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Reynaldo Castro Con vida los llevaron Memorias de madres y familiares de detenidos-desaparecidos de San Salvador de Jujuy, ARGENTINA Ediciones La Rosa Blindada

Con Vida Los Llevaron-jujuy

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Reynaldo Castro

Con vida los llevaron

Memorias de madres y familiares de detenidos-desaparecidos de San Salvador de Jujuy, ARGENTINA

Ediciones La Rosa Blindada

Coleccin de ensayos EMILIO JUREGUI dirigida por Jos Luis Mangieri

Diagramacin de tapa y contratapa Remo Bianchedi & Fundacin Nautilius

2004 Ediciones La Rosa Blindada Reynaldo Castro I.S.B.N. 987-1011-08-3 Buenos Aires, Repblica Argentina Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina. Printed in Argentina

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ndicePg. Introduccin 8 Epgrafes 10 Dedicatoria 11

1. La pared 2. Las patotas y la literatura 3. El expediente Godoy/ Gutirrez 4. Estado de sitio 5. Una gestin de inexcusable deber 6. El Negro 7. Cundo se apagaron las hogueras? 8. Primeras palizas 9. Kuriaky, el hijo de Tamalito 10. Cancin intil 11. De Palpal a Cuba 12. Alcira y Tulio 13. Presos polticos 14. Clandestino 15. Ley 20.840 16. El primer apagn 17. El primer impacto traumtico: el secuestro 18. El peligro de ser joven 19. La marca del sopln20. La violacin a los derechos humanos en la provincia de Tucumn 21. Operativo Limpieza 22. La tortura fsica 23. Pampero e Ins 24. Libros livres 25. Es posible configurar despus de Auschwitz? 26. Dos fusiles en un coche de beb 27. Las cosas se ponen bravas 28. El hbeas corpus 29. Morir en La Plata 30. La noche que los jugadores se fueron al mazo 31. Proclama del gobierno militar del 24 de marzo de 1976 32. El golpe no fue un rayo en un da radiante 33. El Aguilarazo 34. Avelino 66 35. Morir y resucitar 36. Y la marchita sigui sonando 37. Marina 74 38. Elena y Dumbo 39. Estaba tildado de extremista

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40. Con los dirigentes a la cabeza 41. Imgenes 42. Usted viene con nosotros 43. La cada del ngel 44. No me torturen ms 45. Pastillas para morir 46. Una tonada de amor en Villa Gorriti 47. Una mala compaa 48. Cmo reconocer la infiltracin marxista en las escuelas 49. Lnea 2. Colectivo completo 50. Los ltimos minutos 51. Ni sdicos ni psicpatas: torturadores 52. Citacin policial96

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53. El destino errante54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87. 88. 89. 90. 91. 92. 93. 94. 95. 96. 97. Buenos Aires, julio de 1976 El Talar Hermana la vida/ hermana la muerte La masacre de Palomitas Tu corazn es tierra sin olvido Las maestras y una cadenita La batalla del charco Tilcara A su marido no lo va a ver ms Seores, es que todo se pierde? Donde habita la muerte Anhelos El aguante De Ledesma a Guerrero Hostera Guerrero Una tortura sin picana Cumpleaos El Familiar Apagones Carta de un empresario de Jujuy al ministro de Economa de la nacin De Tucumn a Guerrero El mtodo De Calilegua a Guerrero El obispo pecador La oficina La formacin de torturadores Horacio Vale, un peronista orgulloso de su pasado Un da de furia Ya sabr que ha desaparecido su hijo El Partido Militar El secuestro y la desaparicin de Pampero Una beba contra la Doctrina de Seguridad Nacional Qu es ser un joven desaparecido? La rapia Charly Garca en Ciudad de Nieva Cancin de Alicia en el pas Los habitantes del sol Trabajemos juntos La maldicin de Enriqueta Alas de opresin Las ex consuegras, las mellizas y el perrito Prontuario Fidalgo, Andrs Francisco Se llevaron hasta las alcancas

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98. El recorrido militante del Negro 99. La resistencia clandestina 100.De Jujuy a Trelew 101.Dos curas de un mismo colegio 102.Perros de la calle 103.El parto, la Cruz Roja y la noticia de la muerte 104.Los secuestros de Selva y Marina 105.Los buenos modales y la traidora 106.1 de enero de 1977 107.Canciones subversivas 108.Caballos 109.Mujeres en el ministerio del Interior 110.Una carta a Videla 111.19 y 4 112.El movimiento de derechos humanos 113.El Centro de Estudios Legales y Sociales 114.Un juez que no tuvo miedo 115.Las primeras catorce madres 116.Pauelo blanco 117.Y si nos ponemos un paal de nuestros hijos? 118.Mejor no hablar de ciertas cosas 119.Destacada participacin del Director de Pregn en un debate en la SIP 120.Jacobo Timerman 121.No te ras de un diario 122.Tirar con chistes 123.La resistencia en Jujuy 124.Germn Mallagray, un polemista feroz 125.Gritos y susurros 126.Tres culos castrenses 127.Cara de madre de desaparecido 128.Una madre 129.Una hermana 130.Una esposa 131.Bajo bandera 132.La colimba 133.Operativo Latigazo 134.Por razones de servicio 135.Totalmente incomunicado 136.La pulguita en la oreja 137.Un lugar en la Argentina 138.Por los detenidos-desaparecidos de San Salvador de Jujuy 139.Defender la alegra 140.Generaciones 141.Paredes Ave Fnix ndice onomstico

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IntroduccinEscrib este libro para que fuese publicado, para que actuara, no para que se incorporase al vasto nmero de las ensoaciones de idelogos. Investigu y relat estos hechos tremendos para darlos a conocer en la forma ms amplia, para que inspiren espanto, para que no puedan jams volver a repetirse. RODOLFO WALSH

Cuando un autor se pone a narrar historias contadas por otros, la tarea de escribir queda reducida a -nada ms y nada menos- cuestiones formales. Ordenar fechas, asociar situaciones, establecer proximidades que no siguen la cronologa pero son capaces de explicar una verdad ocultada, interponer voces y aclaraciones: he aqu un listado casi completo de las tareas a las que me vi empujado en esta obra. Todo comenz con un pedido de Nlida Pizarro. Ella me pidi que compilara un libro de poemas de su hija Alcira. Con mucha ingenuidad acept su pedido y me propuse escribir un prlogo que explicara los momentos de felicidad familiar y la difcil condicin de ser una joven revolucionaria en los aos setentas. La cantidad de datos que me salieron al paso, me hicieron entender que tena una historia que, desde hace dcadas, esperaba ser contada. Las pginas que siguen dan cuenta de realidades diversas -emocionantes a veces, trgicas en mayor medida; pero siempre demasiado humanas- que resultaron de entrevistas grupales, durante casi dos aos de trabajo, en las que participaron Nlida, Azucena Iriarte, Selva Vilte, Elena Mateo, Enriqueta Herrera, Ins Pea, Argentina Sarmiento de lvarez, Guillermina Castro, Claudia Scurta, Miriam Bazn, Juana Delicia Bisdorff, Dora Rebecchi, Elsa Margarita Elgoyhen, Mara Eugenia Villada y Mara del Carmen Ovando. En rigor, ellas son las verdaderas autoras de la parte principal del contenido de este libro; la forma (continente) es responsabilidad ma. Escribo esto y no puedo evitar que una sensacin de pedantera me aflore, pero quiero recordar que hacerse responsable es -antes que nada- exponerse. Quiero agradecer a todos aquellos que, de una manera u otra, colaboraron para que esta investigacin se llevara a cabo. En especial, agradezco a Andrs Fidalgo no slo por permitirme usar su archivo y su biblioteca, sino por sus consejos. Gracias tambin a Jorge Accame, Cecilia Acua, Ernesto Aguirre, Mara Eva Arroyo, Remo Bianchedi, Carlota Bonzano, Jorge Castro, Eublogia1 Cordero, Sofa Alicia DAndrea, Flora Guzmn, Sara Murad, Luis Alberto Quevedo, Estela Maman, Olga Mrquez, Ricardo Martnez, Victoria Mendoza, Marta Rondoletto, Ral Scurta, Mara Seoane y Mara Ins Zigarn. Cada quien sabe por qu. Pasemos ahora a una advertencia. En 1904, Franz Kafka le escribi a un amigo: Creo que slo debemos leer libros que nos muerdan y nos araen. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un mazazo en el crneo, para qu molestarnos en leerlo?. Este libro fue pensado para morderte, estimado lector; adems, siguiendo el consejo de un poeta jujeo, fue escrito para pegarle con un cao a las conciencias que se abren como paraguas negros. No es literatura de1

No es un error tipogrfico, es el nombre con que fue anotada en el Registro Civil. Muchas publicaciones, entre ellas el Nunca ms, la registran como Eulogia. Segn ella misma: Para los milicos fui Eulogia, para los que me quieren soy Rita; no es mi verdadero nombre pero no produce confusin. En este libro se ha optado por colocar el nombre tal cual es, incluso se han corregido las citas que la nombran equivocadamente. Nunca estar mal el hecho de escribir las cosas (y los nombres) como son.

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ficcin. Es una memoria narrada con lo aprendido en los aos que nos separan de la ltima dictadura. Por lo tanto, la similitud que estas historias tienen con la realidad es pura consecuencia. REYNALDO CASTROSan Salvador de Jujuy, 2003

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Las dismiles problemticas que confluyen hoy sobre los derechos humanos en la Argentina, se inscriben tambin en este drama medular: la crisis de un lenguaje reflexivo, que narre. Es decir, se inscriben, sobre todo, en un pensar intelectual (hoy defraudante): ese que siempre ensaya, que ambiciona con palabras, la aterida pero a las vez insustituible explicacin de un mundo. Palabra intelectual que precisa, como dice Georges Bataille, regresar a la desdicha de la conciencia... como a su primer amante, para encontrar de nuevo las intensidades dolorosas. NICOLS CASULLO

Con pistolas y cuchillos me quieren asesinar yo no soy ningn cobarde conmigo no han de jugar. Conmigo no han de jugar conmigo no han de poder yo no soy ninguna escoba conmigo no han de barrer. COPLA POPULAR

Qu manto de memoria se podra tejer con esos pedacitos de memoria no dichos, fragmentados, dispersos, que muchos testigos y vctimas guardan para s, como inmovilizados en su antiguo lugar. Un manto consolador y abrigador contra repeticiones posibles. Los crmenes del pasado perviven en lo que se calla de ellos en el presente. JUAN GELMAN

El porvenir no habr de juzgarnos por olvidar sino por recordarlo todo y, aun as, no actuar en concordancia con esos recuerdos. ANDREAS HUYSSEN

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A la memoria de: Esteban ALCOBA, Dominga LVAREZ, Julio Rolando LVAREZ GARCA, Gerardo ARABEL, Ral ARABEL, Reynaldo ARAGN, Luis Ramn AREDES, Juan Carlos ARROYO, Benjamn Gabriel VILA, Juan Jos VILA, Susana Cristina VILA, Juan ngel BACA, Avelino BAZN, Pablo Jos BERNARD, Daniel Leonardo BURGOS, Luis BURGOS, Mara Cristina BUSTOS, Jos Manuel CABRERA, Rubn Edgardo CANSECO, Rubn Horacio CARRAZANA, Miguel Elas CONCHA, Germn Toms CRDOBA, Leandro Rodolfo CRDOBA, Mafalda CORINALDESI, Jos Carlos CORONEL, Roberto Joaqun CORONEL, Miguel Arcngel CORTZ, Vicente Juan COSENTINI, Ren Humberto CRUZ, Salvador CRUZ, Pablo Jacobo CHALABE, Carlos Alberto DAZ, Guillermo Genaro DAZ, Mario DAZ, Ana Mara ESPEJO, Juan Carlos ESPINOZA, Alcira Graciela FIDALGO, Mario Ivar FLORES, Cresente GALIAN, Paulino Prudencio GALIAN, Domingo Horacio GARNICA, Miguel ngel GARNICA, Saturnino Justo GARRIDO, Eva Delicia GARRIDO, Osvaldo Jos Gregorio GIRIBALDI, Neldo Anbal GMEZ, Oscar GONZLEZ de la VEGA, Mximo Fernando HERRERA, Carlos Alberto HUESO, Juan Gerardo JARMA, Jaime Rafael LARA TORRES, Csar Hugo LOKER, Hugo Julin LUNA, Mara Amaru LUQUE, Rosa Santos MAMAN, Rubn MOLINA, Hugo Antonio NARVEZ HERRERA, Leopoldo Reynaldo NAVARRO, Francisco Antonio NICOLAY, Roberto Luis OGLIETTI, Carlos Mariano ORELLANA, Walter Eduardo OVIEDO MORALES, Silvana PARRILE, Carlos Ernesto PATRIGNANI, Ezequiel Matas Claudio PEREYRA CARRILLO, Walter Tefilo PREZ LOZA, Cecilia Alicia PESSINA, Roberto Alejandro POLANCO, Gregorio Daro PONCE, Julio Mario RABNOSZOCZYC KIWELEWICY, Mara Alicia del Valle RANZONI, Domingo Faustino REALES, Roberto ROS, Rosalino ROS, Romn Patricio RIVERO, Juan ngel ROBLES, Carmen RODRGUEZ, Blas Mario ROJAS, Ernesto David ROJAS, Mximo ROJAS CABALLERO, Graciela Antonia RUTILA ARTES, Vctor Hugo SAFAROV, Ricardo Luis SALINAS, Narciso SANTIESTEBAN, Simn ngel SAPAG, Teresa SARRICA, Vctor Jess SEGURA, Csar Roberto SORIA, Luis Faustino STAMPONI CORINALDESI, Mximo Alberto TELL, Armando TILCA, Elas Juan TOCONS, Juana Francisca TORRES CABRERA, Pedro Eduardo TORRES CABRERA, Dante Robinsn TORRES GIRBAU, Anbal Dante TOSSI, Jorge Ernesto TURK, Rodolfo Pedro USINGER, Crescencio VARGAS, Johnny VARGAS OROSCO, Amrico Macrobio VILCA VERA, Carlos Eulogio VILLADA, Carmen Rosa VILTE, Marina Leticia VILTE, Manuel Ismael VIVAS, Jorge Osvaldo WEISZ, Margarita Azize WEISZ, Ricardo Alberto YUNG; todos detenidos-desaparecidos, asesinados o vctimas de desaparicin forzada, directa o indirectamente vinculados con la provincia de Jujuy.

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1. LA PARED POR ALGUNA RAZN, se haban olvidado de blanquear una pared que tena una consigna peronista. Ya no importaba porque casi nadie quera mirarla. Desde el mircoles 24 de marzo de 1976, todos hacan como que no la vean. La lluvia, el viento norte y el miedo -sobre todo ste ltimo- convertan aquellas palabras en ilegibles: Snopek Bentez, las urnas hasta el tope. El ingeniero Carlos Snopek y el escribano Alfredo Luis Bentez integraron la frmula que gobern en la provincia desde el 25 de mayo de 1973 hasta el golpe. Haban llegado al gobierno despus de un triunfo cmodo. Eran das en los cuales todo poda ser posible. Un par de nombramientos daban idea de la voluntad de cambio que se introduca por distintos frentes: Avelino Bazn, respetado dirigente gremial, estaba al frente de la direccin de Trabajo; en tanto que la reparticin del Archivo Histrico era dirigida por Juan Carlos Arroyo, un conocido militante que perteneca a una organizacin armada del peronismo. Pero todo dur poco. Las paredes se blanquearon, las urnas se guardaron y empez la mayor cacera de hombres y mujeres de la historia argentina contempornea.

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2. LAS PATOTAS Y LA LITERATURA EN RIGOR, el terrorismo de Estado comenz a fines de 1973, cuando Jos Lpez Rega -un influyente y nefasto personaje de escasa tradicin en el peronismo pero capaz de cercar las decisiones presidenciales- empez a organizar bandas armadas para apoderarse de todos los espacios de poder que Pern dejara al morir. El nombre de la organizacin era tramposo: Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), era engaoso ya que el calificativo de comunista serva para eliminar a cualquier persona que pensara en forma diferente a El Brujo (apodo con que se conoca a Lpez Rega por la atraccin que senta por las prcticas esotricas). El objetivo final era aniquilar la tendencia revolucionaria del peronismo2. Por aquellos das, el abogado Andrs Fidalgo asesoraba al gremio mercantil de Jujuy. Ya estaba acostumbrado a las corridas, as que sola asistir a las movilizaciones armado de habeas corpus prefabricados: el documento ya estaba redactado y cuando un trabajador era detenido, slo haba que colocar el nombre y el nmero de identificacin. Por esta efectividad tambin era requerido por militantes ajenos al gremio. Haba dos que siempre lo buscaban cuando las papas quemaban: Juan Carlos Arroyo y Mario Tamalito Daz. Eran una yunta brava, andaban calzados y, sobre todo en Palpal, eran reconocidos como una variante armada de Pap Noel: repartan mercaderas en los barrios ms pobres.Una noche cayeron a mi casa escapando de la poli y yo les dije: La puta! El peronismo, los Montoneros y la Juventud (Peronista) tienen abogados, vayan a verlos. Al final, yo terminaba hacindome cargo de la defensa3.

Ya exista un prolijo detalle del abogado en las fichas de la agencia de inteligencia argentina denominada Servicio de Investigaciones del Estado (SIDE). Fidalgo recuerda que:El 19 de noviembre de 1974 (a poco de regir el estado de sitio en todo el pas), en proximidades de Acheral, provincia de Tucumn, se produjo un enfrentamiento armado, a medianoche, entre dos civiles y nueve policas que patrullaban la zona. Uno de los primeros huy; el otro, con una herida de bala es llevado al hospital donde se le extrajo el proyectil. En el lugar del enfrentamiento se secuestr un bolso que contena dos libros: Cinco tesis filosficas de Mao Ts Tung y Pequea burguesa y revolucin. Adems, panfletos del ERP [Ejrcito Revolucionario del Pueblo], ropa, un detonante para granada (solo) y un documento de identidad a nombre de Miguel Rafael Godoy (quien despus result ser ngel Belisario Gutirrez). Una inspeccin ocular realizada a la luz del da, permiti encontrar, adems, un revlver4.

Entre julio y setiembre de 1974 se produjeron 220 atentados de la Triple A -casi tres por da, 60 asesinatos, uno cada 19 horas-, y 44 vctimas resultaron con heridas graves. Tambin 20 secuestros; uno cada dos das. Ignacio Gonzlez Janzen, La Triple A, Buenos Aires, Contrapunto, 1986. 3 Reynaldo Castro, El da que un chofer de la casa de Gobierno se puso a negociar con los rusos para hacer flamear la bandera roja de la revolucin. En AA.VV., Octogenario, las pelotas: Anti-homenaje a Andrs Fidalgo. San Salvador de Jujuy, Legislatura de Jujuy, 1999. 4 Andrs Fidalgo, Jujuy, 1966 / 1983: Violaciones a Derechos humanos cometidas en el territorio de la provincia o contra personas a ella vinculadas, Buenos Aires, La Rosa Blindada, 2001, p. 173.

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El 20 de noviembre de 19745, el abogado defensor de presos polticos y gremialistas queda a disposicin del Poder Ejecutivo de la Nacin (PEN) por personal de la Polica Federal.[De mi domicilio pas] A calabozos de la delegacin local, donde permanec dos o tres das. All fueron llegando detenidos [Carlos Ernesto] Patrignani, [Ricardo] Ovando, [Reynaldo] Aragn, etc. A los pocos das traslado a la crcel de Villa Gorriti (pabelln 4), donde ya estaban [Jorge Osvaldo] Weisz, [Anbal Lucas] Garay, [Armando] Tilca, [Eduardo] Lpez Salgado, [Juan Felipe] Noguera, [Celedonio] Carrizo, y otros hasta integrar aproximadamente quince o veinte hombres. Pocos das despus ingresa [Juan] Llanos. Quedo en libertad en abril de 19756.

La detencin de Andrs fue justificada con una falsa declaracin del supuesto Godoy -quien se neg a firmarla- que figura a fojas 30 y 30 vuelta del expediente 444/74, Juzgado Federal N 1, Secretara 2, de Tucumn, en la que consta que el imputado milita en el ERP y conoca a varios militantes por sus nombres de guerra, excepto a uno:Con quien el exponente mantena un trato ms amistoso y confidencial era con Pancho, ya que lo conoca de antes, en oportunidad de haber viajado a la ciudad de San Salvador de Jujuy, sabiendo que ste se desempea como abogado y que su verdadero nombre es Andrs Francisco Fidalgo, teniendo el mismo unos 55 aos de edad. El nombrado concurra a los campamentos espordicamente, arribando siempre en horas de la noche y se retiraba despus de permanecer dos o tres das, hacindolo tambin en horas de la noche. Que durante su permanencia, ste efectuaba prcticas tericas y militares, entre los compaeros de lucha de la organizacin, a la vez que fiscalizaba la preparacin de los operativos por los cuales se logr la toma de las localidades de Acheral, Lules, Santa Luca y Los Sosas, todos estos hechos acaecidos en el transcurso del presente ao.

El 4 de diciembre, Godoy es conducido ante el Juez y declara que su verdadero nombre es ngel Belisario Gutirrez. Agrega, entre otros detalles, que en ningn momento declar ante al instructor policial, por lo cual desconoce su contenido. PABLO JOS BERNARD -abogado asesor del sindicato papelero de Celulosa- trabajaba en el estudio jurdico del doctor Juan Llanos (quien continuaba detenido) por lo que qued sin lugar para atender a sus defendidos. Su falta de espacio dur poco porque Nlida Pizarro de Fidalgo, que haba resuelto no cerrar el estudio de su marido arrestado, le ofreci un escritorio en el despacho de Andrs. De esta forma, con una frecuencia de dos veces por semana, el joven defensor de los papeleros reanud sus actividades en Independencia 520. ALCIRA FIDALGO VIVA en Buenos Aires y unos das antes haba llegado a visitar a su familia. Debido a la detencin de su padre decide prolongar su estada y colabora con su madre en los trmites de rigor para procurar la libertad del abogado. Entre las dos corrigen las pruebas de imprenta del Panorama de la literatura jujea. Tanto Nlida como Jos Luis Mangieri, director de la editorial La Rosa Blindada, estaban apurados para sacar el libro de Andrs porque, crean, sera una5

Ese da, adems, desaparece el joven tucumano Miguel Elas Concha, quien viva con unos parientes en la calle Independencia al 1000. Parece ser que fue detenido en el trayecto del barrio Ciudad de Nieva a su domicilio. A partir de entonces no se supo nada ms de l. 6 Andrs Fidalgo, op. cit., p. 194.

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forma de hacer notar ms la injusta detencin. Para acelerar los trmites, y pensando en las dificultades econmicas que tena que eludir el editor, ella le envi un cheque. A los pocos das recibi una carta de Mangieri: contena el documento pero ya no como unidad, sino fragmentado como un rompecabezas imposible de armar. El libro sali, con una tapa que tena un dibujo sin firma (as lo quiso, por razones atendibles, el artista plstico), en los primeros meses del ao siguiente. Mientras el escritor segua detenido, en Buenos Aires hacan lo mismo con Tulio Valenzuela, ex marido de Alcira. Pero con l se ensaan ms: lo torturan brutalmente y, despus, queda tirado en un basural. Fue un operativo de la Triple A. La joven Fidalgo se puso muy mal y fue inmediatamente a verlo. LA COOPERACIN TCITA de las Fuerzas Armadas con los reclutados por Lpez Rega7 fue la introduccin de lo que despus se conocera como guerra sucia. Curiosamente, los militares a esas bandas armadas no las consideraban subversivas; como muestra basta la declaracin del almirante Csar Augusto Guzzetti8, ministro de Relaciones Exteriores del rgimen militar:Mi concepto de subversin se refiere a las organizaciones terroristas de signo izquierdista. La subversin o el terrorismo de derecha no es tal. El cuerpo social del pas est contaminado por una enfermedad que corroe sus entraas y forma anticuerpos. Esos anticuerpos no deben ser considerados de la misma forma en que se considera un microbio. A medida que el gobierno controle y destruya la guerrilla, la accin del anticuerpo va a desaparecer. Estoy seguro de que en los prximos meses, no habr ms acciones de la derecha, algo que ya empieza a ocurrir. Se trata slo de una reaccin de un cuerpo enfermo.

A partir del golpe, la Triple A se disuelve como organizacin. El motivo lo explic el fiscal Julio Csar Strassera, en su alegato en el Juicio a las Juntas9: Porque se integran al Estado (...) pasando sus miembros a revistar en los cuadros permanentes de la represin bajo la forma de las temibles patotas.

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Para un anlisis sobre la trama poltica e ideolgica de la primera mitad de la dcada del setenta, vase Jos Pablo Feinmann, Lpez Rega, la cara oscura de Pern. Buenos Aires, Legasa, 1987. 8 Entrevista concedida a Horacio Chvez Paz en La Opinin, Buenos Aires, octubre 3, 1976. 9 Para una historia de la violencia en la Argentina, desde el nacimiento de la guerrilla hasta las autocrticas militares, tomando como mapa el juicio a las Juntas realizado en 1985, vase Sergio Ciancaglini y Martn Granovsky, Nada ms que la verdad. El juicio a las Juntas, Buenos Aires, Planeta, 1995.

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3. EL EXPEDIENTE GODOY/ GUTIRREZ

Retomando el expediente Godoy/ Gutirrez encuentro all otro dato sugestivo: a fojas 3, 9, 10, 11, 12, 14, 15, 16 y 17 (o sea en nueve ocasiones) se hace referencia a Juan Carlos Arroyo, para establecer finalmente, de manera indirecta, que se trata del agente Carlos Gerardo Arroyo, quien declara a fojas 13, previa mencin de sus calidades personales. Pero resulta que el primero (o sea Juan Carlos Arroyo) era un joven militante del peronismo combativo, por el cual yo haba intervenido en alguna ocasin en Jujuy a raz de actividades que aqu realizaba y que eran motivo de seguimientos o controles por parte de la polica. Tengo razones entonces para suponer que a los investigadores de Tucumn en sus vinculaciones con los de Jujuy se les mezclaron los papeles. Otra falsedad registrada en la causa Godoy/ Gutirrez se introduce con el radiograma enviado por la Polica Federal de Tucumn a la de Jujuy, donde se me atribuye la calidad de defensor del extremista Jos Alfredo Matteoli en la muerte del comisario inspector de la polica de Jujuy, Ivires Eliseo Mones; falsedad que se comprueba con la sola lectura del expediente 1363/73 del Juzgado Federal ya mencionado. Agrego una fotocopia del radiograma en cuestin, sealando que los sabuesos eran el subcomisario Alfredo Enrique Russo Biestro y el oficial inspector Victoriano Csar Domnguez de la delegacin Tucumn y el inspector mayor Miguel ngel Lpez con los oficiales Pedro Ren Castillo y Juan Pedro Torres de la polica de esa provincia. Desconozco quines se desempeaban en la delegacin Jujuy de la Polica Federal, pero es muy fcil establecer que en todo ese tiempo yo iba a diario a Tribunales o me hallaba en mi estudio; eventualmente con mi familia o en distintos tipos de reuniones, aqu en Jujuy. Las falsedades, adulteraciones en instrumentos pblicos, violaciones de deberes de funcionarios, podan costar (y costaron en muchos casos) la vida misma de cualquier persona; con un poco de suerte, al menos privaciones ilegales de libertad, malos tratos, etc. Alguien, haya sido o no el Juez interviniente, analiz con ms prudencia las actuaciones mencionadas, permitiendo as se me apartara de la causa. Sin perjuicio de sealar que mis desacuerdos con el rgimen (y sus avances hacia regmenes dictatoriales cada vez ms acentuados desde Ongana) eran aqu pblicamente conocidos. [Andrs Fidalgo, op. cit., pp. 174-175.]

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4. ESTADO DE SITIO EL ALBAIL que hizo este banco de cemento fue, a su modo, sutil. Aunque hosco y duro en lo fundamental, model una discreta curvatura justamente a la altura de la columna vertebral. Es claro que saba que era un banco de crcel sobre el que largas noches, innumerables das, muchos (la sola piel por medio) tendran que dormir. Por tu modesta ayuda, gracias compaero albail.

[Este texto fue escrito por Andrs Fidalgo en el calabozo de la Polica Federal; Nlida lo retir en su primera visita. En los siguientes encuentros, ella dejara delgadas servilletas de papel para que el preso trabaje en su oficio. Aos despus, el escritor incluy este poema en su libro Aproximaciones a la poesa, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1986.]

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5. UNA GESTIN DE INEXCUSABLE DEBER

Al Seor Presidente del Colegio de Abogados de la provincia de Jujuy Dr. Roberto Cura Su Despacho De mi consideracin: En la fecha he tomado conocimiento de que el Dr. Andrs Fidalgo habra sido detenido por la Polica Federal en virtud de haber atendido profesionalmente a detenidos sobre los que pesan procesos por actividades ilegales y que atentan a la seguridad del Estado y como consecuencia del estado de sitio. En mi carcter de abogado de este foro y como perteneciente a este Colegio solicito a Ud. y al Honorable Directorio tomar las providencias necesarias para gestionar la inmediata libertad del colega que soporta, ahora, una detencin motivada por circunstancias exclusivamente profesionales. El estado de sitio de ningn modo puede suponer que se restrinja el libre ejercicio de una profesin que, justamente, est al servicio de la defensa de los derechos individuales. Suponer lo contrario es atentar peligrosamente contra derechos incuestionables. Polticamente estoy muy lejos de coincidir con las ideas de los detenidos que defiende el Dr. Fidalgo. Ello no obsta a que sea presa de evidente inquietud cuando en el ejercicio digno de la profesin un colega sea no slo dificultado en sus obligaciones sino impedido de su ejercicio. Recurro al Colegio de Abogados como entidad gremial que debe tomar las providencias que sean imprescindibles para solicitar con vivo documento a las autoridades pblicas exigiendo la libertad del distinguido colega. Pretendo pensar que los colegas en general atendern esta gestin como de inexcusable deber. Saludo a Ud. muy atte. Hctor Manuel Snchez Iturbe [Esta solicitud, fechada el 21 de noviembre de 1974, figura reproducida, con algunos errores, en la edicin del da siguiente del diario local Pregn. En la pgina 4, como un trascendido, se coment el hecho bajo el titulo: Habran detenido a un conocido abogado ponindolo a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional.]

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6. EL NEGRO LA ENCOMIENDA TENA UN CARTEL GRANDE que deca Presidencia de la Nacin y haba varios sellos. Cuando el nio la abri, sus ojos no podan creerlo. Hasta entonces l y su barra de amigos jugaban con una de goma. Pero ahora era distinto. El General haba mandado la ansiada pelota de cuero N 5. Como deca parte de un eslogan de aquellos das: Pern cumple.La pelota era la alegra de su vida. No la largaba ni para dormir. Era el 53, tena 10 aos. Iba a la primaria. Andaba con los chicos y les mostraba lo que le haba mandado el General. Era una alegra tan grande... Se ha sacado una foto con la camiseta de Boca y la pelota que le regal Pern.

Al nio le dicen Negro, se llama Juan Carlos Arroyo; la que recuerda es su madre, Azucena Iriarte. l naci el 10 de julio de 1943, ella entonces tena veinte aos. Estaba casada con el enfermero Mximo Arroyo. Vivan en San Salvador de Jujuy. La madre de Azucena tena terror a los hospitales. Por eso, les impuso a sus hijas la idea de que deban parir bajo el cuidado de ella, en su casa de San Pedro. As, con la sola ayuda de una partera con experiencia, lleg el primognito de los Arroyo. Tres aos despus, las mujeres repitieron toda la rutina y naci Gladys, la segunda hija. En 1944, Mximo haba entrado a trabajar en el Centro Mina 9 de Octubre, situado en la sierra de Zapla y que (al igual que otros tres centros) dependa del establecimiento Altos Hornos Zapla10 (AHZ). En ese lugar se extraa hierro que se despachaba en vagonetas hacia los depsitos ubicados en Palpal. En este pueblo, el 11 de octubre de 1945 se produjo un hito fundamental para la regin: la primera colada de arrabio argentino. Un ao ms tarde, el primer enfermero de AHZ fue trasladado al Centro Siderrgico de Palpal. All, la familia se instal en lo que entonces era el barrio obrero (un tiempo despus, ah se edificara el sector fabril conocido como la acera). Las casas eran cmodas, tenan tejas, un patio trasero y un jardn al frente. Era como una familia grande, recuerda la mujer. El mayor Enrique Lutteral, director de la fbrica, sola hacer recorridas para visitar todas las casas. Era una manera amable de inspeccionar ya que los obreros tenan que cumplir con un reglamento de usufructo: cuidar el jardn, tener una huerta, no criar gallinas y -por sobre todas las cosas- tener todo impecablemente limpio. La actividad social del lugar dependa totalmente del movimiento que generaba el establecimiento siderrgico:En los primeros aos posteriores a la instalacin del Alto Horno (dcada del 50) la ciudad no era ms que un pequeo poblado con pocos habitantes efectivos, que El establecimiento integraba el grupo de fbricas dirigidas por Fabricaciones Militares, empresa que perteneca al ministerio de Defensa; en su poca de mayor esplendor, brind trabajo a ms de 5.000 asalariados. A fines de los ochenta, -es decir, antes de ser privatizada- Altos Hornos Zapla lleg a tener 3.500 empleados; de stos, 150 eran profesionales especializados en siderurgia y 670 eran operarios calificados. Para ms informacin general sobre la provincia, vase Manrique Zago y Mito Gonzlez Tramontini, Jujuy. Corazn geopoltico de Amrica del Sur, Buenos Aires, Manrique Zago, 1988, p. 84. Este libro resulta, adems, involuntariamente til para observar, en esta provincia, las consecuencias de aplicar polticas econmicas que buscan la miseria planificada (la expresin es de Rodolfo Walsh) con elementos de continuidad que incluyen: el genocidio, Jos Martnez de Hoz, el levantamiento carapintada y Domingo Felipe Cavallo, entre otros.10

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dependan en forma absoluta de la actividad del Alto Horno. Sus pocos negocios, su nica pensin -adonde llegaban a diario a alimentarse hasta 120 trabajadores-, y sus otras actividades estaban exclusivamente destinadas a cubrir las necesidades de una enorme poblacin flotante que llegaba diariamente por va ferroviaria o automotriz (el legendario micro colectivo El Chilicote). Inclusive los eventos que atraan la actividad social se desarrollaban dentro de las instalaciones de la fbrica; la escuela, donde tambin se oficiaba el culto dominical catlico; el club, donde anualmente se realizaba el mximo acontecimiento social, el Baile del Arrabio, adems de competencias deportivas.11

Un ejemplo de la regulacin social: en determinada ocasin, el mayor Lutteral observ que Mximo concurra solo a las fiestas. Lo que pasa es que yo tengo dos criaturas..., busc excusarse el enfermero. Pero el director no le dej continuar: Ahh no. Usted, de ahora en ms, viene con su familia porque aqu est el destacamento que tambin sirve para cuidar a los chicos. UN DA, GLADYS volvi llorando de la escuela: El Mario (Daz) me ha bajado los pantalones. Era comn entonces el uso del alpino (un antecesor del jogging actual), moda que facilitaba al abusador para bajar la prenda hasta las rodillas y salir corriendo. Enterado de la situacin, el hermano sali a vengar la afrenta. Cuando encontr al atrevido del grado, le propin una paliza y una advertencia: Vos, a mi hermana, la vas a respetar. Desde entonces, el Negro y Tamalito se hicieron grandes amigos. Los dos empezaron a cazar con hondas y piedras (Vagos, siempre vagos; hondeando todo el da en el campo, se quejaba Mximo) y, junto a otros nios del barrio, iban al arroyo que corra cerca de la fbrica. En un codo, haban sacado todas las piedras y armado un baadero; como Azucena tena terror a las vboras, cada vez que ella intentaba sacarlo del agua, una voz le gritaba: Mam, no te acerqus porque hay una vbora que no la podemos matar. De alguna manera, el Negro se haba enterado que Eva Pern responda a los pedidos que le hacan los pobres y morochos. l se senta con derecho a pedir. Sus padres ya le haban dicho que no le podan comprar la bicicleta. Pero a Evita no le iba a pedir tanto, con una pelota de cuero estaba hecho. Le pidi ayuda a Azucena para escribirle, pero la madre se neg porque aquella estaba muy enferma. El 26 de julio de 1952, Evita muri -joven, sin claudicar y con su rabia intacta. Sabra ya aquel nio que toda su vida iba a adorar a esa mujer? Es imposible conjeturar una respuesta. Slo podemos contar que, unos meses despus, con mucho respeto y dolor le escribi al presidente Pern. El Negro ya no tena el mismo entusiasmo y no se iba a desilusionar si no pasaba nada. Pero pas. DESDE LA NOCHE que llev a sus hijos a la Fiesta del Arrabio -cuando Hilda Aguado fue coronada como la primera reina- hasta el da que lleg la encomienda presidencial, Azucena siente que sa ha sido la poca ms feliz de su vida. Por las noches, ella saba que poda dormir con la puerta abierta: los soldados que recorran las calles estaban para protegerlos. Unos aos despus todo cambiara.

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Juan Pablo Ferreiro, Daniel Ral Gonzlez y Susana Argello, Y al principio era la fbrica.... Una aproximacin a la problemtica de la identidad socio-cultural en Palpal, en revista Cuadernos, N 4, San Salvador de Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales/ UNJu, 1992, p. 146.

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7. CUNDO SE APAGARON LAS HOGUERAS?

Entonces salamos a remontar las cometas en el campo. Una cascada de colores brillaba descolgndose por su cola. Tena que ser la ms brillante y larga... Y todos reamos si un remolino travieso la arrastraba hacia el vertiginoso tobogn. No haba enojo, ni celos ni nada. Era slo la maravilla desplegada en el cielo la que nos convocaba. Agosto. Y el sendero en la barranca que nos llevaba hacia el ro que corcoveaba cristalino entre las piedras, serpenteaba con flores de ceibos, parasos y lapachos entremezclados en sus copas. Todos compartamos luego los matecitos de leche, sentados alrededor de unas pobres brasas preparadas con apuro por los ms grandes de la barra. La barra!... Un grupo de chiquilines soadores y algo inquietos, que como Halcones de Oro volaban en aviones convertidos en higueras. Que encendan fogatas y lanzaban granadas de pocotes a reventar entre las lenguas de fuego en la noche de San Juan. Que luego, en chozas de pajabrava convocaban al espritu guerrero de una tribu remota para conseguir el triunfo rotundo en la prxima contienda con los changos de las escaleras, como llamaban a sus contrincantes. Que sumados eran como Los Mosqueteros uno para todos y todos para uno, prestos a protegerse mutuamente en la sala de un cine de aldea, donde pulgas y chinches desangraban a su pblico menudo. Cundo se apagaron las hogueras? Dnde se fue ese pequeo paraso? Cmo dejamos escapar tanta inocencia? De pronto, se eleva y crece como aquel Genio de la Lmpara de Aladino, el recuerdo de aquellos que, aferrados a esa maravilla, todava no nos fuimos. [Estela Fidalgo, texto incluido en el libro de su hermana mayor, Alcira, Oficio de aurora, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 2002, pp. 101-102.]

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8. PRIMERAS PALIZAS CHE, YA ME VOY porque el fantasma est en la ventana, deca el Negro cuando volva tarde con su barra de amigos. Azucena recin se iba a dormir cuando el adolescente llegaba a su casa. En aquel tiempo ya vivan en el barrio Edeco (actual San Ignacio de Loyola) frente al club AHZ. Entonces el director del establecimiento siderrgico se llamaba Armando Po Martijena, era un coronel que detestaba a los hombres que pegaban a las mujeres. El militar amenazaba con despedirlos y los desafiaba pblicamente a pelear con l, para ver si son tan machos. En 1956, gracias a una retroactividad que lleg para los trabajadores de la fbrica, la familia Arroyo entreg un anticipo para comprar un terreno en la avenida 19 de Abril (actual Jos Humberto Martiarena), en San Salvador de Jujuy. (Tiempo despus, el matrimonio se separara y el terreno qued en propiedad de Azucena, quien instal una vivienda prefabricada. Ah se producira, en 1974, el primer allanamiento en bsqueda de Juan Carlos Arroyo.) El Negro hizo sus estudios secundarios en la Escuela Nacional de Comercio N 1. Por entonces, eran pocos los estudiantes que viajaban desde Palpal hasta la capital de la provincia. Todos se conocan entre s. Una intensa rivalidad se construy, da a da, entre el hijo de los Arroyo y Carlos Magnus Topp. El primero siempre fue peronista, el otro simpatizaba con el partido Conservador12; la mayora de sus discusiones terminaban a las pias. Una maana Azucena fue preocupada al cuarto de su hijo. ste no se quera levantar porque tena un chichn producido como corolario de una discusin poltica. Yo doy, mam. Pero a m tambin me dan. Con quin te has peleado, Negro? Con Carlitos. l me ha agraviado a m y me tena que pedir perdn. Y yo lo he fajado hasta que me pidi perdn. Pero l tambin me ha dado a m. Esa vez, el adolescente que no soportaba los agravios haba llevado a su amigo Tamalito como guardaespaldas, Mario estudiaba en la Escuela Industrial de Palpal. Su contrincante haba concurrido junto a un compaero de estudios, Juan Carlos Villamea. A ste, el Negro le haba advertido: Vos no te mets. Porque si te mets, yo te voy a dar una pia. Y no te quiero pegar. Eran los tiempos de la Revolucin Libertadora del general Pedro Eugenio Aramburu y del contraalmirante Isaac F. Rojas. Una violencia -sin precedentes ni justificativos- haba comenzado, en junio de 1956, con los fusilamientos de civiles en el basural de Jos Len Surez13, provincia de Buenos Aires. Aquellos adolescentes de Palpal no utilizaban las grandes palabras que -a partir de 1976- se devaluaran en los discursos oficiales: orden, paz, honestidad, disciplina y otras por el estilo. No. Esos adolescentes no queran ser un ejemplo deCarlos Magnus Topp, durante la dictadura (y an en los primeros aos de la recuperacin democrtica), se desempe como juez federal. 13 Hace falta aclarar que los hechos fueron relatados magistralmente por Rodolfo Walsh, en su libro Operacin Masacre? Dice el autor que escribi la historia en caliente y de un tirn, para que no me ganen de mano, pero que despus se me va arrugando da a da en un bolsillo porque la paseo por todo Buenos Aires y nadie me la quiere publicar, y casi ni enterarse (prlogo de la tercera edicin). Mientras la escriba, l no pens en otra cosa, abandon su casa y trabajo, adopt una identificacin falsa y se acostumbr a cargar un revlver. Despus vendran varias y justificadas ediciones. Siempre ser aconsejable (re)leer este libro.12

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falsa moralidad. Ellos, al igual que aquel coronel, resolvan sus discusiones personalmente a las trompadas. Aprendan a ser argentinos, a dar y sentir el vrtigo, a no soportar las ofensas, a jugarse la vida.

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9. KURIAKY, EL HIJO DE TAMALITO

Me llamo Mario de la Rosa y estoy en Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (HIJOS) desde mayo de 1995 porque tengo a mis dos padres desaparecidos. Mi mam se llamaba Elena de la Rosa y mi pap, Mario Daz. Ellos eran militantes de una organizacin que se llamaba Movimiento Revolucionario 17 de Octubre. Mi mam era mdica pediatra y laburaba en la Casa Cuna y el Hospital Muiz; iba a las villas a llevar medicamentos, curar chicos y hacer trabajo poltico. Mi pap era jefe militar de la organizacin; nunca supe bien con qu laburo disimulaba su actividad poltica. Yo nac el 20 de agosto de 1976 y ellos desaparecieron en septiembre: mi pap, el 14, y mi mam, el 18. A m me dejaron en lo de un vecino. Viv con un to materno, Ramn y su mujer, Dora. Tengo tres primos, que son mis hermanos. Y mis tos son como mis padres, me dieron todo. De Elena y Mario le quedan unos discos, un cinturn, un reproductor de diapositivas, un juego de sbanas, un ventilador, un grabado de una pareja que baila tango, una heladera y varios vestidos. Mi vieja era muy coqueta, estaba siempre arreglada. Dicen que se pareca a Sus Pecoraro. De su padre sabe que le decan Tamalito, que era de Racing y que lleg a Buenos Aires prfugo: Mi pap era de Jujuy pero fue a estudiar a Crdoba. Pint el Cordobazo y estuvo en esa movida. Despus dej el estudio y se volvi a Jujuy. Empez a militar y fue preso a Tucumn. En 1971 se fug y se vino. No s cmo conoci a mi vieja, pero debe haber sido en la agrupacin. Tampoco s cmo fue que ella se inici en la poltica. Me dicen que era muy inteligente y estudiosa, pero me falta alguien que haya estado con ella como militante. Lo que no tiene y tampoco podr encontrar es una foto de familia. Tiene una tamao carn de su padre y varias de su madre, pero ninguna con l. Lo que ms lamento es no tener una de los tres juntos. Era una poca difcil para fotos. [...] A Kuriaky [apodo de Mario de la Rosa] le contaron su historia a los cuatro aos. Dora y Ramn de la Rosa lo llevaron a una psicloga y le revelaron que eran sus tos. Me explicaron que Ramn tena una hermana que se llamaba Elena, y que Elena viva con Mario, y que ellos eran mis padres, y que se los llevaron los militares y que no se saba dnde estaban, dice. [...] Un da fue al jardn de infantes con una foto en la que se vea a su madre con un paciente y la nica foto de su padre para probar ante sus compaeritos que tena dos mams y dos paps. La maestra del jardn llam a mi ta y le pregunt qu les deca a los nenes, que no entendan cmo poda ser que yo tuviera dos mams y dos paps. Mi ta le pidi que les dijera la verdad. Y en casa me dijo que no volviera a hacerlo... Todava estbamos en la dictadura. Cuando los militares salieron del poder, los tos lo llevaron a algunas marchas de las Madres de la Plaza de Mayo: Eso me sirvi para estar hoy en HIJOS. Si los milicos pensaban que todo se iba a terminar cuando se murieran las viejas, HIJOS les va a romper las bolas. Somos un organismo de derechos humanos, pero tambin reivindicamos la lucha de nuestros padres y la hacemos a nuestra manera. [...] En 1989, durante unas vacaciones en Pennsula Valds, escuch a A77aque [Ataque 77] por primera vez. Meses ms tarde, cuando su ta le pregunt qu regalo de cumpleaos quera, pidi [el disco] Dulce Navidad. Pas toda ni adolescencia con A77aque y Los Ramones, dice. Crec pasando de Dale Bo, dale Bo, dale Bo a temas con un contenido ms poltico como Ms de un milln o Espadas y serpientes. Como no milit en el secundario, A77aque me transmiti inquietudes con sus temas sociales. Y termin por ser inspiracin de uno, Cancin intil. [...]

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Kuriaky se cruz con Ciro Pertusi en una radio abierta de Buenos Aires No Duerme y le regal un prendedor con la palabra PROHIBIDO y una bota. Despus el chabn me vea en sus recitales y un da me identific en la tele, cuando me llevaban preso en una marcha por la Noche de los Lpices. Y se le ocurri hacer un tema para los hijos de los desparecidos. [...] Kuriaky dice que siempre fue un pibe de roces. Su cuaderno de comunicaciones estaba lleno de quejas de las maestras: Haba lo y yo estaba en el medio; me portaba mal, jugaba en clase, esperaba a alguno a la salida... Pero cuando me interpretan que esto tiene que ver con tener los padres desaparecidos, yo lo niego. Hay tanta gente impulsiva por otra cosa... Pero puede ser que yo sea revoltoso por la historia que tuve. No s. Hace un par de meses que veo a una psicloga. Quiero tratar de cambiar, dejar de agarrrmela con gente a la que yo quiero. Y quiero tener un proyecto mo. Nunca supe qu hacer. La indecisin lo llevo de la matricera de su to a vocear diarios en el Ferrocarril Roca y a trabajar como mensajero, primero en bicicleta y ahora en su moto. Y a una bsqueda paralela: De chiquito no le di mucha bola a mi historia. Saba que mis padres estaban desaparecidos, pero no hablaba ni preguntaba mucho. Creo que no quera aceptar la realidad porque me senta bien con mis tos... Esconda las fotos de mis padres, me iba cuando repetan ancdotas de mi mam... Cuando entr en HIJOS empec a preguntar un montn de cosas y a hacerme cargo. Descubri que sus tos saban bastante de su madre pero casi nada de su padre: ni siquiera conocan su nombre verdadero. En marzo de 1996 logr localizar a su abuelo paterno en Jujuy y descubri que su padre haba tenido otras tres hijas. Pero el encuentro no fue feliz: Haba mala onda porque mi abuelo pensaba que yo iba a pedir la plata de la indemnizacin por los desaparecidos... Me puse re-mal. No quera ningn filo: lo nico que buscaba eran mis races. Las reconstruy a travs de la madre de un amigo de su padre, Juan Carlos Arroyo, tambin desaparecido. Por ella supo ms de su abuelo: Cuando desapareci mi viejo, la mam de Arroyo fue a avisarle y l le contest: Eso era lo que l estaba buscando. Nunca estuvo de acuerdo con mi viejo. All qued. [...] Dice Kuriaky que, para l, el 24 de marzo se repite todos los das del ao. La lucha es permanente, porque seguimos sufriendo que los milicos hayan sido funcionales al gran poder econmico. Mis viejos laburaban para el bien de todos: por l, por m, por la gente de la villa... Y yo soy hijo de esa lucha. [Gabriela Esquivada, Hijos de la buena memoria, en revista Rolling Stone, Buenos Aires, marzo 2001, pp. 54-60.]

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10. CANCIN INTIL Tantos aos y el tiempo no borr el instante, esa tarde en la seccional. Aquellos tipos pareca que jugaban con tu madre, que lloraba desconsolada: Van dos meses que no los he vuelto a ver y estos hijos de puta dicen: Algo habr hecho!. Aunque eras muy pequeo entonces, lo supiste igual. Hijo y sangre de un desaparecido, en la calle pide a gritos: juicio y castigo. Tinta y roja, escrache en la pared y los gases, las corridas y enfrentamientos. Escucha, piensa, piensa, escucha y dice que no es venganza, es instinto sin razonamiento, la causa mueve al sentimiento y esto empieza a causar todo lo que siento para ser adolescente siempre, que es como vencer. Ya es bastante por hoy. Va a ser mejor que me calle y aprender del silencio, reconocer que fuimos cmplices tambin de ese indulto nuestra pasiva indecisin y, aunque la vida nadie nos va a devolver, prevenir es curar y luchar es remedio. Al fin y al cabo es ms sincero que esta intil cancin, que es todo lo que tengo para ser adolescente siempre, que es como vencer.

[Tema del disco Radio Insomnio, (2000) del grupo A77aque. Dice Ciro Pertusi que esta cancin habla de un hijo desaparecido. Un pibe que existe, una historia real, un pibe que viene a nuestros recitales, est en las marchas. Tiene que ver con cmo fue creciendo, y cmo las circunstancias de su vida lo llevaron a ser un idealista siempre, a permanecer en esa adolescencia eterna, estando todo el tiempo al frente, tratando de hacer justicia por los desaparecidos. Y tambin es una autocrtica, porque el tema dice que esta cancin es la banda de sonido de una pelcula cuyo verdadero protagonista es el que est adelante en las marchas y no el que sale a cantar con la guitarra. Por eso es una cancin intil.]

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11. DE PALPAL A CUBA CADA VEZ QUE HABA UN BAILE EN EL CASINO A, los padres de las chicas del barrio Edeco le preguntaban a Azucena si su hijo iba a asistir. Si la respuesta era afirmativa, autorizaban a sus hijas a concurrir. El Negro siempre fue muy caballero, tal vez porque nunca toler que le faltaran el respeto a su hermana. Recuerda la madre que:l iba con su hermana. Ojo con que la miren mal a su hermana! Su hermana era sagrada. Ni una cosa pesada ni nada por el estilo porque su hermana era su hermana. Iba en su motoneta y llevaba a su hermana y, despus del baile, acarreaba a todas las chicas. Por turnos las acarreaba a todas las chicas.

En 1962, despus de terminar el secundario, el joven se inscribi en la carrera de medicina en la Universidad Nacional de Crdoba. Una ex-condiscpula del Comercial lo encontr en las primeras vacaciones que el Negro volvi a Palpal y se entusiasm con lo que ste le cont de la vida universitaria en aquella provincia. Por eso, el padre de la chica lo encar: Vos, Negrito, te anims a ubicarla en algn lugar a la Chola? Yo la llevo. Esa vez, el tren lleg ms tarde que lo habitual a la provincia mediterrnea. Recorrieron varias pensiones, pero todas estaban llenas. Las luces del da ya se haban marchado cuando entraron a una pensin que tena lugar. No bien los vio entrar, una mujer exclam: Parejitas aqu no vienen, eh? No, no. Atindame... Mire, seora, yo lo nico que quiero es que ella tenga dnde dormir, yo quiero que la ubique a ella, aunque sea por esta noche. Yo duermo en la plaza, no tengo problemas. La duea sinti que estaba frente a un caballero. Le gust tanto que el Negro fue el nico varn que entraba en esa pensin de mujeres. Al ao siguiente, al joven gentil le toc hacer el servicio militar obligatorio en aquella provincia. Los das de franco, el soldado raso paraba en aquella pensin y le contaba historias al hijito de la propietaria. Tambin ayud a instalarse a un amigo de la infancia. As, Tamalito y l volvieron a cuidarse mutuamente, pero esta vez con una intencin militante: hacer posible el regreso de Pern. Hicieron algunos contactos con Gustavo Rearte14 y Armando Jaime, con quienes empezaran a actuar. Tambin conocieron a una joven militante de la Juventud Revolucionaria Peronista, Sofa Alicia DAndrea. A comienzos de 1966, sin informar a su familia, el Negro emprendi un viaje que tena a Cuba como destino final. Junto a otros compaeros, l fue a realizar cursos de intrainsurgencia en aquella isla. La primera parada de la travesa era una obligacin: Madrid. All pudo agradecerle, con un abrazo, al General por aquella pelota de cuero. El viaje sigui por Pars, msterdam y, finalmente, lleg a la meca revolucionaria.En enero de 1969, en Crdoba, se realiz un plenario de grupos que integraban lo que se conoci como la Tendencia Revolucionaria. Algunos de los que participaron fueron: Carlos Caride, el mayor Bernardo Alberte, Raimundo Ongaro, Jorge Di Pascuale, Juan Garca Elorrio, Armando Jaime y Gustavo Rearte. En ese encuentro, denominado Taco Ralo en homenaje a los jvenes detenidos en Tucumn, Rearte dijo que haba que organizarse para encarar la lucha armada, a lo que Caride le contest que se dejaran de joder y que la nica forma de encarar la lucha armada era hacindola. Ms informacin en Eduardo Anguita y Martn Caparrs, La Voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria (1966-1973), tomo I, Buenos Aires, Norma, 1 edicin, 1997, p. 264.14

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Dado que el viaje fue ms largo que lo previsto, Sofa escriba cartas a mquina en papeles firmados previamente por el militante errante. De esa manera, los padres del Negro no sospecharon nada y continuaron mandando la mensualidad del estudiante por medio de su amiga Chola. Cuando regres, Sofa le dijo que a ella se le haba hecho demasiada larga su ausencia. Casi de inmediato, el Negro llam a Jujuy: Mam, vengan porque me caso. Azucena se lament porque su hijo no le haba pedido permiso pero sali para acompaarlo. Por su parte, Mximo no quiso saber nada: Qu se cree se! And vos sola, lo que es yo... no voy... Pasan por encima de los padres!. Despus de la ceremonia en el registro civil (no hubo casamiento por iglesia) hicieron una reunin familiar en la casa de Ana Mara Gonzlez, una amiga del Negro. Ah se conocieron los padres de Sofa con Azucena. sta, en un momento de la reunin, vio cmo su hijo sacaba una cajita con habanos pero no sospech nada. Veinte aos tena la flamante esposa; su marido, veintitrs.

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12. ALCIRA Y TULIO ALCIRA SE CAS A LOS VEINTE AOS, en San Salvador de Jujuy, el 17 de febrero de 1970 con Tulio Valenzuela, quien, pocos aos despus, sera un oficial de alto rango15 de la organizacin Montoneros. Juntos haban comenzado a hacer tareas subrepticias de agitacin en la Universidad de Buenos Aires. A mediados de 1972, la pareja regresa a esta ciudad y vive en una casa prefabricada del bajo San Martn. La seora ya haba abandonado los estudios y su marido trabajaba como obrero de la empresa Celulosa, en Palpal. Los dos militaban en la ms completa austeridad. A los pocos meses de estar en nuestra provincia, entran en su casa visitantes extraos (y que despus seran macabramente familiares) que revuelven todo. A raz de esto, el joven matrimonio decide mudarse rpidamente a Salta. Nlida alcanza a verlos en la terminal de mnibus y recibe por toda explicacin un lacnico: Nos tenemos que ir. En la provincia vecina, Tulio forma parte de un grupo armado que intenta copar una intendencia. Es detenido y, posteriormente, torturado por un comisario de la Polica provincial que le deja un brazo afectado. (Despus, ser trasladado a Rawson. Saldr en libertad el 25 de mayo de 1973, por la amnista decretada por el presidente Hctor Cmpora.) Luego de la detencin de su marido, los pasos de Alcira se hacen cada vez ms precavidos. Abandona Salta. El contacto familiar se reduce a llamadas ajustadas desde telfonos pblicos y a cartas espordicas que tienen un recorrido triangular. En noviembre de 1972, su madre vuelve a verla en Buenos Aires. Fue un encuentro muy cuidado: primero tuvo que ir por varios lugares pblicos para asegurarse que nadie la segua, finalmente, unos militantes la acompaaron hasta una confitera y le dijeron que no fuera muy efusiva, que haga de cuenta que la ve desde el da anterior. En esa ocasin, las dos se sinceraron mucho. Para entonces Alcira ya haba dejado de hacer viajes de fin de semana a Rosario, donde participaba en las reuniones de un grupo que editaba una revista literaria. Ella no quera perderse ninguna fecha que lo saba bien los jvenes escriban en la historia de la militancia revolucionaria. As, estuvo presente cuando asumi Cmpora (su cuado, Hctor Valenzuela, tambin asuma como diputado nacional por San Juan), ese da, ella no pudo permanecer todo el acto porque haba ido con zapatos prestados que le quedaban chicos. Tambin dijo presente en Ezeiza, el 20 de junio de 1973, cuando Pern regres definitivamente al pas. Y fue de los que se retiraron de la Plaza de Mayo, el da que el viejo lder les grit imberbes; era

Tulio Valenzuela lleg al grado de oficial mayor. En 1973, fue el responsable de negociar con Leopoldo Fortunato Galtieri, entonces jefe del V Cuerpo, la suerte de los militantes presos en Rawson. Cinco aos despus, fue el hombre que evit que un Grupo de Tareas capturara a la cpula de Montoneros que se encontraba exiliada en Mxico. Luego -en un acto que demuestra la falta de sensatez de varios comandantes montoneros- fue sometido por sus propios jefes a juicio revolucionario y degradado por traicin, delacin e instigacin. En 1979, la organizacin lo hizo regresar a la Argentina para participar en la contraofensiva. Se suicid antes de ser detenido por los militares. Ms informacin en: Walter Vilca, El sanjuanino que salv a Firmenich, Diario de Cuyo, San Juan, mayo 20, 2001; Eduardo Anguita y Martn Caparrs, La Voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina, tomo III, 1 ed., Buenos Aires, Norma 1998; Juan Gasparini, Montoneros: final de cuentas, Buenos Aires, Puntosur, 1988; Daniel Enz, Rebeldes y ejecutores, Santa Fe, 1995; Miguel Bonasso, Recuerdo de la muerte, Buenos Aires, Bruguera, 1984 y, del mismo autor, Diario de un clandestino, Buenos Aires, Planeta, 2000.

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la primera vez que el General vea cmo le daban la espalda y lo dejaban desairado en medio del acto del da del trabajador de 1974. El matrimonio Valenzuela empieza a hacer agua. Los primeros problemas empezaron cuando discutieron el tema de tener hijos. Para Tulio esa posibilidad era prcticamente imposible: la vida que llevaban era demasiada arriesgada. Su mujer comprenda perfectamente el planteo; pero la maternidad era un impulso demasiado fuerte que, al no concretarse, la dejaba con un gran vaco. Los Fidalgo volvieron a reunirse, en enero de 1974, en Mar del Plata. En aquellos das, Andrs pregunt por el estado del matrimonio y Alcira contest que hace un mes se han separado. La madre y la hija mayor, otra vez, reforzaron su vnculo en largas caminatas en la playa. Es una decisin que has tomado sola o en forma conjunta? Es una decisin conjunta. Tens todo mi apoyo. UNOS DAS DESPUS, la Triple A enviaba a los medios de prensa su primera lista de condenados a muerte16.

En ella figuraban: los coroneles retirados Csar Perlinger y Juan Jaime Cesio, el obispo de La Rioja Luis Angelelli, el senador (FREJULI, Crdoba) Luis Carnevali, el diputado (peronista de la Tendencia, Capital) Luis Bajczman, los dirigentes trotskistas Homero Cristaldo (Jorge Posadas, Partido Obrero Revolucionario Trotskista) y Hugo Bressano (Nahuel Moreno, Partido Socialista de los Trabajadores), los abogados Silvio Frondizi, Mario Hernndez y Gustavo Rocca, los jefes guerrilleros Mario Santucho (Partido Revolucionario de los Trabajadores) y Roberto Quieto (Montoneros), los gremialistas Agustn Tosco, Raimundo Ongaro, Ren Salamanca y Armando Jaime, el dirigente del Partido Comunista Ernesto Gidice, los directores de los diarios Noticias, Miguel Bonasso, y de El Mundo, Manuel Gaggero, el ex rector de la UBA Rodolfo Puiggrs y el ex subjefe de la polica bonaerense Julio Troxler. Para ampliar sobre este tema vase Eduardo Anguita y Martn Caparrs, op. cit., tomo II, p. 263.

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13. PRESOS POLTICOS EN NOVIEMBRE DE 1970, en San Salvador de Jujuy, fueron detenidos Juan Carlos Arroyo, Celedonio Carrizo y Mario Daz, acusados de tenencia de material subversivo. Unos das despus, es arrestado Anbal Lucas Garay por supuesto espionaje industrial. Todos son trasladados al penal de Villa Urquiza en Tucumn. Antes, a comienzos de 1968, el matrimonio DAndrea-Arroyo arm su hogar en Palpal. No bien llegaron, el Negro empez a trabajar en AHZ en el sector de proveedura. El seis de abril, Sofa dio a luz a las mellizas Mara Eva y Sofa Azucena. Para entonces, la militancia de la pareja ya era total. Ella pronto empezara a trabajar como secretaria de Marina Vilte en el gremio de los docentes y l escriba y difunda una publicacin clandestina.El Tbano fue una hoja que circul entre 1968 y 1969, en Palpal. Tena como propsito la denuncia de hechos al interior de AHZ. Con un estilo sarcstico desnudaba la obsecuencia de algunos funcionarios, as como los negociados que realizaba el staff militar con el acero; entre otros, la venta a ACINDAR de acero de alta calidad facturado como chatarra, en beneficio de esa empresa cuyo personero era el general Alcides Lpez Aufranc. Adems, arremeta contra la conduccin propatronal del sindicato de AHZ. En un lenguaje llano y cargado de irona, los palpaleos conocan los entretelones de sumisin, injusticias y corrupcin que se ponan en prctica dentro de la fbrica17.

El seis de setiembre de 1971, el Negro, Tamalito y alrededor de dieciocho presos del ERP logran fugarse de Villa Urquiza. En esa ocasin trabajaron de manera conjunta dentro del penal; afuera los dos grupos haban decidido huir por separado. Los del ERP contaban con medios de movilidad provistos por su organizacin, los dos amigos tuvieron que recordar sus andanzas de la infancia y atravesaron el monte tucumano a pie hasta llegar a Salta. Todos los fugados, menos Tamalito, fueron reapresados y trasladados a la crcel de Chaco. Recuerda Azucena que:Cuando fui al Chaco viaj en tren de segunda. Nunca he padecido tanto y de vuelta igual. All fui a ver a un mdico peronista que Sofa me haba indicado. l me dio la direccin de una escuela. Ah se alojaban todos los que peleaban por Pern. Ah cocinbamos para todas. Haba una olla comn, la que no quera se haca comida aparte. Era una cocina inmensa, con ollas grandes. Nos levantbamos a las cuatro, nos babamos y empezbamos a cocinar. A las nueve ya nos bamos todas a la crcel. Hacamos cola para la visita. Estaba todava muy bien. Era la presidencia de (Alejandro) Lanusse, no haban ajustado tanto.

Algunas madres desconfiaban de Azucena porque ella no saba precisar en qu organizacin militaba su hijo. El Negro, por precaucin, nunca le haba dado ningn nombre. Aquella crcel estaba llena de presos polticos que luchaban por el regreso de Pern. Si bien la mayora eran peronistas, era tan variada la composicin de las organizaciones que ayudaban a los presos, que la madre vio desde monjas que iban a visitar sus sobrinos hasta judas que lloraban por la suerte de sus hijos:Haba montoneras, erpianas, haba de todo... Haba una juda, su hijo era contador y hablaba cinco idiomas. Ella lloraba cuando salamos a pedir colaboracin. Salamos a pedir para los presos a los negocios. Si es para peronistas, s; para el ERP, no, decan los comerciantes. bamos juntas a pedir que nos colaboren para llevarles cosas a los presos. Nos daban un montn de cosas para cocinar. Y, despus, esta17

Testimonio de Sofa DAndrea, diciembre de 2002. Versin completa en el archivo del autor.

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seora deca: Tanto sacrificio para criar a mis hijos y ahora tengo que salir a pedir limosnas y todo. Y, encima, miren lo que me dicen: Para el ERP, no.

Cuando Azucena intentaba preguntarle algo referido a su militancia, el Negro no la dejaba continuar. Ella recuerda que su hijo: Era puro abrazo, puro besos, su mamita de aqu, su viejita adorada y no me contaba nada. Siempre fue muy zalamero. Posteriormente, Juan Carlos Arroyo y sus compaeros de Palpal fueron trasladados a Rawson. Salieron en libertad con la amnista del veinticinco de mayo de 1973.

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14. CLANDESTINO CHE, NEGRO, CMO VAS A VOTAR a esa loca copera, dijo Rubn lvarez. El 13 de julio Cmpora y el vicepresidente Vicente Solano Lima haban renunciado. Asumi la presidencia provisional Ral Alberto Lastiri, yerno de Jos Lpez Rega. El pas se preparaba para las nuevas elecciones de setiembre y el Negro tena que soportar las gastadas de su amigo porque el General comparta con su esposa, Mara Estela Martnez, la frmula que ganara con el 62% de los votos. A pocos compaeros de su hijo lleg a conocer Azucena. l no la dejaba participar por cuestiones de seguridad. Le deca: Si yo te digo mi compaero, por favor, no le pregunts cmo se llama. No obstante esto, ella recuerda que, por su casa de San Salvador de Jujuy, pasaron -entre otros- Eduardo Luis Duhalde (abogado defensor de presos polticos y periodista) y Rodolfo Ortega Pea (en 1973, directivo de la Facultad de Historia de la UBA, al ao siguiente asesinado por la Triple A). El Negro haba asumido, en julio de 1973, como funcionario del gobierno provincial. Antes de ser nombrado le dijeron que deba dejar de militar en las organizaciones de izquierda. Prohibicin que l no cumpli. Junto a su grupo, realiz algunas actividades y la Polica Federal emiti un pedido de captura. El ingeniero Snopek le pidi que por favor renunciara y el director del Archivo Histrico dej el cargo en enero del ao siguiente. A partir de entonces, el militante empez a vivir de manera semiclandestina. El 1 de julio de 1974 muri Pern. En las pantallas de los televisores apareca su viuda parar anunciar lo sucedido. Pocas horas despus, Lpez Rega, mirando fijo a las cmaras, dijo: Con un gran pesar, debo confirmar al pueblo argentino la infausta noticia del paso a la inmortalidad de nuestro lder, el general Pern. La confirmacin del secretario privado era, obviamente, innecesaria; pero l haca sentir el poder que detentaba. Hasta minutos antes, haba seguido absorto los misteriosos sortilegios que un monje umbandista haba practicado sobre el cadver. Por lo tanto, si Lopecito no haba podido resucitarlo, recin entonces la aseveracin era posible. De esa manera, creca el poder de la Triple A.Ahora Lpez Rega est absolutamente libre, puede desplegar todos los poderes que Pern ha deslizado entre sus manos, y aumentarlos tambin. Ha llegado la hora de la violencia desembozada, impiadosa18.

Cuatro das despus, una cantidad numerosa de efectivos de la Polica Federal se instal en un baldo ubicado al lado de la casa de Azucena. Armaron parapetos, bajaron armas pesadas y una radio. Cuando quisieron entrar, la madre les prohibi el paso: solicit la orden de allanamiento. El oficial que estaba a cargo del operativo larg una puteada y sali rpidamente para volver, un par de horas despus, con el documento firmado por el juez. Una vez adentro, los uniformados dieron vuelta toda la casa. Gladys pudo salir a duras penas para ir a su trabajo de maestra. Todo el barrio estaba espantado por semejante despliegue blico. Al final, los policas se tuvieron que ir con las manos vacas. A la medianoche, en el auto de un amigo, lleg el buscado de la familia. l haba ido a comprar libros en Buenos Aires, recuerda Azucena, porque en esos das se dedicaba a la venta domiciliaria. Escuch la forma en que se produjo el18

Jos Pablo Feinmann, Lpez Rega. La cara oscura de Pern, Buenos Aires, Legasa, 1987, p. 68.

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allanamiento, se puso unos pesos en el bolsillo y, as como estaba, se fue y nunca ms volvi a la casa. EL 5 DE NOVIEMBRE se declar, en todo el pas, el estado de sitio. Como consecuencia de este hecho, el da 16 detienen a la mujer19 del Negro. La informacin que buscaban los policas era muy precisa. La militante recuerda que:Indagaron mucho sobre mi relacin con Marina Vilte, sobre sus actividades, intereses y posiciones polticas. Tambin preguntaron por otros miembros de la comisin directiva. Por supuesto mis respuestas fueron evasivas. En relacin con el Negro, el delegado de Polica Federal me pregunt si saba dnde estaba. Le contest que no saba. Luego dijo: Si usted lo supiera me lo dira?. No, no se lo dira -le contest. Sobre l no indagaron ms.

Dado que hubo varios episodios intimidatorios en las proximidades de la casa de Azucena, se tema por las mellizas; por tal motivo, stas fueron trasladadas a la casa de sus abuelos maternos, en Buenos Aires. Sofa qued detenida a disposicin del PEN. Ella se acogi al derecho a la opcin constitucional que benefici a los detenidos bajo el estado de sitio y sin proceso judicial y, en 1975, parti hacia Per. UNOS MESES DESPUS, en un paseo, Daniel DAndrea se puso a preguntarles -de manera un poco cargosa- a sus sobrinas: Chicas, si ustedes lo ven a su pap, no le cuentan a nadie, no?. Las hermanas respondan con un noooo decidido. Cuando llegaron a una plaza que tena juegos infantiles, el to las dej jugar libremente. Estaban en un sube y baja, cuando de repente Eva lo vio: Sofa, ah est el pap. Su hermana no le crea. Ella se baj y empez a correr hacia el Negro que las esperaba, en cuclillas, con los brazos abiertos. Enseguida se sum la hija desconfiada y los tres se abrazaron un rato largo. El padre lloraba de felicidad. A partir de ese da, los tres pasaran los fines de semana de por medio en una casa quinta ubicada en Claudio Mara Yoli 143 de Moreno. MARTA DILLON TENA ALREDEDOR de nueve aos cuando toc la puerta de la casa ubicada en la avenida 19 de Abril. Traa un mensaje de su mam, Marta Taboada. sta tena una carta del Negro para Azucena. Las dos madres hablaron rpidamente en una bajada al ro que estaba cerca de la casa y se citaron para ms tarde en la avenida Urquiza. En ese lugar, Azucena recibi una carta de su hijo que inclua una frase de aliento: No te aflijs, viejita, siempre va a haber alguien que lleve mis noticias. Y tambin, por medio de Marta, le recomend que saliera del pas. Ya haba pasado un ao desde que el Negro se march y la madre medit su situacin: Yo soy deEl diario Pregn, en su edicin del 18 de noviembre, en la pgina 4 titul: La Polica Federal detuvo a siete personas que estaran encuadradas en la ley 20.840. En el cuerpo de la nota se expresaba que pese al hermetismo policial, los detenidos eran: Sofa Alicia de Arroyo, argentina de 28 aos, maestra, domiciliada en 19 de abril 217 (esposa del prfugo Juan Carlos Arroyo); Celedonio Carrizo, argentino, 24 aos, vendedor, mismo domicilio que la Arroyo (fue puesto en libertad el 25 de mayo de 1973); Ramn Jorge Vega, argentino, 31 aos, dibujante, tambin domiciliado en la casa de la Arroyo (registra antecedentes por actividades antisubversivas [sic, por subversivas]); Rodolfo Gazia, argentino, 32 aos, casado, domiciliado en Kramer 1965 de la Capital Federal; Carlos Alberto Zapata, argentino, 23 aos, domiciliado en Necochea 1188, San Fernando, provincia de Buenos Aires; Jos Hernn Zalazar Lara, boliviano, 35 aos, empleado, domiciliado en Campero 165, Villa Gorriti; Oscar Hugo Gonzlez, argentino, 20 aos, sin profesin, domiciliado en Ramrez de Velazco 332 y otras personas cuya identidad no pudimos obtener. La nota finalizaba diciendo: Los detenidos se hallaran alojados en dependencias de la Polica Federal, mientras son averiguados sus antecedentes y actividades.19

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Jujuy, aqu voy a dejar mis huesos. Adems, yo no conozco a nadie. Estoy totalmente desvinculada. No s quines son las personas que me pueden guiar. En febrero de 1976, Azucena y Gladys fueron a visitar al Negro en Buenos Aires. ste haba armado una nueva pareja con la psicloga Alicia Linares (a mediados del ao anterior, correspondencia internacional mediante, los padres de las mellizas haban terminado su relacin); de esa unin, el 10 de junio de ese ao, naci Marina Elsa. El militante segua clandestino.

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15. LEY 20.840: DE REPRESIN DE LOS INTENTOS DE ALTERARO SUPRIMIR EL ORDEN INSTITUCIONAL Y LA PAZ SOCIAL DE LA NACIN

Artculo 1. - Ser reprimido con prisin de tres a ocho aos, siempre que el hecho no constituyere un delito ms severamente penado, el que para lograr la finalidad de sus postulados ideolgicos intente o preconice por cualquier medio alterar o suprimir el orden institucional y la paz social de la Nacin, por vas no establecidas por la Constitucin Nacional y las disposiciones legales que organizan la vida poltica, econmica y social de la Nacin. Art. 2. - Se impondr prisin de dos a seis aos: a) Al que realice actos de divulgacin, propaganda o difusin tendientes al adoctrinamiento, proselitismo o instruccin de las conductas previstas en el artculo 1 o de sus autores o partcipes; b) Al que hiciere pblicamente, por cualquier medio, la apologa del delito previsto en el artculo 1 o de sus autores o partcipes; c) Al que tenga en su poder, exhiba, imprima, edite, reproduzca, distribuya o suministre, por cualquier medio, material impreso o grabado, por el que se informen o propaguen hechos, comunicaciones o imgenes de las conductas previstas en el artculo 1. d) Al que tenga en su poder o emplee sin autorizacin legal una estacin transmisora de telecomunicaciones y al que la facilite o entregue sin la pertinente autorizacin. Art. 3. - Se impondr prisin de dos a cinco aos: a) Al que use o posea emblemas, insignias o distintivos que distingan o representen a organizaciones notoriamente destinadas a realizar las conductas previstas en el artculo 1; b) A los redactores o editores de publicaciones de cualquier tipo, directores y locutores de radio y televisin, o responsables de cualquier medio de comunicacin, que informen o propaguen hechos, imgenes o comunicaciones de las conductas previstas en el artculo 1; c) Al que ilegtimamente usare o tuviere en su poder distintivos, uniformes o insignias correspondientes a las fuerzas armadas o de seguridad; d) Al que con el propsito de cometer el delito previsto en el artculo 1 utilice vestimentas u objetos tendientes a disimular o alterar su aspecto o identidad, o no correspondan a su actividad habitual. (...) Art. 12. - Los procesados por los delitos contemplados por la presente ley no gozarn de la excarcelacin ni los condenados podrn beneficiarse con la condena de ejecucin condicional (...). Art. 13. - Ser competente para conocer en los hechos previstos en esta ley la justicia federal. Art. 14. - Comunquese al Poder Ejecutivo. Dada en la Sala de Sesiones del Congreso Argentino, en Buenos Aires, a los veintiocho das del mes de septiembre del ao mil novecientos setenta y cuatro.

JOS ANTONIO ALLENDE Aldo Hermes Cantn Secretario del Senado

RAL ALBERTO LASTIRI Ludovico Lavia Secretario de la C. de DD.

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16. EL PRIMER APAGN A COMIENZOS DE 1975, Dominga lvarez tena treinta y seis aos y era maestra en la escuela El Sunchal, ubicada en la zona rural del departamento El Carmen. Estaba separada de su marido y, junto a sus tres hijos, viva en el domicilio de sus padres, en la avenida Fascio de San Salvador de Jujuy. Ella formaba parte del gremio de docentes de escuelas nacionales y militaba en el ERP. Ya se haba acostumbrado a llevar a Claudia Scurta, su hija adolescente, a las distintas reuniones. As haban ido un par de veces a Rosario, otra vez a Crdoba y tambin a Tucumn. En Jujuy, se reunan con un grupo de dirigentes (los llamados cuadros de la organizacin) que haban alquilado una casa en Libertador General San Martn. A la adolescente le pareca fantstico todo lo que haca su mam. Sin embargo, tena sus contradicciones, muchas cosas en su cabeza no cerraban. Dominga le hablaba del Che Guevara, Fidel Castro, de la revolucin y otros movimientos; pero la haba inscripto en un colegio de monjas. Con los aos pudo entender que sa era una accin destinada a protegerla. En Libertador, la maestra y sus hijos pasaron unos das. El motivo era participar en una reunin con dos cuadros que haban estado adiestrndose en Cuba. Claudia recuerda aquel momento:Eran dos intelectuales. Nunca me voy a olvidar de ellos, sobre todo de uno que era el que comandaba el grupo; su nombre real era Antonio Nicolay, tena estudios universitarios. Ambos hablaban mucho, eran muy agradables. Se hicieron muchas reuniones a la noche, hablaban sobre la revolucin cubana y yo estaba ah...

Ella conoce el nombre porque entonces se puso a curiosear en un montn de papeles que los militantes haban dejado. Estaba viendo el documento del arquitecto Nicolay, cuando ste entr a la habitacin: Claudia, el nombre que acabs de leer, nunca te acords, olvidate para siempre. Una pesadilla fue la ltima noche que los Scurta y su madre pasaron en la casa alquilada por el ERP. Unas horas antes, se haban enterado que Marta (nombre de guerra de la psicloga Evangelina Mercedes Botta20, esposa del arquitecto) haba sido detenida en una provincia vecina. Claudia y sus hermanos jugaron esa tarde con el hijo de Nicolay, que tendra tres aos de edad. Los chicos jugaban a tirar una pelota hacia un balde viejo que haca las veces de aro de bsquet. Despus de cenar, la maestra y sus hijos se instalaron en su habitacin (ella durmi con su hijo menor, Claudia en la cama de al lado y el mayor en el suelo); en el otro dormitorio, los dos hombres descansaban junto al pequeo Emiliano Nicolay. Pasada la medianoche, la madre sinti ruidos y se despert. Intent encender una lmpara pero fue en vano: se haba cortado la luz en todo el pueblo. Ella alcanz a ver un grupo numeroso de hombres de civil que entraban a la casa. Enseguida, se meti en la primera cama: Claudia, callte y no te muevas porque es la polica. Los hombres armados entraron en la habitacin y les dijeron que se quedaran tranquilos; ellos entendan que ah slo dorman chicos. El pnico contenido y la baja estatura de Dominga evitaron una vctima ms.Ella fue asesinada por un grupo del Ejrcito en un simple traslado, junto a otros diez detenidos de la crcel de Salta, en lo que se conoci como la masacre de Palomitas, en el paraje homnimo a veinticinco kilmetros de la ciudad de Gemes, el 6 de julio de 1976. Ms informacin sobre el caso Palomitas en El Diario del Juicio, Ao I, N 11 y N 28, Buenos Aires, Editorial Perfil, agosto 6 y diciembre 3, 1985, respectivamente.20

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De la otra habitacin llegaban los ruidos de los golpes, alguien dijo: Los que buscamos estn ac, al lado hay chicos nada ms. La maestra estaba espantada pero se las arregl para decirles a sus hijos que no se movieran; de esta forma permanecieron hasta que escucharon que los policas se retiraban, sintieron -inclusive- el ruido de cuerpos arrastrados. A travs de la celosa se pudo ver cmo cargaban a los militantes21 en un Peugeot 404 de color rojo. Cuando arranc el auto, a la madre le vino un ataque de nervios y se puso a llorar. Sus hijos le dijeron que era mejor irse porque tenan miedo de que les hubieran dejado una bomba. Pasaron por el otro dormitorio y se dieron con el chiquito durmiendo. Lo levantaron y salieron corriendo para la terminal de mnibus. En el trayecto, Dominga se dio cuenta de que no llevaba su documento. Ral Scurta, el hijo mayor, se volvi a buscarlo y tambin a cumplir otra tarea: meter papeles y libros al tanque de agua. Despus, subieron al primer colectivo que sala para San Salvador de Jujuy. Emiliano estuvo unos das en la casa de la avenida Fascio. La maestra se conect con los abuelos del nio, quienes lo vinieron a buscar.

Francisco Antonio Nicolay integra las listas de la Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas (CONADEP) como detenido-desaparecido el 1 de junio de 1975.

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17. EL PRIMER IMPACTO TRAUMTICO: EL SECUESTRO

Una familia duerme de madrugada y es conmovida cuando la puerta de su domicilio es arrancada de cuajo y penetran en ella un conjunto de personas desconocidas que las golpean a mansalva, destrozan y roban todo el mobiliario y finalmente: uno, dos o a veces ms miembros de esa familia, atados y encapuchados, parten hacia un destino desconocido. Un ciudadano camina por la calle o se encuentra sentado en un caf, y de golpe, siente caer sobre s un grupo armado que lo golpea, lo arrastra y le introduce en el bal de un automvil. En estas escenas cotidianamente repetidas, vecinos y transentes nada han podido hacer: las armas amenazantes han ido acompaadas de los gritos identificando el operativo como de las Fuerzas Armadas de Seguridad. Comienza el drama del detenido-desaparecido. El primer impacto traumtico est en plena ejecucin: los golpes propinados, el dolor de las ataduras, la incomodidad del maletero del coche ceden ante la angustia creciente, la sensacin de absoluta indefensin y el temor a lo desconocido que invaden al secuestrado a partir del momento en que ha advertido que no se trata de una detencin legal. En el caso de los militantes polticos esa angustia tiene tambin otra vertiente: el temor de cul va a ser su comportamiento frente a la brutalidad de los interrogadores. En todos los dilogos mantenidos con liberados, el relato de esta primera experiencia en mano de su captores: su detencin, secuestro y tortura en las primeras 24 horas como prisioneros clandestinos concita, generalmente, ms del cincuenta por ciento del relato total, incluso de aquellos que permanecieron ms de dos aos en los campos. Apuntamos las siguientes observaciones sobre las razones de esa fijacin especial: en primer lugar, la contundencia traumtica de esta primera experiencia; en segundo lugar, que este impacto inicial es percibido desde su vieja identidad personal an inclume y sometido a los juicios de valor de su mundo previo a la entrada al campo. En cambio, la experiencia posterior del detenido-desaparecido est interrelacionada con los intentos de desintegracin de su identidad y con el proceso de adaptacin a ese mundo hostil y ligada, por lo tanto, a los juicios de valor y a una cosmovisin distinta: la impuesta en el mundo de sus captores. [Eduardo Luis Duhalde, El Estado terrorista argentino. Quince aos despus, una mirada crtica, Buenos Aires, Eudeba, 1999, p. 314.]

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18. EL PELIGRO DE SER JOVEN CUANDO CONOCI UNA CELDA, MARIO ALEJANDRO BURGOS tena diecisis aos. Era enero de 197622 y l haba pasado unos das con dos amigos en la provincia de Salta. Como volvieron a dedo, se haban separado para que los automovilistas los levantaran. El joven recuerda que:En un puesto caminero escuch que transmitan, por radio, parte de mi descripcin. Un conductor me deja en Palpal, por el cansancio y porque ni me imaginaba lo que iba a suceder, decid tomar un colectivo. Cuando llego a la terminal de San Salvador de Jujuy, veo los cascos y toda una muchedumbre verde. Entonces pens: Aqu son.

Era un operativo conjunto del Ejrcito y la Polica. Los uniformados revisaron con mucha dedicacin y, debido a que en la mochila de Mario haba elementos de campamento, ellos pensaban que haban apresado a un guerrillero. El joven durante tres das soport interrogatorios en la seccional del barrio Gorriti. l, en un intento de romper la incomunicacin con su familia, mencion que tena un pariente llamado Gino Burgos que era capitn del Ejrcito y a un vecino de su casa de apellido Cardozo que perteneca a la Brigada de Investigaciones de la polica local. Pero no haba caso: segua incomunicado. En la tercer noche, lo sacan de la celda y queda en un patio que daba a una oficina. La puerta tena una rajadura grande, l pens que no tena nada que perder as que se acerc. Grande fue su alegra cuando vio a un celador de apellido Bulacios -quien posea un bigote grande- de la Escuela Nacional de Educacin Tcnica (ENET) N 1, parece que el hombre haba concurrido a hacer una exposicin por un accidente de trnsito. El estudiante haba sido abanderado por lo que pensaba que iba a ser reconocido rpidamente. En un momento el celador qued solo y Mario se decidi a hablarle, pero la tensin nerviosa era grande: no lograba recordar el nombre de aquel integrante de su escuela. Apenas si recordaba el apodo con que sus compaeros -de manera disimulada- lo nombraban. La situacin no era para andar con vueltas, de manera que el detenido tom coraje y susurr tratando que lo escuchara slo su destinatario: Don Morsa, don Morsa... soy Mario Burgos de la ENET. El hombre de bigote grande se acerc a la rajadura que slo dejaba ver un ojo y dijo: Pero.. qu hace ac, Burgos?. Un rato despus, la noticia lleg a odos de Mara del Carmen Ovando, quien se present rpidamente en la seccional para pedir la libertad de su hijo. Los policas negaron la presencia del detenido. La mujer no les crey y se qued en un taxi, cerca de la comisara. A las seis de la maana, Mario fue sacado en un patrullero que parti seguido por el taxi. Despus de un trayecto errtico, el mvil policial ingres a la central de Polica. All, todo comenz otra vez. Los interrogadores -algunos tenan tonada portea- queran averiguar a qu organizacin guerrillera perteneca. Como Mario haba sido delegado23 de su curso, tena cierta facilidad de palabra y poda dominar suEl 9 de enero del ao anterior haba comenzado el operativo Independencia en la provincia de Tucumn. Era una respuesta a las actividades guerrilleras que, desde mayo de 1974, el ERP estaba desarrollando en los montes tucumanos. 23 Para conocer un detallado relato de la militancia y represin en un colegio secundario, vase el libro de Santiago Garao y Werner Pertot, La otra juvenilia. Buenos Aires, Biblos, 2002.22

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miedo: No estoy en nada y quiero ver a un abogado. Mientras tanto, en la guardia, una madre insista para que la dejaran pasar. Despus, le sacaron fotos, de frente y perfil, y tomaron sus huellas digitales. Un oficial le dijo que se salvaba mientras lo insultaba. Mario pensaba que no iba a poder estudiar y que le iba a resultar difcil conseguir trabajo estando fichado, en seguida dijo: Yo les tengo que hacer un juicio a ustedes. Esta detencin es ilegal. El oficial se enoj ms y le oblig a firmar una declaracin en la que no constaba la detencin ni la incomunicacin. Cuando Mario estaba saliendo del edificio policial, un polica le coloc las esposas y otro lo oblig a subir a un Ford Falcon. En ese momento, toda la calma que hasta el momento el joven haba conservado empez a quebrantarse. El Falcn se dirigi al Regimiento de Infantera de Montaa (RIM) 20. Afortunadamente, Mara del Carmen haba logrado convencer al taxista que la esperara, en consecuencia, ella sigui al vehculo de cerca. En la entrada del regimiento esperaban dos filas de soldados con las armas apuntando al estudiante. Mario senta que alguien se haba equivocado de manera grosera: Quin era yo? El Che Guevara? Si ah se les escapaba un tiro, moramos todos. La nica arma que haba en la mochila era un cuchillo para comer. Eso lo haba convertido en un peligro para la sociedad: era joven y, adems, posea un arma blanca. A todo esto, el capitn Burgos ya haba movilizado sus contactos; de esta manera, despus de algunos momentos de incertidumbre, el joven sali en libertad. Mientras el taxi suba por el barrio Ciudad de Nieva, Mario no se pudo contener ms y empez a llorar. Yo haba estado mucho tiempo en tensin, recuerda l. Durante casi media hora llor y estuve con convulsiones. Entonces, ser joven era ms peligroso que otras pocas.

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19. LA MARCA DEL SOPLN A JULIO ROLANDO LVAREZ GARCA lo secuestran en la madrugada del 1 de febrero de 197624. l se encontraba durmiendo, junto a su familia, en la casa prefabricada que la organizacin Montoneros haba comprado en San Miguel de Tucumn. Como estaba enfermo, su esposa quera que descansara. Ins Pea haba resuelto que l durmiera en una habitacin separada. En el dormitorio matrimonial, adems de la mujer, estaban las dos hijas: la mayor tena dos aos y medio, la otra estaba por cumplir un ao. La noche anterior, l haba regresado tarde porque entre sus funciones de dirigente universitario estaba el participar en la entrega de becas para el comedor y la reunin se hizo larga. Cuando lleg le dijo a su mujer que tena un fuerte dolor en el estmago. Ambos coincidieron en esperar hasta la medianoche. Si el malestar continuaba, habra que ir al hospital. Al otro da, se levant como pudo y fue a ver al mdico de guardia. Le dieron unos remedios. El dolor intenso llegara despus de la medianoche. Cerca de las dos de la maana, la casa fue iluminada desde afuera con reflectores y la puerta cedi a las patadas. Con mucha decisin entraron ms de treinta hombres armados, no vestan uniformes pero, por la forma de comunicarse, se notaba que pertenecan a fuerzas militares. Lo primero que hicieron fue encaonar a Ins, dudaron un poco al no encontrar al militante pero enseguida alguien entr al otro dormitorio y lo marc: se es. As que vos sos Pampa... l no es Pampa. Es Pampero -se apresur a decir la mujer con la esperanza de que todo fuera un error. Pero fue en vano, porque a partir de entonces los hechos se volvieron ms dramticos. Primero empujaron a la madre y a sus hijas a un costado. Las taparon con una colcha y, mientras un grupo destrozaba la vivienda, otro se dedicaba a torturar al joven. Las nias gritaban pero el operativo continu por cerca de dos horas. Antes de retirarse, una voz pregunt: Qu hacemos con ella?; la nica respuesta que escuch la aterrada mujer fue la orden de encapuchar a su marido, esposarlo y arrastrarlo hacia la calle. Finalmente, la amenazaron para que no se moviera y se marcharon. En el testimonio que figura en legajo 161-A-84 de la Comisin Bicameral investigadora de las violaciones de los derechos humanos en la provincia de Tucumn25, se indica el derrotero del joven jujeo: Primeramente fue alojado en la Brigada de Investigaciones, luego en el Cuerpo de Bomberos y transitoriamente en un sector del Departamento de Educacin Fsica.

Unos meses antes, el 6 de octubre de 1975, un decreto de Italo Luder -a cargo provisoriamente de la presidencia- ordenaba: Las Fuerzas Armadas bajo el Comando Superior del Presidente de la Nacin, que ser ejercido a travs del Consejo de Defensa, procedern a ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del pas. 25 El libro fue editado en 1991 por el Instituto de Estudios Polticos para Amrica Latina y frica (IEPALA) y, adems de un informe poltico, contiene diez anexos que detallan minuciosamente algunas de las pginas ms oscuras de la historia de Tucumn.

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20. LA VIOLACIN A LOS DERECHOS HUMANOS EN LA PROVINCIA DE TUCUMN Recordamos, asimismo, que ya en 1975 (segn consta en los medios de prensa locales y nacionales), cuando fue sustituido en la comandancia de la V Brigada de Infantera por el general Antonio Domingo Bussi, el entonces general Acdel Vilas, afirm que la guerrilla ya haba sido derrotada en Tucumn. Sin embargo, el nmero de vctimas se increment notablemente a partir de esa fecha. La militarizacin creciente de la sociedad, aument cuando la polica local pas a depender directamente de la autoridad militar de la provincia, incrementndose la escalada represiva con el accionar conjunto de las fuerzas militares, policiales y de seguridad. Igualmente, de los testimonios y denuncias recibidas, surgen las siguientes caractersticas comunes en los llamados procedimientos an