16
Enero 2008 §¡) « N.o 32C cdk (()cciJeilllire Fundada en 1923 por José Ortega y Gasset Director: José Varela Ortega Secretario de Redacción: Fernando R. Lafuente Edición: Alfredo Taberna Secretaría de Redacción: Joaquín Arango • Juan Pablo Fusi Aizpúrua • José Luis García Delgado Emilio Gilolmo • Juan Pérez Mercader • Jesús Sánchez Lamhás Coordinadora: Begoña Paredes Diseño de maqueta: Vicente A. Serrano Edita; Fundación José Ortega y Gasset ·Redacción y Publicidad: Fortuny, 53. 28010 Madrid. Teléf.: 91 700 35 33 revistaoccidente.coordinacion @fog .es Teléf. Suscripciones: 91447 27 00 www.ortegaygasset.edu/publicaciones Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números editados en el año 2008. Distrihpidora: Comercial Atheneum, S.A Rufino 26. 28037 Madrid. Teléf.: 91 754 20 62 ISSN: 0034-8635 Fotocomposición: Ciudad, S.L. Coto de Doñana, 10. 28320 Pinto (Madrid) Impresión y encuadernaciór¡: Closas-Orcoyen, S.L. Paracuellos del Jarama (Madrid) ESPAÑOL Y PORTUGUÉS El español y cómo llegó a serlo Francisco A. Marcos-Marfn E n el siglo XIX se puso de moda la metáfora biológica y se em- pezó a hablar de las lenguas como madres, hijas, hermanas y parientes. Por la vieja retórica se sabe que la metáfora continuada se llama y en esa visión alegórica se ha instalado la socie- dad, que habla y se preocupa por la muerte de las lenguas, acusa de genocúJw a quienes han facilitado eón presiones sociales el cam- bio o la desaparición de algunas de ellas y se agita (o finge agitar- se, que también vale) porque sólo queden siete hablantes de una lengua de la que nadie había oído hablar hasta ese momento y en la que no se sabe que nadie haya hecho jamás una contribución a la humanidad que haya tenido una mínima trascendencia. Habrá que aclarar ya que, para un lingüista, la supervivencia de una len- gua no tiene precio, que todas las lenguas son iguales en dignidad, que todas ellas proporcionan muy estimables datos para el mejor conocimiento de ese fenómeno típicamente humano que es la co- municación mediante el lenguaje estructurado y la categorización [53]

Enero 2008 §¡) l

  • Upload
    others

  • View
    6

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Enero 2008 §¡) l

Enero 2008

§¡) « N.o 32C

l.<ev~§t:at cdk (()cciJeilllire Fundada en 1923

por José Ortega y Gasset

Director:

José Varela Ortega

Secretario de Redacción:

Fernando R. Lafuente

Edición:

Alfredo Taberna

Secretaría de Redacción:

Joaquín Arango • Juan Pablo Fusi Aizpúrua • José Luis García Delgado Emilio Gilolmo • Juan Pérez Mercader • Jesús Sánchez Lamhás

Coordinadora:

Begoña Paredes

Diseño de maqueta: Vicente A. Serrano

Edita; Fundación José Ortega y Gasset

·Redacción y Publicidad:

Fortuny, 53. 28010 Madrid. Teléf.: 91 700 35 33 revistaoccidente.coordinacion @fog .es

Teléf. Suscripciones: 91447 27 00 www.ortegaygasset.edu/publicaciones

Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números editados en el año 2008.

Distrihpidora: Comercial Atheneum, S.A Rufino Gonzá~ez, 26. 28037 Madrid. Teléf.: 91 754 20 62

ISSN: 0034-8635

Fotocomposición: Fernánde~ Ciudad, S.L. Coto de Doñana, 10. 28320 Pinto (Madrid) Impresión y encuadernaciór¡: Closas-Orcoyen, S.L. Paracuellos del Jarama (Madrid)

• ESPAÑOL Y PORTUGUÉS

El español y cómo llegó a serlo Francisco A. Marcos-Marfn

En el siglo XIX se puso de moda la metáfora biológica y se em­pezó a hablar de las lenguas como madres, hijas, hermanas y

parientes. Por la vieja retórica se sabe que la metáfora continuada se llama al~tjorÚl y en esa visión alegórica se ha instalado la socie­dad, que habla y se preocupa por la muerte de las lenguas, acusa de genocúJw a quienes han facilitado eón presiones sociales el cam­bio o la desaparición de algunas de ellas y se agita (o finge agitar­se, que también vale) porque sólo queden siete hablantes de una lengua de la que nadie había oído hablar hasta ese momento y en la que no se sabe que nadie haya hecho jamás una contribución a la humanidad que haya tenido una mínima trascendencia. Habrá que aclarar ya que, para un lingüista, la supervivencia de una len­

gua no tiene precio, que todas las lenguas son iguales en dignidad, que todas ellas proporcionan muy estimables datos para el mejor conocimiento de ese fenómeno típicamente humano que es la co­municación mediante el lenguaje estructurado y la categorización

[53]

Page 2: Enero 2008 §¡) l

54 FRANCISCO A. MARCOS-MARÍN

lingüística del universo y que todas ellas 1 reflejan además la pre­sencia histórica (luego cultural) de un gru¡po de humanos sobre el planeta. Es cierto que algunas de estas dfirmaciones pueden ser discutibles: la supervivencia de una lengua¡ puede tener el precio de la fama conseguida por su último descriptbr, precisamente gracias a su desaparición: es el caso del dálmata, la antigua lengua romá­nica de Croacia, cuyo último hablante, Antonio Udina Burbur, mu­rió en la isla de Krk, en la costa de Istria, el diez de junio de 1898, cerca de las seis y media de la mañana, o del kasabe del Camerún, extinguido el cinco de noviembre de 1995, al morir su último ha­blante, que se llamaba Bogon. Suponer que toda lengua tuvo su Horacio o su Homero resulta un poco exagerado, casi tan ridículo como afirmar que San Jerónimo, el autor de la traducción Vulgata de la Biblia, hablaba dálmata «en la intimidad>> (la cita es literal;.

pero se silenciará piadosamente el origen). Cuando se hacen esas afirmaciones, no parece que quien las ha­

ga se ponga a pensar en que las lenguas en las que escribieron Ho­mero y Horacio están, según la metáfora, tan muertas como estos autores. El peligro de vivir en la alegoría es que uno acaba sin sa­ber qué es la realidad. No sólo son las lenguas que usaron Horacio,

el latín clásico, y Homero, el griego clásico, las que ya no se hablan (por eso de la alegoría biológica se las llama lenguM muertM, aun­que sería más apropiado lenguM Jordomudil<l). Ninguna de las len­guas que se hablaban cuando Homero y Horacio vivieron se habla hoy. Más si se quiere: todas las lenguas que se hablaron hace más de mil años ya no se hablan, todas son lenguas muertas. A veces pervive el nombre y se sigue hablando de griego, chino, pero lo que hoy se llama griego o chino es ininteligible para un griego o chino de hace mil años, y viceversa. Sería preferible aceptar que un len­gua no es un ser vivo, que es simplemente un sistema de signos consensuados y que, si cambia el consenso, cambia el sistema y, con él, per Je, la lengua, bien del todo, bien en variantes. Por ejem-

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 55

plo, los hablantes del Sur de América llaman palta a lo que los del norte y cent.ro llaman a.quacate. Como el fruto no existía en Europa, el español no tenía una palabra para él y, como es frecuente, la to­mó prestada de otra lengua: en el primer caso del quechua del Pe­rú, en el segundo del nahua de México. También se producen rea­justes: los argentinos que viven en San Antonio, Tejas, no usan la palabra palta, pero tampoco aguacate, han retomado el préstamo, ahora del inglés, y dicen avocado, que es obviamente, la adaptación de aguacate al inglés. (Los ejemplos se multiplicarían fácilmente, za­cate 1 pil<lto, banqueta 1 vereda, fri.fo!ed 1 porotOd, falda 1 polleraj nótese que suelen ser más abundantes para objetos cóncretos.)

Considérese lo anterior como suficiente rechazo de la tesis bio­lógica y como propuesta de un tratamiento estructural, más acor­de con los datos. En este sentido, por cierto, y no en el romántico­idealista del <<espíritu de los pueblos>> hay que tomar el concepto de forma lingü!Jtica interior del que habló Guillermo de Humboldt (22 de junio de 1767-8 de abril de 1835). Interior no significa <<Íntimo>>, sino <<interno», es decir, <<mental», consecuencia de los mecanismos intelectuales de los individuos, que son los que conforman las len­guas, dándoles una estructura, sistematizándolas. Las lenguas se conforman de maneras distintas porque sus hablantes favorecen unos mecanismos mentales de configuración y no otros. A veces se sabe qué ha ocurrido, cuándo y cómo; pero es mucho más difícil sa­ber el porqué, es decir, responder a la pregunta esencial, por qué cambian las lengúas. En el fondo, estas páginas tratan de acercar­se a algunas respuestas usando el español y las lenguas con las que ha estado en contacto como instrumento de experimentación. La

aproximación que pretenden no se limita a la lingüística. El espa­ñol ha llegado a ser el instrumento mediante el cual comprenden, ordenan y expresan el universo más de cuatrocientos millones de personas que lo aprendieron desde que nacieron (por lo que lo lla­man su lengua materna) más otros muchos millones que lo apren-

1 \

l 1

l ·1

j í

1

1 1

i

Page 3: Enero 2008 §¡) l

56 ~RANCISCO A. MARCOS-MAR!N

dieron después de haber aprendido una ü varias lenguas, como len­gua Jegunda. Importa mucho saber por qué miles de personas estu­dian una lengua y no otra. Hace cuatrbcientos años, en todas las cortes europeas se consideraba imprescindible estudiar español: príncipes y nobles de Francia, Inglaterra, Dinamarca, Alemania lo estudiaban y se servían de gramáticas hechas en sus países. Hace cien años sólo interesaba a unos cuantos hispanistas románticos. Hoy lo estudian millones, es la segunda [engua más estudiada, des­pués del inglés. Los motivos de 1607 y los de 2007 son muy distin­tos, probablemente; pero las consecuencias son parecidas. En cuanto a la persistente comparación con el inglés, vendría bien un poco del frío realismo de los números: sólo en China estudian in­glés más personas de las que habitan los Estados Unidos de Nor­teamérica. Las cifras de interés por el español están muy lejos, aun­que sean positivas y beneficiosas.

Hay, con todo, una diferencia esencial entre los dos momentos de auge del español. La situación lingüística de España y América en 1607 era muy diferente de la actual: muchos hablantes, en am­bas áreas, lo desconocían, hablaban catalán o su variante valencia­na, variedades del gallego, dialectos latinos varios, vascuence, que­chua, maya, nahua, entre otras muchas lenguas; pero todos ellos coincidían en su aproximación consensuada al español, nadie se lo imponía, nadie obligaba a usar el español. Todos ellos lo adoptaron como su más cómodo vehículo de comunicación con los demás, en­tre todos lo convirtieron en una lengua común, porque todos ellos se sintieron aceptados dentro de una lengua abierta a muchas va­riantes y variedades. En los últimos años, para algunas personas que tienen la nacionalidad española, la palabra <<español» se ha con­

vertido en un insulto y la lengua es algo que debe eliminarse de te­rritorios que, incluso legalmente, han definido otra lengua como <<propia». No hay exageración. El diario APui publicó el 27 de no­viembre de 2005 un artículo titulado «Parlar espanyol és de po-

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 57

bres>>. No se citará al autor, porque está claro qué es lo que ese ti­po de provocadores busca. Vale la pena recoger algunas de sus afir­maciones, precisamente porque reflejan esa actitud de odio recoci­do cuya existencia muchos se· empeñan en negar (la traducción es de FMM): «En Barcelona queda muy hortera hablar español, yo sólo lo hablo con la mucama y algunos empleados. Es de pobres y de horteras, de analfabetos y de gente de poco nivel hablar un idio­ma que hace este ruido tan espantoso para pronunciar la jota.>> Concluye: <<El independentismo en Cataluña está totalmente justifi­cado aunque sólo sea por huir de la caspa y del polvo, de la triste­za de ser español.>> No hay duda de que hay individuos que se iden­tifican totalmente con las frases reproducidas, por mucha hilaridad que produzcan en una persona norm~l. Volviendo al punto de par­tida, en 1607 esta actitud habría sido sencillamente incomprensible.

Estas actitudes irracionales no son exclusivas de un lado, pro­

vocan reacciones igualmente repudiables en el otro. Según la agen­cia de noticias EFE, que reproduce en parte una nota publicada en el portal del Centro de Estudios Jordi Pujol, el ex presidente cata­lán y dirigente del partido nacionalista CiU acusó en noviembre de 2007 a dos taxistas madrileños de expulsar (en un caso e intentar­lo en otro) a sendos usuarios por hablar en catalán desde su telé­fono móvil. Su opinión de que lo que más «molesta>> en Madrid de Cataluña es que se hable una lengua diferente, por desgracia, par­ticipa de la misma falta de autocrítica. No hay duda de que a algu­nos individuos les molesta el sonido de la jota, como a otros las gu­turales del árabe o a otros la vocal final indefinida o la -L velar del catalán, del mismo modo que hay quien piensa que el italiano es muy musical y otros lo creen del chino. Sería muy conveniente que la gente se diera cuenta de que no hay lenguas más ricas o más po­bres, o más musicales o menos, o más aptas para una cosa que pa­ra otra. Por ejemplo, los que piensan que el italiano es muy musi­cal no suelen pensarlo del alemán y, sin embargo, no cabe duda de

t .

Page 4: Enero 2008 §¡) l

58 FRANCISCO A. MARCOS-MARfN

la calidad de la música alemana, ópera incluida, que no es inferior a la italiana. '

Otra consecuencia de la alegoría bidlógica es la idea extendida de que las lenguas nacen. Así se celebran! los cumpleaños de las len­guas, que se suelen llamar milenarúu, lo !que incluye la idea de que una lengua puede ser la misma durante :más de mil años. En el ca­so del español, el estudio del latín en las enseñanzas medias permi­tió durante muchos años creerse que cualquier hablante de español podía entender el Cantar de mio CiJ. Se contraponía esta afirmación al convencimiento de que los hablantes franceses contemporáneos no podían entender la Chandon de lMand. Puede que, de acuerdo con ciertos parámetros, la diferencia aparente entre el texto de la ChaMon y el de un texto francés moderno sea mayor que la corres­pondiente entre el Cantar y otro texto del español contemporáneo.c También es cierto que, a veces, esos parámetros se aplican mal. El sistema del castellano medieval era tan diferente del actual que no sería ninguna barbaridad considerarlo una lengua distinta y, de he­cho, esa misma sensación se manifiesta espontáneamente en mu­chos hablantes. Tómese el caso del considerado texto más antiguo castellano, al que un maestro como Dámaso Alonso, en pleno ata­que de prosopopeya, llamó «el primer vagido de nuestra lengua»:

Cono aiutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qua! dueno get ena honore, e qua! duenno tienet ela mandatíone co­no Patre, cono Spíritu Sancto, enos sieculos de losieculos. Faca nos Deus omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen.

Lo que este texto (posiblemente de finales del siglo x) quiere decir en español no es lo que los filólogos suelen traducir muy cer­ca del original, sino algo así como: «Que Dios omnipotente nos ayude, con nuestro Señor Cristo, el Salvador, honrado y poderoso junto con el Padre y con el Espíritu Santo, por los siglos de los si-

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 59

glos, para que, por nuestras obras, podamos contemplar Su rostro < como bienaventurados.» Amen, préstamo del hebreo, sólo varía en que hoy se acentúa. Casi nadie sabe lo que significa, por cierto, Jcrll, alef mem nun, «en verdad», con una muy posible relación eti­mológica con «fe>>, en el sentido de la confianza en un pacto, en es-te caso entre Dios y Moisés. El hecho de que pueda haber varian­tes en la traducción no altera la tesis que se sostiene: la estructura del texto anterior no coincide con la de lo que hoy se llama edpaíiof. Sería, por tanto, teóricamente coherente decir que se trata de otra lengua y no es exagerado suponer que los filólogos del futuro tra­zarán la divisoria entre el sistema del español y un sistema anterior, llámese como se llame, con posterioridad a estos textos de la Edad Media. A veces lo que pasa es que la gente se imagina que entien­de; pero no es así. Esto ocurre, por supuesto, en etapas más cerca­nas de la lengua. Ejemplo insigne es Don Quijote. Pólux Hernúñez ha analizado la frase de Sancho Panza al final del capítulo X de la segunda parte, <<Ü canalla [ ... ]. O encantadores aziagos, y mal in­tencionados, y quien os viera a todos ensartados por las agallas co­mo sardinas en lercha.>> Esta voz lercha es un hápax, es decir, una palabra de aparición única. No hay otro testimonio y sólo vuelve a encontrarse en los diccionarios, que la incluyen desde 1822. Lo único que ha impedido la corrección evidente y perfectamente jus­tificada por el contexto cultural en percha es el temor reverencial a la figura de Cervantes y al ridículo. Todos los críticos y editores han preferido creer que veían un traje en lugar de gritar que el rey estaba desnudo.

La conformación oeL CCMteLiano

El castellano, si se quiere reservar esa denominación para la lengua derivada del latín hablada antes del siglo XV, o el español, si

Page 5: Enero 2008 §¡) l

60 FRANCISCO A. MARCOS-MARfN

se usa el término para el desarrollo posterior de ese sistema lin­güístico, no nacen. Cualquier hablante de 2007 anticipa el sistema de 2207 y participa del de 1807; pero no pertenece plenamente a ninguno de ellos. Lo absurdo de la situación vale también para la discusión sobre «el lugar de nacimiento>>. Las variantes se originan en los hablantes. Todo ser humano tiene su propia adaptación del sistema lingüístico del que participa, en términos fonéticos, se pue­de decir que cada hablante tiene su propio acento, diferente de los demás, por eso se pueden identificar las voces, tan individuales co­mo las huellas dactilares o el ADN. En la gramática ocurre lo mis­mo, cada hablante hace su propia selección. Puede recurrirse a ejemplos ilustres y de probado sentido musical: Plácido Domingo, cuando realiza entrevistas para medios de comunicación mexica­nos, habitualmente sesea. El proceso, que practican muchas perso­nas originariamente distinguidoras que viven en América, consiste sencillamente en retrasar la punta de la lengua, que no queda en­tre los dientes, como en una verdadera zeta interdental castellana, sino que se acerca a la J plana propia de muchas zonas seseantes, detrás de los dientes, es decir, dental. (Se diferencia así de la J api­cal, en la que se eleva la punta de la lengua, como en el seseo de vascos, catalanes y valencianos, totalmente diferente.) Otro ejem­plo, éste gramatical: la Real Academia Española aceptó en su dic­cionario, en un momento, la variante con acentuación antietimoló­gica adecúa, frente al correcto etimológico adecua, pese a que siem­pre estuvo claro que la u de adecua es exactamente la misma de igual (latín aequa-) y a nadie se le ocurre decir igtiaL Lo hizo sencilla­mente porque ese error normativo se daba en algún académico (y la misma Academia ofrece la posibilidad de comprobarlo en su cor­pus). En resumen, carece de sentido decir que el castellano nació en un momento o en un lugar concreto. Está claro que los hablan­tes están próximos, por eso se pueden comunicar, y que las varia­ciones comunes a grupos de hablantes, en ciertas áreas, suponen

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 61

variaciones del sistema¡ pero el español moderno no es el resultado de unas variaciones producidas en un lugar concreto en una fecha concreta, sino de una larga serie de interacciones entre hablantes de distintos lugares, en varios períodos y con diferentes capacida­des de influencia, es decir, diversos grados de poder.

La alteración del sistema latino que acabaría conformándose

como sistema del castellano se produjo por una serie de confluen­cias, del mismo modo que otras series de confluencias produjeron la conformación del sistema del español moderno, con sus varian­tes en áreas geográficas o en grupos sociales diferenciados. Tam­bién conviene aclarar que un hablante ~ai'ía su manera de hablar, es lo que se llama, técnicamente, <<emplear distintos registros». Ju­rar con aquél que ;itra, rezar con aquél que reza, se dice en El alca/Je de Zalamea. Una de las funciones de la escuela era, precisamente, en­señar a manejar los registros cultos, que incluyen las lenguas de es­pecialidad, las que harán falta en las varias profesiones y oficios. Por eso la escuela tradicional enseñaba prosodia y ortografía, . ha­blar y escribir bien, de acuerdo a un registro elevado, considerado como norma culta. Es que, en realidad, muchas veces, se percibe mejor un cambio de sistema porque ha ido acompañado de un cam­bio de norma. El escriba que registró la oración anterior en el mar­

gen de un manuscrito del monasterio de San Millán (por eso se lla­ma La gúua emilianenJe) dejó de usar la norma de escritura del latín. No la sustituyó por ninguna otra, presumiblemente no tenía nin­guna norma sustitutoria, simplemente dejó de escribir como hubie­ra escrito un texto latino. Puede que no supiera o que no quisiera. Es difícil que se llegue a resolver alguna vez esa duda. Lo que im­porta es que, de acuerdo con la norma de escritura del latín, ese texto no es latín. Está entre el latín y el español; todavía conserva elementos de uno y ya anticipa elementos del otro.

· Los hablantes fueron conformando el nuevo sistema del caste­llano en un territorio de contacto lingüístico, entre celtas e iberos,

Page 6: Enero 2008 §¡) l

62 FR¡\NCISCO A. MARCOS-MARIN

primero, con los vascos y los romanos. Ror eso se puede conside­rar una lengua vascorrománica. Aunque Al principio tuviera, como el catalán o el italiano, siete vocales, muy pronto diptongó las e, o abiertas y fue pasando al sistema actual de cinco, a, e, 4 o, u, preci­samente las cinco del vascuence. La/- itiicial latina se aspiró y se perdió, ajustándose al sistema vasco. La ~<mano pecadora» es la iz­quierda, otro vasquismo, mientras que la palabra latina original, Ji­niutro, se especializa en el sentido moral. Diutra, en cambio, conti­núa el dextra del latín. Mio Cid se dirige al «Señor que estás en lo alto», que es lo que significa la palabra vascuence para Dios, Jaun­,qoilcoa. Su hombre de total confianza es Minaya, mi a'!aya, «mi her­mano», un híbrido románico-vascuence. Esta última lengua fue también romanizándose, como se había indoeuropeizado antes.

Los cambios producidos en la Península Ibérica habían sido drásticos. Primero los visigodos habían alterado el sistema latino e introducido una nueva organización, que nunca llegó a imponerse. Precisamente el último rey godo, Rodrigo, estaba luchando en Pamplona y reprimiendo unas revueltas cuando, el 711, se produ­jo la invasión árabe y la islamización de la mayor parte de España. Cambió desde entonces la orientación cultural y científica: la nue­va lengua de prestigio dejó de ser el latín, pasó a ser el árabe, a tra­vés del cual se difundían los conocimientos más adelantados y el arte más evolucionado. El engarce con el viejo tronco cultural lati­no quedaba refugiado en unos pocos monasterios y en un territo­rio pobre, montañoso y mal comunicado. Los grandes ríos queda­ban en manos musulmanas. En el territorio de la frontera, entre el vascuence, el deteriorado latín de unos pobres monjes y una po­

blación de muy escaso desarrollo cultural, y el árabe, los hablantes fueron eligiendo formas de un lado y otro, simplificando un siste­ma de gran variedad morfológica y sintáctica, para configurar una lengua nueva, que no estaba unificada, que tenía variantes, dialec­toc~, en Navarra, en La Rioja, en el norte de Burgos, en la Extre-

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 63

madura soriana. Es necesario percibir que el castellano nace pluri­forme y pluridialectal. No existe un ca<~tel!ano puro. Al mismo tiem­po, en toda la Iberorromania se desarrollaron tres grandes varian­tes del latín, de Este a Oeste, la catalana, la castellana y la portu­guesa, que, en términos históricos, especialmente para la Edad Me­dia, suele denominarse gallego-portuguesa. Junto a ellas existieron otras dos líneas que quedaron truncadas, aunque hayan mantenido formas dialectales hasta hoy: el aragonés, entre el catalán y el cas­tellano, y el astur-leonés, entre éste y el gallego, sin excluir otras variedades iberorrománicas como el navarro o el riojano, entre Aragón y Castilla. Estos dialectos latinos tiél)en interés para la con­formación de la lengua que luego sería el español. Es fácil percibir que los hablantes estaban distribuidos en un territorio mucho más amplio que el que servía de base a los primeros castellanohablan­tes. La consecuencia inmediata es que, desde muy pronto, el caste­llano se fue extendiendo a los hablantes que estaban en las márge­nes de su territorio. Castilla no era entonces el territorio política o económicamente predominante. Lo irá siendo y ese factor añadirá otro prestigio al castellano; pero, desde sus pobres orígenes, hubo algo en la nueva lengua que facilitó la integración de las otras va­riantes. El castellano podía mantener su propia evolución desde el latín, como se ve en LLuvia, a la vez que aceptaba otras soluciones del grupo latino inicial de pLuvia, como la occidental chuba~co, o res­petaba el grupo latino, en pLuPial. P!orar podía alternar con Llorar, el polimorfismo era un rasgo constitutivo de la nueva lengua. Lo mis­mo ocurría con los pr&tamo<l, las palabras que le llegaban de otras lenguas: la casa era un mundo árabe, en su vocabulario, desde el

zaguán a la azotea, pasando por las alcoba<~, tabU¡ue<~, a/jéizaru y aji­mec&f, las alfombra<~, alca#fa<~, almohada<~ que la adornaban o los a!ba­ñi!M que la construían. Pero el jardín era una palabra francesa, co­mo el fraile o la monja del monasterio vecino, o el nombre de los ha­bitantes del sur de los Pirineos, edpañol que no se aplicó en princi-

t .

Page 7: Enero 2008 §¡) l

64 FRANCISCO A. MARCOS-MARfN

pio a los castellanos, sino a los aragoneses y catalanes. Y, aunque la Academia lo da como de origen incierto, es posible que el nom­bre de un postre tan español como el !turrón sea un catalanismo, porque el dulce que correspondía a esw factura se designaba en el castellano medieval mediante el arabismo alajú. Una nota para los defensores de las esencias eternas: el nombre de la flor española por antonomasia, el clave~ es un catalanismo. También lo son can­timplora, capicúa y convite, sin salir de la·letra e, o el nombre de las antiguas pe.Jettltf. El catalán, además, sirvió también de paso para la llegada de provenzalismos (como 6urde/), más próximos, o italia­nismos (arte<~ano, 6alance, e.Jcanoalw, e.Jquife, faena, forajúJo, LUJtre, mo­tejar, como enseña Germán Colón), más lejanos.

La invasión musulmana de 711 tuvo consecuencias decisivas para la unidad del latín ibérico. Muchos catalanes cruzaron los Pi­rineos hacia el norte y se refugiaron en el Sureste de Francia, en la zona al sur de Narbona, que se incorporó al dominio lingüístico ca­talán, si no se trataba ya de una zona coincidente. Es imprescindi­ble destacar, por tanto, que las lenguas iberorrománicas son len­guas de reconquista, establecidas sobre un territorio perdido y vuelto a ganar. En occidente resalta el caso del asturiano, origen de la Reconquista, sede de la corte más antigua y, como tal, fuente de los primeros documentos. El avance de Castilla a partir del siglo X,

abriéndose lateralmente con la figura de cuña invertida que Me­néndez Pidalllamó la cuña ca<~tellana, provocó la fusión de los dia­lectos románicos e hizo del castellano la lengua de mayor extensión en la Península. Con la Reconquista, que avanza rápidamente a partir del siglo XII, para estancarse en el XIV, los castellanohablan­tes encontraron una vía natural de expansión hacia el sur; pero eran muy pocos, demográficamente. Gregorio Salvador y Antonio Llorente dejaron claro, en su día, cómo los leoneses y aragoneses avanzaron con los castellanos y se fueron integrando lingüística­mente. Diego Catalán ha hablado de «Un reino latente», de Nájera

EL ESPMlOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 65

a Salobreña. Los andaluces actuales descienden de ese conglome­rado, por supuesto, no de los musulmanes andalusíes, que fueron retrocediendo y regresando al norte de África, en un proceso que terminaría con la expulsión de 1609. Mientras tanto, el árabe se­guía hablándose e interinfluyéndose con las lenguas romances; pe­ro los modelos culturales habían cambiado ya.

Ventas, donaciones, testamentos, empeños, permutas y pactos constituyen el núcleo de la documentación de tipo privado, desde los orígenes de los textos romances ibéricos. Es más rica en rasgos románicos que la documentación regia, que podía contar con nota­rios más expertos en el latín. Así aparec.en textos de los dialectos centrales con rasgos mixtos, desde el año 874 en León, 887 en Oviedo, o, ya en Castilla, 921 en Cardeña, Burgos, en Aragón 1 024 en San Victorián, Huesca. En el campo jurídico-administrativo el castellano ofrece textos completos, si bien todavía con rasgos lati­nos, a partir de 1150. Castilla se caracterizó, frente a León, por un tipo de legislación de UJo. Las costumbres o fazaña<~ crearon la con­ciencia de un derecho oral, entre el siglo XII y el XIII en la zona de Burgos, extendido a la Riojay por el Camino de Santiago. En el si­glo XIII se escribió esta jurisprudencia y se codificó en Burgos. Las primeras colecciones, por su carácter privado, son parciales. Hacia la segunda mitad del siglo XIII, todavía de autores anónimos, se compiló el derecho castellano a partir del derecho local de Burgos, al que se sumaron los usos y fazaña<~, para recopilar el Libro de lo<~

FuerN 'de Ca<~ tilla y el Fuero Viejo de Ca<~ tiLla, que se reelaboró en el si­glo XIV. La influencia jurídica de Castilla se extendió a las lenguas colaterales, incluso en ámbitos tan lejanos, en principio, como Va­lencia, cuya situación, aunque en lo lingüístico quede dentro del dominio lingüístico catalán, es más compleja, jurídicamente y por los influjos recibidos. En lo que concierne a la promulgación y di­fusión de los fueros, los castellanos sirvieron con frecuencia de mo­delo de los portugueses, aragoneses y valencianos. La obra jurídi-

Page 8: Enero 2008 §¡) l

66 FRANCISCO A. MARCOS-MARíN

ca de Alfonso X el Sabio fue traducidk a las otras lenguas ibero­rrománicas y ampliamente usada. r -a nórmalización de las leyes se­gún el código de La.í Siete PartiíJM fue la base del ordenamiento ju­rídico español y portugués, primero en la Península, más tarde en

las Indias. El castellano se fue consolidando p6rque fue ocupando territo-

rios de prestigio que antes pertenecían' al latín. Este abandono del modelo «escolar» es típico de las habla:s de frontera y adquiere su máxima expresión cuando se extiende a la lengua científica. La se­gunda mitad del siglo XIII es la época decisiva y la figura de Alfon­so X el Sabio el eje central. Se ha especulado mucho sobre por qué los traductores toledanos dejaron de usar el latín como lengua a la que traducir del árabe y se pasaron al castellano. Se ha querido ver una actitud anticristiana de los traductores judíos, por ejemplo. Es probable que se trate de algo más sencillo: entre gentes de muy di­versas procedencias, el castellano era el elemento de unión. Carecía de marca religiosa, para cualquiera de las tres religiones, y tenía una tradición continuada de admisión de nuevos elementos léxicos de distintas procedencias, en este momento los arabismos. La cul­tura latina vivía en otro ámbito y es errado suponer que no existía en Castilla. Se había desplazado. Las necesidades inmediatas se sa­tisfacían en castellano, la transmisión directa se hacía en esta len­gua, que servía de puente natural entre los tres mundos. Américo Castro señaló cómo el sepulcro de Fernando III el Santo, el padre del Rey Sabio, con sus inscripciones en latín, castellano, árabe y he­breo expresa perfectamente este ideal de convivencia que nunca llegó a realizarse perfectamente. Lo que es claro es que el latín te­

nía una esfera diferente, que los asuntos de este mundo se resol­vían en las lenguas de las tres castas. Para los otros hablantes de lenguas peninsulares, tan cercanas que la intercomprensión era in­mediata, el castellano se convirtió en el modelo natural, tendieron a convertirlo en la lengua común, en la que todos se sentían cómodos.

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 67

Del ca.Jtellano al upañol

A partir del siglo XIV se habían iniciado en Europa movimien­tos culturales que iban por caminos diferentes de los castellanos y a los que se vincularon los distintos intereses de los reinos penin­sulares. El más importante para la conformación de la lengua es el que implica una recuperación constante e intensa del latín. La ven­taja de una comunicación fluida con el resto de Europa y la nece­sidad de influir en ella para garantizar los intereses de los reinos de España se había visto muy pronto. A ella obedecen fundaciones co­mo la del Collegium Hupanicum, el Real Colegio Mayor de San Cle­mente de los Españoles, en Bolonia, por legado testamentario (29 de septiembre de 1364) de una de las personalidades más influ­yentes en la política europea del siglo XIV, el cardenal Gil Alvarez de Albornoz (1310-1367). La intención principal era la de crear una institución donde pudieran formarse los nobles que, en el fu­turo, manejarían los destinos de los reinos de España, para que sus posiciones se fueran aproximando y poder llegar así a la restaura­ción del reino, destruido por la invasión musulmana. Si bien es cierto que el concepto de España tenía un fuerte componente geo­gráfico, también es verdad que iba más allá, que incluía también una herencia política y administrativa y un sentimiento de com­partir algo más que el nombre de Hispania.

De la misma manera que es imposible establecer en qué mo­mento los hablantes ya no hablanlatín, sino castellano (o gallego, o catalán o francés) también es imposible decidir en qué momento dejan de hablar castellano y pasan a hablar español o, si se prefie­

re, en qué momento dejan· de hablar castellano medieval y pasan a hablar castellano moderno. Entre la lengu'!- del Marqués de Santi­llana o la CeleJtina y la actual hay mucha menos diferencia que en­tre la del Libro íJe AlexaníJre y la de cualquier diario de hoy. Puede que el Marqués se sintiera más cerca del Ale,xaníJre que de Larra;

~- .

Page 9: Enero 2008 §¡) l

68

pero tampoco se le puede preguntar. Ha que fijarse en otras co­sas. El intento de Nebrija de codificar la 1 ngua mediante una Gra­mática no parte de cero, hay antecedentes y {»'eocupaciones simila­res en otras lenguas europeas; pero la de Nebrija es la primera de todas ellas. Eso :sólo demuestra que las cobdiciones eran más favo­rables. La Graniática, de todos modos, nJnca fue un superventas. El libro que se vendió muy bien fue la gr~mática latina, las !tutitu­tioned latinae, porque fue libro de texto uni~ersitario obligatorio du­rante siglos. Nebrija sabía que Castilla ibai a prolongar su actividad y que iba a ir hacia nuevas tierras. Ni pen~aba en las Indias o Amé­rica, ni tenía por qué: había suficiente caihpo en el mundo conoci­do para la expansión de la lengua castellana y, lo que es esencial, esta lengua disponía ya de todos los mecanismos requeridos para hacer frente a las necesidades de su modernización. Por ello pudo sufrir un proceso intenso y continuo de relatinización, que llega hasta bien entrado el siglo XVII y que, en realidad, continúa, como se demuestra con el análisis de los mecanismos de creación del lé­xico científico. Relatinización no significa recuperación del latín como lengua de la ciencia. Muchos grandes autores del XVI y el XVII usaron el latín para sus obras, algunos de ellos por la necesi­dad de hacerlo fuera de España, como Juan Luis Vives, otros por la naturaleza de sus escritos y su público, como los teólogos pre­economistas de la escuela de Salamanca. La ciencia nueva, de to­dos modos, ya no era latina. Así se vio a la hora de elegir el meca­nismo de comunicación de los nuevos datos, de la nueva realidad producida por el descubrimiento de América y lo que implicó: na­da menos que el cambio de la imagen del mundo.

Es irrelevante que la lengua siguiera usando los dos nombres, castellano o español, o que el maestro Gonzalo Correas hablara de la «lengua española castellana>>. La discusión ha seguido hasta hoy, aunque en la actualidad ya no tenga tanto eco como tuvo, por ejem­plo, cuando se redactó la Constitución española en la transición del

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGó A SEQ,LO 69

franquismo a la democracia. De hecho, el término edpañoL ha gana­do mucho más terreno desde entonces, por lo que la alternancia con caAellano muchas veces se reduce a una simple variación esti­lística. Países con uso espontáneo de caAellano, como la República Argentina, ofrecen abundantes muestras del uso de la palabra ed­pañoL para referirse al idioma. En las zonas monolingües de Espa­ña, sobre todo, diga lo que diga la Constitución, lo habitual es que se use edpañoL con ese mismo valor lingüístico. Tampoco se puede llegar a ningún acuerdo sobre lo que debe decirse. Ni todo el mun­do estará de acuerdo en que CtUtellano ~e refiere a un sistema que llega al siglo XV y edpañof al que empieza entonces, ni en que CtUle­ffano es mejor en las zonas bilingües porque las otras lenguas son también españolas. De hecho, son lenguas de España y sus ha­blantes son también españoles, independientemente de cuáles sean sus preferencias. El español se encontró en América con un nuevo reto y, gracias a él, se reconfiguró como tal lengua, muy diferente de la de los siglos inmediatamente anteriores. En esta reconfigura­ción volvió a ser esencial su capacidad de integración, la voluntad de lengua común de sus hablantes.

Hasta bien avanzado el siglo XVIII, el uso o desuso de las len­guas para la administración, la justicia o la política dependía de las elecciones de los hablantes en sus comunidades, tanto en Europa como en América. La unión de Portugal a los reinos de España, que tuvo una fuerte incidencia literaria, no implicó la redacción de los textos no literarios en español. Lo mismo ocurrió respecto al ca­talán, cuya importancia legislativa se acrecentó por las traduccio­nes del derecho marítimo, las leyes del mar, a distintas lenguas y su aplicación a la navegación y el comercio en el Atlántico. Leonés y aragonés, en cambio, desaparecieron de la escena documental y ad­ministrativa, en la que el segundo se había mantenido hasta finales del siglo XV. En lo que se refiere a Portugal, la unión con los reinos de España (1580-1640), dentro de la política lingüística vernácula

Page 10: Enero 2008 §¡) l

70 F~CISCO A. MARCOS-MARíN

de los Austrias, permitió el desarrollo del portugués administrati­vo, jurídico, político y científico. El cast~llano, practicado por los grandes poetas portugueses, era lengua de prestigio y, como tal, in­fluyó en el portugués. En la segunda mit<td del siglo XV y principios del siglo XVI el centro de la lengua catalaha, que había llegado a su apogeo, se trasladó a Valencia, como consecuencia del empobreci­miento de Cataluña y sus puertos y de laiinseguridad generada por las guerras sociales. Valencia se castellanizó notablemente en poco tiempo, la lengua de su universidad, en el XVI, pasó a ser el caste­llano. Por cuanto atañe a la lengua oficial o cancilleresca catalana, las Cortes continuaron haciendo uso del catalán, con algunos ejem­plos notables, como el DifcurJ a w cortJ de Barcelona, del humanista Joan Margarit, en octubre de 1454. Precisamente Margarit, per­sonaje de gran influencia que tuvo importantes responsabilidades políticas con Fernando el Católico, es una buena muestra de que el catalán, en aquel momento, no se presentaba en alternancia con el castellano, sino con el latín de los humanistas, del que la obra del mismo Margarit ofrece excelentes ejemplos. En el XVI hay un dato explícito y significativo sobre la consideración parlamentaria del catalán: en una fecha tan significativa como 1539, año en el que se promulgó en Francia la disposición de VIllers-Cotterets, que se considera la ley de oficialidad del francés, las Cortes catalana-ara­gonesas exigieron al rey Carlos que les hablara en catalán, cosa que el emperador hizo. Sin embargo, en 1624, el Conde Duque de Oli­vares, en su Gran Memorial advirtió al rey Felipe IV de que el úni­co modo de tener poder efectivo sobre todos los reinos, especial­mente Aragón y Portugal, era reducirlos <<al estilo y leyes de Cas­tilla>>, La peor aplicación de estos malos consejos llevó a la separa­ción de Portugal en 1640 y al sometimiento de Cataluña por la fuerza, a pesar de advertencias como la del fraile agustino Gaspar Sala, en la que hay referencias explícitas a la lengua catalana como

lengua de los reyes de Aragón.

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 71

América y el e.1pañol

. Con la incorporación de América a los reinos de las Españas, se mtroducen en el español numerosos términos que pasan a incor­porarse al léxico de diversas ramas de la ciencia, especialmente las naturales. Manuel Alvar Ezquerra y Pedro Álvarez de Miranda han señalado cómo el Diccionario de Terreros y Panda (1786-93) supuso el reconocimiento y la fijación de un amplio léxico ameri­cano, que todavía no había encontrado sitio en el Diccionario de la Real Academia. Pero el camino hasta el meritísimo diccionario de Terreros está plagado de obras que se va~ conociendo y que acla­ran este proceso de traducción, a veces por caminos sorprendentes.

Un investigador mexicano, Alfredo de Micheli-Serra, al estu­diar los médicos y la medicina en la Nueva España del siglo XVI

destaca, en la primera mitad del siglo, la figura de Martín de la Cruz, natural de Tlatelolco y formado en el colegio franciscano de la Santa Cruz. Su obra, Libel!w de medicinaLibtM indorum herbif, un herbario o recetario, fue traducida del nahua al latín por Juan Ba­diana, originario de Xochimilco. Francisco de Mendoza, hijo del virrey don Antonio, llevó este opúsculo a España en 1552. Desta­ca De Micheli-Serra la asociación de Martín de la Cruz con el mé­dico sevillano de origen genovés Nicolás Monardes (castellaniza­ción de Monardi, 1493-1588). De la Cruz y Monardes se convir­tieron, respectivamente, en exportador e importador a Castilla de h!~rbas medicinales novohispanas. Es famosa su precisa descrip­cion de la planta del tabaco (Nicotiana tabacum L.), del que aclara que <<El nombre propio suyo entre los Indios, es Picielt, que el de Tabaco es postizo, de nuestros Españoles, por una Ysla do hay mu­

c~a ,ca~tidad de él, _llamada este nombre Tabaco.>> Monardes pu­bhco diversos trabaJOS sobre las nuevas contribuciones de las plan­tas americanas a la cura de enfermedades europeas, con notable éxito. Siguió también con atención los esfuerzos para introducir

( .

Page 11: Enero 2008 §¡) l

72 FRANCISCO A. MARCOS-MARfN

plantas asiáticas en América, como la del jen;gibre, muy usado en la cocina europea, en las salsas y el especiado ~e los vinos, y muy va­lorado en el siglo XVI. Nada sorprende que dl ya menci~mado Fran­cisco de Mendoza estuviera empeñado en 1~ tarea de aclimatación del jengibre, culminada con éxito. De la Crtiz, advierte De Miche­li-Serra, «no figura en la lista de los médicqs indígenas titulados y no titulados, que nos transmitiera Fray Bernardino de Sahagún en los Códices Matritense y Florentino, pero se halla entre los exami­nadores de otros médicos indígenas como Antón Martín y Gavriel Mariano.>> La Hi.Jtoria GeneraL de 1M coJa.J de NuePa &parla de Ber­nardino de Sahagún contó con la participación de varios médicos indígenas. Los de Tenochtitlán se ocuparon de la corrección del Códice Matritense entre 1567 y 1569; los de Tlatelolco, después de

1575, revisaron el Códice Florentino. Aunque se sabe que tanto el obispo Fray Juan de Zumárraga

como Hernán Cortés conocían y utilizaban las plantas medicinales y los medicamentos que se preparaban con ellas, Nicolás Manar­des parece ser el primero que las describió y dibujó. Monardes te­nía conocimiento, además de las plantas mexicanas, de otras de di­versos virreinatos americanos y aplicó procesos de aclimatación en su propio jardín botánico. Por ejemplo, como advirtió en 2005 Juan Antonio Frago, su obra aclara la penetración del término an­tillano a¡~ en lugar del nahua chile, perfectamente identificado con el pimiento, término hispano que triunfaría finalmente en España sobre el americanismo, al menos hasta la reciente reintroducción del término nahua, favorecido por la moda de la comida mexicana. El famoso Francisco Franco, médico sevillano de la época, notaba en 1569 que «todos los que vienen de Indias comen gran cantidad de ají.>> Martín de la Cruz, Menardes, los correctores y revisores de Fray Bernardino de Sahagún, éste mismo, los traductores como Charles de l'Ecluse (Carolus Clusius) y un amplio número de cien­tíficos introdujeron en el léxico de las lenguas europeas, desde el

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 73

español, mediante la primera escala de la traducción, los elementos de las lenguas americanas que pasaron a formar parte plena de las costumbres y hábitos del viejo continente. La historia del indoa­mericanismo léxico ha de trazarse, desde ahora, sobre las bases de la historia de la lengua de las ciencias naturales y las traducciones de las obras correspondientes, desde el español, donde se adapta­ron y conformaron primero.

Juan Ramón Lodares explicó sin dejar dudas que la Corona es­pañola no tuvo interés en desarrollar una política de españolización lingüística en los virreinatos americanos. De hecho, en el momen­to de la independencia, sólo un tercio de los habitantes de las In­dias hablaba español. La hispanización del territorio fue obra de los gobiernos independientes, que aplicaron el ideal liberal de la Revolución francesa según el principio de que igualdad lingüística implicaba igualdad en educación e igualdad de oportunidades. Se puede ejemplificar con cualquier país, como Guatemala, donde a partir del gobierno liberal de 1871 se impulsaron políticas públicas de reforma de la educación. Ésta pasó a ser laica, gratuita y obli­gatoria; pero también suprimió las lenguas indígenas de su ámbito. Una muestra de legislación concreta lo confirma, el Decreto Gu­bernativo del año 1876, 9 con el que se pretendía transformar en «ladinos» (hispanohablantes) por ley a los indígenas del municipio de San Pedro Sacatepéquez, del departamento de San Marcos. Es­ta disposición se mantuvo en vigor hasta su derogación, el 29 de agosto de 1935. El contraste con la legislación actual lo marca el Decreto Número 19-2003, de reconocimiento del uso de los idio­mas indígenas en Guatemala tanto en esferas públicas como priva­das, que fue publicado en Guatemala el 26 de mayo de ese año. Una semana después de su publicación se promulgó una norma complementaria que reconocía al cha!chiteko entre los idiomas ma­yas, con lo cual ahora suman veintidós (antes sólo se reconocían veintiuno). Guatemala cuenta con el español como lengua oficial,

/ l h

¡¡

1 !1

f i

Page 12: Enero 2008 §¡) l

74 FRA~nsco A. MARcos-MARfN

más veintidós idiomas protegidos. Los pad~es hablan a sus hijos en español para que no sean discriminados pbr los otros niños en la escuela. Desde que entran en ella tratan ~e regresar al maya. El

proceso es difícil. i Otra consecuencia de la colonización d~ América fue la llegada

masiva de negros africanos, víctimas de 14 esclavitud. Hoy se co­noce mejor su influencia lingüística gracias al estudio de los crio­llos que se conservan en diversos lugares. ¡En otras zonas, como la Argentina, la población negra, relativamente abundante hasta 1860, se vio diezmada en los años sucesivos, primero por la gran epidemia de fiebre amarilla y luego por el reclutamiento de los su­pervivientes para la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Contrasta la casi total ausencia de negros en la Argentina con su presencia al otro lado del Río de la Plata, en Montevideo, donde, sobre todo hacia 1940, tuvieron una cierta influencia cultural.

Peor les fue a los indios de Chile en las guerras contra los ma­puches o a los del centro y sur de la Argentina, exterminados en la llamada «guerra del desierto>>, Vale la pena recordar el Informe Ofi­ciaL de la Comi.Jwn Científica que acompañó al Ejército argentino en la campaña final de 1879, por su extremada dureza. Se habla, lite­ralmente, de «la supresión de los indios ladrones que ocupaban el Sur de nuestro territorio y asolaban sus distritos fronterizos». «Se trataba de conquistar un área de 16.000 leguas cuadradas ocupa­das cuando menos por unas 16.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión ... Era necesario conquistar real y eficazmente esas 16.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capi­tal destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no ex­perimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expe-

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 75

dicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas ... No hubo una sola de esas columnas de ex­ploración que no volviese con una tribu entera prisionera, y cuan­do llegó el momento señalado para el golpe final, no existían en to­da la pampa central sino grupos de fugitivos sin cohesión y sin je­fes.» «Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han te­nido parte en su conquista. Pero se debe considerar, por una par­te, que los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones ~e una raza joven y em­prendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la acti­vidad y la ilustración ... son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba.»

LM contraoiccionu oeL upaíioL actuaL

La independencia americana favoreció la expansión del español territorialmente; la explosión demográfica del siglo XX, el incre­mento del número de sus hablantes. La evolución ha marcado ade­más una línea convergente. En 1713 se creó la Real Academia Es­pañola, que inició oficialmente sus tareas el año siguiente. Entre 1726 y 1739 realizó la incomparable proeza de publicar los seis vo­lúmenes in foLio del Diccionario de Autoridadu, que también incluía una ortografía. Poco después se publicó la Ortografía independien­te y luego la Gramática. La América independiente fue creando sus propias academias: Colombiana de la Lengua (1871), Ecuatoriana de la Lengua (1874), Mexicana de la Lengua (1876), Salvadoreña de la Lengua (1876), Venezolana de la Lengua (1883), Chilena de

Page 13: Enero 2008 §¡) l

76 FRj\NCISCO A. MARCOS-MARIN

la Lengua (1885), Peruana de la Lengua !(1887), Guatemalteca de la Lengua (1887), Costarricense de la Ltjngua (1923), Filipina de la Lengua Española (1924), Panameña de la Lengua (1926), Cu­bana de la Lengua (1926), Paraguaya ide la Lengua Española (1927), Dominicana de la Lengua (1927):. Boliviana de la Lengua (1927), Nicaragüense de la Lengua (1928), Argentina de Letras (1931), Nacional de Letras del Uruguay !(1943), Hondureña de la Lengua (1949), Puertorriqueña de la rJengua Española (1955), Norteamericana de la Lengua Española 0973). Se mantuvieron en contacto con la Española hasta producirse en 1951, por iniciativa del presidente de· México Miguel Alemáh, la creación de la Aso­ciación de Academias de la Lengua Española, plenamente activa desde el Congreso de Madrid de 1956 y completada por la Norte­americana desde 1980. En el Congreso de México de 1951 no es­tuvo la Real Academia, porque España no tenía relaciones diplo­máticas con México. Sin embargo, sí participó en la Comisión Per­manente. Los esfuerzos de los académicos de un lado y otro per­mitieron resolver la delicada situación creada gracias al Congreso de Madrid de 1956. Las Academias, que jurídicamente son institu­ciones privadas, han demostrado su capacidad de superar todo ti­po de desavenencias y discrepancias, incluidas las guerras, para mantener la unidad del español y su condición de vínculo real de la Hispanidad; pese a las condiciones económicas sumamente preca­rias de muchos períodos de su existencia. Con la mejora de éstas, la labor de las Academias, especialmente desde 1990, ha incremen­tado muy notablemente la conciencia pública de la lengua españo­la, de su homogeneidad y de su unidad. Las Academias han am­pliado el diccionario, han creado bases de datos, acceso por inter­net, información permanente y gratuita, han renovado la ortogra­fía y están a punto de lanzar una nueva gramática que, junto con la información normativa, incluirá también datos completos sobre las normas locales.

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 77

La enseñanza del español como segunda lengua también se ha incrementado de manera excepcional. Han sido determinantes en ello la creación del Instituto Cervantes en España y la de otras ins­tituciones paralelas en América, los acuerdos para unificar los exá­menes que dan derecho a los títulos de conocimiento de lengua es­pañola, el desarrollo de una metodología pública, moderna y com­partida, la asociación de centros, la atención al hispanismo, el cre­cimiento parece que imparable de fundaciones y asociaciones de la lengua española y de los profesionales de distintos aspectos de su estudio y enseñanza y una atención sin precedentes desde el siglo XVII. Los medios modernos tampoco h~cen justicia a la relación

con ese siglo en el que, naturalmente, las posibilidades de difusión y de acceso al conocimiento eran mucho menores. Los recursos de­dicados hoy a la lengua española son incomparablemente superio­res a los de otros momentos de su historia, su importancia econó­

mica, como generadora de riqueza y trabajo, es también mucho mayor. También es cierto que la aportación de recursos es muy de­sigual y que no hay un equilibrio entre los países ni una coordina­ción efectiva de la inversión lingüística. Perviven excesivos recelos y protagonismos, aun dentro del ambiente de perceptible mejora que cualquier observador neutral percibe.

Sin embargo, todo ello hace del español una lengua internacio­nal; pero con limitaciones. Éstas se sitúan en los terrenos de la ciencia y la tecnología, las instituciones y organismos internaciona­les, los indigenismos y los nacionalismos. La lengua científica y téc­nica, desde mediados del siglo XX, es el inglés. En las evaluaciones para nombramientos y puestos de trabajo en el campo de los cien­tíficos profesionales, las publicaciones en inglés tienen un valor su­perior. Nadie que haga una aportación de cierto valor a la ciencia, en cualquier campo, puede permitirse no dar noticia de ello en una publicación en lengua inglesa. La difusión inmediata, gracias a la publicación electrónica, refuerza esta tendencia. Todo ello llega al

t .

Page 14: Enero 2008 §¡) l

78 JRANCISCO A. MARCOS-MARfN

punto de que: las consecuencias para la! lengua inglesa son graves. Se utiliza un; inglés internacional, mur, limitado en los aspectos creativos, que se separa claramente d~l inglés espontáneo y que provoca en ocasiones reacciones de lo~ anglohablantes nativos, a los que preocupa la simplificación de sil idioma en las publicacio­nes científicas. No se olvide que el ingl~s es históricamente un pw­gin, una lengua mixta latino-germánica,[ resultado de la coalescen­cia de anglosajón y m>rmando-picardo.i El gran anglista de origen danés Otto Jespersen señaló su simplicidad con un ejemplo suma­mente ilustrativo, al indicar que donde ;en inglés se dice /irJt come, firJt Jerved, en danés hay que decir den der kommer /lrJt tiL m11LLem /ar /lrJt maLet. Claro que las consecuencias para el español son peores, aunque no más graves que la incorporación de arabismos a partir del siglo IX. De hecho, el número de préstamos léxicos del inglés al éspañol es inferior al de los arabismos. Hay que tener en cuenta que muchos arabismos ya no se usan; pero lo mismo sucederá al­gún día con muchos anglicismos. Se sabe que cada doscientos años se renueva un 25 por 100 del léxico de una lengua (por supuesto, siempre un 25 por 100 del total, no cada vez un 25 por 100 distin­to), de manera que el margen de adquisición de nuevos términos es enorme. Si se eliminaran del español las palabras que no proceden del latín no se podría decir ni perro.

En las actuales circunstancias es inevitable usar el inglés como lengua común científico-tecnológica. La batalla debe darse en el te­rreno de la propagación de los nuevos términos, elementos e ins­trumentos en español, en el terreno de la divulgación. La Real Aca­demia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales lleva a cabo esa ta­rea, junto con asociaciones de terminólogos y grupos internaciona­les. La posibilidad de utilizar bases de datos unificadas para con­sultas inmediatas añade un refuerzo a este campo tan necesitado, A veces las diferencias de léxico pueden hacer sonreír, como el letre­ro puesto en una obra de construcción en la Ciudad de México pa-

i ,1

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 79

ra prohibir el estacionamiento de camiones: «se prohíbe a los ma- t .

terialistas estacionar en lo absoluto»; pero no son divertidas cuan-do van abriendo grietas entre las variantes del español de México y el de Argentina o el de Chile y España, cuando las empresas de traducción, por ejemplo, piden que se haga una versión de una in­formación médica para México diferente de la que se hace para Bolivia.

Una de las consecuencias de la situación de la ciencia y la tec­nología tiene que ver con las organizaciones internacionales. El es­pañol es una de las lenguas oficiales de la ONU y sus agencias y es una de las lenguas europeas. Sin embárgo en Europa se produce una situación poco ventajosa, puesto que el volumen d~ traducción entre el español y otras lenguas es menor que el que se produce en­tre otras lenguas de la Unión y la tendencia es que seguirá dismi­nuyendo. Europa tendrá que optar necesariamente por una estruc­tura de traducción o interpretación a través de una o varias lenguas intermedias, que actuarán de interÜngUM,' pero no parece que el es­pañol vaya a ser una de ellas. En esto tiene mucho que ver la acti­tud de los nacionalistas, que practican sistemáticamente una políti­ca de obstrucción al español; porque entienden, en defensa de sus intereses, que el refuerzo de español debilita las lenguas de sus co­munidades autónomas. Hay que destacar un aspecto que relaciona a los organismos internacionales con la ciencia y la tecnología, el de las patentes y registro de los nuevos inventos y productos. El pun­to crucial es la relación del alemán, el inglés y el francés, como las tres lenguas más habladas y parte de la UE desde el origen, con el resto. Durante la presidencia de Jacques Chirac, Francia se había

opuesto a esa simplificación trilingüe. En octubre de 2007 el go­bierno francés de Nicolas Sarkozy consiguió la aprobación por el Senado francés del Protocolo de Londres. Se trata de una iniciati­va de octubre de 2000 que ya ha sido aceptada por los principales miembros de la Unión (Alemania, Reino Unido, Francia, Holanda,

Page 15: Enero 2008 §¡) l

80 FRANCISCO A. MARCOS-MARIN

Austria, Bélgica, Suecia, Irlanda y Lu~emburgo). Su objetivo es reducir los costos de la concesión de p~tentes en Europa. La Ofi­cina Europea de Patentes tiene su sedelen Munich y opera en ale­mán, francés e inglés. Desde el primer semestre de 2008, los países firmantes del protocolo dejarán de exi~ir la traducción de los títu­los que expide dicha Oficina. Estos pafses representan más del 50 por 100 de las solicitudes de patentes que se presentan en ese or­ganismo y se ahorrarán unos 3.600 euros de promedio por traduc­ción de una patente, un 45 por 100. En Ia actualidad, la traducción de veintidós páginas a cinco idiomas supone un costo de unos sie­te mil euros. España tiene una participación muy pequeña, el 0,6 por 100 de los títulos expedidos en 2005, 321; pero si las patentes en el futuro no van a traducirse al español, la presencia de esta len­gua en la comunidad científica y técnica habrá sufrido un serio re­troceso, con un perjuicio grande para los países latinoamericanos.

Las reacciones indigenistas, que son parte de los movimientos populistas que se extienden en América Latina, están provocando también serios desconciertos políticos. A ningún español, al menos por el momento, se le ha ocurrido reclamar al gobierno italiano por el genocidio de iberos, celtas, tartesos, fenicios, cartagineses y sus lenguas o el expolio de las minas de oro y plata de Hispania. Pare­ce ridículo. Sin embargo, no se ve igual la reclamación a España por parte de los descendientes de los indios americanos y los crio­llos de los países de Latinoamérica. Forma parte, lamentablemen­te, de una mentalidad general, la de que los males propios son siempre culpa de otro. Es lo que Américo Castro caracterizó con la acertada frase deviviroe.:~viviénooJe. Un repaso de las referencias que

aparecen tras una búsqueda en Google de «genocidio indios Amé­rica>> da una idea de adónde pueden conducir los odios. Los políti­cos van a la rastra, sin que nadie parezca tener una conciencia cla­ra de lo que corresponde a una circunstancia histórica y lo que es exigible como responsabilidad en la época actual. Los imperios in-

'

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 81

dios, su asentamiento y las guerras que sostuvieron entre sí, con los sacrificios humanos, bien documentados, son otra cosa, quizás por­que era sólo entre ellos, lo que no deja de ser un curioso racismo. También se olvida que ningún pueblo vive en su lugar de origen co­mo especie, que todos ellos fueron conquistadores, depredadores y, supuestamente, genocidas, en algún momento.

No es sorprendente que algunos de los más virulentos ataques a la conquista de América se alojen en servidores catalanes. Forma parte de la actitud de los <<asociados en el sufrimiento y la opre­sión>>, los ciudadanos de las «lenguas sin Estado». Habrá que repe­tir que es falsa la idea de que hay una correspondencia natural, cul­tural o histórica entre lengua, Estado, nación y patria. Los gobier­nos y los territorios gobernados no se han agrupado históricamen­te por lenguas. Ni siquiera el caso del sistema en el que hay una vinculación total entre religión, lengua, comunidad y sistema polí­tico y jurídico, el islam, se ha llegado a una unificación lingüística. Los musulmanes hablan lenguas muy diversas, aunque todos ellos acepten que el único texto real del Alcorán, dictado por Dios, es el texto árabe. En el caso del español, los movimientos indigenistas americanos tienen su importancia y afectan a la vida cotidiana en varias ocasiones; pero los problemas más serios están en España,

donde hay grupos políticos y gobiernos autonómicos que persi­guen al español y obstaculizan su uso, ante la pasividad del go­bierno, que depende de los votos de los nacionalistas y no puede tomar medidas que les harían perder el poder. La realidad es que, en Cataluña, un padre hispanohablante no puede inscribir a sus hi­jos en una escuela pública en español (sí en las privadas). Se casti­

ga a los niños si hablan una lengua que no sea el catalán en la es­cuela, incluido el recreo, se multa a los comerciantes que no tienen los letreros de sus tiendas en catalán (la diferencia puede ser de un simple acento) y se lleva a una exposición como la del libro en Francfort exclusivamente a autores catalanes. Barcelona ha dejado

Page 16: Enero 2008 §¡) l

82 1 FRANCISCO A. MARCOS-MARfN

de ser el principal productor de librosl en español, mientras que el libro catalán se sostiene por las subvehciones y no porque los su­

puestos hablantes lo compren. Las reacciones de los intelectuales de dentro y fuera de Cataluña son constantes. Para muchos que lu­

charon por la igualdad del castellano ylel catalán desde la época del régimen del general Franco, lo que stlcede es una burla y rebasa cualquier capacidad de explicación. El resultado son estudiantes universitarios que, en su mayoría, no son capaces de usar para fi­

nes científicos ni el catalán ni el castellano, como hacen ver los edu­cadores, por mucho que el gobierno autónomo de Cataluña se em­peñe en silenciarlos. La irracionalidad es todavía mayor si se tiene

en cuenta la condición de bilingüe de la mayoría de la población o la del catalán como lengua que no alcanza el 50 por 100 real de usuarios en el área de Barcelona. Destacados autores han denun­ciado en medios diversos (sibila.com.br/batepro79contracata­lao.html) que: «El nacionalismo catalán se articula hoy a través de una violencia más o menos solapada, que opera institucionalmente revestida de "buenas maneras" y apoyándose en una historia de "exclusión" y "renacimiento" para proteger presuntos "valores de

identidad o etno-históricos". A lo cual se añade un reciente nacio­nalismo más radical, que basa en la agresividad hacia los valores y

las normas democráticas su política de exclusiones.,, Lo malo es que, lejos de llevar a la reflexión y a la concordia, estas actitudes de fuerza atraen a imitadores que, en el País Vasco, por ejemplo, van

desarrollando una cuidadosa política mediante la cual los mejores centros públicos, los situados en mejores zonas y con mejor tradi­ción, van incorporando el vascuence y la opción vascohablante,

mientras que los centros de enseñanza que mantienen la opción

principal en español son los de las áreas peor comunicadas o con mayores problemas sociales. Galicia, que durante muchos años ha­bía desarrollado una política lingüística integradora, que no satis­facía a los extremistas, cede ahora a éstos, por necesidades pactis-

EL ESPAÑOL Y CÓMO LLEGÓ A SERLO 83

tas. Pero no todo es desesperanza; pese a los excesos de los años iniciales, con bombas en la Universidad incluidas, Valencia parece

dirigirse por un camino que recupera la lengua valenciana (filoló­gicamente una variante del catalán), al mismo tiempo que mantie­

ne el conocimiento del español y defiende las ventajas de la lengua común.

FA.M.-M.