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Ministerio de Participación Popular Autonomías, Federalismo, Consociación, Diarquía. Nuevas Visiones de país y grandes tendencias del debate público pre-constitucional boliviano Viceministerio de Fortalecimiento Prefectural Unidad de Coordinación de la Asamblea Constituyente Federación de Asociaciones Municipales

Autonomías, Federalismo, Consociación, Diarquía MPP

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Ministerio de Participacin Popular

Autonomas, Federalismo, Consociacin, Diarqua.Nuevas Visiones de pas y grandes tendencias del debate pblico pre-constitucional boliviano

Viceministerio de Fortalecimiento Prefectural Unidad de Coordinacin de la Asamblea Constituyente Federacin de Asociaciones Municipales

INDICE Presentacin 1. Introduccin 1.1La crisis de la forma Estado Nacin vista desde la perspectiva de la Asamblea Constituyente, Javier Medina. 1.2 Reforma o cambio de la Constitucin?, Simn Yampara 1.3 Reforma y Refundacin. Ajuste estructural y Asamblea Constituyente, Javier Medina 1.4 Pachakuti-Kandiri en el Paititi, Simn Yampara 1.5 Occidente e Indianidad: los dos sistemas constitutivos de Bolivia, Javier Medina 2. Otras y nuevas visiones de pas 2.1 El modelo del Ayllu, Fernando Untoja 2.2 Qu Bolivia es posible y deseable? Javier Medina 2.3 Pueblos indgenas y Naciones originarias en el nuevo contexto del sistema, Simn Yampara 2.4 Estructura y proceso de desarrollo del Qamaa /espacio de Bienestar, Mario Torrez 2.5 El modelo comunal, Felix Patzy 2.6 El Thakhi entre los Aimara y los Quechua o la Democracia en los gobiernos comunales, Esteban Ticona 2.7 Reconstitucin del Ayllu y Derechos de los Pueblos Indgenas, Mara Eugenia Choque 2.8 Retorno a Uraqpacha. Chinkana Amayu, Mario Trrez 3. La Asamblea Constituyente 3.1 3.2 3.3 3.4 3.5 La Asamblea Constituyente, UCAC Reforma Constitucional y Asamblea Constituyente, Ricardo Paz Movimiento indgena y Asamblea Constituyente en Bolivia, Idn Chivi Propuesta multicultural a la Constituyente, Jorge Miranda,Flix Lopz Cmo Optimizar la Constituyente: Un enfoque desde el Anlisis Econmico, Flix Huanca

4. La Constitucin 4.1 Diagnstico crtico de la Constitucin boliviana, Jorge Miranda 5. Estado Unitario Descentralizado 5.1 Las Autonomas Departamentales, Juan Carlos Urenda 5.2 El Estado Triterritorial, Franz Barrios Suvelza 5.3 Reforma a la Constitucin Poltica del Estado. Propuesta Municipal, FAM

6. Estados Autonmicos o Federales 6.1 6.2 6.3 6.4 Hacia la construccin de la Segunda Repblica, Jorge Kafka et alt. Autonomas indgenas, Alvaro Garca La Autonoma y la Autodeterminacin de la Nacin Camba, Carlos Dabdoub Tarija: por qu y para qu se lucha por autonoma, Roberto Ruiz

7 Consociacin 7.1 Por una Consociacin simbitica de Municipios, Ayllus y Pueblos indgenas, Javier Medina 7.2 El Estado Federativo de Municipios y Comunidades originarias, Juan del Granado 8. Diarqua Conceptual 8.1 8.2 8.3 8.4 Quqi Jaqi, Gnero y Diarqua, Simn Yampara y Mario Torrez Derecho basado en el individuo y Derecho basado en la comunidad, Javier Medina Estructura del sistema poltico administrativo andino, Flix Lpez Mamani Principios y valores fundamentales para la elaboracin de una constitucin multicultural, Jorge Miranda

Poltico 8.5 8.6 8.7 El proyecto de reconstruccin del Kollasuyu, Germn Choquewanka Un Estado: dos sistemas, Javier Medina De la Bolivia colonial a la Asamblea Constituyente, Mesa Indgena Pablo Zrate Willka

Propuestas estatales 8.8 Propuesta de Constitucin Poltica del Estado Qullana-Suyu, Jorge Miranda y Flix Lpez Mamani 8.9 Diarqua Federal / consociacional, Javier Medina 8.10 Hagamos la nueva Constitucin Poltica, con Races de nuetra Identidad, Juan de la Cruz Villca 9. Eplogo 9.1 Son los indios poltpotianos?.Sobre los terrores que nos produce slo pensar un Estado dirigido por los indios, Javier Medina

Hoy, no se decir bien quienes son los otros, pero se que estamos interrelacionados. () Un da caminaba junto a doa Mxima en busca de duraznos en el Valle alto. Por algn motivo ella me dice: -Habas caminado bien, no? Le contesto: -Por qu piensas que no se caminar, si soy igual que ustedes? Luego de un largo silencio, me mira, se mira y me dice otra vez: Sabes caminar, pero caminas de otra manera (se re y me imita). Adems por qu quieres parecerte a nosotras? As como eres te queremos. Si fueras como nosotras, aburrido sera. Cada uno, como es siempre, es mejor; as un poco diferentes. De este modo conversamos ms bonito y el camino se hace ms corto. As te queremos; igual cario vas a tener. Si te dejas criar aqu, te vas a quedar, aunque te vayas. No importa si no hablas quechua(Sentimos que) nos comprendes. Estas son expresiones que acompaan mi caminar y afirman al otro dentro de m y a m dentro del otro. Teresa Alem Rojo

Presentacin Este Dossier ha sido compilado para complementar una visin ms comprenhesiva del debate y las conversaciones pblicas que se estn llevando a acabo en este pas desde hace ya un buen tiempo y que no son conocidas por todos. Tiene, por tanto, adrede, un sesgo descentralizado e intercultural: recoge lo que se ha conversado, debatido y escrito en los espacios locales, rurales, indgenas, municipales y marginales y que, por su naturaleza, no siempre han sido publicados en los medios conocidos de opinin pblica de las grandes ciudades; muchos, es cierto, han circulado por internet, pero como que su publicacin en papel le aadiera un valor apreciado por todos aquellos que todava vivimos con un pie en la galaxia gutenberg. Este Dossier, as mismo, quiere ser una herramienta para la gran Consulta que va a llevar a cabo el Ministerio de Participacin Popular en todos los departamentos con el objetivo de recoger y evaluar la experiencia de diez aos de descentralizacin municipal en Bolivia como un insumo para redisear otras formas estatales y gubernamentales en la prxima Asamblea Constituyente. Este es el papel que parece haber jugado la Participacin popular: preparar la cama para las bodas alqumicas de la Bolivia rural y la Bolivia urbana, la Bolivia occidental y la Bolivia indgena. Quisiramos cerrar bien un perodo y coadyubar a abrir mejor el siguiente paso de nuestra andadura histrica como comunidad poltica. Estamos seguros que para muchos lectores sta ser la primera vez que se encuentren con algunos de los grandes pensadores indgenas interculturales de nuestro pas. Para dar una idea de la sorpresa que les espera, dir que al leer por primera vez a Mario Torrez sent la misma sensacin de asombro y maravilla que cuando le a Heidegger por primera vez en alemn: degustar cmo el sentido emerge de la savia de las palabras mismas: de sus races, prefijos y sufijos e incluso de sus meras letras. El aymara, para nosotros, es como el griego o el hebreo para los europeos. En la larga historia de Occidente, de la cual tambin nosotros somos parte (y tambin somos parte de Oriente, a travs de la indianidad) las raras y fecundas veces que Occidente se abri al Otro con inteligencia y generosidad, dando a luz nuevos Renacimientos y Siglos de Oro, siempre estuvo presente la Kabbalah como su herramienta escondida para establecer un vnculo interhumano de naturaleza universal, como hubiera dicho Roberto Barber. Tambin en este Dossier aparece la Kabbalah haciendo el nexo de lo occidental boliviano con la indianidad. Los momentos creativos de Occidente estn marcados por encuentros como el de Raimn Llull, Cbala mediante, con el Islam; Giordano Bruno y Johannes Reuchlin en dilogo con el paganismo neoplatnico, al igual que Agripa y Durero en conversacin con el animismo germnico; el Renacimiento italiano es incomprensible sin la Cbala cristiana de Pico de la Mirandola y Marcillo Fiscino; como el Siglo de Oro espaol sin la mstica marrana suficabalista de Miguel de Cervantes, Teresa de Jess y Juan de la Cruz. El Renacimiento isabelino es incomprensible sin sus secretos lazos con la Cbala hebrea: John Dee, Christopher Marlowe, Shakespeare.

Del mismo modo, el dilogo de civilizaciones entre occidente y la indianidad tiene en la estructura del Arbol sefirtico y el Diagrama Pachakuti Yanqui la clave para un acercamiento creativo e innovador: la nacin boliviana y las naciones indgenas, sin dejar de ser lo que son, fermin y bosn, se encuentran en un taypi, a travs de un tinku. Ese taypi y ese tinku son la Asamblea Constituyente que podra alumbrar, si somos inteligentes y generosos, un Estado compuesto por dos sistemas antagnicos pero complementarios. El primer modelo cuntico de comunidad poltica del siglo XXI. Este rebasamiento del principio de identidad y no contradiccin occidental, desde el corazn de occidente, slo lo puede hacer posible la Kabbalah, la interfase con la civilizacin amerindia. No necesitamos renunciar a nuestra identidad occidental para abrazarnos con la indianidad: slo sumergirnos en nuestras races esotricas que, probadamente, han retoado en todos los grandes Renacimientos y Siglos de Oro de Occidente. El debate pre-constitucional nos permitir, as mismo, revisar ciertos esquemas que subliminalmente han guiado las lgicas de comprendernos mutuamente y, por consiguiente, de organizar nuestra vida en comn. C El ms tradicional es hegeliano: A B. A (tesis) y B (anttesis) desaparecen en C (sntesis). Este esquema ha dado lugar a las teoras del mestizaje, sincretismo, religiosidad popular: C. Su ltimo empaquetamiento es la ideologa de la Unidad en la diversidad; es obvio que la Unidad no ha podido homogeneizar la diversidad: que es de lo que se trataba y hace de tripas, corazn, es decir, comprender la diversidad hirsuta como remedos in fieri de Occidente, C, cuya quintaesencia es el tercermundismo: plagiar a Occidente a destiempo (negndose a s mismo) y sin tener las condiciones de posibilidad para que el remedo funcione: monotesmo, instituciones burocrticas, separacin de poderes, razn instrumental, secularizacin, lgica de mediaciones abstractas: descorporeizadas d Un siguiente esquema es el de Centro-periferias que anda bastante alicado: b A c. e A Otro esquema es el de la Subalternidad: B. Lo no occidental, B, es subalterno de Occidente, A. Los nuevos estudios culturales ya no pueden seguir cerrando los ojos a su imposible Aufhebung en C, pero, mecanicistamente, entienden a B como subdesarrollado y subalterno: nunca llegar a homologarse con A y funcionar reactivamente respecto de A que es el que lleva siempre la iniciativa. Cultivan el otro modelo hegeliano: el del Amo y el Esclavo. Esta sigue siendo una visin exterior y monotesta del dualismo, pero cada vez menos maniquea. Los indios, los cholos, son buenas gentes pero subalternos y grotescos. Un tercer esquema, que es el que proponemos para ser conversado de cara a disear nuestra futura Constitucin, proviene, por un lado, desde dentro: de la sabidura amerindia: Principio Chacha-Warmi y, por otro lado, desde fuera: del nuevo Paradigma occidental: el Principio de Complementariedad de la fsica cuntica, Niels Bohr. A y B son diferentes, opuestos, es ms: son antagnicos, pero se complementan en un Tercero incluido, T, que sin hacer desaparecer su antagonismo, A y B, produce un Tercero que es ms que la suma de sus partes y que se actualiza (Stphane Lupasco) en el momento del encuentro; despus,

se latentiza, mejor dicho est siempre virtual, in potentia, al acecho del encuentro de A y B para pasar al Acto. Este ltimo esquema mental nos parece que es el que mejor nos cuadra. Por un lado, hace justicia a la cosmovisin de la mayora indgena (Principio democrtico) y, por otro lado, nos obliga a los que somos occidentales a aggiornarnos al nuevo paradigma cientfico tcnico de Occidente y a dejar de una buena vez a aspirar a una modernidad imposible que, adems, a estas alturas de la historia est ya obsoleta y en la que nos hemos aplazado rotundamente, como muestran y demuestran todas los Informes de Naciones Unidas. Este Dossier, igualmente, pretende mostrar las grandes visiones que distintos foros estn poniendo a la luz y que es preciso conocer con antelacin, debatir, evaluar, sopesar pros y contras, para llegar a la Asamblea con grandes consensos mnimos. Por un lado, tenemos una tendencia que propugna los as llamados Gobiernos Departamentales Autonmicos de relativamente larga data: ya a finales de los ochenta y comienzos de los noventa se debati esa posibilidad que qued apagada por la vehemencia de la descentralizacin municipal; ahora, ambas escuelas de descentralizacin se juntan en esta posibilidad de reorganizar el Estado boliviano. Otra tendencia es la que apunta hacia un modelo federal, en base a regiones que no necesariamente coinciden con los departamentos y, en sealados casos, se sugiere que estas regiones podran basarse sobre espacios de ndole cultural. Una tercera tendencia es la que proviene de los intelectuales indgenas sobre todo aymaras: la Diarqua, basada en el modelo del ayllu: complementariedad de la parcialidad de arriba y la parcialidad de abajo, aran y urin, que ahora es expandida a la complementariedad de la parcialidad occidental y la parcialidad indgena, que tiene en la pareja: varn-mujer, su unidad poltica bsica (no en el individuo como los dos modelos anteriores). En la historia de larga duracin, la experiencia estatal indgena: Cuzco y Tiwanaku, se ha expresado en este molde, del mismo modo que la experiencia estatal occidental es impensable sin los arquetipos puestos en escena en Atenas y Roma; con una diferencia, empero: que el modelo dirquico amerindio, en virtud a su software, puede incluir complementariamente el modelo estatal europeo como su espejo, en tanto que el modelo monista occidental, no lo puede hacer, por razones lgicas. Finalmente, una cuarta tendencia: la experiencia municipal, proyectada estatalmente, ha producido un modelo consociacional post Estado Nacin de redes de gobiernos locales, de base orgnica: ayllus, pueblos indgenas y municipios, con nodos gubernativos mayores en las mancomunidades municipales metropolitanas, como una red neuronal meta-nacional insertada en una de las virtualidades de la globalizacin: la federacin mundial de gobiernos locales. La maduracin de esta virtualidad ha sido interrumpida, abruptamente, por la convocatoria de la Asamblea Constituyente. Es una semilla que tendr que germinar todava en los niveles subnacionales de un invernadero estatal clsico. Agradezco a todos los que de una u otra forma ha contribuido a que este Dossier sea compilado: Ramiro Duchen, Marcelo Renjel, Esteban Ticona, Jorge Miranda, Flix Lpez Mamani, Ludwig Valverde. As mismo al ILDIS, Fundemos, al Colegio de Politlogos de La Paz y, sobre todo, a todos y cada uno de los autores de esta miscelnea que nos han permitido poder compilar este libro. Finalmente un agradecimiento especial a Roberto Barber por haber acogido y prologado este texto.

1. Introduccin 1.1. La crisis de la forma Estado Nacin vista desde la perspectiva de la Constituyente Javier Medina

En el debate que se est iniciando acerca de la Constituyente se pueden percibir dos posiciones: una que acepta la idea de refundar el pas; la otra, que le parecen suficientes las reformas aprobadas en la Ley de necesidad de reforma de la Constitucin. Entre esa creciente mayora que est por la refundacin, la gama de posiciones es amplia; pero podemos sealar sus extremos. Por un lado, profundizar la democratizacin del sistema poltico: ms poder al ciudadano: que elija de verdad, a costa de quitarle competencias al representante, sin tocar, empero, el sistema poltico. El otro extremo tiene, as mismo, su complejidad: desde las Autonomas que plantean las elites occidentales de Tierras bajas: Santa Cruz, Tarija, hasta las Autonomas territoriales (soberana sobre los recursos naturales) propuestas por los pueblos indgenas. Todas estas propuestas, incluida, por supuesto, la que slo plantea parches monoculturales a la Constitucin, comparten una misma ceguera cognitiva e ignorancia politolgica, para decirlo cargando las tintas, respecto de la forma Estado Nacin: los hechos: los resultados, no les dan que pensar; aceptan nuestro simulacro estatal casi como si fuera un dato de naturaleza, como al Illimani. Sin embargo, de cara a la Constituyente, tenemos que tener mnimamente claro qu forma estatal nos damos, que se adecue a nuestra ecologa, culturas y poca, dentro de una visin no monista de la globalizacin (slo la mundializacin del Intercambio); pues, para seguir con ms de lo mismo, sera preferible solicitar ya nuestra anexin a la Unin americana y desaparecer del mapa. Los ingredientes de la crisis de la forma Estado Nacin. El Estado Nacin sufre un embate de fuerzas internas y externas que cuestionan y disputan sus funciones y responsabilidades clsicas. En el marco de la globalizacin, diversos actores supra-nacionales reclaman para s roles que por siglos retuvieron los estados nacionales (seguridad y justicia, regulacin comercial y financiera, lucha contra el delito, el terrorismo y el trfico de estupefacientes...). En el marco de una descentralizacin de tipo federal o autonmica, estructuras subnacionales de autoridad, tales como gobiernos regionales y gobiernos municipales, aspiran a participar con identidad e interlocucin propia en la formulacin de polticas en reas tradicionalmente reservadas al Estado Nacin (relaciones internacionales, recaudacin, promocin de inversiones extranjeras, negociaciones comerciales, cooperacin tcnica...). Digamos que este complejo crtico tiene que ve r con la mundializacin del Intercambio.

Otro embate, menos visible, que sufre el Estado Nacin es la mundializacin de la Reciprocidad. Su punta de lanza tiene que ver, hoy, con el acelerado desarrollo de una suerte de transnacionalismo no gubernamental, en el que un importante nmero de ONGs compiten con el Estado Nacin en la gestin de complejas problemticas derivadas del proceso de globalizacin (defensa del medio ambiente, proteccin de los derechos humanos, respeto de los derechos de los pueblos indgenas, lucha contra la discriminacin y el racismo, asedio a la corrupcin, lucha contra la pobreza....). El mango de esta punta de lanza lo constituyen las sociedades no occidentales del Tercer mundo que han impedido el despliegue y florecimiento del capitalismo, comme il faut; especialmente notorio es este fracaso en la regin andina y, particularsimamente, en Bolivia que, hace poco, se ha dado el lujo de despachar a Miami al representante ms conspicuo del liberalismo neocolonial: Sanchez de Lozada. Estas dos mundializaciones van separadas todava. Sugiero leerlas, desde un punto de vista cuntico, de acuerdo al principio de complementariedad de opuestos. Globalizacin: el factor exgeno La globalizacin no es una novedad. Los marranos sefardes, como resultado de la expulsin de 1492, la tejieron el siglo XVI a travs del mercantilismo; as llegamos hasta Potos, por el Rio de la Plata; funcionaba, a la sazn, en tiempo carabela. La globalizacin actual funciona en tiempo real, gracias a la red telemtica que ha originado el nuevo paradigma cientfico-tcnico, sobre todo en transporte y telecomunicaciones. Esta red tiene efectos sistmicos: ha producido una infraestructura de alcance mundial para el movimiento de capitales, datos, informacin, solidaridad, entretenimiento, personas y bienes. Hay tericos que diferencian entre globalizacin-situacin: globalismo de comportamientos, relaciones sociales y formas de organizacin y globalizacin-proceso: el conjunto de fuerzas que contribuye a la conformacin de un sistema y una sociedad globales. En el primer sentido, la globalizacin no es una situacin tan predominante o prevaleciente como creen sobre todo las elites tercermundistas. Su dominio es todava reducido, pues la mayor parte de los comportamientos socio-polticos del gnero humano no se desarrollan a escala global, sino que siguen concentrndose en el nivel local. En el segundo sentido, en cambio, es innegable que el alcance y la densidad de los comportamientos, relaciones sociales y formas de organizacin actuales sealan la existencia de un sistema global en proceso de formacin. El mundo vive una marcada internacionalizacin de la produccin, los negocios, las finanzas y las guerras. Sin embargo, tambin es cierto que dic ho intercambio no implica que los ciudadanos de los estados involucrados compartan ideas, ideales y valores que resulten en una sociedad global con instituciones y reglas comunes orientadas a una cooperacin mutua y permanente. Al revs: el mundo va hacia una globalizacin compuesta por la mundializacin del intercambio (en lo que el Sur est subdesarrollado) y la mundializacin de la reciprocidad (en lo que el Norte est subdesarrollado). El ideal sera una complementariedad de estas dos polaridades antagnicas.

El funcionamiento del sistema de estados en el Norte presenta una escalonamiento de tres atributos esenciales: pluralidad de estados soberanos (estados); interaccin sistmica entre estados (sistema); valores, reglas e instituciones comunes (sociedad). Nos encontraramos, por tanto, ante un sistema global que no alcanza a ser una sociedad global. Por ello, an cuando la multidimensionalidad de la globalizacin (econmica, militar, ecolgica, social y cultural) hace ms compleja la asignacin de roles y responsabilidades, el Estado Nacin sigue noms siendo la principal fuente de identidad y lealtad polticas; menos en Europa y ms en Amrica del norte y Japn. En los estados nacionales ms coherentes del Tercer Mundo, la cultura y la religi n parecen constituir las principales referencias de identidad. Bolivia parece ser una excepcin: es difcil encontrar algo que compartan todos los bolivianos. Desde el punto de vista afectivo y simblico se podra decir que tampoco existe un Nosotros boliviano, sin lo cual, como se sabe, no hay Estado boliviano. Ahora bien, compilando este Dossier, varios meses despus de que fuera escrito este texto, hay que decir que el reciente Referndum sobre el gas parece relativizar lo acabado de decir; como que, de cara a la Asamblea Constituyente, la sociedad cerarra filas sobre s misma, bajo el liderazgo oportuno y carismtico del Presidente Carlos Mesa. No obstante ello, todo indica, empero, que el proceso de globalizacin ha puesto noms en tela de juicio el papel clsico del Estado Nacin como unidad constitutiva del sistema internacional. En el orden global, los conceptos de soberana y autonoma estn en franca crisis. Los gobiernos nacionales se ven obligados a compartir cada vez ms con otros actores su autoridad sobre cuestiones polticamente antes exclusivas. Semejante cuadro de situacin se apoya en el hecho de que hoy en da el Estado se muestra incapaz de sostener por s solo la defensa y el desarrollo de su nacin. Una visin clsica de la economa poltica sostiene que las funciones esenciales del estado son la defensa de la nacin, la estabilidad de la moneda, el mantenimiento del sistema jurdico y la administracin de la seguridad social, pero numerosos fenmenos contemporneos refutan esta pretensin. As, varios pases europeos ya no son dueos individualmente de sus polticas monetarias; el gobierno de los Estados Unidos necesita la ayuda de consorcios transnacionales para desarrollar su sistema nacional de seguridad; las empresas multinacionales lderes deciden sus disputas por s mismas acordando qu ley nacional les es ms ventajosa; los tribunales internacionales de justicia ganan hegemona ante, justamente, la inoperancia de las leyes y cortes de los estados nacionales respecto de s us dictadores y genocidas. En consecuencia, las pretensiones monoplicas del Estado Nacin de controlar el espacio y el tiempo sociales se ven superadas por los flujos globales de capital, bienes, servicios, tecnologa y comunicacin. Paradgicamente, el intento de los estados nacionales de reafirmar su poder en el mbito global, mediante el desarrollo de instituciones supranacionales, socava an ms su soberana. Y el esfuerzo por restaurar su legitimidad, descentralizando el poder administrativo en instancias regionales o municipales, aumenta la lejana entre los ciudadanos y el nivel nacional de gobierno. De esta forma, el Estado

Nacin westfaliano ha empezado a deconstruirse, controladamente en el Norte; en el Sur no industrializado es ya pura fachada. As, pues, resumiendo el debate acadmico, algunos de los principales efectos, que la globalizacin produce en el funcionamiento del Estado Nacin, podran ser los siguientes: a) Alteracin de los costos y beneficios involucrados en la seleccin de alternativas e instrumentos de polticas pblicas domsticas. Un buen ejemplo de ello se advierte en cmo la liberalizacin financiera ha hecho que las autoridades nacionales prefieran utilizar un instrumento de poltica monetaria de bajo costo, como la tasa de inters, en desmedro de los tradicionales y onerosos controles de capital, requerimientos de reservas o restricciones crediticias; b) Modificacin del equilibrio entre las opciones de polticas pblicas de nivel nacional, hemisfrico y global, en especial en los campos de la economa y el medio ambiente. Una serie de organismos supra- nacionales complejizan la oferta de polticas pblicas y compiten con los gobiernos nacionales en la solucin de problemas sociales, econmicos y ambientales. c) Erosin de la tradicional distincin interno / externo como consecuencia de la cohabitacin de estructuras internacionales, nacionales, regionales y locales de autoridad. Esta superposicin de diversas comunidades de facto, acentuada por la aterritorialidad de la globalizacin, hace que el ejercicio de la autoridad se torne ms disperso y fragmentado; d) Formacin de nuevos escenarios de movilizacin poltica y emergencia de nuevas coaliciones sociales (que empiezan a sacar a luz la mundializacin de la reciprocidad ), compuesto por jvenes, sindicalistas, feministas, ambientalistas, campesinos y productores rurales, consumidores, pueblos indgenas (llamados erroneamente antiglobalizacin); e) Reconfiguracin de las agendas pblicas e innovacin institucional. Ello se percibe en los esfuerzos del estado por internacionalizar las actividades de sus agencias gubernamentales domsticas y en la articulacin de nuevos modos de organizacin y coordinacin burocrticos con la intencin de gerenciar la mundializacin de la toma de decisiones pblicas; f) Reorganizacin de las estructuras del estado en funcin de la maximizacin de la ventaja competitiva nacional. En el actual orden econmico, el sistema de produccin y comercializacin globalizado ha creado un nuevo criterio de eficiencia que comparten el sector pblico y el sector privado: la competitividad global (de la que el Sur est excluido; por cierto, a sus elites les encanta la palabra competitividad: las palabras suplen las cosas). Es innegable que las fuertes presio nes de la competitividad global estn forzando al Estado Nacin (en particular al Estado desarrollista de los pases perifricos) a ajustar sus polticas domsticas de acuerdo con los parmetros impuestos por una rgida disciplina fiscal que,

monitoreada desde afuera, acta como jaula de hierro de las decisiones soberanas de las naciones. Los patrones de cambio global estn modificando el contexto poltico en el que el Estado debe actuar, creando un sistema de mltiples centros de poder y superpuestas esferas de autoridad. Finalmente, cabe afirmar que el Estado Nacin se encuentra atrapado en medio de un complejo y diverso mapa poltico cuya principal caracterstica es la coexistencia del tradicional sistema de estados con otras estructuras de autoridad superpuestas. Estructuras locales de autoridad: el factor endgeno A partir de los aos sesenta los signos de desintegracin de los estados nacionales se han incrementado ms aceleradamente. Desde entonces, naciones sin estado como Escocia, Quebec, Euskadi, Gales, Catalua, el Kollasuyo... pugnan por consolidar una identidad propia y diferenciada con claras aspiraciones de representacin extra nacional. Paralelamente, similares seales de fragmentacin del Estado Nacin contemporneo, pero de signo inverso, han surgido en gran parte de frica, la India, Indonesia y Turqua. Simultneamente otros estados nacionales han colapsado fcticamente: Estados quebrados y economas inviables (como los pases HPIC) que la cooperacin internacional, sin embargo, mantiene artificialmente para asegurarse, probablemente, un acceso menos conflictivo a recursos estratgicos en el siglo XXI: biodiversidad, agua, gas... Sin embargo, no son slo estas conocidas tendencias secesionistas o implosiones de facto las que cuestionan la representatividad de sus respectivos gobiernos centrales, sino que, adems, se estn produciendo una serie de iniciativas polticas puntuales que lleva a numerosos gobiernos provinciales, regionales y locales a exigir una mayor particip acin en la toma de decisiones pblicas que por mucho tiempo estuvieron en las manos exclusivas del nivel nacional o federal. Un ejemplo de ello lo ofrece la Unin Europea, donde la gestin de la educacin, la poltica social, la cultura, la vivienda, el medio ambiente y los servicios urbanos, ha pasado a la responsabilidad de gobiernos regionales y municipales. Ms an, numerosas regiones y ciudades europeas se han unido en redes institucionales que compiten con los estados nacionales, constituyndose en alternativas reales de poder pblico. Es ms, estas estructuras locales de autoridad juegan un papel tan activo en las negociaciones con empresas multinacionales, inversores forneos y gobiernos extranjeros que se han convertido en unos de los ms destacados actores del desarrollo econmico de sus pases. De este modo, las iniciativas de jefes municipales, legisladores provinciales, responsables de agencias estaduales, gobernadores y presidentes de regiones reclaman a los respectivos gobiernos centrales su incorporacin efectiva a los mecanismos de formulacin e implementacin de polticas pblicas. Podra decirse que se trata de un sistema de autoridades superpuestas y lealtades mltiples.

En consecuencia, diversas unidades gubernamentales subnacionales han adquirido un mayor protagonismo en el plano internacional. En los ltimos quince aos, casi todos los gobiernos estaduales de los Estados Unidos han abierto oficinas de representacin en el exterior. Gobiernos provinciales de varios pases son invitados a participar de reuniones convocadas por la Organizacin Mundial de Comercio. Los Lnder alemanes, algunas Autonomas espaolas y varios gobiernos locales britnicos poseen agencias acreditadas ante la Unin Europea en Bruselas. Regiones de la importancia de Rhne -Alpes, AlsaciaLorena, Renania del Norte-Westfalia, Midi Pyrenes, Baden-Wuttemberg, Catalua, Euskadi, Galicia... mantienen oficinas permanentes en los principales centros del comercio mundial. Asimismo, debe destacarse la nocin de region state propuesta por Kenichi Ohmae a efectos de sealar la conformacin de virtuales zonas econmicas naturales que pueden estar compuestas por una parte de un estado nacional (sea sta una provincia, un corredor productivo o una regin) o bien pueden extenderse a lo largo de los territorios de varios pases. De all que el estado-regin se defina como una unidad econmica distintiva que no siempre obedece a la geografa poltica clsica de los territorios nacionales. En este sentido, pueden mencio narse las regiones del Valle del Mississippi, la zona San Diego Tijuana, la regin de los Grandes Lagos, el sur del Brasil en torno a Sao Paulo, Montevideo-Rosario -Buenos Aires... De este modo, mientras se multiplican las relaciones de intercambio y de cooperacin entre las propias estructuras locales de autoridad bajo la forma de redes temticas y asociaciones geogrficas de poderes regionales, provinciales y municipales, progresivamente se acepta la legitimidad y la conveniencia de su actuacin en la vida poltica, econmica y cultural internacional. Un ejemplo significativo de ello fue la Asamblea Mundial de Ciudades y Autoridades Locales que se celebrara paralelamente a la Cumbre de las Ciudades de Naciones Unidas. La mundializacin de la Reciprocidad: el transnacionalismo no-gubernamental El fin de la Guerra Fra trajo aparejado una profunda redistribucin de poder entre el estado, el mercado y la sociedad civil, representada por sus ONGs. El Estado Nacin parece verse obligado a compartir parte de su tradicional poder no slo con el sector privado con fines de lucro sino tambin con un complejo entramado de organizaciones no-gubernamentales sin fines de lucro que son verdaderas redes sociales informales que constituyen espacios participativos y eficientes que interconectan la dinmica global / local. En cuasi Estados, como el nuestro, no slo se oenegeiza la sociedad civil sino el propio gobierno. De ah que yo defina a Bolivia, desde una suerte de fenomenologa trgica como un Proyectorado de la cooperacin internacional, ms que como un Estado nacional (para empezar de qu nacin: la aymara, quechua, criolla...?) Semejante transformacin se explica a partir de notables cambios en la estructura misma de las organizaciones sociales: el paso de una rgida visin jerrquica a un concepto flexible de redes y la transicin de un centralismo compulsivo a una asociatividad voluntaria. De acuerdo con esta visin, el motor principal de dichos procesos ha sido la reciente

revolucin de la tecnologa de la informacin. Una notable expansin de la capacidad comunicacional ha permitido que nuevos actores, en especial las ONGs, dobleguen las inclinaciones monoplicas del Estado Nacin respecto del manejo de gigantescos paquetes de informacin que, en el pasado, aseguraban su preponderancia. De esta manera, las modernas tecnologas de la comunicacin han potenciado la conformacin de vastas redes de ciudadanos y grupos sociales que, sin someterse a una instancia pblica jerrquica e indisputable, generan nuevos mapas de autoridad que no se corresponden con las fronteras de poder de los estados nacionales. Un sinfn de asociaciones civiles, empresas, organizaciones ciudadanas y grupos culturales o tnicos estn asumiendo mayores roles y responsabilidades en la gestin del inters pblico sin detenerse en su accin ante aduanas o puestos migratorios. Poderosas fundaciones y ONGs de la relevancia de Amnista internacional, Mdicos Sin Fronteras, Greenpeace, Care, Transparencia internacional... poseen ms recursos y expertise que varios gobiernos nacionales. Jessica Mathews sostiene que el conjunto de las ONGs del mundo presta ms asistencia para el desarrollo a los pases pobres que todo el sistema de Naciones Unidas junto. Al mismo tiempo, han surgido cuestiones tales como la contaminacin ambiental, la proteccin de los derechos humanos, las culturas populares, la promocin de la mujer, las ferias de trueque y el dinero electrnico, problemticas stas que no necesariamente reconocen los lmites fsicos de los estados nacionales. Este pujante transnacionalismo no gubernamental del principio de Reciprocidad, sumado al drstico achicamiento virtual de las distancias y la consecuente relativizacin de la dialctica lejana / proximidad, est cambiando el clsico sentido de comunidad nacional. Desde esta perspectiva, el resultado de esa redistribucin del poder, que se da despus de la segunda guerra mundial, es un nuevo orden internacional que, sin llegar a estar regulado por un gobierno mundial, s estara fuertemente marcado por una especie de gobernanacia planetaria que vincula, por medio de complejas redes informacionales, a actores tan diferentes como Microsoft, la Iglesia catlica, los cocaleros del Chapare, Amnista Internacional y los (mal llamados) movimientos antiglobalizacin. Huelga de hambre aymara en Radio San Gabriel, reguero de huelgas en Sopocachi, San Miguel... Cochabamba, Potos, Guarayamerin... Buenos Aires, Ciudad de Mxico, Barcelona, Ginebra... Es evidente, pues, que el espritu tra nsnacionalista de las organizaciones no gubernamentales pone en tela de juicio la tradicional autonoma del Estado Nacin como actor excluyente de las relaciones internacionales. Cada vez ms, se observa cmo las ONGs participan activamente en la elaboracin de acuerdos bilaterales, regionales y globales, sentadas en la misma mesa de negociacin. A ttulo de ejemplo puede mencionarse el papel que jugaron las coaliciones transnacionales de ONGs en la negociacin de los acuerdos comerciales del TLC entre Mxico, Canad y Estados Unidos. Asimismo, la presencia de organizaciones defensoras de los derechos de la mujer en la Conferencia sobre Control de la Poblacin del Cairo y Conferencia de la Mujer de Pekn, as como la de grupos ambientalistas en la Cumbre Mundial de la Tierra de Ro de Janeiro, la Cumbre social de Porto Alegre, cuyo espritu este mes se nos traslada a Santa Cruz...

El escenario que se vislumbra presenta as al Estado Nacin compartiendo su papel de articulador internacional de poder no slo con organismos multilaterales como la ONU, la OMC y la OEA sino adems con una amplia red de ONGs transnacionales. Estas ltimas adquieren da a da mayor reconocimiento en su desempeo como global housekeepers, en especial en campos tales como la preservacin ecolgica, la proteccin de los derechos humanos, la ayuda humanitaria en casos de emergencia y la promocin de la salud y la educacin. Conclusiones El Estado Nacin, en general, est pasando por una pronunciada crisis, pero esta crisis no puede ser interpretada todava como el preludio de su muerte. Por un tiempo ms el Estado Nacin continuar siendo una unidad poltica y sobre todo simblica dentro del sistema internacional. Su desempeo tiene lugar en un escenario plural que incluye diversos actores supra-nacionales, sub-nacionales y no-gubernamentales que compiten con l y entre s por un mayor espacio en la toma de decisiones pblicas. En el Norte, donde el Estado Nacin, a travs de la industrializacin logra cumplir todas sus metas, ya no es un actor soberano y autnomo en los trminos absolutos del siglo XVII. Pareciera que estos estados nacionales se estn transformando en actores de baja soberana que lejos de actuar con anhelo autnomo, necesitan de la interdependencia, piloteada empero desde una fuerte visin estratgica. Al estar su accionar fuertemente sometido a variados condicionamientos internos, por parte de microfuerzas sub-nacionales, y externos, por parte de macrofuerzas supra-nacionales, su objetivo parece consistir en ubicarse en el mapa estratgico de la economa globalizada de forma tal que puedan maximizar los beneficios que la misma ofrece y, simultneamente, minimizar los costos negativos que ella implica. En el Sur, donde el Estado Nacin, por no haber logrado un proceso de industrialziacin integral, debido al catolicismo y al animismo, se presentan dos escenarios: uno, el de llamados Estados emergentes que tienen estado, sociedad civil, smbolos e intereses comunes; a pesar de la pobreza y exclusin internas: tienen clases dominantes nacionalistas que han logrado hegemonia sobre sus clases subalternas (Mxico, Brasil, Chile...). El otro escenario, son todos esos pases que siguen siendo exportadores de materias primas, y sus elites quieren seguir sindolo; que no lograron crear una clase dominante y tecnocrtica: no conocen lo que es una burocracia estatal, ni quieren tenerla; que no han conseguido ocupar administrativamente su territorio; que no han podido homogeneizar a sus poblaciones (ni a travs del lenguaje, la evangelizacin, el mercado, la escuela, el hospital, el cuartel, la crcel, el manicomio...); que no han creado un mercado interno capitalista (ergo, sigue funcionado un mercado de reciprocidad); que no han sido capaces de intitular la propiedad (ergo, sigue existiendo la comunidad) (y, en cuanto a la propiedad privada, una propiedad puede tener media docena de ttulos sobrepuestos de propietarios ausentitas); que no han logrado (muchas veces ni quieren) incluir a sus clases subalternas no occidentales; que pblicamente hacen gala de haber perdido la ms mnima soberana formal y simbolica; que ninguna poltica pblica pueden llevar a cabo sin financiamiento externo y asistencia tcnica (que, por cierto, no producen los resultados previstos, por

razones culturales); que tampoco pueden cobrar impuestos (pues ello implica ciudadana e institucionalidad: existencia, justamente, de un Nosotros pblico); que, por no poder, ni siquiera pueden cubrir su Presupuesto: imploran limosna para pagar los salarios de su sector pblico; ms trgico an: no pueden ejecutar los recursos donados...que cada ao, en el Grupo Consultivo de Paris, se los vuelven a reempaquetar con un nuevo papel celofn. De esta legin de pases tercermundistas, los Estados acreedores han escogido un grupo selecto: el de los irredimibles pero educaditos, a los que les han puesto sobre la frente un sello, casi un tetragramaton: HPIC, del que sus elites polticas, por cierto, se ufanan y vanaglorian. En rigor, el concepto de Estado Naci n a estos paises hace tiempo que ya no les cabe. Si lo estatal, en Bolivia, ha sido un gran fiasco, por ello mismo lo comunal es su mayor y nica baza si, como colectividad, quiere persistir en el ser. Ese conato, para decirlo con palabras de la Etica spinozista, me vale la pena y por l me vengo jugando; por ello no ignoro que la Constityente es la Oportunidad que tiene nuestra generacin para empezar a dejar de comer el pan de la vergenza del que habla la Kabalah. En realidad, slo tenemos una opcin: refundarnos de verdad: reconstituirnos. Yo vivo este kairos a la tenue luz del tikun con el que mis antepasados se vislumbraron y engaaron, cierto, pero dieron sentido a sus vidas.

1. 2. Reforma o cambio de la constitucin? Simn Yampara H.1

Bolivia, geopolticamente, es el corazn del Aynacha Awiayala, uno de los pases andinos con mayor peso demogrfico indgenay de contraste de ecologas / ecosistemas variados y complementarios simultneamente, donde los bioecosistemas, la biodiversidad, estn interaccionadas con la biosfera. Histrica, ecolgica y culturalmente desde la meseta andino-amaznica aporta al proceso de la humanidad con el desarrollo de las civilizaciones tiwanaquta y el Incario; de los 103 ecosistemas existentes en el planeta tierra, 84 estn concentrados en el espacio andino-amaznico boliviano. La biodiversidad y la variedad cultural, como respuesta y adaptacin a esos ecosistemas, se han tejido por milenios: conocimientos, tecnologa y sabidura, cultivando la riqueza y variedad de expresiones culturales emulativas, recreativas en el proceso histrico y la cosmovisin andina; lo que nos enorgullece y nos da el sello, la marca, de la identidad andina. Hoy como ayer el proceso de las civilizaciones, la modernidady la post- modernidad, la globalizacin, la expansin de los mercados de las transnacionales, esta era ciberntica, nos exige nuevos aportes y estrategias de convivencia en democracia o democracia participativa, la puesta en practica del dilogo de la interculturalidad de Pueblos, hasta alcanzar un multilogo emulativo [ritualizado] con la comunidad bitica de la naturaleza, para al menos aproximarnos a palabras mayores como desarrollo sostenible [summa qamaa] las preocupacio nes de la ciudadanizacin como sinnimos de equidad de oportunidades, de libertad, con un alto costo de abandono en la individualidad y la soledad; frente a las prcticas de simultaneidad interaccionada de derechos entre lo familiar / privado y comunit ario/ pblico de los Pueblos andinos, as como un gobierno dirquico [ chacha-warmi ], interaccionado de gnero. En fin, este proceso histrico se traduce en nuevos acuerdos / contrato social de convivencia de Pueblos civilizadamente armonizados en derechos, en acceso a recursos (naturales y financieros), equidad en oportunidades, cultivando el respeto mutuo de Pueblos. Sin embargo, Bolivia al presente, como Estado, est al frente de al menos dos diagnsticos: a) Para unos, es un Estado en crisis aguda; b) Para otros, es un Estado muerto, donde asistimos a un velorio prolongado. Eso, no explicitan los polticos llamados sistmicos y a-sistmicos, aunque se entretienen / enredan en discursos y debates de las formas de reformar o re-constituir el nuevo Estado, muchas veces sin saber cmo?. La verdad es que ambos requieren de un tratamiento y/o una ciruga urgente. En el primer caso, de reformas estructurales profundas, va aplicacin de la Constitucin vigente; mientras que el segundo nos avizora un cambio total de los rganos vitales y estructurales del Estado, por medio de la Asamblea Constituyente y la participacin plena / amplia de

1

El Alto, 26/03/02.

Pueblos originarios / indgenas y sectores representativos de la sociedad civil, a travs de sus organismos vitales. Lo evidente es que el Estado Boliviano ha llegado a ese diagnstico por un acelerado crecimiento del virus de la corrupcin, los narcovnculos, la conversin de valores de la inmunidad por la impunidad, de las lites / castas empresariales, polticos gobernantes de la oligarqua, con races coloniales, que sufre un sndrome patolgico. Pero, a fin de camuflar y no perder ese privilegio, practican la permanente exclusin de acceso al territorio, a los recursos naturales y financieros, la proliferacin de la injusticia, situando a los Pueblos colonizados en una pobreza generalizada, por juegos de democracias mercantilizadas y supuestos estados de derechos. Puesto que, en esos espacios campean la inmunidad y la impunidad frente a los derechos y la justicia colonizadora, ajena en este caso a los Pueblos indgenas / originarios y a la amplia gama de los sectores populares, cuyos derechos estn penalizados como la hoja de coca. As como el virus patolgico no es un fenmeno nuevo, tiene secuelas coloniales, los reclamos y las iniciativas del tratamiento tampoco son nuevos. Los polticos juran y perjuran combatir y acabar con ellos, como pretenden pintar en el escenario de la coyuntura poltica electoral actual. Muchos -por no decir todos- acaban infectados por ese sndrome. Entre tanto las demandas, las preocupaciones e iniciativas de la sociedad civil duermen en los archivos de la historia. Recordemos algunos escenarios pblicos de demandas puestas ante el Estado y los diferentes regmenes de gobierno. Desde la reapertura del proceso democrtico de la dcada del 80, explicitada por los movimientos sociales contemporneos en la dcada del 90, aunque buena parte de esto es consecuencia del DS 21060, tan combatida por los movimientos sindicales afiliados a la COB; recordemos la famosa relocalizacin de los trabajadores mineros que, en los hechos, era tambin la desestructuracin y relocalizacin de la COB. Simultneamente sale a flote y se pone manifiesto, la histrica e ignorada id entidad de los Pueblos indgenas y originarios, expresados en marchas por el Territorio y la Dignidad (agosto, septiembre 1990). Los Pueblos indgenas de la Amazonia han recorrido 600 km., desde la selva tropical hasta llegar a La Paz a los 3800 metros de altitud, reclamando al Estado Territorio y Dignidad de Pueblo. Posteriormente, el 12 de octubre de 1992, una concentracin multitudinaria principalmente de aymaras, qhiswas, urus en la Plaza de San Francisco, lastimosamente por mala direccin y asesor a de la CSUTCB de entonces, la concentracin sufri una escisin; los sindicalistas colonizados y controlados por polticos del MBL y MNR traicionaron y frenaron el proceso con smbolos de los partidos y una tenue asamblea de nacionalidades. Los otros, en proceso de descolonizacin, desafiando al sistema, re-constituyeron en forma simblica el Estado del Qullasuyu , bajo el gobierno de dos INKAs: Waskar y Atawallpa. Esto fue, precisamente, un pre-anuncio de la Asamblea Constituyente o re-constitucin de un nuevo Estado. Un tercer hecho significativo y de movilizacin masiva ha sido entre septiembre y octubre de 1996, previa a la promulgacin de la Ley INRA, la marcha llamada del siglo: Por Tierra, Territorio, Identidad y Derecho de Pueblos / Naci n originaria, de Tierras altas, donde constataron que la Constitucin Poltica del Estado vigente quedaba corta frente a sus demandas histricas. Pero el gobierno de entonces MNR-MBL-MRTKL, sali

con reformas-parches a la continuidad colonial, como son las reformas: Educacin, sobre todo INRA, puesto que desde el 94, ya estaba en vigencia la Ley de Participacin Popular como una medida neo-Toledana de Municipalizacin del campo sobre la base de la reduccin de secciones como jurisdicciones municipales. Esto que parcialmente es retomado en las movilizaciones con bloqueos de caminos de los aos 2000 y 2001 por Felipe Quispe, afirmando que hay dos Bolivias: la Bolivia de los qaras y la Bolivia profunda de los indios. A lo que se suma la agudizacin de la lucha de los cocaleros del Chapare a la cabeza de Evo Morales. Estos elementos son suficientes antecedentes justificativos para convocar al Pueblo Boliviano a una Asamblea Constituyente y la reconstitucin de un nuevo Estado que no sabemos si continuar llamndose boliviano o ser qullasuyano. En este sentido, creo que tenemos la oportunidad de dar lecciones histricas, aportando a la convivencia de los pases de sud Amrica, fortaleciendo la democracia, sin violencia, privilegiando y practicando el dilogo de Pueblos y culturas: tinkhus innovativos y reproductivos, que requieren de correspondencia recproca y saber escuchar y viabilizar las demandas y enmendar las injusticias histricas en un proceso de un nuevo Orden Social de Armona.

1. 3. Reforma o Refundacin. Ajuste estructural y Asamblea Constituyente Javier Medina Se acaba de dar una suerte de salto cuntico: de pronto hemos entrado a un tiempoespacio signado por la Asamblea Constituyente y hemos dejado atrs el espacio-tiempo signado por el Ajuste estructural y el Consenso de Washington. Esta ruta crtica, 19852005, se quiebra antes: el 2000, cuando es evidente que el mercado y el sector privado no pudieron crear riqueza y el estado quiebra: no pue de pagar sus deudas externas e internas: la deuda social. Entonces se construye una nueva ruta crtica para el Estado HIPC: el de la EBRP: 2000-2015; esta Poltica de Estado se quiebra el 2003 con la expulsin de Snchez de Lozada despus de una revuelta indgena. Aqu se abre un perodo de transicin: el gobierno Mesa: 2003-2007 que concluir previsiblemente en la Asamblea Constituyente que, se supone, redisear un Estado post- neocolonial. De la magnitud y significacin de este perodo de transicin, entre la primera y la segunda repblica, por decirlo con una metfora francesa, la clase dominante no se quiere dar por enterada; esta ceguera voluntaria es absolutamente comprensible, pero es fatal. Digamos, pues, que esta inercia intelectual nos est empezando a jugar una mala pasada: seguimos hablando como si todava estuviramos en la Bolivia reformista del Ajuste estructural. Esa Bolivia ya no existe. El espacio-tiempo del Ajuste, en sus mejores momentos: 1994-1997, 2000-2001, fue un tiempo de reformas. Las elites se cieron a pensar slo lo que es posible hacer en el marco de las leyes vigentes. Y, vlganos dios, haba dentro de lo vigente mucha tela para cortar, que cortamos. Pero he aqu que esa forma mentis se nos hizo rutina y flojera intelectual y, ahora, que ya no estamos en ese contexto reformista, seguimos repitiendo los mismos tpicos que, a la sazn, tenan sentido. Ahora, la agenda social y poltica, pblica y privada, pasa los prximos aos por la Asamblea Constituyente y una nueva Constitucin intercultural. Nos guste o no. Ahora bien, por ello mismo, ya no tiene sentido seguir hablando, por ejemplo, del modelo boliviano de descentralizacin; ni siquiera de profundizar la descentralizacin; menos an de prefecturas o eleccin de prefectos. Los mismos departamentos y secciones de provincia no tienen mucho sentido, desde el punto de vista tcnico; son pesadas herencias que han contribuido a nuestra pobreza: el proceso de ma ncomunizacin municipal, por ejemplo, es fruto del absurdo de la Seccin de provincia que no sirve para producir riqueza. Hay que empezar a pensar, bajo el paraguas de la Constituyente, en autonoma, federalizacin, consociacin, diarqua, de nuevas regiones autonmicas o federales; tenemos que olvidarnos de los departamentos actuales como espacios autonmicos o federales: haran inviable al conjunto de la Unin. La Constituyente nos abre un nuevo horizonte para la creatividad y la autopoiesis poltica. La Constituyente, en efecto, abre un espacio de rediseo de los trminos de referencia del Contrato social entre individuos y del Pacto de reciprocidad entre comunidades polticas: el ayllu y la res publica o la koinonia y la politeia, para decirlo aristotlicamente; as como el estatuto entre individuo y comunidad. Pero no slo eso, as mismo para sellar lo que Michel Srres llam un Contrato natural con la Biosfera que los indgenas siempre

han respetado, pero que, ahora, tiene que ser constitucional. Eso significa aceptar la concepcin indgena y gaiana de Territorio. Ya no tiene sentido poner parches progresistas a la Constitucin y seguir chipndola con regmenes especiales. Ya no tiene sentido pensar una Constitucin monocultural. Si despus de la Constitucin de 1995 tenamos la obligacin intelectual de pensar una Constitucin intercultural, despus de la rebelin indgena de Octubre tenemos, adems, una obligacin moral. Para ello hay que abrir la participacin a ms escuelas de pensamiento y darnos un tiempo razonable de reflexin colectiva. Convocar muy pronto a la Constituyente podra ser una trampa para que los indgenas queden fuera de juego y validen lo que los doctorcitos de Charcas saben hacer: ofrecer siempre lo mismo: una visin monocultural del pas. Ya no tiene sentido pensar slo en tierra, reforma agraria, ley INRA (aunque hay que implementarla para resolver los problemas acumulados); hay que pensar Territorio como Urakpacha y Gaia dentro de un paradigma ecolgico y chamnico...de cara a la Constitucin Ya no tiene sentido seguir autoengandose con el Municipio productivo o el as llamado Desarrollo econmico local; hay que pensar en cmo reconocemos en la Constitucin el Principio econmico de Reciprocidad como complementario del Principio econmico de Intercambio. O hay que bajar el volumen al discurso sobre las cadenas productivas y aumentar el volumen a cmo recuperar la soberana sobre nuestros recursos naturales, su utilizacin y, en base a ello, crear empleo y exportar valor aadido, pero pensando como bolivianos y no como ventrlocuos de las transnacionales. Ya no se puede seguir hablando de modernizacin del Estado y seguir pensando en Ventanilla nica, Manuales de procedimientos, ajuste de PDMs...incluso en reforma institucional. Digmoslo rpido: han quedado obsoletos y minimizados la EBRP, el PSAC, el PRI, el PDCR, el PASA, las Mancomunidades, el DUF: todos los grandes parches, muletas, silla de ruedas, sueros, transfusiones de sangre al Estado fallido...que nuestra colonizacin mental ya no ve como parches sino como parte del funcionamiento normal de un Estado tercermundista. Tenemos que pensar qu competencias deben tener los Gobiernos federales o autonmicos, los gobiernos municipales y el gobierno nacional. Tenemos que pensar cules sean los sistemas de sentido de ambas civilizaciones. Tenemos que negociar un espacio para el Animismo amerindio pero tambin para el Monotesmo occidental; tenemos que debatir cuanto espacio otorgamos a la Ecologa (espacio) y cuanto a la Historia (tiempo); tenemos que buscar un sabio equilibrio entre Homeostasis amerindia y Progreso occidental. A lo mejor hay que determinar espacios para uno y otro sistema. Liberar espacios para la Reciprocidad y precisar los espacios para el Intercambio; la vida, luego, construir las interfases de sistema. Tenemos que empezar a pensar los Principios interculturales de nuestra nueva Constitucin. Cules son los principios indgenas? (principio de relacionalidad, principio de correspondencia, principio de reciprocidad?) cules los occidentales? (principio de identidad, principio de no contradiccin, principio de tercero excluido?) cules los

principios inter-culturales, los principios puente? (principio contradictorio, principio de complementariedad, principio de tercero incluido?). Tenemos que pensar los Valores constitucionales. Cules son los valores occidentales? (libertad, igualdad, individualidad?); cules son los valores amerindios? (religacin, comunidad, responsabilidad?). En qu valores fundamentales nos ponemos de acuerdo?: el derecho a la vida? qu pensar respecto a los que creen que no hay una separacin entre vida y muerte; que conforman un continuo?. Cules son los derechos y obligaciones fundamentales para ambas civilizaciones?: es la vida del individuo el bien supremo o la vida de la comunidad bitica?. Como colectividad nos pensamos slo en el tiempo? o tambin como parte de la biosfera o, como las grandes civilizaciones: mayas, incas o los astrofsicos actuales, tambin en el contexto de la galaxia? Si el Ajuste estructural fue el tiempo de las reformas posibles dentro de la legalidad vigente, la Constituyente, de golpe y porrazo, ha abierto la posibilidad de reinventarnos, de refundarnos, a partir de nuestras races amerindias y del horizonte del nuevo paradigma cientfico del siglo XXI que, como la serpiente csmica, se vuelve a morder la cola: en efecto, el pasado y el futuro se vuelven a encontrar, porque ambas (a diferencia de la modernidad) comparten una misma visin orgnica y reencantada del universo. Los peligros que nos amenazan son seguir anclados en un pasado, que ha acabado abruptamente, y la ignorancia: ignorancia del otro : los amerindios, e ignorancia del nuevo paradigma de la humanidad del siglo XXI. La ignorancia produce miedo; el miedo, imponer con triquiuelas la propia ignorancia; el miedo y la ignorancia son conservadores, prudentes; buscan, so mil pretextos y peros, perpetuar los pequeos privilegios conseguidos o heredados. Dmonos, como sociedad, el tiempo razonable para pensar, meditar y conversar una Constitucin intercultural y no perder nuestra ltima oportunidad de ocupar un lugar digno y pionero en la comunidad de naciones de la nueva era. Los ltimos sern los primeros.

1. 4. Pachakuti-Kandiri en el Paititi Simn Yampara

RETORNO Y RETOMA DEL PACHAKUT'I Y PAYTITI"Los Aymars, Qhishwas, Waranies, Chiquitanos y otros, luego de 459 aos de colonizacin y colonialismo, hemos vivido una especie de siglos de oscurantismo y a Pacha en Mach'a, o sea prolongacin de espacio y tiempo de escasez y sufrimiento; donde la curva cclica ha sido descendente para lo s originarios, pero a partir de ahora, iniciamos un nuevo ciclo ascendente, por eso es importante despojarnos de ideologas y pensamientos forneos, sean estas "nacionalistas, revolucionarias, capitalistas o neoliberales", en el fondo son colonizadoras, que dan continuidad al pensamiento y la estructura colonial... Pensaren el Ayllu o Tekoa, es pensar y a firmar en lo propio, y lo propio es pensar con propiedad de s mismo es "Jaqi Pacha", vida y fuente de vida, reproduccin social y produccin alimentara, proceso que se desdobla en tiempo y espacio, en Uma-Urqu, en Urin-Aran o simplemente en ChachaWarmi. Pero tambin es pensar en la propiedad; sta relacin, de propio y la propiedad denota un rgimen de apropiacin, sta relacin conflictual es violencia o fuente de violencia. De ah que, tanto lo propio, la propiedad como a violencia se canaliza a travs de T'inkus pareados (Urin- Aran) y las ceremonias rtualizadas peridicamente, como un proceso permanente de "Ponerse de acuerdo" las sociedades entre ellas y con a naturaleza PACHA". (Pag. 47,57y 58). RETORNO Y RETOMA DE LA ESTRUCTURA Y PENSAMIENTO DE LAS NACIONES ORIGINARIAS Todos sabemos, o si an algunos no saben, tenemos la obligacin de "saber que "Bolivia no es una nacin", simplemente es un "Estado Territorial", heredada de la audiencia de Charcas, por eso las instituciones republicanas tambin son herederas de las instituciones coloniales; fundamentadas en la contradiccin indgena no indgena; por tanto los no indgenas por la prctica del colonizador y colonialista nos excluyen del sistema republicano de todo el espacio del poder poltico y econmico, pero entendamos para qu?; para nadar en el mar de la corrupcin y el enriquecimiento ilcito de las castas oligrquicas, en este caso de los no indgenas. Para perpetuarse en ese mar, defiende el sistema republicano y sus dispositivos jurdico-legales y practican la poltica de exclusin, el desconocimiento de los derechos ancestrales de los pueblos y naciones originarias, desestructuran a los Ayllus y la Marka territorialmente y en su pensamiento. Por eso Bolivia prefiere ser un Estado sin Nacin, manteniendo Naciones Originarias sin Estado, sin poder poli tico y econmico. En este sentido, las castas oligrquicas, se han hecho de nacionalistas, neolatifundistas, izquierdistas empresarios, pero ambos hoy comparten el neoliberalismo; contra las naciones originarias. Por eso hay necesidad no slo de reafirmar nuestro pensamiento, sino, continuar la lucha de nuestros antepasados. En otras palabras proyectar el NAYRAXPACHA?

a)

Sentido y Alcance del Pensamiento de las Naciones Originarias

Las naciones originarias con la filosofa y pensamiento de la Pacha, la lgica del Ayllu-Marka, TentaTekoa, actuamos armonizando los intereses privados y comunitarios, a travs del desdoblamiento del derecho propietario, en posesin privada familiar y propiedad comunitaria del Ayllu-Marka, que a nivel micro del Ayllu esta reflejada en Sayaa-Aynuqa, a nivel regional en territorios del Ayllu y la Marka; a nivel interregional y interecolgico, la articulacin y combinacin y complementacin de los diversos espacios ecolgicos, compartiendo y conviviendo en territorios continuos (Ayllus de Origen) y territorios discontinuos (reproduccin de otros Ayllus proyectivamente). En este sentido, no solo debemos demandar, tierra-territorio, sino tambin el ejercicio del derecho ancestral originario, la estructura y pensamiento andino-amaznico, hacia un proceso de liberacin propia, para ello planteamos la Asamblea Constituyente, como principio de participacin activa de las naciones originarias en la vida republicana, en ese debate para el cambio de la Constitucin Poltica del Estado, no meras Reformas como pretenden desarrollar, los oligarcas de derecha, izquierda y populistas. Porque en esa Reforma, del Art. 1ro. de la CPE; tan solo se incluye los conceptos "multitnica y pluricultural", con eso no solo subliman los oligarcas, sino, quieren ocultar y desviar las reales demandas de las naciones originarias, en otras palabras, qui ren saludar a las "etnias", al "pluriculturalismo", excluyendo el e derecho ancestral originario; para perpetuar la corrupcin y el enriquecimiento ilcito de las castas oligrquicas criollas no indgenas y condenar a las naciones originarias en miserables mendigos tercer mundistas, sin identidad, sin derecho, menos poder poltico y econmico. En este sentido, adems de reclamar nuestras races culturales -desde Chullpas e Inkas- y los derechos histrico ancestrales como naciones originarias, ratificamos las hazaas histricas contemporneas expresadas en el manifiesto de Ayo-Ayo de 1970; el manifiesto de Tiwanaku de 1974, de la cual surgen una primera promocin de cuadros direccionales que viabilizaron el bloqueo de caminos de 1979, el congreso de unidad sindical de 1983. Eventos de la cuales tenemos la tesis poltica de la CSUTCB; que no ha sido superada an por el movimiento sindical; en ella expresa justamente la transicin de la Estructura Sindical hacia lo Originario, es ms, esas declaraciones y manifiestos han logrado mantener la unidad en la diversidad. Desde entonces (1983) se ha vivido un manoseo de la CSUTCB, de los polticos de la oligarqua criolla de izquierda y derecha, llevndonos a esa va agotada, en la cual agoniza el sindicalismo. Pero los Aymaras, Qhishwas, Urus, Chipayas, Waranies, no nos quedamos en ella, sino, encaminamos y proyectamos hacia la retoma de lo originario. Esta situacin se clarifica ntidamente en la concentracin masiva del 12 de octubre de 1992 en las diferentes capitales de departamentos y en La Paz, en la plaza San Francisco, donde la direccin de la CSUTCB, liderizada por el MBL y sus seguidores ms las ONGs afiliadas a Unitas adems de financiar dicho evento, plantean, la "Asamblea de Nacionalidades y de Pueblos" con los colores y sol, simbologa del MBL, resultando en los hechos un fracaso de esa propuesta, que luego le costar el serio cuestionamiento a su Secretario Ejecutivo y su posterior alejamiento. Sin embargo, los Sindicatos de Base, las Organizaciones Originarias a falta de una propuesta seria y responsable, hemos flameado miles de miles de "Samis del Kurmi" (arco iris), es decir, las Wiphalas que simbolizaron la Pacha y el discurso de la Pluralidad y coexistencia tanto de Naciones Originarias como el Estado Republicano de exclusin, desde entonces se ha profundizado el debate sobre la estructura, el pensamiento, el afianzamiento y retoma de las Organizaciones Originarias al interior del Sindicalismo, afiliados a la CSUTCB y la COB. En este sentido, retomar l originario, tambin quiere decir cultivar la espiritualidad y la o ritualidad andina, aqu tenemos los elementos de comunicacin y armonizacin con la naturaleza.

ORDEN DE LA NATURALEZA ARMNICAa) Wiraqucha Orden del universo b) Pachaqama Energa del Universo

l.-Askicha (resolver)

3.-Lurawi (hacer) c) TunupaFuego Agua

2.- Ch'ama (fuerza)

d) Illapu Rayo Trueno Relmpago Deidades de los fenmenos del sucesob) Los Samis de la Kurmi y la Simbologa Andina

Todos sabemos que en nuestra lucha, los Pueblos Indgenas y las Naciones Originarias hemos luchado para irradiar los Samis de la Kurmi (colores de arco iris) en todos los espacios pblicos y privados; vale decir la WIPHALA, porque en ella est expresadoel sentido de la vida y los alcances de los derechos fundamentales, la convivencia armnica de Pueblos, Nacionalidades y Naciones Originarias tanto de la Amazonia como de los Andes. Aqu no juega la cantidad numrica, sino la cualidad y respeto a la diversidad y diferencia; con igualdad y armona de derechos. Lo importante es que esto es producto (nace) de la Interaccin de una pareja de Kurmis machohembra,(Chukiwanka 1993) que expresan la parcialidad de espacios territoriales y una manera de emitir las energas de la Pachamama y los Achachilas, emulando la vida y la Cultura Andina, es decir los Samis de los tejidos y la artesana, que tiene que ver a su vez con todo el proceso de la ritualidad andina. Para nadie es extrao que las parcialidades de los Ayllus, las Markas, tienen sus distintivos en el uso de su indumentaria, en ellos refleja la combinacin de los SAMIS de la Kurmi. En este sentido, la simbologa, -los distintivos- varan de una regin a otra, entre las parcialidades de los Ayllus, vale decir Urin-Aran, Aynacha-Araxa, kupi/ch'iqa; Maasaya-Alaasaya. Las culturas andina/amaznicas, el pareamiento desdoblamiento, han cultivado como parcialidades, la reproduccin como triparticin, para nuevamente parear, en esa sucesin se construye la espiral de la Pacha, hasta llegar al PACHA-KUTT'I. O sea cualquier elemento impar, busca su pareamiento, y esto su reproduccin, hasta armonizarse con la Pacha.

SIMBOLISMO CON MAYOR "PROFUSIN ZOMORFICA DEL TAWANTINSUYUSuyu Cultura Unidad Biparticin Triparticin Cndor Jaguar Serpiente Cuatriparticin Espiral

ChinchaChavln Mochica Casma

Jaguar/Puma Jaguar/Puma

Serpiente Pachakut'i Kunti Parakas Nazcas Qulla Pukara Tiwanaku Wari Inka Cndor J Jaguar Puma Jaguar/Ave _____

Cndor Jaguar/Puma

Centro Tunupa Serpiente

Serpiente en tres mundos

Cruz cuadrada Cruz Cuadrada Cruz Cuadrada

Anti Inka Total tipo le animales

Jguar/Puma Serpiente4

3

3

1

1

c) La Inalmama, parte de la vida de las Naciones Originarias Al hacer referencia a las sentencias histricas, decamos: "la Inalmama (hoja de coca), sagrada salvar al 'indio' y ella ser la perdicin del hombre blanco", (Atawallpa 1533). Esta sentencia, diferencia claramente, cual es el sentido del uso de la sagrada hoja de coca, puesto que para los Pueblos y Naciones Originaras, desde milenios, es parte de nuestra vida, nuestra cultura y espiritualidad, que nosotros sepamos, nunca ha provocado malestar alguno, ms bien, es el elemento primordial de reracionamiento entre las sociedades, el cosmos y la naturaleza, en otras palabras es el elemento armonizador del holismo de la Pacha, por eso est presente en todos los actos sociales, vale decir desde la Jaqicha, la produccin y reproduccin, la cosecha y todo el proceso productivo, por qu no decir tambin en los actos de la muerte. Es ms, es un elemento indispensable de los "sabios andinos", maestros yatiris, amautas, para ellos es como la "Biblia" de la jerarqua eclesial cristiana, por eso precisamente tiene que ver con la espiritualidad y la cultura andina. Esa prctica, junto a la coca, tambin es negada, por la religin catlica y protestantes, como tambin por las leyes del sistema republicano (4). Por eso antes de fomentar su uso, se proscribe y desnaturaliza, el uso cultural. d) Alasa Masa Inalmama parcialidades y mankalli de la Marka

MARKA ,Ayllus de

alsaya

UrinsayaAransaya

Uo AoA'o U'o

Ul Al A'l U'l

U2 A2 A'2 U'2

U3 A3 A'3 U'3

U4 A4 A'4 U'4

Ayllus de Msaya

Aransaya Urinsaya

(4) Entendemos que cada cultura, tiene su manera de cultivar y emular su espiritualidad, es decir, sabe como comunicarse con el cosmos, la naturaleza y sus antepasados. Unos como la cultura occidental a travs de Cristo otros como la Andina a travs de la PACHAMAMA y los ACHACHILAS ver esquema Jaqi-Pacha. Por eso hay necesidad no solo respetar lo catlico evanglico, sino, tambin la espiritualidad y "religiosidad" Andina.

"grandes transnacionales cocaleras hace que estn produciendo en su propio territorio la hoja de coca, sin embargo por otro lado propugnan la intervencin militar y p olicaca para destruir este recurso natural benigno y de grandes bondades en la sociedad de la estructura cultural andina. Esos son tambin parte de los postulados del neoliberalismo Latinoamericano y lo que en Bolivia va en destruccin de la armona social y cultural de la vivencia de los Pueblos y Naciones Originaras. Por el momento, de esa expresin holista de la hoja de coca, slo hemos hecho referencia a la estructura cultural y la ritual espiritual, en todo caso, esto no solo tiene que ver con la identidad, la soberana, sino, sobre todo con la territorialidad y la complementariedad ecolgica y sociocultural. En otras palabras, la coca al ser un problema contemporneo de est sociedad, es tambin un problema de desarrollo y la lgica de vida. Estos son los propsitos por el cual venimos luchando los Aymaras, Qhishwas, Waranies...para transformar la CSUTCB en otra Organizacin Originaria con identidad y pensamiento propios y proyectivamente con capacidad de enfrentar los siglos 'venideros, pero tambin nuestros recursos naturales estratgicos, entre ellas el territorio y el derecho de usufructo y propietario e) Los Amautas y los Yatiris Develadores del Pasado y Devenir de nuestros Ajayus y Sentimientos Cada Pueblo, cada Cultura, no solo es portadora de conocimientos y sabidura, sino, tienen sus propios mecanismos de canalizacin, cultivo y emulacin espiritual, vale decir los Ajayus y Sentimientos de cada pueblo, dependen de la idiosincrasia cultural. Pero tambin tienen sus "maestros" comunicadores/ espirituales; maestros que emulan el Cosmos corra Naturaleza vale decir, los Achachilas y la Pachamama, con las sociedades son los Amautas y Yatiris, consagrados por Illapu (rayo) o predestinados naturalmente,(Huanca, 1989) slo ellos tienen este don de autoridad y consejera para vivir bien con/y en la PACHA (Qarnaa). Son autoridades para predecir y emular el ir y venir de la PACHA, anunciando las bondades y dificultades, las fortalezas y debilidades del tiempo y espacio; ellos son los que combinan y emulan el poder natural del da y la noche, como de las montaas y la Pachamama. Ellos nos comunican con las fuerzas vitales y la energa csmica, a travs de eventos y ceremonias rituales.

Mientras la cultura occidental emula sus espritus a travs de la cristiandad, a la cual como cultura respetamos. Los Andes, la Cultura Andina emula a travs de los Achachilas, la Pachamama, la Inalmama, los Illapus, haciendo una Comunidad de PACHA Achachilas y la Umalmama. Ellos nos anuncian que el PACHAKUTT'I, es nuestro, es decir de los Pueblos Indgenas y Naciones Originarias. La curva que ha sido descendente a lo largo de casi alrededor de 5 siglos, ahora reiniciamos con la etapa ascendente. Hemos descendido para ascender. Hemos vivido tiempos de sufrimiento, sometimiento de explotacin, sojuzgacin, opresin, genocidio y etnocidio. Ahora recogiendo, "Jawillando" los Ajayus, de ese proceso de sometimiento, tenemos que re-componer y reconstituir los Ajayus y dar fisonoma a los Pueblos y Naciones Originarias. De eso se trata nuestra lucha. Los descendientes de los invasores, tienen que aprender a respetar otras culturas, entonces no solo exigir respeto a la estructura republicana y los dispositivos jurdicos positivistas y neoliberales, primero deben aprender a respetar a los otros como Pueblos y Naciones Originarias con Cultura Propia; sobre esta base ejercitar el respeto a diversidad y la diferencia. f) Pacha Achachilas y la Pachamama en el Retorno Recuperados los Ajayus, quiere decir tambin retornar a la estructura y pensamiento originarlo; y lo originario es vivir en y con la PACHA cultivando y emulando permanentemente los Ajayus, haciendo una simbiosis, reciprocando y complementando las fuerzas y energas de las parcialidades, respetando las diferencias, los distintiv os para reciprocar y complementar hacia la armonizacin de esas fuerzas sean adversas o sobre desarrolladas. Estos son realizados a travs de eventos ritualizados de encuentros como los T'inqus. Cuando se hace referencia a la PACHA los Achachilas y la Pachamama, tambin hacemos referencia a nuestros antepasados (ancestro) y a la experiencia practicada por milenios. Pero tambin es evidente, que no slo el pasado est por delante, sino que nuestra visin histrica es cclica; por eso la PACHA camina, va y viene, es comn afirmar y escuchar "Qhipha -Nayra Utasisawa-Sartasipxaani". Cada movimiento y ciclo emite ciertas fuerzas y energas, genrica y simblicamente representadas en Achachilas y Pachamama; equiparadas con las fuerzas del espacio y tiempo -PACHA- emuladas y armonizadas por la pareja humana -JAQICHA-. Entonces Jaqi a travs del tiempo y espacio hacen los PACHA Achachilas y la PACHAMAMA en ellos estn los AJAYUS y el Sentimiento de la Cultura Andina. Ese ir y venir de la PACHA se reconoce como retorno, eso para los Aymara-Qhishwa, Waran, se llama PACHAKUTTIretorno de otros tiempos y PAYTITI, como bsqueda de esos nuevos/viejos tiempos. Jaqi-Pacha en la Cosmovisin Andina PACHATATA INTI U R PACHA- ACHACHILAS PHAXSI MAMA PACHA-MAMA CHULLPA AWICHA T INKA AWICHA A X A Y P A C H U M A

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ACHACHILA AWK1 S WAYNA u YUQALLA Y U WAWA CHACHA

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EL PACHAKUT'I Y PAYTITI DE LOS PUEBLOS Y NACIONES ORIGINARIAS HACIA EL 3er. MILENIO a) Ahora qu queremos en este P r o c e s o de Pachakutt'i-Post 459 aos de Colonizacin del TAWANTINSUYU-? Conviene recordar 3 sentencias histricas; que anuncian y granean el acontecer de los "500" aos de colonialismo: "la Inalmama ( h o j a de coca) sagrada salvar al 'indio' y ella ser la perdicin del hombre blanco" (sentencia en la muerte de Atawallpa: 1533). El narcotrfico y la corrupcin de hoy a quines favorece?.-* Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre" (sentencia del Inka Yupanki) Bolivia es libre e independiente?- digan Uds. "Nayaruwa Jlwayapxitanta, nayxaruxa, waranqa waranqanakawa kutt'anipxani, wara wararu utata" (Tupaj Katar! 1781) -Ah est el pensamiento y la estructura originaria, de Katari y el Todos sabemos que en las reuniones comunitarias las Chaxwas, Luchiyas, Tinkus, y Chawpis de las parcialidades de Urin y Aransaya de los Ayllus y las Markas, las ceremonias rituales y la jaqicha, no solo que la mujer esta a la derecha sino todo el acto ritual comienza por la derecha hacia la izquierda; esto es simbolizacin y prctica de la Pacha, en relacin al Ayllu-Marka y la vida familiar, pero esto no se limita ni termina ah, sino, va en ciclos y perodos cortos, medianos y largos; que para la cultura andina e indgena oriental, es el espacio y tiempo que va y viene, es la Pacha que camina de derecha a izquierda, haciendo ciclos y combinando aos de escasez, baja produccin, cataclismos e inundaciones, calificados como ciclos de "mach'a mar", como esto no es permanente, y la Pacha camina, entonces viene tambin ciclos de "suma mar", aos de buena produccin y bonanza. Esto para definir las polticas de produccin y agropecuaria, quiere decir caminar juntos con la Pacha, es decir vivir y convivir con la Pacha. Entonces, esos son los elementos de un proceso de Pachakuti, donde los Aymaras, Qhishwas, Waranies, Chiquitanos y otros, luego de 459 aos de colonizacin y colonialismo, hemos vivido una especie de siglos de oscurantismo y la Pacha en Mach'a, o sea prolongacin de espacio y tiempo de escasez y sufrimiento; donde la curva cclica ha sido descendente para los originarios, pero a partir de ahora, iniciamos un nuevo ciclo ascendente, por eso es importante despojarnos de ideologas y pensamientos forneos, sean estas "nacionalistas, revolucionarias, capitalistas o neoliberales", en el fondo son colonizadoras, que dan continuidad al pensamiento y la estructura colonial. A modo de ejemplo veamos como el nacimiento de Bolivia, esta sobre la audiencia de Charcas, la Mit'a Colonial se produce como servicio militar obligatorio y el servicio domstico de las mujeres que fluctan entre 16 a 22 aos.

Servicio al Estado? El repartimiento colonial ahora se reproduce como programas de alimentos donados. THAKHICHA PACHAKUTI EN UN ORDEN DUAL PROPIO Wiskachani-II 15.000-12.000 a.j.c. Chullpa Wiskachani I 60.000 a 50.000 aos a.c. |Chiripa Wankarani Tiwanaku 1.200 a.c. -133 d.c. Qullasuyu 1.151-1500 d.c. Colonia 1532 Republica Bolivia Per Ecuador Tiwanaku 133 dc-1150 dc Inka 1431-1532 dc Narasuyu dc.

b) Dcada Indgena o Medio siglo de Desarrollo de un Nuevo Orden Social de los Pueblos y Naciones Originarias Todos parecen pensar, que los 459 aos de colonizacin, mejor dicho "civilizacin homogeneizadora" ha triunfado; no queda otra cosa que seguir la corriente. Luego de los 459 aos contabilizados desde (12 Oct. 1492 - a 12 Oct. 1992): 1993 se ha declarado como "ao Indgena", concluido eso, en un encuentro en Cochabamba, se ha discutido el "Decenio Indgena"; se afirma que el ao Indgena pas desapercibido, sin significacin alguna; pero quin nos dice que la dcada ser igual tal vez peor o con alguna variacin. Entonces cmo pensar proyectivamente? Pero ahora, con apoyo desde la oficialidad boliviana, mejor dicho, la Poltica Indigenista desde la Vice Presidencia, busca encaminar y programar la dcada indgena. La Dcada Indgena, si bien es coherente para "Centro Amrica"; pero no es tanto as para el Tawantinsuyu, (Sud Amrica) los invasores colonizadores de estos territorios recin han pisado los aos 15 3 2-3 5, lo que quiere decir que an no se ha cumplido los 500 aos, queda an cerca a medio siglo, vale decir 40 aos de reafirmacin cultural. Por eso, para los Aymaras-Qhishwas-Waranies estos 4 decenios significa el Proceso de Pachakuti, proceso en el cul deben reafirmar la estructura del pensamiento y la identidad propia y la reconstituc in del poder poltico de las Autoridades Originarias. Eso es nuestro nuevo paradigma de lucha. Entonces, hasta en el tratamiento del tema "Indgena" y entre Indgenas, mejor dicho originarios, tenemos que ser plurales y coherentes con los procesos diferenciados. Por eso: "vivir la pluralidad, quiere decir, superar procesos de 'civilizacin homogenizadora' y enfoques de desarrollo unilineal y vertical", esto no slo debe practicarse entre los indgenas y no indgenas, sino tambin y sobre todo entre los Pueblos y Naciones Originarias, como vienen afirmando los movimientos sociales andinos contemporneos. Ahora otra cosa es que los polticos y los que escriben sobre lo "Indgena", quieran negar y deslegitimar ese proceso. El evento de Cochabamba, que fue inaugurado, con un acto ritual, sin los maestros ritualistas, an no han percibido y proyectado las discusiones dentro de paradigmas y percepcin plural de los Pueblos y Naciones Originarias. Aunque sabemos, que si bien hubo representacin internacional, mejor dicho delegaciones con afirmacin de la identidad indgena. En el caso boliviano, no slo que la representacin adoleci de la pluralidad y

legitimidad en la representacin, sino sobre todo, estn los allegados a la poltica oficialista del gobierno y con financiamiento de ellos, pero, que an no terminan de salir de la poltica "civilizatoria y homogerizadora" como afirman en Ley de Participacin Popular, reconociendo a comunidades campesinas y/o pueblos indgenas como OTBs. No diramos que eso esta mal o que no deben hacer, pero si es necesario tambin escuchar a los Aymars, Qhishwas, Waranies, no oficialistas, que tienen su propia percepcin y visin; de esta manera practicar la pluralidad al interior de los Pueblos y Naciones Originarias; para trabajar programas y acciones ms coherentes y originales; como eso de la dcada o medio siglo de desarrollo de un nuevo orden social de armona. Estamos en las puertas del 3er. Milenio y an no hemos aprendido a ser plurales entre nosotros y con los otros. Como tampoco los otros (No Indgenas) con nosotros (Indgenas). No sabemos, la estructura y mentalidad colonial hasta donde quiere homogenizar y civilizarnos. La pena siempre es que, en este tipo de eventos; los Ayllus, las Markas, los Suyus, las lentas, Tecoas; as como los Jilaqatas, los Mallkus, los Yatiris, los Capitanes Originarios (Mburuvisaguazu), adems de los investigadores, pensadores Aymaras, Qhishwas, Waranies, siempre son los grandes ausentes en este tipo de eventos. Es ms la poltica de Pueblos Originarios/Indgenas, casi siempre es llevado por para indgenas o indigenistas trasnochados en querer aprender la cultura occidental y con este paradigma querer comprender la causa de los Pueblos y Naciones Originarias, sin la participacin de los Originarios. Hasta cundo seguir esta poltica? Por otro lado, si ahora se declara el decenio Indgena, no diramos que esta mal, simplemente entenderamos que eso quiere decir que se toma como referencia cuando inicio pisar Centro Amrica el 12 deOct/1492; sin embargo a Sud Amrica (Tawantinsuyu) recin piso por los aos 1535, ese trnsito (1492-1535) es el proceso de invasin colonial; para proyectar el proceso de colonizacin que dura an hasta hoy. Como vern en todo esto, trasluce dos tendencias histricas, pero no incompatibles. 1.2.La de hacer declarar el decenio Indgena cuya propuesta inicial ha sido planteada por el premio Nbel de La Paz R. Mench, coadyuvado por el Vice Presidente de Bolivia V. H. Crdenas. Declarar medio siglo de desarrollo de l nuevo orden social, partiendo del proceso de invasin colonial (1492-1535).

Decimos que ambos no son incompatibles, puesto que si nos limitamos al decenio, es posible que nuevamente pase desapercibido y estemos demandando otro decenio, en este sentido, si es que se declara el decenio, tenemos que entender como el inicio de un nuevo orden social y parte del medio siglo (50 aos) de Desarrollo de ese nuevo orden social. Eso para los Andes y Tawantinsuyu se llama el proceso de Pachakuti. Pensando por el otro lado, y tomando como base el ao 1535, tendramos los 40 aos de reafirmacin cultural dentro de los 500 aos, y concluido esto, el decenio, con lo cual igual llegamos a medio siglo. Entonces, pensemos proyectivamente en la pluralidad y el medio siglo de desarrollo de un nuevo orden social en armona entre Indgenas; los Indgenas con los No Indgenas que hoy reafirman la identidad de Naciones y Pueblos Originarios.

2.3

UNIDAD O ARMONA DE LAS PARCIALIDADES

Tenemos que partir de un principio bsico y prctica milenaria de las sociedades andinas, donde la coexistencia, convivencia, armonizacin de las parcialidades, con autonoma y respeto mutuo han sido las reglas de juego de la Confederacin de los Estados de las Sociedades Originarias; por eso "Unidad no quiere decir necesariamente fusin total, pero tampoco... separacin. Unidad...es la permanente necesidad de retornar a la diversidad", en esta concepcin y pensamiento est el contenido filosfico de la Pacha, que hace un holismo y simbiosis de elementos estructurantes de la cultura y sociedad andinas. En este sentido, la lucha de los Originarios quiere decir tambin la lucha por la autonoma de las regiones reactualizando territorios de los Pakajaqis, Lupakas, Larikajas, Karangas, Killakas, Uru Chipayas, Waranies, Chikitanos, Moxeos, Ayoreos, etc., hacia la constitucin de un nuevo Estado Multinacional y Pluricultural de Consenso Comunitario y Democrtico, donde los Originarios y no Originarios tengamos un pleno ejercicio de nuestros Derechos y Libertad de opiniones sin privilegios ni exclusiones. En este Pachakutti - Paytit, los Originarios, Aymaras, Qhishwas, Waranies,... vivimos y enfocamos otra manera de hacer unidad respetando las reglas de la diferencia, entre culturas sociedades y stas con la naturaleza y el cosmos; puesto que, como hemos dicho el libro de la naturaleza es la Ley de las Sociedades Originarias. Mapa ubicacin de las Jacha Markas Originarias Andinas y la transversalidad interecologica. Croquis espacial de achachilas En este sentido mientras el sindicato y los partidos polticos republicanos nos habla de unidad, como sinnimo de uniformizacin; los Pueblos y Naciones Originarias, entendemos como la permanente necesidad de retornar a la diversidad; la armonizacin y cohesin de esa diversidad llamada parcialidades.* a) Jaqi-Pacha y la Armona de las Parcialidades Nuestro elemento, fundamental y natural es la pareja humana, unida por la accin dla JAQICHA, all el hombre y la mujer son parcialidades heterogneas y complementaras, que hacen la unidad de la familia, armoniza fuerzas y energas de las parcialidades, ambos al organizar la familia se ponen en condiciones iguales, armonizan y cohesionan, cultivan, reproducen y alimentan las partes, como una totalidad. Pero esta totalid ad en relacin a la Jatha, Ayllu y Marka, resulta siendo tambin parcialidad; en este caso sea de Urin-Aran; pero que son emulados y armonizados por el TAYPI, o sea por el encuentro y reencuentro de las parcialidades; a fin de armonizar las hostilidades de exceso o carencia. Esto es en realidad la Jatha y modelo de unidad que buscamosen la re-toma del proceso originario. Esto es respuesta a debates de gnero y desarrollo. Puesto que entender la dinmica de gnero, como parcialidad, lleva a extremos como feminismo o machismo. El problema esta entonces, no slo interactuar, complementar en sexo y la reproduccin, sino tambin en la gestin, el rol poltico y el desarrollo social, econmico y cultural de los Pueblos y las Naciones Originarias y stas con los No Originarios. Lo contrario es apartheit o segregacin. b) Las Parcialidades Armonizadas por las Fuerzas del Taypi Las parcialidades por si solas sueltas no son fuerza, ni energa, as como la mujer y el hombre aislados, tampoco tendra sentido para y en la vida, ni cumplirn las leyes de reciprocidad y

complementariedad, en otras palabras estaran desarmonizados (entindase bien claro que hay excepciones). Las partes -parcialidades- se emulan en el TAYPI, hemos dicho por encuentros y re-encuentros ceremoniales y ritualizados, resultando estos eventos sagrados al igual que hacer amor en la pareja, pero ambos actos sirven para reciprocar y complementar energas, pero tambin para producir y reproducir la especie, alimentos y riqueza. All entonces la importancia de la funcin del Taypi y la Armonizacin, que es otro elemento que tiene que ver con nuestras luchas. Entonces no slo tenemos que buscar unidad entre hombres y mujeres -gnero- sino tambin entre las diversas partes y/o sectores; en este proceso de reafirmacin y retoma de lo originario. Qu nos dicen los polticos y la COB sobre esto? mantener la estructura republicana. ORDEN ARMNICO DE LAS PARCIALIDADES a) Alaasaya Nayraxa N taypi

Jalanta W Chiqa

E Jalsu Kupi

S Msa Qhiphaxa Nayraxa Aranasaya Paqallqu 7 Sayta Jalanta Taypi Urinsaya 6 Maqallqu Sayta Jalsu

Paqallqu Sayta 7

Qhiphaxa

Maqallqu 6 Maqallqu

c) La Jaqicha en el Ayllu: Modelo de Unidad Armonizada Pensar en la Jaqicha y el Ayllu, es tambin pensar en la PACHA, porque slo a travs del tiempo y espacio, desarrollamos nuestras virtudes, defectos, potencialidades y debilidades. Si una familia (pareja) no armoniza las fuerzas y energas de varn - mujer, es que esa pareja, no slo que es mal vista, sino tambin est inhabilitado para cumplir determinados roles en el Ayllu y la Marka. En otras palabras la armonizacin de la pareja, tiene que ver con la tica de la pareja, sus familiares y el Ayllu, por eso toda pareja en el Ayllu es una pieza importante en la funcin del Ayllu. Es aqu donde el gnero cobra importancia, por las funciones sociales, productivas y reproductivas que cumple en

una cultura y sociedad. Este modelo tenemos que ampliar, proyectar y porque no decir retomar en la estructura y la lucha de nuestras organizaciones originarias. Pensar en el Ayllu o Tekoa, es pensar y afirmar en lo propio, y lo propio es pensar con propiedad de s mismo es "Jaqi-Pacha", vida y fuente de vida, reproduccin social y produccin alimentara, proceso q se desdobla en tiempo y espacio, en Uma-Urqu, en Urin-Aran o simplemente en ue Chacha-Warmi. Por eso pensar en lo propio es pensar en la propiedad; sta relacin, de propio y la propiedad denota un rgimen de apropiacin, sta relacin conflictual es violencia o fuente de violencia. De ah que, tanto lo propio, la propiedad como la violencia se canaliza a travs de T'inkus pareados (Urin-Aran) y las ceremonias ritualizadas peridicamente, como un proceso permanente de "Ponerse de acuerdo" las sociedades entre ellas y con la naturaleza PACHA. Esto marca, un cdigo social propio y un modelo de sociedad tambin propia, recreativa y nica, propia con propiedad y milenaria como proyectiva, fr