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    LA CONSTRUCCION

    DE LAS IZQUIERDAS

    Experi

    mentando

    articulacione

    s

    NUMERO ESPECIAL MAYO 2006. QUITO-ECUADOR. 2 Dolares

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    COORDINACIN GENERALJuan Pablo Muoz, Silvia Vega COMIT EDITORIAL Mayra Fernanda Aguirre, Gustavo Ayala, Virgilio Hernndez, Pablo OspinaEDICIN GENERAL Virgilio Hernndez, Silvia Vega FOTOGRAFA Patricio Chvez, Santiago Gonzlez DISEO revista la pepa (098 022733) IMPRESIN Obreval

    794525

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    Editorial 03

    PAS ADENTROAcerca del TLC: cuentos, fantasmas y alternativas Alberto Acosta 05Protesta indgena y movimiento popular (marzo de 2006) Pablo Ospina 12La mesa agraria reactiva resistencia al TLC Fabin Calispa 18

    TEMA: LA CONSTRUCCIN DE LAS IZQUIERDASReforma y revolucin: notas sobre Bolivia Atilio Born 20Marcelo Larrea: entrevista Mayra Aguirre Robayo 27Qu izquierdas para el pas? Un amplio abanico de posiciones Pablo Ospina 29Len Rolds: entrevista 35Testimonio de una Experiencia Unitaria Rafael Quintero 38Enrique Ayala: entrevista 43Pachakutik en la encrucijada: movimientos sociales y proyecto poltico en el Ecuador Vctor Hugo Jijn 46

    Luis Villacs: entrevista 50Movimientos sociales e izquierda en el Ecuador Marco Salamea 52Rafael Correa: entrevista 57Los retos de la construccin partidaria: las experiencias del PT y del PRD Tania Rodrguez Mora 60Eduardo Delgado: entrevista 65

    PAS AFUERAEl VI Foro Social Mundial en Caracas: un camisn estrecho para tanta rebelda Gustavo Ayala Cruz 67El Foro de Caracas: Nuevos contenidos para viejas discusiones Ana Mara Larrea 73FSM en Caracas prioriza lucha contra guerra y OMC Helga Serrano 73Chile: Hoy soplan vientos distintos. Reflexiones de un socialista Jorge Arrate 75

    PAS PROFUNDOInquietudes e interpelaciones sobre el aborto Gilma Andrade Mon-cayo, Gloria Mayra Vargas, Tatiana Cordero Velsquez 79

    CONTENIDO MAYO 2006

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    3 4Nmero Especial,mayo 2006

    Motivados por la necesidad de aportaral desarrollo de un pensamiento crtico, lasrevistas Entre Voces y Renovacin decidi-mos ensayar un primer nmero conjunto,que permita probarnos la posibilidad de ar-ticular iniciativas, en este caso editoriales,que creen puentes y espacios conjuntos dedilogo y debate para los diferentes actoresde la tendencia poltica que resiste al neoli-beralismo, que propone vas alternativas dedesarrollo, democracia, que busca un nuevopensamiento, una nueva sensibilidad crticadel status quo y propositiva de un nuevomodo de convivencia social, centrado en elrespeto de los derechos humanos, la equi-dad y la soberana.

    El tema que hemos escogido para esteesfuerzo conjunto ha sido precisamente elde la izquierda ecuatoriana, sus plantea-mientos actuales, sus debates doctrinarios,

    sus semejanzas y diferencias, sea en tornoa los programas como a sus estrategias or-ganizativas y de lucha. Abordamos aspec-tos relativos a los partidos polticos de laizquierda como tambin a los movimien-tos sociales. Lo hemos hecho a partir de unconversatorio con representantes de las dis-tintas vertientes, del cual hemos recogido

    las argumentaciones principales; as como atravs de varios artculos que expresan unapluralidad de miradas.

    Adems, siendo ste un periodo preelec-toral, hemos incluido una serie de entrevis-tas a precandidatos de los diversos partidosy movimientos. Seguramente no estn to-dos/as quienes deberan estar, pero hemoslogrado una muestra representativa. Inten-tamos poner en evidencia de esta maneralas similitudes y diferencias en los discursosde quienes se consideran parte de una ten-dencia alternativa, antisistmica.

    Tambin enriquecemos la reflexin conel abordaje de algunos casos que en Am-rica Latina dan cuenta de los caminos quetransita una izquierda que aparentementeest recuperando espacios en nuestras en-debles democracias.

    Si bien se ha logrado juntar un abanico

    interesante de entradas analticas, sin duda latela apenas se empieza a cortar. Creemos quehace falta ampliar la discusin, acercarla a losprocesos histricos, a las nuevas condicionesestructurales, nacionales y globales, que, al re-definir escenarios econmicos, sociales, cultu-rales, polticos, le estn marcando nuevas co-ordenadas al quehacer de las izquierdas.

    Hay que profundizar las reflexiones so-bre las relaciones entre movimientos socia-les y partidos polticos; debatir sobre susinterdependencias a la luz de las fuertestendencias de control, en un sentido o enel otro, que han sido evidentes en nuestrareciente historia. Profundizar las discusio-nes sobre la vieja polmica entre reforma yrevolucin, entre disputas institucionales yextra institucionales. Es decir, seguir hilva-nando esta conversacin que hemos recogi-do sumariamente.

    Pero, esta edicin no solo se focaliza eneste tema central, tambin hemos incluidoalgunas resonancias del foro social realizadoen Caracas hace un par de meses; as comohemos incorporado varios artculos sobre lacoyuntura, en particular sobre el TLC; lasltimas jornadas de resistencia promovidasprimero por la CONAIE y luego por la FE-

    NOCIN, Mesa Agraria y otras organizacionessociales. Incorporamos tambin una reflexinsobre un tema que ha desatado polmica enestos meses, relativo al aborto, poco analiza-do en el contexto de la izquierda, e inclusodel propio movimiento de mujeres.

    Este primer nmero conjunto de las dosrevistas es un esfuerzo que aspiramos soste-

    EDITORIAL

    DANDO PASOS DE UNIDAD

    nerlo, no para hablarnos entre nosotros/asmismos/as, sino para debatir bajo un para-guas comn, sobre los temas que interesanal pas y que nos llegan desde Latinoam-rica y el mundo como constantes interro-gantes y pistas de los vertiginosos cambiosque presencia la humanidad. Queremos re-conocer el aporte de cada uno/a de los/asarticulistas e invitar a muchos/as a asumireste espacio editorial, como un lugar deencuentro y debate de todos y todas quie-nes nos reclamamos actores/as de la cons-truccin de un nuevo Ecuador justo, pro-ductivo, solidario, democrtico y soberano.

    Juan Pbo MuoCoordinador General del Grupo Democracia yDesarrollo Local

    Slvi VgDirectora Revista Renovacin

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    A escala internacional, y salvo algunasexcepciones nacionales, nunca hubo unareal libertad econmica. Hay que tenerpresente que en la actualidad, a escala pla-netaria, existe todo un marco de regulacio-nes y prcticas que norman el comercio in-ternacional, elaborado por y para los pasesms poderosos. Ms all del discurso de lalibertad de los mercados, el mercado mun-dial se caracteriza por ser un espacio admi-nistrado. Las declaraciones de los gobiernosde los pases ricos, orientadas a beneficiara los pases empobrecidos del Sur, se con-tradicen con la realidad, en la medida enque con sus polticas comerciales marginanlas exportaciones de los pases pobres. As,los pases latinoamericanos, tal como suce-

    de en el resto del mundo empobrecido, hanliberalizado ms rpido sus mercados quelos pases industrializados.

    El TLC no es un tratado de libre comer-cio, ms bien pretende introducir una seriede reformas y ajustes para instrumentalizarun determinado modelo econmico, en elque los derechos de las personas jurdicasy sus propietarios tienen ms jerarqua quelos derechos de los seres humanos. El TLC,se inscribe en la lgica exacerbada del siste-ma capitalista, la neoliberal, que encuentraen Washington, en trminos amplios, unode sus principales centros de expansintransnacional.

    Para el Ecuador los EEUU representanmucho, para los EEUU el Ecuador, en tr-minos comerciales, representa muy poco.As, mientras Ecuador coloca en el mercadonorteamericano ms del 40% de sus expor-taciones, EEUU coloca en Ecuador apenasel 0,16% de sus exportaciones; en trmi-no de importaciones la relacin es inversa:

    mientras las importaciones desde los EEUUrepresentan el 23% de nuestras compras enel exterior, las importaciones norteamerica-nos de productos ecuatorianos apenas sig-nifican un 0,20% de todas las compras querealiza la gran nacin del norte.

    1 Economista.

    Adems, no es que con el TLC recinvamos a ingresar al mercado de los EEUUy que slo entonces los casi 300 millonesde estadounidenses van a poder comprarlos productos ecuatorianos o que slo en-tonces van a venir inversiones norteame-ricanas. La relacin comercial y financieraentre los dos pases es de larga data. Ade-ms, los productos ecuatorianos ya ingre-san al mercado norteamericano. Muchosde ellos sin arancel alguno (petrleo, ba-nano, caf, cacao, entre otros productosque tradicionalmente vende Ecuador enlos EEUU) y otros productos se benefi-cian del ATPDEA (preferencias arance-larias andinas), sin que por ello haya me-

    jorado sustancialmente la calidad de vida

    de los ecuatorianos.Lejos de las declaraciones gubernamen-

    tales de que con el TLC crecer la econo-ma, los estudios oficiales parecen demos-trar otra cosa: La Direccin General deEstudios del Banco Central del Ecuadorpresent, hace un par de meses, los resulta-dos que espera del TLC en su estudio: Mo-delo ecuatoriano de equilibrio general apli-cado. Sus cifras, de precisin angustiante,son concluyentes. Si se firma el TLC, el PIBtendra un incremento anual de 0,027%,con un impacto inicial de 0,003%. Las ex-portaciones aumentaran al principio en0,02%, para luego, si se cumplen las pre-misas del modelo, subir en 0,963%. En elcaso de las importaciones (desde EEUU),su alza sera de 1,728%, con un aumentoinicial de 0,073%.

    Sin embargo, como consecuencia de ladesgravacin arancelaria para productosprovenientes de EEUU, el mismo BancoCentral calcula un costo fiscal de 163 millo-

    nes de dlares. Esto significa que la reduc-cin de los aranceles dejar un bache fiscalque habr que cerrarlo de alguna forma, porejemplo a travs de un incremento del IVAo la eliminacin del subsidio al gas doms-tico o el alza del precio de la gasolina o conuna mayor reduccin de la inversin social.

    Los fantasmas como argumento Seha mencionado por parte de voceros ofi-ciales y representantes de las Cmaras quesin el TLC el Ecuador se margina del mer-cado mundial. Esta es una de las mentirasms difundidas. Varias personas, haciendogala de su ignorancia o de su aficin al te-rrorismo econmico pintan un panoramadantesco si no se firma el TLC. Ven gravesamenazas a la estabilidad econmica y so-cial; hablan, por ejemplo de: Prdidas por3.500 millones de dlares provenientes delas exportaciones, con los que se pondra enriesgo el empleo directo de 300 mil ecua-torianos, se producira un decremento del20% del PIB, entre otras plagas.

    De igual manera sealan que sin pre-

    ferencias andinas los productos ecuatoria-nos pierden competitividad, esto si bien nodeja de ser cierto, a primera vista, habraque aclarar el alcance real de las ATPDEApara ver si se trata o no de un problema in-salvable. El beneficio de dichas preferenciaspara el Ecuador debe bordear en la actuali-dad los 30 (treinta) millones de dlares. Esevalor, a todas luces, no debera ser motivopara una mayor preocupacin. En un pascomo Ecuador, con un Presupuesto Gene-ral del Estado de ms de 8.500 millones dedlares ese monto de 30 millones es total-mente marginal.

    El contrabando de productos agrco-las estadounidenses desde los pases ve-cinos tambin es utilizado para asustar alos incautos: con el TLC, esos productos,como el arroz y las papas por ejemplo, en-trarn de todas formas en nuestro merca-do; mientras que sin el TLC tendramos laposibilidad de impedirlo. Tarea difcil, perono imposible.

    De la misma manera afirman que elTLC ayudar a realizar las reformas queel pas necesita Esta afirmacin se utilizapara presentar al TLC como la llave queabrir la puerta a una serie de reformasen la sociedad y economa ecuatorianas.La lista es larga. Por ejemplo se mencio-

    ACERCA DEL TLCCUENTOS, FANTASMAS Y ALTERNAVIVAS

    Texto Alberto Acosta1

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    na la prohibicin del trabajo infantil o lamejora de las aduanas. Este argumento noslo que es falso, sino que resulta peregri-no. Slo mentes acostumbradas a avanzarblandiendo el ltigo, actitud tan propia deoligarquas terratenientes y de gamonales.Sin embargo lo que ocultan es lo sealadopor el propio Robert B. Zoellick, secreta-rio de Comercio de los EEUU, quien lide-r el equipo negociador de ese pas duran-te ms de la primera mitad de las rondas,que reconoci con claridad que los trata-dos comerciales pueden ser ms tiles queel FMI para conseguir que los pases en de-sarrollo hagan reformas. Esta aseveracinpermite comprender el alcance del TLC.Ms all de asegurarse ventajas comercia-

    les y los recursos naturales de los pasesandinos, el TLC apunta a la consolidacindel neoliberalismo en la regin.

    El cuento de la integracin... Es pre-ciso diferenciar el TLC de otras formas deverdadera integracin, que no tienen mu-cho que ver con el acceso a los mercados.Recurdese que en algunos escenarios nofaltan voces que comparan el ALCA o losTLC con la propuesta de integracin quedio lugar a la Unin Europea (UE). Si loseuropeos se unen, por qu no los america-nos, se preguntan algunas personas. Detrsde este planteamiento, aparentemente ra-zonable, hay claros intereses y tambin unmarcado desconocimiento del tema.

    Para empezar, el diseo del TLC, su l-gica y los ritmos planteados para su intro-duccin son dictados por los EEUU. Mien-tras el TLC gira alrededor de la teologadel libre mercado, la iniciativa europea, quetambin apoya la integracin comercial, se

    ajusta a una dimensin poltica-institucio-nal y social.

    En la UE se construyen espacios parael dilogo poltico entre sus pases miem-bros: el Parlamento Europeo, por ejemplo;hay un esfuerzo sostenido por configurar unmarco jurdico comn: el Tribunal Europeode Justicia, para citar otro ejemplo; y an

    el esquema de unificacin monetaria, a par-tir de una largamente trabajada convergen-cia de polticas econmicas, transform a larenuncia de las monedas nacionales en unaopcin para ganar en soberana regional, atravs de decisiones democrticas; comomuestra adicional de las diferencias con Eu-ropa asoma la constitucin de la zona mo-netaria europea con el euro que difiere to-talmente de la dolarizacin unilateral delas economas latinoamericanas (Ecuador,El Salvador), alentada de diversas maneraspor los grupos de poder de Washington, queson los mismos que impulsan el TLC con elapoyo de un entusiasta coro de intelectua-les e ignorantes orgnicos en los pases delSur.

    Adicionalmente, la UE estableci fon-dos de compensacin para las economasmenos desarrolladas y para marcar radical-mente la diferencia permite el libre trnsi-to de sus connacionales en el conjunto delterritorio de la Unin.

    Mercado comn s, pero con equilibriosocial y con coordinacin poltica, asomanen la estrategia europea; proceso en el queno estn ausentes debilidades y contra-dicciones. A pesar de eso, hay mucho queaprender de Europa, sin llegar a la copiasimplona de su experiencia integracionista.

    La fbula de que no hay otra alter-nativa Esta es una de las mayores falacias.Los defensores del TLC reclaman alternati-vas dentro de la lgica dominante. Cuandoeso es exactamente lo que no hay que ha-cer. No se trata de hacer bien lo mismo quese ha hecho hasta ahora. En las condicio-nes actuales, una respuesta adecuada exige

    buscar un rgimen social de acumulacindiferente al neoliberal, que no tenga comosu eje y meta la insercin sumisa al mer-cado mundial. Esto conduce a disear unaconcepcin estratgica de participacin enel mercado internacional, como parte delproceso nacional-local de desarrollo, forta-leciendo una real integracin regional.

    ACERCADEL TLC, CUENTOS,FANTASMAY ALTERNATIVASALBERTOACOSTA

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    El problema del desarrollo, entendidoen su acepcin contempornea, tiene msque ver con la satisfaccin de las necesida-des humanas superiores que con la tasa decrecimiento del PIB o con el aumento delas exportaciones y de las inversiones ex-tranjeras, variables que no seran ms queun medio para lograr los objetivos autn-ticamente humanos, esto es superar la po-breza y generar empleo, sin deterioro de labase natural en la que se desenvuelven losprocesos productivos.

    Para Ecuador, la nocin de desarrollosigue siendo esquiva. Es imperioso repen-sarlo desde su realidad, fundamentalmenteen los aspectos vinculados con el desarrollohumano (educacin, salud, atencin bsica,

    empleo digno) y productivo. Esta discusinse ha delegado a los organismos internacio-nales de crdito y a ciertas ONG. Pero debeser retomada a partir de los agentes invo-lucrados y especialmente por parte del go-bierno. El resultado esperado sera una vi-sin multiparadigmtica del desarrollo.

    Este enfoque exige incorporar conside-raciones econmicas, as como tambin so-ciales y culturales, sin descuidar jams lasambientales. Debe ser una programacinque gue y ofrezca una serie de criteriostanto para el corto plazo como para los me-diano y largo plazos.

    Por lo tanto, esta estrategia tendr queser suficientemente flexible para enfrentarlas turbulencias del mercado mundial, lastransformaciones que se deriven de la nue-va revolucin tecnolgica, la complejidadcreciente de fenmenos geopolticos a ni-vel mundial y an los complejos retos inter-nos. En este empeo cabe aprovechar todaslas capacidades disponibles, as como de-

    sarrollar ventajas comparativas dinmicas;en especial si se tiene presente la serie delimitaciones y dificultades que se derivande la globalizacin capitalista que excluye

    sistemticamente a la mayora de la pobla-cin mundial y que presenta un crecienteantagonismo de los intereses del Norte ydel Sur; antagonismo que se reproduce andentro de los pases subdesarrollados. Todoen un ambiente donde afloran, de una ma-nera abierta o solapada, las intromisionesimperiales y transnacionales.

    Se requiere una visin integradora quereconozca los probables escenarios nacio-nales e internacionales de conflicto y de-mandas reales de seguridad, tanto comoposibles espacios para potenciar el desa-rrollo. Urge una concepcin de desarro-llo que considere el momento histrico, larealidad poltica, econmica y cultural delpas, de la subregin y del mundo. Es cada

    vez ms apremiante una reformulacin delproceso de integracin subregional y anregional en marcha, para ampliar el cam-po de accin de su aparato productivo apartir de profundas reformas internas quepotencien sus mercados domsticos y quepermitan un accionar ms inteligente en elconcierto internacional.

    Uno de los mayores escollos de la inte-gracin en Amrica Latina y el Caribe hasido su conceptualizacin como un ejerci-cio econmico, mayormente de tipo mer-cantil. Esta no solo debe servir para relanzaruna estrategia exportadora de inspiracintransnacional o para conseguir un simpleacercamiento a la economa norteamerica-na en medio de un proceso de reordena-miento geopoltico complejo, cuyo resul-tado no est claro. La integracin de cadauna de las subregiones, como parte de unesfuerzo de integracin latinoamericanis-ta, tiene que apuntar a objetivos ms am-plios y profundos en un esfuerzo concerta-

    do por vencer al subdesarrollo y fortalecerla democracia.

    Ya es hora de pensar en la posibilidadde una supresin consensuada de las mo-

    nedas nacionales para dar paso a la cons-titucin de una moneda regional y en unacercamiento real de nuestras polticas eco-nmicas, tal como sucede en Europa, comoparte de una estrategia de cesin volunta-ria de parte de las soberanas nacionales acambio de la construccin de una soberanamonetaria y econmica regional ms am-plia y eficiente. Hay que hacer posible elestablecimiento y la vigencia de esquemasde acumulacin y reproduccin nacionalesy regionales que se sustenten en una mayorparticipacin ciudadana y que excluyan losregmenes autoritarios y represivos, que su-peren los dogmas y contradicciones neoli-berales, para lo cual se tendr que avanzaren las transformaciones econmicas, socia-

    les y polticas que cada sociedad requiere.En concreto se proponen los siguien-

    tes puntos en una concepcin estratgicade insercin del Ecuador en el mercadomundial:1. Priorizar como objetivo la unidad y la

    integracin latinoamericana. Pero no lamisma forma de integracin impulsadahasta ahora. Requerimos una integra-cin diferente, autonmica, sustentadaen bases econmicas, sociales, polticas yculturales a partir de las diversas realida-des ambientales existentes en la regin.

    2. Promover mecanismos de negociacinque reconozcan la realidad del desarro-llo desigual y las relaciones solidariasentre los socios en vez de plantear unaficticia igualdad entre los pases. Hayque alentar la constitucin de sobera-nas regionales a partir de los ahora es-trechos mrgenes nacionales.

    3. En lugar de quitar poder al Estado como ocurre con el TLC se deber re-

    construir y fortalecer el Estado nacionalcomo actor del desarrollo; simultnea-mente habr que modernizar los merca-dos como espacio de construccin socialque requieren ser controlados y norma-dos; tambin se tendr que impulsar laparticipacin activa de la sociedad civilen el Estado y en los mercados, como ac-

    tor y controlador de los mismos.4. Incentivar acuerdos entre empresas p-

    blicas de los diferentes pases para sufortalecimiento mutuo y para viabilizarla integracin.

    5. Establecer vnculos con la mayor canti-dad de economas relevantes para el de-sarrollo ecuatoriano a ms de las eco-nomas vecinas, por ejemplo con China,India, Europa (aqu tenemos ademsla ventaja de la depreciacin del d-lar frente al euro) y por cierto hay quecomerciar los mismos EEUU. Hay quebuscar una sostenida diversificacin delas exportaciones, no depender de po-cos mercados y menos an de uno slo.El comercio debe orientarse y regular-

    se desde la lgica social y ambiental, noexclusivamente desde la lgica de acu-mulacin del capital; as, por ejemplo,el comercio exterior no puede poner enriesgo la soberana alimentaria y energ-tica del pas.

    6. Establecer reglas claras y estables paratodos los inversionistas: extranjeros, na-cionales y el Estado mismo. La seguridad

    jurdica debe ser para todos, no slo parael capital extranjero. A partir de la pre-misa de que en este pas el eje es el serhumano vinculado a la naturaleza debenrespetarse los acuerdos y convenios in-ternacionales debidamente suscritos.Por otro lado hay que salir de la trampa

    planteada por quienes creen que el proble-ma para lograr el xito de las polticas neo-liberales es de gobernabilidad, entendidasta como un esquema que facilite la conso-lidacin del rgimen social de acumulacinneoliberal, sostenido en una mayor orien-tacin hacia el mercado mundial con una

    apertura y liberalizacin a ultranza y en unamenor injerencia de propuestas de inspira-cin nacional. Esta visin neoliberal, comose sabe de la experiencia de las ltimas d-cadas, exige una creciente concentracin dela riqueza con miras a promover el ahorroque financie nuevas inversiones, que ofrezcanuevos beneficios y garantas al capital ex-

    ACERCADEL TLC,CUENTOS,FANTASMAY ALTERNATIVAS

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    terno, que acepte una mayor flexibilizacinlaboral y un menor peso de la organizacinsindical y social en general. Adems, provo-ca el fortalecimiento del gran empresariadoprivado (nacional y transnacional) en detri-mento de la pequea y mediana empresa,as como de los espacios empresariales co-munitarios. Todo lo cual desemboca en unacrecentamiento del poder en manos de po-cas personas: el hiperpresidencialismo, via-ble sobre bases de creciente autoritarismo ydebilitamiento democrtico.

    La ingenuidad de las actuales estra-tegias del Banco Mundial, del BID y delFMI, as como tambin de Washington conel TLC, radica precisamente en la creenciade que toda la economa puede, de la no-

    che a la maana, incorporarse activamen-te a la nueva divisin internacional deltrabajo; cuando, en realidad, la globaliza-cin en marcha margina tendencialmentey en forma estructural a la mayora de lapoblacin y a partes sustantivas del pro-pio aparato productivo. El camino debe serotro, aceptando el trnsito por un proce-so paulatino, que requiere de un horizontede preparacin y bases de equidad, inclusopara que los mercados funcionen. Y conseguridad no solo habr que marchar porun camino diferente, sino que la meta finaldeber diferir de los imaginarios (imposi-bles) del neoliberalismo.

    La Consulta como mecanismo demo-crtico de decisin Justo ahora, cuandohay una gran oportunidad para profundi-zar la democracia, voceros oficiales y oficio-sos anuncian la inconveniencia de recurrira todos los procedimientos democrticosexistentes para dilucidar una cuestin que

    gravitar profunda y largamente en la vidanacional: el TLC. Los defensores abiertoso encubiertos del TLC, sin abordar los te-mas de fondo, arremeten en contra de unaposible consulta popular. Por su compleji-dad y amplitud, no cabe consulta, dice al-guien. Es inconveniente desde todo puntode vista elevar este tema, tan importante,

    a un plebiscito, consigna otro. Porque setrata de un tema muy complejo y poco co-nocido por la ciudadana, no creo que seafactible una consulta popular, asegura untercero. La gran prensa, autodefinida comoadalid de la democracia, alienta esta oposi-cin, pues, como dice un matutino quite-o, resulta difcil someter a consulta popu-lar una negociacin tan compleja, ya que,como afirma otro rotativo, es absurdo queun tratado de esta naturaleza de comple-

    jos contenidos tcnicos y jurdicos de pocoacceso al conocimiento comn se preten-da llevarlo a una consulta popular.

    Ante las exigencias de Washington, sin-tetizadas en el TLC como coronacin delproceso de ajuste y reformas neoliberales,

    se pone jaque mate a la democracia. Sinembargo, no la sacrificarn, simplementela obviarn, una vez ms. Y luego las con-secuencias del TLC, que incluso obligarna reescribir la Constitucin, limitando anms la vida democrtica, sern asumidascomo un acto de pragmatismo. Amenazaspolticas que se traducirn, como afirma el

    jurista liberal Fabin Corral en un verdade-ro imperialismo legal.

    Un asunto perverso, en tanto el TLCgarantiza seguridad a la acumulacin delcapital, no as a las personas; valga consta-tar que en el TLC no se discute el temade la masiva emigracin de ecuatorianos aEEUU, pero eso si se ofrece trato nacionala las mercancas y servicios extranjeros, alas inversiones forneas; derecho a deman-dar en el exterior al Estado ante cualquierdecisin que disminuya las ganancias de losinversionistas extranjeros; apertura y librecirculacin a todo tipo de bienes y servi-cios; proteccin total a los derechos de pro-

    piedad intelectual; reduccin del papel delEstado al de guardin del capital; todo estolimita an ms la capacidad de aplicar pol-ticas nacionales de desarrollo.

    Por eso mismo que es tan importan-te, tan complejo, tan amplio el TLC, se re-quiere un gran debate, que concluya en unaconsulta popular.

    (MARZO DE 2006)

    Texto Pablo Ospina

    Las jornadas de protesta contra la fir-ma del Tratado de Libre Comercio con Es-tados Unidos en nueve provincias del pasdurante las semanas del 13 al 23 de marzode 2006 fueron tan masivas como sorpre-sivas para quienes no conocen de cerca ala CONAIE. Su oportunidad no deja lugara dudas: son (han sido, siguen siendo) unapoderosa advertencia al equipo negociadordel TLC que desde fines de la semana si-guiente tena programado cerrar las nego-ciaciones en las polmicas mesas de pro-piedad intelectual y agricultura. La posible

    firma del Tratado no es un asunto tcnico;depende exclusivamente de una medicinde fuerza entre suspoderososbeneficiariosy sus numerososperdedores. La oposicin

    PROTESTA INDGENAY MOVIMIENTO

    POPULAR

    ALBERTOACOSTA

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    de unos de los primeros perdedores delTratado, las comunidades campesinas mspobres de la sierra, ha sido potente y ame-naza convertirse en mucho ms poderosauna vez que todos los detalles de la nego-ciacin se conozcan. Qu lecciones pode-mos sacar de las jornadas, su potencia y sudistribucin geogrfica?

    Casi todos los anlisis de la prensa haninsistido en la reconstitucin del poder demovilizacin de la CONAIE bajo el lide-razgo de Luis Macas. Su esfuerzo de trabajointerno as como su participacin personalacompaando el desarrollo de las moviliza-ciones han sido destacados como elemen-tos esenciales de este verdadero renaci-miento. En verdad, no se puede dejar de

    resaltar el papel del liderazgo del presiden-te de la CONAIE en las provincias de lasierra (las filiales amaznicas, salvo Pastaza,han sido mucho menos protagnicas en laprotesta), pero esa lectura sorprendida re-cuerda mucho la misma reaccin durante ellevantamiento de febrero de 2001, cuandolas organizaciones rurales que haban sidoreiteradamente declaradas difuntas, dieronun clarinazo similar.

    La fuerza de la CONAIE reside me-nos en el liderazgo de su Consejo de Go-bierno1 que en su red organizativa local,descentralizada y autnoma, y en la exis-tencia de un nutrido contingente de cua-dros organizativos medios y de base en lascomunidades, las parroquias y los munici-pios. Esa doble red, de organizaciones y decuadros organizativos, ha mostrado reite-radamente que tiene enormes dificultadespara responder a la coyuntura con rapi-dez. Pero mientras esa red exista (y toda-va existe y es vital), pueden prepararse

    pacientemente levantamientos como el demarzo de 2006. La reciente movilizacintiene gran parentesco con el levantamien-to en contra de la Ley Agraria de 1994:

    1Quienes conocen de cerca el funcionamiento del r-gano de direccin saben bien sus extraordinarias limita-ciones materiales y tcnicas.

    ambos fueron preparados por cientos (sino miles) de talleres, charlas y debatesprevios. Durante dos aos prcticamenteno hubo reunin, asamblea o debate in-terno a nivel de comunidades, parroquiasy provincias en la que no se hiciera cuan-do menos una charla sobre el TLC. Igualque el levantamiento por la Ley Agraria de1994, que fue precedida por un sistemti-co trabajo en la base desde 1992. Cuandolos dirigentes de la red mastican el tema,pueden surgir levantamientos con la fuer-za del que acabamos de presenciar.

    Pero esa red organizativa estaba tam-bin debilitada. Sigue existiendo y no hayseales de que vaya a morir en lo inmediato,pero su lealtad al resto de nodos de la red

    deba probarse. La marcha sobre Quito denoviembre de 2005 contra el mismo acuer-do comercial mostraba que esa lealtad po-da recuperarse. El levantamiento de marzode 2006 lo ha confirmado plenamente. Talvez el caso ms llamativo e importante seael de la provincia de Chimborazo. Durantelos ltimos diez aos la tupida red organiza-tiva de la provincia ms fuertemente ind-gena del pas, haba venido diversificndose,separndose y distancindose por lideraz-gos encontrados as como por desordenadas(y a veces interesadas) intervenciones ex-ternas. La masiva participacin de las orga-nizaciones indgenas de Chimborazo en laprotesta de marzo muestra que esa red delealtades organizativas puede recuperarseincluso despus de aos de distanciamien-to. Las organizaciones lideradas por el Mo-vimiento Indgena de Chimborazo (MICH)lograron incluso dar un giro a las primerasreacciones del Prefecto provincial, que ini-cialmente intent ligar exclusivamente el

    paro a las demandas provinciales de fondospara obras pblicas, pero luego termin ali-nendose firmemente con la movilizacincontra el TLC. Esa recuperacin basada enla radicalizacin de la dirigencia provincial,con Delfn Tenesaca a la cabeza, debe sermejor estudiada para medir su posible du-racin y consistencia interna. Pero ms all

    de su futuro todava incierto, la moviliza-cin provincial de marzo de 2006 muestraque las bases organizativas para la recons-truccin estn todava en pie.

    El caso de Chimborazo nos introduceen otro tema. La protesta, sobre todo enla sierra central, se nutri de dos reivindi-caciones distintas: las demandas de obrasy compromisos financieros que el gobier-no nacional adquiri con las provincias in-volucradas; y las demandas indgenas deoposicin al TLC y de lucha por la cadu-cidad del contrato con la compaa petro-lera Occidental. Inicialmente la mayora delas autoridades municipales de Cotopaxi yTungurahua, as como el prefecto de Chim-

    borazo, insistieron mucho ms en la prime-ra demanda. Los Prefectos de Cotopaxi yTungurahua, en cambio, sostenidos en lasorganizaciones indgenas locales, apoyarondecididamente la segunda demanda. Y estasegunda demanda fue la que tom la pos-ta y marc la dinmica del levantamiento.Aunque la imagen pblica de la suspensin

    del paro en Cotopaxi el jueves de la pri-mera semana pareci ligarse a la entrega delos fondos locales negociados (y fue, en esesentido, una derrota del Movimiento In-dgena y Campesino de Cotopaxi), la rea-lidad local fue diferente. La suspensin dela protesta se lig ms a necesidades localesde descanso y respiro as como a una estra-tegia de lucha contra las autoridades mu-nicipales que han estado tradicionalmenteen contra de la poderosa organizacin in-dgena provincial3. En la semana siguiente,cuando las bases del MICC se movilizarona Quito dejando la protesta provincial en-teramente en manos de los alcaldes que re-clamaban obras, esas disputas locales contra

    Pachakutik se hicieron ms evidentes. Lasorganizaciones y las autoridades indgenasestaban luchando tambin contra sus rivaleslocales. Esas consideraciones, aunque pue-dan ser entendibles en general y aunquepuedan tener pocas consecuencias de largoplazo, quedaron marcadas a nivel nacionalcomo una renuncia indgena a la segunda

    Santiago Gonzlez

    PROTESTAINDGENAY MOVIMIENTOPOPULARPablo Ospina Peralta

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    tezas suficientes para salir a la calle. Porqu no salieron?

    Prima el vaco organizativo. No es tantoel tema, sino quin convoca. No existe su-ficiente autoridad y confianza para atendera la convocatoria. No hay una red equiva-lente a la que todava pervive en las zonasrurales de la sierra. En los colegios existe laconvocatoria de la FESE, pero muchos, en-tre alumnos y profesores, recelan las cons-tantes salidas a protestar sin suficiente cono-cimiento de las razones del enfrentamientocon la polica. No hay organizaciones quehagan el trabajo de hablar, de convencer, dediscutir, de ganar confianza en el trabajo pa-ciente de acompaar la organizacin local.El vaco es inmenso y la falta de confian-

    za es su resultado inmediato. El resultadomediato es la incapacidad de movilizacinen las coyunturas crticas. Quienes confanexclusivamente en la convocatoria desarti-culada de muchedumbres ms o menos es-pontneas como la que ocurri en abril de2005, deberan tomar nota de la actitud ur-bana en la reciente movilizacin rural.

    En sntesis, la debilidad del movimien-to urbano no depende exclusivamente dela ausencia de liderazgos fuertes o de unaadecuada coordinacin entre las organi-zaciones existentes. Proviene de la falta deorganizacin en la base social misma. Msprecisamente, proviene de dos dcadas deconstante retroceso en el tejido organizati-vo urbano provocado por el efecto de casitres dcadas de reaccin conservadora enla Iglesia Catlica, por el masivo retiro dela militancia poltica de izquierda y por eldebilitamiento del sindicalismo obrero cu-yos cuadros organizativos alimentaban si-multneamente la organizacin territorialen los barrios pobres. Y la debilidad delmovimiento popular urbano es, sin duda

    alguna, la ms grande debilidad del movi-miento indgena, que en su soledad proba-blemente reforzar la tendencia a retraer-se cada vez ms sobre s mismo y sobre susdemandas particulares. Hasta ahora siguebatallando contra corriente y sus principa-les dirigentes siguen tratando de ligar susluchas con las de todos. Pero sus esfuerzosheroicos necesitan urgente compaa.

    Dos semanas despus de empezada, lamovilizacin termin el da jueves 23 demarzo pero la CONAIE y sus aliados se de-clararon en movilizacin permanente. Loscomunicados oficiales de la organizacin re-calcan algunos de los logros de las jornadas:haber colocado el tema en el debate nacio-nal; haber debilitado la fe en el cierre de lasnegociaciones del TLC en Washington (losinformes de prensa constatan que el pedi-do actual es la extensin del ATPDEAhastaenero de 2008 para poder seguir negociandoel Tratado durante el presente ao); el refor-zamiento de la posicin de PETROECUA-

    DOR en el juicio a la compaa Occidental.En una palabra, si debiramos resumirlo enuna frase, el clarinazo de la movilizacin so-cial cambi el balance de fuerzas polticasrespecto al TLC. Hay una oportunidad ma-yor ahora que hace dos semanas de evitar lasuscripcin del acuerdo. Eso es, en s mismo,una victoria enorme.

    Comouna secuencia de las acciones queempezaron en abril del 2005 con una ma-siva movilizacin en Guayaquil, que pro-siguieron con la realizacin de varios forosen distintas provincias y con una segundamarcha en octubre en Guayaquil; la MESAAGRARIA; esta vez en acuerdo con otrasorganizaciones sociales, como la FEINE,Coordinadora Nacional Campesina, ForoUrbano, retom un conjunto de iniciativaspacficas de resistencia al TLC.

    En estas nuevas jornadas de lucha, laFENOCIN emprendi el primero de abrilcaminatas hacia Quito, con la perspectiva

    de lograr una gran convergencia de organi-zaciones campesinas y urbanas de la sierray de la costa. De su lado, la FENACLE jun-to con otros gremios campesinos, se movi-

    El vaco es inmenso y la falta de con-

    fianza es su resultado inmediato. El

    resultado mediato es la incapacidad

    de movilizacin en las coyunturas

    crticas.

    LA MESA AGRARIAREACTIVA

    RESISTENCIAAL TLC

    Texto Fabin Calispa

    Pablo Ospina Peralta

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    liz en varios cantones de la costa, comoDaule, Santa Luca y Guayaquil.

    Estas acciones, dirigidas a lograr unamultitudinaria concentracin en Quitopara expresar el desacuerdo con las incon-sultas negociaciones del TLC; fue dura-mente reprimida por el gobierno nacional.En primer lugar se detuvo en Caar al pre-sidente de la FENOCIN, Pedro de la Cruz;al da siguiente, mientras ste era liberadopor medio de un Habeas Corpus, se detenatambin el presidente de la FEINE, Mar-co Murillo, as como a cerca de cincuentacampesinos en Imbabura, bajo el pretextodel estado de emergencia.

    Incluso en Quito, en donde no se podaechar mano al estado de excepcin, fueron

    detenidos varios dirigentes, entre ellos LuisAndrango, Luis Sarango y Edwin Navarretede la FENOCIN. Con estas acciones y conla represin en las carreteras, el gobiernologr impedir que ms de seis mil campesi-nos e indgenas de la sierra y de la costa lle-garan al simblico parque del arbolito, a pe-sar de lo que se realiz la feria de semillas,

    marchas hacia el Congreso y el Foro, paradebatir entre los diversos actores, universi-dades, empresarios, indgenas, campesinos,gremios, artesanos, una agenda interna ha-cia la soberana, la reactivacin productivadesde abajo y la equidad social; as comopara exigir se abra de inmediato un dilogonacional sobre el TLC, previo a la indispen-sable consulta popular.

    Luego de las importantes movilizacio-nes de la CONAIE en el mes de marzo, elrepertorio distinto de movilizacin desple-gado por la Mesa Agraria y principalmentepor la FENOCIN, muestran que, desde susdiferentes trayectorias histricas, desde susdiversas identidades ideolgicas y de sustambin diversas adscripciones polticas, las

    organizaciones del campo han logrado for-talecer sus acciones de resistencia al TLC.Aunque la presencia en Quito del campesi-nado de la costa fue dbil, ya que se vieronapenas unas cuantas organizaciones de LosRos, de Manab y de Guayas, pese a que elTLC golpeara sobre todo a las pequeasagriculturas de esa regin.

    El gobierno actual, apenas concentradoen terminar su transitorio periodo; ha mos-trado no solo sesgos racistas, sino una inusi-tada vocacin represora. Esta torpeza en lagestin del poder podra resultar un signi-ficativo aporte para la rearticulacin de lasfuerzas del campo popular. Luego de estas

    jornadas de abril, es probable que las fede-raciones nacionales del campo y los pue-blos indgenas, afectados por rivalidadesque han sido profundizadas por manipula-ciones de las lites, logren un acercamien-to para finalmente armar una plataformaunitaria, no solo para bloquear el TLC, sinopara empujar una agenda post neoliberal

    para el pas.Ese es el reto que las dirigencias hist-

    ricas y que los nuevos liderazgos que co-mienzan a irrumpir, tambin con rostrosde mujeres en la sierra y en la costa, debenasumir para abrir un camino de equidadeconmica, social, cultural y poltica parael Ecuador.

    Alguien podra objetar como una incon-gruencia que el triunfo final de una revolu-cin dependa de la radicalidad de las medidasreformistas que se tomen en las fases inicialesdel proceso. No hay acaso un abismo que se-para reforma de revolucin? La experienciahistrica ensea que no existe tal disconti-nuidad entre reforma y revolucin. Estas no

    nacen como tales, sino que se van definiendoa medida que la lucha de clases desatada porla dinmica de los procesos de transforma-cin radicaliza posiciones, supera viejos equi-librios y redefine nuevos horizontes para lasiniciativas de las fuerzas contestatarias.12

    Fidel deca que el programa de luchacontra Batista no era ni poda ser socialis-

    1Este artculo es una versin reducida de otro publicadoen Rebelin con el nombre de La Encrucijada Boliviana,el 28 de diciembre de 2005.2Secretario Ejecutivo de CLACSO

    ta. Tal como lo anticipara en ese extraor-dinario manifiesto que es La Historia meAbsolver, el programa concreto de losinsurgentes no contena medida algunaque pudiera ser caracterizada como so-cialista por quienes creen que el socialis-mo se instala por un kase administrativo.Eso ocurri en las mal llamadas demo-

    cracias populares del Este europeo, y asles fue: hoy renacen como la vanguardiade lo ms reaccionario que existe en Eu-ropa. El programa del 26 de Julio con-templaba en cambio un programa seriode reformas, pero nada ms: restablecerla Constitucin de 1940; conceder la pro-piedad de la tierra a campesinos que ocu-paran pequeas parcelas, pagando unarazonable indemnizacin a los antiguospropietarios; otorgar a los obreros y em-pleados de una participacin del treintapor ciento en las utilidades de las grandesempresas; implementar una reforma in-tegral de la enseanza; confiscar todos losbienes malversados por los gobernantes;y concretar la reforma agraria de la granpropiedad territorial y la nacionalizacinde los monopolios en la industria elctri-ca y los telfonos. Solo despus de PlayaGirn la revolucin cubana se definiracomo socialista, a ms de dos aos de ha-ber conquistado el poder poltico. Cmo

    explicar esta situacin?Desafiando una muy arraigada tradicin

    Fidel deca en Chile que un revoluciona-rio verdadero siempre busca el mximo decambios sociales. Pero buscar un mximode cambio social no significa que en cual-quier instante se pueda proponer ese mxi-mo, sino que en determinado instante y en

    El gobierno actual, apenas concen-

    trado en terminar su transitorio

    periodo; ha mostrado no solo sesgos

    racistas, sino una inusitada vocacin

    represora. Esta torpeza en la gestin

    del poder podra resultar un significa-

    tivo aporte para la rearticulacin de

    las fuerzas del campo popular

    REFORMA Y REVOLUCINNOTAS SOBRE BOLIVIA1

    TextoAtilio Born2

    FabinCalispa

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    consideracin al nivel de desarrollo de laconciencia y de las correlaciones de fuerzasse puede proponer un objetivo determina-do. Y una vez logrado ese objetivo propo-nerse otro objetivo ms hacia delante. Elrevolucionario no tiene compromisos dequedarse en el camino.

    En otras palabras, y esta es una de lasgrandes paradojas de la vida poltica, unarevolucin rara vez comienza como tal.La secuencia verificada no slo en la ex-periencia cubana sino tambin en la so-vitica es que los revolucionarios casiinvariablemente levantan un elementalconjunto de reivindicaciones. Ya hemosvisto el programa del 26 de Julio; recorde-mos ahora, brevemente, el de los bolche-

    viques en vsperas de la Revolucin Rusa:Pan, tierra y paz. Este fue el programaque supo captar el estado de nimo de lasgrandes masas obreras y campesinas rusas,el que acert en determinar su nivel deposibilidades y el estado de su concien-cia poltica. Lo mismo ha ocurrido con lasrevoluciones burguesas. La de Francia co-menz como una revuelta en un barrio dePars originada por el aumento en el pre-cio del pan. No estaba en el nimo de losrevoltosos acabar con la sociedad feudal yla institucin que la coronaba: la ms os-tentosa de todas las monarquas europeas.Sin embargo, ese fue el resultado final desu rebelin en pos de objetivos muy con-cretos e inmediatos.

    De lo anterior se desprende, en conse-cuencia, el formalismo de la oposicin en-tre reforma y revolucin. Sabemos que lahistoria del siglo veinte ha establecido, contoda razn, una identidad entre reformis-mo y capitulacin. Pero una mirada ms

    analtica concluira que no todas las refor-mas son necesariamente reformistas. Hayreformas que una vez adoptadas cambiancualitativamente la situacin pre-existentee instalan a la sociedad en otro nivel desdeel cual se pueden emprender nuevos pro-yectos transformadores de la realidad social.Los tericos de la derecha Samuel P. Hun-

    tington entre ellos no se engaan cuandoafirman que, en Amrica Latina, las refor-mas no son un sustituto de la revolucinsino precisamente su agente catalizador. Esverdad que Rosa Luxemburgo adverta quelas reformas no cambian la naturaleza dela sociedad. Deca tambin que uno de losequvocos ms grandes era considerar a lareforma como una revolucin que avanzaa marcha lenta pero directamente encami-nada a lograr un objetivo revolucionario.Un siglo de reformismo socialdemcrata enEuropa confirman plenamente la validezde sus observaciones: esas reformas fueroninsuficientes para superar el capitalismo einstaurar un orden econmico y social ms

    justo, igualitario y democrtico. Tales refor-

    mas produjeron cambios importantes, sinduda alguna, pero siempre dentro del sis-tema. Su declarada intencin de cambiarel sistema se ahog en la pura retrica delreformismo. Pero este resultado estaba muylejos de ser una fatalidad histrica. El refor-mismo socialdemcrata nunca se propusosuperar al capitalismo, sino slo humani-zarlo limando sus aristas ms intolerablese injustas. Pero jams se empe en socavarla dictadura del capital, debilitar sus racesmateriales y sus aparatos de dominacin;mucho menos, potenciar la organizacinautnoma de las clases y capas populares.El compromiso de clases del estado Ke-ynesiano se construa sobre la base de unsupuesto: la intangibilidad del capitalismocomo modo de produccin. Las reformasiniciadas por la revolucin cubana en suprimera fase, las que estn teniendo lugarhoy en Venezuela y las que podra poner enmarcha el gobierno de Evo Morales partende otras bases y tienen otros objetivos. Por

    eso en Cuba su remate fue el socialismo. Yen Venezuela el Presidente Hugo Chvezdeclar, hace poco, que no habr solucinpara los problemas de su pas sino en elmarco de un socialismo de nuevo tipo, elas llamado socialismo del siglo veintiuno.

    Hay razones para pensar que un desen-lace parecido pueda producirse en Bolivia,

    especialmente si las polticas a ejecutarseen los primeros meses de gestin porquecualquier dilacin debilitar irremediable-mente al nuevo gobierno logran alterar lacorrelacin de fuerzas desplazando el fielde la balanza poltica a favor de las clases ycapas populares. El programa del MAS pro-pone una serie de reformas que, si se llevana cabo, podran acrecentar decisivamente lagravitacin popular en la poltica boliviana:nacionalizacin e industrializacin de loshidrocarburos; utilizacin de esos recursospara financiar una agresiva poltica social;convocatoria a una asamblea constituyentegenuinamente representativa de la diversi-dad cultural y tnica de Bolivia y que pon-ga fin a la ancestral discriminacin legal

    en contra de las poblaciones indgenas; de-fensa y legalizacin de la coca como cultivohistrico de los pueblos originarios, recha-zando de plano las polticas de erradicacin

    auspiciadas por la Casa Blanca; activa pro-mocin de las polticas de salud, educaciny los servicios sociales; por ltimo, una po-ltica exterior latinoamericanista, decidida-mente anti-imperialista, y en sintona conlos gobiernos de Cuba y Venezuela.

    Reformas que no se agotan en el re-formismo De todos modos el xito de es-tas iniciativas se juega en un terreno quetrasciende los lmites del aparato estatal.Si las reformas contempladas en el progra-ma del MAS son aplicadas desde arriba,como un mero proyecto estatalista lidera-do por una tecnocracia bien intencionaday progresista pero sin que las mismas seanasumidas por los movimientos populares,

    sus resultados sern inciertos y precarios, ydifcilmente sobrevivirn a la contra-ofen-siva de la derecha, como lo prueba, sin irms lejos, la propia historia de la revolu-

    AtilioBorn

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    cin de 1952 en Bolivia. Por consiguiente,el xito de estas reformas y la garanta deque ellas no terminarn en la va muertadel reformismo socialdemcrata est dadopor su correspondencia con un sistemticoy exitoso esfuerzo dirigido, por una par-te, a robustecer la capacidad de moviliza-cin y organizacin de las clases y capas po-pulares y los movimientos sociales que lasagrupan; y, por la otra, a elevar el nivel deconciencia poltica de las masas campesinase indgenas, librando la indispensable ba-talla de ideas requerida para resistir el te-rrorismo ideolgico al que, junto con otrasformas de terrorismo y sabotajes de diversotipo, recurrirn las clases dominantes paraabortar el proceso revolucionario en cier-

    nes. La irreversibilidad de las reformas, porconsiguiente, no la garantiza el dictado deuna ley o el imperio de una decisin ad-ministrativa sino la existencia de una nue-va y ms favorable correlacin de fuerzas.Si, como esperamos, esto llegara a ocurrirla dialctica de las confrontaciones socialespondr en movimiento un proceso polticollamado a superar con creces las limitacio-nes de las reformas iniciales. En otras pala-bras, las reformas genuinamente orientadasa cambiar la sociedad se caracterizan porsus efectos acumulativos y multiplicado-res, desencadenando una dialctica de re-formismo permanente en donde la agendade la emancipacin social se expande vigo-rosamente y en consonancia con la visiny el proyecto del socialismo. Huelga sea-lar que en el caso que nos preocupa la re-sistencia de los grupos ms conservadoreslocales y el hostigamiento permanente delos Estados Unidos radicalizarn extraordi-nariamente las opciones del gobierno y la

    oposicin acelerando en buena medida esteproceso. Y, conviene recordarlo, la tan so-corrida idea de que si el gobierno de Mo-rales obrase con cautela y pragmatismopara garantizar la gobernabilidad eufe-mismos y sofismas utilizados para decir quese traiciona el mandato popular y se deci-de gobernar con los mercados y para los

    mercados Bolivia se evitara las tensionesy crispaciones producidos por las polticasreformistas no es sino una piadosa mentiradesmentida una y cien veces por la historiareciente de Amrica Latina. Desde el mo-mento en que las clases populares decidie-ron tomar el cielo por asalto y elegir a unode los suyos, un indgena, por primera vezcomo presidente de Bolivia y darse un go-bierno que las represente directamente losconflictos y las amenazas desestabilizado-ras quedaron instalados en el corazn mis-mo de la vida poltica boliviana. La crisis, lainestabilidad y la incertidumbre son datosorgnicos, producto de la rebelin de losde abajo que, para usar un viejo aforismo,ya no quieren seguir como antes; y de la

    incapacidad de los de arriba para perpe-tuar un estado de cosas que les colma deriquezas y privilegios. Las concesiones a losmercados o a los grandes intereses mono-plicos y el imperialismo lejos de apaciguarlos nimos acentuar an ms el conflictosocial, y esto por dos razones principales:en primer lugar, porque la frustracin delas expectativas de cambio de las masas laslanzar a las calles para tratar, con sus pro-pias iniciativas, de recuperar las esperanzasrobadas; segundo, porque como lo demues-tran dos mil quinientos aos de reflexinfilosfico poltica las clases dominantes ja-ms se dan por satisfechas ante cualquierconcesin hecha por el gobierno. Est en sunaturaleza siempre exigir ms porque, talcomo lo observara Maquiavelo, consideranal gobierno, a cualquier gobierno, como unintruso que se inmiscuye en sus negociosy entorpece el funcionamiento de una es-tructura de dominacin y explotacin de lacual son sus exclusivos beneficiarios. Por lo

    tanto, un gobierno que se esmere en satis-facer sus reclamos y calmar sus ansiedadesslo estar pavimentando el camino paranuevos y cada vez ms letales golpes demercado.

    Dicho lo anterior ser preciso que losnuevos gobernantes bolivianos tomen notade dos lecciones derivadas de la historia de

    Amrica Latina: la primera, que se necesi-taron revoluciones sociales como la mexi-cana, de 1910, la guatemalteca de 1944, laboliviana de 1952 o la cubana, de 1959para producir reformas significativas en laestructura de nuestras sociedades (el casode la reforma agraria en Mxico, Guatema-la, Bolivia y Cuba) o para instaurar el socia-lismo y garantizar el disfrute de derechosciudadanos como el acceso a la salud, laeducacin, la nutricin y la vivienda, comoen Cuba. La segunda leccin es la siguien-te: en este continente las reformas fueronsiempre combatidas con ferocidad por lasclases dominantes y en la mayora de los ca-sos terminaron desatando sangrientas con-trarrevoluciones. Los ingenuos que crean

    que embarcarse por el camino inicial de lasreformas ser un buclico paseo que conta-r con la aquiescencia de la burguesa estnmuy equivocados. El reformismo de Ar-valo y Arbenz en Guatemala, como el deAllende en Chile, termin en un autnticobao de sangre. Quien invoca a la reformaen Amrica Latina conjura en su contra atodos los monstruos del establishment: losmilitares y los paramilitares; la polica se-creta y la CIA; la embajada norteamericanay la prensa libre; los combatientes por lalibertad y los terroristas organizados y fi-nanciados por las clases dominantes. Aten-tar contra los privilegios de las oligarquaslocales y el imperialismo tiene un alto pre-cio entre nosotros.

    La soledad de los revolucionarios Losrevolucionarios, y Evo sin duda es uno deellos, se debaten siempre en soledad, sobretodo en los inciertos primeros pasos de larevolucin. Atacados implacablemente porla derecha, cuyo certero instinto nunca laengaa y sabe muy bien quienes son susenemigos; y acosados tambin por ese eter-no rival de toda revolucin: el infantilismoizquierdista, que denunciara Lenn y para elcual la revolucin no sera otra cosa que elirrestricto despliegue de la voluntad polti-ca en el escenario de la pura doctrina, don-de no hay enemigos ni resistencias y dondela lucha de clases se evapor en la irrepara-ble aridez del dogma. Para el infantilismode izquierda la tarea de construir el socia-

    lismo es de una asombrosa simplicidad: bas-tan unos pocos decretos que el nuevo pre-sidente firme en el Palacio Quemado paraalcanzar el elusivo objetivo que haba sidoinfructuosamente perseguido durante msde un siglo. Parafraseando a Engels se diraque los ultras son gentes que han hecho desu impaciencia un argumento poltico, conlos enormes riesgos que entraa dicha ope-racin En el Chile de Allende hubo secto-res de la ultraizquierda que, movidos porsu fervor militante y su revolucionarismoabstracto llegaron a empuar las armas ensu contra, acusndolo de reformista y deconciliador con el imperialismo y la reac-cin. No est de ms recordar que con elpaso del tiempo muchos de esos dirigentes

    AtilioBorn

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    El quiteo Marcelo Larrea, candidato a la Presidencia de la Repblica, tiene 45 aos,ms de dos dcadas en la brega poltica con organizaciones populares. Es un intelectual, es-critor y periodista. Ha publicado libros de crtica histrico-poltica: La historia no termina,La Triple victoria de Chvez y La Guerra por otros Medios; es coautor con GabrielGarca Mrquez y Julio Cortzar de Hablar a travs del tiempo. Curs economa en laLondon School of Economics de Inglaterra. Ha colaborado con diversos medios de comunica-cin en su carrera periodstica en varios pases y fue consultor del Foro Social Mundial de laUNESCO.

    Cules son los elementos que hacen dis-

    tinta su candidatura a los dems partidos?

    ML: Mi candidatura surgi de la voluntadde las bases de la Alianza Tercera Repblica(ALBA) de trabajadores, campesinos, mi-grantes, estudiantes, militares de los secto-res ms afectados por la crisis neoliberal ypor la debacle poltica. Nunca he participa-

    do en elecciones. Mi candidatura fue pro-

    clamada en la casa de Eloy Alfaro en Mon-tecristi con 64 movimientos del Ecuador.Este proceso se inici con la huelga gene-ral de los aos 1980, el levantamiento in-dgena de los aos 1990 y las insurreccio-nes contra Bucaram, Mahuad y Gutirrez;que les obligaron a huir del pas. El FueraTodos que presidi como consigna el pue-

    blo de Quito en abril del 2005 debe ejecu-tarse de forma democrtica y participativaimpulsando la Tercera Repblica y derro-tando a toda la partidocracia ecuatoriana.Qu es la Tercera Repblica? La historiadel Ecuador ha sido profundamente distor-sionada. Se conoce que la primera consti-tuyente fue en 1830 y que el primer pre-sidente fue Juan Jos Flores. Esto es falso.En 1812 se fund Quito como resultadode las batallas de los patriotas de la pocapara la independencia de la colonia espao-la. La Primera Repblica la cre Simn Bo-lvar con la integracin del Departamentode Venezuela, de Cundinamarca y de Qui-to como Colombia, para efectivizar el sue-o de Francisco de Miranda. El 9 de octu-

    bre de 1820 Letamendi, Febres Cordero yUrdaneta liberan Guayaquil y la Batalla dePichincha del 24 de mayo de 1822 finiqui-ta la independencia del podero espaol.Ecuador es una voz francesa que significaagua de oro; apodo de la Misin Geodsi-ca Francesa para desconocer que la seali-zacin de la mitad del mundo pertenece alos milenarios habitantes de Quito antiguo.Esta usurpacin de nuestros conocimientoscientficos implic la desaparicin de Qui-to en lo referente a la mutilacin de la ciu-dad del sol; a la que se refiere la utopa deCampanela, que es una de las principalesutopas que forj el pensamiento socialis-ta utpico europeo como el socialismo y elcomunismo cientfico. Quito fue centro dela sabidura continental de la poca y el es-cenario de 165 insurrecciones en 300 aosde la colonia. Ecuador es un nombre sobre-puesto porque Quito est cerca de la zonade Pichincha y del Cotopaxi, donde est elagua de oro. Quito iba del Pacfico al Atln-

    tico. Se debera revisar la cartografa euro-pea de los siglos XVII y XVIII, el ro Ama-zonas se llamaba ro de Quito.

    Cules son los elementos centrales de lapropuesta de la Tercera Repblica y quorganizaciones sociales comparten esteideario?

    ML: Queremos una sociedad donde todosea de todos y a nadie le falte nada. Propo-nemos una revolucin poltica desde el po-der popular. Si ganamos las elecciones con-vocaremos a una Asamblea Constituyentepara formar la Tercera Repblica. Estamospor la derogatoria de la Ley de Partidos yElecciones que ha afectado a nuestro pasen los ltimos 25 aos.Constituiremos nuevos rganos de poderpopular; como los que se crearon en la in-surreccin de enero del 2000 contra JamilMahuad; que se profundizaron con la crea-cin de asambleas populares en abril del2005 para derrocar a Lucio Gutirrez. En-tre nuestros 19 ejes programticos est larecuperacin de la soberana nacional, im-

    pedir que el Fondo Monetario Internacio-nal nombre al Ministro de Economa, ni Es-tados Unidos nos pentagonice militarmentecon la estada del Comando Sur de EstadosUnidos en la Base de Manta.En lo que se refiere a la soberana cultu-ral enfocaremos con la epistemia del Quitomilenario la memoria de nuestra historia.Estamos de acuerdo que las nacionalidadesindgenas y afro descendientes tengan supropio gobierno. En lo laboral no compar-timos la tercerizacin que impuls Guti-rrez, ni las leyes de flexibilizacin laboralimpuestas por Rodrigo Borja que sobre -explotan al trabajador. Consideramos ne-cesario continuar en lo cultural, laboral ylegal el proceso de la liberacin femenina.Criticamos al sector empresarial que no seha desarrollado productivamente en lo in-dustrial, y se ha dedicado a acumular capi-tal especulativo.Diversos movimientos ciudadanos sonparte de ALBA: Movimiento Tohall,

    Asamblea Ciudadana por la Dignidad deManab, Nueva Fuerza Bolivariana, Fren-te Femenino Manuela Senz, AsambleaPopular Bolivariana de Quito, AsambleaPopular de Chimborazo. Unin de Cam-pesinos del Azuay-Unasay-, MovimientoOcho de Octubre y el Movimiento JosMart, entre otros.

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    En el medio, todas las gradaciones po-sibles. Unos insisten en conservar la pers-pectiva anticapitalista pero remozandola perspectiva, sea mediante el recurso aconsiderar cambios sustantivos en las fa-ses de existencia del capital sea medianteel expediente de considerar fases de lu-cha por las cuales ahora vivimos todavauna fase conservadora en la cual la priori-dad es la lucha por superar el neoliberalis-mo y en el horizonte no despunta todavael tema de la construccin del socialismo.Para otros, los temas inmediatos implicanen s mismos cambios estructurales pro-fundos (la democracia plena es una revo-lucin). Otros parecen pensar que la iz-

    quierda necesita un cambio de lenguaje.Es posible que la mayora acepte que lanueva izquierda necesita soar: los hori-zontes utpicos son parte irrenunciable desu patrimonio. Ya no son suficientes los elementos del

    marxismo clsico para entender la rea-lidad y construir alternativas. Por ejem-

    plo; Marx no entendi lo ecolgico; ni lode gnero ni lo tnico (por ejemplo en susescritos sobre la India). Marx sigue sien-do clave para entender cmo funciona elcapitalismo o cmo funciona la globaliza-cin un siglo despus. Pero hay que abrirla puerta a otras dimensiones para ser deizquierda: no solo la lucha de clases, sino,con igual importancia, las luchas de gne-ro, generacional, tnicas y ambientales.

    Nosotros creemos que los principios delmarxismo como conocimiento cientficosiguen vigentes. Aunque hay nuevas for-mas de explotacin, incluso ms salvajes,no creemos que la globalizacin sea una

    forma distinta al imperialismo sino una

    nueva forma del propio imperialismo quedescribi Lenn. Ha perdido vigencia laidea de que para construir el socialismohay que derrocar al capitalismo? Que lalucha de clases debe conducir a un nue-vo tipo de Estado, que es la dictadura del

    proletariado? Todo eso es motivo de de-bates, pero nosotros afirmamos que una

    cias de nfasisen los temas de inters comofrancas controversias en la percepcin de larealidad. En uno de los extremos de arco,encontramos un discurso poltico que insis-te en reafirmar, con pocos cambios sustanti-vos, las consignas que la izquierda enarbola lo largo del siglo XX: dictadura del pro-letariado, existencia bsicamente inalteradade la misma fase imperialista identificada en1915, subordinacin de los temas de gnero,tnicos y generacionales a la lucha de clasescontra el capitalismo, mantenimiento de latesis de la necesidad de la violencia revolu-cionaria, entre otros. En el otro de los ex-tremos del arco, encontramos un discursopoltico que considera que la nueva izquier-

    da debe abandonar esas tesis, al menos dela manera en que se formularon hace cienaos. Insiste en la diversidad de sujetos y de-mandas del cambio social, en la va pacficade transformacin social, en la afirmacinde la democracia tanto interna como exter-na, en la necesidad no de eliminar el merca-do y la empresa privada, sino de regularlos.

    El presente artculo resume, en formade breves citas aproximadas, el rico inter-cambio de opiniones mantenido durantetres horas. Ordenamos los segmentos delas intervenciones siguiendo tres temas quesurgieron espontneamente en la discusin:los aspectos doctrinarios que dan identidada la izquierda; los elementos programti-cos que deben definirla; y las prcticas y lasactitudes que confirman o contradicen sudoctrina y su programa. Esperamos que loscontrastes de posiciones que a veces se pre-sentaron como debates explcitos entre losasistentes y en otras ocasiones hacan alu-sin a debates ms antiguos y a prcticasms viejas, sirvan para medir tanto las dis-

    tancias que todava nos separan como lasoportunidades que tenemos para la con-fluencia y la unidad.

    Doctrina Existe un arco de posicionespolticas y doctrinarias de gran diversidaden lo que podramos llamar la izquierdaquitea. En ese arco existen tanto diferen-

    Los comits editoriales de las Revistas Entre Vocesy Renovacinconvocaron a variosdirigentes e intelectuales de la tendencia a una reunin el da 16 de febrero de 2006. Suobjetivo era dialogar sobre dos preguntas: Qu izquierda necesita el Ecuador?; Qu pa-sos tenemos que dar para construirla? Las personas que atendieron la invitacin y parti-

    ciparon en el debate fueron Alberto Acosta (Foro Ecuador Alternativo), Gustavo Ayala(Partido Socialista Ecuatoriano), Mauricio Barahona (Alfaro Vive Carajo), Jorge Guamn(Pachakutik), Ciro Guzmn (Movimiento Popular Democrtico), Stalin Herrera (RevistaLa Pepa), Francisco Hidalgo (Revista Espacios), Csar Rodrguez (Iniciativa Ciudadana);Lourdes Rodrguez (Foro Urbano) y Alejandra Santillana (Revista La Pepa).

    QU IZQUIERDAS PARA EL PAS?UN AMPLIO ABANICO DE POSICIONES

    Texto Pablo Ospina

    Miyagui-Per

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    cosa es desarrollar la teora y otra cosaes cambiar los principios en nombre de sudesarrollo.

    El marxismo no es suficiente para darcuenta de las realidades actuales, pero sinel marxismo no es posible entenderlas.

    Las contradicciones de clase son insufi-cientes para comprender todas las con-tradicciones de nuestra sociedad (tnicas,regionales, Norte Sur, etc.). Los nuevossujetos sern en plural, todas y todos sinexclusiones; sin receptores de consignassino como ciudadanos y ciudadanas que

    participan en la toma de decisiones. La iz-quierda debe saber expresar la diversidadde los movimientos existentes basados enuna armona entre los seres humanos y de

    ellos con la naturaleza. Estos fenmenos de gnero, lo ambiental o

    lo tnico, pueden despojarse de sus con-tenidos de clase? La mujer, por ejemplo,no va a lograr un cambio en su situacinsi no cambia el sistema. La construccin

    plena de un hombre nuevo se har en unnuevo sistema. Una base econmica nue-va dar lugar a una superestructura nue-va. Lo tnico tampoco se va a resolver enel capitalismo; y no es un tema nuevo, selo debati ya a propsito de los derechosde las nacionalidades en la URSS. Todosestos temas estn en debate pero no estnal margen de los principios y pueden abor-darse en el marco del marxismo.

    No hay una lectura de las diferencias rea-les en el Ecuador, no solo la de clases, sino

    geogrficas, de los pueblos indios Noson entendidas, no son practicadas.

    No hemos asumido la diversidad de unpas muy diverso. Por ejemplo, no se re-toma con profundidad lo de gnero, sino

    que hay burlas. Las mujeres no se sientenrepresentadas por la izquierda.

    La gran deuda de la izquierda es el deba-te terico. Estamos demasiado atrapados

    por la coyuntura. Es una izquierda dema-siado intransigente, que no duda, que nodebate entre s. La izquierda necesita unavisin civilizatoria, inventar otro mundo,

    otra concepcin del mundo. Por ejemplo,un aspecto clave es debatir las nuevas

    fases de acumulacin del capital; lo queplantea David Harvey, de la acumula-cin por despojo. Pero aqu en Ecuadorno se debate.

    Somos muy inmediatistas, muy centradosen el corto plazo.

    Nosotros creemos que el capitalismo noest en crisis. Vivimos un declive del neoli-beralismo pero es todava una poca con-servadora. Todava no est en escena laconstruccin del socialismo. Es un tema dedebate, pero no est en el orden del da

    Otro tema de los principios es quin dirigeeste proceso o las formas de lucha para de-rrocar al capitalismo. Es posible hacerlo

    en paz o a veces es necesaria la violenciarevolucionaria? No podemos desarmara los pueblos. Por ejemplo, en Irak, de-bemos condenar la lucha en armas con-tra la invasin imperialista? Estos temasestn en debate pero debemos irlos resol-viendo en medio de la coyuntura porqueall es donde se manifiestan los p roblemasde largo plazo y donde se materializan los

    principios. A m me gustara que como principio

    partiramos de la tesis de la no violen-cia como la del Mahatma Gandhi. Si nostoca estar en una situacin como la deIrak, entonces veremos, pero como puntode partida hay que renunciar a la violen-cia militar.

    Nuestro legado es la tica y la rebelda.Hay que ser creativos, alegres. Todos los

    medios de accin que tomemos sernpacficos.

    En este momento se estn cayendo los pa-radigmas. En poltica es ms sano tenerdudas que certezas; debemos perseverarsobre esas dudas.

    Programa La variedad de posicionespolticas y doctrinarias existentes puedenagruparse en torno a polaridades quemarcan la identidad y las preocupacionesde cada grupo. Los jvenes parecen fuer-temente marcados por la lucha contra las

    jerarquas. La discriminacin de gnero yla lucha contra la discriminacin tnica in-teresa particularmente a otros actores rele-vantes. Otros resaltan ante todo la exclusin

    en la toma de decisiones y la necesidad demayor participacin ciudadana, en una pa-labra, el problema de la democracia. Otrosinsisten en las polaridades de clase situadasen el campo econmico: la redistribucin,la igualdad (o equidad).

    Cmo soldar en un solo proyectoesas polaridades que ponen nfasis dis-tintos? Algunos insisten en la necesidad deconsiderarlas a todas con igual importanciay dedicacin. Un frente de nueva izquierdapodra acoger esa variedad existente sin n-fasis de partida alguno. Toda poltica de iz-quierda debe recoger esas mltiples luchascontra injusticias y desigualdades variadas.N La clave de la izquierda es la equidad.

    No se trata de comprar el discurso decombatir la pobreza, sino de insistir en

    la lucha contra la desigualdad en la po-sesin de la riqueza.

    N La soberana es otro concepto clave dela izquierda, pero ya no debe ser solo lasoberana nacional, sino la regional, com-partida por los vecinos. Eso implica ce-der parte de la soberana nacional a ins-tancias regionales.

    N Se necesita una izquierda nacionalista.En el Sur la izquierda no entendi la li-beracin nacional, la defensa de la sobe-rana nacional, de la auto determina-cin de los pueblos.

    N Tres ejes estn en la base de una posi-cin de izquierda. Primero, una des-mercantilizacin de la vida, es decir, unaumento de la capacidad de regulacin

    del Estado redefiniendo la relacin conel capital financiero y atacando las des-igualdades. Segundo, una democraciaradical, expandiendo la democracia ha-cia sitios donde no ha estado como lafbrica o la cama. La democracia actualcarece de dimensin social; la democra-cia representativa es un punto de parti-da pero no es un horizonte de llegada.Tercero, la integracin latinoamericana,que no se dar si no la impulsa la iz-quierda porque implica atender la au-tonoma frente a los poderes mundiales,agrandar el mercado interno y cambiarla insercin del continente en el merca-do internacional.

    N No todo se puede resolver en el Esta-do. Los mercados existieron mucho an-tes del capitalismo. El capitalismo, comodijo Braudel, es un recin llegado, un vi-sitante furtivo que conquista el mercadoque ya exista desde antes. Como decaPolanyi, el mercado es un buen sirviente

    pero un psimo amo. Pero no solo hayque resolver la relacin entre el Estadoy el Mercado, sino tambin con la So-ciedad Civil, con las organizaciones dela sociedad. Entonces la izquierda tieneque ver en trminos muy concretos qucorresponde y qu significa el Estado, elMercado y la Sociedad Civil.

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    Entrevistamos a Len Rolds en un receso del Encuentro de Mujeresque realiz el 7 demarzo la RED (Red tica y Democracia) denominacin que ha adoptado su movimiento

    poltico electoral. Sus propuestas lucen cercanas o coincidentes con algunas posiciones clavesque ha mantenido la izquierda ecuatoriana frente a temas como el TLC, la Base de Manta,entre otras. Al cierre de la edicin, se ha consolidado su alianza electoral con el partido Iz-quierda Democrtica; nos preguntamos si podr aplicar estas posiciones, en caso de llegar al

    gobierno, con un aliado poltico que se ha esforzado los ltimos aos en actuar del brazo de laderecha ecuatoriana?

    Qu es lo que le diferencia a tu campaade las campaas de otros precandidatos?

    LR: La diferencia est en que nuestra pro-puesta representa un proceso, y en Amri-ca Latina, en los ltimos aos, se ha demos-trado que los procesos son los que operany que los milagreros fracasan y ms an,agudizan los problemas de nuestras nacio-nes. A este proceso le queremos dar fuerza

    revolucionaria porque no hay que tomarlas armas necesariamente para hacer una

    revolucin.

    Cules son los puntos programticosprincipales que t impulsaras desde el go-bierno, quizs los mas inmediatos?

    LR: Nosotros hemos dicho que desde la iz-quierda hay dos principios ortodoxos sin

    los cuales no hay tendencia de izquierda. Elprimero es una clara posicin contra accio-nes del imperialismo y de corte colonialis-ta. El segundo principio es la redistribucinde la economa, no por los sobrantes, sinopor cambiar las reglas de la economa.En lo primero, nosotros demostramosnuestra posicin siendo enfticos en exigiracuerdos migratorios que impliquen la po-sibilidad del reencuentro familiar, de la dig-nidad en la calidad de vida de los migran-tes y del posible retorno en condiciones dedignidad. La persecucin a la migracin,como hoy lo hace EEUU, es una forma deracismo, porque es fundamentalmente con-tra los latinoamericanos. Creemos que enel caso del TLC, un pas no puede negar-

    se a llegar a acuerdos comerciales, pero nosometerse a acuerdos impuestos. Estamosen la lnea de que no hay que negarse aconversar con los Estados Unidos. El pro-pio Evo Morales ha establecido ya contac-to con los Estados Unidos, Tabar Vsquezha hecho un acuerdo de crnicos con Es-tados Unidos, pero no en los trminos quese est negociando el actual TLC, que sonmuy negativos para el Ecuador. Un acuer-do comercial de esta naturaleza, tiene queir a consulta popular, para que sea el pue-blo el que decida. En relacin con el temadel Plan Colombia, Ecuador tiene que de-mandar de Colombia y de Estados Unidos,indemnizaciones y compensaciones prime-ro por la movilizacin de tropas; tenamosalgo ms de 1000 hombres en la frontera,ahora tenemos 14000. Hay un costo de losltimos aos de 280 millones de dlares.Por otra parte, estn hay las fumigaciones,los refugiados, las migraciones: todo estotiene que compensarse.

    En el tema Base de Manta, yo estuve encontra cuando fui miembro de la JuntaConsultiva; tiene que irse definitivamentey no puede estar vinculada a ninguna otranegociacin; como tampoco puede estarvinculada a ninguna negociacin la peti-cin de los Estados Unidos de inmunidadpara sus nacionales.

    Creemos que tiene que haber una AmricaLatina unida, creemos que tienen que for-talecerse las relaciones econmicas y polti-cas en Amrica Latina. En el tema nacional,nosotros no vamos a pagar la deuda exter-na, porque nos vamos a sentar a renego-ciar desde que sea electo Presidente con losacreedores de la deuda externa. Les vamosa decir a los acreedores, que esa plata, contodas las auditorias que se quiera, va a des-tinarse a la revolucin sanitaria del Ecuadory al plan de vivienda. La revolucin sani-taria es llegar con agua potable, con alcan-tarillado sanitario y con la recoleccin debasura a todo el Ecuador, unido a un pro-grama de vivienda que garantice por lo me-nos 200.000 soluciones en los 4 aos.

    Queremos que la educacin sea de calidad,que la salud sea de calidad, que el bachille-rato llegue con arte y oficio de ttulo com-plementario y que nos comprometamos acubrir el 100% de educacin bsica. Tam-bin tenemos una concepcin diferente deuniversidad, que sea ms participativa.Queremos una visin nueva de las Fuer-zas Armadas, no continuar la conscripcinmilitar en el Ecuador.Ecuador tiene que avanzar, en materiaelctrica, hay que hacer fuertes inversionespero en generacin elctrica, no repartien-do a las distribuidoras. Igual en petrleo,yo soy contrario a la compra de renun-cias pues lo que vamos a hacer es ponera trabajar el pas. En el tema OXY y en eltema de negociaciones de contratos pe-troleros, hay una responsabilidad personalque la vamos a hacer efectiva, igual que todolo que es la fiscalizacin vinculada con lacorrupcin. Los ministros de economa, deenerga, gerentes de Petroecuador, en cua-

    tro aos, han permitido que siga la OXYcomo est, ha permitido que los contratospetroleros no se renegocien, por lo tanto sonresponsables. A mi no me vengan con elcuento de que eso no se conoca, no tie-nen derecho a llegar a funciones pblicasaquellos que no conocen los problemasdel esta do.

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    do de siete dcadas, en las cuales comunis-tas y socialistas ecuatorianos/as comparti-mos esfuerzos por organizar los primerospartidos de la izquierda ecuatoriana enlos aos veinte y treinta del siglo pasado,conformar las principales organizacionespopulares y democrticas de la entoncestan dbil sociedad civil (campesinas, ind-genas, de maestros, estudiantiles, de pro-fesionales, de periodistas, y sobre todo detrabajadores como la CTE), en las prime-ras dcadas de existencia de nuestras orga-nizaciones polticas.1

    Habamos compartido tambin decisi-vas luchas nacionales en torno a la defen-sa y desarrollo de la democracia (contra lasdictaduras de Federico Pez, Carlos Alber-

    to Arroyo del Ro, la Junta Militar de Cas-tro Jijn, entre otras), y por los interesesnacionales, contra los enemigos internos yexternos del pas, de manera constante has-ta fines del siglo XX. 2

    Todas esas experiencias repartidas forjaronsimilitudes programticas, memorias e imge-nes compartidas, significativamente superioresfrente a diferencias que sobrevivieron, derivadasprincipalmente de una dependencia de accinpoltica, a veces mayor y a veces tibiamente de-batida en su interior, del PCE con respecto a laInternacional Comunista (IC), a la cual se habaadscrito bajo la comprensin de ser un partidomundial con su centro en Mosc. Esta actitudnunca fue compartida y al contrario fue recha-zada de plano por nuestra tendencia socialista.La desaparicin de la IC, primero, y luego, elderrumbe de aquel partido mundialcon un centro, desbloquearon uno delos bices ms fuertes de la posible unidad en-tre las dos vertientes histricas de la izquierdaecuatoriana.

    1Entre el Partido Socialista Ecuatoriano y el PartidoComunista del Ecuador en 1995. Este artculo, escritobajo la presin de muchas otras tareas, es solo un testi-monio sobre acontecimientos y hechos ocurridos hacems de una dcada.2Doctor en Sociologa, Profesor universitario, Militantedel PS-FA.3 Segn se desprende el texto de las resoluciones apro-

    TESTIMONIODE UNAEXPERIENCIAUNITARIA

    Texto Rafael Quintero Lpez2

    Ecuador quiere generar fuentes de trabajopara todos y es posible hacerlo as, con la re-volucin sanitaria, con un buen cdigo deltrabajo que a la vez sea cdigo de inversin,eliminando toda posibilidad de que la com-petitividad se base de la explotacin irra-cional de la fuerza de trabajo; la terceriza-cin debe ser estrictamente regulada pero lafuerza de trabajo tampoco puede convertir-se en un freno a la inversin, por eso, con lamisma visin tienen que ser los dos cdigos,el cdigo de trabajo y el cdigo de inversin,son dos caras de una misma medalla.Para mi la reforma poltica fundamental esque haya revocatoria de mandato para todoslos cargos electivos del Ecuador. Esa revoca-toria de mandato es de doble posibilidad; o

    directa porque el pueblo lo pide, o indirec-ta por el Congreso, por el Concejo Munici-pal, por el Consejo Provincial. Si opera estarevocatoria indirecta se van todos. El presi-dente de la Republica tendra la capacidadde disolver el congreso, pero su cargo tam-bin tiene que someterlo a la voluntad po-

    yo hablo de principios ortodoxos de la Iz-quierda. Me dicen que junto a m hay per-sonas de la derecha, pero si no coincidencon mi posicin estn sobrando ac. Losnombramientos de Ministros de Estado yde altos funcionarios se har con un pro-ceso de calificacin, nadie a dedo. En elcaso de cargos tcnicos como del BancoCentral, Superintendencia de Bancos, deCompaas y an Procuradura, y lo rela-cionado con organismos de contro l, tienenque ser mediante concurso.Mi mayor articulacin la estamos constru-yendo con la organizacin social que estformando parte de la RED que hemoscreado y que hoy est presente en todo elEcuador. Tambin he invitado a la Izquier-

    da Democrtica, al Partido Socialista y aPachakutik a hablar de un proyecto pol-tico conjunto Yo no he aceptado cuandoel proyecto poltico se lo ha querido de-rivar al proyecto electoral. Yo quiero pro-yectos polticos en el Ecuador, una visinde Ecuador a largo plazo.

    Es difcil ubicar una fuerza social en singular en un pas que tienetantas contradicciones. Mi matriz es de izquierda, yo hablo de prin-cipios ortodoxos de la Izquierda. Me dicen que junto a m hay per-sonas de la derecha, pero si no coinciden con mi posicin estnsobrando ac.

    La fusin entre el Partido SocialistaEcuatoriano (fundado en 1926), y el Par-tido Comunista del Ecuador (fundado en1931), hasta ahora la nica de este tipo enel pas, y que ha durado ya 11 aos, tuvo, ami entender, algunos antecedentes, y lue-

    go al concretarse, arroj experiencias posi-tivas y exhibi problemas an recurrentesen este histrico aprendizaje unitario.

    Trasfondo histrico comn El primerode ellos fue la existencia de un trasfondohistrico de largo plazo, compartido porambas tendencias y que abarc un pero-

    pular. Eso para mi es un tema fundamental.Quiz otro tema de reforma es fortalecerla responsabilidad de omisin porque en elEcuador no se aplica la pena por omisin.En renta, a los 3 aos se extingue el dere-

    cho para fiscalizar: eso no puede ser.

    A qu fuerzas sociales representa tu can-didatura?

    LR: Es difcil ubicar una fuerza social ensingular en un pas que tiene tantas con-tradicciones. Mi matriz es de izquierda,

    1

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    La crisis del socialismo real y la tesisde la reconstitucin histrica de la izquier-da ecuatoriana

    La crisis del llamado socialismo realabri al interior del PCE desde principiosde los aos noventa un duro y franco de-bate a favor de la reconstitucin de la iz-quierda ecuatoriana, e incluso por la po-sible disolucin del dicho partido, por la vade su fusincon otros partidos de izquier-da en el Ecuador. Ya en el XII CongresoNacional del PCE, celebrado en 1993, seaprob una Treceava Tesis, redactada porquin escribe este artculo, cuyos elemen-tos esenciales fueron:1. La reconstitucin de la izquierda bus-

    cada deba incluir al partido comunis-

    ta2. Es decir, se decida que como tal seincluya en el proceso unitario, abando-nando su bifrontismo en cualquier es-fuerzo unitario3

    2. La izquierda marxista, se afirma enel documento de dicho Congreso tie-ne una matriz comn en la confluen-cia de tendencias que en el ao 1926fundaron el Partido Socialista Ecuato-riano, antecedente de la conversin enel partido comunista en 1931. Esa ma-triz comn es necesario recrearla hoya la luz de la experiencia recorrida enestos 67 aos y de los acontecimien-tos mundiales, continentales y regiona-les5. Haba, por lo dems, el reconoci-miento del proceso de unificacin de latendencia poltica socialista en el pas,

    badas en el XII Congreso del PCE de 1993.4Llamo bifrontismo a la existencia de una organizacinpoltica dentro de otra, y que acta autnomamente alinterior de sta, dndose por lo tanto la posibilidad de

    dos cabezas o direcciones polticas en lo que aparececomo una sola institucin. Esta prctica deja de lado ala democracia organizacional, y es un tipo de entrismoutilizado para dirigir, a la larga, la organizacin matriz.5El subrayado es del texto original mismo. Vase PCE,1993, Por la reconstitucin histrica de la izquierda.Hacia una Nueva Sociedad, Quito, pg.38. Ese texto,aprobado en el XII Congreso Nacional del PCE, habasido previamente aprobado en las sesiones del 15 y 16de mayo, y del 12 de junio de 1993 del CC del PCE.

    pues el Partido Socialista Ecuatoriano,el Partido Socialista Revolucionario, yel llamado Partido del Pueblo habanlogrado su re-unificacin en su matrizoriginaria: el Partido Socialista Ecuato-riano. Sin duda, un hecho histrico desuma importancia en el proceso quecomentamos y que fue previo a la fu-sin entre socialistas y comunistas.

    3. A pesar de que se mencionaron otros ca-minos posibles, aprobados como tales, esdecir, como alternativos, taxativamentese aprob tambin el camino de la fu-sin con el PSE, al afirmarse, en la TesisTreceava, que (L)a situacin inoperan-te y la experiencia recorrida desde 1926demanda para enfrentar la cohesin de

    los sectores dominantes la necesidad deuna condicin poltica unificada(Ibid).El documento del Congreso del PCEtermina aprobando que ello no exclu-ye la posibilidad de forjar un partidounificado de toda la izquierda o de suinmensa mayora. (Ibid), lo que signi-ficaba expresamente, dejar de lado todobifrontismo, como ocurri entre 1926y 1930, con la existencia de un grupopartidista organizado como tal y con di-reccin poltica paralela que actuaba,reservadamente por decirlo benigna-mente, al interior del PSE.Cabe recordar que como el PCE no

    era un partido con reconocimiento legalen el TSE6, y el PSE s tena dicho recono-cimiento y registro, cualquier decisin deambos partidos tendiente a fusionarse, talcomo contempla la Ley de Partidos Polti-cos, se tendra que hacer, por parte del PCE,a travs de su brazo poltico electoral reco-nocido por el TSE, es decir por intermedio

    del llamado Frente Amplio de Izquierda(FADI), en el cual ejerca un bifrontismo.As, luego de aprobadas las tesis en el Con-greso del PCE, deba llenarse el formalismode reunir al FADI, donde adems de comu-nistas militaban independientes de izquier-

    6El PCE era un partido extralegal, aunque no ilegal.

    Testimonio de unaexperiencia unitariaRafael QuinteroLpez

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    da y personas patriticas para que refrende,en los hechos, lo ya decidido por aquel. Fueas como en diciembre de 1993, fue convo-cado un Congreso Nacional del FADI paraconsensuar tambin ah las tesis de la re-constitucin de la Izquierda, y designar unadirectiva que lleve adelante dicho procesode negociaciones con el PSE.

    Conformado el Congreso del FADI enun 90% por militancia comunista, la tesisde la fusin del PSE y el FADI fue apro-bada, y para facilitar la mecnica del proce-so en que se encontraba empeado el PCE,se eligi a una directiva nacional del FADIque prcticamente era idntica en su com-posicin a la elegida en el Congreso nacio-nal del PCE. La nica posicin contraria a

    la fusin con el PSE provino de la militan-cia del FADI de la Provincia Amaznica dePastaza, que no quera unirse con la contra-parte del PSE de esa provincia, pues vea enla organizacin socialista de dicha provin-cia, avalizada por un partido unido con elPCE-FADI a nivel nacional, a una suerte deJinete del Apocalipsis para su hegemonacomarcal.

    Ese FADI de Pastaza, fuerza poltica go-bernante en su jurisdiccin, estaba compues-to en su inmensa mayora, porfadistas no co-munistasque anunciaron en el Congreso sudecisin de rompimiento y separacin delpartido (del FADI) en caso de concretarse lafusin con el PSE. La decisin en la direccindel PCE estaba tomada, y una tal amenaza nopoda arrestarnos. Despus de tomada la de