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LA POESiA METAFiSICA DE JOHN DONNE Y FRANCISCO DE QUEVEDO John Dryden fue quien por primera vez utilize el termino metaphysics para describir la poesia de John Donne; si bien fue Dr. Johnson quien deli- mite su signification critica en The Lives of the English Poets al emplearlo en “Life of Cowley” para referirse a la poesia inglesa de la primera parte de1 siglo XVII’. Y aunque en el siglo XIX 10s criticos lo encontraron inade- cuado, ha sido en el siglo XX, donde ha tenido una total aceptacion por parte de la critica para caracterizar una determinada clase de poesia, perte- neciente a un period0 concrete. H. J. Grierson y T. S. Eliot2 han sido 10s principales divulgadores de esta terminologia, dandole una signification positiva. Es curioso observar coma la hipotesis de la existencia de aspectos metafisicos en la poesia de Francisco de Quevedo se postula a partir de las caracteristicas y connotaciones de la escuela de poesia metafisica inglesa de1 siglo XVII, y sobre todo de Donne. Fue James Smith quien en su articulo titulado “On Metaphysical Poetry”3 intuye la posibilidad de una poesia metalisica en otros paises europeos, fuera de Inglaterra, y durante el mismo period0 de tiempo. Piensa que es muy probable que asi pudiera darse en la Espaiia de Felipe II y de Felipe III, donde hallamos las condi- ciones y circunstancias necesarias para la proliferacibn de este tipo de poe- sia. Esta linea investigadora ha tenido cumplida continuation en 10s estu- dios de Odette de Mourgues, Frank J. Warnke y Nelson Lowry. De esta manera el concept0 de poesia metaflsica ha ido adquiriendo carta de ciuda- dania dentro de la critica actual de1 siglo XVII espaiiol. Arthur Terry tree que la diferencia fundamental entre la poesia de Quevedo y la de Gongora estriba en que mientras el primer0 hate un uso reiterado de conceptos meta- fisicos, el Segundo utiliza preferentemente metaforas, que en realidad son conceptos orgLnicos4. Esta postura se explicita en la afirmacion de Daniel L. Heiple, para quien “the poetry of Quevedo, quite close in theme and spi- rit to that of Donne, is often characterized as metaphysical” 5. El acerca- miento y la profundizacion en la poesia de Quevedo ha llevado a analizar y delimitar su relation con la poesia de John Donne. El critic0 atento no deja pasar esta posibilidad comparativa. Estas son las palabras de Damaso Alonso en relation a la poesia espaiiola de1 siglo XVII: Es una novedad no siempre visible, movediza, y que no puedo detinir. Es una nueva position. unaamplituddelostemas,unanuevamiradaalambiente,unaentradadenuevasvoces... Esel tema, el enfoque y la relation afectiva del artista con su obra... Curiosamente en literatura, he tenido esa sensation leyendo poetas extranjeros de1 siglo XVII: metafisicos ingleses, ante todo, Donne.6 No faltan trabajos mas recientes que vienen a reivindicar una vez mas la licitud y fecundidad de esta perspectiva investigadora7; si bien creemos que aim queda por concretizar m&s y por particularizar mejor las coincidencias y discrepancias que la poesia metafisica de estos dos insignes escritores de Neophilologus 15 (1991) 548-561

La poesía metafísica de John Donne y Francisco de Quevedo

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LA POESiA METAFiSICA DE JOHN DONNE Y FRANCISCO DE QUEVEDO

John Dryden fue quien por primera vez utilize el termino metaphysics para describir la poesia de John Donne; si bien fue Dr. Johnson quien deli- mite su signification critica en The Lives of the English Poets al emplearlo en “Life of Cowley” para referirse a la poesia inglesa de la primera parte de1 siglo XVII’. Y aunque en el siglo XIX 10s criticos lo encontraron inade- cuado, ha sido en el siglo XX, donde ha tenido una total aceptacion por parte de la critica para caracterizar una determinada clase de poesia, perte- neciente a un period0 concrete. H. J. Grierson y T. S. Eliot2 han sido 10s principales divulgadores de esta terminologia, dandole una signification positiva. Es curioso observar coma la hipotesis de la existencia de aspectos metafisicos en la poesia de Francisco de Quevedo se postula a partir de las caracteristicas y connotaciones de la escuela de poesia metafisica inglesa de1 siglo XVII, y sobre todo de Donne. Fue James Smith quien en su articulo titulado “On Metaphysical Poetry”3 intuye la posibilidad de una poesia metalisica en otros paises europeos, fuera de Inglaterra, y durante el mismo period0 de tiempo. Piensa que es muy probable que asi pudiera darse en la Espaiia de Felipe II y de Felipe III, donde hallamos las condi- ciones y circunstancias necesarias para la proliferacibn de este tipo de poe- sia. Esta linea investigadora ha tenido cumplida continuation en 10s estu- dios de Odette de Mourgues, Frank J. Warnke y Nelson Lowry. De esta manera el concept0 de poesia metaflsica ha ido adquiriendo carta de ciuda- dania dentro de la critica actual de1 siglo XVII espaiiol. Arthur Terry tree que la diferencia fundamental entre la poesia de Quevedo y la de Gongora estriba en que mientras el primer0 hate un uso reiterado de conceptos meta- fisicos, el Segundo utiliza preferentemente metaforas, que en realidad son conceptos orgLnicos4. Esta postura se explicita en la afirmacion de Daniel L. Heiple, para quien “the poetry of Quevedo, quite close in theme and spi- rit to that of Donne, is often characterized as metaphysical” 5. El acerca- miento y la profundizacion en la poesia de Quevedo ha llevado a analizar y delimitar su relation con la poesia de John Donne. El critic0 atento no deja pasar esta posibilidad comparativa. Estas son las palabras de Damaso Alonso en relation a la poesia espaiiola de1 siglo XVII:

Es una novedad no siempre visible, movediza, y que no puedo detinir. Es una nueva position. unaamplituddelostemas,unanuevamiradaalambiente,unaentradadenuevasvoces... Esel tema, el enfoque y la relation afectiva del artista con su obra... Curiosamente en literatura, he tenido esa sensation leyendo poetas extranjeros de1 siglo XVII: metafisicos ingleses, ante todo, Donne.6

No faltan trabajos mas recientes que vienen a reivindicar una vez mas la licitud y fecundidad de esta perspectiva investigadora7; si bien creemos que aim queda por concretizar m&s y por particularizar mejor las coincidencias y discrepancias que la poesia metafisica de estos dos insignes escritores de

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las letras universales presenta. El concept0 de poesia metafisica es en si mismo un concept0 complejo que por su naturaleza se presta a posibles confusiones. Hasta puede ser que no sea el termino mas adacuado y opor- tuno para referirse a este tipo de poesia8. T. S. Eliot pone de manitiesto la diticultad que encierra su detinici6n9. Para el Dr. Johnson 10s poetas meta- fisicos “were men of learning, and to show learning was their whole endea- vouYIO. H. J. C. Grierson piensa que la mezcla de pasion y pensamiento, de sentimiento y razon es la caracteristica mas sobresaliente de esta poesia”. Para T. S. Eliot la sola reflexion poetica sobre temas tilos6ficos no es sufi- ciente para que esta poesia pueda llamarse metafisica. La nota fundamen- tal y distintiva de esta manera de poetizar es la busqueda de equivalencias verbales para expresar estados animicos y sentimientos. Para ello el poeta metafisico debe poseer “amechanism of sensibility which could devour any kind of experience”r2. A traves de este proceso el pensamiento se trans- forma en experiencia que modifica la sensibilidad de1 poeta. Tanto para Grierson coma para Eliot la esencia de la poesia metafisica radica en la capacidad de integrar conjuntamente el pensamiento y la sensation. Des- graciadamente esta capacidad se ha ido perdiendo coma consecuencia de una disociacion de la sensibilidad13, de la que todavia no ha sido posible recuperarse. Hade tenerse sumo cuidado y no creer que la poesia metafisica es una clase de poesia tilosofica. Lo que realmente define al poeta metafi- sico no es su tilosofia o su conception de1 universo, sino su manera singular de enfrentarse a la vida, de vivenciar su devenir en cotidianidad irrepetible. Esta actitud vital de existir en totalidad y en profundidad es la que capacita tanto a Donne coma a Quevedo para escribir sus verses metafisicos. Para J. Smith el concept0 metafisico aplicado a la poesia se diferencia de otros con- ceptos por la manera peculiar que sus elementos tienen de unirse. Esto se explica por la misma naturaleza de sus componentes contradictorios que conforman el concept0 metafisico y que no son sino el resultado de la fusion de contraries. No estamos, pues, ante una poesia especulativa o reflexiva sobre la naturaleza de las cosas, el universo o el hombre. Podemos decir que

The pecuharity of the metaphysical poets is not that they relate, but that the relations they perceive are more often logical than sensuous or emotlonal, and that they constantly connect the abstract with the concrete, the remote with the near, and the sublime with the commonplace’4.

Poseen, al mismo tiempo, una autoconciencia refinada y una sensibilidad ilimitada y rigurosamente analitica. Dado el habit0 contrastivo y analitico que tienen, pretieren utilizar palabras que afectan e impactan sobre todo y de una forma mas directa al pensamiento. Lo rational y logic0 impregna y tiltra todo el proceso poCticor5. Una vez descritas y delimitadas las caracteristicas fundamentales que deti- nen a esta poesia, pensamos que es al menos conveniente el preguntarse y conocer las causas que posibilitaron su existencia y recurrencia, puesto que estamos convencidos de que no se trata de algo fortuito, sino que obedece a

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una serie de circunstancias personales y ambientales que ejercieron una influencia decisiva sobre la sensibilidad de 10s poetas. Para llegar a teneresa capacidad maxima de captacion en radicalidad de 10s temas sustanciales relativos al hombre y a su ser en el mundo, y para plasmarlos y expresarlos en imageries tan dispares coma sugerentes se requiere que 10s aconteci- mientos provoquen la necesidad de cantar 10s sentimientos y las convul- siones internas que la experiencia de las grandes vivencias conlleva. No cabe duda de que la realidad historica dificil y turbulenta vivida por John Donne hizo posible, agudizo y despertb su genio poetico:

The temperofthe timesdoubtlesscontributedmuch to theformingofthisdisposition. Itisone with which we can the more readily sympathize, because we in our time have experienced what Donneexperiencedin his: thebreaking-upoftheoldorderofthings; thedisturbingprogressof scientific discovery; the growth of scepticism; apprehension of sudden or violent death; perse- cution and intolerance. “The new philosophy (he wrote) calls all in doubt”.16

No menos adversa y contraria era la situation espaiiola que le taco vivir a Francisco de Quevedo. El sol de la hegemonia universal de Espafia se iba apagando bajo el reinado de 10s Austrias17, siendo tl mismo testigo de exception de la decadencia de aquel entonces, lo que le llevo a tomar par- tido y a defender 10s intereses de1 conde-duque de Olivares, escribiendo a tal efecto C&to ha de ser elprivado. La falta de recursos, economicos sobre todo, pesaba coma una losa yerael principal obstbculo parauna politicade continuidad. Sin embargo no por ello decayb el firme deseo de hater que Espafia otra vez gobernase y rigiese 10s destinos de1 mundo18. A diferencia de Donne, Quevedo nos habla de su entorno historico y social en sus sonetos. Asi en el soneto “Grandes por mil maneras.. .” nos describe las cir- cunstancias de la Espaiia de sus dias, y en el soneto “Al ma1 gobierno de Felipe IV” arremete contra 10s dirigentes y politicos responsables de la politica espaiiola.

Pero si la situation historica y el entorno social crearon las condiciones para la aparicion de la poesiametafisica de Donne y Quevedo; mas decisiva aun fue la historia personal de cada uno de ellos, coma determinante inme- diato de su poesia. Curiosamente podemos decir que las contradicciones y la complejidad que caracterizan a sus versos son cumplido reflejo de sus vivencias y aspiraciones vitales. La profundidad de sus pensamientos y la hondura de sus sentimientos reflejan su preocupacion existential. Son, antes que poetas, hombres comprometidos y en sintonia con lo radical de lo humano, sumergidos en sus experiencias personales y en sus angustias des- garradoras. Se da una correspondencia y hasta una exigencia entre su exis- tencia particular y su poesia metafisica. La variedad de situaciones y la ple- nitud e intensidad de las mismas inspiro su quehacer poetic0 tan expresivo coma tragico. Por eso no es exagerado alirmar que “pocas figuras tan ine- quivocamente grandes, tan variadas y complejas, tan ricas de matices y contradicciones, coma la de Quevedo”19. El marco historic0 individual e intransferible de Quevedo se mueve dentro de la mh pura contradiction,

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diversidad y disparidad de pensamientos y emociones. Sus contrastes existenciales se repiten una y otra vez. Junto al Quevedo grave, doctrinal, religioso, moralista y enamorado, encontramos al Quevedo satirico, via- jero, mundano y antifeminista. En la biografia de Donne sucede algo pare- cido. Hay frivolidad y religiosidad, ruptura con lo establecido y pertenen- cia al estamento clerical, prision y libertad. La postura existential fundamental adoptada por ambos poetas les lleva a enfrentarse con 10s temas radicales de la existencia humana. Parece que es una necesidad para ellos el poetizar lo trascendente y definitive de la vida, dejando a un lado o pasando rapidamente sobre aspectos mas cotidianos, superficiales o tri- viales. Esto se comprende mejor, si tenemos en cuenta que “la poesia meta- fisica se distingue por su manera de enfocar 10s temas, de hater palpable la angustia de1 escritor, no por sur profundidad frlosbtica o por su novedad doctrinal. Se caracteriza por estar densamente impregnada de signifi- cado. . . y por contener mbs sustancia y menos palabra”20. Tambien hay que destacar la urgencia y la imperiosidad con que el poeta se ve obligado a expresar esta forma particular de poesia. Es coma si, y dada la radicalidad de estos temas, hubiera una imposition de la realidad sobre la sensibilidad de1 poeta.

Ahora nos disponemos a analizar y a comparar aquellos aspectos tema- ticos caracteristicos de estos dos poetas y que de una manera mas Clara y detinida se prestan a un estudio comparative. La muerte es el primer0 y principal de ellos, tema central tanto en la poesia de Donne coma, y sobre todo, en la de Quevedo. Se trata de una obsesion existential que les persigue con reiteration intransigente. No creemos que una interpretation psicolo- gica o terapeutica de esta realidad omnipresente en sus verdos sea la mas acertada; coma mantiene Hoover:

The constant articulation of the obsession with death by Metaphysical poets such as Donne and Quevedo was, in essence, a literary form of therapy, an attempt to purge their elemental terror by bringing it out in the open, to fear it less and to prepare psychologically for its inevi- tability by dwelling on its omnipotence in all realms of life.*’

La muerte tiene aqui un sentido mas total y consumativo. Es la ultima expe- riencia que relativiza y trasciende todo el ser y el actuar de1 hombre en su devenir historico, comprometiendo lo medular y nuclear de la persona. Su reiterada recurrencia no es solo una forma de oxigenar lo macabre y tragic0 de la vida, o de dar salida al horror y al escalofrio que su presencia produce. Es consecuencia de asumir en plenitud de conciencia que el hombre es un ser para la muerte. La poesia, de este modo, llega a tocar el fondo de lo que se es y de lo que se siente. Por eso la muerte para Quevedo es “la idea central, que actua coma pivote de la obra poetica metatisica de Quevedo”, siendo “en ultima instancia, el punto de referencia final de su poetizar, la articula- cion vital de su persona”22. Y todo ello vivid0 y realizado con plena y lucida conciencia de su final fatidico. Su poesiaconstata, una y otra vez, la univer- salidad de la muerte que es, ante todo, presencia fisica inevitable que en

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ocasiones llega a personificarse 23. No cabe duda de que ella es la realidad mas apremiante y existential, debiendo ser aceptada con toda consecuen- cia y en toda su extension. El morir es ley de vida que hay que acatar sin reservas: “Breve suspiro, y ultimo, y amargo,/ es la muerte forzosa y here- dada:/ mas si es ley, y no pena, i a que me aflijo?24. Una actitud de retirada y olvido ante este hecho cotidiano es un sin sentido para Quevedo. El primer paso, pues, para vivir autenticamente es la aceptacion de su existencia, la gran cordura de1 vivir es el empezar a morir. Hay que concienciarse de que el tin de la vida es la muerte. De ahi la relation estrecha e intima existente entre vida y muerte, que sun siendo realidades distintas, siempre aparecen unidas y mutuamente implicadas. Ya “en naciendo comienza la jornada/ desde la tierna curia/ a la tumba enlutada”25. La contraposicion muerte- vida es una constante de la poesia metafisica de Quevedo. Son 10s dos polos indispensables dentro de 10s cuales se mueve el existir humano, dandose una exigencia y reciprocidad mutua: la una presupone y remite a la otra; si no hay vida, no es posible lamuerte, y si no hay muerte la vida no es sino una quimera inconsistente. Per0 no por ello el enfrentarse con la muerte signi- tica indiferencia. Es irremediable que el morir nos envuelva de tristeza inconsolable y de amargura tragica. Las quejas y 10s lamentos desgarra- dores de1 poeta se repiten incensantemente. No parece haber gran con- suelo, ni siquiera basta el religioso, cuando la frialdad de la muerte se deja sentir en el horizonte y el fuego de la vida, alimentado por el amor, se torna en cenizas enamoradas. Sin embargo, junto al dolor de su presencia, encon- tramos la serenidad de saber que la muerte es la consumacion, la plenitud ultima de1 hombre sobre la tierra, lo que hate que sea asumida y hasta ape- tecida y deseada, y por la que incluso hay que estar agradecido: “llegue rogada, pues mi bien previene;/ halleme agradecido, no asustado;/mi vida acabe, y mi vivir ordene”26.

Para John Donne la muerte es tambien “absence, darkness”; si bien en sus poemas metafisicos no aparece tan explicita y reiteradamente coma en 10s de Quevedo. El tema de la muerte lo encontramos mezcado e intima- mente relacionado con 10s temas distintivos de su poesia, coma son lades- truccion y la decadencia que el tiempo origina, y el amor enamorado. Pero no por esto el morir deja de ser uno de 10s presupuestos basicos y recu- rrentes de su poetizar. En contraposicion al conceptismo mas acusado de 10s verses de Quevedo, Donne utiliza una elaborada y sofisticada imagine- ria sobre la muerte. Para el poeta ingles existe tambien una profunda rela- cion entre la vida y la muerte; la curia y la sepultura, coma podemos obser- var en “The Canonization”. “Death be not proud” es una contundente desmitificacion de la muerte, donde se pone en tela de juicio y se recorta su abusivo y universal poderio. El poema comienza constatando su grandeza y universalidad, lo que la convierte en algo terrible y abominable, aunque no para todos. Su influjo y actuation son limitados:

Death be not proud, though some have called thee

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Mighty and dreadful], for, thou art not soe, For, those, whom thou think%, thou dost overthrow, Die not, poore death, nor yet canst thou kill mee.

Continua un canto al ejercicio de su poder y de sus acciones mortiferas, tras el cual siempre queda, al menos, el descanso de 10s huesos:

From rest and sleepe, whrch but thy picture bee, Much pleasure, then from thee, much more must flow, And soonest our best men wrth thee doe goe, Rest of their bones, and soules deliverie.

Tampoco la muerte es libre, y hasta es posible que sea Csta su limitation y frustration mas hiriente, puesto que su realizacibn y ejecucion dependen de1 destino, de la causualidad, de la desesperacion o de 10s poderes facticos. Se duda razonablemente de su omnipotencia, dado que ha de servirse de la guerra, de la enfermedad y de1 ma1 para alcanzar sus propositos. Pero aun asi sus dominios y poderes acaban aqui en la tierra:

Thou art slave to Fate, Chance, kings, and desperate men, And dost with poyson. warre, and sicknesse dwell, And poppie, or channes can make us sleepe as well, And better than they stroake; why swell’st thou then? One short sleepe past, we wake eternally, And death shall be no more; death, thou shalt die.

La muerte es para Donne destruction y decadencia, producidas por el inexorable paso de1 tiempo y enmarcadas dentro de una vision mas amplia y pesimista que la de1 mismo Quevedo. La “Satyre II”27 es un poema nihi- lista y destructor, sorprendente por su negatividad y corruption. Los amargos versos. que aparecen sobre el tiempo, representan el argument0 central en torno al cual gira el poema, clarificando el papel que Coscus desempeiia en 61 mismo. Este personaje, que de poeta pasa a convertirse en abogado, personifica la ruina y la desintegracion universales. La enferme- dad y la bestialidad, consecuencia de1 transcurrir de1 tiempo, son las causas definitivas de la destruction de la humanidad. El mundo, y tambien el hom- bre, queda reducido a la mas vi1 podredumbre:

But hee is worst, who (beggarly) doth thaw Others wits fruits, and in his ravenous maw Rankly digested, doth those things out-spue, As his owne things; and they are his owne, ‘tis true, For if one eate my meate, though it be knowne The meate was mine, th’excrement is his owne.

Ante esta realidad decadente y contagiada, la protesta contra Coscus no se hate esperar:

Words, words, which would teare The tender labyrinth of a soft maids eare,

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More, more, than ten Sclavonians scolding, more Than when winds in our ruin’d Abbeyes rare.

El tiempo no hate sino adulterar sun mh la realidad al crear un mundo devaluado y donde el dinero, la enfermedad y el sexo ejercen su implacable tirania. El tiempo, en forma de viento o de mar, erosiona una y otra vez la cada vezmb inconsistente realidad. Unido aesto tenemos que la agonia de1 poeta se agudiza ante la inminente catastrofe que se avecina al haber una ptrdida total de valores. La corruption de Coscus, cuyas acciones superan a las de1 mismo Satanis, llega a adquirir dimensiones cosmicas. Curiosa- mente 10s espaiioles tienen mucho que ver en la genesis de esta depravation universal, ya que son considerados 10s representantes maximos de la corruption existente. A partir de1 verso sexto de1 poema que estamos comentando, leemos: “Though Poetry indeed be such a sinne/As I thinke that brings dearth, and Spaniards in”. Es evidente que aqui encontramos una cumplida expresion de 10s sentimientos anticatolicos de Donne. En “The First Anniversarie” se vuelven a describir las miserias y las adversi- dades que irremisiblemente conducen a la muerte. Donne se lamenta de la insuperabilidad de la enfermedad, porque “can there bee worse sicknesse, than to know/ That we are never well, nor can be so?“; y de la brevedad de la vida. Se impone una tomade postura ante este “rotten world” que no es mas que una “carkasse bred”. Y se aconseja, coma solucibn mas viable y elicaz, el olvidar esta realidad provocadora y sin remedio, ye1 concienciarse deque la muerte es en definitiva la que radicalmente puede librarnos de tantacala- midad y sufrimiento. Por eso no ha de extraiiar la reiterada y obsesiva repe- ticion de la palabra muerte en algunas de sus composciones poeticas, coma sucede, por ejemplo, en la elegia dedicada a “Mistris Boulstred”, porque con ella comienza la realization plena de1 hombre. Lo mas temido se con- vierte asi en lo mas ansiado.

La poesia metaflsica de Quevedo da una mayor importancia a las conse- cuencias que la muerte y el deterioro que conlleva tienen en la vida humana. La muerte se vive y se canta coma algo intimo y personal. No existe una Clara preocupacion por 10s efectos que pueda causar en el mundo y en las cosasz8. Lo importante y detinitivo es su action en el hombre, aunque tam- bien sus huellas devastadoras se dejan sentir en la naturaleza, coma testi- fica el salmo XVII. La muerte cuenta con un gran aliado: el tiempo. Muerte y tiempo son inseparables en 10s versos quevedianos, quiz&s coma conse- cuencia de la acusada conciencia de la fluidez y caducidad de1 moment0 presente que existia en el siglo XVI129. El desgarro que el paso de1 tiempo produce en el poeta y el indisoluble matrimonio entre muerte y tiempo que- dan expresados con toda intensidad en 10s dos tercetos de este soneto:

Ayer se fue, maiiana no ha Ilegado; hoy se estl yendo sin parar un punto; soy un fue, y un se+ y un es cansado.

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En el hoy y maiiana, y ayer junto paiiales y mortaja, y he quedado presentes sucesiones de difunto.

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Estos verses nos revelan con despiadada amargura la impotencia de1 hom- bre ante el transcurrir de sus dias en la tierra. El ayer, el hoy y el maiiana terminan lo mismo, muriendo. La muerte siempre acecha al hombre en cualquier tiempo ycircunstancia. Su luchacontraellano tiene sentido, por- que es luchar contra lo imposible. La actitud sisifica de1 hombre solo pro- duce cansancio y desilusion. Una interpretation exclusivamente morali- zante tanto de1 tiempo coma de la muerte nos parece restrictiva y partial. Cuando el poeta canta realidades tan cotidianas coma definitivas, no lo hate solo ni primordialmente para ayudar a bien morir o para mantener en el hombre una constante actitud ascetica o privativa de 10s placeres mun- danos3O. Lo que intenta, mas bien, es describir lo ultimo e irreductible de la existencia humana, lo mas grande y tragic0 que la poesia puede expresar y comunicar. Quiere compartir su experiencia indecible e intransferible de lo detinitivamente ultimo, dar a entender lo desgarrador de1 abocamiento ante la nada y el paso de1 tiempo sin retorno posible. Es interesante hater notar coma la muerte unifica y relaciona la division tripartita de1 tiempo. El no ser de1 ayer no puede ser sin lamuerte de1 hoy. La muerte vive y se presencializa en el ayer, el hoy y el mafiana; no conoce limi- tacion temporal alguna. Con razon Quevedo dice que “El cuerpo es tierra, y lo set-a, y fue nada”. La muerte es una experiencia posible en todo tiempo. De esta forma vemos coma todo cambia, iniciando su lento; pero impara- ble camino hacia la desintegracion final. En Donne tambitn hay obsesibn por el tiempo, yen concrete por la mutabilidad que conlleva:

All kings, and all their favorites, All glory’ of honors, beauties, wits, The Sun it selfe, which makes times, as they passe, Is elder by a yeare, now, then it was When thou and I first one another saw; All other things, to their destruction draw.

La rotundidad y contundencia de estos verses de “The Anniversarie” pare- ten anular toda esperanza futura; sin embargo no todo en lo human0 es caduco, pasajero y mudable. En el hombre, por suerte, queda algo trascen- dente y perdurable mis alla de la muerte. El anterior poema de Donne con- tinua diciendo:

Only our love hath no decay; This, no to morrow hath, nor yesterday, Running it never runs from us away, But truly keepes his first, last, everlasting day.

El amor supera todacontingencia y temporalidad. Es la gran posibilidad de trascendencia sobre la muerte. El Barroco fue un tiempo propicio para la

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aparicion de un explicit0 deseo y un marcado inter& por trascender las barreras impuestas por la limitation humana. Habia una fuerte resistencia acreer que con la muerte todo acababa. Este deseo profundo e insatisfecho de trascendencia tuvo tie1 reflejo en la literatura de1 momento. La poesia y la prosa religiosa, por un lado, y la poesia amorosa, por otro, supusieron un intent0 desesperado por abrir esperanzas de eternidad. Los verses de Que- vedo tambien hablan de trascendencia, de inmortalidad, de existencia ena- morada despues de la muerte. La intensidad de1 amor quevediano no puede ser efimera, terminarse en el maiiana. “Amor constante mas alla de la muerte”, uno de sus mejores sonetos31, asi lo testifica con toda rotundidad y evidencia. No deja de ser paradojico que este soneto de rakes paganas3’ haga referencia a lo inmortal y trascendente. La duda y la incertidumbre de un sombrio pesimismo dan paso a unaconviccion ciega en el existir mas alla de1 polvo y las cenizas. Ya se ha dicho con acierto que estos verses son expresion de una dualidad fundamental en la poesia de Quevedo, de la anti- tesis entre temporalidad y eternidad33. Se trata, en delinitiva, de la repetida contraposicion entre muerte y amor, temas referenciales medulares para la comprension de su poesia. En el Segundo cuarteto se anticipa la posibilidad de lo inesperado, de lo casi imposible. La muerte puede ser vencida y ani- quilada; no es el final ultimo de1 devenir humano:

mas no, de esotra parte, en la ribera, dejara la memoria, en donde ardia: nadar sabe mi llama la agua fria, y perder el respeto a ley severa.

Con claridad se nos indica coma la “ley severa” de la muerte no puede apa- gar la “llama” de1 enamorado. A traves de este contraste simbblico recu- rrente el poeta nos quiere presagiar las postrimerias de1 fin, de la muerte, su repetida obsesion. En el fondo de estas imageries y pensamientos se encuen- tralatente la dicotomia alma-cuerpo, queen esta ocasion le sirve a Quevedo de pretext0 para poetizar sus ideas y sentimientos. Si el amor no puede evi- tar la destruction de1 cuerpo que irremediablemente se convertira en grises cenizas, si puede hater que el recuerdo de la amada perviva eternamente. Sin embargo la presencia de esta dicotomia en estos verses necesita mati- zarse, ya que lo corporal, lo material constituye la base que posibilita la trascendencia. En Quevedo, coma en Donne, se da un estimable aprecio de lo corporal. Son conscientes de la decisiva importancia de1 cuerpo, a pesar de sus muchas limitaciones y de su inexorable abocamiento a la muerte; pero tambien saben que en tl se alberga la unica esperanza de un futuro ili- mitado34. Esta Victoria sobre lo caduco y perecedero es para Quevedo con- secuencia de1 amor en soledad de1 solitario amante, enfrentado a la expe- riencia m&s personal e intransferible. En cambio para Donne la superacibn de1 tiempo y de la misma muerte se realiza mediante el amor compartido, “Donne reciprocated love is nevertheless the only immutable element in a world of constant change. It is eternal and changeless, free from time’s

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movement limitations, and destruction.“35 Estos matices diferenciales de su respectivas poesias no tienen por que ensombrecer o poner en tela de jui- cio la semejanza tematica fundamental de SW inquietudes poeticas36. El consenso poetic0 se da en 10s temas que cantan e inspiran sus versos, no en la formalidad estrictamente poetica. Sin embargo esta evidente similitud tematica necesita matizarse, pues aun cuando hay coincidencia en lo esen- cial, existen matices personales y apreciativos que diferencian el trata- miento y el desarrollo concrete de un tema especitico. En suma podemos decir que 10s sonetos y poemas de ambos hablan de una innegable coinci- dencia, a la vez que son expresion inequivoca de sus diferencias.

Despues de haber delimitado el posible paralelismo existente entre 10s versos de estos dos poetas, habria que preguntarse con Damaso Alonso si Quevedo -nosotros aiiadiriamos Donne- era un pensador3’, porque nos parece que este tipo de poesia metafisica es expresion de una actitud y de un pensamiento metafisicos. Sus poemas se originan en una determinada situation existential y son consecuencia de una forma peculiar de entender la vida. J. Smith considera que en toda poesia metafisicael impulso poetic0 bisico proviene de una preocupacibn personal por 10s problemas metafi- sicos, preocupacion que se manifiesta no en el empleo de proposiciones metafisicas formales, sino en una toma de conciencia de estos problemas, hasta tal punto de verlos “al acecho tras cualquier acto, por trivial que este sea”38. Diriamos que hay una simbiosis entre su poesia, su pensar y su sen- tir, caracterizados por su metafisicismo, que a veces no se ha resaltado con la suficiencia esperada ni se le ha prestado la atencion debida, dandose un enfoque aislado e independiente, exclusivamente poetico, sin tener en cuenta las posibles implicaciones y conexiones que podria guardar con otros aspectos filosoficos, vitales, sociales y culturales. De esta manera ten- driamos una vision mas total y completa de su quehacer poetic0 metafisico. En este context0 global las palabras de C. Blanc0 Aguinaga relativas a la poesia de Quevedo adquieren su pleno sentido. La poesia es metatkica “cuando el poeta amatorio... tropieza inevitablemente con 10s dos abso- lutos que se oponen a la razon de existir de su llama: el Tiempo y la Muerte.“39 La actualidad, incluso la novedad, de 10s verses de Donne y de Quevedo es debida, en gran parte, a su caracter metafisico. Los temas son expresion de lo profundo y siempre actual de lo humano, guardando una sintonia especial con nuestro moment0 circunstancial historico. John Hay- ward, al referirse a la poesia de Donne, afirma:

His poetry expresses for us our own hopes and fears of an analo- gous human condition, with all its situations of foreboding and frus- tration and Its occasions for irony and dismay, created by our personal relationships and social responsabilities. by our sense of insecurity in a world in which private and public morality has failed to keep pace with scientific “progress”...40

No se trata de una mera casualidad coyuntural ni de una generalidad apli-

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cable a cualquier tiempo, sino que responde a una situacibn de hecho que tiene radicales y profundas coincidencias con nuestro hoy y a una actitud poetica y humana determinada frente a 10s acontecimientos que contiene palpables reminiscencias existenciales. En 10s poemas metafisicos afloran, una y otra, vez 10s temas basicos existencialistas con una fuerza incontro- lada. El aherrojamiento existential de1 hombre abocado a una muerte sin sentido y sin esperanza, la inexorabilidad de1 tiempo realizada en estado de angustia permanente, la presencia siempre onerosa de una nada acuciante forman parte de1 credo fundamental heideggeriano, mostrandose con toda su actividad y operatividad en la poesia metafisica que nos ocupa4r. Con ello no se pretende caracterizar a estos poetas con ttrminos y etiquetas de1 siglo Xx4*, cuando aperece la tilosofia de la nada y de1 absurdo43. Por el contrario, se trata mas bien de cotejar y relacionar situaciones similares, formas paralelas de ver y de objetivar la realidad que albergan una evidente semejanza, consecuencia de circunstancias y vivencias acaecidas en tiempos de adversidad y diticultad social y lucha agonica personal. Damaso Alonso describe a la perfeccibn este “estadoexistencial” al escribir sobre la poesia de Quevedo:

iY coma ese quejido lacerado, esa amargura... ese llanto repri- mido, esa onda que quiere subir a sollozos, tocan nuestro llanto ver- tido a un “sordo mar”... Quevedo es un atormentado: es un heroe -es decir, un hombre moderno. Como tu y coma yo lector: con esta misma angustia que nosotros sentimos..., nos le sitiran al lado de1 corazon; junto a nuestros poetas modernos preferidos, junto a un Unamuno; o digamoslo sin poetas, en terminos bien anchos: nos lo colocan junto al angustiado, al agonico hombre de1 siglo XX; si angustiado y desnortado, coma nosotros, coma cualquiera de nosotros.“.

Esta conciencia pottica existential crea en Quevedo un sentido de acu- sada angustia. Muestra de este hondo sentimiento, omnipresente, por otra parte, en la poesia quevediana, son 10s salmos contenidos en el Herciclito cristiano, donde una sensation de cansancio, de perdida y de desgaste es el tono dominante, expresando con un patetismo sofocante la imposibilidad de ser no siendo. Es coma si se luchase por una quimera quijotesca inalcan- zable y cada vez mas lejana y utopica. Los versos en este context0 llegan a ser provocadores: “iOh condition mortal! iOh dura suerte!/ iQue no puedo querer vivir mananal sin la pension de procurar mi muerte!45. Es la angustia indecible y sin respuesta de1 sercondenado a vivir con la esperanza cierta de morir y que adquiere connotaciones dramAticas de lucha y confrontation. La angustia se torna asi en agonia titanica de combate con el “monstro”46, lo que hate queen el corazbn haya furias y penas47. Por ello si Quevedo es el poeta eternamente enamorado, tambien es el poeta tragicamente angus- tiado y atormentado por la nada de1 maiiana anticipada en la nausea de1 hoy. Hay que decir que esta situation o vivenciaexistencial no tiene por que presuponer un macabrismo, un existir alienado y deshumanizador, un

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estado de recurrencia anormal o una conducta patologica. Se trata mis bien de asumir conscientemente la realidad tiltima y definitiva de lo que es en profundidad el ser humano, aceptandolo en radicalidad para llevar una existencia autentica y consecuente. Donne, por su parte, pone al descu- bierto la flagrante inconsistencia de este mundo que no es sino una mera e irrealizable utopia relalizada en contradiction cotidiana, una pura y apa- rente representation sin sentido final, llegando a poner en duda su misma razon de ser, puesto que “this world was unfit/ to be staid in”4s.

La modernidad y atraccibn de estos dos poetas de dimensiones ilimi- tadas no reside ni se fundamenta exclusivamente en la formalidad e inspira- cion de sus versos. TambiCn su contenido, expresion de su actitud existen- cial compartida, nos traduce y anticipa el signiticado de1 vivir en autenticidad. El existir con todas las consecuencias y el tener conciencia de todas las posibilidades y frustraciones que delimitan y conforman al ser poetic0 quedan enunciados con toda intensidad en sus poemas. La poesia esta vez no solo deleita, sino que compromete y profetiza.

Universidadde Alicante JOSE MANUEL GONZALEZ FERNANDEZ DE SEVILLA

Notas

1. Cfr. Arthur H. Nethercot, “The Term Metaphysical Poets Before Johnson”, MLN, 37 (1922), p&s. 11-17.

2. Cfr. Herbert J. C. Grierson (ed.), Metaphysical Lyrics and Poems of the Seventeenth Century (Oxford at the Clarendon Press, (1921), reimpr. 1962); T. S. Eliot, Selected Essays (London and Boston: Faber and Faber, (1932), reimpr. 1980).

3. James Smith, “On Metaphysical Poetry”, Scrutiny, II, 3 (1953), pags. 222-239. 4. Arthur Terry, “Quevedo and the Metaphysical Conceit”, BHS, XXXV, (1958), pag.

213. 5. Daniel L. Heiple, “Lope de Vega and the Early Conception of Methaphysical Poetry”,

Comparative Literature, Spring 1984, vol. 36, no 2, pag. 98. Curiosamente en este articulo se atirma que Lope fue el imico es&or contemporaneo de 10s metatisicos ingleses que hate uso de este ttrmino al referirse a la poesia. Esto ocurre en Rimas humanas y divinas del licenciado Tome’ de Burguillos (1634). Sin embargo no creemos que la obra poitica de Lope pertenezca a este tipo de poesia metalisica, aunque Frank J. Wamke incluye dos sonetos suyos en su colec- cion de poesia metalisica europea. Cfr. European Metaphysical Poetry (New Haven: Yale University Press, 1961), pig. 60.

6. Damaso Alonso, Poe& espuriolu (Madrid: Gredos, 1971), pags. 553-553. 7. Cfr. Emilia N. Kelley, Lapoesiametujisicade Quevedo (Madrid: Guadarrama, 1973); L.

Elaine Hoover, John Donne and Francisco de Quevedo. Poets of Love and Death (Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1978); Helmut Hatzfeld, “El predominio de1 espiritu espafiol en las literaturas de1 siglo XVII”, RFH, III (1941), pigs. 9-23.

8. Joan Bennett no acabade ver la validezde la termmologia con que se alude a estas mani- festaciones poeticas: “It is not altogether a happy term, since it gives the impression that metaphysical poetry discusses the nature of the universe...“. Cfr. Five Metaphysical Poets (Cambridge at the University Press, 1964), pag. 1. Si bien otros criticos, coma Grierson, lo encuentran acertado. Cfr. Patricia Beer, An Introduction to the Metaphysical Poets (London: Macmillan, 1972).

9. T. S. Eliot, op. cit., pag. 281. 10. Samuel Johnson, LivesoftheEnglish Poets, G. B. Hill (ed.), (New York, (1905), reimpr.

1967) p&s. 67-68. 11 H. J. C. Grierson, op. cit., XVI.

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12. T. S. Eliot, op. cit., pag. 287. 13. Ibid., uaa. 288. 14. Joan Bennett, op. cit., pag. 3. 15. Hasta las mismas emociones estan teikdas y coloreadas por la racionalidad. Cfr. Joan

Bennett, op. cit., pbg. 9. 16. John Hayward (ed.). Donne. Selected Poems (Harmondsworth: Penguin. (1950).

reimpr. 1986), pigs. 9-ld. Laconfianza en la naturaleza\y en SW posibilidadesdib paso “to Baroque uncertainty, disillusionment, and the consequent search for meaning in spiritual cer- tainties and release from what Donne once referred as to “this holy discontent”. Cfr. L. Elaine Hoover, op. cit., pag. 54.

17. Cfr. A. Dominguez Ortiz, Crisis y decadencia de la Esparia de 10s Austrias (Madrid: Ariel, 1975).

18. Las espectaculares victorias, que cuhninaron con el rechazo de la Armada inglesa en Cadiz en 1625, hicieron que el conde-duque de Olivares alimentase fundadas esperanzas de recuperar la perdida hegemonia politica. ideando para ello un plan de invasion de Inglaterra. Estas decisiones politicas espaiiolas, y tambidn la postura inglesa frente al estado de hostih- dades reinante con Esparia tuvieron un lie1 reflejo en el teatro de la tpoca. Cfr. John Loftts, Renaissance Drama in Englandand Spain. Topical Allusion and History Plays (Princeton, New Jersev: Princeton Universitv Press, 1987)

19. J. L. Alborg, Histo&delaLiteraturaEspanola(Madrid: Gredos, 2*ed.,(l970),reimpr. 1974). vol II, pag. 591. Este mismo autor reconoce oue la compleiidad v variedad de la vida de Quevedo tienenuna cumplida continuation y una plasma&n detinitka en sus escritos Cfr. Ibid., pag. 597.

20. Emilia N. Kelley, op. cit., pag. 36. 21. L. Elaine Hoover. ov. cit.. V&Z. 204. 22. Emilia N. Kelley, op. cit.,‘p& 37. 23. Entre 10s diferentes verses donde se da una personalizacion de la muertedestacamos

estos: “Si agradable descanso, paz serena/ la muerte. en traje de dolor, envia,/ seiias da su des- dCndecortesia:/mastienedecariciaauedevena.”Cfr. Jo&Manuel Blecua(ed.). Poesiameta- fisica y amorosb de Francisco de Qudvedo (Madrid: Cupsa, 1976), p&g. 9. No se trata de una respresentacion abstracta y universal, coma sucede en 10s autos medievales, sino que es algo concrete y particular. Si bien tambien aparece coma fuerza abstracta vital contrapuesta. Cfr. J. M. Blecua, op. cit., pag. 164.

24. Jose Manuel Blecua (ed.), op. ctt., salmo XVIII, pig. 32. 25. Ibid.. salmo IX, pag. 24. 26. Ibid., pag. 9. 27. Es sumamente interesante e innovador el estudio que hate Clayton D. Lein de la

“Satyre II” de John Donne. Cfr. “Theme and Structure in Donne’s Satyre II”. Comparative Literature, Spring 1980. vol. 32, no 2, pags. 130-150.

28. Estamos de acuerdo con las acertadas palabras de Emilia N. Kelley, cuando dice que “la naturaleza esta generalmente ausente de la obra quevediana”. Sin embargo su alirmacion de que este rasgo lo comparte Quevedo con 10s metafisicos ingleses de1 siglo XVII, en cuyas obras “eeneralmente se hate case ormso de la naturaleza”. necesitaria una vosterior matiza- cion. Cf;. Emilia N. Kelley, op. cit., pag. 50.

29. Cfr. G. Poulet, Etudes sur le temps humain, (Edinburgh: Edmburgh University Press, 1949), pags, 20-21.

30. Emilia N. Kellev. ov. cit.. vae. 48. 31. Nos parece que-la kirma&~ de Damaso Alonso de que este soneto es “el mejor de

Quevedo, probablemente el mejor de la literatura espaiiola” sigue siendo valida y conser- vando toda su vigencia con las salvedades y precauciones pertinentes. Cfr. Poesia espanbla, op. cit., pag. 526.

32. Ibid. 33. Cfr. Arthur Terry, “Quevedo and the Metaphysical Conceit” en RHS, XXXV (1958),

pigs. 211-222. 34. Nocabe duda que la profunda religiosidad de Donne y de Quevedo hate m&s posible y

cierto el deseo de trasendencia. v el ansia incontenible de inmortalidad. La poesia religiosa es otra muestra de la semejanzatematica de estos dos poetas tragicamente religiosos. Cfr. “Divine Poems” y “Holy Sonnets” en Donne, John Hayward (ed.), op. cit.; y el “Heraclito cristiano” en Poesia metafisica y amorosa de Francisco de Quevedo, Jose Manuel Blecua (ed.), op. cit.

35. L. Elaine Hoover, op. cit., pag. 78.

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36. Ibid., pig. 205. 37. Ddmaso Alonso, op. cit., pbg. 498. 38. James Smith, “On Metaphysical Poetry”, Scrutiny, II, 3 (1933), pag 229. 39. Carlos Blanc0 Aguinaga, “Cerrar podra mis ojos la postrera...: Tradition y originali-

dad”, Filologia, 8 (1962), pig. 76. 40. John Hayward (ed.), Donne, op. cit., pag. 14. 41. Jose Manuel Blecua en la introduccibn a su edition de la poesia metafisica y amorosa

de Quevedo, ya citada, se expresa en terminos parecidos. Cfr. Poesia metafisica y amorosa de Francisco de Quevedo, op. cit., XXXVI-XXXVII.

42. Emilia N. Kelley nos pone en guardia ante esta tentacion. Y si bien es verdad que no hay que simplikar las cosas, no deja de ser licit0 y loable profimdizar y agotar 10s posibles paralelismosexistentesentre tiemposycircunstanciasdistintasenelespacio;peroquemantie- nen una honda relation de semejanza. Cfr. L. Elaine Hoover, op. cit., pag. 51.

43. Cfr. Martin Heidegger, El ser y el tiempo (Mexico: Fondo de Cultura economica, 5” edition, 1974).

44. Damaso Alonso, op. cit., pigs. 569,575-577. 45. Jose Manuel Blecua (ed.). op. cit., salmo XIX, pkg. 33. 46. Ibid., pag. 15. 47. Ibid., pag. 47. 48. John Hayward (ed.), “The Second Anniversarie”, op. cit.-pig. 153.