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ASOCIACION DE ARTE Y LETRAS Sesión día 22 de ab1'il de 1965 MEDICINA Y GUITARRA J. SOLÉ SA.GARRA Mi profesión es la Medicina y mi hobby, desde el prinClpiO de mis Gstudios universitarios, ha sido la guitarra. Ello explica el tema de esta dise1taciÓIJ, que tan bien se aviene al espíritu de la presente Asociación de Atte y Leb·as de nuestro Casal del Médico de Barcelona, en el que son ya tradicionales los buenos conciertos y e>.:posiciones de arte, alternando con las sesiones científicas de toda índole. No se quiera buscar significados psicoanaliticos al títt1lo de esta Comunicación, que creo no los tiene. Es simplemente una expansión musical de uno de tantos médicos. Para que nuestro estudio sea más ameno, hemos contado con la cola- boración musical del que creo más representativo entre nosob·os de los mé- dicos actuales cultivadores de la armoniosa guitarra, el Dr. D. ABELT.A, uno de los p\lntales de la Nueva Canción C.atalana dentro del benemérito grupo de los Setze Jutges; así como la del aficionado J. R. Sor;F: Pule, con el cual interpretaremos al final1.mos ejemplos de tarantela, tal como se ha- cia antaño para curar musicalmente a los atarantados; a ambos colabora- dores damos de antemano nuestras más expresivas gracias por su valiosa ayuda en mi cometido de hoy. · )4uestra disertación podría ser muy amplia; tan vasto es el tema que a tratar. Por esto nos li mitaremos a unos puntos que creemos esen- cmles, y denb·o de éstos tendremos aún que movernos de un modo resu- m ido . . _Empezaremos por un primer apartado dedicado a la Música en Me- dtetna, en donde veremos la influencia recíproca entre ambas disciplinas a través de la historia, hasta llegar a los tiempos actuales. Modernamente, vereiuos el auge que está tomando en los paises más adelantados la mttsi- coterapia, con sus val"iantes terapéuticas y de investigación médica. Especial atención dedicaremos al estudio de la tarantela, a cuyo tema libros enteros los médicos españoles del pasado. 1 nos detendremos especialmente en la biografía del médic_o <e Momstrbl de Montsenat del siglo XVI, J. CATlLES AMAT, autor del pn-

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ASOCIACION DE ARTE Y LETRAS

Sesión de~ día 22 de ab1'il de 1965

MEDICINA Y GUITARRA

J. SOLÉ SA.GARRA

Mi profesión es la Medicina y mi hobby, desde el prinClpiO de mis Gstudios universitarios, ha sido la guitarra. Ello explica el tema de esta dise1taciÓIJ, que tan bien se aviene al espíritu de la presente Asociación de Atte y Leb·as de nuestro Casal del Médico de Barcelona, en el que son ya tradicionales los buenos conciertos y e>.:posiciones de arte, alternando con las sesiones científicas de toda índole. No se quiera buscar significados psicoanaliticos al títt1lo de esta Comunicación, que creo no los tiene. Es simplemente una expansión musical de uno de tantos médicos.

Para que nuestro estudio sea más ameno, hemos contado con la cola­boración musical del que creo más representativo entre nosob·os de los mé­dicos actuales cultivadores de la armoniosa guitarra, el Dr. D. ABELT.A, uno de los p\lntales de la Nueva Canción C.atalana dentro del benemérito grupo de los Setze Jutges; así como la del aficionado J. R. Sor;F: Pule, con el cual interpretaremos al final1.mos ejemplos de tarantela, tal como se ha­cia antaño para curar musicalmente a los atarantados; a ambos colabora­dores damos de antemano nuestras más expresivas gracias por su valiosa ayuda en mi cometido de hoy. ·

)4uestra disertación podría ser muy amplia; tan vasto es el tema que v~mos a tratar. Por esto nos limitaremos a unos puntos que creemos esen­cmles, y denb·o de éstos tendremos aún que movernos de un modo resu­mido .

. _Empezaremos por un primer apartado dedicado a la Música en Me­dtetna, en donde veremos la influencia recíproca entre ambas disciplinas a través de la historia, hasta llegar a los tiempos actuales. Modernamente, vereiuos el auge que está tomando en los paises más adelantados la mttsi­coterapia, con sus val"iantes terapéuticas y de investigación médica.

Especial atención dedicaremos al estudio de la tarantela, a cuyo tema dedic~rou libros enteros los médicos españoles del pasado.

1 Ast~smo, nos detendremos especialmente en la biografía del médic_o

<e Momstrbl de Montsenat del siglo XVI, J. CATlLES AMAT, autor del pn-

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mer método racional y valioso para aprender a tocar la guitarra y la vihuela, además de ser autor de oh·as obras, médicas y no médicas, entre las cuales sobresale su famoso durante dos siglos libro de los Morismos, traducido del catalán al castellano y oi:Tos idiomas, como pasó con su mé· todo sobre la guitarra .

.Finalmente, hablaremos de los médicos guítan"istas a partir del gran re­formador español de la guitarra, F. TÁRREGA, el más moderno de los cua­les (D. AnELLA) nos deleitará al final con algunas de sus inspiradas crea· ciones.

Como puede verse, el cometido nuestro es ambicioso en la temática de hoy; esperamos que el entusiasmo puesto en él supla las deficiencias de su exposición.

l. L11. Mús1CA EN MEDICINA. -En Barcelona, como en tantas partes de España y del mundo entero, es ya tradicional la afición y el cultivo de algún instrumento musical por parte ele los médicos. Basta recordar a ~a l efecto la preponderancia que tuvieron los médicos barceloneses en uo próximo pasado en las enconadas luchas de los "liceístas" partidarios de la música de W ACNER, en los tiempos en que el Dr. LETAMENDI componía su Misa de Requiero, junto a sus escritos puramente médicos. Asimismo, en los tiempos actuales, el Cuarteto de Cuerda y la Coral de nuesh·o Colegio de Médicos, han rayado a gran altura interpretativa, dirigidos respectiva· mente por los Dres. RocHA y CARBONELL.

l. Si nos remontamos a los primeros tiempos de la Historia de la Me­dicina, en relación con el tema de nuesi:To trabajo de hoy, vemos ya que PLINIO recomendaba la música para el I:Tatamiento de la ciática; Tri.>\LES

DE MILETO, el mismo tratamiento para la peste; PxTÁGORAS decía que el canto es el mejor remedio para el dolor, y TEoFRASTO aseguraba que con­tra las picaduras de serpiente nada iba mejor que la música, con lo que se nos revela como el precuTsor del tratamiento musical de la picadura de In tarantela, objetivo importante de nuestro t:Tabajo. Todo ello, aparte del gran auge que tenía la música en los nosoeomios (especialmente en los freno· comios) del antiguo Egipto, China y Bagdad.

En el Libro 1 de los Reyes, párrafo 23, capítulo 16 (Antiguo Testa· mento) puede leerse lo siguiente: "Siempre que asaltaba el mal espíri tu a Saúl, cogía David el arpa y la tañía, con Jo cual Saúl se recreaba y sentía mucho alivio".

Este poder curativo de la música lo vemos también a través de nues· tros l'eyes, desde los "Beyes t?'obadores" de la Edad Media (Alfonso X de Castilla, Dio11Ís de Por tugal y Alfonso II de Aragón) al primer Borbón es· pañol, li'eJipe V, el cual tuvo durante nueve años a su servicio al gran tenor italiano F AIIINELLI, para que con ~us cantos le curase los arrebatos de excitación melancólica e hipocondúaca que periódicamente padecía.

En la Historia de la Psiquiatría la música ha jugado un papel destacado

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en las grandes epidemias psíquicas de los siglos pasados, tales como las del baile de San Vito, tarantulismo, embrujamientos, endemoniamientos y las posesiones diabólicas, de tan marcado cariz histérico y erótico. Sobre la tumba de San Medardo, fueron tristemente famosos las exhibiciones de locura colectiva (danzante-musical) en el pasado.

2. Actualmente, si prescindimos de los pueblos primitivos, en los cua­les el médico, brujo y músico es una misma persona, podemos constatar un resurgimiento hasta cierto modo científico de las relaciones entre música y medicina. Prescindiendo de los beneficiosos efectos que reconoce la psi­cohigiene moderna en los campos psicotécnico y terapéutico psiquiátrico, que postula música adecuada para talleres, fábricas y sanatorios psiquiá­tricos, hemos de recoger las corrientes actuales de musicoterapia extendi­das por los países más civilizados. Así, en algunos frenocomios extranjeros se emite música suave para preparar a los enfermos a curas drásticas, tales como el electrochoque; ello, aparte de la psicoterapia musical que hemos visto aplicar científicamente en Suiza, en un sanatorio. de Berna, donde se combinaba música, ambiente y color de las paredes para tratar a enfermos deprimidos o excitados.

En los frenocomios catalanes ha sido siempre cultivada la música a efectos psicoterápicos o de esparcimiento de sus enfermos. Ahora es con la radio y televisión que se cumple principalmente tal cometido; pero, no hace mucho tiempo, sobresalieron los orfeones y orquestas de varios freno­comios, principalmente el de San Baudilio de Llobregat y el del Instituto Pedro Mata, de Reus.

3. Sabemos que Jos yeseros de Arag6n eran antaño fanáticos de la guitarra; instrumento que formaba parte poco menos que de su oficio. También el misionero SALVATIERRA, cual Padre DuvAL moderno, catequi­zaba con su guitarra. Y no digamos ya del valioso material en este sentido que puede recogerse en todo el folklore del orbe, entre el cual el folklore catalán no va en zaga. En el parto, por ejemplo, tal folklore musical és muy rico, asi como en oh·as facetas de la maternidad, como ha puesto de maninesto el actual Presidente de la presente Asociaci6n de Arte y Letras, F. CARRERAS ("Prictica Medico-Quiríugica Internacional", III, 13, 1961).

4. En la música ancestral de ensalmos y canciones, así como los pri­mitivos instrumentos tañidos, entre los cuales los predecesores de la gui­tarra (laúd y vihuela) ocuparon lugar principal, la magia dominaba en los efectos terapéuticos y tranquilizantes de la primitiva musicoterapia. Pero, actualmente la musicoterapia ha pasado a ser en algunos países una sub­especíalizaci6n médica, habiéndose constituido modernamente sociedades tales como la "National Association for Music Therapy" en Estados Unidos Y la "Society for Music Therapy" en Inglaterra. En el seno de ambas socie­dades médicas se han discutido muchos trabajos científicos, no solamente sobre los efectos terapéuticos de la música en sus distintas modalidades y enfermos, sino a base de b·abajos experimentales sobre las variaciones del

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pulso, presión arte1ial, metabolismo, tensión muscular, etc., provocados por la música. En este sentido, los autores que más se han distinguido en sus investigaciones son DEsTONis, TEnuca, LEUBE, STORVIS, WENDT, GttOTE, ÜRNE y MURDOCK.

DooiEL, en 1880, fue el que realmente inició estos experimentos, que podríamos llamar musíco-fisiológicos, los cuales tanta repercusión pueden tener desde el punto de vista terapéutico, tanto en la vertiente orgánica, como en la psíquica. O sea que en los tiempos actuales la música es un factor más. de investigación cientifica con relación al cuerpo humano, y esto tiene una importancia capital para el tema que nos ocupa en este trabajo, medio cientifico y medio artístico.

5. De todos modos, a pesar de lo que acabamos de decir, sobrevive en nuestra civilización moderna la magia ligada a la meloterapía, como uno de los factores curativos quizá más importantes de la musicoterapia. Y es que los factores anímicos que despierta la música en el ser humano di­fícilmente pueden separarse de los componentes hipobúlicos e hiponoicos (en el sentido de KRETSCHMER) de Ja perso:J?.alidacl El temperamento de cada persona define su afinidad musical, y constitucionalmente el tempe­ramento se encuentra en la conflnia entre cuerpo y alma; centrado en cíe1to modo en el llamado cerebro interno, que es el directamente rela· clonado con la faceta emocional de la personalidad, la más relacionada a su vez con el llamado sentido musical. KLEIST llegó incluso en sus im­portantes investigaciones sobre patología cerebral a diferenciar la amusía (pérdida del sentido musical) dentro de los trastornos generales afásicos Y agnósticos, producidos poT lesiones determinadas del cerebro, generalmente vasculares o traumáticas.

ll. LA TARANTELA.-Sacamos del documentado libro de M. Sc&-oo­DER "La danza de espadas y la tarantela" (Instituto de Musicología, Bar­celona. 1928) lo siguiente: "Si acaso te pica la tarantela, tendréis que bai­larla con una vigüela". ESte fragmento folklórico encabeza tal libro, del cual entresacamos valiosos datos sobre el tarantismo.

La tarantela, igual que la danza de espadas, es un baile medicinal. Per­siste, hasta muy entrado el siglo xx, en Sicilia y en Aragón la costumbre de danzar la tarantela con ei fin de curarse de la mordedw-a de una araña. Donde más se conserva la tarantela es en la Italia meddional y menos en España. En el centro y el n01te de Europa a la taratela parece corresponder el baile de San Vito. Dice CovARJ,UBlAS, en el "Tesoro de la Lengua Cas· tellana, (1611), que "la mordedura de la tm·ántula se cura al son de ins· trumentos, porque el paciente, moviéndose al compás del son, disimula su mal". El atarantado, es el mordido de la tarántula, la cual es "un género de in¡¡~cto ponzoñoso, que de su picadma se sigue temblax el paciente con mo­vifl'!~nto descompuesto de todo el cuerpo; y para disimularlo y juntamen~~ ~Q~ ~~'~!lF ~ftlor y sudar, le~ hacen son a los atarantados para que dancen ·

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l. La tarántula ( aracnea lycosa tamntu.la) es una araña de ocho patas, dos grandes palpos maxilares, un cefalotórax de color ceniciento y coro­nado de cuatro ojos delanteros muy visibles, y otros cuab·o Jaterales y dimjnutos (fig. 1). Los machos viven quince meses, y las hembras tres años a lo sumo. Moran con preferencia en los declives ell:puestos al sol; su vivienda ordinada es un tubo cilíndrico de unos 30 cm de prof1.mdidad,

Frc. 1.- La tarántula de la Apuglia (Italia). Tomado de la "Opera omnia", de Baglivio, edición 1714.

practicado en el suelo. Para regenerarse, la tarántula se despoja periódi­camente de los viejos tegumentos, trocándolos por otros más suaves y ex­tensibles. Con .esta muda de la piel, que se verifica una docena de veces, corre generalmente paralelo un cambio de pozo morador. Para trocar su camisa, fija esta araña sus hileras en las hebras de seda que tapizan la boca del pozo y, puesta la cabeza abajo, entrega al aire todo su cuerpo sus­pendido de un hilo. Durante el invierno, este hábil minero cava un agujero doble y triple de profundo, y allí permanece hasta el mes de mayo. En esta vivienda suele arrastrar sus animales de caza, los salta­montes, los mantis y otros insectos que le sirven de cemida, y de ahí q,ue poco a poco su pozo se convierta en un verdadero osario.

Consideróse en otros tiempos como mny pelígtosa e incluso mortífera la mordedura ele la tarántula. Sin embargo, los naturistas modernos juzgan que el veneno de la tarántula sólo es mortífero para los insectos, mientras c¡~e le quitan toda importancia en cuanto al hombre se refiere. J. NÚl\TEZ luzo en tal sentido un buen estudio el siglo pasado en la tarántula hispá-

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nica. Incluso los animales de presa mordidos por la tarántula no se mueren al instante, sino que resisten aún durante cierto rato al veneno del agre­sor. Según las experiencias que hizo el P. F. BALBOA con unos saltamontes, la mordedura asestada en el cuello lleva aparejada la muerte inmediata del insecto atarantado, mientras que una picadura en el vientre suele causar una agonía que puede durar 1.mas cuantas horas.

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F IG. 2. - La taránt ula hispánica, que figura en el estudio sobre el veneno de esta araña, publicado en 1864 por J. Núñez.

Por el contrario, los médicos del siglo XVJTI, especialmente F. X. Cm y J. BAGLIVIO, señalan picaduras de tarántula que ocasionaban la muerte de hombres y mujeres, si no se les curase a tiempo bailando la tarantela o tan sólo mediante la música de vihuela, que solía acompañar esta danza medicinal. Pero, es el caso que muy a menudo no pudieron averiguar con exactitud si tales picaduras mottales provenían de tarántulas o de escor­piones. F. X. Cro ("Tarantismo observado en España", 1787, Madrid) se inclina a considerar como mortífera tanto la mordedura del escorpión como (aunque con cierta reserva) la de la tarántula; mas, al paso que no hay re· medio contra la mordedura de aquél, el envenenamiento por ésta puede curarse al son de la tarantela. En opinión de F. X. Cm, las reacciones contra el veneno de la tan'mtula varían según el temperamento Y la constitución del enfermo y con relación al clima y al área geográfica.

Según F. X. CID y J. BAGLIVlO (De anatome, morsu et efectivus ta·

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rant·ulae, Lyon; 1737), los síntomas más corrientes eran dolores violentos en la parte afectada por la mordedura y la propagación progresiva de este dolor en todas las aiticulaciones, formación de un círculo rojo, o en su lugar, "una pequeña elevación o inflamación de color natural, como tul tub.ercu­lillo a manera de una lenteja", pérdida de fuerzas y desmayo; color icté­rico de la cara; convulsiones violentas y sudor frío; dolores de cabeza y en el vientre, vómitos violentos, afonia, retracción de pulso; torpeza par­cial del cuerpo y gran pestilencia del sudor del enfermo. En la mayorfa de los casos la mordedura se produjo ah·ededor del éuello (cabeza, cuello, clavícula, hombws, espalda, pecho superior.).

2. He aquí el relato de un caso característico nanado por F. X. Cm: "HLñoria XXIV, comunicada por don Antonio Agapito López, boticario de la villa de Puertollano. Manuel Gihner, de edad de 32 años, estando se­gando en compañía de su padre, como a media legua de distancia de este pueblo, en un sitio que se llama Melando, en la noche del 17 de julio del año pasado de 1783, estando durmiendo fue mordido de un insecto en el mollero del brazo izquierdo, y aunque al tiempo de morderle 110 le inquietó, dice que entre sueños le dolía el brazo, a breve rato le despertó el dolor que sentía tan violento, que le faltaban fuerzas para tolerarlo, e incorpo­rándose al instante comenzó a pasearse con acelero y desorden, creyendo por este medio lograr algún alivio, que no consiguió; antes bien advertía más agudeza en la picadura, y que los continuos dolores y latidos se co­municaban pdncipalmente al corazón, delibitándole por instantes las fuer­zas y dejando los demás miembros casi sin acción. En este estado, y siendo como la media noche, llamó y despe1tó a su padre refiriéndole el su-ceso y que todo piocedía de haberle mordido alguna sabandija en el brazo. Se levanto el padre, y tuvo el cuidado de registrar el sitio y ropa donde ha­bía sido mordido el hijo, y logró, en efecto, encontrar un insecto ya muerto Y eshujado, que recogió y guardó para ver lo que era.

"En este co1to tiempo se agravó tanto el mordido, que se creyó perecer de dolores, y sin más esperar, viéndole ya como baldado, dispuso su pa­cb:e montarle en una caballería y conducirle a su casa, lo que logró no sin gran recelo de que muriese en el camino, según el lamentarse que por todo él trajo; y luego que pudieron bajarle de la caballeda, llamaron al cirujano Pedro Ximénez, a quien instruyeron de lo sucedido, mostrándole el insecto, que había sido hallado en la cama. Con estos antecedentes, y viendo el dicho cirujano la estructw·a del desbaratado animal y que le percibía ocho patas en un tallecito delgado, detrás de ellas la figura del pellejo de una uva negra y vellosa, conoció Íllillediatamentc era tarántula. Por prm1ta providencia le aplicó una cataplasma de ajos, levadma, aceite Y triaca, declarando a los que presentes estaban que aquel hombre era mordido pol' una verdadera y legítima tarántula, y que no había más efi­caz remedio para su curación que llamar personas que supiesen tañer ins­trtlmentos y que tocasen el son o tocata acelerada que dan el nombre de

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tarantela, con cuya medicina había visto curarse otro hombre en Almodó­var del Campo algunos años habia.

"A todo esto gritaba el enfermo desde la cama que buscasen ql1ien le favoreciese, que se morfa sin remedio. Le mandaron disponer, y pudo con­fesar, pero no dejaba de quejarse y dar voces, de tal modo, que se conmo­vió el pueblo, y entre las muchas personas que acudieron a verle fue una que sabía tocar el son de la tarantela; y aunque repugnaba tañerle, pare­ciéndole que tenÍa más necesidad de agonizante y mortaja que de música, con todo, a instancias de varias personas facultativas y de prudencia em­pezó a tocar en una guitaua, y vieron, con grande admiración todos los circunstantes, que eran muchos, que al compás de la tocata empezó a mover la cabeza, después las manos, los pies y seguidamente el cuerpo, y sin detenerse, arrojarse de la cama, bailando y saltando y continuar por más de dos horas (que fue el tiempo que pudo aguantar el tocador) y en lugar de quejarse y lamentarse, como lo hacía desde la cama, no se le ola otra cosa que ruegos e instancias para que no dejasen de tocarle, repi­tiendo que mientras bailaba no sentía dolor ni flaqueza alguna.

"Cansarse de tocar el que lo hacia, dejar la guitarra y cesar el baile del mordido, todo fue uno, viendo todos con asombro que un hombre nístico que mientras tuvo música no dejó de saltar y bailar, cesando aquélla no pudo tenerse en pie, habiendo sido preciso se arrimasen dos personas a lle­varle a la cama, volviendo a los antiguos lamentos y quejidos.

"Fue fortuna estar este pueblo provisto de aficionados a tocar la gui­tan·a, y todo fue menester; pues entre todos ellos sufrieron el cansancio de estar casi de continuo tocando ocho días que duró el bailar al mordido dP. la tarántula; con cuyo violento saltar sudaba tan copiosamente, que a no haber sido por los caldos y bizcochos con que de tiempo en tiempo le so­corrían, hubiera perecido bailando y sudando.

"Advertí que mientras más violento le tocaban, más contento bailaba, más sudaba y más se aliviaba el mordido, y lleg6 a tornar con tal arreglo el compás de la tocata, que un solo punto o golpe mal ejec1.1tado por el tocador le hacía pararse y prorrumpir en ayes de dolores, clamando que por Dios y por Cristo le tocasen bien; y para más apurar esta singulari­dad le hicimos varias veces señas al sujeto que le tocaba que mudase de son, y aunque tañía otro muy semejante dejaba de bailar al punto y volvla a clamar." Psicogenia y psicoterapia no faltan aquí. ..

3. Veamos las administraciones medicinales que recetaban los médicos en estos tiempos. Eran las más corrientes: caldo, laxantes, cataplasmas de ajos, levadura, aceite y triaca; sangrías y una medicina cardíaca llamada álcali volátil. La principal medicina consistía en llamar un guitarrero para que tocase la tarantela. Hasta los médicos más incrédulos- y abundan ya en el siglo XVIII- recun-en finalmente a este remedio, y el Dr. Cm, al constatar el caso de un desenlace fatal, lo atribuye al hecho de que

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sobrevino demasiado tarde la 1núsica. Expónese ese caso en la HistMia XX del citado libro de F. X. C:m, la cual dice así:

,.Historia XX.-En ATenas de Sa.n Juan, a primeros de agosto de 1782, mordió a otro hombre una tarántula, estan~o durmiendo siesta en el ra&'­trojo. No sintió picarle. El escozor y dolor del cuello, que era donde le había picado, le despertaron. Por entonces lo despreció. Pero, a la m'edia hora no podía sosegar de un vehementísimo dolor de hr parte mm·dida, y preguntando a los compañeros qué tenía en el cuello, le dijerón que un tumorcillo como .morado. Tampoco se puso en cuidado. A -poco· rato le acometi-eron congojas, su¡¡phos, temblores, sudo¡;es fríos glutinosos y vó­mitos varíegados. En este estado le llevaron al -pueblo, y estuvo toda aque­lla tarde y noche bien malo, aumentándosele los dichos síntomas; y avisán­dome a oh·o día llevé conmigo a· Francisco y Luis Ribera, a qui.enes Ga­btiel Ximénez había enseñado a tocw: la tarantela. Luego q.u.e le vi ju~gué qué estaba atarantado. Díjele Tiendo que era preciso que bailase. A que respondió que ·no-lo hada, ::tu11que se lo maB,dara cualléJ_uiera (por no decir la Santísima Trinidad, en cuyos términos se explicó"), po~·que' ui sabía, ni podía. Sm r~plica mandé a los tocadores que hlcieran los dúsrnos ensayos que con el coplero, y sucedió puntualmente lo mismo, quedándose bailand0 al son, de la tarantela por todo aquel día y nóche con algunos intervalos de descanso con q~e se alivió algo. Aunque se pxosiguió la ·curación ¡:¡or medio de la música, y bailando más de cuatro días, no se consiguió; sí, sólo calmaron algún tanto los síntomas en su vehemencia, porque se llegó t¡¡rde eon el anlíd0to de. la música y el "Veneno tarantulino se había ya altamente Ílllpréso en los humores y partes sólidas . Le habían dado antes que yo llegase algunas tomas de. h-ia0a, y h¡:t-biMJ. tocado muchas s.onatas los guitarrews, pero todo sin fruto; ant% sí le aun1entaban los síntomas. Quedó muy histe y pálido sin .saber decir qué le a:lligía. Pa·sados cuatro meses, se puso iptéi'ico, más triste y co1No estuporado y repiti~ndole las congojas, movimientos convulsivos y sudores fríos, con dificultacl de respirar .estertor-osa, m~;¡ri6 sofocado·. Tuvo siempre el pulso muy débil. Era -de 45 años, bilioso, mal cornplexionado, p.adecia con frecuencia de cuaí'tanas, y· -est¡_¡ba mal alimentado, p:ues en mncho tietn¡;o. no había c0mido otra cosa q-qe gachas de panizo.

"Llegó tarde la rnúsica a este tarantado mal dispuesto, ya por estar nu­trido de alimentos de mala calidad, y eaquético a i-esultas de las cuartanas que padeda con frecuencia. No es ésta la lilnica observación que acredi:­ta qt¡;e'si no se aplica en tiempo el rem .. edio el~ la- música, aunque, se' desva­nezcan los síntomas del tal'antismo <'rgNdo, sobrevienen los del crónico, que pasando algún, tiempo, UJ1aS veces ¡11ás 'j otras menOS, según la cantidad ':J actividad del veueno, y particular constitución del atarantado, quitan la y ida.'' . Nos relata otro cas0 mortal la señora J. SARRATÉ. Hac.e unos veinti­

cmeo años, miei'Itras buscaba moras el hijo de u11 secretario del juzgado de

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.30$ ANALES. SECCIÓN l!:SP:U:C'IAL1DAbES

Saliñena, fue mordido por una tarántula. Le propusieron al padre del en­femlo que mandara por 1os músicos, pero se negó éste a hacerlo, y eso a pesar de que el niño había declarado sentir alivio cada vez que pasaban los músicos que ¡·ecorrían las calles acompañando a Jos huéspedes de UJla boda que en aquel momento se celebró en la población. Murió el niño con la cabeza negra e inflamada. Como puede verse, el convencimiento del Dr. Cm es total.

4. No era cualqtúera la música que para tales curaciones hubieron de tocar (fig. 3). Relátase un caso en el 7ual empezaron con fandango y seguidillas, los cuales no hacían impresión ninguna al enfermo. Por el contrario, al entonar la tarantela, "que es mixto de fandango y follas (1), el enfermo sin reparar en cosa, tiró de la ropa y principio a bailar con tal ligereza y sin perder compás, que no lo ejecutaba el más diestro bailarú1,

J!'rG. 3. - Ta rantela para curu 1a ¡Jicadura de la tarántula que figura c11 la obra del doctor Xavier Cid, 1787.

riéndose la gente de ver bailar a un hombre que jamás le habían visto bailar y Jlevar el compás con tanta perfección. El tocador ml1daba .golpes de otro son y se pamba el bailarín, hasta que volvía la sonata". Lo mismo se re­fiere en la Historía XVIII del sabroso libro del Dr. Cm: "enb·ó el tañedor, tocó fandango; quieto se estaba el enfe1mo. Tocó folias no se movía; tocóle la ta!'antela y al punto, con desembarazo nunca pensado, sacudió la desidi~ forzosa que le embatazaba; se puso de pies, continuó la tocata y él comeuzo a brincar sin perder compás, que rabiaba".

Con los ejemplos musicales que daremos después podrán hacerse cargo

(1) Creo que la lamnta flamenca actual es una mezcla de fanda ngu illo andaluz Y de taran teJa dol pasado, pero no estoy seguro de ello.

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SOLÉ SACARRA. MEDJCINA Y GUITARRA

de lo que fue la tarantela en el siglo XVJU, cuya ejecución debió de ser siempre muy rápida y bastante violenta.

5. En Aragón, el "baile de la tarántula" es una jota, que es como la lengua vernácula de la música aragonesa. Si esto es exacto, hemos de co­legir que dos medicinas musicales -la tarantela y la jota- pueden cmar la misma enfermedad, aunque tanto difieren la una de la otra en su aspecto rítmico y melódico. Ahora bien, en nuestro caso la gran diferencia entre ambos bailes se borra sensiblemente, ya que la jota aragonesa medicinal tiene otro movimiento que la o1·dinaria. Se toca aqúélla mucho más de prisa que la jota corriente. "Cuanto más rápido, tanto mejo1· para el enfermo."

En la mayoría de los casos, dicha música obliga a los enfermos a bailar. Por ser involuntarios estos movimientos de danza, los practican incluso personas que hasta entonces no habían bailado nunca. F. X. Cm relata el caso de un atarantado de más de sesenta años, que era torpe y andaba con mucho trabajo, por ser patizambo; pero en el baile no se le conocía. Era de buena complexión, no había padecido enfermedad alguna ni ja­más había bailado. Con todo, en este baile de tarantela se recreaba mucho y decla que bailando se le quitaban todos sus males.

Debemos señalar el hecho observado por la misma JACOBA SARRATÉ de que al oír tocar la música, la tarántula encerrada en un vaso se pone a bailar a más no poder. Los músicos han de tocar durante veinticuatro horas seguidas, hasta que reviente la araña. Muerto este bailaTín animal, el enfermo· consigue la curación. Huelga decir que para tal fin es preciso tener a su disposición dos orquestas que toquen alternativamente, hasta el agotamiento.

Cuenta un caso análogo en su "Musurgia Universalis", ATHANASIUS KmcHEn, jesuita de Fulda (Alemania).

6. En cuanto a los instrumentos musicales, parece que en la España del siglo XVIU era la vihuela el más usado para tales fines medicil1ales. Sü1 e~bargo, F. X. Cm advierte que el violín "produce mejores y más prontos efectos que la vihuela, por se1· más agudo y penetrante su sonido". En la l~is~o1ía X se nota con toda claridad qtle "acompañada la guitarra con el YJOlm, hace una música más grata y eficaz, según relación de los pacientes; Y manifiéstase mayor movimiento en las pa1tes cuando se tocaba el violín que cuando lo hacian con una o dos guitarras solamente".

~os instrumentos de cuerda paTecen ser los que se emplearon más cor~1entemente, si bien es verdad que a veces se usaron también otros tipos de mstrmuen~os: pandero, chirimía, cornamusa, :flauta y tambores.

7 · Po~· lo general, el baile del atarantado dura de dos a tres horas, para: repetirse después de una pausa de una o dos horas. Sin embargo, varia mucho la duración de las danzas, según el caso. BAGLI:VIO menciona bailes que duraban de cuatro a seis días. H. v. R!ESEDESEL vio en Otranto bai­les que duraban diez horas seguidas. En la provincia de Huesca los músicos

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310 .\NALES. SECCJÓN ESPECTALIDAl ES

debían tocar veinticuah·o horas, por si ]a tarántula fuera una hembra. Segú11 un informe del P. JosÉ ANTONlO DE DoNOSTIA, los músicos "han de tocar treinta y seis horas cuando fue un macho el animal que ocasionó la in­fección".

Lográbase la curación por el vencimiento progresivo de la torpeza gene­ral del cuerpo. "A pocos minutos de haber oído la música, principió a sen­tirse el paciente muy regocijado y obligado a mover blandamente los dedos de la mano derecha, que se observó lueg~ inmediatamente en la si­niestra; sucesivamente se propagó el mismo movimiento involuntario a los pies y piernas, en cuya forma continuaba todo el tiempo que seguía la música." Así se lee en BoGLIVIO y otros autores.

No obstante, no parece esencial el baile en esta terapéutica, pues tam­bién sucedió que la música de la tarantela sanara a un enfermo sin que éste bailase. Dicho enfermo, sin siquiera sudar, "tuvo violentos y copio­sos vómitos de materiales variegados, así en los colores, como en los sabo­res. Repitióse la sonata por espacio de doce días, y nunca bailó ni sudó, pero constantemente la música conmovió al estómago, hasta el vómito con violencia".

En la Historia Vl, F. X. Cm relata otro caso semejante, en el cual la música produjo el mismo movimiento invohmta1io en las manos, brazos y miembros infeliores de acuerdo con el ritmo musical; sudaba mucbo el enfermo y le desaparecían los dolores; sin embargo, no bailaba. Consta, ade­más, por testimonios de AsUNCIÓN L6PEZ y JACOBA SATIRATÉ, que en Ara­gón el enfermo tampoco baila, sino que guarda cama, y le basta oír la música y ver gran número de bailadores que danzando y cantando "matan la araña", y con ésta, la enfermedad. En el mes de julio de 1944 fue mor­dida por la tarántula una mujer de unos cincuenta años. Al momento ar­maron gran alboroto con almíceres y sartenes, hasta que vinieron los músi­cos de Sariñena. Se curó la enfenna sin moverse de la cama, después de haber oído tocar la jota acelerada durante veinticuatro horas. Ella tam· bién gritó y se quejó con gran violencia cada vez que los músicos hadan una pausa o· tocaban mal.

Dado que todos suelen bailar al son de esta música, tanto los ataranta­dos y tarántulas, así como a los que mordió el escorpión, hemos de consi­derar este baile como una danza de arañas y no específicamente como un baile de tarántula. La diferencia sólo parece residir en el hecho de que el atarantado puede curarse, mientras que la picadura del escorpión puede ser mortal si no acude con otros medios terapéuticos.

8. ExtTavagancias. -Dice LAGUNA que, según el temperamento que poseen los atarantados, cantan, ríen, lloran, saltan, duermen, sudan, tiem· blan o hacen otras cosas extrañas.

En su libro sobre el tarantismo, F. X. Cm reproduce un texto de PLUCHE ("Espectáculo de la Naturaleza", I, Sobre los insectos), que éste copió a su vez de JoNOSTONO o del "Arte Magnética" de KmcHER. Según

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SOLÉ SAGABRA. MlWICINA Y GUITARRA 311

este texto, el atarantado "danza, se agita y se apodera de él una alegría toda llena de extravagancias, o, por el contrario, un humor triste, melancó­lico y hoJTible. A la vuelta del estío, en cuyo tiempo había sido mordido, vuelve la locura, y habla siempre el enfermo unas mismas cosas; se cree rey o pastor, o todo lo que se quiera y en sus razonamientos no guarda consecuencia alguna".

Un~ reliquia de estas extravagancias acostumbradas en la tarantela pa­recen perdurar en el Ball dels ta1'1·ots (= atarantados o que hacen movi­mientos de locos), que tan bien describe V. SEnRA Y B oLDÚ en St\ folklore w·gellense.

De todos estos relatos se desprende una serie de rasgos muy conclu­yentes respecto al carácter psicopatológico de tales atarantados, que mu­chas veces no eran más que neuróticos o psicóticos . muy sugestionables. "Los atarantados saltan, duermen, cantan, cavan hoyos en la tierra, los llenan de agua y se revuelcan en ellos como los cerdos." Como puede verse, estamos ante casos clínicos de verdadera patología mental, que la Psiquia~ trfa moderna tiene bien catalogados.

Pero, veamos aún otras extravagancias, a cual más disparatada, que a un psiquiatra le recuerdan rasgos típicos histéricos o esquizofrénicos.

"Sumergen en el agua las manos, los brazos, la cabeza y el cuello, com­portándose como los ánades." Rasgos parecidos a la licantropía o imitación de animales (lobo en este caso), famosa en la Grecia antigua.

"Dentro de un corro llevan conchas llenas de agua y adornadas de hierbas verdes y de hojas de cañas ." Esto se llama narcisismo en psico­análisis.

"Se deleitan en las tumbas, se echan en los pozos o se ponen en una caja mortuoria." O sea, necrofilía manifl.e'sta, síntoma nemótico.

"Colpéanse las rodillas o baten la tierra como si fueran epilépticos." ::suspiran, gritan o aúllan como perros, o se imaginan ser peces." Pierden la memoria y la voz (afonía)." Quizás, agotamiento maníaco . ..

:::J;>iden espejos y suspiran hondamente cuan<;lo s e miran en ellos." . La hora más apropiada para encontrar algún alivio es la hora alrededor del mediodía." Los tratadistas del tarantulísmo no dicen el porqué de tal mejoría.

"Con la cabeza abajo se cuelgan de los pies en la rama de un árbol." ::Les alivia el canto de las golondrinas y de las lavanderas." . . No pueden descansar mientras no lleven en las manos una concha o

un vasco de cristal lleno de agua." Recuerda esto el amuleto o talismán de los pt•imitivos .

. "Les procura algún alivio el trote del asno.'' Esto se presta incluso. 'a ch1stes. . ''Se creen ora reyes, ora soldados, ora pastores; hacen discursos gran­

dilocuentes y reclaman h·ajes lujosos de colores chillones." Verdaderas es­cenas manicomiales antiguas, tal como las pintó Goya.

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312 .ANALES. SE;CQIÓN ES)?E CJALWADE!$

"Aborrecen los cc,)lores sombríos y les gusta suntamexJte el color eJJ.­catllado." Se hga a esta referencia del color encamado una fuerte 110ta eró­tica y en cierto momento una especie de hidrofobia, .o por lo menos aver­sión contra el agua limpia. El psicoanálisis podría decir mucho aquir .. .

"Quieren que los azoten." Esto es masoquismo pw·o. Según BoGLI VlO, cierta tonada o danza llamada catena puede substituir

a la tarantela. "Los bailarines piden entonces espadas, con las eualesf sal­tando y bailando, {ingen una lucha. Murmullan encantaciones y toman la$ espadas en la boca o se ponen tendidos sobre ellas." Aquí se combin.a el instinto agresivo con los rasgos característicos de la danza de las espadaS< de t~ntos países.

9. Los bailes medicinales que ilnitan a los anim¡¡.les parecen ser re· liquias de una cultura aún más antigua que la megalítica. Deb:iei'on de arraigar en un elemento totemístico que se halla en la base de Ja.s cultmas megalí.ticas y que pudo persistir en algunas cultur.as pastoriles hastil hoy, en día. Los bailes que imitan el animal (tovem del individuó o de la tribu) sirven· para obtener el patrocinio y la ayuda cotidiana de dichos animales. Uno de los .más temidos· entre éstos es la a.raña; quien p0see .su favor, goza de una potente proteGción, y de ahí que, particular!nente ea .Am~rica, la. araña sea uno de los más fa¡,:nosos animales-totem. De todos modos, el problema psicológico del tarantismo sigue sin resolver, en !31 sentido de si hemos de tomar en serio la }Jretendida picadura mortífera d~ la tarántula. Es segul'O que la mqrdedw-a del animal llamado actualmente tal'ántula no es dañina. Pero, ¿podría pe1tenecer a una raza desaparecida este insecto llamado tarántula? No lo sabemos con seguridad, aunque. sospechaRlOS qU? la superstición lo alteró todo aquí.

Tal v-ez la tarántula fuera antiguamente algu,na otra ataña muy vene~ 11osa, pero no _mo1tífera; que en el árbol d~ la vida. se situaría c1uizás en :un eslabón más alto que la arafia; epeira. En este aaso, el tr01nbre tarantela no se derivaría de tarántula, sino de TaEento, es deCir, de la Ciudad ita!iana, célebre en el siglo XVIII por la gran popularidad que tenía allí el baile de la tarantela. Las cu.e$tiones a res<i>lver son m1.1chas en este. campo, com.o en todos los referentes a los límite.s ,entre Medicina científica y Medicina acien· tífica o superstieiosa, que es la propia del taranlulismo.

10. Actualmente sobreviVe la creencia mágica de los efectos de la música de la taTantela, peto en núeleos muy reducidos de Extr-ernadura, Arag6n, Sur dé Ita1ra y algún otro cenh·o rural disperso.. En general, se mira ya como una superstición jo·cosa; de la cual la ehispa española, espe, cialmente la madrileña, ha saeado jugo irónico para sus zárzuelas, e induso últi~ame_nte para 1a pelíeula "Lqs Tar,a.J"ltos"; en la cual, por cierto, 1a música de fondo casi toda es del amigo y Maestro de guitarra y. vihu_ela, EMILIO. PuJOL, del cual hemos tomado muchas notas paL'a este ttabajo, so· ore ·todo en lo que se refiere a la biografí~ del Dr. J. CJ>·RLES .AMA'!) que describiremos seguidamente.

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SOLÉ SACARRA. MEDICINA Y CUITARRA 313

Como muestra de las reminiscencias de la tarantela copiamos a con­tinuación un trozo del popular zapateado de la zarzuela "La Ternpranica", letra de J. Romea y música del maestro Gimémez:

"La tarántula es un bicho mú malo, no se mata con piedra ni palo, que juye y se mete por tós los rincones y son mú malinas sus picazones

¡Ay, mare, no ze qué tengo!, que ayer pasé por la era y ha princípiaíto a entrarme el má de la temblaera.

Zerá c'a mí m'ha picao la tarántula dañina, y estoy toíco enfe1mao por su sangre tan endina.

Ze coman los mengues, mardita la araña, que tié en la barriga pintá una guitarra; baüando se cura tan jondo doló. ¡Ay, mal haya la araña que a mí me picó!"

El gran folklorista médico actual CASTILLO DE LucAs recoge en un articulo reciente sobre los tarantulados (Boletín del Colegio General de Médicos, Madrid, 1962), la versión de su· amigo odontólogo C. VELo que oyó en un pueblo de la provincia de Cáceres la siguiente canción muy mo­vida contra la picadura de la tarántula hispánica:

"Era un labrador que al campo salió le picó la tarán, la tarantela, y allí le picó, y allí le picó; le picó, le picó, le picó ... "

, E~ fin, digamos para terminar esta parte, que la angustia y el contagio ps1qmco es lo principal en la patogenia de la picadura de la tarántula ac­tual, la cual objetivamente sólo produce tma reacción local nada gr~ve. Los atarantados o tarantulados no son más que psiconew·óticos o psicóticos exógenos (aunque no pueda descartarse algún esquizofrénico endógeno entre ellos) de personalidad primitiva y muy fácilmente sugestionables. (~1 conferenciante y su hijo interpretan seguidamente unos aires guitanís­ticos de tarantela.)

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314 ANAL.ES. SECCI6N ESl'EClALIDADES

III. Dn. JUAN CARLES AJ\.IAT. -Son vatios los investigadores que se han ocupado de la interesante figura del Dr. J. CARLEs-AMAT, al que se ha llamado el Letamendi del siglo l.."VI. Entre ellos, destacan el músico F. PEDRELL (Revista Musical Catalana, II, 23, 1905, Barcelona); J. VILAR,

secreta1io del Ayuntamiento de Monistrol de Montserrat (Revista Ilustrada Jorba, Manresa, 186, 1925) y el e1udito investigador actual de la guitarra y vihuela, E. PoJOL, el cual más extensos datos ha recogido y publicado sobre el particular (Anuario Musical, V, 1950, Barcelona). Ha habido de siempre malentendidos respecto a su verdadero nombre.

Sus apellidos son CARLES y AMAT, y su nombre de pila JuAN. Nació el año 1572, en Monistrol y murió en 1642 en la misma villa, siendo ente­JTado frente al altar de San Juan de la iglesia de tal localidad, por expresa voluntad del finado. Estudió Medicina en la Universidad ·de Valencia, de donde se supone le vino la afición a la música, por actuar como estudiante en aquella tuna universitaTia; aunque el P. L. de SA.N MARTÍN dice que a los siete años "tocava y cantava ya con lindo ayre". Se ha dicho que ejerció la Medicina en Lérida, sin comprobación convincente.

Se sabe bien, en cambio, que a partir de 1~18 empezó a actuar como médico municipal de Monistrol, cargo que desempeñó hasta su muerte; siendo a la vez médico del Monastelio de Montserrat. Fue, a la vez que médico, regidor del Ayuntamiento de su villa natal, distinguiéndose por su celo sanitario y en hacer mejoras urbanas en su pueblo. A1 morir, dejó escritos sobre este particular los siguientes manuscritos: "Ordinacions clel Mostasaf en la Vila de Monistrol de Montserrat", "Advertvmcies per lo temps esdevenidoT de la Font Gran en la vila de Monístrol de Montserrat" y ~Capitulacions y ordínacions fetes en la vila de Monistrol de Montser­rat per lo bon 1·egiment de comú de dita vila".

Las obras médicas del Dr. CARLEs Y AMAT que vieron la estampa son las siguientes: "Tratado de las heridas de la cabeza" (Valencia, se supone año 1588); "Tmctatus de peste" (Barcelona, se ignora fecha de publica­ción), y "Fructus Medicinae <ex variis Galeni locis dece1-pti, Lu.gdumi apud Ludovicum" (Lyon, Francia, varias ediciones desde 1623 hasta 1693).

"Quatrecents Aforismes Cathalans" es el libro semifilosófico (filosofía folkl6rica) importante de AMAT. Se reimprimió más de veinte veces, ya en vida del autor, y luego muchísimas más ediciones en Barcelona, Lérida, Vich, Gerona, Cervera, Reus y otras localidades, ya que fue el libro de texto en todas las escuelas de Cataluña hasta bien entrado el siglo xJ)(. Estos afol'ismos h·aducidos al castellano y otros idiomas, ¡¡on los que dan la nota más humanística del Dr. CARLl!lS y los que le diel'on más popularidad antaño. Actualmente han c¡uedado relegados al olvido, cobrando en cam­bio cada vez más importancia histórica su método sobre la guitarra, que vamos a comentar seguidamente.

Pero, antes, no podemos pasar sin dar una muestra de tales aforismos,

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SOI.É: SAGA1111A. J\IEDJCLNA Y CUITA111\A 315

con alguna de sus traducciones al castellano. Son pareados (los típicos rodolíns de Cataluña):

"No síes may lo primer de dir coses del tercer.

Los savis tenen a mengua fer servir massa la ]lengua.

Ohin\s y miraras, si veus res, ho· callaras.

L'home que fa el valent es darrer al somentent. (De valiente el que hace alarde, suele al riesgo acudir tard~). · _

Si mires los estamonts, los veuras tots descontent~. (Si miras al estamento, a nadie verás contento)."

Muchos de estos refranes se hicieron populares por toda España, y en Cataluña más de uno de ellos ha enh·ado a formar parte de nuestro rico folklore.

La obra más importante de J. CARLES r AMATes para nosotros la "Gui­tarra Española de cinco 6rdenes", cuya primera edición vio la lnz en Bar­celona en 1596, siendo reeditada varias veces en la misma ciudad, así como en Lérida, Gerona y Valencia, hasta fines del siglo XVIII. El mismo autor fue perfeccionando su método en las distintas ediciones, como se ve por los títulos largos y variados que hay en ellas.

Como ejemplo de estos títulos, reproducimos a continuación dos de ellos : "Guitarra 1 Española de 1 cinco órdenes, la qua! 1 enseña de tem­plar Y tañer rasgado, todos los 1 puntos naturales y b,mollados, con 1 estilo maravilloso. 1 Y para poner en ella 1 qualquier tono, se pone una tabla, con la qual podrá 1 qualquier sin dificultad cifrar el tono, y después tañer 1 Y cantarle por doze modos. Y agora añadida 1 por el mismo Autor. 1 Y a l~ ~n se haze roen 1 ción también de la Guitarra de qua 1 tro órdenes. 1 Di­nglda al Ilustre señor Joan de Agua Viua 1 y Tamarit, señor de Salomó)' del 1 Castillo y quadro de Agua Viua, 1 Autor del estilo, Joan 1 Carlos Doctor en Medicina. 1 Con Licencia, impresa en Lérida por la viuda Angla 1 da, y Andrés Loren9o, Año 1627 1 Y a su costa". (fig. 4). Una edición de Zaragoza, de 1639, después de termiuar el texto castellano, hay un texto catalán, con nueva portada, que dice : "Tractat 1 ·Brcv, 1 y expli-

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316 ANALES. SECCIÓN .ESPECIALIDADES

:ARTE PARA APllENDEa CON facilid , y fin Mactlro, i mnpbr, y uñcr rílf • . sado' la Guitarra de cinco ordenes, o cuerdat y tambicn la de quatro, o feis ordcnn , Jla.. madaseair.un ESpañola, Bandurria, y Van. dola , y umbim el Tiple. Dcmud\rifc coa grande claridad b formacioa de los 1 a. ra~ tós naturales, y 12. b. mollados con Lam1na1 YRrincipalmc:nte fe pone una tabla, que pot ella fe' puede cifrar q~lqukra cono , tocarle. y caottrlo por doce modos diffintos, facado de las mtjorcs Obras, y Mad\ros s difpudlo.

recopilado , y aumenudo por Andrca de SQtos. Af\o de J 764--------------Con Lice•ci~' En Madrid, en fa Imprenta 4eC'ntada.

Se h¡llat' en cara de dicho Atld'*- de Sutoe 1 aa.a ._¡,~jo Jct.a fvrc~rla4- San M¡nilto

FtG. 4

caci6 deis punts 1 de la Guitarra, en Ydioma Cathala 1 ajustat en esta última im 1 presi6 de la present 1 obra. Para que los natvrals 1 que gus­taran de apendrer y no entendran 1 la explicaci6 Castellana pugan satisfer 1 son gust amb est breu, y compen 1 di6s estil."

Este "Tractat Bre1>" se reprodujo, con pequeñas variantes de redacción y ortografía catalana, en varias ciudades del Principado y Valencia, lle­gando a ser el más difundido por España y el exb·anjero durante dos siglos.

Antes del libro de AMAT, habían aparecido otros similares de A. Mu­DARRA, M. DE BARBElUUS, A. LE Rov v DE FUENLLANA; pero, todos estos tratados iban dirigidos a la más simple guitarra de cuatro órdenes, o de cuatro cuerdas que diríamos hoy; sirviendo sólo para ptmtear, nota por nota y todo lo más, hacer contrapunto. En el fondo, se aprovecharon las

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SOLÉ SAGAI\RA. MEDlCINA Y GUITARRA 317

mismas voces de las composiciones para vihuela y laúd, los instrumentos predecesores de la guitarra, en la nueva concepción guitaiTÍstica que fue el primer paso hacia la guitarra moderna; perfeccionada luego por ESPINEL en el mismo siglo xvr (fig. 5), añadiéndole la quinta cuerda, y posterior­mente (siglo xvm) se le añadió la sexta cuerda.

Ji'JG. 5.-Guitar ra (\el siglo XV t.

El libro de ~JA'T fue el primero en enseñar acordes consonantes mayo­res y menores sobre cada grado cromático, con lo que sus ambiciones mo­destas ("para que los músicos puedan tañer y cantar fácilmente con orden Y sin confusión los aires en boga"), cobran gran importancia a nuestro pa­recer en la historia de la guitarra, en la cual por primera vez se expone un estilo o sistema digamos cientifico para el mejor rendimiento de tan armonioso y delicado instrumento.

La guitarra espafiola de ÁMAT constaba de nueve éuerdas, distribuidas en cinco órdenes, así: el primero, sencillo, que es la prima; el segundo, doblado en unisonas, con cuerdas iguales; el tercero, igual como el se­gundo; el cuarto y quinto órdenes, doblados, con cuerdas de menor calibre afinada a la octava. En las figuras 6 y 7 vemos dos muestras gráficas del método de ftJ.íA.T .

. flay que tener en cuenta que todavía no hace dos centurias que la gultarra tíeue su forma actual, con seis cuerdas simples.

En fin como dice E. PUJOL, al final de su docmnentado estudio sobre J. C. AMAT, para la historia de la guitarra, el pequeño tratado del Doctol' Caries y Amates un fino eslabón de oro.

El cultivo de la guitarra (quizá de origen arábigo y traída a España durante las invasiones islámicas) es ancestral en nuestro país, en el cual

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318 A.'IALES. SECCIÓN ESPECIALIDADES

es donde más ha arraigado de todo el mundo. Durante el siglo XVI hubo un gran florecimiento de tal cultivo, cuya cúspide la marca la figura del humanista médico de Mouistrol. Gracias a él, se llama guitarra española a la de cinco órden~s, o sea la preparadora de la guitarra actual.

Frc. 6

IV. MÉmcos GUITARRISTAS ACTUALES.- El Dr. J. CARLES Aw.T llena por si solo todo el período de tiempo del cultivo de la guitana como tal hasta la época moderna, cuyo punto de partida lo consideramos a partir de F. TÁliREGA y sus discípuios médicos que citaremos. Sin él, hubiésemos tenido que saltar de la constelación. vihuelista del siglo XVI al barroquismo guitarrístico del bachiller-teólogo GAsPAll SANZ (de Calanda) y de )os clé­rigos L. Rmz y F. GUERAU, sin el eslabón incUspensable que cristalizara !a tendencia del espíritu renacentista de pasar del contrapunto al amplio acorde, del cual ha salido la música triunfal polifónica propia de los tiem· pos modernos.

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SOLÉ SACARRA. MJi:DICINA Y GUITARRA

Frc. 7

Por esto la aportación de J. C. AMAT es a nuestro parecer tan impor­tante en el campo de la música, especialmente en el de la guitarra; ello sin desme¡;~cer de sus importantes aportaciones a la medicina de su tiempo, a~í como a la literatura y a las buenas costu1·nbres catalanas del siglo XVI.

Su paso por Monistrol dejó visibles huellas, que aún perduran hoy; pues, aparte de las mejoras sanitarias de la villa que impulsó, así como la gran aportación a la cultura catalana que representan sus fan1osos "Aforismes", hay en dicha localidad costumbres tradicionales todavía vigentes, como la "Festa del Bo-bo", que se remontan a su tiempo y que a buen seguro nuestro Dr. AMAT no fue ajeno a la creación o encauzamiento saludable ?e las mismas. Esta fiesta, conh·a lo que podría creerse por su título (Bobó, Jgual a bombón, caramelo o golosina) no era más que la expresión (bO, igual a bueno) para aprobar o reprobar por autoridades y pueblo a los can­d~datos proclamados en la plaza que debíal'l formar la Junt¡¡. de la Coha­dta de San Sebastián, patrón del pueblo, para organizar para el a¡ío próximo las fiestas en su honor, llenas de ceremonial antiquísimo y de baües popu­lares (un Galop de cortesía final muy airoso), que todavía pueden presenciar­se hoy eu tal localidad montserratina.

Pero, dejemos ya al Dr. AMAT y su ambiente, que tanto da de sí ~n

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320 ANALES. SECCIÓN ESPECIALIDAD.E:S

cuanto a comentarios de toda índole que inspiJ:a su rica personalidad y sus múltiples creaciones científico-musicales, para adentrarnos en el estuilio ele los méd1cos españoles que en Jos últimos cincuenta años se han dedicado (como hobby generalmente) al cultivo de la guitarra. Esta parte última de nuestro trabajo tiene que ser todavía en estilo más rápido que las anteriores, para no alargamos y cansar la atención de los que han tenido la amabili­dad de escucharnos en su día y ahora de leernos.

La mayoría de los datos que a continuación exponemos, como tanto de lo que queda escrito, los debemos a :nuestro paisano granaclcllense y buen amigo E. PuJO.L, que en múltiples conferencias y escritos se ha ocupado ele los médicos aficionados a la guitarra, en particular los de tierras leridanas. En su reciente y excelente libro sobre su Maestro Tárrega, editado en 1960 por la Diptttación Provincial de Castellón ele la Plana, de donde era hi jo, se puede ampliar mucho y de primera mano lo que vamos a resumir aquL

Es sabido que hasta que Tárrega se estableció en Barcelona a finales del siglo pasado y formó su famosa escuela guitarrística, la guitarra era poco menos que un instrumento de taberna, desdeñado por la gente inte­lectual y de rango de aquel entonces. Tárrega, con su inspiración exquisita, logró interesar para tal instrumento a gente distinguida en todos Jos campos culturales, enb·e ellos la Medicina. Dejando aparte sus discípulos pre­dilectos, entre los cuales destacan M. LLOBET y E. PUJOL, así como otros gt1itarristas famosos actuales (S.e:GOVIA, SAIN.Z DE LA MAZA, Y.e:FES, etc.) que directa o indirectamente, a TÁRREGA deben en gran parte lo que son, a este gran músico valenciano-catalán (vivió casi sieml)re y mudó en Bar­celona) deben sus destacadas posiciones en el cultivo de la guitarra el médico valenciano FoRTEA, íntimo amigo de TÁRREGA, así como los docto­res AR.'ffiNGOT y FoRÉS, que ya estudiando Medicina fueron discípulos del Maesb·o que nos ocupa.

Aquí debemos citar también al Dr. LLEREDI, de Machid, cuya hija fue una iliscípula aventajada del Maestro y su primer amor (frustrado). No pocas tristes inspiraciones de T.~RREGA quizá salieron de este trauma psíq1úco amoroso, de más consecuencias de l"eluoción anímica en una per­sonalidad tan sensible como la de él; aunque su famosa "Lágrima" no parece tener tal origen, al menos en tiempo y lugar.

Un médico interesante, pot su mecenazgo y su fanatismo extravagante en la vida de TÁ:R:Rll:GA, fue el inglés Dr. LECKIE, que se pasó muchas temporadas en Barcelona a principios de este siglo, con el fln exclusivo de oh· al Maestro, al que costeó viajes al exb·anjero. Una hija suya, resi­dente en nuestra ciudad y buena amiga nuestra, posee un álbum valioso, que hemos visto, en el cual hay parte de la vida e historia del gran re­novador moderno de la guitarra, el tantes veces citado F. TÁRREGA.

Como discípulos y amigos de TÁRREGA, debemos citar también a los médicos DTeS. GUDEL, GIMENO, MoLWER y otros ele su época de menos categoría musical, que resultaría prolijo señalar. Fuera del ámbito ele

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SQL}; SAGARRA. ~IEDICINA Y GUITARRA 321

tal Maesb·o, aunque en general influenciados por su música o la de sus clisdpulos destacados, E . PUJOL cita los nombres ele los médicos doctores PEREÑA, EscACENA, CASTILLO, CoLÁs, A. Otl!OL .ANGUERA y al que esto escribe. Y más alejado ya de dicho ámbito musical de TÁnm:CA, por ser anterior a él, no podemos pasar sin nombrar al gran ÜRFILA, el cual, además de ser el fundador de la Medicina legal moderna y Decano de la Facultad de Medicina de París en el siglo pasado, fue gran virtuoso de la guitarra y de la :B.auta; amigo de L:STAMEJ\'DI, quien 110 fue gui­tarrista que nosotros sepamos, pero sí inspirado compositor.

Quizá ÜRFILA fue .influenciado poi o'tro gran Maesb·o de )a madurez musical de la glútarra, corno él residente en Francia (enterrado en París) y que durante parte del siglo xvm y XL~ llena con su fina inspiración tulO de los capítulos más importantes en el progreso de la guitarra; nos referimos a FERNM'DO SoR. ·

Por oden cronol6gico, podemos deciJ: que los nombres de J. CARLES AMAT, G. S4-NZ, F. SoR, TÁRrol:GA, LLODET, PUJOL, SEcovrA y YEPEs polarizan desde el siglo xvr hasta los tiempos actuales lo que verdade~ ramente de bueno se ha producido en el cultivo de tan rico instrumento.

Para terminar, subrayamos el. auge actual de dicho insb·urnento, tanto en España como en el exb·anjero, ·cultivado por tantos médicos, enb·e los que sobresale a nuestro entender el amigo y compañero de especialidad en Barcelona, Dr. D. ABELLA, el cual va a cerrar, como hemos dicho ya, este acto con algunas escogidas cancioues de su propia cosecha, llenas de intención psicológica y de nno humor actual.

(Dicho compafiew cant6, acompañándose con la guitarra, varias de sus originales composiciones, que fueron muy del agrado del público que llenaba el Salón de Conferencias del "Casal del Metge" de Barcelona.)