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TALLERDELECTORES PROGRAMA 2011

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TALLER DE LECTORES 2011

INDICE

El Equipo de Liturgia Proclamación de la Palabra Requisitos Preparación Lenguaje Inclusivo Ministros de la Palabra Símbolos en la Liturgia de la Palabra Acción Ritual Silencio Asiento de los Lectores Reglas para bien leer Monición y Monitor Orden de la Misa El año Litúrgico, colores y demás Ornamentos de Altar Consejos al Proclamar

o Acceso al lugaro Postura Corporalo Libro y Lugaro Asambleao Como proclamar

INTRODUCCIÓN

La Oficina del Culto Divino ha preparado la siguiente guía para personas laicas de la parroquia, quienes públicamente leen la Escritura y a quienes se les refiere como Lectores. Estos aplican a aquellos que sirven durante la Misa Dominical, así como también en otras celebraciones litúrgicas.

El propósito de estas notas es proveer algunas observaciones y principios generales sobre este importante ministerio litúrgico de la Iglesia. Definen la intención de la ley litúrgica relacionada con la proclamación de la Palabra, las exigencias de la práctica apropiada de la liturgia, y las expectativas de la Iglesia universal y local.

Las prácticas rituales pueden ser distintas de parroquia a parroquia, reflejando las variaciones permitidas por la ley. La determinación en este asunto está bajo la autoridad del Párroco. Por lo tanto, esta guía no pretende imponer una absoluta uniformidad en las costumbres litúrgicas. Más bien, fue hecha en un espíritu de ayudar a nuestras parroquias a experimentar la proclamada Palabra de Dios como una celebración poderosa, ofreciendo algunos principios básicos y esenciales requeridos por la naturaleza de la liturgia.

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Se espera que los lectores y el liderazgo pastoral en cada comunidad se reúnan con regularidad para hablar de los aspectos teológicos así como prácticos y espirituales de su ministerio. Estas directrices podrían servirles como un material apropiado para estudio en tales reuniones.

EL EQUIPO DE LITURGIA

Antes no había la necesidad de un equipo de liturgia: bastaba que el sacerdote y el sacristán se cuidaran de prepararlo todo. En todo caso se agradecía la buena voluntad de unas señoras que mantenían limpia la iglesia o preparaban con gusto las flores. Ahora cada vez más es un grupo el que asume la tarea de preparar cada celebración y revisar sus orientaciones también a largo plazo.

Un grupo de liturgia puede llegar a ser un auténtico fermento y un motor de la celebración de la comunidad. Y eso, no sólo porque ahora hay menos sacerdotes o porque el párroco no llega a todo, o porque es moda la participación de la bases, sino por motivos también teológicos: la imagen de Iglesia que se comprende a sí misma como más corresponsable de la propia vida y animación, basándose en la dignidad de todos los laicos, en razón de su sacerdocio bautismal.

El equipo que se ocupa de esta tarea de la preparación y animación de las celebraciones es idealmente un grupo variado, rico, representativo de lo que es la comunidad: debería de agrupar a los ministros ordenados (los que van a presidir las celebraciones), religiosos y religiosas, y sobre todo laicos, mayores y jóvenes, casados y solteros.

Además de la preparación de las celebraciones, el grupo de liturgia debería tener una vista larga. Ante todo debería revisar las anteriores. Una reflexión sincera y lúcida puede descubrir aspectos que van bien y otras más deficitarios. El grupo litúrgico debería tener una sensibilidad especial para captar las mejoras que está pidiendo la celebración.

Un grupo de liturgia que se reúne y que prepara la celebración, no es para “hacer bonito”, ni para lucirse, ni para dar salida más o menos psicológica a las energías y capacidades de los laicos o de los que saben música. La razón es más profunda, la que debe dar sentido a todas las demás, es el deseo de servir y ayudar a la comunidad a que pueda rezar mejor y celebrar más consciente y profundamente su Eucaristía dominical o las otras celebraciones que se organicen.

EL LECTOR

Uno de los ministerios litúrgicos más importantes que se puede ejercitar en la celebración es el de proclamar las lecturas. Junto con el salmista y el predicador de la homilía, el lector ayuda a la comunidad cristiana a escuchar en las mejores condiciones posibles la Palabra de Dios y acogerla como dicha hoy y aquí para cada uno de los creyentes.

No es fácil leer. Leer bien es re-crear, dar vida a un texto, dar voz a un autor. Es transmitir a la comunidad de los fieles lo que Dios les quiere decir hoy, aunque el texto pertenezca a los libros antiguos. Leer es pronunciar palabras, pero sobre todo decir un mensaje vivo.

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Más que “leer”, se trata de “proclamar” expresivamente la Palabra. Pro-clamar es pronunciar, promulgar delante de la asamblea que escucha. No es mera lectura personal, o información, o clase. Es un ministerio que se realiza dentro de una celebración, y el mismo hecho de leer en público para esta comunidad de creyentes es todo un gesto de culto, un servicio litúrgico, realizado con fe y desde la fe.

Una de las primeras condiciones de un buen lector es que recuerde que en este ministerio él es simplemente -y nada menos- un mediador entre el Dios que dirige su Palabra y la comunidad cristiana que la escucha y la hace suya.. Lo que él trasmite a sus hermanos no es palabra suya ni tampoco de la Iglesia, sino de Dios.

PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA

La proclamación de la Palabra de Dios es verdaderamente un servicio para la Iglesia. Los lectores presentan la Palabra de Dios viva a la asamblea litúrgica. Por lo tanto, el ministerio de la Palabra debe ser tratado seriamente y con gran dignidad. (IGMR 55)

La Palabra de Dios no es simplemente leída durante la liturgia. Es proclamada, aunque no con una exhibición teatral. Una proclamación efectiva incluye la entrega del mensaje con claridad, convincente y con un acento adecuado. Exige la habilidad de evocar la fe en los demás, por medio de la demostración de nuestra propia fe. La Proclamación es un ministerio especial que presupone fe. También despierta la fe en aquellos quienes escuchan la Palabra proclamada. (LM- Leccionario para la Misa, Intr. 55)

Idealmente, la asamblea debe escuchar la proclamación de las Escrituras en vez de estarlas leyendo en el Misal. Cuando el escuchar es comunal, los fieles experimentan no solo unidad entre ellos sino también la presencia de Cristo hablándoles a través de la Palabra. Sin embargo, los Párrocos y los lectores necesitan estar atentos a las necesidades especiales de los que tienen dificultades auditivas y para aquellos cuyo idioma es diferente del utilizado en la Misa. (LM Intr. 7, 37)

REQUISITOS

Todos los ministros litúrgicos, especialmente los lectores, deben ser debidamente capacitados para su ministerio. Este ministerio de la Palabra requiere habilidad para leer en público, conocimiento de los principios litúrgicos, y un entendimiento de las escrituras. Solamente los lectores capacitados y comisionados deben ser programados para la liturgia. (IGMR 101, LM Intr. 14) Por razones pastorales, a miembros de la familia o amigos se les puede permitir leer durante la liturgia de un funeral o boda, aunque no hayan sido formalmente preparados y comisionados como lectores. La parroquia debe proveerles ayuda para que la Palabra de Dios sea apropiadamente proclamada.

Que los Lectores hayan recibido sus sacramentos de iniciación, que sean Católicos practicantes cuyas vidas dan testimonio de la Palabra que ellos proclaman.

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En ocasiones especiales y por razones personales, una persona joven que aún no ha recibido los sacramentos de iniciación (por ejemplo, no ha sido confirmada ni ha recibido la Primera Comunión) se le puede permitir leer durante una liturgia. Sin embargo, se espera que se capacite apropiadamente.

Todos los lectores tienen que ser comisionados para su ministerio, preferiblemente durante una Misa dominical. Las bendiciones que se usan para esta comisión se encuentran en el Bendicional. (Capítulo V, Pág. 177; Buena Prensa, cuarta edición, 2004) Aquellos que actualmente son lectores, deben participar periódicamente en programas de enriquecimiento.

PREPARACIÓN

Para hacer el servicio de la Palabra efectivo, se espera que los lectores estén preparados para su ministerio. La preparación debe ser espiritual, de la escritura y práctica. La preparación espiritual incluye oración sobre el texto y reflexión en su mensaje. La preparación de la escritura incluye comprensión y entendimiento del texto. La preparación de la práctica incluye dominar las palabras difíciles, aprender la pronunciación correcta y practicar la expresión oral del texto en voz alta, lo ideal es que lo haga en presencia de alguien que pueda criticar dicha expresión.

También se espera una preparación inmediata de todos los lectores. Esto requiere que llegue con bastante tiempo antes de la liturgia, encuentre las lecturas en el Leccionario, y arregle el micrófono asegurándose que el sistema del sonido funcione apropiadamente.

LENGUAJE INCLUSIVO

En años recientes, se ha detectado la inclusión del lenguaje en la Liturgia alterando la autenticidad de las Escrituras y Oraciones aprobadas. Por lo tanto el lector no tiene la libertad de cambiar los textos de las Escrituras ni de las Oraciones de la Liturgia con el fin de hacer adaptaciones. (LM Intr. 111)

En la preparación de otros textos, como las Intercesiones Generales o comentario de cualquier tipo, el lenguaje que es inclusivo puede usarse.

MINISTROS DE LA PALABRA

De acuerdo a la tradición antigua y las enseñanzas de la Iglesia, las lecturas —con excepción del Evangelio— son proclamadas por ministros laicos. (IGMR 59) Siendo que la participación de dos lectores—uno para cada lectura— es recomendable, la comunidad parroquial debe esforzarse por tener suficientes lectores para satisfacer este ideal (IGMR 109, LM Intr. 52)

La Oración de los Fieles es parte de la Liturgia de la Palabra. Cuando el diácono no está presente, el lector o cantor anuncia las intenciones desde el ambón. Si las intenciones son cantadas, entonces el cantor es el asignado para anunciar las intenciones. (IGMR 138, LM Intr. 53)

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SÍMBOLOS EN LA LITURGIA DE LA PALABRA

En el culto, Dios le habla a la comunidad de fe a través de las personas, acciones y objetos. Para asegurar la efectividad pastoral de la Liturgia de la Palabra, es importante poner mucha atención a los símbolos de la liturgia. Los símbolos que son esenciales para cualquier celebración de la Palabra, son: el lector(es), el libro(s), el ambón, y las procesiones. A continuación, un breve comentario sobre cada uno de ellos en el orden mencionado.

Los ministros lectores, como uno más de la asamblea que da culto, se espera que participe en toda la liturgia. Dentro de la Misa, cada lector debe participar activamente en la liturgia entera. No es apropiado para un lector participar activamente sólo en la Liturgia de la Palabra. (IGMR 91)

El Leccionario y Evangeliario son libros donde está contenida la Palabra y deben estar bien y bellamente encuadernados, permanentes y dignos. Las lecturas siempre son proclamadas de estos libros litúrgicos. Lecturas que no son bíblicas nunca deber sustituir a las lecturas o Salmo Responsorial. (IGMR 57, 349, LM Intr. 12, 35, 36) La Palabra de Dios no debe proclamarse del misal o cualquier otro papel, por que los dos son transitorios o materiales que se desechan. (LM Intr. 37)

El ambón es el símbolo de la presencia de la Palabra de Dios en la Iglesia, así como el altar es el símbolo del Sacramento de la Eucaristía. La Liturgia de la Palabra se lleva a cabo desde el ambón. Por lo tanto, el ambón tiene que ser permanente, solemne, digno y prominente. Las velas y otros elementos decorativos pueden ponerse a su alrededor.

El ambón se usa para proclamar la Palabra, concretamente, lecturas de la Sagrada Escritura: el Evangelio, la homilía y las intenciones de las Oraciones de los Fieles. El Salmo Responsorial es parte de la Sagrada Escritura, lo ideal es que se cante desde el ambón. El atril o la base del cantor se usan más para dirigir el canto, hacer anuncios, etc. Todas las lecturas se hacen desde el único ambón: es inapropiado tener dos ambones. (IGMR 58, 309, LM Intr. 16)

MINISTERIO DE LA MÚSICA

Una parte integral de la celebración de la Palabra de Dios es el Salmo Responsorial y la Aclamación del Evangelio (Aleluya). La salmodia está diseñada para ser cantada, pierde mucha de su fuerza si es recitada. Siendo que el Salmo Responsorial en la Misa es parte de la Liturgia de la Palabra, es apropiado que sea cantado/leído desde el ambón. El salmo puede ser cantado en una variedad de formas, —responsorial, antifonalmente, parte cantada/recitada— los lectores deben revisar esto con los músicos anticipadamente, para saber si ellos tienen algo preparado. (IGMR 61, LM Intr. 20)

La Aclamación del Evangelio es una aclamación que siempre debe ser cantada. Si no se canta se excluye. (IGMR 63d)

La dirección del ministerio de la música, definitivamente pertenece a los músicos. Es preferible que el cantor cante el Salmo Responsorial o por lo menos la respuesta del pueblo. Si el Salmo Responsorial no puede ser cantado, entonces será recitado por el lector de tal forma que promueva la meditación. (IGMR 61)

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ACCIÓN DEL RITUAL

Entre las acciones en la Liturgia de la Palabra, las procesiones son importantes. En una Misa sin un Diácono, el lector toma parte en la procesión de entrada; solemnemente lleva el Evangeliario ligeramente elevado, hace una reverencia al llegar al altar y coloca el Evangeliario sobre el altar. El leccionario no se lleva en la procesión, pero ya se encuentra en el ambón desde el principio de la Misa. (IGMR 44, 120 d, 195) Después de la segunda lectura y su respectiva pausa, todos se ponen de pie para la Aclamación del Evangelio. Durante ese tiempo, el diácono o sacerdote en procesión lleva el Evangeliario desde el altar hasta el ambón. Puede ser acompañado por los monaguillos y el que lleva el incienso. La procesión del Evangelio es una importante acción del ritual en la Liturgia de la Palabra, aunque puede que no se ponga de manifiesto en cada liturgia.

El incienso puede usarse en la Liturgia de la Palabra. Cuando sí se usa, tradicionalmente el Evangeliario es incensado antes de que el Evangelio sea proclamado. La postura de estar de pie, destaca el hecho de que la lectura del Evangelio goza de un lugar especial entre las lecturas de la escritura. (IGMR 134, 276 LM Intr. 17)

El Evangeliario no se lleva en la procesión de salida.

SILENCIO

Para darle a la asamblea la posibilidad de reflexionar sobre la Palabra proclamada, los silencios son muy importantes. El apresuramiento tiene que ser evitado. Debe hacerse una pausa después de decir “Lectura del….” y también antes de “Palabra de Dios”. Otro tiempo de silencio debe ser observado después de cada lectura, antes de que el lector deje el ambón; también debe hacerse un breve silencio después del Salmo Responsorial. Ofrecer una catequesis sobre el propósito y uso apropiado de los momentos de silencio. (IGMR 56, LM Intr. 28)

EL ASIENTO DE LOS LECTORES

Los lectores necesitan sentarse en un lugar que les permita fácil acceso hacia el ambón, de preferencia que sea junto con la asamblea. Al tiempo de la Liturgia de la Palabra, el lector se acerca al ambón, lentamente y con reverencia. Si el lector tiene que pasar frente al altar, deberá inclinarse frente a él antes de pasar al ambón. Todos los movimientos que se hagan en la liturgia, tienen que hacerse con dignidad y gracia, nunca apresuradamente. Después de la lectura, el lector regresa a su asiento de la misma manera en que se dirigió al ambón. (IGMR 310) Cuando hay dos lectores, el primero regresa a su asiento después de la lectura y antes de que el Salmo Responsorial es entonado. Luego, el segundo lector se acerca al ambón después del Salmo, y regresa a su asiento antes de la Aclamación del Evangelio.

Cuando sólo un lector proclama las dos lecturas, deberá sentarse durante el canto del Salmo Responsorial.

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CONSEJOS ÚTILES

Los lectores empiezan a leer diciendo, "Lectura del Libro del Éxodo" tal como está escrito en el Leccionario. No es apropiado agregar palabras como: “Primera lectura del..."

Si el Salmo Responsorial es recitado, los lectores deberán empezar con la antífona. Anunciar "Salmo Responsorial” no es necesario.

Los ministros de la Palabra no deben agregar o cambiar ninguna palabra del texto.

El título de la lectura, como "Lectura del Libro del Éxodo" y el final, como “Palabra de Dios", deberán distinguirse de entre la lectura misma. Los lectores pueden lograr esto haciendo una pausa de aproximadamente tres segundos después del título y antes de iniciar la lectura en sí, y lo mismo al terminarla y antes de decir “Palabra de Dios.

Mientras proclama la Palabra, el lector puede sostener el Leccionario en sus manos o tenerlo sobre el ambón y descansar su mano encima de él. Cualquier cosa que distraiga de la Palabra proclamada, como por ejemplo reclinarse en el ambón, tener sus manos en las bolsas, o estar intercambiando de un pie al otro, todo esto debe ser evitado.

El Leccionario o el Evangeliario no deben levantarse del ambón cuando dicen “Palabra de Dios.”

El lector nunca y en ningún momento debe hacer algo para llamar la atención hacia sí mismo. La ropa debe ser apropiada para la ocasión, modesta y siempre guardando la dignidad del ministerio.

El acceso al lugar del ambón debe ser digno, sereno, no poniéndose en movimiento hasta que el sacerdote no ha terminado la oración, en el caso de la primera lectura, o hasta que el salmo responsorial no se haya concluido, para la segunda.

La postura corporal también cuenta: la persona misma es un signo. Puede indicar atención y respeto, o por el contrario superficialidad o dejadez. la actitud del lector debe evitar tanto la afectación y el teatro exagerado, como la excesiva timidez y encogimiento. La asamblea “oye” al lector, pero también le “ve”.

No es indiferente desde dónde se proclama una lectura y de qué libro. El ambón es un lugar digno, visible, más o menos estable reservado para la proclamación de las lecturas bíblicas. El libro también debe manifestar su formato y uso que su contenido es apreciado por la comunidad que lo escucha y por el ministro que lo proclama. Es “válido” leer una hoja dominical, pero no es significativo ni simbólicamente expresivo. Además, un libro bien impreso, con la letra suficientemente grande y, sobre todo con una buena presentación y disposición sintáctica de las frases favorece una mejor lectura.

No se debe empezar a leer sin que haya silencio en la asamblea: sobre todo en la primera lectura de las lecturas, cuando todavía la gente puede estar sentándose. Desde la quietud y el silencio es desde donde se inicia la lectura o la monición previa a la misma.

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El lector no tiene que decir “primera lectura” ni tampoco pronunciar la frase resumen que en letra roja precede al texto. Lo que sí debe proclamar claramente es el título del libro bíblico del que toma la lectura, haciendo una breve pausa a continuación antes de empezar el texto.

REGLAS PARA BIEN LEER

a) Hay que leer despacio. La precipitación es uno de los defectos más comunes de los que proclaman las lecturas. Haya que leer a un ritmo que permita a todos ir captando el sentido de lo que se dice, que la palabra vaya calando y resonando en la comunidad.

b) Con el tono justo de voz. Ni gritar demasiado, de modo que quede aturdida la asamblea. Ni hablar en voz tan baja que la gente tenga que hacer esfuerzos para captar lo que se dice.

Leer bien en público es “proclamar”, pero no se debería caer en el defecto de una “declamación” teatral. Hay que leer con un tono de voz comunicativo, agradable, sin aristas, ni áspero, ni melifluo, sin agresividad y a la vez sin empalago.

c) Las diversas lecturas requieren diversa expresividad en la voz. Por eso hay que prepararse con cuidado cada vez que uno actúa para la comunidad. No se lee igual un diálogo que un relato. No requiere el mismo tono una página poética que una dramática.

d) Hay que vocalizar bien. O sea, hay que pronunciar claramente todos los sonidos.

e) Un buen lector sabe dar ritmo a su lectura con breves y expresivos silencios, que son lo que dan vida al pensamiento. Las frases están construidas de palabras y de silencios. Se tratan de breves respiros, que ayudan a destacar la dinámica de un pensamiento. Por ejemplo, al final de la lectura, antes de decir “Palabra de Dios”, convendrá unos instantes de pausa (dos segundos), permitiendo que el último pensamiento tenga tiempo de calar y reposar en el oído de todos, antes de invitarles a la aclamación conclusiva.

La persona que lee para la comunidad no es un cartero que transmite mensajes de los que se entera. Ella misma es la primera que queda afectada por la Palabra que dice. Se ha leído antes. Se ha dejado convencer y llenar de ella. La ha entendido, la ha aceptado. Y luego, sólo luego, se atreve a proclamarla a los hermanos.

MONICIÓN, MONITOR

“Monición” viene del latín “monere”, exhortar, advertir. Fuera del uso litúrgico la palabra tiene un cierto tono peyorativo: “amonestar” es dar un aviso a modo de represión. En la liturgia se llama “monición” a las palabras que se dirigen, no a Dios (eso son “oraciones”), sino a la comunidad, a modo de explicaciones o invitaciones.

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Hay moniciones de tipo indicativo, que señalan las posturas o dan normas para organizar una procesión. Hay otras explicativas, como cuando antes de la lectura se sitúa en su contexto para que se entienda mejor, Otras son exhortativas, invitando a hacer algo (un canto, una canción, la comunión) desde una actitud espiritual determinada.

Este es un ministerio litúrgico muy antiguo, que normalmente asumía el diácono, actuando de intermediario entre el presidente de la asamblea y la asamblea, y ayudaba a participar en la celebración con las convenientes actitudes interiores y exteriores.

El monitor o comentarista no actúa desde el ambón, sino desde otro lugar diferente o un micrófono lateral. El ambón se reserva para la proclamación de la Palabra.

Las cualidades de una buena monición: se insiste pues que sean breves. Todos tenemos la experiencia de cómo unas intervenciones largas dan al conjunto de la celebración un tono pesado, escolástico y farragoso.

Que sean sencillas, diáfanas. Se trata de ayudar a captar mejor el contenido de los ritos o de las lecturas. Que sean fieles al texto. La monición debe ayudar a escuchar la lectura desde la actitud justa (sin manipular su interpretación, dejándola abierta) y realizar el gesto simbólico (por ejemplo, el gesto de paz) exactamente dentro de su identidad y finalidad.

Que sean discretas: discretas en número (no hace falta que se hagan las posibles, sino las que parezcan más convenientes, y no siempre las mismas).

Las moniciones se espera que sean pedagógicas, o sea que produzcan con sus palabras y sugerencias el efecto deseado: despertar el interés por la lectura, o suscitar la actitud interna desde la que cantar un canto o realizar o gesto.

ORDEN DE LA MISA

La palabra Eucaristía significa: sacrificio para dar gracias, en ella le damos gracias a Dios por todas las cosas que nos ha dado, y especialmente, por la Redención que en su Hijo nos dio. Celebrando y participando en la Eucaristía, nos unimos a Cristo que intercede por nosotros al Padre.

"Me acercaré al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud" (Sal 42,4). La Misa es un canto de alabanza a Dios Padre por Jesucristo en la unidad del Espíritu Santo. En la Misa actúa la Santísima Trinidad: Por voluntad del Padre y con la cooperación del Espíritu Santo, el Hijo se ofrece.Los fines de la misa.

a) Adoración: En la Misa ofrecemos a Dios como homenaje de nuestra adoración lo que el mismo nos ha dado; nada menos que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que tiene valor infinito.

b) Acción de Gracias: En ella nos presentamos ante Dios para darle gracias por sus innumerables dones espirituales y materiales.

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c) Petición de perdón: Es Evidente que somos pecadores, que ofendemos a Dios, que no tenemos méritos personales, sin embargo, no nos llenamos de tristeza, pues podemos decir: ¡Señor ten piedad! Y tener la seguridad de ser escuchados y perdonados.

d) Súplica: ¡Necesitamos tantas cosas! En este mundo quien no puede conseguir algo pide ayuda, y cuando la persona está sobre nosotros pedimos la intercesión de otra que este en mayor estima que nosotros (mamá por favor dile a papa que me dé permiso para ir a…) Nosotros para pedirle a Dios Padre tenemos pocos méritos, por eso pedimos siempre la intercesión de su Hijo Jesús: "Por Jesucristo Nuestro Señor". Con esta recomendación, nosotros podemos acudir confiados a quién todo lo puede.

Intenta no sólo asistir, sino vivir el Santo Sacrificio de la Misa. Aprende a meterte en las palabras y oraciones. Si los que estamos en Misa, realmente la vivimos, el mundo - cada uno de nosotros - será notablemente mejor. Porque una Misa tiene un valor infinito, ya que allí se ofrece al mismo Jesucristo Hijo de Dios.

Estructuras de la Misa: Sus elementos y partes

Diversos elementos de la misa - Oraciones y otras partes que corresponden al sacerdoteEntre las atribuciones del sacerdote, ocupa el primer lugar la Plegaria Eucarística, que es el culmen de toda la celebración. Se añaden a estas otras oraciones, es decir, la oración colecta, la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión.

Las aclamaciones y respuestas de los fieles a los saludos del sacerdote y a sus oraciones constituyen precisamente ese nivel de participación activa que se pide en cualquier forma de Misa a los fieles reunidos, para que quede así expresada y fomentada la acción común de toda la comunidad.

Posturas corporalesLa postura uniforme, seguida por todos los que toman parte en la celebración. Es un signo de comunidad y unidad de la asamblea, ya que expresa y fomenta al mismo tiempo la unanimidad de todos los participantes.

En todas las Misas, a no ser que se diga lo contrario, queden de pie: desde el principio del canto de entrada, mientras el sacerdote se acerca al altar, hasta el final de la colecta; al canto del Aleluya que precede al Evangelio; durante la profesión de fe y la oración de los fieles; y, desde que empieza la oración sobre las ofrendas hasta el fin de la Misa. Es una postura de respeto y estar listos para actuar.

En cambio, estarán sentados durante las lecturas con su salmo responsorial; durante la homilía, y mientas se hace la preparación de los dones en el ofertorio; también, según la oportunidad, a lo largo del sagrado silencio que se observa después de la Comunión.

En cambio estarán de rodillas, a no ser que lo impida la estrechez del lugar o la aglomeración de la concurrencia o cualquier otra causa razonable, durante la consagración.

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El silencioTambién como parte de la celebración, ha de guardarse en su tiempo silencio sagrado. La naturaleza de este silencio depende del momento en que se observa durante la Misa; por ejemplo, en el acto penitencial y después de una invitación a orar, los presentes se concentran en sí mismos: al terminarse la lectura o la homilía, reflexionan brevemente sobre lo que han oído; después de la comunión alaban a Dios en su corazón y oran.

La misa consta en cierto sentido de dos partes: Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística, tan estrechamente unidas entre sí, que constituyen un solo acto de culto. Otros ritos pertenecen a la apertura (ritos iníciales) y la conclusión de la celebración (rito de Comunión).

Ritos iníciales

Todo lo que precede a la liturgia de la Palabra, es decir, el canto de entrada. El saludo, el acto penitencial, el "Señor ten piedad" con el Gloria y la colecta, tienen el carácter de introducción y preparación.La finalidad de estos ritos es hacer que los fieles reunidos constituyan una comunidad y se dispongan a oír como conviene la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía.

Canto de entradaEl fin de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido, elevar sus pensamientos a la contemplación del misterio litúrgico o de la fiesta y acompañar la procesión de sacerdotes y ministros.

Saludo al altar y al pueblo congregado El sacerdote cuando llegan al presbiterio, besa el altar, para manifestar su veneración. El altar representa a Cristo siempre presente entre nosotros. Unirse al beso que da el sacerdote al altar, como si se diera a Cristo mismo, con un intenso deseo de permanecer siempre unidos a Él.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote toda la asamblea, hacen la señal de la cruz. Con esto se invoca la presencia de la Santísima Trinidad, ya que a ella y su Gloria se dirige nuestra Oblación, además se recuerda la Cruz de Cristo y de su pasión de la que siguen todos los bienes.A continuación el sacerdote, por medio de un saludo, manifiesta a la asamblea reunida la presencia del Señor. Con este saludo y con la respuesta del pueblo queda de manifiesto el misterio de la Iglesia congregada.

Acto penitencialDespués el sacerdote invita a un acto penitencial donde se hace un breve silencio para recordar nuestros pecados, y pedir perdón al Señor, toda la comunidad hace su confesión general y se termina con la absolución general del sacerdote.

Golpearse el pecho: Cuando rezamos el "Yo confieso" es un gesto de señalamiento, como si nos acusáramos diciendo: "soy yo" lo cual manifiesta públicamente que uno se reconoce pecador.

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Señor ten piedadSiendo un canto con el que los fieles aclaman al Señor y piden su misericordia, regularmente habrán de hacerlo todos, es decir, tomarán parte en él, el pueblo y los cantores.

GloriaEl Gloria es un antiquísimo y venerable himno con que la Iglesia congregada en el Espíritu Santo glorifica a Dios Padre y al Cordero y le presenta sus súplicas. Lo canta o recita la asamblea de los fieles. Se canta o se recita los domingos, fuera del tiempo de Adviento y Cuaresma, las solemnidades y fiestas y en algunas peculiares celebraciones.

Oración colectaA continuación el sacerdote invita al pueblo a orar todos, a una con el sacerdote, permanecen un rato en silencio para hacerse conscientes de estar en la presencia de Dios y formular interiormente sus suplicas. El pueblo, para unirse a esta suplica y dar su asentimiento, hace suya la oración pronunciando la aclamación: Amén.

Liturgia de la Palabra

Cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras es Dios mismo quien habla a su pueblo, y Cristo, presente en su Palabra, quien anuncia la Buena Nueva. Por eso las lecturas de la Palabra de Dios deben ser escuchadas por todos con veneración.

Y aunque la palabra divina, en las lecturas de la Sagrada Escritura, va dirigida a todos los hombres de todos los tiempos y está al alcance de su entendimiento, sin embargo, su eficacia aumenta con una explicación viva, es decir, con la homilía, que viene así a ser parte de la acción Litúrgica.

En las lecturas, que luego desarrolla la homilía, Dios habla a su pueblo le descubre el misterio de la Redención y Salvación, y le ofrece el alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles.

Esta Palabra divina la hace suya el pueblo con sus cantos, mostrando su adhesión a ella con la profesión de fe, y una vez nutrido con ella, en la oración universal, hace súplicas por las necesidades de la Iglesia entera y por la salvación de todo el mundo.

Las lecturasTomadas de la Sagrada Escritura constituyen la parte principal de la liturgia de la Palabra. Dios habla para decir lo que espera de nosotros, y disponernos interiormente a corresponder a sus dones.

El EvangelioSe escucha de pie, porque especialmente nos habla Jesús, el Hijo de Dios, plenitud de toda revelación. Narra la vida de Jesús y su doctrina.

Signarse tres veces antes del Evangelio: en la frene, la boca y el pecho "Que este Evangelio penetre mi inteligencia, para que lo entienda; mi boca para que lo proclame y mi corazón, para que lo ame".

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La homilíaEs la palabra del celebrante revestida con la autoridad de Cristo. Muy recomendada, pues es necesaria para alimentar la vida cristiana. Conviene que sea una explicación, o de algún aspecto particular de las lecturas de la Sagrada

Escritura, o de otro texto del Ordinario, o de la Misa del día, teniendo siempre presente, ya el misterio que se celebra, y a las particulares necesidades de los oyentes. Es importante sacar alguna conclusión, un propósito personal para la vida diaria.

Profesión de feTiende a que el pueblo de su asentimiento y su respuesta a la Palabra de Dios oída en las lecturas y en la homilía, y traiga a su memoria, antes de empezar la celebración eucarística, la regla de su fe.Inclinación de nuestro cuerpo: hace participar discretamente el cuerpo en la oración. Esta indicación que se haga en las palabras del Credo "Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen y se hizo hombre…" para honrar la Encarnación del Señor con la que se inaugura el misterio de nuestra salvación.

Oración de los fielesEn la oración universal u oración de los fieles, el pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruga por todos los hombres.

El orden de estas intenciones será generalmente:a) Por las necesidades de la Iglesiab) Por los que gobiernan el Estado y por la salvación del mundo.c) Por los oprimidos bajo determinadas dificultades.d) Por la comunidad local.

Liturgia Eucarística

En la Última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y banquete pascual, por el que se hace continuamente presente en la Iglesia el sacrificio de la cruz, cuando el sacerdote, que representa a Cristo, lleva a cabo lo que el Señor mismo realizó y confió a sus discípulos para que lo hicieran en memoria suya. Es la parte principal de la Misa.

Consiste en:1) En la preparación de las ofrendas se presentan en el altar el pan y el vino con agua; es decir, los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.

2) En la Plegaria Eucarística se da gracias a Dios por toda la obra de la Salvación, y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

3) Por la fracción del mismo pan se manifiesta la unidad de los fieles, y por la comunión ellos reciben el Cuerpo y la Sangre del Señor, del mismo modo que los apóstoles lo recibieron de manos del mismo Cristo.

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Preparación de los donesSe traen a continuación las ofrendas: es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. El dinero y otros dones que los fieles aportan para los pobres o para la Iglesia, se consideran también como ofrendas; por eso se colocan en un lugar apropiado cerca del altar.

Es la presentación del pan y del vino junto con nuestra acción de gracias por todo lo que recibimos de Dios, nos presentamos a Dios con el deseo de que así como transformará esos dones en el Cuerpo y Sangre de Cristo, también a nosotros transforme conforme a su voluntad.

Oración EucarísticaLa Oración Eucarística, que es el punto central y el momento culminante de toda la celebración; es una plegaria de acción de gracias de santificación. El sacerdote invita a los fieles a levantar el corazón hacia Dios y a darle gracias a través de la oración que en nombre de toda la comunidad, va a dirigir al Padre por medio de Jesucristo.

El sentido de esta oración es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la oblación del sacrificio.

Los principales elementos de que consta la Oración Eucarística pueden distinguirse de esta manera:

1. ACCIÓN DE GRACIAS: (que se expresa sobre todo en el prefacio) en la que el sacerdote, en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de salvación o por alguno de sus aspectos particulares, según las variantes del día, fiesta o tiempo.

2. ACLAMACIÓN: (EL SANTO) con la que toda la asamblea, uniéndose a las potestades celestiales, canta o recita. Esta aclamación, que constituye una parte de la Plegaria Eucarística, la pronuncia todo el pueblo con el sacerdote.

3. EPÍCLESIS: Con la que la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones implora el poder divino para que los dones que han ofrecido los hombres, queden consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y para que la hostia inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes la reciban.Ponerse de rodillas: Cuando el sacerdote coloca las manos extendidas encima de las ofrendas. Con esto se atestigua que los cristianos reconocemos que estamos en presencia de Alguien más grande que nosotros.

4. NARRACIÓN DE LA INSTITUCIÓN Y LA CONSAGRACIÓN: Mediante las palabras y acciones de Cristo se lleva a cabo el sacrificio que Cristo mismo instituyó en la Última CenaMirar el Cuerpo y la Sangre: Los fieles deben, pues, mirar primero a Aquel al que luego van a dorar inclinándose, al mismo tiempo que lo hace el sacerdote.

5. ANÁMNESIS: Con la que, al realizar este encargo que a través de los apóstoles la Iglesia recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo. Recordando principalmente su bienaventurada Pasión, su gloriosa Resurrección y la Ascensión al Cielo ("Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!" u otra).

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6. OBLACIÓN: Por la que la Iglesia, en este memorial, sobre todo la Iglesia aquí y ahora reunida, ofrece al Padre en el Espíritu Santo, la hostia inmaculada. La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la hostia inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos, y que de día en día perfeccionen con la mediación de Cristo. La unidad con Dios y entre sí, de modo que sea Dios todo en todos.

7. INTERCESIONES: Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia celeste y terrena. Mencionamos aquellos por los que se ofrece el sacrificio, en primer lugar por la Iglesia, a la que pertenecemos todos, para que le dé su paz, la proteja y la mantenga unida, pedimos por el Papa y los Obispos y por todos los fieles vivos y difuntos.

8. DOXOLOGÍA FINAL: En la que se expresa la glorificación de Dios, y que se concluye y confirma con la aclamación del pueblo.La Plegaria Eucarística exige que todos la escuchen con reverencia y en silencio. Y que tomen parte en ella por medio de las aclamaciones previstas en el mismo rito.

Rito de Comunión

Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene que según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos como alimento espiritual por los fieles debidamente preparados. A esto tienen la fracción y otros ritos preparatorios, con los que se va llevando a los fieles hasta el momento de la comunión.

A). El Padre Nuestro: En el se pide el pan cotidiano, que es también para los cristianos como una figura del pan eucarístico, y se implora la purificación de los pecados, de modo que, en realidad "se den a los santos las cosas santas". Pide una dimensión vertical, hacia lo alto y luego pasará a la horizontalidad, hacia los hermanos, en el rito de la paz.

B). El rito de la Paz: Con el que los fieles imploran la paz y la unidad para la Iglesia y toda la familia humana y se expresan mutuamente la caridad, antes de participar de un mismo pan. No es nuestra paz la que nos damos, sino la de Cristo y se da para el futuro, aunque no se haya vivido perfectamente en paz los días anteriores.

C). La fracción del Pan: Este rito no sólo tiene una finalidad práctica, sino que significa, además, que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo Pan de Vida, que es Cristo, nos hacemos un solo Cuerpo.

D). Inmixtión o mezcla: El sacerdote celebrante deja caer una parte de la hostia en el cáliz. El sacerdote pide con fervor llegar todos a tener una íntima comunión con Dios. ("Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo unidos en éste Cáliz sea para nosotros alimento de vida eterna").

E). Cordero de Dios: Mientras se hace la fracción del pan y la mezcla, los cantores o un cantor, cantan el Cordero de Dios.

F). Preparación privada del sacerdote: El sacerdote se prepara con una oración privada, para recibir con fruto el Cuerpo y la Sangre de Cristo: Los fieles hacen lo mismo, orando en silencio.

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G). El sacerdote muestra a los fieles el Pan Eucarístico: Que recibirán en la Comunión y los invita al banquete de Cristo; y juntamente con los fieles formula usando las palabras evangélicas, un acto de humildad ("Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme").

H). La comunión de los fieles: Los fieles debidamente preparados - que se encuentran en Gracia de Dios - reciben el Cuerpo de Cristo.

I). Canto de Comunión: Mientras el sacerdote y fieles reciben el sacramento, se tiene el canto de la Comunión, canto que debe también expresar, por la unión de voces, la unión espiritual de quienes están comulgando, demostrar al mismo tiempo la alegría del corazón y hacer más fraternal la procesión de los que van avanzando para recibir el Cuerpo de Cristo. El canto se comienza cuando comulga el sacerdote, y se prolonga mientras comulgan los fieles, hasta el momento que parezca oportuno.

J). Orar en silencio: Cuando se ha terminado de distribuir la Comunión, el sacerdote y los fieles, según lo permita el tiempo, pueden orar un rato recogidos. Si se prefiere, puede también cantar toda la asamblea, un himno, un salmo o algún otro canto de alabanza.

K). Oración después de la Comunión: El sacerdote ruega porque se obtengan los frutos del misterio celebrado. El pueblo hace suya esta oración con la aclamación: Amén.

Rito de conclusión

El rito de conclusión consta de:

a) Saludo y bendición sacerdotal: Que en algunos días y ocasiones se enriquece con otra fórmula más solemne. Con Cristo en el alma termina la Misa; la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo nos acompaña durante toda la jornada, en nuestra tarea sencilla y normal de santificar todas las actividades humanas.

b) Despedida: Con la que se disuelve a la asamblea para que cada uno vuelva a sus quehaceres, alabando y bendiciendo al Señor. Para ir a vivir lo que hemos celebrado. Se recomienda a los fieles no descuidar, después de la Comunión, una justa y debida acción de gracias antes de salir a la calle.

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AÑO LITURGICO

El Año litúrgico o calendario litúrgico es la forma como la iglesia católica distribuye los acontecimientos de la acción de Dios en el mundo durante el año civil.

Adviento – Navidad – Tiempo Ordinario - Cuaresma – Pascua – Pentecostés

COLORES LITURGICOSEn los varios períodos del año litúrgico los cristianos oran con sentimientos diversos evocadas también por los colores de las vestiduras litúrgicas.

BLANCO: Se usa en tiempo pascual, tiempo de navidad, fiestas del Señor, de la Virgen, de los ángeles, y de los santos no mártires. Es el color del gozo pascual, de la luz y de la vida.

ROJO: Se usa el Domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés, fiesta de los apóstoles y santos mártires. Significa el don del Espíritu Santo que nos hace capaces de testimoniar la propia fe aún hasta derramar la sangre en el martirio.

VERDE: Se usa en el tiempo ordinario (período que va desde el Bautismo del Señor hasta Cuaresma y de Pentecostés a Adviento). Expresa la juventud de la Iglesia, el resurgir de una vida nueva.

MORADO: Indica la esperanza, el ansia de encontrar a Jesús, el espíritu de penitencia; por eso se usa en adviento, cuaresma y liturgia de difuntos.

MENOS USADOS:

DORADO: Subraya la importancia de las grandes fiestas.

ROSA: Subraya el gozo por la cercanía del Salvador el Tercer Domingo de Adviento, e indica una pausa en el rigor penitencial el Cuarto Domingo de Cuaresma.

AZUL: Indica las fiestas marianas, sobre la Inmaculada Concepción.

LIBROS LITURGICOS

MISAL: Libro grueso de pastas rojas que contiene las partes propias del celebrante: Rito de la Misa, oración del tiempo, de los Santos, particulares, y oraciones eucarísticas.

LECCIONARIO: Serie de 3 libros gruesos de pasta roja que contienen las lecturas de las celebraciones.

TOMO I. Desde el Adviento hasta Pentecostés.

TOMO II. Tiempo ordinario hasta fin de año litúrgico (traen primero los 3 ciclos de domingos, y luego los 2 de entre semana; luego, las fiestas significativas de ese período).

Tomo III. Misas rituales (de Sacramentos), de los comunes de santos y por diversas necesidades

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VESTIDURAS SAGRADAS SACRAMENTOS

Signo de la diversidad de ministerios.

EL AMITO: Cuadro blanco para cubrirse el cuello y la espalda por debajo del alba.

ALBA: Túnica blanca hasta los talones que recuerda la vestidura bautismal y es la vestidura propia de todos los que desempeñan una función litúrgica.

ESTOLA: Larga tira de tela que va sobre el alba, símbolo del poder del Orden Sagrado. El sacerdote la lleva cayendo al frente desde los hombros, el diácono, del hombro izquierdo al costado derecho.

CASULLA: Vestidura propia del Sacerdote para la Santa misa, como un gran gabán sobre el alba y la estola. Cambia color según la fiesta. Simboliza a Cristo que cubre su cuerpo Místico.

DALMATICA: Vestidura propia del diácono para la Santa Misa, como túnica abierta y corta.

CAPA PLUVIAL: Capa de honor que se usa en las procesiones, la bendición eucarística y otras funciones.

HUMERAL O PAÑO DE HOMBROS: Especie de rebozo que se pone en la espalda para portar el Santísimo sin tocarlo con la mano.

COTA (ó SOBREPELLIZ ó ROQUETE): Mini-alba que va sobre sotana negra.

SOLIDEO: Pequeño sombrero redondo de color morado que llevan los obispos.

ROQUETE: Especie de sobrepelliz cerrado y de mangas cortas.

MITRA: Es un bonete alto de forma cónica, del que cuelgan dos tiras en la parte de atrás y que es usado por los obispos

UTILES LITURGICOS

CRUZ ALTA (o PROCESIONAL): Signo de nuestra Redención, del Sacrificio de Cristo y de su victoria sobre la muerte. Precede toda procesión, y se incensa por ser signo de Salvación.

CALIZ: Copa donde se deposita el vino con agua que luego se convierte en la Sangre de Cristo. Se adorna, para mostrar la riqueza de su contenido. Se consagra para usarse sólo en Misa.

PATENA: Platito para la hostia grande y las hostias pequeñas.

COPON: (ó PIXIDE): Copa para las hostias de la comunión y de la reserva en el Sagrario.

PURIFICADOR: Servilleta de lino para limpiar y secar el cáliz, la patena y el copón.

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CORPORAL: Tela cuadrada, almidonada y doblada en 3 partes, que se pone sobre el mantel para que se coloque sobre el cáliz y la patena.

MANUTERGIO: Toallita para secarse las manos.

PALIA (ó CUBRECALIZ): Cuadro de cartón, ornado, que cubre el cáliz, impidiendo que caiga polvo, moscas, etc.

VINAJERAS: Pequeños recipientes del vino y del agua.

PLATILLO DE LA COMUNION: Para impedir que caigan partículas en la comunión se coloca bajo la barbilla de cada comulgante.

INCENSARIO (ó TURIBULO): Brasero colgado de un nudo por 3 cadenas en el cual se echa el incienso, con una tapa móvil que se acciona por una cuarta cadena. Se ocupa habilidad para manejarlo.INCIENSO: Resina perfumada que produce humo, signo de oración y veneración. En la Biblia, la nube de incienso que sube es signo de la oración que agrada a Dios.

NAVETA: Recipiente de incienso, en forma de canoa, con una cucharita para servirlo.

CUSTODIA (u OSTENSORIO): Objeto precioso donde se coloca la Hostia consagrada para hacerla ver a los fieles, sobre todo en la Bendición eucarística y las procesiones. Tiene forma de sol, cruz o relicario.

LAMPARA DEL SANTISIMO: Lámpara de aceite, cera o electricidad que arde junto al Sagrario donde está la Eucaristía, y sirve para indicar la presencia del Señor.

CIRIO PASCUAL: Gran vela que se bendice en la Vigilia Pascual, símbolo de Cristo Resucitado. Se enciende en las Misas de tiempo Pascual y algunas otras celebraciones (bautismo, confirmación, primera comunión, funeral).

HISOPO (ó ASPERSORIO): Objeto para rociar agua bendita.

ACETRE: Recipiente de agua bendita

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Servicio de Lector

A) Preparación

Logística del Grupo (Asignación de las lecturas con buen tiempo de anticipación) Vestimenta Apropiada (Con tiempo seleccionamos y verificamos todo esté en orden)

Preparación Espiritual (Oración sobre el texto y reflexión del mensaje que transmite) De la escritura (Comprensión y Entendimiento de lo que dice el texto)

Práctica (Practicar las palabras difíciles y buscar la mejor entonación) Hora de llegada (El lector NO debe llegar a la hora de la misa) Ubicación en La Iglesia

B) Momentos

Elementos Técnicos

o Tomar en cuenta pausas, entonación, lectura comprensivao Solicitar supervisión de alguien con más experienciao Poner en orden todos los elementos técnicos necesarios antes de iniciar

Elementos Litúrgicos

o Manejo de la Liturgia (Dependiendo La celebración que se esté realizando)

o Entrada y Salida de la Sede (Es un lugar de Santidad)

o Se debe leer del Libro (Con letras legibles y Claras)

o Forma de leerlo (Proclamar la Palabra, NO es tan solo leer)

o Postura Corporal (Debe inspirar respeto y transmitir presencia)

o Compenetración de la Asamblea (debe llevar a las personas a vivir lo que se proclama)

o Se dice del Libro que está tomada la lectura, no se dice 1era lectura u otras letras que aparezcan antes. Hacer una pausa antes de iniciar a proclamar.

o Proclamar tomando en cuenta las cosas y puntos, entonación y volumen de voz.

o Antes de decir Palabra de Dios, debe hacerse una pausa.