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TEORIA Y REALIDAD DEL REGIMEN MONETARIO COLONIAL PERUANO (SIGLO XVI) : LA MONEDA DEL CONQUISTADOR Carlos I'azo Garcfa ,,Mde el punto de ukla xr>nómía, el céleb¡e ¡escate de Afahua{p y el rcprto del te' so¡o verifrado en Gjamarca el ¡nbmo año mnstifuyen ambos un solo hecho y de enorme ímprhncia, por cuanto de él armna la vida monetaia en nuaho tenitorio". Manuel Moreym hz sotdán, Antecedentes epañoles y el clrculanfe durante Ia conquista e iniciación del víneinato (1941)' hesento a continuación un resumen sobre el origen - y ademas algunas nuevas equivalencias - de las unidades monetarias en pasta que se emplearon durante la con- quirtu y primeros años de colonización española en el F¿ru. La información presentada puede-resultar útil a quienes se encuentren habajando el siglo XVI y encuentren en los documenios una aparentemente confusa variedad de unidades monetarias' Puesto que habifualmente se enüende como moneda sólo a aquélla acuñada, in- cluyo en los dos primeros apartados secciones del proemio de mi estudio sobre la mo- neáa colonial, destinados aquí a aclarar la naturaleza monetaria del régimen económico colonial desde sus mismos orígenes. El interesado encontrará información adicional sobre la moneda en e[ siglo XVI en el tomo I del citado estudio, y en el tomo ll, fórmulas y equivalencias sobre el manejo del peso ensayado. I. INTRODUCCIóT.¡: MONEDACOLONIAL, VEHíCUIO DE I"A INSERCIóN DE UNA ECONOMíA DE CONSUMO EN UNA ECONOMIA MUNDIAL DE PRODUCCION La moneda constituye una realidad dinámica en las sociedades de economía mo- netaria, porque las arritmias de su poder liberatorio y el angostamiento de su disponibi- lidad configuran los síntomas más notables en los momentos de crisis, y también por- que durante los tiempos de las largas regularidades estructurales, su cuantificación ex- presada en los recuentos de los beneficios logrados en la gestión empresarial privada, [a talanza cornercial y la finanza pública permite medir la magnitud del crecimiento eco- nómico conseguido. L-os mencionados roles de la moneda los encontramos plenamente presentes en la eco- nomía modema, nacida en la segunda miiad del siglo XV que a difercncia de las anteriores tuvo el rasgo disirntivo de constituir un proceso de producción, comercio, consumo y acumu- lación comptetamente monetario. Desde un comienzo este proceso englobó a Europa, Bpa- ña y a las Llonias de Fenl y México, uniéndolos a fin de constituir la maquinaria perfeclible de una 'economía mundo', aún ügente. Así lo ha comprendido la historiogmfía contempo- ránea que, repensando la tesis de Adam Smith sobre las 'ventajas comparati\'rasrdel comer- cio colonial y la teoría hegeliana del desanollo desigual, se ha encargado de documentar y teo'jlzar los alcances de esta economía. Las razones expuestas son suficientes para constatar que el tema de la moneda pe- ruana colonial interesa tanto a la historia de nuestro país como a la del sistema econó- Nueva Síntesis, Nro 3 - 1995 / 65

Teoría y Realidad del Regimen Monetario Colonial Peruano (Siglo XVI) por Carlos Lazo García

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Artículo de Carlos Lazo García para la Revista Nueva Síntesis Nº 3 (1995)

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Page 1: Teoría y Realidad del Regimen Monetario Colonial Peruano (Siglo XVI) por Carlos Lazo García

TEORIA Y REALIDAD DEL REGIMEN MONETARIOCOLONIAL PERUANO (SIGLO XVI) :

LA MONEDA DEL CONQUISTADOR

Carlos I'azo Garcfa

,,Mde el punto de ukla xr>nómía, el céleb¡e ¡escate de Afahua{p y el rcprto del te'

so¡o verifrado en Gjamarca el ¡nbmo año mnstifuyen ambos un solo hecho y de enorme

ímprhncia, por cuanto de él armna la vida monetaia en nuaho tenitorio".

Manuel Moreym hz sotdán, Antecedentes epañoles y el clrculanfe durante

Ia conquista e iniciación del víneinato (1941)'

hesento a continuación un resumen sobre el origen - y ademas algunas nuevas

equivalencias - de las unidades monetarias en pasta que se emplearon durante la con-

quirtu y primeros años de colonización española en el F¿ru. La información presentada

puede-resultar útil a quienes se encuentren habajando el siglo XVI y encuentren en los

documenios una aparentemente confusa variedad de unidades monetarias'

Puesto que habifualmente se enüende como moneda sólo a aquélla acuñada, in-

cluyo en los dos primeros apartados secciones del proemio de mi estudio sobre la mo-

neáa colonial, destinados aquí a aclarar la naturaleza monetaria del régimen económico

colonial desde sus mismos orígenes.

El interesado encontrará información adicional sobre la moneda en e[ siglo XVI en

el tomo I del citado estudio, y en el tomo ll, fórmulas y equivalencias sobre el manejo

del peso ensayado.

I. INTRODUCCIóT.¡: T¡ MONEDACOLONIAL, VEHíCUIO DE I"A

INSERCIóN DE UNA ECONOMíA DE CONSUMO EN UNA ECONOMIA

MUNDIAL DE PRODUCCION

La moneda constituye una realidad dinámica en las sociedades de economía mo-

netaria, porque las arritmias de su poder liberatorio y el angostamiento de su disponibi-

lidad configuran los síntomas más notables en los momentos de crisis, y también por-

que durante los tiempos de las largas regularidades estructurales, su cuantificación ex-

presada en los recuentos de los beneficios logrados en la gestión empresarial privada, [a

talanza cornercial y la finanza pública permite medir la magnitud del crecimiento eco-

nómico conseguido.L-os mencionados roles de la moneda los encontramos plenamente presentes en la eco-

nomía modema, nacida en la segunda miiad del siglo XV que a difercncia de las anteriores

tuvo el rasgo disirntivo de constituir un proceso de producción, comercio, consumo y acumu-

lación comptetamente monetario. Desde un comienzo este proceso englobó a Europa, Bpa-

ña y a las Llonias de Fenl y México, uniéndolos a fin de constituir la maquinaria perfeclible

de una 'economía mundo', aún ügente. Así lo ha comprendido la historiogmfía contempo-

ránea que, repensando la tesis de Adam Smith sobre las 'ventajas comparati\'rasrdel comer-

cio colonial y la teoría hegeliana del desanollo desigual, se ha encargado de documentar y

teo'jlzar los alcances de esta economía.

Las razones expuestas son suficientes para constatar que el tema de la moneda pe-

ruana colonial interesa tanto a la historia de nuestro país como a la del sistema econó-

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mico mundial señalado, pues, eviclentemente, desde mediados del siglo XVl, el Ferú

quedó tan inserto en éste, que toda su esiructura económica fue organizada a efecto de

qu" .on suma funcionalidad cumpliera el rol que le fue deparado respecto al mercado

"urop"o, a saber el ser un exportador de dinero precioso y un importador de las manu-

facturas del Viejo Mundo-

Desde un principio el kru colonial cumplió a la per{ección su papel, porque en los cir-

cuitos de sus comerciG intemo y extemo impr.rso el oro y la plata, tratándolos no como mer-

cancía vendibles, sino como moneda, sin inrportar [a forma que exhibiemn en el intercambio,

la de disco acuñado en una @ca o la de barm sellada en una Caja Real de Quintos. fuí lo re-

calcó más adelante, en 1761Joséph Rodríguez de carassa, Ensayador Mayor del Reino del

krú, dando respuesta a una inquietud del Corsejo de Indias:

"La plata en pasta como ctrcIpo es una especie que se puede comptar por más o

menos, jero después que se fitnde en barras y recibe los punzones reales, ya no es es'

pecie síno .onidu que tiene un valor legal. fur esta razón, aunqLre los censos, por

ejemplq deben imponerse en moneda conlada y no en especie, se imponen en barras

ensayadas, pues estas son verdadera numeracíón de moneda. fur esto también, nadie

viene de Bpaña a compfar las barras con la moneda de Bpaña, st'no con géneros, yesa compra no es otra cosa que la venla que hacen de sus géneros' y para que esa sea

venta, la barra debe ,", pniiq cuya naturaleza consiste en regular el valor de los géne'

ros que se compran." (l\El testimonÍo transcrito relieva tres aspectos de la moneda colonial, que conviene

subraya¡ porque esclarecen el panorama concerniente a su manejo y ayudan a la co-

rrecta interpretación de su función:himero.- l-a odstencía de dos gáneros de moneda, que el tecnicismo monetario de la

é¡roca conüno en denominar'moneda meno/, refiriéndose a los reales y escrrdos y

'moneda mayol, al tratar de ban:as y tejos. oficialmente esla distinción se mantuvo hasta

diciembre de 1683, fecha en que el viney Duque de la hlata, de un modo terminante,

prohibió los giros del comercio intemacional efectuados en barras de plaia.

En los hechos, sin embargo, situaciones coyunturales muy concretas condicionaron

la trasgresión de este mandato, al extremo que al Rey no le quedó más remedio que

autorizar al vicesoberano a disponer excepciones a la regla cuando resultara preciso

(Real cédula del 1" de mayo de 1689), V permitir luego al comercio de Lima embarcar

en barras hasia un 10% del valor de su giro monetario'

cálculos provisÍonales concernientes al monto circulante de ambos géneros de

moneda, elaborados a partir de las cifras oficiales de rendición de quintos y moneda

acuñada, nos permiten á.nu"ru, que durante e[ siglo XVI el dinero argénteo en discos

acuñaclos alcanzó a ser el 13.27o del monto iotal, mientras que el valor en banas repre-

sentó el 86.8%. Para el siglo xVII, el lapso 1634-1661 que hemos compulsado en cifras

del Alto y Bajo pnrú nosie,rela una conelación de 50% para la moneda bana y 50%

para la moneda disco. Exceptuando el período 1700-1725, a lo largo del siglo XVIII la

relación cambió notablemente en favor del dinero acuñado, pues en todos los casos

este significó más del 9O7" del circulante total (2)'

Cegundo.- En las plazas del comercio exterior, (Cartagena y Fortobello) mientras

se mantuvo el régimen de galeones (1564-1750) y en Lima, desde que se instauraron

los navíos de registro (1750-1821), las monedas mayor y menor actuaron como m€-

dioe de compfa, es decir como vehículos de un gasto improductivo que resultaba del

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consumismo de las élites, acostumbradas a exhibir su señorío mediante el lucimiento decostosísimos artículos importados.

Puede asegurarse que desde el principio el krú concunió al mercado mundial comocomprador y no como productor, y por esta circunstiancia, los precios de las mercancíasadquiridas y aún el propio poder libemtorio de sus monedas dependieron de los costos deprodurción y comercialización establecidos en las esferas del mercado europeo; todo esto sindesconocer que el juego de la oferta y la demanda en el mercado intemacional indiano teníatambién un gmdo de participación en la fijación de los precios (3).

La idea de que la colonia remitía oro y plata a España porser ésta la 'metrópoliexaccionadora' debe desecharse por simple e ingenua. No era Fspaña, sino el con-aumo exacerbado de una eociedad señorializada la causa de tales envíos. Tám-poco esta metrópoli era la recipendiaria final de las riquezas embarcadas, sino los paísesmercantilistas de Europa, como bien lo ha documentado el historiador portugués JoséGentil da Silva, a propósito del destino de los caudales renritidos en 1572 (4\.

Del virreynato peruano no se enviaban'tesoros de un lribuio', elno m<¡nedaspor lae compras efectuadas y los adeudos contraídos con el capital comer-cial y financiero de la carrera indiana. Bte último hecho resulta tan cierto que niaún la renta del Real Fisco constituía una excepción a la regla. Así, si nos hacemos ecodel juicio ponderado del historiador norteamericano Clarence Haring (5) y lo respalda-mos con las cifras que proporcionan los esposos Chaunu (6), durante la segunda mitaddel siglo XVI entre un 50 y un 607o del ingreso fiscal, antes de salir de la Colonia, fueinmerso en los circuitos del comercio y consumo de productos importados por la vía delgasto de la administración gubernamental, porcentaje que en los siglos venideros habríade incrementarse a79.27" (lapso 1651-1739) segun las cifras de la española María En-carnación Vcente Rodríguez (7), V a más del 957" en la segunda mitad del siglo XVlll,según el cálcúlo que hemos documentado en un trabajo anterior (8).

Ilara mayor ilustración de lo acaecido en este último período, recalquemos dos cir-cunstancias: que el ingreso general de la caja de Lima representó sólo el 50% de la cifratotal acuñada en la ceca de esta ciudad y que entonces el comercio de importación lle-gó a ser tan intenso que prácticamente hizo desaparecer la reserva o fondo de circula-ción interna, que en monedas macuquinas entonces ascendía a aproximadamente oncemillones de pesos de a ocho (9).

Tercero.- Es un hecho constatable que al interior del país el seclor empresarioadjudicó a la moneda la función de medio de pago, pues ésta era la única que podíagarantizarle la acumulación dineraria que le asegurara la solvencia económica requeridapara la adquisición de los artículos europeos. En esta dirección, se puede aseverar queestos personajes practicaron una suerte de'mercantilismo al revés', porque ganadospor el consumismo ya mencionado, que un crítico de la época tildó de 'fa/ta de eco-nomía"(701, dieron a sus utilidades dinerarias la calidad de una renta y no la con-dición de un capital destinado a dinamiear los términos del proceso económico queconducían. For ello, la amortización y la reinversión de capital fueron ajenas a su activi-dad empresarial, y el endeudamiento, la quiebra y e[ concurso de acreedores ,bucedían

de ordinario", como sentenció en 1763 el sacerdote Miguel de Rada (11).

II. EL ROL DE IA MONEDA EN LA DOCTRINA MONEIARIA DEL SIGLO XVIEl paisaje económico-monetario bosquejado nos describe la realidad tal como la

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n*oriun las fuentes primarias de la época. Otros documentos, en cambio, nos brindanla reflexión doctrinal surgida a raíz de ella, con el objeto de avalarla y darle el respaldode una racionalidad también demostrable en el campo de las ideas.

Sobre este asunto, los hombres del virreinato asumieron una posición muy defini-da, apoyándola en los argumentos monetarios difundidos por Tomás de Aquino en su

Suma Teológica, y que en el propio siglo XVI diversos autores españoles se encargaron

de difundir con amplitud de casufstica, verbigracia Tomás de Mercado, Veronense Sa-

ravia, Luis de Alcalá, Cristóbal de Villalón, entre otros.

La moneda fue definida de la única manera que resultaba admisible, "medio por elcua/ se lrafan todas las cosas del universq y se haen a conversación pam poseerlas ygozarlas I. .l de manem que el poseer todas las cosas críadas es el Íin y el dínerc con

que se alcanzan es el medio" (12). Definida la moneda de [a manem dicha, la dochinavigente sentenciaba que ella no podía 'ber fin de ganancia, porque -contra el orden de

la natumleza- , se usaía de lo que es medío como fi¡f'.En este contexto teórico, la ganancia empresarial era concebida como una renta,

pues para ser válida y no pecaminosa debía estar motivada por la necesidad de satisfa-

cer el sustento domrástico y las urgencias propias del status, según lo observó el oidorMatienzo en 1567 (13). I2ara mayor abundamiento, un hatadista de la talla de HeviaBolaños, cuando tuvo que pronunciarse sobre este asunto, enfatizó que la gananciasiempre "era censumble cuando el fin de su uso no era la uiñud -la necesidad- sino sólola ganancía misma" (74).

C-omo puede apreciarse, la doctrina monetaria descrita concebía la función del di-nero en términos muy dilerentes a los del mercantilismo europeo, para el cual el dineroera fundamentalmente capital, es decir un fin en sí mismo.

IIl. LA MONEDA DEL CONQUISTADOR: EL PESO DE ORO Y EL MARCODE PIATA BIANCA.El conquistador no trajo consigo monedas de cuño castellano. Se lo impedían las

trabas burocráticas que eran propias de la licencia que debía tramitar en Ia Casa de

Conkatación de Sevilla, y asimismo los obstáculos derivados de Ia política económicamonetaria bullonista de los reyes españoles, todo esto sin contar con el desgaste eco-

nómico que a cada expedicionario [e signilicaba el quedar expedito pam la'entrada''For eso, entre los conquistadores, desde un comienzo resultó frecuenle el acuerdo "de

dar y pagar con la sigvienle fundición y repadintienlo de orc y plata" (I5l,.La no existencia de cuños obligó a recurrir al uso de la moneda metálica en paeta

ensayada pero no acuñada, a la cual se convino en llamar'peso de oro'y'marcode plata'. Como estas monedas o hozos de metal al peso poseían una diversidad muygrande de fíneza, la conveniencia común en ambos casos dio lugar a la aparición de

una coffespondiente moneda de cuenta, que respecto a[ oro fue llamada 'peso de buen

oro' o 'castellano de buen oro', y respecto a la plata recibió la denominación de 'marco

de plata b[anca', 'de ley'o'fina'.Así, eI peso de buen oro quedó constituído en la expresión cuántica de un peso

bruto de oro que alcanzaba 0.16 onzas (4.60093 gramos), una ley de 22 712 quilates

(937.5 milésimos) y un valor legal de 450 maravedís ó 13 reales 8 maravedís.

El marco de plata blanca, por su parte, se convirtió en expresión contable de un

marco de ocho onzas de peso bruto, una ley de 11 dineros 4 granos (930.5 milésimos)

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y un valor legal de 22'l,o maravedís o 65 reales, valor que en la práctica fue elevadomás adelante a22IL maravedís.

En un principio (1533), la predilección que el conquistador manifestó por el metaláureo y su indiferencia frente a la pasta argéntea, depreciaron a esta última en más deun 507o, pues e[ intercambio habrfa de efectuarse a razón de un marco de plata de leypor 2 o 2.5 pesos de buen oro, cuando el fndice bimetárico vigente tr-io.rl señalabaque el cambio debía realizarse por 4.9 pesos de oro. Este coeficiánte ,n puro en prácticarecién cuando las riquezas del Ceno Rico de Fotosí absorbieron el interés de los con-quistadores, lo que ocunió en 15215.

Las monedas de cuenta indicadas facilitaron el manejo monetario del oro y laplata de leyes reconocidas e impidieron que sus giros respectivos se convirtieran en uncaos dada la diversidad de leyes existentes. En ambos casos, la fórmula de reducciónhubo de consistir en una sencilla operación aritmética.

El único inconveniente mdicaba en que el peso de buen oro valía ¿l5o mamvedís y elmarco de plata fina 2211, formando una proporción incómoda pam el manejo contable.

IV. I..AS MONEDAS EN PASTA DEL COLONO. EL PESO ENSAYADO, ELPESO CORRIENTE, EL PESO DE ORO REDUCIDO.No es arbitrario señalar el año 1549 como el del inicio de la colonlzación económl-

ca del rahuantinsuyo. Hasta entonces habían venido sucediéndose gu"rru; muy cmelesentre los conquistadores; la economía indígena continuaba inmersa en sus anceshalespatrones de ordenamiento, y la ausencia de empresarios de la producción era muy no_toria. La tiena, el medio de producción por excálencia, se reclamaba sólo para obtenerde ella los tributos necesarios a una existencia señorial muy costosa, pues casl nadlepensaba en convertirla en objeto de una negociación empresarial. Las minas, por suparte, se explotaban con una mínima o nula inversión, y la preferencia era la labor aflor de tiena y la afinación de los metales empleando la tácnica aborigen.

Esto cambió mn la llegada del ucenciado fud¡o de la Gasca, quien áphcando "on

sumorigor las instrucciones recibidas, reshingió el poder de los encomena"ros y sentó las baseseconómicas pam iniciar lo que se puede llamar la 'colonización empresaria'iel funi, la únicaque en vendad contaba, pues sólo ella podía asegumr la permaneniia del poder regio y crearlos pilares pam que la Tesorería Real de Sevilla consiguiem los fondos fiscales que tianto ne-cesitaba la C,orona ante la debade de su Caia caslellana.

De conformldad con las medrclas tomaclas por La Gasca y qurenes lo sucedreronen el gobierno, entre 1549 y 1580 se instauró el anhelado rogtmen colono empresarro,que prácticamente quedó en manos de resldentes no encomenderos. con este régimense sentaron las bases de lo que terminarían por ser los circuitos de producción y comer_cio más significativos.

El régimen empresarial y los inmensos tesoros que guardaba Fotosf, ahora explo-tados a un ritmo intenso, condicionaron hes sucesivas moáificaciones del sistema mone-tario. La primera fue la creación der peso ensayado, la segunda la desaparición del pesode plata corriente y la tercera el inicio de la acúñación.

Tales medidas fueron consideradas necesarias para garantizar el orden monetarioexigido por el nacimiento de la actividad empresaria productora y el crecimiento delconsumo de artículos importados que la nueva economía promovía.

al El peso ensayado en pasta. Según nuestras investigaciones, nació entre los

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años 1548 y 1553 como una moneda de cuenta en la cual, a través de su valor (450

maravedís) se pudiese expresar el valor conespondiente a todas las leyes de la nomen-

clatum argéntea, medidas en la unidad de un marco de 8 onzas de peso total. Cinco

pesos ensayados conformaban un marco ensayado imaginario, de 2250 maravedís, que

eran expresión de un valor intrínseco ascendiente a 7.58 onzas puras (217.84 gramos) y

de un valor legal que totalizaba los 66 reales 6 maravedís. Cada peso ensayado repre-

sentaba un peso ligado de 1.6 onzas, y por ello signaba un peso 10 veces mayor que el

del peso de oro.La relación de peso total que acaba de ser revelada y también el hecho de que el

peso de oro y el ensayado valiesen zl50 maravedís y de que la relación bimetálica enhe

ambas monedas de cuenta estuviera sujeta a[ índice vigente en Bpaña, permite agregar

a las dichas una razón más para el nacimiento del ensayado: la necesidad de establecer

un sistema que permitiera relacionar e intercambiar las paslas de oro y plata de ley re-

conocida con suma facilidad, a pesar de las diferencias que les eran inherentes y la di-

versidad de flneza que ambas trafan consigo.

No debe confundirse el peso ensayado en pasta con el peso ensayado de nueve

reales (306 maravedís de valor legal), pues como en alguna oportunidad tuvo que acla-

rarlo el Ttibunal Mayor de Cuentas, el primero "...subsistía teal y físicamente en su mis'

ma especie en la barra"y el segundo "...fan sólo era un número artifícial buscado para

facilitar la cuenta" (16\.Algo cercano ocurúa con el peso ensayado de doce reales y medio (425 maravedís),

una moneda imaginaria creada por el viney kancisco de Toledo pam el uso de los naturales

c¡ando rástos convenían en pagar sus hibutos en ensayados-pasta. El descuento de 25 mara-

vedís lo justificaba la costa de acuñar el peso ensayado, que más adelante tendría que ser

cubierta por el encomendero o el comerciante que lo recibiera.

b\ El peso corriente. Tál fue el nombre genérico conferido a la plata circulante

sin ensayar. Esta moneda nació en los años iniciales del auge potosino (1549-1552)' y

desde sus orígenes tuvo una existencla real, por lo que es completamente inapropia-

do calificarla de contable.un peso corriente en pasta argéntea no acuñada poseía la gravedad bruta de 1..6

onzas o 46.009 gramos y en consecuencia 5 de ellos conformaban un marco de plata

corriente. En la composición de este peso se encontraban presentes ocho tomines de

doce gtanos cada uno, y su ley era tan incierta que puede sostenerse que el consenso

comercial le asignaba una a ojo de buen cubero-

Le fineza del corriente siempre estuvo por debajo de ta del ensayado, lo que no

const¡tuía ninguna novedad, porque definitivamente la pasta que se empleaba en su

confección era de muy baja calidad y depurada de un modo por demás deficiente. For

su menor ley, el cambio de pesos corrientes por ensayados, desde un comienzo se

ef.edu6 con el agregado de un interés, el cual -en proporción inversa al envilecimiento

de los conientes- fue alzándose con suma rapidez hasta sobrepasar largamenle el 6O7o,

lo que sucedió en la década del 70 (17).

La disminución gradual de la fineza de los pesos corrientes dio lugar a serios

transtornos económicos que directamente perjudicaron al trabajador indio, obligado a

recibir sus jornales en esta moneda. La Corona se vió también agraviada' pues en su

principal Caja de Fctosí admitía abonos en colrientes, atribuyendo a cada marco de

esta plata un valor de 2000 maravedís (841 milésimos), cuando en los hechos, ésta, en

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orden.a su fineza realmente exislente, alcanzaba en el mejor de los casos los 1300 ma-ravedís (6 dineros 13 granos o 545.1 milésimos), no siendo nada extraño que en loshechos pudiera contener una fineza de menos de un dinero (83 milésimos) (18).

I-¡ inestabilidad del valor de esta moneda hizo que prácticamente fuem excluída delcomercio de er<portación y que su empleo se contrajese al mercado y la producción locales.

cl El peso de oro reducido. Esta moneda de cuenta aurígera nació en fos añospostreros del gobierno de Rancisco de Toledo, cuando el coeficiente bimetálico (1-10.i)que había determinado la paridad de valor entre el peso de buen oro y el ensayado yano tenía ninguna vigencia, al haberse elevado en los hechos, por la escasez del oro y laabundancia de la plata, el coeficiente de intercambio por encima de los 1-12.2 . Forentonces, en seguimiento de la disposición del gobierno madrileño (Reales Cédulas clel23 de mayo y 8 de junio de 1578), un peso de buen oro pasó a estimarse en 556 ma-ravedís (antes valía 45O) V por este nuevo valor tenía que ser intercambiaclo con el en-sayado. Esta circunstancla y la proyección del todo evidenle de que el valor {el oro iríalncrementándose aún más dieron lugar a la desaparición del 'peso de buen oro,y lasustitución del mismo por una nueva moneda de cuenta a la cual se dió el nombre depeso de oro reducido.

El peso de oro reducido era expresión de un peso de 22 y medio quilates, con elvalor ya referido. A diferencia de su antecesor, este peso contable sólo estaba capacita-do para denetar el valor intrínseco de los pesos reales que se redujesen a su magnitud;ello porque el su valor legal se entendía como un atributo circunstancial.

V. LA MONEDA ACUÑADA EL REAL DE PIATALos transtornos que el peso corriente ocasionaba al interior de la colonia, cuando

ésta se encontraba en un franco proceso de desarrollo empresarial productor, decidie-ron el inicio de la acuñación del real, hecho que se produjo a fines de 1b6g en la ciu-dad de Lima. Potosí habría de acuñar recién en 1574.

El real de plata de a ocho es una moneda ampliamente conocida y es conocidoque fue una moneda-mundo por excelencia, dada su fabricación abundante y la ten-dencia a atesorar los cuños aúreos. Obras muy serias como la que suscribiera AlonsoHerrera en 1914 bajo el título de E duro corroboran plenamente esta opinión.

Respecto al real peruano del siglo XVI se ha escrito bastante, y poco avanzaríamos repi-üendo lo ya conocido. Fcr eso sólo nos interesa submyar que nació pam sustifuir al peso co-rriente en el mercado colonial, de allí las primeras disposiciones que ordenaron que en suconfección se empleara la pasta corriente y que únicamente se acuñasen suertes de denomi-naciones menores, muy próximas al valor de los tomines corrientes.

Btas órdenes testimonian la utilidad que tendría el real de plata en el contexto dela economía interna del virreinato y en la relación de esta economía con e[ mercadomundial, hacia donde fluiría la plata corriente ya amonedada sin ningún contratiempo.A su lado discurriría la barra, reducida contablemente a pesos ensayados, en los cualesse expresarían también sus valores legal y comercial en reales de a ocho.

Mientras que los reales acuñados se concibieron como monedas para las transac-ciones menudas y medianas, las barras y su ensayado se destinaron al gran comercio.En el siglo xvl, (1574-1600) una barra de 60 marcos de peso y una ley promedio de11 dineros 22 granos poseía una capacidad liberatoria que de acuerdo a los precioscomerciales vigentes para la pasta oscilaba de 499 a 520 pesos de ocho reales; una ba_

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na de 120 marcos de una fineza semejante fluctuaba entre 998 y 1040 pesos de 8 rea-

les. En este sentido el valor ponderado por marco era de 8.49 pesos de ocho reales.

VI. LA TEORíA DEL VALOR MONETARIO

La teoría del valor de la moneda colonial resulta imprescindible para comprender

las razones de su poder liberatorio y asimismo para entender [a paridad de intercambio

entre e[ peso ensayado y el real. Se reconocía la presencia de tres valores: El intrínseco,

el legal y el municipal o de plaza.

El valor lnlrínseco expresaba el contenido fino presente en la pieza. El valor le-gal o abeoluto se refería al precio de la pasta no acuñada establecido por los Reyes

Católicos en7497, cuando estipularon que se abonara 65 reales por un marco de 11

dineros 4 gTanos. \230.0465 gramos de plata de 930.5 milésimos), y que por esta razón

cuántica se dedujera e[ precio de compra de los marcos en pasta sin acuñar de otras [e-

yes. Esta cuantía, que en el Ferú habría de fijarse en 65 reales un maravedí, había sido

determinada tomando en cuenta el costo de acuñar el marco citado con inclusión del

real de señoreaje y la ganancia del mercader de [a plata.

Al tratarse de un marco de L1 dineros 4 granos acuñado en reales, el concepto

valor legal admitía una valía derivada, que el tecnicismo de la época dió en llamar va'lor extrínseco o legal amonedado, cuyo monto alcanzaba los 67 reales (2278 ma-

ravedís). En esta valía se encontraba presenle el coste de la acuñación, ascendente a

dos reales. Recordemos que 67 reales de 11 dineros 4 granos fue la talla monetaria vi-

gente durante el siglo XVI.El vator municipal, a dife¡encia de los anteriores, em el prccio por el que la pasta sin

acuñar corría en el mercado. Su monto lo establecía la oferta y la demanda, y la convención

comercial, sopesando las camclerísticas de la coyuntura e@nómica, las utilidades mzonables

del mercader de la plata y los costos reales de acuñar moneda. En e[ krú, este valor em infe-

rior al legal, por ser los costos de acuñar superiores a los de Bpaña'A lo largo del tiempo virreynal, el valor municipal fue gradualmente incrementán-

dose. fuí, mientras en 1565 un marco en barra de 11 dineros cuatro granos discurría en

la plaza por el precio de 61 reales 14 maravedís y fracción de otro, esta misma pieza co-

nía en 1746 al cambio de 64 reales 19 maravedís.

En proporción a la fineza que representaban, los tres valores se encontraban tam-

bién presenies en el peso ensayado de 450 maravedfs y en su marco de 2250, a los

cualei ya nos hemos referido, y asimismo se hallaban presentes en el ensayado mayor'

que no era otra cosa que la acumulación de 100 ensayados menores' siendo por ello la

expresión formal de un valor intrínseco ascendente a aproximadamente 18 marcos y 7

onzas de plata pura y un valor legal que en reales bordeaba los 1323 y en pesos de a

nueve alcanzaba 147 ll17 (19).

En lo tocante al valor municipal del ensayado mayor, es preciso señalar que el

mismo, conformándose con la gradual revaluación de la pasta argéntea, quedó sujeto a

un proceso permanente de alza, de manera que si en 1565 un ensayado mayor en ba-

rra corría por 138 8/9 pesos de a 9, en 7748 el comercio lo adquiría ya por 1116 pesos

de a9 (164.25 pesos de a ocho).

VII. NOTAS BIBLIOGRÁFICAS(1) Dictamen de don Jocéph Rodrtgaez de Carassa del Orden de Calatrava y

Nueva Síntesis, Nro 3 - 1995

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