374

Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

  • Upload
    others

  • View
    5

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 2: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 3: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

Manuel GalichPáginas escogidas

Page 4: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 5: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

Manuel GalichPáginas escogidas

colección literatura latinoamericana y caribeña /174casa

Page 6: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

Edición: Ana María Caballero LabautDiseño: Pepe MenéndezCorrección: Gilda María FernándezDiagramación: Alberto Rodríguez

Todos los derechos reservados© Sobre la presente edición: Fondo Editorial Casa de las Américas, 2015

ISBN 978-959-260-387-5ISBN

Fondo Editorial Casa de las Américas3ra. y G, El Vedado, La Habana, Cubawww.casadelasamericas.org

casa

Escuela de Ciencia PolíticaEdificio M-5, segundo nivel, zona 12,Universidad de San Carlos de Guatemala,Ciudad de Guatemala, C.A.

Page 7: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

7

GALICH EN LA MEMORIA

Las clases de Manuel Galich no se parecían a los programas de Historia de América impartidos en la Escuela de Letras en los años 70 del siglo pasado, pues el tiempo empleado en uno u otro asunto del temario estaba en función de la importancia concedida por el maestro al aprendizaje razonado de la Historia, según los aspectos esenciales que elegía, independientemente de lo indicado por los «cronogramas» de los P-2, un modelo inventado por los burócratas del momento. Gracias a que violaba constante y secretamente aquellos estrictos planes docentes que nunca llevó consigo a sus turnos, pudimos aprender con lujo de detalles algunos tópicos de mucho interés, como los relacionados con el México antiguo y el genio creador de los mayas; la extraña teoría –que nunca antes había escuchado– de que los pueblos originarios de Mesoamérica y de los Andes habían tenido un punto de encuentro en la actual Colombia; la formación detallada del Tahuantinsuyo y el imperio de los incas... En acotaciones y digresiones provocadas por preguntas que ameritaban una larga respuesta, se detenía en razonamientos fuera del programa y desplegaba su aporte formativo para la construcción de valores. Antidogmático y antisectario, siempre inducía a la lógica histórica y le dedicaba tiem-po a transmitir lo aprendido, ausente de la bibliografía. Exhortaba a buscar los matices, tanto para distinguir tipos de explotadores y oligarcas, como para aquilatar la

Page 8: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

8

estatura de líderes proclamados como revolucionarios en cualquier tipo de régimen o sistema, y no se dejaba guiar por las informaciones establecidas sobre la historia colonial americana, ni siquiera la consagrada, para referirse a lo que él mismo llamaría «primera independencia». Tenía muy en cuenta las características de cada etapa en las metrópolis y en las regiones colonizadas para penetrar en las causas de cada descomposición colonial, y así también trazar el perfil de caudillos y cambios históricos conocidos, de los que no podían hacerse conclusiones sin registrar pormenores que en determinadas situaciones podían convertirse en singularidades importantes.

Galich no repetía los conceptos encontrados en los libros, y salpicaba de anécdotas sus clases, convertidas en fiestas de la palabra y del conocimiento, muchas veces del saber personal, sin un ápice de vanidad; esa otra historia de su memoria complementaba a la oficial y pasaba a veces al plano principal, cuando relataba los sucesos de la lucha por la «segunda independencia», de la cual había sido uno de los protagonistas. Sin dudas, se trataba de un experto en desenmascarar con extraña pasión de ajedrecista, argu-mentos propios y relaciones singulares, cada estrategia del gobierno de los Estados Unidos dirigida contra los pueblos de nuestra América. Nos enseñó a detenernos en los hilos que conducían a la penetración del capital norteamericano para conocer sus vínculos con las dependientes burgue-sías latinoamericanas, y, a partir de ahí, todo lo demás. Le concedía mucho peso a los intereses de los estudiantes, sus aspiraciones y paradigmas, porque sabía que ellos eran el germen de los cambios del mañana; no minimizaba el problema agrario, en momentos en que todavía en Cuba se sobredimensionaba la historia del movimiento obrero en pueblos de indigentes y de economía informal, en los cuales la condición de obrero podía ser privilegio, aunque se detenía en los conflictos sindicales, no pocas veces pa-

Page 9: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

9

sados por alto o minimizados por quienes daban menor importancia a la lucha económica, pues estaba convencido de que ella era la base esencial para entender la política e ideológica. Se encargaba de relacionar con acierto las causas que originaban las revoluciones y las revueltas; nunca subordinaba mecánicamente una condición de po-breza o riqueza de un líder a la defensa de su clase social o ideología de origen, sino que averiguaba cómo actuaba e ilustraba con pasajes de su propia vida la complejidad de estos pre-juicios, sin omitir traiciones y claudicaciones, en cualquier combinación o transferencia posible. Enseñaba a vivir fuera de vitrinas de cristal y estereotipos manualescos, mostrándonos el verdadero semblante de la realidad, tanto para señalar el rostro de militares gorilas y la actuación de políticos cínicos con los que le tocó lidiar, como de simuladores y oportunistas seudorrevolucionarios y líderes oportunistas de la «izquierda», a los que posteriormente tuvo que enfrentarse. Galich fue un profesor de Historia que conocía al dedillo la naturaleza imperialista y sus proce-dimientos, pero también estaba adiestrado para detectar la falta de autenticidad de un pensamiento que se proclamaba revolucionario sin serlo. Era un maestro que no pregunta-ba una fecha exacta, pues con ubicar la época de manera aproximada bastaba, ni reclamaba nombres de personas, ríos y montañas o el número del párrafo en que aparecía un concepto –a diferencia de otros profesores de Historia, cuyas pruebas demandaban esfuerzos sobrehumanos de la memoria–, pero sí exigía un por qué, el cual se podía encadenar con otros. La máxima calificación premiaba el certero ejercicio de la opinión personal.

Uno de los aspectos de su personalidad que más llamaban la atención era su elocuencia; no por gusto fue conocido como «El Verbo de la Revolución» en la época de Jacobo Arbenz, durante la llamada «década

Page 10: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

10

democrática» (1944-1954) en Guatemala. Desde temprano se distinguió por la facilidad con que le llegaban las pala-bras para exponer y engarzar sentimientos e ideas, bajo la pasión que lo distinguía, y aunque lamentablemente nunca pude tener acceso a sus discursos en la OEA cuando fue canciller, varios testimonios destacan su brillantez; tal vez por todas esas razones mantuvo una fidelidad permanente al lenguaje hablado, independientemente de su dedicación al magisterio y al periodismo, a las funciones propias de un abogado o a la continuación del servicio diplomático, así como una singular lealtad a la literatura dramática desde la década del 30 hasta su muerte; en esta última debía ahilar parlamentos como si él mismo hablara y se contestara, por lo cual su obra teatral dejó interesantes aspectos temáticos y formales, matizados por la fina ironía que destilaban sus tragicomedias, muchas veces con un filo de sátira en función de la denuncia social y política del discurso dra-mático. Sus artículos periodísticos para Propósitos, Conducta, Principios... –publicaciones argentinas de los 50 y los 60– sostenían una eficaz argumentación y se hacía evidente el minucioso cruce de informaciones con que manejaba cualquier hecho comentado; sus crónicas y testimonios, en ocasiones proféticos, al igual que las colaboraciones con las revistas cubanas Casa de las Américas y Bohemia, así como con otros periódicos de la Isla, también sustentaban un valor adicional por ser protagonista o testimoniante en no pocos hechos; sin embargo, todos se asentaban en su lugar natural de comunicación con la palabra dicha; no en balde, cualquier página escogida de su escritura, incluso hasta de sus libros de Historia, exhibe un vínculo cercano con el discurso oral, pues mantenía un cordón umbilical con vocablos y frases, sintagmas y construcciones, típicos de la enunciación hablada. Quizás por ello muchos recuer-dos de Galich se han concentrado en el brillo de su verbo.

Page 11: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

11

El maestro, el periodista, el abogado y el diplomático, que siempre se conciliaron en el autor de literatura dra-mática y en el historiador, y –como se dice ahora– en el politólogo, estuvieron defendidos con más oralidad que escritura. Es por ello que la huella de Meme –así le decían sus amigos–, resultó más perdurable como orador, no solo de tribuna, sino, y, sobre todo, de conversación, instructiva y amena, de prosapia «útil y bella». Disertaba sobre un tema desde su experiencia y su pasión, sin hacerse jamás pedante, partiendo de conocimientos y juicios expuestos sin perder una genuina criollez ni la visión del auditorio, pues era capaz de discurrir acerca de un mismo asunto con diferentes argumentos y perspectivas, ya fuera en una clase, en un discurso en plena calle para inaugurar un busto o en una intervención más o menos «oficial». Casi de manera natural tenía incorporadas las técnicas de la vieja oratoria griega y romana, pero también la bolivariana y martiana, fidelista y guevarista, en que conmover y persuadir eran pilares para la convocatoria a la participación y a la acción revolucionaria. La fuerza de los principios políticos que defendía a favor de los humildes; la eticidad ante cual-quier hecho, la amplia y diversa cultura, la fogosa pasión, la claridad para los no letrados y su brillantez expresiva, conformaban las cualidades esenciales de una oratoria que constituía una lúcida manera de hacer cultura, incluida, por supuesto, la política, que lamentablemente se ha ido perdiendo en el panorama actual, no solo en Cuba, sino en el contexto latinoamericano, salvo algunas excepciones que confirman la regla. Quizás por todas estas cualidades de Meme como conversador, quienes lo conocieron en la Casa de las Américas conservan vivos recuerdos de sus pláticas, y sus ojos brillan de manera especial cuando escuchan su nombre, porque recuerdan aquellos festejos seductores de la palabra.

Page 12: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

12

De alguna manera las presentes Páginas escogidas inten-tan recoger este espíritu. Comencemos aclarando algunas ausencias. No se ha incluido «Mapa hablado de la América Latina en el año del Moncada», aparecido en la revista Casa, números 79 y 80, por un problema de espacio, pues ocupa-ría más de las tres cuartas partes de este volumen, y lo más sensato sería publicar en un libro tan vigente e ilustrativo recorrido por la situación de los países latinoamericanos, a veinte años del asalto al Cuartel Moncada. Otras publi-caciones se le deben a Galich, como un volumen de su teatro y una compilación más amplia de su periodismo, pues existe abundante material para ambos. El tema del panamericanismo fue obsesivo en sus artículos de opinión, así como las denuncias constantes a los planes imperialistas para manejar la economía mediante la política, de las for-mas más ocultas y disfrazadas, en repúblicas de presidentes de «espinazo blando» o «pitiyanquis», como diría Raúl Roa. Estos comentarios periodísticos no pasaban por alto celebraciones o conmemoraciones de hechos de la historia de América, no pocas veces con una capacidad muy opor-tuna para relacionarlos con el presente noticioso, o para recordar algunas actuaciones deleznables de segundones que de la noche a la mañana se convertían en personajes encumbrados gracias a la «santificación» imperial y a su condición de tránsfugas. Especialmente pueden ser muy reveladoras las páginas dedicadas a resaltar la dignidad de la Revolución Cubana y a explicar la actitud consecuente y sistemática de principios construida por Fidel en relación con la política exterior del país, que pudo ser vista y calar en él desde Buenos Aires, apuntada con exactitud desde las páginas de Conducta en el año 1960. Tal vez una publicación futura de Galich pudiera, además, recoger las semblanzas de próceres como Simón Bolívar, luchadores sociales como Pancho Villa, dictadores como Manuel Estrada Cabrera –las primeras veinte páginas del libro inédito «Centroaméri-

Page 13: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

13

ca en mi siglo» son significativas–, poetas como José Batres Montúfar, narradores como Augusto Céspedes –prólogos a libros de estos dos últimos autores son ejemplos–... El presente texto solo puede recoger en pocas páginas una muestra representativa del quehacer intelectual de Manuel Galich e invitar a la publicación de otras.

La totalidad de su obra muestra el desvelo por acu-mular una auténtica memoria de nuestra América, como útil instrumento para completar la «segunda indepen-dencia» con la que soñaba; por esta razón, su zona más madura –buena parte publicada en diferentes números de la revista Casa– está dirigida a dar a conocer diversos temas de América Latina y el Caribe que tributen a este objetivo. La estructura de este libro gira en torno a este eje transversal, desde lo más general, pasando por lo particular, para arribar a lo singular. La primera sección, «Identidad e Historia», registra un necesario perfil basado en la tradición más legítima de los estudios latinoamerica-nos y caribeños: considerar en la base social al indígena y al negro, y hacer una relectura de las batallas por nuestra primera independencia que señale los definitivos derrote-ros que han de asegurar la segunda. «El indio y el negro, ahora y antes», que inicia esta parte, resulta un temprano y oportuno ejemplo del abordaje de las verdaderas reali-dades sociales de la región, con raíces indígenas y negras, superando los conceptos de Indoamérica y Afroamérica manejados por los años 30; Galich, como continuador marxista del camino abierto por José Carlos Mariátegui para el estudio social y político de nuestra América, pro-yectó una dimensión equilibrada y emancipadora de su carácter mestizo o híbrido, en constante transculturación, y tuvo en cuenta ese mestizaje en cada región, pues no podía ser igual el desarrollo en países como Argentina, Uruguay y Chile, donde «[...] el feudalismo no fue posible y la esclavitud no fue necesaria», que en Perú, Bolivia y

Page 14: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

14

Ecuador, o en las Antillas, donde la presencia respectiva del indio y del negro desempeñó un papel fundamental en el desarrollo económico y social de sus pueblos, además de que partían de desarrollos desiguales de las culturas originarias o respondían a dramáticos desarraigos, también disímiles, según los intereses de las metrópolis coloniales que impusie-ron la servidumbre indígena o la trata africana en cada lugar.

El autor de Nuestros primeros padres fue también un seguidor de las ideas marxistas del antropólogo e historia-dor Alejandro Lipschütz, naturalizado en Chile, y quien a pesar de su procedencia letona comprendió muy bien el mundo natural y humano de América, sin prejuicios ni esquematismos, ni dejándose guiar por caminos de manipulación, descalificación o racismo; con aplastante lógica, los análisis del pensador son comentados por el guatemalteco en el siguiente trabajo para demostrar que no podía ser exótico un pensamiento afincado en una realidad irrebatible. En el texto que cierra esta sección, Galich rastrea en la Historia para poner al descubierto el verdadero significado del esfuerzo diplomático para fes-tejar los 150 años de la batalla de Ayacucho, y analiza lo que realmente se está conmemorando; pone al descubierto que la auténtica unidad de nuestros pueblos a favor de la emancipación continental no puede estar auspiciada desde la «putrescente OEA», siempre al lado de intereses per-sonales, privados o transnacionales, que fijan los caminos de explotación y arruinan a los pueblos en un sistema de dominación condenado al fracaso; todavía en aquella época era posible engañar a muchos con estas conmemoraciones, hoy es casi imposible mantener la farsa; sin embargo, el mérito de Galich consiste en evidenciar la verdadera na-turaleza de aquellas prácticas de representación y técnicas de maquillaje que hoy parecen ridículas.

La segunda sección, «Pueblos y países», está com-puesta por tres capítulos decisivos en las historias con-

Page 15: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

15

temporáneas de Guatemala, Belice y Chile. Se encabeza con el prólogo a la edición cubana de Guatemala, las líneas de su mano, de su amigo Luis Cardoza y Aragón (Ediciones Casa, Colección Literatura Latinoamericana, 1968), texto que presenta una historia de Guatemala desde el siglo xix hasta la primera mitad del xx, y en el que Galich destaca no solo la mirada verdadera del autor, sino también un retrato auténtico insertado en el concierto de naciones que comparten un legado social y cultural indígena. En la papelería de Galich conservada en la Casa de las Américas se encontraba una carta de Cardoza y Aragón a este que da fe de su complacencia por el prólogo:

Hoy domingo 16 de junio, recibo tu prólogo admirable. Solo un «pero»: es demasiado generoso con mi trabajo. Gracias, mil gracias, por tu entusiasmo. Es un prólogo muy bello en el cual recorres magistralmente mi libro, haciendo señalamientos importantes, destacando sus luces, su entraña emocionada. Todos los conceptos me parecen acertados y densos de simpatía hacia mi trabajo: hay un enfoque de toda mi obra asimismo. Un enfoque que adivina lo que he deseado hacer y que, seguramente, no está tan logrado como tu amistad y tu gran talento cordial lo ve. Es un estudio crítico y paralelamente un estudio político en que tu fervor guatemalteco queda espléndidamente impreso. Hemos hecho lo que hemos podido hacer, pero no lo suficiente: estamos en mora con nuestra dulce tierra frenética y magnífica. Tu prólogo es lo mejor, lo más hondo, lo más matizado y sutil que se ha escrito sobre Guatemala, las líneas de su mano. Mi alegría era ya muy grande porque Cuba revolucionaria editaba mi libro. Ahora es mayor mi alegría, porque unidos quedamos en un libro guatemalteco, porque somos guatemaltecos

Page 16: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

16

y porque ambos amamos indeciblemente a nuestro pueblo y a la Revolución Cubana.

Le sigue dentro de esa misma segunda sección «Belice: a un año de la independencia», un examen histórico de la situación que condujo a que el Reino Unido aceptara el reclamo beliceño de otorgarle una nueva constitución que reconociera su autonomía, y a George Price como primer ministro y líder del People’s United Party (PUP); se trata de un recuento de los antecedentes históricos para la «fiesta azul» y de los factores que hicieron posible mover las «entrañas de un litigio», hechos muy poco conocidos en la historiografía americana, pues Galich tiene en cuenta a todas las rivalidades que intervinieron en este complejo conflicto, incluido el chantaje yanqui y una larga contro-versia con raíces bien afincadas en la historia de América Central, así como los pasos para la construcción de la in-dependencia, no exenta de problemas en los momentos en que se escribían esas líneas; transcurrido un año, se expo-nen los verdaderos sentimientos del pueblo guatemalteco hacia la región, expresados en la proclama de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), al saludar de manera emocionada la independencia y pronosticar que enfrentará las presiones para inclinar al nuevo Estado al alineamiento imperialista. El siguiente trabajo, «Algunos precedentes oligárquicos-castrenses al 11 de septiembre de 1973», es un extenso y pormenorizado ensayo sobre las relaciones sistemáticas entre los políticos y el ejército en Chile, asunto esencial para comprender el sangriento golpe fascista de la cúpula militar y su papel de liderazgo en aquel momento, y para explicar la ruptura de una tradición de respeto de la legalidad que significó el brutal ataque al Palacio de la Moneda, que llevó a la muerte al presidente constitucional Salvador Allende. Todos estos trabajos demuestran la importancia del estudio de la Historia para

Page 17: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

17

conocer el camino aproximado que seguirán un pueblo o un país y hasta predecir los derroteros de su destino.

«Líderes y figuras», la tercera sección, se dedica a per-sonalidades que han impulsado el proceso de emancipación de nuestros pueblos, como Simón Bergaño y Villegas, Simón Bolívar, Ernesto Che Guevara y Roque Dalton. El primer trabajo, «Martirologio laico de Bergaño y Villegas, reo del pensamiento liberal», resulta un detallado estudio sobre la personalidad poco conocida de este precursor de la independencia de Guatemala, valioso boceto biográfico de uno de los iniciadores del periodismo revolucionario en América, quien uniera a Guatemala y Cuba en un esce-nario común de vida y obra periodística; no tan conocido como sus contemporáneos Francisco Javier Eugenio Espejo o Antonio Nariño, Bergaño y Villegas hizo denuncias y dio a conocer con elocuencia un pensamiento avanzadí-simo, que por su filo revolucionario ha sido silenciado casi por completo; el pensamiento emancipador de quien refutara el aforismo «Nada hay nuevo», criticara la ense-ñanza escolástica, fustigara a «adulones, frailes peripaté-ticos, jueces prevaricadores», satirizara la superchería, la falsa piedad, la intolerancia..., cuestionara la infalibilidad del papa o mantuviera como divisa «más quiero peligrosa libertad que tranquila esclavitud» [...], merece una mayor divulgación en la sociedad americana de hoy. Después se presenta un curioso análisis sobre el Libertador: «Bolívar: un ensayo de interpretación diferente»; se trata de una reseña al libro Acción y utopía del hombre de las dificultades, de Miguel Acosta Saignes, que obtuviera el Premio Extraor-dinario Bolívar en Nuestra América, en 1977. Le continúa un comentario a pocos meses de anunciarse el asesinato del Guerrillero Heroico, «Che: encarnación del hombre nuevo», en el que se incluyen las tan citadas reflexiones guevaristas reflejadas en «El socialismo y el hombre en Cuba». Esta sección cierra con una carta dirigida a Roque

Page 18: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

18

Dalton, amigo de Galich y de la Casa de las Américas, y quien fue asesinado por pigmeos traidores.

La selección se completa con un último apartado, «Va-rios», que agrupa breves y diversos materiales que pueden servir de muestra para iluminar la personalidad periodística e intelectual de quien nunca dejó de ser un orador políti-co, un maestro de historia y un pensador cultural, en una miscelánea de variado interés: los artículos aparecidos en publicaciones argentinas, «¿Empezó ya la “Operación Cuba”?» (Propósito, 29 de octubre de 1959), «Cuba presenta su temario» y «Operación Panamericana» (Conducta, 10 de agosto de 1960 y 2 de octubre de 1960, respectivamente), revelan la clara visión de Galich sobre los riesgos que es-taba corriendo la Revolución Cubana ante la prepotencia imperial de aquellos años; estos artículos de la época en que el exembajador guatemalteco continuaba exiliado en Buenos Aires, denunciaron las acciones diplomáticas y políticas desde los Estados Unidos que preparaban la agresión militar por Playa Girón y Playa Larga en abril de 1961, un mecanismo que ya Galich conocía muy bien y había vivido en la época de Arbenz. En esta sección se recoge, además, su respuesta a una encuesta hecha por la revista Casa, veinte años después del triunfo revolucionario, en que se debía responder la pregunta: «¿Qué ha significado para ti la Revolución Cubana?». Se incluye, asimismo, su intervención en una reflexión colectiva de 1969 –repro-ducida en la revista Casa en 1995– sobre una manera de hacer literatura que estaba cobrando auge en la región al finalizar los años 60, y cuya presencia se iba haciendo fre-cuente entre los proyectos enviados al Premio convocado por la institución: el testimonio. «Panorámica indígena» es el primer ensayo de El libro precolombino, publicado por la Casa de las Américas en 1974, en el que se relacionan testimonios recogidos por cronistas del siglo xvi hasta el xviii sobre el mapa indígena americano. Por último, con

Page 19: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

19

el ejercicio de la crítica teatral, el guatemalteco da a conocer «El primer personaje del teatro latinoamericano», a partir de una pieza anónima considerada comedia-bailete de la época colonial y de origen nicaragüense, pero de sobrevi-vencia náhuatl, El Güegüense o Macho-ratón, representación escénica que envía el mensaje de una protesta y también es portador de un hallazgo sumamente importante para fijar la personalidad en la identificación actoral en los estudios de dramaturgia latinoamericana.

Seleccionar una muestra de la obra de quien fuera el fundador del departamento de teatro latinoamericano de la Casa de las Américas, de su revista y festivales, y una de las personalidades más importantes que ha trabajado en la institución –no por gusto una de sus salas principales se honra con su nombre– en tan breve espacio para presentar estas páginas, no ha sido tarea fácil, pues la diversidad de temas, géneros y manifestaciones que cultivó ha requerido más de una decantación necesaria partiendo de su amplí-sima producción. Entre el abundante material revisado para conformar esta selección, pude encontrarme con diversos tipos de documentos relacionados con Galich, especialmente cartas, entre ellas solicitudes bibliográfi-cas de estudiantes y otros interesados en la historia o el teatro, no pocas veces procedentes de lugares apartados, o de ayuda para la fundación de bibliotecas públicas, además de solicitudes de recomendaciones para becas de estudio o para presentaciones ante embajadas, siempre respondidas generosamente, y que revelan su autoridad como especialista, historiador, dramaturgo, profesor y diplomático. Se encuentran igualmente tarjetas postales y felicitaciones, así como largas explicaciones para excusarse por no poder cumplimentar alguna invitación, debido a sus clases de Historia de América en la Universidad. En su correspondencia, notas, informes y mensajes, sobresale la cercanía humana aunque no falten discrepancias y criterios

Page 20: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

20

polémicos. Tal vez la clave del grato recuerdo de su persona y el respeto a su memoria, tan presentes aún en quienes lo conocieron, esté en la importancia del dominio de la cultura en su autoridad política, en la implicación política de su pensamiento cultural, sostenido con esencia ética, y en su ejemplar condición humana.

Juan nicolás PadrónSeptiembre de 2012

Page 21: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

IDENTIDAD E HISTORIA

Page 22: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 23: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

23

EL INDIO Y EL NEGRO, AHORA Y ANTES

¿TRES AMÉRICAS CROMÁTICAS Y CULTURALES?

Muchas veces he dicho que soy indio por ósmosis. Nacido y formado en un país esencialmente indio –Gua-temala–, lo indio se me metió por los poros y se afincó en mi espíritu desde que tuve uso de razón. Hace trece años que no veo mi país y, sin embargo, en la misma medida en que el tiempo me distancia de él, mi sensibi lidad y mi entendimiento se acercan más a mi «ser» indio. No he necesitado, para ello, reclamar ancestros indios, ni sangre india, ni reparar en detalles antropológi cos. Respiré lo indio, mamé lo indio, viví lo indio –desde mis juguetes hasta la tragedia secular de mi patria– y ahora sueño con las guerrillas indias, el verdadero e imparable ejército revolucionario que algún día liberará a Guatemala de la bar barie colonial insepulta y de la opresión imperialista. Lo mismo harán ejércitos similares y por iguales razones históricas en el Ecuador, el Perú y Bolivia, por lo menos.

Pues bien, esto que yo siento lo sienten, seguramen-te, millones de mexicanos, guatemaltecos, ecuatorianos, peruanos y bolivianos, mestizos, cholos o simplemente blancos. Sé que es así por muchos casos individuales que conozco y por ello gene ralizo audazmente. Y si no, léase, por ejemplo, Los ríos profundos, de José María Arguedas. O contémplense los cuadros del muralismo mexicano o la esotérica pin tura de Carlos Mérida. Arte mestizo –gran arte mestizo– donde lo indio está presente, aunque no siempre

Page 24: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

24

se le mire. Como lo está en la música, desde el Anáhuac hasta la puna. Y en el arte culinario. Y en el modo regional de hablar y de bailar y de comer y de vestir. En todo, hasta en el de enterrar a nuestros muertos.

Pero no puedo decir otro tanto de las Antillas, ni del Brasil, fundamentalmente. Ni de los uruguayos, ni de los argentinos, ni de los chilenos, por ejemplo. No es allí lo indio y lo mestizo lo predominante. Para las Antillas y el Brasil hay otra presencia admirable y rica: la del negro y el mulato. Vale para gran parte de nuestra América lo que Elías Entralgo dice para Cuba:

El hombre blanco no supo originariamente por qué llegó a Cuba. Al negro lo trajeron por fuerza a lo largo de más de tres siglos. Exterminado el aborigen –que vino por sus propios pasos–, el mulato es el producto genuino de la cubanidad, producto no solo de nuestra isla, sino de todo el archipiélago antillano, y producto, por cierto, el más nuevo de toda la historia. El día (¿qué investigador lo conoce?, ¿qué erudito lo recuerda?) en que un amo blanco cohabitó en un barracón o en plena manigua con una negra esclava, fue luminoso para la humanidad, como todos aquellos en que los seres hu-manos, mirando para la afinidad esencial de la especie, se acercan, se abrazan y se ven en la descendencia.

Entralgo ahonda aún más:

Muerta la sangre más antigua, la aborigen, se juntaron la vieja sangre blanca española con la novísima sangre africana negra. Esta transfusión habría de ser revivifica-dora y habría de engendrar una fecunda y plástica sim-biosis. De tal miscegenación saldrían virtudes nacientes en lo físico y ascendentes a lo síquico y lo moral. La

Page 25: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

25

sangre renovadora africana se situaría en los principios primigenios y primordiales de la vida cubana: estaría en el ayuntamiento y en el amamantamiento.1

Como la vital, pertinaz y milenaria sangre india se situaría en los principios primi genios y primordiales de la vida guatemalteca o ecuatoriana o peruana o boliviana. Ni una ni otra cosa sucede al sur del «cono sur». Allí lo indio solo existe, si acaso, como nostalgia o como grupos arrinconados en las regiones más australes, y lo mes tizo no tiene fuerza cultural ni biológica, como no lo tienen lo negro y lo mulato, tan escasos ya que tienden a desaparecer a corto plazo, diluidos –o discriminados– en la mayoritaria población blanca. Creo que el sociólogo uruguayo Carlos Rama ofrece un croquis muy veraz al respecto:

Grosso modo, se puede distinguir, en primer lugar, la América india o mejor dicho mestiza, formada por los países en donde predomina el elemento indio, la explotación agraria del latifundio, el coloniaje y aun la servidum bre, parcialmente reemplazada a partir del siglo xviii por el peonaje (México, América Central, con excepción de Costa Rica, Colombia, Vene zuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Paraguay). Un segundo «país» en donde predomina el mulato, es la zona donde hubo esclavitud negra. Con excep ción de algunos focos en otros países, se limita al litoral del Brasil, a Venezuela, a Colombia, a Panamá y las Guayanas, a las islas del Caribe y al sur de los Estados Unidos. Por último, la América blanca, limitada a Costa Rica, Santo Domin-go, Uruguay, Argentina, Chile y Estados meridio nales del Brasil, regiones todas de colonización europea

1 Elías Entralgo: La liberación étnica cubana, La Habana, 1953.

Page 26: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

26

reciente e intensa, donde la población indígena fue exterminada o concentrada en sus «reser vas» y donde la mano de obra proviene de inmigrantes, en su mayor parte latinos.2

¿Tres Américas cromáticas y culturales? ¿Eso quiere decir que el concepto martiano de «nuestra América» toda y una choca con aquella realidad? ¿Es esto un regalo de la historia para el imperialismo, que así no tendrá que enfrentar la lucha unificada de sus explotadas neocolonias mestizas, mulatas y blancas? De ninguna manera. Negros e indios nunca fueron incompatibles para luchar contra un enemigo común y por una libertad común. Ya en 1503, el gobernador Ovando, de La Espa ñola, pidió a la reina Isabel «que no se enviasen a ella esclavos negros, porque se huían, juntábanse con los indios, enseñábanles malas costumbres, y nunca podían ser cogidos».3 Para el colonizador, siempre ha sido una «mala costumbre» que el colonizado quiera liberarse. Indios brasileños se acogieron a las banderas gloriosas de Zumbí, el gran general de la República negra de los Palmares, de Pernambuco, Brasil, en el siglo xviii, en la formidable guerra de liberación contra colonizadores holandeses y portugueses. Y estos no son los únicos casos, ni mucho menos. Los descendientes mestizos y mulatos de aquellos negros e indios irán también juntos a la lucha por la liberación común. Unos y otros son mayorías explotadas y discri minadas, con una conciencia de su fuerza y de su derecho cada vez más despierta. ¿Y la América blanca? Sus mayorías, igualmente oprimidas por las taras coloniales y enajenadas al imperialismo, tienen ineludiblemente que sumarse a la gran guerra general de nuestra América contra

2 Carlos M. Rama: Mouvements ouvrières et socialistes. (Chronologie et biblio-graphie). L’Amé rique Latine (1492-1936), Paris, 1959.

3 José Antonio Saco: Historia de la esclavitud, t. IV, La Habana, 1937.

Page 27: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

27

el Imperio. En cuanto a las minorías blancoides, altaneras, estúpidas, pedantes y discriminadoras... ¡allá ellas!

LA AMÉRICA FEUDAL Y LA AMÉRICA ESCLAVA

¿Por qué es así, heterogénea y una nuestra América? Para responder, tenemos que retrotraernos a los siglos en que fuimos colonias españolas, portuguesas, francesas, inglesas y holandesas. Ya Carlos Rama, en la cita anterior, nos anticipó algo, al señalar que la América india o mes-tiza coincide con la explotación agraria del lati fundio, el coloniaje y la servidumbre; que la América mulata coincide con la zona donde hubo esclavitud negra, y que la América blanca coincide con las regiones de colonización europea reciente e intensa y mano de obra de inmigrantes en su mayor parte latinos. Pero esto, con ser verdad, no es tajante, ni Rama lo pretende así. Porque, como dice Julio Le Rive-rend Brusone, «es frecuente distinguir entre Indoamérica y Afroamérica, división aceptable solamente a grandes rasgos y como expresión de los puntos extremos del gran proceso de transculturación. En verdad, en el substratum de toda la población americana se encuentran los tres elementos étnicos: blancos, indios y negros. Las variantes correspon-den al grado de partici pación de cada uno de ellos en la composición de nuestras comunidades híbridas».4 Cierto. La mayor participación de lo indomestizo corresponde a las comunidades donde pudo arraigar y desarrollarse el feudalismo decadente europeo, lo cual solo sucedió en algunas de las colonias españolas continentales. Latifundio, coloniaje, servidumbre y peonaje –aún sobrevivientes y gra-vitantes sobre los veinte o treinta millones de indios– son

4 Julio Le Riverend Brusone: «Afroamérica», Cuadernos Americanos, núm. 2, México, 1965 (v. ree laboración en este número de Casa de las Américas. N. de la R.).

Page 28: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

28

residuos coloniales de origen feudal. Aquellas injustas y retardatarias rémoras que arrastra todavía gran parte de nuestra América y que son un formidable resorte revolu-cionario pronto a saltar en el inmediato futuro, tienen su origen en los repartimientos y en la encomienda indiana. No fue esta sino la mani festación o la adaptación americana de aquel «feudalismo decadente europeo» específicamente español. Decadente porque recibe vida en América, en par-te de ella, cuando ya expira en la misma España. Alejandro Lipschütz lo sintetiza muy bien, apoyado en autoridad tan reconocida como Ots de Capdequí, cuando dice: «Sí, y es justo repetirlo: el encomendero español en América es el nuevo feudal rodeado de solariegos en el sentido de la ley del Fuero Viejo de Castilla, que sirvan y paguen tributo». Ots de Capdequí completa o aclara el sentido de la frase «feu dalismo decadente», al afirmar: «Nace esta aristocracia colonial cuando ya en España habían desaparecido muchos de sus privilegios medievales al impulso de un proceso re-volucionario y liberador de las clases inferiores semilibres alentadas por poderosos factores económicos».5

Es verdad que la encomienda nació en las Antillas y quien echó raíces de ella en la isla Española fue Cristóbal Colón, al imponer, en el Cibao y Vega Real, un tri buto a los indios, de oro o de algodón, para el Rey, y servicios agrícolas y mineros en favor de los españoles. Claro que la institución evolucionó, pero no en las Anti llas, sino en el Continente. Silvio Zavala distingue muy claramente el «período antillano» del «período continental». El primero fue breve. ¿Por qué razón? Que lo diga el propio Silvio Zavala: «El choque de la raza española con la indígena ani quiló a esta, correspondiendo gran parte de la respon-

5 Alejandro Lipschütz: El problema racial en la conquista de América y el mestizaje, Santiago de Chile, 1963.

Page 29: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

29

sabilidad al régimen de los repartimientos, pero también a las guerras, esclavitud y a razones de otro tipo, como las epidemias y la debilidad natural de los indios de las islas, los cuales preferían muchas veces suicidarse a seguir en los trabajos que sobre ellos habían recaído».6

No era «apto» el indio antillano, como tampoco el del litoral brasileño, para adap tarse al feudalismo europeo. Amaba demasiado su albedrío, su «salvajismo», si se quiere, y lo defendió hasta la muerte. Prefirió esta, la extinción completa de su raza, al sometimiento a los nuevos señores extranjeros. Su poca densidad y su bajo nivel de desarrollo no le permitieron sobrevivir en rebeldía a la barbarie importada de Europa por los conquistadores y coloniza-dores. Otra cosa fue en el Continente. Pero no en todo el Continente. Ya aludimos al Brasil, y lo mismo diríamos de otras regiones. El feudalismo europeo pudo arraigar y desarrollarse en Mesoamérica, en México y Guatemala especialmente, y en la región de los Andes, en el Ecuador, en el Perú y en Bolivia actuales y, en menor escala, en Co-lombia y Venezuela. Caso aparte fue la modalidad especial introducida por los jesuitas en el Paraguay.

Las estadísticas que recoge Silvio Zavala son aterra-doras. Por ejemplo, según ellas había en La Española, en 1514, 22 344 indios de servicio (encomendados) y 715 repartimientos. «Estos indios», agrega Zavala debajo del cuadro, «habían desapa recido casi del todo en 1574, y por lo tanto en esa época no había ya encomenderos en La Española, como tampoco en Cuba ni en Puerto Rico». Esas estadísticas son también reveladoras, pues por ellas se ve que el Virreinato de Nueva España, la Capitanía General de Guatemala, el Nuevo Reino de Granada y el Virreinato del Perú eran los que más rentaban a través de

6 Silvio Zavala: La encomienda indiana, Madrid, 1935.

Page 30: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

30

las encomiendas. Mucho menos –e incluso no hay datos– en el resto del Continente. Lo que interesa a mi objeto es constatar el hecho de que la actual América indomestiza se ajusta, en líneas gene rales, a la América feudal española de la Colonia.

¿Pero es que el indio continental resistió menos vi-gorosamente al hecho de la con quista y la colonización por los europeos que el de las islas y el del Brasil? No. La crónica colonial registra una sucesión casi ininterrumpida de rebeliones indígenas e, incluso, largas guerras como la liberada por los cakchiqueles de Guatemala contra los Alvarado, que duró seis años. Consúltese, por ejemplo, Rebeliones indígenas en la Nueva España, de Vicente Casarru-bias, o El Pueblo en la Revolución Americana, de Luis Alberto Sánchez, o la numerosa bibliografía sobre los dos Túpac Amaru. Como entonces los pueblos indios mesoamerica-nos y andinos no fueron extermi nados, pudo allí arraigar el feudalismo español y constituyen ahora de veinte a treinta millones explotados, prácticamente colonizados por los terratenientes feuda les nativos. Para explicarlo tenemos que ir aún más atrás en la historia. Ir hasta la América precolombina. Pero todavía no.

Antes hablemos de la otra América. De Afroamérica. De la América mulata de hoy, que es la misma América esclava de la colonia o de las colonias. No solo españolas, sino también portuguesas, inglesas, francesas y holan-desas. ¿A qué obedeció la trata, el comercio negrero que trajo a América millones de africanos? Hay una vieja polémica sobre si la culpa de ese tráfico repugnante la tuvo o no fray Barto lomé de las Casas. Esa polémica la originó el cronista del siglo xvi Antonio de Herrera, quien recogió la propuesta de Las Casas, hecha al Rey de España, en 1517, en el sentido de que hiciese merced a los espa-ñoles autorizándolos «para traer de España una docena, más o menos, de esclavos negros, porque con ellos se

Page 31: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

31

susten tarían en la tierra y dejarían libres a los indios».7 De la crónica de Herrera tomó el historiador Robertson, en su Historia de América, el tremendo cargo nada menos que el de ser responsable de uno de los mayores crímenes de lesa humanidad, de un colosal genocidio, contra Las Casas. Y a partir de Robertson, la polémica ha continuado con virulencia, tanto por parte de acusadores como de defen-sores del fraile dominico.

Robertson (citado por Saco) escribió: «Pero Las Casas, inconsecuente como lo son todos los hombres que se arro-jan con obstinada impetuosidad hacia una opinión favorita, era incapaz de hacer esta reflexión. Mientras él combatía con tanto calor por la libertad de los habitantes del Nuevo Mundo, trabajaba en hacer esclavos a los de otra parte; y en el calor de su celo por salvar del yugo a los americanos, declaraba, sin escrúpulo, que era justo y útil imponer uno aún más pesado a los africanos. Desgraciadamente para estos últimos, el plan de Las Casas fue adoptado». Es decir, sin Las Casas –sin su funesto plan– no hubiera habido esclavitud negra en América. La polémica ya es secular y se han llenado en pro o en contra de Las Casas muchas páginas. No menos de 848 libros, ensayos y artículos se habían escrito sobre el tema hasta 1953, según la obra de Lewis Hanke y Manuel Giménez Fer nández: Bartolomé de Las Casas, 1474-1566. Bibliografía crítica, etcétera.

Está probada, naturalmente, la acusación de Antonio de Herrera: fray Bartolomé hizo la proposición en 1517. No hay duda. Es más: proposiciones semejantes hizo en 1519 y en 1530, y de ellas se mostró arrepentido y contrito en su Historia de las Indias, porque «después vido

7 He subrayado la frase de España, para significar que Las Casas no pensaba en la trata horrenda, como fue conocida en los siglos xvi, xvii, xviii y parte del xix, en el robo de hombres y mu jeres libres africanos para venderlos como esclavos en América, sino en los esclavos negros ya existentes, desde mucho antes, en España.

Page 32: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

32

e averiguó según parecerá, ser tan injusto el captiverio de los negros como el de los indios, no fué discreto remedio el que aconsejó que se trajesen negros para que se libertasen los indios». Saco reputa estas palabras de Las Casas como candorosas. Y, en efecto, lo son, hijas de la bondad infinita de un varón que consagró su vida ardorosa a una causa que consideró y era y es justa: la defensa de los indios america-nos. Es que la importación de negros a América se inició con el siglo xvi, que, como dice el mismo Saco, «abrió la era funesta del tráfico de esclavos negros entre el viejo y el nuevo continente». Y antes de Las Casas, en 1510, la Orden de Predicadores, con el mismo noble sentimiento de atenuar las atrocidades de la colonización respecto a los indios, obtuvo providencias para que llevara a la isla Española muchos negros de Guinea.

Con todos los respetos hacia los que en ella han par-ticipado, me parece ingenua esa polémica secular. Como que nace de criterios tan ingenuos como el del gran histo-riador Robertson, al afirmar que los millones de hombres y mujeres negros, arran cados de sus tierras nativas del África para traerlos a las plantaciones de América, lo fueron por el hecho de que «desgraciadamente para estos últimos, el plan de Las Casas fue adoptado». ¿Cómo es posible concebir que un hecho de tan profunda trascendencia económica, política y social, esto es, la implantación del régimen esclavista, no solo en las colonias españolas sino en las portuguesas, en las francesas, en las inglesas y en las holandesas, se pueda producir porque se le ocurre aconse-jarlo a un fraile o a varios frailes? ¿Puede un hombre o varios hombres, así sean no frailes, sino reyes, dar origen o impedir que se originen transformaciones de semejante trascendencia en el modo de producción de tan dilatadas regiones, invo cando simples razones de orden humanitario o religioso? A mi parecer, y esto es lo que me ha movido a escribir este breve ensayo, la esclavitud negra en América

Page 33: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

33

se hubiera producido de todos modos, como un hecho fatal, inexorable, nacido tanto de las condiciones creadas por la conquista y la colonización, como de las condiciones existentes antes de la llegada de los europeos a este Conti-nente. Hecho impuesto, asimismo, no solo por la necesidad de sustituir la mano de obra ausente por exterminio de los indios antillanos, o ausente por rebeldía de esos mismos indios o de los brasileños o de otras partes, sino también por el tipo de economía desarrollado en las Antillas, en el litoral Caribe de la América continental y en el litoral brasileño, es decir, la economía de plantación, del azúcar y del algodón, en primer lugar, y de otros productos, en menor escala. Convencido de esto, creo que con Las Casas o sin Las Casas, con Predicadores o sin Predicadores, la esclavitud negra fue inevitable, de todos modos.

Dejemos tranquilo a Las Casas y honrémoslo por su santa ira contra los encomen deros, contra los autores del inicuo genocidio, sus compatriotas, los españoles del siglo xvi; por sus vigorosos escritos de denuncia y defensa; por su larga vida entregada a combatir los intereses y los privilegios ferozmente defendidos por sus beneficiarios. Así no se hubiera arrepentido y no se hubiera golpeado el pecho humildemente, ninguna culpa le cabría en el horroroso tráfico de esclavos, afrenta de la humanidad, crimen imborrable para las potencias colonialistas que lo realizaron, lo auspiciaron o lo toleraron. Porque ello nació de razones históricas y de impe rativos económicos.8

Saco tuvo más clara visión de las causas verdaderas de la esclavitud negra en Amé rica que Robertson. En su monumental Historia de la esclavitud, lo señala concisa mente,

8 Las Casas murió el 31 de julio de 1566. Los hombres y los pueblos que luchan contra todas las formas de opresión rendirán homenaje a su memoria, en este cuarto centenario de su muerte, como a uno de los grandes defensores de la libertad humana. Nosotros, americanos libres, nos suma mos fervorosamente a ese homenaje.

Page 34: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

34

en estos términos: «Hacer productivas las colonias con el trabajo de negros esclavos, suplir con ellos la falta de brazos que la rápida mortandad de los indios ocasionaba, y aliviar a estos de la carga inmensa que los oprimía, he aquí los únicos móviles que tuvo el gobierno español para conceder la introducción directa de negros de África en sus posesiones del nuevo mundo». Y luego precisa mucho más el concepto: «Entre la producción de azúcar y el comercio de esclavos negros hubo desde el principio tan estrecho enlace, que todo lo que influía en aumentar o dismi nuir aquella, daba en este un resultado equivalente. Ni pudo ser de otra manera, porque los negros fueron el brazo poderoso, la palanca principal de los ingenios». También don Fernando Ortiz deja en claro esa relación entre la esclavitud negra y las plantaciones, cuando dice: «Además, antes de que en Cuba se sintiese la necesidad económica de las colonias agrarias, se pasó por una época de coloni-zación minera a la cual sucumbieron preferentemente los indígenas. Por eso la esclavitud negra no fue en Cuba tan extensa en los primeros años de la conquista como en otros países americanos. Tardó la Perla de las Antillas en hacer sentir la pujanza de su lujuriosa naturaleza pero, al fin, el azúcar, el café y el tabaco exigieron brazos y energías».9

Es un hecho fácilmente comprobable que donde reinó el azúcar, como una reina cruel, en los siglos coloniales, quedó la semilla negra para reproducirse y dar al alma y al folklore, al arte, al genio y a la vida toda de nuestra América su prodigiosa potencialidad creadora: en las Antillas y el Brasil, ante todo, pero también en México, en Centroaméri-ca, en Colombia, en Venezuela, en el Perú, y hasta –aunque en menor escala– en el Río de la Plata y en Chile.

Desde luego, no estaríamos en lo cierto si lleváramos las cosas al extremo de decir: azúcar igual a esclavitud. Por-

9 Fernando Ortiz: Los negros esclavos, La Habana, 1916.

Page 35: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

35

que esclavitud negra la hubo en todas partes, no ha biendo necesariamente azúcar, ni otro género de plantaciones de las que reclamaban la mano de obra esclava. Toda escla-vitud es odiosa, pero hay modalidades menos odiosas, menos crueles, menos afrentosas para la humanidad. «¡Qué distancia entre el esclavo que sirve en la casa de un hombre rico en La Habana o en Kingston, o que trabaja por su cuenta dando únicamente a su amo una retribución diaria, y el esclavo sujeto a un ingenio de azúcar!» –exclama el barón de Humboldt–. «Las amenazas con que se trata de corregir a un negro recalcitrante sirven para conocer esta escala de privaciones humanas. Al calesero se le amenaza con el cafetal, al que trabaja en el cafetal con el ingenio de azúcar».10

Esclavos «domésticos» los hubo en todas las ciudades de más o menos brillo colonial: en México, en Lima, en Montevideo, en Buenos Aires, etc. Pero su presencia no fue predominante, ni hoy es vigorosa su herencia. Pode-mos, pues, sostener, con la reserva de Le Riverend, que la llamada América mulata es la América esclava, la América del azúcar de la era colonial.

NI FEUDALISMO, NI ESCLAVITUD

Si el exterminio de las poblaciones indígenas por el conquistador y el colonizador, o su resistencia tenaz contra los métodos feudales (repartimientos y encomiendas) o, en fin, su simple falta de densidad, su dispersión, su estado tribal bastante primitivo y hasta su condición nómade, en algunos casos, fue una de las condiciones que hicieron necesaria la introducción de la mano de obra esclava

10 Alejandro de Humboldt: Ensayo político sobre la Isla de Cuba, La Habana, 1959.

Page 36: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

36

procedente de África, ¿cómo es que eso no se observa en la llamada América blanca, en particular en Uruguay, Argentina y Chile? El «feudalismo europeo decadente» no encontró allí las condiciones que en Mesoamérica y los Andes para arraigarse y desarrollarse, según hemos dicho antes. Y, sin embargo, allí tampoco se introdujo el régimen esclavista, como no fuera aquella forma «doméstica» de que hemos hablado en el párrafo anterior.

La respuesta es: si el feudalismo no fue posible, la esclavitud no fue necesaria. Porque no interesaron esas regiones, originalmente, al colonizador que no encon traba el incentivo de las minas de oro y plata, ni la posibilidad de cultivos de pro ductos exportables a Europa, como en las Antillas. Por especiales condiciones naturales, la pampa, la región rioplatense, presenció un desarrollo casi natural de la ganadería. Y esta no exigía la mano de obra esclava, por lo menos en la forma cuantiosa en que lo exigía el azúcar. Un sociólogo argentino contemporáneo nos ilus-tra al respecto en los siguientes términos: «Volviendo a la vaquería, debemos decir que el hecho de que el esclavo negro no fuera empleado directamente en sus labores, no quitaba su carácter a esa producción. El esclavo era em-pleado de cual quier modo en la estancia». Y en otra parte: «El ganadero convertido en terrate niente, fue al mismo tiempo patrón, utilizando al efecto ya la forma esclavista (negros), ya el asalariado, o ambos simultáneamente. A veces esa función la llenó el comerciante convertido en terrateniente».11 Buenos Aires era más bien un mercado de negros, un lugar de tránsito. «La utilización del negro», dice el mismo autor, «tampoco adquiere entre nosotros el mismo sentido que en otras partes. Se había constituido con él un activo mercado». A la inversa, Buenos Aires fue,

11 Leonardo Paso: De la Colonia a la Independencia Nacional, Buenos Aires, 1963.

Page 37: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

37

desde muy temprano, una ciudad cosmopolita con portu-gueses, flamencos, franceses, italianos, ingleses, etc., según el propio Paso. Las invasiones inglesas de 1806 y 1807, y después la política inmigratoria de los gobiernos de la República, incremen taron la población blanca en la región.

EL DESARROLLO DESIGUAL PRECOLOMBINO

Dije antes que para explicar cómo los pueblos indios mesoamericanos y andinos, a pesar de su tenaz resistencia a la conquista y a la colonización, no fueron exter minados, pudo allí arraigar el feudalismo español y constituyen ahora de veinte a treinta millones, tenemos que ir hasta la América precolombina. Y sostuve, por otra parte, que la esclavitud negra en América fue un hecho fatal, inexorable, nacido tanto de las condiciones creadas por la conquista y la colonización, como de las condiciones existentes antes de la llegada de los europeos a este continente. Le Riverend, en su ensayo «Afroamérica», ya citado, dice:

Por otra parte, las zonas americanas litorales e internas que corresponden a la franja negra se caracterizan por la carencia de grandes agrupamientos indígenas o por el escaso nivel de su civilización y, en muchos casos, los pueblos aborígenes allí establecidos fueron extermi-nados al primer empuje colonizador o resistieron a la penetración europea, manteniéndose irreducti bles, de modo que fue prácticamente imposible usar de ellos en la organiza ción del trabajo. Por lo contrario, en las tierras altas y las mesetas, donde estuvieron ubicadas las grandes civilizaciones prehispánicas y los más nu-merosos grupos indígenas, hubo suficiente base para el desarrollo de econo mías mineras o agrícolas para el

Page 38: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

38

mercado interior. A estas últimas zonas también llegó el negro, pero en contingentes escasos.

En efecto, allí está la explicación. En el desarrollo desigual de las formaciones socia les precolombinas. Al producirse la conquista europea, en el primer cuarto del siglo xvi, la desigualdad en el desarrollo de las sociedades americanas era considerable. Mientras en el área llama-da circuncaribe (Antillas y parte de Centroamérica), en el Brasil, Río de la Plata y Chile (salvo los invencibles araucanos del extremo sur) aquellas sociedades se en-contraban en estadios muy inferiores de su desarrollo, nó-madas en algunos casos, con una economía tan rudimentaria, en otros, que no pasaban de la recolección, la caza y la pesca o habían alcanzado la cerámica y una escultura incipiente, con organización a base de cacicazgos; en las áreas mesoa-mericana y andina las sociedades indias presentaban una sólida organización económica, social y política y habían realizado asombrosos progresos culturales.

Desde el Anáhuac, los aztecas dominaban el extenso territorio comprendido entre las tierras de los tarascos, al noroeste, y el actual estado de Chiapas al sudeste, bajo la autoridad imperial del tlacatecuhtli, Moctezuma II, heredero del poderío y la formi dable organización de no menos de seis de sus antepasados. En la extensa área maya sobrevivía en estados nacientes, teocráticos y militares, tanto la heren-cia cultural tolteca como la portentosa herencia intelectual maya. Y en los Andes, el vasto Tahuantinsuyo, desde el sur de Colombia hasta el norte de Chile y Argentina, pros-peraba gracias a su eficiente organización administrativa, aunque dividido entre los herma nos rivales Huáscar y Atahualpa. En todas esas regiones había ejércitos orga-nizados, disciplinados y aguerridos. Había ciudades con densas poblaciones, comunidades agrarias, castas sociales, aristocracias y grandes masas trabajadoras, monumental

Page 39: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

39

ar quitectura, sólidas creencias cosmogónicas y teogónicas, derecho consuetudinario cri minal y civil, y severos códigos morales y de convivencia social. Señores y siervos. Esto y mucho más fue lo que permitió a esos millones de indios resistir, no solo a la embestida de las armas de fuego y los caballos, sino a la insidiosa penetración de la llamada «civilización del europeo».

Con mucho de eso arrasaron los conquistadores y los colonizadores, como destru yeron templos y esculturas y quemaron libros (códices), ciudades y hasta reyes y señores. Destruyeron la eficaz organización agrícola y quisieron borrar del alma india sus más antiguas y arraigadas tradi-ciones. No fue posible. Dominaron con la fuerza, pero no conquistaron el espíritu, ni pudieron exterminar. En las otras regio nes americanas sí, por lo que ya hemos dicho.

Pero, por contraste, el propio desarrollo económico y social de las sociedades mesoamericanas y andinas las predispuso –vencidas por la violencia, exhaustas, al fin, tras varias décadas de resistencia– al modo de produc-ción, al sistema de trabajo organizado, importado por el europeo. Porque aquellas sociedades de señores y sier vos, de muchos siglos de práctica del trabajo regimentado, eran más «aptas», más adecuadas para el orden feudal que los libérrimos indios indómitos e indomestica bles de otras regiones. Ellos sabían de vivir en común, en las ciudades, y por ello las reducciones, si no fueron de su agrado, fueron posibles. Los otros, no. Los otros solo estaban hechos a la naturaleza y a la selva. O al mar.

Esas condiciones preexistentes a la conquista y a la colonización europeas fueron las que determinaron los regímenes de explotación impuestos en nuestra América, du rante la Colonia. En las áreas altamente desarrolladas fue posible el feudalismo y el indio sobrevivió. En las otras áreas el indio fue exterminado y fue necesario –abo minable necesidad, desde luego– introducir al esclavo africano.

Page 40: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

40

En las áreas desa rrolladas, luego feudales, hoy está viva la presencia india, por sí misma o a través del mestizo. En las otras áreas, luego esclavistas, es lo negro lo que se hace presente, por sí mismo o a través del mulato. Y en donde no hubo ni grandes civilizaciones precolombinas, ni encomienda, ni masiva importación africana, el inmigrante eu ropeo, de más reciente data, se encargó de completar nuestro nuevo mundo america no, ese que llamamos con-vencionalmente América Latina, pero que comprende una comunidad de pueblos hermanados por el pasado, por el presente y por el futuro, mucho más vasta que aquellas dos palabras: el mundo de los colonizados y de los neocoloniza-dos de este hemisferio, en proceso inevitable de liberación, como lo demuestra Cuba.

Tomado de Casa de las Américas, números 36-37, año VI, mayo-agosto de 1966, pp. 115-127.

Page 41: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

41

LAS «DOCTRINAS EXÓTICAS» DE ALEJANDRO LIPSCHÜTZ

Habiendo llegado a nuestras manos un original del libro Marx y Lenin en la Amé rica Latina, del eminente sabio chileno

Alejandro Lipschütz, cuando estaban ya otorgados los premios Casa de las Américas correspondientes a este año, la Di rección de nuestro

organismo acordó con ceder un Premio Especial Casa de las Américas no solo a este libro, sino a la obra toda de Alejandro Lipschütz, quien en 1973 ha cumplido noventa años de fe cunda vida [...].

La Habana, febrero 6 de 1974 Año del XV Aniversario

Los integrantes del Jurado del Premio 1974, al conocer el Premio Especial otor gado por la Casa de las Américas

al sabio Lipschütz, acordaron adherirse a ese justo reconocimiento. El Jurado estuvo inte grado por escritores de Argentina, Colom bia,

Cuba, Chile, Guatemala, México, Perú, Puerto Rico, República Democrática Ale mana, Uruguay y Venezuela.

I

El de Alejandro Lipschütz no es, por cierto, el único caso de un espíritu superior que, nacido lejos de las latitudes latinoamericanas, venga a ellas, se compenetre con ellas, haciéndolas suyas y, al mismo tiempo, se entregue a ellas con pasión de hijo adoptivo, a veces más pro funda y consecuente que la del natural: natural por nacido en ellas –como de la madre– y no «natural» por oposición a «legítimo», injus-ta, absurda y anacrónica discriminación inventada por el señorialismo, cuyo origen y cuya natura leza desmonta Lipschütz con irrefutable meto dología científica. Y ya, sin querer, estoy si tuado, ab initio, en lo más entrañable de la monumental concepción indigenista de Lips chütz: el

Page 42: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

42

señorialismo, verdadera razón de ser de las guerras de con-quista y de los colonia lismos, con todas sus secuelas.

Hombres que hayan nacido en otras latitudes, que hayan venido a las nuestras y en ellas se hayan arraigado de por vida, adoptándolas como segunda patria, hay muchos, muchísimos, más quizá de lo que hubiéramos querido. Son los que han venido a «hacer la América», desde las décadas iniciales del siglo xvi, y la siguen haciendo, provistos de grandes ven tosas succionadoras. No son estos, desde luego, los «espíritus superiores» a que aludo en la pri mera línea de este trabajo. Son los otros los que, compenetrados con nuestro mundo natural y humano, se han identificado con él, lo han hecho suyo, han entregado a él su pasión, su genio, su amor, su comprensión, su trabajo, su obra, su rebeldía, su fe y, en definitiva, su vida y hasta su sangre. De estos también hay muchos, y no sobra ni uno, que, también, em pezaron a venir desde que nos conoció Occi dente, hace cuatrocientos ochentidós años. Para decirlo con nombres símbolos: desde Bar tolomé de las Casas, hasta Alejandro Lipschütz.

Pero nosotros no tenemos nada que agradecer les. Y esto no es ni una contradicción ni una irreverencia. Quizá sería mejor plantear así la cuestión: nosotros no tenemos que expresarles ninguna gratitud. Porque los ofendería-mos. Porque sería una manera cortés de darles a entender que seguimos considerándolos aje nos a nuestra América, que seguimos mante niendo distancia entre «ellos» y «nosotros»; que, en suma, no son todo lo nuestros que ellos mismos han querido ser. Y eso, siendo apa rente expresión de agra-decimiento, sería, en el fondo, la más grande ingratitud. Estoy se guro de que así respondería Lipschütz a quien le diera las gracias por lo mucho e inaprecia ble que ha dado a nuestra América. Nos respondería que solo ha dado lo suyo a una Amé rica que también es de él. Y diría la verdad, con título infinitamente superior al de muchos aquí nacidos.

Page 43: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

43

Hace noventiún años nació Lipschütz en Riga, Le-tonia (hoy República Socialista de Latvia, perteneciente a la Unión Soviética), cuando ese país sufría la opresión de los señores feu dales alemanes. Más de una vez, en sus pági nas, uno encuentra la evocación de los campe sinos letones, indígenas entonces exteriormente diferentes a los nuestros en el color de la piel, pero iguales en el grado de explotación señorial y en sus efectos degradantes. Aque llos campesinos sufrieron la opresión feudal teutónica hasta que la gran Revolución de Octubre los liberó de esa ser-vidumbre y los restituyó a su dignidad de seres humanos. Lipschütz, ya fisiólogo eminente, que había estudiado en Alemania y en Suiza, enseñado en Berna y dirigido el Ins-tituto de Fisiología de Dorpat, en Estonia, tuvo entonces respues tas a, por lo menos, dos interrogantes que quizá se plantearía desde sus años juveniles, cuando fuera testigo y tal vez copartícipe del régimen despótico padecido por sus coterrá neos letones: ¿En dónde está la causa última de la sujeción de unos hombres por otros: es biológica o es solo social? ¿Cómo eliminar esa causa para acabar con el efecto? La primera respuesta se la dio Marx. La segunda, Lenin. Fue el método marxista el que lo llevó hasta la génesis del señorialismo, y fue la Revolución Rusa la que le mostró el camino para liquidar ese señorialismo. Deduzco que esto pudo haber acontecido así en el pensamiento social de Lipschütz, después de haber leído apasionadamente cuanto he podido de su obra magistral. Me refiero a su obra de americanista. No a la de fisiólogo, cardiólogo y cancerólo-go, que, obviamente, está muy lejos de mi alcance.1

1 No pretendo, desde luego, haber leído todo lo escrito por el fecundo polígrafo que es Lipschütz, en lo relativo a problemas americanistas, ni mucho menos. Pero sí lo he hecho en lo tocante a sus obras fundamentales y a sus valiosos ensayos. Unas y otros contenidos en los siguientes títulos: Indoamericanismo y problemas raciales, Chile, 1937; La comunidad indígena en América y Chile, Chile, 1956; El problema racial en la conquista de América y

Page 44: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

44

Este es un punto al que quería llegar al situar a Lipschütz entre los muchos nobles ejemplos de incorpo-ración profunda, generosa, leal y benéfica a nosotros, los latinoamericanos, porque ya aquí surge la excepcionalidad de este hombre. Todos aquellos nos han dejado poesía, ciencia, filosofía, enseñanza, filantropía y muchas más co-sas bellas y buenas que nos han enriquecido espiritual y, tal vez, material mente en algún caso. Otros, general e injusta-mente de memoria mucho menos conocida y celebrada que los de pensamiento, letras y ciencias, han dado su vida, in-mersos en eso que Juan Marinello definió con tanto acierto la noche del homenaje a Lipschütz, en la Uni versidad de La Habana, hace once años: «el gran torrente de vigorosa ansiedad», es decir, la historia americana, nuestra historia. Los primeros dieron testimonio de una América grandio-sa o auscultaron una América angus tiada. Los segundos entraron en la lucha de esa América por transformarse, y cayeron en ella heroicamente. Lo excepcional de Lipschütz es que él aúna a las dos nobles categorías en su pensamiento y en su obra. Estudió a nuestra América en profundidad, pero no se quedó en ese estudio. Si su sino no ha sido el de empu ñar las armas en una empresa revolucionaria, ha vivido en ella ideológicamnete, y ha hecho de su ciencia la plataforma para una acción transformadora. No fue neutralmente cientí fico. Tomó partido categórico al lado de la de finitiva reivindicación latinoamericana.

el mestizaje, Chile, 1963; Perfil de Indoamérica de nuestro tiempo, Cuba, 1972; Marx y Engels en América Latina, en prensa al escribir esta nota, y el corto pero enjundioso discurso de respuesta al recibir el doctorado Honoris Causa por la Universidad de La Habana, en 1963. Otros materiales, como sus conferencias en la Facultad de Humanidades, de la misma universidad, el mismo año citado, o como «La visión de fray Bartolomé de Las Casas y los rumbos étnicos de nuestros tiempos», ponencia en Seminario sobre Problemas de Historia del Colonialismo en América, La Habana, 1966, muy valiosos, forman parte de los libros posteriores de Lipschütz, que menciono arriba.

Page 45: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

45

II

Y no solo eso. Lo hizo al lado de los latinoame ricanos más urgidos de esa transformación reivindicadora: los indios.

Quizá mi doble condición de nativo de uno de los países latinoamericanos con mayor número de naciona-lidades indias en su compo sición demográfica, por una parte, y, de indi viduo que se ha visto en el caso de vivir en diversos países de la América Latina, por otra, me coloque en situación de poder apreciar la verdadera dimensión y medir la real estatura de Lipschütz, desde este ángulo, con mayor emoción que otros, mucho más capaces, pero sin aquellas circunstancias. Debo explicarme. Es que, por ellas, he palpado el doble desvali miento en que viven las masas indias latinoa mericanas:

Uno. Como guatemalteco, sé muy bien cómo miran mis compatriotas no indios o que no quieren ser tales a mis compatriotas indios. Alientan, desde la cuna, el más feroz sentido discriminatorio, que aflora constantemente, aunque otra cosa digan la ley y la literatura. En esto no hay diferencias de nivel. El finquero actúa sobre los indios peones de su feudo con la misma secular brutalidad de los enco menderos, aunque él mismo sea un indisimulable mestizo. De igual manera actúan el mestizo y el blanco pobre. Si no con la misma prepotencia física que no tienen, sí con la misma acti tud sicológica. Cualquier empleado municipal, ama de casa, pequeño propietario, pequeño co merciante, tinterillo, artesano o hasta pordiose ro, lo que sea, se considera también superior por ser «ladino», escupe contra el indio la pa labra infamante ishto y lo hace contra sus iguales, cuando los quiere injuriar, «rebajándo los» a la condición de indio, con el mismo sen tido discriminatorio que el otro, el terratenien te feudal, poderoso y rico. Sin

Page 46: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

46

embargo, los hi jos de este y los de aquellos, hombres y muje res, también por igual, se disfrazan de indios para di-vertirse, bailan un remedo de danza in dígena al que llaman son chapín, se relamen con la cocina india, hacen del indio tema fari saico para su pintura, su música y su literatura, si son algo cultos, y, en fin, usan de todo lo que llaman típico como añagaza y mercancía para turistas. Todo esto es una indigna e indignante hipocresía. Muy ladina, por cierto, en ambos sentidos: el castizo y el guatemalteco.

Dos. Como exiliado de mi patria por más de veinte años, he sentido cómo, en los países que no tienen esa mayoritaria presencia india, además del proverbial desco-nocimiento recí proco entre los pueblos latinoamericanos, hay una como falta de sensibilidad, como senti miento de displicencia, de subestimación, de indiferencia o de lejanía, de cosa ajena, remo ta, para las masas indígenas la-tinoamericanas. Hay, ciertamente, las grandes excepciones cuyo ejemplo cimero es Martí o cuya justa expre sión es la Segunda Declaración de La Habana. Pero eso no hace todavía, respecto de los in dios, lo que se llama opinión pública, pensa miento y sentimiento común a los pueblos, in cluyendo a hombres altamente representativos y hones-tos. Muchas veces me he sonrojado bajo el temor de ser considerado chovinista, al chocar mi fervor por mis com-patriotas in dios con aquel sentimiento al que aludí arriba y que, estoy consciente de ello, no pude definir exactamente. Pero que he sentido, en mis an danzas latinoamericanas, del Río de la Plata a las Antillas.

Pues bien, Lipschütz ha tomado la bandera de los millones de indios latinoamericanos, do blemente desvali-dos por lo que he dicho y cuyo número exacto es siempre controvertido. Ha salido al paso científica y esclarecedora-mente, no solo contra los que, a semejanza de mis paisanos ladinos de Guatemala, creen to davía en la inferioridad

Page 47: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

47

racial del indio y explotan ese falso supuesto, sino también frente a los que, por desinformación o simple lejanía geo-gráfica y social, subestiman, sin que ello suponga racismo ni conservatismo ni prejuicio clasista, ni nada de eso, el hecho indígena den tro del contexto latinoamericano. Y cuando digo «bandera», sugiero combate. Indigenistas ha habido muchos, desde Sahagún hasta Garibay, para seguir apoyándome en ejemplos sím bolos. Son verdaderamente eminentes. No hay duda ni reticencia en ello: toda admi-ración y gratitud es poca por su aporte a nuestra cien cia y por su fe americanista. Lipschütz es uno de ellos. Pero es algo más. Cuando recibió el título de Doctor Honoris Causa aquí, en la Uni versidad de La Habana, en 1963, citó en su discurso de respuesta esta sentencia de don Quijote: «El agradecimiento que solo consiste en el deseo, es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras» (subrayado mío). Allí está la singularidad de Lipschütz como indigenista: su fe es combativa, reclama obra. Obra revolu cionaria, transfor-mación social. Concretamen te: liquidación del señorialismo, instauración del socialismo.

Fue realmente impresionante oírlo en la Facul tad de Humanidades de la Universidad de La Habana, en febrero de 1963, pronunciarse en tal sentido y en términos tan rotun-dos, que no puedo dejar de transcribir sus palabras de en tonces las cuales, de paso, ya anticipan mucho de su pensamiento americanista. Dijo entonces y fue justamente aplaudido:

Sí, la idea es para guiar a los hombres en la acción. No se trata solo de interpretar el mundo sin cambiarlo, como escribió hace unos ciento veinte años el joven Carlos Marx. Y confieso que mi propio temperamento no me permite interpretar El problema racial en la conquista de América y el mestizaje, sin pensar en mi propia acción, para cambiar el mundo americano. Al analizar el

Page 48: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

48

trasplante del feudalismo degenerante europeo a Amé-rica y la evolución del neofeudalismo his panoamericano; al analizar la hipocresía racial en Hispano-América; con todo esto estoy al mismo tiempo propugnando la libe-ración del hombre hispano-americano de las influencias disolventes de la hipo cresía racial y de las cadenas del neofeu dalismo, el cual supo emparentarse, «con toda felicidad», con el capitalismo mono polista.2

Muchos científicos y americanistas tan eminen tes como Lipschütz –y tal vez más, agregaría él– eluden, sin embargo, ese enfrentamiento con la acción. Lo temen por «anticientífico». Es que no son marxistas. Esa es la singu-laridad excepcional de Lipschütz, que lo emparienta con el otro gran peleador por la causa de los indios y, como él, nonagenario ilustre, con me dio siglo de polémica en su haber: Las Casas.

III

No sería acertado elogiar a Lipschütz diciendo que «no anda con rodeos», para llegar a sus conclusiones revolucionarias. Esto es bueno en otros casos. No en el presente. Lipschütz tiene que dar muchos rodeos, pero ellos son los que constituyen los cimientos inatacables de su tesis fundamental. No es corto un rodeo de cincuenta mil años, para ponernos frente al primer Homo sapiens y demostrarnos que no hay diferencias biológicas entre no-sotros los tres mil millones que somos ahora, en números

2 El texto de esta conferencia en Cuaderno de Historia 1, publica ción de la Escuela de Historia, de la Facultad de Humanidades, de la Universidad de La Habana, 1964.

Page 49: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

49

redondos, los descendientes, de todos colores, de aquel. En otras palabras: que no hay tales razas superiores o in-feriores. Estas, es decir, los otros hombres, prehombres, si se quiere, u homínidos, han quedado bien atrás, incluso a más de un millón de años. De entre ellos, los más cercanos a nosotros, ya fueran Homos opifex u Homos faber, pulieron piedras para arrojar, enarbolaron garrotes y desaparecieron, de jándonos tan precioso legado. Desde entonces, ya no hay diferencias biológicas entre unos y otros ejemplares de nuestra especie, la del Homo sapiens. Iguales biológicamente, no he mos cambiado en este orden en cincuenta mil años. Somos iguales de verdad, potencialmente, no como en las declaraciones liberal-bur guesas de «derechos del hombre», que solo han servido para encubrir la desigualdad so cial: ¡iguales en derechos, iguales ante la ley! Hipocresía y per-versidad pura del señorialis mo burgués.

Precisamente este es el segundo eslabón de la cadena o, para volver a citar a Marinello, la continuidad del hilo rojo en las tesis de Lips chütz. El sobrante de la producción en la co munidad primitiva regida por un jefe, igual a todos los miembros de ella, inaugura la exis tencia del ocio, es decir, del privilegio, en cuan to el jefe se transforma en señor y dispone de un cuerpo intermediario para justificar ese se ñorialismo, a través del mito y el culto: es la casta sacerdotal. Y ya te-nemos a la sociedad clasista en germen y el principio de la explotación de unos hombres por otros. Los mitos creados por la casta señorial atribuyen a esta origen divino, y a las otras origen bastardo, espurio, o como se quiera, siempre que sirva para fundamentar su condición servil, por de creto también «divino». Lipschütz cita muchos ejemplos de esa mitología en las antiguas civi lizaciones orientales y ameri-canas. Por mi par te, doy fe de que eso es así, exactamente, en los dos famosos libros de mis compatriotas maya-quichés y maya-cakchiqueles: el Popul Vuh y los Anales de los

Page 50: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

50

cakchiqueles.3 Aunque la tesis está, casi diría, omnipresente en la caudalosa obra americanista de Lipschütz, me parece que fue muy afortunada su síntesis en la primera confe-rencia del ciclo de 1963, aquí en La Habana:

La conquista emana siempre del señoria lismo, y este se ha engendrado en todas las partes del mundo cuando en el marco de la tribu pastoril o agrícola la produc-ción sobrante de los medios de subsisten cia facilitó la transformación del espíritu del servicio mutuo al espíritu de provecho y de explotación. El señorialismo presu pone intrínsecamente, y por eso mismo crea, normas de conducta que son contra rias al espíritu de la equidad y del servi cio mutuo. En otras palabras: el señoria lismo significa en su verdadera esencia anulación de las normas morales reinan tes en el período del jefismo en el marco de la tribu: el señorialismo significa des moralización.

Sí, el señorialismo es el pecado original.

Para constatar la existencia de ese fenómeno en nuestras sociedades precolombinas, Lips chütz estudia, en profundidad y con nítida lu cidez, la estructura econó-mica y social de las más avanzadas, entre aquellas socieda-des: la tenencia de la tierra y las relaciones de produc ción entre los aztecas y los tributarios de Tenochtitlan, en las ciudades-Estados mayas y en el extenso imperio del Ta-huantinsuyo de los incas.

El análisis que sigue es de aguda penetración. Al contrastar aquellas sociedades tajantemen te estratificadas, con las otras, donde las comu nidades no habían salido del jefismo, y en las que aún no había, por tanto, señores

3 Ambos libros forman parte de la Colección Literatura Latino-americana, de la Casa de las Américas. En los respectivos pró logos, señalo el carácter clasista de ambos.

Page 51: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

51

omnipo tentes, nos da una interpretación clarividente de cómo la conquista fue posible y, en cierto modo, fácil en las primeras, y no lo fue en las segundas, de las cuales las que no sucumbie ron antes que someterse, como las antillanas, resistieron cuatro siglos, como los araucanos o mapuches. Al mismo tiempo, destruye las te sis racistas de la inferioridad biológica india, cuyo inicial enunciador fue Ginés de Sepúlveda, el feroz adversario de Las Casas: la derro ta de los americanos por los europeos no se debió a aquella inferioridad. Ya sabemos que esta no existe en la especie humana. Se debió a que, en las sociedades con-quistadas y colo nizadas, los señores se sometieron por error o debilidad al conquistador, a su superioridad militar, a su perfidia «diplomática» o a su pré dica catequizadora, y con ello arrastraron a las sociedades por ellos despotizadas a aceptar el nuevo señorialismo, o sea, a aceptar el cambio de señores. Claro que el divisionismo entre naciones o señoríos rivales fue factor coadyu vante. Claro, también, que hubo heroicas excep ciones de señores insumisos, como Cuauhtémoc o Túpac Amaru I. Pero el hecho esen cial de la conquista fue aquel. En las otras na ciones indias, las exterminadas y las indómitas, no hubo señor que se rindiera: sus jefes sucum bieron con ellas y al frente de ellas.

¿Por qué un nuevo señorialismo, un cambio de seño-res? Porque con el conquistador español vino a América el señorialismo feudal ibérico. Lipschütz rastrea las raíces históricas de ese señorialismo y lo sigue en su evolución y de cadencia, hasta el siglo xv. Caduco en su lugar de origen, cobra nueva vida y nuevas formas en América, especialmente con instituciones como la encomienda y el repartimiento o mer cedes de tierras. Así se originó aquí una nueva casta feudal que, a su tiempo, chocó con la pro pia Corona, por contraria a los intereses de esta. Mi patria de origen, Centroamérica, fue escenario de uno de los episodios más impre sionantemente reveladores de ese

Page 52: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

52

choque fron tal de intereses entre el neofeudalismo hispa-noamericano y Su Majestad imperial. Fue la rebelación de los Contreras, en Nicaragua, en 1548, cuyo jefe llegó a autoproclamarse prín cipe de la libertad, en desafío a las nuevas leyes de Carlos V contra las encomiendas, des pués de haber acuchillado al obispo Valdi vieso, en León, y de haberse apoderado de la ciudad de Panamá. Valdivieso era un discípulo de Las Casas.

Esto nos traslada a otro de los temas sobre los cuales Lipschütz ha ahondado más, no solo por que constituye la historia real de la explota ción y la iniquidad gravitante sobre el indio, tanto por los feudales de la Colonia como por los neofeudales de la seudorrepública, así mis mos lla-mados liberales, sino también porque es problema actual, álgido, vigente y preñado de perspectivas revolucionarias, para el inme diato futuro: el problema de las comunidades indígenas, especialmente en cuanto a la tenen cia de la tierra. Las comunidades ancestrales, que coexistieron con el señorialismo precolom bino de rasgos feudalizantes y que sobrevivie ron a la geofagia colonial, recibieron el más duro golpe, casi mortal, precisamente de los libertadores, primero, y de los liberales, des pués, llamados reformistas, en México y Cen troamérica, y, en otras partes, federalis-tas, uni tarios o de otros modos, en el siglo pasado. Estos representaron, indudablemente, una co rriente progresista frente a los remanentes coloniales conservadores. Pero su filosofía, como liberal burguesa, tremolaba el funesto jus utendi, fruendi et abutendi de la propiedad, en sentido romano, que, al proclamar el «sagrado e intangible» derecho a la pro-piedad privada y la libérrima disposición de esa propiedad, rompió todo posible dique al despojo torrencial de los más débiles económicamente, por los detentadores del poder económico, político y militar. En nuestro caso latinoame-ricano, los más débiles eran los indios. Así, proclamando el derecho del indio a la propiedad privada, destruyeron

Page 53: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

53

la propiedad comunal y, otorgando al indio el derecho a la libre disposición de su propiedad, se apoderaron de sus parcelas, individualmente, una por una, para concentrarlas en grandes latifundios. ¿El indio? A la servidumbre en las haciendas, estancias, fincas y demás. Peor que antes de declararse la Independencia y de decretarse la igualdad de derechos entre todos los «ciudadanos» de nuestras «repúblicas».

IV

Me hago cargo, muy claramente, de que pretender condensar todo el amazónico pensamiento americanista de Lipschütz en unas cuantas páginas es tan vano como querer cap tar toda la potencia del mar en un caracol. No es eso lo que pretendo. Me limito a lo que todos hacemos cuando tenemos en las manos un libro interesante: subra-yar o señalar momentos, párrafos, líneas, cuyo contenido qui siéramos fijar porque nos confirma, nos aclara o nos revela algo particularmente valioso o novedoso a nuestro espíritu. Muchos son los grandes temas de Lipschütz con los que uno quisiera hacer eso. Pero no se puede con todos. Hay que optar. Y opto por el que a mi enten der tiene las más vastas y geniales proyeccio nes para nuestro inmediato futuro: «el indio americano en la Gran Reforma Social», con palabras y mayúsculas del propio Lipschütz.

En el solo planteo de la cuestión, nos damos cuenta inmediata de las proporciones del asun to: «¿Contarán para algo esos millones de in dios o mestizos en esta Gran Refor-ma Social que en el mundo se prepara, como consecuen cia inmediata, irresistible e infalible del desa rrollo de las ciencias y de la técnica del hom bre europeo?». Proporciones que se confirman al enunciar algunas de sus respuestas. Prime ra: «En la Gran Reforma Social del mundo en la cual entramos,

Page 54: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

54

el indio americano sabrá y podrá iniciar un camino cultural ascendente adecuado a él, incorporando los valores cultu-rales europeos pero salvaguardando sus valo res culturales ances-trales» [subrayado mío]. Y, segunda: «La Tierra: ¡La Tierra sin explota ción por un señor feudal, goce libre de la tie rra por el que la trabaja, como punto de parti da del sistema agrario! ¡Respeto absoluto para los valores culturales autóctonos, por primiti vos que sean sus comienzos!» [subrayado tam bién mío].

Salvaguarda de los valores culturales ancestra les del indio americano, respeto absoluto para los valores cultura-les autóctonos, son enuncia dos que encierran la doctrina, sólidamente fundada en hechos y desarrollada por Lips-chütz en su penetrante ensayo «El movimiento indigenista latinoamericano en el marco de la “ley de la tribu” y de la “ley de la gran nación”».4

Esa doctrina es una respuesta científica, ajus tada a nuestras realidades, objetiva e inequívo camente demos-trada por los hechos históricos, al sistemático y casi cinco veces centenario empeño de liquidar las culturas indias, con métodos violentos o pacíficos. Violentos fue ron, por ejemplo, los métodos de los quema dores de códices, de los destructores de quipus y queros, de los arrasadores de templos, de los despedazadores de altares y estatuas, etcétera; y pacíficos los de las campañas de catequización, de castellanización, de «incorporación», de aculturación, de penetración cultural, de Cuerpos de Paz y tantas otras. Allí fracasaron rotundamente los colonizadores. Lo esencial del indio ha sobrevivido. Está allí.

Lipschütz analiza esa fuerza de sobrevivencia como fenómeno universal y constante en la historia humana, y la eleva a la categoría de ley social: es la «ley de la tribu». Pero tribu, en este caso, no debe entenderse en el sentido, común y corriente, de grupo humano necesariamente atra-

4 Es el capítulo V del libro Marx y Lenin en América Latina.

Page 55: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

55

sado, casi primitivo, por lo co mún nómade, muy cercano a la horda. La no ción de tribu en Lipschütz es otra: es una co munidad de gentes, con frecuencia, pero no necesaria-mente, de la misma raza, unida, eso sí, por valores culturales comunes: lengua, par ticipación en la labor de recoger o producir los medios de subsistencia, reglas de convivencia familiar, reglas de convivencia social, mitos y recuerdos del pasado. «Es todo un conjunto de fenómenos o valo-res sociales: materiales o infraestructurales y espirituales o supraestructurales», completa Lipschütz, empleando, ad vierte, la terminología marxista «de tanta utilidad en la discusión de problemas socioló gicos». Es aquí donde el cretinismo reacciona rio, hundido en la oscuridad de su caverna, habla de «doctrinas exóticas». Sería regocijan te, y nada más, si la frase entrecomillada no fuera el argumento fundamental del terroris mo facista.

La vigencia actual de la «ley de la tribu» es fácilmente constatable. Lipschütz nos lleva a dar un rodeo por Europa, África y Asia, para señalarnos casos relevantes de minorías étnico-culturales o etnias, supongo, existentes, te naces y revitalizadas en su voluntad de conser var su identidad, dentro del marco de la gran nación o, pienso, que también puede decirse del Estado moderno. Son, por ejemplo, los vendos, eslavos, en Alemania; los bretones, cel tas, en Francia; los galeses, en Inglaterra; los vascos, en España; las tribus de las treinticinco nuevas repúblicas africanas, y muchas más, entre los cuales son de especial importancia, por lo que diré enseguida, no menos de sesen ta países y tribus europeos y asiáticos, integra dos por conquista al imperio zarista, hasta antes de 1917, y hoy constitutivos de quince repúblicas federadas, veinte «pequeñas» (co millas de A. L.) autónomas y dieciocho regio nes y comarcas, dentro de las repúblicas fede radas en la Unión Soviética. Los métodos za ristas de «rusificación» no dieron resultado, como no lo han dado los de «españolización» en nuestro

Page 56: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

56

caso americano. Los de Lenin, acor des científicamente con la «ley de la tribu», sí, y están a la vista.

En el curso de la lectura del citado ensayo de Lipschütz, fue pasando, frente a mí, como en un filme documental que hubiera visto mil veces desde mi infancia, el caso exacto de las tribus indígenas de mi país. La «ley de la tri bu» es tan poderosa allá que lo indio está omnipresente: aunque no se den cuenta los ladi nos discriminadores que mencioné antes, están culturalmente dominados por eso indio, como lo están, desde luego, también por otras in fluencias inevi-tables, europeas y, sobre todo, yanquis. Pero en esa mélange, lo único no «exótico», que tiene originalidad, autenticidad y personalidad es lo primero. En otras palabras: los valores culturales indios, no solo no fueron avasallados ni extermi-nados, sino que han avasallado a las clases dominantes. La me ra enumeración de los valores culturales in dios, no solo vivos entre ellos sino influyentes en el resto de la sociedad guatemalteca, haría interminable este comentario. Baste decir que va desde la religión (el Señor de Esquipulas, por ejemplo) hasta la culinaria (por ejemplo, el chojín y toda la cultura del maíz), pasando por las artes y las artesanías (la marimba y los tejidos, sin ir muy lejos). No menos de veinte lenguas habladas por la mitad de mis compatriotas indios, que hoy pueden sobrepa sar los dos millones, es un ejemplo más que elocuente.

No es teórico, entonces (soy testigo mayor de toda excepción), lo que dice Lipschütz en el parágrafo del mismo ensayo «La “ley de la tribu” en la América con-quistada»: «En Guatemala, el Perú, Bolivia y Paraguay, los indios mono o bilingües son la mitad o aun la mayo ría de la población. Los diversos grupos de indígenas, aun cuando son minoritarios como en México, quieren per-sistir como grupos étni cos, como tribus, en el marco del grupo étnico mayoritario [...]. Sí, el indio quiere ser indio en sus aspectos culturales, en Guatemala, en México, en

Page 57: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

57

el Perú, en Bolivia y así también en Chile». Comprender esta realidad y partir de ella para buscar soluciones al mal llamado «problema indígena» en nuestra América, es el método correcto para preparar la participa ción activa del indio en la que Lipschütz llama «la Gran Reforma Social» mundial, ya inme diata. Esta conclusión no tiene nada de senti mental, ni de izquierdizante. Es sencillamente práctica, útil y urgente para los grupos no in dios de nuestras socie-dades latinoamericanas en vías de desarrollo. Es premisa para ese de sarrollo. Cito a Lipschütz otra vez:

Indoamericanismo es reinvindicación eco nómica y cultural de esas masas popula res indígenas o mesti-zadas, hasta ahora desheredadas [...]. Claro está que la rei vindicación económica y cultural de las masas indígenas no puede ser aplaudida por el encomendero ya que le es contra ria [...]. En la resurrección económi-ca, física y cultural de las masas indígenas de nuestro Continente, está interesada toda la economía nacio-nal y con esta el Estado mismo [...] la reivindicación económica y cultural de las masas indí genas llegará a formar parte de la vida económica y cultural de las repúblicas hispanoamericanas. Esto es ineludible, por razones que nada tienen que ver con doctrinas sociales preconcebidas o con ro manticismos raciales, pero sí con las más íntimas exigencias de la vida económica y social de todo un continente.5

Nadie propugna el antimarxista método de copiar me-cánicamente soluciones buenas para sociedades y épocas diversas a las nuestras. Pero es perfectamente correcto observar expe riencias positivas, cuando se han dado en

5 Parágrafo «Resurrección indoamericana», en el libro Perfil de Indo-américa de nuestro tiempo.

Page 58: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

58

cir cunstancias bastante análogas a las nuestras actuales. Y este es el caso de los sesenta países y tribus conquistados por los «grandes rusos» del zarismo y ahora repúblicas modernas, inte grantes de la Unión Soviética: «los pueblos de los uzbekos, turkmenos, kirguizos y tadshikes vivían hasta hace unos veinte años, en plena época feudal como en la mayoría de los países árabes de nuestro tiempo [pero] el cambio de régimen agrario en estos países del Asia Cen tral, el camino libre hacia el desarrollo de la cultura nacional autóctona adormecida desde siglos, abrió a todos estos pueblos posibilida des que nadie de nosotros, contempo-ráneos, nunca había sospechado», expresó Lipschütz, en un discurso, en 1944.6 Recuerdo y cito de memoria un testimonio fidedigno: la prensa oligárquica de Buenos Aires reprodujo, cuan do yo vivía allá (1954-1962), unos artículos de Averell Harriman, sobre su visita a la Unión Soviética. Por ser de quien eran, no he olvida do hasta hoy su asom-bro ante los progresos técnicos, culturales y sociales de la república de Tadshikistán. Él sabía que los tadshikes eran nómades, todavía en la tercera década de este siglo.

De ninguna manera, ese ejemplo ilustrativo invita a un calco, a una importación de «doc trinas exóticas». El mismo Lenin, citado por Lipschütz, previene contra ello: «No debéis co piar nuestra táctica, sino analizar por cuenta propia las causas de su peculiaridad, las condi ciones y los resultados de esta táctica, apli cando en las condiciones locales, no la letra, sino el espíritu, el sentido, las lecciones que brinda la experiencia del período de 1917 a 1921».7

Consejo que Lipschütz sigue fielmen te: «con mucha razón,

6 Capítulo IV, «Los aborígenes de América y la reforma social» en Perfil...

7 Capítulo IV, «La obra impercedera de Marx y Lenin, en su repercusión en la América Latina», en el citado libro Marx y Lenin en América Latina.

Page 59: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

59

ustedes pedirán que me refiera más bien a experiencias sociológicas no de “indios” bálticos, esclavizados por feu dales alemanes, sino a auténticos indios ame ricanos, despojados y explotados por anglosa jones y españoles en nuestro Continente. Y esto con mucha razón, porque si bien es lícito que el científico opere con analogías, no basta con ellas», anticipa en su Perfil de Indoamérica.

De igual modo, en el múltiple desarrollo de la teoría de la «ley de la tribu» o del tribalismo moderno, Lipschütz prevé no pocos y posibles malentendidos: no se trata de un imposible retorno al señorialismo precolombino. Ese tri balismo no es incompatible, ni mucho menos, con la adquisición de elementos técnicos mo dernos. Tampoco supone una prescindencia de los valores culturales hispá-nicos, recibidos hace más de cuatro siglos. No persigue, en fin, una alteración de las fronteras de las actuales repúblicas, ni una disolución de su unidad na cional. Todo lo contrario: las experiencias exi tosas citadas arriba demuestran que el reco nocimiento de la autonomía cultural de las mi norías consolida la unidad de la gran nación. Los dos patriotismos, el de la tribu y el de la nación, no son incompatibles. No lo han sido nunca.

V

Desde Simón Bolívar hasta Fidel Castro, los más lúcidos caudillos de la libertad y de la dig nidad latinoame-ricanas han visto hacia el úni co futuro posible de nuestros pueblos: hacia la unión de todos ellos en una sola gran nación, como, en el fondo, somos. Esa prefiguración grandiosa de nuestra América futura empieza ya a dejar de ser una concepción profética, para cobrar cuerpo de realidad tangible. La crisis insalvable de la OEA, que es

Page 60: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

60

la del pana mericanismo imperialista, y los primeros bal-buceos de Tlatelolco hacia la unificación lati noamericana, nos permiten vislumbrar la con creción de aquella imagen de nuestros visio narios.

Es en el ámbito de esa perspectiva magnífica, entraña-blemente latinoamericana, donde se ubican las doctrinas de Alejandro Lipschütz.

Es dentro de una gran Confederación de repú blicas latinoamericanas, justa y ecuánime, co mo él ve el futuro de nuestros indios: «confie so y con todo agrado, que es mi íntimo anhelo que vengan a ser realidad la República Autó-noma Maya y las demás Repúblicas Autóno mas Indianas».

Los que ven a los indios como algo «exótico» creerán lógicamente que esa visión de futuro también lo es. No importa: en el mundo que ya se anuncia, en el cual ya no habrá hombres ni pueblos discriminados por su color, ni ricos prepotentes y pobres humillados, no podrá existir la palabra «exótico». Tampoco existirán los cavernarios que la usan.

La Habana, mayo de 1974

Tomado de Casa de las Américas, no. 85, año XV, julio-agosto de 1974, pp. 136-144.

Page 61: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

61

JUNÍN, PANAMÁ Y AYACUCHO. GRANDEZA DE UNA IDEA Y MISERIAS DE UN SISTEMA,

DESDE LA PERSPECTIVA DE TRES SESQUICENTENARIOS

Este mes de septiembre de 1974 ha sido de actividad diplomática intensa en la América del Sur. Ayer, día 5, debió llegar a Buenos Aires el general Edgardo Mercado Jarrín, mi nistro de Guerra del Perú y presidente de la comisión mixta de ocho países, encargada de coordinar la conmemoración de las batallas de Junín y Ayacucho y de la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá. El general Mercado Jarrín concurre a la tercera reunión de la comisión que preside. Las otras dos tuvieron lugar, meses atrás, en Lima y en Caracas. La comisión mixta está integrada por representantes de los países bolivarianos y sanmartianos, de América del Sur: Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. La imaginación no puede sino representar juntas las efigies de los dos más grandes capitanes de la independencia sud-americana, Bolívar y San Martín, ambos vencedores de los Andes, con las manos es trechadas, de igual a igual, como debieron estar en Guayaquil, en 1822, cuando su en cuentro realmente de titanes, en la cumbre viril de América.

La iniciativa de esta conmemoración triple partió del Perú. El gobierno de la Fuerza Armada retomó, así, una tradición que se había olvidado: la de un decidido latinoa-mericanismo, de solidaridad activa, frente a toda clase de amenazas a la integridad y a la liber tad de cualquiera de nues-tras naciones. Tra dición mantenida con hechos palpables, en el siglo xix, y alimentada con acciones enaltece doras, por

Page 62: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

62

el mariscal Ramón Castilla, dos veces gobernante del país andino (1845-1851 y 1854-1862). En recuerdo de aquellos grandes acontecimientos de 1824, los presidentes de los países enumerados se reunirán en el Perú y emitirán, según se espera, un documento que se llamará Declaración de Ayacucho, entre el 7 y el 9 de diciembre.

Es cierto que no hay homogeneidad entre los ocho que se encontrarán en Ayacucho, dentro de tres meses. No será fácil el diálogo entre gobiernos revolucionarios, como el peruano y el panameño, y gobiernos ferozmente contra rrevolucionarios, como los de Bolivia y Chile. No es fácil dialogar cuando no se habla el mismo lenguaje. Como lo ha demostrado la inconducta fascista del régimen chileno en el seno del Grupo Andino y a propósito del trata miento a las inversiones extranjeras. Pero también es un hecho que nuevas perspectivas apuntan para nuestra América y que estas hacen posible invocar el nombre de los libertadores con signo positivo. Signo positivo quiere decir con el propósito de rencontrar la autenticidad del pensamiento y de la obra de Bolívar y San Martín, su sentido y alcance. Esta tarea solo puede realizarse dentro del más profundo espíritu latinoamericano, sin la tutoría tonante del Sumo Hacedor paname ricano y con la voluntad firme de realizar los grandes proyectos todavía inacabados de aque llos dos caudillos de talla egregia. No ha sido así, como otras veces y para conmemoraciones similares se les ha invocado, especialmente a Bolívar. Su nombre ha sido el más utilizado en negocios sucios, como vamos a verlo aquí. Ciertamente, la primera vez presidió la buena fe y un respetuoso recuerdo del Libertador. Pero fue algo en las nubes y ya se insinuaba la sombra funesta del imperialismo, que se estiraba, avanzaba, hacia nosotros. Fue en 1883, en Caracas, cuando el presidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco, rindió un fastuoso homenaje a Bolívar, en el centenario de su nacimiento. Concurrieron a él repre-

Page 63: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

63

sentaciones de Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, El Salvador y Repú blica Dominicana. Fue firmada una declara ción de nueve puntos, que contenía cuestiones de principio inspiradas en el ideario bolivariano y convocaba un Congreso Diplomático Continental que fuera como continuación o reanudación del que quedó inconcluso en Panamá, en 1826. El propuesto Congreso debía reunirse el 9 de diciembre de 1884 y el propio Guz-mán Blanco debería gestionar la adhesión de los Estados latinoamericanos no representa dos en la conmemoración y la de los Estados Unidos del Norte. Era ya la sombra del im perio opacando los ideales de Bolívar. El Congreso no se reunió jamás y la Declaración fue archivada, sin ratificación y para siempre.

Dos veces más fue invocado el nombre del Libertador, pero convertido en pretexto para enmascarar la política imperialista de los Es tados Unidos o usado como ins-trumento en la fase más agresiva de esa misma política. A esas dos veces alude el título. Ellas son las miserias de un sistema que, inescrupulosamen te, puso o quiso poner al servicio de sus fines hegemónicos la grandeza de las concepciones bolivarianas.

La cuarta vez es ahora. Pero, como he dicho, será distinto: con signo positivo, a pesar de que la historia y la geografía obligan a con vocar, para el homenaje al Liberta-dor, a dos regímenes que niegan e injurian, con sus he chos, los grandes principios que él sostuvo con su espada y con su palabra. Otra cosa sería, si, en vez de los dos gobiernos, fueran los pueblos chileno y boliviano los represen tados en la triple conmemoración.

Page 64: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

64

LA IDEA

unidad revolucionaria y no homogeneidad gre garia y sometida

El comandante Fidel Castro dijo, en su dis curso del 26 de Julio de este año: «Por delante tenemos un gran tra-bajo con nuestros herma nos latinoamericanos, de unión, puesto que algún día tendremos que formar parte de una gran comunidad latinoamericana, presupues ta, desde luego, la revolución». Reiteró con esas palabras, una vez más, el profundo sen tido de unidad latinoamericana que ha sido filosofía y práctica constante, valerosa, resuelta y abierta de la Revolución Cubana, desde sus propios orígenes. Pero también revitalizó, con esa reafirmación, de hondo contenido martiano, el más firme pensamiento bolivariano y le devolvió su exacto sentido, limpio de las distorsiones infamantes a que lo some tieron el imperialismo y sus se-cuaces latino americanos, en este siglo de panamericanismo mendaz. Para concretarlo en pocas palabras: este firme pensamiento bolivariano es el de nuestra unidad. Pero de una unidad revolucio naria y no de una homogeneidad gregaria y sometida. Esos dos conceptos inseparables: unidad y revolución, fueron tajantemente enunciados por Bolívar, como lo fueron el 26 de Julio, por Fidel Castro. En 1815, aquel dijo: «Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra generación» (Carta de Jamaica). Y, en 1820, asentó: «De bemos triunfar por el ca-mino de la revolución y no por otro» (Carta a Santander).1

1 Francisco de Paula Santander (1792-1840), vicepresidente de la República de Colombia (Gran Colombia), creada por Bolívar en 1819 y que llegó a abarcar Cundinamarca (actual Colombia), Panamá, Venezuela y Ecuador. El Libertador fue su presidente hasta 1830, en que aquella República se disolvió. Santander ejerció la presidencia mientras Bolí-var liberaba a Ecuador, Perú y Alto Perú (Bolivia), entre 1822 y 1828. En 1830, el crea dor de la gran república meridional murió con ella.

Page 65: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

65

Es sabido cómo Bolívar consagró veinte de los cuaren-tisiete años de su breve, pero inconmesurable existencia, a la tarea suprema de realizar la revolución de la independen-cia de las excolonias españolas y de consolidarla me diante su unidad. En otras palabras: crear una gran comunidad latinoamericana, presu puesta, desde luego, la revolución. Las pala bras de Fidel Castro, como su pensamiento, se ajus-tan perfectamente, no una sino infinidad de veces, a los de Bolívar, los continúan y amplían, en función de realidades históricas nuevas, como en este caso. Bolívar identifica ba a la América Meridional con las nuevas naciones que habían sacudido, gracias a él, en su mayor parte, el colonialismo español. En Fidel Castro, el concepto se supera, se de- sa rrolla y adecua a las nuevas luchas contra los colonialis-mos y neocolonialismos contempo ráneos. Hoy, la América Meridional de Bolí var es mucho más que las «antiguas colonias españolas». Somos todas las patrias salidas de cualquier colonialismo, en nuestro Conti nente, o en vías de salir de él y del neocolonialismo, en lucha, todas juntas, contra un solo y poderoso enemigo: el capitalismo im-perialista mundial. En otras palabras: la par te americana de ese verdadero nuevo mundo, hoy llamado Tercer Mundo.

Así enriquecida, la idea bolivariana de la uni dad de nuestra América hunde sus raíces, casi, en los inicios de la trayectoria colosal de Bolívar, o, más propiamente, en el reinicio definitivo de esa trayectoria, tras los años te rribles de prueba, de derrotas, reveses y desas tres, sin prestigios militares, ni personalidad formada, ni masas que creyeran en él, ni fuer za todavía en las ideas de la independencia, años sobre los cuales Bolívar supo obtener su primera y más grande victoria: la de su fe revolucionaria contra la adversidad. Fue en tonces cuando germinó, en su mente visionaria y genial, el imperativo de la revolución: la unidad. Pero no una unidad ficticia y artifi cial, sino preexistente y concreta, determinada por la historia común de nuestros

Page 66: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

66

pueblos, a los cuales él veía unidos, desde la cuna, por lo que llamó un «pacto implícito», un vínculo natural, en el mismo sentido que los juristas clásicos dieron al Derecho Natural. Es decir, de algo que existe antes e independien-temente de sus propios sujetos.

El nacimiento de esta concepción o, al menos, su primer formulamiento escrito, tiene fecha, una fecha quizá olvidada, pero grandiosa. Es la del 6 de septiembre de 1815, día en el cual firmó el Libertador, en Kingston, uno de los documentos políticos más notables en la his-toria de nuestras luchas por la libertad: la Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla, más conocida por Carta de Jamaica o, con toda justicia, «carta profética».

Profética, porque allí anticipaba, con asom brosa penetración, cuál iba a ser el rumbo de las naciones que surgieran de la primera independencia hispanoamericana. La anticipa ba (y este es uno de los rasgos sobresalientes de la Carta de Jamaica), primero, cuando nadie podía creer en el triunfo de la revolu ción hispanoamericana contra la España me dioeval y absolutista; segundo, desde una po-sición no particularista, no como venezolano, no como oriundo de una de las partes de la América en revolución, sino como ciudadano de toda esa América; y, tercero, con un claro distingo entre la América Meridional, es decir, la de origen latino, peninsular, hispánico, per fectamente diferenciada de la otra, en el pen samiento bolivariano, tanto en 1815, como once años después, al convocar al Congreso de Panamá.

En efecto, el año de 1815 fue funesto para la revolución de nuestra primera independencia. La insurgencia había sido poco menos que ahogada en México, tras el fusila-miento de Morelos; la Capitanía General de Guatemala (Centro América) ya no se movía, después de la brutal represión contra los complots de León, Granada, San Salvador y Guatemala (1811-1813); Sámano fusilaba a su

Page 67: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

67

sabor en la Nueva Granada y caían sabios como Caldas y mujeres del pueblo como la Pola; Venezuela sufría la tira-nía del «pacificador» Pablo Mori llo; el Perú virreinal vivía ahogado bajo la represión implacable que siguió a la gran re belión del Cuzco y al ahorcamiento de Mateo García Pumacahua; Chile, de nuevo sometido tras el asesinato de la «patria vieja», y, en fin, los ejércitos de Buenos Aires venci-dos en Ayohuma, Vilcapujio y Sipe Sipe, en la infor tunada campaña del Alto Perú. Dentro de ese contexto, Bolívar, desprestigiado, derrotado, solo y exiliado, escapaba de ser apuñaleado por un asesino a sueldo. ¿Quién podría creer, entonces, en el triunfo de la revolución? ¿Quién tendría humor para ponerse a especu lar sobre el sistema político que convendría adoptar a las futuras naciones «antes co-lonias españolas», cuando fueran libres de su metró poli?

Solo podían hacerlo los hombres verdadera mente grandes, verdaderamente superiores a las contingencias, a los reveses, a las derrotas pasajeras y con fe verdadera en que una causa justa y una lucha legítima, contra los poderes retrógrados y opresores, llevan en sus entra ñas la certeza de la victoria, aunque padezcan, como en toda gestación, desfallecimientos y dolores propios de todo el alumbramiento. Bo lívar, el derrotado y el proscrito de 1815, y Alejandro Petion, el presidente de Haití, en tonces, eran de aquellos espíritus superiores. La mano que el segundo tendió al primero salvó los destinos de nuestra América.

En circunstancias semejantes, Bolívar fue ca paz de ahondar en la problemática hispano americana de aquel momento y de extraer de ese análisis las consideraciones lógicas sobre el futuro de cada uno de los países que todavía eran colonias españolas, aunque ya en tren de lucha contra el sistema colonial. La visión integral de Bolívar abarcó a toda nuestra América, la meridional, y de ese miraje extra-jo la estrategia revolucionaria que debía aplicarse para el triunfo. Esa estrategia no fue otra que la de la unidad, la

Page 68: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

68

del reconocimiento de que la guerra contra el colonialismo espa ñol era común, era de todos, no importaba donde se librara.

Después de pasar aguda revista al estado de cada uno y de todas las entonces colonias españolas o semiliberadas como Buenos Aires y de haber leído en las líneas de su mano el destino de cada una de ellas, con penetración visionaria que después los hechos vinieron a confirmar, el Libertador fijó, en palabras lapi darias, aquella estrategia futura de la revo lución. Fueron las que cité arriba: «la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra generación». Pensamiento que amplió a renglón seguido: «Yo diré a usted lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos».

nuestro «Pacto imPlícito», en vez de la Putrescente OEA

Es un hecho cierto que Bolívar, al decir de uno de sus adversarios, era más peligroso vencido que vencedor. Su tenacidad, su cons tancia revolucionaria, su resistencia ante la adversidad, su don de recuperarse de cada caída, su energía moral inagotable, hacen de la vida del Libertador una apasionante suce sión de contrastes, en la cual un día se oyen los vítores de la gloria y las dianas del triunfo y al día siguiente se lo ve solo, traicionado, acusado, calumniado, prófugo, miserable, tras humante, para resucitar al tercer día, de sus cenizas, y elevarse vertiginoso, con nuevo im-pulso, hasta cumbres más altas que las anteriores. Por lo menos así fue durante veinte años, desde su irrupción en la historia revo lucionaria de nuestra América, en 1810, hasta su hundimiento definitivo y solitario, aban donado y delirante, en San Pedro Alejandrino, en 1830.

Page 69: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

69

No pasarían tres años sin que el prófugo de Jamaica volviera a ser (mucho más resplandeciente que antes) no solo el general Liber tador, sino el jefe Supremo de Venezuela. Con ese elevado carácter Bolívar insistió en la estrategia revolucionaria: mucho terreno se había recupe-rado, territorio libre de América, arrancado palmo a palmo a las fuerzas colonialistas españolas. Pero distaba mucho, to davía, para que la tarea se pudiera considerar concluida. Fue entonces cuando dio varios pasos en su línea de unidad revolucionaria hispanoamericana.

El 12 de junio de 1818, dirigió, desde su cuartel general en Angostura, una Proclama a los habitantes del Río de la Plata, que termi naba así: «La República de Venezuela, aunque cubierta de luto, os ofrece hermandad; y cuan do cubierta de laureles haya extinguido los últimos tiranos que profanan su suelo, enton ces os convidará a una sola sociedad, para que nuestra divisa sea Unidad en la Amé-rica Meridional». Y el mismo día, decía a Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas: «Excelentísimo se ñor: cuando el triunfo de las armas de Vene zuela complete la obra de su independencia, o que circunstancias más favorables nos per mitan comunica-ciones más frecuentes y rela ciones más estrechas, nosotros nos apresura remos con el más vivo interés a entablar, por nuestra parte, el pacto americano, que, for mando de todas nuestras repúblicas un cuer po político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejem plo en las naciones antiguas».

Cuando Bolívar hablaba de un pacto america no, por una parte, no lo decía en términos de unidad continental, como ochenta años más tarde lo propugnaron los impe-rialistas yan quis, por intermedio del secretario de Estado y aspirante a la candidatura presidencial de los Estados Unidos, James G. Blaine. No. En esto Bolívar era sumamente claro. Él sabía que antes de tener nosotros, los meridionales,

Page 70: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

70

vínculos con los americanos del Norte, está bamos distan-ciados de ellos en todos los as pectos y deberíamos, dadas nuestras desigual dades, ponernos en guardia para no ser presa de la ambición de esos americanos, en el fu turo. Al año siguiente, en un discurso ante el congreso de Angos-tura, precisó muy bien nues tras diferencias, tanto con los Estados Unidos, como con Europa.2

Por otra parte, el pacto americano de que hablaba Bo-lívar no era, en su concepto, un convenio artificial, fruto de conveniencias po líticas, que un día pueden actuar positiva y otro negativamente sobre las relaciones entre países. No. El pacto americano era un «pacto implícito», en palabras suyas, de unidad his panoamericana, anterior y superior a la vo luntad de los gobernantes e independiente de las circunstancias políticas específicas y even tuales. Porque ese pacto venía impuesto por la misma naturaleza de nuestras naciones his panoamericanas, como nacidas de los mismos ingredientes étnicos, bajo las mismas carac terísticas cultu-rales, y con procesos de desa rrollo y problemas económi-cos, sociales y po líticos comunes.

La doctrina del «pacto implícito» de Bolívar fue cate-góricamente expuesta en la carta a Pueyrredón, del 4 de febrero de 1821: «Liga das mutuamente entre sí todas las repúblicas que combaten contra la España –dijo el Li-bertador– por el pacto implícito y virtual de la identidad de causa, principios e intereses, parece que nuestra conducta debe ser unifor me y una misma. Nada puede pretender una contra otra, que no sea igualmente perjudi cial a ambas, y por sentido contrario, cuanto exija a favor de esta, debe entenderse respec to de aquella».

2 La posición de Bolívar frente a los Estados Unidos es clara en los ochentidós documentos recopilados y publicados por la Casa de las Américas, en el volumen 15 de su Colección Literatura Latinoameri-cana, con prólogo mío.

Page 71: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

71

Bolívar puso en práctica esa doctrina suya, como el hombre de la guerra. Y, una vez ganada esta, gracias a la unidad revolucionaria de los pueblos hispanoamericanos, contra el enemigo común: el colonialismo español, quiso, como polí-tico, concretarlo en un gran pacto confederal de las nuevas repúblicas. Como guerrero, vio realizada la ansiada unidad al revistar sus tropas en Pasco, poco antes de la batalla de Junín, la penúltima de la guerra. De esto hizo 150 años el pasado 6 de agosto. Tuvo el Libertador frente a sí este hermoso y aleccionador espectáculo, que des-cribe el general Guillermo Miller, su acompañante: «En este llano, rodeado por objetos y vistas tan grandiosas, y al margen del magnífico lago de los Reyes, nacimiento principal del río de las Amazonas, el mayor de cuantos se conocen, estaban reunidos hombres de Caracas, Panamá, Quito, Lima, Chile y Buenos Aires: hombres que se habían batido en Maipú, en Chile; en San Lorenzo, en las orillas del Paraná; en Carabobo, en Venezuela, y en Pichincha, al pie del Chimborazo». Gracias a esa unidad hispanoame-ricana, la batalla de Junín, como tantas otras de la guerra contra el colonialismo español, fue una victoria para los libertadores de la América Meridional.

El próximo 9 de diciembre hará también 150 años de la batalla de Ayacucho de la que el propio Bolívar dijo, al enterarse del triunfo de Sucre, en carta a Santander: «Sucre ha ganado la más brillante victoria de la guerra americana» (20-XII-1824). Ciertamente, después de esta batalla, la América Meridional, salvo el Callao, en el Perú, y San Juan de Ulúa, en México, estaba libre de soldados españoles.

Pero no lo estaba de amenazas. Especialmente de una que se levantaba en el norte de los Estados Unidos, cuya doctrina del «destino manifiesto», es decir, de dominación continental, empezaba a traducirse en avances hacia la Florida y la Louisiana y a reiterarse en declaraciones de sus estadistas, como Jefferson y Monroe. A aquella doctrina

Page 72: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

72

del «destino manifiesto» yanqui y a cualquiera otra que amenazara la libertad de esta América, había que oponerle la del «pacto implícito», la de la unidad original y natural de nuestros pueblos.

Como era una idea dominante en él la de la unidad y como era un visionario se dispuso a pasar de las doctrinas a los hechos, tras de aniquilar a Canterac en Junín y antes de que Sucre hiciera lo mismo con el virrey La Ser na, en Ayacucho, última batalla de la guerra.

El 7 de diciembre próximo se cumplirán tam bién 150 años de la carta de Bolívar a los go biernos de Colom-bia, México, Río de la Pla ta, Chile y Guatemala, para que formasen una confederación. Hay que advertir que decir, entonces, Colombia era decir la actual repúbli ca de ese nombre, más Panamá, Venezuela y el Ecuador; que decir Guatemala, era decir también El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, y que decir Río de la Plata, era decir Argentina y Uruguay, aunque este estu viera temporal y arbitrariamente anexado al Brasil. El párrafo inicial de la carta-convoca toria bolivariana no deja lugar a dudas sobre la latitud de su concepción de unidad ameri cana: «Después de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América para ob tener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo desti-no, es tiempo ya de que los intereses y las re laciones que unen entre sí a las repúblicas ame ricanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos». No hay duda. Los «quince años de sacrificios consagrados a la libertad» (1809-1824) no podían referirse sino a esta América, no a la otra, para la cual no tienen sentido esas fechas. Los intereses y las relaciones que ya nos unían, desde siem pre, «entre sí a las repúblicas americanas» no eran, obviamente, los mismos intereses, ni las mismas relaciones de la otra América. Nin gún «pacto implícito» es concebible con ella,

Page 73: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

73

por nuestros orígenes tan diversos histórica mente. No lo son, evidentemente, los pactos panamericanos.

Por ser autoridad de primer orden en histo ria venezo-lana, es oportuno citar a José Gil Fortoul, quien dice en su Historia constitucio nal de Venezuela: «No había aún libertado el Perú, ni fundado a Bolivia, cuando aspiraba ya a la confe-deración de Hispano-América, lo mismo para defender su Independencia contra todo intento de reconquista europea, que para establecer un contrapeso a la gran República del Norte». También los estadistas yanquis tenían planes para una unión continental, por esa época. Pero ellos pensaban en términos de lo que, casi tres cuartos de siglo más tarde, vino a ser el panamericanismo. Esto es, el sometimiento latinoamericano a los Estados Uni dos, bajo la simulación de una unidad inter americana inexistente e imposible, totalmen te antibolivariana, antitética a la unidad como la concebía el Libertador. De allí que los yan quis pusieran en juego su ya tortuosa diploma cia, a fin de estorbar los planes de Bolívar y esperaran taimadamente que este desapare ciera para iniciar, sin estorbos, su marcha ha cia el Sur.

Esa marcha se realizó y las que habían sido colonias españolas, más el Brasil y Haití, que lo habían sido de Portu-gal y Francia, respec tivamente, se convirtieron, a partir de la últi ma década del siglo xix, en neocolonias yan quis. Fueron devoradas por el imperialismo norteamericano, conforme a la receta de su segundo presidente, Jefferson: trozo a trozo. No lo hubieran sido si al primer gran bocado, el de Méxi-co, entre 1846 y 1848, hubieran pues to en vigor el «pacto implícito» bolivariano y hubieran rechazado todas juntas esa primera agresión, ese primer atraco imperialista. Voces hubo, pero no fueron escuchadas, como hubo intentos, frustrados por ocultos e inconfesados intereses, siempre menores al más grande de nuestra América, o por simple y torpe mio pía política lugareña. Es justo reconocer que hubo excepciones, hombres leales al verdade ro espíritu

Page 74: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

74

de unidad bolivariana, como el ma riscal Ramón Castilla, precisamente del Perú.

La historia del avasallamiento latinoamerica no por el monroísmo rampante, desde 1823 hasta hoy, es sublevante. Pero no lo es tanto por la brutalidad de los hechos o por la insidia de los métodos, cuanto por la inmensa in famia arro-jada sobre el nombre de Bolívar, tanto por los creadores imperiales del pana mericanismo, como por los genuflexos conmi litones reclutados por ese sistema, a precio venal. Consistió esa infamia en hacer aquella historia repugnante bajo la invocación del nombre del Libertador, presentan-do la polí tica imperialista como continuación y ejecu ción de los encumbrados ideales de unidad propugnados por Bolívar. Las peores páginas, las más ofensivas para él y las más indignan tes para nosotros, rayanas en la bufonada y la desvergüenza, dentro del capítulo «Cinis mo», en la historia panamericana, son las que tuvieron por sede, para mayor escarnio, al Istmo de Panamá, en 1926, y en 1956.

En esta coyuntura del triple sesquicentenario bolivaria-no, voy a extraer esas dos páginas de donde naturalmente deben estar.

No en calidad de «páginas salvadas», porque no me-recen serlo.

Sino en tanto tumor maligno, que es desagradable-mente necesario conservar, como en vi trina de laboratorio, para que las víctimas de ellos, nosotros, los conozcamos y extirpemos cualesquiera otros semejantes donde y cuan do amenacen con volver a crecer.

Page 75: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

75

LAS MISERIAS

i

Primer intento de institucionalizar el sistema

En junio de 1926, se cumplían cien años del Congreso que Bolívar convocara desde 1824 y que los gobernantes yanquis sabotearan en sus aspectos quizá más importantes y decisi vos, como eran el de la unión de los nuevos Estados latinoamericanos y el de la gran expedición para libertar a Cuba y Puerto Rico del colonialismo español. El Congreso se reu nió en Panamá, entre junio y julio de 1826, y, en parte también por propia ineptitud de los plenipotenciarios, por limitaciones de algunos de ellos, suspendió sus sesiones, sin otros logros que unos cuantos papeles inoperantes, para reanudarlas en las Villas de Tacubaya, México. Pero jamás se reanudaron. Cuando Bo lívar conoció esos pobres resultados, ordenó que no fueran ratificados y dio por fracasado su gran proyecto. Intuitivo y sagaz, sabía desde antes, de dónde vendría el fracaso. El 28 de junio de 1825, había escrito a Santan der, desde el Cuzco: «Desde luego, los seño res americanos [subrayado del propio Bolí var] serán sus mayores opositores, a título de la independencia y li-bertad; pero el verdade ro título es por egoísmo y porque nada temen en su estado doméstico».

A veintiocho años de haber intervenido mili tarmente en Cuba, para arrebatar a los mambises su segura victoria sobre España y de ha berse adueñado de Puerto Rico; a los veinti trés del golpe de mano de Teodoro Roosevelt sobré Panamá; tras dos lustros de gobierno militar, saqueo y masacre en Haití y la Repú blica Dominicana, y en plena y desembozada intervención militar en Nicaragua, el impe-rialismo venía a recordarse del Congreso de Panamá y aprovechaba su centenario para en volver el gran garrote

Page 76: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

76

con los colores bolivarianos, dulcificar así su propia ima-gen y la de su sistema, a los ojos latinos, y ensayar, a pesar de todo y del repudio que sus atentados provocaban en la conciencia latinoamericana más lúcida, la institucionali-zación de su polí tica, la creación de un organismo que la sir viera y disfrazara, la firma de un pacto con tinental, en el que lo implícito sería el visto bueno de las víctimas en favor del victimario. Claro que nada de eso era confesable. Todo se hacía bajo la cobertura del nombre de Bolívar y del Congreso de 1826. Un modo muy farisai co de vender el panamericanismo a los pue blos, litografiando en la etiqueta una imagen venerada por ellos, como lo hacen los buho neros en la puerta de las iglesias, en compe tencia mercantil con las iglesias mismas. Pero la verdad surge a veces donde, cuando y como menos se espera. De pronto aparece, dentro del mismo aparato truculento, alguien movido por un impulso de conciencia o de vergüenza, que denuncia lo que Martí llamó «las entra ñas», en este caso las del Congreso de 1926, que como las del de Washington de 1889-1890, al que Martí le hizo la disección con escalpelo de genio, «estaban donde están todas las en trañas: donde no se las mira». En Panamá fue un delegado, el doctor Carlos Puig, quien develó el entrañudo malabarismo que ocultaba el llamado «Congreso de Bolívar» y mostró, quién sabe bajo qué impulsos honrosos, la verdad de todo el sis-tema. En la plenaria del 24 de junio de 1926, el doctor Puig dijo: «Au torizadas voces han defendido el panamerica nismo, autorizadas voces lo combaten fuerte mente; nosotros lo que queremos es salvarlo, galvanizarlo, presentarlo en forma atractiva para el Continente, porque, desgraciadamen te, los hechos contradicen la doctrina y hacen del sentimiento paname-ricano algo incompa tible con la realidad de la vida política en el Continente». En lo que he subrayado es taba la entraña de aquel Congreso, la etique ta del menjurje con un Bolívar

Page 77: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

77

litografiado en tricromía. En lo demás, la revelación de la realidad de todo el sistema, válida enton ces, como ahora, a poco menos de un siglo de haberlo inventado los yanquis. Naturalmente, del doctor Puig y de sus imprudentes e indis-cretas palabras (para los oídos panamerica nos, desde luego), no se volvió a hablar du rante, ni después del Congreso. Al menos en los medios masivos de publicidad, controla dos por el mismo sistema.

Y, sin embargo, Puig defendía la propuesta de la pri-mera comisión según la cual el Congreso reconocería «la conveniencia de constituir una sociedad de naciones de América». Es decir, lo que veintidós años después vino a ser la hoy cadavérica Organización de Estados Americanos (OEA). Fue este el único debatido. Pero no porque los delegados latinoamericanos respondieran a los previsores principios de Bolívar y Martí, sobre la inconveniencia de asociarnos con los poderosos y ávidos norteamericanos. Sino porque cada quien quiso hacer el mayor alarde retó-rico y de erudición histórica y jurídica. Rasgo típico de las conferencias panamericanas. Finalmente, fue aprobada la fórmula del jurisconsulto y diplomático de larga expe-riencia, panameño de nacimiento, pero que actuaba como representante de la Unión Panamericana de Washington y sería presidente de la república, por un año, entre 1931 y 1932, Ricardo M. Alfaro. Según el texto aprobado, el Congreso reconoció «la conveniencia de constituir una Sociedad de Naciones de América, que dentro del con-cepto moderno del derecho internacional, y sobre la base de la igualdad jurídica de los Estados corresponde a los ideales de unión y de justicia que dieron vida al Congreso de Panamá». Aludía, claro está, al de 1826, que se conme-moraba de aquel modo.

Nunca el nombre de Bolívar fue tan resobado, tan es-trujado, tan manipulado, tan usado, tan manoseado como en Panamá, en 1926.

Page 78: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

78

Todo para presentar al panamericanismo, bajo la sombra de su augusto nombre, «en forma más atractiva», ante un Continente que ya principiaba a calar la verdad, la estafa y las intenciones absorbentes de tal sistema. El diario La Semana, de Panamá, dijo, en su editorial del 2 de julio de aquel año: «A varios individuos les hemos oído decir, con acento de amargo pesimismo y de despecho: ¿Pero qué va a sacarse de toda esta bambolla bolivariana?». Vox populi... Tanto fue el irrespe to a Bolívar, que la crónica oficial de la recepción ofrecida en el Palacio Presidencial de Panamá es del corte de este párrafo indignan te por la ofensa al Libertador e hilarante por el estilo:

Los delegados al Congreso Bolivariano, las delegadas al Congreso Interamericano de Mujeres y el cuerpo diplomático, los altos funcionarios públicos, lo que más vale y pesa en nuestro comercio y nues tra banca y los representantes de la so ciedad más distinguida, nuestras más be llas damas y señoritas se habían dado cita en los elegantes salones, en aquella fiesta de la aristocracia, de la cortesanía, de la gracia y la elegancia que recordaba una fiesta del París galante o de la corte de Viena.

Increíble y, sin embargo, textual. A sus vein tiún años, en 1804, Bolívar, ajeno todavía a la causa de la indepen-dencia hispanoamericana, de la cual llegaría a ser la más grande encar nación, la más poderosa fuerza, la primera magnitud sin igual, solo diez años después, se presentaba a sí mismo, en París, como un ente frívolo, superficial e inútil. En carta al caballero Denis de Trobriand decía:

No soy un hombre político, obligado a em peñar el debate en una asamblea delibe rante; no mando un ejér-cito y no estoy obligado a inspirar confianza a los sol-

Page 79: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

79

dados, no soy ni sabio que tenga que ha cer con calma y paciencia una demostra ción ardua ante un auditorio numeroso. Hoy no soy más que un rico, lo superfluo de la sociedad, el dorado de un libro, el brillante de un puño de la espada de Bonaparte, la toga del orador. No soy bue no más que para dar fiestas a los hom bres que valen alguna cosa. Es una condi ción bien triste.

Pues aun ese joven, que tan severamente se juzgaba a sí mismo y tan elegantemente sabía decirlo, hubiera rechazado indignado aquel homenaje, no por lo que tenía de farsa política, sino por lo ridículo y por lo manifiesto de un mal gusto detestable. Bolívar, que después hundiera el estilete de su ironía y su buen gusto literario en el Canto La victoria de Ju nín, que José Joaquín de Olmedo dedicara a aquella memorable batalla y a él mismo, hubiera terminado a cintarazos con «aquella fies ta de la aristocracia, de la cor-tesanía, de la gracia y la elegancia que recordaba una fies ta del París galante o de la corte de Viena» y hubiera enviado a sus organizadores y con currentes, con todo y sus pecheras almidona das, a limpiar los establos del ejército liber tador.

dos Pedradas en el vitral intocable del sistema

Lo de los establos viene al caso, porque lo que un hombre del pueblo calificó de «bambolla bolivariana» salió de los salones palaciegos para cobrar un carácter equino el domingo 20 de julio, por la tarde. En esta ocasión, los ofi ciantes del culto al Libertador, así como sus monaguillos diplomáticos, concurrieron al «principal evento de la tem-porada, la Gran Carrera Internacional por el Gran Clásico Bo lívar». La efigie del Libertador ya no se empleaba solo en la etiqueta del panamericanis mo, sino también en la gualdrapa de los caba llos. En el hipódromo, naturalmente,

Page 80: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

80

no podía faltar la delegación equina venezolana. Entre los nueve competidores del Clásico, «Carabobo, Bandolero y Maracay representaban los esta blos venezolanos del ge-neral José Vicente Gó mez; Rataplán, también venezolano, corría con los colores del general Juan Vicente Gómez, presidente de Venezuela» decía el comentario hípico. Ca-lígula había hecho cónsul a su caba llo; el Bagre extendía credenciales de embaja dor al suyo. ¿De qué otro modo podía el dés pota ganadero, que cabalgó sobre el pueblo ve nezolano, desde 1908 hasta 1935, rendir home naje al Libertador, sino con las patas ligeras de Rataplán?

Además, Juan Vicente estaba obligado, por la gratitud, a hacerse representar, aunque fuera por Rataplán, en el Congreso. Este lo había designado, bolivarianamente, su presidente honorario, en reconocimiento al doble derra-me de que era autor: el de sangre de sus compatriotas y el de petróleo para los mono polios. Junto a Gómez, ocu-paron, también simbólicamente, presidencias honorarias dig nísimos herederos de Bolívar: Gerardo Machado, el «asno con garras», así clasificado por Rubén Martínez Villena; Augusto V. Leguía, el masacrador de estudiantes peruanos y consa grador del Perú al Corazón de Jesús; Emiliano Chamorro, el entregador desvergonzado de la soberanía de Nicaragua, por el ominoso tratado que lleva su nombre, y el de W. J. Bryan, y el pregorila José María Orellana, salteador de la presidencia de Guatemala y des-tructor, por cuenta yanqui, de la precaria unión centroame-ricana, de 1921. Si Bolívar hubiera visto todo eso, hubiera cambiado, seguramente, de opinión: no había arado en el mar, según su amarga pero hermosa frase, sino en algo fétido y viscoso. En el círculo infernal, a donde el Dante enviaba a los aduladores.

Porque, en último análisis, el seudocongreso de Pa-namá de 1926 fue de aduladores al imperialismo. Leer los discursos descompone el cuerpo. Lo prueba un hecho

Page 81: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

81

significativo, digno de ser consignado para hacer justicia a un hondureño que se expuso a la excomunión paname-ricana, por haber cometido un tremendo sacrilegio. El Diario de Panamá dijo el 2 de junio: «La proposición del delegado por Honduras, licenciado Trejo Castillo, pidien-do la libertad de Puerto Rico, debe haber producido una honda emoción en todo el Continente». Pero no produjo ninguna, en el seno del Congreso. La moción, que también pedía la solución del conflicto peruano-chileno de Tacna y Arica y lo inconcebible, la revisión del tratado canalero de 1903, fue asfixiada en las comisiones, conforme al usual chicaneo panamericano. Nunca apareció en las plenarias, las actas no la registraron. ¿Cómo tentar a los Estados Unidos con las manos sucias del temerario licenciado hondureño, chontal, a lo mejor? En vía de satisfacción al ofendido y bajo presión del mismo, a no dudar el gobierno de Honduras amonestó y destituyó al irreverente. Otro fue el terreno donde la moción de Trejo Castillo germinó. Ya lo veremos.

Al contrario de hablar de Puerto Rico y demás esca-brosidades no pertinentes, lo indicado era ofrecer presi-dencia y vicepresidencia de honor a Calvin Cooligde y a su secretario de Estado Frank Billings Kellog, los dos mayores responsables del criminal asalto a mano armada en Nicaragua, los intervencionistas e imperialistas rabio-sos que presionaban al gobierno de Calles, en México, en defensa de intereses petroleros, y mantenían la ocupación militar y aduanera –que era ocupación con robo–, en Haití y República Dominicana. Con tan altos títulos, ¿cómo no iban a ser honrados por el «congreso de Bolívar»?

En toda esa repugnante maniobra de hurto de la gloria del Libertador, de emporcamiento a granel, otra voz se levantó, también, para salvar algo de la dignidad latinoa-mericana. No sé nada más del que tal cosa hizo. Solo que dijo palabras justas en aquel momento de em briaguez

Page 82: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

82

fecal. Fue un boliviano, el doctor Gus tavo Ríos Bridoux, delegado de la Universidad de La Paz. Un día de tantos, los bolivarianos del panamericanismo pusieron la primera pie dra de una Universidad Bolivariana, de la cual ignoro si se ha puesto otra. En esa ocasión, habló Ríos Bridoux y dijo: «Las razas única mente utilitarias no conocen el noble desin terés que para nosotros es la cualidad eminen te de nuestro corazón latino. ¿Conocéis nada más noblemente desinteresado que un cora zón latino? Nuestros ideales de abnegación y sacrificio cierran las puertas al espíritu bas-tardo de la oferta y la demanda». Nadie podía equivocarse sobre la identidad de los aludidos. El discurso recuerda un poco al Ariel y al Calibán de la interpretación de Rodó, que no es, por cierto, la más justa.3

Ríos Bridoux fue claro y categórico al oponer se a una asociación con los Estados Unidos. En medio de semejante aquelarre de sumisos al imperialismo, expresó verdades que venían de Bolívar y Martí. Dijo el 24 de junio, en la plenaria:

Y en lo relativo a la misma Liga, la cues tión es esta: ¿Qué impresión nos haría una liga de peces grandes y peces peque ños? Unión requiere una Liga e igualdad dentro del concepto estricto jurídico. Esa igualdad no existiría sino más bien depen dencia de los países débiles respecto a los países fuertes. Cuando exista la jus ticia vendrá la unión y la solidaridad, mientras tanto no puede haber obra so cial [...]. No existiendo el paralelismo de fuerzas y medios de acción, las naciones más débiles quedarán subordinadas a las más fuertes [...]. Nuestra educación, nuestra cultura, nuestros criterios y de más valores pre-

3 El porqué digo esto de Rodó queda brillantemente aclarado en el en-sayo Calibán, de Roberto Fernández Retamar (Casa de las Américas, no. 68).

Page 83: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

83

sentan modalidades diferentes de los de la República del norte, haciendo imposible una conjunción.

Seguramente, ni Puig, ni Trejo Castillo, ni Ríos Bri-doux figuran en la galería de hombres ilustres de la Unión Panamericana. No lo sé, pero me parece e, incluso, lo deseo, que nin guno de los tres ingresó nunca a la burocracia de la Unión Panamericana, ni de su heredera, la inefable OEA.

Entre tanto, el programa de festejos seguía su curso. El 22 de junio tuvo lugar lo único concreto del Congreso, lo único llamado a per durar, después de acallada la torrencial verborrea de los portavoces del sistema, empeñados en poner sordina a las dos excepcionales notas discordantes del ínclito coro, convocado por su Excelencia el presidente Rodolfo Chiari, pe ro montado y dirigido por un metteur en escène de mucho más alto coturno. Ya lo conoce todo el mundo, sin necesidad de nombrarlo una vez más. Aquello que quedó y que todavía está, en recuerdo del Congreso de 1929, fue la estatua en bronce del Libertador, develada el 22 de junio ut supra en la plaza Bolívar y en cargada a don Mariano Benlliure, el famoso escultor español de toros y toreros. Dos días antes habían corrido Carabobo, Bandolero, Maracay y Rataplán.

el «eterno femenino» contra el chicaneo Panamericano

Hace diez años (11 de diciembre de 1964), pu bliqué, en la revista Bohemia, una nota sobre «el llamado congreso de Bolívar de 1926». Una semana después, si no recuerdo mal, la misma revista publicaba otra nota con el mismo títu lo y el agregado: «y las mujeres antimperialistas» en su sección «Esta es la Historia». La firmaba María Luz de Nora, es decir, nada menos que la notable ensayista y crítica cu bana Loló de la Torriente. Vino a ser como un potente reflector

Page 84: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

84

que alumbrara ángulos hasta entonces mantenidos en la más absoluta oscuridad del desconocimiento público, sobre lo ocurrido en torno a aquel Congreso. Se tra taba de la ofensiva de las mujeres antimperialistas contra la bambolla bolivariana y el moji gato chicaneo panamericano, que pretendía apagar, con retóricas adulatorias y vacuas, las pocas voces limpias y los toques punzantes a cuestiones medulares y neurálgicas, que la gaz moñería convencional aconsejaba no tocar. Pero con las mujeres no iban esos rejuegos. Aristófanes se hubiera estremecido de orgullo ante esas descendientes en línea recta de Lisístrata y sus compañeras. Y no porque los pro cedimientos coactivos de las unas plagiaran a las otras. Sencillamente, porque tanto en Ate nas, como en Panamá, quedó manifiesto «el eterno femenino», en su más elevada expre sión: la del coraje, la rebeldía y el sentimien to de la justicia y la verdad.

Sucede que el panamericanismo no deja recur so sin echar mano de él y, por lo tanto, no podía olvidar a uno tan decisivo, de tanto peso y atractivo como el femenino, según lo de muestra la existencia de la ya provecta Comi-sión Interamericana de Mujeres, matrona dócil que camina también hacia el reposo eterno, junto a su madre nutricia, la OEA, de tan triste memoria. No existían ninguna de las dos en 1929, pero el panamericanismo ya mo vía los hilos de su gineceo. Enhiestas e ilustres feministas a la medida, concurrían a un Con greso Interamericano de Mujeres, pa-ralelo al bolivariano, para decorar y fortalecer aquel suceso. Entre ellas, un centenar de delegadas evangelistamente yanquis, con seguridad muy diferentes, en el fruncido ceño tipo Salvation Army, a la sonrisa de la «novia de América» de aquel tiempo, la graciosa rubia Mary Pickford. Presidía el cónclave, a vista de pájaro muy si milar, posiblemente, a los de cardenales –lar gas túnicas de colores y espejuelos con aro de oro–, la doctora doña Ester Neyra de Calvo y algo más. El orden del día estaba bien pen sado para que el congreso de las damas se man tuviera dentro de la tónica

Page 85: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

85

orquestada para el de los caballeros de la bambolla: solo tocaba cuestiones «humanitarias y culturales» de tí midos lineamientos, dice la fuente a que me he referido antes.

Pero el mesurado cónclave empezó a convertir se en cotarro alborotado cuando la delegación cubana propu-so cosas tan alarmantes y desu sadas, en esas circunstancias, como la coedu cación y la equiparación de los derechos civiles y políticos de la mujer con el hombre. En nin gún momento, las consternadas damas se pa recieron tanto a cardenales sorprendidos por una proposición herética. Un rayo en seco, que hubiera caído en medio de las conmocio-nadas congresistas interamericanas, no hubiera pro ducido el efecto que produjo la más extremis ta de las ponencias, propuestas por la doctora cubana Ofelia Domínguez Na-varro, invitada no oficial, sobre igualdad de derechos de hijos le gítimos e ilegítimos. El rechazo fue rotundo. «Hasta las norteamericanas se reservaron –di ce la misma fuente– y, a la hora de votar, se abstuvieron, explicando, aunque de modo ofi cioso, que ellas estaban convencidas de la falta de preparación de la mujer latinoamericana para el ejercicio de los derechos». Democra cia interamericana de todos los tiempos.

Pero el verdadero desafío fue el encabezado por la licenciada panameña Clara González. Esta rescató del si-lencio con el que se quería neutralizar por los «bolivarianos» la ponencia del hondureño Trejo Castillo y la replanteó ante el congreso femenino. La invitada cubana Domínguez respaldó a la panameña y la bata lla se desencadenó. Doña Ester presidenta no sabía cómo sofocar la rebelión. El corre-corre del sistema entró en acción para convencer a las dos insurrectas de que no insistieran más en aquello. Es lo que se hace siempre en el cabildeo interamericano: para eso son las salas de «los pasos perdidos». Esta vez no tuvo efecto. Otras mujeres se sumaron a las inicia doras y «desde las barras populares, en las que se reunían mujeres

Page 86: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

86

de distintas clases so ciales, se aplaudía frenéticamente pidiéndose, a gritos, que el asunto fuera tratado». Serían, sobre todo, patriotas panameñas, pues, en la versión feme-nina, la revisión del ominoso tra tado de cesión perpetua de 1903, formaba po nencia aparte. Aquellas mujeres eran, así, avan zadas de las grandes luchas del pueblo pana meño por la reivindicación de la Zona usur pada del Canal que parte en dos, tanto el te rritorio, como el alma de ese pueblo. Mu-chas de aquellas mujeres sobrevivirán todavía y recordarán, con orgullo, su precursoría, hoy que la dignidad recupera-da ha reconstituido la integridad moral de Panamá, paso previo, ya dado, para reconstruir su integridad geo gráfica.

Pero hubo también una batalla cubana, trasla dada a tierras ístmicas. Allá se enfrentaron las dos cubanas que se oponían aquí: la del machadato y la «República mediati-zada», y la del futuro que emergía, rescatando la tradición martiana, en la década de Mella y Martínez Villena. La primera habló por doña Enma Ló pez Seña de Garrido, prominente dama, presi denta del Club Femenino de Cuba, flor y nata, tal vez, de la alta sociedad de su tiempo. Los cubanos de entonces lo sabrán. La otra Cuba lo hizo por la doctora Domínguez. Me parece que esto debe ser re-latado por pluma cubana y femenina, de triple autoridad: ética, política y literaria. Es la de Loló de la Torriente. Trans cribo, pues:

La delegada oficial de Cuba se opuso ter minantemente a que en la Conferencia de Mujeres se tratara la cuestión, atacando duramente a la Dra. Domínguez que «pa-recía ignorar la deuda de gratitud» que teníamos con la poderosa Nación que ayu dó «desinteresadamente» a la indepen dencia de Cuba y que ya establecida la República «coopera con largueza al soste nimiento y prosperidad de la misma». Al terminar la señora

Page 87: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

87

López Seña, una nutri da salva de aplausos coronó su rimbom bante discurso y las delegadas norteame ricanas y de las instituciones del Canal se pusieron en pie para tributar el home naje de su reconocimiento, mientras la Presidente de la Conferencia la abrazaba efusivamente sabiendo que tenía una alia da para la hora de decidir.Pero Ofelia no se achicó ante el inflama do discurso ni las ovaciones que le siguie ron. Hizo uso del derecho de réplica de mandando, de nuevo, el apoyo de la Asam-blea a la moción de la licenciada Gonzá lez, rechazó enérgicamente las expresio nes de Enma sobre la su-puesta deuda de gratitud del pueblo cubano con la nación norteamericana y explicó cómo la amarga experiencia de Cuba la hacía preocuparse por la suerte de Panamá. Recuerda el Tra tado de París, firmado entre la reina regente de España y el gobierno de Washington que en gesto insolente impi de la participación de los patriotas cuba nos y del pueblo en armas en la procla mación de la independencia; recuerda, asimismo, las ocupaciones militares de la Isla, la imposición en la Constitución cu bana del apéndice conocido por Enmien da Platt, que era el encubrimiento del pi llaje y el despojo para colocar en manos de las compañías la economía de nues tro país, y señaló la apropiación de la Base Naval de Guantánamo y el statu quo en que había quedado Isla de Pinos, todo lo cual interfería la soberanía del pueblo cubano.

Por supuesto, la mayoría sumisa, como suce dería tantas veces, antes y después de aquella batalla de las mujeres antimperialistas, recha zó la moción, a pesar de los aplas-tantes argu mentos de la panameña González y la cubana Domínguez. Lo del Canal, dijeron, es asunto interno de Panamá, mientras que el Congreso fue convocado «para

Page 88: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

88

cuestiones de interés de todos los pueblos del Continente». Nada más antibolivariano que esa tesis. Porque el «pacto implícito», que es la más alta concepción de la solidaridad hispanoamericana (en Bolívar, hoy latinoamericana), se funda en el principio de que los problemas de una de nuestras pa trias lo son de todas. Recordemos la fórmula bolivariana, maciza como un bloque de gra nito: «Nada puede pretender una contra otra, que no sea igualmente perjudicial a ambas, y por sentido contrario, cuanto exija a favor de esta, debe entenderse respecto de aquella». Exigir el cese de la ignominia del tratado de perpetuidad, impuesta al pueblo panameño, no era solo del interés de este, sino de todos los nuestros. Y así lo sigue siendo, como lo de muestra la solidaridad hacia Panamá, en este momento brillante de su gran tarea nacional, por parte de los gobiernos más consecuentes con nuestro destino latinoamericano y con la verdadera doctrina bolivariana.

Las mujeres que se habían distinguido en la Conferencia como antimperialistas –comenta festivamente Loló– fueron excluidas de toda invitación. Para ellas no hubo entrada en el Palacio Presiden cial de Panamá en aquella fiesta «de la aristocracia, de la cortesanía, de la gra cia y la elegancia que recordaba una fies ta del París galante o de la corte de Viena». Tampoco concurrieron al Gran Clási co Bolívar y, por lo tanto, ignoran cómo corrían Carabobo, Bandolero y Maracay o qué agilidad poseía Rataplán. No les importó porque sabían, muy bien, los puntos que calzaban sus propietarios que cabalgaban sobre los hombros de sus pueblos. A la señora Enma López Seña las delegadas norteamericanas le ofrecie-ron un homenaje de «reconocida grati tud». Tampoco les importó. Desde enton ces –1926–, las mujeres de toda la América empezaron a conocer el imperia lismo y sus manejos.

Page 89: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

89

Es verdad, y después lo combatieron con las armas, al lado de los mejores hombres de nuestra América. Desde las heroínas del Moncada, hasta las que han caído, en los últimos años, combatiendo en la guerrilla, como Ta nia; víctimas de los asesinos fascistas, como las de Trelew o las de Chile o mis compatrio tas guatemaltecas, o, en fin, destrozadas con bestial sevicia en las cámaras de tortura. Sirva este comen-tario como homenaje a todas ellas. Sus grandes precursoras son las que lucharon por la misma causa que engrandeció y condujo a la victoria final el genio de Bolí var: Micaela Bastidas, Juana Azurduy, Policarpa Salavarrieta.

II

intimidades de una Pequeña historia

Como debía ser, según el orden natural de las cosas, la OEA se dio prisa en obedecer al De partamento de Es-tado, en 1956, entonces a cargo del furibundo imperialista Foster Dulles. Porque la OEA existía –ya puede hablarse en pasado, su defunción es un hecho a corto plazo– para eso y no para otra cosa. En este caso, se trataba de mo-vilizar a los presidentes latinoamericanos –guardando las formas, es entendido: suaviter in modo, fotiter in re– para que se reunieran en Panamá, con motivo de cumplirse el 130 aniversario del Congreso reunido allí mismo, en 1826. Homenaje conti nental a la figura prócer de Bolívar según la apariencia o el disfraz del hecho. En la reali dad era otra cosa, en la cual la memoria del Libertador era totalmente ajena y nuevamente injuriada. Era un tinglado armado por el im perialismo, para cerrar filas «anticomunistas», una vez más, y asustar así al campo socialista en ascenso. En otras palabras: usar el nombre de Bolívar como arma de la Guerra Fría. Es obvio que la OEA –su Consejo, residente en Washington– trasmitió la orden sin pérdida de tiempo

Page 90: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

90

al gobierno de la República hendida. El pobre papel de ujier, en esta ocasión, debía tocar al presidente de aquella República, Ri cardo Arias Espinoza, todavía en ejercicio, para su mal o quizá solo para el de su impecable traje blanco, de dril cien, por todo lo que le caería encima con aquel cometido. El sucesor, Ernesto de la Guardia, ya estaba electo, pero no tomaría posesión sino hasta después de la bambolla. Arias Espinoza debería cumplimentar las órdenes olímpicas, actuar como si fuera el verdadero anfitrión y evitar, por cualquier medio, toda expresión de agravios por parte del pueblo panameño. Principió, en consecuencia, a disparar comunicados, amenazas, decretos y telegramas circulares por todos lados. Muchas veces, la pequeña historia de ciertas intimidades se oculta tras grandes hechos o grandes personajes y suele influir en el curso de los acontecimientos. Por lo general, esa pequeña historia se escribe en las alcobas subrepticias. De allí que los franceses hayan acuñado una frase: cherchez la femme, buscad a la mujer. El espectáculo de Panamá de 1956, que se parece mucho al festín de Baltasar, por lo que después diré, también tiene su pequeña historia o es, por sí mismo, solo una pequeña historia regocijante. Narrémosla procurando mantener la tónica que corresponde a tan funambulesco suceso. Es esta:

El 3 de mayo de 1956, la cancillería panameña envió a sus misiones diplomáticas, en las otras diecinueve capitales latinas de los Estados miembros de la OEA –que existía desde ocho años antes– un telegrama invitación, cuyo texto era transparente como el cristal de un acuario. Atrás de él se veía al tiburón, nadando en las aguas panamericanas. Es imprescindible su lectura, para comprender bien nuestra pequeña historia:

En nombre Presidente de la República, instrúyole extender con carácter urgente y personalmente hoy

Page 91: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

91

mismo cordial invitación a Presidente de ese país hermano para asistir reunión de jefes de Estado de las veintiuna repúblicas de América efectuarse en Panamá durante 25 y 26 de junio próximo motivo conmemo-rarse aniversario Congreso Anfictiónico Bolivariano 1826. [Ojo, lector, mucho ojo, a lo que sigue]. Tengo motivo para abrigar seguridad que Presidente de los Estados Unidos de América asistiría esta magna re-unión punto Informe resultado gestiones por cable mayor brevedad po sible. Este telegrama confirma texto nota fue enviada conducto PAA [Pan American Airways, aunque parezca fantástico] NN, Ministro de Relaciones Exteriores.

El ministro y, desde luego, el presidente pa nameño se estaban pasando de vivos, aparen temente. ¿Cómo sabían que Eisenhower –el tiburón en el acuario telegráfico– descendería sobre Panamá en su carro de oro fébico, para actuar como Sol de la bambolla, es decir, como Astro Rey del sistema interamericano, el cual giraría a su alrededor, cada uno en su órbita, por lo menos durante dos días? ¿Magia pana mericana, bola de cristal, hechicería de Arias Espinoza, cartomancia de su ministro de Re laciones Exteriores, telepatía continental? No, nada de eso. Es que el embajador de Panamá, en Washington, ya estaba actuando allá y –siempre guardando las formas– lo había informado a su cancillería antes de que esta lanzara la invitación a los otros latinoamerica nos «con carácter urgente y personal-mente». Este es el texto de otro telegrama que forma parte de la pequeña historia:

Con referencia a su cablegrama en clave Mayo primero complacido informo a Vuestra Excelencia inmediata-mente en trevisté a secretario auxiliar América Latina,

Page 92: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

92

quien me manifestó Presidente de los Estados Unidos de América acepta gustoso invitación extiende gobier-no pa nameño y que desearía conocer número jefes de Estado concurran mayor breve dad posible.

Hay dos clases de criptografía en el sistema. Una es la de los telegramas cifrados, en clave. La otra es la del lenguaje convencional que se emplea. Conozco ambas, porque alguna vez fui diplomático y actué dentro del sistema, a fortiori. Mi país, la Guatemala de Arbenz, aunque díscolo, era miembro de la OEA. ¡Qué remedio! Por eso puedo inferir que la verda dera redacción, a base de valores entendidos, del telegrama anterior, debió haber sido esta:

Fui llamado por el secretario auxiliar de América Latina, quien me indicó que se tiene el proyecto de hacer una reunión de todos los presidentes america-nos, en Panamá, aprovechando un aniversario más del Congreso de Panamá, de 1826. Asistirá el general Eisenhower, pero quie re tener la seguridad de que no faltará ni uno, para que el prestigio de su exce lencia no sufra desaire. El gobierno de Panamá, como país sede, debe actuar en calidad de anfitrión y lanzar las invita ciones cuanto antes.

Este se deduce fácilmente, por un pequeño detalle de coordinación que no estuvo bien ajustado. No se sabe si fue la OEA o fue el gobierno de Panamá, quien se preci-pitó, por exceso de obsecuencia, pues exactamente cuando la cancillería panameña ponía las no tas de invitación en manos de la Pan American Airways y hacía cifrar, en su respectivo departamento de claves, el mensaje del día 3 de mayo, es decir, un día antes, el Consejo de la OEA se reunía, en Washington, y acordaba rea lizar la reunión bolivariana

Page 93: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

93

en Panamá. Asom brosa sincronía que no puede atribuirse metafísicamente a recíproca telepatía entre el Consejo de la OEA y el presidente Arias Es pinoza y su cancillería. Esto no tiene más que una explicación: la iniciativa no era de nin guno de los dos. Ambos obedecían, por igual, instrucciones del Departamento de Estado.

A partir de allí, empezaron las tribulaciones para Arias Espinoza. Hubo forcejeos, no todos querían ir. Temían que los pueblos alteraran el orden en su ausencia. Porque, cabe la casualidad, ninguno de los invitados era, precisamente, lo que se dice «popular». Al contrario, la mayoría de ellos tenía por asiento las bayonetas, contra el sabio y conocido consejo. Otros no estaban en este caso, pero por razones particulares, tenían serias dudas, más a lo Hamlet que a lo Descartes. Esta era la situación del anodino Siles Suazo, de Bolivia, recién electo. Su respuesta fue deliciosa: «Hernán Siles está meditando invitación. Tan pronto tenga respuesta definitiva la transmitiré esa Can- cillería». ¿No es verdad que sugiere la imagen del príncipe de Dinamarca, con la calavera en la mano, interrogando a su conciencia: «ir o no ir. Esta es la cuestión»? Y fue. Fue a Panamá y con ello acabó de hundir en la claudicación a la revolución boliviana, iniciada solo cuatro años antes, por los mineros de Oruro y el valiente pueblo de La Paz.

El ajetreo diplomático fue inusitado. Rojas Pinilla no quería moverse de Bogotá. ¿Le pa recería feo, tal vez, como colombiano, ir al besamanos, precisamente en Pa-namá, jirón de Colombia arrancado a garrotazos por un antecesor de Eisenhower? ¿Temería la justa indignación del pueblo colombiano, que ya daba síntomas de querer derrocarlo, como lo hizo un año después? Lo segundo es más pro bable. ¿Qué hacer? Washington no quería que le descompusieran el cuadro con deserciones. La unanimidad era su arma de propaganda en la Guerra Fría, para tratar

Page 94: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

94

de atemorizar a la Unión Soviética o, al menos, para pre-sentar un Continente herméticamente cerrado a las ideas marxistas. Eso no había sido posible en Río de Janeiro, en 1947, cuando la firma del Tratado de Asistencia Recí-proca, a causa de la existencia de gobiernos indisciplinados, como los de Guatemala y Argentina. Tampoco lo había sido, cinco años antes, en Washington, cuando la Cuarta Reunión de Consulta, por que también se le habían atra-vesado los mis mos insumisos. Pero ahora, no. En 1956, la uniformidad era total, del río Bravo al Cabo de Hornos. Era el momento ansiado de la unidad vertical, monolítica, del sistema, como lo había soñado Monroe, que solo a Ike le era dado contemplar. Por ello había que conmi nar a Rojas Pinilla, para que no faltara. La cancillería panameña dio a su representación en Bogotá una orden telegráfica colosal: «es urgente conocer cuál es la situación oficial acerca invitación formulada a Presidente Co lombia venir a Panamá stop. Es necesario utilizar todas conexiones obtener aceptación definitiva».

Pero Siles Suazo y Rojas Pinilla no eran los únicos que hacían sudar al gobierno paname ño gotas tan gordas como nunca sudaron con el calor del Istmo. Sucedió que el caro Pérez Jiménez –el más importante invitado des-pués de Ike, por ser tan compatriota de Bo lívar como Juan Vicente Gómez, cuando la pri mera bambolla– se puso suspicaz. Antes de responder afirmativamente, quería saber cua tro cosas: ¿Cuál sería el acto central más importante? ¿Cuál el programa de actos? ¿Se ría una reunión informal, protocolaria o predominantemente política? ¿Cuál sería el orden de precedencia? No fuera a suceder que apare ciera una agenda con los desagradables y es cabrosos temas de los derechos humanos y de la democracia representativa, que tanto esco zor producían en sus adiposidades y con los que tanto gustaba hacer demagogia el aflau tado Rómulo Betancourt, acogido a la benevolencia de Washington.

Page 95: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

95

Porque... ¡ojos! Iba a estar Figueres que, aunque petiso, operaba como altavoz de Betancourt. Y si lo dejaban, no habría después quien lo callara.

Por último, los hondureños. No había gobier no estable a quien se pudiera invitar satisfac toriamente. Julio Loza-no Díaz, que se había declarado dictador «legal» y había asumido todos los poderes, era un presidente suma mente precario. En efecto, en octubre sería derrocado, para dar paso a una Junta Militar. Si asistía a Panamá, era seguro que no había acabado de despegar el avión en el aeropuerto de Toncontín, Tegucigalpa, y ya él estaría destituido, de modo que al aterrizar, una o dos horas después, en Tocumen, ya no sería presidente. Entonces, ¿para qué? No era así como se les podía meter miedo a los rojos de la «cortina de hierro». El espectáculo, pues, prescindiría de Lozano. Y, qué remedio, tam bién de Rojas Pinilla, a quien no hubo modo de convencer.

el arcoíris Postal del sistema

Por solo dos ausencias, no dejaría Eisenhower de dar el acto. Dieciocho era buen número, sobre todo si se toma en cuenta que algunos de ellos tenían puño de hierro. No estaba en este número el dominicano Héctor Bienveni-do Trujillo. Pero eso era una suerte, porque re presentaba a su hermano Leónidas (que sí tenía aquel puño y bien largo, por cierto), en su calidad de presidente puesto por aquel y mantenido allí por su omnímoda voluntad. De ese modo, el Generalísimo se quedaba en casa y su presencia no daba argumentos a los «co munistas», suficientemente ya bien equipados con la de ciertos especímenes muy caracteri-zados. La bambolla podía comenzar, por fin, el 25 de junio. Sin embargo, la fatalidad no quiso que así fuera. Ike, el único sin el cual nada podía hacerse, se había enfermado y

Page 96: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

96

la reunión se había pospuesto para julio. Hubo que volver a lanzar telegramas circulares «consultando» pro-forma, a los colegas, si ac cedían al aplazamiento. ¿Y cómo no iban a acceder? Si hubiera sido alguno de ellos, no. Pero tratán-dose de Eisenhower, no había otra solución. Y así se hizo. Ya tenían las valijas hechas, pero no importaba: las dejarían así para cuando el general diera la voz de arran cada. Lo cual se produjo en julio. ¡Al fin! ¡Allá vamos! A Panamá se ha dicho, a abra zarnos todos en nombre del Libertador.

Lo que siguió fue verdaderamente jocoso. Arias Espinoza emitió el decreto número 182, por el cual orde-naba la emisión y circulación de novecientos quince mil sellos postales aé reos, con el retrato de los presidentes, a razón de cuarenta mil por cabeza, cada una de estas con su respectivo color. El decreto detallaba los colores de cada uno. Por ejemplo: Aramburu, celeste; Paz Estenssoro (todavía en ejer cicio, aunque era Siles el electo), violeta; Rojas Pinilla, aunque ausente, amarillo; Figueres, mora-do; Batista, gris; Ibáñez, aceituna; Eisenhower, púrpura; Pérez Jiménez, rosado oscuro; Castillo Armas, anaranjado; Magloire, castaño; Somoza, azul turquesa; Arias Espi noza, azul colonial (como anillo al dedo); Stroessner, anaranjado amarilloso; Odría (otro en ejercicio, pero con sucesor electo), azul celeste, y Trujillo, magenta. ¡Qué arcoíris! ¿No es desopilante? (Sí, ya sé que es un galicismo. Pero qué bien viene aquí). ¡Viva la América de Bolívar!, gritarían jubilosos los filatelistas.

El Consejo de la OEA, en pleno, con el incon dicional José A. Mora a la cabeza, se trasladó a Panamá para realizar una sesión solemne conmemorativa en el Salón Bolívar. En el mismo donde se reunieron los plenipotencia rios de 1826. El viernes 20 de julio llegaron los presidentes: las fanfarrias y las salvas de artillería atronaron el espacio y menudearon

Page 97: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

97

las curvaturas de espinazo y de Espinoza. Desde luego, a cada uno que llegaba se le decía un discurso y él respondía: 19 por 2, con Eisenhower. De pronto, hizo su aparición la comitiva número 20. ¿Quiénes eran? ¿De qué Estado no miembro de la OEA? ¿A quién representaban? Ah, claro. No podían dejar de estar presentes en el homenaje a Bolí-var: eran las autoridades yanquis de la Zona del Canal, con jerarquía de gobierno y como tales eran recibidos.

Allí estaban, pues, en Panamá, los herederos de Bolívar, los ilustres místicos de la demo cracia, los que honraban y enaltecían la me moria del Libertador con su sola presencia, cada uno con su respectivo color. La igualdad era perfecta. No había grandes, ni pequeños. Todos eran iguales por decreto soberano del panamericanismo, digitado desde Washington. Todos reducidos a la más mínima expresión, como las cabezas de los jíbaros, al proster narse ante el su-perpresidente Eisenhower, ca beza imperial, Sol del sistema. Los presidentes o subpresidentes, mejor dicho, actuaban bien en su papel de falderos del gran colega yanqui. No es retórica esta alusión canina. Es literal. Porque, ¿a qué habían ido a Panamá todos ellos? A que se les pusiera un collar, el mismo a todos. No en sentido figurado, sino real. ¿El gran collar de la orden de quién? De Ma nuel Amador Guerrero, el entregador princi pal de la Zona del Canal y el que pidió la intervención de 300 infantes de marina, en 1906. Otro bolivariano, como los reunidos en 1926 y 1956. Con su collar colgante sobre el pecho cada uno, nada los diferenciaba: la jauría era homogénea. Así unos procedieron de países grandes como Brasil, Argentina y México o de chicos, como El Salvador, Haití o Costa Rica. Para eso se hizo el panamerica nismo. Eso se llama igualdad de los Estados, como lo prescribe la Carta de la OEA. Des pués de la imposición del collar, se procedió a

Page 98: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

98

la firma de la Declaración de Panamá. Una más del sistema. Con las mismas cosas, más o menos, que las otras:

Los presidentes de las repúblicas ameri canas, al con-memorar en la noble ciudad de Panamá la Asamblea de Plenipotencia rios de los Estados Americanos, reunida en 1826 por convocatoria del Libertador Simón Bolívar, que constituye la primera manifestación colectiva del panamerica nismo, y reconociendo la validez perenne de los ideales que animaron a los pre cursores de la solidaridad americana, sus cribimos la siguiente declara-ción: 1) El destino de América es el de desarrollar una civilización que haga reales y efecti vos el concepto de la libertad humana, el principio de que el Estado existe para servir y no para dominar al hombre, el anhelo de que la humanidad alcance ni veles superiores en su evo-lución espiri tual y material y el postulado de que todas las naciones puedan vivir con paz y dignidad. 2) La plena realización del destino de América es inseparable del de senvolvimiento económico y social de sus pueblos, y, por lo tanto, hace necesaria la intensificación de los esfuerzos nacio nales y de cooperación interamericana para procurar la solución de los proble mas económi-cos y elevar las condiciones de vida en el continente. 3) El éxito de la Organización de los Estados Ameri-canos, garantía de paz entre los Estados miem bros y de seguridad para el continente, demuestra también lo que puede obtener en los distintos aspectos de la vida inter nacional, una leal cooperación entre las naciones soberanas, y nos inspira la de cisión de robustecer los organismos in teramericanos y sus actividades. 4) En un mundo en que la dignidad de la per sona, sus de-rechos fundamentales y los valores espirituales de la humanidad es tán gravemente amenazados por fuerzas

Page 99: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

99

totalitarias, ajenas a la tradición de nues tros pueblos y sus instituciones, América mantiene el designio supremo de su his toria, de ser baluarte de la libertad del hombre y de la independencia de las na ciones. 5) América unida, fuerte y genero sa no solo ha de promover el bienestar del continente, sino que habrá de contribuir a lograr para el mundo los beneficios de una paz fundada en la justicia y en la libertad, que permita a todos los pueblos, sin distinción de raza o credo, trabajar con honor y fe en el porvenir. Suscripta en la ciudad de Panamá, el 22 de julio de 1956.

Al leer ese documento y saber quiénes lo fir maban, uno queda perplejo ante la infinita capacidad de desver-güenza de que dieron muestras, en Panamá, los allí congregados. Por eso lo he transcrito textual. ¿Quiénes procla maban a Bolívar, mentirosamente, autor de «la pri-mera manifestación colectiva de pana mericanismo» y quiénes acusaban a la Unión Soviética, sin mencionarla sino con el califica tivo de «fuerzas totalitarias», de amenaza a «la dignidad de la persona, sus derechos fun damentales y los valores espirituales de la humanidad»? Sería nece-sario no haber vivido durante las tres últimas décadas, para leer ese papel sin sublevarse. No tiene una sola sílaba que no sea falsa y contraria a los hechos reiterados de estas décadas. La historia ha juz gado ya, definitivamente, a los firmantes, cuya sola enumeración hace innecesa-rios los calificativos de la indignación. He aquí los más típicos del sistema: el purpurado Eisenhower, jefe supremo de los big-big business; el gris Batista (20 000 cubanos asesinados), el anaranjado Castillo Armas (la antipatria a sueldo de la United Fruit Company), el azul-tur-quesa Somoza (tinto en la sangre de Sandino y miles de nicaragüenses), el rosado oscuro Pérez Jiménez

Page 100: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

100

(atracador, asesino y ladrón difícilmente igualado), el celeste Aramburu (primer gorila de nuestro tiempo, cro-nológicamente, reo de fusilamientos sin juicio), el anaran-jado amarilloso Stroessner (genocida, miles de cadáveres castrados arrojados al Paraná), el magenta Trujillo (sombra del Benefactor más asesino que vieron los siglos), el acei-tuna Ibáñez (defraudador de su pueblo y masacrador de Santiago) y, en fin, para no seguir, el oligarca sin color, simple electo todavía, Prado Lugarteche (masacrador de indios y ultrarreaccionario de casta).

Por lo demás, la bambolla tuvo el curso ya conocido en otras conferencias y reuniones entre yanquis y diplomáticos latinos del sistema. Las escenas o secuencias del caso son muy conocidas: intentos de obtener más dólares a cambio de obsecuencia «anticomunista» y respuestas evasivas del due-ño poderoso de esos dólares. En Panamá, en 1956, el mismo Eisenhower, enunciador de la política del «buen socio», for-muló por sí mismo la clásica elusión: «cada uno de nosotros debería nombrar un representante especial con el objeto de preparar juntos, para nuestra consideración, recomenda-ciones concretas destinadas a hacer de nuestra Organización de Estados Americanos un instrumento de eficiencia más completa en los aspectos de la colaboración que atañen al bienestar de nuestros pueblos».

Dos años después de la Declaración de Panamá, surgió la Operación Panamericana, como efecto de las demostra-ciones de repudio a Nixon, por parte de las masas de Cara-cas y Lima. Y tres más tarde, la Alianza para el Progreso, como maniobra diversionista para apartar a los pueblos del camino de la revolución, abierto por Cuba. Todo fue igual: la misma fraseología y los mismos resultados com-pletamente nulos. Ahora ya todos los pueblos y cada vez más gobiernos comprenden que por allí no hay nada que

Page 101: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

101

esperar. Que el mejor homenaje a Bolívar es seguir la ruta señalada por él: «Debemos triunfar por el ca mino de la revolución, y no por otro».

el imPerio se equivocaba rotundamente

Conmemorar un hecho con ocasión de su cen tenario, como se hizo en Caracas en 1883, con el del nacimiento de Bolívar o, en 1926, con el Congreso de Panamá o un sesquicentenario, como ahora con los de Junín, de la convoca toria al Congreso del Istmo y de Ayacucho, tiene sentido. Lo mismo una década, dos o cinco, por ejemplo. Pero en 1956, en Panamá, no se trataba de ninguna de esas unidades cronológicas de estilo. Era, simplemente, un aniversario más del Congreso de 1826. Y nunca ni este, ni ningún otro acontecimiento, fasto o nefasto, de carácter colectivo, se festeja o se recuerda en cada cumpleaños. Esto se hace con el natalicio de las personas. Porque en el otro caso sería imposible o innecesario. Entonces, ¿por qué Panamá, en 1956?

Es que entonces el imperialismo estaba eufó rico. Ya dije cómo desde los orígenes del «destino manifiesto», de la doctrina de Monroe y del Panamericanismo de James G. Blaine, todo, en definitiva, la misma cosa con dife rente nombre, los yanquis se sentían, por fin, dueños efectivos y totales del Continente. Na die los estorbaba, nadie les disputaba la hegemonía. Ni los ingleses, ni los alemanes, ni otros competidores igualmente molestos, aunque no tanto como aquellos, con quienes ha bían tenido que en-frentarse en todo el siglo xix y primera mitad del xx, para dominar, únicos y omnipotentes, en lo que ellos llama ban «la región» y, también, «su traspatio». No disputarles la hegemonía quería decir que tampoco los mercados, los re-cursos naturales, la fuerza de trabajo, las reservas militares,

Page 102: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

102

las bases estratégicas, el control de las comuni caciones de todo orden y, en fin, lo que es médula del capitalismo: los lucros ilimitados. Su imperio, pues, era absoluto.

Pero, por otra parte, era la primera vez, tam bién, en esa historia, que no tenían algún remiso discrepante o re-belde a los supremos dictados, nadie que se les opusiera, ni en el orden interno de sus respectivos países, ni en el coro armónico de veinte voces obedientes a la señal del corifeo. En el siglo xix, desde luego, no estaban todavía maduros para pre tender esa omnipotencia continental. Estaban en proceso de consolidación territorial y polí-tica de orden interno. Para lograrlo, extermi naron indios, arrebataron la mitad de su te rritorio a México y libraron una mortífera guerra civil. Entonces pasaron a su primer círculo concéntrico continental: el Caribe. Y libraron una lucha sorda de medio siglo, entre violenta y diplomática, con los ingleses, hasta lograr el predominio en la gran cuenca. Puede decirse que esa lucha está comprendida entre la «Doctrina Monroe» (1823) y la «Doctrina Olney» (1895), cuyo espíritu era: nosotros somos ahora sobera-nos en el continente ame ricano y no admitimos intrusos.4 Aunque la de Olney era una verdad parcial, aplicada al Caribe, aquí mismo tuvieron siempre un dolor de cabeza en el siglo xx: un México revolucio nario, que no se les sometía y ayudaba a otros indóciles; unos cacos haitianos y unos gaville ros dominicanos, que hostilizaban a sus fuer zas de ocupación en la antigua isla Española; un Sandino, que vapuleaba de lo lindo a sus marines y no les daba punto de reposo, hasta echarlos de Nicaragua; un pueblo cubano, que rechazaba la Enmienda Platt, le derrocaba a su testa-ferro Machado y le lesionaba los in tereses eléctricos; un Cárdenas que le expro piaba los monopolios petroleros;

4 Esta «doctrina» está contenida en la nota del secretario de Estado del presidente norteamericano Cleveland, Richard Olney, al jefe del Gabinete de Su Majestad, lord Salisbury.

Page 103: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

103

una Guatema la, que daba el peor ejemplo, hasta entonces, al resto de los países; un Getúlio Vargas, que propugnaba un fuerte nacionalismo econó mico y un Perón, que se le ponía enfrente, desde el extremo sur, con un nacionalismo similar y con una línea de política internacio nal propia. Pero todo eso se había acabado ya, en 1956. Los últimos habían sido Arbenz, derrocado en 1954; Vargas, suicida el mismo año, y Perón, también derrocado en 1955. Ahora tenía a los veinte gobiernos del sur dentro del puño. Era, pues, llegado el mo mento de hacerlo saber así al mundo. El imperio era una realidad indiscutida. Sobre todo, frente al campo socialista, que avanzaba rápidamente hacia las más altas conquistas técnicas, después de haber aplastado al fas cismo. El imperio americano podía cantar Gloria. Y a eso fue a Panamá.

Sin embargo, se equivocaba rotundamente. Pues cuando más creía en su omnipotencia y en que empezaba su gran era, su milenio o más de poderío continental, era cuando, en el silencio, en algún lugar perdido de ese conti-nente que él consideraba exclusiva e indisputadamente suyo, un grupo de hombres daba principio a lo que, poco después, sería el germen de su destrucción. Por eso dije que la gran farsa montada en Panamá, como re godeo de omnipotencia, se parecía al festín de Baltasar. No pudo darse cuenta el imperialis mo, en medio de su jolgorio, de que en lo alto del Pico Turquino, de Cuba, empezaba una guerra revolucionaria. No hubo manos miste riosas que escribieran en algún muro las pa labras terribles: mane, tecel, jares, porque ha bía pasado el momento de las palabras. Se estaba ya en el de los hechos y el nuevo men saje latinoa-mericano se escribía con las armas en la mano.

La historia castigaba así, con un duro sarcas mo, al im-perialismo. 1956 fue el año en que empezó su liquidación final, mientras él creía todo lo contrario. Desde luego, el proceso de esa liquidación no podía ser, ni es cosa de un día.

Page 104: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

104

Pero, a los dieciocho años de aquel inicio son ya palpables el derrumbe imperial, el triunfo de la Revolución Cubana y la nueva aurora que viene para toda América Latina.5

6 de septiembre de 1974, 159 aniversario de la Carta de Jamaica

Tomado de Casa de las Américas, no. 87, año XV, noviembre-diciembre, 1974, pp. 73-91.

5 El lector puede creer que todo lo aquí relatado no es cierto, sino fruto de mi imaginación y de mi encono antimperialista. Pero no. Todo, o casi todo, está en dos publicaciones oficiales del Panamá de entonces: Congreso Pan-Americano Conmemora tivo del de Bolívar (Imprenta Nacional, 1926) y El libro de Oro de la Reunión de Panamá (1958), ¡hasta los títulos de estas publicaciones son elocuentes!

Page 105: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

PUEBLOS Y PAÍSES

Page 106: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 107: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

107

PRÓLOGO A GUATEMALA, LAS LÍNEAS DE SU MANO

Estoy seguro, no necesito que me lo digan, lo sé per-fectamente: Luis Cardoza y Aragón, en su rincón de Co-yoacán, en México, de tan vivas reminiscencias antigüeñas, vive sangrando ira por todos los poros, ahora que nuestro pueblo padece los momentos más crueles, más injustos, más bárbaros a que haya sido sometido en su vida –pasión, vía crucis de dolor, fogonazos de furia, gritos de rebeldía sofocados, estrangulados por una mano de afuera y otra de adentro–, probablemente desde que Tenatiuh Avilan-taro, el rubio infernal Pedro de Alvarado, quemó ciudades indias y señores nobles indios, masacró, expolió, esclavizó, herró, violó y despojó a nuestros comunes antepasados. Digo antepasados de Cardoza y Aragón y míos. Porque yo también, desde mi rincón de La Puntilla, en La Habana, estoy sangrando ira por todos los poros.

Es que las venas y las arterias de nuestra patria están ahora abiertas y nuestra mejor juventud está dando la sangre de esas venas y esas arterias, que corre por nuestras montañas, por nuestros caminos, por nuestras ciudades. Cuando Tecún Umán murió atravesado por la lanza de Alvarado, al río Samalá le llamaron nuestros abuelos in-dios Xequihel, que quiere decir río de sangre. Guatemala es ahora toda ella, no uno sino muchos xequiheles. Luis clava, con certero alfiler de entomólogo de la política guatemalteca, a los gobernantes que sucedieron a Justo Rufino Barrios, desde el último cuarto del siglo xix, hasta

Page 108: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

108

el derrocamiento popular de Ubico (junio de 1944) y de Ponce (octubre del mismo año): a esos insectos los sitúa bajo el rubro justísimo de «nulos, sangrientos y fecales». Exacto, matemáticamente exacto. Esa especie está perfec-tamente clasificada, colocada donde corresponde. Es su inobjetable lugar zoológico.

Pues bien, los que han seguido a la caída de Arbenz, en 1954, son tanto o más nulos, sangrientos y fecales que aquellos. Y, como aquellos, no están solos. Porque lo san-griento y lo fecal es toda una clase de Guatemala, donde se juntan terratenientes y periodistas, militares y beatos, po-licías y licenciados, esbirros y políticos. Todos conjurados para defender los mismos intereses de minoría anti-pueblo y anti-Guatemala, y todos desvergonzada, impúdicamente entregados a un amo prepotente, superior, engreído. Un amo que no será nulo. Pero que es lo más sangriento y fecal del Universo. Ya se sabe quién: el imperialismo yanqui.

Y es este y son aquellos los autores del desangre guate-malteco. Y es el pueblo, son los jóvenes viriles de nuestra patria los que están librando la gran batalla histórica, la guerra liberadora, que no terminará sino con el aniqui-lamiento total de los traidores y enajenadores de nuestro pueblo y de nuestro suelo –con subsuelo y todo– y con los grandes opresores, cuya víscera mayor –entrañas, dijo Martí– palpita en una calle sórdida de Nueva York: la ul-traconocida, la archiconsabida Wall Street. Y el grupo de Boston. Y todo lo demás.

Dolorosamente vigentes, como nunca, son estas pala-bras, escritas por Cardoza y Aragón hace trece años:

«Mi patria es dulce, cándida y sombría. Y se ha olvidado de la risa, y aun de la sonrisa. Y el canto se le atraganta.

»¡Amanecerá!».

Page 109: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

109

No sería exacto decir que Cardoza y Aragón es el gua-temalteco que más ama a su patria. También estoy seguro de que, como él, somos muchísimos, la mayoría de los que nacimos en aquella tierra. La amamos tanto como él. No más que él. Pero, en cambio, puedo afirmar, sin equivoca-ción posible, que nadie, hasta hoy, ha expresado ese amor con tanto temblor de ternura, con tanta clarividencia en el túnel de su pasado, en lo tenebroso de su presente, en lo luminoso de su porvenir. No hay síntesis más bella, y, al mismo tiempo, más verídica de Guatemala, que este libro donde Cardoza y Aragón lee en las líneas de la mano de nuestra patria. Y eso sin olvidar la gratitud que debemos los guatemaltecos a dos cubanos que no requieren de adjetivos, por sus libros tan llenos de afecto y comprensión inteligente sobre Guatemala: José Martí y Juan Marinello.

Por eso mismo, este libro es solo para los que amamos a Guatemala tanto como su autor y para los hombres y mujeres del mundo que tengan ojos limpios para ver y entender a nuestro país, tal como es, y quieran saber por qué es así, por qué ha pasado lo que ha pasado y por qué está pasando lo que está pasando. Este libro no es para la minoría –porque ¡ay! también existe– de entes nacidos en el mismo suelo que nosotros, pero que jamás podrán comprender a Guatemala. Herederos directos de los enco-menderos feudales de la Colonia, que secuestrarían, tortu-rarían y asesinarían al mismo fray Bartolomé de las Casas o fusilarían en masa a los que firmaron el acta de nuestra Independencia de España o asfixiarían, bajo la capucha de gamexán, a Justo Rufino Barrios, como lo hicieron con Víctor Manuel Gutiérrez y han hecho ya con varios miles de hombres y mujeres, por el crimen –para ellos– de amar a Guatemala. No. Estos jamás podrán leer en las líneas de la mano guatemalteca. Esos son –y no los indios– los verdaderos e incurables analfabetos.

Page 110: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

110

Pero no se trata, desde luego, de exhibir un patriote-rismo lacrimoso y sensiblero, ni un obstinado localismo municipal, en el caso de Guatemala, las líneas de su mano. Al contrario: es lo opuesto a eso y a otras deformaciones, como lo mal llamado «típico», «pintoresco», «folklórico», «indígena», «exótico», etc., que Luis Cardoza y Aragón re-chaza por temperamento y fustiga en no pocas páginas del libro. El vínculo amoroso de Luis con Guatemala penetra en lo más hondo de nuestras raíces y en lo más neurálgico de nuestro drama social. Su memoria de guatemalteco se remonta hasta el instante en que fueron hechos de maíz nuestros cuatro primeros padres, nuestros antepasados. Su testimonio tenso sigue los pasos de la primera estirpe natural a través de los mitos del Popol Vuh y de la cronología de los Anales de los Cakchiqueles1 y asiste, al lado de Bernal Díaz del Castillo, a los combates, matanzas, incendios, saqueos y violaciones de Alvarado y los suyos. Pero en los primeros pobladores de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, en aquellos rudos soldados de permanente armadura, como en los encomenderos dispuestos a alzarse contra el propio Carlos V, en defensa de sus «derechos» de herrar y explotar indios, ve nuestra segunda estirpe, nuestra segunda sangre, nuestros otros antepasados.

Y, desde luego, es así. El cauce de nuestra sangre arranca del momento en que confluye la sangre de los indios –quizá solo de las indias– con la de los españoles. Somos mestizos en cuerpo y alma, aunque, como lo trans-parenta muy bien este libro, si lo español quizá domine en nuestra carne, lo indio predomina en nuestra alma. Al revés –curiosamente– de lo que acontece con otros mestizos, quienes no solo rechazan este calificativo, sino

1 Anales de los Cackchiqueles fue publicado por la Casa de las Américas y constituye el volumen 31 de la Colección Literatura Latinoamericana.

Page 111: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

111

que se duelen subconscientemente de su sello indígena y suspiran por tener el pelo rubio y los ojos azules. A uno de estos colocó Luis ante el espejo. Y lo abochornó. Al fluir de las páginas del libro, uno nota cómo se hacen más poéticas, unas veces; más dolorosas, otras; más violentas e indignadas, otras; más objetivamente informativas, otras. Es cuando Luis se interioriza en nuestros pueblos indios. Mejor dicho, cuando nos habla de ellos, desde el interior de ellos, de su alma y de su drama.

Estoy acostumbrado a oír hablar compasivamente de los «inditos», quizá en sobremesas de etiqueta, ser-vidas –probablemente– por un mestizo pobre, vestido supuestamente de indio, como un atractivo pintoresco y comercial, para turistas y noveleros discriminadores. Estoy acostumbrado a ver en los institutos y las sociedades «indigenistas» una mentalidad de sociedad protectora de animales. Recuerdo a los poetas de mi generación, llamada «del 30», recitar sus versos «folklóricos», entre hipidos y falsetes, en una media lengua que no era nada, pero que quería ser imitación del acento con que los indios hablan el español, cuando les da la gana hacerlo. Y eso resultaba «divertido», arrancaba aplausos en los circunstantes re-pantigados y ganaba para el «poeta» o el «declamador» un brindis más y frases encomiásticas.

También he leído innumerables artículos y libros don-de se habla del «problema indígena», desde una posición seudocientífica, pretendidamente sociológica, intelectual y burguesa. Hasta he leído programas de partidos polí-ticos electoreros que ofrecen «la redención del indio». Pero en ese fárrago lo que se esconde es el ánimo de echar sobre las espaldas del indio, abrumadas ya por la carga que sostiene el mecapal, la culpa de todos sus males –es borracho, haragán, taimado, estúpido, etc.–, a fin de eludir la verdad económica, social y moral que hay en el fondo de ese drama. Muchos de esos «sociólogos» o «redentores»

Page 112: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

112

o son los mismos explotadores feudales del indio o son amanuenses de los terratenientes y esclavizadores y ene-migos a muerte de todo intento por cambiar la estruc-tura agraria, injusta y colonial, que pesa secularmente sobre aquel. Así se demostró en la década revolucionaria de 1944 a 1954.

En las páginas de Guatemala, las líneas de su mano, la visión del indio es total y sin elusiones. Al contrario: es denuncia de responsabilidades históricas, de atrocidades o simples indiferencias por parte de las clases dominantes o medias, frente a una situación que lastra el desarrollo de nuestro país. El propio Luis Cardoza y Aragón, abrumado, golpeado en las fibras más sensibles de su espíritu, ante el espectáculo deprimente de Santo Tomás Chichicastenango, se sintió como copartícipe en aquella responsabilidad que nos incumbe a todos. No quería transcribir ningún párrafo de este libro, puesto que ya los encontrará el lector en el libro mismo. Pero es imposible dejar de hacerlo, cuando los hay como este que condensan toda la amargura y esa indignación, ante el estado a que han reducido a los indios, sus sucesivos explotadores, a lo largo de cuatro siglos y medio. Este es el párrafo:

Verlos es sufrimiento, indignación, voluntad de servir. No les compadezco, sino me compadezco. Qué mi-serable soy, cómo puedo dormir, cómo puedo comer sin que mi sueño sea pesadilla y mi pan amargo. Jamás podré contemplar a mi patria como una pintoresca vitrina de indios llenos de color, de miseria y atraso. El mea culpa es apenas el principio del deletreo para decir la verdad. Pero ¡cuántos tartufos tolstoianos se han golpeado el pecho para explotarlos mejor!

Page 113: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

113

Y la verdad está dicha sin disimulos, ni mojigaterías. Es la verdad de un poeta, de un sociólogo, de un revolucio-nario, todo conjugado en la belleza de un libro admirable y de una actitud franca y clara. El lector lo comprobará más adelante, cuando se sienta inmerso, atrapado, dentro de esta simonía guatemalteca que tiene todos los registros de nuestra nacionalidad: sus violentos contrastes, sus grandezas únicas, sus miserias desoladoras y sublevantes.

Sí. Pero no se trata de una cerrada exaltación de lo guatemalteco, con exclusivismo localista, con visión insu-lar y partial. No, porque Luis Cardoza y Aragón no abre agujeros en la tierra –aunque sea la de él– para meterse en ellos y vivir allí, en la oscuridad, creyendo que un hoyo es el mundo. Es precisamente lo opuesto a eso. La fijación de lo propio dentro del concierto del mundo, de la humanidad, de la cultura universal. Creo que el libro más reciente de Luis es la colección de ensayos titulada Círculos concéntri-cos, que editó la Universidad Veracruzana, en septiembre de 1967. He leído allí una página sobre Alfonso Reyes, que me pareció, al mismo tiempo, definidora de la actitud del propio Cardoza y Aragón sobre este punto. Dice:

Reyes se interesó por todos los rumbos de la cultura y deseó para México las Humanidades. Vivió en él la necesidad creativa de asir lo mejor del mundo para alzar más elevada y perfecta la torre de todos. Re-pito, sintetizando, lo que señalé hace años: las ideas solo pueden ser exóticas para el que no tiene ideas. El espíritu carece de fronteras. Y comprenderemos, serviremos, expresaremos mejor lo idiosincrático, si no levantamos murallas... imposibles. Lo óptimo es

Page 114: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

114

nuestro. Somos herederos, con el mismo derecho, de las culturas precolombinas, de las mediterráneas y orien-tales. No apreciarlo así, es, desde luego, una mutilación.

Cardoza y Aragón desea para Guatemala –y para México, al que también ama entrañablemente– las Huma-nidades. No la mutilación.

Por eso en el conjunto de ensayos que constituyen Gua-temala, las líneas de su mano hay un sentido de universalidad, una ruptura violenta y magnífica de limitaciones subalter-nas. No se trata de encorvarse –como dice Luis en alguna parte del libro– para verse el ombligo. Para comprender esto mucho mejor, aunque está dicho y, si se quiere, rei-terado, no una sino muchas veces y de muchos modos en este libro, hay que haber conocido toda o la mayor parte de la obra literaria de su autor y haber seguido, también, si no toda, la mayor parte de su vida política y cultural.

Cuando llamo a este libro conjunto de ensayos, me atengo a la definición del propio Cardoza y Aragón, en una entrevista para La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, publicada en agosto de 1966. «He escrito –dice–, sobre todo, poesía y ensayo. El ensayo es un género que tiene mucho de poesía y del pensamiento más riguroso. Esa mezcla, en buenas proporciones, me parece que es dueña de las más serias cartas de nobleza. La estética sigue fecundamente su ruta». Pues los capítulos de Guatemala, las líneas de su mano son exactamente mucho de poesía y de pensamiento muy riguroso. En ese bello y profundo libro, la estética sigue fe-cundamente su ruta. En él se encuentra todo lo que literaria y espiritualmente es Luis Cardoza y Aragón.

Por ejemplo, está el que, después de veinticinco años de ausencia, corrió a servir a Guatemala al saber que se pre-paraba a reconstruirse sobre bases mejores y que requería del esfuerzo de todos los guatemaltecos. Los de verdad. El que, durante diez años, enriqueció la cultura del pueblo

Page 115: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

115

con su experiencia única de andante por todos los ámbi-tos de la literatura, el arte y la vida. O fue eventualmente diplomático, cuando se lo pidió una revolución en vía de desarrollo. Al principio (la boca de Polen: Lo mejor de mi vida), uno asiste a la emoción del reencuentro con la patria. Y, al lado de él, la recorre en todos sus pliegues, relieves y paisajes (Bengala geográfica), y siente, con todos los sentidos, el sabor, el color, el olor de la Guatemala encen-dida, rutilante de matices y tonos fuertes (Los Mercados). Después viene la otra cara del reencuentro: el descenso al verdadero Xibalbay de supersticiones y miserias (Semana antigüeña, Chichicastenango, tierra del Popol Vuh). La información sobre la geografía de Guatemala es rigurosa, como el mejor tratado de la materia. Y, sin embargo, qué derroche de poesía, qué bengala más luminosa y rica en orquestaciones y tonalidades, qué reflejo más fiel de la Naturaleza guatemalteca.

Pasa lo mismo cuando escuchamos las huellas de la voz. Primero nos hundimos o nos elevamos hasta el Nacimiento del Hombre, los orígenes de El Maíz y el do-minio absoluto de este grano en nuestra existencia, desde que fuimos hechos por los Creadores y los Formadores. Es claro que el Popol Vuh impone su presencia mágica, que Cardoza y Aragón capta como mensaje milenario dirigido a él, poseedor de las antenas más sensibles para recibirlo. Después, estamos en el crisol de la Colonia. Allí están ya los fermentos de nuestro mestizaje cuajando en Arcos y Cúpulas. Y allí están nuevos gigantes, más de carne y hueso que los gigantes del Popol Vuh, los que hacían y deshacían montañas, volcanes y precipicios: Xipacná y Capracán. Los nuevos gigantes lo son por su obra y la lista la encabeza Bernal Díaz del Castillo, vecino perpetuo de la ciudad de Guatemala, la Antigua ciudad de Santiago de los Caballe-ros. Luego, sigue el nostálgico Rafael Landívar. Y la Colonia llega a su fin. Pero ya volveremos a ella más de una vez.

Page 116: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

116

Cardoza y Aragón es uno de los más brillantes críticos que conocemos. Su obra sobre todas las literaturas y sobre las artes plásticas, especialmente sobre pintura mexicana, es cuantiosa y llena de rigor literario y de juicio. En una palabra, no encuentro cómo decirlo mejor: «es dueña de las más serias cartas de nobleza» porque «tiene mucho de poesía y del pensamiento más riguroso». ¿Por qué aludo a Cardoza y Aragón como crítico literario y de pintura? Porque también este está presente en Guatemala, las líneas de su mano. Otra vez me asalta la tentación irresistible de citarlo, por ejemplo, hablando del arte de los mayas:

La evolución fue lenta, como en todo arte regido severamente por voluntad teocrática. Pasa de formas simples a fugas de formas y volúmenes, a expresiones abiertas en delta, en el arabesco, la voluta y la capta-ción del movimiento, hasta dibujar el aire, como los artistas chinos.

Es frecuente la combinación del arte más cargado y decorativo y la sobriedad más estricta. La plástica, arte del espacio; la poesía, arte del tiempo. La nube y el reloj. Es patio, forma, nube, imprecisión. Tiempo, expresión conceptual, precisión lírica, reloj. Piedra y canto. La materia, la forma sustentan su perdurabilidad en su misma imprecisión tangible. La idea envejece con más facilidad que la forma, el color, el dibujo.

Es un ejemplo, nada más. Como este otro: «Cada ciudad es una epopeya, una saga. Un Popol Vuh edificado, pintado y esculpido. Un poema de piedra. No hay formas en sí propiamente, concentradas solo en afán plástico, sino que habla, transmiten sus mensajes de dos maneras: como escritura y asidero para auxiliar la memoria y, también, por su intrínseca elocuencia formal. ¡Qué buena letra tenían!».

Page 117: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

117

No sé si quise copiar este párrafo por la ironía final que encierra, contra los subestimadores y menospreciadores del indio –no contra los capataces, sino contra los que se dicen cultos–, los que conceptúan al indio como «irredimible», tarado e incurablemente analfabeto. Porque la ironía, y, algunas veces, el sarcasmo y la mordacidad son un rasgo en el estilo y en el ser de Cardoza y Aragón.

Pero volvamos al crítico. Recomiendo a este respecto el ensayo Arcos y Cúpulas y los que se refieren a los cuatro grandes de las letras guatemaltecas del siglo xix y prime-ras décadas del xx: Antonio José de Irisarri, José Batres Montúfar, José Milla y Enrique Gómez Carrillo. Lo que más me gusta en la crítica de Luis, acerca de nuestras figu-ras literarias del pasado, es su inconformismo con ciertos juicios consagrados, con algunos lugares comunes tenidos como verdades inconmovibles, porque así lo dijo alguna eminencia del siglo, ya fuera, por ejemplo, el conservador Agustín Mencos Franco o el liberal Ramón A. Salazar. Por eso es penetrante y nuevo el ensayo sobre Landívar y lo es, mucho más, el de Batres Montúfar, sobre todo cuando reprocha a nuestro gran satírico lo que otros –como dis-co repetido– le compadecen y le elogian: su spleen. Estoy muy de acuerdo con esto: «Al saber su vida, gris y triste, y al leerle, surge, entre su risa delicada y su feroz sonrisa, un nihilismo que, si bien nunca se mostró desesperado, siempre le hizo vivir más en el espejo que en la realidad. ¿Por qué no se desesperó en aquella realidad y desanudó su personal absurdo? ¿Por qué no hizo añicos el espejo? He allí su tragedia. Fue un ruiseñor entre pingüinos».

El que quiera estudiar la historia guatemalteca del siglo xix y de la primera mitad del xx que lea Guatemala, las líneas de su mano. Es lo mejor que hay sobre ese período. Porque es verídico, conciso, completo. No es sucesión cronológica de hechos, mezclado lo fundamental con lo anecdótico. Es preocupación por encontrar los cauces

Page 118: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

118

subterráneos por donde corren las aguas turbias de nuestra historia, a partir de la Independencia de España. Castas, cla-ses, partidos, intereses, guerras civiles, alternativas de pre-cursoría revolucionaria (reformista, en lenguaje mexicano y guatemalteco, del siglo xix, de recaídas medievales, de vi-gorosos resurgimientos revolucionarios, de deslumbrante violencia hacia el futuro, de nuevo retroceso y estanca-miento en manos de los «nulos, sangrientos y fecales», de conciliación de los rivales de ayer –liberales y conserva-dores– hechos todos igualmente terratenientes feudales y sumisos todos al imperialismo yanqui, en irrupción capitalista sobre la América Latina. Es el historiador y el sociólogo. ¿Pero deja de ser el poeta y el revolucionario, al mismo tiempo? No. Otra vez hay en todas esas partes (el viento en la vela y el Peso de la noche), no obstante los apagones de amargura que sacuden la luminosidad de la prosa, hay en esos ensayos el «mucho de poesía y del pensamiento más riguroso».

El solitario ensayo que cierra el libro es de una desgarra-dora hermosura y en él están condensadas todas las facetas de Guatemala, las líneas de su mano. Me hace pensar el título de ese ensayo (diJe lo que he vivido), porque dice, quizá, más de lo que se propuso el propio Luis Cardoza y Aragón. Me explico así: él no solo ha dicho lo que ha vivido, sino que ha vivido como ha escrito. Quiero decir con esto que es un intelectual de honestidad, sinceridad y consecuencia excepcionales. Sus actos responden a sus palabras. No es Cardoza y Aragón –siendo un marxista sólidamente for-mado– ningún simulador de izquierdismo, ni un industrial o traficante de la literatura izquierdizante, como esas caras tan repetidas en cuanto congreso se arma por allí, sea en el campo socialista, sea en el campo capitalista.

Page 119: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

119

La indignación de Cardoza y Aragón frente al drama de Guatemala y contra sus responsables –internos y exter-nos– y su entregamiento intelectual al arte y a la verdad, son exactamente paralelos a su ética de latinoamericano y de guatemalteco revolucionario. Él no se ampara en el cómodo distingo: una cosa es el artista y otra el hombre. En él el artista y el hombre están perfectamente identificados, actúan al unísono, vibran juntos, conjugando en una sola manera de ser, de hacer y de decir, el culto del arte, de la belleza, de la poesía en la forma más depurada, selecta y exigente, y el mantenimiento de una vertical inalterable dentro de la más severa dignidad humana y guatemalteca.

Pero –repitámoslo una y mil veces–, cuando digo «gua-temalteca» no quiero decir miope, no quiero decir localista y cerrada a dimensión provincial. Quiero decir que Luis Cardoza y Aragón –y en esto creo estar profundamente identificado con él– tiene una visión total de Guatemala, desde dos perspectivas aparentemente antitéticas, pero, en el fondo, unificadoras, fuentes de una síntesis, de una defi-nición de lo que es nuestra patria. Él la ve desde adentro, desde sí mismo, y sufre cuando la ve lacerada, al mismo tiempo que goza cuando se deslumbra con su esplendidez, a veces casi onírica, en lo que tiene de mágica y ancestral, y a veces lujuriosa y palpable, en su derroche de color y forma, telúrica y vegetal. Pero la ve también desde afuera, desde «lejos», en el tiempo y en el espacio, con los ojos de quien puede situarla en un contexto universal y se duele al medir la pavorosa, la abismal distancia que hay entre nuestro pueblo, en mora con el mundo, con la humanidad, bajo el peso del degradante mecapal del imperialismo yanqui y de una oligarquía cómplice, justamente llamada ladina, por una parte, y, por la otra, los logros más notables de la humanidad, en el orden de la técnica, de la cultura.

De ambas perspectivas, de la interior, emoción, amor filial del más tierno, y de la exterior, cotejo de la miseria

Page 120: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

120

material guatemalteca y de sus causas sociales e históricas con otros niveles humanos, resulta un contraste violen-to, ígneo, eruptivo, que Cardoza y Aragón traslada con asombrosa fidelidad, gracias a su dominio del verbo, de la palabra, a las páginas de este libro.

Es tiempo de que entremos ya a Guatemala, con Cardoza y Aragón, el 20 de octubre de 1944. Desde ese punto de partida, nos iremos sumergiendo, cada vez más profundamente, en el pasado prodigioso de ese país, cuya naturaleza embrujada se duplica con frecuencia en la su-perficie de sus lagos y de sus ríos, cuando no la encrespan los aires violentos del chocomil. Y penetraremos también en lo que nuestros antepasados indios llamaban Xibalbay, mundo tenebroso que está ahí, «mandando, gobernando y disponiendo», no debajo de la tierra como lo describe el maravilloso Popol Vuh, sino encima, no solo de la tierra guatemalteca, sino de las espaldas de su pueblo. Y cuando hayamos hecho ese recorrido, comprenderemos por qué ser guatemalteco verdadero es tanto como ser revoluciona-rio y por qué los que, en Guatemala, lo son, han levantado el puño izquierdo, airado y no vacío: empuñando un arma.

La Habana, marzo de 1968

Tomado de Luis Cardoza y Aragón: Guatemala, las líneas de su mano, Casa de las Américas,

Colección Literatura Latinoamericana, La Habana, 1968.

Page 121: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

121

BELICE: A UN AÑO DE SU INDEPENDENCIA

LA «FIESTA AZUL»

En presencia de sesentidós delegaciones extranjeras, de representantes de doce organi zaciones internacionales y de más de doscientos periodistas, tuvo lugar en Belmo-pán, el 21 de septiembre de 1981, la «fiesta azul», como llamó el pueblo a la de la proclamación de la independencia de su patria, la nueva re pública de Belice. Pero no fue una indepen dencia absoluta todavía, sino cautelosamente británica, como lo acostumbra el Imperio con sus excolo-nias; a las que suelta poco a poco, cuando ya no le queda más remedio, por las luchas y la expresa voluntad de los pueblos respectivos. En el caso de Belice, aquella cau tela tuvo el justificativo brindado por las dis paratadas, absurdas, demagógicas y anacróni cas pretensiones del sanguinario vecino gober nante de Guatemala, Romeo Lucas García, so bre el territorio beliceño.

De todos modos, la «fiesta azul» fue espléndi da. En ella, Price pronunció un discurso en inglés y en español. Conforme a la nueva Constitución, el jefe de Estado, al menos nominalmente, es el soberano inglés, representado por la gobernadora. Pero el gobierno, de hecho, lo ejerce Price. A las once de la mañana de aquel día, fue arriado el pabellón británico e izada la bandera beliceña: azul, con un círculo blan co al centro y el escudo nacional. Hay en él dos figuras símbolos: un pescador y un cortador de madera. Conocí esta bandera en 1952, cuando solo era

Page 122: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

122

la del People’s United Party (PUP), entonces opositor, por independentista, presidido por el mismo George Price, hoy Pri mer Ministro.1 Por precepto de la Constitu ción, Belice forma parte de la Comunidad Bri tánica de Naciones.

Los Lucas García y su cohorte criminal, como es sabido, fueron remplazados, mediante un golpe de mano castrense, con ribetes de ope reta, en marzo de este año. Pero el remplazo no implicó cambio alguno, salvo el de caras y nombres en el poder. Hoy el que lo ejerce se llama Efraín Ríos Mont, y no es lugar aquí para caracterizarlo. Lo que interesa a nuestro asunto es señalar que sigue la misma estólida política de sus antecesores, a casi un año de la inde-pendencia de Belice. Así se desprende de las declaraciones de su ministro de Relacio nes Exteriores, Eduardo Castillo Arriola, quien «declaró», dice una información del 27 de mayo pasado, «que su país sostiene firme su reclamación de derechos sobre el territorio de Belice, en la disputa que mantiene con Gran Bretaña». Esta declaración es necia, ar bitraria, antijurídica y ridícula. Porque la Gran Bretaña ya no es parte en el asunto; por que en la «disputa» mencionada se ignoró siempre al pueblo beliceño, dueño único de su territorio, y porque ese pueblo, como todos, tiene pleno derecho a autodeterminarse, como lo hizo cuando procla-mó su independencia. Lo ridículo de esa declaración está en que revela una mentalidad con medio siglo de atraso. Es la misma que inspiró la «disputa» anglo-guatemalteca de los años 30. La de Jorge Ubico y su ministro de Relaciones Exteriores. No está de más conocer esa mentalidad, en lo que a la «disputa» respecta.

1 No fue, por cierto, casual que la bandera de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), creada en San Salva dor en 1952 y de ingrata recordación, fuera igual a la del PUP, a proposición mía. Se diferenciaban únicamente en el escudo. La de la ODECA llevaba el viejo escudo federal cen troamericano, con los cinco volcanes.

Page 123: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

123

ENTRAÑAS DE UN LITIGIO

Poco o nada sabía el pueblo de Guatemala respecto a la colonia británica de Belice, colin dante con el Petén, antes de la prolongada tiranía de Jorge Ubico (1931-1944). Fue este o, mejor dicho, su ministro de Relaciones Exte riores, el germanófilo Carlos Salazar, quien removió el asunto y le dio publicidad a nivel mundial. Pero estos hombres no procedían así por razones de mero patriotismo, ni de celo por la soberanía nacional, que, por otra parte, ena-jenaban pródigamente a la United Fruit Company. Sus motivaciones eran otras, menos confesas y honestas que las esgrimidas por la cancillería guatemalteca, en el largo litigio con Inglaterra –la «disputa», como lo llama Castillo Arriola–, iniciado hacia los años 40.

En el curso de la década anterior, la del 30, tuvieron lugar dos acontecimientos que cons tituyen la entraña de esta historia. Solo que, como dijera Martí en ocasión de la Primera Conferencia Panamericana de Washington, en 1889, esa entraña estaba donde están todas las entrañas: donde no se las ve. Uno de aquellos acontecimientos fue de mag-nitud universal, y costó a la humanidad cincuenta millones de muertos, noventa millones de mutilados y en tre tres mil trescientos y cuatro mil millones de dólares. Fue la Segunda Guerra Mundial, desencadenada por el imperialismo nazi, con la complicidad inicial y alcahueta de las lla madas «de-mocracias occidentales», tan impe rialistas como el engendro del Tercer Reich. El otro acontecimiento fue local y costó a Gua temala catorce años del más obtuso y despia dado despo-tismo, bajo la férula implacable de Jorge Ubico. En 1931, este dictador frené tico fue «electo» presidente por man-dato del ministro norteamericano en Guatemala, Shel don Whitehouse. El ojo yanqui descubrió en el general Ubico al servidor adecuado para salva guardar las concesiones bana-neras y anexos portuarios, ferrocarrileros y demás, y para

Page 124: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

124

ampliarlas con ilimitada largueza. En esto no se equivocó aquel ojo. Pero no penetró hasta la mentalidad tenebrosa de su elegido y de sus inmediatos colaboradores, adictos por voca ción, al menos en el caso personal de Ubico, o los regímenes totalitarios nazifacistas, que campeaban en Europa desde la década del 20.2 Aquí es donde empieza la historia moder na del caso Belice. Porque hay también la his toria remota, la de los orígenes de la colonia.

En 1940, ya Hitler había lanzado, bajo el con juro racista de la pureza aria, su genocida po lítica de arrasa-miento en la propia Alemania, y sucesivamente en Austria, Checoslovaquia, Polonia y Hungría, en la misma medida en que sus panzerdivizionen invadían a los países del área. Millones huían ante el avance de aque llas divisiones y de los horrores de la «guerra relámpago». Huían a Inglaterra, en su mayor parte. Pero los ingleses estaban ya, también,

2 Hablando del nazismo, en aquellos años, dice un autor gua temalteco: «A su actividad económica se sumó la creciente influencia política ale-mana en los países latinoamericanos. Las camarillas vendepatrias que gobernaban muchos de estos Estados no tuvieron nunca reparo en ponerse a sueldo de los intereses alemanes. Por todas partes surgieron hitlerianos “la tinoamericanos”, especialmente de entre las filas de la llamada “Quinta Columna” (alemanes y descendientes de alemanes re sidentes en América Latina, cuyo número sobrepasaba 1 180 000 in-dividuos). Estos se caracterizaban por su racismo, su anti comunismo y por sus deseos íntimos de convertir a América Latina en colonia del Tercer Imperio Alemán, sometiendo a su población al exterminio físico y a la esclavitud. La Segunda Guerra Mundial, provocada y desatada por el imperialismo alemán, debía lograr estos fines y la redivisión del mundo en esferas de influencia» (Julio Cambranes Castellanos: El im perialismo alemán en Guatemala, Universidad de San Carlos, 1977).

La poderosa colonia cafetalera alemana de Guatemala-Ubico también era cafetalera. Votó en masa por Hitler, en 1933, para hacerlo Canciller del Reich, a bordo del Caribia, barco alemán surto, al efecto, en Puerto Barrios. El Deutsche Schülle (Colegio Alemán) era uno de los más impor-tantes de Guatemala, donde se educaban retoños germanos y jóvenes nativos «bien nacidos». Recuerdo sus desfiles del más puro estilo nazi.

Page 125: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

125

involucrados en la guerra y en la mirilla del nazismo, como meta a alcanzar en la conquista devastadora. Era mucho, en tales condiciones, el peso de los refugiados de la Europa conti nental. Los ingleses pensaron descargar aquel peso sobre sus colonias de ultramar, incluyen do a Belice. Esto, naturalmente, sublevó a la colonia nazi residente en Gua-temala y a los pronazis y antisemitas guatemaltecos, gober-nantes incluso. Ubico y su ministro Salazar protestaron ante Inglaterra, y se acordaron de los «derechos históricos» de Guatemala sobre el territorio de Belice.

Así se originó la «disputa». Versó esta sobre la inter-pretación de la Convención anglo-guatemalteca de 1859. Eminentes internacionalistas, consultados y bien pagados por Ubico, pusie ron su sapiencia y su hermenéutica, en el pla no de la mera abstracción jurídica, al servicio de las tesis guatemaltecas. Surgió de allí un voluminoso Libro blanco, con varios apéndi ces, mucha doctrina, mucha jurispruden-cia, muchas citas eruditas y muchos mapas, de mostrativo todo de la génesis, latrocinio gra dual y final usurpación británica del originalmente llamado «establecimiento» y más tarde verdadera colonia de facto, denominada Beli ce o British Honduras. El pueblo beliceño no aparece, para nada, en el Libro blanco. No po día caber en él, obviamente, un pueblo cons tituido, en su gran mayoría, por negros, mula tos y garífunas3 nada «blancos». ¿Y qué podía contar ese pueblo para la mentalidad ubiquista, cuando el gua-temalteco tampoco contaba nada para ella? Exactamente como ahora, para Ríos Montt y su ministro.

3 Descendientes de los llamados por los ingleses «caribes rojos» en San Vicente, Caribe oriental, y de esclavos africanos ci marrones. Fueron deportados por los colonialistas ingleses a Roatán, Islas de la Bahía, en 1797. De allí se extendieron por la costa norte de Honduras. En 1802, los garífunas eran aproxi madamente ciento cincuenta colonos con sus familias. Se su pone que la mayor emigración a Belice se produjo en 1832, como consecuencia de las guerras civiles hondureñas.

Page 126: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

126

LOS ESPAÑOLES LES DIERON LA MANO...

Las que vinieron a ser la República de Guate mala y la colonia de Belice habían constituido un todo, geográ-fica e históricamente, antes de que el colonialismo inglés lo escindiera. Geo gráficamente, lo evidencia el mapa. Histórica mente, hay que remontarse a la esplendorosa época del gran período clásico maya, cuando florecieron los observatorios astronómicos de Tikal, Copán y Uaxactún, entre los más sun tuosos y mayores, junto a infinidad de ciuda des-Estados que dieron origen a los que hoy son el estado de Chiapas (México), las repú blicas de Guatemala, Belice y Honduras y el occidente salvadoreño. Libaantún, Pusilhá, Tzimín-Kan, Tzibanché, Santa Rita e Ixpaatún fueron centros ceremoniales y quizá urbanos del este y del nordeste del área maya clásica, en lo que hoy es territorio beliceño. Sus ves tigios están allí todavía, como lo están los re motos descendientes de los portentosos hom bres que crearon aquella notable civilización. En este caso, ramas de las familias Chol y Mopán. En recuerdo de ellos, quizá, la capital de la nueva república, la ciudad de Belmopán, lleva ese nombre desde que el ciclón Hattie destruyó la antigua capital, la ciudad de San Juan de Belice, en 1961, con cuantiosas pérdi das materiales y humanas.

Por la presencia transitoria de los españoles Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís en el siglo xvi, y de los frailes Fuensalida y Or bita en el xvii, empezó a transfor-marse la his toria. Nominalmente, la continuidad política y administrativa del coloniaje español siguió correspon-diendo a la continuidad geográfica: la región de los choles y los mopanes caía den tro de los límites de la Capitanía General de Goathemala y dentro de la jurisdicción de su Real Audiencia. Pero eso no correspondía a la realidad de las cosas. Porque una cuña de aventureros ingleses procedentes de Jamaica, convertidos después en colonos,

Page 127: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

127

se había in troducido, en el mismo siglo xvii, para rom per aquella continuidad y cambiar la historia. Nada significaron, para afirmar la autoridad política de España en el territorio, los poste riores viajes de otros religiosos, como Galle gos y Delgado, en el último cuarto de aquel siglo.

Colonos y piratas ingleses,4 que vienen a ser la misma cosa, fueron adueñándose, poco a poco, del territorio, y saqueando su riqueza maderera. España, empeñada en sus guerras con Inglaterra, no pasaba de rechazos verbales a las pretensiones inglesas de hacerse recono cer derechos de ocupación o corte de palo de Campeche, mediante tratados como el de Utrech, de 1713. Rechazos que cesaron, al fin, por la fuerza sajona y la debilidad ibérica. Por el Tratado de París, de 1763, los ingleses arran caron a España licen-cia para «cortar, cargar o transportar el palo de tinte o de Campeche», en la Bahía de Honduras. Licencia peligrosísi-ma, pues la Bahía de Honduras quería decir mucho geo-gráficamente, sobre todo, conside rando que los ingleses ya apetecían todo el li toral atlántico centroamericano, con vistas al dominio de las posibles comunicaciones cana leras interoceánicas. Veinte años después del de París fue firma-do el Tratado de Versalles, y en él los ingleses obtuvieron autorización le gal española para establecerse en un área de 4 804 kilómetros cuadrados, entre los ríos Hondo y Belice. Como dice el refrán: los es pañoles les dieron la mano y ellos se cogieron el pie. En solo tres años, al firmarse la Con vención de Londres en 1786, la concesión se había ampliado hasta el río Sibún, es decir, 1884 kilómetros cuadrados más. Y así siguió la historia, sin que ni España, ni su herede ra, la Federación Centroamericana, de efímera

4 A uno de esos piratas, bucanero escocés más concretamente, llamado Wallace, se atribuye el origen del nombre de Belice. Pero esta etimología no es muy aceptada. Lo es más la que da George Squier, para quien la palabra Belice viene de la francesa balise o de la española baliza, otro nombre de las boyas o señales flotantes.

Page 128: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

128

existencia, detuvieran el avance anglousurpador. Lo mismo sucedía en el resto del Caribe, en el Río de la Plata y en el Atlántico Sur (esto último ha sido dramáticamente rever-decido con la inicua agresión inglesa al pueblo argen tino con motivo de las Malvinas). Solo cin cuenta años después de la Convención de Lon dres, Inglaterra había extendido sus preten siones hasta el río Sarstún, al Sur, y hasta el meridiano de los raudales de Garbutt, al Oeste. De ese modo redondearon los 22 286 kilómetros cuadra dos que hoy constituyen la república de Belice. Es bueno conocer cómo pudo suceder eso en tan poco tiempo.

Inglaterra había ocupado abusivamente, según su mé-todo tan británico y tan clásico como Shakespeare, el archi-piélago hondureño de las islas de la Bahía. Emigrantes de estas, autollamados baymen, u «hombres de la bahía», pa saron a instalarse en tierra firme, es decir, en Belice. Los baymen no iban solos, sino que transportaban a sus negros esclavos o a contingentes de indígenas de las Antillas Británi cas, caribes y arauacos, con lo cual comenzó a conformarse una población puramente beliceña. Era la misma época de las primeras emi-graciones garífunas. Quiso España reaccionar contra lo que ya era una colonia inglesa hecha y derecha, con gobierno, administración de justicia, plantaciones autorizadas y un superintentedente, con funciones de gobernador, nombra-do por la Corona. Al efecto, una fuer za española mandada por el gobernador de Yu catán, O’Neill, intentó desalojar a los ingleses, pero nunca quedó claro si había habido o no batalla. Los españoles dijeron que no; los in gleses dijeron que sí y que con tal acción ha bían conquistado el territorio beliceño. Lla maron a este hecho «la batalla de San Jorge», presuntamente librada el 10 de septiembre de 1798, ciento ochentitrés años y once días antes de la independencia.5 En

5 Bajo el coloniaje británico, el 10 de septiembre fue celebrado como «Día Nacional» de Belice. Esto parecía un rasgo del conocido humor

Page 129: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

129

todo caso, Belice fue, desde entonces, la base de operaciones del im perialismo inglés hacia el resto de Centroamérica; y sus superintendentes, verdaderos azo tes para el Istmo. Toda la inefable historia de la Mosquitia, es decir, la costa Atlántica de Nicaragua, que aún hoy quieren usar los ene migos de la Revolución Sandinista, tiene su cordón umbilical en la posesión británica de la costa atlántica goathemalteca, para decirlo en términos coloniales. Y nada más que colo niales. Por lo que sigue.

EL CHANTAJE DEL RECONOCIMIENTO Y LA RIVALIDAD YANQUI

La Capitanía General de Guatemala, es decir, el istmo centroamericano, se separó de Espa ña en 1821, para pro-clamarse República Fede ral independiente. La existencia de esta fue efímera y precaria, por viejas causas históri cas, atribuibles al desbarajuste colonial espa ñol, y por nuevos motivos generados por las clases y los partidos surgidos en vísperas de la independencia y en las primeras déca das de ella. La destrucción recíproca y san grienta a que se dedicaron esas clases y parti dos durante el siglo xix, cuya primera víctima fue la propia Federación, destrozada entre odios localistas e intrigas de ingleses y norte americanos, impidió a las herederas de Espa ña, en lo tocante a Belice (Centroamérica, pri mero, y Guatemala, después), reivindi-car para sí el territorio usurpado por los ingleses.

Durante su corta existencia (1823-1839), la Fede ración procuró obtener el reconocimiento de la mayor potencia del mundo en aquel enton ces. Pero esta chantajeaba a la

inglés. En 1934, el líder obrero Antonio Sobemanis (Tony), fundador de la Labour and Unemployed Association (LUA), adoptó «estratégicamente» el 10 de sep tiembre como cobertura para mejor movilizar a las masas obreras beliceñas hacia sus reivindicaciones sociales.

Page 130: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

130

joven república exigiéndole como condición del recono-cimiento la legalización, mediante un tratado, de lo que era un verdadero despojo. Para este y otros males, Lord Palmerston, taimado imperialista Victoriano, envió en 1834 a Centroamérica, como cónsul, a Federico Chatfield, un verda dero energúmeno, a quien George Squier, su rival yanqui en la pugna canalera anglo -norteamericana, calificó de «rencoroso», «mal vado entrometido», «monomaniaco de la peor especie» y «hombre de escasa capacidad, fácil-mente irritable por pequeñas más que por grandes cosas». Centroamérica no se plegó al chantaje. Al contrario, el gobierno de Morazán envió un plenipotenciario a Londres, en 1835, para reclamar la desocupación de todo el terri-torio usurpado. Para ello, contó con el apoyo del gobierno norteamericano. No porque este obrara por generoso «monroísmo» o por cues tión de principio, sino porque ya se proponía disputar a Inglaterra el dominio de la región canalera centroamericana. En Londres, el ple nipotenciario centroamericano no fue, siquie ra, recibido.

El tironeo anglo-norteamericano por el Istmo duró tres décadas, más o menos, desde los años 30 hasta los 60, del siglo pasado, y termi nó con la admisión británica de la hegemonía yanqui en la región. Se trata de una historia muy turbia, pero muy reveladora, en la que ambos, el Imperio maduro y el aspirante a serlo, pusieron en juego toda su capacidad de truculencia, todos sus recursos sórdidos para engañarse mutuamente, mezclando vidrio mo lido en la melosidad diplomática, o armando farsas trágicas, tras de las cuales ocultaron su condición de salteadores. En el curso de ella, ambos se hacían o se negaban concesio nes sobre Centroamérica, según su estrategia canalera, sin que los gobiernos centroameri canos fueran tomados en cuenta. Buen ejem plo de todo ello son los tratados Clyton-Bulwer,

Page 131: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

131

de 1850,6 y Dallas-Clarendon, de 1856, a nivel diplomático, y los episodios de la Mosquitia y de la invasión filibustera de William Walker, el primero protagonizado por los in gleses y el otro por los norteamericanos, unos con máscara de indios misquitos y otros con levitón de aventureros mer-cenarios. Todos en cargados de burlar lo que se firmaba en las cancillerías de Londres y de Washington.

A nuestro relato importan, en especial, el Tra tado Dallas-Clarendon y la invasión filibustera de Walker. El tratado fue firmado entre la reina del Reino Unido e Ir-landa y los Estados Unidos de América, deseosos, dice el mismo, de «arreglar de manera amistosa las cuestio nes en discusión entre ellas, relativas a Centro américa», sin que Centroamérica se enterara de cómo cocinaban su destino los poderosos rivales. Fue allí donde los Estados Unidos, prácticamente, regalaron Belice a Inglaterra, siempre que esta les dejara libre el resto del Istmo. Las invasiones filibusteras de Walker, entre 1856 y 1870, revelaron a los centroame ricanos hasta dónde iban las intenciones de conquista yanquis en el Istmo. Peleando jun tos contra el invasor, pudieron salvarse esa vez. Pero... ¿y en el futuro? Este temor fue un motivo o pretexto para la firma de la Con vención anglo-guatemalteca de 1859.

Figuraba entonces al frente del gobierno de Guate-mala, como Capitán General vitalicio –ya esto tiene sabor de anacronismo–, un mestizo dizque analfabeto, al menos en su juventud, aunque dotado de una natural saga cidad y de una intuición asombrosa como estratega militar, que lo hizo invencible y hegemónico en Centroamérica durante casi treinta años. Principió criando y vendiendo cerdos en Mataquescuintla (suroriente guatemalteco) y llegó a

6 Por el Tratado Clyton-Bulwer, tanto los Estados Unidos como Inglaterra se comprometieron mutuamente a «no ocupar, for tificar, colonizar, asumir o ejercer dominio alguno sobre Nicaragua, Costa Rica, la costa Misquita y parte alguna de América Central».

Page 132: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

132

ejercer un poder absoluto y a ser árbi tro en El Salvador y Honduras, hasta su muer te, en «olor de santidad», el Viernes Santo de 1865. Fue Rafael Carrera. Para halagar su vani dad, la reina Victoria le obsequió una espada con empuñadura de oro y le otorgó la orden de San Gregorio Magno, en el grado de Gran Cruz. Honores nada gratuitos, que tenían como compensación el apoyo guatemalteco a la polí tica de penetración canalera de los británicos. Manejaba la política exterior del régimen de Carrera un aristócrata, representante de la nueva clase cafetalera, la cual necesitaba, a toda costa, una salida hacia el Atlántico para exportar sus cosechas. De esos intereses crea dos y de aquellos miedos a las intenciones expansionistas yanquis surgió la Convención anglo-guatemalteca de 1859.7

ORÍGENES DE UNA LARGA CONTROVERSIA

La Convención fue redactada hábilmente en la can-cillería londinense. Eludía toda referencia a cesión o nueva adquisición de territorio alguno, y daba a entender que solo se trataba de definir una frontera ya existente con terri-

7 Tales miedos se reflejaron, por ejemplo, en el proyecto de tratado que presentó el ministro de Guatemala en Londres a Lord Clarendon, en 1857. El Artículo V de ese proyecto pro ponía que, en compensación a la renuncia que haría Guatema la al territorio de Belice, la reina de Inglaterra, en su nombre y en el de sus sucesores, prometiera «dar eficaz y segura garantía a dicha república contra las empresas que pudieran intentar en su perjuicio aventureros sin carácter nacional le galmente reconocido». Es decir, filibusteros yanquis como Walker. Y en su informe a la representación nacional sobre la firma de la Convención de 1859, el ministro de Relaciones Exteriores, Pedro de Aycinema, firmante de dicho instrumento, expresó: «La existencia de un estable-cimiento británico en nuestra vecindad, es alguna garantía para nuestra conserva ción, según puede inferirse del empeño no disimulado que hay en destruirla». La alusión es obvia.

Page 133: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

133

torios adquiridos mucho antes por Inglaterra. Así se trans-gredía, de hecho, el Tratado Clyton-Bulwer, aparentando mantenerse, de derecho, dentro del Dallas-Clarendon. Es decir, se obte nía de Guatemala lo que siempre se le había exigido y ella había negado, y se burlaba a los Estados Uni-dos, en su recién asumido papel de gendarme del Caribe. Sin relación expresa con la esencia del tratado, ni mucho menos reconocer que fuera una compensación por el terri-torio adquirido de Guatemala, Inglaterra aceptó incluir un artículo, el VII, en el que los contratantes «convienen en poner conjun tamente todo su empeño tomando medidas adecuadas para establecer la comunicación más fácil (sea por medio de una carretera, o empleando los ríos o ambas cosas a la vez, según la opinión de los ingenieros que deban examinar el terreno) entre el lugar más conve niente de la costa del Atlántico cerca del esta blecimiento de Belice y la capital de Guate mala».

Sobre la interpretación de la Convención de 1859 versó la «disputa» que desenterraron Ubico y Salazar y que, ahora, Ríos Montt y su ministro quieren exhumar nuevamente. Cosa imposible, porque si en los años 40 la tal Con vención era una osamenta con toga, ahora no es ni eso. No es nada. Es polvo que barrió, hace tiempo, la voluntad soberana del pueblo de Belice.

En síntesis, la argumentación guatemalteca sostenía que, por la Convención de 1859, Gua temala había cedido 22 286 kilómetros cuadrados de su propio territorio, a cambio de la construcción de una ruta entre la capital del país y el océano Atlán tico. Pero como Inglaterra había incumplido esta obligación, contenida en el Artículo VII o «cláusula compensatoria», la Convención había caducado ipso facto, y Guatemala tenía, por lo tanto, pleno derecho a reivindicar el terri torio cedido. Inglaterra, por su parte, inter pretaba la Convención de 1859 como de simple deli-mitación de un territorio que ya le era propio, sobre todo

Page 134: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

134

por haberlo conquistado en aquella batalla de San Jorge en la que, según crónicas de la época, no se disparó ni un tiro.

EL DERECHO BELICEÑO A LA AUTO DETERMINACIÓN

La Revolución Guatemalteca dio principio en octubre de 1944, tras haber derrocado a Ubico, primero, y a quien quiso continuarlo, después, en ciento ocho días de lucha cívica y, al final, armada. Jacobo Arbenz fue verdadera y abrumadoramente electo, como segundo gobierno de la Revolución, y asumió la presidencia en 1951. Durante este gobierno, la cancillería gua temalteca, a mi cargo hasta 1952, in-trodujo una variante fundamental en la política exte rior con respecto a Belice: reconoció que era el pueblo beliceño, esa nueva colectividad hu mana que se había venido formando por lo menos en el curso de dos siglos, desde media dos del xviii a mediados del xx, y que ya tenía su propia per-sonalidad, sus tradiciones, sus sentimientos nacionales, sus usos y costum bres, en una palabra, su identidad; el único con derecho a pronunciarse sobre su propio destino. Frente a esta realidad, todas las tone ladas de papel consumidas en la polémica anglo-guatemalteca sobre interpretación de la Convención de 1859 quedaban totalmente ob soletas. En el mejor de los casos, solo tenían importancia de archivo para los hurgadores de curiosidades del futuro. Porque surgía un tercero con mejor derecho: el pueblo beliceño, para el cual no significaban absolutamente nada las herme-néuticas guatemaltecas e ingle sas, ni los sesudos dictámenes de internacio nalistas famosos, bien cotizados por los go-biernos en litigio. Si alguna vez Inglaterra reco nocía ese derecho al pueblo beliceño, Guate mala no tendría ya contra quién seguir alegan do la validez o nulidad de la Convención

Page 135: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

135

de 1859. Los beliceños nada tenían que ver con eso. Eran, simplemente, los dueños verdaderos del territorio.

Esto fue muy claro para el ministro de Rela ciones Exte-riores de Arbenz.8 En otras pala bras, el principio de la «libre autodetermina ción» como atributo del pueblo de Belice. Por eso la cancillería guatemalteca mantuvo, a despecho de las autoridades coloniales britá nicas, relaciones amistosas muy estrechas con los dirigentes del People’s United Party (PUP), cuya plataforma consignaba, como objetivo, la independencia absoluta del país, reconocién dose, eso sí, como la sexta república de Centro américa, hermana de las otras cinco. Los líde res del PUP eran naturalmente persegui-dos por el gobierno colonial, y la cancillería guatemal teca les prestaba su apoyo. Tal aconteció, por ejemplo, durante la prisión de Goldson y John son, redactores del Belize Blackboard, órgano independentista del PUP.

Desde luego, toda esa política tuvo que ser escrupu-losamente discreta. En silencio tenía que ser. Porque en la Guatemala de 1951-1952 todavía pesaba, en el ánimo popular, incluso en la vanguardia más progresista –salvo casos excepcionales–, la obsesión antibritánica y la con-vicción de que el territorio en disputa era guatemalteco, ya que los ingleses lo usurpaban y no habían cumplido el famoso Artículo VII de la Convención de 1859. Esto en cuanto a los mejor informados. La gran mayoría se limi taba a repetir la consigna de «Belice es nuestro». La

8 En mi monografía Guatemala (La Habana, Casa de las Américas, 1968) informo: «Cuando desempeñé el ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, durante el gobierno de Jacobo Arbenz, expresé a George Price, entonces secretario general del People’s United Party (PUP) y después primer mi nistro de la colonia: “Los gobiernos de Guatemala han recla mado el territorio de Belice, pero han olvidado que sobre ese territorio hay gente. Y esa gente es la única que tiene derecho a decidir sobre su destino”, que es lo que, en definitiva, hi cieron treinta años después».

Page 136: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

136

Constitución de 1945, en muchos aspectos revolucionaria y moderna para aque lla Guatemala, dijo, en el Artículo 1ro. de sus Disposiciones Transitorias: «Guatemala decla ra que Belice es parte de su territorio y consi dera de interés nacional las gestiones encami nadas a lograr su efectiva reincorporación a la República». Eso puede explicarse en los legisladores bisoños de 1945. Pero es comple tamente tonto repetirlo en 1982.

LA OBSTINACIÓN DE LOS GENOCIDAS

Pero el gobierno de Arbenz fue derrocado por el imperialismo yanqui y un grupo de jefes militares traido-res, con Castillo Armas a la cabeza, en 1954. Desde hace veintiocho años, la más rabiosa reacción se ha enseñoreado en Guatemala. Todo el mundo conoce la forma bestial cómo esa reacción ha asesinado al pueblo, a sus mejores representantes, hom bres y mujeres, indígenas y ladinos, cristianos, marxistas y socialdemócratas, campesinos, obreros e intelectuales, periodistas, profesores y estu-diantes, adultos, niños y ancianos, en una forma aguda de insania «anticomunista» y de irrefrenable entreguismo. Significativa mente, esos gobiernos, durante veintisiete años (1954-81), enmascararon de patriotismo sus reclamaciones para la llamada «recuperación» de Belice. Significativamen-te, porque fueron, por cierto, los más impopulares y menos respe tuosos de la soberanía nacional, los que se mostraron más intransigentes en el caso de Belice. En cuanto a la de-claración de la canci llería de Ríos Montt, a casi un año de la inde pendencia beliceña, es, repito, sencillamente ridícula.

La historia de los regímenes guatemaltecos, desde 1954 hasta hoy, es asqueante en todos los órdenes. Pero hay que hacerla sin remedio. Sobre todo porque evidencia

Page 137: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

137

de modo objetivo cómo el imperialismo yanqui cumple su autocompromiso de «resguardar la democracia» en América. Sinteticémosla, en lo que a Belice respecta, con la misma repugnancia del que se ve obligado, por razón de oficio, a manipu lar sustancias pútridas. Adelante.

Ydígoras Fuentes cedió a los imperialistas yan quis, en 1960, parte del territorio nacional para el entrenamiento de la fuerza mercenaria que atacaría a Cuba, en 1961, a cambio del respal do norteamericano, o sea, su presión so-bre el gobierno inglés para la obtención de Belice. Cuando Inglaterra otorgó a su colonia un régi men semiautónomo en 1963, Ydígoras rompió relaciones diplomáticas con Al-bión. Él fue especialista en esto de hacer payasadas. Duran te los gobiernos de Peralta Azurdia (1963-1966) y Méndez Montenegro (1966-1970), cada uno más asesino, corrom-pido y entreguista que el otro, las pretensiones de ambos fueron apoyadas por el injerencismo norteamericano, en la for ma de una «mediación» y de un proyecto de tratado que, prácticamente, ponía a Belice bajo control de los gobiernos guatemaltecos. El pro yecto, naturalmente, fue rechazado por los beliceños, cada vez más resueltos a obtener su indepen-dencia de quien fuera. No faltaron tampoco las payasadas. Especialmente en el caso de Méndez Montenegro, a quien los beliceños expulsaron de su país por intruso.

Otro espécimen semejante a los anteriores, Arana Osorio (1970-1974), amenazó en 1972 con la invasión mi-litar de Belice, lo cual interrum pió las negociaciones que se realizaban, siem pre con la mediación yanqui, para obtener ventajas económicas y políticas del territorio reclamado. Los ingleses enviaron tropas de refuerzo a su colonia. El sucesor de Arana Osorio, Laugerud García (1974-1978), redujo las pre tensiones a una cuarta parte del territorio beliceño, y también movilizó tropas hacia la fron tera. Inglaterra replicó con el envío una vez más de contingentes militares de refuerzo.

Page 138: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

138

Se hizo evidente entonces que la actitud mili tarmente agresiva de Arana Osorio y Laugerud García, sus bala-dronadas de invasión y su seudointransigencia respecto a diversas propo siciones anglo-norteamericanas sobre concesio nes económicas, por ejemplo, a cambio de ceder en la reclamación territorial, coincidían con la época en que hechos diversos desfavo rables, entre ellos las muertes de los coman dantes Turcios Lima y Yon Sosa, habían deter-minado el cese temporal de la lucha armada revolucionaria. El grado mayor de tensión se registró en 1977, en el curso de las negociaciones que tenían lugar en Washington. Se repitió la historia de las amenazas del régimen guate malteco y del envío de fuerzas británicas. Pero esta vez fue la última. Porque ya la guerra popular revolucionaria guatemalteca había cobrado nuevo y más vigoroso empuje en el occi-dente del país, y se incrementaba en el Norte, en el Petén, extenso y selvático departa mento colindante con Belice.

PASOS HACIA LA INDEPENDENCIA

El gobierno de Lucas García (1978-1982) no fue me-nos agresivo, estridente y torpe que sus antecesores en las reclamaciones y en la oposi ción a la independencia recla-mada por el pue blo de Belice y prometida por Inglaterra. Esta estulta actitud fue aislando cada vez más a Guatemala –a su oligarquía castrense– en los foros internacionales. Desde 1975, la Asamblea General de las Naciones Unidas había aprobado una primera resolución favorable a la inde-pendencia de Belice. Pero, hasta entonces, una mayoría de los gobiernos latinoamericanos apoya ba la actitud guberna-mental guatemalteca. Fue Panamá, bajo la guía del general Torrijos, el que dio el primer paso solidario con la legí tima demanda independentista de los belice ños, en la Asamblea General de la ONU, en 1977. Laugerud imitó la payasada

Page 139: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

139

de Ydígoras y, como este, respecto a Inglaterra catorce años antes, rompió relaciones con Panamá. Mas esto no impidió que otros gobiernos latino americanos adoptaran la misma línea pana meña en las Naciones Unidas. ¡Era tan osten sible lo infundado de las «tesis» sostenidas ahora por el gang militar gobernante en Guate mala, carente de moral y del más mínimo deco ro internacional! En la OEA se produjo algo semejante. Uno por uno de los Estados miem bros de ese organismo fueron abandonando aquella cúpula criminal, con la lógica priori dad de los de reciente ingreso, excolonias bri tánicas del Caribe también, y por eso natural mente afines a Belice. El gobierno revolucio nario de Nicaragua no pudo sino colocarse no solo del lado de la justicia, sino, incluso, de la más elemental sensatez: fue el primero de los gobiernos centroamericanos en dar su res paldo a la independencia de Belice. En 1980, ciento treintinueve miembros de la ONU votaron contra las pretensiones del repudiado régi men de Lucas. En la OEA, fueron dieciocho los votos en el mismo sentido. Evidente-mente, las varias decenas de miles de víctimas del régi men de Lucas influían de manera decisiva en su aislamiento internacional. Hasta los cadá veres de aquellas víctimas, desde los cemente rios clandestinos, las aldeas masacradas, las ergástulas de tortura, las barriadas pobres, los cráteres de los volcanes, los caminos y los ríos teñidos en sangre, con su silencio macabro, proclamaban, ante todo el mun-do, la razón del pueblo beliceño al rechazar, con todas sus fuerzas, su incorporación al infierno más que dantesco en que los ricos explotadores nacionales y extranjeros, y los militares también ricos y explotadores y brazo armado de aque llos y de su casta, habían convertido a Guate mala. Su desprestigio apestaba ya hasta en el mismo edificio de la Unión Panamericana, de Washington.

A principios de 1981, la primera ministra ingle sa, la feroz «Dama de Hierro», visitó a Reagan, en la capital norteame-ricana, y poco después el ministro de Relaciones Exteriores

Page 140: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

140

de Guate mala hizo una peregrinación a la misma capi tal, para escuchar tonantes orientaciones del secretario de Estado Haig, «el americano feo», según el libro de Victoria Martínez, Ana Cris tina Navarro y Manolo Revuelta. De tal mélange Tatcher-Reagan-Haig, resultó el acuer do, firmado en Londres el 11 de marzo del mismo año y conocido como Bases de Enten dimiento, «a fin de solucionar la contro-versia entre ambos [Guatemala y Gran Bretaña] res pecto al problema de Belice». Tal fue el final, nada heroico para el ensangrentado gobierno de Guatemala, de la cuasi ses-quicentenaria «disputa» que ahora quiere remprender el can ciller de Ríos Montt, Castillo Arriola.

Conforme a las Bases de Entendimiento, Guate mala e Inglaterra se comprometieron a «respe tar la soberanía e integridad territorial de Be lice». El documento hizo conce-siones a Guate mala, relativas a construcción de oleoductos y carreteras, libre tránsito, puertos libres, explo ración de la plataforma continental, etc. Un artículo fue muy revelador y en él se ve la huella digital de Reagan-Haig, que, entonces, todavía la ponían juntos. Dijo ese artículo que Guatemala y Belice suscribirían un tratado de cooperación y seguri-dad mutua y que «ninguno de los dos permitiría que su territorio sea uti lizado para apoyar la subversión contra el otro». Pero, en definitiva, las Bases no sirvie ron para nada. El 21 de septiembre de 1981, en medio del gran regocijo del pueblo beliceño, de su «fiesta azul» y con la solemnidad que vimos al principio, fue proclamada la indepen dencia de la nueva República centroamericana.

LOS VERDADEROS PROBLEMAS

Pero si el pueblo, sus grandes masas, recibie ron con alegría desbordante el advenimiento de su independen-cia, no sucedió lo mismo con las minorías opositoras,

Page 141: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

141

escépticas, colonialis tas o francamente ultrarreaccionarias. Estas últimas tenían por jefe a Nandinga Lumumba y se agrupaban en el Movimiento de Acción de Belice. Una estrecha vigilancia impidió que realizaran los atentados que habían anunciado para el 21 de septiembre. En otro campo opo sitor, estaba el Partido Democrático Unido, hoy liderado por Theodore Aranda y antes por Dean Lindo. Consideraba este prematura la independencia. Derrotista y timorato –a más de algunas otras inconfesadas motivacio-nes–, consideraba que, antes de la indepen dencia, debió haberse hecho concesiones al gobierno de Guatemala para prevenir una in vasión armada. La filiación de Lindo no deja ba lugar a dudas. Acusó a Price de izquierdista por el hecho de que, en la ceremonia de inde pendencia, hubiera delegaciones invitadas de la URSS, Cuba y Nicaragua. También las había de otros cincuentinueve países y de doce orga nizaciones internacionales, además del prínci pe y de la princesa de Kent, representantes de Su Majestad, la reina de Inglaterra. Las dere chas no tenían motivos para ponerse celosas por el «izquierdismo» de Price. En el mo-mento inicial de la República, esa oposición reaccio naria no ponía en peligro la independencia. El pueblo con su fe, su entusiasmo y su apo yo al PUP y a su gobierno, la aplastaba, la ignoraba.

Los verdaderos problemas de la naciente Re pública eran otros. Eran de índole económica y social. Y quizá in-ternacional. En un territo rio cuya extensión ya conocemos (22 286 kiló metros cuadrados), habitaban ciento cincuenta mil personas. Las masas que aclamaron la independencia en la «fiesta azul» descendían en su mayor parte de afri-canos, asiáticos y garífunas, aunque también de mayas y de europeos. En suma, eran las mayorías, el auténtico pueblo beliceño, la fuerza laboral cuyo cuarenta por ciento era de agricultores y aportaba el veinticinco por ciento del pro-ducto nacional bruto y el setenta por ciento del valor de

Page 142: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

142

las exportaciones. Probablemente no tuvie ran otra riqueza que su fuerza de trabajo.

En contraste, hace apenas doce años y según esta-dísticas de entonces, seis propietarios eran dueños del cincuentinueve por ciento de las ochocientas setenta mil hectáreas de superfi cie cultivable, y solo dos de esos seis poseían el cuarentisiete por ciento. Es verdad que Price, jefe del gobierno desde 1961, había re partido ochenta mil hectáreas, se supone que a gente sin tierra, en los primeros cinco años de su reforma agraria. Pero también debió hacer otras concesiones. Estadísticas del mes y año de la indepen-dencia informaron: «Actualmente, un millar de alemanes de la secta menonita trabajan en granjas diseminadas por el territorio, que les fueron entregadas por el go bierno». Y, eufemísticamente, dada la fuente: «También trabajan en la agricultura algunos estadounidenses, que han montado explotaciones agrarias de notable dimensión en terrenos facilitados por el gobierno». No es xenofobia a ultranza. Pero es que aquellas estadísticas, estas informaciones y la larga y dolorosa expe riencia centroamericana obligan a inquietantes reflexiones. Por otra parte, la misma fuente nos dice que «más de cuarenta mil beliceños, negros sobre todo, trabajan clandestinamente en los Estados Unidos, de donde envían a Beli ce remesas de divisas por valor de unos vein ticinco millones de dólares al año, que com pensan al país de su déficit en la balanza comercial con el exterior» (EFE, 22-IX-81). Agrega la agencia que hace un año la emigra ción se calculaba en ochocientos trabajadores al año, pero que podrían llegar a mil. Ojalá –pienso– la agencia noticiosa estuviera equi vocada. Porque para una población de ciento cincuenta mil habitantes...

El principal renglón de la economía beliceña es el azúcar, cuya exportación a Inglaterra y los Estados Uni-dos constituye la mayor fuente de divisas. También son

Page 143: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

143

importantes la explo tación de los bosques maderables y la pesca, que están, además, en la más arraigada tradi-ción beliceña. Recordemos que un cortador de madera y un pescador figuran en el escudo del PUP, hoy nacional. Cincuenta mil cabezas de ganado vacuno pastaban, en septiembre de 1981, en seiscientas mil hectáreas. La mayor esperanza de la economía beliceña es el petró leo, que se halla bajo el mar, frente a la costa norte. Pero la historia del hidrocarburo en el mundo es demasiado conocida para no abrigar temores. Las transnacionales están a las puer tas. El riesgo es tanto más grave cuanto que «los yaci-mientos están a una profundidad mayor de la adecuada a los equipos de perfo ración que se venían utilizando en las plata formas marinas», según el mismo Price. Sinto mático es, por otra parte, que antes de la inde pendencia la Comunidad Económica Europea haya otorgado a Belice un crédito de cuatro millones de dólares para construir un aero puerto en Belmopán, así como escuelas, una emisora radial y un laboratorio de veterinaria, mientras técnicos de la misma CEE estudiaban las estructuras económicas del país.

El primer ministro se mostró optimista el día de la independencia. «Tenemos una economía viable», declaró, «un plan de desarrollo econó mico nacional. Nuestro pro-ceso registra su perávit, y ahora, como nación independiente, tendremos acceso a los organismos de crédito internacional para financiar proyectos que re quieren fuerte inversión» (PL, 21-IX-81). Solo cuatro días después de la independencia, Beli ce ingresó a las Naciones Unidas, como el miembro número ciento cincuentiséis, por ciento cuarenticuatro votos a favor y uno solo en contra. ¡El de Lucas García y lo que representaba! No el de Guatemala. Por lo que se verá enseguida.

Page 144: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

144

LOS SENTIMIENTOS DEL PUEBLO GUATEMALTECO

El pueblo de Guatemala, ya esclarecido gracias al mismo proceso revolucionario que vive desde hace diez años, en su fase actual, consciente del problema y ajeno a los alardes beli cistas de la reacción que lo oprime, apoyó al pueblo beliceño en el ejercicio de su voluntad soberana. Elocuente demostración de esa acti tud del pueblo guate-malteco fue la acción rea lizada por las Fuerzas Armadas Rebeldes, cuyo relato transcribo de uno de los boletines infor mativos de las propias FAR:

[...] para finalizar esta relación de acciones armadas, re-cordemos que el 19 de septiembre, dos días antes de la independen cia de Belice, fuerzas militares de las FAR to-maron temporalmente el centro arqueo lógico de Tikal. Los guerrilleros que ha blaron en el acto lo hicieron parados en el templo del Gran Jaguar, llamando a apoyar el nacimiento de esta nueva nación centroamericana. El ejército llegó al final de esta acción político-militar, pero las fuerzas guerrilleras lo enfrentaron y luego se retiraron ordenadamente. Se incendia ron dos hoteles y las oficinas de Aviateca, la línea aérea nacional.

Esta acción tiene un triple contenido: A: Es expresión de internacionalismo, de la solidaridad que siente el pueblo guate malteco hacia las justas aspiraciones independentistas del pueblo beliceño. B: Evi dencia la polaridad existente entre las intenciones expansionistas y agresivas del gobierno de Guatemala, que se niega a aceptar dicha independencia, y la madu rez política de las organizaciones revolu cionarias de Guatemala, que demandan el respeto a la libre autodeterminación

Page 145: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

145

de los pueblos. C: Fue una reivindicación nacional de nuestras raíces. Este centro arqueológico fue cuna de la floreciente cultura maya, ancestros de los indios guerrilleros de hoy, que combaten con las armas en la mano, cerrando filas con todos los sectores explotados y oprimidos, enfrentando a sus enemigos de clase.

El 7 de febrero de 1982 fue dada a conocer, combati-vamente, la unión de las organizacio nes político-militares que libran la guerra po pular revolucionaria en Guatemala (Ejército Guerrillero de los Pobres, Fuerzas Armadas Rebeldes, Organización del Pueblo en Armas y Partido Guatemalteco del Trabajo), y su inte gración en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). La inde-pendencia de Belice fue saludada por aquellas organizacio-nes, sin desconocer que ella, por sí misma, no aseguraba el ejercicio pleno de la soberanía beliceña. Los sentimientos del pueblo guate malteco y su preocupación por el destino de la nueva República centroamericana fueron justa y fra-ternalmente interpretadas por la URNG, en su Proclama inicial, cuando dijo:

En 1981, se produjo la emancipación del pueblo be-liceño, constituyéndose como Estado independiente, a pesar de las pre tensiones y amenazas de la camarilla mi litar y la reacción guatemaltecas. Esta independencia, que saludamos emocionadamente, enfrentará a partir de ahora las presiones y chantajes del imperialismo, quien tratará de desviar al pueblo beli ceño de su justa posición de no alinea miento.

Es verdad. Pero la revolución centroamericana en marcha, triunfante inevitablemente más temprano que

Page 146: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

146

tarde, será la más segura garan tía histórica de la verdadera independencia de Belice. Cuando se construya la gran patria ístmica, sobre las bases nuevas que el propio proceso revolucionario determine.

Tomado de Casa de las Américas, no. 134, año XXIII, septiembre-octubre de 1982, pp. 107-117.

Page 147: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

147

ALGUNOS PRECEDENTES OLIGÁRQUICO-CASTRENSES

AL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973

Descubriendo una táctica «imprevista»: «¡En Chile hay un peligro comunista!»

E intercambiando besos espantosos momiocristianos y momios furiosos,

con la complicidad de la pistola, contra Allende y el pueblo congregado,

llevan la sedición ola por olamomios tibios y momios congelados.

Pablo neruda

La trágica y decisiva lección de Chile ha terminado para siempre con el mito y la trampa del constitucionalismo

y el apoliticismo de las Fuerzas Armadas de la traición.

gonzalo roJas

MOMIAS EN LA CATEDRAL

«El 18 de septiembre es el día más grande de Chile», escribió en 1810 la Junta de Gobierno creada en Santiago en esa fecha, a su análoga de Buenos Aires. En efecto, enton-ces concluyó, de hecho, la domina ción española y surgió el primer gobierno nacional chileno. Pero lo que pudo decir la Junta que dio vida a la nueva república austral no pudo ser repe tido, ciento sesentitrés años después, por la Junta Mi litar que asesinó a esa misma República. El 18 de septiembre de 1973 fue el más lúgubre, el más doloroso,

Page 148: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

148

el más cargado de ignominia de cuantos aniver sarios de su independencia había visto hasta entonces el pueblo de Chile.

Ese día humeaban todavía los muros de La Moneda, donde había caído, resistiendo heroicamente a la bestia-lidad fascista, el presidente Salvador Allende, asesinado pero vencedor, moralmente invicto, elevado al rango de los más grandes y perdurables ejemplos en la historia de la dignidad. En las calles y en el Estadio Nacional, estúpidos instrumentos de la Junta cuadrumana (Ejército, Aviación, Marina y Gendar mería) fusilaban a discreción a chilenos de coraje que siguiendo la ruta de honor marcada por su presi dente no se plegaban al zarpazo reaccionario. Era el ciento sesentitrés aniversario de la independencia.

Hay palabras que suenan mal por el abuso que de ellas se ha hecho: sarcasmo, ludibrio, bochorno, es carnio. Pero es difícil hallar otras para calificar lo que acontecía en la Catedral de Santiago ese 18 de septiembre, mientras el pueblo era masacrado. Era algo que esas palabras expresan y más, que venía a sumarse a lo que había pasado solo una semana antes, el 11 de septiembre. Allí, dentro del templo católico, se decía una «misa ecuménica» en conme moración del día de la patria chilena, de aquel «día más grande de Chile». Presidían la ceremonia los cuatro jefes máximos de la traición y la carnicería, tres generales (Pinochet, Leigher y Mendoza) y un almirante (Merino), integrantes de la Junta. Pero eso no era todo. En reclinatorio forrado con terciopelo rojo se arrodillaban con aire beato tres mo-mias oligárquicas, especímenes de distinto pelaje político, pero pertenecientes al mismo género reaccionario: los ex presidentes Gabriel González Videla, Jorge Alessandri y Eduardo Frei Montalva, en orden cronológico. Con su presencia avalaban aquel acto de colosal cinismo, protago-nizado por los enterradores definitivos de las esperanzas de un pueblo que anhelaba ver realizados los sueños de

Page 149: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

149

los hombres de la independencia. Más que la misa, en ese momento lo ecuménico era la indignación universal contra los ejecutores materiales y los grandes instigadores del crimen perpetrado contra Chile.

En la Catedral de Santiago se objetivaba, se sinteti zaba, la verdadera historia de la oligarquía chilena y de su brazo armado, servidor obsecuente de sus intereses y de los in-tereses antinacionales, por lo menos desde unos ochenta años antes: desde que las masas fueron tomando conciencia de clase y organi zándose, y desde que alguien quiso inter-pretarlas, reaccionar con coraje chileno y rescatar lo que sus antecesores oligarcas habían enajenado al extranjero.

Porque esa verdadera historia no corresponde a la versión ofrecida por la literatura demagógica de la oli-garquía chilena, en la cual esta y su agente repre sor, o sus agentes represores, militares y gendarmes, solo aparecen, como quien dice, de perfil, es decir, desde el ángulo y con las luces que les favorecen, que les ocultan el lado feo. Así se forjaron dos mitos para enervar toda voluntad de verdadera y tajante lucha revolucionaria en el pueblo, para hacerle creer que la vida política y social de Chile ha sido una excepción en la América Latina, por su normalidad institucional, por el respeto de los partidos al orden demo-crático y por su acatamiento a los preceptos constitucio-nales. Este es el primer mito; el segundo lo complementa. Según él, la Fuerza Armada, mar ginada de la política por su alta conciencia profesio nal, solo ha sido el garante de la constitucionalidad, respetuosa de la voluntad mayoritaria libremente ex presada en las urnas.

Hay que convenir en que esa versión oligárquica ex presa algo de verdad en lo que dice, aunque miente en lo que calla. En efecto, durante el turbulento pasado de nuestros países, en el siglo xix y parte del xx, los grupos oligárquicos chilenos se desangraron entre sí algo menos

Page 150: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

150

que sus similares latinoamericanos, más aficionados al ma-notazo y a la dentellada recí procos. En Chile, esos grupos han sabido mantener un statu quo mutuo y elaborar una imagen de asepsia política útil para la exportación y el con-trabando, bajo la supervigilancia de las Fuerzas Armadas, las cuales han convenido en permanecer fuera del juego, con dos condiciones tácitas: que de ninguna manera el ejercicio electoral regular puede suponer transfe rencia del poder a las masas, y que los políticos civiles en el gobierno se abstengan de lesionar en lo más mínimo los intereses del capital internacional o de las clases privilegiadas.

La verdadera historia a que me refiero arriba dice que ese menester ha sido cumplido por las Fuerzas Armadas chilenas con la misma sádica eficiencia de sus más feroces congéneres latinoamericanos, en de fensa de la libra esterli-na o del dólar, según el signo de los tiempos, con la com-plicidad del grupo oligár quico mandante, y siempre contra las masas obreras y campesinas. La acción abominable del 11 de sep tiembre de 1973 lo demuestra con aplastante eviden cia, y no es un hecho sin precedentes. Es solo el último acto de un largo y casi ininterrumpido pasado de odio y muerte contra el pueblo, contra sus organizaciones, contra sus dirigentes, contra sus gobernantes leales, nada: diferente, en lo esencial, al de casi toda la Amé rica Latina. En lo esencial, porque si bien no cuenta con el clásico estilo latinoamericano de anarquía y caudillismo endémicos en el siglo xix, ni de gorilismo sayón, autocrático, desem-bozado y perpetuo, en el siglo xx, ha sido una forma de gorilismo colectivo, de clase, enmascarado de civilismo y apoliticismo castrense.

Fue a ese tenebroso pasado, que él conocía muy bien, al que se refirió el presidente Allende en su discurso del 5 de septiembre de 1970, al día siguiente de su triunfo electoral,

Page 151: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

151

cuando dijo a la multitud que lo aclamaba: «Yo solo tomo en mis manos la antorcha que encendieron otros junto al pueblo, con el pueblo. Este triunfo debemos dárselo en homenaje a los que cayeron en las luchas sociales y regaron con su san gre la fértil semilla de la revolución chilena que vamos a realizar».

Ese pasado de masacres y entrega de las riquezas nacionales, de golpes de cuartel y de traiciones, de terror físico e ideológico, de fascismo, en una pala bra, es el que simbolizaban en la Catedral de Santiago, el 18 de septiem-bre de 1973, los cuatro militares y las tres momias. No era la primera vez que golpistas genocidas y políticos oligarcas se encontraban juntos, bajo el mismo palio. Así lo han estado por lo menos desde hace casi un siglo: desde Bal-maceda hasta Allende. Hay mucha documentación sobre esa larga historia escrita con dolor y coraje por el pueblo. Pero en estas páginas solo caben, a título de ejemplo, algunos precedentes al 11 de septiembre de 1973 y a su ancha cauda sangrienta.

¿PUEDE UN GOBIERNO LEGÍTIMO BUSCAR ARREGLOS CON TRAIDORES?

El partido opuesto a Balmaceda envió a Europa emisarios, quienes nos asegu raron, con dulces palabras, que Chile volvería a los buenos tiempos pasados, durante los cuales el capital extranjero –fuera

en ferrocarriles, bancos o pro piedades salitreras– sería considerado sagrado.

The South American Journal, Lon dres, 30 de septiembre de 1893

La Junta Militar chilena anunció el ini cio oficial de conversaciones con las em presas cupreras norteamericanas, Ana conda Co. y Kennecot Cooper,

con objeto de indemnizarlas. El ministro de Economía

Page 152: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

152

dijo que «se han estado estu diando las posibles revisiones de pago de compensación a las compañías del cobre

por la nacionalización que hizo el gobierno de Allende».

Cable emitido desde Mendoza, Ar gentina, el 14 de diciembre de 1973

El 18 de septiembre de 1886 fue día de optimistas augurios para Chile, en tanto que el 18 de septiembre de 1891 lo fue de muerte de las mejores esperanzas para el futuro de aquella República. Ambas fechas encierran el período de Juan Manuel Balmaceda, el presidente progre-sista y patriota, y la sórdida con jura de que fue víctima por parte del imperialismo salitrero británico, de la oligarquía enajenada a ese imperialismo y de los jefes de la Marina y otros militares traidores, confabulados todos para derrocar un gobierno de avance material y social y de recu peración de la riqueza y la soberanía chilenas. El haber herido los intereses oligárquicos con lo primero y los del imperia-lismo de su tiempo con lo segundo costó la vida a aquel gobernante. Abrumado por la superioridad de recursos del enemigo, traicionado por sus propios colaboradores, solo en la derrota, a ex pensas del furor implacable del adversario y aplastada la obra de reafirmación nacional que había empren dido, optó por la única: solución que consideró compatible con su honor: el suicidio. El 18 de septiembre de 1891 escribió su «testamento político» y al día siguiente consumó su sacrificio.

Balmaceda era de origen aristocrático, y en su juven-tud quiso ser cura. Pero su clara comprensión del proceso político y social de su patria y de su tiempo, su sensibilidad social y su celo por la soberanía chi lena lo alejaron de su formación católica y de sus vínculos aristocráticos para ubicarlo en el ala más radical del liberalismo, que en el siglo pasado era anticlerical y revolucionaria como en el resto

Page 153: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

153

de la América Latina. Como ministro de su antecesor en la presidencia, Domingo Santa María, fue autor de las leyes laicas que cercenaron antiguos privilegios de la Iglesia. Naturalmente, esta lo detestaba.

A partir de la terminación de la Guerra del Pacífico (1879-1883), se inició un cambio económico, social y político que cobró, durante el quinquenio de Balma ceda, mucho más dinamismo y profundidad. El viejo orden social se desquiciaba con el ingreso a la vida política de nuevas fuerzas. Un nuevo tipo de agricul tor con mentalidad moderna, capitalista; una burgue sía industrial, una clase media en rápido ascenso, un artesanado y una clase obre-ra en incremento numé rico, con el campesinado atraído por las salitreras y las obras públicas, alteraban el cuadro tradicional. Fue así como los latifundistas semifeudales de la zona central dejaron de ser el factor agropecuario pre-dominante, y como la alta burguesía comercial y bancaria fue tocada en sus intereses.

Naturalmente, los partidos de la oligarquía reaccio-naron contra el presidente con la ferocidad que les es característica en todo tiempo y lugar. Esos partidos eran: el Nacional, cónclave de plutócratas y superburócratas; el Conservador, alianza clásica de alto clero y latifundismo; el Radical, manipulado en la cúspide por mineros, co-merciantes y banqueros de apellido ilustre; y, finalmente, grupos varios del multidividido Partido Liberal, algunos de los cuales acompañaron a Balmaceda, al principio, para volverle la espalda, o, mejor dicho, para hacerle frente con toda la reacción, cuando consideraron que su gobierno no servía los intereses de sus más encumbrados capitostes.1

1 «Durante su gira a la región salitrera, Balmaceda había dicho que en su afán –noble afán– de nacionalizar los ferrocarriles de Tarapacá, llegaría a cualquier extremo, incluso al de luchar contra algunos de sus buenos amigos, abogados notables, que defendían el monopolio inglés, bien pagados por el oro de North, el “rey del salitre”. Uno de estos

Page 154: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

154

Toda esa amalgama oligárquica se concentraba en el Congreso, manipulaba gran parte de la prensa y era instru-mento sobornado con largueza por el im perialismo salitre-ro británico, cuya encarnación, sím bolo y cabeza mayor, era el llamado coronel John Thomas North, una especie de Anaconda, Kennecot o ITT de la época. Desde su cuartel general, la coali ción reaccionaria hostilizaba al presidente, contra quien concentraba su odio de clase, deponiendo mo-mentáneamente sus diferencias de credo, de casta y hasta de intereses, para destruir, por cualquier medio, a quien consideraban, incluso, como un tránsfuga de sus filas, por su origen y por su manifiesta preferencia por las clases populares. Repetidas veces, Balmaceda se había colocado de parte del campesino y del obrero o sencillamente no se había plegado a las exigencias patronales.2

abogados era [Julio] Zegers, ferviente amigo y colaborador político de Balmaceda [...]. Y así como Zegers, muchos otros lo abandonaban» (Luis Enrique Délano: Balmaceda, político romántico).

2 «En el mes de julio de 1890, se produjeron las grandes huelgas genera-les de Tarapacá y Antofagasta; en esa ocasión, Balmaceda se abstuvo de disponer medidas protectoras del orden, de la vida y de la propiedad solicita das por los salitreros del Norte; en cambio, incitó a estos a que atendieran las peticiones de los obreros» (Hernán Ramírez Necochea: Balmaceda y la contrarrevolución de 1891). Otro autor confirma lo anterior y agrega un ele mento nuevo, el castrense: «El Presidente recomienda prudencia y el estudio de estas peticiones; sin embargo, la Fuerza Armada disuelve las concentraciones obreras ocasionando muertos y heridos y destruyendo este movi miento social» (Jorge Parrías: El movimiento obrero en Chile). Una referencia más: «Aunque el propio Balma ceda era rico y dueño de extensas haciendas, no vaciló en dañar los intereses de su clase con tal de dar mayor prosperidad al pueblo y hacer progresar al país [...]. Ha quedado documentado un incidente en el cual un repre sentante de los latifundistas, Macario Ossa, reprochó a Balmaceda por los altos jornales que el fisco pagaba a los trabajadores, causando con ello su éxodo de los campos. “El remedio está en su mano: pague usted a sus obreros lo mismo que les paga el fisco, y tendrá brazos en abundancia”, le replicó el Presidente» (Elizabeth Reiman y Fernando Rivas: La lucha por la tierra).

Page 155: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

155

La virulencia fue creciendo a partir de 1889 hasta al-canzar su clímax en enero de 1891. No era una oposición política, sino una histeria colectiva, de clase, un furor insano que, en los periódicos reaccio narios, agotaba el arsenal del vituperio y en las cá maras se cubría con vellocinos demo-cráticos, diciéndose los voceros de los privilegios defensores del parla mentarismo, del constitucionalismo y del honor na cional. Acusaban al presidente de autócrata, de violador de los fueros parlamentarios, de querer imponer a su sucesor en la presidencia, de abusivas injerencias y de mil atropellos más y llegaron hasta negarle la autorización legal del presu-puesto de gastos de la Nación, para 1891. Así bloqueaban su obra constructiva y creaban un círculo vicioso: colocaban al gobernante en posición defensiva, y de ahí sacaban nuevos argumentos para arreciar el ataque.

Balmaceda los conocía muy bien y no se engañaba ni un ápice sobre las verdaderas motivaciones de aquella gro-sera y desenfrenada campaña. En enero de 1891, los definió lapidariamente en carta a su amigo Joaquín Villarino: «el Congreso es un haz de corrompidos. Hay un grupo a quien trabaja el oro extranjero y que ha corrompido a muchas personas. Hay un hom bre acaudalado que ha envilecido la prensa y ha envilecido los hombres».

No cabía duda. El gran corruptor era el «rey del sali-tre», John Thomas North. Poco más de un lustro después de la caída y muerte de Balmaceda, los mismos que la habían instigado y financiado proporcionaron la prueba irrefutable de sus palabras. El Railways Times, de Londres, publicó las declaraciones de los directores de la Compa-ñía del Ferrocarril Salitrero, prestadas ante un comité de accionistas, sobre el sospechoso destino de cien mil libras esterlinas gastadas, sin comprobación, en Chile, en 1891. El edito rial del citado periódico, cuando informó de la investigación decía: «El fondo de soborno y corrup ción de los ferrocarriles salitreros». Las pruebas alcanzaron un

Page 156: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

156

cúmulo imponente y por ellas se conoció que las otras empresas británicas con negocios en el Norte, en número de catorce, entre salitreras, bancarias, ferrocarriles, espe-culadoras y de servicios, también habían sobornado. Un exministro de Bal maceda dio a conocer, en el mismo año y desde su exilio en Francia, la nómina de quince políti-cos prominentes y nobles a sueldo de North, con la ficha profesional de cada uno.3

Hay que echar una rapidísima mirada retrospectiva para ubicarnos mejor en la situación. Al nacer a la vida independiente, Chile no pudo escapar al destino de las nuevas repúblicas latinoamericanas. Nació atrapada por la usura y el mercantilismo británicos y pasó de colonia española a neocolonia inglesa. La gran hemorragia que bañó el Océano Pacífico, las pampas salitreras y las cum-bres andinas en la Guerra del Caliche (entre Chile, Perú y Bolivia) no bene fició en nada al país triunfador ni a su pueblo de rotos. Estos murieron por miríadas, de bala, sed o insolación, y mataron a cholos e indios, como muchos de ellos, para convertir al excalderero North en el todo-poderoso amo del salitre... y de su patria. En menos de diez años, este típico Victoriano se adueñó de Tarapacá y levantó grandes compañías que hen chían de libras esterli-nas los bolsillos de accionistas londinenses, en cuyos oídos Tarapacá y Kapurthala sonarían igual: dos puntos remotos de su imperio colonial, a lo mejor limítrofes.

Esta historia la conocía Balmaceda como nadie, y se dispuso a cambiarla. Si Chile se había proclamado inde-pendiente en 1811, debía serlo también de los salitreros ingleses. Tan sencilla, clara y lógica como es esta fórmula,

3 El exministro fue José Miguel Valdés Carrera. Ramírez Necochea reproduce la «ilustre» nómina con la ficha de cada uno, que encabeza el ya mencionado Julio Zegers, como «abogado y apoderado general». Siguen trece abo gados «llamados consultores».

Page 157: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

157

originó, no obstante, la guerra civil de 1891. Un capítulo más y del mismo carácter que otros muchos en la dura his-toria moderna de nuestra América, reditado en septiembre de 1973 a escala monstruosa y en el mismo Chile.

En 1889, Balmaceda hizo un recorrido por el Norte. Sobre el terreno, enunció en vigorosos discursos su doctrina reivindicadora, que, por otra parte, venía siendo aplicada, como línea política definida y por medio de di-versas medidas, desde 1887. A su regreso de Iquique, de las salitreras de Tarapacá y Antofagasta y de las provincias de Atacama y Coquimbo, Balmaceda ratificó sus principios y planteó categó ricamente el único curso por seguir, com-patible con los intereses y la dignidad del pueblo chileno. Su discurso del primero de junio, ante el Congreso Pleno, el cuerpo diplomático y los altos funcionarios públi cos, tiene resonancias históricas:

Es verdad que no debemos cerrar la puerta a la libre concurrencia y producción de salitre de Tarapacá, pero tampoco debemos consentir que aquella vasta y rica región sea convertida en una simple factoría ex-tranjera. No podrá desconocerse el hecho muy grave y muy real de que la singularidad de la industria, la manera como se ha producido la constitución de la pro piedad salitrera, la absorción del pequeño capital por el capital extranjero y hasta la índole de las razas que se disputarán el imperio de aquella vastísima y fecunda explotación, imponen una legislación especial basada en la naturaleza de las cosas y en las necesidades especiales de nuestra existencia económica e industrial.

Aunque esas palabras ya estaban abonadas con he-chos anteriores, Balmaceda avanzó con pasos mayores por la vía de la recuperación nacional: atacó con medidas

Page 158: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

158

concretas el monopolio del Ferrocarril Salitrero, pro yectó la expropiación de los ferrocarriles del Norte Chico, contrató empréstitos, construcción de obras, barcos y adquisición de armamento en Alemania, Francia y los Estados Unidos. Con todo ello, el presi dente no hacía sino interpretar y obedecer un claro sentimiento antimperialista, en aquel entonces anti británico, que la mayoría de la nación expresaba por diversos medios.4 Desgraciadamente, contra y sobre esa mayoría, se situaba la minoría antinacional que ya conocemos, no solo con el poder económico y el res-paldo exterior de los salitreros de Su Majestad, sino con la complicidad financiada de los jefes de la Escuadra, en aquel entonces la fuerza armada deci siva en Chile, «dominados por elementos provenientes de la oligarquía y las capas elevadas de los sectores burgueses».5

Parte integrante y virulenta de esa minoría era la in-faltable prensa, igualmente pagada por los monarcas del salitre, que, como todas sus similares de ayer y de hoy, se amparaba en su particular interpretación de la «libre emisión del pensamiento». La misma que hoy tremola la SIP. Igual que el blindado Cochrane, el crucero acorazado Esmeralda, el monitor Huáscar y las corbetas O’Higgins y

4 «En los años en que el imperialismo actuaba más dinámi ca y vigoro-samente en nuestro país, en los momentos en que se enseñoreaba con caracteres más avasalladores sobre la provincia de Tarapacá absorbiendo todas sus riquezas, se produjo en Chile el despertar de la conciencia antimperialista. Hombres que actuaban en diversas esferas, en la pren-sa, en el Parlamento, en las agrupa ciones políticas o en el gobierno, contemplaban ese pro ceso con temor y desconfianza [...]. Semejante movi miento alcanzó su máxima expresión en 1889. A lo largo de ese año crucial, periódicos, miembros del Parlamento y el Presidente de la República, dieron a conocer puntos de vista de orientación genuina-mente con traria al avance del imperialismo y se esforzaron de modo consistente por impedir que él continuara» (Hernán Ra mírez Necochea: Historia del imperialismo en Chile).

5 Patricio Manns: Revolución en la escuadra.

Page 159: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

159

Magallanes dis paraban sus baterías, mejor dicho vomitaban, no obuses, sino injurias y falsedades, los periódicos El Heraldo y La Unión, de Valparaíso, y La Libertad Electoral, El Mercurio, La Época, La Patria, El Estan darte Católico, El Independiente y otros menores, de Santiago, órganos de conservadores, nacionales, libe rales nacionales o mocetones y radicales. Era una ofensiva bien concertada, en la cual hacía sus prime ras armas el bibliotecario de la Cámara de Diputados, de veintitrés años, que luego sería «primera figura en la escena política de su país», símil teatral y lugar común que es completamente intencionado de mi parte por lo que diré después. Este faldero de la gran jauría era el vástago oligarca Arturo Alessandri, quien escribía cosas de este tenor:

La existencia depravada del gran monstruo de la hu-manidad, Iván IV o El Terrrible, es una pá lida sombra del miserable dictador [Balmaceda].

Estremécete, tirano, porque Dios y los hombres te han de juzgar; la misericordia del ser supremo no es para ti, y la justicia humana cerrará los ojos para aplicar en tu lóbrega conciencia el castigo que claman tus víctimas [La Justicia, 13 de julio de 1891].

El 7 de enero de 1891 estalló la rebelión, en Valpa-raíso, como el 11 de septiembre de 1973. Antes de aquel día, los congresistas habían tomado sus precau ciones: unos se escondieron en Santiago y otros se trasladaron a aquel puerto y se embarcaron en el acorazado Blanco Encalada. El jefe de la traición armada fue el marino Jorge Mont, y a él se sumaron jefes del ejército de tierra como el coronel Del Canto y el mercenario Körner, contratado en calidad de ins tructor desde 1885. Como en la mayoría de las veces, hubo soldados de excepción que rehusaron

Page 160: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

160

comprome terse con la traición a su patria y prefirieron la vía del honor y del sacrificio.6 Entre estos, estaban el co-ronel Robles, bárbaramente despedazado por los soldados congresistas, en Pozo Almonte, y los gene rales Alcérreca y Barbosa, muerto el primero en la batalla de La Placilla y asesinado el segundo después de la misma, el 28 de agosto.

Balmaceda resistió todas las presiones y violencias ejer-cidas sobre él para que renunciara, con un len guaje y una entereza que la Historia vería reiterados ochentidós años después: «nadie tiene el derecho de exigirme el sacrificio de mis prerrogativas como Jefe de Estado en Chile. Os lo declaro con toda con vicción: no abatiré mis atribuciones, no haré en caso alguno el papel de víctima». No renun-ció. En medio de la guerra, convocó a elecciones, como correspondía conforme al calendario legal, y esperó la de su sucesor. Al día siguiente de terminar su período presiden-cial (18 de septiembre de 1891), se suicidó, en dramáti cas circunstancias. Prefirió esto a la claudicación. Cuando se le propuso buscar un arreglo con los trai dores del Con-greso y de la Escuadra, ya vencido irremediablemente, replicó altivo: «¿Arreglos? Pero, señores, ¿acaso puede un gobierno legítimo buscar un arreglo con traidores, con marinos que enarbolan en sus barcos la bandera de los piratas?».7 Palabras que tienen un impresionante parecido

6 Se sabe que en septiembre de 1973 fueron fusilados miembros de las Fuerzas Armadas de Chile y que durante tres días, después del 11, hubo alzamientos en la Escuela de Suboficiales de Carabineros, en el Regimiento Buin, de Santiago, y en el de Coraceros, de Viña del Mar. El periódico londinense Morning Star publicó, a fines de octubre de 1973, informaciones obtenidas en la Argentina, en el sentido de que veinticinco oficiales leales a la Cons titución fueron asesinados en Valparaíso y treinta en San tiago, con posterioridad al asesinato del presidente Allen de. Honrosas excepciones a la regla.

7 Enrique Délano: ob. cit.

Page 161: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

161

con las que Allende contestó a los indignos jefes militares del 11 de septiembre: «El presidente les respondió que como generales traidores no podían conocer lo que era un hombre de honor», refirió Beatriz Allende, el 28 de septiembre de 1973.

IQUIQUE: UN RESULTADO EFICAZ Y ORDENADO

Pasó en el Norte Grande fue Iquique la ciudad. Mil novecientos sietemarcó fatalidad. Allí al pampino pobre mataron por matar. Allí al pampino pobre mataron por matar.........................................Murieron tres mil seiscientos uno tras otro.Tres mil seiscientos mataronuno tras otro.La escuela Santa Maríavio sangre obrera.La sangre que conocíasolo miseria.

luis advis

Cantata Santa Maríade Iquique

Casi todos los pueblos latinoamericanos tenemos en nuestra memoria amarga el recuerdo, a veces el trauma, de una matanza de obreros o campesinos. Matanzas hay muchas, son casi continuadas, pero hay algunas que ya forman parte, incluso, de nuestro folclor. No hablo de las víctimas de la represión política, que sobrepasan los límites

Page 162: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

162

de cualquier estadística. Hablo de los mártires, anónimos casi siempre, de las luchas sociales, en lo que va de siglo. Desde luego, nada es más horrendo que la matanza de cam pesinos perpetrada casi ininterrumpidamente desde hace tres décadas, por cuenta de las oligarquías libe ral y conservadora de Colombia y a cargo de las Fuerzas Ar-madas. Pero todos nuestros pueblos tienen, por lo menos, una página cruenta, un recuerdo de pesadilla. Por ejemplo: Cananea, en México, en 1906; Contestado, en el Brasil, en 1916; la Patagonia, en la Argentina, en 1920; Santa Marta, en la misma Colombia, en 1928; Izalco y Nahuizalco, en El Sal vador, en 1932; y así, interminablemente. Chile cuenta no una, sino más de veinte matanzas así.8

Pero es, por algo, la de la escuela Domingo Santa María, de Iquique, la que más sangra todavía en el alma de aquel pueblo. Quizá porque pocas veces, como enton-ces, tanta sangre obrera fue derramada, con tal exceso de sevicia, con tanto cinismo, tan co barde y fríamente, y porque de esa masacre ha que dado un documento des-vergonzado, siniestro, reflejo único del odio clasista, en el

8 Patricio Manns da una «Cronología de las masacres obrero-estu-diantiles», tomando como base el estudio de César Godoy Urrutia. Veintiuna suman las del siglo xx, entre 1903 y 1970, desde Germán Riesco hasta Eduardo Frei, pasando por los otros perpetradores de esas ma tanzas: Pedro Montt, Juan Luis Sanfuentes, Arturo Alessandri, Alfredo Duhalde, Gabriel González Videla, Carlos Ibáñez y Jorge Alessandri. Al lado de esos responsables mayores, figuran los meros ejecutores militares y policías: José Manuel Ortúzar (general, 1903), Washington Salvo (comisario, ídem), Joaquín Prieto Concha (prefecto, 1905), Adolfo Miranda (teniente, jefe de plaza, 1906), García Vidaurre (comandante de carabineros, 1920), Ra fael Toledo Tagle (intendente de Santiago, ídem), Al fonso Bulnés Calvo (gobernador de Magallanes, 1920), José María Barceló (comandante de guarnición, ídem), Aníbal Parada (coronel, prefecto de Carabineros, ídem), Vicente Huerta Celis (general, director de Carabineros, 1970). No incluyo a los sicarios que menciono en el texto (Patricio Manns: Las grandes masacres).

Page 163: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

163

informe rendido por el principal asesino de varios miles de trabajadores: el general Roberto Silva Renard.

Pero este militar, como su subordinado Sinforoso Le-desma y todos los soldados y marinos que dispa raron sobre la masa obrera inerme, no fueron más que perros, al mismo tiempo amaestrados y feroces, azuzados contra aquella masa. La alta responsabili dad, por su mayor jerarquía política, correspondió al presidente Pedro Montt y a su ministro del Interior, Rafael Sotomayor. Son estos los magnos ca-pangas de los accionistas ingleses del salitre, los pontificales capataces encargados de cuidar los dividendos de aquellos accionistas. Montt estaba bien escogido para esa tarea. Su gusto por la violencia era conocido, al grado que el símbolo de su gobierno era el garrote policial, llamado por el pueblo Pedromón. Su mejor hoja de servicios a la oligarquía y a los señores del nitrato consistió en la implacable persecución a los derrotados balmacedistas de 1891. La oligarquía te-nía en él a un peón bien tallado, adecuado para suceder a Germán Riesco, bajo cuyo gobierno las tropas, la marinería del Blanco Encalada y «guardias particulares» perpetraron la represión de Antofagasta, en 1906. Era, pues, Montt el indicado para nominarse candidato de los liberales, los radicales, los nacionales y un sector de los conservadores, ese mismo año de 1906.

Corría a cargo de Montt el mantener el orden estable-cido en las plantas salitreras de Tarapacá y Antofa gasta. El «orden establecido» quería decir cepo, pul perías, fichas, cachuchos, viviendas miserables y sa larios exiguos. El cepo tenía claras remembranzas esclavistas. El salario pagado en fichas, válidas solo en la pulpería de cada oficina,9 obligaba al trabaja dor a dejarlo allí, pagando los precios que se le qui sieran imponer y estafado en los pesos y medidas de sus exiguas compras. El cachucho era la muerte acechante

9 Empleo el término oficina en su acepción chilena de «planta» o «centro minero».

Page 164: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

164

en todo momento, el riesgo de caer al gi gantesco caldero donde hervía el salitre.10 Eso y más constituía el «orden establecido» que sufrían obreros pampinos o contratados en el centro y sur del país o, en fin, trabajadores peruanos, bolivianos y argen tinos, y que guardaban celosamente los políticos, los generales y los almirantes.

En octubre de 1907, los explotadores urdieron un plan para bajar aún más los salarios: llevaron a más de mil desocupados del Sur a las provincias de Anto fagasta y Tarapacá. El plan era tan sencillo como diabólico y casi no requiere explicarlo. Con esos desocupados dispuestos a vender su trabajo al más bajo precio, podía despedirse a cualquier trabajador, rechazar la más modesta petición, acallar la menor protesta. Así fue. El descontento corrió por toda la pampa del Tamarugal. A la negativa de aumen-tar los salarios, respondieron, primero, los trabajadores de la Maestranza del Ferrocarril Salitrero, el 4 de diciembre; luego siguieron los de las plantas de la pampa, y, finalmente, otros de la propia ciudad de Iquique declararon la huelga el 13 de diciembre.

Los pampinos resolvieron trasladarse en masa a Iqui que para formular allí sus demandas elementalmente justas. Los gerentes de las plantas negaron, natural mente, los trenes salitreros. La marcha de hombres, mujeres y niños en brazos, se hizo a pie, por días y noches, a través de la pampa desértica, bajo un calor asfixiante de hasta cuarenta grados. Debió ser imponente aquella columna que avanza-ba silen ciosa, que crecía a medida que más gente, de otras oficinas, se sumaba para engrosarla, como afluentes de

10 «Sobre estos cachuchos se extiende un camino de madera de cin-cuenta a sesenta centímetros de ancho, por donde los obreros corren empujando los carros con caliche. Al menor descuido, el que empuja el carro caerá al cachucho, muriendo en forma espantosa, y como no existe previsión, nadie se responsabilizará del accidente» (Guillermo Kaempffer Villagrán: Así sucedió, 1850-1925).

Page 165: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

165

una corriente ya amazónica. Podía leerse en car tones mal pintados la procedencia: San Jorge, San Donato, Carmen Abajo, San Lorenzo, Santa Lucía, La Gloria, San Agustín, Iquique, La Perla, Esmeral da... Desde el 14 de diciembre, empezaron a desem bocar las oleadas tranquilas, ham-breadas, derrengadas en las calles de Iquique: ocho mil pampinos; el 16 entraron mil quinientos más de Lagunas, y tras ellos otros mil trescientos de Donato.

No cabían en Iquique tantos hombres y mujeres del pue-blo. Ocuparon el Club Hípico, el velódromo, los regimientos, las calles, las plazas. Nadie les vendía nada o si les vendía era a precios de especulación desorbitada. Comerciantes, buró-cratas, ricos, la «gente bien», en general, corrieron a armarse.

¿Dónde? Quién sabe, pero las fotografías de la época los muestran con sus largos fusiles. Quizá fueran también «guardias particulares» como los que participaron en la masacre de Antofagasta, un año antes. Tropas de caballería vigilaban a los que se alojaron en el Club Hípico, como si fueran prisioneros. Varios miles obtuvieron licencia para ocupar la escue la Domingo Santa María y allí, en la azotea, en un pequeño cobertizo, visible desde la calle y la plaza Manuel Montt, quedó instalado el Comité de Huelga. Un blanco perfecto para los masacradores. De un borroso recorte de El Mercurio, de Antofagasta, del 22 de diciembre de 1907, tomo los nombres de los primeros que cayeron el 21: José Briggs, presidente; Manuel Altamirano, vicepre-sidente; José Santos Morales, te sorero; Nicanor Rodríguez, secretario, y los delegados José Santos Paz, Ignacio (ilegi-ble), Pedro Sotomayor, (ilegible), Juan Ordóñez, Francisco Sánchez, Luis Muñoz, J. M. Cáceres, J. F. Corpo, Manuel Toro, Manuel González y Luis Córdova. A ellos se sumó el dirigente obrero de Iquique Luis Olea.

En el contexto de aquellos días crueles, ciertas infor-maciones de prensa, de la propia prensa comprome tida con

Page 166: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

166

los intereses salitreros, cobran, a la distancia del tiempo, carácter de documentos acusatorios contra esos mismos intereses y sus gendarmes políticos y militares. Por eso reproduciré el texto simple pero revelador de un cable fechado en Iquique, el 16 de diciembre, y publicado en El Mercurio de Antofagasta:

Iquique 16 (Depositado en la oficina del Cable West Coast, a las 11:10 a.m.). La huelga se ha hecho gene-ral en la mayor parte de la zona salitrera. Treinta plantas están absolutamente paralizadas y el movimiento amenaza compro meter también a las que aún siguen funcionando. Los huelguistas que habían emprendido el sá bado en San Antonio el peregrinaje a pie a este puerto, llegaron ayer a primera hora, diri giéndose, formados en medio del mayor orden, al hipódromo de Cavancha, escoltados por fuer zas de línea. Por la tarde llegaron nuevas patru llas de pampinos, con los cuales el número total de estos subió a cuatro mil.

Desde el primer momento pudo notarse que su actitud era perfectamente tranquila y que sus propósitos no eran otros que discutir su situa ción con los patronos comprometiendo a estos a acceder a sus peticiones. Lo que han pedido concretamente es lo que sigue:

1. Pago de jornales a oro de 18 peniques.2. Que se establezca el libre comercio en las oficinas,

cesando el privilegio de las pul perías.3. Abolición de las fichas.4. Que se establezcan balanzas en las pulperías para

confrontar las compras y evitar que se les defraude en el peso.

5. Que en caso de que los administradores se negaren a pagar una carreta de caliche por ser de ley inferior

Page 167: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

167

a la establecida, no la aprovechen enseguida como ocurre actual mente.

6. Que no se despida a los obreros que han tomado parte en la huelga y en caso contra rio se les indem-nice cumplidamente.

7. Que estos acuerdos sean reducidos a escri tura pú-blica suscrita por delegados de los patronos y los obreros.

Cualquiera advierte que aquellas demandas planteadas en forma pacífica como lo dice El Mercurio, ¡El Mercurio!, eran el reflejo de una situación de incali ficable explotación, prexistente desde mucho tiempo atrás, y que constituían lo mínimo que tenían derecho a reclamar los explotados. Pero la respuesta oligár quica y militar al celoso cuidado de los dividendos de accionistas ingleses fue espantosa-mente despro porcionada a la actitud no violenta de los trabajadores:

Los cañones de tres grandes barcos de guerra de la Armada Nacional apuntaban hacia la ciu dad; eran el Zenteno, el Chacabuco y el Esme ralda; los transportes Maipo y Rancagua, listos para desembarcar o embarcar la gente, según fuera el caso; la ciudad era patrullada día y noche por personal del Ejército y la Marina.

Los regimientos Granaderos y Carampangue; habían sido reforzados por el O’Higgins, de Copiapó; el Esmeralda, de Antofagasta; el grupo de ingenieros y pontoneros Atacama, de Tacna; de Talca vino el Rancagua. También fue trasladada a Iquique la artillería de Valparaíso, más el personal de tropa y oficiales de carabineros llegados desde el sur del país.11

11 Guillermo Kaempffer Villagrán: ob. cit.

Page 168: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

168

Parecería que un importante ejército y una poderosa escuadra de peruanos y bolivianos amenazaban in vadir Tarapacá, para reivindicar los territorios conquistados en la Guerra del Pacífico, con el heroísmo, el sudor y la sangre de muchos de los pampinos que ahora formaban parte de la columna huelguista, de los explotados por los beneficiarios de aquella con quista, precisamente junto a bolivianos y peruanos, rotos como ellos, siervos del cali-che para poder sobre vivir. El 19 de diciembre llegaron a Iquique, después de recibir instrucciones en Santiago, del presidente Montt y su ministro Sotomayor, el intendente de Ta rapacá, Carlos Eastman, y el general Silva Renard, con su segundo, el coronel Sinforoso Ledesma. Las instrucciones del ministro, en mensajes del 14 al 16 de diciembre, suenan a tableteo de ametralladora: «prestar amparo a personas y propiedades [...] reprimir con firmeza [...] cualquiera que sea el sa crificio que imponga. La fuerza pública debe ha-cer respetar el orden cueste lo que cueste [...]». Len guaje feroz, inconcebible, pero no por eso abandonado por los masacradores de Chile. Pinochet y los suyos lo han reditado una vez más.

De la forma como Silva Renard cumplió las instruccio-nes de Sotomayor, hay un relato insustituible, superior a cualquiera versión literaria, porque revela la irres-ponsabilidad fría y lombrosiana del mismo verdugo, quien confiesa con no disimulada morbosidad, descarnadamente, su crimen gigantesco, presentado por él como una hazaña, como un inapreciable servicio prestado a sus amos. Por eso copio intactos, textuales, los párrafos más espeluznantes del informe de Silva Renard a Eastman, retransmitido de este a Sotomayor, y de este, lógicamente a Montt, y publi-cado por El Mercurio, de Antofagasta, el 22 de diciembre, día siguiente al de la hecatombe:

Page 169: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

169

Calculé que en el interior de la escuela había cinco mil in-dividuos. Afuera, dos mil consti tuían claramente la parte más decidida y más exaltada de los aglomerados [...].

Como usted comprenderá, los oradores no hacían otra cosa que repetir aquellas frases comunes de guerra al capital y al orden social exis tente [...].

Reuní a los jefes que me acompañaban y estudié con ellos la posibilidad de obtener la sumisión con las armas blancas, introduciendo a la Infantería con la bayoneta calada que con ataque vigoroso hacia el interior aprehendiese a todo el Comité y haciéndole cargar a la Caba llería sobre la turba aglomerada en el exterior; se comprobó que esta operación no daría resul tados por lo apretada y compacta que se man tenía la muchedumbre exterior, para cargarla con éxito, y se vio, por el contrario, que un ataque con arma blanca o caballería podría dejar a la Infantería y los jinetes en peli-gro de ser tomados por los huelguistas, complicándose la situación para las operaciones siguientes. Se vio, por tanto, que no había más recurso que el empleo de las armas para obtener resultado eficaz y ordenado [...].

Convencido que no era posible esperar más tiempo sin comprometer el respeto y el prestigio de las auto-ridades y de la fuerza pública, pene trado también de la necesidad de dominar la rebelión antes que termi-nase el día, ordené a las 3:45 p.m. una descarga por un piquete del Regimiento O’Higgins hacia la azotea mencio nada y por un piquete de marineros situado en la calle Lautaro hacia la puerta de la escuela, donde estaban los huelguistas más rebeldes y exaltados.

A esta descarga se respondió con tiros de revól ver y aún de rifles, que hirieron a tres soldados, y a dos mari-neros y mataron dos caballos de granaderos. Entonces

Page 170: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

170

ordené dos descargas más y fuego de ametralladoras con puntería fija hacia la azotea donde vociferaba el Comité entre banderas y toques de corneta. Hechas las descargas, y a ese fuego de ametralladoras que no du-raría sino treinta segundos, la muche dumbre se rindió.

Resultado más «eficaz» y más «ordenado», como lo deseaba el entorchado energúmeno, no podía es perarse; treinta segundos para matar a más de tres mil quinientos trabajadores, hasta donde se pudo calcular, sin contar los numerosos heridos que ya cían en las afueras, en las aulas, en el patio y en la azotea de la escuela Domingo Santa María. En los carretones recolectores de la basura se llevaron los cadáveres al cementerio y los heridos al hospital.

Llegó la noche, se ordenó apagar las luces de la plaza y sus alrededores; los bomberos, a la luz funeral de chonchones a parafina y velas, pro siguieron su macabra labor. Llegó el nuevo día y la tarea de carga y descar-ga, aún seguía [...]. Diez mil obreros fueron llevados nueva mente a las oficinas salitreras, prácticamente condenados a trabajos forzados.12

Revueltos en los carretones, iban cadáveres de obreros chilenos, peruanos, bolivianos y argentinos. Las oligarquías tiemblan ante la suprema consigna del marxismo-leninis-mo: «trabajadores del mundo, uníos». Por eso tratan de di-vidirlos con chovinismos y otras fórmulas. Pero cuando se trata de exterminarlos, no establecen distingos. En la azotea de la escuela Domingo Santa María, junto al Comité de Huelga, flameaban las ban deras de Chile, Argentina, Perú y Bolivia. Ellas también fueron abatidas con los heroicos obreros, la tarde de la espantosa masacre.

12 Ídem.

Page 171: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

171

Sesentisiete años después, todavía vive un testigo pre-sencial de aquella verdadera hecatombe. Germán Suárez Vertiz, peruano, tenía diez años entonces y no pudo nunca olvidar los detalles de aquel horrendo infierno en el que estrenó su infancia. En los días aciagos de septiembre de 1973, en que nuevas ver siones de Silva Renard reditaban las escenas de la escuela Santa María en todo el territorio chileno, aquel testigo evocó las pavorosas escenas, aún can dentes en su memoria. Las contó a un periodista de la revista peruana Caretas y esta las publicó el 4 de octubre del año pasado (n. 484). Arrancaré un solo trozo de esos recuerdos porque me obliga a ello el espacio. Será largo, pero, al mismo tiempo, solo una ínfima parte del fresco macabro en que lo goyesco se multiplica como en una sala de interminables espejos:

La gente que estaba en la escuela salía como loca. Rompía con la cabeza las calaminas. Los granaderos la peloteaban con lanzas. Los obre ros quedaban como colgados, como esas vistas que se ven de los combates del Marne, en la Primera Guerra Mundial. Colgados del alambra do, el saco quedaba colgado también, como un solo rollo, el sombrero también colgado. Al día siguien-te temprano nos escapamos yo y mi primo. Éramos muchachos, ¡qué nos importaba el guardia ni nada! Me acuerdo haber visto sombreros llenos de sesos como los que venden en el mercado. Muchos de esos sacos de bayeta gris que usan los puneños colgados. Ya no eran cadáveres, eran restos humanos, entrañas. Una cosa horrorosa [...]. Pasaron los caballos y machetea-ron. Gente que caía en una postura como de araña. Se enroscaban como las arañas cuando las queman [...]. Después pasaron las camillas de muertos. Después las carretas bote lleras llenas de cadáveres. Después las carretas basureras, de dos tapas, con la tapa abierta,

Page 172: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

172

llena de cadáveres, con sangre chorreante, medio conge-lada, como hilachas. Había muchos buques en la bahía que no habían cargado salitre por motivo de la huelga. Era una maravilla, usted veía unos veleros preciosos, blancos buques ja poneses, ingleses, franceses, de todo el mundo, que venían a buscar salitre a Iquique. Todos esos marineros colaboraron. Veía usted mari neros con costales acarreando cadáveres [...]. Colocaron los restos en el atrio del hospital. Y, es la verdad, mucha de esa gente tenía sus re lojes, sus anillos [...].

Si fuera necesario un epílogo, tendríamos el más bo-chornoso: Pedro Montt, el presidente genocida, fue pasea-do tiempo después por la zona salitrera y home najeado con banquetes, en cada una de las oficinas, por los testaferros de los ingleses. Me pregunto cómo Pinochet y demás epí-gonos de Silva Renard no escogieron este nombre, en vez del de Diego Portales, para el edificio de la UNCTAD y en sustitución del de Gabriela Mistral. Era lo lógico.

NI EL LEÓN ES COMO LO PINTAN, NI ES CIERTO QUE NO ATAQUE AL HOMBRE

En la sesión del lunes por la tarde, aparece Alessandri haciendo alarde de justicia, honradez y patriotismo e injuriando a medida

que improvisa. Dice tantas mentiras, que hasta él mismo no aguanta más la risa.

Zin Zal (periódico humorístico), enero de 1907

Su patrocinio de la legislación social le da un lugar en la historia de Chile [...]. Su notable popularidad entre las masas se debía en gran parte

a las ba tallas que había dado en pro de la justicia social.

claude g. bowers (Misión en Chile, 1939-1953)

Page 173: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

173

Todo Chile desde el jueves es feliz, por que ha fallecido el expresidente de la Re pública, don Arturo Alessandri Palma.

Nota necrológica de El Intransi gente, Viña del Mar, 26 de agosto de 1950

Si se dice que en Chile hubo dos Alessandri, se dice la verdad y se piensa, naturalmente, en Arturo y en su hijo Jorge, que también fue presidente, inmedia tamente antes de Frei (1958-1964). Y si se dice que hubo dos Arturos Alessandri, también se dice la verdad, aunque esta ya no es tan simple como la otra. El Arturo Alessandri más di-vulgado es el conocido como el León de Tarapacá, imagen creada y exportada por la literatura de sus adictos y descen-dientes, se gún la cual aquel habría sido tribuno, estadista y re formador social de imponente melena y estremecedor rugido. Esta es la pictografía, por ejemplo, del exembajador yanqui en Chile, Claude G. Bowers, que cito arriba. En cambio, el Arturo Alessandri que surge del testimonio de sus contemporáneos ajenos a la consabida claque y, sobre todo, de los hechos desnudos de partidismo, es muy dis-tinto: demagogo, inconsecuente, simulador y deshonesto. Un león tea tral, distinto del que pintan sus amigos. De allí mi alusión a la «escena política» en páginas anteriores.

La vida política de este Alessandri abarca exacta mente la primera mitad de nuestro siglo (1900-1950), y lo más destacado de ella son sus dos accidentadas presidencias: de 1920 a 1925 y de 1932 a 1938. El más documentado de sus biógrafos, Ricardo Donoso, narra esa vida en dos grue-sos volúmenes, pero la sin tetiza en un mínimo párrafo, a propósito de alguna de sus mil y tantas globulosas frases: «el humorista más sutil no habría estampado afirmación más rego cijada, reveladora del histrionismo más arraigado e incurable».13

13 Ricardo Donoso: Alessandri, agitador y demoledor.

Page 174: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

174

Lo grave para el pueblo chileno es que ese histrionis-mo no quedó solo en afirmaciones regocijadas, sino que trascendió a hechos que costaron mucha sangre obre ra, campesina y estudiantil, en masacres con nombres y ci-fras cuyos detalles, aunque escamoteados en su momento por los máximos responsables, han salido a la superficie, como salieron los cadáveres de las propias víctimas, mal enterrados en la pampa sali trera o arrojados a las aguas del Bío-Bío.14 Porque los nombres de los lugares ensan-grentados por los criminales armados, con uniforme o sin él, pacos o «guardias blancas», han permanecido vigentes, inse pultos en la memoria popular, y forman parte ya de una estremecedora literatura testimonial, recogidos por la crónica, la novela o el teatro.15 Hay topónimos cuya sola mención sobrecoge el ánimo, porque la furia ge nocida y bestial los dejó marcados para siempre con halo de sangre; Guernica, Lídice, Son My, por ejem plo, están grabados indeleblemente en la memoria de los hombres de mi tiempo. Así están en la del pueblo chileno los nombres de

14 «Como la tierra era medio salitrosa, salía la mano así. Una cabeza seca, con las mechas sobre la frente. Mi abuela nos obligaba a mí y a mi hermana, que allí está, que le puede contar –le dio fiebre–, a comprar unas latas de querosene y tapábamos con tierra esta especie de erizo de piernas y brazos, sin rodillas, sin zapatos. Los tapábamos con tierra» (Germán Suárez-Vertís: re portaje de Caretas).

15 Además de los documentos que cito, los escritores chile nos in-térpretes de su pueblo han formado todo un acervo que podremos llamar «literatura de masacre», inspirada en hechos históricos, que ellos han recreado, embelle ciendo lo monstruoso. A ella pertenecen los poemas del Canto general, de Pablo Neruda, en que habla de las masacres; las dos novelas de Volodia Teitelboim, Hijo del salitre y La semilla en la arena; la de Carlos Droguett, Sesenta muertos en la escalera, y la de Reinaldo Lomboy, Ranquil; los relatos de Norte grande, de Andrés Sabella; y las obras de teatro Los que van quedando en el cami-no, de Isidora Aguirre, y San Gregorio, de Héctor Araya. Estoy seguro de que esta enumeración no aporta el capítulo de la «literatura chilena de masa cre». Me parece un tema incitante para los críticos.

Page 175: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

175

San Gregorio, Pon tevedra y Coruña, Bío-Bío, Ranquil y Lonquimay, que enlutaron a las masas obreras y campesinas de Chile en los años 1921, 1925 y 1934, bajo el signo del patrocinador de las leyes y de la justicia sociales, según mister Bowers. Son episodios que no pueden faltar en este recuento de la tradición cruenta, oligár quica y castrense, escamoteada por la historiografía convencional. Sintetizaré lo que narran chilenos no inscritos en esa historiografía.

PRIMERA MASACRE: SAN GREGORIO, 1921

Durante la campaña electoral para presidente, en 1920, Alessandri candidato debutó con éxito estruen doso en su papel de reformador social. Engañó a las masas populares y capitalizó para sí los defraudados anhelos de esas masas. Pero también engañó al sector de cuyas filas salía: su misma clase oligárquica, aris tocrática y retrógrada. Un admirador suyo, Vicuña, dice que se apartó de ella «para abrazar el partido del pueblo, como César y como Alcibíades». Cuan-do la Alianza Liberal lo proclamó candidato, el 26 de abril de 1920, los asustados oligarcas de la Unión Liberal hicieron publicar un comunicado palpitante de cómica consternación, bajo un título muy diver tido: ¡Hannibal ad portas!, que traducido no literal mente, sino según el estado de ánimo de sus autores, quería decir: ¡Sálvese quien pueda! Según ese comu nicado, Alessandri era «el programa viviente de las envidias regionales, de los odios de clases y de las más avanzadas tendencias comunistas». Por ello, lla maba «a los hombres de bien de todos los credos políticos» para «dominar la roja marea de la anar quía y el maximalismo». Desde luego, bajo la batuta y en provecho de la propia Unión Liberal.

Ciertamente, como dice su mencionado biógrafo, Ale-s sandri había sacudido la sensibilidad de las clases desvalidas

Page 176: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

176

con promesas mesiánicas y prometido la destrucción del capitalismo y la satisfacción de todas las necesidades de los trabajadores. Sin embargo, no por esos recitados era tan comunista, ni tan maximalista como lo veían sus con-géneres de clase, ni mucho menos. No podía serlo quien había firmado, como senador, la ley de residencia del 12 de diciembre de 1918, una de las primeras leyes repre-sivas chilenas, en la cual se prohibía la entrada al país tanto a los extranjeros condenados o procesados por delitos co munes y a los portadores de enfermedades contagio sas, como a «los propagadores de ideas subversivas contra el orden político o social». Tampoco podía ser comunista, ni maximalista, quien le había ganado un monumental pleito al Banco de Chile: le fue rescindida la hipoteca sobre su residencia de la Avenida de las Delicias, se le pagó la suma de un millón cinco mil pesos y se le reintegraron cuarenta mil acciones de la Compañía Salitrera María Teresa, de Aguas Blancas, y mil ochocientas sesenta de la Compañía Salitrera Progreso, ambas de Antofagasta. Menos podía ser aquellas cosas, quien simpatizaría con la falange es-pañola y conceptuaría al embajador Bowers «una es pecie de comunista» por su simpatía hacia el gobierno legal de la República Española, según el mismo Bo wers cuenta.

Pese a los trenos de sus primos de clase y rivales polí-ticos, y en andas de su «querida chusma» que expresaba su alegría con música de «cielito lindo», Alessandri llegó a la presidencia. El tatachintatachín de su demagogia atronaba el espacio. El León rugía las grandes frases que rentaban votos: «seré presi dente por la voluntad del pueblo, pese a quien pese»; «preferiría caer yo antes de que se derrame una gota de sangre de un hijo del pueblo»; «en mi gobierno no se perseguirá a nadie por ideas, por descabelladas que sean»; «¡Alessandri o la revolución!». Era el 23 de diciem-bre de 1920 y el pueblo, hasta allí, le creía y lo aclamaba;

Page 177: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

177

solo cuarentitrés días después empezaría a saber que todo aquello no era más que demagogia electorera.

Como político, candidato y presidente, Alessandri de bía conocer muy bien la situación general de Chile y en particular la de las provincias salitreras de Tarapacá y Antofagasta. Terminada la Primera Gue rra Mundial, el mercado internacional del salitre se había contraído y la crisis se hacía sentir a fina les de 1920. Las empresas salitre-ras extranjeras, natu ralmente, descargaban esa crisis sobre la clase traba jadora. Los paros patronales abatieron a los obreros en las provincias del Norte: en Antofagasta había, a mediados de enero del 1921, siete u ocho mil cesantes. La intemperie y la mendicidad eran los efectos inevi tables de la cesantía. Las compañías no querían per der dinero. Y Alessandri, como accionista de esas compañías, era de la misma opinión.

Seiscientos obreros y sus familias, unas dos mil qui-nientas o dos mil ochocientas personas, vivían del trabajo en la planta salitrera de San Gregorio, de la empresa El Peñón, perteneciente a la firma Gibbs y Cía., de puro cuño inglés. Quedaba San Gregorio –porque hasta el nombre desapareció del mapa– a doscientos kilómetros al sudeste de Antofagasta, donde después estuvo Renacimiento, otra planta salitrera. Allí fue la matanza. Escuetamente, las cosas ocurrie ron así:

El 20 de enero de 1921, la empresa comunicó la pa-ralización de las faenas. Los obreros pidieron desahu cio, o sea, indemnización por despido, pasajes al Sur para volver a sus hogares y reapertura de las pulperías, para poder co-mer. La Federación Obrera de Chile (FOCH), por medio de sus filiales, respaldó las mo destas demandas de aquellos trabajadores, y sus diri gentes, en Santiago, hicieron ver a Alessandri la situación angustiosa de treinta mil posibles cesantes en la región salitrera. También le solicitaron medidas

Page 178: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

178

de orden público ante la emergencia previsible, es decir, protección para los obreros contra la conocida ferocidad de la tropa. Pero el de Tarapacá dormitaba o hacía que dormitaba como los leones de verdad, en «la casa donde tanto se sufre», como él mismo lla maba a La Moneda.

Dormitaba para oír a los obreros, pero no para leer los informes del intendente Luciano Hiriart Corvalán, de An-tofagasta, que no hacían sino transmitir lo que le dictaban los agentes de las compañías, dando como reales presuntas intenciones de los trabajadores: en este caso, tomarse las pulperías, saquearlas, cortar las vías férreas y las líneas telegráficas y, en fin, cometer toda clase de desmanes. Se trataba, como siempre, de crear un clima propicio para la represión. Equivalía a poner en estado de alerta a la Fuerza Armada. «El presidente Alessandri respaldó las decisiones de Hi riart dándole plenas facultades para que actuara a su antojo», dice un documentado reportaje.16 Hiriart en vió a San Gregorio al teniente de carabineros Lisandro Gaínza, con veinte hombres, y al teniente Buenaventura Argando-ña, con treinta del Regimiento Esmeralda.

El administrador Daniel Jones, de la planta de San Gregorio, pudo haber tenido buenas intenciones, no obs-tante ser inglés al servicio de los amos salitreros. Pero los obreros, de todos modos, fueron burlados cuando se les dio solo cinco pesos a los solteros y diez a los casados, para viajar a Antofagasta, en vez del desahucio por quince días como se les había pro metido. Esto ocurrió el 2 de febrero y, pese a todo, las tratativas entre el rubio administrador y los cobri zos trabajadores no presagiaban violencia de nin-guna clase. Pero en la madrugada del 3, aparecieron los hombres armados de Gaínza y Argandoña. Con mujeres y niños a la cabeza, los obreros comparecie ron pacífica,

16 Virginia Vidal: «La matanza de San Gregorio», El Siglo, Santiago de Chile, 3 de febrero de 1973.

Page 179: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

179

aunque masivamente, ante Jones, a la una de la tarde, para pedir una solución satisfactoria al problema del desahucio. Jones pidió una nueva tre gua para consultar a sus jefes de Antofagasta, hasta las ocho de la noche. Los obreros aceptaron el plazo y volvieron a esa hora. Mas ya entonces Argandoña estaba poseído por el demonio de la masacre. En estos casos, en vez de adjetivar los hechos, que no lo necesitan porque se califican solos, es mejor dejar que ha-blen fríamente los papeles de la época. En la pers pectiva del tiempo, esos documentos cobran un drama tismo superior a cualquier literatura. Uno de ellos es este telegrama reci-bido por la FOCH, en Santiago, el 3 de febrero de 1921:

Primero hizo fuego Gaínza. Luego Argandoña orde-nó hacer fuego. Solo dos policías muertos, y más de cien muertos y otros tantos heridos entre los obreros, prueba de que estos no han atacado. Producida la tranquilidad, los deteni dos fueron flagelados y vejados. Pedimos ga rantías y humanidad. Los obreros exigían res peto a su derecho a desahucio. Hoy subió secre tario de la junta provincial para impedir huelga general. Diga al presidente de la República que los federados hemos sido leales al principio del orden social, pero el desprecio de la autoridad provoca esto. La prensa se ensaña diariamente con nosotros y el intendente ha repartido armas a bomberos y particulares [en Antofagasta]. Es inaceptable haber victimado a más de cien y someter [a otros] a proceso. Si el gobierno quiere tranquilidad, su deber es proceder razonable y justicieramente.–Carmona, director de El Socialista.17

El furioso ejecutor de las instrucciones superiores, Argandoña, murió en la refriega, cuando los obreros

17 Citado por Virginia Vidal.

Page 180: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

180

baleados sorpresivamente respondieron con sus herra-mientas y con dinamita, parte también de su equipo de trabajo. Argandoña murió a barretazos. Jones al canzó una puñalada y también murió. Gaínza huyó y llegó la misma noche a la planta de Cota, desde donde transmitió su ver-sión de los hechos. Fue una nueva incitación al asesinato colectivo. Al día siguien te, todo el Regimiento Esmeralda cayó sobre San Gre gorio y masacró sin freno.

He aquí otro testimonio:

Al grito de vengar al teniente Argandoña, la tropa pe-netró en la sala donde estaban los obre ros heridos y a culatazos le destrozaron las cabezas. Realizada esta «hu-manitaria» labor, hicieron irrupción en el campamento, dedicán dose a cazar obreros, hasta el punto de que los asesinatos cometidos en este día fueron casi el doble de los que hubo el día de la refriega.

De los oficiales que se caracterizaron por su brutalidad contra los obreros debe citarse al teniente Troncoso, que deseaba a toda costa ex terminar totalmente a los obreros, y que no pudo realizar su obra debido a la actitud del mayor Rodríguez.18

Lo que después siguió es inenarrable. Los sobrevi-vientes fueron despiadadamente flagelados y condu cidos a Antofagasta, amarrados con alambre, para ser torturados nuevamente en el Regimiento Esme ralda, con sádico rego-cijo de los «guardias blancas» armados por el intendente Hiriart. Entre tanto, la prensa oligárquica y el gobierno, haciéndose ciegos, sordos y mudos ante la barbarie de San Gregorio, le daban su aprobación tácita. Solo La Antorcha,

18 Manuel Hidalgo: «Informe a la Federación Obrera de Chile, sobre los sucesos de San Gregorio», 8 de marzo de 1921, citado por Kaempffer.

Page 181: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

181

de Santiago, denunciaba los hechos, el 12 de febrero, con estos titulares: «La matanza obrera en la oficina salitrera San Gregorio en Antofagasta». «Los grandes rotativos ocultan las pro-porciones de la catástrofe». «Las autoridades radicales de la provincia dan muerte a un centenar de obreros sin trabajo». «Su Excelen cia y los ministros ocultan la verdad de los hechos».

Sin embargo, Su Excelencia declamaba, el 15 de sep-tiembre de 1922, desde un balcón de La Moneda: «dije que viviría siempre en contacto con vosotros, así, de corazón a corazón, de espíritu a espíritu, para poder sentir de cerca las palpitaciones del corazón del pueblo, para conocer sus pensamientos, para escuchar sus ideas evolucionistas y para dirigir sus destinos en conformidad a sus deseos y aspiraciones». Se supo ne que, por dentro, estaría muerto de risa, según el poeta sicólogo de Zin Zal.

SEGUNDA MASACRE: OTRA VEZ IQUIQUE, 1925

Al maximalista del cuento lo echaron los militares de La Moneda con solo una mala mirada, irritados por sus desorbitadas truculencias, el 5 de septiembre de 1924. Su biógrafo comenta el hecho así: «¿Qué temores, qué angustias movieron a Alessandri a huir en forma tan in-digna? Balmaceda había llamado a Baquedano y salido por la puerta ancha de La Mone da. ¡Qué amargo contraste y qué diferencia de temple moral!». Pero el León no paró allí. Corrió a buscar refugio a la embajada yanqui. Bowers cuenta que quince años después, la primera vez que el rey de la selva estuvo en la embajada, como invitado suyo, puso la garra sobre una mesa y dijo: «fue sobre esta mesa sobre la que firmé mi abdicación». Lo subrayado es textual: los presidentes renuncian, los reyes abdican. Aunque uno no quiera, asocia, por contraste, la pequeñez de este episodio, con la gran deza ejemplar de Allende.

Page 182: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

182

Pero un contragolpe, también militar, con la hábil participación de alessandristas, barrió por sorpresa de La Moneda a la primera Junta de Gobierno, el 23 de enero de 1925 e instauró una segunda, con un gabinete alessan-drista en su totalidad. El León fue invitado a volver, desde su exilio en Roma, y vol vió interpretando al personaje de Napoleón. «Eligió para llegar a Santiago el 20 de marzo», escribe Do noso, «el mismo día en que el corso entró a las Tullerías de regreso de la isla de Elba. La recepción popu-lar fue grandiosa y conmovedora, pero era una hoja rasca que se encendió con la misma facilidad con que se disipó. Como dice Carlos Vicuña, era un prisio nero de guerra disfrazado de triunfador romano». Así lo caricaturizó La Hora del 20 de agosto de 1925: en actitud napoleónica, con bicornio y uniforme de rayas de presidiario. Su carcelero también sería fa moso: Carlos Ibáñez del Campo, entonces coronel y ministro de la Guerra, y años después (1957) gran masacrador en Santiago.

Alessandri reincidió en todo: en la truculencia, en la pomposidad, en la masacre y en la indignidad de la caída. Aquí interesa solamente la tercera reinci dencia, la de la masacre. Otra vez nos viene a la me moria uno de aquellos topónimos de connotación trá gica: Iquique, el de la ma-tanza de la escuela Domingo Santa María, dieciocho años antes. La de 1925 fue en las afueras de la ciudad, en las oficinas salitreras de Pontevedra y La Coruña, con orden expresa de Ibáñez y congratulación, igualmente expresa, de Alessandri. Fue una agresión indisimulada contra el movi-miento obrero, cuyas ideas de justicia social se difundían a través de los periódicos El Despertar de los Trabaja dores, El Surco y El Labrador. Las ideas se extendían a todas partes: a la zona del carbón, a la pampa salitrera, a los tripulantes de los barcos mercantes. La oligarquía estaba alarmada y su brazo fuerte, que era Ibáñez, dio instrucciones terminantes al inten dente de Tarapacá, Recaredo Amengual, y al jefe de

Page 183: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

183

la división, general Florentino de la Guardia, para «reprimir cualquier intento de subversión con la ma yor energía».

Decir eso a un energúmeno uniformado, como los que hemos conocido, es encenderle el fuego de sus impul sos carniceros; ellos no se hacen repetir tales órdenes; al con-trario, las ejecutan con fruición y demasía, sobrepasando hasta la misma intención represiva de sus jefes, ya de suyo criminal. Estos últimos meses de 1973, a partir del 11 de septiembre, en el mismo atribulado Chile, lo eviden-cian, cuando un Pinochet, un Leigher, un Mendoza y un Merino aventajan a sus maestros Silva Renard, Argandoña, Troncoso y De la Guardia.

En general, las condiciones de vida o de no vida de los trabajadores salitreros no habían cambiado nada sus-tancialmente, respecto de las que originaron la masacre de 1907. Las demandas de 1925, en la Pampa del Tama-rugal, casi eran una reiteración de las de aquel entonces. Había cambiado, sí, la conciencia de clase de los trabaja-dores, ahora organizados sindicalmente y con un más alto nivel ideológico, gracias, sobre todo, a la incansable labor de Luis Emilio Recabarren, muerto en la misma forma que Balma ceda, pocos meses antes. La despiadada violencia oligárquico-castrense contra el pueblo trabajador, en cambio, no había cambiado nada.

Después de cuatro meses de repetidas huelgas, los personeros de los magnates salitreros, ahora ya anglo-yanquis, lograron una tregua de un mes «para con sultar a los respectivos directorios». Pero era una emboscada. No había tales consultas, sino preparati vos para movilizar los efectivos políticos y militares de la represión, desde Alessandri e Ibáñez hasta Amengual y De la Guardia. Así fue cómo, al expirar el mes de tregua, en junio, empezó la ofensiva anti obrera: fue clausurado El Despertar de los Trabaja dores; suprimido el derecho de reunión; allanados los domicilios de los dirigentes; apresados muchos de ellos

Page 184: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

184

y embarcados en el Chiloé con destino descono cido. Los obreros se movilizaron hacia la pampa y respondieron con un paro de veinticuatro horas en las oficinas salitreras, que eran numerosas, casi un cen tenar.

Fue el momento esperado. El crucero O’Higgins y el destructor Lynch desembarcaron tropas, ametrallado ras, cañones y abundante parque en Iquique, con destino a la pampa. La mayor fuerza, incluyendo al grupo de artillería general Salvo, fue concentrada en el Alto de San Antonio, donde estaban las plantas La Coruña, Pontevedra, Argenti-na, Galicia y otras. El 4 de junio algunos obreros, en el local de la FOCH, se resistieron a ser detenidos por policías para no ser enviados al crucero Zenteno. Murieron dos policías y un obrero, e inmediatamente la noticia se extendió por la pampa: el paro fue general en la Maestranza y demás secciones del ferrocarril salitrero, en los trenes de carga y de pasajeros y hasta en los muelles de Iquique.

En las oficinas Marousia, Tres Marías, Pontevedra, Felisa, Santa Lucía, San Pablo y otras del Alto San Antonio, empezó la matanza. El comandante Ascasio Rodríguez ordenó a las tropas llevadas desde Iquique disparar contra los trabajadores y sus familias. La masa inerme huyó hacia La Coruña, dejando muertos y heridos en el camino. El 5 de junio, el comandante Rodríguez masacró a los obreros en la oficina Ponte vedra. Cinco de estos tenían armas y disponían de dinamita; pero de nada servían frente a las ametra lladoras del Ejército.

Entre tanto, el grupo de artillería general Salvo hacía lo mismo en la planta La Coruña. Aquí había sesenta trabajadores armados, mal armados, y alguna dota ción de dinamita, pero tenían que enfrentar a las ametralladoras y a la artillería de los soldados del batallón Rancagua y de la marinería del crucero O’Higgins. El general Florentino de la Guardia or denó a la artillería pesada disparar contra los edifi cios de la planta, donde estaban los obreros. Nada

Page 185: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

185

pudieron estos contra el bombardeo brutal. Más de seis-cientos murieron y el resto optó por rendirse, bajo promesa de De la Guardia de respetarles la vida. Pero no fue así. La mayor parte fue inicuamente masacrada en la pampa.

La crueldad desplegada por la oficialidad y tropa en esta masacre es inaudita; la cantidad de víctimas, incontable. Fue una diversión matar hombres inde fensos, prisioneros. Un monstruoso placer: obligarlos a cavar su propia fosa y luego asesinarlos por la espalda. «El roto, describiendo una media vuelta en el aire, en palomita, quedaba justo, adentro de la tumba que recién había cavado», señala Kaempffer. Los sá dicos que se divertían con este macabro ejercicio le dieron un nombre: «palomear rotos». Pero también había otro método: el de «fondear» prisioneros, cada vez que el crucero O’Higgins se internaba de noche, en el mar.

Desde Santiago, el general Ibáñez felicitó al general De la Guardia, Alessandri no quiso ser menos. En rim-bombante mensaje, agradeció a los soldados «los do lorosos esfuerzos y sacrificios patrióticamente gasta dos para res-taurar el orden público y para defender la propiedad y la vida injustamente atacadas por instigaciones de espíritus extraviados o perversos». Pero estos méritos no le valieron de nada a los ojos de Ibáñez, verdadero poder durante los ciento ochenta días en que el León estuvo prácticamente enjaulado. No se puede hablar de ningún Waterloo que epilogara esos días. Con un papel lo arrojó Ibáñez de La Mo neda: fue la carta que le dirigió el primero de octu bre de 1925. Un político mordaz comentó: «el señor Alessandri es un ciudadano que ejerce la presidencia de la República con ciertas intermitencias». En vez de pensar en Bonaparte, uno piensa en el león del Mago de Oz.

Page 186: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

186

TERCERA MASACRE: ALTO BÍO-BÍO, RANQUIL Y LONQUIMAY, 1934

En 1932, Alessandri volvió a ser elegido presidente. Fue un caso típico de cómo el pescador saca ventaja del río revuelto. Desde julio de 1931, en que se derrumbó el gobierno de Ibáñez, agravada su impo pularidad con los efectos de la crisis económica de 1929, hasta octubre de 1932, en que fue elegido Alessandri, la vida pública chilena fue sumamente agitada. Basta recordar la subleva-ción de la Escua dra, sofocada por la Aviación en 1931, y la efímera República Socialista de Marmaduke Grove, seguida de la dictadura de dos meses y medio de Carlos Dávila. Alessandri volvió a La Moneda proclamando que era el mismo de 1920. Aunque Donoso dice que esa afirmación solo era una «añagaza para conservar las simpatías de su clientela política», la oligarquía, cuya influencia política estaba un tanto quebrantada, clamó a los cielos como en 1920, y afirmó, en 1933, que «se iniciaba la masiva parcelación de las tierras».

No había tal. El gobierno no dio indicios de querer dar vigencia real a las leyes sociales, incluso las pro mulgadas por el propio Alessandri en su anterior administración, como la 2054 (de seguro obrero), ni menos de afectar la estructura de la propiedad agraria, ni de aplicar la Ley de Colonización de 1928. Los hechos demostraron, a corto plazo, que compartía los criterios de los terratenientes, expues tos en su memorial o declaración de 1934, en el sen tido de que la «estabilidad del régimen de la propie dad de la tierra» era indispensable para el progreso del país; de que debía ejercerse una «severa fisca lización sobre la población de los campos» y elimi narse «sin contemplacio-nes», como al «elemento más peligroso», a los maestros rurales que convirtieran «su apostolado en profesión de

Page 187: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

187

propaganda disolvente para destruir a la sociedad».19 Esta era clara alusión al hecho de que, desde la década de los años 20, la consigna de unidad y organización trascendía de los obreros y los mineros a los campesinos y, en ello, los maestros eran un abnegado vehículo de redención y de divulgación ideológica. Símbolo de ese esfor zado magiste-rio sería el mártir de Ranquil, Juan Se gundo Leiva Tapia.

Dice Patricio Manns, que «junto a la masacre de la escuela Santa María, la que ocurrió en Alto Bío-Bío es tal vez la más estremecedora».20 Aunque este escritor y los hechos mismos responsabilizan de dicha masa cre a Alessandri, los antecedentes de la misma se remontan a un poco más allá de 1931. Claro está que la causa última es obvia: la injusta distribución de la tierra, el despojo de los mapuches, propieta rios originales, y de los colonos largamente afincados en ella, por parte de los poderosos privilegiados. Esa causa pertenece a la historia universal del drama agrario y de la explotación del campesinado. En el caso concreto del Alto Bío-Bío, los hechos empezaron a encadenarse cinco años antes, por lo menos.

«En 1929», refieren Reiman y Rivas, «el gobierno había confirmado a un hacendado los derechos de propiedad sobre 175 000 hectáreas de terrenos en el Alto Bío-Bío. El decreto debió suspenderse poco después, cuando centenares de colonos comprobaron que ocupaban hacía tiempo esas tierras, y que muchos, incluso, habían recibido sus parcelas del propio gobierno». Pero llegó el año 1934 y con él la contra-ofensiva reaccionaria de los latifundistas asociados en la SNA (Sociedad Nacional de Agricultores). Aquel hacendado contó con la fuerza pública para hacer efectivo el decreto de 1929 y los colonos fueron expulsados

19 Citas de Elizabeth Reiman y Fernando Rivas: ob. cit.20 Patricio Manns: Las grandes masacres.

Page 188: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

188

a sangre y fuego de sus tierras. Resistieron desespera-damente, aferrándose a sus parcelas, pero, desde luego, poco pudieron sus dos o tres anticuadas escopetas contra las ametralladoras de los verdes. Los diezmó la violencia reaccionaria y el Bío-Bío arrastró en sus aguas muchos cadáveres de hombres, mujeres y niños.

No se trató solo del despojo al servicio de un ha-cendado. El problema era más complejo. Los colonos, a quienes antes se había dejado un terreno de invernada de siete a ocho mil hectáreas, fueron trasladados a terrenos cordilleranos, para instalar lavaderos de oro en los que antes ocupaban. Con las familias, la población ascendía a unas diez mil personas. Allí, en tierras difíciles, sembraron trigo, pero el invierno, la nieve y el puelche, viento arrasador de la cordillera, les arruinaron la cosecha. Acudieron enton-ces a la gran reserva de la naturaleza, a los piñones, único alimento posible en esas horribles condiciones. Pero los hacendados metieron a los puercos a engordar con esos piñones y privaron a las familias de su último recurso para sobrevivir. Era la muerte en masa por hambre. En esas condiciones, se produjo el despojo. La rebelión empezó por expropiar a los pulperos, los que se enriquecían con la especulación a costa del tra bajador. El Ejército entró en acción. Surgieron enton ces las guerrillas campesinas, las «zonas de autode fensa». Manns ve en ellas las precur-soras de «la Re pública de Marquetalia», en Colombia, tres décadas más tarde. Todo el Alto Bío-Bío, las tierras de Ranquil y Lonquimay, en un radio aproximado de ciento cin cuenta kilómetros, fue regado con sangre campesina. Juan Segundo Leiva, maestro de veinticinco años, entre-gado a la causa de los despojados, fue muerto: su cadáver tenía veinte balazos de carabina. Los so brevivientes fueron llevados a Temuco y a Concep ción, atados a las cinchas de los caballos de los soldados. No se sabe cuántos de ellos murieron. Pero el senador Praderas, consigna Donoso, «se

Page 189: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

189

refirió a las características que había tenido la represión de los carabineros y al hecho de que de los quinientos prisioneros, solo veintitrés llegaron detenidos a Temuco».

El mismo biógrafo de Alessandri dice que este trató de restar importancia al levantamiento, atribuyéndolo a la obra de los agitadores. No impidió esto que las cámaras se ocu-paran de esos hechos. Y fue en esa oportunidad, cuando el vocero de aquel gobierno, el propio ministro del Interior, Salas Romo, asumió, sin quererlo, la responsabilidad his-tórica de este otro crimen oligárquico-castrense, contra el pueblo chileno. La tesis del Ejecutivo fue la de que la raíz del mal estaba en la labor disolvente de la oposición. El vo-cero de ese Ejecutivo habló de una gran conspiración para levantar a las masas, que se extendía también a Val divia, Osorno, la región del carbón, Talcahuano, San Antonio, Valparaíso, la región norte de Santiago y Andacollo, y, en justificación de la masacre, sentó esta tesis que equivalía a una condena a muerte de toda la «chusma querida», la «canalla dorada», a la que Alessandri decía amar tanto: «¿Podría quedarse indiferente el gobierno en presencia de estas activida des?». Los partidos de la oligarquía dejaron cons tancia de su solidaridad con los masacradores: los li-berales llamaron a los radicales para luchar juntos por la conservación «de la estructura social y polí tica del país», y el Comité Liberal de la Cámara de Diputados condenó, mediante un voto, «la propaga ción de ideas disolventes y los esfuerzos tendientes a derribar el régimen republicano» y reafirmó «el de ber inherente a los poderes públicos de defender la República y sus instituciones».

Cuatro años después de Ranquil, Alessandri rubri-có este aspecto de su vida pública con la masacre del Seguro Obrero, el 5 de septiembre de 1938. Murieron allí setenta jóvenes militantes del partido nazi-chileno, encabezado por el führer criollo Jorge González von Marées. Murieron también obreros que no tenían nada que ver con

Page 190: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

190

los sucesos. La masacre estuvo a cargo del general Hum-berto Arriagada Valdivieso, jefe de carabineros, por órdenes directas de Alessandri. Un volante anónimo, titulado El Ma-sacrador, cuando el León intentó su candidatura presidencial en 1946, recordó el hecho en estos términos: «para llegar, por último, a su obra maestra, a la cúspide de su carrera de carnicero, el suceso más abominable y horrendo que re-gistra la historia de los grandes crímenes de la humanidad: la masacre del Seguro Obrero. El asesi nato frío y medita-do de cien obreros y estudiantes, rendidos y entregados, acribillados a balazos y repa sados cinco veces, por orden del César de Opereta». Cierto que es un papel anónimo. Pero es Donoso quien lo cita y quien lo avala así: «¡Otro 5 de sep tiembre! El espectro de sus dos caídas anteriores, las de 1924 y 1925, apareció nítidamente en Alessan dri, y ante esa posibilidad aterradora, que lo cubriría de eterno ridículo, no vaciló un instante en utilizar todos los medios para reprimir el movimiento». Lo más grave es que él no era antinazi: el fascismo le gustaba (Remember Bowers). Masacró por miedo.

CÓMO SE APLICA LA LEY DE DEFENSA DE LA DEMOCRACIA

Así ha sido. La traición fue Gobierno de Chile.Un traidor ha dejado su nombre en nuestra historia.Judas enarbolando dientes de calavera, vendió a su hermano,dio veneno a mi patria,fundó Pisagua, demolió nuestra estrella,escupió los colores de una bandera pura.

Pablo neruda «González Videla el traidor de Chile»,

Canto general

Page 191: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

191

Firmes, firmes hermanos,firmes cuando en camiones, agredidos

de noche en las cabañas, empujados, amarrados los brazos con alambre, sin despertar, apenas sorprendidos y atropellados, fuisteis a Pisagua, llevados por armados carceleros.

Pablo neruda «Los hombres de Pisagua»,

Canto general

Gabriel González Videla, prohombre del radicalismo, fue elegido presidente el 4 de septiembre de 1946 por un Frente Popular de radicales y comunistas, y ratificado el 24 de octubre por el Congreso en se gunda elección, ya con apoyo de los liberales, sus derechistas adversarios del día anterior. Durante su campaña, el electo prometió seguir la política progresista de Pedro Aguirre Cerda y retomar la línea ra dical («más radical en el nombre que en la realidad», apunta Bowers), desviada por su antecesor Juan An tonio Ríos, «en su afán de contemporizar con las dere chas», según el propio González Videla. Esto, junto a los progra-mas de justicia social; reforma agraria, nacionalización de seguros, petróleo, gas, energía eléc trica, etc.; sindicalización en el campo; derogación de leyes represivas; disolución de la policía política, y otros puntos igualmente positivos, le ganó el deci dido y decisivo apoyo comunista. («La elección fue ordenada. González Videla ganó por mayoría relativa, y esta correspondió exactamente a los votos comu nistas», vuelve a apuntar Bowers). Pero, por otra parte, «tiñó su candidatura, para los elementos pacatos, con los caracteres del más peligroso extremismo», apunta ahora Donoso.

Sin embargo, ese susto de los «pacatos» que serían los oligarcas de siempre, era tan gratuito en 1946 como lo

Page 192: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

192

había sido en 1920 y 1932. Sencillamente, porque González Videla era una buena réplica moral y política de Alessandri. El siguiente paralelo, de carácter testimonial, es de Donoso:

Con ningún hombre público chileno ofrece Ale- s sandri afinidades sicológicas más acentuadas que con González Videla: la misma pasión por el poder, la misma tendencia demagógica y la misma versatilidad de ideas los unen con víncu los inconfundibles. Mien-tras el primero, en su afán de dominio, no repudiaba aliarse con sus adversarios de la víspera, el último veía en el anciano político un ejemplo digno de imitarse, cuyos pasos seguiría con devoción. En un aspecto sí que estuvieron en puntos de vista irreconcilia bles: en el del fascismo, que Alessandri no re chazó por motivos políticos y que González Vi dela repudió siempre con decisión y energía.

Podría agregarse a ese paralelo que tal rechazo al fascis-mo solo era oral en González Videla, pues este no desdeñó aplicar en los hechos, los procedimientos de ese sistema. También podría agregarse que obede ció a un oportunismo político, determinado por las circunstancias mundiales de posguerra y particulares del Chile de entonces, que, eran, a grandes rasgos, las siguientes:

Todopoderoso en los años inmediatamente posterio res a la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos mono-polizaban no solo las materias primas, los trans portes, las finanzas y el comercio, sino también la bomba atómica. Acreedores únicos del mundo capi talista, estaban a la cabe-za de él y se consideraban omnipotentes. Apenas derrotada Alemania, gracias al ingente y heroico esfuerzo de la Unión Soviética, el imperialismo yanqui volvía contra esta todo el gigan tesco dispositivo que había armado durante la con-tienda contra el nazi-fascismo y abría la funesta «guerra fría»,

Page 193: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

193

en su más descarnada expresión: el macartismo. El mismo año en que Truman declaró expresamente esta «guerra», el imperialismo hizo del llamado «sistema interamericano» un instrumento de ella, mediante el denominado Tratado de Asistencia Recíproca (puro eufemismo), firmado en Río de Janeiro. Ese mismo año de 1947, curiosamente, se operó la voltereta de González Videla, de la izquierda a la ultraderecha.

En Chile, por otra parte, el capitalismo yanqui había logrado realizar su viejo anhelo de desplazar al cen tenario rival británico. La pugna comenzó en los lejanos días de José Miguel Carrera y de Joel Roberts Poinsett, pero los norteamericanos tuvieron que es perar un siglo, antes de que las circunstancias les fueran propicias. Esto comenzó en los inicios del si glo xx, cuando el cobre surgió como competidor del salitre en la economía y en las exportacio-nes chilenas. En 1904, apareció la Braden Copper, y un decenio después la Kennecot y la Anaconda. Hacia 1925, la Cerro Corp. integraba una poderosa trilogía con esas dos empresas. En su primer gobierno, Ibáñez abrió las puer-tas a los empréstitos en dólares y las manos para otorgar concesiones, especialmente en electrici dad y teléfonos. La Guggenheim hizo su ingreso en Chile por la puerta grande, acaparó el salitre y fue dueña y señora bajo Alessandri. A través de la Cor poración de Ventas de Salitre y Yodo, tres empresas de capital anglo-yanqui, propiedad de la Gugg-enheim, se llevaban la parte del león. Pero, ojo, no del de Tarapacá, cuyo gobierno apenas si alcanzaba la cuarta parte de los ingresos, sino del fiero y voraz león impe rialista, que devoraba el setenticinco por ciento. Como remate, durante la guerra Chile había firmado un convenio con los Estados Unidos, en virtud del cual estos monopolizaron, prácticamente, las exportaciones del cobre.

Page 194: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

194

Por todo ello, el «izquierdista» que tanto alarmara a los «pacatos» ya había dejado de serlo antes de ocupar la presidencia. Lo que cuenta el entonces embajador yanqui, nuestro conocido Claude G. Bo wers, es revelador:

Puedo dar testimonio personal de su sincera admira-ción y respeto por los Estados Unidos. Con la impre-sión errada de que yo lo conside raba inamistoso, me invitó a su departamento entre el día de su elección y el de asunción al poder.

«Yo sé», afirmó, «que el futuro de Chile, su desarrollo industrial, su bienestar económico, dependen en gran parte de la amistad y colabo ración de los Estados Uni-dos. Chile necesita capital y desea capitales norteame-ricanos, a los que puede garantizar un trato justo».

Dio prueba muchas veces de que esta era su ma nera de pensar, aunque a veces se interponía la presión de la política interna. Encontré casi invariablemente a su gobierno bien dispuesto hacia el mío.

Y más todavía:

En dos prolongadas entrevistas con González Videla antes de la transmisión del mando, una en su depar-tamento en la Plaza Bulnes y la otra en mi casa, me dijo que puesto que los comunis tas le habían dado la ventaja, estaría obligado a colocar a tres ministros de ese partido en su gabinete. Me dio la impresión de que no creía que fueran a durar mucho.

La premeditada voltereta se produjo en hora tem-prana. A los seis meses de aquellas confidencias a mister Bowers, el respetuoso admirador de los Estados Unidos

Page 195: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

195

destituyó a los tres ministros comunistas. Fue el inicio de la escalada macartista.

En agosto del mismo año, pidió y obtuvo del Con greso una ley de facultades extraordinarias, que no fue sino la implantación de la dictadura reaccionaria. Luego sobrevi-nieron la ruptura, bajo cualquier pre texto, con la Unión Soviética, Checoslovaquia y Yu goslavia, y la Ley 8987 de Defensa de la Democracia en 1948, que el nada izquier-dista Donoso considera como «el código más draconiano dictado hasta en tonces en la República». Cinco veces se hizo otorgar González Videla facultades extraordinarias del Con greso, lo cual quiere decir que su gobierno fue una ininterrumpida dictadura legal de corte fascista.

Lo supieron muy bien los trabajadores de la zona del carbón y los confinados al campo de concentración de Pisagua. El centro de la zona del carbón es Lota, a cuarenta kilómetros al sudeste de Concepción y a seiscientos de Santiago. En octubre de 1947, los mi neros se declararon en huelga, impulsados por las miserables condiciones, sobre todo de salario y vi vienda, de ellos y sus familias. Muchos de esos obre ros trabajaban a quinientos y ocho-cientos metros de profundidad, en galerías que penetraban hasta ocho kilómetros bajo las aguas del Pacífico. Hasta Bowers reconoce la justicia de la huelga: «estos mineros mal pagados y con habitaciones deficientes, tenían buenas razones para quejarse, y al principio, se ganaron la simpatía de muchos de los ciudadanos más conserva dores».

Pero entre esos ciudadanos no estaba González Vi-dela, elegido un año antes con el voto de los mineros de la zona del carbón. Lo que este hizo fue enviar a la Fuerza Armada, al mando del almirante Hoffman. Debieron ha-ber trascendido mucho las atrocidades cometidas por esa tropa, cuando hasta diarios de Nueva York y Washington escribieron editoriales contra la represión y el New York

Page 196: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

196

Times provocó la ira del canciller Vergara Donoso, quien increpó al embajador yanqui: «¿Era imposible convencer al pueblo norteamericano de que Chile no era un Estado fascista, sino uno de los bastiones de la democracia en Sudamérica?». «Le contesté que yo mismo había dudado, a menudo, de esa posibilidad», refiere el mismo embajador.

En el testimonio chileno, desde luego, palpita la in dignación mayor. Para Alfonso Alcalde, fue la de 1947 «una de las represiones más brutales que se conocen en la historia de nuestro país. El mineral fue cercado por tropas de soldados y carabineros». Los mineros fueron cazados y arrojados al fondo de la mina para que reanudaran el trabajo, por decreto de González Videla. Como se resistie-ran aun así, lleva ron campesinos que no sabían lo que era un pique, en carácter de rompehuelgas, mientras familias ente ras eran arrancadas de sus barracas y transportadas, como ganado, hasta el campo de concentración de Pi-sagua. Alcalde documenta los hechos con testimo nios de primera mano.21

Otro documento describe las condiciones de vida de Pisagua, la «pampa muerta», al extremo norte del país, en la provincia de Tarapacá. «El descenso hacia Pisagua hace pensar en que el régimen que hoy opri me a Chile usó de toda su degenerada inteligencia para elegir este lugar como campo de concentra ción [...], infeliz puerto abandonado, estrecho, sucio, ruinoso, muerto, sin porvenir desde que el salitre se embarca de preferencia en Antofagasta, Tocopila e Iquique».22 La desolación y el aislamiento de Pisa gua no precisaba de alambradas, de cercas electrifi cadas. El campo era un estrecho corredor de seis cuadras de largo y menos de una de ancho, enmarcado por el mar y los

21 Alfonso Alcalde: Reportaje al carbón.22 «Reportaje sobre el campo de concentración de Pisagua», Comité

Nacional de Resistencia, Repertorio Americano, noviembre de 1948.

Page 197: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

197

altos cerros de la Pampa del Tamarugal. Cien hombres del Ejército, Carabineros, Aviación y Defensa de Costa, eran suficientes para cerrar toda posible salida, por el Sur y por el Norte, a los tre scientos veinte relegados y a sus familias. Un facine roso «que merece ser expulsado del ejército por nazi, incapaz, inmoral y corrompido», según el documento que cito, el mayor Luis Saldes Walker, era el jefe mi litar de Pisagua. Un cuarto de siglo después, una cuadrilla de bandoleros con grado militar, descen dientes directos de Saldes Walker, ha rehabilitado el campo de concentración de Pisagua junto con los de Quinquina, Chacabuco y el Estadio Nacional de San tiago; las islas Dawson y Santa María y las naves de la Marina de Guerra transformadas en presidios flo tantes. El lector sabe que me refiero al gang encabe zado por Pinochet.

En su Breve biografía de un traidor, que es la de González Videla, Pablo Neruda vaticinó: «La sangre derramada por el abyecto traidor no se borrará de las calles de Santiago. Se reflejará eternamente en la blancura de la orgullosa cor-dillera nevada y arderá como una lámpara inextinguible». Ahora que Neruda está físicamente muerto, su palabra vive y cae sobre los traidores que angustian, pasajeramente, al pueblo chileno. Comprenderá el lector por qué González Vi dela se arrodillaba en el reclinatorio de terciopelo rojo, en la Catedral de Santiago, el 18 de septiembre de 1973, para oír una «misa ecuménica» junto a Pinochet y compañía.

Page 198: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

198

ALESSANDRI II: EL MAGO DE LA ALIANZA PARA EL PROGRESO

No sirve la Reforma que inventó el Paleta; el pueblo no comulga con ruedas de carreta.

No admitimos engaños ni aceptamos migajas, exigimos la tierra para el que la trabaja.

El pueblo está cansado de tanta explotación, y el campesino sueña con la Revolución...

Cantar anónimo popular (Sátira contra la ley 15020, de 1962)

En el mismo reclinatorio, codo con codo a Gon-zález Videla, oía la «misa ecuménica» el cachorro, Jorge Alessandri Rodríguez, antepenúltimo presidente de Chile. Es claro que si ocupaba ese puesto era por que tenía ejecu-torias para ello, si no tan espectacu lares como las del León, suficientes, por lo menos, para poder arrodillarse al lado del aventajado discípulo de aquel. Al fin y al cabo, él también lo era, además de aprovechado vástago. Pero lo que más acercaba a ambas momias en la Catedral no era tanto su común unción religiosa cuanto la estrecha colaboración de ambos, entre 1947 y 1950, cuando Alessandri fue mi nistro de Hacienda de González Videla, y, en tal carác ter, coautor de leyes represivas como la de Facultades Extraordinarias y la de Defensa de la Democracia, más propiamente llamada, por los trabajadores chi lenos, Ley Maldita.

Ingeniero muy competente, lo fue mucho más como hombre de empresa. Se inició, bajo los siempre endogá-

Page 199: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

199

micos y eficaces auspicios de su padre (lo que, en otros términos, se llama nepotismo), como pre sidente de la Caja de Crédito Hipotecario en 1932, y, después, como accionis-ta e igualmente presidente de la Manufacturera de Papeles y Cartones de Puente Alto. Esta empresa llegó a tener el monopolio del pa pel y, por tanto, a dirigir una política publicitaria cuyos controles estaban en manos del próspero clan político-económico Alessandri. En otros términos, ese control colocaba a la familia en una privilegiada po sición ofensiva y defensiva, en orden a los medios masivos de comunicación impresos. En 1917, la Ma nufacturera tenía un capital de ciento sesenticinco mi llones de pesos y, se-ñala Donoso, «no hubo desde entonces semanario u hoja diaria que se atreviera a mencionar a la familia sin colmarla de elogios, ante el temor de las represalias o suspensión automática de los suministros de papel». El hombre de empresa amplió su influencia a la Confederación de la Pro ducción y del Comercio y al Banco Sud Americano. En 1958, cuando fue elegido presidente, Alessandri II era, según el reporte de un siempre bien informado periodista francés, «propietario de un racimo de gran des empresas papeleras, metalúrgicas y textiles, prin cipal accionista de instituciones bancarias y de se guros».23 Era, pues, por excelencia, el representante empresarial de la más rancia oligarquía.

Tenía que ser el candidato lógico de una derecha que buscaba, como obtuvo, la recuperación plena del poder. «La derecha, desde luego, consiguió imponer su candidato, quien, aparte de esas fuerzas, atrajo a una buena fracción del electorado independiente, so bre todo femenino, con su reputación de austeridad y de competencia».24 En efecto,

23 Marcel Niedergang: Les 20 Amériques latines, 2.24 Aníbal Pinto: «Desarrollo económico y relaciones socia les», Chile

Hoy.

Page 200: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

200

Alessandri obtuvo 387 297 votos. Salvador Allende ocupó el segundo lugar, con 352 915 y Frei el tercero, con 252 168. El lema del candidato triunfador era: «el país no necesita de revoluciones ni de fórmulas mágicas o demagó gicas. Lo que hace falta es que sea bien administrado». No era esto muy moderno, por cierto, ni muy original. Más de medio siglo antes, don Porfirio Díaz había enunciado, en México, una fórmula muy parecida: «menos política y más administración».

Era, naturalmente, el punto de vista de un represen-tante de los intereses empresariales chilenos, pero también, como don Porfirio, de un guardián de los colo sales intereses extranjeros, como lo demuestra una simple estadística: la Kennecot y la Anaconda, en 1963, penúltimo año de Alessandri, habían sacado de Chile, desde su instalación en el país, cincuenta años antes, cuatro mil ciento seis millo-nes de dólares por la explotación del cobre. En el mismo tiempo, la Guggenheim había sacado novecientos setenta millones de dólares por los minerales de hierro. Sumadas a esas «utilidades» las obtenidas por empresas imperialistas en ochenta años de expoliación salitrera, el saqueo arrojaba un total de nueve mil trece millones de dó lares, en 1963. Las inversiones directas de los consor cios extranjeros su-maban novecientos millones de dólares y los préstamos y créditos externos mil ochocientos millones. No era poco lo que debía adminis trar bien el gran oligarca.25

Las demandas populares en 1958 eran muy concre-tas: defensa de las libertades públicas y de las conquistas sociales; defensa de los derechos de los trabajadores y mejoramiento de sus condiciones de vida; nuevas fuentes de trabajo para combatir la cesantía; cumpli miento de los salarios mínimos en el campo y reesta blecimiento del

25 Estadísticas de José Cademártori, en La economía chile na, citadas por Eduardo Labarca Goddard en Chile in vadido, de donde las tomé.

Page 201: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

201

derecho de sindicación campesina; defensa del petróleo y demás riquezas nacionales. Pero esas demandas no podían encontrar eco en los oídos del representante de la oligarquía, cuyo programa era diametralmente opuesto: defensa de la libre empresa, no intervención en la econo-mía, anticomunismo en el interior y política resueltamente pronorteamericana en el exterior.

Lo que el campesinado quería era una ley que verda-deramente le permitiera sindicalizarse, modificando la de González Videla, que era una burla. En el año de la represión en la zona carbonífera de Lota y Schwager (1947), aquel emitió la que se llamó Ley de Sindica ción Campesina, cuya esencia sintetiza alguien tan autorizado como Jacques Chonchol:

[...] ella emanó de un Parlamento en el que domi naban o primaban los elementos latifundistas. Así, la ley prácticamente impedía de un modo muy inteligente la Sindicación campesina. Des de luego, emitió la sindi-cación industrial. Solo se aceptaban sindicatos fundo por fundo, tal como existían sindicatos de empresa por em presa. La exigencia parecía razonable, pero tam bién era necesario un número mínimo de traba-jadores para formar el sindicato. Se señalaron veinte trabajadores permanentes, lo que automá ticamente impedía la sindicación del 83 % de los trabajadores que laboraban en predios con un número inferior de los trabajadores perma nentes.26

La inoperancia de esa ley se hacía total con los requi-sitos para ser dirigente sindical y con la prohibición de declarar huelgas en época de cosecha.

26 Jacques Chonchol: «Poder y reforma agraria en la ex periencia chilena», en Chile Hoy.

Page 202: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

202

Alessandri no modificó esa situación. Al contrario, aplicó el modelo burlesco de González Videla para otra ley largamente reclamada por los campesinos: la de reforma agraria. En 1962, fue emitida la Ley 15020, otro modelo de truculencia, del más clásico estilo alessandrino. «Esa ley –análogamente a lo que acontecía con la Ley de Sindicación Campesina–, estaba calculada para que hubiera ley y no hubiera expropiaciones [...]. Era una ley muy curiosa. Se podía expropiar en principio cualquier predio [...]. Había que fijar el valor y esto se discutía en los tri bunales [...]. La fijación del precio se podía pleitear cinco o seis años [...]. Ahora bien, como el principio constitucional establecía que mientras no se pagara el valor no se podía tomar posesión material de la tierra, podía darse el caso de tener expropiadas todas las tierras y no poder tomar posesión física de ninguna». Los refinados políticos de la oligarquía do minaban el malabarismo legalista: «hecha la ley, hecha la trampa». El pueblo siempre quedaba defraudado y por eso la llamó Reforma de Macetero.

Lo demostraron los hechos: de las 1210 familias que re-cibieron pequeñas parcelas, entre 1958 y 1965, casi ninguna era de origen campesino. Reiman y Rivas destacan que «las tierras que se les dieron eran todas de procedencia fiscal. La gran propiedad agraria se guía intacta. Por otra parte, la ley sirvió para que algunos grandes hacendados, como Jaime Larraín García Moreno o Salvador Correa Larraín, vendieran a la Caja de Colonización o a la recién creada Cor poración de la Reforma Agraria (CORA) sus latifun-dios, en precios que a veces alcanzaron hasta el séx tuplo del valor comercial». Pero, en Washington, el presidente Kennedy estaba satisfecho de Alessandri. Con la reforma agraria cumplía uno de los postulados de la Alianza para el Progreso: «sin reformas estructu rales, era imposible perfec-cionar la democracia». Y Alessandri las estaba haciendo: era un ejemplo para el Continente. Merecía que se le recibiera

Page 203: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

203

en la Casa Blanca with traditional latin embrace, como lo hizo el 11 de diciembre de 1962, año de la Reforma de Ma cetero.

Sin embargo, la realidad era muy diferente. No solo se defraudaba al pueblo. También se le mataba por hambre o a balazos. Lo primero aconteció otra vez en Lota, en 1960, y lo segundo en la población José María Cano, en 1962. En Lota, los mineros del carbón declararon una huelga que duró noventiséis días. La naturaleza se encargó aquí de la masacre: en mayo de 1960, un terremoto y maremo-to arrasó el sur de Chile, causó daños por cuatrocientos millones de dó lares, dejó sin hogar a trescientas cincuenta mil per sonas y mató a otras cinco mil. El cataclismo se con-fabuló con el invierno. Los trabajadores de Lota su frieron sus violentos efectos. Quiso el gobierno de Alessandri aprovecharse de ello para hacer cesar la huelga, pero los trabajadores no cedieron. Entonces aquel, en vez de acudir en socorro de las víctimas, gol peó a los huelguistas con extremada perfidia:

Hubo represión que no fue física, que fue de otra naturaleza: y que es peor. Porque cuando a uno lo atacan físicamente uno se puede defender. Pero a mí me parece que es peor la represión si vienen camio-nes con víveres y que valen en plata una cantidad no determinada, pero que en lo que representan valen mucho más que esa cantidad porque viene reflejada la solidaridad de los trabajadores. Y ahí en Concepción los des viaban para otras provincias y a nosotros nos dejaban sin comer. Esa es una represión peor porque aquí murieron muchos niños, murieron de hambre porque no había leche, no había pan.27

27 Testimonio de Omar Sanhueza, presidente del sindicato de Lota, citado por Alfonso Alcalde en Reportaje al carbón.

Page 204: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

204

Tres años después, en José María Caro, la Aviación baleó la muchedumbre pacífica, con un saldo de ocho muertos y más de cuarenta heridos. «Este es uno de los crímenes más inexplicables de toda la historia delictual-constitucional de Chile», escribe Manns. «Jorge Alessandri jamás dio explicaciones al pueblo. La población entera había iniciado la marcha hacia el centro para cobrar revancha a mano limpia, cuando Salvador Allende –entonces sena-dor– logró de tenerla».

Casi en vísperas electorales, el 11 de agosto de 1964, Alessandri rompió relaciones diplomáticas con Cuba, en obediencia a las órdenes del Departamento de Es tado, impartidas por intermedio de la OEA. Fue su último ser-vicio al imperialismo. Último como presi dente de Chile, mas no como adicto fidelísimo. En este carácter, su último servicio, hasta hoy, ha sido el de representante del coman-do fascista en las conversa ciones con la Anaconda y la Kennecot, para indemni zar a estas por la nacionalización de Allende. Así dijo la información del 18 de diciembre de 1973. Pero la verdad de fondo es a la inversa: Alessandri es el representante de las empresas, ante los integrantes del gang que se dice Junta.

«UNA MÁSCARA EN VEZ DE LA CARA AUTÉNTICA»(FREI)

Pedro. También hay obreros despis tados en la democracia cris tiana.

Juan. (Afirmándose en la mesa, agresivo). No nos compare con esos masacradores. Nosotros estamos junto al pueblo.

víctor torres Una casa en Lota Alto

Page 205: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

205

Reconstruir ciertos importantes elemen tos de la sociedad sin verse obligado a disparar un solo tiro ni a tocar un solo cabello de un niño.

Frase democratacristiana citada por John Gunther en Sudamérica por dentro.

La tercera momia arrodillada en la Catedral de San-tiago, durante la «misa ecuménica», junto a González Videla y a Jorge Alessandri, el 18 de septiembre de 1973, era Eduardo Frei, penúltimo presidente de Chile y último de la oligarquía. Porque Frei es oli garca, por origen y por ideología. Católico de naci miento y militante del Partido Conservador, en sus primeros años de vida política, aban-donó esa filia ción hacia la década del 30 y, bajo la tutela de un cura, Vives, formó parte del grupo fundador de la Falange Nacional. Evidentemente, este núcleo ori ginal de la después democracia cristiana era de dere cha, tuviera o no ribetes fascistas. En 1944, Frei fue llamado al Gabine-te por el presidente Ríos y, des pués, elegido senador dos veces, en 1946 y en 1957. Lo hemos encontrado páginas atrás como candidato en las elecciones presidenciales de 1958, perdiendo, no por una nariz, como se dice en los hipódromos, por que en tal competencia es imbatible, sino por abruma dora diferencia de votos frente al candi-dato de la ultraderecha, Alessandri, y al de la izquierda, Allende. Mientras describía así su periplo político, Frei se afincaba profesionalmente como abogado de los más poderosos consorcios extranjeros de seguros.

Su suerte fue otra en 1964, gracias a la Revolución Cubana que, en cierta forma, lo hizo presidente, aun que de ello se jactase el jesuita belga Roger Edouard Vekemans von Canvalaert y aunque los votos fueran suministrados por radicales, liberales y conservadores, unidos en un tem-blor común ante el inminente triun fo de Allende. Esto debe

Page 206: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

206

explicarse, pues, en último análisis, lo que hizo presidente a Frei fue el miedo imperialista a la Revolución Cubana y a su poderosa e inevitable proyección en las grandes mayorías latinoamericanas. Inoperante la Alianza para el Progreso, como alternativa seductora y «pacífica» a la revolución (a los ojos de las masas), por una parte, e inca paces por sí solas las otras fuerzas electorales chilenas para oponer un dique, aunque fuera fraudulento, al impetuoso avance de las izquierdas encabezadas por Allende y su aplastante prestigio, por la otra, el im perialismo echó cuentas: escogió, entre las fuerzas electorales oligárquicas a la democracia cristiana, que consideró la menos desprestigiada y la me-nos erosionada, por más reciente, para canalizar hacia ella todo su apoyo y su omnipotente influencia sobre el resto de la derecha, y para formar así un solo bloque frente al FRAP. El agente ejecutor de esa suprema voluntad y de esa estrategia fue Joseph Jova, conse jero y factótum de la embajada yanqui en Santiago y excómitre de la United Fruit Company.28

Cuenta Eduardo Labarca Goddard que en alguna esca ramuza verbal entre Vekemans y Frei, este le dijo: «no olvide usted que el presidente soy yo»; a lo que el jesuita replicó: «Recuerde, presidente, que yo lo ele gí».29 Creo un poco exagerada la jactancia de este eficiente soldado de la Compañía de Jesús. El gran elector de Frei no estaba en

28 Cuando escribía esto, Nixon nombraba a Jova embajador en México. No es fácil decir si se trata de una provocación o si es una torpeza muy de él. Todo el mundo sabe que Jova es un agente de la CIA. La informa-ción fechada en México agrega: «Cuando se anunció la designación de John Jova, fue objetada inmediatamente por William Higgs, director ejecutivo del Comité para una Sociedad Abierta, calificándolo de agente declarado de la CIA y de las empresas transnacionales en los países de la América Latina».

29 Eduardo Labarca Goddard: Chile invadido (Reportaje a la intromisión extranjera).

Page 207: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

207

Santiago y ni siquiera tenía figura humana, mucho menos sotana. Era ecu ménico, como la misa del 18 de septiembre: como el Dios de Vekemans, estaba en todas partes y nadie lo podía ver... aunque se hacía sentir: era el imperia lismo. Pero Vekemans, si incurría en el feo pecado de vanidad, el mismo que perdió a Luzbel, no mentía del todo: él no hizo al presidente Frei, pero sí al candi dato de la reacción chilena e internacional.

A raíz de la derrota de 1958, Vekemans emprendió la tarea de modelar al candidato, como Yahvé a Adán con un poco de barro. En 1961 «vio que su obra era buena» y la puso en manos de Jova: había elaborado una doctrina social para oponerla al marxismo; esta blecido un compromiso militante entre la Iglesia Católica chilena y la democracia cristiana, y obtenido el apoyo político y económico de los gobiernos y par tidos democratacristianos de la Europa Occidental, del Gobierno de los Estados Unidos y del Va-ticano (Labarca Goddard). A John Gunther, que conoció esta eminencia gris con sotana negra en el ejercicio pleno de su tutoría política, le pareció «un hombre notable, una de las personalidades más impresionantes que he conocido en Sudamérica». No podía ser de otro modo. «Muchas veces escuchamos a otros proclamar ideas lanzadas por él y muchas veces las gente no sabe el origen de esas ideas», dice también Gunther. Pero no dice que Frei no estuviera entre esos otros.

«Por misteriosos caminos de los que no se habla, y siempre oficialmente negados, la campaña de Frei fue sostenida por dólares yanquis y pilas de pesos chilenos [...]. Un cálculo razonable indica que los democratacristianos obtuvieron alrededor de un mi llón de dólares mensuales, durante muchos meses, de fuentes norteamericanas, y de dieciocho a veinte mi llones de dólares más provenientes de democratacris tianos de Alemania Occidental, Italia y Bélgica», reve ló Bernad Colliers, en febrero de 1967, en

Page 208: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

208

la revista dominical de The New York Times. Revelaciones si milares había hecho en la RFA la revista Der Spiegel, dos semanas después de las elecciones de 1964: «en la victoria electoral del democratacristiano Frei par ticiparon en forma decisiva los democratacristianos de Bonn».30 De allí que El Mercurio de los Edwards, «socios menores del todopodero-so grupo Rockefeller», rompiera la marcha, como tambor mayor, en la rui dosa publicidad de la campaña de Frei, dentro de Chile. La ayuda comprendió, además, el envío de mil ochocientos promotores, disfrazados de «activistas apostólicos», integrados al trabajo de promoción so cial, según los pintó el cardenal Silva Henríquez. Las «donacio-nes del pueblo de los Estados Unidos», como rezaban los paquetitos distribuidos por la organiza ción Cáritas, llovieron sobre campos y ciudades: uten silios y alimentos. Vehículos y equipos de proyec ción, grabación y transmisión ingresa-ron sin pagar im puestos, porque, desde luego, el gobierno de Jorge Alessandri estaba dentro del juego. Después vino la campaña sicológica que giró alrededor del «terror rojo», imperante en Cuba y rampante sobre Chile.

Frei presentó un programa progresista, calculado para captar la adhesión de las masas, las cuales, na turalmente, no tenían por qué conocer la inmensa tela de araña que se tejía, en la oscuridad, en el mis terio, para envolverlas oportunamente. Ese programa prometía, entre otras cosas, reforma agraria, chilenización del cobre, fortalecimiento del Ejecutivo, reforma fiscal, lucha contra la pobreza y par-ticipación de los obreros en los beneficios de las empresas. Hay que admitir que, como en 1920, en 1932 y en 1946, con Arturo Alessandri y con González Videla, mu chos sectores populares se engañaron, se dejaron atra par en aquella red. Las mujeres fueron más sensibles a la hipnosis de las dádi-

30 Citados por Eduardo Labarca Goddard en ob. cit.

Page 209: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

209

vas y del terror: por Allende votaron casi tantos hombres como por Frei (606 356 y 673 678, respectivamente); en cambio, las votantes de Frei duplicaron a las de Allende (744 423 y 375 766, respectivamente). Era comprensible: se les decía que sus hijos serían «enviados a Rusia, como en Cuba». ¿Y cómo contrarrestar la abrumadora superio-ridad de recursos de la derecha para la propaganda masiva?

Claro está que el gran elector había puesto su OK al programa de Frei, porque, como dice el citado Bernard Colliers, Frei

en Washington convenció a la Casa Blanca y al De-partamento de Estado de que los Estados Uni dos debían respaldarlo. En Wall Street conven ció a los hombres de negocios. «No, no naciona lizaré las minas de cobre», se cuidó de argu mentar, «pero sí las que-remos en asociación. No, no expropiaremos toda la tierra, pero toma remos y distribuiremos la que está abandonada; nos preocuparemos de no tomar la que produce alimentos».

Todo el mundo sabe que, en el sexenio democratacris-tiano, el pueblo fue nuevamente burlado. Se cumplió el pro-nóstico de un político chileno, hecho en la década anterior. En 1955, circuló un pequeño libro titulado La verdad tiene su hora, que contenía cuatro ensayos («Intervención y libre em-presa, so cialismo burocrático»; «La crisis de la democracia»; «Existe un camino» y «América tiene un destino»). El librito tuvo fortuna: cuatro ediciones, entre agosto y noviembre de 1955. El pronóstico que se cumpliría era este:

es posible que la faz de democracia, libertad y convi-vencia vaya perdiendo su substancia y así en vez de ser la cara auténtica, termine por con vertirse en una

Page 210: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

210

máscara que cualquiera puede arrojar [...]. Una vez y otra el pueblo ha sido defraudado, porque se le ha ofrecido más de lo que un gobierno estaba en situa-ción de dar, y se le han hecho promesas sin relación con los recursos reales del país [...]. Esa continuada desilusión proviene de la diferencia que existe entre lo que primero se ofrece de una manera irresponsable y lo que después se otorga.

Ruego al estimado lector que me excuse por haber de jado en el tintero el nombre del autor de La verdad tiene su hora: Eduardo Frei M. (Editorial del Pací fico S.A.).

Si bien la máscara a la cual se refiere Frei en su opúscu-lo fue arrancada violentamente, con toda la piel y la carne de la cara oligárquica, para que cho rreara su sangre sobre todo Chile, en septiembre de 1973, ya había empezado a deteriorarse y a caerse a pedazos desde mucho antes. Lo más doloroso de esos pedazos fueron las masacres que sufrió el pueblo a manos de la tradicional delincuencia cas-trense y de la también tradicional complacencia oligárquica. El ya conocido chicaneo de los políticos fue hábilmente manejado por Frei, de modo que ni la reforma agra ria ni la chilenización del cobre existieron realmente. No pasaron de frases para la propaganda, sin el con tenido revolucio-nario y la traducción en hechos que el pueblo quería.

Del seno mismo de la democracia cristiana en el poder, salieron las evidencias de que el yeso de la masca rilla se quebraba, se le caían costras. Quien presidiera el partido en el poder hasta 1968, Rafael Gamucio, encabezó la re-belión con un definitorio emplaza miento: «¿Dónde está la revolución prometida?». Es decir, la «revolución en liber-tad», la «revolución sin sangre» de la propaganda freísta. La democracia cris tiana también se quebró, se escindió.

Por otro lado, el proyecto de reforma agraria salió del Congreso hecho ley, en junio de 1967, mediatizado, sucio

Page 211: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

211

después de haber entrado limpio, como sale un espeleólogo de la caverna. El autor del proyecto, Jacques Chonchol, experto de la CEPAL antes de ocupar la dirección del INDAP, abandonó este organismo ante el «desplazamiento de la reforma hacia la dere cha». Él mismo situó el pro-blema con el lenguaje del técnico economista, totalmente ascéptico de adjetiva ción emocional: la reforma agraria se había ubicado «en el tipo de reformas no incluidas en un con-texto global revolucionario [...]. No es de extrañar, pues, que el programa de reforma agraria resultara un pro ceso bastante difícil de negociación política y social: por un lado, había que concretar suficientes realiza ciones como para respon-der a las aspiraciones que existían y que se habían creado; por otro, se procu raba conciliar al grupo empresarial existente con el programa de cambios sociales».31 Traducido al len-guaje común y corriente del hombre de la calle, todo eso quiere decir, liso y llano, que no hubo tal reforma agraria.

En cuanto a la chilenización, no fue otra cosa que la asocia-ción con las empresas explotadoras del cobre, mediante la adquisición por el Estado de un 51 % de las acciones. Pero esto se hizo de tal manera, que fue un excelente negocio para las empresas y un sacri ficio más para el fisco y pue-blo chilenos. En su his tórico discurso de Rancagua –que recuerda al de Balmaceda, en 1886, citado al principio–, cuando Allende anunció el 11 de julio de 1971 al pueblo chi leno la nacionalización integral del cobre,* demos-tró aquel hecho con cifras tan certeras como dispa radas por mano araucana. De ellas recojo solo una, global y contundente, sobre las utilidades de las em presas, antes y después de la chilenización, sumadas las de las tres más

31 Jacques Chonchol: art. cit. en nota 26. * El texto completo de este discurso apareció en el número 69 de

esta revista (N. de la R.).

Page 212: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

212

grandes minas: El Teniente, El Sal vador y Chuquicamata: 213 000 000 dólares, entre 1960 y 1964, contra 552 000 000, de 1965 a 1970... Había que cumplir lo ofrecido a Wall Street y pagar los gastos de la campaña electoral.

No se pagaron solo en dólares. Se pagaron también con sangre del pueblo. El primero que dio la voz de fuego, con-tra los trabajadores de El Salvador, en 1966, fue el ministro de Defensa, Juan de Dios Carmona, un eslabón más entre el general José Manuel Ortúzar, asesino de treinta obreros en Valparaíso en 1903, y Pinochet y su banda, cuyo pasivo rojo cuenta ya más víctimas que las del masacrador mayor de Chile, Roberto Silva Renard. Cristiana y democráti-camente, Carmona envió efectivos militares a Atacama, contra los obreros de El Salvador, con instruc ciones de reprimir la huelga como los militares saben hacerlo. El 11 de marzo, relata Manns, se escuchó por teléfono esa voz de fuego y los obreros que estaban, con mujeres y niños, en su local sindical, fueron acri billados con metralletas, carabinas ametralladoras y armas cortas. Dos mujeres y seis obreros murieron en el acto; treintisiete fueron heridos y algunos que daron inutilizados para toda su vida. Entre las vícti mas, había afiliados a la democracia cristiana. Deja ron de creer en ella: poco después, los democratacris tianos perdieron las elecciones para cargos de direc ción sindical.

En 1967, Frei intentó hacer pasar en el Congreso una ley por la cual, entre otras cosas, serían disminuidos los salarios y prohibidas las huelgas. La Central Única de Trabajadores (CUT) convocó a un paro general, que se realizó el 23 de noviembre. Frei lanzó contra el pueblo los cuerpos armados, entrenados en la repre sión. Esta fue particularmente violenta en Santiago, en el distrito de Quinta Normal, en el barrio de San Miguel y en la comuna Barranca, entre la ciudad y el aeropuerto. Siete muertos,

Page 213: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

213

más de sesenta heridos, doce de ellos graves, y alrededor de mil intoxicados con los gases lacrimógenos y vomiti-vos, fue el saldo de ese día. Entre los muertos hubo un niño, y entre los heridos otros niños y varias mujeres. No era eso lo que proclamaba la democracia cristiana, según John Gunther: muchos cabellos de niños quedaron con coágulos de sangre.

Dos años después, el Ministerio del Interior estaba en manos de un individuo que se preciaba de ser «duro»: Edmundo Pérez Zujovic. Fue él quien quitó los collares a la jauría y la azuzó contra los pobla dores de los terrenos conocidos como Pampa Irigoin, en Puerto Montt, en otro marzo sangriento: el de 1969. Nueve pobladores murieron y más de treinta quedaron heridos. Exactamente tres meses después de esos ase sinatos, el 8 de junio, Pérez Zujovic fue, a su vez, asesinado en una calle de Santiago.

Los atropellos de Frei contra el pueblo son muchos más. Los carabineros fueron lanzados contra otros po-bladores en marzo de 1967, en un terreno colindante con la Carretera Panamericana que va al aeropuerto de Pudahuel. El diario El Siglo, el 17 de marzo de 1967, informó con estos titulares: «Acción militar contra 800 familias. Así actuó Carabineros contra mu jeres y niños». En 1968, la senadora socialista María Elena Carrera fue apresada en el fundo San Esteban, a cinco kilómetros de los Andes, cuando chocaron doscientos campesinos contra los ca-rabineros. Los cam pesinos fueron desalojados por orden de Pérez Zujo vic, «haciendo el juego a los momios», dijo el diario Clarín. Esas escenas de desesperación ante el engaño de una prometida e incumplida reforma agraria, se reprodujeron numerosas veces: en ese mismo año, en Coquimbo, Talca, Bío-Bío, y otros lugares. En Bío-Bío, la causa de la rebelión campesina es reveladora: la compañía

Page 214: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

214

manufacturera de papel cartón, de la fa milia Alessandri, intentó convertir los cultivos agrícolas de la hacienda El Desagüe en zona forestal, para la industria papelera. Reveladora es también la causa de la rebelión de 1969, en Ranquil y Libertad: 150 000 trabajadores fueron despedi-dos por los terra tenientes, pretextando la sequía. La ley de reforma agraria contemplaba «la fuerza mayor» entre las doce excepciones en favor de los patrones y propietarios, contra la garantía de inamovilidad de los trabajado res. La denuncia de este colosal atropello partió de la federación El Triunfo Campesino. No era esta marxista, no estaba dentro del FRAP: pertenecía a la democracia cristiana.

Pero Frei siempre dijo que la culpa de todo era de los «agitadores comunistas». Era el eco de las voces de Ries-co, de Montt, de Alessandri, de Duhalde, de González Videla, de Ibáñez y de Alessandri II, es decir, de la funesta columna de masacradores oligarcas y de sus respectivos instrumentos castrenses, que dejaron sus huellas de sangre en las páginas de la historia de Chile.

Y ahora, para concluir, después de este recorrido por la entraña lacerada de esa historia, una reflexión final, en medio del dolor que nos es común a todos los pueblos de la América Latina, ante el de uno de noso tros. Si hubiera sido verdadera la historia convencio nal elaborada por la oligarquía chilena, para ofrecer de sí misma una imagen modelo ante el mundo, cabría el peligro de que el pueblo, hecho a una supuesta vida muelle, sin tiranos ni sangrías, no tuviera ener gías para la lucha, ahora, bajo el terrible golpe que descargaron sobre él sus enemigos de siempre. Pero no es así. Ese pueblo tiene una larga historia de co raje y sacrificio. No es posible acobardarlo, y menos rendirlo, después de todo lo que ha vivido y sufrido. Mucho menos en este momento, en que sus sempiter nos enemigos se

Page 215: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

215

han descubierto definitivamente. Por que en lo único en que Frei no mintió fue en el título de su librito de 1955: la verdad tiene su hora. Y la de Chile ha sonado. Nunca más se podrá engañar otra vez a ese pueblo. Su enemigo está desnudo, y será castigado a su tiempo.

Para que estemos seguros de que así será, he escrito esto. Y lo termino, precisamente, cuando un cable grama de la Associated Press, del 25 de diciembre, viene a con-firmarlo. Informa ese cablegrama que Pi nochet, «en su primer mensaje de navidad a la nación, dijo que la Junta Militar mantendrá sus severas me didas de seguridad ante la porfía de chilenos equivo cados, guiados por mercenarios extranjeros que pre tendieron y aún pretenden hacer de nuestra patria zona de cultivo de ideologías muy distintas a nuestra idiosincrasia democrática». Ya conocemos esta idio sincrasia. ¡Pueblo bravo el chileno!

Tomado de Casa de las Américas, no. 83, año XIV, marzo-abril de 1974, pp. 25-49.

Page 216: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 217: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

LÍDERES Y FIGURAS

Page 218: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 219: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

219

MARTIROLOGIO LAICO DE BERGAÑO Y VILLEGAS, REO DE PENSAMIENTO

LIBERAL

ESPACIO-TIEMPO HISTÓRICO DE BERGAÑO Y VILLEGAS

Muy pocos guatemaltecos sabíamos –o sa bemos– de la combativa actuación, en Cuba, de quien consideramos precursor de nuestra independencia: Simón Bergaño y Villegas. Y muy pocos cubanos sabían –o saben– de la combatividad, en Guatemala, de quien fuera uno de los iniciadores del periodismo en Cuba: el mismo Bergaño y Villegas. En cier ta ocasión, conversaba con un distinguido y bien informado historiador cubano sobre la brillante generación intelectual del último cuarto del siglo xviii, que preparó, en el terre no de las ideas, la formidable eclosión del primer cuarto del siglo xix conocida por nosotros, los latinoamericanos martianos, como nuestra «primera inde-pendencia». Naturalmente, hablamos de aquellos jesuitas expulsados por Carlos III de todos sus dominios en 1767, que asumieron la reivindicación de América desde su exilio en Europa, y, por supuesto, del más audaz y radical entre aquellos: Juan Bautista Vizcardo y Guzmán. Hablamos también de los seguidores en nuestra América de la enton-ces progresista ideología de la Enciclopedia: Francisco Javier Eugenio Espejo, Antonio Nariño, Camilo Henrí-quez, Camilo Torres y tan tos otros que cumplieron, en el campo ideo lógico, la obra de desafío al régimen colonial decrépito y de preparación del movimiento emancipador, como en el terreno de la acción lo hicieran Miranda, Gual,

Page 220: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

220

España, Chirinos, Tiradentes, los alfayetes abolicionistas de Bahía, Makandal y tantas otras tempranas víctimas del terror oscurantista impuesto por los anacrónicos colonia-listas europeos. Sin embargo, mi versado interlocutor no tenía noticias del irreductible luchador enciclope dista que fue Bergaño y Villegas. Pero esto, ¿le es criticable? No. Su caso es el más fre cuente, salvo entre los muy eruditos conoce dores de la historia del periodismo en Cuba, que hayan leído, por ejemplo, a Aurelio Mitjans o a Bachiller y Morales.

En Guatemala se conoce un poco más a Ber gaño y Villegas porque, desde hace cinco déca das, desde mediados de la del 30, se le estudia, o se le estudiaba, en el curso de Literatura Guatemalteca, de segunda enseñan za. Pero antes de ello, apenas si los curiosos y escasos lectores del cronista liberal Ramón A. Salazar (de la generación formada bajo Justo Rufino Barrios) sabían de la vida y la obra de Bergaño y Villegas durante los prime ros años del siglo xix, los que precedieron a su enjuiciamiento por el Santo Oficio y a su remisión a Cuba, como reo «bajo partida de registro». An-tes de la revelación del erudi tísimo Salazar, durante un siglo exacto, nadie, ni los más acuciosos críticos e historiadores guatemaltecos del siglo xix, tuvo conocimien to de que hubiera existido tan notable per sonaje. Incluso Antonio Batres Jáuregui, tal vez el más erudito de aquellos críticos e his toriadores, atribuyó algunas fábulas de Bergaño a su contemporáneo, el popular Rafael García Goyena.

Conocí a Bergaño y Villegas porque desde muy joven formaba en el número de aquellos lectores de Ramón A. Salazar, y servía la cáte dra de Literatura Guatemalteca en los institu tos de segunda enseñanza de mi país. No solo lo conocí. Me dejé seducir por su extraña figura. Vivíamos entonces, los guatemaltecos, bajo la tiranía de Jorge Ubico, estranguladora de cuanto tuviera relación con las palabras «derechos» y «libertades», aun en su más gaseosa e inocua

Page 221: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

221

acepción. Como joven de inquietudes intelectuales, me dolía y suble vaba la indecorosa obsecuencia de la prensa frente al despotismo, al cual sahumaba no precisamente con incienso, como dice la gen te, sino con una sustancia de insoportable fetidez, que se llama adulación. El coro pare-cía elevarse desde aquel círculo –el séptimo, me parece– del infierno de Dante, al cual enviaba el poeta florentino a los aduladores. Por eso, conocer a un periodista considerado guatemalteco que, siglo y medio antes, hubie ra tenido el valor moral y cívico de enfrentar al aparato represor del coloniaje –arzobis pos, capitanes generales, oidores de la Audien cia, familiares del Santo Oficio y delatores– por defender sus avanzadas ideas y su dere cho a propalarlas, y por hacerlo sin claudica ción, hasta el extremo de sufrir la condena a presidio perpetuo en Ceuta; a uno que hablara sin ambages el lenguaje «herético y sacrílego» de la Enci-clopedia, en aquella enclaustrada y medioeval colonia espa-ñola, fue como hallar un aliento, un asidero, una claraboya de aire no contaminado en la sentina que era, enton ces, nuestro desolado ambiente intelectual, donde las insólitas excepciones no tenían más que tres caminos posibles: el encierro, el destierro o el entierro. Esto le oí decir a una de aquellas excepciones, en el sepelio de otra. A Alfonso Orantes, quien vive todavía, natural mente exiliado, en El Salvador, ya casi octo genario. Poeta. Inclaudicable.

Los pocos biógrafos guatemaltecos de Berga ño y Villegas no hacen sino repetir a Ramón A. Salazar, y, salvo Salomón Carrillo Ramírez (El poeta Villegas, Guatemala, 1944), no apor tan nada nuevo. Incluso los dos citados tienen a aquel por guatemalteco, o poco o nada dicen de su actividad periodística y rebelde en La Habana, y lo dan por muerto en Cuba. Los profesores de Literatura Guatemalteca, por supuesto, repiten esos conceptos y yo también lo hice a su tiempo. Sin embargo, en eso hay dos errores y una injusticia. Con siste esta en la omisión o

Page 222: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

222

casi, por desconoci miento, de los siete años (1809-1816) durante los cuales Bergaño y Villegas desafió en Cuba, desde las páginas de los beligerantes periódi cos que fundó, a la autoridad, fuera eclesiás tica o civil, y a la reacción ultramontana que lo acosaba en jauría, desde sus periódi-cos retrógrados, por su obstinada defensa de la libertad de expresión y de principios tan avanzados y perseguidos por el orden inqui sitorial, en su tiempo, como ahora los del marxismo-leninismo bajo los tenebrosos regí menes fascistas. Porque de hombres como el valiente y penetrante periodista guatemalteco-cubano bien pudieran decir los Masetti y los Olivares o tantos otros héroes y mártires del periodismo revolucionario de nuestra Améri ca, lo que dijera Fidel Castro de los hombres del 68: «Nosotros en-tonces habríamos sido como ellos; ellos hoy habrían sido como nosotros».

El primer error de los por mí aludidos con siste en que Bergaño solo fue guatemalteco-cubano en cuanto Guate-mala y Cuba fueron los escenarios donde su espíritu mor-daz, anti cipado y fogoso fustigó a la retardataria reac ción colonial. Pero no lo fue por su origen. Porque era ¡español de nacimiento! De Astu rias. Como Francisco Javier Mina, José de San Martín y otros eminentes internacionalistas identificados con las luchas y sacrificios de nuestro pueblo latinoamericano, en su prime ra hora libertaria. El segundo error radica en que no murió aquí. Perseguido implacable-mente por el sistema opresor del coloniaje, terminó su «vida tormentosa y atormentada», como lo califica Isidro Méndez,1 en algún lugar de España.

1 Isidro Méndez nació en Navia, Asturias, en 1882, y murió en La Habana, en 1972. Vino a Cuba en 1896, y adoptó la na cionalidad cu-bana. En su nota necrológica, el periódico Ju ventud Rebelde lo considera «primer biógrafo de José Martí» (18 de abril de 1972) y agrega: «En 1924, el Real Consistorio Hispanoamericano del Gay Saber otorgó premio a su biografía sobre José Martí que fue editada en París. Un tra bajo

Page 223: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

223

Y ya que mencioné a Isidro Méndez, permí taseme una transitoria jactancia y un acto de justicia, al mismo tiempo. Creo ser, en este momento, el único guatemalteco que co-noce la cuna y la trayectoria cubana de Bergaño y Villegas. Pero esto no es mérito mío, desde luego, en cuyo caso no me jactaría así. Se lo debo a tres afortunadas circunstancias. La pri mera, mi residencia en Cuba, plenamente identificado con su revolución socialista. La segunda, favorecida por la primera, el haber conocido en las postrimerías de su vida, al más exacto y acucioso conocedor de Bergaño y Villegas: Isidro Méndez. La tercera, el haber sido este, conmigo, de una inmensa genero sidad intelectual, al hacerme partícipe y lega tario de sus conocimientos sobre el personaje, cuya breve y batalladora existencia admirába mos ambos.

Como he dicho, las fuentes guatemaltecas son pau- pérrimas en lo que se refiere a la obra periodística y polé-mica de Bergaño y Villegas en Cuba. Algo más de esa obra pude saber en Buenos Aires, donde hallé, en una «librería de viejo», una especie de pequeña enciclopedia cubana: Cuba en la mano (La Habana, 1940). Allí conocí al fundador y redactor del Correo de las Damas, primer periódico para mujeres en Cuba y creo que en toda América: el propio Bergaño y Villegas. Por eso busqué a Isidro Méndez, cuando supe que este había leído un documentado trabajo sobre el que yo creía mi compatriota, en la Academia de la Histo ria. Mi empeño fue mayor, pues ya conocía la obra, de investigador y biógrafo de Martí, de Isidro Méndez. Me recibió este y me expresó su complacencia en dialogar con al guien que compartía su admiración por quien había

mucho más avanzado y completo fue publicado por Isidro Méndez en 1953. Ligado al quehacer de su época, compartió con don Fernando Ortiz y Emilio Roig de Leuchsenring la dirección de la Institución Hispanoamericana de Cultura. Periodista, ensayista, historiador... deja una copiosa bibliografía dedicada casi por entero al análisis de la obra y de la vida de José Martí».

Page 224: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

224

llenado de consternación a los espíritus pacatos de dos sociedades coloniales: la de Guatemala y la de Cuba. Pero hizo más: me dio el texto inédito de su conferencia y toda la documentación por él acopiada y anotada de su puño y letra, sobre Bergaño y Villegas. A todo eso acompañó un ejemplar del folleto que contiene otro trabajo suyo: El intendente Ramírez (1944), con muy generosa dedicato ria, porque también este personaje participó, por igual, en la vida guatemalteca y cubana de fines del siglo xviii y princi-pios del xix, y tuvo muy estrechos vínculos de amistad con nuestro prócer. Con tan valiosa ayuda trazaré un boceto biográfico de Bergaño y Villegas.

«JOVEN LLENO DE AMOR PROPIO Y NO DE BUENOS PENSAMIENTOS»

El 24 de abril de 1811, él mismo escribió en su perió-dico Correo de las Damas: «cuento treinta años», con lo cual conocemos el año de su nacimiento. En cuanto al lugar, los datos son más agudos y reveladores. Por ejemplo, el mismo año de 1811, en un docu mento de refutación, nada menos que al obis po Espada, de La Habana, aporta este otro dato autobiográfico que, por sí mismo, retra ta su audacia y desenfado, habida cuenta de las circunstancias de tiempo y lugar:

Las costumbres de los atenienses eran infinitamente mejores que las nuestras, por su mayor simplicidad. Las de Asturias y las de la Suiza son muy superiores a las del resto de España y Francia. Y ¿en qué consiste esto? En que son más sim ples. Yo tenía catorce años y me bañaba en Asturias con muchachas de esta mis ma edad tan desnudo de malicia como de ropa. Si se

Page 225: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

225

observase esta misma costumbre en los pueblos cuyas costumbres están más refinadas, nada bueno resultaría. Una misma escuela servía para los dos sexos: no había división, ni era necesaria; pero lo hubiera sido en cuan to se hubiese aparecido por allí algún censor escrupuloso de las buenas costum bres. [Manifiesto que publica uno de los editores del Correo de las Damas, D. Si món Bergaño y Villegas, para sincerar su opinión vul-nerada en la pastoral impre sa el dos de septiembre contra «El rasgo filosófico de Dorila» y la persona del autor, La Habana. En la imprenta de D. Pedro Palmer. Año de 1811].2

No es preciso ser muy sagaz para adivinar que no he citado ese pasaje solo con un pro pósito meramente biográfico. Es que ya en él está definido el personaje. Porque arrojar así, como quien dice, en pleno rostro, a Su Ilustrísima, don Juan José Díaz de la Espada, obispo de La Habana, semejante herejía, y herir con tal atrevimiento los prejuicios de una clase dominante y mojigata, debió reque rir mucho coraje. Pues, aun en nuestro tiem po y donde hay similares clases dominantes y mojigatas, puede uno correr riesgos, por mu cho menos que aquello. A mí, por ejemplo, me anatematizó un tal Monseñor, y hubiera querido fulminarme, de haber dispuesto de suficiente provisión de rayos, toda la clerigalla y el sector tartufo de la feligresía guatemal teca, cuando en 1945, siendo ministro de Edu cación Pública, autoricé a las muchachas egre sadas de la escuela primaria para que pudie ran ingresar a la secundaria, en los institutos de varones. Porque para mujeres solo había escuelas normales. El gazmoño caca-reo gritó estridentemente: «¡Coeducación, coeducación! ¡Comunismo, comunismo!», secundado por aquella misma prensa de los sahumerios ubiquistas, que ahora se decía

2 En las citas de Bergaño y Villegas, modernizaré la ortogra fía original.

Page 226: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

226

«independiente» y acusaba al ministro de «atentar contra la familia, las buenas costumbres, la moral», etcétera, etcétera.

Eso pasaba a mediados de nuestro siglo. Bergaño pro-pugnaba algo mucho más audaz a principios del pasado. Sin embargo, ese rasgo es casi inocente, comparado con otros muchos, más vigorosos, del mismo, conforme lo iré señalando, tanto en su Manifiesto de 1811, como en otros documentos, con citas que hablarán por sí solas y que me evitarán comentarios y adjetivos. Por ejemplo, esta evoca-ción publicada ¡en el Correo de las Da mas!, el 16 de octubre del mismo 1811, y que, seguramente, también se refiere a su infancia y adolescencia en su tierra natal, Asturias. La idea central es la misma del Manifiesto, pero dicha aquí poéticamente. O quizá solo en verso. Porque Bergaño, como se verá, tenía también esa vocación:

Siendo yo niño tierno y Elvira niña tierna, debajo de unas parras, pasábamos las siestas. Del dulce amor la aurora rayaba en mí y en ella. Pero ¡qué amor tan puro! ¡Qué inocencia la nuestra! ....................................... Sonreíase el cielo de ver tanta inocencia: mas hoy, al acordarme de una estación tan bella, ¡ay, Elvirita!, exclamo, ¡ay! si por dicha nuestra la sociedad viciosa malicia no infundiera siendo ya mayorcitos

Page 227: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

227

¡Con cuánta complacencia pasáramos ahora tan inocentes siestas!

Solo son los primeros y últimos versos del poema «La inocencia». Hay, por supuesto, otros que omití, no por mojigatería, claro está, sino por razones de espacio. Pero la imaginación del lector suplirá las citas.

De pronto, tras no precisas referencias a su paso por Veracruz, encontramos a Bergaño y Villegas en Guate-mala, en 1800. La situación de la Capitanía General, que comprendía desde Chiapas (hoy estado mexicano) hasta Cos ta Rica, era más que calamitosa, tanto por efecto de la guerra entre España e Inglaterra, que duraba ya cuatro años, como de la polí tica metropolitana, incapaz de sacarla del «estancamiento de su comercio y paralización de todas las energías nacionales, hasta el extremo de verse postrada en el mayor grado de miseria en que se había visto la infeliz colonia» (Salazar: Historia de veintiún años, t. I, Guatemala, 1956). Importa esta pincelada, porque guarda estrecha relación con el pensa miento y con los escritos periodísticos de Bergaño y Villegas.

En efecto, entre 1804 y 1807, aquel tuvo a su cargo la dirección y redacción de la Gaceta de Guatemala, que venía publicándose, con interrupciones, desde 1729. Bajo el anagrama de Bañoguer de Sanguelliv –que Batres Jáu regui atribuyó a García Goyena– imprimió a la hasta entonces solo informativa publica ción, un tono polémico y crítico, incluso vio lento y a menudo cáustico, al señalar el lamen-table estado de la colonia, en todos los aspec tos: adminis-tración, comercio, agricultura, industrias, comunicaciones, enseñanza, legis lación, costumbres, clero, etc. Aunque no era el único hombre de ideas avanzadas, sí quien más las expresaba de palabra y por escrito, y, por definición, el portavoz del pensamiento progresista de entonces

Page 228: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

228

impregnado de enci clopedismo, como lo ejemplificaré cuan-do me refiera a su ideología. En la inopia total en que vivía entonces Guatemala, Bergaño y Villegas tenía que chocar con el medio, espe cialmente con el oficial y el eclesiástico. Debía ser el arzobispo de Guatemala, Luis Peñalver y Cárde-nas, el primero en desencade nar la ofensiva contra el joven pero viril perio dista. En enero de 1806, lo denunció, a él y a la Gaceta, ante el secretario de Gracia y Justicia de España. A ciento sesenta años de distancia, y vistos desde nuestra perspectiva actual, los terribles cargos del arzobispo con tra Bergaño vienen a ser ejecutorias y ejem plo de un periodismo veraz. Por eso trans cribo parte de la denuncia episcopal:

Excmo. señor– En la gaceta semanal que sale en esta ciudad, suelen insertar se papeles teológicos, críticas contra el sistema de escuelas recibidas, otras acer ca de la oratoria sagrada, contra la ense ñanza en el idioma latino, sin perdonar en algunos usos generalmente re-cibidos en todas las iglesias catedrales, extendiéndose la sátira a personas determi nadas.

Últimamente se han dado a la luz otros que despier-tan las pasiones de la carne y anticipan en la juventud conocimien tos que debían ignorar, e incitan a la lascivia con versos amatorios, sin que falte papel en que se ofenda la justicia y la piedad con detrimento del santo temor de Dios: entre ellos hay muchos que correspon-den a la gaceta y algunos indignos de la prensa [...].3

3 No deja de ser pintoresca y reveladora la enumeración de los cargos formulados por el arzobispo Peñalver contra la Gaceta de Guatemala: 1) Copia de un informe del cirujano de cámara Dr. D. Narciso Esparragoza sobre los hermafroditas, que «suministra nociones impuras y provoca lascivia»; 2) Desprecia «el retiro a los claustros, las maceraciones de la carne, las obras y congregaciones piadosas»; 3) Oda ana creóntica firmada por S. B. en que «desprecia a la vejez» y «pinta como los placeres más amables los de Baco y Venus»; 4) Otra Oda anacreóntica, también

Page 229: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

229

El redactor actual de la gaceta se dice Simón Bergaño Villegas, joven de origen descono cido, pero lleno de amor propio y no de buenos pensamientos, el que sirve de órgano por donde otros difunden sus ideas, a que él contemporiza, vierte las propias y se hace de protectores.

Anticipándose en ciento setenta años al juicio que he expresado arriba, el mismo Bergaño comentó, en el citado Manifiesto de 1811, contra el otro prelado, el obispo de La Haba na, los ataques de que era objeto, en térmi nos que revelan los alcances de su pensamiento y la entereza de su ética periodística: «no hay cosa más sabrosa que los epítetos de naturalista, impío, libertino, corruptor, escan daloso, etcétera. Semejantes trozos de elocuencia no pueden dejar de lisonjear mi espíritu en un país de cristianos intolerantes, entre los cuales pudiera muy bien hallarse un Rabaillac que me asesinara creyendo hacer una obra de misericordia».

¿No hemos visto en estos años a periodistas, como Bergaño, asesinados por los rabaillaques, que él intuía, en Chile, Argentina, Uruguay o Guatemala? Lo único que ha cambiado es la tecnología del asesinato, la indumentaria del ejecutor y la gramática de su justificación.

Entre el cúmulo de denuncias por proposicio nes heré-ticas y lectura de libros prohibidos, existentes en el archivo de la Inquisición de Guatemala, las sustanciadas contra Bergaño y Villegas son reiteradas, reveladoras y, para no-sotros, irrisorias, sin desconocer que cual quiera de ellas podía poner al denunciado en el peligroso camino hacia las

firmada La par tida, «pintando sus amores con Lisi», «los afectos que pinta entre los dos son muy torpes e indecentes»; 5) «Atrevido e impío discurso», contra la oratoria sagrada, con un epi grama sobre «infidelidad del matrimonio, asunto favorito de su asquerosa pluma» y 6) Oda de Mi primera malicia, «en la que, con el pretexto de que es menester castigar con tino a los hijos, descubre la infidelidad de algunas mujeres casadas».

Page 230: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

230

mazmorras de la Inquisición. Pero sirven para ubicarlo en la categoría de los «librepensadores», todavía hoy punible en buena parte del llamado «mun do libre», pero honrosa para quien haya sabi do serlo entonces, como ahora, dentro de las cambiantes circunstancias de cada época. Es decir, variando lo que debe variar, pero man teniendo lo esencial: mutatis mutandis, como se dice. Bergaño fue denunciado al Santo Ofi cio por decir que el Flos Sanctorum «eran pen-dejadas»; que era falsa la infalibilidad «que se atribuía al pontífice, porque podía errar como hombre»; por negar «repetidas veces» que «fuese pecado el amor carnal» y que el Tribunal del Santo Oficio no podía obli garlo a creer; por tener escrito un poema «que sabía estaba prohibido por la Inquisición» y porque profería «proposiciones semejantes a las de Voltaire», y, en fin, por sostener que «la virginidad es puramente moral» y que «aunque María Santísima había tenido un parto natural, como todas las demás mujeres, quedó siempre virgen porque jamás corrompió su cora-zón». Por todo eso y más, el Santo Oficio de Guatemala procesó a Bergaño, con otros «librepensadores», hoy ilustres (Larreinaga, García Redondo, Del Valle, Villaurrutia, etcétera), y remitió los autos al Tribunal de Nue va España.

Pero el golpe final, en Guatemala, contra Ber gaño, corrió a cargo de la Audiencia, del capi tán general Antonio González Mollinedo y Saravia, del oidor decano Francisco Camacho y del oidor Antonio Serrano Polo. Todo ese apa-rataje procesó, encarceló, secuestró sus bienes y papeles, los remató en almoneda, y, final mente, acordó remitir a Bergaño a España, bajo partida de registro, «por libertino y se dicioso y considerando que por su genio se ductor se pueden causar fatales consecuen cias». Únicamente se le permitió conservar, o le fueron devueltos: la ropa de uso, sus na vajas, mechas, almohadas, petates, baquetas de cama, un catre, un eslabón, un apagador y sus muletas. Porque

Page 231: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

231

Bergaño era cojo. Así lo describe uno de aquellos testigos del Santo Oficio, en 1806: «veinticinco años, de estatura regular, barbilampiño, flaco, baldado de una pierna por haberse caído en Escuintla de un árbol, soltero, empleado de la Secretaría de la Presidencia y editor de la Gaceta de Guate mala». Seis años después, en 1812, lo carica turizaría así, en un epigrama, el semanario Tertulia de La Habana: «Dime, Filandro, ¿quién es / uno de color mojato / que rompe solo un zapato / aunque camina en tres pies?».

Conviene conocer el testimonio del propio Ber gaño, sobre el inicuo atropello perpetrado con tra él no solo por tal o cual funcionario, sino por un sistema atrabiliario y anacrónico que lo odiaba por sus ideas nuevas y por su valor de sostenerlas, como individuo y como perio dista:

En los momentos mismos en que yo es taba disponiendo mi retirada al campo, rompiendo en la flor de mi edad, por un efecto de mi filosofía, los lazos que me unían a los negocios y renunciando toda idea de ascensos, me veo, a las doce de la noche, sorprendido en mi cama por un hombre que venía a la cabeza de otros con más apariencias de salteador que de magistrado y compelido a salir a igual hora de un país donde jamás tuve que ver con tribunales y en donde estaba empleado y estable-cido ocho años había, sin reconvenciones, sin cargos, sin intima ción judicial y, lo que es más, sin parti ciparme la causa y objeto de una expul sión tan despótica, tan horrible y escandalosa. [El desengañado o sea despedida de la Corte y elogio de la vida del campo, discurso por don Si-món Bergaño y Villegas, La Habana, Imprenta Liberal. A cargo de Romay. 1814].

Page 232: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

232

«NATURALISTA, LIBERTINO, OBSCENO Y CORRUPTOR DE LAS BUENAS COSTUMBRES»

El 4 de mayo de 1809 llegó el preso a La Ha bana, de paso para Madrid, en la goleta española Monserrat. Pero el deterioro de su salud hacía temer que no llegase vivo a su destino, por lo cual el capitán general, Marqués de Someruelos, adoptó, justo es reconocerlo, resoluciones humanitarias, dentro de lo que cabía, a fin de atenuar los padecimientos de aquel, tanto en la cárcel, donde lo alojó inicialmente, como en el hospital militar de San Ambrosio, adonde fue trasladado «porque ha justificado con certificación de facultativos que necesita una prolija y pronta curación». A los dos años de estar en el hospital, el bachi ller Miguel Suárez y el licenciado Agustín Muños certificaron que Bergaño se hallaba

padeciendo una parálisis en las extremi dades inferio-res de resultas de una raqui tis dorsal que le impide el tránsito libre de la sangre que debe correr por dichas extremidades; y al mismo tiempo dos pústulas que tiene en los músculos glú teos (o en las asentaderas) con carie en las tuberosidades del hueso isquión de cada lado; las que padecen una evacua ción saniosa tan considerables que lo tie nen en la gran estenuación que se le nota. Por lo que fuimos del sentir que no era capaz de sufrir el viaje a España, sin grave peligro de su vida y hallándose en el día aún más atrasado en su salud por permanecer todos aquellos síntomas y estar ya más debilitado, se hace imposi ble su embarco.

Contra lo que podría pensarse, esa precariedad de su salud física en nada había debili tado su temperamento. Al contrario, iniciaba la segunda y última parte de su vida batalla dora, quizá más agitada y dura que la primera, vivida

Page 233: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

233

en Guatemala. Si Someruelos se mostró con él menos despiadado que Mollinedo y Sa ravia, sus adversarios, desde una prensa cleri cal y ultraconservadora, fueron más fero-ces, más implacables, más intolerantes que cuan tos había enfrentado antes. Isidro Méndez, en su biografía inédita, comenta que «eran tan personales y afrentosos los insultos lanzados contra Bergaño por sus enemigos, que el in signe autor de Apuntes para la historia de las letras [Bachiller y Mo-rales] no se atrevió a repetirlos en su tiempo». Pero de todo eso sabemos poco y nada, por lo que dice el mis mo Méndez:

Casi todos los que han escrito sobre la dramática exis-tencia de Bergaño y Villegas –el más punzante y culto satírico de los escritores que actuaron en Cuba y se hizo famoso durante la primera libertad de imprenta– limitaron sus investigacio nes al tiempo que vivió en Guatemala. Como su acción en Cuba, por la mayor amplitud del escenario y mejor estado social y político, fue más significativa que la de Guatemala, sin relacio-narlas de bidamente no será posible la exacta valo ración del hombre y de su obra [...]. En los siete años que demoró en la «her mosa Isla de Cuba» –tierra que había elegido para finar sus días, sin lograrlo– preso, enfermo incurable y siempre eva diendo que lo remitieran a su destino, tal como dispusiera la Real Sala del Crimen de Guatemala y sus opositores constan temente exigían, sacó tres periódicos, cada uno notable en su género y propó sitos, y fue confundador de El Patriota Americano.

Pero esos siete años de tenaz voluntad, de indomable energía, en que Bergaño combatió con la sola fuerza de sus convicciones y sin más arma que su ingenio, no solo contra sus enemigos ideológicos y físicos, sino también contra la enfermedad que lo acosaba y lo ame nazaba de muerte tanto como aquellos, no se han rescatado del

Page 234: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

234

olvido. Isidro Méndez, que lo hizo, falleció hace cuatro años, y sus escri tos continúan inéditos. Parecería que pesa todavía sobre la memoria de Bergaño el signo que él mismo previó, quizá con buena dosis de humor negro, en el que, por cierto, era maestro:

Cuando espires, cuando a todos los elementos devuelvaslas partes que te componen,de tu ser ¿qué es lo que queda?¿Su memoria? ¿En qué la fundas?¿En tus escritos? ¡ay! deja,deja esa loca esperanzaque ni aun en Voltaire es cuerda.Sumidos en las tinieblastus escritos, tú y el polvodel último que los lea,en el caos del olvidovagarán con la materiay al fin, Silvio, divididosen átomos, por las reglasde la atracción harán partede producciones diversas.

Filosofía materialista versificada, irreverente contra la intangible metafísica y la dogmática, con Voltaire, además, como ejemplo máximo, estas dos estrofas eran suficientes para peni tenciar a su herético autor. Y, sin embargo, no son sino una sola hoja en el frondoso árbol de los escritos de Bergaño. Diré de paso, que estas estrofas forman parte del «discurso» El desengañado o sea despedida de la Corte..., que Mitjans juzgó así: «pesado romance lleno de vulgaridades y para mayor abundamiento no muy sincero ni convincente en labios de quien demostró ser más revoltoso periodista y

Page 235: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

235

ciudadano, que apacible amante de las ponderadas delicias de la vida pastoril». Elogioso, sin quererlo Mitjans, lo de «revoltoso periodista y ciudadano», conocido el contexto en que Bergaño lo fue, es evidente que el crítico no pasó de la superficie formal del poema.

Imposible, dentro de los límites de este infor me, porme-norizar la azarosa estancia de Ber gaño en Cuba. Creo que sus tres lustros de vida activa como periodista (1800-1816), y el análisis integral de su obra, como prosista y poeta de inasible versatilidad y como hijo pródigo sin retorno, de su tiempo hacia el futuro, es tarea de mayor aliento para el investigador, el biógrafo y el intérprete de nues tro proceso formativo en lo social, político e ideológico, tarea útil, nece-saria y urgente, para rescatar valores ejemplarizantes, como este y otros. Me limitaré, pues, a dos o tres episo dios que contribuyan a redondear el boceto que me he propuesto, y a ubicarlo frente a y contra unos contemporáneos que no eran, para Bergaño y Villegas, sino personeros de un pasado insepulto, del cual abominaba, en nombre de su presente y del porvenir de la humanidad.

No tenía ni dos meses de haber llegado a La Habana, con sus pústulas, muletas, sus proce sos y los gratuitos sambenitos obtenidos en Guatemala, y ya sentía el impul-so de abrir fuego desde una hoja periodística. El 30 de julio de 1809 pide trinchera en El Aviso de La Habana: «Sr. Redactor: Desde mi pubertad hasta la fecha he tenido la furia de hacer ver sos que nadie ha sido capaz de conte-nerlos [...]. Entre mis muchas composiciones, hay algunas que por cortas pueden insertarse en su Aviso [...]. Si los lectores se saborean con estas [...] las continuaremos al cebo». Pero ¡qué composiciones! De entrada, fustigaban a adulones, frailes peripatéticos, jueces prevari cadores, cervales disimulos y demás síndro mes patológicos de aquella sociedad. ¡Un pé simo ejemplo! Verbi gratia:

Page 236: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

236

¿Qué quieren? ¿Que disimulemil vicios, trampas y errores, tan solo por los temores de que no me congratule con algunos, o que adule a ruin, por temer un choque?

No hay emboque.Si oyendo tal vez gritar al peripato sin crisma, que sin conocer el prisma al gran Newton quiere ajar,pienso que me he de callar porque no se me sofoque, no hay emboque. Que viendo al cliente enviar segunda y tercera vezregalos a casa del juez, no pueda yo maliciar que al tiempo de sentenciar la recta razón trastroque,

no hay emboque. Y que quiera el quisquilloso que yo en otras mil letrillas no cante las maravillas del ignorante orgulloso, y del pícaro vicioso, aunque ahora lo provoque

no hay emboque.

Allí mismo terminó su colaboración en El Aviso de La Habana, «por disposición del go bierno, en vista de las censuras», según le no tificó el redactor. Pero ni esto ni mucho más era bastante para silenciarlo. Menos cuando, en 1811, se decretó en España la ley de libertad de imprenta que Someruelos hizo promulgar en Cuba. Otro espíritu

Page 237: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

237

inquieto, Joaquín José García, se asoció con Bergaño, y ambos fun daron el bisemanario Correo de las Damas, «el primer periódico dedicado al bello sexo», don de aquellos dos periodistas «dieron rienda suelta a sus doctrinas asaz violentas y prema turas para ser toleradas», dice Méndez. En efecto, no lo fueron y, a los pocos meses, Ber gaño, como en Guatemala, también «topó con la Iglesia». Una muchacha, por él llamada Dorila, fue víctima de un estupro. Infamada por el cotarro aspaventero de la beatería colecti-va, intentó suicidarse arrojándose por una venta na. Correo de las Damas salió en su defensa, y eso provocó la tonante reacción episcopal. «El limo, señor obispo de la Habana», dijo Bergaño en el Manifiesto que ya he citado antes, «me ha dañado del modo más cruel y contrario a la caridad cristiana, tratándose en una pastoral impresa y dirigida a sus diocesa nos, de naturalista, libertino, obsceno y co rruptor de las buenas costumbres, por haber afirmado que no debe quedar difamada aque lla joven incauta y seducida, cuya virginidad ha sido víctima de un hombre pérfido y astu to». La prensa mentalmente tonsurada hizo coro al obispo. El Correo marcó a fuego a esa prensa, antes de desaparecer aplastado por la censura; El Diario, «poco bueno mez clado con mucho malo»; El Lince, «ni huele ni hiede»; El Censor, «acreditado entre las personas sensatas de temerario»; El Habla dor, «algunas veces un poquito pesado»; El Patriota, «anda como el cangrejo»; El Mensa jero, «elije muy bien», y La Tertulia, «¿espe ras ver algún día cosa original de su redactor?». Toda esa tormenta de papel y tinta era la culminación de un proceso iniciado me-ses antes. Ya Espada había publicado una moni toria alusiva al Correo de las Damas, en rela ción con «las falsas doctrinas contrarias a nuestros dogmas». Luego vino la fulminante pastoral y la conminación al impresor Pedro Nolasco Palmer para que no imprimiese «cosa que trate de la moral cristiana, sin licencia del Ordinario eclesiástico». Murió Correo de las Damas, a los pocos meses de haber nacido.

Page 238: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

238

Isidro Méndez juzga así el Manifiesto con el que Ber-gaño refutó la pastoral del obispo:

Al polemista que, por sobre todas sus cualidades de escritor, era Bergaño, la implacable enemiga del obispo dio oca sión de mostrar, al mismo tiempo que la verdad de su tormentosa y atormenta da existencia, la entereza de su civismo y su singular poder crítico, en una rotun da y bien ordenada argumentación doc-trinal, que constituye uno de los escritos de carácter filosófico más importantes de la primera libertad de imprenta, cuya lec tura informa, mejor que otros, del alcan ce que tuvo la llamada época de la ilus tración en la Gran Antilla.

Por ser un documento inédito y, por lo tanto, desco-nocido, volveré a citarlo cuantas veces me permitan las dimensiones de este trabajo naturalmente limitadas. Como lo estoy haciendo, por la misma razón, con la biografía de Bergaño, escrita por Méndez.

No había presión capaz de sosegar al inquieto com-batiente por la verdad y la justicia. Bajo la Constitución liberal, emitida por las Cortes españolas, Bergaño inició la publicación de otro periódico, el 1ro. de septiembre de 1812: el Diario Cívico.

Salió [escribe Méndez] ardientemente constituciona-lista, anticlerical, no anti rreligioso, renovador, pero en tono más sereno y juicioso. Bergaño supo dar a su periódico formas modernas, no aplicadas hasta entonces en Cuba. Tenía secciones fijas orientadoras, de política, economía, educación, costumbres y de ciencias en general. Se hacía eco de cuanto pasaba en el mundo de las artes y las letras, co mentando libros e informado sobre sus autores.

Page 239: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

239

Pronto aparecieron los émulos rencorosos: El Reparón, El Fraile y El Filósofo Verdadero, el más virulento, en cuyo título se adivina su posición reaccionaria: la filosofía del siglo, la de la Ilustración y la Enciclopedia, no era tal. La verdadera filosofía era la del escolasticis mo aristotélico.4 Para poder responder a estos, sin comprometer el eleva-do nivel periodístico del Diario Cívico, Bergaño creó otro periódi co, algo así como una hoja guerrillera, para librar, con aquellos adversarios, las inevita bles escaramuzas en el terreno de la morda cidad, la invectiva y el sarcasmo, en el cual Bergaño era un esgrimista de primer orden. El Esquife (o Esquife Arranchador) fue el encargado de combatir en ese frente. Como director de este periódico, adoptó un seudó-nimo sumamente sugerente: Liberato Antiservilio. Desde sus columnas, dijo Bergaño, «ten dí mis ojos filosóficos sobre algunos abusos y vicios económicos que me parecieron perjudi ciales». Denunció, entre ellos, a la Factoría de Ta-baco como «un establecimiento violento, oneroso para la apreciable clase de labrado res, obstructor de la producción

4 Reproduzco, sin comentario, el «Prospecto a la obra titulada El Filósofo Verdadero» (núm. 1, lunes 15 de marzo de 1813): «Religiosos moradores de esta Isla. El único objeto que tienen las reflexiones cristiano-filosóficas, que vamos a di vulgar, es el de manifestaros el torrente de males a que estáis expuestos, si os dejais llevar en las tene-brosas ideas en que quieren imbuiros la caterva de seudofilósofos que hay entre nosotros. Demostraremos que esos héroes tan ca careados, privilegiados en el concepto de algunos, no han sido otra cosa que unos monstruos abominables, perturbado res de todo orden y enemigos de toda religión. Presentare mos el verdadero retrato de Rousseau en su diabólico Contra to social publicado en esta ciudad con tanto escándalo de los buenos: veréis la falsedad de sus principios: cuán con traria es a nuestra santa religión y perjudicial a la socie dad. En segundo, refutare-mos algunas proposiciones malso nantes, y algo más, que leemos en los papeles de los defen sores de última moda. La materia no puede ser más inte resante. Si Dios quiere saldrá por lo pronto un pliego cada semana. Se suscribe en la imprenta de Don Esteban José Boloña, calle del Sol casa no. 21, por el corto precio de 4 (?) rls al mes».

Page 240: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

240

de la tierra, nocivo al comercio, a la nación misma y solo útil a los empleados en él». El superintenden te de la Factoría recurrió a la Junta de Cen sura, contra El Esquife. Pero este se salvó, por el momento.

Mas atacó también al cuerpo de la Marina de Guerra, mucho más contundente y menos filo sófico que la super-intendencia de tabacos. De nunció que aquella, «en el año de 1813, cuando ya tenemos constitución, cuando ya los espa ñoles éramos políticamente libres, allanaba aún a todos los buques del comercio nacional, invadía la libertad y la seguridad individuales de los marinos, que o no la resca-taban o te nían que comprarla a los... demonios, porque nunca pude averiguar a los negociantes». Esta denuncia dio lugar a un episodio infinidad de veces repetido, en el que la dignidad de un periodista honesto ha sido atropellada por la fuerza bruta. Prefiero dejar hablar a los pa peles de la época. El 23 de octubre, Bergaño hacía esta otra denun-cia: «Me vi súbitamente asaltado, arrastrado, cubierto de heridas y de sangre, rodeado de hombres armados, en una palabra, sin muletas y tan incapaz de oponer resistencia a mis enemigos como una hoja o un cayuco anclado, sin timón, sin remos en frente a un navío de fuerza».

Pero el atentado no silenció al valeroso perio dista. Es más, un dictamen de la Junta de Censura nos descubre la reinci-dencia de Ber gaño, capaz de provocar la iracundia marine ra, mucho más que la citada denuncia. El dictamen se refiere

a la respuesta de D. S. B. en la que dice son sus muletas infinitamente más honradas que los sables de los autores oca-sionales de sus heridas y de los que las ejecutaron (que tiene dicho en anteriores papeles impresos fueron trece o catorce indivi duos de la Marina Nacional comandados por oficiales); que algo daríamos todos porque ellos supieran manejar el cañón en la mar como yo [D. S. B.] la pluma en el bufete.

Page 241: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

241

Era natural que la violencia se ensañara en el periodista, cuando sabía zaherirla de aquel modo y de este otro:

¿Quién es aquel oficial, Juana preguntó a su hermano, que con un gallo en la mano viene con paso marcial?Él la contestó: yo infiero,que si no es algún demente ha de ser precisamente jefe de algún gallinero.

[Diario Cívico, agosto 24 de 1812].

En 1813, Ruiz de Apodaca había sustituido a Somerue-los como capitán general de la Isla, y era militar, miembro del Cuerpo de la Ma rina de Guerra. Por tanto, enemigo jurado de Bergaño y Villegas, quien «el día 11 de di ciembre fue admitido como socio [de la Socie dad Económica de Amigos del País] y el 15 rechazado en sesión extraordinaria, tras el in forme negativo hecho por el Excmo. Sr. Pre sidente Jefe Superior Político, acerca de su maquiavélica expulsión de Guatemala» (Mén dez). Así vengó Ruiz de Apodaca las ofensas de El Esquife al pundonor de la Marina de Guerra.

Por El Filósofo Verdadero (1ro. de enero de 1814) sabe-mos que Bergaño «se halla [en esa fecha] otra vez en su antigua prisión de la Cabaña». Pero en 1816 lo encontramos retira do en Jesús del Monte, desde donde escribió una patética carta, quizás su último documen to, a su amigo Alejandro Ramírez, entonces en Puerto Rico, que principio con esta con fesión:

no sé cómo pintarle mi estado moral: solo puedo ase-gurar que ya no soy aquel Bergaño a quien ha tratado de palabra y por escrito. Hubo un tiempo en que todo

Page 242: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

242

me afectaba, todo me conmovía y en todo tomaba alguna parte, ya como amigo del hombre, ya como amante de la verdad y de la justicia; pero en el día soy un verdadero autómata, sin el menor sentimiento de filantropía, de racionali dad, ni aun de egoísmo.

Más adelante, el tono se hace menos melan cólico:

Mis achaques físicos se agravan de día en día; pero mi estado, casi imposible, los tolera a poca costa: suelo olvidarlos cultivando una pequeña huerta de 27 va ras de frente y 50 de fondo, donde cojo repollos, lechugas, rábanos, remolachas, etc., para comer y repartir. Hace ya diez meses que no salgo de mi casa [...].

Pero la tenebrosa conjura que venía persi guiendo al enemigo de toda sumisión y de toda concesión hacia el retroceso, lo alcanzó hasta en su retiro de Jesús del Monte. El 21 de marzo de 1816 fue embarcado para Cádiz. Física y moralmente, ello debió significar, para el hasta entonces inquebrantable comba tiente del periodismo revolucionario, tanto como la pena de muerte. En efecto, nada más se sabe de él, desde el 21 de enero de 1817, cuando el Supremo Consejo de Indias lo re puso en el empleo que tenía nueve años atrás en Guatemala. Solicitó al rey volver a Cuba, y este se lo concedió. Pero no volvió nunca.

«MÁS QUIERO PELIGROSA LIBERTAD QUE TRANQUILA ESCLAVITUD»

Dice Méndez que «Simón Bergaño y Villegas figura en todas las historias de literatura de nuestro idioma, pero la información que dan generalmente es de segunda mano,

Page 243: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

243

y puede decirse que proviene de sus desazonados con-trincantes». Además, aquellas historias solo lo juzgan a través de una pequeña parte, la menos importante, de sus epigramas, sus fá bulas, sus letrillas, sus odas y alguna que otra égloga. No hay un juicio integral sobre toda su obra de escritor, que comprende, en prosa y en verso, mucho más de lo escasamente co nocido y divulgado, porque ese «mucho más» permanece olvidado, en las páginas archiva-das de los periódicos que animara con su ge nio agudo y resuelto. Sus escritos siguen, como él mismo anticipó, «sumidos en las ti nieblas». Por otra parte, si solo se juzgara el mero valor formal de esos escritos, como generalmente se ha hecho, Bergaño y Villegas estaría bien donde está. Pero si se ahonda en su contenido ideológico, político, revoluciona rio, en la América de su tiempo, emerge su personalidad con una estatura digna de la perpetuidad. Es así como aquí deseo verlo, aunque, repito, solo pueda recoger algo de ello, por razones de espacio.

Salvo una página que ensombrece su persona lidad y que no se compagina con toda su tra yectoria, lo que en él sobresale es su entereza de carácter, su indoblegable fran-queza, su integérrima ética periodística, lo inclaudicable de sus convicciones y su militancia al servicio de las ideas de progreso, de renovación, de transformación de las cadu-cas estructuras coloniales y peninsulares. La página a que aludo es la de sus declaraciones en la Real Sala de Visitas de la Cárcel de Corte, de Guatemala, ante el oidor decano Francisco Camacho, su enemigo personal, gratuito e im-placable. Su gieren tales declaraciones que fueron obteni das bajo quién sabe qué apremios, cosa que nunca consta en los autos, o que fueron dic tadas por la enemistad que, ya entonces, había entre el declarante y los también progresis-tas y opositores al régimen despótico, José María Peynado

Page 244: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

244

y Antonio Juarros. No hay correla ción entre ese Bergaño declarante y este otro del Manifiesto de 1811, por ejemplo:

Sentiré, como siento, verme obligado a altercar con un señor obispo; pero ofen dió mi estimación, y debo desagraviarla yo mismo. La clara opinión es el alma del hombre social, y quien quiera que se la deje oscurecer, no merece existir en la sociedad. Por lo demás, no se crea que yo conservo el menor sentimiento de odio contra S.S. Ilma. Le respeto con toda la veneración debida a su alta dignidad; pero fuera de ella, nunca dudaré medir, como ahora, mis armas intelectuales con las del señor D. Juan José Díaz de la Es pada, sin interesar el respeto ni la volun tad que jamás deben tener parte en las guerras del entendimiento.

Para comprender lo que este reto significaba, hay que recordar el poder omnipotente de los obispos, sobre cuerpos y conciencias, en aque llos días, tanto en España como en sus colonias. Tal norma es una constante en los es critos de Bergaño y Villegas. Como en estos versos de su «discurso» «El desengañado o sea despedida de la Corte...»:

Sufrir de un déspota ultrajesno es humildad, no es prudencia,es vil miedo, es cobardía,es ruin y estoica bajeza.La villana servidumbreconfunden con la modestia:yo sé que tirar no debodel carro de la soberbia.Y ¿qué otra cosa es quien sufrey calla sino una bestiaatada al carro del triunfodel tirano a quien se tiembla?

Page 245: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

245

Pero aquel que no se abateal poder; al que honrar quierala alta dignidad del hombrele persiguen, le degüellan.

No eran en Bergaño gratuitas, ni simple eru dición, sus citas alusivas, como esta que encabeza su «égloga filo-sófica» «La mañana»: «Malo periculosam libertatem quam quietum servitium», o sea: «Más quiero peligrosa liber tad que tranquila esclavitud».

Cuando don Quijote le dijo alarmado a su escudero: «¡Con la Iglesia hemos topado, San cho!», sabía muy bien lo que decía. Porque aquel espantoso poder disponía de todos los medios espirituales y temporales, morales y físicos, para aniquilar, sin contemplaciones, no a quien osara topar con él, sino a quien se le hiciera ligeramente sospechoso de atre verse a poner en duda uno solo, el más mí nimo, de sus dogmas, procedimientos, entida des y jerarquías. Su dominio era absoluto sobre el ser humano, sobre su conciencia, sobre su integridad física y su libertad per sonal. El brazo secular se ponía a su servicio, porque en la omnipotencia de la Iglesia des cansaba la estabilidad y perpetuidad del orden monárquico y despótico. Por ello, una brizna, un grano de arena, un tenue soplo, un microbio que fuera, debía ser aplastado, aniquilado, eliminado, si de alguna manera podía rozar aquella omnipotencia. Esto es sobradamente sabido, pero es conveniente no olvidarlo, tanto más cuanto que la Iglesia, a la que temía hasta un caballero «sin miedo y sin tacha», no era ni menos pode-rosa, ni más tolerante en los días de Bergaño y Villegas que en los de don Quijote; en Guatemala y en Cuba, que en Castilla. Pues bien, Bergaño no solo topó con ella, sino que arremetió con tra ella, contra todo lo que tenía de falso, opresor y anacrónico.

Page 246: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

246

Entre las denuncias ante la Inquisición, figu ra la de un «graduado de bachiller en Sagrada Teología», según la cual Bergaño y Villegas, «sabiendo de antemano lo que iba a sucederle [...] sacó de su casa, para esconderlo, un armario que contenía libros prohibidos». Pero de ser cierta la denuncia, otros libros, igualmente comprometedores, le quedaron, pues en la biblioteca que le confiscó después la Real Audiencia, como consta en el inven tario agregado al proceso, había obras de numerosos clásicos griegos, lati-nos y españo les, de economistas y de enciclopedistas. Es manifiesto, en sus artículos periodísticos, panfletos, poemas épicos o festivos y demás escritos, la influencia de Quevedo, Feijóo, Jovellanos, Voltaire, Rousseau y Montesquieu. La tenencia y lectura de estos, especialmente de los franceses, era ya una temeridad frente al orden inquisitorial. Pero ello es índice de la cultura adquirida autodidácticamente por Bergaño, y de su avidez por conocer el más adelantado pensamiento de su tiempo. De ahí que rechazara todo quietismo, todo confor mismo, toda negación al incesante desarrollo del saber humano. En 1807, refutó en La Ga ceta de Guatemala (reproducido en El Aviso, de Cuba) el aforismo «Nada hay nuevo», por «absolutamente falso aplicado a las materias científicas o ingeniosas». A los sostenedores de aquel aforismo, les aconsejó comparar la geometría de Lino, Tales y Anaxágoras, con la de Descartes, Galileo, Pascal, Newton, Leibnitz y otros; la física de Aristóteles o de Plinio, con la de Buffon o Porparr; la medicina de los empíricos Hipócrates, Galeno y Avicena, con la de Dodart, Sindenhen, Berden y Allion, y les pidió, entre los botánicos anti guos, un Tournefort o un Linneo.

Esas convicciones debían arrojarlo, irremisi blemente, contra la fuente del atraso y la igno rancia, contra el poder dogmático y anticien tífico que era la Iglesia, y contra su meta física, su escolasticismo y su anacrónico aristotelismo.

Page 247: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

247

En prosa y en verso, con gra vedad o con humor, atacó las instituciones monacales, la clausura, las penitencias y de más estructuras y prácticas contrarias a la persona humana, a su libre desenvolvimiento y al progreso social. En una extensa carta al mismo Papa, que figura entre los procesos de infidencia de la Inquisición (Archivo Nacional de Guatemala), Bergaño dice al Pontífice:

Soy tan sensible que nada puede llenar me en tanto vea gemir a la humanidad, bajo el yugo de la preocupación [...]. No me es dado pasar por delante de un mongío sin enternecerme. La naturaleza entera se reúne en mi corazón para de clamar contra esa especie de tiranía. Se me representan a un tiempo todas aque llas jóvenes infelices que maldicen en silencio su ceguedad, su inconsideración, su destino. ¿Para qué son, Santísimo Pa dre, los votos, aquellos terribles votos de eterna clausura? ¿Contribuyen acaso para purificar la flaqueza del corazón huma no? ¿Consiste en ellos la verdadera vir tud? ¿Le son necesarios para practicarla? Nada menos que esto.

Por eso demanda del jefe de la Iglesia la reforma de los conventos: que no profesen religiosas antes de los veinti-cinco años, que no se admita el voto de perpetua clausura, que tampoco se exija el voto solemne de cas tidad, y que los capellanes tengan cincuenta años cumplidos, no sean frailes y hayan estu diado un curso de Historia Natural y otro de Humanidades. Esto último, porque, según sabemos por Ramón A. Salazar, «existen originales de muchas denun-cias en el archivo de la Inquisición de Guatemala contra cléri gos, solicitando a sus hijas de confesión al pecado torpe, ya sea en el mismo confesio nario, en las sacristías o en las casas conven tuales».

Page 248: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

248

No atacaba tanto Bergaño y Villegas al clero secular como al regular (frailes), y la razón de esto la expuso muy claramente en otro documento:

Entre los abusos que más aquejan a la nación española en ambos hemisferios, ninguno más sensible que los que dima nan de la superstición sobre la ignoran cia. La Europa fue víctima de aquella por dilatadas cen-turias; pero la nación española todavía lo está siendo, porque ahora es cuando abre los ojos; ahora cuando comienza a ver los objetos como son en sí y a descubrir lentamente los engaños que padecía, parapetados con la santidad de la religión [...]. Reasume la nación su soberanía y al instante [los frailes] quieren quitársela; se la niegan, y con los subterfugios de la superstición procuran inferirla todo el daño que su influencia en los gobiernos ha ocasionado a los pueblos constante-mente. Se piensa abolir el tribunal de la Inquisición, veja men de la Iglesia, borrón del pueblo español, oprobio de la razón, infierno de la humanidad: al punto se oponen, y por cuantos medios les dicta su sober-bia, con toda la fuerza de que son capaces, invaden la opinión pública, se empeñan en trastornar el orden [«Juicio sobre un impreso...» y «Defensa...»].5

La superchería, la falsa piedad y la intoleran cia fueron un blanco no desdeñable para un espíritu que llevaba la sátira, la mordacidad, consigo mismo, y a quien seducía

5 El título completo del documento citado es: «Juicio sobre un impreso titulado Manifiesto que el padre fr. Manuel Quezada por sí, y a nombre de su convento de predicadores de La Habana hace de lo ocurrido el día siete de septiem-bre últi mo en la elección de rector de la universidad, y de los derechos de los dres. religiosos en la materia y Defensa de los doctores disidentes donde se descubre hasta dónde ha llegado la corrupción de la vida monástica y la necesidad en que estamos de su reforma» (El Esquife, números del 9 y el 16 de septiembre de 1813).

Page 249: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

249

la versifi cación festiva como a su maestro Quevedo. Entresacaré uno o dos ejemplos, de los incon tables que podría citar:

Si alguna vez has oído que hay en el infierno sapos, culebras, y gusarapos, garfios de hierro encendido y a más plomo derretido con azufre cual poleas

No lo creas.

Si alguno con falso celo te dijese por consejo, que te quites el pellejo; o que para entrar al cielo necesitas algún velo, cordón, escudo o correas

No lo creas.

En el Manifiesto de 1811, se burla de la into lerancia, con una anécdota, real o inventada:

Agitando yo en la botica de S. Ambrosio una gestión teológico-moral, sobre el libre albedrío, con un religioso de S. Francisco, a presencia del Dr. D. Pedro Fernández, alguno de mis émulos entró en el convento de S. Isidro suponiendo que yo estaba negando la existencia de Dios. Todos los religiosos se sorprendie ron: todos se alarma-ron. El más exalta do de estos benditos padres resuelve catequizarme. Echa mano de un garrote, le oculta entre sus hábitos, dirígese a mí, aplica el oído y al oírme alegar en favor de una de sus poderosas pruebas: «¿Luego hay Dios?», me dijo, con un tono frenético: «Me dijeron que usted lo negaba y yo lo venía a probar con este garrote». Unos se admiraron y otros se echaron a reír

Page 250: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

250

de la profunda sabiduría de este hombre que pretendía convencer el en tendimiento a palos.

Por último, contra la holgazanería e impro ductividad de los frailes, dirige esta estrofa de su silva titulada «Dis-curso de economía política», título ya de suyo significativo:

Que es el ser ciudadanoUna prenda esencial del buen cristianoY veo amontonados Hombres encapuchados, Inútiles al suelo,Que, con capa de pobres sin consuelo, No son más que solemnes holgazanes,Y bravos perillanes, A quienes si pudieraYo en sus manos al punto les pusiera, En el nombre de Dios y del Estado, Una sierra, un telar o algún arado.

En un plano superior, filosófico y científico, Bergaño y Villegas atacaba sin disimulos ni evasivas al escolasticis-mo que infestaba aulas, universidades y tribunas, y que, naturalmen te, congelaba el pensamiento, vedaba la inves-tigación, amortajaba las ideas y mantenía a España y sus colonias en un atraso de siglos respecto al resto de Europa, especialmente Inglaterra y Francia. De ahí que reclamara un cambio en los métodos de enseñanza y un viraje hacia las ciencias naturales y exactas, un abandono del sofisma por el método expe rimental, con todas las repercusiones que ello implicaba en los campos de lo moral y lo social. Esto, por supuesto, lo definía en la extrema izquierda de su tiempo, es decir, en el terreno de la herejía, la excomunión

Page 251: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

251

y la condenación eterna, pasando por los potros de tortura inquisitoriales y las cárce les terrenales. Ya conocemos su martirologio laico, como reo de pensamiento libre.

Atrás reproduje una letrilla contra el «peripato sin crisma, que sin conocer el prisma, al gran Newton quiere ajar». Eso es solo una punzada contra el trasnochado y asfixian te escolasticismo que impregnaba la atmós fera cultural de la colonia, todavía a princi pios del siglo xix. Más a fondo fueron los ataques de Bergaño contra la misma rémora, en otros poemas y panfletos. Por ejemplo, en la misma silva sobre la Economía Política:

Porque las artes bellas Se fueron más allá de las estrellas, Y en vez de los artistas Suelen verse sofistas Enseñando doctrinas perniciosas, Falsas, infructuosas, Que confunden los jóvenes talentosCon cuestiones aéreas, necios cuentos, En que siempre se empeñan Varios maestros que jamás enseñan.

Y, en su «canto dirigido a los jóvenes», «La vacuna», oda de proporciones épicas, por la profundidad de su con-tenido y la excelencia de su versificación en octavas reales, salvo en instantes en que la fluidez traiciona al rigor, lanza estas dos que son como anda nadas contra la escolástica:

La Física inmortal, la grande ciencia,De instrumentos y máquinas armada, Con la ilustre razón y la experiencia Tiene ya dulce guerra declarada

Page 252: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

252

A los cuatro elementos; 6preferencia Os debe merecer, pues denodada, Ya parece que arranca sin respetos A la madre Natura sus secretos. No perdáis, no, queridos, vuestra vida En seguir escolásticos sistemas; Buscad otra instrucción sabia y florida, Dejando el metafísico en sus temas: Mientras tiene su mente confundida Con delirios enormes y entinemas,Estudiad, estudiad Física, Historia, Poesía, Derecho y Oratoria.

Y, reivindicando la esencia original del cris tianismo, se expresa en su Manifiesto de 1811, como ahora mismo lo hacen cristianos revo lucionarios, católicos y no católicos, cuyo símbolo mayor es el combatiente guerrillero Camilo Torres:

Los cristianos del tiempo de los apósto les no conocían las controversias y a nadie perseguían, porque eran caritativos con el prójimo. Libres de expositores, de aquellos necios expositores que sem brando, podando e injertando las cues tiones han hecho fructificar y multiplicar después en el mundo la incertidumbre, los cismas, las querellas y la desolación; libres de aquellos metafísicos ignorantes, que por adherirse al renombre de suti les han querido adelgazar tanto la moral de las costumbres que nuestra salvación está, según ellos, pendiente de un hilo, destruyendo con esto la idea de la mise ricordia, tan consoladora para la fla queza humana [...] lo cierto es que sin teólogos ni moralistas

6 Alude a los cuatro elementos que según la concepción aris totélica componen el Universo: tierra, fuego, agua y aire.

Page 253: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

253

escolásticos, sabían ser buenos cristianos, y que no siendo criminal entre ellos la contrariedad de opinio-nes, tampoco execraban, denigra ban ni perseguían a los que no pensaban del mismo modo.7

Bergaño y Villegas tenía muy clara concien cia de por qué el sistema de la monarquía absoluta se empeñaba en mante-ner a las masas del pueblo en aquella ignorancia, así como de los riesgos a que se exponía quien quisiera arrancarlas de ella. Y, desde luego, los asumió, al desnudar las causas del horro roso atraso en que España mantenía a sus colonias, reflejo del suyo propio. Lo definió muy bien en su discurso «El desengaño o sea despedida de la Corte...», donde increpa al sistema, al cual llama simplemente así: la Corte, es decir, la ciudadela de las clases do minantes, de las oligarquías, de la cual abo minaba con frecuencia en sus poesías eglógicas. En aquel poema lanza esta invectiva definitoria:

mas ¡ay! ¡con cuánta sorpresa vi que aborreces y abates al hombre al par que se eleva! Haces bien: el sabio puede irritar con su elocuencia al pueblo infeliz que oprimes, y en cuya sangre te cebas. Puede irritarle, arrancarte la pingüe inocente presa; estremecerte, humillarte y anonadar tu soberbia.

7 Es notable la aproximación de muchos conceptos de Bergaño y Villegas al pensamiento martiano. Sobre este tema Martí dijo: «El cristianismo ha muerto a manos del catolicismo. Para amar a Cristo es necesario arrancarlo a las manos tor pes de sus hijos».

Page 254: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

254

DELIRIOS PATRIÓTICOS Y REALIDADES COLONIALES

Pero son los acentos contra la guerra, y espe cialmente contra las injustas guerras de con quista, los más levantados en su poesía épica, que era la forma que mejor se prestaba para expresar aquellos sentimientos y aquellos conceptos. El sabio Jenner y su grande y humanitario descubrimiento de la vacuna contra la viruela son el tema que motiva sus raptos vigorosos contra los grandes forajidos de la historia humana. Usó, para ello, tanto del agudo epigrama como de la solemne octava real. En uno de aquellos dijo:

La sangre humana aún escasa Alejandro minoróY Eduardo Jenner buscó Preservativo a la masa. Pero él hoy, de casa en casa, Salvando a todos nos vemos. Ya de Alejandro diremosQue es «grande» como una peste.Y a Jenner, cual don celeste Redentor aclamaremos.

Y en su «canto a los jóvenes», «La vacuna»:

Mas si Jenner, en Marte convertido, Con servil ambición y ánimo airado, Los imperios turbando enfurecido, Muertes, robos hubiera ejecutado,Le halagara el clarín, que habría debido Para su execración ser entonado; Porque el hombre a su ruina contribuye Ensalzando al cruel que le destruye.

.............................................................

Page 255: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

255

Si estos inhumanos, que tiñeron De púrpura y carmín la verde grama Con sangre de inocentes que vertieron, Ocupan los clarines de la fama,Elogios de los hombres consiguieron; ¿Qué será con aquel a quien aclama Por su gran bienhechor toda la tierra, Siendo gloria inmortal de la Inglaterra?

Ante el incremento de la población, que el descubri-miento de Jenner prometía, al eliminar una de las mayores causas de mortandad hasta entonces, como era la viruela, Bergaño y Villegas lanzó una advertencia que resonará todavía por mucho tiempo, por todo aquel en que haya ambiciones imperiales, guerras de dominación, soberbia de naciones podero sas, agresiones contra pueblos débiles y bru tales contiendas hegemónicas. Solo transcri biré tres octavas, suficientes para situar a aquel audaz ideólogo de hace casi dos siglos, cuyas profundas advertencias, válidas aún hoy, en la era atómica, pone en boca de Jenner, a quien supone angustiado de que su invento, su ciencia, pudieran convertirse en azote de la humanidad en vez de benéfica ayuda a su sobrevivencia y felicidad:

«¡Monarcas! que tenéis en numerosos Vasallos vuestra gloria cimentada, Pues ya sois más potentes y gloriosos Con la infancia de peste libertada: No con viles pretextos, ambiciosos, Sea a vuestro rencor sacrificada; Sostengan su lealtad, tus posesiones,Mas no vuestra ambición, vuestras pasiones.

.................................................................

Page 256: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

256

Estimad, estimad en más, oh reyes, Un vasallo feliz que mil Estados; No es tan útil tener muchos virreyes Como pocos dominios bien guardados: Dad a los campos saludables leyes; Haya más labradores que soldados; No abuséis, no del don que se os presenta,Y vuestras glorias y poder aumenta».

Tales razones le inspiró el recelo de que los reyes, al mirar doblados Tantos vasallos, perturbando el suelo Con crudas guerras, de ambición llevados, Fuesen los frutos de su humano celo Desgraciada y vilmente malogrados: ¡Y al cielo plegué que su triste idea Jamás de nadie realizada sea!

Reiteradamente, Bergaño y Villegas expresó esa elevada consideración del ser humano. De esta, a una actitud de so-lidaridad y de rechazo a todas las formas de discriminación social y racial, no había distancia alguna. Pero sí la había, y mucha y muy peligrosa, respecto a los prejuicios e intereses de las minorías dominantes y de los factores de poder, en lo económico, en lo social, en lo político, en lo racial y en lo eclesiástico. En su Manifiesto de 1811, como en otros vastos documentos, concretó su pensamiento humanista:

Los hombres, me decía yo, no nacieron solo para sí; en todos sus estudios, sus pensamientos, sus empresas deben con ciliar el suyo con el bien general. Los que indagan y descubren las verdades morales, están obli-gados a demostrarlas. Todo cuanto se oculte en este género, es un robo hecho, en primer lugar, a la sociedad particular, y, en seguida, al género humano [...]. Así

Page 257: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

257

como algunos nacieron con la orgullosa y execrable am bición de dominar sobre los otros, no fal tan almas nobles y generosas que, sin creerse superiores a sus semejantes, aspi ren solo a servirles, demostrándoles sus verdaderas obligaciones y las imposturas con que aquellos los encadenan. Por mi parte, yo aseguro que ningún conocimien to, por importante que fuese, no sería agradable, si no supiese a quién comunicarlo.

Este humanismo lo llevaba directamente a negar las desigualdades raciales, base falsa de las sociales, en su tiempo, y a reivindicar a los indios y a las discriminadas y menospreciadas «castas», así llamadas por los opre sores. Pero lo más grave para estas es que eso suponía también responsabilizar a la administración colonial por el estado de pos tración de los indígenas, antes vigorosos y creadores, y, desde luego, señalar la injusticia que suponía la explo-tación de unos hombres por otros y de unas clases por otras. Una sola estrofa de su canto a «La vacuna» revela la profundidad y amplitud de su pensamiento, ya no solo humanista, sino también econó mico, el cual, es, para mí, el aspecto más valioso y avanzado de su ideología revolucio-naria. La estrofa dice:

¡Indias fértiles, ricas, dilatadas! ¡Reinos solo a provincias reducidos! ¿Por qué estáis tan incultas y atrasadas, Y en el vicio y miseria sumergidosTus habitantes? Porque despobladas, Sin consumos, los indios abatidos, El cultivo y la industria abandonaron Y al ocio pernicioso se entregaron.8

8 Es lo mismo que sostiene la americanística moderna. Richard Konetzke, por ejemplo, dice: «Los españoles encontraron entre esos

Page 258: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

258

En sus artículos sobre Economía Política, diríamos, aplicada a la situación de las colo nias españolas y a su atra-so, publicados en la Gaceta de Guatemala, bajo el título «Deli-rios patrióticos» («Yo soy loco», escribía allí, «pero loco de aquellos que suelen soltar expre siones muy cuerdas») decía que, en el mayor de sus deliquios, había formado «un comple tísimo plan para poner este reino [Guatemala] en el estado más floreciente». Y, entre otras cosas, había soñado que «Ya no aparecían holgazanes, por no hallar aquí en qué trabajar, indios desnudos abatidos por la inacción, la opresión y la codicia». En la misma Gaceta, en una serie de artículos sobre la educación que daría a sus hijos, «si hiciese el ánimo de tenerlos y Dios se los quisiese dar», sienta este principio igualitario, inadmisible para sus discriminadores contemporáneos criollos y peninsulares: «Persuadiríales a que el negro, el zambo, el mulato y todas las demás castas no se diferenciaban de ellos sino en el color y la fortuna: que no tratasen a ninguno con desprecio: que los considerasen dotados de un mismo espíritu, y con igual derecho al pre mio y al castigo». Por estas ideas, el capitán general Mollinedo y Saravia y la Audiencia de Guatemala lo consideraron «libertino y sedi cioso», y lo enviaron a

indios especialistas consumados, con los cuales se habrían podido es-tablecer talleres artesanales y manufac turas europeas. Esos artesanos indígenas dominaban con ex traordinaria rapidez las técnicas foráneas, y no era raro que, por sus dotes innatas para tales actividades, superaran a sus maestros españoles. Muchas influencias de esos indios pasaron a la técnica de los peninsulares. Pero esas posibili dades que un artesanado inteligente y disciplinado, azteca o inca, podía ofrecer para una indus-trialización de América por los europeos, quedaron desaprovechadas. Ni la domina ción colonial española, en efecto, deseaba el desarrollo indus trial de aquellas posesiones de ultramar, ni los españoles querían, en general, actuar como empresarios industriales. De esta suerte se anquilosaron las dotes y la destreza de los indios, que volvieron a hundirse en estadios económicos pri mitivos» («América Latina II. La época colonial», en Historia Universal, Siglo XXI, 1971).

Page 259: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

259

España «bajo partida de registro». Pero no solo por ellas. También por sus principios filosóficos, y, más que todo, por las críticas a la estructura económica atrasada que España proyectaba sobre sus colonias americanas.

Por ejemplo, respecto a la tenencia de la tierra, atacaba al latifundio improductivo, y señalaba cómo podía apro-vecharse la fuerza de trabajo desempleada de las ciudades, mediante un razonable plan de colonización («Con solo los pobres y vagabundos que pue blan y escandalizan las calles de esta ciudad, habría para fundar un par de colonias nume rosas en las costas del norte o del sur de Guatemala. En ellas, las costas, hay sujetos que poseen haciendas de ocho, quince y hasta treinta leguas, sin otro interés que la tonta vanidad de tenerlas, con notable perjuicio del bien público»). En el mismo «delirio patrió tico» traza un amplio plan de comunicaciones fluviales y terrestres y de cabotaje, ramo catastróficamente desatendido por la adminis tración colonial, y no solo origen de la inani ción económica del Istmo de Centro América (Capitanía General o Reino de Guatemala), sino también germen de los localismos y de-sentendimientos mutuos entre sus provincias; y, a la larga, concausa de su desmembración y desintegración nacional. El plan abarcaba desde Tehuantepec, en México, hasta el río San Juan, limítrofe entre Nicaragua y Costa Rica, com-prendidos Guatemala, El Salvador y Honduras, haciendo navegables los ríos y los esteros, «francos y frecuentados los puer tos» y componiendo «para ruedas» los cami nos. Gracias a esas comunicaciones, el comer cio intercolonial y, por ende, las manufacturas locales, habrían salido de la inercia mortal en que los había sumido la trisecular suje ción peninsular: «Son increíbles», soñaba, «las provisiones que veía de todo lo necesario para las comodidades de la vida. Cuanto ha podi do idear la necesidad y el buen gusto, se hallaba con abundancia y barato no solo en la capital, sino también en las ciudades, villas y lugares de provincias [...].

Page 260: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

260

Hombres y mu jeres, todos andaban vestidos a la española y con géneros de la nación». Subrayo esto últi mo, porque encierra un pensamiento medular en las concepciones económico-políticas de Bergaño.

Aunque estas concepciones se encuentran en va-rios escritos periodísticos de Bergaño, como los citados «Delirios» y otros, quizá sea, lógi camente, en su silva a la Economía Política donde estén mejor sistematizados. Este largo poema didascálico, que es, en el fondo, un verdadero manifiesto revolucionario por la certera, enér-gica, desembozada y, a ratos, mordaz crítica que encierra contra el régimen colonial español, está precedido de una «introducción preliminar», donde señala la impor tancia de la Economía Política, novísima dis ciplina a fines del siglo xviii, en Europa, y ajena por completo al espíritu monacal, dogmático y anticientífico de la España oficial de su tiempo. Al estudiar las bases de una correcta po-lítica económica y sus relaciones con otras disciplinas e investigaciones, se pregunta, v. g.: «Pero, ¿qué progresos podrán esperarse en toda la América española y más principalmente en este reino de Guatemala, cuya historia natural ni cosmográfica aún no se ha escrito?». Sin eso, y sin «una descrip ción de sus provincias, con las relaciones mercantiles que haya o puedan establecer», ninguna fun-ción ejercerá la Economía Polí tica.

Siendo el reino de Guatemala «acaso el más rico en producciones naturales, el más fértil del continente ame-ricano y aun de todo el universo», dice, «es también el más pobre de la América española». ¿Por qué?, se pregun ta, y da ocho razones: el egoísmo de muchos particulares; las comunicaciones desastrosas; la incapacidad del gobierno, «siempre débil, siempre inútil», para las grandes empresas que exigen, por decirlo así, «una conspira ción»; el tráfico de los géneros ingleses que ha enervado el de la Península; solo cuatro o cinco puertos a lo largo de quinientas leguas

Page 261: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

261

castellanas; la despoblación, sobre todo de la costa norte; la decadencia de las artes y la agricultura, debido a que no hay cáte dras de matemáticas, comercio y economía rural; y, finalmente, el que no haya exporta ción de frutos y las importaciones se paguen a costa del numerario. Guatemala, al igual que España, tardará en igualar su industria a la de China, los Estados Unidos, Inglaterra y Francia –opina– porque «aquellas sabias naciones [...] la perfeccionaron mientras ella se ocupaba en ventilar las más inútiles cues-tiones de la metafísica». Y se pregunta: «¿Qué utilidades ha sacado la España de ellas en favor de la pública felicidad, ni de los mismos que las suscitaban?». El formidable tes-timonio de Bergaño, fiscal insobornable de su época, nos responde desde el pasado, cuan do preguntamos quién es el mayor respon sable de lo que, todavía hoy, y quién sabe por cuánto tiempo más, llamamos «nuestro subdesarrollo»: el colonialismo. Después de este, vendría el otro: el neo-colonialismo imperia lista. Bergaño no lo alcanzó. De otro modo, «habría sido como nosotros» antimperialista. Y si no, leamos algunas estrofas del poema didascálico mencionado, especie de larga «can ción-protesta» sin música.

El poema empieza humorísticamente con la enume-ración de lo que importaba «cierto quídam fiado en su tesoro»: encajes, gasas, olanes, terciopelos, bretañas, tafe-tanes, casi mires, mahones, agujas, botones, morleses, pon-tivíes, royales, relojes, instrumentos, cris tales, cortaplumas, cuchillos, tijeras, tinteros, salivaderas, borlones, cotonías, carlanclanes, franelas, barraganes, cintas, listados, hilos, galones, pañetes, bayetones, pañuelos delica dos,

Y demás a que están aplicadosLos sabios extranjeros,

Llevándose en retorno los dineros (Con los cuales fomentan sus Estados

Page 262: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

262

Y ponen a los otros en cuidados): Y mirando igualmente Que, con trazas que aquellos estudiaban, De nuevo le sacaban Todo el caudal, y la paciencia toda Inventando una moda Cada tres, cada cuatro o cinco días.

Menos humorísticos, pero no menos verdade ros son estos otros versos, que no han perdido vigencia, ni la per-derán por mucho tiem po: por todo aquel en que subsista la injusta relación que los economistas llaman «el inter cambio desigual». Dice Bergaño, por boca de su personaje:

¿Habrá mayor infierno, Ni chasco más pesado,

Por él [el extranjero] tan dignamente celebrado. Como aquel que nos pega a cada rato Vendiéndonos un plato, Con lustroso charol, de hoja de lata, En cambio de la hermosa y blanca plata? Ellos sacan de nuestras posesiones El carey, y otras ricas producciones, De nosotros vilmente despreciadas,Que nos venden después elaboradas A precios, que aún ofrecen conveniencia, ¡Y que no nos confunda la indolencia! Mas que como a niño me engañaron Con juguetes y dijes que labraron, Pretendiendo embobarme, A fin de dominarme, Yo sabré sostenerme Y en lugar de rendirme, defenderme.........................................................................

Page 263: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

263

Y crece mi cuidadoAl ver en tanta tela adelantado Al inglés industrioso, Cuando por perezoso Le compro y enriquezco Al par que me empobrezco: ¡Qué bello garabato,

Presentarlo mejor y más barato!

En diciembre de 1824, lord Canning, primer ministro inglés, exclamó, al saber la victoria de Ayacucho: «América ya es libre, y si sabe mos conducir nuestros negocios, será inglesa». Bergaño lo advirtió, casi veinte años antes (1808):

¡Ay pobre patria mía, Cuida no te ensillen algún día

Las naciones extrañas, Cuando limpie tu ocio las entrañas

de la Madre común, el alma tierra, Del tesoro que encierra!

Pues no son infinitos los metales Y tú sacas millones anuales Que te sabe extraer el extranjero Sin que vuelvas a ver ese dinero. Ama la industria, deja la pereza, No te fíes, por Dios, de la riqueza:

Mira que desatinas Si piensas ser feliz con solo minas: Que el escarbarlas es en tu daño, Porque aumentas las fuerzas del extraño:

Y es cosa que abismaVer que armas le das contra ti misma.

Y, en seguida, una estrofa en que retrata al imperialismo de su tiempo: el inglés, cuya semejanza es asombrosa con

Page 264: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

264

el del nuestro: el yanqui. Semejanza, es entendido, igual a la que hay entre un pecado venial y uno mor tal, o entre una simple infracción y un delito con todas las agravantes del Código. Pero semejanza, al fin:

Que sé de una nación que con su arte Al término fatal llevarte quiere Aunque el Orbe sus hechos vitupere. Ambiciosa y avara, Con su ciego entusiasmo se separa Del Derecho de Gentes, practicando Cuanto medio ilegal le va dictandoLa ambición que domina a la indolencia, Como el rico tesoro a la indigencia.

EPITAFIO Y HOMENAJE

Aunque solo he podido mostrar una ínfima parte del pensamiento político-social de Ber gaño y Villegas, creo que esa parte es sufi ciente para perfilarlo como hombre superior a su tiempo, deseoso de romper los moldes anti-cuados de un sistema caduco, con la mi rada puesta en el futuro, no solo consciente de que ello significaba atraer sobre sí la per secución implacable por parte del orden de cosas, al cual enjuiciaba tan abierta y justi cieramente, sino resuelto a enfrentar, con firmeza, esa persecución. Como lo hizo –sal vo algún momento fugaz de debilidad huma-na– en los años de su corta vida.

En este sentido, y no en el que le atribuyen sus po-cos y parciales biógrafos guatemaltecos, Bergaño puede considerarse un precursor, no de la Independencia, sino de las ideas que constituyeron la ideología más lúcida de aquel movimiento. Porque no se pronunció separa tista –no

Page 265: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

265

era, tal vez, llegada la hora para ello–, sino, más bien, afín al llamado «fidelismo juntista», primer intento americano de autogobierno, en la favorable coyuntura de invasión napoleónica a la Península y, eso sí, paso inicial en la mar-cha hacia la Indepen dencia. Desde luego, esa posición era también punible a los ojos de las autoridades españo las, que presentían muy bien los alcances de la misma, como lo ejemplifican las crueles ejecuciones de Primo de Verdad, en México; de Juan Pío Montúfar, en Quito, y de Pedro Domingo Murillo, en La Paz, entre otras. Fue también el caso de Bergaño y Villegas, quien resumió su efímera existencia en dos estrofas, igualmente breves, publicadas en el Correo de las Damas, con las cuales cierro esta evo cación del heroico publicista, a la manera de epitafio:

Clamé contra la maldad, me llamaron sedicioso: libertino irreligioso, porque dije la verdad.Quise abusos corregir como celoso escritor; llamáronme corruptor, y diéronme en perseguir.

Compañero Simón Bergaño y Villegas: a los ciento sesenta años de su desaparición y como compatriota suyo, latinoamericano, le rindo un respetuoso homenaje, desde esta Cuba a la que usted amó y en cuya tierra quiso reposar eternamente, hoy libre de las taras del colonialis-mo que usted combatió y de otras que vinieron después. Fraternalmente.

Tomado de Casa de las Américas, no. 100, año XVI, enero-febrero de 1977, pp. 59-78.

Page 266: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 267: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

267

BOLÍVAR: UN ENSAYO DE INTERPRETACIÓN DIFERENTE

En 1976, coincidieron dos grandes efemérides ameri-canas: el segundo centenario de la gran revolución burguesa que culminó con la inde pendencia de trece ciudades-Estados coloniales británicos y la subsiguiente creación de una república, al federarse aquellas trece ciudades, con el nombre de Estados Unidos del Norte de América; y el sesquicentenario del Congre so Anfictiónico, reunido en Panamá bajo la dinámica inspiración de Simón Bolívar, con el fallido objeto de echar las bases de una gran con-federación –no federación– de las hasta unos días antes colonias españolas. Den tro de lo que me propongo en esta nota, que es hacer un breve comentario al libro de Mi guel Acosta Saignes, Acción y utopía del hom bre de las dificultades,* no cabe ningún inten to de profundización de la génesis, carácter y depravación del acontecimiento revoluciona rio que constituyó, dentro del marco de su tiempo y de las clases que lo impulsaron, la independencia de las trece co-lonias y el naci miento de la unión norteamericana, después imperio neocolonialista y hegemónico; ni la exploración de las raíces, motivaciones, alcan ces y causas de frustración del Congreso de Panamá, de 1826. Pero sí cabe señalar cómo la coincidencia de ambas efemérides motivó a la Casa de las Américas para abrir un cer tamen extraordinario,

* Miguel Acosta Saignes: Acción y utopía del hombre de las dificultades, La Habana, Editorial Casa de las Américas, Colec ción Premio, 1977 (N. de la R.).

Page 268: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

268

dentro de su premio literario anual, con el tema «Bolívar en nues tra América».

Si la obra bolivariana y la imagen del hombre eminente, cuyo genio es el centro del sistema solar que es aquella obra, es decir, el propio Bolívar, deben ser objeto de culto científi co, de meditada admiración y de severo es fuerzo de continuidad, en todo momento, por parte de nosotros, los latinoamericanos, en 1976 a esos imperativos se agregaba el de anticiparse a la previsible posibilidad de que, una vez más, el nombre y la memoria del Libertador fueran irrespetuosamente trajina dos, para asociarlos –con ocasión del sesquicentenario– a la política panamericanista de la potencia imperial que, simultáneamente, rememoraba sus honestos orígenes republica nos y democrático-burgueses. ¿Era eso realmente una «previsible posibilidad»? Los he chos dicen que sí, y citaré, al efecto, al mismo Acosta Saignes, para evitar las autocitas y las autorrepeticiones. Extraigo del mismo libro que comento estas referencias:

[...] han sido precisamente los principales cau santes del fracaso de la anfictionía quie nes más han invocado después la idea confederativa de Bolívar, para impulsar todas las alianzas panamericanas, donde el lobo guía a las caperucitas, y para justi ficar, con toda clase de tergiversaciones del pensamiento bolivariano, el do-minio imperialista, disfrazado de uniones, alian zas y organizaciones [...].

Prevalidos de la ignorancia que ellos mis mos fomentan en el sistema de clases sociales y en la ingenuidad de grandes conjuntos, los imperialistas han propagado incontables sofismas acerca de las ideas de Bolívar sobre América. No hay congreso o conferencia pa-namericana o interamericana donde no se cite calum-

Page 269: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

269

niosamente al Libertador, al atribuirle intenciones que no solo nunca tuvo, sino nunca pudo tener [...].

A propósito del sesquicentenario, en 1976, de la reunión bolivariana de Panamá, los imperialistas han propiciado una vez más la publicación de materiales que en con tadas ocasiones incorporan novedades a cuanto significó aquel Congreso. Se trata, en la mayoría de los casos, de repetir, con diversos argumentos y documenta ciones, las patrañas preparadas para hacer creer a la gente común y aun a muchos intelectuales no interesados en aspectos históricos, o listos para asi-milar por conveniencia, varias afirmaciones. [Después veremos cuáles son ellas].

Era necesario, por consiguiente, salir al paso a esa maniobra antibolivariana, tan vieja como el propio pana-mericanismo más que octoge nario, pero no por eso menos distorsionadora de la verdad histórica, deformadora de la ima gen real de Bolívar, y embaucadora para quie nes no tienen por qué ser especialistas en la vida y el pensamiento auténticos del Liberta dor. En otras palabras, había que salvaguardar su memoria de un nuevo atentado. Los escri-tores latinoamericanos respondieron a la pro puesta de la Casa de las Américas y, gracias a ello, el Premio cuenta con dos nuevos títulos relevantes: este de Acosta Saignes y Bo-lívar: pensamiento precursor del antimperialismo, del historiador cubano Francisco Pividal Padrón.

Se afirma, y los hechos parecen confirmarlo, que la personalidad más biografiada, hasta hoy, de la historia universal, es Simón Bolívar, lo que equivale a decir que la bibliografía bolivariana es quizá una de las más abundan-tes. Sin embargo, eso, por sí mismo, no favo rece ni a Bolí-var, ni a la historia, ni a noso tros, los latinoamericanos, que, como todos los pueblos, necesitamos fortalecer nuestros

Page 270: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

270

principios, nuestra visión del presente y nues tros anhelos de futuro, con los grandes men sajes y las altas experiencias de nuestro pasa do. Ningún ejemplo mejor que el vigoroso impulso dado a la Revolución Cubana, desde sus orígenes moncadistas hasta su inconmo vible consolidación, por la fuerza ética e ideo lógica de José Martí. Lamentablemente, la bibliografía bolivariana ha sido acosada por todos los males, desde el endiosamiento y la mitología, hasta la «re-valuación histórica», so capa de «humana desnudez», que no es sino la resurrección, a la vuelta de un siglo, de los mismos odios clasistas y provincianos que ar maron a los asesinos frustrados del Palacio de San Carlos, en 1828.1 Entre ambos extremos, hay muchos «bolívares», forjados, tal vez, por una ingenua buena fe, para verlo solo como el estratega genial, el guerrero invencible, un Cid sudame-ricano, presentado, como en la mayoría de sus estatuas, siempre o casi siem pre ecuestre, con los vistosos uniformes eu ropeos de su tiempo. Hay otros «bolívares» de menos buena fe, muy politizados, procesados y hasta comercializa-dos, a veces donjuanescos y a veces románticos, proféticos, soñadores, enajenados, febriles, hasta mágicos. Sin la vana pretensión de haber leído toda aquella bibliografía, uno puede deducir, por lo más comúnmente conocido entre los estudiosos, que de ella no emerge el verdadero Bolívar, tal como vivió y no tal como fue, dentro de su medio natural, del mundo de los hombres que lo rodearon bien o mal y de las circunstan cias locales, regionales, continentales y mun diales de la época en que le tocó vivir.

1 Aludo al libro Estudios sobre la vida de Bolívar, de José Rafael Sañudo, a título de ejemplo. Este libro fue publicado en Pasto, en 1925, en primera edición. Sobre el autor, dice el prologuista de la edición Bolsi-libros Bedout, L. E. Nieto Caballero: «Nin guna palabra calificaría tan bien al doctor José Rafael Sañudo como su propio apellido». El libro le da la razón.

Page 271: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

271

Digo tal como vivió y no tal como fue. Porque lo que se requiere de los grandes hombres que han protagonizado momentos trascenden tales de la historia, siempre hecha por los pueblos, es su justa interpretación, la com prensión exacta del papel desempeñado por ellos en el devenir de las sociedades o de una sociedad dada, la medida en que actua-ron en consonancia o contra las leyes precisas del desarrollo social, y hasta dónde su voluntad, coherencia y lealtad de principios, les permi tieron ser o superiores a su tiempo o traidores al mismo, aunque, como en el caso de Bolívar, y no el único, los hechos, la ininterrumpida mutabilidad de la vida, los haya obligado a marchas y contramarchas en pos de superio res objetivos. No se trata de reconstruir a los hombres del pasado tal y como fueron. Es posible que algo de eso se logre físicamente en los museos de figuras de cera, gracias a excepcionales artífices del retrato plástico y de la documentación minuciosa. Pero esas son figuras estáticas. Al hombre en vivo no se le puede rehacer con el documento, como pre tenden los biógrafos. Porque el documento mismo del contemporáneo, si no miente, solo da un ángulo, una perspectiva, la visión ho nesta y veraz, en el mejor de los casos, de uno de los fugaces instantes cuya incontable suce sión constituye la vida de un ser humano, como los átomos constituyen en su totalidad el Univer-so. Así, por ejemplo, ni los testimo nios de O’Leary o de Perú de Lacroix, que convivieron con Bolívar, nos dan al auténtico Bolívar de todos los días, de todos los momen tos, de todas sus vivencias, de su mundo inte rior. Ni labores de vitral o de mosaico como la emprendida por José Luis Busaniche, en su Bolívar visto por sus contemporáneos, lo gran el propósito de revivir a Bolívar. No es posible, no lo ha sido nunca con ningún hom bre o mujer de la historia. Cómo había de serlo, si ya Bertolt Brecht nos da un ejemplo de lo relativo que es el testimonio del hombre, veraz solo a

Page 272: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

272

medias o nada veraz, en su estu dio sobre las «escenas de la calle».

Pero interpretar es otra cosa, y a ella aludo cuando digo ver y pensar a Bolívar tal como vivió, que es tanto como decir tal como actuó o, mejor, por qué actuó como lo hizo, cuáles fueron los factores naturales y sociales que determinaron esa acción. Interpretaciones de Bolívar hay muchas, desde luego. Pero tampo co esa abundancia beneficia al Libertador, ni a la historia, ni a nosotros, los latinoamerica nos, que lo necesitamos como genio tutelar, no exclusivo. Porque esas interpretaciones, por lo general, obedecen a criterios, digamos, particularistas, cuando no a inconfesables sordi deces o a posiciones prestablecidas de partido o de clase. Pues lo que pasa con Bolívar es lo mismo que pasa con la historia misma; la historia escrita, desde luego. No es sino la ma nera de ver y la manera de presentar los he chos pasados según conveniencia de quien, en un momento dado, detenta la potestad de es cribirla, esto es, la o las clases dominantes. Las grandes masas, que son los pueblos, han hecho la historia; pero los pocos que, en cada tiem po y lugar, se han apoderado del dominio de esas grandes masas, o, mejor dicho, los ama nuenses al servicio de esos pocos, son los que han narrado esa historia no como verdade ramente fue, sino a su sabor y antojo. En este caso, sabor y antojo son sinónimos de intereses.

Hay otra manera de interpretar, y es la de ahondar en las realidades económico-sociales que pudieron haber sido las determinantes de la manera de actuar de un personaje, dentro de concretas condiciones de tiempo y de lugar. Pero tales realidades económicas y sociales determinantes, vie-nen, a su vez, determinadas por un largo proceso histórico, por antecedentes, por hechos, por circunstancias, por con-tingencias, hasta por lastres de viejas limi taciones. Incluso las condiciones del personaje objeto de la interpretación, se vinculan o se contradicen con las condiciones, también

Page 273: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

273

con cretas, de otros personajes estrecha e históri camente ligados a aquel. Estrecha e histórica mente ligados no quiere decir siempre con él, sino también quiere decir contra él, ferozmen te, si se quiere, y por eso mismo influyentes en él, de un modo o de otro. Digamos Morillo, digamos Boves, digamos, a su tiempo, Santander, en el signo negativo, o digamos Petión, en el más hermoso de los signos positi-vos, tra tándose de Bolívar. O digamos, mucho más, con el mismo signo: las masas de esclavos que subvirtieron, en Bolívar, las concepciones tra dicionales de la clase que meció su cuna: la de los mantuanos. Es a ese inmenso marco vital al que arriba he llamado «obra boliva riana». No solo a lo que Bolívar personal mente hizo, porque era lo que quería hacer, sino también a lo que otros, miles, hicieron bajo su inspiración o sin ella, y que, en todo caso, constituyó parte esencial, decisiva en la epopeya bolivariana. Y, más aún, a cuanto qui zá Bolívar hizo, no porque lo quisiera, sino porque ajenas fuerzas le impusieron esa vía de acción en un momento determinado. En el centro de toda esa obra, que no es solo de él, está, sin embargo, él, como figura solar.

Creo que Acción y utopía del hombre de las dificultades nos muestra cuál es esa otra ma nera de interpretar. Es, como Acosta Saignes lo define, «un ensayo de interpretación dife-rente de lo usual». Efectivamente, propone un método para lograr esa otra manera de inter pretar, dentro de una muy rigurosa y bien seleccionada información bibliográfica, procurando soslayar la muy socorrida «segunda mano», y puesta la atención, más que en las citas literales, salvo en momentos muy nece sarios y eficaces, como al trasladar la vívida pintura de los ejércitos de la independencia, su heroica lipidia, en las crudas realidades dentro de las cuales se desarrolló la inconmen surable hazaña bolivariana y en la desmitificación y desmistificación de esa hazaña y de quienes desempeñaron en ella papeles protagónicos. No

Page 274: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

274

solo las grandes, indiscutibles per sonalidades como Sucre, Petión, Marino, Arismendi, Piar, Páez y algunos otros, no muchos para no recargar el ensayo de eruditismo, sino tam-bién, y muy en primer término, los gran des protagonistas generalmente olvidados, las masas anónimas que consti-tuyeron los ejérci tos liberadores de medio continente, de Cumaná a Arequipa y de Guayana a Guayaquil, par dos, negros, indios, blancos.

No interesa al intérprete, porque quizá care cen de trascendencia histórica, aunque tuvie ran mucha en la vida íntima del Libertador, aquellos años infantiles, al lado de su compla ciente nodriza negra, sus majaderías de niño rico, su adolescencia al lado de don Simón Rodríguez, su maestro, sus primeros viajes, su matrimonio y su viudez prematuros, y sus galanteos, francachelas, arrepentimien-tos, ju ramentos y juicios de un talento pronto a abrir su corola en España, Francia e Italia. No se detiene tampoco en los primeros epi sodios de su ingreso a la gran lucha liberadora de Venezuela y de gran parte de América del Sur, con imprevisibles alcances en el resto del Continente y más allá. La visión empieza cuando Bolívar es ya, realmente, lo que él mismo dijo que era: «el hombre de la guerra». Empieza con la Campaña Admirable, de 1813. Pero no así, exabruptamente. Entonces, aun que no biografía dentro de lo usual, tampoco sería interpretación diferente.

Porque esta se remonta a las peculiaridades regio-nales de Venezuela, desde el punto de vista del modo de producción. Están allí los esclavos, por un lado, y los criollos exporta dores, por el otro. Allí está la génesis de mu chos caracteres que cobraría la lucha independentista en el primer cuarto del siglo xix: en la estructura econó-mica y demográfica del xviii. La epopeya bolivariana no está, históri camente, desvinculada de aquellos primeros movimientos criollos, suerte de «comuneros», de 1749, y, después, los de 1810. Pasan por allí, porque será uno de

Page 275: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

275

los futuros y decisivos escenarios, las misiones capuchinas de la Guayana. Por supuesto, el otro gran escenario, tan violentamente determinante, así en las derro tas de 1814 como en los triunfos definitivos de 1821 y 1822, los lla-nos, tiene que conocerse a fondo. ¿Quiénes y qué fueron los llaneros, qué representaron para ellos y, después, para la gran guerra liberadora, la ganadería y esos valiosos contingentes de esclavos fugitivos, hechos fuertes en sus cumbes o rochelas, como los cimarrones antillanos en sus palenques o los quilombolas brasileños en sus quilombos? Fue debido a las diferencias en las bases productivas por lo que los ejércitos de Occidente y de Oriente corrieron suerte diversa, bajo los mandos de Bolívar y Marino, antes de que unieran sus esfuerzos gracias a la genial coordi-nación del primero. En esas mismas bases productivas estaban los gérmenes de futuras y funestas diferencias, que, traducidas a ter minologías políticas y seudoideológicas, se denominarían «centralismo» y «federalismo».

Relaciones de producción arrastradas desde larga data golpearon violenta y desastrosa mente sobre la empresa liberadora, e infli gieron a Bolívar quizá su más amarga derrota, en el más aciago de los años de aquella em presa. Se trata de la derrota sufrida ante Boves y del año 1814. Pero no porque el ven cedor haya sido tal o cual, ni porque una derrota fuera suficiente para quebrantar la increíble voluntad de Bolívar. Sobre esto, Acosta Saignes tiene una aguda observación:

[...] en medio de las tempestades sociales, de los ma-yores tropiezos, levantaba las es peranzas de lejanos triunfos, prometía logros aparentemente imposibles. Como conductor de una clase en lucha a muerte por la estructura nacional, mantuvo siem pre los objetivos últimos. Concebía la lucha como triunfos y derrotas,

Page 276: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

276

como fracaso de tácticas ocasionales dentro de una gran estrategia que era la indepen dencia. Y como pensó siempre en la nece sidad de expulsar a los colo-nialistas total mente de América, pues si no, Venezuela estaría en peligro permanente, sorprendía a todos, cuando ante dificultades como las del año terrible de 1814, mostraba optimista los más lejanos objetivos.

Lo triste de la derrota de 1814 no fue la derro ta mis-ma, sino el que los verdaderos autores de ella, contra el Libertador, hubieran sido llaneros, masa, pueblo, pardos, negros libres, cimarrones. ¡Cómo! Ellos querían liberarse. ¿Y entonces, Bolívar no combatía por la liber tad? He allí un complejo social solo explicable mediante una correcta apreciación de clase. Sí, pero es que aquella masa veía en Bolívar y los suyos, lo que realmente eran: represen tantes de su clase, y en esta a la opresora secu lar. De allí que Boves y los realistas «aprove chaban las causas justas de rebelión de los esclavos, desviando sus necesidades de liber tad y convirtiéndolos en incendiarios, usufruc tuarios de saqueos anárquicos». Todo esto lo comprendió la penetrante intui-ción social de Bolívar, y por ello entró en contradicción con su clase, cuando se volvió, por principio y por táctica, enér-gico y recalcitrante defensor de la libertad de los esclavos. Cambio determi nante en el destino de la guerra, a partir de su regreso de Haití. Sería esta una grieta que se ahondaría cada vez más, y que terminaría por ser foso insalvable, entre el intérprete de las aspiraciones de los criollos, tan bien ex puestas en la Carta de Jamaica, según la con vincente interpretación de Acosta Saignes, y aquella clase, capaz de endiosar a Bolívar cuando veía en sus triunfos militares sobre los colonialistas, perspectivas abiertas a sus mejores lucros y hegemonía, tanto como de denostarlo, restringirlo y hasta fraguar asesi natos contra él, cuando liberaba indios del tributo o negros de la esclavitud. La profundización

Page 277: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

277

de esta y otras contradicciones de Bolívar con su clase, así fueran mantuanos de Venezuela, godos de Colombia o aristócratas criollos del Perú, constituye un aspecto, no el único, desde luego, de esta «vía de interpreta ción de una vida eminente, de un guía excep cional en las contiendas por la libertad, sin ocultar sus contradicciones consustanciales con todos los seres humanos y muy especial mente con los miembros de las sociedades de clase».

De tanta o mayor magnitud, y por eso mismo materia para una interpretación de largo al cance, es la parte dedica-da por el autor a las utopías del Libertador: su Constitución «vita licia» redactada para la recién nacida Bolivia y su gran estrategia hispanoamericana, tradu cida en la frustración de Panamá, de 1826. Aquí la contradicción se establece frente a los avan ces de los Estados Unidos, si bien era también precaución contra los últimos posibles mano tazos del imperio caduco en franca derrota: el español. Definitiva es la demostración, en el ensayo, de cuál era la verdadera «idea de Amé rica en Bolívar». Era la nuestra, nunca la de involucrar a la otra América, la monroísta. Eso es lo que han querido manipular los imperialistas y sus testaferros. Abrumadora, concluyente, fundamentada, es la demostra-ción de Acosta Saignes en el sentido de que jamás pasó por la mente del Libertador la concepción que después se llamó «panameri canismo», ni cosa que lo pareciese. Quedan definitivamente lapidadas aquellas patrañas a las cuales aludí al principio:

1. Que Bolívar pensaba en términos del continente americano, tal como se con cibe por los imperia-listas.

2. Que el Congreso de Panamá fue el pre cursor de las reuniones panamericanas.

3. Que el Congreso de Panamá fue una derivación bolivariana de la Doctrina Monroe.

Page 278: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

278

4. Que para Bolívar los Estados Unidos formaban parte ductora de América.

5. Que Bolívar pensó en una hermandad de pueblos «americanos» sin ninguna distin ción de regiones, de historia ni de actua ciones.

6. Que el Congreso de Panamá fue en cierto modo un primer gran triunfo del «panamericanismo» imperialista, con reco nocimiento explícito o tácito de la preminencia de los Estados Unidos en el Continente.

En resumen, Acosta Saignes cumple, en su ensayo, con la promesa implícita, cuando esco gió para liminar, en su primer exergo, esta sentencia de Martí, confirmada, a la luz de una nueva interpretación, en Bolívar, como ahora, en presencia de dos de las grandes revoluciones de nuestro siglo: la rusa allá y la cubana aquí: «No es que los hombres hacen los pueblos, sino que los pueblos, en su hora de génesis, suelen ponerse, vibrantes y triun fantes, en un hombre».

Tomado de Casa de las Américas, no. 105, año XVIII, noviembre-diciembre de 1977, pp. 125-129.

Page 279: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

279

CHE: ENCARNACIÓN DEL HOMBRE NUEVO

[...] a educar, instruir y formar hombres uni versalmente desarrollados y universalmente preparados, hombres

que lo sabrán hacer todo. Hacia eso marcha, debe marchar y llegará el comunismo, mas únicamente dentro de muchos años.

lenin

SU AMOR A LA «HUMANIDAD VIVIENTE»

«Acabo estas notas en viaje por el África, animado del deseo de cumplir, aunque tardíamente, mi pro mesa», escribió el comandante Che Guevara, al encabezar su res-puesta al director del semanario Marcha, de Montevideo, Carlos Quijano.1 Y, casi al final de esa respuesta, estas otras líneas: «Si esta carta balbuceante aclara algo, ha cumplido el objetivo con que la mando».

Obviamente, solo se trataba de contestar algunas cuestiones que Quijano habría planteado a Guevara sobre el proceso de la Revolución Cubana. Y es evidente que las respuestas no fueron preparadas en la tranquilidad de un gabinete de trabajo, entre la meditación, la consulta y la elaboración cuida dosa del texto, sino en los pocos momen-tos libres, quizá solo los del vuelo en avión de una ciudad a otra, durante la jira por gran parte del Tercer Mundo, en 1965. De allí el calificativo de «balbu ceante» que el propio Guevara dio a su carta a Quijano.

1 Carlos Quijano es una de las más relevantes personali dades in-telectuales del Uruguay. Su autoridad es no table en los campos de la economía, la política, el periodismo y las letras. Su línea ha sido invariable mente antimperialista y, dentro de ella, ha ejercido su magis-terio sobre varias generaciones.

Page 280: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

280

Sin embargo, del pensamiento y de la pluma del gran revolucionanario latinoamericano no podía salir nada balbuceante, aunque él, excesivamente autocrítico, severo y objetivo, empleara el término, quizá para dar a entender no solo las circunstancias apremiantes y mutables dentro de las cuales había sido escrita la carta, sino también es una conjetura el hecho de que ese documento solo con tenía ideas en germen que él se propondría ahon dar, desarrollar y ampliar más tarde. Esto es lo que se piensa al considerar cómo, en tan pocas páginas, condensó un caudal tan denso de ideas políticas y filosóficas, que obligan a volver sobre ellas, una y otra vez, para penetrar su sentido pro fundo.

Porque El socialismo y el hombre en Cuba, como después se llamó y como es conocida la carta a Quijano, es, por una parte, el recuento breve o, mejor dicho, el severo análisis de las condiciones en que se ha desarrollado la Revolución en Cuba, desde las luchas iniciales contra la tiranía hasta las ingentes tareas de la construcción del socialis mo; y, por otra, la visión maravillosa de lo que será el hombre del mañana, en la nueva sociedad comunista, dueño de sí mismo y no enajenado a otros, como en el capitalismo. Pero ya aquí, el propio desarrollo dialéctico del pensamiento de Guevara trasciende lo histórico concreto del hom bre de la Cuba revolucionaria y amplía su visión al hombre universal, integrado con todos los otros hombres en una gran colectividad armónica y so lidaria llamada humanidad.

Cuando Guevara nos analiza la función del inviduo en los primeros momentos de la guerra revolucio naria; el proceso de proletarización del pensamien to de los que libraban esa guerra; el papel, la importancia y la razón de ser de la vanguardia re volucionaria respecto a la masa; la incorporación posterior de esta en el proceso, su función cada vez más decisiva y la estrecha interrelación –dia léctica la llama Guevara– entre ella y el dirigente –en el caso de Cuba, Fidel Castro–, en cuanto intérprete cabal de las as-

Page 281: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

281

piraciones colectivas, y tantos otros aspectos del desarrollo revolucionario, lo hace con la veracidad y la autoridad de quien fue uno de los primeros comandantes de las gue rrillas, orientador ideológico de la masa y deposi tario de primerísimas responsabilidades en el go bierno que asumió la tarea de rehacer –casi po dríamos decir que ex novo– la sociedad cubana. Pero también cuando va formando, a través de sus consideraciones críticas sobre lo que es y lo que debe ser, la imagen del hombre nuevo y esta surge esplendorosa, magnífica, uno comprueba que está frente a una posibilidad, frente a algo que ha sido ya realidad, no ante una utopía, ni ante una con cepción del ser humano lleno de adornos llamados «derechos», posible solo en el plano de las abstracciones, como el que surgió de la filoso-fía liberal del siglo xviii. Y se piensa así, porque la existencia del comandante Guevara fue un ascenso constante, una búsqueda ininterrumpida hacia ese perfeccio namiento del hombre nuevo. En otras palabras, él fue verdadera encar-nación de esa imagen humana que surge de las páginas de El socialismo y el hombre en Cuba. Porque el comandante Guevara, hombre de excepción, no criticó nunca lo que no hubiera hecho antes, y no enunció postulados que in-mediatamente no ejemplificara con sus hechos. Por eso es aquí el lugar –creo yo– de transcribir una página cuyo valor extraordinario está, cierta mente, en su vigor revolucionario, en la fuerza aleccionadora de su contenido; pero lo está mucho más en el hecho de haber sido rubricada con la propia sangre de quien la escribió. Es esta:

El revolucionario, motor ideológico de la re volución dentro de su partido, se consume en esa actividad ininterrumpida que no tiene más fin que la muerte, a menos que la construcción se logre en escala mundial. Si su afán de revolucionario se embota cuando las

Page 282: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

282

tareas más apremiantes se ven realizadas a escala local y se olvida el internacionalismo proletario, la revolución que dirige deja de ser una fuerza impulsora y se sume en una cómoda modorra, aprovechada por nuestro enemigo irreconcilia ble, el imperialismo, que gana terreno. El internacionalismo proletario es un deber, pero también es una necesidad revolucionaria.

¿No es esa una síntesis impresionante de lo que fue la vida y también la muerte del comandante Guevara? ¿No es este el principio, la convicción, la fe que dictó al comandante Guevara su carta al comandante Fidel Castro y lo que guió sus pasos desde que salió de Cuba hasta su gloriosa caída en Bolivia? Ni los más romos, ni los más insidio sos, ni los más frenéticos enemigos de la Revolu ción han podido empañar la inmaculada calidad revoluciona-ria de Guevara, ni han logrado misti ficar las motivaciones superiores –en un plano ético– de sus acciones. Nadie ha osado descono cer que su existencia de guerrero tenaz tuvo una innegable ejemplaridad y obedeció fielmente a esta norma escrita junto a la página que he copiado arriba: «Todos los días hay que luchar por que ese amor a la hu-manidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejem plo, de movilización».

No por otra causa dio su vida el comandante Gue vara sino por «ese amor a la humanidad viviente».

EN LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO

La imagen del hombre nuevo es lo que hay que alcan-zar, es hacia donde debe marchar la socie dad revolucionaria en transformación. Pero el punto de partida es otro y no puede dejar de ser ese: es todavía la vieja sociedad en vía

Page 283: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

283

de desapa rición, pero tenaz en sus remanentes. Puede ha berse barrido a las clases de aquella vieja socie dad, como tales; pero es imposible que no subsis tan los seres humanos, cuyos conceptos y valores les fueron inculcados en tal sociedad o los reci bieron heredados de ella. Y aquí no se trata del contrarrevolucionario, elemento consciente que sue ña con el retorno del régimen caído, por afán de rescate de sus intereses o simplemente por de formación dogmática e incapacidad definitiva para abrirse a toda renovación. No. Se trata, al contrario, del mismo que fue víctima como clase y como individuo de la vieja sociedad, que, precisa mente por eso, va a la zaga del todo social, al cual todavía no puede dejar de considerar como si fuera el mismo de antes: aquel frente y contra el cual debe colocarse para sobrevivir. Se trata también del que acepta el cambio o, más todavía, se incorpora a él con entusiasmo, con fe, con el mejor afán de formar parte del proceso transfor mador, pero en quien pesan, consciente o incons cientemente, hábitos y conceptos heredados, que limitan su acción y velan su concepción del hecho revolucionario. Es a ese elemento humano, «actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo», al que el comandan te Guevara sitúa como «cualidad de no hecho, de producto no acabado».

En esto, como en tantas otras cosas, uno puede hallar cómo coinciden dos pensamientos revolu cionarios, cuando nacen de hombres superiores que han pasado por sus respectivas experiencias, también revolucionarias. Es decir, cómo de esas experiencias pueden derivarse prin-cipios o tesis que, junto con su nueva validez doctrinaria, tienen otra de carácter universal. Así, sobre el tema del punto de partida en la construcción del socialismo, Lenin decía: «Podemos (y debemos) emprender la construcción del socialismo no con un material humano fantástico ni especialmente creado por nosotros, sino con el que nos

Page 284: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

284

ha dejado como herencia el capitalismo. Ni qué decir tiene que esto es muy difícil, pero cualquier otro modo de abordar el problema es tan poco serio que no merece la pena hablar de ello».2

El comandante Guevara, al situar al individuo den tro de la construcción del socialismo, expresa: «La nueva so-ciedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no solo en la conciencia individual, en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición, con persistencia de las relaciones mercantiles».

Pero esa realidad inelulible –la aceptación del material humano heredado del capitalismo para emprender la cons-trucción del socialismo– no debe confundir, al grado de conducir a un error, contra el cual advierte el comandante Guevara: per sistir en la quimera de realizar el socialismo sobre las mismas bases, «armas melladas», que nos ha legado el capitalismo, es decir, la mercancía como célula: econó-mica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etc. Porque todo ello mantendría a la sociedad girando sobre un ele mento perturbador: el lucro. Lo cual es indicio de que, aunque se hable de socialización de los medios de producción, de la supresión de la ex plotación del hombre por el hombre, de la elimi nación de los pri-vilegios de clase y de otras con quistas verdaderas en el orden formal, queda en la conciencia de los individuos aquel resorte capaz de moverlos insensiblemente hacia actitudes capitalis tas. Es decir, el individuo puede ser un ente ac tuante exteriormente como socialista. Pero su con-ciencia no estará todavía apta para el advenimiento de la

2 «La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo», en Obras escogidas, t. 3, Moscú, Editorial Progreso.

Page 285: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

285

sociedad comunista. En otras palabras, no podrá ser un hombre nuevo.

Este pensamiento nos sitúa inmediatamente frente a otra de las apasionantes cuestiones planteadas por esta obra sin precedentes que realizan las masas cubanas, conducidas por su partido y su excep cional dirigencia, de cuya inmensa columna –en palabras del propio Guevara– es Fidel Cas-tro la cabeza, o sea, la construcción del socialismo, en un país hasta poco antes semicolonizado por el im perialismo, víctima –grado más o grado menos– del subdesarrollo común a los pueblos de América Latina, África y Asia, y, en este caso particular, en las inmediaciones, en lo que el imperialismo había considerado sus propios umbrales. Se trata de cómo movilizar a las masas en la cons trucción de la nueva sociedad, de cuál debe ser el elemento motriz de esa movilización. La respues ta dada por el comandante Guevara a esa cuestión lo coloca radicalmente del otro lado del paralelo, fuera de toda concesión al campo capitalista. En el lado de una nueva ética social o, más bien, de la sola ética social posible, siempre negada por la competencia mercantil –de mayor o menor grado– a que obliga el solo hecho de vivir o sobrevivir en una sociedad capitalista, ya se vendan objetos o pensamientos o fuerza de trabajo o conciencias o enseñanzas o creaciones artísticas o des-cubrimientos científicos. Para el comandante Guevara, pues, el instrumento de movilización de las masas «debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social».

EL HOMBRE LIBERADO DE SU ENAJENACIÓN

Entendemos que es al hecho necesario de tener que vender para sobrevivir, una parte de sí mismo o algo que es

Page 286: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

286

producto de sí mismo, como relación fundamental e im-perativa de la sociedad capita lista, a lo que el comandante Guevara llama «enaje nación». Y de esta es precisamente de la que el hombre se libera por la revolución. Desde luego, es en orden al trabajo en donde la cuestión se plantea más compleja y es en ese orden donde la conciencia del hombre debe experimentar los cam bios más profundos. Se entiende, del hombre to davía no formado dentro de la nueva sociedad, del hombre material humano de la construcción del socialismo, en el concepto de Lenin. La cuestión queda así resuelta por Guevara:

[...] el trabajo debe adquirir una condición nueva; la mercancía hombre cesa de existir y se instala un sis-tema que otorga una cuota por el cumplimiento del deber social. Los medios de producción pertenecen a la sociedad y la máquina es solo la trinchera donde se cum ple el deber. El hombre comienza a liberar su pensamiento del hecho enojoso que supo nía la nece-sidad de satisfacer sus necesida des animales mediante el trabajo. Empieza a verse retratado en su obra y a comprender su magnitud humana a través del objeto creado, del trabajo realizado. Esto ya no entraña dejar una parte de su ser en forma de fuerza de trabajo ven-dida, que no le pertenece más, sino que significa una ema nación de sí mismo, un aporte a la vida en común en que se refleja; el cumplimiento de su deber social.

Tal es, dicho con sus propias palabras, la última y más importante ambición revolucionaria: ver al hombre libera-do de su enajenación. Pero mientras se alcanza esa plena liberación, mientras se llega a la nueva sociedad, mientras se está en la etapa de transición de lo caduco a lo futuro, es necesario que una generación, por lo menos, asuma la responsabilidad de esa transi ción dura, difícil, llena de sacri-

Page 287: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

287

ficios. «El indivi duo de nuestro país» –dice el comandante Guevara– «sabe que la época gloriosa que le toca vivir es de sacrificio», época en que «la tarea del revolucionario de vanguardia es a la vez magní fica y angustiosa». Es aquí donde el heroísmo entra a ser condición del hombre revo-lucionario. Pero, en el concepto de Guevara, el heroísmo cobra una nueva dimensión de permanencia. Él evoca, con admiración, los hechos heroicos de sus com pañeros de la Sierra Maestra, de «la primera épo ca heroica, en la cual se disputaban por lograr un cargo de mayor responsabilidad, de mayor peligro, sin otra satisfacción que el cumplimiento del deber». No es necesario decir aquí que el más heroico en ese enfrentamiento de la responsabilidad y el pe ligro lo fue siempre el propio comandante Guevara. Nadie pudo haberlo dicho mejor, ni con más gran deza, ni con palabra que mejor honrara la me moria del compañero físicamente desaparecido, que el comandante Fidel Castro.

Ese heroísmo es el que Guevara quiere ver con vertido en virtud permanente del hombre del fu turo. Él vislumbró a ese hombre cuando vio los actos de heroísmo de los combatientes de la Sierra Maestra o durante la Crisis de Octubre o en los días del ciclón Flora o, agrego, en mil ocasiones más. «Encontrar la fórmula para perpetuar en la vida cotidiana esa actitud heroica, es una de nues tras tareas fundamentales desde el punto de vista ideológico», concreta. Y esa será, indudablemente, la tarea fundamental de todo proceso revoluciona rio, en su etapa de transición y mientras no haya desaparecido de la Tierra el último impe-rialismo, el último capitalismo voraz; mientras los pueblos en autotransformación se vean abocados a la ne cesidad de sobrevivir, tanto a las agresiones arma das, como a los cercos económicos, a los intentos de asfixia. Solo sobre la base de una decisión he roica, como actitud en la vida co-tidiana, sobrevivi rá la Revolución y se realizará a sí misma.

Page 288: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

288

Estas son algunas –no todas– de las reflexiones que en mi espíritu, provocó la lectura de El so cialismo y el hombre en Cuba. Pero ni las escritas, ni muchas más, serían bastantes para presumir ni siquiera de simple glosa del caudal ideológico con tenido en la «balbuceante» carta del comandante Guevara al director del semanario Marcha. Mu-cho, muchísimo menos esto pretende ser una exposi ción, ni una aproximación al pensamiento político y filosófico revolucionario del más grande latino americano de nuestro siglo. Apenas, tal vez, estas notas solo sean una manera de rendir homenaje, conforme a nuestros alcances, a quien es ya el más alto símbolo de la gran rebelión de los pueblos oprimidos del mundo, contra sus opresores his tóricos.

Tomado de Casa de las Américas, no. 46, año VIII, enero-febrero de 1968, pp. 140-143.

Page 289: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

289

CARTA A UN AMIGO

La Habana, 5 de octubre de 1975

Querido Roque:

Durante esta nueva ausencia suya, no me ha escrito, como en las anteriores. Pero no se lo reprocho. Lo imagino inmerso en la lucha re volucionaria de nuestra común Cen-tro América y con muy poco tiempo para escribir cartas. Esto, desde luego, no quiere decir que yo no haya estado en contacto con usted. Casi le diría: con dos de los varios Roque Dalton que integran su personalidad. Por una parte, estuve con aquel de nuestras agradables vela das con Eraclio Zepeda, aquí, en La Habana (¿Lo vio haciendo el papel de Pancho Villa, en la película mexicana sobre John Reed? Está «a todo meter» el cherito Laco) y de nuestro memo-rable ciclo, a tres voces, sobre las mitolo gías indígenas de México, Guatemala y El Sal vador, aquí, en la Casa de las Américas. Este fue el Roque que me vino a la memoria, cuan do leí, en la revista Crisis, su poema «Zdena», en el cual recuerda uno de nuestros celebrados chascarrillos:

Él podría decirte que desnuda lo asustas, que antes de poseerte precisa preguntarte, [como Manuel Galich: «¿Esto es lo mío?» Y que solo te ama cuando la voz burlona de su dios le dice: Sí, anda, tonto.

Page 290: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

290

¡Qué Roque! Siempre el mismo. El mismo con el que sostuvimos aquel mano a mano de chis tes centroamerica-nos, en Varadero, una noche, con los Jurados del Premio Casa como públi co, y del cual, tiempo después, todavía se acordaba David Viñas, como si hubiera sido la famosa payada de Martín Fierro.

Pero también he vuelto a dialogar con usted, como lo hacíamos, largamente, sobre nuestro común drama cen-troamericano. Es decir, he estado en contacto con otro Roque. El revolu cionario admirable, tenaz y lúcido, de excep cional lucidez centroamericana, como fue evi dente cuando la llamada estúpidamente «gue rra del fútbol», el día que nos reunimos usted, el hondureño y yo, para de-plorar, conjunta mente, que todavía nuestros compatriotas centroamericanos se dejaran empujar al fratrici dio, por los grandes gananciosos nativos y extranjeros, como pasaba todos los días, en el siglo xix, hasta que nos dejaron sin patria, con un istmito desvertebrado, operático y san-griento. Fue la revista Alero la que me trajo su mensaje, en el que vuelve a estar usted de cuerpo entero, premonitorio y desgarradoramente franco, como lo ha sido siempre que de hablarle a nuestras patrias (la grande Cen tro América y las cinco chiquitas republiquetas), se trata. Es su terrible «Yo te aviso», tercero de los «Poemas salvadoreños», publi-cados en ese número de la revista:

Patria idéntica a vos misma pasan los años y no rejuveneces deberían dar premios de resistencia por ser [salvadoreño Beethoven era sifilítico y sordo pero ahí está [la Novena Sinfonía en cambio tu ceguera es de juego y tu mudez [de gritería yo volveré yo volveré

Page 291: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

291

no a llevarte la paz sino el ojo del linceel olfato del podencoamor mío con himno nacionalvorazya le comiste el cadáver de don Francisco [Morazán a Honduras y hoy te querés comer a Honduras necesitás bofetones electro-shoks para que despertés a tu verdadera personalidad vos no sos don Rafael Meza Ayau ni el Coronel [Medranohabrá que meterte en la camaa pan de dinamita y agualavativas de coctel Molotov cada quince [minutosy luego nos iremos a la guerra de verdad todos juntospara ver si así como roncas duermes como decía Pedro Infante novia encarnizada mamá que parás el pelo.

Hay algo en este poema suyo, Roque, que me recuerda los de Otto René Castillo, guardando una diferencia, entre usted y él, como poetas, a la cual pienso referirme ensegui-da. Lo que me hace asociarlo con Otto René es la estrecha ligazón entre palabra y acción, que usted ha establecido, al vincular inseparablemente lo que escribe y lo que hace. Su «yo volveré yo volveré» del sexto verso, es más que un verso. Una realidad, con la cual usted ratifica, como revolucionario, lo escrito por el poeta. Y ya que mencioné a Otto René, déjeme contarle algo notable. Precisamente, cuando leía los poe mas de Crisis y los de Alero, me llegó a las manos el libro de poemas de Otto René, que prologan usted y Huberto Alvarado. ¡Como para creer en cosas del

Page 292: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

292

otro mundo! A Otto René lo quemaron vivo, después de capturarlo herido, en 1967, y a Huberto lo asesinaron en la Nochebuena del año pasado, ambos en Gua temala. ¡Y ahora usted! Qué coincidencia o premonición la de ese libro, Informe de una injusticia. Los tres poetas, los tres inte-gérrimos, los tres dados por muertos en su lucha común por liberar a Centro América. No co nozco más bella y trascendente, eterna her mandad.

El paralelismo entre las vidas suya y de Otto René (hasta nacieron el mismo año) es tal, que leyendo su pró-logo, casi un verdadero en sayo sobre la ética del nuevo intelectual centroamericano frente a la revolución, tiene uno la impresión, a ratos, de que se trata de una autobio-grafía. Porque esa adhesión consciente e irrenunciable al compromiso con la revolución, que usted tan notablemente subraya y profun diza en la conducta de Otto René, es la misma suya. Voy a cogerle algunas de las muchas frases que marqué en su prólogo y usted me dirá si no se mira en ellas, como en un espejo:

–«[...] su arrojo, su disposición a asumir las tareas desde el punto de vista de la importan cia revolucionaria de las mismas y no por el peligro personal que pudieran entra-ñar, esa forma joven y a la vez sabia de vivir la militancia comunista como lo que en ningún mo mento puede dejar de ser: un combate que no se detiene nunca».

–«Extrovertido, vital, de personalidad fuerte y simpá-tica [...]. Su afán de vivir intensa y apasionadamente la vida [...] su rica totali dad humana, necesariamente contradictoria con el medio [...] salvarlo del riesgo, que puede propiciarle su muerte admirable, de pa sar a la historia como un san-tón, como uno de esos personajes planos a que nos tiene acostumbrados el apologismo póstumo».

–«[...] la turbulenta mezcla de militancia política y de actividad cultural [...] armoniza eficazmente su sensibilidad poética y su capa cidad de trabajo revolucionario».

Page 293: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

293

–«[...] ejemplifica el más alto nivel de res ponsabilidad del intelectual revolucionario, del creador revolucionario, en la unidad del pensa miento y la práctica».

–«La vida de Otto René Castillo [como la suya, Roque] es algo más que un proceso nor mal de concientización y superación del mili tante político, del intelectual revolucio-nario centroamericano».

–«[...] el poeta es una conducta moral, debe escribir como piensa y vivir como escribe, está comprometido con el pueblo, con sus luchas liberadoras, con la revolución».

–«En aquel ambiente sobrecargado de inocen cias, de buenas intenciones, de desconciertos, de verbosidad, de subdesarrollo, Otto René Castillo participaba como un nuevo tipo de sal vadoreño y un nuevo tipo de guatemal-teco, un nuevo tipo de compatriota y un nuevo tipo de extranjero: como un centroamericano revolu cionario, que al hacer de El Salvador su pa tria –no su segunda patria– comprobaba la identidad de Guatemala con los pueblos opri midos del otro lado de sus fronteras. Esto lo salvó de la retórica simple (literaria y política) y lo puso –junto a un reducido grupo de sal vadoreños– en la vanguardia de las inquietu des revolucionarias de aquella etapa» [vanguar dia en la que está usted, luminosamente, Ro que: la de un nuevo tipo de revolucionario centroamericano].

–«[...] comprendían cada día mejor que la única forma eficaz de luchar por una literatura y por un arte histórica-mente responsables, era combatir al enemigo, al opresor, al restaurador del oscuro pasado».

–«Desde un momento determinado de su vida literaria y política [...] es un ejemplo ascen dente de ruptura con los diversos niveles de la tradición».

–«[...] para quien el impacto cubano ha sido removedor [...] se enrola en la brigada, lo cual suponía en cierta medida el ingreso a la multiforme, polifacética, compleja realidad de la lucha armada latinoamericana». [Sospecho, Roque,

Page 294: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

294

que su actual silencio, al cual aludo el principio de esta carta, tiene mucho que ver con esa «compleja realidad»].

–«De la visión desde fuera y hacia fuera en relación con nuestro destino, los centroameri canos comenzamos a ver hacia adentro de nues tra realidad, de nuestra nacio-nalidad común, de nuestra historia. Esta profundización en nosotros mismos nos hace cobrar una clara visión de la medida en que somos parte vital de la revolución de América Latina y del mun do y nos obliga a instrumentar en concreto nuestros anhelos revolucionarios, nuestros principios conceptuales».

–«A la par de la fidelidad a los principios, de la abnega-ción en aras de vivir el decoro de la actitud revolucionaria indoblegable [...]».

Y por último:–«El ejemplo de consecuencia de Otto René Castillo

[como el suyo] deberá inspirar a los hombres de cultura de Centroamérica para ha cerse cargo de sus duras respon-sabilidades his tóricas».

Le tomé el mayor número de citas posible, Roque, por dos razones: la primera, porque ellas ponen de manifiesto, impresionantemen te, el paralelismo entre las vidas suya y de Otto René, de que le hablé antes; y la segunda, para que su mensaje, tan renovado y ejemplarizantemente revolucio-nario, llegue al mayor núme ro de jóvenes intelectuales de Centroamérica y de más allá. Por si su prólogo no estuviera al alcance de ellos dado lo limitado de la edi ción de Informe de una injusticia (tres mil ejemplares).

Solo me falta aclarar algo, como le prometí. Lo que se refiere a un punto en que el parale lismo deja de ser-lo: es lo relativo a la obra poética suya y de Otto René. De este dice usted: «[...] murió antes de llevar su poesía a la más alta depuración estilística: fue asesinado a los 31 años de edad y hay que decir que la tarea poética se vio obstaculizada finalmente por su entrega total a la lucha revo-

Page 295: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

295

lucionaria». No es su caso, pues si bien su entrega también ha sido total, su poesía sí ha llegado a alcanzar la más alta depuración estilística, como lo de muestran, sin ir más lejos, El turno del ofen dido y Taberna y otros lugares, además de los otros muchos poemas, en verso y en prosa, regados en revistas o, no sé, inéditos, que co nocí por usted mismo, como aquellos breves retratos o miniaturas o camafeos de Bohemia. ¿Re-cuerda? Obra poética a la cual hay que agregar su polémica, pero siempre seria, só lida, y nutrida labor de ensayista. No de balde ha sobrevivido ocho años a Otto René.

Esto es todo, Roque, por ahora, y perdone la lata. Si ha leído hasta el final esta carta, la terminaré como usted terminó la última que me escribió en su anterior ausencia: con un «chas gracias», muy centroamericano. Un abrazo.

M. Galich

P. D. Se me pasó por alto, en el texto, aclarar que algu-na alusión hecha a que se le ha dado por muerto se debe a que por aquí circuló la tonta noticia de que lo habían matado. A esta noticia, de suyo absurda, agregaban no sé qué majaderías de «infiltración», «ejecución» y otras san-deces que, desde luego, nadie que lo conoce podía creer, ni creyó. Usted es de los que no mueren nunca, Roque, y esto no es «retórica simple». Usted lo sabe. Chau y hasta la próxima. Vale.

Tomado de Casa de las Américas, no. 94, año XVI, enero-febrero de 1976, pp. 32-35.

Page 296: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 297: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

VARIOS

Page 298: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 299: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

299

¿EMPEZÓ YA LA «OPERACIÓN CUBA»?

Es evidente que al Departamento de Estado de los Estados Uni dos no le agrada Fidel Castro. Si le agradara le habrían recibido de levita en la estación, como a Anas-tasio Somoza; lo habrían pa seado por la Quinta Avenida, y en coche descubierto y bañado de papel picado, como a Leónidas Trujillo, o lo habrían hecho doctor honoris causa por la Universidad de Columbia, como a Castillo Armas. Y, desde luego, le hubieran he cho mucho daño con todo eso.

En cambio, aconteció con Castro lo que no pasó con aquellos otros gratísimos huéspedes de la Unión. Tres mil personas entusiastas y fer vorosas lo recibieron en la esta-ción de Pensilvania, en Nueva York. Y esto, que no era usual dentro del «sistema americano de vida», que invertía los usos con sagrados y que no era lo progra mado durante la enojosa visita, tampoco ha podido ser del agrado del Departamento de Estado.

Pero, con todo, eso es puramen te episódico. Es apenas indicio. Solo induce a sospecha. Lo que es verdad es que las revistas de Mr. Luce y los diarios de Mr. Hearst ya rompie-ron, al unísono, la muy conocida sinfonía del «comunis mo» infiltrado ahora en Cuba. Y que Mr. Rubotton ya dijo en una de las peligrosas comidas de altos negociantes que la OEA (Or ganización de Estados Americanos) debía inter-venir para evitar que desde unos países (Fidel Castro) se amenazara a otros (Trujillo y Somoza). Intervención, claro está, que iría contra la fiera amenazante y no contra las inocentes e iner mes víctimas. Y como la OEA, quién no lo

Page 300: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

300

sabe, solo es la toga de abogado y la peluca de magis trado que ocultan el grandísimo garrote «anticomunista», en que se apoya el ya hoy valetudinario Tío Samuel, no es difícil interpretar la carambola que ha tirado Mr. Rubotton. A su turno la fueron tirando Mr. Braden, y Mr. Moors Cabot, y Mr. Cabot Lodge, y Mr. Julius Kahn, y muchos místeres más cuando la «operación Gua temala». Como a su turno fueron entrando las cadenas de Luce y de Hearst y la SIP y, aquí está el detalle, la OEA.

O sea que los «pasos» de la «ope ración Guatemala» tie-nen todos los visos de repetirse en la pre sunta «operación Cuba». Solo que parece que esta vez el Intelligence Service de Mr. Allen Dulles ha rectificado dos fallas fundamentales del plan original, que les costó muy buenos sustos a los ejecuto res del «programa», en el primer caso.

El primer error fue haber creído, al principio, que lo de Guatemala, acaecido en 1944, era cualquier merienda de negros de los latinos. Y no repararon, sino hasta 1947, en que aquello era una «revolu ción» que le abrió los ojos al pueblo y las intimidades a los explotadores consorcios bananeros, ferrocarrileros y eléctricos. De allí que ahora aquellos ejecutores se hayan dicho, con muy buen sen-tido estratégico y «anticomunista»: «En la tardanza está el peligro».

El segundo error fue haber des cuidado el frente de la opinión pública latinoamericana, porque creían que no existía. Y de allí el segundo gran susto, cuando vie ron sublevada a tal opinión pú blica en México, Honduras, Pa-namá, Cuba, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, según lo confiesa Mr. Daniel Ja mes en su libro de encargo Tác ticas Rojas en las Américas. Error y susto que pueden explicar nos muy bien lo que en estos momentos se observa en casi toda la América Latina. El re-descubri-miento del «peligro comunista», con acusaciones contra los movi mientos obreros, ilegalizaciones de partidos, clausura

Page 301: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

301

de órganos perio dísticos, enfriamientos diplomáti cos, etcétera. Todo curiosamente sin cronizado y enfatizado, por cierto, en los países que por una u otra razón aparecen como rectores de aquella opinión política latinoame ricana: México, Brasil, Argentina y Uruguay.

Esto hace pensar en que se quie re liquidar al régimen revoluciona rio de Cuba, una vez haya la cer teza de que no habrá ni una sola protesta popular en América Lati na. Por-que en cuanto al punto de vista oficial no hay problema. Pa ra eso está la OEA. Todo se hará, como en el caso Guatemala, previa conferencia y de acuerdo con los tratados de solida-ridad conti nental. Afortunadamente está muy próxima la XI Conferencia Interamericana, que será en Quito, Ecuador. Y que puede convertirse en la segunda Caracas.

Porque la consolidación de la Re volución Cubana no conviene de ninguna manera. Es sumamente irritante que Fidel Castro haya demostrado cómo es posible derri bar, con las armas en la mano, sin licencia previa de la autoridad superior, a un hombre fuerte y grato, por eso mismo, al Depar tamento de Estado. Esto puede resultar contagio-so y si la haza ña empieza a repetirse en el Cari be y se va extendiendo más allá, principiarán a regir los «regímenes revolucionarios». Por recientes experiencias se sabe que estos no se quedan en el cambio de gobernan tes, sino que van más lejos: no gustan de alianzas militares ni son pro-picios para los buenos ne gocios. Dejan a los obreros crear dificultades a las empresas y hablan de absurdas reformas agrarias, buenas para aconsejarse por las Naciones Unidas, pero no para tomarlas en serio allí, por el Sur.

También es irritante que Fidel Castro haya tenido la insolencia de decir, justamente en la propia casa, que contra lo acostumbrado, él no iba a pedir dinero sino equidad en los «términos del intercambio» como dicen los técnicos. ¿Y si aprenden la lección los otros? ¿Y si, como este Castro, todos se ponen a hacer lo que aconsejó aquel «comunista»

Page 302: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

302

para mejor también cubano, que se llamó José Martí?: «El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distri-buya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos».

No se sabe, en fin, qué es lo más irritante. Puede serlo el hecho de que ese Castro haya liquidado el buen ejército instruido por la misión militar. Por cierto que no instruido en cosas militares, como quedó demostrado con su derrota por civiles en armas, sino instruido en las bondades del panamericanismo y en los horrores del «comunismo». Y que ahora se apoye en otro ejército integrado por gente ya muy avivada, que sabe lo que es pueblo, patria, soberanía, suelo, subsuelo, comercio, justicia social, reforma agraria, y tantísimas majaderías más, sumamente perjudiciales. Y lo peor es que también sepa que sus armas sirven para defender esas cosas. ¿Y si también eso se contagia? ¿A dónde vamos a parar?

O puede ser que lo más irritante consista en que el intruso Fidel Castro haya alterado el plan general de estra-tegia política y comercial que estaba en marcha. La susti-tución gradual de los hotentotes uniformados por civiles bien dispuestos y con tantas o más agallas que aquellos. Se trataba de dar un cariz democrático a la cosa y quitar a los «comunistas» un tema de propaganda, cuya veracidad estaba a los ojos de todo el mundo. Pero esto poco a poco y con la menor intervención popular posible o mejor sin ella. Y viene Fidel Castro a echarlo todo a perder. Lo peor es que no oye consejos. Allí sacó con cajas destempladas al buen amigo e insospechable demócrata José Figueres. Es evidente: no se deja convencer por las buenas. Hay que liquidarlo de cualquier modo.

Desde luego, Fidel Castro también ha tomado, por su parte, los necesarios recaudos para que la historia no se repita. Y ha demostrado ser un buen estudioso de esa

Page 303: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

303

historia. Por otra parte, si en 1954 la opinión pública la-tinoamericana se mostró madura y solidaria, hoy lo está mucho más, gracias, entre otras cosas, a los mismos errores de quienes la quisieran inexistente. Y lo más probable es que la «operación Cuba» fracase y que triunfe, por fin, lo que de verdad quieren los pueblos de América Latina: ser libres y soberanos.

Tomado de Propósito, 29 de octubre de 1959.

Page 304: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 305: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

305

CUBA PRESENTA SU TEMARIO

En una nueva afirmación de su temerario coraje revo-lucionario, los cubanos han roto otra tradición consagrada, otro intangible principio del sistema interamericano. Una de esas normas no escritas que constituyen el verdadero andamiaje consuetudinario de dicho sistema. La del acata-miento ciego a las agendas cocinadas de antemano por el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Hasta ahora, había sido este quien decidía los puntos a tratar en cada asamblea del sistema interamericano. Por fórmula se daba a conocer a los cancilleres del Continente el temario, a través del Consejo de la OEA. Pero quedaba sobreentendido que las cancillerías no debían tomar en serio la consulta. Su papel se reducía a aceptar, tal cual, el programa elaborado.

Para la reunión de Costa Rica se siguió, por supuesto, el mismo camino. El temario propuesto contiene, por lo menos, dos puntos aderezados conforme al exigente pala-dar del gobierno norteamericano. El primero y el segundo puntos de la agenda de Costa Rica dan por sentada, dog-máticamente, la agresión al Continente por el comunismo internacional.

Con semejante premisa, evidentemente falsa, y sin admitir una discusión al respecto, se propone el «forta-lecimiento del sistema interamericano». ¿En qué ha de consistir tal «fortalecimiento»? ¿En la firma de más papeles y más declaraciones anticomunistas? No, seguramente. Por una parte, ya está agotada la retórica al respecto. Por la otra,

Page 306: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

306

es este uno de los casos de excepción en que interesa al amo de la OEA que esta cobre operancia.

Toda esa literatura sobre fortalecimientos, coopera-ción, solidaridad, seguridad colectiva, agresiones, infil-traciones, etc., no es más que hojarasca para encubrir los verdaderos propósitos del gobierno imperial. Se trata ahora de crear una fuerza militar, aparentemente interamericana, que actúe como policía, al servicio de los grandes intereses económicos y de los objetivos estratégicos de los Estados Unidos.

Misión primordial de la nueva fuerza tendrá que ser la de agredir a Cuba, para terminar con su Revolución nacional, y la de mantenerse vigilante, a fin de impedir que algún otro pueblo latinoamericano se lance por el camino revolucionario hacia su liberación política y económica, a semejanza del cubano.

No es una coincidencia el hecho de que, precisamente en estos días, estén llegando a la zona del canal de Pana-má, detentada por los Estados Unidos, los más altos jefes militares de las repúblicas americanas. Allí se reunirán en conferencia. Los pundonorosos soldados latinos recibirán órdenes del alto mando yanqui. Lo allí dispuesto recibirá su confirmación formal, gracias al voto disciplinado de los cancilleres convocados para San José de Costa Rica.

Para Cuba no ha pasado inadvertida la descomunal patraña. Conociendo los agresivos alcances del temario de la reunión de Costa Rica, ha desechado este y ha pro-puesto otro. No podemos evitar una sonrisa, cuando nos imaginamos los apuros de los miembros del Consejo de la OEA para tener entre las manos semejante brasa.

En 4 puntos, el temario que los cubanos proponen resume la verdadera historia de las relaciones entre el Sur y el Norte de América: agresiones militares y económicas, control e influencia política, soborno mediante la conce-sión temporal de mercados, cuotas de materias primas y

Page 307: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

307

otras aparentes ventajas económicas, para mantener la desunión entre los pueblos latinoamericanos, etcétera.

Conocida la supeditación incondicional de la mayoría de los miembros de la OEA a los dictados del gobierno norteamericano, no es preciso decir que el proyecto cubano de agenda será desechado por el Consejo de la organización. Pero si otros gobiernos latinoamericanos interpretaran fiel-mente los anhelos de sus pueblos, como los interpreta el de la Revolución Cubana, aprobarían aquel proyecto.

Guatemala, por ejemplo, podría acusar a los Estados Unidos de haber subvertido, por la violencia y la coacción, a un gobierno constitucional, para proteger injustos privi-legios bananeros, en 1954.

Bolivia podría acusar a los Estados Unidos de haberla obligado a desvirtuar y a debilitar una revolución popular, cerrándole o condicionándole el mercado del estaño, a partir de 1952.

Haití podría acusar a los Estados Unidos por haber pa-decido la ocupación de la marinería de este país, desde 1915 hasta 1934, y la imposición de gobernantes que tuvieran, según escribe el autor norteamericano James G. Leyburn, «ductilidad mental suficiente como para que siguieran una po-lítica agradable al Departamento de Estado de Washington».

La República Dominicana podría acusar a los Estados Unidos de haberla ocupado entre 1916 y 1924 y de haberle dejado, como saldo, las tres funestas décadas de la llamada Era de Trujillo.

Nicaragua podría acusar a los Estados Unidos por las dos ocupaciones de la marinería de 1915 a 1925 y de 1926 a 1932 y por haber entronizado a la dinastía de los Somoza.

México podría acusar a los Estados Unidos por el bom-bardeo y ocupación de Veracruz, en 1914, y por sucesivas coacciones y amenazas sobre los gobiernos de Carranza, Obregón, Calles y Cárdenas, en defensa de intereses pe-troleros.

Page 308: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

308

Colombia podría acusar a los Estados Unidos por el atentado contra su integridad territorial, en 1903, y recordar que el primer Roosevelt calificó de «banda de forajidos» al Senado colombiano que negó su aprobación al Tratado canalero Hay-Herrán, en defensa de la soberanía nacional.

Panamá podría acusar a los Estados Unidos por los calamitosos efectos que sobre la economía del país produ-ce la presencia yanqui en la zona del canal y por la injuria que dicha presencia supone para la soberanía y la dignidad panameñas.

Esas y otras muchas acusaciones podrían hacerse en la reunión de Costa Rica, conforme al temario cubano. Sin evocar el terrible siglo xix. Agresiones consumadas, crímenes para los que la Historia no admite la prescrip-ción, ejecutados al amparo de la Doctrina Monroe. Y no fantasmas, como el de la inexistente agresión comunista al Continente.

Tomado de Conducta, no. 38, año I, Buenos Aires, agosto 10 de 1960.

Page 309: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

309

OPERACIÓN PANAMERICANA

No nos referimos a la del presidente Kubitschek, que va para largo, sino al viaje del presidente Eisenhower, que es un hecho y que, según todos los indicios, producirá efec tos inmediatos, casi eléctricos, sobre el Continente y, espe cialmente, sobre el Caribe.

Un comentario de la agencia AFP, fechado el 1ro. de este mes, da cuenta de que «la tensión entre los Estados Unidos y Cuba figurará en el temario de las conversaciones que mantendrá el presidente Eisenhower con los jefes de los gobiernos del Brasil, la Argentina, el Uruguay y Chile».

Esto se sabía en Washington desde que principió a hablarse del viaje del presidente norteamericano. El 9 de enero, la AP anticipó que «quizás el tema del régimen del primer ministro Fidel Castro sea uno de los principales asuntos de las conversaciones privadas que celebrará Ei senhower con los dirigentes de aquellos países».

Por la misma fuente se sabe también –y aún sin ella– que «el Departamento de Estado se ha encontrado bajo una intensa presión del Congreso, así como de intereses comer ciales y financieros de este país (Estados Unidos), para que se adopte una actitud más firme», en relación a Cuba. Nadie ignora la gravitación que aquellos intereses tienen sobre los resultados electorales norteamericanos. Es urgente e indispensable, por lo tanto, satisfacerlos.

Pero acontece que ya no se puede hacer al modo clá-sico, que es como tales intereses lo exigen. Porque como lo

Page 310: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

310

expresó, no sin nostalgia, Thomas E. Morgan, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, «aquel tipo de diplomacia, como nuestra antigua posición de enviar infantes de marina está des-cartado». Es que la civilización, a veces, también se vuelve contra los mismos «civilizadores».

Eliminadas las posibilidades de intervención quedaría la agresión económica, mediante la reducción de cuotas azucareras. Pero sucede que más del 30 % de la producción de azúcar, en Cuba, procede de ingenios norteamericanos, entre ellos los de la American Sugar y los de la United Fruit. El legislador Adam Clyton Power estimó, hace un año en 6 000 millones de dólares las inversiones norteame-ricanas en la Isla, muchos de ellos refinadamente azuca reros.

Las ganancias correspondientes a esos millones reci-bi rían también el golpe contra el azúcar cubano. De allí que, con buen sentido, se haya resuelto no apelar a aquel expediente. El presidente Eisenhower expresó, con gran ha bilidad diplomática, que «las represalias económicas acaba rían por perjudicar más al pueblo cubano que al gobierno de Castro». Es significativo que «el pueblo cu-bano» sea ob jeto, ahora, de una generosa inquietud no manifestada cuando Batista lo masacraba con armamento norteame ricano.

Por otra parte, la agresión, bajo cualquier forma, pon-dría el prestigio de los Estados Unidos, ante la opinión pública latinoamericana, mucho más abajo de donde lo dejó el difunto Foster Dulles. Lo cual también ejerce gra-vitación sobre los resultados electorales de fines de este año. Como que dicho prestigio es uno de los pájaros a cazar con el viaje presidencial.

Si no se decapita a la Revolución Cubana, malo por un lado. Si se la decapita, malo por el otro. Ante semejante brete, han trabajado activamente los ingenios norteame-ricanos. No los azucareros, sino los diplomáticos, y de tal

Page 311: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

311

trabajo ha resultado esta otra Operación Panamericana. En vez de decapitar, asfixiar, con la ayuda de los buenos amigos de abajo y sin ruidosas conferencias.

Ahora bien, para conformar a tales amigos, previa-mente hay que hacer rodar otra cabeza, que toda América desea ver por el suelo. La hermosa cabeza de turco del emplumadísimo Trujillo. ¿Quién objetará esta primera fase de la operación? Ello servirá de precedente para lo de Cuba, aunque, para invocarlo, haya que invertir todas las reglas de la lógica con el auxilio de la diplomacia y la propaganda.

Durante tres décadas, el monarca dominicano se hartó de sangre, pero fue tolerado porque era útil. Ahora es más útil que nunca, porque su cabeza es canjeable por la de Fidel Castro. Es este, pues, el momento de invocar los «principios humanitarios» que importaron un pepino en aquellas tres décadas.

Es tan importante la operación y tan estrecho el brete, que el propio presidente ha tenido que salir a negociar esa especie de «toma y daca». De paso, y para disimular, se ha-blará, en el viaje, de cosas que halaguen la pedantería oficial latina. Por ejemplo, seremos informados y consulta dos, en lo futuro, acerca de la política mundial norteame ricana. Val-dremos tanto como cualquier potencia atómica o sideral.

Mientras Trujillo prepara el equipaje, están ya en San-to Domingo 4 000 marinos norteamericanos «en visita extra oficial de paseo». Su verdadera misión es evitar que el pueblo dominicano tome el poder al faltar el, hasta hoy, eficiente generalísimo. Esto es, sofocar cualquier brote re-volucionario similar al de Cuba. Gobierno provisorio mo-derado y elecciones controladas, tal debe ser la transición prevista por esta otra Operación Panamericana.

Tomado de Conducta, 2 de octubre de 1960.

Page 312: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 313: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

313

¿QUÉ HA SIGNIFICADO PARA TI LA REVOLUCIÓN CUBANA?

En realidad, es inabarcable la respuesta a lo que, para mí, ha significado la Revolución Cubana. Situado ante esa interrogante, no puedo sino responder desde mi doble con-dición de latinoamericano y de guatemal teco. Es claro que podría y debería agregar una calidad más: la de ser humano, la de individuo inmerso en la profundidad de este último cuarto del siglo xx, que tiene proporciones colosales, así en las grandiosas con quistas del hombre, en su capacidad creadora, como en la bestialidad del anti-hombre, en su insania destructora no solo de nuestra especie, sino hasta del mismo planeta que habitamos. Diría, entonces, que la Revolu ción Cubana es una de aquellas conquistas del genio creador del hombre y una gran derrota al maléfico genio des-tructor del anti-hombre.

Pero no pretendo profundizar hasta allí. Me quedo en aquella más mo desta posición de latinoamericano y de guatemalteco. Dualidad que no supone una dicotomía, sino, al contrario, una identidad de ambas cate gorías, la una como integrante inseparable de la otra. De ningún modo, esta –la de guatemalteco– minimizando la perspec-tiva, recortando el horizonte mayor de lo latinoamericano. Hay un gran meridiano, bajo el cual estoy colocado, cuyo trazo inició el puño aplastante de Bolívar; con cluyó la visión profética de Martí y está haciendo realidad vital la Revo lución Cubana. «Nuestra patria es la América», dijo el primero; «Nuestra América», reafirmó el segundo,

Page 314: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

314

y «esta gran humanidad [que] ha dicho ¡basta! y ha echado a andar», dice la Revolución. Es mi meridiano: América Latina y el Caribe. Desde él diré algo de lo que pienso cuando pienso en la Revolución.

Como joven guatemalteco, me inscribí, al nivel ape-nas un poco más que aldeano, entre los que deseábamos recuperar o conquistar para nuestro país y para nuestro pueblo, siquiera dignidad, decoro, ciudadanía, civis mo, al menos. La Guatemala de hace cuatro décadas vivía una postración ominosa y revistaba dentro de la categoría de las seudorrepúblicas mar cadas en la mejilla con el hierro humillante de «bananeras». Mi temprana conciencia de eso y la consiguiente vergüenza de ser humano y de guate-malteco me inscribieron en las filas de quienes quisimos salir –y sali mos de aquello–. Mejor dicho, sacar a nuestra patria, y la sacamos de lo mismo.

Todo ese proceso que va de 1944 a 1954 nos enseñó, a mí, por lo menos, dos cosas: que el rescate no podía ser definitivo, como no lo fue, mientras estuviera viva la causa última y aplastante de nuestra postración, igual o similar a la de casi toda nuestra América –en aquel tiempo–, y que con solo divinas abstracciones como las mencionadas «dignidad», «deco ro», «ciudadanía», «civismo» y otras no podíamos realizar el ansiado rescate definitivo. En suma, fui aprendiendo, con la experiencia, que la lucha no debía librarse solo al nivel ligeramente más que aldeano, sino integralmente latinoamericano; que esa lucha debía tener como objetivo estratégico y último, no los pequeños objeti-vos locales, tácticos ciertamente, sino la gran causa última: el imperialismo, y que al idealis mo de las «divinas palabras» debía sobreponer una ideología que me señalara el camino correcto para penetrar en la entraña verdadera de aquella lucha. Y ella fue el marxismo-leninismo. Esta clarificación se operó en mí, entre 1944 y 1954.

Page 315: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

315

Pero, en el último de los mencionados años, el impe-rialismo aplastó nuestro intento reivindicador. Guatemala fue invadida y el viejo hierro candente le fue nuevamente marcado en la mejilla, con dolorosos agra vantes. Grado más o grado menos, lo mismo pasó, entre 1954 y 1956, con otros que intentaron encontrar rutas de pueblo, de autodefensa eco nómica, de no supeditación política, de palabra propia, nacional. No estoy diciendo necesaria-mente revolucionarios. Sino, al menos, respe tuosos de mí mismo. Desligados de los hilos del gran titiritero. Pienso en la Bolivia del efímero intento nacionalista de 1952; en el Brasil de Getúlio, suicidado en 1954, o en la Argentina del justicialismo, derrocado en 1955. En 1956, parecía que, tras ciento treintitrés años de monroísmo y sesentiséis de panamericanismo, América Latina estaba, por fin, dentro del puño del «destino manifiesto», definitiva, irredenta, íntegramente. Eisenhower reunió a los presidentes de las entonces veinte repúblicas latinoamericanas y les impuso el collar humillante de la sumisión, que se llamó «de la de-mocracia» y que era de oro y diamantes. Ellos, orgullosos. Pero, ¿y los pueblos? Parecía que el destino de América Latina estaba irremediablemente trazado: éramos provincia del imperio.

Fue entonces cuando se produjo el desembarco del Granma. No fue solo una hazaña de héroes multiplicada una y cien veces en la guerra contra la tiranía batistiana, desde la Sierra Maestra. Fue el principio de una nueva era histórica para nosotros, los latinoamericanos. Pienso, y así lo he repetido muchas veces en mi cátedra de Historia de América Latina, en la Universidad de La Habana, que nuestros pueblos solo han conocido dos grandes períodos en su devenir histórico: uno, aquel mu tilado brutalmente en los siglos xvi y xvii por la irrupción inmisericorde de las entonces potencias colonialistas europeas, que respondían a los imperativos del naciente capitalismo y con la cual

Page 316: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

316

terminó la vida autó noma de nuestros aborígenes. Y otro, el de la dependencia de las metró polis, cuyas formas y amos variaron, desde la anacrónica dominación luso-española hasta el moderno salvajismo del neocolonialismo yanqui, entre mediados del siglo xix y las postrimerías de este, con el interregno dominador del «imperialismo moderno» británico. En otras palabras, nosotros los latinoamericanos y caribeños nunca fuimos verdaderamente independientes desde el siglo xvi –y antes no existíamos como tales–, sino víctimas de diversos colonialismos y neocolonialismos, hasta hoy. En su discurso del XXV aniversario del Mon-cada, dijo Fidel Castro, refi riéndose al pueblo cubano, esto, perfectamente aplicable a toda nuestra América:

Nosotros tuvimos también nuestros amos. Tuvieron incluso nuestros antepasados aborígenes sus extermi-nadores; nuestros padres africanos, sus esclavizadores; los descendientes de unos y otros, y también de los amos, sus colonizadores; el pueblo cu bano constitui-do ya como nación, sus neocolonizadores; nuestros obreros y campesinos, sus capitalistas y terratenientes explota dores; nuestra población negra y nuestras mu-jeres, sus discriminadores; nuestros niños, el analfabe-tismo, el hambre y las enfermedades; nuestros adultos, la ignorancia y el desempleo; nuestros ancianos, el desamparo y el olvido.

Ese cuadro terminó para Cuba en 1959. La Revolu-ción hizo de la Isla el «primer territorio libre en América». No fue una consigna. Fue una verdad histórica. Aquí y entonces empezó el tercer gran período para la historia de nuestros pueblos: el de la verdadera independencia. Inde pendencia integral, no formal, ni nominal como en el resto. Veinte años de una lucha, como quizá no se haya visto nunca en los anteriores milenios de vida humana,

Page 317: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

317

han consolidado ya esa verdadera, total inde pendencia. Y aun mucho más: constituyen el inicio de lo que inexora-blemente será el mundo del futuro latinoamericano y caribeño. Futu ro libre verdaderamente de colonialismos y neocolonialismos anacrónicos. Dije al principio que era inabarcable la respuesta justa a la interrogan te de lo que ha significado para mí la Revolución Cubana. He dicho algo de mi pensamiento. Pero este no se deja condensar en unas cuantas pá ginas. Pienso lo anterior como latinoame-ricano y me regocijo de ello, porque estoy absolutamente convencido de su verdad histórica. Como guatemalteco, no puedo sino mirar, en este gran proceso revoluciona rio, la concreción magnificada de lo que alguna vez soñé para Guatema la y –no puedo evitarlo– la derrota monumental del gran malhechor histórico, el imperialismo, que negó a mi pueblo el derecho a vivir libre mente. Y que se lo sigue negando. Cierro este boceto de respuesta re cordando lo que dijo hace algunos años alguien que vio a la Revolu ción Cubana en sus inicios, allá por 1962, expresión que cada día se hace más realidad: «Ver a la Cuba revolucionaria de hoy es como ver a la América Latina del futuro, y ver a la América Latina de hoy es como ver a la Cuba del pasado». Sigo convencido de que la Cuba revolucio naria y socialista prefigura nuestro gran mañana latinoamericano.

Por lo dicho y por mucho más que no alcancé a decir, amo a esta Revo lución. Y la sirvo, si no con la eficiencia que quisiera, sí, al menos, con todo el fervor de que soy capaz.

Tomado de Casa de las Américas, no. 111, año XIX, noviembre-diciembre de 1978, pp. 17-19.

Page 318: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 319: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

319

PARA UNA DEFINICIÓN DEL GÉNERO TESTIMONIO

Según las bases del concurso que circularon [...] se entendía dentro de la categoría testimonio «un libro donde se documente, de fuente directa, un aspecto de la realidad latinoamericana actual». De acuerdo con esa definición, el testimonio participa de algunas características del re-portaje, de la narrativa, de la investigación (ensayo) y de la biografía. Pero se diferencia de estas categorías, en los siguientes aspectos:

Del reportaje: porque excede las dimensiones de este, en cuanto se trata de un libro, y no de un trabajo des-tinado a alguna publicación periódica (diario, revista); obra autónoma, que vive por sí misma y no a través de una de aquellas publicaciones; donde la temática está tratada con amplitud y profundidad mucho mayores, destinada a perdurar más allá de la existencia efímera de los trabajos puramente periodísticos y que, por eso mismo, exige una superior calidad literaria.

De la narrativa: porque, aunque su objeto es relatar hechos protagonizados por personajes literariamente construidos y animados, dada la estricta objetividad y fidelidad respecto a la realidad que el testimonio enfoca, descarta la ficción, que constituye uno de los elementos de creación en la narrativa, como en la novela y el cuento.

Page 320: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

320

De la investigación: en un sentido lato, porque el necesario contacto directo del autor con el objeto de su indagación (el protagonista o los protagonistas y su medio ambien-te) exige que aquel objeto esté constituido por hechos o personas vivos, es decir, no se trata de una investigación sobre acontecimientos pasados o ausentes en el espacio, respecto al investigador. Una excepción a esta caracterís-tica es el testimonio retrospectivo, sobre hechos pasados o personajes desaparecidos o ausentes, cuando el autor estuvo en contacto con ellos o indaga, sobre los mismos, con testigos que tuvieron aquel contacto.De la biografía: porque no se trata aquí del recuento de una vida por su interés puramente personal, individual, por sus valores subjetivos y estéticos. En el testimonio, lo biográfico de uno o varios sujetos de indagación debe ubicarse dentro de un contexto social, estar ínti-mamente ligado a él, tipificar un fenómeno colectivo, una clase, una época, un proceso (una dinámica), o un no proceso (un estancamiento, un atraso) de la sociedad o de un grupo o capa característicos, siempre que, por otra parte, sea actual, vigente, dentro de la problemática latinoamericana. Esto no solo no elimina, sino incluye, el posible testimonio autobiográfico.

En tal sentido, los métodos más adecuados para el acopio del material que constituirá el testimonio son: la entrevista (individual), la encuesta (colectiva), el docu-mento proporcionado por la propia fuente y, comple-mentariamente, la correspondencia y otros testimonios relativos al mismo objeto de la indagación. Los medios técnicos modernos, como la grabación magnetofónica, la fotografía y el cine, son auxiliares de primer orden en la indagación testimonial.

Tomado de Casa de las Américas, no. 200, año XXXVI, julio-septiembre de 1995, pp. 124-125.

Page 321: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

321

PANORÁMICA INDÍGENA

I

Fueron los propios conquistadores los primeros en maravillarse ante la grandiosidad de las ciudades indígenas que encontraron al ascender a la meseta del Anáhuac o al altiplano andino, o ante las obras de ingeniería que cruza-ban las cordilleras imponentes de la aplastante orografía ameri cana. El asombro se escapaba de sus labios a cada paso, a cada avance en las tierras que iban descubriendo y conquistando, y así fue recogido en las páginas de los que escribían cartas de relación, crónicas y relatos. Bernal Díaz del Castillo, el máximo entre los cronistas, fue el in-térprete del estupor de sus compañeros de tropa, frente a la magnificencia de las ciudades mexicanas, especialmente de la primera de ellas, Tenochtitlan. A casi medio siglo de los hechos, ya viejo, aún no había olvidado la impresión:

Y desde que vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua y en tierra firme otras grandes poblaciones, y aquella calzada tan derecha y por un nivel como iba a México, nos quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cúes y edi-ficios que tenían dentro del agua y todos de calicanto. Algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían, si era entre sueños, y no es de maravillar que yo

Page 322: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

322

lo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que pon derar en ello que no sé cómo lo cuente, ver cosas nunca oídas, ni vistas, ni aun soñadas, como veíamos.

Y, en el Perú, Cieza de León, cronista mestizo muy orgulloso de su ascen dencia española, pensaba, ante los caminos de los Incas: «Yo creo que si el emperador [de Es-paña] quisiese hacer construir otro camino real semejante al que va de Quito al Cuzco o al que parte del Cuzco para ir a Chile, a pesar de todo su poder, no podría conseguirlo».

Solo se maravillaban estos y otros cronistas de lo que veían, es decir, de las expresiones materiales de culturas indígenas totalmente inéditas para los que, como Bernal, no eran más que soldados en busca de fortuna. Pero a ellos los acompañaban otros, con más capacidad o con más sensibilidad para las expresiones no materiales, a cuyo estudio se aplicaron apasiona damente, con crecien-te admiración. A esta categoría pertenecieron Las Casas y, sobre todo, Sahagún, justamente considerado como precursor o fundador de la ciencia etnológica. Desde luego, estos fueron hombres de excepción, pues la regla general fue la otra, la de los clérigos fanáticos y sectarios que atribuían las obras de arte o los precisos calendarios a obra del demonio, como los soldados pensaban que las ciudades deslumbrantes eran «cosas de encantamiento». Afortunadamente, mientras estos des truían una cultura, aquellos la estudiaban y dejaban constancia de ella en libros que son ahora un material científico de primer orden para los inves tigadores de las antiguas civilizaciones nuestras.

Debía pasar mucho tiempo, desde el siglo xvi hasta la segunda mitad del xix, antes de que aquellos documentos ofrecieran a la curiosidad cien tífica el inapreciable y, tal vez, inagotable tesoro de su contenido. En rea lidad, no podían gustar a los cortesanos de Madrid ni a los poten-ciales conquistadores y colonizadores europeos las reve-

Page 323: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

323

laciones contenidas en los manuscritos de cronistas como los mencionados. No eran los elogios a la grandiosidad de las construcciones indias, ni a la buena «policía», según término de época, de las sociedades recién descubiertas, ni a los avanzados conocimientos que sobre materias tan elevadas como la astro nomía y el cómputo del tiempo poseían; no eran esas noticias las más adecuadas para jus-tificar históricamente una guerra continuada de con quista, con sus inevitables etnocidios y sus otras derivaciones como el saqueo, la usurpación, la reducción a esclavitud y servidumbre de grandes masas, etc. Mucho menos gustaban semejantes revelaciones a los ya instalados en la explota-ción de los indios, como los burócratas coloniales y los beneficiarios de encomiendas.

Buena prueba de que el simple reconocimiento de la condición humana de los indios –como tuvo que hacerlo un Papa– y muchísimo más el de la buena organización y notable progreso de algunas de sus sociedades, así como el de sus elevados principios filosóficos y morales, suble-vaban la mentalidad colonizadora del siglo xvi, fueron las reacciones provocadas por alguna legislación de bue-na conciencia imperial, pero de nula eficacia, como las «nuevas leyes» de 1542, que regulaban la encomienda y sancionaban las atrocidades sin nombre de los encomen-deros. Los estallidos fueron de una reveladora violencia contra el mismísimo emperador que había prestado oídos a la prédica humanitaria de un fraile «enajenado». Hubo rebeliones armadas, asesinatos de obispos y de virreyes y hasta in tentos de segregar territorios a la jurisdicción de la Corona, para erigir principados o reinos «independientes», en nombre de la libertad. Tales fueron los casos de los Contreras, en la Capitanía de Guatemala, y de las guerras civiles capitaneadas, en el Perú, por Gonzalo Pizarro. Las injurias vertidas, en memorial a Carlos V, contra Las Casas,

Page 324: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

324

por los encomenderos del Ayuntamiento de Guatemala, son antológicas.

¿Cómo podían los beneficiarios temporales y espiri-tuales de la conquista y colonización de las tierras y los pueblos de América acoger con simpatía y entusiasmo los manuscritos donde se hablaba bien, aunque fuera condi cionadamente a otros fines, políticos o religiosos, de los conquistados y colonizados, y más todavía, de los ya exterminados, que no fueron pocos? De ninguna manera. La verdad prevaleciente, la verdad incontestable debió ser la argumentación de Juan Ginés de Sepúlveda, en su po-lémica contra Las Casas: «¿Qué mayor beneficio y ventaja saludable pudo acaecer a estos bárbaros que el quedar sometidos al imperio de quienes con su pru dencia, virtud y religión los han de convertir de bárbaros y apenas hom-bres, en hombres civilizados en cuanto pueden serlo; de viciosos en honrados y probos; de impíos y siervos de los demonios, en cristianos y adoradores del verdadero Dios de la verdadera religión?». De allí que las crónicas donde se revelara, aunque fuera parcialmente, la verdad objeti-va de los pueblos indios, quedaran inéditas u ocultas en archivos oficiales o conventuales o, sencillamente, fueran destruidas. Cuando llegaron a circular, seguramente no fue mucho, pues lo que ahora llamamos «medios masivos de comuni cación» eran incipientísimos en aquella Europa, y el analfabetismo cundía como las pestes.

II

Pero no se crea que la etnología moderna y las ciencias que le son conexas, en esa disciplina mayor que empieza a llamarse americanística, han de rrotado a Sepúlveda. No fue la independencia política lograda contra España,

Page 325: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

325

tras los triunfos militares de las armas americanas, la que nos independizó integralmente. Con la sobrevivencia del latifundio, sobrevivió la servidumbre, y con esta tenía que sobrevivir el espíritu de Sepúlveda como puntal ideoló-gico de las instituciones heredadas de la Colonia. Vieja aristocracia criolla o nueva clase dominante terrateniente, en indi soluble compadrazgo con la jerarquía católica, se constituyeron en las fuerzas conservadoras del viejo orden social y económico preindependiente, dentro del marco utópico de esquemas republicanos y democrático-representativos, de importación extranjera y de vigencia nula en realidades anacrónicas. Y las masas indias siguie-ron siendo «bárbaros y apenas hombres», a quienes era lícito someter, por decreto de la Naturaleza y sin ofensa a ningún orden de principios, a las formas viejas y nuevas de servidumbre: repartimientos, mitas, pongajes, peonaje, habilitación, huasipungo, tiendas de raya, obras públicas, y anaconas, levas y trabajos for zados, etc. Es entendido, todo ello sin retribución o con retribución ficticia.

Tres siglos de coloniaje habían cambiado totalmente la imagen posible de los indios americanos. La explotación y la miseria a que estuvieron so metidos los habían conver-tido en los ilotas de nuestro Continente. Esa experiencia trisecular demostraba hasta la saciedad que Sepúlveda no había tenido razón; la devastación y la opresión ni entonces y aquí, ni en ningún otro tiempo y lugar, han sido buenos métodos para civilizar. En otras pa labras, el colonialismo es condenable por contrario a la condición humana y al progreso social cuando y donde se produzca. Sin embargo, muchos fueron los que siguieron razonando como Sepúlveda y pocos los que di jeron como Humboldt, en la Nueva España: «¿Cómo se podrá juzgar por estos miserables restos de lo que era un pueblo poderoso y del grado de cultura a que había llegado desde el siglo xii hasta

Page 326: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

326

el xvi, y mucho menos de los progresos intelectuales de que es susceptible? Si algún día no quedasen de la nación francesa o de la alemana sino los pobres del campo, ¿se podría leer en sus fisonomías que pertenecían a los pueblos que han producido los Descartes, los Clairaut, los Kepler y los Leibniz?». Esa verdad más que palpable en tiempos de Humboldt, como en el nuestro, destruye toda tesis sobre la obra civilizadora de la conquista, y le quita todo carácter de «leyenda negra» a las más airadas denuncias de la guerra injusta y del orden colonial. No hay exageración en Las Casas. Hay ver dades de a puño, que pueden fallar en lo adjetivo, las estadísticas, pero no en lo sustantivo, la condenación al crimen de lesa humanidad que han sido y son las guerras de conquista.

Así y todo, ha podido más Sepúlveda que los Las Casas, los Sahagún, los Humboldt y todos los etnólogos modernos. Porque aquel halaga y funda menta los intereses de las clases dominantes de nuestro Continente mes tizo, en tanto que estos cuestionan la legitimidad de sus métodos de expoliación sobre unos veintiocho millones de indios, que hoy se calculan en la América Latina. Es claro que el planteo no puede ser tan simplista. Dentro de las clases dominantes no hay solo explotadores y diezmadores de indios, de esos anacrónicos a quienes se llama «terratenien-tes feudales» por costumbre y porque en tanto en cuanto hacendados exhiben resabios casi medioevales. Hay otros integrantes de las clases dominantes que no extorsionan indios, sino al contrario: se beneficiarían si estos, en vez de ilotas, fueran consumidores. Siempre que esto se lograra mediante un pacífico tránsito «desarrollista». De ninguna manera si el paso tiene que ser el otro: el violento que se llama revolución. En esa alternativa, prefieren el statu quo, el establishment, el orden establecido. Doctrina que los propios terratenientes de Guatemala, uno de los peores campos de con centración de la ignominia a horcajadas

Page 327: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

327

sobre el indio, enuncian así: «Mejor, machete, estate en tu vaina». Los indios están bien donde están: «Dios sabe por qué tiene a los sapos bajo las piedras».

Los científicos entregados de por vida a las disciplinas americanísticas en este siglo, y sus ilustres precursores del siglo xix, son los que han hecho revivir los testimonios del xvi y, en menor número, del xvii, españoles y mestizos, y más todavía, han empezado a hacer hablar a los códices indios anteriores o casi contemporáneos a la conquista. Es decir, usando la afor tunada frase de León Portilla, han develado la «visión de los vencidos», para no atenerse solo a la visión de los vencedores. Desde luego, el men saje de las sociedades indias desaparecidas o sojuzgadas, directo o a través de sus dominadores, no ha sido solo el escrito, sino el revelado por otras fuentes como la arqueología, en primer lugar, la antropología y la lingüística. La ciencia no tendrá cómo reconocer el mérito de esos inves tigadores, al reconstruir, o casi, maravillosos mundos desaparecidos u olvidados, y redescubrir civilizaciones negadas; al incor-porarlas al acerbo de la humanidad, junto a las del remoto Oriente o a las de la vieja Europa.

Sin embargo, hay algo inquietante, y es que todo lo que los científicos van descombrando, en sentido material y en el figurado, de las antigüedades americanas, solo ellos lo saben. O, fuera de ellos, muy pocos. Sus libros, sus revistas y su lenguaje son «especializados», y, por consiguiente, solo accesibles para los especialistas. Esto puede ser el fenómeno común a todas las ciencias y altas técnicas. Un tratado de electrónica no puede popularizarse como una novela policial. Pero es que en el caso de las ciencias ame-ricanísticas, concurre una circunstancia. Vinculado a ellas, estrecha, indisolublemente unido a ellas, está un problema social grave. No se trata solo de una especulación científica. Como la medicina, por ejemplo, la americanística también debe ser ciencia aplicada, en el orden social, para encarar

Page 328: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

328

el problema más agudo de cuantos gravitan sobre Nuestra América, quizá el que con más fuerza determina nuestro llamado subdesarrollo. Casi medio milenio demuestra que la receta de Sepúlveda es empírica e ineficaz. Hace un siglo, un hombre de talla gigantesca en el Río de la Plata, por su obra de estadista y escritor, lanzó otra receta más radical que la de Sepúlveda, aprendida de los Estados Unidos: el etnocidio. Fue Domingo Faustino Sarmiento, quien pro-clamó: «Nada ha de ser comparado con las ventajas de la extinción de las tribus salvajes», preci samente cuando, en otra latitud latinoamericana, otro coloso reafirmaba or-gullosamente su condición de indio zapoteca y fusilaba a un Hapsburgo rubio: Benito Juárez. La receta de Sarmiento, como la de Sepúlveda, ha estado a prueba también, y lo sigue estando. Y, por lo que se ve, también es empírica e ineficaz. La ciencia tendrá, por fin, que decir su palabra y orientar la acción de la política.

III

El asombro de los primeros y también los últimos europeos que pudieron ver a las sociedades indias más adelantadas, se debió ciertamente a que las realidades visi-bles e invisibles, es decir, las realizaciones materiales y los procedimientos técnicos, tanto como los conocimientos científicos, las concepciones cosmogónicas, el pensamiento filosófico y los principios étnicos y jurídicos de aquellas sociedades, tenían grandiosidad, perfección, profundidad y dignidad propias, y bastantes para asombrar a cualquier espíritu no prejuiciado. Pero, precisamente, por tratarse de hombres do blemente prejuiciados, el asombro subió a los planos de la perplejidad. El primer prejuicio de los hombres del siglo xvi que vinieron a nuestro Continente era el del

Page 329: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

329

europeo de su tiempo, especialmente el ibérico, im buido en los conceptos que impulsaron su larga lucha contra los moros: no hay otra civilización que la nuestra, no hay otro idioma perfecto que el nuestro, no hay otro Dios que el nuestro, no hay otra religión verdadera que la nuestra, no hay otro monarca que el nuestro. Por consiguiente, el otro prejuicio era como el envés de la tela: todos los otros pueblos son bárbaros, idólatras, ignorantes, analfabetos, inferiores, casi zoológicos. Hay, por tanto, un «destino manifiesto» en nosotros y en ellos. Podemos y debemos sojuzgarlos y reducirlos a nuestra servidumbre, para res-catar sus almas de la condenación eterna y elevarlos a la condición humana. Desde luego, este segundo prejuicio venía abonado con los primeros re latos de los navegantes iniciales, incluyendo al propio Colón y a otros fantasiosos como el inglés Raleigh: los americanos –no era todavía el léxico, desde luego– tienen cola, cabeza de perro o no tienen cabeza, tienen los ojos en el pecho, se alimentan de carne humana, son sodomitas, veneran al diablo, etcétera.

Al chocar esos prejuicios contra una realidad comple-tamente diferente, la admiración de quienes estaban en condiciones de ver esa realidad fue mayor. Y así lo dijeron. Pero la fuerza del doble prejuicio era superior a aquella realidad. De allí que, al lado del testimonio admirativo de los soldados, esté presente la necesidad de la guerra de destrucción que es taban llevando a cabo, como al lado de la aguda observación del catequizador, la misión divina de sacar a esas almas –indudablemente buenas– de «su gentilidad». Esto en el mejor de los casos.

De todos modos, fue evidente a los ojos de los con-quistadores y primeros colonizadores, a medida que el co-nocimiento de un nuevo Continente se ampliaba, el hecho de que había en él una variedad de niveles, tan amplia y tan matizada como las franjas del arcoíris. Había ciertamente grupos, bandas, hordas, clanes, y hasta tribus, como quiera

Page 330: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

330

llamárseles, en un estadio muy primitivo, casi colindante con el del hombre más antiguo, de las más remotas eda-des, la de piedra quizá; y había, en cambio, sociedades de una organización tal y con adelantos tales, que podían compararse a las europeas y, en determinados aspectos, superarlas. Sahagún, por ejemplo, tuvo la temeridad de decirlo, y por ello su obra monumental, Historia general de las cosas de Nueva España, fue sepultada mucho antes de que lo fuera él físicamente.

Los hombres del siglo xvi que conocieron a nuestras sociedades pensaron que siempre habían sido así, que así exactamente habían sido creadas, no aquí en este Continen-te, sino en Asia, posiblemente en Israel, de donde habían emigrado con todo su bagaje cultural, y en otras partes, de donde habían venido tan desnudos y embijados como entonces se encontraban. Pero los propios indios, es decir, sus tlacuilos o sus amautas o, en fin, sus sabios-sacerdotes sabían que no. Leyendo a estos y «buceando» bajo tierra, los sabios de hoy también saben que no. Saben que, en el tiempo, atrás de las sociedades de más altas culturas hay todo un recorrido lento y laborioso de ascenso hacia planos cada vez más elevados de la civilización. Que en el momento de la irrupción europea, unas sociedades habían cami nado más que otras, pero que todas habían pasado y tenían que pasar por las mismas etapas y que, de no ser un corte brutal como la propia con quista, la ruta del progreso sería interminable y el avance no cesaría nunca, como acontece con toda la Humanidad. Pues ningún mo-mento de esta es estático, no se queda así para siempre, ni ha sido así siempre.

Page 331: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

331

IV

Todavía no se sabe todo lo que hay que saber sobre los pueblos preco lombinos y sobre sus etapas evolutivas. Pero es un hecho que en las dos o tres últimas décadas se ha logrado averiguar mucho más de ellas que en todos los siglos pasados, desde su conquista por los europeos. Con ser bastante, ese es, sin embargo, un conocimiento «provisional», pues muchas de sus conclusiones solo están fundamentadas en bases tan are nosas como la hipótesis, y todavía la fijación cronológica no es definitiva, no es lo suficientemente penetrante en el pasado para decir su úl-tima palabra, dicho sea sin desconocer el gran avance que, a este respecto, representa el radiocarbono o Carbono 14, v. g. Sucede así que los límites cronológicos se rompen o se rectifican de una década a otra, o menos, y que hipó-tesis sobre orígenes o influencias de grupos humanos o de rasgos culturales se descartan o se confirman. Tal es ahora, y seguramente será por mucho tiempo, la vitalidad de la americanística. Sucede con esta dis ciplina científica lo que ya sentía Pedro Mártir de Anglería, cuando redac-taba, en España, sus Décadas del Nuevo Mundo: «Al modo que cortándole la cabeza a la hidra se septuplicaba, así a mí, cuando acabo una narración se me vienen otras. Pensaba yo haber cerrado ya la puerta a los asuntos de México, cuando he aquí que llegando otro enviado, me veo precisado a abrirla de nuevo».

Eso pueden decir, por ejemplo, los investigadores del origen del hombre americano. Hace poco tiempo, todavía era casi inobjetable la tesis de Rivet, según la cual la edad máxima de nosotros, los habitantes de este Conti nente, era de veinte mil años. Nuestros más remotos antepasados habrían pasado «a este lado», desde Asia, por el estrecho de Behring. Ahora la cosa cambia. Ellos pasaron en dos oleadas migratorias durante el cuarto y último glacial del

Page 332: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

332

Pleistoceno, y no por el agua, sino por un puente de tierra, hoy llamado Beringia, que dejaba al descubierto grandes regre siones o bajas del nivel de las aguas. Esas regresiones tuvieron lugar hace cincuenta o cuarenta mil años, la primera, y entre veintiocho o diez mil, la segunda. Entonces pasó el hombre, a pie, por tierra, para repartirse en el resto del Continente. ¿Cómo? Ciertamente muy despacio y no en forma continuada. Los glaciales cubrían de hielo casi todo el hemisferio norte, y había que esperar la apertura de corredores por entre aquel in menso capacete. Ello sucedió en tres ocasiones: hace de cincuenta a cuarenta mil años, de veintiocho a veinticinco mil y de trece a diez mil. Imaginamos a esos antepasados nuestros, sin más protección contra el frío de los glaciales que las pieles de los animales que cazaban. Cacería tanto más difícil cuanto que aún, hasta donde se sabe, no usaban puntas de pro-yectil. Así se batirían con la fauna del hemisferio norte, con mamuts, con mastodontes, con tigres dientes de sable, con osos, con bisontes, o perse guirían camellos, perezosos gigantes, caballos, tapires, cerdos, perros y tortugas para comer. Muchos de estos inmigrantes siguieron hacia el Sur buscando las latitudes medias, a donde no llegaban los glaciales. Aquella fauna fue extinguiéndose.

Pero ya unos diez mil años antes de nuestra era, em-pezaron a usarse las puntas de proyectil, posiblemente traídas de Asia, las primeras, y aquí se perfeccionarían al hacerlas acanaladas. Quién sabe si esta fue la pri mera invención netamente americana. En su avance al Sur, estos primeros cazadores irían encontrando otra fauna: milodontes, glyptodontes, otros perezosos, auquénidos y otros menores. Los animales también viajaban: de cin-cuenticuatro especies, cuarentiocho vinieron de Asia a América y seis emigraron de América a Asia. Es lo que dice, hasta hoy, la paleon tología. De todos modos, somos mucho más viejos que como nos creía Rivet, aunque la vida

Page 333: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

333

era realmente dura. Los cambios de clima obligaban a las constantes readaptaciones, desde que se retiró el último glacial. En otras palabras, los americanos empezaron a ser autodidactas, a crear sus propias formas de cultura. Muy trabajosamente. Como que los cam bios no fueron muchos hasta hace unos siete mil años. Salvo que hayan usado el hueso y la madera, materiales no perdurables, sabemos que la materia prima de aquellos hombres tan antiguos fue la piedra, como lo dicen sus hachas, natu-ralmente toscas. Así fueron dominando las dis tancias, los climas, la orografía, y quién sabe cuántos obstáculos más. Recorrieron los Estados Unidos hacia el Sur, pasaron por México y Centroamérica y dejaron huellas de su paso por Venezuela (Camare), Perú (Chivatero y Lauricocha), Bolivia (Viscaehani) y Chile (Cueva Fell y Palli Aike), a veces sin puntas de proyectil y a veces con ellas.

Esta fue la iniciación, la etapa párvula de muchos que, miles de años después, llegarían a ser agrónomos, artífices, astrónomos, matemáticos, arquitectos, pintores, escultores, historiadores, magos, poetas y hasta im perialistas. Es de pensar que los más aprovechados, los que más rápida-mente, o menos lentamente, salieron de tal etapa, fueron los que antes pudieron asentarse en un sitio. Tampoco esto sucedió en un día. Esas «gentes de antes» también comían vegetales, tal cual los encontraban en la Natu-raleza: eran simples recolectores. O bien mariscos, que, asimismo, solo recogían. Pero durante un tiempo que los entendidos llaman altiternal, unos cinco mil quinientos años antes de nuestra era, los cambios climáticos favorecieron la aparición de nuevas especies vegetales, y permitieron a los hombres ser más estables, menos móviles. Siguieron cazando, pero con mejores recursos, gracias a su inteli-gencia e inventiva. Es decir, aumentaron sus conquistas culturales: tendieron trampas y usaron lazos, dardos, arcos y flechas. Era otra cosa. Pero aún hay más: tenían piedras

Page 334: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

334

de moler, con sus manos de piedras, los llamados metates, en México. Esto quiere decir que preparaban alimentos. En un lugar del norte mexicano se encontraron restos de un maíz viejísimo: 4000 o 3000 a. C. Indudable mente esta gente estaba descubriendo la agricultura. Un poco más y la encontramos cultivando calabazas, chile (ají), aguacate (palta) y tal vez otras variedades de maíz y algodón. Esto, por ejemplo, en Tehuacán, Mé xico. Y, no mucho tiempo después, también en la costa peruana. Era ya más seden-taria y mejor organizada, quizá ya tuviera jefes. Sus manos habían adquirido nuevas habilidades: hacía cestos y tejía. Es posible que también «fabricara» redes para la pesca.

Abierta la senda de la agricultura, los antiguos ame-ricanos se lanzaron abiertamente por ella para realizar asombrosos avances, en todos los ór denes. El ritmo del progreso fue más acelerado. Pero no igual en todas partes: cada vez el desarrollo se hizo más inarmónico. Dos regio-nes fueron las cultivadoras de la mayoría de las especies vegetales: México y Guatemala, al Norte, y Perú y Bolivia, al Sur. Los peruanos inventaron, incluso, medio centenar de nuevas plantas, mediante cruce y largos experimentos. Entre ambas regiones hubo ya indudables intercambios, por los istmos que unen a las dos Américas o por mar. La contribución americana a la alimentación del hombre aumentó: maíz, calabazas, frijoles (porotos), chile (ají), agua cate (palta), algodón, tomates, cacao, papa, yuca, oca, achira, etc. Los pueblos del Orinoco y el Amazonas aportaron los tubérculos y el maní. Los del Mississippi, el girasol, en fecha más reciente. Estas primeras civilizaciones se desplazaron hacia la costa del Golfo, en México; hacia las planicies del Norte, en Guatemala y Yucatán, y hacia las tierras altas en el Perú. Las condiciones naturales les impusieron ya una agricultura exten siva, ya una intensiva.

Page 335: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

335

Estos grandes vencedores de obstáculos, descono cedores de la palabra imposible, rellenaron lagos y modificaron el perfil de las montañas: inventaron las chinampas en México y las terrazas o andenes en el Perú. Surgieron las sociedades hidráulicas, que supusieron muchos cambios importantes: un poder central, por ejemplo, que regulara la distribución de las aguas y dirigiera la construcción de las obras de re-gadío. Se insinuaba el Estado y con él la división en clases.

Las distancias entre los pueblos «vanguardia», los me-soamericanos y los andinos, y los «marginales», como hoy se dice, aumentaron cada vez más. Aproximadamente dos mil quinientos años antes de nuestra era, hizo su aparición otra gran conquista, en México, en Ecuador y en el Perú: fue la cerámica. Un verdadero acontecimiento, porque la ciencia americanística ha tenido en los ceramios una fuente de información raramente igualada, para «leer» el pasado de nuestros pueblos en la factura, en las técnicas y los motivos de decoración, en las formas, etc. Por la cerámica se han cono cido también las posibles interrelaciones e influencias entre unos pueblos y otros de nuestra antigüedad, como entre los olmecas de México y los peruanos de Chavín, o en-tre los mayas de El Petén y los ecuatorianos de Cuenca. Es quizá a partir de la vida sedentaria, de la agricultura del maíz y de la aparición de la cerámica, cuando se puede hablar del comienzo de las civilizaciones propiamente dichas. El aumento constante de la po blación fue transformando las originarias aldeas agrícolas, hasta el sur gimiento, bastante avanzado, de las ciudades-Estados y de las integraciones regionales. El primer milenio de nuestra era contempló el apogeo de grandes centros ceremoniales como Teotihua-cán, en México; Tikal, en el Petén guatemalteco; las Huacas del Sol y de la Luna, en Moche, Perú, y Tiahuanaco, en el altiplano del Titicaca.

Page 336: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

336

Ello revela un altísimo desarrollo de la arquitectura monumental. Pero esta, a su vez, de marcado carácter religioso, es la manifestación externa del desarrollo de los cultos religiosos, de los grandes mitos, de las ciencias exactas, de los calendarios y de los observatorios astro-nómicos, como los de Uaxactun, en Guatemala; Copán, en Honduras; Chavín, en la sierra sep tentrional, y Nazca, en la costa meridional del Perú. Los sudamericanos fueron extraordinarios maestros de la manufactura artística textil y ense ñaron a los mesoamericanos el uso de los metales. Los orífices colom bianos fueron únicos.

Pocos años de nuestro milenio, unos doscientos, de-bieron pasar para que aparecieran los dos grandes pueblos dominadores de la América precolombiana: los aztecas en el Anáhuac y los incas en el Cuzco. Por su parte, los mayas extendieron su cultura por Yucatán, Centroamérica y la costa del Pacífico sudamericano. Los dominadores aztecas recibieron una rica herencia cultural de sus antecesores y parientes náhuatls, los toltecas; los incas aprendieron mu-cho, en cuanto a cultura, de los chimúes de la gran urbe Chan Chan, a quienes dominaron, y los viejos mayas fueron remozados por toltecas migratorios y erigieron los grandes centros cere moniales de Chichén Itxa, Uxmal y Mayapan.

Imperios militares y políticos o expansiones cultura-les, religiosas y lingüísticas son propios de los siglos xiii, xiv y xvi. Grandes familias étnicas como los caribes, los arawacos y los tupi-guaranís, con un rezago cuyas causas no podemos determinar, se desplazaban desde algunos milenios antes, en largas caminatas, de las cuencas del Paraná, del San Francisco, del Amazonas y del Orinoco, hacia el noroeste sudamericano, las Antillas y la Florida. Fueron estos los que tuvieron el primer contacto con los europeos, los primeros calumniados con la antropología fantástica que mencioné antes y los primeros exterminados de raíz por la vorágine con quistadora.

Page 337: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

337

V

A la par que una alta jerarquía política, militar y re-ligiosa ejercía su do minio sobre grandes masas rurales tributarias y enviaba sus «quintas columnas» o avanzadas y después sus ejércitos para el sometimiento de otros pueblos; que las artes escultóricas, pictóricas y arquitectó-nicas se desligaban poco a poco de su identidad religiosa y surgían grandes obras como las fortalezas, las calzadas, los canales, los puentes colgantes y los acueductos; que el urbanismo se hacía más complejo y la especialización laboral dividía las ciudades en barrios artesanales, y que los depo sitarios del saber perfeccionaban las ciencias y la filosofía, y las enseñaban en grandes escuelas, como el Calmecac y el Telpochcalli, de México, o el Yachay huasi y el Aclla huasi, del Perú, para perpetuar los conocimientos y formar las futuras jerarquías religiosas, militares, políticas e intelectuales del Estado, se desarrollaba el arte de la es-critura jeroglífica.

De las civilizaciones náhuatls mexicanas y de otras de la misma región, como los mixtecos y los tarascos, y de los mayas de Yucatán y Guatemala, existe evidencia concreta de sus sistemas de escritura y numeración y de los libros que hicieron gracias a técnicas avanzadas en la fabricación de papel. La escritura jeroglífica mesoamericana puede datar del primer milenio de nuestra era, entre los años 300 y 900 de la misma. De las civi lizaciones andinas todavía no se puede ser tan categórico, pero todas las posibilidades apuntan hacia la existencia de una escritura jeroglífica aún no plenamente descifrada. Se conocen, desde luego, los quipus, esas cuerdas de colores con nudos, donde expertos quipucamayocs podían leer cantidades por un sistema decimal o rememorar hechos históricos. Pero, además de eso, hace tiempo que se sospecha un sistema de transmisión diferente,

Page 338: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

338

por medio de pallares, de origen mochica y, justamente en el Año Internacional del Libro, Victoria de la Jara ha presentado las primeras lecturas de los jeroglíficos pintados en los keros o vasos de madera incaicos.

Hay dos leyendas peruanas que tienen relación con la escritura preco lombina. Según una de ellas, recogida por el cronista Montesinos, los antecesores de los incas escribían en piedras y en hojas de árboles. Su brayo esto último porque podría ser eso un principio de libro, como entre los me-soamericanos. Un amauta, un sabio –sigue Montesinos–, habría sido quemado por inventar algunos nuevos signos. Como en otra parte he dicho: «esto suena muy inquisitorial para que sea posible en nuestras antiguas civilizaciones. Ellas no castigaron la sabiduría en la hoguera». Según la otra tradición, el gran Inca Pachacutec habría reunido en el Cuzco «un congreso de historiadores» de las provin-cias, con cuyos informes fueron escritos los «tablones de Puquin-Cancha», que, según Victoria de la Jara, todavía existen en alguna parte.

Volvamos al principio. Fue la existencia de los libros mesoamericanos y de los quipus y keros peruanos algo de lo que más maravilló a los con quistadores y catequizadores del siglo xvi. La mayoría de ellos, como los obispos Zumárra-ga y Sandoval, de México, y Diego de Landa, de Yucatán, hicieron lo que el califa Omar, en Alejandría: quemaron sin contemplación cuanto libro en caracteres jeroglíficos tuvieron a mano. Algo similar pasó con los quipus y los keros. «[...] los extirpadores de idolatrías» dice Victoria de la Jara– «mandaban quemar los keros, los tejidos y los quipus, porque en estos tres elementos se encontraba la historia de ese pueblo al que querían destruirle la conciencia de su pasado».

Afortunadamente, la destrucción no fue total. Primero, porque algunos libros prehispánicos, aunque muy pocos, se salvaban de las hogueras, encendidas por los emisarios del

Page 339: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

339

único Dios verdadero, para salvar a los indios de la hoguera máxima, la del Infierno; y, segundo, porque los cro nistas de que hablé dejaron sus inapreciables testimonios, y algunos des cendientes de los viejos tlacuilos y maestros en el arte de la escritura pudieron rehacer o recontar lo que estaba escrito en los libros desa parecidos.

Como homenaje a todos ellos, en el Año Internacio-nal del Libro, la Casa de las Américas ha querido reditar el valioso ensayo de Ignacio Márquez Rodiles, que si-gue; recoger fidedignos testimonios de los cronistas del siglo xvi, y del historiador del xviii, Clavijero, y completar la información sobre los libros indios con tres apéndices que consideramos de interés para el lector.

Tomado de El libro precolombino, selección de textos y notas de Manuel Galich, Casa de las Américas,

1974, pp. 7-16.

Page 340: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 341: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

341

EL PRIMER PERSONAJE DEL TEATRO LATINOAMERICANO

I

El centro geográfico de la vigorosa cultura ná huatl fue, como lo dice la palabra, el Anáhuac, es de cir, el Valle de México, y a su esplendor contribuye ron, sucesiva y no exclusivamente, teotihuacanos, toltecas y aztecas. Otras naciones, como la tlaxcalteca y la tezcocana, también enri-quecieron aquella cultu ra, además de lejanas influencias de orígenes diver sos. Por ejemplo, la olmeca. A su vez, dicha cultura irradió en un ámbito amplísimo, que comprendió to da la costa sudoccidental del Istmo de Centroamérica, a través de la costa del Pacífico, por lo menos hasta el noroeste de Panamá y penetró, por otra par te, en Yucatán y Guatemala, hace unos mil años, pa ra influir profunda-mente en la otra gran cultura me soamericana: la maya. Precisamente, al ámbito cultu ral bajo la influencia de ambas culturas, la náhuatl y la maya, es a lo que los etnólogos y arqueólogos lla man Mesoamérica. El «imperio cultural» de Quetzal coatl, en expresión de Laurette Sejourné.

Hasta hoy, los límites geográficos de la influencia cul-tural mesoamericana son imprecisables. Por un lado, la lingüística moderna ha establecido un vínculo idio mático originario, por lo menos desde el estado nor teamericano de Idaho, hasta Nicaragua y Costa Rica (Guanacaste). El cronista Joseph de Acosta, uno de los notables precursores de las ciencias etnológicas, que alcanzó a estar en contacto con los restos de las culturas precolombinas de nuestra

Page 342: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

342

América, durante tres lustros (1571-1587), anticipó algo de lo que hoy viene a descubrir la lingüística: «Poco ha que se ha descubierto gran tierra que llaman el Nuevo México, donde dicen hay mucha gente y hablan la lengua me xicana». De otro lado, la arqueología de las últimas dé-cadas cree haber detectado influencias mayas, por ejemplo, en el Ecuador y hasta en Chile. Esto pa rece exagerado al no especialista, pero no al que co noce, aunque sea un poco, del asombroso «poder biodinámico» (expresión del arqueólogo argentino Juan Schobinher) que caracterizó a nuestros antepa sados indígenas. Hay que advertir, de paso, que, co mo lo certifica la arqueología moderna, los mesoamericanos no fueron los únicos dadores de cultura y los centro y sudamericanos los receptores, pues tam bién se produjo el proceso inverso. Es decir, el de irradiación cultural sudamericana (arauacos, caribes y chibchas) hacia Mesoamérica y las Antillas, según testimonian aportes como las terrazas de cultivo, la orfebrería, la papa, el taba-co y el asombroso periplo arauaco desde el Mato Grosso brasileño hasta las Ba hamas y, posiblemente, la Florida, pasando por las Anti llas menores y mayores, donde ense-ñaron agricultura y alfarería.

Por alguna razón, uno de los centros más florecientes surgidos de las migraciones mexicanas precolombinas fue el ubicado en Nicaragua, en la región de los dos grandes lagos, el Xolotlán y el Cocibolca, después lla mados de Managua y de Nicaragua, respectivamente, términos mexi-canos los cuatro. El famoso viajero, arqueólogo y diplomá-tico norteamericano de hace siglo y medio, George Squier, «segundo descubridor» de la Nicaragua precolombina, dijo que una de las «colonias mexicanas» (tenía que ser esa su terminología favorita), la de Nicaragua:

Medía su territorio menos de cien millas de largo, por veinticinco de ancho, pero se conservaban aquí la misma

Page 343: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

343

lengua y las mismas instituciones sociales, practicán-dose los mismos ritos religiosos, de aque llas gentes de su misma raza que moraban a más de dos mil millas de distancia, en las altiplanicies del Anáhuac, y de quienes se hallaban separadas por numerosas y pode-rosas naciones, de diferentes lenguas y organizaciones [alusión a las de origen maya y chibcha, entrecruzadas en Centroamérica].

Squier hizo asombrosos descubrimientos arqueológi cos en la isla Momotombito, del lago de Managua, y en las de Pensacola y Zapatera, del lago de Nicaragua. Allí exploró, describió, dibujó y se llevó valiosas piezas pa ra la Smithsonian Institution y no hizo lo mismo, porque no era posible, con un centro ceremonial, compuesto de un teocalli y varias piedras de sacrificios. Lo impor tante es esta observación del mismo:

No puede dejar de advertirse el parecido que tiene con ciertas cabezas simbólicas del antiguo ritual mexicano [se refiere a una de las dieciséis estatuas por él halladas y clasificadas], y creo podría identificar y comparar todos estos ídolos –como creo haberlo hecho ya con algunos– con las deidades del panteón azteca.

Los primeros en saber, mucho antes, lo que vino a des cubrir Squier fueron, desde luego, los propios indios de Nicaragua que, aún en los días de su conquista por los españoles, «recordaban» (tradición oral generacional, ne-motecnia colectiva) que sus antepasados habían lle gado, en época inmemorial, del Anáhuac. El cronista guatemalteco del siglo xviii fray Francisco Vázquez, al historiar las cosas de su orden en la provincia francis cana del Nombre de Jesús (Goathemala), aporta el argumento etimológico, al decirnos: «Nicaragua es lo mis mo que Nic-Anahuac, aquí están los mexicanos o anahuacos».

Page 344: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

344

El nahualista nicaragüense Carlos Mántica Abaúnza, contemporáneo nuestro, comenta, al res pecto:

La versión de Fray Francisco Vásquez, Nic-Anahuac, es correcta, aun cuando su traducción sea ine xacta. Creo que su sentido literal «aquí el Anáhuac» o «el Anáhuac de aquí», es históricamente válido y demostra ble.

El cronista Fernández de Oviedo, testigo de visu y precursor de la moderna Americanística, como Acosta, supo también lo que vino a descubrir Squier, como lo demuestran algunas citas de sus muchas referencias:

Nicaragua es un grand reyno, de muchas é buenas provincias, é las más dellas anexas a quatro ó cinco lenguas distintas, apartadas é diversas las unas de las otras. La principal es la que llaman de Nicaragua, y es la mesma que hablan en México ó en la Nueva España. [...] Y halléme un día á vér un areyto, que allí llaman mitote [palabra mexicana], é cantar en coro, como los indios suelen hacerlo [...].

Estos desta provincia de Nicoya [hoy el Guanacaste costarricense] [...] su hábito é traje dellos es como el que usan los indios de México é los de León, de Nagrando [o sea León, de Nicaragua], de aquellos ceñideros luengos en torno del cuerpo, é assimes meo coseletes de algodón pintados é sin mangas.

Si para los indios contemporáneos a la conquista de Nicaragua por los españoles, la época en que sus an-tepasados emigraron desde el Anáhuac era impreci sable, empieza a ya no serlo para la Americanística moderna. Una lingüista y un arqueólogo contempo ráneo, Anne Chapman y Frederic Thieck, coinciden en fijar aquella época hacia el

Page 345: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

345

siglo ix de nuestra era. «Unos setecientos años antes de la conquista», dice ella. Mántica es más preciso:

De todas las migraciones nahuas a Nicaragua solo la última es de origen azteca (siglo xvi). Las migra-ciones anteriores son toltecas (siglo xi) y chichime cas (siglo xv), de lengua náhuatl.

II

Solicito indulgencia por lo que puede parecer un recar go de erudición en lo anterior. No es esa mi afición, ni ha sido mi intención. Pero debía justificar el hecho de que Conjunto escogiera, como modelo de sobreviven cia náhuatl en nuestro teatro actual, no una pieza mexi cana, sino una nicaragüense. Porque El Güegüense o Macho-ratón, cuyo texto ofrecemos, es una pieza ex cepcional y quizá la más preciada del tesoro folclórico nicaragüense. Eso y mucho más que vamos a decir, y que constituye la otra razón para incluirla en nuestro Retablo, a pesar de no ser inédita, ni muchísimo me nos. Aunque sí poco conocida por los no especialistas.

Cuando digo y subrayo: «en nuestro teatro actual», quiero decir más de una cosa. En primer lugar, «nues tro», para nosotros, es lo latinoamericano y del Cari be, como lo hemos reiterado en estas mismas páginas. El Güegüense es, entonces, una de las obras representativas del teatro latinoame ricano y caribeño. Pero es muchísimo más que eso. Es, nada menos, la primera obra, cronológicamente hablando, de ese teatro. Sus orígenes se remontan, por una parte, al teatro precolombino y, por la otra, se complemen-tan con el injerto hispánico, en el primer si glo colonial, el xvi, muy probablemente, o en cualquier otro momento

Page 346: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

346

de aquel período. Obra, pues, del inge nio popular, nacida en nuestro primer mestizaje, mestiza ella misma, mantiene una vigencia ya secular, con servada por transmisión oral y de memoria, gracias a esa prodigiosa facultad desarrollada en los pueblos que aún no conocían la imprenta o hasta los cuales no había llegado este invento, para perpetuar, ¡literalmen te!, las obras literarias de su genio creador. Por lo me nos, el folclorista nicaragüense Francisco Pérez Estra-da pudo transcribir una versión de El Güegüense, se gún el texto representado y presenciado por él, en el pueblo de Catarina, en 1947. Era, pues, hasta enton ces, teatro vivo y no creo que, pese a todo (aludo a la dinastía reinante y asfixiante, desde 1934), haya sucum bido después, si su fuerza es tal que sobrevivió a cuan to ha sufrido el pueblo nicaragüense, desde Gil Gonzá lez Dávila hasta Somoza III. Vitalidad que, por sí misma, es ya un juicio definitivo sobre los valores teatrales in trínsecos de El Güegüense, de mucho mayor poder convincente que el de los críticos, siempre respetable, pero nunca infalible. Porque el del tiempo sí es veredic to inapelable.

Pablo Antonio Cuadra, uno de los más autorizados güe güensistas, y hay muchos, desde Daniel G. Brinton (1882), hasta, por ejemplo, Mántica (1968), sintetiza en feliz imagen la génesis indígena y el proceso de mesti zación del personaje que da nombre a la pieza:

[...] parece llegar a su obra como un ser con existencia anterior a ella, como un tipo que viene del pasado y del pueblo –probablemente un viejo personaje que formó el antiguo y desaparecido teatro abori gen– y salta al escenario del nuevo teatro mestizo y bilingüe y al actuar, también él se mestiza y com pleta en sí mismo el primer boceto satírico del nicaragüense.

Page 347: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

347

Como centroamericano y, por consiguiente, cohere-dero de la tradición folclórica de la que forma parte El Güegüense, me muestro menos modesto que Cuadra. No titubeo en afirmar que se trata del «pri mer boceto satírico del latinoamericano» y no solo del nicaragüense. Porque él es el primer gran perso naje teatral mestizo en nuestra América mestiza, aun que solo lo sea de náhuatl y español y nuestra Améri ca lo sea de aborigen, africano y europeo, sín-tesis que nos da una personalidad cultural propia y genui na. El Güegüense es la primera expresión teatral de esa síntesis o «el primer grito escénico del mestizaje americano», como lo llamó el poeta nicaragüense Al berto Ordóñez Argüello.

El elemento que revela, de entrada, el carácter mesti zo de El Güegüense, para el que tenga la suerte de presenciarlo y, desde que Brinton publicó la primera versión de su texto, de leerlo, es, naturalmente, el len guaje. Se trata de un dia-lecto mezcla de español y náhuatl, semejante al creole o al papiamento, dialec tos franco-antillano y holando-antillano, respectiva mente, que reivindican ya su derecho a poseer una literatura propia. Como una muestra de ese dialecto, transcribo una breve escena, tomada al azar, del tex to original publicado por Brinton, en 1883, que no di fiere en nada del texto del siglo xviii, obtenido por Emilio Álvarez Lejarza, en Catarina, y publicado en Cuaderno del Taller San Lucas (N. 1, 1942):

ALGUACIL. Dios guarde al Señor Gobernador Tastua nes, a sus mensajeros y asociados, los Alcaldes ordinarios de la Santa Hermandad, regidores y no-tarios y depositarios y también a los deudos cer canos del Cabildo Real del Señor Gobernador Tastuanes.

GÜEGÜENSE. Amigo Capitán Alguacil Mayor, de bal de le he pagado, si este ha de ser mi lenguaje, acaso fuera mejor (conseguirme) un libro de ro mance, y me

Page 348: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

348

baste, hombre! recitárselo ahí mis mo, yo solito en su presencia, donde vive Tastua nes.

ALGUACIL. Acaso yo le pueda ofrecer uno, Güegüen se.

GÜEGÜENSE. ¿Y de dónde? Amigo Capitán Al-guacil Mayor. (Aquí entra abruptamente el Gobernador y dice el) Dios lo guarde, Señor Gobernador Tas tuanes.

ALGUACIL. Matateco Dio mispiales Sor. Gobor. Tas tuanes quinimente motales, quinimente mose guan, Alcaldes ordinarios de la Sta. hermandad, regidores y notarios y depositarios. Eguan noche mo Cabildo Real del Sor. Gobor. Tastuanes.

GÜEGÜENSE. Amigo. Capn. Agl. Mor., si de balde le he dado mi dinero, si estos son mis lenguajes aso nesepa negualigua seno libro romance, lichúa re zar escataci, iscala ñonguan iscumbatasi á campaneme Tastuanes.

ALGUACIL. Asaneganeme, Güegüense.

GÜEGÜENSE. Si caria amigo Capn. Algl. Mor [Entra da del gobernador] Matateco mispiales, Sor. Go bor Tastuanes.

La parte en español de esta transcripción corresponde a la traducción de Mántica, la misma que he preferido para esta publicación, por ser, hasta donde conozco, la más reciente, hecha por un especialista en lengua náhuatl.

Pero la presencia indígena no se manifiesta solo a través del dialecto de El Güegüense, sino también en otros ele mentos característicos, no solo del teatro, sino de toda la literatura puramente indígena precolombina que ha so-brevivido. Grandes ejemplos, monumentales puedo decir, de uno de aquellos elementos característicos, co mo el lla-mado «paralelismo» por los modernos exégetas de aquella

Page 349: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

349

literatura, son el Popol Vuh, los Anales de los cakchiqueles y el Rabinal Achí. Se trata, como el lector podrá apreciarlo en El Güegüense, de una reiteración de conceptos y de frases. Este rasgo característico del esti lo literario indígena se halla abrumadora e ininterrumpida mente presente en el Rabinal Achí y muy atenuado en El Güegüense, fenómeno que me explico y encuentro lógi co, pues el primero es una obra auténticamente indíge na, precolombina y de una antigüe-dad imprecisable, con servada casi sin alteración a través de los siglos colonia les y de este siglo y tres cuartos dizque independientes, en tanto que el segundo, como he dicho, ya es una crea ción mestiza, influida por lo hispano-colonial.

Como lo señala Espinosa en el panorama que antece-de a esta nota, el ritual indígena, génesis, como en to das partes, del teatro, no separaba la danza, la música, los coros y, tal vez en una etapa más evolucionada, los diálogos. Por ello, otro elemento característico del tea tro indígena es la intercalación de danzas e, incluso, el desarrollo de la acción por medio de bailables, convert idos en parte integrante y esencial del lenguaje teatral. Esto está también omnipre-sente en el Rabinal Achí y constituye parte esencial en El Güegüense, tanto o más que el mismo diálogo, según los diversos criterios de los güegüensistas. Uno de estos, el traduc-tor de la obra al italiano, Franco Cerutti, dice, al respecto, que:

Especialmente en la segunda mitad, puede decirse, en efecto, que la parte dialogada solamente consti tuye un constante pretexto para la acción coreográfica con diversos motivos musicales. No son escasos los pre-cedentes de danzas indias que in cluyen una narración hablada de la acción coreo gráfica: la yegüita, el toro-venado, los diablos, los zompopos, etcétera.

En mi infancia vi muchas de esas danzas-habladas, a las cuales llamábamos en Guatemala indistintamente «bailes de

Page 350: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

350

moros» o simplemente «los moros» y tam bién «el combite». Muy famoso es el Baile de la Con quista, representado por indios, desde luego coloni zados, al cual la investigadora y teatrista guate malteca Matilde Montoya ha dedicado un importante libro. Las danzas indígenas precolombinas son o fue ron incontables, tanto en Mesoamérica como en las Antillas (areytos) y América del Sur. En El Güegüen se, los personajes bailan, con frecuencia, entre parla mento y parlamento. Los bailes, con sus respectivas melodías o so-nes, son catorce, algunos con sus nombres: Ronda, Corri-do, San Martín, Son antiguo, Valona, Rujero y Puerto Rico.

Quien dice baile indígena dice máscara. Esta es un elemento imprescindible en la concepción indígena de la coreografía y como constituye, a su vez, parte inseparable y medular del hecho teatral, la identifica ción máscara-teatro es obvia. Tal acontece en el Ra binal Achí, en el cual los actuales actores indios, que conservan religiosamente la tradición en sus repre sentaciones de la obra quiché, dicen emplear las mis mas máscaras de sus antepasados, es decir, por lo menos, de cuatro o cinco siglos de antigüedad. Es tas máscaras son objeto de un ritual solemne, mági co-religioso, antes de cada representación. Porque la máscara es, en sí, el personaje. El actor no hace si no prestar su cuerpo para animarla, está en función de ella, la sirve. Los fabricantes y alquiladores de máscaras son gente muy importante en las comuni dades indígenas. ¿Quién no conoce, en Totonicapán (Guatemala), la tienda de Tizoc, de máscaras y disfra ces para «morerías»? Las máscaras de El Güegüense, expresivas de los caracteres de la obra son, pues, otra herencia del antiguo teatro indígena.1

1 En su mencionado libro, Matilde Montoya nos da las siguientes referencias: «Ya en el año 1897, el libro Un Pueblo de los Altos de Jesús E. Carranza, al citar los oficios y profesiones de los más conocidos y expertos ciudadanos de Totonicapán, dice: “Moreros. Así se llaman aquí a los que fabrican trajes de bailes que nuestros indios acostumbran en las festividades religiosas. (Esos bailes son de Moros y Cristianos, de la

Page 351: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

351

Los güegüensistas y muy especialmente Mánti ca, que es, además, nahualista, han logrado pro fundizar en el carácter satírico y farsesco de El Güegüense, por la vía, a veces laberín-tica, de la etimología, y, al mismo tiempo, han subrayado su profunda raíz indígena. Así, el Gobernador Tastuanes, no es sino el tlatoani, jerarca, jefe, hombre con mando superior en las estructuras políticas aztecas. Y Macho-ratón no es lo que a primera vista parece, tomando la palabra «ma cho» en su acepción de mulo, como la emplea mos en Centroamérica, y ratón en la de peque ño, metafóricamente. Por un fenómeno fonético muy común, el pueblo españolizó, por analogía, el término náhuatl original: macehuaton, que lite ralmente se traduciría por bailecito o bailete. Contribuyó al equívoco popular la inserción de un baile con máscaras de machos, con crines, como elemento decorativo y dinámico, bailantes mudos y ajenos al argumento de la pieza.

Deliberadamente dejé para último la etimología de la palabra güegüense, porque en ella radica el ca rácter de toda la obra. Resulta que ella no viene de huehuetzin (viejo) como siempre se había creído, sino de cuencuetzin (pícaro), y tanto la pieza como el personaje de su nombre, no tienen nada que ver con el conocido Baile de los huehues o de los vieji tos, muy estilizado y difundido por el ballet folclóri co mexica-no. Sobre este dice Mántica: «Con nues tro Güegüense [...] tiene poco o nada que ver. Nues tro personaje si es viejo no lo aparenta, él mismo presume de todo lo contrario». El ancestro del pri mer personaje teatral latinoamericano

Conquista por don Pedro de Alvarado, ‘De Venados’, ‘De Toritos’, ‘De San Miguelito’, etcétera. Hay trajes lujosísimos que cuestan cientos de pesos. Entre los moreros se distinguen los señores Chuc y don Matías Marroquín”) [...]. En la actualidad, las “morerías” son instituciones con un carácter especial, cuya finalidad es surtir de trajes y máscaras, alquilándolas a todas las comunidades que realizan estos bailes» (Ma-tilde Montoya: Estudio sobre el Baile de la Conquista, Guatemala, Edit. Universitaria, 1970).

Page 352: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

352

hay que buscarlo, por su etimología y su carácter, en «un géne ro de teatro conocido en el México antiguo» regoci-jadamente burlesco. Otro cronista-etnólogo del si glo xvi, fray Diego Durán, nos dejó una descrip ción de ese género:

Otro baile había de viejos que con máscaras de vie-jos corcobados se bailaba que no es poco gracioso y donoso y de mucha risa a su modo había un baile y canto de truhanes en el cual introducían un bobo que fingía entender al revés lo que su amo le mandaba trastrocándole las palabras [...]. Otras veces hacían estos unos bailes en los cua les se embijaban de negro otras veces de blanco otras veces de verde emplumándose la cabeza y los pies llevando en las manos cantarillos y tazas como que iban bebiendo todo fingido para dar pla cer y solaz a las ciudades regocijándolas con mil géneros de juegos, que los de los recogimientos in ventaban, de dan-zas y farsas y entremeses y canta res de mucho contento.

En aquel «canto y baile de truhanes» y en el que Durán llama «bobo», pero que debió ser un gracio so pícaro de la farsa, es en donde hay que buscar el ancestro del no menos zamarro Güegüense.

Franco Cerutti viene a confirmar, con mayor cono-cimiento de causa, algo que yo venía sospechando hace tiem-po: que la pieza que él llama ballo buffo parlato (El Güegüense) se asemeja a la comedia dell arte italiana del siglo xv. Y es que esta pieza es, en efecto, una joya de la picaresca popular. ¿Pero de qué picaresca? Es aquí donde yo veo el vínculo de mestizaje, más profundamente que en el dialecto hispano-náhuatl. Pues si, por una parte, trae la milenaria herencia del cuecuecuicatl o «can tos quisquillosos», picaresca indígena, por la otra prefigura los geniales pícaros que llenan toda una época de la literatura española, a lo mejor contemporánea con el Güegüense, o, como dice Cuadra, «tiene mucho de

Page 353: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

353

aquellas famosas crudezas de la primitiva farsa española». Brinton y Pedro Henrí quez Ureña han encontrado al Güe-güense parien tes de otras estirpes. El primero lo emparenta con «las truculencias de Reynard the Fox» y el segundo con «Till Eulenspiegel, pícaro ingenioso».

Todo buen pícaro tiene que ser desenfadado, irreve-rente, mal hablado, truculento y, sobre todo, muy afi-cionado a las alusiones licenciosas y al doble sen tido. Si no, no sería pícaro. Y el Güegüense lo es. A Brinton no le gustaban, hace un siglo, esas caracte rísticas, y otros co-mentaristas las han exagerado. Pe ro es que la genealogía del Güegüense viene de muy antiguo en este orden y su procacidad, si la hay, resulta moderada con la de algunos de sus gigantescos antecesores, como Aristófanes o Marcial, para mencionar solo dos clásicos, un griego y un latino.

Brinton dice que «difícilmente podemos atribuir a un español lo suficientemente culto» el estilo del Güegüense. Desde luego que no. Él no es un aca démico, no salió de Salamanca. Es expresión au téntica de un pueblo, o, mejor dicho, de dos. Y es «indiscutible que El Güegüense o Macho-ratón, precisamente por su mismo carácter, simple y un poco ingenuo, si se quiere, representa, como es pectáculo, un éxito seguro, no en el ámbito de un público de ciudad y refinado, pero sí entre los estratos genuinamente populares de Centroamérica», dice alguien que vivió allá y presenció lo que dice (Cerutti). Por esa entraña popular, de donde salió, el Güegüense no admite los moldes de la sala teatral convencional. Recorre toda la festivi dad, con ocasión de la cual se representa, una es cena aquí y un baile allá, y su público lo sigue «por el pueblo, en la plaza principal del lugar, en el atrio de una iglesia o en el patio de cualquier casa privada» (Cerutti). A esa íntima compenetración espectáculo-masa está volviendo lo más avanzado del teatro latinoamericano actual.

Page 354: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

354

Con todos los respetos que Brinton merece por su obra de americanista, es evidente que no po día entender la sicología del Güegüense, ni ahon dar en el problema social que hay tras el perso naje, tanto por su extracción, como por su cuna y formación, ajenas completamente a nosotros, los mestizos latinoamericanos.

Justísima es la apreciación de Martí: «A Brinton, de Filadelfia, debemos mucho los americanos» por «lo mucho que sabe de Etnología y Arqueolo gía» y por «los libros que publicó en su «Biblioteca de Literatura Aborigen». Pero si Martí es justo con Brinton, este es injusto con el Güe-güense, al de cir:

Nuestro personaje en realidad puede ser llamado cual-quier cosa menos respetable. Su indiferencia ante la verdad, su cínica impudicia, sus chistes licenciosos, en presencia de sus hijos [de don For cico, porque don Al-fonso no lo es] y a costa de ellos mismos, y las artimañas inescrupulosas de que se jacta, restan valor a la comicidad de su interpretación para quienes están acostumbrados a producciones humorísticas de mayor categoría.

Por todo eso que tan acremente le censura Brin ton, el Güegüense es lo que es: la primera protes ta mestiza, ya latinoamericana, contra la extor sión colonial. Él es un comerciante nativo, asfixiado por las gabelas y, por ello, acude a to das aquellas «artimañas licenciosas» para eludir el abuso y la arbitrariedad de la autoridad, burlarse de ella y, en última instancia, sacar el me jor provecho a la situación. No hay duda de que es un comerciante nativo, colonizado y extorsio nado. Se autodefine, ante una pretendida exac ción por parte del gobernador Tastuanes:

Page 355: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

355

¡Válgame Dios! Señor Gobernador Tastuanes. Cuan-do yo anduve por esas tierras adentro, por la carrera de México, por Veracruz, por Verapaz [Guatemala], por Antepeque, arriando mi recua, guiando a mis muchachos [...].

El Gobernador ha pretendido cobrarle a título de permiso para entrar en su Provincia. El Güe güense se defiende con una de aquellas «artima ñas licenciosas»:

...opa, que Don Forcico llega donde un meso nero y le pide nos traiga una docena de hue vos; vamos comiendo y descargando y vuelta a ca(r)gar y me voy de paso; y no es menester li cencia para ello, Señor Gobernador Tastuanes.

Esa competencia entre la extorsión colonial y el in-genio nativo es lo que constituye, en el fondo, el tema de la obra. Comparto la opinión de los que ven en ella una sátira contra la opresiva ad ministración colonial, puesta en labios de «un comerciante criollo a quien los impuestos restaban fuertes ganancias» (Pérez Estrada), «lanzando su burla burlando contra las autoridades españolas en venganza de agravios o alcabalas propias de esa época» (Ordóñez Argüello). Y es tanto más admirable esta pieza, cuando a su precursoría co mo expresión dramática latinoamericana, se agre ga la circunstancia de ser pieza única, excepcio nal en el contexto colonial americano. Pues, en tonces, no había teatro ni siquiera laico, que no fuera palaciego, menos teatro de protesta, de sá tira contra el orden establecido. El teatro enton ces era catequista y monacal, hijo del santoral y del dogma, o adulatorio y cortesano, hijo de las efe mérides reales y virreinales. De allí lo insólito y extraordinario de El Güegüense. Siendo así, esta obra contiene la semilla, el

Page 356: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

356

remoto germen de las contradicciones económico-sociales que, a la vuelta de dos o tres siglos, debían producir la re-belión criolla y mestiza del siglo xix, contra un coloniaje caduco y anacrónico.2,3

Manuel Galich: Dramaturgo, profesor y ensayista guatemalteco, es uno de los hombres de teatro más prestigiosos del Continente. Ocupó importantes responsabilidades políticas en Guatemala durante los gobiernos progresistas de Arévalo y Arbenz. Fun-dador de la revista Conjunto y del Departamento de Teatro Latinoamericano de la Casa de las Américas, en La Habana. Cuba. Autor de Nuestros primeros padres, estudio funda-mental acerca de las raíces indígenas en la América Latina, y de El tren amarillo, El pescado indigesto, Premio Casa 1961, Pascual Abah, la trilogía de Los Natas, así como una extensa obra para niños y jóvenes recogida en su libro Teatrinos.

Tomado de Conjunto, Número antológico El teatro de la América Indígena, octubre de 1993, pp. 4-11.

2 Para la elaboración de esta nota tuve a la vista principalmente el número 10 de la revista El Pez y la Espada (Invierno 1968-1969) con el estudio de Brinton y la traducción de Mántica, más notas de ambos, y el número 2 de Ilquaderni di Terra Ameriga, que contiene una introducción, la bibliografía, el texto original de El Güegüense, la traducción española, la inglesa y la italiana, esta de Franco Cerutti, responsable de la edición, con valiosas notas. La edición de Pablo Antonio Cuadra, en Cuadernos del Taller San Lucas (Granada, Nicaragua, 1942) fue la primera que conocí, en Guatemala, en 1943 o 1944.

3 Concluido este trabajo llegó el número 14 de Cuadernos Universita-rios de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, con la nota bibliográfica que reproduzco:

«EL GÜEGÜENCE O MACHO-RATÓN. Comedia-bailete anó-nima de la época colonial. Texto de Emilio Álvarez Lejarza. Edición de Jor ge Eduardo Arellano, que viene a ser la 13a. de El Güegüence con dibujos en la portada de Francisco Amighetti y Pablo Antonio Cua dra. Ediciones Nacionales, v. 2, Imprenta de la UCA, 1975.

Page 357: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

357

19 x 12 1/2 cms. 48 páginas, en cartulina Waycroft y bond 56. Incluye en su interior: portada del original manuscrito de Carlos Herman Berendt; grabado de Daniel Garrison Brinton; introducción de Jorge Eduardo Arellano; sinopsis, Daniel G. Brinton (traducción de Luciano Cuadra); texto español de Emilio Álvarez Lejarza; notas, José Cid Pé rez; melodías, Ediciones Anterio-res; Edición príncipe (inglesa); página de la edición italiana y fotos de los personajes en Diriamba. En la introducción, el Lic. Jorge Eduardo Arellano, catedrático de Literatura Hispanoamericana de la UCA, escribe sobre El Güegüence:

“...los indios y mestizos:”Patrimonio de esos dos grupos dominados, conlleva una pro-

testa contra la realidad colonial, como se ve en este breve diálogo: ”Alguacil Mayor: Ah Güegüence, ya estamos en el paraje.”Güegüence: Ya estamos con coraje. ”Alguacil Mayor: En el paraje. ”Güegüence: En el obraje”.En estas respuestas del personaje central, el autor comunica la

situación de los individuos que representa, enfurecidos en su im-potencia (“con coraje”) por la explotación a que estaban sujetos, sobre todo en los obrajes de añil que sostenían la vida regalada y alegre de sus dueños peninsulares y criollos o Señores Principales. Esta expresión se repite continuamente a lo largo de la acción: a cada momento se ordena suspender “los sones, bailes, cantos...” que dichos señores gozan en sus residencias y campamentos. La alusión a los mismos y a sus diversiones, pues, se emplea para denunciar a los grupos dominantes. Por eso se colocan de tras-fondo: como responsables de la condición social y económica de las masas coloniales.

Por otra parte, en el viejo personaje quedó fijada la caracterología del nicaragüense: satírico y mentiroso, exagerado y vulgar, burlesco de sí mismo y de sus desgracias, borracho e irresponsable. Todo el fondo mestizo constitutivo de su ser se recoge en esta come dia excepcional que, no obstante su nivel folclórico, tiene fragmentos poéticos de gracia perdurable. Por lo demás, no concientizaba a los únicos que podían comprenderla, sino que servía de desahogo colectivo; de ahí que se haya representado esporádicamente, du-rante más de dos siglos y con motivo de las fiestas patronales, en los pueblos de Granada,. Masaya y Carazo».

Page 358: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las
Page 359: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

MAN

UE

L G

ALIC

H Y

SU

ÉPO

CA

VID

A Y

OBR

APA

NO

RAM

A L

ITE

RARI

OH

EC

HO

S H

ISTÓ

RIC

OS

1913

Nac

e el

30

de n

ovie

mbr

e en

C

iuda

d G

uate

mal

a.

1944

Ele

cto

pres

iden

te d

el C

ongr

eso

Nac

iona

l; al

año

sig

uien

te,

el

pres

iden

te Ju

an Jo

sé A

réva

lo lo

no

mbr

a m

inist

ro d

e E

duca

ción

blic

a.

Regi

no B

oti: A

rabe

scos m

enta

les. F

erna

n-do

Orti

z: E

ntre

cuba

nos.

José

Inge

nier

os:

El h

ombr

e m

edioc

re. R

icar

do M

iró: L

as

noch

es de

Bab

el. R

afae

l Hel

iodo

ro V

alle

: C

omo

la lu

z de

l día

. Del

mira

Agu

stin

i: L

os cá

lices

vacío

s. Jo

sé E

nriq

ue R

odó:

El

mira

dor

de P

rósp

ero.

Róm

ulo

Gal

lego

s: L

os a

vent

urer

os.

Ale

jo C

arpe

ntie

r: V

iaje

a la

sem

illa.

Ma-

nuel

Nav

arro

Lun

a: L

os po

emas

mam

bises

. Jo

rge

Mañ

ach:

Hist

oria

y e

stilo

. Jor

ge

Luis

Borg

es: F

iccion

es. C

larice

Lisp

ecto

r: Pe

rto d

o co

raçã

o sel

vage

m. A

lfred

o Pa

reja

En

Cuba

ocu

pa la

pre

siden

cia el

cons

er-

vado

r M

ario

Gar

cía M

enoc

al y

crec

en

inve

rsio

nes

norte

amer

icana

s en

la I

sla.

Cám

ara

de D

iput

ados

de

Puer

to R

ico

decl

ara

dere

cho

de la

isla

a s

u in

de-

pend

enci

a. P

anam

á co

nced

e nu

evos

de

rech

os d

e pr

otec

ción

a lo

s E

stad

os

Uni

dos

sobr

e la

zona

del

Cana

l. Pa

cto

de O

uro

Pret

o en

Bra

sil, e

ntre

los p

olí-

ticos

de S

ão P

aulo

y M

inas

Ger

ais, p

ara

gara

ntiz

ar la

rota

ción

de am

bos e

stad

os

en la

jefa

tura

del

pode

r cen

tral. E

s clau

-su

rada

la U

nive

rsid

ad en

Ven

ezue

la po

r el

aum

ento

de

la re

pres

ión.

El d

ictad

or Jo

rge U

bico

dec

reta

Est

ado

de s

itio

en G

uate

mal

a; hu

elga

gen

eral

lo

obl

iga

a di

miti

r; tr

as u

na i

nten

sa

activ

idad

pol

ítica

se co

nvoc

a a el

ecci

o-ne

s ge

nera

les

en la

s qu

e tri

unfa

Jua

n

Page 360: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

VID

A Y

OBR

APA

NO

RAM

A L

ITE

RARI

OH

EC

HO

S H

ISTÓ

RIC

OS

1950

Can

dida

to a

la p

resid

enci

a de

la

Repú

blic

a, re

tiró

su p

ostu

laci

ón

Die

zcan

seco

: L

as t

res

rata

s. Ja

cque

s Ro

umai

n: G

ober

nado

res d

el ro

cío. J

uan

de

la C

abad

a: In

ciden

tes m

elódi

cos

del m

undo

ir

racio

nal.

Alfo

nso

Reye

s: E

l de

slind

e. E

nriq

ue A

mor

im: L

a lu

na s

e hi

zo c

on

agua

. Mar

iano

Pic

ón S

alas

: De

la C

on-

quist

a a

la In

depe

nden

cia.

Mig

uel Á

ngel

Ast

uria

s: V

iento

fue

rte.

Enr

ique

Lab

rado

r Rui

z: L

a sa

ngre

ham

-

José

Aré

valo

. E

xpre

side

nte

cuba

no

Ram

ón G

rau

San

Mar

tín se

impo

ne en

el

ecci

ones

pre

siden

cial

es. M

ovim

ient

o N

acio

nalis

ta R

evol

ucio

nario

obt

iene

m

ayor

ía e

n lo

s com

icio

s de

Boliv

ia, e

n lo

s qu

e de

rrot

a a

la o

ligár

quic

a U

nión

D

emoc

rátic

a Bol

ivia

na. E

n C

olom

bia,

prot

esta

s pop

ular

es p

rovo

can

el fr

aca-

so d

e la

aso

nada

mili

tar,

por l

o qu

e el

ex

pres

iden

te A

lfons

o Ló

pez M

ichel

sen

vuel

ve a

ocup

ar el

pod

er y

dict

a nue

vas

leye

s soc

iale

s. E

xmin

istro

de

Def

ensa

, A

nton

io D

ubald

e asu

me i

nter

inam

ente

pr

esid

enci

a de C

hile.

En

Ecu

ador

, Jos

é M

aría

Vel

azco

Ibar

ra e

ntra

vic

torio

sa-

men

te e

n Q

uito

y e

s pr

ocla

mad

o Je

fe

Supr

emo

de la

Nac

ión.

Triu

nfa

Jaco

bo Á

rben

z en

com

icio

s pr

esid

enci

ales

gua

tem

alte

cos.

Se c

rean

Page 361: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

para

apoy

ar la

de J

acob

o Á

rben

z,

de c

uyo

prim

er g

abin

ete

fue

mi-

nist

ro d

e Re

laci

ones

Ext

erio

res.

1954

Gol

pe d

e E

stad

o lo

sor

pren

de

com

o em

baja

dor

en A

rgen

tina,

dond

e pe

rman

ece

exili

ado.

brien

ta. E

mili

o Ro

ig d

e Le

uchs

enrin

g:

Cub

a no

deb

e su

inde

pend

encia

a lo

s Esta

dos

Uni

dos.

León

idas

Bar

letta

: Hist

oria

de

perr

os. J

oão

Cab

ral d

e M

elo

Net

o: C

ão

sem p

lum

as. P

ablo

Ner

uda:

Can

to ge

nera

l. A

imé C

ésair

e: D

iscou

rs Su

r le c

oloni

alism

e. O

ctav

io P

az: E

l la

berin

to d

e la

sole

dad.

Juan

Car

los O

netti

: La

vida

brev

e.

Mig

uel Á

ngel

Ast

uria

s: E

l Pap

a ve

rde.

Med

ardo

Viti

er: M

artí,

estu

dio

integ

ral.

Gab

riela

Mist

ral:

Lag

ar. P

ablo

Ner

u-da

: O

das

elem

enta

les.

Nic

anor

Par

ra:

Poem

as y

ant

ipoe

mas

. M

arie

Cha

uvet

: Fi

lle d

’Hai

ti. R

oger

Mai

s: Br

othe

r M

an.

Ric

ardo

Ram

os:

Tie

mpo

de

Esp

erar

. D

anie

l Cai

cedo

: Vien

to s

eco. M

auric

io

Mag

dale

no: A

rdien

te ve

rano

. Jua

n C

arlo

s O

netti

: Los

adi

oses.

en C

uba e

l Ban

co d

e Fom

ento

Agr

ícola

e Ind

ustri

al y e

l Trib

unal

de C

uent

as. S

e fu

nda e

l Par

tido

Com

unist

a Bol

ivia

no.

Get

úlio

Var

gas

gana

ele

ccio

nes

pres

i-de

ncia

les

en B

rasil

. Lau

rean

o G

ómez

oc

upa

la p

resi

denc

ia d

e C

olom

bia.

G

olpe

de E

stad

o en

Hai

tí; se

dic

ta u

na

nuev

a con

stitu

ción

. Ana

stas

io S

omoz

a ve

nce

en c

omic

ios

pres

iden

cial

es e

n N

icar

agua

. In

depe

nden

tista

s pu

er-

torr

ique

ños

proc

lam

an l

a Re

públ

ica

de P

uert

o Ri

co.

Se p

rodu

ce g

olpe

de

Est

ado

cont

ra

Árb

enz

en G

uate

mal

a, c

on a

poyo

de

l gob

iern

o de

los

Est

ados

Uni

dos;

Car

los

Cas

tillo

Arm

as s

e pr

ocla

ma

pres

iden

te. E

n C

uba

Fulg

enci

o B

a-tis

ta s

e re

elig

e pr

esid

ente

en

com

icio

s fr

audu

lent

os; a

umen

ta la

pop

ular

idad

de

l líd

er r

evol

ucio

nario

Fid

el C

astro

, co

nfin

ado

en I

sla

de P

inos

; ci

rcul

a cl

ande

stin

amen

te su

aleg

ato

La

histo

ria

Page 362: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

VID

A Y

OBR

APA

NO

RAM

A L

ITE

RARI

OH

EC

HO

S H

ISTÓ

RIC

OS

1961

Gan

a el P

rem

io C

asa d

e las

Am

é-ric

as co

n la

piez

a tea

tral E

l pesc

ado

indi

gesto

. Al a

ño si

guien

te se

radi

ca

en C

uba.

José

Mar

ía L

ópez

Val

dizó

n: P

anor

ama

del c

uent

o gua

temal

teco.

Dor

a Alo

nso:

Tier

ra

iner

me.

Juan

Gel

man

: Velo

rio d

el so

lo.

Jorg

e Gait

án D

urán

: Si m

añan

a de

spier

to.

Pabl

o de

Rok

ha: A

cero d

e inv

ierno

. Roq

ue

Dal

ton:

La

vent

ana

en e

l ro

stro.

Aim

é C

ésai

re: C

adas

tre.

Fran

tz F

anon

: Los

co

nden

ados

de l

a tie

rra.

Art

uro

Cor

cuer

a: So

mbr

a de

l jar

dín.

Ern

esto

Sáb

ato:

Sob

re

héro

es y t

umba

s. G

abrie

l Gar

cía M

árqu

ez:

El

coro

nel

no t

iene

quien

le

escr

iba.

Jos

é M

aría

Arg

ueda

s: E

l sex

to. J

uan

Car

los

One

tti: E

l asti

llero

.

me a

bsolv

erá.

Se su

icid

a el

pre

siden

te d

e Br

asil

Get

úlio

Var

gas,

desp

ués

de e

s-cr

ibir

un v

ibra

nte

test

amen

to. C

entra

l Ú

nica

de

Trab

ajad

ores

de

Chi

le ll

eva

a ca

bo u

na h

uelg

a ge

nera

l.

Des

pega

n de

Gua

tem

ala a

vion

es q

ue

bom

bard

ean

aero

puer

tos m

ilita

res c

u-ba

nos;

Fide

l Cas

tro p

rocla

ma e

l car

ácte

r so

cial

ista

de la

Rev

oluc

ión;

en

Play

a G

irón

es d

erro

tada

la in

vasió

n ap

oyad

a po

r el g

obie

rno

nort

eam

eric

ano;

tien

e lu

gar

la C

ampa

ña d

e A

lfabe

tizac

ión.

Ja

nio

Cua

dros

ocu

pa l

a pr

esid

enci

a de

Bra

sil y

renu

ncia

mes

es d

espu

és; e

s su

stitu

ido

por J

oão

Gou

lart.

Mue

re e

n un

ate

ntad

o el

dic

tado

r do

min

ican

o Ra

fael

Leó

nida

s Tr

ujill

o. S

e ce

lebr

an

dos r

euni

ones

de

la O

EA

en

Punt

a de

l E

ste, U

rugu

ay; e

n la

segu

nda s

e acu

erda

Page 363: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

1964

Fun

da en

la C

asa d

e las

Am

éric

as

la r

evist

a C

onju

nto

y el

Dep

arta

-m

ento

de T

eatro

, los

que

diri

girá

ha

sta

su m

uert

e.

Otto

Ren

é Cas

tillo

: Tecú

n U

mán

. Sam

uel

Feijó

o: J

uan

Qui

nquí

n en

Pue

blo

Moc

ho.

One

lio J

orge

Car

doso

: La

otra

mue

rte

del

gato

. Bea

triz

Gui

do: E

l in

cend

io y

la

s ví

sper

as. O

ctav

io G

etin

o: C

hulle

ca.

Cla

rice

Lisp

ecto

r: L

a pa

sión

según

G.H

. Jo

rge A

mad

o: O

s pas

tore

s da

noite

. Pab

lo

Ner

uda:

Mem

oria

l de I

sla N

egra

. Dem

e-tr

io A

guile

ra M

alta

: L

a ca

balle

ría d

el so

l. V

icen

te L

eñer

o: L

os a

lbañ

iles.

José

M

aría

Arg

ueda

s: To

das l

as sa

ngre

s. Jo

Vic

ente

Abr

eu: S

e lla

mab

a S.

N.

la ex

pulsi

ón d

e Cub

a de e

se o

rgan

ismo.

St

roes

sner

repr

ime s

angr

ienta

men

te la

s m

anife

stac

ione

s es

tudi

antil

es q

ue s

e ef

ectú

an c

on m

otiv

o de

l ses

quic

ente

-na

rio d

e la i

ndep

ende

ncia

de P

arag

uay.

Pres

iden

te v

enez

olan

o Ró

mul

o Be

tan-

cour

t ro

mpe

rel

acio

nes

dipl

omát

icas

co

n C

uba,

lo

que

orig

ina

gran

des

man

ifest

acio

nes d

e pr

otes

ta.

Fuer

zas

mili

tare

s ya

nqui

s ag

rede

n de

sde

la B

ase

Nav

al d

e G

uant

ánam

o a

tropa

s del

bat

alló

n fr

onte

rizo

cuba

no y

dan

mue

rte a

uno

de s

us so

ldad

os. C

ae

en A

rgen

tina

Jorg

e Ri

card

o M

asse

tti,

jefe

del

Ejé

rcito

Gue

rrill

ero

del P

uebl

o.

Gen

eral

Ren

é Ba

rrie

ntos

da

golp

e de

E

stad

o en

Bol

ivia

. Mili

tare

s bra

sileñ

os

enca

beza

dos p

or el

mar

iscal

Hum

berto

C

aste

lo B

ranc

o, d

an u

n go

lpe

y de

po-

nen

al g

obie

rno

de Jo

ão G

oula

rt. E

n C

hile

sub

e a

la p

resid

enci

a E

duar

do

Page 364: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

VID

A Y

OBR

APA

NO

RAM

A L

ITE

RARI

OH

EC

HO

S H

ISTÓ

RIC

OS

1979

Nue

stros

prim

eros

pad

res.

Ale

jo C

arpe

ntie

r: E

l arp

a y

la s

ombr

a. G

uille

rmo

Cab

rera

Infa

nte:

La

Hab

ana

para

un

infa

nte d

ifunt

o. Ju

lio C

ortá

zar:

Un

tal L

ucas

. Man

uel P

uig:

Pub

is an

gelic

al.

Man

uel M

ejía

Valle

jo: L

as m

uerte

s ajen

as.

Gon

zalo

Roj

as:

Tran

stier

ro.

Enr

ique

Li

hn: A

parti

r de M

anha

ttan.

Julie

ta C

am-

pos:

El m

iedo

de p

erde

r a

Eur

ídice

. Jor

ge

Ibar

güen

goiti

a: D

os c

rímen

es. O

ctav

io

Paz:

El o

gro

filan

trópi

co. M

anue

l Sco

rza:

La

tum

ba d

el re

lám

pago

. Ju

an C

arlo

s O

netti

: Deje

mos

hab

lar a

l vien

to. C

ristin

a Pe

ri Ro

ssi:

Lin

güíst

ica g

ener

al. M

igue

l O

tero

Silv

a: L

ope d

e Agu

irre,

prín

cipe d

e la

libe

rtad.

Frei

. Cho

ques

arm

ados

del

ejér

cito

con

com

uner

os en

Per

ú. O

cupa

Raú

l Leo

ni

la p

resid

enci

a de

Ven

ezue

la.

Se c

eleb

ra e

n C

uba

la V

I Con

fere

ncia

C

umbr

e de

Paí

ses

No

Alin

eado

s. E

n A

rgen

tina

se c

onst

ituye

el g

rupo

Ma-

dres

de

la P

laza

de

May

o. G

rave

cris

is po

lític

a en

Boliv

ia; H

erná

n Si

les S

uazo

se

pro

clam

a ven

cedo

r en

las el

ecci

ones

. E

n Br

asil

se p

rodu

cen

huel

gas y

cont

i-nú

a la d

evalu

ació

n de

l cru

zeiro

. Triu

nfa

en G

rana

da e

l New

Jew

el M

ovem

ent

y se

inst

aura

el g

obie

rno

soci

alist

a de

M

auric

e Bi

shop

. El F

SLN

de

Nic

a-ra

gua

derr

oca

a A

nast

asio

Som

oza

Deb

ayle

, qui

en s

e ex

ilia

en P

arag

uay.

Mue

re el

líde

r apr

ista V

ícto

r Raú

l Hay

a de

la T

orre

. San

ta L

ucía

obt

iene

la in

-de

pend

enci

a. E

n Ve

nezu

ela s

e ini

cia e

l

Page 365: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

1983

El C

onse

jo d

e Est

ado

de la

Rep

ú-bl

ica d

e Cub

a le e

ntre

ga la

ord

en

Félix

Var

ela.

Oct

avio

Cor

táza

r: D

eshor

as. J

uan

José

Sa

er: E

l ent

enad

o. A

bel P

osse

: Los

per

ros

del p

araí

so. R

ubem

Fon

seca

: El g

ran

arte.

D

iamel

a Elti

t: L

umpé

rica.

Enr

ique

Lih

n:

Al

bello

am

anec

er d

e es

te lu

cero

. Car

los

Mon

sivái

s: N

uevo

catec

ismo p

ara

indi

os re

-m

isos.

Peri

Ross

i: E

l mus

eo d

e los

esfu

erzo

s in

útile

s. D

enzi

l Rom

ero:

La

trage

dia

del

Gen

eral

ísim

o. Jo

sé B

alza

: Per

cusió

n.

gobi

erno

de

Luis

Her

era

Cam

pins

, re-

pres

enta

nte d

el P

artid

o So

cial

crist

iano

.

El

tem

a de

la

deud

a ex

tern

a oc

upa

el e

scen

ario

pol

ítico

latin

oam

eric

ano.

E

n A

rgen

tina,

lueg

o de

var

ios a

ños d

e go

bier

nos m

ilita

res,

se c

onvo

ca a

elec

-ci

ones

; Raú

l Alfo

nsín

resu

lta v

ence

dor

por l

a Uni

ón C

ívic

a Rad

ical

. Col

ombi

a se

inte

gra

a lo

s N

o A

linea

dos

y el

go-

bier

no e

xpre

sa s

u in

teré

s de

dia

loga

r co

n la

s gu

erril

las.

Gol

pe d

e E

stad

o y

ases

inat

o de

l prim

er m

inist

ro g

rana

di-

no M

auric

e Bish

op; i

nvas

ión

de tr

opas

no

rtea

mer

ican

as al

paí

s. A

umen

ta v

io-

lenc

ia e

n C

entro

amér

ica.

Nac

e gr

upo

Con

tado

ra in

tegr

ado

por

Col

ombi

a,

Méx

ico, P

anam

á y V

enez

uela

y apo

yado

po

r ca

ncill

eres

latin

oam

eric

anos

. En

Vene

zuel

a es e

lect

o Ja

ime L

usin

chi, d

el

part

ido

Acc

ión

Dem

ocrá

tica.

Page 366: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

VID

A Y

OBR

APA

NO

RAM

A L

ITE

RARI

OH

EC

HO

S H

ISTÓ

RIC

OS

1984

Mue

re e

l 31

de

agos

to e

n La

H

aban

a.C

intio

Viti

er: L

os pa

peles

de Ja

cinto

Fin

alé.

Jorg

e A

mad

o: L

a gr

an em

bosca

da. L

êdo

Ivo:

A m

orte

do B

rasil

. Isa

bel A

llend

e:

De

amor

y d

e so

mbr

a. Jo

rge

E. A

doum

: L

a gr

an l

itera

tura

ecu

ator

iana

. V

arga

s Ll

osa:

Hist

oria

de

May

ta. L

uis

Raf

ael

Sánc

hez:

Quí

ntup

les. Á

ngel

Ram

a: L

a ciu

dad

letra

da.

Cre

cen

tens

ione

s int

erna

s y b

ilate

rale

s de

Cos

ta R

ica

con

Hon

dura

s, G

uate

-m

ala

y N

icar

agua

. Est

alla

n m

anife

sta-

cion

es e

n re

clam

o de

ele

ccio

nes l

ibre

s en

Bra

sil. P

rimer

as e

lecc

ione

s lib

res

en E

l Sal

vado

r; el

nue

vo m

anda

tario

, Jo

sé N

apol

eón

Dua

rte,

inte

nta

dial

o-ga

r con

las g

uerr

illas

. Son

min

ados

los

puer

tos

de N

icar

agua

por

fue

rzas

de

los

Est

ados

Uni

dos;

resu

lta v

ence

dor

en la

s el

ecci

ones

el P

artid

o Sa

ndin

ista

con

Dan

iel O

rteg

a al

fren

te. D

espu

és

de o

nce

años

de

dict

adur

a, se

real

izan

el

ecci

ones

pre

siden

cial

es e

n U

rugu

ay.

Page 367: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

ÍNDICE

Galich en la memoria 7

IDENTIDAD E HISTORIA El indio y el negro, ahora y antes 23 Las «doctrinas exóticas» de Alejandro Lipschütz 41 Junín, Panamá y Ayacucho. Grandeza de una idea y miserias de un sistema, desde la perspectiva de tres sesquicentenarios 61

PUEBLOS Y PAÍSES Prólogo a Guatemala, las líneas de su mano 107 Belice: a un año de su independencia 121 Algunos precedentes oligárquico-castrenses al 11 de septiembre de 1973 147

LÍDERES Y FIGURAS Martirologio laico de Bergaño y Villegas, reo de pensamiento liberal 219 Bolívar: un ensayo de interpretación diferente 267 Che: encarnación del hombre nuevo 279 Carta a un amigo 289

Page 368: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

VARIOS ¿Empezó ya la «Operación Cuba»? 299 Cuba presenta su temario 305 Operación Panamericana 309¿QuéhasignificadoparatilaRevoluciónCubana? 313 Paraunadefinicióndelgénerotestimonio 319 Panorámica indígena 321 El primer personaje del teatro latinoamericano 341

Manuel Galich y su época 359

Page 369: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

1. Memorias póstumas de Blas Cubas, Joaquim Maria Machado de Assis

2. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, José Carlos Mariátegui

3. Teatro, Florencio Sánchez 4. El águila y la serpiente, Martín Luis Guzmán 5. Una excursión a los indios ranqueles, Lucio V. Mansilla 6. Vidas secas, Graciliano Ramos 7. El socio, Jenaro Prieto 8. El paisano Aguilar, Enrique Amorim 9. Historia crítica del asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho,

Antonio J. de Irisarri10. Tradiciones peruanas, Ricardo Palma11. La vida inútil de Pito Pérez, José Rubén Romero12. Cuentos, Horacio Quiroga13. Cuentos, Julio Cortázar14. Ensayos, Baldomero Sanín Cano15. Documentos, Simón Bolívar16. Metal del diablo, Augusto Céspedes17. La favela, Carolina María de Jesús18. Cuentos de Pago Chico, Roberto J. Payró19. La charca, Manuel Zeno Gandía20. Selección de ensayos, Pedro Henríquez Ureña21. Poesías, Pablo Neruda22. Obra poética completa, César Vallejo23. Los ríos profundos, José María Arguedas24. Huasipungo, Jorge Icaza25. La vorágine, José Eustasio Rivera26. Al filo del agua, Agustín Yáñez27. Sobre héroes y tumbas, Ernesto Sábato

COLECCIÓN LITERATURA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA

LIBROS PUBLICADOS

Page 370: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

28. Antología, Roberto Arlt29. Poesías, Gabriela Mistral30. Poesías, Rubén Darío31. Anales de los cakchiqueles, Francisco Hernández Arana y

Francisco Díaz 32. Montevideanos, Mario Benedetti33. Hijo de ladrón, Manuel Rojas34. Así habló el tío, Jean Price-Mars35. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez36. Guatemala, las líneas de su mano, Luis Cardoza y Aragón37. El llano en llamas / Pedro Páramo, Juan Rulfo38. Cuentos, Salarrué39. El astillero, Juan Carlos Onetti40. Poesías, Vicente Huidobro41. Prosas, Juan Montalvo42. Ensayos, Alfonso Reyes43. Poemas, Nicanor Parra44. Rayuela, Julio Cortázar45. Popol-Vuh. Libro del común de los quichés46. Visión de los vencidos47. Poesías, Aimé Césaire48. Adán Buenosayres, Leopoldo Marechal49. Niño de ingenio, José Lins do Rego50. Gracias por el fuego, Mario Benedetti51. María, Jorge Isaacs52. Cuentos, José de la Cuadra53. Poemas, Carlos Drummond de Andrade54. Hijo de hombre, Augusto Roa Bastoss/n Quince relatos de la América Latina55. Don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes 56. Los de abajo, Mariano Azuela57. Gobernadores del rocío, Jacques Roumain58. El mundo es ancho y ajeno, Ciro Alegría59. Poesía quechua60. Recuerdos del pasado, Vicente Pérez Rosales61. El lazarillo de ciegos caminantes, Concolorcorvo

Page 371: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

62. Varias historias, Joaquim Maria Machado de Assis63. Sub-terra, Baldomero Lillo64. Cuentos, Tomás Carrasquilla65. Comentarios reales de los incas, Inca Garcilaso de la Vega66. Poesía nicaragüense67. Poesía, León de Greiff68. Canaima, Rómulo Gallegos69. Los sertones, Euclides da Cunha70. Poesía gauchesca71. Aves sin nido, Clorinda Matto de Turner72. El compadre general Sol, Jacques Stephen Alexis73. Memorias de Mamá Blanca, Teresa de la Parra74. Gabriela clavo y canela, Jorge Amado75. La gloria de don Ramiro, Enrique Larreta76. Cuentos, Francisco Coloane77. Poesía, Luis Palés Matos78. El Zarco, Ignacio M. Altamirano79. Amalia, José Mármols/n Un siglo del relato latinoamericano80. Cuentos del Caribe81. Sena, Fernand Hibbert82. Poesías, Raúl González Tuñón83. El indio, Gregorio López y Fuentes84. Enriquillo, Manuel de Jesús Galváns/n Poesía trunca85. Poesía, José Batres Montúfar86. Páginas escogidas, Alfonso Reyes87. Matalaché, Enrique López Albújar88. Juan de la Rosa, Nataniel Aguirre89. Páginas escogidas, Sor Juana Inés de la Cruz90. La obreriada, Luis Vidales91. La sangre, Tulio M. Cestero92. Cubagua y La galera de Tiberio, Enrique Bernardo Núñez93. Cuentos, Javier de Viana94. Las montañas jubilosas, Roger Mais

Page 372: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

95. Gran sertón: veredas, João Guimarães Rosa96. Las cruces sobre el agua, Joaquín Gallegos Lara97. En el castillo de mi piel, George Lamming98. Poesía, Ernesto Cardenal99. Yo el Supremo, Augusto Roa Bastos

100. Martín Fierro, José Hernández101. Midas negro, Jan Carew102. Ismael, Eduardo Acevedo Díaz103. La pasión según G. H., Clarice Lispector104. La oscura vida radiante, Manuel Rojas105. El vasto mar de los sargazos, Jean Rhys106. Facundo, Domingo F. Sarmiento107. El Señor Presidente, Miguel Ángel Asturias108. Poesía, Carlos Pellicer109. Un hombre muerto a puntapiés, Pablo Palacio110. Nuestro pan, Enrique Gil Gilbert111.Cuentos, Juan Bosch112. El guaraní, José de Alencar113. Antología de antologías, Baldomero Fernández Moreno114. Poesía, Juan Gelmans/n La isla mágica, Rogelio Sinán115. Antología, Ezequiel Martínez Estrada116. Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile, Pablo de

Rokha117. Cuentos, Guillermo Meneses118. La isla de los pájaros y otros cuentos, Mariano Latorre119. La muerte de Artemio Cruz, Carlos Fuentes120. Juyungo, Adalberto Ortiz121. Martín Rivas, Alberto Blest Gana122. Páginas escogidas, Jorge Luis Borges123. Poesía, Delmira Agustini124. El muelle, Alfredo Pareja Diez-Cansecos/n Castigo divino, Sergio Ramírez125. El Siglo de las Luces, Alejo Carpentier

Page 373: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

126. Solo en la compañía, Manolo Cuadra127. Zama, Antonio di Benedetto128. Las lanzas coloradas, Arturo Uslar Pietri129. Confabulaciones, Juan José Arreola130. Quarup, Antonio Callado131. La conquista del amanecer, Mariano Picón Salas132. Hasta no verte Jesús mío, Elena Poniatowska133. Antología poética, Mario Benedetti134. Pasajes de la guerra revolucionaria, Ernesto Che Guevara135. Las armas secretas y otros relatos, Julio Cortázar136. La ternura no basta, Roque Dalton137. Entre el largo desierto y la mar, Alfonsina Storni138. El hombre muerto y otros relatos, Horacio Quiroga139. Dolor fiero, Sor Juana Inés de la Cruz140. Fabulaciones y ensayos, Augusto Monterroso141. Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano142. Dos novelas memorables, Adolfo Bioy Casares143. Paradiso, José Lezama Lima144. El día que me quieras, Amado Nervo145. Respiración artificial, Ricardo Piglia146. El gran arte, Rubem Fonseca147. Cerca del corazón salvaje, Clarice Lispector148. Doña flor y sus dos maridos, Jorge Amado149. Hacia la noche vamos, Vicente Gerbasi150. Cuentos grotescos, José Rafael Pocaterra151. La tienda de muñecos y otros relatos, Julio Garmendia152. Una holandesa en América, Soledad Acosta de Samper153. Poesía, Francisco Urondo154. Mascaró, el cazador americano, Haroldo Conti155. Operación masacre /¿Quién mató a Rosendo?, Rodolfo

Walsh156. El entenado, Juan José Saer157. Diarios de escritores y otros ensayos, José Bianco158. Tinísima, Elena Poniatowska

Page 374: Manuel Galich - Universidad de San Carlos de Guatemalac3.usac.edu.gt/cienciapolitica.usac.edu.gt/public_html/... · 2018. 4. 19. · futura de Galich pudiera, además, recoger las

159. Los placeres del exilio, George Lamming160. Poesía, Pablo Neruda161. Contra la muerte y otras visiones, Gonzalo Rojas162. Historias del seno mexicano, Carlos de Sigüenza y

Góngora.163. Décimas, Violeta Parra164. Lumpérica, Diamela Eltit165. Una voz parecida a lo contrario, Enrique Lihn166. Los días terrenales, José Revueltas167. Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la tribu,

César Calvo168. Yo, tituba, la bruja negra de Salem, Maryse Condé169. Los deshabitados, Marcelo Quiroga Santa Cruz170. Poesía completa, Ricardo Jaimes Freyre171. Los condenados de la tierra, Frantz Fanon172. Macunaíma, Mario de Andrade173. Obra poética completa, Julia de Burgos