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1 “EN LA PRESENCIA DE KRISHNAMURTI” NOTAS BIOGRÁFICAS DE MARY ZIMBALIST: CAPÍTULO 1 (Todos los Derechos Reservados © Holistic Education, Inc – Scott Forbes) SCOTT: Voy a preguntarle todo sobre sus encuentros con Krishnaji, o su vida con él, y muchos detalles. MARY: Mientras hagas las preguntas, responderé de alguna manera. Así que ¿dónde quieres comenzar? S: Bueno, empecemos con el primer contacto que tuvo con él, sé que fue en los 40; incluso fue la primera vez que lo vio. M: Si, fue en 1944, durante la guerra. Esto está precedido por una anécdota, ¿quieres que cuente nuevamente sobre cómo supe de él? S: Por supuesto. M: Está bien, es así: Tenía un amigo que era doctor, un médico clínico, pero que estaba interesado en todo lo relacionado con la Psiquiatría, tal como yo. Así que, cada vez que iba por una vacuna antigripal o lo que fuere, terminábamos hablando sobre el cerebro, la mente, cómo funcionaba, y esas cosas. Bueno, un día, en la primavera de 1944 (creo que fue allí, sí), fui a su consultorio por alguna causa médica, y él me dijo, “Ah, pase. Tengo algo que decirle”. Continuó contándome sobre un amigo psiquiatra, de quien se había enterado que tenía cierta clase de enfermedad cardíaca mortal. Este amigo al saberlo, recogió sus cosas y dejó su familia, sus amigos y todo en Chicago donde vivía y dijo: “Me voy a California para aprender de un hombre llamado Krishnamurti, cómo morir”, lo cual sin duda, sorprendió a todos. Mi amigo doctor era muy curioso, así que fue a ver a su amigo, el doctor moribundo, y por supuesto, se encontró con Krishnamurti. Esto fue en un fin de semana, y ocurrió que yo fui el lunes siguiente, y él me dijo: “Conocí a este hombre extraordinario, que sabe más de la mente humana que ninguno de los que alguna vez haya escuchado”. Bueno, por supuesto, yo era todo oídos para esta descripción. Entonces hubo una pausa, no recuerdo bien, pero digamos de un mes o tal vez tres meses cuando escuché (y olvidé como, pero lo hice), que este Krishnamurti estaba por reanudar las charlas en Ojai [2]. Como sabemos, durante la guerra él estaba en Ojai, porque se encontraba allí cuando la guerra comenzó y no pudo viajar. Así que simplemente vivió una vida tranquila en Ojai, y no habló en público para nada. Sin embargo, cuando la guerra estaba terminando, se decidió que hablaría otra vez. Bueno, pensé que quería ver de qué se trataba, así que manejé desde Los Ángeles hasta Ojai (nunca había estado allí antes), encontré el lugar donde Krishnamurti iba a hablar, y escuché la charla -su primera charla-. La guerra no había terminado todavía, y recuerdo vagamente que había restricciones de gasolina, y tuve que calcular como podía ir a Ojai con la que tenía. De todos modos, fui. Recuerdo vívidamente cómo fue su llegada a Oak Grove [3]; su dignidad, su silencio, y su manera de hacer lo que después vimos tan a menudo: su observar alrededor antes de hablar. Y luego su forma de hablar; el ser impactada por su voz, la cual era en parte inglés pero no realmente inglés-inglés. Él tenía un acento inglés pero con su propia entonación. Me pareció su charla y la forma de exponerla muy impactante, pero de alguna manera, todo era extraño para mí. Así, después fui y compré algunos folletos, los que hemos llegado a llamar “registros textuales” a esos folletitos. Me los llevé a casa y los empecé a leer. Descubrí que debido a mi conocimiento en psicoanálisis, discutía con él en cada página. No podía avanzar en esos temas. Seguía pensando: ¿por qué dijo tal cosa? Esto siguió por dos días hasta que afortunadamente me di cuenta que de alguna manera, debía ir y escuchar lo que él decía y no discutir a través de esas cosas escritas. S: Ahora, déjeme volver a la charla en Oak Grove. ¿Estaba él hablando en el mismo lugar en Oak Grove como lo hizo en los años subsiguientes?

Mary Zimbalist - En La Presencia de Krishnamurti - Capítulo 1

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Page 1: Mary Zimbalist - En La Presencia de Krishnamurti - Capítulo 1

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“EN LA PRESENCIA DE KRISHNAMURTI”

NOTAS BIOGRÁFICAS DE MARY ZIMBALIST: CAPÍTULO 1 (Todos los Derechos Reservados © Holistic Education, Inc – Scott Forbes)

SCOTT: Voy a preguntarle todo sobre sus encuentros con Krishnaji, o su vida con él, y muchos detalles. MARY: Mientras hagas las preguntas, responderé de alguna manera. Así que ¿dónde quieres comenzar? S: Bueno, empecemos con el primer contacto que tuvo con él, sé que fue en los 40; incluso fue la primera vez que lo vio. M: Si, fue en 1944, durante la guerra. Esto está precedido por una anécdota, ¿quieres que cuente nuevamente sobre cómo supe de él? S: Por supuesto. M: Está bien, es así: Tenía un amigo que era doctor, un médico clínico, pero que estaba interesado en todo lo relacionado con la Psiquiatría, tal como yo. Así que, cada vez que iba por una vacuna antigripal o lo que fuere, terminábamos hablando sobre el cerebro, la mente, cómo funcionaba, y esas cosas. Bueno, un día, en la primavera de 1944 (creo que fue allí, sí), fui a su consultorio por alguna causa médica, y él me dijo, “Ah, pase. Tengo algo que decirle”. Continuó contándome sobre un amigo psiquiatra, de quien se había enterado que tenía cierta clase de enfermedad cardíaca mortal. Este amigo al saberlo, recogió sus cosas y dejó su familia, sus amigos y todo en Chicago donde vivía y dijo: “Me voy a California para aprender de un hombre llamado Krishnamurti, cómo morir”, lo cual sin duda, sorprendió a todos. Mi amigo doctor era muy curioso, así que fue a ver a su amigo, el doctor moribundo, y por supuesto, se encontró con Krishnamurti. Esto fue en un fin de semana, y ocurrió que yo fui el lunes siguiente, y él me dijo: “Conocí a este hombre extraordinario, que sabe más de la mente humana que ninguno de los que alguna vez haya escuchado”. Bueno, por supuesto, yo era todo oídos para esta descripción. Entonces hubo una pausa, no recuerdo bien, pero digamos de un mes o tal vez tres meses cuando escuché (y olvidé como, pero lo hice), que este Krishnamurti estaba por reanudar las charlas en Ojai [2]. Como sabemos, durante la guerra él estaba en Ojai, porque se encontraba allí cuando la guerra comenzó y no pudo viajar. Así que simplemente vivió una vida tranquila en Ojai, y no habló en público para nada. Sin embargo, cuando la guerra estaba terminando, se decidió que hablaría otra vez. Bueno, pensé que quería ver de qué se trataba, así que manejé desde Los Ángeles hasta Ojai (nunca había estado allí antes), encontré el lugar donde Krishnamurti iba a hablar, y escuché la charla -su primera charla-. La guerra no había terminado todavía, y recuerdo vagamente que había restricciones de gasolina, y tuve que calcular como podía ir a Ojai con la que tenía. De todos modos, fui. Recuerdo vívidamente cómo fue su llegada a Oak Grove [3]; su dignidad, su silencio, y su manera de hacer lo que después vimos tan a menudo: su observar alrededor antes de hablar. Y luego su forma de hablar; el ser impactada por su voz, la cual era en parte inglés pero no realmente inglés-inglés. Él tenía un acento inglés pero con su propia entonación. Me pareció su charla y la forma de exponerla muy impactante, pero de alguna manera, todo era extraño para mí. Así, después fui y compré algunos folletos, los que hemos llegado a llamar “registros textuales” a esos folletitos. Me los llevé a casa y los empecé a leer. Descubrí que debido a mi conocimiento en psicoanálisis, discutía con él en cada página. No podía avanzar en esos temas. Seguía pensando: ¿por qué dijo tal cosa? Esto siguió por dos días hasta que afortunadamente me di cuenta que de alguna manera, debía ir y escuchar lo que él decía y no discutir a través de esas cosas escritas. S: Ahora, déjeme volver a la charla en Oak Grove. ¿Estaba él hablando en el mismo lugar en Oak Grove como lo hizo en los años subsiguientes?

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M: Si S: ¿Exactamente en el mismo lugar? M: Exactamente. S: ¿Él estaba en una plataforma, en una silla, o en el suelo? M: No, en aquellos días él hablaba de pie, creo que en el suelo, no en una plataforma. S: ¿La audiencia se sentaba en el suelo o en sillas? M: En el suelo creo. Pudo haber algunas sillas. No me acuerdo. Me senté en el piso y la mayoría se sentó en el piso, así lo recuerdo. S: ¿Cuántas personas cree que había en la audiencia? M: ¡Oh! Había bastantes. No me acuerdo, por ser diferente de lo que recuerdo mucho más tarde. Probablemente mil personas, o varios cientos por lo menos. No estaba tan lleno como debería haber sido, pero era una considerable multitud. S: ¿Dónde estacionaban sus vehículos? M: En los campos, donde estacionaron más tarde. Eso siempre estaba allí. La organización entera era la misma, excepto que tenían las mesas con los libros, o folletos para vender y los libros, unos pocos. Una de las personas que vendía los libros era la señora Vigeveno. Le compré el folleto a ella. Ella y su esposo tenían una galería de arte en West-wood, Los Ángeles, donde yo había ido a mirar los cuadros en algún momento. Yo no sé si ella sabía mi nombre, pero me reconoció por haber ido a su galería de arte, y así que cuando compré los folletitos me preguntó: ¨¿Está interesada?¨ De cualquier manera continué yendo al resto de esas charlas. Esta fue la primera vez que vi a Krishnaji. Ahora, la importancia de la señora Vigeveno en la historia es que en algún momento más tarde en ese año recibí una llamada telefónica, creo que de ella; y no sé si fue porque estuve en su galería y la volví a ver , pero me invitó a unirme a un grupo en la galería de arte (que era parte de su casa) una vez por semana con un pequeño grupo de personas. Así que fui, creo que había probablemente doce o quince personas, tal vez unas pocas más. Algunas de ellas ya las conocía, a dos parejas además de los Vigeveno a quienes conocía pero muy superficialmente. Rajagopal[4]estaba en esas conversaciones, y se dijo que Krishnamurti vendría; y por cierto, él finalmente llegó. En todas estuve presente. S: ¿Cuántas reuniones fueron? M: No me acuerdo, pero hubo dos sesiones de estas reuniones. No puedo recordar ahora si Krishnamurti vino a la primera sesión o sólo a la segunda, pero yo estuve en las dos. También me acuerdo que llevé a mi esposo Sam [5]como invitado, pero no entendió de qué se trataba. Estaba curioso por lo que a mí me interesaba, y solo fue por eso. S: ¿Estas sesiones, fueron cada mes o semanalmente? M: No me acuerdo.

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S: Así que cuando Krishnaji estaba presente, ¿tuvo la oportunidad de hablar directamente con él? M: Si, había diálogos. Dos personas, a las que yo conocía bastante bien estaban allí y estuvieron en las charlas también, eran una pareja. S: ¿Cuáles eran sus nombres? M: Se llamaban Eisner. Vivían cerca de mí, en la misma calle y con Betty, su esposa, trabajamos juntas en los hospitales durante la guerra como asistentes de enfermeras; y acostumbrábamos a compartir el viaje en coche, así que empezamos a ser amigas. Más tarde ellos nos invitaron, a Rajagopal, a Krishnamurti y a mí para almorzar. Solo me acuerdo que Krishnaji fue una vez, me senté a su lado y recuerdo que él era muy tímido. Pero esto viene un poco más tarde. No lo estoy contando en la secuencia correcta. Mientras las charlas continuaban, escuché que de algún modo podía solicitar una entrevista con Krishnaji –el recibiría gente individualmente. Así que escribí y en el momento adecuado me respondieron diciendo que sí, que podía ir en tal y tal fecha, a tal hora y en tal lugar; así tendría una entrevista con él. La dirección para el encuentro era de una casa en Hollywood, no en Ojai. Así que fui, toqué el timbre, y la puerta la abrió el señor Krishnamurti. (risitas de S) Y recuerdo muy vívidamente que en cierta manera él hizo una reverencia. Él tenía modales bellos, muy formales. “Buenos días, señora”, dijo. S: Por supuesto. M: Entré y aparentemente no había nadie más en la casa. No lo sé. Estaba muy silencioso. Fuimos a una especie de sala de estar. S: ¿De quién era la casa? M: Mas tarde supe que era una casa que pertenecía a la señora Zalk, o algo así, la hermana de Rosalind Rajagopal [6]; pero la casa funcionaba como residencia urbana para todos ellos. Allí fue donde Krishnaji vio gente en Los Ángeles. Estaba en la calle Beachwood, según recuerdo, una vieja parte de Hollywood. Krishnaji se sentó y no dijo nada. Así que sentí que me convenía decir por qué estaba allí, por qué había ido. Le conté un poquito de mí misma, y estaba acercándome a las preguntas que intentaba hacerle, cuando él me hizo algunas. No recuerdo las idas y venidas de esto. Sólo recuerdo que tenía un orden diferente de cualquier conversación sobre algo psicológico, o cualquier otra clase de discusión que hubiera tenido antes. Cuando salí, sentí como si mi cabeza hubiese sido abierta y todo en su interior hubiese sido operado. Fue muy emocionante. También recuerdo que él me llevó (pero vi esto pasar muchas veces con otras personas) tan dentro de mí misma, como quieras llamarle: mente o conciencia o nivel de comprensión que fue… bueno… lloré copiosamente. Quiero decir, fue tan profundo, tocó algo tan profundo dentro de mí que me hizo llorar. He visto mucha gente pasar por eso cuando salía de hablar con Krishnaji. S: Sí. Sí. M: De hecho, me ocurrió en otras entrevistas, posteriormente. De cualquier manera, fui a todas las charlas de ese año, y después de la primera, realmente solo escuché. Había comprendido que no debía continuar con lo que pensaba, solamente debía ir y escuchar, Y bueno, se transformó en la cosa que fundamentalmente más me ha interesado por el resto de mi vida. S: Ahora, ¿esta entrevista que tuvo fue durante esas discusiones en la galería?

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M: Fue antes de las discusiones. Lo he contado mal. S: No, no, no importa la secuencia. No tiene que ser en orden. M: La secuencia es que, lo escuché hablar, discutí sobre los panfletos, y volví a escucharlo hablar. Desde entonces, solo escuché, Y lo asimilé. S: Correcto. Entonces tuvo la entrevista. M: Si, desde entonces estuve en el pequeño grupo de discusiones. S: Así que por el tiempo que estuvo en ese pequeño grupo de discusiones Krishnaji ya había tenido algún contacto con usted. M: Si, pero él jamás dio ninguna señal de haberme visto antes. Muchos años después, en Saanen [7], me preguntó una vez: “¿La conocí o la encontré alguna vez en California?” (risitas) Y por supuesto, este encuentro, el cual fue un hito avasallante en mi vida (Scott riéndose ahora), él, por supuesto, ¡no lo recordaba! Recuerdo que me reí porque parecía… bueno, ¡me agradó tanto!... Era verdad, era muy suyo el no recordar. Parecía como si, por supuesto, él no debía recordar a toda esa gente que como yo, iba a verlo y le volcaría sus preguntas, probablemente tediosas para él. S: Sí. ¿Recuerda qué preguntas eran las que tenía para él? M: No, no, no me acuerdo. S: ¿Así que todo esto tuvo lugar en 1944? M: Del ’44 hacia el ’45. No puedo decirte si duró en el invierno del ’45(1) o si fue… pensaría que la entrevista fue en el ’45, pero no estoy segura; no importa. De cualquier manera, él se fue a la India como lo sabemos, y por algún tiempo no hubo más charlas en Ojai. Él obviamente habló en India y probablemente en Europa, pero no estuve presente en esas charlas. S: ¿Siguió leyendo sus libros? M: Si, seguí leyendo. Me puse en la lista de correo. Sam no estaba interesado, así que yo continúe leyendo por mi cuenta. Entonces, hay un gran intervalo en todo esto, porque realmente no lo escuché hablar otra vez hasta 1960. S: ¿Dónde podía conseguir los libros? M: De “Krishnamurti Writings”[8]. Ellos enviaban pequeñas tarjetas cuando había un nuevo libro. Si tenías la tarjeta, ordenabas lo publicado, y tenías el libro. S: ¿Así que no volvió a escuchar a Krishnaji hasta 1960? M: Sí, el volvió en 1960, y comenzó una serie de charlas creo que en junio. S: Mary, no sé si quiere incluir su vida personal en esta narrativa, pero creo que las cosas que le habían ocurrido en esos años intermedios son relevantes. Sam había muerto en ese tiempo, y usted tuvo todo

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aquello. M: Sam murió a fines de 1958. Yo lo había dejado en Roma porque la película Ben-Hur, no estaba terminada, pero yo necesitaba volver y empezar a reconstruir nuestra casa que se había incendiado. Iba a volver a reunirme con él en Roma para Navidad, pero teníamos que tener la casa en marcha, hacer el contrato con el constructor y todas esas cosas. Diez días después de que volví a Malibú y firmé el contrato, comenzó la construcción. Cuando estuvo en marcha, Sam murió de repente de un ataque masivo al corazón. No quiero continuar acerca de ello, pero fue algo así como… no sé, mi vida se había terminado también, en cierto modo. Era muy extraño… esto es muy personal, pero lo diré… tuve el sentimiento de que si yo todavía estaba viva, había algo que tenía que hacer. De algún modo extraño sentí que lo estaba haciendo por él y por mí –como si había algo que tenía que aprender; y no me preguntes como, pero de alguna forma podía hacerlo por él también. Yo…no es algo lógico. S: No, lo comprendo. M: Era un sentimiento muy profundo. Recuerdo sentirlo esa misma noche cuando supe de su muerte, había algo que tenía que hacer. Sentí que tenía que descubrir qué era. Esa era la única cosa importante para mí: ¿qué hay más allá de la vida y la muerte?, ¿y qué estamos todos haciendo con nuestras vidas?, ¿y por qué seguimos tan equivocados? Todas las preguntas que… probablemente todos tenemos sobre nuestras vidas cuando nos ponemos en contacto con algo que es tan serio como las enseñanzas de Krishnaji, o tan serio como que alguien muere en tu vida, lo que es una verdadera crisis. La respuesta a eso era que tenía que volver y escuchar lo que Krishnamurti tenía para decir. No era correr hacia Krishnamurti para cierta clase de refugio, iluminación o consuelo. Era que tenía que comprender lo que él estaba hablando porque sentía instintiva y profundamente que lo que él estaba hablando tenía que ver con la realidad y la verdad; y eso era el punto exacto del porqué todavía estaba viva. Era la única cosa que quería hacer, en lo que estaba interesada. Era la única razón de todo para mí en ese momento. Pero también tuve un sentimiento muy fuerte en las semanas y meses que continuaron que no debía escapar de algo; que no debía de ir a alguien para solucionar un problema, o que tal vez me hiciera sentir mejor de alguna forma. No debía escapar de lo que ocurría, más bien debía aceptar lo que pasaba en mi vida. En otras palabras, no ir hacia nada con un motivo egocéntrico. S: Si, comprendo.

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M: Sentí eso intensamente, fuertemente. Así que no hice ningún intento o siquiera pensé en ir a verlo, y entonces de repente él volvió en 1960. Esto fue unos 18 meses después de que Sam falleciera. Fui a las charlas. También escribí y pedí una entrevista. Él iba a dar ocho charlas, pero solo dio cuatro. Al final de la cuarta anunció que lo sentía pero que esa sería su última charla. Por razones de salud, tenía que detenerse. En el ínterin, dio su aprobación a alguien que se encargara de convenir un cierto número de entrevistas, la mía estaba entre ellas, afortunadamente. Así que fui llamada otra vez a ir a una cierta hora, fecha y lugar, pero esta vez era en Ojai, en la casa de los Vigeveno. Él de nuevo me saludó muy formalmente. Nunca hubo referencia de haberlo visto antes. Hablamos por un muy largo tiempo, y fue todo sobre la muerte. Y otra vez, no es repetible, pero la cosa hacia el final…bueno, fui capaz de decirle que lo había visto por mí misma que cuando la gente está en estado de duelo es muy frecuente que tenga lástima de sí misma. Ellos sienten como: ¿por qué esto me

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pasa a mí? ¿Por qué yo he perdido algo? Pensé que esto era falso y repugnante; y yo no lo sentía de esta manera. Sentía que había visto eso muy claro y era capaz de contárselo. Recuerdo su asentimiento de cabeza y podría asegurarlo, o en su modo me mostró que él vio que yo vi eso, y que no tenía que pasar nuevamente por esto conmigo, así que él podía continuar desde allí. Más o menos la conclusión de esto, para ponerlo muy simple, fue su declaración la cual en ese momento y desde entonces comprendí: “Usted tiene que morir cada día para todo. Solo entonces está usted realmente viviendo.” Comprendí que esto no significa que barras tu vida debajo de la alfombra y te olvides de todo. No altera lo que sientes, o el sentimiento de pérdida, si has perdido a alguien a quien amas, no altera eso, aquel sentimiento de amor hacia ellos o ciertamente, su recuerdo. Pero es el factor de dependencia, es el factor de egoísmo, es el factor del mí y toda la cosa. Debes morir a eso y sólo entonces, de otra manera, bueno, como ahora sabemos de sus enseñanzas, que no debes cargar la sombra completa del pasado y reaccionar a eso. Fue la más profunda experiencia de escuchar a Krishnaji que jamás había tenido. Significó muchísimo para mí. Después de eso, supongo que dejó Ojai. No sabía qué estaba pasando. Pero resolví entonces que lo escucharía otra vez y seguiría seriamente lo que él estuvo diciendo.

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Ahora, lo que yo no sabía era que él no volvería a Ojai. Asumí que regresaría porque reanudaría sus charlas allí, pero no lo hizo. En esos días yo no quería volver a Europa porque era donde había estado con Sam. Tan sólo quería estar tranquila y pensar sobre todas estas cosas. Así que hasta 1961 no me había dado cuenta de que él no iba a volver para hablar en Ojai. S: ¿Por qué no estaba hablando en Norteamérica? M: Bueno, se supo luego que era por el problema con Rajagopal. Él no volvió por esa razón. S: Él volvió a Ojai. M: Sólo esa vez volvió a Ojai. S: ¿Y él no dio ninguna charla pública más? M: No, no. Él dio charlas públicas en 1963 y no dio ninguna más. Él habló en Europa. S: ¿Él ni siquiera habló en Nueva York o Chicago o en algún otro lugar? M: No, no en este país, no por varios años. Finalmente pensé: bueno, si quiero escuchar hablar al hombre, debo ir donde él está hablando. Iba a ir en el invierno del ’63, pero Filomena [9] estaba enferma y no podía dejarla. Así que, la primera vez que fui donde él estaba hablando, fue en Saanen, Suiza, en el verano del ’64. Decidí ese verano que seguiría la gira completamente ese próximo año. Empezaría dondequiera que él hablara en Europa y resultó que era en Londres; y luego iría a Saanen y a India completando el año, que fue lo que lo hice. S: ¿Así que en el ’64 lo escuchó en Saanen?

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M: En el ’64 lo escuché en Saanen y ese verano tuve otra entrevista. S: ¿Fue ese el primer año que habló en Saanen? M: No, el habló creo que en el ’63. S: ¿Fue entonces que habló en Landhaus[10]? M: Tal vez. Probablemente. S: Pero el ’64 ¿fue el primer año que hubo una carpa como domo geodésico? M: El domo geodésico. Si, era hermosa esa carpa. S: ¿Dónde se hospedó? M: No sabía dónde parar, así que consulté la Guía de Viajes Fodor y encontré un lugar llamado Hotel L’Ermitage, y pensé que me gustaba el nombre. Así que reservé cuartos en el L’Ermitage[11] S: Mmmm… (riéndose) No tan como una ermita(2) M: ¡No! (risas) Me recuerdo aterrizando en Ginebra, de rentar un pequeño vehículo de Hertz o Avis(3) creo que era de Hertz, y manejando alrededor del lago con un mapa, buscando cómo llegar a este lugar llamado Saanen. Era extraño estar nuevamente en Europa. Nunca había estado en Suiza antes, y de repente estar manejando a través de Europa por mí misma. Había llegado a Londres antes de eso, y recuerdo haber visto a los Frys[12], y luego, allí estaba yo manejando a lo largo del lago hacia Saanen, rumbo al hotel L’Ermitage (risitas). Después las charlas comenzaron. Recuerdo que luego él aceptó preguntas y quise hacerle una, pero de alguna manera no resultó y las charlas terminaron. Al final de cada una, Krishnaji acostumbraba a hospedarse en lo de Vanda[13] quien le conducía por esos días y que acostumbraba estacionar su vehículo debajo de unos árboles, donde estaba el lugar de los boys scouts. Él se paraba bajo un árbol y hablaba con unos pocos que se acercaban a darle la mano, como siempre hacía después de las charlas. Así que, me acerqué y le dije: “Sr, Krishnamurti, soy Mary Zimbalist y usted no me recordará, pero hablé con usted antes en Ojai y quisiera preguntarle sobre… tal y cual”. Él me contestó: “Sí, sí, pregunte eso mañana.” Así que le agradecí y me fui (risitas de S) Por supuesto que al día siguiente, la charla fue en una dirección totalmente diferente, (risas de S) y ya ¡mi pregunta no tenía relevancia sobre lo que él estaba diciendo!... Así que no pregunté. Otra vez, tuve la esperanza de tener una entrevista, pero era muy tímida para preguntar y no sabía cómo proseguir desde allí. Sin embargo, en esos días había un amigo de él, de Vanda y Frances[14], un hombre encantador quien no creo que lo hayas conocido: Pietro Cragnolini. ¿Lo encontraste alguna vez? S: No. M: Bueno, Cragnolini era un hombre muy cómico; muy, muy italiano, y él había conocido a Krishnaji desde los días en Ommen[15]. Acostumbraba contar historias sobre lo que realmente pasaba en Ommen (S se ríe), gente entrando y saliendo de carpas equivocadas en el medio de la noche (S se ríe), durmiendo en el bosque, todas estas anécdotas. Acostumbrábamos caminar o almorzar algunas veces, él captó lo que yo quería y me preguntó: “¿quieres una entrevista?” y le dije: “Oh sí, pero estoy indecisa de preguntar”. Dijo: “no te preocupes” y (risas) al día siguiente, esto fue un domingo o un lunes, tuve mi entrevista, un miércoles a las 3 de la tarde en el Chalet Tannegg[16]. Así que fui al Chalet Tannegg, y otra vez Krishnaji

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abrió la puerta y me hizo entrar al living. En esos días, en vez de ese espantoso sofá marrón que recordarás, había uno de cuero negro; me senté en un extremo, él se sentó en el otro y hablamos. S: Describe dónde estaba el sofá. M: Bueno, estaba mirando hacia la ventana, en frente del aparador. Y era de cuero negro, más o menos brillante. Era una mejora del anterior (risas de S). También recuerdo los ojos de Krishnaji, creí que tenía cataratas desarrollándose en ellos, y me recuerdo pensar: ¡que horrible! Él va a perder su visión, lo cual por supuesto, nunca ocurrió. Pero sus ojos se veían como opacos. Estaba sentada más o menos a la distancia entre tú y yo en este momento, unos 120 centímetros, y estaba molesta por sus ojos. Pero, por suerte mi diagnóstico fue muy precario. Recuerdo lo que le estaba preguntando entonces. Le decía que estaba realmente atormentada por los disturbios que estaban sucediendo en el mundo (He olvidado qué eran, pero como siempre, estaban ocurriendo cosas terribles); y hasta el grado de que no era libre, iluminada, una persona psicológicamente clara, que yo realmente era responsable por todo lo malo de la humanidad. Sentía que tenía que hacer algo al respecto, por todo eso. Me sentía muy agobiada por ello. En cierta manera, él no hizo caso. No sentía que ésta era la causa del problema. Dijo: “Usted toma todo esto muy seriamente”, y le contesté: “Sí, lo hago”. Él siguió desde allí, pero recuerdo que eso era lo que yo había ido a preguntarle. S: ¿Se acuerda de qué forma él fue preguntando, o de qué fue hablando? M: No muy bien. No, no para contarlo, excepto que de alguna manera me desligó de esto. Lo que pienso es que él me decía que yo estaba desplazándome hacia el estado del mundo, que mi responsabilidad era conmigo misma, y que no debería sentir todo el peso de la locura de los demás. Otra cosa muy linda de esos días fue que Cragnolini algunas veces solía caminar con Krishnaji. Un día, Cragnolini me preguntó: “¿Le gustaría venir a una caminata? Saldré a caminar con Krishnaji esta tarde. Usted puede venir también” Y le dije: “Bueno, si está bien, sí, por supuesto, me encantaría” Recuerdo que caminamos hacia Lauenen, en el camino a Lauenen. S: ¿Caminó a través del bosque hacia el camino a Lauenen? M: Sí. Y recuerdo que caminamos mucho. No llegamos tan lejos como a Lauenen, pero caminamos bastante; y yo estaba buscando una “gamuza”. ¿Has visto alguna vez una gamuza?[17] Estaba buscando una y esperaba encontrarla. Todos hablamos muy tranquilos, no me acuerdo sobre qué, pero no era nada extraño. Cuando las caminatas estaban terminando, él me dijo en unas de ellas… S: Oh, ¿así que fue a varias de esas caminatas? M: Si, fui a varias. El preguntó: “¿Va a quedarse después de estas charlas? ¿Va a estar aquí, o se va después de ellas?” Dije que tenía pensado irme. El respondió, “Bueno, tenemos una pequeña discusión después de las charlas, y si quiere ser parte de ella, eres bienvenida” Así que naturalmente cambié mis planes y me quedé. Había aproximadamente unas 30 personas en ese encuentro, y otra vez fue en Tannegg. Por este tiempo había conocido a Vanda… me he olvidado ahora, pero puedo buscar(5) si ella me había invitado a almorzar. También había conocido a Alain Naudé, quien justo había venido a las

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charlas, pero se iba para India. Él era muy serio en todo esto, y en cierta manera hacía un poco de asistente. Por ejemplo, él fue quien me llamó y me dijo cuándo ir al encuentro en Tannegg, y asuntos por el estilo. Él ya había empezado a hacer cosas para ayudar a Vanda, por Krishnaji. S: ¿A quién más recuerda de ese verano? M: Bueno, recuerdo varias personas. Iris Tree estaba allí. No conociste a Iris. Ella frecuentó a Krishnaji por años. Ella y su esposo Ledebur, cuando la guerra estaba terminando fueron a vivir a Ojai. Ella era actriz y en ese entonces abrió un teatro en Ojai. Acostumbraban a ver mucho a Krishnaji. También la conocía desde Nueva York. Fue ella quien me llevó hasta Tannegg la primera vez para llamar a Vanda. Así fue como la conocí. S: Cuénteme sobre otra gente. M: Vimala Thakhar estaba en la discusión, y lo recuerdo porque -yo tenía el vehículo- se me pidió que fuera a buscarla, lo cual hice; y ella también estuvo en Saanen. Después Iris se retiró, porque ella no estaba en la discusión. Ella había rentado cuartos de dos muy, muy ancianas enfermeras que habían cuidado de Marie Curie. Eran suizas, y ambas eran enfermeras graduadas; sabes, infirmières; y la gran experiencia en sus vidas era que habían cuidado de Marie Curie. Las dos estaban en sus 90, creo. Eran dueñas del Chalet Charmeuse, que fue más tarde comprado por el hotel Palace. Ahora son departamentos, pero era un chalet anticuado e Iris tenía un cuarto. Yo me estaba cansando bastante de estar en Schonried donde me había convertido en la residente más antigua con vida. Los huéspedes del hotel iban y venían y yo estaba todavía en el comedor. (S se ríe fuertemente) Allí era donde el camarero me había servido comida todo el verano, con el que yo hablaba en francés porque no sabía alemán; y al final del verano, le pregunté en francés: “¿De qué nacionalidad eres?", porque sabía que él no era de habla francesa. Él dijo: "Soy irlandés" (risas fuertes)… ¡Él tenía un trabajo de verano! No me lo había dicho. De cualquier manera, odiaba estar en un hotel por tanto tiempo, nunca me gustaron los hoteles. Así que, tomé el cuarto que Iris me dejó. Era apenas un chalet muy anticuado, muy elegante. Compré yogurt y lo puse en el alféizar de la ventana para mantenerlo frío toda la noche. El chalet tenía también la ventaja de estar colina abajo de Tannegg. S: Cuénteme sobre Vimala Takhar. ¿Cómo era ella en esos días? M: Bueno, ella ya era desagradable. Ya estaba preguntando: “¿Dónde vives?" Cuando le dije dónde vivía, decidió que me visitaría, y que la tendría en casa durante su gira siguiente en la costa oeste. No iba a hacer esto para nada. ¡Ella ya era Vimala Takhar! (risitas de S) Así que, ¿quién más? Gente como los Suarès estaban allí. Creo que Marcele Bondoneau [18] estaba allí. S: ¿No se puede acordar de algún otro? M: No. S: De acuerdo. ¿Cuántas reuniones hubo donde asistieron estas 30 personas? M: Creo que fueron, mmm... Puedo fijarme. Tengo todo registrado. Para ese tiempo, mantenía una pequeña agenda y escribí todo esto. S: ¿Dónde en el living de Tannegg se sentó Krishnaji? ¿En ese banco en forma de L al final, ese banco

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esquinero? M: No. Él se sentó en una silla pero se sentó al final del otro cuarto, al final del comedor. S: ¿Al final del comedor? M: Si. Y nosotros nos sentamos en hileras de sillas. Después de estas discusiones tomé un avión a casa. S: Pero, espere un minuto. Lo siento, sigo interrumpiendo aquí. M: No, está bien. S: ¿Fue a almorzar a Tannegg? M: Creo que lo hice, dos veces. No estoy muy segura de eso. S: ¿A quién más conoció durante ese verano en Saanen? ¿Cragnolini? M: Cragnolini y Frances, y por supuesto Iris, a quien ya conocía. Eso es todo. Sabes, no traté de salir a la búsqueda de gente. No me senté y hablé con otros después de las charlas. ¡No quería hablar con nadie! S: Si, siempre tuve este sentimiento. Quería silencio después de la charla. M: No quise discutir nada de esto con nadie allí. Así que, continúe estando sola, caminé mucho, escalé montañas y escuché el grabador en esos días. Fui y me senté en el aeródromo, en mi auto, escuchaba mi grabador hasta que la policía llegó y me paró. (risitas de ambos) Entonces volví a California. S: ¿Voló directamente desde Ginebra? O volvió a Londres? M: No, no volví a Londres. Volé a Nueva York desde Ginebra, según recuerdo. S: ¿Dónde se hospedó en Londres cuando vino? M: Había una señora Martínez, tenía una casa en Eaton Place, donde daba cama y desayuno a los huéspedes. Era el comienzo de los días de cama y desayuno, ella sólo hospedaba gente que fuera amiga de sus amigos. No era que una persona tocaba el timbre y entraba. Mi mamá estuvo allí porque una amiga inglesa de ella le dijo sobre ese lugar. Como ella estuvo allí, yo también fui. Era ideal porque tenías tu propia llave para entrar a la casa de noche, y había un mayordomo que te traía el desayuno en una bandeja grande y pesada. S: Maravilloso. M: Si, era muy agradable, un cuarto y el baño. No era caro. Era perfecto. Estuve allí varias veces. Así que, el próximo trozo de esta historia, es que Rajagopal llega a este relato ahora, porque mientras estos encuentros se hacían en el Chalet Tannegg, algunas de las personas, incluso yo, queríamos escuchar las grabaciones de los encuentros. Así que, le dije a Alain: “a muchos de nosotros nos gustaría escuchar

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las grabaciones de nuestras discusiones, o leer una transcripción que me encantaría pagar a una secretaria para transcribirlas para algunos de nosotros, si esto está permitido”. La palabra de Krishnamurti vino por vía de Alain que dijo: “el señor Krishnamurti no tiene el derecho de dar este permiso, solo el señor Rajagopal lo tiene”, lo cual me tomó bastante por sorpresa. S: ¡Estoy seguro! M: Lo hizo. (ambos ríen) Así que, cuando volví a California y… S: Lo siento, pero ¿quién estaba haciendo las grabaciones? M: Alain. Era el verano siguiente que Alain se enteró del Nagras[19]. S: Bueno de todas maneras, ¿usted volvió a California? M: Llamé a Rajagopal y dije: “mira, estuve en las discusiones de grupo y sé que tú tienes la grabación…” ¡Ah!, por si acaso, la grabación tenía que ser enviada el mismo día que fuera hecha, tenía que ir derecho del grabador al correo de Rajagopal. De esa manera yo sabía que él tenía las grabaciones, y le dije: “quisiera escucharlas”. Bueno, tanto lío hubo y dijo: “Bueno, ves que todos quieren oírlas, y yo tal vez no puedo permitir a cada uno escucharlas; así que no, pero que bueno…” él siguió titubeando de un lado para el otro sobre esto. Finalmente, dijo: “bueno, si vienes a Ojai… ¿tomaste notas?” “Si, tomé notas”. “Bueno, trae las notas, y podrás escuchar una grabación, puedes elegirla, pero tú debes traer las notas”. Y (risitas), tenía que ser un día que los Vigevenos -quienes vivían al lado- no estuviesen en Ojai, porque él no quería que ellos supieran que se me había permitido escuchar una grabación. Y, yo no sólo tuve que ir cuando ellos estaban fuera, sino que tuve que estacionar el vehículo de tal modo que no fuera visible desde la casa de ellos, al lado. S: Así que, ¡ya me había dado cuenta que estaba tratando con alguien muy extraño aquí! M: Muy extraño, pero entonces ya lo conocía de antes, porque él había estado en lo de los Eisner otras veces más que en ese almuerzo. Habíamos compartido la cena allí un par de veces, y rápido comprendí que él era…bueno, francamente, pensé que tenía problemas con el alcohol. S: Eso es lo que escuché. M: Si. Y la razón por la que pensé eso fue por lo que hizo tanto lío, sobre si tomar o no un trago antes de la cena, lo que muy naturalmente se le había ofrecido. Dijo: “bueno, no sé. ¿Piensan que debería? Probablemente no debería. Bueno, supongo que podría”. Y siguió y siguió, y pensé: “tan solo di sí o no, pero ¿qué es todo este agobiarse al respecto?” Pensé que algo estaba pasando con él. S: Esto es interesante. (risitas de ambos) ¿Así que fue en lo de los Eisner, en Malibú? M: No en Malibú. Esto fue en los días del ’44, cuando yo vivía en Los Ángeles. Ellos vivían en mi misma calle en Los Ángeles. S: ¿El hizo lo mismo con Krishnaji presente?

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M: No, Krishnaji no estuvo en la cena, sólo en el almuerzo. Esto fue creo, a la noche. También, conoció otros amigos que yo conocía, así que vi el rastro de este hombre por la ciudad, conduciendo su propia vida. S: Bueno, cuénteme. (Risas) M: Bueno, te puedo contar que tenía cierta clase de incitación, de flirteo, no hacia mí, pero hacia otra mujer que estaba muy excitada por él. En cierto modo, él se ponía como centro de atención, no por una conducta recatada, sino en una forma que dirigía la atención de los demás sobre cada una de sus reacciones. De esta manera supe que era un poco neurótico, pero esta tontería sobre la grabación era algo grande. ¡Ah!, también se me invitó para el almuerzo. Así que tuvimos el almuerzo y luego pude escuchar la grabación. S: ¿Cómo fue el almuerzo?

M: Jugo de fruta y ensalada, o algo así.

S: Pero ¿Cómo fue la conversación y la atmósfera? M: En cierto modo, inquieta. Así, Rajagopal, su esposa y yo nos sentamos solemnemente en el living. Era como una alcoba. Comimos en una esquina del living, y después fuimos a otra zona donde él tenía el grabador. Tuve que entregar mis maravillosas notas. Pude tomar notas al escuchar la grabación pero también tuve que darle copias a él. S: ¿Así que tuvo que darle las notas que tomó en Saanen? M: Sí. Y también las notas que tomé luego, ¿para qué? no puedo imaginarlo. Así fue que escuché la grabación. Los dos se sentaron y escucharon conmigo. De repente me di cuenta de por qué me estaba permitiendo estar cerca del grabador: él había reconocido algunas de las voces de gente que conocía, pero no reconoció a otras y quería que yo se las identificara. Eso era el porqué de su forma de actuar. S: ¿Está todavía hablando del otoño del ’64 cuando esto ocurrió?, porque esto tuvo lugar cuando volvió a California, casi inmediatamente. M: Sí. Por ese entonces yo vivía en Malibú, y naturalmente quería saber cuándo y dónde se darían las futuras charlas. Así que, lo llamé y él coincidentemente dijo que no sabía. Pensé que esto era muy extraño. Dijo: “le tiene que escribir a la señora Mary Cadogan en Londres”. Así que le escribí a la señora Mary Cadogan y tuve una carta de respuesta que decía que como yo venía de tan lejos, ella me diría el cuándo y el lugar de las charlas, pero que por favor no debía decirle a nadie adónde serían; incluso a mi familia, ni del porqué iría a Londres. Pensé: esto es una locura (S se ríe) porque estas charlas son públicas, pero no lo discutiría porque quería escucharlas. Cuando la primavera llegó, retorné a Londres, volví a lo de la señora Martínez y salí para Wimbledon donde las charlas iban a darse. Las charlas fueron en la sala de los Boy Scouts en Wimbledon, era un hall muy pequeño. Le pregunté a Mary sobre esto, y ella estuvo de acuerdo en que era muy pequeño. No comprendía por qué rentaron tan pequeño hall, pero como ves, Rajagopal estaba ya tratando de malograr todo esto; imprimiendo esos folletitos, que sólo eran enviados a aquellos que estaban en la lista de envíos, y nadie sabía nada. Era todo mantenido como un gran, oscuro secreto. Él hacía un misterio de todo, y por supuesto, era como Svengali[20] detrás de todo. S: Por supuesto.

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M: Él movía los hilos de todo. De todos modos, me fui y después, cuando Krishnaji se paró afuera, me acerqué a él esta vez. Alain estaba allí y Krishnaji pareció reconocerme; y era encantador. Charlamos un poquito. Creo que fue Alain quien finalmente me llamó y dijo que ellos querían que fuera a almorzar a la casa en Wimbledon. Esa era una de esas terribles casas rentadas en Wimbledon… S: ¿Ésa que Anneke[21] y Doris[22] habían encontrado (riéndose) y que estaban cocinando y haciendo todo? M: Si. (Risitas) Era realmente horrible poner a Krishnaji en esas casas terribles, pero lo hicieron. Así que, fui. Una vez más alquilé un pequeño coche para ir allí. Entonces tuvimos el almuerzo. Yo era la única invitada junto con las dos mujeres, Alain y Krishnaji. Él acostumbraba a estar lleno de preguntas como: “¿qué es la mente norteamericana?”o “¿qué está sucediendo en Norteamérica?”. Bueno, ocurrió que yo había ido a la marcha desde Selma hasta Montgomery[23] con Martin Luther King. Pensé que esto le interesaría, porque era la gran noticia en Norteamérica en aquel momento. Él estaba muy interesado y le describí todo con mucho detalle: cómo ocurrió, qué pasó y todo al respecto. Él escuchó con gran interés. Después me acompañó al coche con Alain y dijo: “quizás podríamos ir al cine”. Yo, por supuesto, contesté: “¡sí!”. Entonces dijo: “bueno, usted decide”. Así que salí pensando: “¡por nada en el mundo!” (S ríe fuertemente) “¿A dónde llevo a este hombre?” “¿A un cine?” “¿Qué le gustaría ver?” S: Por supuesto. M: Entonces miré el periódico, dudé, y finalmente decidí que estaban proyectando Mi Bella Dama y que esa sería una buena y adecuada película (risitas de S) . De cualquier manera, eso es lo que decidí. Así que, o yo lo llamé a Alain, o él me llamó a mí; no sé cómo, pero le dije de mi elección y Alain dijo: “Oh, Krishnaji cambió de idea ahora. Él no quiere ir al cine, Quiere ir a dar un paseo por el campo. ¿Así que puedes elegir un lugar y manejarnos hasta el campo?” De modo que estaba nuevamente con (risas) mi problema. No sabía adónde ir. No estaba tan familiarizada, porque aunque ya había pasado dos inviernos en Londres, yo no había conducido por el campo (S se ríe), especialmente teniendo como objetivo algo para agradar a un hombre llamado Krishnamurti. Así que entonces hice algunas averiguaciones. Escuché sobre los jardines hortícolas reales en Wisley, y pensé que tal vez ese sería el lugar adecuado. Entonces, hice un paseo de ensayo. Salí e hice un reconocimiento de terreno en Wisley (risas) y decidí que sí, esto es realmente bello y tal vez le gustaría. Recuerdo que conseguí un coche mejor que el que estaba manejando y fui a la casa (risas) de Wimbledon. Doris salió con ese modo tan propio de ella y dijo: “eso sí, asegúrate de traerlo de vuelta (risitas de S)… a las 6 en punto. Él tiene una entrevista a las 6 en punto. Es muy importante que él esté aquí a tiempo”. “Sí, sí, señora Pratt. Lo haré” (risitas de S y después de M también) Entonces, entramos en el coche. Krishnaji se veía feliz, complacido. “¿A dónde vamos?” preguntó. Dije: “bueno, pensé en un lugar llamado Wisley, el jardín”.

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“¡Oh, Wisley!” dijo. Lo conocía. (Ambos se ríen). Pero no había estado allí en mucho tiempo. “¡Oh, sí!” Así que, fuimos a Wisley, y fue todo un éxito. Hicimos un recorrido y tuve la sensación de que él vio cada flor, cada árbol, cada pájaro y cada cosa. Fue mi primera experiencia de eso…de su extraordinaria… S: …lo sé… M: …la aparente percepción que él tenía de…de todo. Cuando volvimos al coche, dijo: “oh, conduzcamos un poquito más lejos”. ¿Adónde llevarlo ahora? (risitas de S) Por suerte, había estado en Box Hill. ¿Estuviste allí? S: No. ¿Qué es eso? M: Bueno, es más adelante en la ruta que adivino, conduce a Peterfield, o… ¡no lo vi últimamente!. De cualquier manera, sabía qué era, y no estaba muy lejos. Es el lugar más alto de Sussex, y puedes ver todo el sur de Inglaterra. ¡Es hermoso! Así que fuimos a Box Hill. Salimos, miramos el paisaje y era hermoso, muy agradable. Entonces llegó el momento de volver para las 6 en punto. Volvíamos, creo por la ruta A3, y había un tránsito muy congestionado en la tarde. Yo no estaba acostumbrada a conducir por la izquierda (S se ríe), y ciertamente no estaba acostumbrada a conducir al Maestro del Mundo. (S se ríe más) La responsabilidad me estaba pesando mucho, especialmente con ese terrible tránsito, teniendo que llegar a las 6. Conduje (risitas de S) con absoluta concentración y lo llevé de regreso a las 6 en punto. Cuando se bajó, me agradeció: “Muchas gracias Madame. Fue muy atenta de su parte.” Le respondí, “Fue un placer, Krishnamurti” -o Krishnaji- como él me pidió que lo llamara así en las discusiones de Saanen. Antes de eso lo llamaba Krishnamurti; y una vez me dijo bastante bruscamente: “Llámame Krishnaji.” Pensé que había cometido un error al usar la otra palabra. De cualquier manera era Krishnaji. Así que le agradecí. Y volví a lo de la señora Martínez, en Eaton Place. Debía ir a cenar con amigos, y de repente recordé como chofer la enorme responsabilidad (risitas de ambos) de haber tenido la vida de este hombre en mis manos. Empecé a temblar, y temblé tanto que no pude ir a cenar. Tuve que posponerlo. (S ríe) Una reacción tardía. S: Hay una historia que omitió. M: ¿Cuál? S: Es la historia de Huntsman[24], la cual creo que tuvo lugar en Saanen cuando conoció a Krishnaji. M: ¿Qué año era ese? Ah, sí… fue uno de los almuerzos a los que fui invitada. S: Eso debe haber sido en el ’64 porque usted no conocía a Krishnaji muy bien… ¿fue en el ’64 o en el ’65? M: Te lo tengo que buscar. S: Bueno, cuénteme la historia de todas maneras.

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M: Bueno, la historia es la siguiente: me invitaron a almorzar y la mesa solo tenía ocho sillas, así que creo que éramos ocho. Yo estaba sentada a la izquierda de Krishnaji y a mi otro lado estaba Harry. S: ¿Moorhead? M: Moorhead. Y aparentemente por consejo de Krishnaji, Harry había ido a Huntsman y había comprado un traje, y lo estaba usando. Así que, se conversaba sobre esto. S: ¿Quién más estaba en el almuerzo? M: Bueno, Vanda, obviamente, la anfitriona, Alain estaba allí, y… S: ¿Hilda Moorhead? M: Hilda debe haber estado allí, esto hacen dos, cuatro, seis personas…eso es todo…no me acuerdo, para decirte la verdad. Pero recuerdo que Harry estaba sentado a mi izquierda y Krishnaji estaba al final de la mesa, a mi derecha. Así que cuando hablaban, hablaban a través de mí. En algún momento dije a Krishnaji: “Imagino que están hablando sobre Huntsman, ¿no es así?” Era una charla sobre que era un día maravilloso. Krishnaji se dio vuelta de repente hacia mí, “¿Huntsman? ¿Qué sabe sobre Huntsman?” (risitas de S) Entonces le dije: “bueno, fue el sastre de mi esposo”. Él me miró cuidadosamente (risas). Más tarde, cuando él me acompañó cortésmente al vehículo abrió la puerta, y le agradecí mucho y etcétera. Arranqué el vehículo y mientras lo daba vuelta, él estuvo parado allí e hizo un gesto estupendo: se puso un dedo en la cabeza, como un pequeño saludo, y dijo: “¡Huntsman!” (ambos ríen) Sentí que me había deslizado dentro del entendimiento de este hombre vía Huntsman, Tenía una identidad. Era una mujer que conoció a Huntsman –esta cosa tan importante. (Risita de S) Y pienso que eso probablemente estableció cierta clase de…algo. (Risitas) S: Si, eso es importante. M: Si.

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S: Ahora, ¿Sam había conocido Huntsman por haber hecho los trajes para -la película- Beau Brummell o algo así? M: Oh, Dios mío!, tienes mejor memoria que yo. Sí. Sam hizo Beau Brummell en Londres en los estudios MGM(4) y los trajes para Beau Brummell se hicieron en Huntsman. Desde allí, Sam hacía sus trajes en Huntsman. Así que, ésta fue mi identidad como la mujer culta: ella sabe de Huntsman. (Ambos ríen) S: Todas estas pequeñas historias son las que efectivamente hacen cobrar más vida a este relato, por lo menos para mí.

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M: Si (risitas de ambos). De hecho, Huntsman se convirtió en un verdadero vínculo porque él llegó a pensar que yo comprendía esas cosas y que tenía un gusto del que él se beneficiaba. S: Y bueno, ¡lo tiene! M: Así que, él quería consultarme sobre estas cosas, y así resultó, en los años siguientes. Yo estuve por siempre transportándolo de un lado a otro hacia Huntsman. S: Ahora, ¿esto fue al año siguiente? M: Si, el año siguiente. S: ¡Ah!, pero estamos todavía en el ’65, y usted justo volvió de Box Hill temblando. M: Volví temblando de Box Hill. S: De modo que: ¿fue ese año que empezó a llevarlo a Krishnaji de un lado al otro a Huntsman? M: Creo que sí, porque yo tenía un vehículo, como ves. Ellos no tenían ninguno, y no había forma de llegar a la ciudad desde Wimbledon; así que hice mucho de taxista llevándolos de aquí para allá. Algunas veces llevaría solamente a Alain, no sé, al dentista o algo así, otras veces a Krishnaji. O ellos de alguna manera vendrían a la ciudad, no sé cómo, yo los recogería y los llevaría a sus casas. S: Ahora, por este tiempo su amistad con Alain empezó a desarrollarse y empezó a tener un real contacto con él. M: Sí. Por este tiempo en 1965, Alain había sido empleado como secretario de Krishnaji. Él empezó a serlo ese invierno, en India. Había ido a India en el invierno del ’64 -’65. En enero, Alain me escribió un par de cartas, y entonces me dijo que Krishnaji le había pedido que fuera algo así como su secretario, su asistente; tú sabes, hacer cosas para él. Así que, era lo que hacía. S: De todos modos, usted había vuelto temblando de conducir. Y recuerda que en ese verano también empezó a llevar a Krihsnaji de aquí para allá… M: Si, en el auto rentado. S: Entonces, debe haber sido en el ’64 que habrá tenido esta historia de Huntsman porque… M: Si, tiene que ser. S: …porque en el ’65, en Inglaterra, eso fue antes de Saanen. M: Correcto. Sí, eso es correcto. S: Así que en Saanen debe haber ocurrido su primer contacto con Krishnaji. M: Sí. Vanda debe haberme invitado a almorzar cuando los Moorheads estaban allí, y todo el episodio de Huntsman. (Risitas, después risitas de S.) También, en el verano siguiente el yoga entra en la historia, pero ya llegaré a eso. De todos modos, después de Londres vino París.

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S: ¿Las charlas en Londres fueron las únicas en el lugar de los Boy Scouts? M: En ese año sí, y con apenas un número reducido de gente. S: ¿Quién más estaba allí que recuerde? M: Recuerdo haber estado sentada detrás de Dorothy Simmons y Montague[25], y poniéndome muy molesta por Dorothy. Algo sobre ella… me he olvidado que fue… pensé que era desagradable. (Risitas) Ellos se sentaron justo delante de mí, y algo en ella era bastante brusco, quizás he olvidado qué. No obstante ella estaba allí, e Iris también. No creo haber conocido a algún otro. S: Usted no conocía a nadie más. Está bien. S: ¿Debió haber conocido a Mary Cadogan? M: No, no la conocía entonces. Te contaré cuándo la conocí. Es muy divertido. De nuevo está fuera del orden cronológico. Había una mujer mostrándole a la gente los asientos de un lado a otro en la carpa de Saanen, vestida como de raso, y recuerdo que pensé: “¡Esa mujer se cree que es Ofelia!”(Risas). Estaba buscando a la señora Cadogan. Rajagopal debe haberme dado el nombre de la señora Cadogan, y yo creí que Madame De Vidas debía de ser la señora Cadogan. Ella también estaba mostrando los asientos a la gente. Así que fui y le pregunté: “¿es usted la señora Cadogan?” Y dijo: “¡oh, non, non!”(Risas) Ella no hablaba mucho en inglés. El personaje de Ofelia era la señora Cadogan. (S ríe con ganas, risitas de M.) Pero no vi a la señora Cadogan en las charlas de Wimbledon, ni tampoco en el almuerzo con Anneke y Doris. S: ¿Recuerda haber estado en Huntsman con Krishnaji en esos días? M: ¡Oh, sí!, cuando los llevé, los recogí, o algo así. Probablemente iré a consultarlo. En años siguientes Alain compró trajes también. Había mucha discusión. (risitas de S) ¡Ah!, y luego había camisas, y después corbatas, y entonces cuando fuimos a París… S: Zapatos. Por supuesto. M: Fuimos a Lobb en París. Ir de compras era (risitas de S) el programa diario cuando él estaba dando las charlas. Él lo disfrutaba. S: Está bien (M ser ríe) ¿Es divertida esta charla? M: ¡Sí! S: Entonces, continuaremos, y retomaremos la historia desde donde la dejamos. --------------- ACOTACIONES (del autor): [1] Ji es agregado a los nombres en la India para mostrar respeto y cariño. Krishnamurti era llamado “Krishnaji” por aquellos que lo conocían.

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[2] Ojai es un pueblo chico a 128.75 Km. al norte de Los Ángeles que fue primeramente visitado por Krishnamurti y su hermano Nityananda en 1922. Krishnaji vivió allí, hasta su muerte en 1986. La Fundación Krishnamurti de Norteamérica está ahora ubicada allí. [3] Terreno en Ojai comprado para la obra de Krishnaji en 1920, y donde él habló hasta 1985. La única escuela de Krishnamurti en Norteamérica se encuentra en este terreno. [4] Rajagopal fue puesto como gerente de las actividades relacionadas con Krishnaji por las personas responsables de Krishnaji cuando su hermano -quien tenía ese cargo- murió en 1925. [5] Sam Zimbalist fue un muy exitoso productor de cine y la única persona que recibió un Oscar póstumo por la “Mejor Imagen”. Mary lo recibió por él. [6] La esposa de Rajagopal. [7] Krishnamurti dio charlas públicas en Saanen, Suiza desde 1963 hasta 1985. [8] Krishnamurti Writings Inc., fue formado alrededor de 1945, y eventualmente resultó ser un elemento de querella legal. [9] Filomena fue el ama de llaves de Mary por muchos años, y había trabajado para la tía de Mary desde que fue muy joven. De este modo, era como un miembro de la familia de ella. [10] Un hotel en Saanen. [11] Esto es un poco de humor porque lejos de ser un lugar para un ermitaño, es un hotel lujoso. [12] Amigos de Mary y Sam. Christopher Fry fue uno de los escritores contratados por Sam para la película Ben-Hur. [13] La marquesa Vanda Scaravelli se convirtió en una gran amiga y anfitriona de Krishnaji. Ella escuchó primeramente de él en 1930, pero no lo conoció hasta 1937. Fue su anfitriona en Suiza y en Italia. [14] Frances McCann era una gran entusiasta de la obra de Krishnaji, viajó alrededor del mundo para presenciar a las charlas y frecuentemente contribuyó al trabajo que las fundaciones montaron como apoyo de las escuelas que él fundó. [15] Ommen es un lugar en Holanda donde Krishnamurti habló en la década de 1920. [16] El Chalet Tannegg fue un chalet en Gstaad, Suiza (próximo a Saanen, donde Krishnaji habló) el cual Vanda Scaravelli rentó para su hospedaje durante las charlas. Tannegg fue también el sitio para las discusiones en grupo que Krishnaji mantuvo. [17] Una cabra-antílope muy ágil que se encuentra en las regiones montañosas de Europa. [18] Un amigo y patrocinador de Krishnaji desde la década de 1920. [19] Nagra era una compañía que fabricaba grabadores profesionales portátiles, los cuales por muchos años fue el mejor sistema de grabar las charlas de Krishnamurti.

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[20] Un personaje ficticio de los años 1800, quien controla otras personas o situaciones por un motivo egocéntrico. [21] Anneke Krondorffer era una patrocinadora de la obra de Krishnaji desde los 1930 y una organizadora de sus actividades en Holanda. [22] Doris Pratt había trabajado para las actividades de Krishnaji desde los ’20 y era la representante de Krishnamurti Writings, Inc en Inglaterra. [23] Las tres marchas desde Selma hasta Montgomery en Alabama marcaron un hito y un punto de inflexión en el Movimiento de los Derechos Civiles Americanos. Mary me dijo que ella marchó con un traje Chanel porque quiso que la gente viera que no sólo eran gente pobre y estudiantes los simpatizantes de los derechos civiles. [24] Huntsman es una sastrería en la calle Savile en Londres. [25] Dorothy Simmons llegó a ser la primera directora del Centro Educativo de Brockwood Park, la única escuela que Krishnamurti fundó en Europa. NOTAS del traductor - (NT): (1) El invierno en el hemisferio del norte ocurre de diciembre a marzo. (2) En referencia al nombre del hotel “L’Ermitage”: “La Ermita”. (3) Hertz - Avis: Empresas internacionales que rentan vehículos. (4) MGM (Abreviación de los estudios Metro Goldwin Mayer) (5) Mary se refiere a buscar o consultar con sus diarios. · Traducción del original en inglés: Griselda y Carlos Díaz · Revisión filológica: Roxana Cavallo y Paula Fernández · Consultora de inglés: Jennifer Howe · Consultas al autor: Dr. Scott Forbes

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