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46 CIENCIA HOY ARTÍCULO Regeneración ambiental en el noroeste argentino Oportunidades para la conservación y restauración de ecosistemas HR Grau, NI Gasparri, M Morales, A Grau, E Aráoz, J Carilla, J Gutiérrez En el noroeste de la Argentina se observa la recuperación de distintos ecosistemas naturales, históricamente degradados por usos agrícolas y ganaderos tradicionales en zonas marginales para la producción. Estas nuevas oportunidades de conservación y restauración ecológica se asocian a la modernización agrícola y la urbanización poblacional.

Regeneración ambiental en el noroeste argentino

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AARRTTÍÍCCUULLOO

Regeneración ambiental en el noroeste argentinoOportunidades para la conservación y restauración de ecosistemasHR Grau, NI Gasparri, M Morales, A Grau, E Aráoz, J Carilla, J Gutiérrez

En el noroeste de la Argentina se observa la recuperación dedistintos ecosistemas naturales, históricamente degradados por usos agrícolas y ganaderos tradicionales en zonas marginales para la producción. Estas nuevas oportunidades

de conservación y restauración ecológica se asocian a la modernización agrícola

y la urbanización poblacional.

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L a acelerada deforestación de regiones como laamazonia y el chaco generó en la opinión públi-ca la percepción de que se está produciendo

una degradación generalizada de los ambientesnaturales. Sin embargo, simultáneamente, enextensas regiones los ecosistemas se regeneranespontáneamente en asociación con la moderniza-ción socioeconómica y la urbanización.

En el noroeste de la Argentina, los procesos derecuperación de los ecosistemas, llamados transi-ción ecológica, no están ausentes en distintos ámbi-tos naturales. Nuestros estudios, basados en análi-sis de las tendencias de largo plazo en desiertos dealtura, chaco y distintos pisos altitudinales de lasyungas, ejemplifican la extensión geográfica y com-plejidad de este proceso; y sugieren un cambio deenfoque en las políticas conservacionistas.

Deforestación, transición forestal y transición ecológica en el contexto global

Los cambios en la distribución de los bosques seencuentran entre los principales componentes delcambio ambiental global. La mayor atención científicay mediática a estos cambios se ha concentrado en ladeforestación, que ocurre principalmente en las regio-nes tropicales de llanura, como la cuenca amazónica yel sudeste asiático. En parte, la deforestación es con-secuencia del crecimiento económico y poblacional.La creciente población humana y el incremento en elconsumo per capita de alimentos llevan a que serequiera, progresivamente, más tierras de cultivo.

Una mirada superficial a esta tendencia sugiereque avanzamos irremediablemente hacia una situa-ción catastrófica. Se espera que, antes de estabili-zarse, la población global aumente en unos 3000millones de personas, y supere los 9000 millones enlos próximos 50 años. Además, que, en promedio,cada habitante consuma más. Ello impulsaría laexpansión agrícola, en detrimento de los bosques yotras áreas naturales. La acelerada deforestación debosques subtropicales de llanura en la Argentina,motorizada por la creciente demanda mundial desoja, refleja localmente este fenómeno global.

Sin embargo, las estadísticas mundiales mues-tran que, desde 1990, más de 50 países han incre-mentado su superficie boscosa. Si bien la defores-tación es rápida en la amazonia y el chaco, el cam-bio neto en la superficie forestal del planeta ha sidoen los últimos tiempos cercano a cero. Ello implicaque, en extensas áreas, ocurren procesos de refo-restación, tanto en forma de plantaciones, como deregeneración espontánea de bosques (a los que seda el nombre de bosques secundarios).

Este proceso de expansión de los bosques sobretierras agrícolas y pasturas, que revierte la tenden-cia histórica de deforestación, se conoce como tran-sición forestal. El relativamente reciente fenómenode reducción de actividades humanas en áreas noaptas para la agricultura o ganadería modernastambién ocurre en zonas desérticas y prados alpi-nos que no tienen bosques, por lo que, más gene-ralmente, se puede hablar de transición ecológica.Ello tiene grandes implicancias ambientales, puesafecta, por ejemplo, la conservación de la biodiver-sidad, la protección de cuencas hídricas y la acu-mulación de biomasa. Sin embargo, tal recupera-ción de ecosistemas es poco percibida, en parteporque ocurre en forma gradual y solo la revelanestudios de largo plazo.

La transición forestal ha sido bien documentada,desde hace más de un siglo, en regiones desarro-lladas como Europa y Norteamérica. En la Américatropical y subtropical, el proceso dominante decambio de la cobertura vegetal es la deforestación,pero en los últimos tiempos se han documentado

Figura 1. Sitios del noroeste argentino mencionados en el presente artículo: (1) sierra de San Javier y urbanización de San Miguel de Tucumán, (2) Quebradade Humahuaca, (3) Tafí del Valle, (4) Los Toldos, (5) chaco salteño.

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ejemplos de transición forestal en Puerto Rico, laRepública Dominicana, Costa Rica y El Salvador, lomismo que en sectores del Ecuador, el Brasil, Boli-via, el Perú y México. Por lo general, estos cambiosambientales están asociados con las siguientes ten-dencias socioeconómicas: (i) reducción de la impor-tancia económica relativa de la producción agrícola,en comparación con los sectores industriales y deservicios; (ii) migración de población rural al mediourbano, incluyendo migración internacional; (iii)incremento de la productividad agrícola, especial-mente en las áreas más aptas para agriculturamoderna tecnificada; (iv) reemplazo de leña y la

tracción a sangre por combustibles fósiles y vehícu-los mecánicos más rápidos y eficientes; (v) abando-no de la agricultura y la ganadería en tierras margi-nales, por ejemplo, en aquellas con mayores pen-dientes, poca agua o suelos pobres; (vi) demandasocial de políticas conservacionistas y de creaciónde áreas protegidas.

Si más países o regiones siguen este camino, esposible que los escenarios ambientales catastrófi-cos sean menos probables. La mayor demandamundial de alimentos no sería, entonces, cubiertasolo por la expansión de la frontera agrícola sino,principalmente, por el incremento de los rendimien-

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Figura 2. Transición forestal y urbanización. (A) Imagen satelital del año 2002 mostrando el Gran San Miguel de Tucumán (la imagenchica muestra la superficie ocupada por la ciudad en 1972). El recuadro destaca el área expandida en las figuras B y C. Detalle delsector sur de la zona cumbral de la sierra en (B) 1968 y (C) 2001, mostrando la expansión de bosques. (D) Evolución de la superficie de bosques en la sierra durante los últimos 50 años.

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tos agrícolas en las tierras más aptas para agricul-tura moderna. Muchas áreas marginales hoy dedi-cadas a agricultura y ganadería de baja productivi-dad serían abandonadas, con la consiguiente recu-peración de los ecosistemas naturales y de los ser-vicios que estos proporcionan a la sociedad.

La transición forestal ha sido documentada endistintos sitios del noroeste argentino (figura 1)mediante el análisis de fotografías históricas, deimágenes satelitales tomadas a lo largo de variasdécadas, y por el análisis de los anillos de creci-miento de los árboles (técnica conocida como den-droecología). Estos análisis revelan un proceso vir-tualmente ignorado por las estadísticas nacionalessobre superficies boscosas, pues no se adviertencuando se comparan imágenes tomadas con pocadiferencia de tiempo. Tampoco llaman la atenciónde los medios, pues los cambios no son dramáticos.Sin embargo, la variedad de ambientes en que ocu-rren sugiere que se trata de un fenómeno de granextensión, aunque con características distintas encada ecosistema.

Figura 4. Bosques de ligustro (Ligustrum lucidum) que se expanden sobre tierrasagrícolas y ganaderas de las cumbres de la sierra de San Javier.

Figura 3. Mosaico de pastizales fuertemente pastoreados y bosques de montaña de aliso (Alnus acuminata). Tafí del Valle, Tucumán.

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Urbanización, transición forestal e invasión por especies exóticas

La ciudad de San Miguel de Tucumán y su áreametropolitana constituyen el mayor núcleo urbanodel norte de la Argentina, y el que más creció en los

últimos 30 años, ya que pasó de 250.000 habitantesa casi un millón (figura 2). A poco más de 10 km aloeste de la ciudad está la sierra de San Javier, conladeras cubiertas por selvas húmedas de montaña oyungas. Los análisis de fotografías aéreas tomadasdesde 1949 revelan un claro ejemplo de transiciónforestal: luego de una disminución de la superficieforestal en las décadas de 1950 y 1960, desde prin-cipios de la de 1970 esta aumentó en más de 1000hectáreas sobre un total de aproximadamente25.000. Pese a que algunos bosques fueron elimina-dos para expansión urbana y agrícola, la superficieneta de bosques de la sierra se expandió sobre pas-turas y cultivos abandonados. Parte de esta expan-sión ocurrió en un área protegida perteneciente a launiversidad de Tucumán, que abarca unas 14.000ha; pero aproximadamente la mitad de los nuevosbosques están fuera del área protegida, sin el ampa-ro de medida legal alguna. Su expansión parecehaberse producido como consecuencia espontáneade los cambios socioeconómicos. Mientras los habi-tantes de la sierra se dedicaban principalmente a laagricultura y ganadería marginales hace 30 años,hoy prestan servicios en la creciente economíaurbana y periurbana, son empleados estatales ohan emigrado.

Tales cambios mejoraron la capacidad de la sie-rra de proveer los llamados servicios ecológicos,concepto que incluye la protección de las cuencashídricas, la provisión de hábitat para la flora y faunanativas, y la conservación del paisaje natural parausos turísticos y recreativos. Pero la cercanía a laciudad, con una rica flora de especies de otrasregiones ecológicas (llamadas especies introduci-das o exóticas), dificulta la recuperación de los eco-sistemas naturales, por la competencia entre lasespecies nativas y las exóticas, que en algunoscasos tienen el carácter de invasoras y dominantes.Así, e igual que en otras áreas de las yungas cerca-nas a grandes núcleos urbanos, en la mayoría de losnuevos bosques dominan árboles como el ligustro(Ligustrum lucidum, figura 4), de origen asiático.Estos nuevos bosques tienen menor diversidad deespecies que el bosque nativo. Observaciones preli-minares sugieren que se necesitarían varios siglospara que el mencionado bosque de ligustro seareemplazado por uno dominado por laureles yhorco molles nativos.

Cambio climático y expansión forestal

En general, los árboles requieren más agua quelas hierbas y arbustos, por lo que puede esperarseque el aumento de la lluvia favorezca su expansión.Sin embargo, esto no ocurriría si la presión humana

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A) 1946

B) 2001

Figura 5. Expansión del bosque de aliso en el valle de Tafí(Tucumán), asociada a la urbanización del fondo del valle. (A) Imagen de 1946. (B) Imagen de 2001. (C) Patrones deestablecimiento de árboles, inferidos mediante dendroecología y con relación a las precipitaciones anuales de San Miguel deTucumán (la estación meteorológica cercana más confiable). Lalínea indica el promedio móvil de lluvias en períodos de cinco años.Las barras son números estimados de árboles establecidos por año.

C)

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fuera intensa, ya sea en forma directa (por extrac-ción de leña o madera) o indirecta (por la presenciade herbívoros domésticos o por fuegos frecuentes).

La expansión de los bosques de montaña de aliso(Alnus acuminata) en la provincia de Tucumán fuebien documentada en la década de 1980 por mediode la comparación de fotografías históricas. A partirde la década de 1990, el análisis de los anillos de cre-cimiento de los árboles ha permitido establecer conmás precisión cómo fue esa expansión a lo largo deltiempo. Este método permitió también documentarla expansión de los bosques de churquis (Prosopisferox) en la Quebrada de Humahuaca. Por lo que sesabe, ambos procesos son el resultado de una com-binación de cambios climáticos y de uso del suelopor parte de los pobladores: en toda la región, las llu-

vias aumentaron marcadamente durante las últimasdécadas (ver recuadro ‘Cambios climáticos en elnoroeste argentino: una perspectiva dendrocronoló-gica’), mientras la población rural (ver recuadro ‘Lapoblación del Noroeste argentino a lo largo del tiem-po’) y la ganadería extensiva disminuían, principal-mente en las áreas de montaña.

Los bosques de aliso crecen, alternando con pas-tizales, en el estrato o piso más alto de las yungas,entre los 1700 y los 2700 metros de altitud. Compa-rando fotografías tomadas en el valle de Tafí a finesde la década de 1940 y en el presente, se identificancientos de hectáreas cubiertas por bosques nuevos(figura 5). Los patrones de esa expansión muestranalguna coincidencia con las curvas de aumento delas precipitaciones. Por ejemplo, los dos momentos

M Eugenia Ferrero y Ricardo Villalba

En el noroeste argentino, el aumentode las precipitaciones de las últimasdécadas se ha registrado por medicionesinstrumentales. Sin embargo, la mayoríade esos registros meteorológicos sonrelativamente cortos, fragmentarios ypoco homogéneos, por lo que nopermiten analizar tendencias de largoplazo.

La dendrocronología, o el estudio delcrecimiento de los árboles por el análisisde los anillos que se forman año tras añoen el tronco, permite ampliar elconocimiento de las variacionesclimáticas, pues proporciona informaciónalmacenada por siglos. Las cronologíasconfeccionadas a partir de anillos delnogal criollo (Juglans australis), árbolcaracterístico del piso montano superiorde las yungas, han permitido extender elregistro de las precipitaciones y, con ello,comprender los cambios producidos enlos ecosistemas.

La figura I muestra dos cronologíasregionales resultantes de promediarnumerosos registros dendrocronológicos.Aun cuando algunos de los árbolesestudiados tenían más de 300 años, lascronologías parten de fines de la décadade 1790, momento en el que se pudieronestudiar suficientes individuos paraasegurar representatividad en los patrones

observados. Ambos registros indican unamanifiesta sensibilidad del crecimiento delos árboles a la precipitación.

Las cronologías muestran variacionesmuy similares: buen crecimiento desdeaproximadamente 1820 a 1860; sequías acomienzos del siglo XIX, en las décadasde 1860 y 1870, y desde fines de la décadade 1920 hasta mediados de la de 1930. Elsiglo XIX y la primera mitad del siglo XX

se caracterizaron por la ocurrencia desequías más extensas y de mayorseveridad. Las dos cronologías confirmanel aumento de las precipitaciones queaparece en los registros instrumentalesactuales, y sugieren que, por lo menos delos dos últimos siglos, las recientesdécadas (a partir de 1970) han sido elperíodo más húmedo del noroesteargentino.

Cambios climáticos en el noroeste argentino: una perspectiva dendrocronológica

Precip

itación

(mm

)

Figura I. Cronologías derivadas de nogal criollo (Juglans australis) proveniente de las sierras deLas Pavas-Candado y de Zenta-Calilegua. Muestran las variaciones de crecimiento acaecidas enlos árboles en los últimos 200 años. Para evaluar la relación de los registros dendrocronológicoscon la precipitación, se incluyen las variaciones interanuales (enero a abril del año decrecimiento) y del período seco (invierno-primavera) de la precipitación en La Quiaca (3400metros sobre el nivel del mar) y León (1600 m).

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en que el área boscosa creció más rápido (a fines delos 60 y de los 80) ocurrieron a continuación de losdos períodos de mayor lluvia. Por otra parte, laurbanización y el crecimiento de la economía localseguramente provocaron la disminución de la fre-cuencia con que se produjeron fuegos, así como laintensidad del pastoreo, lo que habría facilitado laexpansión del bosque.

En un ambiente muy distinto, los desiertos dealtura de la Quebrada de Humahuaca, se observa unpatrón similar (figura 8). La estructura de edades delchurqui, el único árbol de esa región (figura 7),muestra que hubo una regeneración muy limitadade esa especie vegetal hasta principios de la décadade 1970, un período caracterizado por altas cargasganaderas y poca lluvia. Pero desde mediados dedicha década y hasta fines de la de 1990 el bosquecreció en coincidencia con el aumento de la precipi-tación regional, la disminución de la población ruraly la consecuente reducción de la ganadería.

El caso de los pastizales degradadosde las yungas

En las selvas húmedas de montaña, los sectoreshistóricamente más afectados por actividadeshumanas fueron los valles de altura, muchas vecesdesforestados y transformados en pastizales conintenso pastoreo. El valle de los Toldos, por ejem-plo, en el extremo norte del país, está rodeado deselvas, pero el fondo de valle es un mosaico de pas-tizales, arbustos y bosques secundarios de pino delcerro (Podocarpus parlatorei, figura 9).

El municipio de Los Toldos experimentó un pro-ceso de reducción de la actividad ganadera durantela segunda mitad del siglo XX, lo mismo que deurbanización, la que se intensificó a partir de ladécada de 1980. Sin embargo, el análisis de los ani-llos de los árboles (figura 10) indica que los bosquesde pino no se estuvieron expandiendo sobre el pas-tizal en las últimas décadas. De hecho, esa expan-

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Figura 6. Bosque de pino del cerro (Podocarpus parlatorei) en la sierra de San Javier, a 15 km de San Miguel de Tucumán.

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sión fue más intensa durante la primera mitad delsiglo, cuando había mayor densidad ganadera y,sugestivamente, alcanzó su pico en la década de1960, en la zona más próxima al poblado de los Tol-dos, donde la presión ganadera era comparativa-mente más alta.

Suponemos que los pastizales se mantuvieronen estado estable por la interacción entre fuego ypastoreo. Densidades altas de pastoreo no son par-ticularmente favorables para la germinación y elestablecimiento de árboles, pero, por otro lado,limitan la cantidad de pasto combustible. Antepequeñas disminuciones del ganado, los árbolespueden establecerse, pero una reducción mayor dela carga ganadera produce una acumulación de

Raquel Gil-Montero

La evolución de la población delnoroeste argentino en los últimos tressiglos tuvo cuatro característicasprincipales: la concentración urbana, eldespoblamiento de las tierrastradicionalmente habitadas por lasociedad colonial y por los indígenas, losritmos de la transición demográfica y laheterogeneidad de esos ritmos.

La proporción de población que viveen las montañas se redujo a una tasasorprendente, sobre todo comparada conlos vecinos países andinos. La puna deJujuy, por ejemplo, concentraba en 1778más de un 60% de la población quehabitaba la actual provincia: hoy albergaa menos del 6%. Las tierras bajas, sinembargo, se poblaron en forma muyselectiva, pues allí hay grandes zonascon bajas densidades de población, lamás importante de las cuales integra elecosistema del chaco.

Este despoblamiento relativo seaceleró a partir de fines del siglo XIX ycomienzos del XX, cuando se produjo laconquista militar del chaco, el despeguede las agroindustrias regionales, lamodernización de las vías decomunicación, y la integración de esosterritorios al mercado nacional.

La población se concentró en torno alas capitales provinciales, sobre laslíneas férreas y en algunas ciudadesvinculadas con nuevas actividades

económicas, como Tafí Viejo (centroferroviario), Ledesma (azucarero) y ElAguilar (minero). La concentraciónurbana fue más tardía en el noroeste queen el resto del país, pero resultó másintensa: las capitales provincialesconcentran más población que las deotras provincias del país, y ella vive enpeores condiciones que quienes habitanpequeñas y medianas ciudades de lamisma región. Tal concentración es másuna consecuencia de la expulsión delambiente rural, que de la atracción demejores perspectivas de vida.

Aunque gran parte del noroesteargentino expulsó población a lo largode todo el siglo XX, el proceso fuedesigual en el tiempo y el espacio.Probablemente la mayor intensidad deemigración acaeció hacia mediados deese siglo, cuando coincidieron grandesdemandas de mano de obra para lasagroindustrias y la minería, con el mayorincremento natural de la población. Este,por su lado, fue consecuencia de unatransición demográfica de tipo máslatinoamericano que el promedionacional, con diferentes ritmos dereducción de fecundidad y, en menormedida, de mortalidad. En los últimos 30años, en cambio, tuvo lugar un procesodiferente, caracterizado por unaatenuación creciente de la emigración ypor la tendencia de la gente apermanecer más en sus departamentosde origen, donde, sin embargo, se

produjo una redistribución de lapoblación. Hoy esta se concentra más enlas sedes municipales o en otrasciudades medianas que ofrecenalternativas de empleo(fundamentalmente público) y subsidios.

Migrar, en muchos lugares, fuecondición para mantener ycomplementar la economía rural, en laque quedó una parte de la familia,cuidando el ganado y –cuando la tenían–,la tierra. Ello generó un nuevo proceso,propio de las últimas décadas y deámbitos rurales: un sutil retorno alcampo, manifestado (entre otras cosas)en conflictos por tierras antesabandonadas.

El noroeste se destaca, por último,por la presencia de un significativo –enel contexto argentino– porcentaje deindígenas y campesinos, cuyastradiciones económicas fueronhistóricamente consideradas obstáculo alprogreso o ejemplo de retraso en laevolución, por ejemplo en la transicióndemográfica. Esos son los núcleos durosde la pobreza.

En conjunto, la región tiene aúnmuchos problemas por resolver, sobretodo con relación a los sectores másvulnerables de su población. Seríadeseable que las soluciones considerenlas diferencias culturales, igual que setienen en cuenta las de los sistemasnaturales, pues ello constituye unrequisito para un futuro mejor.

La población del noroeste argentino a lo largo del tiempo

Figura 7. Vegetación dominada por churqui (Prosopis ferox) en la Quebrada de Humahuaca.

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pasto combustible y el consiguiente aumento de lafrecuencia y severidad de fuegos, lo que limita laexpansión del bosque.

La expansión agrícola en el chaco

Mientras la disminución de los usos agropecuariosparece bastante evidente en muchas zonas de monta-ña, hoy la agricultura se expande rápidamente en lallanura chaqueña. En las últimas tres décadas, solo enel este de la provincia de Salta se ha desforestadoaproximadamente un millón de hectáreas, principal-mente para el cultivo de soja. En tal área, sin embar-go, aún quedan más de cinco millones de hectáreasde bosque chaqueño, la mayor parte en zonas dema-siado áridas para realizar agricultura sin riego. Históri-camente esas tierras fueron utilizadas para una gana-dería extensiva que degradó fuertemente el bosque.

En ese sector también parece estar ocurriendo unproceso de recuperación de la vegetación natural(figura 12). Analizando imágenes satelitales desdeprincipios de la década del 70, se advierte que lospuestos, núcleo de la actividad ganadera extensiva,han disminuido en número. También ha disminuidola superficie degradada en las zonas periféricas. Enlos cinco millones de hectáreas de bosque chaque-ño remanentes en Salta y el noroeste de Santiagodel Estero, se advierte que desaparecieron 99 pues-tos desde la década de 1970 (aproximadamente el2% del total), y que en el 91% de los puestos queaún subsisten disminuyó el área de suelo desnudo,un indicador de degradación ambiental.

Los mecanismos que generan esta disminuciónde presión ganadera en el chaco salteño aún noestán del todo claros, pero, durante los últimos 30años, el proceso coincide con una reducción de lapoblación rural y de la ganadería extensiva (en

AARRTTÍÍCCUULLOO

Figura 8. Quebrada de Humahuaca. (A) Tendencias en las precipitaciones expresadas como desvíos de la medida y estructura deedades de churqui (Prosopis ferox). (B) Población rural y urbana. (C) Ganado menor (cabras y ovejas).

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ambos casos, en alrededor del 5%), simultánea-mente con la expansión de la agricultura y de pas-turas implantadas. La disminución de la ganaderíaextensiva también habría contribuido a la recupera-ción de la fauna del bosque, por la menor caza desubsistencia y menos matanza de predadores delganado practicada por los ocupantes de los pues-tos. En el chaco semiárido, la densidad de grandesmamíferos, como jaguares y pecaríes, está clara-mente en relación inversa con la cantidad y anti-güedad de los puestos.

Geografía de la transición ecológicaen el noroeste argentino

La agricultura moderna se está expandiendosobre sectores planos de los estratos más bajos delas yungas (también llamados de selvas pedemon-tanas), sobre el sector más húmedo del chaco occi-dental, y sobre las zonas irrigables del desierto ocu-padas por el ecosistema del monte. Se especulaque esa expansión podría estar afectando ciertosprocesos ecológicos de gran escala, como la conec-tividad entre el chaco y las yungas.

Sin embargo, luego de más de un siglo de defo-restación, las áreas afectadas a la agricultura repre-sentan aproximadamente el 6% de la superficie delnoroeste argentino. Además, menos del 1% de laregión está urbanizado. En consecuencia, más del90% del territorio regional –incluidas las zonas másimportantes para la conservación de cuencas, las demás valor para usos turísticos y recreativos, y las demayor biodiversidad– no está directamente afecta-do por la agricultura moderna. Al mismo tiempo,los ecosistemas más afectados por la deforestación

existen también en zonas relativamente extensasque, por razones topográficas o climáticas, no estánamenazadas por la expansión agrícola, lo que limi-ta el potencial efecto de dicha expansión sobre labiodiversidad.

Se puede concluir, según los estudios comenta-dos, que en distintas zonas ambientales del noroes-te argentino se están produciendo procesos de

Figura 9. Mosaico de pastizales pirogénicos y bosquesdominados por pino del cerro (Podocarpus parlatorei) en el vallede Los Toldos, Salta.

Figura 10. Regeneración de pinos del cerro (Podocarpus parlatorei) en el valle de Los Toldos, en Salta, con relación a ganadería. (A) Establecimientos en el sector de vallecito (lejano al núcleo urbano, barras lilas) y Los Toldos (cercano al núcleo urbano, barrascelestes). (B) Variaciones de la carga ganadera en el departamento de Santa Victoria, al que pertenece el municipio de Los Toldos.

(A) (B)

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recuperación de bosques: la expansión de la econo-mía urbana de San Miguel de Tucumán favorece larecuperación de las selvas húmedas cercanas; laexpansión agrícola del chaco podría asociarse conla recuperación de muchas hectáreas de bosque; ladisminución de la ganadería extensiva, junto con elaumento de las precipitaciones, favorece la expan-sión de los bosques de churquis y alisos. Es proba-ble que la recuperación de ecosistemas tambiénesté ocurriendo en el desierto del monte y en la alta

Ricardo Grau y Mitchell Aide

Uno de los motores de la transiciónecológica es la migración del campo a laciudad, originada principalmente enrazones económicas. Los estudiosindican que, en todo el mundo, incluidaLatinoamérica, la gran mayoría de losmigrantes están satisfechos con sudecisión de migrar. En los centrosurbanos, los salarios son mayores y losprecios menores; además, la mortalidadinfantil es inferior y la expectativa devida varios años más larga. Es másbarato y eficiente proveer servicios apoblaciones grandes y agregadas. Poreso, los habitantes urbanos tienen mejoracceso a educación, salud, vestimenta,recreación, electricidad y agua potable,entre otros.

La emigración rural favorece elabandono de sistemas agrícolas yganaderos poco productivos. Laagricultura y la ganadería modernas sonentre 10 y 100 veces más productivaspor unidad de área. Una consecuencia deesto es que la producción de alimentosen los sistemas tradicionales es muchomás cara y, por lo general, no puedecompetir con los sistemas modernos (deahí que aquellos sean frecuentementesubsidiados por los gobiernos o pororganizaciones no gubernamentales). Aldisminuir la población rural, disminuyentambién la caza, el pastoreo extensivo, lacolección de leña.

Para conservar la naturaleza mientras

se alimenta una creciente poblaciónhumana, es necesario alcanzar una altaproductividad por hectárea. De otramanera, no quedarían tierras paraconservar como ambientes naturales. Lamigración a centros urbanos, donde lapoblación consume productos agrícolasgenerados por sistemas más eficientes,favorece un uso del territorio quecompatibiliza la producción de alimentoscon la preservación de ambientesnaturales, que, en muchos casos (porejemplo, los ecosistemas de montaña),son muy frágiles ydesproporcionadamente importantespara la provisión de servicios ecológicoscomo la conservación de cuencas y laprotección de la biodiversidad.

Sin embargo, los efectos positivos dela migración rural-urbana y lasatisfacción que produce en losmigrantes contrastan con la percepciónde los habitantes urbanos de clase media

y alta (que generan las políticas deconservación y desarrollo), quienes vena los migrantes viviendo en las peorescondiciones de los centros urbanos. Ellose debe a que los dos grupos comparancosas distintas. Los citadinos, que se hanbeneficiado por generaciones con unamejor economía de productos yservicios, tienen estándares más altos.Los migrantes, en cambio, comparan lascondiciones de vida y las oportunidadesde su nuevo ambiente urbano con las delambiente rural que abandonaron.

Por cierto, la emigración rural tienealgunas consecuencias indeseables,como la pérdida de diversidad cultural yde conocimientos etnobiológicos. Perocuando se promuevan políticas parareducir estas pérdidas, debería evitarseque se limite el acceso de sectoresmarginales de la sociedad a losbeneficios de la vida urbana y laeconomía moderna.

Migración del campo a la ciudad y sustentabilidad

Lecturas sugeridas

AIDE TM y GRAU HR, 2004, ‘Globalization, migration and Latin Americanecosystems’, Science, 305:1915-1916.

GRAU HR y AIDE TM, 2007, ‘Are Rural–Urban Migration and SustainableDevelopment Compatible in Mountain Systems?’, Mountain Research and Development, 27:119-123.

SMIL V, 2000, Feeding the World: A Challenge for the Twenty-First Century,Massachusetts Institute of Technology Press.

UNFPA, 2007, State of the World Population. Unleashing the Potential of UrbanGrowth. Ver, en particular:<http://www.unfpa.org/swp/2007/presskit/docs/misconceptions.doc>.

Figura 11. Regeneración del ambiente natural en un puestoganadero con varios años de abandono, norte de Santiago del Estero.

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montaña, donde es más marcada la reducción de lapoblación rural y de la ganadería de subsistencia.Así, las poblaciones de vicuñas de la puna y laregión altoandina han aumentado más de 10 vecesdurante las últimas décadas. A ello contribuyeronlas leyes vigentes de protección, pero estas difícil-mente habrían resultado tan efectivas si no hubiesesido por la disminución de la población rural, de laagricultura y de la ganadería en esas zonas.

En los extensos sectores no afectados por la agri-cultura moderna se siguen realizando actividadesde baja eficiencia productiva, como ganaderíaextensiva, explotación artesanal del bosque oextracción de carbón, de menor impacto local. Unconsiderable porcentaje de esas áreas (cuya magni-tud precisa no está cuantificada) probablementeexperimenten procesos de transición ecológica oreúnan las condiciones para que estos procesos semanifiesten, en la medida en que dichas actividadesde baja eficiencia productiva disminuyan.

Un análisis más profundo de estos procesos

incluye contestar preguntas como ¿cuál es la exten-sión y distribución detallada de procesos de recu-peración de ecosistemas en la región? ¿Cuáles sonlos factores clave que gobiernan la transición ycómo interactúan esos factores con procesos talescomo el cambio climático y la heterogeneidad

Figura 12. Imágenes satelitales Landsat del chaco salteño. (A) 1972. El área está cubierta de puestos ganaderos dispersosen el bosque (puntos blancos rodeados por círculos rojos). (B) 2002. La expansión agrícola se advierte en la izquierda de laimagen y la desaparición de los puestos ganaderos, indicadospor flechas amarillas, en el resto.

(A)

(B)

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ambiental regional? ¿En qué medida la oportunidadde recuperación de ecosistemas es aprovechadapor especies exóticas invasoras, o se ve limitadapor estados degradados resistentes, como los pas-tizales mantenidos por el fuego? ¿Cuáles son loslímites potenciales de expansión de la agriculturamoderna, y en qué medida las nuevas tecnologíaspueden superar esos límites y anular los posiblesbeneficios conservacionistas producidos en áreashasta ahora marginales para la agricultura?

Transición ecológica y políticas de conservación de la naturaleza

La transición ecológica constituye un escenarionovedoso para definir políticas de conservación dela naturaleza y de desarrollo sustentable. Los proce-sos espontáneos de recuperación de ecosistemaspueden ser favorecidos y orientados, para promo-ver a bajo costo la conservación de extensas áreas.

Las nuevas políticas conservacionistas, en conse-

cuencia, deberían abandonar las referencias exclu-sivas a la degradación y a las amenazas, que deri-van en acciones puramente defensivas, y apoyarseen los procesos espontáneos de recuperación de losecosistemas.

Hoy, mientras la deforestación debida a la expan-sión agrícola ocupa el centro de la política y del dis-curso conservacionistas, la ganadería extensiva, queafecta gran parte de la región, es virtualmente igno-rada. Las prácticas asociadas con la ganadería exten-siva en sectores no agrícolas del chaco, las yungas, lapuna, los páramos altoandinos y el monte son buenejemplo de actividades que comprometen la conser-vación, a pesar de que localmente son de baja inten-sidad. La cría del ganado en ambientes en los que,para alimentar en condiciones precarias a una fami-lia de campesinos, es necesario disponer de variosmiles de hectáreas, crea una perturbación suficientepara eliminar a grandes predadores como jaguares opumas (figura 14), y para alterar las comunidadesnativas de vegetales y animales.

El retroceso de la ganadería extensiva en el chaco

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Figura 13. Una vicuña en la alta montaña, en la sierra de Santa Victoria, Salta. Considerada hace unas décadas una especie severamenteamenazada, hoy se encuentra en franca expansión, en coincidencia con una reducción de la población rural y de la ganadería desubsistencia en las tierras altas de las provincias andinas.

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salteño contrasta con la idea de que la deforestaciónempuja a la actividad ganadera hacia nuevas áreasboscosas, y de que, en consecuencia, la agriculturamoderna es incompatible con la conservación.

Algunos de los nuevos desafíos creados por estasituación incluyen la manera de afianzar el procesode recuperación del bosque ante la presión por nue-vas tierras agrícolas; la facilitación de los mecanis-mos hasta hoy espontáneos de recuperación de lavegetación y de su fauna asociada, y la integraciónde población rural, hasta el momento dedicada a laganadería extensiva, a nuevas actividades económi-cas, tanto las vinculadas con la agricultura moderna,como con el uso sustentable del recurso forestal.

En las selvas de las yungas, en lugar de enfocarla débil amenaza de deforestación, el conservacio-nismo podría fomentar las tendencias que apuntana la disminución del uso humano poco eficiente.Ello, a su vez, favorecería la recuperación del eco-sistema natural y atacaría los factores biofísicos(como la invasión de especies exóticas) y humanosque la limitan.

En los ecosistemas marginales del noroesteargentino, la agricultura moderna y la emigración

son, claramente, factores que promueven el aban-dono de prácticas poco eficientes y negativas parala conservación, pero por regla general las organi-zaciones de conservación y desarrollo las combateno desincentivan.

Lo dicho no implica que la deforestación sea algodespreciable. Sería saludable que sus potencialescostos fuesen comparados con los beneficios de laexpansión agrícola, a los fines de establecer unordenamiento racional del territorio. Para esto, esimportante aplicar el concepto de eficiencia del usodel suelo. Los sistemas productivos modernos, aun-que frecuentemente resulten negativos para la bio-diversidad y los servicios ambientales si se los ana-liza en una escala local, pueden favorecer la conser-vación de los ecosistemas, e incluso su recupera-ción, si se consideran zonas más extensas y com-parativamente más significativas del territorio.

Asimilar estos conceptos implica revisar pers-pectivas y actitudes que están fuertemente afianza-das. La existencia largamente ignorada de la transi-ción ecológica en el noroeste argentino muestraque la espectacularidad de los árboles que se derri-ban a veces impide ver el bosque que se regenera.

Figura 14. Pieles de pumas cazados para proteger la ganadería extensiva de cabras y llamas en los nevados del Aconquija, Catamarca.

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Lecturas sugeridas

ALTRITCHER M y BOAGLIO G, 2004, ‘Distribution and relative abundance of peccaries in theArgentine Chaco: associations with human factors’, Biological Conservation, 116:217-225.

ALTRITCHER M, BOAGLIO G y PEROVIC P, 2006, ‘The decline of Jaguars Panthera oncain the Argentine Chaco’, Oryx, 40: 302-309.

GRAU A, 1985, ‘La expansión del aliso del cerro (Alnus acuminata) en el noroeste de la Argentina’,Lilloa, 36:273-289.

GRAU HR, GASPARRI NI y AIDE TM, 2005, ‘Agriculture expansion and deforestation in seasonallydry forests of north-west Argentina’, Environmental Conservation, 32:140-148.

LICHSTEIN J, GRAU HR y ARAGÓN R, 2004, ‘Recruitment limitation in secondary forests dominatedby an exotic tree’, Journal of Vegetation Science,15:721-728.

MORALES M M, VILLALBA R y BONINSEGNA J, 2005, ‘Climate, land-use and Prosopis feroxrecruitment in the Quebrada de Humahuaca’, Dendrochronologia, 22:169-174.

H Ricardo GrauPh.D. Geography, University of Colorado at

Boulder. Profesor Asociado Ecología del Paisaje,

Facultad de Ciencias Naturales, Universidad

Nacional de Tucumán.

Investigador Adjunto, CONICET.

[email protected]

Mariano M MoralesDoctor en Ciencias Biológicas, UN Córdoba.

Becario posdoctoral, CONICET.

[email protected]

www.cricyt.edu.ar

Alfredo GrauDoctor en Ciencias Naturales, Universidad de

Hamburgo, Alemania; Profesor Adjunto de

Botánica, Facultad de Ciencias Naturales, UN

Tucumán; director del Laboratorio de

Investigaciones Ecológicas de las Yungas, UNT.

[email protected]

N Ignacio GasparriIngeniero Forestal, UNLP. Becario Doctoral, CONICET.

[email protected]

Ezequiel AráozLicenciado en Ciencias Biológicas, Universidad

Nacional de Tucumán. Becario doctoral, CONICET.

[email protected]

Julieta CarillaLicenciada en Ciencias Biológicas, Universidad

Nacional de Tucumán. Becaria doctoral, CONICET.

[email protected]

Jorgelina GutiérrezBióloga, UN Córdoba; estudiante de Maestría en

Tecnología de Información Geográfica, Universidad de

Alcalá, Madrid, España.

[email protected]