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Durante este año debiera llegar a Chile la obra “Las 500 dudas más frecuentes del español” (Espasa), publicado en España en noviembre pasado y que generó cierta repercusión en la prensa española. Florentino Paredes, profesor de Lengua Española de la Univer- sidad de Alcalá, coor- dinó ese libro de con- sulta editado por el Instituto Cervantes. El especialista explica que los errores en el habla surgen casi por inercia: “Oímos una frase que nos parece ingeniosa u ocurrente y la adopta- mos sin pararnos a pensar si está bien o mal; esto sucede a menudo cuando oímos o leemos una expresión en boca de alguien a quien admiramos”. Afirma que el habla tiene que ver con las formas en cómo aprendemos el lenguaje en nuestro entorno social, en el cual aprende- mos el significado de las palabras de una manera aproximada. Por ello es tan frecuente confundir términos pare- cidos como eficaz, efectivo y efi- ciente, islamista e islámico, u oír y escuchar. No solo los chilenos incurren en faltas al hablar o escribir. Según Pare- des, también ocurre en el contexto de Hispanoamérica y los errores más frecuentes tienen que ver con la conju- gación de verbos irregulares como fregar y apretar. En esos casos las personas sue- len decir “frega” en lugar de “friega”, “apre- ta” en vez de “aprieta”. También es frecuente el uso incorrecto de preposiciones en frases como se hartó a llorar” en lugar de “se hartó de llorar”; y también la falta de concordancia entre el sujeto y el verbo “¿yo soy el que manda” o “yo soy el que mando?”. En los países de hablahispana también son comunes los errores de puntuación como escribir comillas innecesarias, abusar de los puntos suspensivos o suprimir el signo de abertura de la inte- rrogación y la exclamación, hábito que califica como “nefasto”. “Las 500 dudas más frecuentes del español” responde —literalmente— a pre- guntas del tipo ¿se escribe sólo o solo?; ¿se acentúa la palabra guion?; ¿se puede decir oscuro o hay que decir obscuro?” y a diver- sas inquietudes planteadas por quienes acuden al Instituto Cervantes en busca de orientación. El libro propone sustituir la expresión “años 70’s” por “años 70”; decir “una cami- sa de rayas” en lugar de “una camisa a rayas” y evitar la expresión “destornillarse de risa” y preferir “desternillarse de risa”, ya que si alguien se ríe tanto corre el peli- gro de que se le rompan las ternillas o cartílagos. Y más allá de que una persona pueda acudir a esta y otras obras de consulta o referencia, Paredes recomienda leer y escribir más, como una manera de mejorar la forma de comunicarse. 500 dudas del español Sostiene que este constante cambio en el lenguaje es una característica universal pro- ducto de la presión de los cambios sociales y de las nuevas tecnologías. Oyanedel conside- ra que hay una mayor preocupación de los chilenos por el bien decir. “Sin intención de generalizar, percibo que los chilenos sienten E n una charla cotidiana, una mujer le cuenta a una amiga que durante la ma- ñana le sucedió algo “heavy”: pasó a comprar un sánguche en un sitio con fa- lencias de limpieza, donde se encontró con su compañera de colegio, la Gloria, quien no la sa- ludó y, más encima, la evitó cuando quería acer- carse a ella. Se trata de una conversación colo- quial y de carácter informal en la que no hay mu- cho que corregir o criticar. Otra cosa sería si la mujer escribiera de la mis- ma manera esta pequeña historia en una comu- nicación más formal. Tendría al menos cuatro in- correcciones, y la sugerencia sería sustituir la palabra de origen inglés “heavy” por “intenso”, escribir correctamente “sándwich”, cambiar la palabra “falencias” por “fallas” y reemplazar la expresión “más encima” por “además”. ¿Está mal hablar de esa forma? No. Lo incorrecto sería, más bien, escribir todo como se dice coloquialmente. El presidente de la Academia Chilena de la Lengua, Alfre- do Matus, afirma que el habla cotidia- na o informal no es incorrecta en sí mis- ma, pero que las personas deben dis- tinguir el contexto en el que utilizan las expresiones. “Es importante el habla coloquial por- que es la que mejor representa la diná- mica de las lenguas, que es una dinámica histórica. Pero no es lo mis- mo que una persona diga ‘bakán’ entre los ami- gos que en una reunión de apoderados. Sería im- propio en el habla más cuidada”. Dudas como esa pueden ser consultadas y aclaradas con el libro que la Academia Chilena de la Lengua acaba de publicar junto a Editorial Catalonia bajo el título “Lo pienso bien y lo digo mal”. En él se ofrece una serie de recomendacio- nes idiomáticas basadas en casos concretos y preguntas planteadas directamente a la institu- ción durante casi 20 años y respondidas por la Academia a través de sus periódicas “Notas idiomáticas”, publicadas con mucho éxito entre 1995 y 2011. “Todos los casos que exponemos se basan en la vida real, en ejemplos que hemos observado en Chile en la televisión, en los diarios o en las con- versaciones que escuchamos”, explica el presi- dente de la Academia. ¿En qué áreas fallan más los chilenos? Matus explica que son muy comunes los “queísmos” y “dequeísmos. Por ejemplo, alguien puede decir que “todos sus amigos coinciden que la crisis no les afecta- rá”, cuando lo correcto es decir “coinciden en que…”. O una empresa podría afirmar que “el paquete de señales que un abo- nado dispone”, cuando la frase correcta sería “el paquete de señales de las que un abonado dispone”. También es frecuente que se adopten palabras españo- las que en inglés tienen otro significado, como “aplicar” (del verbo “apply”), en vez de “postular”; “librería” (de “library”), en vez de “bi- blioteca”, o “soportar” (de “support”), por el verbo “apoyar”. La pro- nunciación de algunos términos común en la lengua hablada no siempre es aceptable en la escri- tura. Es el caso de “difrutar” por “disfrutar”, “hácelo” por “hazlo” o “pone tú” por “pon tú”. Marcela Oyanedel, miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua, profesora de gramática española de la UC y presidenta de la Comisión de Gramática, integrada por lingüis- tas y gramáticos que, con el director y el pleno de la Academia, se encargaron de la elaboración del libro, explica que el uso del lenguaje de cada re- gión enriquece el caudal lingüístico general del español, pero es importante que quienes lo ha- blan sepan usarlo de manera más precisa. Por ello es que este libro editado por la Academia pretende ser una herramienta de consulta “que no impone, sino que propone un uso adecuado del idioma” en Chile. “No necesariamente los chilenismos son con- trarios al habla correcta”, dice Darío Ro- jas, coordinador de la publicación, y pone como ejemplo las palabras “fo- me” o “ampolleta”, las cuales “son propias del país, pero son absoluta- mente correctas”, afirma el académi- co de la U. de Chile. Esto es posible gracias a que quie- nes componen la Academia Chilena de la Lengua estudian de manera constante los cambios que experi- menta el español en su historia. Ma- tus explica: “Observamos el uso del lenguaje, lo registramos, y reco- mendamos cuáles son las formas más prestigiosas, según las pro- pias modalidades del uso con- creto. Por ejemplo, la mayoría de los chilenos tiene claro que se puede decir “cómo estái” en una conversación informal, pero no en una entrevista de trabajo. La regulación proce- de del mismo uso”, explica Alfredo Matus. “Al final, es la propia lengua la que manda. Como decía Andrés Bello, la única autoridad en lo tocante a la lengua es la lengua misma”. Un concepto que en los últimos años ha influi- do “determinantemente la política panhispá- nica” de las veintidós academias de la lengua, afirma. interés por el tema del idioma y el len- guaje, independientemente de su con- dición social y económica; se percibe que una persona que habla bien tiene más oportunidades”, dice. Es normal que haya incorrecciones en el habla, y por eso la gente recurre a diccionarios de significados, de antónimos o sinónimos, asegura Arturo Infante, director general de Editorial Catalonia. “Nadie que re- quiera un mínimo de expresión adecuada de la lengua deja de consultarlos en algún mo- mento. Estamos seguros de que será el caso de este libro”. LENGUAJE Obras de consulta para el español: Presentan dos nuevos libros para HABLAR BIEN Y ESCRIBIR MEJOR MARIANA GONZÁLEZ ¿Se dice “indio” o “hindú”? ¿Es correcta la palabra “opinólogo”? Al hablar español pueden surgir errores que en ocasiones repetimos o agravamos al escribir. La Academia Chilena de la Lengua y el Instituto Cervantes editan sendos libros que proponen un mejor uso de nuestro lenguaje y en los que se aclaran dudas que los hablantes del español se plantean de manera cotidiana. “Lo pienso bien y lo digo mal”. Academia Chilena de la Lengua. Editorial Catalonia, Santiago, 2014, 256 páginas. $11.900. E6 ARTES Y LETRAS DOMINGO 2 DE MARZO DE 2014 Idioma VICTOR ABARCA

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Durante este año debiera llegar a Chile laobra “Las 500 dudas más frecuentes delespañol” (Espasa), publicado en España ennoviembre pasado y que generó ciertarepercusión en la prensa española.

Florentino Paredes,profesor de LenguaEspañola de la Univer-sidad de Alcalá, coor-dinó ese libro de con-sulta editado por elInstituto Cervantes.El especialista explicaque los errores en elhabla surgen casipor inercia: “Oímosuna frase que nosparece ingeniosa uocurrente y la adopta-mos sin pararnos a pensar si está bien omal; esto sucede a menudo cuando oímos oleemos una expresión en boca de alguien aquien admiramos”.

Afirma que el habla tiene que ver con lasformas en cómo aprendemos el lenguaje ennuestro entorno social, en el cual aprende-

mos el significado de las palabras de unamanera aproximada. Por ello es tan

frecuente confundir términos pare-cidos como eficaz, efectivo y efi-ciente, islamista e islámico, u oír y

escuchar.No solo los chilenos incurren en

faltas al hablar o escribir. Según Pare-des, también ocurre en el contexto de

Hispanoamérica y los errores másfrecuentes tienen que ver con la conju-

gación de verbos irregulares como fregary apretar. En esos casos las personas sue-len decir “frega” en lugar de “friega”, “apre-ta” en vez de “aprieta”.

También es frecuente el uso incorrectode preposiciones en frases como “se hartó allorar” en lugar de “se hartó de llorar”; ytambién la falta de concordancia entre elsujeto y el verbo “¿yo soy el que manda” o“yo soy el que mando?”.

En los países de hablahispana tambiénson comunes los errores de puntuacióncomo escribir comillas innecesarias,abusar de los puntos suspensivos osuprimir el signo de abertura de la inte-rrogación y la exclamación, hábito quecalifica como “nefasto”.

“Las 500 dudas más frecuentes delespañol” responde —literalmente— a pre-guntas del tipo ¿se escribe sólo o solo?; ¿seacentúa la palabra guion?; ¿se puede deciroscuro o hay que decir obscuro?” y a diver-sas inquietudes planteadas por quienesacuden al Instituto Cervantes en busca deorientación.

El libro propone sustituir la expresión“años 70’s” por “años 70”; decir “una cami-sa de rayas” en lugar de “una camisa arayas” y evitar la expresión “destornillarsede risa” y preferir “desternillarse de risa”,ya que si alguien se ríe tanto corre el peli-gro de que se le rompan las ternillas ocartílagos.

Y más allá de que una persona puedaacudir a esta y otras obras de consulta oreferencia, Paredes recomienda leer yescribir más, como una manera de mejorar

la forma de comunicarse.

500 dudas del español

Sostiene que este constante cambio en ellenguaje es una característica universal pro-ducto de la presión de los cambios sociales yde las nuevas tecnologías. Oyanedel conside-ra que hay una mayor preocupación de loschilenos por el bien decir. “Sin intención degeneralizar, percibo que los chilenos sienten

E n una charla cotidiana, una mujer lecuenta a una amiga que durante la ma-ñana le sucedió algo “heavy”: pasó acomprar un sánguche en un sitio con fa-

lencias de limpieza, donde se encontró con sucompañera de colegio, la Gloria, quien no la sa-ludó y, más encima, la evitó cuando quería acer-carse a ella. Se trata de una conversación colo-quial y de carácter informal en la que no hay mu-cho que corregir o criticar.

Otra cosa sería si la mujer escribiera de la mis-ma manera esta pequeña historia en una comu-nicación más formal. Tendría al menos cuatro in-correcciones, y la sugerencia sería sustituir lapalabra de origen inglés “heavy” por “intenso”,escribir correctamente “sándwich”, cambiar lapalabra “falencias” por “fallas” y reemplazar laexpresión “más encima” por “además”.

¿Está mal hablarde esa forma? No.Lo incorrecto sería,más bien, escribirtodo como se dicecoloquialmente. Elp r e s i d e n t e d e l aAcademia Chilenade la Lengua, Alfre-do Matus, af irmaque el habla cotidia-na o informal no esincorrecta en sí mis-m a , p e r o q u e l a spersonas deben dis-tinguir el contextoen el que utilizan lasexpresiones.

“Es importante elhabla coloquial por-que es la que mejorrepresenta la diná-mica de las lenguas,que es una dinámica histórica. Pero no es lo mis-mo que una persona diga ‘bakán’ entre los ami-gos que en una reunión de apoderados. Sería im-propio en el habla más cuidada”.

Dudas como esa pueden ser consultadas yaclaradas con el libro que la Academia Chilenade la Lengua acaba de publicar junto a EditorialCatalonia bajo el título “Lo pienso bien y lo digomal”. En él se ofrece una serie de recomendacio-nes idiomáticas basadas en casos concretos ypreguntas planteadas directamente a la institu-ción durante casi 20 años y respondidas por laAcademia a través de sus periódicas “Notasidiomáticas”, publicadas con mucho éxito entre1995 y 2011.

“Todos los casos que exponemos se basan en lavida real, en ejemplos que hemos observado enChile en la televisión, en los diarios o en las con-versaciones que escuchamos”, explica el presi-dente de la Academia.

¿En qué áreas fallan más los chilenos? Matusexplica que son muy comunes los “queísmos” y“dequeísmos.

Por ejemplo, alguien puede decir que “todossus amigos coinciden que la crisis no les afecta-rá”, cuando lo correcto es decir “coinciden en

que…”. O una empresa podría afirmarque “el paquete de señales que un abo-nado dispone”, cuando la frasecorrecta sería “el paquetede señales de las que unabonado dispone”.

También es frecuente quese adopten palabras españo-las que en inglés tienenotro significado, como“aplicar” (del verbo“ a p p l y ” ) , e n v e z d e“postular”; “librería” (de“library”), en vez de “bi-blioteca”, o “soportar”(de “support”), por elverbo “apoyar”. La pro-nunciación de algunostérminos común en la lenguahablada no siempre es aceptable en la escri-tura. Es el caso de “difrutar” por “disfrutar”,“hácelo” por “hazlo” o “pone tú” por “pon tú”.

Marcela Oyanedel, miembro de número de laAcademia Chilena de la Lengua, profesora degramática española de la UC y presidenta de laComisión de Gramática, integrada por lingüis-tas y gramáticos que, con el director y el pleno dela Academia, se encargaron de la elaboración dellibro, explica que el uso del lenguaje de cada re-gión enriquece el caudal lingüístico general delespañol, pero es importante que quienes lo ha-blan sepan usarlo de manera más precisa. Porello es que este libro editado por la Academiapretende ser una herramienta de consulta “queno impone, sino que propone un uso adecuadodel idioma” en Chile.

“No necesariamente los chilenismos son con-trarios al habla correcta”, dice Darío Ro-jas, coordinador de la publicación, ypone como ejemplo las palabras “fo-me” o “ampolleta”, las cuales “sonpropias del país, pero son absoluta-mente correctas”, afirma el académi-co de la U. de Chile.

Esto es posible gracias a que quie-nes componen la Academia Chilenade la Lengua estudian de maneraconstante los cambios que experi-menta el español en su historia. Ma-tus explica: “Observamos el uso dellenguaje, lo registramos, y reco-mendamos cuáles son las formasmás prestigiosas, según las pro-pias modalidades del uso con-creto. Por ejemplo, la mayoríade los chilenos tiene claro quese puede decir “cómo estái” enuna conversación informal,pero no en una entrevista detrabajo. La regulación proce-de del mismo uso”, explicaAlfredo Matus.

“Al final, es la propia lengua la que manda.Como decía Andrés Bello, la única autoridaden lo tocante a la lengua es la lengua misma”.Un concepto que en los últimos años ha influi-do “determinantemente la política panhispá-nica” de las veintidós academias de la lengua,afirma.

interés por el tema del idioma y el len-guaje, independientemente de su con-dición social y económica; se percibeque una persona que habla bien tienemás oportunidades”, dice.

Es normal que haya incorreccionesen el habla, y por eso la gente recurre a

diccionarios de significados, de antónimos osinónimos, asegura Arturo Infante, directorgeneral de Editorial Catalonia. “Nadie que re-quiera un mínimo de expresión adecuada dela lengua deja de consultarlos en algún mo-mento. Estamos seguros de que será el caso deeste libro”.

LENGUAJE Obras de consulta para el español:

Presentan dos nuevos libros para

HABLAR BIEN YESCRIBIR MEJOR

MARIANA GONZÁLEZ

¿Se dice “indio” o “hindú”? ¿Es correcta la palabra “opinólogo”? Al hablar español pueden surgir errores queen ocasiones repetimos o agravamos al escribir. La Academia Chilena de la Lengua y el Instituto Cervanteseditan sendos libros que proponen un mejor uso de nuestro lenguaje y en los que se aclaran dudas que loshablantes del español se plantean de manera cotidiana.

“Lo pienso bien y lo digomal”. Academia Chilena dela Lengua. EditorialCatalonia, Santiago, 2014,256 páginas. $11.900.

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