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CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LO PATRIMONIAL

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CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LO PATRIMONIAL

En clave de la configuración, cohesión y cualificación de los hábitats en la Ciudad de Medellín

Tesis de grado para optar al título de

MAGISTER EN HÁBITAT

David Gonzalo Henao Alcaraz

Director:

Dr. Luis Fernando González

ESCUELA DEL HÁBITAL

FACULTAD DE ARQUITECTURA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

SEDE MEDELLIN

2015

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Tabla de contenido

Introducción .................................................................................................................................................. 3

¿Qué nos propusimos? ............................................................................................................................. 3

Preguntas motivadoras ............................................................................................................................ 5

Contexto de la formulación del proyecto ................................................................................................. 5

Conceptos patrimoniales previos a la Carta de Atenas (1931) ............................................................... 10

Monumento memorial ............................................................................................................................ 10

Monumento histórico ............................................................................................................................. 11

Patrimonio .............................................................................................................................................. 11

Construcción social del patrimonio y construcción social del hábitat .................................................... 14

Funcionalidades simbólicas y prácticas .................................................................................................. 15

Espacio, Tiempo y Técnica .......................................................................................................................... 19

Alegoría de las concepciones de los útiles memoriales .......................................................................... 23

Útiles memoriales en la antigüedad griega y romana ............................................................................ 23

Útiles exóticos y arquitecturas domésticas ............................................................................................ 23

La civilización de la imagen ..................................................................................................................... 26

Artefactos memoriales modernos: expansión tipológica y temporal del útil memorial ........................ 29

Valoración económica y política de lo patrimonial ................................................................................. 32

Valoración económica del patrimonio .................................................................................................... 38

Patrimonio urbano y construcción social del patrimonio ........................................................................... 52

Técnicas memoriales y constructivas de la ciudad en el siglo xx ............................................................ 55

Construcción Social del Patrimonio Urbano en Medellín ........................................................................... 67

Monumentos Históricos Referencia y Desarrollo Urbano en el siglo XIX ............................................... 67

Medellín ciudad Modernizada: valoración política y económica de los referentes espaciales a escala de

ciudad ...................................................................................................................................................... 72

Predominio religioso en la estructura urbana: del barrio tradicional al barrio popular ........................ 79

Valoración política y económica de la construcción social del hábitat popular en relación con su

patrimonio: tipología de barrios piratas ................................................................................................. 91

Valoración política del núcleo pirata desde la perspectiva del patrimonio urbano ........................... 98

Valoración económica y política de la construcción del hábitat popular: tipología asentamientos de

invasión ................................................................................................................................................. 105

Construcción social del patrimonio en Medellín: una perspectiva ................................................... 115

5

Anexos ....................................................................................................................................................... 122

Anexo 1: definiciones patrimonio cartas convenciones ....................................................................... 123

Anexo 2: derechos culturales, sociales y económicos y su relación con el patrimonio ....................... 125

Anexo 3: legislación nacional sobre patrimonio ................................................................................... 128

Anexo 4: Documentos sobre patrimonio nivel municipal .................................................................... 131

Fuentes primarias citadas Archivo Histórico de Medellín ........................................................................ 132

Trabajos citados ........................................................................................................................................ 133

Agradecimientos al profesor Luis Fernando González, por su compromiso intelectual y afectivo

con este trabajo. Por su paciencia y dedicación.

A Camarlen Solano por su trabajo dedicado en la asesoría sobre las fuentes primarias del Archivo

Histórico de Medellín.

A Jenny Sierra, por las discusiones y conversaciones en torno al tema y por poner la bonitura en

la presentación. A Eulalia Ciro, cuya lectura inicial hizo que el texto tuviera un alcance mayor. A

Sandra Cardona, por su generosa contribución crítica al texto, sus comentarios y su juiciosa lectura.

A Juliana Henao, por el diseño de la carátula.

A Edilma Alcaraz, mi madre, que sostuvo siempre su sabia sentencia de que ningún título

académico es tan valioso como una hora de sueño.

1

Yo no te pude hacer un monumento,

de mármol con inscripciones a colores,

pero a tu final morada vengo atento,

dejando una flor silvestre y mil amores.

Titet Curet Alonso

2

3

Introducción

¿Qué nos propusimos?

Este proyecto investigativo está planteado para abordar lo que comúnmente se conoce como

Patrimonio. Asimismo, propone una relación entre éste y la configuración de la ciudad, en

perspectiva de hábitat.

Su objetivo general es “comprender el proceso de construcción social de lo patrimonial desde

los espacios de interacción social e institucional en Medellín, abordando el aporte del proceso

patrimonial a la configuración, cohesión y cualificación de los hábitats”.

Como objetivos específicos fueron formulados 1) configurar un marco conceptual para analizar

el proceso de construcción social de lo patrimonial en la ciudad de Medellín, 2) Definir los espacios

de interacción que han configurado o declarado procesos patrimoniales y analizar las dinámicas

de interacción y negociación entre los espacios identificados y 3) conceptualizar los aportes que el

proceso de construcción social de lo patrimonial hace al proceso de construcción social del hábitat.

Como es bien conocido, las proyecciones investigativas plantean unas preguntas y unas

aproximaciones para acercarse a un campo de estudio que, en el camino van transformándose,

documentándose y dando nuevas rutas y maneras de abordar los problemas planteados. Así pues,

se considera que ese caminar es el objetivo detrás de cualquier investigación. Y de ese andar

dependen sus resultados. Caminando, enriqueciendo las derivas, es como se ha concebido este

texto. Así que, aunque los resultados están relacionados profundamente con los objetivos

planteados, adquirieron una perspectiva más amplia, en la medida en que fue posible establecer

una crítica al concepto patrimonio, permitiendo observar sus deficiencias y posibilidades con

respecto a la construcción de hábitat.

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Haciendo un balance, el objetivo general se logró gracias a que se pudo establecer cómo fueron

construidos los discursos sobre el patrimonio desde lo teórico en contexto con momentos históricos

determinados, y se planteó la relación de estos discursos con las ciudades y hábitats humanos.

Básico es manifestar, por ejemplo, que el concepto de patrimonio que hoy en día utilizan

indistintamente los Estados Nacionales Occidentales para cualquier tipo de objeto que consideren

preciado, basa sus cimientos en las discusiones generadas a partir de la Revolución Francesa. Se

plantea, entonces, el patrimonio como un dispositivo de memoria que ha sido valorado desde tres

perspectivas principales: la valoración económica, la valoración política y la competencia de

edificar. En el marco teórico, basados en la etnología, en la historia y en la geografía, generamos

una definición del monumento, el monumento histórico y el patrimonio, observados como

exteriorizaciones técnicas de un dispositivo fisiológico: la memoria. El monumento, el monumento

histórico y el patrimonio son entendidos como unos útiles que hacen más eficiente la relación con

el tiempo que entabla el hombre.

En los capítulos que le siguen al marco teórico se da contexto temporal a cada uno de estos tres

conceptos (monumento, monumento histórico y patrimonio) y se justifica por qué pueden ser

entendidos como exteriorizaciones de la memoria. No se trata de una periodización estricta en el

sentido historiográfico sino, más bien, de un planteamiento alegórico generado a partir del trabajo

de investigación realizado por Françoise Choay en su libro Alegorías del Patrimonio.

El monumento es investigado en la ciudad antigua y, posteriormente, son abordados períodos

como la consagración del monumento histórico, la creación del concepto de patrimonio desde la

valoración política y económica. Posteriormente abordamos la ciudad como la exteriorización

técnica de la memoria, dando cuenta de cómo fueron construidos los principales conceptos para

abordar el espacio urbano como monumento, como monumento histórico, como patrimonio

5

urbano. En lo que respecta a Medellín, se observó la manera como la ciudad modernizada1 ha

creado su relación con la memoria y con el patrimonio, desde el ordenamiento territorial. El

patrimonio urbano de la ciudad de Medellín, es observado en su conjunto, a partir de sus actores,

sus técnicas, sus saberes hacer y saberes pensar lo constructivo.

Preguntas motivadoras

¿Cuáles son los útiles que han exteriorizado desde la antigüedad la relación con el tiempo y el

espacio? ¿Qué es un monumento sino un artefacto que nos permite hacer eficaz nuestro dispositivo

memorial? ¿Qué es el monumento histórico y qué es el patrimonio más que aparatos ideológicos?

¿Cómo comprender la ciudad como aquel conjunto o tejido de técnicas y útiles que exteriorizan

nuestra relación con el tiempo y el espacio? ¿Cómo afrontar los procesos de valoración económica

del patrimonio, la inflación patrimonial y las prótesis, que generan aislamiento de los hombres con

el hábitat y con ellos mismos?

Estas son algunas de las preguntas ricas en derivas que nos permite observar lo patrimonial

desde la técnica.

Contexto de la formulación del proyecto

En el momento de la formulación del proyecto, el objetivo investigativo estaba restringido

principalmente a los desarrollos conceptuales que expertos e instituciones internacionales,

nacionales y locales generaron para estudiar los monumentos y los patrimonios nacionales.

1 Proceso que tuvo como punto de partida, en la periodización generada por Ángel Rama para la ciudad

latinoamericana, en la década de 1870 (González L. F., 2013, pág. 35)

6

Desarrollos que, si se observan en una perspectiva histórica, son muy recientes: desde 19312 hasta

20033. José Antonio González, citando a Chastel, lo dice de uno manera más jocosa: para “el

historiador del arte André Chastel, el patrimonio es una noción global, vaga e invasora a la vez,

cuya aparición data de dos siglos apenas” (González J. A., 2012, pág. 26).

Existen en este período tres perspectivas importantes: 1) las aproximaciones generadas por

expertos urbanistas, en el marco de las discusiones sobre la ciudad funcional, 2) los múltiples

documentos generados por la Unesco y otras instituciones internacionales, que permiten señalar la

pugna las pulsiones entre comunidades, individuos, mercado, Estados e Instituciones

internacionales en los procesos patrimoniales y 3) la legislación que Colombia ha creado para

suscribir acuerdos internacionales y declarar sus patrimonios nacionales.

En lo que respecta a las posturas de expertos, cobra importancia el Urbanismo que,

institucionalizado ya como saber que estudia las ciudades integralmente, plantea directrices con

las que deben ser administrados los monumentos históricos y el patrimonio urbano. Algunos de

los documentos elaborados desde la Primera Conferencia Internacional de Arquitectos y Técnicos

de Monumentos Históricos (1931) y el Cuarto Congreso Internacional de Arquitectura Moderna,

CIAM, son: la Carta de Atenas (1944), la Carta de Venecia (1964), eminentemente europeas, y la

Carta de Quito (1967) con una participación importante de países latinoamericanos. Necesario es

destacar el llamado que se hace en la Carta de Quito sobre la necesidad de un compromiso mayor

2 Se desarrolla en Atenas la Primera Conferencia Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos,

que arroja como documento fundamental la Carta de Atenas y se plantean algunas perspectivas para gestionar el

Monumento histórico en el contexto de las ciudades modernas. 3 Declaratoria de Salvaguardia del patrimonio inmaterial (2003)

7

por parte de los Estados en la declaración del monumento, lo cual implica su identificación,

registro y protección legislativa. (Ver anexo 1)

La perspectiva institucional, de participación del Estado y estamentos internacionales sobre los

patrimonios, se ratifica con la Convención de 1972, sobre la protección del patrimonio mundial

cultural y natural, que clasifica ciertos monumentos y patrimonios bajo la conservación de la

humanidad entera. A la participación del Estado, se agrega entonces el compromiso de las

asociaciones de Estados para velar por lo que desde entonces se considera patrimonio mundial.

Desde la década del 1970, las concepciones sobre lo patrimonial parecen ser monopolio de la

institucionalidad nacional e internacional creada para su gestión. Pero, asimismo, estas

instituciones están sujetas a la pugna social, cultural, política y económica de los diversos grupos

sociales, entre ellos el mercado de la industria cultural, el turismo y los múltiples medios masivos

de comunicación.

En 1972, con la Declaración de Quebec, y a partir de 1982, con el Pacto internacional de los

derechos económicos, sociales y culturales, la gestión de los monumentos y los patrimonios se

inscriben en una dinámica plural de discusión política y económica. De estas discusiones dan

cuenta los documentos Declaración de México sobre las Políticas Culturales (1982),

Recomendaciones sobre la Salvaguardia de la Cultura Tradicional y Popular (1989), Documento

de Nara (1994), Declaración de Xochimilco (1998), Carta de Cracovia (2000), Convención para

la Salvaguardia del Patrimonio Cultural e Inmaterial (2003), Declaración de Bahía (2003), y las

formulaciones de Apropiación social del patrimonio del Convenio Andrés Bello (2007). (Ver

anexo 2) Cada uno de estos documentos desarrolló una serie de definiciones y conceptos en torno

a lo patrimonial, principalmente desde una perspectiva que diera cuenta de los intereses de los

países que participaron en su elaboración y, posteriormente, los suscribieron con legislaciones

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nacionales. Los documentos legislativos que protegen el patrimonio en Colombia, por ejemplo,

reproducen las discusiones realizadas a nivel internacional4. (Ver anexo 3) A menudo, son

conceptos y definiciones amplias, cargadas de adjetivos. Así, es desde estos discursos que el

patrimonio se ha transformado en un concepto nómada, en categorías y subcategorías cada vez

más eclécticas que contrastan con el olvido concreto y la manipulación política de la cultura

material de la humanidad que, con frecuencia, se convierten sólo en sitios que hacen parte de la

agenda de viaje de los turistas. Existe una indiferencia innegable, por parte de los órganos

supranacionales, de los Estados y de los colectivos sociales, con el denominado patrimonio. Sin

embargo, es apreciable también la atiborrada generación de documentos y legislaciones que

comprometen a los actores sociales con su conservación. ¿Qué es lo que genera ese ánimo

patrimonializante, en la que todos los Estados occidentales concentran burocracia para conseguir

que algunos de sus espacios u objetos memoriales, sean considerados bajo el concepto de lo

patrimonial? Esta pregunta permite observar críticamente las gestiones que la institucionalidad

internacional, nacional y local, ejercen sobre el patrimonio. Enfrenta, también, a la academia con

un reto epistemológico: plantear qué es lo que entendemos por lo patrimonial, el desarrollo de su

historia y sus funcionalidades humanas y espaciales. Porque, en este afán de vender al mundo

procesos patrimoniales sin asidero en lo material, sin reflexión sobre el espacio y el tiempo, los

Estados y algunos sectores de la academia crean día a día argumentos vacíos que parecen apelar

4 La Ley 397 de Cultura, en su Art. 4) define: “El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes

y valores culturales que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los

hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés

histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro,

musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico

y las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura popular.

9

sólo al valor de cambio del objeto: puesta en valor, apropiación social del patrimonio, patrimonio

inmaterial, paisaje patrimonial, patrimonio contextual no monumental.

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Conceptos patrimoniales previos a la Carta de Atenas (1931)

Si bien hoy en día consideramos bajo el concepto de patrimonio indistintamente los dispositivos

que nos permiten prolongar la existencia social5, Choay ha creado conceptos diferentes para

nombrarlo a partir de cómo se ha operativizado. En los capítulos dedicados a cada alegoría con

frecuencia utilizaremos los conceptos de monumento memorial, aplicado en las ciudades antiguas

griegas y romanas; el concepto de monumento histórico, con el cual las ciudades europeas

gestionaron los dispositivos de memoria desde el Renacimiento y el concepto de patrimonio, que

tiene su nacimiento como hoy es utilizado en el seno de la Revolución Francesa. Elaboraremos,

sin embargo unas referencias mínimas que le permitan al lector tener una hoja de ruta que posibilite

entender claramente que entendemos por cada uno.

Monumento memorial

Por monumento6 memorial entendemos aquellos artefactos que interpelan la memoria, que

suscitan, con la emoción, una memoria viva (Choay, 1992, págs. 12-13). No consiste en un objeto

particular, sino que da cuenta de una multiplicidad de formas, dadas en todos los continentes y

prácticamente en todas las sociedades, con las que los hombres se relacionan con el trascender.

Una de sus características fundamentales es su universalidad técnica, no está fechado, ni

conmemora un hecho o suceso particular. No es bello, en el sentido renacentista, ni un objeto

único. Hace parte, como veremos, del mobiliario de la vida cotidiana de las personas, se habita en

el sentido de que hace posible arraigar los hombres a su pasado, a su tiempo y espacio vivido.

5 Según José Antonio González el patrimonio es un aparato que prolonga la existencia social a partir de la herencia y

calma en las sociedades occidentales la angustia de desaparecer. 6 Avisar, recordar.

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Monumento histórico

El concepto de monumento histórico, asociado principalmente a la era industrial, tiene unas

características muy diferentes al monumento memorial. Para Choay, el monumento histórico es

conmemorativo, recrea hazañas con fecha y actores precisos y tiene un período particular en la

historia de los artefactos memoriales de occidente (1820-1964) (Choay, 1992, pág. 113). Hace

parte del sistema conmemorativo, con frecuencia es pedagógico y recuerda identidades nacionales,

próceres, batallas. La mayor parte de las veces están descontextualizados de las formas del habitar

y de la vida cotidiana, más bien constituyen objetos que son destacados, bellos, únicos y tratados

desde una perspectiva de conservación, restauración o musealización.

Patrimonio

Para abordar el concepto de patrimonio nos ceñiremos a las dos valoraciones más importantes

en su historia epistemológica: 1) el concepto económico ligado al principio de sucesión7 y 2) el

concepto de patrimonio nacional, ligado al principio de herencia enarbolado por la Asamblea

Constituyente de la Revolución francesa para usufructuar los bienes del anterior régimen.

Para José Antonio González, en su libro El malestar en la cultura patrimonial, la relación del

concepto patrimonio con lo económico hunde sus raíces en la prehistoria y en la antigüedad, y no

sólo se restringe a Europa, sino que es un universal cultural ejercido en todos los territorios y en

todas las sociedades. Choay también se refiere a la pre-modernidad del concepto, en el primer

párrafo de su libro Alegoría del patrimonio: “esta palabra tan antigua y hermosa estaba

inicialmente enlazada a las estructuras familiares, económicas y jurídicas de una sociedad estable,

7 Entendido como herencia corporal, cultural, espacial y económica que una generación deja a otra.

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arraigada en el espacio y en el tiempo” (Choay, 1992, pág. 7). José Antonio González observa que

para interpretar con integridad lo patrimonial, es necesario interesarse en los conceptos que lo

estudian en la pre-modernidad. Ello implica que los historiadores e historiadores del arte se liberen

de la gramática estilística, con la que suelen observar, coleccionar y clasificar la historia de la

cultura material de la humanidad. Merece entonces la pena contemplar lo patrimonial más allá del

arte, la arquitectura y sus estilos, ingresando posturas desde una perspectiva etnográfica,

económica y social. En tal sentido González plantea:

Cabe afirmar a tenor de los datos disponibles que todos los pueblos pre-modernos, tanto europeos

como extra europeos, han poseído un determinado concepto de patrimonio, sobre todo si le

otorgamos a éste connotaciones económicas. Ese patrimonio algunas veces ha sido privado, pero

más frecuentemente aún común o colectivo. Las más de las veces se ha confundido el patrimonio

con el parentesco, y sólo ha adquirido su madurez a través de este último. […] El patrimonio […]

se diluye como concepto tras el de parentesco, considerado éste como la mónada social por

excelencia (González J. A., 2012, pág. 30)

La valoración política del patrimonio, es la raíz de las concepciones generadas desde 1931 hasta

la actualidad. Sin embargo, su espectro es más amplio y está relacionado principalmente con el

concepto de Nación, creando la formulación de patrimonio nacional. ¿Cómo y cuándo fue

nombrada esta nueva acepción? ¿Cuál es el contexto histórico y los intereses que presionaron su

aparición y campo de acción? Choay, arroja los siguientes datos: el patrimonio como concepto fue

forjado “para designar los bienes recientes a la Nación y susceptibles de un nuevo tipo de

conservación, [perdiendo] buena parte de su pertinencia y [cayendo] en desuso cuando finaliza la

Revolución” (Choay, 1992, pág. 98). Es así como en Francia, en el seno de la Asamblea

Constituyente, se enuncia el concepto de patrimonio para propiciar el cambio de manos en la

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administración del enorme acervo de tesoros y riquezas acumulados y administrados por la corona

y la iglesia. Hasta acá hemos podido establecer, a partir de unas determinadas fuentes, la relación

conceptual entre la valoración política y el patrimonio nacional, desde las posibilidades que da el

lenguaje, sobre todo cuando se echa mano de los discursos históricos. Este procedimiento

académico permite generar síntesis y conclusiones, relacionando heurísticamente unos hechos y

discursos con otros, posiblemente distantes. Conviene no resignarse al relato fácil que permite

concluir y sentenciar, sino conservar los ruidos y los reductos que provocan zozobra e inquietud.

Cumpliendo con este objetivo, se trae a escena a Dominique Poulot, en su texto Museo, Nación y

Patrimonio 1789-1815, quien expresa a propósito de la Revolución Francesa y de sus efectos sobre

el surgimiento de la noción moderna de patrimonio:

La definición de patrimonio responde a un propósito pedagógico, aquél de dar a conocer la verdad

intangible del pasado. Pero ella lleva a ensoñar simultáneamente en una dimensión casi

escatológica, porque la herencia de esta manera lleva a construir la figura misma del monumento:

éste se dirige al porvenir para encontrar la confirmación de su triunfo. De esta suerte, la Revolución

inventa una aproximación «sublime» al monumento, marcada por una razón sensible e imaginativa

que absorbe voluntariamente en sus emociones propias, sus meditaciones y sus sueños (Poulot,

1997, pág. 17).

Poulot se refiere a lo ritual, una funcionalidad cercana al del monumento que arraiga a los

hombres, mediante la técnica memorial, al tiempo y al espacio. Este autor propone que, bajo ese

relato de Nación, y aún con la valoración eminentemente material de lo político y lo económico,

todavía asoma la cabeza la técnica memorial que defiende al hombre de la incertidumbre del origen

y del horror del porvenir. Advierte que no es posible cifrar el discurso sólo bajo estas valoraciones.

Cabe, a partir de esta apuesta de Poulot, insertar desde el ejercicio investigativo de esta tesis una

pregunta fundamental, que complique el relato asociado al linaje que se venía proyectando: ¿qué

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es lo que nos recuerda el patrimonio, qué tiene qué ver con la memoria viva y el habitar? Para

intranquilizar aún más estas certezas, José Antonio González apunta:

dadas las funciones de sublimidad política del patrimonio emergido con la Revolución, […] cabe

interrogarse con D. Poulot si la irrupción de aquél, como una categoría trascendente, no oculta una

suerte de culto sustitutivo de orden pretendidamente religioso que acompaña a la idea de patria

(Poulot, 1998: 29). La patria y el patrimonio nacional marchan al unísono. […] Y propenden a

satisfacer las necesidades espirituales que antaño jugaron las religiones (González J. A., 2012, págs.

36-37).

Construcción social del patrimonio y construcción social del hábitat

Néstor García Canclini, citado por (Mantecón, 2005, pág. 16), permite una interpretación en la

que entiende que “el patrimonio constituye un espacio de disputa económica, política y simbólica

y las contradicciones en su uso tienen la forma que asume la interacción entre tres tipos de agentes:

el sector privado, el Estado y los movimientos sociales, en diferentes períodos”. El patrimonio

urbano en Medellín es necesario mirarlo en la interacción de estos actores fundamentales: la

iglesia, la planeación institucional y las problemáticas generadas por los inmigrantes que obliga a

la confrontación dialéctica de los conceptos e intereses de la conservación con los conceptos e

intereses de la transformación (Pizano, 1994, pág. 9). A este proceso de pugna le denominados

construcción social del patrimonio.

No se trata de un proceso en que se excluye los discursos del mercado, de las élites y la

institucionalidad, para dar un espacio privilegiado a los grupos sociales subalternos. Mas bien, es

una formulación que observa cómo cada uno de estos actores construye, legitima o destruye

patrimonios y qué productos podemos observar de este espacio de pugna política y económica,

desde la perspectiva de construcción de ciudad y de patrimonio urbano. La construcción social del

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patrimonio urbano consiste, así, en el trabajo y las memorias con las que estos actores edificaron

y organizaron el medio espacial de Medellín y su hábitat. De esta manera el hábitat es

conceptualizado a parir del concepto de competencia para edificar. Choay, lo define de esta

manera, asimilándolo con la técnica universal del lenguaje:

el poder dedálico que permite articular el espacio natural para hacer de él un medio humano y

promover en él la institucionalización de un habitar conjuntamente, ese poder ¿es realmente de la

misma naturaleza que la competencia del lenguaje? Y así como las diferentes lenguas de distintas

culturas se desprenden de la sola y misma competencia del lenguaje articulado, ¿se puede también

afirmar que las diferentes modalidades o configuraciones, con las cuales las diferentes culturas

organizan de manera más o menos precaria su medio espacial y su manera de habitarlo, se remiten

a una sola y misma competencia de edificar. (Choay, 1992, pág. 234)

Lo que Choay propone mediante este interrogante, Leroi-Gourhan lo expresa mediante la siguiente

afirmación:

la organización del espacio habitado no es solamente una comodidad técnica es, al mismo título

que el lenguaje, la expresión simbólica de un comportamiento globalmente humano. En todos los

grupos humanos conocidos, el hábitat responde a una triple necesidad: la de crear un medio

técnicamente eficaz, la de asegurar un marco al sistema social y la de poner orden a partir de allí,

en el universo circundante" (Leroi-Gourhan, 1971, pág. 31)

Funcionalidades simbólicas y prácticas

¿Cuál es su funcionalidad simbólica y práctica?, ¿por qué los hombres construyen este tipo de

conceptos y valoraciones? El hombre, desde la prehistoria hasta la actualidad, prolonga la

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existencia social mediante múltiples objetos por el miedo que tiene a la muerte y por la

construcción de cierta teología que le permite creer en la trascendencia, la trasvida. Basados en

esta primera formulación, es posible expresar que el monumento, el monumento histórico y el

patrimonio funcionan como dispositivos que permite a las sociedades dejar testimonio de un

pensamiento simbólico y, al mismo tiempo, relacionarse con el pasado, con los muertos. Leroi-

Gourhan apunta al respecto los siguientes datos:

Los primeros testimonios, contemporáneos a los neandertales tardíos, son los de la inhumación

sepulcral con depósito de útiles, testimonio evidente de la creencia en una trasvida. A continuación,

cabe citar los testimonios de una actividad mágico-religiosa, con la presencia de amuletos y con la

decoración de diversos objetos. El pensamiento simbólico se expresa en un sistema complejo de

representaciones de animales y de signos, aún mal conocidos, pero que parece trascender

ampliamente del mero plano mágico y darnos evidencia de un corpus de tradiciones mitológicas

muy utilizado. Entre 15.000 y 10.000 años antes de nuestra Era, este sistema llevará a la

extraordinaria floración de las cavernas decoradas. Evidentemente, existe una teología, en sentido

amplio, de la percepción de un punto de los antepasados, de los muertos, de una magia que nos

hace retroceder a más de 30.000 años en el mundo en el que aún vivimos inmersos. (Leroi-Gourhan,

1984, págs. 275-276)

Hace 30.000 años el hombre había generado esta teología compleja de relación con sus

antepasados, situación técnica y simbólica en la que aún estamos inmersos, ya no a partir de las

cavernas decoradas, pero sí a través de múltiples objetos técnicos y, también, de las ciudades o

espacios ordenados. Esta propuesta conceptual de la relación de la memoria con la trascendencia,

con el horror que suscita el desarraigo y la muerte, es observada por múltiples autores y atraviesa

los discursos y saberes que han estudiado lo patrimonial. Por ejemplo, Choay observa que en la

antigüedad el monumento intenta apaciguar la angustia de la muerte y de la aniquilación:

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el monumento es una defensa contra los traumatismos de la existencia, un dispositivo de seguridad.

El monumento asegura, da confianza, tranquiliza al conjurar el ser del tiempo. Garante de los

orígenes, el monumento calma la inquietud que genera la incertidumbre de los comienzos. Desafío

a la entropía y a la acción disolvente que el tiempo ejerce sobre todas las cosas, naturales y

artificiales, el monumento intenta apaciguar la angustia de la muerte y de la aniquilación (Choay,

1992, págs. 12-13).

Por su parte, Armand-Guy Kersaint, citado por Choay, considera el artefacto rememorativo

como "esos lugares célebres que –recordándonos que no siempre hemos sido libres– nos recuerdan

todavía el precio de la libertad” (Choay, 1992, pág. 97). Para el siglo XVIII y XIX, los románticos

evocan con nostalgia esos lugares u objetos que recuerda el “sentimiento de desamparo impuesto

por la percepción de la acción corrosiva del tiempo” (Choay, 1992, pág. 119). En la modernidad,

sigue existiendo esta misma relación. Alöis Rielg, el estudioso del culto al monumento en la

modernidad, citado por (González J. A., 2012, pág. 16), lo entiende como un espacio u objeto que

produce “en quien lo contempla aquella impresión anímica que causa al hombre moderno la idea

del ciclo natural de nacimiento y muerte”. Posteriormente, Choay observa que lo patrimonial

“revela un estado de la sociedad y los interrogantes que la habitan y permite percibir mejor la

fragilidad de las ocupaciones humanas” (Choay, 1992, pág. 42). José Antonio González, desde

una perspectiva etnológica contemporánea, considera que “la relación entre patrimonio y memoria

es fundamentalmente simbólica, y [consiste] en que nuestras sociedades no soportan la

destrucción, el fin de las cosas y de los individuos, y ponen numerosos medios para prolongar la

existencia social” (González J. A., 2012, pág. 52).

Choay crea una síntesis de sus funcionalidades simbólicas y prácticas, observando que el

patrimonio en Occidente, ha contribuido importantemente en la creación y definición de su

personalidad cultural:

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la investigación de las antigüedades enseñó a los humanistas, y posteriormente a los anticuarios, a

descubrirlas en su alteridad y contribuyó así a la fundación de la identidad de la cultura occidental

en su relación con el tiempo y con la historia, con el saber y con el arte. Posteriormente, la

investigación de los monumentos y de los tejidos históricos, junto a su preservación y su

restauración, hizo comprender a las generaciones romántica y victoriana la dignidad de los oficios

antiguos y les hizo presentir la esencia de la técnica. Hasta la segunda mitad del siglo XX, estos

procedimientos contribuyeron a la afirmación de la personalidad cultural occidental (Choay, 1992,

pág. 221).

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Espacio, Tiempo y Técnica

Basados en la relación tiempo, espacio y técnica, esta tesis sostiene que el monumento, el

monumento histórico y el patrimonio son prolongaciones del cuerpo humano que respaldan y

optimizan una invención técnica corporal: la memoria. Como punto de partida, es pertinente

observar que los estudiosos del tema frecuentemente se refieren al monumento, al monumento

histórico y al patrimonio con conceptos con origen en la historia de las técnicas y las ciencias. Esta

continuidad histórica en la que el patrimonio y el monumento son conceptualizados como aparato,

como artefacto, como ortopedia, prolongación del cuerpo y como prótesis, hace plantear a la

investigación lo técnico como uno de los pilares de su marco conceptual. Algunos ejemplos de

autores que refieren esta relación y que nos dan pie para iniciar una deriva teórica, son Françoise

Choay, Alöis Rielg, José Antonio González, entre otros.

En su libro Alegoría del Patrimonio, Choay define el monumento memorial de la antigüedad

como “todo artefacto edificado por una comunidad de individuos para acordarse de o para

recordar a otras generaciones” (Choay, 1992, págs. 12-13). En el Medioevo, puede establecerse

que el monumento es tratado a partir del concepto de antigüedad, o artefactos exóticos. Alöis

Rielg, utiliza el término químico sustrato concreto para referirse al monumento histórico

moderno. José Antonio González, en el contexto de los Estados Nacionales, cita a Guillaume para

decir que el patrimonio es “un aparato ideológico de la memoria” (González J. A., 2012, págs. 17-

18). Y ya en el momento de la expansión del capital, Choay utiliza el término prótesis, en sus

críticas a la inflación patrimonial contemporánea y la proliferación de pantallas introducidas entre

los hombres y el mundo, así como entre los hombres entre sí (Choay, 1992, pág. 223).

20

Estos conceptos no son usados desprevenidamente por los autores y, como quiere observar esta

tesis, es claro que denotan que el monumento, el monumento histórico y el patrimonio constituyen

artefactos, útiles que aumentan la eficacia del dispositivo fisiológico de la memoria.

¿Qué entender entonces por técnica, qué entender por dispositivo de exteriorización? ¿Cómo

entender estos artefactos como técnicas memoriales? Para responder estas preguntas es

fundamental plantear la técnica como un universal cultural. En su libro La naturaleza del espacio,

Milton Santos la plantea de esta manera:

una de las características de la técnica ha sido la de ser universal como tendencia (Leroi-Gourhan,

1945). Y el capitalismo va a contribuir a la aceleración del proceso que lleva a la

internacionalización de las técnicas, aún antes de desembocar, en este fin de siglo, en su

globalización: la universalidad de las técnicas ya no como tendencia sino como hecho (Santos,

2000, págs. 49-50).

Así, la técnica no sólo es una tendencia sino que, con la expansión del capitalismo y los nuevos

espacios globales, es ciertamente un hecho social. Este hecho social no está aislado y permite

observar, según Santos, la edad (el tiempo) del lugar (el espacio). Así, los artefactos memoriales

corresponden a esta universalidad técnica, y pueden encontrarse en todos los pueblos y lugares.

La segunda consideración previa es poner sobre la mesa las tres variables fundamentales de la

etnología, la geografía y la historia: la relación entre el espacio, el tiempo y las técnicas. Siguiendo

la línea de Santos, es posible plantear que el problema de la geografía es “hallar el camino

adecuado para sistematizar las relaciones de la técnica con el <<tiempo>> y con el <<espacio>>”

(Santos, 2000, pág. 43). Esta relación puede establecerse epistémicamente a partir de la historia de

las técnicas, porque el espacio está formado por objetos y las técnicas permiten datar con claridad

la edad del lugar (Santos, 2000, pág. 43). Observemos las palabras de Santos:

21

El espacio está formado por objetos técnicos. El espacio del trabajo contiene técnicas que

permanecen en él como autorizaciones para hacer esto o aquello, de esta o aquella forma, a este o

a aquel ritmo, según esta u otra sucesión. Todo eso es tiempo. […] El espacio se impone a través

de las condiciones que ofrece para la producción, para la circulación, para la residencia, para la

comunicación, para el ejercicio de la política, para el ejercicio de las creencias, para el

esparcimiento y como condición del “vivir bien”. (Santos, 2000, págs. 47-48)

Partiendo de esto, nuestro interés investigativo es relacionar el dispositivo técnico de la

memoria con el tiempo y el espacio. Esta memoria se vuelve eficaz soportada en un utillaje

definido: los monumentos, los monumentos históricos, los patrimonios, las ciudades. Leroi-

Gourhan muestra evidencias de que toda exteriorización técnica, es una prolongación del cuerpo,

cuyo objetivo es mejorar su eficacia. Así, el lenguaje y el pensamiento superior siempre están

respaldados en un soporte corporal técnico, en el trabajo, las técnicas y los útiles. Esa búsqueda de

la eficacia genera un mundo inorgánico: las cosas. El utillaje, útiles, herramientas, son organizados

a partir de un dispositivo biológico-cultural: la memoria. La memoria es entendida, entonces,

como los saberes que permiten dar uso a ese mundo inorgánico.

En este contexto teórico, los saberes movilizados por la memoria, recogen varios criterios: los

saberes técnicos asociados al homo faber, a lo manual, el oficio, el trabajo, y los saberes superiores,

asociados al lenguaje y al homo sapiens:

Desde sus inicios o un poco después, el hombre dispone de dos instrumentos: El útil y el lenguaje.

El primero le conoció, incluso, antes de la hominización, a través de toda su evolución; el segundo,

ya en el hombre, irá asociándose cada vez más estrechamente al pensamiento superior. ¿En qué

consisten las manifestaciones del pensamiento superior que se manifiestan en nosotros y cuándo

aparecen? En conjunto, son las manifestaciones de un pensar religioso y de un pensar artístico […]

A partir de este momento, las relaciones entre pensamiento superior y pensamiento técnico han

22

podido establecerse en términos que permanecen inmutables hasta hoy. (Leroi-Gourhan, 1984, pág.

275)

Desde esta mirada, el pensamiento superior del hombre no está aislado del pensamiento del

hacer y el trabajo. El arte, la religión, están íntimamente ligadas a relaciones técnicas y

continuamente se exterioriza a partir de útiles, herramientas, artefactos, aparatos, prótesis.

Haciendo un énfasis, entendemos el monumento, el monumento histórico y el patrimonio como

prolongaciones del cuerpo humano que respaldan y optimizan el dispositivo memorial humano. El

hombre deposita su relación con los dioses, con el arte, con el pasado y su conciencia de muerte,

en útiles, en objetos, en técnicas, en ciudades. El monumento y el patrimonio pueden ser

entendidos, de esta manera, como la competencia técnica de edificar soportes memoriales de su

pensamiento superior, haciendo eficiente su relación con el pasado y contribuyendo a la

construcción del territorio, el paisaje y la ciudad:

Al amarrar a los humanos al espacio terrestre y a la continuidad del tiempo, esta competencia de

edificar, que se dio tradicionalmente en la configuración de ciudades y de edificios, en la

organización de paisajes cultivados y en el trazado de caminos y de vías de circulación, ha

contribuido, según mi hipótesis, a fundar y refundar la relación de los seres humanos con el mundo

natural y con las reglas trascendentes que los asocian entre sí. (Choay, 1992, pág. 230)

La relación técnica con el pensamiento superior, asociado al lenguaje, y enfocado en el

trascender, la trasvida y los rituales funerarios, se mantiene durante toda la historia: en la

antigüedad, en el Medioevo, en el renacimiento, incluso en la Modernidad. Estas relaciones son

exteriorizadas con las más plurales técnicas de soporte.

23

Alegoría de las concepciones de los útiles memoriales

Alegóricamente, estos útiles memoriales pueden enumerarse así: los rituales de muerte

prehistóricos, la competencia para edificar en la Antigüedad y el monumento memorial antiguo;

las antigüedades protohumanistas, la masificación de la imprenta y la laboriosidad de los artesanos

en del Medioevo; la civilización de la imagen en el Renacimiento; la consagración del monumento

histórico, el patrimonio nacional y la ciudad como patrimonio urbano en la Modernidad.

Útiles memoriales en la antigüedad griega y romana

En la Antigüedad, la técnica mediante la cual fue vivificado lo memorial se consolidó a partir

del concepto de monumento. Como ya lo hemos esbozado, “el sentido original del término (para

la lengua francesa) es aquel del latín monumentum, a su vez derivado de monere (avisar, recordar),

aquello que interpela a la memoria (…) Así pues, la función técnica del monumento consiste en

“suscitar, con la emoción, una memoria viva”. (Choay, 1992, págs. 12-13) Según Choay, el

“monumento se asemeja fuertemente a un universal cultural. Parece estar presente, bajo una

multiplicidad de formas, en todos los continentes y prácticamente en todas las sociedades, posean

o no escritura (Choay, 1992, pág. 13). Las fuentes de Choay le permiten proponer que para los

habitantes de la Grecia y la Roma antiguas, el monumento es un dispositivo que suscita

afectivamente una cercanía de los hombres con los dioses, recordándoles su condición de criaturas

y su fragilidad. El monumento memorial habita el espacio y el tiempo, aproxima el pasado, vivifica

el presente y alivia la incertidumbre del porvenir.

Útiles exóticos y arquitecturas domésticas

24

Posteriormente, para la Edad Media hasta el siglo XV, los monumentos antiguos generan en los

hombres la reacción de extrañeza, de exotismo, a la vez que de proximidad y objeto común.

Extrañeza porque muchos de los sentidos del monumento memorial perdieron contexto y

significación. Proximidad, puesto que les tienen a la mano, les re-significan, observan el paso del

tiempo sobre sus ruinas:

Para los estudiosos del siglo VIII al XII, el mundo antiguo es simultáneamente impenetrable e

inmediatamente próximo. Impenetrable porque los territorios romanos o romanizados son ahora

cristianos y la visión pagana del mundo ya no cuenta, ya no se concibe. Las expresiones plásticas

o literarias se tornan indescifrables por la pérdida de su referente, quedando reducidas a formas

vacías. Pero son próximas porque estas formas vacías, al alcance de la vista y de la mano, son

inmediatamente trasladables y traspuestas al contexto cristiano, donde son interpretadas según

códigos familiares. (…) Richard Krautheimer ha subrayado claramente esta ambivalencia, llegando

a plantearla en términos de amor-odio. Muestra, además, cómo el protohumanismo se había

apropiado literalmente de los vestigios del mundo antiguo, cristianizándolos (Choay, 1992, págs.

30-31).

Pero los datos permiten, también, observar en la Edad Media la creación de manifestaciones

técnicas y aparatos de recordación. Por ejemplo, los hombres de estos siglos son quienes crean la

imprenta y con ella la masificación de la escritura, pieza fundamental desde entonces para avivar

la memoria humana. Esta técnica memorial rompe la funcionalidad del monumento antiguo y es

identificada por Choay como la primera memoria artificial (Choay, 1992, pág. 14). La aparición

del almacenamiento de información y saberes mediante los productos de la imprenta, sin duda

ingresan nuevas técnicas y tecnologías de lo memorial, posibilitando la recordación más allá del

monumento, la ciudad y los paisajes antropologizados. Como expresa Luis Fernando González, el

libro constituye un “portador del conocimiento sitematizado” (González L. F., 2013, pág. 152).

25

Ahora bien, los grandes acervos de libros y las bibliotecas constituyen desde entonces la técnica

de mayor eficiencia y confiabilidad para soportar la memoria de los hombres. En Europa, como en

América8, el libro fue una piza pedagógica fundamental.

Asimismo, son los siglos de la invención del molino a base de agua y de viento, del vidrio y

las brújulas. La relación espacial generada desde la invención de la brújula, crea su vez nuevos

artefactos de memoria. Por ejemplo, la masificación de las cartografías impresas para consignar

las memorias de las rutas y trascender los recorridos a nuevas generaciones de viajeros. Estas

técnicas y dispositivos de recordación harían más eficiente el aparato fisiológico memorial y hasta

hoy son considerados fuentes básicas del conocimiento de los legados y herencias culturales

materiales e intangibles en Occidente.

Cabe recalcar también las competencias para edificar, domar el tiempo y construir el espacio,

generadas en el Medioevo. Como técnicas importantes tenemos la laboriosidad, el oficio y el

trabajo artesanal de los hombres del común, quienes crearon tejidos, arquitecturas modestas y

urbanismos domésticos y generaron conjuntos urbanos que dan cuenta de una sensibilidad, de un

trabajo y un hacer sagrado de los hombres. Estas nociones de tejido, arquitecturas domésticas y

8 En lo que respecta a la importancia del libro como herramienta pedagógica en el camino de la construcción de un

saber arquitectónico en América, Luis Fernando González cita a Ramón Gutiérrez, para argumentar que desde 1584

se enviaron a Méjico algunos ejemplares de libros sobre el arte de la arquitectura. González afirma: “El libro fue el

medio por excelencia, dirigido sobre todo a especialistas y responsables de representar y construir, tuvieran formación

académica o no. Esta producción de origen extranjero comenzó a circular en América desde las últimas décadas del

siglo XVI, específicamente los textos de los tratadistas, lo que se mantendría hasta las tres primeras décadas del siglo

XX. Hasta la primera mitad del siglo XIX fue el medio por excelencia de aprendizaje, como bien lo anotó el viajero

francés Gaspar Mollien en 1823: “El arte de la arquitectura es el que más progresos ha hecho en Colombia; sus

adelantos son tanto más sorprendentes cuanto en este aspecto no ha tenido más maestros para dirigir sus pasos que los

libros y las estampas” (González L. F., Del alarife al arquitecto, el saber hacer y el pensar la arquitectura en Colombia

1847-1936, 2013, pág. 152)

26

modestas, crearán en la era industrial el concepto de conjunto patrimonial, que llevará a su vez a

observar la categoría más amplia de patrimonio urbano.

La civilización de la imagen

En el Renacimiento o la civilización de la imagen, como la llama Choay, se generan procesos

técnicos de clasificación, representación, experimentación e ilustración de la “realidad” que,

asimismo, recoge las técnicas memoriales, masificadas en el Medioevo:

las antigüedades se inscriben sobre todo en la gran corriente que devalúa el testimonio de la palabra

y de la escritura en beneficio de aquél de la visión y de la representación icónica. Los edificios del

pasado contribuyeron tanto al estudio sistemático de las formas plásticas como al de su desarrollo

y clasificación. Las investigaciones de los anticuarios acompañaron a las de los naturalistas y,

juntos, participaron en la creación de una civilización de la imagen: imagen transformada ahora en

instrumento de análisis del mundo y en soporte de la memoria (Choay, 1992, pág. 190).

La interpretación, apropiación y creación del artefacto memorial en el Renacimiento implica,

en primera instancia, poner la mira sobre sus actores. En la Antigüedad y el Medioevo, el

monumento memorial era anónimo y colectivo. En el Renacimiento se observa emerger la figura

del genio, el artista, el clasificador y el naturalista. Estos actores desarrollaron numerosos

artefactos y técnicas de aprehensión de la realidad que hasta hoy constituyen fuentes importantes

a la hora de relacionarnos con el conocimiento superior del hombre: la observación, la clasificación

y el coleccionismo. Los actores renacentistas, fundamentales en la interpretación de la antigüedad

y en la creación de los nuevos dispositivos técnicos de memoria, son llamados por Choay como

los protohumanistas: viajeros, eruditos, coleccionistas, interesados en el mundo antiguo y su

cultura material. La colección de objetos preciosos, como soporte de la cultura material, sería

capitalizada desde entonces como exteriorización:

27

A la taxonomización patrimonial contribuyó de manera determinante un individuo singular, que ya

había venido dando sus frutos desde el manierismo: el coleccionista. El coleccionista atiende al

«arte de coleccionar» objetos marcados por la complétuder, es decir, por su presencia plena y

excelente en el mundo de los objetos (Vouilloux, 1999: 302). Pero además, según señala B.

Vouilloux, se ajusta igualmente a un discurso de la colección, es decir, a una suerte de escritura en

la que cada objeto que forma parte de una serie particular posee un significado pleno para su

poseedor (González J. A., 2012, pág. 33).

El anticuario, el naturalista, el ingeniero y el ilustrador basan toda su relación con el

monumento, en lo que se ve. El monumento adquiere entonces una relevancia visual, más que

memorial. De ahí los primeros acercamientos a la invención de lo bello y lo exótico. Como

métodos puntuales, encontramos técnicas como el grabado, el arte, la ilustración, basados en la

invención de lo bello, del objeto único y representativo del genio creador y de los designios

públicos. Choay observa que “al placer dispensado por la belleza del edificio le han seguido el

deslumbramiento o el asombro provocados esta vez por la proeza técnica […]. A partir de ese

momento, el monumento se impone a la atención sin trasfondo, interpelando en el instante,

trocando su antiguo estatuto de signo por el de señal. (Choay, 1992, pág. 14)

En el discurso alagórico planteado por Choay para entender la civilización de la imagen, el

viajar para observar in situ los monumentos, era indispensable para su aprehensión. Cuando era

imposible viajar y ver, se apela a técnicas de recordación como la figuración, la ilustración y el

grabado: “los anticuarios atesoraron, comunicaron y difundieron el cuerpo de conocimientos

históricos que sus "búsquedas de antigüedades" les permitieron acumular a lo largo de los siglos

gracias a estos museos de imágenes. Método que, de hecho, todavía sigue vigente” (Choay, 1992,

pág. 212). Se colecciona, entonces, la realidad fidedigna a partir de imágenes. De los ingenieros

se toma su habilidad para calcular los pesos estructurales y la dotación de las medidas y

28

funcionalidades. Del ilustrador y el grabador, el dibujo, las láminas fidedignas, correspondientes

con las espacialidades, los materiales y las estructuras de los artefactos memoriales. El método de

observación es científico, no arquitectónico, ni artístico. El arte y la arquitectura son vistos como

dimensiones alegóricas, metafóricas, no tan bien recibidas cuando de recordar el pasado se trata.

Los coleccionistas, naturalistas y anticuarios, desconfían de los artistas, pues se les considera que

no grafican fidedignamente. A su vez, desconfían de los arquitectos, dado que consideran que

desconocían los factores técnicos de los monumentos, haciendo una representación abstracta,

abigarrada de conceptualismos y sin asidero en la espacialidad, descontextualizando las

edificaciones y rellenando faltantes a partir de su imaginación. Así, mediante estas

exteriorizaciones técnicas, se le otorga al monumento una función arqueológica, basada en la

grandilocuencia, en la belleza, en las destrezas y hazañas técnicas utilizadas en la construcción,

convirtiéndolo en antigüedad coleccionable en un almacén o bodega. Para el Renacimiento, el

monumento representa el poder, la grandeza, la belleza: manifiesta los grandes designios públicos,

promueve los estilos, se dirige a la sensibilidad estética, al arte y, posteriormente, a la proeza

técnica y lo colosal. Se crea entonces un dispositivo de soporte memorial: lo bello como fin

supremo del arte. Según Choay, dos de las causas por las que el monumento memorial desaparece

es, por un lado, el desarrollo, perfeccionamiento y difusión de las memorias artificiales observado

desde la invención y masificación de la imprenta y, por otro lado, el lugar predominante que,

“desde el Renacimiento, las sociedades occidentales le otorgan al arte. […] Al otorgar a la belleza

su identidad y su estatus, transformándola en el fin supremo del arte, el Quattrocento la asocia a

toda celebración religiosa y a todo lo memorial” (Choay, 1992, pág. 14). Cambia la situación

“ideal” del monumento: su importancia radica no ya en suscitar la memoria viva, sino en su belleza,

proeza técnica, importancia arqueológica. Con la época antiquizante del Quatroccento y el

29

proyecto humanista, se produce el primer alejamiento con los objetos del pasado como

antigüedades. Es el mismo momento en el que se inician el arte y la historia como actividades

autónomas. La entrada de la historia como actividad que por sí misma logra gestionar la memoria

desde la escritura es importante, asimismo, porque pasados los siglos (XVIII y XIX), la disciplina

histórica logra monopolizar las conclusiones que puedan establecerse alrededor del concepto

tiempo, a partir de sus múltiples escuelas y métodos.

Estas técnicas de aprehensión de la realidad toman una importancia significativa que en la

Modernidad occidental será capitalizada por dispositivos, artefactos y espacios creados en el

período de consagración del monumento histórico, que conmemora la heroicidad y la identidad de

proyectos políticos asociados a la República.

Artefactos memoriales modernos: expansión tipológica y temporal del útil memorial

A las valoraciones de arte y objeto único desarrolladas en el Renacimiento, la Modernidad

europea agrega la valoración histórica, entendiendo el artefacto memorial como un dispositivo que

rememora por sí mismo una época, testigo de unas materialidades, técnicas y, finalmente, de una

sociedad y su cultura. Las prácticas técnicas de la Modernidad, la Revolución Francesa y la

Revolución Industrial, dan contexto a la creación de un nuevo entramado de técnicas memoriales,

nuevos útiles de exteriorización. Nuevas categorías como las antigüedades y el arte como actividad

autónoma, permiten observar cambios significativos en las técnicas y útiles que soportan la

memoria durante los inicios de la modernidad:

La emergencia del monumento histórico en el siglo XX, designado como antigüedades, ilustra el

despliegue del proyecto humanista. […] Este descubrimiento de las antigüedades también es el

descubrimiento del arte como actividad autónoma, desligado de su tradicional sujeción a la religión

30

cristiana. Esta experiencia irreductible adquirida con gran esfuerzo en tanto que conciencia de sí

misma dará origen a un arte que se constituirá entendiéndose y pensándose a la vez como devenir

y como historia. Bajo la denominación de antigüedad, el monumento histórico es uno de los actores

causantes de esta gran fractura en el arte occidental y del advenimiento de la arquitectura teorizada

y referenciada, que Paul Frankl denominará posmedieval para subrayar su diferencia y unidad

(Choay, 1992, pág. 189).

Así como para observar las técnicas de soporte memorial en el Renacimiento es indispensable

observar sus actores, así mismo, en la Modernidad, existen actores importantes en la concepción

y construcción de las técnicas rememorativas. Interesa, por ejemplo, observar la aparición de los

historiadores del arte, recién llegados a la escena del saber. En la concepción de la historia del

arte, según Choay, “las creaciones de la arquitectura antigua van a ser […] el objeto de una

investigación sistemática que atiende a su cronología, su técnica, su morfología, su génesis y sus

fuentes” (Choay, 1992, pág. 116). De esta manera, tanto el arte como los monumentos son

estudiados como manifestación histórica que aportan datos de una sociedad pasada, recrea hazañas

con fecha y actores precisos. La periodicidad de estos útiles de soporte memorial, está definida

por un período particular en la historia de los artefactos memoriales entre 1820-1960. Según

Choay:

la unidad del período (1820-1960) que los engloba (…) impone, por su reconocimiento, su

coherencia y su estabilidad, el estatus adquirido por el monumento histórico con el advenimiento

de la era industrial. Este estatus puede ser definido por un conjunto de determinaciones nuevas y

esenciales referidas a la jerarquía de valores de los que está investido el monumento histórico, a

sus contornos espacio-temporales, a su estatus jurídico y a su tratamiento técnico (Choay, 1992,

pág. 114).

31

Constituye, así, una renovada valoración del monumento que lo entiende como testigo de la

historia, como un artefacto que, aislado, atestigua cómo eran los hombres del pasado y sus visiones

de mundo: “para Guizot, como para la mayoría de los historiadores de su tiempo, los edificios

antiguos ya no contribuían a fundar un conocimiento en el que basar su propia disciplina, sino a

ilustrarlo y a servir así de apoyo a un sentimiento: el sentimiento nacional” (Choay, 1992, pág.

116). La valoración histórica, que implica la creación del concepto y la técnicas de conservación,

crean dispositivos jurídicos y técnicos novedosos para la administración de la herencia material:

“cuyo conjunto de decretos e instrucciones prefigura, en la forma y en el fondo, el enfoque y los

procedimientos que Ludovic Vitet, Prosper Mérimée y la primera Commission des Monuments

Historiques establecerán en 1830” (Choay, 1992, pág. 85). Este antecedente prefigura todas las

valoraciones implementadas en el seno de la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa,

y serán reglamentados en 1820 mediante normas, marcos jurídicos, protocolos de conservación y

usufructo económico que daría paso posteriormente al concepto de patrimonio tal y como hoy lo

conocemos. A partir de esta consolidación de las nuevas técnicas de administración de la herencia

material, puede observarse la expansión de éstas por fuera de Francia. Algunos estados europeos

comienza a organizan y administran los artefactos memoriales heredados bajo las técnicas de

preservación, musealización, inventarios, clasificación, reutilización (Choay, 1992, pág. 20).

Como diría Marx del capital –que no tiene nacionalidad– estas técnicas modernas de creación y

administración de lo patrimonial empiezan a expandirse mundialmente, no sólo como tendencia

universal del hombre, sino como un hecho técnico unificado bajo la homogenización del concepto

de patrimonio:

La revolución industrial como proceso de desarrollo planetario otorgaba virtualmente al concepto

de monumento histórico una acepción universal, aplicable a la escala mundial. En tanto que proceso

irremediable, la industrialización del mundo ha contribuido, por una parte, a generalizar y a acelerar

32

la implantación de legislaciones de protección del monumento histórico y, por otra, a hacer de la

restauración una disciplina en sí, solidaria con los progresos de la historia y del arte (Choay, 1992,

pág. 115).

La consagración del monumento histórico, como Choay nombra este proceso, reconoce e

ingresa nuevos contenidos, valores y cronologías al monumento: el pasado cada vez está más

próximo y se empieza a reflexionar sobre lo que luego tomará el nombre de Patrimonio.

Valoración económica y política de lo patrimonial

La valoración económica del patrimonio –el principio de sucesión– y la valoración política –

principio de linaje–, constituyen una continuidad en los discursos que Occidente elabora para

interpretar esta palabra “antigua”. Lo valoración económica es pues, tan antigua, como la palabra

que lo significa. Su concepción política y étnica, de filiación y linaje, también. En la actualidad,

el usufructo de lo patrimonial está en primera línea, paralelo a sus réditos políticos.

Para observar este proceso de valoración creado en Occidente en la Modernidad, esta tesis

propone una relación entre el principio de linaje y el concepto de Nación, no como conceptos

sucesivos o aproximados, sino como un símil que confronte las relaciones étnicas y parentales con

las relaciones de identidad política creadas en la modernidad. Desde este símil nos aproximamos

al concepto de patrimonio nacional heredado que, después de la Revolución francesa, se entenderá

como una representación colectiva de la esencia y el espíritu de la Nación.

En el radical proceso que “el pueblo” francés crea para generar la República, el discurso

nacional se establece como primordial en la Asamblea Constituyente. La Nación como proyecto

implica profundizar y construir un relato, en el que lo pedagógico y la identidad con un territorio

cobran importancia. Así, el patrimonio nacional francés constituye un dispositivo que le permite

33

“al pueblo” administrar los bienes privados de la corona y la iglesia, mediante una serie de

legislaciones de conservación y restauración, en el que deposita el objetivo de crear identidades,

recordar la nacionalidad, incentivar y promover símbolos desde los designios de la igualdad, la

fraternidad y la libertad. Para observar este nuevo dispositivo político, cabe citar a José Antonio

González:

La inflexión moderna de la monumentalidad sobreviene con la Revolución francesa. Frente al

período conocido como vandalisme, en el cual como respuesta al Ancien Régime fueron destruidas

a martillazos las portadas románicas y góticas de numerosos monumentos, y muy en particular las

tumbas de los reyes de Francia de la abadía de Saint Denis, en las afueras de París. Grégorire con

elocuentes palabras, reflejadas en su Rapport sur les Destruction sopérées par le Vandalisme et sur

les moyens de le réprimer, consiguió que la Asamblea Revolucionaria francesa atendiese al

concepto de <<bienes nacionales>> para proteger aquellos monumentos que ya constituían parte

de la narración histórica del pueblo y de la nación, y que no podían ser cuestionados ni siquiera por

estar vinculados a la injusticia (González J. A., 2012, pág. 15).

De manera general, ante el peligro de la destrucción de los símbolos relacionados con la iglesia

y la corona, la Asamblea crea inventarios de cuáles de estos símbolos pueden servir como

narraciones de la Nación, como dispositivos de enseñanza del arte, los oficios y los estilos de la

arquitectura. Establece una separación entre lo que debe considerarse bienes privados y bienes

nacionales y las implicaciones de éstos para la República. El patrimonio nacional, desde la

perspectiva de González, cobra vigencia desde el concepto de bien nacional:

El concepto de <<bien nacional>>, tal como lo contempló la Asamblea Constituyente francesa, o

de <<monumento>>, tal como lo concibió A. Riegl, nos indica el momento en el que los nuevos

burgueses, armados de un trascendente sentido de la distinción cultural (Bourdieu, 1979), toman

34

conciencia del valor cultural añadido del patrimonio cultural, paralelo a su patrimonio particular

(González J. A., 2012, pág. 11).

Profundizando en los aportes A. Rielg, su teoría de los valores, empleada por en su libro El

culto moderno al monumento, es utilizada por Choay para contrastar y observar un orden

jerárquico entre las valoraciones de lo patrimonial, que resulta iluminador para observar otras

variables. Para la Revolución Francesa, en primer orden de jerarquía, se encuentra el valor

nacional, pedagógico y cognitivo; en segundo lugar, la valoración económica de estos bienes

heredados y en tercera instancia, la valoración artística y arquitectónica: “Lo primero y

fundamental es el valor nacional. Éste es el valor que de principio a fin inspira las medidas de

conservación adoptadas por el Comité d'Instruction Publique, el que justifica la necesidad del

inventario y de la recolección de todas las heterogéneas categorías de la “herencia”” (Choay, 1992,

pág. 98). En la Francia revolucionaria, el valor nacional es el que legitima a todos los otros valores,

comunicándole la plenitud de su fuerza afectiva. Cuando los monumentos históricos pasaron a

ser, por herencia, propiedad del pueblo entero, los comités revolucionarios les otorgaron un valor

nacional dominante y les asignaron nuevas finalidades educativas, científicas y prácticas.

Así, el concepto de patrimonio nacional se torna en uno de los bastiones de la República y

posteriormente de los Estado Nación del continente europeo. El patrimonio tal y como es

entendido en la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa se desplaza y se exporta a otras

latitudes. Al igual que los derechos universales del hombre, es tomado por las élites en el

continente americano para administrar y crear sus relatos nacionales. En América Latina, este

proceso se dio en clave de la construcción de los imaginarios independentistas y su característica

nostalgia del pasado colonial, manifestado con mayor contundencia cuando renace el hispanismo.

Pero a diferencia del discurso francés promovido por los nuevos burgueses bajo el eufemismo de

35

que los bienes de la corona son propiedad del “pueblo”, el acervo de bienes nacionales de las

jóvenes naciones latinoamericanas, nacieron asociados a una élite y sus sentidos estéticos. Velho

y Arruda, citados por (Mantecón, 2005, pág. 11), apuntan: “sólo los testimonios vinculados a la

experiencia victoriosa de la etnia blanca, de la religión católica y del Estado conducido por la élite

política y económica de Brasil eran considerados dignos de conservación”.

Los patrimonios nacionales se respaldaron con frecuencia en un discurso de verosimilitud de

los relatos históricos, unificando las prácticas y los objetos bajo la marca de la nacionalidad de los

criollos. Un proceso influido por la evocación mitificada de escenas de la colonia, en combinación

con la acumulación de obras preciosas de lo que denominaron la arqueología nacional o las

antigüedades indígenas. Entre los ejemplos de este proceso en Latinoamérica, pueden citarse las

fiestas cívicas y patrias, las representaciones pictóricas y escultóricas (la historia de bronce), los

museos, la arquitectura conmemorativa, los espacios públicos al servicio de la recordación de

próceres y sucesos de la emancipación republicana. Una fuente puntual que nos permite observar

este proceso en Colombia, desde el siglo XIX hasta el XX, son las exposiciones que a nivel

nacional y regional fueron realizadas, emulando las exposiciones internacionales y bajo las

banderas de los intereses políticos y económicos de las élites de entonces. Esta fuente, estudiada

ampliamente por el profesor Luis Fernando González, hace evidente algunos de los procesos de

exaltación generados desde el dispositivo de las exposiciones:

Las exposiciones, además de ser el escenario natural para mostrar el progreso material, se

convirtieron en instancias de definición nacional, basadas en una concepción patriótica, un ideario

de paz y un proyecto civilizador, inaugurados desde la primera fase, y en unas perspectivas cada

vez más culturales, soportadas en el pasado y la religión. En la segunda fase, tales eventos

intensificaron el carácter de celebración patriótica, especialmente a partir de 1873, cuando en el

36

gobierno de Manuel Murillo Toro fue oficializado el 20 de julio como el día festivo nacional […]

(González L. F., 2013, pág. 59).

Interesante es resaltar que los autores europeos que teorizan sobre lo patrimonial, no enuncian

dentro de sus prácticas lo festivo, ni las fechas conmemorativas, restringiendo sus definiciones

patrimoniales principalmente a lo espacial (el tejido urbano, el conjunto patrimonial), al

monumento memorial, al monumento histórico y a lo bello. Sus discursos se centran, con

excepciones muy contadas, en la conservación o restauración de esos elementos. En lo que

respecta a los autores que investigan el proceso patrimonial en América Latina, las fiestas, las

escenificaciones cívicas y la exhibición de lo autóctono y lo pintoresco, cobra una importancia

capital. Mediante este dispositivo festivo se inserta de manera muy eficaz “el pueblo” al relato

nacional recién generado por las élites. Sin embargo, los proyectos nacionales para insertar las

dinámicas culturales de los habitantes que no pertenecían a las élites locales, son basados en

caricaturizaciones, en el exotismo del folclor y en el siempre expresado silogismo “ustedes allá y

nosotros acá”. García Canclini observa a este respecto:

Lo que se define como patrimonio e identidad pretende ser el reflejo fiel de la esencia nacional. De

ahí que su principal actuación dramática sea la conmemoración masiva: fiestas cívicas y religiosas,

aniversarios patrióticos, y, en las sociedades dictatoriales, sobre todo restauraciones. Se celebra el

patrimonio histórico construido por los acontecimientos fundadores, los héroes que lo protagonizaron

y los objetos fetichizados que los evocan. Los ritos legítimos son los que escenifican el deseo de

repetición y perpetuación del orden (García, 1995, págs. 152-153).

Así, este proceso basó sus definiciones en torno a la creación de colecciones de acervo desde la

exaltación y puesta en escena de prácticas y fenómenos culturales de las poblaciones, consideradas

manifestaciones importantes para el proyecto de nacionalidad. Lo patrimonial existe, entonces, en

37

la medida en que es puesto en escena, teatralizado en el marco de los espacios de arquitectura

conmemorativa, los parques, las plazas, las calles y, con la modernidad, las avenidas, los edificios

de lenguaje historicista públicos o privados. Cobra fuerza política a través de fiestas, fechas

patrias, conmemoraciones, medallas, los proyectos de museo nacional, héroes, paisajes, bellas

artes y artes populares (García, 1995, pág. 151).

En cuanto a la institución Museo, cabe observar que en la Francia revolucionaria, este proyecto

adquiere una renovada funcionalidad para la administración del patrimonio. Los patrimonios

muebles “serán transferidos desde sus almacenes provisionales al almacén definitivo abierto al

público, consagrándose así el reciente término de Museum o museo (…), cuya función es servir a

la instrucción de la Nación. (…) Los museos enseñarán el civismo, la historia y los oficios artísticos

y técnicos. Pedagogía concebida a la escala de la nación” (Choay, 1992, pág. 89). En América

Latina, a principios del siglo XX, los proyectos de Museos Nacionales plantean sus colecciones

desde la narración de su historia de manera lineal: en primer lugar el origen arqueológico prístino

del buen salvaje, luego lo colonial, posteriormente los próceres y batallas de la independencia y a

continuación el desafío de la Modernidad, la democratización y la industria. Algunas instituciones

museísticas más osadas, completan el círculo con una sección de lo que se denomina arte nacional,

algunas vanguardias y, por último, algunas salas temporales o fijas dedicadas al arte

contemporáneo basado principalmente en los discursos estéticos que interpretan las violencias

sociales y políticas de las Naciones.

Así como Francia y los demás Estados europeos significan desde sus intereses medievales y

renacentistas los monumentos grecorromanos, cristianizándolos y exhibiéndolos como parte de su

historia fundacional, los museos nacionales latinoamericanos encierran los objetos, espacios y

38

monumentos memoriales precolombinos, bajo los conceptos de territorio unificado de identidad y

Nación:

los movimientos político-culturales contemporáneos ligados al patriotismo nacionalista han

pretendido subsumir la pluralidad pre-moderna de las culturas autóctonas en la unicidad hegeliana

del Estado-Nación. Un ejemplo elocuente en el campo patrimonial es el Museo Nacional de

Antropología de México. (…) La arqueología surgida en México tenía dos horizontes: la indianidad

y el nacionalismo (González J. A., 2012, pág. 29).

La valoración política del patrimonio que tiene su origen en la Revolución Francesa, es de tal

trascendencia que hoy en día es la base de todos los discursos que, tanto en Europa como en la

joven América Latina, son aplicados sin distinción a las técnicas memoriales, los monumentos, los

monumentos históricos y los patrimonios.

Valoración económica del patrimonio

Por su parte, la valoración económica del patrimonio que ya está presente en la pre-

modernidad, adviene renovada en la ruptura creada en la Revolución francesa y se profundiza con

la Revolución Industrial. Si el objetivo fuera realizar una indagación sobre los significados del

concepto patrimonio, podría decirse que cualquier diccionario9 en el que hoy en día se consulte,

relacionaría su significado con la definición económica, sea ligada a estructuras familiares étnicas,

a una sociedad o, en la modernidad, al individuo. Partamos nuevamente de la Revolución francesa

pero esta vez observemos sus implicaciones económicas: iglesias incendiadas, estatuas

decapitadas, saqueos, desprecio por los símbolos de la corona e iconoclastia. Esto hace que el

9Patrimonio: Del lat. patrimonĭum). 1. m. Hacienda que alguien ha heredado de sus ascendientes. 2. m. Conjunto de

los bienes propios adquiridos por cualquier título. 3. m. Conjunto de los bienes propios, antes espiritualizados y hoy

capitalizados y adscritos a un ordenando, como título para su ordenación. (Real Academia de la Lengua Española,

2014)

39

abad Grégoire pronuncie el término vandalismo. Y, tras este grito dolorido, que la Asamblea

Constituyente se pregunte: ¿qué conservar?, ¿qué destruir?, ¿qué usufructuar? En esta pregunta

se visualiza una inquietud por el valor económico de estas piezas. Según Choay:

Uno de los primeros actos revolucionarios de la Asamblea Constituyente, el 2 de octubre de 1789,

fue el poner los bienes eclesiásticos a disposición de la Nación. Lo mismo ocurre seguidamente con

los bienes de los emigrados y luego con los de la corona. (…) El valor del tesoro entregado así al

pueblo es, en primer lugar, de tipo económico. Para designarlo, los responsables adoptan

inmediatamente la metáfora de la herencia, sus términos claves son: herencia, sucesión, patrimonio

y conservación (Choay, 1992, págs. 87-88).

Si bien es cierto que los valores económicos del patrimonio se encuentran para los franceses en

un segundo plano con respecto a los valores cognitivos de la nacionalidad, también es posible

afirmar que tanto Francia como Inglaterra entendieron el monumento como riqueza, las obras

como dispositivos o modelos para la industria, los oficios y las artes, y los espacios monumentales

como un capital para la venta a turistas. En este sentido, Choay afirma que el grand tour, una de

las primeras experiencias inglesas de industria del turismo, basada en el viaje de aventura a los

monumentos de Oriente, Grecia y Roma, inicia el interés por el patrimonio monumental para atraer

a visitantes extranjeros y sus capitales, que sin duda constituían un buen negocio: “las arenas del

Nimes y el puente del Gard, han reportado a Francia probablemente mucho más que todo lo que

costaron a los romanos” (Choay, 1992, págs. 98-99) Para 1907, se generaban en Europa algunas

iniciativas de la compra y venta como valor de cambio de los espacios, objetos y artefactos

memoriales:

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El grand tour, ciertamente, se había democratizado en Inglaterra. Allí se crea la primera agencia

turística, Cook's, que explota especialmente los lugares legendarios de Egipto donde, ya en 1907,

Pierre Loti se queja de la implantación intempestiva de hoteles en los alrededores de las pirámides

y de la abundancia indiscreta de turistas. […] En Europa, a pesar de las campañas nacionales

conducidas desde principios de siglo por asociaciones privadas como el Touring Club de Francia,

a pesar de la creación de una red de explotación de las obras de arte antiguo por parte del Estado

italiano, en el país que había sido tierra natal del monumento histórico, el "turismo cultural" todavía

no ha recibido su nombre y continúa siendo el privilegio elitista de un medio social restringido,

acomodado y cultivado que agrupa a los que más tarde serán llamados “los herederos”. (Choay,

1992, pág. 146)

Esta noción económica de lo patrimonial, trasciende las barreras del tiempo, del gusto y de las

bellas artes, agrupando en igual categoría antigüedades grecorromanas, antigüedades nacionales y

la herencia arquitectónica moderna (Choay, 1992, págs. 87-88). De este proceso se desprende la

gran cantidad de instituciones, marcos jurídicos y sociales para administrar las colecciones de

antigüedades nacionales y monumentos históricos, entendidos como “valores de intercambio,

posesiones materiales que hay que preservar y mantener para evitar el riesgo de una pérdida

financiera” (Choay, 1992, págs. 87-88).

Acentuando la relación de lo patrimonial con lo económico, es importante observar las

repercusiones de la revolución industrial. Los documentos de inventario, catalogación, manejo y

comercialización de estos bienes de uso y de cambio, tendrían un revés importante con el

advenimiento de la Revolución Industrial, que cuestiona, otorga nuevos sentidos y ejerce otros

tipos de vandalismos y de valoraciones económicas sobre el monumento, el monumento histórico

y el patrimonio. La relación epistemológica y práctica entre el patrimonio y la economía, se hace

41

más notable desde el ingreso de la industria y, posteriormente, el arribo del capitalismo y su

expansión. Federico Engels, en el libro El problema de la vivienda y las grandes ciudades, nos

propone un contexto de Londres que de seguro enriquece el relato:

esta revolución industrial se debe al hecho de que la fuerza productiva del trabajo humano haya

alcanzado un grado tal que ofrece la posibilidad –por primera vez en la historia del hombre– de

producir, por un reparto racional del trabajo entre todos, no sólo lo bastante para asegurar con creces

el consumo de todos los miembros de la sociedad y para constituir un importante fondo de reserva,

sino también para proporcionar a cada individuo un tiempo de ocio suficiente; entonces, todo cuanto

sea verdaderamente digno de ser conservado de la herencia cultural transmitida históricamente –la

ciencia, el arte, las formas del trato social, etc.– no sólo será conservado, sino que, en lugar de ser

monopolio de la clase dominante, se convertirá en bien común de toda la sociedad y continuará

enriqueciéndose (Engels, 1974, pág. 23).

Empero, si para Engels la industria permite que la herencia cultural deje de ser monopolio de

la clase dominante, los románticos no observan el proceso con tanto optimismo. El romanticismo

se funda en esta contradicción: uno de sus orígenes más significativos es la pugna entre la ruina y

el progreso, entre la naturaleza y lo industrial. Balzac diría con nostalgia que: “los productos

reemplazarán las obras” y Víctor Hugo, por su parte, que “la industria ha reemplazado al arte”.

Balzac, Hugo y Lord Byron, se refugian en el monumento, dotándolo “de la viveza de las ruinas,

que evocaban épocas pasadas pobladas de historias sacrales y heroicas. La propia vida de Lord

Byron discurrió por lugares cargados de monumentalidad romántica” (González J. A., 2012, pág.

15).

42

Más allá de las necesidades e instituciones que requería la administración de la herencia, la era

industrial propondría cambios todavía más profundos. Se crean nuevas aproximaciones a lo

memorial creando el concepto de monumento histórico. Esta concepción cobra importancia en

medio de una crisis profunda: las contradicciones entre las ruinas y tejidos urbanos de la

antigüedad y la funcionalidad de la ciudad industrial, que empiezan a considerarse como atraso,

como estorbo al progreso, a la movilidad, al trabajo y el intercambio de mercancías. Durante la

Revolución Industrial, mediante el trabajo de los hombres, se enfrenta de manera importante el

discurso del objeto único, del objeto exótico y creado por un genio, que había cobrado tanta

importancia desde el Renacimiento y la civilización de la imagen. Mediante el trabajo, así como

en el Medioevo, la manufactura, la creación de productos en masa, consigue discutir los valores

imperantes hasta ese momento en lo que respecta a la cultura material y el arte, el monumento, el

monumento histórico y los tejidos urbanos adquieren otras funcionalidades: se masifica la

comercialización del arte que deja de ser monopolio de la aristocracia, la fábrica y la industria

crean nuevos objetos y técnicas memoriales (la fotografía, el cine, la música consignada en medios

magnéticos, las editoriales), las vitrinas como consumo no sólo de mercancías sino de hábitos y

mentalidades, los nuevos tejidos de ciudad: bulevares, barrios obreros, parques, arquitecturas

conmemorativas y los trazados de avenidas para dar respuesta a la movilidad de una ciudad cuya

demografía está en vertiginoso ascenso. Así, las ciudades que, como lo dice Engels, permiten

invertir en tiempo de ocio, gracias a la acumulación razonable de la riqueza generada por el trabajo

de los hombres, asumen otras valoraciones de los artefactos rememorativos.

Estas fracturas y cambios en las nociones cronológicas y en expansión de sus tipologías, que

incluyen el patrimonio subalterno, industrial y urbano, no sólo se basan en posiciones ideológicas

de los hombres de entonces, ni en apreciaciones políticas sobre lo que debe ser conservado o

43

destruido. Tiene que ver, sobre todo, con las fuerzas inherentes a la lógica de la era industrial que

plantean nuevas dinámicas a los monumentos históricos, los tejidos urbanos y las obras de arte:

La mutación que transforma a la vez los modos de vida y la organización espacial de las sociedades

urbanas europeas marca la obsolescencia de los tejidos urbanos antiguos. Los monumentos que allí

se insertan aparecen bruscamente como obstáculos o como frenos que hay que derribar o que

romper para dejar el campo libre al nuevo modo de urbanización, a su sistema y a sus escalas viales

y parcelarias (Choay, 1992, pág. 126).

Estas contradicciones, puestas de manera radical por la invención de la industria, proponen una

discusión importante en Europa: ¿cómo hacer funcional el espacio urbano, con su creciente

demografía y sus necesidades en materia de movilidad, con las ruinas grecorromanas, los tejidos

urbanos medievales y el arte u obras renacentistas?, ¿cómo hacer que el pasado no se interponga

ante el progreso y el futuro de la ciudad en una era donde ya no importa tanto las obras, como los

productos? Asimismo, cobra importancia los suelos ocupados por tejidos antiguos, medievales y

renacentistas para la especulación inmobiliaria y para los procesos de renta del suelo en las

ciudades de la época telemática y especulativa10.

Desde la perspectiva que venimos planteando, es posible entonces estudiar el patrimonio desde

una valoración eminentemente económica. Así, para ceñirnos a los términos de la economía, cabe

preguntarse ¿cuál es la economía política del patrimonio en la Modernidad? Para acercarnos a una

respuesta, puede observarse lo patrimonial como un servicio ofertado por la Nación, el mercado,

10 En el texto más reciente sobre Roma, Herzfeld analiza el proceso de gentrificación, de ocupación de élites de barrios

degradados y restaurados, de Roma en relación con la ideación del lenguaje cultural de la eternidad (Herzfeld, 2009).

Esta construcción social de la realidad monumental está relacionada con los procesos de la memoria social. Forma

parte, de la construcción social de la realidad de la época telemática y especulativa (González J. A., 2012, pág. 55)

44

los colectivos sociales, la iglesia, los artistas y consumido por turistas, compradores de arte,

visitantes a museos, etc. Por otro lado puede entenderse como una economía de objeto, en la que

el arte, la comunicación, lo arqueológico, lo arquitectónico, lo religioso, etc., se vende a partir de

su valor de cambio. Para X. Greffe, citado por (González J. A., 2012, pág. 42) la economía

patrimonial tiene dos dimensiones: “vista desde el lado de la demanda es una economía de

servicios patrimoniales, vista desde la oferta es inicialmente una economía del objeto” (Greffe,

1990: 42). Desde esta perspectiva, es frecuente observar en algunos autores la utilización de

conceptos como intercambio, mercado, valor de cambio, valor de uso, plusvalía, capitales

culturales, especulación cultural, industria, consumo, turismo, sostenibilidad y gestión. Estos

conceptos hacen parte de una serie de formulaciones teóricas en la que la gestión y negociación de

lo patrimonial enfrenta al Estado –detentador único del patrimonio nacional durante el siglo XIX

y hasta muy entrado el siglo XX– con los actores de los mercados nacionales e internacionales, los

organismos privados y los colectivos sociales. García Canclini lo explica de esta manera:

En tanto los gobiernos entienden su política en términos de protección y preservación del

patrimonio histórico, las iniciativas innovadoras quedan en manos de la sociedad civil,

especialmente de los que disponen de poder económico para financiar arriesgando. Unos y otros

buscan (…) dos tipos de réditos simbólicos: los Estados, legitimidad y consenso al aparecer como

representantes de la historia nacional; las empresas, obtener lucro y construir a través de la cultura

de punta, renovadora, una imagen “no interesada” de su expansión económica (Mantecón, 2005,

pág. 86).

Así, el capital cambia sustancialmente la acción ejercida por el Estado Nación sobre el artefacto

patrimonial. El otrora dispositivo pedagógico administrado por la Nación para ofertar un discurso

determinado de patria, es cuestionado y sus usufructos económicos y réditos políticos

45

administrados desde diversas ideologías y estructuras. La Nación ya no sólo se enfoca en la

preservación y conservación de sus valores y relatos, sino en la negociación, represión y pugna

con las acciones de los privados, la compraventa de arte, la salvaguarda y difusión, la excavación

legal e ilegal del denominado patrimonio arqueológico. En este sentido, Llorenc Prats, citado por

(Mantecón, 2005, pág. 18), plantea que la ecuación patrimonio-identidad nacional se ve desplazada

por la de patrimonio-venta-consumo, asociada al turismo, los medios masivos de comunicación,

la sustentabilidad y los derechos de la humanidad. García Canclini, profundizando el concepto,

propone lo patrimonial como un activo de intercambio y comercialización, no sólo en el sentido

del dinero y el usufructo financiero, sino de intercambio de símbolos, significados y objetos, en

donde participan una red cada vez más compleja de actores: los colectivos sociales, el Estado, el

mercado, los individuos, los líderes religiosos, los medios de comunicación, la academia, los

artistas, los coleccionistas privados, etc.

Así, es posible observar el surgimiento de un nuevo concepto de útil y artefacto memorial: el

activo económico. Entender lo patrimonial como activo supone observar el intercambio simbólico

que allí se genera, su compra y su venta: un artefacto basado en su valor de cambio que se acumula,

intercambia, revalora, re-significa y al que los grupos sociales tienen acceso diferenciado:

La reformulación del patrimonio en términos de capital cultural tiene la ventaja de no representarlo

como un conjunto de bienes estables y neutros, con valores y sentidos fijados de una vez para

siempre, sino como un proceso social que, como el otro capital, se acumula, se reconvierte, produce

rendimientos y es apropiado en forma desigual por diversos sectores (García, 1995, pág. 182).

Si para García Canclini valorar lo patrimonial desde el punto de vista de activo desestabiliza

los relatos únicos de la Nación, permitiendo que se construyan y apropien diferenciadamente sus

46

rendimientos por la sociedad, para José Antonio González, este concepto soslaya una

intencionalidad bien definida del capital, los valores refugios11:

Evidentemente […] el capitalismo […] busca valores refugio, que además otorguen distinción a su

poseedor. Ésta es una vieja ley histórica. El arte primitivo al ser escaso, y estar en casi su totalidad

depositado en museos, exige ser devuelto al mercado. En realidad, pienso, no se quiere acabar con

el museo, sino convertirlo, como en Estados Unidos, en una pieza más del mercado, donde las cosas

expuestas alcanzaron un valor añadido desde el punto de vista comercial. Por tanto, podemos

encontrar absurdos, como que este Branly reciba donaciones mientras que sus piezas se escurran

discretamente de los almacenes sin control. Se trata de darles liquidez a las instituciones

museográficas, que como buenas corporations están obligadas a hacer negocio (González J. A.,

2012, pág. 69)

Estas dos posturas reafirman las discusiones y evidencian las pugnas que, así como en lo

patrimonial, se dan dentro de la academia. Lo que es incuestionable es que el capital dinamiza

mediante su valor de cambio los objetos, artefactos y útiles memoriales que la humanidad ha

conservado desde la antigüedad o los que son construidos al momento. Como en la Revolución

Francesa, la iconoclastia y el eclectisismo amplían el campo tipológico de los artefactos

memoriales. A este proceso, Choay le identifica como inflación patrimonial:

Este proceso agrupa lo más significante y lo más fútil, los lugares de culto religioso y los de la

industria, los testimonios de un pasado secular y los de un pasado todavía reciente. Como si,

acumulando todos esos logros y todas esas huellas, se quisiera construir una imagen de la identidad

humana. Y allí se encuentra, justamente, el nudo del enigma: el patrimonio histórico parece

11 Con valores refugios se hace referencia a la inversión de capitales en objetos preciados como el arte, algunos objetos

arqueológicos que permiten resguardar la inversión del capital especulativo, puesto que estos objetos conservan mayor

estabilidad en su precio e, incluso, sus valores frecuentemente están al alza. De esta manera, es más estable invertir

en un cuadro de Botero, que en la bolsa.

47

desempeñar el papel de un enorme espejo donde todos nosotros, miembros de las sociedades

humanas de principios del siglo XXI, contempláramos hoy nuestra propia Imagen (Choay, 1992,

pág. 222).

Esta trasferencia del valor de uso al valor de cambio, asignado a múltiples productos, objetos,

obras, monumentos y espacios, se va a capitalizar desde la metodología del sumi en valeur (puesta

en valor), que puede asimilarse con el concepto de especulación cultural entendido como la

búsqueda de réditos económicos. Los aspectos que condicionan esta metodología de ampliación

de la tipología del patrimonio, según la tesis doctoral de Celia Martínez, son:

- La democratización de la cultura y la inserción del patrimonio en el consumo relacionado

con el ocio

- La aceleración histórica y la búsqueda de referentes en el pasado

- La aparición de nuevos valores relacionados con lo intangible y el presente

- La dimensión territorial del patrimonio

- El revisionismo histórico

- La dimensión presente y futura del patrimonio (Martínez, 2006, pág. 55).

Una formulación neutra, que no observa las dinámicas del capital a las que se sujetan en este

período los artefactos memoriales, ni su valoración desde la perspectiva económica. De esta misma

manera, para nosotros muy ingenua, Martínez menciona la institucionalidad que administra

técnicamente esta expansión de la tipología patrimonial, mediante el enorme acervo de

documentación, legislaciones, pactos y convenciones creadas a partir de 1931:

La caracterización universal de los bienes culturales adquirirá todo su desarrollo y trascendencia en

la numerosa normativa internacional en materia de patrimonio elaborada por los organismos

supranacionales, que se inicia con la Carta de Atenas de 1931 y que adquirirá una especial relevancia

a partir de la segunda mitad del siglo XX. Dicha relevancia queda atestiguada en el marco de la

48

creación de diversos organismos internacionales como ICOMOS, ICOM, ICCROM, UICN, etc., en

la preocupación creciente por el patrimonio por parte de la U.E. y el Consejo de Europa y, sobre

todo, en el extraordinario desarrollo de la materia en el seno de la UNESCO y sus diferentes

pronunciamientos (reuniones, convenciones, estrategias, declaraciones, etc.) relativos a la

conservación del patrimonio mundial o el Patrimonio de la Humanidad, términos estos que, ya en sí

mismos, indican una sustancial modificación y globalización del concepto (Martínez, 2006, pág. 42).

Todo este aparato institucional que a partir de entonces administra los artefactos memoriales,

genera una expansión geográfica de las técnicas a partir de la universalización de un concepto

unificado de patrimonio, instrumentalizado a partir de la creación de conceptos como patrimonio

mundial y patrimonio de la humanidad (1972). A este respecto, Bonfil Batalla, citado por

(Mantecón, 2005, pág. 12), advierte con razón que “el patrimonio universal no es otra cosa que la

selección de ciertos bienes de diversas culturas en función de criterios esencialmente

occidentales”. De esta manera, se universaliza la valoración económica de los artefactos de

memoria a partir de un concepto homogéneo, su intercambio y acumulación como capital cultural,

su inflación, especulación y utilización como valores refugio. Un ejemplo de esta hipótesis la trae

Antonio Machuca, citado por Mantecón, que hace un ejercicio de relación geográfica entre las

inversiones de determinados capitales turísticos con las decisiones de la Unesco para poner en

valor determinado monumento y clasificarlo dentro de la noción de patrimonio de la humanidad.

Machuca genera esta conclusión:

su nivel de legitimación corresponde [espacialmente] con la forma de apertura y despliegue del

capital turístico transnacional ante la competencia por las regiones turísticas del mundo mediante

inversiones en regiones con recursos culturales y naturales, acondicionados mediante declaratorias

de zonas protegidas para usufructuarios de nuevo tipo (Mantecón, 2005, pág. 22).

49

Otro ejemplo que vale la pena citar, con el riesgo de aburrir al lector con tanto autor invitado a

esta casa de citas, es la enorme cascada de declaraciones de intangibles generada con la

Declaración para la Salvaguardia del Patrimonio cultural e inmaterial. Este proceso inédito de

diferenciar entre lo material y lo inmaterial a los artefactos y técnicas memoriales, permite observar

cómo se habilitan territorios insospechados para la entrada del capital turístico, por medio de

declaratorias y puestas en valor. Chaudron, citado por José Antonio González, permite observar

estos datos:

La lista de patrimonio inmaterial de la UNESCO tenía, en el año 2006, 830 sitios con esa

calificación, de los que el 77% eran explícitamente «culturales», y cerca del 20% «naturales», con

un 3% de “mixtos”. La mayor parte correspondían a Europa. África sólo tenía 110 inscritos en la

lista. Sin embargo, y a pesar de su juventud, en ese mismo año de 2006, la lista del patrimonio

"inmaterial”, iba encabezada por África, con Europa a una gran distancia. Incluso se constata el

enorme desinterés de los gobiernos europeos por inscribir bienes, lugares o personas de

conformación intangible, frente al supremo interés del mundo extra-europeo (Chaudron, 2008).

El discurso patrimonial, entonces, toma otras espacialidades y escalas. Así como se expanden

su geografía y tipología, también sucede lo propio con el ámbito cronológico de los artefactos

memoriales. El patrimonio deja de ceñirse al pasado, y las valoraciones y jerarquías de lo

monumental no están cifradas por su antigüedad: el cine de cartelera y un monumento memorial

griego, son puestos en la misma valoración. Así, el mercado, los colectivos sociales, los individuos,

cobran importancia en la decisión de qué se conserva y qué no de nuestra cultura material. En este

contexto, el enorme aparato institucional supra-regional creado a partir de 1931, al que los Estados

asociados legitiman mediante legislación interna, entra en pugna con otros colectivos y

declaratorias patrimoniales. Con esto, la mayor expansión originada en la Modernidad, obedece a

50

la masiva democratización del patrimonio, la invención de los públicos masivos, los espectadores

y consumidores culturales que, a su vez, crean otro tipo de vandalismo: el de desgastar con el uso

el objeto patrimonial. Pero esta expansión del público y su masiva democratización no se da sólo

en términos del consumo de un servicio patrimonial, sino también en el sentido de economía de

objeto, es decir que los colectivos sociales y los individuos construyen objetos, artefactos y

dispositivos de memoria que administran y que pretenden intercambiar en el mercado de los

activos culturales. Las colectividades subalternas, los individuos, los artistas, la cultura popular,

crean y comunican constantemente símbolos, significados, objetos y productos que dispersan y

“democratizan” el sentido. Los significados adquieren registros múltiples y se generan y

comunican a partir de los más diversos medios y dispositivos. Se crea entonces una enorme

posibilidad para los relatos no incluidos en la nación, ni en lo universal. Los sentidos y prácticas

de las poblaciones subalternas, la religiosidad popular, las prácticas sociales, las prácticas

espaciales, las múltiples identidades creadas a partir de la cultura popular y los contenidos masivos

de los medios, adquieren en ocasiones trascendencia de relato identitario o memorial. La

construcción de los útiles y artefactos memoriales por parte de otros cuerpos sociales como lo

comunitario y lo étnico, llena el análisis de posibilidades. García Canclini les define desde el

concepto de construcción social del patrimonio.

Martínez da cuenta de algunas características de esa construcción social y su relación con el

aparato institucional –abordado en párrafos anteriores–, al estudiar los nuevos procesos

patrimoniales de puesta en valor para reconocer institucionalmente los artefactos memoriales

creados o administrados por los colectivos sociales diferentes al Estado:

[el] Patrimonio Histórico no como una realidad objetual sino como concreción de unas exigencias

sociales, que han ido variando a lo largo del tiempo, y de los diferentes modelos de Estado, hasta

51

reconocer una serie de valores que permiten su comprensión y disfrute por una cada vez mayor

porción de la sociedad. De ahí se extrae una importante consecuencia: el carácter subjetivo y social

de los valores propiamente patrimoniales y, la traslación de los mismos desde su propia concreción

material hacia el sujeto, hacia la colectividad que demanda la fruición de esos bienes cuya

satisfacción es la que legitima la acción de la tutela ejercida por las administraciones públicas

(Martínez, 2006, págs. 36-37).

Sin embargo, Martínez deja de lado los procesos contraculturales y divergentes, subterráneos,

que no se dejan aprehender bajo la lógica de la puesta en valor, que no les interesa el

reconocimiento institucional y que se lanzan al mercado de los activos culturales sin mediaciones

institucionales o en contra de ellas. Pero más allá de esta pequeña omisión, el recorrido planteado

hasta ahora demuestra que el proceso dialéctico entre las exigencias sociales y la legitimación

institucional, ha sido conflictivo e incierto. Lo que las fuentes permiten observar es, muy por el

contrario, conflictos, contradicciones y negociaciones, tensiones “entre lo local y lo global, entre

lo tradicional y lo moderno, entre lo público y lo privado, entre la uniformidad y la diversidad,

entre la sacralización y el desprecio, entre la inclusión y la exclusión, entre el desarrollo y el

empobrecimiento cultural” (Mantecón, 2005, pág. 29).

52

Patrimonio urbano y construcción social del patrimonio

La ciudad tal y como hoy es vivida puede entenderse como un dispositivo memorial, que

relaciona a los hombres con el trascender, con la muerte, arraigándolos al espacio y el tiempo. La

ciudad es, también, el escenario principal de la valoración económica y política de lo patrimonial

y de la pugna social por su administración y construcción. Así, el concepto de ciudad que moviliza

unas Memorias Rememorativas12, descrito por Luís Fernando González, es validador del concepto

de técnica memorial propuesto en este recorrido.

Para abordar la ciudad, desde este punto de vista, es necesario observar que es en el siglo XX

cuando más aportes teóricos se generan para estudiar la ciudad como dispositivo de memoria. Así,

nuevas profesiones, nuevos saberes y actores ingresan metodologías diferentes para interpretar,

conservar y restaurar los espacios patrimoniales y, de esta manera, dar continuidad a los

monumentos memoriales y monumentos históricos, para que sea posible preservar sus materiales

de los desgastes del tiempo y las patologías de los materiales (Choay, 1992, pág. 132). La ciudad

moderna, lugar de vida y muerte, ofrece también seguridad y al mismo tiempo desarraigo,

relaciona a sus habitantes con el pasado, calma la angustia del porvenir, impone condiciones para

el ejercicio de las creencias, para el ejercicio de la política, para el buen vivir y el ocio. Un aparte

de Choay que refuerza esta afirmación, consta de estas palabras:

12“La ciudad es un escenario de muerte y vida, de constante cambio, de mutaciones, por eso mismo es un complejo

nudo de memorias, desde las memorias individuales hasta las colectivas. Allí se escenifican las Memorias Repetitivas,

inscritas en la materialidad fisiológica de los cuerpos, formadas por las prácticas y rutinas elementales del hombre; las

Memorias Recordativas, (…) propias de las prácticas de reconocimiento del “cuerpo social”, esto es las formas

institucionalizadas de la organización colectiva: la familia, la escuela, el territorio, la aldea y hasta la patria (…); las

Memorias Rememorativas están en el orden de las elaboraciones simbólicas y sus imágenes, es decir, referidas al

terreno del lenguaje. (González L. F., 2006, pág. 5)

53

Ruskin hace un descubrimiento que nuestra época no ha terminado de redescubrir. A través de los

siglos y de las civilizaciones, y sin que los que la edificaban o la habitaban hubieran tenido esa

intención ni fueran conscientes de ello, la ciudad ha jugado el papel memorial del monumento:

objeto paradójicamente no erigido para este fin y que, como todas las antiguas aldeas y todos los

asentamientos colectivos tradicionales del mundo, poseía, en un grado más o menos constrictivo,

el doble y maravilloso poder de arraigar a sus habitantes en el espacio y en el tiempo. (Choay, 1992,

pág. 165)

¿Cómo se da la trayectoria conceptual que permitió observar la ciudad en su conjunto, como

una técnica memorial, como un monumento, como patrimonio? ¿Qué teóricos hicieron posible ir

más allá de los edificios y observar la ciudad y sus conjuntos?

Como contexto que nos permita dar cuenta de las diversas teorías por medio de las cuales se ha

observado la ciudad desde lo memorial, puede establecerse, según las fuentes consultadas, que el

espacio urbano gana su lugar en la historia del arte y la historia de la arquitectura sólo hasta el

siglo XX. Choay demuestra que hasta bien entrado el siglo XIX las ciudades son todavía

abordadas sólo a partir de edificios particulares, hitos, símbolos y monumentos, estructuras

sociales, económicas, instituciones políticas, jurídicas y religiosas (Choay, 1992, pág. 163). Para

el siglo XX cobra fuerza el concepto del espacio urbano como dispositivo memorial. Desde esta

perspectiva, puede sostenerse que las ciudades están hechas con base en dos elementos

fundamentales: trabajo y memoria. Lo que subyace a esta afirmación es que, como lo expresa Marx

a lo largo de toda su obra, el mundo natural es antropologizado por el hombre mediante el trabajo

y, como lo expresa Leroi-Gourhan, la memoria permite ejecutar las técnicas de transformación de

las materias primas. En lo que se puede interpretar de las labores conceptuales y prácticas de Jhon

Ruskin puede también observarse esta idea:

54

Para él [Ruskin] se trata, en realidad, de una herencia juzgada intangible porque manifiesta

concretamente el trabajo sagrado de generaciones sucesivas, así traídas a nuestra memoria. Dos

palabras clave son pronunciadas: trabajo y memoria. Ese trabajo, proseguido de generación en

generación, siempre por perpetuar, no es otro que el de la competencia de edificar. La sacralidad

que reviste su desempeño marca sin ambigüedad su vocación antropogenética. Y la memoria (viva),

interpelada por el conjunto de la herencia edificada antigua, sin especificación, ya no pretende

reconfortar la identidad de una comunidad humana en particular, como ocurría con los monumentos

intencionales, sino una identidad genérica (Choay, 1992, pág. 233).

Ruskin se pregunta ¿qué nos recuerdan los edificios antiguos?, para concluir que nos permiten

ver y tocar el pasado, además de permitir la comunicación con las herencias técnicas de las

generaciones pasadas (Choay, 1992, pág. 124). Los edificios, sus técnicas y artes asociados nos

permiten observar una herencia intangible: la competencia para edificar, las técnicas de las

generaciones pasadas y los espacios construidos. Pero puede irse más allá de la las apuestas de

Ruskin y plantear la noción de conjunto urbano, es decir, no sólo es la “gran” arquitectura la que

nos permite apreciar tal herencia, sino los tejidos, los conjuntos urbanos, la arquitectura doméstica,

los edificios modestos. Esta concepción posteriormente sería expandida a la ciudad, por medio

del concepto de ciudad histórica. Así, la ciudad en su conjunto, en cada una de sus capas, ofrece

una memoria técnica del trabajo de los hombres, que puede ser observada tanto en sus obras

colosales, como en el más modesto de los edificios y trazados. Gustavo Giovannoni, autor italiano

que sintetiza las apuestas de Occidente en lo que respecta a la conservación y restauración de los

artefactos memoriales, define así el concepto de ciudad histórica:

una ciudad histórica constituye, en sí, un monumento tanto por su estructura topográfica como por

su aspecto paisajístico, tanto por el carácter de sus vías como por el conjunto de sus edificios

mayores y menores; y, como en el caso de un monumento individual, convendrá aplicarle

55

idénticamente las leyes de protección y los mismos criterios de restauración, de despeje, de

refacción y de innovación. (Choay, 1992, págs. 125-126)

A estas capacidades técnicas, le llamamos competencia de edificar, que básicamente es lo que

permite observar técnicas que recogen desde la extracción y tratamiento de los materiales, la

edificación colectiva y anónima, las competencias de los artesanos, la aparición de la figura del

arquitecto, el ingeniero, el artista, el conservador, el restaurador, la invención del urbanismo y la

sistematización racional de estas competencias. A nivel contemporáneo, con los adelantamientos

propuestos desde el urbanismo y la planeación se observa el ordenamiento territorial con base en

redes que conectan dispositivos (edificios) incomunicados espacial y temporalmente que entran en

pugna con las valoraciones y asentamientos generados desde la ciudad informal y periférica.

Técnicas memoriales y constructivas de la ciudad en el siglo xx

Las técnicas, tecnologías y saberes que han movilizado los conglomerados humanos en

perspectiva de hábitat, en el siglo XX permiten observar algunas apuestas teóricas que nos serán

útiles para estudiar a Medellín como dispositivo memorial. Una de estas técnicas memoriales

importantes en la construcción e interpretación de los conglomerados humanos ha sido la

arquitectura y sus artes asociadas. En lo que se refiere al papel de la arquitectura13, Choay expresa

que es el único arte cuyas obras exigen ser recorridas con todo el cuerpo y que no puede ser

reemplazada por la sola percepción visual, como en el caso del arte pictórico o fotográfico.

Asimismo, la arquitectura en su dimensión práctica, utilitaria, constituye un saber técnico que les

permite a los hombres levantar espacios, mediar entre el cuerpo y el mundo natural, y domar el

tiempo (Choay, 1992, pág. 210), generar poblados, aldeas, ciudades y hábitats que trascienden de

13 Arte de la creación de espacios en intercambio con los materiales, el contexto, el mundo natural y el tiempo.

56

generación en generación. Estos espacios, a su vez, generan garantías para el ejercicio de las

creencias, de la política, del vivir bien y del ocio. Como saberes asociados a la arquitectura, a

finales del siglo XIX y principios del XX, aparecen técnicas específicas: la conservación y la

restauración. La construcción epistemológica de estos saberes se da en el contexto de una apertura

cada vez más amplia de la tipología patrimonial14 en la era industrial. Esta hace que sea necesaria

una manera sistemática de abordar esos inventarios cada vez más abigarrados. ¿Cómo proceder,

qué hacer con esas técnicas memoriales cuya existencia da cuenta la ciudad?, ¿conservarlas?,

¿restaurarlas?, ¿destruirlas? En la conceptualización de este sistema de procedimientos y técnicas

a seguir, hubo miradas encontradas que hoy en día pueden constatarse en la manera diversa como

Inglaterra y Francia gestionaron sus edificaciones góticas15. En esta trayectoria conceptual y de

creación de procedimientos y técnicas, fueron muy importantes los aportes del británico Jhon

Ruskin, seguido por William Morris, y del francés Viollet-le-Duc.

Ruskin, por su parte, genera una dimensión memorial y afectiva del monumento histórico y de

la arquitectura. Para Ruskin, es necesario conservar esos rastros con los que los hombres pasados

domaron el espacio para habitarlo, mediante la consolidación de las ruinas, permitiendo a las

nuevas generaciones ver y tocar el desgaste que ha causado el tiempo. William Morris propone

una hermosa conclusión que explica mejor esta noción “los monumentos antiguos forman parte

14 Como ejemplo, en 1837 Francia tenía tres grandes categorías de monumentos históricos: vestigios de la antigüedad,

edificios religiosos de la Edad Media y algunos castillos. Después de la II Guerra Mundial, el número de bienes

inventariados fue multiplicado con la expansión de la tipología para abordar también objetos arqueológicos y la

historia de la arquitectura culta. En la segunda mitad del siglo XX, empiezan a considerarse todas las formas del arte

de edificar, cultas y populares, urbanas y rurales, todas las categorías de edificios, públicos y privados, suntuarios y

utilitarios. (Choay, 1992, pág. 8) 15 Inglaterra se basó en la metodología de la conservación, dando estructura a la ruina y posibilitando que el desgaste

del tiempo sobre las formas del edificio sea evidente para recordarles a los hombres que así como esos grandiosos

edificios son derribados por el tiempo, así mismo su cuerpo desaparecerá. Francia, por su parte, restauró desde una

perspectiva de la valoración económica y social del artefacto memorial y lo situó en contexto con el futuro industrial

del presente y de cara a la expansión del capital futuro.

57

del mobiliario de nuestra vida cotidiana”. Con esta sentencia define claramente el carácter de

artefacto memorial del tejido urbano, insertándolo en la secuencia temporal y en el espacio vivido

por los habitantes que se propone conservar (Choay, 1992, pág. 134). Bajo la noción de

autenticidad, la Conservación propuesta por Ruskin y Morris se prohíbe la reconstitución o

restauración de un monumento histórico, de un edificio o conjunto urbano. El concepto de lo

auténtico implica que no es posible para una persona de un tiempo posterior, por más avezado y

erudito que sea, compenetrarse con el espíritu de los tiempos en que el espacio fue construido y

entender los objetivos y sensibilidades de su autor o autores.

A partir del desarrollo del concepto de autenticidad, se esboza lo que más tarde será teorizado

bajo el concepto de patrimonio urbano histórico. Este concepto conoce después una evolución y

un desarrollo difíciles, cuyas características merecen ser analizadas. Difícil, porque no hace parte

sólo de una catalogación novedosa intelectual o administrativa del espacio urbano, sino que es el

resultado de un gran número de variables técnicas, sociales y políticas. Para mencionar algunas de

éstas, Choay realiza la siguiente pregunta: ¿por qué esta distancia de cuatrocientos años entre la

invención del monumento histórico y el de la ciudad histórica?, ¿por qué esta última tuvo que

esperar tanto tiempo para ser pensada como objeto de conservación en su totalidad, no reductible

a la suma de sus monumentos? Sus fuentes le permiten destacar que:

Numerosos factores han contribuido a retardar tanto la objetivación como la puesta en perspectiva

histórica del espacio urbano: por una parte, su escala, su complejidad, el paso del tiempo que asimila

la ciudad a un nombre, a una comunidad, a una genealogía, a una historia en cierta forma personal

pero que se desinteresa de su espacio; por otra, la ausencia de catastros y de documentos

cartográficos fiables antes de principios del siglo XIX, así como la dificultad de encontrar archivos

relativos a los modos de producción y las transformaciones del espacio urbano a través del tiempo.

(Choay, 1992, pág. 163)

58

Así pues, cuando estas variables adquirieron mediana consolidación, se empieza a plantear la

importancia monumental y patrimonial de las técnicas constructivas de los hombres de las

generaciones pasadas. Uno de los aportes argumentativos más importantes de Ruskin, como ya se

ha evidenciado, es la idea de incluir la arquitectura doméstica para enriquecer el contenido del

concepto de monumento histórico y sus conjuntos. De esta manera, se incluyen los “conjuntos

urbanos en igualdad de condiciones con el resto de edificios en el campo de la herencia histórica

que se debe preservar” (Choay, 1992, pág. 125). El concepto inicial de la arquitectura doméstica

y el conjunto urbano modesto, se enriquece posteriormente con múltiples conceptos que abordan

espectros más amplios que la ciudad a partir de la suma de sus monumentos: arquitectura menor,

arquitectura vernácula, arquitectura industrial, conjuntos de edificaciones, ciudades completa y

conjuntos de ciudades16. La conservación, entonces, constituyó una de las técnicas memoriales

más importantes en la gestión de estos nuevos conjuntos, manzanas, barrios, ciudades y ciudades

metropolitanas, y su vinculación como mobiliario de la cotidianidad de los habitantes. La

restauración, por su parte, escoge otro camino, destaca el monumento, lo saca de la secuencia

temporal y le levanta un espacio diferenciado del espacio vivido por los habitantes, por ejemplo,

los espacios monumentales y los museos. Como técnica para gestionar los monumentos históricos,

el patrimonio y los conjuntos urbanos, la restauración tiene un bastión importante en los análisis

del erudito francés Viollet-le-Duc. Le-Duc se basa en los análisis de Caumont, que observa el

espacio urbano y la historia en una perspectiva estructural, de ideas generales y conceptos

16 “Arquitectura menor, expresión proveniente de Italia para designar construcciones privadas no monumentales

construidas a menudo sin la intervención de arquitectos; arquitectura vernácula, expresión proveniente de Inglaterra

para distinguir edificaciones marcadas por el terruño; arquitectura industrial –de las fábricas, estaciones y altos

hornos–, expresión acuñada primero por los ingleses. Finalmente, el dominio patrimonial ya no se limitaba a los

edificios individuales, incluye conjuntos de edificaciones y tejidos urbanos: manzanas y barrios urbanos, aldeas,

ciudades completas e incluso conjuntos de ciudades, como refleja "la lista" del Patrimonio Mundial establecida por la

UNESCO. (Choay, 1992, pág. 134)

59

organizadores. El espacio urbano y los monumentos son observados a partir de sus conceptos

principales y no en sus formas o materiales. Esta perspectiva propone restaurar sus trazos y

funcionalidades generales, interpretar y restaurar el concepto, su estructura, sin ser necesario

conservar las formas, volúmenes o materialidades. Es decir, los espacios pueden ser redefinidos,

demolidos o restaurados siempre y cuando sus conceptos organizadores continúen siendo el

espíritu del lugar. Esta valoración de los espacios antiguos y de los monumentos, se realiza desde

una perspectiva económica y social, de cara al presente y a la ordenación territorial que exigen las

ciudades modernas. Le-Duc sería uno de los primeros en remarcar la importancia de la dimensión

social y económica de la arquitectura, en conformidad con su visión racionalista de la ciudad

histórica, sus cuestionamientos al monumento, a la conservación, al arte y a la restauración misma.

El autor francés no toma a la ciudad como espacio ritualizado, sino en sus dimensiones económicas

y sociales. Estudia y confiere importancia al tiempo y las técnicas en que fue elaborado el espacio,

pero no se interesa en conservar la ruina, sino en observar sus funcionalidades en términos de lo

económico, lo social, la solidez y la comodidad. Así, “en la propuesta de Viollet-le-Duc, la

historiografía conserva su papel fundador pero desmitificado y liberado de todo dogmatismo.

Permite además que, ante la arquitectura, el problema de la belleza sea disociado de los temas

relativos a la solidez y a la comodidad” (Choay, 1992, pág. 171). Le-Duc propone su concepto de

ciudad de cara a las posibilidades que ofrece la Revolución industrial y al futuro, porque el pasado

ya está muerto17. La acción de la restauración sobre la ciudad como dispositivo memorial será la

17 “Para Viollet-le-Duc la arquitectura moderna nacerá de una ruptura. Ésta se presentará bajo la forma de un sistema

inédito en el cual los monumentos antiguos, testigos de sistemas históricos caducos, tienen como interés esencial

marcar el lugar vacío. Ese pasado, que según Ruskin y Morris nos incumbe conservar en vida, está irremediablemente

muerto. La actuación del Viollet-le-Duc restaurador, se explica por este certificado de defunción. Viollet-le-Duc tiene

nostalgia del futuro, no del pasado” (Choay, 1992, pág. 135).

60

de dar posibilidades a sus usos económicos y sociales, estudiando paralelamente el lugar especial

que ciertos monumentos, espacios urbanos y fragmentos de ciudad pueden tener, conforme al

nuevo ordenamiento de la ciudad moderna. El monumento será destacado en sus formas,

insertándolas en nuevos contextos urbanos afines o no a su autonomía y a su memoria. Su ser y

estar en la ciudad ya no funciona más como mobiliario de la vida cotidiana de los hombres, sino

que apunta a destacar un vacío, algo que hubo y que ya no está.

Conforme avanza el siglo XX otros autores presentan sus perspectivas para discutir o aprobar

las nociones iniciales de la conservación y la restauración planteadas por Ruskin y Le-Duc,

respectivamente. Dentro de las posturas identificadas para abordar la tensión entre la ciudad

memorial y la ciudad de la era industrial, encontramos los aportes del arquitecto italiano Camillo

Boito (1835-1914), que nos presenta una posibilidad de abordar la ciudad histórica a partir del

mundo del arte, sin excluir las necesidades de la ciudad funcional y el mundo de la modernidad

(Choay, 1992, pág. 139). Boito propone la restauración como último recurso que se debe aplicar

sobre el monumento histórico, practicado sólo cuando los medios de protección, de

mantenimiento, consolidación y reparaciones expuestas a la vista, fracasaron. La restauración,

entonces, se entiende como complementaria a la conservación y los instrumentos preventivos. De

esta manera, Boito acerca las posturas de Ruskin y Le-Duc, integrándolas en acciones

complementarias (Choay, 1992, pág. 140). Los monumentos y los tejidos urbanos, entonces, son

abordados mediante un sistema de instrumentos de protección, procesos de conservación y, sólo

en el caso de ser absolutamente necesarios, de restauración. Boito es consciente, como Ruskin,

que toda intervención arquitectónica sobre un monumento se encuentra necesariamente fechada y

marcada por el estilo, las técnicas y las habilidades de la época en que fue emprendida. Así, las

intervenciones realizadas en el presente sobre los monumentos y la ciudad, deben estar inscritas

61

en un sistema diferenciado para cada tipo de monumento. Cada tipología se debe estudiar y abordar

con procedimientos diferentes a nivel técnico18. En síntesis, el arquitecto italiano funda su

perspectiva en la noción de autenticidad, heredada de Ruskin y Morris, pero agrega que en los

monumentos deben preservarse también las sucesivas adiciones aportadas a lo largo del tiempo y

éstos agregados deben ser señalados, fechados y fotografiados claramente y en ningún caso pasar

por originales. Sostiene, por su parte, la prioridad del presente sobre el pasado y defiende la

legitimidad de la restauración desde una concepción compleja e integradora de los conceptos

aportados por Ruskin, Morris y Villolet-le-Duc (Choay, 1992, pág. 141).

Las posturas de Le-Duc no deben ser confundidas con el a-historicismo propiciado por los

arquitectos asociados a las técnicas, concepciones y apuestas formales del Movimiento Moderno.

Éstos niegan la utilidad de la historia de las formas y creen en la tabula rasa y en los comienzos

absolutos. Las guerras, un poco, justifican esta concepción, dado que si la historia material del

hombre es destruida sin remedio por las armas, la arquitectura moderna podrá iniciar desde cero

una nueva perspectiva espacial del mundo. La arquitectura moderna plantea el comienzo absoluto

del diseño de los conglomerados humanos, en el contexto de la Modernidad y las exigencias de la

industria sobre los espacios habitados. Proponen, por ejemplo, reestructurar radicalmente el tejido

de los viejos barrios de París y reemplazarlo por rascacielos estándar, conservando solamente

algunos monumentos heterogéneos (Choay, 1992, pág. 174) que, más que presencia, marcan un

vacío en el espacio urbano de la ciudad.

18 “Para los monumentos de la antigüedad, una restauración arqueológica que se preocupe ante todo de la exactitud

científica y que, en caso de reconstitución, considere sólo la masa y el volumen, dejando de alguna manera en blanco

el tratamiento de las superficies y el de las ornamentaciones; para los monumentos góticos, una restauración pintoresca

que dedique su principal esfuerzo al esqueleto (osamenta) y abandone la carne (estatuaria y decoración) al deterioro;

finalmente, para los monumentos clásicos y barrocos, una restauración arquitectónica que tome en cuenta el edificio

en su totalidad”. (Choay, 1992, págs. 140-141)

62

Sin embargo, es desde la contradicción dialéctica plantada entre los tejidos urbanos

patrimoniales y las perspectivas del modernismo, luego capitalizadas aún más por el urbanismo,

que el patrimonio urbano adquiere estatus epistemológico. Mediante esta dialéctica, los

monumentos memoriales e históricos de las ciudades adquieren su identidad conceptual como

patrimonio urbano, cuando el urbanismo empiezan a considerarlos obstáculos para el libre

desarrollo de las nuevas formas de organización del espacio. Contrario a la conservación y

restauración, que centran todas sus metodologías en la gestión del abigarrado inventario de

monumentos, monumentos históricos y tejidos urbanos, el urbanismo gestiona la ciudad

integrando todos sus componentes y desde una perspectiva estructural19. La ciudad moderna,

núcleo principal del proceso industrial, es opuesta a la ciudad antigua, medieval y renacentista. Es

allí, y por contradicción, que toma mayor fuerza el concepto de patrimonio urbano y la ciudad

como un todo memorial. Esta noción se constituye a contracorriente del proceso de urbanización

dominante. Es el resultado de una dialéctica que según Choay puede observarse a partir de estas

figuras: la figura memorial20, la figura histórica y la figura historial (Choay, 1992, pág. 164). Nos

concentraremos con mayor detalle en la figura histórica y la figura historial, dado que dan bases

importantes para observar el patrimonio urbano de Medellín.

19 La ciudad antigua se transforma entonces en objeto de investigación por efectos de diferenciación y, según el

término de Pugin, por contraste. Los primeros en situarla en una perspectiva histórica y en estudiarla con los mismos

criterios que las configuraciones urbanas contemporáneas serán los fundadores (arquitectos e ingenieros) de la nueva

disciplina que Ildefonso Cerdá denominará urbanismo. El mismo autor propone la primera historia general y

estructural de la ciudad (Choay, 1992, pág. 164). 20 Si bien el concepto de memorias rememorativas es validador del concepto de técnica memorial, cabe aclarar que las

aglomeraciones contemporáneas, aunque pueden generar esta vivificación memorial, son más complejas y juegan a

varios tiempos y varias concepciones del mismo hecho. Por ejemplo, el monumento histórico funciona “casi como”

un auténtico monumento memorial en el presente, gracias a las técnicas y el trabajo depositado por generaciones

pasadas en su construcción; pero también subsiste la distancia que, desde el Renacimiento, hemos aprendido a

establecer con las antigüedades. Asimismo, el conglomerado urbano contemporáneo es monumento memorial, en

tanto exterioriza el trabajo y los saberes de los hombres, y de la misma manera es presa de la prótesis y la inflación

patrimonial que sólo le concede valor de cambio. Ambas cosas se dan en la ciudad contemporánea. Ambas cosas

conviven, contradictoria y dialécticamente. A este entramado complejo es lo que Choay define como figura memorial.

63

Con Camillo Sitte y su libro La construcción de ciudades según principios artísticos (1889),

trae como tema los parámetros estéticos que deben seguirse para edificar la ciudad patrimonial del

futuro. A partir del urbanismo entendido como arte y la ciudad como un organismo estético, la

figura histórica plantea que la ciudad antigua contiene la dignidad de objeto histórico y, a su vez,

que la ciudad contemporánea debe estar capacitada para ir a su encuentro. ¿Cómo debe construir

el urbanismo contemporáneo la ciudad, cuáles son los parámetros? Según Sitte, debe atenderse a

los criterios bajo los cuales responda a las demandas originales de una civilización y a los nuevos

retos planteados por la completa transformación técnica, económica y social (Choay, 1992, pág.

169). Sitte plantea un análisis estético de ciudades antiguas, a partir de preguntas como ¿qué es

aquello que da unidad, potencia vivencial, a la ciudad antigua que hoy reconocemos como un

legado importante y para lo cual hemos creado bastas técnicas, procedimientos y saberes que

posibiliten su conservación? Para responder este interrogante, el autor genera una metodología que

pone el progreso técnico al servicio del objeto histórico y la calidad estética como criterio de la

ciudad futura:

El progreso técnico configura nuestro mundo: confiere al espacio urbano edificado una extensión

y una escala sin precedentes, atribuyéndole nuevas funciones entre las cuales el placer estético no

parece tener ningún lugar. "Prácticamente, son las dimensiones gigantes, la tendencia de nuestras

ciudades, rompiendo el marco de las artísticas formas antiguas. [...] Tanto el urbanizador como el

arquitecto deben crearse una escala adecuada para ciudades de millones de habitantes [...]. El

urbanizador debe contar con estas contingencias como con fuerzas existentes, del mismo modo que

el arquitecto, con las leyes de la estática y resistencia [...]. Nuestros ingenieros [...] han hecho

maravillas, ganando méritos imperecederos para la humanidad [...] [pero] los ensanches y las

disposiciones urbanas resultan casi exclusivamente asunto técnico (Choay, 1992, pág. 167)

64

Consciente del cambio técnico de la sociedad industrial, Sitte elabora una serie de criterios que

deben tenerse en cuenta para que la ciudad contemporánea y el urbanismo puedan generar arraigo

con el tiempo y con el espacio. En última instancia, un paradigma material que permite generar

hábitat potenciando las técnicas pasadas y posibilitando mediante el avance técnicos y tecnológico

de la modernidad y la expansión del capitalismo, al servicio de la edificación de la ciudad del

futuro. Una ciudad que consiga generar experiencias estéticas comunicadas con la cultura material

pasada y de cara al futuro. Uno de estos criterios se basa en lo morfológico, es decir, las ciudades

tienen un acervo de formas, una historia formal, unos volúmenes, unas implantaciones, unos

paisajes que, en el momento de ser intervenidas, deben ser reflexionadas a profundidad e

interpretadas mediante las nuevas materialidades y estéticas:

El estudio morfológico de las ciudades antiguas y, por lo tanto, la historia formal de su espacio

constituye así para el urbanista una herramienta heurística sin equivalente. Las reglas de

organización de los llenos y de los vacíos puestas en evidencia abren la vía a una estética urbana

experimental (Choay, 1992, págs. 168-169).

La ciudad, desde esta perspectiva, se basa en el pasado pero principalmente debe detenerse en

la forma estética como se construye en el presente y las formas que serán legadas a las generaciones

del futuro. ¿Pueden las ciudades periferizadas, las ciudades de hoy, aportar elementos esenciales

que permitan a las generaciones del futuro considerar el trabajo invertido por los actores que

construyen la ciudad? En cuanto a la figura historial puede ser entendida como la síntesis de la

figura de la ciudad memorial y la figura de la ciudad histórica. Esta concepción es propuesta en la

obra teórica del urbanista italiano Gustavo Giovannoni (1873-1943), quien considera la ciudad

histórica como un monumento y al mismo tiempo como un tejido viviente. Es decir, si bien la

ciudad constituye un artefacto rememorativo del trabajo y las técnicas de los hombres que las

construyeron en el pasado, asimismo ésta es un espacio en movimiento que constantemente crea

65

nuevas técnicas y dinámicas laborales y destruye otras. Giovannoni observa estas nuevas técnicas:

el transporte y sus nuevos dispositivos, las comunicaciones, las nuevas escalas urbanas y las redes

de infraestructura que las conectan. Así, con una metodología prospectiva, reconoce la era

industrial bajo el apelativo de la sociedad de "la comunicación generalizada" (Choay, 1992, pág.

175). El urbanismo, de esta manera, deja de aplicarse a entidades urbanas específicas para

apostarle al ordenamiento del territorio, que tendrá en cuenta todos los ámbitos de la ciudad como

tejido vivo y como monumento. Bajo esta perspectiva de ordenamiento territorial, nace el concepto

de patrimonio urbano:

Giovannoni funda una doctrina de la conservación y de la restauración del patrimonio urbano.

Doctrina que se puede resumir en tres grandes principios. En primer lugar, todo fragmento urbano

antiguo debe ser integrado en un plan de ordenación (plano regolatore) local, regional y territorial

que simbolice su relación con la vida presente. En ese sentido, su valor de uso está legitimado tanto

técnicamente por un trabajo de articulación con las redes primarias de ordenación como

humanamente "por el mantenimiento del carácter social de la población.

En segundo lugar, el concepto de monumento histórico no sabría designar un edificio singular,

aislado del contexto edificado en el cual se inserta. La naturaleza misma de la ciudad y de los

conjuntos urbanos tradicionales, su ambiente, resulta de esta dialéctica de la " arquitectura mayor"

y de sus entornos. Por ello, aislar o "despejar" un monumento equivale a mutilarlo en la mayoría

de los casos. Los entornos y los monumentos comparten una relación esencial.

En fin, una vez satisfechas estas primeras condiciones, los conjuntos urbanos antiguos requieren

procedimientos de preservación y de restauración análogos a los definidos por Boito para los

monumentos. Trasladados a las dimensiones del fragmento o del núcleo urbano, tienen como

objetivo esencial respetar su escala y su morfología y preservar las relaciones originales que los

vincularon a parcelas y vías de recorrido (Choay, 1992, pág. 178).

66

67

Construcción Social del Patrimonio Urbano en Medellín

Si observamos el patrimonio urbano de Medellín, es necesario plantear de entrada que tal

ordenamiento está enfocado en equilibrar un campo de fuerzas en tensión en el que los tejidos

antiguos tienen valor actual y se encuentran en pugna con los tejidos modernos (Choay, 1992,

págs. 179-180). Interesa entonces estudiar los saberes y las técnicas de los procesos que crearon

a Medellín como espacio-tiempo, “incluyendo las técnicas de la vida” (Santos, 2000, págs. 49-50).

Así, observaremos los monumentos referenciales que, según el recorrido que hemos planteado,

han posibilitado la creación del espacio y tiempo de la ciudad, a partir de la capacidad para edificar

y de las técnicas memoriales y constructivas de sus habitantes. También, observaremos las

valoraciones políticas y económicas de lo patrimonial, a partir de la delimitación parroquial,

pasando por la tipología de barrio tradicional de principios del siglo XX, hasta las transformaciones

dadas a partir de la década de 1940 con las tipologías de núcleos piratas e invasiones de territorios

generados por los inmigrantes.

Monumentos Históricos Referencia y Desarrollo Urbano en el siglo XIX21

21 Si bien existen otros monumentos a lo largo de la historia de la fundación de los poblados asociados al Distrito de

Medellín, éstos exceden el alcance de la investigación. Sin embargo, es vital mencionar la relación entre monumento

religioso y la estructura del poblamiento en el siglo XVII, en al menos dos ejemplos que las fuentes destacan: “la

primera iglesia de tapias y tejas con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná” (1649) que generó la

principal centralidad religiosa, cívica, comercial y que es considerado como núcleo inicial, ordenador del espacio

local, que según el plano de 1770 (algunos lo datan a partir de 1771) que se había extendido siguiendo el modelo

urbanístico establecido por las Leyes de Indias” (Planeación Metropolitana, 1982, págs. 2-6) y, cercano a este, el

68

La arquitecta Beatriz Gómez en su texto Construcción de las diferentes expresiones evolutivas

del Barrio en Medellín (1996), plantea que los monumentos religiosos22 constituyeron símbolos

ordenadores del espacio local, referentes espaciales, focos de expansión de la ciudad y nodos de

desarrollo a escala barrial. Es así como estos monumentos son claves para estudiar la estructura de

Medellín y su patrimonio urbano, dado que además constituyen edificaciones excepcionales que

contrastan con la elementalidad arquitectónica de la ciudad23. Así, Gómez propone el templo y el

monumento religioso como un hecho físico construido, generador de espacios referenciales de la

ciudad moderna.

Así, la Catedral Metropolitana24, constituye un monumento fundacional, un referente espacial

que, acompañado del Monumento en conmemoración de El Salvador del Mundo, ordena el espacio

simbólico del Valle de Aburrá, en una relación entre espacio central (la Catedral) y espacio de

peregrinación (El Salvador del Mundo)25. Para reafirmar su argumento, Beatriz Gómez observa

cómo el primer obispo de la diócesis de Medellín, Valerio Jiménez Gómez, promovió el proyecto

núcleo de la iglesia de la Veracruz (1682), que “propició construcciones de vivienda y otros usos en sus alrededores”

(Planeación Metropolitana, 1982, pág. 4) 22 Si bien Beatriz Gómez entiende el monumento religioso como “la expresión tangible de la permanencia o, por lo

menos, de la duración […] siendo necesarios altares para los dioses, palacios y bonos para los soberanos [de manera]

que no sean avasallados por las contingencias temporales [y así permitir] pensar la continuidad de las generaciones”

(Gómez B. , 1996, pág. 6), los monumentos a los que hace referencia (La Catedral Metropolitana y el Monumento al

Salvador del Mundo), deben ser entendidos no como monumentos memoriales, sino como monumentos históricos,

puesto que hacen alusión a unos acontecimientos y fechas precisas que se acercan más a la definición de monumentos

histórico ya explicada en el Marco Teórico. 23 “[…] los principales centros urbanos del país se reconocieron por el limitado crecimiento urbanístico y la

elementalidad arquitectónica, donde excepcionalmente sobresalía alguna edificación religiosa”. (González L. F., 2013,

pág. 35) 24 La Catedral Metropolitana fue proyectada en 1875, en el marco del segundo centenario del nacimiento de Medellín

a la vida pública con el título de ciudad y finalmente se inaugura el 12 de agosto de 1931 25 “Cuando el espacio de los que se aman se hace público como una imagen de un ideal común en el espacio existencial

adquiere el carácter de un espacio sagrado. El espacio sagrado se centra siempre en uno o varios lugares sagrados, o

sea, “focos” donde está representada la común imagen cósmica. Con frecuencia los centros están conectados por

caminos sagrados que conducen a una significativa meta. La peregrinación, pues, es uno de los grandes símbolos de

la existencia humana”. (Gómez B. , 1996, págs. 28-29)

69

de la Catedral como síntesis del trabajo y la memoria de varias generaciones y muestra de su piedad

y civilización:

[…] un templo es la síntesis de la civilización de una época, de un pueblo y de una o más

generaciones: es un símbolo de su cristiana ilustración a la vez que un poema material en el cual

verán las generaciones futuras la fe religiosa y la piedad de sus antepasados y progenitores26

(Gómez B. , 1996, pág. 3).

Ilustración 1: Catedral Metropolitana. Fuente: Medellín en cifras 1675-1975, ciudad tricentenaria. Cortesía Movifoto

Este poema material, símbolo del trabajo y las técnicas legado a las generaciones futuras, resalta

para la época en su aislamiento, convirtiéndose en “un centro de organización del mundo local,

consagrándose, como diría Lynch, en nodo y foco estratégico, punto de referencia de toda una

ciudad que, por su escala y altura, percibía desde sus confines este símbolo de 'cristiana

ilustración'” (Gómez B. , 1996, pág. 5). Francisco Antonio Cano, citado por Gómez, se refiere en

El Montañés (1898) a la Catedral como punto referencial que, enmarcado por amplias calles y

26 PIEDRAHITA, Javier. BRONX, Humberto. Historia de la Arquidiócesis de Medellín. P. 194 [citado por Gómez]

70

asociada a un “gran parque”, puede verse desde cualquier sitio de la ciudad sin que ningún otro

edificio le profane o impida apreciarla27. Por su parte, el Monumento al Salvador del Mundo28,

que conmemora las primeras luces del nuevo siglo (XX), se encuentra ubicado también en un lugar

a las afueras de la ciudad y constituye un monumento fundacional hacia el que los feligreses

peregrinan. El diseño del monumento, según escribe Manuel Uribe Ángel29, direcciona sus

elementos representativos –el poder civil, el poder militar, el trabajo y la familia– hacia los cuatro

puntos cardinales de la ciudad y, según Beatriz Gómez, propone el poder religioso como eje

“representado por Cristo Redentor y Salvador del Mundo, que constituye asimismo la vertical que

une cielo y tierra” (Gómez B. , 1996, pág. 7):

27 Buena suerte es a fe, que la iglesia, edificada en un sitio que era extramuro cuando se le dio principio, quede rodeada

de amplias calles que, dejándola aislada, faciliten el modo de verla por todas partes y a todo saber, sin que ningún

edificio profano le arrime o le impida apreciarla bien en su conjunto y en sus detalles. Queda precedida de un gran

parque (grande en Medellín por supuesto) que aunque no sea un modelo de arte ni se haya planteado con objeto de

servir a la catedral, si libra a éste de lo que por muchas ocasiones la ha hecho sufrir: de las fiestas populares de la

plaza, fiestas que, en lo general, pugnan con el fin a que se dedican y en que se emplean las catedrales” CANO A.

Francisco. "El Montañés". Medellín 8 de abril de 1898. Citado por: RESTREPO URIBE, Jorge. Medellín: Su Origen

Progreso y desarrollo (pág., l79), quien a su vez lo cita de "Basílica de Medellín. Publicación especial del V Capítulo

Metropolitano” Bedout Medellín, 1950, pág.13-24. (Gómez B. , 1996, pág. 5) 28 Beatriz Gómez, a partir de RESTREPO YUSTI, Medellín a principios del siglo XX (pág. 53), cita las palabras del

prelado de la Diócesis para decretar la erección del monumento: “¡Antioqueños! Ostentemos nuestras creencias, sin

pueriles respetos y proclamemos a la faz del orbe que, desde el día en que Cristo Redentor fue reconocido como Rey

del Calvario, su señoría se ha venido extendiendo por el mundo, a través de diez y nueve siglo” (Gómez B. , 1996,

págs. 6-7). La descripción de su diseño aparece en un folleto titulado "Monumento al Salvador del Mundo", publicado por el

doctor Uribe Ángel donde se afirma que: "El monumento que se proyectaba tendría de 12 a 14 m. de altura sobre una

base cuadrada, que el pedestal sería de forma octogonal e iría sobre cuatro pedestales subalternos que mirarían a los

cuatro puntos cardinales, el del norte llevarla una estatua simbólica de la autoridad, el del sur la del trabajo, el del

oriente la de la familia y el del occidente una representación de la fuerza militar. Sobre el pedestal mayor iría un cuerpo

con cuatro escudos: el de León XIII, el del señor Pardo Vargas, el de Colombia y el de Medellín (…) [PIEDRAHÍTA,

Óp. Cit. P. 75] (Gómez B. , 1996, pág. 7). Por su parte, Luis Fernando González observa que en la Exposición de 1905

un joven arquitecto, “Carlos Arturo Longas, presentó los planos de cinco proyectos, entre los que estaban uno para el

Monumento al Salvador, otro para una iglesia en Belén (en estilo románico) y otro de reforma de la iglesia de San

Francisco (en estilo gótico), que, a decir del pintor Francisco Antonio Cano, quien fungía como crítico de la

exposición, se trataba, más que de proyectos arquitectónicos, de "arte del dibujo", de los cuales resaltaba la pulcritud

y esmero de su trabajo, pero los criticaba por su falta de originalidad” (González L. F., Del alarife al arquitecto, el

saber hacer y el pensar la arquitectura en Colombia 1847-1936, 2013, pág. 82)

71

Rescatar el cerro de Las Tres cruces y erigir un monumento al Salvador, era consumar una

consagración, una iniciación –del nuevo siglo y la ciudad que, en el sentido vertical de la estatua,

reforzado por el montículo, cobraba un significado más concreto. La ciudad, nuestro gran hogar,

en anexión a ese AXIS MUNDI vertical, donde la montaña también es considerada como punto en

el que la tierra y el cielo se juntan, expresa un verdadero proceso del construir, es decir, la capacidad

del hombre para “vencer la naturaleza”, la verticalidad es algo que sobrepasa el mundo real (Gómez

B. , 1996, pág. 6).

Ya avanzado el siglo XX, resulta interesante mencionar también como referente, el proyecto de

erección del Monumento Religioso a Cristo Rey en el cerro El Picacho, que constituyó un foco

espacial en el noroccidente de la ciudad, un lugar de peregrinaciones religiosas y un nodo de

desarrollo que propició el poblamiento, atrayendo para la década de 1940 a algunas familias que

instalaron allí fincas de alejamiento de la ciudad30.

30 Según el documento Memoria cultural de la comuna 6, fue construido en “el año 1934, y con motivo del primer

congreso mariano que se desarrolló en Colombia (Gómez R. , 2000, pág. 45). Según el mismo documento, a mediados

de la década de 1940 y al ver el crecimiento de la ciudad, algunas familias empezaron a comprar lotes en la zona

donde se ubica actualmente la comuna 6 y 7 para utilizarlas como fincas de recreo o de alejamiento de la ciudad.

Posteriormente (1950), se llevó a cabo un proceso de explosión demográfica que tiene como consecuencia una

urbanización acelerada gestionada por los nuevos habitantes del espacio sin ordenamientos de tipo institucional. Según

los antecedentes históricos visualizados en el Plan de Desarrollo Local (PDL) de la comuna 6, Doce de Octubre, se

dieron los primeros asentamientos bajo la modalidad de loteos piratas. Estos terrenos se caracterizan por ser propiedad

de las familias Carvajal, Cock Alvear y Shwarberg.

72

Ilustración 2: Monumento religioso a Cristo Rey, Cerro el Picacho. Archivo fotográfico Periódico el Mundo. Inédita

Medellín ciudad Modernizada: valoración política y económica de los referentes espaciales

a escala de ciudad

Además del monumento histórico fundacional, existen otras variables con las que es necesario

observar las dinámicas de la ciudad, sus nodos de crecimiento y las valoraciones políticas y

económicas de sus patrimonios31. Desde de 1870 se generan en las ciudades latinoamericanas una

serie de cambios que le permiten a Ángel Rama plantearlas como ciudades modernizadas. Estas

ciudades, vistas desde el punto de vista patrimonial, exigen reconocer que:

31 El concepto de patrimonio se diferencia del concepto de monumento histórico utilizado para la Catedral, el

Monumento al Salvador del Mundo y el Monumento al Cristo Rey. La diferencia entre estos dos conceptos se observa

en que lo patrimonial está asociado a los espacios u objetos significados como importantes por la élite en el proyecto

de construcción del Estado Nación y su proceso civilizatorio. Así, los patrimonios relacionados con los monumentos

cívicos, la arquitectura conmemorativa y los hitos urbanos, están enmarcados dentro de las valoraciones políticas y

económicas del discurso patrimonial.

73

1) Los sectores modernos poseen calidades particulares equivalentes a las de los sectores antiguos; 2)

La ciudad moderna partió de normas y reglamentaciones que contribuyeron a formar esas calidades; 3)

Los hitos familiares del ciudadano son modernos; 4) La valoración del patrimonio moderno debe ser un

acto democrático; 5) Si la mayoría se identifica con lo moderno, la participación comunitaria es

inevitable; 6) La arquitectura y el urbanismo están documentados, hay archivos; 7) La valoración de lo

moderno debe contemplar en primer lugar las estructuras urbanas: el espacio público, los predios, su

ocupación. La imagen moderna de la ciudad se encuentra en esas estructuras; 9) Las normas deben surgir

de las características de cada sector; 10) Se deben crear sistemas de gestión particulares (Colcultura,

1993, pág. 66)32

Así, y apoyándonos en el marco conceptual que hemos construido para abordar el patrimonio

urbano de Medellín, es necesario plantear cómo se dieron las valoraciones políticas propuestas por

las élites y su formalización en espacios concretos de la ciudad. Dentro de la valoración política

del patrimonio que hemos planteado a lo largo del texto, para Medellín es vital mencionar el

proyecto de creación y trazado de calles y avenidas, los espacios públicos propuestos como

referentes simbólicos de la ideología republicana, así como “en el orden de la construcción de los

ideales culturales perseguidos por los intelectuales33 de la República Liberal” (González L. F.,

32El seminario tuvo la participación de Manuel Moreno, Alberto Saldarriaga, Pastora Murillo, María Claudia Ferrer,

Hernán Giraldo, Álvaro Montilla, Dora Lucía Montoya, Jorge Ramírez, Ana María Rojas, especialistas que generaron

las siguientes conclusiones en torno a la arquitectura moderna como patrimonio. 33 Como un actor fundamental en la construcción de la ciudad, los intelectuales que hicieron posible los inicios de la

arquitectura y sus artes asociadas que “no se derivó de los procesos de formalización académica, sino de la labor que

adelantó un grupo de artesanos, de aficionados al arte y de ingenieros interesados en la arquitectura, muchos de ellos

autodidactos (González L. F., 2013, págs. 78-79). Así, los saberes constructivos estuvieron motivados principalmente

por personas sin formación académica, integrados en un círculo denominado por ellos mismos como "los amantes de

lo bello". Luis Fernando González argumenta que en el siglo XIX: Los miembros de este grupo, según Juan Camilo

Escobar –en referencia al caso de Francisco Antonio Cano–, a través del cultivo de las artes plásticas, la fotografía y

la música, participaron y "quedaron involucrados en el mismo 'proyecto civilizador' que adelantaban las clases

dirigentes y en el cual pintar, fotografiar y musicalizar fue cada vez más importante y útil". De este proyecto hizo

parte también, y de manera crucial, la arquitectura, que como algunas de las otras bellas artes tenía la gran posibilidad

de materializar estos imaginarios en los nuevos espacios públicos –Parque Berrío y Parque Bolívar– y en la renovación

arquitectónica urbana, ya fuera religiosa, pública o privada, lo que se evidenció en la última década del siglo XIX, y

74

2013, págs. 65-66). Asimismo, las arquitecturas conmemorativas cuyo objetivo se centraba en

“dotar de buen gusto artístico el espacio público” a partir de la arquitectura, la escultura y las bellas

artes, el proyecto de conversión de plazas en parques y la propuesta de renovación arquitectónica

religiosa, pública y privada. Asimismo, se destacan los procesos asociados a edificios privados de

las élites locales, que implicaron proyectos urbanos como cementerios, casas urbanas, suburbanas

y de campo, clubes, teatros, jardines, edificios comerciales, administrativos e industriales. Estos

proyectos demandaron de los arquitectos y de las obras arquitectónicas cierta sofisticación estética,

exaltación a la condición social y representación de la heroicidad de los próceres de la patria. Tal

y como lo expresa Luis Fernando González:

Las élites […] hicieron de los cementerios una exaltación a su condición social, y para ello

exigieron en sus tumbas una gran sofisticación estética, con lo que la arquitectura funeraria se

convirtió en un campo muy demandado. Igual requerimiento hicieron para sus casas urbanas,

suburbanas y de campo, lo mismo que en los nuevos espacios de sociabilidad, como los teatros y

los clubes sociales, convertidos referentes urbanos, en el último cuarto de siglo XIX para el primer

caso, y desde los primeros decenios del siglo XX para el segundo (González L. F., 2013, pág. 38).

Así, estos nuevos referentes urbanos generan renovadas relaciones con el territorio, nuevos

hábitos sociales y nuevas espacialidades y dispositivos. En cuanto a los proyectos públicos, además

de la arquitectura funeraria que empieza a darse desde 1828 (Cementerio San Lorenzo) y 1848

(cementerio San Pedro)34, las élites políticas hicieron de las espacialidades públicas referentes de

la emancipación republicana, a partir de lenguajes historicistas y la utilización de las bellas artes

parecía darle ese aspecto elegante de ciudad moderna” que […] dominaría el progreso espiritual y material de la

sociedad soñado por su clase dirigente (González L. F., 2013, págs. 78-79).

34 El primer cementerio de la ciudad es inaugurado, según las fuentes, el 7 de enero de 1828: el cementerio San

Lorenzo. El segundo fue el de San Pedro terminado en febrero de 1848. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 11)

75

que también demandaron de ese aspecto elegante de la ciudad. Los monumentos y espacialidades

conmemorativas, se enfocan en dotar de buen gusto artístico el espacio público, creación de una

imagen y un imaginario nacional a partir de la historia de bronce y la escultura pública, enaltecer

la memoria de los próceres y subrayar oficios populares de manera que el relato nacional incluyera

el pueblo (principalmente los artesanos35). Dentro de estos proyectos puede observarse la

conversión de plazas en parques a los que se asocian los edificios administrativos36, la penetración

de avenidas, bulevares y calles y en 1907, la creación del bosque y parque de la Independencia y

la Avenida de la República:

los grupos dirigentes hicieron de los espacios públicos de la ciudad elementos simbólicos de la

ideología republicana, lo que implicó otro tipo de intervenciones en el espacio urbano con las

arquitecturas efímeras y los monumentos conmemorativos. Las arquitecturas efímeras –aún no

estudiadas– fueron obras que por su misma condición no sobrevivieron, pero sirvieron para poner

en escena los lenguajes historicistas; mientras que las arquitecturas conmemorativas fueron parte

de la transformación de las plazas en parques y establecieron nexos entre la arquitectura y la

escultura, y entre estas y las bellas artes (González L. F., 2013, pág. 38).

Un ejemplo de este proceso de cambio, puede ser la transformación del Iglesia de la Candelaria

asociada a la plaza principal37 (monumento histórico referencial de la ciudad), en el Parque Berrío,

35Los artesanos, como actor fundamental en la creación del espacio tiempo de la ciudad, es pertinente aclarar que

desde mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, constituían uno de los pocos estamentos distintos a la élite

habilitados para votar y participar en la política de manera activa y consciente. Asimismo cabe plantear que,

acompañadas de otras maneras de formalizar sus conocimientos, “la copia, la imitación y la semejanza eran

consideradas de manera positiva en el aprendizaje y avance de las capacidades artesanales” (González L. F., 2013,

pág. 67). Las fuentes también señalan cómo reivindicaron “la formación práctica fundamentalmente en artes

industriales, en las que se incluía la enseñanza de la arquitectura en las escuelas de artes y oficios, las cuales fueron

exigidas desde finales de la década de 1840”. (González L. F., 2013, pág. 32) 36 “En 1926 se empieza a construir el edificio actual de la gobernación de Antioquia por el ingeniero belga Agustín

Goovaerts, quien también diseñó el edificio del Palacio Nacional por esa época” ” (Planeación Metropolitana, 1982,

pág. 42) 37“Los primeros planos de la ciudad datan del año 1770 [algunos lo consideran de 1771]. Eran unas pocas manzanas

en torno a la Iglesia de la Candelaria y la plaza principal (hoy parque Berrío). El núcleo inicial, que se había extendido

76

anexándole el monumento al prócer, los edificios públicos, los edificios privados del “elegante”

Banco Popular, proyecto realizado por Ignacio Cano y la oficina de Lalinde & Duque38, el Banco

de la República, e insertando usos comerciales y cívicos que, como expresa Luis Fernando

González para el cambio de enfoque en las exposiciones a partir de 1907, determinaron la

“participación masiva de artesanos y obreros como grandes espectadores, aupados al consumo ya

no solo de mercaderías sino […], retomando a Benjamín, a la exhibición-consumo de patriotismo

y nacionalismo, de arte y cultura, de hábitos y comportamientos” (González L. F., 2013, pág. 62).

En lo que respecta a la valoración económica de los tejidos urbanos, puede plantearse que

presionan sobre los conjuntos y tejidos precedentes, enfrentándoles a una serie de cambios en las

espacialidades y en los ordenamientos territoriales. Se dan, entonces, desarrollos espaciales que en

sus formas constructivas reflejan las bonanzas y las crisis de la ciudad, sobre todo en lo que

respecta a los edificios comerciales, bancarios, industriales39, de oficinas públicas y privadas,

siguiendo el modelo urbanístico establecido por las Leyes de Indias, estaba limitado por las actuales carreras Cúcuta

y El Palo (antes de Palencia), por la calle Maturín (antes de Guanteros), y por la quebrada Santa Helena. Se destacan

los Barrios de San Juan de Dios, cerca de la iglesia del mismo nombre y de San Lorenzo (hoy Barrio Nuevo).

(Planeación Metropolitana, 1982, págs. 4-6) 38 “En la exposición de bellas artes, organizada en marzo de 1899 por el Club Beltrán de Medellín en homenaje y

beneficio del pintor Francisco Antonio Cano, se presentaron pinturas (entre ellas cuadros del mismo Cano), esculturas,

fotografías, fotograbados, muebles y tallas de madera, objetos de platería, pastas de libro y una sección dedicada a la

arquitectura, la ornamentación y el dibujo topográfico. Una medalla d eoro le fue otorgada a Enrique Vidal “por un

mapa grande de Colombia, correcta y pacientemente dibujado a pluma”, como mejor trabajo de dibujo topográfico;

mientras que el diploma en primera clase en Ornamentación, “destinado para premiar el mejor trabajo en Arquitectura,

le fue entregado a Ignacio Cano y a la oficina de Lalinde & Duque por el proyecto para el edificio del Banco Popular,

que en ese momento se estaba construyendo en el parque Berrío”. (González L. F., Del alarife al arquitecto, el saber

hacer y el pensar la arquitectura en Colombia 1847-1936, 2013, pág. 142)

39 “Los cambios económicos en el país obligaron al desarrollo de nuevas tipologías arquitectónicas que determinaron

cambios en los noventa años transcurridos entre 1847 y 1936. Fue el paso de las pulperías y las casas comerciales

ubicadas en la primera planta de la propia vivienda del propietario, a los edificios especializados; tal fue el caso de los

denominados edificios comerciales de renta, como los edificios Carré y Vásquez en Medellín, inaugurados en 1894.

Otro hecho evidente fue la construcción de las sedes bancarias, que en el caso de Bogotá se inició con el Banco de

Colombia entre 1880 y 1882, y en la ciudad de Medellín, entre 1897 y 1904, también con una sede para este banco.

Dichos edificios comerciales y bancarios se convirtieron en ejemplos de arquitectura privada que serían determinantes

para la introducción de técnicas constructivas y materiales, la exploración de nuevos lenguajes y la verticalización del

paisaje urbano en las principales ciudades, un proceso marcado por el imaginario del "rascacielo" que comenzó a

manifestarse con la construcción del edificio sede del Royal Bank Of Canada, iniciado en 1927", y continuará en las

décadas siguientes con el paulatino aumento de los pisos”. (González L. F., 2013, pág. 38)

77

algunos de los cuales están catalogados hoy en día como de importancia patrimonial. Estos

cambios, propios del espíritu moderno, corresponden, por un lado, con un proyecto político

civilizatorio en torno al concepto de Nación y, por otro lado, a las necesidades comerciales,

semifabriles, fabriles e industriales, que implican que la ciudad se transforme para ser funcional a

la extracción y transporte de materias primas, generación de productos (plusvalías), transporte y

comercialización de mercancías. Así, los cambios en el ordenamiento territorial del siglo XX son

exaltados mediante términos como adelantamiento y progreso, que bien podrían interpretarse

desde una perspectiva de desarrollo económico y de superación del pasado.

Acorde con planteamientos espaciales de la modernidad que se venían gestando en Europa40 y

que habían tenido un despliegue importante en Occidente, se plantea con el Plan Piloto41 y el

subsiguiente Plan Director, una nueva sectorización del centro de la ciudad en 1964. Este nuevo

ordenamiento introduce una valoración espacial económica que ejerce presión sobre la iglesia de

la Candelaria y hace que algunos de sus trazados, conjuntos y edificios sean considerado como

deteriorados y desorganizados. La centralidad estructurada con base en el monumento religioso y

40 En 1947-1948 se conocen las conclusiones del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) realizado

en Atenas en 1936. Se constituyen así los cimientos del urbanismo contemporáneo en las principales ciudades

latinoamericanas”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 66) 41 “En 1950, cuando la ciudad tiene 340.000 habitantes y concentra el 38% del poder económico y el 67% del poder

industrial de Colombia, se hace entrega del Plan Piloto por parte de los urbanistas Wiesner y Sert (antiguo colaborador

del francés-suizo Le Corbusier), el cual sirvió como patrón directriz al desarrollo urbano, poniéndose en marcha la

oficina del Plan Regulador que sería posteriormente la Oficina de Planeación. El Plan, básicamente, procuró establecer

en la ciudad una zonificación estricta, un esquema vial lineal a lo largo del río, que se constituye en eje geográfico y

vial, propiciando una excesiva concentración del flujo hacia el centro tradicional de la ciudad, perdiendo Medellín su

vocación natural dentro del esquema de desarrollo metropolitano y desarticulando la vitalidad de centros satélites. Se

plantea además, la construcción del centro administrativo de la Alpujarra como ampliación del área central y donde

se establecen actividades de todo tipo. Con la descentralización administrativa se lograría una gran valorización de

edificios y espacios públicos, la recuperación de zonas y la separación de funciones en la ciudad, en especial lo

referente al poder público, al mercado y al terminal de transporte. El Plan Piloto, en general, puso orden en las zonas

públicas y garantizó el aprovechamiento de las zonas necesarias al desarrollo, como la vinculación de la zona

occidental del río, la cual ofrecía un gran potencial que indujo al sistema vial a intensificarse en este sector”.

(Planeación Metropolitana, 1982, pág. 68-69)

78

en los edificios públicos, se enfrenta con una nueva planeación que plantea una estructura vial

diferente42 y el desplazamiento del centro cívico a la Alpujarra, entre otras obras43. Según la

zonificación del Estudio de la Comunidad B5 (1964)44:

[…] Las obras proyectadas en esta zona […] traerán además la mejor utilización de lotes ocupados

por construcciones antiguas de un solo piso y en estado deteriorado, con un mejor aprovechamiento

del terreno, que permita construcciones en altura. […] Esto traerá un cambio en las estructuras

deterioradas que existen actualmente45.

Otro ejemplo, lo representa los nuevos ordenamientos planteados por la misma sectorización

para La zona 346, que es descrita como un lugar donde existen actividades mezcladas y

desorganizadas con un deterioro general: la plaza de mercado, las terminales de trasporte

automotor y férreo, los edificios comerciales de mayoristas, grandes intermediarios de abarrotes y

vivienda de población rural “que por su inadaptación y falta de recursos, han solucionado el

problema de vivienda en lugares vecinos a estos sitios”47. Desde la perspectiva oficial, este

conjunto urbano que separaba los usos comerciales del conjunto religioso y político en torno al

42 Acorde con los vehículos motorizados, penetrando los tejidos y trazados de la centralidad de la ciudad. 43“Centro Administrativo en La Alpujarra y Remodelación en su zona Oriental, ampliación de Bolívar, Colombia,

Ayacucho y Diagonal, Avenida Alfonso López y futura Vía Oriental, podemos desde ahora prever el grado de

evolución del sector. No obstante, para evitar un desorden urbanístico, es necesario realizar un replanteamiento que

clarifique aún más el crecimiento de la zona y la adapte a las circunstancias cambiantes, sobre todo el aspecto de las

relaciones entre el Centro actual y el futuro Centro Administrativo, que tomados en conjunto, lograrán el cambio del

corazón actual, al corazón metropolitano de la ciudad futura” AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 46. Legajos 6

y 7. Folio 3 44 Documento que delimitó el centro de la ciudad con base en los criterios de usos actuales, usos futuros según

tendencias y Plan Vial (Obras nuevas) AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 46. Legajos 6 y 7. Folio 4 45“Esta zona continuará su evolución hacia edificaciones en altura, conservando su comercio e incrementando en los

nuevos edificios actividades de oficinas, hoteles y vivienda en altura. Su estratégica situación céntrica con respecto a

la ciudad y a la distribución vial, hacen que esta zona consolide sus actuales características y usos con tendencia a

grandes construcciones hacia el Sur. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación”. Caja 46. Legajos 6 y 7. Folio 5 46 Asociada a la plaza de mercado Cisneros y a la terminal de transporte férreo y motorizado. 47 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 46. Legajo 6 y 7. Folio 6

79

Monumento de la Candelaria, representa problemáticas a las que hay que hacer frente erradicando

algunos de sus espacios, usos y edificaciones, e insertando otros:

La localización de los edificios públicos, en la Alpujarra, el traslado de la estación ferroviaria, la

demolición de la plaza de mercado, la organización de la Central de Abastecimientos y terminales

de transporte en el Norte, lograrán la disminución o desaparición de actividades como abarrotes,

cantinas, casas de prostitución, comercio cacharrero, etc. y a través de Bolívar, irrigará toda la zona,

para lograr la integración de este centro con el actual. [sic] Pero con características distintas, ya que

el primero será un comercio de cierta exclusividad, venta de artículos de lujo y artículos suntuarios.

El segundo deberá continuar como comercio popular48

Como un elemento que se destaca del pensamiento moderno con el que se sectorizó el centro

de Medellín, desde 1964, es de destacar que, pese a que el centro de la ciudad alberga desde

entonces y hasta hoy gran parte de las edificaciones, conjuntos y trazados más importantes de la

ciudad, por sus características técnicas y artísticas, su importancia en la historia urbana, su

presencia en el imaginario colectivo, no se tiene ninguna mención al respecto de temas

patrimoniales o de conservación.

Predominio religioso en la estructura urbana: del barrio tradicional al barrio popular

Anexo a los monumentos de tipo religioso a escala de ciudad y a los proyectos patrimoniales

de imagen de nación generados por la élite política y económica, también deben considerarse los

procesos referenciales que a escala barrial contribuyeron a la creación del espacio urbano, a la

48AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 46. Legajo 6 y 7. Folio 6

80

generación de referentes espaciales, de símbolos ordenadores y de construcción social del

patrimonio urbano de la ciudad de Medellín a escala micro. A lo largo del siglo XIX, la relación

entre el monumento religioso como impulsor de la construcción del espacio barrial en Medellín

tiene una importancia capital en la construcción social de los espacios barriales. Por ejemplo, si

se observa el proceso educativo de la ciudad que, según Luis Javier Villegas se emprendió durante

el siglo XIX como fomento de la instrucción como “arma poderosísima para la formación de

naciones” (Villegas, 1996, pág. 269), puede ratificarse que el monumento religioso fue

tempranemente núcleo de desarrollo urbano, situación evidenciada en el proceso de la construcción

es espacios educativos estructurados en torno a los monumentos religiosos:

Es muy ilustrativa la comparación entre el Plano de la Villa de Medellín hacia 1791, atribuido al

maestro pintor José María Giraldo, y el Plano Topográfico de Medellín, levantado en 1875 por

cuatro alumnos de ingeniería civil de la Universidad de Antioquia. Mientras en el primero aparecían

cinco templos y un convento, más ningún establecimiento educativo, en el segundo, al lado de los

nueve templos, se aprecian ocho centros educativos (Villegas, 1996, pág. 275)

Otros ejemplos que pueden plantearse son el desarrollo urbano generado hacia la calle Alameda

(hoy Colombia) y la calle Real (hoy Boyacá) estuvieron jalonados por las “iglesias de San

Francisco (hoy San Ignacio) y San Benito”49. Asimismo, para 1802, una iglesia llamada San Juan

de Dios, consolidó un foco de desarrollo urbano importante que venía gestionándose de tiempo

atrás asociado al hospital que llevó el mismo nombre50. Asimismo, El Poblado se consolidó en

49 (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 7) 50 “A Mon Y Velarde […] contribuyó a la fundación del hospital San Juan de Dios que fue el primero en la Villa en

1797, ubicado cerca al lugar que hoy ocupa la iglesia del mismo nombre construída (sic) en 1802”. (Planeación

Metropolitana, 1982, pág. 7)

81

187651 y, en palabras de Manuel Uribe Ángel, para 1887 se destaca la vitalidad de su plaza y el

“regular aspecto”52 de su iglesia53. Jaime Peralta observa cómo “en el largo proceso de cohesión

de esfuerzos y voluntades que realizaron [los habitantes de El Poblado] para construir “su” lugar

en el mundo, la lucha por segregarse eclesiásticamente de Medellín y convertirse en parroquia

autónoma fue un hito trascendental” (Pelarta, 2001, pág. 28). Entre finales del siglo XIX y

principios del XX, se realizó asimismo un gran desarrollo urbano54 que, entre otros, tuvo el

protagonismo del proyecto de la Catedral Metropolitana y el Parque Bolívar, nodo que además de

ser referente para la ciudad y el Valle, propició también un foco de expansión en sus alrededores55.

51 “El poblado de San Blas, ubicado donde hoy existe el barrio El Poblado, que ha sido considerado en otras versiones

como el lugar de fundación de Medellín, sólo surgió en 1876” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 3) 52 Manuel Uribe Ángel escribió en 1887 que “en territorio del Distrito de Medellín, entre la ciudad y la Villa de

Envigado, sobre suave ladera y a corta distancia del Aburrá, existe un lindo pueblecito llamado Poblado o San Blas,

tiene alegre plaza, casas cómodas y bien construídas (sic) y una iglesia de regular aspecto. En sus alrededores hay

lúcidas casas de campo, arboledas frutales y corrientes de superior agua potable” (Uribe Ángel. 1992: 17) citado por

(Pelarta, 2001, pág. 25) 53 “El 5 de julio de 1843, Eusebio Restrepo elevó, ante el obispo de la Diócesis de Santa Fe de Antioquia, Juan de la

Cruz Gómez Plata, una solicitud para reconstruirla en unos terrenos de su propiedad. Se ofreció a cederlos sin ninguna

contraprestación y a contribuir con los costos de las obras, con la única petición que llevara la advocación del santo

de su predilección: San José. El ofrecimiento fue estudiado por los jerarcas y […] tuvieron “a bien conceder licencia

para que se celebre en esa capilla no sólo en el día que bendiga sino en todos los demás del año ya sean misas rezadas

o cantadas” [Archivo Parroquial. Iglesia de San José. Libro I de registros, 1843] citado por (Pelarta, 2001, pág. 28) 54 También son construidos por estos años otras edificaciones importantes en la historia urbana de la ciudad: “El

matadero, la Casa Municipal, Palacio Episcopal (1883), la Universidad de Antioquia (1871) y la Escuela Nacional de

Minas (1886), la cual se incorporó a la Universidad Nacional por el acuerdo No. 131 de 1939; se inicia la nueva

Catedral (1892) y se construye el Parque de Bolívar. Años más tarde el arquitecto francés Carlos Carré (quien elaboró

los planos de la nueva Catedral) construye la plaza de mercado de Guayaquil y el edificio que lleva su nombre. El río

constituye aún la barrera principal; se presenta una mayor densificación y crecimiento hacia el oriente y un poco hacia

el sur y el norte (cruzando la quebrada Santa Helena); se estima en ese entonces su población en 44.000 habitantes”

(Planeación Metropolitana, 1982, págs. 19-21) 55“Los habitantes de [Villanueva] en una comunicación enviada al Concejo en 1898 decían 'Como ya se ha observado,

la población de Medellín tiende a extenderse, más que por otros puntos, por nuestros barrios, sin duda alguna por la

salubridad de éstos por su hermosa localidad, como también y no en poca parte, por las ilusiones que se tienen en el

día con el gran templo en construcción (...)' La ubicación de las iglesias fue un importante ejemplo de poblamiento de

nuevos espacios. En los avisos se señala que: -El barrio de la Independencia se ubica a dos cuadras y media de la

catedral en construcción.- Santana o los Ángeles a siete u ocho cuadras de la nueva catedral o tres de la capilla de San

Miguel. -Majalc a tres cuadras de la nueva catedral. -El barrio Gutiérrez a dos cuadras de la capilla de Buenos Aires.

-Y el Salvador a cinco cuadras de la plazuela de San Ignacio (iglesia de San Francisco) y a tres cuadras de la capilla

de Buenos Aires” [ (Villa, 1993)] citado por (Gómez B. , 1996, págs. 54-55)

82

Para inicios del siglo XX, la ciudad se expandía sin pausa y la iglesia afrontaba de manera

especial los problemas que traían consigo las nuevas dinámicas urbanas del siglo entrante56. La

fundación de nuevas parroquias constituyeron una herramienta importante para no perder terreno

ante dinámicas como el protestantismo57 y el socialismo, que le significaron a la Iglesia la

transformación de algunos de los procesos que seguían en el siglo XIX. Otra problemática

importante fue la pérdida de poder en los sindicatos patronales58, cuyos asociados empiezan a ser

susceptibles a las ideas del socialismo que circulaban por Europa y empezaban a expandirse en

algunos países de América Latina.

La Iglesia, entonces, plantea una nueva relación espacial entre las doctrinas de la fe católica y

los habitantes urbanos. Así, como proyecto de marcación de territorios, fueron implantadas en los

nuevos desarrollos urbanos de Medellín una serie de templos que les permitieran cercanía espacial

y simbólica con esos lugares. Para Gómez, en este proceso de expansión de la red parroquial, el

templo es un:

56 En los albores del siglo XX (...) la iglesia colombiana se vuelve sensible al legado social impulsado desde Roma,

ya que el mundo urbano trajo consigo la irrupción de nuevas ideas que la ponían en peligro de perder su poder en

amplios sectores de la población: el obrero asalariado estaba siendo captado por el socialismo, que había impulsado

en el país una acción social propia (Gómez B. , 1996, pág. 13) 57 “Otro de los problemas que tuvo que afrontar la iglesia en cabeza del señor Cayzedo hace referencia al peligro ante

la pérdida de dominio del espacio, de un territorio que se suponía conquistado por la cristiandad razón para crear

parroquias con el fin de conjurar las religiones que profesaban una fe diferente a la católica vgr: la consagración de

una iglesia a Cristo Rey en el barrio del mismo nombre. O propiciar instituciones donde existiera más ingerencia (sic)

de los seglares y asociaciones que apoyaran las labores religiosas y difundieran doctrinas y valores de la fe católica”.

A pie de página, Gómez observa que “en los primeros días de 1920 regresó de Roma Monseñor Cayzedo y tuvo que

enfrentar la campaña protestante de los adventistas, por medio del libro "Heraldo del Porvenir", que reprobó y condenó

ya que siempre consideró indigno que vinieran de Estados Unidos pastores protestantes a predicar un cristianismo

distinto, por cuanto estas tierras estaban civilizadas y cristianizadas desde hacía siglos". (Piedrahita, pág. 111) Más

adelante, Gómez cita nuevamente a Piedrahita para decir que “otro problema que tuvo que enfrentar Monseñor

Cayzedo fue la huelga de la Fábrica de Tejidos de Bello, donde las partes pidieron su mediación. Todo esto significaba

para la iglesia pensar en un control desde la base de las ideologías de izquierda que empezaban a circular por Europa

desde mediados del siglo pasado, e idealizar las virtudes del campo y los valores inspirados en visiones paternalistas

de relación rico-pobre, o en los valores del “pobre pero honrado", “humilde pero de intachable honradez'.

(GONZALEZ. Óp. Cit. p.95 y 89) citado por (Gómez B. , 1996, pág. 13) 58 La OCSA, órgano orientador del movimiento sindical con base en la doctrina pontificia, empieza a perder fuerza.

83

Órgano jerárquico esencial que ha ejercido su atracción sobre las calles vecinas. Como órgano de

desarrollo que ayudó a formar los barrios alrededor de ella, le ha dado a éstos su vida íntima a la

vez que ha cumplido su papel de monumento simbólico y elemento primario, actitud nítida de

predominio religioso en la estructura urbana (Gómez B. , 1996, págs. 54-55).

De esta forma, el tempo parroquial asociado al espacio habitado constituye una herramienta

para mantener la feligresía bajo un nodo ordenador y en un elemento fundamental en la creación

del espacio barrial, en su morfología y en las identidades sociales que moviliza. La parroquia,

entonces, representada en el territorio mediante el templo, estructuró y delimitó el espacio barrial

a partir del radio de su acción.

Mediante la relación de monumento y espacio barrial, se crea una tipología de poblamiento en

la ciudad de Medellín: el barrio tradicional de principios del siglo XX. Estos barrios

tradicionales, según Gómez, se diferencian de otras tipología de poblamiento por su capacidad

para propiciar identidad, arraigo, sentido de pertenencia de los habitantes por su territorio, no sólo

por las relaciones sociales, económicas y culturales que allí se dinamizan, sino “gracias a la

vigencia de sus propuestas formales donde arraiga la plaza o parque como centro del barrio y

espacio de exaltación de la iglesia parroquial, monumento público que desde sus orígenes lo ha

caracterizado” (Gómez B. , 1996, págs. 53-54). El monumento constituye, entonces, el referente

simbólico y práctico del encuentro social, de los acuerdos políticos y de las cotidianidades que

convierte al barrio tradicional en una continuidad dentro de las estructuras de la ciudad

colombiana. Gómez, para dar fuerza a ese argumento, cita a Juan Carlos Pérgolis59, que expresa

que tal continuidad:

59 PÉRGOLIS, Juan Carlos. Deseo y estética del fragmento en la ciudad colombiana'' En: Magazín Dominical. El

Espectador N° 636, 23 de julio de 1995. Pág. 7-11] citado por (Gómez B. , 1996, pág. 47)

84

ha sido el principal rasgo de identidad de las ciudades colombianas, basados en el espacio público

conformado por la secuencia articulada de calles y plazas. En la homogeneidad de la cuadrícula y

en la coherencia arquitectónica que la acompañó hasta inicios de la modernidad, se dio una correcta

relación entre morfología urbana y tipología arquitectónica, con el solo acento de los edificios

monumentales, representantes de las fuerzas que daban cohesión a la sociedad (Gómez B. , 1996,

pág. 47).

A partir de la modernidad y con el desdibujamiento de las fronteras naturales entre estos barrios

tradicionales –que se insertan en la metrópoli– se crea una noción de barrio diferenciado de otras

espacialidades en tanto su espacio socio-físico y sus delimitaciones, pero relacionado con

externalidades mediante los entramados espaciales, económicos y políticos de quienes lo habitan.

Es decir, aunque cada barrio es vivido por sus moradores de forma diferencial respecto a los otros,

también son permeados mediante la cercanía de otros territorios y las dinámicas de movilidad

social y económica que la metrópoli plantea. Según Gómez, existe una relación entre lo interno y

lo externo60 y, sin embargo, persisten diferenciaciones entre estos espacios a partir de lo la autora

define como confín:

El confín articula y gradúa las relaciones entre interno y externo, entre apertura y cierre. El confín

se puede convertir en filtro o membrana. En lugares cercanos a un confín, los barrios entre ellos se

60 Estamos pues, refiriéndonos a una noción de espacio que presenta un doble perfil: externo delimitado

geográficamente con sus límites físicos y simbólicos, con una trama, altura y color, una tradición histórica y social

que confluye en una forma de percepción del área como unidad homogénea y diferenciadora. La unidad física estimula

la unidad simbólica. [Y] aquella instancia espacial que alude a proximidad, vecindario. Aquí uno se siente protegido,

es aquella puerta de la ciudad que los habitantes ‘sienten que les pertenece’. Barrio es pues, una combinación precisa

de todas estas características ya que una delimitación sin unidad, social y simbólica no sería propiamente un barrio,

no tiene por qué coincidir con el concepto administrativo de municipio. Todo esto en definitiva, redunda en la

configuración de una unidad colectiva, que no es sino la expresión de un sentimiento de apego en sentido espacial.

Los barrios, concebidos como espacios para la reproducción de la fuerza de trabajo, pasan a convertirse en

comunidades'" locales por obra de sus moradores que consiguen sintetizar su arraigo en una cosmología que

recompone los múltiples fragmentos de la inmigración y movilidad urbana” [DENCHE M. Concha. ALGUACIL G.,

Julio, Participación Ciudadana y metrópoli, p. 144-145] (Gómez B. , 1996, págs. 51-52)

85

pueden permear. Sus características funcionan como capilaridades que reinterpretan o dan lugar a

variaciones o ligeras mímesis o a cortes por oposición, cambios de norma que dan otro carácter

(Gómez B. , 1996, págs. 49-50).

Un proceso a destacar en este marco del barrio tradicional en Medellín insertado en la metrópoli,

es el proyecto expansión de la red parroquial generado por Monseñor Manuel José Cayzedo61

(arzobispo de la ciudad entre 1906 a 1935) a partir de iglesias monumentales62. El arzobispo

fundamenta su propuesta pastoral con la erección de nuevos núcleos parroquiales instalados en los

diversos territorios63 poblados en la ciudad que “servirían como dispositivos para la difusión de

una ideología centrada en la voz pastoral, núcleos que por su influjo incidirían con más fuerza en

un territorio […] debido a las relaciones más directas entre el párroco con su feligresía” (Gómez

B. , 1996, pág. 9):

Esta red parroquial tiene como soporte el templo […] que, aunque majestuoso en su tamaño, no

alcanza a competir con la catedral recién fundada. Es una iglesia más a la escala de sus confines

hacia donde llega el sonido de sus campanas que, con su repique, llaman o invitan para expresar

61 Durante el ejercicio del arzobispado de Monseñor Manuel José Cayzedo (1906-1935) esta red de parroquias

confirmaba el número de ellas: 28 parroquias en 1918 y 33 en 1938. Pero su período estuvo marcado por las "iglesias

monumentales" que se iniciaron con su autorización decreto y estímulo” (Gómez B. , 1996, pág. 11). 62 Por Iglesias monumentales, Gómez entiende, citando a Piedrahita, aquellas edificaciones que se “plantean desde el

criterio que permeó al mundo cristiano durarte mucho tiempo, el cual consistía en “edificar templos amplios de

proyecciones grandes y como monumentos arquitectónicos únicos de cada población o sector de la ciudad" Esto

significó, según el autor, demoras de casi una generación para concluidas entre 20, 40 y 60 años. (Gómez B. , 1996,

pág. 11). Unos planos de una iglesia ejemplo esta monumentalidad fueron expuestos, según Luis Fernando González,

en “la Exposición de Antioquia industrial y agropecuaria de 1923 […]"entre varios planos que, colgados de 1os muros,

observamos, nos llamó preferentemente la atención uno, firmado modestamente con una X y que es un proyecto de

un Templo al Sagrado Corazón de Jesús, en el Barrio de Guayaquil, idea que ha sido acogida con general beneplácito

por los católicos de Antioquia (González L. F., 2013, pág. 98) 63Ejemplos de estos templos son Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Buenos Aires, el templo de Nuestra Señora

del Sufragio (inaugurada en 1919 con ocasión del Primer Congreso Mariano Nacional), el templo del Sagrado Corazón

de Jesús en el barrio Guayaquil. Asimismo se fundan los templos de Los Padres carmelitas, cristo Rey, Jesús Nazareno

y La América (este último en un sector aún no declarado urbano), así como los desarrollos que el padre Eduardo Diez

erigió: El calvario en el barrio Campo Valdés, san Francisco de Paula en el barrio Berlín, El Perpetuo Socorro en el

barrio Colón y San Juan de Dios. (Gómez B. , 1996, págs. 11-12)

86

júbilo o doblan las campanas en señal de duelo ante la defunción de cualquiera de sus feligreses

(Gómez B. , 1996, pág. 10).

Como contraste, y para observar el predominio religioso en el ordenamiento de la ciudad, cabe

señalar que estas delimitaciones parroquiales serían asimiladas como puntos fundamentales para

la división administrativa y política de la ciudad. El documento División y Sectorización

Territorial del Municipio de Medellín (1936), define el barrio como la primera Entidad Urbana

delimitada por un “número de familias de 1500 a 2000, las cuales constituyen la Unidad Vecinal

de Urbanismo”. El documento continúa explicando que

En el caso de Medellín se ha hecho coincidir el límite de los barrios con la demarcación parroquial,

marcándolo por accidentes físicos naturales o por una vía principal que no deberá destinarse al

comercio. La Parroquia, el Centro Social, el Grupo de Tiendas, la Escuela, etc., que integran el

Centro Comercial Local, dan al barrio su propia personalidad y se ubican dentro del perímetro

urbano64.

Estas delimitaciones parroquiales y políticas, con las dinámicas de la ciudad metropolitana se

desdibujan, se re-significan, se les subdividen o expanden, a partir de los criterios ordenadores

espontáneos o planeados de los pobladores, que mediante la cotidianidad de su habitar crean

nuevos referentes espaciales y nuevos símbolos. Así, según Gómez, las delimitaciones

administrativas y políticas deben leerse como un proceso que pretende imponer “un sentido de

poder y de autoridad que busca un orden bien sea para aplicar una norma, un impuesto, para

controlar, para vigilar, para ampliar, organizar o facilitar [y que en algunos casos fueron re-

significadas y reconfiguradas, hasta el punto de que no coincide siempre] con los límites

reconocidos por los miembros de una comunidad barrial” (Gómez B. , 1996, pág. 47) Es así como

64 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 4.

87

surgen nuevos concepto de poblamiento en la ciudad, que no se suscriben ni a los fenómenos de

delimitación parroquial de los barrios tradicionales, ni a la definición administrativa.

Por caso, a partir de 1950, la expansión demográfica65 y las características de poblamientos

informales que se estaban consolidando en la ciudad, preocupan tanto la división territorial de la

Iglesia como la institucionalidad política y administrativa de la ciudad66. Así, Monseñor Joaquín

García Benítez67 (cuyo arzobispado se dio entre 1942 y1958), resolvió nombrar una junta para el

estudio cuidadoso de la ciudad que tuvo como resultado, en 1951, el decreto canónico por medio

del cual se generó la erección de 18 iglesias nuevas en Medellín68. En su construcción son

utilizadas tecnologías de construcción y lenguajes del modernismo arquitectónico que implicaron

mayor eficacia en los tiempos de construcción y menores presupuestos invertidos69, por lo que la

presencia en el territorio se planteaba en menos tiempo que en los proyectos parroquiales asociados

a las iglesias monumentales. Los cambios técnicos y las posibilidades que permite el hormigón

65 En 1950, […] la ciudad tiene 340.000 habitantes y concentra el 38% del poder económico y el 67% del poder

industrial de Colombia”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 68) 66 Para esa misma época, la institucionalidad de planeación de la ciudad también había formado un equipo de

especialistas extranjeros para la realización de un estudio de las nuevas dinámicas de la ciudad, equipo que para 1950

entregaría el estudio del Plan Piloto: “En 1950 se hace entrega del Plan Piloto por parte de los urbanistas Wiener y

Sert (antiguo colaborador del francés-suizo Le Corbusier), el cual sirvió como patrón directriz al desarrollo urbano,

poniéndose en marcha la oficina del Plan Regulador que sería posteriormente la Oficina de Planeación” (Planeación

Metropolitana, 1982, pág. 68). 67 “Preocupado por el crecimiento demográfico de Medellín, hasta el punto de que había parroquias con 60.000

habitantes y otras varias con 2O y 25 mil, sin que los párrocos pudieran atender adecuadamente a tantos feligreses,

vistos los progresos de toda clase en cuanto a número de cantinas en la ciudad, urbanizaciones numerosas y dificultades

para que los fieles fueran atendidos” (Gómez B. , 1996, pág. 15). 68 “A raíz de esta inquietud, el 6 de agosto de 1951 se publicó en los diarios de la ciudad, como noticia de primer orden

y bastante comentada, el decreto por medio del cual se erigían canónicamente 18 parroquias simultáneamente en

Medellín: 1. Sagrada Familia (Villa Hermosa) 2. Santa Ana (Manrique Oriental) 3. El Sagrario (Barrio del Templete

Eucarístico) 4. San Cayetano (Aranjuez) 5. Nuestra Señora de los Dolores (Las Estancias), 6. La Milagrosa (Gerona)

7. Niño Jesús de Praga (Enciso) 8. San Judas Tadeo (Castilla) 9. Perpetuo Socorro (En la salida a El Poblado) 10.

Nuestra Señora del Santísimo Sacramento (B. de la Universidad Bolivariana) 11. La Floresta 12. Santa Teresita del

Niño Jesús (Laureles) 13. Santísima Trinidad (Barrio Antioquia) 14. Cristo Rey (Barrio Guayabal) 15. Nuestra Señora

de Fátima (Barrio Nutibara) (Gómez B. , 1996, págs. 15-16) 69 Es apreciable cómo sus técnicas constructivas no se centraron en la monumentalidad del proceso de red parroquial

generado desde el arzobispado de Manuel José Cayzedo, que exigían los recursos, técnicas y el trabajo de varias

generaciones.

88

armado, según Gómez, “incitaron […] a resaltar en la estructura la majestuosidad de los templos

mediante el uso de la bóveda de membrana de forma parabólica o paraboloide hiperbólica70

(Gómez B. , 1996, pág. 16) La utilización de estos nuevos lenguajes constituyen una relación

diferente entre el monumento y el entorno espacial, que “sin perder su carácter monumental

perdieron, sí, parte del simbolismo implícito en el modernismo del siglo XIX” (Gómez B. , 1996,

pág. 16). En este período, se propusieron edificaciones austeras, ubicadas en las esquinas, que ya

no exigían plaza o parque, entre otros cambios71. De esta manera, influyeron de manera diferente

sobre las formaciones barriales y en el orden urbano:

En el orden urbano comienza a desdibujarse el enlace plaza o parque-iglesia, consustancial en los

barrios de principios de siglo que identificaba de esta forma su centro. En algunos casos el atrio –

otro punto de unión con la plaza– es reemplazado por la plataforma o losa que se asume más como

una solución funcional antes que simbólica (Gómez B. , 1996, pág. 17).

Asimismo, este arzobispado impulsó el concepto de Unidades Parroquiales72, que además de

las funciones espirituales y de ordenamiento territorial de la Iglesia, anexaban espacios que

satisficieran necesidades educativas, sociales y que constituyeron puntos de encuentro colectivo y

referencia barriales. Según Beatriz Gómez, la Unidad parroquial tiene como principio "una

70 Ejemplos del nuevo lenguaje son las iglesias de Santa Teresita del Niño Jesús, en Laureles; San Judas Tadeo en

Castilla; Nuestra Señora de Fátima en Nutibara. En construcción San Joaquín, Capilla de la Bolivariana, Capilla del

Colegio de San José. (Gómez B. , 1996, pág. 16) 71 El atrio se mimetiza en el andén (ya son más escasos los podiums). La torre o campanaria continuará como símbolo

ascendente. El color blanco o los materiales naturales de la región (ladrillo) se utilizarán en toda su pureza. El color

contribuirá a destacarla en el entorno. Su posición urbana en el barrio comienza a descentrarse. Su tamaño, que merma

en altura, deja de ser obligante frente a la necesidad de una plaza o parque que sirva de separación y encuadre. La

iglesia se ubica en una esquina (Ej: Las iglesias parroquiales de: Suramericana, Verbo Divino, La Palma, Kennedy,

Patio Bonito, Dan Lucas, Doce Apóstoles (Gómez B. , 1996, págs. 26-27). 72 “Un Modelo de Unidad Parroquial realizado fue el que llevó a cabo el padre Hernando Barrientos en San Cayetano,

Aranjuez, donde adquirió 40.000 varas de terreno y construyó: el templo con techos en paraboloide hiperbólicos, el

Colegio María, con bachillerato completo, el Instituto Arzobispo García para varones, el Club Astorga, con salones

de juego, teatro para comedia y representación educativa, Kinder San Cayetano, Caritas Parroquial con farmacia,

dentistería, médico, ropero, clases para capacitación y restaurante, y la residencia social (Gómez B. , 1996, págs. 21-

22)

89

tradición tipológica y representa la culminación de una larga búsqueda de un orden colectivo según

los pensamientos lecorbuserianos” (Gómez B. , 1996, pág. 21):

"la parroquia" adquiere un carácter integral más amplio que trasciende lo puramente religiosa para

generar “identidad barrial”, por ejemplo, a partir de los colegios y otras instituciones que son de su

iniciativa y hasta llevan su nombre. El espacio barrial, así considerado, es el marco de acción de la

parroquia, así despliega todo su proyecto “civilizador”” (Gómez B. , 1996, págs. 21-22).

Paralelo al proyecto de templos modernos, en la década de 1950, las ideas de izquierda cobran

importancia no sólo en los movimientos sociales rurales y urbanos, sino también, en el seno mismo

de la iglesia. Para 1958, Monseñor Tulio Botero Salazar, como metodología para afrontar estas

problemáticas, erigió 29 parroquias nuevas. Según, Óscar Calvo y Mayra Parra, en su libro

Medellín Rojo (1968), dan un contexto de este proceso:

Monseñor Botero Salazar comprendió la renuncia a la promoción eclesiástica de los sacerdotes jóvenes

y su decisión de ir a los barrios populares como pruebas de renuncia personal y vocación evangélica de

servicio entre los pobres. Pero también estaba presto a encontrar y ensayar nuevos métodos pastorales

que permitiesen llevar la Iglesia de manera permanente a los populosos barrios piratas y de invasión que

se estaban formando en la ciudad”. (Calvo & Parra, 2012, págs. 36-37)

Por ejemplo, en 1961, como contra al apoyo dado por algunos sacerdotes jóvenes a los

pobladores que optaron por invadir los terrenos periféricos de la ciudad para construir su hábitat

(Gómez B. , 1996, pág. 28), monseñor Botero Salazar funda 64 parroquias más, con la ayuda de

comunidades religiosas españolas73. De esta manera, la relación entre monumento de tipo religioso

73“1961 fue un año muy activo, máxime que en la ciudad se llevó a cabo la Gran Misión en 64 parroquias, con la

presencia de comunidades religiosas españolas. Tuvo el carácter de Gran Cruzada y su promoción hacía referencia a:

..UNA REVOLUCION PACIFICA DE LA IGLESIA. SOLO LA DOCTRINA DE CRISTO PUEDE SALVAR A

COLOMBIA. CRISTO ES LA LUZ DESDE HOY LUNES 26 DE JUNIO DE 1961” [Medellín Cívico. Medellín

junio de 1961, p. 3] Llegó justo durante el proceso de pacificación del país después del período de la Violencia”

(Gómez B. , 1996, págs. 18-20)

90

y el barrio, se diversifica en dos posturas: la del arzobispado que mediante la caridad espera tener

una relación cercana y duradera con los feligreses para no perder terreno ante las dinámicas

urbanas, los discursos protestantes y socialistas y, por otro lado, la de algunos sacerdotes jóvenes

que se insertaban en los barrios de invasión y piratas mediante la técnica pastoral de la residencia,

cuyos templos no se restringen a un espacio monumental, a una iglesia moderna o a una Unidad

Parroquial, sino a la extensión del hábitat popular.

En este contexto se observan dos tipologías de poblamiento urbano: los núcleos piratas y las

invasiones de terreno, ambas como posibilidad de acceso al suelo urbano de otros actores en la

construcción de la ciudad: los inmigrantes74 y los desechados. Estos procesos de poblamiento

también fueron abordados, aunque tardíamente, por la institucionalidad que, como plantea Oscar

74 Los inmigrantes son definidos por el documento Estudio socio-económico de los barrios piratas en Medellín (1966)

como “grandes grupos humanos del campo y veredas que se desplazaron hacia la búsqueda de un cambio en su forma

de producción y utilización de servicios” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 6), también

como “población de escasos recursos” y como “mano de obra inculta” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13.

Legajo 1. Folio 7), entre otros apelativos. Apartes importantes del documento que nos permite observar la posición

oficial de la época con respecto a los habitantes de estos espacios, se encuentran en el diagnóstico de la existencia de

escuelas, en el que se refieren a la población en edad escolar desocupada como los representantes del “mayor peligro

que afronta la ciudad en este momento, pues son estos los sectores que se utilizan como guaridas de ladrones, de

viciosos y de toda clase de criminales” “AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folios 24-25),

formulación que es reforzada en el diagnóstico sobre la existencia o no de los puestos de policía, que expresa que “si

la falta de escuelas […] es una de las causas principales para que estos núcleos se conviertan en verdaderos antros, es

más grave todavía la total carencia de vigilancia” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folio 25).

Los inmigrantes, como actor en la creación de la ciudad y por ende como actor patrimonial, pueden entenderse como

uno de los más determinantes de la ciudad, no sólo por su número sino por la predominancia de las formas urbanas

generadas a partir de su arribo, los volúmenes, las morfologías urbanas, su visión del espacio público, los trazados

viales peatonales aprovechando la curva de nivel, los procesos sociales, económicos, políticos y culturales que trajeron

sobres sus espaldas. Según el estudio en 1966 la población de los Núcleos piratas ascendía “a 183.813 habitantes”,

equivalentes “al 23.3% de la población total del municipio” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1.

Folio 20). Pero este actor, desde la perspectiva oficial, no sólo representó problemas, también se le consideró como

una fuente de ingresos para las arcas de la ciudad a partir de la identificación de Áreas de Renovación Urbanas,

mediante las posibilidades de intervención que permitía el Acuerdo municipal de rehabilitación de Barrios, “el cual

permite a valorizaciones formar un fondo rotatorio para la ejecución de obras en las zonas de vivienda sub-normales

y mejoramiento de las condiciones sanitarias y de servicios” AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 1. Legajo 6.

Folio 96. En el Informe de actividades del Departamento de Planeación (1965), ante el Concejo Municipal, el

funcionario da cuenta de otra finalidad con la que se llevó a cabo el Estudio socioeconómico de los Barrios Piratas en

Medellín: “estas evaluaciones socio-económicas en los barrios tuvieron finalmente como otro objetivo conocer las

capacidades de tributación de los núcleos de población para lograr establecer si eran aptas para programas de

valorización” (AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 1. Legajo 6. Folio 97)

91

Calvo y Mayra Parra, “solo hasta los años setenta distinguió entre urbanizaciones clandestinas por

invasión, incipientes o en desarrollo, y urbanizaciones clandestinas de carácter irregular o pirata

en desarrollo o normalizadas” (Calvo & Parra, 2012, pág. 38)

Valoración política y económica de la construcción social del hábitat popular en relación

con su patrimonio: tipología de barrios piratas

Desde la perspectiva del patrimonio urbano, esta tipología de barrio o núcleo pirata dados en

Medellín, no dista de los procesos de poblamiento ocurridos en las ciudades americanas75 como

proceso de poblamiento asociado a las búsquedas de suelo urbano por parte de pobladores sin

acceso a la tierra. Así, Jorge Ramos expresa que:

Estas experiencias junto a otros modos del suburbio, como casillas y viviendas progresivas "de

material" asentadas sobre terrenos invadidos y loteos generados por rematadores y especuladores

diversos, o barrios planificados por autogestión o gobiernos populares, responden a un patrón de

ocupación territorial casi constante: el damero infinito. Esta continuidad con las históricas trazas

iberoamericanas, por un lado se aleja de la idea de borde, recinto o urbanismos separados, pero por

otro lado se presenta como un espacio social de claras diferencias con el centro urbano

75 Oscar Núñez, Emilio Pradilla y Martha Schteingart, en su texto “Ensayos sobre la Problemática de Vivienda en

América Latina”, pág. 27, citado por (Coupé, 1993, pág. 6), ofrece una definición aproximada para América Latina:

“La adquisición de un lote en fraccionamiento ilegal, es decir, que no reúne las condiciones de equipamiento exigidas

por el Estado o que presenta problemas de titularidad jurídica, permite al comprador evitar ciertos costos de inversión

que no puede cubrir y también la evasión de ciertas condiciones contractuales (garantías de pago, hipotecas,

demostración de ingresos, etc.), pero lo somete al permanente peligro de lanzamiento o a la inseguridad jurídica. Para

el fraccionador, significa la apropiación de rentas del suelo considerables sin que para ello, haya tenido que realizar

inversión alguna y, a la vez, la posibilidad de operar mediante la introducción al mercado de tierras comúnmente sin

valor comercial y sin posibilidades de realizar en ellas acciones de fraccionamiento normal."

92

modernizado, un espacio marginal, segregado, pobre, ilegal y carente de infraestructura (Ramos,

1994, pág. 34).

Como ejemplo de estos procesos de poblamiento, los primeros loteos piratas de los que se tiene

registro son datados con fechas diferentes por las fuentes consultadas. Así, el documento de la

oficina de Planeación Metropolitana Medellín: evolución histórico demográfica (1982), observa

que “los primeros asentamientos clandestinos sin ajustarse a las normas surgen en 1850 al ser

parceladas por sus mismos herederos, unas tierras localizadas en la actual comuna del Poblado, las

cuales persisten aún con el nombre de la Loma de los González” (Planeación Metropolitana, 1982,

pág. 15). Por su parte, el documento de la Oficina de Planeación Actualización Estudio socio-

económico de Barrios Piratas (1966) expresa que la “Loma de los González, en la comuna del

Poblado, […] tuvo su origen en el año de 1.865 [y agrega que] también El Socorro, en la comuna

de La América, figura como del siglo pasado”76.

Así, este proceso de loteo pirata y creación de espacios por fuera del incipiente proyecto

planificador urbano institucional, ha estado presente en toda la historia moderna de la ciudad de

Medellín y merece ser observado con mayor detenimiento desde la perspectiva del patrimonio

urbano. Para hacer una claridad, el concepto de núcleo pirata no es asimilable al de barrio

tradicional, puesto que “no corresponde en ninguno de los casos a las agrupaciones humanas, que

entre nosotros se ha dado en llamar “Barrios […]”77 dado que, por ejemplo, es “frecuente

encontrar, según la división actual de la ciudad, barrios con tres y cuatro núcleos piratas”78. El

concepto de núcleo pirata es definido, por la Actualización al Estudio de Barrios Piratas (1966)

76 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folio 31 77 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 4. 78 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 4.

93

como “una manifestación anormal de crecimiento […]. Son núcleos marginados de urbanización

clandestina con defectuosa prospectación y efectuada por fuera de las normas y especificaciones

exigidas por la oficina de Planeación”79. Françoise Coupé, citando a Alba Lucía Serna y otros, lo

define como:

Núcleo de desarrollo espontáneo, no controlado, lotificación sin servicios, o que no cumple con las

normas mínimas de urbanización, y que generalmente se desarrolla por autoconstrucción, ya sea

con materiales convencionales o de desecho. (...) A pesar de que las urbanizaciones por invasión

son igualmente piratas, aquí, se reserva este nombre para aquellas que no se han desarrollado de

acuerdo con las normas mínimas de urbanización, señaladas por Planeación Municipal, ni han

contado con autorización oficial para su desarrollo, aunque los residentes hayan comprado

legalmente su lote al propietario, quien de ordinario es el urbanizador pirata80 (Coupé, 1993, pág.

6).

De la temporalidad en que se dieron estos asentamientos, puede decirse que iniciando el siglo

XX, se tienen registros de la creación de algunos núcleos en la década de 191081. Sin embargo,

existe consenso entre las fuentes en que es a partir de la década del 194082 cuando su incremento

se hace más notorio. Esto se debe al aumento de la población acelerado tanto por crecimiento

vegetativo como por inmigración generado en el período intercensal 1938-195183. Este acelerado

79 AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folio 6. 80 .Alba Lucía Serna y otros, Composición social y movilización política en barrios populares de Medellín, p. 5 81 De los primeros núcleos piratas que se tienen registro (1910-1920) son los siguientes: “La Pola en la comuna de

Robledo; Ratón Pelao, Trincheras, El Vergel y el Pinar en la comuna de la Candelaria y la Capilla del Rosario (hoy el

Rincón) en la comuna de Belén. Además en 1920 había urbanizadores piratas que cambiaban lotes urbanos por trabajo

en el sector de Campo Valdés”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 39) 82En la década de 1940 se establecieron los barrios de Santa Cruz, Germania (hoy la Frontera), la Francia, Villa de

Guadalupe, Moscú, la Rosa y Carambolas (hoy San José de la Cima) en la parte nororiental de la ciudad. Igualmente

se crearon los núcleos de San Antonio, Villa Tina y Los Mangos (hoy Llanaditas) en la comuna de la Candelaria; los

de Betania (hoy el Corazón). Sucre, Zafra y Apolo en la comuna de Belén (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 63) 83 “Al realizarse el XII Censo Nacional de Población el 9 de mayo de 1951, la ciudad registró 358.189 habitantes que

representaban un gran incremento poblacional en el período intercensal 1938-1951 de 189.923 habitantes (unas 14.787

personas anualmente), que habían hecho ascender a 23% la participación en la población del Departamento. La

94

proceso de inmigración que, según el documento de Medellín: evolución histórico demográfica

(1982), se debe a “La Violencia” rural y el impulso de la oferta de trabajo y de servicios generado

por la industria84, adquiere forma material en el paisaje de la ciudad mediante el notorio

crecimiento de loteos piratas en la década de 1940. El libro Medellín Rojo (1968), describe un

contexto de este proceso para el nororiente:

A principios del siglo XX, los terrenos pendientes al nororiente del centro histórico de Medellín

estaban en manos de grandes propietarios particulares, arrendatarios campesinos o dueños de

mejoras y ocupantes con títulos dudosos. Tanto en el nororiente como en otros rumbos de la ciudad,

los urbanizadores privados jugaron un papel fundamental en la construcción de vivienda popular

durante la primera mitad del siglo. Estos empresarios, a menudo propietarios de grandes fincas en

la zona, lotearon y vendieron terrenos para la construcción de barrios como Campo Valdez, Berlín

y Aranjuez (c.1920). Con la llegada de una nueva oleada de inmigrantes entre 1940 y 1960,

procedentes sobre todo de la región del suroeste antioqueño, que venían atraídos por las mejores

condiciones que ofrecía la ciudad o huyendo de la violencia en el campo, se aceleró el poblamiento

en las laderas empinadas al norte de Berlín y Aranjuez, a través del loteo de antiguas fincas por

propietarios legales e ilegales. Así, más que un cambio en la estrategia de urbanización por

empresarios privados, la clasificación de los asentamientos se trasformó cuando el municipio -de

participación del crecimiento vegetativo de la población de la ciudad durante el mencionado período […] fue de 69.967

habitantes, habiendo aumentado la tasa por este concepto a 2.17%. Por su parte el crecimiento migratorio neto fue de

119.956 personas (una tasa de 3.71%) que significaba casi 10.000 personas que llegaban a la ciudad anualmente […]

provenientes casi todos del resto de municipios del Departamento. De la población censada en Medellín durante 1951,

el 44.8% eran inmigrantes del resto de municipios del Departamento, sólo el 7.2% provenía de otros Departamentos,

el 0.7% del exterior y la población nativa de la ciudad representaba un 47.3% (Planeación Metropolitana, 1982, pág.

71) 84 “1) La situación económica-política y social que se creó en la época de “la violencia” y que a nivel nacional

determinó las migraciones masivas a las ciudades, como consecuencia de las exigencias de la capitalización de la

agricultura, que propició el desalojo de la mano de obra y el deterioro de las relaciones de producción en el campo. 2)

El gran impulso industrial en la época posterior a la crisis económica mundial de 1930 y la segunda guerra mundial

(1939-1945), que ocasionaron gran concentración de actividades, desarrollo infraestructural, y donde hubo

movimiento de fuertes sumas de capital y gran demanda de servicios e inversiones”. (Planeación Metropolitana, 1982,

págs. 63-64)

95

acuerdo con el concepto de planificación- comenzó a considerar "piratas" las urbanizaciones por su

falta de adecuación a las normas urbanísticas (Calvo & Parra, 2012, pág. 38).

En la década de 1950 estos procesos hacen que la ciudad adquiera notables cambios. Vale la

pena anotar, por ejemplo, los análisis generados en los Anuarios Departamentales de Estadística

de entonces, donde se interpretan algunos de los fenómenos decisivos de mediados del siglo para

las ciudades colombianas, en la cual agrega como otro factor importante para el análisis “la

iniciación de una vacilante planeación a nivel nacional y […] local, con […] énfasis en el manejo

económico, […] en la distribución de la población y los espacios productores y casi ninguna

atención a los problemas estructurales de orden social, económico y físico funcional” (Planeación

Metropolitana, 1982, págs. 73-74). El documento Actualización del Estudio sobre Núcleos Piratas

(1966), coincide en las causas planteadas anteriormente pero otorgándole otros matices que

enunciamos y profundizamos a pie de página: a) Inmigración rural incontrolada85; b) Desarrollo

industrial y de servicios86 y c) encarecimiento de la tierra87. El análisis de estos detonantes de la

inmigración y sus procesos de poblamiento, hacen que Medellín adquiera los elementos que

caracterizan las aglomeraciones urbanas modernas del país. Según de Gilma Mosquera, citada por

el documento de Planeación Metropolitana, en el texto Diagnóstico General sobre el Problema de

85 “Las organizaciones urbanas se han visto presionadas en la última década por grandes grupos humanos del campo

y veredas que se desplazaron hacia la búsqueda de un cambio en su forma de producción y utilización de servicios.

No obstante la ciudad no está preparada para recibir esta población, lo que genera formacione (SIC) anormales que se

marginan en Tugurios, Inquilinatos y Núcleos Piratas”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio

6. 86“El crecimiento industrial y la expansión de los servicios ha estimulado así mismo la inmigración por la creación de

nuevas plazas de trabajo y la utilización de la mano de obra”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1.

Folio 6. 87“Los terrenos de la zona urbana en la ciudad han tenido un aumento de valor excepcionalmente rápido e incontrolado

en los últimos años. Este factor ha sido muy determinante para que la radicación de núcleos de población de escasos

recursos se efectúe en las laderas y se reduzca limite (SIC) la inversión en exigencias urbanísticas, propiciándose las

deformaciones defectuosas”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 7

96

la Vivienda en Medellín, estos elementos, en cuando a la dinámica de los Núcleos piratas, se

sintetizan en:

- Especulación sobre suelos urbanos y suburbanos

- Proliferación de barrios clandestinos, sin estructuración urbana pero con una gran dinámica

de evolución

- Asentamientos de vivienda en áreas inadecuadas y peligrosas (grandes pendientes, zonas

inundables, terrenos erosionables).

- Deterioro físico y ambiental.

- Segregación excesiva de las actividades urbanas y de la población. (Planeación

Metropolitana, 1982, pág. 74)

Así, entre las décadas de 1940 y 1960 son considerables los cambios a los que se enfrenta la

ciudad y el crecimiento acelerado urbanizador “entendiendo este fenómeno no sólo en el aspecto

físico-espacial, sino en las transformaciones conjuntas que se dieron en las estructuras económica,

social, política e ideológica” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 63). Por caso, en sólo tres años

(1957-1960)88 se registra la aparición de al menos 7 núcleos piratas nuevos en la ciudad.

Asimismo, aunque con menor intensidad, se generaron ocupaciones en la Comuna 3, en la Comuna

de la América, en Bellavista y la Comuna de Belén89. Es en esta década, también, cuando se

observa notoriamente el rebasamiento del perímetro urbano por loteos piratas en las laderas del

88 “Entre 1957 y 1960 iniciaron su desarrollo numerosos núcleos en las diferentes comunas de la ciudad. Nacieron,

entre otros, los barrios de: Las Granjas (Comuna No. 1), Castilla (hoy Girardot), la Unión (en Castilla) y Masavielle

(en Robledo) pertenecientes a la comuna No. 2; Villa Lilian (hoy Las Estancias) en la comuna No. 3; Juan XXIII (hoy

La Pradera) en la comuna No. 4 y Las Violetas en la comuna No. 6”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 74) 89 “De la misma manera nacieron los barrios de Llanaditas, Avila (hoy la Milagrosa) y la Esmeralda en la Comuna

No. 3 –La Canderaria-, San Pedro Ferrer (hoy la Loma) en la comuna de La América y Bellavista en la comuna de

Belén, respectivamente” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 81)

97

valle90. En el Estudio sobre Barrios Piratas (1963) se observaron un total de 64 núcleos ilegales,

“con 15.279 viviendas, que alojaban 118.826 habitantes o sea el 16% de la población de la ciudad”

(Planeación Metropolitana, 1982, pág. 81). Para 1966, en la actualización del estudio, se registra

que “población total existente en los 76 núcleos […] (69 dentro del perímetro y 7 fuera de él),

asciende a 183.813 habitantes. Esta población equivale al 23.3% de la población total del

municipio”91.

El estudio de 1966 a nivel general alerta sobre algunas características de la situación física-

espacial, social y económica en que se encontraban tales núcleos para la fecha:

Si se tiene en cuenta el porcentaje y las condiciones infrahumanas en que se vive en estos núcleos,

se aprecia el estado alarmante existente, y por lo tanto su urgente estudio y solución. Para albergar

dicha población se cuenta con un total de 25.744 viviendas lo cual da un promedio de 7.1 habitantes

por vivienda. Las viviendas son en gran parte edificaciones ruinosas (4.606), además de una buena

cantidad de tugurios y, algunos, en relativo buen estado, lo que da una idea de miseria y

hacinamiento, en la cual viven estos grupos humanos92.

Sin embargo, las acciones estatales consecuentes con el estudio de 1966 había emprendido un

programa de habilitación e integración al sistema urbano y a los servicios públicos de algunos de

estos núcleos: “Esta puede ser una de las causas para que en 1970 los asentamientos clandestinos

descendieran a 42, ubicados en 9.849 viviendas donde se alojaban 91.329 personas que

representaban el 9.2% de la población de Medellín” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 91).

90 “Los barrios periféricos estaban conformados por los barrios: Popular, Santo Domingo Savio, la Esperanza; San

Pablo y San José de la Cima en la Comuna No. 1; la Pola en la Comuna No. 2; LLanaditas y el Vergel en la Comuna

No. 3; el Pesebre, Blanquizal, Betania, Belencito y el Corazón en la Comuna No. 4” (Planeación Metropolitana, 1982,

pág. 86) 91 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 20 92 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 20

98

Ilustración 3: Periódico El Mundo, 23 de abril de 1979

Valoración política del núcleo pirata desde la perspectiva del patrimonio urbano

Es posible establecer algunas características formales y constructivas de los Núcleos Piratas,

sus referentes espaciales y sus dinámicas de ordenamiento territorial. El estudio de 1966 genera

algunas afirmaciones sobre los saberes constructivos que sus habitantes traían consigo desde la

ruralidad, en paralelo con los que desarrollaron como advenedizos habitantes urbanos. Por

ejemplo, destaca la utilización de “los más variados materiales y sistemas de construcción”, al

mismo tiempo que observa que son “[…] edificaciones hechas sin técnicas o norma alguna”93,

93 “El material más común es el adobe, que lo utilizan en 53 núcleos. La tapia en 3 núcleos. Tapia y adobe en forma

combinada en 5 núcleos. Adobe y bahareque en 6 núcleos; […] bahareque en 6 núcleos y tugurios propiamente dichos

los hay en 3 núcleos”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13, Legajo1. Folio 22

99

“que constituyen un peligro para sus habitantes”94. A pesar de la negación por parte del estudio de

las técnicas con las que se construyeron estos territorios, las formas urbanas que establecieron, el

texto reconoce que los núcleos están construidos con base en un principio urbanístico general,

aunque con múltiples dificultades:

Generalmente se aplica como principio urbanístico la tradicional cuadrícula española sobre

cualquier tipo de terreno, dando como resultado grandes pendientes en las vías, servidumbres en

los desagües particulares, imposibilidad de dotación de servicios, gran costo en la ejecución de las

vías por los enormes cortes que es necesario efectuar y toda una serie de obstáculos originados por

la mala distribución de la tierra95.

Ilustración 4: Barrio Popular 2, Archivo Periódico El Mundo. Inédita

94 “Para un total de 25.744 viviendas existentes en los 76 núcleos, se tiene que en 19 de estos el estado de la

construcción es bueno, 42 es regular y en 15 es malo. Hay un total de 4.606 viviendas en estado ruinoso, las cuales

presentan las peores condiciones de higiene y construcción, sin dotación alguna, en ellas se vive en la forma más

infrahumana que se pueda imaginar”. AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 22 95AHM. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 10

100

Gilma Mosquera ha adelantado algunas de las características que permiten observar los niveles

de consolidación y la organización comunitaria por medio de la cual fueron construidos tales

espacialidades: espacios sin estructuración urbana pero con una gran dinámica social, ocupación

ilegal de tierras urbanas y suburbanas, inserción en la urbe de características propias de la vida

rural, asentamientos en áreas inadecuadas y peligrosas y deterioro físico y ambiental.

Por su parte, la Actualización del Estudio de Barrios Piratas (1966), nos permite observar otras

características: la distribución espacial en torno a los espacios de organización comunitaria, la

lucha política por los equipamientos comunitarios, los servicios públicos y los lugares de

abastecimiento e intercambio económico. Estos procesos crean nuevos ordenamientos, nuevos

referentes espaciales y sustanciales cambios en el paisaje urbano.

Es destacar que, si los barrios tradicionales y las unidades parroquiales ordenaban su territorio

en torno a los templos y su radio de influencia, para algunos Núcleos Piratas la delimitación de los

territorios se establece en torno a la organización social y los radios de influencia de los comités o

Juntas Barriales. Es así como, la división del territorio no se da solamente con respecto al templo,

sino bajo las delimitaciones generadas por la organización social reivindicativa que en ocasiones

comparte espacio con el templo o capilla. El planteamiento del documento de 1996 es esclarecedor

con respecto a las nuevas zonificaciones y señalamientos de sectores que le exigió a la

institucionalidad el ordenamiento territorial de los Núcleos Piratas:

En la actualidad la Oficina de Acción Comunal Municipal, se ha dado a la tarea de organizar las

diferentes juntas ya existentes y para ello ha zonificado la ciudad y ha ido señalando el sector dentro

del cual cada junta podrá actuar y ejercer su respectiva jurisdicción, con esto va a acabar con las

numerosas Juntas que actúan en estos núcleos, en forma desorganizada, sin beneficio para los

núcleos, sino que por el contrario los perjudican y los mantienen en un estado lamentable sin que

hasta el momento el Municipio haya podido hacer mayor cosa, todo debido a esa falta de

101

coordinación existente entre ellos. […] Es imposible que ejerzan una labor benéfica tal cantidad de

Juntas las cuales operan sin una organización determinada y con una falta total de cooperación entre

sí, y por parte de entidades que estarían interesadas en ello96.

Según el documento de 1966, estas organizaciones ascienden a un total de 68 Juntas o Comités

de Acción Comunal para 56 núcleos piratas97 -20 de los Núcleos no cuentan con Juntas. De esta

amanera, se enfrentan dos conceptos espaciales para ordenar la ciudad: la demarcación de los

barrios a partir de las delimitaciones parroquiales asumidas por planeación municipal donde el

templo ordena tanto espacial como socialmente y las delimitaciones comunitarias generadoras de

subdivisiones del territorio, tales como el sector.

La institucionalidad, afronta este proceso en 1965 “por medio del Acuerdo No. 42 de 1.965,

que incorpora la Acción Cívico Comunal98, en los programas de desarrollo físico, económico y

social que adelanta el municipio a través de sus diversas dependencias y se reglamenta el

funcionamiento de los centros cívicos y Juntas de Acción Comunal”99. El objetivo de estas Juntas

es promover “el desarrollo y mejoramiento de las comunidades locales, buscando para ellos la

efectiva participación de todos sus integrantes y el estímulo de las entidades oficiales y particulares

que puedan prestar alguna cooperación100”. Los inmigrantes, así, consiguen organizarse

socialmente en procesos basados en lo solidario y lo reivindicativo, y son insertados mediante esta

propuesta gubernamental a la planeación de la ciudad, comunicando las apuestas organizativas

comunitarias con las reglamentaciones y prospecciones institucionales.

96 Planeación caja 13 legajo1 folio 25-26 97. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25-26 98 “Se entiende por Acción Cívico Comunal, la cooperación permanente y organizada que los ciudadanos quieran

prestar voluntariamente para contribuir al bienestar y progreso de sus comunidades por medio de las Juntas de Acción

Cívico Comunal Municipal”. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25 99 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25

100 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25

102

Sin embargo, es de precisar que en algunos Núcleos, el templo o capilla constituyó el lugar de

encuentro de la organización social, permitiendo una delimitación mixta entre la influencia de la

Iglesia y de las organizaciones sociales. Como ejemplo de esto, cabe resaltar que para 1966 la

presencia de templos, capillas o espacialidades ordenadoras del territorio, se registró “en 24

núcleos […] que en muchos casos presta otros servicios como escuela, salón de reuniones, etc. No

hay edificios para este fin en 52 núcleos”101. La relación entre los usos religiosos de estos espacios

ordenadores, con la organización social y lugares de encuentro, hace notable, asimismo, que

procesos como la solidaridad y la asociación comunitaria tienen gran relevancia en la construcción

de los espacios y constituye un proceso de relación con la centralidad de la ciudad, en la medida

que generan organizaciones capaces de voz y voto en los ordenamientos urbanos.

Así, estas agrupaciones humanas que eran entendidas desde la institucionalidad como los

representantes de “más graves problemas de desorden humano, hacinamiento y miseria”102, logran

para 1966, acceder a alguna infraestructura en torno a servicios de salud y educación.

También es interesante destacar las redes económicas y lugares de abastecimiento generadas en

estos espacios. La actualización del estudio en 1966, permite observar que de los espacios de

intercambio económico, abastecimiento o proveedurías “sólo existe en 2 núcleos, quedando 74

núcleos que se tienen que proveer en otros establecimientos, donde son explotados por

revendedores, o en muchos casos los habitantes de estos núcleos tienen que hacer el viaje hasta la

Plaza de Cisneros donde pueden adquirir sus mercados a precios que están más a su alcance”103.

101 “Teniendo como base factores tan importantes como son: la ignorancia, las creencias y los prejuicios de esta clase

de gente, se ve la gravedad que representa esta clase de servicio”. Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo1. Folio

23-24

102 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 25 103 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 26

103

Sin embargo, a nivel de tiendas locales las estadísticas confirman el lugar importante que estos

pequeños mercados adquieren desde entonces en estos espacios:

62 núcleos cuentan con tiendas y graneros, en estos lugares adquieren el grano y víveres a precios

muy altos si se tiene en cuenta el proceso por el cual tienen que pasar estos productos para llegar al

núcleo. En total hay 338 tiendas y graneros distribuidos en 62 núcleos; en 14 núcleos no se

encuentran ventas de esta clase, siendo por consiguiente los que se hayan en peores condiciones104.

Lo que permiten plantear estas cifras es que para 1966, aunque precariamente, estas

espacialidades habían ya consolidado un territorio, una organización comunitaria compleja, unos

espacios para resolver necesidades básicas alimenticias, de salud y de educación y se habían

insertado en la urbe pese a las dinámicas de segregación espacial, social y económica. Permiten

plantear también que estas espacialidades plantearon una serie de problemáticas a los planes de

desarrollo y de ordenamiento que estaban direccionando la ciudad (Plan Piloto, Plan Vial, Plan

Director), exigiendo que se les integrara a la estructura urbana y ocupando territorios planteados

para usos comerciales o industriales, con usos domésticos y de aprovechamientos agrícolas y

pecuarios. Además, estos núcleos plantean nuevos retos al plan vial, ya que su articulación a la

movilidad de la ciudad no estaba contemplada en la planeación inicial. Son destacables también

los retos que estas espacialidades ponen a los presupuestos planteados para gestionar el territorio.

El estudio de 1966, por ejemplo, plantea que “las soluciones encaminadas a efectuar

remodelaciones totales en los núcleos piratas escapa a la capacidad económica del sector

oficial”105. Esta misma mención se hace para consideran unos núcleos particularmente sensibles:

los ubicados en zonas céntricas. El estudio observa que “[…] estos núcleos deben ser erradicados

104 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 26 105 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 7

104

y ser ésta la última meta a seguir. No obstante, considerando objetivamente el problema y dentro

de las limitaciones actuales esta política está fuera de los recursos, y por lo tanto el fenómeno ha

de aceptarse como hecho creado”106. También son notables las exigencias que ejercen hacia una

legislación que no corresponde con las realidades materiales, hasta el punto que el estudio insinúa

que “la ley se ajuste a las condiciones reales del núcleo, permitiendo la creación de barrios

económicos”107. Así, los programas planteados para hacer frente a estos retos y problemáticas se

centran en las condiciones mínimas que permiten los presupuestos, las capacidades técnicas y la

legislación, asociadas principalmente a la conexión de servicios públicos y a la movilidad,

restringiendo sus acciones sólo a un asunto técnico:

La oficina de planeación busca en las remodelaciones conservar los alineamientos de las

construcciones existentes y las circulaciones naturales, previendo obras mínimas adecuadas a este

tipo de conformación urbanística como son senderos de peatones en pisos de piedra, vías principales

de acceso con secciones mínimas y en pavimento asfáltico. Los servicios de acueducto y

alcantarillado deberán tener las especificaciones menores exigidas y en algunos casos donde se

presente dificultad por debajo de estos índices, en relación a servidumbres, rasantes y pendientes.

Así mismo se tienen en cuenta la red de servicios comunales en las áreas de uso público y proyectar

las remodelaciones en núcleos completos, para darles un tratamiento integral108.

El objetivo también estaba asociado a evitar su expansión, proponiendo como estrategia sellante

que alrededor del cordón edificado de las laderas circundantes y de la vía de circulación, debía

“complementarse con una acción masiva de reforestación a gran escala, buscando contener la

expansión y nuevas manifestaciones de los núcleos piratas”109.

106 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 9 107 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 8 108 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 8 109 Fondo Alcaldía. Planeación. Caja 13. Legajo 1. Folio 8

105

Valoración económica y política de la construcción del hábitat popular: tipología

asentamientos de invasión

Según las fuentes, desde la década de 1950, se generan en la ciudad unos procesos de ocupación

marginal que se diferencia de los núcleos piratas en tanto los habitantes invaden suelos privados o

públicos, sin efectuar pago a lotificadores. Por ejemplo, las fuentes permiten observar que aunque

desde la década de 1940 se dan estos asentamientos es a partir de la década de 1960 cuando se

incrementa “la ocupación clandestina de terrenos” (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 81),

ocupando principalmente la Comuna 1 (Nororiental) y la Comuna 2 (Robledo). En la década de

1970 se intensifica la edificación clandestina con “el fenómeno de invasión de terrenos ubicados

en la periferia urbana y de propiedad oficial o particular”110. Estas dinámicas, estudiadas mediante

la formulación de tipología de invasiones, fueron construidas por inmigrantes que arribaron a la

ciudad desde poblados del departamento de Antioquia y por tugurianos111 que para 1960 ocupaban

110 De esta forma surgieron los asentamientos del Playón de los Comuneros (hoy la Frontera), Marco Fidel Suarez (el

Bermejal), Moravia y el Puente del Mico (cerca al Parque Norte), en la Comuna Oriental; los de la María (en Francisco

Antonio Zea) y Santander en la Comuna de Robledo, además de la Libertad (hoy Villatina) en la Comuna de la

Candelaria”. (Planeación Metropolitana, 1982, pág. 91) 111“la acción del Estado también incentivó de manera indirecta las invasiones en el Popular y, más al oriente, en Santo

Domingo Savio, la zona de mayor asentamiento por invasión en Medellín a mediados de los años sesenta. Desde 1956,

la Municipalidad había acordado constituir Casitas de la Providencia, una fundación de derecho privado -dotada de

presupuesto público, pero administrada con participación de la Iglesia, los gremios de la industria y la construcción-,

cuyo objeto era la erradicación de tugurios y la construcción de viviendas "para las clases pobres de la ciudad". Entre

1958 y 1960, Casitas de la Providencia se encargó de la erradicación de los tugurios de La Iguaná y Cementerio

Universal, mientras en conjunto con el ICT construyó cuatrocientas viviendas para el traslado de sus antiguos

habitantes al barrio Santander, en la zona noroccidental del valle. En 1960, el municipio decidió construir un "barrio

piloto de acción comunal" para erradicar y trasladar a las familias desalojadas de los tugurios ubicados en La Alpujarra,

Estación Villa, la Inmaculada y San Benito. Según el censo realizado por la fundación para el proceso de erradicación

de tugurios, en 1.860 hogares habitaban unas 13.000 personas, de las cuales 11% había nacido en Medellín; 73%, en

otros lugares del departamento de Antioquia, y un 11%, en el resto del país. EI proyecto para reubicarlos fue construido

entre 1961 y 1963, en un lote comprado por el municipio al oriente del río, al norte de Moscú y al sur de la zona de

invasión donde se levantaban las primeras casas del Popular. La localización del nuevo barrio en la periferia urbana

permitía reforzar la segregación socio-espacial de los centros económicos y políticos de la ciudad”. (Calvo & Parra,

2012, pág. 41)

106

suelos en otras zonas de la ciudad y que fueron objeto de fallidos112 proyectos de erradicación de

tugurios y reasentamiento por parte de la institucionalidad de la ciudad:

Los inconformes con Casitas de la Providencia113, así como familias procedentes de tugurios o

cuartos de alquiler en diversos lugares de la ciudad, se desplazaron masivamente al oriente de villa

del Socorro para consolidar el asentamiento del Popular. Muchos de los primeros habitantes de este

barrio estuvieron ligados a un proyecto del Estado para erradicar los tugurios y "rehabilitar" a los

tugurianos. Ellos provenían de sectores céntricos de Medellín: eran migrantes por segunda o tercera

vez, ahora dentro de la misma ciudad. […]. (Calvo & Parra, 2012, págs. 50-52)

112 “El proyecto pastoril plasmado en Villa del Socorro comenzó a resquebrajarse desde el mismo momento de los

traslados, en marzo y abril de 1963, cuando ante el incumplimiento de las promesas oficiales los habitantes se negaron

a dejar sus hogares. Como 1o atestiguan las fotografías de Carlos Rodríguez, las viviendas fueron demolidas con

maquinaria pesada y la gente sacada por la fuerza con la presencia de efectivos militares y policiales. Una vez

instalados, la cohabitación con las familias piloto resultó en prolongados conflictos y las condiciones de arriendo o

promesas de venta fueron rechazadas por algunos habitantes. Con el tiempo, las propias trabajadoras sociales de

Casitas de la Providencia concluyeron que la experiencia "modelo” de Villa del Socorro había resultado un fracaso

estruendoso.62 Como pastor de este rebaño insumiso, la curia nombró a un joven sacerdote: "Hicieron Villa del

Socorro y metieron la gente a la brava. Para allá mandaron al primer párroco: Vicente Mejía”. (Calvo & Parra, 2012,

pág. 43) 113 “Casitas de la Providencia concebía el problema de los tugurios como un asunto de orden estético y a sus habitantes

como personas inferiores, opuestas al cambio, irrespetuosas de la propiedad privada, proclives al delito, el adulterio,

la prostitución y la homosexualidad, características morales que no los hacían "merecer" el apoyo del Estado. Pero la

necesidad de expulsar los habitantes de los tugurios asentados en zonas céntricas de la ciudad, en especial en zonas

con obras de valorización, y el temor a la agitación comunista después de la Revolución Cubana, llevó a considerar a

algunos habitantes como sujetos de "rehabilitación”. Aunque los 1.860 hogares clasificados como tugurios serían

demolidos, no todas las familias erradicadas serían llevadas al barrio piloto, que contaría solo con 800 viviendas en

una primera etapa y otras 400 en una segunda etapa. Así, villa del Socorro debía ser un barrio piloto que "rehabilitar”

a los habitantes de los tugurios mediante el ejemplo de otras familias pobres –distintas porque no habían habitado

tugurios- también radicadas allí, y que a su vez se convertirían en modelo para los pobladores de los barrios vecinos.

La cuidadosa selección de familias, a través de la indemnización para quienes no podían o no querían ser

"rehabilitados” las restricciones a la propiedad por medio de la entrega en arriendo o promesas de compraventa sin

títulos efectivos y las limitaciones para la ampliación de las viviendas debían constituir un orden social no conflictivo,

en donde se recrearían los valores de respeto a la autoridad, la propiedad y la familia cristiana”. (Calvo & Parra, 2012,

págs. 41-43)

107

Ilustración 5: Tugurianos de Guayaquil década de 1970. Archivo Fotográfico Periódico El Mundo. Inédita

Desde la perspectiva del patrimonio urbano, cabe anotar que la construcción de los

asentamientos de invasión, como proyecto político, también estuvo asociada a un sector de la

Iglesia114. Es así como se da otra tipología de poblamiento, asociada a procesos políticos

reivindicativos y combativos, que marcaron la historia de muchos asentamientos en la ciudad y

que como continuidad seguía teniendo la participación decidida de la Iglesia en sus ordenamientos

territoriales, ratificando el predominio religioso sobre el ordenamiento territorial de la ciudad. Se

114 “La decisión de […] emprender una misión evangélica en las parroquias populares no fue un hecho aislado. Otros

curas jóvenes se dedicaron a la pastoral obrera: Ismael Mejía Benjumea, capellán de fábrica en la planta industrial de

Fabricato, y Óscar Vélez, asesor de la Juventud obrera católica (aunque ninguno de ellos era cura trabajador). De

acuerdo con el testimonio de Gabriel Díaz, existía entre el grupo una división del trabajo por sectores poblacionales:

él laboraba con los 'campesinos" que habitaban las “urbanizaciones piratas” Vicente Mejía, con los habitantes de los

tugurios, y Óscar Vélez, con los obreros”. (Calvo & Parra, 2012, págs. 56-57)

108

da, entonces, una renovada relación entre la construcción del hábitat y el monumento religioso,

que ya no adquiere necesariamente formalizaciones físicas en un solo edificio a manera de templo,

sino que se presenta en ocasiones como el espacio habitado. Así, las características formales de

creación espacial de este proceso entiende el monumento religioso como un espacio de encuentro

en el entorno barrial: un basurero, una calle, una esquina, una bodega. Una experiencia de

construcción del barrio popular a partir del monumento religioso115, es relatada por Beatriz Gómez,

cuando se refiere al párroco del barrio Campoamor, que hizo desistir a sus feligreses del empeño

de construir un templo:

El pensamiento de los mayores, era la construcción de una iglesia, como punto final de un barrio,

al cual habían visto crecer parejo con sus hijos y nietos y el asombro iba aumentando hasta la

perplejidad (...) cuando escuchaban de labios de sus hijos o sus nietos, que el sacerdote les decía en

las esquinas que Campoamor no necesitaba una iglesia grande y majestuosa, ya que la Iglesia era

el mismo barrio (...) y que antes que iglesia, debía pensarse en una placa polideportiva y en lugares

donde la comunidad tuviera un sitio de encuentro116 (Gómez B. , 1996, págs. 29-30)

El libro Medellín Rojo (1968), de Óscar Calvo y Mayra Parra, posibilita una mirada hacia las

dinámicas de creación de hábitat popular mediante la implementación de técnicas pastorales

desarrolladas por sacerdotes jóvenes residentes en los barrios de invasión asociados a ideologías

socialistas. Los sacerdotes posibilitaron la creación de nuevas espacialidades religiosas

comunitarias que, a su vez, crearon impulsaron y respaldaron desarrollos urbanos populares de

115“En esta concepción, el templo desaparece como forma física, como materialidad, y toma sustancia en el hombre

mismo, es la fusión del símbolo en el hombre hacia donde se dirige la representación. Es el hombre errante, es la

movilidad, es la desaparición de uno de sus esquemas utilizados para ubicarse, el templo. Al cabo de los años la

comunidad insistió sobre su iglesia parroquial hasta lograrla en 1972 con una unidad parroquial y guardería, en estilo

colonial”. (Gómez B. , 1996, págs. 29-30) 116 RAMIREZ, William Humberto, Historia del barrio Campo Amor. pág. 34.

109

apropiación espacial que pueden interpretarse como patrimonios comunitarios. En este proceso

secular y de construcción social del hábitat popular, el monumento de tipo religioso, formalmente

más austero y con usos diversos que iban más allá de lo religioso (usos sociales, festividades,

centros de organización comunitaria, centro de creación de proyectos productivos, acopio de

enceres, bodega de reciclaje) también constituyó el nodo de desarrollo y el símbolo organizador

del espacio hábitat. Según Gómez, “la historia del barrio Popular es un hecho fehaciente que ha

plasmado en su traza esta historia de compromiso, donde aparece el centro –la iglesia de La Divina

Providencia– e irradia, en forma de estrella, calles y caminos delimitados por viviendas”117

(Gómez B. , 1996, págs. 28-29)

117“La vida se interpreta aquí como ESPACIO QUE TOMA POSESION DEL ENTORNO, es luchar por su vivienda

y su gran hogar, EL BARRIO. Este acontecimiento que ha dejado su huella, fue lugar de lucha y enfrentamiento con

los representantes de la autoridad local y se convirtió en una de las preocupaciones constantes de la Iglesia por la

ideología que los acompañaba”. (Gómez B. , 1996, págs. 28-29)

110

Ilustración 6: Barrio Popular, El correo 14 de sep. 1968

Los sacerdotes Óscar Vélez, encargado del sector obrero; Vicente Mejía, de los tugurianos, y

Gabriel Diaz, de los ocupantes de terrenos en la periferia de la ciudad (Calvo & Parra, 2012, pág.

119) fueron definitivos en las dinámicas de ordenamiento de estos territorios con base en una

111

renovada visión del evangelio y de una iglesia cercana a las realidades de pobreza, entre otras

problemáticas que expresaba el territorio. Si en algunos asentamientos no fue importante la

creación de monumentos de tipo religioso, en la zona nororiental sí fueron trascendentes en el

ordenamiento del territorio. La construcción de tempos, hecha con base en los conocimientos

técnicos comunitarios y en sus presupuestos, ordenó el espacio habitado en torno suyo en lo que

hoy conocemos como la comuna 1. Un ejemplo paradigmático de esto es la inauguración en 1968

de la iglesia en Santo Domingo Savio realizada en un terreno invadido por el párroco del lugar:

La iglesia fue erigida por la comunidad organizada en una junta de Acción Comunal como "Casa

del pueblo de Dios": Contaba con un pequeño altar, acompañado por una caja fuerte emplazada

como sagrario; tenía adobes como bancas y estaba construida toda con cemento y ladrillo a la vista.

Tal como era debatido por aquellos días en la conferencia de Medellín, un sector de la Iglesia

latinoamericana buscaba despojarse de los signos exteriores de riqueza, amplificar con el ejemplo

la prédica del amor a los pobres y reiterar su compromiso de solidaridad con el sufrimiento humano.

A jugar por las fotografías y los testimonios orales, esta construcción de la comunidad de Santo

Domingo Savio era buen ejemplo de una arquitectura religiosa renovada por la integración

armónica con el hábitat popular, con un simbolismo religioso que entrañaba una visión histórica de

la salvación118 (Calvo & Parra, 2012, pág. 129)

Esos nuevos valores y referentes de ciudad, planteados por los inmigrantes en el contexto de

Medellín, cobran espacialidad a partir de diversas técnicas y experiencias:

118"Y allí es cuando se pone el Cristo de ladrillo con el que se hizo el Congreso de la No-Violencia, que [después] el

cardenal López Trujillo mandó tumbar. Este Cristo se llamó el Cristo de 49 pesos. Porque en realidad costó 49 pesos.

Ladrillo y cemento. El trabajo 1o hicimos entre todos. Se hizo bajo la orientación y conducción, la dirección artística

de Saúl Montoya. No lo hace é1, 1o hace con toda la gente, empieza a pedirles materiales y empiezan a construir. Fue

concebido como expresión de que es a partir de la realidad como se construye la esperanza, como se construye la

utopía. Es partiendo de la realidad, de lo que hay, de lo que existe, y no partiendo de dogmatizaciones y de

conceptualizaciones en el aire, como se construye el reino” (Calvo & Parra, 2012, pág. 129)

112

Técnicas para la construcción social del territorio de la ladera

- Alejamiento del centro de la ciudad, dados los bajos precios de la tierra y el difícil control

territorial del estado

- Creación de puntos intermedios entre el transporte central, el periférico y la red caminera

- Creación de lugares significativos: monumento religioso, cuadra, esquina, tienda, café,

zaguán, patio vecinal

- Divisa, atisbadero al paisaje que da la ciudad central

- Asentamientos dispersos, división y subdivisión de lotes, máximo aprovechamiento del

espacio y crecimiento hacia arriba

- Tenencia de la propiedad fundamentada en la misma “ilegalidad” bajo la cual estos

territorios se construyen.

- Asentamiento en retiros de quebradas, altas pendientes, suelos inestables, deslizamiento de

rocas, riesgo antrópico asociado a malos manejos del agua, de líneas de electricidad, quema

de deshechos, entre otros.

Técnicas de gestión de recursos y saberes constructivos de las viviendas

- Ubicación estratégica cercana a fuentes de servicios y materiales: agua no controladas por

las empresas de servicios públicos, de materiales para construir las viviendas, como la

madera disponible en el área de conservación y reforestación, la grava y la arena adquiridas

en quebradas y el Río Medellín y los adobes generados por pequeñas industrias ubicadas

en la periferia

- Utilización mixta de materiales reciclados y de desecho.

113

- Construcciones híbridas y adaptaciones entre lo vernáculo y lo inmigrado, lo rural y lo

urbano, el barro, la madera, el ladrillo y el zinc.

- Utilización de estéticas que expresan el hábitat rural, imágenes de la cultura popular

- Múltiples niveles de consolidación, reflejados no sólo en los tipos de material de las

viviendas, sino también en el acceso a los servicios públicos domiciliarios y en las

condiciones socioeconómicas de sus habitantes.

- Capacidad para construir implantaciones espaciales apropiadas a la condición de la alta

pendiente: construcción adaptativa a las condiciones del lugar a partir de saberes y técnicas

constructivas apropiadas y heredadas culturalmente.

- Proliferación de comercios dentro de las viviendas

- Dormitorio único con separadores móviles

- Discontinuidad de fachadas, escaleras, pasillos urbanos o penetraciones peatonales de la

manzana

Técnicas sociales y redes de apoyo

- Comunicación y solidaridad entre familiares, amigos y conocidos para invadir

masivamente y generar estrategias de defensa del territorio en oposición a políticas

estatales y a acciones violentas de privados

- Organización y trabajo comunitario, creación de comités, organizaciones para el pro-

común y agrupaciones para la autoconstrucción progresiva de la vivienda.

- Metodología de trabajo por convites, mingas, entre otras experiencias de trabajo solidario

de origen rural.

- Espacios de concentración para la práctica religiosa, político-social y lúdica

114

- Red de apoyo para cuidado de niños, solidaridad con alimentos, propiciar seguridad a partir

de vecinazgos consolidados

- Ejercicio de política electoral, clientelismo, así como de la movilización social y de las

acciones judiciales para exigir vías de acceso, trasporte, educación, salud, empleo,

servicios públicos, gestión de residuos, integración al perímetro urbano, recreación y

deporte, titularización de propiedades, mejoramiento integral de las viviendas y el hábitat

- Vinculación de ONG, la iglesia y la academia a los a los procesos comunitarios,

consiguiendo la inserción de capital económico, técnico y social al territorio.

- Capacidades de pre-microempresas instaladas: agrícolas, pecuarias, confecciones,

alimentos, artesanías

Relación con lo Estatal en la integración urbana

- Planificación y acción estatal tardía, discontinua, precaria y frecuentemente desconocedora

de las tecnologías, apropiaciones y experiencias en planeación comunitaria históricas de

los asentamientos

- Confrontación entre propietarios (privados o estatales) y los habitantes (invasores o

compradores de lotes piratas) por el control del territorio. Temor al desalojo estatal

- Presencia conflicto armado, violencia política, violencia paramilitar, narcotráfico y

delincuencia común.

- Desvinculación de las comunidades a los proyectos asociados a los planes de manejo

integral de los cerros tutelares, planes maestros, planes de cuencas y de manejo ambiental

- Desconexión de algunas familias a servicios públicos, combinado con procesos

alternativos de abastecimiento

115

- Planteamientos contrarios entre el ordenamiento comunitario del espacio y la delimitación

de usos del suelo agrícola, pecuario, comercial, de servicios y residencial por parte de la

oficina de Planeación.

- Difícil diálogo y concertación entre las comunidades y la construcción e implementación

de proyectos de ciudad en el territorio

Construcción social del patrimonio en Medellín: una perspectiva

Los objetos, prácticas y espacios que la ciudad de Medellín ha declarado como patrimonios,

pertenecen al proceso constructivo de monumentos de tipo religioso a escala de ciudad, hitos

urbanos, trazados de la ciudad funcional, espacios ambientales, edificios administrativos,

comerciales e industriales, asociados a técnicas de la arquitectura moderna y afincados

principalmente en la centralidad. Sin embargo, dentro de la perspectiva de patrimonio urbano,

vale la pena destacar que desde la década de 1940 hasta la actualidad (2015), ha sido importante

también el crecimiento en las laderas y las dinámicas constructivas comunitarias y que urge

observar allí los dispositivos memoriales que han construido esa capa de ciudad. Es necesario

aclarar, entonces, que si bien las ciudades latinoamericanas son esencialmente modernas, esa

modernidad no sólo está anclada a los procesos de planeación funcional de la ciudad a partir de la

arquitectura moderna y sus estándares de calidad. Muy por otro lado, esa ciudad modernizada ha

sido construida de múltiples maneras, incluso contrarias. Las técnicas y saberes de los inmigrantes,

por ejemplo, sirvieron para construir esos espacios que no estuvieron guiados totalmente por la

planeación de los actores de las élites, ni por los “amantes de lo bello”, ni la institucionalidad.

Particularmente en Medellín, mediante este proceso investigativo se ha considerado que para

observar la construcción social del patrimonio en la ladera de la ciudad de Medellín, debe

116

reconocerse el papel fundamental de los inmigrantes en la construcción de la ciudad e implementar

planeaciones que a partir de este reconocimiento integre a la ciudad sus dinámicas y ordenamientos

territoriales. Así, se cree una prospectiva que construya la ciudad del futuro acorde con la

morfología dada históricamente y comunicada con las necesidades funcionales de la ciudad

contemporánea. El papel de los inmigrantes, según Jorge Ramos, “debe leerse como irrupción de

nuevos actores urbanos, que alteran y redefinen los valores de la ciudad toda. De ahí la inevitable

inclusión del testimonio cultural orillero al pensar la ciudad como patrimonio”. (Ramos, 1994,

pág. 36) Según el recorrido que hemos realizado la formulación de construcción social del

patrimonio, aplicada al concepto de patrimonio urbano, concibe un ordenamiento territorial que

permita hacer prospectiva de la ciudad futura a partir de las tensiones generadas entre el pasado

material, las necesidades funcionales de la urbe, los factores técnicos y los actores sociales.

Medellín es una ciudad viva, que se construye sin pausa, formal e informalmente, legal e

ilegalmente, regulada por inadecuadas o eficientes políticas de ordenamiento territorial. Una

ciudad que hace parte de los procesos de especulación del capital acumulativo y, a la vez, del

rebusque de los sin techo o de la construcción social del hábitat por parte de los empobrecidos. Su

patrimonio declarado desde instancias nacionales y locales consiste en unos cuantos fragmentos

que el peso de la legislación ha aislado de la vida cotidiana a partir de su musealización y ha

permitido su deterioro a falta de mecanismos eficaces para su protección, haciéndolos presa fácil

del capital especulativo de los suelos urbanos. Esta ciudad dinámica, lugar de memoria, de vida y

de muerte, se transforma aceleradamente y desde las oficinas de planeación se definen los ámbitos

de esa transformación, se escogen los fragmentos que quedan y los que desaparecen. Para dilucidar

estas tensiones es pertinente estudiar nuestras competencias y deficiencias para edificar, las

memorias y técnicas que cada una de las capas o niveles de la cultura material de la ciudad, sus

117

contextos, los conflictos que encierran y los procesos y espacios de diálogo. Además, observar la

posibilidad de construcción social de lo patrimonial desde la ciudad periférica, la ciudad de la

ladera y del borde urbano rural. El patrimonio urbano de Medellín, tal y como lo entendemos en

este proceso investigativo, exterioriza un campo de tensiones, de fuerzas contrarias o solidarias.

Desde esta perspectiva, la construcción social del patrimonio urbano se ha realizado desde espacios

de disputas sociales concretos histórica y espacialmente: el espacio institucional119 en los que los

decisores120 declaran ciertos objetos y acciones como patrimoniales y los espacios de

configuración121 donde los actores son, por un lado, el vehículo y/o resistencia de las acciones de

los decisores o, por el contrario, los que construyen, destruyen, re-significan y se apropian de

valores patrimoniales desde sus intereses colectivos. Así, es posible plantear una ruta de gestión

patrimonial que permita observar las construcciones espaciales de la ciudad que han marcado cada

uno de sus momentos históricos más importantes. Esta perspectiva pone en cuestión el discurso de

la unicidad del patrimonio universal, nacional y local, y posibilita ir más allá de la mirada museal122

que Medellín ha planteado para su propuesta de conservación del patrimonio, que plantea un lugar

119 Por espacios de interacción institucional patrimonial la acción social principal en la que se centra su proceso

patrimonial es el declarar, a partir de sus recursos institucionales como la legislación, la declaratoria de bienes de

interés público, lo patrimonial (los objetos) con base en su valor histórico, estético, importancia, monumentalidad,

autenticidad y unicidad. 120“Un decisor es aquel que puede escoger lo que va a ser difundido y, mucho más, aquel capaz de elegir la acción

que, en ese sentido, va a realizarse. Esa idea es desarrollada por J. Masini (1988, pp. 112-113), quien incluye entre los

grandes decisores, los gobiernos, las empresas multinacionales, las organizaciones internacionales, las grandes

agencias de noticias, los jefes religiosos… La elección del hombre común, en muchas de las acciones que emprende,

es limitada. Frecuentemente, el actor es sólo el vehículo de la acción y no su verdadero motor. Pero es siempre por su

corporeidad que el hombre participa en el proceso de acción”. (Santos, 2000, págs. 68-69)

121 Entendemos el espacio de configuración social como lugar de la pugna política por la construcción de lo

patrimonial desde los colectivos humanos acordes con intereses. La acción social del espacio de configuración

patrimonial se centra en la creación de procesos patrimoniales disímiles en donde intervienen múltiples actores

sociales y el mercado. Es también un espacio de intercambio y comercialización, donde los activos culturales tienen

su importancia en tanto se observe el intercambio simbólico que allí se genera, el vínculo social con el sistema de

acciones y de objetos, la compra y venta de lo simbólico, el papel del mercado, de lo étnico, de lo político, de la

academia: lo patrimonial como un activo económico que se acumula, intercambia, revalora, re-significa y al que los

grupos sociales tienen acceso diferenciado 122 Identificar, clasificar y exaltar un objeto o espacio para proponerlo a un público espectador que lo consume.

118

subordinado de los capitales simbólicos de los grupos subalternos, consagrando como supriores

“ciertos barrios, objetos y saberes porque fueron generados por los grupos dominantes o porque

éstos cuentan con la formación necesaria para comprenderlos, apreciarlos y controlarlos mejor ”

(Mantecón, 2005, pág. 15). De esta manera, se abre el espectro a considerar otras formaciones

espaciales como espacios vitales que dan cuenta de una parte de la historia urbana de la ciudad,

de unas técnicas constructivas valiosas y de unas sociabilidades importantes a la hora de realizar

la valoración integral del patrimonio. Así, se ejerce una gestión del patrimonio urbano que pueda

integrar los productos generados por los espacios de la ladera y la lotificación pirata, que consiguen

“ser más representativos de la historia local y más adecuados a las necesidades presentes del grupo

que los fabrica. Constituyen, en este sentido, su patrimonio propio” (García, 1995, pág. 183).

Jorge Ramos, en su artículo “La producción popular como patrimonio urbano: el suburbio”,

extiende mucho más este abordaje al definir que el suburbio123 identifica las ciudades americanas

y propone que éste debe ser abordado como una “construcción histórica, como bien patrimonial y

como ámbito de urgente atención en planes de rehabilitación e integración urbana” (Ramos, 1994,

pág. 33). Desde una perspectiva arquitectónica y urbanística, Ramos agrega que:

Quizás el desplazamiento más significativo de la noción de patrimonio debería operarse hacia los

modos específicos del habitar popular (relaciones etno-parentales, apropiación de la calle y el

espacio público, pragmatismo, partición no convencional de lote y manzana, construcción

progresiva de la vivienda, materiales efímeros, estética híbrida, autogestión, instituciones culturales

inéditas, etc.), pasando del puro objeto a la acción, al espacio vivido y los modos de producirlo […]

(Ramos, 1994, pág. 32)

123 El concepto de suburbio es planteado desde la definición de núcleo pirata ya expresada páginas atrás.

119

Por su parte, citado por Ramos, Ricardo Santillán Güemes, considera que el suburbio crea

espacios en los cuales “el pueblo” da soluciones a sus problemas desde su cotidianidad,

propiciando la interacción de poblaciones pauperizadas de diversos orígenes culturales y

territoriales y consiguiendo elaborar su propio orden (Ramos, 1994, pág. 36). Otro antecedente

abordado por Ramos, son las apuestas de Abelardo Sánchez León, cuyo trabajo investigativo

estudia algunos dispositivos de sobrevivencia creados en las barriadas de Lima. Sánchez León

define la barriada como una apropiación “del espacio sin orden ni planificación; […] una

institución y una organización. Es también una ciudad que se propone desde los sectores populares,

considerando sus propias reglas de juego e incluso imponiéndolas cuando es necesario al conjunto

del sistema social (Ramos, 1994, pág. 36).

En cuanto a los valores estéticos de esta ciudad propuesta desde el suburbio, la barriada o los

núcleos piratas y barrios de invasión que ya hemos estudiado en el caso de Medellín, Ramos

observa que “el suburbio nos revela una estética en formación, juzgada desde el campo "culto"

como hortera o "kitsch", donde cabe considerar: el desprejuicio en el uso del color –no siempre

engamado–, tecnologías de desecho o incompatibles y texturas pintoresquistas (Ramos, 1994, pág.

37). Néstor García Canclini observa, por su parte, algunos trazos del interior de las viviendas de

estos espacios nombrándolos como “esos museos cotidianos armados en el cuarto por cada uno

que pega en la pared el póster con una foto de Teotihuacan junto a la reproducción de un Toledo,

recuerdos de viajes, recortes periodísticos del mes pasado, el dibujo de un amigo, en fin, un

patrimonio propio que se va renovando según fluye la vida” (pág. 186, Culturas Híbridas). Cabe

entonces, para estudiar estos retos y problemáticas, plantear la pregunta ¿cómo entender la

construcción de estos espacios desde la perspectiva del patrimonio urbano?, ¿cómo los excluidos

120

construyen, desde sus formas, técnicas, saberes, memorias y cuál es su impronta en el paisaje de

la ciudad? Ramos nos propone una imagen que bien podría describir el paisaje urbano de Medellín:

Esa imagen de nuevo suburbio, donde casillas autoconstruidas y montadas en seco con

componentes industrializados alternaban con arquitecturas ladrilleras italianizantes; donde cercos

vivos y alambrados convivían con tapias y balaustres; donde las manzanas coloniales volvían a

prefigurarse (ahora más laxas, menos institucionales, sin plaza) sobre una red apenas esbozada de

calles de barro, zanjones y veredas de tierra apisonada; será la imagen contenedora de ese nuevo

espacio orillero frecuentemente signado por la hibridación cultural. Un espacio que redefine a la

ciudad incorporando modos y objetos de indudable valor patrimonial. (Ramos, 1994, pág. 34)

Pero no se trata de observar con ingenuidad ese paisaje, técnicas y estrategias de los excluidos

para insertarse en el paisaje urbano, sino de palpar la segregación socioespacial, económica y

política de las poblaciones pauperizadas que no tienen otra salida que abrirse espacios en la ciudad

a partir de sus competencias sociales, culturales y económicas. Así, es pertinente dejar ver una

serie de criterios importantes que deben ser tenidos en cuenta a la hora de valorar las formaciones

de la periferia como patrimonio urbano:

- Reconocer la exclusión social y segregación residencial urbana, pero también la complejidad,

flexibilidad cultural y proceso de integración de los sectores populares, quienes no siempre acatan

las presiones segregadoras.

- Desentrañar el orden cultural de los sectores populares, su capacidad de apropiarse, re-significar y

reinterpretar imágenes, situaciones y tecnologías.

- Descentrar la valoración predominantemente estética del patrimonio popular, pues su naturaleza

obliga a asociaciones utilitarias, rituales, políticas y sociales.

- Entender al suburbio (ámbito periférico extenso de esta producción) como parte integrante de las

ciudades latinoamericanas.

121

- Trabajar sobre los conceptos de patrimonio no monumental y nuevo patrimonio o patrimonio recién

concluido (Ramos, 1994, pág. 31).

122

Anexos

123

Anexo 1: definiciones patrimonio cartas convenciones

FechaNombre del

DocumentoConcepto Fuente

1931 Carta de Atenas

Las obras maestras en las cuales la civilización ha

encontrado su más alta expresión y que aparecen

amenazadas y los testimonios de todas las

civilizaciones. Carta de Atenas

1954

(reglamenta

do en 1996)

Convenio de la

Haya

Para los fines de la presente Convención, se

considerarán bienes culturales, cualquiera que sea su

origen y propietario:

a. Los bienes, muebles o inmuebles, que tengan una gran

importancia para el patrimonio cultural de los pueblos,

tales como los monumentos de arquitectura, de arte o de

historia, religiosos o seculares, los campos arqueológicos,

los grupos de construcciones que por su conjunto

ofrezcan un gran interés histórico o artístico, las obras

de arte, manuscritos, libros y otros objetos de interés

histórico, artístico o arqueológico, así como las

colecciones científicas y las colecciones importantes de

libros, de archivos o de reproducciones de los bienes

antes definidos; b. Los edificios cuyo destino principal y

efectivo sea conservar o exponer los bienes culturales

muebles definidos en el apartado a. tales como los

museos, las grandes bibliotecas, los depósitos de

archivos, así como los refugios destinados a proteger en

caso de conflicto armado los bienes culturales muebles

definidos en el apartado a.; c. Los centros que

comprendan un número considerable de bienes

culturales definidos en los apartados a. y b., que se

denominarán «centros monumentales».

Convención para la

Protección de los

Bienes Culturales

en caso de

Conflicto Armado

y Reglamento para

la aplicación de la

Convención 1954,

-Protocolo, La

Haya 14 de Mayo

1954

-Segundo

Protocolo, La

Haya, 26 de Marzo

1999

1964 Carta de Venecia

Las obras monumentales de los pueblos, portadoras de

un mensaje espiritual del pasado, que representan en la

vida actual el testimonio vivo de sus tradiciones

seculares. Carta de Venecia

1967 Carta de Quito

Cualquiera que fuese el valor intrínseco de un bien o las

circunstancias que concurran a realzar su importancia y

significación histórica o artística, el mismo no constituirá

un monumento en tanto que no recaiga una expresa

declaración del Estado en ese sentido. La declaración de

monumento nacional implica su identificación y registro

oficiales. A partir de ese momento el bien en cuestión

quedará sometido al régimen de protección que señale la

Ley.

Carta de Quito.

Las Normas de

Quito. 1967

Principales documentos citados en los estudiosos del patrimonio

124

FechaNombre del

DocumentoConcepto Fuente

1970 Convención de 1970

La expresión ‘patrimonio cultural” significa propiedad

que para cada Estado, con base en motivos religiosos o

seculares, posee valor arqueológico, prehistórico,

literario, artístico o científico

La prevención del

tráfico ilícito de

bienes culturales,

manual de la

UNESCO

1972

Convención sobre la

proteccion del

patrimonio mundial,

cultural y natural

La conservación de esos bienes únicos e irremplazables

de cualquiera que sea el país al que pertenezcan. Ciertos

bienes del patrimonio cultural y natural presentan un

interés excepcional que exige se conserven como

elementos del patrimonio mundial de la humanidad

entera.

Convención

salvaguardia

patrimonio

mundial. 1972

1990

Carta internacional

para la gestión del

patrimonio

arqueológico

El "patrimonio arqueológico" representa la parte de

nuestro patrimonio material para la cual los métodos de

la arqueología nos proporcionan la información básica.

Engloba todas las huellas de la existencia del hombre y

se refiere a los lugares donde se ha practicado cualquier

tipo de actividad humana, a las estructuras y los

vestigios abandonados de cualquier índole, tanto en la

superficie, como enterrados, o bajo las aguas, así como

al material relacionado con los mismos

1990 - Gestión del

patrimonio

arqueológico -

ICOMOS

1999

Carta Internacional

sobre turismo

cultural

El concepto de Patrimonio es amplio e incluye sus

entornos tanto naturales como culturales. Abarca los

paisajes, los sitios históricos, los emplazamientos y

entornos construidos, así como la biodiversidad, los

grupos de objetos diversos, las tradiciones pasadas y

presentes, y los conocimientos y experiencias vitales.

Registra y expresa largos procesos de evolución

histórica, constituyendo la esencia de muy diversas

identidades nacionales, regionales, locales, indígenas y es

parte integrante de la vida moderna. Es un punto de

referencia dinámico y un instrumento positivo de

crecimiento e intercambio. La memoria colectiva y el

peculiar Patrimonio cultural de cada comunidad o

localidad es insustituible y una importante base para el

desarrollo no solo actual sino futuro.

12ª Asemblea

General en

México, en octubre

en 1999

Principales documentos citados en los estudiosos del patrimonio

125

Anexo 2: derechos culturales, sociales y económicos y su relación con el patrimonio

FechaNombre del

DocumentoConcepto Fuente

1972

Declaración de

Quebec

Preservando los hallazgos materiales de civilizaciones pasadas,

protegiendo aquéllos que son testimonio de las aspiraciones y de la

tecnología actual, la nueva museología -ecomuseologia, museología

comunitaria y otras formas de museología activa- se interesa, en

primer lugar, por el desarrollo de los pueblos, reflejando los principios

motores de su evolución y asociándolos a los proyectos de futuro. Declaración de Quebec. 1972

1981

Pacto Internacional

de Derechos

Económicos,

Sociales y

Culturales

Reconociendo que, con arreglo a la Declaración Universal de

Derechos Humanos, no puede realizarse el ideal del ser humano libre,

liberado del temor y de la miseria, a menos que se creen condiciones

que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos,

sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos.

Pacto Internacional de

Derechos Económicos,

Sociales y Culturales. 1981

1982

Declaración de

México sobre las

Políticas Culturales

La cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los

rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos

que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba,

además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos

fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones

y las creencias, da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí

mismo. Es ella la que hace de

nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y

éticamente comprometidos.

Conferencia Mundial sobre

las Políticas Culturales. D.F.

26 de julio - 6 de agosto de

1982

1989

Recomendaciones

sobre la

Salvaguardia de la

Cultura Tradicional

y Popular

La cultura tradicional y popular es el conjunto de creaciones que

emanan de una comunidad cultural fundadas en la tradición,

expresadas por un grupo o por individuos y que reconocidamente

responden a las expectativas de la comunidad en cuanto expresión de

su identidad cultural y social; las normas y los valores se transmiten

oralmente, por imitación o de otras maneras. Sus formas

comprenden, entre otras, la lengua, la literatura, la música, la danza,

los juegos, la mitología, los ritos, las costumbres, la artesanía, la

arquitectura y otras artes. [...] La cultura tradicional y popular forma

parte del patrimonio universal de la humanidad y es un poderoso

medio de acercamiento entre los pueblos y grupos sociales existentes

y de afirmación de su identidad cultural, de su importancia social,

económica, cultural y política, de su papel en la historia de los

pueblos, y del lugar que ocupa en la cultura contemporánea.

Recomendaciones sobre la

Salvaguardia de la Cultura

Tradicional y Popular.

Noviembre de 1989

Derechos Culturales del hombre, multiculturalidad, participación y democracia

126

FechaNombre del

DocumentoConcepto Fuente

1994 Documento de Nara

Todas las culturas y sociedades tienen sus raíces en particulares

formas y modos de expresión tangibles como intangibles, las que

constituyen su patrimonio. Estas formas y modos deberían ser

respetados.

Nara sobre Autenticidad del

Patrimonio. Carta 21. 1994

1998

Declaración de

Xochimilco

La diversidad cultural, en sus representaciones tangibles e intangibles,

conforma conjuntamente con la biodiversidad el patrimonio integral

de la humanidad; la museología es la disciplina que se ocupa de las

relaciones específicas entre el hombre y una realidad configurada a

partir de las distintas visiones del mundo que elabora cada sociedad

en el tiempo y el espacio.

Declaración de Xochimilco

"Museos, Museología y

Diversidad Cultural". 1998

Derechos Culturales del hombre, multiculturalidad, participación y democracia

127

FechaNombre del

DocumentoConcepto Fuente

2000 Carta de Cracovia

Patrimonio como conjunto de las obras del hombre en las cuales una

comunidad reconoce sus valores específicos y particulares y con los

cuales se identifica. La identificación y la especificación del

patrimonio es por tanto un proceso relacionado con la elección de

valores. El patrimonio arquitectónico, urbano y paisajístico, así como

los elementos que lo componen, son el resultado de una identificación

con varios momentos asociados a la historia y a sus contextos

socioculturales. La conservación de este patrimonio es nuestro

objetivo. Carta de Cracovia. 2000

2003

Convención para la

Salvaguardia del

Patrimonio Cultural

e Inmaterial

Los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -

junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales

que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y los

individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio

cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de

generación en generación, es recreado constantemente por las

comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la

naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y

continuidad.

Textos Fundamentales de la

Convención para la

Salvaguarda del Patrimonio

Cultural e Inmaterial de 2003.

2003

Declaración de

Bahía

La riqueza y la diversidad de las culturas regionales latinoamericanas

de origen milenario constituyen la esencia que las caracteriza y

singulariza dentro del contexto de la cultura mundial.

Declaración de Bahía

"Museos y Patrimonio

Cultural en América Latina y

el Caribe". 2003

2005 Carta de Lima

Las representaciones de la identidad y del patrimonio tienen un

atributo esencialmente afectivo, imbuido del carácter simbólico de la

memoria personal y colectiva.

Carta de Lima "Museología y

Patrimonio. Interpretación y

Comunicación en América

Latina y El Caribe". 2008

2007

Convenio Andrés

Bello

El patrimonio cultural de nuestros pueblos no sólo está compuesto por

las creaciones materiales representadas en los monumentos

históricos y los documentos escritos que nos ha legado el pasado. Si

bien este acervo es de gran importancia también urge incluir en el

concepto de patrimonio cultural todas aquellas creaciones

inmateriales a las cuales las mismas comunidades asignan un valor

fundamental. Entre ellas se destacan las expresiones de la vida

cotidiana y espiritual, cuyas manifestaciones están en profunda

relación con el fortalecimiento de la identidad, el sentido de

pertenencia y las proyecciones de futuro que cada pueblo, nación o

comunidad sueña. Convenio Andrés Bello.

Derechos Culturales del hombre, multiculturalidad, participación y democracia

128

Anexo 3: legislación nacional sobre patrimonio

Fecha Nombre del Documento Concepto

1936

Pacto Roerich para la

protección de las Instituciones

Artísticas y científicas y

Monumentos Históricos

Monumentos históricos, los museosy las instituciones dedicadas a la ciencia, el arte, la educación, y

la conservación de los elementos de cultura.

1936

Tratado sobre la protección

de los muebles de valor

histórico

El conocimiento, la protección y conservación de los monumentos muebles precolombinos,

coloniales y de la época de la emancipación y de la República.

1959

Defensa y conservación del

patrimonio histórico, artístico

y monumentos públicos de la

Nación

Declarénse patrimonio histórico y artístico nacional los monumentos, tumbas prehispánicas y demás

objetos, ya sean obra de la naturaleza o de la actividad humana, que tengan interés especial para el

estudio de civilizaciones y culturas pasadas, de la historia o del arte, o para investigaciones

paleontológicas, y que se hayan conservado sobre la superficie o el subsuelo nacional.

1963

Decreto 264 de 1963, en el

cual se reglamenta la ley 163

de 1959

En conformidad con lo dispuesto en la Ley 163 de 1959, declárase como patrimonio histórico,

artístico y científico de la Nación, los monumentos y objetos arqueológicos, como templos, sepulcros

y sus contenidos, estatuas, cerámicas, utensilios, joyas, piedras labradas o pintadas, ruinas, etc., lo

mismo que todos aquellos que tengan interés especial para el estudio de las civilizaciones y culturas

pasadas, para la historia del arte y para el estudio científico y la conservación de las bellezas

naturales.

a) Los que están íntimamente vinculados con la lucha por la Independencia y con el período inicial

de la organización de la República.

b) Las obras de la naturaleza de belleza especial o que tengan interés científico para el estudio de la

flora, la fauna, la geología y la paleontología.

Legislación nacional sobre patrimonio

129

Fecha Nombre del Documento Concepto

1983

Por medio de la cual se

aprueba la "Convención para

la Protección del Patrimonio

Mundial Cultural y Natural",

hecho en París el 23 de

noviembre de 1972 y se

autoriza al Gobierno Nacional

para adherir al mismo

ARTICULO 1o. A los efectos de la presente Convención se considerará "patrimonio cultural"

- Los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o

estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un

valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia; Los

conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad de integración

en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, el arte o la

ciencia; Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las

zonas incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto

de vista histórico, estético, etnológico o antropológico.

ARTICULO 2o.A los efectos de la presente Convención se considerarán "patrimonio natural":

- Los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas

formaciones que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico;

Las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el

hábitat de especies animal y vegetal amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde

el punto de vista estético o científico; Los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente

delimitadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la ciencia, de la

conservación o de la belleza natural.

1983

Decreto Reglamentario 179

De 1983

Valores tangibles o intangibles que tienen un significado especial y una permanencia indefinida, que

se han producido a través del tiempo como expresiones auténticas del comportamiento humano y su

incidencia trasciende espontáneamente a toda la comunidad

1989

Ley 9 De 1989, Reforma

Urbana (enero 11) Por la cual

se dictan normas sobre planes

de desarrollo municipal,

compraventa y expropiación

de bienes y se dictan otras

disposiciones

El artículo 34 del Decreto-ley 1333 de 1986 (Código de

Régimen Municipal), quedará así:

"Los Planes de Desarrollo incluirán los siguientes aspectos:

5. La asignación en las áreas urbanas de actividades, tratamientos y prioridades para desarrollar los

terrenos no urbanizados, construir los inmuebles no construidos, conservar edificaciones y zonas de

interés histórico, arquitectónico y ambiental, reservar zonas para la protección del medio ambiente y

de la ecología, delimitar zonas de desarrollo diferido, progresivo, restringido y concertado, renovar y

re desarrollar zonas afectadas con procesos de deterioro económico, social y físico y rehabilitar las

zonas de desarrollo incompleto o inadecuado; Cap 2 (Espacio Público), Art. 5º. La preservación de

las obras de interés público y de los elementos históricos, culturales, religiosos, recreativos y

artísticos, para la conservación y preservación del paisaje y los elementos naturales del entorno de

la ciudad; Cap 3, Art. 10. c) Preservación del patrimonio cultural, incluidos el histórico y el

arquitectónico en zonas urbanas y rurales; Cap 4, Art. 39. Son planes de renovación urbana

aquéllos dirigidos a introducir modificaciones sustanciales al uso de la tierra y de las construcciones,

para […] la conveniente rehabilitación de los bienes históricos y culturales, todo con miras a una

utilización más eficiente de los inmuebles urbanos y con mayor beneficio para la comunidad.

Legislación nacional sobre patrimonio

130

Fecha Nombre del Documento Concepto

1991

Constitución Política de

Colombia

En sus artículos 70, 71 y 72, que observa que es “obligación del Estado y de las personas proteger

las riquezas culturales y naturales de la nación”; que “la cultura en sus diversas manifestaciones es

fundamento de la nacionalidad”; y que “el patrimonio cultural de la nación está bajo la protección

del Estado”.

1997 Ley 397 de Cultura

Art. 4) El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes y valores culturales

que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los

hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen

un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico,

ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial,

documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y

las representaciones de la cultura popular.

2002

Decreto 833, Por el cual se

reglamenta parcialmente la

Ley 397 de 1997 en materia

de Patrimonio Arqueológico

Nacional y se dictan otras

disposiciones.

3. Bienes muebles e inmuebles de carácter arqueológico. Bienes materiales considerados como

arqueológicos en razón de su origen y época de creación, de acuerdo con los tratados

internacionales aprobados por el país y con la legislación nacional.

2004

Por la cual se crea el Comité

de Patrimonio Cultural

Inmaterial, se reglamenta su

composición, funciones y

régimen de sesiones Concetpto Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, 2003.

2008 Ley 1185

El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes materiales, las

manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura que son expresión

de la nacionalidad colombiana, tales como la lengua castellana, las lenguas y dialectos de las

comunidades indígenas, negras y creoles, la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural,

las costumbres y los hábitos, así como los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los

que se les atribuye, entre otros, especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en

ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical,

audiovisual, filmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico.

Legislación nacional sobre patrimonio

131

Anexo 4: Documentos sobre patrimonio nivel municipal

fecha documento concepto de patrimonio-contexto fuente

1982 Acuerdo

Municipal 36 Por el cual se crea el Impuesto de la obra de arte

Documento técnico de

soporte POT, Acuerdo

46/2006, pág. 349

1983Resolución

Municipal 653

Resolución 653, primera relación de bienes muebles e

inmuebles pertenecientes al patrimonio cultural de la

ciudad: 26 elementos muebles, (17) templos, (6)

Edificaciones institucionales y el Puente Guayaquil

Documento técnico de

soporte POT, Acuerdo

46/2006, pág. 349

1991 Acuerdo

Municipal 11

de 1991

Las edificaciones de valor patrimonial son aquellas que

“individual o colectivamente forman un legado

importante de nuestro pasado, remoto o próximo, que

poseen valores históricos, arquitectónicos, urbanísticos o

técnicos”

Documento técnico de

soporte POT, Acuerdo

46/2006, pág. 349

AcuerdoMunic

ipal 11, (abril

11)

Reordenamiento del centro de la ciudad y protección

del patrimonio inmueble, e implementación de un

inventario patrimonial en el centro de edificaciones

patrimoniales que estarían excentas de hasta el 100%

del impuesto predial

Documento técnico de

soporte POT, Acuerdo

46/2006, pág. 349

Resolución

Municipal 123

de 1991

declara como patrimonio municipal 97 edificaciones

localizadas en el centro y 2 áreas de conservación

urbanística: Barrio Prado y parte del Barrio de Boston

Documento técnico de

soporte POT, Acuerdo

46/2006, pág. 349

1999Acuerdo 62

por medio del cual se aprueba el primer POT de la

ciudad

Documento técnico de

soporte POT, Acuerdo

1991

Documentos sobre patrimonio nivel municipal

132

Fuentes primarias citadas Archivo Histórico de Medellín

Actualización Estudio socio-económico de Barrios Piratas (1966) AHM. Fondo Alcaldía.

Sección Planeación. Caja 13. Legajo 01. Folios 1-39

fecha documento concepto de patrimonio-contexto fuente

2000 Acuerdo 23 por medio del cual revisa el primer POT de la ciudad

Documento técnico de

soporte POT, Acuerdo

2001-2003

Primer

Consolidado

Plan especial

de protección

patrimonial:

Patrimonio valorado comenzó a superar el ámbito del

edificio indifidual y se extendió a la arquitectura de

conjunto y sectores urbanos. Este

avance propone 238 elementos adicionales susceptibles

de ser declarados, lo cual representa un total de 423

bienes, entre los ya declarados y los nuevos valorados

desde la administración municipal como necesarios de

proteger, sin considerar las ecomendaciones emanadas

de los otros ejercicios mencionados de identificación e

inventario de bienes de interés patrimonial

localizados en Medellín.

Documento técnico de

soporte POT, Acuerdo

46/2006, pág. 349

2008

El Plan

Especial de

Protección

Patrimonial

Conjunto de bienes […] que por su naturaleza, uso,

historia, características estéticas, asociativas y afectivas

han llegado a adquirir significación especial para una

comunidad y, por lo tanto, actúan como soportes

importantes de su memoria y su identidad cultural. Este

patrimonio es por principio colectivo, fruto de la historia

de Medellín, por ellos los bienes incluidos comparten las

características de ser exponentes de la cultura y poseer

una significación especial para la población

Departamento

Administrativo de

Planeación, Unidad de

Ordenamiento

Territorial, 2008, 2009

2011-2020

Plan de

Desarrollo

Cultural de

Medellín

La Ley 397 de 1997 asume la cultura como el “conjunto

distintivo de rasgos espirituales, materiales, intelectuales

y emocionales que caracterizan a los grupos humanos y

que comprende, más allá de las artes y las letras, modos

de vida, derechos humanos, sistemas de valores,

tradiciones y creencias”, definición que es acogida por el

Plan Nacional de Cultura 2001-2010 Hacia una

ciudadanía cultural democrática, en el cual se reconoce

además su potencial para fomentar los valores, la

creatividad, la cohesión social y la búsqueda de la paz.

Plan de Desarrollo

Cultural de Medellín

2011-2020

Documentos sobre patrimonio nivel municipal

133

Estudio de la Comunidad B5 (abril 1964). AHM. Fondo Alcaldía. Sección Planeación. Caja 46.

Legajo 06 y 07. Folios 1-10

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