de 200 fábricas de armamento fueron creadas entre finales del S.XV y

principios del S.XVI. Estos talleres, con un contramaestre y cuatro o

cinco oficiales, copaban la mayor parte de la mano de obra de la

ciudad. El desarrollo de los talleres de luthería en la ciudad se vio

marcado por este hecho, pudiéndose producir una emigración hacia

Cremona de aquellos que pretendían dedicarse a la luthería.

Determinadas las condiciones que pudieron hacer de Cremona el

centro de la lutería clásica, en el próximo artículo trataremos de los

inicios de la construcción del violín en esta ciudad.

-o-o-o-o-o-o-

Bibliografía:

HARGRAVE, R.G.- “The amati Method”. Consorzio Liutai A.

Stradivari. Cremona. 2000

CHIESA, C.- “The rise of cremonese violin making”. Consorzio Liutai

A. Stradivari. Cremona. 2000

HUBER, J: The violin market. Verlag E. Bochinsky. Frankfurt 1995.

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1. Cremona: la época dorada de la lutería – Segunda parte

Continuando con la cuestión que nos ocupaba en nuestro

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ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

¿Qué hago si se me cae elalma?07 OCT 2010 04:00A.M.

Muy sencillo: aflojar las cuerdas inmediatamente y llevar el

instrumento al lutier.

Que un alma se caiga es algo más común de lo que uno cree. En

principio el alma no se cae así porque sí. Puede ser por efecto de un

golpe, un cambio de humedad…En cualquier caso, si un alma se cae es

porque estaba mal ajustada.

Desde el punto de vista mecánico, dejando de lado la función acústica,

el alma actúa como soporte de la tapa armónica, contrarrestando la

presión que las cuerdas ejercen sobre ésta y transmitiendo esta

presión al fondo y, por ende, a la estructura del instrumento. De esta

forma se evita que la tapa acabe hundiéndose. Por eso es tan

importante quitar la tensión de las cuerdas cuando el alma se cae.

==========

¿Qué hago si se me cae el alma? por Eduardo Francés Bruno es un

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de abeto que se...

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FRANCÉS BRUNO

Elegir el primer instrumento:una decisión fundamental04 OCT 2010 04:00A.M.

Si algo condiciona el éxito o el fracaso de una empresa es la adecuada

elección de los medios que utilizamos para conseguirla.

En música, esta afirmación no es menos cierta. Cuando se toma la

decisión de comenzar a estudiar música, bien nosotros o nuestros

hijos, uno de los primeros problemas que se nos plantean es la

elección del primer instrumento. Algo que, a primera vista puede

parecer trivial, condicionará en gran medida los primeros pasos en la

música.

En los instrumentos de arco, esta primera elección tiene, si cabe, más

importancia que en otro tipo de instrumentos debido, principalmente,

a la dificultad existente en la emisión del sonido.

Existe en el mercado una amplia oferta de instrumentos de iniciación,

pero no todos son adecuados, por lo que es muy importante

informarse bien y dejarse aconsejar por especialistas.

Uno de los criterios más usados a la hora de realizar la elección es el

precio. Lejos de fijarnos en la calidad, buscamos un instrumento cuyo

precio no sea excesivo, pensando que, al ser el primero, no es

necesario gastarse demasiado. Y esto no es del todo erróneo.

Efectivamente no es necesario buscar un instrumento de una calidad

elevada ya que, al principio, no se le sacará el rendimiento adecuado a

la inversión realizada. Ahora bien, es necesario elegir un instrumento

que dé la calidad suficiente para facilitar el aprendizaje. Un

instrumento excesivamente económico, retrasará el aprendizaje de

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forma irremediable y, en muchos casos, llevará al fracaso.

La mayoría de los instrumentos de iniciación que podemos encontrar

en el mercado adolecen del mismo tipo de problema: su sonido es

áspero. Son difíciles de hacer sonar hasta para las manos más

expertas.

Tres son las causas principales que hacen que estos instrumentos no

suenen adecuadamente:

• los materiales empleados no son de calidad,

• las cuerdas son más bien alambres

• la puesta a punto deja mucho que desear

¿Cómo influyen estos condicionantes en el resultado sonoro del

instrumento?

Bien, en cuanto a los materiales empleados, su influencia en el sonido

es obvia ya que la caja de resonancia es la que amplifica el sonido. Los

instrumentos excesivamente básicos está construidos con madera

contrachapada. La calidad sonora del contrachapado es nula, por lo

que el resultado final es igual de pésimo. Además, con el tiempo las

placas de contrachapado acaban por despegarse en algunas

zonas. Deberíamos buscar, como mínimo, que el instrumento esté

construido con madera maciza. También el arco que acompaña a estos

instrumentos puede estar torcido o mal encerdado lo que, a la larga,

dará problemas

En cuanto a las cuerdas, la importancia que tienen es indiscutible, ya

que son el elemento que produce el sonido. Una cuerda de mala

calidad no vibrará de la manera adecuada y producirá un sonido

chillón. También tendremos problemas con la afinación, ya que ésta

no será exacta. Será importante elegir un instrumento que lleve unas

cuerdas de calidad

Referente a la puesta a punto, es más importante de lo que se puede

imaginar. De ella depende la facilidad de emisión del sonido, la

comodidad a la hora de tocar e, incluso, la seguridad del instrumento.

Un puente excesivamente alto hará que la mano izquierda tenga que

trabajar más para pisar las cuerdas, llegando el instrumento a

resultar, en muchas ocasiones, intocable . Un alma excesivamente

apretada puede causar daños tanto en la tapa como en el fondo. Una

mala colocación tanto de puente como del alma hará que el

instrumento no suene equilibrado y que el sonido no sea de calidad.

Sólo en un taller de lutería encontraremos instrumentos con una

puesta a punto apropiada.

Sé que todos tenemos en la cabeza la pregunta “¿Y si lo deja?” “¿Y si

no se me da bien?”. Hemos de ser conscientes de que, si queremos

tener éxito a la hora de que nosotros aprendamos, o nuestros hijos

aprendan a tocar un instrumento, habremos de poner los medios para

ello, y un instrumento de calidad será de gran ayuda para lograrlo.

De lo que no hay duda es que un alto porcentaje de estudiantes

dejarán sus estudios si el instrumento que utilizan no está a la altura

de las circunstancias.

Y si no pensemos en lo siguiente:

¿Qué es más fácil, aprender a escribir con un buen lapicero, fácil de

usar y que deje buenos trazos,…. o con uno duro, que se rompe con

facilidad y con el que necesitamos el doble o triple de esfuerzo para

dejar marcas?

¿Qué motiva más para aprender a leer: un libro limpio, con buena

presencia, llamativo,… o uno viejo, roto, casi desencuadernado, al que

le faltan hojas e incluso huele mal?

=====

Elegir el primer instrumento: una decisión fundamental,

por Eduardo Francés Bruno, es un artículo publicado bajo Licencia

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ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

Cuida tu instrumento: Lalimpieza20 SEP 2010 04:00A.M.

Algo muy importante que debemos tener en cuenta es que, así como

tratemos a nuestro instrumento, así nos tratará él.

Puede parecer una afirmación un tanto extraña, pero enseguida

comprenderéis lo que quiero decir. Un instrumento tratado con

esmero, con cariño, estará siempre en las mejores condiciones de uso,

su aspecto será bueno y su sonido irá mejorando con el tiempo. Un

instrumento maltratado o descuidado irá deteriorándose, perdiendo

propiedades acústicas y estéticas que, en algunos casos, serán difíciles

de recuperar.

Quiero inaugurar con este artículo una serie dedicada al cuidado del

instrumento, donde ofreceré consejos de utilidad para mantener el

instrumento en las mejores condiciones posibles.

Y qué mejor manera de empezar que con algo tan sencillo y efectivo

como la limpieza.

Aún a riesgo de parecer exagerado, he de decir que un instrumento

limpio no sólo parece más bonito, también suena mejor. La resina y la

suciedad que se van acumulando con el paso del tiempo crean una

película que puede llegar a afectar a la sonoridad, encorsetando en

cierta medida el sonido.

Mantener limpio el instrumento es una tarea sencilla que no requiere

demasiado tiempo. Lo primero que hemos de hacer es limpiar con un

paño seco todo el instrumento después de tocar, haciendo énfasis en

la zona de debajo de las cuerdas, que es donde más resina se acumula,

y todo el diapasón, que se ensuciamucho con el roce de los dedos. Es

importante que el paño no deje pelusas (como las gamuzas o “trapos

del polvo”), lo más aconsejable es que sea algodón natural,

aunque también funcionan bien los que ahora llaman de

“microfibras”.

¡Cuidado de no enganchar con el paño alguna parte vital!

Como por ejemplo el puente, que se puede caer, o las lengüetas de las

efes o las puntas de la tapa y el fondo, que se pueden romper.

También es importante no ejercer presión alguna cuando se limpia,

sobre todo en la zona de las efes, para evitar posibles desperfectos.

No obstante, este hábito de limpieza diario no impide que cierta

suciedad se vaya acumulando. Esta suciedad ya no se quita sólo con

pasar un paño y es necesario el empleo de un producto especial. El

uso de estos productos debe ser cauteloso y no se debe abusar de ellos

ya que, si bien no dañan el barniz, su uso excesivo puede llegar a

afectarlo en alguna manera.

Existen dos tipos de productos principalmente: limpiadores y

pulidores. Los del primer tipo suelen ser de aspecto transparente, su

acción se basa en la disolución de la resina, las grasas y otro tipo de

suciedad y tienen un efecto superficial. El segundo tipo, los pulidores,

suelen ser de color blanco y tienen en suspensión ciertas

micropartículas abrasivas. Su acción, debido a estas partículas, es un

poco más agresiva y, al tiempo que disuelven la suciedad, van

puliendo la superficie dejándola brillante. Tienen por tanto los

pulidores una acción microabrasiva que, si bien usados de manera

ocasional no dañan el barniz, un uso muy prolongado podría llegar a

desgastarlo.

Por supuesto, está totalmente desaconsejado el uso de productos

limpiamuebles comerciales, aunque en su composición indique que

están hechos con ceras naturales y que cuidan la madera. Todos ellos

pueden dañar de forma irremediable el barniz.

Un procedimiento, que si bien muy utilizado resulta desaconsejable,

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La publicación Tabbloid de hoy NOTICIAS PERSONALES PARA [email protected] 10 enero 2011

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es el tradicional método de machacar una nuez o una almendra dentro

de un paño y frotar el instrumento con el “aceite” que se forma. Está

claro que sólo con el simple hecho de machacar una nuez no se

obtiene aceite de nuez. Se obtiene una substancia que, además de

aceite, contiene otros componentes. Este “aceite”, al ser aplicado,

produce un lustre en el barniz que deslumbra. Parte de la

suciedad desaparece pero la más tenaz resiste y, lo que es peor, estos

“aceites”, al no estar estabilizados, se oxidan y al evaporarse dejan

restos que se transforman en más suciedad.

Es aconsejable, por otro lado, hacer una limpieza integral de vez en

cuando, para lo que es recomendable acudir al luthier, ya que esta

operación requiere quitar puente, cuerdas y demás accesorios a fin de

tener acceso a zonas que, de otra manera, sería imposible limpiar.

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Cuida tu instrumento I: La limpieza por Eduardo Francés Bruno es

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1. Cuida tu instrumento: La humedad Si hay algo que afecta de

verdad a la salud...

ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

Diccionario de Luthería:ALMA15 SEP 2010 04:00A.M.

El alma consiste en un cilindro de abeto que se coloca en vertical

dentro de los instrumentos de arco, en su parte aguda, con una

finalidad múltiple, por un lado, de tipo estructural y, por otro, de tipo

acústico.

En un principio, los instrumentos de arco carecían de alma. Por su

estructura, el alma no se hacía necesaria. Tenían las tapas planas y los

puentes con poca curvatura y muy planos, lo que hacía que las cuerdas

no tuvieran excesiva tensión por lo que la tapa no requería de un

refuerzo extra para mantenerse en su sitio.

Con el paso del tiempo, los instrumentos van evolucionando. Los

puentes se arquean más y crecen en altura, lo que supone más

tensión. Es necesario buscar nuevas soluciones para compensar ese

aumento de tensión y que la tapa no se hunda.

Una de las primeras soluciones fue la de curvar la tapa, formando una

bóveda que soportara mayor tensión. Luego se reforzó el interior de la

tapa con distintos tipos de barrajes. y después llegó el alma.

En un principio su utilidad pudo ser de tipo estructural, es decir, la de

servir de sustentación a la tapa a modo de una suerte de columna.

Pero su introducción abrió toda una serie de nuevas expectativas para

la luthería y para la música.

El uso del alma no sólo permitió usar mayores tensiones en las

cuerdas, lo que supone mayor sonido, también cambió el carácter y la

sonoridad de los instrumentos.

Podemos apreciar esta diferencia de sonoridad y carácter con estos

dos ejemplos de dos instrumentos de la familia de la viola da gamba.

El primero es un instrumento copia de un luthier italiano, Francesco

Linarol, de finales del S. XVI. Es un instrumento que no lleva alma,

sino una serie de barras armónicas que dan sustento a la tapa:

El siguiente ejemplo es de una viola da gamba copia de un original

francés de finales del S.XVII. En este caso el instrumento sí lleva

alma.

Si, desde el punto de vista estructural, la función del alma resulta

simple de entender, no ocurre así con su función acústica. Si tenemos

en cuenta este último aspecto, podríamos decir que la función del

alma es la de “regular” la vibración de la tapa. Actúa como una especie

de tope o cuña que determina en qué manera la pata aguda del puente

interactúa con la tapa, dando más o menos libertad a las vibraciones

que se producen.

Su posición y su ajuste por tanto son críticos y determinan la calidad y

tipo de sonido del instrumento. El contacto del alma con el fondo y la

tapa han de ser milimétricamente ajustados y la altura de la misma

muy bien calculada, todo ello a fin de conseguir el mejor resultado

sonoro y evitar daños en el instrumento.

De cómo afecta la posición y ajuste del alma al sonido hablaremos en

un artículo aparte.

========

Diccionario de Luthería: ALMA por Eduardo Francés Bruno es un

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Puede que también te interese leer:

1. ¿Qué hago si se me cae el alma? Muy sencillo: aflojar las cuerdas

inmediatamente y llevar el instrumento...

2. Diccionario de Luthería: ARCE El arce empleado para construir

los instrumentos de arco es...

3. Diccionario de Luthería: ABETO El abeto empleado en los

instrumentos de cuerda es el...

ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

Diccionario de Luthería: ARCO08 SEP 2010 04:00A.M.

El arco consiste en una vara de madera, con una forma característica,

a la que se acoplan unas crines de caballo con el fin de hacer sonar los

instrumentos de cuerda frotada.

Las partes que componen el arco son:

• La vara: es la parte que da soporte en sí al arco. Para su

construcción se emplean diversos materiales, dependiendo del

propósito y el resultado deseado. Para los arcos de alta calidad

se emplea la madera de Pernambuco, que procede de la especie

Caesalpinia echinata. Los arcos más económicos están

confeccionados con una madera que genéricamente se llama

madera de Brasil y que engloba a distintos tipos de maderas

tropicales más económicas que el Pernambuco. Dado que el

Pernambuco está en peligro de extinción, se están comenzando a

utilizar otro tipo de maderas, como el Ipe o el Palo de Hierro,

que son maderas de unas propiedades muy similares al

Pernambuco. También se emplean materiales sintéticos, como

la fibra de carbono y la fibra de vidrio, con resultados más o

menos aceptables. Para la confección de arcos históricos se

emplean maderas como el tejo (Taxus) o el palo de serpiente

(Piratinera guianensis). La forma característica que tiene es lo

que da nombre al arco.

• La punta: Forma parte de la vara como tal. Podríamos decir

que su forma es la seña de identidad del constructor. En su cara

inferior se practica una mortaja donde se alberga uno de los

extremos de la encerdadura. A fin de reforzar esa zona, se

colocan dos plaquitas: una de ébano y otra de marfil (o de hueso

o plástico, según la calidad del arco) y que evitan que las vetas

de la madera se abran con la presión del encerdado.

• La nuez: Es una pieza de madera de ébano, colocada en lo que

se denomina el talón del arco (la parte inferior) y que tiene como

misión la de sujetar el extremo inferior de la encerdadura, así

como la de dar tensión a la misma. Está compuesta por la nuez

propiamente dicha, que tiene una forma muy característica a fin

de facilitar el acople de la mano; el anillo, que tiene funciones de

sujeción de la encerdadura, generalmente hecho en plata; el

revestimiento, consistente en un faja de plata que sirve de

refuerzo y adorno a la nuez; la placa de cierre, hecha en ébano y

madreperla, sirve para tapar la mortaja donde va alojado el

extremo inferior de la encerdadura; la corredera, es una pieza de

plata colocada en el canal donde la nuez se acopla con el arco y

su función es la de reforzar esa zona y evitar la fricción; la

hembrilla, suerte de tuerca hecha en latón y atornillada a la nuez

y cuyo propósito, junto con el tornillo, es el de dar tensión al

arco; el tornillo, está compuesto por un vástago roscado, que se

atornilla en la hembrilla, terminado en una pieza llamada botón

que está hecha en ébano y plata, el botón es la parte del tornillo

que corona el talón del arco y sirve para dar tensión al arco.

• La guarnición: está situada en el talón, a continuación de la

nuez. Está formada por un trozo de piel seguido de hilo de plata

enrollados alrededor de la vara. En lugar de hilo de plata,

también se suele emplear unas tiras hechas a base de barbas de

ballena. Su función es la de mejorar la sujeción del arco y

proteger la madera del desgaste producido por el roce continuo

de los dedos.

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Page 14: Luthería sin secretos

La publicación Tabbloid de hoy NOTICIAS PERSONALES PARA [email protected] 10 enero 2011

14

• La encerdadura: la encerdadura consiste en un haz de crines

de caballo que se anuda en sus dos extremos. Estos extremos

anudados se insertan en las mortajas realizadas a tal efecto en la

punta y en la nuez con el fin de sujetar dicho haz y poder

tensarlo a fin de conseguir una suerte de mecha uniforme y

plana que posibilite el óptimo contacto con las cuerdas del

instrumento. Las mejores crines proceden de Mongolia, aunque

también se usan las procedentes de Siberia, Argentina o China.

Es necesario aplicar resina a las crines con el fin de evitar que

estas resbalen sobre las cuerdas. Para conocer más sobre

encerdaduras puede visitar este artículo.

• Los taquillos: Son unas piezas de madera dura que se

introducen en las mortajas a modo de cuñas para sujetar las

crines. Su ajuste ha de ser muy preciso ya que no van encoladas

y se mantienenen su sitio por presión. De su buena colocación

depende el que las crines no se salgan de su alojamiento.

En cuanto a su evolución, diremos que el arco no ha sido siempre

como lo conocemos. El desarrollo del arco ha ido siempre paralelo al

de los instrumentos a los que servía. Así, el arco moderno, el que

tenemos hoy en día, fue desarrollado en Francia por la familia Tourte

en los años que siguieron a la Revolución. De igual forma, el violín

moderno surge también en Francia en esa época, fruto de las

exigencias a las que la nueva música sometía a los instrumentos.

En sus inicios, el arco tuvo una forma arcaica similar a la de los

rabeles de hoy en día. La curva de la vara era convexa, de ahí que

tomara el nombre de arco, y la madera con que se fabricaba sería de

especies como el almendro, el avellano, el cerezo, el urz, el tejo, etc.

Durante el Renacimiento el arco sufre una transformación

importante,la vara se hace más larga, la curva se suaviza, haciéndose

más plana, con esto se logra más control en la articulación y facilita la

ejecuación de determinados golpes de arco. Aparece la nuez, que

facilitará el tensar y destensar el arco así como evitar que las cerdas

rocen la vara, al hacerse la curva más plana. En esta época la nuez es

fija y extraíble, por así decirlo. Es decir, no va accionada con ningún

mecanismo, las cerdas se tensan al colocar la nuez en su sitio y se

destensan al quitarla.

A finales del S. XVII encontramos un arco más plano todavía, con una

punta estilizada muy característica y se empiezan a utilizar

mecanismos para tensar y destensar las cerdas sin necesidad de quitar

la nuez, el más común es un sistema de cremallera y, posteriormente,

en el primer tercio del S. XVIII aparece el tornillo como mecanismo

para tensar el arco.

Durante la segunda mitad del S. XVIII el arco empieza a convertirse

en lo que hoy conocemos. La curva se hace cóncava, la vara es más

larga y aumenta el peso. Pero será Françoise X. Tourte quien, a finales

del S. XVIII, sentará, a partir del arco clásico, las bases del arco

moderno. Entre los grandes constructores que mejoraron el arco

llevándolo a cotas insuperables se encuentran Dodd, Peccatte,

Sartory, la familia Bazin, W. Retford, por citar sólo a unos cuantos.

Recomiendo la visita a la página del arquetero Ken Altman, donde

explica con detalle el proceso de construcción de un arco.

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ABETO Y ARCE - LUTHERÍA SIN SECRETOS, POR EDUARDO

FRANCÉS BRUNO

Tipos de encerdadura01 SEP 2010 04:00A.M.

La elección de una adecuada encerdadura es vital para el buen

funcionamiento de un arco. Existen muchos tipos de crines y no todas

se adaptan a todo tipo de arco.

Las características que debe cumplir una buena encerdadura

dependen del arco en el que se vaya a utilizar. En un arco de violín o

de viola buscaremos que sea elástica y lo más fina posible. Por contra,

para un arco de contrabajo buscaremos, sobre todo, resistencia.

El mejor tipo de crines proviene de Mongolia. Suelen ser unas crines

muy finas, muy regulares y de color blanco. Al ser muy finas, la

cantidad de fibras por mm. es mayor, quedando menos “aire” entre

ellas y proporcionando mejor contacto con la cuerda. La desventaja

que tienen es que, al ser más finas, su resistencia es menor. Otra

ventaja que tienen es que no necesitan tratamiento para su

blanqueado, por lo que la fibra queda intacta. Este tipo de crines, en

sus calidades más finas, es el apropiado para arcos de violines y violas

y para cellos en sus calibres más gruesos. En su contra juega el alto

precio que tienen, pero hemos de tener en cuenta que, en el caso de

las calidades más altas, las crines se excogen manualmente a fin de

igualar los calibres.

Otro tipo de crines es el que proviene de determinadas zonas de

Siberia. Su uso se está extendiendo en la actualidad debido a su buena

relación calidad/precio. Es de un diámetro mayor que la crin de

Mongolia, pero tiene buena resistencia y el contacto con el arco es

aceptable. Es una buena opción a tener en cuenta si se quiere una crin

de calidad sin pagar un precio excesivo.

De la región de Manchuria provienen las mejores crines de origen

chino. Son crines resistentes, de color grisáceo, lo que hace necesario

su blanqueo, y no muy finas, pero son de una calidad aceptable. Su

producción se centraliza en la región manchú de Mongolia Interior, lo

que hace que a veces se venda como crin genuina de Mongolia, pero la

calidad no tiene nada que ver con la originaria del país mongol.

En algunos arcos de contrabajo se suele emplear crin de color

negro. Este tipo de crines también proviene de Manchuria. Se

caracteriza por ser una fibra muy resistente y dura, lo que facilita el

tocar con tensiones altas, aunque su poca elasticidad hace que se den

de sí excesivamente pronto.

Un tipo nuevo de encerdadura que está empezando a usarse es la

conocida como Salt & pepper (sal y pimienta). Se trata de una mezcla

de crines blancas de calibre medio y crines negras. Funciona muy bien

con arcos cuya tensión es excesiva para las crines blancas, pero que no

funcionan bien sólo con crines negras. Su uso es especialmente

recomendado en cellos y violas da gamba.

Estas recomendaciones son sólo eso, meras recomendaciones. En

la elección de la encerdadura de un arco influyen muchos factores de

tipo personal, por lo que no puede generalizarse a la hora de aconsejar

qué encerdadura poner en cada arco.

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