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EL DÍA, domingo, 3 de noviembre de 2013 p1 revista semanal de EL DÍA del domingo HISTORIA Tercera y última entrega de “El imaginario de Alonso Fernández de Lugo”, una visión del Adelantado 5 A propósito de la novela “El barranco”, de Nivaria Tejera A doña Olga González Hernández [q.e.p.d.], quién sabe si compañera de juegos de nuestra querida Nivaria en esa calle lagunera de la que eran vecinas. E l horizonte literario isleño, como ámbito de producción artística en continua evo- lución y crecimiento, cuenta con notables piezas narra- tivas que definen, a modo de hitos de refe- rencia, la singladura del resto de composi- ciones, obras y relatos que se aventuran en ese siempre incierto y difí- cil universo de las letras. Esa capacidad de selección y, en cierto punto, de distinción de unos libros sobre otros está al alcance de solo unos pocos entendidos, imbuidos en profun- didad en los entresijos del arte de la expresión escrita, en las claves que marcan y pautan las esferas de los senti- mientos, entre quienes dominan el manejo de la sensibilidad, de la imaginación y de las imágenes asociadas al contenido escrito. Los lectores, feliz- mente ajenos a todo ese entramado de pautas que rigen la crítica actual y de cada deter- minado momento, accedemos general- mente a esos libros de manera libre, en cierta forma indife- rente, con la inocencia que siempre viaja aparejada al apasionamiento y el interés sinceros, pero lo en verdad relevante es que nos llevemos esa sen- sación de calidad y de privilegio al dis- frutar de su lectura siendo previamente inconscientes de todo ese bagaje asociado a la obra. Esa y no otra será la mayor prueba de la vigencia atem- poral de la belleza de sus formas, de su contenido, de su exposición narra- tiva. Ejemplo o paradigma claro de este preámbulo ha sido la lectura de la novela “El barranco”, de la autora Nivaria Te- jera, ambientada en plena Guerra Civil española bajo el prisma y el pro- tagonismo de una niña, texto al que tuvimos acceso a mediados de abril de este año 2013 en el transcurso de una sesión del Club de Lectura de la Uni- versidad de La Laguna que magis- tralmente dirige Chaxiraxi Escuela. Más de una vez nos habíamos tropezado con esta novela en nuestras andanzas bibliográficas, en librerías de viejo, en los estantes dedicados a literatura cana- ria, pero nunca le habíamos prestado la suficiente atención como para enfrascarnos en su paciente lectura, y fue el reclamo lanzado por este pres- tigioso Club de Lectura universitario el que encendió nuestro interés. Una vez que el libro estuvo en nuestras manos, la delicia de su experiencia narra- tiva, su discurso, tanto interno como expresivo, nos atraparon sin remedio. Dotada de una sutileza, de un candor y de una fuerza que difícilmente se encuentran en el horizonte literario más próximo, el texto de “El barranco” evi- dencia que fue elaborado para no per- manecer indiferente a ningún lector, y si ese lector es lagunero, todavía esa llamada de atención es más acu- ciante. Pensamos que quien mejor define la exégesis de esta novela ha sido la experta en su estudio y análisis María Hernández–Ojeda, quien recoge, entre otras afirmaciones, que “El barranco” de Nivaria Tejera dibuja en prosa poética la visión desgarradora de una niña que experimenta la guerra en sus propios huesos, y la describe de forma impactante y conmovedora [...]; refleja, sin precedentes, el testi- monio colectivo de la sociedad cana- ria, torturada y silenciada durante la Guerra Civil y la posguerra. Y será pre- cisamente una voz infantil, la menos audible, la que quiebre el silencio en clave de verso [...]. La guerra tortura rigurosamente a la niña, quien a su vez transfiere su dolor a las personas, obje- tos y animales que existen a su alre- dedor [...]. “El barranco” desbarata intui- tivamente la imagen de la guerra, libe- rándola de los motivos ideológicos que la rodean y revelando el poder des- tructivo absoluto que conlleva”. No creemos exagerar al afirmar, es- tando actualmente en una época donde han tenido tanto éxito novelas de similar corte narrativo a la que estu- diamos (algunas de ellas llevadas a la gran pantalla con un éxito sin prece- dentes), con contenidos de raigambre desgarrada pero que tratan la temática bélica en clave de ternura e inocencia, que contamos en las Islas, para Tene- rife, para La Laguna, con un testimo- nio que no desmerece a los más valio- sos, entre los que pudiera estar “La vida es bella”, “El niño del pijama de rayas”, “La lengua de las mariposas”, o incluso “El diario de Ana Frank”. La crítica extranjera (particularmente francesa, donde se ha reeditado esta obra en varias ocasiones) se ha postrado de hinojos ante su plasticidad, su belleza cándida; y su lectura es alta- mente recomendable por su sencillez así como por la capacidad que tuvo la autora de llevarnos a la mente de una niña de apenas siete años en el inicio de una vorágine que perturbaba com- pletamente su universo vital. La estudiosa María Hernández–Oje- da ha identificado, siguiendo la anto- logía recogida por Josefina Aldecoa, Texto: Daniel García Pulido (Fondo de Canarias Biblioteca General y de Humanidades [email protected]) Imagen antigua de la calle Marqués de Celada. Cortesía de Miguel Bravo. pasa a la pág. siguiente

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EL DÍA, domingo, 3 de noviembre de 2013 p1

revista semanal de EL DÍAdel domingo

HISTORIATercera y última entrega de “Elimaginario de Alonso Fernández deLugo”, una visión del Adelantado �5

A propósito de la novela“El barranco”, de Nivaria Tejera

A doña Olga González Hernández[q.e.p.d.], quién sabe si compañera

de juegos de nuestra queridaNivaria en esa calle lagunera de

la que eran vecinas.

El horizonte literario isleño,como ámbito de producciónartística en continua evo-lución y crecimiento, cuentacon notables piezas narra-

tivas que definen, amodo de hitos de refe-rencia, la singladuradel resto de composi-ciones, obras y relatosque se aventuran en esesiempre incierto y difí-cil universo de lasletras. Esa capacidad deselección y, en ciertopunto, de distinción deunos libros sobre otrosestá al alcance de solounos pocos entendidos,imbuidos en profun-didad en los entresijosdel arte de la expresiónescrita, en las claves quemarcan y pautan lasesferas de los senti-mientos, entre quienesdominan el manejo dela sensibilidad, de laimaginación y de lasimágenes asociadas alcontenido escrito.

Los lectores, feliz-mente ajenos a todo eseentramado de pautasque rigen la críticaactual y de cada deter-minado momento,accedemos general-mente a esos libros demanera libre, en cierta forma indife-rente, con la inocencia que siempreviaja aparejada al apasionamiento yel interés sinceros, pero lo en verdadrelevante es que nos llevemos esa sen-sación de calidad y de privilegio al dis-frutar de su lectura siendo previamenteinconscientes de todo ese bagajeasociado a la obra. Esa y no otra serála mayor prueba de la vigencia atem-poral de la belleza de sus formas, desu contenido, de su exposición narra-tiva.

Ejemplo o paradigma claro de estepreámbulo ha sido la lectura de la novela“El barranco”, de la autora Nivaria Te-jera, ambientada en plena GuerraCivil española bajo el prisma y el pro-tagonismo de una niña, texto al quetuvimos acceso a mediados de abril deeste año 2013 en el transcurso de unasesión del Club de Lectura de la Uni-versidad de La Laguna que magis-tralmente dirige Chaxiraxi Escuela. Másde una vez nos habíamos tropezadocon esta novela en nuestras andanzasbibliográficas, en librerías de viejo, enlos estantes dedicados a literatura cana-ria, pero nunca le habíamos prestadola suficiente atención como para

enfrascarnos en su paciente lectura,y fue el reclamo lanzado por este pres-tigioso Club de Lectura universitarioel que encendió nuestro interés. Unavez que el libro estuvo en nuestrasmanos, la delicia de su experiencia narra-tiva, su discurso, tanto interno comoexpresivo, nos atraparon sin remedio.Dotada de una sutileza, de un candory de una fuerza que difícilmente seencuentran en el horizonte literario máspróximo, el texto de “El barranco” evi-dencia que fue elaborado para no per-

manecer indiferente a ningún lector,y si ese lector es lagunero, todavía esallamada de atención es más acu-ciante. Pensamos que quien mejordefine la exégesis de esta novela ha sidola experta en su estudio y análisis MaríaHernández–Ojeda, quien recoge, entreotras afirmaciones, que “El barranco”de Nivaria Tejera dibuja en prosapoética la visión desgarradora de unaniña que experimenta la guerra en suspropios huesos, y la describe deforma impactante y conmovedora[...]; refleja, sin precedentes, el testi-monio colectivo de la sociedad cana-ria, torturada y silenciada durante laGuerra Civil y la posguerra. Y será pre-

cisamente una voz infantil, la menosaudible, la que quiebre el silencio enclave de verso [...]. La guerra torturarigurosamente a la niña, quien a su veztransfiere su dolor a las personas, obje-tos y animales que existen a su alre-dedor [...]. “El barranco” desbarata intui-tivamente la imagen de la guerra, libe-rándola de los motivos ideológicos quela rodean y revelando el poder des-tructivo absoluto que conlleva”.

No creemos exagerar al afirmar, es-tando actualmente en una época

donde han tenido tanto éxito novelasde similar corte narrativo a la que estu-diamos (algunas de ellas llevadas a lagran pantalla con un éxito sin prece-dentes), con contenidos de raigambredesgarrada pero que tratan la temáticabélica en clave de ternura e inocencia,que contamos en las Islas, para Tene-rife, para La Laguna, con un testimo-nio que no desmerece a los más valio-sos, entre los que pudiera estar “La vidaes bella”, “El niño del pijama derayas”, “La lengua de las mariposas”,o incluso “El diario de Ana Frank”. Lacrítica extranjera (particularmentefrancesa, donde se ha reeditado estaobra en varias ocasiones) se ha postrado

de hinojos ante su plasticidad, subelleza cándida; y su lectura es alta-mente recomendable por su sencillezasí como por la capacidad que tuvo laautora de llevarnos a la mente de unaniña de apenas siete años en el iniciode una vorágine que perturbaba com-pletamente su universo vital.

La estudiosa María Hernández–Oje-da ha identificado, siguiendo la anto-logía recogida por Josefina Aldecoa,

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Texto: Daniel García Pulido(Fondo de Canarias Biblioteca

General y de [email protected])

Imagen antigua de la calle Marqués de Celada. Cortesíade Miguel Bravo.

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domingo, 3 de noviembre de 2013, EL DÍAp2

gotea”.–Posee únicamente una ventana de

postigo de cristales hacia la calle, unachimenea interior y suelos de madera“que se estremecen”, lo que coincidecon las pautas de una vivienda tra-dicional de una sola planta.

–Contaba con un patio, con la des-cripción de sus elementos distintivosque nos hablan de un pequeño trozode tierra con redil anejo, retrete ex-terno, aljibe y gallinero. “En este patiohay un árbol de nísperos, una tinajade agua, aquella es una cabra negra”.Al final de dicho patio existía un cuartoo “tinglado” –cubierto por una tela ne-gra)– así como “una tienda de paja”,utilizada por el abuelo en su oficio dealbardero.

Sobre la vivienda arrendada por lospadres de Nivaria Tejera se puedenrescatar en el interior del texto algu-nas referencias útiles para su identi-ficación:

–Dice de ella que era una “casonainmensa”, que contaba con zaguán ytenía escalera y pisos de madera, loque nos sirve para precisar que se tra-taba de un inmueble de dos plantas.

–Contaba además con una “des-pensa” y un “cuarto de juguetes” .

–La autora precisa que ”la puertadel fondo del zaguán da a la huertade Juan Sisí”, a través de “una azo-tea colgante, sin pies ni barandaque la sostuvieran”.

Con todas estas referencias, unidasa las aportadas por los censos muni-cipales, habíamos intuido a la alturade la calle en que debían encontrarse,enfrentadas, ambas viviendas –ladel abuelo y la de los padres de Niva-ria–, pero obviamente faltaba unaprueba que delimitara con exactitudsu ubicación. Esa comprobaciónllegó a través del testimonio oral deuna antigua vecina de dicha calle,contemporánea de aquel 1936 enque se ambienta la novela de “Elbarranco”. La memoria de los momen-tos de la infancia de Dª Rosalba Gon-zález Hernández nos ha permitido con-firmar esa ubicación y refrendar conautoridad las aseveraciones inicialesal recordar que, justo en la bifurca-ción donde la calle Marqués de

varios títulos “que coinciden en el mo-tivo temático, escogiendo a protago-nistas niños o adolescentes que vivenen España durante el periodo históricode la Guerra Civil y la posguerra”, figu-rando entre ellas “Crónica del alba”,de Ramón J. Sender, “Nada”, de Car-men Laforet, “El camino”, de MiguelDelibes, “Si te dicen que caí”, de JuanMarsé, o “Primera memoria”, de AnaMaría Matute, novela que inclusocomparte elementos coincidentes.Como bien apunta esta investiga-dora, ““El barranco” es, en la actua-lidad, un clásico desconocido [...]; apesar del papel relevante que este textoocupa en las letras hispanas, la críticaliteraria –excepto en Canarias– no harescatado “El barranco” del limbo lite-rario en el que se ha emplazadodurante casi cincuenta años”.

Estudio históricoNuestro objetivo al traer esta mag-

nífica obra a estas líneas es centrarnosprecisamente en ese horizonte en elque discurre la novela–testimonio deNivaria Tejera, para identificar a tra-vés de su lectura ese componente his-tórico, podríamos decir incluso patri-monial, que se palpa al avanzar en suspáginas. La autora/protagonista cen-tra el eje de su narración en torno a unacasa y a una calle de La Laguna, calley casa que no se identifican en el desa-rrollo de la novela y que despertarondesde el primer momento nuestra mayorcuriosidad, siempre ávida por identi-ficar nuevos focos de atención dentrodel rico patrimonio de la ciudad de losAdelantados. Esa inquietud ha sido elgermen de estas líneas, esbozadas conel propósito de contribuir a engrandecerla impronta de esta preciosa novela enel devenir pasado lagunero. Vamos atratar de desnudar la novela de todossus componentess–clave, tales comoel lugar, el tiempo y los personajes, ele-mentos donde toman cuerpo la accióny la trama, algunos de ellos trastoca-dos por la autora con fina inteligencia.Trataremos de vaciar todo el texto narra-tivo para entresacar la mayor cantidadposible de referencias sobre esa vía einmueble, donde discurren la mayorparte de los escenarios, situaciones ypensamientos del discurso narrativo,y, una vez procesadas todos esosregistros, acudiremos a fuentes exter-nas al libro para identificar esa calley la ubicación de esa vivienda que seconstituye en eje y centro de la novela“El barranco”.

Identificación de la calleNivaria Tejera nos adentra en esa vía

anónima de La Laguna de la siguiente

forma: “La vi como un largo cuchi-llo. Al final de ella, un bulto confusoque se gastaba. Siempre imagino,cuando salgo a jugar y me prohíbenpasar de la esquina, que al final de lacalle se acaba el mundo, que laúltima curva, el último árbol, son laentrada del cielo”.

Como hemos afirmado anteriormen-te, en todo el transcurso de la obra nose especifica la identidad de esa ca-lle, por lo que debemos acudir a frag-mentos del propio texto para resca-tar las escasas pistas que nos sirvie-ran para su conocimiento efectivo,siendo quizás la más concluyente deestas indicaciones aquella en la quese comenta que “frente a casa cruzan[los tranvías] porque estamos cercade la estación y esta calle es parte dela carretera que compone su recorrido”.Este detalle nos circunscribe a ape-nas dos vías laguneras por las que trans-curría ese trazado ferroviario, parti-cularmente la calle Herradores y la anti-gua calle Empedrada, hoy Marquésde Celada, y sobre ellas volcamos nues-tro interés documental.

Para confirmar este precepto ydescartar una de las dos vías, hemosconsultado el censo de población deLa Laguna para el año 1935 (momento

EN PORTADA

en el que la autora de “El barranco”contaba con seis años de edad), revi-sando puntualmente cada uno de susvecinos censados con la esperanza dehallar a nuestra Nivaria Tejera… y tuvi-mos esa suerte justamente en la an-teriormente citada calle Marqués deCelada, donde pudimos identificar–entre las 87 familias censadas en lamisma, con un total de 412 habitan-tes– no solo la vivienda de su abuelo,auténtico núcleo narrativo de la obra,sino incluso la casa familiar arrendadapor sus padres y ubicadas ambas justouna enfrente de la otra –tal y comoapunta en varias ocasiones la autoraen la propia novela–. Ya con el tiempo,varios meses después de estas inda-gaciones, tuvimos certificación de nues-tras pesquisas a través de la lectura –através de Carmen Hernández–Ojeda–de parte de la entrevista “Siempre hevivido el presente”, concedida al ca-tedrático de Filología Francesa de laUniversidad de La Laguna Antonio Álva-rez de la Rosa, en la cual Nivaria Tejeraapuntaba que recordaba que vivía en“una casa bastante bien montada, unacasa de dos pisos, enfrente de la demi abuelo, aún la recuerdo, en la calleMarqués de Celada”.

Identificación de la casaPrecisada con certeza la identifi-

cación de la calle en la que transcu-rre el hilo narrativo de “El barranco”,faltaba ahora completar el objetivode localizar con exactitud la ubica-ción de ambas casas (la del abuelo yla de los padres de Nivaria) dentro delconjunto de las 63 viviendas censa-das que conformaban esta calle de Mar-qués de Celada. En primera instan-cia acudimos al texto narrativo, queen esta ocasión sí es pródigo en refe-rencias y que nos permiten precisarlas características de ambos inmue-bles. De la casa del abuelo entresa-camos que:

–Se trataba de una casa terrera –“eschiquita” nos dice–.

–En ocasiones la niña cita el ruidode la lluvia “en los tejados” –no en lasazoteas–, por lo que apunta claramentea una techumbre canaria. En ese sen-tido, leemos que “la casa es vieja y

Detalle de laportada de lanovela.

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HERNÁNDEZ-OJEDA, María: «Islas heterotópicas:“El barranco” y la guerra civil española». Insulari-dad narrativa en la obra de Nivaria Tejera: un archi-piélago transatlántico. Editorial Verbum: pp. 29 y31, dentro de todos esos registros refleja esta estu-diosa asimismo que “la detención y encarcela-miento de Saturnino Tejera provocó una angustiaimborrable en su hija Nivaria, quien vivirá deforma traumática la separación del padre y el des-cubrimiento atroz de la guerra siendo tan solo unaniña”.

“Ambas novelas comparten fecha de edición(1959) y tienen lugar en una isla: Tenerife en Elbarranco, y Mallorca en Primera memoria, y en

ellas es la voz de una niña-adolescente, Matia, y lavoz anónima de El barranco, la que narra su propiahistoria de soledad y aislamiento en el contexto dela Guerra Civil. Las relaciones familiares son curio-samente concordantes” -este paralelismo fue yaapuntado por Joseph Shraibman en Two SpanishCivil War Novels: A Woman´s Perspective- (citadopor HERNÁNDEZ-OJEDA, op. cit, pág. 60).

HERNÁNDEZ-OJEDA. op. cit, pp. 62 y 65. “Si esta-blecemos una conexión biográfica entre la narra-dora y la escritora, la niña de “El barranco” tieneaproximadamente siete años” [HERNÁNDEZ-OJEDA, op. cit, pág. 29 nota 14]. De hecho, NivariaTejera nació en Cienfuegos, Cuba, el 30 de sep-

tiembre de 1929.“La Laguna es el espacio principal de los aconteci-

mientos y uno de los protagonistas fundamentalesde la novela” (HERNÁNDEZ-OJEDA, op.cit, pág. 33).

Ejemplo de esas licencias narrativas que asume laautora en la novela lo tenemos en la cronologíaque acompaña al desarrollo de los hechos, quecoloca el inicio de la guerra con las Fiestas delCristo (mes de septiembre), en un anacronismoque se nos antoja premeditado.

TEJERA, Nivaria: El barranco. [Edición de ClaudeCouffon]. Canarias; Viceconsejería de Cultura yDeportes, 1989. (Biblioteca básica canaria ; 52), pág.22.

(El barranco, 1989 : 69). Para las referencias deltranvía se ha consultado la valiosa y reciente obrade nuestro amigo Rafael CEDRÉS JORGE, tituladaEl antiguo tranvía de Tenerife, editada por elCabildo Insular de Tenerife en 2013.

Su casa “está enfrente” a la de abuelo (El barranco,1989 : 20) o, tal y como aparece en otro lugar: “fui acasa, enfrente, a ver a mamá” (El barranco, 1989 :34).

HERNÁNDEZ-OJEDA, op. cit, pág. 32.El barranco, 1989 : 37.

El barranco, 1989 : 75.El barranco, 1989 : 31.El barranco, 1989 : 19.

Fragmento delpadrón de 1935,donde figura NivariaTejera.

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EL DÍA, domingo, 3 de noviembre de 2013 p3

Celada se une con la calle Adelantado,“habían enfrente unas casitas peque-ñas [terreras], donde la calle se parteen dos, donde se hacían las albardas”.Hemos de recordar que el oficio delabuelo era el de albardero, y eserecuerdo solo hace confirmar el hilonarrativo de la novela.

Rosalba González, para mayor segu-ridad nuestra, aún recordaba que seabrió una calle para “las guaguas queiban a Tejina” (actual calle TeobaldoPower), y que el edificio anaranjadoactual se levanta sobre la propiedadde la familia de los Samarín, familiaesta que figura citada en la propia novelaa través de una de las amigas de Niva-ria, conocida como “mi amiga Sama-rina, que vive al empezar el callejónde piedra” y cuyos padres eran due-ños de “una huerta enorme llena dezapoteros y platanales”. Lamentable-mente, tanto la vivienda del abuelode Nivaria como la paterna hansucumbido al paso de los años y noestán en pie en la actualidad. La pri-mera de ellas debió de ocupar el solarde donde hoy se alza la sede antiguade la pizzería “Da Steffano”, no lejosde la esquina con la calle Carretas, yel inmueble de los padres, justoenfrente, debía de estar donde hoy seabre la precitada vía Teobaldo Power.

Sobre la finca del barbadoEn el transcurso de la novela se cita

igualmente otro espacio donde se desa-rrollan algunas escenas de interés: setrata de la finca familiar de El Barbado,en las afueras de La Laguna. Lacuriosidad nos ha llevado a indagara qué lugar está haciendo referenciala autora Nivaria Tejera, ya que se tratade un topónimo apenas conocido y quela protagonista asocia a una finca depapas “lejos, cerca de El Barbado, dondeya las montañas no dejan ver el cie-lo”. En nuestras pesquisas hemos des-cubierto que existe un camino Bar-bados, paralelo al camino de Las Gavias,que tiene todos los visos de ser eseenclave citado en la novela, y dondeincluso aún existen pequeñas casascon techos de zinc y enredaderas , aun-que no podemos desechar la idea deque la autora estuviese jugando endicha denominación con algún otrorincón conocido de la geografía tiner-feña.

Identificación de los personajesAparte de ella, en el transcurso de

la novela aparecen 46 personajes(aparte de los apelativos genéricos de“mis primos” o “hijos de mi tío”, deimposible identificación), personajesque bien merecen una futura inves-

tigación cada uno de ellos para recu-perarlos de ese aparente anonimatoen el que se encuentran sumidos, yque podemos agrupar en los siguien-tes segmentos:

a) Familia: su abuelo –albardero–;Santiago –su padre–; su madre; Chi-cho –su hermano pequeño–; su tía –cos-turera, sin hijos–; Juan –su tío, “quetrabaja de cobrador en los autobuses”–;tía Carmen –“la de tío”, que “montóescuela en su casa”–; sus primasGeira y Ronda; Maruca –sobrina delabuelo, que ejerce de sirvienta–, y sunovio, Arminio–; y tía Eusebia –her-mana del abuelo, “que vive cerca dela prisión”, casada con Luciano, contres hijos: Ronda, Enedina y Domi-ciano–.

b) Amigos de la familia: don Leon-cio [Rodríguez]; Porcel –quien repar-tía los sobres con los salarios en “LaPrensa”–; don Pancho –alcalde de LaLaguna–; don Eustaquio –socio del pe-riódico, padre de Juanela–; Alido(i.e. por [González de] Aledo) –abo-gado–; Victoriano –“que cantaba en lasrondallas”, amigo del padre–; Perica–medianera que “cuida la finca del Bar-bado”; y Petra –sirvienta–.

c) Vecinos: Juan Sisí; seña Domingay sus amapolas; y don Roque.

d) Amigos de Nivaria: Carola, Sama-rina, Nito, Titico, Juanela, Paca, Rita,Minerva, Carucha y Brígida.

la parroquia de Arona con Buena-ventura García Linares, hija de Anto-nio García Pérez y de Inocencia Lina-res Rodríguez –todos naturales yvecinos del Valle de San Lorenzo(Arona)–. Antonio Tejera García fue,a su vez, hijo de Carlos Tejera Sierray de Victorina García García –casadosen Arona en 1855–, hija de Antonio Gar-cía Linares y de Antonia GarcíaMarrero –avecindados todos en el Vallede San Lorenzo–.

ConclusiónQue estas pocas líneas, hilvanadas

con la sana intención de contemplaresta obra desde otro punto de vista,pudiesen contribuir a que se revita-lice la lectura de “El barranco” seríauna meta demasiado ambiciosa. Noscontentamos con despertar la curio-sidad de unos pocos lectores para abrirsus páginas, perderse en la mente deuna pequeña de apenas siete años quedescribe la apariencia de la guerra através de la experiencia de su día adía, ante la ausencia de su queridopadre en el ámbito familiar, y con elconvencimiento, expresado certe-ramente por el novelista españolJavier Cercas en su incomparable “Sol-dados de Salamina”, de que para escri-bir novelas no hace falta imaginación,solo memoria, porque las novelas seescriben combinando recuerdos.

Plano de las callesdonde estaba lavivienda de NivariaTejera, señalandoesta con las flechas.

e) Otros: el capitán Otero; don Eu-timio y don Tarife –curas–; donRafael y don Gustavo –maestros–; la“vieja Serrucho” –vecina de Santa Cruzde Tenerife con sus inseparablesgatos–; ”Papa Chano”, el médico; choPedro el montañés; y la “mujer delinglés”, avecindada en la capitalsantacrucera.

Genealogía de la familia TejeraTal y como hemos apuntado, el eje

de la novela de “El barranco” gira entorno a la calle y a una casa, pero tam-bién lo hace en torno a la familiapaterna, en las figuras preferentementedel padre de Nivaria, Saturnino (nom-brado en la novela como Santiago)Tejera García, y de su abuelo, Anto-nio Tejera García. Sobre el primero deellos se ha realizado un estudio bio-gráfico pormenorizado, obra de Vic-toria María Sueiro Rodríguez , y de élrescatamos que nació en La Lagunael 22 de noviembre de 1900, hijo delprecitado Antonio Tejera García y deBuenaventura García Linares, siendosus tres hermanos Urbana, Juan y Ale-jandro –fallecido este a edad temprana–.

Para obtener referencias biográfi-cas de Antonio Tejera García hemoscontado con la invaluable aportacióndel investigador Nelson Díaz Frías,quien nos precisa que Antonio con-trajo matrimonio en el año 1900 en

EN PORTADA

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El barranco, 1989 : 87. En relación a este tingladoes interesante apuntar que añade: “Allí no hay lám-para que encender. En un rincón se ata a Yolí, al piede la destiladera y en el otro hay ruedas de auto-bús que tío colecciona, en unas tablas, cerca deltecho húmedo” (El barranco, 1989 : 26).

El barranco, 1989 : 37.El barranco, 1989 : 34.El barranco, 1989 : 37, 39.El barranco, 1989 : 35.El barranco, 1989 : 37. Sobre la casa de este perso-

naje recalca la autora “que siempre luce estarsecayendo y es tan rara, toda de madera y con pasi-llos inclinados, que ya se parece a Juan Sisí cuando

cruza a esa hora con cuidado para que no tropiecesu pata de palo” (El barranco, 1989 : 58). Más ade-lante añade “que se arrasó la finca de Juan Sisí, sucasa de madera, sus calabazas, para hacer un cam-pamento” (El barranco, 1989 : 134).

Según el Diccionario de la Real Academia Espa-ñola de la Lengua, albarda es la «pieza principal delaparejo de las caballerías de carga, que se componede dos a manera de almohadas rellenas, general-mente de paja y unidas por la parte que cae sobreel lomo del animal». Refiriéndose al tinglado delpatio de la casa apunta la protagonista que “allíabuelo se sienta desde que amanece a fabricaralbardas a los magos” (El barranco, 1989 : 24).

El barranco, 1989 : 58-59.El barranco, 1989 : 24.El barranco, 1989 : 104-105.En este sentido es interesante apuntar que Niva-

ria Tejera cita en el libro las excursiones realizadascon su padre a un paraje conocido como “Terra-mota”, enclave que para nosotros no puede serotro que Mesa Mota (El barranco, 1989 : 93).

La protagonista de la novela es nombrada enalgunos momentos como “Chibita”, en una indu-dable cercanía fonológica a Nivita (Nivaria), lo que“establece una identificación textual entre narra-dora y autora” (HERNÁNDEZ-OJEDA, op. cit, p. 34)

SUEIRO RODRÍGUEZ, Victoria María: Perfil biobi-

bliográfico del tinerfeño Saturnino Tejera García.Servicio de Publicaciones; Puerto del Rosario(Fuerteventura), 2008

SUEIRO RODRÍGUEZ, V.M.: Op. cit. pág. 19.Es curioso que Nivaria Tejera llega a citar datos

biográficos de su fallecida abuela, “que se muriótan pronto, a los catorce años de estar con abuelo”(en torno a 1914), apuntando a renglón seguidoque era “aldeana de Arona” (El barranco, 1989 :80).

DÍAZ FRÍAS, Nelson: La historia de Vilaflor deChasna. La Laguna; Centro de la Cultura PopularCanaria; Vilaflor: Ayuntamiento, 2002. Tomo II.pp. 336-337.

domingo, 3 de noviembre de 2013, EL DÍA4

GALERÍA DE RETRATOS

Isaac Valencia Domínguez(Óleo sobre lienzo de 120 cmx80 cm)

Toda unavidadedicada aLa Orotava���Isaac Valencia Domínguez (LaOrotava, 1937) deja la alcaldía vi-llera después de 30 años como pri-mer edil y 34 como miembro de eseConsistorio.

Todo comenzó el 21 de noviem-bre de 1978, hace casi 35 años. Aqueldía, Isaac Valencia Domínguezcomienza su andadura como con-cejal del ayuntamiento del muni-cipio más grande de la isla, con un10% del territorio insular y un 90%del parque nacional de Las Caña-das del Teide; un término muni-cipal que nace en el mar y llega hastael pico mas alto de España.

Empezó en una época bastantedura, en donde muchas de las callesde la Villa aún eran de tierra y pie-dras, gran parte del municipio nocontaba con los servicios básicosy La Orotava solo era un pequeñopueblo del norte de Tenerife.

Isaac Valencia asegura que “laconstancia y la ilusión han sido partefundamental del día a día”, y sub-raya que su causa ha sido siempre“trabajar para dar lo mejor y la mayorcalidad de vida a nuestros vecinos.Lograr un equilibrio justo y que to-dos seamos iguales. Porque hace34 años no lo éramos”. Su gran obje-tivo fue siempre luchar y reivin-dicar el desarrollo de la zona altadel municipio. Y esto se ve refle-jado en la innumerable cantidadde proyectos realizados durante estatrayectoria.

Hay que enfatizar que miles devilleros jóvenes no han conocidoen su vida a otro alcalde de La Oro-tava que no sea D. Isaac, muchosde estos han visto al municipio cre-cer y desarrollarse como uno de lospilares de la comarca. El 29 de octu-bre de 2013, día en que dejó la Alcal-día, sin duda será un día históricopara la villa.

Valencia tuvo palabras de agra-decimiento para todo el personaldel ayuntamiento, “desde las se-ñoras de la limpieza hasta el másalto funcionario”. Y reservó unamención especial para sus chófe-res, los secretarios generales queha tenido el ayuntamiento y su se-cretaria Malule, “quien ha estadoa mi lado durante tres décadas”.De su sucesor, Francisco Linares,dijo que “es nuestro líder y él sabelo que hace. Tiene carácter, fuerza,tenacidad y perseverancia”.

Isaac Valencia Domínguez ha sidomandatario villero durante más de1.570 semanas, 365 meses, casi 30años y medio, y puede asegurar quetras tanto esfuerzo por parte de todoel equipo, La Orotava, hoy, es elmunicipio con el que siempre so-ñó.

José Carlos GraciaTeléfono 922 380 668; [email protected]

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EL DÍA, domingo, 3 de noviembre de 2013 p5HISTORIA

1498 Beatriz de Bobadilla aceptase casarcon Alonso de Lugo. El matrimonio fueuna alianza en toda regla, pues simul-táneamente casaron los primogénitosde ambos, Inés y Pedro. Dª Inés Perazafalleció en 1503, y al año siguiente la pro-pia Beatriz de Bobadilla. El Adelantado,padrastro del menor Guillén Peraza,quedó como administrador de susbienes. La mitad occidental de los esta-dosdelosPeraza-Herrerapasabaamanosde los de Lugo.

Para el futuro Adelantado, la últimadécada del XV fue la de su entrada enla Historia. El relato es bien conocido.Con el auspicio de los Católicos, se hizosin mayores dificultades con la isla deLa Palma, y en 1494 intentó repetir lamaniobra en Tenerife. El episodio ter-minó con el afamado desbarate de Acen-tejo. Persistente y escarmentado, debióde comprender que sin socio militar sol-vente no se remataría la empresa. Pro-metió en escritura pública ceder la mitadde las tierras y las presas de Tenerife aquien aportase tropas y bastimentos.El único interesado en la campaña fuesu antiguo patrón, el duque de MedinaSidonia. Su representante en Gran Ca-naria,GonzaloSúarezdeQuemada,trans-mitió la oferta al Guzmán, quien, sin con-tratiempos,reunió650infantesy40jine-tes veteranos de las guerras de Granada.Al mando de Francisco de Estupiñán,los embarcó en seis carabelas en octu-bre de 1495. La isla estaba tomada enlos primeros meses del año siguiente.Alonso de Lugo envió al Duque algu-nas partidas de esclavos tinerfeños y leadjudicó el reino guanche de Abona.

En el Archivo Ducal de Medina Sido-nia se conserva una colección de docu-mentos relacionados con el devenir ylos avatares del donadío (1). El duqueJuan despachó a Suárez de Quemadapara inspeccionarlo, quien calculó enuna legua cuadrada las tierras de mejorcalidad. Estimaciones posteriores eva-luaron la extensión total de la propie-dad en “mas de cuatro leguas en cua-dra”, desde las cañadas del Teide (semenciona el puerto de Guajara) hastael mar, surcada por los ríos de AbonayAbades.Con“buenospuertos”,eraabun-dante en aguas, bosques y tierras apro-piadas para el cultivo de la caña de azú-car.

El factor del Duque esbozó un pro-yectoqueconligerasvariantesseríainten-tado por sus sucesores. Se trataba deponer en marcha un gran ingenio azu-carero en la zona de “Las Vegas de JuanAlonso” (hoy Las Vegas, Arico) con todoslos útiles e instalaciones necesarias: tan-que y canalizaciones de agua, molinosde grano y de caña, casa de calderas,casa de purgar, casa de piletas, alma-cenes de grano y leña... La explotaciónincluía parcelas para trigo, hortalizas,frutales y viñas que serían ofrecidas enrégimen de medianía a pobladores loca-les. El conjunto se completaría con casafuerte para el mayordomo, iglesia, carre-teray puerto,probablementeenelactualPorís de Abona.

En definitiva, se trataba de fundar unapoblación que se llamaría Nuevo San-lúcar, y que sería el asentamiento- capi-tal de los Guzmanes en la isla. Se sabe

En los primeros años delsiglo XVI el balance de losdiferentes actores del asuntode Canarias era agridulce.Para los Católicos, el resu-

men era claramente positivo..., pero en1500 habían muerto sus dos hijos ma-yores,ylasucesiónpasabaaJuana,casadacon Felipe de Borgoña y Flandes, hijodel emperador Maximiliano I de Habs-burgo. La situación desbordaba los cál-culos más pesimistas de Isabel y Fer-nando, pues, independientemente delestado mental de la futura reina, era evi-dente que carecía de ambiciones polí-ticas, y que el poder efectivo lo ejerceríasu marido.

Felipe de Habsburgo era, a pesar desu juventud, un político con experienciaque se movía con soltura en las corteseuropeas. Con 25 años había puesto enmarcha una administración eficiente enFlandes. Por su talante, títulos y rela-ciones, era una figura emergente en elviejo continente, que contaba con unconsejo asesor profesionalizado, y pre-sumía de sentar a su mesa a Erasmo deRóterdam y a otros humanistas de pres-tigio.Sucorteerasinónimodelujo,boatoy liberalidad de costumbres al estilo fran-cés e italiano, vivo contraste con la aus-teridad, el rigorismo religioso y el en-lutamiento de la castellana.

La disparidad de estilos de vida, inte-reses y horizontes intelectuales fue reco-gida por diversos cronistas. En el nortedel continente se gestaba la reforma pro-testante, y el debate giraba en torno ala autoridad, moralidad y competenciasdel papado, mientras que Castilla se afa-naba en una política fundada en el acre-centamiento de la hacienda real, la una-nimidad religiosa y la empresa ameri-cana.

Felipe El Hermoso era un Habsburgo,por lo que se presumía que ocuparía eltronoconelempaquepropiodesulinaje.Cuando se presentó en La Coruña vi-no acompañado de una flota de 40 bar-cos y de 3000 alemanes, dispuestos atomar las riendas del poder. Que habríacambios nadie lo dudaba. Ya en 1502,cuando Juana y Felipe fueron recono-cidos como herederos, se intuía que nosería fácil contemplar al El Hermoso ysus flamencos presidiendo autos de fe.

ElbalancedelacasadeNiebla-MedinaSidonia también era desigual. El duqueEnrique, apodado El Magnífico, murióen 1492. Su apoyo había sido decisivopara la causa de los Católicos en Anda-lucía, lo cual confirmó a los Guzmanesen el cargo de alcaldes mayores de Sevi-lla. Pero la entente fue breve. Las acti-

vidades de la Inquisición en los esta-dos del nuevo duque Juan, y el intentode los Católicos de hacerse con el con-trol del puerto de Sanlúcar distanció alas partes.

La posesión de Gibraltar había sidouna constante, una obsesión para losGuzmanes. En dos siglos y medio con-quistaron y perdieron la plaza en tresocasiones, sin contar los ensayos fra-casados. Salió bien el de 1467, y la ciu-dad quedó para el Duque. Los Católi-cos confirmaron la posesión, lo cual nosignificaba que renunciasen al domi-nio de la plaza. La oportunidad se les

presentó en 1499.El duque Juan había casado en pri-

meras nupcias con Isabel de Velasco,hija del Condestable de Castilla, muertade parto en 1495. Inició relación íntimacon su prima hermana Leonor de Guz-mán,enloqueentoncessellamabamatri-monio a la morisca. Tuvieron un hijosin casar a faz de iglesia, irregularidadque no era especialmente escandalosa,pero sí la consanguinidad, que estabaconsiderada incesto y penada por la leycon la pérdida de la mitad de los bie-nes. Visto el cariz de los acontecimientos,el Guzmán se apresuró a enviar dele-gación a Roma que solucionase el in-conveniente. Previo pago generoso, con-siguió la debida indulgencia papal, y casó

inmediatamente, legalizando relacióne hijo. Presentado el caso ante el Con-sejo, este dictaminó que el niño habíanacido antes de la llegada del favor delPapa, por lo que procedía aplicar la ley.No se conocen órdenes ejecutivas nirenunciaformaldelDuque,perolociertoes que el Guzmán perdió Gibraltar, y el2 de enero de 1502 el alcalde de Jerezde la Frontera tomó posesión en nom-bre de los Reyes.

LacasaPeraza-Herreravivíahorasbajas.En 1478 perdió la ascendencia sobre lasCanarias mayores, y en 1485 murió Diegode Herrera.Elpatrimoniohabía sidodivi-

dido previamente entre los hijos, co-rrespondiendo a Hernán Peraza La Go-mera y El Hierro. Casado con Beatriz deBobadilla, ejerció junto a su madre comocabezadel linaje.En1489hubounlevan-tamientogeneralenLaGomeraqueacabócon la vida del Peraza. Beatriz de Bo-badilla, como tutora de los hijos habi-dos en el matrimonio, Inés y Guillén,quedó con el señorío de La Gomera yEl Hierro.

Dª Inés Peraza no vio con buenos ojosque una parte sustancial de la heren-cia familiar fuese a parar a manos de unaadvenediza e inició pleitos y maniobrasencaminadas a hacerse con la tutoríadesusnietos.Lapresiónfueincrescendo,y probablemente influyó para que en

EL IMAGINARIO DE ALONSOFERNÁNDEZ DE LUGO (Y III).

De secretos y traiciones

Escudo de losLugo en Oropesa-Puerto Espíndola.

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Texto: Fernando Herráiz Sá[email protected]

domingo, 3 de noviembre de 2013, EL DÍAp6

Funcionarios experimentados, sabíanque una cosa era emitir mercedes y otrahacerse realmente con las posesiones.Para ello era imprescindible que un comi-sionado real viniese a las islas. Y así sehizo. En enero de 1506 se habilitó al licen-ciado Juan Ortiz de Zárate como refor-mador de los repartimientos de tierrasen las islas. En el pliego de instruccio-nes firmadas por el Católico se lee: “Man-damos dar para cumplir con las perso-nas.... que presenten ante vos las cartasde mercedes..., que no se han cumplido...lo hagáis luego cumplir... sin dilaciónalguna...”. Otro de sus cometidos era“... informad si en las dichas islas tienen...tierras e aguas e injenios... algunas per-sonas poderosas sin ser vecinos...”.

El duque de Medina Sidonia había am-pliado sus posesiones en Tenerife. Me-diantecomprasyacuerdossehabíahechocon tres de los mejores ingenios de laisla, el de Mateo Viña, en Daute, y losde Bartolomé Benítez y Lope Fernán-dez, en La Orotava. Sumados a su pose-sióndeAbona,constituíanunpatrimonio

considerable. Pero... la situación era irre-gular, pues para adquisiciones de estaíndole era preceptiva la autorización real,y la responsabilidad de fiscalizarlas recaíaen el gobernador Alonso de Lugo. Quehabía inquietud en el entorno del Ade-lantado lo demuestra la declaración deLope Fernández, regidor, quien “ledixo –a mal dicho que aveis dado al Duqueel Reino de Abona,... e no parece bien quemetáistalgalloenlaislayenvuestromula-dar, porque el Duque es grand señor ypodría ser que os heche fuera de la isla–respondió el Adelantado– si eso quisierefazer quemalle he cuanto tuviere...”.

Era, pues, una alianza de convenienciaen la que el de Lugo actuaba con cau-tela por saberse la parte más débil, peroelGuzmánlehizounaofertaquenopodíarechazar: casar con Isabel de Zúñiga, her-mana de su mujer y del duque de Béjar.La boda pondría a su alcance lo que alparecer era su gran objetivo. El rey Felipepronto vendría a Castilla, y el duque Juanocuparía un lugar destacado en la nue-va corte. Por su parte, el de Lugo ad-ministraba cinco de las siete islas, y teníaen marcha un pleito para hacerse conelcontroldeLanzarote.Bastaríacondotaral Adelantamiento de poderes efectivos,para que el archipiélago entero estuviese

bajo su autoridad. Estas serían las ma-ravillas que verían las islas.

La noticia del casorio suscitó incre-dulidadenTenerife,puesIsabeldeZúñiga“era grand señora” y el Adelantado “eraviejo y vevia mucho”. El propio Pedrode Vergara expresó dudas, pero locierto era que el negocio avanzaba. Elescribano Antón Vallejo da detalles. Elintermediario era Andrés Xuarez Galli-nato, sobrino del Adelantado, que apa-rece mencionado como “caballero de lacasa del Duque de Medina Çidonia”. Elmemorial secreto, y los poderes para elenlace estaban firmados antes de abrilde 1506.

EstemismomesllegaronFelipeyJuanaa La Coruña, renunciando a entrar porAndalucía por el mal tiempo. El Cató-lico los esperaba en Laredo. Se intercam-biaron negociadores, y finalmente sevieron las caras a mediados de junio enRemesal de Sanabria. El Habsburgo acu-dió acompañado de 6.000 hombres dearmas, El Católico, de 200 jinetes mon-tadosenmulasyencapuchadosdenegro.

Poco después Fernando renunció a todossus derechos y abandonó Castilla. Jua-na y Felipe fueron coronados en Valla-dolid.

Entre tanto, Ortiz de Zárate había lle-gado a La Laguna y comenzado su refor-mación. No sin esfuerzo, consiguió hacerhuecos para las tierras de los conseje-ros reales. Los licenciados De la Fuen-te, Moxica, Zapata, Santiago, De Alar-cón y Carvajal recibieron sus posesio-nes. El ingenio que se traspasó a Zapataera uno de los del Duque, y las tierrasde Carvajal eran las de Xuarez Gallinato.Pedro Azedo, vecino de La Palma, oyódecir al Adelantado “...que si supiera loque el dicho reformador traia cuando deCastilla vino que, en llegando a la isla,lo ahorcava”.

La llegada del nuevo rey animó a loscordobesesapresentarquejashastaenton-ces desoídas. En 1504 había tenido lugarun auto de fe extraordinario. A instan-cias del inquisidor Rodríguez de Lucerofueron quemados 107 reos acusados dejudaizantes. La ciudad quedó espantada,y se organizó un movimiento de resis-tencia encabezado por el marqués dePriego. Las quejas llegaron al Papa JulioII,perofueronrápidamenteneutralizadaspor sendas misivas del Católico, quien

HISTORIA

que Suárez de Quemada inició obras,plantó cañas traídas de Gran Canaria,e importó esclavos que estaban activosen 1503. Poco después fue quemado porla Inquisición acusado del pecado ne-fando(homosexualidad). ElDuqueenviócomo nuevo factor a Gonzalo Muñoz,personaje en buenas relaciones con elAdelantado.

En 1505 todas las líneas de poder deCanarias pasaban por Alonso de Lugo.Era gobernador de Tenerife y La Palma,capitándeBerberíayAdelantadodeCana-rias por los Católicos; administrador deLa Gomera, El Hierro y Fuerteventurapor los Peraza, y sólido aliado del duquede Medina Sidonia. Así, estaba en po-sicióndeanunciarque“...antesdemuchostiempos verían maravillas en esta isla”.

Las piezas en el tableroEl 26 de noviembre de 1504 murió la

reina Isabel, epicentro de los equilibriosde poder en Castilla, y por extensión,en Canarias. Su desaparición fue vividacomo tragedia o alivio, dependiendo decada cual. No había muchas dudas delo que iba a ocurrir. El Católico le habíaarrancado en el lecho de muerte un tes-tamento que le designaba como admi-nistrador del reino si su hija “no quierao no pueda entender en la gobernación”,pero Fernando nunca había sido rey deCastilla,ylosFueroseranclaros: losdere-chosdesucesiónsetransmitíandepadresa hijos, no entre esposos. Lo sabía el viejocatalán, pues antes de un año estabacasado con Germana de Foix. Con ellatuvo un hijo, que de sobrevivir habríaheredado la Corona de Aragón.

Juana y Felipe estaban en Flandes.El Habsburgo desconfiaba del Católico,por lo que antes de asomar por Casti-lla inició negociaciones con los grandesdel reino. Uno a uno fueron pasando asu bando. El de Medina Sidonia envióa Bruselas a su contador Pedro de Estu-piñán, quien ofreció a El Hermoso hom-bres y dineros, y lo invitó a regresar aCastillaporunodelospuertosdelDuque.Allí le aguardarían 2.000 jinetes y8.000 peones. Parece que hubo acuerdo,pues al Guzmán fue confirmado en laposesión de Gibraltar, y nombrado capi-tán general de Andalucía.

Se respiraba cambio de régimen. Losaltos funcionarios de la Corte compren-dieron que habría nueva administración,y procuraron asegurarse el futuro.Muchos pusieron la vista en Canarias,y especialmente en Tenerife. A lo lar-go de 1505 se autoconcedieron unas 100caballerías de las mejores tierras azu-careras de las islas. Un ingenio mediotenía 4 o 5.

Los mejor parados fueron los miem-bros del Consejo de Castilla, licencia-dos Luis de Zapata (ingenio en Daute),Luis de Polanco (8 cv. en La Orotava),Francisco de Vargas (ingenio en La Oro-tava),GalíndezdeCarvajal (8cv.enTene-rife) y Gómez de Santiago (6 cv. en LaOrotava). Algunadeestasmercedesestabafirmada por el propio beneficiado. Es-tospersonajesnuncahabíanpisadoCana-rias, y era evidente que no pretendíanponerenproducciónlastierras,sinoven-derlas en cuanto se presentase la oca-sión.

Iglesia de LasVegas. Arico.Caserío fundado porlos factores de losduques de MedinaSidonia.

argumentaba que los reos habían sidojuzgados conforme a la ley castellana.En agosto de 1506 el caso fue presen-tado ante el ya Felipe I, quien ordenóla suspensión cautelar de todos los pro-cesos del Santo Oficio, y la destituciónde Diego de Deza como inquisidor gene-ral.

A finales de septiembre, el duque Juanse encontraba en Sevilla, cuando reci-bió la noticia de la muerte de Felipe deHabsburgo.Sureinadohabíaduradodiezsemanas, y se escucharon rumores deenvenenamiento.Conmocionado,elGuz-mán ordenó levantar tropas y cercar laplaza de Gibraltar, lo que implicaba unenfrentamiento abierto con el Católico,quien previsiblemente regresaría aCastilla.

Alonso de Lugo había embarcado parala península sin tener noticia del falle-cimiento. El propósito del viaje era cum-plir con el protocolario besamanos delos nuevos monarcas, entrevistarse conel Guzmán para ultimar el casorio, y pre-sentar sus alegaciones en el pleito queseguíaconGuillenPeraza.ArribóaCádiz,y su conmoción no fue menor. Demos-trando reflejos, extendió poderes a sushijos Pedro y Fernando para que actua-sen como gobernadores de Tenerife yLa Palma..., mientras, el Duque lo espe-raba en Sevilla.

Llegado Pedro de Lugo a La Laguna,expulsó de la isla al reformador Ortizde Zárate, y ordenó alarde armado parael domingo siguiente, lo cual equiva-lía a poner la isla en estado de excep-ción en favor de la Reina Juana, y delduque de Medina Sidonia. Pero el cer-co a Gibraltar fracasó.

El duque Juan no se movió de Sevi-lla, y encomendó el mando simbólicode la operación a su hijo Enrique, de 11años. Mal preparado y carente de di-rección, hubo de levantar el asedio antesde dos meses. La noticia fue un mazazopara Pedro de Lugo, quien“... no lo podíacreer, suspiraba...e mostró gesto que lepesaba de ello...”.

ElCatólicoestabaenNápolesynomos-traba prisa en volver. Una parte consi-derable de la nobleza formó liga jura-mentada para oponerse a su regreso. Lafacción andaluza la encabezaba elGuzmán. En noviembre, los vecinos deCórdoba asaltaron las cárceles del San-to Oficio, liberando a 400 presos. Ro-dríguez de Lucero logró huir en el últimomomento. Hubo revueltas en Sevilla,y el inquisidor general cambió de ban-do uniéndose a los nobles conjurados.

Alonso de Lugo seguía en Castilla.Según su acusador Hernando del Hoyo,acudió a la cita con el Duque y contri-buyóalospreparativosdelcercodeGibral-tar. Según Alonso Galán, “el Duque loavia embiado a llamar e que dicho Ade-lantado no quiso ir a su posada, salvoque se partió para la Corte a besar lasmanos a la Reina”. Esta segunda ver-sión parece la más probable, pues po-co después el duque Juan puso pleitoal de Lugo reclamándole deudas anti-guas (2) . El Guzmán se sintió traicio-nado.

Así pues, es muy probable que el Ade-lantado estuviese en Burgos el 20 di-ciembre de 1506, fecha en la que la Reina

EL DÍA, domingo, 3 de noviembre de 2013 p7

Todos, excepto el Marqués de Priego enCórdoba, y el nuevo duque de MedinaSidonia. La Casa estaba descabezada,pues el heredero Enrique tenía 12 años,aunque contaba con la protección dePedro de Girón, conde de Ureña, quienhabía casado al niño con su hermanaMaría.

En agosto de 1507 los suizos de Fer-nando vencieron la resistencia del dePriego y tomaron Córdoba. Hubo eje-cuciones y el Marqués fue condenadoa cinco años de exilio. Fernando apro-vechó la visita para restablecer la Inqui-sición en la ciudad, con Rodríguez deLuceroalfrente,quienenlosañossiguien-tesconsiguióquemara277herejes.LuegomarchóaSevilla,dondecitóaldeMedinaSidonia y a su protector, el Conde deUreña. Temiendo una emboscada, am-boshuyeron“auñadecaballo”ynopara-ron hasta cruzar la raya de Portugal.

El Católico nombró administradoresque se hicieron cargo de los estados deMedina Sidonia, entre ellos a FranciscoSpíndola, alcalde de Sanlúcar. Villas y

ciudades acataron a las nuevas autori-dades, excepto Niebla, solar antiguo dellinaje. Fernando requirió de nuevo a sussuizos, quienes asaltaron la villa ennoviembre de 1508. El saco de Nieblaquedó recogido en las crónicas como unamasacre de proporciones nunca vistas,pues era la primera vez que un ejércitoprofesional se empleaba a fondo con-tra población civil. Alonso de Lugo debióde intuir que pronto llegaría su turno.

En marzo de 1508, el Consejo habíacomisionado a Lope de Sosa para tomarresidencia al Adelantado, y en julio teníaen su poder las varas de mando. Her-nando del Hoyo salió de la cárcel e inme-diatamente puso denuncia por traicióny abuso de autoridad. El juez de resi-dencia abrió proceso detallado que envióen secreto a la Corte. La situación delde Lugo era comprometida. Pero, parasorpresa de todos, en octubre una ordendel Consejo le restituyó en sus cargoscon plenos poderes. Lope de Sosa co-municó con la Corte, señalando lairregularidad del caso, pues el juicio nohabía concluido, y envió por segundavez el proceso secreto, suponiendo edu-cadamente que el primero se había per-dido. ¿Qué ocurrió?

En 1511 el Adelantado instituyó mayo-razgo (5). El documento enumera sus po-sesiones, entre ellas “seis cavallerias detierra de riego que... compró al licenciadoMoxica, del Consejo de la Reina”, otras“... seis cavallerias que compró al Ldo.Santiago,deldichoConsejo...” y“seiscava-llerias que compró al Ldo. Carvajal, deldicho Consejo...”. Además, ayudó al licen-ciado Zapata con dineros y hombres enla explotación de su ingenio de Daute.¿Sobornó el Adelantado a los asesoresreales?

Formalmente se trató de una com-pra-venta de tierras, pero lo cierto es quelos Moxica, Santiago, Carvajal y Zapatase hicieron con suma considerable sinmoverse de la Corte ni arriesgar un mara-vedí. Cabe preguntarse de dónde sacóel de Lugo los caudales, pues sus ren-tas no daban para tanto. En 1518, Fran-cisco Spíndola y Tomás Mallart le re-clamaron la devolución de un préstamode 5.881.000 maravedíes (4). La canti-dad había sido entregada antes de1512. En esta fecha el de Lugo no la había

devuelto, por lo que les empeñó el inge-niodeLosSauces,enLaPalma.EsteSpín-dola era alcalde de Sanlúcar, y admi-nistrador de los bienes del duque Enri-que, huido a Portugal. El círculo se cie-rraconlainformaciónrecogidaendenun-cia presentada en 1516 por la duquesaMaría Girón. En ella reclama a Franciscoy Rafael Spíndola unos 3 millones demaravedíes que habrían sustraído de lasarcas del Guzmán (5) durante su ausen-cia.

El relato de lo sucedido pudo ser comosigue.Anteelpresumiblecambiodeadmi-nistración,numerososmiembrosdelCon-sejo de Castilla se autoadjudicarontierras en Canarias, todas de la mejorcalidad. Ortiz de Zárate fue enviado paraasentarlasposesiones,ysolotuvotiempode atender los intereses de algunos delos consejeros más destacados, pero...el rumbo de los acontecimientos no fueelprevisto,yelAdelantadosevioensitua-ción apurada. Buen negociador, com-prendió que los cortesanos deseabandeshacerse a la mayor brevedad de dona-díoslejanosyproblemáticos.Desdeluego,a buen precio. Para financiar la opera-ciónrecurrióasusmediosparientesRafaely Francisco Spíndola, que manejaban

HISTORIA

Juana hizo desenterrar el cadáver de Fe-lipe. Momificado parcialmente, segúnPedroMártirdeAnglería,“nosedistinguíabien si tenía rostro de hombre, porqueenvuelto en vendajes impregnados enungüentos y embadurnado todo enespesa cal, nos parecía estar viendo unacabeza hecha de yeso”. Parece que el pro-pósito era organizar un cortejo fúnebreal estilo del que acompañó a la reina Isa-bel a Granada. Pero pronto el asunto ad-quirió tintes surrealistas. La Corte enpleno siguió a la Reina en jornadas demarchas nocturnas, soportando los rigo-res del invierno castellano. El cadáverera extraído diariamente para ser exa-minado por Juana en presencia de unaguardia de nobles enlutados, rodeadosde enjambres de velas. Anglería cuentaque el humo de los cirios “nos ha dadoun color de etíopes”. En Nochebuena,la comitiva se instaló en Torquemada,aldea donde no había más casa decentequeladelcura. LaCorteseretiróaPalen-cia. Allí se encontraba el de Lugo en fe-brero presentando el caso de Guillén Pe-raza, por lo que es posible que uno delos caballeros enlutados fuese el Ade-lantado. Su opción era sencilla. Pasaralo que pasase, la reina legítima era Juana,porloquenohabíaalternativamásseguraymenoscomprometidaquepermanecera su lado.

En abril de 1507 corrió el rumor deque Fernando se preparaba para volver,y se declaró la peste en Sevilla. En mayoel de Medina Sidonia salió de la ciudadpara cercar nuevamente Gibraltar. Laplaza resistió, y el duque Juan, informa-do de que la epidemia había cedido, re-gresó a la capital andaluza. La noticiasedemostrófalsa,pueselGuzmányalgu-nos de su séquito contrajeron la enfer-medad. El Duque apenas tuvo tiempode testar “de hinojos”, abjurando de todaherejía y reclamando comunión que eraderigor.Entresuspertenenciasseencon-tró un sambenito de estameña. Murióel 14 de julio. En esa fecha el Católicoya estaba en Castilla.

En Tenerife, Pedro de Lugo aguardabaacontecimientos. Pretextando peligrode peste, había colocado guardas en lospuertos que impedían la salida a quie-nes se dirigían a la Corte. En La Laguna,los regidores Bartolomé Benítez y Pe-dro de Vergara vigilaban a quienes oye-ran “dezir que el duque hera traidor”.Finalmente, Alonso de Lugo regresó enlasegundaquincenademayo,pocoantesde que Fernando pisase Castilla.

Su primera medida fue desheredara su hijo Pedro. Una explicación pro-bable es que pretendía una política de“control de daños”, y su hijo se habíasignificadoenexceso.Enelprimercabildoque presidió se encontró con la dimi-sión de Mateo Viña y Pedro de Vergara,también señalados como afines alGuzmán. Fiel a su estilo, encarceló a Her-nando del Hoyo y a otros fernandistas,yprocurócontrolar lasislasmanteniendoguardas en los puertos.

El Católico había traído de Nápolesuna nutrida tropa de soldados profesio-nalessuizos.Elargumentodebiósercon-vincente, pues uno a uno los nobles con-jurados se pasaron a su bando, empe-zando por el inquisidor Diego de Deza.

Casona de losLugo en Oropesa-Puerto Espíndola.

los dineros del Duque ausente. Les em-peñó una valiosa posesión, el ingeniode Los Sauces, que estuvo en sus ma-nos durante doce años. En 1523 los deLugo lo recuperaron por la fuerza (6).Desaparecieron los Spíndola, y quedóel topónimo del actual puerto de SanAndrés y Sauces.

Así, se comprende que lo que salvóal Adelantado fue el control de las mejo-res tierras azucareras de la Corona deCastilla. El “oro blanco” no prosperabaen otras latitudes, y todos lo querían,así que... fue el clima. El clima. Al pare-cer, las cosas no han cambiado tanto.

La última oportunidadAcomienzosdelXVIseesfumólaposi-

bilidad de una Iberia de las tres cultu-ras. Pretender que lo ocurrido tras lamuerte de Felipe I fue una mera luchaentre nobles ambiciosos y un monarcaocupado en asentar un Estado modernoes una anacronía. Equivale a asumir quela población de Castilla, o su mayoría,odiaba a judíos y moriscos con la in-tensidad suficiente para expulsarlos oenviarlos a la hoguera. O que los Cató-licos tenían una concepción del Estadoque en realidad no llegó hasta los Bor-bones. También es un acto de fe con-cluir que nobles como los Guzmanes oelMarquésdePriego,dueñosde lasmejo-res bibliotecas de Andalucía, eran per-sonajes medievales, como sinónimo deatraso, incuria e incultura.

Se podía cambiar a un rey, e inclusoa un Papa, pero no a la Iglesia. Era la ins-titución más poderosa de su tiempo, ylos Católicos hicieron cuanto estuvo ensusmanosparaidentificarlaconlaCoronay su gobierno. No es casual el apelativocon el que han pasado a la historia. LaInquisición marco la raya del “estar connosotros o contra nosotros”. Dos ideas,dos imaginarios. No hay misterio en con-cluir que la gente del Adelantado, se-guramente en mayor medida que el pro-pio D. Alonso, se identificaban con loque poco después fue heterodoxia, puesen definitiva era lo que habían vivido.

NOTAS1) A.D.M.S. Fondo Canario.2) AZNAR VALLEJO, EDUARDO. Documen-

tos Canarios en el Registre General del Sello. 1476-1517. Nº700.

3) DE LA ROSA OLIVERA, LEOPOLDO. El Ade-lantado D. Alonso de Lugo y su residencia porLope de Sosa pg.167.

4) AZNAR VALLEJO, EDUARDO. Documen-tos Canarios en el Registre General del Sello.1518-1525. Nº1. Instituto de Canarios. 1991.

5) OSUNA, LEG.4, D.3; OSUNA, LEG.4, D.4OSUNA, C.4, D.6-7. En PARES.

6) AZNAR VALLEJO, EDUARDO. Documen-tos Canarios en el Registre General del Sello.1518-1525 Nº481.

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domingo, 3 de noviembre de 2013, EL DÍAp8www.eldia.es/laprensawww.eldia.es/laprensa

Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 901

Entre las biografías queRafael Cedrés Jorge haceconstar en su recientelibro “El antiguo tranvía deTenerife”, hay dos que

merecen, por diversos motivos, nues-tra preferente atención: Imeldo SerísGranier y Julio Cervera Baviera. El pri-mero, senador y diputado tinerfeño,fue, entre otros estimables detalles,quien legó una importante cantidadde dinero para que el arquitecto localManuel de Cámara y Cruz, íntimo delpolítico, erigiera el Instituto de Ense-ñanza Imeldo Serís, antigua EscuelaSuperior de Comercio, edificio que aduras penas se mantiene enhiesto enla avenida Veinticinco de Julio, de lacapital tinerfeña; y Julio Cervera fuepersonaje que estudiamos hace algu-nos años al ser autor material de la irrup-ción de la luz eléctrica en SantaCruz, en 1897.

“A todos aquellos que viven el hoyy les gusta recordar el ayer”, elespléndido volumen que nos ofreceel señalado autor colma todas nues-tras curiosidades y nuestras re-membranzas. En esta obra, de impe-cable y cuidada edición, se recogen los56 años de historia de este medio detransporte desde que, en 1900, fueimplantado en Tenerife. Cedrés, fun-cionario del Cabildo Insular de Tene-rife, tiene un justo reconocimiento paratodas aquellas personas y entidadesque apostaron por conservar esos docu-mentos antiguos que ahora han per-mitido a estudiosos como él recupe-rar retazos de nuestra historia para solazno solamente dirigidos a ciudadanosde a pie sino para personas con un per-fil técnico que sabrán calibrar elnivel de detalles que nos brinda estaimpecable narración.

(Van a permitirme este paréntesis.Repasando estas páginas surgen,inevitablemente, vivencias de nues-tra niñez, cuando el tranvía –con chis-pazos, trole, cobrador diligente y con-ductor abrigado y erguido– parecíafatigarse subiendo la rambla dePulido donde, prácticamente, ymenos el edificio de Radio ClubTenerife, todas las casas eran terre-ras; y donde una legión de limpiabotashacían sus perritas domingueras enlos aledaños de la plaza de La Paz, queentonces era ídem y no un conato defuente. Allí nuestro recordado tran-vía tenía una de sus múltiples para-das, muy cerca del cine La Paz y delCinema Victoria, donde íbamos a asus-tarnos con “Fu-Manchú y el hombreinvisible”; a cabalgar con Tom Mix

“El antiguo tranvía de Tenerife”,de Rafael Cedrés

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Texto: Antonio Salgado Pérez

y a divertirnos con Tarzán y Chita).El autor de tan nostálgico y didác-

tico tomo nos descubre, por lomenos a quien suscribe, lo del nom-bre de “Tranvía Villasegura”, enhonor del ínclito político ya men-cionado, como agradecimiento porsu actuación en las Cortes españolaspara lograr que se otorgasen lasconcesiones que permitieran la cons-trucción del citado medio de trans-porte.“El antiguo tranvía de Tenerife” nos

ha resultado una admirable labor deinvestigación, donde se rinde unexhaustivo homenaje a todos aque-llos que, a título individual y en pri-vado, contribuyeron a que este

medio de transporte circulara entrelas ciudades de Santa Cruz, LaLaguna y Tacoronte durante la pri-mera mitad del siglo XX.

Leer detenidamente este libro, quecostó, por su complejidad, varios añosredactarlo, supone un gran entrete-nimiento y un auténtico goce visualpor la selección de innumerables foto-grafías que se insertan. Rafael Cedrésaprovechó al máximo la prolija docu-mentación que pasó por sus manos.Tocó con sapiencia todas las escalasque ofrecía la historia, desde el pro-yecto de la construcción del referidomedio de comunicación, como susdiferentes etapas: las concesiones, lasacciones, billetes, abonos y pases; el

trazado y sus paradas; las tarifas; lasestaciones; la energía eléctrica; los via-jeros ilustres, desde el rey LeopoldoII de Bélgica, Patricio Estévanez y elrey Alfonso XII hasta el inolvidableDomingo Pérez Cáceres, entre otros.

Pero hay un capítulo que, para noso-tros, tiene una preferente atención porsu minuciosidad y relevancia perio-dística, el atraco de la Curva de Gra-cia que, en este tomo, hay que seguirpaso a paso para valorar su generosaindagación y alcance.

En una de las tantas fotos del librofigura el reverendo padre Luis, de lasEscuelas Pías, bendiciendo la estruc-tura de un tranvía que, adquirido porAlberto Bichara, estuvo ubicado en lacarretera de Las Mercedes desde1965 hasta 1970, con el nombre de“Tranvía Club 8”. Permaneció eneste lugar hasta que en 1970 fue ven-dido e instalado también con fines debar en las inmediaciones de Ten-Bel(Las Galletas), hasta que desapareciótras un incendio.

Por todo lo anteriormente expuesto,y entre estudio y análisis, Rafael CedrésJorge muestra, obviamente, su remor-dimiento, que compartimos plena-mente, en este párrafo: “Desgracia-damente no se conserva ninguno deaquellos tranvías, que al final de suvida fueron subastados como chata-rra y el importe obtenido se decidiódestinarlo a la construcción del Hos-pital Universitario”.

Imágenes delprimer tranvía quehubo en Tenerife.Arriba, en la hoyplaza de laCandelaria. A laizquierda, en laRambla de Pulido.

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