Centros Clandestinos Argentina

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terrorismo de estado

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  • sitios de memoria:

    experienciasy desafos

    Cuaderno I

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  • sitios de memoria:

    experienciasy desafos

    Cuaderno I

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  • Contenido

    Presentacin, Judith Said

    Parte I. Encuentro Nacional de Sitios de Memoria, San Miguel de Tucumn, 27 y 28 de octubre de 2006 - Genocidio y Sociedades Post Genocidas, Guillermo, Levy - La recuperacin de los centros clandestinos de detencin y la investigacin sobre el pasado, Cecilia Ayerdi- Experiencia chilena sobre construccin de sitios de memoria, Pamela Mewes- Memoria y reflexividad: la poesa despus de Auschwitz, Patricia Arenas

    Parte II. Primer Encuentro Pblico La Perla como espacio de Memoria, Crdoba, 8 de junio de 2007- Situar La Perla. Los CCD como territorios de memorias conquistados, Ludmila Catela Da Silva - El testimonio como acto del sujeto. Transponer lo ntimo, Fabiana Rousseaux - Qu significa identificar?, Maco Somigliana y Daro Olmo - El lugar del sobreviviente. Dimensiones y problematizaciones, Graciela Daleo

    Parte III. Segundo Encuentro Nacional de la Red Federal de Sitios de Memoria, Crdoba, 8 y 9 de mayo de 2008- Dilogo con el Sr. Edgar Eildfeur, sobreviviente de la Sho - Cartografas coexistentes. Hacia una topografa de la verdad, Marcelo Castillo. - Los derechos humanos como perspectiva integral en una poltica de Estado, Sandra Raggio - La articulacin con el proceso de memoria, verdad y justicia. Aportes desde el Ministerio de Defensa, Ileana Arduino

    Anexo- Resolucin de la Secretara de Derechos Humanos N 014 - Resolucin del Ministerio de Defensa N 1309

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  • Presentacin

    La Red Federal de Sitios de Memoria, creada por Resolucin SDH N 014 del 22 de marzo de 2007, cons-tituye una instancia de articulacin del trabajo y de intercambio de experiencias, metodologas y recursos entre las reas gubernamentales de derechos humanos que, a nivel provincial, municipal y de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires, tienen a su cargo el desarrollo de polticas pblicas de memoria.

    Desde la Red Federal se coordina a nivel nacional la identificacin y sealizacin de los predios donde fun-cionaron centros clandestinos de detencin y la creacin y gestin de sitios de memoria del terrorismo de Estado en estos y otros espacios.

    Tambin se busca acordar criterios generales y metodologas de trabajo comunes que optimicen y faciliten las tareas de recopilacin de datos, su entrecruzamiento e intercambio y su procesamiento, teniendo en cuenta las singularidades de las distintas experiencias de sealizacin y recuperacin de espacios para la transmisin de la memoria en las distintas jurisdicciones.

    En el marco de este trabajo, se busca promover el debate social sobre las caractersticas y consecuencias pasadas y actuales que tuvo el genocidio en la Argentina, con especial nfasis en el aspecto local.

    Tanto las iniciativas de sealizacin como la creacin y gestin de sitios de memoria, resultan tambin fundamentales, en la actual coyuntura, para el acompaamiento de los procesos judiciales que se estn llevando adelante contra los responsables de crmenes de lesa humanidad.

    De esta forma, el trabajo en el terreno de la reflexin y transmisin de la memoria, se articula con la persecu-cin de justicia, el acompaamiento a los testigos y querellantes y la bsqueda de la verdad, en el marco de una poltica de Estado que reivindica los principios histricos del movimiento de derechos humanos en la Argentina.

    En estos tiempos en que la justicia avanza con relacin a los crmenes cometidos durante el terrorismo de Estado en Argentina, podemos afirmar que estos lugares de memoria son un aporte altamente importante para estos juicios. A su vez, ellos le otorgan a testimonios y pruebas materiales un carcter de verdad jurdica, elevando el valor incuestionable de las denuncias que -desde hace treinta y tres aos- se vienen realizando en diversos mbitos nacionales e internacionales.

    Redimensionar el trabajo de investigacin de los juicios y de la resignificacin de los sitios de memoria no es asptico; est ntimamente vinculado con una poltica integral que busca colocar a los derechos humanos en todas sus dimensiones en el centro de la escena.

    Con posterioridad a la anulacin de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la reapertura y el avance de los procesos judiciales fueron evidenciando la necesidad de articular y otorgarle mayor proyeccin a estas iniciativas y de contar con una herramienta que permitiera vincular y coordinar las polticas de las diferentes juris-dicciones.

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    En octubre de 2006, se realiz un Encuentro Nacional en San Miguel de Tucumn, en el que se suscribi un documento donde se acordaron los primeros lineamientos para el trabajo conjunto, constituyndose de esta manera el antecedente de creacin de la Red Federal de Sitios de Memoria.

    Esta coleccin de cuadernos -que iniciamos con este primer trabajo- rescata, por una parte, una serie de ponencias muy ricas que en diferentes encuentros y seminarios organizados por la Red Federal de Sitios de Me-moria dieron lugar al debate. Por otra, plantea un recorrido por las principales actividades que han constituido el accionar de la Red Federal.

    Este cuaderno recopila, por un lado, las disertaciones del Encuentro Nacional de Sitios de Memoria, realizado en San Miguel de Tucumn, los das 27 y 28 de octubre de 2006, que cont con las exposiciones de Guillermo Levy, Cecilia Ayerdi, Patricia Arenas y Pamela Mewes.

    Por otro, las ponencias de Ludmila Catela Da Silva, Fabiana Rousseaux, Daro Olmo y Graciela Daleo en el Primer Encuentro Pblico La Perla como Espacio para la Memoria que se llev a cabo en la Universidad Nacional de Crdoba, el 8 de junio de 2007.

    Finalmente, la publicacin incluye las ponencias de Marcelo Castillo, Sandra Raggio e Ileana Arduino que tuvieron lugar durante el Segundo Encuentro Nacional de la Red Federal de Sitios de Memoria, el 8 de mayo de 2008 en la Legislatura de la ciudad de Crdoba. Asimismo se incluyen a modo de dilogo, los intercambios de Edgar Wildfeuer, sobreviviente de la Sho, con el pblico.

    Cabe sealar que en relacin a la importancia y el sentido de la labor que se realiza en los sitios de memoria, es central la articulacin con organismos de derechos humanos, querellantes de las causas, familiares y sobre-vivientes de manera fluida y generosa para no perder la oportunidad de llegar a un objetivo con los juicios y las condenas a los responsables.

    En este sentido, es preciso remarcar que el terrorismo de Estado tuvo como principal objetivo la implantacin de una poltica econmica y de exclusin social. Y esto no puede estar ausente en nuestros parmetros de memo-ria, es nuestro vnculo con el presente y el futuro, con las nuevas generaciones y con el conjunto de la sociedad.

    Judith SaidCoordinadora Ejecutiva

    del Archivo Nacional de la Memoria y de la Red Federal de Sitios de Memoria

    Buenos Aires, abril de 2009

  • Parte I

    Encuentro Nacional de Sitios de MemoriaSan Miguel de Tucumn, y de octubre de 00

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  • Genocidio y Sociedades Post Genocidas*

    Si bien la humanidad haba sido testigo de varios actos de genocidio, el concepto del crimen de genocidio es relativamente nuevo porque fue desarrollado, principalmente como consecuencia de las atrocidades perpetradas por los nazis durante la segunda guerra mundial1. Churchill para describir los crmenes de los nazis en la campaa al este contra la Unin Sovitica a la que los nazis haban calificado como una campaa para aniquilar al enemigo y no para doblegarlo, manifestaba que la humanidad estaba en presencia de un crimen sin nombre.2

    Va a ser el jurista Rapahel Lemkin quien presenta en 1943, por primera vez, el trmino genocidio para des-cribir las polticas implementadas en la Europa ocupada por los nazis.

    El concepto remite vagamente a una matanza colectiva y planificada. Genos del griego antiguo (raza o tribu) y la latina cide que es matar. Si bien la matanza est dirigida en concreto contra individuos particulares, estos son asesinados en tanto y cuanto pertenecen a un grupo determinado, por que es el grupo el que se quiere exterminar.

    Lemkin habla de dos etapas. Una primera que sera la destruccin de la forma de vida y organizacin de un determinado grupo, y la segunda, la imposicin de la forma de organizacin del opresor. O sea, la eliminacin de formas propias de organizacin de un grupo, el cambio de nombres de los territorios ocupados, la eliminacin de su legislacin o sus tradiciones son parte del proceso de genocidio que culmina con el exterminio total o parcial del grupo condenado y la imposicin en el territorio, y a la poblacin sobreviviente, de las nuevas pautas de vida.

    Ya en la declaracin de Mosc del 1 de noviembre de 1943, los gobiernos de la Unin Sovitica, Estados Unidos y el Reino Unido se comprometen en conjunto a juzgar los crmenes nazis. Los tribunales de Nuremberg que juzgaron muchos de los criminales nazis nacieron del Acuerdo de Londres pocos meses despus de terminada la guerra.

    Este tribunal no tipifica los crmenes en trminos de genocidio. Los crmenes a juzgar son puestos en tres categoras posibles:

    a. Crmenes contra la paz.b. Crmenes de guerra.c. Crmenes contra la humanidad. Figura muy conocida que todava se sigue utilizando.

    Esta ltima categora se divide en dos subcategoras diferentes: los crmenes contra cualquier poblacin civil y los especficamente contra un grupo por motivos polticos, raciales o religiosos. La doctrina que va a dar origen a la calificacin de crimen de genocidio nace de ac.3

    * Guillermo Levy, Socilogo, docente e investigador. Jefe de Trabajos Prcticos de la ctedra Anlisis de las prcticas sociales genocidas (Titular: Daniel Feierstein) de la carrera de Sociologa, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Director de Cultura de la misma facultad. Docente de enseanza media. Coeditor del libro Hasta que la muerte nos separe. Poder y prcticas sociales genocidas en Amrica Latina.1 Folgueiro, Hernn, El Crimen de genocidio en el derecho internacional en Feierstein, Daniel y Levy, Guillermo (comp) Hasta que la muerte nos separe, ed. Al Margen, La Plata, 2004.2 Hernn Folgueiro, Idem.3 Hernn Folgueiro, Idem.

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    El trmino genocidio entonces, se va a utilizar en la acusacin en Nuremberg pero no va a figurar en la sentencia.

    Si bien el concepto de genocidio todava era difuso, ya era utilizado en la acusacin de los tribunales de Nu-remberg y tambin usado por los tribunales en las cortes nacionales polacas.

    Hacia la convencin de las Naciones Unidas

    Las Naciones Unidas inician la tarea de elaboracin de una convencin sobre genocidio.Esta convencin tendra por tarea delimitar a qu se denominaba genocidio. Esto dio lugar a muchas discu-

    siones polticas centrales que conocerlas nos sirven para pensar el uso del concepto, sus lmites y potencialidades para entender el proceso argentino.

    Qu grupos se incluiran dentro de la convencin? La inclusin o no de los grupos polticos cuya eliminacin se consideraba genocidio fue puesta en la primera versin pero excluida en la versin final por la insistencia de EE.UU. y la URSS. Tambin fue discutido si genocidio era solo el exterminio fsico o tambin el exterminio cultural. Ah fue EE.UU. el que se opuso ms firmemente a que este crimen no fuese incluido.

    El 9 de diciembre de 1948 fue acordada la versin final del texto de la convencin, un da antes de la adopcin de Declaracin Universal de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre, por lo cual ese es el da inter-nacional de los derechos humanos.

    La convencin afirma que el delito de genocidio puede ser cometido en tiempos de guerra o de paz, y que se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuacin, perpetrados con la intencin de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, tnico, racial o religioso como tal...

    La convencin entonces queda como una convencin muy limitada ya que excluye los grupos polticos uno de los argumentos fue que las identidades polticas son fluctuantes menos permanentes que otras o que, ms des-caradamente, esta inclusin evitara que muchos Estados la suscribiesen por que sera aceptar que la comunidad internacional interviniera en sus asuntos polticos internos.

    Esta convencin queda entonces con dos problemas serios: la limitacin de los grupos que incluye, y una segunda mucho ms grave desde lo jurdico, el crimen de genocidio queda como el nico crimen que se define por quin es la vctima y no por la prctica en s.

    Adems, con respecto a los argumentos acerca de la exclusin de los grupos polticos; por qu un sistema de creencias como el poltico es menos permanente que otro sistema de creencias como el religioso, que es in-cluido en la convencin?

    En el fondo, esta convencin mantiene una idea ordenadora, no explcita pero que permite la consecucin de los crmenes polticos absolutamente legitimados en la modernidad desde sus orgenes. Esta idea supone que lo horrendo del crimen, ms all de las muertes masivas, est en matar a un grupo por ser algo: algo que tiene que ver con el origen, con lo inmodificable (raza, nacin, religin aunque este punto ya lo criticamos-).

    El crimen ilegtimo, a partir de la convencin, es el crimen de matriz racial. Qu quiero decir con esto? No que se mate necesariamente con el argumento de exterminar a una supuesta raza inferior como en el caso de los millones de muertos durante la conquista colonial del siglo XIX y XX sobre frica y Asia o a una raza peligrosa como en el caso de los judos asesinados por los nazis. La matriz racial est en que el perpetrador del crimen asesina bajo el supuesto de que el grupo al que extermina tiene una constitucin de origen, inmodificable que tiene que ver con diferencias fsicas, intelectuales y en el caso de los judos para los nazis tambin diferencias culturales y polticas pero siempre vinculadas a un supuesto carcter racial, que remite a la constitucin biolgica de los grupos.

  • Esto es lo que queda castigado por el derecho internacional con la convencin. Ms all de sus alcances jurdicos, es esta idea la que se erradica.

    Lo que era considerado legtimo durante el siglo XIX y parte del siglo XX, - el exterminio considerado natural o inducido, de razas consideradas inferiores- queda en el plano de lo ilegtimo, ilegal y horroroso despus de la Segunda Guerra.

    Por qu? Adems del nuevo horror tan visible del genocidio sistemtico, burocrtico e industrial de los nazis, a diferencia del ms invisible y pausado genocidio colonial, el nuevo horror era sin dudas, el carcter de las vcti-mas. De ninguna manera impactaba igual el exterminio de negros africanos que de ciudadanos europeos.

    Esto queda en el plano de la historia pasada, y de la condena presente y futura. Los crmenes polticos en cambio, totalmente dominantes y sistemticos durante el perodo que se abra con la Guerra Fra, quedan no casualmente por afuera de la posibilidad de condena, salvo como delitos comunes en los Estados que decidan juzgarlos y condenarlos.

    En esa situacin se halla la Argentina a la salida de la dictadura.Cmo describimos los crmenes de esta? Cmo los juzgamos?La discusin de estos puntos excede por mucho la problemtica jurdica, es absolutamente poltica y se

    vuelve fundamental en la lucha por la memoria acerca de cmo el pueblo argentino salda su pasado reciente y por ende se posiciona en el presente.

    Si algunos militares y policas cometieron crmenes aberrantes en el marco de un enfrentamiento real o imagi-nario, o si hubo un plan sistemtico de exterminio de un grupo en este caso poltico-ideolgico lo que igual pone a estos crmenes por fuera de la tipificacin de genocidio para la convencin es esencialmente diferente.

    En el primero de los casos se juzgar o se perdonar a personas por delitos comunes del Cdigo Penal como en el Juicio a las Juntas o los juicios que siguieron despus (tantas privaciones ilegales de la libertad, tantas tortu-ras, tantos asesinatos, tantos robos de bebs). En el segundo tendramos el formato de un genocidio pero con el problema de que el motivo del exterminio est por fuera de la convencin internacional.

    En este caso la condena a Etchecolatz es absolutamente trascendental, por que si bien se lo condena en concreto por crmenes puntuales, se plantea por primera vez en un estrato judicial, que esos crmenes fueron cometidos en el marco de un genocidio4.

    Un abordaje ms sociolgico de la prctica del genocidio, nos permite dejar de lado por un rato la discusin sobre convencin y adentrarnos a entender algunas de las complejidades de los procesos vividos en Latinoamrica. Interpretarlos en sus reales dimensiones y, a partir de ah, plantearnos una poltica de memoria eficaz en el sentido de apropiarnos de nuestro pasado interpelando y entendiendo este presente tambin como producto de ese pasado.

    Hacia un intento de abordaje sociolgico

    Junto a Daniel Feierstein hace varios aos fuimos construyendo lo que llamamos una periodizacin de las prcticas genocidas.

    Bajo el supuesto de que el exterminio fsico de un grupo es un momento determinante de un proceso de acumulacin de prcticas sociales que hacan posible la realizacin del exterminio, empezamos a construir una periodizacin pensando al genocidio como un proceso y no solo como la fase del exterminio.

    4 Ver la justificacin del Fallo de Rozanski contra Etchetcolartz.

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    En un principio construimos cinco momentos que nos parecan necesarios dentro de un proceso de acumu-lacin genocida:

    a- La construccin de una otredad negativa. O sea delimitar a un grupo, ms all de que ese grupo reco-nozca tal delimitacin, y construirlo en trminos de negatividad.

    Las caractersticas de los genocidios raciales o que usan la matriz de pensamiento racial que implica pensar que la humanidad est dividida en especies biolgicas, mejores y peores, y que las acciones humanas estn determinadas por estas pueden plantear esa otredad, ese otro negativo en trminos de inferioridad o superioridad.

    La otredad negativa poltica, que remite a la accin del grupo, pero a la accin que se elige no una que viene en nuestra naturaleza, va a constituir otro en trminos de peligrosidad. El delincuente subversivo implica dos operaciones en este sentido. El subversivo es el portador de una accin peligrosa para un ordenamiento social que se quiere conservar.

    El adjetivo delincuente, busca despolitizar la accin, del subversivo, sacarle toda motivacin de valores, convicciones, sacarle racionalidad poltica. La accin es solo delictiva. Todava no est la muerte presente, est la demarcacin necesaria, pero no suficiente.

    b- El hostigamiento. Ese grupo negativizado empieza a sufrir acciones de violencia. Hasta ese momento la violencia era solo simblica. Ahora el hostigamiento puede ser fsico y jurdico; Estatal y paraestatal.

    La figura del pogromo, grupos civiles, hartos de tal grupo atacan un barrio, matan, rompen, violan, como en el caso de los pogromos contra judos en la Rusia zarista, en la Europa nazi o en la Argentina, las masacres de la Semana Trgica. La frase de esta etapa puede ser se acab la paciencia! Los ataques a inmigrantes bolivianos en Buenos Aires es un ejemplo de hostigamiento precedido de la construccin de esa otredad negativa.

    Como dije, ese hostigamiento tambin puede convertirse en ley, lo asume el Estado en el plano de lo jurdico. Leyes que segreguen, que consoliden la violencia o afirmen la negatividad de un grupo.

    Tambin el hostigamiento puede no provenir del Estado; puede darse la situacin de que el Estado confronte contra la poltica de hostigamiento y que esta surja de sectores que no tienen una vinculacin directa, en principio, con el Estado, mostrando un clima ideolgico que no necesariamente sea asumido por el Estado, o ms correc-tamente, por la totalidad del Estado.

    c- Aislamiento. Esta poblacin negativizada y hostigada, empieza a ser aislada. Empieza a perder sus vnculos, con los otros, se rompen sus relaciones sociales. Este momento hay que verlo con toda la imagina-cin posible para imaginarnos diferentes escenarios no tan visibles. La imagen ms clara de este momento es el encierro de los judos europeos en guetos, barrios cerrados, separados del resto de la poblacin. Momento que muchos judos vieron con alivio despus de venir de los primeros dos momentos. El encierro implic en principio el cese del hostigamiento.

    Ahora ese momento se estaba convirtiendo en condicin necesaria para el exterminio futuro.Ahora este momento lo podemos pensar desde lo geogrfico no solo en la construccin de procesos de

    aislamientos organizados de poblacin. Tambin la construccin social en la sociedad capitalista tiende a separar cada vez ms barrios para unos y para otros. La imagen muy latinoamericana es en ciudades con sierras, los ba-rrios ricos segregados totalmente de los barrios marginales. Tambin la hostilidad y el desconocimiento del medio generan que se construyan barrios tnicos, en la Argentina se ve cada vez ms.

    Tambin se puede ver el aislamiento cuando se prohbe la entrada a boliches o a otros lugares a chicos por el color de la piel o por la ropa que llevan puesta. Podemos pensar el acceso a lugares de trabajo para personas con un fsico determinado, etc. Hay muchas formas de producir aislamiento espacial. Pero en el caso de un genocidio podemos ver en la mayora de los procesos un momento donde este aislamiento organizado y/o autoaislamiento se produce.

  • Ac, como en todo lo dems, estos momentos son condiciones de posibilidad. No es una ley de la naturaleza que si hay otredad, hostigamiento y aislamiento se complete el genocidio; eso depende de la accin de todos los sujetos involucrados.

    d- Debilitamiento sistemtico. En el caso del nazismo se ve claramente cmo la mayora de las personas que llegan a los campos de exterminio llegan ya derrotadas. El hambre y las enfermedades han debilitado a la poblacin, hasta el punto de que la prxima fase se haga ms sencilla y con menos resistencia. Muchos ya mueren en esta fase.

    En el nazismo una gran parte de los millones que murieron en el sistema concentracionario lo hicieron por las condiciones de existencia en los campos sumado a las condiciones en las que llegaban a l.

    e- Exterminio. El quinto momento. Ac s o s hay una decisin, estatal, de exterminar completa o parcial-mente al grupo que fue sometido a estas etapas.

    A estos cinco momentos le vamos a agregar un sexto momento que es absolutamente imprescindible para nuestro tema: la realizacin simblica que es donde por un lado se disputa socialmente la explicacin del pero-do, la explicacin de todo este proceso. Ms polticamente, este momento es donde se salda para el conjunto de la poblacin no exterminada, qu es lo que pas, por qu, cmo, para qu, etc.

    Este momento en donde se salda entre otras cosas la explicacin del perodo, puede pensarse en un primer nivel como una lucha de discursos. Propongo pensarlo no solo en ese nivel sino intentar hacer un abordaje ms amplio pensando a la realizacin simblica como el campo donde se construye la ideologa de los que quedan y los que vienen, pero entendiendo ideologa no solo como discursos explicadores sino como praxis. Pensamiento y accin.

    Son los cuerpos nuevos fundamentalmente los que se van a constituir tambin, no solo pero tambin, en funcin del saldo de este genocidio. Esos cuerpos van a tener marcada esa falta, de los que no estn, pero tam-bin van a tener marcado el diseo de los exterminadores o ms correctamente, el saldo entre ese diseo y cmo realmente se formate a la sociedad.

    En este plano s o s hay disputa, el triunfo o no real de los grupos genocidas est de una manera importante ac. Por que el genocidio, sobre todo hablo de los genocidios del siglo XX, esto lo voy a tratar ahora, se plantea en trminos estratgicos para con el conjunto de la poblacin, no solo para con la po-blacin a ser exterminada.

    Solemos pensar a los genocidios con la metfora de la medicina: los que ejercen el poder estatal, necesitan o creen que necesitan, para conservarse, matar a una porcin de la poblacin. Extirpar el tumor, el tumor se vuelve peligroso si no se lo saca a tiempo. Pedemos pensar fcilmente con esta metfora sencilla a la accin del Proceso de Reorganizacin Nacional. Sin embargo, creemos que la accin no se agota en la extirpacin sino en el rediseo social, por lo menos en el caso argentino.

    En este sentido propongo pensar desde la ingeniera ms que desde la medicina el caso argentino. 5

    - El rediseo de las relaciones sociales, - el cambio de la forma de acumulacin de capital, - la destitucin del poder social de los trabajadores, - el quiebre de la acumulacin de experiencias entre generaciones, - la reintegracin de la Argentina al mercado mundial de manera totalmente subordinada

    y podramos seguir. En este sentido, nunca mejor puesto el nombre de la dictadura: Proceso de Reorganizacin Nacional.

    5 Sobre las metforas de la medicina y de la ingeniera ver Levy, Guillermo y Borovinsky, Toms: Acerca de novedad y articulacin en el nazismo en Feierstein, Daniel, Genocidio, la administracin de muerte en la modernidad. Eduntref, Buenos Aires, 2005.

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    De la periodizacin a la tipologa

    Ya hablamos de una posible forma de periodizar los genocidios a partir de pensarlos como procesos, esta herramienta conceptual la creo particularmente rica para pensar el caso argentino por que nos permite rastrear al genocidio implementado desde 1975 en el marco de un proceso de acumulacin genocida que conoci de alguna u otra manera las etapas anteriores. Pero me gustara intentar hacer otro aporte en el plano conceptual y tiene que ver con pensar tipos de genocidios.

    Varios autores han construido tipologas de genocidios con la idea de tratar de encontrar lgicas de organiza-cin de la muerte masiva para no poner a todos los genocidios como lo mismo cuando en la mayora de los aspec-tos no lo son. En el camino de entender las prcticas sociales genocidas como modos especficos de destruccin de relaciones sociales.

    En ese sentido y retomando otros autores, Daniel Feierstein, va a construir una tipologa que creo va a resul-tar til para entender la Argentina.

    Dentro de los que llamamos genocidios modernos, genocidios dentro de la modernidad, Feierstein va a plan-tear cuatro tipos de genocidios:

    a- Genocidio constituyente. El genocidio casi siempre realizado en la formacin de un Estado nacional. El proceso de conformacin de una clase dominante va a implicar casi siempre la eliminacin de los grupos no normalizables y de los sectores que se oponen organizadamente a l. En el caso de la conformacin del Estado argentino tenemos las matanzas de las montoneras y el exterminio a los pueblos originarios.

    b- Genocidio colonial. Este remite fundamentalmente a la conquista, durante el siglo XIX y parte del XX, de frica, Asia y Oceana por parte de las potencias europeas. Ac la lgica fue conseguir recursos naturales, ampliar el territorio imperial, mano de obra barata, expandir el capital, etc. Este genocidio tiene la particulari-dad de que si bien constituye un caso moderno, difiere de los otros tipos en tanto su blanco especfico opera claramente hacia el exterior social, en trminos simblicos, y no hacia la sociedad de referencia, hacia el campo de los iguales.6

    c- Genocidio post-colonial. Remite a los genocidios vueltos a realizar por los pases europeos en el marco de las luchas de liberacin nacional de los pueblos colonizados. En el proceso que llev a la indepen-dencia de todos estos pueblos se produjeron muchos genocidios generalmente en donde la metrpoli decidi defender militarmente su posesin colonial: Indochina, Argelia, Congo son algunos ejemplos. Estos genoci-dios si bien siguen siendo externos adquieren particularidades que no tenan en tanto genocidio colonial en donde el factor poltico est totalmente relegado al factor econmico. Estos genocidios estn en el marco de la lucha contra el comunismo y combinadamente contra el tercermundismo que se plantea claramente antiim-perialista y en el camino de un desarrollo independiente. En este sentido, estos genocidios si bien son a una poblacin externa, tienen dimensiones mundiales y tam-

    bin internas.d- Genocidio reorganizador. Este ltimo tipo remite a los procesos de genocidio en Estados ya consti-

    tuidos cuyo eje va a estar en la reconfiguracin de las relaciones sociales al interior del Estado: solucionar una lucha por la hegemona y/o modificar a largo plazo las relaciones sociales, las relaciones de fuerza entre las clases y sectores sociales, los patrones culturales, ideolgicos, las formas de acumulacin por pensar algunos elementos centrales.Es importante aclarar que cuando hablo de transformacin, de cambio radical en las relaciones sociales, no

    supongo que estas solas se puedan transformar va genocidio, es decir va exterminio como herramienta central.

    6 Ver Captulo 2 de la tesis de Doctorado de Daniel Feierstein, en edicin. Fondo de Cultura Econmica.

  • En ese sentido el genocidio va a constituir una forma, dominante, de transformacin de relaciones sociales va el exterminio planificado.

    En la Argentina al haber sido una prctica tan recurrente y sistematizada no nos podemos permitir banalizar la necesidad de su entendimiento a fondo.

    Para finalizar con esta parte ms terico-conceptual, quiero desarrollar brevemente la argumentacin de por qu es pertinente denominar genocidio a la matanza producida en la Argentina entre los aos 75 y 83, que es una discusin poltica central en estos das en que un tribunal argentino, por primera vez, condena a un represor por acciones cometidas, dice el fallo, en el marco de un genocidio.

    Como se desprende del desarrollo, cuando pensamos en la calificacin de genocidio para el proceso argenti-no, ya nos independizamos de la discusin jurdica en el marco de la convencin de las Naciones Unidas, estamos pensando en trminos sociolgicos y polticos, en el sentido que la convencin es una herramienta para juzgar o para impedir juzgar pero no es una herramienta que permita hoy dar cuenta del fenmeno.

    Nosotros en la ctedra hablamos de cuatro modos de interpretacin del exterminio en la Argentina; cuatro modos que pocas veces aparecen en forma pura pero que son los que ordenan todas las interpretaciones:

    1- Los que plantean que en la Argentina hubo una guerra en el marco de la guerra mundial contra el comunismo, que todos los grupos aniquilados respondan al bando sovitico en la Guerra Fra y que la Argen-tina perteneca al occidente cristiano que haba que defender. Esta interpretacin hoy la sostiene la derecha vinculada a la represin y no tiene por fuera de ese sector mucha popularidad.

    2- La teora de los dos demonios, la que creemos que en todas sus variantes es mayoritaria, es la ms pobre conceptualmente y plantea que en la Argentina se enfrentaron dos bandos minoritarios, violentos y que la gran mayora de la sociedad fue vctima inocente de la violencia terrorista y de la respuesta estatal. Ac los crmenes son delitos comunes, que tienen que ser juzgados o no en el marco de crmenes comunes, posible-mente agravados por su reiteracin o alevosa pero nunca en el marco de algn plan sistemtico que podra dar a pensar en un genocidio. En esta teora se divide a la sociedad en inocentes y culpables, y los crmenes de la dictadura se piensan en tanto excesos de una lucha necesaria e inevitable.

    3- Los que plantean que hubo una guerra desde una posicin de izquierda que dicen que en trminos de lucha de clases en la Argentina se enfrentaron dos fuerzas sociales, una revolucionaria y otra contrarrevolu-cionaria, y que lo que pas es que un bando perdi y otro gan.

    4- Por ltimo, interpretar en trminos de genocidio no implica negar la confrontacin anterior, ni la lucha social y poltica que haba en la Argentina, sino poner el eje, en el plan de exterminio sistemtico, que reutiliza todas las experiencias argentinas y mundiales anteriores y que est claramente en el marco de los genocidios bajo la Doctrina de la Seguridad Nacional. Doctrina que implica un proyecto hemisfrico, de exterminio en el marco de lucha contra el comunismo y las autonomas nacionales.

    Mirarlo como genocidio implica ver un proyecto de reestructuracin global de la Argentina que excede por mucho la lucha de las Fuerzas Armadas contra la guerrilla. Plantea que esto fue mucho ms all de eso.

    Entonces cuando pensamos en el genocidio en la Argentina, no pensamos solo en la aniquilacin de miles de personas que eran portadoras de prcticas que se queran eliminar; tambin pensamos en la posibilidad, va muerte, de cambiar la distribucin del ingreso, de despolitizar a la sociedad, de inyectar terror por dcadas, de neutralizar todo el potencial de autonoma nacional y podramos seguir.

    Un represor, Juan Carlos del Cerro alias Colores hace poco fallecido, le deca a un compaero prisionero en la ESMA: Nosotros no estamos trabajando para ustedes, estamos trabajando para de ac veinte aos. Tambin

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    como imagen podemos usar una de cuando asumi Alfonsn, en que uno de los hermanos Alemann, funcionarios de casi todas las dictaduras, deca que el gobierno constitucional tendr tantos condicionamientos, que no podr cambiar nada.

    Entonces, pensar la Argentina post-genocidio no es lo mismo que pensar la Argentina despus de una dic-tadura. Y ac el tema de la lucha por las formas de la memoria cobra una complejidad muy grande que si no la asumimos, no seremos efectivos en romper con la realizacin simblica del genocidio que es la cristalizacin del mismo.

    Hace aos trabajo en escuelas medias. En dos escuelas medias, una privada de clase media y media alta y otra donde concurren chicos muy postergados, muchos de villas miserias, en muchos casos ya con padres que desde hace ms de diez aos no tienen trabajos fijos.

    En la Capital Federal el tema de la dictadura es un tema muy presente, estos adolescentes fueron permeados por infinidad de discursos, imgenes, relatos, actos y ms en el marco de los treinta aos del golpe. Sin embargo, yo siempre me pregunto cul es el tipo de memoria que habra que tratar de fomentar?; cul es la que queda despus de tantos bombardeos de informacin?; eso revierte los efectos del genocidio en el cuer-po social, que no estn enunciados pero que funcionan como el terror o la despolitizacin?

    Ac hay un tema para explorar.Abordarlo es asumir que cuando uno piensa en las formas de la conciencia tiene que mirar no solo el plano

    del discurso, de lo que se dice, sino de las prcticas reales que los sujetos realizan.Hoy en Buenos Aires es muy difcil encontrar a adolescentes o jvenes que reivindiquen la dictadura o defien-

    dan algo de ella, por fuera de chicos que recibieron otras cosas desde el marco familiar.Sin embargo, ese repudio a la dictadura que puede alegrarnos, puede tener muchas trampas. Yo lo llamo

    precariamente, las trampas de la memoria. Por ejemplo: Poner el eje en trminos de Dictadura y Democracia tiene varios problemas. No es que no sea impor-

    tante la valoracin de la democracia, sino que se sigue ocultando el carcter de lo que centralmente pas en la Argentina. El problema as aparece como un problema centralmente institucional. Esto sumado a que el concepto de democracia que tienen los chicos de hoy es absolutamente acotado por la experiencia neoliberal. Democracia es fundamentalmente libertad individual. Libertad es poder hacer lo que quiero. Mi deseo como lo ms importante. Es ms, en muchos chicos la idea de rebelda tiene que ver con esto, hago lo que quiero y no me importa nada, no me importa el otro. En este sentido hay un fracaso de los genocidas en la realizacin simblica por que estos chicos manifiestan su repudio a todo autoritarismo y dictadura? Creo que por lo me-nos es discutible. Ac no solo oper la dictadura, por supuesto, sino aos de neoliberalismo que formatearon tambin, sin muerte sistemtica, a la sociedad argentina.

    Otro discurso que aparece de manera llamativamente generalizada es se los llevaron por que pensa-ban distinto. Esta imagen, que tambin lleva a los chicos a un repudio sin ms, contiene numerosas trampas que creo que tambin las reproduce la pelcula ms vista de las historia argentina La noche de los lpices. La accin poltica de los exterminados aparece diluida, escondida por el solo hecho del pensamiento, los desapa-recidos eran ms escritores, poetas o periodistas que luchadores. Esta sublimacin de la lucha permite repu-diar ms fcilmente, pero impidiendo apropiarse de la experiencia histrica. Resumiendo: Es ms fcil repudiar a la dictadura porque se llev a un periodista opositor, o a chicos que peleaban por el boleto, que repudiarla por que extermin revolucionarios y luchadores en general. Animarse a repudiar a la dictadura en su verdadero carcter implica tener que pensar y decir algo acerca de esta lucha, que el discurso democratista impide.

    Quizs, frente al discurso democratista, a la irrupcin del neoliberalismo en todas sus dimensiones, el repudio posible es despolitizando la lectura del pasado.

  • Muchos jvenes profundamente crticos, inteligentes, interpeladores, no se proponen ningn tipo de compromiso con el destino del pas. En todo caso, pueden compensar su espritu crtico con algn trabajo social. La poltica est fuera de discusin; la poltica, la organizacin popular como herramienta de transfor-macin social, est prcticamente ausente de sus perspectivas. No digo que solo sea por los efectos de la dictadura, claro que no es solo por eso, de forma directa. Pero hasta qu punto no es un triunfo en el plano de la realizacin simblica, entendida sta ms all de los discursos sobre esta postura? En el plano de la militancia universitaria, la generalizacin del electoralismo, y el oportunismo y la prcticamente ausencia de formacin poltica, debate poltico y convicciones me hace extender esta idea tambin a muchos de los que asumen la militancia poltica.

    Ojo entonces con los repudios, con las trampas de la memoria. Es posible repudiar la dictadura y pedir la posibilidad de que los menores vayan a la crcel o que se repriman los cortes de ruta, por ejemplo? Es posible solo si lo que repudiamos no es lo que realmente pas, sino una construccin a posteriori que no permite ver la Argentina de hoy como producto de la de ayer. Este tipo de memoria recortada s puede implicar el triunfo de los genocidas en su proyecto ms profundo y estratgico, como de alguna manera manifestaba Colores. En este caso el repudio importa poco.

    Considero que trabajar sobre la idea de genocidio es fundamental en la medida que esta no sea una palabra solo para darle ms nfasis en trminos de gravedad a un perodo histrico. Decir que hubo un geno-cidio no nos tiene que servir para darle un escaln ms al horror, como estrategia efectista. Sino para cambiar el eje de la explicacin. Hubo un exterminio sistemtico para reestructurar a la Argentina, muchas cosas de las que somos hoy tienen que ver con eso: la pobreza, la desigualdad, la heterogeneidad, la despolitizacin, el in-dividualismo, el no registro del otro, el poder inmenso de la cpula econmica. etc. Son consecuencias de este plan genocida; no todas las consecuencias estaran en el plan pero no por eso dejan de ser consecuencias.

    Entonces hay que tener cuidado con memorias mas fciles pero poco tiles para entender; y que ese entendimiento sea formador de prcticas. Pensar en memorias que no permitan la perpetuacin del terror, del individualismo y de la despolitizacin.

    Si formamos memoria en jvenes a los que logramos que se sensibilice con un pasado para ellos lejano en el tiempo y lejano en el sentido que no los interpela en el hoy; si esos chicos tienen una memoria progresista y una prctica cotidiana menemista, fracasamos. Me parece que pensar la produccin de memoria y de sitios de memoria tiene que pensarse en esas claves.

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    La recuperacin de los centros clandestinos de detencin y la investigacin sobre el pasado*

    Introduccin

    Los ltimos aos se han caracterizado por la existencia de una abundante produccin bibliogrfica, flmica y fotogrfica, que tiene como objeto la memoria de lo sucedido antes y durante el periodo del terrorismo de Estado de los aos 75 al 83. Son memorias individuales, familiares, colectivas donde se narran diferentes historias y experiencias.

    Existen tambin importantes debates que se centran en la memoria como objeto de estudio o de investigacin en s misma, en su proceso de construccin, en su dimensin subjetiva e interpretativa.

    Pero hay tambin otra concepcin de memoria y es considerarla como un recurso, como una herramienta para la investigacin en el proceso de obtener datos sobre el pasado y sobre lo que sucedi. Esta nocin de me-moria es la que gua una parte del trabajo que realiza el Equipo Argentino de Antropologa Forense (EAAF) y una parte tambin importantsima de los proyectos de recuperacin de los centros clandestinos de detencin (CCD) de la Capital Federal.

    De alguna manera, podra sintetizarse en dos preguntas: Memoria de qu? y para qu?

    El trabajo en el EAAF

    El mtodo de investigacin desarrollado y aplicado por el EAAF consiste en tres etapas:1. Investigacin preliminar : a) recopilacin de todos los antecedentes e informacin del caso a trabajar

    e investigar, realizando entrevistas con los familiares de las vctimas, los testigos y los sobrevivientes de los hechos; revisando archivos militares, policiales, judiciales, libros de cementerios, registros civiles, hospitales etc. ; y estudiando los informes producidos por organizaciones no gubernamentales, y por otras institucio-nes; b) recoleccin de informacin ante mortem o fsica de las vctimas cuando estaban vivas, tales como informacin dentaria, edad al momento de muerte, estatura, sexo, lateralidad, fracturas seas antiguas, etc.; c) recogida de informacin sobre el o los lugares de reclusin, muerte y enterramiento. El anlisis de esta informacin lleva a la formulacin de hiptesis sobre la ubicacin de sitios de entierro clandestinos, la posible identificacin de las vctimas y las circunstancias de los hechos.

    2. Investigacin de la escena del crimen y recuperacin de evidencia. Una vez que el sitio del ente-rramiento y/o matanza se ha ubicado y se cuenta con los permisos de trabajo correspondientes, se utilizan las tcnicas de la arqueologa y de la criminalstica para analizar el terreno, excavar y recuperar cuidadosamente la evidencia relevante, incluyendo restos seos, proyectiles, vestimenta, efectos personales, etc.

    3. Anlisis de laboratorio. Los restos y la evidencia asociada a ellos que se recuperan del sitio de traba-jo son luego analizados en el laboratorio, aplicando el conocimiento y las tcnicas de la antropologa forense,

    *Cecilia Ayerdi, Antroploga, docente e investigadora. Miembro del Equipo Argentino de Antropologa Forense (EAAF). Titular de la ctedra Memoria: investigacin, arte y comunicacin de la carrera de Ciencias de la Comunicacin, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Ex coordinadora del Proyecto de Recuperacin de la Memoria del CCD Club Atltico.

  • patologa, radiologa y odontologa entre otras disciplinas. En el laboratorio se trata de establecer la identidad de la vctima, determinar la causa y manera de muerte y comparar los hallazgos con la informacin ante mortem recogida durante la investigacin histrica. Cuando es posible, los restos de las vctimas identificadas son restituidos a sus familiares y se presentan las conclusiones de la investigacin a la instancia judicial o a la investigadora pertinente. La primera etapa, la investigacin preliminar, es el primer paso para la reconstruccin histrica y se puede

    transmitir la experiencia a los futuros trabajos de recuperacin de centros clandestinos.Las fuentes escritas utilizadas en las investigaciones provienen de diversos conjuntos que pueden ordenarse

    por la informacin que brindan:a) El archivo de la Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas, CONADEP, conformado

    por las denuncias personales, realizadas por familiares de vctimas, constituyndose en la primera fuente que permiti aproximarse a los alcances del sistema adoptado por las Fuerzas Armadas Argentinas para sofocar el estado de movilizacin y cuestionamiento social de mediados de los aos setenta. Cada legajo corresponde a una denuncia de desaparicin o a un testimonio de algn sobreviviente de los centros clandestinos de detencin.

    b) Las causas de la Cmara Federal. Son los folios de las causas judiciales tramitadas entre 1984 y 1987. Tambin, como el anterior, posteriores a los hechos y en varios aspectos tributarias de la informacin recolectada por la CONADEP, con criterio judicial (que permiti conocer los nombres de muchos responsables primarios y secundarios).

    c) Los archivos de los organismos de derechos humanos. Gran parte de la informacin all reunida es contempornea a los sucesos denunciados, muchos datos de estas fuentes han sido incorporados a la base de datos del Equipo.

    d) Huellas dactilares de las personas denunciadas como desaparecidas provenientes del Re-gistro Nacional de las Personas y de la Polica Federal. Algunos pases limtrofes aportaron las huellas dactilares de sus ciudadanos desaparecidos en la Argentina, por ej. Uruguay y Chile. En el caso de Uruguay permitieron la identificacin de ms de diez ciudadanos uruguayos desaparecidos en Argentina.

    Estas fuentes constituiran lo que podramos denominar archivo de casos de identidades sin cuerpos.Otros archivos o fuentes de investigacin podran enmarcarse en los casos de cuerpos sin identidad y son

    generalmente de procedencia estatal. Entre ellos:a) Actas de defunciones y libros de cementerios. El conjunto de personas inhumadas como N.N. a lo largo

    del siglo ha tenido, en todo el pas, caractersticas constantes. Se puede generalizar diciendo que la mayora est incluida en dos grandes conjuntos: los que mueren durante o poco antes o poco despus del nacimiento, y aque-llos que transitan la ancianidad. En este ltimo subconjunto, el componente masculino ronda el 90% y las causas de muerte, asentadas en certificados de defuncin y registros de cementerio, son predominantemente vinculadas a enfermedades crnicas, procesos hepticos agudos, paro cardiorespiratorio o accidentes ferroviarios.

    Revisando los asientos oficiales sobre inhumaciones de N.N. para la segunda mitad de los aos sesenta, encontramos caractersticas bien diferentes: las mujeres rondan el 33%, el intervalo etario dominante es de per-sonas entre veinte y treinta y cinco aos y, por ltimo, la causa de muerte ms frecuente es herida de bala. La proporcin entre hombres y mujeres y la distribucin por edades se corresponde, exactamente, con la de aquellos cuyo secuestro era denunciado contemporneamente. Las causas de muerte, tambin, con el destino que corran. O sea estamos hablando de lo asentado en documentos oficiales, contemporneos a los episodios estudiados, insospechables de cualquier subjetividad.

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    b) Causas Penales sobre hallazgos de N.N. en la va pblica.c) Archivo del laboratorio de Necropapiloscopia de la Polica de la Provincia de Buenos Aires. Por

    ejemplo, de este laboratorio se pudieron recuperar los dactilogramas de dos cuerpos aparecidos en la costa bonae-rense. De la comparacin realizada con las huellas dactilares de las personas denunciadas como desaparecidas se pudo establecer la identificacin de uno de ellos como pertenecientes a Angela Auad. Esta identificacin permiti esbozar la hiptesis que el conjunto de siete personas halladas en el Partido de la Costa en diciembre de 1977 tendran relacin con desaparecidos que habran pasado por el CCD ESMA y posiblemente vinculadas al grupo de Madres de Plaza de Mayo y las religiosas francesas. Esta hiptesis se afianz con la exhumacin y el anlisis de laboratorio de los restos y pudo confirmarse la identificacin en cinco casos por medio de anlisis genticos.

    d) Microfilms de huellas dactilares de N.N. de la Polica de la Provincia de Buenos Aires. A esta depen-dencia policial tambin eran remitidas, por convenio policial, fichas dactilares sobre casos acaecidos en provin-cias del interior. Pudimos verificar que en 1980 se haba promulgado una ley provincial por la cual se ordenaba microfilmar la documentacin existente, que luego era destruida. Pudieron ser ubicados cincuenta y un rollos con informacin dactiloscpica, de los cuales quince rollos corresponden al perodo 1975-1982. El anlisis de estos datos redund en identificaciones de personas denunciadas como detenidos desaparecidos. Sus cadveres ha-ban sido hallados en parajes descampados, en distintos puntos. Algunos de ellos fueron identificados poco tiempo despus de su desaparicin, pero la informacin -devuelta en su momento a la comisara o juzgado de origen- no fue transmitida a sus deudos, por lo cual su desaparicin fue denunciada ante la CONADEP. Durante los aos setenta, estos familiares siguieron presentando recursos de habeas corpus, que la justicia continu desestimando o respondiendo por la negativa, pese a que estaban los elementos para la identificacin. En la mayora de los casos, la identificacin no se produca y el dactilograma pasaba a engrosar pasivamente el acervo de lo luego microfilmado.

    e) Archivos de huellas dactilares de casos no resueltos de la Prefectura Naval Argentina y Polica Federal.

    g) La informacin publicada por la prensa escrita de los aos de la dictadura. Desde los primeros bandos de la Junta de Comandantes del 24 de marzo de 1976 se estableci una rgida censura sobre la cobertura de la represin, con la prohibicin de informar sobre episodios de enfrentamientos armados o los hallazgos de cadve-res. Slo se permita la reproduccin de comunicados oficiales de enfrentamientos por parte del Comando de Zona. El anlisis de estos comunicados permite hacer conjeturas sobre la procedencia de las personas cuyo asesinato es presentado como el resultado de un enfrentamiento, as como orientar la bsqueda de documentos oficiales que informen sobre las vicisitudes por las que pasaron los cuerpos de las personas asesinadas.

    h) Archivos de Inteligencia.

    Comparar estas dos poblaciones que reflejan las dos fuentes puede servir para marcar tendencias generales. La identificacin presupone la coincidencia entre esas dos poblaciones antes mencionadas: los desaparecidos y los inhumados como N.N., previo asesinato. Para ello, es necesario profundizar en la definicin y comprensin del sistema que gener identidades sin cuerpo y cuerpos sin identidad.

    Es necesario aclarar que conocer el destino de una persona desaparecida (lo cual constituye su identifi-cacin) no significa recuperar sus restos corporales. El ttulo cuerpos sin identidad puede inducir al error de suponer que la identificacin implica restitucin de los restos a sus familiares, cuando por diversos motivos, hoy es relativamente infrecuente que se pueda llegar a dicha restitucin. Esto sucede porque en un nmero muy signifi-cativo de cementerios municipales no se han preservado las tumbas de las personas no identificadas o han sido ignoradas las rdenes de no innovar.

  • Igualmente seguimos prefiriendo denominarlos de esta forma porque an cuando sea bastante difcil recupe-rar los restos, lo que rigurosamente define a este conjunto es que son cuerpos aparecidos y la documentacin que mencionamos es la que refleja ese hecho.

    Qu importancia puede tener la diferenciacin? Sencillamente que existe un nmero muy grande de vcti-mas del accionar represivo clandestino del Estado cuyos cuerpos no han aparecido, vctimas que nunca podrn ser identificadas porque se han usado -para su ejecucin- dos de los mtodos que suelen no dejar vestigios docu-mentales ni materiales: el vuelo y el fusilamiento con inhumacin clandestina. El vuelo fue utilizado por varios de los centros clandestinos de detencin asentados en Capital Federal y Gran Buenos Aires: es sensato suponer que por esa va fueron asesinadas entre 2.000 y 3.500 personas. Sin desconocer la efectividad del mtodo a los efectos perseguidos (al reunir ejecucin y disposicin del cuerpo en un solo acto) un nmero cercano al centenar de vctimas aparecieron en ambas costas del Ro de la Plata o Mar Argentino y Uruguayo. Dicha aparicin motiv el registro, precondicin de una eventual identificacin. Afortunadamente los registros costeros suelen ser ms completos que los territoriales: ms de veinte casos de este tipo han sido identificados y contamos con informacin que torna factible duplicar este nmero en los prximos aos.

    El otro mtodo, la ejecucin acompaada de inhumacin clandestina, nos enfrenta a un dilema: hasta la fecha casi no se han confirmado inhumaciones clandestinas en el pas a pesar de varios intentos por hallarlas, basados en testimonios de ocasionales testigos.

    Una diferencia importante entre el vuelo y la inhumacin clandestina es que la inaccesibilidad a los restos es casi absoluta en el caso del vuelo y relativa en el de la inhumacin clandestina. Las vctimas de vuelo que no aparecieron poco despus de la ejecucin ya no podrn ser recuperadas; viceversa, si llegsemos a ubicar una inhumacin clandestina, el estudio de los restos recuperados podra dar la pauta de su identidad.

    Explicados estos dos rdenes opuestos, se construye la hiptesis general que la mayora de los cuerpos sin identidad se corresponden con las identidades sin cuerpo

    El estudio y la confrontacin de los dos archivos oficiales: el Registro Nacional de las Personas (huellas decadactilares de los desaparecidos) y los archivos de huellas dactilares de los registros microfilmados de la Polica Federal, de la Polica de la Provincia de Buenos Aires y del Laboratorio de Necropapiloscopia de la misma provincia, permitieron numerosas identificaciones. A partir de los registros burocrticos de las actas de defunciones pudo esclarecerse cul fue el destino de esos cuerpos y poder saber si era factible su recuperacin (exhumacin) para su estudio y establecer forma y causa de muerte y realizar pruebas genticas para poder establecer sin lugar a dudas su identidad.

    Ahora bien, queda un subconjunto de cuerpos, de los cuales no quedaron microfilmadas huellas dactilares, que sera la herramienta ms obvia y primaria para su identificacin; por lo cual, son los datos histricos los que irn definiendo cules hiptesis son ms factibles Cmo? Ante todo, conformando subconjuntos lgicos con los componentes de ambos rdenes. La primera y ms obvia es que partiendo del presupuesto de que la eventual aparicin del cuerpo sin identidad debe ser posterior a la desaparicin de la identidad sin cuerpo, carece de sentido comparar datos formales de personas desaparecidas con fecha de desaparicin posterior a la fecha de aparicin de los respectivos cuerpos sin identidad.

    En segundo lugar, el eje es geogrfico y debe ser utilizado con mayor cuidado. Podemos suponer que en la mayora de los casos, las personas secuestradas por una unidad operativa determinada han sido ejecutadas en el mbito geogrfico de dicha unidad. Haciendo una generalizacin podemos hablar de la existencia de tres grandes unidades operativas: 1) la mayor que ocupa toda el rea de ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos; 2) Crdoba y toda la jurisdiccin del III Cuerpo de Ejrcito (Noroeste y oeste del pas) y 3) Santa Fe y Litoral (este y noreste del pas).

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    Son los datos histricos los que nos permiten establecer una hiptesis general que explique la prctica de desaparicin encarada por el Estado, hiptesis por la cual se pueda derivar lo posiblemente sucedido en cada caso en particular.

    Poder explicar porqu Juan Prez fue secuestrado un da determinado en un lugar definido y no cualquier otro da en otro sitio cualquiera, a qu determinado centro clandestino de detencin (y no a cualquier otro) debe haber sido llevado y en qu fecha y de qu manera debe haber sido asesinado nos remite al objetivo de este encuentro.

    La nica forma que hemos encontrado para avanzar es la de suponer que el aparato represivo guarda cierta lgica interna reconstruible y que sus acciones no fueron indiscriminados y que guardaron una cierta ilacin. De esta manera se torna indispensable profundizar en el conocimiento del accionar represivo de cada regin en ge-neral y en el funcionamiento de cada centro clandestino en particular.

    Para la obtencin de estos datos es fundamental la informacin que brindan las que llamamos las fuentes orales: los familiares de las vctimas, los ex militantes, y principalmente los sobrevivientes de los CCD. Resulta obvio que la fuente esencial para la reconstruccin de lo sucedido en los campos est constituida por la memoria de los sobrevivientes. El sobreviviente es testigo porque vivi la experiencia y puede narrarla, dar testimonio. Y es testigo tambin porque observ un acontecimiento y su testimonio sirve para asegurar la existencia de un hecho. O sea que los sobrevivientes pueden hablar desde lo que percibieron y conocieron durante su reclusin pero tambin de lo que vivieron.

    Para nuestra investigacin saber quines y dnde fueron vistos, desde cundo, hasta cundo y con quines, es fundamental para avanzar en nuestro objetivo que es la identificacin.

    A modo de ejemplo, si nos circunscribimos al espacio geogrfico de Capital Federal y Gran Buenos Aires (in-cluyendo La Plata) all funcionaron tres grandes bloques represivos: el de Zona IV (Campo de Mayo) del Ejrcito, la Subzona Capital Federal (con un centro que dependa de la Polica Federal y del Ejrcito y otro que fue ganando protagonismo en la Escuela Superior de Mecnica de la Armada - ESMA) y la Subzona 11 (que abarcaba el arco que va desde La Matanza hasta La Plata, incluyendo todos los partidos del conurbano sur). La coexistencia impli-caba cierto grado de colaboracin pero tambin de competencia entre ellos; hecho que complica la determinacin del lugar al que han sido llevados cada uno de los desaparecidos. Y esta determinacin es fundamental para nues-tro trabajo: los centros de Zona IV y Subzona Capital Federal han contado, casi desde el principio del perodo, con acceso a aviones para cumplir con la sentencias de muerte que imponan. Eso une la ejecucin con la disposicin del cuerpo y genera la imposibilidad casi absoluta de recuperacin y consecuentemente de identificacin. En la enorme mayora de estos casos la reconstruccin y nuestro conocimiento, y que no es menor para los familiares, slo puede involucrar datos relacionados con la estada en uno de dichos centros clandestinos. Las excepciones se refieren, como mencionamos, a aquellos pocos casos en que los cuerpos fueron hallados y a ciertos momentos en los que alguno de los centros mencionados practic la represalia e hizo aparecer los cuerpos.

    Volviendo al comienzo, al para qu reconstruir y hacer memoria.En primer lugar cada N.N. es alguien que tuvo una historia y form parte de una sociedad. El trabajo del EAAF

    plantea la importancia de conservar la dignidad humana, el respeto a la persona y la identidad que ella tena ms all de la muerte orgnica. Una persona por estar muerta no deja de tener un pasado y un ncleo social al que pertenece.

    El negarle la identificacin a un muerto sera negar su historia y el respeto que como persona se debe tener hacia l, as como restituirles el derecho y la posibilidad a sus familiares de realizar los rituales funerarios de acuer-do a su religin o de acuerdo a sus patrones socio-culturales. Familiares que han sido condenados a permanecer

  • en la incertidumbre sobre la suerte y el paradero de sus seres queridos. Pero adems, permite documentar objeti-vamente hechos de una aberracin tal que, con el transcurso del tiempo, pueden llegar a resultar inverosmiles o sujetos a revisionismos no siempre inocentes. La separacin de cuerpo e identidad producida por el accionar del Estado fue tan grave y con resultados tan enormes que nuestro objetivo es colaborar para que ese resultado no sea definitivo.

    En segundo lugar, los hallazgos de las investigaciones se suministran a las instituciones judiciales y/o ins-tancias de investigacin relevantes. Desde sus primeras investigaciones en Argentina, hace veintids aos, el EAAF ha presentado evidencia cientfica y actuado como perito en tribunales locales e internacionales, y en otros mbitos de investigacin, contribuyendo a la bsqueda de justicia de los responsables y al reconocimiento pblico de estos delitos.

    El trabajo desde el Estado

    En la Ciudad de Buenos Aires existieron siete centros clandestinos de detencin (Garage Azopardo, el Club Atltico, Virrey Ceballos, ESMA, Olimpo, Orletti y Superintendencia Federal); siete lugares acondicionados y pre-parados para tal fin, y sin contabilizar las comisaras de la Polica Federal que muchas veces funcionaron como lugares transitorios de reclusin clandestina de detenidos.

    Insisto en que el conocimiento de su existencia solo fue posible por el testimonio de los sobrevivientes, quienes, en plena dictadura, comenzaron a realizar sus denuncias en el exterior y luego en todas las instancias judiciales que fueron presentndose en nuestro pas.

    Desde el retorno a la democracia, grupos de sobrevivientes y organismos de derechos humanos han recla-mado por la recuperacin y/o expropiacin de estos sitios para constituirlos como testimonio y prueba material de lo sucedido en el pas.

    Durante el ao 2002 en la Ciudad de Buenos Aires se comenz a trabajar desde el rea de derechos huma-nos en la recuperacin de algunos de los centros clandestinos de detencin, pues se consider que, independien-temente de la posibilidad de aplicar sanciones a los autores de crmenes de lesa humanidad, quedaba subsistente el derecho de los familiares y de la sociedad toda a la efectiva averiguacin y conocimiento de la verdad. Esto era sencillamente cumplir con el compromiso que nuestro pas asumi al suscribir tratados internacionales y que las disposiciones contenidas en ellos se conviertan en derecho interno, y an ms, las incorpor en 1994 a la Constitucin Nacional a travs del art. 75 inc. 22.

    Por estos tratados los crmenes cometidos en nuestro pas se enmarcan en crmenes de lesa humanidad y los Estados, a raz de estos crmenes, tienen entre otras obligaciones las de investigar y dar a conocer los hechos que se puedan establecer fehacientemente. Lamentablemente, a pesar de haber transcurrido veintitrs aos de democracia, es muy poco lo que se ha trabajado desde el Estado en la investigacin de lo sucedido, salvo excep-ciones relacionados ms con compromisos individuales que con una poltica de Estado (me refiero, por ejemplo, al equipo que viene trabajando desde hace aos en el rea de la CONADEP).

    Se comenz trabajando en la recuperacin del Club Atltico, tarea que se vio facilitada por encontrarse el sitio en terrenos pertenecientes a la Ciudad de Buenos Aires.

    En la actualidad se est trabajando en la recuperacin de tres de estos sitios, un cuarto est en proceso de expropiacin, un quinto fue aprobado por una ley para expropiarlo y los dos restantes continan perteneciendo a la Polica Federal.

    Muchos de estos centros funcionaron en edificios que hoy continan en pie. Si bien la ESMA fue el ms co-nocido nacional e internacionalmente, lo que de alguna forma lo ha transformado en un smbolo del terrorismo de

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    Estado, los restantes, enclavados en distintos barrios de nuestra ciudad, son marcas que nos muestran la coexis-tencia de un accionar oculto, ilegal, clandestino y la vida visible, cotidiana de sus habitantes.

    Para encarar las tareas de recuperacin, en la mayora de los casos, se constituyeron comisiones de trabajo, para cuya integracin se convoc, desde un principio, a los organismos de derechos humanos, a organizaciones sociales y barriales, a sobrevivientes y a familiares de detenidos-desaparecidos en los diversos CCD. Entenda-mos que la participacin de los involucrados y de los sectores comprometidos en la recuperacin de estos sitios, era imprescindible para pensar y tomar decisiones de qu hacer en el lugar.

    Cada uno de ellos es un caso particular, con su propia historia, sus propios protagonistas y con interacciones diferentes entre los grupos barriales organizados de cada lugar.

    Concebir de esta manera el trabajo lo transforma en una tarea lenta, pero pensamos que es fundamental la bsqueda de consensos pues la imposicin desde el Estado, o de unos pocos, de un modelo de recuperacin o de lo que se debe contar all, corre el riesgo de transformar la memoria - construccin colectiva del pasado pero desde el presente y hacia el futuro- en una versin oficial y petrificada de la misma.

    En el caso del Club Atltico, la Comisin de Trabajo y Consenso acord, desde un inicio, efectuar un trabajo de recuperacin arqueolgica de la totalidad del lugar y de reconstruccin histrica documental y testimonial. A su vez, se plante la construccin de un Centro de Interpretacin, fuera del sitio, donde se conecte memoria y lugar, donde se transmita y explique lo sucedido all durante la dictadura militar en la Argentina.

    Para ello, se trabaja sobre dos ejes:1. Reconstruccin de la historia del Club Atltico- Historia del edificio.- Funcionamiento y metodologas del accionar represivo.- Descripcin de los usos de las distintas reas del centro clandestino.- Elaboracin del listado de represores del Club Atltico.- Relevamiento de testimonios de los vecinos del lugar.2. Recuperacin y reconstruccin de la identidad de las vctimas secuestradas en el Club

    Atltico- Relevar la cantidad de personas secuestradas en el CCD.- Actualizar el listado de sobrevivientes.- Establecer la identidad de los desaparecidos vistos.- Realizar la nmina de asesinados.- Construccin de un archivo biogrfico testimonial y documental y de un archivo fotogrfico.

    Partimos de un listado base confeccionado por los sobrevivientes que lo venan reconstruyendo desde el ao 84 y que contaba con un total de setenta y un liberados, noventa y nueve desaparecidos vistos en el CCD, sesenta y tres posibles de haberlo estado y dos asesinados.

    El trabajo se basa en el anlisis de fuentes escritas y fundamentalmente, con entrevistas a sobrevivientes, familiares y ex militantes. Cualquier informacin por ms irrelevante que pueda parecer, un apodo, una direccin, una caracterstica fsica, datos de militancia, nos van aproximando a una identidad. Se arm una base de datos con los nombres, apellidos, edades, profesiones u ocupaciones y militancia de personas vistas u odas en el Club Atltico que fueron liberadas o permanecen como desaparecidas. Hoy esta base cuenta con los nombres de ciento veinticuatro personas liberadas, doscientas quince que permanecen desaparecidas, sesenta y una posibles de haberlo estado y diez asesinados.

    Y vuelvo nuevamente al para qu.Recuperar los sitios que funcionaron como centros clandestinos de detencin no implica solo recuperar los

  • edificios y transmitir lo sucedido en ellos sino que a travs de la investigacin, se contribuya al esclarecimiento del funcionar represivo, se llegue a identificar a sus responsables directos y fundamentalmente, poder devolver la identidad, saber qu fue de cada secuestrado, a dnde fue llevado y quin era. Informacin importantsima para los familiares pero tambin para lograr justicia.

    Recuperar centros clandestinos, entonces, conlleva la tarea que esos registros que conforman las bases de desaparecidos, no sean solo un nmero o un nombre, sino que permita reconstruir una poca, formas de pensar, ideales y compromisos, no victimizando a los detenidos-desaparecidos y/o asesinados sino dndole un contenido a sus muertes. En cierto sentido, permitir que los desaparecidos aparezcan como seres humanos, con una historia, con un pasado y que, con sus aciertos y errores, fueron asesinados por sus ideales, por pensar de una manera diferente y en una sociedad distinta.

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    Experiencia chilena sobre construccin de sitios de memoria*

    I. Introduccin Los gobiernos democrticos de Chile han desarrollado una poltica de derechos humanos basada en tres

    principios fundamentales: la bsqueda de la verdad, la justicia y la reconciliacin. Por esta razn, una de las primeras iniciativas adoptadas luego del retorno a la democracia, fue la convo-

    catoria de la Comisin Nacional de Verdad y Reconciliacin (1990), denominada tambin Comisin Rettig, cuyo Informe Final permiti a la sociedad chilena conocer una realidad negada insistentemente durante el perodo de la dictadura militar: la violacin sistemtica de los derechos humanos en nuestro pas. A partir de la divulgacin de dicho informe se tom conciencia sobre el derecho irrenunciable de los familiares de las vctimas de conocer el paradero y las circunstancias de desaparicin o muerte de sus seres queridos, y tambin sobre el imperativo tico que tiene el Estado de enfrentar las tareas an pendientes en materia de verdad, justicia y reparacin.

    Las recomendaciones del Informe Final de la Comisin Rettig se recogieron en la Ley N 19.123, que cre la Corporacin Nacional de Reparacin y Reconciliacin (1992), la que estuvo a cargo de dar cumplimiento a esas recomendaciones.

    Posteriormente, al finalizar el mandato de la Corporacin de Reparacin y Reconciliacin, se cre el Pro-grama de Derechos Humanos del Ministerio del Interior (1997), cuyo objetivo es proseguir con las propuestas e iniciativas del Informe Rettig y tambin con las acordadas por la Corporacin Nacional de Reparacin y Reconci-liacin.

    El Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior desarrolla una incansable actividad en torno a cuatro objetivos principales:

    1. Alcanzar el reconocimiento ms pleno posible de aquella parte de la verdad que an falta por saber, y cuyo logro representa un imperativo tico: la ubicacin de las personas detenidas-desaparecidas y de las personas ejecutadas, as como el esclarecimiento de las circunstancias de dicha desaparicin o muerte.

    2. Persistir en una poltica que garantice la independencia y eficacia de los tribunales competentes en la bsqueda de la justicia, en la aplicacin de la ley y en la interpretacin de sta. El Informe Rettig estableci como premisa necesaria para la reconciliacin nacional el cumplimiento de dos supuestos bsicos: lograr la verdad y la justicia en materia de violaciones a los derechos humanos. En l podemos leer que El establecimiento de la verdad y la justicia, en cuanto stas pueden conseguirse a travs de los tribunales, constituyen los pilares a partir de los cuales puede construirse una sociedad reconciliada. Pero no son suficientes por s mismos para lograrlo. Ello requiere adems el reencuentro de los diferentes sectores sociales afectados. La verdad debe ser imparcial, completa y objetiva, de manera de formar conviccin en la conciencia nacional acerca de cmo ocurrieron los hechos y cmo se afect indebidamente la honra y la dignidad de las personas.

    3. Profundizar y mejorar las medidas de reparacin que se han aplicado hasta ahora, y complementarlas

    * Lic. Pamela Mewes, Investigadora del Departamento de Estudios del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior de Chile. Responsable del rea de Memoriales.

  • en caso de vacos o de situaciones que ameriten ser consideradas, a travs de avances en los requerimientos sociales de las vctimas y sus familiares.

    4. Lograr, a travs de iniciativas legislativas y de acciones institucionales, la prevencin de las violaciones a los derechos fundamentales, fomentando una cultura de respeto de los derechos humanos y la adopcin de medidas de reparacin simblica que estn muy relacionadas con el tema de los sitios de memoria que hoy da nos convoca.

    II. Reparacin simblica y sitios de memoria

    Durante muchos aos, las organizaciones de derechos humanos, especialmente las agrupaciones de familia-res de detenidos desaparecidos y ejecutados polticos y diferentes fuerzas sociales del pas, lucharon por construir smbolos de memoria. Surgieron as diferentes iniciativas de base que tuvieron como resultado la instalacin de cruces, memoriales, placas recordatorias en hospitales, universidades, plazas y salas de clase, como una forma de evocar la memoria de las vctimas. El Programa de Derechos Humanos realiz un catastro de estos gestos de memoria, originados en iniciativas particulares, y lleg a contabilizar cerca de doscientos en todo el pas.

    Este anhelo de reparacin simblica qued plasmado en el Informe Rettig, que seala en su captulo sobre Recomendaciones de reivindicacin y reparacin simblica que: El Estado puede encabezar gestos y crear smbolos que le otorguen sentido nacional a la reparacin y prosigue ms adelante: Sera de esperar que en el plazo ms prudente, la autoridad tenga a bien disponer las medidas y recursos necesarios para dar lugar a pro-yectos culturales y simblicos destinados a reivindicar la memoria de las vctimas en forma individual y colectiva, estableciendo nuevas bases para la convivencia social y una cultura ms cuidadosa y respetuosa de los derechos humanos, que nos asegure que actos violatorios de tanta gravedad para la vida no sern cometidos en el futuro.

    El primer hito importante en la consecucin de este objetivo fue la construccin del Memorial de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Polticos del Cementerio General de Santiago. Es el Memorial ms emblemtico y el primero que fue financiado con fondos pblicos procedentes del Ministerio del Interior. Se construy por iniciativa de la Agrupacin de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Polticos y tiene carcter nacional, pues en l se incluyeron los nombres de las vctimas de todo el pas.

    Para llevarlo a cabo se conform un grupo de trabajo encabezado por el entonces Subsecretario del Interior, hoy Ministro del mismo ramo, seor Belisario Velasco, y los artistas Claudio Di Girlamo, Nemesio Antnez y Francisco Gacita.

    A partir de esta primera experiencia, el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, en estre-cha colaboracin con las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados polticos, adems de diversas organizaciones sociales, y con el apoyo de muchas instituciones, especialmente las municipalidades y gobiernos regionales, ha desarrollado una intensa labor con el fin de colocar el tema de la memoria histrica en el espacio pblico.

    Los memoriales tienen un enorme valor reparatorio para los familiares, pues se han transformado en luga-res solemnes de homenaje y recuerdo de los seres queridos. En ellos se reconocen los dolores y las prdidas sufridas en el pasado. A su vez, son un testimonio pblico sobre los hechos ocurridos entre 1973 y 1990, por lo que cumplen una funcin importantsima en el mbito de la educacin en derechos humanos. La memoria que evocan permite crear conciencia sobre las graves violaciones a los derechos humanos y traspasarla a las nuevas generaciones, recordar lo sucedido para que nunca ms se vuelva a repetir.

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    III. Aspectos prcticos de la construccin de memoriales con financiamiento estatal La historia sobre la asignacin de fondos al Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior para la

    construccin de obras de reparacin simblica se inici el ao 2002, y en un principio los montos fueron modestos. Ms adelante, el Presidente Ricardo Lagos Escobar tom la decisin de reforzar la labor del Programa y aument dichos fondos, lo que qued plasmado en su mensaje No hay Maana sin Ayer en el mes de agosto de 2003. Ello signific un aumento significativo del presupuesto para la construccin de memoriales. Esta poltica ha continuado desarrollndose en el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet Jeria.

    La construccin de memoriales como poltica pblica contempla tres elementos principales: la participacin de la sociedad civil, la institucionalidad y el financiamiento.

    Participacin de la sociedad civil

    La reparacin no es solo una obligacin del Estado, es tambin un derecho ciudadano y en ese sentido la par-

    ticipacin es una forma de reparacin. La construccin de memoriales involucra una serie procesos participativos de carcter social, poltico, cultural e incluso psicolgico. En ellos se reviven recuerdos, emociones, reencuentros y una intensa actividad que se transforma en una instancia educativa para todos los actores, tanto del mbito pblico como privado.

    El Programa de Derechos Humanos desarrolla su labor en conjunto y especialmente, con las agrupaciones de familiares de vctimas y con organizaciones de derechos humanos ms amplias que las incluyen. Se tiene un registro de alrededor de treinta organizaciones a lo largo del pas, constituidas con personalidad jurdica, desde Arica a Punta Arenas.

    Institucionalidad

    a. Programa de Derechos Humanos Ministerio del Interior El primer paso para construir un memorial con participacin de fondos del Estado, es hacer llegar una soli-

    citud formal por escrito al Programa a nombre de la organizacin respectiva. Esta debe disponer de personalidad jurdica. Generalmente, se utiliza la figura legal de la Organizacin Comunitaria Funcional inscrita en la munici-palidad de la comuna donde se va a construir el memorial. Estas tienen un estatuto tipo para su funcionamiento y obtienen personalidad jurdica otorgada por la propia municipalidad mediante un trmite bastante expedito. La organizacin debe obtener adems, un RUT (Rol nico Tributario) en el Ministerio de Hacienda y abrir una cuenta de ahorro bipersonal en el BancoEstado o en otro banco a nombre de la organizacin, en la cual el Ministerio del Interior depositar los fondos destinados a la construccin del memorial.

    Habitualmente las agrupaciones acompaan la solicitud con un proyecto artstico y arquitectnico ya elabo-rado por parte de profesionales que ellas mismas han contactado previamente, y que han logrado interpretar sus expectativas respecto del diseo del memorial.

    Los proyectos se evalan a partir de ciertos criterios bsicos tales como: el nmero de vctimas calificadas a las que se desea rendir homenaje a travs de un memorial, la existencia o no de otras obras con los mismos objetivos en el lugar escogido, la calidad artstica y el uso de materiales nobles que aseguren su perdurabilidad. Asimismo, se prefiere que los monumentos se construyan en espacios abiertos para el recuerdo y la memoria de toda la comunidad.

  • En aquellos casos en que no existe un diseo arquitectnico u artstico, el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior ha mandatado y financiado, por medio de la suscripcin de convenios, a la Direccin de Arquitectura del Ministerio de Obras Pblicas para convocar a concursos de arte pblico, con el fin de elegir el diseo del memorial. Hasta el momento se han realizado cinco concursos de este tipo. En estos casos las agru-paciones tambin participan activamente en la elaboracin de las bases de los concursos y se las integra como miembros del jurado.

    b. Municipalidades El otro paso importante es la autorizacin de la municipalidad respectiva para instalar el memorial en algn

    espacio pblico (Bien Nacional de Uso Pblico) dentro de los lmites de su comuna. Puede ser una plaza, calle, parque, bandejn central de una avenida, etc. Esta autorizacin debe ser otorgada por el Concejo Municipal y formalizada a travs de un decreto municipal.

    En muchas ocasiones, con el acuerdo y a veces a solicitud de las propias agrupaciones solicitantes, el Minis-terio del Interior ha transferido los fondos directamente a la respectiva municipalidad, la que se encarga de licitar la obra y supervisar la construccin. Esta alternativa representa una buena solucin, pues las municipalidades cuentan con equipos tcnicos capacitados en materia de construccin de obras municipales.

    c. Consejo de Monumentos Nacionales Una vez obtenida la autorizacin municipal se debe presentar el proyecto al Consejo de Monumentos Na-

    cionales, organismo tcnico que depende directamente del Ministerio de Educacin, el que en definitiva autoriza la instalacin de monumentos pblicos (categora a la que pertenecen los memoriales) en los espacios pblicos. Para ello es preciso presentar al Consejo los siguientes antecedentes:

    1. Croquis del diseo arquitectnico y artstico del proyecto del memorial firmado por el artista o arquitecto que elabor el diseo.

    2. Especificaciones tcnicas del proyecto firmadas por un profesional, generalmente ingeniero, que se hace responsable de las mismas.

    3. Plano de emplazamiento del memorial. Corresponde al lugar de ubicacin del memorial y a las calles ad-yacentes. Se puede obtener en la propia municipalidad una vez otorgado el lugar.

    4. Autorizacin municipal para instalar el memorial en un determinado espacio pblico. De acuerdo a la ley sobre monumentos nacionales, una vez construidos, son los municipios los responsables

    de su mantenimiento.

    Financiamiento En la mayora de los casos, los memoriales se han financiado con recursos del Ministerio del Interior, pero

    tambin existen ejemplos de financiamiento compartido, donde las propias agrupaciones hacen sus aportes y tambin las municipalidades, los gobiernos regionales a travs de los Fondos de Desarrollo Regional y algunas empresas pblicas.

    Como se puede apreciar, la construccin de memoriales exige una ardua labor de gestin. Para la transpa-rencia en la asignacin de los fondos pblicos deben cumplirse mltiples requisitos: determinacin del lugar de construccin, obtencin de los permisos correspondientes, tanto municipales como del Consejo de Monumentos

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    Nacionales, obtencin de financiamiento, suscripcin de convenios para el traspaso de los fondos entre el Ministe-rio del Interior y las agrupaciones o las municipalidades, coordinacin de todas las instancias en caso de financia-miento compartido y las rendiciones de cuentas sobre el uso de los fondos, con lo que se cierra el ciclo.

    En todas estas fases el Programa de Derechos Humanos entrega su apoyo, asesora tcnica y de gestin, con el fin de cumplir con nuestro compromiso para que en todos los lugares donde ocurrieron graves violaciones a los derechos humanos podamos disponer de un espacio en homenaje a nuestras vctimas y un lugar para la memoria.

    Proyectos construidos con apoyo del programa aos 2002-2006

    Memorial de Pisagua - Memorial de los Prisioneros Fusilados de Pisagua (Financiado con Fondos Regio-nales)- Cementerio de Pisagua Comuna de Huara

    Regin de Tarapaca

    Memorial de Tocopilla En Homenaje a los Mrtires de la Dictadura Militar Cuarta Poniente s/n Plaza frente al Cementerio - Municipal de Tocopilla - Comuna de Tocopilla - Regin de Antofagasta

    Memorial de Calama Memorial Parque para la Preservacin de la Memoria Histrica de Calama Kilmetro 15 camino a San Pedro de Atacama -Comuna de Calama - Regin de Antofagasta

    Memorial La Serena Memorial en Homenaje a los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Polticos de la IV Regin - Parque Pedro de Valdivia de La Serena

    Comuna de La Serena - Regin de Coquimbo Memorial Cementerio General de Santiago - Memorial del Detenidos Desaparecido y Ejecutado Poltico Av. Profesor Alberto Zaartu 951- Comuna de Recoleta - Regin Metropolitana

    Villa Grimaldi Museo Autodirigido Villa Grimaldi Incluy: Sala de Archivo y Difusin, Restauracin de Maque-ta, Pgina Web y Sealtica.

    Jos Arrieta N 8.401 - Comuna de Pealoln - Regin Metropolitana

    Memorial de Pealoln Memorial Construyendo la Historia con la Memoria de Nuestros Mrtires Plaza Los Mrtires de Pealoln - Calle Ictinos con Avenida Grecia -Comuna de Pealoln Regin Metropolitana

    Memorial de Talca Memorial de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Polticos de Talca (Financiado con Fondos Regionales) - Cementerio Municipal de Talca

    Comuna de Talca - Regin del Maule

    Memorial de Linares Memorial en Homenaje a los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Polticos de Lina-res - Plaza de Armas de Linares -Comuna de Linares - Regin del Maule

  • Memorial de Los Angeles Memorial de los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Polticos de Los Angeles - Bandejn Central de la Avenida Ricardo Vicua, esquina Blanco Encalada - Comuna de Los Angeles

    Regin del Bio Bio Memorial de Coronel Memorial de los Derechos Humanos de Coronel Plaza de Armas de Coronel Comuna de Coronel - Regin del Bio Bio

    Memorial de Chihuo Memorial de Violaciones a los Derechos a la Vida, Vctimas de Chihuo Localidad de Chabranco -Comuna de Futrono - Regin de los Lagos

    Memorial de Osorno Memorial de la Paz Esquina calles Martnez de Rosas y Mackenna -Comuna de Osorno - Regin de los Lagos

    Memorial de Chaitn Memorial de los Detenidos Desaparecidos de la Provincia de Palena Plaza de Armas de Chaitn - Comuna de Chaitn - Regin de los Lagos

    Memorial de Punta Arenas Memorial Escultrico de los Derechos Humanos de Punta Arenas Cementerio Municipal de Punta Arenas -Comuna de Punta Arenas Regin de Magallanes y la Antrtica chilena

    Durante el ao 2006 se encuentran en proceso de construccin los siguientes proyectos:

    Proyectos en construccin con apoyo del programa ao 2006

    Villa Grimaldi Proyecto Nuevo Acceso para Villa Grimaldi Villa Grimaldi -Avenida Arrieta N 8.401- Comuna de Pealoln - Regin Metropolitana Villa Grimaldi Proyecto Testimonio Rieles de la Baha Quintero Villa Grimaldi -Avenida Arrieta N 8.401- Comuna de Pealoln - Regin Metropolitana

    Memorial de La Legua Memorial Conjunto Escultrico en Homenaje a los Cados en la Dictadura en la Poblacin La Legua Entre calles Alcalde Pedro Alarcn, Los Copihues, Pasaje Antrtica y Comandante Riesle- Comuna de San Joaqun - Regin Metropolitana

    Memorial de Valparaso Monumento a los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Polticos por la Dictadura Militar, 11 septiembre 1973 - 10 marzo 1990

    Bandejn central de Avenida Brasil con Rodrguez -Comuna de Valparaso - Regin de Valparaso

    Memorial de Chilln Memorial Parque de la Meditacin de Chilln Bandejn central de Avenida Brasil, entre Libertad y Bulnes -Comuna de Chilln - Regin del Bio Bio

    Memorial de Santa Brbara Memorial Puente QuilacoAcceso Norte del Puente Quilaco - Comuna de Santa Brbara - Regin del Bio Bio

  • :

    El Programa de Derechos Humanos ha encargado a la Direccin de Arquitectura del Ministerio de Obras

    Pblicas, y en el caso de Valparaso a la Municipalidad de esa ciudad, los siguientes Concursos de Arte Pblico destinados a elegir el diseo arquitectnico y artstico de los memoriales:

    Concursos de Arte financiados por el programa para elegir diseos de memoriales

    Concurso de Arte Un Lugar para la Memoria Memorial de Paine Nuevo Acceso Sur a Santiago en enlace con Avenida 18 de SeptiembreComuna de Paine - Regin Metropolitana

    Concurso de Arte Monumento a las Mujeres Vctimas de la Represin Bandejn central de Avenida Bernardo OHiggins, sobre estacin de metro Los Hroes. Comuna de Santiago - Regin Metropolitana

    Concurso de Arte Un Lugar para la Memoria de Parada, Nattino y Guerrero Kilmetro 18 de Amrico Vespucio Nor PonienteComuna de Renca - Regin Metropolitana

    Concurso de Arte Monumento a los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Polticos por la Dictadura Militar, 11 septiembre 1973 10 marzo 1990

    Bandejn central de Avenida Brasil con Rodrguez Comuna de Valparaso - Regin de Valparaso

    Concurso de Arte Memorial Parque de la Meditacin de Chilln Bandejn central de Avenida Brasil, entre Libertad y Bulnes Comuna de Chilln - Regin del Bio Bio

    Concurso de Arte Memorial en Homenaje a las Vctimas de la Represin de Villarrica, Pucn, Curarrehue, Coaripe y Liquie

    Puente Rodrigo Bastidas sobre el ro Toltn Comuna de Villarrica - Regin de la Araucania

    Una vez ms agradecemos la cordial invitacin de la seora Judith Said, Coordinadora General del Archivo Nacional de la Memoria, de la Secretara de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Argentina al Encuentro Nacional de Sitios de Memoria y poder exponer nuestra experiencia. Presentamos nuevamente nuestras excusas por no haber podido asistir, aunque esperamos prontamente poder visitarlos.

  • Memoria y reflexividad: la poesa despus de Auschwitz *1

    Haba aprendido sin esfuerzo el ingls, el francs, el portugus, el latn. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar.

    Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no haba sino detalles, casi inmediatos.

    La recelosa claridad de la madrugada entr por el patio de tierra. Funes el memorioso, J. L. Borges

    En los ltimos aos, deberamos estudiar por qu en ese lugar en el tiempo, el tema de la memoria ha sido motivo de reflexin acadmica. No hay congreso de ciencias sociales donde no se arme una mesa sobre memoria de los 70.

    Sin duda, estas experiencias habilit