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deVinCiÍndice
3 Presentación
4 Desarrollo económico local: ¿un nuevopapel para los gobiernos municipales?ANTONIO SÁNCHEZ BERNAL
16 Conocimiento, cultura local yplaneación del desarrollo BASILIO VERDUZCO CHÁVEZ
28 Cambio organizacional: desde unaventana municipal MACEDONIO LEÓN RODRÍGUEZ ÁVALOS
40 Aportes para la formación del municipio San Ignacio Cerro Gordo. Una experiencia de vinculaciónMARÍA BASILIA VALENZUELA VARELA
CLAUDIA MÓNICA SÁNCHEZ BERNAL
56 El proceso de planeación deldesarrollo en el estado de Jalisco y la participación socialPORFIRIO CASTAÑEDA HUÍZAR
70 Plan y proyecto en la ciudad:planeación urbana, gestión cultural y ambiental XERARDO ESTÉVEZ
78 Las posibilidades de la planeaciónambiental. El caso de una propuestapara Jalisco ALEJANDRO MACÍAS MACÍAS
84 Agenda de la reforma municipal en MéxicoENTREVISTA CON TONATIUH GUILLÉN LÓPEZ
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
Víctor Manuel González Romero
Rector General
Misael Gradilla Damy
Vicerrector Ejecutivo
José Trinidad Padilla López
Secretario General
Roberto Castelán Rueda
Coordinador General de Extensión
Arturo Curiel Ballesteros
Jefe de la Unidad de Vinculación
y Difusión Científica
UNIDAD DE VINCULACIÓN Y DIFUSIÓN CIENTÍFICA
Arturo Curiel Ballesteros
Director de la revista
Ana Ramírez Carr
Programa Divulga
Ricardo Arechavala Vargas
Programa Produce
María Luisa García Bátiz
Programa Administra
Lizzette Donath de la Peña
Programa Comparte
CONSEJO EDITORIAL
Misael Gradilla Damy
Guillermo Martínez Mora
José María Murià Rouret
Alfonso Islas Rodríguez
Adalberto Ortega Solís
Armando González Romero
EDICIÓN
Arturo Suárez
Alicia Zúñiga
DISEÑO
Petra Ediciones, S. A. de C. V.
Naciones Unidas 5507, Jardines
Universidad, Zapopan 45110, Jalisco.
Tel. 3629-08-32, fax 3629-33-76
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IMPRESIÓN
Editorial Pandora, S. A. de C. V.
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Guadalajara 44470, Jalisco.
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deVinCi es la revista de vinculación y
ciencia de la Universidad de
Guadalajara. Coordinación General de
Extensión. Unidad de Vinculación y
Difusión Científica
Av. Hidalgo 919, Sector Hidalgo,
Guadalajara 44100, Jalisco
Tels. y faxes 3825-02-66, 3825-09-85,
3825-92-92 y 3826-79-45
ISSN EN TRÁMITE.
PORTADA Peggy Espinosa
FOTOGRAFÍA (p.2) Alberto Gómez Barbosa
AÑO 3 / NÚM. 6 / ABRIL DE 2001
El universo del municipio en México —microentidad clave del entramado regional—
está siendo objeto de minuciosa revisión con vistas a ser considerado factor me-
dular de todas la acciones para el desarrollo económico local, el cual es, según se
desprende del contenido del número 6 de deVinCi, ”un proceso de crecimiento eco-
nómico y cambio estructural que conduce a una mejora del nivel de vida de la po-
blación local, en el que se pueden identificar, al menos, dos dimensiones: una
económica, en la que los empresarios locales usan su capacidad para organizar los
factores productivos locales con niveles de productividad suficientes para ser
competitivos en los mercados; y otra sociocultural, en la que los valores y las ins-
tituciones locales sirven de base al proceso de desarrollo”.
La reforma municipal en México —tema central de esta sexta entrega— no es más
que la reforma de los gobiernos en sus diferentes niveles: un cambio de carácter
organizacional que ha de partir desde el impulso municipal, condición necesaria
para la reforma nacional.
La idea de un nuevo municipio —creación y metamorfosis— está en una fase de ex-
perimentación, cuya realidad no tardará mucho en imponerse como pieza definiti-
va del futuro económico de nuestro país. Serán, pues, el proceso de planeación del
desarrollo, el de planeación urbana y el de planeación ambiental, los temas teó-
rico-prácticos de hoy en adelante para definir el desarrollo general como nación.
deVinCi, revista de vinculación y ciencia de la Universidad de Guadalajara, ofrece
valiosos instrumentos para la comprensión de ese proceso.
3 / núm.6 / deVinCi
Presentación
llo regional, coincidió en que se sus-
tentaban en cuerpos teóricos (teoría
neoclásica, keynesiana y marxista)
que, si bien estaban enfrentadas, cons-
tituían en sus tiempos paradigmas.
En este trabajo mi objetivo es pre-
sentar qué papel ha sido asignado a
los municipios (en especial los gobier-
nos municipales) por los distintos
enfoques del desarrollo regional. Pa-
ra realizar esta tarea, el trabajo se
divide en tres partes: en la primera re-
visaré las propuestas clásicas de
desarrollo regional; en la segunda,
presentaré el desarrollo económico
local, y, en la tercera, desarrollaré
las conclusiones.
Enfoques clásicos de
desarrollo regional
En las siguientes páginas destaca-
ré brevemente los distintos enfoques;
advierto que no reviso de manera ex-
haustiva las propuestas, ya que mi ob-
jetivo es presentar y remarcar cuáles
deVinCi / núm.6 / 4
Introducción
A mediados del siglo XX se consolidó
el desarrollo regional como un área
del conocimiento. Desde esa fecha,
hasta la actualidad, las preocupacio-
nes temáticas más relevantes se han
centrado en la desigualdad entre re-
giones, la intervención del Estado a
través de políticas para impulsar el
desarrollo de las regiones y en la de-
sigualdad que ha provocado. De los
cincuenta a los setenta se desarrolla-
ron los principales enfoques y el deba-
te fue más rico, pero no en las últimas
dos décadas, en las que se observa
una disminución considerable en las
aportaciones y debates. En este con-
texto surge tímidamente la perspecti-
va de desarrollo económico local.
El desarrollo económico local no es-
tá en gran debate, por diversas razo-
nes, la principal tiene que ver con lo
disperso y poco consolidado del enfo-
que analítico. Otra razón, es que en las
tres décadas de resplandor del desarro-
Antonio Sánchez Bernal*
Desarrollo económico local:¿un nuevo papel para losgobiernos municipales?
*Coordinador del Programa de
Estudios para la Descent\ralización
(PROEDE) del Departamento de Estudios
Regionales- INESER. CUCEA,
Universidad de Guadalajara.
son las variables clave de cada enfo-
que, y qué papel juegan los munici-
pios.
Teoría de la base de exportación
Con base en un análisis histórico
de las regiones de Estados Unidos y Ca-
nadá, North (1955) planteó que las
regiones que habían sustentado su de-
sarrollo en una base de exportación,
presentaban mayores niveles de desa-
rrollo que las regiones que lo habían
hecho sobre una economía de subsis-
tencia. El autor menciona que una re-
gión que sostiene su crecimiento en la
exportación, genera economías exter-
nas, reduce costos, aumenta su siste-
ma de crédito y transporte, entrena la
fuerza de trabajo y orienta las activi-
dades complementarias hacia el sec-
tor exportador. Para poder establecer
una base exportadora hay que indus-
trializar la región, específicamente,
hay que desarrollar la tecnología para
producir bienes manufacturados.
Obviamente, para crear la base expor-
tadora se necesita inversión, la cual
normalmente viene de fuera; consoli-
dada la región se genera la reinver-
sión. Para North, la causa de las
desigualdades es que las regiones
contaban con diferentes dotaciones de
recursos. Así, solo algunas tuvieron la
capacidad de consolidar una base ex-
portadora y de reducir costos de trans-
porte; en tanto otras se concentraron
en la producción de la región, las pri-
meras se montaron en un crecimiento
acelerado, haciendo evidentes la desi-
gualdad entre regiones. Su conclusión
es que la convergencia económica en-
tre las regiones es posible a través de
incrustar la industria secundaria en
todas las regiones.
La visión neoclásica
En este enfoque se enfatiza el pa-
pel que juega la asignación de recur-
sos y la movilidad de los factores de
producción en el crecimiento regional.
Esta visión señala que en el tiempo
tanto a nivel sectorial como interre-
gional, los factores productivos se
desplazan desde los sectores y regio-
nes en donde obtienen bajos benefi-
cios, hacia los sectores y regiones
donde los beneficios sean mayores. El
proceso se ve limitado por algunas ca-
racterísticas geográficas o por rigidez
de los mismos factores (Graizbord,
1988). Por lo tanto, los desequilibrios
regionales son básicamente provoca-
dos por la insuficiente movilidad te-
rritorial de los factores de producción
(Rózga, 1994).
Dentro de esta misma línea encon-
tramos la propuesta que recalca el
efecto propulsor de las exportaciones
en la generación y en el crecimiento
del ingreso de una región (Graizbord,
1988). Esta visión destaca, como fac-
tores del crecimiento regional, la
importancia de la apertura de las eco-
nomías regionales, el papel que de-
5 / núm.6 / deVinCi
sempeña la producción para las nece-
sidades del mercado externo, los efec-
tos multiplicadores y el incremento de
la demanda interna (Richardson, 1975;
Rózga, 1994).
Harrod y Domar proponen como fac-
tores de crecimiento la capacidad de
ahorro y de inversión de una economía
(Graizbord, 1988). Este modelo ma-
croeconómico se adapta al crecimiento
regional teniendo en cuenta los movi-
mientos interregionales de capital y
de mano de obra, por ello es posible
introducir diferencias regionales que
llevan a diferentes propensiones al
ahorro entre las regiones, propiciando
relaciones interregionales que tienden
eventualmente a una situación de
equilibrio (Richardson, 1975; Graiz-
bord, 1988).
El desarrollo se percibe como el
crecimiento económico reflejado en el
aumento del valor de variables ma-
croeconómicas, como el ingreso, e im-
pulsado por el cambio en variables,
como el ahorro y el gasto, especial-
mente fuera de la región. Así también,
se supone que el proceso de desarrollo
es un estado natural regulado por el
mercado, que se manifiesta con el cre-
cimiento económico equilibrado entre
las regiones.
El crecimiento polarizado
Esta visión plantea que el desarro-
llo es un proceso que se induce o cons-
truye, por lo que es importante contar
con la intervención de un actor que re-
gule el proceso, es decir, la interven-
ción del Estado es necesaria para ase-
gurar un verdadero desarrollo.
Este paradigma surge como una crí-
tica a los postulados neoclásicos, es
decir, a los postulados del equilibrio
general o estable, a través del cual se
podían ver las diferencias en el desa-
rrollo como un desajuste momentáneo
del mercado que en el largo plazo es
corregido por el mismo comportamien-
to de las fuerzas del mercado.
Myrdal (1979) y Hirschman (1961)
juzgaron como irreales los supuestos
del laissez-faire al observar las cre-
cientes disparidades económicas y so-
ciales entre las regiones a nivel inter-
nacional, pero siendo aún peores al
interior de los países no desarrolla-
dos. Así, observaron que las regiones
ricas eran cada vez más ricas, y las
pobres, por el contrario, cada día se
empobrecían más. Partiendo de este
hecho, se propusieron indagar cómo y
por qué se han originado estas desi-
gualdades, por qué persisten y por qué
tienden a crecer.
Para los dos autores antes señala-
dos, la expansión de algunas áreas
tienen lugar a expensas de otras, ya
que, una vez iniciado el crecimiento,
en una región dada, una gama de fuer-
zas que conducen a un mayor creci-
miento se ponen en marcha y en forma
acumulativa, lo que provoca una ma-
yor expansión. Fuerzas contrarias se
pondrán en marcha en las regiones no
deVinCi / núm.6 / 6
alcanzadas por el proceso expansivo.
Las áreas favorecidas serán por lo
general: 1) aquellas con ventajas na-
turales de localización, por lo tanto,
las riquezas naturales se conforman
como un factor fundamental para el
crecimiento; 2) o bien, aquellas donde
pudieron iniciarse con éxito algunas
actividades en virtud de un accidente
histórico (Myrdal, 1979).
A partir de la obtención de econo-
mías de aglomeración, siempre cre-
cientes en las regiones ricas, se forta-
lecieron y mantuvieron su continuo
crecimiento a expensas de otras regio-
nes en las que el atraso y el estanca-
miento fueron las normas generales.
Lo anterior se debe a que las fuer-
zas a través de las cuales tienen lugar
los procesos acumulativos son, princi-
palmente, los movimientos de capital,
de mano de obra y de mercancías, las
cuales son reguladas por el mercado.
De esta manera, si dejamos estas fuer-
zas libres, se da una tendencia a las
desigualdades regionales, dado que la
migración tiende a ser selectiva y las
regiones que están en proceso de ex-
pansión económica atraen inmigran-
tes; el capital fluye de las áreas po-
bres a las ricas; el comercio opera
también en favor de las regiones más
ricas y dinámicas y en contra de las
más pobres y decadentes, formando un
círculo virtuoso para las regiones ri-
cas y un círculo vicioso para las regio-
nes pobres.
Dentro de esta misma visión, Pe-
rroux (1955) plantea que el crecimien-
to no aparece en todas partes al mismo
tiempo; se manifiesta en puntos y po-
los de crecimiento, con intensidades
variables; se difunde por medio de di-
ferentes canales, con distintos efectos
terminales sobre el conjunto de la eco-
nomía, es decir, el crecimiento se ma-
nifiesta en cambios estructurales de
la economía. Uno de los aspectos del
cambio estructural es la aparición y
desaparición de industrias y la propor-
ción variable de flujos de producción
industrial total. Otro aspecto que pone
en evidencia los cambios estructura-
les en una economía es la difusión del
crecimiento de una industria o de un
grupo de industrias.
De esta manera, el crecimiento que
se puede observar en algunas regiones
es producto de determinadas indus-
trias que atraen la atención y que se
convierten en el motor del crecimiento
(industrias motrices).
Para Perroux, los beneficios que
obtienen estas empresas no son solo el
fruto de las decisiones de cada firma,
como lo postula el modelo de equili-
brio competitivo, sino que son induci-
dos por la producción y los gastos de
otras firmas.
Esto nos lleva a la importancia de
la aglomeración de industrias, que no
se refiera solo a la concentración de
varias industrias, sino a la existencia
de al menos dos tipos de industrias:
las motrices o clave para el desarro-
llo, y el resto de industrias. Asimis-
7 / núm.6 / deVinCi
mo, la aglomeración de industrias de-
be suponer la concentración territorial
en un sistema no necesariamente com-
petitivo, lo que genera un polo de cre-
cimiento industrial en el que se da una
intensificación de las actividades eco-
nómicas, debido a la proximidad y a
los contactos humanos que permiten el
surgimiento de elementos cruciales
para el desarrollo: la innovación y la
imitación de las innovaciones gene-
ralmente iniciadas en las industrias
motrices.
De esta manera, Perroux pone co-
mo factor importante para el creci-
miento económico el crecimiento de
la actividad industrial, a diferencia
de la visión que ofrecía Shumpeter,
quien concentró la atención en el pa-
pel de los empresarios privados; pa-
ra Perroux (1955), en el entendimien-
to del crecimiento económico no pue-
den ser olvidados los poderes públi-
cos y sus empresas y las pequeñas
innovaciones que ajustan el funcio-
namiento de las aglomeraciones in-
dustriales.
Desde esta perspectiva, la impor-
tancia de actores que lleven a cabo el
proceso de desarrollo en un territorio
específico, tiene que ver con la idea
de que el desarrollo de una región es
un proceso que se puede construir o
inducir, es decir, el desarrollo no es
un estado natural que se alcance con
el libre funcionamiento de las fuer-
zas del mercado, más bien se trata de
lo contrario, es un proceso disconti-
nuo donde el desarrollo y el no desa-
rrollo son procesos simultáneos.
Aquí, quien aparece como el actor
importante con la capacidad de inducir
las fuerzas generadoras del desarro-
llo, es el Estado nacional, que actúa en
el momento y lugar donde las fuerzas
del mercado dejan de ser eficientes. Se
parte del supuesto de que las desi-
gualdades regionales pueden ser eli-
minadas con un uso adecuado de las
políticas estatales, las cuales bus-
quen impulsar o difundir el desarrollo
económico. De esta manera, aparece el
Estado como la fuerza que organiza los
procesos económicos (Rózga, 1994);
sin embargo, según Myrdal (1979), lo
anterior será más factible en cuanto
más desarrollado sea un país o una re-
gión, ya que esto ayuda a poner en
marcha recursos, llevan a efectos po-
sitivos y se genera un círculo acumu-
lativo de crecimiento y difusión.
Desde esta perspectiva, la mani-
festación del desarrollo se consigue
con el impulso y creación de polos de
crecimiento a lo largo y ancho de las
regiones que quieran ser desarrolla-
das. De esta manera, autores como
Friedmann (1969) plantean la impor-
tancia de los polos de crecimiento co-
mo herramienta de desarrollo espe-
cialmente para zonas urbanas, mien-
tras que el desarrollo rural exige otras
medidas (esquemas de redistribución,
políticas de precios más favorables,
etc.) que tienen muy poco que ver con
los polos de crecimiento.
deVinCi / núm.6 / 8
Desde finales de los setenta y prin-
cipios de los ochenta se ha cuestionado
la visión del desarrollo polarizado y del
proceso de difusión que estudiosos co-
mo los antes mencionados sostenían.
Los resultados de la operacionalización
de dicha visión fue un mal desarrollo
de las áreas periféricas; un aumento de
las brechas entre regiones ricas y po-
bres o desarrolladas y no desarrolla-
das; concentración y descentralización
del poder y toma de decisiones en las
grandes ciudades o polos, y, en pocas
palabras, el olvido del desarrollo rural
como un objetivo y necesidad importan-
te, especialmente en los países menos
desarrollados. Además, el modelo de
crecimiento polarizado solo funcionaba
en etapas de expansión de la economía,
distorsionando sus efectos esperados
en etapas de crisis.
Es evidente que en estos enfoques
los gobiernos municipales no tenían
un rol importante en el proceso de de-
sarrollo de las regiones, solamente el
Estado-nacional en la visión del desa-
rrollo polarizado es el actor principal
en cuanto debe intervenir para atacar
las fallas de mercado. Es decir, las vi-
siones del desarrollo regional de los
cincuenta a los setenta tendieron a
fortalecer los procesos centralizados
de la mayoría de las economías del
mundo.
A partir de las consecuencias ob-
servadas empíricamente y del predo-
minio de visiones como las antes ex-
puestas, se fortalecieron en los años
ochenta del siglo XX conceptos como el
de desarrollo local, endógeno, ecode-
sarrollo, como alternativa importante
especialmente para las zonas periféri-
cas o menos desarrolladas.
Desarrollo económico local
A partir de una revisión sobre los
anteriores enfoques de desarrollo re-
gional, Vázquez (1998) plantea que la
operacionalización de los polos de de-
sarrollo y difusión fue un mal creci-
miento de las áreas periféricas. Ade-
más, que el modelo funcionaba sólo en
la etapa de expansión de la economía.
A partir de este punto, existe un
consenso entre los distintos estudiosos
del tema (Vázquez, 1988; Arocena,
1995; Blakely, 1989, y Boisier, 1996) de
que el desarrollo económico local apa-
rece como una oportunidad o estrategia
para que los actores locales tengan en
sus manos la posibilidad de enfrentar
(ventajas y obstáculos) los grandes
procesos de globalización e industria-
lización que aparecen a fines de los
ochenta en la economía mundial.
Es decir, se cree que la mejor mane-
ra de aprovechar las oportunidades del
exterior, o de aminorar los efectos
negativos, es mediante nichos de terri-
torio con una red social fuertemente in-
tegrada en una estrategia económica
sustentada en los activos de los actores
y en la fuerza de sus organizaciones.
Para avanzar en la discusión es
pertinente presentar algunas defini-
9 / núm.6 / deVinCi
ciones de desarrollo económico local;
Vázquez (1988) sostiene que el“Desa-
rrollo Económico Local es un proceso
de crecimiento económico y cambio
estructural que conduce a una mejora
del nivel de vida de la población local
(Coffey y Polese, 1985), en el que se
pueden identificar, al menos, dos di-
mensiones: una económica, en la que
los empresarios locales usan su capa-
cidad para organizar los factores pro-
ductivos locales con niveles de
productividad suficientes para ser
competitivos en los mercados; y otra
sociocultural, en la que los valores y
las instituciones locales sirven de ba-
se al proceso de desarrollo”.
Blakely (1989) “se refiere a un pro-
ceso en el cual la comunidad y el go-
bierno se organizan para estimular
principalmente la actividad empresa-
rial y el empleo. El principal objetivo
del desarrollo local es desarrollar
oportunidades de empleo con los re-
cursos humanos, naturales e institu-
ciones de la comunidad”. Con esta
misma orientación, pero especifican-
do que este proceso se produce en zo-
nas situadas fuera de la zona de in-
fluencia de los centros de concentra-
ción, tenemos la definición del Insti-
tuto del Territorio y Urbanismo (1987);
desde esta posición, el desarrollo lo-
cal sería una alternativa sólo en áreas
denominadas periféricas.
Especial mención merece el aspec-
to sociocultural, ya que autores como
Leonardi (1995), sustentados en la ex-
periencia de las regiones italianas,
plantean que los niveles de desarrollo
económico de las regiones están más
correlacionados con los patrones tra-
dicionales y la cultura cívica (capital
social), que con la existencia de in-
fraestructura económica.
Para Cox (1993), el concepto del DEL
tiene que ser explicado por dos varia-
bles: la dependencia local y la escala
geográfica. La dependencia Local es
una relación social que se da entre
empresas, trabajadores y gobiernos
locales que en un contexto determina-
do es necesaria para la realización de
las necesidades de los agentes (deter-
minación de salarios y beneficios).
Esta dependencia local se da en una
escala geográfica, lo cual marca la
magnitud de personas y relaciones que
intervienen en la conformación del in-
terés local por determinado espacio.
Aquí la acción de los gobiernos locales
es relevante, ya que, según Cox, éstos
pueden cambiar la dependencia local y
la escala geográfica.
Otras perspectivas de desarrollo
económico local contextualizadas en
el marco de los países latinoamerica-
nos, plantean que la base para el
desarrollo económico local está en
impulsar las cooperativas y las em-
presas pequeñas y medianas con el fin
de desatar iniciativas locales que per-
mitan que el aparato público se centre
con eficacia en actividades estratégi-
cas (Rosales, 1988). Otro rasgo desta-
cable es la importancia que tiene la
deVinCi / núm.6 / 10
participación ciudadana en el desa-
rrollo local, ubicándola como la clave
para lograr la legitimidad, represen-
tar intereses y obtener la eficacia
política, social y administrativa (Ahu-
mada, 1988; Moreira, 1988). De manera
más precisa, Restrepo (1994) menciona
la participación ciudadana como un
medio de control social que comple-
menta los controles tecnocráticos so-
bre los recursos, las políticas, los fun-
cionarios y los líderes políticos.
No existe un autor que presente un
planteamiento integral sobre el DEL,
pues dicho planteamiento ha surgido
de los resultados de investigación so-
bre diversos casos exitosos donde co-
munidades lograron crecer o salir de
procesos de estancamiento económi-
cos locales.
Por ejemplo, Arocena (1995), para
el caso de América Latina presenta
ocho casos de estudio en Uruguay,
donde se rescató que dos dimensiones
relevantes para identificar el DEL son
el grado de integridad del proceso de
desarrollo y la capacidad de elabora-
ción de respuestas diferenciadas. De
estas categorías recupera una tipolo-
gía de desarrollo local en Uruguay.
Allende (1987) presenta de mane-
ra menos sistemática casos de estu-
dio sobre centros urbanos ingleses y
holandeses, en los que las iniciati-
vas locales juegan un papel primor-
dial para la reestructuración urbana.
Este proceso el autor lo enmarca en
el enfoque de DEL, lo que habla de
que esta visión abarca áreas rurales
y urbanas.
Mucho se comenta sobre el llama-
do programa Relaciones entre Activi-
dades de Desarrollo de la Economía
Rural (LEADER) que opera en Europa.
Alvarez (1999) muestra una evalua-
ción de los efectos de este programa
que implementó la Comunidad Econó-
mica Europea sobre Galicia, España.
El programa arrancó en 1992 y tiene
como paradigma el desarrollo local,
lo cual se muestra a través de los 4
programas de inversión que se opera-
ran: 1) adquisición de capacidades; 2)
innovación rural; 3) cooperación tras-
nacional, y, 4) evaluación y segui-
miento.
El autor resalta y no desconoce la
importancia del financiamiento exter-
no (subsidio); sin embargo, propone
rescatar de la experiencia vivida en
Galicia la necesidad de apoyar las ini-
ciativas y actores locales para conso-
lidar una base de crecimiento local
permanente.
Por último, trataré de hacer una re-
copilación de todos los elementos que
plantean los autores sobre el DEL, para
tener una idea de los alcances de este
enfoque como propuesta de desarrollo
regional.
Como se presenta en el esquema, el
enfoque de desarrollo económico local
tiene como sustento fundamental los
actores: son éstos los que determinan
las acciones, reglas y políticas. Las
variables que impulsan el desarrollo
11 / núm.6 / deVinCi
local son: a) la estructura local inte-
grada, que implica que los actores tie-
nen un objetivo social común y que lu-
chan por éste; b) Liderazgo local; c)
capacidad empresarial; d) gobierno
emprendedor; e) alta participación
ciudadana; f) capacidad social de re-
puesta diferenciado; g) innovación
tecnológica, y, h) reinversión. Estas
variables permean sobre las estructu-
ras existentes e impulsan el desarro-
llo local.
Evidentemente, el enfoque DEL aun
está lejos de ser acabado pero por las
experiencias reportadas considero de-
be desarrollarse investigación que
permita conformar un esquema inte-
gral.
Al final de las década de los no-
venta, apareció un influyente libro
denominado Desarrollo como libertad,
que de alguna manera fundamenta la
perspectiva del DEL. Amartya Sen
(1999) realizó una crítica a los enfo-
ques de desarrollo, indicando que se
centraron en la dinámica de flujos y
en el accionar de entes como el Esta-
do y sus aparatos de gobierno, en tan-
to que los actores fueron abandona-
dos a segundo plano. Por lo cual, en
la obra mencionada, Sen argumenta
que la libertad es una variable funda-
mental para que aparezca el proceso
de desarrollo. Sen plantea que se re-
quieren dos tipos de libertades para
usar los actores: 1) La libertad econó-
mica para usar los recursos; 2) la li-
bertad política para tomar decisiones
colectivas y se respeten los derechos
esenciales.
A partir de estos elementos el autor
plantea que el Estado debe apuntalar e
deVinCi / núm.6 / 12
Actores locales
● Gobierno local
● Empresarios
● Líderes de las ONG
● Ciudadanos
Variables que impulsan el DEL
● Estructura social integrada
● Liderazgo local
● Capacidad empresarial
(innovación)
● Gobierno emprendedor
● Alta participación ciudadana
● Capacidad social de
respuesta diferenciada
● Innovación tecnológica
● Reinversión
Estructura
económica local
● Sector tradicional
● Sector emergente
Desempeño
económico
local
Crecimiento
Desarrollo
comunidad
Sectorial
Polí
ticas
Proceso de desarrollo económico local
impulsar este tipo de libertades al
mismo tiempo que regula el mercado.
Lo que me interesa rescatar de Sen
es que ubica al actor en el centro del
proceso de desarrollo y establece
principios en su entorno como necesa-
rios para mejorar las condiciones de
vida. Me parece que el argumento de
Sen es adecuado para sustentar el DEL,
ya que los autores de este enfoque
afirman que la posibilidad del DEL es-
tá fundamentada en el contexto; por
ejemplo, parten de que es la descen-
tralización y la globalización lo que
impulsa a resurgir lo local, especial-
mente en aquellos territorios locales
donde la globalización no aparece. En
otras palabras, el DEL es apto para res-
ponder o abrir posibilidades de desa-
rrollo en los llamados por Castells
(1999) “hoyos negros”.
Otra visión que me parece muy po-
tente la presentaron Cowen y Shenton
(1996), quienes sostienen que los es-
tudiosos del desarrollo fueron cons-
truyendo doctrinas que confundieron
el proceso de desarrollo en sí mismo,
con las intenciones por desarrollar.
Para los autores, los procesos econó-
micos tienen cambios inmanentes que
impulsan nuevas actividades, pero
que irremediablemente destruyen
otras. En torno a estos efectos negati-
vos, las diversas visiones han cons-
truido formas de intervención del Es-
tado para aminorarlos, es decir, se
han creado esquemas con intención de
revertir los efectos negativos del de-
sarrollo; el problema, mencionan, es
que para algunos las doctrinas del de-
sarrollo ya son el objetivo mismo del
análisis y se pierde el interés por ana-
lizar el proceso de desarrollo. Al final,
los autores proponen que se enfatice
sobre cómo lograr un desarrollo libre
(basado en el individuo) y no cómo
mejorar las doctrinas de desarrollo
existentes.
La visión presentada me parece es-
timulante para repensar en los distin-
tos enfoques del desarrollo regional,
ya que efectivamente observamos que
son intentos por revertir efectos nega-
tivos del proceso económico.
Por ejemplo, se centra el análisis
en las desigualdades regionales y sus
implicaciones; solo al final se recalca
los efectos sobre las condiciones de
vida. En este sentido, el enfoque del
DEL al centrar su potencial en los acto-
res locales permite iniciar un proceso
de análisis de qué tan posible es que
dichos actores actúen libremente y por
ende se impulse un desarrollo con li-
bertad.
Para el caso mexicano, los gobier-
nos municipales dentro de la visión
del DEL tienen tres tareas por desarro-
llar que se complementan y son funda-
mentales:
1. La primera es el impulso a la acti-
vidad económica a través de ins-
trumentos como las finanzas públi-
cas, la creación y regulación de
mercados locales, la consolidación
13 / núm.6 / deVinCi
e impulso de iniciativas nacional y
extranjera, y la gestión de recursos
a través de una adecuada coordina-
ción con los otros niveles de go-
bierno.
2. La segunda tarea es fundamental,
ya que consiste en que los gobier-
nos municipales consoliden un
marco institucional local que per-
mita a los habitantes de los muni-
cipios contar con libertad económi-
ca, política y social. El instrumen-
to fundamental de los gobiernos
municipales es su capacidad de
crear las reglas formales (legales)
que rigen a los habitantes de un
municipio.
3. La tercera tarea enunciada, pero que
es necesario que se inicie antes que
las otras dos, es la reconversión del
aparato de gobierno municipal, es
decir, se requiere que los gobiernos
sean más eficientes y que transfor-
men la toma de decisiones vertica-
les en procesos horizontales que
acerquen e integren a toda la socie-
dad local a un proyecto municipal.
Conclusiones
Las distintas visiones sobre el de-
sarrollo regional que se dieron de los
cincuenta a fines de los setenta, esta-
ban sustentadas en teorías (marxistas,
keynesiana, neoclásica) que consti-
tuían paradigma. Desde mi punto de
vista eran visiones consistentes y co-
herentes, sin embargo, en su instru-
mentación mostraron deficiencias al
no revertir sustancialmente los efectos
negativos del proceso de desarrollo.
En los ochenta han surgido estudios
que hablan de desarrollo local, endó-
geno, ecodesarrollo que sustentan que
el contexto de cambio mundial (des-
centralización y globalización) ha ge-
nerado el resurgimiento de lo local. Al
observar que la globalización incre-
menta las desigualdades regionales,
se ha construido un modelo analítico,
resultado de análisis empíricos, al que
denominamos (DEL); este enfoque tiene
la virtud de ubicar en el centro del pro-
ceso de desarrollo a los actores y de
ubicar una serie de factores locales
que impulsan un mejor desempeño
económico local.
Considero que el DEL requiere un
sustento teórico más consistente y creo
que los planteamientos de Sen y de Co-
wen–Shenton pueden fortalecer la pro-
puesta, para que no sea una visión de
desarrollo regional que se limite a pro-
poner cómo revertir los efectos negati-
vos del proceso económico. Es decir,
considerar como objetivo un desarrollo
libre sustentado en los actores, que re-
presentan una bocanada de aire fresco
para los estudiosos del desarrollo re-
gional. Esto implica para los gobiernos
municipales retos enormes que solo
serán alcanzados en la medida que se
construyan nuevos modelos de gestión
gubernamental en los municipios.
deVinCi / núm.6 / 14
15 / núm.6 / deVinCi
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En su sentido más amplio la planea-
ción se refiere a la toma de decisiones
sobre asuntos sociales importantes. Es
decir, abarca múltiples acciones, por
lo general emprendidas desde el Esta-
do, a fin de lograr un bien para la so-
ciedad. En la teoría social contempo-
ránea se ha discutido ampliamente so-
bre las dificultades de tomar dichas
decisiones con una racionalidad tal
que produzcan mayor bienestar para la
sociedad, y con un sentido democráti-
co mediante procesos en los que parti-
cipan todos los involucrados.
Una de las propuestas más intere-
santes que se han consolidado en el
pensamiento social contemporáneo es
que las decisiones tomadas en el ám-
bito público deben basarse en un deba-
te racional determinado por los argu-
mentos y no por las posiciones de los
interlocutores. Sin embargo, la instru-
mentación de esta propuesta requiere
transformaciones en los marcos insti-
tucionales que moldean las discusio-
nes y la creación de espacios donde di-
cho debate sea posible. Hay dos gran-
des asuntos que se deben resolver, uno
es el de la representación, y el otro, el
de la comunicación entre expertos y el
público más amplio. Ambos temas de-
ben ser discutidos a mayor profundi-
dad en especial por las circunstancias
de transición que vive la sociedad me-
xicana al inicio del siglo.
Aquí sólo se hablará del uso del co-
nocimiento para planeación, no sin
antes reconocer que el asunto de la re-
presentación es un pendiente que
aqueja aun a las democracias más
avanzadas.2 En una sociedad de masas
resultaría difícil abrir el debate a to-
dos los interlocutores y sus múltiples
intereses sin apelar a esquemas de re-
presentación que permitan establecer
acuerdos apoyados por los líderes de
los grupos sociales que tienen afini-
dad de intereses.
El tema del uso del conocimiento en
planeación es igualmente polémico,
porque de alguna manera cuestiona
principios básicos de las democracias
deVinCi / núm.6 / 16
Basilio Verduzco Chávez*
Conocimiento, cultura local y planeación
del desarrollo 1
*Departamento de Estudios
Regionales-INESER.
Universidad de Guadalajara
1 Este ensayo es resultado del
proyecto “La consideración de
las culturas locales en el manejo
de conflictos ambientales en
México”, el cual recibió
financiamiento de la Universidad
de Guadalajara en 2000.
2 Prueba de ello es el debate en
torno a la manipulación de
fronteras de los distritos
electorales y jurisdicciones que
permite que grupos sociales
subrepresentados puedan tener
acceso al Congreso o formar sus
propias autoridades, como ha
ocurrido recientemente en
Canadá y Estados Unidos.
sión, se sugiere que una tarea más
práctica es lograr que los estudios teó-
ricos sobre el mundo sean más compati-
bles con la experiencia práctica que
muestra, informa y a la vez moldea los
procesos descritos por la teoría en el
ámbito local. Con este objetivo, empe-
zaré por hacer una reflexión crítica so-
bre el vínculo que se ha establecido en-
tre el avance científico-tecnológico y la
idea de desarrollo y cómo llegar a él. En
una segunda sección hago un esbozo de
la pertinencia de considerar el conoci-
miento local en la planeación; final-
mente, sugiero una salida al problema
de la “aplicabilidad” del conocimiento
y su aterrizaje en planeación del desa-
rrollo en una sociedad democrática.
Ciencia, técnica y desarrollo
La idea de usar el conocimiento y
la técnica como instrumento para
transformar la realidad ocupa un lugar
preponderante en el enfoque filosófico
de la modernidad.3 Del proyecto de la
ilustración se heredó la fe que todavía
se tiene en la relación existente entre
progreso del conocimiento y el progre-
so de la sociedad. Para algunos, esta
es una relación que parece consuma-
da, por lo menos parcialmente, en las
democracias liberales (Glaston, 1993;
Weinberger, 1993). De acuerdo con Pa-
cey (1991), la idea del avance técnico
como la punta de lanza del progreso
produce un “misticismo mecánico”
ampliamente extendido en la sociedad
17 / núm.6 / deVinCi
liberales, como el derecho universal a
tener voz en el debate de asuntos pú-
blicos y la necesidad de garantizar
igualdad de circunstancias a los parti-
cipantes de dicho debate. La propia
complejidad de los problemas sociales
en cierta forma impide que todos los
ciudadanos puedan entender su natu-
raleza e implicaciones. El desarrollo
de marcos teóricos y metodológicos
contribuye a hacer más entendibles di-
chos problemas, pero entre más elabo-
rados son las teorías y métodos de la
ciencia, sus resultados son menos ac-
cesibles al público en general, lo cual
tiende a dejar el debate en manos de
un número reducido de especialistas,
esto es, a científicos y técnicos con la
calificación suficiente para hacer y
entender las generalizaciones teóricas
sobre el funcionamiento del mundo.
Desde el punto de vista de la pla-
neación, lo anterior establece la inte-
rrogante de cómo hacer para que la
científicos y técnicos especializados
en el análisis de los problemas socia-
les no se encierren en su torre de mar-
fil y emitan desde ahí sus comunica-
dos, describiendo “cómo es el mun-
do”, o elaborando sus recomendacio-
nes de “cómo debe ser” el mundo, lo
que da lugar a verdaderos experimen-
tos sociales que no han resultado
siempre muy afortunados.
Se hacen algunas reflexiones sobre
“democratizar” el conocimiento técni-
co. Aceptando de entrada que es un con-
cepto que puede generar mucha confu-
3 Para una discusión sobre la
interpretación de la relación
entre técnica y modernidad,
véase el trabajo de Reiner
Schurmann, “Technicity,
topology, tragedy: Heidegger on
That Which Saves in the global
reach”, en Melzer, Weinberger y
Zinman (eds.), Technology in the
western political tradition.
Ithaca: Cornell University Press,
pp. 190-213.
hasta el punto de percibir que vivimos
en “épocas tecnológicas” distintas.
Debido a esta aparente confirma-
ción, dicha fe todavía sirve de funda-
mento para una buena parte de las po-
líticas públicas, entre las que se des-
tacan aquellas que tienen por objeto
desarrollar nuevos conocimientos y
campos de la ciencia. Estas políticas
intentan imponer la razón sobre el
comportamiento de los procesos natu-
rales o sociales. Esa tradición filosófi-
ca se ha mantenido durante siglos y se
ha retroalimentado. Nuevos conoci-
mientos adquiridos son transformados
en aplicaciones prácticas, como ha
ocurrido recientemente en el campo de
la electrónica, la biotecnología o el
monitoreo por satélite de los procesos
climáticos. La influencia de estos
avances no solo se observa en la forma
como la humanidad se relaciona con la
naturaleza, sino en las formas de or-
ganización social y en la manera como
distintos grupos sociales conciben el
futuro. De esta forma, el dominio del
conocimiento se transforma en un
asunto de interés nacional.4 En medio
de esta carrera surgen la planeación
(como un proceso sistemático y com-
prensivo) y las agencias responsables
de llevarla a cabo.
En uno de los análisis pioneros so-
bre el giro de la sociedad hacia la téc-
nica y el uso intensivo de conocimien-
tos, Jaques Ellul plantea que la gene-
ración de conocimientos técnicos y la
creciente complejidad de los proble-
mas demandaron la creación de orga-
nizaciones que permitieran afrontar
los retos del desarrollo de la técnica y
su aplicación. Según él, como parte de
esta tendencia, el Estado terminó por
convertirse en agente y objeto de la
técnica, en aportador de recursos para
su desarrollo y en demandante de los
propios avances.
El encuentro del Estado con el cono-
cimiento y con la técnica dio como re-
sultado una espiral de cambios tanto
de la generación de los primeros, co-
mo de transformación de este último.
De esta manera, se puede decir que el
desarrollo de nuevos campos del cono-
cimiento de alguna forma está asocia-
do con cambios en la estructura del Es-
tado y con cambios en la orientación
de sus acciones. Una demostración
empírica de este fenómeno es lo ocu-
rrido en el campo de la planeación ur-
bana y regional. Para Ellul, esta ten-
dencia ya estaba clara desde los pri-
meros años posteriores a la segunda
guerra mundial, la cual había requeri-
do en ambos bandos un esfuerzo de
coordinación de acciones y recursos
con propósitos específicos nunca an-
tes visto. Así, para el campo de la pla-
neación urbana, Ellul se atrevía a pre-
decir lo siguiente:
A medida que se desarrollan las
técnicas de la planeación urbana, di-
cho desarrollo dará lugar a la apari-
ción de investigación urbana más ex-
tensa y precisa, a planes de recons-
deVinCi / núm.6 / 18
4 Para una discusión sobre este
punto, véase, por ejemplo, el
trabajo de Lee y Reid (1991),
donde se discute a profundidad
la relación entre tecnología y
progreso económico.
trucción emergentes, así como a una
nueva e indispensable concepción de
la ciudad. Es imposible seguir contem-
plando en forma indefinida cómo esos
planes se quedan en el papel; la técni-
ca debe aplicarse, por lo que la pre-
gunta es: ¿quién va a aplicarla?
(Ellul, 1964: 237).
El desarrollo que han tenido las
agencias de planeación en las últimas
décadas, aun en países como México,
prueba que Ellul tenía razón respecto
a la inminencia del proceso. Este au-
tor deduce de manera equivocada que
a la técnica, o mejor dicho al perfec-
cionamiento de lo técnico, necesaria-
mente corresponde el fortalecimiento
del Estado. Por ello, llega a señalar
que solo medidas rigurosas y autori-
tarias pueden llegar a atender proble-
mas emergentes de grandes propor-
ciones, como la contaminación de los
cuerpos de agua o el deterioro en la
calidad del aire en las grandes ciuda-
des. El suyo es un esquema que co-
rresponde al paradigma del Estado co-
mo organizador de una nación en el
que las comunidades o colectividades
locales han desaparecido y el Estado
puede penetrar todas las esferas de la
vida privada.
Las propuestas de Ellul difícilmen-
te se adaptan a situaciones de cambio
social, que apuntan más bien hacia la
descentralización, la revitalización de
lo local como espacio de vida posible,
el fortalecimiento de la diversidad
cultural y étnica y la preservación de
los ecosistemas, empezando por sitios
concretos cuya biodiversidad es ame-
nazada por el progreso.
Cabe decir que este autor escribe a
mediados de la década de los cincuen-
ta, cuando el mundo todavía se repo-
nía de los efectos de la segunda guerra
mundial, y aunque la técnica que ha-
bía logrado producir bombas atómicas
ya había mostrado su capacidad des-
tructora, todavía existía la esperanza
de que el Estado fuera capaz de usar
sus resultados para lograr metas de
bienestar colectivo. Los movimientos
por la defensa de los derechos civiles
y el advenimiento del ambientalismo
contemporáneo, enfocado a criticar
los impactos cotidianos del daño eco-
lógico provocado por la industrializa-
ción, sometieron nuevamente a debate
la pertinencia de imponer la ciencia y
la técnica sobre las visiones locales y
los valores comunitarios.
En esas circunstancias se intensifi-
caron las dudas sobre cómo es que el
conocimiento puede contribuir a lograr
que los individuos y las comunidades
lleguen a ponerse de acuerdo en asun-
tos donde sus intereses son, en prime-
ra instancia, incompatibles. Desde el
punto de vista de la planeación, lo que
importa es saber si la ciencia y la téc-
nica aportan o no los insumos necesa-
rios para lograr consensos que contri-
buyan a garantizar una mayor estabi-
lidad de los sistemas sociales y natu-
rales y su permanencia en el planeta.
19 / núm.6 / deVinCi
Es decir, hasta qué punto el conoci-
miento puede lograr que el debate y el
consenso sobre los asuntos públicos se
facilite. En una perspectiva crítica se
plantea que el conocimiento debe
aportar elementos para determinar
cuál es la forma de organización más
adecuada para los aparatos del Estado
y cuáles las vías que le permitan tra-
bajar junto con la sociedad para deter-
minar el uso más apropiado del pro-
greso técnico.
De acuerdo con Friedman, en el
centro del debate se encuentra la idea
de transformar el conocimiento en
propuestas concretas que pueden ser
llevadas a cabo por las organizaciones
sociales. Según este autor, desde el
punto de vista de la planeación una
pregunta clave es: ¿hasta qué punto y
en qué formas se puede lograr que el
conocimiento científico y técnico acer-
ca del mundo esté disponible y tenga
alguna utilidad para los actores en el
dominio público? Friedman señala que
el trabajo realizado en torno a esta
preocupación ha dado origen a diver-
sas escuelas de planeación que se di-
ferencian por la manera como abordan
el asunto de la aplicación de los cono-
cimientos para la solución de proble-
mas, por la relación que contemplan
entre el conocimiento científico o téc-
nico que poseen los expertos y el cono-
cimiento práctico de la población, y
por el papel que asignan al Estado co-
mo interventor en el proceso de pla-
neación frente al de los individuos u
otro tipo de organizaciones, como la
empresa o la asociación civil. No ex-
pondré las diferencias que de acuerdo
con Friedman existen entre las distin-
tas escuelas; sin embargo, vale la pe-
na retomar algunas de sus aseveracio-
nes acerca del papel que los planifica-
dores se asignan en la tarea de vincu-
lar conocimiento y acción. En ese sen-
tido Frieadman escribe:
Los planificadores afirman que sus
grados avanzados en disciplinas y cam-
pos profesionales relevantes les propor-
cionan un acceso privilegiado al conoci-
miento científico y al saber técnico
(know-how). También afirman que este
conocimiento es generalmente superior
al conocimiento ganado en otras formas
(por ejemplo, por experiencia práctica).
En este sentido, hablan como los verda-
deros herederos de la ilustración, en la
cual las autoridades centrales en el
mundo secular empezaron a basar sus
acciones en la ciencia y sus correlatos
técnicos más que en inspiración divina
(Friedman, 1987: 40).
Quien haya tenido la oportunidad
de trabajar simultáneamente brindan-
do asesoría a agencias de planeación y
haciendo investigación básica sobre el
proceso de desarrollo, sabe que la ta-
rea de vincular el conocimiento al de-
sarrollo de planes tropieza con múlti-
ples dificultades. El trabajo realizado
en diversos contextos del occidente de
México y el estudio de controversias
deVinCi / núm.6 / 20
ambientales en el país nos ha acerca-
do a dificultades que van desde sim-
ples desacuerdos (en torno a la perti-
nencia de un programa de trabajo),
hasta discusiones más serias sobre la
aplicabilidad de un modelo para anali-
zar una situación específica. Por
ejemplo, cuando un experto informa a
una comunidad de los riesgos asocia-
dos a un establecimiento industrial y
usa esa información para recomendar
la relocalización, ya sea del estable-
cimiento o de la población que lo ro-
dea, uno debe esperar que se genere
una controversia en la que se cuestio-
ne no solo la pertinencia de los cono-
cimientos como resultado de un proce-
so de investigación legítimo, sino la
dificultad para ser traducidos en reco-
mendaciones de política cuyo signifi-
cado sea entendible por todos los in-
volucrados.
Un problema central en esa tarea es
el de las diferencias entre la orienta-
ción que tiene el trabajo científico y el
de planeación, incluyendo la manera
como se relacionan con la experiencia
práctica de las culturas locales.
La generación de conocimientos
científicos tiene una orientación posi-
tiva hacia el hecho observado, sea és-
te biológico, físico o social. En la me-
todología de la ciencia, la experiencia
práctica es reconocida como parte de la
cultura local, pero más bien como un
dato para explicar otros procesos de
mayor complejidad del mundo social,
como el liderazgo o la competencia.
La planeación tiene una orientación
normativa basada en el supuesto de
que la sociedad puede identificar esta-
dos futuros deseables y desarrollar, en
consecuencia, las estrategias y esque-
mas de trabajo y toma de decisión que
permitan avanzar en esa dirección. En
la planeación, la cultura local es una
variable que explica la formación de
corrientes de pensamiento, así como
de las percepciones que tiene la socie-
dad ante el progreso, los riesgos o cos-
tos asociados con proyectos que pro-
meten mejorar la condición humana.
Para el científico el dato tiene una
explicación; para el planificador el
dato posee un significado concreto en
la búsqueda de una meta. Así, mien-
tras que para el primero el crecimien-
to en una tasa demográfica es un dato
que puede estar asociado con cambios
migratorios y tasas de natalidad, para
el segundo es un dato que altera sus
proyecciones sobre cobertura de servi-
cios y plantea la necesidad de reasig-
nación de recursos. De la misma ma-
nera, mientras que el científico tiene
en teoría la libertad de acceder a los
conocimientos más avanzados que le
permiten explicar la erupción de una
epidemia, el planificador no puede
construir escenarios futuros del com-
portamiento e implicaciones de dicha
enfermedad, si no toma en cuenta que
la intervención, o no, en las causas
que la generan o en el control de sus
consecuencias, está determinada por
valores, tradiciones, intereses y for-
21 / núm.6 / deVinCi
mas de relación social que influyen en
aspectos clave como la asignación de
recursos o la atención que dan los to-
madores de decisión al problema.
Esto no significa que ambos desco-
nozcan por completo o dejen de intere-
sarse en el trabajo del otro. La distin-
ción se hace solo para mostrar que la
comunicación entre ambos campos se
dificulta por el objetivo que cada uno
de ellos tiene. Un trabajo que aborda
esta compleja relación de interdepen-
dencia y oposición entre la orientación
científica y práctica del conocimiento
es el publicado por Charles E. Lind-
blom, a finales de la década de los cin-
cuenta, en el que aboga por un enfoque
de aproximaciones sucesivas para la
solución de problemas complejos.
De acuerdo con Lindblom, en la es-
fera del conocimiento teórico hay más
interés por la rigurosidad del método y
la intención por responder grandes
preguntas acerca del funcionamiento
del mundo social; mientras que en la
esfera de las aplicaciones de política
pública se destaca el interés por la
sistematización de acciones en se-
cuencias lógicas que, dentro de un
ambiente específico de toma de deci-
siones puedan resolver problemas.
Para Lindblom, el planificador, admi-
nistrador o tomador de decisiones difí-
cilmente podrá entender la forma en
que múltiples políticas pueden influir
en la manera como se comporta un
problema social, sin acudir a teorías
sociales más comprensivas acerca del
mismo. Pero la tensión entre ambos no
se elimina:
Con frecuencia, los teóricos exigen
a los administradores transitar por un
largo camino para llegar a la solución
de sus problemas. Le piden que en
efecto aplique los mejores cánones del
método científico, cuando el adminis-
trador sabe que la mejor teoría disponi-
ble será de menor utilidad que unas
modestas comparaciones incrementa-
listas. Los teóricos no se dan cuenta
que el administrador está aplicando en
la práctica un método sistemático
(Lindblom, 1973: 166).
De acuerdo con Friedman, a pesar de
tener la solidez científica de su lado,
los planificadores, convertidos en tra-
ductores del conocimiento para su apli-
cación en el dominio público, deben en-
frentar preguntas de difícil solución:
1. Debido que el conocimiento produ-
cido científicamente se refiere al
pasado, ¿cómo se debe usar para
producir los pronósticos de los
eventos futuros cuyo conocimiento
es necesario para hacer planes?
Aquí es importante ver cómo se
consideran los riesgos y las incer-
tidumbres.
2. Por la orientación universal de los
supuestos científicos y el nivel de
simplificación necesario para po-
nerlos a prueba, ¿cómo se conci-
deVinCi / núm.6 / 22
lian los conocimientos así produci-
dos con las expectativas y esperan-
zas de la gente ordinaria que vive
en situaciones concretas donde no
se puede “mantener constantes to-
das las demás condiciones”, como
ocurre en el modelo?
3. Dado que el conocimiento científico
es teórico o metodológico, ¿cómo
hace el planificador para escoger
la teoría que usa en su trabajo
práctico?
4. ¿Cómo se puede justificar la supe-
rioridad del conocimiento científi-
co sobre el conocimiento basado en
la experiencia cuando se trata de
problemas complejos?
5. Debido a que la producción de cono-
cimiento es social y de alguna ma-
nera se puede asociar con la prác-
tica, ¿cómo justificar que solo una
determinada visión es la que debe
prevalecer?
6. Dado que la ideología influye no
solo en la forma en que se adquie-
re sino cómo se produce el conoci-
miento, ¿cómo se justifica la obje-
tividad del conocimiento usado por
el planificador?
En las reflexiones anteriores se po-
ne de manifiesto que el conocimiento
científico y técnico tiene dificultades
para erigirse en el garante de la perti-
nencia de las decisiones. De alguna
manera, las preguntas propuestas por
Friedman sugieren que la experiencia
práctica y el aprendizaje cotidiano que
se construye en la sociedad (que da
lugar a lo que conocemos como cultu-
ra local) son el otro eje necesario para
la construcción de planes de desarro-
llo y en general para la toma de deci-
siones en el ámbito público.
Planeación y conocimiento
local
Además de tener que resolver el
problema de vincular el conocimiento
y la acción, el debate sobre cómo me-
jorar los procesos de planeación, se
encuentra el asunto de la democratiza-
ción del conocimiento. Es un concepto
con un significado difuso que tiene que
ver con la posibilidad de que los cono-
cimientos científicos y técnicos desa-
rrollados en el laboratorio o centro de
investigación sean puestos al alcance
de la población. En los debates sobre el
tema no queda muy claro si el concep-
to es suficiente o no para dar cuenta
del proceso de vinculación entre cono-
cimiento y acción, o entre conocimien-
to científico y experiencia práctica,
pero se intuye que la falta de conoci-
miento local y de participación cívica
en la planeación es un déficit que no
puede mantenerse por mucho tiempo.
En su crítica de los esfuerzos más
sofisticados de planeación inspirados
en el alto modernismo, James C. Scott
23 / núm.6 / deVinCi
sugiere que el conocimiento práctico o
popular que se acumula entre la pobla-
ción de cada lugar o región difícilmen-
te puede ser traducido en textos o guías
que permitan su incorporación dentro
del proceso de planeación. Esto hace
que dicho conocimiento pueda ser con-
siderado como parroquial o partidista,
pues por principio no es un conocimien-
to genérico cuya aplicación se puede
extender más allá de un contexto espe-
cífico. Dicho conocimiento, afirma, se
desecha con el argumento de que la ex-
periencia en cuestión se puede usar pa-
ra influir en el resultado, pero la expe-
riencia no se puede repetir en otra par-
te. Sin embargo, de acuerdo con Scott,
en esa capacidad de influencia es don-
de radica su ventaja, ya que:
una aplicación mecánica de reglas
genéricas que ignore las particularida-
des —de lo local— es una invitación a
fallar en lo práctico o a la desilusión
social, o más probablemente a ambas.
La fórmula genérica no provee ni pue-
de proveer el conocimiento local que
permite traducir con éxito los entendi-
mientos generales que son necesaria-
mente burdos para poderlos usar en
aplicaciones locales exitosas. Así, en-
tre más generales son las reglas, más
esfuerzo de traducción necesitan para
que puedan ser exitosas a nivel local
(1998: 318).
Desde la perspectiva de las nuevas
corrientes de planeación, lo más im-
portante es que los conocimientos de
la población sean aprovechados, y for-
men parte integral en la formulación
de nuevas teorías y modelos analíticos
de la realidad; que dichos conocimien-
tos sean tomados en cuenta en el
proceso de toma de decisiones. El hin-
capié que han puesto las grandes or-
ganizaciones donadoras de recursos
para el desarrollo de la participación
ciudadana muestra hasta qué punto la
idea de tomar en cuenta el conoci-
miento local ha permeado el proceso
de toma de decisiones de las democra-
cias contemporáneas (García, 2001).
Dicho interés de alguna manera res-
ponde a las experiencias fallidas del
pasado en las que la falta de partici-
pación provocó que los grandes pro-
yectos patrocinados por las agencias
de planeación no tuvieran los resulta-
dos esperados.
Un campo donde los elementos de
la cultura local y el conocimiento teó-
rico han registrado confrontaciones
constantes en las últimas dos décadas
es el del estudio y solución de conflic-
tos ambientales. En un estudio compa-
rativo de Estados Unidos y Canadá, Ha-
rrison y Hoberg (1994) muestran que
aún las sociedades democráticas pue-
den desarrollar modelos generales pa-
ra moldear las relaciones entre los
científicos expertos y el público gene-
ral. Susskind y Field señalan que en
este campo existen patrones bien defi-
nidos que llevan a la oposición furiosa
de la gente en contra de decisiones
deVinCi / núm.6 / 24
que afecten su desarrollo. Es decir,
oposición que no cabe dentro de un
marco de racionalidad en el sentido
señalado por la ciencia. Según estos
autores, la oposición furiosa se ex-
tiende más fácilmente entre gente que
ya ha sido dañada con decisiones en el
pasado, lo cual provoca pánico frente
a las consecuencias de decisiones fu-
turas. Otra posibilidad es que la gente
responda negativamente cuando sien-
te que sus valores y creencias funda-
mentales son amenazadas, o bien
cuando percibe que se le imponen
riesgos involuntarios. Además, las
sensaciones de injusticia, debilidad o
manipulación pueden influir también
en la movilización cívica.
Estas causas están muy lejos de po-
der ser contabilizadas en los modelos
típicamente usados por los planifica-
dores y, peor aun, por los tomadores
de decisiones o los científicos socia-
les. Para ellos la principal preocupa-
ción es la dificultad de establecer mo-
delos analíticos que les permitan pre-
decir cuándo efectivamente se puede
esperar determinado comportamiento
social, o cuál de las múltiples decisio-
nes tomadas en la planeación del de-
sarrollo va a ser cuestionada hasta sus
últimas consecuencias por grupos so-
ciales que comparten otra noción de
desarrollo y se plantean escenarios
futuros alternativos.
Una paradoja que resulta de esta lí-
nea de cuestionamiento es que, si bien
hay en el mundo interés por lograr un
debate más incluyente, la incorpora-
ción de lo local vía participación tiende
a facilitarse donde existen condiciones
relativamente favorables, tanto en tér-
minos de condiciones de vida como en
términos de canales de participación.
Cowen y Shenton (1996) citan un traba-
jo de Hettne, quien propone que la idea
de “otro desarrollo” (que implica solu-
ciones de pequeña escala, preocupacio-
nes ecológicas, participación popular y
el establecimiento de comunidad) ha
sido recibida con mayor entusiasmo en
los países ricos y es rechazada en los
pobres, por lo que se concluye que la
única manera de llevar “el otro desa-
rrollo” a las masas es construir una
amalgama de organizaciones no guber-
namentales y oficiales de ayuda, cuya
tarea es enfrentar la destrucción provo-
cada por el progreso.
Redes de conocimiento,
organizaciones intermedias
y el futuro de la planeación
Las transiciones económicas y po-
líticas observadas en el mundo con-
temporáneo, y los desarrollos científi-
cos y técnicos que se registraron
particularmente durante la segunda
mitad del siglo XX, apuntan hacia la
necesidad de abandonar modelos de
vinculación entre conocimiento y pla-
neación basados en la existencia de
esquemas verticales de autoridad.
Avances como los obtenidos en la cien-
cia aeroespacial (y su capacidad de
25 / núm.6 / deVinCi
producir imágenes del mundo), el pro-
greso cibernético y el desarrollo de In-
ternet, así como los de la biología y la
medicina, ponen en duda la efectivi-
dad de esfuerzos de planeación cons-
truidos en torno a poderosas agencias
capaces de comandar tanto la función
científica como la planificadora.
El nuevo contexto en el que las so-
ciedades deben hacer uso del conoci-
miento para el proceso de planeación
hace necesario adoptar un sistema de
redes. En dicho sistema los conoci-
mientos científicos acumulados por
individuos y centros de investigación
pueden ser compartidos tanto con las
agencias de gobierno enfocadas a la
planeación como con organizaciones
intermedias y en general con todos los
actores involucrados en el proceso.
Dos tareas específicas para avanzar
en esta dirección son el fortalecimien-
to organizacional y de capacidades a
fin de contar, aun en el contexto local,
con involucrados que cuenten con la
capacidad de adaptar las generalida-
des científicas y técnicas a las particu-
laridades observadas en el ámbito de
la región y la comunidad. Los estudios
en este campo conducidos en contextos
tan diversos como África, Asia o Améri-
ca Latina muestran que las redes
forman una parte importante de la inte-
racción social, aun dentro de las orga-
nizaciones burocráticas que se habían
dedicado a llevar tareas de planeación
del desarrollo. Así, Peterson (1997), en
su estudio de sociedades africanas, se-
ñala que las redes construidas con el
apoyo de tecnología de información
pueden incorporar las tradiciones so-
ciales de interacción en red.
En su estudio de institutos de in-
vestigación orientados a la formula-
ción de políticas conducido en Tailan-
dia y Bolivia, Myers (1997) argumenta
que tales institutos, cuando son inde-
pendientes y autónomos, pueden en
efecto llevar a cabo una función de
intermediarios y tener un impacto re-
lativamente amplio en el proceso de
planeación. Asimismo, señala que la
aparición, y más aún, la consolidación
de este tipo de institutos se favorece
cuando existen circunstancias particu-
lares, cómo es el caso de un gran cam-
bio en el que la sociedad amplía las
demandas que hace al estado y no hay
ideas de cómo responder a ellas.
En su carácter de traductores del
conocimiento científico para efectos de
planeación, ese tipo de institutos pue-
den enriquecer el debate de múltiples
maneras. Por ejemplo, pueden susti-
tuir las creencias, la intuición y la
ideología por datos e información pro-
ducidos de manera sistemática y preci-
sa; pueden ser ejemplos de nuevos
arreglos que valorizan el uso de cono-
cimientos y el entrenamiento en ese
campo como estrategias de promoción
individual y de progreso colectivo.
La formación de redes de profesio-
nales, expertos y grupos de trabajo
ofrece a su vez un gran potencial para
mejorar el proceso de planeación
deVinCi / núm.6 / 26
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vinculado tanto conocimiento teórico y
científico sofisticado como experien-
cias cotidianas de los pobladores en
las distintas regiones del mundo. Es-
tas redes tienen la ventaja de adaptar-
se a los intereses y condiciones con-
cretas de múltiples grupos sociales,
para construir explicaciones de cómo
funciona el mundo y de lo que pode-
mos esperar en el largo plazo.
Una vez más, el campo del ambien-
talismo ofrece un ejemplo interesante
de lo que es posible lograr por esta
vía. A nivel internacional existen múl-
tiples ejemplos de asociaciones alta-
mente organizadas que han facilitado
la formación de grupos de trabajo en
comunidades y regiones donde existía
poca experiencia de movilización so-
cial en torno a los problemas genera-
dos por el desarrollo industrial o la
sobreexplotación de recursos natura-
les (Keck y Sikkink, 1998). Los estu-
dios de conflictos ambientales condu-
cidos en México por el autor, y otras
investigaciones en este campo, mues-
tran que la comunicación establecida
entre grupos ambientalistas fuerte-
mente organizados y público en gene-
ral tiene múltiples implicaciones a lo
largo del proceso de planeación, ya
que influye en por lo menos tres mo-
mentos clave: la identificación de pro-
blemas, la explicación de los princi-
pios científicos básicos que definen
la naturaleza del problema y la identi-
ficación de responsables. Los indivi-
duos y grupos capaces de traducir el
conocimiento a las condiciones loca-
les hacen así una gran contribución a
la planeación, ya que logran hacer que
la toma de decisiones considere he-
chos y procesos que de otra manera se-
rían ignorados o descalificados como
eventos, ideas o proyectos irraciona-
les que de nada sirven para alcanzar
las grandes metas del desarrollo.
Lo anterior sugiere que en el futu-
ro, algunas líneas de trabajo de la
disciplina de planeación, entendida
como esfuerzo colectivo y democráti-
co por encontrar mejores condiciones
de vida para la sociedad, se verán for-
talecidas: a) la simplificación de co-
nocimientos del mundo, creciente-
mente complejos para poder explicar
su significado en términos sencillos y
capaces de ser entendidos por un pú-
blico amplio; b) la construcción de ca-
pacidades entre individuos y organi-
zaciones que pueden fungir como
intermediarios entre los centros de
investigación más especializados y el
público en general; c) el fortaleci-
miento de las redes de trabajo para el
establecimiento de agendas de pla-
neación; d) la búsqueda de esquemas
que permitan lograr una mejor repre-
sentación de intereses atendiendo a la
diversidad social y las condiciones
existentes en las comunidades donde
se han desarrollado culturas locales
específicas que comparten una visión
del desarrollo y de la cooperación.
27 / núm.6 / deVinCi
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deVinCi / núm.6 / 28
Introducción2
La reforma de los gobiernos —en
sus diferentes niveles— aparece hoy en
día como un factor sustantivo en la
agenda política y social en diversos
países, de todos los continentes y de
todos los niveles de desarrollo, que
han impulsado en los últimos años di-
versos programas de reforma adminis-
trativa y política de sus gobiernos.
Parece que no existe una receta co-
mún, así como no es posible definir en
términos reducidos el complejo meca-
nismo que implica el proceso de refor-
ma. Podríamos considerar en términos
generales, que sobre este tópico las
macrovisiones políticas han predomi-
nado en el espectro analítico. Desde
un nivel general se han planteado
grandes estrategias o líneas de desa-
rrollo para el conjunto del gobierno,
visto como un ente particularmente
homogéneo. Este supuesto ha sido bá-
sico para sostener la idea de que es
posible aplicar grandes estrategias
unitarias para reformar el conjunto
gubernamental.
Desde esta idea, el objetivo gene-
ral de este trabajo es mostrar las ca-
racterísticas y manifestaciones del
cambio organizacional en un contexto
municipal en un período de 20 años
(1980-2000) desde la perspectiva so-
ciológica organizacional; dando mayor
cuerpo y sentido a una opción diferen-
te —micro— para observar los procesos
de transformaciones de los aparatos
gubernamentales (en este caso, el
municipal), analizando el caso del
municipio de Cabo Corrientes, Jalisco,
en el período que va de 1980 a 2000.
La estructura del trabajo es la si-
guiente: en un primer momento se
reflexiona sobre la importancia y rele-
vancia de estudiar al gobierno munici-
pal; en segundo lugar se define el
cambio organizacional, así como la
discusión y debate de sus diferentes
niveles; en un tercer orden se describe
brevemente el contexto donde se ana-
liza el cambio organizacional; en cuar-
Macedonio León Rodríguez Ávalos*
Cambio organizacional: desde una ventana municipal1
* Egresado de la Maestría en
Negocios y Estudios Económicos del
CUCEA, Universidad de Guadalajara.
1 Este ensayo es parte de la tesis
“Cambio organizacional para la
gestión pública local; Cabo
Corrientes, Jalisco (1980-2000).
Un estudio de caso”, que para
obtener el grado de maestro en
Negocios y Estudios Económicos
presentó el autor.
2 Este apartado está influenciado
por ideas de Arellano y Cabrero
(2000), “Parte introductoria”
Reformando al Gobierno, una
visión organizacional del
cambio gubernamental.
29 / núm.6 / deVinCi
to lugar se detallan y revisan los ha-
llazgos y resultados; finalmente, se
plasman las conclusiones.
Reflexiones sobre el estudio
de los gobiernos locales
La visión del cambio organizacio-
nal parte de constatar que lo que lla-
mamos gobierno no es un ente monoli-
to que actúa de manera lineal, de una
manera siempre lógica e integrada,
como si hubiera una mente maestra
unitaria detrás de todos los actos gu-
bernamentales. En otras palabras,
cuando nos referimos al “gobierno”
estamos hablando de un conjunto de
entes heterogéneos, diferenciados y
complejos. No es posible, simplemen-
te, suponer que se trata de un actor ra-
cional unificado (Allison, 1971).
Lo anterior no solamente porque el
gobierno está compuesto por indivi-
duos y grupos con intereses específi-
cos; la ciencia política ha constatado
varias veces ese fenómeno y no sólo
porque exista una relación económica
de los aparatos gubernamentales con
la sociedad (Downs, 1967; Niskanen,
1971) sino también porque los actores
gubernamentales actúan dentro y para
una arena particular: la de las organi-
zaciones (Arellano y Cabrero, 2000).
Es ahí, en las organizaciones, donde
las acciones de los actores y grupos
adquieren sentido; los recursos se mo-
vilizan y se aplican; las políticas se
generan y luego se implementan; las
reglas, leyes y normas operan en la
práctica; los marcos de interacción y
de regulación dan sentido y cierto ni-
vel de certidumbre para la interpreta-
ción de las personas; y la sociedad se
relaciona con sus representantes e
instituciones.
Es importante resaltar que en los
últimos años se ha generado un interés
creciente por el estudio de los gobier-
nos locales. Esta tendencia obedece
entre otros aspectos a dos situaciones
muy evidentes.
La primera hace referencia a cómo
los gobiernos locales se han venido
convirtiendo en las “cajas de resonan-
cia” del cambio económico, político y
social de los regímenes contemporá-
neos. Se puede afirmar que son los
laboratorios de nuevos modelos de
gestión (Barzelay, 1992; Osborne y
Gaebler, 1992; Ian Gow, 1994; Cambell,
1995); son igualmente los espacios de
nuevas formas de gobernabilidad (Ste-
wart, 1995 y 1996; Borja, 1989; Reilly,
1994); y de la misma manera se han
convertido en los espacios regionales
–a nivel micro– en los que los grandes
proyectos de globalización se consoli-
dan o fracasan (OCDE, 1996, 1997 y
1998).
La segunda tiene que ver con la cri-
sis por la que atraviesan desde hace
algunos años los grandes modelos ma-
cro de interpretación del cambio.
Éstos han abierto posibilidades a enfo-
ques de alcance intermedio, que preo-
cupados por acumular observaciones
deVinCi / núm.6 / 30
de una forma incremental y a nivel mi-
cro, encuentran en el espacio de lo lo-
cal una oportunidad científica de
avance en la generación de conoci-
miento sobre el cambio. Es así como el
análisis de la democracia local, del
estudio de redes de empresarialidad
local (OCDE, 1996) o de capital social
(Putnam, 1993; Cohen y Fields, 1999),
entre otros, surgen como alternativas
interesantes de interpretación.
En México, con un cierto retraso en
referencia a la literatura internacio-
nal, aparecen también estudios sobre
el cambio en el espacio local desde la
perspectiva de la gestión pública. Los
trabajos de Merino (1994), Cabrero
(1995, 1996, 1999, 2000), Ziccardi
(1995 y 1998), Guillén (1996) y García
del Castillo (1999), por ejemplo,
muestran esta preocupación general,
si bien cada uno de ellos profundiza en
aspectos particulares y adopta su pro-
pio marco metodológico.
Los estudios antes mencionados
coinciden en una observación mayor:
buena parte de los gobiernos locales
en México se encuentran en un acele-
rado proceso de reconfiguración insti-
tucional y adoptan prácticas de go-
biernos novedosas e imaginativas. Se
observa, por tanto, una dinámica de
innovación municipal, que si bien no
es todavía una tendencia nacional, es
un proceso creciente que aunque no
está ajeno a contradicciones y conflic-
tos, se abre paso en el México contem-
poráneo (Cabrero y Vega, 1999).
A partir de los años ochenta, prin-
cipalmente con la Reforma Adminis-
trativa de Miguel de la Madrid (1982-
1988), y con las modificaciones al ar-
tículo 115 constitucional, el gobierno
mexicano emprendió un proceso de
transformación en sus tres niveles
(federal, estatal y municipal), que en
términos generales se le ha denomina-
do modernización administrativa.
Esta modernización se concibe co-
mo un conjunto de medidas orientadas
hacia la refuncionalidad del aparato
estatal ante un nuevo escenario y con-
texto para la administración pública
(Cabrero, 1995). En ella, el Estado
busca la adecuación y el ajuste para
que el flujo de acciones predominan-
tes en la sociedad tengan la coheren-
cia y organización necesaria.
Desde el punto de vista de Cabrero
(1995) existen tres niveles de análisis
de la modernización administrativa en
México. El primero se refiere a la efi-
ciencia. Este nivel es visto como una
situación de cambio de orientación al
interior del aparato, que tiene el pro-
pósito de modificar las estructuras or-
ganizacionales y cuyas acciones se
dirigen a modificar funciones, proce-
dimientos, normatividad y diseños es-
tructurales.
El segundo nivel tiene que ver con
la eficacia. El interés reside, por un
lado, en los procesos decisorios en
las estructuras de poder y el juego de
intereses. Por otro lado, propone
cambios en la estructura normativa
3 Las ideas principales para este
apartado son tomadas de Culebro
(2000) “El cambio estructural”,
en Reformando al gobierno. Una
visión organizacional del cambio
gubernamental. Arellano,
Cabrero y Del Castillo (coord.).
Porrúa-CIDE.
4 Horizontal. Tiene que ver con la
subdivisión de las tareas que
realiza la organización entre sus
miembros. Vertical. Asume que
la autoridad está distribuida de
acuerdo con el nivel que ocupe
en la jerarquía. Espacial. Las
actividades y el personal pueden
estar dispersos en el espacio
con sus funciones, ya sean
horizontales, verticales o por la
separación de tareas y centros
de poder. Diferenciación
personal. Cuando el trabajo es
dividido de acuerdo con la
especialidad de los miembros.
31 / núm.6 / deVinCi
con el fin de alcanzar los objetivos
estatales.
Por último, el tercer nivel se rela-
ciona con la legitimidad. Aquí se ve a
la modernización como un proceso
para restablecer los diálogos Estado-
sociedad, es decir, son el nuevo teji-
do de relaciones que tiende a cons-
truirse entre los gobiernos y los ciu-
dadanos.
En este sentido, podemos decir que
el proceso de modernización del apa-
rato gubernamental, y en especial el
municipal, pasa por la reforma, trans-
formación o más bien dicho cambio or-
ganizacional. De acuerdo con esta
perspectiva son tres los niveles en los
que puede tener lugar el cambio orga-
nizacional: estructural, político y de-
cisorio.
Cambio organizacional:
hacia una clarificación
conceptual
Con la intención de no perdernos
en la discusión teórica del cambio or-
ganizacional per se y dar paso a sus
diferentes niveles (estructural, políti-
co y decisorio; definiremos a éste co-
mo las transformaciones que generan
nuevas relaciones entre los actores y
sus estructuras, y que permiten modi-
ficaciones en los sistemas políticos,
así como el redimensionamiento de
sus acciones y funciones, además
de la creación de nuevos espacios de
interlocución que otorguen rumbo y
certidumbre para la organización; per-
mitiendo así tener una mejor gestión
pública municipal. Lo anterior implica
concebir y entender la organiza
ción como una dualidad de orden y ac-
ción (donde estructura y actor forman
un solo producto).
Cambio estructural3
Para entender el cambio a través
de la estructura organizacional y de
sus variables es importante destacar
el hecho de que las estructuras, y por
consiguiente las organizaciones, lejos
de ser estáticas, adoptan una variedad
de formas en el tiempo y se alejan del
tipo ideal de la burocracia. Esto es que
existen diferenciaciones, determinan-
tes y dimensiones que impactan en el
diseño de la organización, lo cual sig-
nifica que no son absolutas y deben
verse bajo la óptica de un continuo y
compararse en grado.
Siguiendo con esta idea, la estruc-
tura organizacional presupone la
existencia de dos requisitos básicos:
la división del trabajo y la coordina-
ción. Así, la estructura organizacio-
nal podría definirse como la manera
en que se divide el trabajo en tareas y
cómo éstas se logran coordinar. De
esta manera, la configuración de la
estructura está dada por tres especi-
ficidades:
1. Los tipos de diferenciación. Res-
ponden ante la complejidad contex-
tual y pueden ser: horizontal, ver-
tical o jerárquica, espacial y dife-
renciación personal.4
2. La dimensión. Está dada por la
complejidad, centralización y for-
malización;5 éstas sirven para dis-
tinguir a las unidades que compo-
nen una estructura organizacional
y al mismo tiempo para caracteri-
zar diferentes tipos de organiza-
ciones.
3. Los determinantes. Están dados
por su tamaño, tecnología y medio
ambiente.6
Cambio político7
El cambio organizacional, como
un proceso de cambio adaptativo o
político, hace referencia a las trans-
formaciones incrementales o radica-
les, anticipadas o emergentes, que
llevan a cabo las organizaciones con
el objeto de ajustar su funcionamien-
to a nuevos requerimientos de su me-
dio ambiente, o bien, a desequili-
brios generados por las rivalidades
existentes entre los individuos o gru-
pos que la componen.
Cyert y March (1963) sugieren, por
ejemplo, que el cambio organizacio-
nal se lleva a cabo por medio de la
acción de los grupos que se caracte-
rizan por la presencia del conflicto.
Por su parte, Chandler (1977) mencio-
na que las élites en las organizacio-
nes diseñan las diversas estructuras
venciendo las resistencias de otros
grupos.
Para Crozier y Friedberg (1977)
dentro de una organización coexisten
distintos tipos de metas y valores,
por lo que las personas que componen
la organización hacen suyas las ac-
ciones estratégicas individuales o de
grupos, persiguiendo diversos intere-
ses.
Para este tipo de teorías, los pro-
cesos organizacionales son intrínsi-
camente políticos y la acción resulta
de “juegos entre actores”, que de
acuerdo con determinadas caracterís-
ticas, muchas veces contingentes,
pueden ser antagónicos, indiferentes
o colaboradores entre sí. Las decisio-
nes son negociadas, por lo que los re-
sultados no representan necesaria-
mente las preferencias de los involu-
crados aunque sí pueden manifestar-
se las construcciones de intereses y
compromisos.
De esta manera, podemos conside-
rar al poder como pieza fundamental
en el análisis de la conducta. En este
marco, el poder es visualizado como
la capacidad que poseen los actores
para vencer la oposición y obtener
con ello la posibilidad de actuar so-
bre otros individuos y grupos. Es, por
tanto, una relación y no un atributo
de ellos. Debe aceptarse que un indi-
viduo jamás es limitado totalmente
por la organización; es precisamente
ese grado de libertad lo que cada ac-
deVinCi / núm.6 / 32
5 La complejidad hace referencia
al número diferente de
componentes o grados de
diferenciación que existen, de
tal forma que organizaciones
más complejas poseen una
mayor diferenciación, necesidad
de control y de mecanismos de
integración (Bowditch y Bouno,
1990 citados en Culebro, 2000);
además, tiene efectos en el
comportamiento de sus
miembros, otras condiciones
estructurales, procesos
decisorios y en las relaciones
entre la organización y su medio
ambiente. Los tres elementos
que identifican a la complejidad
son la diferenciación horizontal,
vertical y la dispersión
espacial. En términos amplios,
la centralización se refiere a la
distribución del poder al interior
de la organización, esto es, la
forma en la cual la estructura
determina por anticipado esta
dimensión. La formalización se
define como las reglas y los
procedimientos diseñados para
manejar las contingencias que
enfrenta la organización.
Generalmente es el grado en el
cual el trabajo está controlado
(Hall, 1983).
tor dispone de poder sobre los otros
actores.
Así, cada actor tratará simultánea-
mente de limitar a los otros miembros
de la organización para satisfacer sus
propias expectativas o necesidades
(estrategia ofensiva), pero también
intentará escapar a las limitaciones
que otros actores le impongan median-
te la protección de su propio margen
de libertad y de maniobra (estrategia
defensiva).
La base del cambio organizacional
se encuentra, por lo tanto, en la posi-
bilidad de transformar el conjunto de
juegos estructurados en torno a víncu-
los de poder y de influencia en los que
participan los individuos. En este pro-
ceso puede existir un ajuste mutuo en-
tre las partes, que de acuerdo con sus
posiciones en los juegos vigentes,
a sus estrategias personales o grupa-
les y a las diversas contingencias,
tendrán un determinado papel u obten-
drán diferentes resultados.
Tenemos, entonces, una operación
que pone en juego la capacidad de di-
versos grupos comprometidos en un
sistema complejo para cooperar, ne-
gociar o reaccionar de determinada
manera por medio de sus capacidades
(entre otros elementos) y construir
nuevos juegos. De esta forma, el cam-
bio será valorizado por algunos como
una oportunidad y por otros como una
amenaza.
De esta manera, tiende a señalar
que la introducción de un cambio se
basa en gran medida, en la distribu-
ción de poder que existe en la organi-
zación. Primero, un cambio puede
ocurrir mediante una acción unilate-
ral con la finalidad de inducirlo en
determinado ámbito (por ejemplo,
mediante un “proyecto de reestructu-
ración organizativa”) u orden, en ese
sentido expresado por la sustitución
de actores clave en la estructura de
relaciones existentes o por la varia-
ción en la estructura misma. Segun-
do, es factible conseguir el cambio
por medio de un proceso de poder
compartido, es decir, al interior del
grupo, tomando decisiones, nego-
ciando la disposición y valorización
de metas y objetivos, aplicando pro-
cedimientos determinados, así como
también pactando con otros grupos de
relaciones de conflicto.
Cambio en los procesos
decisorios8
Gran parte de los trabajos que dis-
cuten este tema sostienen que la ma-
yoría de las veces los procesos de
reforma organizativa son más bien
procesos anárquicos que describen un
conjunto de acciones y relaciones po-
co claras y ambiguas (Brunson y Ol-
sen, 1993; March y Olsen, 1983; Olsen,
1976b, citados en Del Castillo, 2000).
De acuerdo con estos autores, la re-
forma organizativa es un conjunto de
procesos decisorios en los que es di-
fícil establecer las relaciones que
33 / núm.6 / deVinCi
6 El tamaño puede definirse como
el número total de los miembros
de una organización (Rubbin,
1987), o bien, como la cantidad
de personas vinculadas a la
organización aún cuando resulta
difícil saber con exactitud quién
está dentro o fuera de ella (Hall,
1983); por ello se sugieren
cuatro componentes para
conceptualizar el tamaño:
a) capacidad física, b) personal
a su disposición, c) insumos y
productos y d) discrecionalidad
de sus recursos (Kimberly;
1976).
La tecnología incluye las
características de los insumos
utilizados, los procesos de
transformación y los productos
generados (Scott, 1981). Los
estudios se enfocan en la
naturaleza de los materiales
empleados, las características
de las operaciones y el estado
del conocimiento durante el
proceso de transformación.
El medio ambiente tiene que ver
con las diferentes condiciones
del contexto y los distintos tipos
de relación con entidades
externas que requieren diversos
ajustes estructurales para que
se logre un desempeño elevado
(Child, 1972) y generalmente su
principal componente es la
incertidumbre (Pfeffer, 1982).
Sin embargo, hay quienes
sugieren que las organizaciones
son las que controlan el medio
ambiente (Mc Neil, 1978;
Perrow, 1979).
deVinCi / núm.6 / 34
guardan entre sí los problemas, las
soluciones y los participantes de la
organización, en donde los reforma-
dores tienen solamente un control li-
mitado sobre las consecuencias de
sus decisiones.
Estas teorías utilizan los concep-
tos9 de ambigüedad e incertidumbre
para expresar la compleja red de inte-
racciones que se producen en torno y
dentro de los procesos organizativos.
Ambigüedad porque no existe una re-
lación causal entre las unidades que
componen al sistema. Incertidumbre
porque las capacidades de control y
planeación son limitadas, dada la par-
ticularidad que se le atribuye a la in-
terdependencia.
Pero a fin de cuentas, ¿qué es lo
que permite a un sistema flojamente
acoplado resistir la ambigüedad e in-
certidumbre de los procesos de cam-
bio? En el fondo, lo que permite a la
organización mantener su cohesión es
la capacidad con que cuentan los in-
dividuos de generar ciertos consensos
a partir de la negociación de las polí-
ticas.
Así, la conformación de los siste-
mas flojamente acoplados pueden
entenderse como resultado de los pro-
cesos múltiples de interacción, nego-
ciación y conflicto entre los grupos
que compitan por el poder.
Desde este punto de vista, en el
proceso de toma de decisiones –esen-
cia del cambio organizacional– se ven
mezclados problemas, participantes,
soluciones y situaciones de decisión.
En este sentido, la propuesta del cesto
de basura señala que los participantes
expresan constantemente problemas y
soluciones, y que será en función de la
cantidad de cestos que existan (es de-
cir, espacios de discusión como jun-
tas, reuniones informales, etcétera),
del tipo de problemas que se ventilen
y de la cantidad de tiempo del que dis-
pongan los actores, que los partici-
pantes tomarán cierto tipo de decisio-
nes (Cohen et al., 1972, citados en Del
Castillo, 2000).
Por lo tanto, los conceptos relevan-
tes a analizar desde esta ventana se-
rán: los problemas, participantes, so-
luciones y situaciones de decisión que
se expresan en la toma de decisiones
que se dan a partir de la asignación de
los recursos económicos, de los proce-
sos de planeación y de las demandas
de la población del municipio.
Contexto municipal
El municipio de Cabo Corrientes se
erigió el 1ro. de abril de 1944; se lo-
caliza en la región costa norte del es-
tado de Jalisco, en medio de los mu-
nicipios de Puerto Vallarta y Toma-
tlán, con los cuales comparte cos-
tumbres y tradiciones. Las caracte-
rísticas generales que lo identifican
son: un grado de marginación medio,
actividades productivas tradicionales
(agricultura, ganadería, pesca y ex-
plotación forestal), con una exten-
7 Para la realización de este
apartado se tomó como base el
trabajo de Coronilla (1993), “El
cambio en las organizaciones” y
Coronilla y Del Castillo (2000),
“El cambio organizacional”.
8 Las ideas principales, para
este apartado, son tomadas de
Del Castillo (2000), “Cambio y
procesos decisorios: planeación
y ambigüedad”, en Reformando
al gobierno. Una visión
organizacional del cambio
gubernamental. Arellano,
Cabrero y Del Castillo (coord.).
Porrúa-CIDE.
9 En el proceso de la toma de
decisiones (Allison, 1969, citado
en Aguilar Villanueva, 2000)
existe una perspectiva teórica
que desarrolla tres modelos
conceptuales de cómo llevarlas
a cabo: 1) la política racional,
que implica cómo el gobierno
escoge la acción que maximiza
las metas y objetivos, a su vez
tiene que ver con el hecho de
que los agentes racionales
elijan la alternativa de acción,
cuyas consecuencias favorezcan
sus expectativas presentes y
futuras; 2) la política
organizacional se refiere a la
manera en que el gobierno actúa
en consecuencia a través de las
35 / núm.6 / deVinCi
sión territorial de 2 001 km cuadra-
dos; es un municipio compuesto por
cinco comunidades indígenas y 16 eji-
dos, que alberga a 134 localidades,
de las cuales 119 cuentan con menos
de 100 habitantes y con una población
de 9 161 hab., de acuerdo con las ci-
fras preliminares del XII Censo de Po-
blación y Vivienda; con servicios pú-
blicos concentrados en la cabecera
municipal, teniendo una dependencia
financiera alta (del total de los in-
gresos municipales, solamente 8%
son propios) de lo que los otros nive-
les de gobierno le otorgan, pero con
bastante movilidad y conflicto en los
procesos políticos y de gobierno.
Hallazgos y resultados
Desde la visión del cambio estruc-
tural, a partir de las diversas varia-
bles que se analizaron se encontraron
los siguientes resultados:
a) en términos de la diferencia-
ción, ésta sigue siendo vertical,
aunque con ciertos matices nomi-
nales que pudieran verse como ho-
rizontal, pero que en lo real se
mantiene la estructura bajo el
mando y control del presidente
municipal;
b) en alusión a la variable de com-
plejidad se encontraron la crea-
ción de 16 nuevas áreas, destacán-
dose por su importancia obras pú-
blicas, fomento agropecuario,
promoción económica, oficialía
mayor y el módulo de maquinaria;
c) en la variable de centralización
lo más importante son las sesiones
de cabildo abierto y con participa-
ción de la población con ediles y
funcionarios y las reuniones men-
suales con los dos delegados y 42
agencias municipales. Sin embar-
go, al interior del Ayuntamiento la
evaluación se da solo con los prin-
cipales funcionarios;
d) en términos de normas y manua-
les de procedimientos no se halla-
ron evidencias de la elaboración e
implementación de éstos; en cuan-
to a los trabajadores, existe una
gran rotación de personal entre una
gestión y otra, con excepción de la
del período 1989-1992. Especial-
mente cuando nos referimos a los
funcionarios de primer nivel, en-
contramos que en el período de
análisis no hubo uno solo que ter-
minara con los funcionarios que
iniciaron la administración;
e) en tecnología se encontró que el
personal del Ayuntamiento tiene en
cada nueva administración un ma-
yor grado de estudios y experien-
cia. Se han incrementado los cur-
sos de capacitación en algunas
áreas (seguridad pública, registro
civil) y cada vez se cuenta con un
mejor mobiliario y equipo adminis-
trativo; y
f) se acepta que un municipio como
Cabo Corrientes siga condicionado
rutinas operativas de las
organizaciones. Es decir, sus
decisiones son producto de
organizaciones que funcionan
conforme a determinados
patrones de comportamiento,
donde los directivos pueden
inducir pero no controlar el
comportamiento de sus
organizaciones; para poder
realizar rutinas complejas es
necesario coordinar la conducta
de muchos individuos. Así, las
capacidades organizacionales
existentes condicionan tanto el
aprendizaje como el cambio, por
lo que el cambio organizacional
ocurre solo en respuesta a crisis
importantes; y 3) la política
burocrática, este modelo no ve a
un actor unitario, sino muchos
actores-jugadores, éstos no se
centran en una cuestión
estratégica única sino en
diversos problemas que tampoco
actúan conforme a un conjunto
coherente de objetivos
estratégicos sino según sus
distintas concepciones de metas
organizacionales y personales.
Se trata de actores que toman las
decisiones del gobierno no según
el criterio de la elección
racional, sino en un estira y
afloja que es la política. Estos
modelos, si bien nos dan la pauta
de cómo tomar las decisiones
(que pudieran llevar al cambio),
por las agencias y dependencias de
los gobiernos federal y estatal, por
lo que las agendas de gobierno de
las administraciones municipales
están cargadas de gestiones ante la
diversas instituciones de estos ni-
veles de gobierno.
En el apartado sobre cambio políti-
co, partiendo del estudio y análisis de
las variables sugeridas en el primer
apartado, se encontraron los siguien-
tes resultados:
I) El municipio, de estar dominado
por dos grupos hegemónicos, ha
pasado a una diversidad de peque-
ños grupos.
II) Cuando existen conflictos entre
ellos, a partir de los procesos polí-
ticos y de gobierno, sigue prevale-
ciendo el recurrir a instancias ex-
ternas de mediación, es decir, no
existe capacidad en la solución de
los actores locales y por lo tanto no
hay cambio.
III) La designación de agentes y de-
legados municipales cambió: de
ser de manera directa de parte del
presidente municipal pasa a ser un
proceso democrático.
IV) Era muy recurrente que los go-
biernos municipales, y en especial
el presidente, intervinieran en la
vida interna de organizaciones
políticas y sociales (partidos, ga-
naderos, campesinos, ejidos, co-
munidades); esto se ha ido perdien-
do, debido a que existe una compe-
tencia real entre diferentes fuerzas
políticas.
V) Las presiones del grupo político
que gana la elección presidencial
se siguen dando hacia la toma de
decisiones del presidente munici-
pal y funcionarios con la finalidad
de verse ellos beneficiados.
Con relación al análisis sobre el
cambio organizacional, desde la pers-
pectiva de la toma de decisiones, se
revisaron tres variables:
1) las acciones,
2) la toma de decisiones y
3) planeación y certidumbre.
Los resultados que se encontraron
son los siguientes:
a) la forma bajo la cual los gobier-
nos municipales llevan a cabo su
agenda de trabajo para dar res-
puesta a las peticiones de la pobla-
ción del municipio muestra un
cambio, es decir, antes se hacía a
través de los líderes locales de las
diferentes comunidades y ejidos;
actualmente, esto se realiza a par-
tir de la organización social que se
da dentro de los esquemas de con-
sejos comunitarios de la población
y que hace que el proceso sea más
equitativo en el uso de los recursos
para las diversas localidades;
b) si bien es cierto que ahora esta
deVinCi / núm.6 / 36
no explican cómo se da el
proceso mismo; sin embargo, sí
existe una similitud entre los
modelos 2 y 3 a partir del
enfoque conceptual, con la
propuesta de cambio aquí
desarrollada.
agenda de trabajo es más equitati-
va y participativa, los gobiernos
municipales aún no han tenido la
virtud de plasmar en un documento
(Plan Municipal de Desarrollo) un
proyecto de municipio que garanti-
ce en el mediano y largo plazo ma-
yores oportunidades y condiciones
de bienestar a la comunidad lo cual
hace vulnerable al gobierno, ya
que muchas de sus acciones no han
tenido el resultado que se espera
por no contar una programación y
proyección adecuada al crecimien-
to económico y sociodemográfico
del municipio;
c) Lo anteriormente descrito tiene
como consecuencia que los proble-
mas y las peticiones de la pobla-
ción continúen siendo las mismas,
es decir: agua potable, energía,
educación, salud, caminos en buen
estado, principalmente; y
d) la mayor parte de los recursos
públicos se utiliza en gasto co-
rriente quedando tan solo unos
cuantos pesos para inversión y
obra pública.
En este sentido, el cambio en la
organización no ha sido lo suficiente-
mente provechoso para la obtención
de mejores resultados, ya que éste ha
sido el resultado de la presión ejerci-
da por estructuras externas a la orga-
nización, esto significa que no han
sabido responder con previsiones
adecuadas para mayores beneficios
de la acción gubernamental hacia la
colectividad.
Conclusiones
La perspectiva de estudio del cam-
bio organizacional nos permitió com-
prender cómo podemos identificar
transformaciones en el gobierno muni-
cipal. Es decir, permite entender la ló-
gica de múltiples modificaciones que
se realizan dentro de las organizacio-
nes gubernamentales municipales en
sus estructuras, procesos políticos y
decisionales, a su vez que van permi-
tiendo la adecuación de la gestión a
estos nuevos patrones de comporta-
miento con la finalidad de mejorar su
desarrollo local.
Sin embargo, la perspectiva del
cambio organizacional con que estu-
diamos el municipio mexicano, per-
mite establecer que dentro de los
grandes procesos de transformacio-
nes económicas, sociales, adminis-
trativas y políticas en los cuales el
país se ha visto inmerso (con el obje-
tivo de consolidarse en este mundo
global), el gobierno municipal no ter-
mina de cuajar, ya que se identifica
que a nivel local se está generando
una serie de cambios y modificacio-
nes que son más nominales que rea-
les, por lo que no garantizan por com-
pleto nuevas adecuaciones entre
estructuras y actores como compo-
nentes de un solo producto: el organi-
zacional, que conlleva a la obtención
37 / núm.6 / deVinCi
Los cambios identificados aún ca-
recen de consolidación, por lo que
ahora será tarea de los próximos go-
biernos locales no solamente consoli-
dar estas innovaciones y experiencias
que se están viviendo como gobierno
local y con la relación gobierno-so-
ciedad, sino que también deberán ser
capaces de impulsar aquellos cam-
bios que han comenzado a germinar y
de aquellos que aún no se vislum-
bran; ésta será precisamente la ta-
rea: pensar en la prosperidad del es-
pacio municipal. Es claro que los obs-
táculos son muchos y difíciles de
vencer, pero es la propia fortaleza y
visión de quienes dirigen el gobierno
los que tendrán en sus manos esta
gran oportunidad.
deVinCi / núm.6 / 38
de mejores resultados para la gestión
en el desarrollo local.
En suma, podemos decir que a par-
tir de la década de los noventa el go-
bierno municipal (principalmente) se
encuentra en un proceso de continuas
transformaciones, en el cual actor y
organización local están aprovechando
positivamente las bondades del con-
texto externo a partir de sus conoci-
mientos, habilidades y aptitudes con
el objetivo de mejorar sus niveles de
bienestar.
Asimismo, se observó que el go-
bierno municipal como organización
pública ha promovido una serie de
cambios positivos en su vida interna
y su relación con el contexto, lo que
lo ha llevado a mejorar su posición de
acción frente al proceso de globaliza-
ción, hecho que permite vislumbrar
con mayor certeza y claridad que di-
chas organizaciones son ahora más
capaces de generar una mejor gestión
para su desarrollo local.
39 / núm.6 / deVinCi
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deVinCi / núm.6 / 40
Introducción
Este artículo resume las principales
conclusiones de un trabajo de investi-
gación que da cuenta de las posibili-
dades demográficas, económicas, fi-
nancieras y de recursos económicos
extralocales —los recursos económicos
de la mano de obra migrante en Esta-
dos Unidos— para la municipalización
de la delegación San Ignacio Cerro Gor-
do, actualmente dependiente del mu-
nicipio de Arandas, Jalisco. Estos re-
sultados se relacionan con las poten-
cialidades para la implementación de
políticas autónomas que tiendan a la
creación de un nuevo municipio, San
Ignacio Cerro Gordo.
Históricamente, el proceso de mu-
nicipalización en México no ha sido un
punto importante en las agendas de
las entidades federativas del país. No
es sino hasta los inicios del proceso de
descentralización en 1983, iniciado a
partir del cambio en el artículo 115
constitucional, cuando se reconoce la
importancia del municipio como agen-
te de cambio local. Algunas entidades
federativas han respondido a la nueva
importancia del municipio como agen-
te para promover el desarrollo local
con la creación de nuevos municipios
(Sistema Nacional de Información Mu-
nicipal, 2001). Sin embargo, este no
es el caso del estado de Jalisco, cuyo
territorio no ha visto la creación de un
nuevo municipio desde 1946, año en
que se forman los municipios de La
Huerta y Cuautitlán (Botello et al.,
1987).
El esfuerzo de municipalización de
la delegación de San Ignacio Cerro Gor-
do presenta varias interrogantes a la
falta de un proceso de formación de
nuevos municipios en Jalisco, entre
ellas: a) la importancia de las varia-
bles políticas en el diseño de acciones
tendentes a la municipalización de co-
munidades cuyas condiciones para la
municipalización –tamaño de pobla-
ción y recursos económicos locales
principalmente– van más allá incluso
María Basilia Valenzuela Varela*
Claudia Mónica Sánchez Bernal**
Aportes para la formación delmunicipio San Ignacio Cerro Gordo.Una experiencia de vinculación1
* Profesora investigadora del
Departamento de Estudios
Regionales-Ineser, CUCEA, Universidad
de Guadalajara
* * Miembro del Programa de Estudios
para la Descentralización (PROEDE),
CUCEA, Universidad de Guadalajara
1 Este artículo resume los
principales hallazgos del reporte
técnico del proyecto “Análisis
socioeconómico de San Ignacio Cerro
Gordo: Aportes para la formación de
un municipio”, realizado por María
Basilia Valenzuela (coord.), María
Luisa García Bátiz, Antonio Sánchez
Bernal y Patricia Noemí Vargas,
investigadores del Departamento de
Estudios Regionales-Ineser en
coordinación con el programa
Acude-Administra.
41 / núm.6 / deVinCi
de las características mínimas reque-
ridas para tener la categoría de muni-
cipio, y b) el reconocer la importancia
de los migrantes que trabajan en Esta-
dos Unidos como habitantes “económi-
cos” de “aquí” y trabajadores de
“allá” dentro del nuevo carácter tras-
nacional de las comunidades de mi-
grantes conectadas por extensas redes
sociopolíticas y económicas.
Los intentos de la municipalización
de esta delegación no son nuevos. Ya
en los primeros años de los noventa se
habían realizado algunos esfuerzos.
Sin embargo, es a principios de 2000
cuando grupos locales forman la Aso-
ciación Civil “Comité por un nuevo mu-
nicipio San Ignacio Cerro Gordo, A.
C.”, para coordinar los trabajos de la
municipalización. Es así que esta aso-
ciación recurre a los organismos de
vinculación de la Universidad de Gua-
dalajara, en particular al programa
Administra (Acuerdo Universitario pa-
ra el Desarrollo Sustentable de Jalis-
co), que realizó el estudio en coordi-
nación con el Departamento de Estu-
dios Regionales-Ineser y el Proede
(Programa de Estudios para la Descen-
tralización). En la realización de este
estudio se requirió de expertos en cin-
co áreas del conocimiento socioeconó-
mico, como demografía, desarrollo
sustentable, finanzas municipales y
migración hacia Estados Unidos.
La experiencia de vinculación de la
Universidad de Guadalajara y la aso-
ciación civil, consistió en la elabora-
ción de un análisis socioeconómico pa-
ra la región San Ignacio Cerro Gordo. En
este artículo se resumen los principa-
les puntos, como las características
sociodemográficas básicas, las condi-
ciones del desarrollo económico de la
región, el estado actual de las finan-
zas delegacionales y otras posibles
fuentes de financiamiento local, así
como la importancia de los recursos
poblacionales y económicos presentes
en la migración norteña para la forma-
ción de un nuevo municipio.
Características demográficas
TAMAÑO Y CRECIMIENTO
DE LA POBLACIÓN
El análisis demográfico de las 79
localidades que forman la región de
San Ignacio Cerro Gordo, según datos
del censo de población de 1995, mues-
tra que la población de la Región se in-
cremento en el período 1995-2000, ya
que de tener 16 307 habitantes en 1995
pasó a 17 530 en 2000. De acuerdo con
lo anterior, en esta zona se encontraría
localizado 0.3% de la población total
del estado de Jalisco.2 En este último
punto, es de notar que 57 municipios
del estado, es decir, cerca de 45% de
los municipios del estado, tienen un
porcentaje menor de población asenta-
da en ellos.
Asimismo, los cambios ocurridos
en el volumen de habitantes en esta
región desde 1990 nos indica que la po-
2 Cabe resaltar que 19 municipios
del estado de Jalisco tienen esta
misma proporción de 0.3%.
A saber, Acatic, Acatlán de
Juárez, Ahualulco de Mercado,
Ayutla, Colotlán, Etzatlán,
Ixtlahuacán de los membrillos,
Magdalena, Mascota, Mezquitic,
Ojuelos de Jalisco, Tapalpa,
Tecalitlán, Unión de San
Antonio, Unión de Tula,
San Gabriel, Villa Corona y
Zapotlán del Rey.
de Arandas fue de 2% anual. Para el
segundo período 1995-2000, San Igna-
cio Cerro Gordo tuvo una tasa de creci-
miento poblacional de 1.7% anual,
mientras que la de Arandas fue de
1.67% y la de Jalisco de 1.25%. Como
se puede notar, la tendencia general
del crecimiento poblacional en el pe-
ríodo 1990- 2000 es decreciente tanto
para la región de San Ignacio como pa-
ra el estado y también para Arandas
(véanse gráfica 1 y cuadro 1).
deVinCi / núm.6 / 42
blación de la Región de San Ignacio Ce-
rro Gordo creció a una tasa muy pare-
cida a la del estado de Jalisco y supe-
rior a la de Arandas en el período 1990-
1995. En cambio, entre 1995 y 2000
creció a una tasa superior a la del es-
tado y a la del municipio de Arandas.
Al respecto, en el primer periodo tuvo
una tasa de crecimiento de 2.10%
anual, mientras que Jalisco presentó
un crecimiento poblacional de 2.16%
anual, en tanto la tasa de crecimiento
FUENTE: Elaboración propia con base en el XI Censo de Población y Vivienda, 1990.
Conteo de Población y Vivienda, 1995. Datos preliminares del XII Censo de Población
y Vivienda de 2000. INEGI.
Cuadro 1
Tasas de crecimiento de la población 1990-2000
1990-1995 1995-2000
San Ignacio Cerro Gordo 2.10 1.70
Arandas 2.01 1.67
Jalisco 2.16 1.25
Gráfica 1
Tasas de crecimiento
1990-2000
El crecimiento poblacional de
1.7% anual en la región de San Igna-
cio Cerro Gordo entre 1995 y el 2000,
nos estaría indicando que de mante-
nerse esa tasa de crecimiento la po-
blación de la región se duplicaría en
41 años.
Características económicas
La producción y la riqueza se ge-
nera por la capacidad de trabajo y la
inversión en las regiones y localida-
des. Una medida adecuada y tradicio-
nal de la capacidad de trabajo es la
de la Población Económicamente Acti-
va (PEA), pues muestra la cantidad de
personas que están en edad de traba-
jar y que son el sustento productivo
de una región. En la región de San Ig-
nacio Cerro Gordo, se calcula que cer-
ca de 61% de la población, es decir,
alrededor de 12 000 habitantes, con-
forman la PEA.
43 / núm.6 / deVinCi
Mapa territorial del municipio
San Ignacio Cerro Gordo
taurantes, bares y centros noc-
turnos.
◗Comercio: al por menor.
La importancia que en las últimas
décadas ha desarrollado la actividad
manufacturera, de servicios y de co-
mercio en la región, se refleja en el
número de negocios que se localizan
en ella. La región cuenta con alrededor
de 350 negocios.
Una de las características más im-
portantes de una región es su poten-
cial emprendedor, aunque no existen
indicadores de consenso para medir el
potencial de una región, queda claro
que la generación de negocios es una
medida adecuada de la capacidad em-
prendedora de la población en una re-
gión. De esta manera, si analizamos
el indicador de población por número
de negocios, encontramos que en San
Ignacio Cerro Gordo tenemos un pro-
medio de 42 personas por cada nego-
cio establecido, mientras que esta
proporción es de 40 personas por ne-
gocio a nivel estatal. Si comparamos
este indicador con el de los actuales
124 municipios del estado, podemos
observar que la región en estudio
muestra un potencial emprendedor
muy importante, ya que si la región se
toma como un municipio, ésta queda-
ría en el lugar 34, a la altura de mu-
nicipios como Poncitlán y Atotonilco
el Alto y muy por encima de munici-
pios como San Gabriel, Tomatlán y Bo-
laños, entre otros.
deVinCi / núm.6 / 44
En los últimos años la actividad
agropecuaria ha venido cediendo lugar
a otras actividades. En la década de
los 90, encontramos que alrededor de
53% de las personas realizan alguna
actividad o trabajo urbano, es decir,
se dedican a actividades. Manufactu-
reras o de servicios, mientras que 43%
se dedican a actividades agropecua-
rias (véase gráfica 2).
Sin embargo, la diversidad de las
actividades económicas desarrolladas
en la región es fundamental para po-
der consolidar el potencial económico
de ésta. Por su importancia, sobresa-
len las siguientes actividades:
◗ Agricultura: el cultivo de maíz y
agave.
◗ Ganadería: ganado bovino y la
producción de leche.
◗ Industria manufacturera: fabri-
cación de materiales de arcilla.
◗Servicios: reparación y manteni-
miento automotriz; servicios para
la agricultura y ganadería y res-
Gráfica 2
Personal ocupado
por sector
626
1518
1214
■ PO en Sector Primario
■ PO en SectorSecundario
■ PO en Sector Terciario
45 / núm.6 / deVinCi
Potencial de Ingresos para
el gobierno municipal de
San Ignacio Cerro Gordo
Las finanzas públicas municipales
es uno de los principales medios a tra-
vés del cual los gobiernos municipales
influyen en la gestión de su desarrollo
municipal. Los ingresos captados a
través de instrumentos como los im-
puestos contribuyen a impulsar o de-
tener las actividades económicas lo-
cales. Además, sabemos que dichos
ingresos se convierten en gasto para
ejecutar las políticas públicas que in-
fluyen en la solución de los problemas
del municipio.
Por esta razón es indispensable co-
nocer el potencial de ingresos que gene-
raría una sociedad en un territorio deli-
mitado para su gobierno, es decir, se
requiere conocer la viabilidad financie-
ra de un posible gobierno municipal pa-
ra desarrollar de manera eficiente las
tareas de gestión del desarrollo local.
Dado que no existen estadísticas a
nivel de comunidad, es difícil conocer
con exactitud los montos de ingresos
generados por una región; lo adecuado
es realizar una aproximación con
fuentes directas e indirectas.3
Para el caso de la región de San Ig-
nacio Cerro Gordo realizamos un cálcu-
lo aproximado de los ingresos directos
3 La metodología utilizada fue la
de aproximación. Es decir, a
partir del análisis de municipios
similares, en cuanto a sus
características financieras, se
realiza una aproximación
(cálculo) de los datos que
pertenecieran a la región si ésta
fuera municipio.
Cuadro 2
Ingresos del área de San Ignacio Cerro Gordo, Arandas, Jalisco
Rubros Año
1997 1998 1999 Proyección 2000
Impuestos patrimoniales $ 82,891.53 $ 134,711.11 $ 281,258.00 $ 422,639.22
Impuesto predial $ 613,642.16 $ 616,420.99 $ 793,356.32 $ 864,276.39
Pago de derechos $ 23,226.80 $ 37,624.00 $ 60,984.00 $ 84,131.39
Agua $ 918,696.85 $ 1,224,651.20 $ 1,413,944.96
Cobros varios (registro civil, licencias) $ 255,884.91
Participaciones./a $ 10,418,296.34 $ 11,460.125.97
Total de ingresos $ 719,760.40 $ 1, 707,452.95 $ 13,034.430.77 $ 14,245,117.94
Total de ingresos per cápita $ 733.41
Ingresos externos (participación porcentual) 80.45
Ingresos propios (participación porcentual) 19.55
/a. Aproximación: corresponde al promedio calculado para los minicipios de características similares a Cerro Gordo.
Véase cuadro 1 del Anexo.
FUENTE: Elaboración propia con base en documentos expedidos por oficinas de la delegación de San Ignacio Cerro Gordo,
Mpio. de Arandas, Jalisco.
e indirectos con los que contaría ésta
si se convierte en municipio. En los in-
gresos directos se incluyen el cobro de
impuestos de competencia municipal,
así como derechos, productos y apro-
vechamientos.
En cuanto a los ingresos indirectos,
se realiza una aproximación de las
participaciones que serían transferi-
das al municipio.
Una variable relevante para lograr
la autonomía municipal es la de ingre-
sos propios, ya que nos muestra la in-
dependencia financiera que tiene el
municipio para desarrollar sus pro-
yectos. Para el caso de San Ignacio Ce-
rro Gordo la proporción de ingresos
captados con respecto al total es de
19.55%4 (véanse cuadro 2 y gráfica 3),
pronunciadamente por abajo del que
presenta el municipio de Puerto Va-
llarta, que es aproximadamente de
56% (véase cuadro 3).
Cabe apuntar que una buena admi-
nistración incrementaría los ingresos
propios de manera sustancial, ya que
actualmente, a pesar de que la pobla-
ción considera que el ayuntamiento de
Arandas no regresa lo adecuado de
acuerdo con su nivel de captación, los
ciudadanos cumplen con sus contribu-
ciones.
deVinCi / núm.6 / 46
4Este porcentaje está
subvaluado, ya que solo toma en
cuenta los pagos que
actualmente se hacen en la
Delegación de San Ignacio Cerro
Gordo, habiendo pagos en la
región que se hacen
directamente en Arandas.
Gráfica 3
Ingresos propios y externos
del área de San Ignacio
Cerro Gordo.
Proyección 2000
20%
80%
■ Ingresos propios
■ Ingresos externos
FUENTE: H. Ayuntamiento Constitucional del municipio de Puerto Vallarta.
htpp://www.puertovallarta.gob.mx/
Cuadro 3
Puerto Vallarta
Ingresos (1999)
Impuestos $ 23,324,685.45
Derechos $ 12,698,372.30
Productos $ 6, 945,099.80
Aprovechamientos $ 31,102,018.39
Participaciones $ 58,056,842.08
Total $ 132,127,018.02
Población preliminar 2000 183 741
Total de ingresos per cápita $ 719.09
Ingresos externos (%) 43.94
Ingresos propios (%) 46.06
Las comunidades de
migrantes como comunidades
transnacionales
Jalisco es uno de los estados de
México con niveles más altos de expul-
sión migratoria hacia Estados Unidos.
Se estima que existen alrededor de 1.5
millones de jaliscienses viviendo en
Estados Unidos. La migración se ha ca-
racterizado por tener sus inicios en la
región de los Altos. Trabajos como los
realizados por Gamio (1930), Taylor
(1933), Massey et al. (1990), Orozco
(1992) y Arroyo et al. (1991) documen-
tan la formación de una larga tradi-
ción migratoria en esa región que tie-
ne ya más de un siglo. La madurez del
proceso migratorio ha llevado a la
conformación de comunidades trans-
nacionales que se caracterizan por es-
tar inmersas en una serie de relacio-
nes y redes de información que facili-
tan el intercambio de ideas y despla-
zamientos, acercando aún más a las
comunidades de migrantes.
La idea de comunidad transnacio-
nal se caracteriza por la existencia de
flujos y vínculos de tipo económico,
social y político permanentes y conti-
nuos entre localidades de origen y
destino de migrantes. En esta idea de
comunidad transnacional se incluye
la pertenencia del migrante a la re-
gión de origen, dada la transferencia
de recursos que ellos mismos reali-
zan, el nivel de información circulan-
do entre las localidades y los despla-
zamientos entre la localidad de origen
y de destino.
En otras palabras, este debate
transnacional, al cual están transitan-
do, tanto las sociedades expulsoras
como receptoras de migrantes, reco-
noce al individuo migrante como un
ciudadano con derechos de membresía
y reconocimiento social en dos países.
De ahí que en la actualidad se conside-
re al individuo migrante como un habi-
tante de aquí y allá. Esta búsqueda de
reconocimiento presenta varias aris-
tas; sin embargo, debe iniciar, en pri-
mera instancia, con la inclusión de los
migrantes como habitantes de la co-
munidad de origen. Lo anterior, como
respuesta a las necesidades sentidas
del migrante de pertenecer a una co-
lectividad, hasta ahora plasmadas en
acciones de corte económico, como las
aportaciones que hacen a sus fami-
lias, la realización de inversiones so-
ciales dentro de la comunidad y, más
recientemente, las inversiones colec-
tivas de tipo económico y sus efectos
en el desarrollo local.
LOS MIGRANTES COMO HABITANTES
“ECONÓMICOS” Y AGENTES PARA
EL DESARROLLO
Hasta la fecha no se cuenta con
información básica general a nivel na-
cional o incluso a nivel de comunida-
des sobre las características de la mi-
gración de mexicanos hacia Estados
Unidos. Por ello, el estudio se basó en
47 / núm.6 / deVinCi
ciento de las familias entrevistadas re-
ciben remesas que van desde menos de
100 hasta 500 dólares al mes; otro 24
por ciento reciben remesas en el rango
de 501-1000 dólares; una quinta parte,
entre 1001 y 2000 dólares; 24 por cien-
to restante, 2000 y más dólares al año.
Son los migrantes como habitantes eco-
nómicos.
Por otro lado, fuentes como la de
los prestadores de servicios de transfe-
rencias y cambios de los envíos a nivel
de la comunidad, ofrecen un panorama
más amplio del tamaño real de las re-
mesas que llegan a los pueblos de mi-
grantes. Así, el total de remesas reci-
bidas en la comunidad vía uso de servi-
cios locales de transferencias formales
e informales, ascendió a 1 683 000 dó-
lares para 1999-2000 sólo para la Dele-
gación San Ignacio Cerro Gordo. Lo an-
terior puede significar que, en térmi-
nos medios, las familias de esa dele-
gación reciben un total de 1 053 dólares
al año, bajo el supuesto de que todas
las familias reciben remesas y en can-
tidades iguales.
En general, los envíos de dinero
que los migrantes hacen a sus fami-
lias impactan fuertemente en las co-
munidades expulsoras de migrantes y
el desarrollo local vía el gasto en con-
sumo, salud, educación y la inversión
en pequeña escala en negocios fami-
liares, vivienda y agricultura, entre
otros.
La distribución de las remesas pre-
senta un claro patrón hacia el consumo
la aplicación de la encuesta "Migra-
ción, impacto de las remesas y poten-
cialidades de desarrollo local en San
Ignacio Cerro Gordo”.5 El objetivo de la
encuesta fue producir información a
nivel de viviendas que llevara a una
estimación estadísticamente repre-
sentativa, sobre el tamaño de esta po-
blación no considerada por el Censo de
Población y Vivienda, el monto de sus
aportaciones económicas y los impac-
tos económicos de estas aportaciones
en la economía regional.
Los migrantes hacia Estados Uni-
dos representan una fuente real de
recursos para sus familias y para la
comunidad de origen, ya que el envío
de dinero es uno de sus objetivos pri-
mordiales. Estimaciones extraoficia-
les indican que Jalisco recibe mas de
dos mil millones de dólares anuales
por concepto de remesas. A diferen-
cia de la migración interna, la que va
al Norte, contribuye más en términos
de volumen de personas que contri-
buyen económicamente con la fami-
lia y en monto enviado. Así, dentro
de este último grupo, 85 por ciento
envían dinero para la familia mien-
tras que los migrantes en otras loca-
lidades de México envían en un 14.95
por ciento.
Según los hallazgos de investiga-
ción, los envíos de dinero migrante es-
tán alrededor de dos salarios mínimos
bimensuales por familia, aunque éste
puede llegar a cantidades más altas o
variadas, según rango. Así, 32 por
deVinCi / núm.6 / 48
5 La encuesta se definió a
partir de una muestra
estadísticamente representativa,
con un nivel de confianza de 95
por ciento, aplicada en viviendas
con migrantes actuales en Estados
Unidos o en alguna otra localidad
de México, dentro de la región de
San Ignacio Cerro Gordo durante
julio de 2000. En particular, el
muestreo, que constó de 119
cuestionarios, incluyó
información sobre 9 localidades:
San Ignacio Cerro Gordo, La
Trinidad, La Virgencita, Los
Dolores, Cerro Gordo, Presa de
Barajas, El Vivorero, Jaquetas y
Granjena.
49 / núm.6 / deVinCi
básico de las familias, 74.36 por cien-
to, según la información del estudio,
lo que viene a dinamizar las econo-
mías locales a través del ofrecimiento
de productos en establecimientos de
bienes y servicios a consumidores fi-
nales. Sin embargo, además de ser un
factor redinamizante del ahorro inter-
no, las remesas, producto de la migra-
ción al Norte, también han generado
inversiones productivas en diversos
rubros, como vivienda, agricultura y
recientemente en negocios, como una
nueva tendencia que viene a completar
un ciclo económico en el que los mi-
grantes primero satisfacen las necesi-
dades básicas de comida y techo; con-
tinúan dentro de las actividades eco-
nómicas tradicionales, y posterior-
mente incursionan en inversiones más
riesgosas, pero seguras como fuentes
de autoempleo en los pequeños nego-
cios en un mercado local.
Dentro de las formas de inversión
productiva destaca la vivienda y, por
lo tanto, la industria de la construc-
ción como uno de los rubros principa-
les, 51.43 por ciento; le sigue en im-
portancia la agricultura, 11.43 por
ciento; y finalmente la creación de ne-
gocios con 2.86 por ciento. Cabe des-
tacar que la cifra de los negocios apa-
rece subestimada, ya que según resul-
tados del Censo de Negocios (San Igna-
cio Cerro Gordo), realizado para efec-
tos de este estudio en julio de 2000, 12
por ciento de los negocios de esta lo-
calidad fueron abiertos y creados con
dólares procedentes del producto de la
migración hacia el Norte.6
Es evidente que la economía local
presenta un alto nivel de dependencia
de las remesas que los migrantes en-
vían a sus familias. De ahí que su in-
clusión como habitantes de la comuni-
dad sea pertinente, aun cuando se en-
cuentren ausentes físicamente. Los
migrantes son miembros económicos
activos de sus pueblos, sus contribu-
ciones económicas los constituyen, de
facto, en habitantes “económicos” de
la región con el derecho a ser conside-
rados en todos los procesos locales:
desde formar parte del Censo de Pobla-
ción y Vivienda hasta su participación
en cualquier acción relacionada con el
ámbito político, social o cultural.
Apegándose a este principio de
contribución económica, se concluye
que existe una subestimación en el ta-
maño de la población en la región de
40 por ciento aproximadamente por la
no inclusión de los migrantes como
habitantes “económicos de facto”.
Con estas bases y considerando las es-
timaciones generadas por la muestra
en cuanto a tamaño de la población, se
concluye que la población total en la
delegación de San Ignacio Cerro Gordo
alcanzaba para el año 2000 un total de
12 535 habitantes, mientras que la re-
gión de San Ignacio Cerro Gordo, esto
es, la región del nuevo municipio, te-
nía, según esta misma fuente, un total
de 23 233 habitantes (cuadro 4). Aun-
que, como puede notarse en el cuadro
6 El Censo de Negocio, San Ignacio
Cerro Gordo, julio de 2000, fue
realizado durante la segunda
semana de julio de 2000.
Se estima una cobertura de 99.9
por ciento.
4, esta cantidad puede variar depen-
diendo de la técnica usada para su me-
dición. Lo que es evidente, sin embar-
go, es que la información censal tiene
un gran vacío en sus estadísticas al no
considerar a los migrantes en Estados
Unidos como habitantes “económicos
de facto” sin los cuales varias econo-
mías locales de estados con niveles de
alta emigración, no podrían alcanzar
los niveles mínimos de sobrevivencia.
deVinCi / núm.6 / 50
Cuadro 4
Población estimada para San Ignacio Cerro Gordo
Julio 2000Tamaño de población delegación Tamaño población región
San Ignacio Cerro Gordo San Ignacio Cerro Gordo
Población Población Población Población Población Población
total INEGI, estimada estimada según total INEGI, estimada con TCE, estimada según
1995 TCE, 2000(1) muestra, 1995 2000 (1) muestra
2000 (2) 2000 (2)
Número de 8487 9151 8799 16307 17530 16309
habitantes
Número de No los No los 12535(3) No los No los 23233(3)
habitantes, incluye incluye incluye incluye
incluyendo
migrantes en
Estados Unidos
FUENTE: Elaboración propia con base en el INEGI: XI Censo de Población y Vivienda, 1990. Conteo
de Población y Vivienda, 1995. Datos preliminares del XII Censo de Población y Vivienda de
2000, y Encuesta sobre Migración, impacto de las remesas y potencialidades de desarrollo lo-
cal en San Ignacio Cerro Gordo, julio de 2000. Departamento de Estudios Regionales-INESER,
Programa de Estudios para la Descentralización, Universidad de Guadalajara.
(1) Este cálculo se hizo aplicando la tasa de crecimiento bajo el modelo de crecimiento expo-
nencial y partiendo de datos del INEGI 1995 y 2000. La estimación se obtuvo de la aplica-
ción de la siguiente fórmula: r=Ln (Pt+h/Pt)/h
(2) Se obtuvo de conocer el tamaño de las familias encuestadas y el número de viviendas en
la localidad o en la región, a partir de datos del INEGI, 1995.
(3) Se obtuvo de conocer el número de migrantes por familia en Estados Unidos y el número de
viviendas en la localidad o en la región, a partir de datos del INEGI, 1995.
51 / núm.6 / deVinCi
Opinión ciudadana sobre
el proyecto de municipio
de la región de San
Ignacio Cerro Gordo
Promover la constitución de un mu-
nicipio es un proyecto relevante que
requiere la aceptación de la mayoría
de ciudadanos que ocupan una región;
para el caso de San Ignacio Cerro Gordo
en la encuesta de migración se pregun-
tó a los entrevistados si estaban de
acuerdo en que la región mencionada
se convirtiera en municipio. Los resul-
tados son alentadores para los promo-
tores del proyecto; de las 119 personas
entrevistadas, 118 mencionaron estar
de acuerdo. Sin embargo, dentro de
ésos que no profesaron desacuerdo se
encontraron desde opiniones abierta-
mente a favor, algunas otras fueron
más cautas sobre un proceso de muni-
cipalización, hasta quienes mostraron
desinterés,7 más no abierta desaproba-
ción, respecto al proyecto (cuadro 5).
En general, puede afirmarse que hay
gran aceptación y consenso sobre la
necesidad de municipalizar la Delega-
ción San Ignacio Cerro Gordo.
Las razones mencionadas son diver-
sas, pero la más importante es que la
conformación de un municipio los lle-
varía a fomentar el crecimiento econó-
mico de la región. Otro aspecto impor-
tante es que buscan que exista una dis-
tribución equitativa de los impuestos
captados, ya que consideran que el go-
bierno municipal de Arandas no regre-
sa recursos necesarios para la gestión
del desarrollo de su región. La tercera
razón es buscar el beneficio de la co-
munidad. Por último, la dependencia
de recursos en los cuales no tienen
ninguna influencia para decidir su
asignación. En suma, podemos decir
que existe una capacidad emprendedo-
ra en esta región, que está limitada
por una inequitativa distribución de
los recursos en el municipio de Aran-
das.
Conclusión
Las conclusiones de este estudio
se resumen en las posibilidades de
una mayor apertura política por parte
de las entidades federativas hacia
procesos más participativos y de in-
corporación de nuevas iniciativas lo-
cales, tal es el caso de la formación
de nuevos municipios como los agen-
tes promotores del desarrollo local.
Es claro que abrirse a la municipali-
zación es una tarea política que viene
aparejada de nuevas nociones de de-
sarrollo. Estados como Baja Califor-
nia, Tlaxcala, Veracruz, Sonora, Cam-
peche, Chiapas y Zacatecas han sabi-
do reconocer la importancia económi-
ca, política y de crecimiento pobla-
cional que han adquirido algunas de
sus delegaciones, formando en total
32 nuevos municipios durante el pe-
ríodo 1995-2000, sentando las bases
para procesos de descentralización
más amplios y transitando hacia una
7 Este patrón se presentó en las
localidades fuera de la Delegación
de San Ignacio Cerro Gordo, entre
ellas, Jaquetas y Cerro Gordo, en
donde la cuarta parte de los
entrevistados declararon no estar
interesados en el proyecto de mu-
nicipalización.
deVinCi / núm.6 / 52
FUENTE: Encuesta sobre Migración, impacto de las remesas y potencialidades de desarrollo
local en San Ignacio Cerro Gordo, julio de 2000. Departamento de Estudios Regionales-INESER,
Programa de Estudios para la Descentralización, Universidad de Guadalajara.
*Se refiere a las comunidades que formarían el nuevo municipio.
Cuadro 5
Razones expuestas respecto al proyecto de municipalización de San Ignacio Cerro Gordo*
Principales localidades
Razones Proporción de respuestas según localidad
San Ignacio La Los Cerro Vivorero Jaquetas Presa de La La
Cerro Gordo Trinidad Dolores Gordo Barajas Virgencita Granjena
No es asunto 3.94 7.7 25.0 25.0
de interés
No cuenta con 12.5
capacidad
económica
Prestación y 11.84 10 15.39 12.50 50.0
mejora en los
servicios
públicos
Distribución 19.74 10 7.7 33.33
equitativa de
los impuestos
Problema de 18.42 10 7.7 25.0 33.33
dependencia de
los recursos
Fomentar el 21.05 40 15.39 12.50 20.0 16.66 100.0
crecimiento
económico
Buscar el 19.74 10 38.46 37.50 40.0 50.0 16.66
beneficio de la
comunidad
No sabe 5.26 20 7.7 40 50
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Localidades
política abierta y explícita de forma-
ción de nuevos municipios para pro-
mover de manera más eficiente el de-
sarrollo en sus territorios.
Entre los hallazgos que sustentan
la viabilidad de un nuevo municipio
para San Ignacio Cerro Gordo, en tér-
minos de población, economía y as-
pectos políticos, se rescatan cuatro
puntos importantes:
1. San Ignacio Cerro Gordo, como co-
munidad transnacional, cumple
con el criterio de tamaño de pobla-
ción (20 000 habitantes) para la
creación de un nuevo municipio.
El tamaño actual de las familias
en la región de San Ignacio Cerro Gor-
do es de 7.84 miembros en promedio,
considerando habitantes actuales y
económicos –migrantes a Estados Uni-
dos. A partir de lo anterior se conclu-
ye que la población total en la dele-
gación de San Ignacio Cerro Gordo en
el año 2000 es de por lo menos 12 535
habitantes; y de 23 233 habitantes pa-
ra la región de San Ignacio Cerro Gor-
do. Lo anterior considerando que
existe una subestimación de alrede-
dor de 40 por ciento en el tamaño de
la población que reportan las cifras
oficiales del Censo de Población y Vi-
vienda, al no reconocer que los mi-
grantes, al contribuir con la familia y
por ende a la economía de la locali-
dad, son parte económicamente acti-
va de una comunidad, por lo tanto ha-
bitantes, cuyo mercado de trabajo es-
tá, dividido en dos países, lo que los
hace ser los actores económicos más
importantes de sus pueblos.
2. Los recursos extra-locales de la co-
munidad transnacional rebasan las
finanzas municipales de cualquier
municipio medio en el estado de
Jalisco.
La importancia de los recursos de
los habitantes económicos en el desa-
rrollo local es de $1 683 000 dólares al
año sólo para la Delegación de San Ig-
nacio Cerro Gordo. De acuerdo con la
información mostrada a lo largo del
trabajo, el impacto de las remesas en-
viadas por los migrantes en el desa-
rrollo local es muy fuerte, los rubros
más impactados son la industria de la
construcción con la inversión en vi-
viendas, cuya distribución se da en
construcción, remodelación y mante-
nimiento; le sigue la agricultura y, por
último, los pequeños negocios: 12 por
ciento de los negocios de la Delegación
se han creado con remesas de Estados
Unidos, cuyas inversiones van desde
los 20 000 hasta más de 100 000 pe-
sos.
3. Se destaca la cultura emprendedora
como motor de otras fuentes de fi-
nanciamiento económico local.
La capacidad económica y finan-
ciera de la región, misma que se re-
53 / núm.6 / deVinCi
territorios y habitantes a la admi-
nistración del nuevo municipio.
Existe consenso ciudadano en torno
a la formación del municipio San Igna-
cio Cerro Gordo, sobre todo de los mis-
mos ciudadanos de la Delegación San
Ignacio Cerro Gordo. Lo que aún está
pendiente es la reacción de los habi-
tantes de las otras comunidades a in-
corporar en el nuevo territorio munici-
pal, ante las posibilidades reales de
quedarse de un lado o de otro, esto es
ante la forma en que se llevará a cabo
la incorporación de otros territorios y
sus poblaciones al territorio y admi-
nistración del nuevo municipio como
se tiene planeado por la Asociación Ci-
vil que tiene bajo su cargo el proyecto
de municipalización.
deVinCi / núm.6 / 54
sume en la capacidad emprendedora
de la población y la capacidad de ge-
neración de recursos propios, como
generación de negocios, para su desa-
rrollo se sintetiza en un índice de ha-
bitantes por negocio, 42.43 habitan-
tes por negocio, cifra con la cual se
coloca en el lugar número 35 de entre
los 124 municipios de Jalisco. De ahí
que la capacidad de generación de re-
cursos propios, o capacidad empren-
dedora de San Ignacio Cerro Gordo se
ubique, en términos de ese índice,
más arriba de municipios como La
Huerta, Cuautitlán, Bolaños, incluso
Jilotlán de los Dolores.
4. El consenso ciudadano favorece la
municipalización, quedando pen-
diente la incorporación de nuevos
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