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1 Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las narrativas de los funcionarios de la Defensoría del pueblo. Hacia una antropología del Estado Ana María Garcés Espinel Directora: Ana María Forero Angel Universidad de Los Andes Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Bogotá D.C Junio 2020

Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

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Page 1: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

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Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las narrativas de los funcionarios de la Defensoría del pueblo. Hacia una antropología del Estado

Ana María Garcés Espinel

Directora: Ana María Forero Angel

Universidad de Los Andes

Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Antropología

Bogotá D.C

Junio 2020

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A mis papás, que han dedicado parte de su vida a

trabajar para entidades estatales y que todo el tiempo

me dijeron: “nena, así funciona el estado”.

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3

Agradecimientos Para que esta monografía llegara a culminarse en las condiciones en que lo hizo,

influyeron diferentes personas y actores a quienes me gustaría agradecer

profundamente. En primer lugar, a mis papás, por auspiciarme esta carrera en la

que no todo el mundo cree. Agradezco sus palabras siempre tan sabias para

siempre hacerme sentir bien. A mis hermanos, David y Gabo, por todo el amor y las

largas conversaciones enmarcadas en cada una de nuestras disciplinas

En segundo lugar, quiero agradecer especialmente a mi directora de tesis,

Ana María Forero Angel, por haber confiado en mí desde el primer día. Le

agradezco por apoyarme en cada paso, en cada colapso, en cada crisis y en cada

alegría. Asimismo, agradezco sus lecturas detalladas, viendo la minucia de cada

palabra y la importancia de ellas dentro de la antropología. Voy a extrañar de todo

este proceso sus consejos tan acertados y su buen sentido del humor.

Agradezco de manera especial a la Defensoría del Pueblo por abrir las

puertas de su institución a una estudiante de pregrado, ayudandome a llevar a cabo

este trabajo. Accedieron a que entrara a la institución a hacer muchas preguntas, lo

cual aprecio infinitamente. A los funcionarios de la Defensoría agradezco su

colaboración, su paciencia al explicarme el lenguaje y los tecnicismos del derecho.

Toda mi gratitud hacia ellos por haber accedido a contarme un pedacito de sus

vidas, de su trabajo y de su amor por los derechos humanos. Gracias por las charlas

esporádicas y por siempre ofrecerse a contribuir más a mi proyecto.

Asimismo, quisiera agradecer al grupo de lectura y retroalimentación de

monografía, que nunca tuvo un nombre pero que ha sido el espacio académico más

valioso – y más divertido – del que he hecho parte. Este grupo estuvo conformado

por Ana María Forero y tres estudiantes, próximamente antropólogos, Laura, Camilo

y Andrea. Gracias a los tres por todo el apoyo, por los consejos, recomendaciones

de textos sobre antropología del estado y por las lecturas de mis borradores a veces

confusos. Pudimos crear un espacio de retroalimentación constructiva en la que

todos aprendimos un poco.

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4

Finalmente, a Armand por su cariño y paciencia en momentos de crisis. A

todos mis amigos y amigas que me apoyaron en este proceso, gracias por darme

tranquilidad, por tener la certeza, muchas veces más de la que tenía yo misma, de

que podría lograrlo. Los llevo siempre en mi corazón.

Todo esto no sería posible sin el apoyo de cada persona que menciono en

estas cortas líneas. De nuevo, mil gracias, desde la distancia del confinamiento.

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Tabla de contenido

Introducción.................................................................................................................... 6

Ingresando a la Defensoría del Pueblo ........................................................................... 11

Marcas indelebles: la emotividad dentro de los funcionarios .................................... 13

La insoportable imposibilidad de materializar el acceso a los derechos humanos

................................................................................................................................................. 19

Capítulo 2 ...................................................................................................................... 23

Lo diferecial y étnico: la presencia física en territorio ................................................. 24

Lo colectivo en población no étnica ................................................................................ 31

Capítulo 3 ...................................................................................................................... 34

Ser funcionario y estar en lo público ............................................................................... 35

Funcionarios de base, funcionarios de lo micro ........................................................... 38

Conclusiones ................................................................................................................ 42

Page 6: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

6

Introducción En un país como Colombia la diversidad de acciones políticas es extensa, pues su

población es también muy diversa. Por tanto, las formas en las que la población

interactúa con las instituciones estatales varían abismalmente. Inicialmente, mi

interés se enfocaba en la organización interna de los cabildos indígenas de Bogotá

para conformar una acción política unificada ante las entidades del estado. Esto

dado que me inquietaban las maneras en que los cabildos ejercían una defensa por

sus derechos. Después de pensar mucho sobre el tema de derechos humanos, de

ver la dificultad de acceder en poco tiempo a los cabildos y de recibir muchas

sugerencias al respecto, pensé que ese mismo tema podía replantearse, no desde

la óptica de los cabildos, sino desde la de los funcionarios públicos, pues son ellos

quienes se encargan de gestionar, velar y trabajar en pro del cumplimiento de esos

derechos humanos. Así pues, mi investigación tuvo un giro hacia la antropología

del estado, preguntándose por las narrativas construidas por los funcionarios de la

Defensoría del Pueblo sobre el carácter diferencial de las poblaciones étnicas en

Colombia para la protección y defensa de sus derechos humanos.

La Constitución Política de Colombia de 1991 hizo un giro político a la

manera en cómo se entendía la población, sus deberes y, especialmente, sus

derechos. De hecho, según la Comisión Colombiana de Juristas en esta Carta

Política “el Estado no se justifica por sí mismo (…). Solo justifica la existencia del

Estado la razón de garantizar la plena existencia de los derechos humanos” (Barreto

Soler y Sarmiento Anzola, 1997, pp.16). Esa garantía de derechos humanos hizo

que se crearan instituciones y mecanismos de control que velaran por el debido

cumplimiento, protección y defensa de estos. Con ello me refiero al Ministerio

Público, organismo al que “corresponde la guarda y promoción de los derechos

humanos, la protección del interés público y la vigilancia de la conducta oficial de

quienes desempeñan funciones públicas” (Const.1991, Art.118). Dentro de ella se

encuentra la Procuraduría General de la Nación, la Personería del Pueblo y la

institución que interesa a esta investigación, la Defensoría del Pueblo.

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La Defensoría del Pueblo, en adelante DP o Defensoría, al ser la entidad

encargada de “promover, ejercer, divulgar, proteger y defender los Derechos

Humanos y prevenir sus violaciones” (decreto 25, 2014, Art. 2), es interesante a esta

investigación, pues defiende y vela por los derechos humanos de la población

colombiana dentro y fuera del territorio nacional. Es de especial importancia pensar

en la cantidad de población étnica que tiene Colombia y la manera en que los

funcionarios deben enfrentarse ante nuevas formas de entender el mundo. Lo

anterior si se considera, como Paula1, una de las funcionarias de la DP a quien

entrevisté, que la población étnica es “un montón de gente diciéndose la vida

distinta, pensándose la vida distinta” (Paula, comunicación personal, febrero de

2020, Defensoría del Pueblo). Con ello hacía énfasis en que sus formas de pensar,

de entender el mundo, de actuar política y socialmente son diversas, pero

igualmente válidas a las de cualquier otro colombiano.

Mi interés en la Defensoría, por tanto, no está orientado hacia cómo funciona

la institución en sí, pues esto está estipulado en la norma; sino cómo en la práctica

esos derechos colectivos de la población étnica podían ser garantizados y, por

supuesto, parte importante de ese proceso está en manos de funcionarios. Por esta

razón, decidí concentrarme en las narrativas que los funcionarios públicos de la

Defensoría construían sobre los derechos humanos y el carácter diferencial de la

población. Todo el trabajo de campo se realizó en Bogotá D.C, en dos oficinas de

la DP. En primer lugar, en la Delegada para Grupos Étnicos y este interés está más

que justificado porque esta delegada trabaja con las diferentes poblaciones étnicas

del país. Los funcionarios de esta Delegada hacen notar que son pocos en relación

con con todo el trabajo que deben desarrollar. Lo anterior teniendo en cuenta que

las poblaciones étnicas son una parte considerable del país2 y que los funcionarios

1 Los nombres de las personas que me han ayudado contándome sus experiencias y explicándome brevemente (y con mucha paciencia) la disciplina del derecho y la normatividad de la institución se enuncian mediante pseudónimos para proteger su identidad. Muchos de ellos tienen dos pseudónimos de manera que se protejan, aún más, sus nombres y sus pensamientos, que diferían en ocasiones a los institucionales. 2 La población indígena según es de 1.905.617, la población NARP (negra, afrocolombiana, raizal y palenquera) de 2.982.224 y la población Rrom de 2649 personas (DANE, 2018)

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se encargan de trabajar en todas las regiones de Colombia3. Por otra parte, la

segunda oficina en la que realicé trabajo de campo fue la Regional Bogotá4 porque

dentro de ella también se tratan temas que tienen que ver con población étnica en

la ciudad y porque considero que esta es una manera de entender cómo los

lineamientos institucionales tienen un enfoque regional que hace evidente la

estructura de la institución.

Me enfoco en las narrativas porque considero que son una manera de

entender a profundidad el mundo interior de los funcionarios, sus percepciones,

deseos, sueños, emociones, etc; y, simultáneamente, aquello que está fuera de

ellos y que los permea – en este caso, la institución y su actuar como servidores

públicos –. Jimeno (2016) describe la función social de la narrativa como la manera

en que los seres humanos podemos relacionarnos con el mundo desde dos ópticas:

primero, en un vínculo entre el sujeto, grupo social y narrativas circulantes; y

segundo, porque las narrativas sirven para conformar y validar sistemas ético-

morales. Así pues, las narrativas nunca pueden ser solo narrativas personales, pues

estas se conjugan con narrativas colectivas que circulan en el espectro social, son

políticas (Maines, 1993).

De acuerdo a lo anterior, los funcionarios de la Defensoría del Pueblo se

empapan de diferentes narrativas: sus propias narrativas, las narrativas oficiales

que tienen una línea jerárquica que se va escalando a sus superiores y, finalmente,

las narrativas de la población con quien trabajan. Su trabajo implica en buena

medida hacer que unos requerimientos específicos de la población se mezclen con

la capacidad estatal para responder ante ellos. Al fin y al cabo, lo social está

enmarcado en procesos de comunicación y la comunicación es en sí misma social

(Maines, 1993).

Dado que esta investigación se pregunta por narrativas de funcionarios

públicos, es decir, narrativas de la burocracia, se está también preguntando por la

3 Se organizan por macro regiones y hay aproximadamente dos o tres personas para cada una. 4 Cada Defensoría Delegada tiene funcionarios en las regionales. Las regionales se organizan por departamentos, aunque hay departamentos que tienen más de una regional por la urgencia de atención en derechos humanos.

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antropología del estado. Siguiendo a Sharma y Gupta (2006), el estado no puede

ser entendido como un conjunto de instituciones con funciones dadas de antemano,

sino como artefacto y efecto cultural. Por tanto, en esta investigación me orientaré

hacia cómo mediante las prácticas, encuentros del día a día y las representaciones

del estado (Gupta, 2006), manifestadas en narrativas de funcionarios, se puede

entender el estado. Lo anterior dado que es precisamente desde allí que se puede

analizar cómo el estado se produce y se reproduce mediante sus prácticas

burocráticas dentro de la DP. Esas prácticas son significativas y se conjugan con la

circulación de las representaciones del estado, permitiendo a la burocracia y a

aquellos que están fuera de las instituciones imaginar qué es el estado, qué hace,

cuáles son sus límites y cuál es su lugar en relación con las instituciones del estado

(Gupta, 2006).

Por último, las relaciones que se han tejido entre los usuarios (población que

acude a la DP) y los funcionarios de la Defensoría del Pueblo están basadas en una

sensibilidad, en confianza y desconfianza, respeto y miedo, agradecimiento y

rechazo. Pero especialmente, y creo que la más importante, en lazos emocionales

casi inevitables entre ambos actores. En esta investigación me concentraré

únicamente en las narrativas de funcionarios, en cómo ellos narran y evocan esos

encuentros, así como su quehacer diario.

Esta monografía consta de tres capítulos que se dividen de acuerdo a las

recurrencias que hallé más relevantes dentro de las narrativas de los funcionarios.

El primer capítulo se ocupa de las emociones como elemento constitutivo de la

práctica al interior de la DP. Asimismo, este capítulo abarca la conformación de una

comunidad emocional dentro de los funcionarios. El segundo capítulo se enfoca en

cómo los derechos humanos tienen un carácter diferencial construido por los

funcionarios de maneras diversas, pasando por lo étnico y a su vez trascendiéndolo.

Finalmente, el capítulo tercero tiene como objetivo dar cuenta de las formas en que

los funcionarios performan su rol como servidores públicos dentro de la institución.

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Capítulo 1 “Muchas veces salgo de las actividades y lloro un

poquito, como que me frustro mucho y necesito llorar”.

(Entrevista a una funcionaria de la DP)

En este capítulo me enfoco en dos temas que han sido transversales a toda la

investigación. Con esto me refiero a que durante el trabajo de campo fueron para

mí los aspectos más evidentes e interesantes. El primero de ellos es el ingreso a

las oficinas de la DP en el centro de Bogotá. Con esto puedo dar cuenta de los

rituales de ingreso a la institución, los cuales permiten a sujetos que no trabajan en

la Defensoría la movilización dentro de la edificación. En segundo lugar, se

encuentra la emocionalidad que será el tema principal de este capítulo. Quiero

ahondar aquí en la relación que existe entre emocionalidad y estado. Lo anterior

porque pretendo justificar que dentro de las narrativas de los funcionarios de la

Defensoría se configura la emocionalidad como una recurrencia tan marcada y tan

evidente que vale la pena preguntarse sobre la influencia que tiene esta en las

prácticas de los funcionarios.

La emocionalidad configura lo ordinario, lo normal y cotidiano; y en ese

sentido hace que se formen cuerpos a la vez individuales y colectivos (Ahmed,

2004). En ese orden de ideas, siguiendo lo propuesto por Ahmed (2004), la

percepción que tiene un individuo sobre los otros genera una forma de contacto

entre ambos. En consecuencia, dentro de ese encuentro se crea una imagen de la

alteridad. Así pues, se puede argumentar que en el caso de la Defensoría se

conforma una comunidad emocional entre los funcionarios de la entidad. En ella se

transmiten formas de entender y trabajar con la alteridad, configurada en este caso

por usuarios de la DP.

La primera persona en hablar sobre comunidades emocionales fue Barbara

H. Rosenwein (2006), quien las define como grupos en los que las personas

comparten las mismas normas de expresión emocional y valor. No obstante, en los

últimos años desde la academia se ha visto una inclinación hacia un giro emocional

que retoma las ideas de Rosenwein de una manera, si se quiere, más flexible

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(Zaragoza y Moscoso, 2017). Precisamente por eso proponen que la definición de

Rosenwein (2006) sobre comunidad emocional es muy estática y no permite

evidenciar la transición (personal o colectiva) entre estándares emocionales

(Zaragoza & Moscoso, 2017). En este punto pretendo hacer una apuesta por pensar

una comunidad emocional conformada por funcionarios de la DP que, al compartir

valores semejantes sobre los derechos humanos, cuestiona esos mismos valores y

se plantea unos nuevos.

Ingresando a la Defensoría del Pueblo

Siguiendo la postura de Sharma y Gupta (2006) en la cual plantean entender el

estado como culturalmente construido, el análisis de rituales de estado es una forma

en la que ese objetivo puede ser cumplido. Así pues, el primer ritual al que cualquier

persona que asista a la DP debe enfrentarse es a la puerta de ingreso. Para ingresar

a la Defensoría del Pueblo en Bogotá, siempre hay que pasar por un punto de

seguridad. Las veces que he ido, y aunque muchos de los guardias de seguridad

ya reconocen mi rostro y me sonríen con amabilidad, siempre el trámite es el mismo:

hacer una fila en el andén de la carrera novena hasta poco a poco ir acercándose a

la puerta de ingreso. La puerta todo el tiempo está cerrada con un palo grueso de

madera que atraviesa las perillas desde adentro, de manera que solo el guardia

puede tener control de quién entra y quién sale, independientemente si es

funcionario o visitante. Cuando hay muchas personas en la fila, solo se puede

ingresar de cuatro en cuatro. El guardia pide abrir el bolso y en caso de tener un

computador portátil, debe registrarse en un cuaderno. Más adelante, hay dos

guardias detrás de un counter que piden al visitante informarles la Delegada y el

funcionario con quien se tiene cita. Depués, proceden a llamar a la extensión de la

Delegada, en donde se autoriza el ingreso del visitante.

Posteriormente, se entrega la identificación del visitante, imprimen una

calcomanía blanca con una foto a blanco y negro de la cara de este, su número de

cédula, la Delegada que autoriza y un código de barras. Después, el torniquete, los

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funcionarios ponen su huella5, pero los visitantes tienen que usar su cédula para

entrar. Cuando se ha pasado el torniquete ya se está dentro y es posible moverse

más o menos libremente por las oficinas, aunque en cada piso hay un guardia

sentado en una silla alta desde donde puede ver quién ingresa por las escaleras o

por el ascensor. Ese registro, en donde se evidencia el ritual de ingreso a la entidad,

es bastante serio. Lo anterior porque después de esa primera ocasión de registro,

la información personal queda guardada en el sistema y ya no es necesario tomar

otra foto, o diligenciar el nombre del usuario. En adelante, la manera de

identificación dentro de la edificación es mediante la calcomanía que imprimen y

debe ir siempre sobre la chaqueta, en el pecho del visitante.

Hago énfasis en el hecho de que los visitantes o usuarios deban usar

obligatoriamente la calcomanía blanca porque es la manera de identificación dentro

de la entidad. Es un marcador que diferencia entre quienes trabajan allí

(funcionarios) y quienes lo visitan circunstancial o frecuentemente. Estas etiquetas

blancas van circulando por los diez pisos que tiene la DP en Bogotá y son

importantes en un contexto en el cual no todos los funcionarios se conocen entre sí,

pero sí pueden identificar quién es y quién no es funcionario. Son marcadores

diferenciales, si se quiere, que no solo sirven para llevar un registro, sino para en el

acto reconocer la identidad de la persona. Ejemplo de ello es la manera como los

funcionarios, al principio, decían mi nombre leyendo la etiqueta.

El panorama de las dos oficinas en las que he desarrollado mi trabajo de

campo es similar. Los funcionarios de la Delegada para Grupos Étnicos trabajan en

el tercer piso de la DP y los de la Regional Bogotá en el segundo. En un primer

paneo de las oficinas solo se pueden ver muchos escritorios, calculo unos 80 en

cada una. Es un espacio en el que realmente hay más gente de la que le cabe,

como dicen ellos mismos: “están hacinados”.

5 Dadas las medidas por el covid19, a partir de mediados de marzo los funcionarios debían asistir a otra oficina en la cual activaban su carné institucional para acceder con este y no tener que tocar el torniquete.

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Marcas indelebles: la emotividad dentro de los funcionarios Durante las entrevistas fue usual que los funcionarios hicieran críticas a la institución

o a otras instituciones públicas. Entonces, pude evidenciar que la evidente cercanía

entre escritorios hacía que, en muchos de mis encuentros con los funcionarios,

estos quisieran bajar la voz si se referían a su postura política o a alguna crítica a la

institución. Esto con el fin de no ser escuchados por quienes estaban alrededor. Los

funcionarios cuando se refieren a críticas a la DP o a otra institución pública,

normalmente bajan la voz o susurran. Además, querían ser entrevistados en lugares

cerrados, no en sus escritorios de trabajo, de manera que aquello que se hablara

fuese más privado. Sus críticas, por tanto, parecen secretos guardados con muchos

cerrojos, tema que considero importante para pensar en la relevancia que tiene

hablar dentro de la institución y en la manera como se comunican posiciones

políticas, opiniones, descontentos y emociones.

Pude evidenciar que la labor de los funcionarios tiene que ver en buena

medida con acciones relativas a la comunicación. En el encuentro con comunidades

son voceros, charlan y, especialmente, escuchan a poblaciones que tienen altos

índices de pobreza, de desplazamiento, víctimas del conflicto armado y que, en fin,

son considerados como población vulnerable.

Ahora bien, quiero resaltar en este apartado la función que he decidido llamar

escucha activa. Los funcionarios al estar en constante contacto con la población

usuaria de la DP se empapan de sus más grandes conflictos con el estado, con

proyectos de inversión que requieren de consultas previas y, en fin, con las

problemáticas más importantes que les atañen en materia de derechos humanos.

Esa escucha activa, que hace parte de su trabajo como funcionarios, pasa por la

emocionalidad. Los funcionarios, en efecto, sienten determinadas emociones

cuando comparten espacios con usuarios, pero también cuando estudian los casos,

cuando hacen análisis personales de política pública, entre otras. En suma, la

emocionalidad es también la manera en que los funcionarios pueden acercarse a

esas poblaciones que son “otras” (Ahmed, 2004), pensando en su condición de

población étnica y al mismo tiempo de población usuaria de la DP. En ese sentido,

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la emocionalidad es un componente que hace parte de su trabajo. Basándose en

las emociones toman decisiones y posturas. Quiero hacer énfasis en que a pesar

de que muchas de las emociones pueden ser compartidas entre los funcionarios,

también divergen, son flexibles y, especialmente, varían dependiendo de la

experiencia que hayan tenido los funcionarios con las poblaciones con las que

trabajan.

Paloma me decía: “Con el tema de los derechos humanos uno se apasiona

demasiado y uno siempre toma partido hacia un lado” (Comunicación personal, 4

de febrero de 2020, Defensoría del Pueblo). Y, en efecto, todos narran desde un

posicionamiento de defensa de las poblaciones étnicas. Siguiendo la

a Graeber (2015) cuando explicaba por qué de cierta manera, aunque parezca

ineficiente, tenemos una atracción hacia la burocracia; la razón que daba para ello

era que había una impersonalidad entre el burócrata y el ciudadano, este

último llamado por la DP usuario. Considero que en este caso ese ser “apasionado”,

como es descrito por Paloma, es poseer un sentir que va más allá de los límites que

impone la institución, porque la institución tiene unas rutas, tiene un procedimiento

extenso para llegar a esas prometidas garantías de derechos; pero el funcionario

está pensando en los efectos sociales y políticos que recaen sobre la comunidad de

una manera emotiva:

Tú lo que menos quieres es generarle más daño a la comunidad.

Entonces (…) emocionalmente te cargas con todo eso. Siempre te vas

a cargar con los problemas de la comunidad. (…) el hecho de que te

cuenten una violación, (…) un homicidio, un secuestro, (…) igual,

somos seres humanos y nos afecta. (Paloma, comunicación personal,

febrero de 2020, Defensoría del Pueblo).

En las narrativas de los funcionarios de la DP están presentes las emociones como

un factor esencial para trabajar con la población. Deben mostrar una sensibilidad,

un entendimiento y una empatía para poder escucharlos. Las emociones, entonces,

están moldeadas tanto por un componente social, como por uno individual pues

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permiten a los seres humanos conectarse entre sí y al mismo tiempo con el mundo

que los rodea (Ahmed, 2004; Goodwin et al., 2001).

Las emociones resultan importantes en este contexto, pues mediante ellas

se puede entender el estado y su funcionamiento en las prácticas del día a día

(Gupta, 2006). Lo anterior dado que las prácticas estatales de una institución en

específico, en este caso de la Defensoría, pasan por rituales de diferentes

colectivos de personas (de funcionarios de la propia institución, de funcionarios de

otras instituciones estatales y no estatales, usuarios, etc.). Estos diferentes grupos

de personas tienen que estar en continuo contacto y, por tanto, cada uno de ellos

teje unas redes emocionales particulares. En consecuencia, a partir de esa

emocionalidad se crean percepciones del estado, maneras de trabajar y de tomar

decisiones dentro del mismo; y simultáneamente formas de interactuar e imaginar

a ese otro que también se encuentra en la práctica estatal. En este caso, una

sensibilidad ante los usuarios es indispensable para ejercer el trabajo de la entidad,

aunque eso también implique llevar una carga emocional muy fuerte.

Para ahondar sobre la escucha activa a la que había hecho referencia

anteriormente, me quiero enfocar en la Ley 1448 de 2011 o también llamada Ley de

Víctimas y Restitución de Tierras6. Esta ley le confiere a la Defensoría las

competencias de realizar el “proceso de diligenciamiento de las solicitudes de

inclusión en el Registro Único de Víctimas, mediante recepción de la declaración” 7

(Defensoría del Pueblo, 2013, p.17). La definición de víctima está establecida dentro

de la ley con un límite específico de fechas y características:

6 Esta ley tiene por objeto: “establecer un conjunto de medidas judiciales, administrativas, sociales y económicas, individuales y colectivas, en beneficio de las víctimas (…), dentro de un marco de justicia transicional, que posibiliten hacer efectivo el goce de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación con garantía de no repetición, de modo que se reconozca su condición de víctimas y se dignifique a través de la materialización de sus derechos constitucionales” (Ley 1448, 2011, Art 1). 7 La ausencia de la consulta previa para la elaboración de la ley fue una de las críticas más fuertes a esta, pues se hizo sin tener en cuenta a poblaciones indígenas, Rom y población negra, afrocolombiana y palenquera (García Acuña, 2012). Esta razón fue trascendental para la creación de los decretos ley 4633, 4634 y 4635 de 2011, los cuales hacen que los funcionarios de la Delegada de Grupos Étnicos también deban hacer toma de declaraciones. A partir de estos decretos las poblaciones ya mencionadas podían acceder a la ley con un carácter diferencial que reconocía una situación histórica de violencia armada hacia ellas.

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Se consideran víctimas (…) aquellas personas que individual o

colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del

1º de enero de 1985, como consecuencia de infracciones al Derecho

Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las

normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión

del conflicto armado interno. (Ley 1448, 2011, Art. 3)

Así, siguiendo la anterior definición y teniendo en cuenta las especificidades de los

decretos ley enfocados a las poblaciones étnicas (decretos ley 4633, 4634 y 4635

de 2011), el ministerio público toma las declaraciones de las víctimas del conflicto

armado. Esto se hace por medio del Formato Único de Declaración (FUD), en el

cual para que las personas puedan clasificarse como víctimas deben llenar una

serie de descripciones de sus experiencias vividas tales como: “desaparición

forzada”, “homicidio”, “desplazamiento forzado”, entre otras. Después, hay una

página en la que la víctima debe hacer la narración de los hechos al funcionario y

este debe tomar nota.

Pretendo analizar esa práctica de recepción de declaraciones, ya que da

cuenta de esa escucha activa que deben hacer los funcionarios a la población

víctima del conflicto armado, teniendo en cuenta que la Defensoría del Pueblo y las

otras entidades del Ministerio Público solo toman las declaraciones, no las analizan.

Paula narraba respecto a la recepción de declaraciones:

Es muy tremendo tener que escuchar todo lo que le pasa a la

población colombiana en territorio, toda la cantidad de cosas que

sufren, todas las atrocidades que hicieron los grupos armados o que

hacen militares, FARC, ELN, rastrojos, (…) y que te lo cuenten; y que

tú, como si fueras de piedra, escribas y pases a limpio. Y (…) que se

siente una mujer y te cuente todo lo que le hicieron, la

violaron…delante del marido, con los hijos; y que tú, como si fueras de

piedra, tienes que escribir. Realmente uno sale vuelto mierda, muy

mal, es muy difícil, y sale uno muy triste, muy frustrado…Porque

además uno es muy sensible frente a la población. Uno dice:

Page 17: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

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“miércoles”. Sale uno con esa carga y como con culpa, ¿no? (Paula,

comunicación personal, febrero de 2020, Defensoría del Pueblo)

Uso este fragmento porque condensa muchas emociones: tristeza, enojo,

impotencia, culpa. Además, solo este fragmento es realmente capaz de hacer

evidente la carga emocional tan fuerte que queda cuando una narración en donde

hubo dolor, sufrimiento y penas se plasma de una manera tan banal en un papel.

La culpa es tal vez la emoción más llamativa y se entiende en este contexto como

la imposibilidad de poder actuar, de poder expresar el sentimiento y de callar, como

ahondaré en el siguiente apartado.

Esa emotividad que está generalizada en las narrativas de los funcionarios

de la Defensoría se puede entender desde el concepto de Jimeno (2007) de

comunidad emocional puesto que en la escucha de narraciones de violencia se crea

un terreno emotivo compartido entre los funcionarios, de manera que se forja un

lazo que reconstruye la subjetividad del dolor del “otro”, es decir, de quien cuenta.

Razón por la cual el sentimiento de empatía es indispensable para relacionarse con

población que ha sido víctima del conflicto armado:

La confrontación armada era bastante aguda: accidentes de minas

antipersona, desapariciones, secuestros, persecuciones, combates, a

toda suerte de vulneraciones a los derechos fundamentales de la

población, pues fui testigo de excepción, y claro que le queda a uno

una marca bastante fuerte, diría yo que indeleble. Porque compartir el

sufrimiento de muchas personas y de intentar mediar para que esas

violaciones cesaran, y atender a las víctimas de la confrontación

armada, pues lo ponen a uno (…) muy sensible a esa situación social

y humana, pero también reconociendo la enorme responsabilidad del

estado al tener a tantas regiones sin presencia institucional, sin

presencia de las autoridades que garantizaron los derechos, pues sí

lo hacen sentirse a uno bastante impotente, también muy crítico

respecto al accionar de la institucionalidad (Pascual, comunicación

personal, febrero de 2020, Defensoría del Pueblo).

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Pascual afirma que comparte el sufrimiento con las personas víctimas, lo cual puede

dar cuenta de esa comunidad emocional que no se expresa solo en quien relata la

historia, sino en quien la escucha porque se genera una empatía y una subjetividad

(Jimeno, 2007) que intenta comprender las situaciones de violencia que han

experimentado las poblaciones con las cuales trabajan. Esto es, una subjetividad

empática compartida de situaciones de impotencia, culpa e incluso dolor. Pascual

describe esa marca y ese recuerdo como indeleble, como algo que quizás esté en

su memoria por siempre.

Así, esa emocionalidad, que es parte de su trabajo, permea su vida no laboral

y las relaciones que crea con determinados espacios. En este caso, los funcionarios

serían, más que las personas que escuchan, testigos de la violencia que la

población ha sufrido. Estos testigos tienen una peculiaridad y es que deben reprimir

el sentimiento que les generan las narraciones, deben escuchar en silencio. Desde

ese cúmulo de emociones tan diverso los funcionarios construyen una narrativa

orientada hacia la agenda institucional, pero al mismo tiempo donde se cuestionan

las prácticas y el ejercicio de las leyes. En ese orden de ideas, son personas que

están cuestionando las acciones institucionales, el valor simbólico de las leyes y las

relaciones entre usuarios y estado. Y, claramente, esto se hace desde una óptica

emotiva de los derechos humanos.

No obstante, me distancio de lo propuesto por Jimeno pues dentro de su

definición de comunidad emocional es fundamental “articular una narrativa en la

cual [se] ventila[n] sentimientos de dolor, rabia y compasión y convertirlos en acción

política” (Jimeno et al., 2018). En el caso de los funcionarios esa acción política no

se presenta como algo cohesionado o compartido por todos. Dentro de sus prácticas

se manifiestan el respeto y la empatía hacia la historia y formas de vida de personas

y pueblos que han sido considerados históricamente como “otros”. No obstante, no

se configura una “acción política” por fuera de sus labores como funcionarios

públicos (al menos hasta donde pude indagar).

Page 19: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

19

La insoportable imposibilidad de materializar el acceso a los derechos humanos Los funcionarios deben, como ya lo mencioné anteriormente, escuchar; y, en cierta

medida, escuchar requiere también no poder hablar, no poder expresar

abiertamente lo que piensan sobre los casos, porque están detrás de una figura

institucional de estado que recuerda esa impersonalidad del burócrata (Graeber,

2015). Pero esa impersonalidad, según las narrativas de los funcionarios, es mucho

más cercana a la población porque conocen los procesos íntimos de ella, sus

vulneraciones, sus más grandes problemas y miedos. Paloma narra sobre la Ley de

Víctimas y Restitución de Tierras:

hemos tomado miles (…) de declaraciones, pero realmente revisemos

cuántos planes de reparación colectiva, primero, por fin se terminaron

de construir y, segundo, cuáles están operando. Entonces, tú

arriesgarte a tomar esa declaración, ahí es donde se juegan papeles

muy fuertes y es victimizar nuevamente a la población, porque es

hacerlos recordar lo que les ocurrió en el pasado. (…) y es muy fuerte

ese proceso porque la población vuelve a caer en ese estado [de

victimización]. (Paloma, comunicación personal, febrero de 2020,

Defensoría del Pueblo)

Por tanto, en este caso la emocionalidad se orienta hacia la culpa, como

mencionaba arriba en la narración de Paula, y hacia la impotencia de hacer

materiales las necesidades de la población. Según Paloma, que se narre una

violación de derechos y la reparación colectiva no llegue nunca es revictimizar a la

población víctima porque es hacerles recordar sucesos dolorosos. Además,

teniendo en cuenta que la capacidad de acción que tienen los funcionarios frente a

temas de violaciones de derechos es mínima. Su capacidad de acción está regida

por la de la institución. Siguiendo a Bourdieu (1999), a través de sistemas de

clasificación y procedimientos burocráticos, el estado moldea estructuras mentales

e impone principios comunes y formas de pensar fundamentales que se inscriben

en la población. Así pues, la categorización y el procedimiento de decidir quién es

víctima y quién no lo es y, por tanto, de hacer material la reparación colectiva sigue

Page 20: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

20

haciendo parte de un entramado burocrático más extenso que se sale de las manos

de los funcionarios de la DP y que los frustra. Por esa razón, para Paloma el

funcionamiento de esta ley no es la más adecuada porque corre el riesgo de hacer

una afectación mayor a la población.

Por otra parte, puedo analizar que dentro de las narrativas de funcionarios de

la DP es una condición reiterativa enunciarse como seres humanos para poder

entender las situaciones de la población étnica: “Entonces para uno como ser

humano, más allá del funcionario, es tener esa capacidad de comprender su

realidad, y eso es lo que para mí implica parte del enfoque diferencial étnico” (Paula,

comunicación personal, febrero de 2020, Defensoría del Pueblo). En el anterior

fragmento Paula se enuncia a sí misma como un ser humano para poder decir que

debido a que es un ser humano esas situaciones de violencia le afectan, y le afectan

como a cualquier otra persona porque está en el mismo plano que las personas con

las que trabaja, puede sentir lo que ellos sienten.

Si ese enfoque diferencial y étnico tiene que ver con comprender, como

afirma Paula, una realidad más allá del funcionario, considero que habría una

configuración emotiva, como lo plantea Jimeno, pues “[es] un esquema cultural que

obra como una red de conexiones sistémicas que pone en estrecha relación ciertos

pensamientos y sentimientos” (Jimeno, 2002). Así las cosas, los funcionarios casi

que hacen una división entre su ser humano (emocional, que se afecta fácilmente,

que se apasiona) y su labor como funcionario de la DP. Por tanto, hacer parte de la

burocracia en temas relacionados a derechos humanos pasa por pensarse primero

como ser humano, por hacer un análisis sobre cuáles son las relaciones y

diferencias que se tiene con ese otro, pues ese otro es construido estatalmente.

Con esto quiero decir que es un sujeto que está claramente definido y delimitado

por las narrativas oficiales, es decir, por el estado; y aunque el autorreconocimiento

sea la medida que usa la DP para identificar población étnica, las normas

igualmente estipulan quiénes son y cómo deben ser tratados por la institución.

Para ilustrar mejor mi argumento quiero poner como ejemplo la cartilla

institucional Guía de actuación de la Defensoría Delegada para los indígenas y

Page 21: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

21

Minorías étnicas de la Defensoría del Pueblo para la asesoría a las víctimas de las

comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras que me regalaron el

primer día en que visité la DP con el objetivo de realizar mi investigación, pues

condensa narrativas oficiales. En primer lugar, se me dio esta cartilla porque es muy

clara en los procedimientos de la institución en el tema de la población NARP. Pero

también me interesa porque enuncia definiciones específicas de estas poblaciones,

como de las poblaciones negras o afrocolombianas: “[son] comunidades del grupo

étnico que hacen presencia en todo el territorio nacional, de raíces y ascendencia

histórica, étnica y cultural africana, nacidos en Colombia, con su diversidad racial,

lingüística y folclórica.” (Defensoría del Pueblo, FJT y PNUD, sf, p. 12). Añaden

también la definición de comunidad negra estipulada en la ley 70 de 1993 y también

una lista de pautas de actuación institucional. Una de ellas expone que Delegada:

“realizará el seguimiento a la implementación diferencial de las

medidas de protección para las comunidades negras,

afrocolombianas, raizales y palenqueras, velará especialmente, para

que el diseño de las mismas, tenga en cuenta la opinión de sus

representantes y el respeto por su identidad étnica y cultural”

(Defensoría del Pueblo, FJT y PNUD, sf, pp. 35).

Así pues, los requerimientos de la institución y una normatividad más o menos fija

hacen que los funcionarios, aunque apasionados, no puedan atravesar cierto límite

de procedimientos a seguir con las poblaciones. Como expone Graeber (2015) es

una obligación del funcionario seguir las órdenes del jefe sin importar cuál sea, pero

¿cómo saber qué es lo que quiere el jefe cuando este está representado por lo

público? Eso que es lo público está representado por una estructura jerárquica, en

la cual, en efecto, tienen un superior, el Defensor Delegado, quien les da órdenes

a seguir en casos como esos. Con esto cabe preguntarse ¿qué sucede cuando la

voluntad de los funcionarios de ejercer una acción con respecto a la población

difiere de la de la institución? Tema que desarrollaré más adelante cuando explore

las diferentes formas en que los funcionarios resuelven los problemas en campo.

Page 22: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

22

En suma, la sensibilidad es una manera de ejercer un trabajo en la DP. Es

una forma empática casi indispensable para poder ejercer su posición y sobrellevar

la carga emocional que debe auto silenciarse:

no es fácil hablar de los grupos étnicos si no hay un conocimiento

previo, si no hay una sensibilidad, si no hay una decisión voluntaria de

(…) abrirse mentalmente para entender ¿sí? Lo digo en cosas como,

por ejemplo, sus sitios sagrados, su simbología, incluso hasta la

lengua. (Pascual, comunicación personal, marzo de 2020, Defensoría

del Pueblo)

Con este fragmento pretendo hacer mención de la manera en que el estado se

encarna objetiva y subjetivamente (Bourdieu, 1999). Subjetivamente porque está

conformado por personas, que a su vez engloba estructuras mentales, categorías

de percepción y de pensamiento (Bourdieu, 1999). Esa estructura objetiva de reglas

y normas se combina con una manera subjetiva de ejercer la profesión, de ser

políticamente activos y de entender a las poblaciones con las que trabajan.

Entenderlas en sus relaciones con otras poblaciones, en sus modos de vida y en

su manera de actuar políticamente, precisamente porque el encuentro entre las

poblaciones étnicas y los funcionarios requiere de una actuación política.

Page 23: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

23

Capítulo 2 “El mundo es una mentira que transita entre las burocracias”

(Fragmento de una conversación informal con una funcionaria)

En este capítulo abordo los significados que los funcionarios de la Defensoría le

asignan a lo diferencial y a lo étnico. Encuentro principalmente dos maneras en las

que desde las narrativas de los funcionarios se puede analizar lo diferencial. La

primera de ellas es una asociación entre la población étnica y el lugar. Con esto

hago referencia a que una manera en la que los funcionarios entienden y defienden

los derechos humanos de la problación étnica es mediante conferirles

simbólicamente un lugar sagrado desde donde se desarrolla su vida social y política.

Esa relación con el espacio es precisamente uno de los aspectos más importantes

en la defensa de sus derechos humanos. En segundo lugar, surge un pensamiento

nuevo en el cual el carácter diferencial desborda la manera en que se entendío por

muchos años (la cual asociaba lo diferencial únicamente con lo étnico). Este nuevo

planteamiento es interesante porque permite que surjan nuevas subjetividades en

el ámbito político y en los derechos humanos tales como trabajadoras sexuales,

menores de edad, migrantes, etc.

Con esto quiero argüir que los derechos humanos no son estáticos ni

inamovibles, pues dependen en buena medida de quienes los ejerzan. Por tanto, se

permean fácilmente de concepciones del derecho, de concepciones sobre la

población y demás. Los derechos humanos son esenciales para pensar el

funcionamiento de la Defensoría del Pueblo y, asimismo, el ejercicio profesional de

sus funcionarios. Tanto así que el objeto de la DP es:

promover, ejercer, divulgar, proteger y defender los Derechos

Humanos y prevenir sus violaciones; fomentar la observancia del

Derecho Internacional Humanitario; atender, orientar y asesorar en el

ejercicio de sus derechos a los habitantes del territorio nacional y a

los colombianos en el exterior; y, proveer el acceso a la administración

de justicia, en los casos señalados en la ley. (Decreto 25, 2014, Art.2)

Así, la protección va más allá de los límites estipulados por la Constitución, pues se

basa también en una concepción de los derechos humanos más amplia, el Derecho

Page 24: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

24

Internacional Humanitario (DIH). Esto puede entrar en diálogo con lo propuesto por

De Sousa Santos (2002), quien afirma que los derechos humanos tienen una doble

caracterización (global y local).

Aunque esta investigación no se pregunta por la relación que tienen las

narrativas de funcionarios, que son locales, con la globalidad de los derechos

humanos, es importante hacer énfasis en que es una concepción que tiene una

historia que proviene de contextos no locales. Samuel Moyn (2015) propone una

historia de los derechos humanos en la cual indaga el contexto histórico en que

estos tomaron la fuerza que tienen hoy en día. Asimismo, arguye que son una

invención que se configuró en el imaginario global como una utopía, pues se

imaginan con la posibilidad de garantizar un mundo mejor y más equitativo (Moyn,

2015). Así pues, siguiendo a Moyn (2015), pretendo entender los derechos

humanos en el terreno de la imaginación. No porque no existan, sino porque su

condición de construcción (y de fenómeno histórico) permite que cambien y, por

consiguiente, que estén abiertos a la interpretación. Así lo hacen los funcionarios de

la DP: toman el término y lo acogen teniendo en cuenta no solamente la Constitución

Política, sino las características de la población con la que trabajan. En ese orden

de ideas, pretendo evidenciar que los derechos humanos dependen, como dije

anteriormente, de la entidad que los ejerce y, simultáneamente, de la manera en

que los funcionarios los significan.

Lo diferecial y étnico: la presencia física en territorio Las interacciones diarias con la burocracia estatal son esenciales para la

construcción del estado (Gupta, 2006), en este caso entre la población étnica y los

funcionarios de la DP. En esas interacciones los funcionarios forman ideas de qué

es y cómo se representa lo étnico de las poblaciones. La recurrencia que encuentro

más importante dentro de las narrativas de los funcionarios es la asociación de las

poblaciones étnicas con un territorio específico.

En ese orden de ideas, es importante pensar en el multiculturalismo porque

permite analizar la manera en que los funcionarios construyen un acercamiento

Page 25: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

25

político a las poblaciones con las que trabajan8. Bocarejo afirma que el

multiculturalismo es una ilusión política porque consolida una cultura política con

ideales de igualdad y tolerancia, pero que “en muchas ocasiones estos ideales son

una forma de racionalidad política que silencia, perpetúa y oculta los complejos

contextos de poder político en los cuales se desarrolla” (Bocarejo, 2011, pp. 98).

Bocarejo critica la posición de muchas políticas con carácter étnico (y multicultural)

porque estas asocian la etnicidad a un lugar (Bocarejo, 2011). La crítica va

encaminada a que solo se estarían reconociendo algunas formas de diferencia bajo

marcos legales y normativos específicos (Bocarejo, 2011). No obstante, considero

que a pesar de que esa asociación entre etnicidad y lugar también es usada por los

funcionarios, estos le dan un sentido en la práctica como herramienta para

acercarse a la población étnica y para poder entender sus dinámicas de la vida

diaria. En una palabra, para comprender ese carácter que los hace diferentes.

Piedad me decía: “Pureza no hay [dentro de las poblaciones indígenas], pero

en el multiculturalismo es importante que esas costumbres prevalezcan” (Piedad,

comunicación personal, febrero de 2020, Defensoría del Pueblo). Con esto hacía

referencia a que las costumbres y formas de vida ancestrales de las poblaciones

étnicas debían preservarse lo más cercanas a las ancestrales como fuera posible,

hecho que debía cumplirse dentro de las políticas multiculturales. El

multiculturalismo se estaría construyendo sobre la condición de que las costumbres

de la población étnica sean menos movibles y posiblemente, en términos de Piedad,

más cercanas a la “pureza”. Esta es, por tanto, la manera simbólica como los

funcionarios imaginan ese lazo tanto igualitario como diferencial entre la población.

Igualitario porque los derechos humanos son de obligatoria garantización para toda

la población colombiana. Y diferencial porque lo asocian con una proveniencia

diferente relacionada a la tierra y al territorio. Asimismo, esa diferencia respecto a

8 En su mayoría los funcionarios no hacen referencia al multiculturalismo, pero la literatura me permite acercarme a la relación entre lo étnico y el territorio, que sí es una recurrencia muy fuerte, desde este este concepto.

Page 26: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

26

sus derechos humanos pasa por el aspecto físico, las costumbres y la relación con

la tierra de la población étnica.

Ese carácter diferencial y multicultural se imparte en buena medida desde las

narrativas oficiales. Para ilustrar mejor el anterior argumento me remito a la cartilla

pedagógica llamada “Cuadernos de Paz Nº 7” en donde se describe la consulta

previa, sobre la cual se asegura que es “un ejercicio concertado, participativo,

intercultural, cualitativo, de identificación anticipada de impactos o daños probables

(a la integridad étnica y cultural) y de consecuente toma de decisiones para

evitarlos, repararlos, mitigarlos o compensarlos” (Defensoría del Pueblo, 2018). A

pesar de que no esté estipulado explícitamente lo multicultural en este fragmento,

sí hay una alusión a ello pues se refiere a lo “intercultural”, hecho que de inmediato

lleva al lector a pensar en la existencia de culturas diferentes. Teniendo en cuenta

que el papel que cumplen los funcionarios públicos de la DP en la consulta previa

es el acompañamiento a las comunidades que están abogando por ese derecho,

las opiniones de los funcionarios y la manera como construyen simbólicamente la

figura de lo étnico aparece como un concepto relevante dentro del ejercicio de su

profesión, de los modos en que se relacionan con la población y en que actúan.

A pesar de que el autorreconocimiento de las poblaciones étnicas como tales

es fundamental para ejercer acciones en defensa de sus derechos colectivos, los

funcionarios públicos también hacen un análisis personal que pasa por sus propias

estructuras mentales y categorías de percepción (Bourdieu, 1999). Esa clasificación

física la entiendo en dos direcciones. La primera de ellas es la asociada a que los

indígenas posean unas características a simple vista reconocibles:

yo parto del autorreconocimiento. Ya cuando yo sé que la población

se autorreconoce étnica, entonces hago un análisis. Puede pasar

también que sea obvio, que sea un hecho notorio. Digamos, yo veo a

una persona vestida como indígena y pues, o sea como indígena de

las 111 o 110 etnias, cualquiera, (…) lo veo con su traje típico, o lo veo

en una sesión colectiva, digamos en una reunión o en una actividad

Page 27: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

27

colectiva. (Paula, comunicación personal, 3 de febrero de 2020,

Defensoría del Pueblo)

Con este fragmento pretendo hacer notar que en las narrativas de los funcionarios

hay unos marcadores étnicos que pasan por el cuerpo de las personas y que los

clasifican como étnicos sin necesidad de que la persona en cuestión se manifieste

como tal. Esas categorías están basadas en la práctica de muchos años y

experiencia que tienen en campo los funcionarios. Todos los funcionarios con los

que tuve contacto coinciden con que han trabajado por mucho tiempo en la DP o

con temas relacionados a los derechos humanos, aspecto que hace que su

experticia les confiera una suerte de clasificación de las personas con las que

trabajan con respecto a la etnicidad. Quiero hacer hincapié en que con este

argumento mi intención no es expresar que los funcionarios hagan descripciones

banales o a la ligera de la población étnica; sino, al contrario, dar cuenta de que su

manera de relacionarse y de entender la etnicidad pasa por descripciones físicas –

no fenotípicas o morfológicas– de la población.

La segunda descripción de lo étnico es la asociación que hacen los

funcionarios entre el ser indígena y el habitar un lugar determinado. Esta descripción

está relacionada en especial a la población indígena por dos motivos. Primero,

cuando ingresé a la Defensoría mi interés y las preguntas que hacía se relacionaban

con los indígenas urbanos, por lo que claramente mucha de la información que me

suministraban era de temas indígenas. No obstante, noto dentro de las narrativas

de los funcionarios una inclinación a hacer referencia a temas indígenas porque son

más conocidos, que los de los afrocolombianos y los Rrom, por el común de la

población. Lo anterior teniendo en cuenta que, en general, los procesos de lo étnico

en Colombia históricamente han estado orientados más hacia lo indígena.

Las narrativas de los funcionarios de la Defensoría condensan un

entendimiento de la población indígena como asociada a un lugar en específico.

Ferguson y Gupta describen su crítica al multiculturalismo reflejándolo como “un

débil reconocimiento del hecho de que las culturas han perdido su conexión con un

lugar determinado; al mismo tiempo, se trata de un intento de subsumir esta

Page 28: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

28

pluralidad de culturas dentro del marco de una identidad nacional” (Ferguson &

Gupta, 2008, pp. 236). En ese sentido, creo que algunos de los funcionarios

construyen esa relación entre salir del territorio ancestral y la pérdida, al menos

parcial, de la identidad colectiva étnica. Ejemplo de esto es la corta narración a la

que me referí arriba en donde Piedad afirma que en la actualidad no hay una pureza

dentro de lo étnico, lo cual se debe a que se cortan relaciones ancestrales, políticas

y de identidad con el territorio.

Dado lo anterior, mediante ese proceso de relacionamiento entre lugar e

identidad étnica también el espacio adquiere para los funcionarios una identidad

específica (Ferguson & Gupta, 2008). Lo anterior se debe a que el lugar por

excelencia étnico es lo que permite surgir la idea de la etnicidad como colectiva y

como entidad subjetiva, lo cual es parte fundamental de su trabajo. Paloma me

comentaba: “la base fundamental de los pueblos indígenas, específicamente

hablando, es el territorio. (…) colocar un indio sin tierra es nadie, porque ahí crecen

todos sus procesos desde su nacimiento hasta cuando mueren, está el tema

territorial” (Paloma, comunicación personal, febrero de 2020, Defensoría del

Pueblo). Por tanto, a Paloma le resultaba muy complejo asimilar los procesos de

indígenas urbanos porque ese vínculo con la tierra se había perdido.

Este es un proceso para los funcionarios de auto-cuestionamiento y trabajo

constante en donde se preguntan qué es lo étnico y qué lo constituye. Para Patricia,

por ejemplo, es un tema de estudio investigar si las culturas son estáticas o

cambiantes. Con ello me mencionaba cómo hace varios años en el Centro de

Atención al Ciudadano (CAC) de la Defensoría se tenían guías para identificar si

una persona era o no era indígena, tales como que hablara una lengua o, incluso,

su fenotipo. Ella llega de inmediato a la conclusión de que “hay un subregistro de lo

étnico [dentro de la entidad], no se sabe si [un sujeto que asiste a la entidad] es

étnico o no” (Patricia, comunicación personal, 13 de marzo de 2020, Defensoría del

Pueblo). Para ella esto es un problema porque afirma que las poblaciones indígenas

también tienen derecho a no ser indígenas si esa es su voluntad, posición muy

controversial con respecto a la de sus compañeros. Para Patricia, al igual que para

Page 29: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

29

Paloma, es complejo pensar en los indígenas urbanos porque “ellos no estaban en

la ciudad. No brotaron de allí” (Patricia, comunicación personal, marzo de 2020,

Defensoría del Pueblo). En ese sentido es que hace una relación directa con el

territorio ancestral y aboga por lo que ella llama el “derecho a no ser”, a no ser étnico

en este caso. Asimismo, el problema para Patricia también va encaminado a que se

reconocen autoridades en la ciudad. Patricia, por tanto, cree que el reto en una

sociedad de ciencia y tecnología como la nuestra es mantener los usos y

costumbres de las poblaciones étnicas. En ese sentido, como parte de esas

costumbres se encuentra el conservar una relación con el territorio, tema que para

Patricia no se puede lograr en la ciudad. La importancia de lo anterior radica en que

el ejercicio del trabajo de los funcionarios también se representa mediante líneas

políticas muy particulares que definen qué es o no es étnico y cómo se debería

implementar su trabajo con respecto a la población étnica.

Los espacios son construidos desde las narrativas de los funcionarios como

constitutivos a la identidad de los indígenas, pero no son considerados como

vírgenes o como espacios que no deberían tener contacto con el resto de la

población. Al contrario, estos espacios son imaginados como discontinuos en el

sentido de Ferguson y Gupta (2008), precisamente porque los funcionarios también

se imaginan a ellos mismos en esos espacios al realizar talleres, al hacer

acompañamientos a la consulta previa, entre otros. Por tanto, a partir de su propia

presencia en los espacios étnicos también se hace una división de carácter

simbólico entre dos mundos casi opuestos:

Lo que pasa es que esos dos mundos, el mundo indígena y el mundo

de la cultura nuestra, la occidental, sí necesita[n] unos puentes, (…) y

el vehículo es el idioma. Y ahí tiene que haber un consenso en qué

idioma nos vamos a comunicar, y uno diría: los dos porque son tan

válidos el uno del otro, pero implica también el conocer el uno del otro.

Si yo conozco todo eso del andamiaje del estado pero no lo puedo

traducir a la lengua de ellos porque no tengo la capacidad, la

formación, el conocimiento (…); tendría que valerme de acuerdos con

Page 30: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

30

ellos (…) para que haya cierta fluidez en…que yo pueda pasar al

mundo de ellos y ellos puedan pasar al mundo nuestro, que permita

una comprensión. (Pascual, comunicación personal, marzo de 2020,

Defensoría del Pueblo)

Así pues, esa espacialidad de lo étnico no es solamente física, sino que está

construida en el plano de lo simbólico como distante y periférica. Una de las

definiciones de margen que dan Das y Poole (2008) es aquella en la que la periferia

le es equivalente. Cuando Pascual dice que se deben crear puentes entre dos

mundos que son igualmente válidos, hay también una separación entre el mundo

más conocido, que él define como “occidente”, y otro periférico que vendría a ser el

mundo de lo indígena. Ese margen claramente no está en el plano de lo físico, pero

sí da cuenta de una espacialización del mundo de lo étnico. Es un supuesto

necesario del estado (Das y Poole, 2008), encarnado en las narrativas de los

funcionarios. Lo anterior dado que permite imaginar lo étnico con un carácter

diferencial, implicando la comprensión de sus modos de vida y prácticas sociales y,

por consiguiente, la intervención al mundo periférico. Es decir, esa concepción de

margen de lo indígena permite justificar que el trabajo que ejercen los funcionarios

con la población étnica sea importante y necesario.

No obstante, la visión generalizada dentro de las narrativas de los

funcionarios es que la población étnica merece que el estado haga esfuerzos por

comprender su realidad, pero no como si fuesen sujetos que no comprenden el

andamiaje del estado, sino como sujetos iguales que otro ciudadano:

Decía un compañero: “es que los indígenas no son seres del bosque”,

o sea como sí uno pensara que son todos santos y todos son puros e

inmaculados y, o sea no, son gente como uno, población, de carne y

hueso, con cosas buenas, regulares y malas, como nosotros. O sea,

ni los tenemos que santificar (…). (Paula, comunicación personal,

febrero de 2020, Defensoría del Pueblo)

En ese orden de ideas, la visión de lo étnico no está simplificada a una en la que lo

étnico es por excelencia místico y natural, aunque sí se vean representados con

Page 31: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

31

una relación directa al territorio. Parte de entender los derechos humanos como

diferenciales y colectivos implica entender que los poseedores de ellos son también

personas que se equivocan y que están en el mismo nivel respecto a derechos

humanos que cualquier otro colombiano. En ese sentido, los funcionarios tratan de

desmitificar las ideas estereotipadas de la población étnica. Este tema está también

relacionado con lo mencionado en el capítulo anterior a propósito de la emotividad,

pues hay una cercanía con la población étnica que hace que los funcionarios los

vean con unos ojos más realistas.

En consecuencia, en las narrativas de los funcionarios hay un deseo por

instaurar una capacidad de agencia en la población étnica, de manera que en el

ejercicio de sus derechos humanos puedan actuar sin la intermediación de la

entidad:

Sí, y eso es lo que ha generado tanto daño para los pueblos indígenas

y es el asistencialismo, que si consideramos que hay que hacerlo todo

y que yo soy la que lo puedo hacer y no ellos. Entonces, eso genera

mayor vulneración ¿sí me entiendes? Porque nosotros no siempre

vamos a estar ahí. Nosotros lo que podemos hacer son capacidades

instaladas. (Paloma, comunicación personal, febrero de 2020,

Defensoría del Pueblo)

En este caso, Paloma pretende dejar unas capacidades instaladas en los talleres

sobre derechos humanos que hace en las diferentes comunidades. Esto es algo

que ella y muchos otros funcionarios con los que hablé muestran como un símbolo

de orgullo y como el anhelo que tienen para estas poblaciones, pues los estarían

preparando para ejercer sus derechos humanos.

Lo colectivo en población no étnica Actualmente en Colombia hay una legislación que protege los derechos humanos

de poblaciones étnicas. El estado colombiano tuvo que adquirir obligaciones en

materia de derechos humanos gracias a su adscripción a la ONU, OEA, OIT, entre

Page 32: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

32

otros (Vega Rodríguez, 2012). Razón por la cual el Convenio 169 de la OIT,

ratificado en Colombia por la Ley 21 de 1991, por ejemplo, fue una herramienta

jurídica para que surgieran derechos fundamentales tan importantes como la

consulta previa. A partir de este convenio, en conjunto con la legislación nacional,

“los derechos de los grupos étnicos son: el derecho a la identidad étnica y cultural,

al territorio, a la autonomía, a la participación y al desarrollo propio” (Defensoría del

Pueblo, FJT y PNUD, sf, pp. 11).

Me he referido en las páginas anteriores a cómo se concibe lo diferencial y

étnico en las narrativas de funcionarios para dar cuenta del carácter diferencial y

étnico de los derechos humanos. Pero en el trabajo de campo algo que surgió como

una característica importante fue una concepción de lo diferencial que lo desligaba

de lo étnico. Esto es, una concepción que incluye no solamente a grupos étnicos,

sino también a grupos como trabajadores sexuales, habitantes de calle, entre otros.

Todos ellos con la característica de formar grupos sociales que han sido

históricamente afectados y vulnerados por el acceso precario a las condiciones que

deben garantizar el acceso a los derechos humanos. Para Pedro el hecho de

entender el enfoque diferencial únicamente relacionado a lo étnico provoca una

invisibilización de otros grupos porque se olvida de:

que hay (…) otros grupos poblacionales que tienen su forma de

entender el mundo, su forma de ver la vida, sus caracteres o sus

características organizacionales, y que terminamos también

invisibilizándolos (…) porque solo estamos viendo (…) lo afro y lo

indígena. (…) también es importante dar cuenta de las afectaciones [a

las poblaciones no étnicas] porque (…) tienen unos grados de

vulnerabilidad importantes. De ahí, por ejemplo, la importancia de la

última Alerta [Temprana], la 046 [de 2019], (…) porque ese es (…) el

rompimiento del esquema de [que] los grupos poblacionales en riesgo

son [solamente] organizaciones sociales, los partidos de oposición, los

indígenas y lo afro (Pedro, comunicación personal, marzo de 2020,

Defensoría del Pueblo).

Page 33: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

33

Así, Pedro propone que entender lo diferencial no solamente desde lo étnico sino

desde otras formas de vida que también han sido víctimas de vulneración a los

derechos humanos. Usa el documento de la alerta temprana como objeto que puede

reivindicar formas de vida que son otras justamente por ser vulnerables y que, en

consecuencia, se deben entender desde la diferencia. Asimismo, considera que lo

étnico sirvió por mucho tiempo para poder abrir el pensamiento institucional a la

diferencia, pero que el camino sigue siendo largo por las condiciones de

vulnerabilidad de la población que considera diferencial.

Quiero resaltar la importancia que le confiere Pedro a la “Alerta Temprana”

como documento. Esto porque ese documento, siguiendo a Hull, tendría la

capacidad de moldear significados, de crear sujetos, objetos y socialidades (Hull,

2012). En ese sentido, la Alerta Temprana es un ejemplo claro de creación de

sujetos. La Alerta Temprana No. 046 de 20199, como lo señala Pedro, incluye una

serie de grupos poblacionales diversos como son: trabajadoras sexuales

transgénero o cisgénero, población migrante venezolana, niños, niñas y

adolescentes, familias y comunidades indígenas víctimas de desplazamiento

forzado, entre otros (Defensoría del Pueblo, AT No. 046-19). Para Pedro esta Alerta

Temprana es muy importante porque da cuenta que dentro de la ciudad de Bogotá

hay dinámicas muy fuertes de violencia, presencia de actores armados ilegales,

prostitución, consumo y venta de psicoactivos; aspectos que ponen en riesgo a la

población que vive o que frecuenta estos sectores. De ahí que le asigne un valor

tan importante al documento como tal. El documento es muestra escrita de dos

temas importantes. El primero de ellos y el más importante es la creación y el

surgimiento de sujetos. El segundo es que reconoce una geopolítica nueva de la

ciudad. Con esto último me refiero a que las Alertas Tempranas tenían una

preeminencia a localizarse en el sur de la ciudad y esta Alerta muestra lugares

diferentes donde hay vulneración a los derechos humanos.

9 La AT 046-19 para la ciudad de Bogotá advierte tres localidades completas (Santa Fé, Los Mártires y Puente Aranda) y además el barrio Egipto de la localidad La Candelaria.

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34

Capítulo 3 “Imaginen mi sorpresa, mi consternación, cuando sin moverse de su ángulo, Bartleby, con una voz singularmente suave y firme, replicó:

-Preferiría no hacerlo”

(Fragmento de Bartleby, el escribiente. Herman Melville)

En este capítulo se ahondará en la condición de los funcionarios de la DP de ser,

más que trabajadores de la institución, servidores públicos. Dentro de sus narrativas

hay concepciones sobre la administración pública, el aparataje estatal y las

jerarquías que existen al interior de este. Intento analizar en este capítulo cómo

dentro de las narrativas de los funcionarios, el pertenecer a una entidad estatar está

significado de diversas maneras. Por un lado, los funcionarios consideran que estar

en lo público – en lo estatal – permite posturas ideológicas diversas y hace posible

el debate, aunque no siempre los resultados sean como ellos los esperan. Por otra

parte, se encuentra, a mi juicio, el factor más importante de este capítulo, en el que

ellos se describen a sí mismos como parte de lo micro. Esta palabra fue recurrente

en muchas de las entrevistas y decidí incluirla porque los funcionarios resaltaban

sus prácticas como espacios pequeños pero significativos. Lo micro no es

solamente que su trabajo llegue a comunidades específicas, sino que ellos son

funcionarios, como ellos llaman, de base. Esto es, que no tienen cargos directivos;

hecho que les permite poder expresar sus posturas y pensamientos de una manera

más abierta.

Por ende, aquí cabe preguntarse sobre la separación, ya descrita por muchos

autores, entre estado y sociedad. No pretendo entender el estado y su ejercicio

público como una abstracción o una entidad independiente de la sociedad (Mitchell,

1999). En especial porque buena parte del ejercicio como servidores públicos de la

DP también se basa en una experiencia y concepción subjetiva de los derechos

humanos. Un tema que los funcionarios resaltan dentro de sus narrativas es su

propia posición dentro de todo el andamiaje estatal: la cuestionan y la ponen en

diálogo con otras percepciones de lo público. Precisamente por ello este capítulo se

enfoca en las percepciones que los funcionarios tienen sobre lo público, pues hacen

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35

un énfasis en que el estado tiene un carácter subjetivo y se experimenta de maneras

diversas dentro de la población (Aretxaga, 2003).

La Defensoría del Pueblo debe trabajar con población vulnerable alrededor

de todo el país y fuera de él (colombianos en el exterior). Justamente esta

característica es importante si se tiene en cuenta que trabaja con formas de

ciudadanía diferentes, formas de percibir y entender las prácticas estatales que

dependen de factores tales como la población a la que se pertenece, el lugar en

donde se vive, las afectaciones por el conflicto armado, entre otras. Para Aretxaga

(2003) el hecho de que exista un guión inseparable entre estado y nación (estado-

nación) es problemático porque la ciudadanía se vive de maneras diferentes. No se

trata de una ciudadanía igualitaria, con las mismas características sociales, políticas

o económicas. En cambio, se deben analizar una variedad de relaciones

ambivalentes, hostiles y violentas para dar cuenta de que ese guión que está

naturalizado en la comprensión del estado es más bién un código que debe ser

descifrado que una realidad incuestionable (Aretxaga, 2003). De igual modo los

funcionarios de la DP hacen evidente en sus narrativas que existe una diferencia

radical de modos de vida y formas de experimentar el estado en la población.

Ser funcionario y estar en lo público Según Abrams (1977), el estado da la sensación de que detrás de él existe una

realidad oculta en la vida política, de secretos oficiales, de máscaras. Abrams afirma

que “el estado no es la realidad que está detrás de la máscara de la práctica política.

Es, en sí mismo, la máscara que nos impide ver la práctica política tal como es”

(Abrams, 1977, pp. 63). Justamente por esa razón cuando se analiza el estado con

una E mayúscula, se ocultan las relaciones políticas que pueden existir detrás de

esta máscara (Taussig, 1992). Para Abrams la sola idea del estado tiene un carácter

ideológico persuasivo que lo pone en esa concepción abstracta y, por tanto, se

encuentra dentro de un imaginario específico (Abrams, 1977). Sin embargo,

posturas como las de Aretxaga (2003) permiten entender el fenómeno del estado

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36

desde las prácticas cotidianas. El estado se produce a través de discursos, prácticas

de poder y encuentros con la burocracia (Aretxaga, 2003). Además, considero que

esa realidad estatal tiene una relevancia dentro de las prácticas burocráticas. Esto

porque se hace evidente una manera de ejercer la función pública, implicando a su

vez subjetividades y percepciones diversas del mundo.

Michael Taussig (1992) propone el fetichismo del estado como la atribución

de una condición mágica al estado. Mágica porque se entiende como sagrado (y a

la vez profano). Esa concepción mágica hace que el estado se vea como una

entidad absolutamente organizada, con poderes de dominación, como cosa o como

dios. Su análisis da cuenta de que el fetichismo logra darle más importancial al

significante que al significado, esto es, a la imagen-representación mística sobre los

significados que se construyen dentro del estado (Taussig, 1992).

Al contrario de lo que podría pensarse, los funcionarios construyen una

narrativa sobre la entidad, y sobre lo público, como un espacio de encuentro de

muchas posturas ideológicas. Considero que esa concepción de estado podría

entenderse como un intento por des-fetichizar, en el sentido de Taussig (1992), la

imagen del estado: “Por eso yo opino que no es (…) que haya en lo público un

discurso dominante, (…) que sea el único. Sino que esto también es un prisma, es

una cosa más amplia de posiciones” (Pedro, comunicación personal, 13 de marzo

de 2020, Defensoría del Pueblo). Pedro me comentaba que nunca ha sentido un

veto al expresar su opinión, que es bastante radical, respecto a los temas de interés

de la institución. Asimismo, también afirmaba que lo público permite “[un] matiz

mucho más amplio de posiciones ideológicas … que cuando estás, por ejemplo, en

organizaciones no gubernamentales, [en las] que terminas tú replicando un discurso

continuo (…) casi sordo, sin diálogo” (Pedro, comunicación personal, marzo de

2020, Defensoría del Pueblo).

En ese sentido, las prácticas que se dan al interior de la institución son más

diversas de lo que se pensaría. Hay posibilidad para el diálogo y para contradecir

órdenes de jerarquías superiores. No quiero afirmar que los funcionarios no tienen

una concepción fetichizada del estado. En cambio, pretendo hacer evidente que dan

Page 37: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

37

cuenta de una variedad de narrativas, de pensamientos y posiciones políticas al

interior de la institución. En ellas no se da muerte a la conciencia del proceso de

significación de la práctica estatal (Taussig, 1992). Al contrario, hay una fuerte

conciencia dentro de los funcionarios de las diferentes significaciones de estado que

se dan en la práctica.

En ese orden de ideas, se le atribuye un valor particular a ser funcionario

público. Patricia, por ejemplo, era muy enfática en que la institución no debería tener

tantas personas trabajando como contratistas. Esto porque para ella existía una

diferencia radical entre ser un funcionario público y ser un contratista. Los

funcionarios, según ella, tenían una relación más próxima con la entidad. Me

comentaba sobre una práctica, si se quiere, ritual en el ingreso a trabajar a la

entidad: los servidores públicos deben jurar defender la Constitución Política cuando

se posesionan en el cargo. Después de un silencio en el que supongo que se quedó

pensando en ese momento, que había pasado hace más de doce años, me dijo: “Es

un acto sublime” (Patricia, comunicación personal, marzo de 2020, Defensoría del

Pueblo). Así, se genera un lazo que hace actuar a los funcionarios con un interés

decidido sobre los resultados que genera la entidad sobre la población:

Y (…) en la Defensoría, con (…) [ese] apellido que tiene, que es la

Defensoría del Pueblo, (…) es cargarle de significado a una institución

de derechos humanos, cargarle [a] (…) ese apellido de: son los

derechos del pueblo, nosotros estamos aquí es por ellos (…). Cargarle

de sentido y de significado a ese “pueblo”, a esa palabra, creo que es

un reto enorme, que es el que nos tiene, o por lo menos, el que me

tiene a mí aquí. (Pedro, comunicación personal, marzo de 2020,

Defensoría del Pueblo).

Cargar de sentidos y significados a la entidad, es también apropiarla desde una

concepción personal y subjetiva. El valor que los funcionarios le confieren a la

entidad sobrepasa el límite de un empleado del común. Precisamente por esto se

comparan con otros gremios, como el de las ONGs, o con otros sistemas de

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38

contratación de personal, el de los contratistas. Ellos se agrupan y se entienden con

un sentir diferente sobre su labor en lo público.

Funcionarios de base, funcionarios de lo micro Louis Althusser (1988) hace un aporte a la teoría marxista pues piensa la ideología

dominante como imbricada en instituciones del estado, los llama aparatos

ideológicos de estado. Althusser (1988) teoriza a los sujetos que son interpelados

por la ideología de una manera dual. En primer lugar, como sujetos libres y con

agencia para actuar sobre los eventos que se puedan presentar en su vida

cotidiana. Segundo, como sujetos sometidos a una autoridad superior y, en ese

sentido, sujetos con libertad limitada. Quisiera analizar la práctica de los

funcionarios de la Defensoría bajo esta concepción porque considero que puede dar

luces sobre las maneras en que los funcionarios se alejan de posiciones políticas

dominantes, que no quisiera llamar ideologías, estando a su vez inmersos dentro

del aparataje estatal.

Muchos de los funcionarios no son abogados, sino profesionales de las

ciencias sociales y humanas. Sin embargo, deben relacionarse con la Constitución

Política y las leyes para tener un amplio conocimiento de los derechos humanos. Lo

anterior teniendo en cuenta que todos los funcionarios con los que hablé eran

grandes conocedores de la norma, incluso con la capacidad de recitar de memoria

fragmetos de decretos, leyes, entre otros.

La Constitución es el documento que usan los funcionarios para orientarse

en todas sus decisiones, es el eje que determina en buena medida su actuación:

Patricia afirmaba muy enfáticamente que “siempre está por encima [de cualquier

decisión] la constitución, la norma” (Patricia, comunicación personal, 13 de marzo

de 2020, Defensoría del Pueblo). Me comentaba que esa es su guía porque es más

independiente e imparcial respecto a los intereses políticos que pueden circular

dentro de la institución. Para Patricia esta es la forma más segura en que se

garantizan los derechos y en que los funcionarios pueden abogar por formas

diversas de ejercer su labor. En ese sentido, la Constitución sería el documento que

Page 39: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

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cumpliría la función de orientar las labores de los funcionarios, incluso por encima

de la decisiones de los jefes:

“el funcionario bien formado, bien capacitado, bien dispuesto a la

defensa de los derechos humanos, recurrirá siempre a la constitución

y (…) al sistema de Naciones Unidas en cuanto a la interpretación, al

contenido y al alcance de los derechos que permitan (…) que esa sea

una herramienta muy importante para el funcionario en su ejercicio

profesional.” (Pascual, comunicación personal, febrero de 2020,

Defensoría del Pueblo)

Entonces, el valor simbólico que tiene la Constitución dentro de las relaciones entre

funcionarios y la entidad es muy importante porque es aquello que les permite, en

primer lugar, seguir el lineamiento institucional. Lo anterior en concordancia con que

los derechos humanos responden a un interés por aceptar e incluir una

heterogeneidad de formas de vida, que exige a su vez una institucionalización de

procedimientos (Neves, 2004). Por tanto, los derechos humanos siempre están

amparados por la norma y la manera en que se tiene conocimiento de ellos es

mediante la Constitución en el ámbito nacional, y mediante Naciones Unidas en el

internacional. No obstante, el valor simbólico que adquieren documentos como la

Constitución, que son susceptibles a la interpretación, hace posible que los

funcionarios puedan expresar un desacuerdo con alguna medida que se vaya a

tomar dentro de la entidad.

En suma, los funcionarios, aunque están sujetos a un lineamiento

institucional, dentro de él se abre la posibilidad para entender los derechos humanos

de una manera más flexible. Pablo, por ejemplo, hizo una analogía de los de los

derechos humanos como un caucho que se estira para dar a entender que estos

“no son la garantía como debería” y que son moldeables. Quiero pensar, también,

que los derechos humanos como caucho pueden ser moldeables por manos de

personas diferentes, incluídas las de los funcionarios. Así, en el sentido de Althusser

(1988), los funcionarios están sujetos a una estructura estatal y a la vez son

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individuos con cierta libertad para pensar y aplicar los derechos humanos sobre los

usuarios.

La libertad en expresar posiciones políticas o ideológicas fue un tema en el

que los funcionarios hicieron hincapié. Esto justamente porque consideran que los

puestos de funcionarios que no son directivos10 son más libres para hablar y

expresar sus opiniones dentro de la institución. Pedro, haciendo referencia a que

siempre ha podido defender su postura ideológica, manifestaba:

También es una ventaja que tenemos los de base, o sea los que

llamamos “técnicos”. Eso de pronto en un jefe, o en una persona que

ostenta un cargo directivo pues no es tan permitido. (…) no es lo

mismo lo que piensa un funcionario público que ostenta un cargo

directivo a lo que nosotros llamamos (…) “técnicos”, que somos un

poco más libres para defender nuestras posturas ideológicas y

hacerlas parte del quehacer diario. (Pedro, comunicación personal, 13

de marzo de 2020, Defensoría del Pueblo).

Cuando Pedro empezaba a comparar dos maneras de ser funcionario público (ser

directivo o ser “técnico”) se daba cuenta que estar en la parte técnica le permitía

poder expresar su opinión basado en su formación académica y su forma de

entender el mundo. Asimismo, daba cuenta de que los cargos directivos exigen

seguir una línea política determinada que quizás no acepta tan fácilmente una

narrativa opuesta a la de la institución.

Por otra parte, quiero retomar lo propuesto por Gupta (2012) en su obra red

tape que se enfoca en la burocracia y los programas para erradicar la pobreza en

India. Gupta (2012) propone estudiar al estado desde la representación, y uno de

los puntos en los cuales se centra es justamente el de las representaciones de las

prácticas rutinarias y repetitivas de la burocracia. Así, piensa que esa acción

repetida y sistemática produce resultados arbitrarios dentro del objetivo fundamental

de las políticas indias, que es el de protección y cuidado de la población pobre. Creo

10 Todas las personas a las que entrevisté no tienen cargos directivos, sino cargos llamados por la institución como profesionales universitarios.

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que de una manera similar los funcionarios de la Defensoría tienen una especie de

incertidumbre sobre los efectos que tiene su labor precisamente porque, como ellos

mismos la definen, es una labor de lo micro:

Quizás yo no pueda salvar la cantidad de gente en sus situaciones en

lo macro. Pero pues es la revolución de las pequeñas causas. Yo con

cada cosa que hago procuro (…) mover la gente, mover la

institucionalidad, hacer que esto le llegue a la gente, o hacer un buen

taller [en el] que la gente me entienda, o atender la gente…bueno,

como que la gente al menos se sienta escuchada, atendida,

respaldada…que eso es lo que quieren siempre, que lo[s] escuches

(Paula, comunicación personal, febrero de 2020, Defensoría del

Pueblo).

A pesar de que los funcionarios sienten que su labor es muy importante a la hora

de hacer efectivos los derechos humanos, siempre la describen como una labor

pequeña y focalizada. Para Paula es una labor que se da en lo micro, en pequeños

encuentros con la población étnica, en talleres donde se dan herramientas para

entender la constitución, entre otras. Pedro, por ejemplo, afirmaba que trabajar en

la DP a veces es un trabajo invisible, no porque no se haga nada dentro de la

entidad, sino porque no es evidente ante los ojos de toda la población.

En suma, los funcionarios construyen una narrativa en la que se sienten como

un engranaje pequeño, aunque indispensable, para el funcionamiento de la entidad.

Sin los engranajes correctos la entidad no funciona ni cumple su objetivo de defensa

y protección de los derechos humanos:

yo siento que las instituciones las hacen los funcionarios y no la

institución per se ¿sí? Tienes buenos funcionarios, tienes una buena

institución. O sea, la institución simplemente por ser, o por tener un

objetivo o una misionalidad muy buena, si tiene malos funcionarios,

que no son coherentes con esa misionalidad, pues no hay nada que

hacer. (…) son los funcionarios (…) los que llevan y cargan de

significado a esa esencia y a esa misionalidad. (…) lo esencial del

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funcionario es su responsabilidad frente a hacer de esa institución una

institución llena de sentidos y llena de significados. (Pedro,

comunicación personal, 13 de marzo de 2020, Defensoría del Pueblo).

Por tanto, dentro de las narrativas de los funcionarios la esfera de la burocracia se

construye como una parte del estado de gran importancia. Lo anterior dado que el

estado viene a ser llenado con los significados que construyen los funcionarios.

Precisamente el prisma de posiciones políticas y la capacidad de poder

comunicarlas permite que la burocracia pueda surgir como un campo de lo micro y

de acciones individuales. Asimismo, se teje como acción conjunta, de debate, de

asignarle significados diversos a un mismo significante: los derechos humanos.

Conclusiones Hacer trabajo de campo con una institución del estado como la Defensoría del

Pueblo puede dar cuenta de la complejidad de estudiar el estado. El estado está

formado por un conjunto de instituciones con niveles diferentes, agencias, oficinas,

agendas políticas, funciones, locaciones y personas diversas (Gupta, 2012). En ese

sentido, para estudiarlo habrá que preguntarse ¿cuál estado? (Gupta, 2012).

Justamente por ello quisiera resaltar las particularidades de la Defensoría del

Pueblo como una institución estatal, las cuales le dieron un norte a esta

investigación. Al ser una entidad que se encarga de la defensa y protección de los

derechos humanos, es también una institución que debe estar en diálogo constante

entre actores diferentes. Tales actores incluyen desde los usuarios hasta las

organizaciones internacionales como Naciones Unidas.

Un rol esencial de los funcionarios dentro de ese contexto es el de poner en

contacto las narrativas de usuarios, las oficiales y las de entes internacionales.

Justamente por esta razón indagar por sus narrativas y por las formas en que

construyen las nociones de derechos humanos, del carácter diferenciales y de su

quehacer dentro de la entidad fue el objetivo principal de esta investigación. Como

Page 43: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

43

afirma Gupta (2012), en los estudios sobre el estado siempre hay un conocimiento

erróneo11 sobre este; y esto lo entendí como un conocimiento parcial de las

dinámicas estatales. Pero justamente la propuesta de Gupta (2012) es que esa

condición sea un punto de partida para hacer investigación sobre el estado. Lo

anterior dado que el estado es producido y reproducido mediante prácticas del día

a día, discursos y encuentros con la burocracia en donde se conforma un imaginario

social del mismo (Aretxaga, 2003; Gupta, 2012; Sharma & Gupta, 2006).

A lo largo de la investigación pude evidenciar que los funcionarios de la

Defensoría tienen una labor importante respecto a la comunicación. Lo anterior en

concordancia con que están en contacto constante con diferentes poblaciones del

país en las que deben ser voceros de los derechos humanos y de la Constitución;

pero también donde tienen una labor fundamental en la escucha activa a las

problemáticas que la agobian. En ese sentido, es inevitable para los funcionarios

construir lazos emocionales sobre las historias de dolor que escuchan de boca de

la misma población.

En ese orden de ideas, me propuse argumentar que la emocionalidad, al ser

moldeada social e individualmente (Ahmed, 2004; Goodwin et al., 2001), era

constitutiva del trabajo que realizaban los funcionarios al interior de la institución.

Esto porque les permitía tener una sensación de empatía frente a la población para

comprender sus procesos sociales. Asimismo, mediante la emocionalidad se

plantean nuevos retos de los derechos humanos, se toman decisiones y se definen

posturas políticas muchas veces radicales frente a las condiciones históricas de

vulneración de derechos humanos. La emocionalidad permite, entonces, acercarse

a poblaciones que son “otras” (Ahmed, 2004), esto es, que son diferentes a los

funcionarios. Por tanto, desde esa emocionalidad se crean percepciones del estado

(positivas o negativas) y formas de interactuar con el “otro”, con el usuario. Es decir,

la emocionalidad es también una parte importante de las formas en que los

funcionarios actúan con respecto a las poblaciones con las que trabajan.

11 Misrecognition es la palabra en inglés que usa originalmente en el texto.

Page 44: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

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La emotividad también hace que los funcionarios conformen una comunidad

emocional en la que se crea un espacio compartido de emociones de impotencia,

dolor, tristeza, algunas de alegría cuando ven cambios significativos dentro de las

poblaciones. Así, esa comunidad emocional permite que se reconstruya la

subjetividad de las emociones del “otro” que cuenta la historia (Jimeno, 2007). La

emocionalidad da cuenta de la formación de percepciones del estado. En fin, es una

carácterística esencial para que los funcionarios puedan trabajar con la población,

pero también es el eje desde donde pueden distanciarse de la perspectiva

institucional. Como bien lo decían ellos, de ver más allá del funcionario y de analizar

la posición más humana.

En ese sentido, las emociones compartidas entre funcionarios permiten

entender las situaciones de violencia, discriminación y, en general, de vulneración

a los derechos humanos empáticamente. Así, desligar el dolor que representa la

escucha de todas estas narraciones de sufrimiento de su vida no laboral es

complicado. Muchos de ellos afirman tener condiciones psicológicas específicas

que no han recibido la adecuada atención por parte de la entidad. Además, parte de

lo que consideran un problema de esta situación es que no pueden expresarla

abiertamente, ni ante la vícitima ni ante la entidad, es un dolor reprimido. Sin

embargo, me distancio de la propuesta de comunidad emocional de Myriam Jimeno

en un punto. Mientras que para Jimeno la comunidad emocional es necesariamente

formadora de una acción política (Jimeno et al., 2018)., por ejemplo, de

reconstrucción de memoria histórica; en el caso de los funcionarios no es así. Los

funcionarios cargan el dolor y el sufrimiento pero no manifiestan el descontento en

un ámbito externo a sus labores como servidores públicos.

Por otra parte, los derechos humanos, al posicionarse en el terreno de la

imaginación por ser una construcción y un fenómeno histórico (Moyn, 2015),

permiten ser producidos y reproducidos a través de las narrativas de los

funcionarios. Así, el carácter diferencial que los funcionarios asociaban a

poblaciones étnicas estaba relacionado en buena medida con la protección de sus

costumbres ancestrales. Justamente en este punto era para ellos importante

Page 45: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

45

relacionar un territorio a la población étnica. Aunque la asociación entre etnicidad y

lugar hecha por entes estatales y reflejada en la política pública multicultural es

criticada dentro de la academia (Bocarejo, 2011; Ferguson & Gupta, 2008a), creo

que los funcionarios de la DP la usan para entender las dinámicas de la vida diaria

de la población y para abogar por su carácter diferencial. Mediante esa asociación

los funcionarios pueden respaldar la existencia de una identidad subjetiva y

colectiva de la población.

De este modo, para marcar el carácter diferencial de la población étnica los

funcionarios se remiten a aquello que los hace diversos frente a la cotidianidad

colombiana, a lo que ellos consideran que es la identidad de la población étnica y

que, por tanto, debe respetarse. Así, esa diferencia es construida dentro de las

narrativas mediante el aspecto físico (no fenotípico o morfológico), los lugares que

habitan o frecuentan, sus usos y costumbres y por su relación con la tierra. Sin

embargo, ese lugar no se asocia a un espacio estereotipado virgen e inmaculado.

En cambio, se construye como un lugar en el que los funcionarios también transitan

al hacer talleres, acompañamientos, entre otros.

A pesar de que el carácter diferencial desde la defensoría ha estado asociado

a lo étnico, actualmente hay nuevas apuestas para considerar a poblaciones que

anteriormente no se entendían desde una óptica diferencial. Esto es importante

porque uno de los insumos que usó uno de los funcionarios para resaltar el

surgimiento de otras poblaciones sociales diferentes a las étnicas con un carácter

diferencial fue la Alerta Temprana No. 046 de 2019, en donde trabajadoras sexuales

transgénero y cisgénero, población migrante venezolana, entre otros, se

reconocieron como población en riesgo. De ahí que un documento como el

mencionado cobre tanta importancia para reivindicar formas de vida que también

son otras y que precisamente por esa condición han sido vulneradas históricamente.

El funcionario que mencionó el caso de la Alerta Temprana le confería un valor

especial al documento en sí, pues le permitía moldear significados y crear unos

nuevos al mismo tiempo que creaba sujetos (Hull, 2012), haciéndolos evidentes en

el panorama político.

Page 46: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

46

El último tema que abordé fue las maneras en que los funcionarios construían

sentidos y significados sobre lo público y el estado, y sobre su quehacer dentro del

mismo. Para los funcionarios era muy importante que lo público fuese un espacio

de debate y de discusión política, en donde hubiera presencia de posturas políticas

diversas. Incluso ellos mismos se posicionaban en el panorama del estado como un

engranaje esencial para que este funcionara. Esas percepciones hacen posible

entender el estado como algo no unificado y completamente coherente, sino que se

va tejiendo en la práctica en la que ellos mismos se ven inmersos. El estado no es

aquello que los engloba, sino que su trabajo dentro de la Defensoría produce y

reproduce el estado.

Sin embargo, los funcionarios también hacen hincapié en que sus labores se

encuentran en un terreno de lo micro, de lo pequeño, de lo localizado. El hacer parte

de la burocracia que no tiene cargos directivos sino, como ellos llaman, “técnicos”

les permite moverse mucho más fácilmente en un terreno en el que es posible

expresar opiniones políticas abiertamente, sin temor a ir en contra de los

lineamientos institucionales. Una de las herramientas que usan es la constitución

porque la norma, al estar abierta en buena medida a la interpretación, hace que los

derechos humanos también lo estén.

Existen tensiones en las narrativas de los funcionarios en las cuales hay una

crítica directa a la entidad. Estas tensiones no las tuve en cuenta a lo largo del

trabajo por no ser el objeto principal de la investigación. La crítica más fuerte es a

la escogencia del Defensor del Pueblo, que es su jefe máximo y quien da las

directrices para ejecutar las acciones de la DP. El artículo 281 de la Constitución

define que este es elegido por la Cámara de Representares, tema que es

ampliamente criticado por los funcionarios porque consideran que puede haber

conflicto de intereses dentro de lo que alguno de ellos denominó “clientelismo”. Con

este panorama político, los funcionarios hacen una crítica profunda a la verticalidad

(Ferguson & Gupta, 2008b), con la que es representado el estado y con la cual ellos

deben seguir órdenes que vienen desde arriba. En este caso, según los funcionarios

podría haber unos lazos entre la Cámara de Representantes y la jerarquía más alta

Page 47: Significaciones de lo diferencial y lo colectivo en las

47

de la DP que se presentan por medio de “favores políticos”. Estos últimos se podrían

acoplan a una lectura particular sobre los derechos humanos y su ejecución por

parte del gobierno de turno.

Finalmente, pude explorar dentro de la institución que en las narrativas de

los funcionarios con los que tuve contacto hay un profundo deseo por cambiar las

condiciones de los derechos humanos que se viven en la actualidad en Colombia.

Son muy críticos de los gobiernos de turno y de algunas administraciones de la

Defensoría. Pero también le confieren un valor a estar en una entidad que protege

y vela por los derechos humanos de la población.

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48

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