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¿A DÓNDE VAN? LA DESAPARICIÓN FORZADA EN COLOMBIA: 3 VOCES DE UNA GUERRA KELLY CABANA CUEVAS JUANITA GÓMEZ LORA Trabajo de Grado para optar el título de Comunicador Social Periodismo Director: DANIEL VALENCIA NIETO PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y LENGUAJE CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL BOGOTÁ, D.C. 2010

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¿A DÓNDE VAN? LA DESAPARICIÓN FORZADA EN COLOMBIA: 3 VOCES DE UNA GUERRA

KELLY CABANA CUEVAS JUANITA GÓMEZ LORA

Trabajo de Grado para optar el título de Comunicador Social

Periodismo

Director: DANIEL VALENCIA NIETO

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y LENGUAJE

CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL BOGOTÁ, D.C.

2010

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Artículo 23 del Reglamento Académico de La Pontificia Universidad

Javeriana:

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los

alumnos en su Tesis de Grado. Sólo velará porque no se publique nada

contrario al dogma y a la moral católica, y porque las Tesis no contengan

ataques o polémicas puramente personales, antes bien, se vea en ellas el

anhelo de buscar la verdad y la justicia”

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DANIEL GUILLERMO VALENCIA NIETO

Magíster en Análisis de Problemas Políticos, Económicos y Relaciones Internacionales del

IAED, Historiador, Comunicador Social, candidato a Doctorado en Estudios Políticos de la

Universidad Externado de Colombia. Actualmente trabaja como Profesor Investigador de

la Pontificia Universidad Javeriana, en la Facultad de Comunicación y Lenguaje, donde ha

desarrollado investigación y publicaciones sobre el campo de la Economía Política de la

Comunicación y la Información, y donde tiene a su cargo el Seminario de Políticas Públicas

de Comunicación y Cultura en la Maestría en Comunicación, que ofrece esta Universidad.

Ha sido docente e investigador en la Facultad de Ciencias de la Educación de la

Universidad Externado de Colombia, donde participa en investigación sobre medios y

educación; tiene a su cargo el Seminario de Comunicación y Aprendizaje en la Maestría en

Educación que ofrece esa Universidad.

También ha sido profesor en la Universidad Nacional de Colombia, Universidad de Bogotá

Jorge Tadeo Lozano, Universidad Central, y profesor visitante de la Universidad de

Manizales donde tiene a su cargo (desde 1998) el Seminario de Opinión Pública. Se ha

desempeñado como reportero gráfico y redactor de diferentes medios periodísticos.

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA – FACULTAD DE COMUNICACION

Y LENGUAJE CARRERA DE COMUNICACION SOCIAL

RESUMEN DEL TRABAJO DE GRADO Este formato tiene por objeto recoger la información pertinente sobre los Trabajos de Grado que se presentan para sustentación, con el fin de contar con un material de consulta para profesores y estudiantes. Es indispensable que el Resumen contemple el mayor número de datos posibles en forma clara y concisa.

I. FICHA TÉCNICA DEL TRABAJO 1. Autor (es): Kelly Johana Cabana Cuevas Juanita María Gómez Lora

2. Título del Trabajo:

¿A dónde van? La Desaparición Forzada en Colombia: 3 voces de una guerra

3. Tema central:

La Desaparición Forzada en Colombia y sus víctimas.

4. Subtemas afines:

Reparación, verdad, perdón, impunidad, victimización.

5. Campo profesional:

Periodismo

6. Asesor del Trabajo:

Daniel Guillermo Valencia Nieto

7. Fecha de presentación: Mes: Junio Año: 2010 Páginas: 98

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II. RESEÑA DEL TRABAJO DE GRADO

2. Objetivo o propósito central del Trabajo:

Mediante tres historias de vida de las actuales víctimas de Desaparición Forzada en

Colombia, se pretende narrar las condiciones sociales de un problema delictivo cuyo

accionar esta ligado a los objetivos del Estado. Los relatos buscan ser un aporte a la

construcción histórica del país y al entendimiento de las causas y factores del conflicto

armado colombiano, mediante la ubicación del lector en las dinámicas y problemas que

rodean a los desaparecidos, y los hechos que hasta ahora han permanecido ocultos.

3. Contenido

- Introducción

- Marco Teórico

- Y siempre seguí caminado: el recuerdo de Jaime Gómez

- Prácticas para el recuerdo: la historia de Fair Leonardo Porras Bernal

- Cuando el reloj marque las dos: basado en hechos reales

- Conclusiones

- Bibliografía

- Anexos

4. Autores principales

- Martha Minow: se refiere a los conceptos de verdad y perdón

- David Crocker: trata la importancia de la verdad en los procesos de reparación

- Bruce Hoffman: describe y emite un concepto sobre lo que es el terrorismo de

Estado.

- Ana Lucrecia Molina Theissen: Emite un concepto sobre la Doctrina de Seguridad

Nacional y su desarrollo en América Latina

- Amnistía Internacional: emite informes claves sobre las desapariciones forzadas en

todo el mundo. Particularmente en el caso de Boznia y Herzegovina

- Alain Rouquie: Explica el desarrollo militar en América Latina

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- CINEP: emite informes claves sobre el Paramilitarismo y las víctimas del conflicto

colombiano. También sobre los “Falsos Positivos”

5. Conceptos clave

- Desaparición Forzada

- Reparación

- Perdón

- Verdad

- Falsos Positivos

- Víctima

6. Proceso metodológico.

Monografía por producto. Para la realización de este trabajo se realizó una investigación

exhaustiva que incluyó el acercamiento previo y el desarrollo de un proceso de

acompañamiento con los protagonistas de las historias. Las herramientas usadas a los largo

de la investigación se ven reflejadas en la información recolectada y la indagación

preliminar que se usó para realizar las entrevistas.

El método de análisis usado fue de tipo cualitativo. Se realizó un trabajo de campo

exploratorio, de investigación social en el que usamos un “método de casos” o casos de

estudio, que nos permitió recoger datos que describen el proceso vital de una persona, una

familia, utilizando frecuentemente documentos personales. Sobre casos determinados, se

estudió a profundidad y en sus diversos aspectos. Realizamos entrevistas para registrar

declaraciones, actitudes, opiniones o reacciones de los sujetos investigados (víctimas

desaparición forzada).

El tipo de entrevistas que realizamos son no estructuradas de tipo profundo y focal. La

primera trató de investigar en profundidad una determinada cuestión del entrevistado en

este caso su actitud frente a la Desaparición Forzada en Colombia; y las segundas, las

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entrevistas fueron orientadas a personas que han participado en una situación específica,

víctimas directas o indirectas de Desaparición Forzada.

6. Reseña del Trabajo

La Desaparición Forzada en Colombia es un crimen que se viene haciendo visible desde los

años ochenta, sin embargo merece la pena su análisis, durante el periodo de gobierno del

presidente Álvaro Uribe Vélez, pues es en este tiempo donde se emplea la política de

Seguridad Democrática, que además de reflejar casos de Desaparición Forzada, permite que

se abra el camino hacia una nueva modalidad conocida como “los Falsos Positivos”.

Este trabajo mediante tres testimonios de víctimas pretende reflejar las dinámicas de este

crimen, no solo para mostrar qué pasa sino para construir memoria a fin de que estos

hechos no se repitan.

III. PRODUCCIONES TÉCNICAS O MULTIMEDIALES

1. Formato : Material escrito

2. Duración para audiovisual: ___________ minutos. Número de cassettes de vídeo:

Número de cassettes de audio:

Número de disquettes:

Número de fotografías: 10

Número de diapositivas:

3. Material Impreso: Tipo : Escrito Número páginas: 96

4. Descripción del contenido:

- Y siempre seguí caminado: el recuerdo de Jaime Gómez: 13 páginas, un anexo

- Prácticas para el recuerdo: la historia de Fair Leonardo Porras Bernal: 13 páginas, 2

anexos

- Cuando el reloj marque las dos: basado en hechos reales: 8 páginas, dos anexos

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A todas las víctimas de este país que no saben todavía que pueden hablar…

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN MARCO TEÓRICO Y SIEMPRE SEGUÍ CAMINANDO, EL RECUERDO DE JAIME GÓMEZ PRÁCTICAS PARA EL RECUERDO: LA HISTORIA DE FAIR LEONARDO PORRAS BERNAL CUANDO EL RELOJ MARQUE LAS DOS CONCLUSIONES BIBLIOGRAFÍA ANEXOS

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INTRODUCCIÓN

La Desaparición Forzada en Colombia es un delito de lesa humanidad que hace parte de las

dinámicas del conflicto armado que actualmente atraviesa el país. Según el preámbulo de la

declaración sobre la protección de todas las personas contra este fenómeno, este crimen se

define como: "La detención o secuestro de una persona contra su voluntad (...) por agentes

del gobierno o (...) de grupos organizados o de particulares que actúan en nombre del

gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, quienes se

niegan a revelar la suerte (...) o el lugar donde se encuentran, o a reconocer que están

privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la Ley" siendo una de las

violaciones más graves a las normas internacionales de los derechos humanos.

Desde que se presentaron las represiones masivas a ciudadanos bajo el mando de líderes

dictatoriales como Hitler y Mussolini en los años 40, se implantó en la política global el

término de Terrorismo de Estado, bajo el cual se busca someter a la población y a todos

quienes son considerados enemigos, con el fin de mantener el poder y el control. El Estado

deja de ser el garante de la seguridad de sus ciudadanos y por el contrario evidencia la

ruptura de los marcos de ley y de derecho, en casos como los campos de concentración o

los asesinatos selectivos.

En los años 70 y 80 las dictaduras en Chile y Argentina, así como los demás ejemplos de

militarización en América Latina, producto de la guerra anticomunista cuya base era la

Doctrina de Seguridad Nacional, evidencian las nuevas lógicas sobre las cuales el Estado y

sus respectivos Ejércitos empiezan a operar. El enemigo deja de ser externo y los

ciudadanos se vuelven “peligrosos”, las acciones de control empiezan a efectuarse dentro

de los mismos territorios, ya sea para reprimir el crimen, el narcotráfico o la influencia

comunista que tanto se temía en ese momento.

En Colombia, bajo el gobierno de Julio Cesar Turbay, al tiempo que se implementó en

1978 el Estatuto de Seguridad que pretendía contrarrestar la actividad subversiva, se

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reportaron los primeros casos de Desaparición Forzada, pues dicho Estatuto impulsó

amplias facultades a la Justicia Penal Militar y a los miembros de la Fuerza Pública. Lo que

se conoció como ‘Plan Fantasma’ fue uno de los mecanismos que se utilizaron para

reprimir la lucha cívica y la repartición de propaganda ajena a los pensamientos del

gobierno de la época.

Durante el gobierno de Belisario Betancur entre 1982 y 1986, como reacción al proceso de

paz que este gobierno emprendió con la guerrilla de las FARC, opositores a la causa

institucionalizaron la práctica de la Desaparición Forzada de personas, como fue el caso del

grupo MAS, conformado por paramilitares y narcotraficantes que buscaban protegerse de

las guerrillas. Durante la presidencia de Virgilio Barco (1986 – 1990), la situación no fue

distinta, pues los grupos paramilitares se fortalecieron y a través de un Estatuto

Antiterrorista se entregaron grandes poderes a los agentes del Estado para combatir el

terrorismo al interior del país. Luego de que las cifras de desaparición forzada fueran en

aumento, el tema adquirió importancia y pasó de ser un delito general tipificado como

‘secuestro extorsivo agravado’, a uno específico incluido en la Constitución del 91 en lo

que respecta a los derechos fundamentales.

Sin embargo, poco se sabe de este delito de lesa humanidad que consume y aún se practica

en Colombia. Aunque las cifras son confusas, éstas no mienten y revelan el panorama que

muchos prefieren ocultar. Para 1987 la Procuraduría General de la Nación informó sobre

más de 600 casos de personas desparecidas desde 1977; entre 1992 y 1995 la Fiscalía

General de la Nación presentó aproximadamente 300 casos. En los años posteriores las

cifras se mantienen en un promedio de 448 personas desaparecidas por año, según la

Comisión Colombiana de Juristas1.

Estos textos son un intento de análisis a partir de la política de Seguridad Democrática del

presidente Álvaro Uribe Vélez (2002 – 2010), que busca recuperar el control territorial del

Estado, proteger a la población, eliminar el negocio de las drogas y mantener una capacidad

disuasiva, con la cual el Estado es blindado con nuevos batallones, brigadas, y escuadrones,

1 Ver anexo: Cuadro 1

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para la mejora en la protección de los derechos fundamentales del ciudadano como la vida

y la libertad2. Sin embargo, al amparo de este esquema de gobierno las cifras de personas

desaparecidas paradójicamente se mantienen e incluso llegan a aumentar en los últimos

años. Gustavo Gallón, director de la CCJ (Comisión Colombiana de Juristas), dijo que entre

mediados de 2002 y de 2007 hubo 1.259 Desapariciones Forzadas en Colombia, el 97% de

las cuales las atribuye su organización a agentes estatales y paramilitares, y el 3% a las

guerrillas3. Por su parte el jefe de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, Luis González

León, reveló que sólo durante los últimos 16 meses la entidad ha recibido 17 mil denuncias

de personas que fueron desaparecidas, principalmente por grupos paramilitares.

Así pues, en medio de esta contradicción el análisis parte de la recopilación de casos

específicos de víctimas de la Desaparición Forzada en Colombia, y de lo que puede

considerarse su degeneración, los mal llamados “Falsos Positivos”, durante el periodo de

gobierno del presidente Álvaro Uribe. Tres historias de personas comunes que se

convierten en voces legítimas para acercarse a la esencia de este fenómeno mediante sus

testimonios y recuerdos, donde se narran los hechos principales de la victimización, y las

condiciones emocionales y sociales en las que se encuentra actualmente el testigo4. Todo

como un aporte a la historia del país y a la comprensión de una política de Estado, que

puede compararse, incluso, con los estatutos implantados anteriormente en Colombia, o en

los demás países de América Latina, y que ayudaron a perpetrar la Desaparición Forzada

como una práctica de control para mantener el poder y el orden de un régimen.

2 Política de Defensa y Seguridad Democrática, Presidencia de la República – Ministerio de Defensa, República de Colombia, 2003. Pág. 12. Disponible en: www.mindefensa.gov.co/dayTemplates/images/seguridad_ democratica.pdf: Enero 12 de 2010. 3 SALAZAR, Hernando.“¿Más de 30.000 desaparecidos?”.Junio 30 de 2008. Disponible en: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_7481000/7481399.stm. Consultado en: 6 de marzo de 2009.

4 Según el CINEP "Cuando se describe una persona como víctima o como traumatizada, es muy probable que se le esté reforzando una actitud de pasividad e impotencia, que responde a una coyuntura histórica, hasta convertirla en una condición inherente a ella".

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Las historias van desde el reconocido caso de Jaime Gómez, asesor político de Piedad

Córdoba y docente de la Universidad Javeriana de Bogotá, hasta la historia de “El Loco”,

un desaparecido del que no se puede contar mucho, de ahí su importancia, porque sus

allegados no tienen garantías de seguridad para hacerlo, o lo sucedido con los jóvenes de

Soacha, retenidos, trasladados y asesinados, para ser presentados como guerrilleros muertos

en combate ante la justicia, por miembros del Ejército Nacional colombiano.

Debido a la complejidad de sus prácticas, la Desaparición Forzada propicia la

clandestinidad, la tortura, el ocultamiento de información y el control selectivo de la

población ya que se involucran instituciones, miembros de la Fuerza Pública y grupos

paramilitares que tratan de sustraer de la justicia a los ciudadanos, despojándolos de todos

sus derechos fundamentales.

Sin embargo, son reducidos los productos mediáticos que tienen como eje principal el

estudio y entendimiento de la Desaparición Forzada en Colombia. Es por esto que un

problema de orden humanitario merece la atención y el análisis que puede ofrecer el

periodismo investigativo, pues, tal cual como lo dice William Gaines, mediante el empleo

conjunto de técnicas y métodos de indagación es posible encontrar datos importantes que

permitan sacar a la luz informaciones que han tratado de mantenerse ocultas, y que de igual

forma son de gran interés para la opinión pública5.

Es importante aclarar que lo que se intentó aplicar con este trabajo fue un periodismo de

seguimiento que permitiera dar a conocer otros aspectos del crimen, y la línea entre este

tipo de periodismo y el investigativo puede incluso volverse imperceptible. Si bien,

ninguno de ellos es completamente clandestino, todos están registrados en la Fiscalía

menos el caso del “Loco” por motivos de seguridad, los personajes, las víctimas y las

historias detrás de las historias del crimen, quizás, eran completamente desconocidas, y

merecían la relevancia de convertirse en un producto periodístico.

Así pues estos relatos informativos buscan en principio dos cosas esenciales, primero a

partir del conocimiento de los hechos generar una reflexión que permita mirar en contexto y

5 GAINES, William, Periodismo investigativo para prensa y televisión. Tercer mundo. 2006

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como proceso, por ejemplo, el problema de Desaparición Forzada en Chile y Argentina, los

cuales por sus cifras han resultado ser los más recordados, todo con el fin de pensar el caso

colombiano como un paralelo relativamente reciente que para desconocimiento de la

opinión pública también presenta hechos similares a los ocurridos en los otros dos países

latinoamericanos. No se trata de comparar un proceso con el otro, simplemente de generar

una discusión entorno a lo que ocurre en el país para repensar constantemente el papel de

las víctimas en la sociedad colombiana y cómo podría empezarse a construir, desde ya, una

memoria histórica.

Segundo, los relatos son un aporte a la construcción histórica del país y al entendimiento de

las causas y factores del conflicto colombiano, a través de un texto que ubica al lector en

las diferentes dinámicas y problemas que rodean a los desaparecidos, y los hechos que han

permanecido ocultos, desde la historia en sí misma. Además de la comprensión de las

jerarquías y mecanismos que dentro de los organismos de la Fuerza Pública se presentan, y

como una política de Estado, como la Seguridad Democrática, puede desde su legitimidad

perpetrar un crimen de lesa humanidad. Estas voces de los testigos además de una historia,

denuncian un comportamiento de las autoridades que deberían protegerlos.

Aquí la labor periodística se presenta como la de un testigo político que busca explorar las

diferentes características que se entremezclan en el momento en que surgen la ciudadanía,

las políticas de identidad, la memoria y la verdad, cuando la agenda diaria y las voces

oficiales tratan de ocultarlas o desinformar.

Así pues, es un producto periodístico que a partir de la investigación y del conocimiento de

las historias, pretende exponer un fenómeno social y analizar sus causas a fin de presentar

una realidad que construya memoria y sirva para el desarrollo y la comprensión de la

historia colombiana. Se busca construir un legado histórico que sirva como soporte

académico tanto para los docentes, investigadores y estudiantes interesados en el

periodismo o en este tema específico, pues mediante las tres historias se busca revelar

información importante y datos íntimos de la condición de “desaparecido”, así como

describir cómo es la situación de los familiares de las víctimas, y qué han hecho los

organismos estatales ante la perpetración de este crimen de lesa humanidad.

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Cada una de las historias, contadas a lo largo de este trabajo de grado tienen su propia

historia atrás, de conocimiento e investigación, la primera historia cuenta la desaparición

del asesor político Jaime Gómez y nace con la voz de su hijo Juan Sebastián, un joven

periodista y escritor y su hija Diana Marcela, activista política. Varios encuentros,

llamadas tardías, mails, conversaciones y la necesidad de dejar una prueba testimonial de

que la muerte de Jaime fue un acto premeditado, obligaron a que se diera este relato. Juan

Sebastián en las entrevistas registradas dio cuenta de la falta de garantías para contar lo

sucedido con su padre y Diana, la falta de colaboración de las autoridades para resolver el

caso, en ese entonces, y ahora.

En medio de preguntas no resueltas, recuerdos que al parecer quieren olvidar y nuevas

incógnitas que surgieron cuando narraron todo, Juan Sebastián y Diana Marcela accedieron

a que este capítulo en memoria de su padre fuera divulgado, pues los 34 días de su

desaparición, llenos de angustia, y las persistentes falencias en la búsqueda y recuperación

del cuerpo de Jaime son el motor para relatar la impunidad que dice sentir la Familia

Gómez Velázquez al desconocer completamente la verdad de lo que sucedió.

La segunda historia, la del Loco, es la historia de un ser humano que por sus ideales y

deseos tuvo que enfrentar un final que, aún hoy, muchos desconocen. Las constantes

amenazas en contra de su familia han impedido que se pueda desarrollar un proceso

judicial, por lo que más que una recopilación periodística, esta es una adaptación literaria

de unos eventos reales ocurridos entre 2005 y 2007.

“Andrés”, a quien le cambiamos el nombre por seguridad, fue uno de los mejores amigos

del Loco, y por ello compartió, después de varios intentos de encuentro, llamadas y tratos

de conciliación, algunos apartes de su vida. Por ser empresario y estar tan directamente

involucrado con los problemas de varias regiones del país a las que no llega el Estado, el

Loco se presentó como una autoridad para muchos y como un problema para otros.

Su desaparición más que trágica, representa la impotencia de esos casos en los que nunca se

sabe ¿qué pasó?, pues el cuerpo que no aparece no solo psicológicamente afecta el duelo de

las víctimas, sino que simbólicamente representa la eliminación completa de su rastro.

Estas líneas son esa denuncia que aún no se ha podido instaurar.

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La tercera historia es la de los mal llamados “Falsos Positivos”, la de Fair Leonardo Porras

Bernal, desaparecido en Soacha en el 2008, muerto en Ocaña, Norte de Santander y

acusado de ser el líder de una organización narcoterrorista, a pesar de tener una

discapacidad del 53% de su cerebro y racionalizar como un niño de 9 años. Su madre Luz

Marina Bernal, una de las líderes de las madres de Soacha, con lágrimas y un sentimiento

compartido de algo que se percibe como una gran injusticia, nos contó su historia, porque

en sus palabras y a pesar de las amenazas “hay que hablarlo y hablarlo para que no nos

hagan callar”.

Contactar a Luz Marina fue muy difícil, porque su tiempo siempre reducido y el temor a

que las amenazas que han recaído sobre ella desde el asesinato de su hijo se hicieran

realidad, hacían del encuentro, el tan anhelado encuentro, algo impensable. Finalmente,

sucedió en un café del centro de la ciudad, la lucha diaria que tiene que asumir, la espera de

las audiencias de verificación de pruebas para por fin empezar el proceso, los detalles y sus

recuerdos. Aunque a veces parece que desfallece en su intento, asegura que no va a parar

hasta limpiar el nombre de su hijo y lograr que esa impunidad, denunciada por la ONU, del

98.5% en los casos de Falsos Positivos, se reduzca considerablemente. Eso, y lograr que su

familia algún día vuelva a estar reunida sin temor a que los ataquen, es la motivación de

este relato.

En homenaje al valor y las ganas de hacer justicia para que estos casos no se repitan, las

historias de Fair, Jaime y El Loco, contadas gracias al testimonio de sus familiares, hacen

parte de este trabajo y dan cuenta de una realidad que se vivió en pleno mandato del

Presidente Álvaro Uribe y que tristemente se repite hasta este momento. Bienvenidos a

conocer otra cara de Colombia.

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MARCO TEÓRICO LA DESAPARICIÓN FORZADA EN COLOMBIA

Para comprender el fenómeno de la Desaparición Forzada en el mundo contemporáneo,

este no debe pensarse solamente como un problema humanitario, sino como una de las

violaciones a los derechos humanos más graves, tanto para las normas legales, como para la

jurisprudencia de organismos regionales e internacionales de derechos humanos que lo ven

como un abuso continuado, donde la suerte de la víctima no se esclarece y el autor jamás

comparece ante la justicia.6

Desaparición significa ausencia u ocultación de la vista, o cese de lo existencia. Forzada

quiere decir hacer fuerza o violencia física para conseguir un fin, obligar a que alguien o

algo actúen de una determinada manera. Así pues, la Desaparición Forzada dentro de los

marcos legales, es la detención o técnica utilizada ilegalmente por parte de agentes del

Estado o en colaboración con estos, para sustraer a una persona de sus derechos legales sin

que la ley y el orden medien en su captura. Tras el ocultamiento del individuo este es

sometido a tortura física y psicológica, que en repetidos casos termina en la muerte.

La Desaparición Forzada, es un crimen anónimo y prolongado pues no solo se desconocen

los motivos, muchas veces políticos, de las detenciones, sino que es imposible identificar e

investigar a los victimarios, y darles un posterior juzgamiento y castigo. Por parte de la

víctima, el cuerpo muy pocas veces es encontrado, por lo que judicialmente es muy difícil

determinar que fue lo que sucedió realmente.

Así, es necesario remitirnos al origen de las desapariciones, para poder comprender su

impacto histórico y social. Durante la Segunda Guerra Mundial, las prácticas nazis hicieron

de este crimen un mecanismo sistemático de control a través del decreto de Adolf Hitler

conocido como “de Noche y Niebla” (NN), firmado en diciembre de 1941.

6 Amnistía Internacional. Bosnia y Herzegovina: Honrar a los fantasmas afrontando la impunidad de las «desapariciones»..

Marzo 2003 disponible en: http://www.amnesty.org/es/library/asset/EUR63/004/2003/es/dom-EUR630042003es.html consultado [06 de Abril de 2009]

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Este decreto, permitía la desaparición de todos aquellos acusados de poner en peligro la

seguridad de Alemania, fueran combatientes, oponentes o simples civiles. En las noches

eran trasladados de un lugar a otro, sin que ninguna información sobre su paradero y

destino pudiera ser comunicada a sus familiares. Algunos eran recluídos en campos de

concentración, otros eran asesinados y sus cuerpos jamás aparecían.

El concepto de Terrorismo de Estado nace cuando se dan represiones masivas de

ciudadanos a cargo de Estados totalitarios y líderes dictatoriales, bajo la implementación de

leyes extraordinarias que buscan preservar el control y el orden.7 Los casos más conocidos

son Alemania e Italia, con Hitler y Mussolini a la cabeza de los países. Ambos mediante el

abuso del poder fueron los encargados de aplicar el terror en contra de sus ciudadanos, para

que todos aquellos que fueran considerados ‘enemigos del Estado’ fueran eliminados o

sustraídos completamente de la sociedad, ya fuera mediante el nazismo o el fascismo.

El control sobre la gente y el país se ejercía por medio de mecanismos de coerción,

ejecución y represión convirtiendo la vida en una violación constante donde no solo se

pierden las posibilidades políticas, sino también la dignidad, la justicia y la individualidad.

Esta desfiguración del Estado de derecho solo busca la eliminación física de oponentes

políticos y miembros de la resistencia en los territorios ocupados, con el fin de perpetrar

unos objetivos “nacionales”.

“Una intimidación efectiva y duradera solo se logra por penas de muerte o por medidas

que mantengan a los familiares y a la población en la incertidumbre sobre la suerte del

reo”8

Desde entonces, se han venido presentando alrededor del mundo cientos de casos de

Desaparición Forzada. Con los guerrilleros de la resistencia en Francia, en Bélgica y los

Países Bajos, y de manera masiva con militares de la Unión Soviética. En Sri Lanka se

reportaron 60.000 casos entre 1988 y 1994. Más de 17.000 personas desaparecieron durante

la guerra de Bosnia y Herzegovina. Otras miles en los diferentes conflictos de África y el

7 Hoffman, Bruce. Inside terrorism Columbia University Press (Abril 15, 1999) 8 Hitler, Adolf. Decreto Nacht und Nebel – “de Noche y Niebla”. Diciembre 07, 1941

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Medio Oriente, en Europa y Asia, y recientemente en Rusia, en la guerra que este gobierno

libra con Chechenia.

La dictadura militar en Chile en los años 70, luego del golpe de estado efectuado por

Augusto Pinochet al presidente, elegido democráticamente, Salvador Allende, dejó cerca de

12.000 personas desaparecidas. Un claro ejemplo de estos actos de violencia política

interna dirigidos a la población civil de manera indiscriminada, se evidencia en los

mecanismos de control a los que fueron sometidos los ciudadanos, tales como el toque de

queda donde cualquiera que lo incumpliera era asesinado; la obstrucción de las carreteras

con puestos militares de control; el corte de las líneas telefónicas o la intervención de estas;

algunos lugares públicos, como el estadio o los museos, convertidos en centros de

concentración; asesinatos, prohibiciones, torturas y crímenes de lesa humanidad; la condena

de los ciudadanos al exilio; las misiones de búsqueda convocadas por el gobiernos y

encargadas de saquear las viviendas y de aplicar condenas, otras encargadas de asesinar. En

estos ejemplos, la libertad es transgredida totalmente, pues las mujeres son obligadas a usar

faldas y los graffitis en las calles, muestra indiscutible de libre expresión, son ocultados con

pintura blanca para que nadie los pueda ver.

La impunidad, alentada por el silencio, es otra táctica que en diferente medida es aplicada

como método de represión. Pinochet, lo evidencia dos días después del 22º aniversario del

golpe militar, cuando dijo “Es mejor quedarse callado y olvidar. Es lo único que debemos

hacer. Tenemos que olvidar. Y esto no va a ocurrir abriendo casos, mandando a la gente a

la cárcel (…)”

Por su parte, la dictadura en Argentina o como se autodenominó el “Proceso de

Reorganización Nacional”, ocurrido durante los años de 1976 a 1983, es otro ejemplo de

Terrorismo de Estado y de la aplicación de la Desaparición Forzada dentro de los conflictos

que se libraron en Latinoamérica. Al parecer las tácticas nazis fueron aprendidas por los

militares argentinos, a través de la Escuela Francesa instalada como cuerpo docente de la

Escuela Superior de Guerra de Argentina desde finales de 1950, y luego por la Escuela de

las Américas.

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Entre sus técnicas estaban la aplicación de condenas y torturas en garajes clandestinos, a

personas consideradas enemigas de la nación, luego de que fueran desaparecidas

forzosamente de sus hogares o lugares de trabajo. Una vez, la víctima daba información

sobre sus compañeros o partidos, era asesinada y desaparecida completamente. Algunos

reportes dicen que era tal la cantidad de víctimas que muchas eran embarcadas en aviones y

arrojadas al mar, cerca de la costa este de Uruguay y lugares aledaños, en lo que se

denominaba “vuelos de la muerte”.

El ex represor de La Escuela de Mecánica de la Armada ESMA en Argentina, Adolfo

Scilingo, relata un aparte de esta historia “La primera información la recibí del almirante

Luis María Mendía, que era Comandante de Operaciones Navales, ante las planas mayores

de todas las unidades del área Puerto Belgrano, reunidos en el cine de la base en 1976.

Planteó que estaban previstas operaciones militares especiales que se iban a instrumentar de

acuerdo a las circunstancias, para adecuarlas a la lucha contra un enemigo que no estaba

contemplado dentro de los organigramas normales. Explicó que desde la colonia se usaron

uniformes para diferenciarse los dos bandos. Luego habían servido para mimetizarse con

los distintos terrenos. Ahora se iban a usar ropas civiles para mimetizarse en el medio civil.

Estaban todos los oficiales del área Puerto Belgrano, en el cine de la base, no el de la flota.

Con respecto a los subversivos que fuesen condenados a muerte o que se decidiese

eliminarlos comentó que iban a volar, y así como hay personas que tienen problemas,

algunos no iban a llegar a destino. Y dijo que se había consultado con las autoridades

eclesiásticas, no sé a qué nivel, para buscar que fuese una forma cristiana y poco violenta”9

Esta dictadura dejo entre 25.000 y 30.000 desaparecidos.

Estos casos caracterizan la desfiguración del Estado como garante de la seguridad a sus

ciudadanos y evidencian la ruptura de los marcos de ley y de derecho. En los inicios de la

Guerra Fría, en 1947 se creó en los Estados Unidos el Consejo de Seguridad Nacional con

el fin de desarrollar la doctrina de Seguridad Nacional, la cual considera a los propios

ciudadanos de un país como posibles amenazas a la seguridad interna, pues es “el conjunto

9 Verbitsky, Horacio. El vuelo. Planeta - Espejo de la Argentina. Buenos Aires. 1995

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29

de medidas, planes y normas destinadas a anular, reducir, neutralizar o rechazar los

obstáculos actuales a la realización o mantenimiento de los objetivos nacionales”10. El ideal

imperante para ese entonces, era reprimir los lineamientos comunistas que al parecer

querían constituirse como la única potencia mundial y reorganizar la sociedad mediante la

expansión del comunismo soviético. A fin de evitar focos ideológicos de esta corriente en

Latinoamérica, Estados Unidos implementa la doctrina de Seguridad Nacional como un

instrumento doctrinario-militar para influir sobre las fuerzas armadas de los países latinos y

asegurar el orden instaurado desde la segunda mitad del siglo XX.11

La seguridad de todo un continente se volvería entonces la excusa para utilizar a las fuerzas

armadas como policías al servicio de las decisiones político-económicas tomadas en

Estados Unidos. El concepto de “enemigo interno” resulta tan favorable: todo aquel

perteneciente a partidos de izquierda, guerrillas u organizaciones antiimperialistas es visto

como una amenaza para la seguridad y el mantenimiento del poder.

Para Alain Rouquie, la fluidez de las tendencias ideológicas permite virajes políticos que

obedecen a la evolución de las relaciones de fuerzas y en particular de la coyuntura

exterior. Puesto que los Ejércitos se encuentran por naturaleza en el punto de articulación

de lo nacional con lo internacional, los cambios de preeminencia al interior de la sociedad

militar frecuentemente están ligados a los cambios en el contexto global12. Es por esto que

mediante pactos acordados entre ciertos países, como el Tratado Interamericano de

Asistencia Recíproca TIAR de 1947, los convenios para la venta de armas, y la Escuela de

las Américas en Panamá, es que las Fuerzas Militares Latinoamericanas estaban

subordinadas al mando de Estados Unidos, y decidieron implementar por acuerdo de sus

dirigentes dicha doctrina de seguridad y la perpetración de la Desaparición Forzada como

instrumento de control político. El accionar de las distintas naciones se unificó entonces

con Augusto Pinochet en Chile; Alfredo Stroessner en Paraguay; Jorge R. Videla, Roberto

Viola y Leopoldo Galtieri en Argentina; Juan María Bordaberry en Uruguay; El general

10 Rouquie, Alain., El estado militar en América latina. Siglo veintiuno editores. 1984 traducción: Daniel Zadunaisky Pág.319 11 Meneghini, Mario. En las III Jornadas "La Hispanidad hoy”. Ponencia, Universidad Nacional de Córdoba. 20-10-06 disponible en: http://bitacorapi.blogia.com/2006/103101-doctrina-de-seguridad-nacional-y-guerra-antisubversiva.php consultado [22 de marzo de 2009] 12 Rouquie, Alain., Op. cit., Pág.343

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30

Hugo Banzer en Bolivia; Julio César Turbay Ayala en Colombia; la familia Somoza en

Nicaragua y las políticas de opresión en el Salvador.

Las técnicas de contrainsurgencia y la doctrina de Seguridad Nacional se encargaron de

militarizar los Estados y descargar un gran poder sobre los Ejércitos. El conflicto armado

que vivió El Salvador en los años 80 permitió la creación de ORDEN, una facción del

Ejército que cobró más de siete mil víctimas; En Guatemala, con los escuadrones de la

muerte que empezaron a proliferar desde 1954 tras el golpe de Estado al presidente Jacobo

Arbenz, 45,000 personas fueron desaparecidas; o en el Brasil, después del golpe de Estado

del general Humberto Castelo al presidente constitucional Joao Goulart en 1964, se creó el

Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) encargado de recoger y clasificar información

sobre los opositores, aunque las cifras no se han logrado esclarecer, este hecho dejo cerca

de 500 desaparecidos.

Alrededor de los años ochenta, esta práctica se traslada a América Central y no bajo el

poder de las dictaduras, sino por la lucha que generan los conflictos armados internos. En

Honduras son desaparecidas cerca de 1.000 personas, mientras que en Perú son cerca de

4.000. Finalmente en Colombia se registran 4.500 desapariciones desde 1977. 13

Así fue como los Ejércitos en América latina rompieron la tradición de ser los encargados

de la defensa del territorio y la soberanía, asegura Ana Lucrecia Molina Theissen, para

convertirse en Ejércitos de ocupación, defendiendo intereses ajenos, incluso contrarios a los

de sus pueblos. Las víctimas dentro de esta práctica son los individuos, que hacen parte de

lo que se denomina ‘guerra psicológica’ pues son calificados de acuerdo a una división

maniquea del mundo: amigo o enemigo; “Toda la actividad del Estado en función de su

seguridad se dirige contra aquellos calificados como enemigos, a los que declara la guerra

total sin considerar ningún límite para su actuación.”14

13 ASFADDES. “Veinte años de historia y lucha”. 2003. Pág. 31. Bogotá. 14 Molina Theissen, Ana Lucrecia. “La desaparición forzada de personas en América latina”. Disponible en: http://www.derechos.org/koaga/vii/molina.html 19 de septiembre de 2008

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31

Por su parte, el filósofo y economista, Franz Hinkelammert dice que las dictaduras de

seguridad nacional “Irrumpen en la sociedad civil, para deshacer estos lazos, introduciendo

en toda América Latina la tortura y la desaparición como un medio sistemático y legítimo

de la dominación. Esta se basa en la aterrorización de la población entera (...).”15

Así mismo, existe una corriente que atribuye estos crímenes y su perpetración a la llamada

Operación Cóndor, una organización terrorista trasnacional nacida en los años 70, dirigida

por los gobernantes de distintos países y el apoyo de sus agencias de inteligencia, para

tratar de disuadir, contener o acabar “los elementos subversivos” de determinada nación.

Comunistas, dirigentes, militantes de izquierda, activistas políticos, sindicalistas sociales y

religiosos, exiliados, todos eran considerados objetivos militares que si bien no eran

asesinados por los dirigentes de Cóndor, lo eran por sicarios a sueldo o bandas clandestinas

comandadas por las dictaduras (Argentina, Paraguay, Chile), que a su vez, según Valentín

Mashkin, eran comandadas por las políticas de Washington.16

William Colby, director de la CIA, declaró el 25 de noviembre de 1974 que: “Estados

Unidos tiene derecho a actuar ilegalmente en cualquier región del mundo, acumular

investigaciones en los demás países y hasta llevar a cabo operaciones tales como la

intromisión en los asuntos chilenos” por dar solo un ejemplo. Para Mashkin, “La

colaboración entre los servicios secretos de las dictaduras latinoamericanas dio a luz este

ave de rapiña. (…) hoy se habla ya de una organización general para todo el hemisferio

occidental, que actúa bajo la egida de la CIA. (…) lo prueba el asesinato de Orlando

Letelier ex ministro de Defensa y embajador de Chile en Washington durante los años de

gobierno de Salvador Allende.17

Según el libro Asesinato en el barrio de las embajadas (1980) de los norteamericanos John

Dignes y Saul Landau, y las publicaciones de los periodistas D. Freed, y Richard Gott a

finales de los años 70, existe una acción coordinada que tiene por objetivo reducir el

movimiento libertador en Latinoamérica sacando a los activistas del camino. Digamos que

15 Hinkelammert, Franz J. “Democracia y totalitarismo”. 1990, Pág. 212. San José, DEI. 16 Mashkin Valentin. Operación Cóndor. Editorial Colombia nueva, 1983. 17 Ibid. Pág. 09

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toda esta estrategia política, quería retener la influencia cubana como influencia ideológica

en otras regiones del continente, y amparada en operaciones y crímenes moldear un

referente de lo que significa el Estado y la sociedad. En este contexto se desarrolló, entre

muchos crímenes y prácticas, la Desaparición Forzada.

Desde el último cuarto del siglo XX hubo un marcado reconocimiento del crimen por parte

de la jurisprudencia internacional debido a la multiplicación de casos en América Latina y a

la movilización de organizaciones no gubernamentales que pretendían hacer efectivas las

denuncias sobre Desaparición Forzada y su conocimiento.

Para la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Protección de todas las Personas

contra las Desapariciones Forzosas, en el artículo 2º de su Convención, dice: "Todo acto de

desaparición forzada que sustrae a la víctima de la protección de la ley y le causa graves

sufrimientos, lo mismo que a su familia pues representa una violación de las normas del

Derecho Internacional Humanitario que garantiza a todo ser humano el derecho a la libertad

y a la seguridad de la persona y el privilegio de no ser sometido a torturas ni tratos crueles,

inhumanos o degradantes”.

Según el preámbulo de la declaración sobre la protección de todas las personas contra la

Desaparición Forzada, este crimen es "La detención o secuestro de una persona contra su

voluntad (...) por agentes del gobierno o (...) de grupos organizados o de particulares que

actúan en nombre del gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su

asentimiento, quienes se niegan a revelar la suerte (...) o el lugar donde se encuentran, o a

reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así de la protección de la Ley"18

De igual forma el artículo 3º común de los Convenios de Ginebra de 1949 prohíbe

totalmente, en cualquier tiempo y lugar, "los atentados contra la vida y la integridad

corporal de aquellas personas que no participan directamente en hostilidades.”

18 Asamblea general de las Naciones Unidas. “Convención internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas”. 23 de septiembre de 2005

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33

Por su parte la Corte Interamericana de Derechos Humanos (1994) ha dicho que la

Desaparición Forzada de personas es “la privación de la libertad a una o más personas,

cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de

personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de

la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de

informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos

legales y de las garantías procesales pertinentes.”19

Así mismo, este crimen constituye un hecho ilícito que genera una violación múltiple y

continuada de varios derechos protegidos por la Convención. Por ejemplo, afirma que las

órdenes de un superior no serán una excusa para cometer la desaparición, es decir que se

tiene el derecho y el deber a no obedecerlas, así como la obligación de recibir la educación

necesaria sobre este crimen.

Pues este ha implicado con frecuencia la ejecución de los detenidos, en secreto y sin

fórmula de juicio, seguida del ocultamiento del cadáver con el objeto de borrar toda huella

material del crimen y procurar la impunidad absoluta 20

De esta manera siguen siendo muchos los derechos que se transgreden a partir de este

crimen de lesa humanidad. Los artículos 4, 5 y 7 de la Convención Americana de Derechos

Humanos que defienden el derecho a la vida, la libertad y la integridad personales; El

derecho a no ser arbitrariamente detenido ni preso, sancionado en el artículo 9 de la

Declaración Universal de Derechos Humanos, el artículo 9 del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos, el artículo 1 de la Declaración Americana de los Derechos y

Deberes del Hombre; El derecho a la libertad y seguridad de la persona, consagrado en el

artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; El artículo 6 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos; Y la obligación de investigar, juzgar y

sancionar a los responsables y el derecho de las víctimas a la protección judicial consagrada

en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos.

19 Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “A-60: Convención interamericana sobre desaparición forzada de personas”. 1994.En Línea: http://www.cidh.org/Basicos/Basicos7.htm Consultado el 30 de Septiembre de 2008 20 Colectivo de abogados José Alvear Restrepo. “Gotas que Agrietan la Roca” Casos tramitados ante el sistema Interamericano. Pág. 41. Bogotá.

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34

Paralelo a esto, y como símbolo internacional de memoria y solidaridad, La Federación

Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos – Desaparecidos,

FEDEFAM, creó en 1981 la semana Internacional por los Detenidos desaparecidos,

celebrándose desde entonces cada año durante la última semana del mes de mayo. Más de

once países de Latinoamérica, entre ellos Colombia, y otros como Filipinas, Sri Lanka,

India e Indonesia se han sumado a conmemorar esta fecha.

Y es que no solo la violación constante de los derechos fundamentales del hombre permite

comprender el oscuro transfondo de la Desaparición Forzada, también da una idea de los

contextos y gobiernos en los que este crimen se anida, pues más allá de la violación de la

ley, esta el incumplimiento de los Estados en brindar seguridad y protección a sus

ciudadanos.

Para el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de las Naciones

Unidas, “La desaparición de personas se vincula con períodos de inestabilidad política

interna de los Estados, constituyendo una de las técnicas más perniciosas de violación de

derechos humanos, un método eficaz de eliminación de adversarios políticos o sospechosos

de realizar acciones subversivas, así como una táctica para acabar con los insurgentes o

sofocar las disidencias. El Grupo ha advertido que un factor fundamental que alienta la

práctica de la desaparición es la impunidad para quienes la practican, la inercia institucional

del Poder Judicial, la inaplicabilidad del hábeas corpus y la extensión de la competencia de

los tribunales militares para juzgar violaciones a los derechos humanos”.21

Es precisamente en este contexto global, con la influencia activa de operaciones y

doctrinas, que en Colombia específicamente se hicieron evidentes los primeros casos de

Desaparición Forzada a finales de los años setenta, durante el gobierno de Julio César

Turbay (1978 1982). Bajo el Estado de Sitio, que se había hecho común para el país desde

1949, el presidente decretó el 06 de septiembre de 1978 el Estatuto de Seguridad con el que

pretendía contrarrestar la actividad subversiva y el narcotráfico. Dicho Estatuto incrementó

las penas por el delito de secuestro, los delitos políticos y las conductas relacionadas con el

21 Defensoría del pueblo (Perú). “La desaparición forzada de personas en el Perú, 1980-1996” Capitulo 2. Lima, Perú. 2002

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terrorismo. En el artículo 3º de dicho estatuto, por ejemplo, se penaliza "la integración de

bandas, cuadrillas o grupos armados de tres o más personas que invadan o asalten

poblaciones, predios, causando muertes, incendios o daños en los bienes, o cometan otros

delitos contra la seguridad e integridad colectivas (...) o establezcan contribuciones con el

pretexto de garantizar, respetar o defender la vida o los derechos de las personas",

conductas castigadas con 10 a 15 años de cárcel.

El Estatuto fue criticado dentro y fuera del país. Al parecer el problema estuvo en las

amplias facultades que se le dieron a la Justicia Penal Militar para juzgar a los civiles por

delitos contra la seguridad del Estado y relacionados con el narcotráfico, así como cualquier

otro tipo de conducta que atentara contra la vida e integridad personal de los miembros de

la Fuerza Pública, funcionarios civiles, miembros del DAS, o contra funcionarios públicos.

Aumentaron también las penas por porte ilegal de armas, municiones y explosivos; Se

limitó la información relacionada con la situación de orden público: cese de actividades,

paros, huelgas ilegales, y de noticias que "inciten al delito o hagan su apología". Se facultó

al Ministerio de Comunicaciones para que pudiera tener dominio sobre las frecuencias o

canales en cualquier caso, con el fin de restablecer la normalidad cuando se atentara contra

la perturbación del orden público.

Pero la historia venía desde mucho atrás, cuando el 31 de Diciembre de 1977 el grupo

guerrillero M – 19 ingreso al Cantón Norte, principal depósito de armas del Ejército

Colombiano, localizado en la ciudad de Bogotá, y robó cerca de 5.000 fusiles. El robo

significó para el Gobierno críticas y burlas por parte de la opinión pública, pues los

movimientos subversivos y de guerrilla crecían por todo el país. Al día siguiente (decreto

70 del 01 Enero 1978) se decreta que los miembros de la Fuerza Pública queden libres de

cualquier responsabilidad penal cuando intervengan en operaciones para prevenir o reprimir

actos de extorsión, secuestro o narcotráfico. Sin embargo, esto acrecentó el número de

denuncias por detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas a estudiantes, líderes

populares y profesionales, así como las persecuciones a sindicalistas y otros miembros de la

oposición política.

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36

El Informe Anual de Amnistía Internacional de 1982 asegura que esa época estuvo

marcada por detenciones arbitrarias, el procesamiento de decenas de personas en consejos

de guerra y el uso de la tortura y la ejecución a aquellos presuntos colaboradores de las

guerrillas.22 Lo que se conoció como ‘Plan fantasma’ fue uno de los mecanismos más

conocidos que se utilizaron para reprimir la lucha cívica y la repartición, por ejemplo, de

propaganda ajena a los lineamientos del gobierno. El caso de Gustavo Albeiro Muñoz

Hurtado, ejemplifica este accionar, pues él, conocido por su constante participación en los

temas correspondientes a su comunidad, fue detenido el 30 de mayo de 1982 por un grupo

de militares en el barrio Belén rincón, de Medellín. Estos aseguraban que tenía propaganda

subversiva y vínculos con grupos al margen de la ley, motivo por el que fue apresado y

transportado en un vehículo militar, sin previa orden. Días después apareció su cadáver23.

Las condiciones y motivaciones para este Estatuto y su implementación vienen quizás del

fenómeno que creó el llamado Frente Nacional y su posterior desgaste en la política

colombiana. Luego de que se llegará a un acuerdo entre liberales y conservadores por

compartir el poder del país durante el periodo que va de 1958 a 1974, alternándose de vez

en vez la presidencia y excluyendo de esta a cualquier otro tipo de partido político en las

elecciones, en 1986 por decreto el término de este acuerdo se amplía. Para Jaime Gómez

Velásquez en dicha época, “la representación política se desarrolló bajo una democracia

restringida que lejos de incorporar la participación del conjunto de la sociedad la excluyó o

reprimió su disidencia”24

Esta concepción binaria de la política, que tiene sus raíces en la época conocida como “La

Violencia” (1949-1953) impulsó la creación de movimientos y guerrillas de liberación que

pretendían luchar y modificar los procesos políticos del país, al menos en esa época.

Tanto en el libro ‘Cuadernos de Campaña’, escrito por Manuel Marulanda Vélez,

comandante de las FARC, como en el libro ‘El guerrillero invisible’ de Joe Broderick, se

hace una minuciosa descripción de cómo fue la conformación, estructuración,

22 Amnistía Internacional, Informe Anual, 1982, Pág.108 23

CINEP El camino de la niebla. Colectivo de abogados José Alvear Restrepo. 1988. Bogotá 24 Gómez Velásquez, Jaime. Entre la paz y la violencia: el caso de Gloria Lara. Tesis Universidad Javeriana (MT.H 0046 G65) 1999.Bogotá

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fortalecimiento y consolidación tanto de las FARC como del ELN en Colombia. Las FARC

(Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) como se conocen actualmente tienen sus

orígenes en disputas campesinas que se dieron hacia el año 1949 cuando la violencia

gubernamental contra liberales y comunistas en el Sur de Tolima se acrecentó cuando el

líder Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado el 9 de Abril de 1948. Produciendo así la

conformación de pequeños grupos de resistencia organizada que se auto defendían de la

policía y los conservadores.

Hacia 1950 se reunieron en la zona de Irco, Chaparral, los miembros guerrilleros de cada

corriente, y deciden que en el Davis constituirán unidos un destacamento fuerte y un Estado

Mayor Unificado para todo el Sur de Tolima. De esta manera se fueron organizando

político, civil y militarmente, pero las diferencias entre uno y otro pensamiento se empezó a

hacer evidente: Con el ascenso de Rojas Pinilla en 1953 a la presidencia, se establece un

acuerdo de paz donde quienes entreguen las armas serán amnistiados y restituídos, es por

esto que los lineamientos liberales de la guerrilla dirigidos por “la familia Loaiza”

comienzan a entregarse y a entregar a sus compañeros comunistas y sus armas, por sumas

de dinero y supuestas ayudas.

Bajo esta línea, en 1964 se da el golpe a Marquetalia donde 16 combatientes con armas,

aviones y demás logró reducir esta estructura considerablemente; estos ataques a

poblaciones campesinas hacen que crezca la necesidad por unificar los destacamentos y es

así como se celebra la primera conferencia del Bloque sur en Riochiquito, donde se da un

Estado Mayor único para todos, se constituyen las FARC: en una conferencia donde se

plantean las bases para seguir una línea político militar, con reglamentos internos y

organización territorial, donde se desarrolla la tecnicidad en su actuar y la expansión

nacional.

Por su parte dos años antes de esta consolidación, siete jóvenes colombianos provenientes

de Santander deciden viajar a Cuba, entre ellos: Víctor Medina Morón, formado en el

Partido Comunista de Colombia y en la Universidad Industrial de Santander; Ricardo Lara

Parada, de Barrancabermeja y compañero de Víctor en la UIS, y Fabio Vásquez Castaño.

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38

Ellos, estaban convencidos de querer tomar el poder medio de las armas, por lo que allí

aprendieron el manejo de las estas y la táctica guerrillera impulsada por el Gobierno de

Fidel Castro que buscaba expandir la insurrección en el resto de América Latina. Allí

conformaron la Brigada Pro liberación José Antonio Galán. Cuando volvieron al país en

1963, crearon el grupo armado ELN (Ejército de Liberación Nacional) establecido en una

zona rural situada ente San Vicente de Chucuri y Barrancabermeja, al comando de Fabio

Vásquez. El 7 de enero de 1965 el ELN penetró la escena nacional, al cometer su primera

acción militar, donde solo 23 hombres y una mujer se tomaron la estación de policía,

matando a los agentes y robándole sus armas, con viejas carabinas y escopetas en Simacota

y más tarde en Papayal al Norte de Santander.

También nacieron, El Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Movimiento armado

Quintín Lamé; a mediados de los años 70 nació el M-19. Estallaron una serie de protestas y

de manifestaciones públicas, entre ellas los movimientos estudiantiles y los paros cívicos,

como el de 1977 que se realizó a nivel nacional y demandaba la prestación de servicios

básicos. Todo este escenario social creo el clima perfecto para el fortalecimiento de la

autonomía del Ejército y quizá facilitar la definición de la versión colombiana de la

Doctrina de Seguridad Nacional.25 Que en su momento terminaría aplicando tácticas de

represión y control como la Desaparición Forzada y todos los crímenes asociados.

Algunos teóricos afirman que incluso desde antes y bajo el amparo del decreto 2196 de

1976, expedido durante el gobierno de Alfonso López Michelsen, varios escuadrones de

inteligencia aplicaron la Desaparición Forzada.

El decreto buscaba confrontar las crecientes manifestaciones de protesta social y castigaba

penalmente a “quienes estuviesen reunidos para perturbar las actividades sociales, quienes

realizaran reuniones públicas sin el cumplimiento de formalidades legales, o quienes

simplemente obstaculizaran el tránsito de vehículos o hicieran dibujos ultrajantes en lugares

públicos”26. El primer caso de Desaparición Forzada del que se tiene registro en Colombia

fue el de Omaira Montoya Henao, una bacterióloga en estado de embarazo, detenida en

25 Gómez Velásquez, Jaime. Entre la paz y la violencia: el caso de Gloria Lara Op. Cit. introducción 26 CINEP, El camino de la niebla Op. cit, Pág.66 y 67

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Barranquilla por unidades del antiguo grupo de policía F2, junto a su compañero Mauricio

Trujillo el 09 de septiembre de 1977. Trujillo fue torturado y posteriormente puesto a

disposición de las autoridades, que lo juzgaron y condenaron a siete años de cárcel por su

presunta participación en un secuestro. De Omaira no se volvió a saber nada y ningún

miembro del F2 fue procesado por dicha desaparición.

El marco normativo y judicial era cada vez más estrecho para la oposición y los grupos de

izquierda, pues el abuso ilimitado de los poderes de excepción otorgados a la rama

ejecutiva bajo el Estado de sitio durante el gobierno de Turbay, la implantación de la

doctrina de Seguridad Nacional por Estados Unidos, el surgimiento de nuevos grupos

armados al margen de la ley, el pacto del Frente Nacional que cerraba las puertas a la

oposición en el sistema político, y la creación de la ley 48 de 1968 con la cual se le daba

fundamento legal a la organización de grupos civiles armados denominados ‘autodefensas’,

crearon el clima perfecto para la institucionalización y propagación de la Desaparición

Forzada en Colombia.

La práctica se perfeccionó y en los años 80 era un acto sistemático de terror y represión

política generado y perpetrado por la misma fuerza pública. Lo que se conoció como “La

triple A”, una organización clandestina integrada por militares y miembros de inteligencia

militar, fue uno de los tantos grupos encargados de reducir a la oposición política, de

izquierda o comunista, bajo la fachada del Batallón de inteligencia y contrainteligencia

Charry Solano.

Durante cuatro años se mantuvo en pie, hasta que el 20 de julio de 1980 cinco militares

pertenecientes a la organización denunciaron su constitución paramilitar y terrorista.

“Funcionarios al servicio de la Inteligencia Militar desde hace varios años (...) a quienes

precisamente el Ejército al cual servimos por tantos años con decisión y sacrificio, haciendo

cosas ilícitas, realizando delitos por órdenes superiores, que van desde el secuestro,

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torturas, terrorismo, hasta el asesinato para defender dizque al Estado, y hoy en día

perseguidos por esos superiores que ordenaron hacer tales cosas”27.

Dentro de sus delitos esta colocar afiches haciendo alusión a la Triple A; colocar artefactos

explosivos en la sede de la revista Alternativa y de los periódicos El Bogotano y Voz

Proletaria;

Hacer seguimientos, retener, torturar y asesinar al abogado José Manuel Martínez Quiroz,

militante del ELN; secuestrar al estudiante de Tunja, Hernando Benítez López; torturar y

asesinar al estudiante Claudio Medina, y torturar a numerosos militantes del M-19 en una

caverna de la Escuela de Comunicaciones del Ejército, en Facatativá.

Para algunos expertos esta forma de paramilitarismo que atenta contra el Estado de derecho

será la misma que se repita en los años posteriores, pues no solo los militares se hacen pasar

por delincuentes comunes para ejecutar sus crímenes, sino que son los civiles los que usan

ropaje militar para lograr los mismos objetivos28. Como ocurre con el grupo paramilitar

MAS, muerte a secuestradores, creado en 1981 por más de 200 narcotraficantes y

paramilitares que buscaban protegerse a si mismos y a sus tierras de las guerrillas FARC,

ELN y M-19, realizando asesinatos selectivos a secuestradores o gente vinculada con

dichas guerrillas. En 1983, La Procuraduría General de la Nación denunció que a esta

organización se habían aliado varios oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas y que

dentro de sus delitos se encontraba la Desaparición Forzada de personas.

Desde mucho antes, los familiares y víctimas de la Desaparición Forzada en Colombia

habían comenzado a reunirse y a hacer efectivos sus mecanismos de defensa. Por medio de

la denuncia pública intentaron contarle al país su tragedia. A través de marchas, afiches,

boletines y tomas pacíficas buscaban a las autoridades y a los medios de comunicación para

que les ayudaran en la búsqueda y recuperación de sus familiares desaparecidos. Sin

obtener una respuesta, organizaron reuniones ante la Procuraduría y entregaron sus casos a

abogados especialistas en derechos humanos. 27 CINEP. Deuda con la humanidad. Paramilitarismo de Estado en Colombia 1988-2003. “La triple A” Disponible en [http://www.verdadabierta.com/web3/archivos-para-descargar/category/1-general?download=2%3Atriple-a.] consultado el 17 de marzo de 2009 Pág.1 28 CINEP, Deuda con la humanidad. Paramilitarismo de Estado en Colombia 1988-2003. Op cit , Pág. 4

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Solo hasta el 20 de febrero de 1983, es reconocida por primera vez esta problemática

gracias a un representante del Estado, el Procurador General de la Nación Carlos Jiménez

Gómez, quien firma un comunicado en el que él y otros jueces reconocen la existencia de

150 personas desaparecidas en el país, y denuncian entre ellos a 59 miembros activos de las

Fuerzas Armadas como presuntos responsables. Sin embargo, ninguno de los acusados es

detenido, ni procesado, como lo afirma Amnistía Internacional en su informe anual de

1982.

Durante el gobierno de Belisario Betancur entre 1982 y 1986, y como reacción al proceso

de paz que este gobierno había emprendido con la guerrilla de las FARC, opositores a dicha

causa institucionalizaron la práctica de la Desaparición Forzada, crimen que aumentó de

manera sistemática y masiva.

En 1984 y 1985, el registro de Desapariciones Forzadas documentado por organismos

especializados de la ONU pasó de 17 a 162 casos, seguido de uno de los problemas más

graves que hasta ahora ha acompañado el entendimiento de este crimen, la desinformación

y el ocultamiento.

Ese mismo año, la Asociación de Familiares Detenidos-Desaparecidos (ASFADDES)

denuncia públicamente que el Estado, al referirse a los casos de desparecidos ante la ONU,

había afirmado que estos quizá estaban desaparecidos porque perdieron la vida

combatiendo en las montañas o vinculándose a las guerrillas. Atribuían las razones de las

desapariciones a versiones relacionadas con el narcotráfico y grupos subversivos,

modificando completamente el sentido de los hechos29. Las razones que daba el Gobierno

iban desde la criminalidad de los desaparecidos, hasta que las denuncias no se referían a

una Desaparición Forzada por parte de miembros del Estado, sino al hecho de que la

familia no tenga acceso al cuerpo de sus familiares desaparecidos, y no puedan darles

sepultura.

29 ASFADDES. Veinte años de historia y lucha. Op Cit. Pág. 42.

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42

Una alarmante tendencia que no cambió durante la presidencia de Virgilio Barco (1986 –

1990), en la que las desapariciones y muertes se le atribuían a los “escuadrones de la

muerte”, cuando se fortalecieron los grupos paramilitares y se promulgó un severo Estatuto

Antiterrorista que entregó excesivos poderes a los agentes del Estado para combatir el

terrorismo. Como ejemplo, en 1987 la violencia y las cifras de desaparecidos aumentan,

pues las víctimas dejan de ser solo líderes o representantes de izquierda, y pasan a ser

cualquier persona cuya actitud fuera considerada crítica para el gobierno. Desaparecen

sindicalistas, profesores y abogados. Según el informe anual de Amnistía Internacional

(1988, EDAI, Pág. 125) “Algunos grupos de derechos humanos estimaron que 1.200

personas habían desaparecido desde 1977, y más de 200 desde que el presidente Barco

asumió el poder en 1986”.

De acuerdo con las cifras que maneja la Comisión Andina de Juristas, seccional Colombia,

en 1986 y 1987 la cifra de desapariciones por razones políticas se duplica a 1580 y 1560

desaparecidos respectivamente. Luego en los años posteriores 1988, 1989 y 1990 vuelve a

duplicarse a 3900, 2480 y 3800 personas desaparecidas, respectivamente30.

Desde entonces las estadísticas hicieron que se perdiera la costumbre de los registros

individuales, pues cada vez eran menos los casos aislados y más las víctimas localizadas en

zonas de conflicto, como en los departamentos de Santander, Antioquia, Caquetá y el Valle.

Sin embargo, para 1987 la Procuraduría informó que estaban por resolver más de 600 casos

de personas desparecidas desde 1977; Entre 1992 y 1995 se reseñaron ante la Fiscalía

General de la Nación aproximadamente 300 casos, y las cifras siguen contradiciéndose

entre sí. La mayoría de las víctimas provenían del movimiento político Unión Patriótica

surgido de los acuerdos de paz suscritos entre el gobierno de Belisario Betancur y las

FARC, en 1984 y 1986.

Sin embargo, es partir de la Constitución de 1991 que la Desaparición Forzada se vuelve un

tema de interés y de inclusión política. En su título II correspondiente a los derechos,

garantías y deberes de los colombianos y en el capítulo 1 alusivo a los derechos

30 Comisión Andina de Juristas, seccional colombiana, Gustavo Gallón en: ASFADDES. Veinte años de historia y lucha. Capítulo 1. Pág. 52. 2003. Bogotá

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43

fundamentales, se incluyó en el artículo 12 una norma que dice: “Nadie será sometido a

desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes”.

Esta disposición motivó a varios organismos no gubernamentales de derechos humanos a

reclamar acciones concretas por parte del Estado para corresponder a la citada pauta

constitucional. Sin embargo, varias veces se presentaron y tramitaron proyectos de ley en el

Congreso de la República para tratar de adecuar un instrumento jurídico complementario,

pero también en varias ocasiones el Poder Ejecutivo objetó diversos proyectos aprobados.

Sin embargo, la presión internacional y el interés de algunos organismos de derechos

humanos, lograron que en el año 2000 se aprobara una ley contra la Desaparición Forzada.

La ley 589 del 7 de julio de 2000 que, como lo dice en su preámbulo, está destinada a

tipificar el genocidio, la desaparición forzada, el desplazamiento forzado y la tortura.

En esencia la ley introdujo varias modificaciones al Código Penal con particulares

distinciones encaminadas a que no sólo son los servidores del Estado los que incurren en

este delito, sino que en la misma medida lo hacen las organizaciones armadas al margen de

la ley. Por eso en el artículo 268A de la citada ley 589 de 2000, se lee: “El particular que

perteneciendo a un grupo armado al margen de la ley someta a otra persona a privación de

su libertad cualquiera que sea la forma, seguida de su ocultamiento y de la negativa a

reconocer dicha privación o de dar información sobre su paradero, sustrayéndola del

amparo de la ley, incurrirá en prisión de veinticinco (25) a cuarenta (40) años, multa de

quinientos (500) a dos mil (2.000) salarios mínimos legales vigentes y en interdicción de

derechos y funciones públicas de cinco (5) a diez (10) años”.

Y a renglón seguido señala: “A la misma pena quedará sometido, el servidor público, o el

particular que actúe bajo la determinación o la aquiescencia de aquel, y realice la conducta

descrita en el inciso anterior”; De igual modo, la ley determina severas acciones del Estado

cuando el crimen se cometa utilizando bienes del Estado, cuando se someta a la víctimas a

tratos crueles, inhumanos o degradantes, o cuando por causa o con ocasión de la

Desaparición Forzada la víctima muera y se cometa cualquier acción sobre el cadáver de la

víctima para evitar su identificación posterior.

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44

Obviamente la ley también incluye circunstancias de atenuación punitiva, como la

reducción de las penas a la mitad o incluso menos, cuando en un término no superior a 15

días, los autores o partícipes liberen a las víctimas voluntariamente en similares

condiciones físicas y psíquicas a las que se encontraban en el momento de ser privadas de

la libertad, o cuando estos mismos infractores de la ley suministren información que

conduzca a su recuperación inmediata, en similares condiciones físicas y psíquicas. En tales

casos, advierte la ley, las penas se reducirán de una tercera parte a la mitad. Si los autores o

partícipes suministran información que conduzca a la recuperación del cadáver de personas

desaparecidas, las penas se reducirán hasta en una octava parte.

Contrario a lo que se venía efectuando anteriormente, pues en Colombia el delito se

tipificaba bajo el nombre de ‘secuestro extorsivo agravado’ según los artículos 1 y 3 de la

ley 40 de 1993 que reza “El que arrebate, sustraiga, retenga u oculte a una persona con el

propósito de exigir por su libertad un provecho o cualquier utilidad, o para que se haga u

omita algo, o con fines publicitarios o de carácter político”. Esto generaba confusiones y

problemas en la especificidad de los casos de Desaparición Forzada, pues se consideraba

que el secuestro y la desaparición eran lo mismo, que la una generaba la otra.

Esta diferenciación entre posibles autores de la Desaparición Forzada se evidencia de

manera más clara en el reformado artículo 268 del Código Penal, donde hoy se lee: “la pena

prevista en el artículo anterior será de cuarenta (40) a sesenta (60) años en los siguiente

casos: cuando la conducta se cometa por quien ejerza autoridad o jurisdicción”. Es decir, un

castigo más severo para los eventuales servidores del Estado que incurran en tan

abominable práctica violatoria de las garantías fundamentales.

La agravación del delito también se tipifica en aquellos casos en que la conducta se cometa

contra una persona con discapacidad, un menor de 18 años, una persona mayor de 60 o

mujeres embarazadas o cuando sea “contra las siguientes personas: servidores públicos,

comunicadores, defensores de derechos humanos, candidatos o aspirantes a cargos de

elección popular, dirigentes sindicales, políticos o religiosos, contra quienes hayan sido

testigos de conductas punibles o disciplinarias, juez de paz, o contra cualquier otra persona

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45

por sus creencias u opiniones políticas o por motivo que implique alguna forma de

discriminación o intolerancia”.

La ley 589 incluyó además otros artículos de gran importancia que en su aplicación han

contribuido a la búsqueda y referencia de las víctimas de la Desaparición Forzada. El

artículo 8, es alusivo a la creación de una Comisión Nacional de Búsqueda de personas

desaparecidas conformada por organismos estatales y organizaciones no gubernamentales

con el fin de apoyar y promover la investigación del delito de Desaparición Forzada y la

búsqueda de personas desaparecidas.

El articulo 9 se refiere a la creación de un Registro Nacional de desaparecidos, y aunque

fue implementado cinco años después de ser expedida la ley, intenta unificar las cifras de

desparecidos en todo el país, con una actualización constante de los datos en la página

Web. En cuanto a las estadísticas, se hace una clara distinción, entre las desapariciones

comunes y las “presuntamente forzadas”, por regiones.31 También hacen parte de estos

mecanismos de recopilación, la bodega de casos Sicomain y la base de datos Sirdec.

Para Gloria Gómez, presidenta de la organización ASFFADDES, la aplicación y

tipificación de la ley 589 “fue un logro de las familias víctimas en el país y resulta ser un

mecanismo mucho más avanzado que los instrumentos internacionales, porque culpa y

condena tanto a particulares como a miembros del Estado”. Sin embargo, para Gómez la

ley desdibuja la responsabilidad que tiene el Estado no solo como actor y/o autor en los

crímenes, sino como garante de indemnizaciones justas para las víctimas, porque se

confunde el ser mismo de la Desaparición Forzada, al mezclarlo con otro tipo de

desapariciones producto de acciones distintas como los robos, la desorientación, la vejez o

la infancia.

Así mismo, permanece la impunidad por la acción o la omisión del gobierno para prevenir,

erradicar, y castigar la Desaparición Forzada. Para Gloria Gómez la respuesta del Estado

para los familiares de los desaparecidos es que muchas veces se encuentran en esa

condición porque querían, porque no volvieron, porque se unieron a las FARC o están en

31 Puede ver la página web: www.comisiondebusqueda.com Consultada el 19 de octubre de 2009

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medicina legal; El problema real es que hay un desconocimiento generalizado del tema por

parte de las autoridades que desconocen la ley y no saben como actuar.

Durante la realización de este trabajo, la gobernación de Antioquia bajo el liderazgo de

Luis Alfredo Ramos, lanzó el 05 de noviembre de 2009 un proyecto con el que intenta

legalizar y entregar a todos los N.N. que se tienen en Medicina Legal sin realizar las

pruebas técnico – científicas y las exhumaciones correspondientes que se necesitan para

comprobar la relación de consanguinidad entre un ser humano y otro. Cualquier persona

puede asegurar que el cadáver que reclama es el propio, pero esta jamás podrá ser

comprobado.

Este hecho puede responder a las cifras que se presentan y que han sido denunciadas

repetidamente por actores políticos que investigan y condenan la ejecución de este crimen.

El presidente del Grupo de trabajo sobre desapariciones forzadas e involuntarias de la

ONU, Santiago Corcuera por ejemplo, manifestó su preocupación porque actualmente en

Colombia se presentan dos o tres Desapariciones Forzadas cada día.

Gustavo Gallón, director de la Comisión Colombiana de Juristas, dijo que entre mediados

de 2002 y de 2007 hubo 1.259 desapariciones forzadas en Colombia, el 97% de las cuales

atribuye su organización a agentes estatales y paramilitares, y el 3% a las guerrillas.

En el año 2000 se hablaba de unos 3.500 casos de desaparecidos, en 2008 la Fiscalía

General revela que está investigando la desaparición de 15.645 personas. Pero para las

organizaciones no gubernamentales, la cifra podría llegar a superar 30.000 personas de las

que no se tiene rastro.

Actualmente, en el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez se presenta una nueva

modalidad de Desaparición Forzada denominada por las autoridades como “falso positivo”,

traducido en el asesinato de civiles por parte de miembros de la Fuerza Pública,

haciéndolos pasar como “bajas” en combate.

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Tanto la Organización de Naciones Unidas, y entidades estatales como la Fiscalía, han

investigado los casos de “falsos positivos” que se vienen presentando desde el 2006 bajo el

mandato de Uribe y que han cobrado más de 2000 víctimas.

La modalidad de los “falsos positivos” contempla la posibilidad de que miembros del

Ejército registren el mayor número de muertos haciéndolos pasar como miembros de

grupos ilegales, siendo estos recompensados con permisos, bonos y ayudas económicas.

El escándalo fue conocido cuando once madres de jóvenes de Soacha denunciaron que sus

hijos, reportados como delincuentes caídos en combate, fueron asesinados, al parecer, por

miembros de la Fuerza Pública en la zona rural de Ocaña en el Norte de Santander. Aunque

se tienen noticias de estos crímenes desde 1990, cuando el entonces embajador de Estados

Unidos Thomas McNamara, reportó un preocupante aumento de violaciones atribuidas al

Ejército de Colombia.

El caso de nueve civiles muertos en El Ramal, Santander, el 07 de junio de 1990, que

fueron asesinados y luego vestidos como guerrilleros, es uno de los primeros registros que

se tiene de estas ejecuciones extrajudiciales. La historia trascendió pues cuando a la escena

llegó un juez militar este se dio cuenta que en los uniformes no había agujeros de bala y que

por ello la ropa no coincidía con las heridas en los cuerpos de las víctimas. (Michael Evans,

Revista Semana, 07 enero 2009)

El fenómeno denominado por el Archivo de Seguridad Nacional de Washington como “el

síndrome de conteo de bajas”, ha cobrado miles de víctimas y a pesar de las pruebas, el

gobierno no ha aceptado su responsabilidad total.

Un informe del CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular) publicado en el

periódico El Espectador del 5 de mayo del 2009 muestra una cronología de ocho casos

denunciados y comprobados como “falsos positivos”:

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Mauricio González

(Octubre 8 de 2008)

“Militares de la Brigada VI del Ejército ejecutaron a Mauricio y detuvieron arbitrariamente

a Deivy, a Ricardo y a Wiston. Fueron presentados como guerrilleros del frente Cajamarca

de las Farc”.

Ferley Augusto Linares Granados y Julia Esther Jerónimo Sánchez

(Octubre 13 de 2008)

“Asesinados en zona rural de Fortul cuando se transportaban en una motocicleta”.

Marco Tulio Peñalosa

(Octubre 16 de 2008)

“Militares del Batallón Contraguerrilla 65, de la Brigada XVI, ejecutaron al campesino

Marco Tulio en la vereda Sizaraque, lo sacaron de su casa frente a tres testigos y simularon

un combate”.

Jeferson Estiven Bastidas

(Octubre 25 de 2008)

“Tropas del Ejército ejecutaron a Jeferson, de la Corporación Campesina (Corcap), afiliada

a Fensuagro-CUT, en la vereda La Esmeralda, corregimiento Mecaya”.

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Arnobis Negrete Villadiego

(Diciembre 26 de 2008)

“Tropas del Batallón de Infantería 31 Rifles de la Brigada XI del Ejército Nacional

ejecutaron a Arnobis, a quien posteriormente presentaron como integrante de una banda

criminal de alias ‘Don Mario’ muerta en combate. Tenía 18 años, estudiaba séptimo grado

de bachillerato en la jornada nocturna de la institución educativa Cristóbal Colón de

Montería”.

María Concepción Rico

(Enero 7 de 2009)

“Herida en su casa en un combate entre el Ejército y la guerrilla. Fue trasladada a

Villavicencio donde murió. Los soldados trataron a los civiles de ser guerrilleros”.

Luis Arbey Díaz Rubieno

(Marzo 14 de 2.009)}

“Vicepresidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda el Tapir, de La Macarena

(Meta), asesinado por un soldado de la Brigada Móvil Nº 1, bajo al mando del teniente

Londoño”.

Después de la visita a Colombia del relator de la ONU para ejecuciones arbitrarias, Philip

Alston, se abrieron las puertas para hacer público uno de los fenómenos más macabros de

los últimos tiempos, en sus declaraciones el funcionario reveló detalles nunca antes

conocidos:

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"...Hay dos problemas con el relato que se centra en los falsos positivos y en Soacha. El

primero se debe a que la expresión “falsos positivos” brinda una suerte de aura técnica para

describir una práctica que se caracterizaría mejor como el asesinato a sangre fría y

premeditado de civiles inocentes, con fines de beneficio.

El segundo es que el enfoque en torno al caso de Soacha fomenta la percepción de que se

trata de un fenómeno limitado, tanto geográficamente, como en el tiempo. Aunque las

matanzas de Soacha fueron flagrantes y obscenas, mis investigaciones demuestran que son

simplemente la punta del iceberg. He entrevistado a testigos y a supervivientes que

describieron matanzas muy similares en los departamentos de Antioquia, Arauca, Valle del

Cauca, Casanare, Cesar, Córdoba, Huila, Meta, Norte de Santander, Putumayo, Santander,

Sucre y Vichada. Una cantidad importante de unidades militares estaban involucradas en

ello". (Declaración del Profesor Philip Alston, Relator Especial de las Naciones Unidas

para las ejecuciones arbitrarias Misión a Colombia del 8 al 18 de junio de 2009)

La nueva modalidad de desaparición no tardó en cobrar fuerza entre las filas del Ejército y

el Gobierno desatando amenazas contra los familiares de las víctimas que han denunciado

los asesinatos.

Según un informe de Caracol Radio publicado el 18 de marzo de 2010 “De acuerdo con un

reporte de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, 218 integrantes del Ejército han

sido condenados tras haber sido hallados responsables del asesinato de personas que son

presentadas como supuestos delincuentes muertos en combates.

Según el documento, cinco tenientes coroneles, seis mayores, nueve capitanes y 60

soldados profesionales han sido sentenciados por la justicia colombiana.

De igual manera, de acuerdo con las estadísticas que lleva la Fiscalía, son investigados

1.353 casos de homicidios cometidos presuntamente bajo la modalidad conocida como la

de los falsos positivos”.

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Así es pues como la sociedad colombiana sumida en un aparente conflicto interno, devela

las complicadas dinámicas de guerra y muerte que se presentan cuando los ideales políticos

van en contravía de los derechos humanos y civiles.

La intrincada espiral que empieza con las desapariciones de los años 80 en Colombia y

desemboca en el 2006 con los más de 1.800 casos de “falsos positivos”, solo deja un

complejo panorama que se debe replantear diariamente, ¿Qué pasa con las víctimas?

Aunque varios teóricos en todo el mundo tratan de analizar este tipo de problemas de orden

humanitario, bajo la visión de resolución de conflictos, es la construcción de memoria, de

perdón y si existe sentimiento de venganza, lo que influye y en un futuro importará para el

continuado desarrollo de estos casos en todo el mundo.

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Y SIEMPRE SEGUÍ CAMINANDO: El recuerdo de Jaime Gómez

A veces cuando nos cuentan una historia, inmediatamente tratamos de recrear lo que

oímos. Como una respiración, se empiezan a recoger imágenes olvidadas y momentos que

obligan a volver. A volver, siempre, sin ninguna variación a nuestra propia historia.

Resulta también que ese regresar lo construyen los personajes; algunos de acción, otros de

estado, con emociones, que están en libros y nos identifican, que se reúnen en nuestra

mente y dicen lo que se les da la gana. Son los que quedan.

En esta historia, la de ahora, la de un martes cualquiera cerca al parque Nacional en

Bogotá, no hay protagonistas, no hay estrellas. Solo la historia de una guerra solapada,

sostenida en el tiempo en la que mientras se explotan tierras, se pierden vidas, y esas vidas

se convierten en un número, un cálculo impreciso y constante que las hace sentir

muy lejana. En este minuto cae otro cuerpo, quien sabe cuántos más, y otro reloj se hunde

en el barro.

Las pantorrillas de Jaime Gómez fueron el único tejido vivo que quedó para demostrar la

tortura a la que fue sometido durante 34 días, después de que estuviera trotando, todas las

mañanas como siempre lo hacía, en el cerro vía a Monserrate el 21 de marzo de 2006 en

Bogotá.

Era un rito, desdoblar su ropa, tomar sus botas para escalar, despedirse y emplear cerca de 2

o tres horas en la montaña. Ese martes, su esposa, “Leli”, como él le decía de cariño, una

consultora en Ingeniería, y su hijo Juan Sebastián, volvían a las seis de la tarde para

encontrarse con Jaime en su residencia ubicada en la calle 36 con carrera séptima, contigua

al parque Nacional. Ella volvía, tal vez con ganas de hablar, de dar un beso, y Juan

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Sebastián solo quería cruzar unas palabras, pedir un libro, verlo.

Ninguno de los dos logró nada. Jaime no estaba, ni su ropa de ejercicio, tampoco sus botas,

el orden era distinto. Habían abierto la puerta y el frenesí, el shock se apoderaba de ellos,

no sabían que pasaba pero sospechaban lo peor. Solo salió a caminar y no volvió.

Por ser un cerro muy frío, lo primero que se les cruzó por la cabeza era que Jaime había

sufrido un infarto. Subir el pico montañoso además se vuelve una tarea titánica, porque no

hay camino, y siempre hay que armarse con pies y manos para ir despejando la frondosidad

de los arbustos y plantas que crecen en la zona. “Y tal vez sufrió un infarto y no bajó, o

nadie lo bajó o algo pasó en la montaña solo”, pensaban mientras decidían que hacer.

Llamaron a su equipo de trabajo, dirigentes y políticos del partido Liberal entre ellos a

Piedad Córdoba de quien Jaime era su asesor político, y en cuestión de minutos se

reunieron. La senadora Córdoba dio aviso a, quien hoy es el Director de la Policía, el

Coronel Óscar Naranjo. Mientras tanto, Juan Sebastián alerta a su madre Yolanda,

compañera de lucha de Jaime en el partido el MOIR (Movimiento Obrero Independiente

Revolucionario) con la que vivió una relación de más de 10 años. Yolanda, quien para ese

entonces era Subsecretaria en la Alcaldía Mayor de Bogotá, dio aviso a Andrés Restrepo,

encargado de seguridad en la Secretaría de Gobierno.

Minutos después Juan Sebastián sale desesperado de su casa y va a la primera estación de

bomberos que encuentra, cerca a la avenida circunvalar. Golpea la reja, trata de entrar y

nadie le responde, por lo que con un esfuerzo sobrehumano brinca el cercado y logra hablar

con el bombero encargado. Le contó todo.

Esa misma noche llegan, enviados por el Coronel Naranjo, dos agentes del DAS para

colaborar en el caso. Las preguntas son incómodas, por Jaime no pertenecer a la Unidad

Legislativa del partido, se cuestionan sus intenciones, cómo era posible que trabajara gratis

y hubiera escrito un proyecto en contra de la ley de Justicia y Paz (2005) sin recibir ningún

incentivo a cambio, y sus presuntas vinculaciones con el gobierno de Venezuela agravaron

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la situación. No se logra determinar nada. Sin tiempo y sin sueño, el desespero y la

búsqueda se extienden hasta el jueves.

Con 2 helicópteros, la ayuda de la Defensa Civil y la DEPAE, (Dirección de Prevención y

Atención de Emergencias) se trata de encontrar a Jaime durante esos dos días en las zonas

aledañas. El intento es inútil, no hay rastro de él.

Las noticias informan sobre el hecho. Los amigos se solidarizan. El rumor empieza a

recorrer todos los espacios que Jaime ha tocado.

El viernes antes que pensar en un infarto, la desaparición absoluta del cuerpo de Jaime hace

creer que no es un simple caso fortuito producto de la casualidad, sino un acto determinado

por las condiciones. ¿Cómo creer?, y continuar creyendo, cuando el camino recorrido por

varios años, era igualmente transitado por otras personas del lugar. ¿Cómo creer en que va

a aparecer cuando la montaña ha sido rastreada completamente y no hay un solo indicio de

su paso por ahí? ¿Cómo continuar creyendo?, cuando desde hacía un tiempo, el grupo de

trabajo de la senadora Piedad Córdoba estaba recibiendo amenazas, directas, verbales, y un

golpe como estos podía ser la solución perfecta a la ecuación de odio en que estos hechos

se constituían. Sí, alguien o algo se le habían llevado.

Ahora, cuatro años después, la cabeza de Juan Sebastián va de un lado a otro negando,

piensa, mira de reojo, y finalmente se queda como suspendido, “Yo hasta hace como un

año y medio sueño que vuelve, te persigue todo el tiempo…No tenía muy claro que estaba

pasando, no tengo el recuerdo como de qué hacía yo en esos días, no sé nada, no recuerdo

mucho”. Baja un poco la mirada, y se queda irremediablemente absorto en la pared blanca

que tiene en frente.

Este espacio, todo lo que es, el recuerdo en la mente y las fotos, son él, Jaime Enrique

Gómez Velázquez el sindicalista, concejal, militante del MOIR, profesor, politólogo,

historiador, con un alto interés por las artes y asesor político de la senadora Piedad

Córdoba, padre de 2 hijos, amigo y soñador, que nació en 1950 en Bogotá, y tenía 56 años

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esa mañana en que no volvió, y sobre su cabeza una vida pública que para muchos fue el

móvil político para que fuera una víctima más de la Desaparición Forzada en Colombia.

Su vida empezó a los 17 años cuando entró a trabajar como operario en la Fábrica Nacional

de Chocolates, labor que dejó al poco tiempo cansado de recibir insultos y malos tratos de

su supervisor. Abandonó ese día las calderas con chocolate hirviendo, logrando que todo el

producido se perdiera y decidió vincularse en 1969 a la ETB, asumiendo la tarea como líder

sindical. Diez años más tarde se convirtió en su presidente y ejerció este cargo de 1982 a

1984. Al mismo tiempo, fue delegado de los trabajadores para eventos nacionales e

internacionales durante las negociaciones de las Convenciones Colectivas de 1976 a 1986.

También participó en la creación de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) una de las

centrales sindicales más importantes del país.

A los 39 años se pensionó. En 1990 ingresa a la Universidad Javeriana para estudiar

Historia y luego realizar una Maestría en Ciencia Política. Sin olvidar su perfil como

político y dirigente social para el período de 1995 a 1997, fue Concejal de Bogotá, durante

1995. También se desempeñó como asesor de Antonio Galán para las elecciones a la

Alcaldía Mayor de Bogotá de 1997 y participó en la campaña de Jaime Dussán. Fue

docente de las Universidades Antonio Nariño, Corporación Universitaria Nueva Colombia

y Politécnico Grancolombiano. Escribió para las revistas de Avianca, Fondosucesos, el

periódico Le Monde Diplomatique y trabajó como asesor y analítico en temas de

movimientos sociales e historia del conflicto armado.

En 2002 se desempeñó como directivo de FONTEBO, Fondo de los Trabajadores de la

ETB. Fue amante de las expresiones artísticas, el teatro, la música, la literatura, el cine, y

había comenzado a incursionar en la producción de documentales históricos. Desde 1999 se

desempeñaba como Asesor de Piedad Córdoba, a quien contribuyó con la producción de

documentos y propuestas legislativas como la referente a la contrapuesta a la Ley de

Justicia y Paz.

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Jaime, junto con otros asesores cercanos al ala izquierda del Partido Liberal, promovió el

acuerdo político entre este partido y el Polo Democrático para respaldar la candidatura de

Lucho Garzón a la Alcaldía de Bogotá. En el seno del movimiento político Poder

Ciudadano fue uno de los intelectuales más importantes que colaboró con la propuesta

política del movimiento, lo que contribuyó a generar posiciones críticas dentro del

Liberalismo. En ese camino comenzó a ser parte de la Campaña “Serpa Presidente”.

El último de los proyectos en los que participó, fue un trabajo de integración y reinserción

social con jóvenes del municipio de Soacha en Cundinamarca. Muchos textos inéditos y

guiones de su producción, también quedaron archivados.

Durante el mes que pasó, se activó el Comité de Búsqueda de Desaparecidos. Por lo menos

tres veces, y con la colaboración de miembros de la Policía Nacional, se realizaron barridos

minuciosos, metro a metro de los cerros del parque Nacional, con perros especializados en

la búsqueda de personas, sin resultados positivos.

Treinta y cuatro días después, después de llamados internacionales, gente de los medios

haciendo mención de lo ocurrido, declaraciones en la Fiscalía, en Medicina Legal, en

ASFADDES (Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos), el acompañamiento

de ONGS y sindicatos, la solidaridad del, para entonces alcalde, Luis Eduardo Garzón, la

presión de varias marchas realizadas en la capital, y los muchos comunicados de sus

amigos, hicieron que el cuerpo torturado de Jaime fuera devuelto, que apareciera en el

parque Nacional, un 22 de abril.

“Pero recuerdo un domingo cuando lo encontraron… La noticia salió en la radio, todos

los miembros de la familia la oyeron casi al mismo tiempo, siempre tenían encendidas las

emisoras. Había aparecido Jaime, irreconocible, desmembrado, separado en dos; el torso

y las piernas. No tenía ante brazos, tampoco manos”.

El hallazgo se produjo a las 10:30 de la mañana, sin que ningún familiar fuera notificado

hasta la 01:00 pm por parte de la SIJÍN, quienes hicieron el levantamiento del cadáver, sin

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previo aviso a la Fiscalía y a Medicina Legal. La primera persona que se acercó al lugar,

fue la senadora Córdoba, quien se encargó de llamar a Diana Marcela y a Juan Sebastián,

los hijos de Jaime.

Varias irregularidades hicieron parte de la anhelada “aparición”. Las primeras hipótesis,

según el General de la Policía Nacional, hablaban de un accidente, producto de una caída

del cerro y a los golpes sufridos que habían ocasionado la muerte, versión que defendió

ávidamente el entonces director de Medicina Legal, Máximo Duque. El levantamiento no

contó con el apoyo del CTI y la Fiscalía.

Cuando se recuperaron los restos de Jaime Gómez, a las 02:45pm de un domingo lluvioso,

el cuerpo tardó en ser entregado al Instituto de Medicina Legal más de cuatro horas. Eran

las 7:11pm cuando ingreso al lugar.

Cuarenta minutos después, el para entonces Ministro de Interior y de Justicia, Sabas Pretelt

de la Vega dió el pésame a la Senadora Piedad Córdoba, pues conoció antes que los

familiares de Jaime el resultado del cotejo de la carta dental con las piezas dentales

encontradas. Hecho que para los familiares, víctimas se presenta como irregular pues la

prioridad era de ellos.

También se habló de un posible robo para justificar la muerte, pero en el registro fílmico y

fotográfico se encontró el reloj de pulso de Jaime en perfectas condiciones y una suma de

dinero. Por lo que las versiones no coincidían.

Ante estos hechos, la familia solicitó con la ayuda de la Comisión Colombiana de Juristas

la revisión del caso por forenses particulares y especializados, pues ni la Comisión, ni los

parientes cercanos tuvieron acceso al informe final del Instituto de Medicina Legal.

Los datos que lograron concluir a partir del acceso a la osamenta y a los registros fílmicos y

fotográficos de la diligencia de levantamiento y recolección de evidencia en el sitio fueron

los siguientes: Jaime Enrique Gómez, fue torturado y ejecutado con elementos

contundentes que le produjeron lesiones en tres partes de la cabeza: occipitales, derecho e

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izquierdo y en parte frontal izquierda; los huesos de sus brazos no aparecen completamente,

y no se hallaron falanges. Una parte del pie izquierdo tampoco aparece y en la zona lumbar

de la columna se presenta una fractura.

La mandíbula inferior aparece en un sitio aproximadamente ubicado a 12 metros de

distancia, la cual fue encontrada por los familiares y amigos de la víctima y entregada al

Instituto de Medicina Legal. Esto corrobora que lo que hicieron los miembros de la SIJÍN

de la Policía fue absolutamente irregular. Las prendas que tenía Jaime Enrique aparecen en

forma diferente: una muestra señales de haber sido destruida mientras las otras están en

perfecto estado, lo cual es inexplicable, en la misma forma sus botas de escalar se

encontraban limpias y sin haber sufrido daño alguno por el paso del tiempo.

“Para la Comisión Colombiana de Juristas y para los familiares las investigaciones deben

orientarse hacia los móviles políticos, pues la trayectoria y el papel dirigente de Jaime en el

Movimiento Poder Ciudadano así lo indican. (…) El informe forense independiente ha sido

realizado por tres expertos forenses, una de ellas residente en los Estados Unidos de

América y consultado con tres connotados especialistas igualmente residentes en ese país,

quienes llegaron de manera unificada a la conclusión sobre la naturaleza de las lesiones

observadas en el cráneo del señor Jaime Enrique Gómez Velázquez y su consistencia con

un homicidio.” (Disponible en:http://justiciaypazcolombia.com/JAIME-ENRIQUE-GOMEZVELAZQUEZ)

Sin cuerpo y sin manos que queda, de un cuerpo desmembrado y la voz que se apaga

cuando el grito de patria dice ser más fuerte...Donde quedan las palabras que jamás van

volver, la mirada, la compañía y el abrazo. Donde queda el tiempo, y tu cuerpo, mi vida, tu

aliento. Como superar el vacío, guardar el recuerdo, intentar perdonar, no sentir miedo...

Entonces llegamos al punto de las preguntas, ¿Cómo se cuenta una historia que parece

inconclusa?, ¿Cómo se le explica a alguien la terrible soledad que produce la ausencia?

¿Cómo se retrata una realidad que se vive todos los días pero nos negamos a asumir? La

pregunta es ¿cómo?, cuando debería ser ¿cuándo?, ¿cuándo va a parar?

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Esta última pregunta se la hace Juan Sebastián todos los días, el país conoció al sindicalista

y activista y él conoció al padre, al verdadero Jaime, al real, y ese real no nació en los

movimientos políticos, nació muchos años atrás en las vías de un tren que todavía entre sus

rieles cuenta historias como ésta.

La misma pregunta se la hace Diana Marcela, la otra hija de Jaime, ella conoció al activista,

su padre fue un ídolo y ella tenía en su sangre el poder inexplicable del que quiere luchar

por lo ajeno, por lo justo, por lo que vale.

Jaime es hijo de un hombre que llega a Bogotá sin saber quién es, sólo sabe que su apellido

es Gómez y recuerda que entre viajes de tren llegó de Santa Marta a la capital, Luis

Enrique, se puso de nombre, e inscribió su apellido y su compromiso al partido Comunista

Chino que más tarde le traería más que un poco de alegrías, algo de desgracias.

Entre dificultades, problemas económicos y una familia numerosa, llegan a vivir al barrio

Kennedy en Bogotá donde Luis Enrique logra que sus hijos estudien hasta octavo de

bachillerato, suficiente para que uno de ellos, el que tiene que actuar en esta historia,

empiece el camino de lo que muchos llaman “la izquierda” y haga que sus ojos miren

distinto.

Esos mismos ojos con tan solo diez años se preguntan en una calle de Kennedy, por qué

unos niños sin zapatos no pueden ir a vivir con él, y la misma realidad le responde, la

pobreza en un país de guerra, es el pan que la sociedad come cada día.

Así creció el Jaime que Juan Sebastián y Diana conocieron, entre libros, canciones,

recuerdos y un poco de esa mente distinta que enseña que “…todo es posible y que el amor

todo lo puede….” Jaime supo cómo educar a sus hijos, supo dejar un legado de recuerdos

que combinan lo fantasioso, con lo real y lo iluso con lo irónico.

Una frase de Ernesto Sábato dice: “A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta

minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores,

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creemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren

y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil.”

En una “comedia inútil” se convirtió la vida de Jaime, luchó por eso que algunos creen que

en este país es posible y murió como los pocos que dan la vida por aquellas causas, en

silencio y solo, con la angustia de quien sabe que no va a regresar.

La misma angustia que siente Juan Sebastián cuando lo recuerda con anécdotas que pueden

sacar sonrisas y que en su momento fueron preocupaciones. Juan tuvo el beneficio de nacer,

no alimentado por la sed de venganza y los pensamientos extremistas de izquierda, sino

educado bajo el margen de las personas que reconocen en los otros la misma condición, la

de humanos y hermanos tan sólo por nacer en el mismo camino. “Jaime era tranquilo,

alegre, no le daba pena hacer el oso, bailaba en la calle”, dice Juan Sebastián.

Juan Sebastián recuerda cómo cuando era pequeño de pronto un día el ministro de

educación de Salvador Allende, presidente de Chile sacado del poder en 1973 tras un golpe

de Estado, llegó a su casa un jueves en la noche y tomó café con toda la familia en la sala.

También recuerda cómo unos pocos estudiantes se refugiaron unos días con ellos diciendo

que venían de Buenos Aires, huyendo de la dictadura cruel de 1978, y con una leve sonrisa

entre sus recuerdos se cola una anécdota que a veces se guarda sólo para él, la imagen de

los socialistas llorando en su casa cuando se cayó el muro de Berlín y la entrada triunfal de

Rainer Dombois con un trozo del muro, así nadie pueda creerlo.

Entonces de ahí es que viene este relato, del afán desmedido de Juan Sebastián de comenzar

a dejar en el olvido algunas cosas, porque la historia se vuelve complicada cuando en un

momento de la vida te dicen que alguien ha desaparecido, ese alguien es tu padre y se

empieza a entender no con días sino con años que no va a regresar.

Desde el 22 de abril en el momento en que se sabe de la aparición de los restos de Jaime,

otra cuenta regresiva se empieza, inicia la carrera contra el tiempo de los que llamamos

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“familiares de las víctimas” que más bien deberían ser “víctimas de una guerra insulsa” que

ya no respeta ni credos ni ejercicios, sólo parece que dispara a matar.

Diana Marcela toma un bandera que ahora le pertenece, con el grupo de hijos e hijas por la

memoria contra la impunidad, colabora con el grupo MOVICE (Movimiento de Víctimas

de Crímenes de Estado) y crea un blog en el que escribe constantemente por la memoria de

su padre. Estuvo vinculada a la iniciativa de mujeres colombianas por la paz y así fuera en

la distancia o el olvido siempre ha tratado de ser la voz de su padre.

Lo primero que sintió cuando desaparecieron a Jaime fue una angustia y una necesidad de

hacer algo, no se podía quedar quieta. Entonces comenzó a escribir correos, a convocar

marchas y movilizaciones y a hablar con todos los conocidos de su padre, empezó una

carrera contra el tiempo y contra la injusticia, “siempre pensé que iba a volver”, dice

Diana, ella es la cara de la moneda en este caso que se niega a dejar atrás.

Las amenazas empiezan a llegar, desde el momento en que el cuerpo de Jaime apareció

torturado, maltratado y deshecho, personajes ajenos a su vida critican y hacen

aseveraciones que pareciese, sólo se le ocurren a unos cuantos dominados por los caminos

sucios de la guerra.

Intimidaciones, llamadas, interceptaciones, visitas inesperadas y un dolor casi incontenible

empezaron a rodear la vida de la familia de Jaime, ya la elección no era el perdón y el

olvido sino la obligación de callar. Diana es amenazada directamente por el grupo

insurgente de las Águilas Negras con llamadas y sufragios que hicieron que se marchara del

país. Mientras tanto a Juan, la espera de un taxi con el mismo hombre todos los días a las

afueras de su casa le hizo pensar que el que protege también puede ser el malo.

Pero nadie decidió callar, amigos cercanos además de su familia y sus compañeros de

trabajo hicieron un llamado a no olvidar la larga lista de desaparecidos que el país carga a

cuestas y que día a día arrastra como una cadena de la cual no se ha podido zafar. El

después es casi peor que el ayer, el después es la prolongación del dolor y el recuerdo

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constante de que no existe vuelta de hoja y de que casi siempre los buenos como en todas

las historias, siempre pagarán por los malos.

Existían muchas salidas, quedarse y esperar, luchar por saber la verdad, irse y tratar de

olvidar, reconstruir y tal vez perdonar. Pero todas las opciones son absurdas, es que todo

puede ser absurdo cuando un alguien decide porque quiere desaparecer a otro como si la

vida fuera un escenario donde las marionetas se pueden manipular.

Juan Sebastián entonces quedó casi pasmado en el dolor, sin llorar, tratando de atar cabos,

pensando en lo que podría haber sido, buscando culpables y llegando siempre a la misma

conclusión….que el primer paso para perdonar es no reproducir lo que pasó, no seguir con

el espiral y tratar de darle un punto final, como un puñal que se clava y se piensa que va a

matar al otro y duele más al que lo usa, Juan sólo quería olvidar un poco. Pero Diana no,

ella tomó las riendas de una lucha incesante por buscar a los responsables de la muerte de

su padre.

El mismo Juan Sebastián en una afirmación irónica reconoce que el caso de Jaime es uno

de los más afortunados porque pudo sepultarlo, tuvo la certeza de que su padre, aunque

muerto estaba con ellos, pero ¿las familias que nunca los recuperan? ¿Y los que no reciben

ofertas de exilio y protección? ¿Y los otro qué? Unos días antes de que lo encontraran fue a

reportarlo como desaparecido a Asffades y la respuesta fue rotunda, que no guardara las

esperanzas, que podían pasar años y algún día lo encontraría “picado” en pedacitos junto a

20 cuerpos más.

Entonces otra vez empiezan las preguntas, reconoce que la muerte de su padre le enseñó un

gran número de cosas en las que se encuentra la certeza de que los sectores en Colombia

son tan solo una opción, no son un pecado, no son una traición. Pero nada es absoluto,

aprendió también que los sectores radicales no trabajan totalmente bajo la verdad y eso

representa un problema para todos, desde los que están adentro hasta los que ven por fuera.

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El después es tal vez lo doloroso, la espera de quien no llega, los recuerdos que se niegan a

partir, la impensable frustración de no haber hecho nada. Nada es todo cuando sabes que ya

no va a volver, en una guerra que no tiene condescendencias con nada ni con nadie.

Juan Sebastián optó por irse, muchas familias de las víctimas no tienen esa opción pero él

la tuvo, ofertas de ONGs en Suiza, Canadá, Suecia y otros países que se solidarizaron con

una causa, la de los sindicalistas desaparecidos en Colombia, no tardaron en extender una

mano de ayuda, pero terminó cogiendo el primer avión a México.

“Lo enterraron y me fui”, recuerda Juan con nostalgia, “yo no extraño al político, yo

extraño al papá”, dice con seguridad y con una sonrisa recuerda un viaje de carretera con

Jaime, un CD de Sabina que se acaba y una extraña voz que suena en el radio, entre risas,

Jaime le dice que es Amparo Ochoa con una canción que aunque graciosa representa

mucho para el pueblo mexicano, “el Barzón” dice y junto con Diana los tres echan a reír

escuchándola, “se me reventó el barzón y sigue la yunta andando”.”Al final siempre

escuchábamos lo que él quería”, recuerda.

Juan extraña a la persona, con risa y con picardía señala que el día del funeral de su padre

llamaron muchas mujeres a darle el pésame y a recordarle el gran hombre que era, él bien

lo sabía y con mesura ríe porque entre actrices, modelos, periodistas, bohemias y un sin

número de mujeres de distintos matices sabe que Jaime siempre fue de ellos, de sus hijos.

Algunas lo tenían porque se morían por él y otras lo aborrecían porque decían que tan solo

era un niño.

Perdonar es difícil, sobre todo si no se sabe a quién hay que perdonar, ¿al destino?, ¿al

mundo?, ¿al pasado?, ¿a quién?, otras vez llegan las preguntas, se puede perdonar pero se

tiene que tener la certeza de saber a quién se perdona. Sólo se espera una verdad que existe

pero que no se quiere decir a viva voz, una verdad que les pertenece pero que es arrebatada

porque unos cuantos la quieren sólo para ellos.

Y ahí nuevamente empieza un ciclo incalculable en la historia de este país en guerra,

porque es mentira el proverbio que reza que la justicia cojea pero llega, porque ¿dónde está

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esa justicia?, no ha llegado en más de cincuenta años de violencia y no se han dado por fin

las respuestas.

Jaime desaparece y muere y no es el único, no es el único dolor, son cientos y miles de

familias en el país que no se han reconciliado con sus victimarios, que aún hoy, en estos

tiempos todavía existen.

Lo peor de todo es cuando se comprueba, se recuerda que el enemigo que ni siquiera

debería existir se esconde detrás de un uniforme de Estado, entonces a ¿quién se acude si el

miedo se convierte en la camisa que se debe poner cada día?. Si el sueño no se concilia

pensando cómo será el mañana, si cuando despiertas no sabes si vas a volver a dormir, si en

tu propia casa sabes que tal vez no vas a estar seguro.

Miles son las preguntas y pocas son las respuestas, Juan decidió irse del país, el país odiado

y el país amado, el país de pocos y el país de extraños.

Emprende un viaje con el fin de dejar un poco atrás un pasado que para muchos es

tormentoso, decide irse y llega a México, recordando que el último proyecto de su padre

por paradójico que parezca en este presente igual de tormentoso fue una ayuda a los

jóvenes en Soacha.

Miles de recuerdos lo persiguen, y el trata solo de correr, para que no lo alcancen, para que

no lo mate la nostalgia. Cuando llega a un pequeño pueblo en México, en la plaza hay una

gran feria, muchas personas están reunidas y él alcanza a escuchar en el bullicio de la gente

lo que suena en los parlantes, la música llega desde lejos y una mujer canta: ¡Viva la

Revolución! ¡Muera el Supremo Gobierno!¡se me reventó el barzón, y siempre seguí

sembrando!.

Y derramó una lágrima, se echó a llorar, no lo había hecho antes, tenía que hacerlo porque

como él mismo lo dijo, "trato de vivir mi vida feliz, pero no puedo, hace falta Jaime, me

hace falta para que baile”. (Ver Anexo de fotos)

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PRÁCTICAS PARA EL RECUERDO: La historia de Fair Leonardo Porras Bernal

Un pañuelo blanco, una fotografía, un sello en la boca, una lágrima sin derramar, miles de

pasos en una marcha y una historia que se vuelve a contar… las madres de Soacha, las

madres de los llamados “Falsos Positivos”, se unen en un relato que no es de extraños ni de

locos, es un relato que hace parte, todos los días, de la historia nacional.

El mundo ha conocido a las mujeres unidas por una causa, a las madres que reclaman

identidades y a las abuelas que piden justicia. Si el símbolo de un paño blanco que

representa un pañal para las “Abuelas de la Plaza de Mayo” de Argentina le dio la vuelta al

mundo, las voces de las madres de Colombia que gritan contra el silencio están retumbando

en las conciencias de quienes saben que fue un error haber asesinado sin razones, si es que

las razones pudieran llegar a ser una excusa para desaparecer, a los más de 16 jóvenes del

municipio de Soacha, en Bogotá.

Fair Leonardo Porras Bernal, resultó ser un muchacho cualquiera pero de esos que en las

calles dicen que tiene “algo especial”, tal vez la risa, la buena energía o la inocencia de una

persona que con 26 años todavía parecía pensar como un niño de ocho años de edad.

Así era. Fair no sabía el valor del dinero, no conocía la malicia de la gente, no se permitía a

él mismo ser malo, simplemente porque no sabía cómo.

Su madre, Luz Marina, de ojos verdes, intensos como los que tenía su hijo, cuenta que

cuando tenía cinco meses de embarazo y estaba a la espera de su nacimiento, sufrió un

accidente. Cuando cruzaba las calles de Bogotá, fue arrollada por un auto, lo que produjo el

desprendimiento de parte del cerebro del bebé.

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Fair nació con tan solo seis meses de gestación y a los noventa días de su desarrollo,

empezó a presentar fiebre y convulsiones que llevarían a un diagnóstico médico poco

favorable, tenía meningitis.

El accidente y la meningitis atrofiaron parte de su desarrollo normal, el 53 por ciento de su

cerebro no funcionaría adecuadamente y le impediría aprender definitivamente a leer y a

escribir. Después de pasar por varios colegios de educación especial, Fair no logró

adaptarse a las exigencias educativas y su capacidad física le limitó gran parte de su

progreso.

En la Fundación Amor, Fair pudo realizar talleres de panadería, de manualidades y de

actividades que permitían que pudiera sentirse como otro niño más. Claro, como casi todos

los niños, creció, y más adelante mostró un gusto por los oficios pesados, pero seguía

siendo inocente, vulnerable y si resultó diferente, se convertiría en una víctima infame de

los mal llamados “Falsos Positivos”.

Luz Marina Bernal nunca pensó que más pronto que tarde tendría que ver como su hijo Fair

Leonardo pasaba a ser un NN y después iba cargar la dura cruz de de ser catalogado como

“guerrillero muerto en combate”. Ella y otras dieciséis madres de una comunidad golpeada

por la dura indiferencia y tal vez el olvido, se convirtieron en el clamor de los manchados

por la violencia, la violencia injusta en una guerra que día a día se hace más macabra, y

destruye familias enteras.

Con una mirada triste, Luz Marina camina por las calles de la capital con una carpeta entre

las manos, cargando el precio del amor, y dice que todavía le queda una voz detrás de lo

que ella llama “las duras rejas de la impunidad”. Su hijo, Fair Leonardo Porras Bernal fue

víctima de un rótulo puesto por el ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos, los

catalogados como “Falsos Positivos”, personas asesinadas por Fuerzas Militares que las

hacen pasar como muertas en combate, y que obedecen a una lógica militar en la que los

cuerpos representan bajas causadas a los enemigos, es el famoso “Body count” que basa su

legitimidad en medir el progreso en la lucha contra las guerrillas de nuestro país.

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La voz que todos los días la despertaba con un “Buenos días Marrecita”, el 08 de enero del

2008 después de la una y media de la tarde no volvió a sonar jamás en su casa. El cariñoso,

el más detallista de sus cuatro hijos, que con mucho esfuerzo le daba una rosa o un

chocolate casi todos los días, no iba a volver.

Su otro hijo, John Smith solo recuerda de ese día, que Fair recibió una llamada que él

pensaba era para un trabajo, dijo que tenía un encuentro con el jefe, “porque a Fair le

gustaba ayudar en construcción, hacer parques, mezclar cemento y otras cosas”. “Quién

sabe cómo o qué le propusieron a él, dinero no creo porque no sabía el valor del dinero, no

sé que fue. A él le daban un billete de mil y pensaba que era de diez mil”, atina a decir Luz

Marina.

Ese día Fair, con 26 años, unos grandes ojos azules y recuerdos de niño, salió

supuestamente a trabajar, eso fue lo que pensaron todos. Su hermano mayor, John Smith,

manejaba un colectivo y le había pedido el favor a Fair de que lo acompañara a hacer la

ruta diaria, pero él había recibido al medio día una llamada a su celular, “Claro patrón, yo

ya voy” y John solo presumió que iba a trabajar en la construcción del conjunto residencial

Nuevo Horizonte, a la que Fair estaba vinculado desde hacia varios días. “No chino tengo

una cita con el patrón que me va a dar una plata” le dijo finalmente, y se despidieron en la

esquina de su casa, sin saberlo, para siempre.

Por sus propios medios la familia buscó a Leonardo. Sus tres hermanos, Dolly, Liz y John,

su mamá y su papá formaron un “escuadrón de búsqueda”. Un mapa de posibles desgracias

hacía parte de la ruta para poder encontrarlo: Hospitales, clínicas, estaciones de Policía,

cárceles, casas de albergues, Medicina Legal y el INPEC (Instituto Nacional penitenciario y

carcelario) fueron registrados.

Luz Marina denunció la desaparición de su hijo ante la Fiscalía de Soacha. La respuesta

podría ser una mofa al destino o una broma canalla al sentimiento de madre: “déjelo, debe

estar divirtiéndose con la novia, y nosotros gastando plata como unos locos buscándolo

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para que después aparezca”, fue la respuesta repetida de una de las entidades que velan por

la seguridad de los ciudadanos en Colombia. La denuncia nunca fue recibida.

El 02 de febrero, la familia volvió a intentar instaurar la denuncia y la respuesta fue aún

más cínica, “por qué molestan tanto, déjenlo que ya va a volver”, Luz Marina también,

como la gran mayoría de colombianos, desconocía sus derechos y ni siquiera sabía que la

denuncia también la podía presentar en Bogotá.

Hicieron todo lo posible para encontrar su paradero. John Smith, su hermano mayor, se

hizo pasar por indigente poniéndose grasa en la cara y buscando en las principales ollas de

expendio de drogas de Bogotá. La tarea titánica de levantar indigentes del suelo y

comprobar en alguno de ellos el rostro de Fair, también fue parte de la jornada. Los

disfraces, las llamadas y los gritos estaban cargados de un poquito de esperanza, de verlo en

cualquier circunstancia, al fin y al cabo, de encontrarlo. Pasaron ocho meses, tiempo en el

que la gente en la calle tenía el rostro de Fair Leonardo, y el afán de un encuentro se

convirtió en el karma de una familia entera.

El 16 de septiembre de 2008 Luz Marina recibió una llamada de la funcionaria Diana

Ramírez, de Medicina Legal: “Doña Luz Marina cuanto se gasta en llegar a Medicina

Legal, yo quiero que venga”, ella lo único que alcanzó a sentir, si es que la sensibilidad

tiene algún matiz de cordura cuando algo huele a muerte, fue una punzada en el corazón,

fuerte y contundente, era por su hijo.

Ahora, cuando recuerda esos días de búsqueda, Luz Marina dice que en una de esas tantas

veces que fue a Medicina Legal pidió, sin siquiera sospecharlo, el archivo de los NN de

Ocaña, Norte de Santander, pues había tenido conocimiento de un muchacho de Soacha,

Julio César Mesa que había desaparecido el 26 de enero y luego había sido encontrado en

esta región del país siete meses después. En ese entonces la lista solo contaba con el

registro de 3 muchachos, y ella no pudo reconocer a ninguno.

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En el tercer piso de Medicina Legal, hay un cuarto blanco y un computador que recibieron

ese día a Luz Marina, y que todavía esperan la visita de muchas madres más. El llamado

“muro de la infamia” de la Fiscalía General de la Nación, donde reposan las fotografías de

los restos de personas no identificadas, revelaría las últimas fotos de lo que quedaba de Fair

Leonardo y una placa que lo hacía pasar por NN en una lista de cuarenta personas más.

“¿Usted conoce a alguien de esta lista?” le preguntó la encargada, “Sí a mi hijo, es el

primero”, respondió.

CC. 80.721.070 de Soacha, un número que hace a la persona ciudadano, pero no lo

suficiente como para ser respetado. Con el ingreso del último número a la pantalla del

computador, se abrió lo que jamás esperaba, “era ver la foto de mi hijo con medio rostro no

más, a él le pegaron nueve impactos de bala por la espalda, entró una bala por la parte

posterior de la cabeza, salió, le destruyó medio rostro, bueno…”, las lágrimas contenidas,

las que siempre piensa que quiere derramar, hicieron que Luz Marina ahogara su relato, es

el recuerdo que no pensó tener de su hijo.

“Yo le pregunté a la doctora dónde se encontraba mi hijo, me dijo: está en Ocaña, Norte

de Santander en una fosa común con otros cadáveres más, yo le pregunté ¿y eso dónde

queda?, ¿qué tengo que hacer yo para recuperar el cadáver de mi hijo?”, fue lo único que

afirmó Luz Marina, sin saber si quiera que desde el mismo día que desapareció Leonardo

iba a convertirse en una víctima más de la retorcida violencia en Colombia.

“La exhumación de un cadáver cuesta 450 mil pesos, tal vez podría verse con las familias

de otras de las personas de la fosa y hacer un viaje para ir a recogerlos”, dijo la

funcionaria. Así, sin agregar nada más. Precio por la vida y un encuentro que el destino

hacía contundente, Luz Marina no recuerda qué paso después ese día, dejaba en el camino a

su hijo e iba a toparse con el sentimiento de madre, el que reclama una repuesta. Y mientras

tanto, en otro lugar otras dieciséis mujeres más pasaban por lo mismo.

En su casa, en Soacha Compartir, la noticia no quería ser recibida. Ninguno de los

hermanos de Fair lo aceptaba, su padre no dejaba de fumar y caminaba de un lado a otro

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negando con la cabeza. Con sus propios ojos, cada uno de ellos, otra vez delante de esa

pantalla infernal de Medicina Legal, tuvo que comprobar que el cuerpo desfigurado que

aparecía ahí, era el de “Gringo” como le decían con cariño por su pinta, su cara y sus ojos

azules.

Entonces si la historia ya no había sido un poco extraña y fuera de lo común, se vuelve

totalmente cínica, Fair Leonardo, asesinado a miles de kilómetros de su casa, desaparecido

ocho meses, y su familia tiene que pagar un dinero que no tiene, para que lo que queda de

él vuelva a su hogar y pueda recibir una cristiana sepultura.

Jorge Luis Borges en un poema retrata la versatilidad absurda de la muerte “El olvido que

seremos, el polvo elemental que nos ignora...soy el insensato que se aferra

al mágico sonido de su nombre, pienso con esperanza en aquel hombre que no sabrá que

fui sobre la tierra”. Tal vez en polvo se convertirían los huesos de Leonardo que fue lo

único que quedó, pero el olvido no era una opción de Luz Marina, las respuestas, tarde o

temprano, en la ruleta de la vida, juegan a aparecer.

Como Borges lo escribe, un insensato que se aferra al sonido de su nombre, ese día ni

siquiera era digno para pronunciarlo, ese día le arrebataron su dignidad, lo despojaron con

crudeza del derecho de ser humano y plantaron una cruz en la espalda de su familia, que no

contaba ni siquiera con los quince millones de pesos que necesitaban de más para el

traslado y entierro de su hijo.

Luz Marina pensó en todo y no pensó en nada, hizo una historia en su cabeza, no entendía

porque estaba tan lejos, todo absolutamente todo, fue una opción para encontrar una

respuesta, pero no se le cruzó la más voraz y atenuante nueva modalidad de asesinato,

jamás pensó que era el inicio de un descubrimiento imperdonable, jamás pensó que era un

“Falso Positivo”.

Según el informe Noche y Niebla del CINEP (Centro de Investigación y Educación

popular) que recoge la información procesada en el Banco de Datos durante el segundo

semestre de 2008, “El «falso positivo» obedece esquemáticamente a la misma estrategia del

paramilitarismo: obtener unos resultados ilícitos sin deslegitimar al actor. En los falsos

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positivos se busca poder saltarse las barreras legales de la guerra, pero ya no construyendo

un actor que no ponga en cuestión la legitimidad del Estado, sino dándole apariencia de

legalidad al mismo acto ilícito: se pretende que se crea que las víctimas murieron «en

combate»”.

Una definición desgarradora para los tiempos que atraviesa Colombia. El mismo informe,

señala la intención que tiene este tipo de desapariciones, pues buscan construir una imagen

de victoria bélica. Allí se recogen los datos de todas las desapariciones extrajudiciales que

se presentaron en el año 2008, entre las que se encuentra la de Fair Leonardo Porras Bernal.

El 23 de septiembre de 2008, algunas de las madres de los “Falsos Positivos” de Soacha,

entre ellas Flor Hernández, Elvira Vásquez, y Doña Blanquita se reúnen por primera vez

porque el destino así lo quiso. El mismo destino que en la misma sala de Medicina Legal

puso a un reconocido periodista del país con las mujeres y las fotos de sus hijos muertos en

sus manos. Felipe Zuleta, se preguntó porqué cuatro madres de Soacha reclamaban a sus

hijos reportados como desaparecidos, en una zona tan lejana a la capital.

Ellas extrañadas, incluso ofendidas, no prestan atención a las afirmaciones del periodista,

quién inmediatamente reporta a los medios que por unas raras circunstancias hay más de

cuatro desaparecidos de Soacha asesinados en Norte de Santander. “Inconscientemente

nosotras mismas activamos eso, la desaparición de los muchachos de Soacha. La noticia

salió en Caracol Radio”.

Luz Marina todavía no sabía lo que pasaba con su hijo, el desenlace no era tan simple, y

con lo poco que pudo recolectar en ese tiempo, menos de 3 millones de pesos, llegó a

Ocaña con otras cuatro madres más, que repentinamente también tenían que identificar a

sus hijos en esa ciudad, y más coincidencial aún, todas del municipio de Soacha. Ese

mismo día viajaron en carro a las 04:00pm.

Luz Marina y su esposo llegaron a las 09:00am el 24 de septiembre a la Fiscalía de Ocaña.

Allí entregó todos los papeles y el número de la cédula de su hijo, lo primero que le dijeron

fue, “¿Usted no sabía que su hijo era un guerrillero?”, y la irónica, absurda,

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imprescindible, incalculable y extraña rabia que se siente cuando el alma llora, invadió a

Luz Marina. Su hijo, en dos días se había convertido en guerrillero, en ocho meses en un

desaparecido y en pocos minutos observaría cómo el recuerdo de Fair se convertiría en la

imagen de la ceniza del polvo, huesos demacrados y un oscuro aire que deja un leve olor a

indignidad.

Fair desapareció el 08 de enero de 2008 y según el reporte judicial fue ejecutado el 12 de

enero de ese mismo año a las 02:00am en Ocaña. Este simple hecho, que nubló por

completo a Luz Marina, se convertiría en el principio de una serie de eventos que, poco a

poco, demostrarían que su hijo había sido víctima de una red criminal fundada en las

mismas Fuerzas Militares nacionales, y ella una víctima más de la impunidad.

“¿Usted cómo me va a decir que mi hijo es un guerrillero?”, “Su hijo atacó al Ejército y

tenía un arma maniobrada con la mano derecha”, le respondían. Nuevamente el dolor, por

enésima vez, el peso de la mentira, Fair una persona que había tenido que recibir educación

especial durante toda su vida, que además era zurdo, y no podía manejar un arma de fuego

porque su discapacidad no se lo permitía, era acusado de haber librado un enfrentamiento

con el Ejército Nacional de Colombia.

“Mi hijo no era un guerrillero” repitió Luz Marina, un grito que se ahoga desde entonces

cada noche. “El Ejército ejecutó a su hijo en un enfrentamiento porque él es el líder de una

organización narcoterrorista”, le continuaban respondiendo.

Y pareciera que en ese momento hubiera tenido que nacer una nueva mujer, la que después

se convertiría en líder y activista, pues ella no entendía la magnitud del problema que le

estaban causando, pero delante de ese funcionario juró que no descansaría mientras

estuviera viva hasta limpiar el nombre de su hijo. Las demás madres pasaron por lo mismo,

parecía un libreto aprendido. Dichas conversaciones se prolongaron hasta las seis de la

tarde.

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Apareció entonces un representante de la Alcaldía de Ocaña para contarles a las madres

como estaban distribuidos los cuerpos. Uno de ellos estaba en el cementerio de la ciudad,

los otros 3 cadáveres estaban en el municipio Las Liscas, a una hora del lugar.

El dolor se potenciaba a cada instante, pues la versión de que estos muchachos eran

guerrilleros no solo ultrajaba su nombre, sino los valores de todos estos padres y madres

que habían llegado hasta allí para saber que había pasado con ellos. “Nos hacen sentir que

quedamos mal como padres, esto quiere decir que les dimos una mala educación y no

supimos formar a nuestros hijos”. Lo particular es que ya no eran solo 4 casos de Soacha.

Días antes, dos familias más habían llegado hasta allí para reclamar el cuerpo de sus hijos.

La cifra crecía y eran 6 los cuerpos de jóvenes asesinados.

La prensa llegó al lugar de los hechos. El cuerpo de Fair era el que estaba en el cementerio

por lo que su exhumación pudo ser realizada más rápido. A las cuatro de la mañana y por

presión de Luz Marina empezaron con el levantamiento, estaba el CTI de Cúcuta, el CTI de

Ocaña, la forense y un representante de la Alcaldía.

A las 8 de la mañana un escuadrón del Ejército rodeó el lugar diciendo que iban en

representación del presidente Álvaro Uribe y que tenían que saber a quién estaban

exhumando y cuales eran los propósitos de dicha exhumación. Se intentó detener el proceso

alegando que Luz Marina tenía que rendir un testimonio y firmar unos papeles con largos

espacios en blanco. Ella relató nuevamente la historia, repitió frases a favor de su hijo, y

firmó como pudo. Finalmente el levantamiento culminó a las once de la mañana, sin

mayores percances.

Sin embargo, una de las grandes inconformidades de Luz Marina con el caso, es que ella no

ha podido determinar si la osamenta que le fue entregada era la de su hijo, pues asegura que

el cuerpo se descompuso muy rápido y no pudo ver ningún tejido vivo, ninguna señal,

como si le pasó a otras madres que por medio de tatuajes y cicatrices pudieron hacer el

reconocimiento. La duda permanece, siempre la acompaña porque además solicitó una

prueba de ADN que hasta el momento no ha podido ser realizada. Esa incertidumbre la

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acaba, no la deja dormir y le hace creer que tal vez todo es mentira… y en cualquier calle,

algún día, volverá a ver a su hijo.

Después de las otras exhumaciones, la comitiva regresó inmediatamente a Bogotá. El 26 de

septiembre, los cuerpos fueron trasladados a la funeraria los Olivos en el barrio el

Restrepo. Los tres cadáveres fueron enviados a Soacha, y el de Fair fue enterrado en La

Inmaculada.

Como víctimas, las madres de Soacha, un nombre que ellas mismas eligieron,

constantemente se han sentido vulneradas y rechazadas por el gobierno colombiano, una de

sus grandes quejas es que el presidente Álvaro Uribe Vélez ha negado una y otra vez este

episodio de la historia nacional, y ha acusado a los muchachos de ser guerrilleros y no

simples jóvenes que se fueron a recoger café a otro lugar.

A mediados de 2009 un relator especial de la ONU, Philip Alston visitó el país para evaluar

estos sucesos. Según las investigaciones, estos asesinatos suman aproximadamente 1.800.

El funcionario aseguró, que estos homicidios no son obra de unas cuantas ‘manzanas

podridas’, sino que el gran número de muertes, la amplia geografía abarcada y el elevado

número de militares implicados, evidencia el hecho de que los homicidios “fueron llevados

a cabo de una manera más o menos sistemática por una cantidad significativa de elementos

del Ejército y son un “crimen de Estado”.

Aunque Alston confesó que no encontró indicios que prueben la participación directa de los

altos mandos del gobierno, sí culpó de los asesinatos al sistema de recompensas que

establece el programa de Seguridad Democrática implantado por el presidente Uribe para

ganar la guerra a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Durante su visita, las madres de Soacha tuvieron varios percances para verse con el relator,

pues al parecer les cancelaban las citas y les negaban información sobre su estadía en el

país. Finalmente, Luz Marina le pudo enviar una carta con antelación en la que le solicitaba

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un tiempo preciso para que hablara con ellas, que eran víctimas. La solicitud fue atendida, y

Alston entrevistó a una por una de las madres.

Durante el proceso de conformación de las Madres de Soacha, en total 17 familias, varias

organizaciones como MOVICE (Movimiento de víctimas de crímenes de estado), El

colectivo de abogados José Alvear Restrepo, el Comité de presos políticos, Intermón

Oxfam de España, Amnistía Europea, Caídos por Colombia, entre otros, se vincularon a la

lucha de estas mujeres por denunciar la verdad, la justicia y la no repetición de los hechos.

“La lucha” como lo dice Luz Marina no ha sido fácil. En marzo de 2009, Juan Manuel

Galán trasladó el Congreso de la República a Soacha y realizó una audiencia pública sobre

el caso de los “Falsos Positivos”. Allí, como lo recuerda Luz Marina, la senadora Nancy

Patricia Gutiérrez dijo que ellas como madres habían degradado al Ejército Colombiano, no

solo mintiendo sobre estos casos, sino llevándolos a instancias internacionales, donde por

ejemplo los medios estadounidenses estaban obsesionados con el tema.

Pero a pesar de las contradicciones y negaciones, a partir del 14 de mayo de 2009

empezaron las audiencias preliminares en donde se pudieron conocer los testimonios de dos

de los reclutadores que hacen parte de la cadena criminal que termina en un “falso

positivo”. Pedro Gamez y Alex Carretero Díaz, ambos retirados del Ejército eran los

encargados de convencer jóvenes con trabajos fáciles y trasladarlos a las regiones donde

fueran requeridos. Dependiendo de la dificultad, o del tiempo empleado en la tarea, se le

asignaba un precio a cada muchacho. Las cifras van desde quinientos mil, hasta un millón y

medio de pesos. Por Fair pagaron $200.000 mil pesos.

Lo que se pudo establecer a partir de estos relatos, fue que los jóvenes eran trasladados a

una casa, por lo menos así fue en Ocaña, donde eran recibidos por un militar y su esposa,

quienes los retenían el tiempo que fuera necesario hasta que los encargados los fueran a

recoger. En el lapso de espera “eran bien atendidos”, pues recibían bebidas alcohólicas,

drogas e incluso prostitutas.

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Después, determinar que pasó con cada uno de ellos ha sido muy difícil. Algunos cuerpos

tienen indicios de haber sido torturados antes de ser asesinados; otros de haber sido

víctimas del tiro al blanco; otros de portar elementos ajenos como armas descompuestas,

ropa con tallas que no corresponden, zapatos más pequeños, tal cual como sucedió con el

caso de nueve civiles asesinados en 1990 donde la ropa no tenía agujeros, pero los cuerpos

de las víctimas si estaban abaleados.

Estos testimonios no han servido como pruebas contundentes, y ningún miembro del

Ejército ha sido condenado, pues los abogados defensores alegan que como criminales,

Gamez y Carretero no tienen derecho a ser testigos, pero la parte demandante asegura que

por ser militares retirados y haber actuado directamente en el caso, sus voces deben ser

vinculadas al proceso.

Esta situación, en parte, llevo a que el 30 de diciembre ese mismo año, por vencimiento de

términos, los procesos se estancaran y varios militares quedaran en libertad. Pero mientras

Luz Marina trataba de reactivar el proceso con el apoyo jurídico del Comité de Presos

Políticos, ella y su familia eran víctimas de las amenazas directas de muerte que llegaban a

la puerta de su casa.

“¿Por qué se esconde en ese apartamento? ¿Tiene miedo? Sabemos que tarde o temprano

va a salir y ahí lo vamos a agarrar” fue el panfleto que le llegó a John Smtih por debajo de

la puerta, el hermano mayor de Gringo, después de que se tuviera que esconder durante 8

días en un parqueadero porque ya habían recibido otras amenazas vía telefónica.

“Esta demostrado que siempre ganaremos” “nosotros les respiramos en la nuca” “En

caso de Desaparición forzada es mejor quedarse calladas y no hacer ninguna denuncia”

estas amenazas hacen parte de la vida de Luz Marina, de la de Las madres de Soacha y sus

familias. Por ejemplo, la familia Porras Bernal como medida de seguridad tuvo que

separarse completamente, donde antes vivían siete, ahora solo queda Luz Marina con tres

cuartos vacíos y sin tener certeza de donde pasan la noche sus hijos y su esposo, una

llamada ocasional, es el único contacto que pueden tener.

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Perdón. La eterna pregunta, esa duda de no saber si será posible seguir adelante, sin verdad,

sin justicia, atar cabos y volver a empezar ¿es posible? “Cada día es más difícil que el

anterior… ver ese día a día, esa silla del comedor vacía, saber que no tengo a mi familia

cerca y ver las camas desocupadas, no me nace ir por ejemplo a hacer mercado… creo que

solo vivo para ver a mis tres hijos algún día reunidos, todos reunidos así sea en una cena”

“Y no me da miedo que me lleguen a hacer algo por hablar… después habrá otras que

hablen por uno, porque esa es nuestra meta seguir luchando y contando cuantas veces sea

necesario lo que pasó”. Luz Marina además de portar las banderas de Las madres de

Soacha, esta haciendo un diplomado en Derechos Humanos y esta recibiendo unos talleres

sobre Exhumaciones y Desaparición Forzada, al tiempo que recibe asesoría jurídica para

conocer sus derechos y saber exactamente lo que tiene que reclamar.

Las próximas audiencias preliminares, sobre el caso de Fair, se harán el 24, 25 y 26 de

mayo de 2010 para el descubrimiento de pruebas, luego se realizará el juicio oral, y si todo

sale bien, el juicio condenatorio.

La Fiscalía General de la Nación, durante este tiempo, reveló en el informe más reciente de

la Unidad Nacional de Derechos Humanos, que para los crímenes de "falsos positivos", hay

un total de 2.358 víctimas.

Se han imputado cargos a un total de 95 personas, otras 106 han sido cobijadas con medida

de aseguramiento, los investigadores han formulado escrito de acusación contra 81

uniformados, a juicio han sido llamados 76 personas más y han sido absueltas de los cargos

33 miembros de la Fuerza Pública, entre ellos varios de los militares sindicados de cometer

los asesinatos de varios de los jóvenes de Soacha durante el año 2008. Y todavía quedan

muchos procesos más por aclarar…

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Porque además de la fe en que no habrá más dilaciones por parte de la defensa de los

militares, Luz Marina y varias de las madres de Soacha, esperan que en sueños sus hijos les

revelen que fue lo que realmente pasó, y aún de esa manera ellas puedan tener algo de paz.

Confían en que esos caminos que alguna vez han visto, que Luz Marina ha visto en sus

sueños y que Fair le muestra, en algún momento se convertirán en rostros y acciones que

puedan contribuir en algo y clarificar la condición de misterio que rodea estos casos. A una

de las madres, cuentan, le pasó que la hija estando en su cuarto, por unos instantes recibió

la presencia de su hermano también asesinado, y recreó completamente el momento de su

muerte, como le tocó correr por una trocha, dejar atrás a un amigo para tratar de salvarse y

finalmente recibir tres impactos de bala en la espalda.

Intentos de saber, de conocer, de volver a sentir… algo, lo que sea, lo que más se parezca,

el rostro en la calle, el parecido con alguien, la voz, la risa y el estar. El defender y tratar de

hacer la violencia menos violenta, más justa por lo menos para estas madres que ya de

ninguna forma pueden ser reparadas, y aunque no lo saben buscan el perdón en esas

condenas, en esas decisiones que toman en otro lugar y se convierten en su objetivo de

vida.

Lastimosamente, el 24 de mayo, el mismo día en que empezaban las audiencias, la defensa

de los militares pidió a la jueza que lleva el caso, aplazar nuevamente la audiencia, pues

según las razones que presentaron, la Fiscalía no les ha hecho llegar unas pruebas y los

términos para cada uno de los imputados no son claros.

Ese mismo día las madres también quisieron actuar. Redactaron una carta a la Corte Penal

Internacional pidiendo su apoyo y acompañamiento en la resolución de estos casos. (Ver

anexo Carta a la Corte).

Y mientras tanto, Gringo se perdió un día haciendo lo único que podía hacer, buscando algo

mejor, tratando de reunir el dinero suficiente para comprar una chocolatina, ayudar a un

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amigo, o cargar los baldes con agua para los días de escasez en el barrio. Solo que esa vez

no entró por la puerta y se sentó en el comedor. (Ver Anexo de fotos)

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CUANDO EL RELOJ MARQUE LAS DOS

Basado en hechos reales

Esta silla se siente más dura, y el silencio cada vez más incómodo. Muchas veces pasa que

cuando está a punto de aflorar la verdad es este el silencio que aparece antes, justo antes de

hablar.

Me voy. Una pausa eterna, un dolor. Andrés, sí en 15 días no vuelvo, no me busques más,

no voy a estar, es inútil. Estábamos en medio de un aguacero, completamente solos y

nuestras palabras se perdían en el ruido de la vía, de la congestión en esos días lluviosos,

cuando nuestros zapatos se enfrentan a más de tres charcos simultáneamente.

El café se había enfriado, y que le podía decir. No me estaba preguntando, me estaba

diciendo que se iba y que iba a correr todos los riesgos. Se iba porque su compromiso había

cambiado, porque tenía que protegerse y seguir luchando en lo que creía, porque las

condiciones eran distintas, por todo, y por nada.

No lo pude entender.

Hacía pocos días, cuando iba manejando por la carretera a Buenaventura en su carro, un

Ford modelo 75, estaba borracho, las rancheras y los tangos lo ponían feliz. Tan

alcoholizado y tan suicida como siempre. Cayó por el precipicio, como era de esperarse,

por acelerar en una curva, rompió las suelas de sus botas tratando de frenar, mientras la

sangre le brotaba por la cabeza y las manos.

Cuando llegué al lugar me acuerdo como se reía, y como la embriaguez lo hacía tambalear

de un lado a otro, mientras decía que había sido un héroe, un héroe de verdad por haberse

salvado, que pesar de mi carro lo volví mierda, y se reía otra vez.

Creo que por cosas así le decían el Loco, no sé.

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Era de Pereira, vivía en Cali, pero viajaba diariamente por todo el país. De un hogar muy

humilde había crecido para convertirse en arquitecto y la muerte de su padre, a manos de la

violencia conservadora había dejado en él la tarea de cuidar de toda su familia.

Con ideas de progreso e igualdad pudo construir piedra por piedra, una central de reciclaje

en el distrito de Agua Blanca en el Valle, y tenía una draga con la que buscaban oro en

Nariño, varias comunidades de afrodescendientes dependían de él. Varios trabajadores

dependían de él. Su familia dependía de él. Yo también.

Y ahora sin más, me decía que se tenía que ir. Mi gran amigo, el gran amigo de mi padre,

que se acercó a nuestra familia porque por ser paisas desayunábamos arepa, y él ya estaba

cansado de la papa y el arroz de todos los días. Esas ideas superaban el momento. Sus

dedos, golpeando la mesa con ritmo hasta que saque el último cigarrillo que tenía. Por

favor no fumes. Siempre fuerte, acelerado, con un celular en la mano, o de viaje, corriendo.

Sé que no le gustaba la tranquilidad, pero la anhelaba, y eso no lo podía disimular.

Lo conocí hace cuatro años, cuando llegó a Popayán como un forastero más y se hizo

amigo casi inmediatamente de mi padre, porque eso si tenía un carácter que enamoraba.

Recuerdo el abrazo, la sonrisa bonita con la que arreglaba todo, y el día en que me contó

que estaba enamorado de una negra hermosa que había conocido.

Y mientras esta tormenta de recuerdos se desataba, sin que en ese mismo momento lo

pudiera sentir, me despedía por última vez del Loco. El que creía en mí, y decía a gritos le

presento al hombre más inteligente del mundo y me señalaba; el que entre táctica y

estrategia planeaba todo con antelación y creía en las miradas, me decía que predecía el

futuro, yo aún lo dudo. La plata solo era para gastarla, las mujeres para quererlas, todo lo

prohibido, la desproporción, él me quería. Yo también dependía de él.

¿Otro café? ¿Qué querés comer?

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Nada… No me parece que haya que irse. Ser líder no puede poner la vida en riesgo, ayudar

no puede ser una situación en la que uno pierda, es que te podes morir Loco.

Ja! Yo le decía eso como si le hubiera preocupado alguna vez su suerte. En este país de

contradicciones, de guerra, atrasos y silencio, donde unos y otros son los actores en

conflicto y nosotros por azar hacemos parte, si no estás, te llega. Como desde hace rato al

Loco le estaba tratando de llegar la guerra.

No sé porque me acuerdo de estas cosas, pero no puedo evitar pensar cuando me llamó mi

papá a contarme “se lo llevaron y no sabemos nada”, así, solamente. Fue un día de

diciembre, a las siete de la noche cuando caminaba por la séptima con 26. Yo estaba en

Bogotá, vivía acá.

Sonó mi celular y no me era claro lo que pasaba. Este mundo, el de ese día de despedida en

una mesa de café en un centro comercial de Bogotá, y el otro, el que estaba al otro lado del

teléfono, me estaban diciendo que él, mi amigo, el amigo de mi padre, con quien teníamos

una vida, quien había llegado a nosotros para soñar juntos, había sido desaparecido.

Lloré en medio de ráfagas de personas que pasaban y pasaban por mi lado. Si que teníamos

sueños. Denunciar los problemas del glifosato en Europa y como este caía sobre la cabeza

de los campesinos. Construir polideportivos para los niños de Agua Blanca con materiales

reciclados. Ayudar, dar de comer…

Pero no todo se podía hacer, y la mentalidad radical y volátil del Loco lo puso varias veces

en peligro. Peligro real. Una vez en un pueblo, de los muchos que hay en el remolino

panamericano en Nariño, una zona a la que no llega el Estado, pero en cambio si se

enfrentan todos los grupos armados al margen de la ley y además se utiliza como corredor

en la cadena de tráfico de drogas, el Loco se tuvo que enfrentar a un grupo de paramilitares

que habían llegado a la zona.

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Cargaba armas por protección, por el eterno dilema de representar poder, y siempre decía lo

mismo, si las cargas es porque tenés la certeza de que las vas a usar. Ese día, cuando

aparecieron los paras, venían preguntando por un nombre específico, venían detrás de un

miliciano aliado con la guerrilla al que querían matar. Pidieron las cédulas de todo el

mundo, y por momentos de la vida que uno a veces simplemente no se puede explicar,

mientras el miliciano corría monte abajo huyendo de su final, un arriero, trabajador del

Loco, fue acusado de ser a quien estaban buscando. El nombre de ambos, del miliciano y

del arriero, era el mismo. Jesús María Ramírez.

Por su liderazgo, y por ser esa especie de Robin Hood para la comunidad, por poder

comunicarse con ellos y brindarles trabajo, a la primera persona a la que contactaron fue al

Loco. Él, que ya iba en camino, pidió que lo esperaran, que no fuera a suceder nada en su

ausencia.

Cuando llegó, desenfundó un arma, se bajó enloquecido de su carro y habló con el primer

“paraco” que lo abordó. Trato de remediar el asunto, pero estaba desesperado. Pidió hablar

con el comandante de la tropa. Y así, como quien no sabe a lo que se enfrenta, le dijo usted

esta cometiendo un error, él, señalando al arriero, no es a quien buscan, no pueden matar

gente inocente. El otro día quemaron una discoteca que había puesto la guerrilla y ahora

van a acabar con el pueblo. Si quiere nos matamos, el Loco botó su arma al piso, pero

déme un fusil y lo hacemos en las mismas condiciones.

Su carácter, tal vez la autoridad y el hecho de que el era un empresario fuerte en la zona,

hicieron desistir al comandante de asesinar al viejo campesino. Quizá en ese punto fue

cuando los límites se empezaron a romper, las guerras por los territorios, que finalmente

solo buscan poderío y control, serían mucho más fuertes que el genio indomable que este

hombre representaba.

Bueno Papi, o pedimos otro café o nos vamos porque aquí todo el día no nos podemos

quedar, me dijo con una sonrisa cargada de un poco de picardía y nostalgia, del que sabe

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que puede ser la última conversación, la última mirada, el último respiro, la última

oportunidad del destino para memorizar cada uno el rostro del otro.

Pidámoslo, le dije, al fin y al cabo no son ni las dos. En ese momento recordé entonces

cuando el tiempo no es nada, cuando se trata de ver por las endebles rejas que separan la

vida de la muerte, estábamos en un sector de Nariño conocido como Remolinos cerca a una

pequeña población llamada Policarpa, miles de campesinos como una pintura que se dibuja

sólo en visiones esporádicas que van y vienen, de eso que sólo se ve una vez en la vida.

Estaban aglutinados bloqueando la vía más importante para el comercio en Latinoamérica,

la Panamericana.

Todos juntos, mujeres, hombres y niños protestaban frente al gobierno nacional por la

erradicación y fumigación de los cultivos de coca. Era mágico lo que veían mis ojos, el

pueblo atemorizado, dolido, triste y pobre, se paraba por primera vez sin miedo frente al

fuerte escudo del Estado, el verdugo de la mano que se levanta y del grito que no quiere ser

ahogado, el Ejército, la Policía y el ESMAD, enfrentaban no a miles de campesinos

desdichados, sino a fuertes hombres de manos sucias con corazones limpios que se habían

simplemente cansado de aguantar.

Y ahí estaba nuevamente yo, junto a él. El Loco, había propiciado una de las marchas y

bloqueos más importantes de las últimas décadas en el departamento de Nariño. Una noche

antes, mediando con todo el que se interpusiera a que salieran a protestar, nos sumergimos

en una de las tantas conversaciones que hacen parte de esta memoria que se niega a olvidar.

¡Miren! ustedes no son los narcotraficantes, ustedes son campesinos y no simples

cultivadores. Son gente que vale la pena como cualquiera, que tiene derechos, que tiene

que ser respetada. Los narcotraficantes son otros. El Loco estaba despertando al ignorado

perdido en la guerra, al deshumanizado por el poder, al que se esconde detrás de la supuesta

inopia que representa el pueblo.

Yo lo observaba con ansias, veía como los rostros que siempre miraban hacia el piso se

levantaban, dando visos de pequeñas esperanzas, de sueños guardados y deseos reprimidos.

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Es que un campesino no sueña con lujos, en este país sueña con derechos. Y ahí comprendí

la virtud del Loco de ver en el otro no a una persona más, sino a un hermano, todos de la

misma patria sufrida y desdichada que se resiste a abandonar a sus hijos.

Los siguientes días fueron nefastos, a pesar de nuestra ayuda en cuanto a víveres y

compañía para que resistieran la marcha, los agentes del Estado lograron penetrar a los

campamentos. Una noche, mientras dormíamos en una de las carpas junto al río, el Loco

sintió como uno de los miembros del ESAMD entraba y empezaba a patear a los

campesinos dormidos.

Escuché como se levantó, tomó su arma y silenciosamente lo sacó. Escuché toda la

conversación. ¡Mira es que ¿vos no tenés familia?, ¿no tenés hijos?, ¿qué sentís cuando

pateas a un campesino!? Lo dejo ir, pero llorando, y ese pobre no volvió ni a las protestas

del otro día.

Más de veinte desaparecidos dejaron los bloqueos, el Ejército disparaba sin compasión,

como cuando se juega a cazar pájaros con las armas, pero ellos lo hacían desde el cielo, y

los blancos eran indígenas y campesinos que corrían desesperados en el suelo. Unos caían

al río, otros cubiertos de sangre al pavimento, un logro o una desgracia, no se sabe… al fin

y al cabo es una guerra.

Toma haciendo un guiño un sorbo de café y sonríe nuevamente, yo se porque sonríe se

acordó de la negra. La primera vez que la vio ayudando a una población afrodescendiente

no le quito los ojos de encima. Es que me acuerdo y me da risa, yo si dije, ya me canse de

la mujer blanca y ahora me toca probar negra, de raza fina y fuerte, y se toma otro sorbo

en medio de una carcajada.

Todos tenemos tiempo para el amor y el Loco también lo tuvo, doce hijos, tres mujeres,

pero terminó con su eterna negra, la del alma, la del cuerpo, de la que siempre se acordó.

Resultó Loco hasta en cuestiones del corazón, mira esa, la otra, la que viene y con ojos

perdidos no se en donde, si en un mañana o en el pasado, dice que ninguna como ella.

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Con la mirada perdida comienza a cantar… ¡Pobre mi hijo, quién diría que por noble y por

valiente pagaría con su vida el sostén de una opinión! ¡Por no hacerme caso, mi hijo, se lo

dije tantas veces no haga juicio a los discursos del doctor ni del patrón!... Te la dedique

¿no? Andrés, ahora es que me olvides hasta con eso. Es un tango, uno de nuestros

preferidos, uno de los que tantas veces escuchábamos mientras tomábamos unos tragos de

aguardiente.

Ah, a veces es difícil recordar, pero ¿cómo se le dice a la cabeza que pare un poco de

pensar? Su rostro es lo último que veo cuando cierro los ojos y me acuesto. Lo primero que

pienso, cuando me levanto, parece que escuchara todo el día las mismas voces del recuerdo,

éramos los dos, sólo dos.

¿En qué estás pensando?, nada Loco, en nada y al fin y al cabo en todo. Todos los días me

despierto con una batalla en mi cabeza evitando que se me olvide, cualquier cosa, cualquier

mínimo detalle, es una zozobra que el alma no puede explicar, como un hueco en el

estómago que nada puede tapar. (Ver anexo poema)

Ese día fue la última vez que lo vi. Ese día fue el último día de los miles que recuerdo en

los que reímos a carcajadas, en los que la simple complicidad que nos hace amigos, nos

hizo grandes, nos hizo querernos. Siempre lo veo ahí sentado en el mismo café, con el

mismo aroma.

Nos despedimos, un abrazo fuerte y seguro selló un pacto para toda una vida, la que me

quedaba a mí porque a él solo horas, lo separaban de la muerte.

Desde que llegó al aeropuerto con su guardaespaldas, Mónica, no se sabe nada más. Nunca

tomo el vuelo, nunca apareció su carro, nunca se supo si salió o no del aeropuerto El

Dorado, nunca, no supimos nada, se lo tragó la tierra, como cuando un soplo de humo de

cigarrillo golpea el viento, se desvaneció.

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Todo se convirtió en un silencio, nadie decía nada, nadie lo había visto, nadie nunca lo

conoció. Lo que alcanzamos a saber con investigaciones es que para desaparecer el cuerpo

lo sumergieron en ácido, todo rastro de una ceniza que se niega a extinguirse, desapareció.

Yo, el de entonces, no soy el mismo, una de tantas veces trato de recrear en mi cabeza los

últimos minutos de El Loco, que pensaría, qué les diría, qué estaría sintiendo mientras

recorría el camino escabroso de una muerte indigna.

En esas tantas veces me lo imagino insultándolos, gritando que le dieran un fusil para morir

como los hombres y no como canallas. Me lo imagino tratando de defender a Mónica y

acelerando el lento proceso de la tortura y la posterior muerte.

¡Sí! vinieron las amenazas, los hostigamientos, las persecuciones que me hacen llevar una

vida detrás de la vida misma. Yo, ya lo dije, no soy el mismo sin él. Aunque poco a poco se

van perdiendo cosas, lugares, sonrisas, abrazos, siento que mi vida avanza pero lentamente.

Yo dejaría lo que tengo y lo que soy para volver al pasado, porque no volví a ser

completamente feliz, las carcajadas ruidosas, el llanto de alegría, las ganas, las simples

ganas de existir ya no están, se fueron ese día.

Tal vez no pueda gritarlo, tal vez no pueda hablar de él con frecuencia o mejor con alguien,

pero sé que lo tuve y él me tuvo también. Fuimos amigos, cómplices, fuimos como

recordamos con mi padre entre uno que otro trago amargo de aguardiente, casi uno solo.

¿A dónde fue?, no lo se, ¿Sufrió cuando moría?, es algo que me atormenta, ¿Algún día

sabré la verdad?, me lo pregunto todos los días, me pregunto si algún día un rostro en la

calle me lo piensa devolver.

Lo que me queda de él es muy mío y de Colombia, pero no existió, para este país no existe

esta historia, para los que se lo llevaron ya quedó en el olvido, para mí es como si reviviera

en cada día. El Loco fue un hijo de la guerra y con ella tuvo que irse, como muchos que se

despiden, el alcanzó a darme un último adiós.

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88

Bueno Papi, tenemos que irnos, tengo una cita pronto y un vuelo que tomar, son las dos y

esta mierda se acabó. Aunque él se estaba refiriendo a su taza de café, lo que realmente se

estaba acabando era su historia, nuestro tiempo.

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89

CONCLUSIONES

Cuando se presentan problemas de orden humanitario, como las cifras de desaparecidos, o

los miles de cuerpos de los “falsos positivos”, hechos que claramente violan los códigos

civiles y los derechos universales, se suelen desplegar acciones para contrarrestarlos y

tratar de restablecer y reparar a los involucrados, que se presentan en condición de víctimas.

Dicha parte, los ciudadanos que actúan y buscan el bien común, y demandan del Estado

acciones, se denomina sociedad civil, y ha merecido el análisis de varios teóricos a lo largo

de la historia política y de Estado de nuestros tiempos.

La inclusión de esta, dentro de una posible resolución de conflictos según algunos autores

como Bejarano, Keane y Bobbio, puede ser la salida adecuada a la interacción entre

igualdad, solidaridad y justicia, a fin de conseguir paz.

Sin embargo, una de las principales características de los crímenes de Desaparición Forzada

es la impunidad hacia las víctimas, pues estas no se sienten apoyadas por el Estado que

debería protegerlas, y a su vez están doblemente victimizadas: al principio cuando se

perpetra el crimen, y después cuando no tienen mecanismos para defenderlo, o denunciarlo,

o su vida corre peligro por cuenta de amenazas.

Esta impunidad solo demuestra la falta de inclusión de los actores en la justicia de los

procesos que demandan. Las tres historias antes relatadas, son un porcentaje mínimo de la

cifra real que no ha logrado conocer los autores intelectuales de los crímenes, porqué estos

se cometieron, que fue lo que pasó, cuando se va a cumplir una pena.

Asimismo, en el caso de Jaime Gómez desde su desaparición y posterior encuentro, han

pasado cuatro años. Hasta el momento no se ha podido identificar quienes dieron las

órdenes, quienes lo torturaron y lo mantuvieron retenido, y quienes lo siguieron ese día

mientras hacía ejercicio en la montaña.

Page 82: ¿A DÓNDE VAN? LA DESAPARICIÓN FORZADA EN COLOMBIA: 3 …

90

Que su proceso en la Fiscalía no cuente con los testimonios de varios de los testigos que

dicen haber visto a las personas que lo estaban siguiendo, y que aún no se haya emitido un

concepto claro entre si fue un asesinato o un simple accidente como se trato de decir, a

pesar de la investigación independiente hecha por un grupo de forenses contratados por la

familia y la Comisión Nacional de Juristas, solo demuestra la inoperancia del sistema

judicial, y la marcada tendencia a que estos casos permanezcan en la impunidad y el

olvido.

Justo en el medio de esto, se encuentra en vigor la política de de Seguridad Democrática del

gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez, cuyos objetivos específicos son: combatir el

terrorismo y el narcotráfico, recuperar y mantener el monopolio de la fuerza del Estado en

el territorio nacional y la protección de la población civil.

Estas políticas representan un papel protagónico para las Fuerzas Armadas, que buscan

derrotar las organizaciones al margen de la ley por medio de la confrontación armada. La

degeneración de estos objetivos dio cabida a la aparición de fenómenos casi mecánicos

usados para difundir una imagen triunfalista en las políticas cívicas, a través de la

desaparición, ejecución y posterior acusación de civiles inocentes.

La estigmatización de la población civil, la dejó vulnerable ante los trabajos del Estado y el

afán de conseguir resultados desató una guerra marcada por el silencio “puede rechazarse

toda distinción entre combatientes y no combatientes. La población civil queda reducida a

la condición de rehén entre las diversas fuerzas beligerantes”32.

Los resultados de la Política de Seguridad Democrática son publicados por la Presidencia

de la República como grandes logros ocultando las víctimas detrás de los hechos, las

identidades y la situación real de los “caídos en combate”. (Ver Anexo)

32 Comisión de Derechos Humanos, Informe del Grupo de trabajo sobre desapariciones forzadas o involuntarias. Adición. Misión a Colombia, 62 periodo de sesiones, doc. E/ CN.4/2006/56/Add. 1.

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91

Surgieron los llamados “Falsos Positivos” o ejecuciones extrajudiciales, que como

crímenes de lesa humanidad ya se presentaban desde 1990, pero se hacen evidentes con la

desaparición, tortura, muerte y posterior denuncia de los jóvenes del municipio de Soacha.

Con la realización de esta este trabajo de grado, se evidenció que los procesos judiciales de

las víctimas de estos crímenes no han avanzado; cambio de fechas, postergación de

audiencias, falta de pruebas y falta de garantías de los familiares de las víctimas, solo han

dilatado los procesos. No ha existido una reparación verdadera en cuanto a justicia y

verdad, y dentro del marco legal no ha existido ningún tipo de seguimiento por parte del

Estado a las familias, ni indemnizaciones por los hechos.

Luz Marina, la madre de Fair Leonardo Porras muerto por el Ejército y presentado como

guerrillero, a la cabeza del grupo de las madres de Soacha, es una de las pocas madres que

ha podido empezar el proceso en la Fiscalía. Aunque este varias veces se ha vencido por

términos, a pesar de contar con el testimonio de dos de los reclutadores encargados de

trasladar a los muchachos.

Los 3.796 casos documentados por la Mesa de Trabajo sobre ejecuciones extrajudiciales de

la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, da cuenta de la falta de medidas en la

aclaración de los casos. Estos crímenes como lo ha evidenciado el trabajo, son dirigidos a

la población perteneciente a sectores populares, generalmente jóvenes.

La labor de los organismos de investigación ha sido totalmente deficiente, tres de los casos

de los jóvenes de Soacha se encuentran en indagaciones preliminares y dos están

estancados mientras se resuelve la colisión positiva de competencias.

En el caso de Luz Marina, las audiencias preliminares se tenían planeadas para el 24, 25 y

26 de mayo de 2010 para el descubrimiento de pruebas, luego se realizaría el juicio oral, y

más adelante el juicio condenatorio, pero nuevamente los abogados defensores pidieron a

la juez que lleva el caso, aplazar la audiencia de juicio a un término prudencial pues según

ellos, la Fiscalía no les ha hecho llegar algunas pruebas dentro del proceso.

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92

La defensa de los militares, también señaló que no hay términos precisables para cada uno

de los imputados en el proceso, lo cual no permite el tiempo entre audiencia y audiencia, y

dificulta la preparación de las mismas.

Ante estas razones de extender el proceso, las madres de los jóvenes, ese mismo día, el 24

de mayo de 2010, presentaron su caso ante la Corte Penal Internacional con el fin de

esclarecer los hechos, y contar con su intervención y veeduría en el desarrollo de los casos.

(Ver anexo).

Sin embargo, estas dilaciones solo hacen parte de la larga cadena de impunidad que estos

casos, concretamente, representan para el Estado colombiano. Gracias a la visita de

Philip Alston, relator especial de la ONU, se pudo establecer que existe "un patrón de

ejecuciones extrajudiciales" y que la impunidad abarca el 98,5 por ciento de los casos.

"Aunque estos asesinatos no fueron cometidos como parte de una política oficial, encontré

muchas unidades militares comprometidas con los llamados ''falsos positivos'', en los cuales

las víctimas eran asesinadas por militares, a menudo por beneficio o ganancia personal de

los soldados", indicó el delegado de Naciones Unidas en su informe.

Con este trabajo de investigación, a través de los testimonios de los familiares de las

víctimas se logró establecer que el índice de impunidad, falta de reparación y juzgamiento

de los casos de desaparición como el de los llamados “Falsos Positivos”, crece con

desmedida rapidez.

No existen respuestas, no se hallan los culpables y se siguen denunciando casos de personas

desaparecidas extrañamente. De igual forma, las amenazas directas a los familiares

víctimas no contribuyen a la hora de buscar una salida legal a estos crímenes.

De los tres casos revisados en esta investigación, dos, el de Fair y el del Loco, han

permanecido truncados por las constantes amenazas de muerte. Incluso los nombres en la

historia del Loco, tuvieron que ser cambiados por protección.

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93

Lo cierto es que tanto Juan Sebastián y Diana Marcela, como Luz Marina y Andrés, no

tienen seguridad de ningún tipo, a pesar de que saben que sus vidas pueden ser un blanco

fácil. Solo verificar las cedulas de las personas con quienes se relacionan, cambiar de

rutinas diarias, de medios de transporte, decir siempre para donde van y con quien, reunirse

en lugares públicos, no usar grabadoras en la entrevistas si no es necesario, son sus únicos

elementos de protección personal.

Lo paradójico es que es el Estado quien debería brindarles un apoyo constante, y de alguna

manera reconocerlos como actores del conflicto, ya sea para la superación de este, como

para el conocimiento de lo que pasó y la construcción política de memoria e historia, no lo

hace.

La estigmatización de los casos, los personajes y las historias contadas, hace que la justicia

colombiana no valore las denuncias de desaparecidos que se presentan día a día. Los

organismos estatales están involucrados directa o indirectamente en casos de desaparición

forzada, y no existe un órgano especializado y capaz de investigar, regular y dar cuenta de

los resultados.

Incluso con la aparición de la ley 589 del 7 de julio de 2000, persiste en Colombia un hecho

implícito que no termina de reconocer a todas la víctimas directas e indirectas de la

Desaparición Forzada en el país.

Con el articulo 9 que se refiere a la creación de un Registro Nacional de desaparecidos,

implementado cinco años después de ser expedida la ley, las cifras que allí se contienen

están divididas en dos clases, las desapariciones comunes y las “presuntamente

forzadas”.33 Pero aunque el registro existe, se desfigura completamente la responsabilidad

que tiene el Estado como actor/autor de los crímenes pues las desapariciones o se tratan de

hacer pasar por desapariciones de otro tipo, como por robos, desorientación, vejez o

infancia, o porque se acusa a las personas de encontrarse en esa condición porque querían,

o porque no volvieron, o porque se unieron a las FARC o están en Medicina Legal.

33 Puede ver la página web: www.comisiondebusqueda.com Consultada el 19 de octubre de 2009

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94

Como pasó varias veces con los primeros casos reportados en los años 80 y las familias

recibieron como respuesta del Estado ante la ONU razones vinculadas a pertenecer a la

guerrilla o al narcotráfico. O con el caso de Jaime Gómez, donde el Director de Medicina

Legal, Máximo Duque aseguraba que su muerte había sido un accidente; o con el caso de

Fair que fue acusado de ser guerrillero, y otros 16 jóvenes de Soacha también fueron

acusados por lo mismo; o el caso del Loco que ni siquiera puede ser denunciado porque no

existen garantías reales para hacerlo.

Cada vez es más nula e imprecisa la definición de verdad y reparación, no existe realmente

un concepto y un mecanismo que de cuenta de la participación de las víctimas en el Estado,

siendo reconocidas como actores determinantes de lo que ocurre.

A este respecto, la interacción que se percibe entre perdón, verdad, memoria y venganza,

puede potenciarse cuando los factores mencionados anteriormente se mantienen y

determinan las lógicas en las que deben moverse las víctimas.

Para David Crocker, la verdad es una variable que es determinante para afrontar conflictos,

pues para alcanzar una comunidad mas democrática se debe hacer una investigación y

establecer y publicar la verdad sobre el pasado de los actos cometidos a las víctimas, para

así poder avanzar en la resolución del problema34.

Se debe tener un conocimiento, al igual que lo expresa Robert Rotberg, sobre la perspectiva

moral como legal de los derechos violados, tanto en el aspecto de quien, como, cuando,

donde y por que se dieron las cosas.

Para Crocker el conocimiento del pasado es importante en sí mismo, pues las víctimas y sus

descendientes tienen el derecho moral a saber la verdad acerca de los abusos cometidos en

contra de sus derechos humanos. Sin Embargo, ambos autores llegan a la misma percepción

sobre la verdad, y es que para poder conocerla se debe hacer un análisis exhaustivo, pues

34 CROCKER, David “Truth Commissions, Transitional Justice and Civil Society” en: Robert I. Rotberg and Dennis Thompson (eds.): Truth v. Justice: The Moral Efficacy of Truth Commissions: South Africa and Beyond, Princeton University Press, Princeton NJ., 2000

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95

siempre existirá una verdad o varias, millones de percepciones a favor y en contra de los

casos donde se ven envueltas las víctimas, que lo único que desean a la hora de su

reparación, es conocer la verdad.

Los componentes de la justicia transicional, buscan más democracia y más derechos y no a

la inversa. Estos son la verdad, la justicia, y el perdón, que son trasversales a los individuos

y a las comunidades. Una de las grandes quejas que recibimos de nuestros entrevistados es

que ellos si querían perdonar, pero para poderlo hacer necesitaban verdad, verdad sobre que

fue lo que realmente pasó y quién dio las órdenes.

“Uno carga con eso toda la vida. Me faltan muchas cosas por digerir, pero son cosas que

se digieren cuando se tiene la verdad, cuando uno sabe que pasó (…) a mi no me interesa

ver al pendejo que ultimó a mi papá con dos tiros en el cráneo, a mi me interesa ver que

pasó y quien ordenó” decía Juan Sebastian en una entrevista.

En este mismo punto, y a fin de romper la cadena que genera la retaliación por los

conflictos, se necesita perdón, del que se habla en las leyes de reparación de Justicia y Paz

o en la ley de víctimas. Para Martha Minow el perdón es un factor que esta directamente

relacionado al ser humano y se produce como una muestra de auto respeto.

El perdón se encuentra bajo el poder de la víctima, solo ella puede otorgarlo. Bajo esta línea

el perdón se da cuando la víctima desea liberarse y no caer tan bajo como los criminales.

No obstante, el perdón genera dos tipos de conducta: Primero cuando se perdona pero no se

olvida se crea una bomba de tiempo en lo más recóndito de la psique. Y segundo, la mente

que logra reconstruir su estructura en tiempos de dolor queda atrapada, pues es muy difícil

recordar pero también lo es olvidar.

El concepto de perdón también puede tomarse como amnistía, para Minow, es cuando se

trabaja bajo la regla de ‘Forgetfulness amnesia’. Este puede ser el caso en donde se da una

confusión mental cuando, por ejemplo, un alto oficial de gobierno sale a declarar que se

debe perdonar a determinado grupo ilegal o a determinado acto. Es así como el perdón no

Page 88: ¿A DÓNDE VAN? LA DESAPARICIÓN FORZADA EN COLOMBIA: 3 …

96

puede ser considerado como justicia o castigo35. Pero lo cierto es que esto en Colombia, no

pasa.

“Yo tenía y tengo tanto odio en mi corazón y en mi ser y pensaba muchas cosas, y alguien

me dijo que el rencor, y el odio, y la venganza, y querer obtener lo que me quitaron, todo

ese odio, es como cuando uno se clava un puñal pensando en que el otro se va a morir (…)

entonces es como que tu eres el verdugo, yo me clavo esto y creo que te vas a morir tu, y

eso se reproduce, hay que perdonar, eso fue lo que oí, y si no el lastre se va a reproducir”

dice Juan Sebastian.

Luz Marina en su relato dijo: “Esa es una pregunta un poco difícil y más en este momento,

nos han dicho que el tiempo lo olvida todo pero es una gran mentira,(…) Son dolores que

quedan, que le digan a uno que el tiempo olvida…no, yo le pido a Dios que a todos los días

que pueda ver que se haga justicia por que pasó”.

Mientras tanto, “Andrés”, describió con estas palabras su sentimiento de impotencia: “Se

fue una parte de mi. Y hay unos puntos suspensivos que no me permiten avanzar porque la

tragedia de los desaparecidos no se proyecta en nadie, se borra el rastro completamente.

Siempre esta la derrota de no poder decir a grito abierto: tuve un amigo”.

Todo esto nos lleva a querer reflexionar sobre la labor periodística y los casos particulares

aquí expuestos. Cada una de las historias conformó un proceso de investigación totalmente

distinto, no solo por el modo de aproximación que se tuvo con cada uno de los personajes

sino por el contexto y la manera en que cada uno tuvo que enfrentarse a esa realidad.

El caso de Jaime Gómez, da cuenta de una parte de la realidad política y social del país que

de cierta forma cuenta con un poder influyente marcado por su condición de sindicalista,

político y docente, ubicado en una escala social que le brindaba ciertas oportunidades para

acceder a beneficios que nuestros demás entrevistados no tenían.

35 MINOW, Martha. Between Vengeance and Forgiveness: Facing History After Genocide and Mass Violence (1998)

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97

Al parecer detrás de la desaparición de Jaime Gómez, había un móvil político que lo

convertía en un blanco en la disputa por el poder, pues era asesor de una de las senadoras

más reconocidas de la oposición, a quien le colaboró con el desarrollo de la ley en contra

del proyecto de Justicia y Paz, desarrollado por el gobierno de Uribe para desmovilizar

paramilitares. El producto de esto son sus dos hijos Diana Marcela y Juan Sebastián, la

primera que por su formación trató de continuar la lucha de su padre, pero amenazada por

las Águilas Negras tuvo que dejar el país, y Juan Sebastián, un joven periodista que a los

dos meses del asesinato de su padre pudo tomar la decisión de irse del país y tratar de

reconstruir su vida.

Por su parte, Luz Marina es un ama de casa que debido a las circunstancias tuvo que aliarse

con otras que en sus iguales condiciones habían pasado por lo mismo. De ser tan solo unas

mujeres que para vivir vendían alimentos y objetos para el hogar en un municipio marcado

por la pobreza, pasaron a ser líderes y activistas de un movimiento conocido como “Las

madres de Soacha”, para defender las memorias de sus hijos.

Así pues, Luz Marina, a fuerza de los hechos tuvo que empezar a actuar, pasó de ser un

ciudadano de a pie ignorado por muchos, a un símbolo de las miles de víctimas de los

“Falsos Positivos”, su voz incluso ha llegado a otros países.

Finalmente “Andrés”, es la representación de la clase media colombiana que ha estudiado,

se ha formado, conoce y reconoce los problemas del país pero que nunca pensó tener que

enfrentar lo conocido en los libros con lo que le estaba pasando a su mejor amigo. “Andrés”

es un ejemplo de una parte de la sociedad que intenta resistir frente a los desmanes del

gobierno pero no tiene los mecanismos ni el poder para hacerlo públicamente simplemente

porque si vida está en constante peligro.

Aunque la relación entre “El Loco” y “Andrés”, era de amistad y no de una estrecha y

estricta relación familiar, era tan cercana que le permitió convertirse en un testigo víctima

Page 90: ¿A DÓNDE VAN? LA DESAPARICIÓN FORZADA EN COLOMBIA: 3 …

98

de los hechos, que aunque siempre quiere relatar lo sucedido no puede, pues él asegura

saber quiénes fueron los que desaparecieron al “Loco”.

“Andrés” pues, se convierte en un tipo de víctima hasta ahora no reconocido

tradicionalmente, una víctima indirecta que tiene tanto derecho y tanto valor como para

hacer válido su testimonio.

Bajo este panorama se puede comprender que desde lo periodístico es posible entender la

multiplicidad de un mismo tema. La desaparición forzada vista desde tres matices distintos

que evidencian los pilares que conforman la sociedad colombiana, desde lo político hasta lo

económico. Este factor es uno de las principales conclusiones de esta tesis, este fenómeno

de desaparición “legal” para el Estado no media entre un tipo de persona y otro, lo que es

aún más grave, todos podemos llegar ser víctimas.

Para llegar a la conclusión antes mencionada hubo todo un proceso marcado por la

indagación, el análisis y la búsqueda de la verdad.

La indagación teórica nos permitió conocer que hay otra realidad alterna, de la cual se

habla, se escribe y se lee. Además que permite entender estructuras históricas y políticas

que directamente determinan los momentos actuales que vive este país: el modelo y las

lógicas de las dictaduras militares aplicados al conflicto interno restringiendo la

democracia, la aplicación de la doctrina de seguridad nacional y el mítico “Plan Cóndor”,

hasta llegar a la actualidad con la política de Seguridad Democrática que rige en Colombia

como mecanismo legitimador del abuso de la fuerza por parte de miembros del Estado.

La mejor forma de representar dichos conceptos teóricos era aplicando las bases

conceptuales a entrevistas y testimonios verdaderos de personas que habían hecho parte de

esas estructuras históricas y políticas. La búsqueda comenzó con el recuerdo de un profesor

de la Javeriana por el cual se convocó una marcha en la plaza central de la universidad pues

este no aparecía desde hacía dos semanas. El conocimiento de que su hijo había sido

estudiante de periodismo, algunos datos en Internet, fotografías, preguntas que surgieron,

Page 91: ¿A DÓNDE VAN? LA DESAPARICIÓN FORZADA EN COLOMBIA: 3 …

99

películas que reflejaban ese conflicto, asesorías académicas , la indagación en ASFADDES,

nos hizo pasar de un caso a otro y de un caso a otro.

Finalmente las historias de Jaime Gómez y de “El Loco” comenzaban a hacerse una

realidad, pues nos convertimos rápidamente en más que sus oyentes, en una especie de

difusoras por un compromiso adquirido desde la complicidad. Al mismo tiempo la fuerza

mediática de los “Falsos Positivos” no se podía negar. Surgía en Colombia una nueva

forma de desaparición y control social por parte del Estado y las Fuerza Militares.

Por primera vez se estaba reconociendo que un fenómeno como este hacia parte de las

acciones de quienes velan por nuestra seguridad. Los casos de los 17 jóvenes de Soacha

abrieron las puertas para conocer un mecanismo macabro, que no solo se presentaba en un

lugar del país sino que tenía incidencia nacional. Así fue como conocimos a Luz Marina y

la historia de su hijo.

Varios encuentros nos permitieron construir cada una de las crónicas que hacen parte de la

tesis, las largas conversaciones, los correos, las llamadas, los permisos, las explicaciones,

los acuerdos, y la búsqueda de lugares públicos propicios que facilitaran la seguridad de

nuestros entrevistados, hicieron parte de un proceso oral que más adelante se convirtió en

un vínculo. Las conversaciones se hicieron largas y siempre comenzaron con la misma

pregunta: ¿Quién era…?

Aunque el acercamiento fue satisfactorio y cumplió con los objetivos periodísticos de

indagación y verdad, el proceso pudo haber sido mucho mejor si hubiéramos podido contar

con la participación de más víctimas y sus testimonios.

El análisis y la labor de memoria hubiera podido ser mucho más efectiva si el acercamiento

con otros casos hubiera sido igual de exitoso que con los aquí expuestos, los problemas de

seguridad y el miedo, no nos permitieron dar a conocer y profundizar otras desapariciones

por lo que la selección estaba más que dada.

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100

En cuanto a la parte escrita, el acercamiento metodológico se pensó en un principio como la

consignación y seguimiento de unas historias de vida, en las que básicamente a partir de la

recolección de datos se intenta describir el proceso vital de una persona a fin de construir

una imagen clara y fiel de lo que es su vida. Sin embargo, todos los eventos mencionados

anteriormente, las emociones, los cambios y requerimientos de los testigos, la inevitable

relación que se crea entre unos y otros, hizo que las historias finalmente mutaran a unos

escritos que van desde el reportaje a la crónica.

Aunque se puede decir que en las historias se privilegia un aspecto esencial de cada uno de

los entrevistados, su contacto con la Desaparición Forzada, la voz en cada una de las

páginas es la itinerancia entre lo visto, relatado, aprendido, creado y verificado de cada uno

de los mundos que se dieron cita en este trabajo.

Finalmente, los casos de Desaparición forzada específicamente en Colombia han pasado

de los cientos a los miles. Las entidades gubernamentales como la Fiscalía reportan desde

1982, 7.702 casos, o la Vicepresidencia 4.117 casos desde 1997; mientras que entidades no

gubernamentales como Asfaddes reportan 7.800 casos desde 1977 y la Comisión

Colombiana de Juristas 3.588 desde 1995. Sin duda es un problema de orden humanitario

que merece la atención y el análisis que puede ofrecer el periodismo investigativo.

El aporte de este trabajo de grado al campo del periodismo esta precisamente inmerso en la

práctica del periodismo investigativo, pues son reducidos los productos mediáticos que

tienen como eje principal el estudio y entendimiento de la Desaparición Forzada en

Colombia. A partir de la recopilación de información sobre esta lógica de control durante el

actual gobierno del presidente Álvaro Uribe, no solo se logró hacer una serie de historias de

vida que recopilaran las voces de las víctimas de la desaparición forzada en nuestro país,

sino que se logran obtener datos de importancia como los principales hechos de la

victimización, y las condiciones emocionales y sociales en las que se encuentra actualmente

el testigo, que no solo contribuyen al estudio periodístico de un contexto social, sino que

sirven para cumplir el objetivo de presentarnos como una especie de testigo político, pues

además de recibir y consignar información, tratamos de explorar todos esos elementos

adicionales de las historias como el perdón y la verdad, para no dejar simplemente un

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resumen de lo que pasa, sino una exploración cierta de lo que es ser víctima en Colombia, a

fin de construir una memoria real.

Así pues, la los relatos y las historias presentadas permiten develar las lógicas criminales

que operan en estas historias y que calladamente incluyen a miembros de la Fuerza Pública.

La comprensión de las jerarquías va construyendo un patrón de modalidad, la

clandestinidad, el ocultamiento, la tortura, la desaparición física del cuerpo, y las amenazas

posteriores cuando hay un intento de denuncia, son tan solo unas de estas técnicas.

A través del periodismo se puede pensar en una construcción de memoria colectiva que no

solo informe sobre lo que pasa sino que incluya investigación, análisis, acercamiento y

seguimiento de los principales hechos que se quieran documentar. Esta memoria colectiva

no es solo necesario que quede registrada sino que permanezca activa en la conciencia

social para que al mismo tiempo que se conoce, no se repita.

La Desaparición Forzada es entonces un hilo de sangre que corre por las venas de este país,

y así como parece débil también se hace largo, miles de casos impunes y mucho tiempo en

el olvido.

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BIBLIOGRAFÍA -Martha Minow. “Between Vengeance and Forgiveness: Facing History After Genocide and Mass Violence (1998) -David Crocker. “Truth Commissions, Transitional Justice and Civil Society” en: Robert I. Rotberg and Dennis Thompson (eds.): Truth v. Justice: The Moral Efficacy of Truth Commissions: South Africa and Beyond, Princeton University Press, Princeton NJ., 2000 -Bruce Hoffman. “Inside Terrorism” Columbia University Press (Abril 15, 1999) -Ana Lucrecia Molina Theissen. “La desaparición forzada de personas en América latina” Disponible en línea: http://www.derechos.org/koaga/vii/molina.html -Amnistía Internacional. Bosnia y Herzegovina: Honrar a los fantasmas afrontando la

impunidad de las «desapariciones». Marzo 2003 disponible en:

http://www.amnesty.org/es/library/asset/EUR63/004/2003/es/dom-EUR630042003es.html

consultado [06 de Abril de 2009]

- Hitler, Adolf. Decreto Nacht und Nebel. 1941 - Rouquie, Alain. “El estado militar en América latina”. Siglo veintiuno editores. 1984 traducción: Daniel Zadunaisky Pág.319 - Meneghini, Mario. En las III Jornadas "La Hispanidad hoy”. Ponencia, Universidad Nacional de Córdoba. 20-10-06 disponible en: http://bitacorapi.blogia.com/2006/103101-doctrina-de-seguridad-nacional-y-guerra-antisubversiva.php consultado [22 de marzo de 2009] - CINEP. El camino de la niebla. Colectivo de abogados José Alvear Restrepo. Bogotá 1988 - CINEP. Deuda con la humanidad. Paramilitarismo de Estado en Colombia 1988-2003. “La triple A” Disponible en [http://www.verdadabierta.com/web3/archivos-para-descargar/category/1-general?download=2%3Atriple-a.] consultado el 17 de marzo de 2009 Pág.1 -CINEP. Noche y Niebla (Julio – Diciembre 2009) - ASFADDES. Veinte años de historia y lucha. Capítulo 1: Veinte años de historia y lucha contra las desapariciones forzadas. Centro de documentación ASFADDES, o página virtual. Bogotá

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ANEXOS

ANEXO 1 DESAPARICIONES FORZADAS SEGÚN PRESUNTOS PERPETRADORES Agentes del Estado Paramilitares Guerrillas Julio de 1996 a junio de 1997 23 214 0 Julio de 1997 a junio de 1998 16 208 0 Julio de 1998 a junio de 1999 26 300 12 Julio de 1999 a junio de 2000 12 330 0 Julio de 2000 a junio de 2001 5 301 11 Julio de 2001 a junio de 2002 6 294 6 Julio de 2002 a junio de 2003 62 334 13 Julio de 2003 a junio de 2004 38 234 18 Fuente: Comisión Colombiana de Juristas Tomado de: http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=98213 Revista Semana, 15 de Noviembre de 2006. Artículo: “Los desaparecidos forzados en Colombia, ¿cuántos se buscan?”. Consultado el 10 de Febrero de 2009

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ANEXO 2

FOTOGRAFIAS JAIME GÓMEZ

Y SIEMPRE SEGUÍ CAMINANDO

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ANEXO 3

CARTA DE LAS MADRES DE SOACHA A LA CORTE PENAL

INTERNACIONAL

ANEXO 4

FOTOGRAFIAS FAIR LEONARDO PORRAS BERNAL

PRACTICAS PARA EL RECUERDO

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ANEXO 5

POEMA PARA EL LOCO

CUANDO EL RELOJ MARQUE LAS DOS

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A El Loco Desaparecido En el término de este cigarrillo se me vienen todos los recuerdos que fuimos construyendo en distancias, en el asiento de tu auto, en paisajes de carreteras con maleta a cuesta y las ilusiones sin un destino fijo. En mi memoria están grabados días de sonrisas por haber burlado la amargura, tu sonrisa esta clavada en mi mente, en mi mesa de noche, en tu fotografía. Esta despedida sin anuncio nos deja el sin sabor de un último abrazo, de un último consejo, de una última llamada. Que es la vida sino el humo que la brisa se lleva y en el pasar de esa brisa alcanzo a recoger unos trozos de recuerdos que me quedaron. Es demasiado difícil seguir adelante cuando atrás queda tanto, tanto por decir, tanto por soñar, tanto por reír, tantas ilusiones que se van perdiendo con el pasar de los días sin ti. Siempre quisiste protegerme muchas veces repetiste que no era necesario morir por causas cuando al final la causa se perdía y con ella la vida, pero, no cumpliste tu promesa te fuiste no dijiste nunca adiós, te marchaste y nos dejas las cenizas de tu rostro en nuestra mente, te fuiste y nos dejas la tristeza multiplicada por los días en que estuviste a nuestro lado. Por que todo nos recuerda que ayer estabas en cuerpo presente y que recorrimos estos mismos lugares que hoy recorremos sin ti, este parque, este centro, esta selva, esta carretera, esta casa, este cuarto, esta foto, esta ciudad o cualquier otra en fin

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todo este país que recorrimos los dos y hoy me toca andarlo solo. Esa vida la de ayer se va perdiendo y sé que ahora debo inventar nuevas ilusiones porque las que teníamos te las llevaste contigo, debo reinventar tu imagen ya sin ti, debo reinventar mis sueños ya sin ti, debo reinventar mis alegrías ya sin tu sonrisa. Debo seguir adelante con tu recuerdo, tu imagen y la nostalgia de tu voz que se alza en la memoria de quienes estuvimos contigo y nos aventuramos a seguir tus locuras. Porque después de todo que es la vida, sino ese trocito de reloj que hoy vaga en la mente, que es la vida sino esta humareda que ayer fue verbo creador y hoy no es más que recuerdo, que es la vida sino este pedazo de tinta que escribo en medio de ojos en lluvia mientras tu imagen ronda en el bus, en la calle, en la feria, el parque, el café, el centro, la montaña, Siempre con tu sonrisa esa que se quedo en medio de puntos suspensivos…