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MANUAL DEL DIRECTOR DE GRUPO Una guía para hacer efectivo el cuidado y la formación integral de los estudiantes

MANUAL DEL DIRECTOR DE GRUPO Una guía para … · La convivencia escolar y la disciplina Actividades y momentos ... Las sanciones en el contexto escolar El castigo ... MANUAL DEL

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MANUAL DEL DIRECTOR DE GRUPO

Una guía para hacer efectivo el cuidado y la formación integral de los estudiantes

Manual del Director de Grupo

Una guía para hacer efectivo el cuidado y la formación integral de los estudiantes

José Guillermo Martínez Rojas

Colección Gestión

Título: MANUAL DEL DIRECTOR DE GRUPO

Una guía para hacer efectivo el cuidado y la formación integral de los estudiantes

© José Guillermo Martínez Rojas

Primera edición: Enero de 2018

ISBN 978-958-20-1293-9

© COOPERATIVA EDITORIAL MAGISTERIO

Diag. 36 Bis (Parkway La Soledad) Nº 20-70

PBX: (0571) 338-3605

Bogotá, D.C., Colombia

www.magisterio.com.co

Escriba sus comentarios sobre la edición de este libro a: [email protected]

Este libro no podrá ser reproducido en todo o en parte, por ningún medio impreso o de reproducción sin permiso escrito del editor.

Impreso en Colombia

Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Martínez Rojas, José Guillermo Manual del director de grupo : Una guía para hacer efectivo el cuidado y la formación integral de los estudiantes / José Guillermo Martínez Rojas. -- 1a. ed. -- Bogotá : Editorial Magisterio, 2017. p. – (Gestión)

Incluye datos biográficos del autor. -- Incluye bibliografía.

ISBN 978-958-20-1293-9

1. Inspección escolar - Manuales I. Título II. Serie

CDD: 371.2012 ed. 23 CO-BoBN– a1013618

Un guía lo es en grado sumo, cuando las gentes apenas saben que existe.

No lo es tanto, cuando las gentes lo obedecen y lo vitorean.

Más lo es en el peor grado, cuando las gentes lo desprecian.

De un buen guía que habla poco, cuando haya realizado su trabajo,

cuando se haya logrado su meta, dirán todos: lo hemos hecho nosotros mismos.

Lao Tsé

EL AUTOR

José Guillermo Martínez Rojas

Licenciado en Filosofía y Teología (Pontificia Universidad Javeriana), es-pecialista en Legislación Educativa y Procedimientos (Universidad Au-tónoma de Colombia), magíster en Educación (Pontificia Universidad Javeriana), magíster en Docencia e Investigación Universitaria (Universi-dad Sergio Arboleda), estudios de doctorado en Educación (Universidad de Barcelona), y de pregrado en Derecho (último semestre).

Cuenta con una trayectoria y experiencia de más de veintiocho años en el ámbito educativo. Se ha desempeñado como rector, vicerrector, director académico, director curricular, coordinador académico, de área y docen-te en varias instituciones de Educación Básica y Media en Bogotá y otras ciudades de Colombia; de Educación Superior en calidad de profesor en asignaturas como: Legislación Educativa, Evaluación Educativa, Mo-delos Pedagógicos, talleres de formación en Investigación Educativa, cátedras de Problemas Educativos, Seminarios de Gestión Directiva, de Gestión de Convivencia y de Currículo, entre otros. Igualmente, se destaca como ponente y conferencista a nivel nacional e internacional en los asuntos de su experticia.

En su trayectoria investigativa se ha especializado en: Evaluación en Educación; Sistemas de Acreditación y Certificación de Instituciones y Programas, tanto en Educación Básica y Media como en la Superior; Construcción Participativa de Normas, Convivencia Escolar y bullying; Desarrollo Moral y Social; Currículo y Evaluación de los Aprendizajes; Políticas Públicas en Educación; Aspectos Legales para Instituciones Educativas; Gestión de Sistemas Educativos. Entre sus publicaciones se destacan:

Libros:

– Lineamientos teóricos para la construcción de reglamentos o Manuales de Convi-vencia (2010).

– Relación entre desarrollo moral y el rol de agresor en situaciones de bullying. Un estudio exploratorio para la comprensión de las causas del bullying (2014).

– El Manual de Convivencia y la prevención del bullying (2014).

– Cómo implementar la Ley de Convivencia en los colegios (2015).

– Bullying, sexting y grooming. ¡Cómo los puedes prevenir y combatir! (2016).

– Bullying, sexting y grooming. Guía de prevención y manejo para padres y maestros (2017).

– Los manuales de convivencia de los colegios: alcances y límites (2017).

– La formación ética y la educación moral de los hijos, desde la perspectiva de los padres de familia (2017)

Capítulos de libro o artículos:

– “El desarrollo moral de los educadores, condición de posibilidad para la formación moral de los educandos” (2008).

– “Factores asociados al desarrollo moral en un grupo de estudiantes de Grado Décimo” (2008).

– “Las rúbricas en la evaluación escolar: su construcción y su uso” (2008).

– “Cinco instrumentos objetivos para medir el maltrato por abuso de poder entre pares” (2009).

– “La condición actual de la juventud y la educación ética y moral” (2011).

– “El acompañamiento a los estudiantes: una estrategia clave para hacer realidad la formación integral en el ámbito educativo” (2013).

– “Algunos desafíos actuales para los procesos de formación ética y mo-ral de los jóvenes” (2013).

– “El currículo oculto y sus implicaciones en la formación moral y ciuda-dana de los estudiantes” (2014).

– “Apuntes para la prevención del bullying desde la primera infancia” (2014).

– “Una controversia jurídica entre la asignación salarial de los docentes al servicio del Estado con quienes prestan sus servicios en instituciones educativas privadas” (2015).

– “La responsabilidad civil contractual de las instituciones educativas por los casos de acoso escolar o bullying” (2017).

IntroduccIón 15

orIgen y sentIdo pedagógIco del acompañamIento 19

¿Qué es acompañar? 19

Características y cualidades de un buen acompañante 22

Funciones del acompañamiento 24

Aspectos formativos que requieren especial acompañamiento

Lo social 27

Lo afectivo

Lo ético y moral 30

Lo político y la formación ciudadana

Lo académico 34

Lo deportivo y recreativo 35

Los conflictos y las dificultades especiales 37

el acompañamIento de los estudIantes como una estrategIa para su formacIón humana

Objetivos del acompañamiento

Espacios y oportunidades para el acompañamiento 40

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Contenido

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JOSÉ GUILLERMO MARTÍNEZ ROJAS10

La atención personal del docente al estudiante 40

Presencia del educador en los descansos y en actividades no académicas 41

La convivencia escolar y la disciplina

Actividades y momentos para el acompañamiento 45

La atención personal 45

Espacio de atención para padres de familia 47

Reuniones de seguimiento

Hora formativa de dirección de grupo 50

Espacio diario de encuentro con los estudiantes 51

Proyecto de vida

El proyecto de grupo 56

La aplicación del Manual de Convivencia 57

El debido proceso 57

Conducto regular para situaciones académicas 59

Conducto regular para situaciones de convivencia

Tipificación de las faltas

Taxonomía de las faltas a partir de los deberes de los estudiantes estrategIas de atencIón para contrIbuIr al desarrollo humano de los estudIantes Manejo de la autoridad y las normas

La formación ética y moral de los estudiantes

Referente conceptual

Orientaciones para la formación ética y moral de los estudiantes

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Estrategias en la formación para el

desarrollo ético y moral de los estudiantes

El sentido de la construcción de las normas en la institución educativa

Una posible metodología para la construcción de las normas en la institución educativa

Fase 1: Sensibilización y toma de conciencia

Fase 2: Producción de normas

Fase 3: Negociación y consenso

Fase 4: Aplicación y seguimiento

Las sanciones en el contexto escolar

El castigo

Tipos de sanciones

Sanciones por reciprocidad

La disrupción como problema de convivencia

La mejora del ambiente de aprendizaje como

estrategia para la superación de la disrupción

El aprendizaje y el clima de aula

Generar percepción de comodidad y

orden para el trabajo académico

El sentido del trabajo académico para los estudiantes

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El acoso escolar o bullying

El concepto de acoso escolar o bullying 160

La comunicación efectiva

Estrategias específicas para los involucrados en el acoso escolar 172

Papel de los educadores frente a la intimidación escolar o bullying

Algunas recomendaciones para el colegio que le permitan hacer frente a la intimidación escolar o bullying 180

El cuidado con la normalización del comportamiento 181

conclusIón bIblIografía anexo 1 formato para reporte de faltas

Formato para reporte de faltas leves de convivencia

Formato para reporte de faltas graves y muy graves de convivencia

anexo 2 Instrumento de dIagnóstIco de conductas dIsruptIvas anexo 3 Instrumentos de dIagnóstIco

Lista de chequeo para identificar de acoso escolar

Instrumento de autoevaluación para la víctima

Instrumento de autoevaluación para el agresor

Instrumento para evaluar la existencia de acoso escolar o bullying

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anexo 4 habIlIdades prosocIales anexo 5 dIlemas para generar conflIcto moral

Los dilemas morales

Condiciones necesarias para una adecuada discusión de dilemas

Proceso a seguir en la discusión de un dilema

El papel del docente en la discusión de un dilema

Dilemas hipotéticos

Dilemas reales

anexo 6 señales y síntomas de abuso anexo 7 dIez estrategIas para formar el carácter y vIvIr las vIrtudes morales anexo 8 valores étIcos anexo 9 Instrumento de evaluacIón para IdentIfIcar el tIpo de comunIcacIón empleada por los estudIantes

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Introducción

Uno de los elementos relevantes del proyecto educativo de un cole-gio es el componente formativo y del cuidado de los estudiantes, que normalmente es desarrollado o implementado por los educadores que cumplen la función de directores de curso.

La dirección de curso hace referencia a la labor que realiza un docen-te al cuidar, acompañar, caminar con, hacer seguimiento, velar por el otro, entre otras muchas cosas, con el fin de garantizar la integridad de los estudiantes, pero sobre todo y fundamentalmente, para orien-tar y guiar al estudiante en todos los aspectos de la vida escolar.

En esta perspectiva, el presente texto es un manual diseñado con el fin de brindar a los directores de grupo elementos y criterios que les permita hacer efectivo y eficiente el cuidado del grupo de estudiantes que se les encomienda.

Este texto no pretende ser una investigación académica exhaustiva sobre el tema del acompañamiento, aunque tenga elementos de or-den conceptual que permitan una comprensión más o menos seria de dicha actividad docente. Tampoco pretende ser una guía superfi-cial o un recetario de fórmulas para realizar la tarea del cuidado de los estudiantes, aunque contenga estrategias y elementos que guían al docente que ejerce la función de acompañante.

El manual contiene varias funciones, entre las que se encuentran: crear un marco de referencia para todo el colegio sobre lo que es y significa el cuidado de los estudiantes; unificar las prácticas de acom-pañamiento a los estudiantes en las distintas divisiones o secciones del colegio; proponer estrategias y acciones dentro de los elementos del Proyecto Educativo Institucional (PEI) del colegio, así como su

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direccionamiento estratégico, que hagan posible la formación inte-gral de sus estudiantes y el logro del éxito académico y formativo; trabajar para entregar a la sociedad ciudadanos íntegros, comprome-tidos con su país y con el mundo.

Está dividido en cuatro grandes partes, a saber: la primera, deno-minada “Origen y sentido del acompañamiento”, aborda desde lo conceptual elementos que le permitan al director de grupo encontrar el sentido profundo que tiene el acompañamiento y cuidado de los estudiantes, en la perspectiva de su desarrollo humano, de tal manera que los procesos formativos que la institución se propone puedan lograrse de manera más efectiva y eficiente.

La segunda parte, “El acompañamiento como programa de forma-ción integral”, aborda elementos de orden práctico con los cuales se definen aspectos importantes de lo que sería la estrategia de acompa-ñamiento en el colegio, sin que necesariamente sea un programa en el sentido estricto de lo que ello significa. Allí se definen objetivos, espacios y actividades que hacen parte del proceso de acompaña-miento. Esta es una parte más práctica, que busca poner las bases de aquello que sería el acompañamiento propiamente dicho.

En la tercera parte, denominada “Estrategias de atención para con-tribuir al desarrollo humano de los estudiantes”, se propone una se-rie de estrategias que ayudan a los docentes directores de grupo a trabajar aspectos propios de la formación de los estudiantes, como la construcción colegiada de normas, el trabajo para potenciar el de-sarrollo moral, el manejo de la autoridad y de las sanciones, y algunas estrategias para prevenir o intervenir en caso de que se presenten situaciones de acoso o bullying, entre otras situaciones. La idea es proponer algunas estrategias y elementos que hagan posible que los profesores acompañantes o directores de grupo puedan implemen-tarlos o emplearlos a fin de poder contribuir significativamente al desarrollo humano de los estudiantes.

La cuarta parte del texto la conforman anexos que buscan comple-mentar el texto con otras herramientas que doten a los profesores acompañantes o directores de grupo, de suficientes elementos para poder llevar a cabo un cuidado más efectivo y eficiente.

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El primer anexo contiene dos formatos para reportar faltas leves, el primero, y faltas graves y muy graves el segundo. Estos formatos son útiles al seguimiento que deben hacer los directores de grupo.

El segundo, tiene dos ejercicios para que los docentes identifiquen los principales problemas o conductas de disrupción o indisciplina en el aula de clase y pretenden contribuir a que logren hacer acuer-dos sobre aquellos comportamientos que definitivamente no acepta-rán en los estudiantes, así como unas sugerencias para que el director de grupo pueda realizar un manejo adecuado de ellas.

El tercero ofrece algunos instrumentos que permiten identificar de manera rápida si los estudiantes son víctimas o agresores en situa-ciones de acoso escolar o bullying, o si hay acoso en un grupo de estudiantes.

En el cuarto anexo se incluye un cuadro con cincuenta habilidades prosociales, debidamente clasificadas en seis categorías, que se cons-tituyen en un repertorio para el trabajo formativo de los estudiantes en dichas habilidades, lo que redundará en mejorar muchas situacio-nes problemáticas de la convivencia escolar.

El quinto, es una metodología con el uso de dilemas morales de modo que permitan generar conflicto moral, una estrategia reco-mendada por los pedagogos cuando se quiere trabajar para avanzar en el desarrollo moral de los estudiantes.

El sexto, corresponde a un documento diseñado por el Centro de Defensa de los Niños de Chicago para identificar posibles casos de maltrato y abuso a los menores de edad y que puede orientar a los acompañantes o directores de grupo cuando requieran identificar alguno de estos problemas.

El séptimo, presenta varias estrategias al trabajar con los estudian-tes las diez virtudes morales que los griegos consideraban esenciales para lograr la formación del carácter de las personas.

En el octavo, se ofrece un repertorio de valores, con sus definicio-nes, a fin de que los directores de grupo no solo los conozcan, sino

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que también los tengan en cuenta en sus procesos formativos con los estudiantes.

Y el noveno anexo presenta un instrumento que se puede aplicar a los estudiantes para identificar el tipo de comunicación que habitual-mente emplean en sus interacciones, con las claves para calificación.

No se debe olvidar que una de las metas del proceso de acompaña-miento o cuidado que realizan los directores de grupo o acompañan-tes está enfocada no solo en contribuir a la protección integral de los estudiantes, sino en especial a generar procesos de formación que aseguren la intencionalidad educativa de la institución, de tal manera que se constituyan en el eje central de lo que el colegio busca y pre-tende con sus estudiantes.

En síntesis, el manual ofrece recursos, reflexiones, talleres y otros elementos que le permitan al director de curso o acompañante de grupo realizar de manera adecuada sus responsabilidades, garantizar-le un efectivo trabajo para llevar a la práctica el cuidado personal de los estudiantes de tal forma que su actividad vaya mucho más allá de los procesos de aprendizaje de conceptos y contenidos, para verla de manera más holística e integral.

Espero que este nuevo texto contribuya a mejorar la calidad de la educación en tanto que se ofrece a los docentes una nueva herra-mienta que les brinda posibilidades de cumplir más debidamente con su labor formativa. De igual manera, espero que las estrategias aquí propuestas sean ocasión para la reflexión y conduzcan a los lectores y los educadores a desarrollar nuevas e innovadoras estrategias que lleven a conquistar la meta formativa en su labor profesional.

El autor

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Origen y sentido pedagógico del acompañamiento

¿Qué es acompañar?

Acompañar significa estar con el otro, caminar con, seguir al otro para saber lo que está viviendo y elaborando personalmente, apo-yándolo en su proceso individual de desarrollo humano, ayudándole a crear las condiciones para que pueda ir definiendo y construyendo progresiva y paulatinamente su propio proyecto de vida. También es situarse al lado del otro como compañero de camino, estableciendo relaciones profundas de diálogo y amistad, relaciones de compañía y solidaridad que le permitan crecer como persona, e incluso, com-partir con el otro lo que se es y lo que se tiene, sin que cada uno deje de ser quien es.

Para educar integral y auténticamente es necesario acompañar, hacer seguimiento, y para acompañar y hacer seguimiento es indispensable tener vocación de educador, lo que necesariamente supone dedica-ción y entrega. Esta relación de compañía es la que permite al otro contar con un espacio para expresarse tal y como él es, sintiéndose libre, escuchado, comprendido, lo cual le ayuda a confrontarse, acep-tarse y superarse como persona, como ser humano en proceso de construcción.

El educador como acompañante ha de ayudar a caminar a cada es-tudiante con sus propios pies, de tal forma que pueda asumir su responsabilidad como ser humano. Por ello es importante entender que acompañar y hacer seguimiento a un estudiante no significa ser permisivo con esa persona, o resolverle sus problemas, o no permi-tirle ser lo que puede y debe ser. El acompañante ‘camina con…’,

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es decir, se pone al lado del acompañado para ir a su lado por don-de va avanzando, con criterio y capacidad de discernimiento1, para orientar, para apoyar, para guiar, sin que este acompañamiento se constituya en un proceso de anulación de ese otro, o se limite a ser un espectador de lo que él vive, sin intervenir.

El acompañante también realiza la función de transmitir principios y valores al acompañado, al proponer modelos de identificación que posibiliten la construcción de su personalidad. Todo ello con el fir-me propósito de ayudarle a crecer, a aprovechar al máximo todo su potencial, permitirle ser persona y contribuir a su proceso de madu-ración y crecimiento, de desarrollo humano.

Meueler (1988) plantea que el verdadero acompañante es el que in-funde ánimos, libera la creatividad y las energías propias de aquel a quien acompaña: a quien aprende el arte del acompañamiento lo que le importa no es refinar las técnicas del dominio, sino abolirlas, esto hace que el acompañamiento vaya en contraposición del esquema de ser atendido y planeando desde afuera o desde otra persona, distinta, al acompañado. Ello necesariamente supone que el acompañante, el guía, el director de grupo, al acompañar debe estar centrado en el proceso de contribuir a la construcción de sus estudiantes como se-res humanos dentro del sinnúmero de posibilidades y opciones que cada uno de ellos tenga.

El acompañamiento presupone que aquel a quien se acompañará sabe a dónde quiere ir, tiene o está construyendo un proyecto de vida, tiene unos objetivos personales en la etapa de vida en la cual se halla y está dispuesto a poner todas las condiciones y a emplear to-das las herramientas con las que pueda contar para alcanzar la meta

1. Discernir es un verbo que se emplea para significar el tener la aguda capacidad de juicio para juzgar entre dos o más opciones, y desde los criterios, principios y valores que la persona tiene o ha optado por emplear en su decisión, elegir, siempre buscando lo mejor. Lo contrario a discernir es tomar decisiones por impulso, por emocionalidad, sin tener en cuenta los argumentos y las razones a favor y en contra de la decisión que se está tomando, sin ser capaz de seguir las emociones que se experimentan para tomar la decisión que se debe

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que se ha propuesto. En el contexto escolar, en cada año lectivo que inicia los estudiantes tienen unas metas, como aprobar el grado en el cual se han matriculado, construir saberes y aprender contenidos que les permita seguir adelante con su proceso de desarrollo cog-nitivo, madurar más como seres humanos, cumplir las metas que los padres y cada quien de modo personal se ha propuesto, de cara a la construcción de aquello que será su vida adulta y profesional. No es el acompañante quien determina la meta y la velocidad con que se debe avanzar en el proceso de desarrollo y maduración del estudiante, justamente por todo lo anterior se puede acompañar a quien quiere emprender un camino y acepta ser acompañado, pero también se puede invitar y motivar a ser acompañado cuando el otro está desorientado.

Muchas veces los estudiantes, especialmente en la etapa de la adoles-cencia, no tienen mucha claridad hacia dónde quieren ir, hacia dónde quieren llevar su vida, o en otras ocasiones sus múltiples y complejos problemas, o la soledad en la que viven, o las necesidades afectivas que padecen, entre otras muchas situaciones, no les permite centrarse en pensar a futuro o en construir un proyecto de vida, sino que más bien se limitan a vivir el momento. En estas condiciones, un muy buen di-rector de grupo sabe cómo acompañar y caminar con sus estudiantes para conducirlos hacia zonas con mayor claridad en sus vidas.

Una de las virtudes más importantes de un buen director de grupo es justamente la sabiduría. Este concepto se debe entender no como la acumulación de conocimientos, sino más bien como la capacidad que tiene una persona para juzgar con propiedad en cada momento de su vida las situaciones en las que debe decidir, para discernir con propiedad, así como la capacidad de decidir atendiendo a la com-plejidad de la situación particular que se enfrenta, para desde todas estas condiciones orientar a conciencia al otro, no por el camino que el director de grupo quiere o considera que debe ir su acompañado, sino por aquel que es el más apropiado para el estudiante, por aquel que lo conducirá a continuar la construcción de su proyecto de vida, o si no hay proyecto de vida, a buscar el identificar las pistas y señales que lo pueden llevar a ir configurando uno propio.

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En el proceso de acompañar no se puede olvidar que la persona acompañada es quien toma las decisiones, quien resuelve los pro-blemas y quien asume una responsabilidad de sí misma. Al acom-pañante le corresponde estar con el acompañado en su proceso de toma de decisiones, cuando resuelve sus problemas, cuando asume las responsabilidades que le corresponden, siendo un punto de con-frontación, dando perspectivas e ideas que ayuden al acompañado a afianzar sus decisiones, permitiéndole que madure en su proceso de ser cada vez más autónomo. El acompañante debe permitir simultá-neamente que el acompañado tome la iniciativa pero también que se aquiete cuando sea necesario, exigiéndole y calmándolo, estructuran-do y trasgrediendo todas las limitaciones.

El acompañamiento es más un arte que una técnica, es una actitud que vive del diálogo y del apoyo mutuo. Al acompañar se le debe permitir al estudiante su autorrevelación (mostrarse tal cual es, dar-se a conocer desde su interioridad), posibilitar que sus sentimientos, conflictos, vivencias y sueños puedan exteriorizarse, situándose en su lugar, pero sin dejarse envolver por sus emociones para así no perder la objetividad que puede ayudar al otro a confrontarse y avanzar.

Características y cualidades de un buen acompañante

El buen acompañante:

— Es una persona con grandes habilidades para escuchar a los otros; sabe oír, poner atención y seguir lo que el otro le está compartien-do, de tal manera que puede parafrasear lo que un estudiante le está compartiendo. Al igual que el saber escuchar, hace parte de sus carac-terísticas la discreción y la confidencialidad, saber guardar la infor-mación que recibe, pero también informar aquello que pueda estar interfiriendo en la vida del estudiante y le pueda causar daño grave.

— Posee cualidades y habilidades como la empatía, la sensibilidad, la sabiduría para aconsejar sin imponer su punto de vista; puede dis-cernir para orientar al otro en una situación difícil; es propositivo y creativo, y en síntesis, es un adulto cercano a sus estudiantes, sin confundirse con ellos o dejar de lado su posición de adulto.

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— Sabe ‘leer’ la realidad de sus estudiantes para acercarse a ellos y brindarles apoyo cuando requieren algo o están pasando por una situación difícil en sus vidas.

— Denota habilidades para ser mediador, lo que le permite con-tribuir a la resolución de los conflictos que se presentan entre los estudiantes, entre ellos y los profesores, entre estos y los padres de familia, y entre los estudiantes y los padres de familia.

— Es un modelo para los estudiantes, es decir, les modela com-portamientos y maneras de ser, modos de resolver los problemas, formas de interactuar con los demás.

— Es una persona admirada por los estudiantes, reconocida por sus cualidades humanas, intelectuales o artísticas, poseedora de elemen-tos o modos de ser y proceder que son reconocidos por ellos como valiosos o dignos de imitar.

— No es un par de los estudiantes, sino un adulto que los acompaña en sus procesos académicos, formativos y convivenciales, procuran-do siempre su crecimiento sin confundirlos o confundirse en la rela-ción que establece con ellos.

— Es una persona auténtica, es decir, segura de sí misma, con una identidad propia, que se muestra tal cual es, fiel a los principios y criterios que hacen parte de su repertorio moral. Asimismo, es una persona equilibrada emocionalmente, lo que le permite manejar con propiedad las situaciones complejas de los estudiantes a su cargo, así como las tensiones y los problemas que puedan surgir en el trabajo de acompañar.

— No vigila ni supervisa a los estudiantes, sino que está con ellos, comparte en forma natural y espontánea la vida de ellos, sin ser una presencia que censura o juzga, de todas maneras teniendo criterios claros sobre lo adecuado y lo no adecuado en el contexto educativo, pero especialmente, buscando siempre el formarlos.

— Sabe poner límites, es decir, siendo cálido, amable y cordial sabe decir ‘no’, conoce hasta dónde puede llegar un estudiante y hasta

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dónde no deben ir sus comportamientos, sus maneras de ser y de actuar; además, ha asumido los criterios formativos institucionales y desde ellos modula y ajusta dichos comportamientos.

— Como director de grupo es una persona contextualizada con la edad evolutiva, la fenomenología actual de los jóvenes, la situación cultural y social de las familias y del país, que confronta de manera adecuada aquellos aspectos en los que el estudiante puede mejorar teniendo en cuenta sus condiciones y particularidades.

— Posee una actitud conciliadora que le permite mediar en los con-flictos, negociar con otros profesores o directivos en situaciones en las que los estudiantes requieren su apoyo, pero igualmente es exi-gente con estos cuando debe reorientar sus comportamientos.

Funciones del acompañamiento

Las siguientes son algunas de las funciones que debe tener o puede cumplir un acompañante en el contexto escolar.

— Hacer seguimiento a los estudiantes, lo que necesariamente impli-ca que los conoce, sabe de sus fortalezas y debilidades, cómo les ha ido en el año y cómo les fue en el grado anterior, si tienen materias pendientes, si tuvieron o no compromisos académicos o disciplina-rios, si poseen condiciones emocionales, de salud o académicas espe-ciales que el colegio y quienes interactúan con ellos deben conocer.

— Acompañar los procesos convivenciales, académicos, socioafecti-vos y demás que hagan parte del proceso formativo y académico de los estudiantes, de tal manera que está al tanto de cuanto sucede con ellos, lo que viven, lo que les preocupa, lo que hacen bien y aquello en lo que tienen dificultades.

— Orientar a los estudiantes en el desempeño y trabajo de los proce-sos y actividades realizados por ellos en la institución, de tal manera que lleva adecuados y eficientes registros de cada uno de ellos, en los que consigna lo pertinente para su seguimiento y orientación.

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— Guiar a los estudiantes en la cotidianidad de la vida institucional, con el fin de que puedan responder adecuadamente a las expectati-vas y necesidades de aquello que el colegio y el grado al cual perte-necen esperan y exigen.

— Aconsejar a los estudiantes, de manera individual o grupal, cuan-do se hallen en alguna situación que requiera la guía o palabra de un adulto. Aconsejar es guiar y dar un punto de vista, dejando que el estudiante sea en últimas quien tome la decisión y, por lo mismo, asuma las consecuencias de lo decidido.

— Mediar en los conflictos presentes en su entorno, especialmente cuando intervienen en ellos los estudiantes de su grupo, cuando ocu-rren entre estos o con otros profesores, con el personal de apoyo o administrativo de la institución, con los padres de familia, o entre los padres y los profesores, por citar algunos.

— Representar los intereses de los estudiantes frente a la institución, los diversos estamentos o los profesores, cuando se requiera mediar o negociar con ellos para salvaguardar sus intereses y atender sus necesidades.

— Saber discernir en las distintas situaciones de la vida escolar, so-bre todo en las situaciones y problemas en los que se ven envueltos los estudiantes a su cargo, para juzgar dichas situaciones y asumir posiciones particulares bien a favor de ellos o de la institución, con criterio siempre de contribuir a los procesos formativos a su cargo.

— Acompañar de manera individualizada a cada estudiante en su proceso de desarrollo humano para que se vaya construyendo como persona mediante el cuidado y la atención a todas y cada una de sus características personales (Martínez, 2013).

— Hacer seguimiento pormenorizado a las características de cada estudiante, de tal forma que se atiendan oportunamente las dificul-tades que se puedan presentar en su proceso de desarrollo y madu-ración para que dichas dificultades no se conviertan en problemas o limitantes para su vida académica, socioafectiva o convivencial (Mar-tínez, 2013).

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— Ofrecer acompañamiento y tutoría oportuna a los estudiantes a fin de hacer posible que el proceso de desarrollo humano y de cre-cimiento como persona se dé dentro de los ideales y parámetros del PEI (Martínez, 2013).

— Contribuir al proceso de ajuste en los procesos educativos y for-mativos de los estudiantes, de tal manera que se logre una atención lo más individualizada posible y, por supuesto, oportuna y adecuada a las necesidades de cada estudiante (Martínez, 2013).

— Ser el intermediario entre el colegio y los padres de familia, aten-diéndolos de manera oportuna y adecuada cuando ellos lo requieran o cuando el acompañante considere que debe interactuar con ellos, en orden de hacer seguimiento a los procesos formativos de los es-tudiantes y mantenerlos informados sobre este particular (Ramírez, 2003).

— Ser el responsable inmediato del bienestar general del grupo, li-derando ideas desde lo académico, lo informativo, lo deportivo, lo social, la convivencia, lo cultural, lo afectivo, entre otros asuntos, promoviendo así el desarrollo individual y grupal del curso que lide-ra (Ramírez, 2003).

— Mantener comunicación permanente con los demás educadores que trabajan en el curso a su cargo, para conocer y hacer seguimien-to al proceso de cada uno de los estudiantes de su grupo (Ramírez, 2003).

— Participar activamente en las reuniones de seguimiento y evalua-ción, así como de los diversos comités en los espacios de capacita-ción y demás actividades del curso o grado, contextualizando a los otros educadores o profesores sobre la realidad y necesidades de los integrantes de su grupo (Ramírez, 2003).

— Apoyar de manera efectiva la labor que realizan al aprendizaje el jefe de año, las jefes de escuela y el personal del equipo de apoyo, de tal manera que las actividades y funciones que estas instancias pro-gramen lleguen a feliz término (Ramírez, 2003).

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Además, todas aquellas que la institución considere necesarias y per-tinentes para el logro de sus objetivos formativos.

Aspectos formativos que requieren especial acompañamiento

Si bien el acompañamiento se debe dar en todos los aspectos de la vida escolar de los estudiantes, existen algunos aspectos que revisten especial importancia en el día a día de la institución y por lo mismo deben ser objeto de especial atención por parte de quien lleva a cabo el proceso de acompañamiento. Dichos aspectos son los siguientes:

Lo social

Se entiende por dimensión social del ser humano la capacidad que este tiene para vivir ‘entre’ y ‘con’ otros de tal manera que puede transformarse y transformar el entorno sociocultural en el que está inmerso.

La dimensión social abre la posibilidad a los seres humanos de fo-mentar, construir y participar de una convivencia con los otros que garantice bienes sociales primarios, la libertad, el reconocimiento de la diferencia, la equidad y la responsabilidad social, valores que de-ben protegerse bajo una idea de justicia legitimada por la formación en instituciones democráticas, que lejos de favorecer los intereses de mayorías o minorías busquen que todaslas personas se integren y comprometan en el desarrollo comunitario de la sociedad a la cual pertenecen para que puedan tener derecho a vivir dignamente (Aco-desi, 2002).

Los educadores tienen una especial responsabilidad con la forma-ción en los procesos sociales. Aunque la persona nace con predispo-siciones sociales, es necesario estimularlas para propiciar un desarro-llo adecuado esas habilidades. Es muy importante, desde pequeño, enseñarle al estudiante a tener en cuenta a los demás, a reconocerlos como interlocutores válidos, a saber compartir lo que se tiene, a ser solidario con los más necesitados, a ser agradecido y cordial, a de-mostrar el afecto con respeto, a tener alta autoestima y sólida perso-nalidad al relacionarse con los demás (Ramírez, 2003).

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En esta perspectiva, el acompañante debe implementar trabajos y talleres conducentes al desarrollo de las habilidades prosociales2 de los estudiantes, puesto que estas se constituyen en un repertorio de comportamientos adecuados para la interacción con sus pares, con los profesores, con otras personas y con sus padres.

Las habilidades prosociales son características y condiciones esen-ciales para una adecuada interacción en la vida de los estudiantes, de tal manera que adquieran o cuenten con dichas competencias y habilidades, las sepan usar adecuadamente, y con el uso de ellas, in-teractuar en los múltiples espacios de la vida escolar, social y familiar.

Hoy es común que las personas se quejen o manifiesten que las ac-tuales generaciones de niños y jóvenes carecen de ‘buena educación’ o de ‘buenas costumbres’, lo que tradicionalmente se ha llamado ‘buena educación’. Muchas de estas habilidades y competencias constituyen las normas básicas de cortesía que se requieren para las interacciones sociales, las cuales generalmente se forman en el ámbi-to familiar y, de alguna manera, la institución educativa debe contri-buir a su formación.

La dimensión comunicativa es otro de los elementos del contexto social de los estudiante que se debe trabajar y atender, propiciando espacios para que los estudiantes puedan expresarse asertivamente, garantizando la escucha y el respeto. Así mismo, es importante que en el ambiente escolar se fortalezcan y pulan expresiones verbales y escritas, diferenciando los contextos y el adecuado manejo del len-guaje (Ramírez, G., 2003).

Uno de los aspectos más significativos para los estudiantes es justa-mente la posibilidad de socializar entre ellos, de interactuar, generan-do vínculos, que en ocasiones perduran por muchos años. Por ello, el proceso de acompañamiento o de dirección de grupo requiere de un adecuado trabajo, puesto que para los estudiantes este ámbito tiene mucha relevancia y significancia.

2. En el Anexo 4 se incluye una tabla con el conjunto de habilidades prosociales más comunes, que se sugiere tener como referente para ser trabajadas con los estudiantes.

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Lo afectivo

La dimensión afectiva se puede entender como

el conjunto de potencialidades y manifestaciones de la vida psíquica del ser humano, que abarca tanto la vivencia de las emociones, los sentimientos y la sexualidad, como también la forma en que él se relaciona consigo mismo y con los demás; comprende toda la realidad de la persona, ayudándola a construirse como ser social y a ser copartícipe del contexto en el que vive. (Acodesi, 2002)

La dimensión afectiva incluye los sentimientos y las emociones, las formas como el ser humano se relaciona consigo mismo, con los demás y con el entorno, a través de la expresión de su condición humana y particularmente de su condición de género, que le da un carácter especial a la vivencia de la sexualidad y a la existencia indi-vidual y única. En este proceso de crecimiento psicoafectivo el ser humano va descubriendo la riqueza personal y social y desarrollando sus habilidades para disfrutar de estas riquezas (Acodesi, 2002).

El desarrollo y la maduración afectiva de los estudiantes requiere es-pecial cuidado y atención por parte del acompañante de curso. Este es uno de los aspectos o dimensiones del desarrollo humano que tal vez requiera más atención y cuidado por parte del acompañante.

Acompañar este proceso de los estudiantes no significa ‘jugar’ al psi-cólogo o al orientador, que son quienes tienen la formación y los elementos necesarios y adecuados para atender profesionalmente los aspectos más complejos y delicados de su vida afectiva. Acom-pañarlos en esta dimensión de su desarrollo humano va más en la dirección de conocer lo que pueden estar viviendo, saber orientar los aspectos básicos de su proceso de desarrollo, escuchar y orientar la búsqueda de ayuda profesional en caso de que lo requieran, entre otros aspectos.

La dimensión afectiva de los estudiantes, junto con la dimensión cognitiva, son los dos aspectos que más cambios y transformaciones tienen durante la vida escolar, justamente por todo lo que significa la vida en sociedad, pero además porque son los aspectos que más evo-

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lucionan en su proceso del desarrollo humano. Esta dimensión, en-tre otros muchos aspectos, incluye el manejo de las emociones y los afectos, la maduración sexual, la construcción de la autoimagen y el concepto personal, la formación de elementos como la autoestima, la seguridad en sí mismo, la construcción de un proyecto de vida.

Ser acompañante en este aspecto afectivo supone ir más allá del pla-no de la información, contrarrestar con su presencia y orientación el inmenso influjo de los medios de comunicación, que generalmente en este campo desorientan y deshumanizan (Ramírez, 2003). No se debe olvidar que los dispositivos electrónicos ofrecen posibilidades ilimitadas de acceso a información en diferentes formatos los cuales mantienen sobreinformadas y sobreexpuestas a las actuales genera-ciones, incluso llegando a exponerlos a problemas y delitos como el sexting, el grooming, el ciberbullying y demás fenómenos que han surgido fruto de los actuales desarrollos de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Lo ético y moral

Por dimensión ética se puede entender la posibilidad del ser humano de tomar decisiones a partir del uso de su libertad, la cual se rige por principios que sustenta, justifica y significa desde los fines que orien-tan su vida, provenientes de su ambiente sociocultural. Como es ob-vio, esta es una manera como se puede definir la dimensión ética del ser humano, en tanto es una de sus potencialidades que es preciso trabajar para alcanzar su pleno desarrollo como persona. También se la puede entender como aquella condición de la realidad humana por la que esta se construye libre y coherentemente. Desde esta perspectiva, se puede afirmar que la historia humana depende, en gran medida, de las de-cisiones responsables y libres de los seres humanos que, en cuanto tales, están orientadas por modelos que trascienden normativamente (sentido, fines, ideales) la realidad fáctica (Acodesi, 2002).

Una de las preguntas fundamentales de la ética es con relación a la coherencia. ¿Puede un individuo ser coherente consigo mismo, sin tener en cuenta la coherencia que debe también tener con su comu-nidad? Para que la persona sea coherente en sus principios y valores,

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debe saber poner en práctica y saber formular las consecuencias y los desafíos de la comunidad en que vive. La primera pregunta orienta la moral hacia una ética ‘individualista’, mientras que la segunda lo hace hacia una ética ‘colectivista’ o comunitaria. La solución ade-cuada está en realizar una síntesis dialéctica de los dos cauces de la responsabilidad, aunque destacando la importancia metodológica y real de la responsabilidad comunitaria (Acodesi, 2002).

El proceso de formación ética de los estudiantes es tal vez uno de los elementos más relevantes de las acciones y procesos educativos que se dan en la escuela, puesto que ella está llamada, junto con la familia, a generar los procesos necesarios y pertinentes para que los estudian-tes, en su proceso de desarrollo humano y de maduración, avancen hacia niveles cada vez más altos de juicio moral. En este proceso hay elementos que desempeñan un papel preponderante, como el mane-jo de la norma, la asunción de las consecuencias por las decisiones tomadas, la aplicación de consecuencias lógicas y sanciones por las faltas cometidas, la racionalidad de las normas, la construcción per-sonal de principios y criterios de acción, entre otros.

Desde esta perspectiva, el acompañamiento del docente a los estu-diantes es vital, puesto que en muchos de los elementos y procesos mencionados el acompañante o director de grupo se halla involu-crado o desempeña una función preponderante en ellos. En este sentido, el trabajo del acompañante es fundamental para lograr el desarrollo moral de los estudiantes, la maduración de su juicio moral. Este trabajo no se hace desde la adoctrinación o la imposición he-terónoma de normas, sino más bien y sobre todo desde el conflicto moral, el debate en torno a la racionalidad de las normas, el respeto y cumplimiento de lo prescrito en el Manual de Convivencia de la ins-titución, el respeto a los acuerdos de grupo y todo lo demás que se proponga desde la dirección de este, de tal manera que se contribuya real y efectivamente al desarrollo o la formación de este aspecto.

Lo político y la formación ciudadana

Se entiende por lo político el conjunto de acciones, procesos y formas de interactuar entre los integrantes de un grupo humano o social, en relación con los

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asuntos que conciernen a lo público, a la organización y a las interacciones entre sus integrantes, con el fin de lograr una adecuada organización, el bien común y la vida digna para todos. Si bien la institución educativa no es igual a una sociedad y a un Estado, sí tiene muchos elementos semejantes a ellos, y muchos de los trabajos e interacciones que se dan en su contexto contribuyen a la formación política y ciudadana de los estu-diantes, puesto que la escuela es como un laboratorio donde se vive en pequeño aquello que posteriormente será su vida como adultos.

Por formación ciudadana se entiende toda aquella acción formativa y edu-cativa que se lleva a cabo en la escuela, con el fin de educar a los estudiantes en el proceso de asumir los elementos más significativos del sistema político del cual hacen parte, poniendo especial énfasis en los mecanismos, estrategias y procesos propios del sistema político que hacen posible la participación de todos los ciuda-danos, como integrantes de un Estado. Esta formación ciudadana involu-cra otros procesos, como la formación ética y moral, la formación en la vida afectiva, la resolución de conflictos, entre otros muchos aspectos que los estudiantes viven en la cotidianidad de la vida esco-lar, y por ello, los aprenden a manejar o a resolver, según sea el caso.

El trabajo en la institución educativa está enfocado en la formación de un sujeto político que pueda dar cuenta de lo que ocurre a su alre-dedor y, además, promueva la formación de un pensamiento —jui-cio— crítico y una acción política que contribuyan a generar socie-dades más justas, más respetuosas de los derechos humanos, más incluyentes y, sobre todo, más democráticas. Dicho sujeto político debe promover la conformación de una idea de justicia que incluya tanto lo individual como lo social para construir un proyecto social y político que garantice la sana convivencia. Además, independien-temente de las condiciones actuales de cada una de las sociedades, se pueda elaborar una idea de responsabilidad social acorde con los actuales cambios en el contexto social y político del mundo y que, de alguna manera, no desconozca la contingencia y fragilidad humanas, sino más bien, cree las condiciones para su atención.

Formar a los estudiantes como sujetos políticos está relacionado con un concepto de ciudadano, sin el cual no es posible la modificación del orden social. Por tal motivo, el sujeto político debe ser formado

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en tres direcciones: a) Conciencia histórica, desde la cual cada ser humano tenga conocimiento de los momentos históricos que hicie-ron parte de la formación social y política de su entorno y, a través de ellos, pueda explicar el momento histórico actual; b) Formación en valores cívicos, los que se constituyen en elementos claves para la participación y deliberación de los integrantes de una organización política; entre dichos valores se pueden considerar las virtudes cívi-cas y la identidad ciudadana; dentro de las virtudes cívicas pueden considerarse el sentido de lo público, la solidaridad, la justicia, el reconocimiento de la diferencia, entre otras; dentro de la identidad ciudadana pueden considerarse el sentido de pertenencia y la cons-trucción de comunidad; por último, c) La formación de un pensa-miento —juicio— y una acción política, en los que se abre espacio para la deliberación y la confrontación política.

Es decir, los seres humanos, a través de la palabra, del razonamiento y del discurso, se relacionan con los demás y pueden discutir acerca de los asuntos que les son comunes. Como el lenguaje hace par-te integral de los seres humanos, el discurso —su uso— es parte constitutiva de la esfera política, porque se hace uso de la palabra y se puede participar comunitariamente de ella, por tal razón, y tal como lo afirman algunos filósofos, los seres humanos tienen una vivencia común, acerca de los valores que constituyen, en torno a lo que se llama el bien común. Por esta razón se debe fomentar en los estudiantes su capacidad para pensar y dialogar en un escenario que posibilite la participación y la deliberación, dentro de los límites del respeto a la diferencia y la pluralidad.

Como acompañantes, los profesores pueden estimular la forma-ción del sujeto político buscando desarrollar una conciencia clara de responsabilidad social y de participación, valores que se poten-cializan en la cotidianidad de la vida escolar. Uno de los medios más evidentes para hacerlo es la elaboración y aplicación del Manual de Convivencia, donde se ratifica la importancia de los consensos, los acuerdos, el compromiso y el respeto por lo consensuado o acorda-do (Ramírez, 2003).

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De igual manera, el acompañante debe generar procesos de forma-ción en los estudiantes a su cargo que vayan en la dirección del cuida-do y la conservación, así como de respeto por el espacio público, tanto de la institución como de la ciudad. Los estudiantes deben y pueden aprender en la escuela el cuidado de lo público como parte de la bús-queda del bien común. Esta experiencia solo se logra despertando un profundo sentido de pertenencia, fruto de un ambiente de comunidad participativa, en el cual los estudiantes interactúan con los demás in-tegrantes de la comunidad educativa, pueden expresar sus formas de pensar y de ser, y contribuyen al logro de metas comunes.

Lo académico

Se entiende por académico, el conjunto de actividades, acciones y procesos de orden pedagógico y educativo, que buscan el desarrollo integral de los estudiantes y que se encuentran definidos en el Plan de Estudios y en el PEI de la institu-ción. Dicho trabajo está orientado al desarrollo armónico de todos los aspectos constitutivos de los estudiantes como personas, a fin de hacerlos competentes y eficientes para la educación superior. De igual manera, este aspecto abarca la implementación y el desarrollo de los programas especiales que la institución haya asumido como parte de su proceso formativo y que determinan o hacen parte del Plan de Estudios de ella.

Lo académico es uno de los elementos que dan sentido a las institu-ciones educativas. En esta perspectiva, la vida escolar gira en torno a lo académico, determinando con ello muchos de los procesos, inte-racciones y actividades que en ella se programan y ejecutan. La vida escolar está organizada en torno a actividades académicas orientadas en gran medida a los estudiantes.

El acompañante desempeña un papel importante en la vida acadé-mica de los estudiantes y la institución. De alguna manera, es un mediador entre lo que la institución busca y logra, y los estudiantes, que se hallan en proceso formativo. El docente acompañante debe ser garante de los procesos académicos de los estudiantes a su cargo. Ha de estar informado, no solo de los procesos que son de su res-ponsabilidad personal, sino del trabajo que realizan sus compañeros

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docentes con los estudiantes, de las metas y objetivos del grado, de las fortalezas y debilidades de los estudiantes, de los conflictos y pro-blemas que surgen entre ellos y los docentes, de las maneras de pro-ceder de estos últimos, de los estándares de calidad para los trabajos académicos que los profesores exigen, entre otros asuntos.

En lo académico, el acompañante o director de grupo tiene una fun-ción preponderante, no solo mediando, sino también exigiendo, pro-poniendo, acompañando, solicitando apoyos especiales y, en últimas, haciendo todo lo que esté a su alcance y estipulado para lograr que los estudiantes acompañados por él sean exitosos en su vida acadé-mica, alcancen los objetivos y logros en cada una de las materias del grado que están cursando, de tal manera que sean exitosos al final del año lectivo y puedan aprobarlo con la suficiente calidad.

El trabajo de acompañar los procesos académicos de los estudiantes demanda del acompañante o director de grupo muchas de sus habi-lidades y competencias, pues no solo debe saber mediar, sino tener el criterio y el juicio necesarios para estimular a los estudiantes, de tal manera que ellos asuman sus responsabilidades, den lo mejor de sí mismos, aprovechen todo su potencial y alcancen el mejor desempe-ño posible. El acompañante debe ayudar a su acompañado para que este siempre asuma sus responsabilidades y dé lo mejor de sí; ha de saber exigir, sin ser coercitivo, pero tampoco generando dependen-cias que inutilicen al estudiante.

Finalmente, no se debe olvidar que un estudiante dará tanto de sí mis-mo según su potencial, pero sobre todo, cuando es estimulado por sus profesores para que todo ese potencial salga a flote y logre de-sarrollarlo mejor. En esta tarea el acompañante desempeña un papel fundamental, pues debe conocer muy bien a sus estudiantes a fin de saber cuál es el nivel de su potencial y generar las estrategias adecuadas para estimularlos, de tal manera que efectivamente den lo mejor de sí.

Lo deportivo y recreativo

Generalmente lo deportivo y lo recreativo son dos aspectos de la vida de los estudiantes que ellos más disfrutan, pues allí pueden, entre otras cosas, ser libres, espontáneos, mostrarse tal cual son, que-

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mar energía, dar rienda suelta a su creatividad, expresar sus emocio-nes y, en fin, tener una serie de comportamientos y actuaciones que les permite socializar con sus amigos y compañeros, e incluso, ser reconocidos por alguna cualidad o aptitud especial.

Desde este punto de vista, cuando los estudiantes están participando o practicando algún deporte, o están teniendo algún espacio recrea-tivo, el acompañante del grupo encuentra una ocasión privilegiada para interactuar con ellos, darse a conocer en un rol diferente y co-nocerlos a ellos, incluso para identificar cualidades y aptitudes que en otros contextos no sería posible hacerlo.

Como se afirmó, el acompañante ‘camina con’, está presente, no como una presencia censuradora o disciplinaria dispuesta sobre todo a castigar o a señalar lo inadecuado, sino más bien como una presen-cia de igualdad ante los estudiantes, sin ser igual a ellos. Esto quiere decir que, en la mayoría de los casos, si el acompañante participa en un deporte o una actividad recreativa con sus estudiantes, ha de ser en condición de igualdad a ellos, sin caer en la presencia que todo lo juzga. Obviamente, si por alguna razón requiere asumir su papel como formador o educador, lo puede y debe hacer, pero mientras esto no sea necesario un buen espacio de interacción con los estu-diantes le permitirá no solo conocerlos mejor, sino hará posible que ellos lo vean como una persona común, de carne y hueso, que tam-bién tiene emociones, sentimientos, habilidades o cualidades distin-tas de aquellas que están circunscritas al rol del docente que imparte alguna materia.

Compartir con ellos algunos de estos espacios de deporte y recrea-ción debe ser una meta de todo acompañante, especialmente al inicio del año escolar, para conocer a los estudiantes y para que lo conoz-can a él. Tampoco se trata de estar presente en todo momento, cobi-jándolos de manera omnipresente, pues ello también puede cansar-los, hacer que pierdan su espontaneidad y sentirse siempre vigilados.

No se debe olvidar que un buen acompañante o director de grupo también conoce en detalle las habilidades y aptitudes especiales de los estudiantes, de tal manera que si ellos practican algún deporte

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de alto rendimiento sabe cuándo tienen torneos o presentaciones, cómo les está yendo, qué les gusta y que los molesta, en fin, todo lo que hace que se sientan individualizados y reconocidos en sus par-ticularidades, de tal manera que no hacen parte de la masa ni pasan inadvertidos.

Los conflictos y las dificultades especiales

En la vida escolar los estudiantes se suelen ver envueltos en situa-ciones que si no se manejan adecuadamente pueden degenerar en problemas, pues dependiendo de circunstancias concretas y particu-lares el indebido manejo de las emociones podría generar hechos de alguna gravedad. En esta realidad, es importante la labor del acom-pañante o director de grupo, por cuanto debe tener suficiente capa-cidad de juicio y discreción para manejar esas situaciones, buscando ser imparcial, mediando y haciendo que asuman una posición, las resuelvan debidamente y, en últimas, asuman las consecuencias de sus decisiones.

Como se dijo al hablar de las cualidades y funciones de un buen di-rector de grupo o acompañante, este debe tener suficiente tino, pru-dencia y sabiduría para guiar a los estudiantes, exigiendo, pero tam-bién comprendiendo; mediando, pero también exigiendo a las partes voluntad y actitudes que lleven a resolver los conflictos; acompa-ñando y apoyando, pero también permitiendo que cada parte asuma sus responsabilidades, por mencionar algunas actitudes y comporta-mientos idóneos de un acompañante a la hora de ayudar a resolver adecuadamente los conflictos entre ellos.

Y de igual manera que en los conflictos, los estudiantes pueden tener dificultades especiales, que un buen director de grupo o acompañan-te requiere conocer y tener registradas en su texto de seguimiento a cada uno. Muchos sufren problemas familiares complejos, o situa-ciones físicas, emocionales o cognitivas adversas, o en últimas, algu-na condición particular que requiere apoyo institucional personaliza-do, el cual, de alguna manera, se materializa en el trabajo que hace el acompañante. Por lo tanto, el director de grupo o acompañante debe conocer esas dificultades especiales; sin que ello implique inmiscuir-

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se en la vida privada de los estudiantes, precisa saber todo aquello que pueda interferir en la vida escolar de ellos para darle un manejo adecuado a dichas circunstancias.

En estas situaciones se requiere de cualidades del director de grupo o acompañante como la discreción y la prudencia, pues la informa-ción que él conoce requiere manejarse con tacto y reserva, obrando siempre en beneficio del estudiante y de las tareas y responsabili-dades que la institución educativa tiene frente a este. El director de grupo o acompañante ha de saber cuándo hablar y cuándo callar; también, a quién referir los hechos, puesto que no se debe ventilar la vida privada de los estudiantes, como tampoco ocultar información relevante que pueda desencadenar un problema mayor.

Además de lo anterior, en esta categoría figuran situaciones delica-das y complejas en las que pueda estar involucrado un estudiante, como la ideación suicida; las conductas delictuales; el consumo de sustancias psicoactivas, alcohol o tabaco; las prácticas de actividades paranormales; la pertenencia a tribus o grupos de culturas urbanas; conflictos como el acoso escolar, el abuso sexual, la violencia intra-familiar o cualquier otra conducta o situación que ponga en riesgo su integridad o el éxito de su proceso formativo en la institución.

Frente a estas últimas eventualidades, dada la gravedad que pueden revestir, el acompañante debe conocer los protocolos y las políticas institucionales, para darles el manejo estipulado en ellos, de tal ma-nera que no se pongan en riesgo ni al estudiante ni a su familia ni a la institución educativa.

Todos los anteriores, constituyen aspectos o elementos que concier-nen a un director de grupo o acompañante, los cuales ha de conocer y manejar con propiedad para poder cumplir los objetivos formati-vos de la institución educativa, y sobre todo, para que el proceso de acompañamiento sea efectivo y eficiente.