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 LA HUMANIDAD NUEVA Ensayo de Cristología Volumen I José Ignacio González Faus a  edición

Gonzalez Faus Jose Ignacio - La Humanidad Nueva - Ensayo de Cristologia - I

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LA HUMANIDAD NUEVAEnsayo de CristologaVolumen I Jos Ignacio Gonzlez Faus

4 a edicin

EAPSA HECHOS Y DICHOS MENSAJt-RO RAZN Y FE "SAL TERRAE"

SUMARIOVOLUMEN I Pgs. ConfteorINTRODUCCIN

EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO DE JESS Captulo I. La cuestin del "Jess histrico" y el "Cristo de la fe" . 1 7 Historia de la cuestin.El fondo teolgico del problema.Balance.PARTE PRIMERA

CR1STOLOGIA BBLICA Seccin I. Teologa de los "misterios" de la vida de Jess II. La pretensin de Jess. Lectura "histrica" de la vida de Jess Jess y la Ley.Jess ,y el Templo.Jess y los marginados Jess y Dios.(Apndice: los milagros de Jess). 57

III.

Muerte y Resuireccin 123 El fracaso de la pretensin de Jess.La mueite segn las Escrituras muerte del Profeta, muerte del Justo, muerte del Siervo La irrupcin de lo Escatoldgico.La Resurreccin como utopa humana (Apndice. el retraso de la Parusa y su significacin teolgica). Lectura "teolgica" de la vida de Jess 181 Las tentaciones de Jess como destruccin de la imagen religiosa de Dios.La Transfiguracin como "negacin de la negacin".El tema de la knosis Encarnacin e historia La lealidad del Hombre Nuevo. Jess, Adn definitivo . . 239 Jess Segundo Adn.Jess Hijo del Hombre. (Apndice: La problemtica exegtica relativa al Hijo del Hombre). La vigencia del Hombre Nuevo pata nosotios 271 Jess Seor.Jess Primognito Jess Recapitulacin y Plenitud.

IV.

Seccin II. Reflexin de la Iglesia primitiva V.

VI.

VII. La Humanidad Nueva como revelacin de Dios 339 Jess Palabra.Jess El Hijo.(Apndice a la seccin II: el problema de los ttulos cnstolgicos).

VOLUMEN IIPARTE SEGUNDA

LA DOGMTICA

CRISTOLO&CA Pgs 375

Seccin I. Hacia la sntesis patrstica Capitulo VIII Las primeras reflexiones sistemticas Planteamiento de los problemasLa cnstologia de san Justino Ireneo de Lyon (Apndice un texto cnstolgico de Tertuliano) Los datos de la dogmtica cnstologwa El camino hasta Nicea Apolinar y san Dmaso Efeso y Calcedonia Apndices a Calcedonia Sentido y constantes teolgicas de la historia de la Crtstologia La problemtica Dios-hombreEl nteres sotenologicoLa forma dialctica del progreso

IX

417

X

4(>5

XI

Significado y valor de los dogmas cristotogicos para nosotros 4S*> El consubslancial de Nicea La condena del apolinarismo Las formulas de Efeso y Calcedonia El problema de las "dos" voluntades(Apndice el problema de la sensibilidad de Cristo) Seccin II. La ruptura de la sntesis

XII

La separacin entre Cnstologia y Soteriologia El intento de san 'Anselmo y su influjo Criticas a la explicacin anselmiana El lenguaje del Nuevo TestamentoElementos para una explicacin de la redencin Inveisin de perspectivas en la Edad Media El nteres doctrinal al margen del inters sotenologico La sntesis de Tomas el instrumentum comunctum (Apndice Sobre algunas cuestiones de la cnstologia escolstica la "personalidad" de Cristo, el sujeto de la Encarnacin, el motivo de la Encarnacin, la ciencia de Cristo) La reaccin La teologa intercambio Dios-hombre cnstolgica de Lulero para aprovecharLa cnstologia de y su repercusin en la problemtica ConclusinCONCLUSIN

519

XIII

567

XIV

605

ESBOZO SISTEMTICO Las grandes lineas de la sntesis cnstolgica La custologia como categora estructuradora de la realidad La realidad como absoluto La realidad como maldicin La realidad como promesa Apndice Tesis cnstologicas ndice de autores . ndice de citas bblicas . XV 625

661 661 669

CONFTEOR. . "Por mi grandsima culpa." Por el desafuero y la audacia de intentar escribir una Cnstologa. Los clsicos grecolatmos tenan unos magnficos proverbios para justificar sus fracasos. Ahora, tras el cansancio y la saturacin que siguen al remate de una obra larga, absorbente y de elaboracin lenta, sera reconfortante uncirle un prlogo que glosara el antiguo adagio- in magms volwsse satis est O evocar la fbula de Faetonte, que quiso conducir el carro del sol y estuvo a punto de quemar la tierra, pero que, al menos, "cay por haberse atrevido a algo serio" Quien tenga una panormica slo mediana del estado actual de la teologa, sabr que es una audacia desmesurada el intentar una obra sistemtica, cuando cada captulo requerira un especialista para l solo. Puede que haya consideraciones pedaggicas o exigencias de reflexin personal capaces de justificar esa audacia Pero al menos parece honrado dejar constancia de ella: esta no es una obra "cientfica" o de investigacin aunque haya intentado ser seria. El material exegetico o histrico que utiliza es, en muchos casos, de segunda mano Slo intentan ser de primera mano las respuestas que con l se confeccionan a una sene de cuestiones. El especialista sentir comprensiblemente la tentacin de intervenir. Y lo trgico es que la sentir all mismo donde el profano o el simple interesado quizs sienta ya la tentacin de abandonar. Esta era la segunda gran dificultad de la obra. Durante su redaccin he puesto empeo en no olvidar el consejo que una persona amiga me dio en una sobremesa, exactamente la noche antes de poner manos a la mquina: "A ver si haces

una cosa que la podamos leer nosotros." El empeo probablemente ha fracasado. Al final se acaba hablando de "los liberales", aun a riesgo de dar la impresin de que ste es un libro sobre las elecciones inglesas y no un libro de teologa. O se navega entre expresiones latinas y griegas, que han de ser traducidas, pero que, a 4a hora de la verdad, son insustituibles porque una vez traducidas ya significan otra cosa. La jerga teolgica resulta invencible. Y quizs se hubiese hecho ms cmoda la lectura suprimiendo todas las referencias. Pero un spray de erudicin y una cierta agresividad bibliogrfica ayudan a vencer la inseguridad. Mea culpa. Y el lector har bien si no les hace demasiado caso... Por si todo eso fuera poco, se repiten algunas cosas ya dichas por el autor en otras ocasiones. Y la repeticin pasa por ser Un signo de caducidad... Pero la obra, que ha nacido a partir de apuntes de clases, deba ser fiel a] posible inters sistemtico del lector y del estudiante de teologa, a quien se favorece suministrando totalidades de material y no imponindole una dispersin excesiva. Esto nos lleva a decir tambin una palabra sobre el mtodo. La obra intenta seguir un mtodo preferentemente histrico. El autor est cpnvencido de que las pocas llamadas de crisis son pocas en que se impone estudiar mucho la historia, interrogarla y aprender de ella. Pero esto es precisamente lo que no se suele hacer en pocas de crisis, porque stas se caracterizan por una desconfianza radical hacia el pasado que se derrumba y por una prdida del crdito y autoridad de la tradicin. Y esta desconfianza la acrecientan hoy muchos ancianos venerables, que suelen identificar a la tradicin con el mundo catnp, con los felices aos veinte o con la poca de su abuelita la pobre qu trajes llevaba. Y van recomendando a gritos a los "depravados curas jvenes" una fidelidad a la Tradicin que, en realidad, es fidelidad al siglo pasado o, a lo sumo, en los ms cultos de ellos, fidelidad a la Contrarreforma. Este libro trata de escuchar a la tradicin bblica y patrstica, y cree haber aprendido mucho de ellas. Pero se acaba deliberadamente con la Reforma. Luego de sta vinieron la Contrarreforma y la Modernidad. La Contrarreforma apenas pudo crear tradicin porque casi slo era defensiva, y hoy se liquida. Y la Modernidad pertenece a nuestro presente, desde el

que leemos, ms que al pasado que leemos. La tenemos muy en cuenta: pero no para situarla del lado del objeto a estudiar o del interlocutor al que se interroga, sino ms bien de parte del sujeto que estudia y pregunta. Por eso no se lleva, temticamente hablando, ningn captulo. Usar un mtodo histrico no significa estudiar la historia por simple curiosidad de erudito. Cuando el autor comenz a ensear, hace pocos aos, era la poca en que se abandonaba el sistema de las tesis escolsticas y en que el positivismo teolgico pareca la gran panacea. El gran mtodo haba de ser exponer la Biblia y los Santos Padres. Hasta que un buen da, al acabar uno de los primeros cursos, un alumno, que hoy corre por algn lugar de Amrica Latina sorteando dictaduras de derechas, se permiti la siguiente crtica: "Nos has expuesto lo que crey san Pablo, y lo que crey san Justino y lo que creyeron los cristianos de antes. Podas habernos dicho tambin qu es lo que hemos de creer los cristianos de hoy." Era muy fcil dar una respuesta escapista y verdadera: uno no tiene la asistencia del Espritu Santo para eso. Pero, sin embargo, la crtica tena buena parte de razn y haba puesto el dedo en la llaga. Por ello conviene advertir que el pasado no va a ser ledo en esta obra de manera aspticamente neutral o simplemente erudita. Est ledo "interesadamente", y no hay recato en confesarlo: porque es grande el inters en responder a aquella cuestin, con fidelidad al ayer y con lealtad al hoy. Se ha intentado hasta el mximo el leerlo con objetividad. Pero sabiendo que no existen ms objetividades que las posedas por sujetos; los cuales preguntan y sufren y progresan, interpretan, necesitan y dan. Y por ello, mal que bien, al leer se interroga, se subraya, se selecciona, se aprende y se intenta sacar, del en-s del ayer, el para-nosotros del hoy. Finalmente, es obligado confesar tambin que la obra intenta ser de eso que se llama Teologa Sistemtica o Dogmtica. Hace un esfuerzo por dejar de lado todas las cuestiones que, en una divisin clsica de los tratados, se llamaran de Teologa Fundamental o, ms ranciamente, "de Christo Legato": fundamentacin crtica de la pretensin de Jess, de su Resurreccin o de la confesin de su Filiacin Divina. Este proceder viene impuesto por la presencia de esta obra en una coleccin de tratados teolgicos. Las cuestiones aludidas han

quedado asignadas a otro lugar en la citada coleccin. Se ha hecho un esfuerzo por respetar la divisin de tareas y por no pisar terreno ajeno. Ello no siempre era posible, porque todo el mundo est de acuerdo en qua la divisin entre Fundamental y Sistemtica es bastante imperfecta, y en que ambas se entretejen mutuamente. Pero si no se ha conseguido tampoco es demasiado grave. En fin de cuentas, el orden de los factores no altera el producto... con tal que se siga multiplicando, claro. J. I. G. F. marzo 1974 NOTA A LA SEGUNDA EDICIN

La necesidad que me plantean los editores de una reimpresin lo ms rpida posible, impide una serie de correcciones y reelaboraciones. Pero creo que la obra las necesita hoy por estos dos motivos: porque al cabo de ao y medio de haberla escrito es uno ms consciente de sus puntos dbiles, y porque este lapso de tiempo se ha caracterizado precisamente por la aparicin de grandes Cristologas (Kasper, SchiUebeeckx, O. Gonzlez, Bouyer...). Aludir a "la inesperada buena acogida" que ha encontrado la primera edicin podra sonar a propaganda camuflada, si no fuese ms bien testimonio de una realidad bien seria y exigente y de la que no cabe presumir demasiado: la terrible pobreza teolgica de nuestro catolicismo autosatisfecho de antao, y la necesidad alarmante y perentoria en que se debaten los pocos espaoles que todava conservan algn inters por la fe en Jess, en demanda de unas respuestas para las que nuestra Iglesia carece hasta de preparacin remota. Pensando en nuestros estudiantes de teologa no puedo menos de aadir: ojal que esta ancdota intrascendente de la reedicin de un libro pesado y largo sirva para ayudarles a creer en la fecundidad de esa semilla que se pudre en la tierra del estudio lento y a largo plazo, tras la utopa de una verdad que slo sirve a sus esclavos. J. I. G. F. noviembre 1975

INTRODUCCIN

El problema del conocimiento de Jess

Ya antes de empezar, la Cristologa se enfrenta con una objecin que no puede rehuir: es posible conocer a Jess de Nazaret? Este problema ha de abordarse. Y no simplemente por razones eruditas o pedaggicas, ni por afn de totalidad sistemtica. Es un problema con el que nuestra poca se ha encontrado, y que pone en juego a la Cristologa misma: si no es posible conocer a Jess, qu tipo de reflexin podr hacer la comunidad creyente sobre El? Se puede argir que se trata de un seudoproblema, o de un problema paralizante 1; se puede hacer de la necesidad virtud y decir que no necesitamos al1 Esta objecin viene precisamente de las cristiandades ms revolucionarias, como es el caso de buena parte de Amrica Latina, y se inser ta en el marco de una crtica despiadada a la concepcin occidental de la ciencia, la cual ha sido domesticada por el sistema en beneficio propio y privada de su "capacidad de sospecha" ("Marx fue llamado un maestro en sospechas"); y al tomar como criterio de verdad lo verificable, termina siempre en una canonizacin del status quo. Cf. vg. J. P. M I RANDA, Marx y la Biblia (Sigeme, 1971), pp. 279-82; 296-310; 318 etc. En contra de lo que parece, esta objecin no es nueva. Ya a fines del siglo pasado, un autor tan poco sospechoso de hacer apologtica como P. J. PROUDHON, acusaba a toda la crtica histrica sobre Jess de ser "abstracta y unidimensional": "tras haber rechazado las profecas, los milagros, las apariciones, tras haber puesto en el escaparate las contradicciones de los historiadores, tras haber invocado el mito y la supersticin, no ha hecho sino hacer ms densas las tinieblas, no ha producido ni una chispa de luz. El Fundador sigue desconocido". Jsus et les originen de la revolution. Pars 1896. Y modernamente, mil imgenes de Jess van apareciendo en los diversos grupos contestatarios o comprometidos, a travs de lo que se ha llamado "la exgesis salvaje" para contraponerla a la exgesis "neutral" y supuestamente asptica de los cientficos. Y lo interesante es que alguno de stos ha empezado a reconocer que quizs es en dichos grupos donde, por lo menos, se plantean los verdaderos problemas. Cf. lo que decimos ms adelante en la nota 30.

Jess del pasado para la Cristologa2. Pero, aun en estos casos, tales posturas debern justificarse; y ello equivaldr a enfrentarse con nuestro problema. El hecho es que casi no poseemos documentos sobre Jess. Los Evangelios no son, en realidad, documentos: slo poseemos testimonios de fe en El 3 . Obras, por tanto, de hombres que no estaban interesados en narrar unos hechos desnudos, sino en el significado que haban descubierto en ellos. Sern tiles para quienes acepten aquel significado que los primeros testigos predicaban. Pero sigue en pie la pregunta: no debera haber, para nosotros, un acceso puramente neutral a los hechos, que nos permita recorrer el mismo proceso que siguieron los primeros testigos: desde los hechos a su significacin? Abordar con plenitud el problema histrico de Jess exigira todo el espacio y todo el tiempo de que disponemos. Por otro lado, la literatura sobre l es abundantsima e incesante; y sta no intenta ser una obra ms sobre el problema histrico de Jess, sino un .tratado de Cristologa. Sin embargo, aunque slo podemos abordar el problema en cuanto somos deudores de l y en cuanto nos condiciona, pensamos que no se trata simplemente de un problema previo a la Cristologa y que deba ser abordado slo por la llamada Cristologa Fundamental. Al revs: una mirada ms profunda a l har que nos encontremos introducidos en el corazn mismo de la Cristologa.

3 Generalizando quizs en exceso podramos decir que mientras la objecin anterior es tpica de ambientes catlicos radicales, sta reproduce una actitud del radicalismo protestante. As insinuamos una problemtica relativa a la relacin entre Cristo y el mundo, que volveremos a encontrar en el captulo XIV. 3 Para los escasos documentos no cristianos como el clebre de Tcito, el de Suetonio o el del Talmud puede consultarse W. TRILLINQ, Jess y loi problemas de su historicidad. Herder, 1970, pp. 60-72.

CAPTULO PRIMERO

LA CUESTIN DEL "JESS HISTRICO" Y EL "CRISTO DE LA FE" Para dar a este problema su verdadera dimensin teolgica, no nos interesa tanto el contenido o el rostro concreto que presenta hoy la cuestin del Jess histrico, sino ms bien su sentido y su significacin de conjunto. Por esta razn, vamos a acceder a ella no a travs de los trminos concretos en que se plantea hoy, sino a travs de su propia historia.1. HISTORIA DE LA CUESTIN

Se seala el ao 1778 como fecha del nacimiento de este problema. Hermann Samuel Reimarus (1694-1768), profesor de lenguas orientales en Hamburgo, dej al morir una serie de manuscritos inditos que, diez aos ms tarde, seran publicados por su discpulo G. E. Lessing. El ltimo de ellos se titulaba La intencin de Jess y sus discpulos 4 . Este escrito haba de hacer famoso a su autor y desatar un proceso que todava no ha concluido ni quizs acabar nunca. Reimarus sostiene que el Jess que existi realmente en Nazaret y el Cristo que predican los Evangelios no son lo mismo: el primero fue un mesas poltico que fracas (expresin de este fracaso es la cuarta palabra de la cruz). El resto lo hicieron sus discpulos en una especie de venganza: transformaron este fracaso y a su maestro con ello.4 Existe una reciente reimpresin inglesa: The goal of Jess and his disciples, Brill, Leiden 1970.LA HUMANIDAD NUEVA. I.Z

No se sabe si las notas de Reimarus iban destinadas a la luz pblica. Estn escritas con fuerza, con innegable resentimiento y con una gran agudeza crtica (muchos de sus argumentos no han sido superados por la crtica posterior, dotada de muchos ms medios de investigacin). "El mundo no estaba preparado por nada, para una obra tan violenta como la de Reimarus", escribir ms tarde A. Schweitzer. Inmediatamente surgieron tomas de posicin contrarias y muy acerbas. Pero, como suele ocurrir tantas veces, conforme se rechazaban las conclusiones de Reimarus, se van aceptando inconscientemente muchas de sus dudas o de sus presupuestos, y una pregunta comienza a roer secretamente los nimos: fueron realmente lo mismo el Jess de la historia y el Cristo que es objeto de la fe? As naci el problema cuya historia vamos a resear. Primera etapa: La investigacin sobre la vida de Jess. La aparicin del problema planteado por Reimarus coincide prcticamente con la aparicin de la historia como ciencia. Por ello no es nada extrao el que inconscientemente se piense que la naciente ciencia histrica podr ayudar a responder a la pregunta de Reimarus. As nace toda una corriente de investigacin que tratar de descubrir quin haba sido en realidad Jess de Nazaret. En ella caben derechas e izquierdas, conservadores y demoledores, contradictores de Reimarus y continuadores de sus tesis. Pero todos coinciden en el clebre grito de guerra: zurck zum Menschen Jesu5; y en el mismo afn de encontrar al verdadero Jess para ponerlo a salvo: a salvo de los ataques de Reimaruscreen unosy a salvo de la crcel en que lo tiene metido el dogma y que es la que dio pie a los ataques citadoscreen todos. Esta es la corriente de la teologa liberal, que llena prcticamente todo el siglo xix. Al cabo de un siglo, el balance de este esfuerzo ilusionado no puede ser ms desalentador: en nombre de la ciencia han aparecido las imgenes ms variadas y ms opuestas de Jess: el humanista, el esteta, el romntico, el moralista, el socialista... Lo que un cientfico cree poder garantizar, lo niega otro. Parece que cada poca o situacin falsea la imagen de Jess' "Atrs, a por el hombre Jests!"

de acuerdo con ella misma. Y al final, la pluralidad de "imgenes cientficas" del mismo Jess va haciendo que germine la duda sobre la posibilidad del intento. En estos momentos (hacia fines del siglo pasado) tienen lugar algunos sucesos que van a dar el folpe de gracia a toda esta corriente:Mencionemos entre estos sucesos: a) La aparicin de la llamada Escuela escatologica (18631914): J. Weiss, A. Schweitzer, A. Loisy y especialmente del libro del primero de ellos: La Predicacin de Jess sobre el Reino de Dios (1892). Esta escuela demuestra lo absurdo de la pretensin de buscar una imagen humana de Jess; se carga as lo que de algn modo haba sido comn a todos los intentos anteriores. Para la Escuela escatologica, lo decisivo de la figura de Jess haba sido el anuncio del Reino de Dios, que implica el fin de los tiempos (hasta el punto de que el propio Jess crey que el fin del mundo estaba prximo). b) En 1901 aparece la famosa obra de W. Wrede (18591906): El secreto mesinico en los Evangelios. Prescindiendo del valor de la obra, sigue en pie la tesis del autor de que el evangelio de Marcos no es una obra espontnea e ingenua, sino un libro muy construido teolgicamente. Pero con ello desaparece la fuente que los liberales consideraban como histricamente ms segura: Marcos, por comparacin con los otros tres, daba la impresin de ser mucho ms primitivo y ms cercano a los hechos. Pero ahora resulta que Marcos tampoco es simple documento, sino testimonio de fe. c) En este estado de cosas, ya no es de extraar que la Introduccin a los tres primeros evangelios, que publicar J. Wellhausen en Berln, en 1905, establezca la tesis de que es imposible conocer a Jess independientemente de la imagen que de El se hizo la fe. Esto supone que se le cierran todos 'os caminos a la investigacin liberal: Jess est tan empotrado en su crcel que es imposible extraerle de ella.

Por eso, y visto ahora con la distancia que dan los aos, resulta perfectamente lgico el que en 1906 publique A. Schweitzer la famosa Historia de la investigacin sobre la vida de Jess, que hoy est considerada como la partida de defuncin del movimiento liberal. Schweitzer procede de este movimiento, est incluso convencido de la necesidad de su intento, pero, tras el paso por las tesis de la escuela escatologica, su obra

resulta ms bien una amarga constatacin de fracaso. Vale la pena escucharle: "A la investigacin sobre la vida de Jess le ha ocurrido una cosa curiosa Naci con el nimo de encontrar al Jess histrico > crey que podra restituirlo a nuestro tiempo como El tue como maestro y salvador Desato los lazos que le ligaban desde hacia siglos a la roca de la doctrina de la Iglesia, y se alegro cuando su figura volvi a cobrar movimiento y vida mientras pareca que el Jess histrico se le acercaba Pero este Jess no se detuvo, sino que paso de largo por nuestra poca y volvi a la suya Se perdi en las sombras de la antigedad y hoy nos aparece tal como se presento en el lago a aquellos hombres que no saban quien era como el Desconocido e Innominado que dice Sigeme" 6 Ya no puede extraar el que, aos despus, A. Harnack intitule asi su tesis de habilitacin en Berln: Vita Iesu scribi nequit7. Este ttulo resulta terrible si se piensa que es el balance de todo un esfuerzo ilusionado y enorme 8 . Schweitzer dejo la teologa y marcho al frica a trabajar entre los leprosos. Y puede que con ello diese su mejor leccin de teologa Segunda etapa: La reaccin fidesta de M. Kahler (18351912) Pero la historia nunca se detiene aunque se detengan los hombres Slo ocurre que no avanza de manera lineal, recta, sino de manera dialctica, pendular, a travs de reacciones que van al extremo opuesto y encuentran all, en la olvidada verdad de la anttesis, la fuerza con que sobrevivir a la liquidacin6 A SCHWEITZER, Geschichte der Leben-Jesu-Forscliung, Siebenstern, Hamburg 1966, pp 620 630 7 "Es imposible escribir la vida de Jess " 8 Como balance de la etapa liberal, suele sealarse esta doble tesis a) La esencia del cristianismo no es la dogmtica histrica sobre Cristo, sino el mensaje histricamente trado por Jess del "valor infinito" del alma humana y de la paternidad de Dios (A Harnack) Y b) no hay linea divisoria entre el cristianismo primitivo y su mundo religioso ambiental La segunda tesis est hoy superada en cuanto al simplismo con que la afirmaba la teologa liberal En la primera hay una intuicin vlida Pero la predicacin cristiana solo afirma eso a partir de la irrupcin de la Escatologia y, por tanto, a travs del hecho de que el predicador Jess pasa a ser el predicado

de la tesis. Y de hecho, cuando la corriente liberal daba los ltimos pasos de su carrera, ya estaba en marcha a su lado el movimiento que haba de tomarle el relevo. Generalmente, se seala como fecha de nacimiento de esta reaccin el ao 1892, ao en que Martin Khler pronunci su famosa conferencia Der sogenncmte historische Jess und der geschichtliche, biblische Christus, que de momento no tuvo demasiada resonancia, y que despus ha sido mil veces citada y reimpresa. El simple ttulo, por las contraposiciones que contiene (Jess Christus; sogennante biblische; historisch geschichtlich), es suficientemente expresivo de la actitud de Kahler: Jess (el hombre que vivi en Nazaret) pertenece a la asi llamada historiografa; pero Cristo (lo que la Biblia confiesa de Jess) constituye la verdadera historia9. El ataque de Kahler se dirige en realidad contra los presupuestos de la investigacin que le ha precedido: ella no puede aspirar ms que a darnos unos hechos, pretendidamente desnudos, cientficamente probados en su desnudez, pero o en su verdadera realidad. Pues la verdadera realidad de estos hechos la constituye su significado, y ste es inaccesible a la investigacin histrica. Esta podr decirme que un hombre muri en cruz hace mil novecientos aos. Pero que en aquella muerte "Dios reconciliara al mundo consigo" (2 Cor 5, 19), eso slo me lo dice la palabra de la comunidad de fe: la Biblia. En consecuencia, Kahler tiene por intil toda la investigacin histrica. Su fe en Jess se fundamenta a s misma de' La distincin que se hace entre los dos vocablos con que la lengua alemana designa a la historia (Historie y Geschichte), y que es clsica en algunos filsofos alemanes, resulta muy difcil de traducir al castellano En este caso hemos optado por hablar de historiografa e historia. Para comprender la distincin puede ayudarnos parar mientes en el doble sentido de la expresin castellana "hacer historia" Significa hacer una investigacin cientfica sobre hechos pasados (lo que correspondera a lo histonsch), y significa tambin realizar cosas que abren un futuro, que son significantes para el futuro, etc (que correspondera a lo geschichtlich) En cuanto al titulo de la conferencia de Kahler, para no quitarle su fuerza quizs podra traducirse as- El Jess que llaman histrico, y el Cristo de la verdadera historia el bblico.

manera totalmente fidesta 10. Los "esfuerzos de los telogos liberales por recobrar la verdadera fe en Jess desde la ciencia histrica, desconocen lo que Pablo considera fundamental en la predicacin y en la fe: que Dios no ha querido valerse de "las persuasivas palabras de la sabidura humana" (1 Cor 2, 4). La investigacin liberal no ha fracasado por casualidad: tena que fracasar necesariamente porque los Evangelios slo pueden ser proclamacin de la cruz ("historias de la pasin con una introduccin detallada" segn la clebre frase acuada por Khler). El Cristo que en ellos encontramos es el nico accesible y el nico de importancia para el hombre. Tercera etapa: Bultmann y la Historia de las formas. Bultmann es uno de los mayores telogos de nuestro siglo, pero ahora slo nos interesa por el papel que le toca jugar en la historia que estamos narrando: personifica una nueva actitud que slo puede entenderse a partir de las dos etapas antitticas que hemos comentado. Bultmann est condicionado por ellas y trata de ser una superacin de ambas. Sus presupuestos pueden esquematizarse as; a) desde el punto de vista histrico la tarea de la investigacin sobre la vida de Jess es estpida, puesto que faltan fuentes; b) desde el punto de vista teolgico es innecesaria: pues la fe no tiene que ver con lo que Jess hizo o dijo (en la historia) sino con lo que afirma la predicacin que obr Dios a partir de l (y fuera de la historia); y c) desde un punto de vista exegtico tampoco cabe abordar los Evangelios como documentos cuyo grado de veracidad haya que dilucidar y comprobar, pues no son documentos unitarios, sino un conjunto de unidades de la predicacin primera, fruto de una tradicin viva y obra de una comunidad creyente: "En el principio exista la predicacin" es la frase de M. Di10 "Slo hay un puntoescribe Pannenbergen el que KaMer tenga razn: que la reconstruccin histrica de la figura y de la predicacin de Jess est obligada a explicar cmo, a partir del fracaso de Jess, pudo nacer la predicacin primera del Cristo. La afirmacin de una oposicin entre Jess y el primitivo Kerygma cristiano sobre l, es insatisfactoria precisamente desde el punto de vista histrico. La continuidad entre ambos tiene que resultar comprensible. Es, por tanto, posible pasar ms all de la predicacin de los apstoles hasta el mismo Jess histrico. Y adems es necesario." (Fundamentos de Cristologa, Sigeme, Salamanca 1974, p. 32).

behus que sirve para explicar el nuevo mtodo exegtico que ahora aparece: si slo podemos llegar a la predicacin primera, la tarea de la exgesis no puede ser ms que hacer la historia de esa predicacin. Por tanto, no se trata de reencontrar al Jess real, que es inaccesible y que no interesa, sino de encontrar esas unidades primeras independientes (formas) para sacarlas del texto y situarlas en el contexto vital en que nacieron, y as poder entenderlas Este es el famoso mtodo llamado de historia de las formas (o unidades primeras). De este modo, frente al ya citado zuruck zum Menschen lesu de los telogos liberales, aparece ahora un nuevo grito de guerra: zuruck zum Kerygma! n. El mensaje lo absorbe todo y Jess se convierte en una figura totalmente irrelevante: incluso, propiamente, no pertenece al cristianismo sino al judaismo. La relevancia la tiene el mensaje paulino del perdn de los pecados y la llamada a una nueva existencia que a propsito de Jess se nos predica. En esa predicacin del kerygma, Dios vuelve a interpelarme a m, ofreciendo su perdn y llamndome a una existencia nueva 12. Es evidente que de esta forma"iAtrs A por el mensaje'" J JEREMAS (op cit en nota 14, p 17), caneatunza asi a esta posicin "la Revelacin no es un hecho histnco No la encontramos como un acontecimiento perteneciente a la histona; no puede delimitarse y circunscnbirse a los aos 1-30 de nuestra era, sino que tiene lugar cada vez que el kerygma es predicado En el acontecimiento de la fe es donde ocurre la Revelacin" Y al hacer esta descnpcin, con la que polemizara el texto que citamos en nota 14, remite a G EBEJLING Die Geschichthchkeit der Kirche und ihrer Verkundigung ais theologische Problem, Mohr, Tubingen 1954, pp 59 ss Pero esta referencia a Ebehng nos parece desafortunada y ambigua La intencin de Ebehng cuando escnbe que la Revelacin no es un hisorisches Faktum (op c\t, 59), es contraponer esta frase, dialectvcamente, a la anterior que acaba de negar la Revelacin tampoco es una "'doctnna revelada" que se contenga en un libro, el cual lleva este sello de vehculo de la Revelacin gracias al milagro de la inspiracin Tampoco es la Revelacincontinua Ebehngun acontecimiento histnco que lleve el sello de su carcter "suprahistonco" gracias a algo milagroso Sino que, aun teniendo una dimensin doctnnal y una dimensin histrica, la Revelacin no hace que la Biblia y la historia de Jess sean, a los ojos del historiador, distintas de todo el resto de la historia y de la literatura, y queden fuera de su mbito de competencia El carcter revelatono de la Esentura y la historia de Jess no es accesible a la pura historiografa la Revelacin es revelacin in abscondito Y por eso, adems de Biblia e historia, implica un tercer elemento en que tambin acta Dios la fe que brota cuando el hombre, puesto en contacto con11 12

se hace posible desmitificar el Evangelio para quedarnos con su esencia. Cuarta etapa: La "nueva bsqueda" del Jess histrico (1956). Como si la sntesis de Bultmann fuera una sntesis inestable, el hecho es que se va a romper en cada uno de los frentes en que la hemos presentado. Desde el punto de vista teolgico se realizar una crtica del presupuesto fidesta de Kahler y Bultmann (aqu juega un papel la tmida entrada en escena de la exgesis catlica; pero esta crtica es detectable tambin en una cristologa protestante como la de W. Pannenberg): si la fe ha de afirmar lo contrario de lo que la historia dice, la esquizofrenia o el absentismo del creyente sern inevitables 13 . Y sobre "todo, se realiza una crtica de la concepcin que tiene Bultmann del kerygma: lo que importa en el cristianismo no es la pura predicacin sino aquello que ha hecho posible la predicacin 14 . Desde el punto de vista exegtico debe consignarse la en-

ambas, descubre como pecadores todos sus intentos de justificacin por las propias obras y en ese descubrimiento de la propia pecaminosidad queda desarbolado y halla su propia justificacin solo en la aceptacin creyente de la justificacin que Dios le da en Cristo 13 "Si la fe en Cristo no quiere caer en el nesgo de apoyarse en si misma y a la vez agotarse en una reflexin esotrica sobre la estructura de la propia comprensin de si, necesita poder dar informacin de quin era Jess, quin es el Resucitado y qu es lo que aporta la experiencia de E! como Seor" P STUHLMACHER, Kritische Marginahen zum gegenwartigen Stand der Fiage nach Jess en Fides et Comunicatw Festschrift M. Doerne, Vandenhoeck, Gottingen 1970, p 341. 14 "Lo que est en juegoescribe J JEREMASen nuestra protesta contra esa nivelacin de Evangelio y Kerygma, es el concepto mismo de revelacin Segn los testigos del Nuevo Testamento, la Revelacin de Dios es la Palabra hecha carne y solo El. La predicacin de la Iglesia pnmera, por el contrario, slo es el testimonio de esa Revelacin, suscitado por el Espritu Si se me permite una formulacin exagerada- Revelacin no es una cosa que sucede todos los domingos de 10 a 11 El Glgota no est en todas partes, sino que solo hay un Glgota que est a las puertas de Jerusaln La doctrina de la revelatio continua es una doctrina gnstica errnea No la predicacin de la Iglesia, ya desde el comienzo, no es la Revelacin sino el camino hacia ella. Al menos as entendi Pablo la tarea del Kerygma, cuando resume el contenido de sus prdicas en Galacia con la frase, "poner ante los ojos al Cristo crucificado". El significado central del Jess histrico En el volumen en co-

trada en escena de la exgesis sajona 15. La historia de las formas no tuvo demasiado buena acogida en el .mundo sajn, que se muestra positivista y escptico, frente a lo que considera como precipitadas construcciones germanas. Prescindiendo aqu de las tpicas ironas del humor ingls (como la ya famosa -de que resultaba un mtodo muy apto para demostrar que la reina Victoria no haba existido), se objeta que el mtodo da a la primitiva comunidad un poder creador enorme e inslito, que no puede conciliarse con la imagen que las mismas fuentes dan de esa comunidad (la cual, lejos de ser una especie de masa annima y en trance, aparece como muy unida bajo los apstoles: cf. Hch 2, 42). Esta lnea se continuar despus con la aparicin de la Historia de la Redaccin y con lo que diremos de la exgesis escandinava, o de los aspectos sociolgicos de la Tradicin. La reaccin teolgica y exegtica tiene su repercusin en el campo histrico. Y aunque todo tiene lugar de manera muy abigarrada y muy poco sistematizable, el hecho es que hacia los aos cincuenta asistimos a una especie de frente unido, en el que los mejores discpulos de Bultmann parecen levantarse contra el maestro y, aunque con mil prudencias y mil titubeos, van declarando que s que podemos saber algo de Jess, y que este algo, por poco que sea, no carece en absoluto de inters 16. Y as, tras el escepticismo de comienzos de siglo, aparece ahora un nuevo intersrelativo y maduradopor el Jess histrico. Su caracterstica es que se trata de un inters contrario al de los liberales: un inters, si se quiere, ms bien "conservador", no heterodoxo sino ortodoxo, no para liberar a Jess del dogma sino para devolverlo a l. El resultado es la floracin de libros sobre Jess que tuvo lugar a partir de 1956: ya no tratan de ser, con la ingenuidad liberal, "vidas de Jess".laboracin: Der historische Jess und der kerygmatische Christus. Evangelische Veslagsanstalt, Berln 1962, p. 25. 15 Vase vg. la obra de V. TAYLOR, The formation of the Gospel Tradition. Macmillan, Londres 1933. 16 P. ALTHAUS, Der sogennante Kerygma und der historische Jcsui. Bertelsmann, Gtersloh 1958; E. KASEMANN, Das Problem des historischen Jess, ZTK 51 (1954) 125-53; E. FUCHS, Die Frage nach dem historischen Jesus, ibd., 53 (1956) 210-29; G. EBELING, Die Frage nach dem historischen esus und das Problem der Christologie, ibd. 56 (1959) 14-30. Todos estof autores han completado su posicin en escritos posteriores.

Y en este sentido permanece en pie la afirmacin de Harnack: no es posible escribir la vida de Jess. Pero s que intentan ser esbozos sobre la figura de Jess, su personalidad, sus actitudes, etc. Desiguales en valor, estn emparentados al menos por una gran proximidad cronolgica 17 . J. Robinson acua la expresin "nueva bsqueda del Jess histrico" para dar carta de ciudadana a este cambio de la situacin. Conforme la investigacin histrica crea pisar terreno firme, se irn elaborando tambin unos criterios de historicidad que ya no nos toca exponer a nosotros 18. En cambio s que debemos subrayar un rasgo comn a casi todos estos autores y que, de alguna manera, viene a constituir el balance de toda esta larga historia: el descubrimiento de lo que se ha llamado la "singular pretensin de poder" del hombre Jess. Existe una sene de conductas, palabras y actitudes, que pertenecen indiscutiblemente al Jess de la historia; y todas ellas revelan una inaudita concepcin de su misin y de sus posibilidades (y de las posibilidades del hombre, aadiremos nosotros) 19 . Tenemos un moderado acceso al hombr Jess, a travs de su con17 G BORNKAMM, Jess von Nazaret, Kohlhammer, Stuttgart 1936 R FULLER, The mission and achievement of Jess, SCM, Londres 1954 W GRUNDMANN, Die Geschichle Jesu Chrisi Evang Verlagsanstalt, Berln 1956 E STAUFFER, Jess, Geslal und Geschichle, A, Francke, Bern 1957 V TAYLOR, The lije and mimstry of Jess, Macmillan, Londres 1954 Muy poco despus realiza el balance de esta nueva situacin J VI ROBINSON A new quest of histarical Jess, SCM, Londres 1959 ,s Sobre los ctenos de historicidad cf N PERRIN, Rediscovenng the teaching of Jess, SCM, Londres 1967, pp 15-53, I DE LA POTTERIF, CO me unpostcre oggi problema del Ges stonco7, en Civ Cat 120 (1969, JI), 447-63, y J JEREMAS, Kennzeichen der psmima vox Jesu En Abba Studien zur neu Theologie und Zeitgeschwhte, Vandenhoeck, Gottingen 1966, pp 145-52 Estos criterios son de innegable utilidad, pero no ira mal completarlos con esta observacin ms global de M DIBELIUS "La discusin sobre si una frase aislada es 'autntica' resulta a menudo agotadora porque las razones en pro o en contra no son definitivas Por lo general, el historiador har bien en atender al conjunto de la tradicin, y no construir mucho sobre una sola palabra, caso de que se aparte de las dems tradiciones " Jess, W. de Gruyter, Berln 1960, p 21 " Escribe JEREMAS resumiendo este proceso "Cuando, protegidos con los medios de la investigacin moderna, llegamos a Jess, tropezamos siempre con el mismo resultado: una pretensin de grandeza nica e irrepetible que rompe los lmites del Antiguo Testamento y del judaismo y que no es ms que la pretensin y exigencia de fe ante la que nos sita el kerygma " Op. cit. (en nota 14), p. 23.

ducta, sus actitudes y el significado de su predicacin. Vale la pena notar cmo con ello la interpelacin que Bultmann pona como acaecida en la predicacin del kerygma se traslada ahora radicalmente a la persona de Jess. Los ltimos aos.As como es posible distinguir las cuatro etapas previas con una cierta dosis de exactitud, en cambio lo ocurrido en los ltimos quince aos es demasiado denso y demasiado cercano como para que podamos intentar ninguna clasificacin. La teologa debera empearse en no perder ni volver a olvidar ninguna de las adquisiciones definitivas de las etapas anteriores Pero esto es tremendamente difcil para el espritu humano, condicionado como vive por la particularidad de su circunstancia La unilaterahdad de las reacciones y el vigor de las verdades redescubiertas impiden muchas veces la totalidad Y de hecho, quizs hoy estemos entrando insensiblemente en un nuevo- y peligroso momento de confianza teolgica en la ciencia, actitud que pareci definitivamente superada tras la amarga experiencia liberal. Pero todo juicio global es prematuro Lo nico que podemos hacer es enumerar algunos factores que se han producido ltimamente y que parecen llamados a incidir, quizs con cierta espectaculandad, sobre el problema que nos ocupa 1. El ms importante parece ser la aparicin de la que llamaramos exgesis escandinava, representada principalmente por las obras de H Riesenfeld20 y B Gerhardson 21 Esta corriente

He aqu, entre muchos otros, un par de ejemplos concretos de esa pretensin: "La conducta de Jess es la de un hombre que se atreve a actuar en lugar de Dios atrayendo a si a los pecadores El que lee la parbola del hijo prdigo, que pertenece al estrato ms antiguo de la tradicin, y tiene en cuenta que con ella pretende Jess justificar su comida con los publcanos y pecadores describiendo la incomprensible bondad perdonadora de Dios, se encuentra situado otra vez ante la pretensin de Jess de actuar como representante y plenipotenciario de Dios", E FUCHS, op cit. (en nota 16), pp 210-19 "Aquel que solamente reconozca el hechoque yo no veo cmo puede negarsede que la voz Abba es una psissima vox Jesu, se encuentra yasi entiende rectamente esta palabra y no la tnvializacolocado frente a la pretensin de supremaca de Jess Este es el hecho nico del que las tuentes dan testimonio ha aparecido un hombre y los que oyeron su mensaje estaban ciertos de or la palabra de Dios" (J JEREMAS, op. cu, pp 23-24). ao H RIESENFELD, The Gospel Tradition and its begtnnings, \ R Mowbray, Londres 1957. 21 B. GERHARDSON, Memory and Manuscript. Oral tradnwn and writ-

quizs puede enmarcarse en un movimiento mucho ms amplio de vuelta al judaismo (en vez del helenismo) como clave de lectura del Nuevo Testamento. Lo caracterstico de los escandinavos ha sido un estudio muy minucioso de la tradicin oral juda y sus formas de transmisin. La historia de las formasarguyenno ha sabido ver que la tradicin evanglica es una tradicin SKI generis, que no tiene punto de comparacin ms que con un tipo de tradicin juda (el que origin los comentarios llamados "Tradicin de los Padres"). Se trata de una tradicin que no est en manos de cualquier miembro de la comunidad, sino slo de algunos cualificados para ello. No basta conocerla: hay que tener el oficio de transmitirla y son muy pocos los que lo tienen (cosa que coincide con la misin de los apstoles) 22. Riesenfeld sostiene que se dan dos tipos de tradicin: la llamada tradicin misionera (ms libre e interpretadora) y la tradicin recitadora (transmisora) que es la que ms influy en la labor transmisora de los apstoles. Podemos, pues, determinar qu es lo que predicaron los apstoles. Y de la enseanza de los apstoles podemos, por el mismo camino, pasar a Jess. Este debi ensear segn los mtodos nemotcnicos de los rabinos. La importancia de esta corriente es innegable23. Sus autores parecen andar sobre seguro en lo que toca a la tradicin rabnica. La pregunta que queda es hasta qu punto influye dicha tradi-

ten Iransmison in rabinic Judaism and early christianity, E. T. E. Sharpe, Copenhague 1961. 22 A modo de ejemplo vase el texto que aduce Gerhardson sobre las formas de aprender y la seriedad con que se previenen las negligencias: en varios pasajes del Talmud en los que un estudiante consulta a su maestro o a algn responsable de la tradicin, se nos dice a propsito de la respuesta: "y la aprendi de l cuarenta veces y se le hizo tan familiar como si la llevara en el bolsillo" (Op. cit., p. 119). Y contra los simples olvidos: "a todo aquel que olvide una sola palabra de esta enseanza, la Escritura se lo tendr en cuenta como si hubiese olvidado su propia alma" (Op. cit., p. 168). 23 Esta corriente fue valorada as por la revista Concilium en un nmero dedicado a la Cristologa: "Durante algunos aos, especialistas escandinavos y de otros paises han investigado las tcnicas que han servido para preservar- y transmitir la tradicin en los ambientes rabnicos y judos. Las tradiciones sobre Jess que contiene el Nuevo Testamentoafirman estos investigadores se preservaron y transmitieron de formas semejantes. En este sentido sus conclusiones distan mucho de las conseguidas por la crtica de las formas. La magistral obra de B. GERHARDSON sobre la materia, publicada hace slo unos aos, representa el ms poderoso desafo a que ha debido hacer frente la crtica de las formas. Las conclusiones ms interesantes de GERHARDSON se refieren a la fiel preservacin de la tora oral por oposicin a la tora escritael texto bblicocuya pureza fue custodiada con extremo cuidado. Al estudiar la tora oral, GERHARDSON define primero las categoras de exposicin oficial... y demuestra cmo no slo

cin en la formacin de los Evangelios. Y quizs hay que decir que no tanto como ellos pretenden, dada la espera escatolgica inminente en que vive la comunidad; pero s que influy ms de lo que pensaba la Historia de las Formas i 4 . La innegable diversidad teolgica de los distintos evangelios, hace ver que no se los puede reducir a productos de una transmisin mecnica y neutra. Y, hoy por hoy, resultan exageradas las afirmaciones de que Jess determin ya los grandes rasgos de lo que haba que transmitir, o de que Juan es histricamente fidedigno cuando re produce meditaciones de Jess en la intimidad con los suyos 2. A una conclusin cercana a la de los escandinavos, ha llegado G. Theissen por camino diverso: el de la sociologa. Theissen no se ha preocupado slo por la transmisin del texto, sino por la conducta y las condiciones sociolgicas que la hacen posible. Y cree ver en ellas la posibilidad de un acceso a Jess, que no encontraba la Historia de las Formas. "El radicalismo tico de las palabras de Jess hace que sean intiles para regular una conducta cotidiana. Y esto agudiza el problema: quin pudo transmitir esas palabras oralmente, durante ms de treinta aos?, quin pudo tomarlas en serio?" Al socilogo, que analiza las conductas, le resulta imposible aceptar que palabras de un radicalismo como las de Le 14, 26 ("si alguien no aborrece a su padre y su madre y su mujer y sus hijos... no puede ser mi discpulo") hayan nacido y se hayan transmitido en una comunidad que ciertamente no las practicaba. De este tipo de datos concluye el autor la existencia de unos "radicalistas peregrinos", verdaderos rganos de transmisin de la tradicin primera 25 . la tradicin bsica, sino tambin la explicacin y discusin que naci en torno a ella fue conservada con fidelidad escrupulosa, tanto si fue el mismo rabb o sus discpulos inmediatos o generaciones posteriores, que se enfrentaban con problemas nuevos, quien determin qu elementos de sus palabras o acciones era esencial retener." J. BOURKE en Conc. nmero 11 (1966) p. 38. 21 En este sentido nos parece muy importante el intento del exegeta de la Alemania Oriental H. SCHURMANN quien, valindose de la Historia de las Formas, ha intentado rastrear una transmisin de palabras de Jess ya ante de la muerte de ste. Die vorsterliche Anftinge der Logien Tradition. Versuch eines formgeschichtlichen Zugangs zum Leben Jesu, en la obra colectiva citada en la nota 14, pp. 342-370. Ahora bien, con este intento se da en realidad una superacin parcial de la Historia de las Formas: En el principio ya no est soto la predicacin; sino que estamos ante otro principio ms semejante a la tradicin oral juda de que hablan los escandinavos. Y la Historia de las Formas ya no da su paso atrs hacia el kerygma, sino hasta la vida de Jess. 25 Cf. G. THEISSEN, "Wanderradikalismus. Literatursoziologische Aspekte der berlieferung von Worten Jesu in Urchristentum", en Zeitschrift fr Theologie und Kirche, 70 (1973) 245-71. No ha habido todava tiempo suficiente para constatar la aceptacin de las ideas de G. THEISSEN, las cuales es posible que abran algn camino nuevo. En una lnea

3 En los ltimos aos hemos asistido a una floracin de libros sobre Jess, procedentes de autores judos 26 Aparte un comprensible mteres por regaar a Jess para el judaismo, y por liberar a su raza de toda complicidad en el asesinato del rabino de Nazaret, vanos de estos autores coinciden en una macallada desconfianza ante los presupuestos de la Historia de las Formas, a la que acusan de falta de comprensin de la realidad y de la mentalidad judia No cabe excluir el que, en un futuro no muy remoto, el dialogo con el judaismo moderno proporcione puntos de mira privilegiados, para abordar la realidad de los Evangelios 4 Merece mencin especial la reciente obra de J Roloff27 que ha puesto de relieve un detalle bien aceptado por la critica el verdadero papel, el verdadero contexto vital (Sitz un Leben) de muchas pericopas evanglicas en la comunidad primitiva, no paralela, cabria pensar en la utilidad de una aplicacin del mtodo de la Historia de las Formas a los evangelios apcrifos, donde sin duda existen ejemplos mucho ms puros de unidades o formas nacidas en el seno de una comunidad La comparacin de estas unidades con algunas narraciones evanglicas parece poner de relieve que estas ultimas no resultan "popularmente satisfactorias" y con ello, que es difcil explicar su origental cualexclusivamente en la comunidad Asi vg la falta de concrecin de algunas narraciones evanglicas parece ser lo contrano de una forma annima en los apcrifos se precisa que el hombre de la mano seca (Me 3, 1 ss) era un albail que haba ganado su vida con sus manos y las necesitaba para trabajar, que la hemorroisa se llamaba Vernica, etc Frente a este comprensible afn de concrecin, la critica debera explicar la insatisfactona indeterminacin de algunas narraciones evanglicas 26 He aqu algunos ejemplos, adems de la obra ya antigua de J KLAUSNER (Jess of Nazareh His Ufe, time and teaching George Alien, Londres 1925) J CARMICHAEL, Leben und Tod des Jess von Nazareh, Munchen 1965, SCHALOM BEN CHORIM, Bruder Jess, Der Nazarener in udischer Swht List, Munchen 1967 Del mismo Jess in Judenum Brockhaus, Wuppertal 1970, D FLUSSER, Jess in Sebszeugnissen und Bilddokumenen dargestellf, Rowohlt, Hamburg 1968, GEZA VERMES, Jess he ew, Collins, Londres 1973 Un autor tambin judio, tras un labonoso intento de retraduccin de los Evangelios al hebreo, que le ha llevado a una nueva teora sobre el origen de los sinpticos, basada en las relaciones de su lenguaje con el hebreo, se atreve a escnbir esta conclusin tan dura "todo esto (es decir la narrativa de los Evangelios) es perfectamente biografa hebrea vlida No hay necesidad de disculpar a los Evangelios presentndolos como predicacin prolongada Eso es exactamente lo que no son" R L LINDSEY, A new approach o he synoplic gospels Dugith Publishers, Jerusalem 1971, p 15 Tales afirmaciones son francamente duras y cuesta aceptarlas, pero quizs sena simple chovinismo occidental, si desautonzramos a sus autores pensando que no podemos aprender nada de ellos aT Das Kerygma und der irdische Jess Hisonsche Moive ir den Jesus-Erzahlungen der Evangelien Vandenhoeck, Gottingen 1970.

es, como pensara Bultmann, el resolver discusiones o problemas nacidos en el seno de la comunidad, sino el dar una explicacin histrica y facilitar una comprensin histrica del escndalo de la ejecucin de Jess y de cmo su camino haba de terminar all 28 . Escenas como las del sbado, del Templo, etc., cobran un gran relieve dentro de este marco; y quizs quepa establecer un nuevo criterio de autenticidad en la explicacin del conflicto Jess-fariseos. . Se trata de una intuicin que pareca flotar en el ambiente, puesto que poco antes el exegeta de Regensburg F. Mussner haba aplicado un criterio parecido a los milagros de Jess, creyendo poder encontrar los ipsissima faca lesu all donde se daba un frente antifariseo2*.

Cabra citar otros datos, pero no podemos perdernos en los detalles del anlisis. Es hora ya de retomar, para tratar de entenderla, esa historia cuyas etapas hemos venido siguiendo. La que empez con un grito iluso y eufrico (vamos a saberlo todo sobre Jess!); se encontr con una negativa deseorazonadora (ya lo sabemos todo sobre Jess, al menos lo que hemos de saber); logr sobrevivir gracias a la resignacin bultmaniana (no necesitamos saber nada de Jess) y se ha ido levantando desde ah para constatar tmidamente, pero con ms madurez, que podemos saber algo de Jess. Historia que quizs, hacia el ao 1968, a partir de las revueltas de la juventud que se aparta del existencialismo y busca un compromiso social radical, ha entrado en una fase nueva cuyo slogan podra ser: necesitamos saber algo de Jess; con tal que se entienda esta frase no como una decisin de manipular la ciencia de acuerdo con nuestros deseos, sino como una constatacin de que el Jess terreno no es irrelevante para la vida de fe y para la teologa (en contra de Bultmann) y, por tanto, como un nuevo inters por la pregunta sobre el Jess de la historia 30.

28 Es por lo dems muy comprensible, que tras una primera explicacin teolgica (la muerte de Jess como querida por Dios, conforme a las Escrituras etc.) esto resultara todava insuficiente y~se~pase a explicar cmo los hechos mismos en su red causal, haban de levar a esa muerte. 29 Cf. F. MUSSNER, Los milagros de Jess, Verbo Divino, Estella 1970. En contra de la argumentacin de Mussner, R. PESCH, /