11
LA JUSTICIA EN LA ERA DE LA COMUNICACIÓN Autor: Dr. Héctor Ruiz Núñez * Hace un tiempo el prestigioso semanario inglés The Economist publicó un extenso informe sobre Argentina que incluyó este comenta- rio, textual: "Argentina es probablemente el único país del mundo donde los periodistas son más creíbles que los jueces". Hay un parámetro razonablemente indicativo de la percepción que la sociedad tiene de la justicia. Son las encuestas de credibilidad que realizan periódicamente distintas encuestadoras, en especial Gallup. Desde la restauración democrática, el Poder Judicial ha ido perdiendo imagen pública de una manera sostenida, en un rango mayor que cual- quier otra institución. En el año 1984 gozaba de un 57% de confianza, en 1995, de un 26%, en el año 2000, de un 15%, y en la última medi- ción apenas llegaba a un 8% 1 . En el mismo periodo, la prensa mantu- vo un nivel de credibilidad de entre el 42 y 53%. Es frecuente que los hombres de la Justicia protesten contra el resultado de estas mediciones argumentando que son injustas. Y tie- nen razón. La gran pregunta es si en un mundo donde son tan podero- sos los medios y la opinión pública, debe actuarse sobre la realidad o sobre la percepción de la realidad que tenga la sociedad. La respuesta a esta cuestión la aporta el famoso ´teorema de Thomas´: "Si las per- sonas definen las situaciones como reales, (no importa si esas situacio- nes son falsas) son reales en sus consecuencias” 2 . La aparición de los medios de comunicación masiva, con su capa- cidad para uniformar criterios, anular individualidades e inducir compor- Colegio de Magistrados y Funcionarios de la Provincia de Buenos Aires 30 Colegio de Magistrados y Funcionarios de la Provincia de Buenos Aires 31 * Economista y periodista especializado en temas políticos y judiciales 1 Encuestas periódicas Gallup. Indice de confianza en la Justicia (ICJ) del Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia (Fores), la Escuela de Derecho de la Universidad Torcuato Di Tella y la Fundación Libertad, noviembre 2005 (según editorial La Nación “escándalos en la Justicia” 20 marzo 2006) 2 Expresión acuñada por el sociólogo Robert Merton en referencia a la tesis del sociólogo William Isaac Thomas

Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Periodismo Judicial en la Argentina. Clase 1 de la diplomatura dictada por el centro Ruiz Nuñez

Citation preview

Page 1: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

LA JUSTICIA EN LA ERA DE LA COMUNICACIÓNAutor: Dr. Héctor Ruiz Núñez*

Hace un tiempo el prestigioso semanario inglés The Economistpublicó un extenso informe sobre Argentina que incluyó este comenta-rio, textual: "Argentina es probablemente el único país del mundodonde los periodistas son más creíbles que los jueces".

Hay un parámetro razonablemente indicativo de la percepción quela sociedad tiene de la justicia. Son las encuestas de credibilidad querealizan periódicamente distintas encuestadoras, en especial Gallup.Desde la restauración democrática, el Poder Judicial ha ido perdiendoimagen pública de una manera sostenida, en un rango mayor que cual-quier otra institución. En el año 1984 gozaba de un 57% de confianza,en 1995, de un 26%, en el año 2000, de un 15%, y en la última medi-ción apenas llegaba a un 8%1. En el mismo periodo, la prensa mantu-vo un nivel de credibilidad de entre el 42 y 53%.

Es frecuente que los hombres de la Justicia protesten contra elresultado de estas mediciones argumentando que son injustas. Y tie-nen razón. La gran pregunta es si en un mundo donde son tan podero-sos los medios y la opinión pública, debe actuarse sobre la realidad osobre la percepción de la realidad que tenga la sociedad. La respuestaa esta cuestión la aporta el famoso ´teorema de Thomas´: "Si las per-sonas definen las situaciones como reales, (no importa si esas situacio-nes son falsas) son reales en sus consecuencias” 2.

La aparición de los medios de comunicación masiva, con su capa-cidad para uniformar criterios, anular individualidades e inducir compor-

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires30 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 31

* Economista y periodista especializado en temas políticos y judiciales1 Encuestas periódicas Gallup. Indice de confianza en la Justicia (ICJ) del Foro de Estudiossobre la Administración de Justicia (Fores), la Escuela de Derecho de la Universidad TorcuatoDi Tella y la Fundación Libertad, noviembre 2005 (según editorial La Nación “escándalos en laJusticia” 20 marzo 2006)2 Expresión acuñada por el sociólogo Robert Merton en referencia a la tesis del sociólogoWilliam Isaac Thomas

Page 2: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

tamientos, es el acontecimiento más importante de la era moderna. Enla actualidad, cualquier estudio de comportamiento social debe conte-ner, como ingrediente insoslayable, la omnipresencia de los medios enla vida de un porcentaje cada vez más alto de personas.

Los profesionales del Derecho, especialmente los miembros delPoder Judicial, deben asimilar esta realidad: admitir que se han conver-tido en actores en el escenario del teatro mediático, aunque les pese, ysus acciones son observadas, analizadas, criticadas y mediatizadashacia el gran público. Aquel ámbito recoleto de Tribunales donde todoera discreción y reserva, donde los magistrados hablaban exclusiva-mente por sus sentencias, ya forma parte de una época que se despi-de. El interés de los medios de comunicación en las cuestiones judicia-les y su influencia, reconocida o no, en muchas acciones y decisionesde fiscales y magistrados, han producido, en algunos casos resonan-tes, una verdadera co-administración de Justicia. Quienes desconoz-can esta realidad podrán refugiarse durante un tiempo en el refunfuñonostálgico junto a sus pares de pensamiento análogo, como en unaespecie de onanismo grupal, pero cada vez estarán más distanciadosde la sociedad. El planteo sensato no es cerrar los ojos, sino abrirlosbien, analizar la nueva situación, y plasmar una nueva administraciónde Justicia que se adecue a los tiempos.

La relación entre la Justicia institucional y la prensa ha sido histó-ricamente conflictiva, de una gran tensión. Si se incluye además elingrediente sociedad, esa relación se hace claramente compleja. Lajusticia tiene su lógica, sus códigos y sus intereses. Los medios tienensu lógica, sus códigos y sus intereses, pero no son los mismos. Y porúltimo, la sociedad tiene los suyos, aunque más difusos y cambiantes.

El gran desafío, que hoy parece casi inalcanzable, es lograr unacuerdo de colaboración y límites con los medios de prensa y unareconciliación entre la Justicia y la Sociedad. Cualquier programa diri-gido a objetivo tan ambicioso debe iniciarse con un análisis del escena-rio actual. Sin pretensiones de agotar el análisis, se pueden mencionaralgunas características de los actores. ¿Qué sociedad es nuestrasociedad? ¿Cómo son nuestros medios de comunicación? ¿QuéJusticia tenemos?

Hablemos de la sociedadLa humanidad ha recorrido un largo camino desde aquel lejano

homo habilis, pasando por el homo erectus y el homo ludens, hasta lle-gar al homo sapiens. Giovanni Sartori, en su libro “Homo videns, lasociedad teledirigida”3 afirma que el homo sapiens está siendo destro-nado, y quien ocupa su lugar es una nueva especie, que bautizó comohomo videns: el individuo captado por la televisión. La cultura basadaen la imagen frente a la cultura basada en la palabra es la tensión entrelo emocional y lo racional, entre contemplar y comprender, entre espec-táculo y reflexión.

Los medios, en especial la televisión, son el principal enemigo delanálisis crítico. Consolidan el imaginario, excitan la superstición, el pen-samiento mágico, la visión conspirativa.

Que los medios de comunicación construyen la realidad es unacomprobación que comparten semiólogos y sociólogos, pero logranalgo más que eso: los medios moldean, construyen a su público. Antesde que uno descubra quién es, los medios le indican quién es.

Se sostiene que la televisión no educa, pero en realidad sí lo hace.El chico que desde muy pequeño es instalado cuatro o cinco horasfrente al televisor recibe más pautas de conducta y de comprensión dela realidad de ese aparato que de sus padres o del colegio. La televi-sión es educativa, aunque no en el esquema clásico.

No es cierto que la televisión no refleje la realidad, porque hoy larealidad transcurre dentro de la televisión. El escenario de la vida actuales mediático. Vale y tiene registro lo que pasa en la televisión. Eso eslo que sirve, lo que se conoce. La escuela no tiene la fuerza ni lainfluencia para hacer frente al poder que tiene hoy la televisión.

Y dentro del marco de este fenómeno comunicacional, el perfil dela sociedad argentina. Los argentinos somos el resultado de un matri-monio peculiar, el producto de la cópula entre la impronta vernácula y

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires32 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 33

3 Taurus, Madrid, 1998

Page 3: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

ese ser colonizado y europeizado como el Calibán de Shakespeare.Algún irónico podría decir que Paul Watzlawick estudió a un argentinoy luego escribió su libro “El arte de amargarse la vida”. No es necesa-rio enumerar todas las características del argentino medio, esas que lohacen tan peculiar; ya coincidieron en ese “argenticidio masoquista”varios sociólogos y escritores, caso Carlos Nino, García Hamilton,Sebrelli, Aguinis y Lanata. Los estrictos dirán que el hombre promediono existe, que es una categoría virtual inventada por los encuestado-res. Es verdad, pero también es cierto que hay características queestán generalizadas en la población y pueden considerarse mayorita-rias.

Una de las características del ciudadano tipo es que sostiene posi-ciones efímeras, emocionales. El sociólogo francés Phillipe Saint Paixhabla del hombre contemporáneo manejado por el bombardeo de losmedios y lo bautiza como “mutante impredecible”4. Este argentino volu-ble hoy vota a los candidatos con perfil democrático, mañana votará alos autoritarios. Hoy insulta al gobernante que se va, mañana pediráque vuelva. Hoy marcha en una columna de organismos de derechoshumanos, mañana escuchará sobre un crimen perverso y clamará porla pena de muerte.

Las reacciones y posturas de la masa social argentina están com-puestas por un mayor porcentaje de lo emocional que de lo racional,especialmente en lo que hace a los asuntos públicos. Adhiere con faci-lidad a la visión conspirativa como explicación de ciertos o supuestosmisterios, por eso descree de las versiones oficiales, incluidas las judi-ciales.

No es casualidad que la Iglesia y el periodismo aparezcan comolos más confiables en las encuestas, porque ese ciudadano calmamuchos de sus miedos con el pensamiento mágico y también necesitadepositar esperanzas en algo parecido al caballero medieval que salvaa la doncella (en este caso, el caballero son los periodistas y la donce-lla el pueblo que sufre).

Si bien el sistema constitucional argentino es liberal, la culturasocial tiene un fuerte condimento autoritario. Hay múltiples ejemplos entodos los lugares y épocas; por ejemplo, el apoyo popular que logró ladictadura militar para la represión. O la popularidad que suscitan presi-dentes, gobernadores e intendentes de perfil firme, dominante o pater-nalista.

Nadie admitiría en público que está a favor de la tortura, pero si sedesnudara el otro yo, esa postura tal vez no sería tan estricta. Decimosrespetar los derechos de los acusados, pero nos encantan las series detelevisión de policías rudos, tipo Harry “el sucio”, que golpean o tortu-ran a detenidos para obtener información. Nos horrorizamos al sabersobre una nueva violación, pero cuando recordamos o nos recuerdanque a los violadores se los viola en la prisión como tradición carcelaria,nos aparece una sonrisa o aprobamos calurosamente esa pena extra-judicial, cual modernos cultores del Código de Hammurabi.

Hablemos de los mediosNo es una situación puramente local: en todo el mundo el antiguo

concepto de considerar a la prensa como un servicio, reglado por com-portamientos del tipo “el periodismo es un sacerdocio” y por hombresde prensa impulsados hasta el martirio por la búsqueda de la verdad,ha sido arrasado por una realidad reconocida sin eufemismos: losmedios de prensa son un negocio. Un negocio que en forma subsidia-ria presta servicios. “La información es, ante todo, una mercancía y, entanto que tal, está sometida a las leyes del mercado, de la oferta y lademanda, y no a otras leyes como, por ejemplo, los criterios cívicos oéticos”5 .

La particularidad que presenta Argentina radica en las condicionesen que los medios desarrollan su actividad. En todos los países impor-tantes existen normas que regulan el negocio de la prensa, limitativasde los intentos de monopolio, en casi todos hay códigos y tribunales deética para los periodistas, y hay jueces que aplican sanciones por elejercicio incorrecto de la profesión y del negocio, especialmente sancio-

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires34 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 35

4 “Qui je suis, qui vous êtes”, Ed.Minuit, 1995, Paris 5 Ignacio Ramonet, “El periodismo del nuevo siglo”, La Factoría, Nº 8, febrero 1999

Page 4: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

nes económicas. En la Argentina, en cambio, existen limitacionesmenores e imprecisas para los multimedios, no hay tribunales de éticay hay pocos jueces que se atreven a sancionar las conductas incorrec-tas del periodismo. En el fuero penal, las condenas son casi inexisten-tes, lo que no es reprochable porque deberían ser anuladas las figuraspenales por el ejercicio periodístico, pero también sucede en el fuerocivil, donde las sanciones económicas son casi simbólicas.

Esta situación ha dotado a los medios de comunicación locales deun formidable poder. Gozan de una singular inmunidad, mayor en lapráctica que la de legisladores y jueces. Michel Rocard, ex primerministro de Francia, opinó que la prensa es el único poder sin contra-poder. Se podría precisar que en el ámbito local, ese poder sin contra-poder está sujeto exclusivamente a los vaivenes del mercado y unaautocrítica inexistente.

Desde hace tiempo se asiste, a escala mundial, a una progresivatransferencia del poder político al poder económico. Esto no es unanovedad en la esencia, pero es una novedad en la presencia, porqueen este tiempo el suprapoder económico se ejerce sin ningún pudor, alcontrario que en otras épocas. Los medios se han convertido en herra-mientas eficaces del ejercicio del poder económico, porque ellos mis-mos son una parte de ese poder económico.

El sociólogo Zygmunt Bauman6, considera que por la rapidez delos cambios que se producen en la sociedad, se puede hablar de una“modernidad líquida”, en constante cambio, en contraposición con la“modernidad sólida”, más estable, que existía antes. Por eso estimaque los periodistas están más habilitados para reflejar esta “moderni-dad líquida” que los académicos que son lentos para advertir y estudiarlos cambios. Los medios son más que la representación de la sociedad,son su espejo. Pero en muchos casos no actúa como un espejo cabal,sino un espejo borgiano que crea espejismos o un espejo de parque dediversiones, que distorsiona, que agranda hasta el paroxismo algunosrasgos sociales, cual caricatura.

Quienes vivimos en la sociedad de la información nos encontra-mos irremediablemente sometidos a la lógica de los medios. Esa lógi-ca se materializa en una serie de tiranías que se autoimponen e impo-nen los medios de comunicación en sus formas específicas de hacer yproceder. Dar nombre y conocer esas tiranías es el primer paso paraconjurarlas. Dos de esas tiranías sobresalen sobre las demás: la tiraníade la velocidad y la tiranía del espectáculo.

La velocidad es la esencia del mundo moderno. “Time is money”,sentenció Benjamín Franklin7, una máxima que se convirtió en el motordel capitalismo. Convertir el tiempo en dinero ha sido el primer precep-to de la economía de mercado. Feliz aquel, "beatus ille"8 decía Horacio,“feliz aquel que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hom-bres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes”.Pero ese ideal bucólico ya no es posible.

La información nos llega a velocidades inusitadas, en un verdade-ro vértigo que sólo tolera mensajes rápidos, superficiales, simplificados.Esa velocidad va unida a otra forma de sometimiento: la del presentis-mo: queremos conocer la noticia en tiempo real hasta el punto que loque no ocurre en el mismo presente, deja de ser noticia. Lo importantees ver los hechos mientras están sucediendo, en la realidad, o en latelevisión que se ha transformado en lo mismo, y olvidarse de todocuando han dejado de ocurrir o se apaga el televisor. Ese vértigo denoticias produce en el público la patología que Umberto Eco bautizócomo “bulimia informativa”.

El mediatime es hegemónico sobre otros tiempos, lo que afecta lavida de los individuos y también al sistema de gobierno, tanto en laforma de hacer política como a la de administrar justicia. IgnacioRamonet, director de Le Monde Diplomatique, escribió sobre estepunto: “Mientras que (como quisieron los fundadores de la democracia)se debe aceptar que el tiempo institucional y político transcurra con ladebida lentitud para permitir aplacar las pasiones e imponerse la razón,

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires36 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 37

6 La Nación, 15 de febrero 20067 “Remember, that time is money” en Advice to a Young Tradesman, 1748 8 Epodos, 2,1

Page 5: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

el tiempo mediático experimenta la necesidad de alcanzar el límiteextremo de la velocidad: la instantaneidad” 9.

La segunda de las tiranías mediáticas es la tiranía del espectácu-lo. Teatralidad, escenificación, estos términos y otros análogos sirvenpara referirse a la importancia de la imagen en la comunicación másextendida que es la de los medios audiovisuales. La importancia de laimagen unida a la necesidad de entretener, característica implícita delmedio audiovisual, derivan en lo inevitable: el espectáculo. Los mediosaudiovisuales buscan el efecto en los sentidos externos –la vista, eloído-, no en el sentido interno del pensamiento. La urgencia de compe-tir y captar audiencias se traduce en un periodismo donde priman laemocionalidad, el impacto y la dramatización. Una teatralización quereduce el mundo cotidiano a rasgos parciales y exagerados, caricatu-rescos. También el periodista es prisionero de la imagen, a la que debehacer “hablar” como sea, lo que no es posible sin recurrir a ideas pre-concebidas, clichés y estereotipos. Una noticia sin imágenes no puedeser televisada. Y si no hay imagen, hay que inventarla.

En un mundo de imágenes hay poco espacio para los conceptos,el razonamiento y el análisis crítico, y ninguno para el pensamiento abs-tracto. El reduccionismo y la simplificación redundan en el empobreci-miento intelectual. Nietzsche no conoció la televisión pero escribió unafrase que se le ajusta: "¿Es otra cosa la prensa que un ruido ciego ypermanente que distrae los oídos y los sentidos en una falsa direc-ción?" 10

Ignacio Ramonet, en su libro “La golosina virtual”, tiene algunosconceptos que vale la pena reproducir. Dice Ramonet: "El reproche fun-damental que puede hacerse hoy a la información es el de su dramati-zación, la búsqueda del sensacionalismo a cualquier precio, que puedeconducir a aberraciones, mentiras y trucajes. Cada vez con mayor fre-cuencia, hay hombres de prensa que no dudan en manipular una noti-

cia para dotarla de una fuerza, un aspecto espectacular o una conclu-sión que tal vez no tendría de otro modo, falsear un informe 'travesti-zando' algunos de sus elementos, o presentando como realidad unasituación que procede de la imaginación del periodista, de sus suposi-ciones o de observaciones no contrastadas.”

La prensa escrita tampoco puede evadir la tentación de fabricarespectáculo, no sólo como un arma de competencia sino, muchasveces, de mera supervivencia. El lector tiene más tiempo que el radio-escucha o el telespectador, pero no siempre más paciencia, por endehay que cautivarlo por la vía del entretenimiento. Se lo seduce desdetitulares impactantes, a través de notas armadas con más datos decolor que contenido, con fotos, cada vez más fotos, hasta llegar a laextravagancia de un periódico financiero que cubre páginas enterascon chismes sobre ricos y famosos. Mucho deporte, mucho policial yespecialmente muchos comentarios sobre televisión, la soberana indis-cutida del reino mediático.

La mediocraciaEl fenómeno de la omnipresencia, influencia y poder de los medios

de comunicación, por lo vertiginoso de su crecimiento, sorprendió des-prevenida a la dirigencia tradicional, y todavía sus implicancias no sehan manifestado totalmente. Kevin P. Phillips en su libro "Mediacracy,American Political Parties in the Comunications Age"11, señala que si larevolución industrial creó una nueva élite y trajo consigo la dominaciónde la política por las empresas, la nueva Revolución del Conocimientoesta haciendo surgir como influencia dominante a los medios de comu-nicación masiva. El anglicismo “mediacracia” o el castellanizado“mediocracia” son los vocablos utilizados para referirse al gobierno delos medios de comunicación masiva, que paulatinamente parece entro-nizarse desalojando a la democracia tradicional.

El poder que ejercen los medios se ha extendido hasta lograr unaserie de protecciones de su actividad que defienden como derechos

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires38 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 39

9 Ignacio Ramonet, La golosina virtual, Debate, Madrid, 2000, pág 3310 Friedrich Nietzsche, Consideraciones intempestivas, Obras completas, Aguilar, BuenosAires, 1966 11 Doubleday, New York, 1975

Page 6: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

absolutos. Por extensión, el periodista profesional se ha convertido enuna especie de intocable. No es exageración cuando se dice que “unacachetada a un periodista merece un titular más grande que una bombaa un juez”. El asesinato de José Luis Cabezas fue cubierto con tantodramatismo e intensidad, que los medios lograron instalar en la opiniónpública que asesinar a un periodista es magnicidio. El caso Cabezastuvo una cobertura de la prensa gráfica mayor que el de la AMIA, unsimple dato que exime de otros análisis. La condena al presunto autorintelectual, dictada por el tribunal oral, ha originado calificados cuestio-namientos dado su escaso sustento. Cabe preguntarse cuánto espaciotenían los jueces para dejar libre al hombre de Yabrán que había man-dado matar al periodista Cabezas, según habían determinado losmedios de comunicación desde un principio.

El jurista Antoine Garapon12 publicó un trabajo con un título biensignificativo: “Justicia y Medios, una alquimia dudosa”. Según Garapon,los medios desean reeditar el mito de la democracia directa, de formaque, exentos de toda sanción, salvo la del mercado, pueden llevar a lasociedad hacia un estadio predemocrático. Los debates por televisiónsobre procesos y personas, son una de las maneras de esta tendenciaa la democracia directa que, en algunos casos, significa llanamente lainstauración de tribunales populares massmediáticos13.

El art.22 de la Constitución Nacional determina: “El pueblo no deli-bera ni gobierna, sino por medio de sus representantes”. ¿Es así en laactualidad? No es así. El pueblo delibera, presiona y también co-gobierna a través de representantes no institucionales como son losmedios. Presentado de esta manera podría parecer una positiva recre-ación del ágora griega o de la democracia directa de los cantones sui-zos, pero es ficción. Porque frente al pueblo, que se siente más impor-tante, con mayor espacio para dar su opinión y lograr que sea respeta-da y hasta incorporada en la toma de decisiones, se produce la paula-

tina construcción del verdadero poder, la “mediocracia”, la que primeroforma al pueblo y luego lo consulta.

El llamado fenómeno Blumberg no hubiera sido posible sin la par-ticipación de los medios, una parte porque vio en ese padre destroza-do que blandía la foto de un lindo muchacho asesinado, un producto defácil venta desde lo emocional, la otra parte porque la presión sobrevi-niente era funcional a sus intereses ideológicos y económicos.

Exista de facto esa bautizada “mediocracia” o se trate solamentede una nueva estructura de poder con una influencia mayor de losmedios, la cuestión no es demonizarlos sino estudiarlos y conceptuarsu verdadero perfil. No debe olvidarse que la prensa representa losderechos básicos de expresión e información, elementos imprescindi-bles de la democracia, y que la mordaza al periodismo es la caracterís-tica identificatoria de todas las dictaduras.

Hablemos de la JusticiaLos medios de comunicación, dirigidos por empresarios hábiles,

son los más aptos y sensibles para captar los humores cambiantes dela sociedad. Los medios alimentan a su público con el producto quetendrá mejor acogida y, en lo informativo, manipulan, parcializan yhasta inventan la noticia, según el paladar de su respectivo target.Desde este lugar, los medios se enfrentan al Poder Judicial con unaenorme ventaja. La prensa está y estará siempre más cerca de los gus-tos populares que los jueces.

Tres casos modelo de esta distancia entre prensa y público, poruna parte, y justicia institucional, por otra. Una mayoría de la sociedad,alimentada por declaraciones de las partes o de sus abogados, másconjeturas, hipótesis rumores y hechos parciales o distorsionadoscanalizados por la prensa, cree que Carlos Menem hijo fue asesinado,lo mismo el brigadier Rodolfo Echegoyen, y que el empresario AlfredoYabrán está gozando de las playas del Caribe, no obstante que la jus-ticia ha determinado accidente, suicidio y suicidio respectivamente, conpruebas consistentes. La cuestión es: ¿cómo podría imponerse esta“verdad judicial” cuando la “verdad periodística” es mucho más apasio-nante y los jueces están rodeados de suspicacias?

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires40 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 41

12 Magistrado y secretario ejecutivo del Instituto Francés de Altos Estudios de la Justicia13 “Juez y Democracia”, Ediciones Flor del Viento, Buenos Aires, 1997.

Page 7: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

Los medios y la sociedad aman las palabras grandilocuentes, losgestos dramáticos, el show. Por eso recelan de los jueces sobrios quetrabajan silenciosos en sus despachos y aman a los jueces que hacenoperativos impactantes o ponen presos a las personas que despiertananimadversión pública.

El ciudadano común sólo accede a los actos del servicio de justi-cia a través del periodismo. No tiene otra posibilidad de acceso, excep-to cuando es parte de un proceso, o cuando lo son un familiar, un amigoo un vecino y recibe una versión, limitada al mundo de referencia.Solamente el periodismo puede asumir la pretensión de dar cuenta dela realidad Justicia como un todo comprensible. Y lo hace. Y el ciuda-dano lo acepta.

Muchos jueces, probablemente la mayoría, se sienten incómodosfrente a la intromisión de la prensa y no saben cómo actuar cuando diri-gen un proceso que concita el interés mediático. Algunos intentan expli-car de qué se trata, poniendo ellos mismos el cuerpo al abordaje de losmedios, otros delegan la tarea en voceros del juzgado más o menos ofi-ciosos, y hasta hay algunos que abren el expediente a la vista de esospersonajes molestos llamados periodistas. Esto, en el mejor de loscasos. En el peor, sólo hablarán por sus sentencias y durante el proce-so se mantendrán inexpugnables.

Uno de los bocados más apetecidos por los medios de comunica-ción son las noticias criminales porque cubren una perfecta ecuación:son baratas de obtener y provocan histórico interés del público. Por esarazón, las noticias judiciales provenientes del ámbito penal son larga-mente más difundidas por la prensa que las de los otros sectores judi-ciales. Aunque el resto de los fueros no puede considerarse exento dela presencia e interés de los medios en sus acciones: jueces de paz,civiles y laborales son protagonistas habituales de coberturas e inge-rencias de la prensa, especialmente de las localidades donde actúan,sobre casos específicos y hasta suelen enfrentar campañas críticassobre toda su gestión.

En julio de 2005, la prensa nacional informó de un caso donde unajueza de Quilmes habría concedido la tenencia de una nenita al padreporque la mamá trabajaba. Al menos ese fue el motivo que el periodis-

mo informó como único sustento de la resolución judicial14. No importóque posteriormente la propia magistrada apareciera en los medios paraexplicar que se trataba de una medida provisoria y fundamentada endistintos elementos del expediente: en la opinión pública quedó la ideade que existen jueces que le quitan la tenencia de sus hijos a las muje-res que trabajan.

La presencia de los medios en las cuestiones penales ha excedi-do la mera cobertura informativa, hasta el punto de convertirse en unainfluencia perceptible. Más aún, los medios han fogoneado con éxitomodificaciones procesales, así como de figuras y escalas penales.

Si los medios de comunicación dicen que en el sistema judicial haymucha corrupción, el público lo creerá aunque no exista o sea leve, sidicen que hay inseguridad, el público sentirá que hay inseguridad, noimportan las estadísticas. La percepción de la realidad tiene efectossociales más importantes que la realidad fáctica, y los hombres delDerecho, especialmente los que pertenecen al Poder Judicial, debenadmitir esa situación, habituarse a la cohabitación con los medios decomunicación y adaptar el sistema a esta circunstancia.

En estas complejas relaciones entre periodismo y justicia puedeobservarse un conflicto central, con dos añejos ejes constitutivos:

el periodista pretende que toda información sea inmediatamenteaccesible en cualquier momento del proceso.

el magistrado pretende que ninguna información sea accesiblehasta el momento de la sentencia.

El periodista está obligado, bajo riesgo de perder su propio traba-jo, a llevar a su redacción cuanto menos una información concreta decarácter noticiable. Y si no la obtiene por boca del magistrado o por supropia visión del expediente, tratará de obtenerla de otras fuentes: lapolicía, los abogados de las partes, o familiares, vecinos y/o amigos de

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires42 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 43

14 “Se quedó sin la guarda de su hija por ser azafata” (Página 12, 28 julio 2005). “Una azafataperdió la tenencia de su hija por su trabajo” (Clarín, 29 julio 2005) . Intervino: jueza del Tribunalde Familia Nº 1 de Quilmes Elsa Cernuschi

Page 8: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

quienes están involucrados en el proceso. En suma, cuando la fuenteoficial no aparece, aparecen las otras, y no hay fuente desinteresada.

El interés periodístico sobre una determinada causa no solamenteintroduce muchas veces una influencia improcedente en el procesosino que provoca, en casi todos los casos, la sobreactuación de los jue-ces y fiscales. Se habla de la dependencia de los jueces del poder polí-tico. Pero hay un fenómeno creciente que todavía no se analiza lo sufi-ciente: es la dependencia de los jueces de los medios de comunicación.

Los medios acercan al público versiones parciales de los hechosque se evalúan en una causa judicial. ¿Cómo podría ser de otro modo?La plasmación absoluta de los hechos sólo podría ser obra de Dios, yesto en el caso de que Dios exista, y de que además tuviera vocaciónperiodística. El mayor desafío que tienen los hombres de prensa frenteal atractivo de abordar los hechos, es admitir ante su clientela el carác-ter minimalista, fragmentario, de sus investigaciones. Y con fragmentosque, a la vez, quedan flanqueados por signos de interrogación.Lamentablemente la mayoría presenta su trabajo como visión absolu-ta. Con tono pontifical. Y además, con autoeticismo, con autodesigna-ción de sí mismos como buenos de toda bondad 15.

En las condiciones descritas, se crea un clima social en el que eljuez encuentra acrecentadas dificultades para juzgar con ecuanimidad.Los medios producen o exacerban expectativas y presiones, en un sen-tido u otro. Cuando el juez debe tomar una decisión importante en unproceso que recibe atención en los medios, el público espera –graciasal clima creado por la información– que su fallo apunte a determinadadirección. Como consecuencia de lo anterior, cuando la resolución judi-cial de un caso determinado no coincide con la anticipada en el proce-so paralelo, se sospecha de la idoneidad u honestidad del juzgador. Alreiterarse esta discrepancia entre ambos procesos – siempre en tornoa casos que importan a la opinión pública por su propio mérito o debi-

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires44 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 45

do a la atención que le dieron los medios–, se alimenta el descrédito dela propia institución judicial 16.

La Argentina social judicial se debate hoy en medio de una grantensión. Una sociedad que se exita con intrigas y visiones conspirati-vas, y una Justicia que debe actuar con evidencias. El grave conflictose plantea cuando la sociedad cree cualquier sospecha y la Justicia noquiere o no sabe encontrar evidencias.

Los magistrados y funcionarios judiciales jamás admitirían que susresoluciones han sido influenciadas por las presiones de la opiniónpública y la prensa; no obstante, el endeble o forzado sustento de algu-nas resoluciones en casos mediatizados permitiría inferir que esainfluencia afectó las decisiones. Aunque hay un efecto que ningún fun-cionario judicial se atreve a negar, e incluso admite: las causas coninterés periodístico reciben mayor dedicación, diligencia y velocidad enlos tribunales que el resto de los expedientes, lo que podría considerar-se corrupción fáctica aplicando un criterio ortodoxo.

Sirve recordar algunos casos penales del último tiempo, donde seforjó una poderosa entente entre los medios de comunicación y el públi-co, una “alianza impía” como la han bautizado algunos sociólogos, quesignificó una formidable presión sobre los funcionarios judiciales ymagistrados actuantes.

El caso Cabezas, ya mencionado, y el de María Soledad, deCatamarca, tal vez sean conocidos en una futura historia revisionistacomo dos paradigmáticas subordinaciones judiciales, no por haber con-denado a inocentes o culpables, eso probablemente nunca se sabrá,sino por el endeble sustento probatorio de las respectivas sentencias,según opinión coincidente de importantes penalistas independientesque las estudiaron. Los magistrados, se opina, parecieron resignarse alrol de escribanos para protocolizar los veredictos ya dictados por laprensa.

15 De una nota de Miguel Wiñazki, Clarín, marzo 22 de 2005

16 Luis Pasara, “El conflicto entre medios de comunicación y justicia” (Profesor Investigador dela Division de Asuntos Jurídicos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE),México)

Page 9: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

En medio de una fuerte campaña de prensa, un tribunal oral forzóla figura de homicidio con dolo eventual para sentenciar a 12 años a unjoven que había matado a una madre y su hija en un accidente auto-movilístico 17. Como era previsible, el presidente de ese tribunal apa-reció en los medios casi como héroe. Cuando los jueces de Casaciónrevocaron para restablecer la jurisprudencia pacífica de homicidio cul-poso, fueron insultados y se publicó que habían dejado libre “al asesi-no del volante”18.

El asesinato de María Marta García Belsunce, es otro caso intere-sante, digno de novela con versión posterior cinematográfica. Unafamilia de las llamadas tilingas más un cadáver en un country, no senecesitaba más para recrear la serie “Dinastía” en versión vernácula.Todos los indicios, pruebas, hipótesis, pistas, conjeturas y hasta chis-mes fueron trasmitidos al público sin alertarlo sobre la distinta evalua-ción que cada uno debía merecer, lo que provocó que probablementeconsumiera todos como información de la misma clase. Sin aventuraropinión sobre su participación en el delito o su inocencia, el marido dela asesinada fue detenido como ofrenda a la presión mediática, sin elsustento que probablemente se hubiera requerido en un caso similarpero sin repercusión. El fiscal pareció sobreactuado, con material ydeclaraciones más destinadas al juicio mediático que al judicial.

Y por último caso, tal vez paradigmático por excelencia en cuantoa la influencia de los medios de comunicación en las decisiones judi-ciales: el del cura Grassi. La causa por abuso deshonesto ya existía apartir de una denuncia anónima pero dormía una larga siesta de dosaños (durante los cuales la Justicia no realizó una investigación queprobablemente hubiera logrado identificar presuntas víctimas queluego aparecieron) cuando Telenoche Investiga reflotó el tema y lo con-dimentó con imágenes. Todos los medios del poderoso grupo Clarínreprodujeron, comentaron y atizaron la noticia. En la otra esquina del

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires46 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 47

ring mediático, aparecieron Canal 9 y Radio 10 defendiendo sin media-nías al sacerdote. Como se sabe, Grassi fue detenido, permaneció enesa condición por un tiempo, y luego se le otorgó la excarcelación. Laopinión o presunción de importantes penalistas que conocen la causaes preocupante: “Si Canal 13 no lo hubiera acusado, afirman, Grassi nohubiera sido detenido. Y si Canal 9 no lo hubiera defendido, no estaríalibre”. Los magistrados y funcionarios que actuaron en esa etapa delproceso desmienten con energía cualquier imputación de haber sidoafectados por el estrépito mediático y social.

Decía Aristóteles que “la ley es la razón libre de pasión”, pero esdifícil imaginar que los responsables de actuar y decidir han podidosuprimir el ingrediente emocional en los casos mencionados y otrossimilares. Hay procesos en que lo han logrado, como el de la excarce-lación de Omar Chabán y otros menos conocidos, pero han pagado unalto precio en lo personal y hasta en lo profesional.

Las personas comunes consideran más efectiva la justicia de laprensa que la justicia institucional, porque sienten que los medios lasrepresentan mejor. Los directivos de los medios, como buenos empre-sarios, miden primero lo que el mercado quiere escuchar y luego se lodicen.

Hay otro ingrediente importante en el análisis de esta relación einteracción entre sociedad, justicia y medios, que explica por qué losjueces, especialmente los penales, no pueden ganar popularidad consus decisiones, mientras la prensa concita adhesiones y simpatía de lagente. Tiene que ver con la pregunta básica de si nuestro esquemaconstitucional, liberal y garantista, representa la identidad del puebloargentino. La respuesta es que no, en una gran medida. Quienesredactaron nuestra Constitución y nuestros códigos impusieron unadoctrina liberal a una sociedad con un fuerte condimento autoritario.

Para los delitos, los periodistas manejan la "tarifa penal social"(donde rigen penas de cárcel muy altas y hasta la condena a muerte) yno la "tarifa penal legal" que deben respetar los jueces. El periodismo,por ejemplo, ha incorporado a la cultura popular el concepto de que laexcarcelación existe para beneficiar a los delincuentes.

17 Caso Sebastián Cabello, Tribunal Oral Criminal Nº 30, 14 noviembre 200318 Sala III de la Cámara de Casación Penal - “Indignación por la liberación de Cabello”(Clarín, 3 setiembre 2005) “Cabello: asesinar y quedar libre” (El Ojo Digital, 2 setiembre 2005)

Page 10: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

El periodismo local no parece interesado en plantear públicamen-te el conflicto entre Justicia y prensa, probablemente porque a losmedios les conviene el actual statu quo, aunque han aparecido algunosescasos intentos de promover el debate. Por caso, una nota de JoaquínMorales Solá, en La Nación19, con un título directo: “Jueces versusperiodistas: un combate inútil”. Algunas de las frases de Morales Soláson expresivas: “Los jueces y los periodistas parecen ser, cada vezmás, actores públicos condenados a vivir en conflicto permanente. Ladiferencia de ´tiempos´ entre Justicia y Prensa no sería significativa sino incluyera, como víctimas principales, a terceros afectados. Esto es:a las personas sospechadas por la Justicia que son exhibidas en el tea-tro mediático como culpables de cabo a rabo. ¿Cómo no sentir que hayalgo de razón en la reclamación que esas personas hacen al sentirsecondenadas por una instancia que no es la Justicia? ¿Cómo, cuandono se siguieron los procedimientos necesarios del juicio justo y, muchasveces, ni siquiera han contado con el derecho a la defensa?”.

La sobreactuación agranda, al mismo tiempo, el peligro de lacorrupción. Cuanto más poderosos parecen los periodistas, habrá másinteresados en sobornarlos para eludir, por lo menos, la "justicia mediá-tica". Y esto no es un cartel de alerta sobre algo que podría ocurrir, yaque hay antecedentes que prueban que ha ocurrido y probablementesigue ocurriendo.

¿Cómo se enfrenta en otras naciones la invasión de los medios enlos asuntos judiciales, especialmente su fuerte influencia en los proce-sos?

En los países avanzados existen distintos criterios, aunque entodos se ha debatido esta problemática y se han establecido distintosmecanismos para limitarla. Hay que mencionar que también hay situa-ciones distintas, porque en las sociedades de origen latino la influenciade la prensa es algo más marcada que en las de origen nórdico, ger-mano y sajón.

Como muestra del interés por esta cuestión, el Ministerio de

Justicia de Holanda auspició una investigación en el año 2002 sobre lapresencia e influencia de la prensa en las decisiones judiciales, encinco países sudamericanos. Vale agregar como dato que Argentina,uno de los cinco países seleccionados para el estudio, se reveló comoel de mayor consumo de noticias policiales penales y donde se perci-bía mayor influencia de los medios en los fallos de los jueces 20.

En los EEUU hay focos permanentes dirigidos hacia la problemá-tica periodismo y Justicia, desde el famoso caso “Sheppard versusMaxwell", de 1966. Los tribunales superiores se han encargado, en dis-tintas sentencias, de instruir a los jueces ordinarios en formas alterna-tivas de impedir la influencia perniciosa de la información periodísticaen el resultado de los procesos. Algunas de estas sugerencias hansido: cambiar de tribunal o jurisdicción, postergar el juicio hasta que secalme la publicidad adversa, permitir un examen previo sobre los jura-dos para impedir prejuicios, instruir con claridad a los jurados sobre suobligación de excluir cualquier evidencia no obtenida en el curso delproceso, aislar al jurado.

En síntesis, en los Estados Unidos no se prohíbe publicar sino quese procura que la influencia de la prensa sea mínima y que no recibafacilidades que puedan afectar los derechos de los involucrados y elresultado de los procesos. En nuestro país nada se ha implementadopara proteger el principio de inocencia y el derecho de defensa en jui-cio, afectados por los juicios mediáticos. Cualquier sugerencia en esadirección, incluso de autocontrol, sería abortada desde su inicio con laacusación de “ataque a la libertad de prensa”.

En estos últimos años, se han producido en la Argentina algunoshechos que han mejorado el perfil del Poder Judicial Nacional. Entreotros importantes, la asunción de jueces surgidos de concursos, laremoción de ministros cuestionados de la Corte Suprema y el nombra-miento en su reemplazo de juristas con relevantes antecedentes perso-

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires48 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 49

19 La Nación, 24 junio 2000

20 “La influencia de los medios de comunicación en las decisiones de los jueces en cinco paí-ses de Sudamérica”, Departamento de Asuntos Internacionales (Stafbureau InternationaleZaken) del Ministerio de Justicia de Holanda (Ministerie van Justitie) , 2001/2002

Page 11: Ruiz Nunez Comunic Mod1Cla1 (1)

nales y técnicos. Pero no es suficiente. La percepción de la sociedadrespecto al sistema de justicia sigue siendo negativa. La lentitud de losprocesos es una característica exasperante que sobrevive a los cam-bios que se implementan, de sistemas y de hombres. Y también, la sen-sación de que no se investiga, de que las causas por grandes delitosdesembocan en la impunidad o en penas irrisorias. La acusación de for-malizar la impunidad que recae sobre los jueces puede no ser cierta enlos hechos, pero eso no importa si la sociedad la cree. Y en cuanto alas penas, no se vislumbra salida inmediata. Será un esfuerzo con pocorédito tratar de convencer que no es adecuado imponer 10 años a unprimerizo que arrebató una cartera, a la ciudadanía argentina que se hamantenido mayoritariamente a favor de la pena de muerte en formacontinua desde hace 20 años, como lo demuestran las encuestas 21, apesar de que está prohibida en la Constitución Nacional.

Con este escenario, el intento de reconciliar a la Justicia institucio-nal con la sociedad y recuperar un nivel razonable de prestigio, se pre-senta como una meta más que dificultosa. Sobran los elementos nega-tivos: una sociedad descreída, o peor, crédula. Medios de comunica-ción gozando su Edad de Oro, con escasa o ninguna disposición paraelaborar proyectos de acción común con la Justicia.

Pero si todo está en contra, dicen los optimistas, cualquier avanceserá valioso. Lo primero a conseguir es que la gente del Derecho, espe-cialmente los miembros del Poder Judicial, analice el cuadro de situa-ción y se apreste a adaptarse a los cambios irreversibles. Los mediosde comunicación ya figuran como actores en la obra denominada “sis-tema de justicia”, no hay posibilidad de expulsarlos; entonces habráque conocerlos, intentar entenderlos, negociar, seducirlos, ofrecerlesalgo “a cambio de”.

En cuanto a la sociedad, la única propuesta que cabe tiene unnombre: educación, toda la educación posible. Buscar maneras de lle-gar a las personas comunes con información elemental y atractivasobre la Justicia institucional. Solicitar, exigir que se destinen fondos

para entrenar a los chicos y jóvenes en el pensamiento crítico. Sócratesmurió hace siglos, pero la mayéutica analítica sigue siendo el mejor sis-tema de enseñanza. Pergeñar encuentros y actividades creativas conestudiantes, desde la primaria a la universidad, que signifiquen acercar-los a la realidad judicial. La misión será munirlos de la suficiente aptitudpara cuestionar el mensaje mediático.

Este es el escenario donde los tres actores, sociedad, medios yjusticia, se relacionan e interaccionan. Tal vez parezca expuesto conrudeza casi dramática, pero no es desmesura sino son datos los quereflejan medios de comunicación cada vez con mayor poder e influen-cia, una sociedad que prefiere la justicia mediática a la justicia de laConstitución, y una Justicia institucional sin credibilidad ni reacción, almenos hasta ahora, frente a este fenómeno. Mantener una relaciónamistosa y funcional con la prensa y recuperar el prestigio de la institu-ción republicana es el gran desafío que se presenta a los hombres ymujeres del Poder Judicial.

Colegio de Magistrados y Funcionariosde la Provincia de Buenos Aires50 Colegio de Magistrados y Funcionarios

de la Provincia de Buenos Aires 51

21 Gallup, encuestas periódicas - Ipsos Mora y Araujo, 2004