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DISCOS Y OTRAS PASTAS www.otraspastas.blogspot.com EMAIL: [email protected] AÑO 8 NÚMERO 61 EDICIÓN DIGITAL SETIEMBRE 2014 1 Con un Bob Dylan cada vez más globalizado y convertido en poco menos que patrimonio de la humanidad, Bruce Springsteen y Tom Petty comparten en partes iguales el trono del juglar rockero de la contracara del sueño americano. Lejos de amoldarse a la comodidad que podría brindarles esa zona de privilegio, los sucesores salen al ruedo con apuestas fuertes. El Jefe edita dos discos en lo que va del año (el LP High Hopes y el EP American Beauty) mientras que el líder de los Heartbreakers reúne a sus compañeros de ruta después de cuatro años en los que afianzó la faceta de DJ en su programa "Buried Treasures" de la XM Radio, donde comparte selecciones de su propia colección personal de discos. En efecto, Hypnotic Eye es el regreso discográfico de Tom Petty & The HeartBreakers desde Mojo (2010), esa demostración de linaje blusero que reencontró a la banda con una parte algo relegada de sus raíces musicales. Una aproximación que el eje creativo Petty-Campbell-Tench ya había insinuado en 2008 con el rescate histórico que significó Mudtcruch. Justamente, el proceso compositivo que va de “Burn Out Town” a “U Get Me High”, respectivamente la primera y la última canción registradas para este disco, traza con precisión el derrotero que los músicos recorrieron en el lapso de tiempo que va de una a otra obra. No hay eslabones perdidos entre ese principio y su consecuente final. El resultado es una obra que compendia con rigor enciclopédico el “sonido heartbreaker” ofreciendo una maqueta capaz de resumir cuatro décadas de puro rock americano. Ni siquiera el arranque machacón del tándem “American Dream Plan B Fault Lines” logra distorsionar el concepto del álbum. Tampoco el citado “Burn Out Town”, con su blues cargado de swing al mejor estilo Jimmie Vaughan, termina de proponer un cambio de rumbo, por el contrario le da continuidad y fluidez al repertorio y viene a recordar que Mojo no constituyó un verdadero tour de force para el grupo sino más bien un paso natural en su constante evolución. Ni Tom Petty ni los Heartbreakers tuvieron un camino allanado hacia el reconocimiento. A pesar de los desencuentros con la crítica y la industria, siempre parecieron estar unívoca e invariablemente dirigidos hacia un destino establecido. Con algunas pocas convicciones tuvieron suficiente para construir una carrera sólida y blindada como la que ostentan a esta altura de su historia. Pero el Tío Tom no deja de vomitar su inconformismo con los tiempos que corren. The Last DJ (2002) fue su elegía más elocuente en ese sentido. “Sólo quieren canciones rápidas con una parte de guitarra a la mitad”, aludía con no poco fastidio al mandato que la mercadotecnia imponía a los sellos discográficos. Él busco adaptarse para sobrevivir y les dio lo que querían: “canciones rápidas con una parte de guitarra a la mitad”. JORGE CAÑADA Tom Petty & The HeartBreakers - “Hypnotic Eye” (2014) CON UNA PARTE DE GUITARRA A LA MITAD

Discos y otras pastas 61(setiembre2014)

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música, cine, literatura, videojuegos y demás pastas

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Page 1: Discos y otras pastas 61(setiembre2014)

DISCOS Y OTRAS PASTAS www.otraspastas.blogspot.com EMAIL: [email protected]

AÑO 8 NÚMERO 61 EDICIÓN DIGITAL SETIEMBRE 2014

1

“El futuro llegó hace rato”, rezaba un hit redondo de la segunda mitad de los ochenta. Sin embargo, la constante referencia al

Con un Bob Dylan cada vez más globalizado y convertido en poco menos que patrimonio de la humanidad, Bruce Springsteen y Tom Petty comparten en partes iguales el trono del juglar rockero de la contracara del sueño americano. Lejos de amoldarse a la comodidad que podría brindarles esa zona de privilegio, los sucesores salen al ruedo con apuestas fuertes. El Jefe edita dos discos en lo que va del año (el LP High Hopes y el EP American Beauty) mientras que el líder de los Heartbreakers reúne a sus compañeros de ruta después de cuatro años en los que afianzó la faceta de DJ en su programa "Buried Treasures" de la XM Radio, donde comparte selecciones de su propia colección personal de discos. En efecto, Hypnotic Eye es el regreso discográfico de Tom Petty & The HeartBreakers desde Mojo (2010), esa demostración de linaje blusero que reencontró a la banda con una parte algo relegada de sus raíces musicales. Una aproximación que el eje creativo Petty-Campbell-Tench ya había insinuado en 2008 con el rescate histórico que significó Mudtcruch. Justamente, el proceso compositivo que va de “Burn Out Town” a “U Get Me High”, respectivamente la primera y la última canción registradas para este disco, traza con precisión el derrotero que los músicos recorrieron en el lapso de tiempo que va de una a otra obra. No hay eslabones perdidos entre ese principio y su consecuente final. El resultado es una obra que compendia con rigor enciclopédico

el “sonido heartbreaker” ofreciendo una maqueta capaz de resumir cuatro décadas de puro rock americano. Ni siquiera el arranque machacón del tándem “American Dream Plan B – Fault Lines” logra distorsionar el concepto del álbum. Tampoco el citado “Burn Out Town”, con su blues cargado de swing al mejor estilo Jimmie Vaughan, termina de proponer un cambio de rumbo, por el contrario le da continuidad y fluidez al repertorio y viene a recordar

que Mojo no constituyó un verdadero tour de force para el grupo sino más bien un paso natural en su constante evolución. Ni Tom Petty ni los Heartbreakers tuvieron un camino allanado hacia el reconocimiento. A pesar de los desencuentros con la crítica y la industria,

siempre parecieron estar unívoca e invariablemente dirigidos hacia un destino establecido. Con algunas pocas convicciones tuvieron suficiente para construir una carrera sólida y blindada como la que ostentan a esta altura de su historia. Pero el Tío Tom no deja de vomitar su inconformismo con los tiempos que corren. The Last DJ

(2002) fue su elegía más elocuente en ese sentido. “Sólo quieren canciones rápidas con una parte de guitarra a la mitad”, aludía con no poco fastidio al mandato que la mercadotecnia imponía a los sellos discográficos. Él busco adaptarse para sobrevivir y les dio lo que querían: “canciones rápidas con una parte de guitarra a la mitad”. JORGE CAÑADA

Tom Petty & The HeartBreakers - “Hypnotic Eye” (2014)

CON UNA PARTE DE GUITARRA A LA MITAD

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 2 SETIEMBRE 2014

DEEP PURPLE MADE IN JAPAN - Super Deluxe Edition

“Made In Japan” (1972) no solo es el primer álbum en vivo de la banda y uno de los mejores directos de la historia del rock, también es la “fotografía” del momento cumbre

de Deep Purple, su canto de cisne. Los ingleses nunca tuvieron interés en grabar -hasta ese entonces- sus conciertos, pero ante la insistencia de su casa discográfica y la proliferación de bootlegs piratas que circulaban clandestinamente entre sus fans, dieron su brazo a torcer y aceptaron el registro de sus calcinantes tres actuaciones, en agosto de 1972, en el país del sol naciente. Sin necesidad de overdubs, “Made In Japan” es el testimonio crudo de la monstruosidad musical de uno de los combos anglosajones más potentes de todos los tiempos. Más de cuarenta años después, sale a la luz esta súper edición que contempla los tres conciertos completos -incluido los encores (dos en Osaka y uno en Tokio)- en formato CD, vinilo, Blu-ray audio y un DVD con un documental. A esto hay que sumarle un revelador libro de 60 páginas con fotos y pósters, un ensayo de David Fricke y los testimonios de algunos músicos (Slash, Lars Ulrich, Bruce Dickinson, etc.) que se vieron influenciados por este seminal álbum. HENRY A. FLORES

PAÍS COMBI AUTOR: PEDRO MORILLAS (PERÚ) Estamos ante un libro que no pretende ser un ensayo, sino una simple exposición -con lenguaje

coloquial, cáustico e irónico-, de los males que aquejan al Perú (educación, tráfico, justicia, narcotráfico, etc.). El autor no tiene reparos en decirnos nuestros defectos como nación y como individuos. Incluso nos compara mordazmente con países del "primer mundo". En estos tiempos de tanto autobombo, no está mal que alguien nos recuerde ver la "basura" que tenemos al frente y que siempre ha estado allí, solo que nos hemos acostumbrado a tenerla como parte del paisaje y

ya ni nos impresiona. HENRY A. FLORES

OASIS DEFINITELY MAYBE - Remastered Dlx Edition

El álbum que dio la partida de defunción al estatus mainstream del grunge. La arrogancia llevada al límite. La prensa

musical norteamericana no les perdonó

semejante atrevimiento. La prensa inglesa los puso hasta por encima de The Beatles. Pero los Oasis conquistaron el mundo con el único argumento válido que tienen las bandas de rock: buenas canciones, incluyendo aquel himno generacional llamado “Live Forever”. En su vigésimo aniversario, Noel Gallagher nos entrega el álbum completamente remasterizado, empeorándolo, porque lo han hecho más “ruidoso” que la de por sí ya saturada edición de 1994, una de las pioneras en el abuso de la compresión del rango dinámico. Recomiendo conseguir la edición en vinilo, que tiene un mejor equilibrio en su mezcla. Pero dejemos de lado aquel primer CD, porque lo que hace imprescindible la compra de esta nueva edición son los otros 2 discos que la acompañan, que cual baúles esconden tesoros veinteañeros materializados en demos, lados B y performances en vivo. Para muestra, un botón: la versión que solo tiene los arreglos de cuerda de la famosísima “Whatever”. Suficiente para tenerla en nuestras discotecas. HENRY A. FLORES

EL SONIDO DE LOS BEATLES AUTOR: GEOFF EMERICK (U.K.) Cada vez que sale a la luz alguna bibliografía relacionada con The Beatles, siempre habrá suspicacias en cuanto a las fuentes y sobre si el autor está, de alguna manera, influenciado por sus propias

simpatías o animadversiones. En este caso somos privilegiados, porque tenemos la información de primera mano del ingeniero de grabación que estuvo con ellos desde el “Revolver” hasta el “Abbey Road”. Aquí se destruyen mitos, se engrandecen otros. Los acontecimientos son narrados con la debida distancia del tiempo para evitar cualquier apasionamiento, pero a la vez, con una gran memoria y erudición para los detalles que hacen de este libro imprescindible para conocer y comprender el proceso creativo, en el estudio, de los cuatro grandes de Liverpool. Geoff Emerick no solo fue un testigo, también fue pieza clave para conseguir los sonidos por los cuales los Beatles serán recordados para siempre. Geoff tiene toda la autoridad para escribir un libro como este. HENRY A. FLORES

REEDICIONES DISCOGRÁFICAS

LIBROS LIBROS LIBROS

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 3 SETIEMBRE 2014

LO BUENO

De arranque lo que más llama la atención en Strider es el

apartado jugable, tan preciso e intuitivo que a los pocos minutos ya podemos controlar con soltura al ya veterano Hiryu. Si bien el inicio se hace un poco lento, ya que nuestros ataques son escasos, luego iremos adquiriendo habilidades que nos harán una auténtica arma mortal. Las últimas horas del juego, con ya todos los poderes adquiridos, son sencillamente geniales. Los enfrentamientos contra los jefes y subjefes tienen un atractivo especial, siendo sin duda los que más recordaremos sobre el final del juego. Eso sí, me gustó que durante el juego volvamos a enfrentarnos a ciertos jefes con nuevos ataques y poderes. El diseño de niveles sí me pareció una novedad total. No son los clásicos caminos lineales, sino que tenemos un mapeado amplio, con caminos variados y accesos secretos. De hecho, hay secciones a las que solo podremos acceder una vez obtenidos ciertos poderes. Así, el juego te invita a repasar zonas ya visitadas. Por este motivo, estamos ante un juego bastante amplio, que nos demandará varias horas de inversión. Particularmente, me tomó aproximadamente 10 horas en terminar la campaña (consiguiendo un 90 %), nada mal para un ‘descargable’. La banda sonora me pareció atractiva y precisa de acuerdo a lo que pasaba en pantalla. Además, encontré algunos arreglos de temas clásicos de la saga que no puedo dejar de mencionar. Seguro que los más veteranos identificarán estas tonadas apenas las escuchen. Un detalle que no quiero dejar de pasar en el análisis es la cantidad de guiños a títulos pasados y a otros elementos del mundillo Capcom que encontré en Strider. Ya deben saber que los secretos acá están dentro del clásico símbolo POW de Capcom. Al encontrarlos, desbloquearemos no solamente imágenes y bocetos del desarrollo (lo típico), sino también dos modos de juego que, en verdad, se agradecen sobremanera, ya que amplían la vida útil del producto. LO MALO

La historia es poco más que anecdótica en este juego y, de hecho, su narrativa no revolucionará nada dentro de la

industria. Basta decir que Hiryu, miembro del clan Strider, tiene como misión derrotar al dictador Meio y a todos sus secuaces. Terminada la campaña, no encontré mayores incentivos como para volver a jugarla, salvo conseguir el 100 % (me quedé en poco más del 90 %) y obtener el Platino. Pero como esos parámetros no me incentivan sobremanera, me dediqué a jugar las otras modalidades por un rato más. A nivel gráfico, estamos ante un

juego correcto, no sobresaliente. Basta mencionar que es un título que sale tanto para la nueva como para la pasada generación de consolas para que se den una idea del nivel técnico que puede llegar a tener Strider. Tal vez en el apartado artístico, pueda criticarse lo repetitivo de los escenarios, al menos los que son en interiores. En algunas ocasiones se ‘maquillan’ estas similitudes colocando tonalidades distintas a las paredes, pero el parecido es más

que evidente. No encontré mayores errores técnicos, salvo uno muy curioso que me impidió seguir avanzando. Morí tantas veces al chocarme contra un rayo láser que pensé que algo estaba haciendo mal. Frustrado, dejé el juego para el día siguiente. Al retomarlo vi con sorpresa que el láser estaba bloqueado por un muro que antes no estaba ahí. Creo que el nivel de dificultad del juego merece un par de

párrafos. Yo jugué la campaña en dificultad Normal y francamente lo encontré muy accesible, al menos hasta más de la mitad. La última parte sí representa un reto, pero como ya estaba adaptado a la jugabilidad, tampoco llegué a frustrarme. Hago este acápite debido a que el Strider original sí era bastante complicado y, pese a que las comparaciones son odiosas, creo que merece hacerse una revisión para una eventual secuela. Por ello, mi recomendación a los más experimentados es iniciar de frente en el más elevado nivel de dificultad.

LO FEO No encontré algo que realmente me incomode. Pero como hay que llenar este espacio, he de decir que me parecieron muy discretas las animaciones faciales, inexpresivas y sin movimiento de labios durante las cinemáticas. ¿Quisieron darle un aire retro? Lo dejo ahí.

CONCLUSION: Los fanáticos de la saga Strider pueden estar tranquilos, ya que la nueva entrega del ninja cumple las expectativas. Es un juego entretenido, largo y -si lo juegas en Hard- representa un reto interesante. Es bueno ver que viejas sagas vuelven con nuevos bríos y este caso no ha sido la excepción. FERNANDO CHUQUILLANQUI http://blog.rpp.com.pe/masconsolas/

VICIOGAMES

LO BUENO, LO MALO Y LO FEO DE:

STRIDER

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 4 SETIEMBRE 2014

A veces apetece ir a un concierto de una banda que apenas conoces. Te enteras de su existencia a través de un experto musical al que sigues y del que te fías; escuchas varias canciones que te encantan; descubres que una semana más tarde están tocando en tu ciudad. Te animas. Eso fue lo que nos ocurrió con Natural Child. La banda de Nashville, compuesta por Seth Murray a la voz y guitarra, Wes Traylor a la voz y bajo y Zack Martin a la batería, y como músico adicional Benny Devine al órgano, comenzó como trío allá por 2009. Editaron bastante material en poco tiempo y parece que en el 2012 decidieron darse un respiro entre tanta intensidad y replantearse el rumbo que estaban tomando. Una parada que ayudase a aclarar las ideas, a redefinir su andadura. De un estilo más cercano al garaje, pasaron a un sonido hermano al de las bandas setenteras de rock sureño con un toque country. Los sombreros de cowboy, bigotones, botas de vaquero y gafas de sol retro se instalaron en su estética, por otra parte, poco cuidada y muy normalita. Fruto de aquella necesaria reflexión ficharon dos nuevos músicos, Luke Schneider, con la steel, y el teclista Benny Divine. Aquel verano el quinteto se sumergió en el sonido de las grandes bandas de los años setenta y regresó a los escenarios para probar y ver las posibilidades que les daban los nuevos miembros y los nuevos instrumentos. El quinteto, ahora cuarteto, antes trío, ahora adalides del rock sureño, antes más garajeros, giraron por España a inicios de mes presentando su nuevo disco Dancing With Wolves. El grupo, en una entrevista con Rockon, definen su proceso de grabación como “Cinco tíos, tres habitaciones, dos grabadoras, un

lavabo, cinco días y mucho pollo frito” y explican que han grabado gran parte del álbum en directo. En sus grabaciones se destaca la personalidad del grupo, lejos de la sobreproducción que predomina en muchos discos actuales. Se les achacan influencias de Rolling Stones, CC Revival, Gram Parsons, Allman Brothers o Neil Young (la portada del Dancing with wolves es muy similar al Harvest), lo que no está nada mal. Quizá se les pueda echar en cara que su estilo es un tanto viejuno, pero por suerte en música, a pesar de lo que digan los listos, no todo está inventado y quién va a quitar méritos a lo bueno, suene a antiguo, a actual o a futurista (aunque el futuro hace mucho que ya está aquí). Que ellos definan su sonido como “purista” y sus interpretaciones como “Chuck Berry con letras del rap” nos da mucha seguridad. Natural Child practica un rock clásico, sin ínfulas; una potente mezcla de rock sureño (la etiqueta ya no se la quitan), blues y country. Su estética es de lo más normal, alejada de moderneces y postureos. El grupo va a lo que va, a tocar, a hacer que el público se lo pase muy bien y disfrute con buen rock and roll, el de toda la vida. Y a fe que lo consiguen, a tenor de las caras de felicidad de los

chicos del público durante el concierto. Disfrutamos de su directo en Madrid, en El Sol (mítica sala de la época de la movida madrileña en los años ochenta), que tiene un escenario semicircular, lo que nos permitía, al tiempo que mirábamos al grupo, echar un vistazo al personal que llenaba la sala. Se gozó y participó mucho, en especial cuando el guitarrarista Seth Murray se bajó del escenario sin dejar de tocar y se dio una vuelta entre el respetable, con lo que se ganó unos aplausos más

que calurosos. Como queja, decir que tocaron muy justos, una hora escasa, y sólo ofrecieron un bis. Los chicos del sonido salieron de inmediato a retirar los instrumentos, no es de recibo demostrar tanta prisa en irse cuando el público está entregado y participa de la fiesta. Aunque repasaron su último disco interpretando la espléndida ‘Firewater Liquor’ o ‘Don’t The Time Pass Quickly’, también revisaron anteriores trabajos como la estupenda ‘Nobody Wants To Party With Me’. Así fue a grandes rasgos el directo de estos muchachos. Y es que la música es tal vez el arte más completo, el que hace vibrar de verdad a los espectadores, perdiendo incluso el control en los momentos más intensos, algo impensable en un cine, un museo, o una biblioteca. Los buenos conciertos siempre nos llevan a un inigualable estado de felicidad musical y gracias a Natural Child disfrutamos de uno de esos momentos.

JUKEBOX DESDE EL OTRO LADO ESCRIBE: CONX MOYA

NATURAL CHILD: ROCK SENCILLO Y DEL BUENO

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 5 SETIEMBRE 2014

ESCRIBE: ÓSCAR CONTRERAS

El cine americano de finales de los años sesenta y comienzos del setenta fue el dominio productivo de cineastas jóvenes, influenciados por los “nuevos cines” surgidos en el mundo así como por las vanguardias audiovisuales. En Hollywood los medios de producción recayeron en manos de hombres y mujeres progresistas -de izquierdas mayoritariamente-, universitarios con una vasta cultura cinéfila y cierto gusto por el rock n’ roll y las drogas. Por primera vez -desde Citizen Kane- la “gran fábrica de sueños” fue echada a andar por auténticos filmmakers. O sea, por geniecillos de la dirección que gestionaban sus proyectos con absoluta independencia. Hablamos de verdaderos propietarios de películas, que las escribían, las filmaban y las distribuían efectivamente. Hasta que la United Artists sacrificó a Michael Cimino y Heaven´s Gate en 1980, pero esa es otra historia empantanada. Volviendo a la primavera cinéfila del setenta, ocurrió en los Estados Unidos un importante recambio generacional: veteranos artesanos como Sam Peckinpah, Don Siegel y Stanley Kubrick se sintieron atraídos por los nuevos aires creativos que soplaban y terminaron por insertarse funcionalmente a las nuevas líneas de producción -por las que transitaban los Bogdanovich, los Rafelson y los Coppola- logrando excepcionales películas por cierto. El caso de John Huston es importante. John Huston (1906-1987) fue ante todo un viejo gran narrador. Cineasta indómito y

presto para la aventura, al que Andrés Caicedo calificara como interesante pero irregular, pintoresco y habilidoso. Es recordado -cien años después de su nacimiento- por sus largos periodos de rodaje en locaciones naturales y por un carácter díscolo que lo enfrentaba al sistema, ya por una elección artística, ya por sus soberanas borracheras o sus caprichos aventureros. En cincuenta años Huston hizo un cinema de calidad -en la acepción menos pretenciosa-. Fue un

estupendo adaptador literario, mejor director de actores, con un sentido de la acción como pocos (quizá Brooks o Manckiewickz se aproximen, aunque con particularidades distintas) y siempre renovando la expresividad del lenguaje cinematográfico. Al director de Los Muertos jamás se le extravió el espíritu ‘british’ ni el sentido colonialista de sus padres -en los términos más amigables, si cabe el sentido- incorporando en cada una de sus películas las tradiciones y las formas; los estados de espíritu más exóticos y contrariados; correspondientes a antihéroes desvalidos e ingeniosos a los que miraba no sin cierta complicidad. Huston podía filmar en México, África, el Lejano Oeste o París y siempre conseguía películas de una insólita unidad estilística. Vistas integralmente, se cae en la cuenta que el director tuvo

preocupaciones existenciales y cinematográficas (el maldito fracaso que perseguía a sus personajes, por ejemplo). Obsesiones más que un universo personal, justifican este análisis, centrado en un puñado de cintas

LAS PELICULAS DE JOHN HUSTON

(PARTE I)

LAS PELÍCULAS DE JOHN HUSTON (PARTE I)

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 6 SETIEMBRE 2014

excepcionales y poco estudiadas que el cineasta realizara entre 1970 y 1975. Esta revisión excluye del conjunto una obra maldita y notable, Wise Blood (1979), que por cuestiones de memoria histórica e indisponibilidad de versión en DVD obligan al falaz y penoso soslayo, que no terminaré de lamentar. The Kremlin Letter (1970) es una película de espionaje internacional de indistinguible costura norteamericana, rescatada del olvido hace unos cuantos años por críticos como Jonathan Rosenbaum o Kent Jones. Una red de experimentados espías de Occidente recluta a un joven oficial de la inteligencia naval americana (Patrick O’Neal) por sus habilidades y por su memoria fotográfica para que haga las veces de bitácora durante una incursión en la Unión Soviética, concretamente durante las operaciones en el Moscú más bizarro jamás imaginado, con el objeto de recuperar una carta redactada por la CIA que ofrecía colaboración a los rusos si China conseguía la fórmula para construir la bomba atómica. La historia está contada a un ritmo trepidante y divertido y propone no la visión desencantada de las relaciones políticas, de

espionaje y contraespionaje aplicadas por ejemplo en Topaz de Alfred Hitchcock, sino que subvierte un subgénero históricamente viril, presentando a los espías como tipos que

están de regreso de todo (Richard Boone, Nigel Green, Micheál MacLiammóir, Dean Jagger, George Sanders, Raf Vallone) mostrándolos en sus estados viscosos, sexualmente desatados y bifrontes: John Huston se divirtió muchísimo con la creación -en la Copenhague de entonces- de un universo moscovita lleno de homosexuales, drag queens, heroinómanos y prostitutas. Los personajes rusos que encarnan Bibi Andersson, Max Von Sydow y Orson

Welles son de antología y el reflejo oscuro, clandestino, de un anti “swinging London”, que potencian una trama llena de giros argumentales, a partir de un montaje nervioso y una fotografía azulina. Al final Patrick O´ Neal pierde a sus amigos -sobre todo a la bella Barbara Parkins-, es burlado en su misión por el líder del equipo al que llama Tío (Richard Boone, con el cabello rubio) y tarde o temprano volverá a Moscú porque no quiere seguir fracasando.

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DISCOS Y OTRAS PASTAS 7 SETIEMBRE 2014

ESCRIBE: ISSAC LEÓN FRÍAS (*)

Empiezo por Viejos amigos, que se puede considerar como el último éxito comercial del cine peruano desde el estreno de Asu Mare. Bien por la acogida, pero no estoy de acuerdo con la valoración favorable que he leído en algunas publicaciones. A lo sumo admito que es una película simpática, pero lo es desde una mirada complaciente y blanda que en nada corresponde a la que proyecta Mario Monicelli en Amigos míos, por ejemplo, con la que tiene algunas afinidades argumentales. Lo que en Amigos míos es sentido de la comedia en Viejos amigos es apenas un simulacro de humor a cargo de tres buenos actores (Enrique Victoria, Carlos Gassols y Ricardo Blume) que no han sido aprovechados en sus posibilidades expresivas, más allá del fraseo verbal de Victoria. Lo que en Amigos míos es evocación nostálgica, aquí es una apelación cómplice al pasado en un Callao que parece de estudio, en el que todo se percibe ascéptico y en el que muy, pero muy pocos peatones circulan por las calles. Se podría contra-argumentar diciendo que los protagonistas viven una especie de ilusión pasatista, una suerte de sueño y que los símbolos chalacos, tanto los visuales (el Boys, el estadio Telmo Carvajo, el puerto, el local del Atlético Chalaco, etc.) como los musicales (Nostalgia chalaca, Vamos Boys…) contribuyen a esa “exaltación onírica”, pero igual en este supuesto, al que el relato no abona, se sienten las debilidades de una propuesta amable y superficial. Perro guardián, en cambio, a pesar de no ser del todo

lograda, está planteada con mayor rigor y eso no tiene nada que ver con el hecho de ser un drama, porque de por sí una comedia y un drama tienen las

mismas potencialidades

creadoras, aunque, y lo estamos viendo en las producciones de estos dos años, no es fácil hacer buenas comedias. En Perro guardián se diseña un universo sórdido sin atenuantes. Todo en el relato está atravesado por la descomposición y no se salva nada, ni siquiera el personaje de la chica que, en todo caso, es el menos contaminado. Y eso es, todo en la película, desde la composición del encuadre, la tendencia a la

inclinación, la acentuación de las líneas visuales , la iluminación en clave baja y los colores fríos, hasta el perfil moral (y en algunos casos también físico) de los personajes, apunta a la abyección. En ese panorama, la composición que ejecuta Carlos Alcántara es bastante convincente, con una modulación gestual y una parquedad verbal que mantienen a buen recaudo zonas interiores del personaje y, por cierto, un pasado que se oculta. No es muy convincente, en cambio, la incorporación del componente religioso, aún cuando no opere como un “transformador” del protagonista. La parte final se resiente de ese elemento agregado, un tanto forzado en la configuración del Perro, como si se hubiese querido llegar a un barroquismo (la música también pone lo suyo) que no se sostiene bien.

Por último, Secreto Matusita,

emulación del “falso documental de terror” que se ha venido haciendo de manera creciente desde El proyecto de la bruja de Blair en Estados Unidos. Por lo

pronto, que Secreto Matusita pretenda ofrecerse como un material sin editar es una impostura y no creo que a estas alturas sirva para nada, después de tantos Rec, Actividad paranormal y demás representantes de esta modalidad de horror que han habituado al público a un registro en el que las “reglas de la ficción” están claras. ¿Pueden algunos espectadores peruanos creer que lo que están viendo no está representado por actores? No hay que ser demasiado perspicaz para observar que las actuaciones no son tan “naturales” como se pretende y que los puntos de vista de la cámara no corresponden en muchos casos a las posiciones del camarógrafo o de las cámaras instaladas en techos. Además, tendría que haber una cámara absolutamente panóptica (que lo cubra todo) para que no se escape ninguna de las acciones significativas en el orden previsto en que todas están ordenadas. Al margen de las consideraciones previas que de por sí no invalidan la película, estamos aquí ante una representación mimética, en una reproducción de lo conocido sólo que aplicada a la leyenda urbana probablemente más conocida de la capital. El mecanismo del susto y del sacudón y no la creación de una atmósfera perturbadora como en la uruguaya La casa muda. Actores aficionados que se desempeñan como aficionados. Recursos extraídos del amplio arsenal de efectos. La escena en la mesa con los platos con vísceras, por truculenta que sea, es tal vez la única que al menos insinúa, de manera gruesa, una imaginería escatológica que prácticamente no se ha visualizado aún en el cine peruano.

(*) www.paginasdeldiariodesatan.com

ESTRENOS PERUANOS:

VIEJOS AMIGOS, PERRO GUARDIÁN Y SECRETO MATUSITA

DIRECTOR: HENRY A. FLORES Discos y Otras Pastas no se hace responsable del contenido de los artículos y agradece a sus colaboradores por la exclusividad otorgada.