68
LO MATERIAL Y LO ESPIRITUAL EN LA NAVIDAD Enrique Shaw EL DEBER EMPRESARIAL DE ESTAR A LA ALTURA DE LOS TIEMPOS Jorge Aceiro LA CRISIS DE LA ESPIRITUALIDAD CONTEMPORANEA Santiago Kovadloff 186 EMPRESA Octubre / Noviembre 2007

Revista EMPRESA 186

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Nº 186 de la Revista EMPRESA de ACDE - Oct-Nov 2007

Citation preview

Page 1: Revista EMPRESA 186

LO MATERIAL Y LO ESPIRITUAL EN LA NAVIDAD

Enrique Shaw

EL DEBER EMPRESARIAL DE ESTAR A LA ALTURA

DE LOS TIEMPOSJorge Aceiro

LA CRISIS DE LA ESPIRITUALIDAD

CONTEMPORANEASantiago Kovadloff

186

186

EM

PR

ES

AO

ctu

bre

/ N

ovi

em

bre

20

07

EMPRESAOctub re / Nov i embre 2007

Page 2: Revista EMPRESA 186
Page 3: Revista EMPRESA 186

SUMARIOEMPRESA

Tarifa ReducidaConcesión Nº 1453

Franqueo PagadoConcesión Nº 1277

Número 186Octubre / Noviembre 2007

Publicación de ACDE Buenos AiresAsociación Cristiana de Dirigentes de Empresa

Afiliada a la Federación ACDEUNIAPAC de Argentina

DirectorCarlos G. Garaventa

Consejo de RedacciónEduardo Aceiro

Celso Enrique ArabettiPablo BevilacquaViviana Morandi

Victoria Riobó Héctor Mario Rodríguez

Consejo EditorialHoracio Bolaños

Enrique Del CarrilHoracio Diez

Gabriel Mayor

Secretario de RedacciónEduardo Otsubo

Asistente de DirecciónPatricia D’Agostino

Premio Santa Clara de Asís 2002

Los artículos reflejan el punto de vista del autor y no necesariamente

el de ACDERegistro Propiedad Intelectual 522.706

Precio del ejemplar: $12.- (S/envío postal)

Suscripción anual(seis números, incluye envío postal)

Buenos Aires, Interior: $ 70.- Países Limítrofes: U$S 60.- Resto de América: U$S 70.- Europa: U$S 80.- Suscripción estudiantes: $ 50.- Suscripción donación: $ 200.-

Bolívar 425 - (C1066AAI) Buenos Aires

República ArgentinaTel./Fax: (54 11) 4331-0251

E-mail: [email protected]

3 Testimonio Lo material y lo espiritual en la Navidad Enrique Shaw

6 Reportajes Jorge Aceiro El deber empresarial de estar

a la altura de los tiempos

12 Sociedad La crisis de la espiritualidad

contemporánea Santiago Kovadloff

16 Recursos Humanos La comunicación en la empresa,

entre el diálogo y la discusión Gerardo Carchio

24 Empresa Tendencias internacionales en materia

de productividad Marcos Gallacher

30 Economía Contracción crediticia, crisis moral Samuel Gregg

32 Política Marx después del comunismo The Economist

38 Reflexiones La viveza, entre la inteligencia

y la estupidez Marco Denevi

48 Justicia El haber y el deber de una justicia

para todos María Angélica Gelli

53 Empresa Una empresa altamente productiva

y plenamente humana Lorenzo Servitje

58 Reflexiones Recordando a Víctor Frankl

La búsqueda del sentido de la vida Fernando Pascual

61 Doctrina Los tres desafíos del mundo globalizado Benedicto XVI

Page 4: Revista EMPRESA 186
Page 5: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 3

Testimonio Lo material y lo espiritual

en la Navidad¡Navidad! Hay pocas palabras que evoquen senti-mientos más profundos en lo más íntimo de nuestro corazón.

Sentimientos de alegría y de paz que, al desbordar, procuran llevar alegría a todos nuestros familiares y conocidos. Quien más, quien menos, todos estamos recorriendo las tiendas en busca de regalos, prepa-rando con gusto alguna reunión de familia donde encontrarnos con nuestros parientes, adornando nacimientos y hasta tal vez arbolitos y no olvidando por nada ni pan dulce ni turrón…

Todas estas tradicionales costumbres son lindísimas. Pero ¿alcanzan? Para contestar esta pregunta basta re-cordar el motivo de tanta alegría. Si bien todo en nues-tra religión se explica a la luz del amor y nada se en-tiende ni tiene sentido si nos olvidamos del amor que Dios tiene por cada uno de los hombres, incluso por quienes constantemente le ofenden, Navidad es, más aún, por excelencia la fiesta del Amor Misericordioso.

Dios tanto amó al mundo que se hizo hombre para endiosar a los hombres, dándonos poder de llegar a ser hijos suyos, no esclavos ni amigos, hijos. Pues, aunque nació en Belén, fue dado a todo el mundo, para que por Él tengamos la vida, no una vida débil y triste, sino su misma vida divina y en gran abundancia.

Es por ello que Navidad no es solamente un día para recordar; es un regalo del que debemos hacer partí-cipes a otros. ¿De qué modo? Así como Dios es todo bondad que se comunica, una criatura se le asemeja en la proporción en que lo imita.

Por lo tanto, si recordamos que, aunque al crear Dios al hombre quedó unido el espíritu con la materia, fue en Navidad cuando en la persona del Niño Jesús esta unión fue sublimada. Es apropiado,

Enrique ShawPrimer presidente de ACDE.

Page 6: Revista EMPRESA 186

Página 4 EMPRESA Nº186

Testimonio

entonces, que la alegría de nuestro espíritu se proyec-te en lo terreno mediante regalos y otras manifestacio-nes materiales de afecto, dado que los elementos y valores de este mundo pre-cisamente en este día cobran renova-

do valor como imagen, como pálido refle-jo, de los dones que nos ha hecho llegar Dios en la persona de su Hijo.

Y también, dado que Jesús vino al mundo y vivió durante 30 años en el seno de la Sa-grada Familia, de ese modo santificando to-das las relaciones familiares, es natural que festejemos cada nuevo aniversario de la Encarnación para reunirnos con quienes la carne y la sangre nos ligan de un modo más especial, los miembros de nuestra familia.

Usemos, pues, de todas estas cosas para celebrar esta fiesta como preludio del día en que en el cielo, si Dios quiere, hemos de vernos reunidos todos los seres queridos, pero hagámoslo de modo que mediante ellas expresemos nuestro agradecimiento a Dios por el inmenso bien que en este día de Navidad nos ha dado.

Miremos al Dios Todopoderoso, transforma-do en débil Niño, habiendo venido al mundo en un pesebre, ya que por ser la Santísima

Virgen y San José tan pobres no encontraron lugar en ningún hospedaje de Belén.

¿Quién de nosotros puede dejar de sen-tirse movido por tan gran gesto de amor? ¿Cómo responder a Él? ¿Qué podemos ofrecerle a Dios en prueba de nuestro agradecimiento? Ante todo, abramos las entradas de nuestra alma al Niño nacido hoy. Él es el Amor y el amor no se revela sino al amor. Vayamos a unirnos con Él mediante una fervorosa comunión, para decirle cuánto le agradecemos, cuánto le queremos y, después, llenos de esa vida que Él nos ha prometido darnos en abundancia, vida de hijos de Dios. De-diquémonos a continuar cada vez con más energía esa obra de amor, de paz y de alegría iniciada hace ya casi 2000 años y que no quedará terminada mientras haya un cuerpo hambriento, un alma lastima-da, un corazón herido, un rostro ceñudo, mientras no haya venido el Reino de Dios que Jesús vino a establecer.

Vemos, por lo tanto, que sin dejar de cumplir con ninguna costumbre podemos y debemos usar las cosas materiales de este mundo para llevar la alegría de esta fiesta a otros, pero tengamos presente que todas ellas deben ser solo un símbolo, una proyección terrestre del amor espiritual que debemos tenernos unos a otros, po-niendo en práctica las clarísimas palabras de las Sagradas Escrituras: “Si así nos amó Dios, también nosotros debemos amarnos unos a otros”.

Page 7: Revista EMPRESA 186

E d i t o r i a l

Octubre / Noviembre 2007 Página 5

Page 8: Revista EMPRESA 186

Página 6 EMPRESA Nº186

R e p o r t a j e s

Jorge Aceiro

El deber empresarial de estar a la altura de los tiempos“Creo que una característica distintiva de ACDE -y de los dirigentes de empresa, nucleados bajo los principios y los valores que la entidad promueve- fue, y es, tratar de estar a la altura de los tiempos”, subrayó con énfasis Jorge Aceiro.

De vasta y reconocida trayectoria en el ámbito empresario, Aceiro lideró ACDE en su etapa de fortalecimiento institucional.

Las grandes cuestiones empresariales que marcaron su gestión en la asociación, el valor de los juicios prudenciales para contextualizar la Doctrina Social de la

Ingeniero Mecánico-

Electricista. (Universidad Nacional La

Plata). Harvard University-

Graduate School of Business

Administration. Advanced

Management Program.

Director General, Vicepresidente

y Presidente de importantes empresas y

entidades sectoriales.

Miembro del Consejo de

Administración de la UCA. Académico de número y actual

Presidente de la Academia del

Plata. Coautor del libro Hacia una

Argentina posible. Ex Presidente de

ACDE (1969/1973 1979/1982).

iglesia, la presencia de Moledo, el desarrollo integral del hombre y la responsabilidad social de la empresa fueron algunas de los temas que surgieron de la entrevista que concediera a EMPRESA.

Page 9: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 7

R e p o r t a j e s

El término empresario es, sin duda, uno de los que mejor definen a Aceiro. Hombre emprendedor, ejercitado y a gusto en la toma de decisiones, se presenta tan respe-tuoso del otro como exigente y preciso en sus conceptos y definiciones

Sus encuentros con Alfred Sloan o Lee Iacccoca; sus famosos debates con dirigen-tes políticos, sindicales y eclesiástcos plan-teando y sosteniendo que “sin ganancia no habrá crecimiento”, o exigiendo “justicia y libertad como condición necesaria para la realización personal”; marcan una historia de vida muy rica en matices.

Ha liderado en ACDE una etapa generacio-nal muy fuerte de dirigentes de empresa

Aceiro: - Decía Ortega que el hombre pertenece a una generación y que cada generación no se instala en cualquier parte sino sobre la que le precedió y, a partir de ahí, edifica su mundo. Claro que para poder hacerlo debe estar a la altura de los tiempos, “sus tiempos”, lo que equivale a conocer los valores, los problemas y las ambiciones de la sociedad en la que pre-tende contribuir y realizarse.

Pero en este devenir histórico, los proble-mas cambian. Nuevos tiempos son nuevos problemas. Por eso, cuando analizamos la actitud de hombres o sociedades, es imprescindible ubicarse en el contexto en que esas actitudes ocurrieron. Con certeza, no me gustaría que ni hoy ni en el futuro se juzguen escritos o palabras mías sin ubi-carlas en el tiempo y en el contexto de los problemas reales de ese tiempo en que se escribieron o se dijeron.

Ser empresario y cristiano, o cristiano y empresario, no ha sido fácil en los años 60 y en los 70, en un contexto con fuertes cuestionamientos a conceptos como creci-miento, utilidad y desarrollo.

- En el mundo in-telectual europeo comenzó, tímida-mente primero y con mayor decisión después, a cuestio-narse el desarrollo económico. Era la forma de reflejar el conflicto entre el “ser” y el “tener”. En nuestro país ese cuestionamiento fue en su momento particularmente fuerte, aun dentro del ámbito de los intelectuales católicos. Esto parece difícil de entender hoy, pero conviene recordar que en las calles de Buenos Aires la clase media era fuerte y la desocupación muy baja.

Nosotros sosteníamos la necesidad del cre-cimiento como medio imprescindible para el desarrollo integral del hombre (da más capacidad de elección y, por lo tanto, más

El error cero equivale a riesgo cero, es

decir, falta de creatividad.

¡Pobre empresa donde no hay

hombres que se equivocan!

¡Pobre empresa donde los hombres

que se equivocan, no cambian!

Page 10: Revista EMPRESA 186

Página 8 EMPRESA Nº186

R e p o r t a j e s

libertad) y para nuestra realización como Nación, y por eso festejamos en particular con Populorum progressio, que el “desarro-llo era el nuevo nombre de la paz”.

Esta mentalidad existente llevó, natural-mente, a cuestionar de hecho el beneficio e incluso, los empresarios experimentaron algún sentimiento de “culpa” o temor en mostrar utilidades, a pesar de que por razo-nes técnicas (no se aceptaba el ajuste por inflación) estas no eran del todo reales.

El desconocimiento del papel que juega en la vida de la empresa la utilidad como medio, ig-norando de hecho que sin eficiencia y utilidad ésta no puede realizar fun-ción social alguna, parecen superados y más aún hoy cuan-do leemos en el N°

340 del Compendio: “La doctrina social reconoce la justa función del beneficio, como primer indicador del buen funciona-miento de la empresa”.

El Congreso Nacional de ACDE en Mendo-za, en 1967, constituyó por su temática un avance notable para la época…

- Totalmente. Se habló de la obligación de ser eficientes en la producción de bienes y servicios, de la legitimidad y necesidad de los beneficios (medida de la eficiencia), de la promoción integral del hombre y de la responsabilidad social de la empresa. Sin duda, un avance notable para la época

Si alguien lee hoy con detenimiento mi conferencia de Mendoza, encontrará bas-tante de Peter Drucker traducido al idioma

de la doctrina social, claro que sin decirlo.

Cuando hablaba con los empresarios, mi argumento era que por la participación funcional –el mejor medio de mejorar la eficiencia global de la empresa– nos con-vertíamos en un elemento perturbador, en el sentido de que despertábamos el deseo de ser y tener más, rompiendo un equilibrio que nosotros mismo debíamos restituir, elevando hombres y tecnologías, para evitar que ese desarrollo humano se convirtiera en frustración al no encontrar lugares para realizarse.

¿Cómo tomaba la dirigencia política esta postura de doctrina empresaria?

- Vuelve a mi memoria la dura confronta-ción ideológica que nos obligó a exponer públicamente (se publicó en aquel mo-mento una exposición personal titulada Participación en la Empresa ¿Sabemos qué queremos?) este concepto de participa-ción frente a lo sostenido por el entonces presidente de Segba y principal dirigente del Sindicato de Luz y Fuerza, Juan José Taccone. Y así en otros ámbitos de repre-sentación. Pero estábamos convencidos de que esa era nuestra responsabilidad social como empresarios contra la idea impe-rante de que debíamos ocuparnos bien de lo interno: pagar los impuestos y que el Gobierno debía hacer el resto usando bien esos fondos.

Esto trae a colación mi disidencia con la visión de aquellos que hoy pueden conside-rar al ACDE de entonces como un “club de amigos”. La historia de la entidad es con-tundente. En lo personal, desde 1967, en que he tenido presencia activa en ACDE, puedo afirmar que se distaba mucho del concepto implícito de esa afirmación.

Ud. hizo referencia a la Doctrina Social de la Igesia . Muchas veces se pone el acento

El país ético, logrado básicamente

por la represión, será un país menos libre

y menos eficiente que aquel que ya

ha asumido los valores y actúa

según ellos.

Page 11: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 9

R e p o r t a j e s

en la falta de actualización o practicidad de dicha doctrina para los tiempos que corren.

- Sabemos que en las Encíclicas están los principios -que no se discuten y no se cambian- los juicios o valoraciones históricas, y los juicios prudenciales. Estos últimos serían los medios que se suponen adecuados en tal contexto his-tórico para alcanzar los principios.

En muchas reuniones, incluso de pasto-ral social, se usaban juicios prudenciales de Rerum novarum para ser aplicados en esos momentos y era difícil disuadirlos de que estos ya carecían de asidero. No se entendía con claridad que las socie-dades mismas y los hombres cambian. Surgen nuevos problemas, la ciencia y la tecnología avanzan, progresan. Y la doctrina social también va adaptándo-se, porque es dinámica.

Algunos cristianos (sacerdotes y laicos, sin excluir obispos) se ponen nervio-sos cuando se habla de contextualizar (poner en el tiempo) las enseñanzas de la Iglesia. Si bien estos nervios pueden justificarse, si pensamos los disparates que se hicieron en nombre de la ne-cesidad de actualizar la doctrina, esta reacción obedece a no poder distinguir claramente entre medios y fines. En tal sentido, siempre debemos tratar de en-contrar cuáles son los medios contem-poráneos que ayuden mejor a cumplir los fines bíblicos.

Y los medios cambian…

- Recuerdo que en una importante re-unión me sacaron de las casillas, y eno-jado dije: desde mucho antes de Rerum novarum y hasta hoy, la función de un médico es curar (este es el principio que no cambió). El contexto histórico

EL “PASTOR” DE EMPRESARIOS

“El empresario que no es austero no es un buen empresario, porque no conoce el verdadero valor de la riqueza. Lo que ennoblece a la riqueza es la inversión convertida en productora de riqueza, factor de abundancia”, señalaba el Padre Moledo.

El convencimiento de la misión trascendente del laico en la Iglesia lo llevó a ACDE. Su trabajo con los empresarios robustecería ese convencimiento, y lo impulsaría a intentar, por muchos años, un mayor acercamiento entre ACDE y la jerarquía de la Iglesia.

“Hay una cosa que el dirigente no puede sacrificar nunca: su conciencia. Para atender los dictados de la conciencia hay que escucharla en silencio. Por eso tienen que haber en la vida del empresario momentos en los que haga un esfuerzo para tomar distancia respecto a lo que está realizando y para interrogar a su conciencia”, señalaba en alguna de sus inolvidables reflexiones.

Moledo supo comprender, mucho antes y más profundamente que otros, los problemas que enfrentaba el empresario. Esto le permitió ser “El Pastor” de empresarios por excelencia; Pastor en el sentido más estricto y bello de la palabra.

Jorge Aceiro

Page 12: Revista EMPRESA 186

Página 10 EMPRESA Nº186

tiene que ver con los medios, las herra-mientas en ese momento al alcance del médico para curar. ¿Qué creen que pasaría con un médico que aplicara para diagnos-ticar y curar hoy los recursos de la época de dicha Encíclica? Creo que iría preso por mala praxis. Esto es lo que quiere decir el Papa cuando habla de “estar a la altura de los tiempos”.

Vivimos una modernidad caracterizada por un fuerte relativismo moral...

- Sin duda hacen falta valores éticos, por-que ese difícil arte de lograr que, simultá-neamente en una sociedad, sean válidas la libertad y la justicia, solo se logra en sociedades maduras que aprendieron a auto-limitar su libertad, encontrando el equilibrio adecuado para vivir y convivir.

Pero las actitudes no éticas exigen más y más restricciones a la libertad personal, porque la libertad que no se auto res-tringe, termina sien-do limitada por la fuerza de las regula-ciones o de las leyes que, al actuar sobre todos los individuos, no solo sobre los que la provocan, hacen

que la sociedad sea menos libre, tanto más cuanto más se afecte el bien común a favor del personal.

Las mismas organizaciones proponen la implementación de códigos de ética…

- Son intentos meritorios que parten del su-puesto (aunque no lo expliciten) de que es posible lograr comportamientos éticos sin el desarrollo ético de las personas, sin el desa-rrollo de las virtudes humanas de los líderes.

Las propuestas basadas exclusivamente en este camino, son solo una solución parcial e imperfecta del problema, porque res-tringen la libertad de todos y además, hay principios éticos que no veo cómo pueden legislarse y comportamientos no éticos que pueden ser legales.

Una sociedad sin valores es muy difícil de gobernar. Decía el Dr. Pedro Frías que, a falta de valores, todo depende de la justi-cia, y esto puede ser pedirle demasiado.

¿Cuál es el camino?

- La verdadera solución no parece poder lograrse solo con reglamentaciones y res-tricciones (que hacen menos libre e inefi-ciente la sociedad), sino con un profundo cambio de valores. Juan Pablo II lo llama-ba: “cambio en el corazón del hombre”, ya que la impureza moral proviene del propio corazón. El Padre Rafael Braun señala acertadamente que una ética auténtica es una ética de virtudes no de recetas, pues tiene que ver con el corazón del hombre y su actuación frente a las circunstancias. Y tampoco se corrige con leyes el relativismo moral ni la falta de ejemplaridad.

No quiero ser utópico. Nadie infiera que soy contrario a las leyes y regulaciones ne-cesarias, ni mucho menos al castigo legal y social. Solo quiero exponer mi convenci-miento de que el país ético logrado básica-mente por la represión será un país menos libre y menos eficiente que aquel que ya ha asumido los valores y actúa según ellos.

Jorge, ¿qué es para Ud. un empresario exitoso?

- Al retirarse de General Motor, el artífice de su consolidación y crecimiento, Alfred Sloan, escribió Mis treinta años con Gene-ral Motors. En la presentación del libro, un periodista le preguntó cómo definiría a un empresario exitoso. Como Sloan se

R e p o r t a j e s

El empresario de éxito es aquel que,

porque sabe que puede equivocarse,

sigue de cerca la implementación

y, apenas se da cuenta de que se

equivocó, la cambia

Page 13: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 11

demoraba en la respuesta, el periodista impaciente adelantó: “seguramente, aquel que no se equivoca”.

“No sea tonto”, contestó Sloan. “Los pro-blemas que debe resolver un empresario, tantos más cuanto más alto sea su cargo y solo si llegan a él los que corresponden a su nivel, son tan difíciles que la chance que tiene de equivocarse es muy alta porque elige entre alternativas, todas con pro y contra. El empresario de éxito es aquel que, porque sabe que puede equivocarse, sigue de cerca la implementación y, apenas se da cuenta de que se equivocó, la cambia”.

Adhiriendo a la respuesta de este admi-rado empresario, agregaría simplemente que el error cero equivale a riesgo cero; es decir, falta de creatividad. ¡Pobre empresa donde no hay hombres que se equivocan! ¡Pobre empresa donde los hombres que se equivocan, no cambian!

¿Qué diferencia al empresario cristiano?

- Siempre pensé que la diferencia entre un muy buen empresario, que mira la em-presa a largo plazo, y un buen empresario cristiano, había que buscarla más en las motivaciones, más en el interior que en lo exterior, más en los objetivos de cada uno, que en lo que se veía.

El buen dirigente de empresa sabe que cada hombre tiene diversos niveles de ne-cesidades y que, una vez satisfechos, surgen otras necesidades nuevas, de mayor ampli-tud o nivel superior.

La empresa si realmente es innovadora, va ca-pacitando y despertando nuevas aspiraciones.

Y si no encuentra la forma de encauzarlas…

- Actuará como un elemento perturbador, en el sentido de que rompe el equilibrio de las

expectativas. Pero ninguna promoción es vá-lida si antes no hay en el hombre una hones-ta y decidida actitud de progreso, dispuesta a asumir los costos inherentes a ese progreso.

Aquí cobra valor una asociación como ACDE

- Hoy más que nunca cobra valor la pre-sencia y el accionar de ACDE que, como siempre en su historia, esta tratando, tam-bién obstinadamente, de razonar los valo-res de una Argentina posible.

Estamos viviendo una transformación importante, no solo económica, sino principalmente, de valores culturales, y es mucho lo que ACDE ha hecho, está haciendo y puede seguir haciendo como asociación de dirigentes de empresa para que este cambio sea más exitoso y más humano en este mundo que no se nos en-tregó hecho, sino que debemos hacer entre todos, construyéndolo cada día por sobre las imperfecciones.

Eduardo Otsubo

R e p o r t a j e s

Aceiro: “Ninguna promoción es válida, si antes no hay en el hombre una honesta y decidida actitud de

progreso, dispuesta a asumir los costos

inherentes a ese progreso”.

Page 14: Revista EMPRESA 186

Página 12 EMPRESA Nº186

La crisis de la espiritualidad contemporánea“Si perdurar no es lo mismo que la calidad de la existencia, seguramente podamos eludir los riesgos derivados de la amenaza de extinción objetiva de nuestra especie. Sin embargo, no sé si estamos encarando adecuadamente estos riesgos, lo que a mi entender, se relaciona con una profunda crisis de la espiritualidad contemporánea”.

Para el autor, vivimos un proceso de la globalización tecnocrática en el que se advierte la disociación entre ética y eficacia, en el que emerge una cierta idolatría que convierte en dioses a los objetos, que reduce la subjetividad a su servicio, y donde el hombre deja de ser contemplativo. Kovadloff nos alienta a sentarnos en la propia perplejidad de estar vivos, supeditar la organización de nuestra vida social y la convivencia a las pautas que le den hondura ética al significado de la experiencia de vivir.

S o c i e d a d

Santiago Kovadloff

Hay muchos peligros que amenazan la supervivencia de nuestra especie: las gue-rras, en las que ya nos encontramos; las tensiones sociales, que no necesariamente desembocan en un enfoque bélico, pero que generan un alto grado de incompatibi-lidad recíproca entre los pueblos; la crisis ambiental, nacida de la concepción de la naturaleza como objeto de dominio y ade-más, la crisis de la subjetividad.

Tal vez podamos sobrevivir como espe-cie, en el sentido de perdurar, pero habrá que ver si lo haremos como personas. Si perdurar no es lo mismo que la calidad de la existencia, seguramente podamos eludir los riesgos derivados de la ame-naza de extinción objetiva de nuestra especie. Sin embargo, no sé si estamos encarando adecuadamente estos riesgos, lo que a mi entender, se relaciona con

una profunda crisis de la espiritualidad contemporánea.

El problema de la significación del otro ha cobrado dramática actualidad en el marco de la etapa globalizadora que vi-vimos. Ahora bien, ¿en qué etapa de la globalización nos encontramos? Podemos hablar de cuatro momentos globalizadores que precedan al actual y que interactúan con él. Por una cuestión simplemente metodológica, los voy a plantear en forma sucesiva. La primera globalización tuvo lu-gar durante el Imperio Romano: el primer intento de crear un mundo interdepen-diente con un centro. La segunda fue la expansión apostólica de la fe cristiana. La tercera tuvo que ver con el descubrimiento de América, y la cuarta surgió a partir de la propuesta de los derechos universales del hombre.

Filósofo (Universidad de Buenos Aires). Ensayista, poeta, autor de relatos para niños. Es profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid. Colaborador permanente del diario El País. Versión periodística de la exposición realizada en el X Encuentro anual de ACDE (septiembre de 2007).

Page 15: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 13

La quinta globalización: la evolución del espacio y del tiempo

¿Cuál es el rasgo distintivo de esta glo-balización que vivimos hoy? ¿Qué tiene que ver con nosotros en particular? El rasgo distintivo de la quinta globaliza-ción es la evolución del espacio y del tiempo, la irrupción del orden virtual en virtud del desarrollo de la tecnolo-gía, y la irrupción de un repertorio de dilemas que comprometen el porvenir de la integración del planeta. Esta quin-ta globalización se lleva a cabo con un espíritu primordialmente tecnocrático. Los riesgos que se derivan de este hecho son decisivos. Si los sabemos encarar, es probable que tengamos un porvenir cuantitativo más alto que si no sabemos hacerlo.

El punto fundamental en el proceso de la globalización tecnocrática es la disocia-ción entre ética y eficacia. La tecnocracia tiene como meta básica la reducción de lo ético a lo eficaz. Y lo eficaz se mide en tér-minos de rentabilidad.

Dentro y fuera del laboratorio

“Todo físico sabe que su mujer no es más que un conjunto de átomos y de células. Ahora bien, si la trata así, la pierde”, dijo con humor Lord Eddington, un gran físico inglés contemporáneo. La pier-de porque confunde lo que hay dentro del laboratorio con lo que hay afuera; porque dentro del laboratorio resulta suficiente un repertorio de variables para determinar, en términos diagnósticos y descriptivos, qué es lo real; ya que lo que espera a ese físico fuera del laboratorio es infinitamente más complejo. Un mun-do dominado por la tecnocracia intenta reducir el exterior del laboratorio para

hacerlo caber dentro de él. Se puede. No olvidemos nunca, que se puede.

La pregunta es a qué costo y cuál es nues-tro posicionamiento frente a ese costo en un momento en el que se confunde la capacitación técnica con la cultura, la ido-neidad profesional con el sentido moral de nuestra vida, el mercado con el escenario de desarrollo de nuestra subjetividad.

Progreso sin subjetividad

A fines de la Modernidad, quiero decir, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, y durante su desarrollo y su posterioridad, hemos descubierto un escándalo funda-mental: que el progreso del que hablamos no incluye la subjetividad. El desarrollo objetivo que hemos alcanzado redundó, de modo más inesperado, en la aparición de una forma espuria de religiosidad domi-nante, en la que se idolatran los objetos.

S o c i e d a d

Kovadloff: “La contemporaneidad es un deber que nace

de la pasión por ganar interdependencia con el prójimo, y el desafío de nuestro tiempo es hoy,

más que nunca, hacerle lugar a la alteridad, a

una naturaleza que quiere ser oída.”

Page 16: Revista EMPRESA 186

Página 14 EMPRESA Nº186

No estoy contra la tecnología, estoy contra la idolatría que convierte en dioses a los objetos y que reduce la sub-jetividad a su servicio. No somos ateos porque no creemos en Dios, somos ateos porque creemos en las máquinas. En consecuencia, la rebelión de este esta-do de cosas exige capacidad de duelo. La disociación entre progreso objetivo y anemia subjetiva exige capacidad de duelo. Mientras sigamos creyendo que la realización de la persona pasa por sus logros cuantitativos estamos restando; qué significa ser humano es hoy una pre-gunta en desuso.

El don de la contemplación

El ser humano es una existencia con-templativa. Es el único ser viviente que tiene el don de la contemplación. Ninguna otra especie viva que conoz-camos es capaz de detenerse a observar el mar, el atardecer, el amanecer, o el

rostro de un muerto. El ser humano es el único ser con aptitud para lo inútil, que no quiere decir lo que no sirve, sino lo que excede el campo de la ren-tabilidad inmediata y, por lo tanto, de la inmediatez. Estamos dejando de ser contemplativos, ya no nos interesa. No entendemos más qué quiere decir subir a una montaña para solo disfrutar la vista, hacemos alpinismo o no subimos. Vamos al mar para hacer surf, o no va-mos. El atardecer lo miramos, si el reloj ha fallado, sólo para ver qué hora es. Y con esto, perdemos algo; considero que pérdidas radicales, que tienen que ver con la posibilidad de descubrirnos como seres existentes, es decir, inscriptos en la vida y no sólo en el tiempo cronoló-gicamente entendido. Sin el descubri-miento de la experiencia de la vida no hay justicia porque no hay dimensión de lo sagrado. Puede haber convenciones justicieras, pero no va a haber justicia. Para que haya justicia es preciso descu-brir que la alteridad no me pertenece. Que no puede ser mía. La primera di-mensión de la alteridad soy yo mismo.

Mismo es una palabra demagógica, uno es aproximadamente uno mismo. Pero si descubro que no soy mi dueño, si descu-bro que frente a mi actitud para crear le-yes, también soy fruto de leyes, y no sólo de leyes sociales; si no advierto mi con-dición de criatura junto a mi condición de creador, no puedo convivir. Utilizo lo existente con una finalidad de ren-tabilidad, pero no puedo convivir. Para convivir es preciso descubrir que el amo es una instancia inferior de la condición vincular del hombre.

Asentarse en la propia perplejidad de estar vivo, supeditar la organización de nuestra vida social y la convivencia a las pautas que le den hondura ética al significado de la experiencia de vivir.

Kovadloff: “Mientras sigamos creyendo que la realización de la persona pasa por sus logros cuantitativos estamos restando; qué significa ser humano es hoy una pregunta en desuso.”

S o c i e d a d

Page 17: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 15

Facultades y no Universidades

En la Argentina no hay Universidades, hay Facultades y de ellas emergen los facultados, gente con idoneidad profe-sional; eso sí, cada uno en lo suyo y sin tiempo para más: alguien se ocupará del conjunto. Uno en todo no puede estar, por eso no tenemos universitarios, porque no tenemos el sentido de la interdepen-dencia, entre lo que hacemos de forma particular y la demanda comunitaria de participación orquestal.

Confundimos la idoneidad profesional con la cultura. ¿Qué tiene que ver la cultura con la idoneidad profesional? Hoy no hay medi-cina y lo digo porque no hay experiencia de interlocución con el sufrimiento.

La contempora-neidad es un de-ber que nace de la pasión por ganar interdependencia con el prójimo, y el desafío de nues-tro tiempo es hoy, más que nunca, hacerle lugar a la alteridad, a una naturaleza que quiere ser oída. A un prójimo cuyas diferencias sólo pueden valer para nosotros como introducción a la intimidad si la sacralizamos. Y estamos lejos todavía de intentarlo siquiera.

El punto fundamental en el proceso

de la globalización tecnocrática

es la disociación entre ética y eficacia.

La tecnocracia tiene como meta básica

la reducción de lo ético a lo eficaz. Y lo

eficaz se mide en términos

de rentabilidad.

S o c i e d a d

Page 18: Revista EMPRESA 186

Página 16 EMPRESA Nº186

Las empresas se nutren, con frecuencia, de modelos organizacionales provenientes del deporte y de ciertas enseñanzas de la dinámi-ca de los equipos de alto rendimiento. Son muchos los directores técnicos reconocidos que han dado conferencias trazando un pa-ralelismo entre el mundo de la empresa y el del deporte. La necesidad por lograr resul-tados en un ámbito de alta competitividad y de trabajo en equipo, lo convierte en la metáfora más gráfica para la transferencia de estos conocimientos.

La solidaridad, la amistad, la diversidad, la humildad, la entrega en pos de un objetivo común constituyen las competencias más destacadas en el rugby. Por lo general, estos valores no están ausentes en ningún modelo de Misión y Visión corporativa. Pero a la hora de ponerlos en acción, ¿creemos realmente en ellos para diseñar nuestras competencias organizacionales? ¿O es algo nice to have (que es bueno tener) en una declaración de valores empresarios, pero constituye un romanticismo difícil de aplicar a la hora de los resultados?

En mi larga carrera como ejecutivo y, ac-tualmente, como consultor especialista en el desarrollo de las organizaciones y la admi-nistración del cambio, son contadísimas las oportunidades en las que he comprobado la coincidencia entre la manifestación de prin-cipios y la ejecución profunda de las acciones.

Se da casi por descontado que las empresas muy agresivas comercialmente tengan culturas y políticas internas concordantes, en las que la

Recursos Humanos

Gerardo Carchio

Lic. en Psicología. HR Executive Program (Universidad de Michigan)

MBA (CEMA). Programa de Alta Dirección (IAE) Profesor

de la cátedra de Liderazgo en el Master en Administración de

Negocios (CEMA). Ex Director de Recursos Humanos de Johnson

& Johnson Medical para el Cono Sur y HR Business Partner para

LifeScan LA. Director General de DOC/HRsolutions. Desarrollo

Organizacional y Cambio

Page 19: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 17

La comunicación en la empresa, entre el diálogo y la discusión

puja por el poder y el ascenso está jalonada por un sinnúmero de vallas, que hacen de esta carrera una lucha por la supervivencia del más apto. Las manifestaciones de vul-nerabilidad, las emociones y la confidencia pueden resultar mortales a la hora de plani-ficar el propio desarrollo gerencial.

Abundan las culturas orgullosas de sus ex-cepcionales resultados, supuestamente de-ducidos de sus agresivas políticas internas que, por lo general, olvidan el carácter hu-mano de sus recursos. Pareciera que, desde este modelo mental, es imposible el logro de resultados extraordinarios que con-templen los miedos, el temor a no saber, y la humildad ante lo desconocido. Los ejecutivos tienden a ocultar sus sentimien-tos, atrapados por un modelo de liderazgo épico que castiga el error y no conoce la duda, la fuente de todo tipo de síntomas individuales y organizacionales. El estrés y el burn out son solo algunas de las señales de este modelo, que incluye innumerables manifestaciones psicosomáticas que minan la vida personal de sus empleados.

Quienes amamos el deporte y el trabajo en equipo, hemos asistido maravillados al funcionamiento colectivo y coordinado de la selección argentina de rugby en el mun-dial de Francia. Las declaraciones, una tras otra, de sus jugadores dieron muestras de equilibrio, humildad ante el compromiso a asumir, capacidad de planificar paso a paso, “amor a la camiseta”, y amistad para el logro de los objetivos.

No hay dudas de que equipos como Fran-cia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Australia son rivales a los que nadie podría subesti-mar, ni dejar de considerar como compe-tencia agresiva. Para el logro de objetivos tan desafiantes, y siguiendo el mismo mo-delo empresario, sus políticas internas de-bieron replicar la agresividad de los logros que estas organizaciones se proponían. Sin embargo, en estos casos asistimos a una extraña combinación de resultados excep-cionales, competencia externa agresiva y profundo trabajo en equipo basado en ha-bilidades y competencias “blandas”.

La constitución de equipos de alto ren-dimiento basados en valores no es el producto de un azar aleatorio en la vida de las organizaciones. Existe un profundo trabajo grupal por detrás de este aparente fluir natural.

La empresa de hoy sobreestima los números y subestima las emociones en el ámbito la-boral y, cuando las considera, no las incluye como una necesidad de profesionalizar el de-sarrollo emocional hacia el logro de los ob-jetivos en común. Algún gerente de recursos humanos con vocación integradora se dará el tiempo para “conversar” con la gente, en el sentido más amplio de la palabra.

Los equipos ganadores conversan. Mane-jan con maestría el fino balance entre el diálogo y la discusión. El primero, para en-riquecer las ideas y el segundo, para tomar las decisiones sobre lo dialogado.

Page 20: Revista EMPRESA 186

Página 18 EMPRESA Nº186

Recursos Humanos

Bohn fue un físico cuántico que, cansado probablemente de tanta teoría, comenzó a incursionar en otro tipo de disciplinas me-nos duras Y dedicó mucho tiempo a inves-tigar, con rigurosidad científica, la enorme complejidad de la comunicación humana para manejar con destreza la alternancia enriquecedora entre el diálogo y la discu-sión. Señalaba que el hombre aislado tiene un pensamiento incoherente, que sólo es atravesado de sentido por el diálogo.

La palabra diálogo, proviene del griego dia, que significa dar sentido o atravesar de sentido, y logos, que significa pala-bra. Por otro lado, la palabra discusión tiene una raíz distinta que se asemeja a percusión. Como un juego de ping-pong, posee el movimiento de un rebote. Para Bohn, en el diálogo, las personas suspen-den el apropiamiento de sus ideas para enriquecerlas con los aportes del otro. Es allí donde la incoherencia comienza a ad-quirir sentido. Ya enriquecidas las ideas, continúa el momento de la discusión, en el que se toman posiciones y se decide. Las personas son las que tienen que tomar las posiciones y no al revés, ya que en ese caso aparecerán síntomas como la tozu-dez, la rigidez y la inflexibilidad.

Los equipos ganadores tienen tantos con-flictos como los perdedores, pero la dife-rencia está en la habilidad para resolverlos y atravesarlos, suspendiendo las emociones que perturban la tarea y entendiendo que no hay nadie más importante en el partido por jugar -sea en la empresa, en el deporte o en el equipo de trabajo- que aquel que

tiene efectiva o simbólicamente la misma camiseta. Los equipos ganadores manejan con mayor destreza la alternancia entre el diálogo y la discusión para la resolución de los conflictos y la toma de decisiones. El éxito es un logro colectivo en el que des-aparecen los dueños, los héroes o los pró-ceres para dar lugar a líderes situacionales y al equipo como protagonista.

No existe decisión en la vida que no sea vivida sin emoción; es imposible pensar sin sentir, por más que nos forcemos a ex-cluir la misma de las decisiones. Podemos disociar o congelar los sentimientos, pero aun así estaremos frente a una emoción frisada. Hasta la indiferencia es una mane-ra de comunicar. Es imposible no comuni-car, aunque nos quedemos en silencio.

Los climas emocionales son “entrenables” en las organizaciones y los equipos que trabajan para el alto rendimiento saben de los beneficios en dirimirlos. Hoy son muchas las consultoras especializadas en dinámicas grupales que apuntan a mejorar los rendimientos de equipos de trabajo a través del diálogo.

Page 21: Revista EMPRESA 186
Page 22: Revista EMPRESA 186
Page 23: Revista EMPRESA 186
Page 24: Revista EMPRESA 186
Page 25: Revista EMPRESA 186
Page 26: Revista EMPRESA 186

Página 24 EMPRESA Nº186

Tendencias internacionales en materia de productividad“Hace 100 años nuestro país lideraba (cómodamente) el ranking de productividad latinoamericano; en la actualidad, en cambio, va a la zaga de otros. De hecho, nuestra productividad es hoy prácticamente idéntica al promedio latinoamericano”.

Gallacher profundiza en la experiencia del agro argentino afirmando que esta “marca el rumbo” que otros sectores de la economía deberían intentar replicar. Y agrega: “si la productividad total de los factores de estos sectores hubiera aumentado a un ritmo comparable al logrado por el sector rural (2.0% – 2.5% anual), el bienestar al cual accede la población sería hoy sustancialmente mayor al que observamos”.

E m p r e s a

Marcos Gallacher

El análisis de datos históricos brinda ense-ñanzas que conviene tener bien presentes. Al respecto, la figura adjunta a esta nota muestra la evolución de la productividad (por persona) de Argentina, América Latina y Chile durante todo el siglo XX. A comien-zos de este período, Argentina producía casi el 70% de los bienes y servicios producidos en los EE.UU. La producción per-cápita argentina era, en ese momento, más del do-ble de la producida en el resto de América Latina. Un siglo más tarde, la producción de nuestro país era sólo ligeramente superior a la de América Latina, y había caído al 30% de la de los EE. UU. Argentina, que en el 1900 superaba a Chile en producción per-cápita, se encuentra en los primeros años del siglo XXI por debajo de este país.

Los datos anteriores resultan de enorme importancia para comprender el origen de

los problemas sociales que nos aquejan. Claramente, durante el último siglo, Ar-gentina ha perdido posiciones con respec-to a los otros países de la región. Hace 100 años nuestro país lideraba (cómodamente) el ranking de productividad latinoameri-cano; en la actualidad, en cambio, va a la zaga de otros. De hecho, nuestra produc-tividad es hoy prácticamente idéntica al promedio latinoamericano.

La producción que logra una determina-da fuerza laboral depende fundamental-mente de tres aspectos. Uno de ellos es la cantidad y la calidad de los recursos naturales disponibles. El otro es la dispo-nibilidad de distintas formas de capital. Y el tercero es la eficiencia con la que se llevan a cabo los procesos productivos. El primero de estos factores está dado. En contraste con esta situación, la can-

Profesor de Economía y Organización Empresaria en la Universidad del CEMA. Recibió su educación en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Kentucky (EE.UU.), donde obtuvo su doctorado.

Page 27: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 25

tidad y la calidad de capital, junto con la eficiencia con la que se llevan a cabo los procesos productivos, son resultado de acciones humanas. Que estas accio-nes humanas -y no la disponibilidad de recursos naturales- sea la clave en lo que hace a productividad, no resulta a esta altura sorprendente. Japón, los países nórdicos, Suiza, Holanda, Singapur, Taiwán, y muchos otros, representan ca-sos de economías limitadas en lo relativo a recursos humanos, sin embargo, alta-mente productivas, con elevados niveles de vida logrados por sus poblaciones.

Los países latinoamericanos representan, en general, la situación inversa: abudantes recursos naturales, pero muy bajos niveles de productividad. Argentina es, en este as-pecto, un caso particularmente relevante.

Algunas historias de éxito

Existen -aun en América Latina- historias de éxito. El caso de Chile en los años re-cientes es uno de ellos. El de la agricultura argentina es otro. En efecto, en 1970, la producción total de granos argentina ron-daba las 20 millones de toneladas. Treinta años más tarde, esta producción se había más que triplicado. Una parte importante de estos aumentos de producción se logró no por incrementos en el uso de insumos, sino en eficiencia. Daniel Lema, econo-mista del INTA y profesor de la Universi-dad del CEMA, estima que entre la década de los años 70 y la de los 90, la Producti-vidad Total de Factores (PTF = cociente entre producto y total de insumos emplea-dos) de la agricultura argentina aumentó aproximadamente un 2.5% por año. Esto

S o c i e d a d

Page 28: Revista EMPRESA 186

Página 26 EMPRESA Nº186

contrasta con el casi nulo incremento de PTF en el resto de la economía.

¿Qué quiere decir esta cifra? La respuesta es simple: un aumento de productividad del 2.5% anual implica que los mismos recursos permiten obtener, al cabo de dos décadas, 64% más de producción (1.02520 = 1.64).

Los incrementos de productividad logrados por el agro no se debieron sólo a las “buenas” condiciones para la producción exis-tentes en nuestro país. Esto, en todo caso, podría expli-car sólo parte del fenómeno. Ade-más, el sector se be-nefició de: (a) una estructura decisoria descentralizada, (b)

rápida adopción de tecnologías generadas en el exterior como de origen local, (c) escasa o nula conflictividad laboral y (d) amplia libertad contractual.

El crecimiento agrícola se produjo, in-clusive, en una situación en la que el sector sufrió discriminación, ya sea por la existencia de impuestos a la exportación de sus productos, a la importación de insumos o a atrasos en tipo de cambio. Todas estas experiencias han existido en el período 1970-2007.

A partir de la experiencia del agro argenti-no, ¿surgen algunas lecciones que puedan ser incorporadas a otros sectores de nuestra economía? La respuesta es afirmativa. En relación a los puntos (a) y (d), menciona-dos en el párrafo anterior, pueden hacerse algunos comentarios. Contrástese por

ejemplo, la estructura decisoria del sector agropecuario (muchas empresas relativa-mente pequeñas), con la que existe en instituciones como la industria automotriz o la banca pública, donde las primeras dos o tres mayores empresas concentran un porcentaje importante del mercado.

Claramente, la posibilidad de que inefi-ciencias de diverso tipo se mantengan a través del tiempo son, en este último caso, mayores: el poder de mercado permite mantener ineficiencias que no serían posi-bles en sectores altamente competitivos.

Por otro lado, la adopción de tecnología en el sector agropecuario ha sido rápida por una simple razón de supervivencia: la empresa que no adopta, no puede “pagar” el uso de recursos, ya sean éstos: tierra, horas-máquina u horas-hombre. Otra em-presa se los quita.

¿Ocurre lo mismo con la repartición pú-blica que tiene a su cargo, por ejemplo, la emisión de los DNI? Claramente no, y por eso encontramos en esta última una muy baja productividad, lo que se traduce en una pobre “atención al cliente”. La conflictividad laboral ha sido -por factores que no es el caso analizar aquí- reducida o nula en el sector agropecuario. No puede decirse lo mismo de sectores industriales o del sector público.

Esta conflictividad resulta un freno a los incrementos de productividad y, en última instancia, a la generación de riqueza. No sólo el “empresario” paga los platos rotos, implícitos en el conflicto social, lo paga en definitiva toda la sociedad.

Por último, la libertad de contratación (en sentido amplio) tal vez ha estado menos condicionada en empresas del sector agro-pecuario que en otras. Si bien el sistema le-gal básico es similar para todas las empresas

El bienestar de un trabajador

en un país desarrollado es mucho

mayor al de los países de América

Latina, aún cuando en estos existe

“protección” basada en el derecho

de indemnización por despido.

S o c i e d a d

Page 29: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 27

del país, en el caso del sector agropecuario “contratos implícitos”, basados en repu-tación, y transacciones repetidas han per-mitido una mayor calidad de cooperación humana que la que ocurre en otros sectores.

En definitiva, la experiencia del agro ar-gentino “marca el rumbo” que otros sec-tores de la economía deberían intentar re-plicar: si la productividad total de factores de estos sectores hubiera aumentado a un ritmo comparable al logrado por el sector rural (2.0% – 2.5% anual), el bienestar al cual accede la población sería hoy sustan-cialmente mayor al que observamos.

América Latina en espejo retrovisor

Con el sugestivo título Latin America in the Rearview Mirror, cuatro autores: Harold Cole, Lee Ohanian, Álvaro Riascos y Ja-mes Schmitz, analizan las razones por las cuales las economías latinoamericanas no han podido, en el último medio siglo, re-ducir la brecha que las separa de los países mas desarrollados. Este hecho es sorpren-dente: la mayor parte de las economías occidentales menos desarrolladas están lo-grando reducir la brecha que las separa de los países avanzados. Esto es de esperar.

En definitiva: los países menos desarro-llados pueden adoptar en forma acelerada muchas tecnologías y procesos que los países desarrollados han adoptado con an-terioridad.

En los países menos desarrollados, por otro lado, existe una abundancia de oportunida-des potenciales de inversión con altas tasas de retorno: sistemas de distribución eléctri-ca, mejoramiento de la educación primaria, caminos, sistemas de riego. En principio, las inversiones deberían fluir desde economías en las que el capital es “abundante” hacia aquellas en donde es “escaso”.

La “escasez” de capital, en efecto, resulta en general en altas tasas de retorno a nue-vas inversiones. Todas estas razones sugie-ren que las economías menos desarrolladas deberían crecer más, y no menos rápido que las más avanzadas.

El trabajo de Cole, Ohanian, Riascos y Schmitz tira abajo algunos preconceptos relacionados a los determinantes del lento crecimiento de productividad observado en países de la región. Por de pronto, los autores no encuentran que las restric-ciones en lo relativo a capital humano (educación) sean lo más importante en lo relativo a productividad: de hecho, los ni-veles de educación de la población adulta en Chile, Argentina y Uruguay son, por ejemplo, más altos que los de Portugal, Es-paña y Singapur, economías cuya produc-tividad ha crecido en forma marcada.

La explicación más plausible de los lentos aumentos de productividad en América Latina parece encontrarse en la existencia de fuertes barreras a la competencia. Estas barreras pueden ser de dos tipos: al comer-cio internacional y a la movilidad de fac-tores dentro de la economía doméstica.

Gallacher: “La adopción de tecnología en el sector

agropecuario ha sido rápida por una simple

razón de supervivencia: la empresa que no adopta, no puede “pagar” el uso de recursos, sean estos: tierra, horas-máquina u

horas-hombre.”

S o c i e d a d

Page 30: Revista EMPRESA 186

Página 28 EMPRESA Nº186

En relación a las barreras al comer-cio, las economías de la región se caracterizaron du-rante todo el siglo xx, por niveles de protección mayores a los de los paí-ses europeos. Por ejemplo, en 1960, las “tasas de protec-ción” (una medida de la magnitud de las trabas al comer-cio) eran del 138% en Argentina, 172% en Brasil y

134% en Chile, contra el 11% en los paí-ses de la Comunidad Económica Europea.

En muchos países, las trabas al comercio se redujeron en la década de los años 80 y los 90. Sin embargo, aún en este último

período, el grado de apertura de las eco-nomías latinoamericanas fue limitado: en 1990 la mayor parte de estas economías presentaban un cociente Exportaciones + Importaciones/Producto Bruto menor al de las economías europeas o asiáticas.

La persistencia de altas barreras -aun cuan-do éstas han sido onerosas para el bien-estar general- se explica por la existencia de grupos de presión o de lobby: como fue señalado por Mancur Olson en su clásico La Lógica de la Acción Colectiva: grupos pequeños, pero bien organizados, pueden hacer valer su interés por sobre el de gru-pos mayores, pero dispersos.

A las barreras al comercio se suman las ba-rreras a la movilidad (interna) de factores. Por ejemplo, en América Latina, el costo de iniciar un nuevo negocio equivale a un 80% del PB/cápita, contra menos del 2% en los EE.UU.

En América Latina la banca pública representa el 47% de los activos de los diez mayores bancos, contra 40% en Euro-pa, 21% en Asia y 0% en los EE.UU. En América Latina, en particular, la banca pública con frecuencia ha sido responsable de la asignación de crédito, ses-gada según conveniencia políti-ca o devolución de favores.

Por último, los costos asocia-dos al despido de personal son sustancialmente mayores en América Latina que en Europa, Asia o los EE.UU. Estos costos no benefician, a la fuerza, al trabajador. De hecho dificultan la movilidad de trabajadores desde empresas o sectores que se contraen a aquellas que se expanden.

El crecimiento agrícola se produjo,

inclusive, en una situación en la que el

sector sufrió discriminación,

ya sea por la existencia de impuestos a

la exportación de sus productos,

a la importación de insumos o

a atrasos en el tipo de cambio.

Prod

ucci

ón p

or P

erso

na

80

70

60

50

40

30

20

10

01880 1900 1920 1940 1960 1980 2000 2020

AñoArgentina America Latina Chile

PRODUCCION POR PERSONA (EE.UU. = 100)

S o c i e d a d

Fuente: Cole, Ohanian, Riascoa y Schmitz, 2004

Page 31: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 29

En definitiva, el bienestar de un trabaja-dor en un país desarrollado es mucho ma-yor al de los de países de América Latina, aún cuando en éstos existe “protección” basada en el derecho de indemnización por despido.

Bienestar humano

Reiteramos lo mencionado al comienzo de esta nota: las economías latinoamericanas parecen ser las únicas economías occiden-tales cuya producción per-cápita permane-ce más o menos estancada.

Las razones por las cuales esto ha ocurrido son fuente de vigorosos debates. Las evi-dencias, sin embargo, parecen ser claras: en líneas generales, en estas economías han persistido medidas que atentaron con-tra el comercio y la movilidad de factores.

El desafío más importante que enfrentan los países de América Latina, en general, y Argentina en particular, es lograr incre-mentos de productividad sostenidos en el tiempo. Estos incrementos surgen, en defi-nitiva, de decisiones tomadas por miles de agentes económicos.

Bajo el punto de vista de la política econó-mica, resulta prioritario evaluar el impacto de diversas medidas sobre estas decisiones. Medidas que en primera instancia pueden parecer “atractivas”, pueden resultar -en un análisis más detallado- contraproducentes.

En especial, las trabas al movimiento de factores -sean estos capital o trabajo- entre sectores, entre empresas de un sector, o entre actividades de una empresa tendrán asociados costos en lo relativo a incremen-to de productividad. Y, en última instan-cia, sobre el bienestar de la población.

S o c i e d a d

El desafío más importante que enfrentan

los países de América Latina, en general, y

Argentina en particular, es lograr incrementos de productividad sostenidos

en el tiempo.

Page 32: Revista EMPRESA 186

Página 30 EMPRESA Nº186

Contracción crediticia, crisis moralTal vez, el torbellino financiero reciente nos hará recordar que los sectores financieros sólidos confían en las culturas morales responsables, más de lo que nos imaginamos.

E c o n o m í a

Samuel Gregg

Los recientes trastornos en los mercados financieros a nivel global han generado innumerables comentarios acerca de las causas de los problemas de liquidez. Entre los culpables identificados, se menciona a los prestamistas de hipotecas subprime (de alto riesgo) norteamericanas, a las agencias calificadoras de riesgos y a los bancos centrales.

Es característica de estos análisis la tenden-cia a estudiar la crisis en términos estricta-mente económicos. Frases tales como “so-breexposición a inversiones de alto riesgo”, “suspensión de retiros de fondos invertidos en títulos valores con iliquidez crediticia” y “llamados de reposición de margen que obligan a los fondos de cobertura a liquidar buenos activos” dominan la discusión.

Todas estas expresiones, así como otras, poseen un significado real y describen exactamente los elementos en juego, en la tormenta económica que redujo en más de un 30% , y en solo una semana, el valor de los fondos accionarios globales líderes de Goldman Sachs.

Lamentablemente, el lenguaje de esos comentarios desvía algunas veces nuestra

atención de la implicancia que esto tiene a nivel humano.

Al igual que otros elementos del mercado, los negocios financieros no están constitui-dos por entidades sin nombre o dinámicas grupales anónimas o incluso, ni tampoco por los “gnomos de Zurich” (tal como lo imagi-nan los antisemitas y los expertos en teorías conspirativas). Seres humanos reales, accio-nes y elecciones gravitan en el corazón de las bolsas de valores de todo el mundo: es decir, gente real que genera riqueza, responde a in-centivos, comete errores genuinos, y algunas veces se comporta de manera irresponsable.

El valor del carácter moral de empleados y directores

Con tanto bienestar económico, depen-diente en parte de las decisiones adoptadas por los que trabajan en los servicios finan-cieros, un activo fundamental perseguido por cualquier banco o entidad financiera debería ser el sólido carácter moral de sus empleados y directores.

Un ejemplo de la importancia del carác-ter moral, es la falla de muchas agencias

Licenciado en Filosofía (Universidad de Melbourne). Doctor Filosofía Moral (universidad de Oxford). Director de Investigaciones en el Acton Institute.Artículo traducido por Arlanguages

Page 33: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 31

E c o n o m í a

calificadoras de riesgo en identificar el incremento de incumplimientos en el pago de hipotecas de alto riesgo como un problema emergente. Uno de los mo-tivos de este error radica en su aparente conformidad en situaciones vinculadas a conflictos de intereses.

Desde 1995, individuos e inversores ins-titucionales vienen comprando títulos con activos en garantía, que utilizaban hipotecas de alto riesgo norteamerica-nas como aval. A su vez, estos títulos se aglutinan en obligaciones de deuda con garantía (Collateralized-debt Obligations o CDOs) y en obligaciones de préstamo con garantía (Collateralized-loan Obliga-tions o CLOs).1

Los riesgos asociados con distintas CDOs y CLOs son evaluados por las agencias cali-ficadores de riesgo. Esto constituye una de sus actividades más rentables.

Tal como lo destacó recientemente The Economist, hace algunos años muchas entidades financieras (sabiendo que las calificaciones ayudan a determinar el va-lor de las CDOs y las CLOs) comenzaron

a solicitar a las agencias calificadoras, su asesoramiento sobre cómo estructurar las CDOs y las CLOs para maximizar su valor.

Las agencias calificadoras en boca de todos

En ese momento, las “antenas de la mo-ral” de las agencias calificadoras deberían haber comenzado a emitir señales de problemas. Resulta muy difícil brindar un asesoramiento objetivo respecto de los riesgos asociados con títulos específicos, cuando ha sido uno mismo quien ayudó a estructurarlos. Sin embargo, esto no impidió que algunas de dichas agencias se involucraran en la estructuración de las CDOs/CLOs.

Por ende no es de extrañar que cuando se produjo la implosión del mercado de hipotecas de alto riesgo, sobre las cuales se habían estructurado muchas CDOs/CLOs, algunas agencias calificadoras se mostra-ran reacias a reconocer que algo andaba mal; lo que hubiera planteado muchos de los interrogantes que ahora se suscitan en cuanto a su objetividad.

Con tanto bienestar económico, dependiente

en parte de las decisiones adoptadas por los que

trabajan en los servicios financieros, un activo

fundamental perseguido por cualquier banco o

entidad financiera debería ser el sólido carácter

moral de sus empleados y directores.

1 NdelT: Son figuras jurídicas semejantes a las estructuras fiduciarias que proliferan en Argen-tina desde la destrucción de nuestro sistema de intermediación bancaria en 2002. Fideicomisos que emiten títulos valores respaldados por activos constituidos por hipotecas, cupones de tarjetas de crédito, pagarés, obligaciones negociables, créditos documentarios sobre el exterior, cheques diferi-dos y todo instrumento financiero que pueda ser homogeneizado y titularizado.

Page 34: Revista EMPRESA 186

Página 32 EMPRESA Nº186

Esto no quiere decir que las agen-cias calificadoras estuvieran de al-guna manera vin-culadas a sórdidas estafas financieras. El punto es que cuando los bancos solicitaron a las agencias que par-ticiparan en la es-tructuración de las CDOs/CLOs, estas deberían haber respondido: “No. Eso podría com-prometer nuestra capacidad de eva-

luar objetivamente los riesgos asociados con sus activos.

Nuestra objetividad es nuestro principal activo. Puede otorgarle valor a sus acti-vos; únicamente si permanecen objetivas e imparciales”.

El hecho de que algunas agencias califi-cadoras actuaron de otro modo, sugiere la presencia de errores de juicio y de valor de su parte.

Un problema más a largo plazo es que este error podría facilitar la demanda de una mayor regulación financiera, tanto como la Ley Sarbanes-Oxley fue la res-puesta a los escándalos corporativos de los años 2000-2001 en Norteamérica. Cada vez hay más evidencia de que di-cha ley resultó demasiado costosa para las empresas. Incluso los autores de la misma ahora reconocen que muchas de las disposiciones incluidas en ella estu-vieron mal redactadas.

Según un estudio a cargo de la Universi-dad de Pittsburgh, el desaliento promovido

por la ley Sarbanes-Oxley, a asumir un riesgo prudente y a generar costos de cum-plimiento adicionales, contribuyó a que muchas empresas eligieron para cotizar a la Bolsa de Londres en lugar de hacerlo en Wall Street.

También contribuyó a esto el cambio de la Autoridad de Servicios Financieros de Gran Bretaña, tendiente a alejarse de los procedimientos de regulación fi-nanciera del tipo Sarbanes-Oxley hacia reglamentaciones basadas en principios centrados en (a) el comportamiento razonablemente esperado de los profe-sionales de las finanzas y (b) los buenos resultados.

Sin embargo, ningún tipo de regulación -ya sea estricta o leve- puede reemplazar la formación que, supuestamente, se adquiere en la familia, en el colegio, en las iglesias o las sinagogas.

El desarrollo del “sentido moral”

Estos son los organismos (más que los auditores de ética y los cursos sobre ética empresarial) que Adam Smith, autor de La Riqueza de las Naciones, ha identifica-do como las instituciones responsables de ayudar a la gente a desarrollar lo que él llama el “sentido moral”, que es lo que hace que, instintivamente, sepamos cuándo determinados cursos de acción son imprudentes o sólo incorrectos, in-dependientemente de que seamos ban-queros de Wall Street o humildes ana-listas desempeñándonos en una agencia calificadora de riesgo.

Tal vez, el torbellino financiero reciente nos hará recordar que los sectores finan-cieros sólidos confían en las culturas morales responsables, más de lo que nos imaginamos.

Seres humanos reales, acciones y

elecciones gravitan en el corazón

de las bolsas de valores de todo

el mundo: es decir, gente real

que genera riqueza, responde

a incentivos, comete errores genuinos,

y algunas veces se comporta

de manera irresponsable.

S o c i e d a d

Page 35: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 33

Marx después del comunismo

La guerra de clases es el sine qua non de Marx. Pero la guerra de clases, si alguna vez existió, ya terminó. En las democracias de Occidente; ¿quién elige hoy, quién conduce y por cuánto tiempo?, ¿quién les dice a los gobiernos cómo se regula a las compañías?

Finalmente, ¿quiénes son los dueños de las compañías?: trabajadores a sueldo, el proletariado. Y esto se debe a -y no a pesar de- lo que Marx deploró más: la propiedad

privada, los derechos políticos liberales y el mercado.

Extractamos en esta edición un interesante artículo que hace algunos años publicara The Economist donde, con visión crítica, se hace foco en el pensamiento del creador

de la doctrina comunista y su perdurable influencia intelectual.

P o l í t i c a

The Economist

Como sistema de gobierno, el comunismo está muerto o está muriendo. Como un sistema de ideas, su futuro parece seguro. Cuando el comunismo soviético cayó he-cho pedazos hacia los finales del siglo xx, nadie pudo decir que había fallado por un tecnicismo. Un colapso más comprensivo o ignominioso -moral, material e intelec-tual- hubiera sido difícil de imaginar. El comunismo ha tiranizado y empobrecido a sus súbditos y los ha masacrado por dece-nas de millones.

En décadas pasadas, en la Unión Soviética y sus países satélites, cualquier alusión a los objetivos declarados de la doctrina co-munista: igualdad, derecho a no ser explo-tado, justicia verdadera, habría provocado solo una risa amarga. Finalmente, las esta-tuas de Karl Marx fueron derribadas con tanto desprecio como aquellas de Lenin y de Stalin. El comunismo fue repudiado como teoría y como una práctica; sus líde-res e impulsores fueron desechados al igual que sus fundadores intelectuales y sus go-bernantes socios apáticos (caracterizados como de comportamiento antisocial).

Los pueblos de Occidente, por no haber vivido en el sistema inspirado por Marx, tuvieron una visión más desapasionada. Se inclinaron por sentir que Marx había sido incomprendido. El comunismo de Europa del Este y la Unión Soviética fue una per-versión de su pensamiento. Lo que ocurrió en esas tierras sumidas en la oscuridad hu-biera consternado a Marx, tanto como nos consterna a nosotros y no tiene cabida en la validez de sus ideas.

En realidad, se sugiere, Marx estaba en lo cierto con respecto a muchas cosas que están mal en el capitalismo, en la globa-lización, en los mercados internacionales, o acerca de la forma en que la economía modela ideas.

Dad al hombre su merecido

En 1999 la BBC implementó una serie de encuestas solicitando a la gente que pro-pusiera los hombres y mujeres más promi-nentes del milenio. En octubre de ese año, a escasas semanas del décimo aniversario

Extracto del artículo reproducido de The Economist (19 diciembre de 2002). Traducido y adaptado por Celso E. Arabetti y Héctor Mario Rodríguez.

Page 36: Revista EMPRESA 186

Página 34 EMPRESA Nº186

del derrumbe del Muro de Berlín, la BBC anunció quién había sido elegido por la gente como “el mayor pensador”: en primer lugar, Karl Marx; en el segundo, Einstein; y en el tercer y cuarto lugar Newton y Darwin respectivamente. Aunque los dic-tadores a lo largo del siglo xx han distorsio-nado las ideas originales de Marx, la BBC, empresa financiada por el Estado Británico, señaló que “su trabajo como filósofo, cien-tífico social, historiador y revolucionario es respetado por las academias actuales”.

En el campo de la erudición, la teoría polí-tica y económica marxista ha superado su etapa de esplendor. La mayoría de las cosas que Marx quiso decir o que en realidad dijo, o las que probablemente pudo haber querido decir, han sido ubicadas y debati-das (aunque lejos de ser conclusivas). Pero la falta de actividad, en medio de fuentes primarias asombrosamente voluminosas, no es la mejor medida de la perdurable in-fluencia intelectual de Marx.

Libros sobre Marx, orientados a estudian-tes universitarios y para los no especialis-tas, se siguen vendiendo con regularidad en Europa Occidental y en los Estados

Unidos. Y siguen apareciendo nuevos. Por ejemplo, para estimular críticas: La ven-ganza de Marx, escrito por Meghnad Desai, profesor de economía de la London School of Economics. Desai sostiene que Marx, este gran hombre, fue incomprendido y que estaba en lo cierto mucho más allá del crédito que se le asigna.

En agosto de 2002, la imprenta de la uni-versidad de Oxford publicó: ¿Por qué leer a Marx hoy?, de Jonathan Wolf. El autor, un profesor del colegio universitario de Lon-dres, un hábil dilucidador de filosofía políti-ca, adhiere en su libro lo dicho por Desai

Se podría decir que Adam Smith representa con relación al capitalismo liberal -conside-rado un orden económico comparativamen-te exitoso- casi lo que Marx con relación al socialismo. Pero la cantidad de títulos refe-ridos a Marx superan los libros sobre Adam Smith, en una diferencia entre cinco y diez. En un arduo trabajo sobre lecturas recomen-dadas para estudiantes universitarios surge que, en las facultades de economía, Smith lo supera, mientras que en las ciencias sociales y las humanidades se da lo opuesto. Es el espacio de la influencia continua de Marx, especialmente en contraste con su extraña irrelevancia con la economía moderna, lo que lo hace tan cautivante.

¿Cómo puede uno explicar esto? ¿Queda algo valioso de los escritos de Marx? Esta no es una pregunta franca, directa, dado que él tuvo mucha dificultad para hacerse entender.

Sí, Marx fue marxista

Cuando quería, Marx era un escritor apre-miante, que producía epigramas de primer nivel. Las oraciones de cierre del Manifiesto Comunista (1848) son por cierto, célebres: “Los trabajadores no tienen nada que per-

P o l í t i c a

La única constante era su convicción de que lo

que dijo en cualquier momento era la absoluta

verdad e íntegramente consistente con lo que

había dicho antes.

Page 37: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 35

der, más que sus cadenas. Tienen un mundo para ganar. Trabajadores del mundo uníos”.

También tenía un envidiable estilo de his-teria insultante, a tal punto que en El capi-tal (1867-1894) define el objeto de su in-vestigación como “mano de obra muerta, que, al modo vampiro (explotador), solo vive chupando mano de obra viva, y vive más, cuanto más mano de obra chupa”. Eso no es sólo inolvidable sino, en efecto, muy apropiado si uno cree en la teoría de valor de Marx.

Podía expresarse de manera brillante, como también con cierta torpeza e impenetrable complejidad como lo evidencian las pági-nas con que inicia El capital (¿mejora más adelante?). A la confusión, se suma lo que Marx creía en 1874: su convicción de que lo que había dicho en cualquier momento era la absoluta verdad, total y consistente con todo lo dicho antes.

Y la mayor parte del Marx publicado, incluyendo El manifiesto y los volúmenes II y III de El Capital, fue editado y escrito con la colaboración anónima de Friedrich Engels. Por lo tanto, durante muchos años, separar a Marx de Engels, en lo que el mundo entiende como “Marx”, constituyó una industria académica en sí misma.

Marx creía que:

• Las sociedades siguen las leyes del movi-miento, lo bastante simples y tan abar-cadoras como para hacer predicciones fructíferas de largo alcance.

• Estas leyes son en carácter solo eco-nómicas. Lo único que configura la sociedad son “las fuerzas materiales de producción”.

• Estas leyes deben invariablemente ex-presarse, hasta el final de la historia,

como una amarga lucha de clase contra clase.

• Al final de la historia, las clases y el Estado (cuyo único propósito es repre-sentar los intereses de la clase reinante) deben disolverse para alcanzar el paraíso en la tierra.

¿De qué manera, entonces, se des-viaba el comunis-mo estilo soviético de estas creencias? Principalmente, se dice que Rusia se anticipó al tiempo. Según las leyes del movimiento de Marx, se suponía que la sociedad había de progresar del feudalismo al capitalismo cuan-do el feudalismo dejara de servir a las fuerzas de la producción, como lo venía haciendo hasta entonces, y pasara a trabarlas.

Más tarde, el capitalismo cedería a su vez al socialismo la dictadura del proletariado de manera muy similar: una vez que su potencial productivo ha sido plenamente logrado, la existencia del capitalismo es un obstáculo para la suficiencia material antes que un medio para lograrla. Pero Rusia fue en línea recta, y demasiado rápido, del feu-dalismo al socialismo. Marx pudo haberle dicho a Lenin que eso nunca funcionaría.

¿Es esto realmente lo que hubiera dicho? Sin duda que Lenin se consideró un ver-dadero seguidor de Marx, y tenía toda la razón en ello. A fines del siglo xix,

La mayoría de las cosas que Marx

quiso decir o que en realidad dijo, o

las que probablemente pudo haber

querido decir, han sido ubicadas

y debatidas (aunque lejos de ser

conclusivas). Pero la falta de actividad,

en medio de fuentes primarias

asombrosamente voluminosas, no

es la mejor medida de la perdurable

influencia intelectual de Marx.

P o l í t i c a

Page 38: Revista EMPRESA 186

Página 36 EMPRESA Nº186

el pensamiento socialista se dividía; las leyes de movimiento de Marx estaban fallando.

El capitalismo aún florecía: no había signos de que ca-yeran las tasas de rentabilidad, que señalarían su fin. La clase trabajadora estaba logrando el voto. El estado be-nefactor estaba to-mando forma. Me-joraban las condi-ciones fabriles y los jornales crecían por encima del piso de subsistencia. Todo esto era contrario a las leyes de Marx.

En respuesta, la izquierda se dividía. Por un lado, estaban los reformistas y social-demócratas, que vieron que al capitalismo se le podía dar un rostro humano. Por el otro lado, estaban aquellos que creían que el sistema de Marx podía ser desarrollado y restablecido.

¿De qué lado pudo haber estado Marx? ¿Revolución o reforma? ¿Hubiera conti-nuado insistiendo que había que destruir al vampiro? ¿O se hubiera hecho reformador, pidiéndole dulcemente que chupara un poco menos de sangre? Esto último parece improbable.

Marx era un maestro, pero también era un fanático y un revolucionario. Su incapaci-dad para comprometerse (con camaradas, menos aún con oponentes) era patológica. Y en el prefacio de la edición rusa de 1882 de El manifiesto, su última publicación escrita, esperaba que una revolución en Rusia pudiera ser “la señal de una revolu-

ción proletaria en el Oeste, de manera que ambas se complementaran”. En ese caso, Rusia, no obstante sus características pre-capitalistas, “podría servir como el punto inicial para un desarrollo comunista”. Lenin seguramente estaba en lo cierto en creer que él era leal al pensamiento del maestro y que no lo eran aquellos acomo-daticios burgueses simplones.

Aparte del Gulag

Hay aspectos de su pensamiento que real-mente impresionan. Sin embargo, sus dichos diversos acerca del alcance del mercado glo-bal, en realidad no son los mejores ejemplos.

El siglo xix fue un período de globaliza-ción y Marx fue uno de los muchos que lo notaron. La acelerada integración global de los últimos treinta años resume apenas una tendencia que estaba vigorosamente asentada durante la vida de Marx, y que fue luego interrumpida en 1914.

Marx fue mucho más original al imaginar el imponente poder productivo del capi-talismo. Percibió que estimularía la inno-vación a un grado tal, inimaginable hasta ahora. Estaba en lo cierto al decir que las corporaciones gigantes vendrían a dominar las industrias del mundo (aunque no tanto como él creyó). Precisamente, subrayó la importancia de los ciclos económicos (si bien sus registros de las causas y consecuen-cias estaban errados).

La paradoja central que Marx enfatizaba resultó falsa, es decir, que su propia produc-tividad colosal pondría al capitalismo de ro-dillas, al hacer que el comunismo siguiera al socialismo, ambos materialmente posibles y lógicamente necesarios.

Aún de modo justificado, Marx podría reclamar el haber percibido con mayor

La paradoja central que Marx

enfatizaba resultó falsa, es decir que su

propia productividad colosal pondría

al capitalismo de rodillas, al hacer que

el comunismo siguiera al socialismo

ambos materialmente posibles y

lógicamente necesarios.

P o l í t i c a

Page 39: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 37

claridad que otros, cuánto podría el capi-talismo cambiar las condiciones materia-les del mundo. Y esto a su vez refleja algo más, que exige por lo menos un envidioso respeto: el asombroso alcance y la ambi-ción de su pensamiento.

Pero a pesar de todo, en los temas que más le importaban, Marx estaba equivocado. El poder real que reclamaba para su sistema era predictivo, y sus principales prediccio-nes fueron fracasos sin esperanza.

En cuanto a una perspectiva para el ca-pitalismo, uno puede siempre argüir que sólo estaba equivocado en determinar el momento: al final, cuando el capitalismo haya recorrido su curso, se le reconocerá que estaba en lo cierto. Así, este razona-miento, como muchas otras excusas para Marx, tiene la ventaja de su imposible refutación. Pero eso no lo hace creíble. El problema es que excluye la clase. Esto es una omisión sagaz, porque “clase” es una idea que se ha hecho confusa al punto de carecer de significado.

Sin embargo, el antagonismo de clase es in-dispensable para la visión mundial del mar-xismo. Sin ella, aunque el capitalismo se rinda al estancamiento o a la declinación, falta el mecanismo para su derrocamiento.

La guerra de clases es el sine qua non de Marx. Pero la guerra de clases, si alguna vez existió, ya terminó. En las demo-cracias de Occidente, ¿quién elige hoy, quién conduce y por cuánto tiempo?, ¿quién les dice a los gobiernos como se regula a las compañías? Finalmente, ¿quiénes son los dueños de las compa-ñías?: trabajadores a sueldo, el proleta-riado. Y esto se debe a –y no a pesar de– lo que Marx deploró más: la propiedad privada, los derechos políticos liberales y el mercado. Donde más importaba, Marx no pudo estar más errado.

Correcto en principio

La idea central de que la estructura econó-mica determina todo, ha sido en especial perniciosa. De acuerdo con esta visión, por ejemplo, el derecho a la propiedad privada existe sólo porque sirve a relaciones bur-guesas de producción.

Lo mismo puede ser dicho respecto a todo otro derecho o libertad civil que uno encuentre en la sociedad. La idea de que tales derechos tienen un apun-talamiento moral más profundo es una ilusión. La moralidad en sí misma es una ilusión, sólo otra arma de la clase gober-nante (como lo definió Gyorgy Lukacs: “La ética comunista la hace el más alto deber para actuar perversamente…este es el sacrificio más grande que la revolución requiere de nosotros”).

La entidad humana es nula; seremos sim-ples tontos del sistema, hasta que lo repu-diemos cabalmente.

P o l í t i c a

El antagonismo de clase es indispensable

para la visión mundial del marxismo. Sin ella,

aunque el capitalismo se rinda al estancamiento

o declinación, falta el mecanismo para su

derrocamiento.

Page 40: Revista EMPRESA 186

Página 38 EMPRESA Nº186

Lo que vale para la ética también vale para la historia, la literatura, el resto de las humanida-des y las ciencias sociales. El “mar-xista tardío” los ve a todos, no como sujetos de investi-gación intelectual sino como formas de control social. El pensamiento mar-xista es también profundamente utópico; otro rasgo influyente.

El Manifiesto Comunista, a pesar del título, no era un programa para gobernar inte-ligentemente cuando cayera el poder en manos de uno. Era un comentario sobre los defectos y las dinámicas del capitalis-mo. En ningún lugar del “manifiesto”, o en cualquier otro lugar de sus escritos, se tomó Marx la molestia de describir cómo funcionaría, en efecto, el comunismo que él pronosticó y apoyó.

La teoría de Marx sobre el ganado

Dijo una vez: “En la sociedad comunista, donde nadie tiene una esfera de actividad exclusiva, la sociedad regula la producción general y, por ende, hace posible que yo hoy haga una cosa y otra mañana; cazar por la mañana, pescar por la tarde; criar ganado al atardecer; criticar tras la cena, precisamente como lo tengo en mente, sin que por ello me haga cazador, ganadero o crítico”. Si el ganado está contento de que se lo críe sólo a la caída del sol o cuando se le ocurre a la gente, es uno de los muchos interrogantes que uno desearía ver desa-rrollados con mayor extensión. Pero esta

caricatura es casi todo lo que Marx dijo en la práctica sobre el comunismo. El resto debe ser deducido, tanto como la ausencia de cosas que deploraba sobre el capitalis-mo: desigualdad social, explotación, alie-nación, propiedad privada, etc.

Es notable que hoy, los críticos militantes de la globalización, ya sean o no decla-rados marxistas, proceden de la misma manera. No proponen el desarrollo de un proyecto alternativo para el presente orden económico; en vez de eso, invo-can una utopía libre de estrés ambien-tal, injusticia social y ropa deportiva de marca, y retroceden a una época dorada pre-industrial, que en realidad no existió. A este futuro alternativo nunca se le ha dado una conformación clara que permita su examen.

Y los “antiglobistas” han heredado, además de esto, otras cosas de Marx: la ira farisai-ca, la retórica violenta, la voluntad de re-currir a la violencia real (en respuesta a la “violencia” de otro lado), la demonización de las grandes empresas, la división del mundo entre explotadores y victimas, el desprecio por la reforma gradual, el fervor por el activismo, la impaciencia con la de-mocracia, el desprecio por los “derechos” liberales y las libertades, la suspicacia sobre las soluciones negociadas, la presun-ción de hipocresía o de ingenuidad infantil en los argumentos que defienden el orden del mercado.

La antiglobalización ha sido apropia-damente descripta como una religión secular. Así es el marxismo: un credo completo con profeta, textos sagrados y la promesa de un paraíso recubierto de misterio. Marx no fue científico como alegaba. Fundó una fe. Los sistemas eco-nómicos y políticos que inspiró están muertos o moribundos, pero su religión es una amplia iglesia y continúa viva.

P o l í t i c a

El pensamiento marxista es también

profundamente utópico –otro rasgo

influyente. El Manifiesto Comunista, a

pesar del título, no era un programa

para gobernar inteligentemente

cuando cayera el poder en las manos

de uno. Era un comentario sobre los

defectos y dinámicas del capitalismo.

Page 41: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 39

La viveza, entre la inteligencia y

la estupidez

Escritor y dramaturgo argentino (1922-1998).Artículo publicado en el diario La Nación (23 de octubre de 1987).

Frente a un problema concreto, la reacción mental del hombre inteligente es dinámica: buscará el camino de la solución, a menudo a través de exploraciones, de asedios desde distintos flancos, de razonamientos abando-nados en un punto y recomenzados en otro, hasta encontrar la salida.

En latín, salida se dice exitus, que los ingle-ses tradujeron por exit. La inteligencia con-duce al éxito. Aquel mismo idioma, madre del nuestro, cuyo estudio hoy les parece su-perfluo a algunas autoridades universitarias, tiene un verbo stupere, que significa que-darse quieto, inmóvil, paralizado en sentido traslaticio, mentalmente detenido como delante de un cartel que dijera “Stop”. De aquí deriva la palabra “estúpido”: hombre que permanece entrampado por un proble-ma sin atinar con la salida, aunque a veces adopte la agitación convulsa de una mari-posa encandilada por una luz muy fuerte o los movimientos desesperados de un animal dentro de una jaula.

Hablo siempre de lo ocurre en la mente. Las dos únicas reacciones del estúpido se-rán la resignación o la violencia: dos falsas salidas, dos fracasos.

Salvo casos patológicos, todos somos in-teligentes frente a un tipo de problemas, y estúpidos respecto a otros tipos de proble-mas. Pero nuestra inteligencia y nuestra estupidez no dependen de nuestra moral.

Hay inteligentes moralmente canallas, y hay estúpidos moralmente intachables.

Cuánto deben la inteligencia y la estupidez a los genes, y cuánto a la educación (digamos la gimnasia), es un asunto que dejaré de lado para que no me usurpe todo el espacio del que dispongo. Pero no querría pasar por alto un dato: sin el auxilio del intelecto (esto es, la capacidad de análisis crítico del proble-ma), y sin la posesión de conocimientos rela-cionados con ese problema y adquiridos por experiencia propia, o por revelación ajena, la pura inteligencia que acumule conocimien-tos no sabe qué hacer con ellos. Y no es raro que un intelectual ducho en el análisis críti-co, sea incapaz de hallar soluciones.

El desarrollo en un mismo individuo de la inteligencia, del intelecto y de los cono-cimientos bien puede llamarse sabiduría, si no en la aceptación teísta que le dan las escrituras, por lo menos como tributo hu-mano susceptible de adquisición o pérdida.

Con alguna frecuencia, la realidad nos pone, de momento, mentalmente paralíticos. Es cuando decimos que estamos estupefactos, lo cual significa “estar hechos unos estúpidos”. La inteligencia, si la tenemos, vendrá a res-catarnos de esa pasajera estupidez, que por no ser insalvable, se llama estupefacción.

Situada a mitad de camino entre la inte-ligencia y la estupidez, está la “viveza”,

Ref lexiones

Marco Denevi

Page 42: Revista EMPRESA 186

Página 40 EMPRESA Nº186

Ref lexiones

capaz de producir acciones en cualquier dirección, excepto hacia la salida del pro-blema. Este es su secreto: la fórmula intras-cendente que le permite ponerse a salvo y resguardo de la humillación y desprestigio que se sufren en la estupidez.

La viveza, creo yo, es la habilidad mental para manejar los efectos de un problema sin resolverlo. La persona dotada de viveza no ejercita la inteligencia, sino un suce-dáneo apto para entenderse con las con-secuencias prácticas del problema, pero no con la sustancia del problema. En otras palabras, el vivo se mueve mentalmente en procura de cómo eludir los efectos de los problemas, cómo volverlos beneficiosos para él, o lo peor de todo, cómo desviarlos en perjuicio de un tercero.

La viveza, entonces, se conecta imprescin-dible e irrenunciablemente con la moral. Sin el concurso del egoísmo no resulta posible ser vivo y para echarle el fardo al prójimo sin que éste se resista, es menester cierto grado de inescrupulosidad, y hace fal-

ta practicar algún género de fraude, siquiera verbal.

Observado duran-te un corto plazo, el vivo da la im-presión de haber obtenido el éxito, de ser inteligente: se desplaza entre los problemas sin padecer las conse-cuencias, o mejor aún, sacándoles provecho. Pero el flujo de los efectos del problema es ininterrumpido, por lo que el vivo no puede entregar-

se a los ocios y recesos de la inteligencia. De ahí que se los puede calificar de “despiertos”. Aparentan una brillantez mental que engaña a las miradas superficiales.

El inteligente, como está armando sus es-trategias para resolver el problema, parece amodorrado y en comparación con el vivo, un tanto estúpido.

Cuanto más complejo sea el problema, mas exigirá al inteligente paciencia y es-fuerzo, más lo someterá al silencioso y te-dioso análisis crítico, y al repaso constante de sus conocimientos.

La viveza no puede permitirse estas demo-ras. Los efectos prácticos del problema no esperan mucho tiempo para hacerse sentir, de modo que el vivo está obligado a la rapi-dez y en consecuencia, a la improvisación de sus métodos, generalmente empíricos. Otra vez el inteligente en comparación con el vivo parecerá lento y hasta torpe.

Si los efectos del problema por magnitud o por complejidad sobrepasan las posibilida-des de ser eludidos por la viveza, el vivo re-sulta acorralado como un estúpido, y sin su-cumbir a la resignación o a la violencia, no confesará jamás su fracaso, buscando algún chivo emisario en quien cargar las culpas.

En todas las sociedades conviven los inte-ligentes, los vivos y los estúpidos en pro-porciones distintas para cada una de ellas.

Para Borges, entre los italianos y judíos no hubo nunca ningún estúpido. Exageraba, a no dudarlo. Pero imaginemos ahora un país ficticio donde, por razones genéticas o históricas, los vivos sean mayoría.

Esbozaré la novela de lo que en ese país imaginario podría ocurrir. Puesto que son mayoría, unos vivos ocuparían el gobierno. Y otros vivos los eligen. Estos vivos que eligen

El desarrollo en un mismo individuo de la

inteligencia, del intelecto y de los conocimientos bien puede llamarse sabiduría,

si no en la aceptación teísta que le dan las

escrituras, por lo menos como tributo humano

susceptible de adquisición o pérdida.

Page 43: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 41

con el concurso de los estúpidos, incapaces de solucionar los problemas del país, los transferirían a los elegidos. Estos como vivos que son, se dedicarán a lo suyo, o sea ponerse a salvo de los efectos de los problemas, sacar-les provecho o desviarlos a otros terceros, así estos sean vivos, inteligentes o estúpidos.

Durante un tiempo, los estúpidos parpa-dearán de catatonia mental. Los inteligen-tes se sentirán más marginados. Y los vivos tratarán de imitar a los gobernantes.

Mientras tanto los problemas sin resolver se acumulan, se multiplican, se potencian, y se superponen. Hasta que fatalmente lle-ga el día en que los problemas acumulados forman una pared compacta con un cartel que dice:”¡Stop, no va más!”. Es aquí don-de la sociedad se detiene y se paraliza, y los estúpidos, si no se resignan, se vuelven

violentos. Los inteligentes toman las vali-jas y huyen, y los vivos corren de efecto en efecto, vendando aquí, remendando allá, y emparchando más allá. Dejan los bofes en este desesperado trajín por entre el caos sin control. Y para disimular su impoten-cia recurren a los fantasmas de los chivos expiatorios internos y externos, y a un len-guaje esquizofrénico que, disociado con la realidad circundante, seguirá pronuncian-do aquellos discursos con los que alguna vez embaucaron a la estupidez.

Estúpidos de brazos cruzados o de brazos armados, inteligentes en ese país ficticio, caído al pie del ominoso “stop”: no habrá para vuestro país otra salvación posible que no sea “¡la inteligencia al poder!”. Salvo que todos los inteligentes hayan huido, hipótesis altamente improbable, la novela podría tener un final feliz.

Ref lexiones

Page 44: Revista EMPRESA 186
Page 45: Revista EMPRESA 186
Page 46: Revista EMPRESA 186
Page 47: Revista EMPRESA 186
Page 48: Revista EMPRESA 186
Page 49: Revista EMPRESA 186

CENTRO DE EDUCACIÓN EMPRESARIA

Sede Capital: 25 de mayo 586, Ciudad de Buenos Aires - Campus: Vito Dumas 284, Victoria, Buenos Aires

Más información en:

www.udesa.edu.ar/[email protected]. 4725-7011

Programas Abiertos e In Companyde EDUCACION EMPRESARIADirector: Ernesto GoreDirector Ejecutivo: Gabriel Aramouni

Unive

rsid

ad a

utor

izada

pro

visor

iam

ente

por

reso

luci

ón 1

543/

90 d

el M

inist

erio

de

Educ

ació

n, C

ienc

ia y

Tecn

olog

ía

TRANSFORMAR CONOCIMIENTO EN ACCIÓN

Pensar, reflexionar,

inspirar

UDESA CEE AV 20x28 ACDE b1 3/7/07 11:15 AM Page 1

Page 50: Revista EMPRESA 186

Página 48 EMPRESA Nº186

El haber y el deber de una justicia para todosA partir de la sanción de nuestra Constitución histórica, Gelli diferencia tres significados de justicia, que le permiten profundizar en cuatro problemáticas concretas: el inusitado aumento de los litigios, la independencia de la justicia, la inseguridad, y las atribuciones del Ejecutivo que deviene de la Ley de Superpoderes.

En este contexto reconoce las acciones ya en curso y, frente a las asignaturas pendientes, comparte propuestas de mejora.

¿Cumplimos o no cumplimos con la Cons-titución? Tal vez sería adecuado para poder dar respuesta a este interrogante, partir de lo que establecieron nuestros padres funda-dores cuando sancionaron la Constitución histórica en 1853. En tal sentido, pueden señalarse tres significados de la expresión “justicia” que conviene diferenciar. Ello permitirá examinar el momento en el que estamos, analizar qué falta lograr y, quizá, compartir algunas propuestas a fin de al-canzar la justicia para todos.

Tres significados de justicia

En primer lugar, en el Preámbulo, entre los objetivos constitucionales, se estable el de afianzar la justicia. Se trata de algo más que de crear un Poder Judicial. Se relaciona con la suma de valores que impregnan la Constitución y que interpela u exige a la estructura judicial, a los restantes poderes del Estado y a todos y cada uno de los ha-bitantes de la Nación. Se enuncia allí, de modo implícito, el derecho de acceder a los servicios de justicia y una obligación estatal de desarrollar políticas públicas justas.

En segundo lugar, en la Constitución se es-tructura lo que se denomina “administración de justicia”. Este servicio judicial es, quizá, el más afectado por la recurrente crítica de quienes son sus usuarios, los habitantes del país. En la Constitución se establece un mandato a las provincias, también a la Ciu-dad Autónoma de Buenos Aires y al gobier-no federal, a fin de que organicen un sistema de justicia eficaz, que sirva para resolver o encauzar los conflictos aplicando las normas generales sancionadas con anterioridad.

Por fin, en la Constitución, la justicia está estructurada y organizada como uno de los poderes del Estado. Uno de los cuatro poderes del Estado, porque a partir de la re-forma constitucional de 1994, el Ministerio Público fue diseñado como verdadero Poder -órgano independiente, con autonomía funcional y autarquía financiera- por las atribuciones que se le adjudicaron en orden a la defensa de los intereses generales de la sociedad entre los que está, por ejemplo, la persecución de la corrupción administrativa.

Como poder, la justicia tiene la misión de controlar a los otros órganos del Estado. Sin

J u s t i c i a

María Angélica Gelli

Abogada. Especialista en Sociología Jurídica. Profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de San Andrés. Autora de Una Constitución comentada. Premio Konex. Directora del suplemento “Derecho Constitucional” de la Revista Argentina Jurídica de La Ley. Versión periodística de la exposición realizada en el X Encuentro anual de ACDE (septiembre de 2007).

Page 51: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 49

J u s t i c i a

embargo, ese control no significa disputar-les espacios para diseñar políticas públicas -corresponden al Congreso y al presidente de la Nación- sino para asegurar, garantizar, en los casos concretos que se planteen ante los tribunales, los derechos de las personas, de las empresas, de las asociaciones; en fin de todos los habitantes del país.

La aplicación efectiva de estos tres senti-dos de justicia genera una serie de cues-tiones problemáticas. Conviene examinar cuatro de esas cuestiones esenciales las que, además, podríamos resolver.

Un inusitado aumento de los litigios y la Ley de Superpoderes

La primera cuestión está referida al inusi-tado aumento de los litigios en nuestro país. En los últimos años, a partir de la gran crisis de 2001, principios de 2002, en algunas áreas de la administración de justicia, los litigios crecieron entre un 200 y un 500%. Este crecimiento requiere, por un lado, redimensionar la estructura y los recursos con los que se cuenta y, por otro, reencauzar esa creciente litigiosidad ha-cia formas más sencillas de resolución de conflictos. Muchas controversias pueden y deben resolverse por medios alternativos que no pasen, sólo y exclusivamente, por el pleito y el litigio judicial.

El segundo gran problema influye en la prestación del servicio de justicia y en ésta como pauta para dar a cada uno lo suyo y está relacionado con una cuestión ma-crojurídica. Hemos pasado seis años de emergencia declarada por ley. La ley 25.561 sancionada a comienzos de 2002 sigue aún vigente por sucesivas prórrogas dictadas año a año por el Congreso de la Nación. Esta ley delega importantes funciones en el Poder Ejecutivo, funciones que deja de ejer-cer el Congreso y sobre las que tiene poco

control el Poder Judicial, dado que resulta difícil que se presente un caso concreto de los que cabe examinar a éste último, salvo una afectación muy concreta de derechos constitucionales y decretos ejecutivos emi-tidos con irrazonabilidad manifiesta.

A más, debe señalarse la modificación de la Ley de Administración Financiera y Sis-temas de Control, popularmente conocida como Ley de Superpoderes. Esta modifi-cación normativa reconoció importantes atribuciones al Jefe de Gabinete de Minis-tros para redistribuir partidas presupuesta-rias y lo hizo -lo que resulta más inquietan-te- no como una atribución excepcional, en razón de la emergencia declarada por ley, sino como una atribución ordinaria, de reglamentación usual de ese funcionario de la Presidencia de la Nación

Este es un punto crucial en la definición del poder, de quién tiene en realidad el po-

Gelli: “La justicia tiene como misión controlar

a los otros órganos del Estado. Pero no

controlarlos para disputarles espacios, sino para asegurar, garantizar

en los casos concretos que se planteen ante los

tribunales los derechos de las personas, de las empresas, de las

asociaciones; en fin, de todos los habitantes del país”.

Page 52: Revista EMPRESA 186

Página 50 EMPRESA Nº186

Gelli “Generalizar de ese

modo supone afirmar que todas las personas

pobres terminarán cometiendo delitos,

importa tanto como descalificar a ese sector

social, sin advertir que nuestro país se construyó

con inmigrantes pobres que llegaron sin más

capital que su interés por trabajar, por su deseo

de incorporarse a la Nación..”.

der de decisión en las políticas publicas que se diseñan, se supone, para afianzar la jus-ticia. En los hechos, la modificación de la Ley de Administración Financiera y Siste-mas de control -aunque haya afectado a un solo artículo de esa disposición- concentra el poder de modo notable en el Ejecutivo.

La independencia de la justicia y la problemática de la inseguridad

El tercer problema que afecta a la adminis-tración de justicia se relaciona con la percep-ción social acerca de que ésta resulta ineficaz, lenta y poco independiente al momento de resolver los conflictos sociales. Sin duda ese problema está conectado con las dificultades institucionales, con las rupturas del sistema constitucional que padeció nuestro país. Es la historia de la cual venimos.

Finalmente, el cuarto problema visible y agudo que afecta a la justicia es el de la inseguridad o la falta de seguridad. Todos conocemos los contornos de esta gravísima cuestión. Sin embargo, en muchas ocasio-

nes se analiza la problemática desde una perspectiva ideológica que parte de una premisa por momentos discriminatoria e insultante para los sectores sociales más pobres, en tanto se sostiene que la des-igualdad económica es la única y exclusiva causa de la inseguridad. Generalizar de ese modo supone afirmar que todas las per-sonas pobres terminarán cometiendo deli-tos, importa tanto como descalificar a ese sector social, sin advertir que nuestro país se construyó con inmigrantes pobres que llegaron sin más capital que su interés por trabajar, por su deseo de incorporarse a la Nación. Que se educaron y contribuyeron a crear un país que, en algún momento de nuestra historia, dio esperanzas de movili-dad y plena integración social a sus hijos.

Respuestas y medidas frente a las problemáticas

Ahora bien, ¿qué medidas pueden elaborarse frente a estos cuatro problemas? Algunas soluciones se han arbitrado y otras están pendientes. En el haber puede señalarse la

E c o n o m í a

Page 53: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 51

acción que está impulsando la Corte Supre-ma de Justicia de la Nación, con la impronta que le está dando su actual presidente, Ri-cardo Lorenzetti. El año pasado se ha inau-gurado la Conferencia Nacional de Jueces, un espacio para analizar los problemas de in-eficacia y de afectación de la independencia del Poder Judicial. Constituye un dato alen-tador, porque significa que la justicia como Poder del Estado se está haciendo cargo de las dificultades que lo afectan.

En orden a resolver el problema del aumen-to de los de litigios la Corte está analizando mecanismos de arbitraje para las cuestiones comerciales; mediaciones para los conflictos familiares y mediaciones preventivas para los conflictos laborales-empresariales. Estos son pasos intermedios, adecuados para re-solver las controversias antes de que lleguen a la instancia jurisdiccional.

La Corte Suprema también ha sugerido la instancia de lo que ha denominado el “Diá-logo Institucional”. En primer lugar con los abogados. El presidente de la Corte acaba de asistir a la Decimoquinta Conferencia Nacional de Abogados, celebraba en Sal-ta. Allí planteó la necesidad de establecer políticas públicas consensuadas en materia de educación judicial y en materia de ad-ministración de justicia. Constituye una propuesta dirigida a todos actores sociales involucrados directa o indirectamente en la solución del problema de la justicia. Por cierto, este tiempo de emergencia jurídica requiere una respuesta constructiva por parte de los abogados, también operadores del derecho. Las otras medidas las tiene que aportar el poder político.

Necesidad de derogar ciertas normas

Entre las cuestiones pendientes, considero necesario examinar con seriedad, revisar,

eventualmente derogar o modificar las normas jurídicas que hoy vigentes, que no contribu-yen a mejorar la institucionalidad. En especial dos normas merecen atención. Una de ellas para derogar-la, me refiero a la que se denomina, popularmente, Ley de Superpoderes. La otra, la Ley de Abastecimiento, para sincerar defi-nitivamente su es-tado de vigencia.

La Ley de Abastecimiento fue suspendida por un decreto de necesidad y urgencia durante la administración Menem. Sólo recuperaría su vigencia mediante una ley que declarase la emergencia de abas-tecimiento. No obstante, aquel decreto mantuvo la vigencia de una disposición que acuerda numerosas delegaciones al Poder Ejecutivo en materia económica. Esas delegaciones permiten intervenir al Presidente -y a sus funcionarios- en el proceso de producción, comercialización, intermediación y distribución de bienes y servicios.

La vigencia de esta norma autoriza al Poder Ejecutivo -a éste Presidente o cualquier otro- disponer de enormes atri-buciones para asumir las que corresponden al Congreso, y las que no debieran ejercer uno ni otro porque son inconstitucionales.

En 1994, por primera vez, se dispuso en la Constitución Nacional, el objetivo de pro-veer justicia social mediante políticas pú-blicas diseñadas por el Poder Legislativo.

E c o n o m í a

El liberalismo de la Constitución

es un liberalismo personalista que

implica derechos y deberes. Esos

deberes sugieren que, además de

reclamar lo que nos corresponde en

justicia, tenemos una responsabilidad

social de hacer y de hablar oportuna

e inoportunamente, por nosotros

mismos o por nuestras asociaciones.

Page 54: Revista EMPRESA 186

Página 52 EMPRESA Nº186

Además, se incor-poró una norma de protección de usua-rios y consumidores quedando a cargo de las autoridades el establecimiento de sistemas eficaces para evitar toda forma de distorsión de los mercados.

Esta norma constitucional es relevante ya que, por un lado, reconoce la existencia del mercado y de lo que ello significa acer-ca de la libertad económica y de la libertad de empresa. Pero, al mismo tiempo, atri-buye al Estado la función de controlar la distorsión, las posibles distorsiones de los mercados, y el control de los monopolios legales o naturales. Esta tarea -a fin de que la justicia sea para todos- cabe a los pode-res públicos provenientes de la elección popular. En ese camino debieran derogar aquellas dos leyes a las que me he referido.

Nuestra responsabilidad como sociedad

¿Qué nos compete hacer a nosotros -como sociedad- para que la justicia sea en verdad para todos? Deberíamos, como primera medida, conocer los problemas. Podemos tomar, como ejemplo, el de la seguridad. De modo usual suele decirse que el problema de la inseguridad se resuelve con el aumen-to de las penas y con la acción severa de los jueces intervinientes. Se desconoce, en cambio, el papel de los fiscales en el proceso penal y que los jueces, en razón de la juris-prudencia actual de la Corte Suprema, no deben dictar sentencias condenatorias si no hay acusación del fiscal, salvo pedido de la querella. Considero, en consecuencia, que la sociedad debe prestar atención al modo en que actúan los fiscales; hoy constituyen un nuevo poder del Estado. Muchos de los

entorpecimientos, de los bloqueos en la administración de justicia no se producen sólo por las dificultades de ésta sino por la actuación o las dificultades e interferencias que afronta el Ministerio Público Fiscal, los fiscales a cargo de la persecución penal.

También, en el problema de la seguridad, están involucrados los medios de comunica-ción social. Hay aquí una verdadera cuestión pendiente que no debe desconocerse. ¿Qué pueden hacer los medios de comunicación? ¿Qué es lo que no hacen cuando justifican algunas acciones como consecuencia de la situación social de sus actores?

Asimismo, es necesario exigir a los poderes públicos la implementación de las solucio-nes adecuadas. Accionar en lo que podría-mos llamar la “ética de las conductas”. Un mecanismo de alerta a los poderes públicos es la emisión del sufragio, elegimos cada dos años. Pero, además, cada uno de no-sotros, en las áreas en las que trabajamos, podemos comunicar al poder político la fuerza de la sociedad civil.

Y, finalmente, debemos pronunciar la ver-dad en la que creemos, no para imponerla, sino para ofrecerla como contribución. En ocasiones, parece que la sociedad ar-gentina guarda silencio, excesivo silencio ¿Por qué sucede? En particular creo que es porque somos más individualistas que liberales. El liberalismo de la Constitu-ción es un liberalismo personalista que implica derechos y deberes. Esos deberes sugieren que, además de reclamar lo que nos corresponde en justicia, tenemos una responsabilidad social de hacer y de hablar oportuna e inoportunamente, por nosotros mismos o por nuestras asociaciones. El si-lencio puede comprenderse después de cri-sis muy agudas como las que hemos vivido. Pero, aunque pueda comprenderse, me parece que ya, en este momento de nuestra historia, no puede justificarse más.

E c o n o m í a

Ha llegado la hora de que pensemos

en soluciones a los conflictos; que no

pasen, sólo y exclusivamente, por el

pleito y el litigio judicial.

Page 55: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 53

Una empresa altamente productiva

y plenamente humana

E m p r e s a

Lorenzo Servitje

¿Es posible para una empresa crecer, incluso a nivel internacional, conservando sus valores? La respuesta implica, sin duda, la definición previa de qué valores estamos hablando.

A nuestro juicio, los valores son, por una par-te, los económicos y, por la otra, los sociales y propiamente morales. La definición implicará establecer cuáles son las finalidades económi-cas y sociales de toda empresa, tanto las que se pueden considerar externas como internas.

La finalidad económica y social de la empresa

La finalidad económica externa de toda empresa es proporcionar productos o servi-

cios a la sociedad. La finalidad económica interna es obtener un valor agregado para remunerar a quienes le han aportado capi-tal o trabajo.

La finalidad social externa es, en el desa-rrollo de su actividad económica, salva-guardar los valores fundamentales que la sociedad aprecia; no deteriorarlos sino, y más aún, promoverlos. La finalidad social interna es conservar y fomentar los valores indispensables para el pleno desarrollo de sus integrantes.

Todas estas finalidades, al irse alcanzando, hacen que la empresa cumpla lo que cons-tituye su responsabilidad, su respuesta a lo que esperan de ella sus stakeholders, es de-

Ex presidente del Grupo Empresarial Bimbo y miembro del Consejo de Administración. Formó y presidió la Fundación Mexicana para el Desarrollo Social y el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana.Ex presidente de la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM).

“La empresa con alma es aquella en la que sus directivos no sólo creen profundamente en su filosofía, sus valores y sus objetivos, sino que los viven y los expresan con

entusiasmo en todo lo que hacen. Ejecutivos que no dirigen sólo con su inteligencia sino también con su corazón”.

En octubre pasado visitó nuestro país Lorenzo Servitje, uno de los socios fundadores del Grupo Bimbo y, por muchos años, su Director General.

Hombre coloquial, cálido en sus expresiones; denota un espíritu emprendedor que no ha mermado con el paso de los años. El supo construir un grupo empresario

internacional cimentado en valores y en la visión de constituir una empresa altamente productiva y plenamente humana.

Además de su extensa trayectoria profesional, Lorenzo fue uno de los propulsores de la asociación cristiana de dirigente de empresa de México, USEM. Su paso por Buenos

Aires fue una oportunidad ideal para contar con su palabra.

Page 56: Revista EMPRESA 186

Página 54 EMPRESA Nº186

cir, todos aquellos grupos con los que ella entra en contacto.

Desde luego, entre los mismos están sus in-versionistas y su personal, a los que les si-guen los clientes, proveedores, competido-res, la comunidad, el Gobierno y quienes tienen derecho a un medio ambiente sano, que son los habitantes presentes como fu-turos de una ciudad o un país.

Dicho esto, veamos cuáles son los valores que estamos decididos a conservar en los lugares en que se encuentran nuestras empresas. Desde luego, son muchas las diferencias en el gusto, en las preferen-cias y costumbres, y en la cultura de los diversos países en que trabajamos, más si consideramos que podemos hablar tanto de Norteamérica como de Sudamérica y Asia. Pero lo que hemos comprobado con satisfacción, es que son muchas más las co-incidencias que las discrepancias.

Los valores en la empresa

Nosotros insistimos en los siguientes va-lores:

• Calidad de nuestros productos. El man-tenimiento y mejora de la calidad es casi una obsesión de la empresa, y la firmeza de esta política es apreciada de inmediato por nuestro personal, y por nuestros clientes y consumidores.

Alguna vez escribí: “Todos los días debe haber una preocupación, una obsesión por el producto. La lucha por su calidad y su frescura es una lucha permanente. La producción es una actividad fundamental de nuestra empresa. Queremos amorosa-mente nuestro oficio y los productos que hacemos”.

• Nuestra visión de largo plazo y la firme voluntad de resistir la tentación de com-prometer el futuro por resultados inme-diatos. Lo que está relacionado con una política de invertir y reinvertir nuestras utilidades, otorgando bajos dividendos. Esto dio oportunidad no sólo de instalar fábricas en varias ciudades de la Repú-blica Mexicana sino también fuera de nuestras fronteras y además, permitió entrar a otros campos de la industria ali-mentaria.

• La pasión, que es la capacidad de poner algo más, con mayor entusiasmo en lo que se hace.

• La eficacia, que es lograr lo que se desea que suceda.

• La rentabilidad, que es pugnar porque siempre consigamos resultados positivos en lo que hacemos, proporcionados a la inversión y a sus riesgos.

• Pero el valor que consideramos de mayor importancia es nuestra gente, el personal que trabaja en la empresa, desde el más alto directivo hasta el más modesto trabajador.

Servitje: “La empresa con alma es aquella en la

que sus directivos no sólo creen profundamente en

su filosofía, sus valores y sus objetivos, sino que los viven y los expresan con entusiasmo en todo lo que hacen. Ejecutivos

que no dirigen sólo con su inteligencia sino también

con su corazón.”

E m p r e s a

Page 57: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 55

La empresa será lo que sean sus hombres y sus mujeres

Siempre hemos sostenido que la empresa será lo que sean sus hombres y sus mujeres, las personas que trabajan en ella. Y ellos serán lo que sean sus jefes, en el nivel en que se encuentren. De allí que nuestra po-lítica, en relación con los que tienen fun-ciones de mando, sea muy exigente, desde su capacitación, desarrollo y motivación hasta su remuneración y permanencia en la empresa.

Esta política hacia el personal, que de al-gún modo tiene consecuencias para todas las personas con las que la empresa se re-laciona, ha quedado plasmada en nuestro propósito de ser una empresa altamente productiva y plenamente humana.

El campo de la economía es el del apro-vechamiento óptimo de recursos escasos. El campo de la ética es el de lo que debe hacerse para el bien del ser humano. Siem-pre existirá una tensión entre lo que puede hacerse –campo de la economía– y lo que debe hacerse –campo de la ética–. El deber del dirigente de empresa es esforzarse por acercar lo más posible lo que debe hacerse con lo que puede hacerse.

Para que esto sea realidad, es indispensable que los jefes de la empresa, del nivel que sean, tengan las cualidades de jefe que la empresa exige: inteligencia y conocimien-to de su tarea, espíritu de trabajo, deseo de logro, integridad moral y, desde luego, sentido humano.

El trabajo en la empresa y la relación con sus colaboradores

El sentido humano debe orientar y animar todo el trabajo de la empresa y la relación con sus colaboradores, e incluye estas normas:

• Pugnar por desterrar de la empresa lo que se ha llamado la relación adversa: la actitud de defensa y de presión continua entre quienes mandan y quienes deben obedecer.

• Enseñar al personal el funcionamiento de la economía, de la empresa en general y de la nuestra en particular para que tenga un conocimiento justo de lo que son.

• Capacitar al personal cuidadosamente para su buen desempeño, pero también contribuir a su formación y desarrollo como persona para el bien de la empresa y de su familia.

• Remunerar de acuerdo al mercado y, en lo posible mejor, mediante bonos e incen-tivos.

• Insistir en la necesidad de una buena comunica-ción interna y de conocernos mejor. Cuando uno se conoce muchas cosas cambian. El contacto físico y la proximidad hacen que se borren, que se limen muchas asperezas, y que surja esa esencia bellísima que es la calidad de los seres humanos. Todo esto nos lleva a poder compartir ideas, po-der brindar nuestra colaboración y nuestro apoyo personal.

• Involucrar al personal en las finalidades de la empresa como si fueran propias, me-diante amplios esquemas de participación en las decisiones, en sus áreas de trabajo, insistiendo en el principio de subsidiaridad

El desarrollo en un mismo individuo

de la inteligencia, del intelecto y de los

conocimientos bien puede llamarse

sabiduría; si no en la aceptación teísta

que le dan las escrituras, por lo menos

como tributo humano susceptible de

adquisición o pérdida.

E m p r e s a

Page 58: Revista EMPRESA 186

Página 56 EMPRESA Nº186

que exige que el colaborador haga lo más posible y que el jefe o una autoridad ma-yor, lo necesario.

• Y finalmente introducir en la relación de trabajo ese algo más que es el recono-cimiento de la dignidad de cada persona y de su valor como ser humano; que implica tratarle con justicia, respeto, confianza y afecto.

La empresa es algo que vive

En un libro poco conocido, Leadership with Soul, de Lee G. Bolman y Terrence E. Deal, que trata muy a fondo el espíritu de la relación laboral, se desarrolla la idea de que en la empresa debe existir el amor fraterno, al que todos los seres humanos aspiramos.

¿Por qué no puede existir, para quienes convivimos tantas horas y tantos días en la empresa, no sólo la amistad, la ayuda mutua y la camaradería, sino también el afecto?

La empresa es algo que vive. En ella hay un impulso vital; algo superior que la alienta. No debe verse como un simple negocio sino como una en-tidad por sí misma con un horizonte largo de vida, que debe cobrar sentido y significado para todos. Alguien ha dicho que tiene su personalidad y un corazón que late al ritmo del corazón de las mujeres y de

los hombres que en ella trabajan, los que muchas veces la quieren más que sus due-ños o jefes. Esto es lo que se ha llamado “el alma de la empresa”.

Y aquí deseo relatar el caso de la Preston Trucking Company. Sus empleados habían realizado un trabajo verdaderamente so-brehumano a favor de la empresa. Alguien, escéptico, les preguntó por qué habían he-cho todo eso por ella. Un endurecido traba-jador, combatiente de tradicionales luchas sindicales, contestó: “Escucha amigo, noso-tros no trabajamos para Preston Trucking, nosotros somos Preston Trucking”.

Y también el caso de un vendedor jubila-do de Bimbo México que había pedido de regalo un uniforme, aunque ya no trabaja-ba en la empresa. Al preguntarle el porqué de su petición, dijo que quería que cuando muriera lo enterraran con él. Y así sucedió.

Para lograr estos objetivos elevados, los jefes deben tener en cuenta y vivir las nece-sidades, las inquietudes y las aspiraciones de su personal. Que sepan que se preocupan de ellos, que tratan de saber quienes son, que es lo importante para ellos y tener hasta la capacidad de perder el tiempo con ellos.

En pocas palabras, la empresa con alma es aquella en la que sus directivos no sólo creen profundamente en su filoso-fía, sus valores y sus objetivos, sino que los viven y los expresan con entusiasmo en todo lo que hacen. Ejecutivos que no dirigen sólo con su inteligencia sino también con su corazón.

Y este espíritu, esta alma de la empresa a la que todos deben de contribuir, es lo que puede hacer de ella no solamente un medio para que cada uno se gane la vida con dignidad, sino también el lugar donde se sea alguien, donde se pueda alcanzar la propia realización y ser feliz.

Todos los días debe haber una

preocupación, una obsesión por el

producto. La lucha por su calidad y

su frescura es una lucha permanente.

La producción es una actividad

fundamental de nuestra empresa.

Queremos amorosamente nuestro

oficio y los productos que hacemos.

E m p r e s a

Page 59: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 57

¿Es posible para una empresa crecer, incluso a nivel internacional, conservando sus valores?

Y aquí llegamos a tratar de responder esta pregunta. No hay duda que una empresa que se extiende fuera de las fronteras de su país se encuentra con el problema de cómo traducir sus objetivos, políticas y estilo de operar a otros países; con culturas, a veces cercanas como es el caso de Argentina, otras lejanas, como es el caso de China.

Un primer obstáculo es el lenguaje, que en muchos casos se presta a confusiones o malas interpretaciones. Otro es el estilo de comunicación y de mando. Y en esto suele tropezarse, como en nuestro país, con pre-juicios, desconfianza y escepticismo.

Buena parte de este obstáculo es el grado de relación adversa, dentro de las empre-sas, entre quienes mandan y quienes deben obedecer, que ocurre en todas partes.

Superar esto implica la necesidad de ganar la confianza de quienes trabajan, convencerlos con hechos de que nuestra conducta de respeto, de comprensión y de apertura a su participación es genuina y no un mero instrumento de manipulación para ganar su cooperación en orden a una mayor productividad.

El proceso es lento y depende, fundamen-talmente, de la integridad moral de los je-fes y de su capacidad de respetar, entender e incluso querer a sus colaboradores, como ya hemos dicho anteriormente.

Hay que poner un cuidado especial en esta relación de no invadir su espacio personal y privado, y en esto se debe prestar aten-ción a las costumbres de cada país.

Al ingresar a nuevos países, pugnamos para que nuestros directivos y gerentes mexicanos conozcan no sólo esas costum-

bres, sino también lo más relevante de su historia y de sus gobernantes actuales.

Otra advertencia es que traten de escuchar a sus colaboradores para ir conociéndolos cada vez más e ir comprendiendo y apre-ciando su cultura. También recomendamos que, en cuanto sea posible, se afilien a las asociaciones de su gremio industrial; y que la empresa cubra las cuotas que correspon-dan. Además, tan pronto la empresa tenga utilidades, deberá aportar a obras sociales de la comunidad siguiendo las políticas del Grupo en cada localidad. Queremos que nuestra empresa en el país que se encuen-tre sea considerada como un buen miem-bro de esa comunidad.

Y un proyecto en el mediano plazo es que en cada país la mayoría de los puestos di-rectivos y gerenciales estén en manos de nacionales y de ser posible, la totalidad.

En general, habiendo seguido estas nor-mas, no hemos encontrado obstáculos im-portantes para que nuestros valores tengan vigencia tanto en lo interno como en lo externo de la vida de la empresa, y confia-mos que así continuará.

E m p r e s a

Lorenzo Servitje recibe durante el Foro almuerzo un especial reconocimiento de los

dirigentes de empresa de ACDE.

Page 60: Revista EMPRESA 186

Página 58 EMPRESA Nº186

Recordando a Víctor Frankl

La búsqueda del sentido de la vida

L.C. Profesor de Filosofía en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, ROMA. Publicado en Análisis Digi-tal y reproducido por Zenit (28 de agosto de 2007).

Hace diez años, el 2 de septiembre de 1997, moría en Viena un famoso psi-quiatra, Viktor Frankl. Su voz se difun-dió por los cinco continentes a través de innumerables conferencias en las que defendió su teoría psicoterapéutica: la logoterapia.

Sus libros continúan entre nosotros y nos dan un testimonio particularmente vivo a favor de la dignidad del hombre; de un hombre dotado de libertad y de responsabilidad con las que puede hacer el bien o el mal.

Una lucha en favor de la vida y de la dignidad de cada ser humano

No podemos recordar, en tan sólo unas po-cas líneas, lo que nos enseñó este hebreo que sobrevivió al horror de los campos de exterminio nazi. Quizá su misma lucha en favor de la vida y de la dignidad de cada ser humano sea el resultado de una expe-riencia profunda que habla más que sus palabras. De todos modos, vamos a espigar algunas ideas de Frankl, que encierran una fuerza particular.

Cada hombre -tú, yo, el más desgraciado de los miserables- tiene dentro de sí una

mente y un corazón que nadie puede to-car, que nadie puede destruir. Es cierto que nos pueden secuestrar, encadenar, amenazar. Pero nadie nos puede obligar a pensar lo que no queremos, ni amar lo que odiamos, ni despreciar aquello que es lo más importante para nosotros. A lo sumo, podrán dañar nuestro sistema nervioso o podrán destruir partes impor-tantes de nuestro cerebro, pero aún así no habrán doblegado la capacidad del espíri-tu: un hombre enloquecido no puede usar plenamente de sus facultades, no es capaz de amar en plenitud.

Abrir el corazón a la esperanza

En los campos de concentración, decía Frankl, los verdugos querían anular la dignidad y las energías espirituales de sus prisioneros. Algunos, quizá muchos, su-cumbían y llegaban a ser tan crueles con sus compañeros como crueles eran los carceleros. Pero otros, con una energía espiritual indestructible, eran capaces de abrir el corazón a la esperanza para ayudar al vecino de cama menos afortu-nado, o para soñar, al anochecer entre el frío y el cansancio, con la esposa o el esposo que tal vez les seguía aguardando en algún rincón del planeta.

Ref lexiones

Fernando Pascual

Page 61: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 59

Ref lexiones

No han desaparecido, por desgracia, los campos de concentración y de extermi-nio. Resulta dramático encontrar jóve-nes o adultos desesperados, dispuestos al suicidio o al abandono, cuando a veces conservan todas sus energías físicas e, incluso, bienes materiales más que sufi-cientes.

El sentido de la vida

¿Por qué su angustia, por qué su “neuro-sis”? Quizá, nos diría Frankl, porque no han encontrado el sentido de su vida. Es cierto que muchas neurosis tienen un ori-gen psicosomático. Pero también es cierto que hay neurosis que nacen, precisamente, del sentimiento del fracaso de quien no tiene ningún proyecto serio por el que lu-char, por el que sufrir.

Cada hombre y cada mujer en esta tierra pueden vivir para algo, pueden vivir para alguien. Querer vivir “para nada”, en la desesperación y en el vacío de quien busca atrapar el placer del momento sin ningún proyecto serio, sin ningún amor sincero, es caminar hacia la propia destrucción emocional y existencial. Es un suicidio moral, quizá tan grave como el suicidio físico, al que no pocas veces por desgracia, se llega de este modo. Por eso la terapia de la neurosis moderna radica en ayudar a los demás (y ayudarnos a nosotros mismos) a descubrir nuestro quehacer, nuestra misión en esta vida.

No se trata de encontrar que de la noche a la mañana puedo empezar a ser pintor o médico, o bombero.

Lo que debo hacer, con seriedad y con rea-lismo, es ver lo que ha sido mi trayectoria personal para tomar los hilos que me dicen qué espera de mí la vida, que anhelan los demás de mi existencia.

• Un marido descubrirá, tal vez, que se ha drogado con su trabajo y ha dejado de lado a aquella a la que amó algún día, y que no piensa en sus hijos sino cuando hay que tocar temas económicos.

• Un borracho llorará al darse cuenta de lo mucho que podría consolar a su madre enferma si dejase, esta vez para siempre, las cervezas para cumplir con sus deberes de hijo.

• Un joven que vive de discoteca en discoteca descubrirá, si tiene valor para pensar en serio, que una buena familia no nace de las fiestas, sino del estudio y del trabajo de quien decide amar de verdad a quien hoy es la novia y mañana, su esposa para siempre.

Alguno pensará que hay situaciones sin sentido. Un cáncer en un adolescente, un accidente de carretera que deja inválido a un padre de familia, una hemorragia ce-rebral que obliga a una madre a quedarse para siempre en una silla de ruedas, ¿pue-den tener un significado, un valor?

En el horizonte de las infinitas situaciones

humanas, Frankl (en la foto) supo descubrir la

presencia ignorada y escondida de Dios.

Page 62: Revista EMPRESA 186

Página 60 EMPRESA Nº186

La presencia ignorada y escondida de Dios

Frankl nos diría que sí. El espíritu humano es tan fuerte que puede sobreponerse al dolor y darle una luz y un significado supe-riores. También es cierto que puede haber quién no soporte ni un dolor de estómago y que se desespere cuando pierde el dedo de una mano. Pero eso es señal de un fracaso más profundo: no hemos sabido descubrir lo que la vida nos estaba pidiendo en los pe-queños o grandes dolores de cada día.

En el horizonte de las infinitas situaciones humanas, Frankl supo descubrir la presen-cia ignorada y escondida de Dios. Hay un designio que nos supera, nunca compren-dido del todo; hay un proyecto en el que cada uno tiene un lugar maravilloso.

Descubrir ese proyecto de Dios, pensado para mí, para mi propia felicidad y para el

bien del mundo, es una tarea que nos pide a todos abrir el corazón a la esperanza. El dolor no es el fracaso de una vida sin sentido. El do-lor es una invitación a dar sentido a lo que pa-rece una vida fracasa-da, pero no lo es: todo vale en el horizonte del amor de Dios.

Hace diez años Frankl cruzaba la frontera del misterio. Aquí trabajó para ayudarnos a descubrir el sentido de la vida. Allá verá todo, junto a Dios, en la plenitud de su significado.

Un amor que es más fuerte que la muerte

En palabras de otro enamorado de la vida, el Papa Pablo VI, podríamos aña-dir, en el respeto de la fe judía del gran psicólogo austríaco, que “Todo es don; detrás de la vida, detrás de la naturaleza, del universo, está la Sabiduría: y des-pués, lo diré en esta despedida luminosa (Tú nos lo has revelado, Cristo Señor) ¡está el Amor!”. Un amor que es más fuerte que la muerte, que el odio, que la enfermedad.

Ese es el mensaje que nos dejó Viktor Frankl. Acogerlo y vivirlo le toca a cada uno, desde su situación personal, desde lo que le pide la vida y, más en profundidad, desde lo que le pide ese Dios que nos espe-ra a todos en un cielo para siempre.

Ref lexiones

No han desaparecido, por desgracia, los campos

de concentración y de exterminio. Resulta

dramático encontrar jóvenes o adultos

desesperados, dispuestos al suicidio o al abandono,

cuando a veces conservan todas sus energías

físicas e, incluso, bienes materiales más que

suficientes.

Page 63: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 61

Los tres desafíos del mundo globalizado

D o c t r i n a

Benedicto XVI

No cabe duda de que la construcción de una sociedad justa corresponde en primer lugar al orden político, tanto dentro de los diversos Estados como en la comunidad internacional. Como tal, en todos los niveles requiere un ejerci-cio disciplinado de la razón práctica y un entrenamiento de la voluntad para poder discernir y satisfacer las exigen-cias específicas de la justicia, respetando plenamente el bien común y la dignidad inalienable de toda persona.

En mi encíclica Deus caritas est, reafirmé -al inicio de mi pontificado- el deseo de la Iglesia de contribuir a esta necesaria purificación de la razón, para ayudar a formar las conciencias y para estimular una respuesta más amplia a las exigencias genuinas de la justicia. Al mismo tiempo, subrayé que, incluso en la más justa de las sociedades, habrá siempre espacio para la caridad: “No hay ningún orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servi-cio del amor” (n. 28).

La convicción de la Iglesia de que la justi-cia y la caridad son inseparables nace, en definitiva, de su experiencia de la infinita justicia y misericordia de Dios reveladas en Jesucristo, y lo manifiesta insistiendo en que el hombre mismo y su irreductible dignidad deben ocupar el centro de la vida política y social.

Por tanto, el magisterio de la Iglesia, que no sólo se dirige a los creyentes sino también a todos los hombres de buena voluntad, apela a la recta razón y a una sana comprensión de la naturaleza humana al proponer prin-cipios capaces de guiar a los individuos y a las comunidades hacia la búsqueda de un orden social marcado por la justicia, la li-bertad, la solidaridad fraterna y la paz.

El papel de la caridad en la búsqueda de justicia

En el centro de esa enseñanza, como sabéis muy bien, está el principio del destino uni-

Extracto de la Carta enviada por S.S. a la presidenta de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, la profesora Mary Ann Glendon, con motivo de la sesión plenaria celebrada en el Vaticano sobre el tema “Caridad y Justicia en las relaciones entre pueblos y naciones”, del 27 de abril al 1 de mayo de 2007.

Este año, el encuentro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales centró su temática en la caridad y en la justicia, en las relaciones entre pueblos y naciones.

Previo a la sesión plenaria de la entidad, Su Santidad remitió una carta a su presidenta subrayando el papel de la Iglesia frente a esta cuestión, dado que la búsqueda de la

justicia y la promoción de la civilización del amor son aspectos esenciales de su misión al servicio del anuncio del Evangelio de Jesucristo.

Como un aporte a la reflexión, y a manera de disparador, Benedicto XVI compartió su visión acerca de tres desafíos que afronta el mundo: el medio ambiente y un desarrollo sostenible, la persona humana, y los valores del espíritu, los que -según él-, únicamente pueden afrontarse con un compromiso convencido al servicio de la mayor justicia, que

está inspirada por la caridad.

Page 64: Revista EMPRESA 186

Página 62 EMPRESA Nº186

versal de todos los bienes de la creación. Según ese principio fundamental, todo lo que produce la tierra y todo lo que el hom-bre transforma y confecciona, todo su co-nocimiento y toda su tecnología, todo está destinado a servir al desarrollo material y espiritual de la familia humana y de todos sus miembros.

Desde esta perspectiva íntegramente hu-mana, podemos comprender más plena-mente el papel esencial que desempeña la caridad en la búsqueda de la justicia. Mi predecesor, el Papa Juan Pablo II, estaba convencido de que la justicia por sí sola era insuficiente para entablar relaciones realmente humanas y fraternas dentro de la sociedad. “En todas las esferas de las re-laciones interhumanas -afirmó- la justicia debe experimentar, por decirlo así, una no-table “corrección” por parte del amor que -como proclama San Pablo- es “paciente”

y “benigno”, o dicho en otras palabras, lleva en sí los caracteres del amor miseri-cordioso tan esenciales al Evangelio y al cristianismo” (Dives in misericordia, 14).

Es decir, la caridad no sólo permite a la justicia ser más creativa y afrontar nue-vos desafíos, sino que también inspira y purifica los esfuerzos de la humanidad en-caminados a alcanzar la auténtica justicia para construir así una sociedad digna del hombre.

En un contexto en que “la solicitud por el prójimo, superando los confines de las comunidades nacionales, tiende a exten-der su horizonte al mundo entero” (Deus caritas est, 30), se debe comprender y su-brayar más claramente la relación intrín-seca que existe entre caridad y justicia. A la vez que manifiesto mi confianza en que vuestros debates de estos días resulten fructuosos a este respecto, deseo atraer brevemente vuestra atención hacia tres desafíos específicos que el mundo afronta, desafíos que únicamente pueden afron-tarse con un compromiso convencido al servicio de la mayor justicia, que está ins-pirada por la caridad.

El medio ambiente y un desarrollo sostenible

El primer desafío atañe al medio ambiente y a un desarrollo sostenible. La comunidad internacional reconoce que los recursos del mundo son limitados y que todo pue-blo tiene el deber de poner en práctica políticas encaminadas a la protección del medio ambiente, con el fin de prevenir la destrucción del patrimonio natural, cuyos frutos son necesarios para el bienestar de la humanidad.

Para afrontar este desafío, se requiere un enfoque interdisciplinario semejante al

La caridad no sólo permite a la justicia ser más creativa y afrontar

nuevos desafíos, sino que también inspira y purifica

los esfuerzos de la humanidad encaminados

a alcanzar la auténtica justicia para construir así

una sociedad digna del hombre.

D o c t r i n a

Page 65: Revista EMPRESA 186

Octubre / Noviembre 2007 Página 63

Resulta cada vez más importante la

necesidad de un diálogo que pueda

ayudar a las personas a comprender

sus propias tradiciones, promoviendo

la comprensión y el reconocimiento

de los verdaderos valores humanos

dentro de una perspectiva intercultural.

que vosotros habéis empleado. Además, hace falta una capacidad de valorar y prever, de vigilar la dinámica del cambio ambiental y del desarrollo sostenible, de elaborar y aplicar soluciones a nivel inter-nacional. Es preciso prestar atención parti-cular al hecho de que los países más pobres son los que suelen pagar el precio más alto por el deterioro ecológico.

En el Mensaje para la Jornada mundial de la paz de 2007, puse de relieve que “la destrucción del medio ambiente, su uso impropio o egoísta, y el acapa-ramiento violento de los recursos de la tierra, generan fricciones, conflictos y guerras, precisamente porque son fruto de un concepto inhumano de desa-rrollo. En efecto, un desarrollo que se limitara al aspecto técnico y económi-co, descuidando la dimensión moral y religiosa, no sería un desarrollo humano integral y, al ser unilateral, terminaría fomentando la capacidad destructiva del hombre” (n. 9: L’Osservatore Roma-no, edición en lengua española, 15 de diciembre de 2006, p. 6).

Al afrontar los desafíos de la protección del medio ambiente y del desarrollo sos-tenible, estamos llamados a promover y a “salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ‘ecología humana’” (Centesi-mus annus, 38). Por otra parte, esto exige una relación responsable no sólo con la creación sino también con nuestro próji-mo, cercano o lejano, en el espacio y en el tiempo, y con el Creador.

La persona humana y los problemas globales

Esto nos lleva a un segundo desafío, que implica nuestro concepto de persona humana y, en consecuencia, nuestras rela-ciones recíprocas. Si a los seres humanos

no se les ve como personas, varones y mu-jeres, creados a imagen de Dios (cf. Gn. 1, 26), dotados de una dignidad inviolable, será muy difícil lograr una plena justicia en el mundo.

A pesar del re-conocimiento de los derechos de la persona en decla-raciones interna-cionales y en ins-trumentos legales, es necesario pro-gresar mucho para que ese reconoci-miento tenga con-secuencias sobre los problemas glo-bales, como los si-guientes: la brecha cada vez mayor entre países ricos y países pobres; la desigual distribución y asignación de los recursos naturales y de la riqueza producida por la actividad hu-mana; la tragedia del hambre, de la sed y de la pobreza en un planeta donde hay abundancia de alimento, de agua y de prosperidad; los sufrimientos humanos de los refugiados y de los prófugos; las continuas hostilidades en muchas partes del mundo; la falta de una protección legal suficiente para los niños por nacer; la explotación de los niños; el tráfico internacional de seres humanos, armas y drogas; y otras muchas injusticias graves.

Los valores del espíritu

El tercer desafío concierne a los valores del espíritu. Urgidos por preocupaciones económicas, tendemos a olvidar que -al contrario de los bienes materiales- los bienes espirituales, que son típicos del hombre, se extienden y se multiplican

D o c t r i n a

Page 66: Revista EMPRESA 186

Página 64 EMPRESA Nº186

cuando se comunican. A diferencia de los bienes divisibles, los bienes espirituales, como el conocimiento y la educación son indivisibles y cuanto más se comparten, más se poseen.

La globalización ha aumentado la in-terdependencia de los pueblos, con sus diferentes tradiciones, religiones y sis-temas de educación. Eso significa que los pueblos del mundo, precisamente en virtud de sus diferencias, están apren-diendo continuamente unos de otros y entablando contactos cada vez mayores. Por eso, resulta cada vez más importante la necesidad de un diálogo que pueda ayudar a las personas a comprender sus propias tradiciones cuando entran en contacto con las de los demás, para de-sarrollar una mayor autoconciencia ante los desafíos planteados a su propia iden-tidad, promoviendo así la comprensión y el reconocimiento de los verdaderos va-lores humanos dentro de una perspectiva intercultural.

La justicia al servicio de la vida y de la promoción de la dignidad humana

Para afrontar positivamente estos desafíos es urgente y necesaria una justa igualdad de oportunidades, en especial en el campo de la educación y de la transmisión del conocimiento. Por desgracia, en muchas partes del mundo la educación, sobre todo en el nivel primario, sigue siendo dramáti-camente insuficiente.

Para afrontar estos desafíos, solo el amor al prójimo puede inspirar en nosotros la justicia al servicio de la vida y de la pro-moción de la dignidad humana. Solo el amor dentro de la familia, fundada en un hombre y una mujer, creados a imagen de Dios, puede asegurar la solidaridad inter-generacional que transmite amor y justicia a las generaciones futuras. Sólo la caridad puede estimularnos a poner una vez más a la persona humana en el centro de la vida de la sociedad y en el centro de un mundo globalizado, gobernado por la justicia.

D o c t r i n a

Es preciso prestar atención particular al

hecho de que los países más pobres son los que

suelen pagar el precio más alto por el deterioro

ecológico.

Page 67: Revista EMPRESA 186
Page 68: Revista EMPRESA 186