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1 DESORDENES AFECTIVOS Parte I ANDREA MARQUEZ LOPEZ MATO En estas dos entregas describiremos a la depresión como enfermedad sistémica. En esta primera parte detallaremos los mecanismos neurobiológicos dependientes del cerebro y en la segunda los sistémicos, incluyendo los neuroendocrinos entre ellos. Al final de la segunda entrega intentaremos la diferenciación neurobiológica de los desordenes afectivos, diferenciados según DSM IV. Antes de describir la patofisiología de las depresiones, quiero realizar una breve reseña histórica, que explica la iluminación o el oscurantismo que ha gobernado la búsqueda de marcadores biológicos de los trastornos depresivos durante siglos. Hace aproximadamente cien años, se decía que la depresión era una enfermedad psíquica menor, que no era causa de muerte salvo los casos extremos de suicidio, que no generaba discapacidad, que cada episodio se restituía ad integrum, y que raramente evolucionaba a la cronicidad. Se decía también que era rara la recurrencia, que era una reacción vivencial, que era psicológica, de explicación psicodinámica, que la influencia de los factores del entorno era la máxima, que no dejaba lugar para vulnerabilidad genética y que se trataba con psicoterapias llamadas “profundas”. Como ocurre siempre en la historia, el péndulo, cincuenta años después, se dirigió hacia el extremo opuesto, y entonces se dijo, también erróneamente, que la depresión era una enfermedad puramente cerebral. Creíamos que era un disbalance cuali-cuantitativo de neurotransmisores o péptidos, que era puramente genética, y creíamos, al contrario que antes, que no había lugar para la influencia de factores psicológicos o del entorno. Se dijo entonces que el tratamiento no era psicoterápico sino sólo biológico, que la depresión tenía síntomas psiquiátricos y algunas manifestaciones somáticas y se dijo que la sintomatología psicológica era sólo la consecuencia del mal funcionamiento cerebral. Contrariamente a cuando Fray Luis de León retomó su cátedra en Salamanca y dijo: “decíamos ayer…”, ahora no podemos decir lo mismo. Tratamos hoy que el péndulo vuelva a un justo lugar de equilibrio, porque en el intervalo de supuestos y contradicciones, comenzamos a descubrir y a describir complementariedades. ¿Cuál es mi pensamiento actual? Creo que todos los cuadros depresivos, son enfermedades biológicas y sistémicas, pero con indudable gatillo y repercusión psicosocial. Aceptamos que sus bases fisiopatológicas producen los síntomas depresivos, los mantienen y son responsables de la recurrencia y de la cronicidad. Y sabemos que se caracteriza por trastornos de la alimentación, del sueño, por dolores,

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DESORDENES AFECTIVOS

Parte I

ANDREA MARQUEZ LOPEZ MATO

En estas dos entregas describiremos a la depresión como enfermedad sistémica.

En esta primera parte detallaremos los mecanismos neurobiológicos dependientes del cerebro y en la

segunda los sistémicos, incluyendo los neuroendocrinos entre ellos. Al final de la segunda entrega

intentaremos la diferenciación neurobiológica de los desordenes afectivos, diferenciados según DSM IV.

Antes de describir la patofisiología de las depresiones, quiero realizar una breve reseña histórica, que

explica la iluminación o el oscurantismo que ha gobernado la búsqueda de marcadores biológicos de los

trastornos depresivos durante siglos.

Hace aproximadamente cien años, se decía que la depresión era una enfermedad psíquica menor, que no

era causa de muerte salvo los casos extremos de suicidio, que no generaba discapacidad, que cada

episodio se restituía ad integrum, y que raramente evolucionaba a la cronicidad. Se decía también que era

rara la recurrencia, que era una reacción vivencial, que era psicológica, de explicación psicodinámica, que

la influencia de los factores del entorno era la máxima, que no dejaba lugar para vulnerabilidad genética y

que se trataba con psicoterapias llamadas “profundas”.

Como ocurre siempre en la historia, el péndulo, cincuenta años después, se dirigió hacia el extremo

opuesto, y entonces se dijo, también erróneamente, que la depresión era una enfermedad puramente

cerebral. Creíamos que era un disbalance cuali-cuantitativo de neurotransmisores o péptidos, que era

puramente genética, y creíamos, al contrario que antes, que no había lugar para la influencia de factores

psicológicos o del entorno. Se dijo entonces que el tratamiento no era psicoterápico sino sólo biológico,

que la depresión tenía síntomas psiquiátricos y algunas manifestaciones somáticas y se dijo que la

sintomatología psicológica era sólo la consecuencia del mal funcionamiento cerebral.

Contrariamente a cuando Fray Luis de León retomó su cátedra en Salamanca y dijo: “decíamos ayer…”,

ahora no podemos decir lo mismo. Tratamos hoy que el péndulo vuelva a un justo lugar de equilibrio,

porque en el intervalo de supuestos y contradicciones, comenzamos a descubrir y a describir

complementariedades.

¿Cuál es mi pensamiento actual? Creo que todos los cuadros depresivos, son enfermedades biológicas y

sistémicas, pero con indudable gatillo y repercusión psicosocial. Aceptamos que sus bases

fisiopatológicas producen los síntomas depresivos, los mantienen y son responsables de la recurrencia y

de la cronicidad. Y sabemos que se caracteriza por trastornos de la alimentación, del sueño, por dolores,

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por síntomas neurodistónicos, mucho más allá del cerebro, es decir que involucramos ahora en la

depresión, (y eso es lo que voy a mostrar, en este apartado) los aparatos endócrino, digestivo,

cardiovascular, inmunitario, gonadal, renal, hemodinámico, respiratorio, somatosensorial, osteoarticular,

y obviamente el sistema nervioso central y autónomo. Es decir que la depresión afecta al cuerpo en su

totalidad.

Por eso creo que hoy la depresión no puede ser vista como una enfermedad sólo cerebral, sino que es una

enfermedad multisistémica. Sin embargo, es más o menos biológica y más o menos sistémica, según el

tipo de desorden depresivo, como aclararé al final de la segunda entrega.

Desde el mismo punto de vista, prefiero definirla como la patología de la pérdida de los mecanismos

adaptativos u homeostáticos normales.

Es una enfermedad que comienza o termina en la neurona y la glia, comprometiéndola severamente, pero

no se limita sólo a ella, ni a los complejos circuitos cerebrales. Sabemos que llega a ser neurotóxica y

neurodegenerativa en su progreso, pero es incapacitante desde el inicio, debido a la minusvalía que

produce en el cuerpo en su totalidad.

Obviamente exceden a este apartado las consideraciones psicodinámicas y socioculturales de las

depresiones y nos focalizaremos en las alteraciones fisiopatológicas.

Para comprenderlo mejor vamos a dividirla en:

- a) alteraciones neurofisiológicas,

- b) alteraciones neuroquímicas,

- c) alteraciones neuroendócrinas,

- d) alteraciones sistémicas.

A- ALTERACIONES NEUROFISIOLOGICAS

Excede la incumbencia de este apartado realizar una extensa revisión de las alteraciones

neuroimagenológicas de los desórdenes afectivos, por lo cual incluimos bibliografía de consulta hacia el

final.( incluida aquella publicadas en nuestras obras)

Pero consignemos someramente que, en líneas generales, las depresiones presentan en imágenes por

SPECT menor flujo cerebral frontal superior izquierdo y derecho y menor flujo de la corteza cingular,

estando esta última más o menos involucrada según la cantidad de ansiedad que exista en forma

comórbida.

La depresión psicótica, como manifestación más grave, agrega a lo anterior, menor flujo en la corteza

parietal izquierda y en el cerebelo. También se observa aumento del flujo en la corteza frontal inferior,

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mayor cuanto más componente de inhibición melancólica e hiperflujo en los ganglios basales,

correspondiente con el compromiso motor.

Las depresiones resistentes y crónicas presentan atrofia del lóbulo frontal y atrofia del estriado. Se

observa la tan mentada atrofia hipocampal, sobre todo izquierda. A la misma nos referimos

exhaustivamente en la entrega sobre eje adrenal en la primera parte de este curso de PNIE on line, ya que

presenta relación con la alteración de la sensibilización de receptores esteroideos centrales.

La depresión bipolar, que como veremos luego, tiene mayor compromiso neuroendócrino, presenta mayor

tamaño hipofisario, por mayor compromiso del eje adrenal.

B- ALTERACIONES NEUROQUIMICAS

Las alteraciones neuronales, particularmente las neuroquímicas son las más conocidas por todos, desde

hace tiempo.

Con fines didácticos repasaremos las mismas basadas en el conocido grafico de Dumman y Manji que

solemos describir de izquierda a derecha . Luego estudiaremos su vinculación con las otras alteraciones

sistémicas.

ESTRESDEPRESION

INSUFICIENCIACEREBRO VASCULAR

REPETICION DE EPISODIOS DEPRESIVOS

FACTORES GENÉTICOSY DE DESARROLLO

FALLA DE LA SEÑALNEUROPLASTICA

↑↑↑↑ Glutamato

NMDA

↑↑↑↑Ca2+

PROGRESIÓN DE LAS ENFERMEDADES

ROS

↑↑↑↑ Cortisol

GR↓↓↓↓ CapacidadEnergética

Litio

trkB

trkB

BDNF

P P

Akt

BAD

Bcl-x

ROS Ca2+

LitioVPA

Bcl-2Citocromo C

RSK-2

Ras GTP

Raf

MEK

ERKCREB

Bcl-2

trkBtrkB

BD

NFP

P

Antidepresivos

GSK-3

Litio

↓↓↓↓ 5HT↓↓↓↓ NA

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Todas estas alteraciones han sido descriptas en el apartado anterior sobre stress por lo cual resumiremos

solo los títulos.

I. Alteraciones monoaminérgicas

Si comenzamos por el lado derecho del cuadro, recordaremos que la depresión implica una disfunción

aminérgica. que involucra fenómenos sinápticos, postsinápticos y transinápticos. Revisemos someramente

primero las bases fisiopatológicas de los principales NT, detallados en la entrega correspondiente de la

parte 1 del curso.

Para ello, con Boullosa desde hace años, nos pareció siempre muy practico, la ejemplificación de cada

molécula de neurotrasmisor en el modelo de un semáforo.

La luz verde sería la noradrenalina (NA), la luz amarilla la dopamina (DA) y la luz roja la serotonina (5-

HT). Describamos sus características:

Noradrenalina:

Seria la luz verde del semáforo. Es el neurotransmisor de la motivación directa, relacionado con lo que

está inmediatamente presente. El sistema se activa cuando el individuo encuentra algo interesante o para

permitirle la huída cuando encuentra algo que teme. Un exceso de NA puede entonces traducirse en una

hiperreactividad frente a las circunstancias, con gran actividad física (incluyendo la sexual) llegando a

veces a irritabilidad. El déficit noradrenérgico, en cambio, trae aparejado una indiferencia aún frente a

situaciones agradables (hiporreacción). En el primer caso es evidente el riesgo de manía; en el segundo, la

tendencia es hacia la melancolía.

Dopamina:

Sería la luz amarilla. Esta relacionado con la habilidad de dirigir un plan de acción, lo que tiene que ver

con lo que no está presente en ese momento, pero se desea conseguir. Puede ir desde un movimiento

físico hasta un deseo mental. Conformaría un sistema de jerarquización, vinculado a la creatividad. La

habilidad de continuar con un plan de acción y no tomar ventaja de oportunidades más atractivas tiene su

base en las conexiones límbico-frontal mediado por la DA. El sistema límbico le brinda información

motivacional al lóbulo frontal, que, a su vez, controla el proceso atencional. Con niveles normales de DA

un individuo puede concentrarse en un plan de acción dejando de lado todos los demás factores de

perturbación o distracción. Un exceso significativo presentaría a un paciente totalmente enfrascado en un

único objetivo o situación, persistiendo en una secuencia de acciones o pensamientos o en una particular

perspectiva o conducta; son generalmente perseverantes, inflexibles y hasta delirantes. Con un déficit de

DA lo atractivo deja inmediatamente de serlo; la necesidad interna continúa y no puede ser satisfecha.,

constituyendo individuos dispersos e inhibidos. En niños su alteración correlaciona con déficit atencional

(imposibilidad de jerarquizar un estímulo sobre los demás).

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Serotonina:

Sería la luz roja. Sería la indudable señal de Stop. Tiene la función de detener la actividad. Es responsable

de la habilidad de ir a dormir, lo que implica que la actividad terminó. Es también la responsable de dar

saciedad en la ingesta alimentaria o de sustancias aditivas. Básicamente niveles funcionales de 5-HT nos

ayuda a que no necesitemos cosas. Niveles elevados de este neurotransmisor nos pueden presentar a un

individuo que no tiene necesidades para hacer cosas, un ser pasivo y letárgico. Sus niveles disminuidos,

en cambio, pueden derivar en un sujeto insatisfecho, con insomnio, obesidad e irritabilidad, un buscador

de sensaciones, propenso a situaciones riesgosas.

Acetilcolina (Ach):

Sería el muñequito, que nos indica cuándo cruzar la calle. Interviene en diversas funciones cerebrales

como la regulación del tono motor, la coordinación, el sueño y las ensoñaciones, la analgesia, la

cognición y la memoria, la regulación neuroendócrina y de la timia. Si bien en acción excitatoria en varias

áreas del cerebro; su exceso puede resultar en una inhibición de la conducta con efectos depresivos. Su

déficit puede correlacionarse con alteraciones en las funciones afectivas y cognitivas.

El rol que juegan estos cuatro neurotransmisores primordiales (por ser los primeros descriptos y no

necesariamente los principales, ya que las vías de AA excitatorios e inhibitorios, descriptos en el apartado

pertinente de la primera parte del curso, cobran mucha mayor incumbencia) sirve de base para entender el

espectro de la psicopatología afectiva pero es indispensable resaltar que probablemente ningún

neurotransmisor actúa o ejerce su función en forma aislada. La eutimia solo se logra cuando su

funcionamiento es interaccional, armónico y equilibrado.

Detallaremos, con fines prácticos, el modo en que pueden estudiarse las alteraciones de cada vía, que

forma parte clásica de los exámenes complementarios que pueden solicitarse dentro del marco de la

psiquiatría biológica.

La vía catecolaminérgica puede estudiarse a través de la excreción urinaria del ácido 3-metoxi, 4- hidroxi

fenil etil glicol (MOPEG), del ácido homovanílico (AHV), del ácido vainillín mandélico (AVM), de la

noradrenalina (NA), de la adrenalina (A) y de la dopamina (DA). El MOPEG es uno de los marcadores

más estudiados, considerándose su fracción urinaria libre como buen indicador del metabolismo

noradrenérgico central, ya que representa por lo menos el 50% del mismo. Sus valores normales (técnica

de Bigelow) oscilan entre 1.4 y 3.3 mg/24 hs. Desde los trabajos pioneros de Schildkraut se lo considera

de utilidad para clasificar los estados depresivos e incluso orientar el tratamiento antidepresivo. Se

encuentra una excreción urinaria elevada en manías e hipomanías y disminuida en los estados depresivos,

mayor en bipolares que unipolares. También puede haber valores disminuidos en esquizoafectivos tipo

depresivo. La alteración del MOPEG parece corresponderse con la inhibición o aceleración psicomotora y

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no con el componente cognitivo de la depresión. Su alteración orienta al uso terapéutico de moléculas

noradrenérgicas

El AVM, es considerado marcador de estado de actividad noradrenérgica periférica, por lo cual, solo se

solicita en el caso de necesitar diagnóstico diferencial con un feocromocitoma.

El AHV es el principal indicador de la actividad dopaminérgica central. Su excreción urinaria normal se

ubica entre 2.6 y 7.8mg/24 hs (método por HPLC). Se observa su disminución en depresión y su aumento

en manía. La disminución de la excreción urinaria de AHV está descripta en depresiones inhibidas

(recordemos la hipodopaminergia del Parkinson) y el aumento de la misma en depresiones delirantes o

psicóticas (recordemos la hiperdopaminergia de las psicosis), existiendo una fuerte correlación entre el

subtipo de depresión retardada y los niveles bajos de excreción urinaria de AHV. La misma correlación

existe entre la depresión agitada y/o psicótica y los niveles altos de excreción urinaria de este ácido. Se

comporta siempre como marcador de estado. Su alteración en menos orienta al uso de antidepresivos

dopaminérgicos o de adición de agonistas y su excreción aumentada al uso de antipsicóticos.

La noradrenalina es uno de los metabolitos principales de la vía. Su excreción urinaria normal se halla

entre 20 y 45mcg/24 hs (método de Mattock). Si bien su utilidad es discutida, su aumento se observa en

depresiones por stress y su disminución en depresiones inhibidas. Su alteración sugiere el uso de beta

bloqueantes, minerales y vitaminas estimuladoras que regularicen su producción.

La medición de la adrenalina en orina (método por HPLC) es un buen complemento que indica cómo está

la vía metabólica que permite el paso del neurotransmisor noradrenalina a la hormona adrenalina, a través

de un proceso de metilación. Se trata de un marcador de estado. El receptor beta adrenérgico parece ser

clave en la fisiopatología de la depresión, ya que algunos tratamientos antidepresivos producen su down-

regulation en corteza e hipocampo. Sin embargo, el tratamiento selectivo con antagonistas de este

receptor no es efectivo e incluso podría conducir a cuadros depresivos.

La dopamina puede ser dosada en orina (método de HPLC) y adquiere mayor importancia en la depresión

que acompaña al Parkinson o a aquellos con patología de movimientos anormales. Se comporta como

marcador de estado.

La feniletilamina (FEA) es una alfa metil anfetamina, un estimulante natural. Proviene de la

decarboxilación de la fenilalanina, catabolizada luego por la MAO-B a ácido fenilacético (AFA). Su

excreción urinaria normal se halla entre 130 y 450mcg/24 hs (método de Spatz) o entre 7.0 y 40.0

(método por HPLC) y la de AFA entre 200 y 800 mcg/24 hs (método por HPLC). Es un neuromodulador

de la vía catecolaminérgica. Encontramos disminución de la excreción urinaria de FEA en todos los

cuadros depresivos endógenos, sean primarios o secundarios. Esta disminución orienta al uso de

fenilalanina (AA precursor) como coadyuvante del tratamiento antidepresivo o a la elección de moléculas

derivadas de la misma como la venlafaxina. Generalmente la disminución correlaciona con disminución

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de la excreción urinaria de AFA. Solo en pocos casos pueden encontrarse valores bajos de FEA y

elevados de AFA, lo que orienta terapéuticamente a la elección de IMAO, ya que es índice de una

sobreactividad de la enzima (que se desembaraza rápidamente de la FEA a AFA). La excreción urinaria

de FEA está también disminuida en fobias, trastorno esquizoafectivo, TOC, síndrome de Gilles de la

Tourette, poliadicción y alcoholismo. El aumento de la misma puede hallarse en manía y esquizofrenia

paranoide. La feniletilamina es entonces un signo de endogenicidad en varias patologías psiquiátricas

pero se comporta como marcador de estado definido solamente en la depresión endógena. Considero a la

FEA como la “eritrosedimentación del diencéfalo".

La vía indolaminérgica puede estudiarse en orina a través del ácido 5-hidroxi indol acético (A5HIA) o de

la propia serotonina (5-HT). Es importante dejar consignado aquí que toda medición indolaminérgica

periférica es muy poco representativa de la actividad central, ya que más del 95% de la serotonina del

organismo pertenece al tracto gastro-intestinal. Por otra parte, la 5-HT plaquetaria sólo pondría de

manifiesto actividad serotoninérgica a nivel de receptor 5-HT2, ignorando lo relacionado con los otros

seis tipos de receptores serotoninérgicos.

El A5HIA es el catabolito indolaminérgico final. Puede detectarse en orina con valores normales entre 1.5

y 9.0mcg/24 hs (método fluorométrico). Una prueba más confiable (pero menos práctica y más cruenta)

es dosarlo en LCR luego de administrar probenecid. Se comporta siempre como marcador de estado y su

disminución se asocia a estados depresivos ansiosos y trastornos fóbicos y obseso-compulsivos. Son

pacientes que, por hipoactividad serotoninérgica, tienen tendencia a presentar conductas impulsivo-

agresivas con alto riesgo de intentos suicidas. Esta alteración bioquímica orienta al uso de antidepresivos

inhibidores inespecíficos o selectivos de la recaptación de serotonina.

La serotonina puede detectarse en sangre con valores normales que oscilan entre 0.15 y 0.30 mcg/ml

(método por HPLC) o en orina con valores normales que oscilan entre 10 y 30 mcg/24 hs (método

fluorométrico), siendo útil su estudio comparativo.

Avalan la teoría serotoninérgica de la depresión: la disminución del triptofano plasmático, los valores

bajos de ácido A5HIA en LCR , la disminución de 5-HT y de A5HIA en tejido cerebral post-mortem , la

eficacia clínica antidepresiva con los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, el aumento

del binding de 5-HT2 plaquetario, la disminución del binding de imipramina tritiada serica y del binding

del 5-HT2 en tejido cerebral post-mortem de pacientes depresivos no medicados y de suicidas y

parasuicidas . También la confirman la disminución del transportador de serotonina (SERT) en tejido

cerebral y en plaquetas, la aparición de síntomas depresivos en sujetos con depleción dietaria de

triptofano y anulación de la respuesta normal a distintas pruebas neuroendócrinas (triptofano y/o

fenfluramina/prolactina; triptofano y/o fenfluramina/hormona de crecimiento)

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Los receptores serotoninérgicos principalmente involucrados clásicamente en los estados depresivos son

el 5-HT1A y el 5-HT2. La expresión de este último se encuentra aumentada en la mayoría de las áreas

límbicas de los pacientes depresivos. Las adaptaciones más frecuentes a los antidepresivos administrados

en forma crónica son la regulación a la baja de los receptores postsinápticos 5-HT2A y la

desensibilización de los autorreceptores 5-HT1A. Esto último permite la potenciación de la transmisión

postsináptica serotoninérgica. Es muy reciente el estudio de la vinculación de 5HT1B como target del

tratamiento antidepresivo ya que ratones con técnicas knock out, caen en reales depresiones inhibidas sin

reflejos de supervivencia. En la bibliografía citamos un trabajo sobre la probable involucración de los

distintos receptores en los diferentes trastornos de ansiedad.

Otro tema importante lo constituye el estudio del transportador de serotonina o SERT, que se encarga de

la recaptación presináptica por mecanismos sodio-dependientes. Del SERT depende, en definitiva, la

magnitud y duración de la respuesta serotoninérgica y constituye el sitio de acción de los antidepresivos

que actúan sobre este neurotransmisor. La secuencia del transportador plaquetario es idéntica a la del

central, por lo cual se la utiliza en estudios clínicos. La predisposición genética de esta enfermedad podría

deberse a cambios configuracionales en alguno de los alelos del gen de este transportador. Como vimos

anteriormente, en la depresión fue descripta la disminución de la capacidad de binding de este

transportador. En las entregas sobre stress del curso pasado y de éste, consignamos que las variantes

alélicas con alelos cortos (x/x o x/l) que se encuentran transculturalmente en casi dos terceras partes de la

población mundial, predisponen a realizar episodios depresivos ante situaciones de stress.

Con respecto a la acetilcolina (Ach), no se efectúa su medición directa. A partir de las observaciones de

Janowsky surge la teoría de un predominio colinérgico relativo en los cuadros depresivos, mientras que

un predominio adrenérgico estaría relacionado con episodios maníacos. Observaciones indirectas avalan

lo antedicho: numerosos fármacos antiadrenérgicos como beta-bloqueantes, alfa-metil dopa y reserpina

con propiedades colinérgicas centreales y periféricas inducen síntomas de la vertiente depresiva. A su vez

la fisostigmina (inhibidor de la actividad colinesterásica central) provoca una breve pero aguda reducción

de los síntomas maníacos mientras que la neostigmina (inhibidor de la colinesterasa periférica), no

produce modificaciones. La fisostigmina también es capaz de provocar síntomas depresivos en sujetos

bipolares que se encuentran eutímicos con tratamiento con litio. También puede inducirse humor

depresivo con precursores colinérgicos como lecitina y colina. Los estudios de la arquitectura del sueño

pueden ser tomados en parte como indicación de actividad de esta vía.

El GABA es el mayor inhibidor del SNC, por lo que una disminución de este sistema puede jugar un rol

en la depresión a través de la regulación de la respuesta de receptores catecolaminérgicos. Varios estudios

publicados informan sobre una disminución de las concentraciones de GABA en LCR y plasma de

pacientes depresivos. Por otra parte, en estudios efectuados en pacientes depresivos sometidos a

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cingulotomía se demostró que las concentraciones de GABA en tejido cerebral correlacionaban

inversamente con la gravedad de la depresión.

Otros exámenes complementarios incluyen los estudios enzimáticos; entre ellos se destacan la MAO

plaquetaria y la COMT eritrocitaria. La primera puede encontrarse disminuida en pacientes depresivos

unipolares y resulta útil para determinar si el IMAO administrado es efectivo, ya que debe inhibir más del

80% de la actividad MAO. La MAO plaquetaria suele estar aumentada en pacientes con marcada

actividad motora y disminuida en los que presentan retardo de la misma. Por otra parte, el hallazgo de

actividad COMT eritrocitaria disminuida predice buen resultado al tratamiento antidepresivo, debido a

que permite mayor efecto terapéutico, ya que el proceso de degradación de catecolaminas es menor. Los

sujetos que presentan un cuadro de depresión agitada con alta actividad COMT responderán mejor al

tratamiento con amitriptilina y clorimipramina mientras que si la depresión es inhibida y con actividad

COMT baja responderán mejor a imipramina y desipramina. La medición de la actividad COMT

eritrocitaria resulta útil entonces como valor pronóstico. El tolcapone, inhibidor COMT potencia el

tratamiento antidepresivo. En el apartado de esquizofrenia detallaremos las variantes alélicas del gen de la

COMT.

Otro estudio enzimático con validez clínica es la medición de la actividad de la dopamina beta

hidroxilasa, enzima que induciría a una hiperactividad dopaminérgica con hipoactividad noradrenérgica,

por falla en el pasaje de un neurotrasmisor a otro. Hay estudios que muestran su disminución en pacientes

depresivos con sintomatología psicótica, que están citados en nuestras obras anteriores.

En el apartado sobre stress, dividimos con fines didácticos las alteraciones neuromoleculares en

mecanismos de acción sinápticos y pos sináptico, aún conociendo que siempre se imbrican. Para no ser

repetitivos, los recalcaremos pero desde otro punto de vista. Evaluaremos las acciones de los

antidepresivos sobre las alteraciones citadas

I. a MECANISMOS DE ACCION SINAPTICOS

Como todos conocemos las primeras explicaciones de las acciones biológicas de los antidepresivos

(ATD) se basaban en las teorías que actuarían en cada paso, con el objeto de obtener mayor

disponibilidad de aminérgicas . En un segundo momento se pensó en actuar directamente sobre los

mecanismos receptoriales, que en la presinápsis o en la postsinápsis también facilitan la acción del

neurotransmisor.

Así, hay fármacos que actúan:

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� Aumentando la síntesis del NT: entre ellos podemos mencionar al triptofano como

precursor de la vía serotoninérgica y a la feniletilamina y a la tirosina como precursores de la vía

catecolaminérgica.

� Estimulando las cadenas bioquímicas de síntesis, como las vitaminas B6 y C y algunos

minerales como el zinc, el calcio y el manganeso que activan enzimas imprescindibles de la cadena

metabólica.

� Aumentando la liberación de NT de la vesícula presináptica: la fenfluramina vacía las

vesículas serotoninérgicas y la anfetamina las de noradrenalina y dopamina.

� Bloqueando la recaptura por la bombas específicas o inespecíficas,: efecto que comparten

tanto los inhibidores selectivos como los SSRI y los NARI y los duales o triales como NASSA y

otros.

� Inhibiendo la degradación por la MAO, impidiendo la catabolización intracelular

posterior a la recaptura: como los tradicionales IMAO

� Inhibiendo la acción de la COMT en la destrucción del NT: como el tolcapone.

� Normalizando la sensibilidad de los receptores postsinápticos: este mecanismo es logrado

por todos los ATD que aumenten el contenido sináptico de un NT y como consecuencia regulen hacia

abajo la sensibilidad del receptor postsináptico, o por otros de acción directa como la mirtazapina, la

mianserina o la hormona tiroidea.

� Inhibiendo la acción del receptor presináptico que como auto receptor regula el stop de

liberación del NT: como actúan mianserina, algunos tricíclicos y SSRI sobre 5HT1A.

� Pero es también, por todos conocidos que esta primera acción es lejos de ser la más

importante y no explica el tiempo de latencia de la acción antidepresiva.

Los conocimientos de las actividades postsinápticas, que suceden luego de la activación del receptor, lo

que llamamos "cascada de efectos postsinápticos" revolucionaron, como ya sabemos, todos los conceptos

tomados como ciertos hasta el momento. La información y la búsqueda de nuevos mecanismos

fisiopatológicos en las depresiones y por ende en la acción de las moléculas antidepresivas, se fue

corriendo de la neurona presináptica al espacio sináptico, de éste al receptor postsináptico, de aquí a la

cascada postsináptica, hasta llegar al núcleo celular y a la activación de diferentes tipos de genes

tempranos o tardíos. Recomendamos la relectura de los apartados sobre Stress y sobre Neurotrasmisión

de entregas anteriores para no ser reiterativos.

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I b MECANISMO DE ACCION SOBRE CREB

Ya hemos consignados en esos apartados, que el más conocidos de los factores transcripcionales es la

proteína CREB (proteína acoplada al AMP cíclico). Es por ello que ha sido uno de los mecanismos de

acción antidepresivos más estudiados en las últimas décadas

Recordemos que las proteínas kinasas activadas producen la fosforilación de este factor de transcripción.

El CREB actúa promoviendo la expresión de protooncogenes o genes de respuesta inmediata, los cuales a

su vez conforman factores de transcripción para otros genes estructurales. Esta fosforilación del CREB

parece representar el centro de la acción de los ADs, tanto noradrenérgicos como serotoninérgicos ya que

el CREB fosforilado se une al promotor CRE (cyclic adenosine monophosphate response element) para

regular la expresión génica.

Sabemos hoy que el tiempo necesario para que se produzca la inducción del CREB está

cronológicamente relacionado con el efecto terapéutico

Se demostró que el tratamiento crónico con ATD, tanto con TC como con SSRI o SNRI (duales), eleva el

CREB y su ARNm . Esto genera más FCN y más génesis de sus receptores específicos, lográndose un

sistema potenciador de respuesta.

Como ya dijimos este aumento de FCN y CREB (junto a la modulación de efectos neurotóxicos NMDA

dependientes) permite revertir, al menos en sus etapas iniciales, el daño hipocampal observado en la

depresión o en el stress crónico.

Surgen otros targets tertapéuticos sobre moléculas presinápticas, cuando estudios más nuevos muestran

como ATD serotoninérgicos y noradrenérgicos, en tratamiento crónico, aumentan la actividad de la CaM

quinasa II en vesículas presinápticas de corteza prefrontal humana, medidas por inmunoreactividad.

Los antidepresivos también tienen acción modulatoria sobre la proteína S100B, considerada marcador de

daño astrocitario y sobre sinaptofisinas, que son proteínas de atracamiento vesicular intra citoplasmáticas,

alteradas en los desórdenes afectivos y en otras varias patologías psiquiátricas.

II MECANISMOS DE ACCION SOBRE FACTORES DE CRECIMIE NTO

Hacia la derecha en el gráfico de Duman que nos sirve de referencia, observaremos que el segundo efecto

deletéreo celular de la depresión es sobre la funcionalidad de los factores de crecimiento. Sabemos que el

proceso de activación amínico se hace en paralelo con la activación de mecanismos transcripcionales para

factores de crecimiento (FCN) que llegan a la misma fosforilación pero vía MAP quinasa. Es decir que,

sea por acople de NT-receptor o por acople FCN- TrK+p75 se conduce a la activación de factores

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transcripcionales. Como efecto final de la interacción de los dos sistemas (FCN y NT) hay un cross-talk

permanente entre las diferentes kinasas de los dos sistemas.

Conocemos desde hace varios años, y lo hemos descripto en varios apartados, que el volumen del

hipocampo (determinado por RMN) se halla disminuido en los pacientes depresivos, postulándose que la

depresión puede resultar de la atrofia o muerte neuronal en la región CA3 del hipocampo, como

consecuencia de la disminución del BDNF.

Recordemos que algo similar sucede cuando se realiza tratamiento prolongado con corticoides,

responsable de los fenómenos de autoencendido (kindling), de incrementar la neurotoxicidad por aumento

de los aminoácidos excitatorios y de calcio y de provocar la muerte neuronal.

Es el momento de aclarar que la acción de los ADs (independientemente de su mecanismo de acción

sobre las monoaminas) tienden a normalizar el funcionamiento de los receptores de glucocorticoides

hipocampales y aumentar los niveles de BDNF.

Ya detallamos en la primera parte de este curso, que los FCN pertenecen a una enorme familia de

proteínas donde se incluyen factores inmunológicos y reguladores de crecimiento o necrosis tisular. Están

constituidos por el Factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), que actúa sobre el receptor

tirosinkinasa B (TrK B), las Neurotrofinas (NT-4/ NT-5), que actúan sobre el receptor TrK B y el Factor

neurotrófico de crecimiento (NGF), que actúa sobre el receptor TrK A y la Neurotrofina 3 (NT-3), que

actúa sobre el receptor TrK C.

Una vez que el FCN glial activa los receptores TrK y p75, se produce la autofosforilación del receptor.

Esto activa las kinasas que por un lado estimulan proteinkinasas C vía PIP2 y por el otro activan proteínas

de stress, vía MAP K que es una unión de proteinquinasas con el protooncogen RAS como factor

trasduccional. Estas proteínas de stress, de las cuales la más conocida es la SHC, actúan como sustancias

antirradicales libres y tienen como resultante la activación de la MEK. Esto, a su vez, resulta en la

activación de factores transcripcionales, subunidades ribosomales, sinaptogénesis, neurogénesis, etc.

Ya consignamos que presentan funciones "antimuerte" como ser: la supresión de la expresión de genes

suicidas, la inducción de expresión de genes para síntesis de proteínas supresoras de stress oxidativo

(proteínas antirradicales libres) tipo Hsp 70- GRP78, la inducción de genes para la formación de Bcl2

(proteína antiapoptótica del grupo de las ciclinas), la estabilización homeostática del calcio (para impedir

la producción excesiva de calmodulinas) y la inhibición de caspasas y funciones “pro vida” como ser: la

estimulación de la formación de receptores colinérgicos, la facilitación de la acción estrogénica, la

estimulación de la inducción de stem cells para neurogénesis y la estabilización de RNAm para tubulina

En resumen, los FCN intentan la permanente reparación neuronal mediante la formación de

sinaptogénesis, neurogénesis y evitación de la neurotoxicidad. En el stress crónico o en la depresión se

pierde el balance entre los factores regulatorios de sobrevida neuronal, por aumento de la neurotoxicidad

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glutamatérgica, reducción de la capacidad energética celular y reducción de niveles de FCN. También se

pierde la capacidad funcional de receptores hipocampales a esteroides, anulándose el normal fenómeno de

shut off, determinando la hiperactivación del eje adrenal y del sistema simpático. Es decir se pierde la

resiliencia.

La formación de FCN es inducida no sólo por factores biológicos intrínsecos o terapéuticos

(antidepresivos y antirrecurrenciales) sino por factores psicosociales como ambiente enriquecido por

amor y amparo, ejercicio, situaciones de stress leve pero no amenazante, etc. Es decir que lo social actúa

siempre sobre mecanismos biológicos de vulnerabilidad preexistente (genéticos y adquiridos en la

temprana infancia), produciendo nuevos intercambios que se traducirán en nuevas vulnerabilidades y

resiliencias. Ampliamos estos conceptos en los apartados sobre stress.

III. MECANISMO PROTECTOR DE NEUROTOXICIDAD

Al continuar el grafico de daño celular de Duman veremos que el próximo villano en el efecto

depresógeno es el glutamato, es decir para ser más correctos el aumento de la neurotoxicidad por

glutamato.

El glutamato es el mayor neurotransmisor excitatorio en el SNC ejerciendo su acción sobre varios tipos

de receptores, siendo el mejor conocido el NMDA (N-metil-D-aspartato) Se localiza en corteza prefrontal

y en el hipocampo, presentando un sitio de unión a la glicina que es indispensable para su activación, pero

carente de acción propia.

La modulación de los receptores de los aminoácidos excitatorios jugaría un papel importante en los

cambios adaptativos de los receptores de NA, 5HT, GABA B, DA y muscarínicos por el tratamiento con

ADs

La administración de tricíclicos y de electroshock disminuía el binding de glicina y glutamato a los sitios

específicos de unión en el receptor NMDA .

Además el receptor NMDA necesita de una fina integración modulatoria que permita su activación.

Dentro de ellas el zinc es un modulador inhibitorio. Antidepresivos serotoninérgicos, noradrenérgicos y

duales aumentan la capacidad inhibitoria zinc dependiente, disminuyendo la hiperactivación

glutamatérgica. Algunos duales muestran actividad antiglutamatérgica propia, lo cual le confiere además

efectos analgésicos.

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ALTERACIONES GLIALES

Las alteraciones gliales están demostradas recientemente en las depresiones. Se han descripto marcadores

de daño astrocitario, alteraciones en la capacidad inmunitaria de la microglía, que son los macrófagos del

SNC, y disminución de la producción de mielina de los oligodendrocitos por disminución de la

pregnenolona cerebral.

ALTERACIONES NEUROENDOCRINAS Y SISTEMICAS

Serán objeto de la próxima entrega de este apartado al final del cual puede consultarse la bibliografía

complementaria sugerida.