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LA LITERATURA HISPANOAMERICANA: LA NARRATIVA DE LA SEGUNDA MITAD DEL S. XX Contexto histórico y social Los países hispanoamericanos, excepto Cuba y Puerto Rico, que lo harán en 1898, logran la independencia en la primera mitad del siglo XIX. La utopía de la libertad y sus enormes recursos naturales no suponen, sin embargo, una prosperidad económica y social, sino otra dependencia, la delas empresas multinacionales y Estados Unidos. La América hispana se debate, a lo largo del siglo XX, entre la explotación ajena de sus riquezas agrícolas y minerales, y la pobreza de muchos de sus habitantes, dominados por una minoría adinerada. La mayoría de las naciones soporta, desde su independencia, una situación de sobresalto político: los períodos democráticos se ven truncados por constantes golpes de estado militares y se reproducen los movimientos revolucionarios y las guerrillas. Las claves de la política social y económica de Hispanoamérica se resumen, por tanto, en la explotación social, la pobreza, la desigualdad económica y la inseguridad política. Estos factores provocan cambios bruscos en la convivencia ciu dadana y en los sistemas políticos (democracias, dictaduras fascistas, dictaduras revolucionarias, etc.). La literatura hispanoamericana Hasta finales del siglo XIX, la literatura hispanoamericana sigue los pasos de la española, configuras tan eminentes como los cronistas de Indias y el inca Garcilaso de la Vega en el Renacimiento, sor Juana Inés de la Cruz en el Barroco y Gertrudis Gómez de Avellaneda o José Hernández (autor de Martín Fierro) en el Romanticismo. A finales del siglo XIX, sin embargo, los poetas hispanoamericanos inician el Modernismo, que importará España con

La Literatura Hispanoamericana

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LA LITERATURA HISPANOAMERICANA: LA NARRATIVA DE LA SEGUNDA MITAD DEL S. XX Contexto histórico y social

Los países hispanoamericanos, excepto Cuba y Puerto Rico, que lo harán en 1898, logran la independencia en la primera mitad del siglo XIX. La utopía de la libertad y sus enormes recursos naturales no suponen, sin embargo, una prosperidad económica y social, sino otra dependencia, la delas empresas multinacionales y Estados Unidos. La América hispana se debate, a lo largo del siglo XX, entre la explotación ajena de sus riquezas agrícolas y minerales, y la pobreza de muchos de sus habitantes, dominados por una minoría adinerada. La mayoría de las naciones soporta, desde su independencia, una situación de sobresalto político: los períodos democráticos se ven truncados por constantes golpes de estado militares y se reproducen los movimientos revolucionarios y las guerrillas. Las claves de la política social y económica de Hispanoamérica se resumen, por tanto, en la explotación social, la pobreza, la desigualdad económica y la inseguridad política. Estos factores provocan cambios bruscos en la convivencia ciudadana y en los sistemas políticos (democracias, dictaduras fascistas, dictaduras revolucionarias, etc.).La literatura hispanoamericanaHasta finales del siglo XIX, la literatura hispanoamericana sigue los pasos de la española, configuras tan eminentes como los cronistas de Indias y el incaGarcilaso de la Vega en el Renacimiento, sor Juana Inés de la Cruz en el Barroco y Gertrudis Gómez de Avellaneda o José Hernández (autor de Martín Fierro) en el Romanticismo. A finales del siglo XIX, sin embargo, los poetas hispanoamericanos inician el Modernismo, que importará España conRubén Darío.A partir del Modernismo, Hispanoamérica crea una rica literatura a lo largo del siglo XX. Entérminos generales, como ocurre en Europa, su evolución se reparte entre la literatura de compromiso con la realidad y la Literatura de vanguardia, si bien predomina la primera tendencia, de acuerdo con las condiciones sociales de los países; la segunda se localiza en dos períodos concretos, las décadas de 1920 y 1960.Si la poesía en Hispanoamérica es esplendorosa, tanto o más lo es la narrativa, sobre todo desde la década de 1940 hasta la de 1980. En su evolución se distinguen tres etapas bastante claras

1.- Realismo tradicional

Hasta 1940, la narrativa se mantiene dentro del realismo tradicional, muy costumbrista en ocasiones, pues reproduce el mundo rural con excesivo objetivismo y retrata tipos muy esquemáticos. Sólo las mejores obras plantean

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una dialéctica del personaje con el medio, incómodo y salvaje, y los problemas sociales y políticos en una verdadera lucha por la vida. En este contexto destacan el venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969) y su obra Doña Bárbara (1929), verdadero símbolo de la selva venezolana; el colombiano José Eustasio Rivera (1888-1928) Y su novela La vorágine (1924), situada en la

Amazona; y el argentino Ricardo Güiraldes(1886-1927), cuya obra Don Segundo Sombra (1926) es, en la prosa gauchesca, lo que fue en poesía Martín Fierro.

2.- Realismo renovador o «realismo mágico»Difícil es incluir en la misma tendencia a narradores tan dispares comoMiguel Ángel Asturias y Jorge Luis Borges, tanto en los contenidos como en la visión de] mundo y las técnicas. En cualquier caso, por la fecha de publicación de sus libros y por los cambios que realizan frente a los anteriores, podemos encontrar algunos caracteres comunes en las décadas de 1940 y 1950:

• Se conservan las intenciones políticas y sociales a través de una denuncia crítica.• El realismo se funde con elementos fantásticos: es el llamado «realismo mágico» o lo real maravilloso, que mezcla realidad y fantasía.• Se conserva el interés por el mundo rural, pero también por el espacio urbano con la presencia de preocupaciones existencialistas.• Se manifiesta una mayor preocupación formal en la construcción de las novelas y cuentos, y en la innovación de las técnicas narrativas.• Se incorporan elementos irracionales y subjetivos.

Los escritores más destacados son:Miguel Ángel Asturias (1899-1974), guatemalteco y premio Nobel en 1967. Su obra maestra, El señor Presidente (1946), es una novela de dictador en la línea de Tirano Banderas de Valle-Inclán y una denuncia política esperpéntica de la arbitraria utilización del poder. Hombres de maíz (1949) es una novela mítica y poemática.Alejo Carpentier (1904-1980), cubano, entre cuyas novelas destacan

El reino de este mundo (1949), que trata sobre las sublevaciones negras en Haití e inaugura «lo real maravilloso»,

El siglo de las luces (1962), que recrea la Revolución francesa en Las Antillas mezclando historia y ficción, y Concierto barroco (1975).

Jorge Luis Borges (1899-1986), argentino, cuyas narraciones renuevan el tratamiento del cuento en lengua española en libros como

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Historia universal de la infamia (1935), Ficciones (1944) o EI Aleph (1949), en los que propone indagar en abstracciones como la unidad y la pluralidad del hombre, el eterno retorno y el tiempo, la eternidad, el enfrentamiento entre el interior del hombre y la realidad exterior, etc.Juan Rulfo (1918-1986), mexicano y uno de los narradores que, pese a su exigua producción, más ha influido en las siguientes generaciones. Los cuentos de El llano en llamas (1953) y la novela corta Pedro Páramo (1955) son suficientes para dar una visión irrepetible del mundo y una formasobresaliente de contar. Rulfo pasa de lo real a lo fantástico de un modo magistral y poético al presentar una historia que es, al mismo tiempo, una denuncia de la injusticia y una intensa expresión del mito, la magia, y de la fusión del pasado y el presente, de la realidad y la alucinación.

3.- El boomHispanoamericano y la novela experimentalista Entre 1960 y 1980 puede hablarse de un florecimiento espectacular de la narrativahispanoamericana. Entre sus caracteres se pueden señalar los siguientes: • Aunque no faltan ejemplos de Narraciones rurales, hay un mayor interés por el medio urbano.• Prosigue el «realismo mágico», la mezcla de realidad y fantasía.• Se intensifica la renovación técnica y la experimentación formal.• Se tiende a la narración textual y discursiva, con incidencia en la experimentación del lenguaje. Los novelistas más representativos son:Ernesto Sábato (1911), argentino, autor de dos novelas complejas, El túnel (1948) y Sobre héroes y tumba (1962): la primera, sobre el amor como locura y la persecución de lo inalcanzable; la segunda, sobre la búsqueda del absoluto a partir de una catástrofe apocalíptica en que se muestra la vida humana como una pesadilla.Julio Cortázar (1914-1984), argentino, autor de una extensa obra en la que destacan todossuscuentos y algunas novelas. Considerado, junto a Borges, como el gran renovador del género cuentístico, se inclina por el relato fantástico partiendo de anécdotas insólitas de la vida cotidiana en Final del Juego (1956), Las armas secretas (1959) o Historias de Cronopios y de Famas (1962).

Rayuela (1963) es una novela compleja, de capítulos intercambiables y varios niveles de lectura, y un texto lleno de audacias experimentales que intenta expresar el desasosiego frente a los interrogantes de la existencia.Juan Carlos Onetti (1909-1999), uruguayo, presenta un mundo subjetivo, lleno de obsesiones y de personajes al borde del tormento. Sus dos obras maestras, El astillero (1961) y Junta cadáveres (1964), ofrecen un universo cerrado y asfixiante de absurdo existencial, con numerosos puntos de vista narrativos.

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José Lezama Lima (1912-1976), cubano, poeta excelente, es autor de una sorprendente novela, Paradiso (1966), que retrata el contexto urbano de los criollos burgueses de La Habana.Carlos Fuentes (1928), mexicano, tal vez el más experimentalista de todos junto con Cortázar, emplea un sistemático entrecruzamiento de planos temporales sin olvidar los problemas sociales de su país, en La muerte de Artemio Cruz (1962) y Cambio de piel (1966).Augusto Roa Bastos (1917-2005), paraguayo, es autor de dos novelas complejas, Hijo de Hombre (1960) y Yo, el Supremo (1974). En la primera, el relato autobiográfico de un personaje sirve de contrapunto a la historia de un pueblo durante la guerra del Chaco; la segunda se sitúa en la tradición de las novelas de dictador.Mario Vargas Llosa (1936), peruano, alterna la novela de técnicas renovadoras con las de carácter más tradicional. Entre las primeras, con una gran preocupación por la estructura novelesca, destacan La ciudad y los perros (1962) y La casa verde (1966). La primera es una narración de denuncia antimilitarista, y en cierto sentido, testimonial de su estancia en un colegio de internos.

Enellaofreceuna estructura de contrapunto y planos superpuestos. Entre la segunda, su obra maestra, Conversaciones en La catedral (1969), novela política en la que dos personajes analizan la situación social y las maniobras del poder, La tía Julia y el escribidor (1977), una deliciosa historia autobiográfica, La guerra del fin del mundo (1981) y La fiesta del chivo (1999)Gabriel García Márquez(1928), colombiano, premio Nobel en 1982, es conocido en el mundo por Cien años de soledad (1967), donde el “realismo mágico” llega a su madurez total al contar la historia de una familia en un lugar mítico, Macondo.Fundiendo la realidad con el mito y la fantasía, García Márquez construye una alegoría o metáfora de la historia de Hispanoamérica y del mundo, desde la creación y el caos hasta la nada -Macondo nace y se destruye-, con el trasfondo de la soledad y el aislamiento, y tomando como referencia la estructura de los mitos bíblicos. Otras hermosas novelas:

El coronel no tiene quien le escriba (1958),Crónica de una muerte anunciada (1981) yEl amor en los tiempos del cólera (1985).

La narrativa hispanoamericana posterior al espléndido Boom se caracteriza, como en el resto de Occidente, por una diversa variedad de tendencias.

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Decrece, como en todas partes, la opción experimentalista, y se eligen discursos narrativas más transparentes, bien para dar una visión de la realidad social y política, de la crisis económica o de las dictaduras, o para revisar el pasado y el presente históricos; bienpara narrar historias más íntimas y personales o para dar otras perspectivas en las que, con frecuencia, no falta el humor. La lista de narradores es numerosa:• Los mexicanos Jorge Ibargiiengoitia (1928-1983), irónico y humorístico en Las muertas (1973) y Los conspiradores (1981); Fernando del Paso (1935), barroco y crítico en José Trigo (1966) y Palinuro de México (1976); Arturo Azuela (1938), testimonial en Un tal Salomé(1975) y El don dela palabra (1984); Elena Poniatowska (1933) y Héctor Aguilar Camín(1946).• Los argentinos Ricardo Piglia(1940), que revisa la historia argentina enRespiración artificial (1980) y Plata quemada (1997);Abel Posse(1934), con su novela histórica Los perros del paraíso (1983), yDaniel Moyano (1930-1992).