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El Cotidiano 149 17 Federico A. Ling Sanz Cerrada* La política mexicana, a manera de introducción E l papel de la política en México ha tomado un lugar cada vez más im- portante dentro de nuestra sociedad. La política y sus razones van marcan- do con mayor profundidad las deci- siones, acciones y el rumbo que nuestro país adquiere paso a paso en su camino y desarrollo. Dentro de este sistema político, social y económico, los partidos polí- ticos se han constituido como un fac- tor importante que marca la evolución de las esferas de lo público. En la incipiente democracia mexi- cana, cada vez más actores adquieren un rol fundamental en el desarrollo de El PAN en la coyuntura actual. Una mirada desde dentro ¿Por qué el PAN es catalogado como un partido de derecha, si su doctrina dista de serlo? La respuesta es simple: una cosa es la doctrina que el partido adopta y otra muy diferente aquella que adoptan sus militantes y aquella que sus miembros activos predican. Los pilares del humanismo pueden tener tintes de centro izquier- da, pero las personas que militan activamente en Acción Nacional corresponden y encajan en otro perfil, más conservador, y por lo tanto son catalogados como per- sonas de la derecha. No se está diciendo que no lo sean, simplemente, habría que entender entonces la diferencia entre la persona y la institución. * Licenciado en Ciencia Política y Adminis- tración Pública, UIA Santa Fe. la vida pública de nuestra nación. Tal es el caso de las organizaciones no gu- bernamentales, las asociaciones civiles, la Iglesia, las fuerzas armadas y los medios de comunicación. Nadie podría dudar de la impor- tancia de dichos actores en la transi- ción a la democracia, en la apertura y liberalización del sistema político y la inclusión de nuevas voces a la dinámica nacional. No obstante, cabe mencionar que hay aspectos que requieren de una evaluación profunda, pues los mismos actores que han permitido tantas liber- tades, también han monopolizado otras tantas, como el propio acceso a la in- formación, los mercados comunicacio- nales, el mercantilismo con que actúan y su conformación como poderes fácticos dentro del sistema sociopolí- tico mexicano. A ello debiera añadír- sele el estudio e impacto de la cultura como una mera mercancía. En México, la política ha sido uno de los principales medios y herra- mientas para articular al país en su conjunto. Ha sido la política la encar- gada de conducir diversos aspectos de la vida nacional, entre los cuales se puede encontrar a la economía, la organización social, y en muchas oca- siones, el sustento ideológico que formó múltiples personas a lo largo de las generaciones. Resulta importante mencionar que, después de setenta años en los cuales un partido político que iba más allá de una simple institución, para ser una organización que daba forma al sistema mexicano, gobernó de forma autoritaria a nuestro país, vino la al- ternancia política. Desde varios años antes, el siste- ma político encabezado por el Parti- do Revolucionario Institucional (PRI), que antes había sido Partido de la Re-

El Pan en La Coyuntura Actual Federico Ling Sanz

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  • El Cotidiano 149 17

    Federico A. Ling Sanz Cerrada*

    La poltica mexicana, amanera de introduccin

    E l papel de la poltica en Mxicoha tomado un lugar cada vez ms im-portante dentro de nuestra sociedad.La poltica y sus razones van marcan-do con mayor profundidad las deci-siones, acciones y el rumbo quenuestro pas adquiere paso a paso ensu camino y desarrollo.

    Dentro de este sistema poltico,social y econmico, los partidos pol-ticos se han constituido como un fac-tor importante que marca la evolucinde las esferas de lo pblico.

    En la incipiente democracia mexi-cana, cada vez ms actores adquierenun rol fundamental en el desarrollo de

    El PAN en la coyuntura actual.Una mirada desde dentro

    Por qu el PAN es catalogado como un partido de derecha, si su doctrinadista de serlo? La respuesta es simple: una cosa es la doctrina que el partido adoptay otra muy diferente aquella que adoptan sus militantes y aquella que sus miembrosactivos predican. Los pilares del humanismo pueden tener tintes de centro izquier-da, pero las personas que militan activamente en Accin Nacional corresponden yencajan en otro perfil, ms conservador, y por lo tanto son catalogados como per-sonas de la derecha. No se est diciendo que no lo sean, simplemente, habra queentender entonces la diferencia entre la persona y la institucin.

    * Licenciado en Ciencia Poltica y Adminis-tracin Pblica, UIA Santa Fe.

    la vida pblica de nuestra nacin. Tales el caso de las organizaciones no gu-bernamentales, las asociaciones civiles,la Iglesia, las fuerzas armadas y losmedios de comunicacin.

    Nadie podra dudar de la impor-tancia de dichos actores en la transi-cin a la democracia, en la apertura yliberalizacin del sistema poltico y lainclusin de nuevas voces a la dinmicanacional. No obstante, cabe mencionarque hay aspectos que requieren de unaevaluacin profunda, pues los mismosactores que han permitido tantas liber-tades, tambin han monopolizado otrastantas, como el propio acceso a la in-formacin, los mercados comunicacio-nales, el mercantilismo con que actany su conformacin como poderesfcticos dentro del sistema sociopol-tico mexicano. A ello debiera aadr-sele el estudio e impacto de la culturacomo una mera mercanca.

    En Mxico, la poltica ha sido unode los principales medios y herra-mientas para articular al pas en suconjunto. Ha sido la poltica la encar-gada de conducir diversos aspectosde la vida nacional, entre los cualesse puede encontrar a la economa, laorganizacin social, y en muchas oca-siones, el sustento ideolgico queform mltiples personas a lo largode las generaciones.

    Resulta importante mencionarque, despus de setenta aos en loscuales un partido poltico que iba msall de una simple institucin, para seruna organizacin que daba forma alsistema mexicano, gobern de formaautoritaria a nuestro pas, vino la al-ternancia poltica.

    Desde varios aos antes, el siste-ma poltico encabezado por el Parti-do Revolucionario Institucional (PRI),que antes haba sido Partido de la Re-

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    volucin Mexicana (PMR) y Partido Nacional Revoluciona-rio (PNR) en su fundacin, se haba dado a la tarea de co-menzar la liberalizacin del sistema.

    Conviene hacer la aclaracin de que, una transicin a lademocracia no puede ser lo mismo que la liberalizacin de unsistema autoritario. La rendicin de ciertos patrones autorita-rios para dar paso a mayores libertades polticas puede enten-derse como una forma de soltar las amarras de aquellossectores y personas que no encuentran su cauce por las vas ylos medios tradicionales, y que no encuentran representacinalguna en las instituciones legalmente constituidas.

    La liberalizacin del sistema poltico mexicano, deriva-do de los conflictos de 1968 y 1971 denominados comoGuerra Sucia, en los que varios estudiantes e individuosperdieron la vida a manos de la fuerza armada, so pretextode romper el orden pblico, caus grandes heridas al en-tonces sistema que lo controlaba casi todo.

    Sobrevinieron cambios importantes con el presidenteLpez Portillo, especialmente en materia electoral, y a ellole siguieron cambios profundos al sistema. Cabe aclarar queno todo fue terso como se esperaba. Las turbulencias eco-nmicas como la nacionalizacin de la banca, las profundascrisis, la inflacin galopante de tres dgitos, afectaron demanera severa a los mexicanos.

    El sistema poltico mexicano enfrent retos difciles ylas vicisitudes de la economa afectaron gravemente al en-torno poltico. La clase gobernante en nuestro pas fue for-mndose y renovndose poco a poco en el mismo seno ysobre los auspicios en los cuales todos ellos fueron forjados.

    Las reformas del presidente Salinas y del presidenteZedillo contribuyeron en gran medida a la liberalizacindel sistema, dejando salir un poco la presin que estabamermando la legitimidad del sistema.

    Ante la crisis de legitimidad de Salinas, el Partido Ac-cin Nacional (PAN) se vio ante la difcil disyuntiva de con-vertirse en oposicin beligerante y poco propositiva, o bienactuar de manera responsable, sin negar el costo poltico ymoral que ello le acarre. Opt por lo segundo.

    Aunado a ello, vinieron cambios importantes, especial-mente en materia de libertad de cultos, el restablecimientode las relaciones diplomticas con la Santa Sede y el recono-cimiento jurdico a las iglesias, especialmente a la catlica,cuya membresa llega casi al 90% de la poblacin mexicana.

    En la transicin de 1994 sobrevino de igual manera elerror de diciembre, nombre que le fue dado a una de lasmayores crisis econmicas que ha sufrido nuestra nacin.Posteriormente, hubo tambin reformas importantes, comola creacin del Instituto Federal Electoral, cuya aparicin

    hizo quitar de las manos de la Secretara de Gobernacinel control del aparato electoral. Lo anterior, legitimaba alsistema al ser un rgano ciudadano quien se encargara deorganizar las elecciones.

    Posteriormente, la crisis poltica y econmica derivadadel rescate bancario, a la que se la apod FOBAPROA por serlas siglas del Fondo Bancario de Proteccin al Ahorro, endonde una vez ms el PAN tuvo que elegir en una difcildecisin, optando por votar a favor del FOBAPROA en elCongreso de la Unin, permitiendo de esa manera el res-cate bancario por parte del gobierno, con el fin de evitar laquiebra de la banca mexicana.

    Lo anterior fue duramente criticado por la poblacin yutilizado por el resto de la oposicin poltica mexicana pararestar credibilidad a la alternativa de Accin Nacional rum-bo a la eleccin presidencial del ao 2000.

    Resulta un tanto obvio repetir lo sucedido en el ao2000 cuando Vicente Fox Quesada obtiene el triunfo elec-toral en la eleccin para Presidente de la Repblica el 2 dejulio, despojando por primera vez al partido oficial (PRI) dela primera magistratura poltica de Mxico. Con ello, vinie-ron entonces muchas expectativas grandes y, a la distancia,grandes decepciones de igual forma.

    Vicente Fox result un candidato idneo para la coyun-tura poltica del momento. Su imagen era la de un polticofuerte, capaz de tirar a un sistema poltico dinosurico yaejo, duro de roer y difcil de derrotar. No obstante, lo consi-gui. Cabe destacar que su campaa fue altamente meditica.

    Se hace un parntesis para hablar un poco sobre estacampaa meditica de Vicente Fox. Y para ello, sobra decirque los medios de informacin y de comunicacin masivaresultaron un elemento ideal para marcar una agenda deopinin pblica.

    La campaa meditica de Vicente Fox, dirigida en granmedida por Santiago Pando, quien se vio envuelto poste-riormente en escndalos de corrupcin provenientes desu suegra, Artemisa Aguilar, result muy efectiva. Hay quemencionar la direccin y el giro poltico que se le dio atravs del consultor estadounidense para campaas polti-cas Dick Morris.

    Como ejemplo de ello, se retoma lo sucedido en aquelMartes Negro, cuando Fox acu la hoy famosa frase dehoy, hoy, hoy, al exigir un debate entre los tres principalescontendientes a la Presidencia de la Repblica, FranciscoLabastida, Cuauhtmoc Crdenas y el propio Fox. La opi-nin pblica, en aquel momento, conden la aberracin yobstinacin de Fox, tildndolo de caprichoso y atrabancado.Sin embargo, el giro poltico o el spin que se le dio a tal

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    hecho, convirtindolo de error a virtud, deriv en una ima-gen positiva del candidato Fox. En una maniobra meditica,se logr convertir la obcecacin de Fox en una virtud deconstancia y de valenta, al afrontar cara a cara los retosque se le presentaban.

    La legitimidad como problema poltico

    La legitimidad poltica implica la capacidad de un sistemapoltico para generar y mantener la conviccin de que lasinstituciones polticas existentes son las ms convenienteso apropiadas para la sociedad1.

    Si se toma en cuenta la teora de sistemas de Easton parael anlisis poltico y se entiende el mtodo utilizado, los inputs,los outputs, el feedback etc., podemos inferir que la legitimidadpoltica est en funcin de cmo resuelve un sistema polticolos problemas a los que se enfrenta una sociedad2.

    Mientras el sistema poltico responda con mayor efica-cia a los problemas pblicos y sea capaz de resolverlos demanera satisfactoria, en esa medida el sistema poltico con-tar con una gran legitimidad. Si no resuelve los problemas,entonces tendr una crisis de legitimidad.

    Vale la pena recordar que varios autores mencionandos clases de legitimidad: la de origen y la de hecho. Lalegitimidad de origen se obtiene como fruto y producto deun proceso legal e institucional del cual deriva la autoridaddel gobernante, como puede ser la limpieza y contunden-cia en el triunfo electoral, la designacin por una autoridad,la herencia del trono, etc. La legitimidad de hecho, es decir,aquella que no es de origen, emana de los actos, decisionesy conductas del gobernante con la que consigue el soporte yel apoyo ciudadano para gobernar.

    Se puede entonces hablar de una legitimidad de jure yuna de facto. La legitimidad legal o de derecho es aquellaque coincide, en general, con la legitimidad de origen y lalegitimidad de hecho es aquella que se obtiene durante elproceso de gobierno.

    Cabe destacar que los dos tipos de legitimidad: de ori-gen (de jure) y de hecho (de facto) no son excluyentes. Pue-de haber una, u otra o ambas. En la prctica real, obtenerlos dos tipos de legitimidad suele ser muy difcil y costoso,sin embargo, supone prerrogativas muy importantes paragobernar en una democracia.

    Cuando no se tiene la legitimidad de origen se tiene quecrear la legitimidad de hecho. En el caso contrario, cuando se

    tiene la legitimidad de origen, es necesario conservarla y crearla legitimidad de hecho. En cualquier caso, el gobernante siem-pre necesitar la legitimidad para gobernar.

    Para ejemplificar los dos tipos de legitimidad, aquelladenominada de origen es la que se le otorg a Vicente FoxQuesada cuando fue electo Presidente de la Repblica. Sinimportar lo que vendra despus, nadie cuestion el hechode que el presidente de Mxico sera l y que, adems, habaganado limpiamente. Caso contrario sucede con el ex presi-dente Carlos Salinas de Gortari, que no tuvo una legitimidadde origen pues la percepcin ciudadana era que su eleccinno haba sido limpia y transparente, sino que haba habido ungran fraude electoral. Salinas lleg al poder con una legitimi-dad muy escasa, por no decir nula; no obstante, con las deci-siones que fue tomando en su administracin, consigui lalegitimacin de hecho ante los ciudadanos.

    Lo anterior hace suponer que, sin importar si el go-bernante cuenta o no con legitimidad de origen, resultams relevante si el gobernante es capaz de construirse unalegitimidad tal que le permita gobernar.

    La opinin pblica como mediode legitimacin poltica

    En distintas ocasiones y de diversos modos la opinin p-blica puede coadyuvar a que los gobiernos adquieran legiti-midad y obtengan el apoyo ciudadano que se requiere paragobernar. No es sencillo, sin embargo, pues en muchos ca-sos, cuando un gobierno no cuenta con la legitimidad deorigen que le otorgan las leyes y las instituciones constitui-das en un rgimen democrtico de gobierno, entonces, serecurre a la opinin pblica como medio de legitimacinpoltica.

    A travs de los medios de comunicacin, la opininpblica encuentra su cauce para ser difundida. Tambinmucho se ha mencionado sobre que no es lo mismo laopinin pblica que la opinin publicada. Aunque en algu-nos casos coinciden, en otros no. En algunas ocasiones unaes reflejo de la otra y viceversa, pero en otras, una puedediferir de la otra.

    Por lo anterior, resulta conveniente analizar lo que sig-nifica una y otra, pues la legitimacin poltica de un rgi-men, sistema o gobierno poltico encuentra un nicho deoportunidad idneo.

    De acuerdo con algunos autores, en especial aquellosque hablan del modelo de la espiral del silencio, la opininpblica tiene dos roles y puede ser vista desde dos puntosde vista.

    1 Lipset, 2001, p. 130.2 Easton, 2001, p. 229.

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    El primero de ellos concibe a la opinin pblica comoracionalidad, lo cual le da un carcter de instrumentalen la toma de decisiones democrticas. La opinin pblicacomo racionalidad es el juicio social alcanzado de algnasunto general o ciudadano, despus de que ha sido objetode una discusin pblica racional y consciente3.

    Por otro lado, la opinin pblica es vista como un me-canismo de control social, en donde su rol primordial espromover la integracin social y asegurar un nivel de con-senso suficiente en el cual las decisiones y los actos puedanestar basados4.

    En cualquiera de los dos casos que se han analizadoanteriormente, los conceptos de opinin pblica cumplencon un papel fundamental: influir en el raciocinio de laspersonas para crear ciertas percepciones de la realidad. Enun caso se utiliza de manera instrumental para la toma dedecisiones, y en el otro como forma de control social.

    A pesar de que ambos conceptos pueden sonar anta-gnicos o diferentes, tienen ingredientes comunes en elfondo de sus acepciones. Por tanto, resulta importante in-cluir en los estudios de la imagen de Felipe Caldern en losmedios de comunicacin durante sus primeros cien dasde gobierno los conceptos antes mencionados.

    Como ya se ha establecido anteriormente, la legitima-cin poltica puede encontrar una manera de subsistir siencuentra en la opinin pblica el consenso mnimo nece-sario para tomar decisiones y realizar acciones determina-das, tal como lo sugieren los autores Scheufele y Moy, arribamencionados.

    Resulta importante y necesario incluir en el anlisis delpresente estudio la forma en que la opinin pblica influyeen el proceso de legitimacin.

    Cabe destacar las consideraciones que hace Habermasal respecto de la opinin pblica, cuando dice que las insti-tuciones constitucionales de la democracia de masas esta-tal-social cuentan con una opinin pblica intacta, puestoque sta sigue siendo la nica base reconocida de la legiti-macin del dominio poltico5.

    La anterior aseveracin de Habermas sobre la opininpblica resulta muy clara al establecer la relacin entre lalegitimacin dominio poltico y la opinin pblica comoel canal para lograrlo.

    Ello se puede observar en distintos casos y en diferen-tes momentos. La opinin pblica ha servido como ele-

    mento de control social y de legitimacin. Un ejemplo deello fue el intento de desafuero del entonces Jefe de Go-bierno del Distrito Federal Andrs Manuel Lpez Obradoren 2004. Se moviliz intensamente a la opinin pblica paralegitimar al Jefe de Gobierno y para deslegitimar el intentode desafuero tindolo de cobarde, abusivo, etc.

    La opinin pblica, entonces, puede ser un instrumen-to muy poderoso para establecer lo que se estudi ante-riormente como control social. Se puede influenciar, eincluso, en un nimo ms radical, condicionar lo que laspersonas deben pensar, sentir o percibir frente a una de-terminada situacin.

    Los gobiernos saben, y deben tenerlo muy claro, el ins-trumento que representa la opinin pblica. Sin embargo,se debe considerar que, en algunas ocasiones, la opininpblica no es servil ni tampoco est a la orden del gobier-no. Los medios de comunicacin pueden estar o no subor-dinados al gobierno. Es decir, en muchos casos los mediosde comunicacin sirven para los fines gubernamentalesinstrumentales y de control y en otros, son los crticos msseveros del actuar gubernamental y ejercen un poder fcti-co y de presin que en ciertos casos puede convertirse enun poderoso chantaje para obtener beneficios cuantiososa su favor. En otras palabras, lo anterior resulta un arma dedoble filo.

    Habermas, ms adelante, menciona que el Estado mo-derno presupone como principio de su propia verdad lasoberana popular, y sta, a su vez, tiene que estar encar-nada por la opinin pblica. Sin esa atribucin, sin la sus-titucin de la opinin pblica como origen de todaautoridad de las decisiones obligatorias para todo elmundo, falta a la democracia moderna la sustancia de supropia verdad6.

    Lo que Jrgen Habermas ha establecido anteriormen-te es algo sumamente radical y duro de entender. Est di-ciendo, en pocas palabras que, la soberana que daautoridad y razn de ser al Estado y a la democracia estfundada en la opinin pblica como fuente de toda ver-dad y sustancia.

    Es preocupante lo que Habermas dice, toda vez queentonces nos enfrentamos al debate sobre lo que significay lo que es, conceptualmente hablando, la soberana popu-lar y adems, en trminos pragmticos, lo que ello significa.

    Aristteles deca que todo aquel ciudadano que noparticipa en la polis, es decir, en la Ciudad - Estado, debaser una bestia o un dios. Pues bien, el filsofo griego otor-

    3 Scheufele y Moy, 2000, p. 5.4 Ibidem.5 Habermas, 2001, p. 262. 6 Ibidem.

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    gaba al ciudadano un valor fundamental para la conducciny la vida de la polis de aquel entonces. Pero hoy en da,frente a la nueva construccin del concepto de soberana,donde sta se encuentra fundamentada en la opinin p-blica como la base de su verdad, dnde se ubica pues, alciudadano de la polis?

    En dnde se puede enmarcar el problema de la legiti-midad y su relacin con Accin Nacional? Pues bien, el PANha sido un actor relevante para la poltica mexicana en suconjunto y siempre ha fungido como un elemento que legi-tima las acciones polticas en nuestro pas.

    El problema entendiendo esto como objeto de inves-tigacin de Accin Nacional puede comprenderse desdela ptica legitimadora que autores como los descritos an-teriormente han enunciado. Las diversas funciones que tie-ne un partido poltico, entre otras, son las de canalizar lasdemandas ciudadanas a travs de conductos formales e ins-titucionales que permitan desahogar y representar al ciu-dadano ante la autoridad.

    El PAN en la coyuntura actual

    En el ao 2008, la situacin del Partido Accin Nacional esproducto de una serie de eventos histricos, a travs delos cuales se ha legitimado y le ha dado legitimidad al pro-pio sistema. Como muestra de ello, se habrn de enumeraralgunos aos importantes para el desarrollo de la vidamoderna de Accin Nacional.

    Para eso, se parte arbitrariamente de 1984, ao aproxi-mado cuando se da la llegada al PAN de los llamados brba-ros del norte. A ciencia cierta, no se puede estar segurode si ese fue el ao, pero para eso, se pondr como puntode partida 1984. La llegada a la dirigencia del PAN comoPablo Emilio Madero y Luis H. lvarez entre 1984 y 1988, yla aparicin de otros personajes como Rodolfo Elizondoen Durango, ganando por primera vez la presidencia muni-cipal, despus de una resistencia civil pacfica de las prime-ras en Mxico, y continuando con Chihuahua el triunfomunicipal en 1986 y la aparicin de Francisco Barrio y latambin llamada resistencia civil, marcaron una poca su-mamente interesante en la historia y la vida del partido.

    Posteriormente, el ao de 1988 fue muy relevante,porque la presencia del sinaloense Manuel de JessClouthier del Rincn, el Maquo, contendiendo por la pre-sidencia de Mxico, le dio un impulso nuevo al panismotradicional.

    Sin duda, uno de los momentos cuando Accin Nacionalha tenido que definir su futuro y su porvenir poltico fue en

    ese ao. Luis H. lvarez, al frente de la dirigencia panista, seenfrent a la difcil disyuntiva de legitimar al sistema polticoavalando la eleccin de Carlos Salinas, a cambio de algunasreformas constitucionales que eran de inters para el parti-do, o bien, desconocer al gobierno y mantener una oposi-cin radical con la que hubiese sido difcil de negociar.

    Valga el salto para el ao de 1997, cuando por primeravez el PRI pierde la mayora absoluta en la Cmara de Dipu-tados, como ya se ha mencionado antes, fecha que marcde manera tajante la historia de Accin Nacional.

    El ao 2000 trajo grandes rditos polticos para estepartido. Nunca en su historia haba ganado tantas curules yescaos en el Congreso, adems de la Presidencia de laRepblica. Desde entonces, hay actores que se pueden iden-tificar que son importantes: Luis Felipe Bravo Mena, CarlosMedina Plascencia, Manuel Espino Barrientos y por supues-to, el propio Felipe Caldern.

    Los aos subsecuentes, es decir, del 2000 en adelanteson importantes para la vida interna de Accin Nacional.

    La cuenta histrica dentro de AccinNacional despus del 2000

    La historia nos dice que, en el ao 2000, importantes acto-res se empezaron a fraguar una carrera poltica mucho msconsolidada. Tal es el caso de Felipe Caldern, que fue coor-dinador de la bancada panista en San Lzaro en la LVIIILegislatura, en la cual tambin fueron diputados Juan Cami-lo Mourio Terrazo, actual secretario de Gobernacin, Ma-nuel Espino Barrientos, ex dirigente nacional del PAN, y otrostantos que hoy por hoy figuran en la punta de la pirmidepoltica de corte panista.

    En el Senado de la Repblica, las cosas permanecieronde un modo esttico, con la presencia de Diego Fernndezde Cevallos como coordinador. El Jefe Diego siempre tuvoun estilo muy personal de gobernar a su bancada.

    En marzo de 2005, Manuel Espino obtiene el triunfocomo presidente nacional del PAN por encima de CarlosMedina, quien ya haba sido derrotado por Luis FelipeBravo Mena en el ao de 2002, y quien en el 2000 fuederrotado por el Jefe Diego para coordinar la bancadapanista en Xicotncatl. La historia de Carlos Medina nofue fcil. Decidi desde entonces retirar su apoyo y re-ducir al mnimo su participacin dentro del PAN. Mesesdespus la historia habra de cambiar, como suele pasaren estas cosas.

    La llegada de Manuel Espino al bnker panista de lacolonia Del Valle trajo consigo muchos efectos. Para ese

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    entonces exista una alianza de facto entre el neopanis-mo y el Yunque o la ultraderecha.

    El trato fue que Santiago Creel debera ser el candida-to del PAN a la Presidencia de la Repblica y Manuel Espinopresidente del PAN. El segundo, desde la presidencia delpartido, habra de ayudar para que el entonces secretariode Gobernacin Santiago Creel se convirtiera en candida-to a la mxima magistratura del pas.

    Es difcil de verificar que en verdad existiera una alian-za entre el presunto denominado Yunque y el neopanis-mo. No se puede saber. Sin embargo, al observar que FelipeCaldern gan la eleccin interna para ser designado can-didato oficial del PAN y Santiago Creel no obtuvo el men-cionado puesto, varias cosas sucedieron.

    En las listas plurinominales al Congreso de la Unin seobservaron cosas interesantes. Santiago Creel ocup elprimer lugar de la lista para ocupar un escao en el Senadode la Repblica, gente cercana a l, como Adrin Fernndezo Luis Correa obtuvieron un lugar para estar en la bancadapanista de San Lzaro. Por otro lado, gente muy cercana aEspino, como Teresa Ortuo, Csar Leal tutor intelectualde Espino, dicho por el propio Manuel y Gerardo Priego,entre otros, ocuparon lugares en las listas plurinominales alCongreso de la Unin.

    Ello hace suponer que, dada la terrible y marcada defi-nicin de las corrientes, las alianzas entre una y otra tejidashasta el momento se hacan evidentes. Espino pudo llegar ala presidencia de Accin Nacional, cumplindose una partede la alianza mencionada; no obstante, Santiago Creel noobtuvo la nominacin para ser el candidato panista a lapresidencia. Se infiere entonces que tal hecho habra teni-do que ver en la designacin de los lugares plurinominales.

    Las corrientes internas en el senode Accin Nacional

    Para nadie es un secreto que existen grupos divergentesen el interior del Partido Accin Nacional. Si bien nadie hapodido comprobar aquello de que una de tales es la deno-minada Yunque, se puede hablar de una corriente de cor-te radical, cuya ideologa est basada en la ultraderecha y ladefensa de sus principios como eje y rector fundamentalde su actuar.

    Podemos mencionar que existe otra ms, denominadaneopanismo. A pesar de que el trmino fue acuadohace ms de veinte aos y que los neopanistas de aquelentonces son ahora panistas doctrinarios, vale an decirque el neopanismo se le puede aplicar a todo aquel que ha

    llegado hace poco tiempo al partido, simpatiza con sus prin-cipios, incluso se ha afiliado porque quiere pertenecer alproyecto que Accin Nacional representa, pero, de suyo, notiene el sustento ideolgico que distingue a otro grupo. Elneopanismo es ms bien una corriente, o un grupo de per-sonas, que comulgan con una idea mucho ms pragmticade la poltica y que por lo tanto, su actuar se basa en ello.

    No se puede dejar de mencionar al ala doctrinaria. Losidelogos de Accin Nacional, aquellos discpulos verdaderosde los maestros Gmez Morn, Gonzlez Luna, Gonzlez To-rres e incluso hasta los ms modernos como Castillo Peraza,representan otro gran sector del panismo que durante algntiempo, especialmente desde el ao 2000 y hasta fechas muyrecientes, estuvieron rezagados y opacados por la alianza men-cionada entre el pragmatismo y la derecha extrema.

    Nuestro actual Presidente de la Repblica, Felipe Cal-dern es ahora el lder indiscutible de esta corrientedoctrinaria, heredera de un Partido Accin Nacional cuyosprincipios fundamentales estn basados en los cuatro pila-res del humanismo poltico: la eminente dignidad de la per-sona humana, la solidaridad, el bien comn y la subsidiariedad.No es gratuito que el actual presidente del Comit Ejecu-tivo Nacional del PAN propugne por un solidarismo nuevoy defienda la dignidad de la persona como uno de los prin-cipios rectores del partido.

    Sin lugar a dudas, si observamos con cuidado la doctri-na panista, especialmente estos cuatro pilares del humanis-mo poltico, se podrn encontrar cosas importantes comoque el bien comn est por encima y prevalece sobre elbien personal. Justamente este tipo de planteamientos noson los preferidos de la extrema derecha.

    Tampoco lo ser la solidaridad y la subsidiariedad, don-de se menciona que deber existir tanta sociedad comosea posible y tanto Estado como sea necesario. Definitiva-mente, los principios rectores de Accin Nacional no sonjustamente doctrina de derechas.

    Luego entonces, por qu el PAN es catalogado comoun partido de derecha, si su doctrina dista de serlo? Larespuesta es simple: una cosa es la doctrina que el partidoadopta y otra muy diferente aquella que adoptan sus mili-tantes y aquella que sus miembros activos predican. Lospilares del humanismo pueden tener tintes de centro iz-quierda, pero las personas que militan activamente en Ac-cin Nacional corresponden y encajan en otro perfil, msconservador y por lo tanto, son catalogados como perso-nas de la derecha. No se est diciendo que no lo sean, sim-plemente, habra que entender entonces la diferencia entrela persona y la institucin.

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    Nunca est por dems mencionar que, como en todopartido poltico que ha alcanzado cierto xito, existe tam-bin un grupo de personas que son los arribistas, a quienessolamente les interesa el poder por el poder mismo. Sinduda, este vicio corresponde a nuestra naturaleza comoseres humanos y lo podremos encontrar en toda organiza-cin e institucin social.

    El poder presidencial como elementoarticulador

    En el mes de diciembre de 2007, Manuel Espino dej lapresidencia de Accin Nacional, despus de una jefaturamuy cuestionada, llena de tropiezos y de traspis y criti-cado duramente por su falta de apoyo al presidente Cal-dern, antes de ser candidato, cuando lo fue, cuando seconvirti en Presidente Electo y durante su gestin comoPresidente Constitucional de los Estados Unidos Mexi-canos.

    La presin ejercida sobre Manuel Espino fue dura y bas-tante. Tuvo que abandonar el cargo porque fue muy evidenteque su gestin como lder del panismo no estaba resultandoarmoniosa con la gestin del presidente Caldern.

    A pesar de contar con una estructura muy slida,burocrticamente hablando, en el interior del PAN, pues todoel Comit Ejecutivo Nacional y diversos comits estatalesestaban a su disposicin, Espino no pudo contener el po-der presidencial.

    Felipe Caldern actu como un hombre de Estado. Sehizo del control del partido poltico que lo llev a la Presi-dencia, y con ello asegur tambin su control sobre lasbancadas de su partido en el Congreso. El poder presiden-cial se convirti en el articulador del panismo nacional.

    El riesgo latente

    Despus de pensar y analizar seriamente las cosas que hansucedido en el interior de Accin Nacional, se debe de aler-tar sobre los riesgos que el partido est corriendo parasubsistir como instituto poltico.

    La postulacin de Germn Martnez como candidatonico, de unidad, a la presidencia de Accin Nacional, nodeja buenos trazos polticos en la estela panista. No fueposible discernir quines estaban con quines, cuestin queresulta fundamental en la democracia.

    Para que exista democracia verdadera, deca Bobbioen su libro El Futuro de la Democracia, no slo basta elprocedimiento de eleccin, sino tambin la existencia de

    opciones legtimas para escoger y que representen deci-siones viables para que la democracia pueda alcanzar suplenitud.

    Este principio no fue cumplido en la eleccin de GermnMartnez, y ahora se puede apreciar de un modo sutil lamezcla que hay de corrientes en el interior de la cpula delpanismo.

    En la conformacin del Comit Ejecutivo Nacional delPAN se pueden encontrar personas plenamente identifica-das con el grupo de Manuel Espino, como lo son CarlosAbascal, Marco Antonio Adame, Juan Manuel Oliva, MarcosPrez Esquer, entre otros, y tambin se pueden apreciarcuadros cercanos a Santiago Creel, como Humberto Aguilary Gerardo Priego. Por ltimo, tambin est presente la co-rriente de la cual proviene el propio Martnez y Caldern,la doctrinaria, la ideolgica, aquella de antao que heredde Castillo Peraza y de Gonzlez Torres las enseanzas msbsicas.

    A ello se debe agregar que la renovacin de las co-rrientes se da de manera natural y que las generacionesnuevas ocupan espacios importantes. Tal es el caso de ladiputada Adriana Dvila, actual secretaria de Vinculacin conla Sociedad del CEN del PAN. Claramente identificada conCaldern y con el ala doctrinaria, esta joven diputada man-tiene la responsabilidad de acercar el PAN a la gente. Aspodra seguirse enlistado la distribucin de fuerzas en elinterior de Accin Nacional.

    No obstante todo lo anterior, cabe destacar el riesgoque conlleva aglutinar todo en torno al poder presidencial.No es cosa sencilla. Se estara cometiendo el mismo errorque tanto fue criticado en el PRI, donde el poder presiden-cial aglutinaba todo y decida por todos. La verdadera de-mocracia interna nunca existi.

    El Partido Accin Nacional corre el riesgo de que pre-valezca el poder presidencial por encima de todo el resto,lo que convertira al propio partido en un instituto vulne-rable y poco slido.

    A manera de conclusin, AccinNacional como institucin

    Despus de haber analizado con cierto cuidado los he-chos y factores que estn impregnados en la historia deAccin Nacional, se puede decir que el partido ha sufridograndes transformaciones. Que los vaivenes ideolgicosde que ha sido objeto en muchos casos le han fortalecidoy en otros tantos le han servido para discernir su verda-dera vocacin.

  • Derecha y ultraderecha en Mxico24

    Bajo el riesgo de ser convertido en un partido cuyocemento interno sea el poder presidencial, Accin Nacio-nal ha tenido que maniobrar a travs de sus dirigentes paralograr el apoyo que un gobierno emanado de sus filas re-quiere y necesita.

    Hace falta buscar mecanismos nuevos para que la rela-cin entre el partido y el gobierno encuentre su justo me-dio y que las corrientes sean solamente expresiones diversasdel mismo fondo.

    No hace falta crear grandes o diferentes cosas, sinosimplemente, clarificar los conceptos ideolgicos que Ac-cin Nacional sigue, y trazar la ruta por la que habr decaminar.

    Lejos de encontrarse como un actor vagabundo y pocoimportante, Accin Nacional ha tenido que entender quesu consolidacin depende de la deconstruccin que hagade s mismo y de la eficiencia que logre en la misma, ascomo la velocidad que le imprima a este proceso.

    No es sencillo reconstruir sobre una base establecida,sin alterar los pilares fundamentales que le dan vida a laobra; sin embargo, no hay otra opcin. All radica su forta-leza y all est su trascendencia.

    Bibliografa

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