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02 lectura Domingo 15 de octubre de 2017 Suplemento de Juventud Rebelde «La literatura al alcance de todos» No. 110 El Escribano Tintazos Rolando Rodríguez Una edición memorable Fue tal la pasión en el empeño de que el libro saliera sin erratas, que se puede creer es el único al que se le ha revisado el texto no solo en galeras, planas y cro- mos, sino también en negativos y plan- chas. Por esta causa hubo que volver a cambiar algún negativo. Con todo, en la primera impresión se fueron tres inde- seables gazapos que se detectaron cuan- do a la medida que se imprimían los plie- gos se volvieron a someter a escrutinio. Por eso, en la edición pequeña hay tres erratas que en las otras no están. El miércoles por la noche nos acercá- bamos al momento culminante: la salida del primer ejemplar de la edición peque- ña. La imprenta Osvaldo Sánchez, total- mente iluminada, con todas sus máqui- nas en funcionamiento, trepidaba como pocas veces. El olor de la tinta lo invadía todo. Esa noche por fin hubo libro. Desde principios de la semana se habían tomado decisiones sobre la dis- tribución. Se hizo una programación rigu- rosa según la cual, a partir del viernes, la isla se iría cubriendo sucesivamente con ejemplares del diario, desde los pun- tos más alejados a los más próximos. Las últimas librerías que los recibirían serían las de la capital. A estas irían los 30 000 o 35 000 ejemplares que se ter- minarían la madrugada del 1ro. de julio. Los puntos que inicialmente recibirían los ejemplares serían, desde luego, Ba- racoa y la Sierra Maestra. El viernes, en Granma, se redactó la noticia de la aparición del libro. Estaban allí Celia y Piñeiro. Fidel llamó y se le leyó el texto. El sábado, cuando ya circulaba el periódico, salieron los correos para distintos puntos del planeta con su car- ga de manuscritos y la reproducción de la foto del Che. Ahora les tocaba su tur- no a los editores extranjeros. No pasaría más de una semana cuando empezaron a aparecer los ejemplares de las edito- riales amigas. A la hora en punto, en toda Cuba se inició la distribución. Durante las sema- nas siguientes continuaron imprimiéndo- se ejemplares en otros talleres del Insti- tuto del Libro. El cálculo de ejemplares fue cabal: solo al aproximarnos al millón se sintió que la demanda se calmaba. CORRÍA mayo del 68 cuando a mi ofici- na como director general del Instituto del Libro, llegó el comandante Manuel Piñei- ro, entonces viceministro primero del Interior y, a voces, desde el parqueo, me transmitió un mensaje: Fidel me convo- caba a su apartamento de la calle 11. Al llegar, vi sobre la mesa redonda del comedor un grueso cuaderno con unas cubiertas de papel verde y una caja de cartón llena de las copias fotostáticas de un manuscrito. El Jefe de la Revolución me refirió entonces el objetivo de su lla- mada: aquel manojo de folios contenía la transcripción mecanográfica de las co- pias fotostáticas del diario del Coman- dante Che Guevara en Bolivia. Esa trans- cripción la había hecho Aleida March. No tuve tiempo de pensar mucho. Fidel habló: «Vamos a editar el diario», precisó: «Te llamé para eso, y porque resulta con- veniente que el Instituto le escriba un pró- logo». Sobre lo segundo, le respondí: «Co- mandante, el pueblo no lo entendería. El único que puede escribir ese prólogo es usted». Fidel calló por un momento. Que- dó pensativo. «¿Tú crees eso?», dijo por fin. «Sí», reiteré. Entonces me planteó que comenzara a leer la copia del manuscrito, que él haría lo mismo con otra disponible, y se marchó a su habitación. Las decisiones esenciales no eran po- cas: ¿cómo organizar en medio de un silencio sin quebraduras el proceso edito- rial e industrial?, ¿cuántos ejemplares ti- rar?, ¿en cuál imprenta?, ¿cómo disponer el suministro de materias primas, de for- ma de tenerlas disponibles en su tota- lidad en el momento de la arrancada? y, sobre todo, ¿cómo garantizar que aquel secreto en el que finalmente participarían cientos de personas no se filtrase? Se estableció que la edición debía ron- dar el millón de ejemplares (ya el com- pañero Fidel había decidido que se en- tregaría gratuitamente); el primer golpe en máquinas rotativas y encuadernación en rústica no debía bajar de 250 000 ejemplares; habría una tirada hecha en máquinas planas con encuadernación en tapas duras de 10 000; luego, se añadirían al proceso otras imprentas hasta completar los 750 000 ejempla- res restantes y los libros se pondrían si multáneamente a la distribución en todo el país. Se seleccionó nombre a nombre el grupo editorial que trabajaría en la co- rrección, mecanografía y diseño del origi- nal y se hizo la lista de los linotipistas, fotomecánicos, impresores y encuader- nadores que participarían en la labor. En- tonces se hizo el cronograma de la edi- ción: cuatro días después de que Fidel entregara el prólogo, estaría el primer libro de la tirada de 10 000 ejemplares y a los seis aparecería la tirada grande. Se había emprendido una segunda parte del proyecto: organizar las edicio- nes del diario en el exterior. Las edicio- nes que se hicieran no debían separarse mucho del momento de la salida de la cubana. Por suerte, teníamos editores amigos en países estratégicos. En La Habana se había comenzado, para ade- lantar, las traducciones de dos o tres de las lenguas en que aparecería la obra. La tarde del sábado 22 de junio, el Comandante en Jefe me entregó la introducción. «¿Cuándo estará el libro?», me preguntó. «El miércoles», respondí. «Que no vaya a tener erra- tas», añadió él y yo tragué en seco. Nadie sabe lo difícil que resulta editar un libro sin erratas. Había llegado el momento de apretar el botón que echaba a andar el meca- nismo de la operación. Pasaba de la medianoche cuando me avisaron que todos los convocados estaban ya en la casa de la calle 26. Llegué al lugar, les pregunté si tenían alguna dificultad para permanecer allí durante una semana. Prácticamente todos las compañeras y compañeros presentes, en general muy jóvenes, se percataron de que entre las paredes de aquella casa podía estarse gestando una tarea trascendente. Para decirlo en buen criollo, allí nadie se rajó. Entonces, les referí de lo que se trataba. Todavía es posible evocar la emoción con que recibieron la noticia. Trabajaron en los originales con entrega, durante to- da la madrugada y la mañana del domin- go. Incluso, obraron con tanta rapidez que el texto entró en la imprenta ya con todo el diseño interior marcado. Entre- tanto, se preparaba la cubierta del libro. No tenía discusión: debía estar basada en la foto emblemática de Korda. Al pre- parar los originales para los editores ex- tranjeros, se tomaría la decisión de pe- dirles que en el diseño de las cubiertas se empleara la misma foto. En medio de la faena, el compañero Fidel apareció en la casa de 26. Para ser honrados, hay que decir que los correctores solo pudie- ron discutirle dos comas a su prólogo y él las aceptó. Hotel para divorciados EN un foro sobre autoras lati- noamericanas reciente de la Uni- versidad Veracruzana, la escritora argentina Tununa Mercado centró su atención en la trascendencia histórica de Sor Juana Inés de la Cruz. «Un elogio de Sor Juana no debe atenerse solamente a las formas antiguas del verso. La humilde que escribe, recibe con- tagio tenue de los estilos comple- jos del siglo XVII. Puesta a inda- gar, se encuentra con un alma barroca de poderoso intelecto que pone el verso en el cuerpo del amor, ocultándolo en una masa conceptual para disimular su razón humana». *** «Es un sueño volver a mi no- vela La muerte de Acuario; su última edición fue en 2007, co- mencé a publicar otros libros, a ganar premios, pero quería ver- la nuevamente publicada», dijo el escritor nicaraguense Arquí- medes González al comentar la reimpresión con la cual festeja 15 años de su aparición y de ser el más leído de todos sus li- bros. Becado en Japón, al regre- sar en 1999 sintió que podía emprender una novela con una teoría que apuntaba «que Jack el Destripador había venido a Nicaragua». Entonces le vino la idea de recrear a otro persona- je afín, Sherlock Holmes. *** Simon, un alemán que pasa las vacaciones solo en el sur de Francia, decide ayudar a la joven Nathalie, pero no es consciente de que toda su vida está a pun- to de cambiar de forma irreme- diable. ¿De quién te escondes? es la última novela de suspen- se de la exitosa escritora ale- mana Charlotte Link. Su tema principal es el tráfico de perso- nas, concretamente de muje- res, para su explotación sexual. Continúa en pág. 2 Tununa Mercado. Arquímedes González. Charlotte Link.

Portada - Juventud Rebelde - Diario de la juventud …2017/10/15  · 02 lectura No. 110 Suplemento de Juventud Rebelde «La literatura al alcance de todos» Domingo 15 de octubre

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Page 1: Portada - Juventud Rebelde - Diario de la juventud …2017/10/15  · 02 lectura No. 110 Suplemento de Juventud Rebelde «La literatura al alcance de todos» Domingo 15 de octubre

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El Escribano

Tintazos

Rolando Rodríguez

Una edición memorable Fue tal la pasión en el empeño de queel libro saliera sin erratas, que se puedecreer es el único al que se le ha revisadoel texto no solo en galeras, planas y cro-mos, sino también en negativos y plan-chas. Por esta causa hubo que volver acambiar algún negativo. Con todo, en laprimera impresión se fueron tres inde-seables gazapos que se detectaron cuan-do a la medida que se imprimían los plie-gos se volvieron a someter a escrutinio.Por eso, en la edición pequeña hay treserratas que en las otras no están.

El miércoles por la noche nos acercá-bamos al momento culminante: la salidadel primer ejemplar de la edición peque-ña. La imprenta Osvaldo Sánchez, total-mente iluminada, con todas sus máqui-nas en funcionamiento, trepidaba comopocas veces. El olor de la tinta lo invadíatodo. Esa noche por fin hubo libro.

Desde principios de la semana sehabían tomado decisiones sobre la dis-tribución. Se hizo una programación rigu-rosa según la cual, a partir del viernes,la isla se iría cubriendo sucesivamentecon ejemplares del diario,desde los pun-tos más alejados a los más próximos.Las últimas librerías que los recibiríanserían las de la capital. A estas irían los30 000 o 35 000 ejemplares que se ter-minarían la madrugada del 1ro. de julio.Los puntos que inicialmente recibiríanlos ejemplares serían, desde luego, Ba-racoa y la Sierra Maestra.

El viernes, en Granma, se redactó lanoticia de la aparición del libro. Estabanallí Celia y Piñeiro. Fidel llamó y se le leyóel texto. El sábado, cuando ya circulabael periódico, salieron los correos paradistintos puntos del planeta con su car-ga de manuscritos y la reproducción dela foto del Che. Ahora les tocaba su tur-no a los editores extranjeros. No pasaríamás de una semana cuando empezarona aparecer los ejemplares de las edito-riales amigas.

A la hora en punto, en toda Cuba seinició la distribución. Durante las sema-nas siguientes continuaron imprimiéndo-se ejemplares en otros talleres del Insti-tuto del Libro. El cálculo de ejemplaresfue cabal: solo al aproximarnos al millónse sintió que la demanda se calmaba.

CORRÍA mayo del 68 cuando a mi ofici-na como director general del Instituto delLibro, llegó el comandante Manuel Piñei-ro, entonces viceministro primero delInterior y, a voces, desde el parqueo, metransmitió un mensaje: Fidel me convo-caba a su apartamento de la calle 11.

Al llegar, vi sobre la mesa redonda delcomedor un grueso cuaderno con unascubiertas de papel verde y una caja decartón llena de las copias fotostáticas deun manuscrito. El Jefe de la Revoluciónme refirió entonces el objetivo de su lla-mada: aquel manojo de folios conteníala transcripción mecanográfica de las co-pias fotostáticas del diario del Coman-dante Che Guevara en Bolivia. Esa trans-cripción la había hecho Aleida March.

No tuve tiempo de pensar mucho. Fidelhabló: «Vamos a editar el diario», precisó:«Te llamé para eso, y porque resulta con-veniente que el Instituto le escriba un pró-logo». Sobre lo segundo, le respondí: «Co-mandante, el pueblo no lo entendería. Elúnico que puede escribir ese prólogo esusted». Fidel calló por un momento. Que-dó pensativo. «¿Tú crees eso?», dijo porfin. «Sí», reiteré. Entonces me planteó quecomenzara a leer la copia del manuscrito,que él haría lo mismo con otra disponible,y se marchó a su habitación.

Las decisiones esenciales no eran po-cas: ¿cómo organizar en medio de unsilencio sin quebraduras el proceso edito-rial e industrial?, ¿cuántos ejemplares ti-rar?,¿en cuál imprenta?,¿cómo disponerel suministro de materias primas, de for-ma de tenerlas disponibles en su tota-lidad en el momento de la arrancada? y,sobre todo, ¿cómo garantizar que aquelsecreto en el que finalmente participaríancientos de personas no se filtrase?

Se estableció que la edición debía ron-dar el millón de ejemplares (ya el com-pañero Fidel había decidido que se en-tregaría gratuitamente); el primer golpeen máquinas rotativas y encuadernaciónen rústica no debía bajar de 250 000ejemplares; habría una tirada hecha enmáquinas planas con encuadernaciónen tapas duras de 10 000; luego, seañadirían al proceso otras imprentashasta completar los 750 000 ejempla-res restantes y los libros se pondrían

simultáneamente a la distribución entodo el país.

Se seleccionó nombre a nombre elgrupo editorial que trabajaría en la co-rrección, mecanografía y diseño del origi-nal y se hizo la lista de los linotipistas,fotomecánicos, impresores y encuader-nadores que participarían en la labor. En-tonces se hizo el cronograma de la edi-ción: cuatro días después de que Fidelentregara el prólogo, estaría el primerlibro de la tirada de 10 000 ejemplaresy a los seis aparecería la tirada grande.

Se había emprendido una segundaparte del proyecto: organizar las edicio-nes del diario en el exterior. Las edicio-nes que se hicieran no debían separarse

mucho del momento de la salida de lacubana. Por suerte, teníamos editoresamigos en países estratégicos. En LaHabana se había comenzado, para ade-lantar, las traducciones de dos o tres delas lenguas en que aparecería la obra.

La tarde del sábado 22 de junio, elComandante en Jefe me entregó laintroducción. «¿Cuándo estará ellibro?», me preguntó. «El miércoles»,respondí. «Que no vaya a tener erra-tas», añadió él y yo tragué en seco.Nadie sabe lo difícil que resulta editarun libro sin erratas.

Había llegado el momento de apretarel botón que echaba a andar el meca-nismo de la operación. Pasaba de lamedianoche cuando me avisaron quetodos los convocados estaban ya en lacasa de la calle 26. Llegué al lugar, lespregunté si tenían alguna dificultad parapermanecer allí durante una semana.Prácticamente todos las compañeras ycompañeros presentes, en general muyjóvenes, se percataron de que entre lasparedes de aquella casa podía estarsegestando una tarea trascendente. Paradecirlo en buen criollo, allí nadie se rajó.Entonces, les referí de lo que se trataba.

Todavía es posible evocar la emocióncon que recibieron la noticia. Trabajaronen los originales con entrega, durante to-da la madrugada y la mañana del domin-go. Incluso, obraron con tanta rapidezque el texto entró en la imprenta ya contodo el diseño interior marcado. Entre-tanto, se preparaba la cubierta del libro.No tenía discusión: debía estar basadaen la foto emblemática de Korda. Al pre-parar los originales para los editores ex-tranjeros, se tomaría la decisión de pe-dirles que en el diseño de las cubiertasse empleara la misma foto. En medio dela faena, el compañero Fidel apareció enla casa de 26. Para ser honrados, hayque decir que los correctores solo pudie-ron discutirle dos comas a su prólogo yél las aceptó.

HHootteell ppaarraaddiivvoorrcciiaaddooss

EN un foro sobre autoras lati-noamericanas reciente de la Uni-versidad Veracruzana, la escritoraargentina Tununa Mercado centrósu atención en la trascendenciahistórica de Sor Juana Inés de laCruz. «Un elogio de Sor Juana nodebe atenerse solamente a lasformas antiguas del verso. Lahumilde que escribe, recibe con-tagio tenue de los estilos comple-jos del siglo XVII. Puesta a inda-gar, se encuentra con un almabarroca de poderoso intelectoque pone el verso en el cuerpodel amor, ocultándolo en unamasa conceptual para disimularsu razón humana».

***«Es un sueño volver a mi no-

vela La muerte de Acuario; su

última edición fue en 2007, co-mencé a publicar otros libros, aganar premios, pero quería ver-la nuevamente publicada», dijoel escritor nicaraguense Arquí-medes González al comentar lareimpresión con la cual festeja

15 años de su aparición y deser el más leído de todos sus li-bros. Becado en Japón,al regre-sar en 1999 sintió que podíaemprender una novela con unateoría que apuntaba «que Jackel Destripador había venido aNicaragua». Entonces le vino laidea de recrear a otro persona-je afín, Sherlock Holmes.

***Simon, un alemán que pasa

las vacaciones solo en el sur deFrancia,decide ayudar a la jovenNathalie, pero no es conscientede que toda su vida está a pun-to de cambiar de forma irreme-diable. ¿De quién te escondes?es la última novela de suspen-se de la exitosa escritora ale-mana Charlotte Link. Su tema

principal es el tráfico de perso-nas, concretamente de muje-res, para su explotación sexual.

CCoonnttiinnúúaa eenn ppáágg.. 22Tununa Mercado.

Arquímedes González.

Charlotte Link.

Page 2: Portada - Juventud Rebelde - Diario de la juventud …2017/10/15  · 02 lectura No. 110 Suplemento de Juventud Rebelde «La literatura al alcance de todos» Domingo 15 de octubre

DIANA Castaños (La Habana, 1986) Licenciadaen Periodismo. Graduada del Centro de Promo-ción Literaria Onelio Jorge Cardoso. Escritora deguiones infantiles para radio. Premio de Perio-dismo 26 de Julio en 2008. Ha obtenido el Pre-mio Calendario 2016 por No hay tiempo parafestejos, el Premio Memoria 2016 por Lo blan-co más allá de la luz y el Premio Pinos Nuevos2016 por Josefina. Es miembro de la AHS.

lleeccttuurraa eenn eell ttiinntteerroo,, domingo 15 de octubre de 201702 juventud rebelde

Los textos que presentamos hoyaquí pertenecen a la columna DeCuba, su gente, de la publicacióndigital Cuba sí

Hotel para divorciadosDiana Castaños

Con más 60 obras, sobre to-do novelas cortas, el argentinoCésar Aira confesó lo decisivoque resultó de adolescente visi-tar una librería con su abuela,quien le regaló Antología de poe-sía surrealista. «En los 60 huboun gran entusiasmo por el surrea-lismo en Buenos Aires. Enton-ces íbamos todos los jóvenes ala librería a comprar libros surrea-listas, en ese ámbito me formécomo lector», explicó. Es así co-mo ese espíritu vive en su obra,al tiempo que rechaza aquelloque recorte su creatividad.

***

Toussaint L’Ouverture,padrede la revolución haitiana, com-pilación de Nick Nesbitt prolo-gada por Jean Bertrand Aristide,apareció en lengua españolaeste verano. En cada documen-to se revela la Revolución hai-tiana como expresión de unalucha por la emancipación quehabía de ser universal e inme-diata, única en su tiempo.

***Reconocido y premiado por

los retratos biográficos de Mau-rice Ravel (Ravel), Emil Zátopek(Correr) y Nikola Tesla (Relám-pagos),el francés Jean Echenozregresa a sus orígenes literariosvinculados al género policial yde suspenso. Enviada especiales su última novela, en la quecirculan exóticos personajes.

***

Veinte años después del éxitomundial de El dios de las peque-ñas cosas, la india ArundhatiRoy vuelve a la novela y hurgaen la herida del nacionalismohindú con El ministerio de lafelicidad suprema. «Hay tantainformación, tantos teléfonosconectados todo el tiempo… He-mos perdido nuestra intimidady por eso mi primera intenciónera escribir sobre pocos perso-najes. La novela son muchaspiezas y cada pieza está dividi-da en otras».

CUBA está cambiando.El otro día entré, por pura cu-

riosidad, a un hotel que quedaen las afueras de La Habana,ca-si llegando a la Novia del Medio-día. Resultó ser un hotel priva-do. Los dueños del negocio, unmatrimonio sexagenario con ca-ras de buena gente, me asegu-raron que en ese hotel se prio-rizaba la atención al cliente co-mo en pocos sitios de Cuba.

Que se hacía la habitacióntres veces al día. Que el perso-nal del hotel se aprendía elnombre y los gustos del clienteal momento de este inscribirsey que donde quiera que uno ibale tenían preparado un trago o leregalaban un souvenir.

Además,que el precio del sitioera diferente para cada inquilino,porque era un hotel temático.Qué es eso,pregunté. Es un hotelcon un público y un tema; este,por ejemplo, es un sitio pararecién divorciados; todas las per-sonas aquí tienen eso en común.

—Sabemos que hay divorciosque dejan a los excónyuges «pe-lados» —me explicaron—. Ade-más, como todos tienen unamisma cosa en común les esfácil hacer amigos aquí. Y ami-gos es todo lo que uno necesitacuando se pasa por un divorcio.

Me ofrecieron café con miel yme sentaron en el lobby. Habíamúsica de Frank Sinatra en elfondo. Era un sitio agradable.

—Uno de nuestros huéspe-des actuales es abogado —co-mentó el esposo— ayuda a losdemás en sus trámites legalesde divorcio.

—Tenemos ahora otro hués-ped —mencionó la señora— quees médico. Receta todo lo queuno le pide para superar ese mo-mento. Ya sabes, querida, clor-diazepóxido, nitrazepam…

—Y usted, ¿qué es? ¿Quéhace? —quiso saber el esposo.

—¿Yo?… yo escribo.—¡Ah, qué bien! Ayudará a

los huéspedes con sus notasde suicidio.

Lo miré para ver qué partedel chiste era realidad.

—Bueno… —aclaré— yo nome voy a hospedar aquí… solovine a preguntar. No soy unadivorciada.

Pero el dueño dibujó un ade-mán con la mano, que le hacíacaso omiso a mis palabras.

—No estés tan segura. En lavida siempre pasamos por algúntipo de divorcio —dijo el hombrey me entregó la tarjeta del local.

El matrimonio me pidió en-tonces que los acompañara porlas distintas instalaciones de su

demás nos pasan por delante.Dentro de 20 años no te va amolestar lo que hiciste, sino loque no hiciste. Es más, eso esmucho; ¡dentro de cinco años!Entonces, hay que desplegaralas. El país está cambiando.¡Pero hay quien ni se ha dadocuenta!

LAS OLAS DURASQUE MUERDEN LA PIEDRA

Las niñas de Hoyo Perdidousan, invariablemente, unospeinados muy sofisticados, contrenzas entretejidas de su pro-pio pelo en adorno.

Y alguien que no sea de HoyoPerdido pudiera preguntarse paraqué espectador incauto se cuidatanto una estética que parecedía tras día amurallada por ex-tensiones abrumadoras de cañay naranja agria.

Aunque tiene un nombre —asig-nado de boca en boca, por lamisma gente que padece la pre-cariedad y la ausencia— HoyoPerdido no aparece en el mapa.Tan solo lo conocí de casualidad.

Iba camino a Cumanayagua.La moto se averió y mi tío medijo: debemos ir a ver a un ami-go mío del Hoyo. Y yo: ¿quéhoyo? Y él: ya verás.

negocio. No me pude negar.Entre la amabilidad de ellos ymi curiosidad natural me sentíametida de lleno en el asunto.

Fuimos a un gimnasio en elque par de personas sosteníanbandejas con bebidas refrescan-tes y una muchacha ofrecía toa-llitas para que los clientes sesecaran el sudor. Pasamos en elrecorrido por una sala de wifi,que, según los dueños, era ma-nejada por un recién graduadode la UCI.

Después de visitar todo el ho-tel nos sentamos en la tumbo-na de la piscina. El matrimoniohablaba, y yo —gajes del ofi-cio— saqué mi grabadora y pre-sioné el botón de record. Estofue lo que grabé:

—El país está cambiando.Uno a lo mejor no puede cam-biar el viento pero sí puede po-ner las velas de tal maneraque se pueda aprovechar su di-rección. Las cosas que pasanhoy son distintas. Se abren nue-vas posibilidades y hay personasque captan esas posibilidadespara utilizarlas y favorecen eldesarrollo de la vida, siempre afavor de la esencia humana. Siuno no se pone para eso y seduerme en los laureles, los

Y estuvimos caminando, parallegar al Hoyo, un tiempo incon-table, indiscernible, entre matashoscas, bajo un sol inflexible.

Para cuando llegamos a lacomunidad, ya me sabía suhistoria: en esos lejanos años’80 de abundancia —de tananómala, nunca más repeti-da— en Cuba, esos parajesestaban llenos de ganadovacuno y el Estado cubano, ensu plena magnificencia, cons-truyó allí algunos muy modes-tos edificios de microbrigadas,para que los campesinos dellugar estuvieran más cerca delas reses. Por un tiempo, comotodo en Cuba, funcionó.

Pero cuando el período de lasvacas gordas pasó, eventual-mente, pasaron también las va-cas. Más temprano que tardese despertaron entonces losguajiros de Hoyo Perdido —ysus respectivas familias: un en-tramado de primos, tíos, queri-das, novias de colchones ave-riados escondidos detrás decierto árbol clave, amantes ofi-ciales devenidas a menos conel tiempo, hijos reconocidos ypor reconocer— y se encon-traron sin nada que hacer.

Y la cabra volvió al monte. Lamayoría se fue de los edificiosde microbrigadas. Se fueron dela electricidad,de vivir en un cuar-to piso mirando desde arriba alos árboles. Sin reses que cuidar,volvieron a su casita de madera,tampoco demasiado lejos de allí,también en un lugar perdido enel monte,sin nombre ni vocaciónde estar en el mapa.

Los pocos que se quedaronen la comunidad exganadera deHoyo Perdido tienen el máspoco ambicioso de los planes:vivir apenas un día más. Pre-guntarse si valdrá la pena saliralguna vez de allí. Y para quésitio, si acaso, irían.

Los niños van, eso sí, a laescuela. La más cercana queda a14 kilómetros. Un coche con unayegua pequeña color vainilla losrecoge. Antes y después de laescuela, las mujeres se reúnenalrededor de las cabezas de lasniñas. Para hacerles los peinadosque las adornan, solo necesitanalgo que, para bien o para mal,los que viven en Hoyo Perdido tie-nen de sobra: tiempo.

César Aira.

Arundhati Roy.

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juventud rebelde domingo 15 de octubre de 2017 eell ttiinntteerroo yy ssuu PPooeessííaa 03

Yunier Riquenes

ESTABA en el Salón de Mayo, en el Pabe-llón Cuba. Se presentaban algunos librosde la editorial Sed de Belleza. Escuché aun joven hablar con pasión del poetaÁngel Escobar (Guantánamo, 1957-LaHabana, 1997). Con su texto premiadoen su concurso de ensayo, La fuga deuna línea mágica: el sentido decolonialde la poesía de Ángel Escobar,el sello dela Asociación Hermanos Saíz en Villa Cla-ra le rendía homenaje en el año en que secelebran fechas cerradas.

Se llama Ediel Pérez Nogueras (Arte-misa, 1981), y según la ficha del libroen el género de poesía mereció el David2016; fue seleccionado finalista delconcurso de la revista La Gaceta deCuba en su 14ta. edición. Resultó, ade-más, ganador de la Beca de CreaciónLiteraria de la Uneac, Artemisa 2015,en ensayo, así como mención en el Pre-mio nacional de reseña crítica sobre te-mas literarios, 2016. Actualmente esprofesor en la universidad del territorioque lo vio nacer, en la carrera de Estu-dios Socioculturales.

«Yo escribo sobre todo poesía. Elensayo y la poesía tienen muchos pun-tos de contacto, son reflexión, acerca-miento a la realidad, me comentó en elinicio», afirma Ediel.

«Estoy muy contento de que mi primerlibro sea un ensayo sobre un poeta, quizá

relatos. Yo me inicié por la poesía a par-tir de las lecturas primeras que hice deJosé Martí, imitando, como todo el queempieza. Creo que la poesía es esen-cial. Me considero,sobre todo,poeta. Lapoesía más que un género es una con-cepción de la vida. Cuando uno descu-bre el mundo de la poesía y la literatura,no hay marcha atrás.

cubana de una manera que ningún otroha podido quizá explicarla».

—Pudiera pensarse entonces queeres graduado de Filología...

—No, no soy filólogo. Me gradué yamuy tarde en la carrera de EstudiosSocioculturales. Pasé mucho tiempo enuna preparación autodidacta, leyendopor mi cuenta; pero no,no tengo una for-mación muy académica. Sí me interesómucho ponerme al día con las teoríasliterarias y culturales de estos tiempos.

—¿Es cierto que comenzaste por laMedicina?

—Comencé estudiando Medicina,algo que aparentemente no tiene nadaque ver con la literatura. Después meembullé con la Historia y la abandoné.La literatura era siempre como un imánque me atraía. Hacía que no me pudie-ra concentrar en esos otros estudios.También veía que los estudios me roba-ban mucho tiempo de poder leer, deescribir, y mutilaban un poco mi libertad.

«La carrera de Socioculturales meayudó a estudiar y a organizarme, peromis lecturas literarias venían ya desdehace muchos años por un camino poé-tico y hubo tutores literarios que memostraron autores, lecturas…».

—¿Por dónde pudieran encontrarselos inicios de Ediel?

—Hay quien comienza escribiendo

uno de los más importantes de las últi-mas dos o tres décadas en Cuba, y en elcontinente también».

—¿Ángel Escobar, por qué?—Es un poeta guantanamero, de los

márgenes de la Isla. Se puede decir, deuna Isla que se encuentra en los márge-nes de occidente.

«Desde su poesía hay una conversa-ción con la identidad desde el ángulo dela marginalidad. A veces me han pre-guntado por qué yo siendo de occidentesiento esa inquietud acerca de este poe-ta negro, guantanamero, y es que esosson los misterios de la poesía.

«Me centré fundamentalmente en losúltimos libros, sobre todo los que seescribieron de la década de los 90 haciaacá, que versan sobre las problemáticasdel hombre, del sujeto en el fin de siglo,y son, según la crítica, los más impor-tantes. Me refiero a Abuso de confianza,Cuando salí de La Habana, El examenno ha terminado y La sombra del decir,sobre todo esos cuatro textos.

«Por supuesto, en mi análisis visitootras obras anteriores, pero sobre todoesas que se adentran en la problemáti-ca de fin de siglo. Creo que es uno de lospoetas más leídos por generaciones másrecientes y eso señala algo; o sea, elnivel de identificación con ese poeta queanaliza la realidad más contemporánea

Con la literatura no hay marcha atrás…

Foto: Cortesía del entrevistado

Días de hormigas

Leo el cuaderno de mi madre,

escribió para mí: "Mi hija, demasiado perdida

en observarlo todo, tiene los rizos llenos de

luz".

Y con mi dedo dibujo la página,

pienso en mi madre joven y radiante,

pienso en mi madre viviendo en esta casa

todavía,

pienso en mi madre con todo el tiempo para

verme crecer.

Tal vez no sea tarde para volver a vivirlo todo,

como aprender a dar pasos,

a mirar,

a decir,

como aprender a ser nuevamente una,

a dibujar el primer gesto.

Tal vez este dedo y esta página sean mi teatro,

esa especie de fe escénica que siempre

transmiten las hormigas.

Días de hormigas

Otra recaída,

aullido que se enciende.

Despertar con saliva en la cara,

porque también heredé de mi madre la

epilepsia.

Qué suerte contar con una plaga,

una marcha de huellas tóxicas y asesinas,

proletarias del jengibre frío derramado antes

de la convulsión.

Y qué suerte vivir en una ciudad tan

quemada,

y qué suerte estos meses de padecimiento y

encierro,

y qué suerte mi teatro de obsesiones,

y qué suerte la buena insolación,

y qué suerte el faltante de analgésicos,

y qué suerte la función número cien,

y qué suerte encontrar el cuaderno de mi

madre en una caja,

y qué suerte conocer a la muchacha,

la muchacha que mi amigo dramaturgo llamó

desde mi casa,

querer a mi amiga suicida,

quererla mucho.

En este día de suerte saberlo: heredé toda la

felicidad de mi abuela y mi madre.

Extraviarme en la persecución,

suena antioxidante el limón que mancha y

ahuyenta a la plaga,

y encontrarme conmigo en la recaída,

porque una poeta escribió Rehab —valioso

aporte para mis vencimientos—,

y otra poeta escribió Sin tierra común.

Otra vez en el mismo suelo,

el de la misma casa,

donde cupo casi todo.

Convulsión/recuperación.

Distinguir esos puntos de fuga luminosos al

abrir los ojos,

ellos, travestidos de hormigas y de amor,

idénticos a las muestras revisadas en los

laboratorios de mis medias.

Salir esta noche al bar,

tropezarme con todos los hombres amados,

incluso, aquellos escritores a los que amé y les

escribí una tesis.

Una recaída natural por ser tan joven y estar

tan sola,

es todo lo que quise para mi escenario:

ver impactos de hormigas en los rayos

ultravioletas,

hormigas muriendo en mi cerebro tras la

convulsión,

hormigas muriendo tras la recaída,

hormigas en la punta del cigarro,

hormigas en el clítoris,

hormigas en la espuma,

hormigas en el ano,

hormigas en el corazón,

un hormigueo permanente en el corazón.

Convulsión/recuperación.

Ahora que empiezo a recuperarme estoy lista

para nuevos diálogos, nuevos teatros,

y escucharlos decir con mi misma suerte:

"Días de hormigas".

Madre, otra vez no lo logro, otra vez sé que

nada volverá a repetirse, y me cuesta mirar a

la muchacha perderse, y me cuesta verte

morir, y me cuesta estar tan enferma, es hora

de no pensar en la escena, el escenario está

dentro de mí. Madre, quemo el cuaderno,

quemo nuestro cuaderno.

MARTHA Luisa Hernández Cadenas (1991), teatróloga y creadora escénica, se desempeña comoasesora dramática de Teatro El Público. Ha dirigido las puestas en escena La que nunca conocí (a par-tir de Ansia y Psicosis 4.48, de Sarah Kane), Charlotte Corday y el animal (a partir de Charlotte Cor-day. Poema dramático, de Nara Mansur) y en coautoría con Rogelio Orizondo, El poeta azul. Su poe-mario Días de hormigas (puesta en escena) fue reconocido con el Premio David de Poesía 2017.A él pertenecen estos poemas.

Poesía de... Martha Luisa Hernández Cadenas

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juventud rebelde

CORRECCIÓN: Equipo de correctores

DISEÑO: Néstor AlfonsoNúñ[email protected]

EDITORES: Marilyn Bobesy José Luis Estrada Betancourt

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SUPLEMENTO DE JR««LLAA LLIITTEERRAATTUURRAA AALL AALLCCAANNCCEE DDEE TTOODDOOSS»»

ttiinnttaa ffrreessccaa eenn eell ttiinntteerroo,, domingo 15 de octubre de 2017

Las crónicas de Haití de Amelia

Raúl Flores Iriarte

SI hay algún ejemplo reciente de que lacrónica periodística bien podría conside-rarse un género literario habría que tomarcomo referencia el libro Haití, despertarde la muerte, de Amelia Duarte de laRosa, publicado por la Editora Política.

El volumen, que recoge trabajos publi-cados en el periódico Granma entre di-ciembre de 2011 y noviembre de 2012,nos muestra a una autora en la cima desus posibilidades,con un dominio del idio-ma y un poder para las descripcionesnada frecuentes en nuestros medios.

Porque se trata no solo de reflejar losacontecimientos de un país devastado porun terremoto y víctima de la precariedad,sino de descubrir las esencia de una na-ción que fue la primera en América Latinay el Caribe en obtener su independencia.

Duarte de la Rosa ha conseguido po-ner ante nuestros ojos un territorio de ex-traña belleza con todo lo que tiene depeculiar, ya sea en su cultura o en la idio-sincrasia de las personas que la habitan,rasgo este último que es la diana favoritade una periodista que como El Principitovio con el corazón lo invisible para los ojos.

Como afirma Marta Rojas en su prólo-go, «el libro es periodismo raigal, de lamejor factura» que entrega a los lectorescon el mejor pulso periodístico y precisiónla imagen de un pueblo y de una nación,simultáneamente, con la generosa mi-sión de los colaboradores cubanos de la

medicina, sin descuidar la educación, lacultura y el deporte.

El humanismo y la visión tan lejana delos lugares comunes harán que vivamosde una manera diferente los episodios enque los colaboradores cubanos aparecencasi como parte de un paisaje en el queel elemento principal es el hombre y susangustias, alegrías y creencias.

En su introducción al volumen, Duartede la Rosa nos habla de «un país sin tiem-po, de movimientos inesperados y cosasinadvertidas, donde todo se exacerba y elfuerte contraste no permite analogías deningún tipo».

Indudablemente que la periodista, omás bien escritora, quiso atender al lla-mado de nuestro poeta nacional NicolásGuillén cuando afirmaba que Haití «semantiene alejada de nuestro conocimien-to como si no se hallara a unas breveshoras de avión, a unos cuantos días pormar de Cuba».

Haití, despertar de la muerte tiene elmérito de un descubrimiento más eficaz,sin duda, del que nos dan las imágenesde la televisión,porque su autora ha sabi-do penetrar con lirismo y objetividad entodo lo que un Alejo Carpentier nos ofre-ció en sus ficciones.

El volumen se divide en tres partes:La mayor de las Antillas, un retratoaltruista en tierra haitiana, que se refie-re sobre todo a la labor de los médicos

TOMÁS Moro escribió un peque-ño libro llamado Utopía en1516.

Campanella y Bacon escribie-ron, a su vez, otros libros sobreotras utopías. A saber: La ciudaddel sol y La nueva Atlántida.

John Lennon, en su LP MindGames de 1973 le dedica ochosegundos de silencio a una pis-ta titulada Internacional Nuto-pian Anthem, Himno Internacio-nal de Nutopia, jugando con laspalabras nut, derivada de locu-ra, y utopía, derivada del térmi-no griego No existe tal lugar.(Igualmente, no existe tal can-ción. Ocho segundos de silenciono dan mucho espacio para ta-rarear melodía alguna).

Tomás Moro murió decapita-do en 1536.

John Lennon murió baleadoen 1980.

No recuerdo qué habrá pasa-do con Bacon y Campanella.

Por su parte,Daniel Díaz Man-tilla resucita la vieja ciudad deAmauroto y la elige como com-plemento para estas 220 pági-nas,que demoran en leerse mu-cho más que aquellos ocho se-gundos que Lennon le dedicaraa su Himno Internacional de Nu-topia, y mucho menos que esoscuatro siglos de literatura cuba-na que traemos ya a cuestas.

¿De qué manera recomendaruna lectura de Regreso a Utopía(Ediciones Unión,2017)?

Primero, deberíamosestablecer la condición deposible segunda lecturaque nos otorga esta edito-rial junto a Daniel. Ya estelibro había sido publicadodiez años atrás por LetrasCubanas y muchos lo pudi-mos leer en el 2007. Noobstante, en estos tiem-pos de películas ampliadaspor cortes de director, dediscos agrandados portomas extras y cancionesen vivo, con Regreso a Uto-pía no nos quedamosatrás: más de 30 páginasde contenido nuevo añadi-das a la estructura general.Es lo mismo, pero no lo es.Ya lo decía Heráclito: no tepuedes bañar dos veces enel mismo río. Con DanielDíaz Mantilla, tampoco tepuedes leer dos veces elmismo libro.

Segundo, deberíamossaber que las lecturas son per-sonales e intransferibles. Loque yo veo no es lo mismo quetú podrías ver. Lo que yo veo secorresponde con la imagen deDaniel Díaz Mantilla, mochila alhombro, por nuestros campos ymontañas, o por otros campos

y otras montañas, buscando lalibertad que la ciudad suele ne-gar la mayor parte de las veces.

Caminante,no hay camino,sehace camino al andar. Al andarse hace camino y al volver la vis-ta atrás se ve la senda luminosa

del río Cristales y los recuerdosde una chica que se dejó y losrecuerdos de otra chica que sequedó y, a todas estas,un pai-saje sobrecogedor que vamás allá de cualquier fronterageográfica o intelectual.

A todas estas, la novela vamás allá de cualquier fronteranacional, o nacionalista, queno es lo mismo pero es igual.Escritura plena de silencios,pero no el falso silencio delque no tiene nada que decir,sino el del que tiene dema-siado, y prefiere callar. Espa-cios contemplativos taninquietantes como series deexplosiones atómicas.

Regreso a Utopíano se ajus-ta a ningún país de los que aho-ra conocemos, puede desarro-llarse en cualquier parte delmundo,aquí,allá y en todas par-tes. Ahora, antes, o 400 añosmás tarde, cuatro siglos más

de literatura cubana. Ya no esta-remos entonces pero, al fin y alcabo, ¿quién desea vivir parasiempre?

Daniel Díaz Mantilla compartesu doble condición personal deescritor y editor en el día-a-día,aquí solo dejando translucir sudoble condición de escritor-

protagonista encubierto. Eseque se detiene en las riberas delos manantiales a escribir poesíasy notas en su cuaderno. Dichocuaderno bien pudiera titularseTemplos y turbulencias o Lossenderos despiertos o comodesee llamarse. El diario de via-je de Sebastián mientras aban-dona Thule, y Daniel Díaz Manti-lla no existiendo en la vida real,sino constituyendo una ficciónde este personaje que regresa asu ciudad son prolongacionesde esta realidad que coexiste enplanos de tiempo superpuestosa ficciones paralelas.

El salvaje placer de explo-rar (Premio Alejo Carpentier2014) se convierte en perfectoacompañante de Regreso..., yviceversa. Uno y otro volumense leen como precuela y se-cuela, lecturas alternativaspara el que desee profundizaren la obra literaria de este au-tor que comenzó en el Establoy ya ha pasado a ser parte delEstablishment.

Tomás Moro murió decapita-do, Lennon baleado; no sabe-mos que pasará con Daniel DíazMantilla. Puede tranquilizar elhecho de tener en cuenta queDaniel quizá no sea más que unpersonaje creado por Sebastiánpara las páginas de una novela,al igual que todos nosotros:extras sin nombre en medio deuna gigantesca obra de ficción.

cubanos, pero también a los sujetos prin-cipales de estas historias,que son los mis-mos haitianos; Ayti cherie y El fin pero noes el fin, en el cual, en mi opinión, la prosade la autora se vuelve más sensible y másliteraria.

En el segundo prólogo que se publicaen el libro, Karina Marrón González seña-la que en este «más allá de los desastresnaturales, las enfermedades y la pobreza,

Marilyn Bobes

hay un país que respira y es justamentehacia ese país que miran esta crónicas.Crónicas de lo cotidiano, del miedo, laimaginación y el hambre; pero también dela solidaridad, del amor, de la cultura y dela alegría».

Saber descifrar todo ese mundo aca-llado por los medios de información inter-nacionales en su búsqueda de sensacio-nalismo es uno de los méritos funda-mentales de estos pedazos de escrituraque se acercan al diario íntimo.

La empatía con que Amelia Duarte seacerca a esta Isla desdichada es lo quele ha permitido una mirada totalizadora ymuy veraz porque no parte de la impar-cialidad sino de una interiorización quesolo una persona con la sensibilidad quela autora demuestra en estas páginashubiera podido llevar a término.

Recomendamos al lector esta visión deconjunto que quizá escapó a los envíos sis-temáticos que la periodista realizó durantesu estancia en los escenarios de la novelade Carpentier,El reino de este mundo.

Lo real maravilloso aparece en ellascon algo más que el deslumbramientodesde una posición intelectual pues, repi-to, Amelia Duarte nos dejó en sus cróni-cas algo que falta a la ficción: el testimo-nio tamizado por una penetración excep-cional desde el sentimiento y la empatía.

Más que periodismo, Haití, despertarde la muerte es una lección de buen ejer-cicio escritural, en la que el talento y elbuen corazón se juntan para proporcio-narnos una visión inédita de lo que ocurrea solo unas millas de distancia de nues-tro archipiélago.

Daniel, Lennon, Campanella