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El presente ensayo pretender hacer consideración de los efectos del proceso de racionalización moderno en las diversas dimensiones del ser humano –cultural y ético político-. En tal sentido, se analizaran los procesos de racionalización moderno, partiendo de la conceptualización y definición de lo que se entiende por modernidad, para luego reconocer sus elementos estructurales, como lo son el proyecto de autonomía colectiva e individual en el ámbito sociopolítico, y el de control de la naturaleza, cuyo dominio se alcanzara desde la racionalidad instrumental en el ámbito de la ciencia, tecnología y económica, claves para comprender el surgimiento y expansión del capitalismo, como también, de la acelerada e ininterrumpida modernización de Occidente.
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EL PROCESO DE RACIONALIZACIÓN MODERNO Y SUS EFECTOS EN EL
SUBSISTEMA DE LA CULTURA.
-Miguel Ángel Pardo B.-
El presente ensayo pretender hacer consideración de los efectos del proceso de
racionalización moderno en las diversas dimensiones del ser humano –cultural y ético
político-. En tal sentido, se analizaran los procesos de racionalización moderno, partiendo
de la conceptualización y definición de lo que se entiende por modernidad, para luego
reconocer sus elementos estructurales, como lo son el proyecto de autonomía colectiva e
individual en el ámbito sociopolítico, y el de control de la naturaleza, cuyo dominio se
alcanzara desde la racionalidad instrumental en el ámbito de la ciencia, tecnología y
económica, claves para comprender el surgimiento y expansión del capitalismo, como
también, de la acelerada e ininterrumpida modernización de Occidente.
Las visiones de diferentes autores, referidos al significado y alcance del proyecto de
autonomía y control de la naturaleza, resultarán convergentes al concluir que el proceso de
racionalización moderno, entendido en su forma de racionalidad instrumental, ha
subordinado el proyecto libertario de autonomía social e individual a una radical
modernización, centrada en el cálculo racional del beneficio personal, al control del mundo
a través del proceso productivo y de expansión de los mercados capitalistas, que se
desvinculan de la ética de valores propios de la modernidad para cooptar, sino colonizar,
todos los ámbitos de la vida humana.
La modernidad, que suele ser definida como el periodo de la historia de Occidente
que comenzó a inicios del siglo XVI, es mucho más que una época histórica, pues las
transformaciones que en ella se producen no se limitan temporalmente a ésta como una
época, sino que suponen, en las distintas dimensiones del ser humano, una serie de procesos
que definen nuestra actual contemporaneidad.
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La trascendencia de la modernidad está marcada por ciertas especificidades que
definen el calificativo de “moderno” y que se configuran durante la Europa ilustrada del
siglo XVIII, sustentada en: la razón instrumental, el cambio acelerado, el liberalismo
político bajo su forma republicana, la tolerancia religiosa, y la ciencia experimental. En
suma, una serie de transformaciones que no sólo se oponen al antiguo régimen del
Medioevo, sino que lo desmarcan de su pasado inmediato, agregando una nueva
conceptualización del tiempo, por medio el cual los hombres y sus sociedades miran, desde
el dinamismo inevitable de su presente, al incierto futuro.
Los modelos de la Edad Media, sustentados en la estabilidad, el autoritarismo y
absolutismo monárquico, la intolerancia, la superstición, y los dogmas de la Iglesia
Católica, son contradictorios con la modernidad, por lo que no son capaces de proporcionar
modelos perdurables al ritmo de cambio que plantea esta. En tal sentido, la modernidad
crea sus propios modelos y normas, tanto en lo referido al orden político anclado en la
libertad y autonomía individual, legitimándose en un orden social basado en el derecho
constitucional (que se opondrá al autoritarismo y las arbitrariedades de los gobernantes, que
reclamarán procesos de democratización conducentes a las Repúblicas Parlamentarias
como la inglesa1), como en la fe en el progreso material, cimentado en la racionalidad
instrumental, que impulsa el desarrollo de la ciencia occidental y las actividades
económicas orientadas a los mercados en expansión, fortaleciendo de esta manera al
creciente capitalismo.
Max Weber, en la introducción a su obra “La ética protestante y el espíritu del
capitalismo”, se pregunta sobre la serie de circunstancias que han originado que sólo en
Occidente hayan nacido ciertos fenómenos culturales de alcance universal. La respuesta a
tal cuestión se encontraría no sólo en el desarrollo de la autonomía social e individual, sino
que como sustento de aquella, en el particular proceso de racionalización europeo, y en el
afán de control y dominio de la naturaleza a través del cálculo racional, que abstrae la
1 El liberalismo ingles defiende el orden social basado en la libertad del hombre. Dicho de otro modo, es una teoría sobre la cooperación entre individuos libres que no requieren la presencia de una autoridad radicada fuera del propio conjunto. Ver: Friedrich von Hayek, Principios de un orden social liberal (Madrid, España: Editorial Unión, 2001)
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realidad a fin de ser aprehendida, de la cual encuentra origen la ciencia experimental y
aplicada2.
La modernidad, en vista de todo lo antes dicho, se caracteriza por un incesante
cambio, destacando en su raíz dos elementos estructurales: el primero de ellos es el
proyecto de autonomía social e individual, definido en relación a la libertad, en el ámbito
sociopolítico y que dará como resultado procesos democratizadores de mayor envergadura
que decantarán en las repúblicas democráticas constitucionales. El segundo, la expansión
de la autonomía individual y colectiva –libertad- como sustento de una nueva mentalidad y
ética asociada al cálculo racional, que en el ámbito socioeconómico conformará el
capitalismo moderno, y que se beneficiará de la ciencia, fundada en la racionalidad
instrumental, cuyo objetivo no es otro que el dominio o control del ser humano sobre la
naturaleza y las cosas.
La síntesis que surge de la modernización de las instituciones nacidas de la relación
entre libertad, expresada como autonomía, constitutiva de la dimensión política –primero
República y luego Democracia-, y la racionalidad instrumental, expresada como control de
la naturaleza y las cosas, constitutiva de la dimensión económica –capitalismo-, resulta ser
una relación de oposición, pues “(…) la misma incertidumbre producida por el
compromiso político con la libertad es la que refuerza la tendencia al control racional del
mundo y la sociedad, porque aumenta su predictibilidad, y esta tendencia inevitablemente
le pone límites a ciertas formas de autonomía. De allí que, (…) en la modernidad existe
una tensión permanente entre autonomía y control. Esta es la fuente de ambigüedad que
rodea la modernidad”3.
Es en el anterior sentido expuesto, que la modernidad plantea una ambigüedad en el
desarrollo de los elementos constitutivos de la misma, puesto que la tendencia al control
racional del mundo y la sociedad pone límites a ciertas formas de autonomía. Ello sucede
actualmente con la pérdida de libertad o autonomía de los sistemas políticas democráticos
2 Ver: ¿Qué serie de circunstancias ha determinado que precisamente sólo en Occidente hayan nacido ciertos fenómenos culturales, que parecen marcar una dirección evolutiva de validez y alcance universal? En: Max Weber, La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo (Buenos Aires, Argentina: Gradifco, 2004), 13.3 Jorge Larraín, ¿América Latina Moderna? Globalización e Identidad, (Santiago de Chile: LOM, 2005), 23
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subsumidos por los intereses de la clase capitalista basados en el cálculo racional o egoísmo
individual, que se constituye como clase privilegiada, pues, a objeto de resguardar sus
intereses, interviene directamente (a través del concurso de cargos públicos como de
procesos eleccionarios) e indirectamente (a través de mecanismos de presión, como son las
asociaciones de empresarios, los medios de comunicación de masas, la vanguardia
intelectual) en la política de partidos y de gobierno, modelando una variante de democracia
que responde a sus objetivos, y que a juicio de Schweickart recibe el calificativo de
poliarquía4.
La institucionalización de la racionalidad instrumental en todas las dimensiones de
la vida humana -entendida como globalización-, es evidenciada por Hinkelammert como
peligrosa, pues ha permitido la conformación de un poder económico mundial no sometido
al control público, que socava los principios la democracia consolidando modelos
institucionales que, bajo fachadas formalmente democráticas, tienen cada vez más
profundos contenidos autoritarios5. Dichos riesgos de la globalización deben ser asumidos,
según el autor, por una ética de la responsabilidad - muy distinta a la weberiana6-, entendida
como una postura crítica referida a la destrucción ambiental, social y humana que conllevan
los proceso de globalización y modernización neoliberal, comprometiendo por tanto la
racionalidad reproductiva del ser humano. Y una ética del bien común, contraria a la
experiencia de las relaciones mercantiles totalizantes, que distorsionan la vida humana y
por ende diluyen el concepto de bien común, surgiendo en tal sentido exigencias de la
ciudadanía relacionada con dichas distorsiones a través de la resistencia, la intervención y
la interpelación7.
4 David Schweickart, “¿Son compatibles la libertad, la igualdad y la democracia?”, en: Razones para el socialismo. (Barcelona, España: Paidós, 2001), 131-152.5 Gustavo David Silnik, Racionalidad, utopía y modernidad El pensamiento crítico de Franz Hinkelammert: Homenaje en sus 75 años. Polis [online]. 2008, vol.7, n.20 [citado 2011-09-28], pp. 351-353. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-65682008000100021&lng=es&nrm=iso ISSN 0718-6568.doi: 10.4067/S0718-65682008000100021.6 Para Weber, la ética de la responsabilidad se pregunta por las consecuencias de sus acciones. Su acción, es una acción racional calculada con arreglo a fines, siendo propia de la sociedad y el político. No obstante, para Hinkelammert, la ética de la responsabilidad weberiana es una falsa e irresponsable ética. Ver. Franz Hinkelammert, “Asesinato es suicidio: cortar la rama del árbol en la cual se está sentado”, En: El Nihilismo al Desnudo (Santiago de Chile: LOM, 2001), 158.7 Cfr. Franz Hinkelammert, “Asesinato es suicidio,” 176.
4
Para Franz Hinkelammert, la ausencia de resistencia, como mecanismo interruptor y
rectificador del sistema, llevaría al totalitarismo global de mercado, y por ende, a la imagen
de legitimación absoluta de la racionalidad instrumental, y de principios como la
hipercompetencia, la exclusión y marginación, la destrucción del medio ambiente, el
individualismo, la perdida de cohesión social, el desinterés por lo público, etc8. Todas estas
amenazas, a juicio del autor, movilizan a los seres humanos a tomar una decisión, sea de
responsabilidad, de cínismo, o dirigida hacia el suicidio colectivo. La decisión responsable,
por tanto, irá en relación a que la humanidad se resuelva hacia un proyecto de renovada
autonomía colectiva e individual, ante la voraz amenaza de la racionalidad
“instrumentalizada” por el capitalismo y el infinito afán de progreso. Surge en tal sentido
una ética de la responsabilidad supeditada al bien común y de sustentabilidad a corto y
mediano plazo, basada en la protección y corresponsabilidad por la Tierra y el ser humano
mismo.
No obstante, el saber se transforma en un problema crucial para la determinación de
una nueva ética de la responsabilidad, y más aún cuando el saber predictivo queda rezagado
del saber técnico, que persiguiendo los fines del mercado y la ciencia, tiene un alcance –por
ende unos fines- desconocidos, rebasando los límites sobre los cuales la ética puede
dictaminar.
La predicción del “saber”, superada por la acción del “poder” de la técnica moderna,
sugiere tanto la ilimitada y arriesgada capacidad del hombre para aventurarse al incierto
futuro9, como la irresponsabilidad del mismo al desconocer los efectos de su acción que
trasciende el presente y proyecta mil y un fines hacia futuros desconocidos, pero probables.
Inmediatamente, la Historia se retrae hacia el pasado buscando respuestas que el presente es
incapaz de resolver. La modernidad hace imposible cualquier cavilación que detenga el
acelerado sistema de producción y acumulación, sea de conocimiento o de riqueza material.
8 Alain Touraine, en su “Crítica a la Modernidad” explica como la modernidad ha sido reducida por mucho tiempo a la mera racionalidad instrumental y modernización de la vida material, sufro de la revolución constante de la ciencia y la tecnología, subordinando a la otra mitad de la modernidad, referida al proyecto de autonomía individual, libertad y subjetividad en las dimensiones de la vida social, política y cultural de los seres humanos. Cfr. Alain Touraine, Crítica de la Modernidad (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1994), 205.9 Como la Marcha de los Nibelungos, a las que se refiere Hinkelammert. Cfr. Franz Hinkelammert, “Asesinato es suicidio,”.
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Lo importante no es el pasado, sino el futuro ¿y el presente? sólo un medio para su
consecución. Es por ello que toda forma anterior de ética, incluso aquellas que presuponían
un futuro cierto o ideal (escatológico o utópico10) es sobrepasada por la incertidumbre que
supone el desequilibrio entre “saber” y técnica.
Las nuevas clases y dimensiones de la acción exigen una nueva y ajustada ética de
la previsión y la responsabilidad, tan nueva como las circunstancias presentes y futuras a
las que se ve enfrentada. Más aún hoy, en que no sólo “las cosas” son interrogadas por la
ciencia, y transformadas por la técnica, sino que es el hombre mismo quien es estudiado y
transformado en pos de su particular beneficio futuro. El sujeto pasó a ser objeto, pero un
objeto desde la individualidad del beneficio personal que este puede costear. El futuro le
sigue permaneciendo a los más aptos o competentes –según el discurso de la modernidad-.
Los fines del hombre siguen sujetos a sus necesidades, pero ellas se instalan en un futuro
hipotecado desde el presente, del que se cuida con seguros, vacunas, crédito, etc. La
sociedad moderna, por tanto, ha quedado intrínsecamente ligada a las necesidades,
aspiraciones y respuestas a las que el mercado y la ciencia se han comprometido a ofrecer
con fe ciega en el progreso11.
La culminación del poder humano supone por tanto, el sometimiento del hombre a
la ciencia humana, es decir, a la razón instrumental. Surge de tal vínculo la necesidad de
una nueva ética ante una nueva condición humana. Lo anterior, urge la teorización en todas
las ciencias humanas sobre el alcance, los límites y la dirección que el mismo hombre debe
dar a su poder.
Todo esto supone no sólo un cambio ético del ser humano, un nuevo hombre, sino
que asimismo, un nuevo paradigma que asocie desarrollo y sustentable con una ética de la
responsabilidad que formalice un proyecto de bien común que proteja tanto al hombre,
como a la naturaleza, entendiendo que ésta relación es base de la vida en el planeta Tierra.
10 Hans Jonas, “El carácter modificado de la acción humana”. En: El principio de la responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica (Barcelona, España: Herder, 1995), 42-48.11 Cfr. Hans Jonas, “El carácter modificado de la acción humana,” 49.
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BIBLIOGRAFÍA
- Arendt, Hannah. ¿Qué es la política? Barcelona, España: Ediciones Paidós, 1997.
- Dahl, Robert A. La Democracia: una guía para los ciudadanos. Distrito Federal, México:
Taurus, 1999.
- Hinkelammert, Franz. “Asesinato es suicidio: cortar la rama del árbol en la cual se está
sentado”. En: El Nihilismo al Desnudo. Santiago de Chile: LOM, 2001.
- Hobbes, Thomas. Leviatán. Madrid, España: Editorial Nacional, 1979.
- Jonas, Hans. El principio de la responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona, España: Herder, 1995.
- Larraín, Jorge. ¿América Latina Moderna? Globalización e Identidad. Santiago de Chile: LOM, 2005.
- Schweickart, David. “¿Son compatibles la libertad, la igualdad y la democracia?”. En:
Razones para el socialismo. Barcelona, España: Paidós, 2001.
- Von Hayek, Friedrich. Principios de un orden social liberal. Madrid, España: Editorial
Unión, 2001.
- Weber, Max. La ciencia como profesión. Madrid, España: Espasa Calpe, 2001.
- Weber, Max. La Ética Protestante. Buenos Aires, Argentina: Gradifco, 2004.
Bibliografía electrónica:
- Silnik, Gustavo David. Racionalidad, utopía y modernidad El pensamiento crítico de Franz
Hinkelammert Homenaje en sus 75 años. Polis [online]. 2008, vol.7, n.20 [citado 2011-09-
28], pp. 351-353. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S0718-65682008000100021&lng=es&nrm=iso ISSN 0718-6568.
doi: 10.4067/S0718-65682008000100021.
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