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Revista 2011

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Revista anual del I.E.S. Padre Manjón

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Edita: I.E.S. PADRE MANJÓNGonzalo Gallas, s/n.

Tef.: 958 89 34 93 - Fax 958 89 34 9018003 GRANADA (España)www.iespadremanjon.com

Patrocina: A.M.P.A. GONZALO GALLAS

DIRECCIÓN DE LA REVISTAMª Isabel Martínez López

COLABORANManuel Reyes

Mª Isabel Martínez LópezCarlos López Sánchez

Francisco Revelles MorenoAna Guijarro Campaña

TEXTOSIsabel M. Santiago Suárez

Celia Barnés CastañoMarta Suárez Fernández

Alejandro RamírezNicolás Jiménez Martín

Paula Pastor PenaGloria Rey Casares

Pedro Ballesteros GarcíaElena Carceller López

Fernando Villamón BarrancoEva Chaves Gámez

Minerva Pulido CastellanosAmalia Callejas Rodelas

Juan Carlos Callejas RodelasAntonio Rivas GarcíaBelén Ortiz Núñez

Juan Antonio Mulero GarcíaRubén Doña Juárez

José María Ávila RuizVíctor Juan del Amor Fernández

María José Gámiz MoralesAurora Mª Castro Gómez

Guillermo González Fernández

PORTADA:Carlos Vilchez Vilchez

FOTOGRAFÍAS:Cristina García Martínez

Javier Castillo GarcíaPedro Hidalgo Fernández

Leonardo Stephanelli MartínezInés Rodríguez Riera

Nacho Ururita ContrerasCarlos Vílchez Vílchez

Victoria Rueda PalomarArchivo

DISEÑO:Manuel Martínez Vela

MAQUETACIÓN:P&V - Armilla

IMPRIME:ALSUR, S.C.A. - Telf.: 958468858

Depósito legal:GR.-1.799/2011

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AUTORES: GRUPO “NIVECAY” COMPUESTO POR: JUDIT GARCÍA (PORTAVOZ) NOELIA GIJÓN

AURORA VERÓNICA CAMBIL

ELOÍSA ALCALDE

IRENE CEA

CRISTINA DELGADO

AMANDA ÁLVAREZ

Cuidamos Centronuestro

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ISABEL M. SANTIAGO SUÁREZ

es ojo porque te ve.PRIMER PREMIO DEL TERCER CONCURSO DE RELATO CORTO CONVOCADO POR LA FUNDACIÓN DE CULTURA ANDALUZA

El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas,

Por fi n, ha llegado. Mira hacia arriba: una larga fi la de escaleras blancas y una puerta grande defi enden la biblioteca de su ciudad. Sonríe. Le gusta su ciudad. No solo por los famosos monumentos que todo el mundo menciona siempre; o la sierra, o la playa, o la preciosa parte antigua, con tanta historia es-condida. Sí, todas esas cosas la hacen especial, pero Granada no es especial solo por esto, y ella lo sabe. Su profesor de ética había dicho una vez que Granada tenía un aire diferente, un aire mágico, y ella le había creído a pies juntillas.

Inspira y comienza el ascenso de los es-calones. Uno por uno, con tranquilidad. Son pequeños, apoya solo la punta del pie. Al fi n, arriba. Antes de entrar, se permite mirar ha-cia abajo: ve las calles, los coches, la gente, su ciudad; y, luego, hacia arriba: el cielo es azul celeste y no hay ni una nube. Sí, es especial. Cierra los ojos, deja que el leve viento y el sol acaricien sus mejillas, suaves. Sonríe. Y entra en la biblioteca. Le espera una tarde intensa de estudio.

Dentro todo es silencio y ella, aunque no es precisamente silenciosa, se encuentra

“El ojo que ves no es ojo porque tú lo Veas; es ojo porque te ve.”

A. Machado.

como en casa. Montañas de libros la rodean, gente que lee, gente que estudia, algunos con-sultan dudas con el de al lado, otros entran en Internet, unos buscan información, otros se relajan. Ella camina entre estanterías de libros y piensa que le gustaría sacar alguno y per-derse entre sus páginas, pero sigue adelante, en busca de un sitio en el que poder estudiar. Y lo encuentra, ve una mesa pequeña, para dos personas, pero hay un asiento libre. Ace-lera el paso para llegar y agarra la silla, pero otra mano que ha llegado a la vez, la agarra también. Su primer impulso es protestar y ti-rar de la silla, pero al levantar la vista ve dos ojos azules que la miran, tranquilos. El tiem-po parece detenerse. No se oye ni un ruido. El sonríe. Ella, a su pesar, sonríe. Y entonces, quizá el azar, quizá el destino, la mujer que ocupaba el asiento de enfrente se levanta, de-jando así la mesa completamente libre.

Puedes sentarte -dice él, y su voz suena amable, ligera.

Ella se lo agradece con una mirada y acep-ta su oferta. Se sienta, sintiéndose torpe. Las piernas le tiemblan y el corazón le va muy deprisa. Tiene miedo de caerse delante de él,

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no quiere hacer ruido. Comienza a sacar los libros, lentamente. Al fi nal no puede evitarlo y levanta la mirada hacia él, que la está mirando. Él sonríe. Ella vuelve a sonreír, y abre la libreta de matemáticas.

Si normalmente le cuesta hacer problemas, esa tarde mucho más. No puede evitar sentir su mirada sobre ella, tiene ganas de volver a mirarlo, de perderse de nuevo en sus ojos azules, de hablar, de conocerle, de reír con él. Levanta la mirada. El también.

¿Qué? ¿Se te atragantan las mates? -Pre-gunta con naturalidad, fresco, simpático. Ella sonríe tímidamente.

Sí... no se me dan muy bien- comenta.¿Quieres que te ayude?-La pregunta la coge por sorpresa, ¿Qué

hace? Si dice que sí, y no le sale algún proble-ma, quedará como una tonta. Si dice que no, perderá la oportunidad de conocerle.

Me encantaría- responde, y no consigue entender muy bien de dónde ha sacado el va-lor repentino.

Él coge la silla y, procurando no hacer rui-do, se sienta a su lado. Ella se retuerce las manos. Él la mira. Ella baja la mirada. El sonríe.

¿Por dónde empezamos?- pregunta el chi-co, dando comienzo así una tarde de estudios juntos.

Al principio, él se limita a explicar, ella a es-cuchar intentando prestar atención a lo que le dice. Asiente aunque no comprenda. Con-forme pasa el tiempo, aparece la confi anza; consigue concentrarse, se siente cómoda con él, no puede creer que le esté dando clase un desconocido, le pregunta, asiente, borra, escribe, piensa, muerde el bolígrafo, suspira, se aparta el pelo, pasa las hojas de la libreta. El observa, explica, habla, señala, borra, escribe, y, sin darse cuenta, se encuentra aprendiendo también, recordando, disfrutando.

La tarde transcurre tranquila, apacible, en-tre risas silenciosas, problemas resueltos, li-bretas, bolígrafos y miradas. Jorge Manrique

dijo que el tiempo pasa rápido y no podemos hacer nada por evitarlo: son las diez de la no-che cuando ella mira el reloj.

iMadre mía! -exclama, dando un bote en la silla -mis padres me matan. Pensarán que he estado por ahí -comenta mientras empie-za a preparar la mochila. Él sigue observán-dola, tranquilo, sonriente. Cuando ve que ha acabado de recoger, se levanta también y la acompaña a la salida. Ella va deprisa, nerviosa, mira el móvil como un acto refl ejo, esperan-do alguna llamada que no se produce. Llegan a la puerta. Se vuelve.

Muchas gracias por todo.

* * *Ha sido un placer.Tengo que irme...Lo sé, no te preocupes. Nos volveremos a

ver. Ahora corre.Lo mira. Sonríe. Es muy guapo. Asiente. Y

corre escaleras abajo, esperando no llegar demasiado tarde a casa.

Da la vuelta, suspira, se aparta el pelo. Vuel-ve a dar otra vuelta, mira hacia arriba. Tiene los ojos abiertos, no puede dormir. Por una vez, la bronca de sus padres no es lo que ocu-pa su mente.

¡Qué chico tan guapo y agradable! Han pa-sado una tarde increíble; y eso que no soporta las matemáticas. Quizás tengan algo, al fi n y al cabo. ¿Lo volverá a ver? Eso ha dicho él, pero ha olvidado apuntar su móvil, o su correo. No sabe ni su nombre. Puede que vuelva a ir a la biblioteca... Sí, podrían volver a encontrarse allí... Y así, entre posibles conjeturas de futuro, y recuerdos de esa tarde, se queda dormida.

* * *Mira hacia arriba, vuelve a ver los mismos

escalones blancos, la misma puerta. Mismo si-tio, misma hora. ¿Estará él allí? Se encoge de hombros y comienza la subida. Esta vez de-prisa. Está nerviosa, contenta, entusiasmada. Entra en la biblioteca, recorre los pasillos con

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rapidez y llega a la misma mesa que habían compartido la tarde anterior. Agarra la silla, pero esta vez nadie la agarra a su vez. Mira hacia un lado y hacia otro, esperanzada, pero no ve a nadie. Termina sentándose lentamen-te y comienza a sacar las cosas de la mochila mirando de reojo, esperando su llegada.

La tarde transcurre lenta. Entre proble-mas de matemáticas y oraciones de lengua se intercalan miradas al pasillo, suspiros, pen-samientos, esperanzas y, conforme va trans-curriendo el tiempo, desesperanzas. Para la hora de irse él no ha dado señales de vida. Ella desanda el mismo recorrido que al entrar, pero esta vez camina despacio, cabizbaja. ¿Por qué no habrá aparecido?

Y así pasan los días, las semanas, los me-ses. Todos los días vuelve al mismo sitio, a la misma hora, esperando que vuelva a aparecer.

Cuatro meses mas tarde:Hace calor. Mira a su alrededor, y le gusta

lo que ve. Pantalones cortos, camisetas de ti-rantes, gente que sonríe, que toma helados, que descansa en bancos, que charla animada. El verano ha llegado, y con él, el fi n de los exámenes y las vacaciones. Por fi n pueden re-lajarse.

Ha quedado con unos amigos para dar un paseo, y camina por las calles de su ciudad; tranquila. Por una vez va con tiempo. Le gusta andar, visitar ciertos lugares: pasar cerca de la catedral, atravesar Gran Vía, recorrer la calle del Conservatorio Superior, cruzar el río, ca-minar por la orilla.

Pasa cerca de un parque, y se detiene a observar; hay unos niños pequeños jugando, bajo la atenta mirada de sus padres, que no pueden evitar reírse. Algunas parejas se besan o caminan de la mano, grupos de amigos ha-blan y gritan animados, y ella no puede evitar sonreír, sonreír de verdad. Y es que cuando ve a tanta gente feliz, tanta energía, tanto cariño, no puede evitar pensar que, al fi n y al cabo, merece la pena. Ser feliz merece la pena.

Prosigue su camino serena, disfrutando de cada paso que da. De repente, el tiempo pa-rece suspenderse. Por un momento deja de respirar, el tiempo se detiene, y sus ojos se paran en un chico que camina hacia ella. El corazón le martillea el pecho, siente que se le va a salir. ¿Es él? ¿Es posible?

Ha dejado de andar, y lo mira ensimisma-da. Él, que escucha música, aparenta no darse cuenta y prosigue su camino. Ella va girando a la vez que el pasa por su lado. No la ha visto. ¿Qué hace? ¿Lo saluda? El primer impulso es dar la vuelta y seguir su camino, pero sabe que si no lo intenta, se arrepentirá, así que da unos pasos rápidos y se sitúa junto a él. Le toca el hombro.

El chico parece salir de su ensimismamien-to y la mira, la vuelve a mirar después de aquella lejana tarde. Sus ojos azules se posan sobre ella, que tiembla. Dios mío, es él.

Hola- dice, tímida.El acerca una mano a su oído y se quita el

auricular.Perdona, ¿Te conozco?No puede creerlo. ¿Se está riendo de ella?Esto... sí. Nos conocimos hace algún tiem-

po... en la biblioteca de Andalucía... me ayu-daste con algunos problemas de matemáti-cas...- intenta explicarle mientras él frunce el ceño, intentando recordar.

Perdona, pero no me acuerdo, ¿Seguro que era yo?

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que un sentimiento sea fuerte, ha de ser co-rrespondido.

Y en un momento parece haber crecido diez años. Se seca las lágrimas. Ha conseguido entender algo que la mayoría de la gente no consigue comprender durante una vida ente-ra, algo que ya dijo nuestro Antonio Machado, el ojo es ojo no cuando mira, sino cuando ve. Entonces sonríe. Sí, prefi ere recordar la parte buena de lo ocurrido, prefi ere quedarse con lo aprendido de la experiencia.

Las piernas, parecen volver a responderle, y corre, aunque ya llega tarde.

* * *Epílogo: Al fi nal, aquella noche, cuando llegó

a casa, se sentó en la terraza, y cerró los ojos. Miró al cielo, vio las estrellas y, una vez más sonrió. ¿De qué sirve no hacerlo? La felicidad no viene por sí misma, hay que buscarla, hay que quererla, hay que aceptarla. Unas veces viene sola, otras, acompañada. El truco está en saber reconocerla, en no cerrarse a ella.

Levantó las piernas y las apoyó en la mesa. Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no trató de luchar contra ellas. Decidió aceptar lo que sentía y simplemente, esperar.

En el edifi cio alguien comenzó a tocar un clarinete. Cerró los ojos, dejándose llevar por la melodía. No sabe cuanto tiempo permane-ció así, aceptándose a sí misma, aprendiendo a conocerse. Solo despertó de su ensimisma-miento cuando la vibración del móvil la mo-lestó. Lo sacó del bolsillo de los vaqueros y lo miró. Sabía quién era, pero decidió dejarlo encima de la mesa.

Se levantó, y se asomó al balcón. Vio su ciudad iluminada.

Se imaginó sobrevolándola. Intentó reco-nocer algún edifi cio entre tantas luces. Escu-chó el ruido de los coches. Escuchó gente ha-blar. Escuchó el sonido del clarinete. Escuchó ramas crujir debido al leve viento que corría.

Pero no escuchó el sonido del móvil, que seguía vibrando encima de la mesa.

No puede creerlo.Sí...- contesta, bajando la mirada. Es cons-

ciente de que se está poniendo roja.Creo que recordaría conocer a alguien

como tú. Ella levanta la vista, y lo que ve no le gusta. La mirada dulce y simpática del chico que había conocido no está. El parece inte-resado en ella, pero no de la misma manera que ella recordaba de aquel día lejano, en la biblioteca.

No sabe qué decir. Su mente parece no re-accionar. Está triste, decepcionada, humillada. Quiere salir corriendo de allí.

Así que, ¿me das el número y te llamo? Quizás así consigas hacerme recordar la tar-de de la que hablas- sigue diciendo él a la vez que arquea las cejas.

Sin saber por qué, recita un número de memoria. No se siente ella misma. Tiene la sensación de que quien mueve los labios es otra persona, que ella solo observa. No es consciente de que el chico se despide con dos besos. No es capaz de moverse. Se que-da allí, de pie, con la mirada perdida. Tantos días esperándole y ahora que le encuentra; ni siquiera la recuerda. ¿Dónde está aque-lla conexión? ¿Lo que los dos compartieron aquella tarde? ¿Dónde están los ojos amables de aquel chico que le hizo comprender las matemáticas? ¿Por qué no se acuerda de ella?

Dos lágrimas resbalan por sus mejillas, ca-bezonas, y ella sigue allí, sin poder moverse. Gente que pasa por allí la mira, curiosa. Al-gunos parecen hacer amago de acercársele, pero ninguno consigue romper la barrera que separa a dos desconocidos.

Y entonces comienza a comprender. Com-prende por qué él no volvió a aparecer por la biblioteca. Comprende por qué no le pre-guntó cómo se llamaba, o por que no le pidió el teléfono. Comprende que perdió el tiempo esperándolo. Comprende que, el hecho de que aquella tarde fuera especial para ella, no la hace especial para él. Comprende que para

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NavidadCanción

DE NAVIDAD

erranteI

Un enjambre de sueños en tus ojos anida.Eres la fuente que me da la vida,la alegría que el ánima espera,la luz que emana las estrellasen el cielo de mi corazón escarlata.Tus manos son el espejoque en mi cuerpo refl ejacuentos de hadas sin brujas,tiempo que el alma anhelaen la soledad del silencioque de tu murmullo queda.

IIYa la nieve reina,y las risas apagadasson música que sorda suenafi ltrando en la luz tristeza.(Veo el odio tejer en tisú negra telacual canción de cuna olvidada)

Mis hojas pliegan soles,que susurrande tus ojos de luna ciega,de ilusión entre humo perdidadonde la felicidad solitaria habitanube de Navidad errante y pasajera.

IIISe acerca la primaveray al tiempo que fl orecenlas rosas en tu jardín,mi cuerpo se marchita,lágrima que desapareceentre noches de marfi l.

IVPuedo oir la balada de muerte interminable.¿Acaso, sorda, no la oyes tú?

VAcércate a mi frente, Muerte,y perdóname la vida,pues he viajado en navíos oscurosdonde quimeras los luceros doran,de mundos de guerra conciliados,de besos que milagros doran.¡Acércate a mi frente, Muerte,perdóname la vida!

de

CELIA BARNÉS CASTAÑO – 4º ESO A

Tercer Premio - Concurso literario de Navidad

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Mario miraba caer la nieve a través del cristal. Era un día de Nochebue-na, todo estaba blanco, ha-bía niños riendo fuera, ha-ciendo muñecos de nieve y jugando a tirarse bolas. Cómo envidiaba el poder salir a correr y jugar como cualquier otro niño, pero no podía ser. Su madre le había explicado que fuera hacía mucho frío y podía ser perjudicial para él.

Cuando se volvió y miró la habitación en que se en-contraba no había un árbol de navidad Ileno de ador-nos y luces, no estaba el be-lén que montaban todos los años, no olía a mantecados y turrones, no veía las caras alegres de sus familiares, nadie cantaba villancicos ni tocaba la zambomba. No, nada era como había sido en sus primeros 8 años.

EspecialRegaloUn

En su lugar este año la habitación era blanca, im-personal, con una cama metálica y dos sillones. También había una serie de aparatos que él apenas entendía pero que estaban allí para su bien. Sus padres aunque lo intentaban, no podían reír, estaban pre-ocupados.

Él debería estar espe-rando sus regalos de Papá Noel ilusionado y nervioso. Este año había pedido una gran bicicleta gris metaliza-da, pero estaba seguro que no se la traerían porque él no podía hacer esfuerzos. Seguro que se quedaría sin regalo.

¿Qué había cambiado tanto en este último año?

En ese momento entra-ron varias personas con ba-tas blancas en la habitacion

MARTA SUÁREZ FERNÁNDEZ

y le pidieron que se tumba-ra en la cama.

Le dijeron que le iban a inyectar algo en el suero que lo calmaría, que no de-bía preocuparse. ¡Todo sal-dría bien!

Pero las caras de sus pa-dres mirándolo no trans-mitían esa seguridad de la que hablaban la personas extrañas.

Él quería Ilorar, pero no quería que sus padres su-frieran más.

En ese momento entró un hombre mayor, gordo, con gafas redondas, cara risueña, barba y una gran barriga. Cuánto se parecía a Papá Noel, pero no, este no iba vestido de rojo iba vestido con un pijama ver-de y no decía jo, jo, jo...

Se acercó a él.

- Hola, soy el doctor.

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¿Cómo te encuentras?- Estoy triste porque hoy

es Nochebuena y además no voy a recibir ningún re-galo.

- ¿Eso piensas?- Sí, no he podido escri-

bir mi carta.- Creo que te equivocas.

Este año mandamos la car-ta nosotros por ti y tu re-galo ya ha Ilegado.

- ¿Es una bicicleta?- No, es algo mejor.- ¿Qué es?- Es un corazón. Mejor

dicho, ¡es tu corazón! con él podrás seguir queriendo mucho a tus padres, vivir muchas Navidades y mon-tar todo lo que quieras en bicicleta.

Mis padres me besaron muy fuerte y las personas

de batas blancas me Ile-varon por un largo pasillo con luces blancas hacia el quirófano. Pero tenía razón, no había por qué estar tris-te, al revés tenía que estar muy contento y agradecido

PAZ Guillermo González FernándezLa

Ella siempre fue mi compañera. Distinguida por vestir de blanco y ramita de olivo en su boca, so-ñadora de vuelo.

Existe quien te rechaza, quien no sabe ni si-quiera que estás, que convives con nosotros; yo te encuentro día a día en mi vida.

TE QUIERO CONMIGO. ¿Recuerdas? Siempre pensé que salías de las

manos de Dios, cuando desde el cielo se frotaba las manos.

Querido amigo, MI AMIGA LA PAZ.

porque este era el mejor regalo que me podían hacer esta Navidad y porque yo estaba seguro que el señor de verde que me sonreía y cogía de la mano era Papá Noel.

AccésitConcurso de Microrrelatos

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ALEJANDRO RAMÍREZ

de la NAVIDAD

LA VERDAD

ha tocado y aparezcan feli-ces y brindando con cham-pán. Pero tenemos que es-tar en alerta y saber que el sorteo de navidad, no toca, es un camelo.

El día 24 es el día por ex-celencia de la cena familiar. La familia se reúne y nues-tras madres, tías, y abuelas se han gastado un sueldo entero en gambas y en una comilona para un ejército entero. Esa misma no-che viene Papá Noel, a u n q u e después de la gran co-milona y de haber-te dejado la voz can-tando en el karaoke o el sing star, lo único

Para comenzar, quiero decir que este no es el tí-pico artículo de navidad, donde solo se habla de vi-llancicos o polvorones, no. Voy a hacer un breve o no tan breve resumen de la navidad, día a día, como si fuera un diario, donde to-dos nos vamos a sentir identifi cados.

La navidad comienza el día 22 de diciembre, es el día mas esperado para no-sotros los jóvenes, debido a las... ¡vacaciones! Aunque además de ser esperado suele ocasionar, a algunos, gracias a las notas, algún que otro berrinche.

Este día la mayoría de la gente se pasa toda la mañana viendo en televi-sión el sorteo de Navidad. Después algunos teledia-rios contratan a algunos actores para que salgan di-ciendo por televisión que le

que apetece es echarse a dormir. Al día siguiente, si has sobrevivido a una in-digestión, se vuelven a re-unir todos y además sacan más comida, la mayoría de la que sobró la noche an-terior. Pero después de todo, del cansancio y de-más, siempre llegan a tiem-po esas primas repelentes que se tiran toda la tarde restregando todo lo que Papá Noel les trajo.

Segundo Premio - Concurso literario de Navidad

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El siguiente día seña-lado es 31 de diciembre “Nochevieja”. Hay que ce-lebrarlo, las mujeres suelen tirarse toda la mañana en la peluquería para hacerse un peinadito, el cual les podría durar hasta la siguiente no-che vieja, de tanta laca que se ponen. Ese día también hay cena familiar, pero con un peligro mayor, las 12 uvas. Si consigues no atra-gantarte y sobrevivir otro año más. Después viene la fi esta. Es de los momentos del año más esperado por los jóvenes y donde la ma-yoría de Ias discotecas sa-can a los jóvenes un pas-tón para ofrecerles barra

libre y mucho, mucho pero que mucho calor. Ese día la mayoría de la gente pien-sa que es el mejor día para desayunar churros después de toda una noche de calor y alcohol.

Después viene el día 5, día de los Reyes Magos. Esa misma noche es la prueba de fuego; Ia cabalgata. Es la noche donde más acciden-tes ocurren. Debemos te-ner cuidado, porque nos podemos quedar sin dien-tes, debido a un niño con “mala pata” o a una anciana que lo puede dejar semiin-consciente a causa de un bolsazo, por tal de agarrar un caramelo que quedó

en territorio comanche. También esa noche, es por excelencia, la noche de los inventos, cada año hay nue-vos y mejorados paraguas “recoge-caramelos” u otro tipo de utensilios.

Por último, termina la Navidad y es el día menos esperado, donde se vuelve a la realidad del trabajo y la de los estudios, es el día 8 de enero. Nos dan la bien-venida los exámenes de re-cuperación. Regresa el es-trés, el cansancio, el sue-no mañanero.... Pero bue-no, no queremos deprimi-ros tan pronto, la Navidad está por Ilegar y hay que disfrutarla.

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Sopa deLETRAS

Z estaba muy feliz hoy. Sí, hoy era el día más especial para ella. Hoy se sentía orgullo-sa de aparecer en todos los lugares de Espa-ña; en carteles, alumbrados, postales, felicita-ciones, mensajes, anuncios... La explicación del porqué de su radiante estado anímico es bien sencilla. Hoy, por fi n, tendría la impor-tancia que no tuvo los demás días del año. Hoy era ¡veinticinco de diciembre! Hoy, ha-bía una frase que era tan repetitiva como los anuncios de juguetes y de perfumes, en la que Z aparecía encantada: “FeliZ Navidad”.

Todas las letras estaban muy ilusionadas hoy; L, N, D e incluso la tímida de la fami-lia, la V. Pero la que resaltaba por encima de todas por su importancia, optimismo y espíritu navideño era Z. En la adversidad de la situación se encontraba H. Esta letra de fortísimo carácter estaba enfadadísima, indignada, con una desgana sobresaliente y

Navideñasin espíritu navideño alguno. Se situaba en la esquina más desoladora del Abecedario. El Abecedario era un recinto donde se reunían todas las letras para festejar citas importan-tes.

Hoy, todas las letras estaban reunidas en el centro del lugar cantando, comiendo, ju-gando, riendo, abriendo regalos... Alguna que otra se acercaba a H para animarla y unirla a la fi esta, pero ella rechazaba todas las pro-puestas. Finalmente, tuvo que ir Z, el prota-gonista principal del día quien fue a animarla. H declinaba una por una sus peticiones, has-ta que, de repente, una pregunta le llamó la atención: ¿qué es para ti la Navidad?

H se quedó absorta. Nunca se paró a pensar qué signifi caba la Navidad. Tuvo que ser Z la que rompió el silencio, explicándo-le que es una fi esta donde tiene que estar todo el mundo unido; los amigos, la familia, cantando villancicos, cenando... Todo este conjunto hace una tradición, la Navidad. H lo entendió, hoy no era un día para estar aislado y... de pronto... sus ojos brillaron de felicidad, comenzó a sentirse tan importante como Z, porque hoy... sí, hoy... iHoy es Na-vidad!

¡¡¡FELIZ HOY!!! ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

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NICOLÁS JIMÉNEZ MARTÍN - 4º ESO A

Tercer Premio - Concurso literario de Navidad

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- ¡Péineme por favor, hoy viene a verme! - Pido a la enfermera que estire las sábanas.

En la residencia se respira ambiente navideño: luces de oro y plata que trans-formarían cualquier choza en un palacio; canciones populares que nos retornan a nuestra infancia, tan repetidas que po-dría quedarme sorda y seguir escuchando aquellas pintorescas notas que ya dicen más por ser villancicos que por el mensa-je que aportan. Pero nada es comparable con disfrutar de tu familia una noche más.

Uno a uno, compruebo como los com-pañeros que me ayudan a soportar la car-ga de la soledad, cada día abandonan la sala con sus seres queridos y deshaciéndose en sonrisas. Aguardo sentada frente a la chimenea, mirando las llamas sin ver nada. Es un invierno frío, pero el fuego caldea la habitación y la chaqueta más elegante que poseo cubre el vestido que había elegido minuciosamente para esta ocasión: estoy lista para salir a la calle en cuanto mis nie-tas entren por la puerta, y quiero que me vean radiante. Pero cuando el simple mi-nutero de un reloj transforma la ilusión en desesperación que asoma por mi pecho, empiezo a dudar de lo último que se de-bería perder, la esperanza.

Pegada a la ventana, se me van los ojos detrás de cada coche que veo pasar. ¿Dónde estarán? ¿Les habrá pasado algo? Me pregunto con el corazón en un puño.

PAULA PASTOR PEÑA – 4º A

Los minutos se me hacen horas y com-pruebo que a través del cristal ya no se divisa ni un alma, a excepción de un pálido e inerte árbol cuya tonalidad nada tiene que envidiarle a la nieve que lo rodea. Sus ramas parecen retorcerse de frío. Aguanta impasible, mecido por el viento, y me pre-gunto si él añorará sus hojas tanto como yo a los míos. Más tarde, una esbelta silue-ta se refl eja en el vidrio.

- Señora Pérez, me temo que no pueden venir, ¿por qué no viene a bailar con noso-tros? - La enfermera me sonríe con dulzura y sus ojos castaños desprenden compren-sión, pero al apartar la vista de la ventana y dirigirla hacia el interior, me percato de que varios ancianos, seguramente olvidados, aparentemente felices revelan una honda tristeza que inunda sus miradas.

- No los esperaba, tan solo contempla-ba el paisaje. - Contesta mi orgullo sin vi-sible interés.

Tantos inviernos han visto esto ojos que no tiene sentido dramatizar, y aunque ellos no estén hoy presentes, no desapa-recerán ni un solo segundo de mi men-te. Pero aún es pronto, y la noche joven. Decido aceptar la invitación e ir donde mis pies me lleven: mi cuerpo encantado por la música, mi corazón donde mi fami-lia se encuentre, y mi alma rebosante de nostalgia, esta Navidad yace enterrada en la nieve.

SoledadPrimer Premio - Concurso literario de Navidad

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LA PAZ interior

GLORIA REY CASARES - 3°E.S.O. A

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Salí de casa y cerré la puerta con la llave. Dos vuel-tas y listo - pensé. Decidí ba-jar por las escaleras, era más sano. Además, hoy se había estropeado el ascensor y era normal, ya que el bloque tenía más de veinte años. La puerta que daba a la calle

no era muy grande y había vecinos que se tenían que agachar un poco para po-der entrar o salir. Cuando yo era pequeña me hacía

gracia que la gente agachara la cabeza y arqueara leve-mente el cuello - una son-risa se me dibujó en los la-bios pensando en eso.

Fuera llovía con bastan-te fuerza, por lo que volví a mi casa. Cogí mi paraguas de rayas de colores y vol-

ví a bajar. Abrí el paraguas y sentí como las gotas de agua caían y resbalaban por la tela. Hacía frío y de-cidí entrar en la cafetería

que estaba dos calles más arriba. En su interior no había mucha gente, sólo estaban ocupadas tres o cuatro mesas. Me senté en la mesa más alejada de la puerta, ya que entraba una pequeña corriente de aire frío y húmedo. La cafetería

estaba iluminada por los últimos rayos de sol que entraban por sus grandes venta-nales. En el ex-terior había de-jado de llover y la gente comen-zaba a cerrar sus paraguas. Un camarero se acercó a mí y me preguntó qué quería, yo le dije que me trajera la

carta. Él se dio la vuelta y se dirigió a la barra que se encontraba en el centro de la estancia. Era alto y fuer-te con unos grandes ojos

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azules. Su pelo liso y rubio le caía sobre los hombros. Era guapo. En ese momen-to volvió con la carta bajo su brazo derecho y con un zumo de limón- que yo le había pedido antes - sobre una bandeja que transpor-taba con la otra mano. La dejó suavemente sobre la mesa y con una sonrisa me dio la carta. Pedí un sánd-wich de pollo, tomate, le-chuga y mayonesa. Cuando terminó de apuntarlo en la libreta me dijo que si quería postre. Le respon-dí que sí y volví a mirar la carta. Había una tortita con chocolate y nata que tenía muy buena pinta. Al cabo de unos minutos me lo trajo y lo comí en poco tiempo ya que se hacía tar-de y pronto cerrarían. Le pedí la cuenta y el camare-ro tenía los ojos llorosos. Le pregunté qué le ocurría y me dijo que había estado cortando cebolla y por eso le lloraban los ojos. En un principio me lo creí, pero la expresión de sus ojos denotaba otra cosa.

Me levanté y fui has-ta el mostrador dándome cuenta de que no quedaba nadie. Dejé el dinero en la barra y el camarero salió a cogerlo. No me miraba a los ojos, su mirada se en-

contraba triste y perdida. De repente rompió a llorar como si de un niño peque-ño se tratará. No sabía qué hacer. Él me abrazó y yo le respondí.

Le di un pañuelo y se secó las lágrimas. Cuando se tranquilizó me dijo que debía cerrar y que tenía que irse. Le dije que si po-día ayudarle y él me con-testó que su madre había tenido un accidente de coche hacía unas horas, pero que no había muer-to. Ahora se encontraba en estado de coma y tenía respiración asistida. Él se sentía mal. Quedamos en tomarnos un café en mi casa al día si-guiente. A las seis sonó el timbre. Contesté, era él. Le abrí la puerta y entró. Tenía ojeras y estaba pálido. Comenzó a llorar mientras me contaba lo que había ocurrido. Su madre había muerto esa misma noche. Él se sentía culpable porque horas antes del accidente habían discutido. Le ofrecí algo de beber. Me dijo que cuando llegó al hospital y

entró en la habitación que-ría hablar con su madre. Pero momentos después el monitor comenzó a pi-tar. Las enfermeras llega-ron después y llamaron a un médico. Intentaron re-animarla pero no pudieron hacer nada por su vida.

Me dijo que sentía un desasosiego que no sabía

cómo solucionar. Le dije que su madre desearía que él fuera feliz y no se preocu-para por nada. Seguro que ella no le guardaba ningún rencor. Él me había estado escuchando atentamente y se le notaba un poco de es-peranza en su cara. Le dije que si él podía hacer algo por encontrar su paz inte-rior. Se le iluminó la cara, me dio las gracias diciendo que mis palabras le habían dado la solución y una es-peranza de encontrar su paz interior.

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LLEGADOLA HORA

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ELENA CARCELLER LÓPEZ - 2° DE E.S.O A.

Cuando cumplí seis años, supe que el momento había llegado. Era hora de afrontar mi destino e irme de mi hogar, el lugar don-de había llegado al mundo y donde había crecido. Era una fría mañana de invierno y estaba despidiéndome de mis padres y mis hermanos,

que dentro de unos años seguirían mis pasos. Miré la casita que había acogido a mi familia, Lucía aque-lla niña especial que había

ha

logrado encandilarnos a todos, a mí especialmente, preparaba la mesa para co-mer. El jardín de la casa es-taba lleno de olivos y para llevarme un recuerdo de este lugar, Lucía me había puesto una pequeña ramita en la cinta que tenía en el cuello. Le volví a echar un

vistazo a la casita y a mi fa-milia, des-pués abrí mis alas y eché a vo-lar, sin mi-rar atrás.

Pasada una se-mana de cont inuo vuelo; lle-

gué a un pequeño pueblo. Estaba extrañada, no había visto ninguna paloma como yo. Eso no era normal, lo habitual era que hubie-

se unos cuantos ancianos echando migas en la tierra y muchos pájaros a su al-rededor. Entonces oí un ruido fuerte, que se repe-tía cada vez más fl ojo en las montañas del pueblo. Hubo otro, y otro más, me estaba asustando. Divisé entre las nubes un pequeño gorrión, que caía en picado hacia el suelo y comprendí. Volé rá-pidamente hacia otro sitio, preguntándome cómo ha-bía gente así en el mundo. Descansé en una chimenea y volví a emprender mi ca-mino.

Un mes había pasado ya, sin más sobresaltos. Nevaba mucho y no había conseguido obtener co-mida desde hacía muchos días. Estuve una temporada con otras palomas más ex-pertas en el viaje. Ellas me ayudaron a elegir mi direc-ción. Dando tumbos llegué a otro pueblo, pero no se parecía a nada que hubie-

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se visto antes. Había oído hablar de ellas, pero eran mucho más impresionantes en la realidad. Estaba, por primera vez, en una ciudad. En aquel momento no lo sabía, y es que justo deba-jo de mí, había un grupo de chicos con un tirachinas, apuntando en mi dirección. Sentí un dolor agudo en el ala y un crujido. Caí casi in-consciente en el alféizar de una ventana. Era de una pe-queña casa, que me recor-dó mucho a la mía, cometí un gran error al alejarme de allí, los echaba a todos de menos. Oía gritos, había alguien peleándose. Noté como se abría la ventana y una mano cálida que me cogió.

Cuando desperté, había cinco personas mirándo-

me, pero alejadas unas de otras. Yo estaba en una caja, intenté moverme pero el ala me dolía mucho. Me habían puesto una venda y una tablilla. Me dieron agua y comida, y se podría decir que la devoré. Estas perso-nas ni siquiera se miraban, estaban peleados todos, te-nía que haber pasado algo muy gordo para que una fa-milia no se hablara. Los días pasaban y yo cada vez me sentía más fuerte, después de estar una semana allí, ya podía caminar. Estaba dan-do pequeños saltos en la mesa del comedor y todos me miraban, como si fuese su mascota. Se reían entre ellos y charlaban animada-mente sobre mí. Hablaban de la comida que me iban a dar, de que cuando me

recuperase me verían vo-lar, de que iban a ponerme un nombre... Después de un mes, en esta casa no se oían gritos, ni gente discu-tiendo. Los vecinos se pre-ocuparon por aquel silen-cio y un día se presentaron todos en casa preguntando. Cuando comprobé que po-día volver a volar, decidí que era hora de marcharme y seguir con mi camino. El día antes de irme la niña más pequeña de la casa intentó quitarme la ramita de olivo que tenía en el cuello, pero no les dejé, era el recuer-do que tenía de mi nido y de mi familia. Llegó la hora de partir, todos estaban allí para despedirse. Los niños lloraron, me habían cogi-do mucho cariño, como yo a ellos. Así, una tarde de primavera, abandoné mi segundo hogar y pude ver como la familia se abrazaba.

Tiempo después me en-teré de que se había pro-pagado un rumor, que decía que una paloma con una ramita de olivo en el cue-llo, había logrado unir una familia que se había roto. Este rumor se extendió por todo el mundo y me bautizaron como la Paloma de la Paz.

Y yo me sentí feliz.

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Querida, ayer el ofi cial al mando de mi unidad nos dijo que hemos sido desti-nados al frente, volvemos al infi erno cuyas llamas han consumido las almas de mis más allegados ami-gos, quienes no eran sino mi familia en este mundo de desgracias, los hombros

sobre los que podía llorar en los momentos de debi-lidad, o los brazos que me abrigaban cuando el des-tello de las bombas nos cegaban. Ahora estoy solo,

PRIMER PREMIO MICRORRELATO DÍA DE LA PAZ (Bachillerato)

esperando que el destino corte el delgado hilo de mi vida. Hace tiempo que no veo el azulado cielo, o las plantas crecer verdes y fuertes, las cenizas lo cu-bren todo, y lo único que puedo ver cuando asomo la cabeza de la trinche-ra son árboles desnudos,

y amenazantes fogonazos en el horizonte. Quizás no pueda volver a verte al despertarme, a acariciar tu suave pelo, a mirar por la ventana y ver el tranquilo

prado donde antaño mo-rábamos, a oír el cantar de las alondras, o la tibia brisa de la mañana, o ver nacer a nuestro hijo... El deseo de sentir todo aquello se me antoja una quimera, aun así es lo único que aviva la dé-bil energía que me mueve a sobrevivir, lo único hu-

mano que me que-da, la angosta franja que me separa de convertirme en una mera e inerte com-binación de tierra y agua. A pesar de poseer esta ilusión, en lo más hondo de mí, sé que aunque pudiera salir de esta profunda sima, no saldría por entero, pues una gran par-te de mí siempre se quedará aquí, des-

pedazada y roída por los horrores vividos, allí en tu mundo solo sería un cami-nante sin camino, un extra-ño, un extranjero, un ser cuyos mejores sueños se-

FERNANDO VILLAMÓN BARRANCO - 2º BACH E.

SoldadoCarta de un

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rían la peor pesadilla de las personas en paz. ¡Oh Dios! ¡cómo ansío la paz! el úni-co alivio que siento, la úni-ca compensación que me da estar aquí es que puede que esté aportando algo a construir un futuro mejor. La patria, la fe, el deseo de poder y riquezas fueron las ideas que nos han conduci-do aquí, vinimos dispuestos a dar todo por ellas, aho-ra me doy cuenta de cuán vanos eran esos sentimien-tos, somos los herederos de los errores de otros, y al mismo tiempo partí-cipes de dichas mentiras, pues abrimos los brazos cándidamente ante ellas, sin pararnos a pensar ni un momento si de verdad me-recían la pena.

Ahora es cuando sé qué tiene verdadero valor, y por ello quiero que nues-tro hijo lo sepa, que sepa bien lo que es la guerra, que sepa cuáles son las causas que nos la trajeron, y que ponga toda su volun-tad al servicio de evitarlas, que no se deje engañar por aquellos cuyo única tarea es envenenar las mentes de los humanos. Que defi enda la paz.

Carta del

Teniente Ramírez

Víctor terminó de leer de nuevo las palabras de su padre, quien era para él una gran fuente de inspi-ración. Sabía la suerte que había tenido en nacer en un tiempo en el que las gue-rras solo eran un concepto del que hablaban los viejos y que se narraba en los li-bros. Algo que los jóvenes apenas conocen, jóvenes que viven cándidamente en su nube, inconscientes y desconocedores del oscu-ro pasado, e ingenuos, pues creen que su fácil existen-cia es el orden natural de las cosas, sin saber que ha sido construido con el sa-crifi cio de personas como su padre.

Se levantó de la silla y se asomó a la ventana. Su casa daba a una de las prin-cipales plazas de la ciudad; en el centro se alzaba un monumento en honor de los soldados. La placa re-zaba: “A aquellos héroes que dieron la vida por la nación”. Aunque le pare-cía plenamente justo ha-cer este mínimo tributo a quien tanto había dado por otros, le apenaba que se colocará la palabra nación. Pues esa idea es algo que refuerza el sentimiento ex-cluyente hacia los demás, y que debería ser sustituida

por la palabra humanidad, que no se luchara por tal o cual país, sino por todos los hombres y mujeres.

En la plaza pudo ver a mucha gente, era un lugar muy transitado. Había un grupo de niños jugando al pilla pilla, parejas cogidas de la mano o besándose, gente paseando o escu-chando música en los ban-cos, todos ellos tranquilos, felices.

Se puso el abrigo y bajó las escaleras de su edifi -cio. Compró el periódico y sonrió al ver que el titular era la anunciación de una victoria deportiva, no por-que ese triunfo fuera un or-gullo o una alegría para él, sino porque era el refl ejo del feliz y relajado mundo en el que vivía, las guerras habían sido cambiadas por partidos de fútbol, la gen-te salía a la calle a celebrar la victoria su equipo con el furor con el que hace tan solo unos años defendían los trabajadores el derecho a la sanidad frente a las tro-pas gubernamentales.

Cogió el metro hacia su ofi cina en la sede de las Naciones Unidas, se puso a refl exionar sobre un es-tudio que estaba hacien-do sobre la situación en

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Oriente Medio, desgracia-damente no todos los pue-blos estaban bajo la égida de la socialdemocracia que nosotros podemos disfru-tar. Pero también tenía la esperanza de que en algún momento, quizás más pron-to de lo que pensamos, los pueblos cambien sus arcai-cas ideologías, y asuman como algo verdadero y ne-cesario la fraternidad entre las personas. Pero al mismo tiempo, no se pueden im-plantar estas ideas sin más,

sino que si la gen-te defi en-de esta forma de vida, ha de ser p o r q u e debido a un previo e x a m e n c r í t i c o han lle-gado a la c o n c l u -sión de que es lo mejor. Si por el c o n t r a -rio acep-t a m o s c o m o postulado incuestio-

nable nuestras ideas, esta-remos incurriendo en el mismo error que aquellos que mueren y matan por la grandeza de sus dioses, estaremos siendo arcilla en manos de quien nos quiera manipular, y por lo tanto, en cuanto las ideas que todos defi enden y que nos inculcan dejen de ser las de libertad e igualdad, caeremos en las garras de otras ideas no tan nobles. Tenemos que cuestionar la democracia para después

concluir que es nuestro mejor sistema, lo que la hará mucho más fuerte.

Una de las noticias del periódico era que el par-tido fascista de un país del norte estaba ganando adeptos. La noticia aparecía en una esquina de una pagi-na en la que lo demás eran asuntos completamente intrascendentales, la gente no atribuye importancia a temas como ese, pero no él. En cuanto reparó en ella sintió un escalofrío por su cuerpo, y empezó a atis-bar la tormenta por el ho-rizonte, pues sabía lo que eso podía signifi car. A dife-rencia de sus coetáneos él sabe que este orden es tan delicado que las más dé-biles turbulencias lo pon-drían en duda. Parece que vivimos en un mundo en el que todo es estable y se-guro, pero en absoluto es así, pues el cambio lo go-bierna todo, y a veces nos da grandes disgustos. Sabe que en cualquier momento la muerte volverá a desple-gar sus negras alas sobre el mundo, y puede que la próxima vez no seamos ca-paces de resurgir de las ce-nizas. Por eso luchará por evitar que lleguemos a eso, será heraldo del mensaje de su padre.

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SEGUNDO PREMIO MICRORRELATO DÍA DE LA PAZ (Bachillerato)

EVA CHAVES GÁMEZ - 1° BACHILLERATO C

LaPAZMartin Luther King,

Gandhi, Teresa de Calcuta incluso Albert Einstein, son personajes que han marca-do nuestra historia de al-gún modo y todos ellos han luchado por la paz durante su vida; y si ahora desper-tasen verían un mundo que tras tanto esfuerzo no ha cambiado. La humanidad se ha visto cubierta por un manto de guerra y dolor y se encuentra sumergida en una profunda oscuridad debido a las atrocidades que nosotros mismos pro-vocamos.

Hoy en día vivimos en un mundo en el cual pedi-mos que todas las personas colaboren para conseguir un deseo tan anhelado por todos desde la creación de la Tierra: la paz. Sin embar-go no hay mucha gente que luche por ella día a día.

La historia nos muestra lo que nuestros antepa-sados han hecho por in-tentar conseguirla pero...

y nosotros ¿qué hacemos por conseguir la paz?

Mi bisabuela me con-tó la historia de un joven de 16 años, llamado Lucas, que dio su vida por defen-der sus ideales y su ma-yor sueño: conseguir paz. Como podemos observar por nuestro presente, no lo consiguió pero sí logró cambiar la vida de los que le rodeaban y gracias a él y a las demás personas que en el pasado y cada día ha-cen un pequeño gesto para mejorar el mundo, éste aún se puede salvar.

Lucas era un chaval peli-rrojo de 1,75 metros, cuya tez era blanca como la nie-ve. Era un chico decidido, enérgico, dulce y soñador que tenía unos ojos ver-des de mirada profunda e intensa y una sonrisa in-mensa que refl ejaba toda la felicidad guardada en su interior.

Para contar la histo-ria debemos situarnos en

un extenso claro cercano a un bosque a las afueras de una gran ciudad y poco tiempo antes del estallido de la Primera Guerra Civil Española.

En dicho claro había todo un vecindario de ca-sas donde muchas familias convivían juntas, pero la de Lucas era una pequeña ca-sita de piedra donde vivía con sus padres y su herma-na de 5 años, Diana.

Desde la ventana del cuarto de Lucas no sólo se veía ese frondoso bosque que rebosaba vida por los cuatro costados, también se veía un lago de aguas cristalinas donde la familia de Lucas y él acostumbra-ban a bañarse en verano.

Era una calurosa tarde estival, al igual que las de años pasados. Todo se en-contraba tranquilo en la ciudad y durante los días anteriores no se había anunciado nada inusual en las noticias así que nadie se

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esperaba la nueva noticia que cambiaría sus vidas y que recordarían siempre.

El estallido de la guerra se difundió tan o más rá-pido de lo que habría co-rrido la mecha encendida de una bomba y tanto la ciudad como este vecin-dario se vieron implicados en la guerra. Padres, tíos, hermanos, primos e hijos, mayores de 18 según el re-quisito militar, acudieron a ayudar ante la amenaza que se cernía sobre todos.

Lucas no acudió, pues no era su momento pero su padre se vio forzado a dejar a su familia para cola-borar con los demás a pa-rar la lucha.

Madres, esposas, hijas....vieron como sus familiares

se dirigían fi rmes e impa-rables convencidos de que podrían aportar una gran ayuda y conseguirían que el desastre no se exten-diese más, pero muchos miembros de esas familias no volvieron. Muchos niños se quedaron sin padre, mu-chas esposas se quedaron sin marido, muchas muer-tes de humanos inocentes tuvieron lugar en esta gue-rra, en todas las guerras. Sólo hubo sufrimiento, an-gustia, dolor.

Lucas era consciente de que si su padre marchaba a luchar no regresaría y du-rante meses vio a familias sufrir y a sus amigos des-trozados ante tantas pérdi-das.

Él no quería sentir lo mismo que sus amigos

pero sabía que, al igual que a ellos, a él también le llega-ría el momento de sentir como una oscuridad, que ya había inundado mu-chos lugares, y que se cernía sobre él, su madre y su pe-queña hermana.

Su hermana.

Ella era su pen-samiento más triste al pensar en la muy probable muerte de su padre. No

quería que ella creciese sa-biendo que su padre había muerto en una lucha pro-vocada por el ser humano y su idiotez para resolver confl ictos.

No podía permitirlo, así que una noche decidió ir a ayudar a su padre luchando a su lado. Intentaría salvar-le, al menos a él.

Se preparó para la bata-lla, se armó de valor, cogió la escopeta que su padre guardaba en el cobertizo y se dirigió a luchar.

En la linde del bosque observó que sus amigos se iban a combatir con él para también conseguir algo de ayuda y distraer al enemigo con más refuerzos.

Durante el camino, tu-vieron que hacer algo que

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Lucas odiaba, tuvieron que defenderse de sus atacan-tes disparando, por suerte todos habían salido algu-na vez a cazar perdices con sus padres cuando eran algo menores así que no les resultó muy difícil abrirse paso. Aún así nun-ca olvidarían lo que vieron: hombres sufriendo en el suelo retorciéndose sobre sí mismos, cercanos a una muerte que muchos de sus compañeros habían experi-mentado.

Tras un largo trayecto corriendo lograron llegar hasta el padre de Lucas quien se encontraba es-condido tras la media pa-red que quedaba de una casa destruida por esa mal-dita lucha.

Su padre al verle sintió miedo por si él sufría algún daño pero la felicidad de ver a su querido hijo ilumi-nó sus ojos y con ellos po-dría haber iluminado el co-razón de sus compatriotas.

Todos consiguieron re-fugiarse en un lugar más seguro a pocos metros de la lucha. Allí Lucas consi-guió hablar con su padre e intentó que éste volviera a casa con él pero su padre se negó, les dijo que vol-viesen a casa. Prometió a

Lucas volver lo antes que pudiese y corrió al foco de la batalla.

Poco después de unir-se a la batalla el padre de Lucas resultó herido y Lucas no podía quedarse quieto sabiendo que su pa-dre moriría, así que decidió junto con sus compañeros salir a luchar.

Corrieron de su escon-dite hacia el campo de lu-cha con un grito de guerra que retumbó en todos los rincones e hizo temblar hasta la mismísima tierra.

Gracias a su salida los enemigos se despistaron di-rigiendo sus miradas hacia ellos y así 1os com-p a t r i o t a s de Lucas y su padre consegu i -rían algo de ventaja.

Durante unos se-gundos que d u r a r o n una eterni-dad, Lucas vio cómo muchos de los cuerpos de sus amigos ya-cían inertes en tierra pero continuó su camino hacia la lucha. De repente se oyó un nuevo disparo, sus

piernas le fallaron y sintió frió. Todo empezó a volver-se borroso, cayó al suelo. Desde ahí oyó cada vez el fragor más lejano de la pe-lea y luego... silencio.

Lucas murió no sólo dan-do su vida por la de su pa-dre sino también luchando por intentar que el mundo fuese un lugar mejor. Pero la lucha no se combate con más lucha, el dolor no sana con dolor y una guerra no la puede parar un solo hombre. ¿Cuántas muer-tes más deben tener lugar antes de que nos demos cuenta de que el mundo ha perdido la humanidad que le quedaba?

Planta una fl or para sa-nar la Tierra, planta una fl or para sanar a los hombres.

Une tus deseos, mueve montañas.

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La PAZ,

obstáculosDespertó esa mañana en

un día cualquiera en Ruanda, como todos los demás. Sus compañeros abrieron los ojos, al igual que él, al escu-char el estruendoso dispa-ro. Sabían lo que eso signifi -caba, de manera que todos se prepararon y se coloca-ron en fi la junto a la puer-ta, inermes como tablas de madera.

Dos niños que habían llegado hacía dos días, temblaban y a alguno de ellos se le apreciaban las lágrimas corriendo por sus mejillas oscuras cubiertas de pólvora y tierra.

Un hombre joven en-tró abriendo la puerta de golpe, haciendo crujir la madera ya medio resque-brajada.

A nuestro protagonis-ta le dio un vuelco el es-

una carrera de

PRIMER PREMIO MICRORRELATO DÍA DE LA PAZ (Segundo ciclo de ESO)

MINERVA PULIDO CASTELLANOS - 3° ESO B

tómago por el miedo y de pronto se le olvidó que te-nía hambre; sólo deseaba que el momento acabara. El hombre alto y con faz enfadada y de piedra cami-nó a paso fi rme entre los niños. Otro joven de unos veinticinco años, entró tras él y les repartió un fusil a cada uno de los chiquillos. Los chasquidos de las ar-mas al cogerlas llenaron la pequeña y estrecha es-tancia como una familiar y triste canción, pero un gol-pe sordo los interrumpió. El hombre de piedra había golpeado a uno de los ni-ños nuevos, seguramente por mostrar el miedo que sentía. El chico se encogió en el suelo y su agresor profi rió una risita.

El acompañante les indi-có a todos los demás que saliesen de la caseta. Fuera

el sol brillaba abrasivo en lo alto del cielo. Otros sol-dados, tras la puerta, les hicieron entrar en una ca-mioneta sucia y vieja. Iban a dar un paseo, como solían decirles. Los niños ya sabían lo que tenían que hacer; cargaron las armas, y los que pudieron las apoyaron en el borde de la camione-ta para sostenerlas mejor. De pronto, un disparo salió de la caseta enmudeciendo aún más el silencio.

Afganistán. Estaban en guerra, y era su deber. El adolescente se colgó la pequeña mochila que pon-dría fi n a la vida de muchos de sus enemigos. También pondría fi n a la suya, pero daría comienzo otra dife-rente, en otro lugar, en un paraíso que su propio dios le concedería y que estaría preparando en ese mismo

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momento sólo para él. Por su divinidad sabía lo que estaba haciendo, sabía lo que iba a hacer, porque lo sabe todo; porque todo lo ve. Su amigo le colocó un cinturón que tendría casi tanta importancia como la mochila, y por detrás del cual, asomaba el cable con el detonador, de manera que lo tuviese a mano para el momento estrella.

Cubrió con la camisa e1 cinturón y se puso una cha-queta que tapaba la peque-ña mochila. Esta apenas se notaba. Por último, se ató las botas.

Salió de la casa junto a su amigo. Éste sería unos dos años mayor que él; de todas formas, los demás de su equipo le habían dejado muy claro que tenía muchí-sima suerte por haber sido elegido para esa importan-te tarea a la temprana edad de los quince años. Era una oportunidad de la que po-cos podrían gozar, y lo sabía.

Fuera de la casa, tres compañeros más les espe-raban y le sonrieron. Los cinco subieron a un coche negro. Tenía los cristales tintados, de manera que nadie que les viese pasar podría saber lo que ocurri-ría dentro del coche.

El adolescente se colocó en la parte trasera del co-che y los dos compañeros que tenía a los lados abrie-ron unas cajas. Uno de ellos sacó un bisturí. El joven se relajó, apoyó la nuca con-tra el cabezal del asiento y apretó los dientes. Su ami-go colocó la punta del cu-chillo sobre su piel y apre-tó, deslizándolo de un ex-tremo a otro de su frente, permitiendo que la sangre corriera sobre las cejas y la cara del joven, que gimió.

Rápidamente, el otro hombre, le cubrió la herida con un trozo alargado de tela, atándoselo alrededor de la cabeza como si fuese una venda.

Llegaron enseguida al lugar donde el chico reali-zaría su tarea; el trabajo de sus amigos había concluido ya; ahora le tocaba a él.

Todos respiraron hondo, contaron hasta tres, para salir corriendo del coche. Entre los cuatro, cogieron al adolescente en brazos y atravesaron con rapidez y preocupación fi ngida la puerta del hospital militar hasta llegar a la mesa de re-cepción.

Le explicaron a los médi-cos que se había hecho una brecha en la cabeza con un andamio y apenas se tenía en pie por el fuerte golpe.

De forma inmediata, tres médicos trajeron una camilla en la que tumba-ron al chico. Éste chillaba de dolor. Sus amigos pa-recían desesperados, e in-tentaron seguir a la camilla, pero otros enfermeros les impidieron el paso. Debían quedarse en la sala de es-pera. Ellos, con un suspiro,

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marcharon hasta dicha sala, pero en cuanto los enfer-meros les perdieron de vista, salieron del hospital, cogieron el coche y condu-jeron lo más lejos del cen-tro sanitario, deseándole suerte a su amigo.

El chico, por su parte, estaba tumbado en una ca-milla que corría por los pa-sillos del hospital. Ya estaba lo sufi cientemente aden-trado en el hospital; era el momento.

Con un movimiento len-to, dirigió su mano al cable del cinturón donde, en el extremo, estaba el botón del detonador. Rezó a su dios, y pensó en ese paraí-so que le esperaba al otro lado de aquella vida. Sonrió.

Cádiz. El despertador sonó y el joven lanzó la mano hacia el dichoso ca-charro, tanteando para dar en el botón de desco-nexión. Tras abrir los ojos, encendió la lámpara de la mesita de noche, y de nue-vo, los parpados se le pega-ron. La luz le golpeó en los ojos de forma incómoda pero sin dolor. Se levantó; hacía frío, así que se diri-gió rápidamente al cuarto de baño y encendió el ca-lefactor. Se dio una ducha rápida de agua caliente, se

vistió y se peinó el pelo de punta con gomina.

Cuando estuvo listo, bajó las escaleras aún con sueño en los ojos. Caminó hasta la cocina y se preparó un café. El microondas no se cerró bien a la primera, de manera que puso mu-cha más fuerza y pegó un portazo; no se sentía con paciencia aquella mañana. Estaba de mal humor. Un único pensamiento ronda-ba su mente: lunes

De nuevo tendría que volver a clase, a aguantar a esos pelmazos llamados profesores. Ese día... y los cuatro siguientes. Lo peor era que aquel día tenía un examen de ciencias socia-les. Apenas había estudiado, pero qué más daba. Tenía claro que su trabajo no tendría nada que ver con la geografía ni la historia.

Respiró profundamen-te para intentar calmarse mientras el microondas pi-taba por haber terminado de calentar su taza de café bien cargada.

¡Tranquilo, sólo te que-da un año de estudio...! se dijo. En cuanto acabase ter-cero, saldría del instituto, dado que, al haber repetido en primaria y secundaria, tenía dieciséis años, por lo

que podría trabajar con un amigo que tenía un taller de coches

Salió de casa pensando en todo lo que le ocurri-ría aquel día; lo que tendría que estudiar, lo que tendría que soportar en cada clase. Esa tarde, tal y como ha-bían quedado el día ante-rior, tendrían una pelea con una pandilla de marginados, la cual no le preocupaba; les superaban en número.

Suspiró; estaba desean-do que fuese viernes por la noche para irse de fi esta con sus colegas.

Unos están en guerra por petróleo, creencias o tierras; otros, simplemen-te por sus ropas, o forma de pensar. Unos trabajan o son soldados, otros es-tudian. Desde un principio, siempre ha habido guerras por cosas que tal vez em-pezaron siendo simples y, con el tiempo se fueron agrandando. El egoísmo y la ignorancia impiden ver al hombre que todos somos iguales en derechos, pero diferentes. Le podría po-ner un fi nal feliz a este re-lato, pero comprendo que antes, dicho fi nal debe ser marcado por el propio ser humano.

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HOLA,supervivientes

Todos están peleándo-se. Niños, familias, vecinos, barrios, manzanas, aldeas, pueblos, ciudades, provin-cias, comunidades autóno-mas, países, continentes. El mundo entero está luchan-do para conseguir que sólo una persona de cada región embarque en la nave que supuestamente los libra-ría de la crisis, del miedo, del desconcierto, de la incertidum-bre, de no saber lo que les ocurri-rá en las próximas horas. El fi n de la Tierra se acerca por momentos. Escribo esta carta para relatar a todo aquel que logre sobrevivir todo lo que se nos avecina. Me llamo Yamila, a continuación re-lataré con todo mi conocimiento

SEGUNDO PREMIO MICRORRELATO DÍA DE LA PAZ (Segundo ciclo de ESO)AURORA Mª CASTRO GÓMEZ - 3° ESO A

lo que está pasando; pero antes, quiero que sepáis que soy de origen africano, de una pequeña aldea des-conocida para casi todos. De pequeña me llevaron a EEUU para que me adop-taran ilegalmente, me arre-bataron de mi familia. Tuve suerte. Me acogió una fa-milia muy acomodada que no podía tener hijos, y al

mes siguiente me enteré por mis padres adoptivos que justo después de mi “secuestro” llegaron unos radicales y mataron a todo el poblado (a mi familia, y a las doce personas res-tantes). Quedé en shock y perdí el habla. Mis padres adoptivos me ayudaron mucho y me sacaron ade-lante. Siempre ha habido

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una gran mayoría de per-sonas metiéndose conmigo por ser diferente, pero tras mucho sufrimiento y es-fuerzo, ahora, a mis veinte años de edad, he consegui-do numerosas becas, innu-

merables reconocimien-tos y el respeto de todos. Ahora mismo estoy en una tienda de campaña, junto al cadáver de mis padres adoptivos y junto a un gru-po de personas que se pue-de contar con los dedos de las manos. Dentro de este

grupo hay un hombre me-teorólogo muy simpático y listo, que nos comunica lo que pasará en poco tiempo. Me puedo considerar y me considero una persona con muchísima suerte, porque

soy de las pocas supervivientes de Nueva York, y de todo el mundo. Lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá os lo voy a contar: “-Todo empezó el año pasado, cuando estalló una guerra con China y EEUU. Al principio no parecía muy im-portante, pero fueron crecien-do los motivos de seguir esa guerra con más armas y éstas, más potentes que nunca. Todo iba a empeorar si alguien no lo

paraba, pero, al contrario, casi estaba sentenciada la muerte no sólo de perso-nas, sino de poblados, re-giones, países. Ya no sólo eran China y EEUU, sino también Francia, España, Portugal, Alemania, Austria, Turquía, Egipto, Irak, Argen-

tina, Brasil, México y así una amplia lista de países. Todo empeoró: la economía, el trabajo, la situación social (cada vez más vandalismo), y más desastres. Un día, China, EEUU y Alemania detonaron dos bombas nucleares cada uno. Dos de ellas salieron defectuo-sas y fueron sembrando el pánico por todas partes donde pasaban. Aquí, en Nueva York, cayó una. Esta tragedia y muchas más em-peoraron el problema del calentamiento global, y en menos de un mes hubo tsunamis que inundaron islas como Groenlandia, te-rremotos que destruyeron, dividieron y se tragaron la zona donde se produjeron, volcanes que se activaron y acabaron con pequeños asentamientos de pobla-ción y con islas enteras, además de las terribles e insoportables olas de calor y de frío que se producían día sí y día también. Todos y todo murió. Mi grupo y yo sobrevivimos porque es-tábamos muy alejados de allí y, al enterarnos de lo ocurrido y cuando nos de-jaron entrar, nos juntamos todos para no estar solos ante estas terribles situa-ciones. De vez en cuando nos peleábamos, pero al

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hacerlo nos acordábamos de las guerras y el resulta-do que habían provocado en todo el planeta. Al prin-cipio resultó difícil vivir, pues teníamos que buscar bebida y alimentos en con-diciones aptas para sobre-vivir. Más tarde, nos fuimos adaptando.

-Esta mañana llegó una caravana de periodistas, misioneros, médicos y to-dos los cerebros conoci-dos y por conocer del pla-neta, pues cada uno tenía una bandera distinta y eran unos ochocientos. Vi que una periodista llevaba la bandera americana y le pre-gunté qué hacía, dónde se dirigían. Ella me respondió que se dirigían a una nave que los transportara a unas viviendas que han instalado en la Luna, donde vivirán con las mismas condicio-nes que en la Tierra gracias a un sistema tecnológico, y que se quedarán allí hasta que la Tierra vuelva a ser la que era: el planeta azul, sin guerras, verde y con paz; y, si no lo vuelve a ser, inves-tigarán métodos para se-guir viviendo allí. Yo quedé impresionada, al igual que quedaron mis compañeros cuando se lo conté. Ahora mismo, estamos reunidos junto a los cadáveres de

nuestros familiares, espe-rando que mañana sea un día mejor.

-Lo que ocurrirá (según el meteorólogo) es que cada vez habrá más desas-tres naturales, la gente pe-leará más para poder subir a la nave, morirán millones de personas, y esta guerra se llevará consigo océanos de sangre y es muy posible que se lleve también la des-trucción del planeta.

Esta es la situación en la que nos encontramos los habitantes de la tierra en 2086. Ya os he contado lo que ocurrió, ocurre y suponemos que ocurrirá. Espero que esta carta la re-ciba alguien, y que esa per-sona la sepa utilizar. Si no la sabe utilizar y le ha provo-cado aunque sea un poco de impresión y/o melanco-lía por su tierra, su familia, sus gentes, etc., yo le indico cómo utilizar esta carta:

-Lo primero de todo: no esté solo, busque a más personas con las que vivir y relacionarse (siempre ha-brá alguien que esté con usted, sólo tiene que bus-car). No se preocupe si dis-cuten, eso es normal, siem-pre y cuando os perdonéis y os llevéis bien. –Lo se-gundo: cuando tenga a esa

compañía, siga buscando a más gente, seguro que hay. Aprended a llevaos bien, siempre con paz.

-Lo tercero: nunca pro-claméis guerras, aunque al principio os parezca diver-tido o simplemente que trae mejoras, porque eso es incorrecto. Tarde o tem-prano se paga todo lo que se hace, y lo pagan justos por pecadores. Si os plan-teáis hacer una guerra, leed esta carta. Seguro que os lo pensáis y recapacitáis.

-Lo cuarto: guardad esta carta como recuerdo de un mundo que al principio funcionaba, pero debido a la “evolución” ha sido des-trozado tras el paso de los años con una catástrofe tras otra, y la siguiente era peor que la anterior.

-Por último, quiero que sepáis que vosotros sois los supervivientes de una devastadora guerra inter-continental, y quiero que estéis orgullosos de voso-tros mismos y que juntos contribuyáis a un mundo con paz. Gracias por pres-tar vuestra atención para leerme.

¡Por un mundo con PAZ!

Yamila y todo el grupo de supervivientes.

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AMALIA CALLEJAS RODELAS - 2º ESO A.

ser Me gustaría

La maestra entró en clase y los niños, como normalmente ocurría, no se callaron. No fue has-ta que la maestra dio tres golpes en la mesa cuando los alumnos guardaron si-lencio.

-Gracias –dijo la maes-tra (en el fondo ya estaba acostumbrada, y a veces pensaba que era parte de su rutina).

A una mirada de la maestra, los niños comen-zaron a sacar su material. Eso también formaba parte de la rutina de la maestra y de los alumnos.

-Bueno, chicos –dijo la maestra por fi n-. Hoy va-mos a hacer una actividad diferente.

Los niños se miraron entre sí. Les gustaba cuan-do se decía eso, porque siempre signifi caba diver-sión.

-¿Y qué es? –preguntó el más charlatán.

como...PRIMER PREMIO MICRORRELATO DÍA DE LA PAZ (Primer ciclo de ESO)

La maestra se levantó lentamente (le encantaba que sus alumnos le apre-miaran cuando hacía eso), y se dirigió a la pizarra. Y entonces escribió en ella con una cuidada y bonita caligrafía la siguiente frase: ¿A quién os gustaría pare-ceros?

Después de esto la maestra solo dijo cuatro palabras:

-Redacción. En vuestro cuaderno.

Los niños se pusieron a trabajar. Era increíble la compenetración que exis-tía entre ellos y su maestra. Este entendimiento mutuo no era sino el producto de más de ocho años traba-jando juntos.

Pasados unos minutos, uno de los chiquillos alzó la mano. La maestra con un gesto, le indicó que hablara.

-Ya he terminado mi re-dacción.

Pronto se sumaron a

esta declaración muchas más voces y la maestra, viendo que la actividad mandada ya había sido rea-lizada, se levantó y dijo:

-Pues ahora me vais a contar a quién os gustaría pareceros y, para mañana, os vais a informar sobre ese personaje.

La profesora cogió la lista y fue indicando a los alumnos que dijeran su personaje.

Muchos de los chicos y las chicas dijeron actores y cantantes famosos, pero algunos no.

Por fi n, tras un largo re-corrido, la maestra llegó al último y al penúltimo de la lista. Era bien sabido por todos que al penúltimo niño le encantaba la mito-logía y por eso no fue ex-traño cuando exclamó:

-A mí me gustaría pare-cerme a Aquiles.

La maestra, bastante más sorprendida por esta

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declaración que los demás, le preguntó:

-¿Y eso por qué, Samuel?

-Pues por-que Aquiles fue el héroe griego más grande en la conquista de Troya –respon-dió el niño, sin pensar.

-¿Y ese es el único motivo? -le preguntó la maestra, bas-tante decepcio-nada- ¿No hay ningún otro?

Lo que no soportaban los alumnos era decepcionar a su maestra, por lo que nadie se extrañó cuando Samuel dijo:

-Le asegu-ro que mañana, cuando me haya informado, ten-drá usted más motivos por los que yo querría parecerme a Aquiles.

La maestra pareció com-placida y siguió con el últi-mo niño.

-A ver, Jesús, ¿a quién te gustaría parecerte?

El niño, que no había es-crito nada en su papel, le contestó muy despacio.

-Yo querría ser como Ghandi.

-¿Y eso por qué Jesús? –preguntó la maestra con

simpatía.Jesús se quedó sin res-

puesta. Había estado pen-sando los motivos, pero le daba vergüenza decirlos.

La maestra, compren-diendo al niño, le dijo lo

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mismo que al anterior:-Mañana me los traes

escritos, ¿vale?Jesús asintió y agachó la

cabeza en el papel.A la mañana siguiente

volvió a ocurrir lo mis-mo. La maestra entró y los alumnos se callaron un rato después. Pero había un niño que no parecía el mis-mo. Era Samuel, el mismo que el día anterior quería parecerse a Aquiles. Pero esta vez, cuando la maestra le preguntó, no parecía tan seguro.

-A ver Samuel, dime tus motivos.

El niño se quedó callado. Al fi nal respondió.

-Pues… Es que no he hecho exactamente lo que me pidió.

La maestra arqueó una ceja. Era la primera vez que le daban esa respuesta.

-¿Y entonces qué has he-cho? –preguntó la maestra.

-Verá, es que estuve in-vestigando sobre Aquiles. Es verdad que fue un héroe griego y todo eso, pero los motivos que encontré no me parecieron adecuados para un héroe.

-¿Y qué motivos son esos? –preguntó la maes-tra.

-En resumen, Aquiles, su-puestamente, había llegado

a ser un héroe, pero lo que hizo no me parece digno de él, porque a lo único que se dedicó fue a quitar de en medio a sus enemigos o a personas que no pensaban como él.

La maestra pareció com-placida con la respuesta del niño, pero le hizo una últi-ma pregunta.

-¿Y qué título le has puesto a la redacción?

El niño, que no sabía si decirlo, al fi nal se decidió.

-La he llamado “Motivos para no ser como Aquiles”.

La maestra sonrió y fue a preguntar a Jesús los mo-tivos por los que él quería ser como Ghandi. Jesús, al contrario que el día ante-rior, parecía muy seguro de sí mismo.

-Pues yo quiero ser como Ghandi porque él no se sometía a lo que decían los demás, sino que luchaba contra ellos de una forma muy diferente a como se suelen resolver los confl ic-tos hoy en día.

-¿Y cómo era esa lucha de la que me hablas? –pre-guntó la maestra, sorpren-dida y contenta a la vez.

-Era una lucha sin em-plear la violencia –contestó Jesús sin dudar.

La maestra pareció com-placida y se dedicó a aten-

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der las dudas de los demás alumnos.

Durante el resto del día no se habló más del tema, pero Samuel seguía pen-sando en él. Y entonces, al fi nal de la clase, cuando la maestra le preguntó que por qué había estado tan distraído, él le contestó:

-Porque he estado pen-sando en lo que ha dicho Jesús sobre Ghandi.

-¿Y has sacado alguna conclusión? –preguntó la maestra con una sonrisa.

-Sí.-¿Cuál es?-Que las personas como

Aquiles perduran en la his-toria por sus victorias en la guerra, pero sus haza-ñas solo sirven para hacer ganar a unos y hacer que pierdan otros. En cambio, las personas como Ghandi también permanecen en la memoria, pero por moti-vos bien distintos. Ghandi no hizo que solo ganaran unos pocos. Ghandi hizo que ganara toda la huma-nidad.

La maestra miró radian-te a su alumno. Y tras un rato de pausa, le preguntó:

-¿Y entonces a quién te gustaría parecerte?

-Yo querría ser como Ghandi

-Concluyó Samuel.

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Átomoel

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JUAN CARLOS CALLEJAS RODELAS - 2º E.S.O. A

SEGUNDO PREMIO MICRORRELATO DÍA DE LA PAZ (Primer ciclo de ESO)

Estaba harto. Estaba har-to de que me usasen para fabricar bombas. Y no unas bombas cualquiera, sino las bombas atómicas, que destruían más que creaban, como decían algunos. Así que me escapé. Hay gente que creerá que es impo-sible escaparse siendo un átomo, pero yo lo conseguí. Os contaré mi historia:

Me llamo Fiss, y soy uno de los múltiples átomos de una central nuclear. Aquí nos destinan a crear bom-bas, aunque al principio yo no sabía que se llamaban así. Todos los días desapa-recían varios cientos de mis hermanos y decidí fu-garme cuando me enteré, al oír hablar a un bípedo de los que cogían a mis her-manos, a qué estábamos destinados.

Yo sabía por dónde fu-garme, pero estaba un poco difícil. Tenía que llegar al fondo del depósito donde nos tenían, estando en las piedras, de donde después

nos extraían. Además, había oído decir que después de cogernos moríamos, y yo no quería empeñar mi vida en eso.

Me había dado cuenta de que todos los días ve-nía un niño y cogía siete u ocho piedras como en la que estaba yo y se las lleva-ba, aunque no sabía dónde.

Se lo propuse a mis her-manos, y me dijeron que estaba loco, que nunca sal-dría de allí y muchas otras cosas más. Pero como es-tábamos en la misma roca, no les hice caso y me des-placé hasta el fondo.

Esperé varios días y por fi n llegó el niño. Intenté que me cogiera a mí, y… ¡SÍ! Agarró mi roca con su pequeña mano y me echó a una cesta. Después se fue corriendo, me echó a una camioneta y volvió a por más rocas. A las dos horas, la camioneta ya estaba lle-na y se puso en marcha.

Desde entonces recuer-do muy poco del viaje, salvo

que llegamos a un puerto y nos echaron a un barco que olía a salitre. Más tar-de llegamos a tierra y nos volvieron a meter otra vez en un camión. Seguimos viajando y, de repente, nos paramos.

Yo no sabía qué nos iba a deparar el futuro, y si el lu-gar al que habíamos llegado sería igual que el que había-mos dejado. Nos sacaron del camión y nos llevaron dentro de un edifi cio.

Allí nos pusieron a mis hermanos y a mí en un de-pósito como el de la cen-tral nuclear. Enseguida me enteré de lo que quería sa-ber, gracias a dos bípedos que bebían una cosa ma-rrón.

Estábamos en un país de Europa (no sé lo que es Europa ni un país), y había-mos sido rescatados por una organización de una central nuclear que fabri-caba bombas atómicas para una organización terrorista del este (tampoco sé dón-

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de está el este), e iban a denunciar a la central para que la cerrasen.

En cuanto a nosotros, íbamos a generar electri-cidad en esa central para darle luz a los necesitados. Decían que el uranio como

nosotros emitía radiación al desintegrarse y que éra-mos muy peligrosos, pero habían ideado un proceso para generar luz sin emitir radiación. No comprendí ni la mitad de lo que dijeron, pero me daba igual, ya que

había contribuido a una buena causa.

Acabé convertido en luz, y no en una bomba que habría matado a miles de personas.

Fiss

Ya ni el sol me toca con su brillo alado, ni la lluvia me moja con su eco de cristales rotos. Desnuda de sueños, entrego mis horas al tedio infi nito que pronto en muerte tornará. Hace tiem-po cesaron los gritos de mi metálico corazón. Hace tiempo espero- y hasta deseo- el momento en que el limbo me absorba en su absurda espiral. La ilu-sión es una llama extinguida sobre sus candentes cenizas. El cielo es sordo a mí, él me ahoga en este cementerio de hierros abandonados en el que mi pe-sado cuerpo está como carga que el diablo llevara a sus espaldas. La salva-ción se acerca, profetiza la pantalla con voz de quebradizo vidrio, la esperanza no muere en mí, vocifera el sucio y des-pellejado ratón. Vosotros sí perviviréis, sellados en otros cuerpos, prosiguiendo un karma como círculo eternal, exten-

diendo vuestras almas cual garras que al tiempo se aferran. Pero yo… yo no soy más que una máquina de estériles entrañas que ni siquiera el recuerdo de las historias que se escribieron en mí consigo atrapar. Soy hija de la mis-ma nada que me extinguirá, rocío al alba agonizando. Hoy el temblor del asfalto nos hace chocar, terremoto irónico que los salvará. Hoy es el día en que uno de ellos, con la sonrisa esbozada en la inexistente faz, se marchará de aquí, va-ciándome de su presencia, como todos aquellos que partieron tiempo atrás. Y yo seguiré anclada a esta sepultura que enterrarme no quiere, y los días pasarán como cuervos que al ocaso se posaran sobre mis teclas arrebatándome lo úni-co valioso que me queda ya.

- ¿Qué buscamos hoy?- Tan solo una máquina de escribir.

CELIA BARNÉS CASTAÑO - 4º ESO A

Salvación

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MANUEL REYES - PROFESOR DE FÍSICA

LA PESA

MÚSICA

Hay preguntas que producen perplejidad a cualquiera; bueno, a cualquiera que no sea un “profe”, porque nosotros estamos acostum-brados a este tipo de cosas. Digamos que for-man parte de los gajes del ofi cio. Lo que resulta original es que sea un profe jubilado el blanco de las preguntas, como es mi caso. Y es que con el invento del Internet los profes podemos se-guir ejerciendo el ofi cio, incluso cuando hemos dejado de pisar las aulas; lo que resulta mara-villoso, al menos para los que hemos conside-rado a nuestros alumnos como la sal de la vida y ahora, por aquello de la tensión, no gozamos de la sal ni en el puchero.

Pues sí, un venturoso día, al leer mi correo, mi e-mail, ¡ojo!, me encontré con un gratísimo regalo; un antiguo alumno me preguntaba:

Profe, tengo una duda existencial: Cuando lleno mi MP3 de música… ¿pesa más que cuan-do estaba vacío?

Ni que decir tiene que me quedé pasma-do del entusiasmo o quizá entusiasmado con el embeleso que me produjo la preguntita. Ni tampoco que comencé en seguida con mi proceso automático de traducción: quizá haya querido preguntarme ¿La información pesa? Claro que, bien pensado, seguramente el chi-co no estará picando tan alto. Dudo mucho que sepa que hoy la información se considera como entropía, ya que, según la teoría de la in-

formación de Shannon, la entropía es la medida de la incertidumbre y la información reduce la incertidumbre y por tanto la entropía; y que, en este sentido, puede asemejarse con la ener-gía (ya que la entropía se mide en unidades de energ-ía/temperatura, Julios/Kelvin) y puesto que la masa de un sistema material no es más que la cantidad total de energía que contiene m = E/c2 (según la relatividad, E = mc2) si aho-ra sabemos que la información es energía, en-tonces la información tiene masa, pesa.

Pero no debemos confundir aquello de lo que a mí me gustaría hablar con aquello que me están preguntando realmente. El chaval me habla de su MP3 y no de “la información”, así, en abstracto. Por consiguiente me está preguntando sobre el proceso de memorizar información y, concretamente, sobre el funcio-namiento de la memoria “fl ash” de que está dotado su diabólico aparatito musical.

En efecto, hoy la práctica totalidad de los aparatitos de almacenamiento de in-formación, de las “memorias” de que están dotados los grabadores-reproductores musi-cales, como los llamados MP3, los lápices de memoria o pendrives, las tarjetas de me-moria de las cá-maras fotográfi cas, etc., están dotados de este tipo de memorias fl ash. Estas memorias tienen enormes ventajas sobre todos los demás in-genios de almacena-miento que había hasta

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ahora: son diminutas, de muy escaso peso, no tienen partes móviles y se encapsulan de forma que son casi, casi, insensibles a los golpes y al agua, incluso funcionan dentro de un rango de temperaturas muy amplio. Y por si les faltara algo, son baratas, ¿hay quien dé más?

Una memoria fl ash es en esencia una enor-me red de miles de millones de tran-sistores microscópicos capaces de almacenar cargas eléctricas (electrones). Podemos hacernos un modelo mental muy sencillo si imaginamos una cuadrícula como un tablero de ajedrez (Fig. 1) con millones de casillas que pueden contener fi chas, o no tenerlas. La que contiene una fi cha podemos considerarla, bajo un punto de vista

lógico, como un uno y las que están vacías como ceros. Así, traduciendo cualquier información a ceros y unos, mediante un código adecuado, podemos grabar en él cualquier información. Si usamos el código de compresión de audio denominado MP3 (de Moving Picture Experts Group, MPEG) lograríamos almacenar música. Así, en una matriz como la Fig. 1, podrían es-tar grabadas las primeras notas musicales de una melodía. Creo que conviene explicar que, aunque el nombre de “MP3” se refi ere al códi-go de encriptación, resultó tan exitoso que se generalizó para denominar a los grabadores-

reproductores que lo uti-lizan.No obstante, para acercarnos a la respuesta

que buscamos será necesario que construya-mos en nuestra mente un modelo ligeramente más complejo, porque los elec-trones son unos individuos muy nerviosos y no se comportan en absoluto como las fi -chas, que una vez colo-cadas en una casilla se quedan allí, obedientes, todo el tiempo que se les pida. Los electrones no se pueden encasillar, se mueven constante-mente con rapi-dez inimaginable hasta el punto que pueden saltar de los átomos que los tie-nen atrapa-dos, visitar otros átomos alejados y volver, mil millones de veces mientras yo os lo cuento. Para confi narlos en un lugar es nece-sario atraparlos con poderosos campos eléc-tricos.

Un modelo más aproximado sería imaginar que cada casilla de nuestro anterior tablero es en realidad una cajita completamente cerrada, como una caja de zapatos minúscula con su tapa. Cada cajita puede contener, o no, una bola, que en la realidad sería un electrón encarcela-do. Cuando las memorias fl ash vienen del fa-bricante todas las cajitas tienen su bola, esto es, la memoria está completamente llena de elec-trones y, por tanto, no contiene información, está toda ella escrita con unos, así: 11111111… Para guardar en ella alguna información solo tenemos que sacar las bolitas de las cajas que

Figura 2.- Memoria grabada en lenguaje binario

Figura 1. - Modelo teórico de memoria

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se encuentran en el lugar de los ceros. Así, para guardar la letra “M” en esta memoria habría que eliminar cuatro bolas y escribir: 01011001 (si usamos el código ASCII de 8 bits). Para “bo-rrar” la información bastaría volver a llenar to-das las cajas de bolas.

Con esto la respuesta a la preguntita está resuelta. La memoria fl ash viene llena de elec-trones, pera grabar la música hay que eliminar electrones, por tanto la memoria “llena” de información musical pesa menos que cuando estaba “virgen”.

Este resultado puede comprobarse expe-rimentalmente de forma muy sencilla, como manda la santa madre ciencia: Compre una me-moria nueva y pésela en una balan-za. Cárguela con música, fotos, textos o lo que se le ocurra, y pésela de nuevo. Si pesa menos, tengo razón, en caso contrario les habré tomado el pelo.

Eso sí, no les recomiendo que usen la balan-za del cuarto de baño. Porque, ¿cómo cuánto menos pesaría el MP3 “lleno” de música? To-memos como referencia una memo-ria de 1 GB (1 Giga Byte), esto es, que puede almacenar unos mil millones de palabras informáticas o Bytes (1 Byte está formado por 8 bits). Aunque hoy no lo parezca, 1 GB es una cantidad nada despreciable de memoria, téngase en cuenta que en 1 MB (1 Mega Byte) puede almacenar-se una novela y en 1 GB se podría almacenar el contenido de una furgoneta cargada con mil novelas. 1 GB contiene 8•109 bits, o electrones, si hablamos de su contenido físico real. Como un electrón tiene una masa de 1,783•10-30 Kg, supo-niendo que al grabar la memoria se eliminan aproximadamente la mitad de sus electrones, tendríamos que, 4•109 electrones • 1,783•10-30 kg/electrón = 7,132•10-21 Kg o lo que es lo mismo 7,783•10-15 mg, es de-cir, pesaría aproximadamente unos 0,000 000 000 000 008 miligramos menos. Por decirlo

en román paladino, una memoria grabada pe-saría unas 8 milésimas de una billonésima de miligramo menos que “vacía”. Por esto les re-comendaba no utilizar la balanza del baño que tiene un error de ± 200 gramos. Tampoco les recomiendo tocar el aparatito con los dedos durante el experimento porque la grasa que estos dejarían sobre él pesaría miles de millo-nes de veces más que aquello que queremos medir, y es que las moléculas de grasa son in-mensas y pesadísimas.

¿Pero no decíamos que la información, como energía que es, pesa, tiene masa? En-

tonces al añadirle información a cualquier ca-charrito, independientemente de su for-ma de funcionamiento, aumentaríamos su masa, ¿no? En efecto, esto es tan cierto como lo explicado, solo que el incremento de masa correspon-diente a 1 GB de información no llegaría a la cien millonésima parte de la masa de un solo electrón, así que, aunque a fuer de rigor cientí-fi co nos empeñásemos en tenerla en cuenta, ni se notaría el incremento.

Fig. 3.- Pendrive con memoria fl ash

1.-Conector USB2.-Microprocesador 3.-Puntos de prueba 4.-Memoria fl ash

Un dispositivo “MP3” tiene una estructura muy poco más complicada que esta

5.-Reloj de cristal6.-Lamparita LED7.-Interruptor de seguridad8.-Espacio para otra memoria

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PEDRO BALLESTEROS GARCÍA - 1º E

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IntroducciónSe denomina obsolescencia programa-

da u obsolescencia planifi cada a la deter-minación, planifi cación o programación del fi n de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obso-leto, no funcional, o inservible tras un pe-riodo de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho pro-ducto o servicio.

La obsolescencia programada tiene un potencial considerable y cuantifi cable para benefi ciar al fabricante dado que el pro-ducto va a fallar en algún momento, obli-gando al consumidor a que adquiera otro producto nuevamente, ya sea del mismo productor (mediante la adquisición de una parte para reemplazar y arreglar el viejo producto o mediante la compra de un modelo del mismo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo que también se prevé en el proceso de obsolescencia programada.

OrigenLa obsolescencia programada fue de-

sarrollada por primera vez entre 1920 y 1930, momento en el que la producción en masa empieza a forjar un nuevo mo-delo de mercado en el cual el análisis de-tallado de cada parte del mismo pasa a

OBSOLESCENCIA programada

ser un factor fundamental para lograr su éxito.

Los trabajadores comenzaron a aho-rrar y a tener capacidad adquisitiva. Había que remodelar el sistema: ya no servía la antigua fi losofía de fabricar “pantalones que duran para toda la vida” o “radios que siempre funcionan”. En ese caso, el consu-mo es mucho más lento. La obsolescencia programada intenta crear nuevas necesi-dades.

CausasLa economía mundial se basa en el con-

sumo. Si los ciudadanos no consumen, este sistema se vendrá abajo. Sin embargo, el planeta tiene unos recursos fi nitos que se están acabando. Es decir, Este sistema eco-nómico no es sostenible. De algún modo tiene que cambiar. Ya sea por obligación, ya que faltaran alguno de los recursos que lo sustentan, como el petróleo, ya sea por el impulso de políticas y comportamien-tos sostenibles que cambien radicalmente el modo de vivir.

Las grandes corporaciones saben que dependen del consumo desaforado. Por la tanto, no les conviene que Ios productos que venden duren para siempre. Es mucho más productivo que el producto tenga una vida útil determinada de modo que el

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consumidor tenga que comprar otro pro-ducto igual o similar cada cierto tiempo.

La obsolescencia programada y la pu-blicidad, que invita a consumir productos, que, en realidad, el ciudadano no necesita, son los pilares de la economía mundial.

DatosEdison puso a la venta su primera bom-

billa en 1881. Duraba 1500 horas. En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certifi cada de 2500 ho-ras. Pero, en 1924 un cartel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas. Este cartel se lla-ma Phoebus y ofi -cialmente nunca existió

La obsolescen-cia programada se aplica hoy a productos elec-trónicos de úl-tima generación como impresoras o iPods y que se aplicó también en la industria textil con la consiguien-te desaparición de las medias a prue-ba de carreras.

Se menciona el caso de los hermanos Neistat, quie-nes al poco tiempo del lanzamiento del iPod, se dieron cuenta de que la batería duraba entre 8 y 12 meses tras lo cual Apple recomendaba cambiar el aparato

por uno más nuevo. Tras llegar el asunto a los tribunales, la empresa de la manza-na solucionó el caso con los demandantes comprometiéndose a asegurar dos años de vida en sus iPods y estableciendo un departamento de recambios para aque-llos modelos que no ofrecían posibilidad de cambio de batería.

SolucionesLa obsolescencia programada es la fi -

losofía que nos empuja a consumir y ti-rar, coma un acto mecánico, sin control. Deberíamos apostar más por renovar y arreglar nuestros aparatos y pensárnoslo dos veces antes de adquirir uno nuevo, aunque cueste lo mismo o sea más bara-

to. No hablamos de grandes gestos, sino de pequeñas cosas que pode-mos cambiar en nuestro día a día, como dejar de emplear papel de plata para envol-ver los bocadillos.

Y sobre todo, no comprar por impulsos capri-chosos. En este caso, no culpemos a terceras perso-nas. Como cau-santes del proble-ma y adictos a la

tecnología, también somos responsables y podemos ser héroes de su resolución. Nosotros somos los consumidores, noso-tros tenemos el poder de moderar nues-tra actitud de consumo.

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EuropaLaque

QUEREMOSANTONIO RIVAS GARCÍA - EX-ALUMNO

Para poder hablar del presente y futuro de Europa es necesario com-prender los hechos y pen-samientos que la han con-ducido hasta donde se en-cuentra en la actualidad: Al término de la segunda gue-rra mundial, en 1945, que-dó en Europa un panorama tremendamente desolador. Es entonces cuando se ge-neralizó la idea de evitar que se volviera a repetir semejante masacre. Así que la solución, como ya predi-jo acertadamente Ortega y Gasset1 mucho antes, fue unir Europa.

Finalmente, diez países2

fundaron, no sin difi culta-des, el Consejo de Europa el 5 de mayo de 1949 en

Londres con un tratado que incluía sus Estatutos; el primer artículo de dichos Estatutos mencionaba su principal objetivo3: el acer-camiento de sus miembros.

Desde entonces, la insti-tución ha ido evolucionan-do con nuevas adhesiones de países y con diversos tratados y acuerdos que han perfi lado su fi losofía. Hoy día agrupa a 47 nacio-nes y a más de 800 millo-nes de personas.4

Sin embargo, ¿Se podría afi rmar que existe un ciu-dadano o una identidad eu-ropeos? El viejo continente agrupa muchos Estados con acentuadas identidades de-bido a sus largas tradicio-nes como naciones, lo que

difi culta el derribo de fron-teras tanto físicas como mentales. No obstante, cada vez está más unido: la Asamblea Parlamentaria y el Comité de Ministros5 han sido instrumentos que han cohesionado un poco más Europa, no sólo con sus deliberaciones y deci-siones, también como sím-bolos. Igualmente la globa-lización y las nuevas formas de comunicación han con-tribuido a ello, facilitando la interacción de los eu-ropeos de modo que los prejuicios se han ido des-vaneciendo en cierta me-dida, el respeto se ha ex-tendido y la amistad entre las naciones ha prosperado. Además, existe un deseo

1.- Cuestión que desarrolla en su libro “La rebelión de las masas”, especialmente en el “Prólogo para franceses”.2.- Italia, Francia, Luxemburgo, Noruega, Países bajos, Reino Unido, Irlanda, Dinamarca Bélgica y Suecia.3.- Visto en los Estatutos del Consejo: http://www.judicatura.com/Legislacion/1437.pdf4.- Visto en: http://es.wikipedia.org/wiki/Consejo_de_Europa5.- Información de los organismos y del funcionamiento del Consejo en el libro: “El Consejo de Europa. Su protagonismo en la construcción de la <<gran Europa>> y sus aportaciones al progreso del derecho internacional público” de Sergio Salinas (Bi-blioteca diplomática española).

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colectivo de los habitantes de los países miembros de realizar un proyecto co-mún de futuro: Europa. Por tanto, sí hay un ciudadano y una identidad europea.

Hoy día, la institución de Estrasburgo abarca muchos ámbitos, como el intento de consolidar va-lores constitucionales eu-ropeos, ejemplo de ello es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos6. Además, hay que señalar su papel esencial en la de-mocratización de los paí-ses antes dictatoriales que se han hecho miembros, como por ejemplo España.

Mas nada de esto servirá si los ciudadanos europeos, protagonistas de este pro-yecto, no nos hacemos eco de las resoluciones que se toman en dichos organis-mos.

No basta con estar uni-dos institucional o econó-micamente, es vital que la sociedad de a pie no esté aislada de las decisiones del Consejo pues están di-rigidas a nosotros, que so-mos los que construimos Europa desde abajo, desde donde se sostiene.

Uno de los problemas, y a la vez ventaja, es la di-versidad de lenguas que tenemos en el viejo conti-nente, pues, mientras que por una parte enriquece la ya exuberante cultura eu-ropea, por otra, constituye una fuerte barrera. Así que sería útil fomentar el cono-cimiento de otras lenguas vecinas en la educación de los alumnos ya que, entre otros benefi cios, consti-tuyen el principal vehículo para estrechar lazos. Por suerte, programas como Erasmus7 o Comenius,8 en-tre otros, están avanzando mucho en la cuestión, be-nefi ciando a muchísimos estudiantes. Este punto es fundamental ya que cuando

alumnos de distintos cre-dos, culturas y lenguas se juntan, fraguan una visión del mundo más amplia, una experiencia llena de viven-cias y un compañerismo que une a Europa desde la base.

Resulta extraño com-probar que aún no hay nin-gún periódico a nivel euro-peo pues sería un medio fantástico para potenciar la identidad europea. Podrían colaborar en él, periodistas de todos los países miem-bros en sus respectivas lenguas abarcando temas europeos, entre otros, y se salvarían las barreras lin-güísticas mediante la tra-ducción al resto de idio-mas. Además, la mezcla de

6.- Funcionando permanente desde 19987.- http://es.wikipedia.org/wiki/Beca_Erasmus8.- http://www.oapee.es/oapee/inicio/pap/comenius.html9.- Los cinco miembros permanentes tienen derecho a veto. Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Veto (tercer párrafo) o las noti-cias de veto de dichos miembros por intereses no comunes.

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10.- Leído en: http://www.historiasiglo20.org/TEXT/zurich-churchill.htm11.- Tema que desarrolla en su libro “Sobre la paz perpetua”

puntos de vista tan diferen-tes, debido a la variada pro-cedencia de sus redactores, haría del diario una fuente de cultura sensacional.

Un hecho que ocu-rre ocasionalmente en el

Comité de Ministros es la falta de unanimidad en la toma de decisiones. El des-acuerdo es normal y nece-sario hasta cierto punto. El problema es cuando se produce, como ocurre en las Naciones Unidas9, por la supremacía de los inte-reses particulares frente a los comunes. ¿Dónde ha quedado el altruismo o ya siquiera el seguimiento sin-cero de esos principios? Es

necesario que en el lugar donde más valor se le debe conceder a la palabra, no se cometa el error de no hacerlo, pues el diálogo pa-cífi co que se promueve ahí inspira a la humanidad.

Como de-cía Winston Churchill en su discurso10 del 19 de septiem-bre de 1946 en Zurich, es pre-ferible morir antes que vi-vir sometidos como alimañas a la tiranía y lu-char por aque-llo inherente al ser humano: la libertad.

Los euro-peos representamos la cuna de la cultura occi-dental, el lugar donde han nacido y crecido multitud de artes, fi losofías y cien-cias. Por ello tenemos la responsabilidad de actuar a la altura del legado cultural que hemos heredado.

Libertades, derechos, deberes… Son valores que residen en la esencia del ser humano y que defi ende fervientemente el Consejo

de Europa desde sus ini-cios. Sin embargo, ¿no sería de sentido común apoyar-los independientemente del lugar? Pues no hay ma-yor aspiración en esta vida que sentirse realizado y feliz viviendo libre, como un auténtico ser humano y haciendo el bien.

Europa tiene límites fí-sicos, pero ojalá la noble fi losofía que de ella emana no encuentre fronteras ja-más, allá donde vaya. Nadie desea que los ideales que abandera se conviertan en una quimera. Por ello, aun-que el primer paso sea la palabra, no basta con eso, hay que actuar, conforme esos principios dictan.

El futuro se presenta incierto pero con avances consolidados. Los ciuda-danos europeos podemos estar orgullosos del patri-monio político, económico y social que hemos hereda-do. Así pues, aunque toda-vía quedan muchos retos, hay lugar para la esperan-za. Hay que trabajar para que la paz perpetua que defendió Immanuel Kant11 deje de ser una utopía para pasar a convertirse en el suelo por el que caminen y crezcan nuestros hijos, los que capitanearán la Europa del futuro.

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ConcursoPrimer

“Día de Andalucía”

FOTOGRAFÍA

Nuestra T i e r r aNuestra T i e r r a

de

Primer Premio de BachilleratoCristina García Martínez - 2º A. “Caño”

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Segundo Premio de BachilleratoJavier Castillo García - 2º E. “Guitarras”

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Segundo Premio de BachilleratoPedro Hidalgo Fernández - 1º A. “Toros en la Peza”

Primer Premio de Ciclos FormativosLeonardo Stephanelli Martínez - 2º GS. “Montefrío enamorado” Segundo desierto

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Primer Premio E.S.O. / E.S.A. / P.C.P.I.Inés Rodríguez Riera - 4º B. “Añoro Andalucía”

Segundo Premio E.S.O. / E.S.A. / P.C.P.I.Nacho Irurita Contreras - 4º B. “Rama”

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Primer Premio ProfesoradoD. Carlos Vílchez Vílchez. “Introspección del Palacio de Carlos V: dentro-fuera-dentro”

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1 Segundo Premio ProfesoradoDª. Victoria Rueda Palomar. “Maestro Artesano”

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“Nuestras vidas son los ríos que van a parar a la mar, que es el morir….”.

El pasado 12 de Febrero, de forma impre-vista, falleció el catedrático de Latín y com-pañero D. Carlos López Delgado. Durante veinte años fue profesor en el Instituto Padre Manjón. Aunque el tiempo huye veloz, sin em-bargo su impronta, su docencia y su magiste-rio permanecerán imperecederos. D. Carlos, como dice un epitafi o antiguo, NON OBIIT, ABIIT (No murió, se fue). Le llegó la hora en el momento en que disfru-taba de su ocio activo con los suyos y con sus amigos: stat sua cuiquie dies ( Virg. Eneida) (hay un día marca-do para cada uno).

Carlos fue un hombre bueno, un profesor exce-lente. Un cumplidor ejem-plar, que destacaba por su saber enciclopédico y por su lealtad a sus principios y a la vida. Como dice el poeta Virgilio tan citado, tan estudia-do y tan insuperablememte explicado por él: VIXIT ET QUEM DEDERAT CURSUM FORTUNA, PEREGIT. (Eneida) (Vivió y re-corrió el camino que le había señalado la fortuna.)

Será recordado por su rigor y discipli-na en clase, que mezclado con una sabiduría profunda, producía en sus alumnos una ad-miración extraordinaria; admiración que lle-

im memoriam

CAROLO LÓPEZ DELGADO

vó a muchos de ellos a seguir las huellas de su maestro en el seguimiento de los estudios clásicos. Él tenía dos grandes modelos do-centes: el P. Manjón y Quintiliano. Como és-tos, alababa “pasajes en que aparecen las virtu-des humanas, la decencia de las cosas, la conve-niencia al carácter de la persona, los sentimien-tos delicados, la propiedad de las palabras, la abundancia cuando fuera conveniente, o la mo-deración a su tiempo debido …”

No olvidaba nunca que enseñaba no para la escuela, sino para la vida. En este sentido fue un hombre realizado. Dice un aforismo medie-val: “Oh sabio, cuanta más sabiduría impartes, más lleno estás.”

Al mismo tiempo fue hombre de fe, convenci-do y ejemplar. Por lo tan-to vive; y vive también en

el corazón de todos los que lo han querido y estimado.

Doy mediante este pensamiento un abra-zo a “su prenda” Maribel y a sus hijas y nie-tas. Pueden estar orgullosas de su bonhomía, dignidad y autenticidad…

…TENUISQUE RECESSIT IN AU-RAS (Virg. En. 2) (Se desvaneció en la tenue brisa) IDUS FEBRUARIAS A. D. MMXI…

S.T.T.L. AVE ATQUE VALE.

CARLOS LÓPEZ SÁNCHEZ (ALTER).

MAGISTRO. IN AETERNUM.

COMITI, AMICO, OPTIMO,

iN memoriam

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investigamos investigamos

Buenos días a todos, pro-fesores y compañeros,

Multitud de veces hemos subido al barrio del Albayzín, pero nunca habíamos teni-do la capacidad, ni lo que es más importante, la oportuni-dad de verlo con unos ojos distintos, con los ojos de la cultura, de la historia y de la crítica. Esta oportunidad se nos brindó gracias a nuestro profesor Jairo Molina y a don Ricardo Ruiz que nos ilustró y nos paseó por sus calles y por su historia, siempre con su punto de vista de ex ha-bitante de este barrio y pro-fundo conocedor de la histo-ria del Albayzín, que también nos mostró la parte menos atractiva de este antiquísimo rincón.

Los paseos por sus calles te muestran el esplendor de una época pasada, donde el Albayzín fue crisol de cultu-ras, y así nos lo demuestran sus palacios y edifi caciones,

Futuro ALBAYZÍN presente y

que exponen el saber y el po-der de que estos disponían.

Pasado el tiempo y vol-viendo la vista al presente nos encontramos un Alba-yzín, con no menos esplendor pero sí con más decadencia de la que tuvo en tiempos mejores.

Como ha reconocido la UNESCO al nombrarlo pa-trimonio de la humanidad, hace quince años, “el Alba-yzín ha sido construido por los propios albaicineros al quedar este durante años al margen de los planes urba-nísticos y de remodelación de la ciudad”. En este sentido nosotros creemos que debe continuar por este camino haciendo del Albayzín un es-pacio de convivencia hecho por y para los granadinos, sin olvidar su carácter universal.

Existen numerosos es-tudios y planes estratégi-cos de actuación elaborados por expertos en la materia,

sin duda muchísimo mejor cualifi cados para ello que no-sotros. Por lo tanto el punto de vista que nosotros quere-mos aportar a la situación del Albayzín es la del ciudadano normal, de los que día a día paseamos por sus calles y observamos las difi cultades y carencia por las que atraviesa este emblemático espacio de nuestra ciudad.

Como consecuencia del descuido de sus calles, el abandono de sus edifi cios y la forma de utilización de sus paredes como lienzo para la “expresión artística”, se ha producido un proceso de de-gradación del barrio, lo que causa un descontento en la mayoría de la población gra-nadina y principalmente en la de sus vecinos.

En este momento creemos que a pesar de los diferentes planes de actuación realiza-dos por distintas entidades, el problema del Albayzín se

BELÉN ORTIZ NÚÑEZ, JUAN ANTONIO MULERO GARCÍA, RUBÉN DOÑA JUÁREZ,

JOSÉ MARÍA ÁVILA RUIZ, VÍCTOR JUAN DEL AMOR FERNÁNDEZ Y MARÍA JOSÉ GÁMIZ

MORALES 1° BACHILLERATO NOCTURNO Y

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encuentra estancado en un habitual intercambio de gol-pes entre partidos políticos, en el que cada uno echa balo-nes fuera a la hora de tomar responsabilidades.

Consideramos que los problemas que atañen al Alba-yzín deberían ser tratados de una manera objetiva y aleján-dose de intereses partidistas o electorales, aunque a oídos de algunos esto pueda sonar ingenuo. No debemos olvidar que el Albayzín es histórica-mente uno de los principales motores del desarrollo eco-nómico y social de Granada por lo que las instituciones públicas y el conjunto de los agentes sociales deberían ha-cer un especial hincapié en la conservación y puesta en valor de su patrimonio.

Entre los principales pro-blemas que se hacen paten-tes a simple vista podríamos destacar la degradación de su patrimonio, unas veces por la desidia y abandono de las Administraciones y otras por actos incívicos y vandáli-cos. Una muestra de ello es el toque de atención por parte del centro UNESCO en An-dalucía a la Junta y al Ayunta-miento de Granada, por me-dio de un informe en el que se recogen doce aspectos a mejorar en el Albayzín.

Además, en el barrio se

acumulan, según un estudio de la Universidad de Grana-da, más de 2.200 viviendas vacías, algunas en avanzado deterioro o derrumbamien-to, con el peligro añadido que esto supone para los vecinos y visitantes. En muchas oca-siones estas viviendas sufren ocupaciones ilegales, que le-jos de aportar benefi cios para el barrio, como ocurre

con otras experiencias de ocupación que se dan en di-versas ciudades de España, son foco de enfrentamiento y disturbios.

Otro problema al que se enfrenta el barrio es el de la movilidad y accesibilidad en el mismo, independientemen-te de sus particulares carac-terísticas estructurales.

Diversas entidades socia-les y asociaciones vecinales

vienen reivindicando desde hace tiempo mejoras como por ejemplo nuevos autobu-ses para el servicio urbano, ya que muchos de los actua-les superan el límite de edad permitido por ley, y otros se rompen con mucha fre-cuencia, además de vehícu-los adaptados que funcionen bien, rampas para personas en silla de ruedas e indicacio-

nes acústicas para invidentes. Este problema toma mayor relevancia, si cabe, ya que un elevado número de vecinos son personas mayores con problemas de movilidad, a las que en muchas ocasiones se dejan en el olvido y que convendría recordar que son ellos los que han hecho de este barrio lo que es.

Como indicamos ante-riormente, desde nuestro

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punto de vista creemos que en la solución a estos pro-blemas se debe involucrar a las administraciones y a los ciudadanos en los procesos de desarrollo económico, so-cial, urbanístico y cultural del barrio buscando el hacerse sentir a sus vecinos como parte activa del mismo.

Además, coincidiendo con la opinión de muchos his-toriadores, y en contra de lo que se pudiera creer, la conservación del patrimonio pasa por su utilización activa y no utilizarlo como mero elemento decorativo. Entre la solución a algunos de es-tos problemas nos gustaría destacar los siguientes, coin-cidiendo en algunas ocasio-nes con las reivindicaciones que hemos podido observar de algunos agentes sociales y desde lo que creemos que debe ser el sentido común. Si bien somos conscientes de los inconvenientes y limita-ciones a los que las distintas administraciones se enfren-tan a la hora de afrontar es-tos problemas y de que por supuesto nosotros no tene-mos la clave de la solución.

Con respecto al problema del deterioro por causa de las pintadas y graffi tis cree-mos que la solución al pro-blema no es solo incremen-tar la vigilancia policial y la

seguridad sino que pasa por la educación y la concien-ciación tanto en los centros educativos como en el entor-no familiar de los jóvenes en un respeto a algo que forma parte de nuestra identidad cultural. Además como medi-da puntual se nos ocurre por ejemplo, una vez creada esta concienciación, integrar a los distintos artistas urbanos dentro de la oferta cultural del barrio proporcionándo-les espacios alternativos en los que poder desarrollar su trabajo.

Según un informe realiza-do para la Fundación Patri-monio del Albayzín existen unas seis mil viviendas en el barrio de las que un 28% es-tán deshabitadas y de las cua-les sólo un 46% son habita-bles. Además la especulación urbanística de los últimos años ha hecho que el precio de las viviendas en propiedad y alquiler se dispare hacien-do que solo las personas con mayor poder adquisitivo pue-dan acceder a ellas, lo que creemos que ayuda a fomen-tar una desigualdad social ya existente anteriormente.

Por ello entendemos que la intervención pública, máxi-me si atendemos a la situa-ción de crisis global en la que nos encontramos inmersos, se debe orientar hacia la re-

habilitación de los espacios deshabilitados orientándolos a viviendas de protección ofi cial en régimen de alqui-ler y fomentado su acceso a sectores sociales con mayor riesgo de exclusión social.

Al hilo de este plantea-miento, creemos necesarios utilizar estos espacios tam-bién como centros de partici-pación ciudadana ofreciéndo-lo a las distintas asociaciones y colectivos del barrio que pudieran estar interesados. Como medida de fomento de empleo en el barrio creemos que las distintas administra-ciones deberían desarrollar un programa de autoempleo orientado al espíritu artesa-nal del barrio, cosa que sin duda también favorecería el desarrollo turístico.

Aquí acaba nuestro grani-to de arena a este proyecto educativo y esperamos que nos haya servido tanto a alumnos como a profesores y que nadie olvide nunca que la tarea de conservar nuestro patrimonio es cosa de todos, ya que es el futuro cultural de las generaciones venideras.

Muchas gracias.

Trabajo realizado por los alumnos de Historia del Mundo Contemporáneo de 1ºY de Ba-chillerato del Nocturno, con el profesor D. Jairo Molina Montes.

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“TOCAYO”CURIOSIDADES

FRANCISCO REVELLES MORENO – PROFESOR DE LATÍN

LÉXICAS

Hemos denominado el artículo “CURIOSIDADES LÉXICAS”, a partir de pala-bras como “toxicómano” o “considerar”. Si nos atene-mos al DRAE, la defi nición que da de “toxicómano” es:

Adj. Dicho de una persona que padece toxicomanía (há-bito patológico de intoxicarse con sustancias que procuran sensaciones agradables o que suprimen el dolor).

Pero si nos remontamos a su etimología, toxicómano viene de τοξικον (veneno) y μανια (locura) y, a su vez, τοξικοs procede de τοξον (arco, fl echa), “propio del arco o la fl echa”, es decir, se trataba del veneno con que se emponzoñaban las fl e-chas antiguamente.

En cuanto al verbo “con-siderar”, el DRAE da tres acepciones:

1.Pensar, meditar, refl exio-nar algo con atención y cuidado.

2.Tratar a alguien con ur-banidad o respeto.

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3.Juzgar, estimar.Nos dice también el dic-

cionario que procede del latín “considerare” (< cum “con”, “de acuerdo con”, y “sidus” “estrella”). En con-secuencia, “considerar” sig-nifi caba en su origen “estar de acuerdo con las estre-llas” y, al contrario, “desas-tre”, “estar en desacuerdo”.

Vemos, pues, que muchas palabras tienen un signifi ca-do bastante alejado de lo que en su origen signifi ca-ban, y este será el motivo del presente artículo. Y es que, siguiendo a Roca Pons, “el hecho de que usemos una palabra con un nuevo sen-tido, en una situación o con-texto también nuevos, puede ser debido a una necesidad (porque se trata del vocablo más próximo por su signifi ca-do para lo que pretende ex-presar) o bien con una clara intención metafórica, es decir, empleando una palabra dife-rente, aunque relacionada de

algún modo con la sustituida, para lograr un fi n expresivo o estético. Después el sentido metafórico se pierde normal-mente, pero la nueva acep-ción ya se ha creado. Piénse-se, por ejemplo, en el sentido de la palabra “araña” como si-nónimo de “lámpara”, o en el origen de la palabra “precoz” (< praecox, “no bien cocido”)”.

Serían innumerables los vocablos que podríamos comentar, pero en este artí-culo nos centraremos sólo en la palabra TOCAYO, de la que el DRAE da la siguien-te defi nición: Respecto de una persona, otra que tiene su mismo nombre.

Para la explicación de este término debemos cen-trarnos en la ceremonia que tenía lugar el día de la boda entre los romanos. Este día era escogido con cautela en medio de una selva de días y meses de mal augurio, que la superstición de los ro-manos evitaba más que no-

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sotros el martes. ¡Ay, por ejemplo, del que se casaba en mayo! El período mejor para casarse era la segunda mitad de junio.

La vigilia de las bodas, la esposa consagraba a una di-vinidad los juguetes de su infancia; luego, puesto des-de la víspera el traje nup-cial, y puesta en la cabeza una cofi a de color anaranja-do, se acostaba ataviada de este modo. El día de la boda la casa estaba adornada de fi esta; de la puerta y de las columnas pendían coronas de fl ores, ramas de árbo-les siempre verdes, como el mirto y el laurel, y cintas de colores. Si la novia era pa-tricia, se abrían los arma-rios donde descansaban las

Fg. 1. Matrimonio romano (dextra-rum coniunctio). Mural de un sarcó-fago en el Museo de Capodimonte.

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imagines maiorum, para que en aquel día acompañaran también a su descendiente. Los mayores cuidados eran, lógicamente, para la novia, que se ataviaba para la ce-remonia.

Un cuidado especial se prestaba al peinado de su cabellera: se entrelazaba con cintas (vittae), y se dis-tribuía en seis crenchas (sex crines), separándolas pre-viamente con una punta de lanza (hasta caelibataris) re-servada únicamente para este uso. El traje nupcial era una túnica (tunica recta o re-gilla), parecida en el corte a la stola de las matronas, lar-ga hasta los pies, sencilla y blanca; un cinturón (cingu-lum) la ceñía al talle. De la cabeza de la esposa descen-día, hasta cubrirle el rostro, el fl ammeum, un velo blan-co o de color anaranjado o azafranado. A consecuencia de esta costumbre, nubere (propiamente cubrir la ca-beza con velo) adquirió el signifi cado de “tomar espo-so” (otra curiosidad léxica).

En todos los actos del rito, la esposa era asistida por la prónuba, una matrona que para poder ser honrada con aquel ofi cio debía ha-ber tenido un solo marido (univira). El rito comenzaba con un sacrifi cio augural; es decir, que se tomaban los

auspicios: si el sacrifi cio se realizaba normalmente, era señal de que los dioses no se oponían a la nueva unión.

Terminado el sacrifi cio, seguía la fi rma de las ta-bulae nuptiales, el contrato de matrimonio, en presen-cia de diez testigos; luego la pronuba tomaba las diestras de los esposos, poniéndolas una sobre otra. Era esta la dextrarum coniunctio (fi g 1) y representaba el momento más solemne de la ceremo-nia: ambos se entregaban mutuamente sus voluntades y sus almas y hacían la pro-mesa de querer vivir juntos. Numerosos sarcófagos re-presentan la escena.

Cuando el matrimo-nio se efectuaba median-te la confarreatio, se reque-ría la presencia del Pontífi -ce (otra curiosidad léxica: el que hace los puentes) y del fl amen Dialis, sacerdote mayor de Júpiter y se hacía sentar a los esposos con la cabeza velada sobre dos si-llas, cubiertas con la piel de la víctima sacrifi cada. Daban luego una vuelta al altar y comían la torta de pan de trigo (panem farreum).

Terminadas todas las for-malidades, tenía lugar el ban-quete (cena nuptialis), y, des-pués de éste, hacia el ano-checer, comenzaba la cere-monia del acompañamien-

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to de la esposa a la casa del esposo, la deductio. Los co-mensales se levantaban de sus triclinios, y se disponían a organizar el cortejo del acompañamiento. La novia entonces se echaba en bra-zos de su madre como bus-cando su protección, y el novio se dirigía a ella para arrancarla violentamente del regazo materno. Se fi n-gían lágrimas, emociones, desmayos y lamentos; pura formalidad en que se veía perpetuado el recuerdo del rapto de las sabinas. Luego se formaba el cortejo que se dirigía a la casa del ma-rido, quien, previamente se había adelantado para reci-birla en la puerta de su casa. La esposa avanzaba portan-do la rueca y el huso, sím-bolos de su nueva actividad como madre de familia, e iba acompañada de tres jó-venes patrimi y matrimi, es decir, que tuviesen vivos a su padre y a su madre; a dos de ellos los llevaba de la mano, el tercero los pre-cedía agitando una antor-cha de espina blanca (spina alba), encendida en el hogar de la casa de la esposa. Se-guía una muchedumbre vo-ciferante que gritaba el gri-to nupcial “talasse” o “talas-sio” (palabra de sentido in-cierto para nosotros y que vendría a signifi car nuestro

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“¡Vivan los novios!), amén de otros gritos, chistes y palabras picantes alusivas a la noche que se avecinaba (la fescennina iocatio).

Cuando la esposa había llegado a la casa del ma-rido, adornaba su umbral con cintas de lana y unta-ba los goznes de la puerta con mante-ca de cerdo y aceite. La ceremonia de entrada en la casa se efec-tuaba de este modo: el marido, de pie en el umbral, pregunta -ba a su es-posa “QUI ES?” (¿Quién eres?”) Y ella respondía: “UBI TU CAIUS, EGO CAIA”, es decir, don-de tú vives con el nombre de Cayo, yo viviré con el nom-bre de Caya (símbolo de unión incondicional), y de TU CAIUS, nuestra palabra, que sería compuesta, TO-CAYO. Entonces los que la acompañaban la levantaban en peso, para que no tocase el umbral con el pie. El ma-rido la recibía entregándo-le el agua y el fuego; la pró-nuba la hacía sentar en el lectus genialis (lecho nupcial)

frente a la puerta, donde la nueva esposa pronunciaba las preces rituales a los dio-ses de la nueva casa (los La-res), bajo cuya protección entraba. Con esto termina-ba la fi esta; el cortejo nup-cial se disolvía , los invitados volvían a sus casas...y este artículo tocaba a su fi n.

BIBLIOGRAFÍA-Roca-Pons, J:”El lengua-

je”. Teide, 1973.-Rodríguez Adrados,

F: “Lingüística estructural”. Gredos, 1974.

-Paoli, E.: “Urbs”. Iberia, 1973.

-Guillén, J.: “Urbs Roma”. Vida y costumbres de los romanos, I. La vida privada. Ediciones Sígueme, 1977.

-YouTube: Matrimonio romano. Gruppo storico Vi-lla Adriana. (Recreación tea-tral de lo que era la cere-monia del matrimonio).

Fg. 2. Las bodas aldobrandinas. Museos vaticanos

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“Una vecina de nuestro pueblo nos convenció a fi -nales de 2003, a mí y a mis hermanas, de viajar a Espa-ña, a trabajar de camareras. El billete de avión que nos dio nos dijo que costó 2.500 euros, y ésa fue su primera mentira.” Recuerdan Paola y sus hermanas, en una noche de avión, saltaron de un pue-blecito de un rincón del Ter-cer Mundo anclado casi en la Edad Media al aeropuerto de Barajas, donde les esperaban un hombre y su esposa, con un coche. En teoría, eran los dueños del hotel. En reali-dad, los propietarios del bur-del gallego que se convertiría en su cárcel. Viajaron todo el día. Llegaron a la una de la madrugada. Las subieron a sus habitaciones. Aún ignora-ban para qué las querían.

“Oímos mucho ruido en los pasillos, había mucha gen-te, cada una estábamos en una habitación, la esposa del

dueño, la mami [mujer encar-gada de controlar a las pros-titutas] me dio ropa estre-cha, me dijo que me pusiera guapa y que bajara a la sala. Allí vi muchas mujeres, bai-lando, borrachas, la mayoría brasileñas..., había muchos hombres, yo miré, estaba asustadísima, me dije: “¿Dón-de estoy, Dios?”La mami me explicó que no había nada que temer, que si me pasaba algo con un cliente, que gri-tara y que me ayudarían, yo no me enteraba de lo que quería decirme, y cuando me enteré, pensé que el corazón no me iba a dar para eso”.

La mami continuó enu-merando las condiciones del cautiverio: Paola debía 2.500 euros y tendría que pagarlos. Hasta que no lo hiciera no podría salir de allí. Además, por cada día que pasara allí, por el uso de la habitación y la comida, debería pagar 20 euros más, que se irían su-

mando a la deuda original. Quedaba prohibido colocar-se cerca de sus hermanas o hablar con ellas. Después la dejó sola. El camarero le pre-guntó si quería algo. “Y yo le contesté que un zumo de na-ranja. Después me senté a la barra y me eché a llorar”, re-cuerda Paola.

Durante un mes, las tres hermanas permanecieron secuestradas en ese burdel, aisladas cada una en un cuar-to. Sólo una vez, a los quince días de llegar, las dejaron, vi-giladas, salir para llamar por teléfono a su casa. Por la ma-ñana dormían. Por la noche, debían quedarse en la sala principal hasta que amanecía. “Sólo conocí la luz del día por una ventana de mi habi-tación, por donde veía la nie-ve de unas montañas, no sa-bía dónde estaba, en qué ciu-dad, ni casi en qué país, cuán-do podría salir de allí, cuándo vería a mi familia”, añade.

BLANCASFERNANDO VILLAMÓN BARRANCO - 2º BACH. E

La Trata de

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Las registraban continua-mente. No tenían ni un cén-timo. Una noche, la más pe-queña de las hermanas se desmayó en el cuarto de baño y estuvo varias horas ahí tendida, sin que nadie la atendiera. Otra noche, una chica brasileña quiso tirar-se por la ventana para es-capar o para matarse. Otra chica le contó que todo lo que ganaba prostituyéndose lo empleaba para comprar-se droga y así olvidar que se prostituía.

Éste es el testimonio de Paola, una prueba de que el infi erno existe, y de que no hace falta ser pecador para entrar, sólo caer en las ma-nos de quien sí lo es.

Y su desgarradora histo-ria no es única. Todavía hoy, en la España desarrollada y democrática del siglo XXI, existen miles de prostitutas en condiciones de esclavitud. Son atraídas en sus países natales con promesas de tra-bajo, de un hogar, de una vida mejor. Y una vez las captan, están abocadas a un destino mucho más terrible del que hubieran visto en la peor de sus pesadillas. Se ven envuel-tas en una red de la que no pueden salir. Son maltratadas, violadas y forzadas a prosti-tuirse bajo amenazas y agre-siones. Los tratantes las ale-

jan de su hogar con la inten-ción de dejarlas solas, en un lugar que no conocen y don-de nadie las conoce, donde en la mayoría de los casos no entienden el idioma, y don-de, y esto es lo más triste, no hay conciencia de su situa-ción, ni voluntad sufi ciente de rescatarlas del abismo en el que están sumidas.

Es de gran difi cultad para los estados atacar a las ma-fi as directamente, es decir, utilizando medios policiales y judiciales, debido principal-mente a la difi cultad de des-cubrirlas, por el oscurantis-mo en el que están envuel-tas; por sobornos a los fun-cionarios públicos; y porque se trata de redes mafi osas internacionales, de las que una gran parte están en paí-ses del tercer mundo don-de no hay medios, ni volun-tad por parte de las autori-dades estatales de donde se encuentran para frenarlas, y donde no pueden meter la mano los países interesados en parar los pies a estos cri-

minales, pues violarían su so-beranía, y eso iría contra las normas de de-recho interna-cional.

No obstan-te, hay un frente

por el que podemos enfren-tarnos a ellas, y en él contri-buimos todos. Para las mafi as la prostitución es un negocio, el dinero es lo que las impul-sa a actuar, con lo que, si lo-gráramos que dejaran de ob-tener benefi cios con ella, no habría nada que les impulsa-ra a ejercerla.

Para conseguirlo es ne-cesario que la sociedad se conciencie de que, tras cada burdel, tras cada sonrisa de mujer con un traje ajustado en la carretera de Jaén, hay personas que están siendo explotadas brutalmente.

Debemos frenar esta ver-güenza, no podemos tolerar que nadie compre sus ser-vicios sexuales, pues a quien favorecemos es a las mafi as que están detrás. Hacemos lo que ellos quieren que haga-mos, y, sin querer, incentiva-mos que haya un niño o mu-jer más arrancada de los bra-zos de su familia para caer en las garras de los proxenetas. La vida de muchas personas está en nuestras manos.

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Los intercambios escola-res han sido y son una activi-dad consolidada desde hace muchos años en nuestro Centro.

Creemos que es suma-mente enriquecedora para nuestros alumnos ya que les proporciona toda clase de ventajas. Se trata de una ex-periencia intercultural que

pone en contacto a los jó-venes con las costumbres, usos, modos de vida, gastro-nomía, horarios y Lenguas de los países anfi triones.

Los intercambios van di-rigidos a alumnos de mente abierta, fl exibles y con cu-riosidad.

Los alumnos se enrique-cen con el conocimiento, de

primera mano, de un país extranjero, de su cultura y de su lengua, encuentran nuevos amigos, exploran un sistema escolar diferente.

Supone un desafío a ellos mismos y en defi nitiva, les ayuda a crecer como per-sonas.

En el presente curso es-colar, nuestro centro ha

InterCULTURALIDAD

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realizado un intercambio lingüístico-cultural con “Me-thacton High School” en Ea-gleville, Pensylvania (U. S. A.).

Nuestros alumnos y alumnas viajaron a Estados Unidos durante tres sema-nas del mes de septiembre y allí tuvieron la oportuni-dad de conocer Philadelphia, Nueva York y Washington.

Los alumnos americanos vinieron a España en pri-mavera y visitaron Granada, Córdoba y Nerja en Málaga.

El intercambio estuvo magníficamente organizado por las profesoras del De-partamento de Inglés: Dª Teresa García García y Dª Adoración Escudero Martín y participaron en él los alumnos de 1º de Bachi-llerato.

También hemos llevado a cabo un intercambio con “Hogländsscholan” en Es-tocolmo (Suecia). Nuestros alumnos disfrutaron de una semana llena de nuevas ex-periencias en la capital nór-dica durante el mes de oc-tubre del presente curso, mientras que sus compañe-ros suecos vinieron a Grana-da la primavera pasada.

Los profesores que or-ganizaron este intercambio fueron: D. José Olivares Ruiz y Dª Maribel Martínez López.

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Las palabras son piedras angulares en nuestra vida. Nuestro pensamiento se de-sarrolla mediante ellas, está fundado en ellas. Es aquello mediante lo que nos comu-nicamos, son los cimientos de nuestra estructura social, sin las cuales esta se derrum-baría al igual que la torre de Babel. Por palabras millones de personas han dado su vida a lo largo de la historia; palabras como patria, honor, dios, libertad… palabras que

FERNANDO VILLAMÓN BARRANCO - 2º BACH. E PalabrasLas

no son sino meros símbo-los, construcciones abstrac-tas, pueden ser la causa de las mayores atrocidades, y también de los mayores he-roísmos. Por palabras tiene sentido nuestra vida, son los objetivos por los que lucha-mos, lloramos, y nos sacrifi -camos, y por los que una vez alcanzados, reímos y nos re-sarcimos de las penurias que tuvimos que soslayar para llegar hasta ellas. Palabras han sido la causa de que en

un momento de revolución, las masas sedientas de san-gre frenaran sus deseos de venganza. Palabras dieron origen al fi n de la segrega-ción racial, o sexual. Palabras causaron las mayores trage-dias humanas, como lucha santa, infi el, ario, nación…

Las palabras poseen un poder inconmensurable, y como tal debemos cuidarnos de utilizarlas bien. Tenemos el deber de conocerlas, ver lo que subyace tras de su facha-

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da, y con mirada escrutadora determinar si son valiosas, o si son sólo receptáculos de mentiras o falsas ilusiones.

Las palabras no son me-ros armazones vacíos, sino que en su sustancia, en su contenido, en su signifi cado, es donde reside su impor-tancia. No podemos utilizar-las sin saber qué son. Hemos de circunscribir con preci-sión aquello del mundo a lo que se refi eren o a lo que queremos que lo hagan. No hacerlo es la causa de innu-merables confl ictos y malen-tendidos. En las cruzadas los

cristianos morían por Dios, los islámicos por Alá, ¿pero había de verdad una diferen-cia entre ellos?

Al mismo tiempo que son nuestro principal logro como especie, constituyen los barrotes de la prisión en la que vagamos; no podemos comunicarnos efectivamen-te con alguien que no hable la misma lengua que noso-tros, al mismo tiempo que esas diferencias fomentan el sentimiento de naciona-lismo, o de que el otro es completamente distinto que yo, y por lo tanto son ma-

nantial de disputas y confl ic-tos. Por ello, abogo por que, algún día, todos los seres hu-manos hablemos una misma lengua. Son estúpidas las lu-chas para que un territorio se separe lingüísticamente de otro, fruto este deseo de la entelequia que constituye la palabra nación. Esto solo es levantar una barrera al entendimiento. No obstante, se deben guardar las demás lenguas como patrimonio cultural, pero teniendo claro que su correspondiente lu-gar está en los museos y en las universidades.

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Diremos, en primer lugar, que los cómics constituyen un recurso importante para el entretenimiento, no sólo de niños y jóvenes, sino tam-bién de adultos.

El cómic, además, está cargado de ideología y a través de él se transmite la Cultura con mayúsculas y la cultura con minúsculas de un pueblo. Pensemos, por ejem-plo, en el cómic de Carpan-ta, refl ejo fi el del momento histórico que vive España en la Posguerra, la España del hambre. Pensemos también en los cómics de Superman, como símbolo de los Esta-dos Unidos de América.

También los cómics refl e-jan los cambios históricos, sociales, políticos y econó-micos que se producen en un determinado país.

En el momento actual, en

Uso delEl

MARIBEL MARTÍNEZ LÓPEZ - PROFESORA DE LENGUA Y LITERATURA AULACÓMICen el

el que el mundo es una al-dea global, quién no conoce a Superman, Mafalda o los manga japoneses.

Es evidente, pues, el in-terés de los cómics como proyectores de la cultura e idiosincrasia de un pueblo y de una época.

El conocimien-to de los valores y las creencias compartidas por grupos sociales de otros países y re-giones, los tabúes, la historia común asumida, etc. Re-sulta esencial para la comunicación intercultural (Mar-

co Común de Refe-

rencia para las Len-

guas: Aprendizaje, En-

señanza, Evaluación,

2001: 11)

Otra peculiaridad de los cómics que les hace ser in-teresantes, es que se tra-ta de material auténtico, es decir, producido para fi nes comunicativos, sin intención de enseñar la lengua. No han sido creados artifi cialmente para fi nes didácticos.

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Esto no quiere decir que no podamos manipularlos para sacarles el máximo par-tido en el aula.

Al ser un tipo de material que combina texto e imagen y que incorpora un compo-nente lúdico, resulta muy atractivo para el alumno.

El humor, ingrediente im-portante de gran parte de los cómics, es otro elemen-to que los hace atrayentes y motivadores. Este humor im-plica en muchas ocasiones la sátira y la crítica, unas veces desenfadada, y otras, mordaz.

Empezar una clase con una viñeta de humor, es em-pezar la clase con una sonri-sa y esto, qué duda cabe, es un seguro de éxito.

La brevedad del cómic, que puede ir desde una sim-ple viñeta a una tira, una pá-gina o a una historieta com-pleta, lo hace especialmente apto para las clases. Además existe mucho material dis-ponible con una gran sen-cillez de estructuras, lo que permite usarlo en niveles iniciales, para los que habi-tualmente se encuentra me-nos material.

Otro elemento positivo a destacar en los cómics es el hecho de presentar un tipo de lenguaje coloquial bastan-te cercano a los intereses de los estudiantes.

Finalmente insistiremos en la capacidad que tiene el cómic para transmitir ele-mentos socio-culturales y lo productivo que esto pue-de resultar en el aula.

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