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AZKINTUWE Nº45

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Periodico Mapuche

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  • squerra Republicana de Catalunya,el Bloque Nacionalista Galego yNafarroa Bai han registrado una

    proposicin no de ley en el Congresoespaol en la que se hacen eco de lasreivindicaciones del pueblo mapuche ypiden a Chile que modifique su leyAntiterrorista y limite el campo de laJusticia militar de manera que sustribunales no puedan juzgar a civiles.Los diputados del ERC, Joan Tard, yel BNG, Francisco Jorquera han sido losencargados de presentar esta iniciativaen una rueda conjunta con Hctor Cumi-laf, representante del partido mapuche.

    La iniciativa tiene como objetivo denun-ciar el uso que hace Chile de su ley Anti-terrorista, promulgada bajo la dictaduramilitar de Pinochet, y que, segn losfirmantes, en los ltimos aos se est

    Reivindicaciones mapuches lleganal Congreso espaol

    Archivo

    E

    "Los principales peridicos chilenos,que son generalmente conservadores,publican muy a menudo en primerapgina reportajes sobre este conflicto".Los diplomticos ocultan a duras penassu indignacin: "La destruccin de pro-piedades, que supone la inmensamayora de las acciones ilegales de losmapuches, se presenta frecuentementea todo color con descarados titulares ya veces una cobertura muy superior a laque se da a crmenes mucho ms gravescometidos por chilenos no indgenas",sealan con estupor.

    utilizando nicamente para juzgar apresos polticos mapuches, una treintenade los cuales mantuvo este 2010 unaprolongada huelga de hambre ante lainminencia de los juicios.

    En este contexto, piden que el Congresose pronuncie en contra del uso de estaley. Tambin que inste directamente aChile a modificar esa norma y que re-clame al Gobierno de Espaa a que, enel marco de las relaciones bilateralescon el Estado chileno, se interese por lasituacin de estos presos y demande unescrupuloso respeto a los derechos huma-nos.

    El representante del partido mapuche,Hctor Cumilaf, ha explicado que envirtud de la norma, por la que hasta ahorahan sido condenados una veintena de

    mapuches, se pueden solicitar penas dehasta 103 aos de crcel an sin haberacusacin por delitos de sangre y que lospresos pueden pasar hasta dos aos enprisin antes de ser sometidos a juicio.Por todo ello, ha agradecido las muestrasde solidaridad que el movimiento mapu-che est recibiendo desde distintas partesdel mundo, incluidos los relatores de laONU, que han pedido al Gobierno chileno

    detener la "poltica de criminalizacin"iniciada contra este pueblo.

    Francisco Jorquera, por su parte, hasubrayado que el pueblo mapuche "noes una minora tnica", sino una "nacin"con 1,3 millones de personas y un terri-torio propio repartido entre Chile y Argen-tina, cuyos derechos colectivos deben serreconocidos en el Cono Sur de Amrica.

  • argometrajes de nueve pases gana-ron galardones en el X FestivalInternacional de Cine y Video de

    Pueblos Indgenas. Producciones de Co-lombia, Guatemala, Suriname, Chile,Bolivia, Ecuador, Indonesia, Paraguay yEspaa fueron distinguidas en el eventoen diferentes categoras. La Confederacinde Nacionalidades Indgenas del Ecuador(Conaie) y CLACPI, organizadores delevento, anunciaron que el premio a laDefensa de los Derechos de los PueblosIndgenas se le otorg a la cinta colombia-na "Pas de los sin Dueos", debido a queexpone el genocidio sufrido por losindgenas de ese pas.

    Otra de las pelculas premiadas en esterengln fue El negocio del oro en Guate-mala, realizacin hecha entre el pascentroamericano y Francia que muestrala lucha de las mujeres nativas para defen-der la tierra. En la categora Cultura delos Pueblos Indgenas el filme HayMana! del chileno Wladimir Rupichresult ganador, por recuperar la memoriaoral para que sea transmitida a la nuevasgeneraciones. El galardn correspondientea la Mejor Ficcin con Participacin Ind-gena se lo llev una produccin realizadapor organizaciones bolivianas de nombreSiriono, gracias al reconocimiento quehace el material audiovisual a la iniciativade los indgenas en la reivindicacin desus derechos colectivos. Suriname logrel premio a los Procesos Socio organiza-tivos de los Pueblos Indgenas con la cintaPueblos indgenas de Suriname, de EricWijngaarde, cinta resalta la lucha por elreconocimiento.

    En la categora de Equidad de Gnerogan Sisa Nampi, realizada por elKichua Sarayaku, Eriberto Gualinga, pormostrar como la mujeres nativas son lasencargadas de transmitir los conoci-mientos y la sabidura de su pueblo. Ladistincin para la Creacin y Aporte a laNarrativa Indgena la logr Indonesia conel filme Pueblos Indgenas y CambioClimtico. Asimismo, el galardn alValor Testimonial y Documental fue parala paraguaya Jopoi, cuya historia seconstruy segn testimonios orales denativos. Por otro lado, la categora MejorSerie Televisiva fue declarada desierta,al no haber suficiente material en elFestival para que fuese entregada unadistincin. La obra Terra es Nostra, delespaol Carlos Alvarez, recibi una distin-cin especial por su imaginacin al cons-truir un mensaje, as como tambin JulianLarrea y Tania Laurini de Ecuador recibi-eron un premio especial por su cinta Porqu Murio Bosco Wisum.

    El jurado del X Festival Internacional deCine Indgena estuvo compuesto porAmalia Cordova, de Chile; Ana LuciaTasiguano y Pocho Alvarez, de Ecuador;Hugo Lazaro, de Costa Rica y GustavoBalanta, de Colombia.

    Pablo Daz

    L

  • l pas tiene memoria de lo quedemoraron meses atrs lasautoridades y los medios decomunicacin en reaccionar

    frente a una prolongada huelga dehambre de los presos polticos mapu-che en las crceles del sur. Cuandola protesta lleg a amenazar severa-mente la vida de los comuneros, escuando el Gobierno y los grandesmedios de prensa se ocuparon deltema y se propusieron evitar undesenlace fatal, bajo la promesa derenunciar a la aplicacin de la LeyAntiterrorista invocada por el go-bierno de Michelle Bachelet paraencauzar a Hctor Llaitul y otrosdirigentes de la Coordinadora AraucoMalleco (CAM). Uno de los princi-pales referentes de nuestra etnia prin-cipal que por 200 aos ha sufrido ladiscriminacin del estado chileno ytodos los regmenes republicanos.

    Acudiendo a la Iglesia Catlicacomo garante, el gobierno de Se-bastin Piera logr que los rebeldesdepusieran su huelga de hambre acambio de conseguir una forma-lizacin procesal ms benigna paralos imputados, valindose de ladisposicin de los huelguistas aenfrentar un juicio que les permitierademostrar su inocencia frente a losinconsistentes y severos cargos delMinisterio pblico. Pero lo que apre-ciamos hasta hoy es que los procesa-dos son vctima de acusacionesinfundadas y testigos annimos que,incluso, han llegado a prestar decla-raciones judiciales bajo el apremiode la tortura y el soborno. Es escan-daloso que una vez depuesta laHuelga de Hambre, los fiscales sereiteren en los mismos vicios proce-sales a fin de propinarles a estos diri-gentes una condena que , a no dudar-lo, tiene objetivos polticos ms quepenales.

    En estos das se llevan a cabo enCaete las audiencias finales de unproceso espurio que podra traerle aChile drsticas sanciones interna-cionales por la forma en que se aplicauna legalidad represiva heredada dela Dictadura y que, por lo mismo,viola flagrantemente los fundamentosde un justo proceso. Ante los excesosprocesales reconocidos por las pro-pias autoridades polticas, stas seexcusan en la imposibilidad de inter-venir frente a la autonoma de otropoder del Estado. Con lo que arries-gan que Llaitul y otros lderes mapu-che resulten condenados y se reactiveun conflicto que puede tener seriasconsecuencias en la paz de Wallmapuy del pas entero. Cuando se sabeque la causa de este pueblo compro-mete la adhesin de la gran mayorade los chilenos, adems de la soli-daridad mundial a favor de que seles restituyan a los indgenas sus

    Agencias

    tierras arrebatadas, se les reconozcasu identidad de minora tnica y dere-cho a ciertas formas de autonoma.

    Por cierto que los voceros oficialeseluden el tema y los medios adictoshacen caso omiso de lo que aconteceen este juicio seguido por un buennmero de observadores interna-cionales y apenas dos o tres medios

    informativos, como nuestra RadioUniversidad de Chile. Tampoco seobserva de la entidad garante algunaaccin para que se cumplan laspromesas verbales de La Moneda, lasque no quedaron por escrito por unacto de confianza ingenuo de loslderes de la CAM y que hoy puedecostarles caro si es que el Tribunal dela causa cede a las presiones de losempresarios del Pas Mapuche.Verdaderos forajidos empeados enque el Estado chileno contine en lasenda de defender sus privilegios ydespojos, como consolidar un climade terror en las comunidades dondeviven los ms pobres entre los po-bres, segn el decir de los obisposcatlicos. La gran prensa slo reaccio-na ante los conatos de violencia quesurgen en Wallmapu para estigma-tizar, siempre, la lucha de los mapu-ches por sus derechos humanos con-culcados de forma sistemtica. Se losacusa de violentistas y criminales apesar de la imposibilidad de lostribunales de la zona de probar lasimputaciones, lo que explica querecurran a falsos testimonios paraevitar que los juicios se desbaratentotalmente y caigan en el completoridculo. Cuando ya la evidenciassealan que las nicas vctimas deestos episodios son los propios comu-neros, agredidos criminalmente por

    la polica como ha quedado de mani-fiesto en el caso de los jvenes ma-puches ultimados por la espalda.

    Ni el Gobierno cumple su palabraempeada, ni la Iglesia garante exige hasta aqu- que sta se haga efectiva.Todo bajo la complicidad, por cierto,de los grandes medios de prensa ycanales de televisin. Sin embargo,los que llegan al desparpajo son lospartidos polticos, parlamentarios yotros que, sumidos en sus querellasinternas, no tienen tiempo de sensi-bilizarse frente a la pavorosa injusticiaque se urde para silenciar la lucha delos mapuche y condenar a la prisin aquienes no tienen responsabilidadalguna en los delitos que se les impu-tan. Si es que siquiera constituyendelito aquellas acciones de justa auto-defensa contra el acoso policial y laprepotencia de las empresas que seenseorean en la zona. En otra mani-festacin evidente de que en ms dedos dcadas de post dictadura, lo quehemos tenido es un grosero co go-bierno de la Concertacin y la Alianzapor Chile, cebados todos por el rgi-men institucional y el sistema econ-mico que les legara Pinochet. El autor,precisamente, de la Ley Antiterroristaque a este gobierno y a sus antecesoresles sirvi para poner en prctica unanueva pacificacin de la Araucana.

  • l rescate de los 33 mineros chi-lenos se ha convertido en unespectculo. Estamos presen-ciando el mejor ejemplo de

    periodismo infame. Nadie falt a lacita. Las agencias de prensa, losmedios televisivos, los correspon-sales extranjeros, reporteros, envia-dos especiales y desde luego lastrasnacionales, ellas han financiado,en parte,con sus anuncios publici-tarios, la fauna sedienta de sensacio-nalismo. En esta aventura, no habaque escatimar gastos. Millones dedlares se han invertido en cubrir laoperacin. La forma en que fueconstruida la noticia supone un antesy un despus en la teora comuni-cativa.

    Las lecciones no pueden pasardesapercibidas para quienes tienenun poco de pudor. Una tragedia, undrama humano, acaba siendo unaexcusa para ganar dinero y manteneratentos a radioescuchas y telespecta-dores. As, se diluyen las causas ylos responsables de tal desaguisa-do.De la noche a la maana se cons-truye una historia de hroes. Unairresponsabilidad en las medidas deseguridad de una mina propiedad deuna empresa privada, muta en unacontecimiento con ribetes de epo-peya. Los informantes soslayan estaparticularidad y se dan a la innobletarea de relatar una ficcin. Mientrastanto,nadie entrevista a los dueos,para preguntarles como eran las con-

    Agencias

    diciones de trabajo y por qu sucediel derrumbamiento. Menos an sehace alusin a las demandas sindi-cales ni se da la voz a sus compa-eros y dirigentes sindicales, hacerlosupondra poner al descubierto lacruda realidad. Mineros cobrandosueldos de miseria, sin seguros m-dicos, trabajando en condiciones infra-humanas y sometidos a todo tipo devejmenes legales. Contratos basuras,horarios interminables y chantaje dedespido si denuncian a la empresa.Eso no es noticia, es desestabilizacin

    informativa. No aporta nada. Porende, hay que desviar la atencin. Lofundamental es falsear los hechos yreconstruirlos bajo una nueva perspec-tiva: emerge un melodrama. Primerolas muestras de solidaridad. Polticosde todo el mundo, artistas, intelec-tuales, deportistas, en definitiva, losllamados famosos o personajes pbli-cos se hacen presentes, son la guindadel pastel.

    Todos los das se incorpora unonuevo a la lista. As se mantiene vivala unidad mundial contra la desgracia.Una nueva muestra de humanidadhumana. Canciones, raps, poemas,todo vale. Inclusive, en el propio cam-pamento se han instalado distintasiglesias, la catlica, protestante, lostestigos de Jehov y un sin fin desectas, ofreciendo sus servicios devigilia y rogando a Dios para que lesproteja. Pero eso es una parte nfimadel montaje. Para los clubes depor-tivos, las empresas hoteleras, las agen-cias de turismo, las marcas de electro-domsticos, aparatos electrnicos,etctera, es una ocasin de oro parapromover sus marcas. Los responsa-bles publicitarios han comprendido eltirn que supone tener una audienciacautiva, millones de personas sigueronlas labores del rescate. Por consiguien-te,un poco de publicidad gratuita noviene mal. Para llamar la atencinmutan sus intereses en acciones al-truistas. Regalan camisetas de ftbol,ofrecen vacaciones pagadas a las islas

    griegas o les prometen cocinas, ne-veras, etctera.

    La noticia ya no est en el interiorsino fuera de la mina. Tanta magna-nimidad digna de elogio le hace pensara uno que han ganado un concurso oles ha tocado la lotera. Incluso, siendomal pensado, siento envidia y creo,por un momento, que los mineros hanprovocado el derrumbamiento paraentrar en el libro Guiness de losrcords y beneficiarse de los buenossamaritanos. Y por ltimo no faltanlas ofertas para contar su experiencia.Por eso deben estar agradecidos a losmedios de comunicacin, no tendrnque seguir picando en la mina.Tendrn suficiente para vivir sin apu-ros, es cuestin que se administren.Tambin los bancos pueden utilizarsus caras para hacer anuncios. Enrealidad ellos son una mina de oropara tanto desaprensivo.

    Seguramente, estoy aguando lafiesta a quienes de manera sincera hancado en la trama urdida y se confor-man con el relato oficial y hegem-nico. Salvados los mineros, la opera-cin se considera un xito. Las cma-ras abandonan el lugar, se desmantelanlas unidades especiales ya no hay nadaque contar. A Sebastin Piera lo hanconvertido en un estadista. Los dueosde las minas no hay sido inculpadospor ningn delito. El mundo al revs.Tras el rescate no hay de que alegrarse,era la obligacin sacarlos con vida.

  • uando conoc a los primeroshermanos/as Rapa Nui quedcon la sensacin de estarfrente a un pueblo alegre y

    festivo. Fue en los 90', en el marcode encuentro de universitarios indge-nas en Santiago, la capital del Rey-no de Chile. All, mientras los dele-gados mapuches, serios y solemnes,debatamos sobre las implicanciasdel colonialismo chileno en la educa-cin superior, ellos, absolutamentea contracorriente, optaban por guita-rrear canciones polinsicas y bailarsemidesnudos en un patio cercano.Y lo hacan a un volumen tal que lamolestia no tard en manifestarse envarios de los presentes. Por mi parte,los observ entre maravillado y envi-dioso. Mientras nosotros, en espaol,criticbamos el colonialismo delEstado chileno, ellos, cantando ybromeando como nios en su lengua,nos daban una verdadera leccin deresistencia cultural. Hechos y no pa-labras, acciones y no discursos,parecan decirnos sin decirlo aquellamemorable jornada.

    No caba duda. Ese grupo de Ra-pa Nui, entre los que estaba el po-pular Hotu Iti, hoy rostro de televi-sin y quien por entonces participabaactivamente del movimiento estu-diantil, era muy diferente al resto denosotros. Disfrutaban la vida de lamisma forma como decan aorar sulejana isla. Lo suyo, nos contaban,no era la vida de ciudad, no al menosla de Santiago, sino el contacto conel mar, las cabalgatas por la playa,las fogatas a medianoche, los depor-tes nuticos, hacerse hombres desa-fiando las olas del Pacfico y conquis-tar turistas de preferencia europeas,reconocan- con leyendas del ManuTara. En qu momento los mapu-ches nos pusimos tan serios y graves?En que momento extraviamos lachispa, la alegra, la fiesta de serquienes somos? Algo tendra quever nuestra larga historia de maltratosy despojos sufridos como pueblo?Claro, razonaba en ese entonces, amiles de kilmetros del continente,en medio de la Polinesia y lejos, loms lejos posible de las garras deCarabineros y su brutalidad, quotra cosa podas hacer sino cantar,bailar y ser feliz?

    No dejo de recordar todo esto alver las terribles imgenes de repre-sin que nos llegan desde la isla.Jvenes, ancianos, mujeres y niosagredidos brutalmente, baleados conperdigones simplemente por decirbasta y reclamar lo que siempre hasido suyo. No puedo sino pensar encmo un gobierno en teora demo-crtico se entreg con tal ahnco ala lgica ochentera -y golpista- delenemigo interno. Qu hay detrsde tal arrebato de violencia institu-

    Agencias

    por las autoridades chilenas de ayer yde hoy. No, no era aquella la propiedadque el ministro Hinzpeter y su nuevaderecha buscaban resguardar envian-do a Rapa Nui sus perros de presa.Hablamos ms bien de la propiedadprivada, aquella sagrada figura sobrela cual se asienta el modelo econmicochileno, piedra angular de la actualadministracin de la misma formacomo lo fue por 20 aos para la Con-certacin. Esta poltica represiva esinaceptable... Ha habido un uso de lafuerza absolutamente desproporcio-nado, escuch decir al senador socia-lista, Juan Pablo Letelier. Claro quees inaceptable, honorable senador.Tanto como aquella que padeci, bajolos gobiernos socialistas de Lagos yBachelet, nuestra propia gente en loscampos del sur.

    Un destacado autor liberal nos diceque el derecho de propiedad devienedel trabajo. Como cobra relevanciaeste argumento el da de hoy. El este-reotipo de los indgenas como flojosy borrachos no se explica sino bajoesta argumentacin economicista, lamisma que justific el saqueo de

    nuestros territorios en el afn de quefueran ocupados por gente trabaja-dora, gente de progreso. Es lo queestuvo detrs de la ocupacin militarchilena de Wallmapu a fines del sigloXIX. Y, por cierto, lo que llev a lasautoridades, tan solo un par de dcadasdespus, a transformar Rapa Nui enhacienda de ganaderos gringos y a subella gente en esclavos. O por usar uneufemismo, en mano de obra barata.Este argumento, como podrn notar,esconde una gran cuota de racismosolapado. Se nos dice, siempre sindecirnos, que esta gente en su holga-zanera no sabe trabajar y mucho me-nos producir. Es lo que argumentanlos dueos de las propiedades recupe-radas desde hace semanas por losdiversos clanes. Denuncian que susbienes y tierras han quedado alarbitrio de sujetos sin lgica de inver-sin. Mucho menos con nociones demercados de futuro, un verdaderodesastre para una isla con ventajascomparativas nicas, sealan indig-nados. En definitiva, no son homoseconmicus, sino sucios hippies,vividores del da y meros contempla-dores de una riqueza que poco y nadales interesara explotar. Horror!

    Sabrn aquellos inversionistas lodelicado de mantener el equilibrionatural en una isla tan frgil y pequea?Conocern todos sus horizontes, losatardeceres? Qu ven ellos cuandoobservan los moais? Solo roca volc-nica virtuosamente tallada? Una opor-tunidad de negocios? Logran acasopercibir su trasfondo espiritual y cos-movisionario? En Rapa Nui se est vi-viendo hoy un captulo ms en la hist-rica lucha de nuestros pueblos. Lalucha Rapa Nui es tambin la luchamapuche. Triunfar la avaricia comer-cial de unos pocos? Sern pisoteadossus derechos y con ello la infinitaalegra de su gente? Seguirn siendoellos, como lo fueron antes sus abuelos,mano de obra barata de hoteles, pubsy agencias de turismo? Seguirn susdanzas ceremoniales acompaando eltrasnoche de embriagados turistas delprimer mundo? Quin ganar final-mente? Un pueblo que recupera dig-namente su memoria o los sacrosantosintereses del Mercado?

    Como mapuches y a la distancia,solo nos vale entregar una palabra dealiento. Queridos hermanos, queridashermanas, no se dejen derrotar por lapena y el dolor. Luchen por aquelloque les pertenece; no hectreas ms ohectreas menos, luchen por su isla!,reivindiquen al mundo su extraviadasoberana como nacin!. Honren, comotratamos de hacerlo nosotros en elconti, la memoria de sus ancestros.Pero sobre todo, nunca pierdan su ale-gra. En ella nos encontraremos, mstemprano que tarde, como pueblos ynaciones libres.

    cional?: Simplemente el resguardo dela propiedad. Pero no de cualquier tipode propiedad. No al menos la de losclanes Rapa Nui, consignada en diver-sos tratados histricos pero negada

  • amentable e increble, msbien inslito: el Embajador delos Estados Unidos en Chiletena una opinin claramente

    ms lcida e inteligente sobre elllamado conflicto mapuche quelas elites polticas criollas. Su crticaa los medios de comunicacin quedenomina conservadores, esto es,todos los medios y el agrandamien-to del fenmeno, es coincidente conla que muchos, mapuches y no mapu-ches, hemos realizado durante estosaos. Ha sido una dcada de crimina-lizacin de la causa mapuche. Porquehasta el ao 1997, nadie se recuerda,El Mercurio levant algunas figurasromnticas y anti sistmicas mapu-ches que le servan para hacer opo-sicin a la Concertacin. Por ciertoque el Decano no hace meas culpas,ni tampoco se responsabiliza de nada.

    La Fundacin Nacional para laSuperacin de la Pobreza hace yaaos analiz los noticiarios de latelevisin, de todos los canales, y sedio cuenta que aunque se tratara denoticias mapuches neutras e inclusode evidente no violencia, las im-genes que se usaban eran las mismas:enmascarados arrojando piedras,fuego e incendios, ambiente deguerra y terror. Las imgenes eranviejas, pero las seguan utilizandosin cambiarlas, ao tras ao. Comoen el juego del aprendiz del brujo,los mismos que promovieron lacampaa se convencieron de lo que

    Agencias

    EN IMAGENES, LOS HECHOS NOTICIOSOS QUE MARCARON EL AO

    haban inventado y luego se asusta-ron con ello. Asustados fueron a laEmbajada a ver si existan contactosterroristas internacionales y pidieronayuda. Se asustaron de su propio susto.Lamentable.

    El Embajador de Estados Unidosseala que la campaa presidencialdel candidato Sebastin Piera estuvomarcada por esta obsesin. Son terro-ristas, se dijo y repiti, estn conec-tados a grupos terroristas internaciona-les, en fin, suma y sigue. El candidato

    en Temuco ofreci mano dura y anteel ambiente ya convencido de temu-canos asustados, gan ampliamentelas elecciones. No se prometi el desa-rrollo de la Regin, sino que se jugcon el miedo ya introducido por unadcada y media de campaas delterror. Francisco Huenchumilla, pres-tigioso abogado mapuche, ex diputadode la DC, y alcalde de Temuco, quepretendi moderar los discursos y darun marco de cordura a la cuestinmapuche, perdi la senatura. Le ganun candidato que no habl del tema yque manipula en forma eficiente susclientelas cautivas. En la provincia deMalleco el candidato al senado AlbertoEspina, en cambio, arras prometiendomano dura a la amenaza terrorista.

    Ante las filtraciones de Wikileaks,el senador Alberto Espina seala: Laspolticas de la Concertacin en estamateria fueron lamentablemente muynegativas(El Mostrador, 15 diciembre2010). Sern las polticas llevadas acabo las que provocaron el largodistanciamiento que la Araucana hatenido en las elecciones presidencialescon el Gobierno de la Concertacino aqu hay un enorme xito de cam-paas orquestadas en las cuales ca-yeron incluso muchos o la mayorade los mismos personeros de la Con-certacin? Los Wikileaks tienen laventaja de mostrarnos las polticas quese hacen en los bastidores, en lastelaraas escondidas y a veces podri-das del poder. No cabe mucha duda

    que el Ministerio del Interior delGobierno de Bachelet se dej conven-cer por estas prdicas amenazantes yactu en consecuencia. Acus el golpemeditico sin siquiera darse cuenta,como ya lo haba hecho el subse-cretario del interior del PresidenteLagos, Jorge Correa Sutil, al condenarcomo delitos terroristas lo que ocurraen el sur. All comenz el xito de lacampaa auspiciada por El Mercurio,como seala el Embajador. Detrs dela campaa me temo que estaba elconocido Instituto de extrema derechallamado Libertad y Desarrollo en queel tema mapuche estaba a cargo de laactual ministra vocera Ena Von Baer.Ella como candidata al senado porTemuco tuvo el mismo discurso demano dura de su candidato a la presi-dencia. Perdi por muy escasos votosfrente a un contendor impecable: habasido el alcalde designado, no elegido,de esa ciudad durante la dictadura dePinochet. El Embajador de los EstadosUnidos en Chile, mucho ms pru-dente, dice que la mayora de lasdemandas mapuches son razonablesy califica a algunas de fantasiosas.

    Los que alegan que estos Wiki-leaks son cahuines no estn muyacertados. Con lenguaje coloquial esteEmbajador dice una verdad y media.Para las elites polticas criollas, detodos los colores, transversalmente,losmapuches no tendran la capacidadde llevar a cabo acciones y propuestaspolticas de manera autnoma. Es porello que cada vez que observan algnxito mapuche corren a buscar a losasesores extranjeros. Hay una idearacista: los mapuches son poco desa-rrollados y si hacen alguna accinpoltica significativa es porque estninducidos, adoctrinados o asesoradospor fuerzas externas, obviamente mascapacitadas como son los vascos olas FARC. Pura ideologa racista,como es evidente.

    Las fronteras ideolgicas en estasmaterias no son las mismas que lasque propone el sistema binominal deConcertacin y Alianza de derecha.Hay continuidades y traslapos. Unaparte del Gobierno de la Concertacin,el Ministerio del Interior concreta-mente, y la derecha estaban trabajandosobre las mismas coordenadas: laprotesta mapuche es de carcter terro-rista y probablemente est relacionadacon fuerzas terroristas internacionales.Esa fue la tendencia dominante. Hanpasado ya tres meses desde quetermin la huelga de hambre de lospresos polticos y como siempre elolvido se transforma en costumbre.Los Wikileaks nos han trado nueva-mente el tema. Nos dicen ni ms nimenos que las elites han construidorelaciones e imgenes inter tnicastan evidentemente falsas que unobservador externo tan poco perpicazcomo suelen ser los Embajadoresnorteamericanos, se da cuenta. Esasimgenes obviamente condicionan ya veces matan.

  • ras el fin de la huelga de hambre ma-puche en cinco crceles chilenas, noson pocas las editoriales y columnistasque han desmenuzado en la prensalos alcances del movimiento carcela-

    rio. Y este, que duda cabe, es el principal logrpoltico del prolongado ayuno. Mucho ms quelas medidas acordadas en Concepcin, Angoly Temuco para descomprimir la situacin proce-sal de los comuneros o de las parciales reformasa la Ley Antiterrorista en el Congreso, una delas tantas deudas pendientes de la democraciachilena y que fruto de la huelga comienza tmi-damente a ser saldada. Ms all de todo loanterior, haber reposicionado la demanda ma-puche en el debate pblico es un logro polticode marca mayor. Y el mrito, sobretodo, corres-ponde a los huelguistas, sus familias y comuni-dades.

    Ahora, que dicho debate apunte al trasfondohistrico, poltico y porque no agregar, ciuda-dano y democrtico de la lucha mapucheactual, seguir siendo por lo pronto materiapendiente. Un punto a tratar en el prximo pe-titorio de demandas, podramos sealar. Y esque una cosa es posicionar un debate en laarena pblica y otra, muy distinta, que dichodebate deje de ser una caricatura en si mismo.O un mal chiste, a propsito de las ltimasdeclaraciones en Las Ultimas Noticias delPremio Nacional de Historia, Sergio Villalobos,calificando la lucha de los mapuches comodisparate y reivindicacin populachera.

    Y precisamente caricaturas y chistes fomes-como los del senil historiador- son la tnicaa la hora de los balances de la huelga en losmedios chilenos. Los mapuches buenos, losmapuches malos; el liderazgo violento yel liderazgo tranquilo. Pero a ratos alguienle achunta. El puntapi inicial lo dio un notablereportaje de Ana Mara Sanhueza (Ver Pg.18), retratando la irrupcin de una nueva gene-racin mapuche, jvenes conscientes de susderechos, orgullosos de su origen y si bien for-mados en el conocimiento occidental, muypendientes de no olvidar los pasos que transita-ron antes sus abuelos. Veinteaeros que cam-biaron el arado por los libros (o el mouse) ymuchos de los cuales, en el pasado ayuno, tu-vieron su estreno en sociedad.

    Gonzalo Mller, panelista del programaEstado Nacional y La Segunda, los bautizen el vespertino de la familia Edwards comola Generacin Weichafe (Generacin deGuerreros), jvenes con una mirada del temaque marca un quiebre frente a las tradicionalesdemandas de ese pueblo, sentenci casi horro-rizado. Tradicionales demandas de ese pueblo?Para Mller, conceptos como nacin mapu-

    che, autonoma, autogobierno, libre deter-minacin, inclusive nacionalismo, posiblesde escuchar hoy en Concepcin, Temuco oValdivia en boca de liceanos y mechones univer-sitarios, no seran parte de las demandas tradi-cionales mapuche. Si lo seran, se desprendede su columna, los programas de asistenciaestatal, el fertilizante para las siembras, el ripiopara los caminos, el forraje para los animalesy las siempre necesarias canastas bsicas fami-liares en una sociedad empobrecida hasta elhartazgo.

    Sabr Mller, destacado profesor de la Es-cuela de Gobierno de la Universidad del Desa-rrollo, que en los aos 30 uno de los principaleslderes mapuches Manuel Aburto Panguilef-llamaba a instaurar en el sur una RepblicaIndgena federada al Estado chileno? SabrMller que entre 1925 y 1973, ocho parlamen-tarios mapuches representaron muchos de ellosaliados con los conservadores- los intereses desu raza en el honorable hemiciclo del CongresoNacional? Sabr el profesor Mller que en losaos 70, Alejandro Lipschutz, antroplogo

  • letn y asesor de la UP en asuntos tnicos,abogaba por la creacin de un territorio indgenaautnomo como salida al por entonces ya per-sistente escenario de conflicto territorial? Lips-chutz, que haba padecido en carne propia elyugo homogeneizante y uniformador del comu-nismo sovitico en su natal Letonia, se negabaa campesinizar como lo hacia incluso elpropio Allende- la lucha de los mapuches.

    Los herederos de Lautaro simples campe-sinos chilenos pobres? Algo no le cuadraba a

    Lipschutz en esa afirmacin, que convengamoscruzaba y sigue cruzando- en Chile y sindistincin a toda la clase poltica. Desde laizquierda a la derecha. Largas conversacionescon lonkos y dirigentes de la poca le ayudarona Lipschutz a ir aproximndose a una respuesta.En eso estaba el destacado intelectual cuandovino el golpe militar. Y aunque Mller ni siquieralo sospecha, en eso estaban tambin nuestrosabuelos por aquellos das; marcando prudentedistancia con la izquierda y sus afanes revolu-cionarios importados. Y retomando, no sin difi-

    cultades, un camino reivindicativo y polticopropio.

    Y es que los nuevos discursos, los nuevosrelatos, la nueva pica que segn Mllerpareciera aflorar por generacin espontnea enlas nuevas camadas de mapuches, poco y nadatienen en verdad de original. Por el contrario,mucho tienen de recuperacin de la memoria,de reencuentro generacional con un pasado notan lejano y con voces incluso familiares quehace 30, 40 o 50 aos atrs nos hablaban de unpueblo con historia, con presente y, sobre todo,con un futuro por construir. De ello hablan hoylas nuevas generaciones. De ello y a su modole estn hablando al resto del pas. A ratostmidamente. A ratos alzando la voz. A ratos in-cluso con contradicciones y de manera confusa.Y es que puede que incluso ni ellos lo sepan,pero en sus palabras renace la voz de sus abuelos.

    Es aquella una voz que nos remite al pasado,a la comunidad perdida retratada por antro-plogos y cientistas sociales o a la reduccinrural idealizada por dirigentes y poetas? Enabsoluto. La voz mapuche, en el conservadorChile actual, es una voz cargada de modernidady futuro. Remite, para quien quiera escuchar, adiscusiones absolutamente de primer orden enel concierto internacional; multiculturalismo,profundizacin de la democracia, ciudadana einterculturalidad, descentralizacin del poder ynuevas formas de representacin social y pol-tica, modelos de desarrollo y su impacto sobreel hombre y el planeta, etctera. Nada de loanterior habla del pasado. Por el contrario, sonvoces que en boca de estos jvenes nos proyectanun paso ms hacia el futuro, tanto a mapuchescomo a chilenos. No verlo es estar ciego.

    Esta nueva generacin, en breve lapso detiempo me atrevo a pronosticar, romper contodas las imgenes preconcebidas de lo quesupuestamente somos los mapuches en Chile;campesinos, servidumbre domstica, panaderos,feriantes de la Vega, simple tropa en las filascastrenses, cazadores recolectores an? Buenosera, seores de la clase poltica e intelectualde este pas, prestarles un poco ms de atencin.No son pocos, habra que advertir desde ya. Secalcula en 2 mil el universo de jvenes mapuchestan solo en las universidades pblicas y privadasde Temuco. Otros cientos pueblan los campusy facultades en Concepcin, Valdivia, Osornoy Puerto Montt. Qu decir de Santiago y Valpa-raso, ciudades donde se asienta hoy el gruesode nuestra poblacin, la dispora que poco apoco rompe la timidez y reclama tambin sulugar en esta historia.

    Esos miles de mapuches universitarios, su-mados a otros miles de jvenes que en el m-bito de la comunidad rural fortalecen identidady discurso, unidos a una emergente clase mediaintelectual y profesional mapuche que a diarioconquista simblicos espacios anteriormentevedados, constituyen una generacin de recam-bio potentsima. El paso de la canasta familiara la lucha por el poder poltico. El paso del asis-tencialismo al reconocimiento y ejercicio plenode derechos. Constituyen, en definitiva, la bien-venida del Mapuche y el adis al mapuchito.

    Agencias

  • mediados de julio, Natividad LlanquileoPilquimn (26) acababa de empezar elltimo semestre que le queda para terminarDerecho en la Universidad Bolivariana,

    en Santiago, cuando le pidieron que asumiera unade las voceras de los presos mapuches en huelgade hambre, entre ellos Vctor y Ramn Llanquileo,sus dos hermanos imputados por la Ley Antite-rrorista y con quienes creci en Puerto Choque,Tira. Pese a que arriesgaba perder el ao aca-dmico, Natividad dej de inmediato las clases -ytambin su trabajo como empaquetadora en unsupermercado- y parti rumbo a Concepcin. Deah en adelante, su rostro ha aparecido casi a diarioen la prensa: tuvo un rol protagnico al visitar a losdetenidos en la crcel El Manzano, junto al obispoy mediador Ricardo Ezzati, y tambin al convertirseen el puente entre los huelguistas y el gobierno.

    "Yo tengo un compromiso con mi pueblo. Y sime llamaran otra vez para ser vocera, lo hara. Unopuede tener la profesin que sea, pero es mapucheprimero que todo", dice desde Concepcin. Pero elcompromiso poltico de Natividad no es slo porquedos de sus cinco hermanos estn presos y porquede nia presenci en Puerto Choque movilizacionesy vio a sus padres pelear por la recuperacin detierras. Natividad tambin es parte de una nuevageneracin de jvenes mapuches universitarios -enmuchos casos los primeros de su comunidad enllegar a la educacin superior-, que adems de seractivos y militantes, viven una revalorizacin desu cultura en lo que muchos denominan un "naciona-lismo mapuche": participan en los movimientos,aprenden mapudungun, juegan paln y asisten a lascomunidades en busca de reconstruir su historiapara compararla con el relato "winka" u "occidental"que les ensearon de nios en sus escuelas rurales.

    Y al contrario de la timidez de sus padres -a losque nunca se les ense mapudungun para evitarque fueran discriminados por su acento, segncuentan sus hijos-, para ellos su origen es un valoragregado. "Estamos orgullosos de ser mapuches",adelanta Jos Ancalao (21), estudiante de Antropolo-

    A

    Agencias

    ga en la Universidad Catlica de Temuco (UCT)y activo ex dirigente de los secundarios. Alguienque ha seguido de cerca desde hace ms de 20 aosa varias generaciones de jvenes mapuches es elsacerdote Fernando Daz (53), de la congregacindel Verbo Divino, quien lleg a la zona en 1975,especfica-mente a Puerto Domnguez, cuando anera estudiante de Arquitectura en misiones de veranode la PUC. Hoy trabaja codo a codo con el obispode Temuco, Manuel Camilo Vial, y habla cada vezmejor mapudungun. "La diferencia de esta genera-cin con las dems que he conocido, es que estconsciente de sus derechos porque ha accedido ala educacin. Entonces, es lgico que se tome lapalabra. Tiene inters en formarse y conocer mejorel mundo que los ha segregado para saber proyec-tarse, pero con historia. Y ojo: ellos no quieren ser

    meros beneficiarios de un modelo de desarrollo queno les es propio, buscan desarrollo con identidad".

    De trabajar cuando nios cuidando animales ycomo temporeros en los veranos, hoy desde launiversidad son parte de un grupo que tiene unaactiva participacin en el movimiento mapuche yque pretende seguir en primera lnea al egresar desus carreras, ya sea como dirigentes o trabajandocomo profesionales para sus comunidades. Variosde ellos ya se titularon y han elegido seguir en su

    cultura y no "chilenizarse". Dos ejemplos son elperiodista Pedro Cayuqueo (34) - director deAzkintuwe - y el antroplogo Danko Marimn (26),quien estudi en la Universidad de Massachusetts,en Boston, y hoy, adems de tener tres discos dehip-hop mapuche y dirigir el documental "En elnombre del progreso", trabaja junto a su to PabloMarimn en un proyecto de reconstruccin histricade seis comunidades del sector de Kuelelolo oFortn ielol, en Galvarino. "Es que nosotros nonos sentimos chilenos: somos mapuches", subraya.

  • Pablo Diaz

    Luis Penchuleo (27) -estudiantede quinto ao de Periodismo de laUniversidad de La Frontera (UFRO)y ex candidato a alcalde de Lautaropor el Partido Mapuche, colectividaden la que tambin milita Cayuqueoy que en diciembre comenz a reco-lectar las firmas que la ley le exigepara oficializarse- dice: "Nuestrageneracin sigue el ejemplo de Lauta-ro, que vivi con los espaoles yluego, con ese conocimiento integral,regres para hacerles la guerra. Conla universidad nos pasa lo mismo:estamos aprendiendo cmo piensanlos winkas, pero sin dejar de lado loque somos".

    Natividad agrega: "Yo, por ejem-plo, estudio Derecho para buscarjusticia. Uno ve el ordenamiento jur-dico y se da cuenta que las leyes noestn hechas para nosotros, sino paralos chilenos", reflexiona. "La genteno nos conoce. De hecho, tiene unaconfusin con los mapuches. Sloles gusta la parte folclrica y bonitadel mapuche, pero cuando lo vedistinto, cuando ve que reclama yconoce sus derechos, ya no le gusta".

    Galvarino s, O'Higgins no

    Desde que era estudiante secun-dario -poca en que intent sin suerteir a clases con la manta de lana mapu-che- que Jos Ancalao participa acti-vamente en el movimiento mapuche:hoy es una de las caras visibles enun grupo donde todos se conocen.Creci en Purn y es hijo de un obreroforestal. Cuenta que un hecho quemarc la tendencia de su generacina volver a su cultura de origen es que,de nios, tanto a l como a sus com-paeros mapuches los obligaron a"castellanizarse", lo que implic a-prender el Himno Nacional en espa-ol y en mapudungun, izar la banderachilena y estudiar historia en su ver-sin "winka". "Pero nuestros hroesno son Arturo Prat ni O'Higgins, sinoLautaro, Galvarino y Curianco",dice.

    Jonathan Zapata (21), alumno dePedagoga Intercultural en ContextoMapuche en la UCT y vocero del"Pelontuwe", uno de los hogares uni-versitarios mapuches emblemticosde Temuco -all velaron el cadverde Matas Catrileo en enero de 2008-, tuvo una experiencia similar: "Enmi escuela rural incluso me ponannota por las flores que llevaba parael Mes de Mara". En 2005, Ancalaojunto a Zapata y a Pablo Millaln(21) -hoy estudiante de Trabajo Socialen la Universidad Autnoma deTemuco- fundaron, en plena revolu-cin pingina, "Melinewen" (CuatroFuerzas), la ms grande organizacinsecundaria mapuche. "En Melinewenle dimos duro a la educacin de laverdad histrica", explica Ancalao,quien en esa poca, adems fue diri-gente regional de los pinginos. "Un

    da nos dimos cuenta de que no slotenamos que participar como secun-darios, sino tambin como mapuches",dice.

    Esta generacin se ha empeadoen aprender a hablar y escribir mapu-dungun. Tambin interrogan a sus pa-dres y abuelos para reconstruir supasado y no quieren por ningn motivoque sus hijos tengan nombres "chile-nos", como s les ocurri a ellos."Nuestros abuelos no les ensearonmapudungun a nuestros padres pormiedo a que los discriminaran y nohablaran bien el castellano, peronosotros queremos recuperar eso",explica Ancalao. Para aprender, juntocon conocer las lecturas "tradicionales"de historia de Chile -ellos la llaman"la versin winka"-, leen libros yperidicos escritos por "peis", entreellos el peridico Azkintuwe y el sitio

    web de noticias "Mapuexpress". Untexto clave en su formacin es "Escu-cha, winka...!" (LOM Ediciones),conformado por los ensayos de treshistoriadores y un socilogo que sonparte de la intelectualidad mapuche:Pablo Marimn, Sergio Caniuqueo,Jos Millaln y Rodrigo Levil. "Perosiempre nuestros modelos a seguirson nuestros antepasados, de ah vieneel kimun (conocimiento)", dice PabloMillaln.

    Tambin escuchan sus propiascanciones de protesta. La ms emble-mtica, y por estos das ungida como"la banda sonora" del conflicto ma-puche-chileno, es Una sola lucha, delgrupo Weliwen, el plato ms esperadoen las peas locales y archivo obligadode los celulares y MP3 que circulanpor los hogares mapuches. "Una solalucha, un slo camino, una sola ver-

    dad. Una sola lucha, nuestra libertad.Pero el enemigo nos confunde paradividirnos. Nos deja peleando entrenosotros. Mientras nuestros hermanosse mueren de hambre y dolor. Por laopresin del poderoso. Y qu vas ahacer, esconderte o luchar? Y qu voya hacer, si hace tiempo eleg luchar.Eleg luchar, pero mi lucha no es demuerte. Mi lucha es por vivir. Milucha es por vivir y no para matar. Milucha es por vivir", dice parte de suletra.

    No es todo: muchos de ellos sue-an con formar pareja slo con otromapuche -y no con un occidental ouna mujer chiura- y piensan usar launiversidad -o el "conocimientowinka", como le dicen- como unaherramienta futura para la causamapuche. Tambin juegan paln, paralo que muchas veces se levantan a lasseis de la maana. "Y que no diganque los mapuches somos flojos", dicecon irona Carlos Arcos Quiilef (21),estudiante de Ciencias de la UFRO."Esta generacin es muy curiosa,siempre pide libros para leer. Ha idoperdiendo el miedo a decir lo quepiensa y ha ido conquistando sulibertad. Est orgullosa de ser mapu-che y reclama a la sociedad chilenalos valores de igualdad, fraternidad ylibertad", explica el misionero Fernan-do Daz.

    Leticia Huaiqui Machil (24), unaestudiante de Pedagoga Bsica Inter-cultural en Contexto Mapuche, tienesu propio diagnstico de la vuelta alos orgenes de su generacin: "Nues-tros ancestros son los que nos recla-man hacerlo. No creo que nosotrosseamos capaces de hacerlo solos, sinoque respondemos a las rogativas denuestros antepasados". Leticia estvestida a la usanza mapuche: tiene unpauelo de seda rosado en la cabezay una manta de lana negra le cubrelos hombros. Es el mismo traje queusa cuando en la UCT le piden ir detenida "formal" para dar un examen.

    "Yo estoy en la universidad por untema estratgico: no me identificaestudiar para trabajar para Chile, sinopara ponerme a disposicin de micomunidad", dice. A su lado, en elHogar Mapuche Lawen Mapu dePadre Las Casas, est Carlos ArcosQuiilef (21), ex dirigente. Viste jeansy zapatillas y desde ya est pensandoqu har apenas termine su carrera.Estudia Pedagoga en Ciencias en laUFRO. "Algn da voy a volver a micomunidad a retomar mi rol de lonko.Pero lo har con los conocimientosque tengo ahora para fomentar estenacionalismo mapuche", seala con-vencido.

    De la ruca a la universidad

    Adems de venir del campo, mu-chos de quienes hoy estn en la univer-sidad y son dirigentes durmieron en

    Agencias

  • rucas hasta hace pocos aos. Es elcaso de Jonathan Zapata y tambinde Pablo Millaln, quienes anrecuerdan lo desagradable que fue alllegar a Temuco a la enseanzamedia, y que en el liceo los molesta-ran por estar "pasados a humo"porque secaban sus ropas en el fogn."Todos eso nos marc para lo quesomos, pero no somos resentidos",aclaran. Jonathan vivi hasta los 8aos en una ruca en la ComunidadAntonio Painemal, a 14 kilmetrosde Temuco. A su casa, la luz llegrecin en 1997. Y Millaln, de nio,aprovechaba de jugar con sus amigos

    de la comunidad mientras cuidaba alos animales -chanchos y vacas- en elcampo. "Yo jugaba con piedras a losautitos; nunca tuve un juguete", cuentahoy. Para otros, como el ex candidatoa alcalde Luis Penchuleo, quien tienedos primos detenidos y en huelga dehambre, las bolitas eran las avellanasy las semillas de lingue.

    En la ruca, en la comunidad Ma-iuco, Pablo viva junto a su abuela,y an recuerda que muchas veces, ellase echaba a dormir sobre un cuerodurante el da para descansar. A losocho aos fue a Galvarino, donde vio

    por primera vez una casa de dos pisos.A los 14, lleg a estudiar al internadoPablo Neruda de Temuco. "Quedimpactado", cuenta. Hoy, lejos de serseducido por la ciudad, Millaln ao-ra compartir sus conocimientos uni-versitarios con su comunidad. En loshogares, por ejemplo, conservan intac-ta su cultura. En el "Lawen Mapu",los propios estudiantes construyeronuna ruca afuera del edificio principal.All se juntan e, incluso, cocinan. Parala celebracin de Wetripantu, a finesde junio, y para el cambio de luna,los estudiantes hombres (wentru)mataron un caballo para que las mu-

    jeres (zomo) lo faenaran. La grasa,como en el campo, la usaron para frersopaipillas.

    Desde el inicio de la huelga de lospresos mapuches las nuevas gene-raciones de jvenes se movilizaronpara apoyar las demandas en Santiago,Concepcin, Temuco y Valdivia, entreotros puntos. Consideran todos quela huelga era la nica manera de queel pueblo mapuche se hiciera visibleen la prensa. Pero no se pierden. "Param no es un orgullo tener mrtires,porque en esta lucha no se deberanperder vidas", dice Jonathan Zapata.

    odos los pueblos depen-dientes tienen el derechode libre determinacin,

    determinan libremente su condicinpoltica y persiguen libremente sudesarrollo econmico, social y cultu-ral. As reza uno de los apartadosdel Acta de Descolonizacin creadoen 1961; y esta es la principal reivin-dicacin del pueblo mapuche, por laque lleva luchando ms de 150 aos,desde que su territorio fue ilegti-mamente ocupado por los estados deChile y Argentina. Autodetermina-cin es un derecho inalienable de lospueblos y si de algo podemos estarseguro es de la condicin de pueblode la Nacin Mapuche. Soberana yautodeterminacin son las principalesreivindicaciones polticas de estepueblo ancestral.

    Los mapuches, a ojos de un espa-ol, slo son un pueblo indgena confama de guerrero y violento que nopudimos someter en tiempos de laconquista de Amrica. Pero si nosacercamos con una perspectiva msamplia a la cultura, la historia y laidiosincrasia de este pueblo milena-rio, encontraremos una larga luchapor el reconocimiento de sus dere-chos y una apasionante historia salpi-cada de relatos llenos de pica, depersonajes de leyenda y de resistenciaanticolonial que han convertido a estepueblo indgena en paradigma de lalucha por la supervivencia de lasnaciones indgenas, herederos de unacultura milenaria que sobrevive hastanuestros tiempos.

    Los mapuches son un pueblo queforj su propia identidad durante msde 300 aos de resistencia ante losespaoles. Luego siguieron luchandotras una segunda ocupacin de losestados recientemente descolonizados

    T de Chile y Argentina. La mapuche esuna cultura milenaria, basada en unaestrecha relacin con el mapu (tierra),que desde hace siglos ha habitado consostenibilidad amplios territorios enla punta del cono sur de Sudamrica.Sin embargo, la historia mapuche tieneun elemento trgico, que seguramentecomparte con otras naciones indgenas,las cuales fueron llevadas, mediantela usurpacin de territorios y la subyu-gacin, hasta la mnima expresin desu propia cultura, condenadas a viviren la pobreza y la marginacin, ocuando no, directamente extermi-nadas.

    La Corona espaola jams pudodoblegarlos. Pero los descendientescriollos de aquellos espaoles, y queacababan de descolonizarse, se convir-tieron esta vez, ellos mismos, en colo-nizadores. Esto es, colonialismo sobrecolonialismo, llevado a cabo por dospases con un deseo irrefrenable deexpansin y de afianzar su identidadnacional. La verdad es que de robar yde esquilmar territorios sabemos mu-cho los espaoles, pero nuestros que-ridos descendientes criollos no sequedaron atrs; hay que reconocerlo,el discpulo super a su maestro.

    Dice el refrn que no hay mal quecien aos dure, pero el conflicto mapu-che se alarga ya por ms de 150 aos.La situacin no ha variado mucho;han cambiado los actores de esta largahistoria de injusticias pero no la situa-cin de indefensin que siguenpadeciendo en sus comunidades. Losmapuches aman profundamente lalibertad, la independencia y, sobretodo el territorio en el que viven. Estarelacin con su tierra es de unaespiritualidad que probablemente seescapa de la comprensin de nosotros,los europeos, que vivimos en unasociedad basada en una economa deconsumo sostenida sobre los hombrosde la sobreexplotacin de los recursosnaturales del tercer mundo.

    Esta locura consumista contrastafrontalmente con la larga tradicin desostenibilidad que los mapuches hanmantenido sobre su territorio ancestral.Empresas hidroelctricas, madererasy de extraccin de minerales, con laconnivencia de la clase dirigentechilena, tan europeizada ella, estnesquilmando el territorio mapuche einundando zonas sagradas, como

    sucedi hace un tiempo con Endesa.Sin embargo, el pueblo mapuche pa-rece no haber cado nunca en la deses-peracin y en la desmoralizacin. Escomo el ave Fnix, que siempre renacede sus cenizas; ni la colonizacin, nilas campaas de genocidio, ni las pol-ticas de asimilacin y subyugacinhan acabado con ellos en cinco siglos.Llevan sobreviviendo en la pobrezay en la marginacin desde hace 150aos, y sin embargo, en la actualidad,el movimiento por la recuperacin dela identidad nacional mapuche emergems fuerte que nunca.

    El pueblo mapuche es la gota ma-laya que no cesa, o cabra decir apartir de ahora - la gota mapuche queno cesa-. Esta descripcin que de elloshizo Fray Camilo Henrquez ilustraperfectamente este carcter de resis-tencia: (el mapuche) rehsa las ca-denas, y anteponiendo todos los malesposibles a la prdida de su libertad, ysin intimidarse por la inferioridad eimperfeccin de sus armas, resiste,combate, triunfa a las veces; y cuandoes vencido ni decae de nimo, ni pier-de la esperanza de vencer.

    Archivo

  • epresenta a toda una generacin de re-cambio al interior del movimiento socialmapuche. Miembro de la comunidadMateo iripil, de la comuna de Lautaro,

    Luis Penchuleo Morales comenz a temprana edada participar en poltica. Ex presidente del HogarUniversitario Pelontuwe y ex candidato a alcaldepor la comuna de Lautaro, a sus 28 aos ya formaparte de la Mesa Directiva del Partido MapucheWallmapuwen. El pasado 18 de diciembre lacolectividad nacionalista dio inicio a su procesode conformacin legal en tres regiones del PasMapuche. De conseguir, al mes de julio de 2011,las 5 mil firmas de adhesin que demanda la leychilena de Partidos, se constituir en el primerconglomerado mapuche de la historia. Para conocerlas implicancias de este proceso, Azkintuwe con-vers con Penchuleo en Temuko.

    - Tras varios aos de trabajo de base haniniciado el proceso de legalizacin. Era unaaspiracin de la colectividad?

    RPor supuesto, desde nuestra aparicin pblica elao 2005 sealamos que queramos constituir unpartido poltico legal para desarrollar el proyectonacionalista en Wallmapu. Era una obligacinnuestra legalizar el partido, cumplir con lo queestablece la ley, as lo demandaba tambin nuestragente. Entendemos que legalizado el partido serun instrumento fundamental que nos permitirdisputar el poder poltico aqu en Wallmapu, enel pas de nuestros abuelos y donde hoy nuestropueblo se encuentra desplazado, marginado detodas las decisiones.

    El partido es un instrumento y no un fin en smismo. Hoy el sistema poltico chileno indica quees a travs de un partido donde se canaliza laparticipacin ciudadana y es el instrumento me-diante el cual se disputa el poder local y nacional.Este es un dato de la realidad y sobre el cual de-bemos maniobrar. Por nuestra parte esperamosconstruir un instrumento que nos permita impulsarnuestro proyecto poltico nacional, orientado albienestar de todos los habitantes del Pas Mapuche,sin distincin.

    - En qu consiste el proceso de legalizacin?

    Parte con la aprobacin de nuestra escritura legalpor parte del Servicio Electoral, lo que aconteciel pasado mes de noviembre. Tras ello se procedia la publicacin de un extracto de este documentoen el Diario Oficial, lo que concretamos el viernes17. Esto nos permiti iniciar el pasado 18 larecoleccin de firmas tras el acto poltico culturalque desarrollamos en Temuko. La ley nos exigefirmas en tres regiones consecutivas; 2.106 firmasen La Araucana, 872 firmas en Los Rios y 1.737firmas en Los Lagos. Para concretar esta metatendremos un plazo de 210 das, siete meses apro-ximadamente. En julio del 2011, de lograr nuestroobjetivo, deberamos tener legalizado Wallma-puwen. Se tratara del primer partido polticomapuche en nuestra historia.

    Es bueno aclarar que nuestro proceso legal noparti este 2010, se inici el ao 2007, con lasciento treinta primeras firmas de militantes queinscribieron el partido ante el Servicio Electoralen Temuko. Este proceso lo encabez la Mesa

  • Directiva anterior, liderada por nuestropei Gustavo Quilaqueo. Lamenta-blemente no pudimos iniciar entoncesel proceso de legalizar las 5 mil firmas,debido a la negativa del SERVEL deaprobar nuestras escrituras legales. Nosdijeron que no se ajustaban a la Consti-tucin chilena, por temas como la ban-dera mapuche, conceptos como autogo-bierno, libre determinacin, naciona-lismo y otros. Finalmente, este ao,salvamos este obstculo reformandolos estatutos pero salvaguardando siem-pre nuestros principios polticos eideolgicos.

    - Qu implica para ustedes estanueva etapa que inician?

    Implica ante todo cumplir un viejo an-helo de nuestro pueblo, cual es contarcon un partido propio. Hay que recordarque la lucha por la organizacin y el

    poder poltico no es nueva en el mo-vimiento mapuche. Tempranamente lasorganizaciones se dieron cuenta que elpoder poltico es fundamental parahacer valer los derechos de un pueblo,esa as que la Sociedad Caupolicnfundada en el ao 1910 fue una de lasprimeras en trabajar para tener parla-mentarios propios. Ms tarde lo propiohizo la Corporacin Araucana y otrosreferentes, quienes llegaron a tenersiete diputados entre los aos 1920 y1973 en el Congreso chileno. Wallma-puwen se inscribe en esa historia deorganizacin y lucha poltica, es ellegado que reivindicamos y del cualnos sentimos herederos.

    - En estos aos de trabajo de base,cul ha sido la respuesta de la gente?

    Ha sido positiva. El trabajo en terrenonos ha permitido ratificar nuestrosplanteamientos iniciales, aquellos quenos impulsaron a la idea de construirun partido poltico. Nuestra gente com-parte el diagnstico de Wallmapuweny ve con buenos ojos el gestar unalucha de descolonizacin, de toma deconciencia, de atreverse a disputar elpoder a todos aquellos que nos tienensumidos en la marginalidad. Somoshoy un pueblo excluido en lo social,en lo econmico, en lo cultural, en lolingstico, en todos los sentidos y estepanorama se asienta sobre la exclusinpoltica que nos afecta. Estamos, comopueblo, fuera de la toma de decisiones,ocupados de resistir pero no de pro-poner y construir un proyecto polticonacional.De all que nuestra convoca-toria sea amplia. Buscamos convocar

    Archivo

    a todas las personas que simpatizan ocreen en la idea de un partido para elPas Mapuche, sin distincin tnica,ni religiosa, ni sexual, porque estamosconstruyendo un partido amplio einclusivo. Tambin estn convocadaslas diversas organizaciones que com-ponen el movimiento social mapuche,sin distincin, as como las distintasexpresiones del movimiento socialchileno en Wallmapu, acadmicos,organizaciones estudiantiles, colectivosartstico-culturales, pobladores, gre-mios profesionales, organizacionesligadas a derechos humanos y ambien-tales, etc.

    - A ratos se critica el camino poltico-electoral, qu responden ante talescuestionamientos?

    Que la realidad nos indica que no esta-mos equivocados. Por un lado, el grue-

    so de los mapuche vota, participa deestos procesos, dando cuenta de uncomportamiento cvico bastante arrai-gado. Y por otro, que el voto mapucheen general no es ideolgico, es msbien pragmtico y eso abre la posibi-lidad de que dadas ciertas condiciones,una fuerza poltica mapuche tengareales posibilidades de sumar apoyos.Hay por otro lado condiciones obje-tivas en varias comunas. Grafico estocon un ejemplo; hoy el voto mapuchees considerable en muchas comunasde Wallmapu. En la mayora de ellasse han presentado candidatos mapuche,de manera independiente o en cuposde partidos chilenos y si bien algunoshan sacado importante votacin, muypocos han resultado electos. Esto sedebe, entre otros factores, a la disper-sin del voto y al sistema electoral quebeneficia las listas de partidos y, enestas, a los cabezas de listas que gene-ralmente no son en los partidos chi-lenos los mapuche.

    - Todos juntos en una listaaumentaran sus posibilidades.

    Esa es la pregunta; qu pasara si esosmismos candidatos, en vez de ir sepa-rados, van en una misma lista partidariay sumando votos entre ellos? La res-puesta es de sentido comn: lo msprobable es que con esa misma canti-dad de votos bastara para tener dos otres concejales y hasta la alcalda enalgunas comunas. Esto es lo que, enla matemtica electoral, garantiza unpartido propio. Nuestra idea es terminarcon la procesin de mapuche fuera delas tiendas polticas chilenas, que

    dejemos de mendigar cupos y levante-mos una colectividad propia. Esto quesealo no es teora o un ejercicio inte-lectual; lo comprobamos "en terreno"en las pasadas elecciones municipales.

    - En qu sentido lo comprobaron.

    Las municipales fueron un momentoclave, pues nos permitieron corroborarin situ el nivel de apoyo hacia Wallma-puwen y nuestro diagnstico respectode lo desfavorable de competir sincontar con un partido propio legal.Salimos fortalecidos de dicha expe-riencia porque a pesar de participaren contadas comunas y contar conmuy pocos recursos, la gente nosdeposit su confianza y unas tres milpersonas votaron por candidaturaslevantadas por Wallmapuwen y que

    daban cuenta de nuestro proyecto.Nos dimos cuenta que habamos lo-grado posicionar, en pocos aos, dosideas fundamentales tanto al interiordel movimiento mapuche como en lasociedad chilena. Primero, que cadavez eran menos los que ponan encuestin la necesidad de contar conun instrumento poltico propio, ascomo su viabilidad. Segundo, que alinterior de numerosos sectoresmapuche y no mapuche, nos habamoslogrado posicionar como una organi-zacin creble y con opinin funda-mentada. Prueba de esto ltimo fuenuestra activa participacin en el pro-ceso de la COM el ao 2008 y losacuerdos polticos que hemos alcan-zado con diversas colectividades depueblos sin estado en otras latitudes,varias de ellas actualmente gobierno.

    - No desconocen que hay voces quedesde una posicin "culturalista"critican la existencia de un partido.

    Lo sabemos. Hay una visin que pre-tende que los mapuche no podemostener un partido, se seala que lospartidos polticos no son parte de lacultura ni de la "cosmovisin" ma-puche. En realidad, estamos aqu anteuna mitificacin colonialista, conser-vadora, segn la cual los mapuche nopodramos apropiarnos de tal herra-mienta de la lucha poltica moderna.Es lamentable que hayan mapuche querepitan los discursos del colonizador,asegurando que no podemos tener nues-tra propia fuerza poltica porque ellono corresponde a nuestra tradicinY lo dicen casi siempre en castellano,por escrito y en internet! Tal nivel de

    contradiccin solo puede ser tomadocon humor.

    - Esta idea contraria a los partidosno les remite al discurso de ladictadura en los 80'?

    Absolutamente. El rechazo a "los par-tidos" y a "los polticos" es caracters-tico del populismo y fue un temaexplotado a fondo por los militares. Elparticipar en las elecciones es vistocomo una forma de integrarse en el"sistema", sin embargo, qu vemosen otras partes del mundo? En Irlandadel Norte, durante la guerra, el movi-miento nacional siempre busc movi-lizar tambin en el terreno electoral ySinn Fein, partido aliado nuestro, debiluchar para poder existir como partidolegal. En el Pas Vasco el sector repre-

  • sentado hoy por Batasuna siempre habuscado tener una existencia polticalegal y participar en las elecciones,camino que transitan all nuestrosaliados de Aralar. Estas experienciastambin se dan en el continente, conPachakutik, brazo poltico del movi-miento indgena en Ecuador y Winaq,partido maya de Guatemala impulsadopor la hermana Rigoberta Mench ytambin hoy en proceso de legali-zacin.

    - De la resistencia al poder?...

    Como otros pueblos que luchan porsu derecho a la autodeterminacin,nuestra lucha es una lucha poltica yrequiere por lo tanto de fuerzas pol-ticas. El derecho a tener nuestros pro-

    pios partidos polticos es un derechodemocrtico, derecho por lo demsseriamente limitado en Chile. Estamosconscientes de las dificultades quedebemos enfrentar con una ley de parti-dos excluyente; poder registrar legal-mente Wallmapuwen ser para nosotrosun combate, que requerir una granvoluntad y movilizacin colectiva. Peroes un combate que debemos ganar siqueremos acumular fuerza polticacomo pueblo, si queremos que nuestrovoto sirva sobre todo para reforzarnuestro movimiento nacional. Mientrasel pueblo mapuche no disponga de suspropios partidos polticos, mientras nosea capaz de pesar electoralmente enel Wallmapu, seguirn los ciudadanosmapuche sirviendo de reserva electoralde los partidos chilenos. Ha venido su-

    cediendo todos estos aos.Y eso cree-mos debe terminar.

    - Finalmente, cul es el perfil delmilitante que busca Wallmapuwen.

    Todos aquellos y aquellas que quierantrabajar por la reconstruccin nacionalmapuche y contribuir al bienestar ydesarrollo de toda la poblacin delWallmapu, son bienvenidos ybienvenidas. No somos un partidoexcluyente y as lo establece nuestradeclaracin de principios. Nuestropartido no solo busca llevar adelantela reconstruccin nacional mapuche,sino tambin resolver los mltiplesproblemas que hoy experimenta nuestropueblo y la poblacin chilena en laregine. En este sentido el partido no

    trabajar exclusivamente por repre-sentar los intereses mapuche, sino tam-bin por dar respuestas concretas a losdilemas del desarrollo en nuestro terri-torio, para buscar y construir un nuevoorden social ms justo para todos.Queremos que nacionalismo mapuchesea sinnimo de mejor gobierno, debienestar social, de una alternativa almodelo neoliberal imperante y que noscondena a todos a ser ciudadanos desegunda o tercera clase. Estamos a laspuertas de establecer un hito histrico;la consecucin de un instrumento queser clave en el proceso de reconstruc-cin nacional. Por ello todos y todasdebemos sentirnos y hacernos parte deeste gran proyecto, que sin lugar adudas permitir proyectarnos al futurocon la dignidad que nos merecemos.

    n Ciencias polticas se reco-nocen unas seis actividadeso roles propios a los partidos.

    En primer lugar, el partido comooperador de ideas. En una sociedadpodra haber tantas demandas ascomo necesidades tienen los indivi-duos. Una de las primeras y ms im-portantes tareas o trabajos de unpartido es pensar esa variedad dedemandas y necesidades y expresarlasen unas pocas, bajo la forma de unprograma que sugiere alternativas desolucin. El corolario de esta accines reducir la complejidad de interesesy expectativas que se dimensiona entodas esas demandas, haciendo msfcil el proceso de tomar decisionespara ambos: el partido si llega a sergobierno y el votante en trminos deelegir la alternativa que interpreta suspropios intereses. En el terrero de lasideas y la operacin quiero destacardos modelos de partido. El primeroes el partido apegado a una lneaideolgica, como lo fue y quiz losigue siendo el Partido Comunista olos partidos islamistas fundamen-talistas. Y el segundo, los partidospragmticos, colectividades gradua-listas en sus metas as como msmoderados en sus acciones.

    El partido como agente del pro-ceso de socializacin. El partido esun agente por el medio del cual laspersonas participan en la culturapoltica de sus sociedades, por ello sedice que es un agente de socializacin.Las personas tienden a identificarseen sus sociedades con los partidos,porque a travs de lo que los partidosproyectan o ensean a la gente, secrea un vnculo de confianza y de re-presentacin de intereses y expecta-tivas. La gente da su apoyo a un par-

    Pedro Cayuqueo

    tido porque percibe lo que el partidoproyecta a la gente. An aquellos queno se alinean con un partido y quetratan de mantenerse al margen delsistema, tienen una nocin de lo queun partido representa o promueve.

    El partido como ente vincu-lante de individuos al sistema. Elpartido hace de vnculo entre el indi-viduo y el sistema poltico. He dichoantes que intereses y demandas po-dran haber tantas como individuoshay en una sociedad. Los sujetossaben o entienden que en sociedadescomplejas llegar a la autoridad consus quejas, intereses y demandas noes fcil. Mientras ms numerosa enhabitantes en una sociedad menosposibilidades para un sujeto de tenerun contacto directo con sus auto-ridades polticas. En tal realidad losindividuos por lo comn asumen quesus intereses y demandas deben cana-lizarlas va organismos mediadores.En esa categora habra desde sindi-catos, grupos de presin hasta parti-dos. Pero de todos ellos el partido espor esencia el que realiza el trabajode sintetizar y sistematizar esasdemandas en un programa coherente.Y como apunta a conquistar el poder,ese programa representa una espe-ranza de implementacin.

    El partido como centro de recluta-miento y de movilizacin de activis-tas. Un partido representa una fuentede conocimiento para un individuo.ste percibe que por mediacin de lse pueden satisfacer sus intereses. Ycomo no habra de ser as, si el partidopuede ser una mquina en accin im-presionante para un sujeto, dado sunivel de organizacin y estructuracin.La persona genera la idea de que ella

    puede hacer realidad sus aspiraciones.El partido en su interior pone en con-tacto a personas y grupos. Muchasveces pone en contacto a personasrelevantes con otros recin inicin-dose. El partido representa para unindividuo comn y corriente su entradaen el mundo de la poltica y en el cualbien podra llegar a ocupar roles derepresentacin as no sea de activistakona o de longko. Son los partidos,usualmente, quienes deciden los candi-datos a cargos pblicos, para ubicarsu gente en situaciones de poder. Yesto no importando si se trata de siste-mas polticos no democrticos comoChina o democrticos como Francia.

    El partido como organismos coor-dinadores de las actividades guberna-mentales. Cuando los partidos accedenal poder por la va de sus represen-tativos electos, entran en una dinmicade coordinacin de acciones del go-bierno. En ese sentido, el partido sevuelca con sus militantes a lograr lasmetas que agitaron a la poblacin.Para ello debe hacer gala de impresio-nantes esfuerzos organizativos, de

    manera de coordinar las acciones desus representantes en el parlamento,los sindicatos, el gobierno, etc. Perono slo eso, lo partidos coordinan susacciones con otros partidos tambiny desarrollan mecanismos para regularconflictos sociales. Forman mayorasde esa forma o bloques, que ofrecenmejores posibilidades de sacar pro-puestas a delante.

    El partido como la oposicin. Ensistemas polticos con ms de un par-tido, cuando una fuerza no gana tienela opcin de transformarse en la opo-sicin. Que quiere decir esto, ni msni menos que transformarse en la ex-plcita y organizada fuente de opo-sicin. En sistemas democrticos laoposicin se opone, pero no obstruyela implementacin de las polticas dela o las fuerzas vencedoras. Por cierto,ese no es el caso de Chile, donde quienpierde la eleccin realiza por lo generaluna oposicin obstructiva y meditica,en gran parte debido al sistema bino-minal heredado de la dictadura militarde Pinochet.

  • l 8 de noviembre de 2010 un editorial deldiario conservador La Nacin alertabasobre el peligro revisionista que planeaba,sobre la historia argentina, una moda que

    pretenda mostrar la Campaa del Desierto de 1879como un genocidio contra los pueblos originariosy cambiar el nombre de las calles que recuerdan aJulio A. Roca, el general que dirigi la expedicin.No menos peligrosas resultaban para el diario delos productores agropecuarios la ola de recupera-ciones de tierras por parte de comunidades mapucheque asolan a los estancieros patagnicos. Estnpreocupados porque ven que el pueblo mapucheahora pelea por sus derechos, dice Lefxaru Nawel,del Observatorio de los Derechos Humanos de losPueblos Indgenas (ODHPI) de Neuqun. Ellosquieren que los mapuche sean lo que fueron 50 o100 aos atrs, cuando pasaron de ser dueos desus tierras a ser peones del estanciero que lleg ausurparlas, seala.

    El 23 agosto de 2002, Rosa Nahuelquir, despusde perder su trabajo por la crisis, y su marido AtilioCurianco, decidieron recuperar una parcela enLeleque, al norte de Esquel (Chubut), que durantegeneraciones haba pertenecido a la familia de Atilio.No sospechaban a quin tendran que enfrentar paraalcanzar su sueo: nada menos que al gigante textily del buen rollo multicultural Benetton. Tampocosospechaban que el conflicto con la empresa italianase convertira en un referente de la lucha de lospueblos originarios por la tierra y que estimularacientos de nuevas recuperaciones.

    Mucho menos imaginaban que al rastrear elorigen de la supuesta propiedad de Benetton sobreesas tierras quedara desenterrado uno de losmayores escndalos de corrupcin de la historiaargentina. En 1896, 12 aos despus de que finalizarala Conquista del Desierto, el presidente argentinoJos Evaristo Uriburu don 900.000 hectreas adiez ciudadanos ingleses. Poco despus, estos perso-najes annimos traspasaron sus estancias a la Argen-tinean Southern Land Company Ltd, una empresafantasma creada con el nico propsito de recibirla donacin de esas tierras, precisa Gustavo Maca-yo, el primer abogado del matrimonio. Esta dona-cin, que violaba toda la legislacin de la poca,se realiz en secreto y as se mantuvo durante msde cien aos. Una de las teoras ms slidas esque esa donacin fue en pago o en recompensa porlas armas automticas inglesas que se usaron en laConquista del Desierto, afirma el abogado Macayo.

  • El escndalo desencadenado y lalucha de esta familia mapuche revita-lizara un proceso de revisin de lahistoria argentina, que tena que termi-nar cuestionando la actual distribucinde la tierra, originada precisamentecon la Campaa del Desierto, sostie-ne el historiador Osvaldo Bayer. Segnrecuerda el autor de La Patagonia Re-belde, 42 millones de hectreas fueronentregadas a 1.800 estancieros inte-grantes de la Sociedad Rural, unaorganizacin que cofinanci la Cam-paa contra los pueblos originarios.El resultado de la misin militar fueron14.000 indgenas muertos y alrededorde 14.600 tomados como esclavos.Para los supervivientes empez unlargo perodo de indigencia, cuentaBayer, ocupando las peores tierras,sin armas legales para defenderse delempuje de los terratenientes. Los queterminaron viviendo en la ciudad,cerca del 60% de la poblacin mapu-che actual, tuvieron que instalarse enlas periferias urbanas, en los barriosms pobres, sin posibilidad de desa-rrollo o acceso a la vivienda, per-diendo lentamente la identidad, lamemoria y la cultura, segn cuentaLefxaru Nawel.

    La primera sacudida

    Pese a que en la regin la Confede-racin Mapuche Neuquina llevabatrabajando desde la dcada de los 70y el Consejo Asesor Indgena desdelos 80, para Macayo el ao 1992signific un punto de inflexin: Lospueblos indgenas toman concienciay se dan cuenta de que no puedenretroceder ms de lo que han retro-

    cedido, y si despus de 500 aos si-guen vivos, con posibilidades derepensar su historia y su destino, esporque han tenido una capacidad deresistencia muy grande. Ha llegado elmomento en que no quieren retrocederms y quieren empezar a avanzar.

    El primer resultado de este nuevomovimiento es la reforma de la Cons-titucin Nacional en 1994 donde secuelan, segn Macayo, nuevos dere-chos para los pueblos indgenas. Trasla reforma, la Constitucin reconoceel derecho a la propiedad y posesinde la tierra que tradicionalmente ocu-pan los pueblos originarios, reconocela personalidad jurdica de las comu-nidades y la participacin en la gestin

    de sus recursos naturales. Adems deincorporar algunos de los derechosindgenas del convenio 169 de la OIT,la nueva carta magna incluye un prin-cipio que necesit casi dos siglos dehistoria argentina: La Nacin recono-ce la preexistencia tnica, cultural ehistrica de los pueblos indgenas.

    Sin embargo, para la Confede-racin Mapuche Neuquina (CMN)la falta de legislacin y de accionespolticas pblicas de alcance nacio-nal, para hacer efectivos los derechosindgenas, ha provocado que estosprincipios formulados con la formade declaraciones genricas no seapliquen en la mayora de los casos.Para Gustavo Macayo la importanciade los cambios legislativos resida enla difusin de los derechos indgenas,que se podan constatar leyendo laConstitucin y en el rango constitu-cional que adoptan estos derechos,algo que se convierte en una herra-mienta jurdica para pelear en unjuicio o en un proceso administrativo.Eso empez a generar cambios y losconflictos a estallar. Pareca claroque para las organizaciones indgenasla reforma era insuficiente. En 1997,una asamblea del Consejo AsesorIndgena en Ingeniero Jacobacci dapor finalizada la etapa administra-tiva al comprobar que el Estado notena voluntad de cumplir la citadaley y devolver las tierras usurpadas.

    La tercera invasin

    Los conflictos por la tierra se mul-tiplicaron a partir de 2001, no slopor un proceso de recuperacin de la

    identidad del pueblo mapuche, sinopor el incremento exponencial de laspresiones econmicas sobre las tierrashabitadas por las comunidades. A laspresiones del negocio turstico einmobiliario, se le sum el ingresode compaas petroleras y mineras alos territorios mapuche, explica Da-niel Otal, quien despus de su pasopor el CAI sigui investigando losconflictos de tierras y trabajando enmedios comunitarios y redes de co-municacin popular.

    Esta presin sobre el territoriotambin se hizo carne con la llegadade una nueva hornada de estancieros:multinacionales y millonarios euro-peos y norteamericanos que han en-

    contrado en los bienes races un sitioseguro para tener los capitales, nichosdonde con ciertos grados de corrup-cin necesaria se van convirtiendoen propietarios de grandes extensio-nes de tierra, explica Otal. LucianoBenetton, el millonario britnico JoeLewis, el estadounidense DouglasTompkins, el presentador argentinoMarcelo Tinelli o Ted Turner, dueode un imperio meditico, son sloalgunos nombres de estos nuevosgrandes estancieros. Los conflictoscon estos nuevos dueos de la tierrano tardaron en surgir.

    La estrategia de ampliar las estan-cias con polticas de hechos consu-mados es uno de los principales ejesde conflicto. Entre ellos, el que en-frenta a Rosa Nahuelquir y AtilioCurianco con Benetton. Detrs delos colores unidos est esa polticade apropiarse de cualquier terrenoque est cerca de la estancia. El pre-dio de Santa Rosa Leleque es unpredio fiscal, pero que la compaaen un momento lo incorpor a suestancia, explica Macayo. A la ocu-pacin de esta parcela por el matri-monio mapuche en 2002, le siguidos meses despus, un duro desalojo.Entonces Rosa y Atilio iniciaron unlargo periplo por juicios e institu-ciones, cartas, entrevistas y hasta unviaje a Roma para hablar con LucianoBenetton. A veces nos dicen que

    somos brutos, que no sabemos espe-rar Entonces les demostramos ques podamos hacerlo: desde 2004 has-ta 2007 esperamos una respuesta.Como no dieron ninguna decidimosvolver al lugar, recuerda Rosa.

    El 14 de febrero de 2007 recupera-ron una vez ms el terreno. En estaocasin el desalojo no se produjo.La repercusin que estaba teniendoel caso influy. Ningn juez quisoagarrar la causa hasta tres mesesdespus de la recuperacin. Muchostenan miedo de salir mal parados enlos peridicos, dice Rosa. La denun-cia por usurpacin volvi a ser deses-timada y hasta el da de hoy perma-necen en la tierra de los antepasadosde Atilio, a la espera de un nuevojuicio sobre la propiedad.

    El caso Nahuelquir-Curiancogener mucha actividad, entre otrascosas actividad legislativa, diceMacayo. En 2006 se aprob la LeyNacional de Emergencia Indgena,que paraliza todos los desalojos hastaque se haga un relevamiento de lasocupaciones actuales de las comuni-dades. Sin embargo, a cuatro aos dela Ley, los desalojos contra los pue-blos originarios no han cesado y elrelevamiento contina sin iniciarseen la mayora de las provincias, sealael informe del ODHPI. En Neuqunlas negociaciones e intercambio de

    Hernn Scandizzo

  • favores entre las autoridades provin-ciales y nacionales han llevado a queel programa de relevamiento se en-cuentre suspendido. Segn denunciaeste organismo de derechos humanos,pese a la terica suspensin de losdesalojos, stos se siguen produciendopor orden de jueces provinciales enun contexto donde la ley no se apli-ca. El asesinato de un indgena qomy un pilag en Formosa, en el norteargentino, despus de cuatro mesesde corte de ruta en reclamacin de susterritorios ancestrales, es un ejemploms de la inaccin del Gobiernonacional, seala Lefxaru Nawel.

    A recuperar

    La historia de este matrimoniomapuche supuso un segundo punto deinflexin en la lucha de las comuni-dades por sus tierras ancestrales.Despus de nuestra recuperacin mu-chas comunidades tomaron ese ejem-

    ejemplo, de que se poda luchar, deque se poda volver a la tierra, a lacultura, dice Rosa. Muchas comu-nidades se dieron cuenta de que nopodan esperar a que el Estado semueva, recuerda Macayo. La gentese cansa de esperar una ley, una expro-piacin, y entonces empiezan lasrecuperaciones. Y cuando una recupe-racin tiene xito o no es desalojadainmediatamente y se produce unaresistencia tambin genera y alientaocupacin y resistencias en otros lu-gares. Si esta familia puede, si estacomunidad pudo, tambin nosotrospodemos. Se empiezan a reagrupar ya formar comunidades y a hacer recu-peraciones de lugares histricos quehan sido usurpados.

    El da que se cumplan 517 aosde la llega de Coln a Amrica, unreportaje publicado en el diario Pgi-

    na12 detallaba las recuperacionesllevadas a cabo en la ltima dcada:el Consejo Asesor Indgena habaacompaado en los ltimos diez aosa comunidades mapuche en la recupe-racin de 160.000 hectreas, la ma-yora en las cercanas de IngenieroJacobacci, Machinchao y El Bolsn.Por su parte, las comunidades queforman parte de la ConfederacinMapuche de Neuqun haban recu-perado 73.000 hectreas, principal-mente en el departamento de Alumi-n.

    Para Daniel Otal, los cambios quese han producido en los ltimos aosvan ms all de las recuperaciones.Al cuestionar el marco de la ley yno asumir el mercado inmobiliariocomo nica forma de resolver losproblemas relacionados con la tierramuchas comunidades estn resolvien-do una ecuacin ideolgica importan-te, argumenta Otal. Charlando con

    la gente que concreta las recupera-ciones te das cuenta que esta situacinproduce que se revise el espritu dela ley, que se vena asumiendo comodivino. Estos gestos de determinacin,de resolver los problemas por ellosmismos, los llev a plantearse hastala ilegitimidad de la ley. Les llev aentender que buena parte del parquelegal es una construccin de las clasesdominantes desde el origen del Estadoargentino. Y este aprendizaje esintransferible y se hace palmo a pal-mo. Permite reconstruir una legiti-midad cuestionando la ley sin sentirsedelincuentes sino con todo el derecho.ste es un pavimento ideolgico deconstruccin social muy fuerte, quese ha afirmado en estos procesos derecuperaciones en diversos territo-rios. Para todos ellos la historia nun-ca volver a ser la oficial.

    Hernn Scandizzo

  • uri Nstor Kirchner, expresidente y uno de los per-sonajes con ms poder enArgentina. Fue un baldazo

    de agua fra para la poblacin delpas que camina en medio de dospolos: kirchneristas y antikirechne-ristas. Si critico, me dicen golpistay desestabilizador; si apoyo me dicenultraoficialista. Cuando asumi comopresidente en 2003, recibi un pasque haba tocado fondo: la dcadamenemista del despilfarro, el corra-lito de Cavallo, el helicptero deDe La Rua, diez presidentes en unmes, Duhalde y los asesinatos de losmilitantes sociales Kosteki y Santi-lln, y una deuda externa que ascen-da a los diez mil millones de dlares.

    En ese contexto, los derechos delos Pueblos Indgenas no ocupabanun lugar en la agenda poltica de laCasa Rosada y Nstor Kirchner semostr indiferente ante esto, acucia-do por la crisis galopante que debaresolver. Segn sus militantes y se-guidores, Kirchner encarnaba un go-bierno nacional y popular, en untiempo que exiga polticas plurina-cionales y populares. Fue en 2004cuando los pueblos originarios lo in-vitaron a sentarse para prestar aten-cin a las demandas indgenas. Esosucedi en la ciudad de Bariloche,en un aniversario de esta ciudaddonde l rompi el protocolo comolo hacia habitualmente como ningnpresidente.

    Agencias

    Luego de ese encuentro se originaun fuerte proceso de debate indgenaque se denomin Seminario sobrePolticas Publicas y derecho de losPueblos Indgenas, de donde surgiuna agenda de temas a abordar haciaun Estado Plurinacional y que fue en-tregado en manos al gobierno nacio-nal. Al cabo de dos anos, esa agendase fue diluyendo porque prevaleci lavieja poltica del asistencialismo y delenfoque de pobreza. Los aires derefundar la poltica pblica se ibandesvaneciendo para los Pueblos Ind-

    genas y la preocupacin creca porquela alianza con las petroleras, minerasy forestales no se rompa.

    La invitacin a Kirchner era parareivindicar la relacin histrica entreindgenas y los gobiernos peronistas.En 1946 cientos de miles de hermanosKollas caminaron durante semanasenteras desde el extremo norte delpas para llegar a Buenos Aires y exigirque se les devuelvan sus tierras inva-didas por militares, diputados, fun-cionarios y latifundistas; y fue el mis-msimo presidente Juan DomingoPern quien los recibi, les prometisoluciones y a la noche siguiente losmando a azotar y los despach en trende vuelta al norte como bolsas depapas. Este hecho conocido como elMalon de la Paz es una deuda hist-rica que los sectores populares y pero-nistas prefieren mantener lo masescondido posible. Posteriormente, enla dcada del 70, los Pueblos Origi-narios quedaron subsumidos en lasideologas de izquierda, que tras elenfoque de clase, no adverta el poten-cial revolucionario de la cosmovisin.

    Un hombre, un lder, un conductortiene que tener la visin de avanzaren resolver los problemas profundosde la sociedad y tener las agallas demantenerse erguido frente a los ca-nallas. Kirchner se par frente a laIglesia ortodoxa y le removi la me-moria hacindole recordar que fuesta institucin catlica la que ampar

    y bendijo a los verdugos en la ltimadictadura militar. Se par frente a losgigantes monopolios de la informacinque sacan y ponen presidentes deacuerdo a sus intereses, y se mantuvorecto. Fue ste pingino quien noolvid y levant la bandera de losDerechos Humanos para juzgar a losasesinos militares que desaparecierona mas de 30.000 almas. Cancel ladeuda con el F.M.I., devolvi la digni-dad a los jubilados que eran presosde los grupos econmicos y renovuna Corte Suprema de Justicia viciadade corrupcin menemista.

    Pero mientras tanto, qu sucedacon los Pueblos Originarios? Aparen-temente un presidente es revolucio-nario cuando solo tiene la capacidadde bajar el ndice de desocupacin,mantener el dlar estable y bregar porlos derechos de los trabajadores. Peroel sistema es el mismo. Este sistemaque convierte los bosques en desierto,que vomita nios a la delincuencia,que contamina los ros y lagos, quealambra las tierras indgenas, que sedisfraza de democrtico cada cuatroaos. En ese sistema es donde lospueblos originarios no encajamos. Sefue un hombre y un ex presidente querepresentaba esperanzas para unpueblo azotado y descredo de ladirigencia poltica partidaria. Y NstorKirchner se fue a la tierra de los esp-ritus adeudando una reparacin hist-rica hacia los Pueblos indgenasoriginarios.

  • odo un ejemplo. Un hroe ci-vil. El escritor turco TanerAkam, que nos acaba de vi-sitar. Enfrent todo un pasado

    ignominioso y dijo la verdad. La pa-g muy caro, pero su paso digno porel mundo es aplaudido con fervor.Un turco que fue capaz de reconocerel horrendo crimen turco contra elpueblo armenio. Un estudio profundosobre la matanza de miles de civilesarmenios en los aos veinte del siglopasado. Un horror que quiso ser tapa-do con el silencio o con la hipocresade negar hasta las fotos de montaasde cadveres. El cinismo llevado asu mxima hipocresa. El libro deeste autor acaba de ser publicado enla Argentina. Se llama Un acto ver-gonzoso. El genocidio armenio y lacuestin de la responsabilidad tur-ca. Luego de padecer crcel, esteintelectual march a Alemania, dondehizo su tesis sobre El MovimientoNacional Turco y el genocidio arme-nio en el contexto de los tribunalesmilitares en Estambul entre 1919 y1922. Fue luego profesor de Histo-ria de la Universidad de Minnesotay actualmente lo es de la Universidadde Clark Worcester.

    Despus de su profunda investi-gacin, ya nadie podr negar el bes-tial crimen turco contra el puebloarmenio. Documento tras documen-to, testimonios, rdenes militares,publicaciones oficiales, todo se trans-cribe en este libro y quedan irrefuta-bles las pruebas. Claro, despus deeste escrito, a las autoridades turcasle quedan estos caminos: el de reco-nocer el espantoso genocidio, pedirlas disculpas internacionales debidas,reparar el dao irreparable, porquese trat de la muerte, y acabar conel cinismo de desconocer la increblebrutalidad contra un pueblo entero.Adems, luego de leer este profundolibro, uno se pregunta: cmo fueposible encubrir la masacre? En ellibro de Taner Akam est tambinla respuesta. Es como si en la Argen-tina se hubiera escondido la infamiade la desaparicin de personas. Sabe-mos que hubo muchas intencionesen ese sentido. Como el silencio quecubri durante dcadas los fusila-mientos de peones patagnicos enlos aos veinte del siglo pasado, hastaque qued todo al descubierto. Aun-que todava el partido radical, gober-nante durante esos hechos, no hatenido el coraje civil de hacerse unaprofunda autocrtica, actitud quesiempre resulta positiva para la verda-dera democracia.

    En la visita que el talentoso inte-lectual turco Taner Akam acaba dehacer a la Argentina se produjo unhecho por dems auspicioso y de

    Agencias

    gran simpata. Ocurri en la Funda-cin Luisa Harabedian, dondeelescritor fue a una reunin entre nietosdel genocidio armenio y nietos de lasAbuelas de Plaza de Mayo. Unos trein-ta jvenes comprometidos en la histo-ria de Armenia y de la Argentina. Al

    final declararon que existi una unintica y moral que tom forma deaccin y reflexin en este encuentro.Accin y reflexin, dos enseanzas.Los verdugos y asesinos de Turquay de la Argentina no habrn pensadonunca que algo as poda ocurrir. Esque ellos ignoraron que siempre,siempre, la tica y la justicia final-mente triunfan, aunque pueda pasarmucho tiempo en llegar a concretarse.Los verdugos que tratan de escondersus crmenes siempre quedan final-mente desnudos ante la Historia.

    Como este otro hecho muy positivosucedido hace muy poco. Los miem-bros del Concejo Deliberante de Mo-rn resolvieron sesionar en el local dela Biblioteca Popular de Castelar paramantener el contacto con sus represen-tados. All, en ese ambiente donde loslibros nos miraban a todos, el Concejosesion con la asistencia del pueblode Morn. Se trat el cambio del nom-bre de una calle, Ataliva Roca elhermano del genocida de los pueblosoriginarios, general Julio ArgentinoRoca, por el de Delicia Crdoba, unaMadre de Plaza de Mayo que vivedesde hace dcadas en ese lugar.Delicia Crdoba, la Madre de Plaza

    de Mayo ah presente, agradeci conpalabras que emocionaron a todos ydedic el homenaje a sus hijos desapa-recidos. Tambin, muy cargado de laemocin del pueblo fue el acto en elcual se le cambi el nombre, en Saran-d, a la escuela llamada nada menosque Polica Federal por el de FlorealAvellaneda, adolesce