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Un proceso no tan serio Dos exposiciones que obligan a asear al casa

Revista AA23

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Artículo "Esto no es tan serio - Dos exposiciones que obligan a asear la casa" de Muñozcoloma

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Un proceso notan serio

Dos exposiciones queobligan a asear al casa

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Muñozcoloma

[email protected]

Artículo aparecido en la sección «La Casa de Asterión»ESCÁNER CULTURALRevista Virtual de Arte Contemporáneo y Nuevas VanguardiasN° 135 - Abril de 2011

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Esta casa no me deja descansar, por más que lo intento seprovee de cualquier argucia sólo para sostenerme en mediode la desesperación (por ejemplo). Ni en mis sueños puedoestar tranquilo porque se me aparecen personajes, digamos,inapropiados para la calma una y otra vez, y mis despertaresson terribles, es cosa de recordar el último, cuando ese locoquijotesco me tenía atado con bandas elásticas y me queríaquemar con kerosene. Y para peor esta casa no deja queme despegue de ella, soy su prisionero, pero pienso (muydistraídamente) que ella sufre lo mismo, porque estáadherida, desde hace mucho tiempo, y en contra de suvoluntad, a esta ciudad gris (que lo es) y son estériles todos

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sus intentos por volver a la geografía de la nada, y entrenosotros tengo que confesar que me alegro que sufra,aunque sea en parte, el desgarro del deseo.

Con el paso del tiempo me doy cuenta de que eso de que tuenemigo sufra te puede hacer feliz no va conmigo, yo aspiroa la felicidad sin ningún precio, quizás a la fácil, a la cobarde,a la que está a la vuelta de la esquina, a la irreal, a la traidora.Es que cuando se vive en la inopia total cualquier atisbo deno dolor se convierte en un elemento acogedor. La calma,cómo la deseo, la busco, pero lejos de hallarla esta prisiónse esfuerza en promover la intranquilidad, y yo ya no doymás, es así que en un acto que avergonzaría a cualquiersoldado (excepto a ese que huyó a Inglaterra), me parapetoen la pieza del fondo, en la pequeña, sólo para estar sentadoen el piso, respirando y sintiendo mi cuerpo (que cada díaestá más débil).

Luego de horas, quizás días (definitivamente no tieneimportancia), abro la puerta lentamente intentando escucharalgo, como para asegurarme que nadie pasea en lashabitaciones, lo que menos quiero es encontrarme con algúnfantasma/personaje que quiera conversar, porque hoy nadame interesa. El silencio es denso, abrumador, así queconfiado decido salir de escondite. La calma, como siempre,me dura casi nada, al contemplar las habitaciones mepercato que la casa se ha reconfigurado nuevamente comoun objeto, como un dispositivo. Siempre lo hace por algúnpropósito muy lejos de mi conveniencia, para que yo hablecon alguien, hable de alguien o de algo, pero esta vez seréimplacable, nada me convencerá, sólo tengo que cruzar el

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pasillo para llegar al cuarto de los atriles y no salir por unbuen tiempo, allá nunca pasa nada.

Respiro profundamente, y me repito íntimamente, queaunque algo me llame la atención no pararé y caminaré contranco seguro (esta vez será). El recorrido es brutal esepasillo esta infestado de objetos que aturden (como las«Pesadillas» de Goya). Máscaras de corderos, de lobos,maletas de viajeros que vienen del recuerdo, colores,jarrones, cascos, dibujos, pinturas de personajesdesconocidos, basura, arquitecturas improbables, grabados,un vaso, que en un acto reflejo lo cojo con mi manoizquierda… son cientos, miles de objetos que amontonadosen el pasillo no me dejan avanzar en mi intento, como sicaminara en la nieve, cada paso tiene un costo deproporciones casi épicas, y la maldita puerta de la habitaciónde los atriles se aleja cada vez más. Luego de innumerables,infinitos intentos logro llegar a mi objetivo, pero la desazónllega a su clímax al darme cuenta que fuera de ella hay unletrero que dice «Proceso», cuestión que me asusta y al abrirla puerta, mi temor se hace realidad, la habitación de losatriles ya no existe, hay otra ocupando su lugar, otra llenafotografías pequeñas colmando las paredes, el techo y elpiso, y en medio de ella una mesita pequeña con un ceniceroy un jarro con chuflay (léase trago hecho con aguardiente ygaseosa frutal originario de Hualqui). Sospecharán que tantoluchar en contra de los elementos la sed se ha instalado enmi, cierro la puerta y me percato que por dentro hay otrocartel, éste tiene impreso la frase «Esto no es tan serio».Esta casa me la hizo nuevamente, así que me entrego a ella

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resignado, saco los letreros, me siento en el portal, enciendoun cigarrillo y comienzo a beber… allá vamos otra vez.

Las coincidencias

Sin dudas existen coincidencias inverosímiles, no son muchaslas dignas de mencionar, pero ésta, a lo menos, llama laatención. Concepción (Chile) es una ciudad que vive delrecuerdo (patéticamente muchas veces) de un pasadocultural casi mitológico, allá (lejos) en la memoria seencuentra el archivo de la nostalgia, historias del TUC(Compañía de Teatro de la Universidad de Concepción), deescritores de pluma versátil, de artistas que subvertían lanoche con su bohemia y que hoy, si es que existen (¡síexisten!) se encuentran invisibilizados por la apatía y por laoferta cultural del espectáculo nimio que ofrece el mercado…no obstante, también los que nos dedicamos a estasprácticas tenemos responsabilidad, sin dudas. En esecontexto llama la atención que al mismo tiempo se realicendos exposiciones visuales fuera del circuito oficial del arte yde las galerías particularmente. «Esto no es tan serio» y«Proceso» se han instalado apropiándose de casasparticulares, una en el centro de la ciudad y la otra en el borde,en la periferia (aunque Moreno Krauss insista que no es así).

Lo que viene a continuación se encuentra muy lejos del rigorestético o de la academia, sólo propongo un par deimpresiones (un poco cursis… así ando últimamente) sobrelas exposiciones y más que otra cosa las quiero visibilizar eneste texto para denotar su relación en lo que se refiere a

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dinamizar y poner en tensión el circuito oficial del arte en laciudad de Concepción desde diferentes trincheras.

Esto no es tan serio

Calle Tucapel

Esta exposición es la que se encuentra en el centro de laciudad, para esta muestra (financiada por el Fondart) searrendó una gran casa en calle Tucapel, la cual fuemodificada y preparada ad hoc para que contuviera la ideade las gestoras de la muestra, Camila Salazar y ConstanzaHermosilla, las cuales también forman parte de losexpositores, junto a Carola Aravena, Carlo Camin, CarlosVergara y Valentina Utz. Tengo que confesar, y se me nota,que soy un tipo prejuicioso, particularmente porque descreo

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de algunas intencionalidades con respecto al arte y a lacultura cuando proviene de la institucionalidad, de proyectosfinanciados por el Estado, de las clases dominantes, así esque en un ejercicio sin poco mérito intenté sustraerme deesas condicionantes cuando fui a ver la muestra. Como acualquier persona me gustaron algunas cosas y otras notanto, no obstante mis temores del «mito sarmientino» dealimentar al pueblo con cultura traída y pensada por las clasesaltas se desvaneció cuando me enfrenté a las explicacionesvisuales y escritas del por qué realizaban un ejercicio de estetipo.

Primero que todo, la ubicación es un punto significativo parael proyecto, no es casualidad que hayan pensado en el centropara hacer emerger esta idea, como declaran en su catálogo«Mediante ella [la exposición], nos hemos propuesto

promover el diálogo entre el arte contemporáneo penquista

y los habitantes de Concepción de manera abierta y fluida:

sin dirigirnos a un determinado tipo de público muy experto

en la materia y sin esperar de éste una postura grave o

seria.» Por esta razón eligieron una ubicación tan central yfuncional, esta muestra tiene un promedio de visitas de 90personas al día aproximadamente (comprobado por estedescreído). Sin lugar a dudas, los visitantes (la mayoría)están muy lejos de ser del mundillo del arte, por lo generalson personas que se tropiezan con la casa y les llama laatención que una pizarrita en el exterior invite a visitarla, enella ofertan que es absolutamente gratis, así van estudiantesque hacen la cimarra (rateada), trabajadores/as que lesqueda algo de tiempo en su hora de almuerzo, personas queno les asustan los efectos secundarios, etc.

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De esta manera intentan subvertir el centro, no sólo de laciudad sino del circuito oficial del arte, aunque yo diría quesi bien la idea es tremendamente deseable, el resultado seencuentra más bien contenido en la casa, más que en laapropiación de ésta como fenómeno irruptor que permitaampliar la oferta cultural de la ciudad de Concepción. En elcatálogo de esta exposición aparecen cifras que aunque nosorprenden (a los que vivimos en la carencia) sonalarmantes, los datos basados en la Encuesta de ConsumoCultural del INE (Instituto Nacional de Estadística) señalanque el 62.4% de los habitantes de la Región del Bío Bío (dondela ciudad de Concepción es la capital) afirma que no cuentacon una sala de exposiciones en su comuna, 8 puntos sobrela media nacional. Un 48.2 % señala que no cuenta con algúncentro cultural cerca (11.3 puntos sobre la media nacional),un 70.7% manifiesta que no cuenta con una sala de teatro(18.5 puntos sobre la media). El 57.3% en los últimos 12meses no leyó un solo libro, el 68% no visitó ningunaexposición de artes visuales y el 70.3% no anduvo ni cerca

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de una sala de teatro. Bajo esos fríos números (más gélidosque de costumbre) se instala esta muestra con el fin deaportar, aunque sea un poco, en romper con la lánguidarutina de los ciudadanos de la ciudad que como todo el paísvive pendiente del espectáculo cultural que ofrecen losmedios a través de realitys o esa desenfrenada idea de losprogramas de imitadores donde se presenta la perversa ideade ser «otro» y peor aún de no ser uno mismo, por ejemplo…la vacuidad más seca y potente… en fin, la ecuación funcionaa las mil maravillas… mientras más personas piensen menosmás controlables son… ¡viva el mercado!

Ahora bien, esta casa muy poco acogedora en el sentido delo hogareño y que se acerca más a un lugar apropiado paramontar una consulta médica, y que funciona comodispositivo, según yo, alberga en sus habitacionespropuestas plásticas bastantes heterogéneas, donde seprivilegia la preponderancia de la visualidad por sobre elconcepto, según sus gestoras para desmarcarse de esatendencia que de algunos se ha apropiado, la de teorizar enexceso minimizando la obra o reduciéndola, y para peor conun lenguaje rebuscado y lleno detecnicismos…»afrancesamiento» diría un teórico de losEstudios Culturales.

Haciendo una especie de recorrido geográfico lógico (aunqueno tenga cabida), señalaré grosso modo que encontré enella:

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Carlo Camín

Es lo primero que uno encuentra al ingresar a esta casa,descontando el letrero kitsch hecho con flores plásticas debienvenida que dice «HOLA» y que se inserta perfectamentecon la obra de este artista que está compuesta por una seriede maletas llenas de colores estridentes que nos retrotraena viajes de colonizadores, gestando, como él señala, un crucecon lo italiano (algo sé de eso), particularmente con losenvoltorios de dulces de su abuela proveniente de lapenínsula que están rerpoducidos en estos objetos. Esjustamente ahí donde se produce una fractura con la síntesisque se intenta, porque sin duda la inmigraciónnecesariamente genera sujetos descentrados que secaracterizan por la incapacidad de sintetizar las prácticas deambas culturas a las que se ven enfrentados, es decir, vivencon un pie en cada territorio generando una heterogeneidadno dialéctica y aunque puedan administrar las nuevasprácticas simbólicas vivirán siempre en esa dualidad quepuede ser visibilizada en la nostalgia y en el apego a lascostumbres que «quedaron» atrás y que se intentan replicaren este nuevo territorio. Arriba de esas valijas una serie deobjetos colgados y pintados que para mi gusto si no hubiesenestado en nada reducirían la potencia de las maletas. Tengoque señalar que cuando las vi me imaginé de inmediato auna serie de Pedros Lemebel vestidos de novia subiendo aun tren Camp (concepto de Susan Sontag) con las valijas ensus manos.

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Valentina Utz

Esta artista tiene una propuesta diferente al resto, su trabajoestá enmarcado en lo audiovisual. En una pequeña sala sepresentan tres videos (cíclicos) de su trabajo realizados enel presente año, estos son: «Santa Clara» (5’ 27"),«Cochrane con Serrano» (2’ 50") y «Colo Colo con O’Higgins»(4’ 38"). Los videos presentan a la artista en su trabajo,particularmente, con la basura. Si bien todos estos ejerciciostienen un común denominador que es el despojoencontrado, el deshecho, amparado en el caos que en unaespecie de obsesión y compulsividad la artista intervieneordenándolo. Como ella manifiesta, estos descubrimientoslos realiza en sus recorridos habituales por la cuidad, por elflujo, dejándose sorprender por lo que habitualmente pasainadvertido o, definitivamente, no queremos ver, la fracturadel territorio.

Su manera de crear nuevas significaciones geográficas(digamos) se basa en este orden, este orden artificial queintenta controlar y definir bajo ciertas «estéticas» todos los

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elementos que se han elegido en una acto que se rige,particularmente por el descarte. Al descartar elementosnecesariamente nos quedamos con algunos a través de laelección. Lo peligroso de este tipo de obra, y particularmentede su discurso es que no se presenta la obra geográfica(evidentemente por las condiciones), sino como es desuponer el registro de ella, fragmentado el discurso en dos:el video con su propio lenguaje y carga técnica y lo queaparece en él, donde no siempre se potencian estas manerasde presentación. No obstante, según mi ojo (que no es comopara confiar en él) en «Colo Colo con O’Higgins» es dondese produce la simbiosis deseada, donde le registro y loregistrado (contenido y continente si usted prefiere) sefunden en una obra visual total.

Camila Salazar

Uno entra en la habitación donde cuelgan los cuadros deesta artista y lo primero que ve es un retrato de unmuchacho lleno de espinillas que con sus lentes bicoloresinquieta a cualquiera. Esta es parte de una serie de retratosque a simple vista pareciera que están hechos, por lo menosen el dibujo, con una proyector multimedia (y es así), y enlos que uno puede encontrar, lo que se pretende con este

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trabajo, por una parte la declaración de que estas obras noson más que apuntes como herramientas para la memoria,al más puro estilo de lo que planteaba Platón con respecto ala escritura: uno escribe para olvidar, y es así, pareciera queuna vez pintados estos personajes dejan de ser ellos mismospara transformarse en un punto recurrente para visitar cadavez que sea necesario, quizás por el puro ejercicio de olvidarlo que nos intranquiliza, como señala la artista al citar aBarthes (en el próximo artículo se viene el caballero) y q supunctum, a esa aglomeración de elementos que trasquilanla serenidad.

Estos personajes se presentan inmediatamente comoficticios, como ajenos a la realidad en que solemos transitar,y es así porque Salazar no hace otra cosa que navegar ahí,donde la saturación de la imagen ya no da más (de seguroque sí), en la Web donde «rescata» el drama de laimpersonalidad «robando» imágenes que a ella, de seguro,la inquietan reestructurándolas sólo para traspasarnos supropia inquietud… y lo logra. Es decir, si había un doblediscurso en el trabajo de Utz, en el de Salazar existe una dobleapropiación.

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Constanza Hermosilla

Llama la atención que la serie que presenta esta artista sebasa fundamentalmente en la ausencia, en el despoblado,donde el edificio de aulas de la Universidad de Concepciónconocido como «El Plato» es el protagonista. Pero ese queaparece en la obra no es el edificio, los que hemos tenido laoportunidad de verlo en vivo y en directo podríamos decirinmediatamente que eso, lo que se representa, no tiene nadaque ver con «El Plato», que falta el concepto tiempo en él, loutilizado, el gasto. En las imágenes presentadas se muestraun edificio ficticio, un pretexto diría yo para un ejerciciocromático bidimensional, donde los colores «pasteles»(colores Disney diría Eduardo Meissner… ¿cómo estará él?)son los que configuran las obras, esta misma gama cromáticaes la que hace que lo representado tenga ese espírituaséptico y aislado otorgándole un sentido de irrealidadmayor, donde pareciera que el tiempo sólo ha hecho mellaen la obra y no en la estructura, otorgándole cierta dignidad.

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Carola Aravena

Pequeñas, sin pretensiones, son las obras de esta artista.Sin dudas sus dibujos viven en la dicotomía del ejercicio comoobra acabada y como bocetos para otras ideas. Existe enella una pulcritud de revista de tendencias, donde personajesque viven en ella surgen de la fantasía o del absurdo. Es ellamisma la que declara que su «imaginario personal está

poblado de situaciones y personajes delirantes extraídos o

inspirados en ámbitos pertenecientes a nuestra cultura visual

con el simple objetivo de concebir una narrativa liberada de

cualquier normativa o significación establecida». Noobstante para mi no sólo se encuentra esta narrativa en cadauno de los papeles dibujados sino que se puede descubrir,fundamentalmente en la manera en que están presentados

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al espectador, la manera de colgarlos, la manera de curarlos,la manera de estructurarlos, ahí es donde se produce lasíntesis, es ahí justamente donde las obras dejan de serelementos por separado dando paso a ese fenómenollamado suprasumatividad, tan buscado y rebuscado porcasi todos los artistas que en muchos casos dejan de lado,sin sospechar el daño que producen, me refiero al «cómo»organizar sus propias obras para que el todo sea losignificativo.

Carlos Vergara

La última sala es la que contiene el drama, mi propio drama,porque al enfrentarme a las obras de Vergara recuerdo quesoy un viejo patético. Patético y ochenteno (¡qué horror!).Es justamente por eso que su obra me llegó de una maneraespecial, ya que él rescata, primero que todo una técnicamuy propia de los estudiantes de arte de este sur, laxilografía. En ella el artista se mueve como pez en el agua,con un oficio que emerge por todos lados, además bajo lapremisa de que esta exposición está orientada a todo tiempode público presenta no sólo las obras, sino que también «lostacos» matrices que generan la obra, amalgamando unefecto casi didáctico.

Acá hay romanticismo, particularmente por el oficio delgrabador y de la materialidad, es la madera lo que le da a laobra la riqueza visual que presenta en figuras muchas vecesingenuas y con muchos cruces culturales que generan unamultiplicidad de discursos y que en ningún caso se estorban,

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al contrario se potencian. Tengo que confesar que luego dever estos grabados me dieron ganas de ver Mazinger Z.

Extracto de entrevista a Camila Salazar

¿Por qué realizar este proyecto en el centro de la ciudad?

Es difícil mover al público penquista de sus lugares detránsito habitual. Tenía que ser un lugar muy céntrico por elque circule mucha gente para que el acceso sea fácil.

¿Buscan generar un circuito alternativo al oficial o intentan

insertarse en el «establishment» del arte penquista?

Queremos generar un circuito nuevo, más que alternativo,diferente, uno que ocupe otros espacios y que se relacionecon la comunidad de diferente modo. Nos gusta mucho quela muestra sea reconocida por el establishment, como lo

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llamas, pero a la vez nos diferenciamos de éste en nuestrasestrategias. Aspiramos a llegar a un público más amplio. Unavez alguien describió nuestra exposición como muy popera,y es cierto.  

¿No piensan que el deseo de «llevar» el arte a la gente en

general (suponiendo que es lo que quieren) puede generar

una espiritualización del arte, como el sueño sarmientino

del S. XIX, eso de llevar la cultura al pueblo, desde la clase

letrada?

Hablamos de esto en uno de los textos de la muestra queaparecen en la Web (www.estonoestanserio.com). Nuestroobjetivo es que la exposición sea visitada por la mayorcantidad de penquistas. Sin embargo, no lo hacemos enforma de producto cultural para las masas, no hemossimplificado los contenidos, no somos condescendientes conlos espectadores, pero sí adaptamos los lenguajes, para quepuedan ser comprendido por un universo más amplio depersonas. Esta muestra busca superar en cierta forma lapolarización entre cultura para el pueblo y alta cultura. Nohacemos arte para intelectuales y expertos, ni para la señorade la esquina, más bien pretendemos hacer un arte que tengadistintos niveles de lectura, que pueda ser analizado de laforma más intelectual, pero que también pueda serapreciado por cualquier persona desde su sentido del gusto,desde su sensibilidad.  

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Aparte de la muestra en sí (las obras) piensas que existe una

apropiación del territorio (léase la casa)... ¿existe

intencionalidad en ello, ver la casa como una obra, como

un dispositivo que subvierte a la ciudad?

Más que ver la casa como una obra, la vemos como unespacio que se ajusta a las necesidades de la muestra. Muchagente puede no entrar a las galerías o al museo, pero si va aentrar a una casa que le llama la atención. La casa, además,por su diseño, nos permite tener diferentes salas, una paracada artista, es más un circuito recorrible. Mucho de ladecoración también alude a lo hogareño, pues tambiénqueremos que este sea percibido como un espacio acogedor.La casa como objeto y como idea en este caso se relacionaprofundamente con el sentido de la exposición, entoncesclaro, como dices, la apropiación del territorio sería unelemento fundamental en la configuración de la muestra,tan fundamental como las obras que se exponen. 

¿Reinstalar la visualidad es una manera de poner en tensión

lo conceptual o performático que se ha desarrollado en

Concepción últimamente?

Creemos que lo conceptual y performático que se hadesarrollado en «Conce» ha alejado al ciudadano promediode las artes visuales, pues no posee herramientas parapoder relacionarse con esos lenguajes. Las personas nopueden entender un discurso contemporáneo, pero sipueden entender una imagen. Creémos que es el primerpaso para que las personas puedan desarrollar una cultura

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visual y empezar a incorporar los discursos de las artesvisuales.

 Qué te pareció la exposición del Colectivo La Quinta Pata...

ellos, al igual que ustedes, se han apropiado de un lugar,

pero periférico... ¿qué te parece?

Nos parece fantástico que realizar una exposición no tomemás que mover algunas cosas del living e invitar a gente acompartir. Es un lugar periférico, a diferencia de nuestramuestra, los asistentes a la inauguración eran carasconocidas de la escena local, a diferencia de lo que ocurrióen la de «Esto no es tan serio», pero tiene que ver con lomismo, con exponer, hacer cosas, conversar, saltarsealgunos protocolos establecidos como «para inaugurar unaexposición hay que hacer a, b, y c» que frenan el desarrollode la cultura como algo orgánico, espontáneo…

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Proceso

Calle Colo Colo

Jorge Luis Borges tiene un cuento (creo, si no es así quieredecir que lo soñé… pleonasmo borgiano) que habla de unsecreto y de una aldea. En ella vivían personas que sufríanpor conocer «el secreto» que se escondía fuera de ella, peronadie, por cobardía u otros motivos se atrevía a salir delterritorio en busca de él. Hasta que un día un aborigen(digamos) decide tomar el riesgo y parte. Luego de añosvuelve a la aldea, todos se sorprenden y se alegran, lo rodeany el jefe de la tribu le pregunta por el secreto, de qué se trata.Él señala inmediatamente que, obviamente, no puede decirde qué se trata el secreto por ser, justamente, un secreto,pero que no se preocupen tanto por él, ya que no tieneninguna importancia. Lo realmente importante fue el caminoque tuvo que recorrer para descubrirlo.

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Ese riesgo, el del aventurero es el que han asumido estosfotógrafos en su muestra, porque se han preocupado demostrar eso inmostrable, eso que ellos llaman«descartable», las imágenes que van quedando en el camino.Ellos justamente han apostado por el tránsito en la ruta,como punto central y final (aunque suene contradictorio).Como ellos señalan «Esta exposición pretende mostrar sin

temor estas aproximaciones preliminares que generalmente

se transforman en una gran cantidad de fotografías

descartadas que nadie ve, pero que son vitales para fijar la

ruta a seguir, para ir dotando poco a poco de sentido a

nuestras imágenes».

Esta exposición es una bofetada a la institucionalidad,justamente por el tratamiento de la curaduría, que ofreceno sólo trabajos «no terminados» sino que también la sumade ellos conforma un corpus, un ordenamiento rizomático(perdón Don Deleuze) que ofrece la potencia de rutasinfinitas.

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El público, a mí parecer, que potencialmente visita estamuestra está mucho más ligado al arte de lo que se piensa ode lo que es la gente que se encuentra con «Esto no es tanserio». Y debe ser porque su ubicación se encuentra fuerade los límites que yo considero «centro» de la ciudad, estámás allá de la zanja que genera la calle Carrera con su flujo,así su ubicación no tiene la potencia del paseo, sino la deltrayecto, que para visitarla hay que dirigirseconscientemente hacia allá. No obstante, lo doméstico, loesperado por ambas muestras, es mucho más potente enésta, donde la misma construcción no es para nada aséptica,sino que se trata de la clásica casa del barrio antiguo de laciudad, y en su living-comedor se encuentran colgadas sieteseries de 20 fotografías cada una, realizadas por el ColectivoFotográfico La Quinta Pata. Se han puesto de acuerdo paraque cada expositor elija 20 fotografías de alguna serie, sinterminar, que se encuentren en el camino hacia alguna parte.Además, el tamaño de las fotografías es bastante impropio(10 x 15 cm.) como para una exposición en el circuito oficialy éstas se presentan con marcos de esos que uno encuentraen las tiendas chinas o supermercados, aumentando elcarácter doméstico del Proceso, señalando al mismo tiempoque cuando la carencia se hace presente la textura global deuna muestra bien armada la absorbe naturalmente y le sacaprovecho.

Los fotógrafos participantes son:

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Claudio Quiroz

Su serie titulada «Silencio de redonda con calderón» es comoun golpe a la tecla pause de los equipos que reproducenvideos. En ella aparecen personajes en medio de ejerciciosmusicales, donde la fuerza de la imagen (aparte de lascuestiones técnicas, de las que no hablaré en este artículo)se genera en el silencio que ofrece, en esa ausencia de sonidoque invita/obliga a imaginar o poner una banda sonora a cadauna de las fotografías que conforman la obra, por el simplehecho de que no estamos ya dispuestos a vivir en el silencio,la dinámica del mercado nos ha obligado a extrañar el ruido,aunque éste sea la música (de cualquier tipo), somos adictosa él. No obstante, uno puede perdonarle el silencio a estasfotos porque a la larga ellas se transforman en un grito.

Héctor Pavés

Presenta una serie titulada «Jardines, catastro delabandono» en la cual se trae al marco una naturaleza quese abre paso, y más que abandono, en el sentido de lacatástrofe, pareciera que su obra registra una oportunidadpara la barbarie de volver a poblar el desierto que ha sidoreestructurado con simulacros de la naturaleza, estériles ytan precisos que el mismo orden es el que los aleja de lo

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natural. Además el autor se ha preocupado de presentareste trabajo como un solo registro, como si existiera sólo unpaisaje real que se repite una y otra vez, no sólo en lafragmentación colgada en la pared sino en el exterior… en lageografía.

Alejandro Valencia

«Evasión» se titula su serie y sugiere la dicotomía humano/naturaleza, donde la técnica fotográfica resulta una especiade mediadora entre estas dos entidades, formando unaunidad. Una vuelta a lo primigenio, donde todo era uno,donde la naturaleza y el despoblado invadían todo, muy lejosde la planificación de crecimiento, de la demografía, de laconstrucción, de lo urbano, de la ciudad que es vista desdelejos, fuera de ella. Como señala el autor «El objetivo de

volver al origen…interactuar armónicamente con el contexto

y escapar de la urbanización que permanentemente está

presente».

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Hernán Ascui

En «trayecto Pampa» se hace presente la oportunidad queofrece el horizonte, tanto como la oportunidad que ofrecela noche, la oscuridad, en esta serie de fotos la carretera,seguramente la de Jack Kerouac, esa infinita donde todocabe. Son esos extensos paisajes apretados por la oscuridadlo que llama la atención de este trabajo. Este paisaje que serepite una y otra vez nos sugiere además que un rito, unoindeterminado, pero que está formateado por el tiempoatávico, por ese del eterno retorno… en fin un ida y vuelta.

Gustavo Burgos

En «Despuntes» podemos apreciar una ciudad (o varias) queexiste fuera de lo que nosotros podríamos delimitar con la

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mirada y que nos recuerda que donde existe una ciudad hayotra, y encima de ella otra más y así sucesivamente,conformando un palimpsesto de campos simbólicos yvisuales diferentes, cada uno con sus estéticas y políticaspropias, dejando intersticios por donde, con la pequeñezde nuestra mirada, podemos generar la ciudad quehabitamos, deseamos, queremos, sufrimos, imaginamos,detestamos, etc. El autor hace patente con la verticalidad laeclosión que tienen las construcciones de las ciudades y quese encuentran muy lejos de nuestra materialidad másinmediata. Acá lo urbano ahoga y libera.

María José Mendoza

La emergencia del perro callejero, el mestizo, ese llamado«quiltro» en este país, es uno de los elementos máspeligrosos para lo que busca el sistema, que nace de esanecesidad de uniformar, de clasificar para poder definir…para poder controlar. En la serie «Perros de la calle (y otrosno)» se puede apreciar esto, la subversión, lo que ofrece

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una jauría muchas veces distraída al lente y que vive su vidaen la intemperie, en el borde (la mayoría), allí donde la calleno es la libertad romántica sino que es la realidad seca, singlamour, donde se encuentra la resistencia, lacontrahegemonía (nunca me olvido de ti San Gramsci). Estosanimales fueron capturados tanto en recorridos habituales,como forzados. Hoy se encuentran como nunca, encerradosen marcos precisos, y ordenados simétricamente,generando una tensión brutal entre ellos transformados entrama simbólica y su víctima, la homogeneidad… el control.

Mario Moreno

La serie «Retratos forzados» busca algo que a mí mesorprendió, busca (y lo declara su autor) la ausencia «que

es justo lo contrario de la fotografía – escribir con luz.» Asícuando uno se enfrenta a esta serie se enfrenta, más que afiguras reconocibles, a trozos de cuerpos que, de seguro,han sufrido el rigor de la inmovilidad y de la incomodidad,sólo para justificar y recordar(nos) (y de buena manera) quela potencia del arte no se encuentra en las respuestas quepueda ofrecer sino en los cuestionamiento e indecisionesque pueda generar, es justamente el misterio que provocala sombra lo que nos transporta a esa tierra mítica, a la de la

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infancia, donde se da la posibilidad de jugar para descubriry así poder imaginar.

Extracto de entrevista a Mario Moreno Krauss

¿Por qué exponen en la casa?

Exponemos aquí por varias razones, por ejemplo por lacercanía de Álvaro (Alperoa… sí el mismo) con Héctor Pavéslo que provocó la conversación y posterior invitación aexponer en este «espacio distinto». Por otro lado nospareció, como colectivo, que para nuestra 1era exposiciónera mucho más adecuado exponer aquí – en el living de unacasa- que en una galería formal, de hecho nos invitaron aexponer en enero en la Sala del Museo de Bellas Artes delmall Plaza del Trébol, pero lo rechazamos por el apuro delas fechas entre otras cosas.

Aparte de la muestra en sí (las obras) piensas que existe una

apropiación del territorio (léase la casa)... ¿existe

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intencionalidad en ello, ver la casa como una obra, como

un dispositivo que subvierte a la ciudad?

Creo que la intención es acercar los espacios expositivos a lagente y a los «artistas» para un uso cotidiano, desacralizado.

¿Cuáles fueron los criterios de la curaduría?

Cada uno de los integrantes del colectivo presentó unproceso individual, pero que quedara dentro de esteconcepto de proceso y el cuerpo fotográfico fue expuestoante todos los miembros del colectivo para ver si cabíadentro del mismo concepto. Por lo tanto el criterio queprevaleció fue el de cada uno.

¿Qué te pareció la exposición «Esto no es tan serio»... ellos,

al igual que ustedes, se han apropiado de un lugar, pero

céntrico... qué te parece?

No vi «Esto no es tan serio». En todo caso me parece queellos sí [a propósito que yo insisto que Proceso se encuentraen la periferia] que están en pleno centro, lo que nos une esque se apropiaron de una casa al igual que nosotros y esoes interesante pues en Concepción hay alrededor de unadocena de lugares «formales» para exponer. Esto abre másposibilidades, eso siempre es bueno.

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¿Existen salas, en este Concepción, para exponer fotografías

en esos formatos (10 x 15 cm)?

No, las salas pocas veces exponen fotografías y cuando lasexponen lo hacen en formatos más grandes, 20 x 30 cm.por lo menos.

¿Desean íntimamente invadir el centro, el «establisment»

del arte penquista?

Deseo íntimamente invadir todo Concepción, todo Chile ytodo el planeta con fotografías. Trabajo con gente que noestá en el «circuito» y tampoco el Colectivo es parte delcircuito por lo que si aparezco o aparecemos en cualquierpunto de Concepción la «invasión», la amenaza estáplantada.

En fin

Estas dos muestras poseen algo más de lo que proponen,sin querer (o queriendo) generan una simbiosis deseada,esa de irrumpir y fracturar la dinámica de la ciudadproponiendo nuevos espacios para el arte, y aunque apuntan(a mi entender) a públicos totalmente diferentes ambas,desde su trinchera, nos señalan que ante la urgencia del arteno hay que esperar que el circuito oficial tienda la mano,sino que hay que comenzar de inmediato a asear la casa.

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Si bien estas dos exposiciones promueven el relajo y el riesgocon sus propuestas están muy lejos de ser un proceso o pocoserias, muy por el contrario, la seriedad que tiene cada unade ellas se encuentra en el rigor que poseen, en la pocapretensión de sus intenciones, en la desacralización, en eldescentramiento, en la honestidad más brutal (como señalaCalamaro).

Fuentes:

· Entrevista a Camila Salazar. Abril 13 de 2011.· Entrevista a Mario moreno Krauss. Abril 10 de 2011.· Catálogo exposición «Esto no es tan serio».· Catálogo-postal exposición «Proceso».· Sontag, Susan. «Contra la interpretación» (Traductor: Horacio

Vásquez Rial). Editorial Alfaguara. 1996. Buenos Aires.

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